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Para otros autores como Schumpeter, que mantienen una concepción más
amplia ± más sociológica si se quiere- sobre la ciencia, la Economía lo es. En
su interpretación ³es ciencia cualquier campo de conocimiento que haya
desarrollado técnicas especiales para el hallazgo de hechos y para la
interpretación o la inferencia (análisis)´ ï. Bajo este criterio la cuestión se hace
meridiana, pues resulta evidente qu e la economía se vale de técnicas que no
son de uso común para el público, siendo, por otra parte, muchos los
economistas que las cultivan.
Tal contradicción puede que no exista, y que de hecho todos (o casi todos) los
enunciados económicos, tanto de política como de teoría económica, sean de
una u otra forma prescriptivos (normativos) y no descriptivos (positivos). No
obstante, si bien es evidente que las prescripciones políticas pueden encubrir
juicios morales, es igualmente lícito pensar que ello no ha de producirse
inevitablemente.
Estas discusiones tienen por regla general un trasfondo más político que
económicoïº . Mientras esto ocurra hemos de ser forzosamente pesimistas
sobre un próximo desenlace de la polémica y no será descabellado concluir
que en tanto haya ideologías económicas opuestas existirán necesariamente
discrepancias sobre el resultado práctico de la s aplicaciones de los principios
económicos.
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Ê . ² Esta palabra derivada del griego, quiere decir
etimológicamente régimen ó administración de la casa, y tiene en nuestro
idioma diversas acepciones: sirve para indicar el buen orden y parsimonia en
los gastos; expresa también la relación armónica de las funciones ó elementos
que constituyen alguna cosa, y así se dice: economía animal, humana, social,
etc., y si se emplea, sobre todo en el plural, como sinónima ó e quivalente de
ahorro. Ni aquel origen ni estas acepciones justifican el que se haya adoptado
la voz Economía como nombre de la ciencia que estudiamos, porque no da
idea del asunto que ésta se propone, y no guarda, por lo tanto, relación alguna
con su objeto.
2.º Que con su objeto las cosas y los actos de los otros hombres, útiles para
nuestro fin.
Es verdad que todo acto²por interno y subjetivo que sea ² tiene un aspecto
económico y ejerce alguna influencia en el orden de los bienes materiales; pero
esto, que es consecuencia de la solidaridad humana y de la unidad de nuestro
fin, no quiere decir que toda aplicación del trabajo haya de dar directa ó
inmediatamente productos económicos.
Desde este punto de vista, es, en efecto, muy sencillo de resolver para la
Economía el interesantísimo asunto de sus relaciones con las demás ciencias,
como veremos comparándola con la Moral, el Derecho y la Política, que son las
ramas del conocimiento con que, por razón de la proximidad, tiene mayor
conexión.
La armonía nace de esta considerac ión común del bien como término y
objeto de la actividad.
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-Es el nombre que particularmente se da á los préstamos
recibidos por los Gobiernos.
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. ²Comercio que lleva al extranjero los productos de un país.
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² Son cursos abiertos para dar á conocer los
resultados que obtiene el trabajo y premiar á los productores más hábiles. Las
exposiciones son especiales, locales y universales, según que se limitan á los
productos de alguna industria determinada, á cierto país ó región, ó
comprenden á todas las industrias y los pueblos todos.
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El objeto de la Economía lo constituyen los bienes y servicios que conjugan las modalidades de ser
escasos y útiles para satisfacer necesidades. La tarea de transmutar la naturaleza humana no debe
confundirse con la de manejarla" señaló acertadamente Keynes, el economista que quizá con mayor
lucidez aprehendió el carácter real, profundo, de su disciplina, en su Teoría General de la Ocupación, el
Interés y el Dinero. Ahí, el autor fue inequívoco en cuanto a la asunción de la economía como doctrina de
la conducción, la guía, la orientación y dosificación, el gobierno, el control de los hilos Ɯy en ningún caso
discurso de ilustración, iluminación o mejoramiento de las almas. La reflexión keynesiana, dedicada a
tratar "del sistema económico en conjunto y de lograr la ocupación óptima de todos los recursos del
sistema", fue caracterizada precisamente por su creador, como un "arte práctico de gobernar". La
economía es, pues, desde siempre pero con especial agudeza después de Keynes y hasta nuestros días,
un discurso y una práctica de la gobernabilidad: del manejo de los hombres y sus conductas; del
encuadramiento, tasación y predicción de sus acciones, del disciplinar. No es obvio, sin embargo, por qué
y cómo las teorías económicas constituyen, o aún pueden constituir, un dispositivo de control, ya que, en
su base Ɯen su "fundamento", se hubiera dicho en otro tiempoƜ pareciera estar vedada esa posibilidad,
toda vez que los
sujetos de lo económico, los actores de la teoría, deleznables como pudieran ser a veces desde una
perspectiva moral, son racionales: cumplen en todo momento con la "Ley de la Demanda" (consumen
hasta que su utilidad marginal iguala a sus costos marginales), calculan y persiguen, siempre, lo que les
conviene. ¿Por qué sería necesario Ɯya que son tales los sujetos que la economía autopostula para sí,
para llevarse a efecto ella mismaƜ conducir a esas entidades, gobernarlas, guiarlas a algún sitio y
constituir una teoría
para eso? ¿Cómo se construye y justifica la teoría de la gobernabilidad que la economía es? ¿A qué se
dirige, cómo opera? El mercado, núcleo central de las teorías económicas, puede ser visto como un
entramado de comportamientos. En cierto sentido, ha observado Robert
Heilbroner, lo mercantil no es otra cosa que la manera en que los individuos actúan. En la forma de un
diálogo imaginario expone el autor en El Capitalismo del Siglo XXI:
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