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EL UNIVERSO PARTICIPATIVO DE

WHEELER

Actualmente hay miles de físicos con ideas extravagantes que son


ampliamente desconocidos por la mayoría de personas, pero cuyas
teorías siempre son posibles matemáticamente hablando, otra cosa
es que se puedan demostrar. Por ejemplo en 1997 el
físico Max Tegmark, aceptó las implicaciones del “gato
de Schöringer, la interpretación de Copenhague y la teoría de los
muchos mundos de Everett y a través de un experimento mental
afirmó que la muerte es algo que nunca sucede. Según su teoría cada
uno puede morir en el Universo de otra persona pero por extraño
que parezca en el nuestro no.

Para entender esto hay que retomar la teoría del Universo Everett y
explicar también la Teoría del Universo participativo de Wheeler.
Según este físico, el observador humano no sólo produce el estado
actual del Universo sino que también produce el estado del Universo
en el pasado. Cada uno de nosotros producimos nuestros Universos
paralelos Everett, hasta remontarnos al Big-Bang.

En 2002 explicó su teoría con una reproducción del célebre


experimento de las rendijas. Recordemos que según este
experimento una partícula disparada por un cañón de partículas
pasa, inexplicablemente a través de las dos rendijas convirtiéndose
en onda. Su experimento consistía en lo siguiente:

Los quásares son estrellas extremadamente lejanas y brillantes,


cuando observamos un quásar estamos viendo algo que sucedió hace
miles de millones de años. Wheelerimaginó que entre el quásar y la
tierra había dos enormes galaxias situadas paralelamente entre ellas
y a mitad de camino entre el quásar y la tierra. Dado que la gravedad
curva la luz como explicamos aquí , las galaxias también lo hacen. Si
en la tierra un grupo de astrónomos observan por telescopio, dada la
enorme distancia, la luz entra en el telescopio fotón a fotón. Si
miramos hacia un lado de la galaxia interpuesta los fotones
del quásar vienen por allí y si miramos por el otro lado lo hacen por
allí también. Como los fotones viajan de uno en uno, tienen que
viajar o por el lado derecho o por el izquierdo de las galaxias
interpuestas, pero lo curioso del caso es que deciden viajar por uno u
otro lado cuando los observamos, entonces ¿Cómo es posible que
un fotón que salió hace miles de millones de años
del quásar decida viajar por un lado u otro sólo cuando
nosotros lo observamos?. Este experimento fue realizado en
1984 y confirma la idea de que la conciencia humana individual
condiciona el tiempo y el espacio.

Según este físico, cada persona vive su propio Universo “Everett” y


compartimos universos con otras personas, es decir, a veces se
solapan y coincidimos con otras personas, entonces podemos decidir
si esa persona muere en nuestro Universo o sigue viva por ejemplo,
de la misma manera él decide sobre nosotros en su propio Universo
es el llamado “Universo participativo”.

Por otro lado el físico Alexander Vilenkin autor de otra teoría sobre
el multiverso, probó a través de pruebas geométricas que los seres
humanos viven su vida una y otra vez en infinitas variables del
Universo Everett. Cada vez que volvemos a vivir la vida podemos
optar por otras posibilidades. ¿Recordáis la película “El día de la
marmota”? en esta película el protagonista vive una y otra vez el
mismo día en una pesadilla interminable que nunca acaba, pero eso
si siendo consciente de sus días anteriores.

Otra teoría muy aceptada por la comunidad científica es la de


“LA INFLACCIÓNCAÓTICA O MULTIUNIVERSO” de Andrei Linde.
Para él el Universo en un principio era extremadamente pequeño y
se fue hinchando en el espacio-tiempo de forma inflacionaria.
Nuestro universo partía de otro anterior, se independizó de éste
creando una burbuja que se fue hinchado. Cuando una parte de esa
expansión se desacelerapor congelación, en el otro extremo se
amplía creando una nueva burbuja que será el embrión de un nuevo
universo y así indefinidamente. Según él existe un número infinito
de universos cada uno con sus propias leyes físicas y desconectados
entre sí.

Según mi opinión es muy difícil que el hombre conozca la realidad


última. Hoy estamos viviendo un apasionante momento donde
muchas extrañas teorías son propuestas por la comunidad científica
de vanguardia, esta comunidad es muy diferente a los
científicos reduccionistas sin imaginación que son la mayoría (Un
científico reduccionista es aquel que propone que desmontando las
cosas en partes se pueden explicar los fenómenos, cómo si el
universo fuera una maquinaria de reloj, pero por más que lo
intentemos las piezas de dicho reloj jamás nos darán la hora). Lo
más probable es que un futuro la mayor parte de teorías científicas
se demuestren como falsas o perteneciente a otra teoría mayor que
las complete y que posteriormente las nuevas teorías sean de
nuevo replanteadas y así indefinidamente. Por lo tanto afirmar
ahora que la nueva ciencia da la razón a las tesis más espiritualistas
es muy arriesgado en un futuro, de la misma manera que la ciencia
materialista está siendo derrotada actualmente en todos los terrenos
por pretender explicarlo todo mediante la materia y la energía.

John Archibald Wheeler


John Archibald Wheeler

John Archibald Wheeler

Información personal

Nacimiento 9 de julio de 1911


Jacksonville, Florida

Fallecimiento 13 de abril de 2008


96 años
Hightstown, Nueva Jersey
Causa de
Neumonía
muerte

Nacionalidad estadounidense

Educación

Alma máter Universidad Johns Hopkins

Supervisor
Karl Herzfeld
doctoral

Información profesional

Área física

Conocido por proceso Breit–Wheeler


ecuación de Wheeler-DeWitt
popularizó el término "agujero negro"
fisión nuclear
geometrodinámica
relatividad general
teoría del campo unificado
teoría del absorbedor de Wheeler-Feynman
experimento de elección retardada de Wheeler

Empleador Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill


Universidad de Princeton
Universidad de Texas en Austin

Estudiantes Hugh Everett


doctorales Richard Feynman
Bahram Mashhoon
James Griffin
Demetrios Christodoulou
Claudio Bunster
Jacob Bekenstein
Robert Geroch
John R. Klauder
Kenneth W. Ford
Charles Misner
Kip Thorne
Arthur Wightman
Bill Unruh
Robert Wald
Milton Plesset
Benjamin Schumacher
Dieter Brill
Bei-lok Hu
Warner A. Miller
Arkady Kheyfets
Edward Fireman
David Kerlick
Harry King
Ignazio Ciufolini

 Royal Society
Miembro de
 Academia Estadounidense de las Artes y las
Ciencias

Distinciones premio Albert Einstein (1965)


Premio Enrico Fermi (1968)
medalla Franklin (1969)
National Medal of Science(1970)
medalla Oersted (1983)
medalla Albert Einstein (1988)
Matteucci Medal (1993)
Premio Wolf en Física (1997)

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John Archibald Wheeler (Jacksonville, Florida, 9 de julio de 1911 - 13 de abril de 2008)


fue un físico teórico estadounidense. Se doctoró en la Universidad Johns Hopkins. Hizo
importantes avances en la física teórica.1
Entre sus trabajos importantes está la introducción de la matriz S2 que es indispensable
en física de partículas. Además fue uno de los pioneros en la teoría de fisión nuclear.
Junto con Gregory Breit, Wheeler desarrolló el concepto del proceso Breit–Wheeler.

Biografía
Hijo de bibliotecarios, y el mayor de cuatro hermanos, John Archibald Wheeler siempre se
movió en un ambiente culto, rodeado de libros.1 Fue un niño inquisitivo desde muy corta
edad y sobresalió entre los alumnos de su escuela. Fue promovido de cuarto a octavo
grado de Primaria en solo un año.
Siempre se sintió atraído por la matemática, a las que dedicaba todo el tiempo que podía.
Cuando alcanzó los estudios secundarios, ya estaba seguro de que quería llegar a la
universidad y estudiar una carrera técnica.
Trabajando duro consiguió una beca con la que empezó sus estudios de Ingeniería en
1927, con tan solo 16 años. En sus años universitarios, Wheeler descubrió su pasión por la
Física y se graduó en esta materia con la nota más alta.
No conforme con sus estudios en la universidad, una vez terminados, decidió seguir en el
campo de la investigación, consiguiendo varias becas en sucesión, gracias a las cuales
siguió investigando la Física Nuclear, junto a científicos tan importantes
como Einstein o Niels Bohr.1 Fue el tutor de Richard Feynman en su tesis de doctorado en
Física Teórica en el año 1942.1 Durante la Segunda Guerra Mundial se unió al Proyecto
Manhattan para el desarrollo de la bomba atómica y continuó con el desarrollo de
la bomba de hidrógeno.1
Uno de sus trabajos más reconocidos es su investigación en torno a los llamados agujeros
negros, término que adoptó en 1967, durante una conferencia en Nueva York. Así, explicó
el posible fin de las estrellas y la destructora región que dejan tras de sí los restos de
éstas, cuyo poder de gravitación absorbe todo lo que se acerca a ellas.1
Creó las palabras agujero de gusano (para nombrar a las entidades hipotetizadas en 1916
por Ludwig Flamm) y agujero negro(hipotetizados por Karl Schwarzschild también hacia
1916), agujero blanco, geón, espuma cuántica y geometrodinámica.3 También es uno de
los principales difusores del principio antrópico. En el Prefacio de El principio cosmológico
antrópico,4 escribía:
“No es únicamente que el hombre esté adaptado al universo. El universo está adaptado al hombre.
¿Imagina un universo en el cual una u otra de las constantes físicas fundamentales sin dimensiones
se alterase en un pequeño porcentaje en uno u otro sentido? En tal universo el hombre nunca
hubiera existido. Este es el punto central del principio antrópico. Según este principio, en el centro
de toda la maquinaria y diseño del mundo subyace un factor dador-de-vida”.
"El tiempo que me queda sobre la Tierra es limitado. Y el interrogante de la creación es tan
formidable que, difícilmente puedo tener la esperanza de resolverlo en el tiempo que me queda”. Así
se expresaba pocos años antes de su muerte, John Archibald Wheeler, uno de los físicos más
importantes del siglo XX.

En un documento de 1934, Breit and Wheeler introdujo el proceso Breit–Wheeler, un


mecanismo mediante el cual los fotones pueden ser potencialmente transformados en
materia en forma de pares electrón-positrón.[5][10]

Homenajes
John Archibald Wheeler, profesor emérito de física de las universidades
de Princeton y Texas (EE. UU.), fue homenajeado por su vida llena de aportes a la ciencia
en la Universidad de Princeton. Entre las numerosas formas con las que han definido a
Wheeler se encuentra la de un antiguo alumno que afirma que algo “importantísimo de él
es que es un visionario” ya que “intenta ver mucho más allá del horizonte que la mayoría
de la gente, gracias a su intuición”.
Recibió el Premio Wolf en Física en 1997.5

Notas
1. ↑ Saltar a:a b c d e f Overbye, Dennis (14 de abril de 2008). «John A. Wheeler, Physicist Who
Coined the Term ‘Black Hole’, Is Dead at 96.». The New York Times. Consultado el 29 de
febrero de 2016. «John A. Wheeler, profesor y físico visionario que ayudó en la invención
de la teoría de fisión, dió a los agujeros negros su nombre y discutió sobre la naturaleza de
la realidad con Albert Einstein y Niels Bohr, murió el domingo por la mañana en su casa en
Hightstown, N.J. Tenía 96 años.»
2. Volver arriba↑ John Archibald Wheeler (1937). On the Mathematical Description of Light
Nuclei by the Method. of Resonating Group Structure]' Phys. Rev. 52. p. 1107-1122.
3. Volver arriba↑ Wheeler, John Archibald; Ford, Kenneth (1998). «Geons, Black Holes, and
Quantum Foam: A Life in Physics». W.W. Norton & Co(Nueva York). ISBN 0-393-04642-7.
4. Volver arriba↑ John D. Barrow, Frank J. Tipler (1986). The Anthropic Cosmological
Principle. Oxford University Press. ISBN 0-19-282147-4.
5. Volver arriba↑ «Report of the Memorial Resolution Committee for John A. Wheeler».
Consultado el 29 de febrero de 2016.

Bibliografía
 Wheeler, John Archibald (2010). Geons, Black Holes, and Quantum Foam: A Life in
Physics (en inglés). W. W. Norton & Company. ISBN 9780393079487.
 Ciufolini, Ignazio; Wheeler, John Archibald (1995). Gravitation and Inertia (en
inglés). Princeton University Press. ISBN 0691033234.

Obra en español
 Wheeler, John Archibald (1994). Un viaje por la gravedad y el espacio-tiempo. Alianza
Editorial. ISBN 978-84-206-9691-1.

De algún extraño modo el universo es un universo participativo.


(John A. Wheeler)
De algún extraño modo el universo es un universo participativo.
(John A. Wheeler)
Cuando el libro de Rupert Sheldrake Una nueva ciencia de la vida apareció en
Inglaterra, un editorial de Nature, la prestigiosa revista científica, le consideró "el
mejor candidato a la hoguera que ha habido en muchos años", y sostenía que sería una
pérdida de tiempo y dinero el contrastar sus conjeturas. El Dr. Sheldrake introdujo
en este libro la teoría de los campos morfogenéticos, como él llama a los campos no-
locales, aquellos no relacionados causalmente. Estos campos, según el investigador,
permiten la transmisión de información entre organismos de la misma especie sin
mediar efectos espaciales. Es como si dentro de cada especie del universo, sea ésta
una partícula o una galaxia, un protozoo o un ser humano, existiese un vínculo que
actuara instantáneamente en un nivel sub-cuántico fuera del espacio y el tiempo. Este
vínculo es lo que Sheldrake denomina campo mórfico o morfogenético. Al tratarse de
una transmisión de información y no de energía, ello no contradice la Teoría de la
Relatividad. Por ejemplo, un roedor australiano puede conocer sin que exista
transmisión material, simplemente por resonancia mórfica, algo aprendido por un
roedor de su misma especie en Leningrado. Siguiendo con el ejemplo, si llevásemos
desde Leningrado a Australia un enemigo natural del citado roedor, el pariente
australiano del roedor reconocería al momento a su enemigo al igual que lo hacía su
pariente ruso.
Esta teoría le fue sugerida en parte a Sheldrake por ciertos experimentos de
psicología animal donde dicho efecto parecía tener lugar. Estos experimentos,
realizados en los años 1920 en la Universidad de Harvard por el Dr. William
McDougaii, trataban de descubrir en qué medida la inteligencia de las ratas era
heredada. El Dr. McDougall medía la inteligencia, en este caso, por la habilidad de los
roedores en recorrer un pequeño laberinto. Las ratas "inteligentes", aquellas que
resolvían el laberinto rápidamente, eran pareadas con otras ratas "inteligentes" y lo
mismo se hacía con las ratas "torpes". Veintidós generaciones más tarde, en vez de
ser las ratas "inteligentes" las únicas más listas, todas las ratas resultaron poseer
una mayor inteligencia a la hora de resolver los laberintos. Las ratas de la carnada
"menos inteligente" recorrían el laberinto diez veces más rápido que cualquier rata de
la carnada original.
Otro ejemplo citado por Sheldrake es el de los famosos monos de la isla de Koshima,
en aguas de Japón. Un grupo de científicos alimentaba a estos monos con batatas o
boniatos sin lavar. Una hembra que respondía al nombre de Imo, descubrió que
lavando la batata en el mar, además de perder la piel la molesta arenilla, éstas
sabían mejor. Pronto todos los monos de la isla de Koshima aprendieron el truco. Pero,
y esto es lo extraño, todos los monos del continente comenzaron a lavar sus boniatos,
y ello a pesar de haberse evitado el contacto de los monos de Koshima con los del
resto del país. Pero este extraño contagio no sólo funciona con animales, también
tiene lugar con cristales. Algunas sustancias son muy difíciles de cristalizar en el
laboratorio. Pero tan pronto como un laboratorio tiene éxito en la tarea, la sustancia
en cuestión comienza a cristalizar con mucha mayor facilidad en otros laboratorios
alrededor del mundo. Al principio se pensó que la causa pudiera ser que investigadores
visitantes portaran diminutos trozos de cristal en sus ropas o en sus barbas. Pero
finalmente esta causa fue desechada. Aparentemente los cristales aprenden mediante
resonancias mórficas.
El Dr. Sheldrake, luego de la publicación de Una nueva ciencia de la vida, realizó dos
experimentos para refutar o verificar su teoría. El primer experimento fue
patrocinado por la revista New Scientist, de Londres, y el segundo por la Brain/Mind
Bulletin, de Los Angeles. Ambos experimentos parecieron confirmar su teoría.
En el experimento patrocinado por New Scientist, a personas de distintas partes del
mundo se les dio un minuto para encontrar rostros famosos escondidos en un dibujo
abstracto. Se tomaron datos y se elaboraron medias. Posteriormente la solución fue
emitida por la BBC en una franja horaria donde la audiencia estimada era de un millón
de espectadores. Inmediatamente de realizada la emisión, en lugares donde no se
recibe la BBC, se realizó el mismo "test" sobre otra muestra de personas. Los sujetos
que hallaron los rostros dentro del tiempo de un minuto fueron un 76 % mayor que la
primera prueba. La probabilidad de que este resultado se debiera a una simple
casualidad era de 100 contra uno. Según el Dr. Sheldrake, los campos no-locales, o
campos morfogenéticos, habían transmitido la información a toda la "especie", sin
detenerse en aquellas personas que presenciaron la mencionada emisión de televisión.
En el experimento patrocinado por el Brain/Mind Bulletin de Los Angeles, a varios
grupos de personas se les pidió que memorizasen 3 poemas distintos. El primero era
una canción infantil japonesa, el segundo un poema de un autor japonés moderno y el
tercero un galimatías sin sentido. Tal como la teoría de los campos morfogenéticos
predice, la canción infantil, habiendo sido aprendida por millones de niños durante
muchas generaciones, aunque éstos fueran japoneses, fue me morí zade notablemente
más rápido que las otras dos alternativas.
Sheldrake no fue el único en realizar experimentos de este tipo. Gary Schwarz,
psicólogo de la Universidad de Vale, patrocinó un experimento similar en el Tarrytown
Executive Conference Center de Nueva York. A estudiantes de Vale que no sabían
hebreo se les mostraron palabras hebreas de tres letras, la mitad de ellas sin
sentido. Los estudiantes obtuvieron mejores resultados en el reconocimiento de
palabras "reales" en una proporción superior a la que cabría esperar como mero fruto
del azar.
Debido a que la ciencia institucional se ha vuelto conservadora, tan limitada por los
paradigmas convencionales, algunos de los problemas más fundamentales son ignorados,
tratados como tabú o puestos en el último lugar de la agenda científica. (Rupert
Sheldrake)
Nuestra conciencia, según Jack Sarfatti, puede percibir al instante y, al instante,
influir sobre cualquier parte del universo. Puede abandonar el cuerpo y vagar más
deprisa que un fotón a través de ámbitos infinitos sobre cualquier parte del universo.
En palabras del propio Sarfatti: "Dudo de la existencia de poderes de psicoquinesis y
de la transferencia supraluminal de información. Sin embargo acepto la posibilidad de
su existencia, ya que la mecánica cuántica parece tener sitio para ellas".

por Marina Jones


13 Febrero 2014
del Sitio Web Futurism
traducción de Adela Kaufmann
Versión original en ingles

El Universo Participativo de John Wheeler


John Archibald Wheeler (1911-2008) fue un científico-filósofo que introdujo el
concepto de los agujeros de gusano y acuñó el término "agujero negro".

Fue pionero en la teoría de la fisión nuclear con Niels Bohr e introdujo la matriz-S
(la matriz de dispersión utilizada en la mecánica cuántica).

Wheeler ideó un concepto de espuma cuántica; una teoría de "partículas virtuales"


entrando y saliendo de la existencia en el espacio (de manera similar, él
conceptualizó la espuma como la base de la estructura del universo).

Imagen: del New York Times

Además de sus extraordinarias contribuciones en el campo de la física teórica,


Wheeler inspiró a muchos jóvenes aspirantes a científicos, entre ellos algunos de
los grandes del siglo 20.

Entre sus estudiantes de doctorado estuvieron Richard Feynman, premio Nobel,


con quien fue coautor de la "Teoría de absorción de Wheeler-Feynman":
 Hugh Everett, quien propuso la interpretación de muchos mundos
 Kip Thorne, que predijo la existencia de estrellas supergigantes rojas con
núcleos de estrellas de neutrones
 Jacob Bekenstein, que formuló la termodinámica de los agujeros negros
 Charles Misner, que descubrió un espacio-tiempo matemático llamado espacio
de Misner
 Arthur Wightman, el creador de los axiomas de Wightman
 Benjamin Schumacher, quien inventó el término "qubit" y es conocido por la
"compresión de Schumacher".
La lista podría seguir.

LEGADO
Wheeler tenía una reputación de empujar a sus estudiantes hacia un lugar donde el
pensamiento lógico no necesariamente los conduciría.

El ex-estudiante Richard Feynman le declaró a Kip Thorne,


"Algunas personas piensan que Wheeler se ha vuelto loco en sus últimos años, pero
él siempre ha estado loco!".
Princeton
Wheeler estaba dispuesto a hacer el ridículo, a ir a cualquier parte, hablar con quien
fuese, y preguntar cualquier pregunta que le acercarse a la comprensión,
"de cómo las cosas son puestas juntas."
Wheeler creía que la verdadera razón las universidades tienen estudiantes es para
educar a los profesores.

Pero para ser educado por los estudiantes, un profesor tuvo que hacer buenas
preguntas.
"Usted trate de hacer sus preguntas a los estudiantes", escribió.

"Si hay preguntas en las que los estudiantes se interesan, entonces ellos empiezan
a decirle cosas nuevas y siguen preguntándole más nuevas preguntas.

Muy pronto usted ha aprendido mucho".


Búsqueda Cósmica Vol. 1 No. 4
Wheeler tenía un fantástico sentido del humor.

A menudo se involucró en expresiones tipo- Koan que desconcertaban y divertían a


sus oyentes. Vio la belleza en la extrañeza y la buscaba activamente.

Él declaró,
"Si no has encontrado algo extraño durante el día, no ha sido un gran día."
Wheeler dividió su propia vida en tres partes.
 La primera parte se llama "Todo es Partículas"
 La segunda parte era "Todo es campos"
 La tercera parte, que Wheeler considera la piedra angular de su teoría física,
él la calificó de "Todo es información"

TODO ES PARTÍCULAS
John Wheeler Archilald nació el 9 de julio de 1911, en Jacksonville, Florida, en una
familia de bibliotecarios.

A los 16 años, ganó una beca para la Universidad Johns Hopkins. Se graduó cinco
años más tarde con un doctorado en física. Un año más tarde se comprometió con
Janette Hegner.

Permanecieron casados durante 72 años.


En 1933 en una aplicación para la Beca Nacional del Consejo para la
Investigación para ir a Copenhague y trabajar con Neils Bohr, Wheeler escribió:
"Quiero ir a trabajar con Neils Bohr porque ve más lejos que cualquier hombre vivo."
Bohr y Wheeler publicaron su primer trabajo a finales de 1930, explicando la fisión
nuclear en términos de física cuántica.

Ellos argumentaron que el núcleo atómico, que contiene protones y neutrones, es


como una gota de líquido, que comienza a vibrar y se alarga en forma de cacahuete
cuando un neutrón emitido desde otro núcleo en desintegración choca con él.

Como resultado, el núcleo atómico en forma de cacahuete repentinamente se divide


en dos.

En 1938 Wheeler comenzó a enseñar en la Universidad de Princeton.

En 1941 él interrumpió su trabajo académico para unirse al equipo del Proyecto


Manhattan (que incluía científicos de la talla de Feynman, Bohr y Albert Einstein -
con Marie Curie ayudando a desplegar los planos) en la construcción de una bomba
atómica.

Wheeler consideró que era su deber ayudar al esfuerzo de guerra, pero la bomba
atómica no estuvo lista a tiempo para terminar la guerra y salvar a su amado
hermano, que murió en Italia en 1944.

Cuando terminó la guerra, Wheeler volvió a Princeton y enseñó la teoría general de


la relatividad de Einstein, que a la vez no se consideró un campo "respetable" de la
física.

Las clases de Wheeler eran emocionantes - uno de sus trucos era escribir en las
pizarras con las dos manos.

Con frecuencia llevaba a sus estudiantes a la casa de Albert Einstein en Princeton


para discusiones sobre una taza de té.

TODO ES CAMPOS
Wheeler co-escribió el libro de texto más influyente en la relatividad general
con Charles W. Misner y Kip Thorne.

Fue llamado gravitación.

Mientras estaba trabajando en extensiones matemáticas a la teoría, Wheeler


describe hipotéticos "túneles" en el espacio-tiempo que calificó de "agujeros de
gusano". No era el primer científico en pensar en la posibilidad de los agujeros de
gusano, o incluso agujeros negros, pero él estableció la idea.

En este sentido, vale la pena señalar que Demócrito, un antiguo filósofo griego,
sugirió que la materia estaba compuesta de átomos, que fue "incorporado" por el
descubrimiento de John Dalton de los átomos 2000 años más tarde.

En 1784, John Mitchell, un clérigo de Yorkshire, sugirió que la luz estaba sujeta a
la fuerza de gravedad mucho antes de que Einstein lo demostrase.
Después de la publicación de la teoría de la relatividad general en 1916, en la cual
Albert Einstein predijo la existencia de los agujeros negros, en 1967 John Wheeler
los nombró.

Nigel Calder los llama,


"Impresionantes Motores de quásares y galaxias activas".
Ahora tenemos múltiples variaciones del concepto original:

Cargado agujeros negros, agujeros negros en rotación, agujeros negros


estacionarios, agujeros negros super-masivos, agujeros negros estelares, agujeros
negros en miniatura.

TODO ES INFORMACIÓN
Vamos a llegar a la vida de tres partes de Wheeler, la última parte él la llamó,
"Todo es información".

Crédito: Flickr / CyberHades

En las últimas décadas de su vida, la pregunta que intrigó más a Wheeler fue:
"¿Son la vida y la mente irrelevante para la estructura del universo, o son
fundamentales?"
Sugirió que la naturaleza de la realidad fue revelada por las leyes extrañas de la
mecánica cuántica.

De acuerdo con la teoría cuántica, antes de que se hiciera la observación, existe


una partícula subatómica en varios estados, llamada una superposición (o, como
Wheeler la llamó, un 'dragón de humeante').

Una vez que la partícula es observada, instantáneamente colapsa en una sola


posición.

Wheeler sugirió que la realidad es creada por los observadores y que:


"Ningún fenómeno es un fenómeno real hasta que es un fenómeno observado."
Él acuñó el término "Principio Antrópico Participativo" (PAP) del
griego "anthropos", o humano.

Fue más allá al sugerir que,


"Somos participantes en gestar no sólo el corto y aquí, pero la hace muy lejos y
largo plazo."
Entrevista de radio con Martin Redfern
Esta afirmación se consideró más bien extravagante hasta su experimento mental,
conocido como el "experimento de elección retardada", fue ensayado en un
laboratorio en 1984.

Este experimento fue una variación en el famoso "experimento de doble rendija" en


el que se expone la naturaleza dual de la luz (dependiendo de cómo se midió y se
observó el experimento, la luz se comportaba como una partícula - un fotón - o
como una onda).

A diferencia del original "experimento de la doble rendija", en la versión de Wheeler,


el método de detección se cambió después que un fotón había pasado la doble
rendija. El experimento mostró que el camino del fotón no se fijó hasta que los
físicos hicieron sus mediciones.

Los resultados de este experimento, así como otro realizado en 2007, demostraron
lo que siempre había sospechado Wheeler - la conciencia de los observadores es
requerida para traer el universo a la existencia.

Esto significa que una tierra pre-vida habría existido en un estado indeterminado, y
un universo pre-vida sólo puede existir en forma retroactiva.

Un universo afinado a la vida


Estas conclusiones conducen a muchos científicos a especular que el universo está
afinado para la vida.

Así es como el colega de Princeton de Wheeler, Robert Dicke, explica la existencia


de nuestro universo:
"Si quieres un observador alrededor, y si quieres la vida, necesitas elementos
pesados.

Para hacer elementos pesados a partir del hidrógeno, se necesita de combustión


termonuclear. Para la combustión termonuclear, se necesita un tiempo de cocción
en una estrella de varios miles de millones de años.

Con el fin de estirar varios miles de millones de años en su dimensión de tiempo, el


universo, de acuerdo con la relatividad general, debe estar varios años a través en
sus dimensiones de espacio.

¿Por qué es el universo tan grande como es? ¡Debido a que estamos aquí!"
Cósmica Vol búsqueda. 1 No. 4
Stephen Hawking también ha observado:
"Las leyes de la ciencia, tal como los conocemos en la actualidad, parecen haber
sido muy finamente ajustadas para hacer posible el desarrollo de la vida."
Fred Hoyle, en su libro Universo Inteligente, compara,
"La posibilidad de obtener incluso una sola proteína funcional por una combinación
casual de aminoácidos a un sistema estelar lleno de hombres ciegos resolviendo el
Cubo de Rubik simultáneamente."
El físico Andrei Linde de la Universidad de Stanford, añade:
"El universo y el observador existen como un par. No me puedo imaginar una teoría
coherente del universo que ignore la conciencia."
Biocentrismo - ¿Cómo la vida y la conciencia son las claves para entender el Universo
Wheeler, siempre optimista, cree que un día tendremos una clara comprensión del
origen del universo.

Él tenía "un sentido de fe que puede ser hecho."

"La fe", escribió,


"Es el elemento número uno. No es algo que se propaga a sí mismo de manera
uniforme.

La fe está concentrada en pocas personas en tiempos y lugares particulares. Si


usted puede involucrar a los jóvenes en un ambiente de esperanza y fe, entonces
yo creo que van a encontrar la manera de obtener la respuesta".

CONCLUSIÓN
Wheeler murió de neumonía el 13 de abril de 2008, a los 96 años.

Toda su vida buscó respuestas a preguntas filosóficas sobre el origen de la materia,


la naturaleza de la información y el universo.
"Ya no estamos satisfechos con una visión de partículas o campos de fuerza, o
geometría, o incluso el espacio y el tiempo", escribió en 1981.

"Hoy exigimos de la física de una cierta comprensión de la existencia misma."


La Voz de Genius - Conversaciones con científicos Nobel y otras luminarias
Esperemos que los científicos jóvenes sigan siendo alentados por estas palabras y
empujarán los límites de la imaginación humana más allá de sus límites, y tal vez
hasta encontrarán la teoría final difícil de alcanzar - una Teoría del Todo...

Experimento de John Wheeler


aplicado a la Bioneuroemoción®
Estás aquí:
1. Inicio

2. Física Cuántica

3. Experimento de John Wheeler aplicado…


Según la física cuántica, el universo no tiene un solo pasado o una historia única. Que el
pasado no tenga forma definida significa que las observaciones que hacemos de un
sistema en el presente también afectan al pasado.
Esto es muy importante en BioNeuroEmoción, pues nuestras teorías de trabajo se
basan precisamente en estas propiedades cuánticas. Si somos capaces de cambiar
nuestra percepción de una situación presente que me hace sufrir, ello influirá en
nuestras programaciones anteriores, en nuestros programas heredados,
cambiándolos y permitiendo vivir otros.
El experimento de Wheeler demuestra que esto es posible. Es un experimento de elección
retardada, muy similiar al experimento de la doble rendija, observando el camino que toma
la partícula, salvo que en este experimento posponemos la decisión de observar (o no) el
camino hasta justo antes de que la partícula esté a punto de chocar
contra la pantalla detectora.
Los experimentos de elección retardada conducen a resultados idénticos a los obtenidos si
escogemos observar (o no observar) qué camino ha seguido las partículas cuando
iluminamos las rendijas antes de que pasen por ellas.
En este caso, el camino que toma la partícula, es decir,su pasado, es determinado
mucho antes de que la partícula haya atravesado las rendijas, y haya tenido que
decidir si dibuja un patrón de interferencias o no.
¿Cómo relacionamos estos descubrimientos en relación al método en
Bioneuroemoción® ?
Como diría el físico John Wheeler, esto implica que vivimos en un universo
participativo; nuestro papel es un punto crucial en la manifestación del mundo que
vemos. Evidentemente, no basta simplemente con “observar”. Tiene que haber una
intención en este acto de observación que determine el estado de las cosas. Lo que
define la intención del observador es su marco de realidad, sus creencias sobre el
funcionamiento del mundo en que vive. En definitiva, lo que define la intención del
observador es su conciencia.
Para la Bioneuroemoción®, lo que percibimos no es la realidad, sino la proyección de
nuestra conciencia. Gregg Braden, en su libro La matriz divina, nos dice:
“En un universo participativo, el acto de centrar nuestra conciencia […] es un acto de
creación en y por sí mismo. Nosotros somos los que estamos observando y estudiando
nuestro mundo.[…] Dondequiera que miremos, nuestra conciencia crea algo para que
nosotros lo veamos.[…] Respecto a nuestro intento por encontrar la menor partícula de
materia y definir los límites del universo, esta relación sugiere que no encontraremos
ninguna de las dos. Por muy profundamente que consigamos penetrar en el mundo
cuántico del átomo o por muy lejos que viajemos hacia los confines del espacio, el propio
acto de mirar con la expectativa de que exista algo puede ser precisamente la fuerza que
cree algo para que lo veamos.” “La matriz divina”, Gregg Braden.
Toda la información que hemos heredado (programas) hace que percibamos un
mundo muy distinto al de las demás personas, y éste determina un estado
emocional que nos retroalimenta. Este estado emocional, a su vez, estimula nuestra
percepción; nos encontramos en una especie de callejón sin salida. No llegamos a
ser conscientes de que nuestra forma de percibir determina los acontecimientos
percibidos, y que los acontecimientos reaccionan a nuestra percepción.
Esto supone un cambio en nuestra forma de ver las cosas. Si aceptamos las premisas
expuestas, todo ello nos lleva a cambiar nuestra forma de pensar y de interaccionar
con lo que percibimos. Si lo que vivimos es fruto de nuestra percepción o, dicho de
otro modo, de nuestro juicio, y éste se mueve por nuestro estado emocional,
deberemos tener muy en cuenta este estado emocional para poder cambiar nuestras
percepciones y, como consecuencia, cambiar nuestras experiencias.
Nuestro estado emocional es el transductor de la información en ondas de posibilidades a
estados físicos de la materia. El universo cuántico es muy sensible a las emociones,
pues estas poseen una fuerza descomunal capaz de mover estados mentales y
fisiológicos de nuestro cuerpo físico. Lo que no nos emociona, no existe en
nuestra memoria ni en nuestra conciencia. Lo que pensamos, sentimos y
emocionalmente expresamos, se manifiesta en nuestro universo particular
(entiéndase cuerpo) y nuestro universo local (entiéndase lo que nos rodea).
Tal como ya hemos apuntado anteriormente, esto lo podemos aterrizar a nuestras historias
particulares y a las informaciones que hemos heredado. Podemos cambiar nuestros
programas con una toma de conciencia derivada de una nueva comprensión y, por lo
tanto, de una nueva percepción de algo que creíamos que era inamovible. Ya
no proyectamos una solución, sino que nos abrimos a todas las posibilidades con la
seguridad que se nos presentará la mejor para nuestro proceso de experiencia en este
mundo.

Principio antrópico
El principio antrópico (del griego ἄνθρωπος ánthrōpos, «hombre») es un principio que se
suele enunciar como sigue:

El mundo es necesariamente como es porque hay seres que se preguntan


por qué es así.

En cosmología el principio antrópico establece que cualquier teoría válida sobre el


universo tiene que ser consistente con la existencia del ser humano. En otras palabras: «Si
en el Universo se deben verificar ciertas condiciones para nuestra existencia, dichas
condiciones se verifican ya que nosotros existimos». Los diferentes intentos de aplicar este
principio al desarrollo de explicaciones científicas sobre la cosmología del Universo han
conducido a una gran confusión y elevada controversia.
Stephen W. Hawking, en su libro Historia del tiempo, habla del principio antrópico aplicado
al tema del origen y formación del universo. Hawking dice: «vemos el universo en la forma
que es porque nosotros existimos». Expone que hay dos versiones del principio antrópico:
la débil y la fuerte. Sobre el tema de la formación del universo, concluye diciendo que si no
fuese como es (o que si no hubiese evolucionado como evolucionó) nosotros no
existiríamos y que, por lo tanto, preguntarse cómo es que existimos (o por qué no, "no
existimos") no tiene sentido.
El Principio antrópico cosmológico también es el título de un controvertido libro de John D.
Barrow y Frank J. Tipler publicado en el año 1986 en el que se expone la versión más
fuerte del principio antrópico la cual implicaría la aparición forzosa de vida inteligente como
consecuencia cosmológica de la evolución del Universo. El razonamiento de Barrow y
Tipler es, para muchos científicos sin embargo un razonamiento puramente tautológico.
En efecto, el principio antrópico en su forma más básica se puede considerar casi un lugar
común ya que indica que cualquier teoría sobre la naturaleza del universo debe permitir
nuestra existencia como seres humanos y entes biológicos basados en el carbono en este
momento y lugar concretos del universo.

Origen
El primer uso del término principio antrópico se atribuye al físico teórico Brandon Carter. El
primero en tratar la idea en detalle fue Robert H. Dicke y más tarde fue desarrollado por B.
Carter quien en 1973, durante un simposio en el que se celebraba el 500º aniversario del
nacimiento de Copernico en Cracovia y que trató sobre «La confrontación de las teorías
cosmológicas con los datos experimentales», lo acuñó para argumentar que, después de
todo, la humanidad sí que tiene un lugar especial en el Universo. Así, en su charla sobre
«Las innumerables coincidencias y el principio antrópico en la cosmología» Carter declara
que: «Aunque nuestra posición no es necesariamente céntrica, es inevitablemente
privilegiada en cierto sentido». (IAUS 63-1974, 291).
No obstante, como se ha mencionado, la idea básica del principio ya había sido utilizada
antes de aquel año en varias ocasiones. Por ejemplo, en 1957 R. H. Dicke escribió lo
siguiente: «La edad 'actual' del Universo no es casual sino que está condicionada por
diversos factores biológicos... [los cambios en los valores de las constantes fundamentales
de la Física] deberían concluir con la existencia de un humano que considera el
problema». (R.H. Dicke, El principio de equivalencia y las interacciones débiles, Rev. Mod.
Phys. 29, 355 (1957)). E incluso en autores anteriores, ya se pueden encontrar
formulaciones equivalentes del principio en textos como El lugar del hombre en el
Universo de Alfred Russel Wallace, publicado en 1903 donde se puede leer lo siguiente :
«Un Universo tan vasto y complejo como en el que sabemos que nos rodea puede que sea
absolutamente necesario... para producir un mundo tan adaptado al desarrollo de una vida
que habría de culminar en la aparición del ser humano». (pág. 256-7 en la edición
de 1912).

Proponentes y versiones
Los proponentes del principio antrópico sugieren que vivimos en un universo
cuidadosamente ajustado, es decir, un universo que parece haber sido meticulosamente
adaptado para permitir la existencia de la vida que conocemos. Si cualquiera de las
constantes físicas básicas hubiese sido diferente, entonces la vida tal como la se conoce
no habría sido posible. En este sentido, se han escrito diversos artículos que indican que
este principio podría explicar la necesidad de diversas constantes físicas tales como
la constante de estructura fina, el número de dimensiones del Universo y la constante
cosmológica. A modo de ejemplo se puede citar que si no existiera estrellas ligeras como
el sol, y por ejemplo todas las estrellas fueran tres veces más pesadas, solo vivirían unos
500 millones de años y la vida pluricelular no habría tenido tiempo para desarrollarse. Si la
velocidad de expansión del universo un segundo después del Big Bang hubiera sido sólo
una cienmilbillonésima parte más pequeña, el universo habría vuelto a colapsarse en
un Big Crunch, si hubiera sido más rápida electrones y protones no habían llegado a
formar átomos. Y pueden citarse otros hechos similares.
Existen tres versiones principales del principio antrópico que fueron categorizadas en 1986
por los físicos Barrow y Tipler como sigue:

 El principio antrópico débil (WAP) indica que "los valores observados de todas las
cantidades físicas y cosmológicas no son igualmente probables, sino que están
restringidos por el hecho de que existen lugares del Universo donde se ha podido
desarrollar la vida basada en el carbono y el hecho de que el Universo sea
suficientemente antiguo como para que esto haya ocurrido."
 El principio antrópico fuerte (SAP) indica que "el Universo debe tener unas
propiedades que permitan a la vida desarrollarse en algún estadio de su historia."
 El principio antrópico final (FAP) indica que "un modo de procesamiento inteligente de
la información debe llegar a existir en el Universo y, una vez que aparece, nunca
desaparecerá".
La versión débil del principio ha sido criticada por su falta de imaginación, ya que asume
que no es posible que se den otras formas de vida (por lo que ha sido tildado por algunos
de chovinismo del carbono). También se suele decir que el rango de valores que pueden
tomar las constantes físicas y que permiten la evolución de vida basada en el carbono
puede ser mucho menos restringido del que se ha propuesto (Stenger en "Realidad
intemporal"). Por otra parte la versión fuerte ha sido tildada como no científica, ya que no
puede probarse ni falsarse y es innecesaria. La tercera de las versiones, la versión final, es
discutida en otro artículo; aunque Barrow y Tipler indican que, a pesar de ser propuesto en
el contexto de la física, el enunciado está «muy relacionado con los valores morales».
Algunos de los filósofos de la ciencia que apoyan las afirmaciones del principio antrópico
invitan a la conjetura del diseño inteligente. Pero, también hay quienes sugieren la
existencia de universos alternativos e invocan al principio antrópico en auxilio de sus
teorías: suponiendo que algunos universos de entre todos los posibles fuesen capaces de
albergar vida inteligente, algunos de los universos concretos deben haber hecho realidad
esta capacidad, y el nuestro es claramente uno de ellos. Sin embargo, las alternativas a la
conjetura del diseño inteligente no se limitan a proponer la existencia de universos
alternativos. Otros sin embargo,1 entienden que el principio antrópico como se enuncia
normalmente en la realidad mina los argumentos de la conjetura del diseño inteligente.

El principio antrópico cosmológico


En 1986 fue publicado por la Oxford University Press el controvertido libro El principio
antrópico cosmológico escrito por John D. Barrow y Frank J. Tipler. En este libro Barrow, el
famoso cosmólogo londinense, entonces en la Universidad de Sussex, hizo una incursión
académica en lo que él llamó el principio antrópico y que pretendía explicar la
aparentemente increíble serie de coincidencias que permiten nuestra presencia en un
universo que parece haber sido perfectamente preparado para garantizar nuestra
existencia. Todo lo que existe, desde las constantes energéticas concretas
del electrón hasta el preciso nivel de la fuerza nuclear fuerte parece haber sido
precisamente ajustado para nuestra existencia y la existencia de otros seres vivos. La
existencia de la vida basada en el carbono en este Universo es compatible con diversas
variables independientes; y si alguna de estas variables independientes tuviera un valor
ligeramente diferente, la vida basada en el carbono no podría existir. Así, el principio
antrópico implica que nuestra habilidad para estudiar la cosmología implica en cualquier
caso que todas las variables tengan el valor correcto. En palabras de los críticos del
principio, una tautología que dice 'si las cosas fuesen diferentes serían diferentes'.
Aunque Brandon Carter presentó sus ideas en 1974 en una publicación de la Unión
Astronómica Internacional, en 1983 declaró que, en su forma original, el principio sólo
pretendía poner sobre aviso a los astrofísicos y los cosmólogos sobre los posibles errores
que se derivarían de la interpretación de los datos astronómicos y cosmológicos a menos
que las restricciones biológicas del observador se tomasen en cuenta. En 1983 también
advirtió que lo opuesto podía ser verdad para los biólogos evolucionistas y que al
interpretar los registros evolutivos, uno debe tener en cuenta las restricciones astrofísicas
del proceso. Teniendo esto en mente, Carter llegó a concluir que la cadena evolutiva
probablemente sólo podría incluir uno o dos enlaces de poco éxito evolutivo en el intervalo
de tiempo disponible. Estas afirmaciones fueron discutidas por A. Feoli y S. Rampone
en 1999 en un artículo titulado "¿Es el principio antrópico fuerte demasiado débil?" con el
argumento de que el tamaño estimado de nuestro universo y el número que se calcula de
planetas existentes permite mayores grados de libertad a la evolución y permite concluir
que no existen evidencias de un diseño inteligente en el mecanismo de la evolución.
A finales de los años 90 hubo un interés renovado en los científicos motivados por la
cosmología experimental y los trabajos teóricos sobre la gravedad cuántica. Los trabajos
teóricos implicaban el intento de unificar la gravedad con las restantes fuerzas físicas.
Aunque hubo un importante número de desarrollos prometedores todos ellos parecían
adolecer del mismo problema: las constantes fundamentales de la Física parecían no tener
restricciones. El motivo experimental vino de las observaciones cosmológicas que
ofrecieron unos valores muy concretos para algunas cantidades fundamentales, tales
como la densidad de materia en el Universo; en contra a lo que se esperaba, el valor no
era cero, sino 0,7 (valor que en modo alguno se puede considerar obvio).
Sin embargo, publicaciones más recientes (2004) del famoso físico británico Stephen
Hawking sugieren la idea de que nuestro Universo es mucho menos 'especial' de lo que
los proponentes del principio antrópico pretenden. Según Hawking, la probabilidad de que
un universo como el nuestro surja de una Gran Explosión es del 98% y, además, utilizando
la función de onda básica del Universo como base para sus ecuaciones, Hawking ha
concluido que semejante Universo puede llegar a existir sin que exista relación alguna con
nada anterior a él, es decir que podría surgir de la nada. En cualquier caso, en la
actualidad, estas publicaciones y las teorías que las acompañan todavía son sujeto de
debate científico, y que en el pasado, el propio Hawking se había preguntado cuestiones
que parecen apuntar a preguntas básicas del principio antrópico: «¿Qué es lo que insufla
el fuego en las ecuaciones y hace que describan un Universo?... ¿Por qué se molesta el
Universo en existir?» (Hawking, 1988).
Sesgo antrópico y razonamiento antrópico
En 2002, Nick Bostrom se preguntaba: «¿Es posible resumir la esencia del efecto de la
selección de observaciones con una afirmación simple?» a lo que concluyó que quizás
podría, pero que "muchos de los 'principios antrópicos' simplemente se confunden.
Algunos, especialmente aquellos que extrajeron su inspiración de los artículos seminales
de Brandon Carter, son sólidos, pero... son demasiado débiles para cualquier trabajo
científico real. En particular, se cree que la metodología actual no permite derivar ninguna
consecuencia observacional de las teorías cosmológicas contemporáneas a pesar del
hecho de que estas teorías puedan ser y estén siendo ampliamente probadas
experimentalmente por los astrónomos. Lo que se necesita para cubrir este vacío
metodológico es una formulación más adecuada de cómo los efectos de la selección de
las observaciones se tienen en cuenta." Así asume que los sistemas automuestrales son
aquellos en los que "puedes pensar que tú mismo eres un observador aleatorio de una
clase de referencia adecuada." Esto se expande en un modelo de sesgo antrópico y
razonamiento antrópico bajo la incertidumbre introducida por el hecho de no saber cuál es
nuestro lugar en el Universo - o incluso quienes somos. Esta puede también ser una forma
de superar los diversos límites de sesgo cognitivo inherentes a los humanos que hacen las
observaciones y comparten los modelos del Universo utilizando las matemáticas.

Referencias
1. Volver arriba↑ The Anthropic Principle Does Not Support Supernaturalism por Michael
Ikeda y Bill Jefferys

Bibliografía
 González de Posada, Francisco (2004). «El principio de los primeros principios: el
principio antrópico». Anales de la Real Academia Nacional de Medicina (1): 23-52.
 Hawking, Stephen W. (1988). Historia del tiempo, p.166. Editorial Crítica. ISBN 84-
7423-374-7.
 Barrow, John D. & Tipler, Frank J. (1986). The Anthropic Cosmological Principle. ISBN
0-19-282147-4.
 Craig, William Lane (1988). «Barrow and Tipler on the Anthropic Principle vs. Divine
Design». The British Journal for the Philosophy of Science 39 (3): 389-395.
 Leslie, John (1993). «Review of Cosmos and Anthropos: A Philosophical Interpretation
of the Anthropic Cosmological Principle». Philosophy of Science 60 (4): 667-669.
 Wilson, Patrick A. (1991). «What Is the Explanandum of the Anthropic
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 Tipler, Frank J. (1988). «The Anthropic Principle: A Primer for Philosophers». PSA:
Proceedings of the Biennial Meeting of the Philosophy of Science Association 1988:
27-48.
 Bostrom, Nick (2000). «Observer-Relative Chances in Anthropic
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 Davis, John Jefferson (1987). «The Design Argument, Cosmic "Fine Tuning," and the
Anthropic Principle». International Journal for Philosophy of Religion 22 (3): 139-150.
 Zycinski, Joseph M. (1987). «The Anthropic Principle and Teleological Interpretations
of Nature». The Review of Metaphysics 41 (2): 317-333.
 Richmond, Alasdair (2000). «Epicurean Evolution and the Anthropic
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 Wilson, Patrick A. (1994). «Carter on Anthropic Principle Predictions». The British
Journal for the Philosophy of Science 45 (1): 241-253.
 Mellor, Felicity (1989). «The cosmological constant». Science Progress (1933- ) 73 (4
(292)): 429-442.
 Zycinski, Joseph M. (2001). «The philosophical aspects of the Weak Anthropic
Principle». En William Desmond; John Steffen; Koen Decoster. Beyond Conflict and
Reduction: Between Philosophy, Science and Religion. Leuven University
Press. ISBN 9789058671172.

por Stephen W. Hawking


del Sitio Web HispaSeti

El principio antrópico, puede parafrasearse en la forma,


“vemos el universo en la forma que es, porque nosotros existimos”.
Hay dos versiones del principio antrópico, la débil y la fuerte.

El principio antrópico débil dice que en un universo que es grande o infinito en el espacio y/o
en el tiempo, las condiciones necesarias para el desarrollo de vida inteligente se darán
solamente en ciertas regiones que están limitadas en el tiempo y en el espacio. Los seres
inteligentes de estas regiones no deben, por lo tanto, sorprenderse si observan que su
localización en el universo satisface las condiciones necesarias para su existencia. Es algo
parecido a una persona rica que vive en un entorno acaudalado sin ver ninguna pobreza.
Un ejemplo del uso del principio antrópico débil consiste en “explicar” por qué el Big-Bang
ocurrió hace unos diez mil millones de años: se necesita aproximadamente ese tiempo para
que se desarrollen seres inteligentes. Como se explicó anteriormente, para llegar a donde
estamos tuvo que formarse primero una generación previa de estrellas. Estas estrellas
convinieron una parte del hidrógeno y del helio originales en elementos como carbono y
oxígeno, a partir de los cuales estamos hechos nosotros. Las estrellas explotaron luego como
supernovas, y sus despojos formaron otras estrellas y planetas, entre ellos los de nuestro
sistema solar, que tiene alrededor de cinco mil millones de años.
Los primeros mil o dos mil millones de años de la existencia de la Tierra fueron demasiado
calientes para el desarrollo de cualquier estructura complicada. Los aproximadamente tres mil
millones de años restantes han estado dedicados al lento proceso de la evolución biológica,
que ha conducido desde los organismos más simples hasta seres que son capaces de medir el
tiempo transcurrido desde el Big-Bang.
Poca gente protestaría de la validez o utilidad del principio antrópico débil. Algunos, sin
embargo, van mucho más allá y proponen una versión fuerte del principio.
De acuerdo con esta nueva teoría, o hay muchos universos diferentes, o muchas regiones
diferentes de un único universo, cada uno/a con su propia configuración inicial y, tal vez, con
su propio conjunto de leyes de la ciencia.
En la mayoría de estos universos, las condiciones no serían apropiadas para el desarrollo de
organismos complicados; solamente en los pocos universos que son como el nuestro se
desarrollarían seres inteligentes que se harían la siguiente pregunta: ¿por qué es el universo
como lo vemos?
La respuesta, entonces, es simple; ¿si hubiese sido diferente, nosotros no estaríamos aquí?
Las leyes de la ciencia, tal como las conocemos actualmente, contienen muchas cantidades
fundamentales, como la magnitud de la carga eléctrica del electrón y la relación entre las
masas del protón y del electrón.
Nosotros no podemos, al menos por el momento, predecir los valores de esas cantidades a
partir de la teoría; tenemos que hallarlos mediante la observación. Puede ser que un día
descubramos una teoría unificada completa que prediga todas esas cantidades, pero también
es posible que algunas, o todas ellas, varíen de un universo a otro, o dentro de uno único. El
hecho notable es que los valores de esas cantidades parecen haber sido ajustadas sutilmente
para hacer posible el desarrollo de la vida. Por ejemplo, si la carga eléctrica del electrón
hubiese sido sólo ligeramente diferente, las estrellas, o habría sido incapaces de quemar
hidrógeno y helio, o, por contrario, no habrían explotado.
Por supuesto, podría haber otras formas de vida inteligente, no imaginadas ni siquiera por los
escritores de ciencia ficción, que no necesitasen la luz de una estrella como el Sol o los
elementos químicos más pesados que son fabricados en las estrellas y devueltos al espacio
cuando éstas explotan. No obstante, parece evidente que hay relativamente pocas gamas de
valores para las cantidades citadas, que permitirían el desarrollo de cualquier forma de vida
inteligente.
La mayor parte de los conjuntos de valores darían lugar a universos que, aunque podrían ser
muy hermosos, no podrían contener a nadie capaz de maravillarse de esa belleza. Esto puede
tomarse o bien como prueba de un propósito divino en la Creación y en la elección de las leyes
de la ciencia, o bien como sostén del principio antrópico fuerte.
Pueden ponerse varias objeciones a este principio como explicación del estado observado del
universo. En primer lugar, ¿en qué sentido puede decirse que existen todos esos universos
diferentes? Si están realmente separados unos de otros, lo que ocurra en otro universo no
puede tener ninguna consecuencia observable en el nuestro. Debemos, por lo tanto, utilizar el
principio de economía y eliminarlos de la teoría.
Si, por otro lado, hay diferentes regiones de un único universo, las leyes de la ciencia tendrían
que ser las mismas en cada región, porque de otro modo uno no podría moverse con
continuidad de una región a otra. En este caso las únicas diferencias entre las regiones
estarían en sus 3 configuraciones iniciales, y, por tanto, el principio antrópico fuerte se
reduciría al débil.
Una segunda objeción al principia antrópico fuerte es nueva contra la corriente de toda la
historia de la ciencia. Hemos evolucionado desde las cosmologías geocéntricas de Ptolomeo y
sus antecesores, a través de la cosmología heliocéntrica de Copérnico y Galileo, hasta la
visión moderna, en la que la Tierra es un planeta de tamaño medio que gira alrededor de una
estrella corriente en los suburbios exteriores de una galaxia espiral ordinaria, la cual, a su vez,
es solamente una entre el billón de galaxias del universo observable.
A pesar de ello, el principio antrópico fuerte pretendería que toda esa vasta construcción
existe simplemente para nosotros. Eso es muy difícil de creer. Nuestro sistema solar es
ciertamente un requisito previo para nuestra existencia, y esto se podría extender al conjunto
de nuestra galaxia, para tener en cuenta la necesidad de una generación temprana de estrellas
que creasen los elementos más pesados. Pero no parece haber ninguna necesidad ni de todas
las otras galaxias ni de que el universo sea tan uniforme y similar, a gran escala, en todas las
direcciones.
Uno podría sentirse más satisfecho con el principio antrópico, al menos en su versión débil,
si se pudiese probar que un buen número de diferentes configuraciones iniciales del universo
habrían evolucionado hasta producir un universo como el que observamos. Si éste fuese el
caso, un universo que se desarrollase a partir de algún tipo de condiciones iniciales aleatorias
debería contener varias regiones que fuesen suaves y uniformes y que fuesen adecuadas para
la evolución de vida inteligente.
Por el contrario, si el estado inicial del universo tuvo que ser elegido con extremo cuidado para
conducir a una situación como la que vemos a nuestro alrededor, sería improbable que el
universo contuviese alguna región en la que apareciese la vida. En el modelo del Big-Bang
caliente descrito anteriormente, no hubo tiempo suficiente para que el calor fluyese de una
región a otra en el universo primitivo. Esto significa que en el estado inicial del universo tendría
que haber habido exactamente la misma temperatura en todas partes, para explicar el hecho
de que la radiación de fondo de microondas tenga la misma temperatura en todas las
direcciones en que miremos.
La velocidad de expansión inicial también tendría que haber sido elegida con mucha precisión,
para que la velocidad de expansión fuese todavía tan próxima a la velocidad crítica necesaria
para evitar colapsar de nuevo. Esto quiere decir que, si el modelo del Big-Bang caliente fuese
correcto desde el principio del tiempo, el estado inicial del universo tendría que haber sido
elegido verdaderamente con mucho cuidado.
Sería muy difícil explicar por qué el universo debería haber comenzado justamente de esa
manera, excepto si lo consideramos como el acto de un Dios que pretendiese crear seres
como nosotros.
En principio, antrópico
Publicado el 13 octubre, 2014 por Cuentos Cuánticos | 28 comentarios

Hoy toca hablar sobre el principio antrópico. Este es uno de los temas más complicados de la física
a mi humilde entender. Hay tantas posturas al respecto como personas que se paran a pensar sobre
él. Y lo mejor, hay tantas posturas como veces le preguntemos al mismo interlocutor sobre este
principio.
En esta entrada voy a enunciar las distintas versiones del principio de la manera más aséptica posible.
No voy a emitir ninguna opinión porque, sinceramente, no la tengo. La discusión sobre este principio
tiene una larga historia, aunque no sea larga en el tiempo, y tiene muchas ramificaciones e
implicaciones desde el punto de vista puramente científico, religioso, filosófico, etc.

En lo siguiente no trato de convencer, presentar una discusión concluyente y definitiva o de desmontar


el argumento. Lo único que persigo es aclarar mis propias ideas, seguramente mañana escribiría algo
totalmente distinto.

El universo, las leyes y las constantes


Tenemos un universo, de eso no puede quedar ninguna duda. De hecho, podemos asegurar que al
menos tenemos uno. Del universo podemos decir:

1. Tuvo un origen.
2. Ha existido y evolucionado por un tiempo y se está expandiendo aceleradamente.
3. Se han formado estructuras como estrellas y galaxias.
4. Se han formado elementos químicos.
5. Se han formado moléculas.
6. Se han formado seres vivos.
7. Se ha desarrollado la inteligencia.
En el universo en el que nos encontramos tenemos una serie de leyes físicas que suponemos que se
cumplen por doquier. Estas leyes son la base para poder explicar los siete puntos anteriores. Las leyes
involucran relaciones entre magnitudes físicas que involucran constantes físicas. Estas constantes
determinan cosas como las intensidades de las distintas interacciones entre los campos físicos, la
velocidad máxima de propagación de las interacciones, etc.

Preguntas locas
En física nos encontramos con ciertos números que tienen una cierta representación en cifras
dependiendo del sistema de unidades elegido. Pero, también hay relaciones adimensionales (sin
unidades, números puros) que proceden de la comparación entre distintas cantidades. Por ejemplo, si
comparamos la intensidad del campo electromagnético con la intensidad del campo gravitatorio, por
ejemplo estudiando esas dos interacciones entre dos electrones, encontramos que el campo
electromagnético tiene una intensidad mayor que el gravitatorio en un factor de $10^{39}$. Esto es
una evidencia empírica.
Llegados a este punto es muy pertinente preguntarse por qué sucede esto. ¿Por qué las intensidades de
los campos electromagnético y gravitatorio se diferencian en ese factor y no en cualquier otro?

Permitidme reescribir esta y otras preguntas de un modo que nos conducirán inevitablemente a discutir
los principios antrópicos:

 Si las intensidades del electromagnetismo y la gravedad fueran comparables, es decir si el


cociente de sus intensidades fuera del orden de la unidad, las estrellas colapsarían mucho antes
de dar tiempo a formar vida tal y como la conocemos en algún planeta.
 Si la constante cosmológica, la responsable de la expansión acelerada del universo, no fuera
pequeña, positiva y cercana a cero, si fuera un poco más grande o lo hubiera sido, el universo
se hubiera expandido tanto que no se hubieran formado galaxias y por tanto no se hubieran
formado estrellas y sistemas planetarios.
 Si el neutrón tuviera la misma masa del protón no podría desintegrarse según un proceso de
radiación beta emitiendo protones, electrones y antineutrinos. Eso hubiera bajado el número
de protones en el universo, con ello el número de átomos de hidrógeno primordial, y no se
hubieran formado tantas estrellas.
 Que el neutrón sea un poco más pesado que el protón es importante pero también es importante
que no sea mucho más pesado. Si así fuera, no se formarían núcleos atómicos con neutrones y
no se formarían átomos pesados, lo que haría imposible los compuestos químicos más
complejos.
 El núcleo de carbono tiene un estado excitado especial. Este estado excitado se puede
conseguir uniendo tres átomos de Helio. Si este estado no existiese no se podrían formar
núcleos más pesados que el carbono en las estrellas.
Ciertamente todas estas cuestiones, y muchas más que no hemos discutido como la comparación entre
la densidad de bariones y la de energía oscura y otras, parecen indicar que el universo es un lugar
especial, un lugar que permite la existencia de vida tal y como la conocemos y que además le da el
tiempo suficiente para evolucionar hasta formas muy complicadas.

Versionando el principio antrópico


Los intentos de formalizar la explicación al porqué de la lista anterior se denominan
genéricamente Principio Antrópico. Este principio fue introducido por el físico Brandon Carter.
Existen dos versiones del principio antrópico:

Principio Antrópico Débil


Estamos en el tiempo y lugar del universo en el que ha sido posible el desarrollo de observadores.

Principio Antrópico Fuerte


El universo tiene que tener las características que aseguren que se puedan formar observadores en
algún momento de su existencia.

Generalmente este principio, en cualquiera de sus versiones, se suele interpretar del siguiente modo:
Sin embargo, hay que discutir algunos puntos sobre el mismo que quizás nos hagan dejar esta imagen.

Discutiendo el principio
Antes de continuar he de decir que existen muchas, muchísimas, formulaciones y enunciados del
principio antrópico. Aquí solo voy a discutir los que he expuesto que son los originales propuestos
por Carter y que a mi entender son los que mejor reflejan su propia idea al respecto del significado de
dicho principio. Para tener una opinión de primera mano nada mejor que leer al propio Carter sobre
el tema que nos ocupa: Anthropic Principle in Cosmology.
Discusión:

1.- Antrópico. En la elección del nombre tal vez esté la raíz de todo el problema. Antrópico hace
referencia al ser humano, así que podemos caer en la tentación de parafrasear el principio diciendo
que el universo tiene que estar preparado para dar cabida a la humanidad. Sin embargo, como el propio
Carter ha dicho en más de una ocasión, el nombre es un tanto desafortunado.

Si nos paramos a leer el principio antrópico en cualquiera de sus versiones se nos habla del concepto
de observador, no de ser humano, así que el problema es qué consideramos un observador en física.

¿Tiene que tener consciencia un observador? ¿Tiene que ser inteligente?

2.- Versión débil. Esta versión parece no aportar mucho. Es evidente que si estamos discutiendo sobre
el principio antrópico y sobre el universo es porque este ha permitido la aparición de observadores que
se hagan esas preguntas, al menos nosotros.

3.- Versión fuerte. Esta versión es más complicada desde un punto de vista filosófico. Parece implicar
que el universo TIENE que ser de tal forma que permita la aparición y desarrollo de observadores. Eso
puede interpretarse de diversas formas:

 El universo ha sido diseñado. ¿Dios? Cuestión de creencia, no es una pregunta científica y no


voy a discutirla aquí. Mi postura es que no.
 Los observadores obligan por observación al universo a tener las propiedades que los hacen
posibles. ¿Consecuencia de la mecánica cuántica? Muchos dicen que el acto de observar en
mecánica cuántica modifica el estado de lo observado. Y eso lleva a la conclusión de que el
observador selecciona su realidad. Esto no es más que una confusión acerca de la mecánica
cuántica. El observador lo único que hace es medir en qué estado queda un sistema cuántico
tras la observación pero no puede selecionar a priori dicho estado final. Así que esta
interpretación no aporta nada y es errónea.
 Se han creado infinitos universos y nosotros estamos en el que ha dado lugar a la vida. Esta
propuesta asume la existencia de un multiverso. Esta idea ha aparecido de forma natural en
muchos contextos de la física, desde la cosmología inflacionaria a la teoría de
supercuerdas. Sin embargo, a día de hoy no es más que una especulación teórica sin ningún
soporte observacional evidente, rotundo y sin controversia.
Entonces…
La cuestión acerca de las preguntas iniciales de esta entrada es que todo parece indicar que los valores
de muchas constantes y características del universo están ajustadas de forma muy precisa para que la
vida haya sido posible. El valor de la carga del electrón (medida de la intensidad del campo
electromagnético), la masa del neutrón, los estados energéticos del carbono, el valor de la constante
cosmológica, todo parece estar ajustado para permitir la aparición de estructuras estables que permitan
la aparición de moléculas complejas basadas en el carbono y en última instancia la vida y la
inteligencia.

Sin embargo, hoy sabemos que muchas de las “constantes” de la física no son tales constantes. Hay
cantidades como la carga del electrón, o más bien la constante de estructura fina, que cambian con la
energía:

Las constantes representadas son las intensidades de las interacciones electromagnéticas, débil y fuerte. Se ve como
cambian con la energía a la que las estudiamos.
Otros valores como la constante cosmológica, la constante de Hubble, etc, no son constantes en
sentido estricto, pero son de evolución tan lenta a día de hoy en el universo que no vemos sus cambios
en nuestro tiempo de vida.

Además, eso de que el universo está preparado de una manera especial para dar lugar a estructuras
estables como galaxias o estrellas y núcleos de carbono que permiten la aparición de vida y una
evolución hasta la inteligencia no es correcto. ¿Por qué? Pues porque hay estudios realizados en el
que se han simulado la evolución del universo variando los valores de las constantes representativas
en ese proceso, carga y masa del electrón, masa del neutrón, constante cosmológica, etc, y se ha visto
que se pueden dar galaxias y estrellas estables para un amplio abanico de valores de las constantes. Es
decir, no hay que seleccionar un número para cada constante sino que múltiples combinaciones de
valores tomados en intervalos para cada una de ellas que permitirían la aparición de observadores.

Para saber más sobre estas simulaciones:

Natural explanations for the anthropic coincidences. V. Stenger — En este trabajo se modifica el valor
de la masa del electrón, el protón y la carga del electrón en un intervalo de diez órdenes de
magnitud. Se encontró que la proporción de estrellas que tenían una vida del orden de $10^9$ años.
The Cold Big-Bang Cosmology as a Counter-example to Several Anthropic Arguments A. Aguirre
— En este trabajo se varían los valores de seis parámetros cosmológicos, los más esenciales de las
cosmología como la constante cosmológica, el ratio fotón/barión, leptón/barión, etc. Entonces se
genera y se deja evolucionar el universo dado por los valores elegidos de esos parámetros y se estudia
si aparecen estructuras, galaxias y estrellas de vida larga y tamaño compatible con el sol. Así que no
es descabellado pensar que hay todo un rango de valores de las constantes físicas en las que la aparición
de vida y observadores es posible.
Al final no teníamos que ajustar nada.

Georges Lemaître
Georges Lemaître

Georges Lemaître en 1933, durante una de sus exposiciones.

Información personal

Nombre en
Georges Henri Joseph Édouard Lemaître
francés

Nacimiento 17 de julio de 1894


Charleroi

Fallecimiento 20 de junio de 1966 (71 años)


Lovaina
Nacionalidad Bélgica

Religión Iglesia católica

Orden
Compañía de Jesús
religiosa

Educación

 St Edmund's College
Alma máter
 Instituto Tecnológico de Massachusetts
 Universidad Católica de Lovaina

Supervisor Charles-Jean de la Vallée Poussin y Arthur Stanley


doctoral Eddington

Información profesional

Área Sacerdocio, cosmología, astrofísica

Conocido por Expansión del Universo, Big Bang

Empleador Universidad de Lovaina

Participó en Primera Guerra Mundial

Miembro de Academia Pontificia de las Ciencias

Distinciones Premio Francqui (1934)


 Medalla Mendel (1934)
 Premio Jules Janssen (1936)
 Medalla Eddington (1953)

Firma

[editar datos en Wikidata]

Monseñor Georges Henri Joseph Édouard Lemaître (pronunciación en francés: /ʒɔʁʒə ləmɛtʁ/ (
escuchar); 17 de julio de 1894 - 20 de junio de 1966) fue un sacerdote belga, astrónomo y
profesor de física en la sección francesa de la Universidad Católica de Lovaina.1 Fue el
primer académico conocido en proponer la teoría de la expansión del universo,
ampliamente atribuida de forma incorrecta a Edwin Hubble.23 También fue el primero en
derivar lo que se conoce como la ley de Hubble e hizo la primera estimación de lo que
ahora se llama la constante de Hubble, que publicó en 1927, dos años antes del artículo
de Hubble.4567 Lemaître también propuso lo que se conocería como la teoría del Big
Bang del origen del universo, a la que llamó «hipótesis del átomo primigenio» o el «huevo
cósmico».8
Biografía
Georges Lemaître nació el 17 de julio de 1894 en Charleroi Valonia (Bélgica). Desde muy
joven, Lemaître descubrió su doble vocación de religioso y científico. Su padre le aconsejó
estudiar primero ingeniería, y así lo hizo, aunque su trayectoria se complicó porque se
pasó a la física y además porque, en mitad de sus estudios, estalló la Primera Guerra
Mundial. A la edad de 17 años entró en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de
Lovaina y estudió ingeniería civil. Después de servir como voluntario en el ejército belga
durante la Primera Guerra Mundial, empezó a estudiar física y matemática, incluyendo la
teoría de la relatividad de Albert Einstein. Recibió su doctorado en 1920 y ese mismo año
ingresó en el Seminario de Malinas. El 22 de septiembre de 1923fue ordenado sacerdote
por el Cardenal Desiderio José Mercier. Ese año le fueron concedidas dos becas de
investigación, una del gobierno belga y otra de una fundación estadounidense, y fue
admitido en la Universidad de Cambridge (Inglaterra) como investigador de astronomía.
En junio de 1924 regresó a Bruselas, pero ese mismo año volvió a viajar por motivos
científicos, esta vez a Canadá y Estados Unidos. En este último país, además de conocer
al astrofísico británico Arthur Stanley Eddington, tuvo la oportunidad de conocer
directamente a algunos físicos que, en aquellos momentos, estaban realizando trabajos
pioneros en las observaciones astronómicas. Después de un año en la Universidad de
Cambridge con Eddington y otro en Cambridge, Massachusetts con Harlow Shapley,
regresó a la Universidad de Lovaina como profesor a tiempo parcial. Ahí, en 1927, publicó
un informe en el que resolvió las ecuaciones de Einstein sobre la geometría del universo
(que Aleksandr Fridman ya había resuelto, sin que Lemaître lo supiera) y sugirió que se
estaba expandiendo, según una de las soluciones, y que es por ello que los
astrónomos Vesto Slipher y Carl Wilhelm Wirtz habían observado un corrimiento hacia el
rojo de la luz de las nebulosas espirales. En 1931, propuso la idea de que el universo se
originó en la explosión de un «átomo primigenio», «huevo cósmico» o hylem. Dicha
explosión ahora se llama el Big Bang o Gran Estallido.

La expansión del universo

Cosmología física

Radiación de fondo de microondas

Artículos

Universo Teoría del Big Bang · Inflación


primitivo cósmica · Nucleosíntesis primordial

Expansión Expansión métrica del espacio · Expansión


acelerada del Universo · Ley de
Hubble · Corrimiento al rojo
Estructura Forma del universo · Espacio-tiempo · Materia
bariónica · Universo · Materia oscura · Energía
oscura

Experimentos Planck (satélite) · WMAP · COBE

Científicos Albert Einstein · Edwin Hubble · Georges


Lemaître · Stephen Hawking · George Gamow

Portales

Principal Cosmología

Otros Física · Astronomía · Exploración


espacial · Sistema Solar

Las ecuaciones de la relatividad general, formuladas por Albert Einstein en 1915, permitían
estudiar el universo en su conjunto. El mismo Einstein lo hizo, pero se encontró con un
universo que cambiaba con el transcurrir del tiempo, y Einstein, por motivos no científicos,
prefería un universo inalterable en su conjunto. Para conseguirlo, introdujo en sus
ecuaciones un término cuya única función era mantener al universo estable, de acuerdo
con sus preferencias personales. Se trataba de una magnitud a la que denominó
"constante cosmológica". Años más tarde, Einstein reconoció que había sido el peor error
de su trayectoria científica.
Otros físicos también habían desarrollado los estudios del universo tomando como base la
relatividad general. Fueron especialmente importantes los trabajos del holandés Willem de
Sitter en 1917, y del ruso Aleksandr Fridman en 1922 y 1924. Fridman formuló la hipótesis
de un universo en expansión, pero sus trabajos tuvieron escasa repercusión en aquellos
momentos.
Lemaître trabajó en esa línea hasta que consiguió una explicación teórica del universo en
expansión, y la publicó en un artículo de 1927. Pero, aunque ese artículo era correcto y
estaba de acuerdo con los datos obtenidos por los astrofísicos de vanguardia en aquellos
años, no tuvo por el momento ningún impacto especial, a pesar de que Lemaître fue a
hablar de ese tema, personalmente, con Einstein en 1927 y con Willem de Sitter en 1928
sin conseguir eco en estos científicos.
El 10 de enero de 1930 tuvo lugar en Londres una reunión de la Real Sociedad
Astronómica. Al leer el informe que se publicó sobre esa reunión, Georges Lemaître
advirtió que tanto De Sitter como Arthur Eddington estaban insatisfechos con el modelo del
Universo Estático propuesto por Einstein y buscaban otra solución, que el propio Lemaître
ya había hecho pública en 1927, por lo que escribió a Arthur Eddington recordándole ese
trabajo de 1927.
Eddington, convencido por lo expuesto por Lemaître dictó el 10 de mayo de 1930 una
conferencia ante la Real Sociedad Astronómica sobre ese problema, y en ella informó
sobre el trabajo de Lemaître: se refirió a la "contribución decididamente original avanzada
por la brillante solución de Lemaître", diciendo que "da una respuesta asombrosamente
completa a los diversos problemas que plantean las cosmogonías de Einstein y de De
Sitter". El 19 de mayo, De Sitter reconoció también el valor del trabajo de Lemaître, que fue
publicado, traducido al inglés, por la Real Sociedad Astronómica.
La fama de Lemaître se consolidó en 1932. Muchos astrónomos y periodistas estaban
presentes en Cambridge (Estados Unidos), en la conferencia que Eddington pronunció el
día 7 de septiembre en la cual se refirió a la hipótesis de Lemaître como una idea
fundamental para comprender el universo. Dos días después en el Observatorio de
Harvard, se pidió a Eddington y Lemaître que explicasen su teoría.
El átomo primitivo
En el artículo titulado "El comienzo del mundo desde el punto de vista de la teoría
cuántica" publicado en la revista inglesa Nature, en su edición del día 9 de mayo de 1931,9
Georges Lemaître sostuvo que si el universo está en expansión, en el pasado, debería
haber ocupado un espacio cada vez más pequeño, hasta que, en algún momento original,
todo el universo se encontraría concentrado en una especie de "átomo primitivo". Lemaître
publicó posteriormente otros artículos sobre el mismo tema, y llegó a publicar un libro
titulado "La hipótesis del átomo primitivo". Las ideas expuestas por Lemaître tropezaron no
solo con críticas, sino con una abierta hostilidad por parte de científicos que reaccionaron,
a veces, de modo violento. Varios científicos, incluso Albert Einstein, veían con
desconfianza la propuesta de Lemaître, que era una hipótesis científica seria, porque,
según su opinión, podría favorecer a las ideas religiosas acerca de la creación.

Encuentro con Albert Einstein


Entre el 24 y el 29 de octubre de 1927 tuvo lugar, en Bruselas, el quinto Congreso Solvay,
donde los expositores discutieron acerca de la nueva física cuántica. Georges Lemaître
decidió hablar con Einstein sobre su artículo, pero este le dijo que aunque los cálculos
eran correctos, su física era "abominable".10 Lemaître, convencido de que Einstein se
equivocaba esta vez, buscó prolongar la conversación, y también lo consiguió. El
profesor Auguste Piccard, que acompañaba a Einstein para mostrarle su laboratorio en la
Universidad, invitó a Lemaître a unírseles en el centro educativo. Durante el trayecto,
Lemaître aludió a la velocidad de las nebulosas, tema que se encuentra muy relacionado
con la expansión del universo. Pero Einstein no parecía estar al corriente de los resultados
de las investigaciones al efecto. Piccard, para salvar la situación, comenzó a hablar con
Einstein en alemán, idioma que no entendía Lemaître.
Las relaciones de Lemaître con Einstein mejoraron más tarde. La primera aproximación
vino a través de los reyes de Bélgica, que se interesaron por los trabajos de Lemaître y le
invitaron a la corte. Einstein pasaba todos los años por Bélgica para visitar a Lorentz y
a De Sitter, y en 1929 encontró una invitación de la reina Elisabeth, alemana como
Einstein, en la que le pedía que fuera a verla llevando su violín, ya que ejecutaba este
instrumento lo mismo que la monarca. Esa invitación fue seguida por muchas otras, de
modo que Einstein llegó a ser amigo de los reyes. En una conversación, el rey preguntó a
Einstein sobre la famosa teoría de la expansión del universo, e inevitablemente se habló
de Lemaître; notando que Einstein se sentía incómodo, la reina le invitó a improvisar, con
ella, un dúo de violín.
Otra aproximación se produjo en 1930, en una ceremonia en Cambridge, donde Einstein
se encontró con Arthur Stanley Eddington. De nuevo salió en la conversación la teoría del
sacerdote belga, y Eddington la defendió con entusiasmo.
Einstein tuvo varios años para reflexionar antes de encontrarse de nuevo personalmente
con Lemaître, en Estados Unidos. Lemaître había sido invitado por el físico Robert Millikan,
director del Instituto de Tecnología de California. Entre sus conferencias y seminarios, el
11 de enero de 1933 dirigió un seminario sobre los rayos cósmicos, y Einstein se
encontraba entre los asistentes. Esta vez, Einstein se mostró muy afable y felicitó a
Lemaître por la calidad de su exposición. Después, ambos se fueron a discutir sus puntos
de vista. Einstein ya admitió entonces que el universo está en expansión; sin embargo, no
le convencía la teoría del átomo primitivo, que le recordaba demasiado la creación.
En mayo de 1933, Einstein supo que Adolf Hitler había sido nombrado Canciller de
la República Alemana, así que renunció a sus cargos en la Academia de Ciencias y en
la Universidad de Berlín. En esas circunstancias, Lemaître fue a verle y le organizó varios
seminarios. En uno de ellos, Einstein anunció que la conferencia siguiente la daría el
propio Lemaître, añadiendo que tenía cosas interesantes que contarles. El sacerdote, en
consecuencia, pasó un fin de semana preparando su conferencia, y la dio el 17 de mayo.
Einstein le interrumpió varias veces en la conferencia manifestando su entusiasmo, y
afirmó entonces que Lemaître era la persona que mejor había comprendido sus teorías de
la relatividad.
De enero a junio de 1935, Lemaître estuvo en Estados Unidos como profesor invitado por
el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. En Princeton vio por última vez a Einstein.
A Einstein le costó aceptar la expansión del universo, aunque finalmente la aceptó, a pesar
de que similares motivos le llevaron a rechazar la teoría del átomo primitivo. No obstante
que los trabajos de Lemaître fueron cuestionados entre la comunidad científica, debido al
hecho de ser también religioso, desde el punto de vista de las ciencias eran serios, y
finalmente todos los científicos, Einstein incluido, lo reconocieron y le otorgaron todo tipo
de honores.
Lemaître estaba convencido de que ciencia y religión son dos caminos diferentes y
complementarios que convergen en la verdad. Al cabo de los años, declaraba en una
entrevista concedida al periódico estadounidense The New York Times: "Yo me interesaba
por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la
certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir
ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la
religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión".
Al final de su vida se dedicó cada vez más a los cálculos numéricos. Su interés en
los computadores y en la informática terminó por fascinarlo completamente. Murió
en Lovainapoco después de oír la noticia del descubrimiento de la radiación de fondo de
microondas cósmicas, que constituía la prueba de su teoría.

Obras seleccionadas
 "Un Univers homogène de masse constante et de rayon croissant rendant compte de
la vitesse radiale des nébuleuses extragalactiques", Anales de la Sociedad Científica
de Bruselas, 47A (1927): 41.
 Nature 128 (1931) suppl.: 704.
 L'hypothèse de l'atome primitif (La hipótesis del átomo primigenio), 1946.

Eponimia[editar]
 El cráter lunar Lemaître lleva este nombre en su memoria.11
 El asteroide (1565) Lemaître también conmemora su nombre.

Bibliografía adicional
 Valérie de Rath. Georges Lemaître, le Père du big bang. Éditions Labor. Bruselas
(1994).
 Eduardo Riaza (2010). La historia del comienzo. Georges Lemaître, padre del Big
Bang. Encuentro. ISBN 9788499200286.
 Dominique Lambert: Ciencia y fe en el padre del Big Bang, Georges Lemaître. Incluye
la conferencia inédita "Universo y átomo". Fliedner Ediciones, Madrid, 2014. ISBN 978-
84-95834-35-5

Referencias
1. Volver arriba↑ «Obituary: Georges Lemaitre». Physics Today 19 (9): 119. septiembre de
1966. doi:10.1063/1.3048455. (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y la última
versión).
2. Volver arriba↑ Reich, Eugenie Samuel (27 de junio de 2011). «Edwin Hubble in translation
trouble». Nature. doi:10.1038/news.2011.385.
3. Volver arriba↑ Livio, Mario (10 de noviembre de 2011). «Lost in translation: Mystery of the
missing text solved». Nature 479 (7372): 171-173. doi:10.1038/479171a.
4. Volver arriba↑ Sidney van den Bergh arxiv.org 6 Jun 2011 arΧiv:1106.1195v1 [physics.hist-
ph]
5. Volver arriba↑ David L. Block arxiv.org 20 Jun 2011 & 8 Jul
2011 arΧiv:1106.3928v2 [physics.hist-ph]
6. Volver arriba↑ Eugenie Samuel Reich Published online 27 June 2011|
Nature| doi 10.1038/news.2011.385
7. Volver arriba↑ http://www.nature.com/nature/journal/v479/n7372/full/479171a.html
8. Volver arriba↑ «Big bang theory is introduced - 1927». A Science Odyssey. WGBH.
Consultado el 31 de julio de 2014.
9. Volver arriba↑ Lemaître, Georges (9 de mayo de 1931). «The Beginning of the World from
the Point of View of Quantum Theory». Nature (3210):
706. Bibcode:1931Natur.127..706L. doi:10.1038/127706b0.
10. Volver arriba↑ Deprit, Andre (1984). The Big Bang and Geoges Lemaître. Dordretch,
Holanda: Reidel Publishing Company. p. 370.
11. Volver arriba↑ «Lemaître». Gazetteer of Planetary Nomenclature (en inglés). Flagstaff:
USGS Astrogeology Research Program. OCLC 44396779.

Georges Lemaitre, el cura católico


que primero habló de la teoría del
Big Bang
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Derechos de autor de la imagenWIKICOMMONSImage captionDesde pequeño, Lemaitre fue un


apasionado de la ciencia y la religión.

La teoría del Big Bang es la mejor explicación científica que tenemos de cómo se creó el
Universo.

Lo que es menos conocido es la historia de un hombre al que apenas ahora se le está dando el crédito
que merece como el científico que nos dio esa teoría.

En 1923, un joven de un pequeño pueblo de Bélgica llegó a la Universidad de Cambridge, en


Inglaterra, para llamar a la puerta de uno de los científicos más conocidos de la época, Arthur
Eddington.

Este astrofísico, quien fue quien verificó la teoría de la Relatividad de Albert Einstein, estaba
acostumbrado a recibir estudiantes de todas partes del mundo.
Sin embargo, el joven belga que lo visitó era distinto: llevaba un atuendo de sacerdote católico.
Su nombre era Georges Lemaitre y ese año que pasó en Cambridge no sólo cambió su vida,
sino también nuestra visión del Universo.
Hoy en día, a Lemaitre se le conoce como el padre del Big Bang.

Derechos de autor de la imagenSPLImage captionLemaitre fue estudiante de Eddington, quien probó


la teoría de Relatividad.

"De acuerdo con la teoría del Big Bang, hace miles de millones de años, todo el Universo, con sus
miles de millones de estrellas, planetas y galaxias podía caber en el ojo de una aguja", le explicó a la
BBC el teólogo y físico David Wilkinson.

A partir de ese punto, el Universo se empezó a expandir rápidamente hasta llegar al tamaño quetiene
en la actualidad.
Lemaitre fue quien empezó a hablar del "huevo cósmico" o la "teoría del átomo primigenio".

Fue el primero en proponer la teoría de la expansión del Universo que hoy en día se conocen como
las leyes de Hubble, por el físico estadounidense Edwin Hubble.

Es por esto que muchos expertos lo consideran ahora como uno de los científicos y físicos más
importantes del siglo XX.

"No es solo el padre del Big Bang. Creo que es el padre de la cosmología moderna", señaló John
Farrell, biógrafo de Lemaitre.

Ciencia y religión
Es imposible entender quién era George Lemaitre y cómo cambió lo que sabemos del mundo, sin
reconocer que su ciencia y su fe fueron una parte integral e inseparable de su vida.

De hecho, tal y como Farrell lo presenta, su vocación por las dos cosas empezó al mismo tiempo y
evolucionó en paralelo.
"Desde muy temprano mostró que era precoz en matemáticas y antes de que cumpliera 10
años le dijo a sus padres que quería hacerse sacerdote", le dijo Farrell a la BBC.

Peor fue su experiencia en la Primera Guerra Mundial, que lo que convenció de convertirse en
sacerdote.
Derechos de autor de la imagenAPImage captionEinstein se mostró impresionado por las idea de
Lemaitre.

Se cuenta que entre batallas, Lemaitre leía una copia del génesis y el trabajo del físico francés Henri
Poincaré.

"Conocí a varias personas que coincidieron con Lemaitre en las trincheras", contó el filósofo
científico Dominic Lamberth. "Y me dijeron que era muy extraño ver a un soldado que estudiaba
ecuaciones con el libro de Poncaré".

Después de la guerra, el joven Lemaitre siguió sus estudios de matemática y física, y completó su
preparación para ordenarse como sacerdote.

El mismo año que fue ordenado, en 1923, ganó una beca para estudiar con Eddington en el
observatorio de la Universidad de Cambridge.
"Eddington jugó un papel importante para traer al mundo la teoría de la Relatividad (de
Einstein)", explicó Mark Hurn, bibliotecario del observatorio.

"Einstein era visto como una persona oscura y metafísica y no muy integrada a la comunidad
científica. Pero Eddington ofreció evidencias de la relatividad".

Según los expertos, el año que pasó en Cambridge fue crucial para que Lemaitre diera una respuesta
a la que quizás es una de las preguntas más importantes sobre el Universo: ¿cómo se originó?

Un año más tarde viajó a Harvard y al MIT, en Massachusetts, EE.UU., para terminar su doctorado.
Cuando regresó a Bélgica, Lemaitre era una de las pocas personas en el mundo que tenía un
conocimiento profundo de las nuevas ideas "esotéricas" de Einstein sobre física.

"En la Universidad Católica de Lovaina, Lemaitre daba cursos de relatividad general y cosmología"
señaló Lamberth

"Lemaitre era una persona muy modesta y nunca hizo mucha publicidad de sus resultados. Por
ejemplo, dio con la teoría de Hubble dos años ante que él, y durante toda su carrera, llamó a estas
leyes, las leyes de Hubble".

Teoría del átomo primigenio


Lemaitre fue pionero en ofrecer una concepción nueva del cosmos. Y llamó a su idea la "teoría del
átomo primigenio", lo que hoy conocemos como la teoría del Big Bang.
Derechos de autor de la imagenNASA
La idea de Lemaitre estaba enterrada en una de las ecuaciones de Albert Einstein, pero
disentía de las conclusiones que el científico alemán había sacado de su propio trabajo.

"Einstein descubrió las ecuaciones de la relatividad general que definen cómo se comporta la
gravedad", explicó para el programa de radio de la BBC "Stories in Sound" el sacerdote y científico
John Polkinghorne.
"Pero pensó que el Universo debía ser estático, que no podía cambiar. Mientras que
Lemaitre concluyó que el Universo estaba cambiando todo el tiempo, que se estaba
expandiendo".

A partir de esa premisa el Universo tenía una historia, no era eterno.

Un trabajo que contradecía la Teoría del Estado Estacionario, que también se formuló en el siglo
XX.

"De acuerdo con este modelo, el Universo siempre ha existido", explicó Wilkinson. "Y si bien el
Universo se expande, lo hace con la creación de pequeños pedazos de materia entre las galaxias, al
contrario del Big Bang, donde todo empezó a partir de una gran expansión".

Con el descubrimiento de radiación en el Universo, considerada como el eco del Big Bang, el trabajo
de Lemaitre allanó el camino para tener una mirada alternativo del espacio.
 El experimento en México que puede ayudar a resolver el misterio de "los mensajeros del
espacio"
Para el sacerdote Belga, el Universo estaba lleno de "fuegos artificiales".

El físico supo interpretar la constante cosmológica de Einstein en la forma que la hacemos ahora:
como una aspiradora de energía que permea en todo el Universo.

Y de muchas maneras pudo echar un primer vistazo a la formación de galaxias y las irregularidades
del Universo.

También fue el primero en demostrar que la idea original de Einstein sobre que el Universo no se
expande, es imposible.
Solo uno
Image captionA pesar de ser grandes amigos, Fred Hoyle fue uno de los grandes opositores de las
teorías de Lemaitre.

Lemaitre coincidió con Einstein en varias ocasiones y este se mostró impresionado con las ideas del
cura belga.

En una ocasión, se cuenta que después de que Einstein ofreció una clase, un miembro de la prensa le
preguntó cuántas personas en la audiencia pensaba habían entendido lo que había dicho.

"Casi seguro que solo una", respondió el científico alemán. Lemaitre estaba en la audiencia.

Pero esto no quiere decir que Einstein aceptara con los brazos abiertos que estaba errado en sus
conclusiones.
Sin embargo, quizás el mayor opositor a la hipótesis de Lemaitre fue el astrónomo inglés Fred
Hoyle, uno de los arquitectos del modelo del Estado Estacionario.

De hecho fue Hoyle quien le dio su nombre a la teoría del Big Bang en una entrevista de radio para
la BBC.

"Era bastante despectivo del Big Bang", contó Wilkinson.


Si bien Lemaitre era tan apasionado de la ciencia como de la religión, siempre fue contrario
a mezclar estas dos disciplinas en un mismo proyecto.

Se resistió a la idea de que la religión jugara un papel en el desarrollo de la ciencia, incluso cuando
las teoría hablaban del origen del Universo como el Big Bang.

Este sacerdote pensaba que era importante mantener una separación entre las ideas científicas y las
creencias religiosas sobre la creación.

Georges Lemaître y el Big Bang. Sin


prejuicios por favor
Texto Eduardo Riaza, profesor del colegio Retamar y biógrafo de Georges
Lemaître Fotografías Archivos Georges Lemaître (Universidad Católica de Lovaina)

Es difícil ser astrofísico y sacerdote. Más aún si propones una teoría que
cuestiona las investigaciones de Albert Einstein y revoluciona la
astronomía. Eso le ocurrió a Georges Lemaître, padre de la teoría del origen del
cosmos.

Uno de los principales problemas de la sociedad posmodena es la desconfianza en el


conocimiento humano. Así, no faltan quienes opinan que, con frecuencia, el hombre se deja
arrastrar por ellos en todo lo que hace. Otros ponen en duda la certeza científica al considerar
que sus modelos están sujetos a cambios. Sin embargo, la ciencia experimental aporta un
conocimiento fiable porque sus modelos pueden demostrarse, y sus limitaciones no restan
importancia a los avances científicos ni a la capacidad racional que los hace posibles.
La ciencia es un camino privilegiado para buscar y encontrar la verdad, aunque esta sea
parcial. Sirva como ejemplo una de las teorías físicas más popular: el Big Bang o expansión del
universo, propuesta inicialmente por el astrofísico y sacerdote católico Georges Lemaître para
explicar el origen del mundo.
La teoría de la relatividad. Todo empezó en 1915, cuando Albert Einstein publicó la teoría de
la Relatividad general. Aunque casi toda Europa estaba implicada en la Gran Guerra, sus
escritos saltaron al bando contrario y llegaron a las manos de Arthur Eddington. El
entusiasmo del astrónomo británico fue tan grande, que tradujo al inglés el trabajo del físico
alemán y no desaprovechó el eclipse solar de 1919 para comprobar algunas de las
predicciones de dicha teoría. A partir de entonces, Einstein iba a adquirir una gran popularidad
porque la teoría de la relatividad no solo modificaba la concepción del espacio y del tiempo,
sino que permitía explicar el Universo en su conjunto.
Einstein fue el primer sorprendido al encontrar que la solución a sus ecuaciones daba como
resultado un mundo cambiante, un Universo que inicialmente él mismo estimó en contracción.
Como esto no le cabía en la cabeza, introdujo un término en las ecuaciones que contrarrestara
el efecto gravitatorio: una fuerza repulsiva, a la que llamó constante cosmológica. Esta
constante dotaba al espacio vacío de una presión que mantenía separados a los astros,
logrando así un mundo acorde con su pensamiento: estático, finito y eterno. Años más
tarde, Einstein comentaría que la introducción de esta constante en sus ecuaciones había sido
el mayor error de su vida.
Entre tanto, el astrónomo holandés Willem de Sitter obtuvo en 1917 una solución a las
ecuaciones del sabio alemán, sugiriendo la posibilidad de que el Universo fuera infinito. Por
otro lado, el matemático ruso Alexander Friedmann consiguió en 1922 varias soluciones a
estas ecuaciones, proponiendo universos que se contraían o que se expandían, según los
valores que tomara la constante cosmológica. Cuando su trabajo se publicó en
Alemania, Einstein respondió con una nota en la misma revista presumiendo un error
matemático. El error resultó finalmente inexistente, pero Einstein tardó en rectificar, por lo que
la propuesta de Friedmann cayó en el olvido.
En cambridge, junto a eddington. Georges Lemaître llegó becado como estudiante de
posgrado. Había nacido a finales del siglo xix en el sur de Bélgica y era el mayor de cuatro
hermanos. Su padre había estudiado Derecho en la Universidad Católica de Lovaina (UCL) y
tenía una fábrica de vidrio.
Georges comenzó Ingeniería de Minas en Lovaina, pero sus estudios se vieron interrumpidos
al estallar la Primera Guerra Mundial, en la que participó de artillero. Al acabar el conflicto
bélico, volvió a las aulas, pero no para continuar los estudios de Ingeniería, sino para comenzar
los de Física y Matemáticas, en los que se doctoró en 1920. Ese mismo año ingresó en el
seminario de Malinas, y en 1923 recibió las órdenes sagradas. Su condición de sacerdote no
fue obstáculo para continuar con su carrera científica y pidió ser admitido como estudiante
investigador en Astronomía en la Universidad de Cambridge para el curso 1923-24. Allí fue
alumno de Arthur Eddington, que le enseñó a conjugar la astronomía y la teoría de la
relatividad.
Ambos científicos entendían la ciencia y la religión como dos caminos para llegar a la verdad y
pronto simpatizaron. Según Eddington “la preocupación por la verdad es uno de los
ingredientes de la naturaleza espiritual del ser humano […] En ciencia como en religión la
verdad ilumina al frente como un faro mostrando el camino”. Comentaba, además, que la
nueva concepción del Universo físico le ponía “en la situación de defender la religión frente a
una determinada acusación: la de ser incompatible con la ciencia física”. Con todo, rechazaba
“la idea de que la fe característica de la religión [pudiera] demostrarse a partir de los datos o de
los métodos de la ciencia física”.
Por su parte, Lemaître recordaba que desde pequeño había soñado con ser científico y
sacerdote: se “interesaba tanto por la verdad desde el punto de vista de la certeza científica
como por la verdad desde el punto de vista de la salvación”. Por eso consideraba que “el
científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su investigación no
puede entrar en conflicto con su fe”. No obstante, se mostraba contrario a la ida de “reducir a
Dios a una hipótesis científica”.
Pero el pensamiento de Lemaître no había sido siempre el mismo. Durante la guerra le había
dado vueltas a la idea de que el “Hágase la luz” del Génesis podía servir para explicar
científicamente el comienzo del mundo. Fue en el seminario donde un anciano sacerdote le
hizo ver que no tenía sentido buscar argumentos científicos en las Sagradas Escrituras: “Si
esto ocurriera, lo consideraría desafortunado, pues únicamente serviría para empujar a más
gente irreflexiva a creer que la Biblia enseña ciencia infalible”. Al llegar a Cambridge, se reforzó
su convencimiento de que “el científico debe mantenerse a igual distancia de dos actitudes
extremas. Una, que le haría considerar los dos aspectos de su vida como dos compartimentos
cuidadosamente aislados de donde sacaría, según las circunstancias, su ciencia o su fe. La
otra, que le llevaría a mezclar y confundir inconsiderada e irreverentemente lo que debe
permanecer separado”.
El curso siguiente lo pasó entre la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), donde se puso a trabajar en el tema de la tesis doctoral
que Eddington le había sugerido.
En Estados Unidos tuvo la oportunidad de ponerse al corriente de los descubrimientos
astronómicos más recientes. Hasta ese momento se pensaba que el Universo estaba formado
por lo que hoy conocemos como la Vía Láctea, incluidas esas manchas difusas de luz,
llamadas entonces “nebulosas”. Fue por entonces cuando Edwin Hubble amplió los horizontes
al apuntar que esas “nebulosas” eran en realidad otras galaxias distintas de la nuestra. Por otro
lado, Vesto Slipher había descubierto que el espectro de luz que había recogido de la mayor
parte de las galaxias estaba desplazado hacia el rojo. No se sabía a ciencia cierta lo que esto
podía significar, pero Harlow Shapley, apoyado en el efecto doppler, consideró que ese
corrimiento hacia el rojo era consecuencia de que las galaxias se alejaban.
Un universo en expansión. Al término de sus estancias de investigación, Lemaître regresó a
Bélgica para incorporarse como profesor en la UCL, gracias a la carta de recomendación
que Eddington les había enviado. En sus primeros años de docencia recopiló todos los
conocimientos adquiridos y, en abril de 1927, publicó un trabajo en el que recogía un catálogo
de cuarenta y dos galaxias, de las que conocía las distancias con cierta aproximación, así
como las velocidades con las que se alejaban. Estableció además la proporcionalidad entre
ambas: cuanto más lejos se encontraba una galaxia, con mayor velocidad se alejaba. Es decir,
asoció esa separación a la expansión del Universo.
Cuando escribió ese artículo no tenía noticia de los trabajos previos de Friedmann, pues
estaban escritos en ruso o alemán, y los modelos de Einstein y De Sitter no le
convencían. Lemaîtrepropuso una solución intermedia entre la de Einstein y la de De
Sitter ajustando la constante cosmológica: un Universo de simetría esférica, eterno y en
evolución. Con ese modelo no solo buscaba una solución matemática correcta, sino que fuera
compatible con la Física, al dar explicación a las observaciones astronómicas.
Como este trabajo de Lemaître pasó desapercibido, pero se vio en la obligación de difundirlo.
La primera ocasión se le presentó en el V Congreso Solvay de Física, que se celebró en
Bruselas en 1927. Acudió a las conferencias y, al término de una de ellas, se entrevistó con
Einstein, que le comentó: «He leído su artículo. Sus cálculos son correctos, pero su física es
abominable». A pesar de esa negativa, Lemaître esperó otra oportunidad. Esta se presentó
en1930, con motivo de la reunión habitual de la Real Sociedad Astronómica. En ella, De
Sitter mostró sus dudas sobre el modelo estático de Einstein, opinión compartida
por Eddington. Cuando Lemaître leyó las actas de la reunión volvió a escribir a su antiguo
profesor de Cambridge para recordarle que hacía tiempo que había propuesto una solución a
ese problema. Eddington cayó en la cuenta del “olvido” y rectificó dando una conferencia
titulada “La inestabilidad del Universo esférico de Einstein”, en la que explicó la solución
que Lemaître había propuesto.
Eddington había pasado por alto este modelo por su resistencia a aceptar un mundo en
evolución. Como él comentaría años más tarde, “la teoría del Universo en expansión es en
algunos aspectos tan absurda que dudamos naturalmente en entregarnos a ella. Contiene
elementos aparentemente tan increíbles, que casi siento indignación de que alguien tenga “fe”
en ella, excepto yo mismo”.
Finalmente, reconoció sus prejuicios y se convirtió en el gran valedor de Lemaître. Tuvo una
conversación con Einstein en Cambridge, en la que defendió la expansión del Universo, y
envió por correo una copia de su trabajo a De Sitter y a Shapley.
El origen del cosmos. Lemaître no tuvo inconveniente en plantear un Universo eterno. Eso no
contradecía su creencia en un Dios hacedor del mundo, ya que un Universo creado no necesita
un comienzo en el tiempo. Conocemos el origen temporal del Cosmos por medio de la
Revelación sobrenatural, pero en teoría nada impediría que Dios hubiera creado el Universo
desde toda la eternidad. Cuando se afirma que Dios es eterno, se dice algo diferente de una
simple duración indefinida. La eternidad divina es la posesión del Ser, sin cambios, sin antes ni
después, de modo totalmente autosuficiente. Y esto nunca puede darse en un ser limitado,
como es el Universo.
De todos modos, la propuesta de 1927 no sería su modelo cosmológico definitivo. En enero de
1931, Eddington pronunció una conferencia en Londres sobre el fin del mundo desde el punto
de vista de la Física matemática. Apoyándose en el concepto termodinámico de entropía,
concluía que el Universo llegaría en el futuro a un estado de completa dispersión de la materia.
Yendo hacia el pasado, por el contrario, el orden tendería a ser completo, invitando a pensar en
un comienzo para el mundo, asunto que Eddington rechazaba tajantemente.
Estas ideas de su antiguo profesor llevaron a Lemaître a replantearse la cuestión del origen del
Cosmos, y a preguntarse si era compatible con la Física que el Universo hubiese tenido un
comienzo. Al no encontrar contradicción, se lanzó a reformular su modelo cosmológico,
completándolo con lo que sabía de Física cuántica en lo que llamó “la hipótesis del átomo
primitivo”, ahora conocido como Big Bang. Esencialmente, añadió una fase inicial a las dos
propuestas anteriores para así dar al Universo una edad finita. Todo comenzaba en un punto,
donde las leyes físicas perdían todo su sentido, en el que el Universo entraba en expansión y el
espacio se “llenaba” con los productos de la desintegración de un átomo primitivo,
desintegraciones semejantes a las radiactivas, que darían lugar a la materia, al espacio y al
tiempo, tal como hoy los conocemos. La atracción gravitatoria frenaría poco a poco esa
expansión hasta llegar a una etapa prácticamente de equilibrio. En ese momento surgían las
galaxias y sus cúmulos, a partir de acumulaciones locales de materia. Al finalizar la formación
de estas estructuras, se reanudó apresuradamente la expansión.
Sin prejuicios, por favor. Si la expansión del Universo fue inicialmente mal acogida por sus
colegas, peor reacción provocó la idea de que el mundo podía tener un comienzo. No se
discutía si el Big Bang era una intuición física o más bien una teoría rigurosamente elaborada,
sino que se rechazaba frontalmente. Los científicos, especialmente Einstein, la encontraron
demasiado audaz, incluso tendenciosa. Se produjo una situación inversa a la que
sufrió Galileo: así como Galileo Galilei fue acusado, por parte de algunos eclesiásticos, de
entrometerse en los asuntos teológicos al defender que el heliocentrismo no era contrario a las
Escrituras; Lemaître se convirtió en sospechoso para los científicos, pues pensaban que
intentaba introducir en la ciencia la creación divina.
Lemaître no pretendía explotar la ciencia en beneficio de la religión, ya que “estaba firmemente
convencido de que ambas tienen caminos diferentes para llegar a la verdad”. La autonomía de
la ciencia con respecto a la fe quedó probada cuando escribió que, “desde un punto de vista
físico, todo sucedía como si el cero teórico fuera realmente un comienzo; saber si era
verdaderamente un comienzo o más bien una creación, algo que empieza a partir de la nada,
es una cuestión filosófica que nola pueden resolver consideraciones físicas o astronómicas”.
En 1932, Lemaître volvió a EEUU con otra beca de investigación para poder justificar con
datos astronómicos su teoría del Big Bang. En Harvard asistió a una conferencia de su antiguo
profesor de Cambridge. Eddington comentó la hipótesis del Universo en expansión y proclamó
su adhesión definitiva a ella. Los asistentes dirigieron sus miradas a Lemaître y le rindieron
una ovación que consiguió emocionarle.
También visitó el Observatorio del Monte Wilson para cambiar impresiones con Hubble sobre
la relación entre la distancia a las galaxias y su velocidad de alejamiento. Finalmente, llegó a
Pasadena para impartir un seminario sobre su teoría cosmológica. A su término, Einstein –que
estuvo presente– comentó que había sido “la más bella explicación de la Creación que he
escuchado nunca”. Acto seguido, tuvo que admitir la expansión del Universo, aunque no cedió
ante el Big Bang. No resulta fácil desprenderse de los prejuicios. En el fondo, es imposible no
tenerlos. El problema radica en no reconocerlos.
El legado de lemaître. Lemaître no perdió nunca el frescor juvenil de preguntar a la naturaleza
por sus secretos. Durante el resto de su vida, trató de confirmar su teoría cosmológica a través
del estudio de los rayos cósmicos que, según creía, representaban el eco de la gran explosión
que habría originado nuestro mundo. El amor a la verdad, a la resolución del gran enigma del
Universo, era para él un ideal que no debía abandonar. Pero Georges Lemaître no solo nos ha
dejado un ejemplo de confianza en la inteligencia humana, sino que ha abierto también el
camino para comprender un poco mejor nuestro mundo: un Universo inmensamente grande al
que accedemos por el conocimiento de lo extremadamente pequeño, que nos lleva a superar la
paradoja de la existencia de un instante físico inicial que rompe con la visión estática del
Cosmos que existía hasta ese momento.
Eduardo Riaza es autor de “La historia del comienzo. Lemaître, padre del Big Bang”
(Encuentro, 2010)

Un cura dio la “más bella


explicación de la Creación”, según
Einstein
El padre del Big Bang, Georges Lemaître, fue sacerdote además de
formidable matemático

30 OCT 2015 - 13:46 CET


Einstein y Lemaître, juntos en California en 1933.

Sabido es que ciencia y religión nunca han mezclado demasiado bien. Hubo un
tiempo, ya lejano, en el que conciliar ambos términos era no sólo recomendable,
sino casi obligatorio. Y, si no, que le pregunten a las cenizas de Giordano Bruno
o a su compatriota Galileo, conminado muy a su pesar a recolocar la Tierra en el
centro del Universo cuando ésta ya había encontrado su lugar. Si los católicos lo
pasaban mal, mejor no les iba a los protestantes y así, Kepler, coetáneo de los
anteriores, a punto estuvo de ver a su madre arder en la hoguera igual que al
fantasioso de Bruno por su supuesta brujería.

Sin embargo, no siempre los prejuicios circulan en el mismo sentido. Incluso en


tiempos más recientes.

Tal vez un ejemplo de ello sea el físico y matemático belga Georges Lemaître.
Apenas un cráter en la Luna y el nombre de un vehículo espacial de la ESA –el
ATV5, ya igualmente convertido en cenizas– nos lo recuerdan. Y eso que
estamos hablando del hombre que se atrevió a corregir –educadamente, eso sí– al
mismísimo Albert Einstein, prediciendo lo que más tarde Edwin Hubble
comprobaría con los telescopios de Monte Wilson: la expansión del Universo. Lo
que hoy todos conocemos como el Big Bang.

Nunca se podrá reducir el Ser Supremo a una hipótesis


científica"
Lemaître nació en Charleroi (Bélgica) en 1894. Apasionado por las ciencias y la
ingeniería, tuvo que interrumpir sus estudios con veinte años para defender a su
país, inmerso en la Primera Guerra Mundial, siendo incluso condecorado como
oficial de artillería. No debió de gustarle nada lo que allí vivió y, horrorizado,
decidió tomar los hábitos y ordenarse sacerdote. Corría el año 1923. Pero
Lemaître no abandonó su primera vocación. Su formación académica en física y
matemáticas fue formidable, comenzando por su paso por la Universidad de
Cambridge y terminando con su doctorado en el todavía
mítico MIT estadounidense, institución en la que se doctoraría.

Poco después –en el año 1927– publicaría en una revista local el esbozo de su
modelo de universo. Partiendo de los postulados de Einstein –un cosmos estático
de masa constante– llega a un resultado totalmente diferente: el radio del
universo tenía que crecer de forma continua para ser estable. Al enterarse, el
genio alemán rechaza la idea con virulencia: "Sus cálculos son correctos, pero el
modelo físico es atroz". Y eso que Lemaître siempre haría uso de la
famosa constante cosmológica inventada por el propio Einstein, de la que más
tarde el alemán renegaría con mayor vehemencia incluso que la utilizada por
Galileo para escapar de la pira purificadora. En 1931 su trabajo alcanza las
páginas de Nature, y en él se detalla su teoría completa del ‘átomo primigenio’ o
‘huevo cósmico’, derivándose de entre sus líneas lo que luego daría en llamarse
exclusivamente Ley de… Hubble.

Einstein, agnóstico, recelaba del cura belga. Pero lo


admiraba

Einstein y Lemaître coincidirían en varias ocasiones. Einstein, agnóstico,


recelaba del cura belga, puesto que su modelo cosmológico lógicamente
arrastraba a un origen ¿divino? en el espacio-tiempo, y eso no le gustaba ni a él
ni a muchos astrofísicos. Pero lo admiraba. En una ocasión, durante una estancia
en Bruselas y disertando ante un erudito auditorio, Einstein espetó: "Supongo que
no habrán entendido nada, a excepción claro está del abate Lemaître". En
territorio comanche, juntos en Princeton, Einstein también dejaría caer al
oír predicar a su colega belga: "Ésta [por Lemaître] es la más hermosa
explicación de la Creación que nunca haya escuchado". Otra cosa es que hablara
realmente en serio.

Como es natural, la fama de Lemaître no tardó en llegar al Vaticano. A pesar de


los despectivos intentos del tan brillante como lenguaraz Fred Hoyle y los
seguidores de la teoría del universo estacionario –el mismo Hoyle, durante un
programa de radio de la BBC, bautizaría con bastante mala intención la teoría de
Lemaître como Big Bang en 1949–, el modelo de universo en permanente
expansión era imparable. Georges Lemaître ocuparía durante su vida distintos
cargos en la Academia Pontificia de las Ciencias, siendo asesor personal del
papa Pío XII. Y éste no quería dejar pasar semejante oportunidad. Si el Universo
tiene 13.700 millones de años, ¿importaría mucho que se creara en los siete días
bíblicos o en poco más de 10-35 segundos? Con gran pesar de Pío XII –que,
curiosamente, fue elogiado por Einstein en su defensa de los judíos durante la
Segunda Guerra Mundial–, Lemaître huyó de explotar la ciencia en beneficio de
la religión. Suyas son las palabras:

Tras escuchar a Lemaître, el prudente Pío XII abandonó


la idea de hacer del Big Bang un dogma de fe

"El científico cristiano tiene los mismos medios que su colega no creyente.
También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las
verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha
sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus criaturas.
Nunca se podrá reducir el Ser Supremo a una hipótesis científica. Por tanto, el
científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su
investigación no puede entrar en conflicto con su fe". Tras escuchar a Lemaître,
el prudente Pío XII abandonó la idea de hacer del Big Bang un dogma de fe.

Georges Lemaître falleció en 1966, sólo dos años después del hallazgo
irrefutable de la radiación del fondo de microondas, el eco proveniente del origen
del Universo, de su Big Bang. Quizá su nombre pintado en la chapa de un
carguero espacial no haga justicia suficiente a una mente —creyente o no—
divina.
Enrique Joven Álvarez es doctor en Ciencias Físicas y trabaja como ingeniero
en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Compagina sus tareas científico-
técnicas con la divulgación y la escritura de ficción. Ha publicado dos novelas
con la astronomía como eje principal: 'El Castillo de las Estrellas' (RocaEditorial,
2007) y, recientemente, 'El Templo del Cielo' (RocaEditorial, 2013)

AL OBSERVAR EL UNIVERSO EN EL
PRESENTE SE CREA EL PASADO,
SEGÚN STEPHEN HAWKING
POR: ALEJANDRO MARTÍNEZ GALLARDO - 02/08/2017

UNA DE LAS TEORÍAS MÁS FASCINANTES EN TIEMPOS


RECIENTES SUGIERE QUE EL UNIVERSO NO TIENE UNA
HISTORIA OBJETIVA, SINO QUE EL PASADO EMERGE A
TRAVÉS DE LA OBSERVACIÓN PARA ACONDICIONAR UN
COSMOS COMO EL QUE TENEMOS, EN DONDE LA VIDA
INTELIGENTE ES INEVITABLE

Hace 10 años Stephen Hawking y el joven físico belga Thomas Hertog


publicaron un trabajo científico en el que postulan que el pasado no
existe independientemente del presente o de la observación que
hacemos en este momento. Hawking y Hertog invirtieron el orden usual
en el que se estudian los fenómenos —de abajo hacia arriba o desde el
principio hasta el final— proponiendo que un método top-down —de
arriba hacia abajo— es más adecuado para entender el delicado
balance que ha hecho posible el surgimiento de la vida en el universo,
lo que a veces se conoce como el principio antrópico.

La física teórica que sustenta esta visión de dos de los más destacados
físicos contemporáneos es bastante complicada, pero contamos con un
TED Talk donde Hertog hace una versión simplificada de la teoría, así
como también diversos comentarios en revistas de divulgación.
Asimismo, el paper de Hertog y Hawking, titulado "Populating the
Landscape a Top Down Approach" contiene un abstract y una
conclusión que explican esto sin recurrir a abstrusas matemáticas, si
bien para una comprensión cabal de la teoría es necesario conocer
las matemáticas de la física moderna.

Hertog hace una introducción a su visión de cómo es nuestra vida en


un multiverso remontándose a la teoría del Big Bang de Lemaitre. Un
punto importante es que la teoría del Big Bang no explica cómo se
produjo el universo, sólo cómo evolucionó una vez que ya había
empezado. No podemos observar la creación, por así decirlo,
solamente inferir el inicio a partir de un proceso inflacionario. La física
del Big Bang yace más allá de la ciencia; además, estudiando el
delicado balance de las constantes del universo, pareciera que el
universo hubiera sido diseñado expresamente para que se generara
vida inteligente. Esto evidentemente no es algo que deje muy cómodos
a los físicos. Por ello se han ideado teorías como la teoría de cuerdas y
de los múltiples mundos, las cuales podrían explicar este delicado
balance en las leyes del universo, también llamado fine-tuning o
principio antrópico (antrópico porque pareciera que todo en el universo
está hecho para permitir la evolución de vida inteligente como la
humana).

La teoría de cuerdas mantiene que existen dimensiones ocultas


además de las tres dimensiones espaciales y una dimensión temporal;
estas dimensiones, que son sumamente pequeñas y por lo tanto
difíciles de observar, son las que determinan las leyes de la física. La
forma de estas dimensiones —generalmente se cree que son seis—
determina las leyes de la física de las dimensiones visibles —cada
“cuerda” vibra a una frecuencia resonante que hace que emerja a la
existencia cierto tipo de partícula. Estas dimensiones ocultas pueden
tener formas diferentes y por lo tanto producen una serie de diferentes
universos ensamblados que contienen diferentes leyes físicas y los
cuales en teoría existen simultáneamente. Con esto se puede explicar
el principio antrópico sin la necesidad de un diseñador: existen una
multiplicidad de universos, pero nosotros sólo experimentamos uno; en
la teoría de Hawking y Hertog esto ocurre a partir de las observaciones
que hacemos. Dice Hertog:

Puedes pensar en esta realidad cuántica com si fuera un árbol. Las


ramas representan todos los universos posibles (y nosotros somos
parte de ese árbol). Nuestras observaciones seleccionan ciertas
ramas, y así dan significado o dan realidad a nuestro pasado en el
mundo cuántico… La teoría cuántica indica que no somos sólo
escoria química. La vida y el cosmos son una síntesis y nuestras
observaciones ahora, de hecho, dan realidad a sus primeros
momentos.
Aquí Hertog parece acercarse a la noción de John A. Wheeler sobre el
universo participativo, la idea de que el universo emerge de manera
interdependiente a las observaciones e interrogaciones que hacemos
sobre lo que es el universo:

Es un error pensar en el pasado como ‘ya existiendo’ a todo


detalle. El ‘pasado’ es teoría. El pasado no tiene existencia excepto
cómo es registrado en el presente. Al decidir qué preguntas postula
nuestro aparato de registro cuántico en el presente tenemos una
innegable elección sobre aquello que podemos decir sobre el
‘pasado'.

Alan Wallace comenta sobre esta cita de Wheeler, tomada de su


obra Quantum Theory and Measurement, “Por ejemplo, los sistemas de
medición usados por los cosmólogos aquí y ahora cumplen un papel
central en dar lugar a lo que aparenta haber ocurrido en la temprana
evolución del universo”. Wallace ve en esto una similitud con la
filosofía madhyamika del maestro budista Nagarjuna, la cual sostiene
que todos los fenómenos son interdependientes y que ni el pasado ni el
presente ni el futuro tienen una existencia inherente, lo cual sugiere que
“pueden afectarse entre sí, en relación al marco cognitivo de referencia
del cual son designados”. Hay que mencionar que esta causalidad
multidireccional no es algo prohibitivo en las leyes de la física actual y
de hecho el aparente flujo de la flecha del tiempo del pasado al futuro
no está implícito ni en la relatividad de Einstein ni en la mecánica
cuántica.

Regresando a la teoría de Hawking y Hertog, el físico belga sostiene


que si bien la teoría de cuerdas permite “la existencia de una
inimaginable multitud de universos además del nuestro”, no provee un
criterio de selección entre estos universos y por lo tanto una explicación
de por qué nuestro universo es de esta forma y no de otra. Algo que si
provee su acercamiento de arriba abajo.

En la teoría de Hawking y Hertog, como ocurre con los historiadores o


con los conquistadores, reescribimos la historia al observar el universo.
Así la pregunta por el inicio del universo deja de ser relevante. No hay
un inicio sino todos los inicios como posibilidad (no como realidad
concreta) y por lo tanto no hay una historia objetiva del universo. Si
queremos pensar en un “inicio del universo” debemos pensar en una
superposición de múltiples condiciones iniciales (esto es, universos con
distintas leyes), de los cuales sólo una pequeña fracción contribuyeron
al universo que experimentamos hoy en día. Inevitablemente el
universo ajusta delicadamente sus constantes físicas para dar lugar a
nosotros y al cosmos que conocemos; esto ocurre debido a que nuestro
universo actual selecciona sólo las historias pasadas que lo llevan a las
condiciones presentes.

Con este método de arriba abajo se evita “una agencia externa” o una
“inflación eterna”. El universo se convierte en una suma de todas las
posibles historias, las cuales van siendo seleccionadas, como ramas de
un árbol que se van bifurcando y en la bifurcación son también
automáticamente podadas.

En su libro The Grand Design, Hawking sostiene que somos máquinas


biológicas que siguen leyes físicas determinadas, por lo que no tenemos
realmente libre albedrío. Dejaremos esta discusión para otra ocasión,
sólo levantando la cuestión sobre un determinismo que no existe en el
pasado sino un determinismo hacia el cual avanzamos, acaso com el
Punto Omega de Teilhard de Chardin o el concepto de los extraños
atractores, algo así como el monolito de Arthur C. Clarke que imanta
nuestra evolución.

Este fenómeno de observación participativa que selecciona el pasado


para llegar a nosotros no es algo completamente alejado de la realidad
observable. Podría tener un paralelo en el famoso experimento de la
doble rendija de la mecánica cuántica, en el cual la luz se comporta
como una onda o una partícula según la medición. Parafraseando la
explicación de Phillip Ball: Si no medimos a dónde se fue un
fotón entonces vemos un patrón de interferencia cuando la partícula
emerge del otro lado, lo cual refleja la naturaleza de onda. Pero si
colocamos un detector en las rendijas, entonces el patrón de
interferencia desaparece y las partículas aparecen de manera granular,
ya no como ondas. Pero podemos hacer el experimento de tal forma
que sólo detectemos la rendija por la cual pasó una partícula después
de que lo haya hecho. En este caso tampoco vemos interferencia. Lo
cual alza la pregunta de ¿cómo "sabe" la partícula que será detectada
después de pasar a través de una pantalla, de tal forma que cuando
llega a una rendija "sabe" si cruzar ambas rendijas (onda) o sólo una
(partícula)? Y, ¿cómo puede la medición posterior afectar el
comportamiento pasado? John Wheeler sugirió que quizás los fotones
no "saben" realmente qué trayectoria tomar sino que podrían
simplemente no existir físicamente hasta que los observamos (nosotros
asumimos que tienen una existencia física objetiva). De nuevo, sería el
acto de observación el que afectaría el pasado.

“Las historias del universo dependen de la precisa cuestión que se


postula”, dicen Hertog y Hawking. Alan Wallace sugiere que tenemos el
universo que tenemos, con ciertos paradigmas, porque lo limitamos con
ciertas preguntas. “¿No es acaso nuestra perspectiva de la evolución
del universo en su totalidad un reflejo, o una proyección, de la evolución
de la interrogación científica europea de la naturaleza del mundo en la
era moderna?”.

Suponiendo que esto ocurre constantemente a nivel cuántico, quedaría


por ver hasta qué punto podemos incorporar esta selección de manera
consciente a nuestra vida (algo así como el paso de lo cuántico a la
relatividad general). Alan Wallace sugiere que en cierta forma esto es
lo que hace el budismo tántrico vajrayana, en el que se toma la fruición
como sendero. Es decir, la noción de que finalmente todos somos budas
es tomada ya no como un potencial, sino como una realidad presente:
la semilla es vista ya como la fruta. “Esto significa que, mientras que
uno es todavía un ser sensible no-iluminado, uno cultiva el ‘orgullo
divino’ de considerarse a uno mismo como un buda sobre la base del
buda que uno será en el futuro”. Asimismo, los practicantes del
“vehículo diamante” practican la transformación de la percepción en una
visión pura, que emula la percepción de un buda, para quien todo
siempre ha estado iluminado. “De esta forma, uno utiliza el poder
transformativo de la propia iluminación futura en el momento presente,
con el entendimiento de que el futuro no es inherentemente real ni está
separado del presente… así uno permite que el futuro influya en el
presente”. Thomas Hertog terminó su charla en TED sugiriendo que
"existe un enorme potencial de complejidad e inteligencia para
evolucionar". ¿De dónde emerge ese "potencial"? ¿Ese potencial, como
en el budismo vajrayana, es de hecho nuestro futuro (nuestra realidad
última) visto sólo como semilla o tendencia de una manera
compartimentalizada? Tal vez el libre albedrío, como cree Hawking, es
una ilusión, pero seguramente entonces también lo es el tiempo. Y esta
distinción entre el pasado, el presente y el futuro quizás sólo sea una
persistente convención de nuestro lenguaje, de nuestra forma de
interrogar el universo que se reifica dando lugar a un mundo
fragmentario con una aparente causalidad unidireccional. El futuro
puede influir en el presente o el presente en el pasado porque no existen
inherentemente, son inseparables... Lo único que podemos afirmar que
existe realmente es este momento y por lo tanto este momento debe de
contener todos los otros momentos.

Twitter del autor: @alepholo

Con información de:

arxiv.org/pdf/hep-th/0602091.pdf

http://www.alanwallace.org/buddhistviewoffreewill.pdf
http://www.nature.com/news/2006/060619/full/news060619-6.html

http://www.bbc.com/earth/story/20160708-the-past-is-not-set-in-stone-
so-we-may-be-able-to-change-it

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