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Alejandro Castillo
Carolina García
Hace ya un par de décadas que los principales pilares del Plan Laboral de
1979 han empezado a ser cuestionados. Más de veinte años tuvieron que
pasar para que la Concertación, luego de pequeñas y estériles reformas en
el gobierno de Aylwin, Lagos, y el primer gobierno de Bachelet, anunciara
con tambores, como Nueva Mayoría, una próxima reforma laboral que
vendría a “emparejar la cancha nivelando las condiciones institucionales de
la reforma laboral”1.
Pues bien, entre estos elementos del plan laboral cabe destacar el
reemplazo de la tradicional negociación colectiva por rama de la
producción -de carácter interempresas- por un tipo de negociación
descentralizada a nivel de empresa. Para negociar de modo interempresa se
necesita la venia del empleador que, en la práctica, es improbable. Por otro
lado, se permite el reemplazo de trabajadores en huelga, y se permite el
libre despido según las “necesidades” de la empresa. Además, se termina la
prohibición de subcontratar respecto de áreas propias del giro principal de
1
Blanco, J. (28/06/2014), “El sentido de la reforma laboral”, Diario La Tercera.
2
Boccardo, G. y Goyenechea, M. (2014), Cuadernos de Coyuntura Fundación
Nodo XXI: “Fundamentos del trabajo en el chile neoliberal y la agenda laboral de
Bachelet”, Santiago, Chile.
16
la empresa. Por último, cabe mencionar que el plan labora deja abierta la
posibilidad de coexistencia de agrupaciones de trabajadores con capacidad
de negociar, lo que conduce a la competencia entre sindicatos pequeños y
grupos negociadores.
Así pues, una vez que se comenzaron a publicar los principales lineamientos
de la reforma, las reacciones no se hicieron esperar. Desde la perspectiva de
la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), el proyecto de
reforma parte de “un diagnóstico equivocado que supone una alta tasa de
conflictividad en el trabajo”3. El diagnóstico de la CPC se basa en la encuesta
Adimark-PUC Bicentenario 2013 cuyos resultados señalan que existe una
alta tasa de confianza de los empleados hacia su empleador -70% de los
trabajadores dice confiar mucho o bastante en las firmas en que trabajan-.
Por lo mismo, tanto para la CPC como para la Sociedad de Fomento Fabril
(Sofofa) la reforma se debe enfocar en la creación de más y mejores puestos
de trabajo que permitan aumentar las remuneraciones, y no en el
fortalecimiento de los derechos colectivos de los trabajadores4.
3
Palabras del presidente de la CPC, Andrés Santa Cruz rescatadas del diario
digital “El Mostrador”, 29/12/2014.
4
Martner, G. (2015), “La reforma laboral, sus fundamentos y sus detractores”, El
Mostrador.
5
Ensignia, J. (2014), “Las relaciones laborales en el Chile de la OCDE. La reforma
laboral, una deuda impaga”, Le Monde Diplomatic.
17
Trabajadores del Cobre (CTC) o la Confederación General de Trabajadores
(CGT).
6
Blanco, J. op. cit.
18
Sin embargo, desde el mundo del trabajo, para la CTC la eliminación de los
grupos negociadores no es total, pues el proyecto no contiene normativas
que garanticen la constitución de sindicatos. En este sentido, se sigue
velando por la libre afiliación, protegiendo el derecho del empleador a
negociar las condiciones individualmente y manteniendo además la
“libertad” de formar cuántos sindicatos por establecimiento quieran
formar7.
Ahora bien, este punto del proyecto de reforma consigna que los beneficios
reportados del proceso de negociación colectiva se correspondan
únicamente a los trabajadores sindicalizados, extendiéndose a los
trabajadores que se afilien con posterioridad pagando las cuotas sindicales
convenidas. En cuanto a los trabajadores no sindicalizados, estos podrán
acceder a los beneficios previo acuerdo entre el sindicato y el empleador.
Sin embargo, existe un ámbito oscuro donde el proyecto de reforma no se
pronuncia. Como es lógico, la reforma implicaría una serie de presiones de
facto, amenazas y prácticas lobbystas ejercidas por parte de los
trabajadores no sindicalizados sobre los sindicatos para lograr esta
extensión sin afiliación, lo que contribuirá a aumentar las tensiones entre
los mismos trabajadores.
Continuando con las letras chicas de las que el proyecto abunda, se acentúa
la desprotección a los miembros de los sindicatos, imponiendo nuevas
sanciones a la acción sindical y aumentado las causales de desafuero para
los dirigentes. Además, no se ponen limitaciones reales a los despidos
arbitrarios por “necesidades de la empresa”, fuertemente utilizada como
causal de despido, una vez que termina el fuero post-negociación. El
trabajador que quiera reclamar dicha medida que es considerada “anti-
sindical” debe someterse a un juicio que puede durar meses o años, proceso
probablemente favorable a al empleador que posee mayores recursos. Este
aspecto fue criticado constantemente por la CUT, pues mantiene intacto uno
de los pilares del plan laboral de 1979.
Pero sin duda uno de los aspectos más criticados del proyecto de reforma
radica en la negociación colectiva. Ésta no constituye actualmente un
mecanismo extendido para cambiar la desigual distribución de ingresos,
7
Ahumada, M. (2015), “Primera opinión sobre las reformas laborales”, Revista
Pulso Sindical N°6.
19
pues según la propia Dirección del Trabajo (2013), en la práctica la
negociación colectiva con derecho a huelga cubre tan sólo a un 8% de los
asalariados del sector privado. Esto no deja de ser banal en la medida en
que, según estudios del Banco Mundial, la OCDE y la propia OIT, hay una
estrecha asociación entre negociación colectiva y desigualdad de ingresos 8.
Vale decir, mientras mayor es la cobertura y el grado de coordinación de la
negociación, menor tiende a ser la desigualdad de ingresos en una sociedad.
Luego, el punto que sin duda más polémica ha suscitado es que se termina
por sepultar la posibilidad de una negociación interempresas, ya sea por
área, rama, sector o holding. Sólo se reconoce la posibilidad de negociación
colectiva en la empresa, tanto para el sindicato de empresas como para el
sindicato de interempresas –que podrá negociar en la empresa en que tenga
mayor representación-. Y si antes sólo el milagroso acuerdo del empresario
permitía la negociación interempresa, ahora se prohíbe expresamente la
posibilidad de este tipo de negociación. De esta manera, en este aspecto la
reforma es absolutamente ciega a los emergentes casos de negociación
colectiva interempresas que han conducido, de facto y mediante
8
Martner, G. (2015), “La reforma laboral, sus fundamentos y sus detractores”, El
Mostrador.
9
Dirección del Trabajo (2013), “Compendio de Series Estadísticas”, Santiago,
Chile.
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mecanismos de acción directa, federaciones de sectores estratégicos de la
economía.10
10
Entre otras, se puede mencionar a la CTC (Confederación de Trabajadores del
Cobre), la CNTF (Confederación Nacional de Trabajadores Forestales), la
Federación de Trabajadores Portuarios (FTP), o la Federación Nacional de
Sindicatos Peonetas de Coca Cola y Ramos Anexos (FENASIPEC).
11
Boccardo, G. y Goyenechea, M. (2014), Cuadernos de Coyuntura Fundación
Nodo XXI: “Fundamentos del trabajo en el chile neoliberal y la agenda laboral de
Bachelet”, Santiago, Chile.
12
Gamonal, S. y Ugarte, J.L. (2015), “La gran reformita laboral”, El Mostrador.
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la respuesta empresarial a la propuesta de negociación colectiva de los
trabajadores no podrá contener estipulaciones menores a un piso de
negociación constituido por el contrato colectivo vigente. A primera vista
este punto parece un avance, sin embargo la excepcionalidad termina
deviniendo en el trasfondo de la regla. Se excluye del piso mínimo los
reajustes, el incremento real pactado en el contrato vigente, los pactos
sobre condiciones especiales de trabajo y el bono de término de
negociación. Según Ugarte y Gamonal13, estos tres son los temas más
relevantes de las actuales negociaciones colectivas, por lo que el piso
mínimo sería puramente nominal.
Es más, este punto termina siendo más ambiguo todavía pues, según el
artículo 369 del proyecto de Reforma Laboral, “las partes podrán acordar
atendiendo la situación económica de la empresa para negociar
modificaciones las cuales podrían eliminar, disminuir, sustituir, conmutar o
incorporar beneficios”. En otras palabras, “puede negociarse a la baja este
mínimo nominal y el contrato colectivo forzoso ya no es obligatorio para el
empleador cuando las condiciones económicas así lo justifiquen” 14. Pese a
esto, y considerando la posición crítica que, frente a este piso nominal,
tomaron diversas organizaciones sindicales como la Confederación de
Trabajadores del Cobre (CTC), desde la Sofofa esta medida se sigue mirando
con recelo. Según sus autoridades, “la creación de un piso de negociación
desconoce la existencia de ciclos económicos, ya que no se puede ajustar a
la coyuntura que podría ser desfavorable si el ciclo económico está en baja”.
13
Ibíd.
14
Ibíd.
15
Boccardo, G. y Goyenechea, M. (2014), Cuadernos de Coyuntura Fundación
Nodo XXI: “Fundamentos del trabajo en el chile neoliberal y la agenda laboral de
Bachelet”, Santiago, Chile.
22
precisión de los beneficios que forman parte del contrato colectivo vigente.
También deberá informar sobre la planilla de remuneraciones de los
trabajadores afectos a la negociación y las políticas de inversión futura 16. En
este sentido, su incumplimiento constituirá una práctica antisindical.
Ahora, por su parte, desde el mundo del trabajo las reacciones fueron
negativas. Para el director del sindicato N°1 de Minera Escondida Ltda., esta
propuesta “busca eliminar una de las mayores trabas que tienen los
empresarios para sobre-extender las jornadas de trabajo aumentando la
productividad en base a la explotación horaria”18. De alguna manera, se
16
Diario La Tercera (30/12/2014), “Conoce los 10 puntos de la reforma laboral
impulsada por el ejecutivo”.
17
Martner, G. (2015), “La reforma laboral, sus fundamentos y sus detractores”,
El Mostrador.
18
Schumacher, J. (2015), “Reforma laboral: Nuestra clase ante el cepo legal”,
Blog online del Sindicato N°1 de Trabajadores de Minera La Escondida.
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jugaría con las necesidades de muchos trabajadores de una mayor
remuneración a condición de jornadas laborales flexibles. Por otro lado, la
CUT también manifestó rechazo frente a esta medida. En palabras de
Figueroa, “se nos está imponiendo nuevos temas para abordar en las
negociaciones colectivas y eso nos parece peligroso pues puede terminar
significando mayor precariedad para los trabajadores”.
24
Pero, como bien se pregunta la CTC, ¿cuáles son esos servicios mínimos que
se deben cumplir? El proyecto de reforma no establece claramente cuáles
serían esos servicios mínimos, abriendo la posibilidad de que aludan a
cualquier tipo de daño material para la empresa 21. Esto conlleva, una vez
más, a la judicialización del conflicto en la medida en que buena parte de las
huelgas, en caso de que no haya acuerdo entre las partes, terminarán en los
Tribunales de Justicia, instancia que determinará esos servicios. Y el
contrasentido fundamental del proyecto de reforma en este punto es que no
sigue los parámetros que establece la OIT para definir los servicios
mínimos. Para la OIT, los servicios mínimos deben resguardar servicios
esenciales que afecten la vida, la salud, y la seguridad de la población, o de
los servicios no esenciales cuando la extensión y duración de la huelga
pueda causar una crisis nacional aguda y cuando se efectúa en servicios
públicos de importancia trascendental22.
21
Según el artículo 384 del Código del Trabajo, “se prohíbe el derecho a huelga a
los trabajadores de empresas que atiendan servicios de utilidad pública, o cuya
paralización o naturaleza cause grave daño a la salud, al abastecimiento de la
población, a la economía del país o a la seguridad nacional”. La calificación de
estas situaciones es efectuada por los ministerios competentes del Estado. El
proyecto elimina este requisito y por tanto, deja en suspenso las huelgas que
pueden ser prohibidas.
22
OIT (1983) “Libertad sindical y negociación colectiva”, Informe de la Comisión
de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones, informe III (parte
4B) a la 69ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo (1983), Ginebra,
párr. 214.
25
más de una empresa o filial para cubrir sus operaciones en el mercado en
caso de huelga. Además, en vísperas de una negociación los empresarios
pueden contratar, como parte de su plan de contingencia, a trabajadores
para que estén disponibles en el caso probable de huelga. Estos
trabajadores no se considerarán como reemplazantes (Hidalgo). Por último,
cabe mencionar que en el artículo 349 del proyecto de reforma se
condiciona la ejecución de la huelga a su ambiguo carácter de “pacífica”.
¿Cómo determinar qué es o no es pacífico? Una vez más, la permanencia del
conflicto puede llevar a su judicialización. De alguna manera, estos aspectos
se constituyen como soluciones alternativas para impedir los daños que,
por definición, implica toda huelga para la empresa.
23
Véase en: Ensignia, J. (2014), “Las relaciones laborales en el Chile de la OCDE.
La reforma laboral, una deuda impaga”, Le Monde Diplomatic.
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huelga deja al empleador sin ninguna opción legítima de administrar una
empresa durante la huelga24.
Por otro lado, si bien hay ciertos avances como el derecho a información, la
asesoría pública a sindicatos, el mayor financiamiento a la gestión de éstos,
y el avance en cuanto a la titularidad sindical, el proyecto de reforma está
muy lejos de considerar la recomendaciones de la OIT e igualar los
parámetros a estándares internacionales mínimos. Los derechos de los
trabajadores seguirán siendo gravemente vulnerados y continuaremos muy
por debajo de los derechos reconocidos en muchos de los países de la OCDE,
países sobre los que tenemos el fetiche constante de hablar como “modelos
de desarrollo”. En este sentido, se debe concluir que efectivamente la
reforma fracasa en sus aspiraciones en la medida en que cada avance que se
anuncia en materias relevantes contiene su propia contradicción, sus
propios “peros” que terminan por indefinir los principales fines del
proyecto.
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Diario Digital El Mostrador (29/12/2014), “Presidente de la CPC ante la
reforma laboral: No va por el camino correcto”.
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elaboración del Estatuto del Temporero 25. Así pues, de aprobarse las
medidas planteadas, las condiciones sólo mejorarían marginalmente para
los trabajadores que si tienen la oportunidad de organizarse
colectivamente, sin remover los pilares del modelo neoliberal en el mundo
del trabajo; muy por el contrario, se contribuye y consolida aún más el
modelo de acumulación existente.
Bibliografía
25
Baeza, F. (2015), “Cambiarlo todo para que todo siga igual: el Estatuto del
temporero a propósito de la Reforma Laboral”, El Desconcierto.
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Diario Digital El Mostrador (29/12/2014), “Presidente de la CPC
ante la reforma laboral: No va por el camino correcto”.
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