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EXAMEN DE NIETZSCHE TIPO SELECTIVIDAD (RESUELTO)

TEXTO:

Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo “verdadero” y en un mundo “aparente”, ya sea al


modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es
únicamente una sugestión de la décadence, -un síntoma de vida descendente... El hecho de que
el artista estime más la apariencia que la realidad no constituye una objeción contra esta tesis.
Pues “la apariencia” significa aquí la realidad una vez más, sólo que seleccionada, reforzada,
corregida... El artista trágico no es un pesimista, -dice precisamente sí incluso a todo lo
problemático y terrible, es dionisíaco...

F. Nietzsche , El crepúsculo de los ídolos

CUESTIONES:

1ª/ Expón el contexto histórico, cultural y filosófico del texto. (2 puntos)

2ª/ Comentario del texto (5 puntos):


2. a. Explica el significado de los términos subrayados en el texto. (1,50 puntos)

2. b. Identifica y explica la temática planteada en el texto. (1,50 puntos)

2. c. Justifica la temática planteada en el texto desde la posición filosófica del autor del texto. (2
puntos)

3ª/ Relaciona el tema del texto con otra posición filosófica y expón, razonadamente, tu visión
personal del tema, valorando su actualidad. (3 puntos)
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1ª/ Expón el contexto histórico, cultural y filosófico del texto. (2 puntos)


La vida de Nietzsche abarca la segunda mitad del siglo XIX (1844-1900), un período muy
convulso y agitado en el que se entrecruzan diversos movimientos de transformación políticos,
sociales y económicos, entre los que podemos mencionar el proceso de industrialización (la
“segunda Revolución industrial”), la aparición de un nuevo tipo de capitalismo, la corriente
nacionalista y liberal, y los movimientos obreros (marcados por la lucha entre la burguesía y el
proletariado). El siglo XIX es también un siglo de enfrentamientos entre tendencias opuestas
como el liberalismo, el tradicionalismo, el socialismo, el anarquismo..., enfrentamientos que
darán lugar a luchas nacionales, guerras territoriales y revoluciones sociales. Se trata, en
definitiva, de una época en la que los viejos ideales de la Ilustración empiezan a “derrumbarse”,
siendo Nietzsche uno de sus mayores críticos.

Por lo que se refiere a Alemania, en el siglo XIX se dan cita la mayor parte de los movimientos y
fenómenos que acabamos de citar. De un lado Alemania está inmersa en un proceso que va
desde su nacimiento como Estado hasta su transformación en un Imperio.
En 1815, con la derrota de Napoleón, Prusia se anexionó Renania, según lo establecido en el
Congreso de Viena, y los príncipes alemanes crearon la Confederación Germánica, una coalición
integrada por 39 estados independientes, excepto en la política exterior.

Nietzsche, se mostraría siempre crítico con el nacionalismo e imperialismo alemán. De hecho,


Nietzsche criticaría la realidad misma del Estado, porque, según él, el Estado es un instrumento
creado por los “débiles” para protegerse y vengarse de los “fuertes”.

Paralelamente, se va introduciendo en Alemania la democracia, sistema que Nietzsche considera


decadente porque favorece el ascenso de los mediocres, los hombres de partido, e impide el
desarrollo de espíritus fuertes y libres. Un juicio igual de negativo merece para Nietzsche los
partidos políticos y los procesos electorales.

Por otra parte, en el último cuarto del siglo XIX se va consolidando la segunda Revolución
Industrial en Alemania, gracias al aumento demográfico y a los avances científicos y técnicos (en
concreto, gracias al descubrimiento de la electricidad y su aplicación a los procesos de
fabricación). Todo ello, unido a una mejora de las comunicaciones, terminará por situar a
Alemania como la primera potencia económica del momento.

La cara negativa de este proceso la representan las pésimas condiciones laborales en las que se
hallaba el proletariado de la época. Su situación estimulará la aparición del movimiento obrero.

Culturalmente, el siglo XIX destaca por sus innovaciones en todos los ámbitos. La ciencia
aporta descubrimientos fundamentales, tales como la vacuna de Pasteur, la teoría de la
evolución de Darwin, las leyes de la genética de Mendel, el nacimiento de la psicología como
ciencia con Wundt... También la técnica alcanza grandes logros con inventos como el telégrafo
(Marconi), el automóvil o la lámpara eléctrica (Edison). A este respecto, Nietzsche también
dedicará parte de su crítica a los científicos, a los que considera “siervos del poder”.

Por otra parte, en música destacan grandes figuras como Wagner (con quien Nietzsche tuvo
encuentros y desencuentros). En pintura surgen el realismo, el naturalismo, el impresionismo
(Van Gogh, Sorolla, Manet...) y el expresionismo. En literatura encontramos diversos
movimientos: romanticismo, realismo, naturalismo...

Por lo que se refiere al contexto filosófico, el siglo XIX está marcado por la aparición de
múltiples corrientes de pensamiento opuestas entre sí. La Ilustración alemana (siglo XVIII), y
en especial su gran pensador Kant, dio paso al romanticismo y al idealismo de Fichte, Schelling y
Hegel. A la muerte de éste último se produce un giro del idealismo hacia el materialismo con la
izquierda hegeliana (Feuerbach). Ya en la segunda mitad del siglo XIX, nos encontramos con
diversas corrientes que comparten el escenario con Nietzsche: el positivismo de A. Comte,
que subraya el papel sociológico de la filosofía, el socialismo científico de Marx y Engels
(que hace derivar las ideas de la estructura económica), el historicismo de Dilthey y el
“vitalismo” (corriente en la que se enmarca nuestro autor y que tiene su inspirador en
Schopenhauer). Pero quienes terminarían por socavar los pilares del pensamiento occidental
serían los “maestros de la sospecha”: Freud, Marx y Nietzsche.
Finalmente, el pensamiento de Nietzsche se nutre de varias fuentes, algunas de ellas muy
diferentes entre sí. En primer lugar, la primera gran fuente de la filosofía de Nietzsche la
constituye la filosofía griega, de la cual hizo una reinterpretación muy peculiar, al rechazar la
época clásica en aras de la época arcaica, en la que la tensión dialéctica entre lo “apolíneo” y lo
“dionisíaco” era un fiel reflejo del carácter contradictorio de la vida.

En segundo lugar, el pensamiento de Nietzsche se nutre también de Schopenhauer. Nietzsche


le da la vuelta al pesimismo de la concepción de Schopenhauer para pasar a una consideración
más optimista y vital, y prueba de ello es su concepción de la “voluntad de poder”.

En último lugar, recibe cierta influencia del pensamiento evolucionista de Darwin, en especial
de sus nociones de “lucha por la vida” y de la “selección natural”.

2ª/ Comentario del texto (5 puntos):


2. a. Explica el significado de los términos subrayados en el texto. (1,50 puntos)

ARTISTA TRÁGICO.- La realidad es la vida, pero la vida es tragedia. Tragedia es, según
Nietzsche, la visión suprema del arte y el arte es lo único que puede expresar el sentido de la
vida. Para N. el artista trágico es el nuevo filósofo que ama la vida con intensidad, que no tiene
metas fuera de este mundo y que hace de cada momento de su existencia una obra de arte. El
artista trágico es el modelo de ser humano, por encima del santo, del filósofo tradicional o del
científico. Cuando Nietzsche habla de filósofos se refiere a los filósofos occidentales que han
venerado el monoteísmo y han despreciado el mundo sensible. El artista trágico es justamente lo
opuesto a esto.

DIONISIACO/APOLÍNEO.- Nietzsche se inspira en la tragedia griega para expresar lo que


significa el amor a la vida. Lo dionisiaco encarna los valores característicos de la vida, el
desorden, la pasión, la desmesura. Dionisio es el Dios del vino, de la orgía, el dios al que se
dedican las tragedias, mientras que lo apolíneo encarna el orden, la medida. Apolo es el dios de
la belleza, del orden, del equilibrio. La vida es una tensión entre ambas fuerzas y en eso radica
el valor de la tragedia. Pero esta unidad fue rota por Sócrates, que hizo triunfar a Apolo sobre
Dionisos. Nietzsche propone recuperar el equilibrio trágico.

2. b. Identifica y explica la temática planteada en el texto. (1,50 puntos)


Este texto pertenece al capítulo tercer de la obra de Nietzsche titulada Crepúsculo de los ídolos,
que, por su carácter demoledor, ha recibido el sobrenombre de Cómo se filosofa con el martillo.
Este capítulo, en concreto, se titula La razón en la filosofía.

Crepúsculo de los ídolos es un título con el que Nietzsche quiere dar a entender que los ídolos,
es decir las verdades que se presentan como únicas (Dios, la idea platónica, el ser de
Parménides…) están destinados a morir.

El estilo de la obra es el aforismo, que se trata de una figura literaria a través de la cual con un
lenguaje metafórico y simbólico se expresan breves sentencias de un profundo carácter
filosófico.
Este capítulo se estructura en seis aforismos. El texto que nos ocupa corresponde al sexto
aforismo y, en concreto, a la parte final del mismo.

En este aforismo Nietzsche resumía su filosofía en cuatro tesis a través de las cuales destruía
los pilares de la filosofía anterior. Este texto expresa la cuarta tesis en la que Nietzsche critica la
división realizada por los filósofos anteriores en dos mundos. La estructura del texto es la
siguiente:

 Dividir el mundo en aparente y verdadero no es más que un síntoma de la vida


descendente.
 El artista valora la apariencia más que la realidad.
 El artista trágico no es un pesimista sino que es dionisíaco.

Con esto Nietzsche quiere expresar que el hecho de haber distinguido dos mundos no es más
que una manera de expresar el rechazo a la vida, el miedo a la misma inventando la idea de que
existe otra vida mejor que esta. Esta creencia refleja la cobardía, la debilidad de los filósofos
anteriores que han despreciado el valor de los sentidos y el valor de la vida en su aspecto
trágico; esos filósofos que representan una moral de esclavos. La vida es placer y dolor, alegría y
sufrimiento, pero el artista trágico, el nuevo filósofo que se basa en la voluntad de poder crear
nuevos valores aferrados a la vida, ese filósofo que ama tanto la vida que desea volver a vivirla
eternamente, ese artista trágico es el filósofo que representa la moral del señor, ese filósofo
dionisíaco, fuerte y valiente para afrontar con vitalidad la vida incluso en su aspecto más
problemático y terrible.

2. c. Justifica la temática planteada en el texto desde la posición filosófica del autor del
texto. (2 puntos)
La cultura europea ha llegado a su propia ruina, a la decadencia, hay que liberar al hombre de
todos los valores falsos, devolviéndole el derecho a la vida y a la existencia, dice Nietzsche. Para
ello, el 1er paso debe consistir en una transmutación de todos los valores de nuestra cultura
tradicional.

Nietzsche tiene especial enemistad con la ética cristiana y valora, por el contrario, la vida sana,
fuerte, impulsiva y con voluntad de dominio. Todo lo débil, enfermizo y fracasado es malo, pero
definitivamente, la compasión es el peor mal.

Distingue dos tipos de moral:

- Moral de los señores: la de las individualidades poderosas que tienen superior vitalidad y
vigor para consigo mismas. Es la moral de la exigencia y de la afirmación de los impulsos vitales.

- Moral de los esclavos: la de los débiles y miserables, la de los degenerados; regida por la
falta de confianza en la vida, porque valoran la compasión, la humildad y la paciencia. Es una
moral del resentido, que se opone a todo lo superior y que por eso afirma todos los
igualitarismos.
Nietzsche está en contra de la moral de rebaño, la que propician las religiones, principalmente el
Cristianismo, aunque no niega la importancia de la moral cristiana que ha ayudado a la
educación del hombre.

Para Nietzsche, un hombre superior crea sus propios valores, sin Dios.

Cuando Nietzsche se refiere a una postura más allá del bien y del mal, quiere decir superar la
moral de rebaño porque favorece a la mediocridad e impide el surgimiento del hombre superior.

Solamente el hombre superior podrá ir más allá del bien y del mal y crear valores que serán
expresión de una vida superior que le permitirá trascenderse a si mismo hacia el nivel de
superhombre, como una forma más elevada de existencia humana.

La muerte de Dios significa que la fe en el Dios Cristiano no se puede mantener, con sus
mandatos y prohibiciones que coartan la creatividad y el desarrollo total del hombre en este
mundo; porque es hostil a la vida y es un signo de debilidad y cobardía.

El rechazo de Dios de Nietzsche pone de manifiesto su desprecio por la influencia que las
religiones tienen sobre los hombres débiles, al torturar sus conciencias e impedir el desarrollo de
hombres superiores.

Nietzsche anticipa que la muerte de Dios provocará el fin de los valores absolutos.

El rechazo de todos los valores que surge de la falta de objetivo de la vida, constituye la
característica esencial del nihilismo, un gran peligro para el hombre débil que no conoce otra
cosa; porque significa la ausencia de valores y el reconocimiento de la carencia de sentido de la
vida.

Mientras que el nihilismo activo es el que busca el cambio y el nuevo horizonte de un tipo
superior de hombre.

La ambición de lograr sus deseos, la demostración de fuerza que lo hace presentarse al mundo y
estar en el lugar que siente que le corresponde; todas esas son manifestaciones de la voluntad
de poder. Otro punto particular de la voluntad de poder es que también representa un proceso de
expansión de la energía creativa que, de acuerdo con Nietzsche, era la fuerza interna
fundamental de la naturaleza.

La voluntad de poder supone rechazar los igualitarismos: “A mí la justicia me dice que los
hombres no somos iguales”. Supone inventar valores que supongan un amor a la vida.

Esto nos lleva a hablar del eterno retorno o amor fati. He de vivir deseando que lo vivido
renazca eternamente. Ésta es una de las tesis más extrañas de Nietzsche, particularmente
porque parece contraria al modo dominante de interpretar la sucesión de acontecimientos: a una
cosa le sigue otra, y a ésta la siguiente, y las que quedan en el pasado son irrecuperables, ya no
podrán darse más. Las historias de la filosofía suelen indicar que esta concepción, tan
profundamente incrustada en nuestra mente, del carácter irreversible del tiempo y de todas las
cosas que caen en su interior, se debe a la influencia del pensamiento cristiano. Sin embargo, es
posible entender también la tesis nietzscheana del eterno retorno como la expresión de la
máxima reivindicación de la vida, como una hipótesis necesaria para la reivindicación radical de
la vida: la vida es fugacidad, nacimiento, duración y muerte, no hay en ella nada permanente.
Pero podemos recuperar la noción de permanencia si hacemos que el propio instante dure
eternamente, no porque no se acabe nunca (lo cual haría imposible la aparición de otros
instantes, de otros sucesos) sino porque se repite sin fin. ¿Qué sucedería si un demonio... te
dijese: Esta vida, tal como tú la vives actualmente, tal como la has vivido, tendrás que revivirla...
una serie infinita de veces; nada nuevo habrá en ella; al contrario, es preciso que cada dolor y
cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro... vuelvas a pasarlo con la misma secuencia y
orden? ¡Cuánto tendrías entonces que amar la vida y amarte a ti mismo para no desear otra
cosa sino ésta suprema y eterna confirmación!

El Superhombre es el pensamiento central de Nietzsche. El ser humano debe ser superado, ya


que todos los seres evolucionan y se transforman, y el ser humano no puede ser una excepción.
El ser humano no es un ser estático, sino que está dotado de una enorme fuerza creadora.

La especie humana está dotada de la fuerza expansiva de la vida, la que está en un proceso
evolutivo constante (no olvidemos el pensamiento de Charles Darwin y el evolucionismo). Pero
para poder llegar a ser el Superhombre hay que superar la moral tradicional y decadente, y llegar
a la nueva moral. La transformación del hombre en Superhombre pasa por tres estadios
diferentes:

• Camello: El espíritu del hombre es en primer lugar un camello con una carga enorme.

• León: El hombre, cansado por la carga anteriormente descrita, se rebela contra su dueño
e impone su voluntad.

• Niño: El hombre se convierte en un niño lleno de futuro: el Superhombre.

Las características más importantes del Superhombre son su necesidad de la vida; El


Superhombre valora principalmente la vida terrena: el placer, las pasiones, la victoria. Intenta
superarse, y por eso rechaza la moral tradicional cristiana, aceptando la moral de los señores,
propia de los fuertes.

Una de las características más importantes del Superhombre es la fidelidad a la tierra: Sólo
existe esta vida, y, por tanto, cualquier pretensión de renuncia en nombre de una vida mejor
después de la muerte, es totalmente absurda. Es esta fidelidad a la tierra la que le llevará, en
primer lugar, a renunciar a cualquier reducto de Platonismo que nos lleve a considerar la
posibilidad de un mundo inmaterial mejor que éste, y de una vida mejor que la vida terrenal. La
fidelidad a la tierra es lo que nos lleva a vivir esta vida con toda la intensidad posible.

3ª/ Relaciona el tema del texto con otra posición filosófica y expón, razonadamente, tu
visión personal del tema, valorando su actualidad. (3 puntos)
Ortega y Nietzsche nacieron en el siglo XIX y acabaron sus días en el siglo XX. Sus filosofías
están a tan solo medio siglo de distancia temporal. Coinciden en algunas líneas básicas de sus
pensamientos y a la vez se diferencian. Veámoslo:
. Para Ortega el error fundamental de toda la filosofía racionalista (Platón, Descartes, Kant…) fue
poner, por delante de la vida, la pureza de la razón.

En esta misma línea de crítica se mueve Nietzsche, que considera que la cultura occidental está
viciada desde su origen: es una cultura decadente porque se opone a la vida, a los instintos,
empeñada en darle toda la importancia a la razón.

Por esto, para Nietzsche la razón es la gran engañadora, la traidora de los valores originarios. La
razón falsea la vida, hace que nos olvidemos de vivir, y, por tanto, debe ser rechazada. Hay que
recuperar el instinto de la vida para ponerlo por encima de la razón.

Para Nietzsche la razón no puede penetrar en la esencia básica de la vida, caracterizada como
cambio, devenir y desarrollo. Al dejarnos guiar por la razón y despreciar los instintos estamos
despreciando también a la vida.

Ortega critica el racionalismo, pero no se muestra tan radical en su crítica a la razón. Según él,
no podemos renunciar completamente a la razón, ya que ésta es una facultad humana
indispensable para analizar nuestras circunstancias, dar un sentido a nuestras vidas y
plantearnos nuestro proyecto vital.

. Ambos autores van a coincidir también, a la hora de señalar un enemigo común a la vida: la
religión.

Nietzsche lo hará de una manera brutal, más demoledora, de forma que su crítica culmina con el
“Dios ha muerto”, que pretende expresar el fin del mundo de la religión, el fin del mundo de Dios
y la moral, y, de esta forma, se operaría el triunfo de este mundo sobre el mundo del más allá, de
esta vida sobre la otra vida.

Ortega se expresa de forma más moderada: la vida es realidad radical que consiste,
fundamentalmente, en ser vivida, y por eso desconfía de la religión, que pone la vida auténtica
en un más allá. Ortega acusará al cristianismo de haber introducido valores culturales no vitales,
y de sustituir con estos las preocupaciones fundamentales de la vida.

. Según Ortega la filosofía racionalista olvidó que la realidad primordial es la vida: la clave no
está en pensar (pienso, luego existo), sino que la clave está en la vida (pienso porque existo).

Por eso considera la vida como “realidad radical” o sea, como suelo o base de toda realidad o
conocimiento posible. Sin la vida no somos nada.

Para Nietzsche la vida se había visto minusvalorada a causa de la supervaloración de la razón y


esto había hecho que se admitiera como mundo verdadero o vida verdadera aquélla que solo es
una ilusión y que se considerara vida aparente ésta, que es la única que tenemos como valor
seguro.

Nietzsche sale en defensa de la vida porque la ve amenazada por la filosofía, por la religión y
por la moral.
Su concepto de vida es el de autoafirmación del individuo, por ello rechaza todo aquello que se
opone a la vida y afirma y defiende todo cuanto la favorece.

Ortega, como ya se ha dicho, se refiere a la vida como realidad radical. En este sentido no hay
que defenderla de nada, no corre ningún peligro. La vida es lo único que es.

En resumen, para Nietzsche la vida es todo lo que el hombre posee, mientras que para Ortega,
la vida es lo que contiene al hombre, o bien, en la que está el hombre con todo lo que posee.

. Ortega y Nietzsche coinciden en las tesis vitalistas, aunque en este aspectos encontramos
alguna diferencia.

Ambos van a defender la vida, la necesidad de ser vivida, ahora, en el presente, sin posponerla a
ningún otro mundo del más allá. Vivir la vida, sí… pero ¿cómo?

Mientras Nietzsche adopta una vía irracionalista (instinto, fuerza, violencia, placer, poder…),
Ortega tratará de conjugar la vida con la razón, y así corregir los excesos irracionalistas del
vitalismo de Nietzsche.

Para Nietzsche la razón y su exagerado papel habían sido perjudiciales para la vida.

Ortega, sin embargo, opina que la razón es útil para la vida: es un instrumento de la vida y no
una facultad ajena a ella. Por eso rechaza el vitalismo de Nietzsche, porque, en el fondo, sería
una afirmación total del irracionalismo: si nos dejamos llevar por el vitalismo nietzscheano
dejaríamos de ser proyecto, dejaríamos de ser humanos, porque renunciaríamos a la razón, que
es una característica constitutiva del ser humano.

La razón de la que habla Ortega es razón vital, es decir, va unida a la vida: pienso porque estoy
vivo, y al estar vivo no tengo más remedio que darme cuenta de lo que sucede, de lo que pasa
en mi vida.

La razón me da cuenta de los hechos vitales, me da a conocer a mi yo y a mi circunstancia. La


razón me habla de la vida, y por tanto, no puedo renunciar a ella.

. Para Ortega el tiempo debe ser entendido de una forma lineal: los acontecimientos pasados
son irrepetibles y desembocan en el presente, y, dependiendo de cuál sea nuestra actuación en
este presente, así será nuestro futuro.

Para Nietzsche el tiempo es entendido de manera cíclica, como eterno retorno: todos los
acontecimientos, pasados, presentes y futuros, están condenados a repetirse eternamente.

. Ambos autores tienen una consideración parecida de la vida del hombre, entendida como
“proyecto”: el superhombre de Nietzsche y el hombre con “existencia auténtica” de Ortega son
aquéllos que constituyen su vida creativamente y haciendo uso de su libertad.

Efectivamente, para Nietzsche la vida sólo sería auténticamente vivida por el superhombre, el
cual se aparta de la generalidad, del rebaño, y es capaz de crear una nueva manera de entender
el mundo y de estar en él.
Por su parte, Ortega, cuando habla del yo también hace un alegato a la originalidad del individuo:
cada sujeto es único, irrepetible, no se trata de ser “hombre-masa” u “hombre-rebaño”, sino que
cada uno debe ser él mismo, forjando su personalidad, y por esto, el “hombre auténtico” es el
que tiene y desarrolla su proyecto vital.

. Aunque se mueven en contextos sociales diferentes, ambos autores analizan y critican a la


época que les tocó vivir: Nietzsche, a la decadencia de la cultura occidental; Ortega a la crisis
socio-política en la que se hallaba inmersa la España de su tiempo.

Valoración actual.

Actualmente la “muerte de dios”, es un hecho que estamos viviendo. El nihilismo, esa negación
de valores que siempre se han considerado como “los buenos” parece evidente. Esto ha
provocado que el ateísmo se expanda rápidamente. Ha surgido una especie de nihilismo activo o
positivo que se parecía en el orgullo del éxito, en la competitividad. Nietzsche propone adoptar
una actitud optimista ante la vida, enfrentarse a los problemas con fortaleza, con vitalidad. y ello
frente a las enseñanzas de la tradición, que ha pretendido hacer del resentimiento, de la
debilidad, de la cobardía y la resignación virtudes. También actualmente se puede
comprobar en determinados países o situaciones, cierta opresión del hombre débil por el fuerte.
El cine, la prensa, la televisión, manifiestan en continuas ocasiones estos aspectos.

No obstante también han aparecido en nuestro tiempo sectas que han buscado la salvación en
otra realidad, han intentado redimir a la persona y darle un consuelo por el sufrimiento terrenal,
actitud connatural al ser humano, esto ha sido contrapuesto al pensamiento de Nietzsche.

En el campo estrictamente filosófico, la filosofía de Nietzsche, centrada en el concepto de vida,


dará lugar a varias corrientes del vitalismo: Dilthey u Ortega y Gasset también ha recibido la
influencia nietzscheana. La persona es el sujeto que vive, lucha, sufre, se alegra, ama, desea…
la realidad depende de la perspectiva que adoptemos. No existe la “verdad”, sino verdades
parciales igualmente válidas y defendibles. Pero esta actitud puede ser mal interpretada pues,
por un lado, es negar cualquier fanatismo sea religioso, político o de cualquier índole, pues
acepta las distintas formas de concebir y valorar la realidad; pero al mismo tiempo puede
desembocar en un relativismo absoluto, donde cualquier opinión, cualquier hecho, puede
justificarse y considerarse válido.

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