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Trabajo final de Literatura Europea

Alumno: Leandro Weinberger

Para Lichtenbereg el sujeto no se parece al ser dueño de sí, de sus actos y de su mente.
Por el contrario para la mirada de éste los misterios encerrados en cada persona escapan
incluso a la persona misma. Además se puede ver que no consideraba que haya una
unidad en el sujeto, sino que de sus palabras se puede entender que es capaz de
desdoblase de múltiples maneras, por ejemplo: “No trates de mostrar excesivamente
ingenioso para evitar que un hombre por naturaleza ingenioso perciba por casualidad que
en realidad eres exactamente cómo quisieras que él fuera”. Aquí se puede notar un
desdoble en tanto el deseo sobre la forma que tendría que tener el otro coincide con la
propia forma; es decir el deseo de que el otro sea como yo encubierto en el deseo de que
el otro sea ingenioso y yo soy ingenioso. Es curioso que podría esperarse que el único que
no puede darse cuenta de esta doble relación de lo ingenioso justamente soy yo.

Esto no quiere decir tampoco que el autor no crea que el sujeto sea capaz de
superación y que siempre este sometido a eso que hoy llamamos inconsciente, por el
contrario reconoce también que esta naturaleza de autoengaños en el sujeto tiene una
contraparte, que hasta es capaz de ser moral, y en este fragmento no solo divide las aguas
entre cada una de estas tendencias, además las nombra: “No me dirijo a vuestro espíritu,
que todo es capaz de disfrazarlo, sino a vuestra conciencia.”

La mejor prueba de que verdaderamente cree en la superación, pero no a ciegas es


este fragmento “Después de sostener una guerra de Treinta Años consigo mismo, al fin
logro concertar un armisticio. Pero el tiempo estaba perdido”. Es notable que un sujeto
pueda entrar en guerra consigo mismo, de hecho suele suceder, tanto se puede desdoblar
nuestra mente que acaba creando dos entes que con frecuencia se enemistan.

Sin duda pueden cruzarse dos tendencias, normalmente el afán de superación nos lleva
a una reflexión autocrítica, pero si estas no se acompañan de indulgencia esta tarea puede
terminar muy mal. De cualquier manera el exceso de vida interior puede ser un obstáculo
para el sujeto, el punto extremo de esta tendencia se hace evidente cuando el sujeto se
trasforma en un obstáculo para los demás, creo que a este punto o a alguno cercano se
dirige Lichtember cuando señala: “Los hombres exageradamente sutiles raramente son
grandes hombre y sus inquietudes y trabajos son casi siempre tan inútiles como refinados.
Su exagerada sutileza los aleja cada vez más de la práctica, a la que debería acercarlos”

La conclusión de estos desdobles y de la vida interior fue anticipada por este autor
mucho antes de que la psicología propusiera el término “proyección”, (las sutiles
observaciones que hizo este físico adelantaban ya las más notables premisas de la
psicología del S.XX.) la moral que parece entreverse en sus dichos es verdaderamente
compleja, está sin duda atravesada por la intuición de que se trata de una normativa
social que cumplimos a pesar nuestro, por ejemplo: “Al imaginar las acciones y los gestos
de un gran señor que es un pillo, siempre me digo: quizá cumple el rol de su propio
verdugo y se inflige su propio castigo, tarea que ningún otro tiene el derecho de cumplir”.
Es un misterio si estos castigos son el resultado de un inconsciente que intenta castigar, al
estilo del karma, sus malas acciones o si sus castigos son los que lo impulsan a querer
vengarse en los demás sus propios autocastigos; lo que si es claro que las pillerías y los
autocastigos establecen una continuidad entre el trato que este hipotético sujeto se da a
sí mismo y a los demás.

Mucho dijo Lichtenberg acerca de la sabiduría, la dividía en dos, la auténtica y la falsa.


La primera la define así: “El sabio autentico y sano es el hombre para quién el hábito de la
reflexión no se ha convertido en una enfermedad”. Además estableció una comparación
entre el hombre sabio y los superficiales, estos últimos prácticamente son puro cuerpo, no
hay en ellos una interioridad digna de ser notada, pero están guidaos por los mismos
deseos que los sabios; es decir que no hay una diferencia de cualitativa entre las fuerzas
primordiales que actúan en los sabios, los espíritus refinados ni los banales. La diferencia
se encuentra en los objetos en que unos y otros posan sus deseos, lo que influye
principalmente en cómo usan su tiempo, también la naturaleza de unos y otros objetos
devuelve sus particularidades, esto lo escribe en el fragmento: “¿Qué tiene de
sorprendente que a los individuos insignificantes les guste tanto contemplarse en los
espejos? Se ven en el espejo en toda su magnitud. Si un sabio poseyera un espejo en el
que, como ellos, pudiera verse en toda su dimensión, quizá no lo abandonaría nunca”.
Este punto parece iluminar por qué los sabios, y quienes quieren hacerse pasar por tales,
han pasado tanto tiempo dando consejos y contando historias, puede que encuentren en
la cara de quién los escucha el espejo en el que ven su grandeza.

Ente líneas puede leerse que la virtud del sabio se halla en evitar el engaño, casi como
si toda la sociedad humana fuera un velo que esconde la verdad, así la tarea del sabio no
es encontrar su propia verdad sino la de los demás, así observa sobre los vendedores: “Los
vendedores que a diario escuchan alabar las modas mas opuestas, por gente que estiman
por otras razones, terminan por tener un gusto tan estragado que todo les agrada. Es así
que dicen: esto lo usa tal o cual persona, en lugar de decir: esto es hermoso, esto no”. Es
evidente que a estos mercaderes las prendas que más les gustan son las que pudieron
vender. Comprenden la moda desde su propio interés, la belleza de las prendas les es
ajena, por eso refieren a quien las usa, su interés no está en la moda, sólo en su ganancia.

Otro ejemplo, o mejor dicho, contraejemplo sobre la sabiduría hace hincapié en la


diferencia que hay entre una idea y como la recibimos: “Hay gente que cree que todo
cuanto se expresa con rostro serio es razonable”. No es extraño que la profundidad de
este autor lo lleve a discernir los argumentos que recibe por su cuenta y no fiarse de los
razonamientos ajenos sin examinarlos, pero además logro observar como evalúan quienes
no usan este procedimiento, una idea es tan seria como el rostro que la expresa. Sobre
este punto también afirma: “La elocuencia abre paso a la convicción, sembrando con
flores su camino.” Con esta frase bien se podría iluminar toda la historia política de la
humanidad.

Así como sus reflexiones nos permiten pensar en el sujeto también nos permiten
pensar en la sociedad como un conjunto tan homogéneo y coherente como el primero,
por ejemplo: “Es posible vivir cómodamente en el mundo haciendo profecías, pero no
diciendo verdades”. Sin duda las verdades más importantes sobre la sociedad propia no
pueden ser bien recibidas por quienes más cómodos viven en ellas, casualmente nos son
los que se encuentran en la mitad de la escala social quienes mejor y peor hablan de la
misma. Al igual que las personas en su fuero interno, las sociedades pueden confundir la
enfermedad con la cura, así Lichtembre señala: “En una época en que Inglaterra estaba en
mal estado, Lord Chesterfield contaba en ella tres millones de políticos”. Es sumamente
notable que cuando algo tan complejo como la economía de un país no sule importarle a
nadie, justamente por lo tedioso de su complejidad, como cuando hay una crisis
económica, en ese momento nada parece más sencillo en la opinión pública que
arreglarla.

Como también es notable que ante una crisis nunca falte quién proponga, como
novedad, volver a las antiguas costumbres, Lichtenberg tenía sobre estas una opinión no
muy favorable: “La reverencia, generalmente irreflexiva, que se concede a las antiguas
leyes, a las costumbres antiguas, a las religiones antiguas, es el origen de todos los males
de mundo”. Es probable que esta molestia se deba a lo irreflexivo solamente ya que en
todos los ejemplos citados puede notarse el gusto por la reflexión que intenta encontrarle
sentido a las más diversas cosas.

Otro tipo de sujeto, aunque no diametralmente opuesto, es el que plantea el Marqués


de Sade en “La filosofía en el tocador”, sigue siendo un sujeto reflexivo, que examina la
sociedad y llega a la conclusión de que el orden que esta le ofrece no le es favorable. De
esta manera platea sostener la fachada tradicional de cara a la sociedad y, en cuanto se
presente la oportunidad, darle la espalda a cuanta convención moral exista.

Así comienza reduciendo las creencias cristianas a mera superstición y planteando un


tipo de moral radicalmente opuesta en la que es el deseo de satisfacción y bienestar el
que debe regir la conducta, guardando las formas solamente de cara a la sociedad y
obrando desde las sombras con maldad solo por satisfacción personal. Claro el eje central
está en las conductas sexuales que deben ser libres, abiertas, desprejuiciadas y tan
variadas como la imaginación permita, cuidando solamente evitar el embarazo.

Entonces esta búsqueda individual de satisfacción mediante la sexualidad, librándose a


deseo, viene dada por la inclinación Natural, en esta lógica lo dado es el deseo y el pudor
lo impuesto; solamente hay que ceder al primero. Además se establece una doctrina
iniciática en la que cada iniciado debe buscar iniciar a otros individuos en el libertinaje y,
además, al encontrar otro libertino darse a la mutua lujuria como reglas máximas de vida.
Por lo tanto queda la bondad limitada a una mínima expresión de cortesía entre
eventuales parejas sexuales, llegando incluso a abolir el incesto entre hermanos; pero esto
no quiere decir que le dé la espalda por completo a la institución matrimonial sino que lo
recomienda contraer con otro libertino o bien con un alma ingenua que permita así
sostener una fachada tradicional frente a la sociedad y tener en la intimidad la más
completa e inconfesable libertad sexual.

Entonces se exponen estos argumentos a modos de instrucción dialogada en la que


Dolmancé es el instructor de la doctrina, Eugenia quien se inicia, y participan también la
Sra. de Saint Ange, su hermano el Caballero que mas dan consejos prácticos sobre cómo
llevar adelante estas prácticas y esta filosofía expuesta entre sucesivas orgías.

Tal vez lo más notable en esta utopía sea que no se basa en un ideal de sociedad
perfecta donde todos sean felices, sino que se apoya en la satisfacción del cuerpo como
móvil vital. Entonces frente a las demás que buscaban un modelo donde cada individuo
sea feliz aquí cada uno debe conseguir su propia felicidad y para conseguirla hasta debe
buscar la desdicha ajena, además que no hay en el interior de estos dogmas la intención
de crear una sociedad que se perpetué mediante estas prácticas, sino que estas prácticas
si se generalizaran llevarían al fin de la humanidad, lo cual en modo alguno es visto como
una desventaja o problema.

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