Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ranke Leopold Von Historia de Los Papas Corrigido
Ranke Leopold Von Historia de Los Papas Corrigido
Historia
de los Papas
*«
H
"-^m.
Leopoid Von Ranke
Historia de los Papas
por
VO
UEM StCE
aasc*2t.fe«L.*Já....
.^àx....
L..%â.\
ReQj.6j&:.eiQ ...*„
D0V1.£>&: I Q - O B .. . . . . . . . . . . . . . . . . .
ISBN 968-16-0909-3
Universidade Estadual de Maringá
Sistema de Bibliotecas - BCE
Impreso en México • Printed in México
0000131722
PRÓLOGO '
Todo ei mundo conoce ei poderio de Roma en Ia Edad Antigtia y en Ia Media;
también en los tiempos modernos se ha visto ei renacimiento de su império mun-
dial. Después de Ia decadência que experimento en Ia primera mitad dei si-
glo xvi, ha podido constituirse otra vez en ei centro culminante de Ia fe y dei
pensamiento de Ias naciones románicas y ha llevado a cabo osados intentos, no
poças veces afortunados, para dominar de nuevo ai resto.
Esta época, Ia de un poder espiritual-temporal renovado, su rejuvenecimien-
to y desarrollo internos, su progreso y decadência, es Ia que pretendo describir,
por Io menos a grandes rasgos.
Empresa esta que; si bien puede resultar fallida, ni siquiera podría fiaberse
intentado de no haber tenido ocasión de utilizar unas fuentes desconocidas has-
ta ei momento. Mi óbligación primera será referirme a ellas.
En otra ocasión trabajé los documentos berlineses. Pero Viena, por ejem-
plo, es mucho más rica en esta clase de tesoros.
Además de su fundamental esftritu alentán, Viena presenta un elemento
europeo: costumbres y lenguajes múltiples se dan cita en Ias clases altas y en Ias
hajas y ya Itália se anuncia con Ia mayor viveza. Los colecciones de documentos
ofrecen también un caracter amplio. Nos hablan de Ia política y dela posición
mundial dei Estado, de sus viejas relaciones con Espana, Bélgica, Lombardía,
de Ias frecuentaciones vecinales y eclesiásticas con Roma; todo ello de una ma-
nera directa. Siempre gustó esa ciudad dei acarreo y Ia posesión. Ya solo por esto
Ias primitivas colecciones de Ia Kaiserlich-Kõniglichen Hofbibliothek poseen un
gran valor. Más tarde se han enriquecido con colecciones traídas de fuera. Se
compro en Módena una colección de volúmenes parecidos a nuestras Informa-
zioni,- procedente de Ia casa Rangone, y en Venecia los inapreciables manus-
critos dei Dogo Marco Foscarini; encontramos entre ellos los flanes dei propie-
tario para Ia continuación de su obra literária, crônicas italianas de Ias que no se
halla huella alguna en otra parte. También se enriquecia aquella biblioteca con
una densa colección de manuscritos histórico-políticos procedentes de los pape-
les dei príncipe Eugênio, que este excelente estadista había reunido con gran
perspicácia. Se hojea ei catálogo con ávida esperanza: jqué alegria, ante Ia inse-
guridad que ofrece Ia mayoría de Ias obras impresas de historia moderna, tropezar
con tanto testimonio inédito! jTodo un porvenir de trabajo fará el estudioso!
7
8 PRÓLOCO
Y, no obstante, unos poços pasos nias allá, Viena nos ofrece todavia sorpresas
majores. El archivo imperial contiene, como es fácil presumir, los documentos
más importantes y fidedignos en Io que se refiere a Ia historia alemana en gene-
ral, y también a Ia historia italiana. Después de vários avatares Ia mayor parte
de los archivos venecianos ha vuelto a Venecia, pero una cantidad no insigni-
ficante de documentos venecianos se encuentra todavia en Viena: despachos
originales o su copia; extractos de los mismos para ei servido político, conocidos
con ei nombre de "rubricarias"; relaciones, no poças veces en ejemplar único, de
gran valor; registros oficiales de Ias autoridades; crônicas y diários. Las noticias
que ofrecemos sobre Gregorio Xlll y Sixto V proceden en su mayor parte dei
archivo de Viena. Nunca ensaharé bastante Ia Uberalidad con que se me ha
permitido ei acceso a él.
S e r á esta ocasión de agradecer en detalle, las muchas ayudas que se me
han dispensado Io mismo en casa que fuera. Sin embargo, para hacerlo siento
cierto reparo, no sé si con razón. Tendría que citar demasiados nombres y entre
ellos algunos muy importantes: mi agradecimiento cobraria así cierto aire de
vanagloria y un tràbajo que tiene todos los motivos para presentarse con modés-
tia se revestiria de una aureola que no le iria muy bien.
Después de Viena mi intención se encaminó preferentemente a Venecia
y a Roma.
En Venecia las grandes famílias tenían Ia costumbre, cosi todas, de insta-
lar junto a Ia biblioteca un gabinete de manuscritos. Es natural que se refieran
con preferencia a cuestiones tocantes a Ia República: relatan Ia participación que
Ia casa ha tenido en los asuntos públicos y se conservaban como documentos
familiares para instrucción de las nuevas generaciones. De estas colecciones pri-
vadas se conservan todavia algunas, a las que me fué permitido ei acceso. Mu-
chas más se perdieron en Ia catástrofe dei afio 1797 y a partir de entonces. Si se
ha conservado más de Io que era de presumir, se Io debemos a los bibliotecários
de San Marco, que en ei naufrágio general procuraron salvar iodo Io que per-
mitían las posibilidades dei Instituto. De hecho^esta biblioteca conserva un
respetable tesoro de manuscritos, hnprescindibles para Ia historia interna de Ia
ciudad y dei Estado y de importância, sin duda, para Ia historia europea. Pero
no hay que cifrar demasiadas esperanzas. Se trata de un haber relativamente
nuevo, surgido accidentalmente de colecciones privadas, sin que domine ningún
plan de conjunto. No tiene comparación con las riquezas dei archivo público, tal
como está organizado hoy en dia. En ocasión de una investigación acerca de Ia
conjuración dei ano 1618 describí ya ei archivo veneciano y no es menester que
me repita. Por Io que se refiere a Ia parte romana tenía que apoyarme sobre
todo en las relaciones de los embajadores que volvtan de Roma. Pero deseaba
poder utilizar también otras colecciones, porque no es posible evitar las lagunas,
y este archivo, a fuerza de tantos traslados, ha padecido algunos perdidas. Pude
juntar cuarenta y ocho relaciones acerca de Roma: Ia más antigua, dei ano 1500;
dieciséis dei siglo xvt; veintinueve dei xvn —una serie cosi completa, con solo
algunas interrupeiones—; ocho dei XVIII, muy instruetivas. En Ia mayoría de
los casos pude utilizar ei original. Contienen una gran cantidad de noticias inte-
PRÓLOGO 9
resantes, trasiego de una visión directa, que parecían perdidas con Ia vida de los
coetáneos, y fueron las que me dieron Ia idea y ei ânimo para una exposición
de largo alcance.
Para su corroboración y ampliación solo en Roma, como es natural, podrían
encontrarse los médios.
lEra de esperar que se permitiera Ia libre entrada, para descubrir los se-
cretos dei Papado, a un extranjero que, además, tenta religión diferente? Acaso
Ia presunción favorable no era tan infundada, pues ningtina investigación
puede sacar a flote algo peor de Io admitido ya sin base y que ei mundo consi-
dera, sin más, como verdadero. Sin embargo, no puedo alardear de que las
cosas sucedieran como yo esperaba. He tomado noticia de los tesoros dei Vati-
cano y utilizado, para mis fines, toda una serie de volúmenes, peto ia libertad
que yo deseaba en modo alguno me fué concedida. Afortunadamente, se me
abrieron otras colecciones que permitían tina información, si no completa, por
Io menos autêntica y suficiente. En los tiempos dei apogeo de Ia aristocracia
—principalmente en ei siglo xvn— en toda Europa las famílias de rango que
intervenían en los negócios públicos conservaron también una parte de Ia docu-
mentación. Acaso en ninguna parte ai grado que en Roma. Los familiares dei
Papa, que siempre dispusieron dei poder, legaron a las casas principescas que
ellos fundarem una gran parte de los documentos públicos que cayeron en sus
manos en ei período de su administración. Esto formaba parle dei haber de una
família. En los palácios que erigieron, por Io general en las habitaciones de arri-
ba, había siempre unas salas reservadas para libros y manuscritos, que solían
ser llenadas dignamente como Io habían hecho los antepasados. Las colecciones
privadas, en este caso, son, en cierto respecto, colecciones públicas, y ei archivo
dei Estado se dispersa, sin extraneza de nadie, en las casas de las diferentes
grandes famílias que tuvieron intervención en los negócios. Así como ei exce-
dente dei patrimônio público enriquecia a los linajes papales, y Ia galeria vati-
cana, aunque excelente por su selección de obras maestros, no puede competir, sin
embargo, en riqueza e importância histórica, con algunas galerias privadas, como
Ia Borghese y Ia Doria, así también los manuscritos conservados en los palácios
Barberini, Chigi, Altieri, Albani, Corsmi resníícm de inestimable valor para Ia
historia dei Papado, dei Estado papal y de Ia lglesia. Establecido no hace mucho
ei archivo público, es importante en cuanto a Ia Edad Media por su colección de
"vegestos"; seguramente, tina parte de Ia historia de ese tiempo se esconde aqui
para ser descubierta, fero, en Io que a mi se me alcanza, creo que no aportará
gran cosa para Ia época moderna. Este archivo, si no he sido enganado, resulta
insignificante ante Ia riqueza de las colecciones privadas. Como es de suponer,
cada una de ellos abarca en especial ei período en que gobernó ei Papa de Ia
família respectiva; pero como los familiares siguieron desempenando un papel
importante, y como ocurre que cualquiera se empena en continuar y completar
una colección ya iniciada y esa tarea no resultaba muy difícil en Roma, donde
se había originado un comercio literário de manuscritos, ninguno de los archi-
vos privados deja de poseer noticias preciosas de tiempos anteriores y posteriores.
La más rica de estas colecciones —a consecuencia de herencias importantes tom--
10 PRÓLOGO
no por eso se ha cambiado ni una tilde en ei libro, pero no me cs posible ocultar tampoco que ha
empezado una nueva época dcl Papado. No he podido sino indicar por medio de rasgos genera-
lcs ei desarrollo de esta, conservando siempre ei punto de vista objetivo que trate de mantener desde
ei principio, pero me pareció conveniente dirigir mi atención hacia ei actual pontificado en ese
mismo sentido. Con arreglo a esto no he podido repetir ei titulo original de Ia obra por ei que
esta se vinculo a otra publicación que se limitaba a los siglos xvJ y xvn, sino que escogi un título
más amplio.
LIBRO PRIMERO
INTRODUCCIÓN
• •
mado, cuyos mercados, teatros y edifícios públicos son presa de Ias llámas y cuyos
defensores acaban de sucumbir. Sobre los escombros se yerguen todavia unos
poços viejos y unos niiios.
Prcnto desaparecen también estas figuras postreras y comienza una trans-
formación sin ejemplo.
En Ias catacumbas surge ei culto de los mártires. En los mismos emplaza-
mientos en que fueron adorados los dioses olímpicos, con Ias mismas columnas
que sostuvieron sus templos, se levantan los santuários en hcnor de aquellos que
habían ultrajado a los ídolos y habían sido castigados con Ia muerte. El culto,
que tuvo sus princípios en los yermos y en Ias prisiones, conquisto ei mundo. A
veces nos ascmbra que ei edifício mundano de los paganos, Ia basílica, se haya
convertido en ei lugar dei culto cristiano. Acontecimiento que encierra algo muy
significativo. El ábside de Ia basílica contenía un augusteo,4 donde se guardaban
Ias imágenes de los CésaTes que habían recibido honores divinos. En su lugar,
como podemos verlo todavia hoy, se coloco Ia imagen de Cristo y de los apósto-
les; donde estuvo ei emperador dei mundo, con atributos de Dios, se encuentra
ahora ei Hijo dei Hombre, ei Hijo de Dios. Las divinidades locales se disipan
y desaparecen. En todos los caminos, en las abruptas alturas, en lcs puertos y
gargantas, en las techumbres de las casas, en ei mosaico de los suelos se con-
templa Ia cruz. Victoria decisiva y completa. Como en las monedas de Constan-
tino vemos ei lábaro con ei monograma de Cristo sobre ei dragón derribado, así
sobre Ia paganía derrotada se levanta ei nombre venerado de Cristo.
También en este aspecto se nos ofrece Ia ilimitada significación dei Império
romano. En los siglos de su apogeo quebrantó Ia independência de las nacicnes
y aniquilo aquel sentimiento de suficiência que Ia particularidad significaba.
Pero en sus últimos tiempos ha visto salir de su regazo Ia verdadera religión, Ia
expresión más pura de una conciencia común, que excede con holgura los limi-
tes de su Império, Ia conciencia de Ia comunidad en un solo Dios verdadero.
Podemos decir que, en virtud de este acontecimiento, ei Império justifico su
propia necesidad. El gênero humano se había percatado^e si mismo y había
encontrado su unidad en Ia religión.
Esta religión recibió dei Império romano su forma externa.
Los sacerdócios paganos tenían caracter de ofícios civiles; en ei judaísmo
incumbia a una tribu Ia misión espiritual. El cristianismo se diferencia porque
constituye ei sacerdócio una clase especial, formada de rruembros que ingresan
en ella libremente, consagrados por Ia imposición de .manos, apartados de todos
los afanes dei mundo para entregarse a los negócios espirituales y divines. La
Iglesia se desenvolvió ai principio en formas republicanas que van desaparecien-
do a medida que Ia nueva fe va dominando. El clero se destacará cada vez más
frente a los laicos.
Según me parece, esto ocurrió no sin cierta necesidad interna. La Uegada
dei cristianismo vino a liberar Ia religión de los elementos políticos. Esto
implica ei establecimiento frente ai Estado de una clase sacerdotal separa-
da, con una constitución propia. Separación de Ia Iglesia y ei Estado, que
* Tome este date de F.. Q. Visconti: Museo Pio-Clementino, vn, p. 100 (ed. de 1807).
ÉPOCAS DEL PAPADO 17
los emperadores, fuera Enrique III ei más generoso con Ia Iglesia y, ai mismo
tiempo, quien defendiera con mayor vigor ei derecho de promover los obispos.18
También se tenía cuidado en que Ias donaciones no se sustrajeran ai poder dei
Estado. Los bienes eclesiásticos no estaban exentos de los gravámenes públicos,
ni siquiera dei deber de vasallaje. A menudo encontramos obispos que conducen
a sus hombres a Ia guerra. Y se puede comprender Ia ventaja que suponía poder
nombrar obispos como ei arzobispo ue Bremen, quien ejercía Ia máxima auto-
ridad espiritual en los reinos escandinavos y sobre Ias diversas estirpes de los
vendos.
Siendo ei elemento eclesiástico tan importante en Ia organizaeión dei Im-
pério germânico, se comprende Ia importância que había de revestir Ia relación
que ei emperador mantuviera con ei jefe supremo, con ei Papa de Roma.
Lo mismo que en ei caso de los emperadores romanos y los sucesores de
Carlomagno, ei Papado guardo estrecha relación con ei emperador germânico.
No se puede dudar de su situación política subalterna. Es verdad que antes de
que ei Império cayera de manera definitiva en manos germânicas, cuando
era gobemado por jefes débiles y vacilantes, los Papas ejercieron actos de su-
prema autoridad. Pero desde ei memento en que los poderosos príncipes ger-
manos se arrogaron Ia dignidad imperial fueron de hecho, aunque no sin
resistência, tan senores dei Papado como los carolingios. Otón ei Grande prote-
gió con mano de hierro ai Papa que había elevado a Ia Sede 13 y sus hijos siguie-
ren su ejemplo. Como Ias facciones romanas se levantarem de nuevo y se
apropiaron Ia dignidad papal, manejándola como un interés de família, com-
prándola y vendiéndola, se hizo necesaria una intervención superior. Es sabido
con qué energia Ia llevó a cabo Enrique III. Su sínodo de Sutri depuso a los
Papas intrusos. Luego de colocarse ei anillo patriarcal en ei dedo y haber reci-
bido Ia corona imperial, serialó a su discreción quién había de ocupar Ia Sede.
Se sucedieron cuatro Papas germanos, todos nombrados por él; ai vacar Ia
Sede, los delegados de Roma, así como los enviados de los otros obispados, se
presentaban en Ia corte para recibir ei nombramiento dei sucesor.
En esta situación le convenía ai emperador mantener ei prestigio dei Pa-
pado. Enrique III fomento Ias reformas que emprendieron los Papas nombra-
dos por él, y ei aumento consiguiente de autoridad no provoco su receio. El
hecho de que León IX, contrariando Ia voluntad dei rey de Francia, convocara
a un sínodo en Reims, nombrando y deponiendo obispos franceses y recibiendo
ia declaración solemne de que ei Papa era ei único primado de Ia Iglesia ente-
ra, no podia sino satisfacer ai emperador mientras él pudiera disponer de poder
sobre ei Papado. Era congruente con Ia pretensión de primacía que trataba de
afirmar en Europa. La misma relación que se aseguraba con respecto a los
12 Ejemplos de esta severidad se encuentran en Planclc: Cesehichte der chrisHich-kirchlichen
Gese/ischa/tsveríassung, 01, 407.
13 En Goldast, Constitutt. ImperiaJes, i, p. 221, encontramos un instrumento (junto con los
Scholien de Dictrich von Nicm) segun ei cual ei derecho de Carlomagno a elegir su propio sucesor
y a nombrar cn ei futuro los Papas romanos se traspasa a Otón y a los emperadores germânicos.
Pero sin duda alguna este instrumento es una invención.
24 INTRODUCCIÓN
nórdicos a través dei arzobispo de Bremen, podia asegurársela sobre Ias otras
potências de Ia cristiandad a través dei Papa.
Pero en esto se encerraba un gran peligro.
La organización dei estamento eclesiástico en los domínios germânicos y
germanizados se había convertido en algo muy diferente a Ia que presentaba
en los rcmánicos. Se le había atribuído una gran parte dei poder político; dispo-
nía de poder principesco. Hemos visto que dependia dei emperador, de Ia
suprema autoridad secular, pero iqué podia ocurrir cuando esta autoridad caye-
ra en manos débiles, si ei jefe de Ia Iglesia, triplemente poderoso: por su
dignidad, objeto de Ia veneración general, por Ia obediência de los fieles y por
su influencia sobre otros Estados, aprovechara ei momento oportuno para
enfrentarse con ei poder real?
La situación se mostraba propicia en vários aspectos. El poder eclesiástico
albergaba en si un principio propio, antagonista de ese gran influjo secular,
principio que debía manifestarse en cuanto se sintiera con fuerzas suficientes.
Según creo, había también una contradicción en ei hecho de que ei Papa, que
cjercía ei máximo poder espiritual, tuviera que estar sometido por tcdas partes
ai emperador. Otra cosa hubiese ocurrido si Enrique III se hubiera decidido a
proclamarse cabeza de toda Ia cristiandad. Como no sucedió esto, es natural
que cn un momento de confusión política ei Papa se viera impedido, por su
sumisión ai emperador, de aparecer plenamente como ei padre de todos los fieles,
como correspondia a su dignidad.
En esta situación sube a Ia Silla de San Pedro Gregorio VII. Gregorio es
un espíritu osado, tenaz y de largo alcance; sistemático, podríamos decir, como
una construcción cscolástica; imperturbable en Ias consecuencias lógicas y muy
diestro ai mismo tiempo en eludir con Ia mejor apariencia contradicciones ver-
daderas y fundadas. Vió ei camino que llevaban Ias cosas, capto en ei trajín de
ia vida cotidiana sus posibilidades históricas, y decidió emancipar ai poder papal
de Ia tutela imperial. Una vez que se propuso este fin, echó mano sin contem-
placiones de todos los médios necesarios. La resolución que- inspiro a los concilios
de que en ei futuro jamás ninguna dignidad eclesiástica podría ser atribuída
por una autoridad secular, tenía que chocar con Ia esencia misma de Ia consti-
tución imperial, porque esta descansaba sobre Ia unión de Ia organización ecle-
siástica y Ia secular: ei vínculo Io representaba Ia investidura y significo tanto
como una revolución que se arrebatara este derecho ai emperador.
Es claro que Gregorio VII no hubiera pensado'en tal cosa de no haberse
dado cuenta de Ia descomposición dei Império germânico durante Ia minoridad
de Enrique IV y dei levantamiento de los pueblos y príncipes germanos contra
este emperador. Encontro aliados en los grandes vasallos. También ellos se
sentían oprimidos por Ia supremacia dei poder imperial y trataban de liberarse
de él. En cierto sentido ei mismo Papa era uno de los grandes vasallos dei Im-
pério. Así se comprende que ei Papa declarara a Alemania império electivo —ei
poder de los príncipes crecía de este modo en gran manera —y que los prín-
cipes no se opusieran cuando ei Papa se libro dei poder imperial. En Ia misma
lucha de Ias investiduras sus ventajas iban a Ia par. El Papa estaba muy lejos
ÉPOCAS DEL PAPADO 25
de querer designar por si mismo a los obispos y dejó ei nombramiento a cargo de
los cabildos, en los que Ia gran nobleza germânica ejercía ei máximo influjo.
En una palabra: ei Papa tenía a su lado los intereses de Ia aristocracia.
Pero, a pesar de estos aliados de marca, jqué guerras más largas y san-
grientas costó a los Papas Ia conquista de su libertad! Desde Dinamarca hasta
Ia Apulia, dice ei salmo dei Ano Santo, desde Ia Carolingia hasta Hungria, ei
Império ha vuelto sus armas contra sus entranas. La lucha entre ei principio
espiritual y ei temporal, que antes se entendieron tan bien, enzarzó a Ia cris-
tiandad en fatales altercados. Los Papas tuvieron que abandonar a menudo Ia
Ciudad Eterna y contemplar como ocupaban Ia Sede los Antipapas.
Por fin consiguieron ei triunfo. Después de muchos siglos de sumisión y
otros más de lucha indecisa, se había logrado de manera definitiva Ia inde-
pendência de Ia Santa Sede y su principio. De hecho los Papas gozaban de una
posición magnífica. La clerecía estaba completamente en sus manos. Es digno
de notar que los Papas más enérgicos de este período fueron todos benedic-
tinos ai igual que Gregorio VIL Al introducir ei celibato convirtieron a todo
ei sacerdócio en una espécie de orden monástica. El obispado universal que se
arrogaban guardaba cierto parecido con ei poder de un abad cluniacense, que
era ia única autoridad abacial en su orden. Y así estos Papas pretendían ser
únicos obispos de Ia Iglesia. No sintieron escrúpulo alguno para intervenir
en Ia administración de todas las dióccsis.14 Sus legados fueron equiparados por
ellos con los viejos procónsules romanos. Las potências estatales iban decayendo
mientras se constituía este orden que obedecia a una sola cabeza, que estaba
organizado apretadamente y se extendía por todos los países, poderoso por sus
riquezas territoriales y dominador de todos los aspectos de Ia vida. Ya a comien-
zos dei siglo xn ei preboste Gerohus pudo decir: "Llegarán las cosas ai extremo
de que los ídolos de oro dei Império se derrumbarán y todo reino mayor se
romperá en cuatro principados: entonces Ia Iglesia estará libre y no oprimida,
bajo Ia protección dei Sumo Sacerdote coronado."15 Poço falto para que no se
cumpliera Ia profecia. Porque en realidad, íquién era más poderoso en Ingla-
terra en ei siglo xm, Enrique III o aquellos veinticuatro sefiores que tuvieron
durante cierto tiempo ei gobiemo en sus manos? ^Y quién más poderoso en
Castilla, ei rey o los "altos homes"? No parecia necesario ei poder de un em-
perador después que Federico había otorgado a los príncipes dei Império los
atributos esenciales de Ia soberania territorial. Se puede decir que solo ei Papa
disfrutaba de un poder amplísimo y unitário. Así ocurrió que Ia independência
dei principio espiritual se trasmutó muy pronto en una nueva espécie de supre-
macia. Llevaban a ello ei caracter temporal-espiritual que dominó Ia vida toda
y ei curso de les acontecimientos. Cuando países durante tanto tiempo perdidos,
como Esparia, habían sido recobrados dei mahometismo y ganadas ai paganismo
14 Uno de los puntos principales, acerca dei cual quicro citar un pasaje de una carta de
Enrique IV dirigida a Gregorio (JVÍansi Concil, n. col/ecfio, xx, 471). Recfores sanetae ecc/essiae,
vide], arch/episcopos, episcopos, presbyteros. sicut servos pedibus tu/s caJcasti. Como vemos, ei Papa
tuvo en esto de su lado Ia opinión pública: In quorum concu/catione tibi favorem ab ore vuJgi
comparasti.
15 Schroeckh cita este pasaje en Kirc/iengeschichte, Part. 27, p. 117.
26 INTRODUCCIÓN
y pobladas con pueblos cristianos províncias como Prusia; cuando Ias mismas
capitales de Ia religión griega se sometieron ai rito latino y cientos de miles se
alistaban para Ia reconquista de los santos lugares, nada tiene de extrano que
gozara de un prestigio inmenso ei sumo sacerdote, que intervenía en todas estas
empresas y recibía Ia obediência de los sometidos. Bajo su dirección y en su
nombre se expandían Ias naciones occidentales en innumerables colônias como
si fueran un solo pueblo y trataban de aduenarse dei mundo. Por Io tanto, no
puede extraíramos que también en ei interior ejerciera una autoridad indiscu-
tible y que un rey de Inglaterra recibiera dei Papa su reino como feudo, que
un rey de Aragón Io pusiera a disposición dei apóstol Pedro y que Nápoles fuera
cedido por ei Papa a una dinastia extranjera. Asombrosa fisonomía ofrece esa
época, que nadie todavia nos ba presentado en su plena verdad. Es una com-
binación extraordinária de disensión interior y de brillante expansión hacia
fuera, de autonomia y obediência, de mundo espiritual y secular. Sorprende ei
caracter contradictorio dei fervor religioso. A veces se recoge en Ia abrupta
montaria, en ei bosque solitário para entregarse por completo a Ia contempla-
ción divina, renunciando a todos los goces de Ia vida en espera de Ia muerte;
o, en médio de los hombres, se empena con entusiasmo juvenil en acunar en
formas penetrantes y magníficas los mistérios vislumbrados, Ias ideas que le
alimentan. Pero junto a esto encontramos esa otra fuera que ha inventado
Ia Inquisición y que blande Ia terrible espada de Ia justicia contra los herejes:
"A nadie —dice ei caudillo contra los albigenses— de cualquier sexo, edad o
rango hemos perdonado, sino destrozado a todos con ei filo de Ia espada." A
veces ambos aspectos se concentran en un solo momento. A Ia vista de Jeru-
salén los cruzados se apean de sus caballos y se descalzan para llegar como
verdaderos peregrinos a Ias Santas Murallas; en médio de los combates más
fieros, se creen asistidos dei auxilio de los santos y de los ángeles. Pero apenas
escaladas Ias murallas se entregan ai saqueo y Ia matanza: én ei emplazamiento
dei Templo de Salomón degollaron cuatro míf sarracenos, quemaron a los ju-
dios en sus sinagogas y mancharon de sangre los santos lugares que venfan a
adorar. Contradicción inseparable de todo Estado religioso y que constituye
su prcpia esencia.
que era. Ninguna idea molesta duraba de un dia a otro. Lo único que le
preocupaba era lo que pudiera serie útil, Ia manera de enriquecer a su hijo
con dignidades y Estados; jamás ningún ctro pensamiento le entretuvo de-
masiado.5
Solo este propósito se hallaba en Ia base de todas sus alianzas politicas,
que tan gran influencia ejercieron en los accntecimientos históricos; un factor
importantísimo de Ia política europea era Ia cuestión de como ei Papa habría
de casar a su hijo y como lo dotaria y enriqueceria.
César Borgia, ei hijo de Alejandro, siguió Ia carrera de Riario. Comenzó
en el mismo tramo: su primera hazana consístió en expulsar de Imola y Forli
a Ia viuda de Riario. Con cordial desenfado prosiguió su tarea, y lo que aquél
no había hecho más que intentar o iniciar, él lo llevó a cumplimiento. Consi-
dérese el camino escogido. Lo podemos trazar en poças palabras. El Estado
pontificio era presa de Ia disensión a causa de los güelfos y de los gibelinos, de
los Orsini y lcs Colonna. Como los otros Papas, como el mismo Sixto IV, Ale-
jandro y su hijo se aliaron ai principio con uno de los dos partidos: el güelfo
de los Orsini. En virtud de esta alianza pronto pudieron con sus enemigos.
Expulsaron a los Sforza de Pesaro, a los Malatesta de Rímini, a los Man-
freddi de Faenza y se apoderaron de estas ciudades poderosas y bien amu-
ralladas, fundando en ellas un importante poder. Pero apenas lograron todo esto
y acabaron con sus enemigos, se volvieron contra sus amigos. En esto se distin-
guió el pcder de los Borgia de los anteriores, que siempre habian quedado pri-
sioneros de Ia faccióri a Ia que se habian adherido. César Borgia, sin empacho
ni vacilación, ataco a sus aliados. El duque de Urbino, que le había apoyado
hasta entonces, fué rodeado por una red sin que se diera cuenta, y apenas pudo
escapar de ella, convirtiéndose en un fugitivo en su propio país.6 Vitelli, Baglio-
ni, capitanes de los Orsini, quisiercn mostrar que eran capaces de resistência.
Decía César: "Está bien enganar a los que son maestros de todas Ias traiciones."
Con una crueldad bien calculada, los atrajo a su trampa y sin piedad alguna
se deshizo de ellos. Luego de haber domenado así a los dos partidos, ocupo su
puesto: a los partidários, nobles de rango inferior, los atrajo y los cclocó a suel-
do; mantuvo en orden los territórios conquistados apelando ai terror.
De este modo vió satisfecho Alejandro su deseo más vivo: los barones dei
país aniquilados y su casa en camino de establecer en Itália una gran dinastia
hereditária. Pero tuvo que sentir, a su vez, êl poder de Ias pasiones desatadas.
César no queria compartir con ningún familiar ni favorito su poder. Asesinó a
su hermano, que se cruzaba en su camino, haciéndolo arrojar ai Tíber; en Ias
escaleras de palácio fué acometido por orden suya su cunado.7 La mujer y
6 Relationc di Polo Capel/o, 1500. MS.
* En Ia gran crônica manuscrita de Sanuto, en todo el tomo cuarto, se encuentran afin mis
datos interesantes sobre César Borgia, y también algunas cartas escritas por él, dirigidas a Venecia
en diciembre de 1502, y ai Papa. En esta última firma: Vrae.Stis.humiJ/imus servus et devotissima
fartura.
1 Diário de Scbastiano de Branca de Telini, MS. Bibl. Barbeiini, n ? 1103. Enumera Ias
atrocidades de César dei modo siguiente: 0 piimo, il /ratei/o che si chiamava /o duca di Gandia,
lo fece buttar in fiume: tece ammazzare Io cognaro, che era figlio dei doco di Calábria, era lo piu
bello jovane che mai si vedesse in Roma: ancora fece ammazzare Vitellozzo delia città di casreJto
34 INTRODUCCIÓN
2) Secuhrizaáón de Ia Iglesia
Es natural que toda Ia organización eclesiástica tuviera su parte, colaborara y
se dejara arrebatar en Ia nueva dirección emprendida por los Papas.
No solo Ia dignidad suprema sino también Ias demás fueron consideradas
como patrimônios seculares. El Papa nombraba cardenales a su antojo, ya para
agradar a un príncipe ya —cosa no rara— por dinero. En estas circunstancias
no era de esperar que estuviera a Ia altura de su misión espiritual. Sixto IV
otorgó a uno de sus sobrinos uno de los cargos principales: Ia penitenziaria, a
Ia que incumbia una gran parte de Ia concesión de dispensas. Amplio sur facul-
14 Sommario de h relation di Domenigo Trivixan. MS. II papa voJ csser il dominus et
maistro dei jocho dei mundo. También existe una segunda relación de Polo Capello, dei afio 1510,
de Ia cual hemos leproducido aqui algunas noticias. Fiancesco Vettori, Sommario dei/' istoria
d'/talia, dice de él: Júlio piú /ortunato che prudenle, e piu animoso che íorte, ma ambiticso e
dcsideroso di grandezza oltra a modo.
LA IGLESIA A COMIENZOS DEL SIGLO XVI 37
tades y Ias reforzó con una bula especial, declarando que cualquiera que dudara
de Ia legitimidad de tales disposiciones pertenecía ai grupo de lcs renitentes e
hijos dei mal.15 El resultado fué que su sobrino considero ei cargo como un be-
neficio cuyos ingresos trato de aumentar en lo posible.
Por esta época, los obispados se otorgaban por todas partes con una gran
intervención de Ias autoridades civiles, tomando en consideración intereses de
família o Ia voluntad de Ia corte, y distribuyéndolos en concepto de sinecuras.
La cúria romana trataba de sacar ei mayor provecho posible de tcda clase de
nombramientos. Alejandro recibió annatas dobles y estipulaba dos o três diez-
mos, lo que representaba algo parecido a una venta. Las tasas de Ia cancillería
crecían de dia en dia; su cúmulo provoco protestas, pero Ia revisión se enco-
mendaba generalmente a lcs mismos que las habían fijado.16 Por cualquier
certificado expedido por Ia dataria había que entregar una determinada suma.
Los altercados entre los príncipes y Ia cúria no se referían, por lo general, más
que a estas cuestiones de dinero. La cúria trataba de sacarles ei mayor jugo y
cn cada país procuraba defenderse de Ia mejor manera.
Fatalmente este caracter dominó todos los grados de Ia jerarquía. Se solía
renunciar ai cbispado pero reteniendo Ia mayor parte, por lo menos, de los in-
gresos y, a veces, Ia colación de los párracos diocesanos. Se burlaba Ia ley que
prohibía que ei hijo de un clérigo recibiera el cargo dei padre ni que nadie
pudiera disponer de aquél por testamento. Como cualquiera podia llegar a ser
coadjutor si no ponía reparo en Ia suma, se predujo de hecho una efectiva he-
íencia de este cargo.
Es natural que con este sistema padeciera el cumplimiento de las funciones
cspirituales. Me atengo en esta breve descripeión a las observaciones hecbas
por prelados bien intencionados de Ia cúria romana. "jQué espectáculo para un
cristiano que se pasee por el mundo cristiano: desolación de Ia Iglesia; los
pastores han abandonado a sus rebanos y los han entregado a mercenários!"1T
En todas partes eran los incapaces, las gentes sin vocación, no sometidas
a prueba alguna, las que escalaban los puestos de Ia administración eclesiástica.
Como los titulares de los beneficies no pensaban sino en encontrar los gestores
más baratos, pudieron disponer de candidatos entre los frailes mendicantes. Con
cl título desacostumbrado de sufragáneos los tuvieron los obispados y con el
título de vicaries las parroquias.
Ya de por si las ordenes mendicantes gozaban de privilégios extraordina-
1S Bula dei 9 de mavo de 1484. Quoniam nonnul/i iniquitafís filii, ehtinnis et prt'inaciae
mie spiritu assumpto, potestatem ma/oris poenitent/arii nostri —in dubium revocare— praesumunt
—<lccet nos adversus tales adhibere remedia, etc. BcVitium Romantim, ed. Cocquelincs. ni. p. 187.
18 Reformationes cancellariae aposlo/icae. Smi. Dni. Nri. Paulí ífl, 1540. MS. de Ia Biblioteca
Barberini en Roma, n* 2275. Enumera todos los abusos introducidos desde Sixto y Alejandro.
Las quejas de Ia nación alemana se refieren, especialmente, a estos "nuevos hallazgos" y cargos
de Ia Cancillera romana. J 14, J 38.
1T Consilium de/eeforum cardinaJium et a/iorum praelatorum de emendanda ecc/esia. Smo.
Dno. Pau/o J/I ipso jubente conscriptum anno 1538, que fué publicado ya entonces con frecuencia,
y que es importante porque denuncia el mal de un modo riguroso e indudable cn Ia medida en
que se daba en Ia administración. Este documento, aun mucho despues de su publicación, quedo
en Roma en las colecciones de documentos manuscritos de Ia cúria.
38 INTRODUCCIÓN
rios. Sixto IV, franciscano, los aumento de buen grado. Les fueron concedidas
licencias para confesar, dar Ia comunión y los óleos y enterrar en los conventos
con ei hábito de Ia orden. Licencias estas que aportaban prestigio y provecho,
y los desobedientes, es decir, los párrocos que pudieran molestar a Ias ordenes
por Ia cuestión de Ias herencias, fueron amenazados con Ia perdida de sus
cargos.18
Como Jlegaron a gobernar hs obispados y hasta Jas parroquias, se com-
prende Ia enorme influencia de que disponían. Todos los altos cargos y digni-
dades, ei disfrute de sus rentas, estaban en manos de Ias grandes famílias y de
sus partidários, de los favoritos de Ia corte y de Ia cúria, pero Ia gestión efectiva
corria a cargo de los mendicantes. Los Papas les protegieron en esta tarea. Fue-
ron ellos los que manejaron ei asunto de Ias indulgências, que tal empuje reci-
bió en esta época; fué AJejandro VI quien declaro oficialmente que Ias indul-
gências libraban dei fuego dei infierno. Pero también Ias ordenes se habían
mundanizado. Apenas se puede imaginar Ia intriga dentro de ellas para alcan-
zar los altos cargos. jQué ceio, en épocas de elecciones, para deshacerse de los
contrários! Cada cual procuraba ser enviado como predicador o como vicario y
a este propósito no se escatimaba ei pufial ni Ia espada y tampoco ei veneno
en ocasiones.10 Por otra parte, se traficaba con Jas gradas espirituales. Alquila-
dos por poço dinero, los mendicantes se hallaban ai avio de Io que saliera.
"jAy, exclama un prelado, quién me hace llorar! También los firmes han
caído y Ia viíia dei Sefior está devastada. Si solo ellos se hubieran hundido seria
un mal, pero soportable; mas como atraviesan toda Ia cristíandad como Ias venas
ai cuerpo, su hundimiento traerá Ia ruina dei mundo."
3) Dirección espiritual
Si pudiéramos abrir los Jibros de Ia historia tal como ha tenido lugar, y si ei
pasado pudiera hablarnos como Ia naturaleza, jauántas veces percibiríamos en
estas decadencias que tanto lamentamos Ia nueva semilla' escondida, y veríamos
surgir Ia vida de Ia muerte!
Si lamentamos esta mundanidad de Ias cosas religiosas, esta corrupción de
Ia organización eclesiástica, también tcnemos que pensar que dificilmente ei es-
píritu humano hubiera podido emprender sin este desorden una de esas direc-
ciones gloriosas que le son peculiares.
Por muy llenas de sentido, ricas y profundas que sean Ias creaciones de Ia
Edad Media, "no podemos negar que encontramos en su base una concepción
dei mundo fantástica y alejada de Ia realidad de Ias cosas. Si Ia Iglesia se hubíe-
1* Amplissimae gratiao et privilegia fratriim minorum convcntiiaüum ordinis S. Francisci, quae
proprere» mure inagnum nimciipanhir, 31 de agosto de H74. Bu/larium Roín., ni, 3, 139. A los
dominicos se les ototgó una bula parecida. Durante cl concilio de Lctrán dei afio 1512 se hablo
muclio de este maré magnuni: pero cs más fácil —o ai menos Io era en aquella época— otorgar
privilégios que suprimirlos.
2» En una importante inlonnación de C.iiaífa a Clemente, que aparece en Ia Vira di Paolo IV
tan solo de un modo incompleto y deformado, se dice sobre los conventos: Si vierie ad hoinicidi
non solo col veneno, ma abertamente col coítelJo e con Ia spada, per non dire con schiopctti.
LA IGLESIA A COMIENZOS DEL SIGLO XVI 39
ra sostenido en su fuerza íntegra también hubiera mantenido aquel sentir. Pero
su postración dió lugar a Ia libertad de los espíritas, que iban a orientar los
acontecimientos en una dirección completamente nueva.
El horizonte que durante aquellos siglos médios encerro sin salida a los
espiritus era angosto y limitado y solo ei conocimíento renovado de Ia Antigüe-
dad hizo posible su ruptura, para que apareciera una perspectiva más ancha, alta
y profunda.
No es que los siglos médios no hayan conocido Ia Antigüedad. La avidez
con que los árabes, a los que ei Occidente debe importantes aportaciones en el
campo científico, reunían y asimiíaban Ias obras de los antiguos, no tiene mucho
que envidiar ai fervor de los italianos dei siglo xv, y el califa Al Mamun bien
se puede comparar con Cósimo Médicis. Pero notemos Ia diferencia que, a mi
parecer, es decisiva aunque parezea pequena. Los árabes solían traducir y a
menudo destruían los originales y, como mezclaban en Ias tradueciones sus
propias ideas, ocurrió que Aristóteles, por ejemplo, fué teosofizado, que Ia astro-
nomia se convirtió en astrologia, que esta se aplico a Ia medicina. De este modo,
contribuyeron no poço a Ia formación de aquella fantástica visión dei mundo
de que hemos hablado. Los italianos, por el contrario, leyeron y aprendie-
ron. De los romanos pasaron a los griegos y Ia imprenta propago los originales
por el mundo en ejemplares innumerables. El Aristóteles autêntico desplazó ai
arabizado y de los textos no corrompidos de los antiguos se aprendieron Ias ciên-
cias, Ia geografia de Ptolomeo, Ia botânica de Dioscórides, Ia medicina de Gale-
no e Hipócrates. Pronto se disiparon Ias fantasias que hasta entonces habían
poblado el mundo.
Exageraríamos si dijéramos que en este tiempo existia un espíritu científico
independiente y que se descubrieron grandes verdades y se crearon grandes pen-
samientos. Se trataba de comprender a los antiguos y no se pensaba en superar-
los; su influjo no se debió tanto a Ia herencia de su actividad científica cuanto
a Ia imitación.
En esta imitación reside uno de los factores más importantes en el desarro-
11o de aquella época.
Se competia con los antiguos en Ia bella expresión. El Papa León X fué
uno de los grandes fomentadores de esta tendência. Leia a su séquito Ia bien
escrita introdueción a Ia Historia de Jovio, pensando que nada semejante se
liabía escrito después de Tito Livio. Si recordamos que favoreció a improvisa-
dores latinos, podremos imaginar como le arrebataria el talento de un Vida, que
era capaz de describir el juego de ajedrez en sonoros hexámetros latinos. Mando
llamar de Portugal un matemático que dictaba sus lecciones en elegante latín
y queria que se ensenara en esa lengua Ia jurisprudência y Ia teologia Io mismo
que Ia historia eclesiástica.
Pero no era posible permanecer en este estádio. Por mucho que se tratara
de imitar Ia dieción de los antiguos, no por eso se abarcaba todo el âmbito dei
espíritu. Había algo de insuficiente, y muchos se daban cuenta de ello. Así
KC vino en Ia idea de imitar a los antiguos en Ia lengua materna, considerán-
dose con respecto a ellos como los romanos con los griegos. No se quiso com-
40 INTRODUCCIÓN
I
CQt. ei mundo artístico, tan predispuesto a Ia disensión, se pusíeron de acuerdo
b convencer a Júlio II de que acometiera Ia empresa. Miguel Ânocl desea
Un digno emplazamiento para ei sepulcro dei Papa que ha proyectado magní-
•cnmcnte, de manera grandiosa, como ei Moisés que acaba de cincelnr. Bra-
• u n t e todavia urge más. Queria realizar su atrevido pensamiento de erieir una
p Imnaiiún dei Panteórv montado sobre columnas colosalcs. Muchos cardenales
ül He tratado etc dcsafroítttr esto en mi fr.ihijo "Znr Gcscliichic der italianischcn Poesic"
B (AMuiidlungcti der K. Alndcrnic der Wissenschafteii, Bcrlín, 1855.
42 INTRODUCCIÓN
se oposieron y hasta parece que Ia oposición era bastante general, pues todo
templo antiguo es centro donde convergen muchos scntimientos personales, y,
en grado extremo, este era ei caso en ei santuário supremo de Ia cristiandad.22
Pero Júlio II no estaba acostumbrado a tomar en cuenta objeciones; sin más
contemplaciones, mando derribar Ia mitad de Ia vieja iglesia y él mismo coloco
Ia primera piedra de Ia nueva.
De este modo se yerguen en ei centro dei culto cristíano ias mísmas for-
mas en que se había expresado tan adecuadamente ei espíritu dei culto antiguo.
Sobre Ia sangre de los mártires, en San Pietro de Montorio, eonstruvó Bramante
una capilla con todo ei estilo sereno y alado de un períptero.
Esta contradicción se manifiesta en toda Ia vida. Sc iba ai Vaticano no
tanto para rezar en ei santuário dei Aposto], como para poder admirar en ei
palácio de los Papas Ias grandes obras dei arte antiguo, ei Apoio de Belvedere,
ei Laoconte.
También por entonces se le propuso ai Papa provocar una guerra contra
los infieles, según nos cuenta en un prólogo Navagero;23 pero no piensa en ei
interés cristiano de rescatar ei Santo Scpulcro, sino que espera que ei Papa
podrá encontrar los manuscritos griegos, y acaso también los romanos, que se
habían perdido.
León X vive en médio de toda esta plenitud de esfuerzos y creaciones, de
espíritu y de arte, gozando en ei esplendor mundano de Ias dignidades ecle-
siásticas. Se le ha querido disputar ei honor de que su nombre presida Ia época
y es posible que sus méritos no alcancen a tanto. Pero lo cierto es que fué él
quien tuvo más êxito. Creció en médio de los elementos que constituían aquel
mundo y su espíritu estaba dotado de Iibertad y sensibilidad bastantes para
fomentar su florecimiento y gozarlo. Si se complacía tanto en los trabajos latinos
de los imitadores directos, menos podría dejar de participar en Ias obras inde-
pendientes de sus coetáneos. En presencia suya se representajon Ia primera tra-
gédia y Ias primeras comédias en idioma italiajjo, a pesar de Ias resistências
provocadas por Ia escabrosidad de los asuntos, procedentes de Plauto. Apenas
hubo una que no fuese ei primero en veria. Ariosto era un conocido de Ia ju-
ventud; Maquiavelo ha escrito expresamente para él más de una vez; Rafael
cubrió sus habitaciones, galerias y capillas con los ideales de Ia belleza humana
y de una existência exquisita. Sentia pasión por Ia música, que por entonces
era cultivada con fervor en Itália, y todos los dias resonaban en Ias paredes dei
palácio los ecos musicales. El Papa acompafiaba en voz baja Ias melodias. Quizá
todo esto no sea más que una espécie de voluptuosidad espiritual, en todo caso
Ia única digna dei hombre. Por otra parte, León X era un hombre bondadoso
y de simpatia personal; jamás —y para ello se valia de Ias expresiones más indul-
pentes— negaba algo, aunque era irhposible concederlo todo. "Es un buen hom-
brc, muy generoso y de buen natural, dice de él uno de esos embajadores pers-
picaces; si no le empujaran sus familiares, evitaria Ias equivocaciones." "4 "Es un
nombre docto, dice otro, amigo de los doctos, y ^ambién religioso aunque le
gusta vivir." 2!l Es verdad que no siempre mantuvo ei decoro papal. En ocasiones
•bandonaba Roma, con pesar dei maestro de ceremonias, no solo sin Ias vesti-
duras, "sino, Io que es peor, calzando botas", como anota ese maestro en su
diário. Pasaba el otono en diversiones rústicas: Ia cetrería en Viterbo, Ia caza
dcl ciervo en Cometo; en el lago de Bolsena se entregaba ai entretenimiento de
In pesca; luego pasaba una temporada en Mallana, que era su residência favo-
rita. Le acompaiiaban para animar el séquito talentos fáciles e improvisadores.
A Ia entrada dei invierno volvia a Ia ciudad. Esta crecía por entonces y en poços
•ftos Ia población había aumentado en un tercio. El artesanado sacaba su pro-
vecho, el artista su gloria y cada quien su seguridad. Nunca Ia corte estuvo más
•nimada, más agradable y espiritual. Ninguna suma era bastante grande para
)as fiestas religiosas o mundanas, para los juegos y el teatro, para regalos y dona-
«Ciones: no se reparaba en gastos. Se recibió con alegria Ia noticia de que Juliano
de Médicis y su joven esposa iban a residir en Roma. "Alabado sea Dios, le
Mcribió el cardenal Bibbiena, porque aqui no nos falta más que una corte
de clamas."
Hay que condenar los vicios de Alejandro VI, pero no hay reparo que
oponer a Ia vida cortesana de León X. Sin embargo, hay que admitir que no
Mtuba muy a tono con Ias exigências de un jefe de Ia Iglesia.
La vida encubre facilmente Ias contradicciones, pero cuando se reflexionaia
y te fijara Ia mirada sosegada sobre cilas, no tenían más remédio que hacerse
Hptdentes.
No se podia hablar en estas circunstancias de un sentido y de una convic-
> inii netamente cristianos. Más bien se produjo un ânimo contrario.
Las escuelas filosóficas comenzaron a disputar sobre si el alma racional,
•material e inmortal, era Ia misma en todos los hombres, o si no seria también
Mortal. Esto último afirmaba el más famoso filósofo de entonces, Pietro Pom-
Boiiuzzo. Se comparaba a si mismo con Prometeo, cuyo corazón devoro el buitre
jmr haber robado el fuego a Júpiter. Pero con todos sus dolorosos esfuerzos, con
Ioda su agudeza, no llegó a otro resultado que a afirmar: "Cuando el legislador
.declara que el alma es inmortal Io hace sin preocuparse mucho de Ia verdad." 2"
No hay que pensar que este sentir fuera exclusivo de poços o se mantu-
Mra en secreto. Erasmo se asombra de Ia cantidad de blasfêmias que oye; entre
3< Zorzi, Per ií papa, non voria ni guerra ni fatiche, ma quesfi soi Io intriga.
-" Marco Minio, Re/azionc. E docto e amador di docti, ben religioso, ma voi viver. Le llama
Iftoim persona.
a» 1'omponazzo abriga sobre el particular serias dudas, Io cual se puede deducir, entre otraj
• t i » , d e un extracto de cartas papales de Contelori. Petrus de Mantua —se dice cn él— asseruit
MiU"l anima rationalis secundum própria philosophiae et mentem Aristote/is sit seu videatur mortalis,
Kfltru determinationem concilii Lateranensis: papa mandat ut dictus Petrus revocet: a/ias contra
•Num procedatur, 13 Junii 1518.
44 INTRODUCCIÓN
temerária osadía. El contradictor más valioso salió de Ias filas de los más decidi-
dos defensores dei Papado, los mendicantes. Como Lutero puso de manifiesto
con Ia mayor energia y claridad Ia distancia a que se hallaba de su esencia ei
poder de Roma, como dió expresión a Ia convieción de todos, como su oposición
—que no había desarrollado aún sus elementos positivos— complacía también
a los incrédulos, y como, por otra parte, ai contener aquellos elementos, daba
satisfacción ai anhelo de los creyentes, sus escritos ejercieron una influencia
enorme: en un momento cundieron por Alemania y por ei mundo entero.
* Franc. Vettori (Sommario delia slotia d'ltalia), que conoce muy bien a los Médicis, da
esta exposición. El defensor de Francisco Maria, Giov. Batt. Leoni (Vita di Francesco Maria)
cuenta algunas cosas (pp. 166 ss.j que se aproximan mucho a esto.
r> Fea, en Notize intorno RaraeJe, p. 35, nos cuenta Ia sentencia contra los ties cardenales,
tomada de Ias actas dcl consistorio; esta sentencia habla expresamente de su inteligência con Fran-
cisco Maria.
8 Soriano, Re/atione di 1533. Dicesi de/ Papa Leone, che quando il aveva fatfo lega con
aicuno prima, soleva dir, che pero non si dovea restar de trattar cum 7o a/tro príncipe opposto.
COMPUCACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 49
Pero, en serio, dificilmente podría dudar León X qué partido le era más
conveniente. Aunque no le hubiera interesado demasiado Ia reconquista de
P.irma y Plascncia ni halagado Ia promesa de Carlos V de colocar a un italiano
i n ri gobierno de Milán, todavia había otro motivo, a mi entender, de caracter
(|i'( isivo. Tenía que ver con Ia religión.
En todo ei período considerado por nosotros nada babía más dcseable para
los príncipes enredados con Ia Santa Sede que provocar una oposición religiosa.
Cnrlos VIII de Francia no tuvo mejor ayuda contra Alejandro VI que ei domi-
nu .mo Savonarola en Florcncia. Cuanclo Luis XII perdió toda esperanza de
lli);ir a un arreglo con Júlio II convoco un concilio en Pisa y, aunque no tuvo
im exilo, parcciólc a Roma asunto muy peligroso. Pero £cuándo tropezó ei
f • M con un enemigo más atrevido que Lutero? Su mera existência tenía ya
iin i gran significación política. Este aspecto tuvo en cuenta Maximiliano y no
hcnnitió que se hiciera violência a Lutero y Io recomendo especialmente ai
•Hncipe elector de Sajonia: "Alguna vez Io podemos necesitar." Por momentos
• c i í a Ia influencia de Lutero. El Papa no pudo convenccrle, ni intimidarle, ni
•Dner Ias manos sobre él. N o se crea que León X ignorara ei peligro. jCuántas
• c e s intento atraer a los talentos que le rodeaban a este campo de Ia lucba! Pero
mina también otro médio. Así como tenía que temer que tan peligrosa oposición
hlcru protegida y fomentada si se ponía frente ai emperador, caso de aliarse
'"ii ei podia esperar su ayuda para impedir Ia renovación religiosa.
• En Ia Dieta de Worms dei ano 1521 se trato de Ia situación política y reli-
Ma. León concerto con Carlos V una alianza para Ia reconquista de Milán.
ei mismo dia en que se celebro ei acuerdo se fecho también Ia interdieción
Lutero. Es posible que este acto estuviera inspirado, además, por otros
tivos, pero nadie podrá creer que no guardara estrecha relación con aquel
to político.
No se hizo esperar mucho tiempo Ia doble victoria de esta alianza.
Lutero fué encerrado en ei castilío de Wartburgo. 7 Los italianos no que-
creer que Carlos Io había dejado marchar por cumplir con su palabra:
o se dió cuenta, decían, de que ei Papa tenía miedo a Ias enseíianzas de
Itcro, queria mantenerlo amagado con esta amenaza." 8 Sea de ello Io que
•uicra, cl caso es que por un momento Lutero desapareció de Ia escena: en
•arto modo estaba fuera de Ia Iey y, en todo caso, ei Papa había hecho fun-
•nnnr contra él una medida contundente.
Mientras tanto Ias armas imperiales y pontifícias obtenían êxitos en Itália,
•nrdenal Júlio de Médicis, hijo de un tio dei Papa, andaba en Ia guerra v
en Milán conquistada. Se decia en Roma que ei Papa pensaba otorgarlc
ucado. No encuentro prueba suficiente de esto y creo difícil que ei empe-
r se aviniera facilmente. De todos modos, Ias ventajas conseguidas eran
1 Se acía que Lutero babla mticrto: se contaba como babia sido asesinado por los papislas.
vicini (Isloria dei concilio <li Trenlo, I, cap. xxvm) deduce de Ias cartas de Alcander que
fia causa los núncios se liabian bailado cn peligro de nmcrtc.
" Vctlori: Cario si escuso di non potór prOtcJcrc pio o/Ire rfcpeffO a/ sa/vocondofro. ma
ffifu tu clic conoscendo che il papa remova luolto di qitctM docttina dí I.uriicro, ío vo//c fenerc
i|Hcslo íreno.
50 INTRODUCCIÓN
grandes. Habían sido recobradas Parma y Plasencia, habían sido alejados los
franceses, y era inevitable que ei Papa ejerciera una gran influencia sobre ei
nuevo duque de Milán.
Nos encontramos en un momento importantísimo. Comienza un nuevo
desarrollo político y también un gran movimiento religioso. Un momento en ei
que ei Papa podia imaginarse dirigir ei primero y contener ei segundo. Era
todavia Io bastante joven como para poder confiar en un aprovechamiento de Ias
circunstancias.
jSorprendente y falaz destino de los hombres! León X se hallaba en su
villa Malliana cuando le llegó Ia noticia de Ia entrada de los suyos en Milán. Se
entrego a los sentimientos correspondientes ai término feliz de una empresa.
Complacido, asistió a Ias fiestas organizadas por su gente con tal motivo y hasta
muy entrada Ia noche de aquel dia de noviembre anduvo paseando de un lado
a otro de su habitación, entre Ia ventana y Ia chimenea.9 Un poço fatigado, pero
animoso, llegó a Roma. No habían terminado todavia Ias celebraciones de Ia
victoria cuando fué atacado por mortal enfermedad. "Rogad por mi, decía a sus
servidores, que todavia os puedo hacer dichosos." Amante de Ia vida, le había
llegado también su hora y no tuvo tiempo de recibir Ia comunión ni los santos
óleos. Así, de repente, en plena juventud, en médio de Ias mayores esperanzas,
murió "como se marchita Ia amapola".10
El pueblo de Roma no podia perdonarle que se hubiera marchado sin los
últimos sacramentos ni que dejara todavia deudas después de haber gastado
tanto dinero. Acompanó su cadáver con insultos. "Como un zorro, decían, te has
deslizado; has gobernado como un león y te has marchado como un perro." u
Por ei contrario, Ia posteridad ha bautizado un siglo y una gran época de Ia
humanidad con su nombre.
Hemos dicho de él que fué una criatura feliz. Después de haber resistido
Ia primera desgracia, que no tanto le toco a él como a otros miembros de su
família, Ia suerte le fué llevando de placer en placer y de êxito en êxito. Las
contrariçdades le ayudaron a seguir avante. La vida se/deslizó en una espécie
de embriaguez espiritual y de perpetua satisfacción de sus deseos. A ello contri-
buía ei que fuera de buen natural y generoso, capaz de instruirse y muy agra-
decido. Estas cualidades son los dones más bellos de Ia naturaleza y de Ia
fortuna, que poças veces se alcanzan por ei esfuerzo y que condicionan ei goce
de Ia vida. Los negócios no le perturbaron mucho. Como no se preocupaba por
los detalles, sino que los abarcaba en grande, no tuvieron para él pesadumbre
9 Coppia di una lettera di Roma alJi Sgri. Bolognesi a di 2 Dcbr. 1521 scritta per Bartholomeo
ArgileUi. Se cncuentra en ei tomo 32 de Ia obta de Sanuto. La noticia llegó ai Papa ei 24 de
noviembre, ai Benedicite. La tomo por un augurio especialmente bucno. Dijo: Questa é una buona
nuova che havete portato. Los suizos empczaron cn seguida a disparar salvas de alegria. El Papa lcs
rogo que se calmaran, pero en vano.
10 En seguida se1 habló de veneno. Lettera di H/eronymo Bon ai suo barba a di 5 Dec, en
Ia obra de Sanuto. Non si sa certo se'l ponte/ice sia morto di veneno. Fo aperto. Maistro Fer-
nando /udica sia stato venenato: alcuno de li a/tri no: è di questa opinione Mastro Severino, che Io
vide aprire. dice che non è venenato.
11 Capitoli de una lettera scritta a Roma 21 Dec. 1521. "Concíudo che non c morto mai papa
cum peggior /ama dapoi è Ia chiesa di Dio".
COMPLICACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 51
solo contribuían a poner en actividad Ias más nobles facultades de su espíritu.
;• or Io mismo que no les dedicaba todas Ias horas dei dia, fué posible acaso que
los manejara con más desparpajo y que, en todos los momentos de confusión,
supiera captar Ia idea directriz y salvadora. La orientación más acertada proce-
dia de él. En sus últimos momentos todos los empeflos de su política desembo-
caban en ei triunfo. Hasta podemos considerar como una suerte que muriera
entonces. Se preparaban otros tiempos y es difícil presumir que hubiera podido
ofrecer una resistência afortunada ai disfavor de los mismos. Sus sucesores sin-
tieron toda Ia gravedad dei cambio.
El cónclave se aiargaba. "Senores —advierte ei cardenal Médicis, a quien
liabía puesto en espanto ei regreso de los enemigos de su família a Urbino y a
Perugia, hasta ei punto que temia también por Ia suerte de Florencia—, veo
que de todos los aqui reunidos ninguno puede ser Papa. Os he propuesto três
0 cuatro nombres y habéis rechazado todos, y ei que vosotros me proponéis
tampoco yo Io puedo aceptar. Tenemos que buscar alguno que no este presen-
te." Asintiendo, se le preguntó en quién pensaba. "Nombrad, exclamo, ai car-
denal de Tortosa, hombre honorable, entrado en anos, a quien todos tienen por
ionto." 1 2 Se trataba de Adriano de Utrecht, 13 antiguo profesor de Lovaina,
maestro de Carlos V, cuya simpatia le había valido ei nombramiento de gober-
nudor y ei capelo cardenalicio. El cardenal Cayetano, que por Io demás no per-
^enecía ai partido de los Médicis, se levanto para aprobar Ia propuesta. ^Quién
[nubiera creído que los cardenales, acostumbrados desde siempre a tener en
cuenta su provecho personal en Ia elección, se iban a poner de acuerdo sobre
Una persona extrana, un holandês que poços conocían y dei que nadie podia
esperar ventaja alguna? Se dejaron convencer por Ia recomendación. Una vez
hecha Ia cosa, no sabían muy bien como había sucedido. Estaban muertos de
mii'do, dice uno de nuestros informadores. Se dice también que habían pensado
que Adriano no aceptaría. Pasquino se burlaba de ellos: Io presentaba como
|IKiceptor y a los cardenales como colegiales que había que meter en cintura.
La elección no pudo recaer en persona más digna. Adriano gozaba de u n a
fuma intachable: justiciero, piadoso, activo, nunca se le vió más que con una li-
b r a sonrisa en Ia boca, siempre de intenciones limpias, un verdadero sacer-
dote. ,4 jQué contraste ai entrar en ei escenario en que León X había llevado
12 Leltera di Roma a di 19. Zener., en Ia obra de Sanuto. Mediei dubítando de li casí suoi,
Ito Ia cosa fosse troppo ita in /ongo, delibero mettere conc/usione, et havendo in animo questo
. luiillc. Derttisense per esser imperiaJissimo disse: etc.
13 Asi se nombra en una caria dei afio 1514, que se encuentra en Caspar Burmannus, Adria-
• *>••- V( sive ana/ecra histórica de Adriano V/, p. 443. En documentos de su pais se Uama Mcyster
An.ii'i> Florisse von Utrecht. En documentos más recientes se le ha Hamado a veces Boyens, porque
in padre firmaba Floris Boyens, pero esto no significa sino liijo de Bodewin y no cs apellido
(l|iinn. Cf. Burmann, en Ias anotaciones a Moringi, Vita Adriani, p. 2.
i* Liíerae ex Victorial directiva ad Cardinaíem de Flisco, en ei t. 33 de Ia obra de Sanuto,
li deteriben dei modo siguiente: Vir est sui tenax: in concedendo parcissimus: in recipiendo nullus
.mi ririisimus. /n sacri/icio cotidianus et matutinus est. Quem amet aut si quem amet nulli expio-
nluni ira non agitur, /ocis non ducitur. Neque ob pontificafum visus est exultasse: quin constat
1 |dh•ifer illuni ad e/us famam nuntii ingemuisse. En Ia colccción de Burmann se encuentra un
IfiiiiT.iriiini Adriani, de Ortiz, ei cual acompafió ai Papa y le conocía muy bien. Este asegura,
|> 323. no haber notado jamás nada rcprobablc en él y que fué un espejo de todas Ias virtudes.
52 INTRODUCCIÓN
una vida tan magnífica y pródiga! Se conserva una carta de él en que dice
que preferia servir a Dios en Lovaina que ser Papa. 15 En ei Vaticano continuo
su vida de profesor. Le caracteriza muy bien (y por esto Io contamos) que tra-
jera consigo a su vieja sirvienta, que siguió como antes ocupándose de los
trabajos de Ia casa. Tampoco cambio nada en otros aspectos de Ia vida. Se
levantaba muy temprano, decía su misa y se ponía a trabajar en sus asuntos
o en sus estúdios, que interrumpía con Ia sóbria comida dei mediodía. No se
puede decir que le fuera ajena Ia educación dei siglo; era aficionado ai arte
holandês y apreciaba cn Ia crudición ei timbre de Ia elegância. Erasmo confiesa
que fué ei primero que le defendió contra los ataques de fanáticos escolásticos.16
Pero Ias inclinaciones casi paganas que dominaban en Roma le desagradaban
y nada queria saber de Ia secta de los poetas.
Nadie con más empeno que Adriano VI —que conservo su nombre— po-
dia desear Ia corrección de los abusos de que adolecía Ia cristiandad.
El avance de los turcos y Ia caída de Belgrado y de Rodas le animaron
especialmente en ei propósito de restablecer Ia paz entre Ias potências cristia-
nas. Aunque había sido preceptor dei emperador, adoptó en seguida una posición
neutral. El embajador imperial, que esperaba arrancarle una dcclaración favo-
rable para Ia nueva guerra, tuvo que abandonar Roma sin haber conseguido
nada. 17 Cuando se le comunico Ia noticia de Ia perdida de Rodas, miro ai suelo,
no dijo una palabra y suspiro profundamente. 1H El peligro de Hungria advertia
de mucho. Temió por Itália y por Roma. Todo su empeno se centraba en con-
seguir, si no una paz inmcdiata, por Io menes un armistício por três anos, para
entretanto llevar a cabo una campana general contra los turcos.
También estaba dispuesto a tomar en consideración Ias rcclamaciones de
los alemanes. Nadie pudo habersc expresado con mayor rigor contra los abusos
que reinaban en Ia organización eclesiástica. "Sabemos —dice en su 'instruc-
ción' ai núncio Chieregato, enviado por él a Ia Dieta— que desde hace tiempo
han ocurrido muchas indignidades en Ia Santa Sede: abusos en matéria espi-
ritual, excesos de poder: todo se ha convertido cn maldad. Desde Ia cabeza ei
mal se ha corrido a los miembros; desde ei Papa a los prelados; todos nos hemos
desviado y no hay nadie que haya hecho cl bien, ni uno solo." Y prometia
cumplir como un bucn Papa: favorecer a los virtuosos y a los capaces, acabar
con los abusos, si no de una vez, si poço a poço; despertaba Ia esperan/a de una
reforma tantas veces pedida de Ia cabeza a los pies. 19
Pero no es tan fácil hacer retornar ei mundo a los carriles. Por muy grande
15 A Florindo Ocm Hyngaerdcn: Vitoria 15 cie Fcbr., 1522, cn Bnrmann, p. 398.
1" Erasmo dice do él, cn una de sus cartas: libct sclio/astids disciplinis /averct, satit tamen
aequus in 'bonas litcras, Burmann, p. 15. Jovius cuenta eomplacido cuún útil fui, para él, con
Adriano, su faina de sciipíor annafium valdc elcjj.-us, sobre todo porque no era poeta.
17 Gradcnigo. cn Relatioiie, noiubra ai virrey de Nápoles. Cirolamo Negro, cn aiyas Lelícre
di principi, t. i. se ballan algunas cartas bastan'.e interesantes sobre aquella época, dice. p. 109, de
|uan Manuel: Se parti mezo dispcrato.
18 Negro, dei relato dei secretario veneciano, p. 110.
10 ínslrnctio pro te Francisco CliCRp.it", etc, se baila, entre otios, también <n Rcinaldus,
t xr, p. 563.
COMMJCACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 53
que sea Ia buena voluntad de uno solo, no aleanza ni con mucho. El abuso tiene
i.iiccs demasiado profundas y crece con Ia vida misma.
Lejos de que Ia caída de Rodas incitara a los franceses a buscar Ia paz,
pensaron, por ei contrario, que esta perdida proporcionaria ai emperador un
nuevo quehacer y concentraron sus intenciones contra él. No sin que Io supie-
um aquellos cardenales en quienes más confiaba Adriano, estableeieron algunos
lontactos en Sicilia y atacaron Ia islã. El Papa se vió entonces obligado a cele-
brar una alianza con ei emperador, dirigida principalmente contra Francia.
Tampoco a los alemanes se les remediaba mucho con Io que se llamaba
una reforma de Ia cabeza a los pies. Y esta misma reforma era ya muy difícil,
por no decir imposible.
Si ei Papa pretendia invalidar decretos de Ia cúria en los que notaba cier-
lo aire de simonía, tampoco podia hacerlo sin lesionar los derechos bien adqui-
ridos de aquellos cuyos cargos se apoyaban en los decretos y que, por Io general,
habían sido comprados por ellos.
Si intentaba un cambio en matéria de dispensas matrimoniales y trataba
'I' limiar algunos impedimentos, se le hacía ver que Ia disciplina eclesiástica
• 0 podia sino padecer y debilitarse con ello.
Para corregir ei abuso de Ias indulgências, a gusto hubiera restablecido Ias
Mejas penitencias, pero Ia Penitenziaria le hizo observar que, en su intento de
j;.ni,ir a Alemania, corria ei riesgo de perder a Itália. 20
Como vemos, a cada paso que daba se veia rodeado de mil dificultades.
A esto se anade que en Roma se encontraba en un ambiente extrano, que
imposible dominar por Io mismo que no Io conocía ni comprendía sus
impii! os internos. Había sido recibido con alegria: se contaba que iba a repar-
U r unos 5,000 benefícios vacantes y todo ei mundo esperaba algo. Pero jamás
• ) Papa escatimó más en esta matéria. Adriano queria saber a quién confiaba
• I puesto y administro ei negocio con Ia mayor escrupulosidad, 21 defraudando
•itKlias esperanzas. El primer decreto de su pontificado consistió en suprimir
B t derechos a dignidades eclesiásticas que habían sido concedidos y hasta retiro
• f g o s ya atribuídos. Es natural que ai publicarse en Roma ei decreto se hiciera
• n muchos enemigos. Hasta su llegada se había gozado en Ia corte de una cierta
lil» ii.ul de palabra y de escritura que él no estaba dispuesto a tolerar. 22 Dada
• rxhausta situación de Ia caja pontifícia y. Ias necesidades crecientes, se vió
^Higado a estableccr algunos nuevos impuestos, Io cual se considero intolerable
• f l ti, que tan poço gastaba. Todo ei mundo estaba descontento. Se dió cuenta
V i io no dejó de influir en él. Empezó a desconfiar un poço más de los
• u k m n s ; los dos holandeses, a quienes permitia asomarse a los asuntos, Enke-
r
\ ü<> 1". Sarpi, Historia dei concilio Tridcntino, cd. de 1629; cn ei primer libro encontramos
&IH11 cxposición excelente de Ia situación. tomada de un diário de Cliicrcgato.
'.'l Ortiz, Itiricrarium, cap. xxvm, cap. xxxix, muy fidedigno, dice: ciim provisiones et alia
modi testis ociilatus inspcxcrini.
M I.cttere di Negro. "Capitolo dei Berni":
i.' quando un segue il libero costume
Di tfogani scrjiciido e di cantara,
Lo rninaccia di /ar buttare in tiume.
54 INTRODUCCIÓN
t que no le gustaba: purche ío stato di Müano restasse ai duca, a/ quaJe etíetto si erano /arte tutte
glicrre d'ltalia.
8T "M. Giberto datario a Don Michele di Silva". Letfere di principi, i, 197 b.
56 INTRODUCCIÓN
D c todas Ias empresas políticas quizás sea Ia más difícil Ia de abandonar una
línea seguida hasta cl momento y hacer ineficaces êxitos en cuyo logro se ha
tomado parte.
Esta actitud importaba mucho. Los italianos se daban ttiity bien cuenta de
que se trataba de una euestión con trascendencia de siglos. En Ia nación había
cuajndo un gran sentimiento común. Creo que influyó cn ello sobremanera Ia
educación artística y literária, cn Ia que Itália se adclantaba tanto a Ias demás
naciones. También Ia política y Ia ambición de los cspanolcs se hacían inso-
portables tanto para los dirigentes como para ei común dei pueblo. Con mezcla
de desprecio y cólera se miraba a estos extranjeros semi bárbaros, duefios dei
país. Todavia Ias cosas estaban cn un punto twie podia permitir ei desentenderse
de cllos. Pero no había que perder de vista que. de no oponerse con todas Ias
fuerzas dc Ia nación, Ia derrota supondría Ia perdición para siempre.
Me gustaría trazar Ia descripeión completa de los acontecimientos de este
período, dc Ia lucha entera dc Ias fuerzas soliviantadas. Pero tengo que conten-
tarme con destacar los momentos más importantes.
Se comenzó cn 1525, y parecia cosa bien pensada, con un intento de
atraerse ai mejor general dei emperador, que se hallaba muy descontento. N o
se podia esperar cosa mejor que arrebatar ai emperador, con su general, ei ejér-
cito que le servia para dominar a Itália. No se quedaron cortos en promesas,
entre Ias que no falto Ia de una corona. Pero se había cakuhào ma] y ]a fina
astucia, tan segura de si misma, fracasó de modo rotundo ai tropezar con una
matéria ruda. El general, Pescara, era italiano de nacimiento pero de sangre
espanola, no hablaba más que espafiol ni tampoco queria ser otra cosa; no había
participado de Ia cultura italiana, sino que toda su formación se Ia debía a los
libros de caballería espanoles, que no respiraban más que lealtad y fidelidad.
Por naturaleza se oponía a una empresa nacional italiana. 28 Apenas se le bizo
Ia propuesta se Ia mostro a sus camaradas y ai emperador, y ei intento sirvió
tan solo para que Fernando de Pescara inquiriese entre los italianos e inutili-
zase todos sus planes. ,
Por esto mismo —pues Ia confianza mutua se batia quebrantado de ma-
ncra definitiva—, se hizo inevitable una lucha decisiva con ei emperador.
Por fin cn ei verano de 1526 vemos a los italianos poner sus propias fuer-
zas a Ia obra. Los milaneses se han levantado contra los imperiales y un ejército
veneciano y otro pontifício corren en su ayuda. Se tiene. Ia promesa de un auxi-
lio suizo y se está en inteligência con Francia e Irjglatcrra. "Esta vez •—dice ei
confiado ministro de Clemente VII, Gilberto— no está en juego una pequena
venganza, un puntillo de honra o una ciudad; esta guerra decide Ja libertad o
Ia eterna osclavitud de Itália." No duda dcl êxito. "Las generaciones venideras
tendrán envidia de no haber vivido en nuestro tiempo y no haber podido par-
is Vctlori dice dc él Ias pcores (fitas! Era snpcrbo olfre Riojo, invidioso, ingrato, avaro,
venenoso e crudcle. senza religione, senta Immaiiità, nato próprio per dislruggcre 1'Italia. También
Moione dijo cn una ocasión a Gmcciardini que no existia liombrc más infiel y maligno que
Pescara (llist. ti'Itália, xvi, 476), pero sin embargo le hino hs proposicionet No cito estos inícios
como ciertos: tan solo dcmucstraii que Pescara no manifesto bacia los italianos sino hostilidad
r ódio.
COMPLICACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 57
ticipar en una dicha tan grande." Espera que no sea necesaria Ia ayuda de los
príncipes y los soldados extranjeros. "Solo para nosotros será Ia gloria y ei fruto
tanto más dulce." so
Con estos pensarnientos y esperanzas emprcndió demente Ia guerra con-
tra los espanoles. 3 " Fué su idea más osada y grandiosa, peto también Ia más
desdichada y catastrófica.
Los asuntos dei Estado y los de Ia Iglesia se hallaban mczclados incxtri-
cublemente. El Papa parecia descuidar por completo Ia cuestión alemana. Y esta
fué una de Ias primcras repercusiones.
En ei momento en que Ias tropas de Clemente VII se adentraron por Ia
Itália superior en julio de 1526, se reunia Ia Dieta en Espira para adoptar una
rcsolución definitiva sobre los abusos eclesiásticos. No era muy natural que ai
wrtido imperial, a Fernando de Áustria, que representaba ai emperador, le
mportara mucho sostener ei poder papal arriba de los Alpes cuando abajo era
atacado peligrosamente por los ejércitos dei Papa. No olvidemos que ei mismo
Fernando tenía sus ojos puestos en Milán. Por mucho que se hubiera pregona-
do antes, 31 solo Ia guerra abierta con ei Papa hizo que desaparecieran todas
Ias consideraciones que se pudieran tener por él. Jamás Ias ciudadcs se cxpre-
faron con mayor libertad ni los príncipes instaron con maycr vigor a que se
tomara una resolución; se presentó Ia proposición de quemar los libros en que
te contenían los nuevos princípios y de tomar como regia única Ia Bíblia; pcro
HO se Ilegó a un acuerdo. Fernando dirigió una comunicación a l:i Dieta cn
cuya vírtud se dejaba a Ia libre disposición de los estamentos ei comportarse
Cn matéria de religión tal y como cada uno pudiera responder ante Dios y ei
imperador, es decir, según su albedrío. Comunicación en Ia que ei Papa no es
nombrado ni una sola vez y que puede ser considerada turno cl cc.micnzo
«í<• Ia verdadera Reforma, como Ia instirución de una nticv.i iglesia en AJe-
munia. En Sajonia, en Hcsse y los países vecinos se llegó a dar este paso sin
gran vacilación. La existência legal dei partido protestante se basa sobre todo
en cl acuerdo de Espii» dei afio 1526.
May que reconecer que este estado de ânimo de Alemania fué también
decisivo para Itália. Faltaba mucho para que todos los italianos cstuvieran entu-
liusmados con Ia obra común y para que estuvíeran unidos tan siquiera los
«pie tomaban parte cn ella. El Papa, tan espiritual y tan italiano de sentimien-
|os, no era hombre para ser arrebatado por Una causa, como exigia Ia situación.
Su sagacidad pareció perjudicarle a veces. Sabia, más de Io que era conveniente,
que era ei más débil, y todos los peligros se anunciaban a su ânimo y le con-
lundían. Existen unas dotes inventivas cn Ia vida práctica que captan Io sen-
cillo en los asuntos intrincados y se deciden con seguridad por Io hacedero v
•mveniente. Estas dotes le faltaban. 3a En los momentos más decisivos se le veia
irisionero. Se puede afirmar que con esta gran victoria se estableció de manera
ndiscutible ei predomínio de Espafia en Itália.
Un nuevo ataque de los franceses, muy prometedor en sus comienzos,
!r»casó tan por completo que se dispusieron a renunciar a todas sus pretensio-
ttt sobre Itália.
No menos importante fué otro acontecimiento. Todavia no había sido con-
BUistada Roma, pero basto que se viera ei camino emprendido en su dirección
por ei condestable de Borbón, para que en Florencia los enemigos de los Medi-
ei» se aprovecharan de Ia confusión dei momento y arrojaran de nuevo a Ia
l.imilia dei Papa. Casi le dolió más a Clemente Ia perdida de su ciudad que
I
I de Roma. Con asombro se observo que volvia a reanudar relaciones con los
nperiales después de tan duros agravios. Se avino a esto porque veia en los es-
íftoles ei único médio de hacer volver a Florencia a sus familiares y partidários.
0 pareció más tolerable soportar ei predomínio dei emperador que ei triunfo
• los rebeldes. Cuanto peor les iba a los franceses, tanto más se acercaba a los
ipanoles, y cuando aquéllos fueron totalmente derrotados celebro con estos ei
cuerdo de Barcelona. Cambio de tal modo su política que se sirvió dei mismo
Jército que había conquistado a Roma y le había tenido sitiado tan largo tiempo
tra rescatar su ciudad paterna.
Carlos V era más poderoso en Itália que cualquiera otro emperador desde
||Mila muchos siglos. La corona que recibió en Bolonia volvia a cobrar su plena
Wgnificación. Milán le obedecia no menos que Nápoles y, por ei hecho de haber
•Mtablecido a los Médicis en Florencia, pudo ejercer influencia sobre Ia Toscana
Uurante toda su vida; el resto se alio con él o se le sometió. Tuvo reducida a
lllulia de una punta a otra con Ias fuerzas conjuntas de Espafia y Alemania,
Mon sus armas victoriosas y con sus prerrogativas de emperador.
I
cfta. En su viaje a Alemania, en el ano de 1530, algunos miembros de Ia
ria que le acompanaban, y especialmente el legado, cardenal Campeggi, pla-
uron unos proyectos atrevidos y muy peligrosos para Alemania.
Existe una comunicación dei legado ai emperador, en tiempos de Ia Dieta
Augsburgo, en que pone de manifiesto aquéllos planes. En honor a Ia ver-
d, y aunque a desgana, diré algunas palabras.
El cardenal Campeggi no se contentaba con lamentarse de los desordenes
Igiosos sino que se fijaba especialmente en Ias consecuencias políticas, en
mo Ia nobleza había decaído con Ia Reforma en Ias ciudades, como los prín-
60 INTRODUCCIÓN
gran parte de Io que dice Sarpi: El embajador Soriano dice: Avcnda fatto credere a Clemente che
c/a S. Kí. Chma. dipendessero que/li Sti. principalissimi e capi delia /attione luterana —si che almeno
si fuggisse il concilio—. Y solo esto me atrevo a afirmar.
«a En Ia instrueción a sus enviados a Francia, de agosto de 1532 (Roínmcl, l/rkundcnbuch
61) st excusa de dass wir nit furtzugen, den Koenig in sêmen Erb/andcn anzugrei/cn.
*• Jovius, Historiae suí temporís, lib. xxxn, p. 129; Paruta, Stoiia Venez., p. 389.
<4 Relatione dei claríssimo M. Marino Giustinian eí Kr. Venuto iambasciator ai christianissimo
re di Francia dei 1535 (Archivio Venez.). Francesco tece I'abocçamento di iMarsilia con Clemente,
nel qual vedendo loro che Cesare stava fernio —conchiusero il movimento dclle armi in Gcrmania
sotto pretesto di voler metter il duca di Virtenberg in casa: nel quale se íddio non avesse posto
Ia mano con il mczzo di Cesait, il quale ali' improviso e con gran ptestezza senza saputa dei Xmo.
con Ia retitution dei ducato di Virtenberg íece Ia pace, tutte queí/e gentí ven/vano in Itália sotto
il favor secreto di Clemente. Crco que encontraremos algún dia datos más exactos sobre esto. En
Ia obra de Soriano liaílamos aún Io siguiente: Di tutli li desideiii (dei ic) s'accommoàò Clemente
con p.irule t:ili che Io facevano credere, S. S. esser disposta in tntto alie sue voglie, senza pero /ar
provÍMone ali una '" scriítnra. No se puede negar que se trataba de una empresa italiana. El Papa
pretendia kibirla rccuazaáo, non averc bisogno di moto in Itália. F,\ ICT 1c había liicho que se
ínantuviesc tranqüilo: trin le ni.ini actorte ncllc maniche. Probablenicnte afirniahan los franceses
Io que ntcatwn U«i italiano!! <!e mnilo que ei embajador en Francia resulta más positivo que cl
embajador ui Roma. Pero aunque cl Pipa dijera que no necesitaba ningún niovimicnto en Itália,
\emos ni.li! poro cxiluvc esta afirmación un imniimtnro en Alcinania.
COMPLICACIONES POLÍTICAS. LA REFORMA 65
non trovarJo alieno delia pace —non si precipiti a dare aH'imperatore causa di nuova rottura, I
/a quaie Zeveria in perpeíuo ogni speranza di pace: oftre che ai certo metteria. S. Sà. a íaoco et a 1
tota/e eccidio tutto ii suo stato. (Letfere di diversi autori Venetia, 1556, p. 39.)
50
Soriano: L'imperatore non cessava di sollecitar il concilio.—S. M. Clirístma. dimandò che 1
da S. Sà. ii íussino osservate le promesse essendo ie condifioni postre ira /oro. Pcrc/o S. Sà. si I
pose a grandíssimo pensiero, e íu questo do/ore et a/fanno che Io condusse alia morte. II do/or fu I
aceresciuto da/ie pazzie dei Cardinal de Mediei, il quale allora piu che mai intendeva a rinuiitiare I
il capello per Ia concurrenza alie cose di Fiorenza.
OOMPLICACIONES POLÍTICAS. LA RBFORMA 67
pensaban sus amigos en aquellos hermosos dias que habían gozado con él en ei
Chiaja y en ei Pcsüippo, allí, cerca de Nápoles "donde Ia naturaleza se com-
place y sonríe en su magnificência". Valdés era un caracter dulce y afable, con
nervio espiritual. "Una parte de su alma —decían de él sus amigos— bastaba
para animar su débil y magro cuerpo; y Ia mayor parte de ella, aquella su inte-
ligência límpida, Ia empleaba siempre en Ia contemplación de Ia verdad."
Gozo de extraordinária influencia entre Ia nobleza y los doctos de Ná-
poles y también Ias mujeres participaron vivamente en este movimiento religio-
so y espiritual.
Nos enccntramos también con Vittoria Colonna. A Ia mucrte de su esposo
Pescara se entrego por completo ai estúdio. En sus poesias Io mismo que en sus
cartas encontramos una moral autêntica, una religión sincera. Cuán bellamente
consuela a una amiga sobre Ia muerte de su hermano, "cuyo espíritu apacible
encontro Ia verdadera paz eterna: no tiene que lamentarse, pues ahora puede
hablar con él sin que su ausência, como otras veces, le impida ser escuchada poi
él".7 Poole y Contarini se encontraban entre sus amigos de confianza. No puedo
creer que se sometiera a Ia práctica de ejercicios espirituales de estilo monacal.
Con ingenuidad nos dice de ella Aretino: "Su idea no es que Io importante
consista en no abrir los lábios, en cerrar los ojos y en vestir ropas ásperas, sino
en Ia pureza dei alma."
También Ia casa de los Colonna, propiamente Ia casa de Vespasiano,
duque de Palliano, y de su esposa Julia Gonzaga, que pasaba por ser Ia mujer
más bella de Itália, simpatizaba con este movimiento. Un libro de Valdés estaba
dedicado a Julia.
Pero también en Ia clase media Ia doctrina tuvo gran resonancia. La noti-
cia de Ia Inquisición se nos antoja un peco exagerada, cuando nos dice que se
adherían a aquélla três mil maestros de escuela. Pero, aun rebajando, jcuán
grande no debió ser su influencia sobre Ia juventud y ei puçblo!
Y no debió ser menor Ia aceptación que obtuso en Módena. El obispo Mo-
rone, muy amigo de Poole y Contarini, estaba a su favor/per su recomendación
expresa se imprimió ei librito Del beneficio de Cristo y fué repartido en nume-
rosos ejemplares. Su capellán, don Girolamo da Módena, era ei presidente de
una academia en que prevalecían los mismos princípios.8 '
De tiempo en tiempo se ha solido hablar de los protestantes en Itália y
hemos citado algunos nombres que suelcn aparecer en esta circunstancia. Cier-
tamente que en estes hombres habían echado raieis algunas de Ias opiniones
que llegaron a imperar en Alemania. Trataban de fundar su doctrina en ei tes-
timonio de Ia Escritura y en Ia euestión de Ia justificación andaban muy cerca
1638 y fui reimpresa hacc unos anos por Ia Rc/igious tracts Socicty. Pero no ha sido decidida Ia
euestión liligiosa sobre su autor, tnquirc not oi lhe aiithor, reza ei prefacio, lie is unknown. Lo
mismo que entonces, también ahora se destino ei librito a Ia cdificación imncdiata.
1 Letlcte rolgari, i, 92. Letterc di divc/si autoii, p. 604. Sobre todo Ia priwcra cs una
colección muy útil.
8 En Schclhorn, Amoeniratr. liíerar, t. xn, p. 564, se hallan reproducidos los articu/i contra
Moronum, editados por Vcrgerio cn ei ano 1558, en los que tampoco faltan aqucllas acusaciones.
He tomado Ia información más exacta dei compêndio de los inquisidores.
A S O M O S DE P R O T E S T A N T I S M O E N ITÁLIA 73
«Ir Ia concepción luterana. Pero no podemos decir que sostuvieran esta concep-
lión en todos los dcmás campos, porque ei sentimiento de unidad de Ia Iglesia
cru demasiado profundo, tenían muy metida en su alma Ia veneración por ei
l-Papado y muchos usos católicos coincidían demasiado ccn Ia manera de ser
jwiional para poder apartarse de eJJos facilmente.
Flaminio concibió una explicación de los salmos cuyo contenido dogmáti-
I co ha sido aprobado por escritores protestantes, pero también este autor se trai-
Iclona en Ia dedicatória, en Ia que denomina ai Papa "guardián y príncipe de
Ioda santidad, lugarteniente de Dios en Ia tierra".
Giovan Battista Folengo atribuye Ia justificación unicamente a Ia gracia
y hasta habla dei provecho de los pecados, Io que no está muy lejos dei efecto
Hpcivo atribuible a Ias buenas obras. Con vehemencia disputa contra Ia con-
iian/a cn los ayunos, frecuentes oraciones. misa y confesión, y hasta en ei
iiuicrdocio mismo, en Ia tonsura y mitra. 0 Sin embargo, murió tranqüilamente
• los sesenta anos de cdad en ei mismo convento de benedictinos en que había
fcgrcsado a los dieciséis.10
Cosa no muv diferente ocune con Bernaròino Ochino. Scgún sus palabras,
lesde un principio fué su profundo anhelo "llcgar ai paraíso que se gana por
U gracia de Dios", lo que lc llevó a ingresar en Ia orden franciscana. Su ceio
|ra tan fucrte que pronto se entrego a Ias rigurosas disciplinas de los capuchi-
En ei capítulo terecro, y luego en ei cuarto de esta orden, fué elegido
li In i.il, cargo que ejerció a satisfacción de los padres y hermanos. Sicndo su
uda tan rigurosa —ibà siempre dcscalzo, dormia sobre los hábitos, nunca behió
Mim, aconsejaba ei voto de Ia pobreza como ei médio mejor de alcanzar Ia per-
hii'ión— se fué convenciendo cada vez más dei principio de justificación por
gracia, principio que propago con vehemencia en ei confesonario y en ei
lÚlpito. "Le abri mi corazón —dice Bembo— como lo haría delantc de Cristo
M iiií como si nunca hubicra estado cn presencia de un hombre más santo." A
||l sermones afluían de otras ciudades, Ias iglcsias resultaban pequenas y
Bpdos, sábios e ignorantes, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. se aplacaban
• p n sus palabras. Su hábito áspero, su larga barba que lc llcgaba hasta ei p?cho,
H M cabellcs grises, su pálido rostro enjuto y Ia debilidad producida por sus ayu-
k i i . olislinados le daban figura de santo. 11
j Pero hubo una íínca dentro dei catolicismo que no fuc alcanzada por Ias
Hiicvas opiniones. En Itália no se cntabló Ia lucha con cl sacerdócio ni cl mo-
Bpcato y se estaba muy lejos de atacar ei primado dei Papa. Per ejemplo, jcómo
• l i Poole podría llcgar a tal punto si precisamente había huido de Inglaterra
T | l i i "<) verse obligado a venerar en ei rey ai jefe de Ia Iglesia inglesa? Con
1 Itloncl Vida, discípulo de Vergcrio, opinaban que "en Ia Iglesia cristiana cada
|n<> tienc su oficio: cl obispo Ia cura de almas de sus diocesanos, a quienes
I
rte que guardar dcl mundo y dcl demônio; ei metropolitano tienc que cuidar
• Ad Psaím. 67, f. 246. Se encuentia un cxlracto de estas cxplicacioncs cn Ccrdcsíus, flaí/a
ItiBla, pp. 257-261.
i' Thiuini /fistorâe ad a. 1559. i. 473.
1 Bovcrio, Annaíi di /rali minori Cjpuccini, i, 375. Craliani, Vfc de Cnnimeiidone. p. 143.
74 COMIENZOS DE REGENERACION
ligo Fregoso, arzobispo de Salerno; casi todos, como vemos, miembros dei ora-
tório dei amor divino, y vários orientados por aquella tendência religiosa que
propendia ai protestantismo. 15
Estos fueron los cardenales que prepararon un proyecto de reforma ecle-
siástica por orden dei Papa. Fué conocido por los protestantes, que más bien
Io tomaron a mofa. En efecto, ellos habían ido un poço más lejos, pero no se
bucde negar que para Ia Iglesia católica revestia una importância extraordinária
|uc desde Roma misma se atacara ei mal que un Papa achacaba a otros, como
I ilicc en ei preâmbulo: "que con frecuencia escogieron servidores no para
(prender de ellos cuál era su deber, sino para que les declararan lícito Io que
ecían", y que semejante abuso dei supremo poder se consideraba como Ia
Mente más abundante de perdición. 18 Pero no paro aqui Ia cosa. Se conservan
unos opúsculos de Gaspar Contarini en que combate encarnizadamente sobre
o aquellos abusos que aportaban ganâncias a Ia cúria. El uso de Ias com-
iciones, es decir, Ia concesión de gracias espirituales mediante dinero, Io
Iara simoníaco y digno de ser considerado como una espécie de herejía. Se
sideró improcedente que se hicieran reproches a Papas anteriores. "^Por qué
hemos de preocupar tanto dei nombre de três o cuatro Papas y no más bien
mejorar Io que está corrompido, y ganarnos así buena fama? Seria demasiado
ir que se defendieran todos los actos de todos los Papas." Ataca vigorosa-
ntc ei abuso de Ias dispensas. Considera idolátrico afirmar, como solía hacer-
(|ue cl Papa no debe seguir ocra norma que su voJuntad en ei establecimiento
en Ia derogación dei derecho positivo. Vale Ia pena que le escuchemos en este
nio. "La Ley de Cristo es una ley de libertad y prohibe esa tan grosera serví-
mbre que los luteranos han comparado a Ia cautividad de Babilônia con mu-
razón. ^Pero es que puede llamarse propiamente gobierno aquel cuya regia
In voluntad de un hombre, voluntad que por naturaleza es propensa ai mal y
ivida de infinitas pasiones? jNo, todo dominio es un domínio de Ia razón!
fin es asegurar Ia felicidad de aquellos que le están sometidos, ofreciéndole
médios adecuados para sus fines. También Ia autoridad dei Papa es un do-
nio de ia razón: Dios 5a ba atribuído a San Pedro y sus sucesores para que
duzean a Ia vida eterna a los rebanos confiados a su cuidado. U n Papa debe
r que ejerce ese dominio sobre hombres libres, y no tiene que mandar,
hibir o dispensar a su libre arbítrio, sino según Ia regia de Ia razón, de los
«ndamientos divinos y dei amor: una regia que todo Io refiere a Dios y ai
•jor bien común. Porque no es Ia arbitrariedad Ia que establece Ias leyes
itivas. Estas se dan cuando se acomodan ei derecho natural y los manda-
rmos divinos a Ias circunstancias y solo a tenor de estas normas y Ias exigen-
R inexcusables de Ias cosas pueden ser modificadas." "Su Santidad —exclama
tiy,icndose a Paulo III— se cuide de no apartarse de esta regia. No te orientes
I» Vita Reginaldi Poli, cn Ia edición de Ias cartas de este por Quirini, t. I, p. 12. "Florebclli
ft Vita Jacobi Sadoleti commcntarius", en Epp. Sadofeti CoJ. 1590, vol. 3.
85 "Polus Contareno. Capranicae 17. Maji 1541". Epp. Poli, t. m, p. 25. Tambiín son inte»
icsantes Ias cartas de aquel obispo de Aquila, en Rainaldus, 1541, núms. 11 y 12. Se creía que si
solo se pudiera llegar à iun acuerdo en cuanto a Ia comuníón, todo Io demâs se arreglaría facilmente.
Id unuin est quod omnibus spem maximam facit, assertio Caesaris se nuílo pacto nisi rebus bene
composit/s discessurum, atque etiam quod omnia scitu consiiiisque revmi. legati in colloquio a nostrii
theologis tractantur ei disputantur.
S« Corpus Rei., tv, p. 397. Lutero a Juan Federico en Ia colección de Wette, v, 353, 377.
ST Me parece injustificable que Quirini no comunicara por completo Ia carta de Priuli, que
tuvo en sus manos, sobre estas circunstancias.
INTENTO DE REFORMA INTERIOR 83
Pero, por muy fuerte que fuera esta oposición teológica, no era Ia única
nl quizá Ia más influyente. Surgió otra dei lado político.
Una reconciliación como Ja proyectada dotaria a Alemania de una gran
Unidad y de un poder extraordinário ai emperador que se pudiera servir de
illii."8 En ei caso que se celebrara un concilio, ganaría en toda Europa un pres-
H^O incomparable como jefe dei partido moderado. Como es natural, se alzaron
II cnemistades habituales.
Francisco I se sintió amenazado de manera directa y no descuido sabotear
unidad buscada. Se lamento vivamente de Ias concesiones hechas por ei
|ndo en Ratisbona.39 "Su conducta desarma a los buenos y aumenta ei atre-
licnto de los maios; a fuerza de hacer concesiones ai emperador, se va a llegar
lejos que no haya manera de arreglar ei asunto. Se hubiera hecho bien en
Jchar eJ consejo de los príncipes." Aparentaba que el Papa y ia Iglesia
Kuhan en peligro. Y prometió defenderlos poniendo en juego su propia vida
[todas Ias fuerzas dei pais.
Por otra parte, se desperto en Roma un receio diferente dei que provenía
Ias preocupaciones en matéria de fe. Se observo que ai abrir ei emperador Ias
liones de Ia Dieta, en el momento en que anuncio Ia celebración de un concilio
lieral, no anadió que era el Papa a quien incumbia su convocatória. Se creía
Icontrar indícios de que el emperador se arrogaba para si este derecho. En los
•Culos de aquel acuerdo celebrado con Clemente VII en Barcelona, se trope-
con un pasaje que parecia orientado en esa dirección. Y ino decían de
ltinuo los protestantes que era ai emperador a quien correspondia convocar
| concilio? Al emperador no le era muy difícil hacerles concesiones cuando su
Intiija coincidia con Ia doctrina de ellos de medo tan patente.40 Esto encerraba
l Migro mayor de una escisión.
Entretanto los ânimos empezaron a agitarse también en Alemania. Gius-
jlínni asegura que el poder que el landgrave había adquirido a] colocarse a I
peza dei partido protestante desperto en otros Ia idea de lograr algo parecido
locándose ai frente dei partido católico. Un concurrente a Ia Dieta nos infor-
que los duques de Baviera eran enemigos de todo arreglo. También estaba
contra el príncipe elector de Maguncia. En una carta personal ai Papa, le
íía cn guardiã contra un concilio nacional y contra cualquier clase de con-
*" Sicmpre existió un partido imperial que defendió esta tendência. Y en ello reside, entre
ii cosas, todo el secreto de Ias negociadores emprendidas por el arzobispo de Lunden. Este
Ma liccho ai emperador Ia siguiente indicación: che se S. M. volesse tolerare che i Lutherani
««em ncJ/i ioro errori, disponeva a modo e voíer suo di tutta /a Germania. Instruzione di
ffa III a Montepu/ciano, 1539. También ahora deseaba el emperador Ia tolerância.
19 Habló sobre cl particular con el núncio pontifício en su corte: "II Cl. di Mantova ai Cl.
Mitini", cn Quirini, m, ccLXXVin: Loces 17 Maggio 1541. S. Ma. Chma. diveniva ogni di
urdcnre nel/e cose delia chiesa, le quali era risoluto di voíer difendere e sostenere con tutte le
N me e con Ia vita sua e de'figliuoli, giurandomi che da questo ii moveva principalmente a
i questo ollicio. Granvella, por el contrario, tenla otras informaciones: m'aí/ermò, dice Contarini
mm carta a Farnesio, ibidem, CCLV, con giuramento havere in mano lettere dei re christmo., il
$h tciive a questi principi protestanti che non si accordino in alcun modo e che lui aveva voluto
|K 1'opinioni /oro le quaíi non spiacevano. Según estas informaciones, Francisco I habria intri-
i en ambos bandos contra Ia reconciliación.
«» "Ardinghello al nome dei Cl. Farnese ai Cl. Contarini 29 Maggio 1541".
84 COMIENZOS DE RECENERAClÓN
r
^ • o divino podia obligar a Ia conciencia costumbre alguna; 5 2 pero querían
tregarse ai oficio clerical, Ia predicación, Ia administración de los sacramentos,
Cuidado de los enfermos.
Entonces se volvió a ver en Itália algo que ya no era acostumbrado: sacer-
• w que se presentan en ei púlpito con Ia capucha y Ia cruz. Primero en ei
Itorio y luego, a menudo, en misiones callejeras. Caraffa mismo predico con
|uclla elocuencia caudalosa que no le abandono nunca. En su mayoría gentes
I Ia noblcza que conocían los goces dei mundo, él y sus compafieros comen-
H>n a visitar los enfermos en las casas y en los hospitales y a asistir a los mo-
Kindos.
Restauración de los deberes sacerdotales que revistió gran importância. Esta
mVn no se convirtió en un seminário de sacerdotes, pues para eso no fué nunca
llnntc numerosa; pero se constituyó en u n seminário de obispos. Con ei tiem-
I, se convirtió en una orden aristocrática y, así como desde sus orígenes se ob-
ITVii que los nuevos miembros son de origèn noble, así también se ha solido
taucrir después, en ocasiones, pruebas de nobleza para ser admitido. Se com-
pele que ei plan primitivo de vivir de limosnas, pero sin pedirlas, no era posi-
1 sino en tales condiciones.
"'> De un escrito dcl datario pontifício dei 22 de septiembre de 1524 (Lettere di principi, i,
I), resulta autenticamente que ei Papa se habia negado durante largo tiempo a aceptar Ia renun-
III. n volendo privare queí/e chiese di cosi buon pastore). Solo cedió al fin ante las reiteradas
Mlim de Caraffa.
li Kl acta sobre ello se encuentra en ei commentariiis praevius AA. SS. Aug. n, 24°.
M Regia de los teatinos en Bromato, Vita di Pao/o IV, Lib. nr, J 25. Nessuna consuetiidine,
tin modo di vivere o rito che sia, tanto di queile cose che spettano al culto divino e in quafun-
i>i.ido /.innosi in chiesa, quanto di queile che peí viver commune in casa e fuori da noi si
Hftrio praticare, non permetiamo in veruna maniera che acquisfino vigore di procetto.
COMIENZOS DE * S C H N B * A C I 6 N
11
íL YJSÍ*
sacerdotales con'T" ^ T t S e Í m Í t Ó e s a N * * » de aunar los deberes I
"? monásticos.
los votos
Desde 1521 Ia Itália superior está a?r»t,j
Ia devastación, hambre y enfermedades Zl *". ^ ^ " ^ "AU Y f"
los huérfanos en peligro de perderse c Z l r T ^ ™ 1 ^ ' " n í
l
• t . i„ j „ • J - i P°ral V espiritualmente, relizmente, 1
junto a la desgracia se despierta Ia compa*;,^ n i • /->• i
n/i- • .", •_ i i / i i , x o n - Un senador veneciano, (jirolamo
Miam, recogio los ninos que Ia huida h a uk a 11 , , . , , x j i I
? u • , ia nevado hacia Venecia, acogiéndolos 1
en su casa; los anduvo buscando por Ias úia- c u e r id e a lia C1 •áadi i s m • i
mucho caso de Ias protestas de su cufiada vl l J , ° " » V ^ 7 I
„„„„ . , , . i , . ' endio la plata v la tapicena de la I
casa para proporcionar a los ninos habita™/ n •i ' •i
o~„ » „ c A J J- J • •• ° Y vestido, comida v ensenanza. I
roço a poço tue dedicando a esta mision r(V i„ ' . .» ,'.«• ' ,•
~,k. »«J~ ~ D - _ ei L i r i u a a su actividad. l u v o un gran êxito, 1
sobre tcdo en Bergamo. El hospital fundadoMO r, ,i r i J i
i/ , . » , , r por él fué tan socorrido, que esto le I
dio animo de extender su obra a otras vritiA ,u , , r . ,
i.,.,,», i x, „ . _ uades v asi tueron surgiendo otros 1
hospitalesen
r Verona, Brescia, Ferrara, Ckim,. mo .,..,•' n - r " t> -n- I
, > Milán, Pavía, Gênova. Por ultimo, I
íngreso con unos amigos en una congrega,,;*,,n n .* • i
, , 1 1 1 1 • ue ° ° que se llamo Somarca, organizada
segun ei modelo de los teatinos, v Q ao*,,,, ,^ , , . , o ? I JJI
° ., , , ., - , i i , s r u Paba elencos reeulares. Su hnahdad 1
esencial era Ia educacion. Iodos los hr™;. us , i • ,. • i_-
., , 1r„ Pttales que n administraba reabieron I
una organización comun. "'
Lo misrno que cualquier otra ciudad lMv l -l , , ., , , ,
, ^ i r ' lan conoeió todos los desastres que
acompanan a la guerra en los trecuentes sit.„ s . T
r • i •J J J i c s i i i J ° V conquistas por unos y otros. La I
hnalidad de los fundadores de la orden aj e, , ' . " T i , T • E • .1
» , . . , . , . , , los barnabitas, Zaccana, 1'erran y |
Morigia, tué aminorar estos males y h a c P rr f. i j » .: I
• - ° •• i . i j - • " e n t e a ]a consisuiente descomposi- i
cion mediante la ensenanza, la predicaciór, , , . • ,,° , • -,
, , . .. * , n V ei eiemplo. Una crônica milanesa
nos cuenta con que admiración se seguia *,,,, i „ , , ,i
.„ ^ ,. , i , " o r ias calles a estos sacerdotes, vestidos I
con sencillez, con su birrete redondo, la f.dQDi e . . . . , . . i
_j „. . ., , o A za inclinada, v de pareia íuvcntud
todos. Vivian en comunidad en San A»v,k„ UDrn . ' ., ' ., ,
, T i . T n i/ sio. Los protegió especialmente Ia
condesa Lodovica I orella, que vendió su 1n e1Br ,„ . A S^ i j„l
, ,. , , ?. ~. . . . . e n c i a paterna, (Juastalla, empleando
ei dinero en buenas obras."4 lambien lc» u_ ^. , , • >, 1
, D
* arndbitas adoptaron r Ia rtorma de clé-
rigos regulares. /
Pero por mucho que hicieran estas cm, i i i
... ., r , , r. ^, , , , ^"ngresaciones dentro de su campo, la
limitacion dei hn, en ei caso de los bah>~ví na i i- • - j i j--JÍ
. i i . bitas, o la limitacion de los médios
impuesta
r por Ia naturaleza de Ias cosas, C nmm „ , , i .. • j'„_
., , , , r. i • ° en ei caso de los teatinos, impedian
una acción de largo alcance. Son admiraW«» .- —•_ • J i
., , ° . , «oies porque su espontâneo naeimientti
es expresion d e una hierte tendência Hq ueP -: .* . K. . - r . , •i .1
. Y ,. ... sirvió infinitamente para ei restablecH
miento dei catolicismo, pero eran menesteP rr „ , S j u „ r J
, , •. i , °txas fuerzas para r poder hacer frenta
a Ia marcha atrevida dei protestantismo.
Por una via similar, rpero en forma ;„,. , ,. , . ,
„ '"esperada y pecuhansima, se desarro-
llaron estas rfuerzas. l
' r
53 Approbafio socielatis tain ceclesiasficarqm _ . ,
erigendum hospiialia pro subventione pauperum O I K 1 " s e c " , a r i u m pe"onarum, nuper inrtitutae *
mo fin se halla, en algunos silios, vinculado con T a n o r u , n e t inulierum convertitarum (este_ ÚM
de 1540. Buliarium Cocque/ines, iv, 173. Vemos ^ ' P " m e r o ) . Bula de Paulo 111, dcl 5 de )unM
diciembre de 1568, que solo entonces hicieran lcjj; „ l a b u l a d e P , ° V ' fn/nnetum nobis, dei 6 de
5* Crônica de Burigozzo de Custodc: Contin.. 1 ^ l o s miembros deesta congregación *
uac
' ó n de la Stona di Milano, iv, p. 88, de Vetn,
IGNACIO DE LOYOLA 89
4) Ignacio de Loyola
•ntrc Ias sociedades caballerescas dei mundo solo Ia espanola había conservado
figo de su fermento religioso. La guerra con los moros que prosiguió en África
•penas terminada en Ia península, Ia vecindad de los moriscos sojuzgados, con
M que se sostuvo continuamente Ia hostilidad religiosa, Ias campanas aventu-
fft Contra los infieles de Ultramar, mantuvieron este espíritu. Libros como ei
lis de Gemia, llenos de una bravura leal, ingênua y entusiasta, idealizaron
rasgos.
Don Inigo López de Recalde,65 ei hijo menor de Ia casa de los Loyola,
cido en ei solar de sus mayores entre Azpeitia y Azcoitia, en Ia província de
lipúzcoa, de una de Ias famílias más nobles dei país, "parientes mayores" —ei
de ellas solía ser invitado por un escrito especial a prestar acatamiento
[ley—, criado en Ia corte de Fernando ei Católico y en ei séquito dei duque
Najera, estaba animado de ese espíritu. Perseguia Ia gloria de Ia vida caba-
fiica: los bermosos caballos y Ias armas resplandecientes, Ia fama de bravura,
[•venturas de duelos y amores le atraíán como a cualquier otro joven, pero
fcbicn Io religioso se hacía sentir en él vivamente, y canto un romance caballe-
al primero de los apóstoles.66
Probablemente habríamos visto su nombre entre los de otros muchos no-
valientes a los que Carlos V ofrecía oportunidades para destacar, si no hu-
hi sido por una desgracia que le ocurrió en ei ano 1521 en Ia defensa de Pam-
iia contra los franceses, en Ia que fué herido con herida doble en ambas
ias. Aunque era tan resistente que mando abrir dos veces sus heridas, sin
reacción que cerrar ei puno en ei momento de mayor dolor, se curo de
!• manera.
Le gustaban los libros de caballerías, sobre todo ei Amadts, y mientras se
uba se entrego a Ia lectura de Ia vida de Cristo y de algunos santos.
Fantástico por naturaleza, cerrado ei camino de una carrera que le augu-
mayores triunfos, obligado a Ia inactividad y excitado por los padecimien-
| ie encontro en ei estado más extrano dei mundo. Los hechos de San Fran-
i y Santo Domingo, que se le presentan con toda ia gloria de Ia fama religiosa,
•ncitan a Ia imitación, y a medida que los va leyendo se siente con fuerzas
competir con ellos en renunciamiento y rigor.07 De seguro que estas ideas
[dlsiparon ante otras más mundanas. Se imaginaba como había de buscar en Ia
Jiiil a Ia dama de sus pensamientos —no una condesa ni una duquesa, sino
más alto—, con qué palabras bellas y graciosas se dirigiria a ella, como le
»* Asi rezan Ias actas judiciales; ei hecho de que no se sepa como le vino ei nombre de
•lilc no prueba nada contra Ia autenticidad de este nombre. Acra Sanctorum 31. Julii. Com-
jtfanut praevius, p. 410.
I M Maffei, Vita Ignarii.
I W líl acta antiquissima, a Lodovico Consalvo ex ore Sancfi excepta, AA. SS. I. I., p. 634, nos
jlliyc sobre ello de un modo autêntico. Loyola penso una vez: Quid, si ego hoc agerem quod
Wk ftanciscus, quid si hoc b. Dominicus? Y luego: "de muchas cosas vanas que se le ofrecían
íl«t>ta": precisamente aquel honor que pensaba rendir a su dama. "Non era condesa ni duquesa,
' lia tu estado más alto que ninguno destas". Confesión singularmente ingênua.
90 COMIENZOS DE RECENERACION
*0 Maffei, Ribadeneira, Orlandino y todos los demás, liablan de estas tentaciones. Pero ei
MIH iimcnto más autêntico Io constituyen siempre Ias actas que proceden dei mismo Ignacio. Des-
Ipllir su estado, por ejemplo, en ei siguiente pasaje: Cum his cogitationibus agitaretur, fentabafur
lltrpr graviter magno cum impetu ut magno ex foramine quod in cejíu/a erat sese dcjiceiet. Nec
[iriri.il foramen ab eo Joco ubi preces fundebat. Sed cum videret esse peccatum se ípsum oce/dere,
Miiiiui c/amabat: domine, non latiam quod te offendat.
k 01 Una de sus observaciones más originales y personales, cuyo principio atribuye él mismo a
MU* fantasias durante su enfermedad. En Manresa se convirtió para él en certeza. Se encuentra muy
Rrorrollada en los ejercicios espirituales. Aqui encontramos regias dctalladas/ad motus anúnae quos
H/versi excitant spiiitus discernendos, ut boni solum admittantur et pelíantur maJi.
92 COMIENZOS DE REGENERACION
Í 1 «» Scgún Ia más antigua crônica de los jesuítas, Chronicon breve, AA. SS. J, í, p. 525, Ignacio
ptnvo en Paris de 1528 a 1535. Ibi vero non sine magnis molestiis et persecutionibus primo gram-
^•jalicac de integro, (um philosophiae ac demuni theo/ogico síudio sednlam operam navavif.
r
90 Orlandinus, que escribió también una vida de Faber, obra que no vi, nos da en su gran
Historiae societaí/s Jesu, parte i, p. 17,. más detallcs sobre ello que Ribadeneira.
94 COMIENZOS DE REGENERACIÓN
jesuítas fueron más lejos.70 No les basto con renunciar a todo ei indumento
monástico: prescindieron de todos los ejercicios de comunidad que en los con-
ventos absorbían Ia mayor parte dei tiempo y, entre otras cosas, de Ias obligacio-
nes de coro.
De esta suerte pudieron dedicar todo ei tiempo y todas sus fuerzas a los
deberes esenciales. No a uno solo, como los bamabitas —aunque cuidaron tam-
bién de los enfermos, porque esto favorecia su prestigio—, ni tampoco bajo
condiciones limitadoras, como los teatinos, sino con toda su alma. En primer
lugar Ia predkación: cuando se separaron en Vicenza se comptometieron a pre-
dicar ai pueblo preocupándose más de producir impresión que de brillar por su
elocuencia, y esta fué Ia regia que siguieron. En segundo lugar, Ia confesión,
pues con ella se tiene mano para dirigir y dominar Ias conciencias; los ejercicios
espirituales, que les habían agrupado alrededor de Ignacio, ofrecían una gran
ayuda. Finalmente, Ia instrucción de Ia juventud, y para ello quisieron obligarse
por una cláusula especial de sus votos y, si bien esto no tuvo efecto, Io recalcaron
expresamente en Ias regias de Ia Companía. Ante todo les interesaba Ia gene-^
ración joven. En una palabra, renunciaron a todo Io accesorio y se dedicaron
de lleno a los trabajos esenciales, efectivos y prometedores de influencia.
De los empefios fantásticos de Ignacio había salido una obra perfectamente
práctica; de su conversión ascética, una institución calculada con un sentido <
político mundano.
Sus esperanzas fueron más que colmadas. Tenía en sus manos Ia dirección
ilimitada de una Companía que asimiló una gran parte de sus intuiciones y dió.j
cuerpo reflexivo a sus convicciones religiosas, ganadas por él con gênio y por;
accidente; una Companía que no llevó a Ia práctica su plan de cruzada un poccn
vano, pero que emprendió Ias misiones más lejanas y fecundas y, sobre todo,
una Companía que tomo a su cargo Ia cura de almas, que él había recomendado,!
en proporciones que no podia sospechar, y que le prestaba una obediência a Ia!
vez militar y religiosa.
Antes de estudiar Ia rápida acción de Ia Gímpanía debemos explicar una
de Ias más importantes circunstancias que condicionaron !Íu triunfo.
' t "Ardinghello ai Cl. Contarini 15 Giugno 1541", en Quirini, m, CCXLVI: Consideraro che
h concórdia a Chrisriani è suecessa e Ia toíeraníia [Ia cual se había propuesto en Regensburgo,
ip .|M( fué rechazada por ei consistorio de cardenalcs] è illccitissima e damnosa e /a guerra dií/i-
r pcricolosa, —pare a S. S. che si ricorra aí rimedio dei concilio.—Adunquc—S. Beatitudine
i lírlcmiinato di levar via Ia prorogatione delia suspensione dei concilio e di dichiararlo e con-
•lifo quanto piu presto si potrà.
Tü Llcgaron ei 22 de noviembre de 1542.
'" Un recurso propuesto por Thom. Campeggi, Pallavicini, vi, vn, 5. Por lo demás, fui
prelada, desde ei principio, una bula de reforma, pero esta nunca se publico. BuIIa reformationis
l/i popae III concepra non vulgata, primum edidit H. N. Ciausen. Havn. 1829.
98 COMIENZOS DE REGENERACION
con una gran mayoría enfrente. Se acordo poner en ei mismo rango de Ia Sagrada
Escritura a Ia tradición no escrita, surgida de Ia boca de Cristo y transmitida
con Ia asistencia dei Espíritu Santo hasta los últimos tíempos. En cuanto a h
Bíblia, ni siquiera se remitió ai texto original. Se reconoció Ia Vulgata como
traducción autêntica y solo se tuvo en cuenta que había de ser impresa con ei
mayor cuidado en Io futuro.74
Sentadas así Ias bases —no sin razón se dijo que se había andado Ia mitad
dei camino—, se llegó ai principio clave de Ia justificación y Ias doctrinas conexas.
En esta discusión se concentraba ei mayor interés.
No eran poços en ei concilio los que tenían una opinión no muy díspar de
Ia protestante. El arzobispo de Siena, ei obispo de Ia Cava, Giulio Contarini, j
obispo de Belluno y, con ellos, otros cinco teólogos, fundaban Ia justificación i
unicamente en los méritos de Cristo y en Ia fe. La caridad y Ia esperanza eran j
Ias companeras de Ia fe, y Ias obras Ia prueba misma y no otra cosa, pues eíj
fundamento de Ia justificación era unicamente Ia fe.
En un momento en que ei Papa y ei emperador combatían a los protestantes
con tcdo ei poder de Ias armas, {como se podia pensar que un concilio celebrado i
bajo los auspícios de ambos diera acogida ai principio fundamental de donde]
derivaban aquéllos toda su doctrina? En vano pedia Poole que no se rechazaraj
una opinión porque Lutero Ia sostuviera. Los ânimos se enconaron. El obispo I
de Ia Cava y un fraile griego vinieron efectivamente a Ias manos. No era posiblej
que ei concilio entrara ni siquiera a discutir seriamente una expresión tan inequí-
voca de Ia opinión protestante y, por esto, Ias discusiones giraron en torno —loj
que tampoco deja de tener importância— de Ia opinión mediadora que repre^j
sentaron Gaspar Contarini, ya fallecido, y sus amigos.
Presentó esas opiniones ei general de los agustinos, Sepirando, no sin antes
advertir que no sostenía Ias opiniones de Lutero sino Ias de dos de sus más famojj
sos contradictores, por ejemplo, Pflug y Gropper. Suponía/una doble justifica+j
ción:T5 una interna, inherente, por Ia cual dey pecadores nos hacemos hijos dei
Dios, también grada pura y no merecida, que actúa en obras, que se patentizal
en virtudes, pero que no es capaz de llevarnos a Ia gloria de Dios; Ia otra es Ia'
justificación por el mérito de Cristo, atribuída a nosotros, imputada, que suplffl
todas Ias deficiências totalmente y nos hace beatos. Esto era Io que había enseba
fiado Contarini. Dería este que si nos preguntamos sobre cuál de Ias dos justifi-j
caciones debemos apoyamos, sobre Ia que nos inhiere o "sobre Ia que nos es impu
tada por Cristo, el hombre piadoso contesta qué solo podemos confiar en là\
última. Nuestra justificación no es sino primeriza, imperfecta, llena de insufil
ciências; Ia justificación por Cristo es verdadera, perfecta, Ia única grata a los
ojos de Dios y solo pensando en ella se puede creer en una justificación ante É1.71
r
•tntra integro. Pero en 1589 cayó bajo Ia censura dei gran inquisidor de Venecia, Fra Marco
idlui, el cual no se contento con suprimir algunos pasajes, sino que Io transformo según el dogma
pado. Uno se asombra ai encontrar en Quirini, £pp. Poli, ra, ccxrrr, Ia colación. Es preciso
• Lu estas violências injustificables para explicarse un ódio tan amargo como el que abrigaba
Sirpi.
TT Bromato, Vita di PaoJo IV, t. n, p. 131.
t i Orlandinus, vi, p. 127.
T» Chcmnitius, Examen concilii Tridentini, i, 555.
ao Scssio VI, c. vil, x.
100 COMIENZOS DE REGENERAClÓN
6) La lnquisición /
Para propagar estas doctrinas y reprimir Ias contrarias se tomaron Ias medidas
convenientes.
Tenemos que volver una vez más a los tiempos de Ias conversaciones de
Ratisbona. Cuando se vió que no se llegaba a ningún acuerdp con los protestan-
tes y que en Itália empezaban Ias disputas sobre los sacramentos y Ias dudas sobre
ei fuego dei infierno, y que además asomaban otras opiniones peligrosas para ei
rito romano, ei Papa preguntó un dia ai cardenal Caraffa qué médio le aconse-
jaba para poner remédio ai mal. El cardenal le repuso que no veia otro que ei de
83 Por Io menos Jiubíera sido un extrsão azar que una enfermedad extraordinária los hubiera
imposibilitado de regresâi a Trento. Polo ai Cli. Monte e Cervini 15 Sett. 1546. Epp., t. rv, 189.
Esto hizo mucho dano a Poole. Mendoza ai Emperador Carlos 13 Jul. 1547. "Al Cardinal de In-
glaterra le haze danno Io que se ha dicho de Ia justificación".
82 Sessio VII. Prooemium.
88 Las discusiones sobre ei particular nos son contadas por Sarpi, Historia de? concilio Tri-
denrino, p. 241. (ed. de 1629). Pallavicini no nos ofrece sino datos insuficientes.
LA INQUISICIÓN 101
I
de julio de 1542.
Nombra a seis cardenales, entre los primeros Caraffa y Toledo, comisarios
de Ia Sede apostólica e inquisidores generales dentro y fuera de Itália. Les da
atribuciones para nombrar en todas Ias localidades que les parezca clérigos con
poderes delegados, para decidir Ias apelaciones contra Ias decisiones de estos y
para proceder sin intervención de los tribunales eclesiásticos ordinários. Todo
ei mundo, sin excepción, sin reparo de rango o dignidad, estará bajo su juris-
dicción; los sospechosos serán puestos en prisión, los culpables castigados con Ia
vida y sus bienes confiscados. Solo se les fija una limitación: ellos son los que
dcben condenar, pero a los culpables que se conviertan podrá agraciarlos solo
ei Papa. Harán todo Io que este en su poder para que los errores esparcidos
por Ia comunidad cristiana sean reprimidos y extirpados.85
Caraffa no perdió un momento para poner en ejecución Ia bula. No era un
hombre rico, pero no por eso espero a que Ia Câmara apostólica le proporcionara
los médios: alquiló una casa, arregló con sus propios médios Ias habitaciones
de los funcionários y Ias prisiones; Ias proveyó de cerrojos y fuettes candados, con
tormentos, cadenas y cuerdas y todo ei resto de implementos de tortura. Nombró
comisarios generales para los diferentes países. El primero en Roma fué su pro-
pio teólogo, Teófilo di Tropea, cuyo rigor pronto sintieron cardenales como
Poole.
La biografia manuscrita de Caraffa nos dice que ei cardenal se había sefia-
l.ulo Ias siguientes regias, entre Ias más importantes: 88
"primera: en cuestiones de fe no hay que esperar un momento sitio obrar con Ia ma-
yor energia a Ia menor sospecha;
"segunda: no hay que tener contemplaciones con ningún príncipe ni prelado por muy
altos que estén;
"tercera: hay que proceder con ei mayor rigor con aquellos que tratan de defenderse
bajo Ia protección de u n gobernante; solo si confiesan habrá que tratarlos con dulzura y
piedad paterna!;
"cuarta: frente a los herejes, y especialmente frente a los calvinistas, no habrá lugar
a ninguna tolerância".
aquélla produjeron muy mal efecto. En Siena y cn Pisa se arrogó más derechos
de los que lc correspondían frente a Ias universidades. En Venecia, ei inquisidor
estaba sometido a cierta inspección secular. En Ia capital, desde abril de 1547,
tenían asiento en ei tribunal cie Ia Inquisición três nobili venecianos. En Ias
províncias ei rettore de cada ciudad —que a veces se hacía acompanar de docto-
res y, cn casos difíciles, sobre todo si se trataba de personas de rango, hacía
intervenir en primer lugar ai Consejo de los Diez— tomaba parte en Ia pesquisa.
Pero todo esto no impedia que cn Io csencial se pusieran en práctica Ias ordenes
de Roma.
Y de este modo fueron sofocados en Itália los gérmenes de Ia divergência
religiosa. Casi toda Ia orden de los franciscanos se vió obligada a retractarse. La
mayor parte de los partidários de Valdés hubo de hacer Io mismo. Los extran-
jeros, los alemanes, concentrados en Venecia a causa dei comercio o de los estú-
dios, disfrutaron de cierta libertad, pero los nativos tuvieron que abjurar de sus
opiniones y fueron destruídos sus lugares de reunión. Muchos huyeron y trope-
zamos con estos fugitivos en todas Ias ciudades de Alemania y Suiza. Los que ni
cedieron ni pudieron escapar, fueron víctimas dei castigo. En Venecia fueron
sacados en dos barcas ai mar; entre ellas se colocaron unas tablas donde se agrupo
a los condenados; en ese momento los remeros de ambas barcas empezaron a
remar en dirección contraria; Ias tablas cayeron ai mar y los desdichados
se sumergieron con ei nombre de Jesus en los lábios. En Roma los autos de fe se
celebraban en toda regia delante de Santa Maria alia Minerva. Muchos huían
de pueblo en pueblo, con mujer y ninos. Los podemos acompanar un rato pero
desaparecen de pronto: probablemente han caído en Ias redes de los implacables
perseguidores. La duquesa de Ferrara —que de no haber existido Ia Icy sálica
hubiese sido Ia heredera de Ia corona de Francia— no estaba protegida por su
nacimiento ni por su rango. Su mismo esposo era un enemigo. "No hay nadie
—dice Marot— ai que pueda quejarse; entre ella y sus amigos están Ias monta-
nas y Ias lágrimas se mezelan en su vino." ^
108 Orlandinus, Lib. vi, 70. Sc pudicra hacer una comparación con Ias escuelas conventuales
de los protestantes en Ias que también llcgó a predominar por completo Ia tendência clerical.
S. Xturm en Ruhkopf, Geschichte des Schuíwesens, p. 378. Todo depende de Ia diferencia.
109 Regula sacerdotum, $$ 8, 10, 11.
110 Porque, según todo Io que se ha escrito en pro y en contra, resulta claro que Ignacio tuvo
«mio modelo un libro parecido de Garcia de Cisneros, pero Io más original parece proceder de
ê\ mismo. Comm. praev. n. 64.
110 COMIENZOS DE REGENERACIÓN
Nos basta con esta idea somera dei libro. Su composición está calculada
en forma que si bien permite ai pensamiento una actividad interna, Io acosa
también en un estrecho círculo. De Ia manera más perfecta cumple con su fin,
que es ei de una meditación dominada por Ia fantasia. Es tanto más certero
cuanto que se apoya en experiências personales. Ignacio ha incorporado a los
ejercicios los momentos vivos de su despertar religioso y de sus progresos espiri-
tuales desde los orígenes hasta ei ano 1548, en que los aprobó ei Papa. Se dice
que ei jesuitismo ha sabido aprovechar Ias experiências de los protestantes y
esto puede ser verdad en algún punto. Pero consideradas Ias cosas en conjunto
Ia oposición puede ser mayor. Frente ai método discursivo, demostrativo, funda-
mentador y polêmico de los protestantes, Ignacio presenta un método conciso,
intuitivo, que conduce a Ia visión, un método que cuenta con Ia fantasia y
trata de culminar en decisiones repentinas.
Así, cobro una significación y eficácia extraordinárias aquel elemento fan-
tástico que le animo desde un principio. Pero como también era soldado, con
ayuda de su fantasia religiosa había formado una compafiía, escogiendo hombre
por hombre, instruyéndoles individualmente para sus fines y poniéndola ai
«ervicio dei Papa. Este ejército se extendió ante sus ojos por toda Ia tierra.
Al morir Ignacio contaba Ia Compafiía trece províncias, sin incluir Ia de
Roma.112 Una inspección somera nos sefiala donde estaba ei nervio de Ia orga-
nización. La mitad mayor de estas províncias, siete, radicaba en Ia península
Ibérica y en sus colônias. En Castilla contamos diez colégios, cinco en Aragón
y otros tantos en Andalucía. El progreso era todavia mayor en Portugal, pues se
contaba con casas de profesos y novicios. Casi se habían hecho los amos de Ias
colônias portuguesas. En Brasil operaban veintiocho miembros de Ia Compafiía
y en Ias índias Orientales, desde Goa ai Japón, unos cien. Se hizo un intento
con Etiópia, a donde se mando un provincial y se abrigaron Ias mayores espe-
i m/as. Todas estas províncias de habla espafiola y portuguesa fueron regidas
por un comisario general, Francisco de Borja. La influencia máxima corres-
ponde ai país en que habían surgido Ias primeras ideas dei fundador. No muy
• ia zaga le iba Itália. Había três províncias de habla italiana: Ia romana, direc-
tamente sometida ai general, con casas de profesos y novicios, ei colégio romano
y ei germânico instituído especialmente para los alemanes por consejo dei car-
denal Morone, pero que no prospero por entonces: Nápoles pertenecía a esta
província; Ia de Sicilia, con cuatro colégios terminados y dos en preparación
(cl virrey, de Ia Vega, fué quien llamó a los primeros jesuítas. Mesina y Palermo
compitieron para fundar colégios y de estos salieron los restantes); y, final-
mente, Ia província propiamente italiana, que comprendía Ia Itália superior, con
cliez colégios. En otras naciones su êxito no fué similar: por doquier encontro
In oposición de protestantismo o de tendências cercanas a él. En Francia no con-
taba más que con un solo colégio y, aunque respecto a Alemania se habla de
dos províncias, estaban en sus puros comienzos. La de Ia Alemania alta se com-
ponía de Viena, Praga e Ingolstadt, pero estaba en situación precária; Ia de Ia
lia En ei afio de 1556. Sacchinus, Historia societatis Jesu. p. n, sive Lainius, desde ei principio.
112 COMIENZOS DE REGENERAClÓN
baja debía comprender los Países Bajos, pero Felipe II no había reconocido to-
davia allí a los jesuítas una existência legal.113
Este rápido crecimiento de Ia Companía era indicio dei poder que ei futuro
le reservaba. Y tiene Ia mayor importância que lograra tan poderoso influjo en
Ias dos penínsulas, es decir, en los países propiamente católicos.
8) Conclusión
Frente a los movimientos protestantes que iban prosperando por momentos, he-
mos visto como se produjo dentro dei catolicismo un nuevo movimiento en
torno ai Papa. ,.
Como aquéllos, este también encuentra un motivo en Ia secularización de
Ia Iglesia o, mejor dicho, en Ia necesidad nacida por esta circunstancia en los
espíritus.
Ambos movimientos se aproximan ai principio. Hubo un momento en Ale-
mania en que no se estaba todavia decidido a renunciar por completo a Ia jerar-
quía, ei mismo en ei que Itália se inclinaba a introducir reformas racionales
en ella. Pero este momento se esfumó.
Mientras los protestantes caminaban cada vez con mayor osadía hacia Ias
formas primitivas de Ia fe y de Ia vida cristianas, apoyados en Ia Bíblia, en el
otro lado se decidió mantener y renovar Ia institución eclesiástica desarrollada
a Io largo de los siglos, insuflándole nuevo espíritu y rigor. Allí el calvinismo
evolucionó en un sentido todavia más anticatólico que el luteranismo; con cons-
ciente anímadversíón, se elimino aqui todo Io que de cerca o de lejos olía a
protestantismo y se le hizo frente con resolución.
Así, dos manantiales surgen vecinos en Io alto de Ia montaiia y cmprenden
direcciones contrarias ai verterse rpor laderas diferentes.
LIBRO TERCERO
LOS P A P A S A M E D I A D O S D E L S I G L O XVI
El siglo xvi se caracteriza sobre todo por ei espíritu de creación religiosa. Hoy
vivimos todavia en ei antagonismo de Ias convicciones que por entonces se
abrieron paso.
Si pretendiéramos senalar con mayor exactitud el momento de significa-
ción histórica universal en que tuvo lugar Ia separación, ese momento no habría
de coincidir con Ia entrada en escena de los reformadores, porque Ias opiniones
no se perfilaron en seguida y se abrigo Ia esperanza de una conciliación durante
mucho tiempo. Pero en el ano de 1552 todas Ias tentativas en este sentido esta-
ban totalmente agotadas y Ias três formas dei cristianismo occidental habían
cobrado su aspecto duradero. El luteranismo era más riguroso, más agrio y cerra-
do; el calvinismo se separo de él en los artículos más importantes, habiendo
pasado antes Calvino por un luterano; enfrente de los dos, el catolicismo adqui-
rió su forma moderna. Y, a partir de los princípios asentados, se fueron formando
três sistemas teológicos con Ia pretensión de desplazarse mutuamente y someter
ai mundo.
Parece que Ia dirección católica, que pretendia sobre todo Ia renovación
de Ia Iglesia establecida, habría de tener tarea más fácil en su expansión. Pero
su ventaja no era mucha. También estaba rodeada y presionada por otras fuer-
zas seculares, como Ia ciência profana y Ia convicción teológica disidente, y se
presentaba más bien como matéria de fermentación. Era caso de preguntarse si
seria capaz de dominar los elementos en cuyo centro había nacído o si seria
vencida por ellos.
La primera resistência Ia encuentra en los Papas mismos, en su persona
y en su política.
Ya hicimos observar como un sentir profano había hecho presa en los jefes
de Ia Iglesia, había provocado Ia oposición y fomentado en tan gran medida
el protestantismo.
Había que ver ahora en qué medida el movimiento rigorista llegaría a do-
minar y transformaria este estado de espíritu.
114 LOS PAPAS A MBDIADOS DEL SIGLO XVI
1) Paulo III
En Ia actualidad se presta a menudo demasiada atención a los propósitos y a
Ias influencias de altos personajes, de príncipes y de gobiemos, y su recuerdo
no poças veces padece con Ias culpas de todos, pero también ocurre que a ellos se
atribuya Io que es mérito de Ia generalidad.
El movimiento católico estudiado per nosotros en ei libro anterior comien-
za bajo ei Papado de Paulo III, pero seria un error ver en este Papa a su ini-
ciador. Se dió muy bien cuenta de Io que ei movimiento significaba para Ia Sede
romana, y no solo dejó que tuviera lugar sino que Io estimulo en muchos as-
pectos. Pero podemos decir, sin preocupación alguna, que ei espíritu de ese mo-
vimiento no formaba parte dei suyo.
Alejandro Farnesio —este era ei nombre de Paulo III— era un hombre
de mundo en no menor grado que otros antecesores suyos. Se lia formado por
completo en ei siglo xv —había nacido en ei aho 1468—. Estúdio en Roma
con Pomponio Laetus y en Florencia en los jardines de Lorenzo de Médicis, y
se apropió Ia erudición elegante y ei sentido artístico de aquella época, sin ser
ajeno tampoco a sus costumbres. Su madre considero conveniente una vez
mantenerlo prisionero en ei castillo de Sant'Angelo y, cuando pasaba Ia prece-
sión dei Corpus, aprovechó un momento de descuido para deslizarse por una
cuerda y escapar. Tenía un hijo y una hija naturales. A pesar de todo, y en
edad relativamente joven, pues aquella época no se asustaba por gran cosa, fué
nombrado cardenal. En su condición de tal, mando construir los más bellos
palácios romanos, los Farnesinos. En Bolsena, donde radicqfca su patrimônio,
construyó una viüa que ei Papa León encontrójo bastante atractiva para visi-
taria unas cuantas veces. A esta vida magnífica junto él /(trás actividades. Desde
un principio penso en ia suprema dignidad y le caracteriza bastante que Ia
tratara de alcanzar mediante una neutralidad completa. Las facciones francesa
e imperial se repartían Itália, Roma y ei colégio cardenalicio. Se cendujo con
tal cautela, con tal sagacidad, que nadie podia decir con qué partido simpatizaba
más. A Ia muerte de León, y todavia más a Ia de Adriano, estuvo a punto de ser
elegido Papa. Le enfadaba ei recuerdo de Clemente'VII, que le había sustraído
doce anos de Papado que le pertenecían. Por fin, en octubre de 1534, a los
cuarenta afies de cardenal y setenta y siete de su vida, vió colmados sus deseos.1
Ahora le afeçtaban de otro modo las grandes contradieciones dei mundo
contemporâneo: Ia disputa de aquellos dos partidos, en médio de los cuales acaba,
de crearse una posición tan importante; Ia necesidad de lucha contra los pro-
testantes y Ia alianza secreta que por razones políticas mantuvo con ellos: Ia incli-
nación natural, debida a Ia situación de su principado italiano, a debilitar ei
* Onuphrius Panvinius, Vita Pau/i 111.
PAULO III 115
poderio espanol, y ei peligro que inhería a cada una de estas tentativas; Ia nece-
sidad urgente de una reforma y Ia poço deseable limitación dei poder papal, que
parecia su consecuencia.
Es admirable como pudo transcurtir su política en médio de tantas exi-
gências contradictorias.
Paulo III tenía maneras agradables y acogedoras. Rara vez un Papa ha sido
más querido en Roma. Es magnífica aquella elección para cardenales de cuatro
personajes extraordinários, sin conocimiento de los interesados; este proceder
generoso está muy lejos de aqucllas pequenas consideraciones personalcs que
cran Ia regia. Pero no solo los nombró sino que les reconoció una desacostum-
brada libertad, soportando que le contradijeran en ei consistorio y animándoles
para una discusión sin reservas.2
Pero si respetaba Ia libertad de los demás y les dejaba gozar de Ias prerro-
gativas de su cargo, no era menor ei empeno que ponía en mantener Ias suyas.
Cuando ei emperador se le quejó de que hubiera hecho cardenales a dos nietos
suyos en temptana edad, tepuso que haría Io que sus antecesores, y había ejem-
plos de ninos de pecho hechos cardenales. En cuestión de nepotismo parecia
exceder tedo Io conocido. 3 Lo mismo que otros Papas, estaba decidido a obtener
principados para sus familiares.
N o es que todo lo demás lo subordinara a este propósito, como un Alejan-
dro VI. No se puede decir esto, porque pensaba seriamente en promover Ia paz
entre Francia y Espana, en someter a los protestantes, luchar contra los turcos
y reformar Ia lglcsia; pero tampoco descuidaba, ni mucho menos, Ia presperi-
dad de su casa.
Al proponerse tantas metas contradictorias y ai mezclar finalidades públi-
cas y privadas, se vió forzado a adoptar una política cautelosa, morosa y mante-
nida siempre a Ia expectativa. Lo que le importaba era Ia ocasión, Ia cembinación
de circunstancias que él trataba de provocar con parsimonia para, rapidamente,
tomar el asunto por el punto más ventajoso.
Los embajadores encontraban difícil tratar con él. Les extranaba que no
diera muestra alguna de falta de valor y que, sin embargo, rara vez se le hiciera
tomar una decisión. Por el contrario, él era quien trataba de sujetar a los de-
2 En el ano 1538 habló Marco Antônio Contarini ante el senado veneciano sobre Ia corte
pontifícia. Desgraciadaiiicntc no lie podido encontrar'este discurso en el arcliivo veneciano ni en
mnguna parte. En un MS. sobre Ia guerra contra los turcos de aquella época, con el título Trc
libri del/i coinmcnrari dcl/a guerra J537, 38, 39, que se halla cn mis manos, encuentro un breve
extracto de él, dei cual tome el dato citado más arriba. Disse de/ stato dcJfa corlc, che mo/ti anni
MI.MI/1 íi prclati non erano síaíi in que/Ia riíorina di vila ch'eran aílora, e clie Ji cardina/i havevano
Jibcrtá maggiore di dire /'opinion /oro in consistoro ch'avesser avuro gia mai da gran tempo, e che
di cio ií ponteíicc non solamcjitc non si do/eva, ma se n'era studiaíissimo, onde per quesía ragione
li poteva sperare di giorno in giorno rnaggior riforma. Considero che tra cardina/i vi erano tali
nomini celebeirimi che per opinione comniuiie it mondo non n'avria altietanti.
3 Soriano, 1535. E Romano di sangue et è d'animo mo/to gagliardo: stima assai J'ingiurie
Che g/i si fanno, et é inc/inatissirno a far grandi i suoi. Varchi (íslorie /iorentine, p. 636) nos
liahla dei priincr secretario de Paulo. Mcsser Ambrogio, "que pudo todo lo que queria y queria
todo lo que pudo": entre otros muchos rcgalos recibió una vez sesenta jofainas de plata con sus
|iirros. "^Y cónio cs posible —se preguntaba Ia gente entonces— que con tantas jofainas no pueda
conservar Ias manos limpias?
116 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Consiguió en sus primeros anos una alianza con Carlos V y los venecianos
contra los turcos. Insto con vehemencia a los venecianos, y se levanto otra vez
Ia esperanza de ver Ias fronteras cristianas desplazarse hasta Constantinopla.
Pero Ia renovada guerra entre Carlos V y Francisco I constituía un obstácu-
lo peiigroso para cualquier empresa. El Papa no escatimó esfuerzo alguno para
allanar Ia enemistad. La entrevista de los príncipes en Niza, a Ia que asistió, fué
su obra. El embajador veneciano, que también estaba presente, no encuentra
palabras bastantes para loar ei ceio y Ia paciência mostrados en esta ocasión por
ei Papa. Después de grandes esfuerzos, y solo en ei último momento, cuando
amenazó con marcharse, consiguió que se llegara a Ia firma de un armistício.7 Lo
utilizo para trabajar en Ia aproximación de ambos monarcas, aproximación que
parecia destinada a convertirse en confianza.
Mientras ei Papa cuidaba así de los negócios generales, no por eso descui-
daba los suyos propios. Se observaba que entretejía ambos intereses y que lo
liada con ventaja para los dos. La guerra contra ei turco le proporciona ocasión
iara apropiarse de Camerino. Esta ciudad estaba a punto de aliarse con Urbino;
f a última Varana, heredera de Camerino, se hallaba casada con Guidobaldo II,
que subió ai gobierno de Urbino en ei ano 1538.8 Pero ei Papa declaro que
Camerino no podia ser heredado por mujeres. De buena gana los venecianos
hubieran apoyado ai duque, cuyos antepasados habían estado siempre bajo Ia
protección de Venecia y servido en su ejército; también ahora se pusieron
de su parte, pero tenían reparos a consecuencia de Ia guerra. Temían que ei
Papa llamara en su auxilio aí emperador o ai rey de Francia y veían muy bien
que, caso de ganar ai emperador, tanto menos podría hacer este contra los tur-
cos; si ganaba a Francia, Ia paz de Itália se veria en peligro y su situación seria
más precária y solitária;9 con ei peso de estas consideraciones abandonaron a
su suerte ai duque, y este se vió obligado a entregar Camerino, que ei Papa
cedió a su sobrino Octavio. Porque ya entonces su casa cobraba poder y pres-
tigio. jCuán provechosa fué para él Ia reunión de Niza! Mientras trabajaba en
cila consiguió dei emperador Novara y sus domínios para su hijo Pier Luigi,
y Carlos V decidió casar a su hija natural, Margarita —después de Ia muerte
de Alejandro de Médicis—, con Octavio Famesio. Podemos creer ai Papa cuando
nos asegura que no por eso se había pasado definitivamente ai partido dei empe-
rador. Por ei contrario, deseaba entablar con Francisco I relaciones no menos
íntimas. También ai rey le interesaba y por eso le prometió en Ia entrevista de
Niza un príncipe de Ia sangre, el duque de Vendôme, para su nieta Victoria.10
1 "Relatione dei Cimo. M. Niccolo Tiepolo dei convento di Nizza", Informar. poJit. VI
(Bibl. Berlin). Existe también una edición vieja de esta relación, reproducida en Du Mont, iv, n,
con un titulo algo distinto.
8 Adriani Istoiie 58 H.
3 Se cnentan Ias delibeiaciones en el comentário ya citado sobre Ia guerra contra los turcos,
cl cual cobra por ello un interés social.
10 "Grignan, Ambassadeur du roi de France à Rome, au Connetable". Ribier, i, 251.
Monseigneur, sadire Sainteté a un merveilleux désir du mariage de Vendôme: car il s'en ett
entiérement declare a moy, disant que pour estre sa niece unique et tant aimée de luy, ü ne désiioit
apres le bien de Ia Chrestienté autre chose plus que voir sadite niece mariée en France, dont ledit
teigneur (le roí) luy avoit tenu propôs a Nice et apres Vous, Monseigneur, luy en aviez pule.
118 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Paulo III se sentia feliz con esta alianza con Ias dos famílias más poderosas
de Ia tierra, le halagaba ei honor que para él representaba y habló de ello en
ei consistorio. También su ambición espiritual se veia halagada por Ia postura
pacificadora, mediadora, entre Ias dos potências, adoptada por él.
Pero estos negócios no se desarrollaron de modo perfecto. Se cstuvo muy
lejos de conseguir algo contra los turcos, y Venecia tuvo que aceptar una paz
desventajosa. Francisco I retiro aquella su promesa y, aunque ei Papa nunca
perdió Ia esperanza de llevar a cabo una alianza de família con los Valois, Ias
negociaciones se fueron demorando. La inteligência entre ei emperador y el rey,
que él había conseguido, parecia consolidarse cada vez más y el mismo Papa
llegó a estar celoso de su obra, puesto que se quejaba de que, siendo^í ei autor,
los favorecidos le olvidaban;" pero pronto se disiparon Ias esperanzas y Ia
guerra prendió de nuevo. El Papa abrigo entonces otros propósitos.
Siempre había solido decir a sus amigos, y hasta se Io había dado a enten-
der ai emperador, que Milán pertcnecía a los franceses y que había que devol-
vérselo cn justicia. 12 Poço a poço abandono esta opinión. Se conserva una
propuesta de] cardenal Carpi, que gozaba de su mayor confianza, cuyo tono
es muy diferente. 13
"Ei emperador —se dice en elía— no debe pretender ser conde, duque o
príncipe, sino solo emperador, y no debe tener muchas províncias sino grandes
vasallos. Su fortuna se eclipso cuando se apoderó de Milán. N o se le puede
aconsejar que Ia devuelva a Francisco I, pues no haría sino aumentar con eso
Ia avidez de tierra de ese rey, pero tampoco debe mantenerla en su posesión.' 4 Si
tiene enemigos es porque se sospecha que trata de apoderarse de territórios extran-
jeros. Si desvanece esta sospecha, si cede Milán a un duque, entonces Fran-
cisco I no encontrará ningún partidário, en tanto que el emperador tendrá con-
sigo a Alemania y a Itália, sus banderas se desplegarán en Ias naciones má
apartadas y su nombre —podemos decir— se hará inmortal."
Si el emperador no ha de abandonar Milárf a los franceses ni retencrl;
para si, c quién había de ser el agraciado con el ducado? Âl Papa no le parecia
impropio, como solución media, que ese ducado fuera a parar a su nicto,
yerno dei emperador. Ya Io había dado a entender a algunas embajadas. En una
nueva entrevista con ei emperador —en Busseto, en 1543— presentó Ia propuesta
formal. Los pensamientos dei Papa apuntaban muy alto, si es cierto que se pro-
ponía también casar a su nieta con cl heredero de, Piamonte y Saboya: sus
Jl "Gtígnan 7 Mars 1539". Ribicr, i, 406. "Le cardinal de Boulogne au roi 20 Avri] 1539".
ífc/d., p. 443. El Papa le dijo qu'il esloit íort estonnc, veu Ia peine et travai! qu'il avoit pr/s pour
vous appointer, VOIIS et 1'Empeicut, que vous /e laissiez ainsi arriere.
12 También M. A. Conlarini Io confirma cn su rclación.
13 Discurso dcl Rmo. Cie. di Caipi dei 1543 [tal vez ya un afio antes] a Cario V Cesare dei
modo dcl doininare. Bibl. Corsini n" 443.
U Se Ia M. V. dello Mato di Milano íe usasse cortesia, non tanto si spegnerebbe quanto si
accendercbbc 'a sele sua: si cbe e rncglio di anuarsi di qucl dncato contra di lui.—V. JvJ. ha d»
esser carta, cbe, non per alíctlionc clie altri abbia a qticsto ore, ma per interesse particolaro, e Ia
Certnania e T/talia, sinche da tal sospctto non saranno iiberate, sono per sostentare ad ogni Io
poteie Ia poteulia di Fiattcia.
PAULO III 119
nietos hubieran dominado a ambos lados dei Po y de los Alpes.18 En Busseto
se negocio seriamente sobre Milán y ei Papa abrigaba Ias más vivas esperan-
zas. El gobernador de Milán, marquês dei Vasto, ganado a su favor, bastante
crédulo y magnificente, apareció un dia, con bien preparadas palabras, para
conducir a Margarita a Milán como su futura Sefiora. Se dice que Ia negocia-
ción falló por algunas pretensiones excesivas dei emperador.16 Pero me parece
que ei emperador no hubiese estado dispuesto en ningún caso y a ningún precio
a abandonar un principado tan importante a Ia influencia extranjera.
Ya, sin más, Ia posición adquirida por los Famesio era peligrosa para él.
Entre Ias províncias italianas dominadas por Carlos o sobre Ias que ejercía in-
fluencia, ninguna había en Ia que ei gobierno no se hubiera establecido o, por
Io menos, consolidado per médio de Ia violência. En Milán, en Nápoles, en Flo-
rencia, en Gênova y Siena, por todas partes había gentes descontentas ciiyo
partido había sido vencido, y Roma y Venecia estaban llenas de refugiados. A
pesar de su estrecha relación con ei emperador, los Farnesio no descuidaron
entenderse con estos partidos que seguían siendo poderosos por Ia importância
de sus jefes, de sus riquezas y de sus partidários, a pesar de haber sido sometidos.
El emperador se hallaba a Ia cabeza de los vencedores y los vencidos buscaban
amparo en ei Papa. Infinidad de hilos secretos los unían entre si, y se mantu-
vicron cn conexión visible o secreta con Francia. Constantemente elaboraban
nuevos planes y se proponían nuevos golpes. Unas veces pensaban en Siena,
otras cn Gênova, otras cn Lucca. jCuántas veces ei Papa trato de obtener un
apoyo de Florencia!' Pero en ei joven duque Cósimo tropezó con ei hombre
que le podia hacer frente. Con áspera seguridad, Cósimo se expresa en estos
términos: "El Papa, ai que le han salido bien tantas empresas, no abriga otro
deseo más vivo que ei de hacer algo también en Florencia, de arrebatar ai empe-
rador esta ciudad, pero irá ai sepulcro con estos deseos." "
En cierto aspecto ei emperador y ei Papa se enfrentan como jefes de dos
lacciones. Si ei emperador ha casado a su hija con un pariente dei Papa h ha
hecho para tenerlo a recaudo, para consolidar su situación cn Itália. Por su lado,
cl Papa trata de utilizar su alianza con ei emperador para menoscabar un poço
su poderio. Pretendia realzar su casa bajo Ia protección dei emperador y con Ia
16 Dandolo, Rchtione di Francia 1545: si i dubitato, che S. Stà. fosse per tener con Cesare
lli queste Iraftationi massime a beneficio de ií dtica di Savog/ia, coi qua/c gii voJcva dar Ia nepote.
Rn Francia tuvieron lugar manifestaciones violentas -por cllo (gagliarde paro/e).
1« Pallavicini niega rotiindamcntc estas negociaciones. También, según Io que dice Muratori
(Anna/i d'lralia, x. n, 51), aun se pudicra dudar. Este se apoya cn historiadores que bien han
podido escribir según Io que oycron decir. Pero de importância decisiva cs un escrito de Girolamo
Cuicciardini a Cósimo Mediei, Crcinona 26 Giugno 1543, que se encuentra cn ei Arcliivo Mcdícco
cn Florencia. Et rtifsmo Cranvclla habló de <íi. S. Mà. mostrava non esser aliena, quanefo per Ia
parle de/ papa fussino adcnipiute le larghe offerfe cíie eran state pwtcTte dal duca di Castro sin a
Gênova. No sé cuáles han podido ser Ias proposiciones, pero eran demasiado fuertes para cl Pana.
Icgún Gosscliui, secretario de Fcrrante Gonzaga, cl emperador temió, ai marcharse che in volgendo
eg/i le spaJ/e (i Farnesi) non pensassem ad ocupar/o (Vita di Don Ferrando, p. iv). De un
liiodo dctallado y ameno habla de cllo también una biografia napolitana, aún sin publicar, de
Vasto, que se ltalla cn Ia Biblioteca Chigi cn Roma.
1T Escrito de Cósimo encontrado en ei archivo de los Médicis, Data dei ano 1537. A! papa
POn c restara altra vog/ia in quesfo mondo se non disporre di questo stato e levarío dal/a divotionc
íif/l imperatore, etc.
120 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
biera deseado ei Papa que Alemania entera fuera vencida y sometida ai empe-
rador. Había calculado Ias cosas de otro modo. Seguramente creyó que ei em-
perador conseguiria algunas ventajas para Ia Iglesia católica, pero como él
mismo confiesa,18 tampoco dudó de que tropezaría con numerosas dificultades
y complicaciones, que le proporcionarían a él una completa libertad para pro-
icguir sus fines. El destino se burlo de sus previsiones. Ahora tenía que temer
—y Francia se Io advirtió en seguida— que este poderio dei emperador reper-
cutiera en Itália y que muy pronto Io sintiera él mismo en Io espiritual y en Io
temporal. Pero, además, crecieron también sus preocupaciones con ei concilio.
Ya le estaba pesando 20 y había pensado en disolverlo, pero los prelados simpati-
zantes con ei emperador, envalentonados por Ia victoria, dieron unos pasos
atrevidos. Bajo ei nombre de censuras, los obispos espafioles presentaron algunos
artículos que significaban un menoscabo dei prestigio papal y, así, parecia inevi-
table Ia reforma tan temida por Roma.
Parece extrano, pero no deja de ser verdad: en ei momento en que toda Ia
Alemania dei Norte temblaba ante Ia perspectiva de un restablecimiento dei
poder papal, ei Papa se sentia como aliado de los protestantes. Manifesto su ale-
gria por Ias ventajas dei elector Juan Federico frente ai duque Maurício; su
mayor deseo era que aquél se pudiera también sostener frente ai emperador; y a
Francisco I, que ya trataba de concertar una unión mundial contra Carlos, le
•consejó expresamente "que apoyara a aquellos que no estaban todavia venci-
dos".21 De nuevo le. pareció verosímil que ei emperador, tropezando con Ias
mayores dificultades, tendría todavia mucho que haeer. "Cree esto —dice ei
embajador francês— porque Io desea."
Pero volvió a equivocarse. La fortuna dei emperador hizo que todos sus
cálculos se volvieran contra él. Carlos V venció en Mühlberg y se llevó prisio-
neros a los dos caudillos dei partido protestante. Ahora podia dedicar mayor
•tención que nunca a los asuntos de Itália. H J P ( J * \t£, £\o
La conducta dei Papa le indigno de Ia manera más profunda. Penetro sus
Intenciones. "El propósito de Su Santidad desde un principio —escribe a su
embajador— ha sido embarcamos a nosotros en esta empresa y dejarnos luego
en Ia estacada."22 La retirada de Ias tropas pontifícias no tenía mayor importân-
cia. Mal pagadas y, por Io mismo, de no muy lúcida disciplina, no habían servido
para mucho. Pero ei traslado dei concilio si. Ia tenía, y muy grande. Sorprende
también esta vez como Ia disensión entre ei Papado y ei Império, provocada
por Ia posición política de aquél, vino en ayuda de los protestantes. Se hubiera
1» "Charles Cl. de Guise au roy 31 Oct. 1547" (Ribier, u, p. 75), después de una audiência
con ei Papa, este invoca Ias razones que motivaron su participación en Ia guerra alemana: Aussi
I dire franchement qu'il estoit bien mieux de 1'empescher (1'empereur) en un lieu dont ii pensoit
qu'aisemenr il ne viendroit a bout.
20 "Du Mortier au roy 26 Avril 1547". ]e vous asseure, Sire, que pendant il estoit à Trente,
c'etíoit une charge qui íe pressoit íort.
21 "Le même au même". Ribier, i, p. 637. S. S. a entendu que le duc de Saxe se trouve
íort, dont e//e a te/ contenfement, comme celuy qui estime Je commun ennemy estre par ces moyeru
• • fí-nti d'executer ses entreprises, et connoist-on bien qu'i/ seroit utile suosmain d'entretenir ceux
>|iii /iiy resisfent, disant que vous ne sçauriez faire dé"pense p/us utile.
22 Copia de h carta que S. M. scriviò a Doo Diego de Mendoça a xi de Hebrero 1547 aos.
122 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
dispuesto de los médios para someterlos ai concilio, pero como ei mismo concilio
se había dividido —los obispos partidários dei emperador quedaron en Trento—,
y como no se podia tomar ningun acuerdo válido, no era cosa de forzar Ia adhe-
sión de nadie. El emperador vió como Ia parte esencial de sus planes fracasaba
por Ia defección de su aliado. N o solo insistió en que ei concilio volviera a
Trento sino que dió a entender que iria a Roma para celebrar allí ei concilio.
Paulo III se rehizo: "El emperador es poderoso —decía—, pero también
nosotros podemos algo y tenemos algunos amigos." En este momento cuaja Ia tan
negociada alianza con Francia. Horacio Farnesio se desposa con Ia hija natural
de Enrique II y no se escatima médio alguno para ganar a los venecianos hacia
una alianza general. Todos los refugiados se agitaron. En momento oportuno
estallaron revueltas en Nápoles, apareció un delegado napolitano pidiendo pro-
tección ai Papa para sus vasallos de Ia localidad y hubo cardenales que le acon-
sejaran dar este paso.
Nucvamcntc se enfrentan Ias facciones italianas. Con tanto mayor encono
cuanto que los caudillos respectivos rinen también con frecuencia. A un lado,
los gobernadores de Milán y de Nápoles, los Médicis en Florencia, los Doria cn
Gênova. Como centro de todos ellos, Don Diego de Mcndoza,' embajador dei
emperador en Roma, que dispone de muchcs partidários gibelinos. Al otro lado,
ei Papa y los Farnesio, los emigrados y descontemos, un nuevo partido de los
Orsini y los partidários de los franceses. La parte dei concilio que se quedo en
Trento, en favor de los primeros, y Ia que marcho a Bolonia, de los segundos.
El ódio con que se miraban los dos partidos estalló por fin violentamente.
Su estrecha relación con cl emperador Ia había utilizado ei Papa para
ganar Parma y Plasencia, en calidad de ducado enfeudado a ia Sede apostólica,
para su hijo Pier Luigi. No podia proceder con Ia falta de escrúpulos de un
Alejandro VI o de un León X en iguales circunstancias. En compensación, puso
Camerino y Napi a disposición de Ia Iglesia. Mediante un cálculo de los gastos
que Ia vigilância de aquellos puestos fronterizos ocasionaba, "as tasas con que
había de contribuir su hijo y los ingresos provenientes de,los territórios devuel-
tos, trato de demostrar que Ia Iglesia no sufría perjuicio alguno. Pero tuvo que
hablar personalmente con cada cardcnal, sin lograr convencer a todos. Algunos
se opusieron abiertamente, otros dejaron de asistir ai censistorio en que se discu-
tió ei asunto y se vió en ese dia a Caraffa girar una visita solemne a Ias siete
iglesias."3 Tampoco ai emperador le gustó, pues por Io menos hubiera deseado
que se hubiese transferido ei ducado a su yerno Octavio, a quien también
pertenecía Camerino. 24 Dcjó pasar Io hecho porque necesitaba de Ia amistad dei
Papa, pero nunca consintió, pues conocía demasiado bien a Pier Luigi. Todos
"Quanto mas yva cl diclio [próspero suceso] adclantc, mas nos confirmávamos cn ercher que fuese
verdad Io que antes se havia savido de Ia intencion- y inclinacion de S. S., y Io que se dezia [cs]
que su fin havia sido pot embaraçar nos en Io que estávamos y dexarnos cn cllo con sus fines,
dcsiiíos y p'aticas, pero que, nunque pesasse a S. S. y a otros, esperávamos con Ia ayuda de N. S.,
aunque sin Ia de S. $., guiar esta impresa a bucn camino".
*» liromato, Vita di PaoJo IV, n, 222.
M Las ncgociacioncs sobre esto resultan claras Icycndo cl escrito de Mcndoza dei 29 de no-
vicinbrc de 1 547. El Papa dice haber dotado a Pier Luigi, porque esto fué Io que prefirieron los
cardenales: y "haviendo de vivir tan poço como mostrava su indisposición".
PAULO III 123
los hilos de Ia secreta trama de Ia oposición italiana los tenía ei hijo dei Papa
cn sus manos. No se pone en duda que supo de Ia acción de Fiesco en Gênova
y que auxilio en ei Po ai violento caudillo de los emigrados florentinos, Pietro
Strozzi, en un momento de peligro, después de su fracaso en ei ataque a
Alil.in, salvándolo. Hasta se sospechaba que tenía sus miras puestas en Milán. 25
Un dia ei Papa, que se sentia con buena estrella y seguro de conjurar todas
Ins tormentas que le amagaban, se hallaba en Ia audiência de buen humor:
contaba Ias buenas fortunas de su vida y se comparaba, en este aspecto, con cl
emperador Tiberio. En ese mismo dia, su hijo, a quien habían ido a parar todas
«us ganâncias, ei favorecido en verdad por su fortuna, era asesinado por unos
conjurados en Plasencia. 26
Los gibelinos de Plasencia, agraviados y excitados por Ias violências dei
l duque, que figuraba en Ia estirpe de los príncipes de mano dura de Ia época, y
que había tratado de sujetar a Ia nobleza, fueron los autores de su muerte; por
entonces todo ei mundo creía que Ferrante Gonzaga, gobernador de Milán, ha-
bia tomado parte en ei asesinato, 27 así que Io podemos dar por bueno. EI biógra-
I'i de Gonzaga, su secretario de confianza en aquellos dias, asegura, tratando de
cxculparlo, que ei propósito fué ei de hacer prisionero y no ei de matar ai
Farnesio.28 En algunos manuscritos encuentro Ia indicación —que no puedo
ituscribir sin más— de que ei emperador tuvo conocimiento de Io que se tramaba.
I " cierto es que Ias tropas imperiales se apresuraron a tomar posesión de Pla-
irncia, haciendo valer los derechos dei Império sobre Ia ciudad. En cierto sentido
[ern Ia réplica por Ia defección dei Papa en Ia guerra contra Ia Liga de Es-
•nalcalda.
La situación que se creó no tiene par.
Se creía saber que ei cardenal Alejandro Farnesio había dicho que no ha-
bía más remédio que matar a algunos ministros dei emperador y, como no cabia
| hncer uso de ia violência, había que buscar ei remédio en ei arte. Mientras los
•ministres tomaban sus precauciones para ponerse a salvo dei veneno, se prendió
• n Milán a unos bravucones corsos de los que se obtuvo Ia confcsión, no sé si
fnlsn o verdadera, de que habían sido comprados por los familiares dei Papa con
•ti objeto de asesinar a Ferrante Gonzaga. Lo cierto es que Gonzaga se encole-
[ri/ó cie nuevo. "Tenía —decía— que asegurar su vida como pudiera y no le
ipuiliba más remédio que deshacerse, por si o por otros, de dos o três de sus
fcimigos."M Mendoza opina que, en este caso, se asesinaría a todos los espa-
flnlcs de Roma, se incitaria secretamente ai pueblo y se trataria luego de excusar
ei liccho con Ia fúria incontenible dei populacho.
'-'K Gossclini, Vita di Fcrr. Gonzaga, p. 20. Scgni, Storie Fiorentine. p. 292.
"<> fVfcridoça aí Emperador 18 septiembre 1547: "Gasto Ia mayor parte dcl tempo [de aquel
tn contar sus felicidades y coinpaiarse 3 Tiberio imperador".
ü? Coniperturn habermis Fcrdinandum ase aurorem, dice cl Papa en ei consistorio. E.ttrait clu
htljijtoirc temi par N. S. Pcre, en un despaclio de Morvillicr, Vcnisc 7 sept. 1547. Ribicr, n, 61.
ÜH Gossclini, p. 45. Nè i'iniperarore nè D. Fernando, como di natiira niagnaniiiii, consentirono
alia morte dcl duca Pier Luigi Farnese, anzi fecero ogni opera di salvarjo comandando in
i.ililà a congiurati che vivo il fenessero.
21) Mendoça a/ Emp. "Oon Mcrnando procurara de asegurar su vida como mejor pudicre, hc-
nndo a parte dos o três de estos o por su niano o por mano de otros."
124 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Así de violenta era Ia enemistad dei Papa con ei emperador, así de estrecha
lu alianza con los franceses y tan grandes sus esperanzas; sin embargo, jamás
llegó a firmar ei acuerdo, nunca se decidió a dar ei último paso.
Los venecianos se asombran. "El Papa ha sido atacado en su dignidad,
ofendido en su sangre, despojado de ias porciones más preciadas de su patrimô-
nio; tendría que establecer esa alianza a cualquier precio, y, sin embargo, des-
pués de tantas ofensas, le vemos dudar y vacilar."
Por Io general Ias ofensas suelen provocar resoluciones extremas, pero hay
[caracteres en que esto no ocurre, que siguen calculando en ei momento en que
|ft sienten más profundamente heridos, no porque ei sentimiento de venganza sea
! menos fuerte en ellos, sino porque Ia conciencia que tienen de Ia superioridad
drl enemigo se sobrepone a todo. Domina en ellos ei cálculo que consiste en Ia
revisión dei futuro y Ias grandes contrariedades no les sublevan sino que les
E Bccn cobardes, taimados y débiles.
El emperador era demasiado poderoso para que pudiera temer algo serio
los Famesio. Prosiguió su camino sin reparar en ellos. Protesto de manera
llemne contra Ia sesión dei concilio en Bolonia declarando nulas de antemano
actas de los acuerdos. En el ano 1548 publico ei ínterim en Alemania. Y
inque ai Papa le pareció intolerable que el emperador prescribiera normas
fe y se quejó vivamente de que los bienes de Ia Iglesia fueran abandonados
tus actuales poseedores —ei cardenal Famesio aíiadía que veia en el Ínterim
siete a ocho herejías—,33 no por eso se inmutó el emperador. Tampoco en el
hunto de Plasencia dió su brazo a torcer. El Papa exigia el restablecimiento
Ia situación y el emperador afirmaba su derecho por parte dei Império. El
Pipa se refirió a Ia alianza de 1521 en Ia que se garantizaba esa ciudad a Ia
Je apostólica y el emperador aludió a Ia palabra "investidura", por Ia que
Império mantiene derechos soberanos. Replico el Papa que en este caso Ia
ilabra se tomaba en un sentido distinto dei feudal y el emperador ya no discutió
lis, pero declaro que su conciencia le prohibía devolver Plasencia.34
Con gusto hubiera el Papa acudido a Ias armas, y se hubiera alistado ai
de Francia, levantando a sus amigos y a su partido —en Nápoles, Gênova,
ena, Plasencia y hasta en Orbitello se notaba Ia agitación de sus partidários—,
• gusto también se hubiera vengado con un golpe inesperado, pero temia Ia
liperioridad dei emperador y, sobre todo, su influjo en Ias cuestiones eclesiás-
|cas; temia que se convocara un concilio que se declarara contra él e incluso
•Wttrc en paix pour quelque temps avec les Ang/ais, afin que n'estant en fant d'endroits empeché
I Vim» puiss/ez pJus íacilement erecurer vos desseins et entreprises pour ie bien puWic de Ia
^ttitílicnlé.
M "Hazer intender a V. M. como en el intetim ay 7 o 8 heregias". Mendoza 10 junio 1548.
Ias Letteie de/ commendarorc Annibal Caro scritre ai nome dei Cl. Farnesc, Ias cuales son re-
iinl.is en general con gran reserva, se encuentra (r, 65) un escrito ai cardenal Sfondrato referente
Ínterim en el que se dice que "el emperador había dado lugar a un escândalo en Ia cristiandad,
[que hubiera podido hacer algo mejor".
N "Lettcre dei Cardinal Famese scrite ai vescovo di Fano, nuntio all'impcratore Cario". Infor-
llioni politiche xix, y algunas instrueciones dei Papa y de Famesio, ibid., xn, revelan estas nego-
ones, de Ias que solo pude tratar los puntos más importantes.
126 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Ie depusiera. Dice Mendoza que Ia acción de los corsos contra Ferrante Gon-
zaga le habia insuflado todavia más miedo.
Sea como sea, ei caso es que supo contenerse y disimular su cólera. A los
Farnesio no les desagrado que ei emperador se apoderara de Siena, pues espe-
raban que se les entregaria como compensación de sus perdidas. Con esta ocasión
se hicieron Ias propuestas más extranas. "Si ei emperador se aviene —se dijo a
Mendoza—, ei Papa volverá a llevar ei concilio a Trento y no solo lo conducirá
a gusto dei emperador —por ejemplo, reconociendo soleninemente su derecho
sobre Ia Borgoría— sino que nombrará a Carlos V sucesor suyo en Ia Silla de
San Pedro. Pues —decían—, Alemania tiene un clima frio e Itália caliente y
para Ia gota que padece ei emperador los países calientes son más sanos." 35 No
quiero decir que pensaran en ello seriamente, ya que ei viejo Papa creía que
ei emperador moriría antes que él, pero vemos por qué caminos tortuosos, apar-
tados dcl curso ordinário de Ias cosas, orientaba ei Papa su política.
No escaparon a los franceses Ias negociaciones dei Papa con ei emperador.
Conservamos una carta dei condestable Montmorency, llena de indignación, en
Ia que habia claramente de "hipocresía, mentiras, de golpes traicioneros" que
los de Roma asestan ai rey de Francia.38
Finalmente, como ei derecho sobre Plasencia no solo se disputaba a su
casa sino también a Ia Iglesia, para hacer algo y por lo menos ganar un punto
firme en todo este altercado, decidió entregar ei ducado a Ia Iglesia. Era Ia
primera vez que emprendía algo contra ei interés de su nieto, pero no dudaba
que este lo aceptaría a gusto. Creía disponer de una indiscutida autoridad
sobre él y así habia hecho su elogio y manifestado su contento. Pero habia una
diferencia: en otras ocasiones habia perseguido siempre Ia ventaja patente de
su nieto mientras que ahora queria realizar algo que le perjudicaba.37 Quiso
evitar ei golpe de manera indirecta. Se le dió a entender que ei dia fijado para
ei consistorio era nefasto; ei cambio con Camerino, que se le daria en compen-
sación, significaria para Ia Iglesia una perdida, y se argumento con les motivos
utilizados por él en otra ocasión. Con todo esto no hacían más que demorar Ia
acción, pero no podían impediria: ei comandante de Parma, Camillo Orsino,
recibió Ia orden dei Papa de mantener Ia ciudad a nombre de Ia Iglesia y de
no entregaria a nadie, cualquiera que fuese. Después de esta declaración, que no
dejaba lugar a dudas, los Farnesio no pudieron contenerse. De ningún modo
querían dejarse arrebatar un ducado que les colocaba ep ei rango de los prín-
cipes independientes de Itália. Octavio intento apqderarse de Parma contra Ia
voluntad dei Papa, con astucia o con violência, y solo Ia habilidad y decisión
dei nuevo comandante hizo abortar Ia tentativa. Cabe imaginarse los sentimien-
tos que en ei ânimo de Paulo III provocaria este incidente. Su nieto, ai que
35 El caidenal Gambara hizo esta propuesta a Mendoza, con ocasión de una reunión secreta
cn una iglesia. Al menos dice "que havia scripto ai papa algo desto y no lo havia tomado mal".
30 "Le connestable au roy 1. Sept. 1548" (Ribier, n, 155). Le pape avec ses ministres VOUJ
ont /usques-icy usé de toutes dissimu/afions, /esqueíles ils ont depuis quelque temps voulu couvrir de
pur mensonge, pour en/ormer une vraye meschancetí, puisqu'// /aut que ;e J'appel/e ainsi.
37 También Dandolo asegura que estaba firmemente decidido. S. S. era ai tutto volta a res-
tituir Parma alia chiesa.
PAULO HI 127
había dedicado todas sus preferencias, por cuyo bien se había comprometido
nnte el mundo, se volvia contra él al final de sus dias. Ni siquiera ei fracaso
de su tentativa hizO cejar a Octavio. Escribió al Papa que si no volvia a reco-
brar Parma, celebraria Ias paces con Ferrante Gonzaga e intentaria conquis-
taria con Ias armas imperiales. Y, de hecho, Ias negociaciones cen el enemigo
mortal de su casa habían progresado mucho: fué enviado un correo al empe-
rndor con proposiciones secretas.88 El Papa se lamento de haber sido traicionado
por les suyos: sus acciones eran de tal índole que de ellas se seguiria Ia muerte
dcl Papa. Lo que le hirió más profundamente fué el rumor de que él tenía cono-
cimiento secreto de Ias maquinaciones de Octavio y también una parte en ellas
que estaba en flagrante contradieción con sus palabras. Dijo al cardenal de
Este que nada en su vida le había dolido tanto, ni Ia muerte de Pier Luigi ni Ia
Ocupación de Plasencia, pero que el mundo veria claramente cuáies eran sus
[intenciones.39 Le cabia el consuelo de que, por lo menos, el cardenal Alejandro
Furnesio no había participado en Ia conjura y se hallaba totalmente entregado
|ft él. Pero se dió cuenta poço a poço de que también él, que gozaba de toda su
(«onfianza y que tenía en sus manos el canamazo de los negócios, estuvo ente-
ndo dei asunto y en pleno acuerdo. Este descubrimiento le quebrantó. El dia
Me Ias animas (2 de noviembre de 1549) confio al embajador de Venecia su
imargo sufrimiento. Para distraerse un poço, se dirigió al dia siguiente a su Vigna
i n Monte Cavallo. No encontro reposo. Mando llamar al cardenal Alejandro,
lurgió Ia disputa y el Papa se enfureció de tal suerte que le arrebato a Alejan-
dro el capelo de Ias manos y se lo arrojo al suelo.40 La corte supuso que vendría
ii n cambio y que el Papa alejaría al cardenal dei gobierno de los negócios,
fpeno no pudo llegar a esto. Aquella violência de ânimo a los ochenta y três
[âftos pudo con él. En seguida se sintió enfermo, para morir a los poços dias: el
|I0 de noviembre de 1549. En Roma todo el mundo acudió a besar sus pies.
Era tan querido como ediado su nieto, y se le tuvo compasión porque había
•ufrido Ia muerte por causa de aquel a quien más servidos había rendido.
Í
dòn de abandonaria.
<S "Julius Papa III manu própria: Instruttione per voi Monsignor d'Imola con l'imperatore;
Átimo di Marzo" (Informar, polir., xn). También explica Ia razón de esta unión esrrecha: non
lf ilícito alcuno humano, ma perche vedemo Ia causa nostra esse con S. Mà Cesiiea in tutti li
brf e massimamente in quel/o delia religione.
«« "Al Cl. Crescentio 15 Abril 1552".
130 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
47 "Lettera dei Papa a Mendoza 26 Dec. 1551". (Inf. pol. xrx): "Sea dicho jin orgullo:
No nos cs mcnester ningún consejo, nosottos mismos pudiéramos dar conscjos; pero Io que cs
menester es ajuda".
48 "Al Cl. Crescentio 16 Gcnn. 1552". Exclama: non sara vero, non comportaremo mai,
prima lassaremo ruinare il mondo.
40 Vasari. Boissard habla de su extensión de entonces: occupat fere omnes col/es qui ab urbe
ad pontem Milvium protenduntur —describe su esplendor y cita algunas inscripeiones, p. e. honesta
voluptarier conetis fas honestis esto, y, sobre todo, Dehinc próximo in templo Deu ad divo Andreae
gratias agunto [yo entiendo, los visitantes] vitamque et saiu tem Júlio I/I Pontefici Máximo Baldui-
no ejus fralii et eorum íamiliae universae plurimam et aeternam precantor. Júlio murió ei 23 de
marzo de 1555.
JÚLIO III. MARCELO II 131
J IV
Muchas veces nos hemos ocupado de él. Es ei mismo que fundo Ia orden de
los teatinos, restableció Ia Inquisición y promovió tan energicamente en Trento
Ia consolidación dei viejo dogma. Si existia un partido que reclamaba Ia restau-
ración dei catolicismo en todo su rigor, Ia Silla de San Pedro estaba ocupada
ahora no por un miembro de ese partido, sino por uno de sus fundadores y
caudillos. Paulo IV contaba ya con setenta y nueve afios. Pero su mirada pene-
trante conservaba todo ei fuego de Ia juventud; era alto y delgado, de rápido
andar, todo nervio. Así como en su vida diária no se sometía a ninguna regia y
a menudo dormia de dia y estudiaba de noche —y jay dei criado que entrara
en Ia habitación sin que él hubiera llamado!—, también en Io demás se guiaba
dei impulso dei momento.68 Pero estos impulsos le orientaban según un sentir
formado a Io largo de su vida y convertido en segunda naturaléza. No parecia
conocer otro deber ni otra ocupación que ei restablecimiento de Ia vieja fe en su
esplendor antiguo. De tiempo en tiempo suelen formarse caracteres de esta clase,
con los que tropezamos todavia alguna vez. Han comprendido Ia vida y ei
mundo desde un solo centro y su tendência individual y personal es tan pode-
rosa, que todos sus puntos de vista se hallan completamente dominados por
ella; hablan sin descanso y conservan siempre cierta frescura; expresan sin césar
sus opiniones, que se van desenvolviendo en ellos con una espécie de fatalidad.
Adquieren máxima significación cuando vienen a ocupar un puesto en que su
actividad depende simplemente de su opinión, y ei poder y Ia voluntad coinci-
den. jQué no se podría esperar de Paulo IV, quien nunca; había guardado
contemplaciones y había impuesto siempre su oninión con extrema violência,
ahora que se hallaba en Ia cúspide! M El mismo estaba sprprendido dei lugar a
que había Hegado, pues nunca había hecho Ia menor concesíón a ningún car-
denal ni dejó sospechar en él más que un extremado rigor. Por eso no se creía
elegido por los cardenales, sino por Dios mismo, y llamado a cumplir sus in-
tenciones.55
58 "Relatione di M. Bernardo Navagcro (che fu poi cardinajc) alia Serma. Pepca. di Venetia
tomando di Roma Ambasciatore appresso dei Pontcfice Paolo IV 1558". Se encuentra en nume-
rosas bibliotecas italianas, y también en Ias Jnformatione po/ifiche. en Berlín. La complessione di
questo pontefice è colérica adusta; ha una incredibil gravita e grandczza in tutte ie sue azioni et
veramente pare nato ai signoreggiare.
54 Se puede suponer que su manera de ser no agradaba a todo ei mundo. En ei Copitoio ai re
di Francia, Aietino le desciibe dei modo siguiente:
Caraffa ipocrita infingardo
Che tien per coseienza spirituaie
Quando si mette dei pepe in sul cardo.
05 Relatione de/ Cimo. M. A/uise Mocenigo K. ritomato daila corte di Roma 1560. (Arch.
Venez.) Fu eietto pontefice contra i) parer e credere di ogn'uno e forse anco di se stcsso, coma
S. S. própria mi disse poço inanzi morissc, che non avea mai compiaciuto ad alcuno, e che se un
PAULO IV 133
r iana a dos frailes de Monte Cassino, para restablecer allí Ia decaída disciplina,
nstituyó una congregación para Ia reforma, comprendiendo três departamentos,
cada uno compuesto de ocho cardenales, quince prelados y cincuenta varones
doctos. Los artículos que habían de ser discutidos, y que se referían a Ia pro-
moción de cargos, fueron comunicados a Ias universidades. Como se ve, se puso
j u Ia obra con gran seriedad.56 Parecia que Ia tendência eclesiástica que hacía
ticmpo había ganado Ias zonas bajas, se apoderaba también dei Papado e ins-
[ pirata los desígnios de Paulo IV.
Pero había que preguntarse qué posición iba a tomar en los movimientos
I universales.
No es tan fácil cambiar Ias grandes direcciones adoptadas por una potência,
porque poço a poço se han fundido con su esencia propia.
Por ia naturaleza de Ias cosas, tenía que ser un àeseo dei Papado tratar de
•istraerse a Ia supremacia espanola y ahora era un momento en que ello volvia
u parecer posible. Aquella guerra que vimos surgir de Ia revuelta farnesina fué Ia
irás desdichada de Ias emprendidas por Carlos V. Se hallaba en apuro en los
Países Bajos; Alemania se había separado de él; Itália ya no le era fiel, y ni
llquiera podia confiarse en los Este y los Gonzaga. Él mismo se hallaba agotado
, y enfermo. De no pertenecer ai partido dei emperador, no sé si otro Papa hu-
['Dicra resistido ia tentación que Ia situación ofrecía.
Esta era especialmente fuerte para Paulo IV. Había visto a Itália con Ia
1'lx'rtad que gozo en ei siglo xv (había nacido en 1476) y su alma anoraba este
fecuerdo. Comparaba Ia Itália de entonces con un instrumento de cuatro cuer-
• l.r. bien acordado. Las cuerdas eran Nápoles, Milán, Ia Iglesia y Venecia, y
Blldecía Ia memória de Alfonso y de Ludovico ei Moro, "almas desdichadas
y perdidas —decía— cuya escisión destruyó esta armonía".57 A partir de enton-
ces los espanoies se a]zaron con ej senorío de Itália, situación a Ia que no pudo
•vtnirse. La familia Caraffa pertenecía ai partido francês y muchas veces había
tomado las armas contra los castellanos y catalanes; todavia en 1528 se ha-
bía aliado con los franceses y fué Pedro Caraffa quien aconsejó a Paulo III
<|ii<' se apoderara de Nápoles durante las révueltas de 1547. A este ódio parti-
flarista se vino a juntar otro. Caraffa había afirmado siempre que Carlos V
había favorecido a los protestantes por celos contra ei Papado y achaco ai empe-
t "Ir Ia culpa dei progreso de este partido.88 El emperador Io conocía muy
bien. Le expulso una vez dei Consejo formado para Ia administración de Nápo-
MrdinaJe gíí avea domancíafo quaiche grafia g/i avea sempre rísposto aHa ríversi rrè mti compacta-
lii/o, onde disse: io non sn come mi habbiano elerto papa e concludo che Iddio faccia Ij poiitefici,
»« Bromato, Vita dl Paolo ÍV, Lib. DC, J 2, J 17 (n. 224, 289).
B7 Infelici quelle anime di Alfonso d'Aragona e Ludovico Ouça di Milano, che fumo li primi
i t tuastarono cosi nobíl instrumento d'|ra/ia. En Navagero.
k
M "Memoriale dato a Annibale Rucellai Sett. 1555". (/nformat. pol. xxiv). Chiamava libe.
Minite Ia mi. S. Cesarc» /aurore di hiretíci e scismatici.
134 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
les y no permitió que llegara a tomar posesión de sus cargos eclesiásticos napoli-
tanos, y en alguna ocasión le pasó aviso a causa de algunas declamaciones suyas
en ei consistorio. Como puede imaginarse, Ia resistência de Caraffa se hizo con
esto más violenta. Odiaba ai emperador como napolitano y como italiano, y
también como católico y como Papa. Junto a su ceio reformadof, no conocía
más pasión que este ódio.
Apenas había tomado posesión dei pontificado —no sin cierto orgullo cuan-
do vió que los romanos le erigían una estatua por dispensarlos de ciertas tasas
e importar trigo, y cuando recibió, con ei fasto de una corte regida por aristocra-
tas napolitanos, Ias embajadas que se apresuraban a rendirle acatamiento—, y j
ya se vió enredado en mil disputas con ei emperador. Ya este se había quejado
ante los cardenales partidários suyos de Ia elección que había tenido lugar; sus
partidários celebraron reuniones sospechosas y algunos de ellos se apoderaron
en ei puerto de Civitavecchia de unos barcos que les habían sido arrebatados
por los franceses.59 El Papa entro en furor. Hizo prisioneros a los vasalios dei
emperador y a los cardenales de su partido que no pudieron huir, y confisco
sus propiedades. Pero no le basto esto. Celebro Ia alianza con Francia, por Ia que
Paulo III nunca había podido decidirse. Decía ei Papa que ei emperador pre-
tendia acabar con él por una espécie de fiebre espiritual; pero ahora se iba a j
decidir a un juego franco y queria libertar a Ia pobre Itália de Ia tirania de los
espanoles con Ia ayuda dei rey de Francia, esperando ver a dos príncipes fran-
ceses en Milán y Nápoles. Pasaba Ia larga sobremesa bebiendo ei negro y espeso
vino volcánico de Nápoles60 —ei Mangiaguerra— y despotricaba de Io lindo
contra esos cismáticos y herejes, condenados de Dios, casta de judios y marranos,
desperdícios dei mundo, y otras cosas por ei estilo que decía de los espanoles.81
Pero se consolaba con los versículos de Ia Biblia: caminarás sobre serpientes,
pisotearás leones y dragones; había llegado ei momento en que ei emperador
Carlos y su hijo recibirían ei merecido por sus pecados; él, ei Papa, iba a ser ei
ejecutor: libertaria a Itália. Si no se le escuchafca, si no se le queria hacer
caso, algún dia se diria que un viejo italiano, tan cerca^de Ia muerte que le
hubiera sido mejor descansar y prepararse a bien morir, tuvo planes tan subli-
mes. No es menester examinar ai detalle Ias negociaciones que llevó a cabo
69 "Instruttioni e lettere di Monsignor delia Casa a nome dei Cl. Caraffa, dove ti contiene
d principio delia rottura delia guerra fra papa Paolo IV a l'iniperatore_Carlo V 1555". También I
en Ias fnformat. po/., 24.
80 Navagero: L'ordine suo è sempre di mangiare due volte ü" giorno: vuol esser servito mo/to
delicatamenle, e neJ principio de/ ponteficato 25 piatti non bastavano: bebe molto piu di quel/o che
mangia: il vino è potente e gagliardo, negro e tanto spesso che si polria quasi tagliare, dimandasi
mangiaguerra, che si conduce de/ regno di Napoli: dopo pasío sempre beve ma/vagia, che i suoi
chiamano iavarsi i denti. Stava a mangiare in publico come g/i a/tri pontefici sino a/J'u/tima ,
indisposilione, che /u riputata morta/e quando perdette Vappetito: consumava qua/che volta tre hore
di tempo dal sedeze ai /evarsi da mensa entrando in varii ragionamenti secondb /'occasione ef usando
mo/te volte in que/ ímpeto a dir mo/te cose secrete d'importanza.
«l Navagero: Mai par/ava di S. Ma. e de/Ja natione Spagnoia; che non g/i chiamassa cretici,
scismatici e maledetti da dio, scme di Giudei e di Mori, feccia de/ mondo, dep/orando )a miséria
d"ira/ia, che fosse asfretra a servire gente cosi ad/etfa e cosi vi/e. Los despachos de los embajadorej
franceses estin llenos de tales manifestaciones violentas, por ejemplo los de Lansac y de Avançon.
(Ribier, n, 610-618.)
PAULO IV 135
inspirado por estas ideas. Cuando los franceses, a pesar de un acuerdo convenido
um cllos, llegaron a un armistício con Espana,62 envio a Francia a un sobrino
luyo, Carlos Caraffa, que consiguió atraerse a los diferentes partidos que se
disputaban ei poder —los Montmoiency y los Guisa— y a Ia esposa y Ia amante
dei rey, para provocar una nueva ruptura de hostilidades.63 En Itália logro un
tudo aliado en ei duque de Ferrara. Se pretendia un cambio completo de Ia
lituación italiana. Los refugiados florentínos y napolitanos pululaban por Ia cu-
ii.i. pues parecia llegado ei dia de su triunfo. El fiscal pontifício formulo una
tcusación contra ei emperador Carlos y ei rey Felipe que implicaba una exco-
iiniiiión de estos dos monarcas y una dispensa a sus súbditos dei juramento de
fidelidad. En Florencia se afirmaba tener Ias pruebas de que también Ia casa
de los Médicis estaba condenada a Ia perdidón.64 Todos se aprestaban a Ia
guerra y se ponía una vez más en cuestíón ei curso íntegro dei siglo.
Pero jqué camino más distinto dei que se esperaba tomo ei Papado! Los
[impérios reformadores se pospusieron a los guerreros y estos trajeron consigo
resultados bien contrários.
Se vió a quien había condenado con ei mayor ceio, y hasta con propio
peligro, ei nepotismo como cardenal, entregarse de Ueno a él como Papa. Su
Sobrino, Carlos Caraffa, que había llevado siempre una vida bárbara y escan-
dalosa de soldado65 •—ei mismo Paulo IV deda que su brazo estaba manchado
de sangre hasta ei codo— fué hecho cardenal. Carlos había encontrado mane-
ia de captar ai débil anciano: se habia dejado sorprender implorando ante un
11 iu-ifijo con muestras de desesperado arrepentímiento.'* Pero Io decisivo fué
I que ambos coincidian en ei mismo ódio. Carlos Caraffa, que habia servido a Ias
Ordenes dei emperador en Alemania, se quejaba de que este le habia pagado
con su desvio. El hecho de que se le arrebatara a un prisionero por ei que espe-
iiba un gran rescate y de que no hubiera podido tomar posesión de un priorato
tn Malta para ei que ya estaba nombrado, le colmaron de rencor y de deseos de
Venganza. Esta pasión suplía ante ei Papa a todas Ias virtudes. No sabia como
•nsalzarlo y aseguraba que jamás Ia Sede apostólica habia dispuesto de un
aarvidor más capaz. No solo le cedió Ias sumas de los negócios seculares, sino
también de los espirituales, y vió complacido que se consideraba a su sobrino
como ei donante de Ias mercedes que se distribuian.
De sus otros dos sobrinos no hada ei Papa gran caso, hasta que coinddie-
II Muy característica es Ia descripeión que hace Navagero de Ia incredulidad que mostraron
|1 principio los Caraffa. Domandando io ai pontefice et ai Cl. Caraffa, se havevano awiso alcuno
dflle rregue [de Vaucelles], si guardorno I'un 1'altro ridendo, quasi volícssero dire, si como mi
dliie anche apertamente il Pontefice, che questa speranza dí tregue era assai debole in lui, e non-
dimeno verme I'awiso il giorno seguente, il quale si come consolo tutta Roma cosi diede tanto
tffvaglio e tanta moléstia a! papa et ai cardinaíe che noa Io poterono dissimulare. Diceva il papa
lhe queste rregue sarebbero Ia ruína dei mondo.
• I Rabutin, "Mémoires", Collect. univer»., t. 38, 358. Principalmente Villars, "Mémoires",
PU., t. 35, 277.
«« Cussoni, Relatioue di Toscana.
08 Babon, en Ribier, u, 745. Villars, p. 255.
•• Bromato.
136 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
ron con Ia hispanofobia dei tio. 67 ^Quién hubiera esperado Io que hizo? Declaro
que con frecuencia se habia desposeído de sus castillos a los Colonna, perpétuos
rebeldes contra Dios y Ia Iglesia, pero que no se habia sabido conservados, y
que ahora los encomendaria a vasallos suyos que los supieran defender. Los
repartió entre sus sobrinos, nombrando ai mayor conde de Pallianó y marques
de Montebello ai más joven. Los cardenales guardaban silencio y miraron ai
suelo cuando ei Papa les manifesto su voluntad. Los Caraffa abrígaron los
proyectos más atrevidos. Las hijas habrían de entrar en Ia família, si no dei rey
de Francia, por Io menos dei duque de Ferrara. Los hijos esperaban apropiarse
por Io menos de Siena. Alguien que bromeaba sobre ei gorro incrustado de
pedrerías de un hijo de Ia casa, recibió Ia corrección de Ia madre de los sobrinos
dei Papa: era ei momento de hablar de coronas. 68
De hecho todo dependia dei êxito de Ia guerra que acababa de estallar y
que no presentó muy buen cariz desde un principio.
Después de aquella acusación dei fiscal, ei duque de Alba pasó dei domí-
nio napolitano ai de Roma. Le acompanaban los vasallos dei Papa, que se daban
cuenta de Ia situación. Nattuno expulso Ia guamición pontifícia y llamó a los
Colonna. Alba ocupo Frosignone, Anagni, Tívoli en Ia montaria, Ostia en Ia
costa, y cerco a Roma por ambos lados.
El Papa confio ai principio en sus romanos. Él personalmente, habia pasa-
do revista a las tropas. Desde Campofiore, pasando por delante de Sant'Angelo,
que saludaron con salvas, llegaron a Ia plaza de San Pedro, donde estaba ei
Papa a Ia ventana con sus sobrinos. Componían 340 filas de arcabuceros, 250
de picas, cada fila de nueve hombres, bien equipados, ai mando de nobles
capitanes; cuando los abanderados pasaron por delante, ei Papa dió su bendi-
ción. 69 Todo parecia muy bonito, pero estas gentes no eran muy aptas para
defender Ia cíudad. Cuando se supo que los espafioles se encontraban tan cerca,
bastaba un falso rumor, un grupo de jinetes, para que se produiera tal confusión
que no habia manera de encontrar a nadie en su puesto. El Papa tuvo que bus-
car otro apoyo. Pietro Strozzi le llevó las tropas fjue habían servido en Siena,
rescató Tívoli y Ostia y alejó ei peligro inmediato.
Pero era una guerra extraria.
En ocasiones parecia como si las ideas, que mueven los acontecimientos,
que constituyen los fundamentos ocultos de Ia vida, se enfrentaran visiblemente.
En un principio, ei duque de Alba pudo haberse apoderado de Roma
sin gran dificultad; pero su tio, ei cardenal Giacomo, le recordo ei mal fin que
tuvieron todos los que habían tomado parte en ia conquista de Ia Cíudad
Eterna por ei condestable de Borbón. Como buen católico, ei de Alba condujo
Ia guerra con extrema prudência: combatia ai Papa pero sin césar de venerarle y
solo queria arrebatarle Ia espada de las manos; no tenía ei menor deseo de ganar
«7 Ertractuí processus Cardinalis Caraffae. Simíliter dux Palliani deponit, quod donec se decla-
ravit contra imperiales, papa eum nunquam vidif grato vuJtu et bono óculo.
«8 Bromato. J", 16- u. 236. Literalmente: non esser quel tempo da parlar di berette, mj
di corone.
69 Diário di Cola Calleine Romano dei rione di Trastevere dall'anno 1521 fino alfanno
1562. MS.
PAULO IV 137
tenía que temer ningún movimiento mientras fuera ei más fuerte en ei país.
En ei parlamento de nobles recibió un importante donativo; Ia reina Bona de
Polônia, de vieja estirpe aragonesa, que había llegado hacía poço con muchas
riquezas a su ducado de Bari, y que odiaba cordialmente a los franceses, puso
a su disposición médio millón de escudos; se aduenó también de los dineros
eclesiásticos que tenían que ir a Roma y hasta echó mano dei oro y Ia plata
de Ias iglesias y de Ias campanas de Benevento.72 Pudo fortificar todas Ias plazas
napolitanas y todos los puestos fronterizos romanos que estaban en su poder,
y juntar, ai viejo estilo, un. considerable ejército de alemanes, espafioles e ita-
lianos. Formo también centúrias napolitanas ai mando de Ia nobleza. Civitella
fué defendida valientemente por ei conde Santafiora, que había movido a los
habitantes a participar en Ia batalla y que rechazaron un asalto.
Mientras ei reino de Nápoles resistia de esta manera y no mostraba sino
lealtad por Felipe II, dei lado de los atacantes se produjeron vivas disensiones
entre franceses e italianos, entre Guisa y Montebello. Guisa se quejaba de que
ei Papa no cumplía ei tratado celebrado con él ni le prestaba Ia ayuda prometida.
Cuando ei duque de Alba apareció con su ejército en los Abruzos a mediados de
mayo, considero Guisa conveniente levantar ei sitio y repasar ei Tronto. La
guerra se traslado de nuevo a terreno romano.
Era una guerra en que se avanzaba y retrocedia, en que se ocupaban ciu-
dades y se volvían a perder, pero una vez conoció una batalla de importância.
Marco Antônio Colonna amenazaba a Palliano, que le había sido arrebata-
da por ei Papa, y Giulio Orsino acudió con víveres y tropas de refresco. I Iabían
llegado a Roma 3,000 suizos, bajo ei mando de un nativo de Unterwalden. El
Papa los recibió con alegria, regalando a sus capitantes cadenas de oro y títulos
de nobleza. Hablaba de Ia legión de ángeles que le había enviado Dios. Giulio
Orsino acaudilló estas tropas y algunas orras italianas de a pie y de a caballo.
Marco Antônio le cerro ei paso. Fué una batalla ai estilo de Ias que conocieron
Ias guerras italianas entre 1494 y 1531. Tropas pontifícias e imperiales, un Co-
lonna y un Orsino; como tantas veces, a los suiabsse enfrentaron los lansque-
netes alemanes bajo ei mando de sus últimos caudillos de^ama, Caspar von Felz
y Hans Walter. Una vez más los viejos enemigos luchaban por un asunto en
que les iba bien poço, pero no por eso dejaron de pelear con su proverbial bra-
vura.73 Por último, àicen los espafioles, Hans Walter, grande y fomiào como
un gigante, se arrojo en médio de una companía de suizos con Ia pistola en una
mano y Ia espada en Ia otra, cayendo sobre ei abanderado, dei que se deshizo
de un disparo ai costado y un poderoso tajo en Ia cábeza; toda Ia companía se
arrojo sobre él, pero sus lansquenetes acudieron a tiempo. Los suizos fueron
totalmente derrotados. Sus banderas, en Ias que en grandes letras se leia "De-
fensores de Ia fe y de Ia Santa Sede", mordieron ei polvo. Su jefe no pudo
volver a Roma más que con dos de sus once capitanes.
72 Giannone, ístoria di Napoli, Lib. xxxin, cap. i. No solo Gosseimi, sino también M.im-
brino Rosco, DeJ/e historie dei mondo, Lib. vn, iclatan esta guerra detalladamente y con buenai
fuentes; otros atribuyen a Ferrante Gonzaga gran parte en Ias hábiles medidas que tomo Alba.
73 Las circunstancias particulares de este pequeno encuentro Ias tomo de Cabrera, Don Felipe
Segundo, Lib. ra, p. 139.
PAULO IV 139
vez a Paulo IV y podemos imaginar Io penoso que seria para él. Alguien habla-
ba de Felipe II como de un amigo y ei Papa exclamo: "jSí, mi amigo, ei que
me ha tenido sitiado y ha buscado mi perdición!" Frente a extranos Io comparo
un dia con ei hijo pródigo dei Evangelio, pero en ei seno de lá\ confianza
ensalzaba a aquellos Papas que habian pretendido hacer emperadores a los
reyes de Francia. 78 Su ânimo seguia siendo ei mismo, pero Ias circunstancias
le acosaban: ya no tenía nada que esperar y no digamos que emprender, y
hasta ei lamentarse debía hacerlo en secreto.
Es inútil tratar de resistir a Ias consecuencias de los acontecimientos col-
mados. Después de cierto tíempo, repercutíeron sobre Paulo IV con un efecto
que es de Ia mayor importância Io mismo para su gestión que para ei cambio
operado en su caracter.
Su nepotismo no se basaba en ei egoísmo familiar que distinguió a Papas
anteriores, ya que favoreció a sus sobrinos porque apoyaran su batalla contra
Espana y los consideraba como sus naturales auxiliares en ia contienda. Como
había terminado esta. desapareció su interés por ellos. Sobre todo si no ha |
sido ganada en forma muv legal, cualquier posición destacada tiene necesidad
de êxitos. El cardenal Caraffa. pensando sobre todo en ei interés de su casa
por conseguir Ia compensación por Ia perdida de Palliano. aceptó una cmba-
jada ante Felipe II. Al volver de ella sin haber obtenido gran cosa. se vió como
ei Papa le trataba cada vez con mayor frialdad. Pronto no le fué posible ai
cardenal disponer dei séquito de su tio como hasta entionces, reservando ei acce-
so a los amigos íntimos. A oídos dei Papa llegaron también malediceneias que
pudieron reavivar Ias impresiones penosas de tiempos pasados. El cardenal
enfermo una vez y ei Papa le visito inesperadamente; se encontro con unos
cuantos indivíduos de Ia peor fama. "Los viejos son desconfiados —dijo— me
he dado cucnta de cosas que me abren de nuevo los ojos." Como vemos, bas-
taba Ia menor chispa para que estallara ei incêndio. Un suceso insignificante
Io provoco. En ei Afio Nuevo de 1559 se produjo un tumulto callejero en ei
que un joven cardenal. ei favorito de Júlio III, cardenal Monte, había sacado
ei punal. El Papa Io supo a Ia manana siguiente y le disgustó que su sobrino
no le hubiera dicho una palabra. Espero unos dias y, por fin, dió rienda suelta
a su cólera. La corte, ya por otra parte impaciente a Ia espera de câmbios, se
alborozó con este signo de desgracia. El embajador florentino, que había sido
ofendido mil veces por Caraffa, se apresuró a ir ai Papa con Ias más amargas
quejas. La marquesa delia Valle, también una parjente, a Ia que no se quiso
permitir Ia entrada, encontro ei médio de colocar en ei breviario dei Papa un
billete en que se contaban algunas acciones feas de los sobrinos: "Si su Santí-
dad desea conocer más detalles, escriba su nombre debajo"; Paulo IV firmo
y es de suponer que no faltarían Ias informaciones. Con ei ânimo tan mal dis-
puesto acudió ei Papa ei 9 de enero a Ia reunión de ia Inquisición. Habló
7» "I/cvcsqne iVAngoulesme au roy 11 Juin 1558", Ribier, n, 745. El Papa habría dicho:
que votis Sire rTcstiez pas pour degenerer de vos predecesseurs, qui avoient toujouts este conserva-
teurs et defcnsetirs de ce Saint siege, comme au contraire que /e roy Philippe tenoit de race de te
vou/oir rainer et confondre entierement.
PAULO IV 141
otros asuntos. "En médio de câmbios tan repentinos —se decía de él— de nue-
vos ministros y servidores, se mantiene firme, obstinado e inflexible; no siente
compasión alguna y parece como si no conservara recuerdo algumo de los su-
yos." Ahora se entregará a otra pasión muy distinta. \
Este cambio tiene una importância definitiva. El ódio contra los espa-
fioles, Ia idea de poder convertirse en ei libertador de Itália, habían conducido
a Paulo IV a empresas seculares, a otorgar a sus familiares territórios de Ia
Iglesia, a promover a soldados suyos a Ia administración de negócios eclesiás-
ticos, a enemistades y a derramamientos de sangre. Los acontecimientos le
obligaron a renunciar a estas ideas y a sofocar aquel ódio y así, poço a poço,
se le fueron abriendo los ojos a Ia conducta reprobable de sus familiares y se
desentendió de ellos con un sentido justiciero vehemente, después de una
fuerte lucha interior. Desde ese momento volvió a sus viejas intenciones de
reformador y empezó a gobemar como se sospechó ai principio que empezaría
gobemando. Y con ia misma pasión con que había llevado ia enemistad y ia
guerra condujo Ia reforma dei Estado y, más que nada, de Ia Iglesia.
De arriba abajo, los negócios seculares se encomendaron a manos nuevas.
Perdieron sus puestos los viejos Podestà y gobernadores. Tal como se llevó
a cabo este cambio no dejó de tener, en ocasiones, algo de extraordinário. En
Perugia, ei nuevo gobemador se presentó de noche y convoco a los Ancianos,
sin esperar ai dia, les mostro sus credenciales y les ordeno prender inmedia-
tamente ai gobemador antiguo, que se hallaba presente. Desde tiempos inme-
moriales fué Paulo IV ei primer Papa que rigió sin familiares. En su lugar
encontramos los cardenales Carpi y Camillo Orsino, que ya con Paulo III
habían gozado de mucha influencia. Con ei cambio de personas entro tam-
bién un cambio en Ias maneras y sentido dei gobiemo. Se ahorraron sumas
considerables y se rebajaron los impuestos. Se instalo un buzón, cuyas llaves
guardaba ei Papa y en ei que cada persona podia depositar sus quejas. El
gobemador hacía comunicaciones diárias. Se administro con ei mayor escrú-
pulo y sin ninguno de los viejos abusos. -
Áunque ei Papa, entregado a otras empresas, no había perdido nunca de
vista ia reforma de Ia Iglesia, ahora se dedico a ella con toda su alma y sin)
otra preocupación por delante. Introdujo una mayor disciplina en Ias iglesias;
prohibió toda mendicidad, hasta Ias limosnas recogidas por los sacerdotes para
Ia misa; suprimió Ias imágenes impropias. Se grabó un mcdalla con su efígie
y con Cristo arrojando a los mercaderes dei templo, pesterró de Ia ciudad y dei
Estado a los frailes que habían abandonado ei convento. Obligó a Ia corte
a observar ordenadamente los avunos y a celebrar Ia Pascua con Ia comunión.
Hasta los cardenales tuvieron que predicar de vez en cuando. También él
predico. Trato de extirpar muchos abusos de caracter lucrativo. Nada quiso
saber de dispensas matrimoniales ni de su precio Toda una serie de puestos,
que hasta entonces habían sido vendidos, entre ellos los Chiericati à% Carne
d'alcune attioni piu notabili nel pontificato di Paolo IV 1'anno 1558 sino alia sua morte" [desde
ei 10 de Sept. de 1558], que no conoce ninguno de los dos primeros autores y que, siendo piuducto
de obsetvaciones personalcs, me ofreció nuevas informaciones.
PAULO IV 143
I
En muchos de sus decretos se reconocen los rasgos de los ordenamientos a
que más tarde había de otorgar su sanción ei concilio de Trento.83
Como era de esperar, también en esta dirección mostro aquel caracter
inflexible que era su natural.
Entre todas Ias instituciones favoreció a Ia Inquisición, que había restau-
lido. Muchas veces dejó pasar los dias destinados a Ia signatura y al consis-
Orio, pero jamás los jueves en los que se reunia ante él Ia congregación de Ia
nquisición. Queria en estos asuntos mano firme. Le sometió nuevos delitos
] le otorgó ei derecho cruel de aplicar Ia tortura para ei descubrimiento de los
«ómplices. En él no había excepción de personas y Ias gentes más encopetadas
ueron llevadas ante ei tribunal: cardenales como Morone y Foscherari, que
labían sido empleados antes para examinar ei contenido de libros importantes
"mo, por ejemplo, los Ejercicios espiritucdes de Ignacio, fueron llevados a
prisión porque ei Papa empezó a dudar de su ortodoxia. Instituyó Ia fiesta de
•nto Domingo en honor de este gran inquisidor.
De esta suerte fué prevaleciendo en ei Papado Ia dirección religiosa ri-
gurosa y restauradora.
Paulo rV pareció olvidar que había tenido otras preocupaciones. El re-
Clierdo de los tiempos pasados había desaparecido en él. Vivia entregado a Ias
Informas y a Ia Inquisición; dictó leyes, encarceló gentes, excomulgó y presidio
iiiiins de fe. Finalmente, cuando le postró Ia enfermedad —una enfermedad
• u c también hubiera acabado con Ia vida dè un hombre joven— llamó a los
Mirdenales, encomendo su alma a sus oraciones, y a su cuidado Ia Santa Sede
M Caracciolo, Vita di Paolo IV, MS. los menciona particularmente. El Papa dijo: che simiJi
QlUài d'amministratione e di giustitia conveniva che si dassero a peisone che ii facessero, e non
^ ^ M t r l i a chi avesse ocassion di volerne cavare il suo danaro.
I »» Bromato, n, 483.
i M Mocenigo, Relatione di 1560. Nelíi officii divini poi e nelle ceremonie procedeva questo
I p , l , e ' ' c e c o n • s n t * graviti e devotione che veramente pareva degnissimo vicario di Gesu Christo.
I H*"e cose poi delia religione si prendeva tanto pensiero et usava tanta diligencia che maggior non
^ P poteva desiderare.
i •» Mocenigo: Papa Paolo IV andava continuamente facendo qualche nova determinatione e
•Forma, e sempre diceva preparare altre, acciò che restasse manco occasione e menor necessita di /ar
144 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO JT.VT
r
"T Vivia entonces entregado a estas ideas. Publico su bula: "Rcscissio alienationum" (Bnlh-
, ív, 4, 319) en Ia que anulo todas Ias enajenaciones de los antiguos bienes de Ia Iglesia en
ml.
*>n También Goodwin, Annalei AngJiae, etc., p. 456.
146 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
5) Pio IV
cuenta que cierto dia, en un banquete de cardenales, Alejandro Farnesio
tregó una corona a un muchacho que improvisaba con Ia lira para que se Ia
nitiera a aquel de los presentes que iba, ei primero, a ser Papa. El muchacho,
)vio Antônio, más tarde varón famoso y cardenal, se acerco a Giovanni Ângelo
heis v le dedico ia corona cantando sus alabanzas. Este Médicis fué ei
cesor de Paulo con ei nombre de Pio IV. 94
04 Nicius Erythraeus cuenta esta anícdota cn ei artículo sobre Antoniano: Pínacotheca, p. 37.
Pftnibién Mazzucnelli Ia repite. La elección tuvo lugar ei 26 de diciembre de 1559.
148 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
t proccdcre per 1'ordmano con tanto rigore contra gl'inquisiti, e che si hscia intendera che piu
piaceria che usassero tcrmini da cortese genti/uomo che da /rate severo, non di meno non ardisce
«on vuolc mai opponersi ai giudicii loro.
150 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
I
la Europa. Y hasta para él mismo era urgente tal medida, puesto que los
nceses amenazaban con un concilio nacional que facilmente podia provocar
mi Son las Nocfes Vaticanae, las que menciona Glussianus, Vita CaroJi Borromei, i, iv, 22.
102 Mula: 4 de febrero de 1561. Pio le rogo de dar ei informe: che havemo animo d» sfare
puce, e che non sapemo niente di questi pensieri dei duca di Savoia, e ei maravigfiamo che vada
rando qiiestc cose: non è lempo da fare 1'impresa di Ginevra ne da far gencraii. Scrivete che
no constanti in questa opinione di star in pace.
152 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
un cisma. Pero, a decir verdad, tengo que anadir que, además de todas estas
circunstancias, existia su buena voluntad. Escúchese como se expresa: "Que-
remos ei concilio, Io queremos sin duda, Io queremos todos. De no quererlo
podríamos escudamos ante ei mundo con mil dificultades, pero más bien nues-
tro deseo es acabar con ellas. Hay que reformar Io que tiene que ser refor-
mado, también en nuestra persona y en nuestras propias cosas. Si albergamos
alguna otra intencíón que Ia de servir a Dios, que Él nos castigue." A menudo
parece como si los príncipes no le apoyaran Io bastante para una empresa de
tal envergadura. U n a manana ei embajador veneciano le visita en su lecho,
donde se hallaba postrado por Ia podagra; le encuentra ocupado con sus pen-
samientos. "Tenemos buenas intenciones —exclama— pero estamos solos."
"Me dió compasión —dice ei embajador—, verle en Ia cama y escuchar Io que
decía: estamos solos para sostener una carga tan pesada." Pronto se puso manos
a Ia obra. El 18 de enero de 1562 se reunieron tantos obispos y delegados en
Trento que se pudo reanudar de nuevo ei dos veces interrumpido concilio.
El Papa tuvo Ia mayor intervención en ello. "Es cierto —dice Girolamo Soran-
zo, que no estaba ai lado dei Papa— que Su Santidad mostro en ei asunto
todo ei ceio que se podia esperar de un tan gran pastor y nada ha descuidado
que pudiera conducir a una obra tan santa y necesaria."
I
6 ) Las últimas sesiones dei Concilio de Trento
(
jCómo había cambiado ia situación dei mundo desde Ia primera convocatória
dei Concilio! El Papa no tenía que temer ahora que un emperador poderoso
utilizara Ia rcunión para dominar ai Papado. Fernando I no poseía poder alguno
en Itália. Tampoco había que temer errores graves sobre puntos esencialcs dei
dogma. 103 Como ya se había puesto de manifiesto en las primeras sesiones,
c-1 dogma, aunque no formulado por completo, dominaba ya sobre una gran
parte dei mundo católico. No era posible pensar seriamente en una unificación
con los protestantes. En Alemania habían adquirfBo una jrosición muy fuerte,
de Ia que no era posible desalojados; en ei Norte, Ia nueva orientación religiosa
se había fundido con ei poder estatal y Io mismo estaba ocurriendo en Ingla-
terra. El Papa, ai declarar que ei nuevo concilio no era más que una conti-
nuación dei anterior y ai acallar las vocês que se levantaron en contra de este
critério, renuncio a tales esperanzas. ^Cómo podían los protestantes libres
adherirse a un concilio cuyas resoluciones anteriores habían condenado ya los
artículos más importantes de su credo? " , 4 Con esto Ia eficácia dei Concilio
se limitaba de antemano ai mundo, tan consíderablcmente disminuído, de las
naciones católicas. Su propósito tenía que concentrarse en componer las dife-
10» Así considero Fernando I ei asunto. "Litterae ad Icgatos 12 Aug. 1562", en Lc Plat:
Monum. ad. Iiisí. cone. Tridenfini, v. p. 452. guiei eniin attinct —disquírere de Jiis dogmatibus, de
quibus apud omites non solum príncipes, vertim criam privatos homines catliolicos, nu//a mine
penitus existit disceplario?
104 La cansa principal dei escrito de recusación de los protestantes: Causae cur ciccíores prín-
cipes aiiiqiie Aiigusíanac confessioni ndjimcti status recusent adirc concibum. Le Plat, iv. p. 57.
Dcstacan ya cn cl primer aviso las palabras omni supensioiie subiara. Rccucrdan Ia condenación que
sufrieron anteriormente sus princípios y explican ai detallc quae maJa sub ca confirmatione lateant.
pio iv 153
tencias surgidas entre estas naciones y Ia suprema autoridad eclesiástica, en
formular ei dogma en algunos puntos que no habían sido fijados todavia, y
MIIHC todo, en dar término a Ia reforma interior ya iniciada y prescribir normas
disciplinadas de caracter general.
Pero también esta tarca se mostro muy dificultosa y pronto se originaron
|us más vivos altercados entre los teólogos allí reunidos.
Los espanoles plantearon Ia cuestión de si Ia obligación de residência de
(bispos en sus diócesis era de derecho divino o solo de derecho eclesiástico.
• I t c í a una disputa ociosa puesto que, por todas partes, se reclamaba ei deber
residência. Pero los espanoles sostenían de una manera general que ei poder
.copai no era emanación dei poder papal, como se pretendia en Roma, sino
su origen descansaba inmediatamente en Ia institución divina. Con esto
on en ei nervio de toda Ia organización eclesiástica. Aceptado ese principio,
mbiera restablecido Ia independência de Ias potestades eclesiásticas subal-
las, cuya dominación habían cuidado tanto los Papas. Estando en Io más
» de Ia discusión, llegaron los delegados dei emperador. Sorprendcn los
tulos que presentan. "También ei Papa —reza uno— tiene que humillarse
iiendo ei ejemplo de Cristo y someterse a una reforma en su persena, en su
go y en su cúria. El concilio debe reformar ei nombramiento de los carde-
:s y ei cónclave." Fernando solía decir: "Si los cardcnales no son buenos
no van a elegir un buen Papa?" Para Ia reforma pretendida por él queria
•U<* sirviera de base ei proyecto dei Concilio de Costanza, que allí no pudo
•evarse a efecto. Las resoluciones debían ser preparadas por Ias diputaciones
l e las diferentes naciones. Además pedia: que se autorizara Ia comunión cn
dos espécies y el matrimônio de los clérigos; dispensa dei ayuno para algunos
sus súbditos; institución de escuelas para los pobres; depuración de los bre-
Vlurios y santorales; un catecismo inteligible; himnos religiosos en alemán; re-
farma de los conventos, entre otras cosas "para que sus grandes riquezas no se
PMplcaran de manera tan desastrosa".105 Como vemos, proposiciones todas muy
105 Pallavicini, xvir, i, 6, omite casi por completo estos postulados. Son molcstos para él.
I ii efecto, nunca han sido conocidos cn su forma autêntica. Los tenemos ante nosotros en três
nliuliis. Un extracto se encuentra en P. Sarpi, Lib. vi, p. 325, e, idénticamente, aunque en latín,
Kainaldi y Goldast; un segundo, más extenso, cn Bartolomé de Martyribus, el tercero, más
pleto, cn Schelhorn. No concuerdan bien. Mc he atenido a Io que se encuentra en Schclhorn.
i (|uc cn las ediciones anteriores hubiesc sido muy deseablc una información de Viena, y una tal
ii| nación se encuentra justamente aliora en Ia gran colección de documentos para Ia historia dei
(•un [lio de Trento, de Sickel, y cn un artículo que Io completa en el tomo 45 dcl Archiv fiir
dilinc/i. gesch. Por las actas icproducidas allí dcl gabinete dei emperador Fernando I conocemos
lii npmión moderada, acertada, de este príncipe, de acuerdo con las tendências alemanas gcnerales.
l i primera instrueción a sus embajadores en Trento, dei 1° de encro de 1562, tal como está escrita,
.mu lioy Ia atención. Es esta trabajo dei vicecanciller Seld, ayudante dcl emperador y muy
llilhil cn el maneio de Ia pluina. Pero tampoco esta instrueción contienc Io que buscamos, que es cl
lliiin.iili) "libelo de reforma" de Fernando, un proyecto que fué resultado de muclias consultas, y
()MP contienc Io que ya hcnios leído en Shclhorn. No se creyó necesario repctirlo por entero, sino que
I líiivtii Ia indicación de las diferencias poço importantes con respecto ai manuscrito autógrafo. Sickel
Um li.ibla con ceio cscrupuloso, en el artículo citado, sobre su origen. Be cllo resulta que Io misino
i|in li instrueción primera, también cl libelo de reforma lia de considerarse como manifiesto dcl
|iiiiil.i medio, pero católico aún, que insistia cn una aproximación a los protestantes en Alemania.
También se han utilizado los proyccros de Jnlio Pflug. Su cnnteniclo será importante para
lb> épocas posteriores a esta, c incluso, si no nos equivocamos, para hoy dia.
154 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVI
I
I, por el contrario, es disuelto sin resultado alguno, los fieles se sentirán de-
uudados y los dudosos se encontrarán en grave peligro de perderse dei todo."
Si contemplamos Ia situación, parece imposible que en el seno dei Concilio
108 "Lettera dei Clc. di Mantua, legato ai concilio di Trento, scritta ai papa Pio IV li 15
«nn. 1563." Quando si havesse da dissolversi questo conci/io —per causa d'a/tri e non nosfra—,
i piaceria piu che Vra. Beafitudine íusse restata a Roma.
100 Li Card/nali di maggior autoritâ dcploravano con tutti a futte í'ore ia íoro miséria, ia qua/e
(mano (anto maggiore che vedono e conoscono assai chiaro, non esservi rimedio alcuno se non
•»«licl/o che piacesse dare a) Sr. Dio con Ja sua santíssima mano! Cerco non si può se non temere,
I inucle cl mismo Soranzo, Sermo. Príncipe, che Ia povera Itália afflitta per aítre cause habbi ancox
I • irntire aff/ittionc per qnesto particularmente: Io vedono e Io conoscono tutti i sav/.
156 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
prometió una reforma verdadera en todos los demás aspectos. El proyecto que
presentó a este particular alcanzaba ai mismo cónclave.
Una vez resueltas estas cuestiones capitales facilmente se pusièron de acuer-
do sobre Ias accesorias. El emperador renuncio a muchas de sus exigências y
dió instrucciones a sus embajadores de mantener buenas relaciones con los
legados pontifícios sobre todo. Después de conseguir este arreglo Morone volvió
a Itália. "Cuando se supo en Trento —nos dice él mismo— ei buen acuerdo dei <
emperador y se percataron de Ia inteligência existente entre sus embajadores y]
los dei Papa, ei Concilio empezó a cambiar de aspecto y a ser mucho más
tratable."
A esto coadyuvaron otras circunstancias.
Los espanoles y los franceses se habían peleado por ei derecho de prece-
dência de los representantes de sus reyes y, a partir de este momento, coincidie-j
ron muchas menos veces.
Además, se habían iniciado gestiones especiales con ambas partes.
La misma naturaleza de Ias cosas obligaba a Felipe II a buscar una inteli-
gência. En gran parte su poderio en Espaiia se apoyaba en intereses eclesiásticos]
y tenía que procurar, sobre todo, tenerlos a mano. La corte de Roma sabia nmy
bien, y ei núncio de Madrid Io decía a menudo, que una clausura apacible dei
Concilio era tan deseable para ei rey como para ei Papa. Los prelados espanolejj
habían protestado en Trento contra ei gravamen de los bienes eclesiásticos, q u d
representaba una parte importante de los ingresos dei Estado; ei rey quedo I
preocupado y rogo ai Papa que impidiera discusiones tan desagradables. u fl
iCómo iba a ocurrírsele, en estas circunstancias, trabajar en favor de Ia iniciativa]
de sus prelados? Por ei contrario, trato de sujetarlos un poço. Pio IV se quejó de
Ia oposición violenta y continua que le hacían los espanoles y ei rey le prometió]
apelar a médios que pondrían término a aquella desobediência. En una pala-
bra, ei Papa y ei rey se dieron cuenta de que sus intereses eran los mismos.
Debieron de tener lugar otras negociacicnes. El Papa se arrojo por completo em
brazos dei rey y este prometió solemnemente venir en ayjida dei Papa con todas
Ias fuerzas de su reino en cualquier momento de necesidad.
Los franceses también se aproximaron por su lado. Los Guisa, que ejercían |
en Francia tan gran influjo sobre ei Gobierno y en Trento sobre ei ConcilioJ
fueron orientando su política en una dirección cada vez más católica en amboij
campos. Se debe a Ia transigência dei cardenal de Guisa, que se reanudanin Ias
sesiones dei Concilio después de una suspensión de diez meses y después da
ocho aplazamientos. Pero se trataba de llegar a una unión más estrecha. Guisa
presentó Ia proposición de un encuentro de los príncipes católicos poderosos,
dei Papa, dei emperador y de los reyes de Francia y Espaiia. 110 Marcho a RomaJ
para tratar dei asunto y ei Papa no encontro palabras bastantes para loar "ell
ceio cristiano dei cardenal por cl servicio de Dios y Ia tranquilidad pública,!
no solo en Ias cuestiones dei Concilio, sino también en otras que se refieren ai
ijue había de ser para Ia cúria cualquier innovación en este sentido; se temia
ya cl tratar seriamente dei asunto y por cso se eludió. También es muy par-
ticular Ia solución propuesta por Morone. Presentó juntas Ia reforma dei car-
clcnalato con los artículos sobre los obispos. "Poços se dieron cuenta —nos
dice— de Ia importância dei asunto y de esta forma se sortearon los escollos."
El Papa consiguió de esta suerte conservar Ia corte romana en su forma
tradicional y también se mostro dispuesto a abandonar Ias reformas pedidas
bor los príncipes, tal como se pensaba, ccdiendo así a indicaciones dei em-
fccrador.124
En realidad aquello parecia un congreso de paz. Mientras Ias cuestiones
He importância subordinada fucron preparadas por los teólogos hasta recibir Ia
forma de resolución general, Ias cortes negociaban sobre Ias grandes cuestio-
Jlcs. Los mensajeros iban sin césar de un sitio a otro y se pagaba una conce-
MUII con otra.
Al Papa le interesaba terminar pronto. Los espanoles se resistieron duran-
cierto tiempo, pues Ia reforma no les parecia bastante, y ei embajador espa-
ol hizo ademán una vez de que iba a protestar. Pero como ei Papa se declaro
itpuesto a convocar en caso necesario un nuevo sínodo, 125 como preocupaba
dea de Ia posibilidad de una vacante de Ia Sede sin estar clausurado ei
poncilio, y como cada quien estaba ya cansado y queria marcharse a su casa,
los espanoles tuvieron que ceder ai final.
En Io esencial estaba vencido ei espíritu de oposición. Precisamente en su
Último período ei Concilio mostro Ia mayor sumisión. Se avino a pedir ai Papa
IIii i cnnfirmaeión de sus resoluciones y declaro expresamente que todos los
Mccrctos de reforma, cualesquiera fueran los términos en que se expresaran,
lialnin sido redactados en ei supuesto de que no padeciera con ellos en Io más
mínimo ei prestigio de Ia Sede apostólica.12" Cuán lejos se estaba por entonces
In Trento de aquellas pretensiones de Costanza y Basilea sobre Ia superioridad
• I« -1 concilio. En Ias aclamaciones redactadas por ei cardenal de Guisa, con
mu' sc puso término a Ia sesión, se reconoció especialmente ei episcopado uni-
ttrsal dei Papa.
Había Hegado, pues, a feliz término. El Concilio, reclamado con tanta
Mlicmencia, eludido durante tanto tiempo, disuelto dos veces, sacudido por
Imitas tormentas, en grave peligro en su tercera etapa, se clausuraba ai fin con
|N unanimidad dei mundo católico. Se comprende que ei 4 de diciembre de
• 563, ai reunirse por última vez los prelados, se sintieran conmovidos y dicho-
• » . Los hasta entonces enemigos, se congratulaban mutuamente, y se vieron
•«rimas en los ojos de muchos ancianos.
Mas si fueron menester tanta flexibilidad y tanta destreza política para
Mm eguir este resultado, t n o podemos preguntarnos si no padeció de este modo
• I Concilio en Ia eficácia de su acción?
IM El que no se llcgara a una severa reforma de Ia cúria, de los cardenales, dei cónclave, dc-
I
imlio exactamente de Ia omisión de Ia reforma de los príncipes. Extractos de una correspondência
p H» legados, en Pallavicini, 23, 7, 4.
i»n Pallavicini, 24, 8, 5.
•
>••"> Scssio XXV, c. 21.
162 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
V a m o s q u é espíritus se a g í t a b a n en a q u e l l a m o v i d a e t a p a . A p e s a r d e t o d o
Io q u e P i o I V h a b í a h c c h o por Ia r e c o n s t r u c c i ó n d e Ia Iglesia, h u b o m u c h o s a los
q u e e n modo a l g u n o les pareció bastante y abrigaban m u y distintos proyectos.
7 ) Pio V
!-'!' "Clis, Borromcus llcnrico Cli. Infanti Portugalliac Romae d. 26. Fcbr. 1Ç66". Glussiani,
Vita C. Borroroci, p. 62. C. Ripmnonti, Historia mbis Medio/ani, Lib. XII, p. 814.
|;f
" Lo encuentro en un Dispaccio di Soranzo ambre. in Spagna. Non essendo conosciufe le
qua/ifà di S. Si. da .qwcsto Strmo. :c, mentre era in cardina/ato, ií detto commendator (Luigi
Rec/iicsc;is. Coimii. maggiof] sempre (o /aiidrt mo/ío, predicando questo soggeto esser degno dfl
ponliíicato, con il che S. St. si mosse a dargli ordine clic con ogni suo potere Ji desse hvore.
Y con eslo pierde valor Ia historieta que cuenta Oltrocchi en Ias notas a Giussano, p. 219. La
elección tuvo lugar cl 8 de encro de 1566.
1*1 Puolâ lic-polo. Rc/a?ione di Roma in tempo di Pio ÍV et V. In Bergamo Ji fn /evato
per forza dj//e prigioni dei rnonastero di S. Domenico, dove aIJora si so/evano mettere i rei, un
rio v 165
[en Ias que no se podia evitar ei trato con suizos y alemanes; Ia Valtelina, que
GMaha sometida a Graubünden. Dió muestras en esa ocasión de Ia obstinación
• dei valor de un fanático. Algunas veces fué recibido a pedradas a Ia entrada de
I bmo; a menudo, para salvar su vida, se tuvo que guarecer de noche en los
[albergues de los campesinos y hubo que huir como un fugitivo, pero no se dejó
•redrar por ningún peligro. El conde delia Trinita le amenazó con arrojarle a un
Kr/o y contesto que ocurriría Io que Dios quisiera. Estaba tambíén enredado
Ia Iucha de Ias fuerzas religiosas y políticas que agitaban por entonces a íta-
la, Como ei partido por ei que luchó salió victorioso, prospero él también. Fué
Dinbrado comisario de Ia lnquisición cn Roma tf, poço después, Paulo IV decía
ic I ri Michele era un gran servidor de Dios y merecedor de grandes honores:
nombró obispo de Nepi —pues queria sujetarlo para que, cualquier dia, no se
i Itara a Ia tranquilidad dei convento 132 — y en 1557 le hizo cardenal. Ghislieri
lintuvo su rigor en su nueva dignidad y también su pobreza y su sencillez;
i Ia a su eompanero de habitación que tenía que figurarse que vivían en un
ivento. No pensaba sino en sus práctícas piadosas y en Ia lnquisición.
En un hombre de este temple creían ver Borromeo, Felipe II y todo el
ri ido extremista, Ia salvación de Ia Iglesia. Los romanos no estaban quizá tan
ütentos. Pio V se dió cuenta y decía: "Tanto más me cchatán de menm cuarv
muera."
Gomo Papa seguia viviendo con todo cl rigor monacal; no dejó de practicar
fayuno cn toda su amplitud ni se ponía ningún vestido de traza fina; 133 a me-
• 0 decía misa y todos los dias Ia oía; pero cuidaba que sus prácticas religiosas
le distrajeran demasiado de los negócios públicos; no hacía siesta y se levan-
• muy temprano. Si dudáramos de Ia profundidad de su rigor religioso ten-
• m o s una prueba en el hecho de que no creía que el Papado favorecia su
J.KI, ni le ayudaba en nada a Ia salvación de su alma y a alcanzar Ia gloria dei
MÍso. Pensaba que sin el auxilio de Ia oración no hubiera podido sobrellevar
carga. Saborcó hasta el fin de sus dias )a dicha de una piedad ferviente, única
[a que era capaz, piedad que a menudo se deshacía en lágrimas y le dejaba Ia
Ihvicción de haber sido escuchado. El pueblo se arrebataba ai verlo en Ia proce-
Sn descalzo y descubierto, con Ia expresión pura de una piedad sincera, con sus
Brgis barbas blancas como Ia nieve; no rccordaban jamás que hubiera habido
in Papa tan piadoso y contaban que su solo aspecto nabía convertido protestan-
te Iira también bondadoso y campechano ytrataba a sus viejos servidores con
nayor confianza. Y cuando aquel conde delia Trinita se le presentó como
ujador, le dirigió, ai reconocerle, estas hermosas palabras: "Mira como Dios
ila ai inocente", y no le guardo ningún rencor. Era caritativo y tenía una lista
ns menesterosos de Roma a los que hacía socorrer según su condición social.
i|i,i/c herético, nominato Giorgio Mondaga [otro nombre para el índice de los protestantes
(un gr.in per/colo suo e de'l>ati. Nel/o medesima città poi travagfiò assai per /orrnare
•«cesso contra i/ vescovo aliora di Bergamo.
IAS Catcna, Vila di Pio V, obra de Ia cual liemos tomado Ia mayor parte de Ias informaeio-
t.nnbién contiene aquélla. Pio V mismo Ia reficre a los embajadores venecianos. Mich.
|rimio, Pablo Ticpôlo, sepiín óstos cuentan, cl 2 de octuore de 1568.
Inn Catcna. Tiepolo: Ne mai ha iascialo /a camisia di rassa, che come frafe incominciô di
Itlire. Fa le oralioni diVotissimamenle et aJcune volte coJJe íacrime.
166 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
L I.W Pfohibitio a/ienandi et infeudandi civitates et loca S. R. E. Admonet nos: 1567 29 Mart.
168 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Ia dcposición de los desobedientes. 139 Bajo severas penas, mando a todos los
párrocos que se mantuvieran en sus iglesias parroquiales y que se oéuparan dei I
culto, y revocó Ias dispensas que en este sentido hubieran recibido. 140 También
trato de restablecer ei orden en los conventos. Por un lado les confirmo Ias exen-
ciones de impuestos y otras cargas, como, por ejemplo, Ia de alojamiento militar; !
no queria que se les perturbara en su tranquilidad, pero prohibió a los frailes !
confesar sin ei permiso y ei examen dei ordinário y, con cada nuevo obispo, debían
repetir ei examen. 141 Ordeno rigurosa clausura, también para Ias monjas. N o
siempre recibió alabanzas por ello. Se elevo Ia queja de que imponía regias más
rigurosas que aquellas a Ias que uno se había comprometido; algunos se desespe-
raron y otros huyeron. 142
Estas medidas Ias puso en ejecución por primera vez en Roma y en ei Estado ,
pontifício. Obligó a Ias autoridades eclesiásticas y civiles a Ia ejecución de sus '
disposiciones eclesiásticas.143 Él mismo procuro que Ia administración de justicia [
fuera rigurosa e imparcial. 144 No se contento con advertir a los magistrados en ]
particular, sino que celebraba una audiência pública con los cardenales cada ;
último miércoles de mes, en Ia que todo ei mundo podia presentar sus quejas j
contra los tribunales. Por Io demás, era incansable en tener audiências. Desde J
muv de manana se sentaba en su silla y recibía a todo ei mundo. De hecho, este j
ceio trajo consigo una reforma total de Ias maneras romanas. "En Roma —dice,'
Pablo Tiépolo— Ias cosas marchan ahora de otra manera. Los hombres se hana
hecho mucho mejores, o Io parecen por Io menos."
Poço más o menos ocurrió algo parecido en toda Itália. Por todas partes
coincidió Ia publicación de los decretos dei concilio con ei reforzamiento de fl
disciplina eclesiástica y se presto ai Papa una obediência como ninguno de suM
antecesores había disfrutado.
El duque Cósimo de Florencia no tuvo reparo alguno en entregado los
acusados por Ia Inquisición. Carnesecchi, uno de los literatos aue habían parti-
cipado en los primeros movimientos dei protestantismo en Itália, había sal ido
bien hasta entonces, pero ya no le valieron su prestigio personal, Ia reputación ]
de su família ni los vínculos con Ia casa reinante y, atado, fué puesto en manos de
Ia Inquisición romana para ser quemado vivo. 145 Cósimo se hallaba totalmente,
entregado ai Papa. Le apoyó en todas sus empresas y accedió a todas sus recla-ví
maciones eclesiásticas. En recompensa, ei Papa se sentia movido a nombrarle
gran duque de Toscana y a coronarle con este rango. Eja más que dudoso cl
" 9 Cuin nuas: 1566 10 funii Buli., iv, II, 303. /
140 Cupicntcs: 1568 8 Julii. Ib., iv, m, 24.
H l Romani: 1571 6 Aug. Ib., iv, m, 177.
142 Ticpolo: Spesse voílc nel dar rimedio a quclche disordine incorre in un'a/fro maggio
procedendo niassimainente per via degli estrcmi.
143 Buli. iv, in, 284.
14 i fnforniafionc de//e qualitá di Pio V e del/e cose che da quelíe dependono. (Bibl. de
lín). N'el conferire le gratie iion si cuia deííe circonsranze, secondo che a//e voltre sarebbe neces!
per qufl|sivpg/w rispelto considerabi/c, nè a requisition d'a)cuno Ja giustiíia si lia punlo alter;
ancora che sií senza dar scandalo e con csempio d'alrri ponte ficipofesse /are. Soriano encuentra •
no otorga ninguna gracia sin advertências: ii che mi parse próprio ií sfi/o de'coníessori, che fan
una gr.ui riprensione a/ penitente, quando sono per assoíverío.
145 1567. Cantini, Vita di Cósimo, p. 4Í8.
PÍO V 169
(trecho de Ia Santa Sede para una medida semejante; Ias costumbres dei príncipe
Kl .mdalizaban con razón, pero Ia sumisión a Ia Santa Sede demostrada por
, "Mino y Ias rigurosas instituciones eclesiásticas que introdujo en ei país, pare-
,ii i"ii ai Papa un mérito superior a todos.
Los viejos enemigos de los Médicis, los Famesio, competían con ellos en
p»u dirección, y también Octavio Farnesio ponía todo su honor en dar cumpli-
• nio, a Ia menor senal, a Ias ordenes dei Papa.
Con los venecianos sus relaciones no eran tan buenas. No eran tan enemi-
><. de los turcos, ni tan indulgentes con los conventos, ni tan bien dispuestos con
Inquisición como él deseaba. Pero se guardo muy bien de romper con ellos.
I parecia "que Ia República estaba fundada sobre Ia fe y se había mantenido
tmpre católica y era Ia única que se había conservado libre de Ia inundación
| los bárbaros. El honor de Itália descansa sobre cila"; y declaro que Ia amaba.
•mbién es verdad que los venecianos hicicron por él más que por ningún otro
|pu. De otro modo nunca hubicran procedido, en Ia forma que Io hicieron,
ii i I pobre Guido Zanctti de Fano, quien, habiendo sido sometido a pes-
n i por virtud de sus opiniones religiosas y huído a Parma, fué entregado
ír ellos ai Papa. Pusieron bastante orden en ei clero de Ia ciudad, que desde
leia tiempo no se preocupaba demasiado de los cânones eclesiásticos. Tierra
Icntro, Ia Iglesia de Verona fué reorganizada de Ia mejor mancra por Mattco
jiberti. Con su ejemplo ha querido mostrar como debe vivir un verdadero
Mspo11" y sus disposiciones han servido de modelo a todo ei mundo católico,
arque ei concilio tridentino Ias acogió una trás otra. Carlos Borromeo mando
|ntar su retrato para tener siempre presente su proceder.
i Pero Ia influencia dei mismo Carlos Borromeo fué todavia mayor. Con
Rins Ias dignidades y cargos que poseía —entre otras cosas era penitenciário
liivor—, y a Ia cabeza de los cardenales, donde le había colocado su tio, pudo
|brr logrado en Roma una posición brillantísima. Pero renuncio a todo,
kn objeto de dedicarse a sus funciones eclesiásticas en cl arzobispado de
lilán. Se entrego a ellas con verdadera pasión. Viajaba continuamente por
| diócesis y ninguna localidad había donde no htibiera estado dos o três
|»TS; se desplazó a Ias montaflas más altas y a los valles más apartados. Gene-
llimnte, le había precedido un visitador y él llegaba ya con su informe; Io
lipeccionaba todo con sus propios ojos y fijaba los correctivos e implantaba
M mejoras.147 De igual modo dirigió ai clero y se celebraron seis concilios pro-
llicialcs bajo su presidência. Además, era incansable en sus deberes sacerdo-
llis. Prcdicaba y decía misa y, durante dias enteros, daba Ia comunión, orde-
iiln sacerdotes, asistía a Ia toma de hábito de Ias monjas y consagraba
(trtivs. La consagración de un altar exigia una ceremonia de ocho horas y se
ucntan 300 consagraciones. Muchas de sus intervenciones se refieren a Io
xinior, especialmente restauración de edifícios, unificación dei rito, exposi-
'•* "Pctri Francisci Zini, bom pastoris cxcmplum ac specimen singulare ex Jo. Matthaeo
ciln cpiwopo expresstim atque propositum". Escrito en 1556 y destinado, ai principio, a Ingla-
|fti Opera C/bcrti, p. 252.
117 G/us.rânm de vita et rcbns gestis S. Carofi Borromaei Mcdioí., p. 112. habla muy deta-
Oincnlc sobre cl r/tns visitationis v todas Ias demás cosas.
L
170 ° S PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
viva. A partir dei ano 1570, no vemos casi más que extranjeros juzgados a
causa de protestantismo por Ia Inquisición. 152
En Espana ei Gobíemo no favorecíó a los jesuítas. Se decía que Ia mayo-
ría era judeo-cristiana, y no de pura sangre espanola o eompuesta de cristianos
viejos, y se le atribuía Ia idca de vengarse algún dia de todo ei mal trato que
estaba recibiendo. Por ei contrario, en Portugal llegaron muy pronto los miem-
bros de Ia orden a gozar de un poder casi ilimitado, y gobernaron ei país en
nombre dei rey Sebastián. Como también en Roma, bajo ei Papado de Pio V,
gozaban de crédito, utilizaron Ia autoridad de que disfrutaban en cada país a
tenor de Ias inspiraciones de Ia cúria.
Y de este modo Pio V dominó en Ias dos penínsulas como nunca había
dominado ningún antecesor suyo; por todas partes entraron en vigor Ias dispo-
sicioncs de Trcnto; todos los obispos juraron Ia Professio fidei, que contenía
un resumen de los princípios dogmáticos dcl Concilio; ei Papa Pio V dió a
conocer ei catecismo romano, en ei que se desarrollaban aquéllos; anulo todos
los breviarios que no emanaran expresainente de Ia Santa Sede o tuvieran una"''
tradición de doscientos anos, y dió a conocer otro nucvo, concebido según Joí"
más viejos breviarios de Ias iglesias de Roma y deseando que se extendiera poíl
todas partes; 153 tampoco olvido Ia publicación para uso general de un misai
nucvo "según Ia norma y ei rito de los Santos Padres"; 104 los seminários se lleh»*|
ron, los conventos fueron reformados de verdad y Ia Inquisición velaba con rigofl
implacable por Ia unidad e intangibilidad de Ia fe.
Esta misma política es Ia que establece una estrecha relación entre todos ct-j
tos países y Estados. Mucho contribuyó en ello que Francia, entregada a Ia guej
rra civil, desístíera de sus víejas diferencias con Espana o no Ias hiciera valer conj
Ia misma fuerza. Los distúrbios franceses tuvieron también otros efectos. D *
los acontecimientos de una época emergen siempre unas cuantas conviecione»
políticas generalcs que Uegan a dominar prácticamente ei mundo. Los prín^
cipes católicos tenían ei convencimiento de que un Estado se malbarata desdi
ei momento en que permite câmbios en Ias ideas relígipsas. Si Pio IV había
dicíio que Ia Iglesia no se podia soscener sin los príncipes, ahora eran los prín<]
cipes los convencidos de que su inteligência con Ia Iglesia era también de necafl
sidad. Sin césar les predicaba esto Pio V. Y de hecho vió como este m u n d a
cristiano meridional se agrupaba alrededor de él para una empresa común.
El poder turco seguia prosperando cada vez más; .dominaba ei MedilB
rráneo y sus ataques a Malta y luego a Chipre mostraban cuán seriamentí|
pensaba en una conquista de esas islãs, hasta entonces invictas; desde Hungria
y Grécia amenazaba a Itália. Pio V consiguió que los príncipes católicos sd
dieran cuenta dei peligro y, con ocasión dei ataque a Chipre, le asaltó Ia idca
de trabajar por una alianza que fué propuesta por él a los venecianos, por un
lado, y a los espanoles, por otro. "Cuando recibí autorización para entrar cn
152 M'Cric, líistory oi the progress and suppresion of the reformafion in Spain, p. 336.
1.13 Rcjnotís iis quac aíiena et incerta essent. Quoniam nobis: 9 /ulii 1568.
1M CoJ/atis omnibus ciim vefustissimis nostrac. Vaticanac bibliothecae aliisque undique con-
•juisitis emendatis afgue incorruptis codicibus.
pio v 173
ncgociaciones y se Ia comunique a él —nos dice ei embajador veneciano— le-
vanto sus manos ai cielo, dió gracias a Dios y prometió dedicar todo su espíritu
y Iodos sus pensamientos a esta empresa." lr ' : ' Le costo mucho trabajo allanar íos
.obstáculos que se oponían a una unión de Ias dos potências marítimas; Ias res-
liintcs fuerzas de Itália Ias atrajo en seguida y él mismo, que no tenía dinero,
mi barcos, ni armas, encontro médios para enviar galeras pontifícias a Ia flota
liliada; tuvo parte en Ia elección dei almirante, don Juan de Áustria, cuya scd
de gloria y picdad supo inflamar ai mismo ticmpo. Y, así, tuvo lugar en Lepanto
lu batalla más dicbosa que han conocido los cristianos. El Papa estaba tan ab-
•orto por esta empresa que, ei dia de Ia batalla, le pareció contemplar Ia victoria
ni una espécie de arrebato. Conseguida esta, le creció Ia confianza en si mis-
iini y se atrevió con proyectos mayores. En unos cuantos anos esperaba poder
•ciliar completamente con cl poderio de los turcos.
Pero no sóío medió en empresas tan gloriosas. Su religiosidad era tan ex-
icliisivista y despótica que distinguió con su ódio más violento a los cristianos
B r olra confesión. jQué contradieción que Ia religión de Ia inocência y de Ia
Buinildad persiga a Ia verdadera picdad! Pio V, educado cn Ia ínquisición,
•Cgado a madurez con sus ideas, no encontraba contradieción en ello. Si trato
• J extirpar con ceio infatigablc los restos de disidencia que todavia podían
HcmUrarse en los países católicos, persiguió también con enconado ahinco
los protestantes ya emancipados o que todavia se encontraban cn lucha. No
tl«» ayudó con una pequena fucrza a los católicos franceses, sino que, ai cau-
IIIo que los mandaba, ei conde Santafiore, le hizo Ia indicación extraordina-
I de "no coger ningún hugonote prisioneio y matai «imediatamente a todo
que cayera cn sus manos". ir '° Guando estallan los distúrbios en los Países
(jos, Felipe II duda de como tratar a Ias províncias y ei Papa le aconseja Ia
•rrvención armada. Su razón era que, cuando se negocia sin ei apoyo de
II armas, se reciben leyes, pero, con ias armas en Ia mano, se prescriben. Apro-
i Ias medidas sanguinárias dei duque de Alba y bendijo su sombrero y su
kgn. No se puede demostrar que conociera los preparativos de Ia noche de
mi Uurtolomé, pero ha cometido acciones que no permiten dudar que él hubie-
I nprobado Ia matanza, Io mismo que su sucesor.
jQué mezcla más sorprendente d e sencillez, arrogância, rigor personal,
•negación religiosa y áspera exclusividad, .de ódio violento y persecución
tlt^iicnta)
Con este ânimo vivió y murió Pio V . 1 " Viendo venir Ia muerte, visito
tini vez más Ias siete iglesias "para despedirse —como él decía— de tan santos
Ignres"; besó três veces los últimos escalones de Ia Scala Santa. LIna vez había
fiunetido emplear para una empresa contra Inglaterra los bienes de Ia Igle-
"15 Soriano: Haviita Ia riso/uíione —andai súbito alia audienza, benche cia di noite ei 1'hora
BOimoda et S. Si. travagliata per Ji accidenti seguifi que? giorno per )a coronatione dei diica di
Inrrn/a ed ií protesto deJi'ambasciatore Cesareo: (contra) e coiimiunicato ia commissione ciic
IWvu, S. Sa. si aiíegrò tutta.
i 160 Catena, Vita di Pio V, p. 35. Pio si doíse dei conte che non havesse il conun-
lUiriito di lui osservato d'ammazzar súbito qiialunquc herético gli fosse venuto alie niani.
F IS7 Murió ei 1' de mayo de J 572.
174 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
ESTADO Y CORTE
.. A E P O C A D E G R E G O R I O X I I I Y D E S I X T O V
I. A D M I N I S T R A C I Ó N D E L E S T A D O P O N T I F Í C I O
Los Papas habían recibido una región bien situada y rica.
La "relaciones" dei siglo xvi no encuentran palabras bastantes para ensal-
/11 Ia fertilidad de Ia región. Los hermosos valles que rodean a Bolonia, por toda
176 ESTADO Y CORTE
existia una notable articulación de diversos estamentos: los nobili de una ciu-
dad frente ai poder dei Estado, los cittadini en relación a los nobili, Ias comu-
nidades sometidas frente a Ias principales, los aldcanos frente a Ia ciudad. Lo
ejue llama Ia atención es que casi en ninguna parte de Itália se produjeron
instituciones de tipo provincial. En ei Estado pontifício hubo reuniones pro-
Vinciales a Ias que se da ei importante nombre de parlamentos, pero algo debía
de haber en estas reuniones que no se compaginaba con Ias costumbres y ca-
jláctcr de los italianos, puesto que jamás ejercieron influencia alguna.
De haberse desarrollado por completo Ia constitución municipal, para lo
uc tenía posibilidades y basta parecia estar en camino, hubiera representa-
3 ii, con Ia mayor fuerza —en virtud de Ia limitación dei poder dei Estado,
Sracias a los derechos, y ai gran poder de Ias comunidades, y a Ia pluralidad
• los privilégios particulares— ei principio de estabilidad, es decir, un derecho
público fijado mediante atribuciones particulares y Ia recíproca limitación.
En Ia constitución de Venecia se llegó muy lejos en este sentido, pero
•Bucho menos en ei Estado pontifício.
Esto obedece a ia diferencia originaria de Ias formas de gobierno. En
venecia es una corporación hereditária y autônoma Ia que se considera titu-
l.ii de los derechos públicos. Frente a esto, Ia cúria romana es demasiado
faióvil, pues entran indivíduos nuevos después de cada cónclave y los paisanos
Mc los diferentes Papas cobran cada vez una gran participación en los nego-
(Ki,. La elección para cualquier cargo administrativo en Venecia tenía lugar
i ii Ias mismas corporaciones, mientras en Roma dependia de Ia discreción dei
Papa. Allí los gobernantes estaban contenidos por leyes rigurosas, por una
vigilância estrecha y por un control corporativo; aqui, Ias personas que admi-
nistran están retenidas menos por ei temor ai castigo que por Ia esperanza de
avance, que depende mucho dei favor y buena voluntad, y, así, queda mayor
| campo abierto a su actividad.
Además, desde un principio ei gobierno papal había estipulado para si
1111,1 posición más libre.
En este aspecto tenemos un ejemplo ilustrador si comparamos Ias circuns-
Inncias romanas con Ias venecianas. La comparación es fácil en ei caso de
[ I'acnza, que poços anos antes de entrar bajo ei poder dei Papa se había some-
la In a los venecianos y celebro capitulaciones con ambos. 14 En Ias dos ocasiones
estipulo, por ejemplo, que no se introduciría ningún nuevo impuesto sin su
me ptación por Ia mayoría dei Gran Consejo de Faenza. Los venecianos lo
concedieron sin mas, pero ei Papa agrego Ia siguiente cláusula: "Siempre que,
iicu motivos importantes y razonables, no le plugicra otra cosa." No quiero
•laminai ai detalle este tema, pero por todas partes se ve lo mismo y bastará
con otros cuantos ejemplos. Los venecianos habían concedido, sin más, que
1 Iodos los juicios criminales serían de Ia competência dei yoãestà y de su cúria;
E
Papa hizo Ia misma concesión en términos generales, pero puso una excep-
ón: "En delitos de lesa majestad y otros crímenes parecidos, que pueden
14 Historie di Faenza, iatica di Giu/io Cesare Tonduzzi, Faenza, 1675, contiene Ias capitu-
;ioncs concluídas con los venecianos, p. 569, y Ias otoigadas por Júlio II en 1510, p. 587.
180 ESTADO Y CORTE /
íbieita y gastaban más de Io que podían casi sin excepción. Tenían partidários
cn Ias ciudades, de los que se servían a veces para cometer actos contra Ia ley.
IVro su empeno mayor consistia en mantener buenas relaciones con sus cam-
pcsinos, de los cuales Ia mayoría poseía también un pedazo de tierra, que no
merecia ei nombre de riqueza. En los países dei Sur se tiene en cuenta ei
prestigio de Ia cuna y Ias prerrogativas de Ia sangre, pero Ia diferencia entre
lus clases no es ni de lejos tan grande como en los dei Norte; no excluía una
•itrccha confianza personal. También estos barones convivían con sus cam-
pesinos en un sistema de subordinación fraternal, y no se podia decir si los
Viisullos obedecían y servían con mejor voluntad que sus senores les prestaban
•yuda; había algo de patriarcal en Ia relación que les unia. 18 Esto se debía,
bntre otras razones, a que ei senor queria evitar de cualquier manera que sus
Ifúbditos recurrieran ai poder dei Estado. No queria saber gran cosa de Ia
loberanía senorial de Ia Sede apostólica. Que ei legado pretendiera arrogarse
l.i tegunda instância y a veces Ia primera, no Io consideraban estos feudatarios
como un derecho sino, más bien, una coyuntura política desgraciada, que
Mtnría pronto.
Además tenemos aqui y allá, principalmente en Ia Romana, localidades
Míticas completamente libres. 19 Se trata de grandes linajes; senores en su
•ropia aldea, todos armados y especialmente diestros en ei empleo dei arcabuz,
por Io general bastante rudos. Se les puede comparar con Ias comunidades
•bres griegas o eslavgs, que conservaron su independência con los venecianos
I que lucharon por recobraria con los turcos, tales como los encontramos to-
Itvía hoy en Candía, Morea y Dalmacia. En ei Estado pontificio se arrimaron
| Ias diversas facciones. Los Cavina, Scardocci y Solaroli eran gibelinos; los
Mumbelli, Cerroni y Serra, güelfos. Los Sena tenían en su dominio una co-
lina que servia de asilo para todos los que habían cometido algún desaguisado.
LIH más fuertes de todos cran los Cerroni, que se extendían hasta los domínios
porentinos. Se habían dividido en dos ramas, los Rinaldi y los Ravagli, que
Hiiintenían una enemistad perpetua, a pesar de su parentesco. Conservaban
•nu espécie de relación hereditária, no solo con Ias famílias más distinguidas
l i Ias ciudades, sino también con abogados, que apoyaban a una facción u
01 M en sus altercados. En toda Ia Romana no había ninguna família tan pode-
Bin que no hubiera podido ser perjudicada facilmente por estos rústicos. Los
trrnccianos tenían siempre a su servido a uno u otro de los caudillos, para
•II.ir seguros de su asistencia en caso de guerra.
Si todos estos habitantes se hubieran entendido le hubiera sido difícil a
M prelados romanos hacer valer ei poderio de Roma. Pero sus disensiones
•restaron fuerza ai Gobiemo. En una "relación" de un presidente de Ia Ro-
kuna ai Papa Gregorio XIII, encuentro Ias palabras siguientes: "Es difícil
I
alternar cuando ei pueblo está demasiado unido, pero, si se halla dividido,
1* Relalione del/a Romagna: Essendosi aggiusrali gJi uni aWhumorc deg/i altri.
I 1* Los campesinos acababan de librarse dcl dominio de muchas ciudades. Ghisilicri: Scossi da
Ml liogo e recati quasi corpo diverso da queJIe ciftá (p. cj. Forli, Cescna) si governano con certe
»o leggi separate sotto il governo d'un protertore eiefro da /oro medesimi, U qua/i hanno ampJis-
|M tutorità di far le resoJutioni necessário per li casi occorenli aJ/i contadini.
182 ESTADO Y CORTE /
entonces es fácil." 20 Además, nos encontramos con que se formo en estos países
un partido favorable ai Gobierno. Se trataba de gentes de paz que deseaban
tranquilidad, de aquclla clase media en que no habían penetrado Ias faceio-
nes. En Fano formaron una unión que se denomino santa; se vieron obligados
a unirse, como se nos dice en el acta de fundación, "porque toda Ia ciudad
está infestada de robôs y asesinatos, y se encuentran en peligro no solo aquellos
que se hallan mezclados en Ias luchas, sino también los que comen su pan
con cl sudor de su rostro." La alianza Ia celebraron juramentándose en Ia
iglesia, como hermanos a vida y muerte, a mantener el orden en Ia ciudad y a
destruir a los que Io perturbaran. 21 El Gobierno les protegia y les otorgó el
derecho a llevar armas. En toda Ia Romana los encontramos bajo el nombre
de jracifíci y poço a poço forman una espécie de magistratura plebeya. Tam-
bién entre los campesinos ei Gobierno tiene sus partidários. Los Mambelli
apoyan a Ia corte dei legado. Perseguían a los bandidos y vigilaban Ias fronteras
y esto les proporciono bastante prestigio entre sus vecinos. 22 Por otra parte,
vinieron a favorecer ai Gobierno los celos vecinales, Ia oposición entre el campo
y Ia ciudad y otras disensiones internas.
Y, así, en lugar de Ia legalidad, tranquilidad y estabilidad a que debía
haber llegado esta constitución en razón de su idea, encontramos: una graii
agitación de Ias facciones, de Ia que se aprovecha el Gobierno; el contrapeso
de Ias municipalidades, cuando consiguen entenderse; en una palabra: violên-
cia en favor de Ia lcy y violência en contra de ella. Cada uno mira hasta donde
puede llegar.
Ya con León X, los florentinos, que tenían en sus manos Ia mayor parte
dei Gobierno, hicieron valer los derechos de Ia cúria de manera muy sensible.
Se vió a los enviados de Ias ciudades llegar uno trás otro a Roma con el objetoj
de que se atendieran sus quejas. Rávena declaro que preferia entregarse a l o i
turcos que continuar con un Gobierno semejante. 23 La vacante de Ia Sede Ia
aprovechaban a menudo los viejos senores y esfuerzo le costaba ai nuevo Papa
desalojados. Ya es un cardenal, un familiar dei Papa^ un príncipe vecind
quien trata de arrogarse el gobierno de una u otra ciudad mediante una suma
entregada a Ia Câmara. Por eso Ias ciudades mantienen agentes y embajadores
en Roma, para que tengan conocimiento inmediato de cualquier plan de esfflf
índole c impedir así que se llcve a ejecución. En general suelcn lograrlo. Perfl]
en ocasiones se ven en el trance de apelar a Ia fuerza contra Ia autoridad papal
y hasta contra Ias tropas pontifícias. Casi en todas jas historias de estas ciuda-
20 Gliisilicri: S/ccome li popofo disimito facilmente si domina, cosi diíficilmenfc si regge
q u a n d o è froppo unito.
21 Es como )a Hcrmnndad. Amiani, Mcmoric di F a n o , ti, H 6 , nos da su lema, bnsado cn un
refrán: Beati paci/ici, quia filii dei vocabtiiifur. De esle lema tal vez provenga cl nombre que t u v »
en otras ciudades.
22 Scgún Ia Rc/afionc de Ja Romagna, también se llamaban, por su residência, h u o m i n i d.i
Schicío: huomini, dice esta rclación, che si fanno mo/to riguardare.- sono Gue/fi: h coile di R o í
magna si è valtifa dci/'opera íoro molto iitiiincnrc, massime in havere in mano banditi et in ovvianl|
al/e fratidi che si fauno in estrarre bestiami daí/e montagne.
23 Marino Zorzi, Re/atione di 1517. Le terre di Romagna è in gran combtisfíone e desordine:
li vien fatia poça /usfitia: e hii nrator ha visto ta/ x man di oratori a/ cardin.il di Mediei, cll#|
negotia íc /acende Jamentandosi di mali portamenti lanno quelli rettori íoro.
ADMIN1STRACIÓN DEL ESTADO PONTIFÍCIO 183
i «les encontramos un ejemplo u otro de una ruda oposición. El verano dei ano
L 1521 hubo en Faenza una espécie de batalla callejera entre los suizos dei Papa
I Lcrón y los habitantes de Ia ciudad. Los suizos pudieron reunirse en Ia Piazza
JKTO los ciudadanos bloquearon todas Ias salidas de Ias calles que desemboca-
[pun en ella y aquéllos tuvieron que darse por satisfechos con que se les abriera
una salida y se les dejara marchar sin dano. Faenza ha celebrado después ese
• li.i durante largos anos con fiestas religiosas.24 Jesi, ciudad no muy importante,
Ittivo ei valor de atacar en su palácio ei 25 de noviembre de 1528 ai vicego-
I" rnador, que reclamaba ciertas demostraciones de honor que los vecinos le
nr^iban. Se unieron ciudadanos y campesinos y se tomo a sueldo a cien alba-
Bícses que se hallaban en Ias proximidades. El vicegobernador emprendió Ia
lundu con todos sus funcionários. "Mi pátria —dice ei cronista de esta ciudad,
(por Io demás católico muy piadoso—, que recobro así su primitiva libertad,
cordó celebrar este dia todos los anos a costa dei erário público." 2 5
Como se comprende, Ia consecuencia de estos actos no podia ser otra
ue castigos y sojuzgamientos mayores. El Gobierno aprovechaba estas ocasio-
m para arrebatar sus viejas libertades a ciudades que conservaban importantes
Bstos todavia y someterlas así completamente.
Como ocurrió esto, nos Io ensenan los casos notables de Ancona y Pe-
lUgia.
Ancona solo pagaba ai Papa un tributo anual. Fué pareciendo más insu-
Icicnte a medida que aumentaban sus ingresos. En Ia corte de Roma se
Jalculaban estos en 50,000 escudos y se consideraba intolerable que Ia nobleza
kal se los repartiera entre si. Como Ia ciudad se sustrajo a nuevos tributos
r se apoderó de un castillo que pretendia, esto ocasiono un franco rompi-
niinio. Véase como los Gobiemos hacían valer sus dcrechos ya por cntonces.
«m funcionários dei Papa recogieron todo ei ganado de Ia comarca anconitana
mi.i compensar Ia suma que importaban les tributos. A esto se llamaba re-
Kialias.
Pero Clemente VII no se dió por satisfecho con esto. Espero una oca-
Jon favorable para proclamarse senor efectivo de Ancona. Y preparo ei mo
Bento con no poça malícia.
Mando construir una fortaleza en Ancona bajo Ia excusa de que, estando
•1 poder turco en gran adelanto en todo ei Mediterrâneo, después de sus
êxitos en Egipto y en Rodas, muy pronto se habría de arrojar sobre Itália.
J ü u é peligro no seria para Ancona, que ya tenía en su puerto una serie de
onreos turcos, si no estuviera protegida por obra alguna! Mando a Antônio
.Bnngallo construir Ia fortaleza. Los trabajos se efectuaron con Ia mayor rapi-
dez, y pronto fué ocupada Ia fortaleza por una pequena guarnición. Era ei
momento que esperaba ei Papa. En este punto Ias cosas, en septiembre de
15^2, apareció un dia ei gobernador de Ia Marca, Monsignor Bernardino delia
purha, sacerdote, pero de temple guerrero, con un ejército de consideración,
que pudo reunir gracias a Ia malquerencia de Ias localidades vecinas, se hizo
2< Tonduzzi, Historie di Faenza, p. 609.
ü5 Baldassini, Memorie istoriche deWantichissimi città di Jesi. Jesi, 1744, p. 256.
184 ESTADO V CORTE
'M
dueno de una de Ias puertas, llegó ai mercado y avanzó con sus tropas a palá-
cio. En él vivían, revestidos con los signos de Ia máxima dignidad, los "an-
cianos" bacia poço elegidos por insaculación. Monsignore delia Barba entro con ;
su séquito militar y les declaro sin ambajes que "ei Papa queria tener el:j
gobiemo ilimitado de Ancona en sus manos". No era posible oponer ninguna
resistência. Los nobili jóvenes hicieron venir a toda prisa dei campo a sus
leales, pero iqué se iba a hacer, si Ias tropas dei Papa eran superiores s i n
disputa con Ias nuevas fortificaciones? Los ancianos no querían exponer Ia |
ciudad a los peligros de ia destrucción y ei saqueo y se sometieron a ia fatalidad;
Los ancianos abandonaron ei palácio y, a poço, apareció ei legado dei
Papa, Benedetto delle Accolti, ei cual había prometido a Ia Câmara 20,000;
escudos anuales en calidad de derechos por ei gobiemo de Ancona.
Toda ia situación cambio. Hubo que entregar Ias armas y fueron deste-
rrados sesenta y cuarro nobili prestigiosos. Se reorganizo ia administración,,
una parte de los cargos se otorgó a los no nobles, a los habitantes de Ia comarca
y Ia justicia ya no se administro con arreglo a los viejos estatutos.
jAy dei que se levantara contra estas disposiciones! Algunos principalei
fueron sospechosos de conspiración y, en seguida, encarcelados, encadenados.1
y ejecutados. Al dia siguiente, en médio de Ia plaza dei mercado, se extendüí
un tapiz sobre ei que se tendieron los cuerpos de los ajusticiados, colocándose
una antorcha junto a cada cuerpo. El espectáculo duro todo ei dia.
Es verdad que Paulo III alivio un tanto Ia situación, pero ei sojuzga-
miento continuo, pues estaba muy lejos de querer restablecer Ias viejas 1
bertades.2*
Por ei contrario, se sirvió dei mismo Bemardino delia Barba para acaba
con ias de otras ciudades.
El Papa había elevado ei precio de ia sal en una mitad. La ciudad de Pe-
rugia se creía autorizada, por sus privilégios, a oponerse a ^ s t a medida. E
Papa pronuncio Ia interdieción y los ciudadanos, reunidos en Ia iglesia, eli-
gieron una magistratura de "veinticinco defensores". Qepositaron Ias Havei 1
de Ias puertas ante un crucifijo colocado en Ia plaza. Ambas partes se apresta-'
ron a Ia lucha.
El hecho de que una ciudad tan importante se levantara contra cl seno-
río dei Papa produjo una agitación general. Hubicra tenido consecuencia^
notables de haber existido por entonces en Itália una guerra. Pero, como todo es-
taba en paz, nipgún Estado podia prestar Ia ayuda cn que Perugia había pensado,'
Si bien Ia ciudad no dejaba de tener cíerto poder, no era este, sin embar»
go, de proporciones suficientes para hacer frente a un cjército como cl qutt
reunió Pedro Luis Famesio, de 10,000 italianos y 3.000 espanoles. El Gobiernq
de los veinticinco se mostro más violento que conciliador. N i siquiera tiivicroa
dinero para pagar a Ias tropas que puso a su disposición Baglionc. Su únio
aliado, Ascanio Colonna, que también se opuso ai gravamen, se contento coi
retirar ganado de los domínios eclesiásticos, pero no dió una ayuda seria.
II. LA H A C I E N D A PAPAL
que importa, en primer lugar, es que nos hagamos presente el sistema de
hacicnda papal, sistema que no solo es importante para su Estado, sino para
i Europa por el ejemplo que estableció.
Si se ha observado que Ias actividades cambistas en Ia Edad Media deben
lincipalmente su desarrollo a Ia naturaleza de los ingresos papales que, sien-
cobrables en todos los países, habia que mandarlos desde todos ellos a Ia
iria, tampoco hay que descuidar que el sistema de Ia deuda pública, que
finalmente nos afecta a todos y condiciona todo el tráfico, también se desarro-
)or primera vez de manera sistemática en el Estado de Ia Iglesia.
Aunquc fueran muy fundadas Ias quejas contra Ias extorsiones que se
nitió Roma durante cl curso dei siglo xv, también es evidente que dei mon-
lc Ias mismas muy poço llegó a manos de los Papas. Pio II disfrutó de Ia
liencia general de Europa y, sin embargo, una vez tuvo que limitarse
su séquito, por falta de dinero, a no hacer más que una sola comida diária.
200,000 ducados que necesitaba para Ia guerra en preparación contra los
ws, tuvo que pedidos prestados. Rcvelan cuán pobre era en realidad Ia
Dnomia de Ia casa aquellos médios mezquinos de que se servían algunos
'J1 Mariotti, Memorie istoriche cívili ed ecclcsiastichc delia città di Perugia c siio contado,
II(IJ, 1806. relata estos sucesos. i, p. 113-160. de un modo fidedigno y dclallado. También más
iinlc hacc alusión a cllos. p. cj. cn t, m. p. 634.
186 ESTADO Y CORTE \
28 Voigt, "Vocês de Roma sobre Ia cúria pontifícia en ei siglo xv" (Srimmen aus Rom ttebci
c/en pacpstlichen l/o/ ini /iien/zchnfen /alirhundert) en Fr. von Raumer, Hislorische Taschenbuch,
1833, contiene muclias informaciones sobre ello. Quien tenga a mano cl libro Schlcsxn vor unrf
scíl dem /ahie 1740, encuentra en él, 11, 483, una sátira bastante buena sobre ei abuso de los re-
gaios cn cl siglo xv: Passio domini papac secundum marcam auri et argenti.
20 C/i uííicii mu antichi. MS. Biblioteca Chigi N. II. 50. Son 651 cargos y 98,340 escudos
fin a)/a cre.ifione rli Sisto IV. Tan no es cierto Io que dice Onuplirius Panvinus, que Sixto IV fué
cl prinicro cn venderlos: p. 34S.
30 EntTC cllos se encontraban también stradioti y mamelucos, pero más tarde fucron supri-
midos. Adstipulatorcs. sine quibus milhe possent confiei fabu/ae. Onuphrius Panvinius. Según d
registro uíficii antichi esta creación liabría producido tan solo 40,000 ducados.
HAC3ENDA PAPAL 187
Paulo III Ias prosiguió moderadamente. Se contento con rebajar los inte-
es dei Monte clementino; como pudo asignar ingresos a menos intereses
In, también, hacer subir ei capital casi en una mitad. Pero no instituyó
i' un nuevo Monte. Es posible que Ia creación de seiscientos cargos nuevos
Mimpcnsara de esta moderación. Pero Ias medidas que han hecho famoso
nombre en Ia historia financiera dei Estado pontifício fueron otras.
Ya vimos los resultados que produjo Ia elevación dei precio de ia sal.
1'uvo cjue renunciar. En su lugar, y con Ia promesa expresa de derogarlo, in-
lujo ei impuesto directo de "subsidio". Se trata de aquel impuesto directo
DIIInido por entonces en muchos países meridionales, que encontramos en
Ipiina con ei título de servido, en Nápoles con ei de donative y cn Milán
|>n ei de mensuale, y con otros títulos en otros lugares. En ei Estado pontifício
K introducido por três anos y fijado en 300,000 escudos. Se estableeió Ia
• t e (orrespondiente a Roma y a Ias províncias, y se reunieron los parlamentos
•Vinciales para hacer ei reparto por ciudades. Estas, a su vez, Io volvieron a
llMiiluiír entre Ia ciudad y ei campo. Todo ei mundo debía contribuir. La
llil.i decía expresamente que todos los súbditçs seglares de Ia Iglesia romana,
«un los eximidos o privilegiados, incluídos marqueses, barones, feudatarios y
jncionarios, tenían que entregar su parte para esta contribución. 38
No se pago sin una viva protesta, sobre todo cuando se vió que iba pro-
Mândose de três en três anos, sin que se derogara jamás. Pero tampoco llegó
J»(T cobrada por completo en ningún caso.37 Bolonia, a Ia que se había fijado
ilni , nota de 30,000 escudos, fué Io bastante avisada para eximirse de una
por todas con una suma global. Parma y Plasencia fueron traspasadas y no
In Bailar. En cl aflo 1557 declara cl embajador francês: La debilite efu revenu de 1'eglisc
Kstado), doní e//e n'avoi't poinf ma/ntenant -fOni. escus de rente par an de quoi eííe puisse
pt tstat. Ribier, i, 69.
Bula Dcccns esse censemus: 5 Scpt. 1543. Buli. Cocq., rv, i, 225.
190 ESTADO Y CORTE
pagaron más. Fano nos ofreee un ejemplo de Io que pasó en otras ciudades.
Bajo Ia excusa de que su cuota era excesiva, Ia ciudad se nego durante cierto
tiempo a pagaria. Paulo III decidió perdonarles Ias cantidades vencidas, pero j
bajo Ia condición de emplear una cantidad igual en Ia reconstrucción de sus i
muralias. Más tarde siguió aplicándose una tercera parte de su cuota a este.]
fin. A pesar de ello, generaciones sucesivas se han quejado de Ia cuantía exce- j
siva de Ia cuota; también se quejaron sin césar Ias comunidades rurales, por
Ia porción que Ias fijaba Ia ciudad, e intentaxon sustraerse a Ia obediência ]
dei consejo municipal; mientras este defendia su autonomia, ellas con gusto sei
hubieran entregado ai duque de Urbino. Nos llevaría demasiado lejos entrar.]
en ei detalle de estos pequenos intereses. Bástenos con saber que dei subsidio]
apenas si se cobro más de Ia mitad. 38 En ei ano de 1560 se estima su importes
total en 165,000 escudos.
Pero a pesar de todo, este Papa aumento los ingresos dei Estado de manera
extraordinária. Bajo Júlio II se calculan en 350,000 escudos anuales, con Lcóna
en 420,000 y con Clemente VII, en ei afio 1526, en 500,000. Poço después de
Ia muerte de Paulo III, en un registro autêntico que ei embajador venecianoJ
Dandolo se procuro de Ia Câmara, se estiman en 706,473 escudos.
Sin embargo, los sucesorcs no encontraron gran mejoría. Júlio III se queja
en una de sus instruccipnes de que su sucesor le ha cnajenado todos los ingre-í
sos —sin duda con cxclusión dei subsidio, que no podia ser cnajenado puestoj
que estaba fijado para três anos, por Io menos nominalmente— y de que, ade-l
más, le ha dejado una deuda flotante de 500,000 escudos. 39
A pesar de ello, cuando Júlio III se compromete en una guerra contra los J
franceses y los Farnesio, se enreda en Ias mayores complicaciones. AunquM
los imperialcs le ayudaron con una suma no insignificante para aquellos tiemposJ
todas sus cartas están llenas de lamentos. "Pensaba recibir de Ancona 100,00(1
escudos y apenas si ha recibido 100,000 bajoechi; en lugar de los 120,000 es-j
cudos de Bolonia solo 50,000; inmediatamente después de Ias promesas hechafl
por banqueros de Gênova y de Lucca estas harfsido retiradas; ei que tiene un
centavo Io guarda y no quiere exponerlo." 40
N o había más remédio que apelar a medidas especiales si queria mante-
ner su ejército. Se decidió a fundar un nuevo Monte y Io hizo en una forma
que después ha sido imitada.
Estableció un nuevo derecho cobrando dos carlin sobre ei rubbio de na-
rina; después de todas Ias mermas le llegaron a él 30,000 escudos, cantidadj
que destino a pagar los intereses de un capital que tomo a préstamo y así]
fundo ei Monte delia farina. Notemos como esta operación financiera se aseme-J
38 Bula de Paulo IV. Cupicntes indemmtati: 15 Abril 1559. BuJ/ar. Cocq., rv, i, 358. Exa»|
lio causantibus diversis exceptionibus iiberlatibus et immunitatibus a so/utibne ipsius subsidH
diversjs coinmuniíaíibtis et iinivcrsiratibus et particularibus personis nec non civitatibus terra
oppidis et íocis nostri síatus eccíesiastici concessis, et iactis díveisanim portíonum e/usdem subsidü
donationibus seu remissionibus, vix ad dimidium summae Ireccntorum millium scutorum hujuf-
inodi ascendit.
38 "Istruttione per voi Monsignore d'Imola: ultimo di Marzo 1551". Informationi poíirt
che, t. XII.
40 U papa a Ciovamb. di Monte. 2 Abril 1552.
HACIENDA PAPAL 191
t i a Ias anteriores. Así como antes se crearon cargos eclesiásticos y se les retri-
iliyó con los ingresos crecientes de Ia cúria, con ei solo fin de poder vender
pios cargos y tener a mano Ia suma que hacía falta en ei momento, así se
Niimcntaron ahora los ingresos dei Estado mediante un nuevo impuesto dei
• u c se servia unicamente como masa de intereses para pagar un gran capi-
i 'I que no se hubiera podido obtener de otra manera. Todos los Papas poste-
riores hicieron Io mismo. Unas veces estos Monti eran, como ei clementino,
Hon vacabili; otras vacabili, es decir, que con Ia muerte dei acreedor cesaba ia
Bligación de pagar intereses, pero entonces estos eran más altos y Ia organi-
• ii iii colegial de los montistas se acercaba más a Ia figura de los cargos. Pau-
IV instituyó ei Monte novennale deFrati sobre Ia base de Ia contribución
que obligó a Ias ordenes regulares. Pio IV impuso un quatrin por libra de
• t e y utilizo sus ingresos para fundar un Monte fio non vacabile, que
aporto 170,000 escudos. Pio V cstableció un nuevo qitatrin sobre Ia libra
i carne e instituyó ei Monte lega.
Si consideramos este desarrollo en su conjunto se nos revela Ia importan-
del Estado de Ia iglesia. ^Cuáles son Ias necesidades que obligan a los
Ipas a adoptar este gênero particular de empréstitos que supone un gravamen
directo de su país? Por Io general se trata de Ias necesidades dei catolicismo
general. Una vez que acabaron los dias de Ias tendências puramente polí-
i n, ya no se piensa más que en Ias puramente eclesiásticas. Casi siempre ei
'Mui de nuevas operaciones financieras reside en Ia necesidad de ayudar a
potências católicas en su lucha contra los protestantes o en sus empresas
Jntra los otomanos. Por eso ei Monte fundado por Pio V se llama Monte
gfl, porque ei capital que aporta se aplica a Ia guerra contra los turcos que
Papa emprende en unión de Espafia y Venecia. Este sesgo se acentua cada
más, y todo movimiento europeo afecta ai Estado de Ia Iglesia en esa
m u . Casi siempre tiene que acudir a un nuevo gravamen para sostener
intereses eclesiásticos. Por esta razón era tan importante Ia posesión de su
lltado para poder afirmar Ia posición eclesiástica de los Papas.
Pero no se contentaron solo con los Monti, sino que siguieron apelando
los viejos médios. Continuamente crearon nuevos cargos o caballerate, con
•Ivilcgios especiales, ya sea que Ias remuneraciones se cubrieran a Ia par
Ipn nuevos impuestos o que Ia depreciación notória dei dinero aportara sumas
Tbortantes a Ia Câmara.' 11
Así ocurrió que los ingresos de los Papas —después de una pequena baja
jon Paulo IV, debida a sus guerras— crecieron continuamente. Todavia con
bulo remontaron hasta 700,000 escudos; con Pio se estimaban en 898,482
pcudos. Paulo Tiépolo se asombra de que en ei afio de 1576, trás una ausência
íueve anos, hayan aumentado en 200,000 escudos, llegando hasta 1.100,000.
H r r o Io extraordinário, aunque no pedia ser de otra manera, es que no por eso
k l Papas recibían más. Con los impuestos aumentaron también ias enajena-
Honcs de Ias rentas. Se calcula que Júlio III enajenó 54,000 escudos de renta
I *> De este modo se hallaban Iiacia 1580 muchos luoghi di monte a 100 cn vez de 130: los
•JUIIos de los vacabili se rebajaron de 14 a 9, Io que constituyó un gran ahotio.
192 ESTADO Y CORTE
y Paulo IV 45,960, en tanto que Pio IV, que apelo a toda clase de médios,
hasta 182,550. Con él ei número de los cargos enajenables se elevo a cuatro mil
quinientos, como es natural con exclusión de los Monti, que no se contaron
entre los cargos.4- Y Ia suma de Ias cnajenaciones llegó a 500,500 escudos, pero
siguió creciendo, pues en ei afio 1576 llcgaba a 530,000. Y aunque los ingresos
aumentaron mucho, Ias enajenaciones importaron casi Ia mitad.43
Los registros de Ias rentas papales de Ia época ofrecen ún cuadro extraor-
dinário. Después de indicar a cada renglón Ia suma a cuya entrega se había
obligado ei arrendatário —los arrendamientos rústicos se celebraban por \&
regular por nueve anos—, se senala qué parte se ha enajenado de ella. Por
ejemplo, Ia áogctna de Roma suministró ei ano de 1576 y los siguientes Ia
respetable suma de 133,000 escudos, pero de ellos 111,170 estaban ya asignados^
y todavia sufrían otras retracciones, de suerte que Ia Câmara no recibía más
de 13,000 escudos. Algunas gabelas sobre trigo, carne y vino se cancelabarw
por completo, pues estaban asignadas a los Monti. De varias cajas provinciales»"
denominadas tesorerías —que ai mismo tiempo tenían que sufragar los gastos
de Ia província—, por ejemplo, Ias de Ia Marca y Camerino, no entro un solo
bajocco en Ia Câmara apostólica. Y eso que a menudo se lesagregaba ei sub-
sidio. Se hicieron tan fuertes asignaciones a cargo de Ias minas de alumbre»
de Tolfa, en Ias que antes se confiaba más que en otra cosa, que sus ingresosl
disminuyeron en unos cuantos miles de escudos.44
Para los gastos de su persona y de Ia corte ei Papa descansaba preferen-
temente en los ingresos de Ia dataria, que eran de dos clases, unos, más bien'
eclesiásticos: composiciones, determinados pagos en virtud de los cuales Ia
dataria consentia algunas irregularidades canónicas, como reservas, ei paso de
un beneficio a otro, etc. Paulo IV los acortó mucho merced ai rigor con que
procedió,45 pero volvieron a aumentar poço a poço. Los otros ingresos tenían'1
más bien caracter secular. Se producían en casos de vacantes y nuevas transfe-'
rencias de Ias caballerate, cargos y puestos enajenables en los Monti vacabilú
y fueron creciendo a medida que crecieron estos. Pero Jjacia 1570, ambas claseyi
de ingresos juntas cubren apenas Ias necesidades diárias de Ia casa.
El Estado de Ia Iglesia se vió en una situación nueva con esta marcha.
Así como antes pregonaba ser ei Estado italiano con menos gravámenes, aliora
no iba a Ia zaga de los demás y hasta los sobrepasaba;48 l o s h a b i t a n t e s s e ,
q u e j a b a n a b i e r t a m e n t e . D e Ia vieja i n d e p e n d ê n c i a m u n i c i p a l a p e n a s q u e d a b é '
n a d a . L a a d m i n i s t r a c i ó n se h a c í a c a d a v e z m á s r e g u l a r . L o s d e r e e b o s p ú b l i c o s
42 Lista degíi ufíicii de/Ja corte Romana. 1560. Bibl. Ghigi N. u, 50. Muchos otros Índice»
de diferentes anos.
*8 Tiépolo calcula que se emplearon además 100,000 escudos para sueldos, 270,000 para
castillos y nunciaturas, de modo que ai Papa lc qucdaban 200,000 libres. Hace Ia cuenta de que
los Papas con cl pretexto de sus necesidades para Ia guerra turca, tuvieron 1.800,000 escudos de
ingresos, mientras que en rcalidad habían gastado para este fin tan solo 340,000.
** P. e. Entrara delia reverenda camera apostólica sotto il ponti/icato de N. S. Gregorio XIII
fatta ne»'aiino 1576. MS. Gothana, n. 219.
45 Según Mocnnigo, 1560, produjo Ia dataria antes entre 10,000 y 14,000 ducados por mej.
Bajo ei pontificado de Paulo IV estos ingresos oscilaron entre 3,000 y 4,000 ducados.
«« Paolo Ticpolo, Reíatione di Roma in fempo di Pio IV e Pio V, dice ya: L'impositione
GRECORIO XIII 193
Con frecuencia se solían ceder a los cardenales y prelados que estaban en favor
' que sacaban así bastante partido de Ia situación. Los paisanos de los Papas,
I os florentinos con los Médicis, los napolitanos con Paulo IV, los milaneses
con Pio IV, disfrutaron de los mejores puestos. Pio V acabo con esto. Aquellos
favoritos nunca habían administrado por si mismos, sino que dejaron ei cuidado
• algún doctor júris;47 Pio V utilizo a estos doctores, pero ei provecho que
llia a parar a los primeros se Io reservo para Ia Câmara. Todo era más ordenado
1
regular. Se había instituído una milícia y había reclutados 16,000 hombres;
Í 'ío IV creó un cuerpo de caballería ligera; Pio V disolvió ambas instituciones:
liquido Ia caballería y dejó Ia milícia abandonada a su suerte; toda su fuerza
•rmada no llegaba a quinientos hombres, de los cuales, trescientos cincuenta
nran en su mayoria suizos, y residían en Roma. Si no hubiera habido que de-
Ifcnder Ias costas contra los ataques de los turcos, Ia gente hubiera perdido Ia
[costumbre de Ias armas. Esta población bélica parecia querer hacerse pacífica.
I M Papas deseaban gobernar ei país como un gran domínio cuyas rentas se
rmplcaran principalmente en cubrir Ias necesidades de Ia Iglesia, aunque
rn parte sufragasen los gastos de Ia casa.
Ya veremos como en este aspecto tropezaron todavia con grandes difi-
íultades.
1) Gregorio X1I1
Crcgorio XIII —Hugo Buoncompagno, de Bolonia— que había prosperado
Bino jurista y en los negócios dei mundo, era alegre y amante de Ia vida por
naiuralcza; tenía un hijo, bien es verdad que anterior a su ingreso en ei sacer-
dócio, pero de todos modos habido fuera de matrimônio y, aunque desde en-
bnces llevó una vida regular, nunca fué, sin embargo, un tipo rigorista, y
mi. bien le desagradaba Ia manera severa; parecia querer inspirarse48 más
rn ei cjemplo de Pio IV, cuyos ministros volvió a reponer, que en ei de su
•mediato antecesor. Pero con este Papa vemos lo que puede un sentir que
lia llcgado a prevalecer. Cien anos antes "hubiera regido como un Inocen-
•0 VIII todo lo más, pero en este momento ni siquiera un hombre de sus
condiciones se pudo sustraer a Ia tendência rigerista que- dominaba en Ia
lj;li-sia.
«l/.i \t.ito ccc/csiastico è gravezza quasi insopportabi/e per essere per diversi alrri conti molto
I if;i;r.iv'.ifo; —d'alienare piu entrate delia cíiiesa non vi è piu ordinc, perche quasi turre F entrate
Hffrte si frovano gia alienatc e sopra I'incerto non si trovar/a chi desse danari.
*1 Ticpolo, ibid. Qua/chc governo o Icgatione rispondeva sino a tre, quatro o forse setle
I niila c piu scudi. J'anno. E quasi tutri a//egramen(e ricevendo il denaro si scaricavano dei peso
• drl governo coí metrerc un doffore in iuogo loro.
** Se espero que iba a gobernar de manera distinta de Ia de sus antecesores: mifiori qua-
I dum hominumque captui accommodatiori ratione. Cominentarii de rebus Gregori X1I1 (MS.
•ibl. Alb.)
194 ÉPOCA DE GREGORIO XIII Y SIXTO V
vlcto, pero se encontro con un enviado de Ia corte que le ordeno regresar. Las
Jégrimas le saltaban a los ojos y no podia resistir ei deseo de marchar a Roma,
Bero una segunda orden le obligó a regresar a Bolonia.83
En una palabra, no se puede achacar a este Papa ei haber fomentado ei
otismo ni haber favorecido a su família ilegítimamente. Cuando un carde-
recién nombrado le dijo que estaba agradecido a Ia casa y a los familiares
Su Santidad, golpeó este los brazos de Ia silla, y exclamo: "A Dios y a Ia
ita Sede tenéis que estar agradecido."
Así, estaba dispuesto a afirmar Ia tendência religiosa. No solo trato de
lar Ia piedad de Pio V, sino de excederia.54 Los primeros anos de su ponti-
do decía misa três veces a Ia semana y Ia dei domingo nunca dejó de
iria. El cambio de su vida no solo era irreprochable, sino edificante.
Jamás un Papa ha cumplido con ciertos deberes de su cargo con más fide-
I M !. Tenía listas de personas de todos los países dignas de ser elevadas ai
itcopado y se mostraba muy enterado cuando se le hacía alguna propuesta.
ei mayor cuidado procedia en Ia promoción de estas altas dignidades.
Sobre todo procuro fomentar una buena ensefianza eclesiástica. Con gran
lierosidad apoyó a los colégios de jesuítas. Hizo importantes donativos a Ia
lia de los profesos en Roma: compro casas, cerro calles y les asignó rentas
|ru dar ai colégio Ia forma que hoy conserva todavia. Se penso en veinte
lias y en trescientas sesenta celdas para los estudiantes; se le llamaba semina-
de todas las naciones. Para indicar que ei propósito era abarcar ai mundo
Itcro, en su apertura se pronunciaron veinticinco discursos en diferentes idio-
y cada uno con su inmediata traducción latina.58 El Colégio Germânico,
idado con anterioridad, estaba en peligro por falta de recursos y ei Papa le"
lió 10,000 escudos de Ia Câmara apostólica, además dei palácio de San
Jinar y las rentas de San Stefano de Montecelio. Hay que considerar a
:gorio como autêntico fundador de este instituto, dei cual han salido ano
afio camino de Alemania apóstoles dei catolicismo. También fundo un
legio inglês y le doto de médios. Sostuvo los colégios de Viena y de Gratz
tu propio pecúlio y no había ninguna escuela de jesuítas en ei mundo que
gozara en una forma u otra de su generosidad. Por consejo dei obispo de
jtlu fundo también un colégio griego. Se admitirían muchachos de trece a
leiséis anos y no solo de países que estuvieran bajo Ia soberania cristiana, como
Inrfú y Candía, sino también de Constantinopla, Morea y Salónica. Tenían
liestros griegos; vestían ei caftán y ei birrete veneciano; se les quiso educar
)inplctamente a Ia griega y no debían olvidar que habrían de volver a su
Hria. Había que permitirles su rito Io mismo que su idioma y serían instruídos
M EI buen hombre se queja de que ei pontificado de su hemiano le era más perjudicial que
|0, porque le obligaba a gastos mayores de Io que importaba Ia subvención de Gregorio.
, M Seconda reiazione deli'ambasciatore di Roma Cimo. M. Pao/o Tiepolo Cavre. 3 M.iggio
pi. NeJ/a religione ha tolto non solo d'imitar, ma ancora d'avanzar Pio V: dice per ('ordinário
llicno tre volte messa alia settimana. Ha avuto particolar cura delle chiese, focendole non solo
• rabriche et altri modi ornar, ma ancora colla assistência e frequentia di preti accrescer nel
li" divino,
M Dispaccio Donato li Genn. 1582.
196 ÉPOCA DE GREGOBIO 3UII V SIXTO V
en Ia fe según los princípios dei concilio en que se unifican Ias Iglesias griega
y latina.56
En esta preocupación por todo ei mundo católico cuenta también Ia re-
forma dei calendário. Era un deseo dei concilio tridentino: Io hacía riecesario
Ia desviación de Ias grandes fiestas de su relación, fijada por resoiuciones con-
ciliares, con Ias épocas dei ano. Todas Ias naciones católicas tomaron parte en
esta reforma. Un calabrés poço conocido, Luigi Lilio, ganó renombre inmortal
ai ofrecer métodos fáciles para acabar con ei desorden. Su proyecto fué comu-
nicado a todas Ias universidades, entre otras Ias de Salamanca y Alcalá, y de
todas partes llovieron aprobaciones. Una comisíón en Roma, cuyo miembro^
más acriVo y enterado era ei alemán Glavius,57 Io sometíó a una nueva invés-;
tigación y resolvió en definitiva. En Ia empresa tuvo gran parte ei erudittW
cardenal Sirleto. Se trabajó con cierto mistério, pues no se mostro a nadíe ei j
nuevo calendário, ni siquiera a los embajadores, hasta que fué aprobado potij
Ias diversas instâncias.58 Gregorio Io dió a conocer solemnemente. Ensalza<
Ia reforma como una prueba de Ia inconmensurable grada de Dios a favor de Ia
Jglesia.58
Perc no todas Ias actividades de este Papa fueron de naturaleza tan pa-j
cífíca. Le causaba desazón que los venecianos celebraran Ias paces con ei turcoJ
seguidas de un armistício de Felipe II. Si hubiera dependido de él, jamás se
hubiera disuelto Ia Liga que ganó Ia batalla de Lepanto. La actividad dei PapaJ
se ensancha con los distúrbios de los Países Bajos y de Francia y con Ias díscu-J
siones de Jos partidos en Aiemania. Era incansable en sus pioyectos contra los
protestantes. Las revueltas que Ia reina Isabel tuvo que dominar en Irlanda
fueron animadas casi siempre desde Roma. El Papa no ocultaba que queríaw
emprender una acción general contra Inglaterra. Ano trás afio sus nuncioM
hablan de esto con Felipe II y con los Guisa. No dejaría de tener interésjj
abarcar en conjunto todas estas tentativas, a menudo desconocidas por aquellod
cuya perdición maquinaban y que, por último, condujeron ai episódio de Ia
Armada Invencible. Gregorio XIII puso ei mayoí empeno en todas estas nego-,
ciaciones. La Liga en Francia, que fué tan peligrosa prara Enrique III y para]
Enrique IV, tiene su origen en las relaciones de este Papa con los Guisa.
Es verdad que Gregorio XIII no apesadumbró mucho ai Estado con sus
familiares, pero, por Ia naturaleza de sus empresas, tan amplias y tan costosaw
tuvo que echar mano en gran medida de los recursos públicos. La expedicióry
no muy importante, de Stuckley, que fracasó en África, le costó una suma]
considerable. A Carlos IX le envio una vez 400,0Cfo ducados, conseguidos cory
impuestos indirectos en las ciudades dei Estado. A menudo auxiliaba con sumas]
de dinero ai enrperador y ai gran maestre de Malta. Pero también sus activida*!
des pacíficas exigían gastos importantes. Se calcula que las ayudas para losj
«« Dispacáo Antônio Tiepolo 19. Marzo 1577: accio che /afio maggiori possano afíerrionat»-1
mente e con li verità imparata dar a vedere ai suoi Greci /a vera via.
57 Erythraeus: in quibus Chrisíophorus C/avius principem iocum obtinebat,
68 Dispaccio Oonato 20 Dec. 1582. 2 Giugno 1582. Elogia ai cardenal como un huomOi
veramente di grande Jitteratura.
6» Bula dei 1J de febrero de 15S2, J 12. Bullar. Cocq., rv, 4, 10.
GREGO RIO XIII 197
Papa, que ya había adquirido bienes parecidos por extinción de línea o por
dinero. Se puso en seguida a Ia obra. En Ias montanas de Ia Romana arrebato
Castelnovo a los Isei de Cesena y Coreana a los Sassatelli de Imola. A los Ran-
gone de Módena se les confisco Lonzano en una bella colina y Savinano en Ia |
llanura. Alberto Pio entrego voluntariamente Bertinoro, para evitar ei proceso
con que le amenazaba Ia Câmara, pero esta no se dió por satisfecha, pues le
arrebato también Verucchio y otras localidades. Fué presentando Ias rentas
todos los dias de San Pedro, pero no se le aceptaron más. Esto ocurrió en Ia
Romana. Pero así se procedió también en Ias demás províncias. No solo se echá|
mano a los bienes con cuyas obligaciones feudales no se cumplía; existia»!
otros, en poder de los barones, que estos habían recibido en hipoteca; su origem
jurídico estaba olvidado ya y venían pasando de mano en mano como propie-<|
dad libre enriquecida de muchas mejoras; ahora se les ocurrió ai Papa y a su
comisario Ia conveniência de resolver Ias hipotecas. De este modo se hicieronj
duefios dei castillo Sitiano, depositando Ia suma de 14,000 escudos, que ni cora
mucho representaba ei valor de Ia finca.
El Papa puso demasiadas esperanzas en estas acciones. Creía ganar méri-
tos para ei cielo si conseguia aumentar los ingresos de Ia Iglésia, sin apelar a
nuevos tributos, tan siquiera en 10 escudos. Calculaba satisfecho que los ingre-J
sos dei Estado pontificio habían aumentado en 100,000 escudos en poço tiempffl
y por vias legales. Aumentan, así, Ias posibilidades de abordar empresas contrai
los herejes e infieles. En Ia corte Ia mayoría prestaba su asentimiento. "Esta
Papa se llama alerta [esto significa Gregorio] —decía ei cardenal de Como—i
quiere estar alerta y recobrar Io suyo."98
Pero en ei país estas medidas produjeron otra impresión entre Ia aristo-|
cracia.
Muchas grandes famílias se vieron de pronto despojadas de una posesión
que consideraban de todo derecho. Otras se sentían amej>azadas. Todos los
dias se examinaban viejos papeles en Roma y s/ encontraban nuevos derechos
que hacer valer. Pronto, nadie se sintió seguro y muçhos se decidieron a deA
fender sus bienes con Ias armas antes de contestar ai comisario. Uno de esto»
feudatarios le espeto ai Papa: "Si de todos modos hay que perder, por lo menos
se siente cierto gusto cuando uno se defiende."
Por ia influencia de Ia nobleza sobre los campesinos y sobre los nobili de
Ias ciudades vecinas, se produjo efervescência en todo-ei país.
Se anadió que ei Papa, mediante unas medidas mal calculadas, también
infligió serias perdidas a algunas ciudades. Entre otras cosas había subido los
derechos aduaneros de Ancona, creyendo que ei aumento recaería sobre los co-
merciantes y no sobre ei país. Con esto hizo un dano a Ia ciudad dei que ya
no pudo reponerse; ei comercio se alejó repentinamente. De poço sirvió qua
Ias tasas fueran retiradas y que los ragusanos recobraran sus viejas libertades.
65 Dispaccio 21 Ott. 1581. Sono molti anni che Ia chiesa non ha havuto pontefice di questo
nome Gregorio, che secundo Ja sua etimologia greca vuol dire vigilante: questo che è Gregorio «
vigilante, vuol vigilare e ricuperare il suo, e li par di far un gran servitio, quando ricupera alcunt
cosa, benche minúna.
GREGORIO xm 199
r >r recoger sus cosechas, porque iba a quemar los sembrados de su enemigo
Mino Orsino. Él personalmente se comporto con cierto honor: arrebato a un
"O En las Relatione delia Romagna se encuentran las diferencias neJ tagliar dei pane, neí
«ligersi, iii portare il pennacchio, fioeco o fiore ai capello o aWorecchio.
•t En ei MS. Sixtus V Pontiiex M. (Bibl. Altieri, Roma) se encuentra Ia descripeión deta-
H.i'1.1 de esta situación.
200 ÉPOCA DE GRBGORIO XIII Y SIXTO V
mensajero Ias cartas, mas no toco ai dinero. Pero tanto más ávidos y rapaces se
mostraron sus companeros. De todas partes acudían a Roma los delegado*
de Ias ciudades en busca de ayuda.68 El Papa aumento su fuerea armada y diò>
plenos poderes ai cardenal Sforza, mayores de los que nadie hàbía poseído de»*
de los tiempos dei cardenal Albornoz. No solo debía proceder sin tener en
cuenta los privilégios, pero ni siquiera Ias normas jurídicas ni Ias formas de
proceso alguno y con manu regia.69 Giacomo Boncompagno salió ai campo yi
consiguió dispersar Ias partidas, limpiar ei país de ellas, pero volvió a instaurara*
ei anterior estado de cosas en cuanto Ias fuerzas se alejaron.
Una circunstancia especial coadyuvó en este desorden.
El Papa, que a menudo fué tenido por demasiado bondadoso, había to-
mado muy en serio tanto sus derechos principescos como los eclesiásticos.7*!
No tuvo reparos con ei emperador ni con ei rey de Espana, ni considerariam
alguna con sus vecinos. Y no solo con Venecía se enzarzó en mil cuestionesJ
sobre ei asunto de Aquileya, sobre Ia inspección de sus iglesias, etc. —los enw
bajadores no aciertan a describir Ia indignación dei Papa cuando se le habla*
de estos asuntos, ei resentimiento de que da muestras—, sino también con
Toscana y Nápoles; Ferrara fué tratada sin contemplacíones; Parma acababai
de perder grandes sumas en sus pleitos con ei Papa. Todos estos vecinos se
alegraron ai ver ai Papa embarullado con Ias revueltas y, sin gran disgustoJ
acogieron a los bandidos en sus países para soltados, a Ia primera ocasión,
sobre ei território pontifício. El Papa les rogo inutilmente que desistieran. Les
parecia un poço extrano que no guardando Roma consideración alguna a
nadie, ahora Ia pidiera para si.71
De este modo Gregorio no pudo dominar a sus rebeldes. No se pagaba>l
tributo alguno y ei subsidio no Uegó. En todo ei país se produjo un desconten4
to general y hasta algunos cardenales se preguntaban si no seria mejor adhe-j
rirse a otro Estado. ^
No era posible pensar en continuar en estas circunstancias con Ias medi-
das adoptadas por ei comisario de Câmara. En djciembr&de 1581 ei embajadod
veneciano comunica de modo expreso que ei Papa ha suspendido todos los proJ
cesos en matéria de confiscaciones.
Tuvo que sufrir que Piccolomini se presentara en Roma y le hicicra llegar]
«8 Dispacci Donato dei 1582.
fl9 Breve, para Sforza, reproducido en los Dispacci. Omnimodam facultarem potcsfafem)|
auetoritatem et arbitrium contra quoscunque bannitos facinorosos receptatores fautores compIicMj
et sequaces etc. nec non contra communitafes universitates er' civitates terras et castra et a/ioj
cu/uscunque dignitatis vel praeeminentiae, Barones Duces et quavis autoritate fugentes, et extra-
/udicía/iter et /uris ordine non servato, etiam sine processu et scripturis, et manu regia ilibsquo
omnes et singulos puniendi tam in rebus in honis quam in personis.
10 Ya en 1578 Io advirtió P. Tiepolo. Quanto piu cerca d'acquistarsi nome di giusto, tanto |
piu Io perde di gratioso, perche concede mo/to meno gratie estraordinarie di que! clie ha fatio
altro pontefice di molti anni in qua: —Ia qoaí cosa, aggiunta a7 mancamento ch'è in lui di certí
ofíici grati et accetti per Ia difficoltâ massimamente naturaíe che ha nel parlar e per le pochissinJ
parole che in ciascuna oceasione usa, fa ch'eg'i in gran parte manca di quel/a grafia appresso le
persone.
TI Dispaccio Donato 10 Seft. 1581. E una cosa grande che con non dar m.ii satisfationi
nissuna si pretende d'avere da altri in quello che toeca a/la íibertà de/Jo stato suo corrcntemenMf
ogni sorte d'ossequio.
sacro v 201
mu petición de absolución. 72 Le corrió un calosfrío cuando leyó ei documento,
cnn toda Ia larga serie de crímenes que tenía que perdonar, y Io dejó sobre
Ú» mesa. Pero se le decía: de três cosas una; o su hijo Giacomo morirá a manos
tlr Piccolomini, o este tendrá que ser muerto por Giacomo, o no hay más
(irmcdio que absolver ai bandido. Los confesores de San Juan de Letrán
dcclararon que, aunque no querían romper con ei secreto de confesión, podían
•ciir por Io menos que iba a ocurrir una gran desgracia de no hacerse algo. A
Ipdo esto se anadía que Piccolomini estaba protegido por ei gran duque de
Toscana, como se dejaba ver por ei hecho de que vivia en ei palácio de los
Médicis. Por fin, con gran dolor de su corazón, se decidió ei Papa y firmo
•1 breve de absolución.
Pcro no por esto se restableció ei orden. Su propia capital estaba infestada
bandidos. Las cosas llegaron ai extremo de que tuvo que intervenir Ia ma-
ilratura municipal de los "conservadores" para que fuera obedecida Ia policia
li Papa. U n tal Marianazzo rechazó ei perdón ofrecido: "Le era más ventajo-
—decía— vivir como bandido, pues tenía mayor seguridad." 73
El anciano Papa, cansado de Ia vida y débil, elevo Ia mirada ai cielo y
:lamó: "Te levantarás, Senor, y te apiadarás de Sión."
2) Sixto V
linda como si en todas estas revueltas se escondiera una fuerza secreta capaz
agitar y dirigir a los hombres.
Mientras en ei resto dei mundo los principados o las aristocracias iban
nsmitiendo su seiiorío de generación en generación, ei principado eclesiásti-
tenía de particular que se podia ascender a él desde los estratos más bajos
]a sociedad. De ellos salió un Papa dotado de Ia fuerza y ei temple necesa-
• para poner término ai caos.
Muchos habitantes huyeron a Itália con los primeros êxitos de los o t o
|lnos en las provincias de Iliria y de Dalmacia. Se les vió llegar, sentarse por
Mpos en Ia ribera y elevar sus brazos ai cielo. Entre estos fugitivos se hallaba
bablcmente un antepasado de Sixto V, Zanetto Peretti, de origen eslavo. Y,
mo ocurre con los refugiados, ni él ni sus descendientes, que residieron en
liuHalto, pudieron ufanarse en su nueva pátria de una suerte especial. Pier-
lltili Peretti, padre de Sixto V, tuvo que abandonar Ia ciudad a causa de sus
ilidas y solo por su matrimônio estuvo en situación de arrendar un huerto en
íte a Maré, en Fermo. Lugar extraordinário donde, en médio de Ia vegeta-
m, se descubrieron las ruínas de un templo de Ia Juno etrusca, de Ia Cupra.
) faltaban los frutos dei sur, pues Fermo disfrutaba de un clima más suave
r ei resto de Ia Marca. Aqui le nació a Peretti un hijo, ei 13 de diciembre
1521. Poços dias antes había tenido un sueno en ei que, ai dolerse de las
11 Donato 9 Apiil 1583'. 1/ sparagnar Ja spesa e Tajsícurar B Signor Giacomo, che /o desiâe-
I, cf il fuggir Coccasione di dísgustarsi ogni di piu per questo con Fiorenza si come ogni di
wniva, ha fatio venir S. Sà. in quesfa risoíutione.
TJ Che ii viver fuoruscito J'intorni piú a conto e di maggior sicuríà. Grcgorio gobemó desde
li de mayo de 1572 hasta ei 10 de abril de 1585.
202 ÉPOCA DB GRECORIO Xni Y STXTO V
muchas desgracias que le habian aqúejado, fué consolado por una santa voz
que le aseguró que tendría un hijo que seria Ia felicidad de su casa. Con toda Ia
vivacidad de una mentalidad softadora, ya de por si inclinada a Ias zonas de
Io misterioso, con una confianza exagerada por Ia necesidad, concreto su espe-
ranza dándole ai hijo ei nombre de Félix.74
Comprenderemos Ia situación en que se hallaba Ia família si recordamos,
por ejemplo, que ei muchacho cayó una vez en un estanque en ei que su tia
lavaba Ia ropa y fué ella quien le saco; que tenía que vigilar Ia fruta y guardar
los cerdos; aprender a leer en Ia cartilla que los chicos, que tenían que atravesar
ei campo para ir a Ia escuela, le dejaban ai volver de ella, porque ei padre no
contaba con cinco bajocchi sobrantes para poder pagar Ia mensualidad ai maes-
tro. Por fortuna, Ia família tiene un pariente franciscano, Fra Salvatore, que se
ablanda hasta pagar ei gasto de Ia escuela. A ella fué Félix, con su zoquete de
pan, que comia todos los dias junto a Ia fuente, que le regalaba su líquido.
A pesar de circunstancias tan precárias, Ias esperanzas dei padre pasaron ai cora-
zón dei hijo y cuando este entro a los doce anos —todavia ningún concilio
tridentino había prohibido votos tan tempranos— en Ia orden franciscana,
conservo su nombre de Félix. Fra Salvatore le trato con severidad, empleó Ia
autoridad de un tio que a Ia vez representa ai padre. Sin embargo, le envio
a Ia escuela. Frecuentemente Félix estudiaba sin haber cenado, a Ia luz de una
lintema en ei claustro y, cuando esta se apagaba; junto a Ia lámpara que luría
en Ia iglesia ante ei Sagrario. Ningún rasgo se nos describe que delate en él un
especial entusiasmo religioso o una profunda inclinación científica; solo sabemos
que hizo rápidos progresos, tanto en Ia escuela de Ferno como en Ias escuelas
y universidades de Ferrara y Bolonia, adquiriendo los grados acadêmicos con Ia
mayor loa. Especialmente se desarrolló en él un talento dialéctico. Se apropió
en alto grado de Ia habilidad monacal para tratar confusas cuestiones teológi-
cas. En ei afio de 1549, en un congreso general de los franciscanos, en ei que
se celebraron también concursos literários, disputo con gran habilidad y presen-
cia de ânimo con Antônio Pérsico, de Calábria, que había ganado mucha fama
en Perugia.75 Este triunfo le proporciono cierto prestigio y ei protector de Ia
orden, cardenal Pio de Carpi, se le aficionó mucho.
Pero su verdadera fortuna le viene de lado muy distinto.
7* Tempesti, Sloria de/Ia vita e geste di Sisto V, 1754, consulto ei archivo de Montalto sobre
ei origen de su héroe. Las aseveraciones de Tempesti son confirmadas* y ampliadas por Huebner,
Sixte V, i, 204. Un documento autêntico constituye Ia Vita Sixti V, ipsius manu emendata, MS,
de Ia Bibl. Altieri de Roma. Sixto nació cum pafer Ludovici Veccnii Firmam' hortum excoleret,
mater Dianae nurui ejus perhonestae matrona? domestica ministeriis operam daret. En edad muy
avanzada, esta Diana pudo presenciar ei pontificado de Sixto. Ânus senio confecta Roman delem
vo/uit, cupida venerari eum in summo rerum humanarum fastigio positum, quem oJitoris sui filiam
paupere victu domi suae natum aluerat. Por Io demás pavisse puerum pecus et Picentes memorant
et ipse adeo non diffitetur ut etiam prae se ferat. En Ia Biblioteca Ambrosiana, R. 124, se cncuciitra
F. Radice de/J'origine di Sisto V, información con fecha dei 4 de mayo de 1585, que no dice sino
cosas insignificantes.
7S Si-tus V Pont/fex Maximus: MS. de Ia Biblioteca Altieri. Eximia Persicus apud omnes /ate
fama Perusiae philosophiam ex Te/esii píacitis cum publice doceret, novitate doctrinae tum primam
nascentis navitiim ingenii Iumcn mirifice illustrabat. Montaltus ex universa theo/ogia excerpfas poli-
fiones cardinali Carpensi inscriptas tanta cum ingenii laude defendit ut omnibus admirarioni lucrit.
SIXTO V 203
llvamente a este miras de tal índole. También Pio V y Gregorio XIII favore-
•eron Ia agricultura y Ia industria y lo que caracteriza a Sixto no es ei haber
indado un camino completamente nuevo, sino ei haber procedido por él con
biayor rapidez y decisión. Por eso quedo su memória en ei recuerdo de los
hombres.
L Cuando se dice que fundo Ias congregaciones de cardenales no hay que
Éntenderlo a Ia letra. Las siete más importantes —Ia de Ia Inquisición, Ia dei
Índice, Ia de Concilios, Ia de Obispos, Ia de Congregaciones religiosas, Ia
plgnatura y Ia Consulta— existían ya. Y en ellas no se descuidaron por com-
pleto los asuntos dei Estado, pues Ias dos últimas entendían de justicia y admi-
fciitración. Sixto V decidió agregar otras ocho congregaciones, de las que solo
los se ocuparían de asuntos de Ia Iglesia,92 una con Ia fundación de nuevos
bbispados, y otra con los asuntos de las tradiciones eclesiásticas. Las otras seis
te disiribuyeron determinadas ramas de Ia administración: annona, construc-
i iiiii de caminos, derogación de impuestos gravosos, construcción de naves de
iuerra, imprenta dei Vaticano y universidad de Roma.93 Vemos con qué poço
Ultema trabajó ei Papa este asunto y en qué forma pone ai mismo nivel inte-
Nscs pasajeros e intereses generales. A pesar de todo, su obra fué aceptada y se
a mantenido durante siglos con poças modificaciones.
Levanto ei prestigio dei cardenalato. Tenían que ser hombres excelentes,
I costumbres intachables, de palabra segura, norma para Ia vida y ei pensa-
Icnto de los demás, sal de Ia tierra, luz en candelero.04 Pero no se crea, por
to, que procedió siempre en los nombramientos de manera concienzuda. En
«vor de Gallo, ai que hizo cardenal, no supo decir otra cosa sino que era su
idor, a quien queria por muchos motivos y que, una vez en un viaje, le
bió muy bien.95 Pero también impuso una regia que, si bien después
0 se ha observado siempre, por lo menos se ha pensado en ella. Fijó ei mi-
cro de cardenales en setenta: "Lo mismo que Moisés escogió setenta ancianos
cl pueblo para tener consejo con ellos."
También se ha atribuído a menudo a este Papa ei haber acabado con ei
potismo. Pero las cosas, vistas de cerca, tienen otro aspecto. Ya con Pio IV,
> V y Gregorio XIII fueron de poça monta los favoritismos con los sobrinos.
i este sentido, si alguien merece una alabanza especial es Pio V, quien con-
nó expresamente las enajenaciones de tierras de Ia Iglesia. Como décimos, ei
IjM) antiguo de nepotismo había acabado mucho antes de Sixto V. Con los
02 Congregation de sacri riti e cerimonie ecc/csiastiche, dclle provisioni consistoriali: a questa
twlJc appartenesse Ja cogniíione dclJe cause dell'erettione di nove cattedrali.
03 Sopra aiJa grascia et annona —sopra al/a fabrica armamento e mantenimento delia galere
lopra gli agravi dei popolo —sopra le strade acque ponti e confim' —sopra alie stamperia Vati-
MII.I |dió ai primer propietario de Ia imprenta eclesiástica habitación en ei Vaticano y 20,000 es-
fuilns para diez afios] —sopra 1'università dello studio Romano.
04 Bulla: Postquam verus ille: ? Dic. 1586. Buli. M., rv, iv, 279.
0B Ya que Sixto no tolero ninguna otra oposición, sufrió Ia que se expresaba en los sermones.
1 |csuita Francisco Toledo dijo cn uno de los suyos que era pecado, por causa de servidos per-
ulcs, dar a alguien un cargo público. Non perche, continuo, uno sia buon coppiere o sealeo,
li commette senza nota d'imprudenza o un vescovato o un cardinalatto. Gallo había sido jefe
cocina. (Memorie dei pontificato di Sisto V.)
212 ÉPOCA DE GREGORIO XIII Y SIXTO V
Papas dei siglo siguiente se constituye de nuevo, pero en otra forma. Hubo
siempre dos sobrinos favorecidos, uno de ellos cardenal, que se encargaba de Ia
administración suprema de los asuntos espirituales y temporales, y ei otro,
seglar, casado con ventaja, dotado con bienes raíces y con Loitgfi» di Monte,
fundaba un mayorazgo y una casa principesca. Si preguntamos ahora cuándo
se introdujo esta forma nos encontramos con que se fué estableciendo poço a
poco, pero que inicio su marcha con Sixto V. El cardenal Montalto, ai que ei
Papa queria tiernamente y con ei que solía moderar su habitual violência, fué
admitido en Ia Consulta y participo en Ia política exterior, y su hermano Mí-
chele, hecho marquês, fundo una casa bien dotada.
Pero si se piensa que de esta forma Sixto introdujo un gobierno nepotista,
Ia equivocación es total. El marquês no ejerce influencia alguna y ei cardenal
tampoco muy importante.96 Lo contrario hubiera contradicho ei sentir dei
Papa. Sus favores tienen algo de ingênua confianza, le proporcionan una base
de buena voluntad pública y privada, pero nunca abandona Ias riendas, siera-1
pre gobierna él mismo. Aunque parezca favorecer Ias congregaciones y de
hecho invita a que se le hable con franqueza, pierde Ia paciência y se indigna]
tan pronto como alguien le contradice.97 Imponía su voluntad con gran obsti-
nación. "Con él —dice Giovani Gritti— casi nadie tiene voz de consejo y no
digamos de resolución."98 A pesar de todas aquellas manifestaciones de favo»
personal a Ias províncias, su administración es penetrante, rigurosa y auto-
ritária.
Pero estos rasgos se acentúan en ei aspecto financiero.
98 Bentívoglio, Memoríe, p. 90. Noa aveva quasí a/cuna partec/patíone neí governo.
97 Gualterius: Tametsi congregationibus aliisque negotia mandarei, iíla tamcn ipse cognc*
cere atque confieere consuevit. Diligentia incredibilis sciendi cognoscendique omitia quae a recto-
ribus tubis, provi-iciarum, populorum omnium, a ceteris magislratibus scdis aposto/icae agcbantllfc
98 Gritti, Relatione. Non ei è chi abbi con lui voto decisivo, quasi ne anche consultivo.
99 Memorie autografe di papa Sisto V.
SIXTO v 213
150,000 escudos, sino que ei mismo Sixto calculo una vez los alivios que debía
a Ia Câmara en 146,000 escudos.103
Con todos sus ahorros, los ingresos no pasaron nunca de 450,000 escudos,
según sus propias palabras. Apenas le llegaban para sus construcciones, y mu-
cho menos para su colosal tesaurización.
Ya vimos Ia economia especialísima que se instituyó en este Estado,
aquel aumento de los impuestos y de Ias cargas sin que, por ello, aumentaran
los ingresos netos, aquella variedad de empréstitos valiéndose de Ia venta de|
cargos y de los Monti, aquel creciente gravamen dei Estado por Ias necesidades |
de Ia Iglesia. Se comprenden los efectos enojosos que tenían que acompanar |
a un sistema así, y si tomamos en cuenta Ias alabanzas, tan abundantes, que sei
han dedicado a Sixto V, debemos figuramos que supo acabar con ei mal. Por]
eso sorprende que siguiera sin consideración alguna ei mismísimo ca mino:
consolido en tal forma este gênero de administración financiera que ya no pudo
ser contenido.
Una de sus fuentes más importantes era Ia venta de cargos. En primer[
lugar, subió ei precio de muchos de ellos. Ejemplo: ei cargo de tesorero de laj
Câmara. Hasta entonces había sido enajenado por 15,000 escudos y él Io ven-í
dió a un tal Justiniano por 50,000; habiéndole nombrado cardenal, volvió a
vender ei cargo a un tal Pepoli, por 72,000; cuando este fué hecho también
cardenal, aparto Ia mitad de Ias rentas dei cargo, 5,000 escudos, y Ias asignóa
a un Monti, y, a pesar de esta merma, pudo revender todavia ei cargo pó»
50,000 escudos de oro. En segundo lugar, empezó a vender cargos que antesij
se habían estado concediendo sin más: notarías, fiscalías, puestos de com is a rio
general, de solicitador de Ia Câmara, de abogado de los pobres; a veces en pre*j
cios muy altos, como, por ejemplo, ei de comisario general en 20,000 escudos [
y Ias notarías en 30,000. Por último, creó una gran cantidad de cargos nuevos,]
algunos muy importantes: tesorería de Ia dataria, prefectura de Ias prisionesj
veinticuatro referendariatos, doscientos caballerate, notarías en Ias localidades]
principales dei Estado; estas Ias vendió todas juntas. ,
Le produjo esta gestión una cantidad muy importante: 608,510 escudos
oro y 401,805 escudos plata; un total, pues, de millón y médio de plata;10^
pero pensemos en qué grado no habría crecido ei mal, si ya antes los cargos^
enajenables eran una lacra dei Estado —como sabemos, implicaban una parti-]
cipación en los derechos públicos, en razón dei présfamo, derechos que se
hacían valer con todo rigor contra los obligados a^ pago, sin atender ai cum-
plimiento de Ias funciones—. De aqui vino que se considerara ei cargo como
una posesión que otorgaba derechos y no como una obligación que imponía
deberes.
Además, Sixto aumento extraordinariamente los Monti. En esto excedió
a todos sus antecesores, pues creó três Monti non vacabili y ocho vocabili.
Ya vimos que los Monti se apoyaban siempre en nuevos impuestos. Tam-
103 Dispaccio Badoer 2 Giugno 1589.
104 Cálculo dctallado que se encuentia en un manuscrito sobre Ia hacienda romana durante
ei pontificado de Clemente VII. (Bibl. Barberina, Roma.)
SIXTO v 215
poço Sixto V pudo encontrar otro médio, a pesar de que tal principio le repug-
. linha. En ei consistorio, cuando habló por primera vez a los cardenales de una
Unvcrsión dei tesoro, ei cardenal Farnesio le dijo que su abuelo Paulo III tuvo
liil intención, pero que considero que no seria posible sin aumentar los im-
jinustos y por ello desistió. Sixto le contesto con violência. La insinuación de
• I'•• un Papa anterior había sido más prudente, le indigno. "Eso se debe —re-
ÍUM) —a que en tiempo de Paulo III había unos cuantos grandes derrocha-
lorcs que, gracias a Dios, no hay entre nosotros." Farnesio se sonrojó y calló.1015
fero Ias cosas ocurrieron como él Ias había previsto. En ei afio de 1587 Six-
V ya no se paro en barras. Cargo con nuevos impuestos a ofícios ínfimos;
)Í ejemplo, ei de aquellos que arrastraban con bueyes y caballos Ias barcazas,
irriente arriba dei Tíber, y a artículos de primera necesidad como Ia lena y Ias
Intas de vino. Empeoró Ia moneda y, como se origino un pequeno tráfico de
lucro en cada esquina a consecuencia de ello, aprovechó Ia ocasión para vender
autorizaciones ai efecto.100 Favoreció a Ia Marca, pero perjudicó ei comercio
Ancona con un nuevo derecho dei 2 por ciento sobre Ia importación. La indus-
|a, que apenas empezaba a animarse, le proporcionaba un beneficio indirecto
Io menos.107 Le aconsejaba estas y otras operaciones un judio português ape-
lado López, huído de Portugal por miedo a Ia Inquisición, que gozaba de Ia
>nfianza dei datario y de Ia senora Camilla y que logro ganar también Ia dei
fipa. Después de Ia respuesta que dió a Farnesio ningún cardenal se atrevió
oponérsele. Una vez que se hablaba dei citado impuesto dei vino, dijo Albano
Bérgamo: "Me parece bien todo Io que Su Santidad dispone, pero me pa-
Ccría mejor que no le agradara este impuesto."
Y de esta suerte Sixto logro tantos ingresos nuevos que pudo aceptar de los
\onti un empréstito de três millones y médio de escudos oro, exactamente
|,424,725, con los intereses correspondientes.
Reconozcamos que esta gestión hacendística tiene algo de incomprensible.
Mediante nuevos impuestos y nuevos cargos se grava ai país de manera
luy pesada; los cargos se nutren de emolumentos, cosa que no puede sino
ibar Ia marcha de Ia justicia y de Ia administración; los impuestos recaen
Jbre ei comercio en general y sobre ei comercio ai detalle, y tienen que perju-
|cor su movilidad. {Y para qué sirven los ingresos?
Sumemos Io que los Monti y los cargos han aportado, y tendremos casi Ia
Inia tesaurizada en Sant'Ângelo: cinco millones y médio de escudos, en reali-
10B Memorie de/ ponte/icato di Sixto V. Muíatosi per (anto nel volto mentre Farnese parla-
k, ínto piu tosto che grave gli rispose: Non e maraviglia, Monsignore, che a tempo di vostro
ti non si potesse mettere in opera il disegno di /ar tesoro per Ia chiesa con Tentrate e proventi
iliiuni, perche vi erano di mo/ti e grandi scialaquatori [palabra que gustaba mucho de emplear],
[qtiu// non sono dio grafia a tempi nostri: notando amaramente /a moltitudine di figh' e íigiie e
tpiili d'ogni sorte di questo pontefice. Arrosi a/quanto a quel dire Farnese e tacque.
mu Se obtenía en cambio por un viejo Càiíio, aparte de 10 Ba/occhi, que él había acuflado,
mplcmento de 4 a 6 Quatrin.
107 Un buen ejemplo de su administración (Le sfesse memorie): Ordinò non si vendesse seta
Moita o tessuta in drappi nè iana o panni se non approbati da o/ficiali creati a tal efíetto, nè
riírassero senza /icenza degü stessi: inventione uti/e contro alie íraudi, ma molto piü in pró
illu camera, perche pagandosi i segni e le licenze se n'imborsava gran danaro dal pontefice. Tam-
pndría ser en provecho de Ia industria.
216 ÉPOCA DE GREGORIO XIII Y SIXTO V
dad un poço más. Todas Ias empresas que han dado fama a este Papa podrí»
haberlas llevado a cabo con ei monto de sus ahorros.
Se comprende que se junten y ahorren los excedentes, y que se emita un
empréstito para cubrir una necesidad dei presente es también Ia regia, pero ei]
algo extraordinário que se tomen empréstitos y se impongan cargas para ence4|
rrar un tesoro en un castillo con vista a necesidades futuras.
Y, sin embargo, esto es Io que ei mundo ha admirado más en ei Papa
Sixto V.
Es cierto que Ias medidas de Gregorio XIII tuvieron algo de odiosas y
violentas y produjeron repercusiones desagradables. Pero, aparte de esto, me
parece que de haber conseguido que Ia caja pública pudiera prescindir de nua*
vos impuestos y empréstitos, hubiera producido un efecto muy beneficioso, y ei
Estado de Ia Iglesia habría conocido un desarrollo mejor.
Pero a Gregorio le falto en sus últimos aríos Ia energia necesaria para Ue-
var adelante su pensamiento.
Energia es Io que no le faltaba a Sixto. Su tesaurización mediante em-
préstitos, venta de cargos y nuevos impuestos, no hacía sino aumentar Ias caw
gas, y ya veremos Ias consecuencias más tarde. Pero que consiguiera Io que con|
siguió, ofusco ai mundo y dió ai Papado un nuevo prestigio momentâneo.
En médio de Estados que en su mayoría padecían por falta de dinero,
los Papas tuvieron una mayor confianza en si mismos con Ia posesión dei tesotCB
y un prestigio extraordinário ante terceros.
En realidad este tipo de administración pública concuerda muy bien con
ei sistema católico de Ia época.
Al concentrar todas Ias fuerzas financieras dei Estado en Ias manos dei
primer jerarca de Ia Iglesia, convierte a éstè en un órgano perfecto dei poder
eclesiástico.
Pues ipara qué otros fines se podia emplear este dinero sino^ara Ia dcfen-
sa y propagación de Ia fe católica? y
Sixto V vivia en médio de proyectos que tendían a es/ meta. A veces, se
referían ai Oriente y a los turcos; más a menudo, ai Occidente y a los protes*
tantes. Entre los dos sistemas, ei católico y ei protestante, estalló una guerra en
Ia que los Papas tuvieron parte muy activa.
En ei libro siguiente nos ocuparemos de ella. Detengámonos todavia un
momento en Roma, que supo ejercer de nuevo su acción sobre ei mundo.
/
ch) Construcciones de Sixto V.—Por tercera vez se nos ofrece Roma,
también exteriormente, como Ia capital de un orbe.
Conocida es Ia magnificência y grandeza de Ia antigua Roma y, a travei
de Ias ruinas y de Ias leyendas, hemos tratado de hacérnosla presente de mil
maneras. También Ia Edad Media merece un esfuerzo parecido. Era magní-
fica aquella Roma, con Ia majestad de sus basílicas, ei culto de sus catacum-
bas, ei patriarcado de los Papas; en ella se conservaban los monumentos de Ia
cristiandad primitiva, ei palácio de los Césares, todavia magnífico, que pcrte-
SIXTO v 217
necia a los reyes germânicos, los castillos que linajes independientes habían
podido mantener en médio de tantas potestades.
Esta Roma medieval había decaído como Ia antigua durante Ia estância de
los Papas en Avignon.
Cuando Eugênio IV volvió a Roma, en ei afio de 1443, estaba convertida
•n un poblacho de pastores y en nada se diferenciaban sus habitantes de los
labradores y pastores dei campo. Hacía tiempo que se habían abandonado Ias co-
linas y se vivia en Ia parte liana, en los meandros dei Tíber; en Ias estrechas
Cnlles no había pavimento alguno, y los balcones y Ias arcadas, que sostenían
I .r..i con casa, Ias ensombredan todavia más. El ganado andaba suelto. Desde
S.in Silvestre hasta Ia Porta dei Popolo todo era tierra cultivada y pântanos
•onde se cazaban patos silvestres. El recuerdo de Ia Antigüedad casi había
desaparecido. El Capitólio era montana para Ias cabras y ei Foro prado para
Itts vacas. Se enredaban Ias más extranas leyendas en los poços monumentos que
Wavfa se mantenían en pie. La Iglesia de San Pedro corria ei peligro de de-
umbarse.
Cuando Nicolás recobro Ia obediência de toda Ia cristiandad, contando
n Ia riqueza aportada por los peregrinos que acudieron ai Jubileo, concibió
idea de adornar a Roma con edifícios tales que quienquiera Ia viera tuviera
iic pensar que se hallaba en Ia capital dei mundo.
Pero no era esta obra de un solo hombre y los Papas han venido colabo-
ndo en ella durante siglos.
No voy a referir ai detalle los esfuerzos de cada uno, que encontramos
méritos en Ias crônicas de su vida. Por sus logros Io mismo que por su con-
ste, Ias dos épocas más importantes son Ia de Júlio II y Ia de Sixto.
Con Júlio II fué renovada por completo Ia ciudad baja en Ia margen dei
Ibcr, hasta donde se había extendido Roma. Despues que Sixto IV hubo uni-
mejor Ias dos partes a ambos lados dei rio mediante aquel sólido y sencillo
ente en ei Travertino que todavia lleva su nombre, se empezó a construir
un lado y otro con ei mayor afán. En ei lado exterior dei rio, Júlio II no se
ntcntó con Ia construeción de Ia basílica de San Pedro, sino que renovo
mbién ei Palácio Vaticano. En Ia hondonada entre Ia construeción vieja y
villa de Inocencio VIII, el Belvedere, coloco Ias Logias, una de Ias obras
tjor pensadas que puede imaginarse. No lejos de allí sus primos, los Riari,
tu tesorero mayor, Agostino Chigi, competían por quién habría de construir
más bella casa. Sin duda que Chigi se llevó Ia palma: construyó Ia Farne-
n, admirable de situación y adornada por el pincel de Rafael. En el lado
terior dei rio debemos a Júlio II Ia terminación de Ia Cancillería, con sus
Wftile de proporciones tan puras, sin duda los pátios más bellos dei mundo
;• cardenales y nobles trataban de imitarle: Farnesio, cuyo palácio se ha ga-
do Ia fama de ser el más perfecto de los palácios romanos por su magnífica
trada; Francisco de Rio, que presumia dei suyo diciendo que se mantendría
pie hasta que Ia tortuga hiciera el recorrido de Ia tierra; los Médicis, cuya
In albergaba todos los tesoros dei arte y de Ia literatura; los Orsini, que ador-
ou también su palácio de Campofiore por dentro y por fuera con estatuas
218 ÉPOCA DE GREGORIO XIII Y SIXTO V
108
y cuadros. El forastero no siempre dedica Ia atención que merecen a los
monumentos de esta bella época, en que se intento igualar a Ia Antigüedad
en torno a Campofiore y a Ia Plaza Famesina. Emulación, gênio, esplendor,
bienestar general: todo concurria. Como Ia población aumentaba, se construyó
también en ei Campo Marzo, en torno ai mausoleo de Augusto. Todavia se
construyó más con León, pero ya Júlio tuvo ocasión de trazar Ia Lungara ai
otro lado dei rio y, enfrente, en ei lado de acá, Ia Strada Julia. Todavia se ve
Ia inscripción en que los "conservadores" celebran que haya trazado y abierto
caminos nuevos, "adecuados a Ia majestad dei senorío recién adquirido".
La peste y Ia conquista mermaron otra vez 4a población, y Ias agitaciones
bajo Paulo IV infligieron a Ia ciudad nuevos danos; solo después pudo recu-
perarse y creció también su número de habitantes con Ia obediência renovada
dei orbe católico.
Ya Pio IV había pensado en construir en Ias colinas abandonadas. En Ia
Capitolina construyó ei palácio de los "conservadores"; en Ia Viminal Miguel
Ángel erigió sobre los escombros de Ias termas dioclecianas Ia iglesia de SantaJ
Maria degli Angeli; Ia Porta Pia, en ei Quirinal, lleva esculpido su nombre.10*!
También Gregorio XIII edificó en este lugar.
Pero todos estos esfuerzos eran inútiles mientras Ias colinas padecieran de
falta de água.
A esto pone remédio Sixto V. Dentro de Ia ciudad misma, debe su fama
singular entre los Papas a haber hecho frente a esta necesidad, trayendo Ias
águas por colosales acueductos. Lo hizo, como dice, "para que estas colinas, qum
todavia en los tiempos cristianos lucían magníficas basílicas, que gozan de ui»|
aire sano, de una situación preciosa y de un bello panorama, pudieran ser de|
nuevo habitadas". "Por esta razón —aiiade— no nos hemos arredrado poin
dificultad alguna ni por los gastos." Desde un principio dijo a los arquitectotj
que su deseo era fabricar una obra que pudiera ponerse a Ia altura de Ia Roma|
imperial por su magnificência. Desde una distancia de veintidós millas par^
tiendo dei agro Colonna, a pesar de todos los obstáculos, hizo traer Ia Acua\
Martict, en parte bajo tierra y en parte sobre altas arcadas. Con gran contento
pudo ver ei Papa elevarse ei chorro de estas águas en su Vigna y todavia Ias
llevó hasta Susana, en ei Quirinal, y Ias bautizó con su propio nombre, Acua
Felice. Y con no menor complacência hizo esculpir en Ia fuente Ia figura de
Moisés haciendo brotar ei água de Ias penas.110
Para ei barrio y para toda Ia ciudad Ia obra fué muy beneficiosa. La Acua
Felice pródiga en veinticuatro horas 20,537 metros cúbicos de água y alimen-
ta veintisiete fuentes.
Así se comenzó a construir de nuevo en Ias alturas. Sixto V animo a ello
108 OpuscuJum de minbilibus novae et vetais urbis Romae editum a Francisco Aibertino J
'515, principalmente en Ia segunda parte de este, de nova urbe.
100 Luigi Contarini, Antichità di Roma, p. 76, elogia sobre todo los esfuerzos de Pio IV,
S'eg/i viveva ancora -f anni, Roma sarcbbe d'edi/i'cii un a/tra Roma.
HO De Tasso poscemos "Stanze all'acqua felice di Roma" (Rime, n, 311). Allf describe como
ei água corre ai principio en oscura via y luego asciende alegremente hacia Ia luz dei sol, para VW
a Roma tal como Ia vió Augusto.
SIXTO v 219
con privilégios especiales. Allanó ei suelo en Trinitá de'Monti y puso los ci-
micntos para Ia escalera de Ia Plaza de Espafia, que constituye Ia comunica-
ción más próxima entre Ia ciudad baja y esta altura.111 Aqui construyó Ia Via
Yvlice y ei Bordo Felice, y abrió Ias calles que hoy todavia conducen por todas
partes a Santa Maria Maggiore. Su intención era unir todas Ias basílicas con
• --I.I mediante anchas y grandes vias. Los poetas cantan que Roma parece du-
plicar su población y busca sus viejos albergues.
Pero no solo por ei hecho de construir en Ias alturas se diferencia Sixto V
di* los Papas anteriores. Tuvo también proyectos muy contrários a los de otros
[Papas.
Con una espécie de fervor religioso se contemplaban en ei tiempo de
Lión X Ias minas de Ia vieja Roma, pues en ellas se entraba en contacto con
_U chispa divina dei espiritu de Ia Antigüedad. Aquel Papa penso sobre todo
«•li Ia conservacíón "de aquello que todavia quedaba de Ia vieja madre de Ia
ima y Ia grandeza de Itália".112
Sixto V estaba muy lejos de pensar así. Este franciscano no tenía sentido
mo de Ja belleza de hs minas anúguas. El Septizonio de Severo, obra ma-
ivillosa que se había conservado a despecho de todas Ias vicisitudes de los
impôs, tampoco halló gracia ante él. Lo derribó y algunas columnas Ias llevó
San Pedro.113 Era tan animoso para Ia destmcción como afanoso en Ia cons-
jcción. Todo ei mundo temia que Ia destmcción no encontrara limites. El
Irdenal Santa Severina cuenta que le pareceria increíble de no haberlo vivido
mismo. "Pues se vió que ei Papa se inclinaba a Ia destmcción completa de
antigüedades romanas y, un dia, un grupo de nobles romanos vinieron
virle y le rogaron que hiciera lo que estuviera en su mano para apartar a Su
itidad de ideas tan extravagantes." Se dirigieron a este cardenal, que en-
íces llevaba Ia fama de ser ei más fanático. El cardenal Colonna se puso
su parte. La respuesta dei Papa fué que, entre Ias antigüedades, queria
Cubar con ias odiosas, pero que ei resto, si lo necesitaba, lo restauraria. jHay
Mi imagínarse qué es lo que a él le pareceria odioso! Tenía ei propósito de
111 Gualterius: Ut viam a fiequentioribus urbis locis per Pineium collem ad Exqui/ias com-
IIIKIII srruerct, Princium ipsuin coJIein ante sanctissimae Trinitatis tcinplum hiimi/iorem fecit et
|l|«nlis rhedisque peivium reddidit sca/asque ad feniplum i/Jud ab utroquc poitae Jatere commo-
prrpiilcrasque ad modum extruxit, e quibus /ucundissímus in totam urbem prospectus est.
11- Pasajes dei conocido escrito de Castiglionc a León X: Lettere di Castiglione Padova
w9o, p. 149. Sin embargo, no puedo encontrar en esta' carta nada sobre un plan de exeavaeio-
T|l kistcmáticas de Ia ciudad vieja. Me parece evidente que constituye un prólogo para una
Hcrípcion de Roma con un plano: constantemente se refiere a esta descripeión y a este plano:
niiy probablc que ei prólogo estuviera destinado a un trabajo de Rafael. Esto resulta claro
I lodo de Ias expresiones concordantes dcl conocido cpigraina sobre Ia muerte de Rafael, y
Inín de esta carta. Por ejemplo, vedendo quasi il cadavero di quelía nobi) pátria cosi mísera-
Itnlr lacerato y urbis Jacerinn ferro igni annisque cadáver Ad vitam revocas. Esto significa
(liulilcuicntc una rcconstrucción, pero solo cn idea, en descripeión. Esta opinión no invalida
i lu cscncial los puntos de vista expresados hasta ahora, sino que los determina más estrecha-
•nlc. Podemos suponer que ei trabajo ai que Rafael se dedico en los últimos aiíos de su vida,
mkt bastante avanzado. Es posiblc que los documentos y ei plano hayan llegado a Fulvius, que
•Vil probablemcntc gran participación en los trabajos de investigación.
n ; i Gualterius: Praecipue Severi Septizonü, quod incredibüi Romanorum dolore dcmolien-
|in curavií, coíumnis marmoribusque usus est, passimque per urbem cavcae videbaniur unde
W9I omnis gencris effodiebantur.
220 ÉPOCA DE GREGOBIO XIU Y SIXTO V
denibar por completo ei sepulcro de Cecília Metella, que era ei único resto
importante de Ia época republicana y, por Io demás, admirable. No sabemos
cuánio ha desaparecido bajo su ceio demoledor.
Apenas si podia tolerar que siguieran en ei Vaticano ei Laoconte y ei
Apoio de Belvedere. Tampoco le agradaban Ias antiguas estatuas con que los
ciudadanos romanos habían adornado ei Capitólio. Llegó a decir que derribarí*
todo ei Capitólio si no se alejaba aquellas estatuas. Había un Júpiter Tonanttf
entre Minerva y Apoio. Apoio y Júpiter tuvieron que ser trasladados, pues no
aguantaba más que Ia Minerva. Sixto queria que esta Minerva representara^
a Roma, pero Ia cristiana. Le quito Ia lanza y le puso una enorme cruz en Ia
mano.114
Con este sentido fué restaurando Ias columnas de Trajano y de Anto-
nino. Saco de Ia prímera Ia uma que, según se decía, contenía Ias cenizaá
dei emperador. Dedico una de Ias columnas a San Pedro y Ia otra a San Pa-
blo, cuyas estatuas se enfrentan en Io alto, por encima de Ias casas de los
hombres, desde entonces. Creía así labrar un triunfo a Ia fe cristiana sobre ei
paganismo.115
Tenía tanto empeiio en montar ei obelisco de San Pedro porque "deseaba
ver sometidos a Ia cruz los monumentos de Ia gentilidad en aquellos mismo»
lugares en que otra vez los cristianos sufrieron muerte en Ia cruz".116
Fué en verdad una magnífica empresa, pero Ia llevó a ejecución con su
peculiar manera: una mezcla muy particular de violência, grandeza, pomptf|
y fanatismo.
El construetor, Dominico Fontana, que había prosperado desde simple
albanil bajo su protección, fué amenazado con castigos si Ia empresa no salíaj
bien y se danaba ei obelisco.
La tarea era difícil. Primero había que arrancado de su planta, en ia sa-
cristía de Ia vieja iglesia de San Pedro, reclinarlo sobre ei suelo, trasladado ftf
nuevo emplazamiento y volverlo a empinar.
Se comenzó Ia obra con Ia idea de hacer algo cuva fama quedara pata
siempre. Los novecientos trabajadores empezaron oyendo misa, confesando y1!
comulgando. Entraron en ei lugar dispuesto para ei trabajo, que estaba rodea-
do por una cerca. El maestro se sento a cierta altura. El obelisco se hallabaj
revestido de esteras y tablones, sujetos por argollas de hierro. Treinta y cinco
malacates estaban .dispuestos para poner en movimiento ej enorme aparato, qual
habría que elevar luego con unas poderosas cuerdas, de cáfiamo. De cada uno
tiraban dos caballos y diez hombres. Una trompeta dió Ia serial. El primei
tirón dió excelente resultado y ei obelisco se elevo sobre su base, en Ia quA
venía descansando desde hacía mil quinientos anos; con ei segundo tirón había
114 Un pasaje de Ia Vita Sixti V ipsius manu emendara, reproducido en )a descripeión de
Roma, i, p. 702, de Bunsen.
115 Así Io considera, entre otros, J. P. Maffei, Hisforiarum ab excessu Gregoríi XÍIÍ, lib. V
p. 5.
118 Vita Sixti V i. m. e.: ut ubi grassatum oi/m suppliciis in Christianos et passim tixao
ciuces, in quam innoxia nario sublata reterr/mis cruciatitbuj necaretur, ibi supposita cruci et ill
cnwis versa honorein cuirumque ipsa impietaris monumentü cernerentur.
srrro v 221
subido 2 3 ^ palmos, y fué sujetado en firme. El maestro de obras podia con-
templar como Ia enorme mole, con ei revestimiento de un peso superior a un
irtillón de libras romanas, le obedecia. Se registro con cuidado ei momento, 30
Ir abril de 1586, hacia ias tres de Ia tarde, después de veinte horas. Desde
astillo de Sant'Angelo se dió Ia senal de júbilo y todas Ias campanas de Ia
Jad comenzaron a repicar. Los obreros llevaron en triunfo ai maestro, entre
vidres incesantes, paseándolo en torno a Ia cerca.
Siete dias más tarde se reclinó ei obelisco con no menor habilidad y fué
trasladado sobre rodillòs a su nuevo emplazamiento. Luego de pasados los
ineses de calor se intento enderezarlo.
El Papa escogió para esta hazana ei 10 de septiembre, un miércoles, dia
ue siempre había sido dichoso para él, víspera de Ia exaltación de Ia Santa
E Iruz, en cuyo honor se levantaba ei obelisco. También en este dia los traba-
idores se pusieron a Ia obra encomendándose antes ai Senor, y cayeron de
Inojos ai entrar en ei cercado. Fontana había tomado sus precauciones, no sin
iner en cuenta Ia última erección de un obelisco descrita por Ammiano Mar-
ílino. Pero llevaba Ia ventaja de ciento cuarenta caballos. Se considero como
na suerte que ei cielo estuviera cubierto ese dia. Todo fué a pedir de boca.
Uon tres grandes tirones se movió ei obelisco y una hora antes de Ia puesta
lei sol entraba en su pedestal, a Ia espalda de los cuatro leones de bronce que
•recían sustentado. El júbilo popular fué indescriptible y ei Papa sintió Ia
layor satisfacción, pues llevar a cabo Ia obra había sido deseo de muchos ante-
liores suyos, en muchos escritos se hablaba de ello y él, por fin, había logrado
accrlo. En su diário anota que ha realizado Ia obra más grande y difícil que
•ya imaginado nunca ei espíritu humano. Hizo grabar medallas, recibió poe-
tas alusivas en todos los idiomas y pasó comunicación a Ias potências extran-
fcs.m
Es sorprendente Ia inscripeión en que ei Papa celebra como ha arrebatado
Ke monumento a los emperadores Augusto y Tiberio y Io ha dedicado a Ia
Iruz. Hizo construir una cruz que llevaba dentro un trozo de Ia supuesta ver-
idera cruz de Cristo. Esto pone de manifiesto su mentalidad: los monumen-
^ H i dei paganismo debían servir para Ia exaltación de Ia Cruz.
Se dedico con toda su alma a Ias construeciones que había planeado. Él,
que era un pastor y que había pasado su juventud en ei campo, amaba Ias
ftldades y nada queria saber de vacaciones campestres, pues —decía— su des-
lanso consistia en ver muchos tejados. El mayor placer para él eran sus cons-
Irucciones.
117 Gritti, en los Dispacci dei 3. 10 Maggio, 12 Luglio, 11 Ottobre, trata de esta erección.
\A Vita Sixti V ipsius manu emendata describe bastante bien Ia impresión. Tenuirque universae
Wtltii óculos novae et post 1500 amplius anno relatae rei spectacu/o, cum aut sedibus su/s
tulvim toí/eret molem, uno tempore et duodenis vectibus impulsam et quinis trícenis ergatis
n cqui bini homines deni agebant in sublime datam, aut cum suspensam inde sensim depo-
rf extenderetque humi junetis trabibus afqne ex his ingenri composita fraha quae /acentem
Ittret, aut cum suppositis cy/indris ísunt hae ligneae coJumnae teretes et volubiles) quaternis
I>I: IÍIS protracta paulatim per editum et ad altitudinem basis cui impoiieiida erat excitatum aggerem
Kiir mídique egregíe munitum incederet, denique cum iterum erecta librataque suis reposita
Mbus est.
222 ÉPOCA DB GREGORIO XIII Y SIXTO V
Increíbles. Por otro lado, se desarrolla una investigación a fondo. Los matemá-
ticos trataron ai principio de llenar Ias lagunas dejadas por los antiguos. Así,
por ejemplo, Commandin creía que Arquímedes había leído o quizá concebido
•Igo sobre ei centro de gravedad, que estaba perdido. Esto fué motivo para
Investigar Ia matéria misma. La ocasión condujo mucho más lejos v ei mismo
contacto con los antiguos servia para emanciparse de ellos. Se hicieron descu-
brimientos que perforaban ei horizonte de los antiguos y abrían nuevos cami-
nos a futuras investigaciones.
Preferentemente se dedicaron con ceio inusitado ai conocimiento de Ia na-
turaleza. Se vacilaba todavia entre Ia aceptación dei mistério de Ias cosas y Ia
Investigación osada y explicativa de los fenômenos. Pero Ia dirección científica
•alio triunfante ai fin. Se había hecho ya un intento de clasificar racional-
uirnte ei reino vegetal y en Padua vivia un profesor a quien se denominaba
Colón dei cuerpo humano. Por todos lados se intentaba ir más lejos. La
Itncia no se hallaba encerrada ya en Ia obra de los antiguos.
Si no me equivoco, Ia consecuencia natural tenía que ser que ei estúdio
I Ia Antigüedad, para ei que Ia dedicación no podia ser tan plena en virtud dei
)jeto, no ejerciera Ia acción que antes ni en cuanto a Ia forma.
En Ias obras de los estudiosos se perseguia Ia acumulación de material,
princípios de siglo, Cortesius, a pesar de Ia ingratitud dei tema, había trans-
itido Io esencial de Ia filosofia escolástica en unas obras clásicas elegante-
ente escritas y llenas degrada y donaire. Ahora, un Natai Conte expone un
unto, ei mitológico, que hubiera permitido su manejo esplêndido, en unos
llúmenes indigestos. Este autor escribe también una historia y ias sentencias
in que adorna su libro Ias deriva casi siempre de los antiguos, citando ei
liaje, pero le falta todo sentido para una exposición jugosa. A los contempo-
Ineos les parecia bastante con amontonar en masa ei matéria] de hechos. Se
jcde decir que una obra como los Anales de Baronius, despojada de toda
rma —está escrita en latín, pero sin huella alguna de elegância ni en Ia más
lignificante expresión— hubiera sido inconcebible a princípios de siglo.
Al mismo tiempo que en los esfuerzos científicos y, todavia más, en Ia
•na y en Ia exposición, se abandona ei camino de los antiguos, en Ia vida
i Ias naciones se producen câmbios que ejercen una influencia incalculable
i todos los empenos literários y artísticos.
La Itália republicana, entregada a si misma, y en cuyas circunstancias
«uliares se basaron los progresos anteriores y ei espiritu que los animo, se
linde ahora. Desaparece Ia libertad e ingenuidad de Ias reunion.es de Ias
(ntcs de espiritu. Recuérdese que se íntroducen los títulos. Ya fiacía ei afio
) 1520 algunos ven con disgusto que todo ei mundo quiere hacerse llamar
Iflor y se atribuye esto a Ia influencia espanola. Hacia ei ano de 1550, ciertas
•nadas fórmulas honoríficas desplazan ia sencillez de cartas y conversaciones.
i fines de siglo los títulos de marquês y duque están de moda v todo ei mundo
busca; todos quieien sei "Su Excelência". Podría pensarse que no era cosa
mucha importância, pero téngase presente que si todavia hoy esta institución
icuada sigue siendo eficaz, como no habría de serio en ei momento en que
224 ÉPOCA DE GREGORIO XIH Y SIXTO V
surgió. Pero en todos los aspectos Ias relaciones son más rigurosas, fijas y cerra-
das. Se acabo para siempre Ia alegre despreocupación primera y ei caracter
directo de Ias frecuentaciones.
Resida Ia causa donde quiera, sea un cambio que tenga sus raíccs en Ia
naturaleza dei alma, ei caso es que en todas Ias aportaciones que asoman ya a
mediados dei siglo, respira otro espíritu y Ia sociedad, tal como vive y cii
esencia es, presenta otras necesidades.
De todos los fenômenos que seflalan este cambio quizás ei más caraetfl
rístico sea Ia elaboración a que somete Bemi ai Orlando enamorado, de Be-
yardo. Es Ia misma obra y, sin embargo, es completamente diferente. Ha de*
aparecido todo ei encanto y Ia frescura dei poema original. Si nos fijamos un
poço nos daremos cuenta de que ei autor ha puesto por todas partes, en lugar
de Io individual, Io universal; en lugar de ia expresión despreocupada de una
naturaleza bella y viva, una espécie de decoro social tal y como Io reclamar»
por entonces —y Io reclamará más tarde— ei mundo italiano.118 Acerto dei
todo y su obra fué recibida con ei aplauso general, de suerte que Ia rcelabo-
ración desplazó ai poema original. jCon cuánta rapidez había tenido lugar ti
cambio! No habían transcurrido todavia cincuenta afios desde Ia primem
edición.
En Ia mayoría de ias aportaciones de Ia época podremos notar este cambio |
fundamental de tono, esta vena por donde circula otra sangre, otro espíritu. I
No es precisamente Ia falta de talento Io que hace tan insípidos y aburri*
dos los grandes poemas de Alamanni y de Bernardo Tasso, por Io menos ei da|
este último. Es que su concepción es fria. Siguiendo los deseos de un pública
no muy virtuoso en verdad, pero si grave por Io menos, escogieron héroei
intachables: Bernardo ei Amadís, dei que dice el joven Tasso: "Dante hubiera
retirado el juicio reprobatorio sobre Ias novelas de caballería de haber conocido|
el Amadís de Gaula o de Grécia, pues tan llena se halla esta^figura de nobleza y |
caracter." Alamanni reelaboró Giron le courtays, espejo de todas Ias virtudeíl
caballerescas. Su propósito expreso consiste en mostra/ a Ia juventud con ese
ejemplo como se resisten el hambre y Ia vigília, ei frio y el calor, como se
manejan Ias armas y como se hace justicia a todo el mundo y se le muesttd
piedad, y como es menester perdonar a los enemigos. Como con esta intenciótt
didáctico-moral proceden a Ia manera de Berni y sustraen a Ia fábula delibe-
radamente su base poética, sus elaboraciones resultan demasiado profusas y|
muy secas. ^
Parece como si Ia nación hubiera consumido el caudal de representacio-
nes poéticas que le había suministrado su pasado, Ias ideas que le venían de Ia
Edad Media, y ni siquiera Ias entendia ya. Buscaba algo nuevo, pero ni los
gênios creadores querían presentarse ni Ia vida ofrecía material fresco. La
prosa —significativa por naturaleza— sigue siendo espiritual, cáüda, flexiblej
y graciosa hasta mediados de siglo.
Lo mismo que a Ia poesia le ocurre ai arte. Perdió aquel entusiasmo que
en un tiempo le habían insuflado los temas religiosos y, poço después, tambiéaj
118 Trato de explicar esto más detalladamente en Ia memória acadêmica citada arriba.
CAMBIO DE LA ORIENTACION ESPIRITUAL 225
condeno a ser quemado vivo. ^Quién se hubiera sentido en esta atmosfera con
fuerzas suficientes para seguir Ia libre inspiración de su alma? De los innova- I
dores de este siglo solo uno, Francesco Patrizi, obtuvo grada en Roma. También
había atacado a Aristóteles, pero solo en ei sentido de que sus princípios eran I
contrários a los de Ia Iglesia y ai cristianismo. En oposición con ei pensai I
aristotélico, trato de encontrar una autêntica tradición filosófica, a partir dei I
supuesto Hermes Trimegisto, en Ia que pretendia encontrar una explicaciónl
más dará dei mistério de Ia Santísima Trinidad que Ia que ofrecían los escritos
de Moisés; trato de renovar esta tradición filosófica y reemplazar con ella Ia j
aristotélica. En todas Ias dedicatórias de sus obras hablaba de su propósito, d a l
Ia utilidad y hasta de Ia necesidad de ponerlo en práctica. Es un espíritu sin«l
guiar, no carente de sentido crítico, pero solo para aquello que rechaza y no
para Io que acepta. Fué atraído a Roma y ganó gran prestigio en razón d a l
aquellas características de su trabajo que favorecían a Ia Iglesia, pero no p o r l
Ia acción de este, que fué pequena.
Por entonccs los estúdios filosóficos andaban mczclados con Ias invesê^B
gaciones físicas y de historia natural. Todo ei sistema de ideas estaba puestol
en cuestión. Los italianos de esta época están poseídos por una gran pasióml
buscar, penetrar, adivinar osadamente. iQuién podría decir a donde hubieranl
Ilegado? Pero Ia Iglesia les marco una raya que no tenían que pasar. Y jay de I
aquel que no obedeciera!
Si Ia restauración dei catolicismo ejerció un efecto inhibidor sobre | H
ciência, indudablemente con ei arte y Ia poesia ei efecto fué contrario. l ^ H
faltaba un contenído, un tema vivo, y Ia Iglesia se Io dió.
En cl ejemplo de Torcuato Tasso vemos en que grado Ia renovación de 1|^H
religión se apoderó de los ânimos. Su padre había buscado ya un héroe moral* I
mente intachable, pero él dió un paso adelante. Otro poeta de Ia misma é p o ^ H
escogió Ias Cruzadas como tema, "porque es mejor tratar ^ristianamcntr un
argumento verdadero que buscar un poço de gloria cristiana en uno fanj^H
seado", y Io mismo hizo Torcuato Tasso, que no DUSCÓ a/su héroe en Ia fábula, I
sino en Ia historia, y un héroe cristiano. Godofredo es más que Eneas: cofl^H
un santo, está fatigado dei mundo y de Ia gloria pasajera. La obra hubia^H
resultado muy prosaica si ei poeta se hubiera contentado con presentarnos cl
personaje, pero Tasso manejo, ai mismo tiempo, ei aspecto sentimental y fe(
voroso de ia religión, lo que entona muy bien con ei mundo feérico, cuyoi I
abigarrados hilos entreveró en su trama. El poema, es en ocasiones un poço I
largo y tampoco Ia expresión está conseguida en todo él; pero resulta Ileno da
fantasia y de sentimiento, de sentido nacional, de verdad honda, cualidades I
todas con Ias que Tasso se ha ganado Ia simpatia y Ia admiración de sus nacio*l
nales, conservándolas hasta hoy. Pero jqué contraste con Ariosto! La poesia s a l
había apartado antes de Ia Iglesia, pero Ia rejuvenecida religión había vuelto á I
someterla.
No lejos de Ferrara, donde Tasso concibió su poema, en Bolonia. se p t f ^ |
duce poço después Ia escuela de los Caracci, que significo un cambio total I
en Ia pintura.
CAMBIO DE LA ORIENTACIC-N ESPIRITUAL 227
pio, es representado una vez con San Juan, que besa ei pie dei Nifio Jesus, o
aparecen los apóstoles para presentar sus condolências a ia Virgen y esta
parece que se prepara a enjugarse Ias lágrimas. Muy a menudo se present»
Io horrible sin piedad ninguna. En Ia Santa Inés dei Domenichino vemos sal-'
tar Ia sangre bajo Ia espada; Guido pinta Ia matanza de Herodes en todo su
horror; Ias mujeres abren sus bocas para gritar, los centuriones despedazan a Ias'
criaturas.
Se es otra vez religioso, pero con una gran diferencia. Antes Ia represen-
tación era ingenuamente sensual y ahora tiene algo de barroca y violenta muyi
a menudo.
Nadíe se negará a reconocer ei talento dei Guercino. Pero jqué San Juan
ei que vemos en Ia galeria Sciarra! Con anchos brazos nervudos, colosales;
rodillas, sombrio y, sin embargo, entusiasmado, no se podría decír si su entu«j
siasmo es terreno o celestial. Guercino nos presenta a San Pedro mártir en ei
momento en que Ia espada hiende Ia cabeza. Junto a aquel duque de Aquita-
nía revestido por San Bernardo con ei hábito, presenta a otro monje que con»)
vierte a un escudero, y se siente uno como imbuído de un fervor religioso.
No queremos averiguar ahora en qué medida se traspasan Ias fronteras
dei arte con estos procedimientos a veces idealizantes, a veces ásperos y antiij
naturales. Baste Ia observación de que Ia Iglesia se aduenó por completo de Ia
nueva pintura restaurada. La animo con un hálito poético y con los fundaJ
mentos de Ia religión positiva, pero Ia imprimió ai mismo tiempo un caráctea
eclesiástico y dogmático-modemo.
Más fácil le habría de ser esta tarea en Ia arquitectura, que estaba direc-
tamente a su servido. No sé si alguien ha investigado en Ias obras modernas
Ia línea que conduce desde Ia imitación de Ia Antigüedad hasta ei canon en»)
contrado por Barozzi para Ia construeción de Ias iglesias y que se ha conservado
en Roma y en todo ei mundo católico desde entonces. La agilidad y Ia libro)
genialidad con que empezó ei siglo se han convertido también en gravedad,
v
pompa y devota magnificência.
Solo de un arte se podia dudar si habría de someterse o no a los propó-
sitos de Ia Iglesia.
Hacia mediados dei siglo xvi Ia música se había perdido en Ia más alambi-
cada artificiosidad. Cadências sostenidas, proporciones, imitaciones, acrósticos
y fugas hacían Ia gloria dei músico. Ya no importaba ei sentido de Ias pala-J
bras y encontramos toda una serie de misas de aquel tiempo compuestas segúnj
ei tema de conocidas melodias mundanas y Ia voz humana se trataba solo como
instrumento.120
Por Io tanto, nada tiene de extrafio que ei concilio tridentino se opusiera
a Ia introdueción de estas piezas de música en Ias iglesias. Como consecuenciof
de Io tratado en sus sesiones, nombró Pio IV una comisión para que informara^
sobre si se habría o no de permitir Ia música en Ia Iglesia. No se estaba muy
seguro dei sentido de Ia resolución. La Iglesia reclamaba sentido en Ias palabras
i 2 * Giuseppe Baini, Memorie sror/co-crilíche delia vita e dei/e opere di Giovanni P/cr Luigt
dí Palestrina, Roma, 1S28, facilita Ias informaciones que utilicé.
CAMBIO DE LA O R I E N T A C I Ó N ESPIRITUAL 229
4) La cúria
De este modo todos los elementos de Ia vida y dei espíritu habían sid
transformados por Ia nueva tendência eclesiástica, y Ia corte de Roma, en
que concurrían todos aquéllos, cambio también mucho.
Ya con Paulo IV se empieza a notar. El ejemplo de Pio V fué de gran
efecto y con Gregorio XIII ei cambio saltaba a Ia vista de todos. "Ha supuesto
mucho para Ia Iglesia —dice V. Tiépolo— que vários Papas, uno trás otro r |
hayan llevado una vida irreprochable, pues todos los demás se han hech
mejores o han tomado por Io menos ei aspecto de tales. Los cardenales y lc
prelados oyen misa con frecuencia y evitan todo Io que pudiera ser chocante
en su manera de vivir. Toda Ia ciudad ha abandonado Ia antigua despreociw
pación de costumbres y maneras y es ahora mucho más cristiana que antesj
Se puede afirmar que Roma no está muy lejos de Ia perfeccióri asequible a Ia
naturaleza humana en cuestiones de religión."
N o es que Ia corte se compusiera nada más que de gente beata y gazmo-|
fia, pues se reunían en ella personas destacadas. Es que estas se habían aproJ
piado también en un alto grado de sinceridad aquel sentir eclesiástico de tonoi
extremista.
Observémosla tal como se presenta en Ia época de Sixto V y encontrare-l
mos a no poços cardenales que habían tomado una parte muy activa en los]
asuntos dei mundo. Gallio de Come, que había dirigido ei gobierno en calidadl
de primer ministro durante dos pontificados, y que tenía ei talento de dominar
con docilidad, llamaba ahora Ia atención empleando sus grandes ingresos cn
fundaciones eclesiásticas. Rusticucci, poderoso ya con Pio V, de gran influencia
todavia con Sixto V, varón lleno de agudeza y de bondad, laborioso, era tanto
más cuidadoso e irreprochable en sus costumbres cuanto que había puesto sus
miras en Ia tiara. Salviati, que se hizo famoso por una administración ejemplarj
de Ia ciudad de Bolonia, era irreprochable y sencillo también, y más riguroso
que grave. Santorio, cardenal de Santa Severina, ei hombre de Ia Inquisi-
ción, que gozaba ya desde mucho de una influencia directora en los negócios
eclesiásticos, era obstinado en sus opiniones, rigurosp con sus senadores, duro
con sus parientes y más todavia con los extranos, inabordable. En oposición cal
él, Madruzz, que siguió siempre Ia política de Ia casa de Áustria, tanto Ia
espanola como Ia germânica, era denominado ei Catón dei colégio, pero rrutt
bien en alusión a su sabiduría y a su virtud que no a sus intervenciones (< n
sorias, pues era h modéstia misma. Todavia vivia Sirlet, que era, sin dudã
entre todos los cardenales, ei más sábio y poligloto: una biblioteca ambulantol
—como solía decir Muret— pero que, cuando abandonaba los libros, llamab»
a los muchachos que llevaban en invierno su carga de lena ai mercado para
instruirles en los mistérios de Ia fe y comprarles después Ia carga; era de buen
231
ni.i/ón y de humor afable.121 Ejerció una gran influencia ei ejemplo de Car-
Borromeo, cuyo recuerdo poço a poço se iba convirtiendo en Ia fama dei
•..mi<>. Federico Borromeo era por naturaleza excitable y violento, pero Uevaba
pii.i vida religiosa siguiendo ei ejemplo de su tio, y no se dejó alterar por Ias
I minimizas que le afectaron no raras veces. Agustino Valier es ei que más re-
•Ucrda a Carlos Borromeo. Era un hombre de naturaleza tan noble y pura
Hi.inio extraordinária era su sabiduría, que no seguia más que los dictados de
conciencia y que presentaba Ia figura de un obispo de los primeros siglos
i sus muchos anos.
Siguiendo el ejemplo de los cardenales, se forma ei grupo de los prelados
: les asisten en Ias congregaciones y que están llamados a ocupar algún dia
puestos.
Entre los miembros dei tribunal supremo, los auditores de Ia Rota, desta-
IM i dos de caracteres opuestos: Mantica, que vive entre libros y papeles, sir-
an sus obras jurídicas ai foro y a Ia escuela y acostumbra a expresarse con
^bricdad y sin circunloquios; Arigone, que dedica más tiempo ai mundo, a
corte y a los negócios que a los libros, se distingue por su buen juicio y su
Ixibilidad. Los dos igualmente afanados por conservar fama de irreprocha-
ilcs y piadosos. Entre los obispos de Ia corte se destacan los dedicados a Ias
hinciaturas: Torres, que tuvo una gran parte en Ia conclusión de Ia Liga de
V contra los turcos; Malaspina, que cuido los intereses de Ia Iglesia en
|emania y en el Norte; Bolognetti, a quien se encomendo Ia difícil visita-
linn de Ias iglesias venecianas. Todos habían ascendido por su destreza y ceio
:1 servido de Ia religión.
Un lugar destacado correspondia a los doctos; BeJarmino, profesor, gra-
ii iiini, el primer polemista de Ia Iglesia católica y a quien se atribuye una
fida apostólica; otro jesuita, Maffei, que escribió Ia historia de Ias conquistas
Kinuguesas en Ia índia, especialmente desde el punto de vista de Ia expansión
cristianismo en el Sur y en el Oriente, y también una vida de Loyola
idactada con cuidadosa prolijidad y sopesada elegância; m algunos extran-
ITUS: el alemán Clavius, que aunaba su ciência profunda a una vida pulcra
Btie gozo dei respeto de todos; Muret, francês, el mejor latinista de su épo-
que, después de haber explicado durante mucho tiempo Ias Pandectas en
|na forma original y clásica —era tan ingenioso como elocuente— recibió Ias
Irdcnes ya entrado en anos, se dedico a los estúdios teológicos y dijo misa todos
kk dias; Azpílcueta, canonista espanol, cuyas respuestas eran consideradas como
tiii oráculo en Ia corte y en todo el mundo católico: se habia visto muchas
forces ai Papa Gregorio XIII detenerse durante horas delante de su casa para
•onvcrsar con él; sin embargo, no tuvo a menos prestar los servidos más humil-
pet cn los hospitales.
Entre todas estas personalidades destacadas logro una gran influencia
121 Giaconius, Vitae Paparum, m, p. 978. Se encuentra aqui también Ia inscripción dei se-
Mlcio de Sirleto, cn Ia que se le describe como eruditorum pauperumque patronus. En Cardella,
norie storiche de'cardinali, se hallan tan solo en italiano Ias noticias que Giaconius reunió.
lüü Vita /. P. Maíieji Sciassio auctoie. En Ia edición de Ias obras de Maffei, Bcrg. 1747.
232 ÉPOCA DE GHEGORIO XIII Y SIXTO V
fclrri, se fomentaba una basta religiosidad por Ias obras y Ia idea de Ias cosas
|(lvinas se mezclaba con fantásticas supersticiones.
Así, por Io menos, se podia tener Ia seguridad de que también en Ia masa
I había producido una sumisión completa a Ias prescripciones de Ia religión.
Pero Ia misma naturaleza de Ia corte traía consigo que, junto a los afanes
jligiosos, se agitaran también los mundanos.
La cúria no era solo una institución eclesiástica, pues tenía que gobernar
fe) listado e, indirectamente, una gran parte dei mundo. En Ia medida en que
Iguien participaba de este poder ganaba prestigio, bienes de fortuna, influen-
t.i y todo aquello que suele ser tan solicitado por los hombres. No era posible
lie Ia naturaleza humana hubiera cambiado tanto que se entregara ahora a]
• 0 afán religioso después de su porfía en ei mundo societário y político.
ti|ní le ocurría Io mismo que en Ias demás cortes, solo que con un aspecto
•iiv particular, de conformidad con ei suelo especial sobre ei que florecía.
Entre todas Ias ciudades dei mundo era Roma Ia que por entonces conta-
« prnbablemente con más población flotante. Con León X llega a más de
0,1 )üü almas; bajo Paulo IV, de cuyo rigor huyen todos, baja a 45,000; inme-
latumente después de él, y solo en unos cuantos anos, vuelve a subir a 70,000,
i n Sixto V pasa de 100,000. Pero Io sorprendente es que los verdaderos
jlbitantcs no guardan ninguna proporción con esta cifra. Era más bien una
(Wivivencia larga que una ciudadanía y podia ser comparada con una feria,
9n un congreso, sin permanência ni fijeza, sin los lazos de sangre que atan.
Cuántos venían a Roma porque en su propio país no salían adelantc! Unos
Mn espoleados por Ias heridas de su orgullo y otros empujados por una ambi-
KIII sin limites. Muchos encontraban en Roma Ia mayor libertad y cada cual
pscaba Ia manera de salir adelante y hacer carrera.
La ciudad tampoco tenía unidad, pues los conterrâneos formaban grupos
fcrcntes y se podían observar muy bien Ias diferencias de los caracteres na-
jmies y provincianos. Junto a los lombardos ávidos d e aprender, vemos a los
rnovcscs, que pretenden conseguirlo todo a fuerza de suerte, y a los venecia-
0s, acostumbrados a descubrir los secretos de los demás. El florentino ahorra-
ftr y charlatán; ei habitante de Ia Romana que, con una listeza instintiva,
lliica descuida su propio provecho; ei napolitano, pretencioso y amigo de Ia
fcrcmonia. Los nórdicos se muestran sencillos y tratan de pasario bien, y hasta
I mismo Clavius oyó bromas sobre su doblé desayuno, siempre bien servido;
M franceses se mantenían separados y muy apegados a sus costumbres; con Ia
Mima y Ia capa, los espanoles, llenos de pretensiones y de ambiciosos propósitos,
llraban de arriba abajo a todo ei mundo.
Cada cual encontraba allí algo deseable. Se contaba como se le preguntó
n dia a Juan XXIII que por qué iba a Roma, y él contesto que porque queria
fr Papa, y efectivamente llegó a serio. También Pio V y Sixto V habían Ue-
mlo a Ia máxima dignidad desde Ias capas más humildes. Todo ei mundo
•rcía capaz de todo y ponía sus esperanzas muy alto.
A menudo se observo entonces algo que es perfectamente cierto, a saber:
ut" Ia prelatura y Ia cúria tenían algo de republicanas. En efecto, cada cual
234 ÉPOCA DE GREGORIO XIII Y SIXTO V
podia pretenderlo todo y se podia Uègar a Ias dignidades más altas desde loil
comienzos más humildes. Sin embargo, esta república tenía una constiiución
muy cxtrana y es que ai derecho de todos se enfrentaba ei poder absoluto dl
uno solo, de cuyo arbítrio dependia toda merced y toda promoción. Y ^quiém]
era éstc? Era aquel que salía victorioso en Ias luchas de Ia eleccíón papal mel
diante una combinación imprevisible. Hasta entonces poço importante, recibw
de pronto Ia plenitud dei poder. Tanto menos había de propender a negar su
personalidad cuanto que vivia con ei convencimiento de haber Ilegado a Ia
suprema dignidad por Ia acción dei Espíritu Santo. Por Io general, daba
comienzo a su gestión con un cambio total. Cambian los legados y los gobeg
nadores en Ias províncias. En Ia capital había unos puestos que bencficialxm
siempre a sus familiares. Y aunque también ahora ei nepotismo se halla cond
tenido, cada Papa protege a sus viejas amistades y a sus parientes. La cosa cs
tan natural, que tampoco deja de vivir con ellos. El secretario que sirvió du-
rante largo tiempo ai cardenal Montalto, fué también secretario dcl Papa Six• |
to V. Las gentes dei mismo partido hacian carrera con ellos. En todos los
aspectos, en las esperanzas de Ia gente, en los accesos ai poder y en las d í g n n
dades eclesiásticas y seculares, cada entrada de un nuevo Papa significaba un
cambio completo. "Es como si en una ciudad —dice Commcndone— se des-
plazara ei castillo dei príncipe y todas las calles tuvieran que ordenarse de
nuevo; muchas casas tendrían que ser derruídas, ei camino tendría que atraJ
vesar a veces un palácio y se verían surgir nuevas calles y pasadizos." DescnH
ción bastante certera de Ia violência dcl cambio y de Ia relativa estabilidad de
Ia reorganización inicial.
Es claro que esto tenía que producir una situación muy peculiar.
Este cambio ocurría con relativa frecuencia, pues los Papas cenían M
tiara con mucha más edad que los príncipes Ia corona. A cada momento se
podia producir Ia nueva situación y pasar ei poder a otras manos, de suertd
que se vivia en una espécie de perpetua loteria, con Ia imprevisibilidad da|
esta, pero también con su incesante atizamiento cfé esperanzas.
Salir adelante, ser favorecido en Ia carrera como uno descaba: todo depen-1
dia dei favor personal, y, teniendo en cuenta Ia extraordinária movilidad dei
factor "influjo personal", Ia ambición calculada tenía que adquirir una forma
adecuada y tomar caminos nada comunes.
En nuestra colección de manuscritos tropezamos con toda una serie de
indicaciones acerca de como hay que comportarse en esta corte.-12* Me parece
digno de ser observado como se las maneja cada cual para ei logro de sus am-
biciones. La plasticidad de Ia naturaleza humana es inagotable y, cuanto más
circunscritas las circunstancias, tanto más inesperadas las formas que adopta.
N o todos pueden recorrer ei mismo camino. El que no tiene bienes de for-
tuna habrá de acomodarse a servir. Los príncipes y los cardenales mantiencn
l--f P. c. fnstnitfione a/ signor Cardinal di Mediei, de/ modo come si deve governarc nc/la
corte di Roma.—Avvcrt/meiiti alVillmo. card/na/ Montalto sopra iJ modo co/ qua/e si possa e debbi
ben governarc come cardina/e e nepote dei papa. ín/orm. XII Avvertimenti politici ei níi/issiiiii
per /a corte di Roma: 78 frases muy discutiblcs: Inform. XXV. Lo más importante: Discorso ovef|
ritratto delia corte di Roma di Mr. /(/mo. Coimnendone. Codd. Rang., Viena, XVIII.
LA CÚRIA 235
res se ven obligados a mantener una inspección vigilante. Como un buen pi-
loto, ei embajador percibe por donde sopla ei viento, no escatima dinero para
tener buenas infonnaciones y una buena noticia le puede compensar todos los
gastos si, por ejemplo, le seriala ei momento oportuno para una negociación.l
Si trata de presentar un ruego ai Papa se Ias arreglará para complicar insensi-
blemente algunos intereses de este. Trata, ante todo, de ganar ascendência
sobre sus familiares y de convencerles que de ninguna otra corte podrán espdJ
rar tanto en cuanto a riquezas y duradera grandeza. También trata de asegiM
rarse el favor de los cardenales. A nadie le prometerá ei Papado pcro a muchod
les entretendrá Ias esperanzas. No se entregará a ninguno pero, aun a los do
ânimo adverso, les hará algún favor de vez en cuando. Es como un cazadoi
que muestra Ia carne a sus halcones, pero solo les da a morder poço y cspacia-
damente.
Así viven y se tratan cardenales, embajadores, prelados, príncipes y potafl
tados públicos y privados; muy ceremoniosos, pues Roma es el suelo clásI^H
con mucha oficiosidad y servilismo, peio egoístas de punto a punto, anhelanMfl
siempre de alcanzar algo, de llegar a un puesto, de aventajar a los demás.
Es extrano como Ia pugna por Io que todos desean: el poder, el honH
Ia riqueza, el placer, que en otras partes despíerta enemistades y provoca rifilfl
aqui aparece recubierta por el servilismo. Se halagan Ias pasiones de los ( H
más, de que se tiene conocimiento por uno mismo, para obtener Ia satisfacdH
de Ias propias. La continência está apretada de deseos, y Ia pasión avanM
cautelosa bajo su coraza.
Vimos Ia dignidad, Ia gravedad, Ia religiosidad que prevalecían en Ia a f l
te, y ahora vemos su aspecto mundano: ambición, codícia, hipocresía y astudfl
Si se quisiera cantar una alabanra de Ia corte romana habría que referi^M
ai primer aspecto; si quisiéramos combatida nos limitaríamos ai segundo. Pero,
si nos elevamos a una observación pura y sín prejuicios, encontraremos que
ambos aspectos son igualmente verdaderos y hasta igualmente necesarios, pod
Ia naturaleza de los hombres y por ia situacíón de ias cosas.
El desarrollo histórico que hemos estado considerando hizo valer como
nunca Ia dignidad, Ia limpieza y Ia religión. Constituye el principio que ins-
pira a Ia corte, y su posición en el mundo descansa en él. Como es natural,
tienen que prosperar en primer lugar aquellos cuyo caracter corresponde mejof
a esta exigência; si el sentir público no tuviera esta eficácia^ no solo se contra-
indicaria, sino que acabaria por deshacerse. Pero el hecho de que a Ias cuali-J
dades espirituales se hallen vinculados tan directamente los bienes de Ia for
tuna, constituye el enorme atractivo dei espíritu de este mundo.
No podemos poner en duda Ia autenticidad dei sentir imperante, tal como
a menudo nos lo describen nuestros más atentos y competentes informadorej.
Pero jcuántos que no hacen sino acomodarse para llegar con ia apariencia!
jCuántos otros en los que Ias apetencias puramente mundanas se entretejen
en lo profundo con Ias espirituales!
Ocurre con Ia cúria lo que con Ia literatura y el arte. Parecia que ia Iglfl
sia lo había perdido todo y de su mismo seno habían salido direcciones qu*
237
iluban con ei paganismo. Mediante aquel desarrollo histórico universal ai
r nos hemos referido, ei principio sustantivo de Ia Iglesia se restablece de
ívo, reanima Ias fuerzas de Ia vida y matiza toda Ia existência de otro color,
ué diferencia entre Ariosto y Tasso, entre Júlio Romano y Guercino, entre
|ii|X)nazzo y Patrizi! Entre estas dos generaciones hay toda una gran época,
i-mbargo, tienen también algo de común y los postreros entran en contacto
1 los primeros. También Ia cúria ha reafirmado Ias viejas formas y conser-
|o mucho de su vieja naturaleza. Pero esto no impide que ei espíritu que
nniu ahora sea nuevo. Lo que este espíritu no ha podido transformar por
'nplcto, o asimilárselo por lo menos, lo ha animado con su impulso.
Al considerar Ia mezcla de los diferentes elementos recuerdo un espec-
lo de Ia naturaleza que acaso me sirva para evocaria simbolicamente.
Iin Temi contemplamos ai Nera deslizarse sosegadamente entre bosques
lideras desde ei lejano valle. Por ei otro lado, ei Velin se precipita impe-
nmente entre rocas, hasta derrumbarse en magnífica catarata espumosa e
Ticente; inmeditamente confluye con ei Nera y le comunica su movimiento.
i.nlas y espumosas, con impetuosa velocidad, Ias confundidas águas pro-
jtn su curso.
De igual manera ei nuevo espíritu de Ia Iglesia católica ha prestado nuevo
tu a todos los órganos de Ia literatura y dei arte y de Ia vida misma. La
es ai mismo tiempo devota e inquieta, religiosa y bélica: por un lado
de dignidad, pompa, y ceremonia; por otro, calculadora, con un ânsia
tenible de domínio. Su piedad y sus proyectos ambiciosos, que descansan
Ia idea de una ortodoxia exclusiva, coinciden. Por esto intenta sojuzgar
undo una vez más.
LIBRO QUINTO
LA C O N T R A R R E F O R M A , P R I M E R PERÍODO!
1563-1589
Pero a veces ocurre cn ei cambio de los tiempos que es una u otra potend
Ia que anima ei movimiento universal y encarna destacadamente su principie
Entonces toma tan activa participaeión en ias acciones dei siglo, y se pone af
conexión tan viva con todas Ias fuerzas dei mundo, que su historia se ensanch
en cierto sentido hasta convertirse en historia universal.
En un momento parecido se nos presenta ei Papado después dei condia
de Trento.
Conmovido en Io más íntimo, resquebrajados los cimientos de su exisffl
cia, tuvo fuerza para reafirmarse y rejuvenecer. En Ias dos penínsulas meridic
238
SITOACIÓN DEL PROTESTANTISMO 239
•les había logrado eliminar todas Ias tendências enemigas, atraído hacia si to-
5* los elementos de Ia vida, y los había impregnado de su espíritu. Ahora
|l ibe ei propósito de sojuzgar de nuevo a los que se le habían apartado. Roma
ronvicrte otra vez en una potência conquistadora; desde Ias siete colinas con-
©c proyectos e inicia empresas Io mismo que en Ia edad antigua y en los siglos
lios.
No conoceríamos mucho de Ia historia dei Papado restaurado si nos mantu-
irnmos en médio de él. Su significación esencial se pone de manifiesto en ia
çlón que ejerce sobre ei mundo.
Comencemos por hacernos presente ei poderio y Ia posición de sus ad-
rios.
1) Situación dei •protestantismo hacia 1563
Ita ei momento de Ias últimas reuniones dei concilio tridentino, Ias opiniones
estantes habían avanzado de manera incontenible al otro lado de los Alpes
los Pirineos, y su sefiorío se extendía ancho y lejano sobre naciones germá-
s, eslavas y románicas.
En los reinos escandinavos se habían afirmado con tanta mayor fuerza cuan-
que su penetración coincidió con Ia fundación de nuevas dinastias y Ia re-
Bnización de todas Ias instituciones dei Estado. Desde un principio fueron
n acogidas, como si guardaran un parentesco secreto con ia manera de ser
ional. El fundador dei luteranismo en Dinamarca, Bogenhagen, apenas si
erta a decir con qué entusiasmo se escuchan los sermones "también los dias
lubor antes dei alba y los dias de fiesta durante todo ei dia".1 El luteranis-
xtiende hasta los últimos confines. De Ias Feroe no se sabe casi como
hicieron protestantes, tan rápido fué ei cambio.- En ei afio de 1552 son ven-
us los últimos representantes dei catolicismo en Islândia; en 1554 se funda
ohispado luterano en Viborg; predicadores evangélicos acompafian a los pre-
tos suecos a Ia lejana Laponia. Gustavo Wasa, en ei afio de 1560, recomien-
con graves palabras en su testamento que sus herederos conscrven Ia doctrina
ngélica en sus descendíentes y no permitan ninguna otra falsa. Se hizo con-
íón para ei trono.3
También al otro lado dei Báltico ei luteranismo había logrado un sefiorío
ipicto, por Io menos entre los habitantes de habla alemana. Prusia ofreció
primer ejemplo de una gran secularización; y cuando fué imitada por Livonia
cl ano de 1561, Ia primera condición para someterse a los polacos fué Ia de
iiicnerse en Ia confesión de Augsburgo. Por su relación con estos países, cuvo
|U'ulo con ei Reich descansaba en ei principio protestante, les fué imposihle
los reyes jagellones oponerse a aquella condición. Las grandes ciudades de
Prusia polaca fueron confirmadas en Ia práctica dei rito luterano mediante
iiuicias especiales de los afios 1557 y 1558. Todavia más expresos eran los
Viícgios conseguidos poço después por las pequefias ciudades, pues estaban
• Relación D. Pomcrani 1559 Sabb. p. visif. en Mueller, Enidecfctem Staafscabinct, 4, p. 365.
í Mucntcr, Kirchengeschichte von Danemark. m, 529.
I Tcsfamentum re/igiosum Gustavi /, en Baaz, Jnventarium ecclcs/ae Sueogqth., p. 282.
240 LA CONTRARRBFORMA DE 1 5 6 3 A 1589
guna província que este libre dei protestantismo y três cuartas partes dei reind
rebosan de él —Bretana y Normandia, Gascuna y ei Languedoc, ei Poitou, l.i
Turena, Ia Provenza y ei Delfinado—. "En muchos lugares de estas provincial
se celebran asambleas, se predica y se toman disposiciones siguiendo ei ejempM
de Ginebra, sin hacer caso de Ias prohíbiciones reales. Todo ei mundo ha adop^1
tado esas opiniones y, Io que es más asombroso, los clérigos mismos; no solo1
sacerdotes, frailes y monjas —poços conventos hay que estén libres dei todo—|
sino los propios obispos y muchos de los prelados más distinguidos." "Vuestrtf
magnificência —le cuenta a su Dogo— puede estar convencido de que, excep»1
tuando ai pueblo común, que sigue visitando con fervor Ias iglesias, todos lot|
demás se han apartado, especialmente los nobles; los jóvenes de menos de cua-
renta casi sin excepción. Pues aunque muchos de ellos van todavia a misa, Io
hacen por cubrir Ias apariencias y por temor; si estuvieran seguros de no sen
observados, abandonarían Ia misa y Ia Iglesia." Cuando Micheli Ilegó a Ginebraf
se dió cuenta de que, inmediatamente después de Ia muerte de Francisco II,
salieron cincuenta predicadores a diferentes ciudades de Francia; le asombra|
ei prestigio de que goza Calvino y Ia cantídad de dinero que le Hega para ayu-
dar a los miles de personas que se han refugiado en Ginebra.17 Considera ím-
prescindible que se conceda a los protestantes franceses Ia libertad religiosa o,
por Io menos, un ínterin, según se expresa, si no se quiere provocar una matanza
general. Poço tiempo después, en virtud de una petición de una comisión de
los Estados, recomendada por los miembros más perspicaces dei Gobierno y
aprobada por ei Parlamento después de una larga y dificultosa discusión, sei
publico ei edicto de enero de 1562 que reconocía Ia existência legal, si bien con
sensibles limitaciones, dei protestantismo en Francia y garantizaba a sus fiele»
Ia paz dei reino.
Todos estos câmbios en Alemania, en Francia y en Inglaterra tenían que
influir necesariamente en los Países Bajos. Entre los motivos qi^e movíeron a
Carlos V a Ia guerra de Esmalcalda, uno de los principales fué que Ia simpatia
de que gozaban los protestantes alemanes en los Países Bajo^-le hacía cada díaj
más difícil ei gobierno de estas provincías, que eran un miembro tan importante]
de su monarquia. Al tiempo que sometía a los príncipes alemanes evitaba un,'
levantamiento en los Países Bajos.18 Sin embargo, ni todas sus leyes, que fueronJ
aplicadas con rigor extraordinário, ni todas Ias ejecuciones que se llevaron a cabo)
en número increíble, especialmente en los primeros anos de su sucesor —se calcuil
ló que hasta 1562 fueron ejecutados treinta y seis mil protestantes, hombres yy
17 Micheli, Rchtione delle cose di Francia í'anno 1561. Da poi che /u conosciuto che cot,
mettere in prigione e col casíigare e con /'abbruciare non solo non si emendavano, ma si disordiA
navano piú, tu deíiberato che non si procedesse piü contra a/curio, eccetto che contra quelli ch<(
andavano predicando, seducendo e /acendo pubhcamenfe le congregat/one e le assemb/ee, e gli alta
si hssasscro vivcrc: onde ne furono Jiberati e cavati di prigione di Parigi e di tutte ie aJtre feri^
dei regno an grandíssimo numero, che rimasero poi ne/ regno praticando Hberamcnte e paríandOI
con ogn'uno e gloriandosi che aveano guadagnato ia lite contra í Papisti: cosi chimavano e chia*1
mano iJ ioro adversarii.
18 Una opinión muy fundada, según me parece, dei enviado florentino de entonces en Ia cortei
imperial.
FUERZAS COMBATIVAS DEL PAPADO 245
Y ahora ei Papado adquiere una nueva posición por Ia que puede sujetar
fclcmente estas fidelidades. Aunque también experimento câmbios, tuvo Ia
ipreciable ventaja de mantener Ias exterioridades dei pasado, Ia cosrumbre de
obediência. Los Papas consiguieron en ei concilio, felizmente terminado, y
I se había pedido con ei propósito de cercenar su autoridad, que esta se aumen-
• y cobrara un influjo mayor sobre Ias Iglesias nacionales. Además, abando-
ri'U Ia política secular con que habían estado revolviendo hasta entonces a
li.i y a toda Europa; con toda confianza y sin reservas se apoyaron en Espana
i orrespondieron a Ia dedicación de esta. El principado italiano, ei Estado
•lanchado, servia sobre todo ai fomento de Ias empresas eclesiásticas, y toda Ia
lesia católica se beneficio durante cierto tiempo de los excedentes de su admi-
Itración.
Fuertes en si mismos, fortalecidos todavia con partidários poderosos y con
a idea remozada, los Papas pudieron pasar de Ia defensiva, en Ia que habían
nido que refugiarse hasta entonces, ai ataque, un ataque cuya marcha y vici-
ludcs serán objeto preferente de este libro.
Tenemos ante nosotros un escenario enorme. La empresa se inicia ai mismo
^lempo en diversos lugares y habremos de dedicar nuestra atención a Ias regiones
lltias diferentes dei mundo.
[ La acción eclesiástica se halla entreverada con impulsos de tipo político; se
iresentan combinaciones que abarcan ai mundo entero y bajo cuya influencia
f a conquista se logra o fracasa. Tanto más presentes habremos de tener los gran-
des giros de los acontecímientos mundiales cuanto que a menudo coínciden con
|Jos resultados de Ias luchas religiosas.
Pero no podemos permanecer en Io universal. Las conquistas espirituales,
en mayor grado todavia que Ias seculares, no pueden tener realización sin Ia
presencia de acogedoras simpatias nativas. Habremos de sumergirnos en Io hondo
2
* A no ser que hubiese sido más bien ignorância, como supone Schwendi: En fngar/e fout
»i( ronftis/on et misère: ils sont de ia pius pait Hugenots, mais avec une extreme ignorance d»
peupíe. Schwendi au prince d'Orange. Àrchjves de ia maison d'Orange-Nassau, i, p. 288.
246 LA CONTRARREFORMA DE 1563 A 1 5 8 9
85 Valvassor, Ehre des Herzogthums Krain. Parte ir, lib. vn, p. 433.
2ô Reproducido en Socher, Historia provinciae Austriae societaris Jesu, i, 21.
PRIMERAS ESCUELAS DE JESUÍTAS EN ALEMANIA 249
Família patrícia, a quien podia ser confiada Ia regência dei colégio. Pero se
l/o con algunas limitaciones, pues se prohibió expresamente a los jesuítas intro-
icir en él Ia vida claustral, como era costumbrc cn los suyos.-'
Por entonces también ponen pie en Ingolstadt. Las tentativas anteriores
l>ían fracasado, especialmente por Ia resistência de los miembros jóvenes de Ia
liiivcrsidad, que no querían verse postergados en las clases particulares que im-
•iiitían por ninguna escuela privilegiada. Pero en ei afio de 1556 —cuando
• I duque parecia encaminado a hacer fuertes concesiones a los protestantes.
h i n o dijimos— a los consejeros católicos les pareció necesario procurar algo sóli-
p para Ia preservación de Ia fe. Estaban empefiados, especialmente cl canciller
ijailcus Hund, varón que trabajó con tanto ceio en Ia conservación como en
estúdio de las condiciones eclesiásticas antiguas, y ei secretario dei duque,
Itique Schwigger. Ellos hicieron que se llamara de nuevo a los jesuítas. El 7
julio de 1556, dia de San Willibaldo, entraron dieciocho en Ingolstadt, y esco-
iron este dia porque San Willibaldo era considerado como ei primer
Ispo de Ia diócesis. Tropezaron con muchas dificultades en Ia ciudad y en Ia
liversidad, pero las pudieron vencer poço a poço, gracias al mismo apoyo a
debían su llamamiento.
Desde estas três metrópolis se esparcieron los jesuítas por todas partes.
Desde Viena a todos los territórios austríacos. Fernando 1 les llevó en ei aiío
1556 a Praga y estableeió allí un Pedagoghnn, preferentemente para Ia ju-
ud noble. Él mismo envio sus pajés al colégio y por Io menos Ia fracción
,i nobleza bohcmia de sentir católico, los Rosenberg y Lobkowitz, recibió a
ulcn con buena voluntad y Ia brindo protección. Uno de los personajes
|és importantes de Hungria era por entonces Nicolás Olahus, arzobispo de
JMII. S U nombre indica que procedia de Ia Valaquia. Su padre, Stoia, con
|otivo dei espanto que le había producido ei asesinato de un vaivoda de su fa-
ia, Io había ofrecido a Ia Iglesia y en este camino prospero de Ia manera
líis feliz. Ya con los últimos reyes de su pátria presto oficio de secretario y fué
[hiendo después en ei servido dei partido austríaco. Ante Ia decadência gene-
?1 catolicismo en Hungria veia en ei pueblo que todavia no se había apar-
Iclo por completo Ia única esperanza de conservado. Pero también aqui falta-
in maestros de opiniones católicas. Para formados fundo en ei ano 1561 un
;gio de jesuítas en Tyrnau, otorgándole una pensión de sus propias rentas;
mperador Fernando les regalo una abadia. Cuando llegaron los jesuítas se
|| ili.i celebrando una reunión dei clero de Ia diócesis, y su primer trabajo con-
|tlió cn tratar de ganarse a los sacerdotes y párrocos húngaros para sustraerlos
kiis heterodoxos maestros, por los que se inclinaban. Fueron llamados tam-
lín a Moravia. Guillermo Prussinowski, obispo de Olmütz, que había conocido
In orden durante sus estúdios en Itália, fué quien les invitó, y un espanol,
Inriado Pérez, fué ei primer rector de Olmütz. Estudiaron ei idioma dei país,
imiodaron a sus costumbres y tuvieron êxito. Pronto les encontramos también
Hrünn. 28
(7 de junio de 1 587) de que Pérez haya recibido otro destino. Llama a Ia Moravia una Provincial
hacreficorum mo/il/onibus ntí.vime e.xpos/ta. La cualídad que pide posean los que allí quiercn logm
algo cs: comitas et discreta in agendo prudenfia.
-'« Browcrus, Anna/es Trevirenses, t. n, lib. xxi, 106-125.
30 Por ejcmplo, dice Ncuser cn su carta credencial ai emperador turco, que él cs maestro j |
predicador en Hcidelberg, "lugar donde actualmente se reúnen los sábios de toda Ia Alemanil J
Arnold, Ketzcrhist., II, 1133.
31 Gropp, Wirzburgischc Chronii der Jelzteren Zeiten, parte i, p. 237.
PRtMEBAS ESCUELAS DE JESUÍTAS EN ALEMANIA 251
39 Incluso Pio V moderaba sus severos princípios frente ai duque de Baviera, Tiépolo, R t f l
tione di Pio JV e V. D'a/tri principi seco/ari di Gcrmania non si sa chi a/íro vcraim
cattolico che i/ diica di Baviera: però in grati/icarione sua i) ponte/ice ha concesso che il íigliuoM
che di gran lunga non ha ancora Veta determinara dal concilio, habbia il vescovato FrinsigaflH
cosa che non è da hli sfaía concessa ad altri.
4<> Sacchinus: pars. m, lib. vi, n. 88, lib. vn, n. 67. Agrícola: i, iv. 17-18. El Papa C M H
debidaniente ai duque por ello. Mira perfunditur laefilia, se dice en aquclla ctnbajada, cum ff^H
il). Sertis. Vrae. opera et industria marchionem Badcnsem in religione citlioJica cc/uc.iri, ad qiioff
accedit cura ingens qii.iin adbibiiit í« coniifatu de ífag ut catliclica lides, a qua tmpitei deíecerw^Ê
Kstitoàtiit,
Sll IN1CIACIÓN EN ALEMANIA 257
71 Sacchinus, Historia sncietatis fesu, pars. n. lib. vm, 114. Pars. m, Iib, i, 112, lib.fl
103-108. Posscvin: ex co/íegio [BrunsbcrgcnsiJ coí/egia rc/iqua Sarmaíiae Livonia: Traussylva^H
piodictnnt,
7- Fcdro, Hcnr/cus I icx Poíonormn, p. 114.
'•'• En d "Jndiciuin praedicatorum Holnicnss. de ptiblicata liturgia", cn Baaz, InreotM^M
ecc/esiarum Sucgoíli, p. 393, todas estas doctrinas están enumeradas.
ANTAGONISMOS EN EL RESTO DE EUROPA 273
Ir muy útil Ia intervención dei Papa con Ias potências católicas en su guerra
i llusia, y especialmente con Espafia en ei asunto de Ia herencia materna de
esposa, no tuvo inconveniente en enviar a un grande de su reino como em-
ndor a Roma. Permitió secretamente que llegaran a Estocolmo unos cuantos
»iimeros jesuítas procedentes de los Países Bajos y les encomendo una im-
;innte institución de ensefianza.
1 Ie aqui un signo de Ias grandes esperanzas que, como es natural, se abriga-
cn Roma: Antônio Possevin, uno de los miembros más hábiles de Ia Com-
ia de Jesus, fué escogido para que intentara seriamente Ia conversión dei
IJuan.
1.1 afio de 1578 se presentó Possevin en Suécia. El rey no estaba dispuesto
fder en todos los puntos. Pedia Ia autorización dei matrimônio de los cléri-
\ ei cáliz para los laicos, Ia misa en Ia lengua materna, Ia renuncia de Ia
*i;i a los bienes confiscados y otras cosas por ei estilo. Como Possevin no
n plenos poderes para proceder, prometió tan solo comunicar ai Papa estas
liones, y entro de lleno en Ias cuestiones dogmáticas. En este punto tuvo
clia más fortuna. Después de unas cuantas conversaciones y un tiempo para
|(xionar, ei rey se declaro dispuesto a bacer Ia profesión de fe según Ia fórmu-
identina. Confesó y le preguntó Possevin si en Ia cuestión de Ia comunión
"metia al critério dei Papa; Juan respondió que si y, en seguida, Possevin le
l.i absolución. Parece como si esta absolución hubiera sido ei deseo más vivo
rey. Había mandado matar a su hermano, es verdad que con Ia anticipada
bación de sus estamentos, pero ei caso es que Io mando matar y de Ia ma-
mas terrible. La absolución pareció tranqüilizar su ânimo. Possevin rogo
los que convirtiera por completo ei corazón de este príncipe. Se levanto
y y se arrojo a los brazos de su confesor: "Como a ti, así abrazo yo Ia fe
una por siempre." Recibió Ia comunión según ei rito católico.
I Después de acabada su tarea tan brillantemente, Possevin se apresuró a
cr, comunico sus noticias al Papa y, bajo sello de secreto, a los grandes
parcas católicos. No faltaba más que tomar en consideración Ias peticiones
rey, de Ias cuales bacia depender ei restablecimiento dei catolicismo en su
, Possevin era un hombre muy diestro, persuasivo, lleno de talentos de ne-
Jnxlor, pero se había figurado un poço apresuradamente haber llegado ai fin.
pués de Io que le babía contado, ei Papa Gregorio no considero necesario
~r ninguna concesión y, por ei contrario, exigió dei rey una entrada libre
hiondicional a Ia Iglesia. Entrego al jesuíta para ei segundo viaje los escri-
iiili-t uados y Ias indulgências para todos los que se convirtieran.
Entretanto, ei partido contrario no se había dormido. Habían llegado alar-
,ns cartas de príncipes protestantes, pues Ia noticia corrió inmediatamente
toda Europa. Chytrãus dedico al rey su libro sobre Ia confesión de Augs-
X y había hecho cierta impresión en ei erudito Senor. Los protestantes
pio perdieron ojo sobre él.
Llega de nuevo Possevin, no como Ia vez anterior con traje civil, sino ves-
de jesuíta y con un montón de libros católicos. Ya su presentación no hizo
.i impresión. Estuvo vacilando un poço antes de presentar Ia respuesta dei
274 LA CONTRARREFORMA DE 1 5 6 3 A 1 5 8 9
74 Me estoy ateniendo en toda esta exposición a Ias relaciones de los jesuítas, aim no ut
zadas, por Io que veo, tal y como se encuentran en amplio extracto cn Sacchinus, Hist. M
tatis Jesa, pars. iv, lib. vi, n. 64 76 y lib. vn, n. 83-111; Theincr, Schwedcn und seine Stflfl
zuffl heiligen Stuhl, libro pletórico de soeces insultos, que despierta más bien Ia compasión qul
interés, contiene al comienzo, sin embargo, los originalcs de Ias relaciones extractadas por SacchU
al menos en parte y fragmentariamente, Io mismo que algunos otros documentos útiles. Enl
escrito al cardenal de Como, Possevin censura sobre todo Ia prctensión dei rey di haver imagn
un mc/./.o di conciliaie h chiesa et ridurla in meg/ior ordine, che non era; e pero ia chiama innB
dicendo ch'egJi segue 'a triorirante e Ja pacifica; Io cual, claro, es completamente opuesto 9
pretensiones de Roma.
78 ReJatione de/'presente stato d'/nghilterra, cavata da una lettera scritta di Londra etc., •
1590 (hoja volante impresa) concuerda exactamente en este punto con un pasaje de RibadtH
de schismate, citado ya por Hallam, The constitutional history oi England, i, p. 162, y (H
duda su fuente. Si permetfevano giuramenti imp/i contra 1'autorità de/ía sede apostólica e q n
cor) poço o nissun scrupulo di conscienza. Aliora tutti andavano comunemente aiie sinagoí:1
eretiei et alie prediche loro menandovi li /ipli et famiglie: —si teneva aflora per segno distim
sutticicnte venirc alie chiese prima degli cietici e non parfirsi in compagnia /oro.
ANTAGONISMOS EN EL RESTO DE EUROPA 275
tey Felipe, a su núncio Sega, que había estado en los Países Bajos ai lado
don Juan.
Pero estos grandes proyectos fracasaron, unas veces por Ia aversión dei rey
Ins propósitos ambiciosos de su hermano y ei temor a nuevas complicaciones
loliticas, otras por obstáculos de índole distinta. Y hubo que contentarse con
1 tentos menos brillantes. El Papa Gregorio dirigió su mirada hacia Irlanda.
Ic lc dió a entender que no existia ninguna nación más católica que Ia irlan-
•a, pero que ei Gobierno inglês Ia maltrataba cruelmente, Ia despojaba, Ia
liantenía deliberadamente encizaíiada y en estado de barbárie, y Ia oprimia en
ils convieciones religiosas, y que, por Io tanto, estaba dispuesta a ponerse en pie
guerra en cualquier momento, bastando para ir en su ayuda con unos cinco
hombres que conquistarían en seguida toda Irlanda, pues no hay ninguna
kítalcza que pueda sostenerse más de cuatro dias.70 El Papa se dejó convencer
In dificultad. Por entonces se paseaba por Roma un refugiado inglês, Thomas
Puckley, aventurero por naturaleza, y que poseía ei arte de abrirse paso entre
gente y de inspirar confianza. El Papa le nombró camarlengo suyo y mar-
jlés de Leinster, y gasto 40,000 escudos para poner a su disposición barco y
•uipo. En Ia costa francesa se uniria a una pequena tropa que un refugiado
•andes, Geraldin, había conducido allí, también con ei apoyo dei Papa. El rey
Htlipe, que no tenía ninguna gana de empezar otra guerra, pero a quien no
•igustaba que se diera quehacer a Ia reina Isabel en su propia casa, aporto
•mbién dinero.77 En lugar de dirigirse a Irlanda, Stuckley se dejó convencer
Bt manera inesperada para' tomar parte en Ia expedición dei rey don Sebastián
nl África, donde acabo su vida. Geraldin tuvo que aviárselas por si solo: des-
•nbarcó en julio de 1579 y, efectivamente, consiguió algo. Se apoderó dei
perle que domina ei puerto de Smervic —ya ei conde de Desmond se había
itado en armas contra Ia reina— y una agitación general ganó Ia islã. Pero,
imv pronto, una desgracia siguió a otra, culminando con Ia muerte de Geraldin
una escaramuza. Tampoco ei conde de Desmond podia sostenerse, El apoyo
i'l Papa no era bastante fuerte y los dineros que se esperaba faltaron. As$, los
fcglcscs obtuvieron Ia victoria y castigaron Ia insurrección con una crueldad te-
llble: hombres y mujeres fueron metidos en los pajares y quemados en ellos, los
Mnos estrangulados y se arraso Monmouth. En Ia región arrasada sento sus
Inlcs Ia colônia inglesa.
Si ei catolicismo queria alcanzar algo en este reino, ei intento había de
(ttlizarse en Ia misma Inglaterra; claro que aqui Ias circunstancias pedían otra
m. Para que Ia población católica no se pasara ai otro lado había que acudir
su socorro por Ia via espiritual.
T6 Diseorso sopra i7 regno d'7rlanda c delia gente che bosigneria per conquistado, falto a
prrgnrio XIII. Biblioteca de Viena, Fuggerische Handschrifren. Se declara que ei gobierno de Ia
|nn cs una tirania: lasciando il governo a ministri Ing/esi, i quali per arriechire se sfessi usavano
llln l.irte delia tirannide in que) regno. come trasportando le comodita dei paese in Inghilterra
•Mando il popolo contra le leggi e privilegi antichi, e manfenendo guerra e lattioni tra i paesani
in ii volendo gli Inglesi che gli habitanti imparassero Ia dif/erenza fra il viver libero a Ia servirá.
77 Secún ei núncio Seea en su Relatione compendiosa (MS. de Ia Bibl. de Berlín) 20,000
Ridos' altre mercedi fece iate ai barone d'Acres, ai signor Cario Buono et altri nobili Inelesi che
no in Madrid, ch'egli spinse andare a questa impresa insieme col vescovo Lionese d'/rlanda.
276 LA CONTRARREFORMA DE 1563 A 1589
Guillermo Allen tuvo Ia idea de reunir a los jóvenes católicos que se mflfl
tenían en ei continente por razón de estúdios y» con Ia ayuda especial dei Papd
Gregorio, fundo un colégio para eilos en Douay. Pero ai Papa no le pareci
bastante. Queria mantenerlos más ai alcance de su mirada, en un lugar menoi
peligroso que este Douay en los inquietos Países Bajos, y fundo un coI< li
inglês en Roma, que doto de una rica abadia y traspasó a los jesuítas en
En este colégio no era admitido nadie que no se obligara a volver a Inflfl
terra ai finalizar sus estúdios y predicar allí Ia fe católica. Solo con este o b j ^ |
se instruía a los alumnos. En ei religioso entusiasmo provocado por los s | H
cicios espirituales de Ignacio se les presentaba- como modelo a imitar ei g^Ê
apóstol que Gregorio ei Grande había enviado a los anglosajones en tiemjfl
lejanos.
Algunos de más edad se adelantaron. El afio de 1580 cios jesuítas i r »
ses, Person y Campian, marcharon a su pátria. Constantemente persegui^H
con nombres supuestos y disfrazados, llegaron a Ia capital y de allí partieron, uni
para Ias províncias dei Norte, otro para Ias dei Sur. Preferentementc se a ^ H
garon en Ias casas de ]os lotes católicos. Su llegada era anunciada prevíamenli
pero había que tomar Ia precaución de saludarlos en Ias puertas como cxtranjJ
ros. En Ia habitación más retirada estaba ya preparada Ia capilla adonde e j H
conducidos; allí estaban reunidos los miembros de Ia família; ei misioneroj^B
permanecia más de una noche. Por Ia tarde preparaba y corjfesaba a Ia geí^H
a Ia manana decía Ia misa y, dada Ia comunión, seguia ei sermón. LlegajH
todos los que se mantenían católicos, a veces en gran número. Con ei aftfl
tivo dei mistério se volvia a anunciar de nuevo Ia religión que había d o m i n a i
en Ia islã desde novecientos afios antes. Se celebraron sínodos secretos. I^B
primero en una aldea cerca de Londres; después se puso una imprenta en « H
casa solitária de un bosque próximo y pronto se vieron aparecer escritos cat^H
cos redactados con toda Ia habilidad que presta Ia práctica de Ia controvérsia W
a veces, no sin cierta elegância; hacían tanta mayor impresión cuanto que n
origen era más recôndito. El resultado inmediato dé todo fué que los católicdl
dejaron d e asistir a los servicios protestantes y de cumplir con Ias Icyes eclm
siásticas de Ia reina, y que dei otro lado Ia controvérsia se hizo más virulenfll
y Ia persecución más firme. 79
Tal era ei sistema de Ia corte romana y de los jesuítas. Cuando PossewB
tuvo que abandonar Suécia sin haber conseguido nada, propuso y consiguB
que se erigiera en Braunsberg, junto ai colégio, un seminário para jóvenes d d
Norte, en su mayoría suecos, de los que él mismo Uevo una buena parte, pari!
de este modo influir en Ia gente de Ia tierra. Se fundo en Wilna un seminaridj
para jóvenes livonios y rusos y en Clausenburgo otro para húngaros. La corlj
romana garantizaba una determinada ayuda, por Io menos por los quince primei>>s
anos, y Gregorio XIII declaro que ningún dinero estaba mejor empleado. , í
78 La relación de los jesuítas en Sacchinus, pars iv, lib. vi, 6; lib. vil, 10-30 Ia POdá^B
comparar en este punto con los relatos de Camden, Rerum Britannic, t. i, p. ?15.
79
Aparte de Sacchinus, Carnpiani Vita et marryrium. Ingolstadt, 1584.
80 Possevinus, Brunsbergensis seminarii historia, en Theiner, Scínveden, etc, n, p. 322. Elflfl
todo Io que ya habian Hevado a cabo los jóvenes, de regreso a su pátria por circunstancia fortm
ANTIGONISMOS EN EL RESTO DE EUROPA 277
convierte en el centro del catolicismo moderno para todas las comarcas circuM
vecinas. En el año de 1578 las provincias walonas pasan por muy católtyH
entre los contemporáneos, según se expresa uno de ellos.88
Pero lo mismo que las pretensiones políticas, la situación religiosa se h a l H
ba amenazada por el predominio de los protestantes.
En Gante el protestantismo había adquirido una forma que en la a c t u a f l
dad designaríamos como revolucionaria. N o se habían olvidado las viejas libdH
tades conculcadas por Carlos V en 1539 y los excesos del duque de Alba habíala
provocado terrible indignación: el populacho era de carácter violento, iconocM—B
y muy rebelde contra los sacerdotes. De todas estas circunstancias se supien™
servir dos atrevidos oradores, Imbize y Ryhove. Imbize pensaba fundar u | H
república y soñaba que Gante podría ser una nueva Roma. Empezaron su óbxM
cogiendo prisionero a su gobernador Aschot y a los obispos y jefes católicos de
las ciudades vecinas que se habían reunido con él; restablecieron la antigua
constitución, claro que con algunas modificaciones que les aseguraban el poderí
atacaron los bienes eclesiásticos, disolvieron los obispados y se incorporaron/^H
abadías, convirtiendo los hospitales y conventos en cuarteles. Trataron lucgfll
de extender esta revolución entre los países vecinos por el poder de las a r m a s H
Entre los jefes prisioneros había algunos de las provincias walonas. I f l
tropas de Gante entraron en el dominio walón, los protestantes empezaroj
a agitarse y, a resultas del ejemplo de aquella ciudad, las pasiones populjl
res se fundieron con las religiosas. En Anas estalló un movimiento contra
el Consejo; los jesuítas fueron expulsados en Douay contra la voluntad d e l
Consejo por un movimiento popular, es verdad que sólo por catorce días, peíB
ello significaba ya un gran éxito; en Saint Omer pudieron mantenerse los jesuíl
tas bajo la especial protección del Consejo.
Los magistrados en las ciudades, la nobleza en el campo y la clerecía se
sintieron en peligro ante la amenaza de que se produjeran acontecimientos de]
indudable naturaleza destructora como los de Gante. Nada tiene, pues, de efl
traño que en esta situación buscaran protegerse de cualquier manera. Enviaron
sus tropas, que devastaron terriblemente los dominios de Gante, y después tra-
taion de asegurarse un vínculo político más firme que el que suponía su relaciói
con los Estados Generales de los Países Bajos.
Si se considera la política de don Juan de Austria en los Países Bajos pare™
que n o consiguió nada y que su paso por allí no dejó rastro ni le produjo a éS
satisfacción personal alguna. Pero si se examina más de cerca su situación, lo
que hizo y lo que se siguió de su acción, hay que atribuirle —si hay que atribuir-
la a alguien— la fundación de los Países Bajos españoles. Trató durante ciertd|
tiempo de acomodarse a la "pacificación de Gante", pero la actitud de indepea
dencia que adoptaron los Estados, la situación del príncipe de Orange, mucho
pastores multos scho/a nosfra theoJogos optime institutos et compararos accepif. Siguen aún mucha
más loas que podemos suprimir tranquilamente, ya que Stapleton mismo era jesuíta.
88 Michiel, Reiatione di Francia: // conté [el gobernador del Henao] é catfoiichissmo, come i
tutto que/ contado insieme con que/ d'Artoes, che Ji é propinquo.
90 Van der Vynkt, Geschichte der Nieder/ande, t. II lib. v, sec. 2: probablemente el párrafo
más importante de todo el libro.
DECISIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS 281
ts poderoso que el Gobernador general, y el encono recíproco de ambos bandos,
na ron la ruptura. Don Juan se decidió a emprender la guerra. Sin disputa, la
contra la voluntad del rey, pero era inevitable. Sólo con ello podía conse-
y consiguió conquistar un dominio que reconociera de nuevo la soberanía
aola. Dominaba todavía en Luxemburgo, ocupó Namur y se hizo dueño de
«ina y de Limburgo después de la batalla de Gemblours. Si el rey quería
!>rar su soberanía sobre los Países Bajos no había de ser mediante un acuerdo
los Estados Generales, imposibles de tratar, sino medíante un sometimiento
jual de los diferentes países por medio de acuerdos o por las armas. Este
klmo camino emprende don Juan y sus primeros pasos despiertan las mayores
tranzas. Reanimó las viejas simpatías de las provincias walonas por la casa
I Borgoña. Tenía a su lado dos hombres de gran eficiencia: Pardieu de la
Jtte, gobernador de Granvelinas, y Mateo Moulart, obispo de Arras.01
Estos fueron los que dirigieron con gran celo y afortunada destreza las
bciaciones convenientes después de la temprana muerte de don Juan.
De la Motte se sirvió del creciente odio contra los protestantes. Consiguió
las guarniciones de los Estados fueran alejadas de muchas plazas fuertes por
bccha de su protestantismo, que la nobleza del Artois acordara y pusiera en
etica la expulsión de todos los reformados en el mes de noviembre. Mateo
^ulart trabajó por una completa conciliación con el rey. Comenzó su obra con
ii.i procesión especial por la ciudad para implorar la ayuda de Dios. Lo que
¡proponía no era fácil, pues en ocasiones tenía que poner de acuerdo a personas
•¿os intereses chocaban. Se mostró incansable, sutil y flexible y se salió con
puya.
Alejandro Farnesio, sucesor de don Juan, poseía el talento de la persuasión
lo ganarse a las gentes e inspirarles confianza. Con él estaba Francisco
uirdot, sobrino del obispo del mismo nombre, un hombre —dice Cabrera—
pipicaz en diversas materias, práctico en todas y capaz de dirigir un asunto
cualquier clase; también estaba Sarrazin, abad de Saint Veast, un gran político
, sus apariencias tranquilas, muy ambicioso tras su aspecto humilde, que sabía
«tigiarse ante todo el mundo, según lo describe el mismo Cabrera.92
No es menester que describamos al detalle la marcha de las negociaciones
Ita su resultado final.
Bastará con señalar que, por parte de las provincias, el interés de su conser-
íción y el de su religión les llevaba al lado del rey. Por parte de éste, tampoco
| descuidó nada de lo que podían producir la influencia eclesiástica y la negocia-
fin liábil unidas a la benevolencia renovada del príncipe. En abril de 1579 entró
unido del rey Manuel de Montigni, que el ejército vvalón reconocía como cau-
|lo. Le siguió el conde de Lalaing: sin él nunca se hubiera ganado al Henao.
mímente, el 17 de mayo de 1579 se celebró el tratado en el campamento de
cstricht. Pero el rey tuvo que aceptar algunas condiciones. Representaba el
•1 Que fueron ganados durante el gobierno de Don Juan se deduce de los dos pasajes siguien-
I», Strada, H, i, p. 19: Pardiaeus Mottae dominus non rediturum modo se ad regís obedicntiam,
rli.iiii quamplures secum tracturum, iam pridem significara! loanni Austríaco. 2' Tassis: Epú-
uin Atrebatensem, qui vívente adhuc Austríaco se regí conciliarat.
M Cabrera, FeJípe segundo, p. 1021.
282 LA CONTRARREFORMA DE 1563 A 1589
tratado un restablecimiento de su poder, pero con limitaciones muy serias. N i
solo promctió licenciar a todos los extranjeros de su ejército y servirse solo ài
tropas neerlandesas, sino que confirmo en sus puestos a todos los funcionai^B
nombrados durante Ia revuelta. Los habitantes se obligaron a no permitir l.i|
entrada de ninguna guarnición sin que los Estados dei país tuvieran antes c o i f l
cimiento. Las dos terceras partes de] Consejo de Estado se compondiían de g^Ê
tes comprometidas en las últimas revueltas. A este tcnor son los demás a r t í c J
los. 03 Las províncias recibieron una autonomia que nunca babían disfrutadal
Representa esto un giro de los acontecimientos de significación genejM
Hasta ahora en toda Ia Europa occidental se había tratado de conservar o^Ê
restaurar ei catolicismo mediante Ia fuerza, y ei poder principesco intento, B^Ê
esta excusa, conculcar por entero los derechos de las províncias. EI catolicisnjB
se ve obligado ahora a seguir otro camino. Si queria restablecerse y mantençj^B
solo podia hacerlo de acuerdo con los Estados y otorgando privilégios.
Pero si mucho se había limitado ei poder real también había ganado bafl
tante: volvieron a su obediência aquellos países en los cjue se había fundadfl
Ia grandeza de Ia casa de Borgona. Alejandro Farnesio condujo Ia guerra e f l
tropas walonas y, aunque marcho lentamente, siempre fué en progreso. En l^M
se apodera de Courtray, en 1581 de Tournay y en 1582 de Oudenarde.
Pero con esto no se había decidido todavia Ia cuestión.- Precisamentt^B
unión de las províncias católicas con ei rey podia ser Io que impulsara a lai
províncias nortenas, protestantes en su totalidad, no solo a apretar su a l i a n J
sino a independizarse por completo dei rey.
Por necesidades de csclarecimiento vamos a aludir a ia historia general d l
los Países Bajos. En todas las provincias se daba ei viejo altereado entre leis dl
rechos provincialcs y ei poder dei príncipe. En los tiempos de Alba este p o d «
logro predominar en un grado que no había conocido antes, pero no pudo d^Ê
servar a Ia larga este predomínio. La pacificación de Gante nos muestra en ^ H
grado conquistaron los Estados su supremacia en ei gobierno. En este a s p ^ H
las provincias dei Norte no tenían ventajas sobre l a s s e i Sur y ambas hubicrafl
fundado una sola república neerlandesa de haber sido concordes en Ia r e l i g ^ B
Como hemos visto, Ia disensión religiosa ocasiono Ia política. Lo primero ^ H
sucedió fué que las provincias católicas volvieron a ponerse bajo Ia protcccióÉ
dei rey, ai que más que nada les unia Ia afirmación de Ia fc católica; de aqti||
se siguió que Ias provincias protestantes acabaran por emaneiparse totalmenlB
dei rey después de haberse afirmado tanto tiempp en Ia lucha. Si designamos I
unas provincias como sometidas y a las otras como república no hay que c i j H
que Ia diferencia en ei interior fuese muy grande en un principio. También I n
provincias sometidas mantuvieron sus privilégios con cl mayor ardor. Tampocfl
las provincias republicanas podían eludir una institución análoga ai poddl
real: Ia dei Gobernador. La diferencia mayor residia en Ia religión.
i>;ación hacía Ias veces de todas: habría que restablecer iglesias y capillas
illnmar de nuevo a los curas y frailes expulsados. En esto ei rey no cedia un
Mio. En todo acuerdo era esta, como él decía, ia primera y última condición.
Única gracia a que se avino fué que permitió a los habitantes ei plazo de
II nos para convertirse o vender Io suyo y cbandonar ei domínio espanol.
También los tiempos habían cambiado mucho. Antes ei mismo Eelipe II
II icnido sus reparos para conceder permiso de residência a los jesuítas, ata-
s y expulsados muy a menudo. Regresaron como consccuencia de los suce-
de Ia guerra, pero bajo Ia decidida protección dei poder político. Ya los
csio eran muy buenos amigos de Ia Compania y ei mismo Alejandro, que
" tomo confesor a un jesuíta, veia en Ia orden un médio excelente para
r ei país médio protestantizado ai catolicismo y cumplir así con Ia misión
cipal de Ia guerra." 0 La primera localidad a que volvicron fué también Ia
era que se conquisto, Courtray. El párroco de Ia ciudad, Juan David,
n conocido a los jesuítas durante su destierro en Douay. Vuelve ahora,
para ingresar inmediatamente en Ia orden y advertir ai pueblo en su sermón
Bcspedida que no prescindiera de Ia ayuda espiritual de Ia Compania. EI
J>\o se dejó convencer facilmente. Entro a Ia ciudad el viejo Juan Montag-
Lque había introducido Ia Compania en Tournay y que tuvo que huir en
Ms ocasiones, para volver y dejarla asentada para siempre. En cuanto Brujas
lés se entregaron, llegaron los jesuítas, y el rey les cedió un convento que
"n sido abandonado durante Ias revueltas. En Gante se dedico a los jesuítas
Asa dei gran demagogo Imbize, dei que había partido todo el dano ai cato-
inc- En su entrega los habitantes de Amberes pretendieron poner como
lición que no recibirían a otra orden que aquella que ya vivia allí mismo
do Carlos V, pero no les fué satisfecho este deseo y tuvieron que admitir
jesuítas y entregarles el edifício que habían poseído antes. Cuenta esto el
lista de Ia orden muy complacido, y observa como un favor especial dei
0 que se recibiera el edifício libre de cargas cuando había sido abandonado
o de ellas. Entretanto, había pasado por diversas manos y fué restituído
más. Tampoeo Bruselas pudo sustraerse a Ia suerte general; el Consejo de
Çludad se declaro dispuesto, el príncipe de Parma concedió un auxilio de Ia
', real y pronto los jesuítas se hallaban instalados de Ia mejor manera. El
pcipe les había concedido solemnemente el derecho a poseer bienes inmue-
1 bajo Ia jurisdieción eclesiástica y de servirse libremente en estas provin-
I de los privilégios de Ia Santa Sede.
No solo los jesuítas gozaron de su favor. El afio 1585 llegan unos capu-
'nus y, a seguida, les compra una casa en Amberes. Hicieron impresión en
rnes hermanas y fué menester un mandato expreso que prohibiera a otros
ii< iK anos adoptar Ia reforma capuchina.
W Sacchinus (Pars v, lib. iv, n. 58): Alexandra et privari ejus consi/ii viris ea sfabat senrentia,
bliucjiic recipiebatur ex haereticis civitas, continuo fere in eam inmitti societatem debere: va/ere id
ui! pietatem priva tem civium tum aá pacem tranquiillilatemque intelJigebant. Según Ia Imago
n Kculi fué esta también Ia voluntad dcl rey, qu> recens dafis de hoc argumento /iteris ducem
cura monuerat ut societatis praesidio munire satageret praecipuas quasque BeJgii dvitesta: afir-
lonci suficientemente comprobadas por los hechos.
286 LA CONTRARREFORMA DE 1563 A 1589
109 I>. Jor»c Kdcr que, claro es, era un adversário: Extracto de su advertência en RaupMH
Evang. Oesfrcich, n, 286.
310 Maffei, Annaíi di Gtegorío XIII, t. i, p. 281, 335, sin duda de las relaciones dei nundfl
H l Saccliinus, pars. iv, lib. vi, n. 78: Puder rc/erre, quam excimfes sscriíegf.-s omuique ( j H
cratione digníssimos prosecuta sit numírosa muítitudo quotque benevolentiae documenfis, ut v i
iucic ui.ih gravitas acstimarè possít.
CONTINUA LA CONTRARJREFORMA EN ALEMANIA 293
| |n que Ia Iglesia romana ensefia en doctrina y costumbres? ^Crees tú —reza
pilii) - que ei Papa es Ia cabeza de Ia Iglesia apostólica única? No se queria
(Icjar ninguna duda. 112 Los protestantes fueron alojados de los ofícios munici-
inlcs y ningún burguês no católico fué admitido en adelante. En ]a universidad
Io Viena cada doctorando tenía que suscribir Ia profesión de fe. Para Ia ense-
mi/.a se dispusieron formulários católicos, ayunos, visitas de iglesias y el uso
Ki lusivo dei catecismo de Canisius. En Viena se recogieron de Ias librerías los
bros protestantes que eran llevados en grandes montones al pátio dei palácio
ti obispo. En los muelles se examinaban Ias cajas y se confiscaban los libros y
btumpas que no fueran muy católicos.113
Pero, con todo, el êxito no fué total. Es verdad que en poço tiempo se res-
luraron trece ciudades y mercados en Ia baja Áustria y que se habían rescatado
posesiones eclesiásticas hipotecadas, pero Ia nobleza mantenía una fuerte
bsición. Las ciudades dei tratado dei Enns se hallaban en estrecha relación
in cila y no cedieron a ninguna tentación. 114 Sin embargo, como se compren-
f, muchas de estas medidas tuvieron un alcance general al que nadie podia
lutracrse y que repercutió directamente en Estiria.
En cl momento en que el archiduque Carlos está dispuesto a hacer conce-
|Diu's se produce Ia reacción católica en tantos lugares. Sus pares no Io perdo-
n.iii.in. Su eufiado el duque Alberto de Baviera le hizo ver que Ia "paz religio-
le autorizaba a imponer a sus súbditos Ia religión propia. Aconsejó al archi-
iiique tres cosas: que ocupara con católicos todos los puestos, especialmente en
srte y en el Consejo secreto; que en Ia Dieta fuera separando unos de otros
diversos estamentos, para dominar mejor cada uno; finalmente, que se pu-
lera en buenas relaciones con el Papa y le pidiera que le enviase un núncio,
gorio XIII, por si mismo, se apresuró a ayudarle. Como sabia muy bien que
liaria falta dinero y que esta necesidad era Ia que le empujaba a hacer conce-
rnes, acudió al mejor medio para independizarle de sus gentes: en el ano de
pKO le envio Ia suma, para aquella época muy importante, de 40,000 escudos
epositó en Venecia un capital todavia más importante dei que podia servirse
archiduque en caso de que estallaran revueltas en el país a consecuencia de sus
lliípcnos católicos.
Animado por el ejemplo, por las advertências y por ayudas importantes, el
Inliiduque Carlos cambio completamente de actitud a partir dei ano 1580.
En este afio adjunto a sus antiguas concesiones una explicación que bien
[jiiiide considerarse como una revocación de las mismas. Los estamentos le ins-
[IIIHHI para que las conservara intactas y pareció un momento que un ruego tan
jliumildc produciria su efecto; 115 pero, en Io sustancial, se mantuvo en las me-
Hliliis anunciadas y empezó a expulsar predicadores protestantes.
El afio 1584 fué decisivo. En Ia Dieta de ese ano se presentó el núncio
na Artículos de confesión papalcs, austríacos y bávaros, en Raupach, Evang. Oestieich, n, 307.
113 Klievcnhillcr, Ferd. Jahrb., i, 90; Hansitz, Geroiania sacra, i, 632.
i u Raupach, K/cine NachJesc Ev. Oestr., ív, p. 17.
115 "Según su congênito caracter de príncipe alemán, suavisimo", dice Ia Supplication de
[mJrcs países.
294 LA CONTRARREFORMA DE 1 5 6 3 A 1589
incipes austríacos eran Ias columnas más firmes dei cristianismo. Especial-
nte dirigió los breves más encomiásticos ai archiduque Carlos.118 La adqui-
ión de un condado fué considerada en Ia corte de Gratz como una recompensa
Ina por los muchos buenos servidos prestados ai cristianismo.
Conservamos una memória dei ano 1588 dei núncio Minuccio Minucci
l,i que encontramos los puntos de vista que orientaban ia acción. 125
Se dedicaba una atención preferente a Ia ensenanza. Se queria que Ias
Ivcrsidades católicas estuvieran mejor dotadas y contaran con mejores profe-
rs; solo Ia de Ingolstadt estaba provista de médios suficientes. Como estaban
ns;is, Io más importante eran los seminários de jesuítas. Opinaba Minuccio
| r no había que pensar tanto en formar grandes sábios y profundos teólogos
hio buenos y activos predicadores. Acaso Io más necesario y conveniente es
hnmbre de conocimientos mcdios, que no picnsa en llegar a Ias cumbres de Ia
kiduría y hacerse famoso. Esta misma idea quierc que rija en los estableci-
butos italianos destinados a católicos alemanes. En cl Colégio Germânico
jli.ibía estado dando ai principio una diferencia de trato a Ia juventud bur-
• a y a Ia noble, y Minuccio Minucci encuentra reprobable que se haya
Indonado Ia costumbre. N o solo ei aristocrata se resiste a acudir ai Colégio
|ue cn los mismos burgueses se despierta Ia ambición, que dcspués no
k d e ser satisfecha, de aspirar a altos cargos, Io cual perjudica a Ia buena admi-
Jrución de los puestos inferiores. Además, se trato de formar una tercera
intermedia, Ia de los hijos de los altos funcionários que, según Ias cos-
hbres dcl siglo, habrían de tener luego Ia mayor parte en Ia administración
Jius países respectivos. El Papa Gregorio XIII se ocupo de esto en Perugia
In Bolonia. Como vemos, estaban ya bien marcadas por entonces Ias diferen-
|s entre Ias clases que hoy dominan ei mundo alemán.
Lo que más interésaba era Ia nobleza. A ella, sobre todo, encomienda ei
^uio Ia conservación dei catolicismo en Alemania. Como Ia nobleza alemana
Juba de un derecho exclusivo sobre Ias fundaciones eclesiásticas, defendia a
U^lesia como patrimônio suyo. Por eso se opone a Ia libertad de religión en Ias
llsdicciones eclesiásticas: 1 2 ' temia ai gran número de príncipes protestantes que
lii.m de arrogarse para si los benefícios eclesiásticos. Por esta razón había
cuidar a Ia nobleza. No se Ia debía molestar con Ia ley de Ia singularidad
los benefícios; de todos modos, ei cambio de residências tenía sus ventajas,
j e s Ia nobleza de diferentes províncias se reúne para defender a Ia Iglesia.
•nipoco había que tratar de poner los cargos en manos de burgueses; unos
pautes doctos son muy útiles en un cabildo, como se había visto en Colônia,
no se provocaria Ia ruína de Ia Iglesia alemana si se querían extremar Ias cosas
Wte sentido.
Entonces surge Ia cuestión de en qué medida es posible rescatar los domi-
llus que se habían pasado por entero ai protestantismo.
El núncio se halla muy lejos de aconsejar ei empleo de Ia violência. Los
m ipês protestantes le parecen demasiado poderosos. Pero existen otros médios
l-ü Discorso dei molto ilustre e revmo. Monsignor Minuccio Minucci sopra i/ modo di resfituirc
tMtUilica rciigione in Aiemagna, 1588. MS. Barb.
l!M Sobre todo cn Ia Alemania superior. Z/esempio deí/a suppressione ddfalrre [de Ia parte
lorj ha awertiti i nobiii a metter cura maggiore neíla diícsa di queste, concorrendo in cio tanto
K liei quanto li catto/ici, accorti già, che ne/1'occupationc dclli principi si Jcva a Joro et a'postcri
[wxT.iiiza dclfutile che cavano dai canonicati e degli altri benc/icii c che possono pretendere dei
uvjfo mentre a'canonici resti libera i'eiettione.
298 IA CONTRARREFORMA DE 1 5 6 3 A 1 5 8 9
de Ias cuales se puede echar mano y que permiten realizar poço a poço tfl
fin deseado.
E n prímer lugar, considera necesario mantener Ia buena inteligência enljH
)os príncipes católicos, especiaímente entre los de Baviera y Áustria. Todavia
subsiste Ia unión de Landsberg que había que renovar y ampliar hasta acoflfl
en ella al rey Felipe de Espana.
{No seria posible ganarse de nuevo algunos príncipes protestantes? D u r t f l
te mucho tiempo se había creído notai en ei príncipe elector Augusto de Sajoi^B
una inclinación al catolicismo y, valiéndose de Ia mediación bávara, se h a l f l
hecho algún intento con Ias majores precauciones, pero todo fué inútil porqu*!
Ia esposa dei príncipe, Ana de Dinamarca, se mantenía firme en su creeraM
luterana. El ano 1585 muere Ana. Este dia no fué solo de liberación para t f l
amenazaàos calvinistas, sino que ios católicos ío aprovecharon para tratar de a c f l
carse al príncipe. Parece que en Baviera, que hasta entonces se había resisti^H
se sienten dispuestos a dar ei paso, y ei Papa Sixto tiene ya preparada Ia arjH
lución que enviará al príncipe elector. 127 Pero ei príncipe Augusto muere an^fl
de que se haya conseguido nada. Ahoia se fija Ia mirada en otro príncipe: L ^ H
conde palatino de Neuburgo, en ei que se creía ver un despego hacia todos ^ B
intereses contrários al catolicismo y cierta circunspección con los curas católi^H
que se encontraban en su território ocasionalmente. También se piensa en O^Ê
Hermo IV de Essen, hombre docto y amigo de Ia paz, que en ocasiones hsd^H
aceptado ia dedicatória de pubíicaciones católicas. Tampoco se descuido a ciet^f
figuras de Ia alta nobleza nortena, como Enrique Ranzau, en ei que se cifrai^B
algunas esperanzas.
Si bien se podia contar con seguridad con cl êxito de estas tentativas, ^ B
bía también otros proyecros cuya leaYizacibn dependia d e Ia propia vciIunÉ^B
y decisión.
La mayoría de los asesores dei tribunal de Ia Câmara eraj protestante, seg^H
nos Io asegura cl núncio. Eran hombres de aquella primera época en Ia q ^ H
en Ia mayoría de los países, incluso los católicos, tomaban asiento en los ConjH
jos de íos príncipes protestantes declarados o encubiertos. Al núncio esta s í ^ H
' - 7 Ya cn 1574 animo Grcgorio XIII al duque Alberto V ut, dum elector Saxoniae Calví^^Ê
tarum sectam ex impciü sui íinibus exturbare conabafiir, vdíet sermones cum príncipe illo ahquzfl^H
hábitos de religione catbolica in Saxonia introducenda renovare. Opinaba que tal vez convcnfl^H
mandar alU a un agente. Aqui ei duque cs franco; ctee que entonces cl asuiito llcgará hasta •
consefo secreto dei príncipe elector, ad consüiarios et familiares: a qüibus quid expecf.indum t ^ H
quam quod tofam rem perverta!.' Continua: Arte bic opus esse/judicatur, quo tanquam a/iud > g ^ H
erranfem pie circumveniaf.—U.vor, quo ex sexu imporentiori concifatior est, eo importuniora sufftu^H
consilia, si reaciscaí hanc apud maritum rem agi. (Legationcs paparum ad duces Bavaríae, MS. de U
Biblioteca de Munich.) Minucci cuenta que los primeros pasos se dieron cn tiempo de Pio V. Tf^Ê
este pasaje cs muy interesante. Con duca Augusto di Sassonia già moito trattò sin a tempi deus J ^ ^ H
cri papa Pio V il duca Alberto di Baviera, che vive in cie/o, e ridusse ia pratica tanto inanzi cbe il
proriictfcva sicura riuscita: ma piacque a Dio beiiedetto di chiamar/o, nè d'opera di tanta importf^H
tu chi parlasse o pensasse, se non ch'a tempi di Gregorio di g/. mem. il padre Possevino s'ingegfl^^H
fabricare sopra quei fundamenfi: et in fine ne/ presente felicíssimo pontiíicato di Sisto, sendo rnf^H
/a mog/ie d'esso duca Augusto, íu chi ricordò 1'ocassione esser opportuna per trattarc di rmovo M
conversione di que! príncipe: ma fa providentia divina non li diede tempo di potec aspctj^H
Ia beneditione cite S. Beatne. par per mezzo dei signor duca Cuilielmo di Baviera s'apparecchiavt^B
mandaríi sin a casa sua. Se ve cuán pronto se habla trabajado en este respecto.
C O N T I N U A LA C O N T R A R R E F O R M A E N A L E M A N I A 299
10) La Liga
Mientrás ei gran movimiento católico se agita en Alemania y en los Países A
jos, empieza a mostrarse también con fuerza irresistible en Francia. Sierr»
los asuntos neerlandcses guardaron estrecha conexión con los franceses: jctfl
tas veces los protestantes franceses habían acudido en auxilio de sus compafijB
neerlandeses y los católicos neerlandcses en auxilio de los franceses! La ! •
dei protestantismo en Ias províncias belgas significo una perdida directa j f l
los hugonotes de Francia.
Además, en Francia, Io mismo que en otros países, Ia tendência restaud
dora seguia ganando terreno.
Ya hemos hablado de los comienzos de los jesuítas. Fucron extendiéndoj
cada vez mas. Como cs fácil presumir, fué Ia casa de Lorena Ia que prirnB
se valió de ellos. En 1574 ei cardenal Guisa les funda una academia en 1 9
à Mousson, que fué visitada por los príncipes de Ia casa. El duque establ(B
un colégio en Eu, Normandía, que se dedico también a los refugiados ingldfl
Pero también encontraron otros muchos protectores. Ya era un cardend
un obispo, un abad, ya un príncipe, un alto funcionário, ei que cargaba 9
los gastos de un nuevo establecimiento. En poço tiempo los vemos instalaB
en Rouen, Verdún, Dijón, Bourges y Nevers. Sus misíones atraviesan ei pafflj
todas Ias direcciones.
En Francia encuentran ayudas de Ias que tuvieron que prescindir por 1(
menos en Alcmania. V
Fl cardenal de Lorena trajo consigo dei Concilio de Trcnto algunos cafl
chinos. Les dió aposento en su palácio de Meudon, pero a su muerte se lU
charon. La orden estaba limitada a Itália por sus estatutos. El ano 1579J
Capítulo General mando a unos padres ai otro lado de Ias montanas, para (W
cxploraran ei terreno. Como fueran bien acogidos, de suerte que a su r e g f l l
prometían "Ia más rica cosecha", cl Papa no tuvo inconveniente alguno etpU
voe ar aquella limitación. En ei ano de 1574 Ilega Ia rmmera colônia de ca/flj
chinos, bajo Ia dirección de Fra Pacifico di S. Gervaso, que había cscogB
sus companeros.
bodos eran italianos y ai principio tuvieron que apoyarse en Ias gentes d f l j
país, como es natural. I
La reina Catalina los recibió con alegria y pronto estableeió para ellos ui
128 Minucci escribió especial mente .sobre cl tribunal de Ia Câmara. Se puede suponer con i ^ ^ H
que fucron sus puntos de vista los que causaron aquella inliibición. Como ya dijimos, aborreCJ^M
mayoría de los protestantes: no» vofe c/ir alrro /'aver gfí cretici" /'autoritâ magg/ore a li piu vOr^H
senaío che un ridiirrc i catolici d'AJemagna a clisucratíone.
LA OCA 301
que III no fuera buen católico, ya que no era posible prosperar con él si no •
iba a misa. No toleraba ningún magistrado protestante en Ias ciudades, p l f l
a pesar de todo, continuo proveyendo los cargos eclesiásticos según Ias convJ
niencias de Ia corte, sin reparar para nada en Ia dignidad y en ei talento, m
continuo también arrogándose los bienes eclesiásticos y prodigándolos a voltiM
tad. Le gustaban Ias prácticas religiosas y Ias procesiones y no dejaba de cumplii
con vigílias y ayunos, pero todo ello no impedia que llevara Ia vida más inconl
veniente y que permitiera que otros Ia llevaran. En Ia corte ei desorden rnái
vergonzoso estaba a Ia orden dei dia. Los escândalos dei Carnaval provoca^B
Ia indignación de los predicadores y, en alguna ocasión, Ia Iglesia se resistió 1
enterrar en sagrado a algunos cortesanos, por su gênero de muerte y sus últirdfl
manifestaciones. Se trataba de los favoritos dei rey.
Aú ocurció que h dirección rigurosa dei catolicismo, aunque favoi&S^Ê
de vafias maneras por Ia corte, se halló en íntima oposición con ella.
Además, ei rey no abandono tampoco Ia vieja política, que se movia p l f l
cipalrtiente por enemistad con Espaiia. En otros tiempos esto no hubiese t e n f l
importância, pero ei elemento religioso en Francia, como en otros países, <H
más fuerte que ei sentimiento por los intereses nacionales. Lo mismo que fl
hugonotes con los protestantes neerlandcses, los católicos franceses se sen(fl
en alianza natural con Felipe II y con Famesio. Los jesuítas, que habían V^Ê
tado tan grandes servicios a este en los Países Bajos, no podían ver con t r a n s i
lidad que ei enemígo que ellos combatieron allí encontrara favor y ayjH
en Francia.
A esto se aiíadió que cl duque de Alençon murió en ei afio de 1584 y, c d
ei rey no tenía heredero ni esperanza de haberlo, ia sucesión venía a recfl
sn Enrique, rey de Navarra.
Acaso Ia preocupación por cl futuro baga más fuerza en los bombres < H
Ias circunstancias que se han manifestado ya. Estas perspectiva» dei de N a v | B
agitaron grandemente a todos los católicos franceses, 183 sobre todo, comdH
natural, a sus viejos enemigos los Guisa, que temían ei influjo que h abria M
2Jercer como heredero y, todavia más, su futuro poder real. N o es extra<M
pues, que buscaran apoyo en ei rey Felipe.
Nada mejor se le podia presentar a este rey, dada su posición políffl
le emonces, y no tuvo inconveniente en celebrar una alianza formal con •
;úbditt>s de un país extranjero.
Había que dudar si en Roma, donde tantas vcceí se habló de una aliaifl
le los príncipes con Ia Iglesia, se iba a aprobar ahora Ia rebelión de poder^B
/asallos contra su rey.
Sin embargo, no se puede negar que ocurríó esto. Entre los Guisa baba
nuchas conciencias inquietas por cl paso que iban a dar. El jesuíta M a t t h H
narchó a Roma para traer consigo una declaración dei Papa por Ia q i u H
133 En Roma se redactó entonces en seguida un escrito sobre Ia oportunidad de Ia si
rono de un Guisa: deJIa incJinafioiie dc'catío/ici verso /a casa di Chisa e dei servitio ch
a chrisi/anitâ et il te caffoíico delia suecessione di uno di quei principi. Este escrito fué
;spaiia. Fué atribuído ai cardenal Este. Dispaccio Veneto 1584 imo. Debr.
LA LIGA 303
tliuran acallar los escrúpulos. Ante Ia explicación dei Padre Matthieu, declaro
gorio XIII que aprobaba por completo Ia intención de los príncipes franceses
ucudir a Ias armas contra los herejes y que podían descuidar todos los escrú-
•s; ciertamente que ei mismo rey aprobaría su propósito, pero en caso de
ler así, debían realizar de todas maneras su plan para cumplir de esc modo
Ia finalidad superior: ia de ia extirpación de los herejes.134 Ya estaba ini-
0 ei proceso contra Enrique de Navarra. Cuando termina, sube Sixto V
u Sede Apostólica y ei Papa excomulga ai de Navarra y a Conde. De esta
nora presta a Ia Liga un apoyo mucho mayor que ei que podría haberle
inistrado con cualquier otra aprobación.135
Ya los Guisa habían acudido a Ias armas. Trataron de asegurarse tantas
Incias y plazas como les fuera posible.
Un ei primer movimiento se apoderan sin combate de ciudades tan impor-
es como Verdún, Toul, Lyon, Bourges, Orleáns, Mezieres. Para no some-
1 desde luego, ei rey acudió ai tan conocido recurso de declarar como suya
lusa de los Guisa. Pero, para ser aceptado, tuvo que confirmarles y ampliar-
III adquisiciones en un tratado formal en ei que estaban comprendidas Ia
•Bofia, Ia Champana, una gran parte de Ia Picardia y toda una serie de plazas
jotras regiones dei reino.136
[ A seguida ei rey y los Guisa juntos emprenden Ia guerra contra los protes-
tes. Pero jqué diferencia! Se creía que ei rey veria con gusto ei momento
que los enemigos llevaran Ia ventaja y, obligado aparentemente por Ia supe-
7Ídad de sus armas, celebraria una paz que estuviera de acuerdo con su postura
ivoca. Consiguió en Ia guerra ventajas nada insignificantes, pero nadie se
reconoció. Por ei contrario, Guisa juro que, si Dios le daba Ia victoria, no
indonaría Ias armas hasta que Ia religión católica estuviera establecida por
pre en Francia. Con sus propias tropas, no con Ias reales, sorprendió en
ncau a los alemanes llegados cn socorro de los hugonotes y en los que estos
èaban todas sus esperanzas, y los aniquilo por completo.
LI Papa le comparo a Judas Macabeo. Era una figura grandiosa, que en-
Jlusmó ai pueblo y fué ei ídolo de todos los católicos.
LI rey, que temia Ia ambición dei de Guisa, no sin motivo, se coloco en
falsa postura: no sabia qué hacer ni Io que deseaba a ciência cierta. El
lado dei Papa, Morosini, encuentra que ei rey se compone de dos personas.
i por una parte desea Ia derrota de los hugonotes y, ai mismo tiempo, Ia
c, y por esta dualidad interior ha llegado ai punto que ya no sigue sus propias
niones ni presta fe a sus propias ideas.137
Ul "Claudc Matthieu au duc de Neveis" 11. févt. 1585. Quizá Ia información más importante
lodo cl tomo iv de Capefigue, Reforme, etc., p. 173.
1
m Maffci, Historiarum ab excessu Gregorii XIII, lib. i, p. 10. Infinitis focderatoriim precibus
flgis fhilippi supp/icatione hortatuque haud aegre se adduci est passus, ut Hugonotas corunique
~l coclestibus armis insectaretur.
110 übservaciones dei cardenal Ossat sobre los efecfos de Ia Liga en Francia, en Ia Vida dei
• l i Ossat, t. i, 44.
! 1*1 "Dispaccio Morosini'' en Tempesti, Vita Sisto V, p. 346. II re, tutto che sia monarca sl
llilc, c a/trettanto povero: e quanto è povero, è altretfanto pródigo: dimostra insigne pietâ, e nel
tempo aborrisce Ia sagra lega: è in campo contra gji heretici, e purê i gcJoso dc'progressi cat-
304 LA CONTRARREFORMA DE 1563 A 1589
ha muy indignado y amenazó con hacer Io que ei Papa Sixto y enviar los
"icadores rebeldes a galeras. Pero le faltaba Ia energia dei Papa y no hizo
cosa que mandar traer sus suizos a Ias proximidades de Ia capital.
Asustados por Ia amenaza que esto representaba, mandan aviso los bur-
cs ai de Guisa, pidiéndole que se allegara a protegerlos. El rey le hizo
k (jue no seria de su gusto. Guisa, sin embargo, vino a Paris.
'Iodo estaba a punto para una gran explosión.
Y esta se produjo cuando ei rey hizo venir a los suizos. En un momento
ilidad amaneció liena de barricadas. Los suizos fueron rechazados, ei Louvre
nazado y ei rey tuvo que huir.140
Guisa tenía en su poder una gran parte de Francia, pero ahora tomaba
sión dei corazón. La Bastilla, ei Asenal, ei Hotel ãe Ville y todos los su-
bios cayeron en sus manos. El rey estaba en inferioridad y en poço tíempo
que disponerse a prohibir Ia religión protestante y a ceder a los Guisa más
.as todavia. El duque de Guisa podia ser considerado como Sefior de Ia mitad
francia, y ei título de teniente general dei reino, que le otorgó Enrique III,
lestaba autoridad legal sobre Ia otra mitad. Fueron convocados los Estados y
fcbía duda que Ia opinión católica tendría Ia mayoría en Ia asamblea. Había
I esperar de ella los acuerdos más nefastos para los hugonotes y los más f avo-
\ s para ei partido católico de los Guisa.
rcsó lo que era opinión de todos los católicos en ei fondo. No sabia Io que
nsar dei poderoso rey que tantas cosas consentia. Las cortes de Castilla insis-
n ante él para que se vengara.
Hasta personalmente fué ofendido Felipe. En comédias y cortejos carna-
lcscos se hacía burla de él y una vez le fueron con ei cuento. Entrado en
os, acostumbrado ai máximo respeto, salto de Ia silla: nunca se le habia visto
indignado.
Este era ei humor dei Papa y ei dei rey cuando corrió Ia noticia de que Ia
Bina Isabel habia hecho ejecutar a Ia reina de Escócia. No es lugar este para
•vestigar en qué facultades legales pudo apoyarse; se trata, sobre todo, de un
•Io de justicia política. La primera idea surgió, a lo que parece, por los dias de
pin Bartolomé. En una carta de entonces dirigida por ei obispo de Londres a
rd Burghley expresa aquél su preocupación y temor de que un comienzo tan
icionero pudiera extenderse también a Inglaterra, y encuentra razón dei peli-
; principalmente en Ia reina escocesa: "La seguridad dei reino —exclama—
'ge que se le corte Ia cabeza."153 Pero ahora ei partido católico era mucho más
rtc en toda Europa y mucho más activo y agitado en Ia misma Inglaterra.
ria Estuardo mantenía constantes relaciones secretas con sus primos los Gui-
con los descontentos dei país, con ei rey de Espana y con ei Papa. Personifi-
z ei principio católico en Ia medida en que, por naturaleza, se oponía también
Gobierno constituído y, sin duda ninguna, ai primer êxito dei partido católico
biese sido proclamada reina. Esta posición, surgida de las cosas mismas pero
que ella no se sustrajo, le costó Ia vida.
Pero esta ejecución hizo madurar los proyectos espafioles y pontifícios. No
posible tolerar más. Sixto llenó ei consistorio con sus vocês contra Ia inglesa
1x1, que se habia atrevido con Ia sacra cabeza de una reina, a nadie sometida
" que a Jesucristo y, como ella misma lo habia proclamado, a su representante
Ia tierra. Para mostrar como aprobaba totalmente Ia actividad de Ia oposición
lica en Inglaterra, nombró ai primer fundador de los seminários, Guillermo
tn, cardenal de Ia Iglesia, nombramiento que se consideraba como una decla-
ón de guerra contra Inglaterra, por lo menos en Roma. También se celebro
• alianza formal entre Felipe II y ei Papa.154 El Papa prometió ai rey una
tia de un millón de escudos, pero como nunca perdia Ia cabeza, sobre todo en
tiones de dinero, se obligó a pagar cuando ei rey hubiera entrado en posesión
un puerto inglês. "No vacile más Vuestra Màjestad —le escribió ai rey—;
Iquier vacilación cambiaria Ia buena intención en un mal efecto." El rey
•o cn tensión todas las fuerzas dei reino y equipo Ia armada que fué bautizada
|nvcncible.
Las fuerzas hispano-italianas, que ya habían ejercido una poderosa acción
lodo ei mundo, se juntan y levantan para un ataque a Inglaterra. El rey
m» Edwin Sandys to Lord Burghley, Fulham Vrh. of Sept. 1572. The saftie of our Qucnc and
me, yt God wií, furtwith to cutte of the Scotish Quenes heade: ipsa est nostri íundi calamitas.
, Letters, second series, t. m, p. 25.
IM Las primeras intenciones dei Papa, Dispaccio Gritti 27 Giugno 1587: II papa ia grau
l fl re per 1'inpresa d"lnghilterra, ma vuole Ia dcnomination dei re che'l regno sia feudo delia
310 LA CONTRARBEFORMA DB 1563 A 1589
155 Andrcae Phi/oparri [Parsoni] ad Elizabethae reginae Angíiae edictum responsio J M6. M?J
NuJ/a, afiade, ipsorum fortirudine repulsa vis est, sed iis potius casibus qui saepissime in res beQIH
soienf incidere, aèris nimirum incJcmenfia, maris iiicognííi inexperiência nonnuliorumque /ortaH
hominum vel negligentia veJ inscitia, dei denique voiuntate, quia forte misericors domious arbortal
iufruetuosam dimittere adhuc vo/uit ad tertium annum evangelicurn.
isa Dispacci Gradenigo 29 Sett. 1588. Si coma il re ha sentito mo/Io quesfo accidente di flfl
ASES1NATO DE ENKIQUE IH 311
-
. • •
s „
CONTRADICCIONES INTERNAS
DE D O C T R I N A Y DE P O D E R
1589-1607
1) Teorias jiolítico-eclesiásticas
raras veces se ha atribuído a los princípios católicos una significación especial
vor de Ias formas de Estado monárquica o aristocrática, senalando su interna
;nsión hacia ellas. Un siglo como ei xvi, en ei que este principio católico
resenta con plena eficiência y seguridad, nos puede instruir sobre ei particu-
como poços. De hecho encontramos que en Itália y en Espafia se adhiere ai
•n establecido; en Alemania sirve para procurar ai poder principesco un nue-
predominio sobre los estamentos territoriales; en los Países Bajos fomenta ia
quista, y en Ia Alemania alta y en Ias províncias walonas es sostenido espe-
tncnte por Ia nobleza. Pero sigamos preguntando y encontraremos que no
ron estas Ias únicas simpatias que desperto ei catolicismo. Si en Colônia se
lera dei ânimo de los patrícios, no lejos de allí, en Tréveris, es ei pueblo
que Io acepta. En Ias grandes ciudades francesas se alia con Ias pretensiones y
csfuerzos populares. Lo que le importa es buscar ayuda, ei apoyo que le
fcrzca más seguro. Si los poderes constituídos le son contrários, estará lejos de
pctarlos y hasta de reconocerlos. Azuza a Ia nación irlandesa en su congênita
•ldía contra ei Gobierno inglês; en Inglaterra misma se sustrae, en Ia medida
Io posible, a Ia obediência que Ia reina reclama y ofrece a menudo una activa
stcncia. En Francia, acaba empujando a sus partidários a una revuelta abier-
contra sus príncipes legítimos. Por si mismo, ei principio religioso no siente
fcguna preferencia por una u otra forma de gobierno. Durante ei breve tiempo
rcstauración, ei catolicismo ha dado muestras de Ias inclinaciones más diver-
: de pronto a favor dei poder monárquico en Itália y en Espana, y de Ia sobe-
la territorial en Alemania; luego, en los Países Bajos, por Ia conservación de
estamentos aristocráticos privilegiados; ai finalizar el siglo se alia con resolu-
n a Ias tendências democráticas. Es esto tanto más importante cuanto que se
iiuntra en Ia plenitud de su actividad y los movimientos en que toma parte
«tituyen los negócios mundiales de mayor consideración. Si en este momento
Papas consiguen lo que quieren, lograrán para siempre un predomínio sobre
tado. Sus pretensiones son tales, tales los princípios y opiniones de sus par-
316 CONTRADICCIONES INTERNAS
li Kixi.ARMiNus, de Romano pontiíice, v, vi: Quantum ad.personas, non potest papa ut papa
u
|fie temporales príncipes deponere, etiam iusta de causa, eo modo quo deponit episcopos, id est
"im ordinarius index; tamen potest mutare regna et uni auferre atque aJteri coniexre, tanquam
lui princeps spiiitualis, si id necessarium sit ad animarum saturem: etc., etc.
• Kstas doctrínas, en ei fondo, no hacen sino resumir de nuevo Ias tesis expuestas en ei si-
«iii. Ya en Tomás de Aquino se encuentra Ia comparación que desempefia aqui tan grande papel:
Tlns sccu/aris subditur spirituali sicut corpus animae. Bellarmino cita en ei Tractatus de potes-
«Mimiii pontificis in rebus temporalibus adversus C BarcJaium más de setenta autores de Ias
• nie-s naciones que consideraron ei poderio dei Papa desde ei mismo punto de vista que él.
T Aphorismi confessariorum ex doctorum sententas coliecti, autore Emanuele Sa, nuper accurate
II;.I(I a revmo. P. M. sacri paíatii, ed. Antv., p. 480. Pero ei autor, como si temiese haber dicho
liado poço, aftade inmediatamente: Quidam tamen iuris pcriti putarunt summum pontificem
mi cíviJi potestate poJ/ere.
" íbid., p. 508 (ed. Colon., p. 313): Rex potest per republicam privari ob tyrannidem et si
IMUI officium siium et cum est aliqua causa iusta, et eiigi potest alius a maiore parte populi
in solum tyrannidem causam putant.
318 CONTRADICCIONES INTERNAS
2) Oposición a Ia doctrina
Pero jamás en nuestra Europa un poder o una doctrina, sobre todo políticj
han prosperado hasta ei dominio exclusivo. Tampoco es posible imaginar u
doctrina que no se convierta en algo unilateral y limitador comparado c o i 9
ideales y con Ias más altas exigências.
Frente a Ias opiniones que pretenden alzarse con un império exclua
ha surgido siempre una oposición que, procedente de Ias fuentes inagotables
Ia vida, se ha presentado con nuevas fuerzas.
Si advertimos que nunca prospero un poder que no descansara sobre J
fundamento de ideas ai mismo tiempo, podemos afiadir que también encuF
en ellas su limitación porque Ias luchas que engendra Ia nueva vida se esd
cen también, paralelamente, en Ias regiones de Ia convicción y dei pensamif
Así a Ia idea de una religión eclesiástica universalmente dominado™
enfrenta de manera poderosa Ia de Ia independência de Ias naciones, Ia de
signíficación propia dei elemento secular.
Extendido sobre Ias naciones románicas y profusamente enraizado en ei
el principado germânico no ha podido ser destruído nunca ni por Ias preftM
nes clericales ni por Ia ficción de Ia soberania popular que se ha mostrado W
pre insostenible a Ia larga.
A Ia unión aventurada con que se presentan por entonces Ias dos, se oj
Ia doctrina dei derecho divino de los reyes.
Fué sostenida ai principio por los protestantes, que antes también vacila
y sostenida con todo el ceio de un adversário que ve a su enemigo inicial
juego peligroso y moverse por caminos que le han de llevar a ia perdición. j
Afirmaron los protestantes que solo Dios impone ai gênero humano |
príncipes y se ha reservado para si el elevar y el humillar a los hombres, repal{
el poder y moderado. Es verdad que no baja desde el cielo para senalar con
dedo a quien ha de ser Sefior, pero, gradas a su providencia, en todos los i^r
hay leyes y disposiciones especiales que sueleu designar ai monarca. Si un M
cipe sube ai trono en virtud de esas leyes, es Io mftmo que si ia voz de D
dijera: este ha de ser vuestro rey. Es cierto que Dios mismo senaló person
mente a su pueblo a Moisés, a los Jueces y a los primeros reyes, pero una»
que se hubo introducido un orden firme, los que les siguieron en cl trono fueí
los ungidos dei Sefior.15
De estos princípios deducen los protestantes ia consecuencia de Ia necesia
de someterse a príncipes injustos y reprobables. Nadie es perfecto. Y si se ad;
te una vez que está permitido desviarse de los mandatos de Dios, entonces
vendrá a tomar ocasión en faltas de poça monta para deshacerse de un prínci,
Ni siquera Ia herejía libra por completo de Ia obediência. El hijo no deberá o
decer ai padre en Io que es contra Ia voluntad dei Sefior, pero queda obliga
a honrarle y obedecerle por el resto.
Habría sido ya importante que los protestantes unicamente hubieran ela
16 Explicatio confroversiarum quae a nonmiJIis moventur ex Henrici Borbonii regis in rega
Franciae constitutione —opus— a Tossano Beichetto Lingonensi e Galíico in Latmum terra
conversum. Sc dum 1S90. Cap. n.
•
i
v
H
a»
i
!.
I 1
li
?!
ti
-a s
.
I
fctôtermttra
reataram iutbal
crícquanum.
teTHERHA. |PJ£ SVA£ AVENTIS JIMVLAChRA LVTHEBW
Í^PRIAUT AT W l T V í CERA LVCAE OCC1DVQÍ-
• M D X X
Bula de León X contra Lulero. Portada de. Ia edición latina
3Í3I
' jfò
II
..
'
1*
5 tí
41
jJr
f m
VJOífi D] rp VpVljDJQ SDpiTUg
'opvwm jíp mojif v] uz laooyf »p & iuoui3g dp ijpuoj so/ dp uupiu»fj
• • v • ,:•;...-»
-*—^^ m^^^^-^mm r
n *, >
Q
II
stnjnyq Mrpvo3</wj J-J
II ofioP")! xopvutluu tf
V30(f3 VJ if OpVqVX*) 7/1X 0]StS ]tV S3Ulf V V1107VX-) »U 0//IJSTO \J
•tnuojoj i-p SM 'm OVUMUSI3»S
'jojjrr) rp oCnqiq -opyjoj/ vj ípo/sr
o}tu)M p urifev "]tng)uvfli íp opvqvj*) -n»ipnpt}/ pjuspxm / y
•s
1
«** li
•8-a
t 1\
1PT=^
IIA atpuvbjy
•JX 9IU»HI*rj
X V
*
Entrada de los franceses en Roma (17 dffebrero de 1798),
según ei dibujo de Girardet.
Pio VI, según un dibujo de Aí. G. Eichler. Pio VJT.Grabado de G. Balestra,
según etretrato de V. Camucnni.
OPOSICIÓN A LA DOCTMNA 321
o y sostenido estas opiniones. Pero tuvo más importância todavia que encon-
i.m acogida en una parte de los católicos franceses, o, más exactamente, que
»R coincidieran con ellas en una convieción igual.
A pesar de Ia excomunión dei Papa, una parte no insignificante de buenos
licos siguió fiel a Enrique III y se sometió luego a Enrique IV. Las doctrinas
iüis no tuvieron acceso a este partido. No le faltaban razones para defender
osición sin apartarse dei catolicismo por ello.
Se esforzaba este partido en circunscribir ei poder dei clero, su relación con
der temporal, pero desde ei lado católico. Considera que ei reino espiritual
É| de este mundo y que ei poder dei clero se refiere exclusivamente a matérias
riiuales; Ia excomunión no puede afectar por naturaleza más que a Ia comu-
d eclesiástica, y no despoja de derechos seculares. Además, un rey de Fran-
no puede ser apartado de Ia comunidad eclesiástica, pues este es uno de los
ilcgios de Ia Flor de Lis, y mucho menos podrá justificarse ei intento de des-
fie de sus derechos hereditários. <;Dónde está escrito que se puede rebelar
contra su rey y emplear contra él Ia violência? Dios Io ha colocado en su
, y por eso se reconoce ai rey por Ia gracia de Dios y solo se le negará obe-
;cia en aquel caso en que nos pida algo contrario ai mandato de Dios.18 Así,
, dei derecho divino de los reyes derivan no solo ei de reconocer a un rey
"stante sino ei deber de hacerlo. Así como Dios da ei rey y ei súbdito debe
tarlo, y obedecerle es obedecer a Dios, jamás puede haber motivo para des-
T a un príncipe de sus derechos.17 Además sostenían que su condueta era Ia
beneficiosa para los intereses católicos. Enrique IV es razonable, benévolo,
to y solo cosas buenas se pueden esperar de él; si se le niega Ia obediência
Jrán por todas partes pequenos Sefiores y ei partido protestante se alzará
Ia hegemonia en Ia disensión general.18
IV este modo, se constituye dentro dei mismo catolicismo una oposición
'ira las tendências papales que se manifíestan ai socaire de Ia restauración.
[principio no parecia muy seguro que Roma pudiera acallar esta oposición.
bosible que Ia doctrina estuviera menos elaborada y contara con campeones
riores, pero estaba mejor asentada en las convieciones dei mundo europeo
vi no a favorecer sobre todo que las doctrinas papales estaban aliadas ai po-
espaflol.
La monarquia de Felipe H se hacía más peligrosa cada dia para Ia libertad
Iodos, y a través de toda Europa desperto aquella enérgica resistência que
"c, no tanto en contestación a violências realizadas, cuanto ai temor por Ia
Ida de libertad, resistência que prende en los espíritus sin que se tenga
o conciencia de los motivos.
Entre Roma y Espafia existia una alianza tan estreeba que los contradicto-
0c las pretensiones eclesiásticas se oponían a Ia expansión dei poderio espanol.
in satisfacción con ello a una necesidad europea: no les podia faltar, pox
I* Scgún cs extracto de un escrito anônimo, aparecido en 1588 en Paris; en Cayet, ColJection
lieJIc des mémoiies, t. 56, p. 44.
M Etienne Pasquier, Recherches de France. p. 341. 344.
I» Explicación de THUANU:, lib. 97, p. 316 sectários dissoíuto império er singiiJis regni partibus
'/"" corpore divinis potentiores foie.
322 CONTRADICCIONES INTERNAS
|x>tencia de significación mundial, fueron, sin embargo, entre todos los católi-
, los primeros en desear ei reconocimiento de aquel rey. Cuando ei embajador
ixenigo les hace Ia notificación, le autorizan a felicitar a Enrique IV.20 Su
mplo incito a otros. Aunque ei archiduque Fernando de Toscana no se atre-
a un reconocimiento oficial, entabló amistosas relaciones personales con ei
cvo rey.21 El monarca protestante se vió pronto rodeado de aliados católicos
Dltista protegido frente a Ia cabeza de Ia Iglesia.
En todas las épocas decisivas Ia opinión pública de Europa suele mostrar
li inclinación bien clara. Feliz aquel en cuyo favor sopla, pues sus empresas
ispcrarán. En este momento Ia opinión europea favorece a Enrique IV. Las
os que se vinculan a su nombre apenas si han sido expresadas, pero son tan
"crosas que hasta intentarán atraerse ai Papado.
«iiicrdo y que juntarán sus fuerzas para combatir ai protestante que pretende
inirse en rey de Francia.
lístaba ocupado con estos pensamientos y animado por estas esperanzas
lulo se entera de que había dado Ia bienvenida ai protestante una potência
a, con Ia que creía estar en muy buenas relaciones. Le llegó ai alma.
Io un momento de impedir que Ia república de Venecia diera ningún otro
, rogándole que esperara, pues ei tiempo trae frutos maravillosos y de los
os senadores ha aprendido él mismo a esperar a que estos frutos maduren.28
embargo, Venecia reconoció ai antiguo embajador francês, de Maisse, des-
de presentar sus nuevas credenciales como plenipotenciario de Enrique IV.
Papa pasó muy pronto de Ias advertências a Ias amenazas. Exclamo que ya
(u Io que tendría que hacer, y mando buscar los viejos monitorios dictados
liempos de Júlio II contra los venecianos e hizo redactar ei proyecto de uno*
ivo.
Pero no Io hizo sin pena y resistência interior. Escuchemos como se expresa
r ei embajador que los venecianos le envían en esta ocasión.
"Renir con los que no se quiere —dice ei Papa— no es una gran desgracia,
0, con los que se quiere, hace dano. Y nos va a doler —dijo poniendo Ia mano
te ei pecho— romper con Venecia.
"Pero Venecia nos ha ofendido. Navarra [así llama a Enrique IV] es un
eje excomulgado por Ia Santa Sede y, sin embargo, Venecia Io ha reconocido
trariando todas nuestras advertências.
"c_Es acaso Ia Signoría ei príncipe mayor de Ia tierra a quien incumbe dar
mplo a los demás? Existe todavia un rey de Espafia y existe un emperador.
"<;Es que teme Ia República algo dei de Navarra? Si llega Ia ocasión Ia
•lideremos con todas nuestras fuerzas; tenemos nervio para ello. ^O es que
República intenta algo contra nosotros? Dios mismo nos ayudaría.
"La República debería estimar nuestra amistad más que Ia amistad con
ivarra. Nosotros Ia podemos auxiliar mejor.
"Yo os ruego que deis un paso atrás. Muchas cosas ha retirado ei rey cató-
> porque era nuestro deseo, no por miedo a nosotros, puesto que nuestro
ler frente ai suyo es como ei de una mosca contra un elefante, sino por
or, porque era ei Papa quien Io decía, ei representante de Cristo, que a él y a
(lemás le da Ia fe. Hágalo así también Ia Signoría; encontrar un rodeo no le
rá muy difícil. Tiene bastantes ancianos prudentes de los que, cada uno,
Hodría regir un mundo."24
Pero no se habla sin escuchar una respuesta. El embajador extraordinário
os venecianos era Leonardo Donato, miembro de aquella sociedad de Andréa
28 9 Sett. 1589: che per amor di dío non si vada tanto avanti con questo Navarra che si stia
veder etc.
24 Dispaccio Donato 25 Nov. 1589. El Papa habló durante tanto tiempo que los embajadores
ern que si apuntasen todo ei discurso, se necesitaría hora y media en ei Senado para leerlo. Entre
rosas insiste tercamente en los efectos de Ia excomunión. Tre sono stati scommunicati, il re
0, li príncipe di Conde, li re Navarra. Due sono ma/amente morti, li terzo ei travagíia e Dio
nostro esefcitio /o manriene ma finirà anche esso e terminará male: dubitiamo punto di lui.
IVc: II papa publica un solennissimo giubileo per invirar ogn'uno a dover pregar S. Divina Mà,
n Ia quiete et augumento delia fede cattolica. Durante este jubileo no quiere ver a nadie per viver
ir lesso a sue divotioni.
326 CONTRADICCIONES INTERNAS
30 Che S. Sâ dichiaii iscommunicati tutfi quei che seguitano in Francia il Navam e inlll
aííri che quovis modo li dessero a/u to, e che dichiari esso Navarra incapace perpetuamMjB
corona di Francia: airramente che il re suo si íeverà dai/a obedienza delia chiesa, e procurai
non sia rara ingiuria aíia causa di Christo e che Ia pieta e Ia rcligione soa si conosciuta.
31 Declara él mismo en ei consistorio: di haver sciitto ai re con sua própria mano, i lie
curerí sempre con tutfe le sue forze spirituali e íemporali che mai riesca re di Francia alcuno <fn
sia di compita sodisfattione aíla Cua Cattolica Maestà. Ya en ei afio de 1590, dicen los rn
dores: II papa nel/e trattationi paria con uno ad un modo con suoi disegni et ad un altn)
altri [disegni].
ÚLTIMA ÉPOCA DE SIXTO V 329
blcs, sosteneos y no cejad hasta que hayáis conseguido vuestro fin. Inspirados
l Dios, hemos decidido venir en vuestra ayuda. Primero os enviamos un so-
ro en dinero y tal que excede nuestras fuerzas. Después hemos ordenado a
no núncio [Landriano] que se dirija a Francia para que haga retornar
totiestra sociedad a todos los que se apartaron de ella. Finalmente, y no sin
i cllo represente una gran carga para Ia Iglesia, os hemos enviado a nuestro
;rido hijo y sobrino Hércules Sfondrato, duque de Montemarciano, ai frente
nucstra caballería e infantería, para que emplee sus armas en vuestra de-
lia. Si todavia hábeis de necesitar más, también nos cuidaremos de ello." 4 3
En esta carta se contiene toda Ia política de Gregorio XIV. Produjo un
« efecto. Su contenido, Ia repetición de Ia excomunión de Enrique IV, que
unida a ella, y además Ia exhortación a los clérigos, Ia nobleza, los funciona-
de justicia y ai tercer estado de que se separaran de Enrique de Borbón so*
.1 de graves sanciones —exhortación que hizo a su entrada en Francia Lan-
"jio— causaron una profunda impresión. 44 Hubo muchos católicos partidários
jEnrique IV que quedaron perplejos ante este paso decisivo dei jerarca supre-
de Ia Iglesia. Aunque no estaban de acuerdo con todas Ias pretensiones dei
odo, no osaron renir con él. Declararon que no solo Ia monarquia, sino tam-
la Iglesia tenía una sucesión y no se debía cambiar Ia religión más que de
astía. A partir de este momento se constituye y afirma entre los partidários
rcy ei llamado tiers 'parti que pedia incensantemente dei monarca su retorno a
glesia y que solo bajo esta condición y en esta esperanza se le mantenía fiel,
lido que tuvo tanto mayor importância cuanto que a él pertenecían los per-
ojes más poderosos en contacto directo con ei rey.
Pero todavia prometían mayor efecto otras medidas que ei Papa anunciaba
oquella carta y que no vacilo en llevar a Ia práctica. Auxilio a los parisinos
15,000 escudos mensuales, envio ai comandante Lusi a Suiza a reclutar
as y, luego de haber entregado solemnemente a su sobrino Hércules en
ta Maria Maggiore ei estandarte de Ia Iglesia como a su general, le envio
ilán, donde habrían de reunirse sus tropas. El comisario que le acompanaba,
)bispo Mateucci, llevaba mucho dinero.
| Bajo estos auspícios Felipe II no titubea un instante en abordar Ia cuestión
mcesa con toda seriedad. Sus tropas se adentran en Bretana y en Ias ciudades
? Tolosa y Montpellier. Creía tener especiales derechos sobre ciertas provin-
|s y en otras se hallaba en estrecha relación con los caudillos, que habían sido
""sentados ai monarca o se habían mantenido en contacto con él por los capu-
lnos. En muchos lugares se le considero como "ei único protector de los fieles
íitra los hugonotes" y se le insto con apremio a que fuera a Paris. Entretanto
tran en Provenza los piamonteses y ei ejército pontifício se reúne en Verdún
n los de Ia Liga. Se trata de un movimiento general de Ias fuerzas hispano-
« "Gregoire pape XIV à mes fils bien-aymez les gens du conseil des seize quartieis de Ia
le de Paris", en Cayet, "Chronologie novenaire", Mémoiies coil. univ., t. LVII, p. 62.
| <4 El rnismo Cayet Io hace notai: Le party du roi estoit sans aucune division. Ce qui fut
"Irclenu /usques au temps de h publication des bulles monitoriaJes du pape Gregoire X/V, que
jlucuns vou/urent engendrer un tiers party et le fonuer des cathoíiques qui estoient dans le
« royal.
334 CONTRADICCIONES INTERNAS
italianas para encarrilar a Francia mediante Ia violência por Ia via dei catofl
extremista que imperaba en aquellos países. Los tesoros acumulados cot i
pena por Sixto V vinieron a favorecer a los espanoles. Gregorio XIV. ( H
de echar mano de aquellas sumas atesoradas, cuyo empleo no estaba somi IM
ninguna condición restrictiva, acudió también a Ia parte rigurosamente vfl
lada. Creía que jamás se podría presentar para Ia Iglesia una neciBidad
urgente.
Si tenemos en cuenta Ia decisión con que se actuó, Ia sagacidad dei r«
riqueza dei Papa y ia influencia que ei prestigio conjunto de los dos M
sobre Francia, no es fácil calcular a donde pudo haber llegado esta a n f l
doble, secular y espiritual a un tiempo, pero ei caso es que Gregorio XIV sf
a Ia mitad de Ia faena. Su Papado no había durado más de dicz meses ) T
dias y ei cambio verificado fué enorme. -Qué hubiera pasado de haberse
tenido durante unos anos? Fué Ia perdida mayor que ei partido de Ia Lifl
espanol pudieron experimentar.
Otra vez los espanoles intervienen en ei cónclave. Nuevamente n ^ H
siete cardenales45 y uno de ellos, Juan Fachinetto, fué elegido con ei mufl|
de Inocencio IX. En Ia medida que puede juzgarse, era también de sirflfl
epanolas; por Io menos envio dinero a Ia Liga y se conserva ei escrito d H
recomienda a Alejandro Farnesio apresurarse en su equipamiento, penetrar [
Francia y apoderarse de Rouen, Io que ei general realizo con Ia mejor <lcstJ
y fortuna.40 Pero jdesgracia también que Inocencio IX fuera tan anciano yl
coso que apenas abandonaba ei lecho ni para recibir en audiência! Del lecf
muerte de un anciano, que ya no se podia mover, salieron consignas de
que agitaron a Francia y a toda Europa. Apenas llevaba dos meses,
murió.
Tenemos por cuarta vez cónclave y elección. Fueron tanto más
vos cuanto que los câmbios incesantes habían fortalecido Ia opinión de ei
más importante de todo era un hombre vigoroso. Era menester tomar una
sión por largo tiempo. Este cónclave se convierte en un factor trascendenf1
Ia historia universal.
lón ai hombre dei que se podia esperar Ia más activa colaboración en Ia gue-
"iii Francia.
Santorio, que llevaba ei título Sanseverina, podia considerarse como ei más
í entre todos los cardenales. Ya en su juventud había luchado en Nápoles
los protestantes y en su autobiografia, que conservamos manuscrita, cali-
lu San Bartolomé como "ei famoso dia de San Bartolomé, tan agradable
los católicos".41 Siempre babía defendido Ias opiniones más violentas y era
bro director en Ia congregación de asuntos franceses. Era desde largo tiem-
alma de Ia Inquisición, y estaba todavia lleno de salud y no muy viejo.
liste era ei hombre que los espanoles querian honrar con Ia suprema dig-
J
: ningún otro que les fuera más rendido. Olivares Io tenía preparado todo48
cabia duda alguna, pues de cincuenta y dos votos se contaba con treinta y
que eran bastantes para decidir una elección en que se exigen los dos ter-
. A Ia manana siguiente, después de haberse clausurado ei cónclave, se pro-«
|ó ai acto de elección. Montalto y Madrucci, jefes de Ias dos facciones ya de
^rdo, recogieron a Sanseverina de su habitación, que fué saqueada por los
dos como es costumbre cuando se va a ser elegido. Treinta y seis cardenales
gcliaron con él a Ia capilla Paulina. Se le pidió gracia para sus enemigos y
laró que todo Io queria perdonar y que, en senal de sus intenciones, se llama-
( limente. Se le encomendaron los pueblos y los impérios.
I Pero ai proponer su nombre se había tenido en olvido una circunstancia.
Iicverina pasaba por hombre riguroso a quien todo ei mundo temia.
Ya esto había ocasionado que muchos no aceptaran su nombre: carde-
Ics jóvenes, viejos enemigos personales, todos, en número de dieciséis, se
nieron en Ia Capilla Sixtina. Falta un voto para poder presentar Ia exclusión
i vários de los reunidos parecían dispuestos a someterse ai destino y reco-
r a Sanseverina, pero ei experimentado Altemps ejercía tal influjo que con-
ió que se mantuvieran firmes. Confiaban en que él veia mejor Ias cosas
ellos mismos.
La misma aversión trabajaba en aquellos que habían dado su palabra por
severina y algunos Io rechazaban de corazón. Se habían acomodado a los
ros dei rey y de Montalto, pero esperaban Ia primera ocasión para rebelarse.
entrar en Ia capilla donde se iba a celebrar Ia elección se produjo una agita-
jn desacostumbrada en los casos ya decididos. Se hizo un intento de contar
' votos, pero parecia como si no se quisiera llegar ai fin y hasta los mismos
isanos de Sanseverina pusieron obstáculos en ei camino.49 Faltaba una perso-
que recogiera y diera expresión a Ias ideas que se agitaban en tantos. Por
, Ascanio Colonna se armo de valor y habló. Pertenecía a los barones roma-
>s que temían Ia dureza inquisitorial de Sanseverina más que nada. Exclamo:
Vo que Dios no quiere a Sanseverina; tampoco Ascanio Colonna Io quiere."
4
? Habla de un giusto sdegno dei re Cario IX di gloriosa memória in qucl celebre giorno di
Itortolommeo lietissimo a'cattolici.
** Cónclave di Clemente VIII. MS. II conte di Olivarez, fedele et inseparabile amico di S. Se-
rma, aveva prima di partire di Roma per il governo di Sicilia tutto preordinaro.
*s> Existe sobre esto, aparte de los relatos impresos o manuscritos de los cónclaves, Ia rcla-
n dcl mismo S. Severina.
336 CONTRADICCIONES INTERNAS
53 Rehtione ai caidl. d'Este 1599. MS. Fosc. Conducc guerras como Júlio II, construyc rd
Sixto V, reforma como Pio V, y sus conversaciones están salpicadas de espíritu. Lucgo virõj
descripeión que sigue. Di complession flemmatico e sanguigno, má con qualche mistura di n J
di corporatuni carnoso e grasso, di costumi gravi e modestí, di maniera dolcc et aflabile, ncj >•
tardo, nelle aHJoni cüconspctto, neWeseeutiom cuntatoie: quando non risolve, premedita. E tfffl
dei secreto, cupo nci pensieri, industrioso nel tiraríi aí fine.
64 Venicr, Rehtione di Roma 1601. La gotta mo/to nieno che per l'inanzi li da mo/afl
presente, per h sua bons regoía di viver, nel quale da certo tempo in qua procede con gH|L^H
risetva c con notabile astinenza nel bere: che le giova anco moltissimo a non dar lomj^^M
grassezza, alia qjfaíe d molto inclinata Ia sua comp/essione, usando anco per questo di frcj^H
Tcsercitio di ctmttsm longamente sempre cl>c senzí sconcio de'ncgozi conosce di poteilo tare, * / •
nondimeno per Ia sua gran capacita supplisce.
«5 Delfino: Si va conoscendo certo che in tutte le cose si move. S. Sà. con gran zelo dclFU
di Dio e con gran desiderio dei ben publico.
ABSOLUaÓN DE ENRIQUE IV 339
6 ) La ahsolución de Enrique IV
JlJiimcra pregunta que asoma es como este Papa, lleno de talento, de activi-
I , ile fuerza y, por otra parte, irreprochable, comprendió y trato Ia cuestión
• importante que entonces presentaba Europa: Ia cuestión francesa.
I (jl Iabría de adherirse incondicionalmente, como Io hicieron sus antecesores
•ícliatos, a Ia causa espanola? Para esto, ni le ataban obligaciones dei curso
n u carrera ni sentia inclinación tampoco. N o ignora que Ia hegemonia espa-
I H pesa también sobre ei Papado y acabará por arrebatarle su independência
•ca.
{Habría de acogerse ai partido de Enrique IV? En verdad que este rey
.•(a estar dispuesto a convertirse ai catolicismo. Pero es más fácil dar una
csa semejante que cumplirla. Seguia siendo protestante y Clemente V l l f
ii ser enganado.
Ya vimos como Sixto V oscilo entre estas posibilidades y qué consecuencias
desagradables tuvo su vacilación. El partido fanático seguia siendo muy
te en Roma. El nuevo Papa no podia exponerse a su animadversión.
Sc ve, pues, rodeado de dificultades. Se guardo muy bien de delatarse con
ibras, evito despertar adormecidas enemistades. Solo en sus hechos podemos
ivinando su inspiración.
Cuando llega ai pontificado Ia Sede tiene en Francia un legado que pasa
hispanófilo, un ejército que había sido enviado a combatir contra Enri-
IV y Ia Liga recibe subsídios. El nuevo Papa nada puede cambiar. Si se
icsen suspendido los subsídios, retirado ei ejército y mandado llamar ai le-
;), liabría puesto en pcligro su fama de ortodoxia y se hubiera expuesto a
pdes sinsabores, como le ocurrió ai Papa Sixto. Pero también estaba muy
le incrementar estos esfuerzos prestándoles nuevo impulso. Más bien trato
moderándolos y limitándolos poço a poço, a medida que Ia ocasión se
lento.
Muy pronto, sin embargo, se vió obligado a dar un paso de sentido muy
r<>.
En cl ano de 1592 Enrique IV manda a Itália ai cardenal Gondi para que
|C que está dispuesto a someterse a Roma. Cada dia se inclina más ai cato-
[Kino, pero su propósito parece más bien ei de entrar en Ia Iglesia por una
de pacto, bajo Ia mediación de Toscana y Venecia, y no por sumisión. Y
•> cna esto también muy aceptable para ei Papa? El retorno dei rey ^no era de
lus modos una gran adquisición, fuere cual fuere Ia forma? Sin embargo,
emente considero oportuno no entrar por esta via y no recibió a Gondi. La
HCncia de Monsieur de Luxembourg había producido a Sixto V muchas y
lindes incomodidades, sin provecho alguno, por otra parte. Envio a un fraile,
tu I-ranceschi, a Florencia, adonde habia llegado ei cardenal, para anunciarle
In no podría ser recibido en Roma. Al Papa le vino muy bien que ei cardenal
[uejara ai archiduque, porque deseaba que su negativa llamara Ia atención.
I ni este es solo un aspecto dei asunto: enfadar ai rey, rechazar un acercamien-
í de fines conciliatórios, no podia ser tampoco propósito dei Papa. En Ias infor-
340 CONTRADICCIONES INTERNAS
p;i encuentra este tono propio, no ya de un rey católico probado, sino de quien
Iene, segundo Carlomagno, después de haber derrotado a un enemigo de Ia
lesia. Nevers se asombró dei frio reeibimiento y de Ia menguada acogida que
rneieron sus pretensiones. Como todo fué en balde, preguntó finalmente ai
p;i qué tendría que hacer ei rey para merecer Ia gracia de Su Santidad. El Papa
luso que en Francia había teólogos bastantes que le pudieran aconsejar. "Pero
u Santidad se dará por satisfecho con Io que digan los teólogos?" El Papa
ÍBclió Ia respuesta. Ni siquiera queria considerado como embajador de Enri-
V sino tan solo como Luis Gonzaga, duque de Nevers, y todo Io que habían
iblado carecia de caracter oficial, no era más que conversación privada; no
,bo manera de que entregara una resolución por escrito. "No me resta —dijo
ivers ai cardenal Toledo, que le comunico esta posición dei Papa— más que
icntarme de Ia desdicha que ia fúria de los soldados va a desatar sobre Fran-*
con Ia nueva guerra". El cardenal no dijo una palabra y se limito a sonreír.
>vers abandono a Roma y dió rienda suelta a su desencanto en amargas rela-
Jles.68
Por Io general, ei hombre siente tan solo su posición personal. La cúria
ana solo sabe de Io que le conviene, y no encontramos en ella una partici-
•ión simpática en ei destino de Francia.
C/onocemos Io bastante a este Papa para creer que no iba a repudiar en ab-
jfclto a los partidários de Enrique, y menos ahora, que eran más poderosos. Por
dió Ia seguridad a un agente secreto de que no le negaria su absolución una
fe que se mostrara católico. Le caracteriza que, después de haber rechazado pú-
tnmente, de manera tan resuelta, activar ei retorno dei rey a Ia Iglesia católica,
lera saber en secreto ai archiduque de Toscana que nada tendría que oponer
Io que ei clero de Francia hiciera. También ei archiduque pudo comunicar a
I caudillos de los realistas católicos declaraciones favorables dei Papa,69 pero
tudo esto, Su Santidad pensaba en su propio futuro. Por esta razón, Ia cosas
Irancia marchaban como podían.
I lábia terminado ei armistício; salen a relucir de nuevo Ias espadas y ei des-
ta se entrega a Ia suerte de Ias armas.
Pero pronto se decide Ia superioridad de Enrique IV. A los jefes de Ia Liga
f.ilta Ia seguridad de un convencimiento que antes les había ofrecido tan
kte respaldo. Las teorias de los políticos, Ia conversión dei rey, su buena estre-
', les habían trastornado. Uno trás otro se van pasando ai bando dei rey, sin
tair mientes en que le falta absolución. El jefe militar de Meaux, Vitri, ai que
"• cspanoles no pagaban Ia soldada, inicio Ia marcha, que fué seguida por
llcáns, Bourges y Rouen. Lo importante ahora era qué iba a pasar en Paris,
íspués de muchas vicisitudes, prevalecia Ia opinión nacional francesa. Se
bia ganado a las mejores famílias y disponía de los mejores puestos. La bur-
*H Dos escritos, de contenido casi idêntico: Discours de ce que fit nir. de Nevers à son voyage
Roíne en 1'année 1593 y Discours de )a Jegation de mr. le duc de Nevers. Ambos se hallan cn
*H!vmdo tomo d e las ya citadas memórias de Nevers, y cl primero también, casi literalmente,
|( tivct, Extractos cn T h u a n , Dávila, y, más recientemente, como si se tomaran de documentos
kiMiocidos, en Capefigue.
[ W Davila, lib. xrv, p . 939.
344 CONTRADICCIONES INTERNAS
TO [iivcncius (partis v, iib. xn, n. 13) hace dei criminal Ia siguiente desciipción
iveni Uistis aC tcttica, mores improbi, niçns anxia recordatione criminum arque umus /' l
quod matrem aliquando verberasset. Conscientia criminum ulírix mentem efferatam diro vt
gebat metu: quem ní Icnirct, immanc parricidium impôs mentis an potius erebi /nrjii
designai, quo tanquam de re/igione ac regno bene meritus peccatorum veniam íaci/ius, ut
reputabat, consequeretur.
71 Anmifle literae societatis /esu 1596. p. 350. Tanta superat adhuc praeteriti aa^H
tuatio, ut nondum tabu/as omnes atque armamenta disiccla collcgiriinus.
ABSOLUCIÓN DE ENRIQUE IV 345
' Sólo el 5 de Nov. de 1594 encuentra el embajador veneciano ai Papa megio inclinato che
(«ss.ito cn euanto a los asuntos de Francia.
"Òssat .i M. de Villeroy, Rome 6 Dec. 1594", Lettres dOssat, i, p. 53.
i f* Los problemas más importantes, principalmente doctrinalcs. que se trataron entonces, los
•Ui en mi Historia de Francia (u, 19).
''• "l)u Perton au roi, 6 Nov. 1595": De toucher icy, combien 1'authoiité et Ia faveur de ce
e\tjrit entre vos mains vous peut servir d'un utile instrument nos seuiement pour rcmcttre
pini\crvcr vos su;'ets en paix et en obeissance, mais aussi pour vous préparer toutes sortes de
(lilriir* iiors votre royaunie, et à tout le moins pour tenir vos ennemis cn que/que crainte cí
346 OONTRADICCIONES INTERNAS
Pero tanto más ventajoso le era ai era ai Papado en otro aspecto: ei polí-
Se había restablecido ei perdido equilíbrio. Dos grandes potências, celosa
de otra, de inacabable porfía, se restringen mutuamente. Ambas eran
jlicas y podían ser dirigidas en ei mismo sentido, y ei Papa se erigia entre
cios en una posición mucho más independiente de Ia que había sido posible
ite mucho tiempo a sus antecesores. Las ligaduras con que hasta ahora le
I.I sujctado Ia hegemonia espanola se habían aflojado enormemente.
En ei curso de los acontecimientos que siguen se destaca en primer lugar
orientación política. En ei retorno de Ferrara a Ia Santa Sede se muestra
•Uievo, y por primera vez, Ia influencia francesa en los asuntos italianos.
itecimiento que reviste gran importância para ei poderio dei Estado pon-
lo. En esta ocasión podemos permitir que —como les ocurrió a los contem-
pcos— los acontecimientos interrumpan Ia cuestión religiosa. Comencemos
una consideración dei país bajo sus últimos príncipes.
d e tres perros. U n dia se vieron en Ia plaza seis horcados; de sus pies COIM
faisanes muertos, como signo, se decía, de que habían sido ejecutados corrt
sión de un robô cometido en Ia faisanería dei duque.
Por Io tanto, cuando se habla dei esplendor y animación de Ferrara n
posible referirse ni a Ia ciudad ni a Ia campina, sino a ia corte tan solo. 'I
E n aquellas décadas tempestuosas de princípios dei siglo xvi, en li. -
sucumbieron tantas estirpes esplêndidas y tantos poderios, y en que toai li
fué transformada desde Ia base, Ia casa de Este supo afirmarse m e d i a n l B
hábil política y una brava defensa. Pcro también tenía otras cualidades. g f l
no ha oído hablar de aquel linaje que, como dice Boyardo, estaba llum.ul
conservar en ei mundo Ia valentia, Ia virtud, Ia cortesia y Ia vida sen I
iy de su residência que, como cuenta Ariosto, además de sus edifícios pÉ
pescos, se adornaba con bellos estúdios y excelentes costumbres? 8:| Si loM
merecieron loas por fomentar Ias ciências y Ia poesia, también fueron dfl
pensados en abundância. El recuerdo dei esplendor y dei poderio, que u n
pidamente se marchitan, se conserva en Ias obras de grandes autores <|u«-
muercn nunca.
Alfonso II trato de continuar con Ia política de los duques antafl
inspirado en los mismos puntos de vista.
Es verdad que no tuvo que vivir tiempos tan agitados como sus ant6i
res, pcro, como se encontraba en perpetua discórdia con Florencia y no •
siempre seguro de su Senor ei Papa, se mantuvo constantemente en I
Después de Padua, Ferrara pasaba por ser Ia mejor fortaleza de Itália y ccM
con 27,000 hombres en sus milícias.*4 Alfonso trato de mantener ei 4 H
militar. Y se arrimó ai emperador germano para oponer ai favor que I a I
encontro en Ia corte pontifícia una amistad de no menor importância. MM
una vez atravesó los Alpes con esplêndido séquito; se caso con una pi mi
austríaca y hasta parece que hablaba ei alemán. En ei afio de 1566 partsH
Hungria con 4,000 hombres, en ayuda dei emperador contra los turcos, j
Bajo su égida prospero ei elemento literário. No sé de ninguna parM
que Ia relación haya sido más estrecha. Dos profesores de Ia universidad, )
na y Montecatino, fueron uno trás otro primeros ministros dei país y M
eso cesaron en sus tareas literárias; por Io menos Pigna siguió dando sus
** Rchtione sopra /a Romagna di Ferrara: Erano desetitti nelli rolli delia militia d.il
misario delia batfag/ia a ciò deputato tutti i sudditi atti a portar anni. Erano cosrrerti I I
piovisti per haver da servire nelVoccasioni a picdi o a cavaJ/o secondo le forze delle loro tJit
godevano essi alcune esentioni.
FERRARA BAJO ALFONSO II 349
cer, Ia caza y los juegos, y todo ei tráfago a que Ia corte se entrega. N o e»I
ble sustraerse a Ia impresión que produce esta descripción, que fluye cora
sonoridad.
Pero no hay que abandonarse por completo a ella. El mismo podei I
mantenía ai país en perfecta obediência se hacía sentir también en Ia ^ T
Las escenas de poesia y de juego a veces eran interrumpidas por .iir.i. I
diferentes. Las gentes distinguidas sufrían sus efectos Io mismo que las g f l
humildes.
Un Gonzaga fué asesinado. Todo ei mundo echaba Ia culpa ai jflf
Hércules Contrario; por Io menos, los asesinos habían encontrado refugid
una propiedad suya. El duque exigió su entrega y ei joven Contrario, pafl
ser acusado por ellos, los mando matar y solo los cadáveres fueron e n t r e i
ai duque. Fué llamado un dia a Ia corte, con audiência fijada para ei 2 d e T
to de 1575. Los Contrario eran Ia família más rica y antigua de Ferrara j *
cules su último vástago. A poço de entrar en palácio fué sacado muerter
duque contaba que en médio d e Ia conversación ei joven había sido v»
de un ataque repentino. Pero nadie le creyó, se observaron en ei •
sefiales de violência y los mismos amigos dei duque confesaron que este Io
mandado matar, pero le excusaban diciendo que no había querido mamii
memória dei nombre famoso con una muerte vergonzosa.89
A todo ei mundo tuvo en espanto esta justicia. Lo peor fué que los V
de ia casa recayeron ahora en favor dei duque.
Nadie hubiera considerado conveniente oponerse ai Senor en lo I^Ê
nimo. 90 La corte era un terreno muy escabroso. Por muy fino que fuera I
tecatino, no pudo mantenerse basta ei fin. Panigarola, cl más famoso pn^
dor de Itália entonces, fué traído n o sin esfuerzo a Ferrara. De p r o n f l
desterrado violentamente y Ia gente se preguntaba qué delito había comcil
no se encontro otra razón que Ia de haber negociado con otras gentes pafl
lantar en su carrera. Tampoco ei melancólico Tasso, sensible y voluble, I
sostenerse a Ia larga. Parecia que ei duque le queria y le escuchaba con M|
do; muchas votes lo llevaba consigo ai campo y hasta se digno corregir l a f
cripeiones militares que aparecen en su Jerusalén. Pero se acabo Ia 1
amistad una vez que Tasso pareció pretender entrar al servido de los ^ H
El pobre poeta se alejó, mas una irresistible atracción le torno al lugar; b H
unos insultos proferidos por él en uno de sus ataques de melancolia, p.u.i
ei duque le tuviera encarcelado siete anos de su vida. 01
Es un principado italiano tal como se nos preserftan en cl siglo x\
yado en situaciones políticas bien calculadas, violento y despótico en I
íior. rodeado de esplendor, amigo de Ia literatura y celoso hasta de las H
cias de poder. jExtrano perfil de las cosas humanas! Las fuerzas dei paíl
R9 Frizzi, Memorie, rv, p. 382.
90 Cuando Tasso no se encuentra de bucn humor, se expresa de modo diferente qu
Pcichà io conosceva, dice en un escrito dirigido a) duque de Urbino, il duca per natural ÍIK
dispostissimo al/a nia/iguità e pieno d'una certa ambitiosa aítcrezza, h quale eg/i trae C/'"J
dcl sangue e del/a conoscenza cfi'egíi ha de/ suo valore, dei qua/e in mo/tc cose non $i
ad iiitendere ii fa/so. (Letterc n. 284. Opere tom. rx, 188).
81 Scrassi, Vita dei Tasso, p. 282.
FERRARA BAJO ALFONSO II 351
pcrar Ia corte, ei centro de Ia corte es ei príncipe y ei último producto de
Ia vida es también Ia complacência dei príncipe. De su posición en ei
ndo, de Ia obediência que encuentra, de Ia veneración que se le rinde, le
cl sentimiento de su propio valer e importância.
Alfonso II no tuvo descendência de ninguna de sus três esposas. La ma-
de comportarse en esta circunstancia refleja toda su política.
Su intención era doble: por un lado, que sus súbditos no fueran a pensar
podría apartarse de su casa; por otro, reservarse ei derecho de nombrar un
nor, no fuera que le surgiera un competidor.
En septiembre de 1589 se dirigió a Loreto, donde se encontraba por en-
es Ia hermana de Sixto V, Donna Camilla, y no escatimó regalos ni pro-
para atraérsela. De ella habría de depender que él pudiera nombrar, entre
parientes próximos, ai que le pareciera más conveniente, pero apenas se
an iniciado Ias gestiones cuando murió Sixto V.
Por médios semejantes, regalos a Ia eufiada dei Papa y servidos ai sobrino,
lograr en ei afio 1591 acceso a Gregorio XI. Cuando vió que podia abri-
wsperanzas se dirigió a Roma para llevar en persona Ias negociaciones. La
era cuestión era si se aplicaba también a Ferrara Ia bula de Pio V, que
ibía Ia cesión de sefioríos pontificios retomados ai Papa. Alfonso Io niega
ue nunca ei sefiorío había recaído en Ia soberania pontifícia. Sin embar-
as palabras eran bien claras, pues Ia congregación entendió que Ia bula se
lídía también a Ferrara. Entonces Ia cuestión era si ei Papa no tendría fa-
à para tomar una disposición especial en un caso también especial. La
egación no se atrevió a dar una negativa, pero puso como condición
habría de ser por una necesidad urgente y una utilidad patente. 92 Con esto
obia dado un gran paso. No es improbable que, de haberse apresurado y
T preparado una nueva infeudación sobre un nombre determinado, ei
Io hubiera llegado a feliz término, pero Alfonso no queria dar ei nombre
j heredero. Tampoco estaba completamente de acuerdo con los Sfondrati,
estos preferían ai marquês Felipe de Este y él tenía sus preferencias
tas en su primo César. De este modo, pasó ei tiempo y murió Gregorio
,i de que se consiguiera nada. 93
lintretanto se habían abierto Ias negociaciones con Ia corte imperial. Fe-
1 era un feudo papal, pero Módena y Reggio eran imperiales. En este punto
Bcza a cobrar ei duque los frutos de su política. Mantiene Ias mejores rela-
rs con ei ministro más ínfluyente dcl emperador, Wolf Rumpf. De hecho,
llfo II le concedió Ia renovación dei enfeudamiento y un plazo dentro dei
1 podría elegir libremente a su sucesor.
W Dispaccio Donato: quando cí íusse evidentissima uti/ità et urgente necessita —il che íu fatto
Iprirc Ia strada ali'intentione dei Sr. Duca. El cardenal S. Severina afirma que a cl princi-
• iii•- se debió que se volviera atrás, aunque había encontrado grandes dificultades v fuerte
llión, y que ei Papa finalmente se habia arrepentido de aquclla clásula afiadida.
•II Crônica di Ferrara, MS. de Ia Bibl. Albani, dice también que no cabia duda ninguna de que
Jlio XIV hubiera hecho algo cn favor de Ferrara. Habia salido indignado de Ia congregación
"Ia se había puesto enfermo por esta causa. Alfonso se va a una villa dei cardenal Farnesio
(faiidii o vita o morte di questo papa. Venne ia morte. Jl duca ritornò.
352 CONTRADICCIONES INTERNAS
8) Conquista de Ferrara
César entro en posesión dei feudo imperial sin resistência alguna, y Ias mia
gentes pontifícias le rindieron pleitesía. En Ferrara el magistrado le cubriB
el manto ducal y fué saludado por el pueblo como el nuevo príncipe, f
Si su antecesor le había encarecido ei poder propio y Ia ayuda ei
pronto le llegó Ia ocasión de ponerlos a prueba. _
Clemente se mantuvo impertérrito cn su decisión de incorporarsi^^B
rrara. Muchos Papas Io habían intentado antes y se prometia fama eternjB
salía con Ia suya. A Ia noticia de Ia muerte de Alfonso II declaro q u e «
taba que el duque hubiera muerto sin descendência, ^pero Ia Iglcsia tcm.i i
recobrar Io suyo. No quiso escuchar a los enviados de César v su suhidfl
poder Ia considero como una usurpación, amcnazándole con Ia cxcomuB
si no entregaba 1 errara en catorce dias; para dar fuerza a sus palabras, Q ^ H
!>J Dispaccio Donafo, 27. Dec. 1592.
M Re7afionc <ii que/Io c7ie è suecesso in Ferrara dopo fa moríe dei duci Alfonso. M l ^ H
71 doca ira 7'annn ConCCS«Jg7i <li tempo alia dichiarafinne scrisse (li suo pnçno una lettcie u/1
ratore e nominô 7)on Cesarc, pregando caMamentc S. M. Ces.i. clie in con/innafionc dei noJ
sottoücr/vcsse ia sua, qnalc sigií7ata senza pnMicare ií falto h r/mandasse indíctro per í! c « B i
RondineJl/i. nem conícrendogli, altraincníe i/ negotio. 77 tutto faceva S. A. acciò Don
s"msnperbisse nè delia nobfliU) /tisse ríveríto c corfcggiato come 7or príncipe.
CONQUISTA DE FERRARA 353
Pero no eran estos los pensamientos que se hacía Enrique IV. A pcM
su retomo ai catolicismo, se vió forzado a muchas cosas que no podían I
desagradar a Ia corte pontifícia, y en ei asunto de Ferrara vió Ia oc.isiòi
hacerlas olvidar y de que Ia Flor de Lis, como decían sus ministros, lu> I
en Ia corte de Roma. Sin vacilacion ni demora ofreció ai Papa Ia ayUfl
Francia. Estaba dispuesto, no solo a enviar un ejército en cuanto se Io plT
ei Papa, sino a intervenir con todo su poder y en persona en caso de n<N < I
Esta declaración fué Ia que decidió ei asunto. La corte romana, que f
Ia perplejidad en que le colocaba Ia aversión de los vecinos y Ia r e i t f
abierta de Ferrara, cobro ânimos. "No puedo expresar —escribe Ossat ai f
cuántas enhorabuenas, alabanzas y bendiciones ha recibido Su MajestM
ei ofrecimíento." Prometía a su Senor que, de cumplirlo, cobraria en l.i 1
sia Ia posición de un Pipino y de un Carlomagno. Por su parte, ei Pajfl^
rápidos preparativos para excomulgar a su enemigo.
Los príncipes se alarmaron y asustaron. Hablaban de negra i n f f l
Perdieron valor para ayudar a Ferrara, Io que de otro modo hubieran •
abierta o secretamente, con toda su alma.
Todo ello repercutió directamente sobre Ferrara. El gobierno rigí
Alfonso había creado mucho descontento. César era un novato, sin v(
talento y sin experiência. En Ias primeras sesiones de su Consejo secri
conocimiento con sus miembros. Como había enviado a Ias di."..v.«itei
sus viejos amigos, que le conocían, y en los que tenía puesta su confu
tenía a nadie en quien poder confiar de verdad, con quien poderse <
de manera conveniente. N o podían faltar los pasos en falso. Desde art
cendió esa inseguridad que suele preceder a Ia perdición. Ya Ias gentes
dad, que participaban en ei poder, se preguntaban en secreto Ias vem a
un cambio podría traerles." Trataron de pactar con el Papa y ei mismo r
Montecatino acudió a Roma. Pero Ia mayor desdicha fué que ia divigj
presa en Ia propia casa de Este. Lucrecia, que había odiado ai padre àt
traspasó todo su ódio ai hijo; no queria ser súbdita suya y ella, hemw
duque anterior, tampoco tuvo reparo en iniciar negociaciones con <1
con el cardenal Aldobrandino.
Entretanto, el Papa había pronunciado Ia excomunión. El 22 de
bre de 1597 marcho procesionalmente a San Pedro y subió con su ||
loggia de Ia basílica. U n cardenal leyó Ia bula. En ella se declarabi
César de Este enemigo de Ia Iglesia romana, reo de lesa majestad. i •
Ias mayores censuras, en condena de maldición. Se dispenso a sus s ú l
juramento de fidelidad y sus funcionários fueron advertidos de abai
Una vez leída Ia bula, el Papa, con rostro colérico, arrojo a Ia plaz«
89 Niccolo Contarini: Ccsare si tidusse in camcra co'suoi soii consigiieri, de'qiMÍI
ia ritiratczza nc/la quajç era vissuto cosi volendo ciii comandava, non conosccva
et egii non sufíiciente ai prender risoiutione da se, vaciilava nci concetti, perche queOl
giivano erano pieni di passioni parfico/ari e per ia sperauze (ii Roma. m cni mi
grandi confaminafioni. También Ossat, Lettics, i, p. 495, sefiala como causa de su dflfl
de fidelité de ses conseiiiers mesmes, qui partie pour son peu de resoiution partie p3Ê
lente et autres biens en i'estat de 1'eglúe et esperer et craindre plus du st. siege que (M
doient autant ou plus vers le pape que vers lui.
CONQUISTA DE FERRARA 355
los Este y a renunciar a sus cargos. El príncipe no tuvo más remédio que I M
v abandonar ei patrimônio de sus mayores.
De este modo pierden Ferrara los de Este. El archivo, ei museo, Ia •
teca, una parte de Ia artillería que Alfonso I había fundido con sus yutt
manos, fueron llevados a Módena, pero todo Io demás se perdió. I
Alfonso II transporto en cincuenta carros todo su haber, y \a hermana. d
en Francia, se arrogó para si Ias pretensiones de Ia casa por esta corona. Ldl
singular le ocurrió a Lucrecia. No tuvo tiempo de tomar posesión de su <ln>|
y un mes después de haberse celebrado aquel tratado, ei 12 de febrero, ni
Al abrirse su testamento se vió que instituía como heredero universal ai <(
nal Aldobrandino, ei mismo que había expulsado a su família de su .mt|
posesión. También le dejaba los derechos que había que hacer valei > c
César. Parecia como si quisiera dejar trás si, contra su viejo enemigo, a a l g l
que le hiciera Ia vida imposible. Hay algo demoníaco cn esta mujer qiifl
gremente lleva a su propia casa a Ia perdición.
D e este modo el senorío eclesiástico reemplazó ai ducado. El 8 d f l
entra en Ia ciudad de Fenara el mismo Papa. Queria disfrutar con el cspeJ
Io de Ia nueva conquista y asegurarla para Ia Iglesia con institucíones i
piadas. '
Comenzó con medidas de templanza, Concedió dignidades cclesiá^H
una serie de principales ferrarenses: 102 capelos cardenalicios, obispados, I
torías. Entre ellos estaba el historiador Bentivoglio, camarero secreto dei H
El poder dei duque había descansado en Ia apropiación de los derechos i j
cipales, y el Papa se decidió a devolverlos. Formo un Consejo compuedl
três clases: Ia alta nobleza, con veintisiete puestos; Ia nobleza media •
burgueses distinguidos, con cincuenta y cinco, y los grêmios, con dieciochflB
derechos estaban cuidadosamente separados, teniendo Ia primera clase Io
importantes, pero ei nombramiento para los cargos correspondia ai Papa c
mayoría. El Papa encomendo a este Consejo Ia administración de subsistia
de los rios, el nombramiento de jueces y dei yodestá y hasta los cargo» •
universidad, cosa todas que correspondieron antes ai duque. Como se r w
comprender, comenzó una nueva vida. También se tuvo cuidado Je I > ,
inferior y se revocaron muchas de Ias disposiciones fiscales más onerosas."*
Pero no todo podia ser en este tono. Tampoco ei poder eclesiástico d H
suavidad. Muy pronto empezó a abrumar a Ia nobleza Ia administraciri^B
los funcionários pontifícios. El primer Giudice de Sctvi, Montecatino, 4 ^ H
inconsiderada Ia forma en que se limitaban Ias facultades de su d i g n i *
dimitió. También disgustó que el Papa Clemente considerara necesario •
zar su conquista mediante Ia construeción de un castillo. Fueron inútilctl
los ruegos que, en el tono más humilde, le hicieron los habitantes. U n o <I|
barrios más poblados,. de Ia ciudad fué destinado para el emplazamienlí
castillo.104 Se derríbaron muchas calles, iglesias, oratórios, hospícios, I ^ H
102 Contarini: Al Bevilacqiia, che era di molto potere, íu dato il patriarca tu /afino ili
tanfinopníi. 1/ Saciato /» creato auditor di rota. Ad a/fri si dispensarono abbatie.
JOS Frizzi, Memorie, v, p. 25.
104 Dispa™ Del/ino, 7. Ciiigno 1598. -Si pensa d.ú papa di lar una citade//3 d o f l
DISENSIONES ENTRE LOS JESUÍTAS 357
partidários dei rey uri partido de riguroso catolicismo, que buscaba Ias l>m
relaciones con Roma antes que nada. En este partido confio ei Papa y eiM
poder eliminar todas Ias diferencias que pudieran surgir entre los inir
franceses y los romanos. Su intención principal era que los jesuítas, que •
sido expulsados de Francia, volvieran a ella y que abrieran ancho campa
doctrinas romanas, a pesar de Ia marcha de Ias cosas en ese país.
Le vino a favorecer un movimiento dentro de Ia orden de los fl
que guardaba una gran analogia con los câmbios de Ia tendência geiM I
Ia corte romana.
Los acontecimientos se complican a veces de tan particular manctt
nos encontramos con que, en ei momento en que Ia universidad de Parfl .t
a los jesuítas, como de su mayor crimen, de sus conexiones con Espana
punto de que en Francia se dice que un jesuíta reza todos los dias poi I
Felipe 107 y que tiene u n quinto voto de sumisión a Espana—, Ia Comp
de Jesus sufre los más violentos ataques por parte de algunos miembroB
contentos de este último país, de Ia Inquisición, de otras ordenes y hasta
mismo poder real.
La orientaeión responde a más de un motivo, pero se había origina»
este modo.
Al principio, los hombres de más edad y mejor instruídos que ingresflfl
Ia Compafiía eran espafioles en su mayor parte, mientras que de orroí •
entraron jóvenes cuya formación estaba todavia por hacer. Como es n.iii
ei gobiemo de Ia Compaiiía en Ias primeras décadas cayó de preferencí
manos espanolas. La primera congregación general se compuso de v e i n t í
miembros, de los que dieciocho son espafioles.108 También fueron e s p a n T
três primeros generales, y a Ia muerte dei tercero, Borja, en ei ano de J
quien tenía mayores perspectivas era también un espafiol: Polanco.
Pero ocurrió que ni en Espana misma se hubiera visto con gusto su
nación. En Ia Compafiía había muchos conversos de origen judio. Poln
era, y no se deseaba que cayera en tales manos ei máximo puesto de una
tan poderosa y de caracter tan monárquico. 109 El Papa Gregorio XIII, qdh
bió una indicación en este sentido, tenía también otras razones para deu .ir
cambio. Cuando se le presentó una diputación de Ia congregación reunida
Ia elección, le preguntó ei Papa cuántos votos tenía cada nación, y se \ I
los espafioles diponían de más votos que todas ias demás naciones juntas. I
bién le preguntó de qué nacionalidad habían sido los generales, v ai o(|
los três espafioles, observo: "Es justo que escojáis alguna vez a un silJH
otra nación." Y hasta les propuso un candidato.
Los jesuítas se resistieron porque lesionaba sus privilégios, pero atifl
por designar ai propuesto por ei Papa: Ebcrhard Mercurianus.
no Mariana, Discurso de Ias en/ermedades de ia companía, cap. xu: "La nacion espaflola
persuadida que queda para siempre excluída dei generalato. Esta persuasión, sca verdadera, sea
, nu puede (lexar de causar disgusto y disunión, tanto mas que esta nacion fundo Ia companía,
6, Ia cnscrió y aun sustento largo tiempo con su substancia".
Ml Mariana, cap. xn: "Ponen en los gobiernos homes mozos —porque son más entremetidos
lii lamer a sus tiempos."
li- Aparte de los escritos de Mariana, también son importantes sobre este tema Ias peticiones
ígnlas ai Papa Clemente VIII, reproducidas en Ia Tuba magnum clangens sonum ad dementem,
li Ç«í: Videmus eum magno detrimento religionis nostrae et scandalo mundi, quod gencralis.
flu habita rationc nec antiquitatis nec laborum nec meritorum, íacit quos vult superiores et ut
jfiiiium /uvenes et novicios, qui siric iillis meritis et sine ulla experientia cum máxima arroganria
|IMII( senioribus: —et dcniqne gencralis, quia homo est, habet etiam suos affectiis particulares—,
i|ui.i est Ncapolifamrs, melioris condit/onis sunt Ncapolitani.
360 CONTRADICCIONES INTERNAS
118 Sacchinus, pars. v, lib. vi, n. 85: Qnidam e con/essariis seu vera seu falso dehtiM
vinrialem tum Casle/lae, Aiitoniiim Macemum, erat de tentara pueJ/ae per sacras confessio^
citia, quod crimen in Hispania sacrorum qiiaesitorum judicio reservabatur.
DISENSIONES ENTRE I.OS JESUÍTAS 361
Como sc ve, era un ataque contra ei caracter dei instituto, contra su jefe
Ismo, y tanto más importante cuanto que tenía lugar en ei pais en que había
•cido Ia Companía y en que había dado sus primeros pasos.
Aquaviva no se asustó. Trás Ias apariencias de una gran suavidad y de
ttlees maneras, era un hombre que guardaba una férrea firme/a interior, un
ucter, como ei de Clemente VIII y otros muchos que figuran en esta época,
lies que nada reflexivo, moderado, sagaz y calado. [Nunca pronuncie) un jLIi
ii negativo ni toleraba que fuera pronunciado en su presencia, sobre todo
Mura una nación entera. Sus secretários fueron expresamente advertidos pata
Me evitaran toda palabra ofensiva o eneonada. Le gustaba Ia piedad en su apa-
«cia. Su actuación en ei altar expresaba una fruición en Ias palabras de Ia
is.i, pero mantenía a distancia todo Io que pudiera recordar un entusiasmo
rviente. Impidió Ia impresión de un salmo porque le molcstaba que su ex-
Miin oscilara en Ia frontera dei amor sensual y dei amor espiritual. También
Ia reprimenda se sabia ganar a Ia gente: mostraba Ia superioridad dei ânimo
Aquilo y enderezaba a los despistados con razones llenas de sentido. "1 lay
i' quererlo —escribe Maximiliano de Baviera a su padre desde Roma— en
iiiiio se le ve." Estas cualidades, su actividad incansable, su procedência
Mocrática y Ia importância creciente de su orden le crearon una gran situa-
!III en Roma. Y si sus enemigos tuvieron de su parte ai poder espanol, él
' para si a Ia corte romana, que conocía desde su juventud —era camarlengo
Itimto ingresó en Ia orden— y a Ia que sabia tratar con Ia maestria de un ta-
|Hn nato y ejercitado. 11 '
Dado ei caracter de Sixto V le fué fácil despertar Ias antipatías dei Papa
'titra los esfuerzos de los espanoles. Como sabemos, Sixto tenía Ia idea de
itiientar Ia importância de Roma como metrópoli de Ia cristiandad y Aqua-
Va le daba a entender que los espanoles no trataban de otra cosa que de ha-
íse independientes de Roma. Nada odiaba más ei Papa Sixto que ei naci-
Vnto ilegítimo, y Aquaviva le hizo saber que ei obispo Manrique, nombrado
ra visitador de Ia orden, era un bastardo, Io que fué motivo bastante para que
l'apa retirara Ia aprobación que ya había concedido. También hizo venir a
inia ei proceso contra ei provincial. Con Gregorio XIV ei general consiouió
In ainfirmación formal de Ia Companía de Jesus.
Pero también los enemigos eran obstinados y astutos. Comprendían que
l)i.i que atacar ai general en Ia misma corte de Roma. Aprovecharon ei mo-
nto de su ausência —se le había encomendado ei arreglo de una disensión
tre Mantua y Parma— para ganarse a Clemente VIII. Por indicación de los
lítas espanoles y de Felipe II ordeno Clemente, en ei verano de 1592, sin
ocimiento de Aquaviva, que se convocara una congregación general.
Sorprendido y herido, Aquaviva apresuró su regreso. A los generales de
jesuítas estas congregaciones les eran tan incômodas como los concilios a los
>us. Si todos trataban de evitarlas, cuánto más Aquaviva, que había desper-
i) tantos ódios. Sin embargo, se dió cuenta en seguida de que Ia convocatória
ni Saccliinus y, sobre todo, Juvencius, Uist. soe. /esu, partis quinlae formis posterior, xi,
y KXV, 35-41.
362 CONTRADICCIONES INTERNAS
lio, por Ia agitación interior y por Ia acción exterior, se viera obligada a cam
Hr sus estatutos.
Pronto cuajó otra tormenta en ei mismo âmbito.
Los jesuítas se habían mantenido ai principio dentro de Ias doctrinas to-
lutas, tal como imperaban en Ias escuelas de aquel ticmpo. lgnacio había
"omendado expresamente a sus discípulos Ias doctrinas dei Ángcl de Ias
«elas.
Pronto encontraron los jesuítas que no tenían armas bastantes frente a los
ítestantes con estas doctrinas. Querían ser independientes en matéria doc-
Jinl como Io eran en orden de vida. Les molestaba seguir los pasos de los
ininicos, orden a Ia que perteneció Santo Tomás, que eran considerados como
rpretes naturales dei tomismo. Después de que habían dado varias muestras
tu amplitud de critério, hasta ei punto que Ia Inquisición se ocupaba ya de*
libertades intelectuales de los Padres jesuítas, 117 ei general Aquaviva se en-
nta abiertamente con Ia cuestión en su orden de estúdios de 1584. Opina
1 Santo Tomás es el autor más digno de loa, pero que seria un yugo inso-
"table pretender seguirle en todas Ias matérias ai pie de Ia letra y no osar
ntener otras opiniones. Muchas viejas doctrinas están mejor fundadas en
nucvos teólogos; hay, además, otras nuevas que sirven excelentemente para
-har con los herejes, y en todas estas matérias puede escucharse a los modernos.
Ya esto había ocasionado una poderosa agitación en Espana, donde Ias
cdras de teologia estaban en su mayor parte en manos de los dominicos. Se
;ia que el orden de estúdios era, en su gênero, el libro más atrevido, más
igante y más peligroso, y se acudió con el cuento ai rey y ai Papa. 118
Pcro Ia agitación subió de punto cuando los jesuítas abandonaron realmen-
«\ sistema tomista en una de Ias cuestiones más importantes.
lin toda Ia teologia, tanto católica como protestante, Ias disputas sobre Ia
"ia y el mérito, sobre Ia voluntad libre y Ia predestinación, seguían siendo
más importantes y atrayentes, y continuaban ocupando el ânimo, Ia crudi-
n y el pensamiento de clérigos y laicos. En el lado protestante encontraban
entonces Ia mayor aprobación Ias rigurosas enseríanzas de Calvino sobre Ia
(i-rminación particular de Dios, según Ia cual "a algunos se les predestina
a salvación eterna y a otros a Ia condenación"; con su conccpción más benig-
, los luteranos se hallaban en desventaja y fueron experimentando perdidas,
ora en un punto y luego en otro. En el lado católico se produjo una evolución
traria. Cuando aparece cualquier tendência que se aproxime aun a Ia más
IIVC de Ias protestantes, y aunque se trate de una concepción un poço más se-
ira de Ia idea agustiniana, como, por ejemplo, en el caso de Bayus de Lovaina.
[rnmbatida V reprimida. En este punto los jesuítas se muestran especialmente
lusos. Dcfendieron contra toda desviación Ia doctrina establecida por el con-
I 117 Laincz mismo desperto Ias sospechas de Ia Inquisición cspafiola. Llorcnte, m, 83.
i "> 1'cgna cn Scrry, Historia coiigregafionum de aiixiliis divinas gratiae p. 8: "y dado a
|l«ui,iT. fnc dicho por aquellos censores (Mariana y Scrry Incluso habían de Ia Inquisición] que
•ri libro era el más peligroso, temerário y arrogante que jamas havia salido en semejante matéria,
I|M. -i se metia cn pratica Io que contenia, causaria infinitos danos y alborotos cn Ia republica
364 CONTRADICCIONES INTERNAS
cilio de Trento, doctrina que, como sabemos, prevaleció en gran parte pud
inílujo de los Padres Laínez y Salmerón. Ni siquicra este sistem
su ardor polemico. En ei ano 1588 publica Luis Molina en Évora un liba •
aborda de nuevo esas cuestiones y trata de resolver Ias dificultades pcndie'1
de una manera novcdosa.111' Su intención principal consistia en propoM
a Ia voluntad dei hombre un mayor campo de libertad que ei useguradojH
doctrina tomista o por ia tridentina. En Trento se había fundado l.i ofl i
Ia salvación principalmente en Ia inberente justícia de Cristo, que, m i l l
en nosotros, produce ei amor, nos guia a todas Ias virtudes y buenas o f l
acarrea finalmente Ia justificación. Molina da un paso más importante •
adelante. Afirma que Ia voluntad libre puede producir buenas obras r n |
sin ayuda de Ia gracia, resistir a Ias tentaciones y hasta elevarse a los aofl
fe y esperanza y a Ia contrición.1-" Guando ei hombre ha llegado a e s t e ^ ^
Dios le concede Ia gracia por los méritos de Cristo,121 gracia mediante Ia m
experimenta los efectos sobrenaturales de Ia salvación, pero, Io mísi
antes, ai recibir esta gracia, ai crecer en ella, su libre voluntad se halla en m
sante actividad. Depende de nosotros que Ia ayuda de Dios sea eficaz o inem
La justificación es obra conjunta de Ia voluntad y de Ia gracia, ai igual qual
hombres que reman en Ia misma barca. Se comprende que Molina no pul
aceptar ei concepto de predestinación tal como se presenta en San A g ^ V
en Santo Tomás. Le parece demasiado duro y cruel. De todo Io que lni
a predestinación, no reconoce más que Ia presciencia. Dios, con su satag
infinita que penetra Ia naturaleza de cada voluntad, sabe Io que esta hará en
caso determinado, aunque pudo haber hecho también Io contrario. Pero j ^ r
no sucede así porque Dios Ia sepa de antemano, sino que Dios ve con an
pación Io que ha de ocurrir.
Los jesuítas, con esta doctrina, tenían fatalmente que provocar una con-
idicción en Ia Iglesia, por ei simple hecho de alejarse dei Angélico doctor,
Bly.i Suma seguia siendo ei más ilustre manual de Ia teologia católica. Algunos
Icnibros de Ia orden —Henríquez, Mariana— protestaron abiertamente. Pero
Irron los dominicos los que con más violência se pusieron a Ia defensa. Escri-
fron y predicaron contra Molina y le atacaron en sus cátedras. Por fin, ei 4
1
marzo de 1594, se organizo una disputa en Valladolid. Los dominicos, que
crcían en poscsión de Ia ortodoxia, se mostraron violentos. "<;Es que tenéis
(Muros —grito un jesuíta— Ia llave de Ia sabiduría?" Los dominicos conside-
(íin esto como un ataque contra ei mismo Santo Tomás.
Desde entonces, Ias dos ordenes se separaron por completo. Los dominicos
querían saber nada de los jesuítas. Si no todos, si Ia mayor parte, los jesuítas
pusieron dei lado de Molina; Aquaviva y sus asistentes también.
Intcrviene Ia Inquisición. El Gran Inquisidor —aquel Jerónimo Manri-
C que había sido nombrado visitador de Ia orden— dió a entender que iba
Condenar a Molina, haciéndole saber que su libro no solo debía ser rechazado,
D<> condenado ai fuego. Y se nego a aceptar acusaciones de Molina contra
ilominicos.
I ué una disputa que puso en vilo a todo ei mundo católico, no menos por
|a de Ia doctrina que por Ia calidad de los combatientes, y reforzó aquel
lime contra Ia Companía que se había iniciado en Espana.
En este momento es cuando se produce ei extrano fenômeno de que,.
k t r a s los jesuítas son expulsados de Francia por sus simpatias por Espana,
esta se inicia ei más peligroso ataque contra ellos. En ambos países actúan
fctores políticos y doctrinales. El factor político viene a ser ei mismo en los
: una oposición nacional contra los privilégios y libertades de Ia Companía.
Francia, Ia oposición era más violenta, pero en Espana más genuína, mejor
Hulada. Por Io que respecta a Ia doctrina, fueron Ias nuevas ensenanzas Ias
:s granjearon ódio y persecuciones. Su doctrina de Ia soberania popular
Jfl tiranicidio fué su perdición en Francia, y en Espana sus opiniones sobre Ia
Runtad libre.
Es este un momento de gran significación en Ia historia de Ia Companía
i.n. Ia orientación que va a tomar.
Contra los ataques de los poderes nacionales, dei parlamento v de Ia In-
íción, Aquaviva busca ayuda en ei centro de Ia Iglesia, en ei Papa.
Aprovecha ei momento favorable, cuando ha muerto ei Gran Inquisidor
lio ha sido nombrado sucesor todavia, para decidir ai Papa a que se reserve
Roma Ia decisión sobre cuestiones de fe. Se ganó mucho cuando se con-
(iiió demorar Ia resolución. Muy pronto encontramos en Roma otra clase de
íluencias que se harán valer en momento oportuno. El 9 de octubre de 1596
envían a Roma Ias actas dei proceso. Para discutir Ia cuestión en presencia
li Papa, de ambas partes están presentes teólogos.123
mporis receclit, a quorum sententia et argumentis dif/iciic es( alteram scnteiitiam (Ia agustiniana
[Ia lomista) víndicare.
i-:' 1'egna, Rotae Romanae decamis, istaruni rerum testis íocuplctissimus. :isi le llama Serty,
mendo (Molina) Io que vcpsimilmcntc podia suceder de que su libro fuesse prohibido y que-
366 CONTRADICCIONES INTERNAS
macio porque assi se Io avia asomado cl inquisitor general, luego Io aviso a Roma, donde pof
y negociacion de su general su santidad avocò a si esta causa, ordinando a Ia inquisiciou I;I1
que no Ia concluyessc ni diesse sententia."
i-í Los jesuítas ncgnrían probablcmente que sus asuntos se iban mczclando con JI
jjolíticos, pero de Bcntivoglio, Memorie, ir, 6, p. 395, resulta claro cl modo que tuvo ei <*<
Aldobrandmo de tomar cn consideración sus intereses cn Ias negociaciones de Lyon; y in I
liizo cl rev mu dcclaración favorable (Le roi au cardinal Ossat, 20. janv. 1601).
3-"' Du 1'cnou à Villeroy: Ambassades, i, 23. Seu/ement vous diray-je que Mr. le O H
a lait des iiiirac/cs et s'est monstre bon I-'rançois.
'-'> Grclscr Ia tradujo ai latín para los no franceses. Gretseri opera, t. xr, p. 280.
DISENSIONES ENTRE LOS JESUÍTAS 367
Ifnnjuras. Veia que no podría desplazarlos de los puntos donde todavia se man-
Mriiían y era de temer que se produjera un movimiento público.127 Además,
mediante ei Edicto de Nantes, había hecho tan Fuertes concesiones a los
•ugonotes que ahora le correspondia hacer algo por ei catolicismo. Ya en Roma
me empezaba a murmurar y ei mismo Papa dió a entender que temia haber
•Ido enganado.128 Por fin, ei rey se encontraba a Ia altura suficiente para poder
•untemplar Ia situación mejor que su Parlamento y para no temer Ia alianza
l i ' los jesuítas con Espafia. El Padre Lorenzo Maggio se apresura a entrar en
•fnncia en nombre dei general para asegurar ai rey Ia fidelidad de Ia Compa-
Biu con los más encarecidos juramentos. "Si resulta otra cosa, él y sus compa-
iros serían los más negros traidores."129 Al rey le pareció mejor probar su
nistad que su enemistad. Pensaba que podría utilizados contra Espafia.130
Movido por tantos motivos de política exterior y de necesidades internas, *
rey se declara dispuesto a acoger de nuevo a Ia orden en Ias negociaciones
I Lyon dei ano 1600. Escoge como confesor ai jesuíta Cotton. Después de
gunas otras demostraciones de favor, se publica en 1608 ei edicto mediante
cual se restablece en Francia Ia Companía de Jesus. Se le ponen algunas
Mídiciones: Ia más importante que los superiores y los miembros de Ia Com-
Iftía en Francia serían franceses.131 Enrique no duda que todo Io ha dispuesto
I su provecho y que puede tener plena confianza.
no Orbis in urbe. Pero también aqui se encuentran fuerzas secretas: Ha diversi servitori,
! Ia misma relación, ma que) che assorbe i /avori di tutti, è il cavr. Clemente Sennesio, mastro
umera, sa/íto a que/ grado da prívatíssima fortuna, e che per ampíiar maggíormente /a sua
(tinirá ha íatto sabre il frateilo a/ segretariato delia consulta: cosi possedendo tra Jor due Ja
na, /'uno delia gratia de/ cardina/e, /'altro dei/a provisione d'offici e deile maggiori espeditioni.
m Contarini, Historia Veneta, t. m, lib. xin, MS, entre todos los autores de aquella época
iiiil dctallado y fidedigno: Vigiienna mando ordine a tutti i baroni e cavalieri Romani ob/igati
|l corona che per servitio dei re fossero immediate nella casa de/ cardinal Farnese.
H2 Contarini: Diedc grand'assenso ai /alto Ia venuta de'cardinali S/ondrato e Santiquatro,
f iiicntc mirarono trattandosi di Spagna ai debito de'cardinali verso il papa: ed a questi che
friamente si dichiaravano, diversi altri in oceulto adherivano, tra quali il Cl. Conti. —Ma il
Bolo, Ia plebe senza nome, sempre ávida di cangiar stato, /avoriva a/ cardinale, e per le piazze,
1 le stráde a gran caterve applaudevano a/" partito di lui.
372 CONTRADICCIONES INTERNAS
Í
Disfrutaba dei envidiable talento de una comprensión rápida y segura; era
lente fisonomista y si, por ejemplo, entraba en un jardin, nada se le esca-
i ai primer golpe. Espiritual y corporalmente, su mirada era segura y pene-
le.1*3 Se dedico con fortuna a Ias ciências naturales. Sus admiradores ]e
luyeron ei descubrimiento de Ias válvulas en los vasos sangüíneos y ei fenó-
o de contraccíón y dílatacíón de Ia pupila, 168 Ia prímera observación de Ia
nación de Ia aguja magnética y otros muchos fenômenos magnéticos, y no
puede dudar que participo activamente en los trabajos de Aquapendento y,
icialmente, de Porta. 164 Anadió a sus estúdios de física ei cálculo matemático
I observación de los fenômenos psíquicos. En Ia biblioteca dei convento se
icrvaba un ejemplar de Ia obra de Vieta con correcciones escritas de manos
Sarpi. También había un pequeno folleto que trataba dei origen y decaden-
ile Ias opiniones de los hombres que, a juzgar por los extractos de Foscarini,
lenía una teoria dei conocimiento que se apoyaba en Ia sensación y en Ia
cxión y guardaba muchas semejanzas con Ia de Locke, 165 aunque no debió
urrollarla tanto como se ha dicho. Fra Paolo escribió nada más que Io nece-
|(i, pues no le aficionaba producir; leia de continuo, asimilaba, observaba. Su
Irilu era positivo y amplio, metódico y atrevido, y se deslizo por Ias vias de Ia
tstigación libre.
Con estas fuerzas entra en Ia palestra teológica.
Se ha dicho que fué secretamente protestante, pero es difícil que este pro-
I i"'- Scgún Fra Fulgentio (p. 38) él mismo hablaba de su gran passihilifa, pciche non solo
|ctto in Jui /acesse mofo, ma anco ogni mínima relíquia. Come perito suanatore, continua
tudo Fulgentio, ad un sol toeco Ia giudizio deH'instromento, cosi con far parlar le persone, con
Verta ammirabile conosceva i fim", gl'interessi, etc.
l«W Cf. tambien Fischer, Geschichte der Physifc, i, 167.
104 A quo, dice de él Porta, aliqua didicisse non solum fateri non erubcsciinus, sed gloriamur,
nu co doctiorem, subtiliorem, quotquot adhuc videre contigerit, neminem cognoverimus ad en-
•paediam. \fagiae nafur., lib. vil, praeí. Grisclini, i, JJ 20, 24.
l"'> Particularmente interesante seria Ia explicación de Ia substancia. Paolo Sarpi. en Foscarini
Jnsclmi, deriva Ia sustância de Ia multiplicidad de ideas, sin que sca posiblc reconocer ei fun-
il" uto sobre ei que descansa, y en este fundamento, dice, consiste propiamente Io que llainamos
•iiria. Griselini, I, p. 46 de Ia trad. de Locke, Human understanding, t. II, cap. 23: Not imaçining
v lhe simple ideas can subsist by themselyes, we aceustom ourselves to suppose some substratum
Irrin fhey do subsist and from which they do rcsiilt, which therefore we caH substance.
382 CONTRADICCIONES INTERNAS
l«0 Escrito de Sarpi a Leschasscr dei 3 de febrero de 1619, cn Lebrct, Magazin, <>^H
Una observación tanto más importante para aquellos ticinpos cuanto c]iic Mariana, por • i• tt)
deriva de Ias rcsoluciones de los concilios espanolcs Ias más amplias autori/aciones smilnfH
Ia clerecía. Pero hay que advertir siempre que ya cn aquellos tiempos >c hallaban inc/daqH
pretensiones clericales con Ias seculares, o bien estaban eu oposición unas con otras. l ^ H
monarquia gótico cn Espaíía poseia realmente un elemento clcrical muy fuerte, va que Ias vi^H
yes se basan cn general en Ias viejas condiciones.
ALTERCADOS CON VENECIA 383
/ga a cada uno, reclama los tributos y ei clero le debe en todo esto Ia misma
tcdiencia que los laicos.107
lambién ai Papa le corresponde una jurisdicción, pero tan solo espiritual.
|ue Cristo ha ejercido alguna jurisdicción secular? Pues Io que Él no pre-
fciulió, mal ha podido trasladado a San Pedro y a sus sucesores.
En modo alguno, pues, Ia exención de) clero puede derivar dei derecho
Bvino: "18 descansa tan solo en Ia aprobación dei príncipe. El príncipe ha cedido
I Ia Iglesia posesión y jurisdicción, es su protector, su patrón general y de él
pende en justicia ei nombramiento de los clérigos y Ia publicación de Ias bulas.
El príncipe no puede renunciar a esta facultad aunque quiera, pues es
él un fideicomiso y está obligado en conciencia a transmitiria intacta a
li sucesores. .
;\sí vemos que ei derecho y ia teoria dei Estado se enfrentan atrevidamen-
ul derecho y a Ia teoria de Ia Iglesia. Las tendências de Ias potências en lucha
expresan en sistemas opuestos. Y en Ia íntima penetración de los intereses
Ipirituales y temporales de los Estados europeos, se ofrece un ancho campo de
!li\ idades humanas donde ambos sistemas entran en contacto e interfieren. La
Jesia hace tiempo que intento arrogarse para si todo este campo y ahora
hueva su intento. También ei Estado ha mantenido Ia misma pretensión
ocasiones, pero quizá nunca de manera tan osada y sistemática como ahora.
rídicamente, no es posible que ambas pretensiones pudieran compaginarse
politicamente, ei equilíbrio era posible tan solo por concesiones recíprocas y,
(indo estas cesan, se abre Ia lucha. Cada parte debía tantear hasta donde lle-
,ban sus fuerzas. Como disputan sobre ei derecho a Ia obediência, tiene que
•cidirse ahora cuál de las dos se Ia procura mayormente.
El 17 de abril de 1606 ei Papa, usando el estilo riguroso de siglos anterio-
k, pronuncio, con alusión expresa a antecesores tan poderosos como Inocen-
111, Ia excomunión contra el Dogo, el Senado y todas las potestades vene-
fenas, y también contra los consultores. Para Ia sumisión eventual fijaba a los
Mídcnados los plazos más breves: a três, ocho dias, a uno, três dias. En su
nscuro, todas las iglesias dei domínio veneciano, sin exceptuar los conventos
las capillas privadas, estarían sometidas ai interdicto de culto. Los sacerdotes
I país estaban obligados a leer el breve de excomunión ante el pueblo reunido
rxponerlo a las puertas de las iglesias.109 Todos, desde el patriarca hasta el
1(17
Risposta d'un dottorc in theologia ad una lettera scrittagii sopra iJ breve del/e censure.
no clinique tutti gii ecc/esiastici et i seco/ari de iure divino soggetti ai príncipe secoíare. Omnis
linj poíestatibus sublimioribus subdta sif. E ia ragione si è, perchè siceome niuno è eccertuato
II' ubbidienza che deve a dio, cosi niuno è eccettuato dall'ubbidienza che debe a/ príncipe: perchè
lie soggionge 1'apostolo, omnis potestas a deo.
1*8 üifesa di Giovanni Marsilio a favore delia rispoíta delie otto propositioni, contro Ia
pie lia scrito I'illnio. e revmo. Sr. Cl. Bellarmino, Venecia, 1606, interpreta a su autor, que se
lU expresado de un modo oscuro —ai menos Ia interpretación es autêntica, ya que proviene
mismo lado— de Ia siguiente manera: Dice 1'autore due cose: Ia prima si è, che le persone
(cjiastiche non siano esente delia potestà secoíare nè meno i bene de esse, intendendo in que/lc
t jllc quali Ia detta potestà si estende [es decir, no en las puramente clericalcs]: Ia seconda, che
rnlione ch'hanno li detti ecclesiastici, non è de iure divino, ma de iure humano (p. 62).
">» Mentre in esse si troverà adunata maggior moltitudine di popolo per sentir li divini offici.
384 CONTRADICCIONES INTERNAS
párroco, fueron obligados, bajo Ias más severas sanciones dei tribunal div!
y dei humano.
Este fué ei ataque. La defensa no fué tan violenta.
En ei Colégio de Venecia se propuso que, como ocurrió en tiempos n
dos, se hiciera una protesta solemne, pero no gustó esto en razón d% q i a
sentencia dei Papa era ineficaz y nula, y no tenía ei menor asomo de legfl
dad. En un breve decreto, en una cuartilla, dió a conocer Leonardo Dofll
los clérigos ei acuerdo de Ia República de que debían acatar Ia autoridad
príncipe, "que, en Ias cosas dei mundo, no conoce ningún otro superifll
Díos". La fiel clerecía se dará cuenta de ia nulidad de ias censuras de que A
sido objeto Ia República y continuará, sin interrupción, ejerciendo l i .
ciones que le incumben. No se pronunciaba ninguna amenaza; era i.m
una declaración de confianza. Aunque es posible que de palabra se hicit 1
más. 170
A Ia cuestión dei derecho se ligaba directamente otra de poder y cMI
sión. Reclamado por sus dos jefes, ei Papa y Ia República, a demostrael
contrarias de obediência, ei clero veneciano tenía que decidirse por nn,i
Ias dos.
N o dudó: obedeció a Ia República. Del breve pontifício no se e x p u J
un solo ejemplar. 171 Lós plazos fijados por ei Papa se cumplieron. E | H
prosiguió como si nada. Y Io mismo que ei clero secular se porto ei regulai
Solo fueron excepción Ias ordenes recién fundadas, que e n c a m a ^ V
especial ei principio de Ia restauración eclesiástica; jesuítas, teatinos y C f f l
nos. Los jesuítas no estaban tan decididos y consultaron primero con su prd
ciai en Ferrara y con ei general en Roma, quien se dirigió ai Papa. La o •
ción de Paulo V fué que, u observaban ei interdicto o abandonaban VeJ
sacudiéndose ei polvo de los pies. De cierto era esta una grave decisión, pm
que se les dió a entender que no volverían a ser recibidos, pero su prind^H
les dejaba opción, y en unas cuantas barcas pasaron a los domínios dei P ^
Su ejemplo fué imitado por ias otras ordenes. 173 Una solución media pÊ
ta por los teatinos no les pareció bien a los venecianos, que no querían um
disensión dentro dei país, y les pidieron obediência o alejamiento. En tM
Ias iglesias abandonadas fueron ocupadas por otros-sacerdotes y se tuvo < •
de que nada anduviera en falta. El dia de Corpus Christi fué celebrai
pompa inusitada y con una procesión concurridísima. 174
Como sucedió con tan gran êxito en Ferrara. Breve di censure et intcrdetto dei/a S'.i </i
Paoío V contra li Sri. Venetiani 1606.
l"u Este decreto dei 6 de mayo de 1606 se halla reproducido cn Rampar.ctto. Stam
cale. En Ia portada se ve ai evangelista San Marcos con ei Evangelio y Ia espada lcvaníaàia
Senado se discutia, como dice Priuli, le ntiííifà mo/fe e notorie dei Breve papa!.
l ' l P. Sarpi, Historia partico/are, lib. II, p. 55, asegura que gentes que se disponlan I
Ias bulas a Ias paredes habían sido detenidas por los mismos habitantes.
172 (uvencio, H/st. soe. Jesu, v, n, p. 95.
1"3 S. V. Sandi (vi, 1110) menciona aún / re/orniafi di S. Franccsco. solo se debe, p«J
que scan los autores que compartan con él este error, a que los capuchinos no son sino fra,J
reformados y que A. Morosini los designa asi en esta ocasión.
l"< A. Maurocenus, Historia Ven., t. m, p. 350.
ALTERCADOS CON VENECIA 385
ITft Relatione di Piefro Priuli ritornato di Francia 4 Sett. 1608, contiene una desetipeión
brio de Ia participación de los franceses en estas disensiones. Villeroy declara: esser questa
'fliiiiissima e própria oceasione di guadagnare ('animo dei papa.—IJ re, assicurato daí suo
iniilore presso ia repubJica che V. Sà. non metteria in mano d'altri questo negotio che delia
í , ebbe mira di guadagnare et obiigarsi con quwta oceasione J'animo dei pontefice.
flTfl Francesco Priuli, ReJatione di Spagna 20 Ag. 1608. Venne ii contestabiie a trovarme a
c mi disc constantemente che gii ordini dcll'amiuassar genti non erano per a/tre se non
lun star in otio mentre tutte potenze dei mondo si armavano, ma che però non s'erano proveduti
Liiaro: raccomandò Ia pace d'Italia, non potendo perder ia republica neli'esser iiberale di
1» imequenti, per haver in ef/etto queiio che desiderava.—In quei tempo che ii duca di Lerma
Ume da ammassarsi parlo iperboiicamente aii'ambasciator d'inghiiterra, — scrissono ai papa
I Ma. gii aveva ben promesso d'a/utario, ma che ciò s'intendeva ai bene e non ai inale,— che
jllinciar ie guerre stava in mano degii nomirii et ü finire in queile di dio.
386 CONTRADICCIONES INTERNAS
n un principio hablar de los jesuítas hasta que, por último, se puso frente a
• csfuerzos de }os franceses.11*
I El fenômeno encontraba sus razones en Ia situación, pero era tan sorpren-
•nli' que hasta ei mismo Papa quedo perplejo. Sospechando un profundo se-
pMo, renuncio de momento ai restablecimiento de los jesuítas.180
Cuánto le hubo de costar esta resolución! Por unas cuantas leyes insigni-
mintcs, pareció dispuesto a ponér ei mundo en llamas, y ahora concede a un
lis italiano, católico, ei exilio perpetuo de sus partidários más fieles.181
A cambio de esto, Ia República se avino a entregar a los dos clérigos que
;i encarcelado.
Pero también quiso interponer en este caso una excepción de derecho, de
jue ei Papa nada queria saber. Es muy particular ei acuerdo ai que se llegó
nlmente.2*2 EI secretario dei Senado veneciano condujo a los reos al palácio
1 embajador francês y se los entrego "en consideración al rey cristianísimo y
a reserva de que con ello no quedaba menoscabado ei derecho de Ia Repú-
a juzgar a sus clérigos". "Así los recibo yo", contesto ei embajador, y los
idujo ante ei cardenal, que se paseaba en una Zoggia de un lado para otro.
«tos son los prisioneros —-dijo— que han de ser entregados al Papa." Pero no
resó Ia reserva. El cardenal, sin afiadir palabra, los hizo entregar al comisario
ntificio, que los recibió con Ia serial de Ia cruz.
Se estaba muy lejos de Uegar a una inteligência verdadera y Io que se pre-
ndia era establecer su apariencia. Para ello era todavia necesario ei levanta-
•nto de Ias censuras y ei otorgamiento de Ia absolución.
Pero también en este punto los venecíanos tenían objecíones que hacer:
ouían manteniendo que Ia censura era en si misma inexistente y nula y que
o tanto no les era menester ninguna absolución. Joyeuse les explico que no
|dían cambiar Ias formas de Ia Iglesia. Por fin, se acordo que no se diera Ia abso-
ión con Ia publicidad ordinária, y Joyeuse se presentó en ei Colégio y Ia
íunció privatim. Los venecianos se manifestaron siempre como si no hubie-
tenido necesidad de absolución.183 También es verdad que no fué otorgada
ii toda Ia solemnidad de sus formas, pero de todos modos Ia recibieron.
Se resolvieron, pues, de una manera general, los puntos en litígio, aunque
tan en ventaja de los venecianos como generalmente se afirma.
Las leycs poc Ias que reclamo el Papa fueron suspendidas, los clérigos cuya
1"!> Francesco Priuli, ReJatione di Spagna: Seiitcndo [i Spagnuoíi] cfie Franciosi insistevano
(tl/mfroduzione dc'Gesuiti, scrissero a Roma et a Venezia che non trattassero di ciò, dando ragione
|fn republica di non voler capitto/arc con gente suddita che J'aveva si gravemente ofíesa.
mo Francesco Priuli: Vemito i'awiso dcJl intiero accomodamento, desisterono dal procurara
si trattasse di loro con ia Stà. V., non so/o per non a ver voíuto par/ar di /oro, ma par essersi
lllr.iversati alli gagfiardi uffici de'Francesi: che fece dubirare il papa di qualche recôndito mistero,
on vi volse insistere con che essi non sapevano che dire.
isi Ger. Priuli: Peso molto a S. Stà. questa cosa de'Gesuiti, non per loro, ma per Ja sua própria
larione.
' M - Joyeuse Io expresa, como condición, dei modo siguiente: che Javandosi ?e censure siano
UMgnafi li due prigioni a chi ii riceve in nome di S. Santità, li quali, se bene S. Screnilà [Vcnc-
lise di dar/i in gratiíicafione di S. M. Chima, si dovessero consignare senza dir altro.
isa Daran (final de su libro 29) nos procura el escrito de Joyeuse, sin duda Io único impor-
ilc (|iie aduce en csrc asunlo; pcio tajnbicn hace contra 6sic •onas objeciones que son msosVeniWes,
parecer.
388 CONTRADICCIONES INTERNAS
14) Conclusión
ka vez Ias diferencias iban camino de Ia conciliación. Pero si consideramos
)M su desarrollo y ei resultado a que llegan nos daremos cuenta de que se
producido en ei interior de Ia Iglesia católica ei cambio mayor.
Partimos de aquel momento en que ei poder pontifício, complicado en lu-
"» victoriosas, fué incrementando su fuerza. En estrecha alianza con Ia polí-
i-spanola trato de atraer a todas Ias potências católicas en una dirección y de
ii/gar Ia defección con una acción de gran envergadura. De haber tenido
itn hubiera hecho valer Ias razones eclesiásticas para Ia hegemonia, hubiera
"nido a todos los Estados católicos para una idea, una fe, una vida y una
Itica y, de este modo, gozaria de una influencia prepotente en ei interior
los mismos. Pero precisamente en este momento se manifiestan Ias más fuer-
lontradicciones internas.
I»? Liíerae christianissimi regis ad congregatos patres, iv Kal. Dec. 1607", en Juvencio,
• , lib ix, n" 108: Vosque hortamur ad retinendam instituti vestri integritatem et sp/cndorem.
390 CONTRADICCIONES INTERNAS
591
392 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
(1590-1617)
faciíitare íe cose dei suo servitio, non ha permesso clie in due anni s/a slato provedufo dal ri l
haverá S. Mtà, particuíare pensiere a pigliare un arcivescovo cattolico.
H Ragguaglio dcJCandata de/ re di Polon/a in Suetia. (MS. Rom.) Erano tuttavia 4fl_
a/cunc relique de'cattolici: et il nuntio segundo Ia forma giâ (enuía da Cl. Aíadruzzo, per f"if|
1'autorità dcWimperatorc, cercava di costituire íl re giudice tra li catío/ici c gli herefici dl •
inducendo quclli a quere/arsi appresso il re dc/í'inso/enza a deli ingiurie di questi.
12
Porque no hemos de creer a Mcsscnio que haya sido suprimido. Tan solo las Br
Faar hàr uth fucron sustituídas por las palabras Wick hár Ura, y se objeto ai duque Cljfl
pedia ia supresión total: retinendum esse exorcismum tanquam liberam cfirimoiiiaiii proptofl
coínmonelacíionem ad audiíorium et baptismi specfatores permanentem; opinión a Ia que Cfl1
duque Carlos. Baaz, Inventarium, rv, x, 525. En Baaz hallamos los documentos casi comploMÉ
PROGRESOS DE LA RESTAURACION CATÓLICA 397
' Con esta inspiración no hizo Ia provisión de cargos. Muchos viejos defen-
',* ilc Ia liturgia renunciaron a ella, pero no a todos les valió, pues, no obstan-
ilgunos fueron depuestos. Los obispados en cuya vacância Roma había puesto
grandes esperanças, fueron cedidos a luteranos y ei arzobispado de Upsala ai
ftiigo más ardiente de Ia liturgia, Abraham Angermannus, que tuvo una
Woría abrumadora: 243 votos contra 38 de su inmediato competidor. De este
Io ei clero sueco coloco a su cabeza ai luterano más ardiente que pudo
filtrar.
Con ei rey Juan se había mantenido hasta ei final una situación moderada,
ppuesta tan tajantemente ai Papado como en otras partes, y facilmente Segis-
do podría haberse apoyado en esa situación para inclinaria en ei sentido
tleseaban los católicos; pero dei lado opuesto se le habían adelantado y ei
stantismo se había hecho con una posición más firme que nunca.
Tampoco los privilégios reales de Segismundo fueron respetados en Ia oca-
, Ya no era considerado propiamente como ei rey, sino más bien como un
tata que amenaza a Ia religión y contra ei que hay que ponerse en guar-
La gran mayoría de Ia nación, unânime en sus convieciones protestantes, se
tuvo ai lado dei duque Carlos.
1
El rey recién llegado sintió muy pronto su posición de soledad. Nada po-
nacer y trataba tan solo de desviar Ias reclamaciones que se le presentaban.
Pero mientras él callaba y esperaba, los antagonismos estallaron en forma
•onocida en ei país. Los predicadores evangélicos clamaban contra los papis-
los jesuítas, que predicaban en Ia capilla real, no quedaron eortos cn Ia
uesta. En ocasión de un funeral, los católicos dei séquito real se apoderaron
na iglesia evangélica y los protestantes consideraron conveniente sustraerse
cierto tiempo ai uso de su iglesia profanada. Se pasó a vias de hecho. Ia)s
ídias reales apelaron a Ia fuerza para entrar en una iglesia cerrada y se
W'ó ai núncio que había mandado apedrear desde su casa unos coros de
Machos. Los ânimos se enconaron.
1
Sc organizo Ia coronación en Upsala. Los suecos pedían en primer lugar
konfirmación de Ias resoluciones de su concilio. El rey se resistia. Queria
•r.uicia para ei catolicismo y se hubiera dado por satisfecho si hubiera visto
I perspectiva de poderia instaurar en ei futuro. Se dice que Ia misma hermana
I rey14 les aviso que ei caracter de este consistia en ceder ai final después de
• larga y firme resistência, y que les insistió a que le abrumaran de continuo.
JJii-mn que en todas Ias iglesias y escuelas se ensefiara tan solo con arreglo a
rimfesión de Augsburgo,15 Los acaudillaba ei duque Carlos. La posición que
bp.iba le prestaba una independência y poder que no hubiera alcanzado de
D modo. Su relación personal con ei rey era cada vez más tirante. Como he-
« ilicho, ei monarca estaba casi indefenso y ei duque reunió unos miles
hombres de sus domínios y los trajo a Ias proximidades de Ia ciudad. Por
i •' Concilium de/init, se dice luego, ne haerelicis advenientibus detur Jocus publice conveiiicndi.
H Kl Ragguaglio Ia llama ostinatissima eretica.
18 Mcssenius, vil, 19. Absolute urgebant, ut confessio Augustana, Cjualis sub ultimo Gusfavi
Iniinc et primi /ohannis in pátria viguisset, taiis in posterum única sola et ubicjue tam in
rtns quam in scholis perpetuo íloreret.
398 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
último, los estamentos declararon ai rey que no Ie prestarían pleitesía si I
sometía.18
El pobre rey se encontraba ante un penoso dilema. Conceder Io qua
pedia iba contra su conciencia; negarse le costaba Ia corona.
En esta situación, preguntó ai núncio si no seria bueno cede» Malai
se mostro inflexible.
El rey se dirigió entonces a los jesuítas dei séquito. A Io que ei nundj
se había atrevido, a eso se atrevieron los jesuítas. En consideración de Ia m
dad y dei peligro indiscutibles en que se encontraban ei rey, declararon que a
sin ofender a Dios, acccder a Ias peticiones de los herejes. El rey no se d l
satisfecho hasta que no tuvo en Ias manos Ia aprobación por escrito.
Desde este momento se sometió a Ias exigências de sus súbditos. Confl
los acuerdos de Upsala, Ia práctica exclusiva de Ia intangible confesión de
burgo, que cn Ias iglesias y en Ias escuelas no se mezcle ninguna doctrinl
trana y que no sea colocado nadie que no este dispuesto a defenderla.l
reeonoció a los prelados que habían tomado posesión de sus cargos conff
voluntad.
^Habría de descansar su corazón católico con este arreglo? (jHabría de j
por satisfecho su séquito con un resultado que, en ei fondo dei alma, tf
que condenar? No era verosímil.
De hecho acudió a una protesta parecida a Ias proclamadas en ocasl
semejantes.
"El núncio —se dice en Ia ínformación enviada a Roma sobre ei asijH
con cuyas palabras podre explicar mejor estos hechos— se esforzó mucho p a i
liar Ias irregularidades que habían tenido lugar. Consiguió que ei rcv,
seguridad de su conciencia, redactara una protesta por escrito, en Ia que
raba que había concedido Io que había concedido no por voluntad, sino oblfl
por Ia fuerza. Además, movió ei núncio a Su Majestad a que hiciera
católicos concesiones correspondientes para, así como en Polônia, estar innli
tn Suécia obligado a ambas partes, cosa que ya ocurría con ei emperaoj
Alemania. El rey Io hizo gustoso."18
18 Supplicatio ordinum: Quodsi cí. rex denegavcrit siibditis regiam approbationem liorum •
laforum, inhibent nostri tratres domi remanentes publicum homagium esse S. R. M. pracltifl
17 Sin embargo, estas palabras rezan de modo que se deja abierta una escapatória. Ad M
publica uni/i promovebunfur in pátria qui religionem evangelicam nolunt salvam, quin POJ^I
cam serio defendere voíuiit, publicis oíficiis praeliciantur. "Gencralis confirmatio postulai'
Sigismundi", en Baaz, p. 537. /
18 Relationc dcllo stato spir/tuale e político dei regno di Suezia 1598. Mando alcuni
pohccbi a dar/c parte deíio stato dcJle cose in Je sue circostance e conseguenze, e detti pafrj
rarone che prcsupposto )a necesità e per/co/o neí qua/e era costituita Ia Mfà. S. Ia potrq
otícndcr cíio concedere ai/i heretici ciô che ricercavano, e Ia Mfà. S. per sua giusti/icatioM i
un scritto da detti patri.—Hora latta Ia coronatione e concessionc pose ogni studio ü mu
applicarc quaíchc remédio a/ disordine seguifo, onde opero per sícurczza delia coscienza •
ch'cila fecesse una protesta in scr/to, come ella non con Ia volontá sua ma per pura lor»
indotfo a conccderc cio cbc haveva concesso: c persuasc ai Smo. re cbe concedesse da pi
cattolici altrcttanto quanto haveva concedufo alli heretici, di modo che a guisa dcIVimp^
dcl rc di 1'olonia restasse Ia Mta. S. giur.ita utriqne parti. S. Mti. si contento di íarlo, ti M
lamente misc in ciecutione le dctte concessioni: perchè avanti Ia sua parfenza diede u//ic< f
a cattolici, e lasciõ in quattro luoghi Vcscrcitio delia rcligíonc, e fece giurare a quattro gOM
se bcn erano heretici, qnali Jasc/ò nci regno, che havercbbero protetto Ia rcligione e li catMfl
PKOGRESOS DE LA RESTAURAClÓN CATÓLICA 399
bfii llevado ai trono de Moscú a una esposa pagana no bautizada; era imposible
|c liiera un hijo de zar.27
Por un convencimiento inexplicable Io habían reconocido y, por otro, to-
VÍa más fuerte, se sintieron movidos a destronado.
Pero ei factor esencial fué Ia religión. En Rusia, Io mismo que en Suécia,
tyió una fuerza que, por su origen, se oponía a Ias tendências dei catolicismo.
ria! de Ia Corte. Por Io menos aqui los asuntos podían llegar a su térmiflfl
parte vencida no podia ampararse en un recurso jurídico que no llegaba M
mitarse nunca. Pero cl caso cs que este Consejo no solo era más católico <\i\#
Tribunal de Ia Câmara, sino que dependia totalmente de Ia corte. El « V
florentino Alidosi dice que "ei Consejo Imperial de Ia Corte no pronun
guna sentencia definitiva sin consultar antes ai emperador y ai Consejo A l a
que a veces se Ia devuelven sin modificaciones".62
Y, sin embargo, en ei império no había instituciones gencralcs que f u i
más efectivas que Ias judiciales. La unidad de Ia nación se vinculaba a •
Habían caído bajo Ia influencia de Ia opinión católica y de los interese* •
corte. Cuando por todas partes se eleva Ia queja contra Ias sentencias p i f
y ias ejecuciones violentas, ocurre ei asunto de Donauwertb, que pone <lc |J
nifiesto ei peligro general que esa situación presenta.
Basto que un abad católico, que queria celebrar una proccsión solemii
modo tradicional en una ciudad protestante, fuera molestado e insultado
ei populacho, 53 para que ei Consejo Imperial de Ia Corte hiciera caer sobf
ciudad un amplísimo proceso, mandatos, citaciones, comisariados, y pronunq
por fin, contra ella Ia proscripeión. Se encargo de Ia ejecución a un príni
vecino, católico extremoso, Maximiliano de Baviera. No le basto con ocupar |
nauwerth, sino que llamó a los jesuítas, excluyó todo Io que no fuera Ê
católico y procedió a Ia Contrarreforma al modo habitual.
Maximiliano vió el asunto a Ia luz de su significación general. B 4
al Papa que aquello era una piedra de toque para darse cuenta de Ia p4l
de prestigio de los protestantes.
Pero se aquivocó al creer que Ia gente se iba a someter. Vieron r m f S
los protestantes Io que les esperaba si Ias cosas seguían ese rumbo.
Ya los jesuítas se atreveu a negar Ia obligatoriedad de Ia "paz religiotfl
pudo haber sido acordada sin Ia aprobación dei Papa ni tampoco fué v t l f l
en ningún caso, más que por cl tiempo de duración dcl concilio t r i d e n f l
tenía que ser considerada como una espécie de Ínterim.
Y hasta aqucllos que reconocían Ia validez de este pacto opinaWH
obstante, que tenían que ser dcvucltos todos los bienes confiscados por M |
testantes a partir de su eclebración. Para nada tomaron en cuenta Ias interj
taciones protestantes de su texto.
Pero (jqué iba a pasar si estas ideas eran reconocidas por los tribunalH
periales, como ya parecia, y se pronunciaban y ejccutaba/i sentencias a su IMI
Cuando en el ano de 1608 se rcune Ia Dieta de Ratisbona, los protj|W
">'.! Relatione dcl Sr. Rod. Alidosi 1607-1609. K vero che il consíglio áulico a questo
c/ie tutte 1c dcfinilioni che liaiuio viríú di definitiva iion 1c pronuntia se prima non dia parti
o in suo /uogo al consíglio di stulo, il qua/e alie volte o auguincnta o foglic o modera l'0Í
questo consíglio, c cosi fado si riiuanda a deito consíglio tal deliberatione e cosi si publi.
M El intotnic ucgcn der Donaucrdisclien E.veciition, cn Ias actas impcrialcs dcl I 1
de 1608, liacc notar (con Io que concuerdan tainbicn Ias otras relaciones c informacionci
abad liabia allein so vil hcrbraclit. dass cr mit nidcrgelcglcn und zusammengcwickeJtfflj
oliue CJesang und Klang und zwar allein dmcli ein sonderes Càsslcin beim Klostcr hinab I
der .Stadt und ilireni Bczirlc gangen, und dic /''almen nit cher aufrichten und fliegen i 1
und Jciingcn lassen, er sei dcim ausser deren von Donancrt Giund. Pucs traspasó estas front
PROGRESOS DE LA RESTAURACION CATÓLICA 411
mr nicgan a entrar en discusión alguna si no se les confirma de plano Ia "paz
Bfligiosa". 54 La misma Sajonia, por Io demás siempre ai lado dei emperador, pide
mu revocación de los procesos de Ia corte en cuanto vayan contra Io tradicional, Ia
Brorganización de Ia administración de justicia y no ya Ia renovación de Ia paz
•Vligiosa pactada en 1555, sino una pragmática sanción por Ia que se prohiba
B los jesuítas escribir contra ella.
Pero, por otro lado, los católicos se mantienen codo con codo. El obispo de
^Rutisbona había dictado una circular para advertir a los fieles que recomendaran
• sus representantes sobre todo Ia defensa común de Ia religión católica, "que
B r mantengan unidos, firmes y en bloque, como un muro", que no contempori-
B r n , pucs ahora no hay nada que temer, ya que se cuenta con celosos defensores
I i Ias magníficas casas principescas. Y aunque los católicos se mostraban pro- ,
Mansos a confirmar Ia "paz religiosa", sin embargo mantenían Ia cláusula de que
E
icllo que había sido hecho contra ella fuera revocado y se restituyera. Una
usula que contenía todo Io que los protestantes temían y querían evitar.
Con esta discrepância en Ia matéria más importante, no era de pensar que
tomara una decisión unânime en cualquier punto, o que se le concediera al
pcrador Ia ayuda contra los turcos que deseaba y necesitaba.
Parece, sin embargo, que impresionó al emperador ei hecho de que en Ia
te estuvieran dispuestos a acceder buenamente a los deseos de los protestantes.
Por Io menos, tal es ei tenor de una información sorprendente acerca de
a Dieta redactada por ei eneargado de negócios papal.
El emperador no fué en persona y le represento ei archiduque Fernando. El
uncio tampoco estaba en Ratisbona, pero había enviado en su nombre a un
oustino, Fra Felice Milensio, vicario general de su orden, quien trato de defen-
rr los intereses católicos con un ceio extraordinário.
Este Fra Milensio, dei que proceden nuestras noticias, asegura que ei em-
rrador se resolvió, en efecto, a dictar un decreto accediendo a los deseos de los
rotestantes. Lo atribuye a Ia acción directa dei propio Satanás, y sin duda
Inguna se debe a los camareros secretos dei emperador, de los que uno es judio
cl otro hereje. 55
Eseuchemos lo que dice: "Al tener noticia dei decreto, que me fué comuni-
lulo a mi y a algunos otros, acudí al archiduque y pregunté si había Hegado
rmejante decreto. El archiduque dijo que si.—^Es que Vuestra Alteza Sercní-
Ima piensa publicado? El archiduque contesto: 'Así lo ordena ei Consejo Áulico
|cl Kmperador; ei venerable Padre ve, sin duda, Ia situación en que nos encon-
34 "Protocollum im Corrcspondcnzrath 5 April 1608", cn los R7A; die flaiiprcoiisii/t.iíion
Iziger Keichsvcrsanimlung sei bisher daruniben eingestclt vcrblibcn, dass die Stcnd evangelischer
rligion den Rcligionsfrieden zii confirmiren begert und der papistische, Tncil dic Clausiilauí dem
huhied zu inseriicn haben wollen: dass alie Giiter, dic sinthero a. 55 von deu Evangclisclieii
Icnden eingezogcn worden, resíidiirt werden sol/en".
*5 Raguagglio delia dieta imperialc /alta in Ratisbona 1608, nella quale in lnogo delIVccmo,
rcvmo. Monsr. Antônio Caetano arcivescovo di Capua nnntio apostólico, rimasto in Praga appresso
Mrâ. Cesarea, fu residente il padre Felice Milensio maestro Agostíniano vicario generalc sopra !<•
rnviiicie aquilonari. E certo fu machinato dei demônio e promosso da suoi ministri, de qual/ erano
clnc camericri intimi di Rodolfo, herético l'uno, ffebreo 1'altro, e <|uei dei consiglio cheran líussili
peggwwi.
412 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
tramos.' A esto repuse: M Vuestra Alteza Serenisima no querrá renegar d f l
piedad, esa piedad en Ia que ha sido educado, y en virtud de Ia cual se af
ha poço a desterrar sin excepción alguna a los herejes de su território
todos los peligros. N o puedo creer que Vuestra Alteza vaya a confirmar rã I
esta nueva concesión Ia perdida de los bienes eclesiásticos, Ia diabólica^H
Lutero y Ia todavia peor de Calvino, que nunca fueron toleradas públk
te en ei Império. El piadoso príncipe me escuchaba. 'Pero <;qué hacer?' —
'Ruego a Vuestra Alteza Serenisima que consulte ei asunto con Su S n i
ei Papa y no haga nada antes de recibir su respuesta.' Así Io hizo, apn I
más los mandatos de Dios que los acuerdos de los hombres."
Si Ias cosas sucedieron así, vemos Ia importância que en Ia historia aafl
cobra este padre agustino innominado. En ei momento decisivo impidió I > |
cación de una concesión que sin duda hubiera satisfecho y apacigua^H
protestantes. En lugar de esto, tenemos un escrito de interposición de I n
que incluía, como antes, Ia posibilidad de aquella cláusula. En una r e u n i !
5 de abril de 1608 acordaron los protestantes no someterse, no aceptarlo.** I
Ia otra parte tampoco cedió, y nada se podia esperar dei emperador g i|
representante que pudiera apaciguar sus temores, apelaron ai médio ( •
abandonaron Ia Dieta. Por primera vez no hubo despedida, y no d i g a m o j
bación; fué ei momento en que se rompió de hecho Ia unidad dei Império. •
Era imposible que Ias cosas quedaran así. Pero para sostener Ia ^M
conquistada cada uno de los grupos protestantes era demasiado débil; •
momento de apremio, llegaron a una unión que hacía tiempo había sido m
tada, discutida y proyectada. Inmediatamente después de Ia Dieta
en Ahausen dos príncipes dei Palatinado, ei elector Federico y ei conde a ili
de Neuburgo, dos príncipes brandeburgueses, los margraves Joaquín y C a
Ernst, ei duque de Wuertemberg y ei margrave de Baden, y acordam
alianza conocida por ei nombre de Unión. Se obligaron a asistirse mutual
hasta con Ia armas, especialmente respecto a Ias reclamaciones presentadJ
última Dieta. Se aprestaron para Ia guerra, y cada miembro de Ia alifl
obligó a hacer entrar en ella a alguno de sus vecinos. Su intención era aVB
entre si, procurarse Ia seguridad que no les ofrecía ya Ia situación dei W^Ê
56 Sovenga '<', Serma. Altezza, di quella cattolica pierà con Ia quale e"a da che I ^ H
allevata e per Ia quale pochi anni a dietro non temendo pericolo alguno, anzi a rischio <b i*
i suoi stati, ne bandi turti gli heretici con ordine che (ra pochi mesi o si dichiaras
venduti gli stabili sgombrassero via dal paese: sovengale che neíla tavola d/pinta delia M
padri Capuccini in Gratz ella sta effigiata con Ia lancia impugnata ,come un altro Michdj
Luthero sotto i piedi in atto di passarli Ia gola: et hora essendo ella qui in persona di <
devo ciedere che sia per soffrire si perdano i beni dotalli delia chiesa, il patrimônio di i I»I
molto meno que Ia diabólica setta di Luthero sia con questa moderna concessione coníiriiMH
peggio quella ancor di Calvino già incorporara, Ia guale non ricevè mai toüeranza ali u
riale. Questo e piü dissi io, et ascoltò il piisimo príncipe.—Priegola, dissi, a sospende; M •<
teria fino alia risposta dei sommo ponte/ice: e coi íecce di/ferendo i decreti degli huominj |«
o//endere i decreti di dio.
57 Voto dei Palatinado en ei Correspondenzrath: dass die Con/irmation des Reljg/dai
fceineswegs einzugehn w/e die Jnterpositionsschriít mit sich bringe: dann selbige den eviafl
árenden undien/ich, weilen der Abschied anno 66 eben die Clausiilam habe so jetst dispulH
En Ias resoluciones de disolución de 1557 y 1559 no se hallaba aquella cláusula. F,l i » n
interpretación se referia tan solo ai afio de 1566. Y fué rechazado porque considerai);
como jucz en asuntos de religión.
t PROGRESOS DE LA RESTAURACION CATÓLICA
Kliiduque.
Ya en ei afio de 1606 ei archiduque, de acuerdo con ellos, celebro una paz
mn los húngaros, sin consultar ai emperador. Se excusaron diciendo que ei
fc|iii;idor descuidaba los asuntos, y que se habian visto obligados por ia fuerza
m Ias circunstancias. Pero cuando Rodolfo se nego a confirmar Ia paz se rebe-
pon, apovándose en Ias cláusulas dei tratado. 58 En primer lugar, los estamentos
Ingaros y austríacos celebraron una alianza de defensa y protección. Pronto se
fcirieron los moravos, especialmente por influencia de un Liechtenstein, y
ms acordaron poner a disposición dei archiduque sus bienes y sus vidas. De
suerte, en los mismos dias en que se disolvía Ia Dieta de Ratisbona, en ei
• de mayo de 1608, salieron a campana contra ei emperador con ei caudillo
ido. Rodolfo se vió obligado a ceder a su hermano Hungria, Áustria y
lavia.
Como es natural, Matías tuvo que corresponder con concesiones a los ser-
que le habian prestado los estamentos. Desde hacía cuarenta y ocho anos
mperadores habian evitado ei nombramiento de un palatino en Hungria
íora un protestante recibía esta dignidad. Se prometió solemnemente Ia li-
nd de religión, no solo a los magnates, sino también a Ias ciudades, a todos
estamentos y hasta a los soldados en Ia frontera. 50 Y los austríacos no presta-
juramento de fidelidad hasta que se les concedió ei libre ejcrcicio de Ia reli-
n cn los castillos y en Ias aldeas y en Ias casas particulares de Ia ciudad.
Como valió ei ataque a austríacos y húngaros, así a los bohemios Ia defensa.
íde un principio tuvo que acceder Rodolfo a muchas concesiones para poder
st ir de algún modo a su hermano, y luego que Hungria y Áustria habian
juirido, por gracia de este, tantas libertades, no podia, por mucho que dijeran
luncio papal o ei embajador espanol, negarse a Ias reclamaciones de los
Iirmios. Les concedió carta real que no solo restablecía Ias viejas concesiones
Usadas por Maximiliano II, sino que los autorizaba, además, a establecer deter-
Inadas autoridades para su defensa.
Los asuntos alemanes, Io mismo que los austríacos, tomaron un cariz muy
lacnte. La Unión se extendió por Alemania y vigilaba todo ataque dei cato-
kino para rechazarlo con violência. Los estamentos de Ias províncias austríacas
liian estructurado sus viejas pretensiones hasta formar un poder constituído
n fundado. Mas se daba una diferencia no pequena. En ei Império ei catoli-
10 había invadido de nuevo los territórios de los príncipes católicos, pero
M El pacto contenía Ia cláusula siguicnte: quodsi propter vel contra tracfatíonem Viennensem
'/'urdcam —hostis aut turbator a/iquis ingrueret, tum serenissimtmi archiducem et omnes status et
llurs rcgni Hungariae et archiducatus supcr/oris et inierioris Austriae mutuis aux/Ii/s sibi et suppe-
ii"ii defuturos. "Rcva ap. Schwandtncr: Scriptt. retum Ung. II." Kuis, Beitráge zur Geschichte
| Landes
'>" Kl artículo
Oestreich
se ob
encucntra
der Ens,ent. Ribiny,
rv, p. xx.
i, p. 358.
414 LA CONTRARREFORMA DE 1 5 9 0 A 1630
3) La nunciatura en Suiza
esta una situación de equilíbrio como Ia que desde hacía tiempo, aunque
ls pacificamente, se habia producido en Suiza.
1 Iacía tiempo, en efecto, que en Suiza se había declarado ai autonomia de
k territórios y en Ias Dietas no se podia tratar de cuestiones de religión. A
Incipios dei siglo xvn ei partido católico no abriga esperanza alguna de poder
•ninar a los protestantes, pues no solo eran más fuertes y más ricos, sino que,
Imiás, disponían de hombres más diestros y más prácticos en Ia gestión de
k asuntos."5
Los núncios, que tenían su sede en Lucerna, no se engafiaban acerca de Ia
Lnción; son cllos mismos los que Ia describen así. Pero, aun limitándose su
I lón ai círculo de los católicos, tuvieron una posición destacada.
' Su intención principal consistia en obligar a los obispos ai cumplimiento
1
u función. 08 Los obispos alemanes se complacen en considerarse príncipes
"'-' "inforniationc mandata dal Sr. Cardl. d'Aquino a Monsr. Fcliciano Vescovo di Foligno per
J>IKSC dcSuizeri c Grisonni" (Informationi politt., i x ) , afiade todavia: Li canloni caltoiici sino a
linli tempi sono fcmili piti bel/icosi clic i cantoni heretici, ancora che quelli siano piu potenti di
llili ai doppio e di denari: ma hoggi li cattolici si mostrano tanto affetionati e mutati da quelli
chi Siiizeri che se non tosse partico/are gratia dei Signore, h u m a n a m e n t e parlando, poço o
ino avvanlaggio havercbbcro questi sopra gli avversarii heretici, e non sarebbe sicuro senza a/uto
pttiic-rit il venir a roltura con essi.- olfre clie Ji medcsiini protestanti h a n n o persone p i ú d o t t e ,
l l l c h e , gindiciose e poíenti in ogni afíare.
|;
' Ke/atione delia nuntiatura de'Suizzeri: L'csperienza mi ha moslrato che per far frufto nelía
Hilialnra non è bene che i nmitii se ingerischino ne/le cose che possono farc i vescovi e che
tuno .i gli ordinarii, se non in snssidio e con vera necessita: percho mettendosi mano ad ogni
nidi/tcrcntcmeníc, non solo essi vescovi si sdegnano, ma si oppongono spesse volle e r e n d o n o
h a oçni íafica dei ministro apostólico: oJlre che e contro Ia mente di iiionsignore e delli canoni
416 LA CONTRARHEFORMA DE 1590 A 1630
y los núncios les recuerdan sin césar que tal calidad les viene de su ofii | |
siástico. De hecho, encontramos mucha vida en Ia Iglesia suiza. Se llevan I
Ias visitas, se reúnen sínodos, se reforman conventos, se fundan seminal
núncios tratan de conservar buena armonía entre cl poder espiritual y c| té I|
y logran su propósito con dulzura y persuasión. Consiguen impedii li I
dueción de escritos protestantes, aunque tienen que acomodarse a que lua •
lean Ia Biblia y sus devocionarios alemanes. Los jesuítas y los capuchino» n>
ian con mucho êxito. Se fundan congregaciones marianas para viejos y )Ò\
y Ia predica y cl confesionario se ven concurridos; aumentan Ias pere
a Ias imágencs milagrosas y hay que aplacar a veces ei rigor de Ias peniUB
que algunos se imponen. 64 Los núncios no se cansan de alabar y p r o f
los servicios que les prestan los capuchinos italianos.
Ocurren conversiones. Los núncios protegen y recomiendan a los ccàU
dos, y tratan de fundar cajas en favor de los neófitos con Ias aportaciona^^J
ficles bajo Ia vigilância de los obispos. A veces se logran rescatar jurisdicJ
perdidas, en cuyo caso se restablece inmcdiatamente Ia misa. LI obispo d i r
silea y ei abad de Saint-Gall se muestran en esto particularmente activoi.l
Ln todo favorece mucho a los núncios que ei rey de Espana tienc j H
tido en Ia Suiza católica. Los partidários de Espana, por ejcmplo los I u
Unterwalden, los Amli en Lucerna, los Buehlcr en Schwyz y otros nni(
más, están también entregados a Ia Santa Sede. Los núncios no d e s c u i j
cultivo de estas simpatias. No omiten ninguna precaución. Escuchan Jj^H
mente los discursos más largos y aburridos; no escatiman los títulos y S ^ H
tran grandes admiradores de Ias viejas hazanas de Ia nación y de Ia S ^ H
de Ias instituciones republicanas. Sobre todo, crecn necesario reunir CQ^H
mente a sus amigos mediante reiteradas invitaciones y contestan a cada 111
ción y honor que se les hace con un regalo. Los regalos son muy e f i c a c t ^ H
ha sido nombrado Caballero de Ia Espuela de Oro, y ha recibido en la&^B
una cadena de oro, una medalla, se siente obligado a cllos para sicniprc.I
no tienen que prometer algo que no estén seguros de conceder y, si pudoa
más de Io prometido, tanto más se les tendrá en cuenta. En Ia casa dei ni
debe haber bucn orden y no dar ocasión a ninguna crítica.
AM ocurrió que también en Suiza los intereses católicos, de una j H
general, tuvieran buena acogida y prosperaran tranqüilamente.
Solo había un punto en cl que Ia oposición entre protestantes y o H
dentro de un domínio, coincidiendo con situaciones políticas vacilante^H
ocasionar Ia lucha.
En los Grisones (Graubuendten) ei Gobrerno era esencialmente ttjH
te, pero los italianos de Ia comarca, especialmente los de Valtelina, eran ^ F
a macha martillo.
Sc produjeron incesantes roces. El Gobiemo no permitió a ning^B
dote extranjero ei acceso ai valle, prohibió Ia visita a un colégio de jed
che si incita mano ne//a messe aliena, mandandoll i nuníii per a/utare e non per distruggtré^H
degli ordinarii.
«•t Un ejemplo dan Ias: Lilcrae annuac societatis /csu 1596, p. 187. Modus taolfl
illi jejunio est a confessario adhibirus.
PROGRESOS DE LA RESTAURACION CATÓLICA 417
II. G U E R R A G E N E R A L . VICTORIA D E L C A T O L I C I S M O
(1617-1623)
1) Estalla Ia guerra
Por muy diversas que sean Ias situaciones que se han venido produciendo j
curren, sin embargo, en un gran resultado. Por todas partes ei catolicism»
avanzado poderosamente y ha tropezado con una fuerte resistência en iu
ellas. En Polônia no puede sojuzgar a sus enemigos porque encuentran &Ê
reinos vecinos u n apoyo seguro. En Alemania, una oposición compacta
enfrenta ai dogma en marcha, a Ia clerecía en retorno. El rey de Espana $•
visto obligado a conceder un armistício a los Países Bajos, que no supone má
que u n reconocimíento formal. Los hugonotes franceses, con sus plazas fuflf
tropas aguerridas y adecuadas instituciones financieras, están preparados cor
GUERRA GENERAI.. VICTORIA DEL CATOUCISMO 423
Por tal razón cuaja en torno a ese punto Ia primera resistência. Los pfÉ
tantes, que tenían que hacer frente ai avance dei catolicismo, no solo fllfl
aprestados a Ia defensa, sino que tuviewn osaàía para cambiaria en afâquflfl
En torno ai príncipe elector Federico dei Palatinado se agrupan lo| I
mentos dei protestantismo europeo. Su esposa era hija dei rey de Inglatflfl
sobrina dei rey de Dinamarca; ei príncipe Maurício de Orange era su tio, VH
ximo pariente ei duque de Bouillon, caudillo de los hugonotes franceses <••
mistas. El príncipe figuraba a Ia cabeza de Ia Unión alemana. Grava t
bastante domínio de si mismo para guardarse de Ias malas costumbres q u f
minaban por entonces en Ias cortes alemanas, mostro ei mayor gusto «fl
cumplimiento de sus funciones soberanas y en Ia asistencia a Ias reunH
de su Consejo Áulico; era algo melancólico y orgulloso y estaba lleno de g t f l
pensamientos." Cuando vivia su padre, en ei comedor había también meÜBr
los consejeros y para los nobles, pero él cambio Ia costumbre y no comíd
en companía de príncipes y altos dignatarios. Animaba a esta corte un vivo
timiento por un gran destino político y, con Ia mayor aplicación, se a r f j
muchas c importantes relaciones. Como hacía tiempo que no se había §[H
ningún golpe duro, no se tenía ninguna idea clara de Io que se podría alc(ff
de Io que ei futuro podría traer consigo y, así, se dió lugar a los provectos
descabellados.
Este era ej espíritu que reinaba en Ia corte de Heidelberg cuando los IxJ
mios, que presentían Ia inminencia dei peligro para su religión y man(Bf
relaciones cada vez más tirantes con Ia casa de Áustria, decidieron recha/af
Fernando, aunque le habían dado ya su palabra, y ofrecer Ia corona ai e f l
palatino.
El príncipe Io penso un momento. Era algo inaudito que un prínciplH
mán arrebatara a otro una corona que le correspondia de derecho. Pero^f
sus amigos Maurício, a quien nunca agrado ei armistício con los e s p l f l
c 1 duque de Bouillon, Christian de Anhalt, que veia toda Ia trama fl
política europea y estaba convencido de que nadie tendría animo para o p a l
ai hecho consumado— y todos sus consejeros de confianza le animaron, •
grandes perspectivas, Ia ambición y ei ceio religioso juntos lc empujaron a aofl
Ia corona (agosto de 1619). Si conseguia mantenerla, ei êxito seria extrM
nario porque se habría quebrantado ei poderio dela casa de Austri.i i n
Europa oriental y se habría opuesto un dique inconmoviblc a los avanc^B
catolicismo.7
o Rc/ationc di Germania 1617: Federico V d'età di anui 20, di inczzana síatura, dttfl
grave, di natura malinconico, di carnaggioiie btmna, uomo di a/ti pcnsicri, c rare vo/l
e co//'ap|)oggii) delCaccasaiiiento íaflo con ia ligltuola dei re d'Ingni/lcrra c di a/tri parcntl • |
/ederati aspirarcbbc a cose maggiore se seg/i apprcscntassc oceasione a propósito: onde
cdiioscinto suo nalura/e per il co/onneíio di Scoinbuig già suo a/o, scppc cosi ben vaiersene, if
dandosi a) suo umore, c/ie nienfre visse íu piti d'ogni alíre suo coníidente.
7 Los contemporâneos sintieron bien Ia concxión de los acontccimicntos. Ia cual pasó
tibida más tarde. Fiirstl. Anhaltische Geh. Canziei, contin. p. 67.
GUERRA GENERAL. VICTORIA DEL CATOLICISMO 427
E ncido y los protestantes eran duenos dei poder. El tribunal de Davos recibió
n agrado ai embajador dei nuevo rey de Bohemia y le prometió cerrar para
mpre los pasos dei país a los espanoles.
Notemos que, ai mismo tiempo, se agitan también Ias tendências republi-
|nas. No solo los estamentos bohemios afirmaron su autonomia natural frente,
| clecto rey, sino que se trato de imitados en todos los territórios dei patrimônio
Lstríaco; Ias ciudades imperiales alemanas abrigaron nuevas esperanzas y, de
•cho, los mejores socorros financieros que Federico recogió para su empresa
pocedían de cilas.
n Incluso Bcnoist dice (H, p. 291): Les reformes n'auroicnt attendu que les premieis I
pour íe ranger au meme parti [de /a reine].
U Siri, iVfernoric recôndito, t. v, p. 148.
10 ínstruífione a Mie. Sangro. La onde S. JVftà. non può vo/tare Ic sue íorze in mig/iof
ovvero opporluiiiti.
li Literalmente, Ia unión sob agnitione dominorum principumque Jegitimorum. Pro
respuesta en Lconis ab Aitzema (ractatuum pacis Beígicae, pp. 2 y 4.
GUEnRA GENERAL. VICTOMA DEL CATOLICISMO 429
2) Cregorto XV
Ia procesión celebrada para conmemorar Ia victoria de Ia Montaria Blanca
miln V sufrió un ataque de apoplejia ai que siguió a poço un segundo que le
bvii :il sepulcro el 28 de enero de 1621.
En líneas generales, Ia nueva elección ofrccía el mismo aspecto que Ias
ilcriores. Paulo V había gobernado tanto tiempo que se había renovado todo
Colégio y Ia mayor parte dei cardcnalato dependia de su sobrino el cardenal
kghese. Después de algunas vacilacioncs, el cardenal Borghese encontro el
bmbre en tomo ai cual se podrían agrupar todos sus partidários: Alejandro
üdovico de Bolonia, que fué elegido inmediatamente el 9 de febrero de 1621
:>mó el nombre de Gregorio XV.
Era un hombre pequeno, flemático, que tenía ganada fama de ser buen
buociador y saber llegar a sus fines calladamente y sin llamar Ia atención, 12 pero
Ui' ahora se hallaba vencido por Ia edad, débil y achacoso.
En un momento en que se desarrollaban pugnas de importância universal,
, contaba con un Papa ai que muchas veces no se osaba comunicar asuntos
Ificiles por miedo de que se le quebrara el hilo de Ia vida. 13
Pero ai lado de este anciano agonizante se encontraba un joven de vein-
fcinco anos, su sobrino Ludovico Ludovicio, que tomo inmediatamente posesión
Icctiva dei poder papal y dió muestras de todo el espíritu y temple que Ia si-
lución requeria.
Ludovico Ludovicio era un tipo magnífico, brillante y no descuidaba acu-
lular riquezas, anudar ventajosas relaciones familiares y favorecer a sus amigos.
[via y dejaba vivir, pero tenía también a Ia vista los grandes intereses de Ia
glesia, y hasta sus mismos enemigos le reconocen verdadero talento en el ma-
ijo de los negócios, una perspicácia inusitada para descubrir el remédio aplaca-
ir en Ias dificultades más intrincadas, y toda Ia osadía necesaria para en
oscuridad dei futuro anticipar un posible resultado y llevar Ias cosas por
icn camino. 14 Si Ia extrema debilidad de su tio, que no le prometia un largo
Isfrute de su poder, no le hubicse puesto coto, ninguna consideración en el
undo Io hubiera hecho.
Es muy importante que, como el Papa, el sobrino estuviera poseído por Ia
ea de que Ia expansión dei catolicismo reprcsentaba Ia salud dei mundo. El
irdcnal Ludovicio era discípulo de los jesuítas y uno de sus grandes protecto-
(rs: Ia iglesia de San Ignacio en Roma se edificó cn gran parte a costa suya.
1- Relafione di IV ambasciatori 1621: di pc/o che awicinasi ai biondo. La natura sua è sempre
nosciuta plácida e ílcmiiialka, Icmrana dalíimfarrauarsi iu rotture, aniicissimo d'andare in negotio
Hlnggiando el avanzando Ji propri lini.
13
Rainicr Zeno, Re/alione di Roma. 162J: aggiungendosi ali' età cadente una fiacchjssima
np/essione in un corpiccivolo stenuato e ma/ affeíto.
14
Rainicr Zcno: E d'ingegno vivacissimo: i'ha dimostrato nel suo governo per 1'abondanza
i partiti che in ogni grave rrattationc gli suggcrivano suoi spiriti nati per comandare, i quali se
ie in molti parti aberravauo dclfuopo delia bona política, nondimeno l'intiepidezza, con Ia quale
mostrava pronto ad abracciare ogni ripiego apprcso da Jui per buono, poço curandosi di consigli
chi g/i haveria potuto esser maestro, daváno a crederc che Ia sua natura sdegnava una privata
uditiime.
430 LA CONTRARREFORMA DE 1 5 9 0 A 1630
E
lrure.
'•li Caraffa, Ragguag/io MS Conducevano in disperatione i parochi catolíci per vedersi da
|l [Luterani] levarsi ogni emoíimiento. Los comentários impresos dan sin embargo una razón
l< convincente: quamdiu illi haerebant, tamdiu adliuc sperabant sectarii S. Ma/cstatciii concessu-
Mi tüquando liberam facultem (p. 130J.
432 LA CONTKARREFORMA DE 1590 A 1630
momento más favorable,22 Sin embargo, se conocían los médios pari mm
firme a Fernando; ei anciano obispo de Wuerzburgo le advirtió que "uH
rador glorioso no puede asustarse de los peligros y le está mejor ser 1
dcl poder de los hombres que caer en Ia manos dei Dios vivo". El eíM
cedió. El núncio pudo saborear ei triunfo viendo que Sajonia tenía qu
gir con ia expulsión de los predicadores y renunciar a toda oposiaéón.
Así se allanó ei camino. En lugar de los predicadores luteranos vl|
—pues babía escasez de sacerdotes seculares— dominicos, agustinos, J
tas, y de Gnesen toda una colônia de franciscanos. Los jesuítas no se •
esperar y, euando recibicron un escrito de Ia Propaganda Fide en quei
pedia que se hicieran cargo de Ias funciones de los párrocos, ya Io 1
hecho.^'
Quedaba Ia cuestión de si, con arreglo a Ias disposiciones dei confl
Basilea, no se toleraria ei rito nacional de los utraqtmUis, por Io menu;, en
Los consejeros dei Gobierno, el gobernador mismo, príncipe de LicchMÍ
eran de esta opinión:- 1 permitieron que el Jueves Santo de 1622 se e f l
con Ia comunión cn ambas espécies y en el pueblo se fué formando Ia i<l
que babía que impedir que se arrebatara ai país esta vieja costumbre. P j
hubo razones para el núncio, y mantuvo firme el critério de Ia cúria;
que el emperador acabaria por ceder y, de hecbo, consiguió de él una de
ción en el sentido de que su gobierno para nada tenía que mezclarse en •
de religión. A partir de este momento, por todas partes se celebra Ia misa r
romano: en latín, con água bendita e invocación de los santos, y ni pensai
comunión doble. El defensor más atrevido de este rito fué encarcclado y,
mente, el símbolo dei utraquismo, el gran cáliz con Ia espada de Ia igled
Thein, cuyo aspecto evocaba los viejos recuerdos, fué mandado retirar. Y c\
de julio, dia en que antes se acostumbraba a celebrar Ia memória de •
Huss, estuvieron Ias iglesias cerradas.
A esta acción eclesiástica ayudó el Gobierno con sus médios políticos.]
confiscaciones llevaron a manos católicas una parte considerable de Ias proj
dades dei país; y a los protestantes les era poço menos que imposible Ia ad
sición de bienes raíces; 25 en todas Ias ciudades reales se cambio el C o n »
no se tolero a ningún miembro sospechoso desde el punto de vista ortodox<(
rebeldes eran amnistiados si se convertían, pero los recalcitrantes, los inc<«
cibles, que no se sometían a Ias admoniciones eclesiásticas, eran gravado*
22 Caraffa, Raggunglio: Sua Mrà. mi dimostrò con questo di quaíehe pensiere, ed u
dirmi che si iiaveva hamta froppa prescia e che saria stato megjio cacciarc quei predicanti in
tempo, dopo che si fosse temtto il convento in Ratisbona. Al che io replicai che Sua Maesrain
havere piú tosto errafo nella tardanza che nella detta tirca questo /afio, poiche se il SassouM
venuto aí convento, di che non ammetfono che gli havesse avuta mai ia volontà, si sapeu
ognuno che haverebbe domanfato a S. Mrà che a sua contempJazione pcnncftesse in Praga i a f
Luterano che giá vi era.
23 Cordara, historia sociefafis Jesu, t vi, lib. vil, p. 38.
24 Según Io supuesto hasta ahora, por ejemplo en Senckcnberg, Fortsetzung der hàberlm
Rcichshistoríe, t. xxv, p. 156, nota k, se hubiera creído Io contrario de Liechtenstein. Poro |
completamente errôneo, como resulta claramente de Caraffa. El núncio, en cambio, encontrai
con Plateis.
25 Caraffa: con ordine che non si potessero inserire ne//e tavole deJ regno, il che i
indicibile giovamento alia dUorma per furto quei tempo.
EXPANSIÓN GENERAL DEL CATOLICISMO 433
RI que Maximiliano piso território austríaco: le insto a suspender inmcdiataniente a los pioiH
dainií d/e Pfci/er absesc/ia/ft wid der T*oz cigcstclft wertle. Su escrito se encuentra ert^T
nuación por Breicr dei Maximiliano de Wolf, iv, p. 414. En el ano de 1624 los jesuítai II
a apodeiarse por completo de Ia Universidad de Viena. Iinpernfor soceíatcm academias í
et in unum quasi corpus conflav/í. data il/i amplíssima potesfatc docendi /ileras Iiiimaniorei, 1
/atinam, graccam, hebraicam, philosophiani den/que oinncni ac theo/ogiam. Afonituni
acad. V/ndob. recentiora. Kollar Annal., u. p. 282.
31 ííodoeçns Igazságra vezérlo Kalauz. Presb. 1613, 1623.
32 Kropff, Historia societatis /esu in Cermania superiori, t. rv, p. 271.
EXPANSIÓN GENERAL DEL CATOLICISMO 435
Uva. Nada menos que Ia biblioteca de Heidelberg fué regalada por Maximilia-
0 ;il Papa.
Ya antes de Ia conquista, ei Papa, por mediación dei núncio Montorio,
nliía solicitado en Colônia este favor dei duque, quien se lo prometió con su
1'nstumbrada deferencia. A Ia primera noticia de Ia conquista de Heidelberg,
lontorio le recordo Ia promesa. Se le había dicbo que los manuscritos especial-
irnte eran de valor incalculable, y recomendo a Tilly que los preservara dei
Iqueo.33 El Papa envio a Alemania ai doctor Leone Allacei, scriytoT de Ia Bi-
líoteca Vaticana, para que se hiciera cargo de los volúmenes. Gregorio XV tomo
asunto muy en serio, pues lo considero como uno de los acontecimientos más
Wtunados de su pontificado, que daria honor y provecho a Ia Santa Sede, a Ia
[lesia y a Ias ciências, y también el nombre bávaro seria celebrado porque tan ,
«ciosa presa se conservara, para eterna memória, en el escaparate universal
B Roma.**
1 Por lo demás, el duque mostro también aqui un ceio reformador incansa-
c, superando a los mismos espanoles, que ya sabemos cuán buenos católicos
nn.3S EI núncio estaba encantado ai ver que en Heidelberg, de donde había
lido Ia regia de los calvinistas, su famoso catecismo, se celebraban misas y
I hacían conversiones.
Entretanto, el príncipe elector Schweikhard reformaba Ia Bergstrasse, de
que se había apoderado; el margrave Guillermo, el alto Baden, que le había
do reconocido después de un. largo proceso, aunque apenas era un bastardo; se
i había prometido ai núncio Caraffa.36 También en los países que no habían
do afectados directamente por los sucesos políticos se prosiguieron los anti-
los afanes con ceio renovado: en Bamberg,87 en Fulda, en Eichfelde, en
iderborn, donde se sucedieron dos obispos católicos, especialmente en Ia región
t Münster, donde el ano 1624 Meppen, Bechta, Halteren y otros muchos
btritos fueron hechos católicos. El arzobispo Fernando instituyó en casi todas
• ciudades misiones y en Coesfeld, "para restablecer Ia vieja religión católica
ninada en muchos", un colégio de jesuítas.38 Hasta en Halberstadt y Magde-
Urgo encontramos misioneros jesuítas, y también se establecieron en Altona
(ra aprender el idioma y marchar luego a Dinamarca y Noruega.
Poderosamente, como vemos, Ias energias católicas se derraman desde Ia
Icmania alta a Ia baja, dei Sur ai Norte. Y mientras tanto, se intenta también
Dnquistar una nueva posición en los negócios públicos dei Império.
•'13 Relatione di Mi. Montorio ritornato nunz/o di Colônia 162-f.
34 Che cosi pretioso spoglio e cosi nobil trofeo si conservi a perpetua memória in qucsto teatro
li mondo. ínstruttione a/ dottore Leon AIJatio per andarc in Germanía per h /ibreria dei Palatino.
35 Montorio: Bcnchè nel/c terrc che occupano i Spagnuo/i non si camini con que) ícrvore
mi (/iiale si camina in quelle che occupa il Sr. Diica di Bavicra alia conversione de'popo!i.
I »6 Caraffa. Germanía rcstaurata, p. 129.
I 37 Particularmente por Joli. Ccorg Fuchs von Dornhcim que rccondujo también a vcintitrés
Imiquias ai catolicismo. Jiick, Ccschichte vou Bamberg, n. p. 120.
[ 38 Muy ratranamentc reza un escrito de uno de sus ayudantes, Joh. Draclitcr, decano de Dül-
Irn: ungern hab ich ]. Cíf. D. ein grossen Anzhall det hirnloscn Scliaifen überschrciben vvillcn,
inI mich ní die bcutige Stunde nocb iieber bearbeiiet noch alie mit cinander mit swebender
'imlit in den rechten Schai/stall hineinzn/agen, wie dan och Baltliasar Bildcrbecle und Gaspar Kar!
•II /Mcn Füsscn schon hineingestiegen. Cf. en general los documentos en Nicscrt, Miintersclic
lilnulcnsammlung. i, p. 402.
436 LA CONTRARBEFORMA DE 1 5 9 0 A 1630
th' circunspecto príncipe era contrario, pues había manifestado que Ia guerra
renovaria con más fúria de Ia que llevaba y, en todo caso, si se queria hacer
i cambio, no se podia descartar ai duque palatino de Neuburgo, que gozaba
mejor derecho. El núncio no nos dice como logro persuadir ai príncipe. "En
k cuatro o cinco dias —son sus palabras— que estuve con él en Aschaffen-
krgo, consegui Ia resolución deseada." Lo que sabemos es que, para ei caso de
iie se renovara Ia guerra, ei Papa prometia una ayuda seria.
La actitud dei príncipe elector de Maguncia decidia ei asunto. Sus dos
legas renanos fueron de su opinión. Y aunque Brandeburgo y Sajonia se re-
li icron —solo más tarde ei arzobispo de Maguncia allanó Ia resistência sajo-
44
y ei embajador espafiol se declaro en contra,45 ei emperador siguió ade-
Ite con ei proyecto. El 25 de febrero de 1623 otorgó ei electorado a su victorioso
indo. Al principio seria una posesión personal, y los herederos dei duque pala-
tendrían reservados sus derechos para ei futuro.
Con esto, Ia ganância era grande, sobre todo Ia mayoría que se lograba en
• Consejos supremos dei Império, cuya aprobación a cualquier resolución en
vor dei catolicismo le otorgaba una sanción jurídica.
Maximiliano vió muy bien cuánto tenía que agradecer a Gregorio XV. "Su
nntidad —le escribió— no solo ha facilitado ei asunto, sino que lo ha con-
iguido con sus advertências, con su prestigio y con sus celosos esfuerzos. Hay
lie atribuirlo, por completo, ai favor y a Ia vigilância de Su Santidad."
"Tu carta, oh hijo —contesto Gregorio XV—, ha Uenado nuestro pecho con
na corriente de júbilo, como maná celestial. Por fin, Ia hija de Sión puede
liudir Ias cenizas fúnebres de su cabeza y vestirse de fiesta."4e
c) Francia.—En este mismo momento se produce también el gran cambio
n lrancia. Si preguntamos a qué se deben principalmente Ias perdidas expe-
entadas por los protestantes en 1621, tenemos que atribuirlas a sus disen-
lones y ai apartamiento de Ia nobleza. Es posible que este hecho guarde relación
aquellas tendências republicanas, que tenían un fundamento municipal y
íbién teológico, y que eran contrarias a Ia influencia de Ia nobleza. Es posible
ue los nobles encontraran más provechoso adherirse ai rey y a Ia corte que
ejarse gobernar por predicadores y alcaldes. El caso es que, en el afio de 1621,
ls plazas fuertes fueron entregadas por sus gobernadores en verdadera compe-
encia, pues cada cual trataba de asegurarse una buena posición. El afio 1622
>c repíte este hecho, y La Force y Châtillon reciben el bastón de mariscai ai
lepararse de sus correligionários; el viejo Lesdiguières se hace católico47 y hasta
** Montorio llama a Schweikhard único instigatore a ar volfare Sassonia a favore deU'impera-
[ lorc ncí/a translatione deIl'eIettorato.
15 Véase en Khevcnhiller, x, 67, 68, Ia declaración de Oflate y el violento escrito de Lu-
llnvicio en contra de Ia restitución de un electorado a un calvinista hereje.
4
« Giunti, Vita di Ludovisio Lnovísi, atribuye este mérito principalmente ai sobrino, Da S. Sfà
|f dal Cie. furono scritte moite lettere anche di próprio pugno p/ene d'ardore et efficacia per dis-
|>mre Cesare, et in oltre lu mandato Mor. Verospi audirore di rota e doppo ií P. F. Gíacinro di
[Casale cappuccino. Por estos intermediários se Iiabría dicho ai emperador: che ií vicario di Christo
jK-r parte de) Signore íin con le lacrmic Io pregava e scongiurava e le ne prometteva felicita e sicu-
I lema delia sua salute.
*1 Mémoiies de Deageant, p. 190, y muebos otros pasajes. Datos muy interesantes sobre esta
sonversión,
438 LA CONTKARREFORMA DE 1590 A 1630
ch) Los Países Bajos, unidos.—El progreso no se limita a los países con
ihicrno católico, pues se trasluce también en los de gobierno protestante.
Sorprende leer en Bentivoglio que en aquellas ciudades neerlandesas que
h-staron una resistência tan larga y tan heróica ai rey de Espafia a causa, sobre
:>, de Ia religión, acaso Ia mayor parte de Ias famílias distinguidas se ha
ptivertido ai catolicismo; 50 pero todavia sorprende más leer una detallada rela-
ta dei afio 1622, que nos instruye de los progresos dei catolicismo cn cir-
stancias tan adversas. Los curas eran perseguidos, desterrados y, sin embar-
|i, aumenta su número. En ei ano de 1592 llegó ei primer jesuíta a los Países
•jos, y en ei de 1622 había ya veintidós miembros de Ia Orden. De los cole-
los de Colônia y Lovaina iban sabendo nuevos operários, y ei afio 1622 encon-
llimos ocupados en Ias províncias unidas a doscientos veinte sacerdotes secula-
b , número que, sin embargo, no cubre ni con mucho Ias necesidades. Según
nu relación, el número de católicos en Ia archidiócesis de Utrecht es de 150,000;
pi Ia diócesis de Harlem, a Ia que pertenece Amsterdam, 100,000; en Leuwar-
|n, 15,000; en Groeninga, 20,000; en Deventer, 60,000. El vicario apostólico
iictual, a Ia verdadera Iglesia, Ia madre de todas ias demás, pero necesita una
|Hiración. Confiesa Io que no confesaría a un núncio, pero si puede decir a su
fcii^o y primo: ei Papa es Ia cabeza de Ia Iglesia, ei obispo supremo.59 Se le
mi\ pues, una gran injusticia cuando a él se le senala como hereje o como
lunático; no es hereje, pues cree Io que cree ei Papa, solo que este cree algunas
«as más; tampoco es cismático, pues considera ai Papa como jerarca supremo
Ia iglesia.
Con estas opiniones y una natural desafección por ei aspecto puritano dei
Irotcstantismo, ei rey hubiera preferido entenderse pacificamente con los cate-
los que no tratar de sujetarlos con ei empleo de Ia violência.
Todavia seguían siendo poderosos y numerosos en Inglaterra. A pesar de
nndes derrotas y perdidas, o quizá a consecuencia de ellas, Irlanda se mantenía
I un estado de efervescência y tenía gran interés para ei rey acabar con esta
íistencia.00
j No hay que olvidar que los católicos ingleses e irlandeses se adherían a
Ipaiia. Los embajadores espanoles en Londres, diestros, sagaces, magníficos,
• liabían conquistado muchos partidários. Su capilla estaba siempre concurridí-
•111a y Ia Semana Santa se celebraba en ella con gran aparato. Muchas veces
Jucrvinieron en favor de correligionários y, como dice un veneciano, eran
lonsiderados como los legados de Ia Santa Sede.
No creo equivocarme si supongo que íué esta circunstancia, sobre todo, Ia
lue desperto en ei rey Jacobo Ia idea de casar a su heredero con una princesa
•ipanola. Esperaba de este modo asegurarse a los católicos y que ei favor que
pitos mostraban por Ia dinastia espanola recayera sobre él. La situación exterior
iiii.ulía otro motivo. Se esperaba que Ia casa de Áustria, emparentada así, se
•ostraría más favorable a su yerno, ei conde palatino.
Pero uno se pregunta si ei proyecto era hacedero. La diferencia de religión
iiponía un obstáculo difícil de remontar en aquella época.
El mundo, ei orden de Ias cosas, se ve siempre rodeado de un elemento
fcntástico, que se expresa en Ia poesia y en Ias narraciones novelescas, y que
lllcgo actúa sobre Ia vida a través de Ia juventud. Mientras Ias negociaciohes
Iniciadas se iban dilatando dia a dia y mes a mes, ei príncipe de Gales, con su
Minigo de confianza, Buckingham, concibió tomar ei asunto en sus manos e ir a
•fioger a su novia."1 Parece que ei embajador espafiol, Gondomar, no fué ajeno
II esta empresa. Había dicho ai príncipe que su presencia disiparía todas Ias
Idiíicultades.
su che riconosce Ia chiesa Romana, etiandio queIJa d'adesso, per Ia vera chiesa e madre di tutte,
eheila aveva bisogno d' esser purgata, e di piú ch'egii sapeva che Vra. Stà, è capo di essa chiesa
ÍÍIIO vescovo. Manifcstaciones estas que, sin embargo, no son de ningün modo compatibles con ei
cipio de Ia Iglesia Anglicana, pero que también por otros se atribuycn a este príncipe (Relatione
Rlc/ Sr. di Breval ai Papa).
«» D. Lazzari (Relatione 1621) basa sus proposiciones cn Ia temerosidad dei rey: havendo io
Mpcrimcntato per mani/esti segui che prevale in fui piü il temore che 1'ira. Por Io demás, per 'a
•riKfica che ho <!i fui [de/ re] Io stimo indif/erente in qualsivoglia religione.
°l "Papers relalive to the Spanish match", en Hardwicke Papers, i, p. 399. Contienen una
•iirrcspnmli-ncia entre Jacobo I y los dos viajeros, que despierta ei mayor inicres por estas personas.
• ns errores de [acobo. por Io menos, nos parceen muy humanos. Su primera carta comienza con Ias
Hiiiuicntes palabras: My siveet boyS and dcar ventrous Itnights worthy to be piit in a new romance.
Mi swcct bovs es su encabezado ordinário: ellos escriben dear dad and gossip.
442 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
bre explicárselo porque los portugueses se han dirigido a los párias. Cristo era
knsiderado como un Dios de los párias. Su procedimiento es otro, pues piensa
pc una conversión prometedora tiene que empezar por Ia gente de calidad. A
llcgada declara que es de Ia mejor cuna —tiene testimonios de ello— y se
bnc en relación con los brahmanes. Se viste y vive como ellos, se somete a sus
« ' . m a s penitencias, aprende sánscrito y trata de enterarse de sus ideas. 70 Estas
Ircían que en Ia índia había antes cuatro caminos de Ia verdad, de los que u n o
M liabía perdido. Él sostenía que había venido para mostrarles este camino per-
>, ei más derecho para Ia inmortalidad. En ei ano 1609 había convertido a
fctenta brahmanes. Se guardaba muy bien de herir sus prejuicios y respetaba
•ii marcas de distinción, pero dándoles otro sentido, y en Ia iglesia mantenía
•paradas Ias castas. Cambio Ias expresiones con Ias que se había comunicado
pites Ia doctrina cristiana por otras más elegantes y literárias. En todas Ias cosSs
Jpiccdió con tal tino que pronto los convertidos formaron muchedumbres. Aun-
Itie sus métodos provocaron mucha oposición, parecían los únicos indicados para
fttener frutos. Gregorio XV los aprobó en ei ano de 1621.
No son menos de admirar Ias tentativas que se hacen en Ia corte dei em-
Irrador Akbar por Ia misma época.
Se recordaba que los viejos khanes mongoles, conquistadores dei Ásia, ha-
liiin mantenido durante mucho tiempo una indecisa posición entre Ias diferen-
• s religiones que se repartían ei mundo. Parece que ei emperador Akbar obser-
liilia también esta actitud. Cuando llamó a los jesuítas les declaro que "había
Ir.iiado de conocer todas lás religiones de Ia tierra y ahora deseaba conocer
liiinhién Ia cristiana, con Ia ayuda de los Padres, que él honraba y apreciaba".
primero qué se estableció fué Jerónimo Xavier, sobrino de Francisco, q u e Io
Izo en Ia corte ei ano 1595, y Ia indignación de los mahometanos predispuso
imperador en favor de los cristianos. En ei afio de 1599 se celebraron Ias
Navidades en Lahore de manera solcmne, exponiéndose el Nacimiento durante
Rcinte dias; los catecúmenos marcharon a Ia iglesia con palmas en Ia mano y
•Veibieron el bautismo. EI emperador leyó una Vida de Cristo, escrita en persa,
"'ii mucho agrado, e hizo traer una imagen de Ia Virgen, según el modelo de Ia
pladona dei Popolo en Roma, para mostrársela a su esposa. Los cristianos dieron
esto más significación de Ia que tenía, pero, de todos modos, siguieron hacien-
Ido su obra. Después de Ia muerte de Akbar, en 1610, três príncipes de sangre
I real recibieron solemnemente el bautismo. Sobre elefantes blancos acudieron a
[lu iglesia y el padre Jerónimo los recibió con trompetas y timbales."1 Poço a poço
j con diversas vicisitudes, según que Ias relaciones políticas con los portugueses
jfueran mejores o peores— pareció el cristianismo echar ciertas raíces. En 1621
w funda un colégio en Agra y una estación en Patna. Todavia en el afio de
1624 el emperador Dschehangir hacía abrigar esperanzas sobre su conversión.
70 Juvencius, Historiae societ. Jesu, parte v. t. n, lib. xvm, $ rx, n. 49. Btachmanum instituía
nia caerimoniasque cognoscit: linguam vernaculam, dictam vulgo Tamuíicam, quae latissime
pertinet, addiscit: addit Baddagicam, qui principum et aulae sermo. denique Grandonicam sive
Nainutcradam, quae língua eruditorum est, ceterum tot obsita dif/icii/tatibus, nu/li ut Europaeo bene
cognita fuisset ad eam diem atque inter ipsosmet Indos plurinium soire videantur qui hanc uteunque
norint etsi aliud nihil norint.
71 Juvencius, i, i, n. 1-23.
446 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
I. A N T A G O N I S M O D E LAS S I T U A C I O N E S POLÍTICAS. N U E V A
VICTORIA DEL C A T O L I C I S M O (1623-1638)
h <]ue importe limites a una potência que avanza no siempre es, o, por Io
Iriuis, nunca es solo Ia resistência exterior. Por Io general, Ias disensiones in-
pias, si no le fijan fronteras, cuando menos Ias favorecen.
Si ei catolicismo hubiera permanecido unânime, disparándose con fuerzas
i entradas hacia su meta, no es fácil que Ia Europa germânica dei norte, que
ni su mayor parte estaba entretejida en los intereses dei catolicismo y en-
Ita por su política, le hubiera podido resistir a Ia larga.
Pero ino es natural que, en este grado de su potência, se exteriorizaran df
•ívo aqucllos antagonismos que habían sido conciliados solo superficialmente
fcontinuaban incubúndose en su entrana?
\x> peculiar en los avances que hace Ia religión en esta época reside en ei
iclio de que, por todas partes, descansa en una supremacia político-militar. Las
•Vasiones siguen a Ia guerra. Y como Ia guerra emparejaba los más grandes
Imbios políticos, yâ importantes en si mismos, nada de extrano que se produ-
11.111 repercusiones inesperadas.
Entre todos estos câmbios, sin duda ei más importante está representado
• ei hecho de que Ia rama alemana de Ia casa de Áustria, que hasta entonces,
bada por las agitaciones en sus propios territórios patrimoniales, había inter-
udo en menor grado en los asuntos generales, alcanza de pronto una situa-
n de independência y fuerza que le caracterizan como una gran potência
ropca. Mediante Ia exaltación de Ia rama alemana de Ia casa de Áustria, Es-
ia, que desde Felipe II se había mantenido pacífica, despierta de nuevo con
tíritu guerrero para pugnar por sus viejas pretensiones y esperanzas. Como
bnsecuencia dei asunto de los Grisones ambas ramas se ponen en contacto y
bs pasos de los Alpes en ei lado italiano son tomados en posesión por Espana,
Ipor Áustria, cn ei lado alemán; aqui, en las altas montanàs, parecieron darse Ia
uno para empresas comunes en todas las direcciones dei globo.
Es cierto que esta actitud implicaba, por una parte, una hermosa perspecti-
ÍNI para ei catolicismo, ai que ambas ramas se habían entregado por entero, pero,
r otra, suponía también un gran peligro de disensión interna. La monarquia
lanola había despertado muchos receios con Felipe II. El poderio total de Ia
sa de Áustria crece de manera increíble con Ia adjunción de las fuerzas ale-
luias, de suerte que fatalmente tenía que provocar ei renuevo de las viejas
bitipatías, más ardientes ahora.
Esto se manifiesta de primera intención en Itália.
Los pequenos Estados italianos, no independientes de por si, eran los que
Bliás vivo mantenían, por esa época, ei sentido dei equilíbrio curopeo. Como
•hora se encontraban rodeados, cogidos en ei centro, cortados de toda posibili-
il.ui de auxilio exterior por ei domínio de los pasos de los Alpes, sintieron Ia
•lluación como de inmcdiata amenaza. Sin reparar mucho en las ventajas que
l(s,i i/ombinación podia aportar a su religión, se dirigieron a Francia, única
450 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
>; Re/atione di rv ambasciatori 1625. II papa si clo/eva che mai Bettune gíi aveva par/ato c f t f l
e che da/íe sue parole non aveva compreso mai che si devessem portare le armi delia lega c o i q H
suoi presidii. La política acostumbrada de Francia.
7 Extracto de Ia inítjucción de Blainville, en Siri. iv, p. 62. Ncl fondo di Alemagna Manilfl
había de operar juntamente con él (Siri, p. 641). Relatione di Caratfa: [I Fiancesi) hanno tutjH
confinuafo sino a/ giorno d'hoggi a fener corríspondenza con li nemici di S. KUi. Cesa, c daiJÊ
ajuto in gente e danari se ben con coperta, quale perd non è stata tale che per molte lettere intereijB
e per molri altri rincontri non si siano scoperti tutti 1'andamenfi e corrispondenze- onde prima e dojB
/a roffa data dal 7'íliy aí re di Dinamarca sempre 1'imperatore nel palatinato inleríorc e nelli contfl
d'AIsafia v'ha fenuto nervo di gente, dubitanáo che da quclle parte potesse venire qualche ruins
ANTAGONISMO DE LAS SITUACIONES POLÍTICAS 453
•loneiliarse con él. 8 Douen se levanto en tierra, Soubise en ei mar. En mayo
•li 1625 los hugonotes estaban en armas.
En ei mismo momento, ei cardenal se vió acosado además por enemigos
Hizá más peligrosos. A pesar de toda su simpatia por Francia, Urbano VIII era
•inasiado orgulloso para dejar pasar, sin más, Ia expulsión de sus guarniciones
m los Grisones. 9 Reunió tropas y Ias envio a Milán, con ei propósito expreso de
«•obrar Ias plazas perdidas en unión de los espaftoles. Es posible que esta ame-
N / a guerrera no significara gran cosa. Pero tanta mayor importância podían te-
K r Ias repercusiones religiosas que podia acarrear. Las lamentaciones dei núncio
rque ei rey cristianísimo se convertia en auxilio de príncipes herejes, encontra-
i'"i eco en Francia. Los jesuítas manejaron sus doctrinas ultramontanas y Ri-
llclicu fué vivamente atacado por Ia gente de rigurosa inspiración católica. 10
• I verdad que pudo defenderse con los princípios galicanos y en los parlamen-
K sin embargo, no podia osar tener ai Papa como enemigo por mucho tiempo.
El principio católico se hallaba muy estrechamente unido a Ia realeza restaurada.
touién podia responder ai cardenal de Ia impresión que las advertências
Pêncales podían producir en ei príncipe?
Así, pues, Richelieu se vió atacado en Ia misma Francia y, además, por los
lio. partidos contrários. No importa Io que lograra contra Espafia, siempre se
•ataba de una posición en Ia que no podia sostenerse y tenía que apresurarse
ii '.aiir de cila.
Y, así como en el ataque mostro su gênio de largo alcance, sus proyectos
llnivcrsales, ahora exhibe aquella desleal destreza que le caracterizo siempre para
iinli/ar a los aliados como instrumentos y abandonados luego.
Llevó a sus aliados a que le ayudaran contra Soubise. No poseía poder
marítimo y, con fuerzas protestantes extranjeras, con barcos holandeses e ingle-
k s , venció en septiembre de 1625 a sus enemigos protestantes de Francia. Utilizo
l i mediación de sus aliados para forzar a los hugonotes a Ia aceptación de un
k n v c n i o que les era desfavorable. N o dudaban aquéllos que, en cuanto se des-
• c i e r a de estos enemigos, renovaria el ataque general.
Pero grande fué su asombro cuando, en lugar de Io que esperaban, corrió
M noticia de Ia paz de Monzón, celebrada en marzo de 1626 entre Espafia y
francia. U n legado pontifício había acudido a este propósito a las dos cortes.
Parece que no tuvo mayor influencia en el tenor dei acuerdo, pero hizo preva-
IIVIT cn todo caso el principio católico. Mientras' Richelieu utilizaba para sus
tines a los protestantes bajo las apariencias de Ia confianza más estrecha, había
mtablado, con mayor empefio todavia, negociaciones con Espafia para Ia per-
lición de aquéllos. Llegó a un acuerdo con Olivares sobre Ia Valtelina para
Mie esta plaza retornara ai domínio de los Grisones, pero con participación autó-
Uioma en Ia designación de los cargos y con libertad absoluta dei culto católico.11
8 Memoires de Rohan, parte i, p. 146: espérant que s'il venoit a bout, les alliés et ligues ayec
\k mi le porteroient plus facílcment à un accommodement".
» Re/atione di P. Contarini: S. Sfà. [habla de los primeros momentos después de llegar Ia
lioticia] sommamente disgustata, stimando poço rispetto s'1-avesse porlato alfe sue insegne, deí con-
tinuo e grandemente se ne querelava.
10 "Mémoires du Cardinal Richelieu", en Pctitot, 23, p. 220.
11 Du Mont, v, 2, p. 487, $ 2: .qu'ils ne puissent avoir par ci-après autte religion que !a
454 LA CONTRARREPORMA DE 1590 A 1630
Las potências católicas, que ha poço parecían dispuestas a una lucha a
muerte, aparecen de pronto reconciliadas.
A esto se afiadió que en lá ejecucíón de las obligaciones aceptadas
gleses y franceses en ei contrato matrimonial se produjeron desavenenci
ambas paztes.
Fatalmente se produjo una situacíón de armistício en todas las e
antiespariolas.
Con todo ei disgusto posible, los príncipes italianos tuvieron que
darse a Ia vieja situación. Saboya pacto un armistício con Gênova. Ve;
dió por contenta de no haber entrado en ei Milanesado y licencio sus
Se afirmo que Ia conducta vacilante de los franceses impidió en 1625 ei
tamíento dei sítio de Breda, así que se les achaca a ellos Ia perdida dfl|
importante plaza en favor de los espanoles. Sin embargo, Ia mayor c a »
ocurrió en Alemania.
Las fuerzas de Ia baja Alemania se habían agrupado en torno ai i
Dinamarca, escudadas en aquella alianza general contra Espana. Mansf, l.l
chó sobre ei Elba. El emperador se había armado contra él con especial m
pues sabia cuánto dependia dei encuentro.
Cuando se da Ia batalla ya no existe Ia alianza; los subsídios francei
se pagan; los socorros ingleses acuden con mucha lentitud; como las I
imperiales eran más aguerridas, ei rey de Dinamarca fué vencido en Ia tf
de Lutter y tuvo que retroceder a su país mientras Mansfeld era persí
como un fugitivo en las províncias austríacas que se había figurado M
como vencedor. Este triunfo habría de tener fatalmente repercuciones t a r a
versaíes como universales eran sus causas. '
En primer lugar, en los territórios imperiales. Podemos trazarlas c o t l f l
palabras. El último movimiento emprendido en favor dei protestamismfl I
las esperanzas despertadas por aquella combinación, había sido frenado, jff
ra, Ia nobleza, que personalmente no había sido inquietada, se vió obli I
convertirse. El emperador declaro ei dia de San Ignacio de 1627 que en « • _
curso de seis meses no seria tolerado en su tierra de Bohemia nadie, atm<
fuera dei estamento de los senores o de los caballeros, que no suscribiefá
él, ei credo católico, único que asegura Ia salvación. 12 Edictos parecidos t i
blicaron en Ia Áustria alta, y en ei afio de 1628 en Carintia, Krain y Esdfl
un poco después, en Ia baja Áustria, Era inútil hasta ia petición de demoifl
núncio Caraffa insinuo que este ruego se basaba en Ia esperanza en un c a s
favorable de Ia situación. A partir de entonces, estos territórios fueron connH
mente católicos. No es menester recordar Ia oposición que Ia nobleza de A M
había mantenido durante ochenta anos frente a Ia casa arehiducal. AIKH I
príncipe, ortodoxo, vencedor y sin limites a su poder, no encuentra resiaffl
catholique —J 3: qu'/Js puissent t!/íre par éfection entre eux Jeurs ;'uges, gouverneurs ei aüfl I
gistrats tous cathoíiques; luego siguen algimas restrieciones.
12 Caraífa, Relatione MS. Havendo il Sr. Cardinale ed io messo in consideratione a S. I
che come non si rifomiasscro i baroni e nobiíi eretici, si poteva poco o nui/a sperare delia M
sione deJii Joro sudditi, e per conseguenza havriano potuto ancora infettare pian piano uli
piacque a S. Mtà, di aggiungcre ai Sr. Cie. ed ag/i altrí comniisari auíorííá di ri/ornifll .n
li nobiíi.
ANTAGONISMO DE LAS SITUACIONES POLÍTICAS 4S5
1-1 Brevis enmneratio aJiquorum negotiorum quae —in pitncro reformationis in canccl/ar/a im-
i rr.ictafa sunl ab anno 1620 acl anmiin J629, se encuentra cn cl anexo a Gcrmania sacra res-
ara, p. 34.
i ! Sattlcr, Ccsctiichtc von Wiirtemberg unlcr den f/crzogcn, parte vi. p, 226.
'r> Scnkcnbcrg, Fortscfzung der iíárberiinschen Rcichsgcscliiclite, t. 25, p. 633.
456 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
Si por su orígen y sentido difieren todas estas medidas, concurren, sín em-
jg», cn sus efectos. Nevers se vió no menos amenazado por ias pretensiones
ia rama alemana de Ia casa de Áustria que por Ias violências de lâ espanola.
«I tratar de eludir ei peligro Io que hizo íué conjurarlo sobre él.
[ Al comienzo tema poças perspectivas. Es eierto que aigunos Estados ita-
^»>us consideraban su asunto como propio y no cejaron en sostenerle en su
K i ísíón de resistência, pero les faltaban fuerzas para poder lograr algo en favor
^Bl duque.
También Riehelieu le prometió no abandonarle si sabia sostenerse hasta
• i c Trancia IJegara en su ayuda, pero ia cuestión era cuándo había de lle-
H H esta.
I Mientras duraba todavia ei sitio de La Rochela, los asuntos de Man tua
^ B ííicron desarrolíando hasta un punto peligroso. Antes que La Rochela cayê1-
^m, Jiicbelieu no podia dar níngún paso. No podia osar enredarse de nuevo con
Htp.ma, ya que de ese modo se podia dar oeasión a un peligroso Jevantamiento
H r los hugonotcs.
f Pero sus experiências anteriores le forzaban, además, a tomar en cuenta
l r ; K consideracjones. En modo aíguno debería romper con ei partido devoto,
•flurosamente católico, de su propio país. No podia atreverse a romper con ei
B'iii'.i " i siquiera a emprender una política que pudícra disgustarJe.
Importaba mucho Io que ei Papa pudiera Jiacer. Su posjejón. Ia naturaleza
H r su iunción, reclamaban de él que híciera todo Io posible por el mantenimien-
í.i paz en el mundo católico. Como príncipe italiano ejercía un influjo
•mdudable sobre los príncipes vecinos. Su actitud, como vemos, había de servir
H k ' pauta para Franeia. Todo dependia de que ímpídíera ei rompímiento o de
H uc tomara partido.
En complicacíones anteriores Urbano VIII supo Uevar su poí/tíca por
H ncelente camino. En esta oeasión su modo de ser se expresa de manera plena
H ' c n forma decisiva para los asuntos dej mundo.
2) Urbano XIII
H Intre los forasteros que se habían enriquecido notableroente con ei comercio
H ) c Ancona, que en ei siglo xvj se hallaba en estado floreciente, Ia família fio-
^•nuina de los Barberino se destacaba por su talento para los negócios y por el
Hf.vitn que Ia acompanó. Un vástago de esta casa, Maffeo, nacido cn 1568 en
^Ê-I(,ccacia, había siào iievaào a Roma a )a muerte de su padre, a casa de un tio
Hd<° 1628; segun ei estracto de Nicolctti: // nunzio ogní di pià accorgevasi che era inalissima Timpiessio-
^ • k 1 vontxo i> duca di Nivers, che havesse disprezzato íí re di Spagna e mo/fo piu í"í>nperafore, conchiu-
Hitfrix'd matrimônio, senza sua patticipaxione col /x>ssesso dello stalo senza investitiira, anzí senza
Hliiilultn impetiale, ene fosse nemico delh CtSa d'Ãvstria, che avesse inicüigema e disegno co'Fian-
• i m di dare loro mano nell' ínvasíonc delia stafo di Jv/ífanos che non di merto S, Mtà. Cesa, havesse
^•M/ttfosimí incÜnaiione s i b pace, e con ouesto fine havesse fatta íí decreto dei seqüestro per /evare
I /iimi dalle maní di Spagnolí e </' Sovojazdi, stanti le ragíoni che pKtendevano Ciiastalla, Saro/a,
I ferina e Spagrta neg/i stafi di Mantova e Montcrcslo: che dapoi il doca havesse di nuovo offeso
I UmperatOTC col disprczzo de'comniisarj, non dando /oro /a mano t/rííía e non g/r amotettendo ia
|A/.r',•..?, e sopra ttitto col apeltezione e protesta che 1'imperatore fosse caduto da//a ragíone e
•li|Kriori(i dí deííí {etidi.
464 LA OONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
suyo de buena posición en Ia cúria. También Maffeo siguió Ia carrera eofl
tica, y si Ia prosperidad de su casa le favoreció en ei curso de cila, adcml
propio talento le ayudó mucho. En todas Ias etapas de esta carrera le rei
ron sus companeros cierta superíoridad. Especialmente su nunciatura e a f l
cia, que le sirvió para adquirir todo ei favor de Ia corte francesa, le s b f l
mejores perspectivas. A ia muerte de Gregorio XV ei partido francês pen I
él como su sucesor. Este cónclave se diferencio de los anteriores por cl li I
que ei Papa fallecido Io había sido durante poço tiempo, y si bien habí l i
brado un bucn número de cardenales, los promovidos por su antecesor
siendo, por Io menos, tan numerosos. Así, ei sobrino dei último Papa \ I
anterior se enfrentaron con fuerzas equilibradas. Parece que Maffeo BflB
dió a entender a cada uno de ellos que era enemigo dei otro, y se dice ( M
logro ser apoyado por Ias dos partes, en razón de su ódio recíproco. HQ^Ê
duda tuvo más peso ei haberse mostrado siempre como un campcón de 1 • |
tensiones jurisdiccionales de ia cúria romana, habiéndose ganado de esta Ml
Ia estimación de Ia mayoria de los cardenales. En una palabra, impulsam
sus méritos propios v por ei apoyo extrano, Maffeo Barberino revistió Ia <li!
dad pontifícia a Ia cdad no muy avanzada de cincuenta y cinco anos.
Pronto Ia corte cobro aspecto muy diferente ai que tenía con sus inrnflj
antecesores. Clemente VIII solía estar ocupado regularmente con Ias o b f l
San Bernardo, y Paulo V con los escritos dei beato Justiniano de VenOÍM
Ia mesa <le trabajo dei nuevo Papa se veían Ias últimas poesias o los p l a t f l
fortificaciones.
Generalmente ia época en que un hombre emprende su dirección d f l
suele coincidir con ei primer florecimiento de Ia edad, cuando comienza a t<>:
parte independiente en los asuntos dei Estado o en Ia literatura. La juv(B
de Paulo V, nacido en 1522; Ia de Gregorio XV, nacido en 1554, pertendBJ
una época en que los princípios de Ia restauración católica mareban \ ienio
popa, y este viento les empujó también a ellos. Las primeras actividades de
bano VIII, nacido en 1568, se enmarcan en Ia época de Ia oposición dei 9
cipado pontifício con Espana y dei restablecimiento de una Francia caiol
Encontramos que su inclinación se orienta también preferentemente enf
direcciones.
Urbano VIII se considera más que nada un príncipe secular.
Abrigaba Ia idea de que ei Estado pontifício tenía que ser asegurado
diante fortificaciones y hacerse temible por las armas. Cuando se le mosOÍ
los monumentos en mármol de sus antecesores, de cia que él queréa hacersflflj
de hierro. En las fronteras de BolonÍ3 edificó Castclfranco, que ha llcvadq
nombre de Fuerte Urbano, aunque Ia finalidad militar dei mismo fué t a n j
patente que los bolofieses sospechaban que más bien se dirigia contra e l f l
no en su favor. En 1625, en Roma, se provee ai castillo de Sant'Angelo de W
vos parapetos y, como si hubiera una guerra en puertas, se le pertrechflj
municiones y provisiones de boca. En Montecaballo mando ei Papa corwB
Ia alta muralía que rodea a los jardines papales sin importarle mucho que, COjJ
obra, se derrumbaran unos magníficos restos antiguos dei jardín de los
GUERRAS DE MANTUA Y SUÉCIA 465
7
Tívoli fundo una fábrica de armas y los aposentos de Ia Biblioteca Vaticana
i dcstinaron a arsenal; sobraban soldados y ei âmbito que ocupaba ei poder su-
tmo de Ia cristiandad, ei espacio pacífico de Ia ciudad eterna, se pobló de reso-
cias militares. U n Estado bien organizado necesita también de un puerto
ly, con muchos gastos, Civítavecchia fué acondicionada ai efecto. Sin embargo,
Ti êxito se debió más bien a Ia situación que ai propósito dei Papa. Los berbe-
Ikcos vendieron allí mismo ias presas robadas a los navegantes cristianos. Pero,
• i , se ponían ai servicio dei pastor supremo de Ia cristiandad.
En todos estos asuntos ei Papa procedió con un senorío ilimitado. Por Io
Icnos en los primeros anos, mejoró los modos despóticos de sus antecesores.
Si se le aconsejaba que consultara con ei colégio, oponía que él solo enten-
Ua más que todos los cardenales juntos. Poças veces hubo consistorio y, cuando
liubo, poços tuvieron ei valor de hablar con franqueza. Las congregaciones se
kunían en Ia forma habitual, pero apenas si se les encomendaban cuestiones
Biportantes ni las resoluciones que podían tomar eran tenidas muy en cuenta. 8
rnmpoco para Ia administración dei Estado for- ó Urbano, como sus antecesores,
linguna Consulta. Su sobrino Francisco Barberino tenía perfecta razón cuando
los primeros diez anos de pontificado, en modo alguno queria cargar con Ia
Isponsabilidad de ninguna medida, dei tipo que fueser
Los embajadores extranjeros estaban bastante fastidiados por lo poço que
lían conseguir dei Papa. En las audiências hablaba él casi todo ei tiempo."
>ctrinaba y continuaba con ei siguiente ia conversacion comenzada con ei
anterior. Era menester escucharle, admirarle, mostrarle Ia máxima deferencia,
um en los casos de negativa. También otros Papas resolvieron muchas veces las
Questiones en sentido negativo, pero fundándose en algún principio, ya sea de
•cligión o de política, mientras que en Urbano lo que se notaba era un humor
nprichoso. Nunca se podia saber si diria si o no. Los astutos venecianos, tenien-
cn cuenta que le gustaba llevar Ia contraria, que por una pvopensión casi
Bivoluntaria siempre se atenía a lo contrario de lo que se le proponía, trataron
le aprovechar este sesgo de su caracter y, para lograr lo que querían, emplearon
" Al. Contarini. Reine, di 1635: Quanto aí/e armi, i papi n'erano per l'addietro totalmente
jjirmcduti, perchè confidavano piú neíl'obligarsi i principi con le gratie che nclle difesse íemporaJi.
i/lora si è mulato registro, et il papa presente in partícolare vi sta applicafissimo. A Tivo/i egli ha
forrilotto uri tal Ripa Bresciano, suddito di V. Sertà., il qu.iíe poi di tempo in tempo è andato
•fiando moJti operai dei/e terra di Cardon. Quivi costiii Ia Javorarc grau quantita d'arme, prima
/uraido condnrre il ferro grezzo daí Bresciano et hora lavorandone qualche portione ancora di
Krfc minierc ritrovate nc/1'Umbria: di che tutto diedi avviso con mie Icttcre a suo tempo, che
«'imagino passassero senza riflessione. Di queste armi ha il papa sotto /a libreria de/ Vaticano
«(•comodato un'arscnale, dove con biion ordine stanno riposti nwschctti, pieche, carachinc e pisto/e
wr armare trenfamila íanti e cinqucmila caval/i oltre buon nuinero che dal/a medesima fucina
di Tivóli si è mandato a Ferrara e Casfelfranco in queste ultime oceorrenze.
H Le congregationi servono, dice Alvisio Contarini, per coprire talvolta qualche errore.
'J Pictro Contarini, Reine, di 1627: Abbonda con gran facondia nclli discorsi, è copioso nel/i
i ragionamenti di cose varie, argomenta e tratta nc)/i negozi con tutte Je ragioni che intende e sa
I segno che le audienze si rendono altrcttanto e piú Junghc di qiiel/e dc'precessori suoi: e ne/le con-
rcgatfone dove interviene segue pur il medesimo con grande disavanlaggio di chi tratta seco, mentre
f jgliendo egli /a maggior parte dei tempo poço nc lascia agli altri: et ho udito io dire ad un cardlc.
lehc andava non per ricever 1'audienza ma per dar/a ai papa, poichi era certo che Ia Stà. S. piú avrebbe
voliito discorrere che ascoltarlo: e moltc volte è accaduto che alcuni entrati per esporre le propric
jor» istanze, postosi egli nei discorsi, se jie sono uscili senza poter de'Ioro interessi dirle cosa alcuna.
466 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
I 10 Lcttera di scgreteria di stato aJ nuníio PaJ/otta li 28 Apri/e 1629. El Papa mando a su núncio
|li c 'olonia, Picr Luigi Caraffa, a Ia Baja Sajonia con tito/o per Ia restitiitione de'beni ecc/esistici, e
ero di dargli anclie Ia facoltà a parte se fosse stato bisogno di usarle nellc controvérsia fra
slcsiastici ed ecclesiastici.
17 Rusdorf, MénroíreJ et n^gotiations, n, p. 724. Comiti Negromontano [Schwarzenberg].
nae nuper claris verbis a cousiliarüs et ministris Caesaris dictum íuif, iniperatorem scilicet sibi et
H'|"•"'» sub/ccfurum, quidquid milite suo in Borussia occuparit et ceperit.
470 LA C O N T R A R R E F O R M A DE 1 5 9 0 A 1630
18 F.1 libro xi dcJCistoria di Pierro Giov. Capriata discute los diferentes factores
acontcciinicnto.
i'i Se benc Urbano una voíta usei coJfambasciatore Save/h) che bisognando si saria
a Boíogna o Ferrara, non intese peró dire in correspcttività di quef/o che espresse il pi'
Fckcnbcrg.
20 El escrito d e Pallotta dei 10 de agosto de 1628 muestra claramente Ia opinión
tenia cn Viena dcl Papa. E stato q u i rappresentato da'maligni, che son que/Ji che v o J
guerra, che /o stato di Milano sta in grandíssimo pciicolo, essendo cosa sícura che papa
havendo vasfissimi pensicri sia di cattivo animo verso Ia casa d'Áustria, che perciò si h.
fernere di S. Stà. non rneno cíic di Veneziani e di Francesi. havendo g/i stati cosi vicini a í
di MüanO e potendo ín un (ratto mettere p o t e n t e esercito in campagna: e di piú gli stçssi
fianno rapprescntato per cosa già sfabihta. che S. Stà. vuoíe in ogni m o d o far /are re de'"
ii re di Francia, ed in coníermazione di cio h a n n o a/Iegato che essendo ia Stà. S. nunzio in
dicesse alia regina che s'cg/i arrivava a d esser papa, voleva procurare di fare re d c ' A o m a n í
iigliuoio, il quaie ancora era lanciullo.
CUERRAS DE MANTUA Y SUÉCIA 471
27 Dispaccio Paiietta, 2. Ag. 1630 indica entre los puntos que habían de tomarse en conside-
m i ii IÓII los siguientes: 1. se si cloveva sospendere o lirare avanti 1'cditto delia ricuperatione de'beni
H M I U ' . ; 2. se havendosi da piocedere avanti, si avesse da sospendere quanto a quel/i che erano negli
H il.ili dcl/'eíettori di Sassonia e di Brandenburgo: ed incliiiavasi a sospenderlo; 3. quanto ai
I hnirlicii e beni ccclci. clie si erano ricuperati, prefoiidcvasi clie aíli iinperafori spcttasse ia noini-
^Bliti/iouc; 6. trattavasi di restituire il ducato di Mechciburgh agü antichi padroni, siceoure il
t
^|i.il.itinato alincno iníeriore a) paiatino, con perpetuo pregiuditio delia rcligioiic cattolica, come era
Uiv;into con úaninoiTca.
2* Dispaccio Rocei 9. Sett. 1630: E quesfa corrisponclcnza riusci molto /ruttuosa. pcrcliè
Jln 'era di bnon cuore opero che in que) convento non si trattò dcllc operationc soj>ra meutovate.
474 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
secreto. Su acompaiiante en Ratisbona, Monsieur de Leon, a cuyo n o m f l
Ia embajada, dijo alguna vez que ei padre José no tenía alma, sino a b l f l
pozos en los que caía todo ei que trataba con él.
Por mediación de este Padre Ia oposición ítalo-francesa se ganó
tiempo a los aliados alemanes dei emperador. Nada se hizo para cor
Império con Suécia y para aplacar a los protestantes, pues riíinca
consentido ei Papa en Ia suspensión dei edicto. Pero los príncipes
pusieron su empeno en ei restablecimiento de Ia paz en Itália, reclam
destitución dei general de los ejércitos imperiales, que se conducui CQfl
verdadero dictador.
Esta influencia fué tan recia, se hizo valer tan diestramente, que elfl
roso emperador, en ei cenit de su poderio, cedió sin resistência algunl }
condiciones.
Mientras se negociaba en Ratisbona, sus tropas conquistaban Manlui
podia considerar como seiior de Itália. En este momento consintió eu e f l
Mantua al'de Nevers, a cambio de una insignificante formalidad de p i .!
ción de excusas. Pero tenía más importância Ia otra petición de los pune
Los príncipes alemanes, Francia y ei Papa se sentían amenazados por ei j
ral, en cuya persona estaba vinculada ia suerte de Ias armas i m p e r i a H
hay que extranar que Io odiaran y trataran de deshacerse de él. El e r o f l
también cedió, en consideración a Ia paz.
En ei mismo momento en que puede aduenarse de Itália abandona I
neral. En Ia ocasión en que ei enemigo más belicoso y peligroso ataca i
mania, destituye ai único general capaz de defenderia. Jamás Ia p o l í t »
negociación han conocido triunfos mayores.
-D Adlzrcittcr, ni, xv. 4 8 : Caesar statnit ne in posterum slipend/a pro tribunorum arM
sed ex círcuionim praescripta moderatione penderentur.
GUERRAS DE MANTUA Y SUÉCIA 475
niii• roses dei poder espiritual. Procedió contra ei partido que había pugnado con
•iu\in ceio por Ia restauración dei catolicismo, y procedió así por consideración
m MI principado secular, volviendo a Ia política que había sido interrumpida
• M i e Paulo III. Ya sabemos que nada fomento tanto ei protestantismo en Ia
•i'incra mitad dcl siglo xvi como los empenos políticos de los Papas, y a estos
• r l n a también ahora su salvación y su conservación, según ei humano parecer.
Este ejemplo tenía que repercutir naturalmente en Ias demás potências,
• ( i r fin, Ia Áustria alemana, que durante tanto tiempo se mantuvo ortodoxa sin
Bmilación, emprendió ia misma política. La posición adquirida desde Ia paz
I r Wcstfalia descansaba en su íntima relación con Ia Alemania dei norte, con
Bl^laterra y con Holanda.
Al preguntar por Ias causas profundas de este fenômeno, nos equivocaría-
fcns si Io atribuyéramos unicamente a un empobrecimiento, a una debilitaciôh
l ( los impulsos religiosos. Creo que hay que buscar Ia significación de los acon-
•< i imientos de otro modo.
Por una parte, Ia gran lucha espiritual se había adentrado plenamente
n los ânimos.
En tiempos anteriores ei cristianismo era más cuestión de tradición, de
Bteptación ingênua, de fe incontaminada por Ia duda; ahora se había conver-
•clo en cosa de convicción, de entrega consciente. Tiene Ia mayor importância
f • 111' haya que escoger entre Ias diversas confesiones, que se pueda renegar,
•postatar y convertirse. Se busca a Ia persoria, se provoca su determinación. Así
fcuirrió que Ias ideas cristianas impregnaron Ia vida y ei pensamiento enteros
i"ii mayor hondura.
Todavia existe otro factor.
Es cierto que ei predominio de Ias contradieciones internas perturbo Ia
h i d a d dei conjunto, pero, si no nos equivocamos, es una ley de Ia vida que
de este modo se prepara un desarrollo más alto y más grande.
En los embates de Ia lucha general Ia religión había sido incorporada por
Ins naciones según Ias diferentes formas de su elaboración dogmática, y el dog-
Bii se fundió con el sentimiento nacional como un patrimônio de Ia comuni-
llatl, dei Estado o dei pueblo. Se había luchado por él con Ias armas, había sido
lostenido a través de mil peligros y había penetrado así en Ia carne y en Ia
kiingre.
De esta suerte, los Estados de ambos bandos' se desarrollaron como gran-
des individualidades político-eclesiásticas. Los católicos según su grado de su-
inisión a Ia Sede Apostólica, su grado de tolerância o de exclusión de los no
raiólicos; pero todavia más los protestantes, en los que Ias divergências en los
lihros simbólicos, por los que se jura, Ia mezcla de Ia confesión luterana y de Ia
reformada, el mayor o menor acercamiento a Ia constitución episcopal, creaba
tantas diferencias patentes. La primera pregunta que nos hagamos respecto a
eualquier país será acerca de Ia religión dominante. El cristianismo se presen-
ta en figuras múltiples. Y, por muy grandes que sean sus contradieciones, nin-
;una puede anular a otra, porque todas poseen el fundamento de Ia fe. Antes
!>icn, Ias diversas formas reciben, mediante los tratados y los acuerdos de paz
482 LA CONTRARREFORMA DE 1590 A 1630
•
LIBRO OCTAVO
!
LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
(.'spués que ei intento de los Papas de restaurar su dominio universal fracasó
finitivumente, a pesar de todo Io que había prosperado, su posición y ei inte-
s que nos suscitan cambian también. Las condiciones dei principado, Ia
minstración y desarrollo interior dei mismo, atraen de nuevo nuestra mayor
ención.
Así como ai descender de una alta montana, d e grandes perspectivas,
sumos a un valle que angosta nuestro horizonte, así de Ia contemplación de
os acontecimientos mundiales en los que ei Papado desempenó tan gran papel
husumos a Ia considcración de los asuntos particulares dei Estado de Ia Iglesia.
En Ia época de Urbano VIII llega esta entidad política a su culminación.
Conionccmos por este acontecimiento.
1) Reversión de Urbino
II ducado de Urbino abarcaba siete ciudades, con trescientos castillos, dispo-
nía de una costa rica y bien situada para ei comercio y, Apeninos arriba, de
una comarca sana y pintoresca.
Lo mismo que los duques de Ferrara, los de Urbino destaearon por sus
I licchos de armas, por sus mecenazgos literários y por ei esplendor de su corte.
Guidobaldo II estableeió en ei ano de 1570 cuatro cortes: además de Ia suya
nropia, otra para su esposa, y para ei príncipe, y para Ia princesa. 1 Todas ellas
brillantes, visitadas con gusto por los nobles dei país, abiertas a los extranjeros.2
Según vicja costumbre, todo extranjero era hospedado en Palácio. Los Ifl
dei país no hubieran bastado para tales gastos, pues no pasaban de unos l<
escudos, aun en ei caso en que ei tráfico dei trigo en Sinigaglia fuerl
bien. Pero Jos príncipes, por Jo menos por eJ nombre y Ios títulos, estab«a|
pre ai servido de guerra dei extranjero. La excelente situación dei pffl
centro de Itália era causa de que los Estados vecinos se disputaran ei i>'
a su lado mediante favores, sueldos y subsídios.
Se decía en ei país que ei príncipe producía más de Io que costaba. |
Cierto que aqui, como en todas partes, se intento elevar los impuesti
se mostraron tantas dificultades, sobre todo en Ia misma ciudad de Urbm
por fin se quedo en Io antiguo, en parte voluntariamente, en parte |
no cabia hacer otra cosa. También permanecieron sin tocar los privileB
estatutos. Bajo Ia protección de esta casa, San Marino conservo su in
libertad. 3 Mientras que en el resto de Itália ei principado se hacía cada V^
libre y poderoso, en Urbino se mantuvo en los viejos linderos.
A esto de debe que los habitantes estuvieran muy apegados a su •
tanto más cuanto que una unión con el Estado de Ia Iglesia hubiera signl
Ia anulación de todo Io tradicional, Ia perdida de Ias viejas libertades.
Por eso era asunto público de Ia mayor importância Ia continuidad
casa ducal.
El príncipe de Urbino, Francisco Maria, pasó cierto üempo en h aí
Felipe II. 4 Se cuenta que aqui mantuvo relaciones serias con una darru|
fiola, con Ia que pensaba casarse. Pero su padre, Guidobaldo, se oponía i
queria a toda costa una nuera dei mismo rango. Obligó a volver a su hij<
casario con Ia princesa ferrarense Lucrecia de Este.
Parecia que Ia pareja se había de entender. El príncipe, ágil v I
diestro en el manejo de Ias armas y con alguna instrueción, especialrrtei^
litar. La princesa, inteligente, llena de majestad y d e gracia. Se abr
esperanza de que Ia dinastia estaria bien asentada con este matrimônio,
cíudades porfiaron en recibir a los esposos con arcos de triunfo y bellt
sentes.
Pero Ia desdicha era que el príncipe tenía apenas veinticinco anos.
trás que Ia princesa andaba cerca de los cuarenta. El padre había desci
este punto pensando compensar Ia negativa de Ia alianza espanola, que fl
nínguna buena impresión en Ia corte de Felipe, mediante un partido br
Ir rico. Pcro Ias cosas fueron peor de Io que él se había figurado. A Ia muerte
lili Cluidobaldo, Lucrecia tuvo que volver a Ferrara y no se podia pensar cn Ia
Llisccndencia. 5
Ya notamos cuán decisiva fué Ia influencia de Lucrecia en ej destino mor-
•al dcl ducado de Ferrara. También ahora, en los asuntos de Urbino, Ia vemos
kczclada con succsos desgraciados. Cuando revertió Ferrara pareció también
kjuc Urbino correria Ia misma suerte, tanto más cuanto que no había ningún
binado que pudiera pretender a Ia sucesión dcl ducado.
Pero todavia Ias cosas cambiaron. En febrero de 1598 muere Lucrecia y
• 'rancisco Maria puede casar de nuevo.
El país recibió una gran alegria al enterarse de que ei bondadoso prínci-
mv, que había venido gobemando con moderación y era amado por todos, tenía
lerdaderas esperanzas de que su linaje no se extinguiría con él. Todos hacfan
Ifotos por ei parto feliz de Ia nueva duquesa y, llegada Ia sazón, se reunieron
los nobles de Ia comarca, los magistrados de Ias ciudades en Pésaro, donde se
Bullaba Ia princesa, y a Ia hora dei acontecimiento Ia plaza dei Palácio y Ias
palies próximas estaban llenas de gente. Por fin apareció ei duque en Ia venta-
IU : "Dios —prorrumpió en alta voz— nos ha donado un hijo." La noticia fué
•ucibida con júbilo indescriptible. Las ciudades edificaron iglesias e instituyeron
•undaciones en cumplimiento de sus votos.0
Pero jcuán enganosas son las esperanzas que se fundan sobre los hom-
Rjrcs!
El nuevo príncipe fué educado con esmero; daba muestras de talento, por
Io menos literário, y ei viejo duque tuvo todavia Ia alegria de poderio casar
kon una princesa de Toscana. Hecho esto, se retiro a ia tranquilidad de Castel-
Hurante y puso en sus manos ei gobierno.
Pero apenas ei nuevo príncipe empezó a regir se aduenó de él Ia embria-
nicz dei poder. Por esta época, en Itália, Ia afición por el teatro iba ganando
• las gentes, y el joven príncipe se entrego a ella de cuerpo entero, entre otras
Kosas porque estaba enamorado de una actriz. Durante el dia se permitia el
Macei neroniano de conducir carros; por Ia noche él mismo se mostraba en las
•tíbias, y a este tenor siguieron otros mil desvaríos. Los honrados burgueses
W miraban consternados. No sabían si lamentarse o alegrarse cuando, el ano
1623, después de una noche de orgia, el príncipe amaneció muerto en su lecho.
Otra vez el viejo Francisco Maria tuvo que hacerse cargo dei gobierno,
[llcno de profunda tristeza por saberse el último de los Rovere, pues con él aca-
beba su linaje, y doblemente contrariado por tener que tomar de nuevo, a
pesgana, las riendas dei gobierno, obligado, además, a tener que conllevar amar-
gos disgustos por Ia Santa Sede. 7
5 Mathio Zane, Relat/one dei duca d'1/rbino, 1574, encuentra cn Lucrecia ya una signora di
lii-IJcza manco che medíocre, ma si tien ben acconcia: —si dispersa quasi di poter veder da questo
matrimônio fig/iuofi.
8 "La devoluzione a S. Chiesa degli stati di Francesco Maria H delia Rovere, ultimo duca
d'Uibino, descrita dairillmo. Sr. Antônio Donati nobile Venetiano." (In/f. polirt., también ya
linprcso.)
7 P. Contarini: trovandosi i) duca per gli anni e per findispositione già cadente prosternato et
iwi/iro d'animo.
486 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
8 Alvisio Contarini dice que en 1655 los habitantes estaban muy descontentos: Qu
s'aggravano mo/to de/la mutatione, chiamando tiranníco il governo de'j>rcli, i qua/i a/lro ml
che d'arrichirsi e d'avanzarsi non vi tengono.
CRECEN LAS DEUDAS DEL ESTADO DE LA ICLESIA 487
15 Contarini: 1/ papa mostrando dofore di esse: condotfo d;i nepoti da /ar cosi
pria conscienza, non poteva tanto nasconder nel cupo dcl cuore c/ic non dirompesse h mm
dama dcl/'aliegrczza.
16 Nota di danari, of/icil e moboli danafi da papa Paofo V a suoi parenli e C9|H
/alteg/i. MS.
FUNDÃCIÓN DE NUEVAS FAMÍLIAS 491
-" Es decir, a tanto ascendían los ingresos de los bienes raíces: per li novi acquisti, dice Al.
tarini, di Palcstrina, Montcrofondo e Valmontone, tatto .vendere a forza dai Coionnesi e SoK
per pagare i debiti Joro—. El cargo de general de Ia Iglesia producía ingresos de 20,000 <m.
21 ConcJave di Innocenzo X. Si contano caduti neila Barberina, come risu/ía da sincera no
di partile disrinte, J 0> mi/ioni di contanti. lista suma resulta tan increíble que se podría C^B
una errata. Sin embargo, esta mísma cifra se halla indicada en vários manuscritos, entríM
en ei foscarino, en Viena, y en ei que ine sirve de base.
22 Niccolini trata sobre este asunto. También examine otro pequeno escrito especial: rVf(
a /ar decidere quid possit papa donarc, ai 7 di Luglio 1640, redactado por un miembfoB
Comisión.
GUERRA DE CASTRO 493
»M>S costosos y peligrosos: 23 por eso los llamaban los grandes ingratos. El mismo
|»l.ivor encontraron Jos sobrinos de Paulo V con los Ludovici y ei cardenal Lu-
•ivicio tuvo que abandonar Roma cuando los Barberini se hicieron con ei poder.
Los Barberini hicieron valer soberbiamente ei poder que ei favor papal les
•ocuraba sobre Ia nobleza nativa y los príncipes italianos. Urbano VIII otorgó
I MI sobrino laico Ia dignidad de un prefecto de Roma, pues a este iban vincu-
Bilos derechos honoríficos que colocaban por siempre a Ia família a Ia cabeza de
fciil.is Ias demás.
[ Pero en este aspecto se inicio también un movimiento que, si bien no
Aviste significación universal, marca, sin embargo, una época importante en
limito a Ta posición dei Papado dentro dei Estado y de toda Itália.
4) La guerra de Castro
El rango supremo entre todas Ias famílias papales no regentes Io afirmaron
^pipre los Famesio, porque no solo consiguieron, como los demás, hacerse con
Bíscsiones en ei campo, sino que también se invistieron con un principado
fcportante y no fué fácil para los sobrinos gobemantes mantener a este linaje
•MI Ia sumisión deseada. Cuando ei duque Odoardo Famesio llegó a Roma en
B649, fué recibido con los mayores honores.24 El Papa le preparo una residen-
u In, designo nobles para su servicio y hasta le presto dinero para sus negócios.
H .1' Barberini celebraron fiestas en su honor y le regalaron cuadros y caballos; a
Brsar de todo, no le ganaron por completo. Odoardo Farnesio, príncipe orgullo-
• ) y de talento, rendia culto a Ia vanidad de aquella época y se complacía en Ias
•ililezas de Ia etiqueta. No había manera de que reconociera en Tadeo Ia
•l^nidad de un prefecto, con ei rango correspondiente. Aun en sus visitas
nl Papa se mostraba poseído de una manera muy marcada de Ias excelências
ili- su casa y de sus propias cualidades personales. Se produjeron roces tanto
| nu-, difíciles de subsanar por Io mismo que se basaban en apreciaciones perso-
•iiles invencibles.
Se presentó Ia importante cuestión de como habría que acompanar ai du-
|i|iic en su despedida. Odoardo reclamaba ei mismo trato que había disfrutado
Irl j;ran duque de Toscana y, así, ei sobrino regente, cardenal Francisco Barbe-
I r 1111. tendría que acompanarle personalmente. Este estaba dispuesto a hacerlo, si
Lutes ei duque le rendia una visita formal en ei Vaticano, cosa a Ia que no
«r creía obligado Odoardo. Se anadió a esto alguna que otra dificultad que le
[liiscitaron en sus asuntos de dinero, de suerte que su amor propio estaba doble-
kente picado. Después de despedirse dei Papa con unas poças palabras, en Ias
buc llegó a quejarse dei sobrino, abandono ei palácio y Ia ciudad sin ni siquiera
25 Entre los muclios escritos polêmicos sobre este asunto, que subsisten manuscrito
tro, principalmente, los siguientes, que me parecen más serenos y fidedignos: "Risposta
di lettera ai libro di duca di Parrna", en ei toino 45 de las /pformationi: U duca Odoai
papa e ringrazioJio, soggiunse di non si potei Jodare dei Sr. C/e. Barberino. Dal na
brevemente risposto che conosceva Vaííetto de S. Emza. verso di lui. Licentiatosi da i
senza far rnotto ai Sr. Cardinale se n'andò ai suo palazzo, dovendo se voleva esser li I
de S. Emza. rimanerenellc stanze dei Vaticano e licentiarsi parimente da S. Emzg,
usauza de'principú La marrina finalmente parti senza /ar altro.
2B Dcone. t. i. Fu ultimamente i'uno et 1'altro stato, cioè Castro e Ronciglione, d
94m. scudi 1'anno a gii Siri. Sopra questa entrata è /ondata Ia dote deI/'uno e deWal
Farnese, vecchio cioè e nuovo. II vecchio fu fatto dal duca Alessandra di 54m. scudi I' M
tutti spesi in Fiandra: al quale il presente duca Odoardo aggiunse somma per 300m. n 0t
principale a ragionc di Wt per cento: e di piii inipose alcuni censi: di modo che poi
rimanc per lui. si che se li leva Ia tratta dei grano, non ei sara il pago per li creditori (
non che dcVcnsuarii.
27 Sc basaron entonces cn Ias palabras de Ia Bula de Paulo III, que les dió U
GUERRA DE CASTRO 495
u/tas /rumenta ad quaecunque etiani praefatae Ronianae ecclesiae e nobis immediate vcl mediatc
i/eeta conducendi; pero sin embargo llegaron a Ia libre exportación.
-" Tuvo lugar en un puente. Dictus doininus marerio, cx quo mifites numero 40 circiter,
|in ni c/sdcin poníc et valío ad pugnandum apposiri fucrtuir, amicabilitcr ex eis recedere recu-
•li.iiit. íiinno hosrilitcr ponfiíicio exercirui se opponebant, fnit coaclus pro illoruin expugnatione
•iiliior iiiagnorum (ormcntorimi ictus explodcre, quorum formidinc hoslcs pcrlcrriti fugani tandem
uiiuicninf in ÍIII^ iinnç irtcnr.nn íntcriertliv rrmansit
-"•' Ih.bria de desarrollarse en un apêndice.
496 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
noles que mantenían agitada a Europa. Solo que los motivos y Ias
ahora se ponen en movimiento son mucho más débiles.
Una expedición emprendida a inicitiava propia por ei duque de I
quicn sin haber puesto mucho de su parte se veia protegido y, i
no obligado, nos revela Ia singularidad de ia situación.
Sin artillería ni infantería, solo con 3,000 jinetes, penetro OcToaiqi
Estado d e l a Iglesia. En Fuerte Urbano, cuya construcción había costada
Ia guarnición, que estaba muy lejos de pensar en Ia presencia dei •
no le pudo resistir. Los boloneses penetraron en Ias murallas y ei ducjii'
adelante sin haber tropezado siquiera con Ias tropas dei Papa. Imola le
Ias puertas y ei duque visito ai gobemador pontificio y aconsejó a Ia ciudl
se mantuviera fiel a Ia Santa Sede, porque no había tomado Ias armas
Roma, ni contra Urbano VIII, sino contra los "sobrinos". Desfilo bajo lu
deras de los gonfalonieros pontificios, en Ias que se veían Ias imágenes l
Pedro y San Pablo, y reclamo paso libre en nombre de Ia Iglesia. I
habían reforzado Ias puertas, pero, cuando ei gobemador avisto ,\1 m
se dejó deslizar de Ia muralla por u n a cuerda para tratar personalmcnu-
duque, y Ia entrevista acabo abriéndole Ia ciudad. Lo mismo ocurrió eu
Los habitantes de todas estas ciudades contemplaban tranqüilamente M
ventanas ei desfile dei enemigo por Ias calles. El duque llegó a tr.i
los montes a Toscana y, desde Arezzo, entro de nuevo en los domínios
Iglesia. Castiglione da Lago, Citta dei Pieve, le abrieron sus puertas y
siguió adelante, llenando Ia comarca con ei espanto de su nombre. 30 En
sobre todo, cundió ei pânico, y ei Papa temió correr ia suerte de Clemen|
Trato de armar a sus romanos. Pero tuvo que derogar un impuesto, y rei
fuerza de palabras, Ias sumas de casa en casa, antes de poder equiptj
cuantos jinetes. Si ei duque de Parma hubiera aparecido en aquel momef
duda alguna se hubieran mandado a su encuentro en ei Ponte Mollj
cuantos cardenales v habría obtenido lo que queria.
Pero tampoco era un guerrero. Sabe Dios qué clase de consideracl
retuvieron. Se dejó llevar a negociaciones de Ias que nada podia sacar <
pio. El Papa volvió a respirar. Con un entusiasmo renovado por ei
fortifico Roma. 31 Pudo enviar un ejército que pronto disperso de los d<j
de Ia Iglesia a Ias tropas dei duque, que no estaban muy bien avenidas,
ya nada tenía que temer, Urbano estableeió Ias condiciones más dur
embajadores dei príncipe abandonaron Roma. También en Ia Itália pau
gente se preparaba a una guerra intestina.
En mayo de 1643 los aliados penetran en Ferrara. El duque de]
se apodera de Ias plazas de Bondeno y Stella. Los venecianos y modeneií
unen y penetran profundamente. Pero también ei Papa se había <'qu
30 Un detallado relato sobre esta empresa se encuentra en Siri, Afercurio, t. n, p I .'
81 Dcone: Si seguitano le íorti/icationi non solo di Borgo, ma de/ rirnanente de/Ia li
Roma, aííe qiiaii sono deputati tre cardina/i, PaJíotta, GabrieJi et Orsino, che giornalmenti
cano da una porta al)'altra: e si tagliaiio futte Je vigne che sono appresso Je mura per li [
dentro di Roma, cioc íanno strada tra Ic mura e Je vigne e giardini con danno gramimiin
droni di esse: e casi verrà anche toeco iJ bellissimo giardino deWfedici, e perdera IJ paifu
haveva nel/a mura di Roma.
GUERRA DE CASTRO 497
mies nombrados por su tio; jamás se había conocido una facción tan fuerte. Y,
lin embargo, pronto vieron que no lograrían imponer Ia persona escogida por
•lios, Sacchetti. Cada dia eran más desfavorables los escrutinios. Para impedir
ue cinera Ia tiara un enemigo declarado, ei cardenal Francisco Barberini se
1'ridió por ei cardenal Pamfili, quien, por Io menos, era también hechura
I Urbano VIII, aunque con fuerte inclinación por ei lado espanol y cargado
>n ei veto de Ia corte francesa. El 16 de septiembre de 1644 fué elegido ei
irdenal Pamfili. Tomo ei nombre de Inocencio X, en recuerdo, según se cree,
I Inocencio VIII, en cuyo tiempo su família había Uegado a Roma.
Y ahora cambio, de una vez para siempre, Ia política de Ia corte romana.
Los príncipes coligados, en especial los Médicis, a los que ei nuevo Papa
lebía sobre todo su exaltación, cobraron influencia sobre ei poder ai que habian
lutado combatiendo. Aquella famosa inscripción veneciana fué restaurada40 y
In Ia primera promoción se nombraron casi puros amigos de los espaftoles. Re-
ucitó de nuevo ei partido espanol y, por Io menos en Roma, funciono de con-
apeso dei partido francês.
Los Barberini fueron los primeros en sentir este cambio de ia situación.
N<> podemos averiguar ahora cuánto fundamento había en todo Io que se les
hacaba. Se habian permitido intervenciones en Ia justicia, despojo de bene-
licios ajenos y, sobre todo, desfalco de dineros públicos. El Papa decidió exigir
lucntas a los sobrinos de su antecesor por su gestión financiera durante Ia gue-
rra de Castro.41
Al principio creyeron los Barberini que les seria de bastante amparo Ia
brotección francesa. Como Mazarino había subido empujado por ellos, no les
Bcgó en esta ocasión su protección. Colocaron los escudos franceses en sus
Macios y se pusieron formalmente bájo Ia protección de Francia. Pero ei
••apa Inocencio declaro que él estaba para administrar justicia y, así estuviera
bl Borbón delante de Ias puertas de Roma, no podia renunciar a eso.
El primero en escapar fué Antônio, quien más peligro corria, y Io hizo en
(oetubre de 1645. Unos meses más tarde se marcharon también Francisco y Ta-
co con sus hijos.
El Papa mando ocupar sus palácios, repartir sus cargos, confiscar sus
itogfci di Monte. Tuvo Ia aprobación dei pueblo de Roma. El 20 de febrero
e 1646 celebro una reunión en ei Capitólio, Ia más brillante de que se tenía
u-moria, pues tomaron parte en ella muchísimas personas de calidad. Se había
>isf. LXVIII ad Tyrrlienum III non. Atig. 1644'. Civitas sine iure est, sine dignitate respublica.
«ntus in urbe armatorum numerus cernitur, quantum me alias vidisse non inemini. Nui/a domus
t pau/o locup/ctíor quae non mi/ifum mu/íorum praesidío mumáfur: ac si in uaum omnes
gerentur, magnus ex eis exercitus confiei posser. Summa in urbe armorum impunitas, summa
utia: passim caedes hominum fiunt; nil ita frequenter audirur quam: hic vel iíle notus homo
it interfectus.
•10 Re/at/onc de'IV ambasciatori 1645: II presente ponte/ice nel bel principio dei suo governo
ia eon pubJiche dimostrationi registrate in marmi detestato le opinioni dei precessore, rendendo il
miro aíle gíorie deg/i anrenati di W . EE. Vemos cuán altamente Io estimaron.
41 Re/atione delle cose correnti 25 Maggio 1646. MS. Chigi. I Barberini, come aííatto
«Insi dal matrimônio dei novcllo pentef/ce, cominciarono a machinar vastità di pensieri stimati
\» loro nobili. II papa continuo ad invigilare con ogni aceuratezza che Ia discamerata camera
lusse da loro sodisfatta.
500 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
hecho Ia propuesta de solicitar dei Papa que, de entre los impuestos establl I
por Urbano VIII, derogara por Io menos ei más gravoso: ei de Ia harinl
familiares de los Barberini, pensando en que si se derogaba ei i m p u M
pagaria Ia deuda montada sobre él con sus propios bienes, se opusicron
Colonna, esposa de Tadeo Barberini, hizo leer un escrito en que record ih|
servicios que debía Ia ciudad a Urbano VIII, y su ceio por Ia justícia, j I
raba empresa poço digna atacar los impuestos legales de un Papa tan ffl
rio. A pesar de todo, se tomo ei acuerdo e Inocencio X decidió sin va< • I •• i
como se había temido, que ei déficit resultante se cubriera con Io
don Tadeo.
Mientras el linaje dei Papa anterior era perseguido de tal manera, I
a ver —era Ia cuestión más seria en cada pontificado— de qué modo t a l
portaba el nuevo con los suyos. Acontecimiento importante en Ia
Papado es que, esta vez, no ocurrió Io que antes, a pesar de que el < .ti
supuesto por Ia corte más bien aumento.
El Papa Inocencio estaba especialmente obligado a su cunada, II
OI ímpia Maidalchina de Viterbo, porque había aportado una dote
a Ia família Pamfili. Le agradeció mucho que, después de Ia muei
poso, hermano dei Papa, no contrajera segundas nupcias. 42 Esto le vina i
recer a él en su carrera. Desde antiguo había abandonado a sn
asuntos econômicos de Ia família, y nada tiene de extrano que ab
también alguna influencia en Ia administración pontifícia.
Muy pronto ganó gran prestigio. Los embajadores, a su llegada, •
taban en primer lugar, y los cardenales colgaban su retrato en sus habitafll
como quien cuelga Ia imagen dei príncipe; Ias cortes extranjeras se proCM
su favor mediante regalos. Como todos los que buscaban algo en Ia cúria M
este camino -—se decía que se hacía pagar una porçión mensual de los pi I
empleos que procuraba— le afluyeron Ias riquezas. Muy pronto m í n i m o
grande, dando fiestas, celebrando representaciones de comédias, viaúfl
comprando fincas. Sus hijas se casaron en Ias famílias más distinguidas fU
Ia una con un Ludovici y Ia otra con un Giustiniani. Para su hijo don ( •
sin dotes sobresalientes, creyó ai principio Io más conveniente que s i g i m
carrera eclesiástica y que disfrutara, por Io menos exteriormente, de Ia siuiuj
de un cardenal sobrino, 43 pero cuando se presentó ocasión de una buciu í
—Ia más rica heredera de Roma, Donna Olímpia Aldobrandina, estalxt (Iis|j
ble por Ia muerte de su esposo— volvió don Camilo ai estado scculatl
f
casarse.
Don Camilo se sintió, con esto, todo Io feliz que podia ser. Su espâfl
no solo era rica sino que estaba todavia en Ia flor de Ia cdad y llena de •
y de inteligência, completaba Ias deficiências dei esposo con sus e x d F
42 Bussi, Storia di Viterbo, p. 331. Al principio gozaba tambiín de una buena f ^ H
Donna Olímpia, diecn los embajadores venecianos de 1645. è dama di erirn prtidenza e
conosce il posto in cni si trova di cognata dcl pontefice, gode Ia stima e ('a/íettione d e f l ^ |
ha seco moita autoiità.
*8 Desde el principio todo el mundo estaba asombrado: /o sfimo, dice nuestro De
de noviembre de 1644, che sia opera delia Sra. donna Oíiinpia che ha voluto vedere i/
dinali e desidera piú tosto gênero che nuora.
INOCENCIO X 501
II Diário Deone. En otra ocasión relata Io que sigue: Mercordi Ja tarda [Ag. 164S] Ja Sra.
Olímpia con ambcdue Je figliuole con moita comitiva passo per longo il corso: ogn'imo credeva
i hc eíla andasse a visitare Ia nuora, ma passo avanti Ia cassa senza guardaria.
45 Contarini, Relatione 1648: Rimira sojamente con applicatione alia quiete dcllo stato
rt i lesiastico c particolarmente di Roma. acciò goda ciascheduno de/le proprie facoltà c dei/a liberta
ilcl praticare Ia notíc e pon rimanga /'inferiore tiranneggiato dal superiore.
•w Diário Deone, 16. Giugno 16-Í9: JJ papa in questo negotio sta posto totalmente, c mi disse:
"imn possiamo andare per le strade di Roma, che non si venga gridato dictro, c/ic facciamo pagarc
ti duca di Parma. Sono sctte angi che non paga. e di questa entrata devon viver moíti luoglii pii
r lídove e pupiíli". Se ve que sus motivos no cran maios.
502 LOS PAPAS A MEDIADOS DBL SIGLO XVII
Ia posición dei sobrino dei Papa traía consigo fueran a parar a una família
distinta de Ia suya. Como Astalli no quiso compartir estas ventajas, no descanso
|))onna Olímpia hasta que le hizo perder ei favor dei Papa, que le alejó de
Ipalacio y, así, quedo ella sin competidor ninguno. Por otra parte, ablandada
Jnor los regalos, trabó muy buenas relaciones con los Barberini, que habían vuel-
[|o entretanto.
jDe qué modo todo este vaivén de gracia y desgracia, todo este incesante
kltercado entre los parientes más próximos, tuvo que abrumar ai pobre anciano!
•porque Ia ruptura no puede sofocar Ia inclinación dei ânimo, que ahora se con-
Lluele en lugar de seguir su destino cordial. Además, ei anciano acabo por darse
lnunta de que era ei instrumento de Ia codicia y dei afán de mando de una
Irmijer, cosa que le disgustó, y hubiera de buena gana terminado con Ia situa-
•lón, pero no se sentia con fuerzas bastantes y necesitaba además de su ayuda.
Su pontificado, que transcurrió sin ninguna contrariedad mayor, se cuenta, por
•• demás, entre los más dichosos; pero, con estas cizanas de família y Palácio, se
ué con mala fama. Inocencio X, por esta circunstancia, exacerbo su tempera-
(ntnto caprichoso, inconstante, obstinado, atormentado,50 y todavia en los últi-
>os dias de su vida le encontramos ocupado en ei despojo y ei alejamiento de
18 demás parientes; en este estado de ânimo, falleció ei 5 de enero de 1655.
Três dias permaneció ei cadáver sin que ninguno de sus parientes, a los
uales, según ei uso de Ia corte, correspondia este deber, se hubiera preocupado
c Ias particularidades dei entierro. Donna Olímpia era, decía, una pobre viuda
! aquello excedia sus fuerzas, y ningún otro pariente se creyó obligado. Un
inónigo, antes ai servido dei Papa, pero que hacía tiempo que había sido
llcjado, puso a contribución médio escudo y le rindió los últimos honores.
No hay que creer que estas disensiones familiares tuvieran tan solo con-
ccuencias personales.
Es claro que ei gobierno nepotista, que con los pontífices anteriores había
Ljcrcido un poder tan completo en los asuntos dei Estado, y también una in-
•luencia tan poderosa en ia Iglesia mísma, después de haber sufrido un golpe
ll.m duro en los últimos anos de Urbano VIII, y no haber regido en este ponti-
•icado, se estaba aproximando a su decadência.
«"1 Pallavicini nombra a los siguientes como aliados: ImpcriMc, Oniodei, Barrom
Pio, Aquaviva, OttobuonO, Albizi, Gualtieri, Azzolini. Fué ei cinbajador espanol qu
nombre de Squadrone.
5'^ Se vogliano un uomo da bene, quegli e desso, et addilo Cl. Chigi, che era iníli M
a/quanío ne/la medesima camera. (Pallavicini.)
53 Popuius, dice en Ia biografia latina de Alejandro VII, qui prae multis vectiga
sibi ferre videbatur recentiores poníiíicias domos tot opibus onustas, huic Alexandri Smi I
nimifati inirifice píaudcbat; —inexplicabi/i detrimento erat ef sacro império distributio* il
aequa beneficiorum et perpetuis populi oneribus. "Relatione de'IV ambasciatori, 1635: F, CO,
za sjn ora eroica queí/a di che S. Stà, si mostra arinata, escíudendo dalí'adito di Roma il fn
nepoti i qualunque si pregia di congiont/one di sangue seco: et è tanto piú da ammirarsl
parsimonia, d'affetti verso i suoi cong/unti quanto che non d distillata ncJ/a mente dal/e persü
ma è vo/ontária e natavi per própria elctrione.
ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX 505
84 Scritturc politiche, etc: Un giorno Oliva prese occasione di dire ai padre Liiti [El padre
liabía sido educado con ei Papa, le visitaba con frccucncia y deseaba que se llamasc a los
nios], che il papa era in ob/igo sotto peccato morta/e di chiamare a Roma i suoi nepoti. En-
es invoco aquellas razones.
CS Pallavicini: In quei primi giorni i partiali d'Alessandra non potc.in comparir in publico
a sogginccre a mordaci scherni.
56 Vita di Aiessandro VII. 1666: II principato Farnese, che vale lOOm. scudi, h Riccia, che
i a/trettanto, il palazzo in piazza Co/onna, che íinito arriverà ad altri lOOm. se, íormano
iss/mi stabili per Don Augustino, ef aggiuntovi i luoghi di monte et alíri oííicii compiati ía-
10 gli stabili di una sola testa piú di rriezzo milionc, senza le annue rendite di 2>m. se. che
• il comrncndalor Bichi, e senza ben lOOm. e piíl se. d'cntrafa che ogni anno entrano nella
,i de) Cl. Chigi. Todos estos son naturalmente cálculos tales como cualquiera podia hacerlos
,iccs durante Ias conversaciones dei .dia y a los que no hay que atribuir más valor.
506 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
IÍ- Discorro de/ domínio tempora/c e spiritiialc de/ sommo ponfefice 1664.
»8 Dcscrittione de//e famig/ie nobi/ii Romanae, MS. de Ia Biblioteca de San NB
237 y 234.
«1 Almadcn, Re/atione di Roma: 11 primogênito è Don Fedcrico príncipe di Boi
Don Giro/amo cardina/e, cuore de/ padre e merifamente per esser signore di lutta bontij
zo Don Cario, il qna/c dopo diversi so/di di Fiandra c di Germania si tece monaco I
Casinense: i/ quarto Don Mate Antônio, accasato in Sici/ia: il quinto Don Prospero c o n f l
di S" Ciovanni: il sesto Don Pietro abbate seco/are, stropp/o del/a persona, ma a/tretflH
i/Vngegno.
E L E M E N T O S DE LA P O B L A C I O N R O M A N A 509
milias nobles con trescientos anos de antigüedad, treinta y cinco con dotcfl
y dieciséis con cien. A ninguna se le reconocia mayor antigüedad y a wM
les atribuía un origen modesto. 67 Originalmente, una gran parte residían I
Camparia, pero, desgraciadamente, como ya Io hicimos noíar, fueron v e n d i
sus bienes a los sobrinos dei Papa en Ia época en que los Luoghi ,li (Vfl
rendían altos intereses, para colocar sus dineros en los Monti romanos. Al p
cipio pareció esto una buena inversión. Los sobrinos pagaban muy bien,
nudo más dei valor; los intereses de los Luoghi, que se cobraban sin a
alguno, importaban bastante más de Io que hubieran supuesto los fruM
administración cuidadosa de Ias tierras. Sin embargo, pronto se dieron
de que habían transformado bienes raíces en capitales fluycntes. AlejandtB
se vió obligado a imponer reducciones en los Monti, con Ias cuales se ;il«•«
crédito y bajó sensiblemente ei valor de los Luoghi. Todas Ias famílias sufl
perdidas sensibles.
Junto a ellas surgen numerosas famílias nuevas. Lo mismo que los
procedieron los cardenales y prelados de Ia cúria, cada uno en Ia medida
fortuna. Tampoco se olvidaron de enriquecer a sus sobrinos y de fundai
lias con los excedentes de Ias rentas eclesiásticas. Otras subieron iv.
puestos en Ia administración de justicia, o como cambistas en los nem
Ia dataria. En esta época se cuentan quince famílias florentinas, OIM|
vesas, nueve portuguesas y cuatro francesas que prosperaron de e s t l H
quién más quién menos, según Ia suerte y ei talento. Algunas de entre el|
fama de reinas dei dinero, que no procedia de los negócios de todos li
bajo Urbano VIII los Guicciardini, los Doni, a los que se asociaron los
niani, los Primi, los Pallavicini. 68 También sin negócios de esta clase, j
ladaban a Roma famílias distinguidas, no solo de Urbino, Rieti, Bolon
también de Parma y Florencia, solicitadas por Ia institución de los Alon||
los cargos enajenables. Durante mucho tiempo los Luoghi di Monte |
muy buscados, especialmente los vacabili, que constituían una espécie d<
vitalícia, comportaban un diez y médio de interés y no solo se podían li.
de los ancianos a los jóvenes, sino que, caso de haber omitido esto, h
podían heredar, pues Ia cúria no ponía dificultad a ello. Lo mismo pasó i
cargos enajenables. A Ia muerte dei titular dcbían revertir a Ia CYimu.i
esta razón su retribución era tan alta cn relación con ei capital desemlJ
de hecho, una verdadera renta, ya que ei titular no tenía ninguna o u
que cumplir; también en este caso podia tener lugar una transfere»
mucha dificultad. Algunos cargos no han estado vacantes en ei término
siglo.
La asociación de los funcionários, de los montistas, en colégios, lcij
de cierta representación y, aunque se les fueron menguando sus dcrcclm'
tuvieron una posición independiente. El principio aristocrático, en sorprt
07 Almaden: La maggior parle dei/a /amig/ie oggi sfimale a Roma nobilí vengono I
principio, come cia noraro, spezia/e che sarcbbc da sopportarc, ma dcllartc puzzo/enre dcllt
di coramc. Io penchè sappia parfico/armcnre /'origine, norl pciò lo scrivo per nori offcndcnl
68 Almaden: Non passano ancora /a seconda generatione di cirladinanza Romana,
da Fiorenza e Gênova co/1'occasione dcl danaro— mo/te vot/c mo/orio nel/e ísscie.
ELEMENTOS DE LA POBLACION ROMANA 511
jnczcla con Ias finanzas públicas, que impregnaba todo ei Estado, Ies era tam-
Imn peculiar. Los forasteros los encontraban a veces demasiado arrogantes.
Y en torno a tantas famílias propietarias, que tratan de subir, que se van
lijando cada vez más,' y que se ven favorecidas por Ias rentas eclesiásticas, se va
constituyendo también una clase popular más modesta, más numerosa y
más fija.
Poseemos cifras de Ia población romana que, comparando Ias de diversos
nrios, nos ofrecen un resultado sorprendente en cuanto a su formación. No
podemos decir que aumentara con mucha rapidez, pues en ei afio de 1600 en-
contramos 110,000 habitantes y cincuenta y seis anos después solo algo más
de 120,000. Este progreso no tiene nada de extraordinário, pero ai mismo tiem-
kx> se da otro que es digno de observarse. La población de Roma fué muy
^lotante anteriormente y de 80,000 bajó, en tiempos de Paulo IV, a 50,000, para *
lubir, poças décadas después, a más de 100,000. Esto obedecia a que Ia corte
K" componía en su mayoría de hombres soltercs sin una situación fija. Ahora Ia
población se constituye en familias estables. Ya a fines dei siglo xvi comienza
li proceso que encuentra su mejor época en Ia primera mitad dei xvu. Roma
ema en ei
afio de 1600 109,729 habitantes y 20,019 familias
„ „ 1614 115,643 „ „ 21,422
„ „ 1619 106,050 24,380
„ „ 1628 115,374 24,429
„ „ 1644 110,608 27,279
„ „ 1653 118,882 29,081
„ „ 1656 120,596 30,103
derruir muchas casas para trazar calles rectas y ei Palácio Salviati tuvo
ser demolido para dar lugar a Ia plaz dei Colégio Romano. También traal
mo Ia Plaza Colonna, donde se encontraba su palácio familiar. Restaura
Sapienza y Ia Propaganda. Pero sus edificios más bellos son sin duda Ias cor
natas con que rodeó Ia parte superior dei Palácio de San Pedro, obra col'
con doscientas ochenta y cuatro columnas y ochenta y ocho pilares. A |
de todo Io que se haya podido decir de entonces acá, 74 no se puede negar
han sido ideadas pensando en ei conjunto y colaboran en Ia impresión, a ] •
de enormidad y de confortabilidad serena, que Ia plaza produce.
Así fué constítuyéndose poço a poço Ia ciudad que se ha convertido <n
centro de peregrinación dei mundo entero. Se llenó de tesoros de todas <jf
Se juntaron bibliotecas numerosas, no solo Ia dei Vaticano o Ias de los nniv
tos de los agustinos, dominicos, de Ia residência de los jesuítas y de los B f
dei Oratório, sino también Ias de los palácios, pues se porfió en amonti
libros impresos y en coleccionar raros manuscritos. No es que se estudiararu
ciências con demasiado ahinco, pues se cultivaba también Ia ociosidad^H
afanaban más con ei propósito de apropiarse y elaborar Io ya conocido q i n
encontrar algo nuevo. De Ias academias, que se fueron fundando de afifl
ano, se dedico alguna que otra a Ia investigación de Ia naturaleza, por ejaM
a Ia botânica, aunque sin êxito autêntico, 76 pero ei resto, los Humoristas,!!
Ordenados, los Donceles, los Fantásticos, los Uniformados, y otros nombios
de extravagantes, se dedicaban tan solo a Ia poesia y a Ia retórica, a «Ê
cios de habilidad intelectual, manteniéndose en un estrecho círculo de ul
aunque consumiendo hermosas energias. Los palácios no solo se adornaba(|
libros, sino también con obras de arte antíguas v modernas, con antigüeo
de diversas espécies, con estatuas, relieves e inscripciones. En nuestra B
Ilevaban mayor fama Ias casas Cesi, Giustiníani, Strozzi, Massimi, los jardioB
Mattei; y sus colecciones, Io mismo c|iie Ia Kircher de los jesuítas, produM
Ia admiración dei mundo. Lo que inspiraba Ia formacíón de estas coJec(B
era más Ia curiosidad y Ia erudición arqueológica que ei sentido por Ias fqfl
o una inteligência profunda. Sorprende como se seguia pensando t o d a v í t H
que en tiempos de Sixto V. Se estaba lejos aún de dedicar a los restos fl
Antigüedad Ia atención y ei amoroso cuidado de más tarde. jQué se a f l
esperar cuando se encuentra entre los privilégios de los Borghese uno que i<
que no incurrirán en castigo por ninguna clase de destrucción que lleidfl
cabo? Es increíble lo que en este aspecto se permitió ei siglo xvn. Las T ( H
de Constantino se habían conservado bastante bien á través de las vicisitud^T
74 Sagredo: I coJonnaíi che si vanno intorno alia piazza erigendo, di quatro ordini dl i|<
restar cinta dovendo, tutti in forma ovata, i quali fomieranno tre portiei coperti con tre mofl
ingressi, e sopra da un corridore che sara d'a/tro ordini di picciolc colonne e di statue adoflH
papa pretende che seivfiv debbano per ricevere deJIa pioggia e dei sole aJ/e carrozze, Ya « V
ei costo sumaba 900,000 escudos, los cuales fueron tomados de Ia Casse deíla fabrica di S. Pi
75 Es decir, los Lincei, fundados en 160? por Federigo Cesi, que en ei fondo no hicieron
que Ia adaptación italiana de Ia Historia Natural de México de Hcrnández (Tiraboschi, .S'
delia lifteratura italiana, vin, p. 195).
76 Pues es así como liemos de traducir Ia palabra umoristi, según las noticias de Erv(j
reunidas de un modo excelente en Fischer, Vita Erythraei, pp. L, LI.
CONSTRUCCIONES DE LOS PAPAS 515
los tiempos, y en verdad que quien Ias mando edificar había prestado a Ia Igle-
lia servicios que merecían Ia protección de su obra; sin embargo, bajo Paulo V
lueron demolidas de raiz, convirtiéndose, según ei gusto de Ia época, en palácio
jardín, que luego fueron trocados por Ia villa Mondragone en Frascati. Tam-
l ién ei Templo de Ia Paz, que se conservaba bastante bien, fué víctima de Pau-
lo V. Concibió Ia extrafia idea de mandar fundir una estatua colosal de Ia
Virgen Maria y ei Nino, montándola de suerte que toda Ia ciudad estuviera
dominada por Ia figura de su protectora. Para esto era menester una columna
de proporciones extraordinárias. La encontro, por fin, en ei Templo de Ia Paz,
y sin preocuparse de que formaba parte dei conjunto y de que, por si sola, pro-
duciría una impresión rara y desproporcionada, Ia desplazó de su sitio y coloco
sobre ella aquel coloso que podemos contemplar todavia.
Aunque no todo Io que se ha atribuído a los Barberini sea verdad, es irfhe-
gable que, por Io general, procedieron con ei mismo sentido. Bajo Urbano VIII
se tuvo ei propósito de derruir aquel monumento incomparable de los tiempos
L republicanos, ei de Cecília Metela, para utilizado en ei Travertino de Ia Fon-
Itana di Trevi. El escultor y arquiteco más famoso de Ia época, Bernini, que
tuvo ei encargo de Ia fuente, concibió ei proyecto y ei Papa le concedió en u n
breve Ia autorización para llevarlo a cabo. Ya se había puesto manos a Ia obra
cuando ei pueblo romano, que sentia devoción por sus antigüedades, tomo en
serio ei asunto y se opuso violentamente. Por segunda vez salvo su más antiguo
monumento. Se tuvo que renunciar para no provocar un motín. 77
Pero todo está relacionado. La época de Ia restauración ha desarrollado sus
propias ideas que, también en ei campo dei arte y de Ia literatura, tienden hacia
el domínio exclusivo, sin entender ni reconocer Io extrafio, y están dispuestas,
ix>r consiguiente, a destruirlo cuando no pueden sojuzgarlo.
A pesar de todo, Roma seguia siendo una capital de Ia cultura que no tenía
] parangon en cuanto a erudición coleccionista y a cultivo de Ias artes, con arre-
pio ai gusto de Ia época; y fué creadora también en el campo de Ia música: por
cntonces el estilo de Ia Cantata se anadió ai estilo de Capilla. "Habría de estar
uno totalmente desprovisto por Ia naturaleza 78 —exclamaba Spon en 1674 ai
llegar a Roma— si no encontrara satisfacción en alguna rama." Va examinando
los diferentes campos: Ias bibliotecas, donde se pueden estudiar Ias obras más
raras; los conciertos en Ias iglesias y en los palácios, en que se pueden escuchar
todos los dias Ias vocês más bellas; Ias infinitas colecciones de esculturas y
pinturas antiguas y modernas; tantos magníficos edifícios de todas Ias épocas;
villas recubiertas por entero con bajorrelieves e inscripciones, de Ias que él copio
milcs; Ia presencia de tantos extranjeros de todos los países e idiomas; Ia natura-
leza esplêndida, de Ia que se goza en jardines paradisíacos; y, quien prefiera
los ejercicios de piedad, anade, encontrará entre iglesias, relíquias y procesiones
alimento para toda su vida.
Sin duda alguna, también había en otras ciudades atractivos espirituales
mayores, pero Ia perfección dei mundo romano, cerrado en si mismo, Ia pie-
77
Dcone Io cucnta dctalladamente.
7» Spon et Whcler. Voyage á'ltalie et de Crèce, J, p. 39.
516 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVn
88 Je me serois, dice cila en su autobiografia, p. 57, sans doute mariée si je n'eusse reconnu
rn moi h force de me passer des plaisirs de 1'amcur, y podemos darle crédito en esto tanto más
i.into que esta obra constituyc en cierto modo una confesión.
89 Por su conversación con su madre (en Chanut, m, p. 365), de mayo de 1654, no podemos
iii/i,ir de otro modo.
»" Trés-capable, dice cila en su autobiografia, p. 51, de bien instruire un cii/.mf te] que fétois,
•I.INÍ une honníícté, une discrétion,et une douceur qui ie faisoient aimer et estima.
520 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVII
vigilara Ia religión dei país, y ei gran canciller visito a Ia reina y le hizo adj
tencias tan severas que provoco lágrimas de disgusto en ella. 81
Acaso comenzó a darse cuenta de que no era un ceio puro Io que rtM
a los luteranos. Creía que se trataba de conducirla a determinados finei 1
Ia excusa de Ia idea de Dios que se le ofrecía. N o le parecia digna de D i o í
manera en que se Io presentaban. 82
Los largos sermones, que le habían aburrido siempre, y que se veia fl
gada a escuchar por Ias exigências de su cargo, le fueron ahora insoportabjiM
menudo dió muestras de impaciência: movia Ia silla, jugaba con sus p e n í
Io que era razón de más para que se tratara de prolongar ei sermón.
El humor que esto le produjo, y que le iba alejando intimamente j f l
religión nacional, fué fortalecido con Ia llegada de sábios extranjeros. Al^B
eran católicos; otros, como Isaac Vossius, dieron motivo para que se les cM
derara como incrédulos; y Bourdelot, quien gozaba dei mayor ascendiente,
Ia había curado facilmente de una peligrosa enfermedad —un verdaderoJ
bre de corte, lleno de conocimientos y de conversación agradable, sin /
teria—, se burlaba de todo: de Ias historias y de Ias religiones nacional
pasaba por ser un "naturalista".
Poço a poço fué anidando en Ia joven reina Ia duda fatal. Le parecfl
todas Ias religiones positivas no eran sino invención de los hombres y cufljH
argumento se podia invocar Io mismo en contra de una que de otra, c o i f l
fuera indiferente escoger cualquiera de ellas.
Pero en este proceso no llegó hasta Ia irreligión, pues albergaba t a f l
algunas fuertes convieciones, y en su principesca soledad no pudo abandd
Ia idea de Dios; por ei contrario, creía estar más cerca de Él. "Tú sabes -m
clama— cuán a menudo pedi, en un lenguaje desconocido a los espíritus (M
nes, que me iluminaras con tu gracia y como te prometi obedecerte aufl
tuviera que ofrecer Ia vida y Ia dicha." Relaciono esto con ei resto de sus M
"Renuncie a todo otro amor y me entregue a este."
Gran impresión le produjo ia sentencia de Cicerón de que todas Ias opf
nes religiosas de los hombres podían ser errôneas, pero que era imposible]
más de una fuera verdadera. Pero (jhabría abandonado Dios a los hombrtá
darles a conocer Ia verdadera religión? Se le antojaba como una acusaciÓB
tirania suponer que Dios había despertado en Ia conciencia de los hotn
Ia necesidad de Ia religión y que luego no se había ocupado en darles
tisfacción.83 .
La cuestión era, pues, cuál seria Ia verdadera religión.
No busquemos aqui razones ni pruebas. La misma reina Cristina ha d
fesado que no sabría senalar en ei protestantismo ningún error en niaicru
pio hubiera ocurrido durante su pontificado, agotó Ia caja apostólica para cele-
•ar ei acontecimiento, y Ia reina entro en Roma, no como una penitente, sino
imo una triunfadora. 100 En los primeros anos Ia vemos viajar a menudo y Ia
jriu-ontramos en Alemania, dos veces en Francia y hasta en Suécia. N o se
mtuvo tan alejada de los afanes políticos como se propusiera en un principio.
>n toda seriedad, y no sin algunas perspectivas, trato de cenir Ia corona de
lonia, Io que podia hacer permaneciendo católica. En otra ocasión, desperto
In sospecha de querer atacar a Nápoles en interés de los franceses. La necesi-
1 en que se vió de cuidar de su pensión, cuyo pago no fué muy regular, poças
es le aseguró una perfecta tranquilidad. Como ya no llevaba corona y pre-
día, sin embargo, Ia plena autonomia de una testa coronada y en ocasiones
ei sentido que ella Io entendia, alguna vez hubo incidentes enojosos. ^Quién
Iria excusar Ia sentencia cruel que pronuncio en Fontainebleau contra un
ínicmbro de su séquito, Monadelschi, y que fué ejecutado por su acusador y
ncmigo personal? N o le dió más de una hora para que se preparara a morir. 100
a infidelidad que ei desgraciado había cometido contra ella Ia considero como
Ita traición; llevarla ante un tribunal, cualquiera que fuese, le parecia atenta-
)rio a su dignidad. "No reconocer a nadie por encima de uno —exclamo— vale
ias que dominar toda Ia tierra." Despreciaba Ia opinión pública. Aquella eje-
iición había producido horror, sobre todo en Roma, donde conocían Ias disen-
ones que reinaban entre su servidumbre mejor que ella misma y, sin embargo,
: apresuró a volver. ^Dónde podia vivir si no en Roma? Hubiera tenido
erpetuos conflictos con cualquier potência secular con Ias mismas pretensiones
ue ella. Hasta con los Papas, con ei mismo Alejandro VII, cuyo nombre ana-
ió ella a los suyos ai convertirse, tuvo altercados sérios.
Poço a poço, sin embargo, se fué sosegando su caracter, su situación se hizo
ás tranqüila, supo tener consideración por los demás y se acomodo a Ias exi-
[cneias de su residência, en Ia que el senorío eclesiástico permitia un ancho
'iimpo a los privilégios aristocráticos y a Ia independência personal. Tomo cada
Z parte más activa en el brillo, los asuntos, Ia vida de Ia cúria, acabando por
mar parte integrante de aquella sociedad. Las colecciones que trajo de Sue-
i fueron incrementadas con tanta generosidad, sentido y suerte que supero
Ias famílias romanas, elevando el afán coleccionista de los domínios de Ia
riosidad a los de Ia erudición y el arte. Hombres como Spanheim y Haver-
np consideraron que valia Ia pena explicar y aclarar monedas y medallas
Ia colección y Santo Bartolo dedico sus diestras manos a trabajar sus carna-
is. Los Correggio de su colección han sido siempre el mejor ornato de las
lerías en que el azar de los tiempos los ha ido colocando. Los manuscritos
He su biblioteca han contribuído, sin duda, a mantener Ia fama de Ia Vaticana,
^ue se enriqueció con ellos. Adquisiciones de este gênero llenan Ia vida de todos
105 Relatione de'rv amb.isciatori: II sospetto che presc papa Innoccntio che il ricev/menfo
lovcsse costarli caro ritardò il suo arrivo in Roma: c contento quel buon poiitcríce dcl risparrnio
(Ir/ danaro lasciò Ja gloria intiera ai suo succcssorc d'acconip!ire questa memoranda funtione.
Jutnrno a ciô ritrovammo ai nostro giongere in Roma oecupate le maggiori applicafloni delia
Tíirfc, et aí ritomo ei $i tece vedere ttiíto Io' stafo delia chiesa invoito in /acende et a gara I una
i ilta deWaltra chi sapeva í:iic maggiore osíenfatione di pom|>o<;i accog/imenti.
100 Pallavicini.
526 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
los dias con un placer inocente. También tomo parte en los empenos
ticos. Honra mucho su nombre Ia ayuda que presto ai pobre Borelli, oblt
a dar clases a su avanzada edad; pago Ia impresión de su famoso libro, toa»
no superado, sobre Ia mecânica de los movimientos de los animales, q u a
tenido una gran importância para ei desarrollo de Ia fisiología. Y hasta p a
mos afirmar que su espíritu maduro, tal como se fué desarrollanflo, ha e j « í
una influencia duradera sobre Ia literatura italiana. Es sabido como Ia flfl
y Ia retórica italianas de entonces se perdían en Ia profusión, en Io rebuscM
en Io insignificante. La reina Cristina tenía una educación demasiado exqjj
para dejarse contaminar por esta moda que, por ei contrario, aborrecia. If
ano de 1680 fundo en su casa una academia de ejercicios políticos y liteC
y, entre sus estatutos, se destaca ei que aconseja que, apartándose de Ia n j f
hinchada y cargada de metáforas de entonces, se sigan Ia sana razón y
modelos de los tiempos de Augusto y de los Médicis. 107 Produce una imppj
singular tropezar en Ia Biblioteca Albani de Roma con los trabajos de esta
demia, ejercicios de abates italianos corregidos por Ia mano de una reina li
ca. Sin embargo, no dejan de tener importância. De su academia sali,
nombres como Alejandro Guidi, que antes había seguido ei estilo a Ia
pero que desde que frecuentó Ia sociedad de Ia reina renuncio resueltí|W
a aquel estilo y formo con sus amigos una espécie de alianza para extirparia
Arcadia, academia a Ia que se atribuye este servido, se origino de Ia soflf
de Ia reina. No se puede negar que esta supo mantener en médio de tf
impresiones una noble independência de espíritu. N o estaba dispuesta ajT
facer Ia exigência que se suele imponer a los convertidos, o que ellos njr
se imponen, de mostrar una piedad visible. Es muy católica y repetidas
manifiesta su convicción sobre Ia infalibilidad dei Papa, sobre Ia necesidM
creer Io que mandan él y Ia Iglesia; sin embargo, tiene un verdadei^T
contra los beatos y le molesta Ia dirección de los confesores que por e n »
domina Ia vida entera. No descuida de disfrutar dei carnaval, de los concB
de Ias comédias y de todo Io que Ia vida romana puede ofrecerle, especial^
ei movimiento interior de una sociedad espiritual y viva. Le gusta, conuí
fiesa, Ia sátira, y Pasquino hace sus delicias. Siempre anda mezclada m
intrigas de Ia corte, Ias disensiones de Ias famílias papales y Ias faccionl
los cardenales. Está con Ia facción dei "escuadrón volante", a cuya cabeza I
su amigo Azzolino, que muchos consideran ei miembro más destacado l
cúria y que ella tiene como un ser divino, incomparable, diabólico, ei •
que le parece superior ai viejo canciller Axel Oxenstierna. En sus menr
intenta levantarle un monumento. Por desgracia, solo una pequena parte |
temos de ellas, pero muestran una seriedad, una franqueza, un estilo tan libre
y ürme, que hacen ocioso cualquier comentário. Una obra no menos singular
um Ias sentencias y aforismos que conservamos como labor de sus horas margi-
nales.108 Un gran sentido por Ias cosas dei mundo, penetración en ei entresijo
Be Ias pasiones ganada a fuerza de experiência, Ias observaciones más finas en
rste aspecto y, ai mismo tiempo, una orientación decidida hacia Io esencial, una
ninvicción viva de Ia nobleza dei espíritu, una estimación justa de Ias cosas
•rrenas, ni excesiva ni parca, un sentir que no busca otra satísfaccíón que Ia de
Pios y Ia de si mismo. En Ia reina Cristina se verifica también el gran movi-
niiento espiritual que a fines dei siglo xvn se manifiesta en todas Ias ramas de
|n actividad humana e inicia una nueva era. Para esto, Ia residência en el cen-
Iro de Ia cultura europea y el ócio de Ia vida privada eran, si no necesarios,
tiertamente muy convenientes. Amó con pasión este contorno y creía no poãer
'ivir si no respiraba el aire de Roma.
para todos los demás cargos. Del gobierno de una ciudad, dei de una coram
se ascendia a una nunciatura, a una vicelegación, o se ocupaba un puesto m
Rota, en Ias congregaciones, y luego venían ei cardenalato y Ias legaciou
poder eclesiástico y ei secular se hallaban reunidos en los cargos soprai
Cuando un legado aparece en una ciudad cesan algunos derechos edesidfl
de preferencia de los obispos, y ei legado otorga Ia bendición ai pueblo cal
Papa. Los miembros de Ia cúria cambian. sin césar funciones eclesiáM
seculares.
Consideremos, primero, el aspecto secular, Ia administración dei I f
Todo dependia de Ias necesidades, de Ias exigências impuestas a loij
ditos, de Ia situación de Ia hacienda.
Ya vimos aquel peligroso incremento que experimento Ia dcud.i púM
con Urbano VIII, especialmente por Ia guerra de Castro; sin embargo, •
brieron los empréstitos, los Lttoghi di Monte mantuvieron una alta c o t i J
y los Papas continuaron el camino emprendido sin consideración a l g u n a J
En 1644, Inocencio X encontro 182,103 3A de Luoghi di Monte y eflV
dejó 264,129 Vi, de suerte que el capital que estas cifras representan s e B
de 18 a más de 26 millones. A aunque con esta suma se pagaron otras àm
y se reembolsaron capitales, suponía, de todos modos, un aumento fuerte d J
suma total, que se calculo en 48 millones de escudos a su muerte. Tuvo Ia M
te de obtener de los impuestos de Urbano VIII un superávit con el que m
tuyó los nuevos Monti.
Cuando Alejandro VII tomo Ias riendas dei poder se vió que no era A T
dente un aumento de los impuestos. Los empréstitos se habían c o n v e n c i
costumbre de tal modo que ya no se podia prescindir de ellos, y A l e i J
se decidió a crear nuevos recursos con una redueción de los intereses. 1
Los vacabili, que suponían un interés de \QVi%, se cotizaban a ^Ê
resolvió convertidos. Aunque pago según Ia cotización, obtuvo una gran m
cia, porque Ia Câmara los tomo ai 4%, y aunque hizo el reembolso con l i
prestado, ya no ruvo que pagar en el futuro 10Vi% de interés, sino tan idfl
Alejandro concibió luego Ia idea de reducir también todos los nonl^Ê
que rindieran más dei 4%, a este tipo. 110 Y como en esta ocasión no se nn •
de Ia cotización, que estaba a 116, sino que pago su valor nominal cie fno
100, saco también gran provecho. Todos estos intereses, como sabemos, ( •
Ia garantia de los impuestos, y acaso Ia intención primera lucra Ia de s u p f
los más gravosos, pero como se continuo con el viejo sistema hacendíslicM
hubo manera de llegar a ello, y a una redueción én el precio de Ia salJ^T
pronto una elevación dei impuesto sobre Ia harina. Toda aquella ganani I
bía sido devorada por Ia administración dei Estado o por el n e p o t m H
calculamos Ias economias supuestas por Ias redueciones tendremos alriK
1J° Pallavicini, Vifa di AJcssandro Vil: Pcrchcchè m nessun alíro paese tfffcilia M
de/ danam aveasi tanto pingue e tanto sicura, pian piano era succcdiito che quei /uegh/ 'Ir
tivo lor prezzo di 100 /nssero cicsciuti nelia piazza ai valor di 116, Hor Ia camera valH
suo diritto, come avrebbe potuto qua/sivogi/a privafo, rendeva il prezzo originário d/TB
pernicttendo ia vasità delia somma [calcula 26 millones] nè persuadendo /a qualità <Jc'fÈ
gran parte riechi e íorasticri, e/ie ad aggravio de'poveri, al/e cui spal/c stanno tutti i JJ
ií ponte/ice usasse piú Ia iiberaiifà usata da iui ncWestintione dc'monfi vacabifi.
ADMIN1STRACIÓN DEL ESTADO Y DE LA IGLESIA 529
de 140,000 escudos, cuyo nuevo empleo para pagar intereses hubiera supuesto
un aumento de Ia deuda de alrededor de 3 millones.
También Clemente IX entendió Ia administración a base de nuevos em-
préstitos. Pero fué tan lejos que utilizo Ia renta de Ia dataria, que había sido
siempre respetada, y estaba asignada ai presupuesto cotidiano de Ia casa ponti-
ficia. Fundo sobre ella 13,200 nuevos Luoghi di Monte. En el afio de 1670 ias
ileudas alcanzaban poço más o menos a 52 millones de escudos.
De aqui se siguió, como era inevitable, que Ias cargas —que ya pesan mu-
cho en un país improductivo, sin participación alguna en el tráfico mundial—
no pudieron ser aliviadas ni aun con Ia mejor voluntad dei mundo más que en
forma imperceptible y pasajera.
Otro motivo de queja era que los Monti pasaban a manos de extranjeros,
que eran los que se beneficiaban de los intereses sin tener que pagar los im-
puestos. Se calcula que todos los afios se enviaban a Gênova 600,000 escudos; de
este modo, el país se convirtió en deudor de gente extranjera, situación que
• en ningún modo podia favorecer su libre desarrollo.
Pero todavia tropezamos con un efecto más hondo.
Como no podia ocurrir de otra manera, los tenedores de Ia tenta, los due-
fios dei dinero, alcanzaron una gran influencia sobre el Estado y su admi-
nistración.
Las grandes casas comerciales tuvieron una participación directa en los
negócios públicos. A Ia Tesorena se le adjuntaba siempre una casa comercial,
que hacía los cobros y los pagos, así que las cajas dei Estado estaban siempre,
cn realidad, en manos de mercaderes. Pero también eran arrendatários de los
ingresos, tesoreros en las províncias. Como sabemos, había muchos cargos
enajenables y ellos poseían los médios para apropiárselos. Por Io demás, era
menester contar con importantes fondos para hacer carrera en Ia cúria. En el
afio de 1665 encontramos en los puestos más importantes de Ia administración
a florentinos y genoveses. El espíritu de Ia corte tomo un aspecto tan mercantil
que, poço a poço, los avances dependieron mucho menos dei mérito que dei
dinero. "Un comerciante, con su bolsa en Ia mano —cuenta Grimani— tiene, a
Ia postre, todas las ventajas. La corte se llena de mercenários que no piensan
sino en Ia ganância, que se sienten como mercaderes y no como hombres de
Estado y alimentan solo pensamientos bajos."111
Esto tenía tanta mayor importância cuanto que en el país ya no existia
independência alguna. Solo Bolonia mostro en ocasiones alguna resistência se-
ria, hasta el punto de que en Roma se llegó a pensar en erigir allí una ciuda-
deJa. También de cuando en vez se resistían otras comunidades; en cierta oca-
sión los habitantes de Fermo no quisieron permitir que el cereal que ellos creían
necesitar fuera sacado de Ia comarca; m en Perugia se negaban a pagar impues-
111 Antônio Grimani: Per Ia vendita delia roaggior parte degli officii piú considerabili si
vicnc a riempire Ia corte d'uomini mercenari e mercanti, restanti indietro quelli che potrebero
posseder tali officii per mérito e per virtú, male veramente notabile che smacca il credito conce-
pito delia grandezza delia corte Romana, non avendo detti mercenarj d'officii involto l'animo
clie in cose mecaniche e basse e piú tosto mercantili che politiche.
112 Memoriale presentato alia Stà. di N. Sre. papa Innocentio dalli deputati delia città di
530 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
Fermo per il tumulto ivi seguito alli 6 di Lug/io 1648. MS. S. Bissaccioni, Historia delle guJ
civili, p. 271, donde ai lado de Inglaterra, Francia, Polônia y Nápoles aparece también F ?
113 En Ia obra de Nicolo Maria Nicolaj, Memorie. ieggi et osservationi sulle campagne
SulCannone di Roma 1803', se halla en el tomo n Ia larga serie de decretos pontifícios sobre ei"
objetos.
l i * Relatione deíío stato di Roma presente.
ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO Y DE LA IGLESIA 531
115 Pietro Contarini, 1627: II pontelice avendo levato le ttatte concesse a diversi da suoi
precessori —hora vendendole ne cava bona somma di danaro: non vole i prezzi tropo vili nè
grano forestiero: l'arre dei campo viene ad abbandonarsi per il poço o niun guadagno che ne
traggono.
116 Diário Deone, t iv, 1649 (21. Ag.) E dovere di favorir Ia chiesa, però veggiamo che
íutto quedo che passa a lei, è in pregiudicio dei publico, come che le terre sue súbito sono dis-
habitate e le possesioni mal coltivate, si vede in Ferrara, in Urbino, in Nepe, in Nettuno et in
tute Ia piazze che sono passate nel domínio delia chiesa.
117 Vita di Alessandra VII: Spolpato e quasi in teschio ridotto dalle gabelle fiarberine Io
stalo ecclesiasíico e smunta Ia corte daIl'ingordigia di Olímpia confidavano generoso rístoro delia
bontà d'Alessandra.
118 Pallavicini Io trata de justificar porque Ias disposiciones de Ia Dataria fueron escritas
di carattere francese, come è restato in uso delia dataria dapoi che Ia sedia fu in Avignone; y no
Ir gustaba ai Papa lccrlo.
532 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVH
don Mario, se hizo rico, entre otras cosas, con Ia administración de jui
en ei Borgo.
Porque, desgraciadamente, también Ia administración de justicia m
corroída por el mismo mal.
Conservamos una descripción de los abusos que se habían introdlM
en el tribunal de Ia Rota, descripción entregada ai Papa Alejafidm \«>t
hombre que trabajó en aquél durante veintiocho anos. 119 Calcula que no
ningún auditor de Ia Rota que no reciba en Navidades quinientos escu^H
regalos. Y quien no tuviese acceso hasta Ia misma persona dei auditor, M
Ia manera de llegar a sus parientes, a sus auxiliares y servidores.
N o menos funestas fueron Ias recomendaciones de Ia corte y de los If
nates. En ocasiones, los mismos jueces se excusaban ante Ias partes de Ia f
tencia injusta pronunciada por ellos, diciendo que Ia justicia padecia violei
En estas condiciones, podemos pensar cuál seria Ia administración
justicia. Habia cuatro meses de vacaciones y, en el resto dei ano, Ia vida
bién distraía y absorbía mucho. Las sentencias se dilataban desmesuradart
y, sin embargo, siempre Uevaban huellas de apresuramiento. Hubiera
inútil confiar en las apelaciones. El asunto hubiera pasado a otras manos I
ipor qué razón no habían de estar también sometidas a las mismas influen
Además, solía tomarse en cuenta Ia decisión anterior.
Estos abusos dei tribunal supremo pasaban a todos los demás, a Ia jusd
y a Ia administración de las províncias. 120
El cardenal Sacchetti presenta una severa exposición ai Papa Alejandrol
un escrito que conservamos. La opresión dei pobre —a quien nadie ayudq
por el poderoso, Ia desviación de Ia justicia por recomendaciones de caflV
les, príncipes y familiares, Ia demora en cuestiones que podían resorvenT
unos cuantos dias —demora que llegaba a anos y a décadas—, las viole
que sufre aquel que açude de una autoridad inferior a otra superior, los
bargos y ejecuciones para cobrar los impuestos, médios crueles apropiado»
solo a hacer odiosos a los príncipes y ricos a sus servidores: "Males, Santf
Padre —exclama—, que son peores que los que sufrieron los hebreos en E
to. Pueblos que no han sido conquistados por Ia espada, sino que se han
corporado a Ia Silla Romana por donaciones de los príncipes o por sumi]
voluntária, son tratados peor que los esclavos en Siria o en África. N<1
puede oír sin llanto." 1 2 1
Esta era Ia situación dei Estado de Ia Iglesia ya a mediados dei siglo
/
119 Disordini che occonono nel supremo tribuna/e delia rota nella corte Romana, e g/i d
con i qua/i si potrebbe riformare, scrittura fatta da un awocato da presentarsi alia Stà. di N.
Alessandra VI/. MS. Rang. Viena n» 23.
120 Disordini. Con le male decisioni di questo tríbunale supremo [delia rota] si corrompi
giustitia a tulfi gli a/tri irimori, almeno dei stato ecclesiastico, vedendosi da giudici dare senflf
con decisioni si fatte.
121 "Lettre du cardinal Schetti écrite peu avant sa mort ao pape Alexandre VII. 1663, Off
tirée des Manuscritti delia regina di Suezia", en Arckenholtz, Mémoircs, t. iv. App. n° XXXH, '
escrito sumamente instructivo, corroborado por muchos otros escritos, por cjcmplo una Scritftf
sopra il governo di Roma, de Ia misma época (Bibl. Alt.): I popoli, non avendo piú argenfo I
rame nè biancherie nè matarazze per sodisfare alia indiscretione de' commissari, converrâ cht
venderanno schiavi per pagare ipês i camerali.
ADMIN1STRACIÓN DEL ESTADO Y DB LA IGLESIA 533
122 El malicioso Basadona dijo: Bisogna oonchiudere che ogni beneficio capace di pensione
rimanga caricato come l'asino di Apuie/o, che noii potendo piu sostcnere i] peso meditava di
ili-ltarsi in teria, quando il veder caduto ií compagno e tosto deVetturini scorticato hebbe per
iene di sopportaie 1'insopportabiJ soma. Todos los coetáneos estín de acuerdo en Ia descripeión
dcl mal. También se volvió a introducir Ia costumbre de ceder Ias iglesias a otros con beneficio
de una parte de los ingresos. Deone, Diário 7, Genn. 1645, después de informar sobre ei arzobis-
pado de Bolofia, que el cardenal Colonna cedió a Albergati, continua: Con questo esempio si è
uperta ia porta d'ammettcre le risegne: e cosi stamane si é publicata Ia risegna delia chiesa di
Ravenna fatta dal cardl. Capponi nella persona di monsr. Tungianni suo nipote con ríserva di pen-
none a suo favore e dopo Ia morte sua d1 una buona parte ai cardl. Psmlilio.
534 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
128 Grimani afiade: Si togJie ad ognuno af/atfo Ia voglia di studiare e ia cura di difend
religione. Deteriorandosi il numero de'reIigiosi dotti et esemplari, poírebbe in breve sn/frím
poço detrimento Ja corte: onde ai mio credere farebbono bene i pontefici di procurar di MIM
i regolari nei primo posto di stima, partecipandoli di quando in quando caricbe, —e COJÍ
religioni vi entrerebbero huomini eminenti.
12* Nuestro Diário describe ei 1» de enero de 1650 Ia impresión que produjo Ia con-.lil
Non entrando que/Ia ragione ne' cappuccini et aJtri riiormati che non possedono entrata, f
che Ja prohibitione sia perpetua, e cosi cred'io, fin a tanto che il numero de're
eccessivo sia ridotto a numero competente e Ia repub/ica da Joro non venga oppressa.
ADMINISTRAC1ÓN DEL ESTADO Y DE LA IGLESIA 535
toda medida y quiere acabar con ellos de un solo golpe, porque es menester
separar Ia cizana dei trigo.125 Se penso, y también primero en Roma, en socorrer
Ias necesidades financieras hasta de Estados extranjeros mediante confiscacio-
nes, no solo de conventos, sino de institutos enteros. Cuando Alejandro VII,
poço después de cefiir Ia tiara, fué invitado por los venecianos a que les apoyara
en Ia guerra de Candía contra los otomanos, él mismo les propuso Ia supre-
sión de algunas ordenes en su país. Los venecianos estaban más bien en contra,
porque esas ordenes eran una solución para los nobili pobres. Pero ei Papa
impuso su critério. La existência de estos conventos, decía, más sirve de escân-
dalo a los fieles que de edificación; así procedia él como un jardinero que
poda en Ia vina los vástagos inútiles para hacer prosperar ei arbusto.128
Tampoco se puede decir que, entre Ia gente favorecida, se encontjaran
grandes talentos. Atraviesa ei siglo XVII una lamentación general sobre Ia escasez
de gente de valer.127 Por un lado, personas de talento se veían excluídas de Ia
prelatura, por ser demasiado pobres para cumplir con Ias condiciones de ingre-
so.128 Los avances dependían demasiado dei favor de los sobrinos, que solo se
ganaba a fuerza de flexibilidad y de servilismo, Io que no podía ser favorable
ai libre desanollo de Ias nobles cualidades dei espíritu. Esto repercutió en
toda Ia clerecía.
Sorprende que apenas destaquen autores italianos en Ias disciplinas teoló-
gicas más importantes, ni en Ia interpretación de Ias Escrituras, en Ia que no se
hizo sino reproducir los resultados obtenidos en ei siglo xvi; tampoco en Ia mo-
ral, por otra parte muy cultivada, ni en ei dogma. En Ias congregaciones en
que se discute ei tema de Ia justificación y de Ia gracia figuran meros extran-
jeros, y en Ias disputas posteriores acerca de Ia libertad y de Ia fe los italianos
tienen poça participación. Según Girolamo da Narni si siquiera en Roma des-
taca ningún predicador excelente. En ei diário que va de 1640 a 1650, redacta-
do por un católico tan riguroso, se observa este hecho con escândalo. "Con Ia
Cuaresma Ia comedia cesa en los salones y en Ias casas y comienza en Ias igle-
sias, desde ei púlpito. El oficio sagrado de Ia predicación sirve a Ia busca de
fama o a Ia adulación. Se emplea metafísica de Ia que ei predicador entiende
poço y los oyentes nada. En lugar de ensenar, de reconvenir, se componen
panegíricos para hacer carrera. Ni siquiera los predicadores son escogidos por
sus méritos, sino por sus relaciones y por favor."
En suma, que aquel fuerte impulso interior que animo antes a Ia corte, ei
Estado y Ia Iglesia, y les infundió su rigurosa actitud religiosa, se ha extinguido
ya y se han consumido Ias fuerzas de restauración y conquista. Ahora preva-
138 Busembaum, Medul/a theolbgiae moralis, lib. v, cap/n, dub. m, se expresa dei si||f
modo: Tiia requiruntur ad peccatum mortale (quod gratiam et amicitiam cum deo solvit), c|imiit
unum desit lit veniaJc (quod ob suam levitatem gratiam et amicitiam non tol/if): 1) cx (
intellectus, plena advertentia et deiiberatio; Z) ex parte voluntatis, perfectus consensus; 1) JJII
materiae.
139 Privandus aíioqui ob suspicionem ignaviae dignitate, oííicio veí íavore principis. Rusrinli
lib. in, tract. iv, cap. i, dub. v, art. i, n« 6.
140 Qui exterius tantum iuravit, sine animo iurandi, non obligatur, nisi forte ratione scaj
cum non iuraven't sed Juserit (ibid., lib. m, tract. n, cap. n, dub. rv, rt« 8).
l*l Em. Sa., Aphorismi Con/essarioium s. v. dubium. Potest quis facere quod probabili ri
veí autoritate putat licere, etiamsi oppositum tutius sit: surficit autem opinio alicuius gravii a
142 Busembaum, lib. i, cap. m: Remedia conscientiae scrupulosae sunt: 1) scrupu/os
re, 4) assuefacere se ad sequendas sententias mitiores et minus efiam certas.
LOS JANSENISTAS 541
ile toda culpa. Con cierta franqueza, los mismos jesuítas se asombran en ocasio-
nes de Io leve que con su doctrina se hace ei yugo de Cristo.
esto creo yo que debamos considerailes como una espécie de protestantes ino
cientes. La diferencia capital, desde un punto de vista histórico, consiste en
aceptan un principio ai que no fué posible que se acomodara ei protestantismo
atuvieron a aquellos Padres de ia Iglesia latina que, ya en Alemania, ia*
abandonados en 1523, Ambrosio, Agustín y Gregorio, y todavia les anadieroj
gunos Padres griegos, sobre todo ei Crisóstomo. Con ellos creen poseer una
dición pura y no tergiversada, de Ia que no se aparto San Bernardo, pero que j
pués de este último Santo Padre fué oscurecida por Ia introducción de Ia doc^
aristotélica. Están, pues, muy lejos de aquel enérgico ceio con que los protei
tes acudieron directamente a Ia Bíblia. Satisfacen a su conciencia Ias prij
elaboraciones, que han constituído Ia base de los sistemas posteriores.
Suponen que San Agustín fué inspirado por Dios para comunicar ai m u i
Ia doctrina de Ia gracia, que constituye Ia esencia de Ia nueva alianza. CoraS
ha perfeccionado Ia teologia cristiana y tratan de recoger sus raíces, de c a p t j
medula, pues hasta entonces se habían considerado a menudo como doctrli
agustinianas opiniones verdaderamente pelagianas. Lutero fué despertadM
San Agustín, pero en seguida acudió a Ia primera fuente, a Ia Escritura, a H
labra de Dios. Frente a él, ei catolicismo mantuvo todo ei sistema desarrollalH
ei curso de los siglos y los jansenistas buscaron Ia concepción agustiniana y
taron de hacerla valer, concepción que fué Ia primera en abarcar Io primnH
fundar Io posterior. El protestantismo rechaza Ia tradición, ei catolicismo Ia •
tiene, ei jansenismo trata de depuraria, de restablecerla en su originalidad. J
Como los jansenistas se mantienen en Ia fe de que Ia Iglesia m i l i t a r »
pesar de oscurecimientos y deformaciones pasajeros, compone un msimo espM
y cuerpo con Cristo, infalible e inmortal, defienden también Ia jerarquía e ( H
pai. Saint Cyran es uno de los defensores más destacados de los derechos d ã H
de los obispos. Mediante Ia verdadera penitencia y ei verdadero orden <fl
Iglesia, piensan poder regenerar Ia doctrina y Ia vida de Ia cristiandad.
En ei retiro de Port-Royal des Champs, ai que se había recogido Le M a
se le junto una sociedad bastante considerable, afiliada a Ia doctrina. No sem
de negar que, ai principio, fué algo estrecha, pues se componía principalmente
miembros y amigos de Ia família Amauld. Le Maitre trajo a sus cuatro h j f
nos; su madre, que le inspiro Ia oríentacíón espiritual, era una Arnauld; ei ajfl
más viejo de Saint Cyran, ai que lego su corazón, era Amauld d'AndiHy, A9
entro también en esta sociedad; su hermano menor, Antônio Amauld, escribió
primera obra importante en favor de ella. Vários amigos y parientes le s i g u i r
También ei convento de Port-Royal en Paris estatía casi exclusivamente en ma'
de esta família. Cuenta Andilly que su madre, que por fin entro en ei conwf
estaba rodeada de doce hijas y nietas. ir ' 2 Recordemos que ei viejo Antônio
nauld, de donde todos estos procedían, fué quien principalmente decidió coul
brillantes peroratas Ia expulsión de los jesuítas de Paris en ei afio 1594. L a l
madversión contra los jesuítas es hereditária en esta família.
Pero es increíble cuán rapidamente y en qué proporciones se e n s a n c h ó j
estrecho círculo.
De pronto se les juntaron muchos, sin otra afinidad con ellos que Ia paridad
ile sentimientos. Especialmente un famoso predicador de Paris, Singlin, partidá-
rio de Saint Cyran, trabajaba con ellos. Tenía este Singlin Ia peculiaridad de
que, si en Ia vida comente se expresaba con dificultad, en cuanto subia ai púlpito
mostraba una elocuencia arrebatadora.153 A sus más celosos partidários los envia-
ba a Port-Royal, donde eran admitidos con gusto. Se trataba de jóvenes sacerdotes
y maestros, de comerciantes de buena posición, gentes de Ias mejores famílias,
médicos de brillante carrera, miembros de otras ordenes religiosas, personas to-
das a quienes un impulso interior y Ia más decidida convicción movían a dar
este paso.
En esta soledad, que parecia como un convento sostenido por un compromi-
so voluntário, se hacían diversas prácticas religiosas: se visitaba Ia iglesia a menu-
do y se rezaba mucho, en comunidad o por separado. Se hacían también trabajos
en ei campo y alguno que otro se ejercitaba en tareas manuales, pero Ia principal
ocupâción era Ia literária, pues Ia sociedad de Port-Royal fué ai mismo tiempo
una espécie de academia.
Mientras que los jesuítas derramaban su sabiduría en fólios inaccesibles o se
ierdían en Ia escolástica antipática de artificiosos sistemas de dogma y de moral,
Í os jansenistas se dirigieron a Ia nación.
Comenzaron con traducciones: Ia Santa Biblia, los Santos Padres, libros
latinos de oraciones. Supieron evitar con arte Ias viejas formas francas, que hasta
entonces habían perjudicado trabajos de este gênero, y se expresaron con atrayen-
te claridad. La escuela que fundaron en Port-Royal les dió ocasión para redactar
libros de texto sobre idiomas clásicos y modernos, sobre lógica y geometria, que
ofrecían los nuevos métodos y cuyo mérito reconoció todo ei mundo.154 A estos
trabajos se sumaban otros escritos polêmicos, cuya precisión y agudeza desarma-
ban ai adversário; obras de una piedad profunda, como Las Horas de Port-Royal,
que fueron recibidas con apasionado interés y que ai cabo de un siglo seguían
siendo tan buscadas como ei primer dia. Espíritus científicos tan eminentes como
Pascal, jerarcas de Ia poesia francesa como Racine, eruditos de Ia talla de un
'] illemont, salieron de sus filas. Como vemos, sus esfuerzos iban mucho más allá
dei círculo teológico-ascético que había atraído a Jansenio y a Verger. No exage-
ramos ai afirmai que esta sociedad de personas de talento, inspiradas por un gran
propósito, que en su propia vida de relación desarrollaron espontaneamente un
nuevo tono de expresión y comunicación, ha ejercido una influencia notable,
interiormente formadora, sobre Ia literatura francesa y, a través de ella, sobre Ia
ile Europa, y que a ella se debe en parte el esplendor literário de Ia época de
Luis XIV.
Imposible que el espíritu que inspiraba todas estas producciones no se abriera
camino en Ia nación. Por todas partes contaron con partidários. Especialmente se
les aficionaron los párrocos, a los que se había hecho odiosa Ia confesión practica-
ila por los jesuítas. En ocasiones, por ejemplo con el cardenal Retz, pareció que
iban a introducirse en el alto clero, pues recibieron cargos importantes. Pronto
153 Fontainc, M<Smoires, n, p. 283.
154 Notice de Pctitot, prefacio a las memórias de Andilly, t. i, por Io d cm ás, un trabajo
v.rprendcntemente parcial.
546 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SICLO XVII
no sólo cuentan con protectores en los Países Bajos y en Francia, sino tambié1
Espafia y, todavia bajo Inocencio X, predica en Roma un maestro jansenis r
La cuestión ahora es Ia actitud que Roma había de tomar frente a
opiniones.
13) Posición de Ia corte de Roma ante los dos partidos
Bajo formas un poço diferentes, nos hallamos ante Ia misma disputa qual
Clemente VIII ni Paulo V se atrevieron a decidir de frente.
No sé si Urbano VII o Inocencio X hubiesen sido tampoco más resuel
no ser por Ia desdichada circunstancia de que en Ias obras de Jansenio se en!
tró un pasaje que, por otros motivos, escandalizo mucho a Ia corte de Roma. |
En su libro m , acerca dei estado de inocência, se ocupa Jansenio de una £
de San Agustín, que no se puede negar que ha sido condenada por Ia Sede Jt
tólica. Se detiene un momento para saber a quién tiene que seguir, si ai P¥
de Ia Iglesia o a los Papas. Después de algunas cavilaciones, observa l 5 6 que,
ocasiones, Ia Sede Apostólica condena una doctrina sólo por voluntad de paz,
por ello quereria declarar falsa. Así que él se resuelve en favor de Ia enseflf
de Agustín.
Como es natural, sus enemigos se valieron de este pasaje, seftalándolo
un ataque a Ia infalibilidad pontifícia. Urbano VIII expresó su disgusto porl
obra que, con dano dei prestigio apostólico, contiene princípios que ya han I
condenados por otros Papas.
Pero con esta declaración no consiguió mucho. Las doctrinas jansenii
siguieron cundiendo poderosamente y en Francia se produjo una disensión M
ral. Los enemigos de Port-Royal consideraron que era necesaria una c o n d e n »
más expresa por parte de Ia Santa Sede. Redactaron las tesis f u n d a m e n j
de Jansenio, tal como ellos las entendían, en cinco proposiciones, y p i d i e n »
Papa Inocencio X que se pronunciara sobre ellas. 157
Con este motivo se inicio en Roma una investigación formal. Se nonf
una congregación de cuatro cardenales, bajo cuya inspección llevaron a cabo|
examen trece teólogos consultores.
Ahora bien, aquellas proposiciones estaban redactadas de suerte que, a I
mera vista, se veia que contenían puras herejías, pero miradas con más detff
miento también se podían explicar en sentido ortodoxo, por Io menos en parttÉ
Pronto hubo entre los consultores división de opiniones. Cuatro de ellos, d o s •
minicos, un minorista, Luca Wadding, y ei general de los agustinos, desac^f
155 Deone, t. iv: Fu cifato per i) sant'of/icio monsieur Honorato Herzan [Hersent], di
deJ/a Sorbona di Pariggi, per Ia predica che íece in San l.uigf neJ giorno delia festa, nella f
sostenne e diícse }'opinione di Jansenio con esaítarlo per único interprete di S. Agostino, n
specificandolo, ma però deíineandolo che da ciascheduno era inteso. Eg/i si ritirò in cassa deílV
basciator di Francia c di II a Pariggi. 71 suo libro è prohibito, et il maestro dei sacro palazzo ne
havuto qualche travaglio per haverne permessa Ia stampa: egli si scusa con dire che veniva deaS
ai papa et era in língua, írancese. Ia quale egli non intende, però contenendo il libro ]'opinione •
revole aWopinione loro contra 1'opinione de'Cesuiti.
156 De statu naturae purae, m, cap. xxn, p. 403. Quodsi, afiade, vel tunc ostendi pofuisset •
aliasque nonnullas propositiones ab Áugustino doctorum omnium corj'phaep traditas, nunffl
aibitior, huiusmodi decretum ab apostólica sede permanasset.
157 Pallavicini, Vifa Alessandra Vil: "acciochè ben iníormato dichiarasse ciò che
permettersi o proibirsi intorno cinque principali propositioni di quelfautore"
158 Racine, Abrégé de l'histoire ecelésiastique, t. xi, p. 15.
ROMA Y LOS DOS PARTIDOS 547
159
jaron Ia condenación, pero los nueve restantes estaban por ella. Todo depen-
dia de si ei Papa se sumaria a Ia mayoría.
A Inocencio X le disgustaba toda ia cuestión. Ya de por si le eran odiosas
Ias disputas teológicas difíciles, pero en esta veia además que, cualquiera que
fuese ei sentido en que se resolviera, Ias consecuencias habrían de ser desagrada-
bles. A pesar de Ia gran mayoría no se decidia. "Llegado ai borde dei abismo
—dice Pallavicini—y, viendo con lôs ojos Ia magnitud dei salto, se resistia y no
había manera de hacerle seguir adelante."
Pero no toda Ia corte sentia los mismos escrúpulos. El Papa tenía a su lado
un secretario de Estado, ei cardenal Chigi, que le azuzaba. En Colônia, Chigi
tuvo ocasión de ver ei libro y, ya entonces, aquel famoso pasaje había provocado
su indignación, ai punto de hacerle arrojar ei libro. Algunos frailes alemanes le
atizaron Ia antipatia. Tomo parte activa en Ia congregación examinadora y le co-
rrespondió no pequena cuenta en su resultado. Ahora insistia ante ei Papa a que
no callara, porque ei silencio equivaldría a Ia autorización, y no era posible que
abandonara ai descrédito Ia doctrina de Ia infalibilidad pontifícia. Una de Ias
misiones principales de Ia Sede Apostólica es resolver cuando cunde Ia duda
entre los fieles. 160
Como sabemos, era Inocencio un hombre que se dejaba guiar de impresio-
nes. En un momento desdichado pudo sobre él Ia idea dei peligro que corria Ia
infalibilidad pontifícia. Además, pues se trataba dei dia de San Atanasio, creyó
casi en una inspiración superior. El l 9 de junio de 1653 expidió Ia bula en que
condenaba aquellas cinco tesis como heréticas, blasfematorias, malditas. Declara
que'espera de ese modo restablecer Ia paz de Ia Iglesia, pues nada le importa
más que llevar Ia nave de Ia Iglesia por mares tranqüilos, para que llegue ai puer-
to de ia beatitud. 161
Pero ei resultado iba a ser bien diferente de lo que se figuraba.
Los jansenistas negaron que Ias proposiciones condenadas estuvieran en ei
libro de Jansenio y, todavia más, que aquél Ias hubiera entendido en ei sentido en
que habían sido condenadas.
Ahora se mostro Ia falsa posición en que se había colocado Ia corte de Roma.
Los obispos franceses urgieron de Roma una declaración de que aquellas propo-
siciones habían sido condenadas en ei sentido que les daba Jansenio. Chigi, que
entre tanto había ocupado Ia Sede con ei nombre de Alejandro VII, tanto menos
se podia negar a ello cuanto que había tenido gran parte en Ia condenación. Y
habló, sin dejar lugar a dudas: "Las cinco proposiciones han sido sacadas dei
libro de Jansenio y condenadas en ei sentido que él les da." 1 6 2
Pero también a esto estaban preparados los jansenistas y repusieron que una
declaración de esa espécie excedia los limites dei poder papal y, en su innegable
159 Pallavicini, que formaba parte de los consultores, nos facilita estos detalles. Dice dei Papa:
/( suo inteíletto aíienissimo delle sottigliezze scoíastiche.
100 Informes de Pallavicini.
101 En Cocquel., vr, m, p. 248. Por los informes de Pallavicini se ve claramente que fueron
redactados por Chigi y principalmente por Albizi, asesores de Ia Inquisición.
102 En Cocquel., vi, iv, p. 151. Quinque ilías propositiones ex libro praememorari CorneJii
Jansenii episcopi íprensis, cui fitu/us Augusfinus excerptas ac in sensu ab eodem Jansenio intento
clamnatas fuisse dedaramus et definimus.
548 LOS PAPAS A MEDIADOS DEL SIGLO XVII
Pero, por otra parte, también había surgido una oposición no menos peligrosa, <
violência creciente y en constante expansión.
163 Escrito de diecinueve obispos ai Papa, 1667, 1» de diçiembre: Novum et inauditum ad
nos nonnuili dogma procuderunt, ecclesiae nempe decretis, quious quotidiana nec revelara divjÊ
íacta deciduntur, cerram et in/ailibilem constare verítatem. Es esta propiamente Ia interpreta
reconocida de Ia cuestión de droit y fait.
161 El último formulário de Alejandro VII (15 de febrero de 1665) reza: Je re/ete et I
damne sincèrement les cinq propositions extraites du livre de Comelius Jansenius intitule AuguJ«_
et dans le sens du méme auteur, comme le saint siège apostolique les a condamnées par les suflfl
constituíions. En cambio. Ia declaración de paz más amplia: Vous devez vous obliger á condmM
sincèrement, ple/nement, sans aucune reserve ni exception tous les sens que I'église et le pflH
condamnés et condamnet dans les cinq propositions. Se sigue un articulo segundo: DéclaronM
cc seioit faire in/ure à l'c'glise de comprendre entre les sens condamnés dans ces propositidH
doctrine de St. Augustin et de St. Thomas touchant Ia grace ef/icace par elle-méme nécessafl
toutes les actions de Ia piété chrétienne et Ia prédestination gratuite des élus.
165 Franzoesische Geschichfe, iu (S. W . x), p. 257.
RELACIONES CON EL PODER TEMPORAL 549
ÚLTIMAS ÉPOCAS
^
Es un hecho sorprendente que nos abre perspectivas sobre Ia marcha general dei
desarrollo humano que todas Ias veces que ei Papado fracasa en Ia realización de
sus planes renovados de domínio universal, empieza también a decaer en si
inismo.
Todo había sido fundado en aquella época de avance y restauración. Se
había renovado Ia doctrina, Ias jurisdicciones eclesiásticas se habían centralizado
con más fuerza, se habían celebrado alianzas con los príncipes, se habían rejuve-
necido Ias viejas ordenes y fundado otras nuevas, se había concentrado Ia fuerza
dei Estado de Ia Iglesia convirtiéndolo en un órgano de Ias empresas eclesiásticas,
se había reformado ei sentido y ei espíritu de Ia cúria, y todo con Ia meta única
dei restablecimiento dei poder y de Ia fe católicos.
Esto no fué una creación nueva, como vimos, sino una reanimación por ei
poder de Ias nuevas ideas, reanimación que acabo con algunos abusos y agito con
Ircsco impulso los elementos de vida existentes.
Sin duda alguna, una restauración de este tipo se halla más expuesta a Ia
cxtinción de los motivos vitales y animadores que algo que nace completamente
de nuevo.
El primer choque que recibe Ia restauración eclesiástica tiene lugar en Fran-
cia. El poder papal no pudo avanzar por ei camino emprendido y tuvo que con-
icmplar como se constituía una Iglesia que, si bien era católica, no se mantenía
bajo Ia influencia que aquél pretendia, y tuvo que resolverse a entrar en tratos
con ella.
Con esto guarda relación ei que muy pronto se produjeran en su interior
fuertes antagonismos, disputas acerca de importantes puntos de fe, acerca de Ia
relación entre ei poder secular y ei espiritual; en Ia cúria, el nepotismo revistió
formas peligrosas, y los recursos financieros, en lugar de aplicarse por completo a
sus fines, beneficiaron en su mayor parte a diversas famílias.
Tuvo a Ia vista Ia Iglesia una meta grande y general, en cuyo sentido avanzó
con êxito extraordinário. Por este alto fin se mediaba en todos los antagonismos,
se aplacaban Ias disputas doctrinales y Ias pretensiones seculares de Ia Iglesia, se
551
552 ÚLTIMAS ÉPOCAS
1 Morosini, RcJstion di Francia 1671: Conosciuta naturale part/aJ/fà dei cardl. Altieri per Ja
c-orona cattolica rende alia christianissima sospetta ogni sua attione. II ponteíice presente è consideiato
come un imagine dei domin/o che risiede veramente nelfarbitrio dei nipote.
2 Instruzione per mons. arcivescovo di Patrasso 1674: Questo /atro arrivato alia corte, sicome
eccitò Io stupore e Io scandalo universale, cosi pervenuto alia notitia di N. Sre. mosse un'estremo
cordoglio neH'animo di S. Beatne.
3 Stato delia camera nel presente pontificato di Innocenzo XI. MS. (Bibl. Alb.)
* En un manuscrito que consta de 763 páginas, dei afio de 1743, Eretfione et aggionte de'monti
canieraü, se encuentran los decretos pertinentes y los Breves. En un Breve de 1684 ai tesorero
Kegroni declaro Inocencio por vez primera su intención d'andar liberando Ia camera dei frutto di
4 p. c. — che in questi fempi è troppo rigoroso.
554 ÚLTIMAS ÉPOCAS
cfad espiritual dei mismo. La gente de Ia época opinaba que si bien Francia
continuaba todavia dentro de Ia Iglesia católica, estaba, sin embargo, al borde de
salirse de ella. El rey elevo esos princípios a Ia categoria de artículos de fe, de libro
simbólico. En todas Ias escuelas tenían que ser ensenados y nadie que no los ju-
rara podia obtener grados en Ia Facultad de Derecho o de Teologia. 9
Pero también ei Papa disponía de su arma. El rey promovió al episcopado a
los autores de Ia declaración, miembros de aquella asamblea, pero Inocencio se
nego a otorgarles Ia institución canónica. Podían gozar de Ias rentas, pero no re-
i cibieron Ias ordenes, y no podían practicar ningún acto eclesiástico de orden epis-
. copai.
Aumentaron Ias complicaciones porque Luís XIV, en ese momento, y más
que nada por mostrarse como perfecto ortodoxo, comenzó a perseguir cruelmente
a los hugonotes. Creía de este modo prestar un gran servido a Ia Iglesia. Tam-
bién se ha dicho que ei Papa Inocencio estaba de acuerdo. 10 Pero de hecho no ha
sido así. La corte romana nada queria saber ahora de una conversión conseguida
por apóstoles armados: "Cristo no se ha servido de este método: hay que conducir
a los hombres al templo, pero no arrastrarlos hasta él." M
Y se produjeron nuevas disensiones. El embajador francês hizo su entrada
cn Roma ei ano 1687 con una escolta tan grande, incluyendo dos escuadrones de
caballería, que, a pesar de que ei Papa Io había derogado solemnemente, no se le
podia negar ei derecho de asilo que los embajadores pretendían, no solo para su
palácio, sino también para Ias calles cercanas. Así que resistió al Papa con fuerza
armada en su propia ciudad. "Llegáis con caballo y carroza—dijo Inocencio—;
nosotros queremos caminar en nombre dei Senor." Pronuncio Ias censuras ecle-
siásticas contra ei embajador y se estableció ei ínterdicto sobre Ia Iglesia de
San Luis, en Ia que aquél había asistido a una solemnidad. 12
El rey apelo a medidas extremas. Convoco un concilio general; hizo captu-
rar Avignon, encerro al núncio en Saint Olon; se creía que tenía ei propósito de
elevar a Ia categoria de patriarca de Francia al arzobispo dei país, Harlai, que si
bien no había inspirado todos estos pasos, por Io menos los había aprobado.
A tal punto llegaron Ias cosas: ei embajador francês en Roma excomulgado,
ei núncio pontifício en Francia detenido, treinta y cinco obispos franceses despro-
vistos de institución canónica, un território pontifício incorporado por ei rey. El
cisma estaba declarado de hecho. A pesar de todo, Inocencio XI no cedió un
ipice.
13 Relatione di Roma di Giov. Lando 1689. Se calculai! en este trabajo los subsidioi j
milloncs de escudos.
H También en las Mémoiies sur íe regne de Fréderic I, roi de Prussc, par le comíe de Dl
p. 78, hallamos esta afirmación. Por Ia reina Cristina las cartas habían llegado a manos de Itl f
qui les íesoit passer par le comte de Lippe, d'ou un certain Paget les portoit á La Haye. I'< m
a los detalles de esta información, hemos de poner en duda su veracidad, si se observa q u t ^ T
Cristina durante todo este tiempo se encontraba cn bastante malas relaciones con ei Papa. Vtlfl
relación. que se deduce de su correspondência, me parece imposjble que ei Papa, que habla fl^H
vez burlonamente è una donna, le haya confiado un tal secreto. Es posible que hayan sido »|*
chos secretos de Roma.
15 Muy poço conocida, pero muy significativa para esta situación es Ia "Lettre écrite |i»f
Cl. d'Etrées, ambassadeur extiaord. de Louis XIV, à M. de Louvois 18 Dec. 1687". OcuvM
Louis XIV, t. vr, p. 497. Se ve cuán pronto Jacobo II fué informado. El joven Lord Noii
se hallaba de incógnito en Roma, le mando inmediatamente un correo. Makintosh (History ol|
revolution, n, p. 157) supone que Jacobo, a mediados de mayo de 1688, estaba convencida I
intenciones dei príncipe en contra de Inglaterra. Pero ya ei 10 u 11 de maizo dijo ai nu |
il príncipe avere in principal mira "Inghilterre ("Lettera di Mons. cVAdda", ibid .
desgracia fué que no se creía a si mismo.
1« Sobre Ia relación entre Inocencio XI y ei rey Jacobo II de Inglaterra cf. Enctiwhl
scftichte, vi (S. W., xrx), p. 151.
LUÍS XIV E INOCENCIO XI 557
curopeo contra aquel poder exorbitante, cooperaban para que este se sometiera
también a Ias pretensiones eclesiásticas dei Papado.
Cierto que Inocencio XI no vivió estos momentos. Pero ya ei primer emba-
jador francês que llegó a Roma después de su muerte (10 de agosto de 1689)
renuncio ai derecho de asilo y Ia actitud dei rey cambio, pues devolvió Avignon
y comenzó a negociar.
Era esto tanto más necesario cuanto que ei nuevo Papa, Alejandro VIII, si
bien se aparto mucho dei ejemplo riguroso de su antecesor, en este punto man-
tuvo, sin embargo, los mismos princípios. Alejandro declaro otra vez que los
acuerdos de 1682 17 eran nulos y que no obligaban, aunque hubiesen sido acep-
tados bajo juramento; dia y noche pensaba con amargura en ei asunto, entre
sollozos y llanto.
Después de Ia prematura muerte de Alejandro VIII, los franceses hicieron
todo Io posible para que resultará elegido un varón pacífico, dispuesto a Ia con-
ciliación,18 y Io consiguieron en Ia persona de Antônio Pignatelli, Inocencio XII
(12 de juliode 1691).
Pero este Papa no era muy propenso a ceder en nada que afectase a Ia
dignidad de Ia Sede Apostólica, y tampoco Ias circunstancias le apremiaban
mucho, puesto que Ias armas de los aliados ocupaban de manera muy seria Ia
atención de Luís XIV.
Se negocio durante dos anos. Inocencio rechazó más de una vez Ias fórmu-
las propuestas por ei clero francês. Finalmente, tuvo que declarar este clero
que todo Io que había sido discutido y acordado en aquella asamblea se conside-
raria como no discutido ni acordado: "Postrados a los pies de Vuestra Santidad
confesamos nuestro indecible dolor por aquello." 19 Solo después de una retrac-
tación semejante otorgó Inocencio Ia institución canónica.
Solo con estas condiciones se restableció Ia paz. Luis XIV escribió ai Papa
que derogaba su decreto sobre Ia observância de los cuatro artículos. Como ve-
mos, una vez más Ia Sede Apostólica se afirma en Ia plenitud de sus pretensio-
nes frente ai rey más poderoso.
17 Indictis comitiis anni 1682 tam circa extensionem iuris regaíiae quam circa dedarationem
de potestate ecc/esiastica actorum ac efiani omnium et s/ngu/orum mandatorum, arrestorum, confir-
in.itionum, declarationum, epistoíarum, edictorum, decretorum quavis autoritate sive eccíesiastica
Mie eíiam laicaíi aditorum, nec non aliorum quomodolibet praeiudiciaJium praefatorum in regno
Mipradicto quandocunque et a quibusvis et ex quacunque causa et quovis modo factorum et gestòrum
BC inde secutoium quorumeunque tenores. 4 de agosto de 1690. Cocquel., rx, p. 38.
18 Domenico Contarini, Relatione di Koina 1696: Tenendosi quesfa volta da Fianccsi btsogno
d'un papa faciíe e d'animo assai rimesso e che potese facilmente esser indotto a modi/icare Ia bo/Ia
t.itta nel/'agonia di Alessandra VIII sopra le propositioni deH'assemblea dei clero deH'anno 1682,
iliedero mano alia elettione di esso.
19 Es verdad que se ha afirmado, y entre otras es esta también Ia opinión de Pctitot (Notices
mr Portroyal, p. 240), que este escrito fué inventado por los jansenistas, pour répsndre du ridicule
rt de 1'odieux sur ies nouveaux évéques; pero, por una parte, nunca se ha producido desde ei otro
Indo ninguna fórmula y, por otra. Ia citada sieinpre fuc reconocida, por Io menos indirectamente, por
los autores romanos, por ejemplo en Novaes, Storia de'pontcfici, t. xi, p. 117, y finalmente fué
considerada entonces como autêntica incluso en Ia corte, sin ninguna oposición. Domenico Con-
tarini dice: poço dopo fu preso per mano da Francesi il negotio dclle chiese di Francia proponendo
dnerse formule di dichiarazione, matéria ventilata per il corso di due anni e conculsa ed aggiustata
ci>n quelle lettera scritta da vescovi a) papa che si è difusa in ogni parte. Pero siempre se trata de
•qiiclla fórmula, ya que nunca se ha dado a conocer ninguna otra. También Daunou, Essai historique
iw Ia puissance temporelle des papes, u, p. 196, presenta este escrito como autêntico.
558 ÚLTIMAS ÉPOCAS
25 Por ejemplo sobre los alojamientos forzados en Pariria y Plasencia, donde incluso li
siásticos íueron otíigados a hacer conlribiiciones de guerra, Accord avec les deputes <lu <fo^^
Ja ville du Piaísence I-f déc. 1706 art. íx, que pour soulager 1'état tous les partículiers, Q^M
très-piiviJégiés, contribaemienl a í.t sasáitte somme. Era justamente esto Io que et Pap^^H
tolerar. Las pretensiones imperíales fueron entonces renovadas con doble ímpetu, "Contredécí^H
de Tempercur", en Lamberty, v, p. 55.
26 La condición, ai principio mantenida en secreto, fué conocida por un escrito dcl cmlujl^
austríaco ai duque de Marlborough. (Lamberty, V, p. 2-12.)
27 "Lettre'du marechal Thessé au pape 12 juillet 1709"
28 Sobre Ia condueta peligrosa de Saboya cf. Lafitau, Vie de Clément XI, t. n, p. 78. J
20 "Protcslatio nomine sedis apostolicae emissa in conventu Cameracensi", en Rousset, SM
nients au corps diplomai, de Dumont, ui, II p. 173-
LA GUERRA POR LA StJCESION ESPANOLA 561
Solo un momento duro Ia paz entre Ias dos casas. En ei afio de 1733 los
Horbones renuevan sus pretensiones sobre Nápoles, que se hallaba en manos de
Áustria; también ei embajador espanol dfreció ai Papa vasallaje y tributo. Cle-
mente XI hubiese dejado Ias cosas tal como estaban: nombró una comisión de
lardenales que se resolvíó en favor de Ias pretensiones imperiales. Pero también
esta vez ei curso de Ia guerra fué contrario a Ia decisión dei Papa, pues Ias armas
cspaftolas consiguieron Ia victoria. En poço tiempo Clemente tuvo que reconocer
ei feudo de Nápoles y Sicilia en favor dei mismo infante cuya posesión de Par-
iria le había causado tanto disgusto.
El resultado final de todas estas luchas no fué muy diferente de Ia primera
intencíón de Ia corte romana: Ia casa de Borbón se extendió por Espana y por
una gran parte de Itália, pero en circunstancias muy otras de Ias que en un
principio se había pensado.
En ei momento decisivo Ia última palabra Ia pronuncio Inglaterra: los Bor-
bones se habían afirmado en Itália en abierta oposición con Ia Santa Sede, se
había producido Ia separación de províncias que se había querido evitar, e Itália
y ei Estado de Ia Iglesia se vieron constantemente visitados por ejércitos enemi-
jHis. La autoridad temporal de Ia Sede se veia quebrantada hasta en Ias proxi-
midades dei Estado de Ia Iglesia.
Es natural que estos acontecímientos repercutieran en gran manera sobre
Ias pretensiones eclesiásticas, tan en conexión con Ias circunstancias políticas.
Clemente XI Io experimento sensíblemente.
Más de una vez su núncio fué alejadò de Nápoles; en Sicilia fueron expul-
sados una vez en masa los eclesiásticos favorables a Roma y llevados ai Estado
de Ia Iglesia;30 por todos los domínios italianos se avivo ei deseo de no dejar
llegar a Ias dignidades eclesiásticas más que a los nativos;31 también en Espana
se cerro Ia nunciatura32 y Clemente XI creyó una vez que se veria obligado a
llevar ante Ia Inquisición ai primer ministro espanol Alberoni.
Afio por ano estas disensiones fueton creciendo en importância. La corte
romana no tenía ya Ia fuerza ni Ia energia interiores necesarias para mantener
unidos a sus fieles.
"No Io puedo negar —nos dice ei embajador veneciano Mocénigo en
1737—, pero hay algo antínaturaí en eso de que los gobiernos católicos todos se
liallen en tan grandes discórdias con Ia corte romana y apenas se entrevea una
solución que no afecte a Ia fuerza vital de esa corte. Ya sea una ilustración ma-
vor, como muchos suponen, o un espíritu de violência contra los más débiles,
Io cierto es que los príncipes acuden con paso rápido a despojar a Ia Santa Sede
de todos sus privilégios seculares." M
Si en Roma levantaban Ia mirada para recorrer el mundo de entonces,
30 Buder, Leben iind Thaten Cfemens XI, t. m, p. 581.
.11 En Lorenzo Tiépolo, Rehtione di Rom*, 1712, vemos que los imperiales, Io mismo en
Nápoles que en Milán, tenian ya entonces Ia intención che li bene/icii ecclesiaslici siano solamcnte
dati n nationalis, colpo di non picciolo danno alia corte di Roma se si ef/etuasse.
•'<- San Felipe, Beifrâge zur Geschichte von Spanicn. m, p. 214.
33 Alvisio Moeenigo, iv: "Relatione di Rema 16 Apr. 1737".
562 ÚLTIMAS ÉPOCAS
tenían que darse cuenta que todo estaba en juego si no se ofrecía Ia mano
solicitud de paz.
La memória de Benedicto XIV —Próspero Lambertini, 1740-58— ha
bendecida porque se decidió, ai fin, a hacer Ias concesiones necesarias.
Sabido es en qué medida Benedicto XIV, no cegado por Ia alta sig
ción de su dignidad, evito una actitud altanera. Conservo siendolPapa su ai
dicharachera, de solera bolonesa. Abandonaba ei trabajo, se unia a los qtf
rodeaban, contaba una ocurrencia que había tenido entretanto y se ponía 1
nuevo a trabajar.34 No perdió ei contacto con Ia realidad. Se mantuvo por enqfl
de los asuntos. Con una mirada despejada contemplaba Ia relación de Ia S e c w
Roma con Ias potências auropeas y se dió cuenta de Io que se podia r n a n M
y de Io que había que ceder. Pero era un buen canonista y también muy tm
para dejarse llevar por este camino demasiado lejos.
La acción mas extraordinária de su pontificado es seguramente ei concof
to de 1756 celebrado con Espana. Supo renunciar a aquella promocíón
los pequenos benefícios que Ia cúria seguia disfrutando todavia en aquel
aunque ya con violenta resistência. Pero, £es que Ia corte podia perder sin
pensación alguna Ias fuertes cantidades de dinero que había recogido hasta
tonces? <;Es que ei poder pontifício había de renunciar de una vez a su influa^
sobre Ias personas? Benedicto encontro Ia siguiente solución. De aquellos !»•
ficios se reservaron cincuenta y dos a Ia provisión dei Papa "para que p U a
recompensar a aquellos clérigos espanoles que se hicieran acreedores p ^ P
virtud, pureza de costumbres, sabiduría o por servicios prestados a Ia Sede ^
tólica".35 Se calculo en dinero Ias perdidas de Ia cúria. Se encontro que pd
estimarse, comprobadamente, en 34,300 escudos. El rey se obligó a pagaf
capital cuyos intereses dei três por ciento sígnificarían una cantidad sim
ei capital fué de 1.643,330 escudos. El dinero, que todo Io arregla, mostro \
bién su fuerza mediadora en los asuntos eclesiásticos.
También con Ia mayoría de Ias otras cortes celebro Benedicto XIV trafl
transaccionales. Se ensanchó ei derecho de patronato que poseía ei rey de P^
gal y, además de otros privilégios eclesiásticos de tipo honorífico que ya pd
se le concedió ei título de fidelísimo. La corte de Cerdena —doble
descontenta porque Ias concesiones que había conseguido en momentos fa
bles le habían sido retiradas en ei último pontificado— obtuvo satisfaccíóni
Ias instrueciones concordantes de 1741 y 1750. 36 En Nápoles —donde se *
34 ReJatione di F. Veníer di Roma 1741: Asceso il papa ai trono di S. Pietro, non
cambiarc 1'indole sua. Egli era di temperamento afíabüe insieifie e vivace, e vi resto: spargevi
da preiato ii suoi discorsi con giocosi saíi, ed ancor li conserva: —doíato di cuore aperto e sin
trascurd sempre ogn'una di que/íe arti che chiamano romanesche.
85 Acciò non meno S. Stà. che i suoi suecessori abbiano il modo di privedere e premiare '|'
eedesiastiei che per probità e per ilíibatezza de'costumi o per insigne letteratura o per servizi
tati a//a s. sede se ne renderanno meritevoli (Palabras dei Concordato, entre otros ei Commit
port inglês, 1816, p. 317J- De una instrueción de Carvaja! (reproducida en Castillo, Tratados dtl
p. 425) resulta que Ias intenciones dei gobiemo espanol iban primitivamente más lejos todavll
lado de Ias negociaciones oficiales se celebraba otra secreta por intermédio dei ministro <Urj
fianza, Ensenada. El Papa mismo redactó ei concordato; Ensenada mando Ia suma de dinero, i
aún de firmado ei concordato.
30 "Risposta alia notizie dimandate intomo alia giurisdittione ecclesiastica nello stato di S.
Turino 5 Marzo 1816", en ei Committeereport, p. 250.
PERMEMTACIÓN INTERNA. DISOLUCION DE LA COMPANÍA 563
constituído bajo Ia protección, entre otras, dei Gobiemo Imperial una escuela
de derecho, gracias sobre todo a los esfuerzos de Gaetano Argento, escuela que
se dedico preferentemente ai estúdio de Ias contiendas referentes ai derecho
eclesiástico y ofreció una viva resistência a Ias pretensiones pontifícias37— per-
mitió Benedicto XIV que se limitaran bastante los derechos de Ia nunciatura y
que fueran sometidos los clérigos ai pago de los impuestos. Se concedió a Ia corte
imperial Ia reducción de los dias de fiesta obligatorios, Io que produjo gran sen-
sación en Ia época; si ei Papa permitió trabajar en esos dias, Ia corte imperial
no dudó un momento en obligar ai trabajo.
De esta suerte Ias cortes católicas se reconciliaron con su jerarca eclesiástico
y Ia paz se restableció de nuevo.
Pero no hay que pensar que con esto se había logrado todo. No se puede
imaginar que Ia lucha entre ei Estado y Ia Iglesia, que casi descansa en una
necesidad interna de] catolicismo, quedara resuelta con tan ligeras transacciones.
Estás no podían servir más que para ei momento que Ias había producido. Desde
los removidos fondos se anunciaban tormentas nuevas y más poderosas.
iniciada por Molina, y Ia Sede de Roma se puso, después de tan largas vacila-
ciones, completamente ai lado de los jesuítas. Así consiguió, de todos modos,
«anarse a Ia orden más poderosa que, a partir de entonces —cosa que no había
hecho ni mucho menos en toda ocasión—, defendió con Ia mayor vehemen-
cia Ias doctrinas ultramontanas, Ias pretensiones dei poder papal; también consi-
guió mantenerse cn buenas relaciones con ei Gobierno francês quien, en defini-
tiva, había provocado aquella decisión: muy pronto solo tuvieron cargos aqucllos
que se sometieron a Ia bula. Pero por ei otro lado se levanto Ia oposición más
fuerte: los eruditos, que seguían a San Agustín, Ias ordenes, que seguían a
Santo Tomás de Aquino, y los parlamentos, que veían en todo nuevo ordena-
miento de Ia corte romana una violación de los derechos galicanos. Ahora los
jansenistas toman decididamente partido por Ias libertades galicanas y, con una
osadía creciente, elaboran una doctrina acerca de Ia Iglesia opuesta a Ia de
Roma, y hasta ponen en obras sus ideas bajo Ia protección de un gobierno protes-
tante: en Utrecht surgió una Iglesia arzobispal que se mantenía católica, pero
con completa independência de Roma, y que hacía Ia guerra implacable a Ia
dirección jesuíta-ultramontana. Valdría Ia pena de seguir ei desarrollo, Ia expan-
sión y Ia acción de estas opiniones sobre toda Europa. En Francia los jansenistas
fueron perseguidos, excluídos de los cargos pero, como suele ocurrir en estos
casos, no les perjudicó mayormente, pues durante Ias persecuciones una gran
parte de Ia opinión se declaro en su favor. Bueno hubiera sido que no hubieran
puesto en descrédito sus doctrinas, tan fundadas, con exageraciones milagreras.
Pero, en todo caso, conservan ei sello de moralidad pura y de fe profunda que
les abrió paso por todas partes. Encontramos sus huellas en Viena y en Bruselas,
cn Espana y en Portugal 4 0 y en toda Itália. 41 Sus doctrinas se extendieron, unas
veces publicamente y otras en secreto, por toda Ia cristiandad católica.
Entre otras circunstancias, sin duda alguna que fué también esta de Ia di-
scnsión eclesiástica Ia que abrió paso a una opinión mucho más peligrosa.
Es un fenômeno que siempre sorprende Ia influencia que los empenos
religiosos de Luis XIV ejercieron sobre ei espíritu francês y sobre ei espíritu
europeo en general. Había empleado ia violência más extremada, había violado
leyes humanas y divinas con ei propósito de extirpar ei protestantismo y de tri-
turar también todas Ias opiniones disidentes dentro dei catolicismo; su empefio
se concentro en mantener su reino dentro de una actitud perfectamente católica
y ortodoxa. Pero apenas hubo cerrado los ojos, todo dió Ia vuelta. El espíritu re-
primido se lanzó a un movimiento desenfrenado.
Precisamente Ia repugnância por Ia condueta de Luis XIV dió origen a que
se levantara, una opinión que declaro Ia guerra no solo al catolicismo, sino a
todas Ias religiones positivas. De ano en ano cobraba nuevo vigor y se extendía
cada vez más. Los Estados de Ia Europa meridional se fundaban en Ia íntima
de ia moralc; les aulres qu'on y condaiimoit les senfiinenls et les expressions des saints pères; d'ati(res
(ju'on y enJevoit á h cliarité sa préeininencc et sa /orce; d'aulres qu'on leur arrachoit des mains íe
pain celeste des écritures: —les nouvcaux réunis à JVg/ise se disoient trompés, etc., etc.
40 Se ve en Llorcnte, Hisloire de 1'inquisiiion, m, 93-97, cuánto tenla que ver Ia Inquisición
bajo Carlos III y Carlos IV con los verdaderos o pretendidos jansenistas.
41 Por cjcmplo, ya muy temprano (1715) se creía que cn Nápoles Ia mitad de Ia gente que
|Knsaba era jansenista. Kcyssler, Reisen, p. 780.
566 ÚLTIMAS ÉPOCAS
conexión de Ia Iglesia y dei Estado. En ellos se formo una opinión que elabo
su aversión a Ia Iglesia y a Ia religión en un sistema completo, sistema que cod
prendia todas Ias ideas sobre Dios y el mundo, todos los princípios dei Estadol
y de ia sociedad, todas Ias ciências; una literatura de oposición que se atrajd
espontaneamente a todos los espíritus y los poseyó por entero.
Salta a Ia vista cuán escasamente coincidían estas tendências1? Ia tendemjB
reformista era por naturaleza monárquica, cosa que no se puede decir de Ia tenj
dencia filosófica, que muy pronto se opuso también ai Estado; Ia tendência jau
senista se mantenía firme en convicciones que, tanto para Ia primera como paf'
Ia segunda, eran indiferentes si no odiosas. Pero en un principio actuaron conj
juntamente. Produjeron aquel espíritu de renovación que tiene tanto mayor alca^
ce cuanto menos concreto es el fin que se propone, cuanto más ampliameni
abarca todo el porvenir y se nutre cotidianamente de los abusos dei prcsentíj
Este espíritu prendió en los pueblos católicos. En su base se hallaba, conscicnt
o inconscientemente, Io que se ha denominado filosofia dei siglo xvin; Ias teorf'
jansenistas le prestaron Ia forma y el tono eclesiástico; le movió a Ia acción f
necesidad de los Estados, Ia ocasión dei momento. En todos los países, en todi
Ias cortes, se constituyeron dos partidos: uno que declaro Ia guerra a Ia cúria, •
organización y a Ia doctrina prevalecientcs, y el otro que trataba de mant<B
Ias cosas en Ia situación que estaban, que defendia Ias prerrogativas de Ia I g j H
universal.
Este último partido fué representado sobre todo por los jesuítas, y Ia o | H
apareció como el baluarte de los princípios ultramontanos; por eso el primer ataj
que se concentro contra ella.
En el siglo xvm los jesuítas eran todavia muy poderosos, debido, princ^H
mente, como antes, a que tenían en sus manos Ia confesión de los m a g n a t e s V
educación de Ia juventud; sus empresas, ya fucran mercantiles o religiosafl
bien estas no se movían con Ia vieja energia de otrora, seguían abarcando el fflH
do entero. En este momento se mantienen sin vacilar en Ia doctrina de Ia | B
doxia y de Ia sumisión a Ia Iglesia, y todo Io que les era contrario, incredujH
autêntica, conceptos jansenistas, tendências reformistas, se alio para su perdhB
Fueron atacados primeramente en el campo de Ias opiniones, en Ia liiea
tura. No se puede negar que a Ia multitud y vigor de los enemigos que v o H
contra ellos hicieron frente más con una obstinación en Ias doctrinas sustffl
das, Ia influencia indirecta entre los grandes y el deseo de condenación, q u a B
Ias armas autênticas dei espíritu. Apenas si se puede comprender que ni | H
mismos ni otros fieles amigos suyos hayan producido una sola obra original
eficaz en su defensa, mientras que Ias obras de sus enemigos inundaban el Bl^H
y se ganaban Ia opinión pública.
Pero una vez que fueron superados en el campo de Ia doctrina, de Ia c i e H
y dei espíritu, no era posible que se pudieran mantener por mucho tiempo
posesión dei poder.
A mediados dei siglo xvm, en médio de esta disputa de dos tender»
suben ai poder en casi todos los Estados católicos ministros de tendências
FERMENTAClÓN INTERNA. DISOLUCION DE LA COMPANIA 567
Es cierto que ei Papa, en un consistorio, declaro esta decisión como nula <•
inexistente;52 pero Ias cosas habían llegado tan lejos que no se decidió a d n
a conocer Ia alocución que había pronunciado.
El movimiento se propago inconteníble por todos los países borbónicM
Carlos III estaba molesto por Ia resistência escrita y de palabra qij£ los jesuíta
oponían a sus reformas, les echó Ia culpa de un movimiento popular que estai
en Madrid y hasta se convenció de que era un plan de los jesuítas elevar
trono a su hermano Don Luis; 63 mientras tanto, con Ia gran reserva que
caracterizaba, preparo todo para cerrar en un mismo dia todas Ias casas de jesuí
en Espana. En Nápoles y Parma se siguió su ejemplo sin vacilar.
Todas Ias advertências, ruegos, imprecaciones dei Papa fueron inútil
Ensayó otro procedimiento. Cuando ei duque de Parma llegó ai extremo
prohibir ei recurso ante los tribunales romanos, así como Ia provisión de ben
cios dei país a los no nativos, ei Papa publico un monitorio en que se declara*
Ias censuras eclesiásticas contra este vasallo suyo.64 Todavia otra vez apelo a
armas espirituales y trato de defenderse atacando. Pero este intento tuvo Ias J
res consecuencias, pues ei duque contesto de una manera que ni ei rey
poderoso hubiera osado en siglos anteriores; todos los Borbones se pusíeron <f
parte. Se apoderó de Avignon, Benevento y Pontecorvo.
Con este incidente creció Ia enemistad de Ias cortes borbónicas. De Ia
secucíón a los jesuítas pasaron ai ataque contra Ia Santa Sede. Se hizo Ia
puesta de invadir Roma y hacerla rendir por hambre.
,1A quién se dirigiria ei Papa? Todos los Estados italianos, Gênova, M
na, Venecia, tomaron partido contra él. Dirigió su mirada a Áustria; escri'
Maria Teresa diciéndole que era su único consuelo en Ia tierra, y que no
mitiera que apremiaran su ancianidad con violências.
La empreratriz contesto, como en otra ocasión Urbano VIII ai empa
Fernando, que era un asunto de Estado y no de religión, y que haría mal
mezclarse.
El ânimo de Clemente XIII se quebrantó. A princípios dei ano 1769 aj
cieron los enviados de Ias cortes borbónicas, uno trás otro: ei napolitano, l
ei espanol, por fin ei francês, para reclamar Ia disolución irrevocable de Ia ord{
EI Papa convoco ei 3 de febrero a un consistorio en ei que, por Io menos, pai
que queria tomar en consideración ei asunto. Pero ei destino no le reser^
52 Poteslatem ipsam Jesu Christi in tênis vicarío eius unjce tributam sibi temere arrojj
totius societafis compagen in Gal/ico regno dissohunt, etc. Daunou (n, 207) ofrece este diu-mnn
58 Escrito dcl embajador francês, que pasó de Ia obra italiana Delle cagioni éelfumA
de'Cesuiti, a Lebret, Geschichte: der BuJ/e "In coena domini", rv, p. 205. Los extractos ilr i
rrespondencia diplomática cn St. Priest son, desgraciadamente, demasiado incompletos pari M
este asunto. Una Relazíone ai conte di Firmian 1717, 7 Apr. (MS. de Ia Brera) asegura I|III
jesuítas estaban, sin embargo, enterados. Non fu senza forte motivo chi poço prima di detti I
sione dimandarono ai re Ia confirma de'Joro privi/egi e dei loro instituto, il che solamcntr ui
si è saputo. Habían puesto en seguridad sus documentos y su dinero. Pero Ia ventaja para Ia Ml I
parecia tan grande a Carlos III, que exclamo, después de llevarse a cabo con êxito ei ajunM
habia conquistado un mundo.
04 Botta, Storia d'/talia, t. xrv, p. 147.
65 Continuazione degli annali dlt.ilia di Muratori, xrv, i, p. 197.
FERMENTACIÓN INTÍRNA. DISOLUCION DE LA COMPANÍA 571
una humillación tan grande. La noche anterior tuvo unos ataques convulsivos
que acabaron con su vida.
La actitud de Ias cortes era demasiado amenazadora, su acción demasiado
poderosa para que no consiguier^n que en ei cónclave que tuvo lugar se elevara
a Ia Sede ei hombre que necesitaban.
Entre todos los cardenales, Lorenzo Ganganelli era, sin duda, ei más mode-
rado y suave. Un maestro de sU juventud había dicho que no tenía nada de
extrano que le gustara Ia música, pues todo en él era armonía.56 Fué creciendo
en compafiías inocentes, en retiro dei mundo, en un estúdio solitário que le llevó
cada vez más adentro de los secretos de Ia verdadera teologia. Y si pronto pasó
de Aristóteles a Platón, que daba mayor satisfacción a su alma, pasó también de
los escolásticos a los Padres de 1.J Iglesia y de estos a Ia Sagrada Escritur^ que
leia con toda Ia emoción de un alma convencida de Ia revelación de Ia palabra.
Con esta inspiración, impregnado de aquella callada y pura mística que ve a
Dios en todas Ias cosas y se entrega ai servicio dei próximo, su leligión no era ceio
fanático, persecución, afán de domínio, polemica, sino paz, humildad e íntima
comprensíón. Odiaba cordialmente Ia disputa incesante de Ia Sede con los Esta-
dos católicos que encizaflaba a Ia Iglesia. Su moderación no era equivalente a
debilidad o a necesidad impuesta, sino voluntad libre y gênio interior.
Del seno de Ia religión surgió una sensibilidad que, tan diferente por su
origen de Ias tendências temporãos de Ja corte, coincidia con ellas, sin embar-
go, por otro lado.
Ya sabemos que Ia cúria romana estaba, como Ias demás cortes, dividida en
dos partidos: ei de los celosos, que trataba de mantener los viejos privilégios, y
cl de los realistas, que veia Ia salud de Ia Iglesia en una prudente condescendên-
cia frente ai poder secular. Lucbaron largo tiempo en ei cónclave. Por fin, los
primeros se dieron cuenta de que no podrían sacar a ninguno de los suyos. Se
comprende que, entre los contrários, prefirieron a aquel que, ante ellos, pasaba
por ei más religioso e inocente. Así, por un acuerdo de ambos partidos, fué ele-
gido Ganganelli (9 de mayo de 1769), quien, en honor a su antecesor, tomo ei
nombre de Clemente XIV, pero sin dejar un momento en duda que él encar-
naba un principio antitético.
Ganganelli comenzó prohibíendo Ia lectura de Ia bula In Coena Domini.
Amplio Ias concesiones que Benedicto XIV había hecho a los reyes de Cerdefía
y que, desde entonces, no se les queria reconocer. En ei mismo dia de su eleva-
58 "Anedotti riguardanti Ia famiglia e 1'opere di Clemente XIV", en Ias Letfere ed aiíre opere
tli Ganganelíi, Fircnze, 1829. En cuanto 3 estas pequeftas obras y cartas, es posible que tengan inter-
nolaciones, pero en su mayor parte Ias considero como autênticas: I) porque su justificación cn ei
kingrantiamento delVeditote a/fauíore crWanno litetatio es, en conjunto, satisfactoria y natural, aun-
que se hicieran abusos antes de su publicación; 2) porque hombres fidedignos, como, por ejemplo, ei
cardenal Veinis, aseguiaion Viaber visto Ia edición original; su verâadero colector fué ei literato
florentino Lami; scgún una carta dei abad Bellegarde, en Potter, Vie de Ricci, i, p. 328, aquellos
que poseían los originales y facilitaron líis copias corroboran su autenticidad; 3) porque llcvan en
si ei sello de una originalidad, de una opinión singular, igual a si misma sicmpre, en todas Ias
circunstancias de Ia vida, que ningún hofnbre pudo haber inventado: respira cn ellas un ser vivo.
líl último que se podría suponer como su autor es Caracciolo. No hace falta más que lcer su Vie de
C/íment XIV para convcncerse de que todas sus observaciones personales están muy por debajo
de Io que provienc de Clemente XIV mismo. Todo Io bueno que ofrece este trabajo no es más
<fue un reflejo dei espíritu de Ganganelli-
572 ÚLTIMAS ÉPOCAS
ción ai Solio pontifício declaro que iba a enviar un núncio a Portugal; y suspea
dió Ia efectividad dei monitorio contra Parma. Los diferentes Estados católicoi
reclamaron concesiones que les fué otorgando con algunas modificaciones. Pcrfl
ei asunto más importante a decidir era ei de los jesuítas. Sus partidários hafl
sostenido que Ganganelli prometió en ei cónclave suprimir Ia orden; su e
fué el precio de Ia promesa y su exaltacíón estaba manchada con*eI crimen •
simonía. No han podido aportar Ia prueba de tan grave acusación. Pero tampocfl
hay que negar que Ganganelli se expresó en forma que hizo creer a los minM
tros dei Borbón que obraria de acuerdo con ellos.57 Pertenecía a Ia orden de In»
franciscanos, que había combatido siempre a los jesuítas en Ias misioncs; se m m
tuvo en Ia doctrina agustiniana y tomista, en oposición a Ia Companía de Jesus,
no estaba completamente libre de opiniones jansenistas. En Ias pesquisas i|
promovió como Papa, o hizo que se promovieran, se encuentran fundados
mayoría de los cargos que tan a menudo se han hecho a Ia Companía: interv
ción en negócios seculares; fomentar Ia escisión y disputa tanto con el ciei
lar como con el secular; tolerância de Ias costumbres paganas en Ias misio"
máximas escandalosas; adejuisición de riquezas consideiables por médio
comercio. Durante cierto tiempo Clemente XIV abrigo Ia idea de acudir a u
reforma, que consistiria en Ia prohibición de Io condenable y en Ia sumisiónr1
Ia orden a Ias autoridades eclesiásticas locales. A Ias potências borbónicas
bastaria acaso con que el Papa aprobara su condueta. El Papa temia que Ia d
lución de Ia orden le enzarzara con Ias demás potências católicas. Le daban iJ
pensar, con ocasión de que en el primer reparto de Polônia pareció inevitaí
una disputa entre Francia y Áustria, Ias repercusiones que este asunto pod
tener. Pero, de hecho, ninguno de los restantes príncipes y Estados católicos
preocupo demasiado por los jesuítas. Por el contrario, el rey de Espana presC
unas declaraciones de su clero que aprobaban por completo su condueta. A C
nudo se había objetado, contra una posible disposición que afectara a Ia ord^
entera, que había sido aprobada por el concilio de Trento, y Ia comisión pontf
cia examino los cânones y no encontro más que una mención, pero no ^M
aprobación expresa. Clemente no dudaba que podia revocar Ia fundación h C "
por un antecesor suyo. Todavia tuvo que luchar, pues hasta se 1c hizo tal
por su vida. Pero no había otra manera de restablecer Ia paz de Ia Iglesia i .1
Hca, y Ia corte espaftola mantenía tan vehementemente sus exigências qual
no obtenía satisfacción, no habría manera de que devolviera los bienes confjf
ilos. El 21 de julio de 1773 recayó Ia sentencia papal: "Inspirados por el EspM
Santo, según confiamos, movidos por el deber de •festablecer Ia concórdia ddf
Iglesia, convencidos de que Ia Companía de Jesus no puede ya prestar
vicios para los que fué fundada, y movidos también por otras razones de I
denria y de gobierno que guardamos en el interior de nucstto ânimo, supiimiitt
y extirpamos Ia Companía de Jesus, sus cargos, casas e institutos." 58
'<'• Vcrnis menciona cn uno de sus despachos: Les esperances qu'il me donna daus les dei^H
joiirs de cónclave de satisfairc les souverains snr 1'aíhire des Jésuitcs.—/'ai reconim que Je M F
s'étoit encore moins enrage1 clu còfe d'Espagne, que du notre. et que nous n'avions d'auírcs ressoai
avec Illi, que /cs esperances géncraíes, qu'ij m'avoit domilcs daus Ic cónclave. Iliruur. f/is
ponti/icat de Ctóment XIV. 1, p. 261.
!>B Btcve; Dominus ac icdemptot. Contimiaxione degli annaü. i. xw, paste H, p. 107.
JOSÉ II 57 i
Era este un paso de importância extraordinária.
Por una parte, en relación con los protestantes. La Companía había sido
fundada, organizada, para luchar contra ellos, y hasta Ia forma de su dogmática
era antagônica de Ia de Calvino, y este fué ei caracter que los jesuítas renovaron
y consolidaron a fines dei siglo XVII en Ias persecuciones contra los hugonotes.
Pero estas luchas habían terminado ya, y, aun de haberse hecho ilusiones, Ias
perspectivas que ofrecían no eran muy halagüenas. En Ia situación mundial, los
no católicos tenían un predomínio innegable y los Estados católicos más trataban
de aproximarse a ellos que de atraérselos. En esto, creo yo, reside ei motivo más
profundo de Ia supresión de los jesuítas. Era una companía de guerra, que ya
no convenía a los tiempos de paz. Como no queria ceder ni un ápice y rechazaba
obstinadamente cualquier reforma, de Ias que en algunos aspectos andaba^muy
neccsitada, ella misma pronuncio su sentencia. Reviste Ia mayor significación
que Ia Santa Sede no pudiera ya sostener a una orden que se había fundado
para luchar contra los protestantes y que fuera suprimida por un Papa por un
movimiento interior de su ânimo.
EI segundo efecto recayó en los países católicos. Los jesuítas se habían gran-
jeado enemistades, habían sido expulsados, más que nada, porque defendían ei
concepto más riguroso de Ia soberania de Ia Santa Sede y, cuando esta los aban-
dona, renuncian también ai rigor de aquel concepto y a sus consecuencias. Los
esfuerzos de Ia oposición lograron una indiscutible victoria. Como Ia Companía
se había dedicado especialmente a Ia instrucción de Ia juventud y Ia estaba
llevando a cabo en grandes proporciones, ei hecho de que fuera destruída sin
preparacion y con un solo golpe tenía que provocar una conmoción en ei mundo
católico y tan honda que llegara hasta ei terreno en que se forman Ias nuevas
generaciones.58 Una vez ganadas Ias defensas exteriores, ei victorioso espíritu
de ataque tenía que proseguir con mayor vehemencia con Ias defensas interiores.
La agitación creció de dia en dia. El apartamiento de los espíritus fué exten
diéndose: nada de particular tuvo que Ia efervescência invadiera también ai reino
cuya existência y poderio habían coincidido exactamente con los resultados de los
empefios católicos en Ia época de Ia Restauración, ai país de Áustria.
4) José II
La intención de José II no era otra que reunir en sus manos todas Ias fuerzas
de Ia monarquia. No podia consentir Ias intervenciones de Roma ni Ias conni-
vencias de sus súbditos con los Papas. Fuera que le rodearan jansenistas o incré-
dulos60 —ambos grupos se tendieron aqui Ia mano, como en ei caso de los
Jesuítas—, Io cierto es que emprendió una guerra constante contra todas Ias orde-
nes que mantenían Ia unídad exterior de Ia Iglesia. De más de dos mil conventos
no dejó sino unos setecientos, y de los conventos de monjas solo respetó a los
5» Montbarey, Memoires, p. 225.
«0 Dcjcmos sin discutir Io que pudo habcr creído van Swieten. Pero que en Viena ha existido
también una tendência jansenista muy desarrollada nos Io demuestra, cntte otras cosas, Ia vida do
Fesslei. Fesslei, Memórias, acesca de su petegiinaje de setenta anos, pp. 74, 78 y otros pasajes.
Cf, Sclilõzer, Staafsanzeígen, cc, 3J, p. I I J .
574 ÚLTIMAS ÉPOCAS
que prestaban servicios útiles, y aun estos mismos los desligo de toda relacifl
con Roma. Las dispensas papales Ias miraba como si fueran mercancías extra»
jeras, y no permitia que ei dinero dei país saliera en esa ocasión. Se declanj
publicamente administrador de los bienes seculares de Ia Iglesia.01
El sucesor de Ganganelli, Pio VI, comprendió que ei único q»edio de CQfl
tener ai emperador de acciones más extremas, quizás hasta en ei terreno dogma
tico, seria Ia impresión personal que le pudiera causar y acudió a Viena. No •
puede negar que Ia dulzura, Ia nobleza y Ia gracia de su figura hicieron su efifl
to.02 Sin embargo, José II prosiguió, en Io principal, sin vacilación ni contempla)
ciones ei camino que se había trazado. El convento en ei que se había despediu)
sólemnemente dei Papa fué clausurado inmediatamente después. Pio VI
que resolver a abandonar ai emperador ia promoción de los cargos episcopaW
hasta en Itália.
Las comentes antipapales penetraron de Áustria en Itália. Leopoldo, que,
Io que creemos, tenía simpatias jansenistas, reformo Ia Iglesia de Toscana
tener para nada en cuenta a Ia Santa Sede. No lejos de Ia capital de Ia crist
dad ei sínodo de Pistoya redactó unas conclusiones que son un verdadcm rai
fiesto en que se aúnan los princípios galicanos y jansenistas. Nápoles, que est
en estrecha relación a través de Ia reina Carolina, suprimió los últimos vestif
dei vínculo de vasallaje con Ia Sede de Roma.
Las acciones dei emperador repercutieron también indirectamente sobra]
Iglesia alemana. Los príncipes electores eclesiásticos comenzaron, luego dej
largo entendimiento con Roma, a oponerse a ella. Coincidían en ellos los ir
reses de príncipes territoriales, pues querían poner un término a las salidas
dinero, y los intereses de Ia dignidad eclesiástica, pues pretendían restablq
su autoridad.03 Según su declaración de Ems,04 "escrita por una pluma
un prelado romano— mojada en Ia bilis de Pablo Sarpi", ei Papa tendríai
contentarse en ei porvenir para su primado con los derechos que disfrutó en
primeros siglos.65 Los canonistas alemanes los habían estudiado muy bien. Jm
a ellos había otros juristas que combatían toda Ia constitución de Ia IgK
lica, el poder político de su jerarquía, su administración estatal.00 Un fufl
afán de novedades se había apoderado de eruditos y legos. El clero bajo y
obispos, estos y el Papa, todos andaban a Ia gresca. El momento parecia madu
para un cambio.
5) Revolución
Pero antes de que se llegara a él, antes de que José II hubiera realizado todas I
reformas, estalló en Francia Ia más terrible explosión.
61 Cf. Die deufschen Máchfe und der Fúrstenbund, i, p. 67.
62 Cf. ibid., i, p. 76.
68 Cf. un artículo de Coblcnz, dei ano 1769, cn Ia revista Deutsche B/àttcr íüi Protestai
und Kathoiilcn, Heidelberg, 1859, cuadtmo i, p. 39.
64 Cf. Die deutschen Mãchte und der Fiirstenbund, I, p. 357.
65 Bartolommco Pacca, Memorie storiche sul di lui soggiorno in Germania, p. 33.
66 p. c., Fricdrich Carl von Moscr, Ueber die Regierung der geist/ichen Staaten in Deutschll
1787. Su proposición principal, p. 161, cs Ia de que Fürst und Bischof wieder von einander gctn
werden.
REVOLUC1ÓN 575
No cabe duda que Ias escisiones dei clero, ei enfrentamíento de dos partidos
en todas ias cuestiones religiosas, Ia incapacidad de los dominadores de afir-
marse en ei terreno de Ia opinión y de Ia literatura, Ia antipatia general que, no
sín culpa, se atrajeron sobre si, han contribuído enormemente en ei desarrollo
dei acontecimiento que domina nuestra época: Ia Revolución francesa. El espí-
ritu de oposición que había nacido dei interior mismo dei catolicismo desfondado,
se fué reforzando constantemente. Avanzaba paso a paso y, en ei estallido dei
ano 1789, se hizo dueno dei poder, un poder que se creía Uamado a derruir todo
lo viejo y a contruir un nuevo mundo. En ei derrumbe general que conoció ei
reino cristianísimo, como es natural, uno de los golpes más rudos correspondió
a Ia organización eclesiástica.
Todo coincidió: necesidad financiera, intereses de los particulares y d* los
municípios, indiferencia u ódio contra Ia religión establecida. Un miembro dei
alto clero hizo Ia propuesta de que se reconociera a Ia nación, es decir, ai poder
secular y en primer lugar a Ia Asamblea Nacional, ei derecho de disposicíón de
los bienes eclesiásticos. Hasta entonces estos bienes habían sido considerados, no
solo como una propiedad de Ia Iglesia francesa, sino de Ia Iglesia universal, y
toda enajenación requeria Ia aprobación dei Papa. Pero Ias tiempos en que se
habían formado estas ideas estaban ya muy lejos. Trás breve debate, ia Asamblea
declaro que tenía ei derecho a disponer de estos bienes, es decir, que podría
enajenarlos, y con Ias facultades más libres, como pudo verse en Ia primera
ocasión. Pero no era posible que Ias cosas quedaran aqui. Como con Ia confis-
cación de los bienes, para lo que no se había vacilado un momento, se comprome-
tia Ia perduración dei régimen tradicional, no había más remédio que emprender
una nueva organización, tal como se ha llevado a cabo en Ia constitución civil
dei clero. El principio dei Estado revolucionário se transfirió a los asuntos ecle-
siásticos:67 en lugar dei nombramíento determinado por ei concordato, Ia elec-
ción popular, y en lugar de Ia independência que concedia Ia posesión de bienes
raíces, ei asalariado. Se cambiaron todas Ias diócesis, se suprimieron todas Ias
ordenes, se prohibieron los votos, se quebrantó Ia unión con Roma y Ia recepción
de un breve se consideraba uno de los crímenes más graves. El intento de un
cartujo para salvar Ia universalidad de Ia religión católica no tuvo otro resultado
que ei de apresurar estas medidas. Y todo ei clero tenía que reconocerlas median-
te Ia prestación de un juramento solemne.
No se puede negar que todos estos acontecimientos ocurrieron con Ia coope-
ración de los jansenistas franceses y con Ia aprobación de los de otros países.
Vieron con satisfacción que ei poder de Babilônia, como designaban en su ódio
a Ia corte romana, recibía tan rudo golpe y ei alto clero, que tanto les había per-
seguido, se derrumbaba. Hasta sus propias convícciones teóricas encontraron sa-
tisfacción, pues "ai despojar ai clero de sus riquezas se le obliga a prestar verda-
deros servidos".68
01 Muy sistemático, scgún Ias doctrinas de los antiguos historiadores de Ia Iglesia: Tofa ecc/e-
siarum distriburio ad foimm impetii facta est. Camus, Opinion sur Je pro/et de constifution du
c/crgé, 31 de mayo de 1790.
08 Cartas de Gianni y algunos otros abades en Potter, V/e de Riccí, n, p. 315. Wolf, Ge-
schichre der fcatfioíischen Kirche unler Fins VI, ofrece en ei t. vn, p. 32, un capitulo sobre Ia' con-
tribución de los jansenistas a Ia nueva constitución, que es, desgraciadamente, poço interesante.
576 ÚLTIMAS ÉPOCAS
6) Época naroleónica
ir i
Vinieron tiempos que Io impidieron.
La enemistad desencadenada contra ei Papado por los poderes revolucioná-
rios tuvo como consecuencia que ei resto de Europa, cualquiera fuera su opi-
nión, lo tomara bajo su amparo. La muerte de Pio VI ocurrió en un momento
en que ia Coalición consiguió de nuevo Ia victoria. Por esto fué posible quê los
cardenales se pudieran reunir en S. Gregorio de Venecia, nombrando Papa a
Pio VII (13 de marzo 1800).
Pronto volvió a triunfar Ia potência revolucionaria, que recobro en Itália
una decisiva supremacia. Pero, en este mismo momento, dentro de ella se pro-
dujo un gran cambio. Después de tantas metamorfosis experimentadas en Ia
tormenta de los tiempos, se inclino hacia Ia monarquia. Surgió un hombre en
ei poder, que llevaba en si Ia idea de un nuevo império mundial y que —Io que
a nosotros en especial nos interesa— se había convencido, en vista de Ia conmo-
ción general y por Ias experiências que le of reció ei Oriente, que para ello nece-
sitaba, así como de otras muchas formas de los viejos Estados, más que nada de
Ia unidad de Ia religión y de Ia subordinación jerárquica.
En ei mismo campo de batalla de Marengo, Napoleón ordeno ai obispo de
Vercelly que iniciara Ias negociaciones con ei Papa para ei restablecimiento de Ia
Iglesia católica.
U n ofrecimiento que tenía un gran atractivo pero que encerraba también
peligros. El restablecimiento de Ia Iglesia católica en Francia y su unión con los
Papas no se podia comprar sino ai precio de concesiones extraordinárias.
Pio VII se decidió a ellas. Reconoció Ia enajenación de los bienes eclesiás-
ticos —una perdida en bienes raíces por valor de 400 millones de francos—; lo
que le animo, como él mismo dijo, era que, de no acceder, se hubieran producido
nuevas agitaciones, y estaba dispuesto a ceder hasta donde lo permitiera Ia reli-
gión; también reconoció Ia nueva organización dei clero católico, nombrado por
ei Gobierno y pensionado por él; se contento con que se le reconociera ei dere-
cho de Ia institución canónica con amplitud y sin ninguna limitación dei derecho
de veto, como lo habían gozado los Papas anteriores. 72
Y, lo que nadie hubiera esperado poço tiempo antes, ocurrió efectivamente
ei restablecimiento dei catolicismo en Francia, una nueva sumisión dei país bajo
Ia autoridad eclesiástica. El Papa estaba encantado viendo "que Ias iglesias se
habían purificado de Ias profanaciones, los altares se habían vuelto a levantar,
Ia bandera de Ia cruz flotaba de nuevo ai viento, pastores legítimos figuraban
72 "Lettcra apostólica in forma di breve", en Pistolessi, Vifa di Pio VII, t. i, p. 143, con una
indicación completa de Ias desviaciones de Ia publicación francesa.
578 ÚLTIMAS ÉPOCAS
7 ) La Restauración
El império en cuyo centro jerárquico iba a figurar ei Papa se hallaba empenado
en inciertas guerras contra enemigos indómitos. El Papa, en su soledad de pri-
sionero, no tenía ninguna información exacta de Ias vicisitudes de Ia lucha. En
ei momento mismo en que, después de tan larga resistência, se doblegó, Napo-
león había fracasado en su última empresa contra Rusia y su poderio se veia
sacudido en sus cimientos con todas Ias consecuencias que esto había de acarrear.
Europa abrigo de nuevo Ia esperanza, casi extinta, de su libertad. Cuando ei
Papa, ai que pudieron acercarse unos cardenales después de su sometimiento,
se enteró de Ia situación, recobro ânimos, volvió a respirar y celebro cada avance
de Ias potências aliadas como un acto de liberación.
Cuando, poço después de Ia proclama de su rey, Prusia se rebelo, Pio VII
se atrevió a revocar ei concordato; cuando se reunió ei Congreso de Praga se
atrevió a dirigir su mirada más allá dei país que le retenía, para recordar ai empe-
rador de Áustria sus derechos. Después de Ia batalla de Leipzig cobro tanta
confianza, que rechazó Ia proposición que se le hizo de una devolución parcial
de sus territórios; cuando los aliados atravesaron ei Rin, declaro que no tenía
intención de negociar si no se le restablecía antes en su situación. Los aconte-
cimientos se desarrollaron aceleradamente, y cuando los aliados se apoderaron
de Paris, él llegaba a Ias fronteras dei Estado de Ia Iglesia. El 24 de mayo de 1814
cntró de nuevo en Roma. Comenzó una nuevo época para ei mundo y también
una nueva era para Ia Santa Sede.
Lo que ha puesto su sello a Ias últimas décadas ha sido Ia lucha entre Ias
tendências revolucionárias, tan poderosas todavia en los espíritus, y Ias ideas a
que los viejos Estados después de Ia victoria se acogieron con redoblada seriedad
como a sus viejas bases; y en este antagonismo es natural que ei supremo poder
de Ia Iglesia católica tomara una posición importante.
Lo primero que le vino en ayuda fué ei concepto de Ia legitimidad secular
y esto más bien de parte de sus enemigos religiosos que de sus partidários y fieles.
Fué Ia victoria de Ias cuatro grandes potências aliadas, entre Ias que três
no eran católicas, sobre aquella que había pretendido convertir su capital en
centro dei catolicismo, Ia que hizo posible que ei Papa volviera a Roma. Se expu-
so ei deseo dei Papa de que se le reintegrara en Ia posesión dei Estado de Ia
Iglesia a los três monarcas no católicos reunidos en Londres. En otros tiempos
Ias fuerzas de este Estado han sido aprovechadas a menudo para tratar de destruir
ei protestantismo en Inglaterra o en Alemania, para llevar Ias doctrinas católicas
a Rusia o a Escandinávia. Ahora Ia acción de estas potências no católicas habría
de colocar ai Papa como dueno de su Estado. En Ia alocución en que Pio VII
comunica a los cardenales ej feliz resultado de sus gestiones, celebra expresa-
582 ÚLTIMAS ÉPOCAS
81 Nè possiamo non /are un gran conto dei merili verso noi di Feder/go [Guil.] re de Pru
i) cui impegno íu constantemente in nostro favore ne/ decorso tutto de/íe trattative de'nostri a/
"Alocución dei 4 de septiembre de 1845", en Pistolesi, n, p. 144.
82 Bula: SoUicitudo omnium ecc/esiarum.
LA RESTAURAC1ÓN 583
Ia filosofia que había dominado hasta entonces; se encontro una via media entre
Ias doctrinas opuestas, 85 pero tuvo como efecto que ei clero empezó a competir
con ei sistema dei Estado, Io mismo en Ias esferas superiores de Ia instrucción quf
en todos los demás grados. Desde entonces, numerosas congregaciones de hom-
bres y mujeres, con facultades locales o generales, se han ido extendiendo poíi
todo ei suelo de Francia para dirigir Ia instrucción primaria en e¥ sentido de Ia
Iglesia. En cuanto a Ia ensenanza superior, los jesuítas recuperaron Ia posición
que habían tenido antes. También en los demás aspectos el clero, favorecido po|
una opinión preocupada por los peligros de Ias doctrinas filosóficas, ha ejercij
do una gran actividad y le ha parecido laudable anteponer Ias prácticas eclesiái
ticas romanas a Ias galicanas. Las consecuencias de Ia revolución de febre:
favorecieron en general las ambiciones clericales.
Êxitos grandes y prometedores va obteniendo de esta suerte el reavivai!
catolicismo en todo el mundo. Pero como también van prosperando las tendenciaj
de emancipación de los poderes políticos dominadores, nada de extrano tieij
que se manifestaran a su vez en el propio Estado de Ia Iglesia. Nos vamos ace|
canào a unos acontecimientos que más bien pertenecen a ]a política que a i
historia. Pero hay que estudiarlos, siquiera a grandes rasgos, si queremos dam
cuenta de Ia posición que ocupa el Papado en el mundo actual.
91 Rossi, en un ensayo póstumo (cn Farini) Io expresa dei modo siguicnte: Sp/aceva ia guerra:
non íu nè dichiarata nè inpedira. U paese fe.un po ia guerra: il papa servo ia pace.
590 ÚLTIMAS ÉPOCAS
de los patriarcas de Oriente se da uno cuenta de que estos conservan más vivas en
Ia memória Ias viejas rencillas que Ia antigua comunidad; reprochan a Ia Iglesia
romana, de una vez, Ias doctrinas arbitrarias de los doctores medievales y Ia
fogosidad de su propaganda actual.
Dirigiendo su mirada ai Occidente, ei Papa se propone, e n , países co:
Holanda e Inglaterra, de vieja tradición protestante, constituir províncias e<
siásticas especiales con los católicos. En Inglaterra Pio IX, "con Ia esperanza •
restaurar Ia causa católica en ei próspero reino", instituve, sin haber negociado
antes con ei Gobierno, un arzobispado y doce obispados sufragáneos, que lleval
títulos de localidades inglesas, y ei arzobispado, ei nombre de Westminster; ei
nuevo arzobispo es, ai mismo tiempo, cardenal de Ia Iglesia romana. Y pregonl
que Ia acción de Ia Inglaterra católica se moverá en torno ai centro de Ia unidâffl
eclesiástica.
Pero en Inglaterra çe había luchado durante siglos para excluir dei p n
Ia autoridad pontifícia y, después que se consiguió ese objeto, se mantuvo In
me Ia pretensión de no haberse separado, en Ia idea, de Ia Iglesia universal yj
de ser verdaderamente católicos. La constitución dei país descansa en Ia partj
cipación en ei poder eclesiástico reservada a Ia Corona. Por esto podremos mu
ginar Ia impresión que había de producir Ia innovación. Los altos funcionaria
y Ias clases populares, clérigos y laicos, anglicanos y disidentes, compitieroa
en Ia protesta. Veían un ataque dei Papa contra ei país como aquellos que habffl
sido tan frecuentes en otros tiempos y parecían acabados para siempre. Acflfl
Ia enemistad o, por Io menos, Ia desatención que suponía ei procedimientd
empleado, jse debería realmente a que Inglaterra se había mostrado más b | H
indiferente en Ia cuestión de Ia restauración dei Papa en Roma? Al princiuB
se le presentó ai gobierno inglês una situación embarazosa. N o podia tol^^B
aquclla acción, pero tenía que guardarse muy bien de violar en su acción ^ B
defensa ei principio de Ia libertad religiosa inherente a Ia Constitución. B f l
consideración tuvo por consecuencia que Ias medidas adoptadas se moviei^B
unicamente dentro dei domínio secular, limitándose a Ia prohibición de los t í t u H
unilateralmente otorgados, pues ningún Estado católico hubiera tolerado s e i f l
jante proceder. Pero sus efectos no se agotaron en esto. A pesar de Ia modera<^B
mostrada se puso de manifiesto que no era posible pensar en conversiones d ( | H
amplitud sonada por Roma, pues Ias creencias protestantes se mostraron comi
Ias propias de Ia nación, que no se dejó enganar por algunas apostasías s u e b ^ |
Además, ^no es cierto que Ia política inglesa ha sjdo movida en algún m q f l
por Ia acción de Roma? (jNo ha hecho patente cl descontento que Ia agreslH
papal había provocado en Ias masas y en sus dirigentes?
La propaganda puso sus mayores esperanzas en Ias divisiones que reinai
entre los protestantes alemanes. Muchas veces escuchó que Ia constitución
siástica alemana estaba muy próxima a Ia ruina. Como si ei protestami
hubiera existido aJguna vez sin luchas internas que, por otra parte, en Ia medi
en que se deben a Ia asimilación viva de Ias ideas religiosas, correspondeu a
propia esencia. Un fuerte sentimiento de comunidad y ei empeno por expresa
se oponen a ias tendências disgregadoras y tienen también su êxito. Las
PÍO IX 595
festaciones peyorativas dei eiiemigo han contribuído a que ei protestantismo
recobre ia conciencia de su justificación histórica. El príncipe inteligente que
entonces se hallaba en ei trono de Prusia concebia ei protestantismo como una
forma peculiar dei cristianismo de igual dignidad que Ias otras. Y, sea cualquiera
nuestro juicio sobre situaciones y opiniones dei momento, no es posible sobre-
estimar ei valor de Ia ciência protestante alemana: no solo se halla tan firme-
mente montada sobre si misma que rebotan los ataques contra ella, sino que,
elevándose por encima de todas Ias pequenas diferencias, ejerce una influencia
creciente sobre los doctores católicos que, en sus métodos y resultados, se sienten
más cerca de aquélla que de los princípios romanos. Pero Ia indagación teológica
sin Ia vigilância dei poder eclesiástico °* contradice ai concepto establecido de Ia
cátedra de Pedro. ,
D e este modo se entrecruzan los antagonismos eclesiásticos y seculares, na-
cionales y universales, científicos y civiles, y agitan incesantemente los espíritus
por relación ai Papado, que continua constituyendo un gran centro. N o se en-
frentan los hombres con Ia fe poderosa de otros tiempos, que creó y destruyó;
no existe tal violência ni en ei ataque ni en Ia defensa, pues es más bien un
encuentro incesante, un avanzar y retroceder, ei ataque y su defensa, Ia acción
y Ia reacción. Ningún momento es igual a otro y elementos diversos se unen y
vuclven a separarse y a cada exageración sigue su contraria y Io más lejano
actúa también. Caracteriza a Ia lucha ei ser llevada bajo Ia acción incesante de
un pasado que ha entrado en viva recordación. Todas Ias disputas que alguna
vez agitaron ai mundo en este campo han salido a relucir de nuevo: Ia cuestión
de los concilios y de los viejos herejes, ei poder medieval dei emperador y de los
Papas, Ias ideas reformadoras y Ia Inquisición, ei jansenismo y los jesuítas, Ia
religión y Ia filosofia. Sobre estas disputas se cierne cl caracter de nuestros dias,
tan scnsible y amplio, que se mueve hacia adelante en médio de violentas disen-
siones, buscando metas desconocidas, confiado en si mismo, pero eternamente
insatisfecho y efervescente.
Frente a esta expansión de Ia organización eclesiástica tenemos aconteci-
mientos muy desventajosos para Ia corte romana.
En ei Norte, en los países fronterizos a los griegos ortodoxos, Ia Iglesia
católica ha experimentado perdidas no conocidas por cila desde los tiempos de Ia
Reforma: dos millones de griegos unitários han vuelto, conducidos por sus obis-
pos, a Ia Iglesia griega, a Ia que pertenecían sus antepasados. Y si los levanta-
mientos de los polacos tomaron un cariz religioso y los mismos curas apelaron
a Ias armas, se encontraron con que ei sentimiento nacional de los rusos también
estaba impregnado de espíritu religioso. La represión de Ia rebelión tuvo como
consecuencia una persecución dei catolicismo hasta ei punto de provocar una rup-
tura con Roma.
Pero más importante que todo esto es Ia disputa de princípios, ai mismo
tiempo eclesiástica y secular, en Ia que cl Papado se halla enzarzado en Ia Itá-
lia misma.
89 Ecc/esiasticac potestafis, ad qiiam propr/o ae nativo jure unice pertinet, advigiJare et dirigere
theo/ogicarum praeserlim rerum doutrinam. Pio IX ai arzobispo de Munich, 21 de marzo de 1863.
Mientras Pio IX trato de restablecer ei domínio dei clero en asuntos secu-
lares en ia medida de Io posible, ei Piamonte, donde se habían mante-nido Ias
formas constitucionales, trato de destruir Ia influencia tradicional dei clero o
de reducirla a su último limite. Se comenzó sustrayendo a los obispos ia inspec-
ción de Ia ensenanza superior. Al poço tiempo prevaleeió en Ia universidad
de Turín una doctrina totalmente contraria a Ias pretensiones pontifícias, pues se
nego a Ia autoridad eclesiástica todo derecho que esta no poseyera a título de con-
cesión dei Estado.10" Conforme a esta doctrina, el poder legislativo de] Piamonte
declaro en el ano de 1850 como ilegítimos los tribunales episcopales, los privi-
légios estamentales de Ia clerecía, el asilo eclesiástico y Ias adquisiciones de Ia
mano muerta. Fué inútil que Ia suprema autoridad eclesiástica dei país tratara
de despertar antipatías de tipo religioso, pues pago su resistência con el destierro.
No se pago más el tributo dei cáliz de oro y, a pesar de todas Ias proclamas de
Ia Santa Sede, se introdujo en el ano de 1852 el matrimônio civil. Poço tiempo
después se dió el paso decisivo de cerrar los conventos y suprimir Ias congrega-
ciones religiosas.
Se pretendia promover legislativamente en los domínios de Cerdefia y el
Piamonte una situación eclesiástica parecida a Ia que surgió dei vendaval de
Ia Revolución francesa. En el momento en que Ia legislación josefina expira-
ba, el Piamonte Ia imitaba.
La cúria romana volvió a emplear sus armas eclesiásticas, pronunciando un
interdicto sobre todos los que hubicran tomado parte en el ataque a Ia propiedad
eclesiástica como miembros de Ia Câmara o como funcionários. Pero fué una
condenación demasiado amplia para ser efectiva y, mientras tanto, cambio Ia
situación dei mundo.
El gobierno piamontés ganó un fuerte respaldo ai participar, cuando Ia gue-
rra d° Crimea, en Ia alianza de Ias potências contra Rusia. No le costó mucho
justificar sus reformas en el congreso de Paris, celebrado en Ia primavera de 1856,
y hasta pudo Uevar Ia iniciativa de una acusación contra Ia administración ponti-
fícia ante el foro de Ias potências. Saco a relucir que ninguna de Ias promesas
ofrecidas cuando Ia restauración dei Papa se había llegado a cumplir en toda su
amplitud y, con tal motivo, el ânimo de Ia población se ballaba tan excitado
que no seria posible alejar Ias tropas austríacas, todavia de guamición en Ias lega-
ciones. Pero su presencia en el Estado de Ia Iglesia y en Ia Itália central hacía
imposible un autêntico equilíbrio italiano y contradecía el sentido de los tratados
de 1815. 101 El Piamonte propuso que se otorgara independência administrativa
a Ias legaciones y que su gobierno se secularizara-Çegún el modelo dei primer
Napoleón.
En ia primavera de 1857 Pio IX emprende un viaje por Ia Itália central.
Se pudo observar que fué recibido con entusiasmo en los domínios que no l e
correspondían politicamente y donde aparecia tan solo como Papa, mientras que
en los suyos propios era recibido con frialdad patente. Los discursos con'que fué
saludado contenían amargas quejas. Nadíe dudaba que se produciría una re-
vuelta a Ia primera ocasión.
100 J. N. Nuytz, /uris ecc/esiastici instirutiones.
101 Nolcs des Pknipotenthiies saldes, 27 de marro, 16 de abril de 1856.
PÍO IX 597
Toda Ia situación en ei Estado de Ia Iglesia descansjba en ei entendimiento
entre Áustria y Francia, y así se explica ia conmoción que produjercn Ias dife-
rencias surgidas entre Ias dos potências, precisamente por los asuntos italopia-
monteses, diferencias que desembocaron en Ia guerra de 1859. Tan pronto como
los austríacos, después de sus primeras perdidas, abandonarcn ei Estado de Ia
Iglesia para salvar a Lombardía, estalló Ia revuelta, primeramente en Bolonia,
donde se coloco una junta en lugar dei gobierno papal; en Ias províncias vecinas
se siguió ei ejcmplo. Se reunió una asamblea nacional a base de voto universal;
su primer decreto, l 9 de septiembre de 1859, coincidia con ei acuerdo con que
diez anos antes babía comenzado sus trabajos Ia asamblea constituyente de Roma,
pucs, sobre Ia base dei dcrecho dei pueblo, se declaro extinguido ei poder secular
de Ia Sede Bomana. Mas esta vez no se adoptaron Ias formas republicanas* pues
Ias provincianas expresaron ei deseo de unirse ai Piamonte, que se presenta como
La encarnación de una gran idea que posee a los espíritus, Ia idea de Ia unidad
italiana. En siglos anteriores los mismos Papas parecían destinados a realizaria,
y en ei siglo xix este mismo Pio IX había sido requerido para que enarbolara
Ia bandera de Ia unidad; en este momento, Ia poderosa idea se orientaba contra
Roma. Cuando Módcna, Parma y Toscana se emancipan de sus dinastias, de
origen austríaco y borbónico, para unirse ai Piamonte, ai que los franceses le
ceden también Ia conquistada Lombardía, Ia idea italiana se encarna vigorosa-
mente en esta potência. El Gobierno francês se dirige ai Papa para que reconozea
Ia autonomia de Ias províncias separadas, aunque solo sea en Ia forma de un
vicariato piamontés, y que en Ias demás províncias implante Ias reformas ya acor-
dadas, haciendo Io cual Ias potências ealólicas le garantizarán estas rovincias y le
apoyarán para ello con dinero y tropas."'-
Pio IX Io rechazó todo porque aceptar Ia garantia de una parte de sus domí-
nios implicaba aceptar Ia emancipación, cosa a Ia que jamás otoTgaría su consenti-
miento y basta creía estar en situación de poder ayudarse por sus ptopias armas.
jPero qué empresa esta, en médio de una población deseosa de separarse, sin
aliados y frente a un enemigo decidido, que defendia ei principio de Ias nacio-
nalidades y gozaba dei apoyo moral de Ias potências eurepeas! Los acontecimien-
tos se desarrollaron rapidísimameníe. En cuanto tuvieron ocasión, ias provín-
cias separadas se pronuncíaron mediante un plebiscito casi unânime por Ia unión
con ei Piamonte, que Ias acogió, y ya en abril de. 1860 se pudo abrir cl Parlamen-
to con Ia participación de Ia Itália central. Las Marcas y Umbiía se separaron
también; aqui y allí despertaron los sentimientos de independência municipal
para someterse a Ia unidad italiana. Las tiopas pontifícias mandadas para defen-
der las ideas eclesiásticas nada pudieron en contra. Los regimientos locales de-
pusieron las armas en cuanto los piamonteses estuvieron a Ia vista. Por todos
íos sítios donde b;'bia mano libre se plantaba Ia bandera tricolor y se exigia Ia
anexión, y solo su ocupación por las tropas francesas salvo a Ia capital. Pero
dei curso de los acontecimientos surgió otro gran peligro para esta: ei rey de
102 Las proposkíoncs sobie las provincias perdidas y aquellas que aún estaban defendidas, que
se hicicron succsivanienlc, y 'ardan sin embargo eslrecha rclación. En las últimas estaban contenidas
las primeras, tal vez más en cuanto ai vicariaio que en cuanto a Ia separación, como Io expresa
una nota dei cardenu1 Antonelli del'M de abril de 1860.
598 ÚLTIMAS ÉPOCAS
103 Durante las negociaciones sobre este asunto, Ia mayor dificultad consistia en una palabri
cuya interpretación podia tocar el problema de Ia existência misma de Ia Sede Romana. Los italiana!
no estaban dispuestos, como se les exigia ai principio, a respetar el Estado de Ia Iglesia tal como
se encontraba entonces, porque así hubicran lesionado los movimientos internos en favor de li
unidad que se agitaban en él; solo acordaron no atacarlo.
104 La Encíclica de 19 de encro de 1860 eontiene un informe sobre este particular.
PÍO IX 599
tiene que temer así que ei gobierno de sus asuntos generales dependa de influen-
cias seculares extranas; en razón de esta su finalidad, ei gobierno dei Estado de Ia
Iglesia, además de cuidar dei bienestar de los súbditos, debía adoptar un caracter
eclesiástico.105
De tiempo en tiempo se celebraron solemnidades en Roma en que se dió
rienda suelta a Ia mística dei viejo Papado, que abarca a Ia vez los cielos y Ia
tierra. El dia de Pentecostés de 1862 fueron canonizados toda una serie de frailes
que hacia más de ciento cincuenta anos habían pagado con su vida su fervor
apostólico en tierras dei Japón y expresamente "porque Ia Iglesia necesita de
nuevos valedores ante Dios en tiempos de zozobra". En Ia gran asamblea de obis-
pos reunida en Ia ocasión (había de ellos 240) ei tema principal Io constituyeron
Ias preocupaciones de los tiempos inmediatos. Los obispos manifestaron su con-
tento porque todavia pudieron venir libremente hacia su Papa y Rey ltbre, y
proclamaron que ei Papa no puede ser súbdito ni huésped de otro príncipe, sino
que debe residir en sus propios domínios, en su propio reino. Cuando Pio IX
declaro que estaba dispuesto a dar su vida antes que abandonar esta causa,
que era Ia de Dios, Ia de Ia justicia y Ia de Ia Iglesia, los obispos se declararon
a su vez dispuestos a compartir con él Ia prisión y Ia muerte.
Se ha sabido que no todos los obispos fueron de esta opinión, pero Ia inmen-
sa mayoría se atuvo a Ia idea de rechazar toda transacción en Ia cuestión dei
Estado de Ia Iglesia y así ei episcopado católico aprobó Ia política eclesiástica
dei Santo Padre.
En ei clero bajo hubo, sin embargo, otras opiniones, y escritores con repu-
tación de ortodoxia se manifestaron contra ei poder temporal dei Papa; en general,
Ia literatura de Ia época sostuvo esta tesis. La convención de septiembre de 1864
estuvo muy lejos de devolver ai Papa Ia seguridad sobre Ia que había descansado
ei prestigio de sus antecesores durante tantos siglos. Se tomaron acuerdos sin
consultarle; luego de hablar con los cardenales, vacilo ei Papa en hacer una decla-
ración; en ei fondo de su alma se ocupaba de proyectos mediante los cuales es-
peraba obtener ei reconocimiento general de los viejos princípios eclesiásticos; sus
consejeros, especialmente los jesuítas, le animaban en estas intenciones. Se acordo
hacer frente con una declaración autêntica y amplia a Ias opiniones de Ia época
contrarias a Ia doctrina de Ia Iglesia, y así se publico Ia encíclica dei 8 de diciem-
bre de 1864, que llevaba como anexo una enumeración de los errores ya antes
condenados por cl Papa. Sobre todo se tienen en cuenta Ias innovaciones pia-
mon tesas, pero se enlaza a ellas Ia proclamación de los principios más generales
contra Ia omnipotencia dei Estado. 100 Como se supone que ei Estado puede ser
gobernado sin tener en cuenta ia religión, se concluye que Ia Iglesia católica no
merece amparo más que en Ia medida en que ei atacaria puede perturbar Ia paz
pública; se someten Ias disposiciones dei jefe de Ia Iglesia a Ia sanción de Ia
autoridad secular y sin ella no se les reconoce ninguna efectividad; se suprimen
Ias corporaciones religiosas y los dias de fiesta preceptivos, porque así Io exige
105 Líterae apostolicac quibus majoris excommunicationis poena in/Zigatur invasoribus et ustir-
patoribus aíiquoí provinciarum pontificiae ditionis.
106 Una larga serie de frases dei Syl/abus ha sido tomada dei Breve pontificio dei 26 de
agosto de 1851, dirigido en contra de Nuytz.
600 ÚLTIMAS ÉPOCAS
f
9) Ei Concilio Vaticano
No tenía cl propósito Pio IX de sostener solo Ia lucha iniciada. Pensaba que su
declaración podia ser apoyada por una autoridad general que se había enfrenta
do casi siempre ai Papado en otros tiempos, pero que alguna vez le había prestado
los mayores servidos. El 6 de diciembre de 1864, en una sesión de Ia congrega-1
ción de ritos, interrumpió el Papa los asuntos de trâmite y mando que se ausen-
107 Dupanloup, La convention de 15 Scpt. et I'encycíique de 8 Débr., no liaccn más que
rechazar Ias declaracioncs falsas y exageradas de Ia Encíclica. En su elocuente Discours sur 1$ 1
question Romaine (abril de 1865) nianifiesta M. Thiers que lamenta Ia Encíclica.
E L C O N C I L I O VATICANO 601
taran los funcionários para hacer una comunicación particular a los cardenales
presentes. Hacía tiempo, les dijo, le estaba dando vueltas a una idea relativa
ai bien de toda Ia Iglesia y era Ia de convocar un concilio universal para
con este médio extraordinário acudir a Ias necesidades también extraordinárias
dei pueblo cristiano. Después de esta comunicación volvieron a ser llamados
los funcionários y se siguió con los asuntos de trâmite. De Ia idea dei Papa
tuvieron pronto noticia todos los miembros dei colégio. Pronto fueron llegando
los veintiún informes que, en su mayoría, con excepción de dos, aprobaron Ia
idea. Existia Ia convieción de que Ia boga de opiniones contrarias a Ia doctrina
de Ia Santa Sede y Ia situación de zozobra de Ia Iglesia hacían necesario ei em-
pleo dei médio más extremado, pues Ia condenación de los errores contemporâ-
neos por ei Papa no era bastante. Así como en otra ocasión Ia doctrina lutera-
na fué condenada por los Papas, pero Ia condenación no tuvo eficácia hasta que
fué adoptada y confirmada por ei Concilio de Trento, así también seria necesario
ahora oponer un baluarte semejante a Ias nuevas falsas doctrinas. Los cardenales
aludieron ai jansenismo, pero no tenía este por entonces importância como para
que pudiera constituir ei objeto de sus preocupaciones. Su mirada se concentraba
especialmente en torno a Ias doctrinas filosóficas surgidas a Io largo de un Siglo
y que habían llegado a enfrentarse de lleno con Ia doctrina de Ia Iglesia contando
con Ia protección dei poder secular. Porque Ia Iglesia se basa en Ia verdad reve-
lada mientras que aquéllas son engendros dei pensamiento humano, abandonado
a si mismo e hinchado de orgullo. Si Pio IX había ampliado tanto su concepto
dei derecho divino y de Ia acción divina, hasta ei punto de que consideraba
sagrada c inviolable ia posesión dei Estado de Ia Iglesia por Ia Silla Apostólica,
de aquéllas doctrinas se había ido nutriendo ei propósito de despojar ai Papa de
esta posesión. Por todas partes Ias opiniones religiosas, y especialmente Ias cató-
licas, estaban siendo atacadas y todo ei cuerpo de doctores de Ia Iglesia, el epis-
copado, fué afectado por estas campanas.
Pio IX acogió con agrado Ias aprobaciones de los cardenales y nombró una
comisión para los trabajos preparatórios de Ia convocación dei concilio. La prime-
ra sesión tuvo lugar en marzo de 1865. En noviembre se comunico a los núncios
de Paris, Munich, Viena, Madrid y Bruselas Ia intención de convocar un con-
cilio, y se les encomendo que enviaran lista de los teólogos que pudieran acudir
a Roma para preparar los trabajos dei concilio. Era intención dei Papa que Ias
matérias sobre Ias que habría de deliberar el concilio fueran discutidas en Ia con-
gregación dei concilio antes de Ia publicación de su convocatória. En Ia sesión
de Ia congregación de mayo de 1866 se puso de manifiesto que se estaba muy
lejos de esta meta. Nos encontramos después con un largo intervalo de consulta
durante el cual Ia situación dei mundo cambio por grandes acontecimientos que
afectaron también de cerca ai Papa. Había terminado Ia guerra entre Áustria
y Prusia y Ia batalla de Sadova no solo decidió cuestiones de Alcmania, sino
también de Itália: Venecia pasó ai poder dei rcy de Itália. Declaro este, sin
embargo, que su programa no se había cumplido todavia y repitió Io que sus mi-
nistros habían manifestado hacía mucho tiempo: que Ia unidad de Itália exioía
Ia incorporación de Roma.
Si nos preguntamos a qué se debía, contra estas intenciones, Ia subsistem i i
dei Estado de Ia Iglesia, veremos que ai tratado de septiembre, que los f rancesil
mantuvieron ai principio con fuerza. En diciembre de 1866 abandonaron Ia capl
tal. Pero no transcurrió un ano cuando ya se vieron obligados a volver, porqui
ai gobiemo italiano le era casi imposible resistir ai movimiento nacional por Ia
conquista de Roma. No había provocado Ia agresión popular de los^aribaldinos,
pero parecia dispuesto a utilizaria en su provecho y a trasponer Ias fronteras dei 1
Estado de Ia Iglesia. Para adelantarse a los acontecimientos ei emperador mando
ocupar Civita-Vecchia; los garibaldinos fueron rechazados por Ias armas francesas
y una vez más el Papa se mantuvo en posesión dei Estado. Pero era esta una p r o
tección en Ia que no se podia confiar mucho si se pensaban Ias considerai mm
que el emperador había de tener con Itália y Ias alternativas que podrían detei
minar su política.
Todavia una vez más se manifesto de manera viva Ia significación que Ia
posesión dei Estado tenía para Ia Iglesia. Pio IX había invitado a todos los obispos
dei mundo para celebrar Ia festividad de Pedro y Pablo, que tenía mil ochocien-
tos anos de antigüedad. A Ia Iglesia le parecia necesario que esta concurrcnc in
pudiera tener lugar en un domínio sometido ai sumo pontífice exclusivamente,
en el cual, como Io habían pronunciado los obispos, se mantuviera el poder legí-
timo dei Papa; era menester garantizar ai Papa, decian, Ia libertad de su podíj
y el poder de su libertad; debía conservar los médios con que ejercer su alta mi-
sión, necesaria a todos; Ia llegada a Roma de los obispos se propone también forta-
lecer su autoridad territorial atacada por todas partes y demostrar que es impres-
cindible para el gobiemo de Ia Iglesia. Amenazado por todas partes, sostenido
por el sentimiento común de los obispos, considero el Papa que había Hegado d
momento de anunciar definitivamente Ia convocatória de un concilio universal.
Interpretaríamos mal sus intenciones si consideráramos que Ia finalidad dei con^
cilio no era otra que ia salvación dei principado secular. La disputa, en su médu-.
Ia, era propiamente una disputa italiana, entre los afanes unitários dei nuev©
reino y Ia existência independiente dei Estado de Ia Iglesia, pero revistió un caj
rácter universal porque el reino italiano asumió Ias ideas modernas en todo su
vigor, mientras que el Papado trataba de renovar y sancionar en toda su amplitud
Ias doctrinas eclesiásticas contrarias. Y si los obispos tomaron partido en Ia cues-,
tión concreta por. el Papa-Rey, con más razón Io habrían de tomar en cuestiones
más amplias y que les afectaban más de cerca. Hay algo grandioso en el hecho
de que Pio IX, en el momento mismo en que el poder secular y Ia fuerza de Ias
opiniones anticlericales amenazan con arrebatarle lós restos de su Estado, adopto
Ia decisión de consagrar de nuevo, mediante una asamblea universal de Ia Igle-
sia, Ias doctrinas en que descansan el Papado en general y su poder temporal
desde los primeros tiempos, y más si pensamos que estas doctrinas eran contraria?
a Ias circunstancias en que se desenvolvían los poderes seculares. La oposición
eclesiástica no iba dirigida unicamente ai reino de Itália, ni tampoco a Ia política
europea, que da-por cosa hecha el asunto dei Estado de Ia Iglesia, sino a todo
el sistema de Ias ideas modernas, que han transformado a los Estados mismos.
La soberania dei pueblo, con Ia que alguna vez simpatizaron los portavoces más
EL CONCILIO VATICANO OU3
esclarecidos dei Papado, provocaba ahora Ia oposición de Ia Iglesia y ei príncipe
que se oponía a ella estaba revestido con Ia suprema dignidad espiritual. Si se
convocaba un concilio universal era con Ia intención de consagrar de nuevo Ias
doctrinas y los intereses dei Papado y de condenar Ias doctrinas contrarias, por
muy extendidas que estuviesen. Era un acto de aislamiento y de enemistad: se
sacudían Ias doctrinas sobre Ias que descansa ei Estado moderno, más o menos
afectado por Ia revolución, se le arrebataba su fundamento doctrinal, por Io me-
nos en ei ânimo de los creycntes. Nadie puede hablar de Ia falta de poder
de Ia Sede apostólica. Su poder es inconmensurable en cuanto dispone de Ia doc-
trina de Ia Iglesia, que es acatada por cientos de millones de hombres que viven
y piensan.
Son muy típicas Ias discusiones que tienen lugar en Ia congregación pre-
paratória, Ia cual reanuda sus sesiones ei dia 28 de julio de 1867, en ei mismo
momento en que ei Parlamento italiano se declara de nuevo por ei principio de
no-intervención, es decir, de no apoyo, por parte de Francia, ai Papa. Una de Ias
primeras cuestiones fué en qué medida podrían ser invitados los príncipes a
participar en ei concilio, según Ia vieja costumbre. Había ocurrido así en ei
Concilio de Trento, y ya sabemos que esa asamblea debió su êxito ai acuerdo
de otro Pio, ei cuarto de Ia serie, con los monarcas más poderosos, sobre todo con
ei emperador alemán y con ei rey de Espana. En Ia primera sesión de Ia comi-
sión se hizo Ia propuesta de que se invitara a los príncipes a que participaran
en ei concilio mediante legados. 108 Pero inmediatamente salta Ia objeción: por-
que también habría que invitar al rey de Itália, con ei que ei Papa se hallaba
en tan claro antagonismo. La comisión no se pronuncio sobre ei praticular, re-
servando ei asunto al Papa, quien no solo había de rechazar Ia propuesta por ei
motivo antedicho, sino que tenía Ia intención de convocar una asamblea exclu-
sivamente eclesiástica, pues en modo aguno queria favorecer Ia opinión de que
ei Estado pudiera estar sobre Ia Iglesia. En Ia redacción definitiva de Ia bula de
convocatória se apelo a Ia buena voluntad de los príncipes por Ia celebración
dei concilio, pero no se menciono su participación personal o mediante repre-
sentantes. 109
También observamos otro desvio de Ias costumbres antiguas. Paulo III dió
a conocer Ia bula a los cardenales en ei consistorio, quienes Ia aprobaron y Ia
firmaron. A Pio IX le pareció bastante que fuera examinada por Ia comisión
compuesta de los cardenales de más confianza. No fué leída a todo ei colégio
y tan solo los cardenales fueron preguntados uno a uno sobre Ia oportunidad
de Ia fecha y enviaron su •placet.
Pero, <;cuál había de ser Ia relación recíproca entre los dignatarios llamados
al concilio y ei Papa?
Nada había levantado mayor controvérsia cuando ia reanudación dei Con-
cilio de Trento bajo Pio IV que Ia pretensión de que Ias proposiciones debían
108 Proposición de Gianclli, cn Cccconi (Storia dei Consi/io Ecumênico Vaticano, 23): per
persuaderii a favorirc i/ Conci/io ed invitarli ad intervenirvi mediante i Joro Legati.
109 Stiidiosissimc uti decet catho/icos príncipes, i/s coopercntnr, quae in maiorem Dei CJoriam
eiusdcmque Concilii bonuni cedere qneant. Este pasaje ha sido interpretado por Cecconi, p. 124
en ei sentido que se dejaba indireçtamente abierta Ia cuestión de Ia presencia de los príncipes.
604 Ú L T I M A S ÉPOCAS
parte. 110 En Ia lista aparecían como una gran comunidad, ordenada según ei
rango eclesiástico, y dispuestos dentro de cada clase por Ia fecha dei nombra-
miento.
La asamblea merecia en verdad ei título de ecumênica. Hacía recordar
aquel concilio que en ei ano de 1215 se reunió en torno a Inocencio III con
gentes de Oriente y de Occidente, pero era mucho más amplia, porque ei Extremo
Oriente, ei África y ei Nuevo Mundo, ai otro lado dei Oceano, habían enviado
sus prelados. También destacaba otra diferencia, si comparamos Ia Roma de
entonces con Ia de ahora. Bajo Inocencio III ei Papado se hallaba en ei desarro-
11o de su domínio universal y los príncipes seculares se presentaron en gran
número deseosos de ser considerados como miembros vivos de Ia Iglesia católica.!
Ahora estaban ausentes o, más bien, habían sido mantenidos a distancia inten-l
cionadamente: los obispos reunidos podían ofrecer testimonios dei grado en quej
ei espíritu anticlerical se había propagado en sus diócesis.111 Aunque, como|
dijimos, eran muchos de opinión que no se podría salvar ei principio eclesiástico
si no se celebraba un pacto con ei espíritu de Ia época para, sin romper con <.'!,
tampoco cederle ei dominio absoluto, pronto se vió en Ias elecciones para lajj
diputaciones conciliares, que se celebraron en seguida, cuán difícil les habría
de ser tan siquiera expresar sus intenciones. En torno ai Papa y a sus congrega*
ciones se agrupo una mayoría de 550 votos y se mantuvo tan unida que ias pro»j
posiciones de Ia minoria, que no llegaba ni a Ia mitad de Ia mayoría, apenas si
encontraron eco.
Sin embargo, Ia primerá propuesta, que pretendia Ia dogmatización de]
Syllabus, produjo una fuerte y viva oposición. Las manifestaciones fueron tan
enérgicas e hicieron tanta impresión que no parceió oportuno proseguir en Ia
misma forma. Ya hicimos alusión a las limitaciones que el orden de los debatei
de Ia asamblea imponía en cuanto a las proposiciones. Pero una libertad de los
debates como Ia que acababa de ser puesta en práctica contrariaba Ia idea que e l
Papa se hacía de las prerrogativas de su primado. Pio IX considero obligadol
poner freno.
Mediante un anexo ai orden de los debates, se fijó que todas las objeciones
contra una propuesta tenían que hacerse por escrito, acompanadas de una en
mienda; las comisiones examinarían las observaciones y comunicarían ai concM
lio su informe. Luego de haber tenido lugar esta espécie Ia decisión previa, cofl
menzaría el debate, que el presidente interrumpiría y, a propuesta de dieál
miembros, se cerraria por mayoría.
Dígase Io que se quiera, 11 " es innegable que de^ste modo se tenía que invj
110 H u h o 276 italianos, a los q u e se juntaban con un número m u c h o más reducido los ohispoi
de Francia v F.spana, aqucllos en número de S4. ésios de 4 1 ; 35 de Gran Bretaíia e Irlanda, 19 'Ir
Alemania. Bélgica niandA 6 obispos. Portugal 2, Austria-Hungría 4 8 . H u b o numerosas r c p r c s c n t J
ciones de los paises inficlcs; de Ia T u r q u i a europea habian venido 12, de Ia asiática 4 9 , de Egipto
y T ú n c z 3, d e Ia colônia francesa de Argélia, d e las Islãs Canárias y de las Azores también 3 ie%A
pectivamcnte, d e África Central y dei Sur 5; los Estados Unidos estaban representados por 4 8 ; d
resto de America por 6 5 ; Austrália por 13.
111 "1,'F.piscopato cattolico, gucrrcggiato a morte in ogni contrada dallo 'spirito dcl sccolo' " J
CiviJtà c a » . Ser., v u , vol. re, p . 17.
112 Dõllinger. con serenidad y profundidad, se declaro cn contra; Vcuillot, Rorne p c n d a n l j
1c concile. i, p p . 290 s. con su acostumbrado ceio, en pro.
E L C O N C I L I O VATICANO 607
113 Ab errore imiminem esse Romani ponMrcis aucíorifafeni. Este discurso, como los demás
se halla en Friedberg, Samm/ung von Acicnsíücken zum ersten vaticanischen Concil, p. 465.
608 ÚLTIMAS ÉPOCAS
repitieron literalmente, dejando fuera unos cuantos pasajes en los que los ale*
manes reconocían Ia autoridad independiente de Ia Sede de Roma en los mál
vicjos tiempos preconciliares. Eludieron todo Io que pudiera contradecir direi-
tamente a los princípios galicanos. Independientemente, los obispos orientalai
llamaron Ia atención dei Papa sobre Ias dificultades y peligros en que se \<n.i
envuelto con Ia declaración de infalibilidad. En Inglaterra se había puesto c<>m<>
condición expresa a Ia emancipación de los católicos Ia renuncia a esta doctriiu
Los "puseyistas", muy próximos ai catolicismo, avisaron que, con esa proclama-
ción, se haría imposible para siempre Ia adhesión de los anglicanos a Ia Iglesia
católica.
Si ei proyecto de declaración de infalibilidad desperto en cl seno dei clero
recuerdos tan vivos, cuánto mayor no había de ser Ia oposición en aquéllos rua
seguían desde fuera Ia marcha dei concilio. El esquema sobre ]a autoridad pontiH
ficia que se había presentado ai concilio se había hecho público, no sabemos
si por accidente o de propósito; era muy adecuado para provocar Ia oposición d
los gobiernos contra Ias pretensiones de Ia jerarquía eclesiástica en los asuntsl
de sus países respectivos. El gobiemo francês, que no había renunciado rodava
a Ia tradición galicana, aprovechó Ia ocasión para protestar contra Ias tendencifl
jerárquicas dei concilio en Ia segunda quincena dei mes de febrero. En ei esque-
ma conocido se hablaba solo de Ia infalibilidad de Ia Iglesia, que no solo se exten4
dia a los artículos de fe, sino también a los médios para llegar a ellos; no solo
a Ia revelación, sino también a todo Io que se creía necesario para Ia explicación y
defensa de aquéllos. El Ministro de Negócios Extranjero de Francia observo)
que de ese modo se proclamaba Ia superioridad dei poder eclesiástico sobre ei
secular en todos los puntos en que se pusieran en contacto. El poder de Ia Igle-
sia se presenta como absoluto, como independiente en Io legislativo y en Io
judicial dei poder secular. La autoridad de Ia Iglesia se alzaría sobre los princi«
pios constitutivos de Ia sociedad, sobre los derechos y deberes de los gobcrnantes
y de los gobernados, sobre ei derecho electoral y sobre Ia família misma. Y si esta
infalibilidad de Ia Iglesia se transferia ai Papa, como se pensaba, toda autoridad
dependeria de él. No se podia esperar que los príncipes doblcgaran su sobera-^
nía ante Ias arribuciones de Ia Sede de Roma, que habían sido fijadas sin su
participación.
El ministro reclamaba una comunicación anticipada de Ias cuestiones a de-
bate y Ia admisión de un plenipotenciario francês en ei concilio. 114
La intención era muy amplia, pues se trataba de buscar una coneiliaciÓB
entre Ias rigurosas doctrinas eclesiásticas y ei sistema constitucional suroido dei"
siglo, una conciliación entre Ia suprema autoridad de Ia Iglesia y Ias necesidadeá
de los diversos países. En Ia prensa francesa, especialmente en Ias revistas qua
iban a una con ei gobierno, se hicieron declaraciones análogas, todavia de mayotf
alcance. Se afirmaba que ei concilio no era libre, pues una minoria, que en
reaiídad era mayoría si se tenía en cuenta Ia extensión de Ias diócesis, era tirani-"
zada por una mayoría que, desde este punto de vista, podia ser considerada coma]
minoria y estaba entregada ciegamente a los caudillos ultramontanos. Pcro eí
1H Despacho Darus dei 20 de febrero, en J. Favre, Rome et Ia répubJ. françaisc, p. 18.
E t OONCILIO VATICANO 609
concepto de una asamblea conciliar supone que tiene que ser libre en sus debates;
le es necesaria Ia convocación por ei Papa, pero ella misma debe escoger los obje-
tos y Ia forma de Ia discusión. El concilio debía buscar una transacción entre Ias
doctrínas eclesiásticas y Ias necesídades de Ia vida estatal para ponerlas en armo-
nía; debía retirar ei Syllabus, para cuya confirmación ei Papa había convocado
ei concilio. Hasta se habló de que había que apelar dei concilio, falto de liber-
tad, a un verdadero concilio libre, dirigido por ei Espíritu Santo, mientras se
desistia dcl actual. Pero este subsistia. Nadie había reclamado contra su convo-
catória y se deslizaba, por Ias vias marcadas, hacia su prevista meta. En Ias obje-
ciones levantadas ahora, los celosos partidários dei Papado no veían sino una
prolongación de Ias ideas de 1789, de Ias que nacieron todas Ias perturbaciones
a Ias que ahora se hacía frente. Aun admitiendo en ei concilio enviados de los
gobiernos para que hicieran valer Ias ideas de los mismos, en modo alguno
encontrarían eco en Ia mayoría de Ia asamblea, porque ei concilio no era solo
europeo, sino ecumênico. ^Cómo se podia pretender que prelados Uegados de
todos los rincones dei mundo aceptaran propuestas que correspondían a Ias inten-
ciones dei momento de un gobierno francês o austríaco? 115 Precisamente este
era ei propósito: ei de ganar ancho campo para Ias ideas eclesiásticas en si mis-
mas. Todas Ias objeciones, todas Ias manifestaciones, todas Ias quejas producían
ei efecto contrario.
En los primeros dias de marzo de 1870 ordeno el Papa que se afiadiera al
esquema sobre Ia Iglesia una sección acerca de Ia infalibilidad dei romano pontí-
fice. En este esquema 118 se declara expresamente el primado de Ia Iglesia Roma-
na, en el sentido de que el Papa es el vardadero vicario de Cristo, ia cabeza
suprema de Ia Iglesia, el padre de todos los cristianos, el maestro y juez supremo.
En términos expresos se condena también Ia opinión de que se puede apelar dei
Papa al concilio y que a este le corresponde una autoridad superior. En los pará-
grafos que siguen 117 se fundamenta Ia necesidad de un principado secular dei
Papa, diciendo que no debe estar sometido a ningún príncipe para así poder
ejercer con plena libertad su función divina. Es aquella idea que supone que
un poder eclesiástico amplísimo reclama Ia posesión de un dominio temporal,
idea en Ia que ha vivido siempre Pio IX. Para fortalecer esta doctrina no necesi-
taba una declaración especial de infalibilidad, que ya estaba supuesta en el con-
cepto dei primado tal como él Io consideraba, y solo Ias múltiples discrepancias
que se manifestaron en el seno dei concilio, y el vivo eco que encontraron fuera
de él en los gobiernos, hicieran aconsejable semejante declaración. La nueva
fórmula fijaba ahora que el obispo de Roma, que, si tiene que declarar Ia verdad
de Ia fe, tiene que decidir también Ias discusiones sobre ella, no puede fallar
cuando decide Io que Ia Iglesia tiene que aceptar en matérias de fe y de moral
y su declaración tiene que ser considerada a partir de ese momento como un
artículo de fe. 118 Entre tanto Ia cúria romana trato de rebatir Ias objeciones dei
también desde ei punto de vista eclesiástico convenía hacer todo Io posible para
impedir que Ia Iglesia entrara por unos carriles que Ia apartarían para siempre
de Ias ideas modernas. Pero en Ias Tullerías pesaron más Ias consideraciones
antes indicadas. Para Luis XIV ei galicanismo fué un instrumento de su política,
mientras que Napoleón III tenía necesidad de Ia devoción dei clero entregado
ai Papa y dei Papa mismo. Además, Ias tropas francesas no habían^ido enviadas
a Civita-Vecchia para proteger ei concilio, sino para proteger ei Estado de Ia Igle-
sia contra Ia invasión italiana. Y no se podia pensar en abandonar ei asunto
dei Estado de Ia Iglesia por una cuestión conciliar. Por otra parte, como los
demás gobiernos no hicieron ninguna protesta seria, pues se creían Io bastante
fuertes para poderse oponer después a Ia ejecución de acuerdos inaceptables,
Pio IX conservo completa libertad. Su idea de excluir a los poderes seculares de
toda participacíón en Ias deliberaciones eclesiásticas había sido aceptada por
ellos de hecho y, así, Ias circunstancias europeas no podían ser más favorables ,
para ei Papa. También Ia oposición dentro dei concilio se fué debilitando de
dia en dia.
Después que en ei proemio citado y en los artículos de fide que le seguían
se tomaron en cuenta Ias observaciones de Ia minoria, pasaron sin mucha resis- j
tencia. De este modo ei orden de los debates fué aceptado en Io fundamental.
Después de esta experiência sobre ei estado de ânimo dei concilio se invitó I
ai Papa a que presentara Ia proposición sobre Ia infalibilidad. En un principio, i
como dijimos, esa proposición estaba destinada a ser insertada en ei esquema í
acerca de Ia Iglesia. Pero ello hubiera prolongado los debates en torno ai esque-
ma más de Io que se deseaba.
Se prefirió, pues, discutir por separado Ia cuestión de Ia infalibilidad. El 10
de mayo mando repartir Pio IX ei proyecto de una constitución que, bajo un
título general, contenía sobre todo Ia doctrina acerca de Ia infalibilidad pontifí-
cia. Se vuelve a condenar Ia tesis de Ia superioridad dei concilio sobre ei Papa,
así como Ia apelación dei poder dei Papa a un poder conciliar. Se declara con
énfasis que Ias decisiones de Ia Silla Apostólica no necesitan de confirmación
por parte dei poder secular para que sean integramente válidas. Se pone todo ei
peso en los princípios que se hicieron valer en otra ocasión en Ias controvérsias
de Ia Iglesia latina y Ia griega. Produce cierto asombro que en esta acta de Ia
segunda mitad dei siglo xix se repitan palabras que hacía más de trece siglos
un patriarca de Constantinopla había escrito ai Papa de Roma a invitación
suya, palabras que contienen ei reconocimiento más solemne que se pueda ima-
ginar de Ias prerrogativas de Ia Silla de Pedro y de su infalibilidad.121
Se afirma rotundamente Ia importância de los acuerdos dei segundo concilio
de Lyon y dei de Florencia, que había sido puesta en duda; se extiende y apura
Ia amplitud de Ia infalibilidad pontifícia más bien que se Ia restringe.
Todo forma una única cadena de exigências y pretensiones para Ia que se
trata de obtener un reconocimiento general, en forma no conocida antes.
121 Lo que se pronuncio allf como ei reconocimiento de Ia infalibilidad dei Papa, cs literal-
mente Io mismo que ei patriarca Juan en cl afio de 519 dcc'aró frente ai Papa Hormisdas. Prima
saíns esr quia in sede apostólica invio/abilis semper catholica custoditur rcligio (Labre, vW
EL CONCILIO VATICANO 613
El debate general comenzó ei 14 de mayo.
Nuevamente salieron a relucir Ias objeciones inspiradas en ei estado de es-
píritu de Ias diversas naciones y en Ias repercusiones dei decreto. Se decía que
en Suiza estas repercusiones favorecían a los radicales, que en Inglaterra ei
decreto era deseado por los mismos protestantes, mientras que los católicos irlan-
deses no estaban a su favor. Tampoco se oculto que Ia ciência alemana estaba
en contra. Los norteamericanos dieron a entender que solo una Iglesia libre tcnía
visos de prosperar en los Estados Unidos; se consideraba en este país que, así
como los reyes Io son para los pueblos, ei Papa Io es para Ia Iglesia, para beneficio
de ella y no para dominaria. El obispo de Bosnia observo que de ese modo se
haría muy difícil a los oclio millones de croatas católicos Ia convivência con los
coterráneos de otras confesiones, y que más bien se verían perturbados en su fe.
El arzobispo de Praga manifesto que ei decreto tendría como consecuencra entre
los bohemios que se hicieran cismáticos primero y luego protestantes. La opinión
más comprensiva Ia expuso Darboy, arzobispo de Paris. Declaro que ei dogma
de ia infalibilidad ni reanimaría ei cristianismo oriental, ni favoreceria Ia con-
versión de los gentiles ni contribuiria tampoco a atraer a los protestantes ai seno
de Ia Iglesia; y Io más importante: en ei interior de los Estados católicos tendría
efectos daninos. Por todas partes Ia legislación y Ia administración tienen un
caracter secular y hasta Ia misma institución de Ia família ha sido sometida a Ia
ley dei matrimônio, y a Ias gentes que se quieren sacudir ei peso de los viejos
princípios se les anade un nuevo dogma y por una asamblea cuya libertad mu-
chos ponen en duda, Pero ei mundo no está propicio a dejarse imponer Ia verdad
como un mandamiento: ei Syllabus ha sido conocido en toda Europa y, sin em-
bargo, no ha sido de gran provecho, ni aun allí donde fué recibido como un
oráculo infalible. En dos países destacadamente católicos como Espana y Áustria
ha provocado una agitación perjudicial para Ia religión. Dió a entender también
que ei decreto provocaria en Francia Ia separación de Ia Iglesia y dei Estado
y este ejemplo seria imitado por Europa.122 La fuerza de estas objeciones y Ia
impresión que causaron levanto los ânimos de Ia minoria. Cuando se interrum-
pió bruscamente ei debate general, se trataba en ei seno de Ia minoria acerca
de Ia conveniência de no tomar parte activa en ei concilio o de hacer una protesta
solemne. Pero había una traba interior que hacía imposible toda reacción seriai
Ia veneración por ei Papa que los había convocado a todos, y Ia intención ecle-
siástica general en que todos comulgaban.
En ei debate especial, que comenzó ei 6 de junio y que ya ei 15 se ocupnba
dei cuarto capítulo decisivo sobre Ia infalibilidad, se manifesto otro punto de
vista doctrinal. Una voz de Ia orden de los dominicos, que nunca habían citado
en buenos términos con los jesuítas, manifesto su oposición.
Un cardenal de esta orden, en unión de otros quince obispoi dominicos,
afirmo que Ia infalibilidad dei Papa no se basa en una espécie de intplración
personal, sino que tiene lugar cuando aquél expresa h opinión de Jo» obivptw
y de Ia Iglesia universal. Propuso un canon por ei cual ei Papa haría tui defini-
122 Discurso de Darboy dei 20 de mayo, Friedrich, Documenta ad illuitrindum ooncflíum
Valicanuni, n, p. 415.
614 ÚLTIMAS ÉPOCAS
libilidad que Cristo prometió a su Iglesia. Para Pio IX era indiferente que los
obispos presentes fueran capaces de representar y expresar Ia conciencia de Ia
Iglesia, pues no necesitaba de ellos, ya que Ia infalibilidad prometida a Ia Igle-
sia Ia creía vinculada a Ia Silla de Pedro. Se había dicho ya que ei Papa podia
decretar "por si mismo" definiciones de fe invariables y, para que ya no hubiera
ninguna duda, a Ias palabras "por si mismo" se anadió: "no a consecuencia
de Ia aprobación de Ia Iglesia".127
En esta forma llegó Ia proposición ei 18 de julio de 1870 para su aprobación
definitiva, apareciendo ei Papa con sus ornamentos y sentado en su trono. Se
abrieron de par en par Ias entradas ai aula. Y aunque Ia proposición contradecía
los supuestos de Ia independência de Ia autoridad episcopal, apenas si encontro
oposieión alguna. Es cierto que un número no pequeno de obispos se mantuvo
alejado por una razón o por otra. Los presentes, en número de quinientos«treinta
y cinco, adoptaron ei dogma casi por unanimidad, pues solo dos pronunciaron
ei non -placet. Se aeogió Ia noticia dei resultado con un júbilo general. En médio
de un gran silencio se escuchó Ia decisión definitiva dei Papa, que se elevo de su
trono y confirmo con su autoridad apostólica los artículos leídos, aprobados por
ei sagrado concilio. La ceremonia tuvo lugar entre truenos y relâmpagos de una
tormenta que se cernió sobre ei Vaticano.128 Los celosos partidários dei Papado
no tuvieron inconveniente en traer a colación Ia promulgación de ia ley mosaica
en ei Sinai.129
Con esto no se clausuro ei concilio, sino que fué tan solo aplazado: pero lo
que acababa de ser sancionado solemnemente reviste una grave significación.
Se había resuelto en favor dei poder absoluto de Ia Sede Romana Ia euestión
de Ias relaciones entre Ia autoridad episcopal y Ia dei obispo de Roma, entre Ia
autoridad papal y ia conciliar, que había cubierto con sus disputas Ia larga serie
de los siglos transcurridos. Se puso término a Ias tendências nacionalistas de Ia
Iglesia representadas por los obispos, que alguna vez parecieron que habían de
triunfar. Y lo que se aprecio por encima de todo fué ei reconocimiento de una
autoridad viva, apoyada en Ia acción divina, en médio de los altercados dei
mundo, que debían su origen a que no se queria reconocer ninguna autoridad.
Era Ia idea eclesiástica en Ia forma más personal. Así había concebido siempre
su misión Pio IX y Ia había llevado a cabo. Y cuando ei Papa infalible se alzó
contra todas Ias innovaciones de Ia vida moderna, represento ei refuerzo de esta
actitud en Ia instância suprema que llevó su actitud ai último extremo, en forma
que fué bien vista por ei cuerpo de doctores de Ia Iglesia reunido en tomo a él.
Ningún obispo podia osar contradecir Ia doctrína proclamada sin poner en
peligro su existência de obispo y sin romper con Ia autoridad en Ia que, en su
mayor parte, descansaba Ia suya. Era inevitable que Ia declaración de infalibili-
dad fuera ejerciendo Ia mayor influencia sobre los Estados católicos. También
tenían que manifestarse en mayor o menor grado aquellas repercusiones de Ias
127 Romani pontifícis definifiones ex sese, non autem ex consensu Ecclesiae irreformabiJes essei
Acta et decreta Oecum, cone. Vaticani (Roma, 1872), p. 172. En cl Omníum concilii Vat. docum.
colt., p. 20, dei obispo Martin, faltan Ias palabras: non autem ex consensu acc/esiae.
128 Stimmcn aus lVfaria-Lasch. Nueva edición, x, p. 100.
129 Vcuillot, Rome pendant le Concile, II, p. 431.
616 ULTIMAS ÉPOCAS
que se advirtió ai Papa sin que les prestara mayor atención. Pero no era esta Ia
eventualidad más importante que se presentaba por delante.
En los mismos dias en que ei Papa proclamaba su infalibilidad estalló Ia
guerra franco-prusiana. No puedo decir con certidumbre que en Ia agresión
francesa hayan influído motivos religiosos. Pero iquién podría predecir hasta
donde hubieran ido Ias cosas si Ia suerte de Ias armas hubiera acompBnado a Ia
nación católica, y de qué nuevo predomínio se hubiera beneficiado ei Papado,
aun con Ia actitud tomada?
Pero Ia suerte de Ias armas se decidió en sentido contrario. Salió victorioso
un Estado que había surgido en ei antagonismo con ei domínio exclusivo dei
Papado y que ahora sostenía Ia causa alemana: alcanzó una posición que le ase-
guraba una participación efectiva en ei movimiento universal politico-religioso
dei mundo. Un protestante convencido podría decir que ei resultado de Ia guerra
fué ei juicio de Dios contra Ia arrogância dei Papa al presentarse como ei único
intérprete de Ia fe y de los secretos divinos sobre Ia tierxa.
Ya ei comienzo de Ia guerra fué nefasto para Ia subsistência dei Estado de
ia Iglesia, no solo porque Francia encontro razones militares para retirar sus
tropas, sino porque tenía que pensar además en conservar Ia neutralidad de Itá-
lia. Se dijo que, para aplacar a esta potência, había que quitarle Ia espina dei
pie, que no era otra que Ia protccción prestada al poder secular dei Papado. Los
italianos veían en ei Estado de Ia Iglesia, aun en Ia situación que ofrecía enton-
ces, un hogar de Ia reacción que no podia tolerar, o ei peligro de una revolución
republicana que tampoco estaban dispuestos a permitir. Como entre tanto ei
Império francês fué derrotado por Ias armas prusianas, los italianos se vieron con
manos libres. No se podia pensar en una defensa de Roma por los voluntários
que rodeaban al Papa contra un gran ejército italiano. El Papa cedió, no sin
dignidad. No celebro acuerdo alguno, pero permitió Ia ocupación sin resistência.
Êl mismo dió Ia orden, ya que no había otra cosa que hacer, de izar Ia bandera
en Sant'Angelo. Desde Ias escalinatas de San Pedro dió su bendición a Ias tropas
que vinieron a defenderle. Se volvió a su autoridad espiritual, cuyo ejercicio libre
y sin obstáculos le habían garantizado los italianos frente a Ias demás potências.
En qué medida ello ha de ser posible en Ias nuevas circunstancias, he aqui
el eje dei presente y dei futuro.
ÍNDICES
REGISTRO DE NOMBRES
1) Los Papas
Júlio III, 1550-1555 ( n . en 1487, Giov. Pio IV, 1559-1565 ( n . en 1499, Giov. Ân-
Maria Ciocchi dei Monte), 107, 128-30; gelo de' Mediei), 147-164, 172, 191,
131, 140, 145, 190, 191. 192, 193, 205, 211, 218, 229, 253, 331,
603 s.
León X, 1513-1521 ( n . en 1475, Giov. de' Pio V, 1566-1572 ( n . en 1504, Ant. Ghis-
Mediei), 2 9 , 30, 39, 4 2 s., 47-50, 5 1 , licri, Fra Michele), 88, 1^4-74, 191, |
54, 55, 66, 69, 124, 182 s., 187, 188, 193, 194, 195, 203, 205, 211, 233, 256,
190, 218, 219. 257, 265, 274, 298, 307, 331, 351, 376.
Como Gran Inquisidor, 203.
León XI, 1605 ( n . en 1535, Alessandra
Pio VI, 1775-1799 ( n . en 1717, Giov. An- j
de' Mediei), 374.
gelo Braschi), 210, 574-77.
Pio Vil, 1800-1823 (>. en 1742, Giorgio
Marcelo II, 1555 Çn. en 1501, Marcello Chiaramonti), 577-84.
Cervini), 131. Pio IX, 1846-1878 ( n . en 1792, Giov. ,!
Maria Mastai-Ferretti), 586-616.
Paulo III, 1534-1549 ( n . en 1468, Ales-
sandra Farnese), 37, 55, 74-85, 88, 96 s., Sixto IV, 1471-1484 ( n . en 1414, Fran-
104, 105, 106, 109, 114-128, 133 s., cesco delia Rovere), 32, 36 s., 150, 186,
142, 144, 148, 180, 184, 189, 190, 215, 217, 353.
331, 481, 494, 603. Sixto V, 1585-1590 ( n . en 1521, Felicc
Paulo IV, 1555-1559 ( n . en 1476, Gian Peretti), 199, 201-22, 233, 234, 288,
Pietro Caraffa), 132-47, 148, 149, 150, 291, 294-300, 303-12, 316s., 323-30,
151, 164, 165, 190, 191, 192, 193, 331, 334, 336, 337, 338, 339, 341, (
203, 218, 229, 331, 393. Como carde- 342, 351, 361, 370, 376, 392, 412, ]
nal, 38, 69, 74, 75, 82, 86 s., 94, 99, 476, 486 s., 489, 512 s., 514, 530.
101 ss., 122.
Paulo V, 1605-1621 ( n . e n 1552, Camillo Urbano VII, 1590 ( n . en 1521, Giov. j
Borghese), 374-90, 423, 427 ss., 440, Batt. Castagna), 331.
442, 448, 464, 487, 488 s., 490, 492, Urbano VIII, 1623-1644 ( n . en 1568,
512, 513, 515, 530. Maffeo Barberini), 451-78, 483, 486,
Pio II, 1458-1464 Çn. en 1405, Enea Sil- 488 s., 491-98, 499, 500, 505, 513, 515,
vio de' Piccolomini), 28, 185. 528, 530, 546, 549, 550, 559, 570.
Alba, duque de, 136-39, 362-63, 267, Áustria: Carlos V (1519-1556). véase
279, 280, 283. Espana, Carlos I;
Aldobrandini, Pedro, 353-55, 366, 369- - F e r n a n d o ' \ (1556-1564), 57, 63, 64,
74, 440, 489. 108, 147, 152 ss., 240 s., 309 s.;
- 489, 490, 500, 509; véase también Cle- -Maximiliano II (1564-1576), 245, 270,
mente VIII. 413 (como archiduque, 337);
Alemania. 22-25, 28-29, 44-46, 53, 54. -Rodolfo II (1576-1612), 291, 351, 40')
59 ss., 77 ss., 104, 195, 240 ss., 248-60, 13;
269-71, 286-300, 406-15, 426 ss., 559, - M a t í a s (1612-1637), 413-15, 425;
580 ss., 601, 605. - F e r n a n d o II (1619-1637), 427, 432,
Allen, Guillermo, 276; 309, 316. 436-37, 468-70 (como archiduque, 407,
Aquaviva, S. J., 291, 359-66, 389. 408, 411-14, 424, 4 2 5 ) ;
REGISTRO DE NOMBRES 619
- J o s é I I (1765-1790), 5735Í., 584, 592; Dinamarca, 25, 239, 435, 452-54, 471.
- 2 7 0 s . , 293-94, 403, 407 s., 481, 556,
559 s., 570, 581, 588, 590, 592, 597, Egmont, 260-62.
601, 611, 613. Erasmo de Rotterdam, 43 s., 52, 60.
Espana: Carlos I (1516-1556), 48-66,
Baden, 256, 300, 412, 435. 78-85, 89, 117-31, 133, 134, 135, 188,
Barberini, 463, 465, 480, 486, 488, 493, 244, 262-63, 268, 280, 285, 296, 308,
499 J., 509, 531; véase también Urba- 460;
no VIII. - F e l i p e II (1556-1598), 112, 135, 138-
Baronius, 223, 232, 338, 372, 374, 377. 40, 145-46, 156, 158-73, 196, 205, 246,
Baviera: Alberto V, 253-55, 270, 293, 261-68, 275, 277, 278-84, 298, 302,
298; 306, 308-13, 319, 321, 328, 333, 337,
- M a x i m i l i a n o I, 312, 361, 410, 414, 424, 353, 360-62, 440, 447, 449, 462, 484,
427, 434-37, 443, 473; 487, 593; ,
- 8 3 , 240 s., 246 s., 249, 253, 287-89, - 3 0 , 48, 54-55, 100-01, 115, 153-54, 340,
298-300; 341, 371-73, 374-75, 385, 386, 436 s.,
Belarmino, 231, 316-19, 364, 367, 380, 439-43, 447, 449-63, 466-69, 480, 491,
383, 430. 498, 499 s., 549, 550, 558-63, 572, 582,
Borghese, 374, 429, 490-91, 509; véase 583, 591, 613; véase también Alba,
Paulo V. Loyola, Olivares.
Borgia [Borja], César, 33-35, 46, 150, Este, 127, 133, 205, 302, 347, 351-52,
177 s.; 353, 484.
- 1 0 5 , 111, 358, 360, 466-67, 476; véase Estuardo, 146, 309 s., 440, 467.
también Alejandro VI.
Borromeo, Carlos, 150, 164-65, 169-71, Farnesio, 125, 282-85, 302, 329, 334, 337,
229, 231, 277, 331. 351, 371 s., 373, 490, 491, 493-98, 501;
Brandeburgo, 29, 65, 80, 137, 242, 523. véase también Paulo III.
Buoncompagni, 193-94, 200; véase tam- Ferrara, 32, 62, 347-57, 485, 487.
bién Gregorio XIII. Francia: Francisco I (1515-1547), 29, 47,
55, 62-66, 117-18, 121.
Calvino, 113, 243, 363, 412, 438, 440 s., - E n r i q u e II (1547-1559), 122, 125, 129,
573. 134-39;
Canisius [Pedro Canisio], 105, 251, 257, - E n r i q u e III (1574-1589), 196, 300-05,
293. 306, 311-13, 318-21, 327;
Caraffa, 133-35, 149-50, 332, 431, 432, - E n r i q u e IV (1589-1610), 196, 302, 312,
433, 435, 436, 452, 454 ss., 472, 537; 321-29, 333, 339-45, 353 s., 357-73,
véase también Paulo IV. 379, 385-89, 417-21;
Çarpi, 118, 142, 155. - L u i s XIII (1610-1643), 450, 456-58,
Colônia, 241, 243, 248, 269, 286-88, 406. 467-70;
Colonna, 32, 33, 35, 72, 74, 138, 144, - L u i s XIV (1643-1715), 545, 553-59,
184-85, 209, 219, 331, 335, 500, 508- 565, 578, 607, 612;
09, 533. - N a p o l e ó n I (Emperador, 1804-1815),
Consalvi, 586. 577-81, 596;
Contarini, Gasp., 69-85, 97-99, 103; - 2 7 , 48-49, 93 s., 105, 119, 147, 172,
- 9 8 , 322, 354, 355, 356, 367, 381, 453, 196, 243 s., 363-68, 315, 425-27, 437-
475, 476, 485, 486, 489, 490, 49), 492, 39, 49&SS., 549, 554, 555, 561, 568ss.,
501, 531. 574-77, 581 ss., 590, 597 « . , 604 s., 611,
613, 616; véase también Guisa, Jan-
Chigi, 186, 217, 478-79, 505 s., 507, 509; senio, Richelieu.
véase también Alejandro VII. Fulda, 259-60, 270, 289. 435.
620 REGISTRO DE NOMBRES
Giuistiniani, 64, 79, 83, 86, 510, 514. Morosini, 303, 311, 312, 322, 326, 327,
Gonzaga, Ferrante, 119, 123-29; 332.
- 7 2 , 133, 343, 350, 460-63.
Guisa, 84, 124, 135, 137 ss., 146, 158-61, Nápoles, 30, 31, 47, 48, 55, 59, 71 s., 103,
180, 196, 300, 306, 309, 311, 318. 119, 122, 124, 125, 133 ss., 137 s.,
170 s., 549, 561, 562, 5 J 1 .
Hesse, 57, 63-65, 523. Neri, San Felipe, 203, 232, 4 2 1 .
Iloorn, 262. Neuburgo, 298, 412, 455.
Inglaterra, Isabel de (1558-1603), 145 ss., OÜvares, 327 ss., 335, 442, 451, 453, 457,
196, 266, 274-76, 307-10, 316-423. 461 ss., 476.
- 2 7 , 29, 65 s., 70, 124, 145, 171, 243, Orange, 261, 267-69, 278-84, 287, 426,
424, 436, 440-43, 451 s., 456-59, 471, 556.
479 s., 556, 584, 594, 613; véase tam- Orsini, 33, 35, 126, 138, 141, 144, 199,
bién Estuardo. 204, 209, 217, 508 s.; véase también
Benedicto XIII.
Jansenio [Cornelius Jansenius], 541-48.
Joyeuse, Enrique, 301, 386, 387. Paderborn, 242, 269, 287, 288, 407, 435.
Países Bajos, 105, 111, 139, 244 s., 246 j . ,
Láinez. 94, 99, 104, 159, 257, 360, 363 s. 260-63, 267 ss., 278-85, 428, 439 s.,
Loyola, Ignacio de, 89-96, 99, 101, 105- 469.
12, 143, 248, 264, 276, 363, 430. Palatinado, 65, 286, 412, 426 s., 436, 475,
Ludovici, 429, 437, 476, 491, 493, 513; 478.
véase Gregorio XV. Pamfili, 462, 502, 508; véase también
Lutero, Martin, 34, 44, 45 s., 49, 54, 69, Inocencio X.
76, 81, 82, 84, 91, 98, 412, 430, 440. Parma, 36, 47, 122, 126, 128, 495 s.
Luynes, 425, 428, 569. Piccolomini, 199, 200 s., 330, 537; véase
Pio II.
Madruzzi, 332, 335, 396, 409. Polônia, 138, 240, 272, 392-406, 425, 470,
Maguncia, 29, 241, 250, 258, 259, 299, 479, 563.
406, 424, 436 s., 475. Poole, Reginald, 70-76, 81, 98, 100, 101,
Malatesta, 33, 35, 177, 199. 145s., 151, 171.
Mantua, 460-63, 467, 469, 474, 475. Portugal, 30, 111, 283, 550, 562, 568. I
Maquiavelo, 36, 40, 42, 267, 319. Priuli, 70, 82, 177, 197, 385 ss., 390.
Médicis, Catalina y Maria, 63, 265, 266, Prusia, 239 s., 469, 471, 582, 595, 601,
300 s., 373, 421 s.; 611, 616.
- C ó s i m o , 39, 119, 128, 130, 168s. ;
- L o r e n z o , 30, 31, 47, 114, 150; Riario, 32, 33, 150, 217.
- 3 1 , 32, 49, 54, 55, 99, 122, 193, 204 s., Richelieu, 194, 451-59, 460, 463, 466,
350, 373; véase también Clemente VII, 467, 473, 543.
León X, León XI, Pio IV. Rovere, duques de Urbino, 48, 117, 483-
Melanchton, 69, 77, 8 1 . 86; véase también Júlio II, Sixto IV.
Mendoza, 122-24, 126, 130. Rusia, 343 s., 402 s., 425.
Milán, 31, 47-50, 55-59, 88, 103, 118s.,
122, 123, 124, 137, 169; véase Gon- Saboya, 170, 305, 306, 369, 377, 450 ss.,
zaga. 468, 469, 560.
Molina, Luis de, 364 s., 565. Sajonia, 49, 57, 65, 269, 287, 298 s., 414,
Montalto, 204-06, 212, 332-36, 374 s. 431 s., 437, 456, 477, 478.
Morone, 56, 72, 74, 77, 8 1 , 111, 143, Salzburgo, 29, 241, 255, 295, 296.
156-61. Sanseverina, 313, 335, 336, 349, 351.
REGISTRO DE NOMI1HES
Sarpi, 9 9 , 322, 380 ss., 390, 574. Turquia, 28, 52, 117, 118, 137, 169, 172,
Sfondrati, 125, 128, 332 s., 351, 371, 372; 173, 369, 411, 452, 488, 556.
véase también Gregorio XIV.
Sforza, 31, 33, 200, 331; 332. Urbino, 33, 35, 48, 117, 481
Soranzo, 150, 152, 155, 164. se también Rovere.
Suécia, 272-74, 276, 395-402, 425, 471-77,
479, 516-27. Valdés, 71 s., 104.
Suiza, 46, 47, 124, 243, 277, 305 s., 415- Venecia, 32, 33, 35, 56, 69, 70, 771., 88,
17,613. 94, 105, 118, 124, 133, 169, 17'), 122,
325-27, 372, 376-88, 390, 549.
• : • • " .
ÍNDICE GENERAL
Prólogo j f l
LIBRO P R 1 M E R O
INTRODUCCIÔN
LIBRO SEGUNDO
C O M I E N Z O S DE REGENERACIÔN E N EL C A T O L I C I S M O
/
Introducción 68
1) Asomos de protestantismo en Itália 61
2 ) Intento de una reforma interior y de una reconciliación con los protestantes. 74
3 ) Nuevas ordenes religiosas
4 ) Ignacio de Loyola 69
5 ) Primeras sesiones dei Concilio tridentino 96
6 ) La Inquisición 100
7 ) Desarrollb de Ia ordcn de los jesuítas 104
8 ) Conclusión 112
622
ÍNDICE GENERAL 623
LIBRO TERCERO
Introducción 113
1) Paulo III 114
2 ) Júlio III. Marcelo II 128
3) Paulo IV 132
4 ) Observaciones sobre ei desarrollo dcl protestantismo durante este Papado. . 144
5) Pio IV 147
6 ) Las últimas sesiones dei Concilio de Trento 152
7 ) Pio V •. . 164
LIBRO CUARTO
Introducción 175
LIBRO QUINTO
LA C O N T R A R R E F O R M A . P R I M E R PERÍODO
1563-1589
Introducción 238
1. Situación dei protestantismo hacia 1563 239
2. Fuerzas combativas dei Papado 245
3. Las primeras escuelas de jesuítas en Alemania 248
(.24 ÍNDICE GENERAL
LIBRO SEXTO
C O N T R A D I C C I O N E S I N T E R N A S DE D O C T R I N A Y DE PODER
1589-1607
Introducción 314
1. Teorías político-eclesiásticas 315
2. Oposición a la doctrina 320
3. Última época de Sixto V 323
4. Urbano VII, Gregorio XIV, Inocencio IX y sus cónclaves de 1590 y 1591. 330
5. La elección de Clemente VIII; carácter del nuevo Papa 334
6. La absolución de Enrique IV 339
7. Ferrara bajo Alfonso II 347
8. Conquista de Ferrara 352
9. Disensiones entre los jesuítas 357
10. Posición política de Clemente VIII 368
11. Elección y primera actuación de Paulo V 374
12. Altercados con Venecia 376
13. Final de la cuestión jesuita 388
14. Conclusión 389
LIBRO SÉPTIMO
LA C O N T R A R R E F O R M A . S E G U N D A ÉPOCA
1590-1630
Introducción 391
I ) Progresos de la restauración católica, 1590-1617.
1. Empresas del catolicismo en Polonia y países limítrofes.
a) Polonia 392
b) Intento en Suecia 395
c) Perspectivas rusas 402
d) Agitaciones en Polonia 403
ÍNDICE GENERAL 625
LIBRO OCTAVO
Introducción 411
1. Rcvcrsión de Urbino
2. Crecen Ias deudas dei Estado de Ia Iglesia 4M
3. Fundación de nuevas famílias 411
4. La guerra de Castro 4'M
5. Inocencio X 491
6. Alejandro VII y Clemente IX
7. Elementos de Ia población romana
8. Conslrucciones de los Papas
9. Digresión acerca de Ia reina Cristina de Suécia
J0. Adroiniítracián d e ! Estado y d e !a Iglesia . ,
11. Los jesuítas a mediados dei siglo xvn .
12. Los jansenistas
13. Posición de Ia corte de Roma ante los dos partidos
14. Relaciones con el poder temporal
626 ÍNDICE GENERAL
LIBRO NOVENO
Ú L T I M A S ÉPOCAS
Introducción 551
1. Luis XIV e Inocencio XI 552
2. La guerra por la sucesión española 558
3. Cambio de la situación mundial. Fermentación interna. Disolución d e la
orden de los jesuítas 563
4. José II 573
5. Revolución 574
6. Época napoleónica 577
7. La Restauración 581
8. La Iglesia y el Estado de la Iglesia bajo Pío IX (1848-1878) 586
9. El Concilio Vaticano 600
ÍNDICES
Registio de nombres:
1. Los Papas 617
2. Territorios, familia» y personajes más importantes 618
Este libro se terminó de imprimir y encuader-
nar en el mes de junio de 2004 en Impreso-
ra y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V.
(IEPSA), Calz. de San Lorenzo, 244; 09830
México, D. F. Se tiraron 1 000 ejemplares.