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Manual Práctico de Derecho Tributario PDF
Manual Práctico de Derecho Tributario PDF
Tributario Tributario
Tirant Tributario
MANUALES
Manual práctico de
edición, que incorpora el análisis de las modificaciones legislativas introduci-
das en la Ley General Tributaria, por la Ley 34/2015, de 21 de septiembre.
Su estudio procurará a los interesados en hacerlo una visión suficiente y com-
pleta del significado y problemática de cada una de ellas.
Derecho Tributario
El contenido no se limita, sin embargo, a la exposición teórica de tales institu-
tos jurídicos y los compagina con su visión práctica a través de una serie de
supuestos y ejercicios extraídos, unos, de la realidad tributaria, y otros, del
acervo de sus autores, que ponen fin a cada Lección del Manual. Este método
de formación y acercamiento al estudioso del Derecho Tributario es, en
Parte General
opinión de sus autores, el más idóneo de los posibles porque permite materiali- 3ª edición
zar el tránsito de un modelo de enseñanza a un modelo de aprendizaje, esto
es, posibilita una evolución didáctica desde el conocimiento del Derecho Tribu-
tario a partir de la monotonía del estudio teórico de sus instituciones a la habi-
litación al estudioso para que vaya descubriendo a través de su casuística, los
problemas que suscita la lectura de la norma positiva, su interpretación y
posterior aplicación, y pueda, de este modo, plantear una resolución adecua-
da al caso (lo que no quiere decir, necesariamente, acertada).
Manuales
Directores:
Juan López Martínez
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Granada
Consejo científico:
Antonia Agulló Agüero
Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universitat Pompeu Fabra
Valencia, 2016
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Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse
o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotoco-
pia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de
recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor.
© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
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TELFS.: 96/361 00 48 - 50
FAX: 96/369 41 51
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ISBN: 978-84-9119-579-5
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la sanidad, etc.) los Entes públicos precisan desplegar una actividad previa de
carácter medial o instrumental que consiste, por una parte, en la obtención de
los recursos económicos con los que hacer frente al coste que implica la consecu-
ción de tales fines (actividad de ingreso público); y por otra, la asignación o apli-
cación de estos recursos a los citados fines o necesidades colectivas (actividad
de gasto público). En este sentido, suele afirmarse que la actividad de ingreso
público constituye una actividad instrumental de segundo grado respecto de los
fines últimos de todo Ente público; en tanto que la actividad de gasto público
constituye una actividad instrumental de primer grado respecto de estos mismos
fines.
La importancia, tanto cuantitativa como cualitativa, de la actividad financiera
pública ha ido evolucionando a lo largo del tiempo en función de la propia evo-
lución de los fines asumidos por el Estado. Dicha importancia ha alcanzado su
grado máximo con el actual Estado social (art. 1 CE), caracterizado por un fuerte
intervencionismo de los poderes públicos en materia económica y social, lo que
implica, entre otras muchas cosas, una creciente necesidad de recursos financieros
con los que hacer frente al correlativo aumento del gasto público.
En nuestra disciplina se utiliza también la expresión Hacienda Pública para
hacer referencia a la actividad financiera de los Entes públicos. En este sentido,
puede decirse que el Derecho Financiero es el Derecho de la Hacienda Pública.
Ahora bien, conviene no perder de vista que la expresión Hacienda Pública
reviste una triple acepción: subjetiva, objetiva y funcional.
En un sentido subjetivo, la Hacienda Pública se identifica con los propios En-
tes públicos que realizan la actividad de ingreso y gasto público. O dicho de otro
modo, en este sentido subjetivo la Hacienda Pública hace referencia a los pro-
pios Entes públicos (Estado, Comunidades Autónomas, Entidades Locales, etc.)
en tanto y en cuanto protagonistas de la actividad instrumental de ingreso y gasto
público. A este sentido subjetivo de la expresión se refiere, por ejemplo, el artícu-
lo 77.1 de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria (en adelante,
LGT), cuando establece que la «Hacienda Pública tendrá prelación para el cobro
de los créditos tributarios vencidos y no satisfechos en cuanto concurra con otros
acreedores».
En un sentido objetivo (estático o patrimonial), la Hacienda Pública hace refe-
rencia al conjunto de derechos y obligaciones de contenido económico (patrimo-
nio) en los que se plasma, desde un punto de vista jurídico, la propia actividad de
ingreso y gasto público.
A este sentido objetivo, estático o patrimonial es al que se refiere, por ejemplo,
el artículo 5.1 de la Ley 47/2003, de 26 de noviembre, General Presupuestaria (en
adelante, LGP), cuando determina que la Hacienda Pública estatal «está consti-
tuida por el conjunto de derechos y obligaciones de contenido económico cuya
Lección 1. Derecho financiero: concepto, contenido y autonomía
mental de ingreso y gasto público, resulta evidente que las dos grandes ramas del
Derecho Financiero vienen constituidas por el Derecho de los Ingresos Públicos y
el Derecho de los Gastos Públicos o Derecho Presupuestario.
Por otra parte, y atendiendo a las distintas fuentes o institutos jurídicos de
los que pueden proceder los ingresos públicos, cabe distinguir —dentro ya del
Derecho de los Ingresos Públicos— las siguientes ramas: el Derecho Tributario, el
Derecho del Crédito Público y el Derecho Patrimonial Público.
jurídica de Derecho público (el caso paradigmático lo constituyen los ingresos tri-
butarios) y existen también ingresos públicos percibidos en virtud de una relación
jurídica de Derecho privado (v. gr. la adquisición de una suma de dinero a través
de una herencia deferida a favor del Estado; la percepción de dividendos dinera-
rios como consecuencia de la participación del Ente público en el capital social de
una entidad mercantil, etc.).
c) En virtud de un título jurídico que permita la plena disponibilidad del dinero
percibido
Si el fundamento del ingreso público se halla —como acabamos de ver— en su
finalidad esencial de servir al sostenimiento del gasto público, difícilmente podrá
cumplirse dicha finalidad si el Ente público no pude disponer plenamente del di-
nero percibido. De ahí que ésta —la plena disponibilidad del dinero percibido—
constituya otra nota caracterizadora del ingreso público.
Como ejemplo de inexistencia de plena disponibilidad del dinero percibido y,
por tanto, de ingreso público, cabe citar el caso de las fianzas, depósitos y cau-
ciones constituidos ante ciertas entidades públicas. Aunque en estos casos —y
en otros parecidos— cabría aducir también que la no calificación como ingreso
público deriva, en última instancia, del hecho de que la percepción realizada por
el Ente público no tiene como fin el sostenimiento del gasto público.
A la plena disponibilidad del dinero percibido no obsta el hecho de que al mis-
mo tiempo pueda surgir a cargo del Ente público una correlativa obligación de
restitución, como ocurre, por ejemplo, en el caso de los ingresos derivados de las
operaciones de crédito. En efecto, estos casos el Ente público viene obligado nor-
malmente a devolver las cantidades que le han sido prestadas y, además, con sus
respectivos intereses. Sin embargo, tal obligación de restitución en modo alguno
le impide disponer plena y libremente de las cantidades percibidas.
Una consecuencia tradicionalmente asociada a la nota que venimos comentado
es el denominado principio de no afectación de los ingresos públicos, en virtud del
cual el ingreso pierde su signo de procedencia y ha de ser destinado a la cobertura
de cualquier gasto público y no a un fin específico y determinado. No obstante,
este principio general tiene alguna excepción, como es el caso de los ingresos
procedentes de las denominadas contribuciones especiales, un tipo de tributo que
se impone y recauda para sufragar el coste derivado de la realización de una de-
terminada obra pública o del establecimiento o ampliación de un determinado
servicio público.
d) Tiene como finalidad esencial la financiación del gasto público
La finalidad esencial de todo ingreso público —y lo que, por tanto, justifica
su existencia y le dota de fundamento— es la de servir al sostenimiento del gasto
público.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
aplicación de los tributos, esto es, que se ocupa del estudio del ordenamiento
jurídico de los tributos.
De lo anterior se colige fácilmente que el Derecho Tributario gira en torno al
instituto jurídico del tributo, caracterizado esencialmente por constituir una pres-
tación patrimonial —pecuniaria, para ser más precisos— que se impone coactiva-
mente sobre los ciudadanos.
Como se explicará con más detalle en los temas sucesivos, desde un punto de
vista estrictamente jurídico el tributo se articula en todo caso como una típica
obligación ex lege que el ordenamiento jurídico impone sobre aquel sujeto —su-
jeto pasivo o deudor— que realiza el presupuesto de hecho (hecho imponible)
previsto por la Ley, y cuyo objeto consiste en el deber de realizar una determi-
nada prestación pecuniaria a favor del Ente público acreedor. Dando así lugar a
una relación jurídica (relación jurídica tributaria principal) que, en atención al
interés protegido, se halla en todos sus aspectos regida por normas de Derecho
público.
No obstante, y como también se explicará con mayor detalle en los temas su-
cesivos, el instituto jurídico del tributo en modo alguno se agota en esa relación
entre el sujeto pasivo y el Ente público acreedor, pues amén de que en muchas
ocasiones dicha relación se ve complementada o acompañada por otras relacio-
nes jurídicas conexas a la principal, tampoco puede perderse de vista el aspecto
dinámico o aplicativo del tributo, que nos pone en relación con las funciones, po-
testades y procedimientos a través de los cuales la Administración aplica y exige
el tributo.
Dentro del Derecho Tributario es habitual distinguir entre la Parte general y
la Parte especial. En tanto que en la primera se aborda el estudio de las normas,
principios, conceptos y procedimientos de general aplicación a cualquier clase
de tributo (hoy codificados en la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tri-
butaria). En la segunda, por el contrario, se aborda el estudio de cada tributo
en particular.
En el presente manual se aborda únicamente el estudio de la Parte General del
Derecho Tributario, a la que se dedican las Lecciones 2.ª y siguientes, a las que
nos remitimos.
tro país la segunda fuente de ingresos públicos, sólo superada por los tributos. Y
es que en el moderno Estado social los ingresos tributarios no suelen bastar para
cubrir el montante de los gastos de cada ejercicio, por lo que el recurso a la Deuda
pública se ha convertido en una vía habitual para cubrir los déficits públicos. A lo
que hay que añadir su papel fundamental e imprescindible como instrumento de
política económica.
Las normas y principios jurídicos por los que se rige el crédito o endeuda-
miento público son de Derecho público, de ahí que, como ya se ha advertido, los
ingresos que derivan de este recurso financiero deban calificarse como ingresos
públicos de Derecho público. La rama del Derecho Financiero que se ocupa del
estudio de tales normas y principios jurídicos recibe el nombre de Derecho del
Crédito público y, como es lógico, gira en torno al instituto jurídico del crédito o
Deuda pública.
las directrices para el cálculo de los precios de las garantías recogidas en la Comu-
nicación de la Comisión Europea de 1 de diciembre de 2011 sobre la aplicación, a
partir del 1 de enero de 2012, de las normas sobre ayudas estatales a las medidas
de apoyo a los bancos en el contexto de la crisis financiera».
Aunque es verdad que tales comisiones no pueden considerarse como un in-
greso derivado de la Deuda pública o de las operaciones de crédito del Estado,
también lo es que nos hallamos ante unos ingresos que guardan relación con ope-
raciones de crédito concertadas por otras personas o entidades, por lo que sólo
desde esta perspectiva puede justificarse su inclusión en el presente tema.
El régimen jurídico de los avales del Estado se recoge en el Título IV de la LGP
(arts. 113 a 118). De este régimen podemos destacar los siguientes aspectos básicos.
En primer lugar, los avales que se otorguen habrán de ser compatibles, en todo
caso, con el mercado interior, en los términos establecidos por los artículos 107
y 108 TFUE relativos a las ayudas de Estado (art. 113.2 LGP). La Decisión de la
Comisión Europea de 9 de febrero de 2012, considera que el régimen de avales
del Estado español resulta compatible con el TFUE.
En segundo lugar, el otorgamiento de los avales debe ser autorizado por medio
de la correspondiente Ley (principio de reserva de ley). En nuestro ordenamiento
jurídico es la Ley de Presupuestos Generales del Estado la que viene fijando el
importe máximo de los avales que se pueden conceder cada año. No obstante, el
Consejo de Ministros, previa declaración del interés público que lo motive, podrá
autorizar, dentro de los límites fijados por la propia Ley de Presupuestos, avales
en garantía de operaciones concertadas por: a) entidades públicas de carácter
territorial o institucional, sociedades mercantiles estatales y organismos interna-
cionales de los que España sea miembro; y b) personas naturales o jurídicas para
financiar bienes e inversiones en general que deban revertir a la Administración
General del Estado y hayan de quedar afectos a concesión administrativa, o deban
adquirirse o realizarse en el marco de un contrato de concesión de obra pública o
de colaboración entre el sector público y el sector privado, o por una sociedad de
economía mixta creada para ejecutar uno de estos contratos (art. 114 y 115 LGP).
Por último, el otorgamiento de los avales deberá ser acordado por el Ministro
de Economía quien, sin perjuicio de los límites que puedan haberse establecido en
la preceptiva autorización del Consejo de Ministros o de la correspondiente Ley,
podrá convenir las cláusulas que resulten usuales en los mercados financieros.
En particular, podrá acordar la renuncia al beneficio de excusión que establece el
artículo 1830 del Código Civil y, excepcionalmente, en los avales que garanticen
operaciones de crédito exterior, el sometimiento a arbitraje o la remisión a una
legislación o tribunales extranjeros. En cualquier caso, los avales se presumirán
otorgados con carácter subsidiario, salvo que al concederse se hubiera dispuesto
expresamente otra cosa (art. 116 LGP).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
a la prestación de un servicio público (arts. 87 y ss. LPAP) y, por tal motivo, los
bienes de uso público no serán susceptibles de generar directamente ingresos ya
que sirven para satisfacer una necesidad colectiva.
Siendo ello cierto, no lo es menos que estos bienes de dominio o uso público,
además de satisfacer dicha necesidad colectiva pueden ser susceptibles de un uso
especial —que sin impedir el uso común, supone la concurrencia de circunstancias
tales como la peligrosidad o intensidad del mismo, preferencia en casos de esca-
sez, obtención de una rentabilidad singular u otras semejantes que determinan un
exceso de utilización sobre el uso que corresponde a todos o un menoscabo de
éste (art. 85.2 LPAP)— o privativo —que determina la ocupación de una porción
del dominio público de modo que se limita o excluye su utilización por otros in-
teresados (art. 85.3 LPAP)—. Este aprovechamiento especial o privativo por parte
de un determinado administrado, quien recibirá una ventaja añadida al resto, ne-
cesita un título habilitante —autorización o concesión —art. 86 LPAP— expedido
por el Ente público titular del bien, quien a cambio puede percibir un tributo, más
concretamente, una tasa —por ejemplo: tasa por la utilización privativa de la vía
pública para la instalación de la terraza de un bar—. Pero, evidentemente, en tal
caso nos hallaremos ante un ingreso de Derecho público.
2.3. Efectos de la ley de presupuestos en relación con los ingresos y los gastos
La ley de presupuestos, en relación con los ingresos, es una previsión de aque-
llo que, a lo largo del año, se piensa recaudar a través de las diferentes fuentes de
recursos con las que cuenta el Estado, quiere ello decir que, en relación con los in-
gresos, la ley de presupuestos no tiene valor jurídico por lo que el incumplimiento
de tal previsión carece de efecto jurídico alguno. Los ingresos se incluyen en la ley
de presupuestos con la finalidad de explicar las fuentes de recursos con las que se
va a atender el estado de gastos.
Respecto de los gastos, en cambio, la ley de presupuestos es una mera autori-
zación para poder gastar y tiene un claro efecto limitativo en sentido cuantitativo,
puesto que no se puede gastar más de lo consignado en la correspondiente partida
de gasto; en sentido cualitativo, puesto que solamente se puede gastar en aquello a
lo que la ley dice que se dedicará el gasto; y en sentido temporal, porque el gasto
hay que realizarlo a lo largo del año de vigencia de la ley de presupuestos. En el
carácter limitativo de la ley de presupuestos en relación con los gastos se residen-
cia el principio de especialidad presupuestaria.
En cuanto que por medio de la ley de presupuestos se autorizan los gastos
del Estado y demás entes públicos, su aprobación constituye requisito de la
exigibilidad del gasto, dicho en otras palabras, no se pude gastar si no existe
crédito presupuestario que habilite ese gasto. Así, el artículo 46 LGP ordena
que «no podrán adquirirse compromisos de gasto ni adquirirse obligaciones
por cuantía superior al importe de los créditos autorizados en los estados de
gastos, siendo nulos de pleno derecho los actos administrativos y las dispo-
siciones generales con rango inferior a ley que incumplan esta obligación»,
precepto que debe ser interpretado en el sentido de que no se podrán contraer
compromisos de gastos por el Estado y demás entes públicos sin la existencia
de crédito presupuestario, lo que no quiere decir por ejemplo, que si el Estado
concierta un contrato, un acuerdo o un acto que origine gasto sin existencia
de crédito presupuestado a tal fin, dicho contrato, acuerdo o acto esté viciado
de nulidad de pleno derecho, puesto que las nulidades de estas características
quedan recogidas en el artículo 62 de la Ley 30/1992, sin que el supuesto a que
se refiere el artículo 46 LGP quede regulado en él.
Cuando se contrae un gasto público sin existencia de crédito presupuestario, lo
pertinente es promover un expediente de crédito extraordinario o de suplemento
de crédito para atender a dicha obligación, expedientes que son objeto de estudio
más adelante.
Lección 1. Derecho financiero: concepto, contenido y autonomía
más cortos que los previstos para las leyes ordinarias y, además, se limita el dere-
cho de enmienda.
ra, etc.) que analizan y estudian la actividad financiera pública con sus propios
métodos científicos.
Descartada la viabilidad de una verdadera ciencia de la Hacienda Pública que
pudiera integrar el estudio de todos los aspectos (políticos, económicos, socioló-
gicos, jurídicos, etc.) de la actividad financiera pública, al Derecho Financiero, en
cuanto disciplina científica, le interesa únicamente el estudio del ordenamiento
jurídico de tal actividad y, además, con métodos estrictamente jurídicos.
Desde esta perspectiva, no cabe duda alguna de que el Derecho Financiero,
tanto por su objeto de estudio (el ordenamiento jurídico-financiero) como por el
método (jurídico) que utiliza, constituye una ciencia autónoma e independiente
de otras ciencias (la política, la economía, la sociología…) que estudian con sus
propios métodos otros tantos aspectos —distintos del jurídico— de la actividad
financiera pública.
Así mismo, y dentro ya del ámbito estrictamente jurídico, tampoco parece du-
darse hoy de la autonomía del Derecho Financiero en cuanto rama de la ciencia
jurídica. En este sentido, existe unanimidad en reconocer que la actividad finan-
ciera pública y su regulación constituye una realidad dotada de sustantividad
y singularidad propias, como así lo atestigua la existencia de ciertos principios
jurídicos propios y específicos de este sector del ordenamiento, suficientes para
constituir el objeto propio de una rama autónoma de la ciencia jurídica, todo ello
sin perjuicio de la esencial unidad del ordenamiento jurídico y, especialmente, del
ordenamiento jurídico-público.
Otro de los debates que también pueden considerarse hoy superados, es el rela-
tivo a si es posible una ciencia unitaria del Derecho Financiero, en la que agrupar
institutos jurídicos tan dispares como son, por ejemplo, el presupuesto público, el
tributo, el patrimonio público y el crédito público.
Como decimos, hoy en día este debate está totalmente superado, toda vez que
se reconoce sin ningún tipo de ambages la esencial unidad del fenómeno finan-
ciero no sólo en el plano lógico (la existencia del ingreso público se justifica tan
sólo por la existencia del gasto público), sino también en el plano jurídico (im-
posibilidad de concebir la justicia en el ingreso público sin la justicia en el gasto
público), como así lo demuestra el hecho de que nuestra Constitución destine un
mismo y único precepto —el artículo 31— a la regulación tanto de los principios
que deben regir la justa contribución al sostenimiento del gasto público, como la
justa asignación o distribución del gasto público.
En cualquier caso, la autonomía del Derecho Financiero —tanto como rama
del derecho positivo, como disciplina científica— no puede entenderse si no es
dentro de la unidad esencial del ordenamiento jurídico y de la ciencia jurídica.
Lección 1. Derecho financiero: concepto, contenido y autonomía
En este último sentido hay que destacar que el Derecho Financiero —y, espe-
cialmente, el Derecho Tributario— mantiene una estrecha relación no sólo con
otras ramas del Derecho público (el Derecho Constitucional, el Derecho Admi-
nistrativo, el Derecho Penal, el Derecho Internacional Público, etc.) en las que en-
cuentran su fundamento último o raíz principal muchas instituciones, conceptos y
principios jurídico-financieros y jurídico-tributarios (así, por poner tan sólo algu-
nos ejemplos, la distribución del poder político en materia financiera y tributaria
en modo alguno puede desligarse de la distribución del poder político en nuestra
Constitución; los procedimientos de aplicación de los tributos no son más que
un tipo de procedimiento administrativo; la potestad sancionadora en materia
tributaria no constituye sino una manifestación más de la genérica potestad san-
cionadora de la Administración pública; los convenios internacionales para evitar
la doble imposición internacional no son más que un tipo específico de tratados
internacionales, etc.) sino también con otras ramas del Derecho privado, como el
Derecho Civil o el Derecho Mercantil, en las que se halla también el origen último
de ciertas instituciones y conceptos jurídicos de gran importancia dentro del Dere-
cho financiero y tributario (así, por poner tan sólo algunos ejemplos, el concepto
de obligación y de relación jurídico-obligatoria, el concepto de prescripción, etc.).
Lo que determina, como luego se verá, que estas otras ramas del ordenamiento
jurídico se configuren en multitud de ocasiones como derecho supletorio del De-
recho Financiero y Tributario.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
3.- Para la obtención de los ingresos, la Administración pública cuenta con pre-
rrogativas especiales:
a) Sólo en el caso de los ingresos públicos de Derecho público.
b) En todo caso.
c) Sólo en el caso de los ingresos públicos de Derecho privado.
d) En ningún caso.
PREGUNTAS DE AUTOEVALUACIÓN
Con el objeto de comprobar si ha comprendido los principales conceptos relacionados
con el presente tema, conteste a las siguientes cuestiones:
1. ¿Qué significa el carácter instrumental de la actividad financiera pública?
2. Defina al Derecho Financiero.
3. ¿Cuáles son las notas definitorias de los ingresos públicos?
4. Defina al Derecho Tributario.
5. ¿Qué son los tributos extrafiscales?
6. ¿En qué se diferencia un ingreso público de Derecho público de un ingreso público
de Derecho privado?
7. ¿En qué se diferencia un ingreso público ordinario de un ingreso público extraor-
dinario?
8. ¿En qué se diferencian los ingresos tributarios de los ingresos derivados del crédito
o Deuda pública?
9. ¿Cuál es la naturaleza jurídica de la Deuda pública?
10. ¿Qué es el servicio de la Deuda pública?
11. Indique los distintos tipos de Deuda pública que pueden existir en función de la
forma de instrumentarse la misma.
12. Indique cuáles son los principios constitucionales en materia de Deuda pública.
13. ¿Qué significa el principio de inclusión presupuestaria automática aplicado a la
Deuda pública?
14. Si la LPGE para un determinado año establece que el saldo vivo de la Deuda pú-
blica en términos efectivos a 31 de diciembre no puede superar el correspondiente saldo
a 1 de enero en más de 100.000 millones de euros, y a lo largo de dicho año se amortiza
Deuda pública por importe de 200.000 millones de euros ¿cuál sería el montante máximo
de nueva Deuda que podría contraer el Estado en el mencionado ejercicio presupuestario?
15. ¿En qué momento ha de entenderse perfeccionado el contrato derivado de la emi-
sión y suscripción de Deuda pública?
16. ¿En qué se diferencian el canje y la conversión de la Deuda pública?
17. ¿Puede una Comunidad Autónoma emitir Deuda pública en el extranjero?
18. En qué se diferencian los bienes demaniales o de demonio público de los bienes
patrimoniales.
19. ¿De qué clase serán los ingresos obtenidos por un Ente público como consecuencia
de la venta de las acciones pertenecientes a una sociedad mercantil de capital íntegramente
público? ¿Y los derivados del arrendamiento de un inmueble de titularidad pública?
20. Determine cuáles son los efectos del presupuesto en relación con los ingresos y los
gastos.
21. Los actos y negocios realizados sin crédito presupuestario ¿son nulos de pleno
derecho? Razone la respuesta.
Lección 1. Derecho financiero: concepto, contenido y autonomía
22. Explique, según las circunstancias, cuándo procede llevar a cabo una modificación
presupuestaria.
23. ¿Puede aprobar el Gobierno un crédito extraordinario o un suplemento de crédito?
24. ¿Cuáles son las fases de ejecución del presupuesto?
25. Describa cómo se lleva a cabo el control interno de la ejecución del presupuesto.
Lección 2
EL TRIBUTO Y SUS CATEGORÍAS
esto es, «las derivadas de una obligación de pago establecida unilateralmente por
el poder público» o, dicho de otro modo, la obligación de realizar estas prestacio-
nes surge directamente de la ley (como consecuencia de la realización de los presu-
puestos de hecho previstos por la misma) y no de un acuerdo de voluntades entre
acreedor y deudor. Así, para el TC en sentencia 185/1995, FJ 3., se puede conside-
rar que una prestación patrimonial resulta coactivamente impuesta cuando: «a)
cuando la realización del supuesto de hecho resulta de una obligación impuesta
al particular por el ente público…», «b)…También aquéllas en las que el bien,
la actividad o el servicio requerido es objetivamente indispensable para poder
satisfacer las necesidades básicas de la vida personal o social de los particulares
de acuerdo con las circunstancias sociales de cada momento y lugar o, dicho, con
otras palabras, cuando la renuncia a estos bienes, servicios o actividades priva al
particular de aspectos esenciales de su vida privada o social» y «c) También deben
considerarse coactivamente impuestas las prestaciones pecuniarias que derivan de
la utilización de bienes, servicios o actividades prestadas o realizadas por los entes
públicos en posición de monopolio de hecho o de derecho…».
Cuando concurran las notas características anteriores, la fuente normativa de
la prestación patrimonial de carácter público, debido a su carácter coactivo, so-
lamente podrá ser una Ley, se rige por el principio de reserva de ley, de hecho, el
artículo 31.3 de la CE cuando se refiere a esta clase de prestaciones patrimonia-
les, lo hace únicamente para advertir que sólo podrán establecerse —prestaciones
patrimoniales públicas— con arreglo a la ley, sin que su establecimiento en la
LPGE puedan entenderse que transgrede la prohibición del artículo 134.7 de la
CE (impide la utilización de la ley de presupuestos como instrumento a través del
cual «crear tributos»), al no tener naturaleza tributaria (STC núm. 44/2015, de 5
de marzo y núm. 62/2015, de 13 de abril). De acuerdo con lo anterior, este tipo
de prestaciones solamente podrán ser creadas bien, por las Cortes Generales, o
bien, por las Asambleas o Parlamentos autonómicos al estar sometidas al control
democrático que supone la reserva de Ley.
Como hemos afirmado, todo tributo es una prestación patrimonial de carácter
público, pero no toda prestación patrimonial de carácter público es un tributo,
por lo que el tributo participa de las anteriores características, pero además, tiene
otras que lo diferencian de las prestaciones patrimoniales públicas no tributarias
como las sanciones, la prestación empresarial por incapacidad laboral transitoria,
las cuotas de urbanización (cuya finalidad esencial es hacer posible la participa-
ción de la Comunidad en las plusvalías generadas por la acción urbanísticas de
los entes públicos, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 47 CE), las tarifas de
precios por la prestación de servicios públicos en régimen de derecho privado (por
ejemplo, a través de una empresa concesionaria del servicio), cotizaciones a la Se-
guridad Social, pagos a Colegios Profesionales, determinados pagos efectuados a
entidades privadas encargadas de la recogida de envases o residuos (aportaciones
Lección 2. El tributo y sus categorías
II. EL TRIBUTO
1. Concepto legal de tributo
La definición de la institución nuclear del Derecho Tributario se recoge en el
art. 2.1 de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria: «Los tributos
son los ingresos públicos que consisten en prestaciones pecuniarias exigidas por
una Administración pública como consecuencia de la realización del supuesto de
hecho al que la ley vincula el deber de contribuir, con el fin primordial de obtener
los ingresos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos».
La definición de tributo propuesta por el legislador se aproxima a la acuñada
por el TC en sentencia 276/2000, de 16 de diciembre (FJ 4º) cuando indica que
«el tributo, desde una perspectiva estrictamente constitucional, constituye una
prestación patrimonial coactiva que se satisface, directa o indirectamente, a los
entes públicos con la finalidad de contribuir al sostenimiento de los gastos públi-
cos (SS.T.C. 182/1997, de 28 de octubre, FJ 15º, y 233/1999, de 16 de diciembre,
FJ 18º), y grava un presupuesto de hecho o “hecho imponible” (artículo 28 LGT)
revelador de capacidad económica (artículo 31.1 CE) fijado en la Ley (artículo
133.1 CE)».
Se trata de una definición correcta si de lo que se trata es de resaltar el carácter
contributivo de este tipo de prestaciones económicas y su condición de prestacio-
nes impuestas de forma coactiva —aspectos sobre los que nos detendremos más
adelante— pero, desde luego, incorrecta en su formulación, siquiera sea porque
parece una obviedad decir que los tributos son ingresos cuyo fin primordial es la
obtención de ingresos, afirmación que convierte la definición en tautológica por
repetición inútil y viciosa. Hubiera sido más correcto, desde luego, confirmar que
los tributos son recursos que consisten en prestaciones pecuniarias …, con el fin
primordial de obtener los ingresos necesarios para el sostenimiento de los gastos
públicos como, por otro lado, queda descrito en el párrafo segundo de este mismo
art. 2.1 de la LGT.
En efecto, en cuanto recursos económicos, los tributos forman parte del haber
o de los elementos constitutivos de la Hacienda Pública junto con los ingresos
procedentes de la deuda pública y los ingresos patrimoniales, recursos que gene-
ran unos derechos en favor de la Hacienda Pública que son los créditos tributarios
(además de los derechos derivados de la emisión de empréstitos públicos y de los
derechos sobre bienes patrimoniales) que, puestos en ejercicio, procuran los ingre-
sos con los que se nutre la Hacienda Pública. Es decir, el ejercicio de esos derechos
—créditos tributarios— de naturaleza económica, por parte de la Hacienda Públi-
ca, generan prestaciones tributarias (como el ejercicio de los derechos derivados
de la emisión de empréstitos públicos genera los productos de la Deuda pública
y el ejercicio de los derechos patrimoniales genera rendimientos patrimoniales).
Lección 2. El tributo y sus categorías
Volviendo sobre las notas que caracterizan el concepto legal de tributo, se pue-
den destacar los siguientes:
– Prestaciones pecuniarias. Los tributos son recursos que consisten en pres-
taciones pecuniarias, esto es, se trata de entregar unidades monetarias (en deter-
minados casos se permite el pago en especie, art. 40 RGR) a la Administración
acreedora del tributo, sin perjuicio de que, como se verá a lo largo de estas pági-
nas, su cumplimiento demande de los ciudadanos la observancia de una serie de
deberes de comportamiento, de conductas, lo que implica que su cumplimiento
se vea aderezado, también por deberes formales, indicativos de prestaciones de
carácter personal, (los tributos se pagan en dinero pero observando unas pautas
en el comportamiento por parte de quién los paga, en cuanto que el pago se debe
hacer en un modelo formalizado en papel o telemáticamente, en los plazos que la
ley determina, y con los comprobantes o justificativos que sean exigibles en cada
caso, art. 29 LGT).
– Ingresos públicos. Los tributos se exigen por una Administración pública lo
que les confiere el carácter de ingresos públicos, cuyo producto no puede servir
para el enriquecimiento de nadie en particular, sino para concurrir a sufragar los
gastos inherentes a la comunidad, con la nota añadida de que además de ingresos
percibidos por una Administración pública son exigidos en régimen de derecho
público, separándose así el ingreso de naturaleza tributaria de aquellos otros in-
gresos que, siendo públicos por ser percibidos por una Administración pública, se
obtienen en régimen de Derecho privado, cual es el caso de los llamados ingresos
patrimoniales, producto de la explotación del patrimonio del que es titular una
Administración Pública (por ejemplo, los derivados de una explotación forestal,
los que tienen su causa en operaciones comerciales desplegadas en régimen de
libre mercado por una Administración Pública, entre otros posibles).
Al encontrarse en la envoltura del régimen de derecho público, la Administra-
ción Tributaria cuenta con una serie de prerrogativas o, lo que es lo mismo, se
encuentra en una situación de preeminencia donde las relaciones Administración
Pública-administrados ponen de manifiesto la posición de aquélla como potentior
persona, destacando así, que este tipo de relaciones jurídicas no se establecen de
igual a igual (facultades derivadas de la ejecutoriedad de los actos administrativos
y la autotutela administrativa). Como consecuencia de esta nota característica de
los tributos, se aplicará el principio de ejecutividad, como tal acto de la Adminis-
tración, en este caso tributaria, que no necesitará del refrendo de un Tribunal de
Justicia para el reconocimiento de su derecho versus obligación del administrado
ni tampoco necesitará de su auxilio para la ejecución de sus propios actos, por
ejemplo, cuando se dicta un acto de liquidación tributaria significa que el órga-
no de la Administración Tributaria competente está declarando la existencia de
una obligación tributaria por la cual una determinada persona es deudora de la
Hacienda Pública, conminándole el pago de una cantidad de dinero. En el caso
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2. Clases
El apartado 2 del artículo 2 de la LGT distingue tres categorías de tributos, a saber,
las tasas, las contribuciones especiales y los impuestos. Significa ello que cuando la ley
decide establecer un tributo debe acudir a aquella especie dentro de su género que se
adecue mejor con el fin que se pretende alcanzar, es decir, la ley no puede libremente
decidir que un servicio público se va a financiar con cargo a un impuesto, a una tasa
o a una contribución especial, sino que tendrá que hacerlo con aquella figura tribu-
taria que mejor se acomode a la financiación del servicio que se quiere cubrir. Lo
determinante no es la denominación que se le otorgue, sino a la hora de clasificar un
determinado tributo en alguna de las categorías citadas habrá que analizar su régimen
jurídico, «…como ha declarado una consolidada jurisprudencia, el legislador goza
de un amplio margen de libertad en la configuración de los impuestos y los demás
tributos que sirven para sostener los gastos públicos (SSTC 27/1981, de 20 de julio,
FJ 4; 221/1992, de 11 de diciembre, FJ 5; 96/2002, de 25 de abril, FJ 6; y 7/2010, de
27 de abril, FJ 6). En el ejercicio de su libertad de configuración normativa, el legis-
lador debe tomar en consideración las circunstancias y los datos relevantes, atendida
la naturaleza y finalidad de los distintos impuestos, tasas y otras figuras tributarias
que puede establecer, dentro de los márgenes constitucionales [STC 185/1995, de 14
de diciembre, FJ 6 a)]. Como afirmamos en la Sentencia 214/1994, de 14 de julio,
«es obvio que el legislador puede estar guiado por razones de política financiera o de
técnica tributaria, que le lleven a elegir la [regulación] más conveniente o adecuada»;
lo que no corresponde en modo alguno a este Tribunal es enjuiciar si las soluciones
adoptadas en la ley tributaria sometida a control de constitucionalidad son las más
correctas técnicamente, aunque indudablemente se halla facultado para determinar si
en el régimen legal del tributo el legislador ha sobrepasado o no los límites constitu-
cionales [FJ 5 b)]…», STC núm. 20/2012, de 16 de febrero de 2012, FJ 8º.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
cuota. La doctrina suele referirse tanto a unas (exenciones totales) como a otras
(exenciones parciales) con el nombre de beneficios fiscales.
Como en cualquiera otra relación jurídica de carácter obligatorio, la tributaria
posee un doble aspecto subjetivo: acreedor (siempre un ente público) y deudor (sujeto
pasivo). Los sujetos pasivos (o deudores principales) de la obligación tributaria en
sentido estricto lo son tanto el contribuyente (realizador del hecho imponible —art.
36.1 y 2 LGT—) como el sustituto del contribuyente (persona que por mandato de
la ley ha de cumplir la obligación tributaria en lugar del contribuyente —art. 36.3
LGT—). La ley puede, además, designar como responsables (deudores no principales
—arts. 41 a 43 LGT—) de aquella obligación a ciertos sujetos para el caso de que la
misma no sea satisfecha por el sujeto pasivo. Los responsables asumen, por lo tanto,
una obligación de garantía de la obligación tributaria.
Tanto los sujetos pasivos como los responsables constituyen especies de un gé-
nero mucho más amplio: el de los obligados tributarios. En efecto, la Ley General
Tributaria utiliza el término obligado tributario para hacer referencia a cualquier
sujeto a quien la normativa tributaria imponga el cumplimiento de obligaciones
tributarias (art. 35 LGT).
Pero no basta con saber el motivo que provoca el nacimiento de la obligación
de pagar en con concepto de un determinado tributario y quién debe de pagarlo,
sino que es necesario, además, cuantificar el importe a satisfacer, por tal motivo,
es necesario medir o cuantificar el hecho imponible realizado.
El objeto de la obligación tributaria principal consiste en la prestación de dar
una determinada cantidad de dinero y recibe el nombre de cuota tributaria (art.
19 LGT). Existen dos tipos de tributos: los tributos de cuota fija (cuya cuantía no
varía y, además, aparece directamente determinada por la ley); y los tributos de
cuota variable (cuya cuantía sí varía y, además, no aparece directamente deter-
minada por la ley, la cual se limita tan sólo a regular los elementos que permiten
determinarla en cada caso concreto). Tales elementos de cuantificación de la obli-
gación tributaria son los siguientes (art. 49 LGT):
La base imponible, la cual se define como «la magnitud dineraria o de otra na-
turaleza que resulta de la medición o valoración del hecho imponible» (art. 50.1
LGT). A veces —no siempre—, la ley reguladora del tributo contempla la posibili-
dad de aplicar reducciones sobre esta magnitud, dando así lugar a la denominada
base liquidable, que se define como la magnitud resultante de practicar, en su caso,
en la base imponible las reducciones establecidas en la Ley (art. 54 LGT). En de-
finitiva, la base —imponible o liquidable— representa la medida de la riqueza o
realidad económica que el tributo desea gravar.
Una vez cuantificada la capacidad económica sometida a gravamen se debe sa-
ber que parte de la misma se debe ingresar en la Hacienda Pública, aplicándose en
este caso los tipos impositivos, definidos como «la cifra, coeficiente o porcentaje
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
que se aplica a la base liquidable para obtener como resultado la cuota íntegra»
(art. 55 LGT)
Así pues, la combinación de la base y el tipo de gravamen permiten determinar
la que se denomina como cuota íntegra (art. 56.1 LGT) que darán como resulta-
do la cantidad a ingresar, en un principio. Dicha cuota puede experimentar tanto
incrementos como minoraciones —deducciones o bonificaciones—. En efecto, son
muchos los tributos en los que por razones de justicia tributaria (por ejemplo, no
gravamen del mínimo de subsistencia, etc.), por razones de carácter técnico (por
ejemplo, evitar la doble imposición, etc.) o, simplemente, de carácter extrafiscal
(como por ejemplo, el fomento de la inversión empresarial, el fomento de la inver-
sión en vivienda, la protección de los discapacitados, etc.) se prevé la posibilidad
de aplicar deducciones o bonificaciones sobre la cuota íntegra.
Al resultado de aplicar aquellos incrementos y aquellas minoraciones sobre la
cuota íntegra se denomina cuota líquida. En efecto, la «cuota líquida será el resul-
tado de aplicar sobre la cuota íntegra las deducciones, bonificaciones, adiciones
o coeficientes previstos, en su caso, en la Ley de cada tributo» (art. 56.5 LGT).
Por último, hay que tener en cuenta que en la normativa de ciertos tributos
(por ejemplo: en la del IRPF) se contempla el mecanismo de los pagos a cuenta
(retenciones, ingresos a cuenta, pagos fraccionados, etc.) que permiten la recauda-
ción anticipada del tributo. En tales casos, el sujeto pasivo tiene derecho a deducir
de la cuota líquida el importe de los pagos a cuenta realizados con anterioridad
al devengo de la obligación tributaria principal. El resultado de tal operación se
denomina cuota diferencial. En efecto, «la cuota diferencial será el resultado de
minorar la cuota líquida en el importe de las deducciones, pagos fraccionados,
retenciones, ingresos a cuenta y cuotas, conforme a la normativa de cada tributo»
(art. 56.6 LGT). La cuota diferencial puede arrojar uno de estos tres resultados:
cero, positivo (a ingresar) o negativo (a devolver o a compensar).
Pero además, esta obligación tributaria cuantificada, hasta su extinción (art.
59 LGT), normalmente, mediante el pago en efectivo a favor del ente público
acreedor efectuado en el plazo voluntario existente al efecto (art. 62 LGT), puede
sufrir distintas vicisitudes que incrementan su cuantía, por ejemplo, los intereses
de demora (art. 26 LGT), los recargos por ingresos extemporáneos (art. 27 LGT),
los recargos del período ejecutivo (art. 28 LGT), obteniendo o dando lugar a un
nuevo concepto, la deuda tributaria (art. 58 LGT).
3.4. Esquema
1. Nacimiento o devengo de la obligación/relación jurídico-tributaria principal
(siempre que no concurra ningún supuesto de no sujeción o exención).
1.1. Sujetos:
1.1.1. Sujeto activo o acreedor. Ente público (Estado, Comunidad
Autónoma, Municipio, etc.)
1.1.2. Deudores:
• Deudor Principal o sujeto pasivo:
§ Contribuyente
§ Sustituto del contribuyente
• Deudor no principal: responsable tributario
1.2 Objeto: prestación de dar una determinada cantidad de dinero (cuota
tributaria):
1.2.1 Tributos de cuota fija: la ley directamente el importe de la cuota
tributaria en una determinada cantidad invariable
Realización del 1.2.2 Tributos de cuota variable: la ley se limita a fijar los elementos
hecho imponible (criterios) que permiten determinar en cada caso el importe concreto
de la cuota tributaria (elementos de cuantificación):
§ Base imponible (BI)
§ Reducciones de la base imponible
§ Base liquidable (BL) = BI - reducciones
§ Tipo de gravamen (TG)
§ Cuota íntegra (CI) = BI o BL x TG
§ Incrementos de la CI
§ Deducciones/bonificaciones de la cuota íntegra
§ Cuota líquida (CL) = CI + incrementos – deducciones o
bonificaciones
§ Cuota diferencial (CD) = CL – pagos a cuenta (retenciones,
ingresos a cuenta o pagos fraccionados)
2. No sujeción: no nacimiento de la obligación/relación jurídico-tributaria principal
3. Exención: no devengo de la obligación/relación jurídico-tributaria principal
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Potestad
Procedimiento sancionador en materia tributaria
sancionadora
1. Recursos
§ Recurso de reposición
2. Reclamación económico-administrativas
§ Procedimiento abreviado para reclamaciones de menor cuantía
§ Procedimiento económico-administrativa en única o primera instancia
§ Recurso de alzada ordinario
3. Recursos en vía administrativa
§ Recurso de anulación
§ Recurso contra la ejecución
Potestad revisora
§ Recurso extraordinario de alzada para la unificación de criterio
§ Recurso extraordinario para unificación de doctrina
§ Recurso extraordinario de revisión
4. Procedimientos especiales de revisión
§ Revisión de actos nulos de pleno derecho
§ Declaración de lesividad de actos anulables
§ Revocación
§ Rectificación de errores
§ Devolución de ingresos indebidos
Lección 2. El tributo y sus categorías
III. EL IMPUESTO
1. Concepto legal. Diferencias con la tasa y las contribuciones especiales
El artículo 2.2, letra c) de la LGT define el impuesto como: «los tributos exigi-
dos sin contraprestación cuyo hecho imponible está constituido por negocios, ac-
tos o hechos que ponen de manifiesto la capacidad económica del contribuyente»,
pudiendo destacar de la misma los siguientes aspectos:
a) Se deduce su indiscutida naturaleza tributaria, destacando su fundamento en
la capacidad económica individual de quienes deben de satisfacer los impuestos
como criterio de distribución del deber de contribuir. Aunque se predica la idea de
capacidad económica en el concepto legal de impuesto, no se puede olvidar que
la misma es predicable de las otras categorías tributarias, tasas y contribuciones
especiales, aunque su manifestación o intensidad sea distinta según la categoría
tributaria, ya que se trata de uno de los principios de la imposición, siendo más
una nota propia del concepto de tributo (remisión a lo expuesto en el concepto
de tributo). Así, al fundamentarse el deber de contribuir en la capacidad econó-
mica, en los impuestos se pone de manifiesto al gravar la capacidad económica
individual, en las tasas en la medida de lo posible debe fundarse en criterios de
capacidad económica, como también la contribución especial que toma funda-
mento este principio en cuanto que grava el beneficio especial que provoca a los
obligados tributarios el aumento en el valor de sus bienes a resultas de la ejecu-
ción de una obra pública.
b) En relación con la expresión utilizada para definir legalmente al impuesto
como un tributo «exigidos sin contraprestación» hay que matizar: 1. La expre-
sión «contraprestación» responde a la concepción jurídica de las relaciones si-
nalagmáticas en las que se generan obligaciones recíprocas para ambas partes
contratantes, aspecto que no ocurre en los impuestos. Su pago como «prestación»
no genera a la Administración una obligación de «contraprestación» hacia el obli-
gado tributario, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en una compraventa;
2. Dicha expresión también es predicable de las tasas o de las contribuciones
especiales, ya que las tres categorías son prestaciones coactivamente impuestas;
por tanto, no está presente dicha circunstancia en ellas, ya que su fundamento es
el deber de contribuir, respondiendo su configuración jurídica como fórmula más
adecuada para financiar determinadas necesidades públicas. Así, el impuesto es
utilizado para financiar servicios públicos de carácter indivisible, de modo que el
obligado a pagarlo, cuando lo hace, no advierte la recepción de ningún servicio
público o un especial beneficio reparado por una cierta actividad de la Adminis-
tración previa o simultánea al deber de pago de esta figura tributaria, sino que el
ciudadano satisface impuestos en respuesta al deber contributivo que la Constitu-
ción establece y en el entendimiento de que, con ello, colabora con el Estado en la
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
financiación de todos sus servicios, sin que ninguno de ellos en concreto le resulte
relevante o ventajoso en el momento de cumplir con dicho deber.
c) Como recoge la definición legal, el hecho imponible del impuesto «está cons-
tituido por negocios, actos o hechos» que, siendo manifestativos de la capacidad
económica de los ciudadanos, se convierten en posible presupuesto de hecho que
los configuran. Se convierte en nota diferenciadora en relación con el resto de cate-
gorías tributarias, ya que mientras en las otras dos existe una actividad administra-
tiva, en la configuración de los impuestos no existe dicha actividad de la Adminis-
tración a la hora de configurar el negocio, acto o hecho como elemento objetivo del
hecho imponible que va a ser sometido a tributación y cuya realización dará lugar
al nacimiento de obligación tributaria. En estos casos el legislador somete a tribu-
tación negocios (compraventa), actos (escritura pública) o hechos (obtención de un
premio) que, tomados de la realidad, son ejemplos de manifestaciones de capacidad
económica y son configurados por la norma jurídica para someterlos a tributación.
De acuerdo con las anteriores notas definitorias de los impuestos, la principal
diferencia para distinguir esta categoría tributaria de las restantes reside en la au-
sencia de actividad administrativa en su configuración, mientras que en la tasa y
en la contribución especial se alumbra como presupuesto de hecho la actuación
previa de la Administración en interés del obligado tributario. Así, en la tasa exis-
tirá una prestación de servicios o la realización de una actividad administrativa,
mientras que en la contribución especial, la realización de una obra pública o
establecimiento o ampliación de un servicio público, por tanto, la financiación de
necesidades divisibles.
2. Clasificación
Entre otras posibles, interesa recoger ahora las siguientes clasificaciones de los
impuestos:
a) Impuestos directos e indirectos
Son impuestos directos, desde el punto de vista económico, aquéllos que
gravan manifestaciones directas de capacidad económica (obtención de renta o
posesión de un patrimonio); mientras, del punto de vista jurídico, también son
impuestos directos, cuando la cuota tributaria en la que se concreta la obliga-
ción principal del impuesto es satisfecha por el realizador del hecho imponible o
el sustituto, sin que la ley les permita la repercusión de la misma hacia terceros
extraños al hecho imponible legalmente configurado. El legislador desea que el
pago del impuesto recaiga sobre el sujeto pasivo sin otorgarle la facultad legal
de repercutir o trasladar a un tercero el importe satisfecho en concepto de im-
puesto.
Lección 2. El tributo y sus categorías
Cedido a
Materia objeto de Notas según las CCAA
Impuestos estatales
gravamen clasificación de régimen
común
Impuesto sobre la Renta de los No Directo,
Grava la renta de los no
Residentes personal,
residentes: personas físi- No
(Real Decreto Legislativo 5/2004, de 5 objetivo y
cas y jurídicas
de marzo) periódico
Directo,
Grava la titularidad del
Impuesto sobre el Patrimonio personal,
patrimonio de la perso- Sí
(Ley 19/1991, de 6 de junio) subjetivo y
nas físicas
periódico
Impuesto sobre Sucesiones y Grava la adquisición de Directo, real,
Donaciones bienes y derechos a título subjetivo y Sí
(Ley 29/1987, de 18 de diciembre) lucrativo instantáneo
Grava las entrega de bie-
nes, prestaciones de ser- Indirectos, reales,
Impuesto sobre el Valor Añadido
vicios, importaciones y objetivos e Sí
(Ley 37/1992, de 28 de diciembre)
adquisiciones intracomu- instantáneos
nitarias
Transmisiones Transmisiones onerosas Indirecto, real,
Pa t r i m o n i a l e s inter vivos de bienes y subjetivo e Sí
Impuesto sobre Trans- Onerosas derechos instantáneo
misiones Patrimonia- Grava la constitución,
Indirecto, real,
les y Actos Jurídicos O p e r a c i o n e s aumento y disminución
objetivo e No
Documentados Societarias de capital, fusión de so-
instantáneo
(Real Decreto ciedades
Legislativo 1/1993, Grava la formalización de
de 24 de septiembre) Actos jurídicos ciertos actos, (documen- Indirecto, real,
subjetivo e Sí
Documentados tos mercantiles, notaria-
instantáneo
les, etc.)
Impuestos sobre
el alcohol y las
bebidas alcohó-
licas Impuestos sobre consu-
mos específicos que gra-
Impuestos especiales Impuesto sobre
van la fabricación e im- Indirectos, reales,
de Fabricación Hidrocarburos portación de sobre alco- objetivos e Sí
(Ley 38/1992, de 28
Impuesto sobre hol y bebidas derivadas, instantáneos
de diciembre)
las Labores del hidrocarburos, labores
Tabaco del tabaco, electricidad
Impuesto sobre
la Electricidad
Impuesto especial sobre determinados Indirecto,
Grava la primera matricu-
medios de transporte real, objetivo, Sí
lación
(Ley 38/1992, de 28 de diciembre) instantáneo
Indirecto,
Impuesto especial sobre el carbón La puesta a consumo del
real, objetivo, No
(Ley 38/1992, de 28 de diciembre) carbón
instantáneo
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Cedido a
Materia objeto de Notas según las CCAA
Impuestos estatales
gravamen clasificación de régimen
común
Impuesto sobre primas de seguros Indirecto,
Grava las operaciones de
(Art. 12, Ley 13/1996, de 30 de real, objetivo, No
seguro y capitalización
diciembre) instantáneo
Tributos sobre el Juego
(Real Decreto-ley 16/1977, de 25
de febrero, por el que se regulan los La autorización, celebra-
Directo, real,
aspectos penales, administrativos y ción u organización de
objetivo, y
fiscales de los juegos de suerte, envite los juegos, rifas, concur- Sí
periódico o
o azar y apuestas) sos, apuestas y activida-
instantáneo
Impuesto sobre actividades del juego des de ámbito estatal
(Art. 48 Ley 13/2011, de 27 de mayo,
de regulación del juego)
Impuesto sobre los Depósitos en las En-
tidades de Crédito
(Art. 19, Ley 16/2012, de 27 de
diciembre)
Directo, real,
STC núm. 26/2015, de 19 de febrero Depósitos constituidos en
objetivo, y No
de 2015 las entidades de crédito.
periódico
STC núm. 59/2015, 18 de marzo de
2015
STC núm. 73/2015, de 14 de abril de
2015
La realización de activi-
Impuesto sobre el valor de la produc-
dades de producción e Directo, real,
ción de la energía eléctrica
incorporación al sistema objetivo, y No
(Art. 1 a 11 Ley 15/2012, de 27 de
eléctrico de energía eléc- periódico
diciembre)
trica
Impuesto sobre la producción de
combustible nuclear gastado y residuos La producción de com-
Directo, real,
radiactivos resultantes de la generación bustible nuclear y la
objetivo, y No
de energía nucleoeléctrica producción de residuos
periódico
(Art. 15 a 18 Ley 15/2012, de 27 de radiactivos
diciembre)
Impuesto sobre almacenamiento de
La actividad de almace-
combustible nuclear gastado y residuos
namiento de combustible Directo, real,
radiactivos en instalaciones centraliza-
nuclear gastado y de re- objetivo, y No
das
siduos radiactivos en una periódico
(Art. 19 a 27 Ley 15/2012, de 27 de
instalación centralizada
diciembre)
Recae sobre el consumo
Impuesto sobre los gases fluorados de de productos que tienen Indirecto, real,
efecto invernadero la consideración de gases objetivo, e No
(Art. 5 Ley 16/2013, de 29 de octubre) fluorados de efecto inver- instantáneo
nadero
Lección 2. El tributo y sus categorías
Cedido a
Materia objeto de Notas según las CCAA
Impuestos estatales
gravamen clasificación de régimen
común
Grava el valor de los
Impuesto sobre el valor de la extracción
productos del dominio Directo, real,
de gas, petróleo y condensados
público gas, petróleo y objetivo, y No
(Arts. 9 a 20 Ley 8/2015, de 21 de
condensados extraídos en periódico
mayo)
territorio español
Renta de Aduanas
Reglamento (UE) nº 952/2013 del
Importaciones y exporta- Indirecto, real,
Parlamento Europeo y del Consejo,
ciones en el territorio de objetivo, e No
de 9 de octubre de 2013, por el que
la Unión Europea instantáneo
se establece el código aduanero de la
Unión.
Por otro lado, nos encontramos con los impuestos propios de las Comunidades
Autónomas. En este caso, se trata de impuestos creados y regulados por una nor-
ma con rango de Ley aprobada por el Parlamento autonómico correspondiente y,
además, su gestión es llevada a cabo por los órganos competentes de la respectiva
Comunidad, junto con su recaudación, dentro siempre de su ámbito territorial.
Por ejemplo, en el caso de la Comunidad Autónoma de Andalucía, sus impuestos
propios son:
§ Impuesto sobre tierras infrautilizadas.
o Ley 8/1984, de 3 de julio, de reforma agraria.
§ Impuesto sobre emisión de gases a la atmósfera.
§ Impuesto sobre vertidos a las aguas litorales.
§ Impuesto sobre depósito de residuos radiactivos (sin efecto, desde el 1 de enero de 2013).
§ Impuesto sobre depósito de residuos peligrosos.
o Ley 18/2003, de 29 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas.
§ Canon de mejora de infraestructuras hidráulicas de depuración de interés de la Comunidad
Autónoma.
o Ley 9/2010, de 30 de julio, de Aguas.
§ Impuesto sobre los depósitos de clientes en las Entidades de Crédito (sin efecto, desde el 1
de enero de 2013).
§ Impuesto sobre las bolsas de plástico de un solo uso.
o Ley 11/2010, de 3 de diciembre, de medidas fiscales para la reducción del déficit
público y para la sostenibilidad
Para el resto de Comunidades Autónomas de régimen común, la relación de
impuestos propios se recoge en la Lección número cuatro.
Por otro lado, los impuestos locales son los establecidos en el Real Decreto
Legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido
de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales (TRLRHL); por tanto, han
sido creados por Estado y su regulación es llevada cabo principalmente por
dicha norma estatal, aunque las Corporaciones Locales podrán a través de sus
Ordenanzas Fiscales, aprobadas por el Pleno del Ayuntamiento, establecer los
impuesto asignados por el Estado y regularlos de acuerdo con las posibilidades
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
que le otorga dicha norma estatal, así, por ejemplo, la Corporación Local en su
correspondiente Ordenanza Fiscal deberá decidir si establece o no el Impuesto
sobre Construcciones, Instalaciones y Obras, al ser potestativo y, en su caso, si
aplica o no algunas de la bonificaciones potestativas que se enumeran en el art.
103.2 de dicho TRLRHL en relación con el ICIO.
Los impuestos recogidos en dicha norma son (art. 59 del TRLRHL):
a) Impuesto sobre Bienes Inmuebles (arts. 60 a 77 del TRLRHL): tributo di-
recto, obligatorio y de carácter periódico que recae sobre los bienes que tienen
esa naturaleza y que su ley reguladora clasifica en bienes inmuebles rústicos, bie-
nes inmuebles urbanos y bienes inmuebles de características especiales (centrales
hidroeléctricas, centrales nucleares, presas, embalses y saltos de agua, puertos y
aeropuertos comerciales, carreteras, autopistas y túneles de peaje).
b) Impuesto sobre Actividades Económicas (arts. 78 a 91 del TRLRHL): tri-
buto directo, obligatorio y de carácter periódico, que grava la mera realización
de actividades empresariales, profesionales o artísticas en el territorio del Estado,
si bien, declarando su ley reguladora exentos del Impuesto a las personas físicas
cuyo volumen de cifra neta de negocios sea inferior a un millón de euros.
c) Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica (arts. 92 a 99 del TRLR-
HL): tributo directo, obligatorio y de carácter periódico, que grava la titularidad
de vehículos de esa naturaleza aptos para circular por las vías públicas, cualquiera
que sea su clase y categoría.
d) Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (arts. 100 a 103 del
TRLRHL): tributo indirecto, potestativo y de carácter instantáneo, que grava la
realización, dentro del término municipal de cualquier obra, construcción o insta-
lación para cuya ejecución se precise licencia urbanística.
e) Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza Urba-
na (arts. 104 a 110 del TRLRHL): tributo directo, potestativo y de carácter ins-
tantáneo, que grava el aumento de valor que se pone de manifiesto en los terrenos
de naturaleza urbana como consecuencia de su enajenación.
f) Impuesto sobre Gastos Suntuarios en la modalidad que grava el aprovecha-
miento de cotos de caza y pesca. Este impuesto potestativo se mantiene en vigor
en virtud de la Disposición Transitoria sexta del TRLRHL y se encuentra regula-
do en el art. 372.d) y sigs. del texto Refundido de las disposiciones legales vigentes
en materia de régimen local, aprobado por el Real Decreto Legislativo 781/1986,
de 18 de abril.
Lección 2. El tributo y sus categorías
2. Principio de equivalencia
En lo referente a los principios de ordenación de las tasas, merece especial
atención el llamado principio de equivalencia, y algún comentario puntual ha de
hacerse también de la presencia en esta figura tributaria de los principios de capa-
cidad económica y de reserva de ley, que se efectuará en las lecciones siguientes.
El hecho de que las tasas sean tributos pensados para la financiación de servi-
cios públicos concretos condiciona que el importe de lo ingresado por tal concepto
tributario no pueda ser superior, en su conjunto, al coste del servicio público que a
través de la tasa se pretende financiar, exigencia que el artículo 7 de la Ley 8/1989
sintetiza en el llamado «principio de equivalencia» que se traduce en estos términos:
«Las tasas tendrán que cubrir el coste del servicio o de la actividad que constituya
su hecho imponible» y también reproduce el artículo 24.2 del TRLRHL con algún
matiz al que después nos referiremos.
Como se advierte, el principio de equivalencia rige respecto a una de las dos
modalidades sobre las que pueda girar el presupuesto de hecho de las tasas, esto
es, sobre aquellas cuyo hecho imponible queda constituido por la prestación de
servicios públicos o la realización de actividades administrativas, pero nada se
dice sobre las tasas que se exigen por el aprovechamiento especial o la utilización
privativa del dominio público.
La razón de ese diferente criterio hay que buscarla en el origen de esta legen-
daria figura tributaria que se abrió paso como sistema de financiación de deter-
minados servicios públicos creados «ex novo» sobre los que no existía previsión
presupuestaria para su cobertura por la vía de los ingresos procedentes de los
impuestos. Pero dejando de lado el origen del establecimiento del principio de
equivalencia en materia de tasas, el hecho cierto es que mientras se exige con todo
Lección 2. El tributo y sus categorías
3.2. Devengo
Recordemos que el devengo es el momento en que se tiene por nacida la obligación
tributaria derivada del hecho imponible y a él deben quedar referidos la realización
de todos los elementos del tributo y la determinación de la norma aplicable. En el
Lección 2. El tributo y sus categorías
ámbito de las tasas, sus leyes reguladoras distinguen según se trate de tasas devenga-
das por la utilización privativa o el aprovechamiento especial del dominio público,
originándose el pago de la obligación tributaria cuando se concede la utilización pri-
vativa o el aprovechamiento especial; y aquellas otras tasas exigidas por la prestación
de servicios cuyo devengo tiene lugar cuando se inicie la prestación del servicio, sin
perjuicio de exigir un depósito previo. En el caso de que la tasa, cualquiera que sea
su presupuesto de hecho, se origine periódicamente (la tasa por recogida de basura
domiciliaria), una vez notificada la liquidación correspondiente al alta en el corres-
pondiente padrón de contribuyentes, se procederá a su notificación colectiva con la
recaudación en los plazos que en ella queden previstos.
3.3. Cuantía
Los elementos que sirven para la cuantificación de las tasas difieren en rela-
ción con los habituales elementos de cuantificación de los tributos debido a la
influencia que en esta figura tributaria tiene el principio de equivalencia. Como
quiera que las tasas no pueden superar el importe del coste de los servicios que a
través de ellas van a ser financiados, la cuantía global de las tasas queda predeter-
minada por el coste de dichos servicios, lo que implica que en las leyes generales
reguladoras de esta categoría tributaria no exista referencia a la base imponible y
sí a la cuantía de las tasas que, por lo demás, queda determinada en función del
coste del servicio público que se presta según un informe económico o memoria
económico-financiera en el que se concretan los gastos directos e indirectos sus-
ceptibles de evaluar el servicio financiado.
Así, tanto el artículo 20 de la Ley 8/1989, como el artículo 25 del TRLRHL,
ordenan que cuando se trate del establecimiento por vez primera de una tasa o de
la modificación de su cuantía, será preceptiva la elaboración de la citada memoria
económico-financiera en la que se precie cuál es el coste del servicio que se va a
financiar mediante la tasa, a cuyos efectos, como tal coste del servicio, habrá que
incluir tanto los gastos directos (esencialmente, el de personal que se encuentra al
frente del servicio y los de mantenimiento del referido servicio), como los indirec-
tos que provoque y en función de todos ellos se fija la cuantía de la tasa, siendo
este informe económico-financiero el que permite determinar si la tasa se va a
exigir, o no, por encima del coste del servicio.
Por lo que se refiere a las tasas por aprovechamiento especial del dominio
público y la utilización privativa de éste, ya se dijo líneas atrás, que en este punto
sus leyes reguladoras no aluden a la influencia del principio de equivalencia, lo
que no significa que en el momento de su establecimiento no tengan que elabo-
rar también la correspondiente memoria económico-financiera, que toma como
criterio de cuantificación global de la tasa de que se trate el valor de mercado del
aprovechamiento especial del dominio público o de su utilización y, en su defecto,
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
ser correspondiente con ese beneficio especial que representa para ciertos ciudada-
nos la actividad administrativa así desplegada. Es decir, las actividades administra-
tivas que se convierten en presupuesto de hecho de una contribución especial re-
vierten, en general, en beneficio de la colectividad, dado que toda obra pública por
ser de esta naturaleza está destinada al bienestar común, pero de forma particular
las obras públicas que se financian con contribuciones especiales provocan un au-
mento de valor en los bienes titularidad de determinados ciudadanos que, por ello,
se ven obligados a financiarlas mediante el pago de contribuciones especiales y, por
esta razón, estos tributos son conocidos también como «contribuciones de mejora».
Si tal beneficio especial no se produce, la contribución especial no es posible exigirla
a los particulares. Sobre este último extremo, la jurisprudencia de nuestro Tribunal
Supremo ha venido insistiendo en que no es posible identificar el beneficio común
o general y el que, con carácter específico, da origen al pago de una contribución
especial, de tal forma que, si la ejecución de una obra de carácter público redunda
en beneficio de la colectividad sin que sea posible apreciar el específico que afecta
a un número determinado de ciudadanos, la financiación de la misma no podrá
llevarse a cabo con cargo a contribuciones especiales, pues no se da el presupuesto
de hecho que fundamenta a esta categoría tributaria. Por ejemplo, la apertura de
una nueva calle en el núcleo urbano; no tiene duda de que las obras a ejecutar re-
percutirán en un aumento en el valor de las fincas urbanas que linden con ese nuevo
trazado viario pero, si para llevarlo a cabo obligan a alguno de los propietarios a
retranquear unos metros la superficie de su solar, metros que debe ceder de forma
gratuita al Ayuntamiento correspondiente, el solar titularidad de ese ciudadano va
a ver disminuido su valor, con lo que, en su caso particular, no se habrá producido
ese hipotético aumento de valor que se configura como presupuesto de hecho de la
contribución especial. En suma, la presunción de la que parte el precepto señalado,
debe admitir prueba en contrario el hecho de que toda obra pública, correctamente
proyectada, vaya a significar un aumento en el valor de los bienes de aquéllos que
se ven afectados por su ejecución.
Junto con los dos anteriores elementos configuradores del hecho imponible de
las contribuciones especiales, es necesario destacar otros aspectos significativos
de su régimen jurídico, especialmente del que se desprende del recogido en el
TRLRHL:
a) Carácter potestativo: Las contribuciones especiales no se exigen siempre
que se realiza una obra pública o establecimiento o ampliación de servicio públi-
co, sino que, cuando se decida llevarlas a cabo, habrá que decidir también si se
van a financiar parte de su coste mediante contribuciones especiales —de ahí su
carácter de potestativas—, siendo la correspondiente Administración titular de
la actividad administrativa la que tendrá que decidir o no su establecimiento, al
no ser obligatoria, mediante el acuerdo de imposición en cada caso concreto (art.
34.1 TRLRHL), aspecto que influye directamente en el uso de este tributo por el
Lección 2. El tributo y sus categorías
coste electoral que puede significar financiar determinadas obras públicas con este
recurso y otras de idéntico contenido no.
b) Limitación cuantitativa. Su base imponible, por tanto, el importe de la obra
pública, establecimiento o ampliación del servicio público a financiar a través de
las contribuciones especiales será como máximo del 90% del coste que la entidad
soporte por la realización de las obras o por el establecimiento o ampliación de
los servicios (art. 31.1 TRLRHL). Ése es el máximo, no fijándose un mínimo ya
que dicho porcentaje será menor o deberá ser menor dependiendo de la corre-
lación existente entre el beneficio común que provocan dichas actuaciones a la
comunidad en general y el beneficio especial o aumento de valor de los bienes
que represente para ciertos ciudadanos la actividad administrativa así desplegada,
aspecto controvertido ante la dificultad de delimitar dicho beneficio con el por-
centaje de financiación.
c) Regla de la afectación. El art. 29.3 del TRLRHL establece que «Las canti-
dades recaudadas por contribuciones especiales sólo podrán destinarse a sufra-
gar los gastos de la obra o del servicio por cuya razón se hubiesen exigido». A
diferencia de las otras dos categorías tributarias, en este caso, las contribuciones
especiales se separan de la regla de la no afectación; lo que se recauda por ellas
exclusivamente podrá ser utilizado para financiar las obras o el establecimiento o
ampliación del servicio que constituyen uno de los presupuestos para su creación.
De las anteriores notas de las contribuciones especiales se desprenden el poco
uso que se hace de las mismas por la complejidad en la determinación del benefi-
cio especial o del aumento de valor a medir, cuando el legislador no establece un
criterio para su cuantificación. Además, el beneficio que se experimenta por unos
pocos a resultas de la ejecución de las obras públicas se duda que deba ser real
o presuntamente obtenido y, una vez constatado dicho beneficio especial, no se
grava dicho beneficio obtenido, sino que es objeto de gravamen el coste de la obra
o del servicio creado o ampliado, junto con la determinación del porcentaje de
financiación de la contribución especial…, aspectos que hace complicada la ges-
tión del impuesto cuando, además, todas las anteriores dudas pueden ser alegadas
por los llamados a pagar las contribuciones especiales, como después haremos
referencia, al admitirse la prueba en contrario de que ese beneficio especial no se
ha llegado a producir.
De acuerdo con dicha configuración jurídica, se distinguen las contribuciones
especiales de las tasas, además de por la diferente descripción de sus hechos impo-
nibles, porque mientras en ella la actividad administrativa no tiene por qué bene-
ficiar al obligado a pagarlas —basta con que, simplemente, se vean afectados por
dicha actuación—, la actuación administrativa que se convierte en presupuesto de
la contribución especial siempre ha de suponer un beneficio singular y específico
para el obligado a pagarlas.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
También encontramos una nota diferencial entre estas dos categorías tributa-
rias, en el hecho de que la actuación administrativa de la cual deriva el estableci-
miento de una contribución especial se impulse por iniciativa de la propia Admi-
nistración pública, mientras que la actividad administrativa que se constituye en
presupuesto de hecho de una tasa puede ser provocada a instancia del particular
(sin perjuicio de que lo sea en otras muchas ocasiones, a iniciativa del Ente públi-
co encargado de su recaudación).
Junto a ello, podríamos añadir también que mientras los recursos económicos
derivados de los impuestos y de las tasas se destinan a la cobertura de gastos in-
divisibles de los Entes públicos, los ingresos por contribuciones especiales quedan
afectos a la financiación de las obras y servicios que motivan su exacción. En
particular, y por lo que se refiere a su relación con la cobertura de los gastos pú-
blicos, es posible afirmar que, mientras que con cargo a contribuciones especiales
deben ser financiados los gastos de primer establecimiento —gastos de inversión
o de capital relativos a obras o servicios públicos—, los gastos de mantenimiento
que originan las obras y los servicios públicos deben financiarse con cargo a tasas
e impuestos.
3. Régimen jurídico
A continuación, tomando como referente el régimen jurídico de las contribu-
ciones especiales a nivel local, recogido en el Real Decreto Legislativo 2/2004,
de 5 de marzo, por el que se aprueba el TRLRHL, se expondrán los elementos
subjetivos y objetivos de su hecho imponible, básicamente: el devengo (momento
que fija el nacimiento de la obligación tributaria de la contribución especial); el
contribuyente (personas que vienen obligadas a su pago como consecuencia de
la realización del hecho imponible); la base imponible (referente a cómo se cuan-
tifica el importe que va a ser financiado por la contribución especial); la cuota
tributaria (el importe individualizado que debe abonar cada contribuyente) junto
con la referencia a algunos aspectos de su gestión, como los pagos anticipados que
se pueden exigir antes del nacimiento da la obligación tributaria originada por la
contribución especial.
3.1. Devengo
El artículo 33.1 del TRLRHL señala que el tributo será exigible cuando la obra
se haya ejecutado o el servicio haya comenzado a prestarse, naciendo en este mo-
mento la obligación de pagar la contribución especial pero, aunque todavía no ha
nacido la obligación como consecuencia de la realización del hecho imponible, se
permite la anticipación del pago desde el instante en que se encuentre aprobada
la contribución especial.
Lección 2. El tributo y sus categorías
3.2. Contribuyente
Quedan obligados al pago de las contribuciones especiales, en su condición
de contribuyentes, las personas físicas, jurídicas o entidades sin personalidad ju-
rídica que se ven especialmente beneficiadas por la realización de las obras, o
por el establecimiento o ampliación de servicios. En el ámbito local se especifica
que tendrán la consideración de personas especialmente beneficiadas, por tanto,
vendrán, como obligados principales, al pago del tributo las siguientes (art. 30.2
del TRLRHL):
«a) En las contribuciones especiales por realización de obras o establecimiento o
ampliación de servicios que afecten a bienes inmuebles, sus propietarios.
b) En las contribuciones especiales por realización de obras o establecimiento o am-
pliación de servicios a consecuencia de explotaciones empresariales, las personas o en-
tidades titulares de éstas.
c) En las contribuciones especiales por el establecimiento o ampliación de los servi-
cios de extinción de incendios, además de los propietarios de los bienes afectados, las
compañías de seguros que desarrollen su actividad en el ramo, en el término municipal
correspondiente.
d) En las contribuciones especiales por construcción de galerías subterráneas, las
empresas suministradoras que deban utilizarlas».
la cuota tributaria, la clase y naturaleza de las obras y servicios con sujeción a las
siguientes reglas: – con carácter general se podrá aplicar de manera conjunta o
separadamente los siguientes módulos de reparto: los metros lineales de fachada
de los inmuebles colindantes con la obra, su superficie, su volumen edificable y
el valor catastral a efectos del Impuesto sobre Bienes Inmuebles; – en el caso del
establecimiento y mejora del servicio de extinción de incendios, la base imponible
se repartirá entre la entidades aseguradoras de los bienes sitos en el municipio de
imposición en proporción al importe de las primas recaudadas en el año inmedia-
tamente anterior. Si la cuota exigible a cada sujeto pasivo fuera superior al cinco
por ciento del importe de las primas recaudadas por éste, el exceso se trasladará
a los ejercicios sucesivos hasta su total amortización; y, – en el caso de obras de
construcción de galerías subterráneas, se distribuirá entre las empresas que hayan
de utilizarlas en razón al espacio reservado a cada una o en proporción a las sec-
ción de aquéllas, aun cuando no las usen inmediatamente (art. 32.1 TRLRHL).
Una vez determinada la cuota según los anteriores criterios de reparto, el
Ayuntamiento podrá conceder, a solicitud del sujeto pasivo, el fraccionamiento
o aplazamiento de dicha cuota por un plazo máximo de cinco años (art. 32.3
TRLRHL). En el caso de existir beneficios fiscales que exoneren del pago de la
cuota a determinados contribuyentes de la contribución especial no será objeto de
distribución entre los demás contribuyentes la cuota exonerada por el beneficio
fiscal (art. 32.2 TRLRHL).
Teniendo en cuenta el anterior régimen jurídico de las contribuciones espe-
ciales, es necesario destacar que la necesidad de calcular el coste de las obras a
financiar con cargo a contribuciones especiales antes de su realización posibilita
que el pago de las cuotas correspondientes a cada uno de los obligados a ello se
anticipe al momento en que legalmente deban ser exigibles, conforme previene
el artículo 33 del TRLRHL. De este modo, aunque el tributo se devenga (nace
legalmente la obligación de pagarlo) cuando la obra ha sido ejecutada, una vez
aprobado el acuerdo de imposición u ordenación, la Entidad local puede exigir
por anticipado el pago de las contribuciones especiales en función del coste pre-
visto para el año siguiente. Tales pagos anticipados pueden derivar a una modi-
ficación de las contribuciones especiales y sus cuotas, como consecuencia de una
variación del coste presupuestado originariamente y de su distribución entre los
obligados al pago, circunstancia ésta que ocasiona alguna complejidad cuando el
Ayuntamiento se ha acogido a la posibilidad del cobro anticipado a que se refiere
el artículo 33.2 del mismo cuerpo legal, obteniendo los ingresos por este tributo
antes de la realización de las obras proyectadas. Por eso, seguidamente en su
apartado 4, prevé la liquidación de las cuotas definitivas una vez finalizadas las
obras, considerando como entregas a cuenta las cantidades anticipadamente exi-
gidas por el Ayuntamiento, especificándose que, una vez finalizada la realización
de las obras o iniciada la prestación del servicio, se proceda a señalar los sujetos
Lección 2. El tributo y sus categorías
de dichas cuotas atribuidas, de los porcentajes en razón a los que se han fijado
las mismas, incluso, considerando la oportunidad de que las obras a realizar por
el Ayuntamiento se financien con cargo a contribuciones especiales. Esta notifica-
ción individual es necesaria e imprescindible para la validez de las contribuciones
especiales y no es posible entenderla como un mero requisito de orden formal; en
consecuencia, deben ser practicadas necesariamente antes de la ejecución de las
obras financiadas con este tipo de tributos, por lo que dichas liquidaciones ten-
drán siempre carácter provisional hasta tanto no se lleve a cabo la ejecución de
la obra, en cuyo caso serán giradas las correspondientes liquidaciones definitivas.
Hay que insistir que, tanto los acuerdos de ordenación e imposición, como las
liquidaciones individuales de las contribuciones especiales, son susceptibles de re-
curribilidad, cada cual según sus contenidos. Así, frente al acuerdo de imposición
se podrá discutir la oportunidad de financiar las obras proyectadas mediante con-
tribuciones especiales, los criterios generales que en él se establecen para señalar
quiénes son los beneficiados por ellas o los módulos que, en abstracto, van a servir
para la posterior distribución de cuotas. En tanto que, frente al contenido de los
acuerdos de ordenación los interesados podrán formular recursos de reposición
(obligatorio y previo al recurso contencioso-administrativo, cuando el acto haya
sido dictado por una entidad local que no tenga la consideración de municipio
de gran población) o reclamación económico-administrativa (de carácter obli-
gatorio, si el municipio tiene la consideración de municipio de gran población,
pudiéndose interponer, con carácter potestativo el recurso de reposición) ante
el Ayuntamiento, recurso que tiene como finalidad revisar el contenido de las
actuaciones administrativas y que se fundamentará, bien en la procedencia de
las contribuciones especiales acordadas —al estimar, por ejemplo, que las obras
proyectadas no benefician de modo particular a todos o alguno de los llamados al
pago—; bien, sobre la cuantía del porcentaje del coste que se va a repercutir sobre
los beneficiarios de la misma —por ejemplo, si el Ayuntamiento decide financiar
el servicio o la obra municipal en el 100 por 100 de su coste real, siendo así que el
artículo 31.1 del TRLRHL de las Haciendas Locales, ordena que la base imponi-
ble debe ser como máximo el 90 por 100 del coste de aquéllas—; o también puede
fundamentarse el recurso de reposición o reclamación económico-adminstratiava
en la disconformidad del interesado con las cuotas individualmente asignadas a
cada uno de los obligados al pago.
Por todo ello, el acuerdo de ordenación e imposición ha de adoptarse antes
de la ejecución de la obra, de lo contrario, se provocaría una causa evidente de
indefensión para los afectados al pago de las contribuciones especiales, que desco-
nocerían los criterios en base a los que se les exige el pago de este tributo.
Por último, debemos considerar la existencia de un tercer momento en el pro-
cedimiento seguido para proceder al pago de las contribuciones especiales que
consiste en la asignación de las cuotas tributarias definitivas a los sujetos obli-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
gados a satisfacerlas, que tiene lugar cuando las obras ya hayan sido ejecutadas,
según lo establece el artículo 33.4 del TRLRHL.
Por otro lado, el art. 36 del TRLRHL recoge dos posibilidades de colaboración
ciudadana: la primera, recogida en el primer apartado de dicho artículo, por la
que se constituye una asociación administrativa de contribuyentes integrada por
propietarios o titulares que tiene por finalidad u objeto promover la realización
de obras o el establecimiento o ampliación de servicios por la entidad local que
les afectaría; la otra posibilidad es también otra asociación administrativa de con-
tribuyentes (apartado segundo de dicho precepto) pero, en este caso, se podrá
constituir en el período de exposición al público del acuerdo de ordenación de
la contribución especial que ha sido previamente promovida a iniciativa de la
entidad local.
Para la constitución de tales Asociaciones administrativas de contribuyentes,
es preciso que el acuerdo correspondiente sea firmado por la mayoría absoluta
de los afectados, siempre que representen, al menos, los dos tercios de las cuotas
que deban satisfacerse (artículo 37 del TRLRHL). Las funciones de este tipo de
Asociaciones son de control en la ejecución de las obras financiadas con cargo a
contribuciones especiales permitiéndosele, incluso, la ejecución de la obra proyec-
tada por el Ayuntamiento correspondiente.
Lección 2. El tributo y sus categorías
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
8.- Una entidad local podrá exigir una tasa por el siguiente concepto:
a) Por la realización de una obra pública consistente en el asfaltado de una calle.
b) Por la adquisición del bono de transporte público municipal.
c) Por la transmisión de un inmueble
d) Por tener reservado un vado permanente.
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Se pide:
Una vez estudiada la tipología de los ingresos públicos recogida en esta lección, especi-
ficara qué categoría le corresponde a cada una de las situaciones anteriores:
Solución propuesta:
a) Cuando una persona lleva a cabo la transmisión de un inmueble.
Si la Administración desea gravar esta situación, podrá someterla a imposición a
través de un impuesto, debido, por un lado, a que no existe actividad administrati-
va, por lo que se excluye la posibilidad de las tasas y las contribuciones especiales
y, por otro, cuando se transmite un bien inmueble se está poniendo de manifiesto
una determinada capacidad económica.
Como se ha comentado, el impuesto se caracteriza por la ausencia de actividad
administrativa, en este caso, en la transmisión no interviene la Administración,
sino dos personas: una decide vender y otra decide comprar. En esta compraven-
ta se pone de manifiesto una capacidad económica en la persona que efectúa la
adquisición y, además, otra capacidad económica consistente en la ganancia que
puede obtener quien transmite. El legislador para someterlas a gravamen debe de
configurar un hecho imponible que recoja ambas manifestaciones de capacidad
económica. De esta forma, por la realización del supuesto de hecho resultará una
obligación impuesta al particular por un ente público.
En este sentido, el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos
Documentados, en la modalidad de Transmisiones Patrimoniales Onerosas, su
hecho imponible viene constituido, entre otros aspectos, por las transmisiones
onerosas por actos «inter vivos» de toda clase de bienes y derechos que integren
el patrimonio de las personas físicas, siendo el obligado al pago del impuesto, en
este caso, el adquirente.
Pero además, en relación con el vendedor, puede haber obtenido una ganancia
como consecuencia de la transmisión, que vendrá determinada por la diferencia
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Se pide:
1. A la vista de la definición del hecho imponible correspondiente a la tasa exigida
en relación con el escaparate, indique de modo razonado si el establecimiento de
dicha tasa por el Ayuntamiento de X se ajusta o no a Derecho. En caso afirmati-
vo, indique de modo razonado si la consideración de la entidad financiera como
sujeto pasivo contribuyente de la citada tasa se ajusta o no a Derecho.
2. A la vista de la definición del hecho imponible correspondiente a la tasa exigida en
relación con el cajero automático, indique de modo razonado si el establecimiento
de dicha tasa por el Ayuntamiento de X se ajusta o no a Derecho. En caso afirma-
tivo, indique de modo razonado si la consideración de la entidad financiera como
sujeto pasivo contribuyente de la citada tasa se ajusta o no a Derecho.
3. De acuerdo con la regulación de los elementos de cuantificación de ambas tasas,
indique si se ha respectado o no el principio de reserva de ley en materia tributa-
ria.
Se pide:
Informe jurídico en defensa de la liquidación en concepto de la Tasa por el Servicio de
Extinción de Incendios dictada por el Ayuntamiento.
Lección 3
LOS PRINCIPIOS QUE RIGEN LA ORDENACIÓN
DE LOS TRIBUTOS
Debe señalarse, con carácter previo, que todos ellos, en especial, los del primer
apartado, son aspectos parciales de un único principio, el principio de justicia tri-
butaria; por ello, y esto es esencial para entender cada principio en particular, en
su análisis individualizado ha de tenerse presente la interacción con los restantes.
Estos principios constitucionales se configuran en la Constitución de forma
general y abstracta, por tanto, su contenido vendrá delimitado por las interpre-
taciones que de los mismos realiza el Tribunal Constitucional, interpretación que
vincula a todos los ciudadanos y sus pronunciamientos deben ser tenidos en cuen-
ta tanto por la Administración y los Tribunales de Justicia, como por el propio
legislador que debe respetarlos y proyectarlos en las normas que vaya dictando.
Además, en caso de vulneración, podrán ser alegados ante los Tribunales, moti-
vando la interposición de una cuestión de inconstitucionalidad, si la norma tiene
rango de ley, ante el Tribunal Constitucional y, en el caso no tener rango de ley,
los propios Tribunales de Justicia podrán declarar la inconstitucionalidad de la
norma.
Los principios del artículo 31.1 de la CE también han quedado plasmados en
el artículo 3 de la LGT, en dos párrafos: el primero dedicado a los principios en
los que ha de basarse la ordenación de los tributos y, el segundo, a los principios
que han de ser respetados en la aplicación de los sistemas tributarios. Centrán-
donos en el primer párrafo, se observan las siguientes modificaciones en relación
con el texto constitucional:
En primer lugar, parece preordenar al principio de capacidad económica como
principal vector de justicia en el tributo, tesis que, si bien ha tenido su tradición
Lección 3. Los principios que rigen la ordenación de los tributos
supone indefectiblemente que todo ciudadano pague tributos, sino que paguen
todos aquéllos que a la luz de los principios constitucionales tengan la necesaria
capacidad contributiva y que dicha contribución, en base al principio de igualdad,
no sea por el mismo importe, sino que vendrá modulado por dicho principio de
capacidad económica y el de progresividad.
Además, dicho principio tiene otra función: reclamar del legislador la creación
de un sistema tributario o de un esquema de figuras impositivas que sometan a
tributación todos los actos, hechos o negocios jurídicos indicativos de capacidad
económica y al que deben contribuir todos los sujetos según su capacidad eco-
nómica. «En consecuencia, si la exigencia constitucional del art. 31.1 CE relativa
al deber de todos de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos según la
capacidad económica de cada contribuyente configura un mandato que vincu-
la, no sólo a los ciudadanos, sino también a los poderes públicos, ya que, si los
unos están obligados a contribuir de acuerdo con su capacidad económica al
sostenimiento de los gastos públicos, los otros están obligados —en principio— a
exigir esa contribución a todos los contribuyentes cuya situación ponga de mani-
fiesto una capacidad económica susceptible de ser sometida a tributación» (STC
10/2005, de 20 de enero) «…y lleva consigo la necesidad de impedir una distri-
bución injusta de la carga fiscal, ya que lo que unos no pagan debiendo pagar lo
tendrán que pagar otros con más espíritu cívico o con menos posibilidades de
defraudar», (STC 110/1984, FJ 3.º y STC 50/1995, de 23 de febrero, FJ 6º).
La quiebra de este principio provoca desigualdades de trato, así ocurrirá cuan-
do el legislador no delimite, al definir los presupuestos de hecho que denoten ca-
pacidad contributiva, todos los hechos reveladores de capacidad económica o, lo
que es lo mismo, este requerimiento dirigido al legislador pugna con la existencia
o concesión de beneficios o exenciones fiscales carentes de justificación.
Por otro lado, exige actuaciones contra el fraude fiscal al constituir una de las
modalidades que atacan a dicho principio de generalidad, «de ahí la necesidad de
una actividad inspectora especialmente vigilante y eficaz aunque pueda resultar
a veces incómoda y molesta» (STC 110/1984 de 26 de noviembre, FJ 3º), siendo
la actividad de control en materia tributaria una finalidad constitucionalmente
legítima capaz de restringir otros derechos (STC 292/2000, de 30 de noviembre)
e instrumento para la distribución equitativa del sostenimiento del gasto público.
Por este motivo, se autoriza «… al legislador para que, dentro de un sistema tribu-
tario justo, adopte las medidas que sean eficaces y atribuya a la Administración las
potestades que sean necesarias para exigir y lograr el exacto cumplimiento de sus
obligaciones fiscales por parte de los contribuyentes, potestades que por esencia
sitúan a la Administración como potentior persona en una situación de superiori-
dad sobre los contribuyentes» (STC 76/1990, de 26 de abril).
Lección 3. Los principios que rigen la ordenación de los tributos
en contra del principio de generalidad, sino que, como se ha dicho, solo participa-
rán en la contribución al sostenimiento de los gastos públicos aquéllos que tenga
una determinada capacidad económica, demandando los principios de justicia
que la renta vital quede exenta de tributación.
También, a título ejemplificativo por otras razones también amparadas en el
Ordenamiento jurídico, en este caso, las exenciones son utilizadas para conseguir
un objetivo de política extrafiscal. Los tributos tienen un fin primordial, su razón
de ser, es la finalidad recaudatoria como instrumento de generación de ingresos
para poder destinarlos a los pagos y gastos públicos con los que hacer frente a
las necesidades colectivas. Sin embargo, junto a dicha finalidad, los tributos o
las técnicas tributarias «podrán servir como instrumentos de política económica
general y atender a la realización de los principios y fines contenidos en la cons-
titución» —art. 2.1 LGT—; son las otras finalidades de los tributos, los llamados
fines extrafiscales. Piensen en el establecimiento de una serie de exenciones o de
bonificaciones para aquellas empresas que se instalen o creen puestos de traba-
jo en determinadas áreas desfavorecidas. Estas técnicas producen una quiebra
al principio de generalidad pero, si se encuentran fundadas en otros principios
constitucionales dignos de protección —arts. 39 y ss. de la CE—, no tienen por
qué suponer quiebras ilícitas al aludido principio, ya que han de ponderarse los
principios que teóricamente se encuentran en conflicto.
La generalidad, como principio de la ordenación de los tributos, no significa
que cada figura impositiva haya de afectar a todos los ciudadanos. Tal generali-
dad, característica también del concepto de Ley, es compatible con la regulación
de un sector o de grupos compuestos de personas en idéntica situación. Sus notas
son la abstracción y la impersonalidad. La generalidad, pues, se encuentra más
cerca del principio de igualdad y rechaza, en consecuencia, cualquier discrimina-
ción. Lo que no resulta admisible es lo opuesto a las notas de abstracción e imper-
sonalidad: el establecimiento de exenciones o bonificaciones intuitu personae, la
acepción de personas, extremo éste que habrá de ser analizado en cada supuesto
sin que podamos valernos de un criterio formal, ya que estamos ante un mecanis-
mo técnico jurídico —la exención o bonificación— que puede encerrar múltiples
finalidades, por lo que hemos de acudir al criterio sustancial que nos ofrece el
propio fundamento de esta técnica jurídica. Y así, para que no se produzca una
quiebra ilícita del analizado principio es necesario que la exención tributaria en-
cuentre su fundamento en criterios de justicia. En definitiva, lo que prohíbe el
analizado principio es el privilegio fiscal en el sentido de norma excepcional no
justificada en base a los criterios de justicia. No hemos de desconocer que en más
ocasiones de las que sería de desear, bajo hipotéticas actuaciones que dicen encon-
trar su amparo en políticas o principios de corte extrafiscal, se esconden auténti-
cas medidas de privilegio ante determinados sectores industriales o económicos,
Lección 3. Los principios que rigen la ordenación de los tributos
y es esto último lo que está expresamente prohibido bajo el mando del principio
de la generalidad tributaria.
En este sentido, la persona que es despedida de su trabajo tiene derecho a
percibir una indemnización, fijado su importe en el Estatuto de los Trabajadores,
los estudiantes del sistema educativo, si reúnen unos requisitos, tienen derecho a
la percepción de una beca de estudios, la persona que no puede seguir trabajan-
do como consecuencia de una enfermedad y se le reconoce el derecho a percibir
una pensión por incapacidad permanente de gran invalidez…, en todos los casos
anteriores se está obteniendo renta, que se encuentra sujeta al IRPF, por lo que
se debería tributar por su obtención, sin embargo, las anteriores situaciones son
supuestos de exención, los cuáles no inculcan el principio de generalidad si cada
una encuentra su fundamento en criterios de justicia; así por ejemplo, en el caso
de las becas de estudio se puede justificar dicha exención en que un Estado social
de Derecho (art. 1 CE) que debe promover las condiciones para que la libertad y
la igualdad del individuo sean reales y efectivas (art. 9.2 CE), el libre desarrollo de
la personalidad (art. 10.1 CE) y reconoce el derecho a la educación (art. 27.1 CE),
es evidente que los poderes públicos deben establecer un programa de ayudas al
estudio que garantice a los ciudadanos con menos recursos económicos el acceso
a la educación y, por tal motivo, no deban tributar por las prestaciones económi-
cas recibidas en forma de beca (STC 214/1994, de 14 de julio, FJ 8º).
2. Significado y contenido
El significado y alcance del principio de igualdad que proclama dicho artículo
31.1 de la CE enlaza o debe ponerse en conexión con el resto de principios de
justicia tributaria. La auténtica virtualidad que el principio de igualdad habrá
de desplegar en las distintas relaciones jurídicas debe localizarse en la aplicación
e interpretación conjunta del mismo con el resto de principios tributarios y, en
Lección 3. Los principios que rigen la ordenación de los tributos
una renta potencial: cabe razonablemente entender que, en la medida en que tales
inmuebles son susceptibles de generar un rendimiento al que «renuncia» su titular
—el que podría obtenerse mediante su arrendamiento— estamos ante una «renta
potencial» susceptible de ser sometida a imposición por el impuesto sobre la ren-
ta de las personas físicas, de la misma manera que —en relación con el impuesto
andaluz de tierras infrautilizadas— hemos afirmado que la renuncia a obtener el
rendimiento óptimo legalmente señalado para las fincas rústicas «es por sí mismo
revelador de la titularidad de una riqueza real o potencial» (STC 37/1987, de 26
de marzo, FJ 13)» o «basta que dicha capacidad económica exista como riqueza
o renta real o potencial en la generalidad de los supuestos contemplados por el
legislador al crear el impuesto, para que aquel principio constitucional quede a
salvo» STC 37/1987, de 26 de marzo; de esta manera, se trata de salvaguardar
la constitucionalidad de aquellos tributos cuya principal función es la extrafiscal,
por ejemplo, los tributos que se han creado en torno al medio ambiente.
Según dicha jurisprudencia, la capacidad contributiva ordena al legislador a
buscar la riqueza allí donde ésta se encuentra para seleccionar los presupuestos de
hecho que denoten capacidad económica, de forma que habrán de acotarse todos
los hechos que por manifestar esta aptitud contributiva deben someterse a impo-
sición, lo contrario lesionaría al estudiado principio —y al de generalidad— de no
incluirse en el catálogo de hechos generadores del tributo.
De esta forma, se utiliza como criterio básico, pero no el único, para llevar a
cabo el reparto equitativo del sostenimiento de los gastos públicos, la capacidad
contributiva, es decir, se es llamado a contribuir por tener capacidad contributi-
va, se satisfacen tributos porque se tiene capacidad económica para soportar el
gravamen tributario y se tributa según la capacidad económica que se tiene. Es
más, hemos de tener en cuenta que se atentaría contra el analizado principio en
aquellos supuestos en los que la capacidad económica gravada sea inexistente o
ficticia pero no cuando sea potencial, aunque puede ser perfectamente constitu-
cional someter a gravamen las denominadas rentas potenciales. Hay opiniones en
contrario que consideran que el principio de capacidad contributiva solamente
avala manifestaciones de riqueza reales y no meramente potenciales o presumi-
bles, ya que una renta potencial es ficticia al no ser más que una posibilidad de
que la renta llegue a producirse, como parece desprenderse en otra sentencia del
TC cuando afirma que «que si se sometiera a tributación una renta que, pese a
estar configurada legalmente como el rendimiento neto del sujeto, sólo fuera en
realidad una renta inexistente, ello podría afectar al principio de capacidad eco-
nómica, que exige gravar la renta o riqueza real del sujeto» (STC 214/1994, FJ 5).
La capacidad contributiva vincula al legislador no solamente en la búsqueda
de las manifestaciones de riqueza que son susceptibles de imposición, sino que
una vez seleccionados los diferentes hechos imponibles de los tributos, vincula
también al legislador a establecer aquellos elementos de cuantificación que sean
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
regímenes impositivos que pueden producir, en cada caso concreto, una quiebra
al señalado principio. Por último, ha de penetrar en la esfera interpretativa y apli-
cativa de las normas, realizando un análisis subjetivo del tributo, y enjuiciando la
idoneidad del sujeto para el cumplimiento de la obligación tributaria acorde a su
particular capacidad económica.
servicio público con el que se financian. De acuerdo con lo anterior, en las tasas
prima el principio del beneficio, el pago se corresponderá por la utilidad obtenida
de la Administración.
V. PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD
1. Significado y contenido
El indicado principio debe ser entendido como el mandato del constituyente
al legislador para que a la hora de establecer el conjunto de tributos que compo-
nen el sistema, su aplicación determine que a medida que aumenta la riqueza de
cada sujeto, aumente la contribución en proporción superior al incremento de la
riqueza, por tanto, se trata de que, quienes tenga una mayor riqueza contribuyan
en proporción superior a los que menos. De esta forma, junto el fin recaudatorio
se obtiene una mejor distribución de la renta y de la riqueza.
Una vez más se pone de manifiesto la interconexión del analizado principio
con el resto de principios de justicia material en el tributo, y en especial con la
igualdad tributaria, al que el de progresividad, como vimos, sirve de concreción y
con el propio principio de capacidad económica. Se trata de la forma de conseguir,
por lo tanto, la efectiva igualdad, ordenando que la carga tributaria se reparta
de forma más que proporcional, atendiendo a los distintos niveles de capacidad
contributiva de los administrados. Ahora bien, la compatibilidad de ambos prin-
cipios debe determinarse en cada caso concreto y en función de la base imponible
y no en razón del sujeto (STC 45/1989 de 20 de febrero). O dicho de otra forma,
la «desigualdad cualitativa» demandada, como adelantábamos, por el principio
de igualdad y conseguida a través del principio de la progresividad, ha de deter-
minarse sólo en función de la capacidad económica —fundamento objetivo de
aquella desigualdad—.
No obstante, no hemos de olvidar que el principio de progresividad, como el
resto de los principios materiales de justicia que venimos analizando se predica
del sistema tributario, siguiendo al TC «la progresividad que reclama el art. 31.1
CE es del “sistema tributario” en su conjunto, es decir, se trata de “la progresi-
vidad global del sistema tributario” (STC 27/1981, de 20 de julio, FJ 4), pues a
diferencia del principio de capacidad económica que opera, en principio, respecto
“de cada uno” (SSTC 27/1981, de 20 de julio, FJ 4; y 7/2010, de 27 de abril, FJ 6;
con la matización realizada en el ATC 71/2008, de 26 de febrero, FJ 5), el princi-
pio de progresividad se relaciona con el “sistema tributario” (STC 182/1997, de
28 de octubre, FJ 7), al erigirse en un “criterio inspirador” [STC 19/1987, de 17
de febrero, FJ 3; y también SSTC 76/1990, de 26 de abril, FJ 6 B); y 7/2010, de 27
de abril, FJ 6]. Por esta razón, hemos tenido ya la oportunidad de afirmar que “en
un sistema tributario justo pueden tener cabida tributos que no sean progresivos,
siempre que no se vea afectada la progresividad del sistema” (STC 7/2010, de 27
de abril, FJ 6), y, debemos añadir ahora, que el hecho de que en la determinación
de un tributo, un aspecto pueda tener un efecto regresivo, no convierte per se ni al
tributo en regresivo ni a la medida adoptada en inconstitucional, siempre y cuan-
do esa medida tenga una incidencia menor “en el conjunto del sistema tributario”
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
(STC 7/2010, de 27 de abril, FJ 6)» (STC 19/2012, de 15 de febrero, FJ. 4). Según
lo anterior, el carácter progresivo no afecta a cada tributo en particular, sino al
conjunto del sistema tributario. El principio de progresividad no demanda que
todos los tributos sean necesariamente progresivos, sino sólo todos aquéllos que
sean necesarios para conseguir la progresividad del sistema en su conjunto.
Expliquemos la idea anterior anticipando algunos conceptos, como desarrolla-
remos en otra lección, cuando analicemos los elementos de cuantificación de los
tributos. Los tipos de gravamen pueden ser:
A. Proporcionales: —tipos fijos, únicos— que no varían en función de la base que
resulte aplicable y que en consecuencia suponen que a un aumento en la capacidad
económica sometida a tributación —medida por la base tributaria— derivará un au-
mento proporcional a dicho aumento en la cantidad de tributo a abonar. Así ocurre
en el Impuesto sobre Sociedades, Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos
Jurídicos documentados o en el Impuesto sobre el Valor Añadido. Por ejemplo, en el
Impuesto sobre Trasmisiones Patrimoniales que debemos abonar cuando adquirimos
un bien inmueble a un particular, la capacidad sometida a tributación es el valor real
del bien inmueble adquirido que es medida en la base imponible. Este impuesto tiene
un tipo de gravamen proporcional, es fijo, no aumenta cuando aumenta la base, por
lo que a mayor capacidad económica, por tener el inmueble un valor mayor, mayor
tributación, pero el aumento será siempre proporcional.
Tipo de gravamen
Base imponible
(parte de la capacidad Cuota tributaria
Precio real de (medida de la riqueza
económica que se atribuye (cantidad a pagar en
la vivienda —capacidad económica—
a la Administración concepto del ITPO)
sometida a tributación)
—acreedor tributario—
100.000 100.000 6% 6.000
250.000 250.000 6% 15.000
Lo anterior significa que pueden existir tributos proporcionales que sean per-
fectamente constitucionales, que incluso se pueda defender la constitucionalidad
de la existencia de tributos con tipos regresivos —aquéllos cuyos tipos disminu-
yen en función del aumento en la base, de forma que un aumento en la capacidad
económica sometida a tributación determinará un aumento en la capacidad a pa-
gar en concepto de tributo, pero, un aumento que será menos que proporcional—,
pero para que el sistema tributario en su conjunto sea progresivo, qué duda cabe
que sus principales tributos, aquéllos que tengan mayor elasticidad recaudatoria,
han de tener tipos progresivos.
A similar conclusión hemos de llegar en relación a los elementos estructurales
que han de ser analizados para juzgar la progresividad de una figura impositiva,
sea ésta de naturaleza directa o indirecta. Es evidente, que resulta más fácilmen-
te aprehensible la constatación de la existencia de la progresividad cuando nos
encontramos frente a un tributo que utilice tipos impositivos (tarifas o escalas)
progresivos, pero esto no es una condición necesaria ni suficiente para lograr el
principio de progresividad. Para ello, se precisa de un estudio de toda la estructura
del tributo, es decir, también se pueden conseguir efectos progresivos con una co-
rrecta delimitación de los presupuestos de hecho de cada tributo, con la inclusión
de reducciones o bonificaciones, etc.
Por esta misma razón, la progresividad en la imposición directa no ha de ser
necesariamente mayor que en la imposición indirecta, afirmación que se formula
con demasiada frecuencia. Lo que sucede es que la progresividad en los impuestos
directos —aquéllos que gravan la obtención de renta y la titularidad del patrimo-
nio— y la progresividad en la imposición indirecta —los que gravan el consumo y
la circulación de la riqueza— tienen distintas formas de manifestarse y responden
a distintas filosofías. Lo que ocurre en realidad es que por los sistemas de cuantifi-
cación seguidos en la imposición directa este principio aparece de forma más per-
ceptible —bastaría acudir a la estructura de cuantificación del tributo—, mientras
que en la imposición indirecta, no solo habrá que tener en cuenta las propensiones
al consumo —a mayor capacidad económica mayor consumo, como se paga el
tributo por consumo, mayor contribución—, sino también, a la discriminación de
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
intensa en el supuesto de las contraprestaciones que, como las tasas, son fruto de
la prestación de un servicio o actividad administrativa; y, en fin, en nuestros últi-
mos pronunciamientos hemos venido afirmando que resulta admisible una mayor
intervención del reglamento en aquellos ingresos en los que se evidencia, de modo
directo e inmediato, una carácter sinalagmático que no se aprecia en otras figuras
impositivas».
Con independencia del juicio de valor que merece esta doctrina, interesa ahora
poner de manifiesto el porqué de este modo de razonar por parte del Tribunal
Constitucional. Responde, sin duda, al mayor o menor grado de coactividad que
rodee la exigencia de la prestación tributaria o, si se quiere, de cualquier presta-
ción patrimonial de carácter público, de suerte que, en aquellas figuras tributarias
(o prestaciones patrimoniales públicas) donde el elemento coercitivo de la presta-
ción resulta patente (por ejemplo, en el impuesto) y, por lo tanto, el carácter uni-
lateral de la obligación exigida es palmario, la reserva de ley en su establecimiento
y en la determinación de los elementos esenciales que configuran esa prestación
pecuniaria debe estar presente en todo momento, por lo que las llamadas de la ley
al reglamento han de serlo para su desarrollo y complemento, no para la creación
de tales elementos consustanciales a la obligación de pago.
En cambio, en otras figuras tributarias (o prestaciones patrimoniales públicas)
en las que se atisba un embrión o manifestación de relación sinalagmática (de
relación contractual), la reserva de ley no se muestra tan exigente en la regulación
de los elementos determinantes de la referida figura tributaria, sin perjuicio de
que, su establecimiento y la de los elementos más íntimamente ligados a su com-
ponente coactivo, siempre tengan que venir fijados en la ley. Es el caso de una tasa
exigida por la ocupación de dominio público, su establecimiento como tal figura
tributaria ha de hacerse por ley, como en ley deben quedar regulados también
los elementos esenciales que determinen la cuantificación de esa prestación (por
ejemplo, la ley puede ordenar que se lleve a cabo considerando los metros cua-
drados ocupados y el tipo de instalaciones que ocupen en la superficie de dominio
público), sin perjuicio de acudir al reglamento para que señale cuál es el valor del
metro cuadrado de la zona ocupada según sus caracteres, y cuál es el valor de las
instalaciones que allí se asienten conforme a sus singulares características.
En definitiva, entiende el Tribunal Constitucional que, dado el carácter cuasi
contractual que preside la exacción de las tasas por prestación de servicios públi-
cos, la intervención de la ley en la regulación de los elementos estructurales de esta
modalidad tributaria se hace menos necesaria y no debe existir inconveniente en
que la ley llame al reglamento en su auxilio para regular aquellas cuestiones que
son de mera ordenanza, habida cuenta de la voluntad concurrente del obligado
tributario en la recepción del servicio público de que se trate.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3. Preferencia de Ley
A nivel de ley ordinaria, el artículo 8 de la LGT, con el título «reserva de ley»,
de forma taxativa, enumera una serie de elementos relacionados con los tributos
que deben regularse, en todo caso, por ley, pero, dado el rango de ley ordinaria de
la Ley General Tributaria, el mandato de este precepto no tiene por qué vincular al
legislador futuro en el sentido de que una ley posterior y de igual rango normativo
que la General Tributaria puede remitir a la vía reglamentaria para la regulación
de alguno de esos elementos del tributo a los que se refiere el artículo 8, sin que
ello suponga conculcar el principio de reserva de ley en las materias enumeradas
en su mandato. Dicho en otros términos, pese a su título, el artículo 8 de la LGT
no contiene propiamente una reserva de ley sobre determinados elementos del
tributo —los que en él quedan descritos—, sino que expresa una «preferencia de
ley», por lo que, según el precepto, sería preferible que los elementos del tributo
que en mandato quedan identificados quedan siempre regulados en ley, no por la
vía de disposiciones de carácter reglamentario. Siendo las diferencias entre reserva
de ley y preferencia de ley, básicamente, que la primera viene establecida en la Cons-
titución; en cambio, la preferencia de ley se produce cuando una ley ordinaria or-
dena que determinadas materias han de regularse por ley; las materias sometidas al
principio de reserva de ley obligan al legislador a regularlas mediante ley, mientras
que las materias sometidas a preferencia de ley son disponibles en el sentido que
pueden ser delegalizables, permitiéndose su regulación vía reglamentaria.
En el contenido del artículo 8 de la LGT se advierte que las materias que en él
quedan reservadas a la ley son todas aquéllas que por tener su causa en el estable-
cimiento de cualquier tributo, se hace necesaria la intervención del legislador para
su determinación. Así, desde su letra a) hasta su letra e), ambas inclusive, el pre-
cepto recoge todos aquellos elementos de los tributos que son directamente deter-
minantes de la deuda tributaria (el presupuesto de hecho del tributo, el momento
en que nace la obligación, los elementos que la cuantifican, los obligados frente al
Lección 3. Los principios que rigen la ordenación de los tributos
tributo, los beneficios fiscales y las exenciones tributarias, los recargos e intereses
sobre la deuda tributaria, etc.). El contenido de las restantes letras recogidas en
ese artículo (salvando la necesidad de que las infracciones y sanciones tributarias
se establezcan por ley, exigencia consustancial al ejercicio de ius puniendi del Es-
tado, sobre el alcance de la reserva de ley respecto a la infracciones y sanciones
administrativas, STC 34/2013, de 14 de febrero, FJ 19 y 145/2013, de 11 de julio)
se refieren a elementos del tributo que indirectamente tienen relación con su exigi-
bilidad, como es el caso de la extinción de la obligación tributaria por el paso del
tiempo —la prescripción—; el perdón de la deuda tributaria —la condonación—;
los actos tributarios que son susceptibles de reclamación en vía administrativa;
la obligación de presentar declaraciones tributarias; entre otros elementos más
relacionados con la aplicación de la tributos. Por lo que, el contenido del artículo
8 LGT, aun cuando expresado en precepto con rango de ley ordinaria, sirve para
concretar y aclarar cuáles son los elementos esenciales del tributo consustanciales
a su establecimiento, de donde se concluye que este artículo no viene sino a espe-
cificar el mandato constitucional de la legalidad en materia tributaria.
Como colofón de lo estudiado a propósito del principio de legalidad en el tri-
buto, hay que concluir lo que sigue:
1. La exigencia de la legalidad en materia tributaria no rige de forma absoluta,
sino relativa.
2. El establecimiento por vez primera de un tributo siempre tiene que venir en
ley, por lo que en este punto concreto el principio de legalidad opera de manera
plena.
3. La reserva de ley actúa de forma relativa en lo concerniente a la regulación
de los elementos configuradores de cada tributo.
4. Esta relatividad hay que entenderla y analizarla en un doble plano, a saber:
a) Por razón de la transcendencia del elemento que se esté considerando puesta
en relación con la idea de capacidad económica gravada, de forma que todos aque-
llos elementos del tributo directamente correspondientes con la idea de capacidad
económica gravada deben quedar protegidos por la reserva de ley, mientras que
aquéllos que resulten ser adjetivos o alejados de ella no debe existir inconveniente
en que el reglamento acuda en ayuda de la ley para completarla o desarrollarla.
b) Por razón de la figura tributaria de que se trate, dado que la reserva de ley
actúa en proporción al componente coactivo presente en de cada una de tales fi-
guras y opera en grado más intenso cuando se trata del impuesto (y sus elementos
esenciales) por ser la máxima expresión de un gravamen basado en la decisión
unilateral de los poderes públicos, en consecuencia, la ayuda del reglamento debe
ser mínima y siempre realizada en funciones de desarrollo y complemento de la
ley; en cambio, la influencia de la reserva de ley será más tenue en el caso de la
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
10.- El principio de reserva de ley significa que se debe regular por ley.
a) La creación ex novo de un tributo, sus elementos configuradores y todo beneficio
fiscal.
b) La creación ex novo de un impuesto, sus elementos configuradores.
c) La creación ex novo de un tributo.
d) La creación ex novo de un impuesto.
Lección 3. Los principios que rigen la ordenación de los tributos
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Se pide:
1. Desde la perspectiva del principio de igualdad, se conculca el mismo, ¿cuál?, del
art. 14 o el del art. 31.1 de la CE
Solución propuesta
Si una ley tributaria gravara a los ciudadanos cuyo estado civil es de solteros con una
presión fiscal superior que a los casados, se trataría de una ley discriminatoria por razón
de la condición de la persona, contraria al mandato de igualdad plasmado en el artículo
14 de la Constitución, por lo que el agraviado por esa disposición podría acudir ante el
Tribunal Constitucional promoviendo un recurso directo de amparo para restablecer el
equilibrio en la aplicación de la norma discriminatoria por tratarse de una ley que despo-
see su derecho a la igualdad ante la ley.
Por el contrario, si la situación de desigualdad en el ámbito tributario viniera propi-
ciada por una ley que permitiera a los empresarios que se inician en su actividad, una vez
comenzado el año natural, tributar en atención a los meses efectivamente desarrollados en
el ejercicio de la misma, y no admitiera ese mismo tratamiento fiscal para los empresarios
que cesan en sus actividades antes de finalizar el año natural, se trataría de una desigual-
dad objetiva que, enjuiciada a la luz de los principios del artículo 31.1 de la Constitución
(igualdad y capacidad económica) quedaría falta de justificación y para su desaparición
del ámbito legal tributario, habría que denunciarla ante un Tribunal ordinario de Justicia
(jurisdicción contencioso-administrativa) con la petición de que dicho órgano judicial se
plantee cuestión de inconstitucionalidad para promoverla ante el Tribunal Constitucional
(no existe, por ello, posibilidad de deducir un recurso directo ante el máximo intérprete
de la Constitución).
Para determinar el trato desigual ante la ley o en la ley (quebranto de la igualdad por
razón subjetiva u objetiva) hay que hacer estas tres deducciones lógicas: Primera, se debe
constatar que los términos de comparación son homogéneos (situación en la que se ha-
llan empresarios que inician y terminan su actividad empresarial antes de que finaliza el
año natural). Segunda, debe quedar verificada la distinta tributación consecuencia de los
términos que han sido objeto de comparación (al empresario que inicia su actividad se le
permite tributar en función de los meses efectivamente realizados, en tanto que aquel otro
que pone fin a la actividad empresarial debe tributar como si su actividad se hubiere ex-
tendido a lo largo de todo el año). Tercera, hay que determinar la falta de justificación de
tal disparidad, o bien, que estando justificada la medida adoptada no resulte proporcional
al fin perseguido (desde el punto de mira de un sistema tributario justo inspirado en la
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Se pide:
Lección 3. Los principios que rigen la ordenación de los tributos
Se pide:
1. Analizar el anterior gravamen desde la perspectiva del principio de capacidad
económica.
Lección 4
PODER TRIBUTARIO
materia tributaria, que exige la necesidad de una norma con rango de Ley para
poder crear los tributos, careciendo la Entidades Locales de la posibilidad de
dictar normas con dicho rango. Le corresponde al Estado dictar una Ley en la
que se recoja cuáles son los recursos de la Entidades Locales para que puedan
disponer de medios suficientes para el desempeño de sus funciones y que, para
ello, se nutrirán de tributos propios y de participación en los ingresos del Es-
tado y de las Comunidades Autónomas. La norma aprobada por el Estado no
respetará el anterior principio si establece una remisión en blanco a la potes-
tad de cada municipio para que fije los elementos esenciales del tributo (STC
179/1985, de 17 de diciembre de 1987) aunque, podrá posibilitar la regulación
estatal, una intervención de las Entidades Locales en la ordenación del tributo
aunque conlleve disparidad de tipos impositivos (STC 9/1987, de 17 de febrero)
si bien, esa intervención, no necesariamente deba de extenderse a todos y a cada
uno de los elementos integrantes del tributo (STC 221/1992, de 11 de diciem-
bre); aspectos que se han materializado en el Real Decreto Legislativo 2/2004,
de 5 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley Reguladora de
las Haciendas Locales (TRLRHL), enumerándose en su artículo 2 los recursos
que integran la Hacienda Local.
revisión (art. 20.Dos LOFCA), quedando reservada estas potestades para el Esta-
do en el caso del IRPF, IVA e Impuesto especiales de fabricación. Dichas posibili-
dades se han desarrollado y materializado en el Ley 22/2009, de 18 de diciembre
(LSFCACEA), en la que se especifica el alcance o porcentaje de la cesión de la
recaudación de cada impuesto cedido (arts. 12 a 18 LSFCACEA), los puntos de
conexión en relación con cada uno (art. 30 a 44 LSFCACEA) y el alcance de las
competencias normativas que pueden asumir (art. 46 a 53 LSFCACEA), como la
delegación de competencias en relación con la gestión tributaria de los impuestos
cedidos (art. 55 LSFCACEA), su recaudación (art. 56 y 57 LSFCACEA), inspec-
ción (art. 58 LSFCACEA) y revisión (art. 59 LSFCACEA).
Como consecuencia de dichas posibilidades, todas las CC.AA. de régimen co-
mún han dictado sus propias normas, aprobadas por sus correspondientes Asam-
bleas Legislativas que regulan distintos aspectos de los impuestos estatales cedi-
dos, de acuerdo con las competencias normativas cedidas y la gestión asumida
por delegación. A la hora de aprobar las medidas autonómicas en relación con
los impuestos estatales cedidos la técnica legislativa utilizada por las CCAA di-
fiere, así, por ejemplo, la Comunidad Autónoma de La Rioja dicta cada año su
ley de medidas fiscales —Ley 6/2015, de 29 de diciembre, de medidas fiscales y
administrativas para el año 2016, para el ejercicio 2015, la Ley 7/2014, de 23 de
diciembre de 2014)—, en otros casos, ante la dispersión normativa que conlleva ir
incluyendo en diversas leyes las medidas, se ha optado por la refundición de tex-
tos a través de la aprobación de los correspondientes Decretos Legislativos, por
ejemplo, Decreto Legislativo 1/2009, de 1 de septiembre, por el que se aprueba
el texto refundido de las disposiciones dictadas por la Comunidad Autónoma de
Andalucía en materia de tributos cedidos (BOJA núm. 177, de 9 de septiembre
de 2009); Decreto Legislativo 1/2005, de 26 septiembre de 2005, por el que se
prueba el texto refundido de las disposiciones dictadas por la Comunidad Autó-
noma de Aragón en materia de tributos cedidos (BOA núm. 128, de 28 octubre
de 2005), Decreto Legislativo 1/2009, de 21 de abril, por el que se aprueba el
Texto Refundido de las disposiciones legales vigentes dictadas por la Comunidad
Autónoma de Canarias en materia de tributos cedidos (BOC núm. 77, de 23 de
abril de 2009); Decreto Legislativo 1/2011, de 28 de julio, por el que se aprueba
el texto refundido de las disposiciones legales de la Comunidad Autónoma de
Galicia en materia de tributos cedidos por el Estado (DOG, núm. 201, de 20 oc-
tubre de 2011); Decreto Legislativo 1/2014, de 6 de junio, por el que se aprueba
el Texto Refundido de las Disposiciones Legales de la Comunidad Autónoma de
las Illes Balears en Materia de Tributos Cedidos por el Estado (BOIB núm. 77, de
7 de junio de 2014) etc., y en otros casos, las medidas se encuentran dispersas al
recogerse en diversas leyes de distintos años, como ocurre en la Comunidad Au-
tónoma de Cataluña.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
vadas por impuestos estatales, por ejemplo, la obtención de renta por el IRPF,
IS e IRNR), por lo que los impuestos propios de las CCA que se han creado, en
un principio, no perseguían objetivos recaudatorios sino, más bien, extrafiscales,
finalidad no recogida en la Constitución pero admitida por el Tribunal Consti-
tucional en la sentencia 37/1987, de 26 de marzo cuando afirmaba en su fun-
damento jurídico trece que «… es constitucionalmente admisible que el Estado
y las CC.AA., en el ámbito de sus competencias, establezcan impuestos que, sin
desconocer o contradecir el principio de capacidad económica o de pago, respon-
dan principalmente a criterios económicos o sociales orientados al cumplimiento
de fines o a la satisfacción de interés públicos que la Constitución preconiza o ga-
rantiza», por lo que «las Comunidades Autónomas pueden establecer impuestos
de carácter primordialmente extrafiscal» (STC 37/1987, de 26 de marzo, FJ 13).
Como estamos comentando, estos impuestos propios autonómicos no podrán
recaer sobre «hechos imponibles» gravados por el Estado, límite que ha sido in-
terpretado por el Tribunal Constitucional en la sentencia mencionada 37/1987,
de 26 de marzo, en los siguientes términos: «…lo que el art. 6.2 prohíbe, en sus
propios términos, es la duplicidad de hechos imponibles, estrictamente». Por tan-
to, queda prohibida dicha duplicidad o doble imposición, distinguiendo para tal
fin entre «hecho imponible» y «materia imponible» que, de acuerdo con la STC
289/2000, de 30 de noviembre, «el hecho imponible es un concepto estrictamen-
te jurídico que, en atención a determinadas circunstancias, la Ley fija en cada
caso “para configurar cada tributo y cuya realización origina el nacimiento de la
obligación tributaria”» (SSTC 37/1987, de 26 de marzo, FJ 14; y 186/1993, de
7 de junio, FJ 4)», es decir, es el acto o presupuesto previsto por la Ley cuya rea-
lización, por exteriorizar una manifestación de capacidad económica, provoca el
nacimiento de una obligación tributaria. Por el contrario, «por materia imponible
u objeto del tributo debe entenderse toda fuente de riqueza, renta o cualquier otro
elemento de la actividad económica que el legislador decida someter a imposición,
realidad que pertenece al plano de lo fáctico… En suma, al “hecho imponible”
—creación normativa— le preexiste como realidad fáctica la materia imponible u
objeto del tributo, que es la manifestación de riqueza efectivamente gravada, esto
es, el elemento de la realidad que soportará la carga tributaria configurada a tra-
vés del hecho imponible exponente de la verdadera riqueza sometida a tributación
como expresión de la capacidad económica de un sujeto», quedando prohibida la
duplicidad de hechos imponibles, no que distintos hechos imponibles recaían so-
bre la misma materia imponible, por ejemplo, sobre una materia imponible, como
puede ser un bien inmueble; alrededor del mismo se pueden configurar distintos
hechos imponibles que dan lugar a diferentes tributos, unos gravan la titularidad,
otras la obtención de renta, no pudiéndose hablar de duplicidad de hechos im-
ponibles, gravan manifestaciones de riqueza distintas, aunque recaigan sobre la
misma materia impositiva. Dicha interpretación se mantiene a pasar de la nueva
Lección 4. Poder tributario
27 de diciembre, exigible a nivel estatal a partir del 1 de enero de 2013, pero con
la particularidad que su tipo de gravamen era cero. Antes de su aprobación por
el Estado, las CC.AA. de Extremadura (art. 40 del Decreto Legislativo 2/2006,
de 12 de diciembre), Andalucía (art. 6 de la Ley 11/2010, de 3 de diciembre) y
Canarias (art. 41 de la Ley 4/2012) ya habían creado su impuesto propio sobre
Depósitos de clientes en las Entidades de Crédito, quedando sin efecto los mis-
mos a partir de la entrada en vigor del impuesto estatal, recibiendo la corres-
pondiente compensación por parte del Estado por la pérdida de recaudación
ocasionada por dicha medida, como también ha sucedido con algunos impues-
tos ambientales propios como consecuencia de la entrada en vigor del impuesto
estatal sobre almacenamiento de combustible nuclear gastado y residuos radiac-
tivos en instalaciones centralizadas.
En cuanto al segundo límite, la territorialidad (art. 157.3 CE), los impuestos
propios de las CC.AA. deberán respetar los principios recogidos en el art. 9 de la
LOFCA: a) prohibición de barreras fiscales: no podrán suponer obstáculo para
la libre circulación de personas, mercancías y servicios capitales, ni afectar de
manera efectiva a la fijación de residencia de las personas o a la ubicación de
empresas y capitales dentro del territorio español; b) No podrán sujetarse elemen-
tos patrimoniales situados, rendimientos originados ni gastos realizados fuera del
territorio de la respectiva Comunidad Autónoma; c) No podrán gravarse, como
tales, negocios, actos o hechos celebrados o realizados fuera del territorio de la
comunidad impositora, ni la transmisión o ejercicio de bienes, derechos y obliga-
ciones que no hayan nacido ni hubieran de cumplirse en dicho territorio o cuyo
adquirente no resida en el mismo.
A continuación se recogen algunos de los impuestos propios aprobados por
cada una de las Comunidades Autónomas de régimen común con mención de la
norma autonómica que los crea y regula:
Andalucía
1. Impuesto sobre tierras infrautilizadas.
Ley 8/1984, de 3 de julio, de reforma agraria.
Sentencia TC número 37/1987, de 26 de marzo
2. Impuesto sobre emisión de gases a la atmósfera.
Ley 18/2003, de 29 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas.
3. Impuesto sobre vertidos a las aguas litorales.
Ley 18/2003, de 29 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas.
4. Impuesto sobre depósito de residuos radiactivos.
Ley 18/2003, de 29 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas.
Ley 7/2013, de 23 de diciembre, del Presupuesto de la Comunidad Autónoma de Andalucía para el
año 2014, en su Disposición Adicional Decimoquinta establece que queda sin efecto, desde el 1 de
enero de 2013, mientras exista un tributo estatal que grave el mismo hecho imponible.
5. Impuesto sobre depósito de residuos peligrosos.
Ley 18/2003, de 29 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas.
Lección 4. Poder tributario
5. Canon de saneamiento.
Ley 2/2012, de 28 de junio, de medidas urgentes en materia tributaria, financiera y de juego de la
Comunidad Autónoma de Extremadura.
Galicia
1. Impuesto sobre el juego del bingo.
Ley 7/1991, de 19 de junio, de tributación sobre el juego. Derogada por la disposición derogatoria
única de la Ley 11/2013, de 26 diciembre, de presupuestos generales de la Comunidad Autónoma
de Galicia para el año 2014 (DOG núm. 249 de 31 de Diciembre de 2013 y BOE núm. 25 de 29 de
Enero de 2014)
2. Canon de saneamiento.
Ley 9/2010, de 4 de noviembre, de Aguas de Galicia.
(Según DT segunda de la Ley 9/2010, de 4 de noviembre, mientras no se dicten las normas de
desarrollo necesarias y hasta el momento del inicio de su efectiva aplicación, se continúa aplicando
el canon de saneamiento creado por la Ley 8/1993, de 23 de junio, reguladora de la Administración
Hidráulica de Galicia).
3. Impuesto sobre contaminación atmosférica.
Ley 12/1995, de 29 de diciembre, del Impuesto sobre la Contaminación Atmosférica.
4. Impuesto sobre el daño medioambiental causado por determinados usos y aprovechamientos del
agua embalsada.
Ley 15/2008, de 19 de diciembre, del Impuesto sobre el daño medioambiental causado por
determinados usos y aprovechamientos del agua embalsada
5. Canon eólico.
Ley 8/2009, de 22 de diciembre, por la que se regula el aprovechamiento eólico en Galicia y se
crean el canon eólico y el fondo de compensación ambiental
6. Impuesto compensatorio ambiental minero
Art. 9 a 25 de la Ley 12/2014, de 22 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas
Islas Baleares
1. Impuesto sobre los premios del juego del bingo.
Ley 13/1990, de 29 de noviembre, sobre tributación de los juegos de suerte, envite o azar de las
Baleares.
Sentencia TC núm. 49/1995, de 16 de febrero de 1995.
2. Canon de saneamiento de aguas.
Ley 9/1991, de 27 de noviembre, reguladora del canon de saneamiento.
La Rioja
1. Canon de saneamiento.
Ley 5/2000, de 25 de octubre, de saneamiento y depuración de aguas residuales de La Rioja.
2. Impuesto sobre los grandes establecimientos comerciales.
Ley 7/2012, de 21 de diciembre, de Medidas Fiscales y Administrativas para el año 2013. Suprimido
por el art.45 de la Ley 6/2015, de 29 de diciembre, de Medidas Fiscales y Administrativas para el
año 2016, con efectos desde el 1 de enero de 2016.
3. Impuesto sobre la eliminación de residuos en vertederos.
Ley 7/2012, de 21 de diciembre, de Medidas Fiscales y Administrativas para el año 2013.
4. Impuesto sobre el impacto visual producido por los elementos de suministro de energía eléctrica y
elementos fijos de redes de comunicaciones telefónicas o telemáticas.
Ley 7/2012, de 21 de diciembre, de Medidas Fiscales y Administrativas para el año 2013.
5. Recargo sobre las cuotas mínimas del Impuesto sobre Actividades Económicas.
Ley 6/2012, de 21 de diciembre, de Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma de La
Rioja para el año 2013.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Principado de Asturias
1. Impuesto sobre fincas o explotaciones agrarias infrautilizadas.
Arts. 2 a 10 del Decreto Legislativo 1/2014, de 23 de julio, por el que se aprueba el texto refundido
de las disposiciones legales del Principado de Asturias en materia de tributos propios. Deroga la Ley
4/1989, de 21 de julio, de ordenación agraria y desarrollo rural.
2. Impuesto sobre el juego del bingo.
Arts. 11 a 18 del Decreto Legislativo 1/2014, de 23 de julio, por el que se aprueba el texto refundido
de las disposiciones legales del Principado de Asturias en materia de tributos propios. Deroga la Ley
2/1992, de 30 de diciembre, del Impuesto sobre el juego del bingo.
3. Impuesto sobre grandes establecimientos comerciales.
Arts. 19 a 36 del Decreto Legislativo 1/2014, de 23 de julio, por el que se aprueba el texto refundido
de las disposiciones legales del Principado de Asturias en materia de tributos propios. Deroga la Ley
15/2002, de 27 de diciembre, de Medidas Presupuestarias, Administrativas y Fiscales.
Sentencia TC núm. 53/2014, de 10 de abril de 2014 (BOE núm. 111, de 7 de mayo de 2014).
Sentencia TC núm. 197/2012, de 6 de noviembre de 2012 (BOE núm. 286, de 28 de noviembre de
2012).
4. Impuesto sobre el desarrollo de determinadas actividades que inciden en el medio ambiente.
Arts. 37 a 51 del Decreto Legislativo 1/2014, de 23 de julio, por el que se aprueba el texto refundido
de las disposiciones legales del Principado de Asturias en materia de tributos propios. Deroga la Ley
13/2010, de 28 de diciembre, de Medidas Presupuestarias y Tributarias de acompañamiento a los
Presupuestos Generales para 2011.
5. Impuesto sobre depósitos en Entidades de Crédito.
Arts. 52 a 68 del Decreto Legislativo 1/2014, de 23 de julio, por el que se aprueba el texto refundido
de las disposiciones legales del Principado de Asturias en materia de tributos propios. Deroga la Ley
3/2012, de 28 de diciembre, de Presupuestos Generales para 2013.
Declarado inconstitucional por la STC núm. Sentencia 108/2015, de 28 de mayo de 2015 y
Sentencia 202/2015, de 24 de septiembre de 2015.
6. Impuesto sobre las Afecciones Ambientales del Uso del Agua.
Arts. 69 a 97 del Decreto Legislativo 1/2014, de 23 de julio, por el que se aprueba el texto refundido
de las disposiciones legales del Principado de Asturias en materia de tributos propios. Deroga la Ley
del Principado de Asturias 1/2014, de 14 de abril del Impuesto sobre las Afecciones Ambientales
del Uso del Agua (BOPA núm. 92, de 22 de abril de 2014), que sustituyó al Canon de Saneamiento
creado por la Ley 1/1994, de 21 de febrero, sobre Abastecimiento y Saneamiento de Aguas en el
Principado de Asturias.
7. Recargo sobre las cuotas mínimas del Impuesto sobre Actividades Económicas.
Ley 9/1991, de 30 de diciembre, por la que se establece un recargo sobre las cuotas mínimas del
Impuesto sobre Actividades Económicas.
Región de Murcia
1. Impuesto sobre los premios del juego del bingo.
Ley 12/1984, de 27 de diciembre, de imposición sobre juegos de suerte, envite o azar
2. Recargo sobre las cuotas mínimas del Impuesto sobre Actividades Económicas.
Ley 4/1991, de 26 de diciembre, de establecimiento y fijación del recargo sobre el Impuesto sobre
Actividades Económicas.
Ley 2/1992, de 28 de julio, de fijación de la cuantía del recargo sobre las cuotas mínimas del
Impuesto sobre Actividades Económicas.
3. Canon de saneamiento.
Ley 3/2000, de 12 de julio, de Saneamiento y Depuración de Aguas Residuales de la Región de
Murcia e implantación del Canon de saneamiento.
Ley 3/2002, de 20 de mayo, de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, de Tarifa del
Canon de saneamiento.
Lección 4. Poder tributario
ción a favor de los entes autonómicos al aplicarse sobre hechos imponibles grava-
dos por el Estado, por tanto, sobre manifestaciones de riqueza existentes sin verse
afectados por la prohibición de doble imposición del art. 6.2 de la LOFCA; y un
menor grado de poder tributario de las CC.AA., al no poder incidir normativa-
mente sobre el impuesto sobre el que se proyecta el recargo.
Por último, destacar que este tipo de recargos prácticamente no se han utiliza-
do, solamente la Comunidad Autónoma de Madrid en 1984 estableció un recargo
sobre el IRPF, pero se suspendió su aplicación ante la posible declaración de in-
constitucionalidad, si bien el TC en sentencia núm. 150/1990, de 4 de octubre de-
claró que era acorde a la Constitución (otros ejemplos han sido un recargo sobre
la cuota íntegra del IRPF establecido por el País Vasco exclusivamente para el año
1983 y los recargos autonómicos aplicados sobre la tributación sobre el juego,
dejados de utilizar a partir de 1996 conforme las CC.AA. asumían competencias
normativas sobre esta materia).
A pesar de su constitucionalidad, al poco tiempo se derogó la Ley autonómica
madrileña al potenciarse en los sistemas de financiación autonómica la fórmula
de los impuestos cedidos, obteniéndose la finalidad perseguida por los recargos
con la aprobación de tarifas o tipos de gravámenes autonómicos, a partir de las
competencias normativas concedidas en los impuestos estatales cedidos.
dicha Comunidad y los Cabildos Insulares (art. 64 Ley 20/1991); y el Arbitrio sobre
Importaciones y Entregas de Mercancías, impuesto estatal indirecto de carácter aran-
celario, siendo competente dicha Comunidad para su gestión (art. 90 Ley 20/1991),
utilizándose el importe de su recaudación a la promoción de actividades locales (art.
92 Ley 20/1991).
En relación con las Ciudades de Ceuta y Melilla, cada una dispone de su pro-
pio Estatuto de Autonomía [art. 144.b) CE] y al no formar parte del territorio
aduanero de la Unión Europea tienen la consideración de territorios exteriores
a efectos aduaneros. Por tal motivo, las entradas y salidas de mercancías desde
Ceuta y Melilla tienen la consideración de importaciones o exportaciones aunque
sean envíos dirigidos al resto del territorio nacional. En cuanto a la imposición
indirecta, solo se aplica el Impuesto sobre la Electricidad y, en compensación por
la no sujeción al resto de impuestos especiales estatales se sustituyen parcialmente
por los Gravámenes complementarios sobre Labores del Tabaco y los Graváme-
nes complementarios sobre carburantes y combustibles petrolíferos. Además, el
IVA no es aplicable en dichas ciudades, en su lugar se exige el Impuesto sobre la
Producción, los Servicios y la Importación (Ley 8/1991, de 25 de marzo). En rela-
ción con la imposición directa se establecen deducciones del 50% en el IRPF e IS
y en el ISD una bonificación del 50% cuando el causante es residente en Ceuta o
Melilla. Lo anterior hay que completarlo con el TRLRHL que recoge la particula-
ridad de la bonificación del 50% aplicable en la cuota tributaria de los impuestos
municipales exigidos en ambas ciudades (art. 159.2 TRLRHL).
3. Regímenes Forales
«La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios
forales» (Disp. Adicional Primera CE) y, en su aplicación, dentro del marco de la
propia CE y de los Estatutos de Autonomía, se ha llevado a cabo la actualización
del régimen foral de la Comunidad Autónoma del País Vasco y de la Comunidad
Foral de Navarra. Al tratarse de regímenes especiales no participan del régimen
común, es decir, no perciben impuestos estatales cedidos ni pueden establecer re-
cargos sobre los impuestos estatales.
uno de los impuestos que existen a nivel estatal, llevando a cabo, además, su gestión,
liquidación, inspección, recaudación y revisión (art. 1 Ley 12/2002), salvo lo referente
a los derechos de importación y de los gravámenes a la importación en los Impuestos
Especiales y en el Impuesto sobre el Valor Añadido, que siguen siendo competencia
exclusiva del Estado (art. 5 Ley 12/2002). Se trata de un sistema tributario propio de
los Territorios Históricos pero siguiendo los principios de solidaridad, coordinación,
armonización fiscal y colaboración con el Estado, atendiendo a la estructura general
impositiva del Estado (art. 2 a 4 Ley 12/2002 y Ley 3/1989, de 30 de mayo, de Ar-
monización, Coordinación y Colaboración Fiscal).
Se pueden distinguir entre tributos concertados de normativa autonómica, los re-
gulados por las Leyes Forales, es decir, aprobados por cada una de las tres Diputacio-
nes Forales al tener capacidad normativa propia para configurar los elementos básicos
de los impuestos, con algunas limitaciones según el impuesto y, tributos concertados
de normativa común, que se rigen por la normativa aprobada por el Estado, aunque
con capacidad normativa foral sobre algunos de sus aspectos, como en la determina-
ción de plazos de ingreso y modelos de declaración. Así por ejemplo, el IRPF es un
impuesto concertado de normativa autonómica (aunque con limitaciones en cuanto
a los tipos de retención de capital mobiliario o actividades económicas, aplicándose
idénticos tipos a los de territorio común —art. 6 a 13 de Ley 12/2002—), en este sen-
tido, cada una de las Diputaciones Forales ha aprobado su propia normativa: Bizkaia,
Norma Foral 13/2013, de 5 de diciembre, del Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas; Gipúzkoa, Norma Foral 3/2014, de 17 de enero, del Impuesto sobre la Renta
de las Personas Físicas del Territorio Histórico de Gipuzkoa y Álava, Norma Foral
33/2013, de 27 de noviembre, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.
Cada una estas normas se aplicará en el territorio de las respectivas Diputa-
ciones, no siendo de aplicación la norma estatal del Impuesto sobre la Renta de
las Personas Físicas, la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, aplicable en el resto de
CC.AA. (art. 4.2 de la Ley 35/2006) acogidas al régimen común de financiación.
Además, en el caso de impuestos no convenidos será de aplicación los preceptos
de la LOFCA, (TC sentencia núm. 110/2014, de 26 de junio).
Enumeración de tributos concertados de normativa
Tributos concertados de normativa común
autónoma
Capacidad
Impuesto Limitación normativa Impuesto
normativo foral
Tributación de los
Impuesto sobre la Renta de establecimientos per-
las Personas Físicas Tipos aplicables a: manentes domicilia-
(art. 6 Ley 12/2002, de 23 Retenciones de capital mo- Impuesto sobre la Renta dos en el País Vasco
de mayo) biliario de No Residentes Bizkaia: Norma Foral
Bizkaia: Norma Foral 13/2013 Retenciones sobre activida- (art. 21 Ley 12/2002, de 12/2013
Gipuzkoa: Norma Foral des económicas 23 de mayo Gipuzkoa: Norma
3/2014 Retenciones sobre premios Foral 2/1999
Araba: Norma Foral 33/2013 Araba: Norma Foral
21/2014
Lección 4. Poder tributario
Modelos de decla-
ración y plazos de
ingreso
Impuesto sobre el Valor
Tasas sobre el juego Bizkaia: Norma Foral
Hecho imponible y sujeto Añadido
(art. 37 Ley 12/2002, de 23 7/1994
pasivo (art. 26 Ley 12/2002, de
de mayo) Gipuzkoa: Norma
23 de mayo)
Foral 102/1999
Araba: Norma Foral
12/1993
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2. Regímenes especiales
Junto con el régimen general descrito anteriormente, se recogen una sería de regí-
menes especiales, así ocurre para los Consejos Insulares de las Islas Baleares (art. 157
TRLRHL), los Cabildos Insulares en las Islas Canarias (art. 158 TRLRHL), el muni-
cipio de Barcelona (art. 161 TRLRHL y Ley 1/2006, de 13 de marzo, por la que se
regula el Régimen Especial del municipio de Barcelona), el municipio de Madrid (art.
160 TRLRHL y Ley 22/2006, de 4 de julio, de Capitalidad y de Régimen Especial
de Madrid) y para las comentadas ciudades de Ceuta y Melilla (art. 159 TRLRHL).
Algo parecido ocurre con las «grandes ciudades» tras la incorporación, me-
diante la Ley 57/2003, de 16 de diciembre, del título X a la Ley 7/1985, de 2 de
abril, reguladora de las Bases del Régimen Local, posibilitando que los municipios
cuya población fuera superior a 250.000 habitantes, las capitales de provincia con
una población superior a 175.000 habitantes, los municipios que sean capitales
de provincia, capitales autonómicas o sedes de las instituciones autonómicas y los
municipios cuya población supere los 75.000 habitantes, que presenten circuns-
tancias económicas, sociales, históricas o culturales especiales, entre otros aspec-
tos organizativos y de población, puedan crear un órgano para la gestión integral
del sistema tributario municipal (art. 135 LRBRL) y un órgano especializado,
conformado por los tribunales económico-administrativo municipales, encarga-
dos de la resolución de las reclamaciones sobre los actos de gestión, liquidación,
recaudación e inspección de los tributos e ingresos de derecho público, de competen-
cia municipal, configurándose dichas reclamaciones como un recurso de revisión de
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
interposición obligatoria, como paso previo, para poder acceder al vía jurisdiccional
con la interposición del recurso contencioso-administrativo (art. 137 LRBRL).
Por último, de acuerdo con el ámbito de aplicación del TRLRHL, se aplicará
en todo el territorio nacional, sin perjuicio de los regímenes financieros forales
de los Territorios Históricos del País Vasco y Navarra (art. 1.2 TRLRHL). La
Comunidad Foral de Navarra tiene competencia para establecer sus tributos lo-
cales en virtud de la Ley 28/1990, de 26 de diciembre, por la que se aprueba el
Convenio Económico con Navarra, materializándose en la Ley Foral 2/1995, de
10 de marzo, reguladora de las Haciendas Locales Navarra, en la que se regulan
los impuestos que serán exigibles por los municipios de dicha Comunidad, siendo
los mismos que a nivel estatal, aunque con la novedad del impuesto sobre vivien-
das desocupadas. Por su parte, la Comunidad Foral del País Vasco, en virtud del
reconocimiento recogido en la Ley 12/2002, de 13 de mayo, que aprueba el nuevo
Convierto Económico con el País Vasco, ha efectuado cada Diputación Foral su
propia regulación referente a la hacienda local, en este sentido, Álava en la Norma
Foral 41/1989, de 19 de julio, reguladora de las Haciendas Locales; Vizcaya, en la
Norma Foral 9/2005, de 16 de diciembre, de Haciendas Locales; y Gipúzkoa, la
Norma Foral 11/1989, de 5 de julio, Reguladora de las Haciendas Locales.
3. Hacienda Provincial
De acuerdo con el art. 137.1 de la CE, forman parte de la organización terri-
torial del Estado las provincias que, al igual que los municipios y CC.AA., gozan
de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses. La provincia es una en-
tidad local con personalidad jurídica propia cuyo gobierno y administración está
encomendada a las Diputaciones (art. 141 CE), recogiéndose las particulares de
la hacienda provincial en el TRLRHL (art. 131 a 149), atribuyéndoles la siguiente
tipología de recursos o ingresos: a) de carácter tributario (tasas, art. 123, contri-
buciones especiales, art. 133 y un recargo que pueden establecer sobre el Impues-
to sobre Actividades Económicas (IAE), art. 134; no pudiendo exigir impuestos
propios); b) participación en la recaudación de los tributos del Estado (art. 135 a
146 TRLRHL); c) Subvenciones (art. 147 TRLRHL), d) precios públicos (art. 148
TRLRHL) y, d) dotaciones económicas percibidas de la CC.AA. por la gestión de
servicios propios de las anteriores.
como pueden ser las comarcas (art. 42 LRBRL), áreas metropolitanas (art. 43 LR-
BRL), mancomunidades (art. 44 LRBRL), o de ámbito inferior, como los caseríos,
parroquias, aldeas, pedanías, lugares anejos y otros análogos (art. 45 LRBRL),
atribuyéndoles una serie de recursos a cada una de ellas. En relación con las
tres primeras, podrán establecer y exigir tasas, contribuciones especiales y precios
públicos (arts. 150 a 152 TRLRHL) y, además, las áreas metropolitanas podrán
establecer un recargo sobre el IBI y recibir subvenciones de carácter finalista (art.
153 TRLRHL), mientras que para las comarcas, de manera expresa se establece
que no podrán exigir ninguno de los impuestos y recargos previstos en el TRLR-
HL, ni percibir participación de los tributos del Estado, viniendo determinados
sus recursos económicos en las leyes propias de las CC.AA. que las crean, por
ejemplo, art. 59 de Decreto Legislativo 1/2006, de 27 de diciembre, del Gobierno
de Aragón, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Comarcalización
de Aragón que enumera los recursos de sus comarcas o la disposición adicional
primera Ley 30/2010, de 3 de agosto, de veguerías, en caso de la Comunidad Au-
tónoma de Cataluña.
En cuanto a la entidades locales de ámbito territorial inferior, no podrán tener
impuestos propios ni participación en los tributos del Estado, pero sí en los del
municipio a que pertenezcan (art. 159.1 TRLRHL), aunque habrá que estar a las
leyes de las CC.AA. sobre régimen local para conocer los recursos que les asignan
a esta tipología de entidades de los previstos en TRLRHL (art. 159.2 y 3 TRLR-
HL), por el ejemplo, el art. 130 de la Ley 5/2010, de 11 de junio, de Autonomía
Local de Andalucía, el art. 29 de la Ley 3/1991, de 14 de marzo, de Entidades
Locales de Castilla-La Mancha, el art. 9 de la Ley 6/1994, de 19 de mayo, de
Entidades Locales Menores de Cantabria o, el art. 95 de la Ley 17/2010, de 22 de
diciembre, de Mancomunidades y Entidades Locales Menores de Extremadura.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
1.- Atendiendo al art. 133 de la CE, la potestad para establecer tributos corres-
ponde:
a) exclusivamente al Estado, mediante ley.
b) a las Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales de acuerdo con la Cons-
titución y las leyes.
c) las letras a) y b) son correctas
d) todas son incorrectas
3.- Cuando el Estado cede a las CCAA de régimen común un impuesto estatal,
significa que el Estado:
a) pierde la titularidad de dicho impuesto, siendo la cesión irrevocable.
b) no pierde la titularidad del impuesto cedido siendo la cesión revocable.
c) pierde la titularidad del impuesto cedido aunque es revocable la cesión.
d) el Estado no puede ceder a las CCAA los impuestos estatales.
5.- Las CCAA podrán crear sus propios impuestos siempre que:
a) no recaigan sobre hechos imponibles gravados por el Estado y si recaigan sobre
alguna de las competencias asumidas por la respectiva CCAA.
Lección 4. Poder tributario
7.- La Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del Impuesto sobre la Renta de las Per-
sonas Físicas es de aplicación:
a) en todo el territorio nacional.
b) en las Comunidades Autónomas de régimen común y de régimen especial.
c) en las Comunidades Autónomas de régimen común.
d) en todo el territorio nacional salvo en la Comunidad Autónoma de Cana-
rias y las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla.
d) local
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Se pide:
1. Analizar la constitucionalidad de la señalada medida a la luz de poder tributario
de las Comunidades Autónomas y de los principios de justicia material en el tri-
buto.
Solución propuesta
Para enjuiciar la constitucionalidad del señalado recargo, deberíamos partir de los
preceptos legales que posibilitan su imposición.
A estos efectos, basta con señalar que el propio art. 157.1 CE dispone que los recursos
de las Comunidades Autónomas estarán constituidos, entre otras fuentes de ingresos, por
los recargos sobre los impuestos estatales.
Por otro lado, los arts. 12 y 17.d) de la LOFCA posibilitan la adopción de los recargos
aludidos, por lo que «… en virtud de la Constitución y de la LOFCA y con respecto a los
límites que éstas establecen, es evidente que las Comunidades Autónomas, … pueden es-
tablecer recargos sobre impuestos estatales, de acuerdo con lo que en cada caso dispongan
sus Estatutos de Autonomía». (STC de 4 de octubre de 1990).
En segundo lugar, aunque el art. 157.2 CE prohíbe a las Comunidades Autónomas
adoptar medidas tributarias sobre bienes situados fuera de su territorio, este precepto no
prohíbe que se graven rentas de las personas con domicilio fiscal en su territorio, aunque
éstas provengan, en parte, de bienes localizados fuera de la Comunidad; y ello, porque «lo
que dicho precepto prohíbe a las Comunidades Autónomas es “adoptar medidas sobre
bienes situados fuera de su territorio”» —y— «a la evidencia de que la renta personal gra-
vada por el recargo autonómico no es un bien situado en territorio alguno, hay que añadir
que las rentas no son bienes, sino que son los bienes los que producen la renta. Debe consi-
derarse, en segundo lugar, que una cosa es adoptar medidas tributarias sobre bienes y otra
distinta es establecer un recargo tributario cuyos efectos pueden alcanzar mediata o indi-
rectamente, en el “plano de los fáctico” a los bienes como fuente de la riqueza o renta que
constituye el hecho imponible» (STC 37/1987, FJ 14; STC de 4 de octubre de 1990, FJ 5).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Se pide:
1. ¿Tiene poder tributario el Presidente de la una Comunidad Autónoma para adop-
tar las anteriores medidas?
2. ¿El cauce normativa utilizado es el correcto?
3. ¿Es correcto aprobar una tarifa general en relación con el IRPF?
4. En relación con el IVA ¿puede modificar los tipos estatales?, ¿puede establecer un
recargo sobre dicho impuesto?
5. ¿Puede crear el impuesto propio sobre viviendas vacías? Limitaciones.
b) Tiene una cuenta corriente y otra a plazo, en el BMN, que le ha generado durante el
año 120 euros y 300 euros respectivamente.
c) Su vivienda habitual se encuentra en Granada.
d) Ha transmitido a finales del año un bien inmueble situado en Barcelona, obteniendo
un ganancia de patrimonio, la diferencia entre el valor de adquisición y de transmisión,
de 45.000 euros.
e) Dicho bien inmueble, el situado en Barcelona, lo había recibido en concepto de
donación a principios de año. Donación efectuada por su hermano, residente en dicha
ciudad.
f) En marzo había heredado de su tío fallecido en Argentina unos bienes situados en
España
e) Ha adquirido de otro particular un bien inmueble situado en Madrid y otro en
Sevilla.
d) Adquiere este manual de «Derecho Tributario» en una librería situada Murcia.
Se pide:
1. Determinar el impuesto devengado por cada hecho o circunstancia descrita.
2. Determinar la Administración estatal, autonómica o local competente en la ges-
tión de cada impuesto anterior.
3. Indicar la normativa aplicable en cada caso.
Lección 5
LAS FUENTES DEL DERECHO FINANCIERO Y
TRIBUTARIO
I. INTRODUCCIÓN
En la lección anterior se ha hecho referencia a las fuentes en sentido material,
esto es, a los sujetos con poder normativo creador en materia financiera y tributa-
ria. En la presente nos ocupamos, en cambio, de las fuentes en sentido formal. Es
decir, de los distintos actos o formas a través de los cuales se manifiestan hacia el
exterior las normas jurídico-financieras.
Para comenzar hay que señalar que no existe un sistema de fuentes propio y
específico del Derecho Financiero, por lo que rige aquí el mismo sistema de fuen-
tes aplicable, con carácter general, en el resto del ordenamiento jurídico. Si acaso
habría que hablar tan sólo de algunas peculiaridades derivadas, sobre todo, de la
vigencia del principio de reserva de ley en materia financiera —y, especialmente,
en materia tributaria— lo que determina la preponderancia de un tipo concreto
de fuente formal: la ley, entendida en sentido estricto, esto es, en cuanto acto nor-
mativo emanado del poder legislativo (de las Cortes Generales o de los Parlamen-
tos o Asambleas legislativas de las distintas Comunidades Autónomas).
En consecuencia, debemos realizar en este punto una remisión a la Teoría Ge-
neral de las fuentes del Derecho, cuya exposición no corresponde realizar en una
obra como la presente, en la que tan sólo tiene sentido el estudio de las espe-
cialidades que presenta dicha Teoría en el ámbito específicamente financiero y
tributario.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la regulación primaria de las fuen-
tes del Derecho —al menos, de las escritas— se contiene en la Constitución (nor-
ma normarum), de la cual se desprende que las fuentes del Derecho y, por tanto
del Derecho Financiero y Tributario, son las siguientes: la propia Constitución, los
Tratados o Convenios internacionales, la Ley (tanto orgánica como ordinaria), el
Decreto Legislativo, el Decreto-ley y los Reglamentos. A todo ello hay que añadir
las distintas fuentes del Derecho comunitario europeo (principalmente, Tratados,
Reglamentos y Directivas y Decisiones comunitarios) de aplicación preferente al
propio derecho interno.
En este mismo sentido, el artículo 7 LGT-2003 establece lo siguiente:
«1. Los tributos se regirán:
a) Por la Constitución.
b) Por los tratados o convenios internacionales que contengan cláusulas de natura-
leza tributaria y, en particular, por los convenios para evitar la doble imposición, en los
términos previstos en el artículo 96 de la Constitución.
c) Por las normas que dicte la Unión Europea y otros organismos internacionales o
supranacionales a los que se atribuya el ejercicio de competencias en materia tributaria
de conformidad con el artículo 93 de la Constitución.
d) Por esta Ley, por las Leyes Reguladoras de cada tributo y por las demás leyes que
contengan disposiciones en materia tributaria.
e) Por las disposiciones reglamentarias dictadas en desarrollo de las normas anterio-
res y, específicamente en el ámbito tributario local, por las correspondientes ordenanzas
fiscales.
En el ámbito de competencias del Estado, corresponde al Ministro de Hacienda dictar
disposiciones de desarrollo en materia tributaria, que revestirán la forma de orden mi-
nisterial, cuando así lo disponga expresamente la ley o reglamento objeto de desarrollo.
Dicha orden ministerial podrá desarrollar directamente una norma con rango de Ley
cuando así lo establezca expresamente la propia Ley.
2. Tendrán carácter supletorio las disposiciones generales del derecho administrativo
y los preceptos del derecho común».
II. LA CONSTITUCIÓN
Dada su condición de verdadera norma jurídica vinculante (art. 9.1 CE), la
Constitución española de 1978 (vértice de la pirámide normativa) se erige en la
primera y fundamental de las fuentes del Derecho Financiero y Tributario (STC
80/1982, de 20 de diciembre).
En ella se establece, como acabamos de ver, el sistema de fuentes del orde-
namiento jurídico-financiero (norma normarum); en ella se establece también la
distribución del poder financiero y tributario en el Estado español —esto es, las
competencias que corresponden en esta materia a cada uno de los Entes públicos
territoriales—, así como los principios, tanto materiales como formales, que rigen
Lección 5. Las fuentes del Derecho Financiero y Tributario
de «responsabilidad» del Estado por los daños causados a los particulares por el
incumplimiento del Derecho comunitario.
En este sentido, ya en la STJCE de 5 de febrero de 1963 (asunto C-26/62,
Van Gend & Loos) se afirmaba lo siguiente: «la Comunidad constituye un nue-
vo ordenamiento jurídico de Derecho internacional, a favor del cual los Estados
miembros han limitado su soberanía, si bien en un ámbito restringido, y cuyos
sujetos son, no sólo los Estados miembros, sino también sus nacionales; que, en
consecuencia, el Derecho comunitario, autónomo respecto a la legislación de los
Estados miembros, al igual que crea obligaciones a cargo de los particulares, está
también destinado a generar derechos que se incorporan a su patrimonio jurídico;
que esos derechos nacen, no sólo cuando el Tratado los atribuye de modo explí-
cito, sino también en razón de obligaciones que el Tratado impone de manera
perfectamente definida tanto a los particulares como a los Estados miembros y a
las Instituciones comunitarias». Y con mayor rotundidad aún, en la STJCE de 15
de julio de 1964 (asunto C-6/64, Flaminio Costa c. ENEL), se afirmaba que «a
diferencia de los Tratados internacionales ordinarios, el Tratado de la CEE creó
un ordenamiento jurídico propio, integrado en el sistema jurídico de los Estados
miembros desde la entrada en vigor del Tratado, y que vincula a sus órganos ju-
risdiccionales».
De este modo, el Tribunal de Luxemburgo destaca, en primer lugar, la autono-
mía del Derecho comunitario tanto respecto del Derecho interno de los Estados
miembros, como respecto del Derecho internacional clásico, configurándose así
a modo de un tertium genus, superador del típico carácter intergubernamental
del derecho internacional —carácter supranacional del Derecho comunitario—.
Autonomía que, entre otras cosas, implica que las categorías y nociones del De-
recho comunitario no tienen por qué coincidir con las del Derecho nacional, pues
aquellas se determinan en función de las exigencias del propio Derecho comuni-
tario y de los objetivos de los Tratados. Y en segundo lugar, se destaca también la
eficacia o efecto directo de las normas comunitarias, lo que viene a significar que
tales normas tienen capacidad para generar por sí mismas y de manera inmediata
obligaciones y derechos para sus destinarios (Estados miembros o particulares) y
que, por tanto, pueden invocarse ante los órganos jurisdiccionales internos, quie-
nes tienen la obligación de aplicarlas.
Por su parte, el principio de primacía de la norma comunitaria sobre la norma
interna supone la inaplicación de esta última en caso de conflicto con la primera
(STJCE de 15 de julio de 1964, asunto C-6/64, Flaminio Costa c. ENEL). En
efecto, como se señala en la STJCE de 9 de marzo de 1978 (asunto C-106/77,
Simmenthal, apartado 24): «el Juez nacional encargado de aplicar, en el marco de
su competencia, las disposiciones del Derecho comunitario, está obligado a garan-
tizar la plena eficacia de dichas normas dejando, si procede, inaplicadas, por su
propia iniciativa, cualesquiera disposiciones contrarias de la legislación nacional,
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
aunque sean posteriores, sin que esté obligado a solicitar o a esperar la deroga-
ción previa de éstas por vía legislativa o por cualquier otro procedimiento cons-
titucional». Doctrina reiterada en otras muchas sentencias como, por ejemplo, la
de 11 de julio de 1989, asunto C-170/88, Ford España S.A. c. Estado español, y
asumida plenamente por nuestro Tribunal Constitucional (véase, por ejemplo,
SSTC 123/2010, de 29 de noviembre; 145/2012, de 2 de julio; y 232/2015, de 8 de
noviembre) y nuestro Tribunal Supremo (véase, por ejemplo, SSTS de 24 de abril
de 1993 y de 13 de octubre de 2011).
A lo anterior ha de añadirse, como derivación específica del principio de pri-
macía, que las normas nacionales deben ser interpretadas, hasta donde sea posi-
ble, de conformidad con el Derecho comunitario —principio de interpretación
conforme— (véase, por ejemplo, SSTJUE de 13 de noviembre de 1990, asunto
C-106/89, Marleasing; de 16 de julio de 1998, asunto C-264/96, ICI v. Colmer;
de 5 de octubre de 2004, asuntos acumulados C-397-01 a C-403/01, Pfeiffer;
de 19 de enero de 2010, asunto C-555/07, Seda Kücük devici; de 12 de julio de
2011, asunto C-109/09, Lufthansa; de 18 de octubre de 2012, asunto C-428/11,
Purely Creative). Principio que se proyecta no sólo sobre la interpretación de las
normas internas dictadas para la ejecución de las directivas comunitarias, sino
sobre la totalidad del Derecho nacional (STJCE de 8 de octubre de 2004, asuntos
acumulados C‑397/01 a C‑403/01, Pfeiffer). Y todo ello, además, sin olvidar la
prevalencia de los criterios interpretativos del TJUE sobre el de cualquier otro
órgano (administrativo, jurisdiccional, etc.) de carácter interno.
A partir de estos principios se comprende fácilmente la trascendencia del Dere-
cho comunitario —y en lo que a nosotros nos interesa, del Derecho comunitario
financiero— en la ordenación de la actividad de ingreso y gasto público en el
espacio de la Unión Europea. Más aún si se repara en las importantes competen-
cias que los Tratados comunitarios atribuyen a las Instituciones europeas en esta
materia.
Así, situados en la vertiente de los ingresos públicos y, más precisamente aún,
en la de los recursos tributarios, habrá que reparar en lo siguiente.
En primer lugar, que la Unión Europea puede establecer —y así lo ha hecho
ya— sus propios tributos (este es el caso, por ejemplo, del impuesto sobre los
sueldos, salarios y emolumentos que las Comunidades pagan a sus funcionarios
y agentes).
En segundo lugar, que los Tratados comunitarios imponen importantes limi-
taciones al poder tributario de los Estados miembros. Limitaciones derivadas del
reconocimiento de las libertades comunitarias fundamentales (libre circulación de
personas, servicios, mercancías y capitales) y del principio general de no discri-
minación, orientados a evitar posibles distorsiones de la libre competencia y, por
tanto, a garantizar el funcionamiento del Mercado Único europeo como si de un
Lección 5. Las fuentes del Derecho Financiero y Tributario
auténtico mercado interior se tratara. En este sentido, el artículo 110 TFUE esta-
blece lo siguiente: «Ningún Estado miembro gravará directa o indirectamente los
productos de los demás Estados miembros con tributos internos, cualquiera que
sea su naturaleza, superiores a los que graven directa o indirectamente los pro-
ductos nacionales similares. Asimismo, ningún Estado miembro gravará los pro-
ductos de los demás Estados miembros con tributos internos que puedan proteger
indirectamente otras producciones». Lo que debe completarse con lo dispuesto
en el artículo 111 TFUE, a cuyo tenor: «Los productos exportados al territorio
de uno de los Estados miembros no podrán beneficiarse de ninguna devolución
de tributos internos superior al importe de aquellos con que hayan sido gravados
directa o indirectamente». A todo ello hay que añadir, además, la prohibición
general de las ayudas de Estado —entre ellas, las de carácter tributario— que
puedan falsear la libre competencia. En efecto, según el artículo 107.1 TFUE: «1.
Salvo que los Tratados dispongan otra cosa, serán incompatibles con el mercado
interior, en la medida en que afecten a los intercambios comerciales entre Estados
miembros, las ayudas otorgadas por los Estados o mediante fondos estatales, bajo
cualquier forma, que falseen o amenacen falsear la competencia, favoreciendo a
determinadas empresas o producciones». Todas estas limitaciones han dado lugar
a un proceso de «integración o armonización negativa» de los sistemas fiscales
de los Estados miembros, en la que ha jugado un papel decisivo la jurisprudencia
del TJUE, la cual se ha mostrado sumamente estricta en la interpretación de las
normas anteriormente transcritas, restringiendo así la capacidad de decisión de
los Estados miembros en el ámbito de la política fiscal.
Y en tercer lugar, que estos mismos Tratados reconocen a las Instituciones
comunitarias competencias para llevar a cabo la armonización de la legislación
fiscal de los Estados miembros —especialmente en materia de imposición indirec-
ta— en la medida necesaria para alcanzar los objetivos comunitarios («integra-
ción o armonización positiva» de los sistemas fiscales de los Estados miembros).
En efecto, según el artículo 113 TFUE: «El Consejo, por unanimidad con arreglo
a un procedimiento legislativo especial, y previa consulta al Parlamento Euro-
peo y al Comité Económico y Social, adoptará las disposiciones referentes a la
armonización de las legislaciones relativas a los impuestos sobre el volumen de
negocios, los impuestos sobre consumos específicos y otros impuestos indirectos,
en la medida en que dicha armonización sea necesaria para garantizar el estable-
cimiento y el funcionamiento del mercado interior y evitar las distorsiones de la
competencia». En cambio, en relación con la imposición directa no se contempla
norma específica alguna, por lo que la base jurídica para la armonización de los
impuestos directos hay que buscarla en la norma general de armonización pre-
vista en el artículo 115 TFUE (a cuyo tenor: «Sin perjuicio del artículo 114, el
Consejo adoptará, por unanimidad con arreglo a un procedimiento legislativo
especial, y previa consulta al Parlamento Europeo y al Comité Económico y So-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
V. LA LEY
1. Ley orgánica y ley ordinaria
Como ya se ha advertido antes, la vigencia del principio de reserva de Ley
en esta materia determina que la ley emanada de las Cortes Generales o de los
Parlamentos o Asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas ocupe un
lugar preferente entre las fuentes de origen interno del ordenamiento financiero
y tributario.
Como es bien sabido, en nuestra Constitución se contemplan dos tipos de le-
yes: la orgánica y la ordinaria.
Según el artículo 81.1 CE, son «leyes orgánicas las relativas al desarrollo de
los derechos fundamentales y de las libertades públicas, las que aprueben los Es-
tatutos de Autonomía y el régimen electoral general y las demás previstas en la
Constitución».
De aquí se desprende que la financiera y tributaria no constituye una materia
reservada, con carácter general, a la ley orgánica. Ahora bien, tal y como se des-
prende del propio artículo 81.1 CE (y las demás previstas en la Constitución), hay
que tener en cuenta que en otros preceptos constitucionales sí se reserva a la ley
orgánica la regulación de ciertos aspectos relacionados con la Hacienda pública.
Así, el artículo 157.3 CE establece que mediante ley orgánica podrá regularse el
ejercicio de las competencias financieras enumeradas en el precedente apartado
1 —esto es, las competencias financieras de las Comunidades Autónomas—, las
normas para resolver los conflictos que pudieran surgir y las posibles formas de
colaboración financiera entre las Comunidades Autónomas y el Estado. En la ac-
tualidad tal posibilidad se concreta en la Ley Orgánica 8/1980, de 22 de septiem-
bre, de financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA).
Por otra parte, tampoco puede perderse de vista que en todos los Estatutos
de Autonomía (leyes orgánicas emanadas de las Cortes Generales) se aborda la
regulación de la Hacienda Pública de las respectivas Comunidades Autónomas y
que, además, existen algunas leyes orgánicas que de una manera indirecta pueden
afectar a la materia financiera y tributaria, como es el caso, por ejemplo, de la que
regula el delito contra la Hacienda pública.
No existiendo una reserva general de ley orgánica en materia financiera y tri-
butaria, se comprende fácilmente que el instrumento normativo más comúnmente
utilizado para su regulación sea la ley ordinaria, tanto estatal como autonómica.
La cual no presenta, en principio, ningún tipo de especialidad ratione materiae
con respecto a las demás leyes ordinarias y con respecto al procedimiento legisla-
tivo ordinario. Sin embargo, no debemos pasar por alto la existencia de algunas
especialidades o peculiaridades, algunas de ellas muy importantes, en el ámbito
financiero y tributario.
Lección 5. Las fuentes del Derecho Financiero y Tributario
2. Ley de Presupuestos
2.1. Consideraciones generales. Límites materiales a la Ley de Presupuestos
De manera reiterada, nuestro Tribunal Constitucional ha venido sosteniendo
que las leyes anuales de presupuestos —estatales y autonómicas— son, tanto en
un sentido formal como material, auténticas leyes ordinarias.En efecto, como se
señala en la STC 7/2010, de 27 de abril (FJ 3): «la Ley de presupuestos es Ley en
sentido tanto material como formal, dando por superadas las tesis tradicionales,
que consideraron a la Ley de presupuestos como una Ley meramente formal (todo
ello se dijo tempranamente en la STC 27/1981, de 20 de julio, F. 2, y luego se reite-
ró, entre otras, en las SSTC 63/1986, de 21 de mayo, F. 5; 68/1987, de 21 de mayo,
F. 4; 76/1992, de 14 de mayo, F. 4; 274/2000, de 15 de noviembre, F. 4; y 3/2003,
de 16 de enero, F. 4), afirmación que vale tanto para las Leyes de presupuestos
generales del Estado (arts. 75.3 y 134 CE), como para las Leyes de presupuestos
de las distintas Comunidades Autónomas».
Lo anterior no impide, sin embargo, reconocer —como también se ha reiterado
en la doctrina del máximo intérprete de la Constitución española— que la ley de
presupuestos presenta ciertas peculiaridades que la singularizan con respecto a
cualquier otra ley ordinaria. Peculiaridades o singularidades que tiene que ver con
los siguientes aspectos.
En primer lugar, con su contenido. Un contenido que es exclusivo de este tipo
de leyes y que no puede ser objeto de ninguna otra ley: la aprobación del Presu-
puesto o habilitación de gastos que como máximo puede realizar el Gobierno en
el correspondiente ejercicio presupuestario, así como la previsión de los ingresos
que se espera recaudar para hacer frente a tales gastos (artículos 134.1 y 2 CE y
21.1 LOFCA).Lo cual explicaría por qué el artículo 66 CE distingue entre una
potestad legislativa general y una específica potestad presupuestaria (o potestad
de aprobación de los Presupuestos), si bien ello no significa en modo alguno que
nos hallemos antes dos potestades totalmente diferenciadas, sino tan sólo que la
presupuestaria constituye una manifestación-singular y especialmente relevante-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ahora bien, la redacción del artículo 134.7 CE plantea varias cuestiones inter-
pretativas.
a) Qué debe entenderse por creación de un tributo
Según se desprende de la STC 27/1981, de 20 de julio, por tal ha de entenderse
no sólo la creación ex novo de un tributo, sino también la introducción de modifi-
caciones en la regulación de un tributo ya existente que supongan un cambio total
o radical en la naturaleza del mismo. En efecto, según la citada sentencia (FJ 2),
el término modificación admite diversas interpretaciones «que van desde la muy
estricta que quisiera asimilarlo a cualquier variación en no importa cuál de los
elementos integrantes del tributo o, al menos, a cualquier variación que redunde
en la cuantía de la deuda tributaria, hasta una interpretación muy lata, que con-
cluyese en que la Constitución se refiere tan solo a aquellas modificaciones que
supongan un cambio total en la naturaleza del Impuesto.No debemos conformar-
nos en esta última interpretación, que significaría reconducir la modificación a la
creación de tributos, cuando la Constitución se refiere a ambos como supuestos
independientes».
Por otra parte, hay que tener en cuenta que según el TC el artículo 134.7 CE
se refiere única y exclusivamente a los tributos, y no a cualquier otro tipo de
prestación patrimonial pública, por lo que estas últimas sí pueden crearse a través
e la ley anual de presupuestos. Así en la STC 44/2015, de 5 de marzo [FJ 5 e)],
se sostiene lo siguiente en relación con los Ingresos por descuentos por volumen
de ventas de los empresarios, grupos empresariales, fabricantes e importadores
de medicamentos y sustancias medicinales al Sistema Nacional de Salud: «dicha
prestación carece de naturaleza tributaria, pues con ella no se pretende establecer
una nueva forma de ingreso público con la que coadyuvar a la financiación del
gasto público, sino racionalizar el gasto farmacéutico mediante una asignación
eficiente y económica de los recursos públicos disponibles (art. 31.2 CE) (STC
83/2014, de 29 de mayo, FJ 3) (…). Según lo que antecede y dado que no puede
efectuarse una lectura expansiva de los límites que la Constitución impone a la
ley de presupuestos, debe señalarse que cuando el art. 134.7 CE prohíbe a la ley
de presupuestos «crear tributos» está poniendo en conexión esta limitación con
el deber de contribuir al que hace referencia el art. 31.1 CE y con la potestad
originaria del Estado para crear tributos por ley del art. 133.1 CE, sin que haya
pretendido extender esa prohibición a cualquier «prestación patrimonial de ca-
rácter público» a las que se refiere el art. 31.3 CE. Dicho de otra manera, cuando
el Constituyente consideró inhábil el instrumento presupuestario para introducir
nuevos «tributos» en el ordenamiento o para modificar los existentes (sin previa
habilitación legal al respecto), era consciente de la existencia de una reserva de
ley en materia de «prestaciones patrimoniales de carácter público» (art. 31.3 CE),
y, sin embargo, no quiso extender aquella limitación a toda clase de prestación
patrimonial de carácter público, sino únicamente a las de naturaleza tributaria,
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
1. Textos articulados
Como acaba de decirse, cuando la delegación legislativa tenga por objeto la
formación de un texto articulado, habrá de otorgarse a través de una ley de ba-
ses. La cual deberá delimitar con precisión el objeto y alcance de la delegación
legislativa y los principios y criterios que han de seguirse en su ejercicio (art. 82.4
CE). Además, advierte el artículo 83 CE, la ley de bases no podrá en ningún caso
autorizar la modificación de la propia ley de bases ni facultar para dictar normas
con carácter retroactivo.
La ley de bases puede consistir en una ley específica y exclusivamente concebi-
da con la finalidad de contener las bases que después el Gobierno habrá de desa-
rrollar a través del correspondiente Decreto legislativo (texto articulado), o puede
consistir en un precepto o conjunto de preceptos contenidos en una ley cuyo
objeto no se limita a la mera delegación legislativa. Un ejemplo de esta última
posibilidad lo encontramos en el artículo 85 del Real Decreto Legislativo 2/2004,
de 5 de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley Reguladora de
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
las Haciendas Locales, en el que se establecen las bases con arreglo a las cuales
el Gobierno deberá aprobar las tarifas e instrucciones para su aplicación del Im-
puesto sobre Actividades Económicas.
En cualquiera de estas modalidades, el Parlamento establece la regulación bá-
sica (principios y criterios fundamentales) de una determina materia que encierra
una especial complejidad técnica, delegando en el Gobierno el desarrollo y con-
creción de tales principios y criterios a través de la aprobación del correspondien-
te Decreto legislativo. De este modo, al tiempo que se salvaguarda el principio de
reserva de ley (toda vez que la regulación de los aspectos esenciales se lleva a cabo
por el Parlamento) se garantiza la agilidad y operatividad práctica en relación con
los aspectos más complejos y técnicos.
2. Textos refundidos
La aprobación de textos refundidos constituye una técnica de gran utilidad
práctica en un ámbito como el nuestro caracterizado por la prolijidad legislativa
y la sucesión incesante de normas jurídicas que se superponen y solapan entre sí
dificultando enormemente el conocimiento del Derecho vigente. Esto explicaría
la profusa utilización que se ha hecho de los textos refundidos en el ámbito del
Derecho Financiero y Tributario.
En este caso la delegación deberá otorgarse a través de una ley ordinaria que
habrá de determinar el ámbito normativo a que se refiere el contenido de la dele-
gación, especificando si se circunscribe a la mera formulación de un texto único
o si se incluye la de regularizar, aclarar y armonizar los textos legales que han de
ser refundidos (art. 82.5 CE).
Al no implicar innovación alguna del ordenamiento jurídico y limitarse única-
mente a la refundición en uno sólo de varios textos legales ya preexistentes, esta
técnica legislativa no plantea ningún tipo de problemas desde el punto de vista del
principio de reserva de ley, siempre, claro está, que el Gobierno se limite a cumplir,
como se ha dicho antes, con el encargo recibido y no se extralimite en su ejecución.
ra, por otro, de las disposiciones incluidas en el Real Decreto-ley. Así, ya en la STC
29/1982, de 31 de mayo (FJ 3), se excluyeron aquellas disposiciones «que, por su
contenido y de manera evidente, no guarden relación alguna, directa ni indirecta,
con la situación que se trata de afrontar ni, muy especialmente, aquéllas que, por
su estructura misma, independientemente de su contenido, no modifican de mane-
ra instantánea la situación jurídica existente» (en el mismo sentido se pronuncia,
entre otras, la STC 39/2013, de 14 de febrero, FJ 9).
Aplicando estos criterios, el TC ha venido admitiendo la aptitud del Decreto-
ley para atender lo que él mismo ha denominado como «coyunturas económicas
problemáticas», como por ejemplo: la perentoria necesidad de dotar a los munici-
pios de medios financieros suficientes para desempeñar las funciones que la ley les
atribuye (STC 6/1983, de 4 de febrero), la situación de riesgo de desestabilización
del orden financiero (STC 111/1983, de 2 de diciembre), la necesidad de adopción
de planes de reconversión industrial (STC 29/1986, de 20 de febrero), la necesi-
dad de consolidar el crecimiento de la actividad económica (STC 137/2011, de 14
de septiembre, FJ 6), etc.
En cualquier caso, el TC ha dejado bien claro que «la necesidad justificadora
de los Decretos-leyes no se puede entender como una necesidad absoluta que
suponga un peligro grave para el sistema constitucional o para el orden públi-
co entendido como normal ejercicio de los derechos fundamentales y libertades
públicas y normal funcionamiento de los servicios públicos, sino que hay que
entenderlo con mayor amplitud como necesidad relativa respecto de situaciones
concretas de los objetivos gubernamentales que, por razones difíciles de prever,
requieren una acción normativa inmediata en un plazo más breve que el requerido
por la vía normal o por el procedimiento de urgencia para la tramitación parla-
mentaria de las leyes» (STC 6/1983, FJ 5).
En cuanto a la segunda de las limitaciones anteriormente apuntadas, hay que
advertir que el Decreto-ley no puede afectar a ciertas materias, entre las que se
encuentran los deberes de los ciudadanos regulados en el Título I de la Constitu-
ción. La inclusión en dicho título del deber de contribuir al sostenimiento de los
gastos públicos (art. 31.1 CE) llevó, desde un principio, tanto a la doctrina cientí-
fica como al TC a plantearse las posibilidades de intervención del Decreto-ley en
materia tributaria.
En un primer momento, el máximo intérprete de la Constitución española,
siguiendo a un destacado sector de la doctrina científica, consideró que el ámbito
vedado al Decreto-ley en materia tributaria era coincidente con el de las materias
cubiertas por el principio de reserva de ley. Esto es, en un principio nuestro TC
consideró que quedaba vedado al Decreto-ley tanto la creación ex novo de un
tributo, como la regulación de los elementos esenciales de un tributo preexis-
tente. Produciéndose así, lo que el propio TC ha denominado como coextensión
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
del ámbito cubierto por la reserva de ley y del ámbito vedado al Decreto-ley en
materia tributaria (el exponente más significativo de esta doctrina lo constituye la
STC 6/1983, de 4 de febrero; seguida por otras como las SSTC 41/1983, de 18 de
mayo, y 51/1983, de 14 de junio).
Sin embargo, la postura del TC experimentaría un giro de ciento ochenta gra-
dos a raíz de la STC 182/1997, de 28 de octubre, en la que se resuelve un recurso
de inconstitucionalidad contra determinados preceptos del Decreto-ley 5/1992,
de 21 de julio, de medidas presupuestarias urgentes, entre ellos, y por lo que aquí
interesa, el artículo 2 por el que se modifican las escalas de tipos impositivos del
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas para el ejercicio de 1992.
En dicha sentencia el TC comienza advirtiendo lo siguiente (FJ 8): «conviene
matizar explícitamente la doctrina de este Tribunal sobre el sentido y alcance de
los límites del Decreto-ley cuando recae sobre materia tributaria. A los efectos de
la interpretación del límite material establecido por la Constitución no es preciso
vincular —como se hizo en la STC 6/1983— el ámbito del art. 86.1 CE («afectar
a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en el Título I»,
entre los que se encuentra el deber de contribuir al sostenimiento de los gastos
públicos del art. 31.1 CE) con el de la reserva de Ley que establecen el art. 31.3
CE («sólo podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter
público con arreglo a la Ley») y el art. 133.1 CE («la potestad originaria para
establecer los tributos corresponde al Estado, mediante Ley»), como si fueran
ámbitos coextensos (…). A lo que este Tribunal debe atender al interpretar el lí-
mite material del art. 86.1 CE no es pues, al modo cómo se manifiesta el principio
de reserva de Ley en una determinada materia, la tributaria en este caso (si tiene
carácter absoluto o relativo y qué aspectos de dicha materia se encuentran ampa-
rados o no por dicha reserva), sino más bien al examen de si ha existido «afecta-
ción» por el Decreto-Ley de un derecho, deber o libertad regulado en el Título I
de la Constitución. Lo que exigirá tener en cuenta la configuración constitucional
del derecho o deber afectado en cada caso y la naturaleza y alcance de la concreta
regulación de que se trate».
Pues bien, centrado en esta última tarea (análisis de la configuración constitu-
cional del deber afectado), observa el Tribunal que el artículo 31.1 CE conecta
el deber de contribuir al sostenimiento del gasto público con el criterio de la
capacidad económica y con el conjunto del sistema tributario, y no con ningu-
na figura impositiva en particular. Lo que le lleva a la siguiente conclusión (FJ
7): «Conforme a la propia literalidad del art. 31.1 CE queda claro, pues, queel
Decreto-Ley no podrá alterar ni el régimen general ni aquellos elementos esen-
ciales de los tributos que inciden en la determinación de la carga tributaria, afec-
tando así al deber general de los ciudadanos de contribuir al sostenimiento de los
gastos públicos de acuerdo con su riqueza mediante un sistema tributario justo.
(…) De manera que vulnerará el art. 86 CE cualquier intervención o innovación
Lección 5. Las fuentes del Derecho Financiero y Tributario
Código se aplicarán como supletorias en las materias regidas por otras leyes), pues
dependiendo del instituto jurídico de que en cada caso se trate, el derecho común
podrá encontrarse en las disposiciones del Derecho Penal, del Derecho Mercantil,
del Derecho del Trabajo, etc.
XII. LA JURISPRUDENCIA
Aunque no se trate de una fuente en sentido estricto, nadie puede dudar hoy
de la importancia de la jurisprudencia del Tribunal Supremo y, con mayor razón
aún, del Tribunal Constitucional y del Tribunal de Justicia de la Unión Europea,
como complemento esencial —en algunos casos, cercano a la innovación— del
ordenamiento jurídico.
En este sentido, el artículo 1.6 CC establece lo siguiente: «La jurisprudencia
complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que, de modo reiterado,
establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la ley, la costumbre y los
principios generales del derecho».
En la propia exposición de motivos del Decreto de 31 de mayo de 1974, por
el que se introdujo el precepto anteriormente transcrito, se advertía ya lo siguien-
te: «A la jurisprudencia, sin incluirla entre las fuentes, se le reconoce la misión
de complementar el ordenamiento jurídico. En efecto, la tarea de interpretar y
aplicar las normas en contacto con las realidades de la vida y de los conflictos de
intereses da lugar a la formulación por el Tribunal Supremo de criterios que, si
no entrañan la elaboración de normas en sentido propio y pleno, contienen desa-
rrollos singularmente autorizados y dignos, con su reiteración, de adquirir cierta
trascendencia normativa».
Según reiterada doctrina del propio Tribunal Supremo, para que sus resolucio-
nes puedan constituir jurisprudencia se requiere la concurrencia de los siguientes
requisitos: en nuestro caso, dichas resoluciones han de emanar de la Sala Tercera
o Sala de lo Contencioso-administrativo como consecuencia de la resolución de
un recurso de casación; deben existir al menos dos sentencias que se pronuncien
en el mismo sentido (no obstante, basta una sola sentencia cuando se ha produ-
cido un cambio de criterio); y además, las distintas sentencias deben tener una
misma ratio decidendi (sólo tiene la consideración de jurisprudencia la doctrina
establecida como ratio decidendi del caso concreto y no los meros obiter dicta).
Mucho más relevante resulta, desde el punto de vista de la innovación normati-
va, la jurisprudencia del máximo intérprete de la Constitución española. Especial-
mente desde que éste adoptara, a propósito de una cuestión de índole tributaria (la
declaración de inconstitucionalidad del sistema de tributación conjunta contenido
en la regulación originaria del IRPF), la denominada doctrina prospectiva, esto
es, aquella según la cual la nulidad de la norma declarada inconstitucional puede
Lección 5. Las fuentes del Derecho Financiero y Tributario
operar, en ciertos casos, sólo pro futuro (STC 45/1989, de 20 de febrero, seguida
por otras como la STC 185/1995, de 14 diciembre). Dicha doctrina, amparada en
la necesidad de evitar los gravísimos perjuicios económicos que para las arcas pú-
blicas pueden derivar de la declaración de inconstitucionalidad de determinadas
normas, implica una cierta equiparación, en cuanto a sus efectos jurídicos, entre
nulidad y derogación, lo que acaba convirtiendo al Tribunal Constitucional en un
verdadero legislador negativo.
Por último, constituye todo un tópico la afirmación de que el Derecho comu-
nitario es en gran medida un derecho de creación jurisprudencial. Y es que buena
parte de sus conceptos, principios e institutos jurídicos es obra del Tribunal de
Luxemburgo, especialmente a través de sus pronunciamientos en las cuestiones
prejudiciales sometidas a su consideración y en los procedimientos por incumpli-
mientos de Estado.
Según el artículo 267 TFUE, el Tribunal es competente para pronunciarse con
carácter prejudicial sobre la interpretación de los Tratados y sobre la validez e
interpretación de los actos adoptados por las instituciones, órganos u organismos
de la Unión. Según este mismo precepto, cuando se plantee una cuestión de esta
naturaleza ante un órgano jurisdiccional de uno de los Estados miembros, dicho
órgano podrá pedir al TJUE que se pronuncie sobre la misma si estima necesaria
una decisión al respecto para poder emitir su fallo. En cambio, dicho órgano esta-
rá obligado a someter la cuestión al TJUE siempre que la misma se plantee en un
asunto pendiente ante un órgano jurisdiccional nacional cuyas decisiones no sean
susceptibles de ulterior recurso judicial en la vía interna. No obstante, esta obliga-
ción desaparece cuando la cuestión planteada fuese materialmente idéntica a otra
que haya sido objeto de una decisión prejudicial en caso análogo —doctrina del
acto aclarado— (SSTJCE de 27 de marzo de 1963, asuntos Da Costa y acumu-
lados, 28 a 30/62; y de 19 de noviembre de 1991, asunto C-6 y 9/90, Francovich
y Bonifaci) y, también, cuando « la correcta aplicación del Derecho comunitario
puede imponerse con tal evidencia que no deje lugar a duda razonable alguna
sobre la solución de la cuestión suscitada» —doctrina del acto claro— (STJCE de
6 de octubre de 1982, asunto 283/81, CILFIT).
Por otra parte, y según se desprende de los artículos 258 y 259 TFUE, tanto la
Comisión como cualquier Estado miembro podrán recurrir al TJUE si estimaren
que otro Estado miembro ha incumplido cualquiera de las obligaciones que le
incumben en virtud de los Tratados. Las sentencias dictadas en estos procesos,
con efectos erga omnes, tienen un carácter meramente declarativo, limitándose
a constatar el incumplimiento por parte del Estado miembro, sin que el TJUE
pueda anular las disposiciones o los actos de Derecho interno que se declaran
contrarios al Derecho comunitario. Corresponde, por lo tanto, al Estado infractor
adoptar las medidas necesarias para poner fin al incumplimiento sin que el TJUE
pueda señalar vías concretas de ejecución que coarten esa libertad de apreciación
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Por lo que respecta al ámbito presupuestario, hay que señalar que la primera
disposición con cierto alcance codificador fue la Ley de Administración y Conta-
bilidad de la Hacienda Pública de 1 de julio de 1911.
Posteriormente, la Ley 11/1977, de 4 de enero, General Presupuestaria, vendría
a ahondar en el proceso de codificación, estableciendo los principios generales de
carácter permanente referentes a la actuación del Gobierno y de la Administra-
ción respecto a los derechos y obligaciones de naturaleza económica del Estado y
del sector público estatal, regulando instituciones y servicios de tanta relevancia
en el ámbito de las finanzas públicas como el Presupuesto, el Tesoro Público, la
Deuda Pública, el Control Financiero Interno y la Contabilidad Pública.
La imperiosa necesidad de integrar y sistematizar las múltiples modificaciones
que, desde su promulgación, había experimentado la LGP-1977, llevaron a la
promulgación del Real Decreto legislativo 1091/1988, de 23 de septiembre, por
el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley General Presupuestaria. Un texto
que no tardaría mucho en quedarse obsoleto.
El último paso en este proceso codificador nos lleva hasta la actual Ley 47/2003,
de 26 de noviembre, General Presupuestaria, que tiene por objeto «la regulación
del régimen presupuestario, económico-financiero, de contabilidad, intervención
y de control financiero del sector público estatal» (art. 1). Entendiéndose, a estos
efectos, por sector público estatal el definido como tal en su artículo 2.
Según se desprende de su propia exposición de motivos, las razones funda-
mentales que llevaron a la aprobación de esta nueva ley, fueron las siguientes.
En primer término, la necesidad de acoger las más modernas teorías y técnicas
presupuestarias, así como sobre control y contabilidad en el ámbito de la gestión
pública. En segundo lugar, la necesidad de corregir la dispersión de la legislación
presupuestaria que se produjo tras la promulgación del Texto Refundido de 1988.
En tercer lugar, el enorme desarrollo del proceso de descentralización operado en
España, que ha llevado tanto a las Comunidades Autónomas como a las Corpora-
ciones Locales a asumir nuevas competencias cedidas desde la Administración es-
tatal que han originado flujos financieros y formas de gestión compartida que han
debido contemplarse y regularse en el nuevo Texto Legal. En cuarto lugar, nuestra
pertenencia a la Unión Económica y Monetaria Europea, lo que hacía preciso
abordar las relaciones financieras con la misma. Y en quinto lugar, la aprobación
de la Ley 18/2001, de 12 de diciembre, General de Estabilidad Presupuestaria.
Probablemente, sea ésta última la más importante de todas las razones. De hecho,
las principales innovaciones introducidas por la LGP-2003 tienen que ver con la
programación, el equilibrio y la estabilidad presupuestarios.
Lección 5. Las fuentes del Derecho Financiero y Tributario
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
1.- La prestación del consentimiento del Estado para obligarse por medio de un
convenio internacional para evitar la doble imposición requiere:
a) La previa autorización por ley orgánica.
b) La previa autorización de las Cortes Generales por el procedimiento previsto en el
artículo 74.2 CE.
c) La previa autorización por ley ordinaria.
d) No requiere autorización previa por parte de las Cortes Generales.
2.- En el caso de que una norma de carácter interno resulte contraria al Derecho
comunitario europeo:
a) El juez nacional deberá, en todo caso, inaplicarla.
b) El juez nacional deberá inaplicarla, pero sólo después de plantear ante el TJUE la
correspondiente cuestión prejudicial.
c) El juez nacional deberá, en todo caso, aplicarla.
d) El juez nacional deberá inaplicarla, pero sólo después de plantear ante el TC la
correspondiente cuestión de inconstitucionalidad.
6.- A efectos de lo dispuesto en el artículo 134.7 CE, se entiende por ley tributaria
sustantiva:
a) Cualquier norma con rango de ley.
b) Cualquier norma con rango de ley que regule algún aspecto material del tributo,
excepto la propia Ley de Presupuestos.
c) Cualquier norma con rango ley que regule algún aspecto, formal o material, del
tributo.
d) Cualquier norma que regule algún aspecto material del tributo.
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
En el BOE de 31 de diciembre de 2011 se publicó el Real Decreto-ley 20/2011, de 30
de diciembre, de medidas urgentes en materia presupuestaria, tributaria y financiera para
la corrección del déficit público. Dicho Real Decreto-ley introdujo, con efectos desde el día
1 de enero de 2012, diversas modificaciones en la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Entre tales modificaciones cabe destacar
la incorporación de una nueva disposición adicional (la trigésima quinta) por la que se
crea y regula un gravamen complementario a la cuota íntegra estatal para la reducción
del déficit público en los ejercicios 2012 y 2013. Explicado de un modo simplificado, la
cuantía de este gravamen complementario se determina de la siguiente manera: aplicando
a la base liquidable general una escala progresiva de tipos de gravamen que oscilan —en
función de la cuantía de aquella base— entre el 0,75% y el 7%; y aplicando sobre la base
liquidable del ahorro una escala progresiva de tipos de gravamen que oscilan —en función
de la cuantía de aquella base— entre el 2% y el 6%.
Con la misma finalidad de reducir el déficit público, en el citado Decreto-ley se intro-
dujo también una nueva disposición adicional (la decimocuarta) en el Texto Refundido de
la Ley del Impuesto sobre Sociedades (aprobado por Real Decreto Legislativo 4/2004, de
5 de marzo), elevando —desde el 1 de enero de 2012 hasta el 31 de diciembre de 2013— el
porcentaje de retención a cuenta del 19 al 21 por ciento.
En sesión celebrada el día 11 de enero de 2012, el Congreso de los Diputados acordó
la convalidación del Real Decreto-ley 20/2011.
Posteriormente, la Ley 2/2012, de 29 de junio, de Presupuestos Generales del Estado
para el año 2012, haría suyas, también con efectos desde el día 1 de enero de 2012, las
modificaciones a que se acaba de hacer referencia, introduciendo en la LIRPF y en el
TRLIS los mismos preceptos que previamente había introducido el Decreto-ley 20/2011.
Se pide:
1. Determinar si las modificaciones introducidas por el Real Decreto-ley 20/2011
tanto en la regulación del IRPF como en la del IS, se ajustan o no a Derecho.
Bruto. Con estas acciones se pretende garantizar que el sector público español inicie una
senda de reequilibrio que aporte credibilidad a la evolución futura de la deuda y déficit
públicos.
Sin esta corrección, que inicia un camino de consolidación fiscal que se concretará
de forma definitiva en el proyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado para
2012, no se podrían superar las actuales condiciones de escasez de liquidez que impiden
un desarrollo adecuado de la actividad económica.
Por su parte, el Real Decreto 1329/2011, de 26 de septiembre, de disolución del
Congreso de los Diputados y del Senado y de convocatoria de elecciones, publicado
en el «Boletín Oficial del Estado» el 27 de septiembre, acordaba la disolución de ambas
cámaras y la convocatoria de elecciones generales el 20 de noviembre de 2011. Como
consecuencia del mismo no se ha aprobado la Ley de Presupuestos Generales del Estado
para el año 2012(…).
Con el objeto de reducir el déficit público se establece un gravamen complementario
a la cuota íntegra estatal en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, que resul-
tará de aplicación en los periodos impositivos 2012 y 2013. (…) Igualmente se introduce
una modificación del texto refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades, aprobado
por el Real Decreto Legislativo 4/2004, de 5 de marzo, que eleva desde el 1 de enero
de 2012 hasta el 31 de diciembre de 2013 el porcentaje de retención del 19 al 21 por
ciento».
Parece evidente que, cuando menos, el Gobierno ha realizado un esfuerzo argumental
para explicar las razones de extraordinaria y urgente necesidad que le llevaron a adoptar
la disposición normativa objeto de análisis. Y parece también evidente, a nuestro juicio,
que tales razones resultan más que convincentes. Pues las circunstancias socio-económicas
y políticas concurrentes (profunda recesión económica, grave desequilibrio de las cuentas
públicas, prórroga de los presupuestos generales del Estado por la imposibilidad de apro-
bar la nueva ley de presupuestos antes del uno de enero de 2012 como consecuencia del
adelanto electoral, etc.) parecen justificar sobradamente la utilización del Decreto-ley para
la adopción de unas medidas que, como las que aquí nos ocupan (creación de un grava-
men complementario en el IRPF e incremento del tipo de retención en el IS), van directa e
inmediatamente dirigidas a incrementar los ingresos públicos y, con ello, a atajar la situa-
ción extraordinaria y urgente que se pretendía resolver: la corrección del déficit público.
En segundo lugar, habremos de determinar si las modificaciones operadas por el Decre-
to-ley 20/2011 rebasan o no los límites materiales que el artículo 86.1 CE establece para
este tipo de disposiciones normativas. Para lo cual habremos de proyectar las doctrina
del TC sobre las reformas introducidas, por una parte, en el IRPF y, por otra, en la del IS.
Para determinar si la reforma introducida en el IRPF rebasa o no aquellos límites ma-
teriales, debemos tener en cuenta, en primer término, que nos hallamos ante un tributo
que, como ha repetido hasta la saciedad el TC, constituye uno de los pilares estructurales
del sistema tributario y del que depende, en gran medida, que éste pueda realizar los
principios de justicia tributaria previstos en el art. 31.1 CE. Por tanto, una modificación
sustantiva de este tributo puede alterar significativamente la posición del contribuyente
en el conjunto del sistema tributario y con ello afectar al deber general de contribuir al
sostenimiento del gasto público según la capacidad económica a través de un sistema tri-
butario justo inspirado en los principios de igualdad, progresividad y no confiscatoriedad.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
justo inspirado, entre otros, en el principio de progresividad, en modo alguno puede equi-
pararse al del IRPF.
Sin embargo, tales diferencias en modo alguno pueden prejuzgar la posibilidad de que
una modificación de la normativa del IS pueda llegar a implicar una alteración sustancial
del reparto de la carga tributaria. No obstante, para que ello pudiera suceder, habría de
tratarse de una modificación de un calibre especial y que tuviera, además, una incidencia
definitiva en la contribución por este impuesto. Requisitos que en modo alguno concurren
en el presente caso, pues la modificación introducida por el Decreto-ley 20/2011 afecta
únicamente al sistema de pagos a cuenta del IS (más concretamente aún, al sistema de
retenciones a cuenta) que ha de soportar el sujeto pasivo y no a su contribución definitiva
por este impuesto.
En consecuencia, creemos que el incremento —de tan sólo dos puntos porcentuales—
del tipo de retención en el IS no afecta de manera sustancial al deber de contribuir al sos-
tenimiento del gasto público y que, por lo tanto, el Decreto-ley 20/2011 no ha traspasado
en este punto los límites materiales previstos en el artículo 86.1 CE.
Ejercicio núm. 2
En el BOJA de 9 de julio de 2010 se publicó el Decreto-ley 4/2010, de 6 de julio, de
medidas fiscales para la reducción del déficit público y para la sostenibilidad, del Gobier-
no de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
En la Exposición de Motivos del mencionado Decreto-Ley se establece lo siguiente:
El presente Decreto-ley contempla medidas fiscales que aseguren la sostenibilidad
fiscal a medio plazo, materializando el compromiso del Gobierno de la Comunidad Au-
tónoma de Andalucía de contribuir a la aceleración de la reducción del déficit público,
en coordinación con el Gobierno de la Nación.
En el marco de las obligaciones asumidas por nuestro país en el ámbito de la Unión
Europea, en defensa de la Unión Monetaria y de las economías de la eurozona, las Comu-
nidades Autónomas, en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera celebrada
el pasado 15 de junio, manifestaron su voluntad de adaptar sus objetivos presupuestarios
para 2010-2013 a la nueva senda de reducción del déficit, derivada de la aplicación del
Real Decreto-ley 8/2010, de 20 de mayo, por el que se adoptan medidas extraordinarias
para la reducción del déficit público (…),
La extraordinaria y urgente necesidad de las medidas que aquí se adoptan radica en
que todas ellas tendrán importantes efectos desde esta fecha, siendo la rapidez, seguri-
dad y determinación de la actuación, parte del compromiso asumido por los países inte-
grantes de la zona euro para reforzar la confianza en la moneda única y en la estabilidad
de la eurozona.
En cualquier caso, la extraordinaria y urgente necesidad de las medidas que integran
este Decreto-ley no radica tanto en su impacto presupuestario completo inmediato, sino
en la rapidez en su adopción y en la seguridad y determinación, claras e inequívocas,
de la Comunidad Autónoma en llevarlas a cabo a corto y medio plazo, aprobándolas de
manera urgente por ley (…).
En la misma exposición de motivos se explican cuáles son las principales medidas de
carácter tributario adoptadas:
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Según su Disposición final segunda, el Decreto-Ley 4/2010 entró en vigor al día si-
guiente de su publicación en el BOJA (o sea, el 10 de julio de 2010), excepto en lo relativo
al Impuesto sobre Residuos Radiactivos, el Impuesto sobre Depósitos en Entidades de
Crédito, el Impuesto sobre las Bolsas de Plástico y las modificaciones del IRPF, que debía
hacerlo el día 1 de enero de 2011.
Con posterioridad a su publicación, el Decreto-Ley 4/2010 se tramitó como proyecto
ley por el procedimiento de urgencia, dando lugar a la Ley 11/2010, de 3 de diciembre, de
medidas fiscales para la reducción del déficit público y para la sostenibilidad, que entró en
vigor el día 16 de diciembre de 2010, excepto en lo relativo al Impuesto sobre Residuos
Radiactivos, el Impuesto sobre Depósitos en Entidades de Crédito, el Impuesto sobre las
Bolsas de Plástico y las modificaciones del IRPF, que debía hacerlo el día 1 de enero de
2011.
Se pide:
1. A la vista de todo lo expuesto y, especialmente, a la vista de la Disposición final
segunda del Decreto-Ley 4/2010, explique si concurre la extraordinaria y urgente
necesidad que tanto el artículo 86.1 CE como el artículo 110 del Estatuto de Au-
tonómica de Andalucía exigen para poder dictar este tipo de disposiciones norma-
tivas.
2. A la vista de las modificaciones que en materia tributaria introduce el Decreto-Ley
4/2010, explique si el mismo se ajusta o no a los límites materiales que tanto el
artículo 86.1 CE como el artículo 110 EAA establecen para este tipo de disposi-
ciones normativas
3. Explique si la publicación de la Ley 11/2010 subsanaría los hipotéticos defectos
de inconstitucionalidad que pudieran afectar al Decreto-Ley 4/2010.
Ejercicio núm. 3
Con fecha 27 de octubre de 2011, la Comisión Europea denunció a nuestro país ante
el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por considerar que «el Reino de España ha
incumplido las obligaciones que le incumben con arreglo a los artículos 21 y 63 del Trata-
do de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) y a los artículos 28 y 40 del Acuerdo
sobre el Espacio Económico Europeo (EEE) al introducir diferencias, en el trato fiscal
dispensado a las donaciones y sucesiones, entre los causahabientes y donatarios residentes
en España y los no residentes; entre los causantes residentes en España y los no residentes;
y entre las donaciones y disposiciones similares de bienes inmuebles situados dentro y
fuera de España (Comisión Europea / Reino de España, Asunto C-127/12)». Los motivos
alegados en su denuncia por la Comisión Europea fueron los siguientes: «2. En todas las
Comunidades autónomas que han ejercido su competencia normativa sobre el Impuesto
de Sucesiones y Donaciones, la carga fiscal soportada por el contribuyente es considera-
blemente menor a la impuesta por la legislación estatal, lo cual provoca diferencia en el
trato fiscal dispensado a las donaciones y sucesiones entre los causahabientes y donatarios
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
residentes en España y los no residentes; entre los causantes residentes en España y los no
residentes; y entre las donaciones y disposiciones similares de bienes inmuebles situados
dentro y fuera de España». Por lo que, a su juicio: «3. La referida normativa nacional
infringe los artículos 21 y 63 TFUE y los artículos 28 y 40 del EEE».
Con fecha 3 de septiembre de 2014, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó
sentencia (asunto C‑127/12), fallando lo siguiente:
«En virtud de todo lo expuesto, el Tribunal de Justicia (Sala Segunda) decide:
1) Declarar que el Reino de España ha incumplido las obligaciones que le incumben
en virtud de los artículos 63 TFUE y 40 del Acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo
de 2 de mayo de 1992, al permitir que se establezcan diferencias en el trato fiscal de las
donaciones y las sucesiones entre los causahabientes y los donatarios residentes y no
residentes en España, entre los causantes residentes y no residentes en España y entre
las donaciones y las disposiciones similares de bienes inmuebles situados en territorio
español y fuera de éste».
Se pide:
1. Explique si la sentencia del TJUE de 3 de septiembre de 2014 (asunto C‑127/12)
constituye o no fuente del Derecho financiero y tributario.
2. Explique si la sentencia del TJUE de 3 de septiembre de 2014 (asunto C‑127/12)
resulta o no vinculante para el «Tribunal Superior de Justicia de X».
3. Explique si el «Tribunal Superior de Justicia de X» estaba o no obligado a plan-
tear la cuestión prejudicial ante el TJUE.
4. Explique si la sentencia del «Tribunal Superior de Justicia de X» se ajusta o no
a Derecho y, en particular, si respeta o no el principio de primacía del Derecho
comunitario. En el caso de que su respuesta sea negativa: ¿qué podría hacer D.
Alberto para hacer valer sus derechos?
Ejercicio núm. 4
La Disposición final sexta de la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del Impuesto sobre
la Renta de las Personas Físicas (IRPF), establece lo siguiente:
Lección 5. Las fuentes del Derecho Financiero y Tributario
«La Ley de Presupuestos Generales del Estado podrá modificar, de conformidad con
lo previsto en el apartado 7 del artículo 134 de la Constitución Española: a) La escala y
los tipos del impuesto y las deducciones en la cuota. b) Los demás límites cuantitativos y
porcentajes fijos establecidos en esta Ley».
La Ley 26/2009, de 23 de diciembre, de PGE para el año 2010, introdujo las siguientes
modificaciones en Ley 35/2006:
–. Nueva redacción de la letra n) del artículo 7, elevando el límite cuantitativo inicial-
mente previsto en la misma (12.020 euros) en los siguientes términos:
«Estarán exentas las siguientes rentas: (…) n) Las prestaciones por desempleo reco-
nocidas por la respectiva entidad gestora cuando se perciban en la modalidad de pago
único establecida en el Real Decreto 1044/1985, de 19 de junio, por el que se regula el
abono de la prestación por desempleo en su modalidad de pago único, con el límite de
15.500 euros, siempre que las cantidades percibidas se destinen a las finalidades y en los
casos previstos en la citada Norma».
–. Nueva redacción del apartado 1 del artículo 80 bis (en el que inicialmente se con-
templaba una deducción de 400 euros sobre la cuota líquida del IRPF para todos los per-
ceptores de rendimientos del trabajo o de actividades económicas), quedando redactado a
partir de entonces de la siguiente manera:
«Los contribuyentes cuya base imponible sea inferior a 12.000 euros anuales que ob-
tengan rendimientos del trabajo o rendimientos de actividades económicas se deducirán
la siguiente cuantía:
a) Cuando la base imponible sea igual o inferior a 8.000 euros anuales: 400 euros
anuales.
b) Cuando la base imponible esté comprendida entre 8.000,01 y 12.000 euros anua-
les: 400 euros menos el resultado de multiplicar por 0,1 la diferencia entre la base impo-
nible y 8.000 euros anuales».
–. Introducción de una nueva disposición adicional (la vigésima séptima) por la que
se crea una nueva reducción del rendimiento neto de las actividades económicas, en los
siguientes términos:
«Disposición adicional vigésima séptima. Reducción del rendimiento neto de las ac-
tividades económicas por mantenimiento o creación de empleo.
1. En cada uno de los períodos impositivos 2009, 2010 y 2011, los contribuyentes
que ejerzan actividades económicas cuyo importe neto de la cifra de negocios para el
conjunto de ellas sea inferior a 5 millones de euros y tengan una plantilla media inferior a
25 empleados, podrán reducir en un 20 por 100 el rendimiento neto positivo declarado,
minorado en su caso por las reducciones previstas en el artículo 32 de esta Ley, corres-
pondiente a las mismas, cuando mantengan o creen empleo. (…)».
Se pide:
Explique si el vehículo (LPGE-2010) utilizado para la introducción de las anterio-
res modificaciones en la Ley 35/2006 se ajusta o no a Derecho.
Lección 6
LA APLICACIÓN DE LAS NORMAS TRIBUTARIAS
norma se remite a lo que resulte más adecuado a la naturaleza del objeto gravado,
con lo que parece querer aludirse a la localización espacial del elemento objetivo
del hecho imponible.
El precepto no hace referencia alguna a otros posibles criterios de sujeción que,
como ya se ha visto antes, sí son utilizados —bien que con carácter marginal—
por algunas de nuestras leyes, como el de la nacionalidad. La razón de tal omisión
hay que buscarla en el hecho de que en los modernos sistemas tributarios los
criterios personales de sujeción han perdido el peso que tuvieron en otras épocas,
habiendo sido sustituidos por otros que atienden preferentemente a la conexión
con el territorio del Ente impositor —como la residencia efectiva— y que reflejan
mucho mejor que la nacionalidad el grado de utilización o disfrute real de los ser-
vicios públicos a los que es preciso contribuir. En este sentido, conviene recordar
que cuando el artículo 31.1 CE establece el deber de contribuir al sostenimiento
delos gastos públicos, refiere tal deber a todos y no sólo a los nacionales.
Uno de los problemas comúnmente relacionado con los criterios de sujeción
al tributo es el de la doble imposición internacional. Situación que se produce
cuando una misma manifestación de riqueza o capacidad económica queda sujeta
a dos tributos de idéntica o análoga naturaleza en dos Estados diferentes. Lo que
puede venir motivado, bien por la utilización en uno y otro Estado de criterios
de sujeción diferentes. Así sucederá por ejemplo, si en uno de ellos se utiliza el
criterio de la residencia efectiva (sujeción de todos los residentes por sus rentas
universales), y en el otro se utiliza el criterio de la territorialidad estricta (sujeción
de cualquier renta obtenida en su territorio con independencia de la condición de
residente o no del perceptor de la misma). Bien por la utilización de un mismo
criterio de sujeción que, sin embargo, se define o delimita de distinta manera en
cada uno de los ordenamientos. Así por ejemplo, si en ambos se utiliza el criterio
de la residencia efectiva, pero ésta se define de manera diferente en cada uno de
ellos, se pude dar lugar a situaciones de doble residencia fiscal que, obviamente,
pueden desembocar también en situaciones de doble imposición internacional.
La solución a este tipo situaciones, contrarias a las más elementales exigencias
de justicia tributaria, puede venir bien por la vía del derecho internacional (es-
pecialmente, a través de los convenios bilaterales o multilaterales para evitar la
doble imposición internacional), bien por la vía del derecho interno, en el caso de
ausencia de normas de fuente internacional.
extenderá siempre a todo aquello que en la ley nueva, sobre la misma materia, sea
incompatible con la anterior».
La LGT manifiesta, no obstante, su preferencia por la derogación expresa, mu-
cho más respetuosa con el principio de seguridad jurídica que la tácita. Así se refle-
ja en su artículo 9.2, a cuyo tenor: «Las Leyes y los Reglamentos que modifiquen
normas tributarias contendrán una relación completa de las normas derogadas y
la nueva redacción de las que resulten modificadas». Sin embargo, la realidad es
que ni tan siquiera la propia LGT respeta completamente este mandato, pues en
su disposición derogatoria única, amén de una relación incompleta de normas
expresamente derogadas, se recoge la típica cláusula general de derogación tácita
a tenor de la cual: «a la entrada en vigor de esta Ley quedarán derogadas todas
las disposiciones que se opongan a lo establecido en la misma». Y, mucho menos
aún, lo hacen las leyes propias de los distintos tributos a las que, dado el rango
ordinario de la LGT, ésta no puede vincular. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que la ley codificadora sí vincula a las normas de rango reglamentario, las cuales
deberían ser más escrupulosas de lo que lo son en el cumplimiento de lo dispuesto
en el artículo 9.2 LGT.
La derogación de la norma tributaria por otra posterior puede plantear dos
tipos de problemas de signo opuesto: el primero de ellos, la posible aplicación
retroactiva de la nueva disposición (cuestión de la que nos ocuparemos en el
epígrafe siguiente); y el segundo, la posible ultraactividad de la norma derogada.
Este último fenómeno (ultraactividad) hace referencia a la posibilidad de que
la norma pueda prolongar su eficacia aún después de perder su vigencia, regulan-
do situaciones o relaciones jurídicas nacidas, en todo o en parte, con anterioridad
a su derogación. Lo que resulta relativamente frecuente en el ámbito tributario. Y
ello por dos tipos de razones. En primer lugar, porque las obligaciones tributarias
se rigen, como regla general, por la normativa vigente en el momento del devengo
(esto es, en el momento de la realización del hecho imponible) y no por la que se
halle en vigor en el momento de su exigibilidad. Y no es infrecuente que entre uno
—devengo— y otra —exigibilidad— se produzca algún cambio legislativo. Y en
segundo lugar, porque tampoco es infrecuente que la derogación de un determina-
do régimen tributario (por ejemplo, de un concreto beneficio fiscal) suela acompa-
ñarse de alguna disposición de derecho transitorio que permite seguir aplicándolo
a quienes ya venían acogiéndose al mismo con anterioridad.
Por último, las normas tributarias pueden cesar en su vigencia como conse-
cuencia de la declaración de inconstitucionalidad de las mismas.
En efecto, según el artículo 164 CE las sentencias que declaren la inconstitucio-
nalidad de una ley o de una norma con fuerza de ley tienen plenos efectos frente
a todos, y salvo que en el fallo se disponga otra cosa, subsistirá la vigencia de la
ley en la parte no afectada por la inconstitucionalidad. Lo que a contrario sensu
Lección 6. La aplicación de las normas tributarias
las situaciones consolidadas por resolución judicial firme (art. 40.1 LOTC), sino
también las consolidadas por actuaciones administrativas firmes. Lo que implica
un alineamiento con la doctrina —de origen alemán— de la denominada jurispru-
dencia prospectiva (declaración de la nulidad de la norma inconstitucional sólo
pro futuro) que, como ya se ha advertido más arriba, supone una cierta equipara-
ción, en cuanto a sus efectos jurídicos, entre nulidad y derogación.
Un ejemplo de dicha doctrina lo encontramos en la propia STC 45/1989, en la
quepuede leerse lo siguiente en relación con el alcance de la declaración de incons-
titucionalidad contenida en la misma (FJ 11): «(…)entre las situaciones consolida-
das que han de considerarse no susceptible de ser revisadas como consecuencia de
la nulidad que ahora declaramos figuran no sólo aquéllas decididas mediante Sen-
tencia con fuerza de cosa juzgada (art. 40.1 LOTC), sino también por exigencia
del principio de seguridad jurídica (art. 9.3 C. E.), las establecidas mediante las
actuaciones administrativas firmes; la conclusión contraria, en efecto, entrañaría
—como con razón observa el representante del Gobierno— un inaceptable trato
de disfavor para quien recurrió, sin éxito, ante los Tribunales en contraste con el
trato recibido por quien no instó en tiempo la revisión del acto de aplicación de
las disposiciones hoy declaradas inconstitucionales» (planteamiento que vuelve a
reiterarse en otros muchos pronunciamientos posteriores como, por ejemplo, en
las SSTC 185/1995, de 14 de diciembre; 179/1994, de 16 de junio; 234/2001, de
13 de diciembre; 295/2006, de 11 de octubre; y 176/2011 de 8 noviembre).
puesto (SSTC 126/1987, fundamento jurídico 11, 150/1990, fundamento jurídico 8.º, y
173/1996, fundamento jurídico 3.º).
d) Finalmente, como criterio orientador de este juicio casuístico, resulta relevante a
tenor de la doctrina de este Tribunal, distinguir entre la retroactividad auténtica o de gra-
do máximo, y la retroactividad impropia o de grado medio. En el primer supuesto, que
se produce cuando la disposición pretende anudar sus efectos a situaciones de hecho
producidas con anterioridad a la propia Ley y ya consumadas, sólo exigencias cualifica-
das de interés general podrían imponer el sacrificio del principio de seguridad jurídica.
En el supuesto de la retroactividad de grado medio o impropia, que se produce cuando
la Ley incide sobre situaciones jurídicas actuales aún no concluidas, la licitud o ilicitud
de la disposición dependerá de una ponderación de bienes llevada a cabo caso por caso
que tenga en cuenta, de una parte, la seguridad jurídica y, de otra, los diversos impera-
tivos que pueden conducir a una modificación del ordenamiento jurídico tributario, así
como las circunstancias concretas que concurren en el caso, es decir, la finalidad de la
medida y las circunstancias relativas a su grado de previsibilidad, su importancia cuanti-
tativa, y otros factores similares (STC 126/1987 fundamentos jurídicos 11, 12 y 13, STC
197/1992, fundamento jurídico 4.º y STC 173/1996, fundamento jurídico 3.º)».
Por último, hay que señalar, en relación con las disposiciones de rango regla-
mentario, que si bien desde hace mucho tiempo un importante sector de la doctrina
científica y de la jurisprudencia ha venido considerando —sobre la base del prin-
cipio de legalidad y la protección del ciudadano frente a posibles intromisiones de
la Administración en su esfera privativa— que tales disposiciones no pueden tener
alcance retroactivo, salvo que así lo autorice la propia ley a la que sirven de com-
plemento o que resulten más favorables para el administrado (entre otras muchas,
SSTS de 25 de octubre de 1988, de 13 de febrero de 1989, de 5 de mayo y 24 de ju-
lio de 1989, de 17 de mayo de 1990, de 16 de julio de 1993, de 28 de enero de 1995
y de 17 de julio de 1995), en los últimos tiempos se ha ido abriendo paso —tanto
en la doctrina como en la jurisprudencia— la idea de que el problema de la retroac-
tividad de este tipo de disposiciones debe resolverse con los mismos parámetros uti-
lizados para las normas de rango legal. En efecto, según este otro planteamiento, las
normas reglamentarias pueden también disponer su aplicación retroactiva siempre
que con ello no se vulnere lo dispuesto en la Constitución o en la ley, y sin que su
rango infra-legal haya de prejuzgar su legitimidad o no.
En el ámbito tributario esta cuestión se ha suscitado especialmente en relación
con la aplicación retroactiva de las Ordenanzas fiscales municipales.
Se trata, sin embargo, de una cuestión sobre la que el Tribunal Supremo no
mantiene una postura unánime, alternándose los pronunciamientos en los que se
sostiene que, salvo autorización expresa de la ley, no cabe la aplicación retroactiva
de las Ordenanzas fiscales, toda vez que constituyen meros reglamentos (SSTS de
28 de enero de 1999, de 13 de marzo de 1999, de 2 de octubre de 1999, de 30 de
octubre de 1999, de 18 de octubre de 2001, de 4 de diciembre de 2001, de 27 de
marzo de 2002, y de 2 de febrero de 2002); con otros en los que, aun sin afirmarlo
abiertamente, el Alto Tribunal parece admitir que, siempre que no contradigan
un mandato legal o constitucional, las Ordenanzas fiscales puedan tener carácter
retroactivo aunque la Ley no lo autorice expresamente (SSTS de 26 de febrero
de 1999, de 15 de noviembre de 1999, de 24 de enero de 2000), y ello por la na-
turaleza especial de estos reglamentos, esto es, porque satisfacen plenamente las
exigencias de autoimposición o autodisposición de la comunidad sobre sí misma
que, como viene señalando el TC, se adivinan en el sustrato último de la reserva
de ley (STC 233/1999, de 13 de diciembre).
En cualquier caso, hay que hacer notar que en la mayoría de los casos en que
el TS se ha pronunciado en contra de la aplicación retroactiva de una Ordenanza
fiscal no lo ha hecho basándose exclusivamente en el carácter reglamentario de
este tipo de disposiciones, sino fundamentalmente en la vulneración del princi-
pio constitucional de seguridad jurídica a consecuencia de una retroactividad de
grado máximo (véase, en este sentido, SSTS de 22 de enero de 2009 y de 19 de
diciembre de 2011).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
C‑397/01 a C‑403/01). Y todo ello, además, sin olvidar la prevalencia de los cri-
terios interpretativos del TJUE sobre el de los órganos nacionales, pues es función
de dicho Tribunal garantizar la aplicación uniforme del Derecho comunitario en
toda la Unión. A este respecto debe recordarse, una vez más, que el nuevo artículo
4 bis) de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LO 6/1985) introducido por la Ley
Orgánica 7/2015, de 21 de julio, dispone que los Jueces y Tribunales aplicarán el
Derecho de la Unión Europea de conformidad con la jurisprudencia del Tribunal
de Justicia de la Unión Europea.
La LGT-2003 hace referencia también a un aspecto concreto de la interpreta-
ción jurídica: la determinación del verdadero sentido de los términos utilizados
por las normas tributarias. Cuestión a la que se refiere expresamente el artículo
12.2 LGT-2003. El cual, reproduciendo lo que ya dispusiera el artículo 23 LGT-
1963, establece lo siguiente: «En tanto no se definan por la normativa tributaria,
los términos empleados en sus normas se entenderán conforme a su sentido jurí-
dico, técnico o usual, según proceda».
Como se ha encargado de señalar la doctrina científica, la importancia de este
precepto radica no tanto en lo que dice (que no pasa de ser una obviedad inne-
cesaria) cuanto por lo que no dice, esto es, por cuanto no establece ningún tipo
de preferencia o prioridad entre los posibles significados alternativos que puedan
tener los términos empleados por la norma tributaria. Dejando así abiertas todas
las posibilidades al intérprete y remitiéndole, a tales efectos, a los criterios genera-
les de interpretación a que se ha hecho referencia con anterioridad.
En definitiva, el precepto transcrito contempla dos posibilidades.
La primera de ellas, que la norma tributaria defina —a efectos estrictamente
tributarios— los términos que utiliza, en cuyo caso habrá que pasar por tal defi-
nición. Esta situación se presenta con bastante frecuencia, pues la norma tribu-
taria precisa en muchas ocasiones amoldar los términos y conceptos que utiliza
—incluso aquellos que provienen de otras ramas del ordenamiento jurídico— a
sus necesidades y finalidades específicas (posibilidad avalada por el propio TC en
sentencias como la 45/1989, de 20 de febrero, o la 146/1994, de 27 de enero). Así
por ejemplo, la Ley reguladora del IVA contiene una definición de empresario o
profesional —adecuada a las necesidades específicas de este figura impositiva—
que no sólo no coincide con la definición que puedan ofrecer otras ramas del
Derecho, sino tampoco con la contenida en las normas reguladoras de otros tribu-
tos. La misma Ley contiene también, por ejemplo, una definición de los términos
edificación y rehabilitación de edificación que no coincide absolutamente ni con el
significado usual, ni con el significado técnico, ni tampoco con el significado que
a estos términos se da en otras parcelas del ordenamiento jurídico.
La segunda posibilidad es que la norma tributaria no defina expresamente los
términos que utiliza, en cuyo caso corresponde al intérprete, siguiendo los crite-
Lección 6. La aplicación de las normas tributarias
cuales deben interpretarse en todo caso de acuerdo con los criterios generalmente
admitidos en Derecho (véase, por ejemplo, SSTS de 23 de octubre de 1976, de 7
de marzo de 1979, de 8 de junio de 1983, de 24 de noviembre de 1987, de 28 de
julio de 1997 y de 16 octubre de 2000).
Para concluir, hay que destacar la importancia que, sobre todo desde el punto
de vista práctico, posee la interpretación realizada por la propia Administración
tributaria y que da lugar a lo que comúnmente se denomina como doctrina ad-
ministrativa. Dicha interpretación se lleva a cabo, fundamentalmente, a través de
una triple vía. En primer lugar, a través de las disposiciones interpretativas o acla-
ratorias (art. 12.3 LGT), a las que ya se ha hecho referencia en la lección anterior.
En segundo lugar, a través de las contestaciones de la Dirección General de Tribu-
tos a las consultas que, a tenor de lo dispuesto en el artículo 88 LGT, los obligados
tributarios pueden formular a la Administración tributaria respecto al régimen,
la clasificación o la calificación tributaria que en cada caso les corresponda. Y en
tercer lugar, a través de las resoluciones emanadas de los Tribunales económico-
administrativos y, muy especialmente, del Tribunal Económico-Administrativo
Central, que son órganos de la propia Administración tributaria, si bien indepen-
dientes de los encargados de la aplicación de los tributos, y que conocen de las
denominadas reclamaciones económico-administrativas que puedan presentarse
contra los actos de gestión, inspección o recaudación tributaria, así como contra
los actos de imposición de sanciones tributarias.
no existe tal ocultamiento, puesto que el artificio utilizado salta a la vista» (STS
120/2005, de 10 de mayo, FJ 4).
En efecto, en el ejemplo de referencia las partes contratantes no ocultan nada
—detrás del contrato de sociedad no se oculta otro negocio—, pero resulta evi-
dente que aquél ha sido utilizado para alcanzar un fin impropio o ajeno al mismo
(la transmisión de un inmueble a cambio de un precio) y que podría haberse
alcanzado de una forma más directa y natural mediante la utilización de otros
negocios jurídicos —como, por ejemplo, la compraventa— que sí están especí-
ficamente diseñados por el ordenamiento jurídico para la consecución de tal fin.
La apreciación del fraude a la ley tributaria, tal y como hasta aquí ha quedado
delimitado, presenta un importante problema de índole práctica: la prueba de la
intención elusiva.
Volviendo al ejemplo de referencia, la Administración tributaria tendría que
probar que la intención de las partes al obrar de la manera en que lo hicieron no
era otra que la de evitar el pago del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales
Onerosas.
Precisamente, fueron estas dificultades probatorias las que llevaron en su día
a la modificación de la redacción original del artículo 24 LGT-1963, que inicial-
mente hacía referencia a hechos realizados con el propósito probado de eludir el
impuesto y que, tras la reforma de 1995, pasaría a hacer referencia tan sólo a los
hechos, actos o negocios jurídicos realizados con el propósito de eludir el pago
del tributo.
Sin embargo, en la LGT-2003 se ha intentado —siguiendo la doctrina anglosa-
jona del negocio artificioso y carente de motivo económico válido— una configu-
ración mucho más objetiva y pragmática de la vieja institución del fraude a la ley
tributaria (ahora denominada conflicto en la aplicación de la norma tributaria),
de modo que su apreciación se hace descansar sobre la prueba del carácter arti-
ficioso del negocio realizado con respecto al resultado obtenido y la inexistencia
de un motivo jurídico o económico relevante que pueda justificar tal artificio
(datos objetivos), y no sobre la prueba de la intención o propósito elusivo (dato
subjetivo).
En efecto, según el artículo 15.1 LGT-2003:
«Se entenderá que existe conflicto en la aplicación de la norma tributaria cuando se
evite total o parcialmente la realización del hecho imponible o se minore la base o la
deuda tributaria mediante actos o negocios en los que concurran las siguientes circuns-
tancias:
a) Que, individualmente considerados o en su conjunto, sean notoriamente artificio-
sos o impropios para la consecución del resultado obtenido.
b) Que de su utilización no resulten efectos jurídicos o económicos relevantes, distin-
tos del ahorro fiscal y de los efectos que se hubieran obtenido con los actos o negocios
usuales o propios».
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3. Simulación
Como ya se ha advertido antes, lo característico de la simulación es el engaño
y la ocultación.
En efecto, la simulación implica en todo caso la creación de una apariencia ju-
rídica a través de la cual se pretende ocultar la verdadera realidad. Verdadera rea-
lidad que puede consistir bien en la inexistencia de acto o negocio jurídico alguno
(simulación absoluta), bien en la existencia de un acto o negocio jurídico distinto
al declarado (simulación relativa). En definitiva, con la simulación relativa se crea
una realidad jurídica aparente (simulada) que oculta una realidad jurídica distinta
(subyacente o disimulada).
Ejemplo de la primera (simulación absoluta) lo constituye la compraventa fin-
gida con el único objetivo de encubrir o tapar al verdadero titular del bien apa-
rentemente transmitido. O también, la emisión de facturas falsas que crean la
apariencia de lo que nunca ha existido en la realidad: la entrega de un bien o la
prestación de un servicio. Así pues, en todos estos supuestos se finge la realización
de un negocio que, en realidad no existe, y sin que, por otra parte, exista ningún
otro negocio tapado o encubierto por el fingido.
Ejemplo de la segunda (simulación relativa) lo constituye el contrato de com-
praventa que, en realidad, esconde o encubre una donación; o el contrato de
préstamo sin interés y con un largo período de devolución que, en realidad, es-
conde o encubre también una donación. En estos supuestos concurren siempre
dos negocios jurídicos distintos: el verdaderamente querido por las partes y que
permanece oculto (negocio disimulado) y el negocio aparente y no querido por las
partes (negocio simulado).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
1.- Los tributos que utilizan la residencia habitual en territorio español como
criterio de sujeción, gravan:
a) Únicamente los hechos imponibles realizados dentro del territorio de aplicación
de la norma tributaria.
b) Los hechos imponibles realizados por nacionales españoles en cualquier lugar del
mundo.
c) Los hechos imponibles realizados en cualquier lugar del mundo por residentes en
territorio español.
d) Únicamente los hechos imponibles realizados en territorio español por los resi-
dentes en dicho territorio.
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
El día 14 de noviembre de 1991, la Junta General Extraordinaria y Universal de accio-
nistas de ASENFOR, SA acordó aumentar su capital social con cargo a reservas volunta-
rias de libre disposición (capitalización de reservas) en la cifra de 190.000.000 de pesetas
(1.141.923 €) mediante la modificación del valor nominal de las acciones en circulación,
pasando éstas de un valor nominal de 2.400 pesetas (14,42 €) a 46.586 pesetas (279,99
€) cada una y el capital social, de 10.320.000 de pesetas (62.024,44 €) a 200.320.000 de
pesetas (1.203.947,44 €). El mismo día, la Junta General Extraordinaria y Universal de
accionistas acordó también reducir la cifra del capital social en 190.000.000 de pesetas
(1.141.923 €), disminuyendo el valor nominal de las acciones de 46.586 pesetas (279,99
€) a 2.400 pesetas (14,42 €) cada una, y devolver a los accionistas las cantidades represen-
tativas de la citada reducción (o sea, 190.000.000 de pesetas/1.141.923 €).
La finalidad de la operación descrita («operación acordeón») parece evidente: distri-
buir las reservas de libre disposición entre los socios sin tener que recurrir para ello a un
reparto de dividendos.
Hay que hacer notar que atendiendo a la legislación vigente en la fecha en que se
efectuó la operación, si las reservas se hubiesen repartido directamente como dividendos,
las consecuencias en el IRPF de cada uno de los socios personas físicas habrían sido las
siguientes: el dividendo percibido habría tenido la consideración de rendimiento del capi-
tal mobiliario sujeto a tributación en el mismo ejercicio del reparto (o sea, en 1991). En
cambio, con la operación realizada (aumento y simultánea reducción del capital social con
devolución de aportaciones) lo que se pretendía era que la renta obtenida por los socios
(esto es, la cantidad recibida en concepto de devolución de aportaciones) se calificase
como incremento de patrimonio y no como rendimiento del capital mobiliario, lo que
comportaba una consecuencia fiscal importante: la no tributación de dicho incremento
patrimonial hasta tanto no se transmitiesen las acciones, con lo que los socios podrían
diferir el pago del Impuesto a su entera voluntad.
Se pide:
En el supuesto de que la operación descrita se hubiese realizado bajo la vigencia de la
LGT-2003:
1. ¿Cómo habría que calificarla: como un supuesto de simulación, de conflicto en la
aplicación de la norma tributaria o de economía de opción?
2. ¿Cuál debería ser el cauce procedimental a seguir por la Administración tributaria
para realizar tal calificación?
3. ¿Qué consecuencias jurídicas derivarían de la misma?
de la norma tributaria. Para llegar a esta conclusión, creemos que debe seguirse el siguien-
te orden de razonamientos.
En primer lugar, debemos comprobar si las operaciones realizadas son reales o, si por
el contrario, resultan simuladas.
Atendiendo al conjunto de circunstancias que concurren en el supuesto de hecho salta
a la vista que lo que quieren —y, de hecho, llevan a cabo— los socios es un incremento y
una simultánea disminución (con devolución de aportaciones) del capital social de la enti-
dad, sin que exista ningún elemento externo a tales operaciones que pueda llevar a pensar
o a inducir que por debajo de las mismas se oculta ningún otro negocio jurídico diferente.
Lo que, por otra parte, no es óbice para reconocer que el fin perseguido por los socios al
operar de la manera en que lo hicieron no era otro que el de conseguir una distribución de
las reservas de libre disposición sin tener que adoptar un acuerdo expreso de reparto de
dividendos con cargo a tales reservas.
Así pues, al margen del resultado y la finalidad perseguidos, no parece que exista enga-
ño u ocultación alguna en las operaciones llevadas a cabo por los socios.
Sentado lo anterior, habremos de comprobar, en segundo lugar, si concurren o no las
circunstancias necesarias para poder calificar las operaciones descritas como un supuesto
de conflicto en la aplicación de la norma tributaria.
A este último respecto, lo primero que debemos plantearnos es si el conjunto de ac-
tos realizados resultan o no artificiosos desde el punto de vista del resultado obtenido:
el reparto de dividendos con cargo a reservas. La contestación a esta cuestión ha de ser
afirmativa. Pues aunque es obvio que desde el punto de vista del Derecho mercantil las
operaciones realizadas resultan impecables (no hay ningún inconveniente legal para po-
der realizar de manera simultánea un incremento de capital social con cargo a reservas
y una reducción del mismo con devolución de aportaciones a los socios), también lo es
que en nuestro ordenamiento jurídico dichas operaciones no han sido concebidas como la
vía normal o natural para operar un reparto de dividendos con cargo a reservas de libre
disposición.
En efecto, para la consecución de esta última finalidad nuestro ordenamiento jurídico
ha previsto otra vía o cauce, que es el que puede considerarse como normal u usual: el
acuerdo de reparto de dividendos expresamente adoptado en Junta General.
En segundo término, habrá que plantearse si con el conjunto de operaciones realizas se
ha obtenido algún resultado —distinto del mero ahorro o ventaja fiscal— que no habría
podido conseguirse utilizando el cauce normalmente previsto por nuestro ordenamiento
jurídico para operar el reparto de dividendos con cargo a reservas. Y la respuesta a esta
cuestión ha de ser también negativa. Pues después de la operación acordeón la configu-
ración del capital social, su distribución entre los socios y la situación patrimonial de la
sociedad es la misma que habría existido en el caso de que las reservas se hubieran distri-
buido a través de un reparto expreso de dividendos con cargo a las mismas. De modo que,
al final de tanto rodeo, el único resultado adicional —y que no podría haberse conseguido
utilizando la forma o negocio jurídico usual— es el ahorro o ventaja fiscal.
Por último, habrá que plantearse si con las operaciones realizadas se ha obtenido o no
alguna ventaja o beneficio fiscal. Y la respuesta a esta cuestión, después de cuanto hasta
aquí se ha dicho, no puede ser sino afirmativa. En este caso, la ventaja fiscal consiste en ha-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
ber esquivado la realización del hecho imponible «obtención de rendimientos del capital
mobiliario» y la realización, en su lugar, de otro hecho imponible distinto (la «obtención
de un incremento patrimonial») por el que no habría que liquidar ni pagar el IRPF —al
menos, mientras no se transmitan las acciones— y que, además, no se halla sujeto al siste-
ma de retenciones a cuenta del citado Impuesto.
En consecuencia, queda demostrado, a nuestro juicio, que concurren las circunstancias
necesarias para poder declarar el conflicto en la aplicación de la norma tributaria y, por
tanto, para descartar que podamos hallarnos ante una legítima economía de opción.
2.º Suponiendo que los hechos hubieran ocurrido bajo la vigencia de la LGT-2003, el
cauce procedimental que debería haber seguido la Administración tributaria para declarar
el conflicto en la aplicación de la norma tributaria es el previsto en sus artículos 15.3 y
159, así como en el artículo 194 del Real Decreto 1065/2007, de 27 de julio, por el que
se aprueba el Reglamento General de las actuaciones y los procedimientos de gestión e
inspección tributaria.
Según estos preceptos, desde el momento en que el inspector actuante estime que pue-
den concurrir las circunstancias determinantes del conflicto en la aplicación de la norma
tributaria, debe comunicarlo al interesado, concediéndole un plazo de 15 días para que
pueda presentar las alegaciones y aportar o proponer las pruebas que estime procedentes.
Una vez recibidas las alegaciones realizadas por el obligado tributario, y practicadas,
en su caso, las pruebas propuestas por éste, el órgano actuante debe remitir el expediente
completo a la Comisión consultiva, quien dispondrá de un plazo máximo de tres meses
(ampliable como máximo por un mes más) desde la recepción del expediente para emitir
su informe.
Una vez recibido el informe positivo de la Comisión consultiva el órgano de inspección
podrá declarar la existencia del conflicto en la aplicación de la norma tributaria.
3.º Una vez declarado el conflicto en la aplicación de la norma tributaria, las conse-
cuencias jurídicas serían las previstas en el artículo 15.3 LGT: la Administración deberá
aplicar la norma defraudada y, en consecuencia, deberá calificar la renta obtenida por el
socio como un rendimiento del capital mobiliario imputable íntegramente al ejercicio de
1991, procediendo a liquidar y exigir la cuota tributaria derivada de tal calificación, incre-
mentada con los correspondientes intereses de demora por el retraso en el pago. Además,
en el caso de concurrir las circunstancias previstas en el artículo 206.bis LGT, la Admi-
nistración podrá incoar el correspondiente procedimiento sancionador para imponer la
sanción que, en su caso, pudiera corresponder.
Ejercicio núm. 2
«PROMOCON, SA» es una entidad mercantil que tiene por objeto la promoción de
todo tipo de edificaciones y cuyo capital social pertenece, al 50%, a «CMP, SA» y a
«FOND, SA».
En el mes de enero de 2005, «CMP, SA» y «FOND, SA» suscribieron, en escritura pú-
blica otorgada ante notario, un contrato con «PROMOCON, SA», al que expresamente
denominaron como préstamo participativo, y en virtud del cual las dos primeras entidades
prestaban a la segunda una determina cantidad de dinero con la finalidad de que ésta pu-
diera hacer frente a la adquisición de unos terrenos. El plazo pactado para la devolución
Lección 6. La aplicación de las normas tributarias
del préstamo era de un año, si bien se preveía la posibilidad de prórrogas tácitas anuales
(con un máximo diez). Por otra parte, la retribución pactada consistía en un porcentaje
de los beneficios obtenidos por «PROMOCON, SA» antes del Impuesto sobre Sociedades
y de los gastos derivados del propio préstamo participativo, determinado en función de
la proporción existente entre el importe de la cantidad total prestada y el importe de los
fondos propios de la entidad (o sea, tipo de interés = préstamo/fondos propios*100), de
manera que la retribución así determinada resultaba muy similar a la establecida para la
participación en los fondos propios.
En la declaración del Impuesto sobre Sociedades correspondiente al ejercicio 2005,
«PROMOCON, SA» incluyó las retribuciones satisfechas en el mismo período a «CMP,
SA» y a «FOND, SA» como gastos deducibles (gastos financieros), en tanto que estas últi-
mas las incluyeron en sus respectivas declaraciones como ingresos financieros.
En el mes de octubre de 2008, y tras la tramitación del correspondiente procedimiento
de inspección, le fue notificada a «PROMOCON, SA» liquidación por el «Impuesto sobre
Sociedades-ejercicio 2005» en la que, al amparo de lo dispuesto en el artículo 13 LGT, se
determinaba la improcedencia de los gastos deducidos por dicha entidad en relación con
los intereses satisfechos a «CMP, SA» y «FOND, SA», y ello porque a juicio de la Inspec-
ción la operación concertada entre las partes no debía calificarse como préstamo, sino
como aportación de capital y, por lo tanto, las retribuciones abonadas por «PROMO-
CON, SA» a «CMP, SA» y a «FOND, SA» debían calificarse como retribución de fondos
propios (reparto de dividendos) y no como intereses.
Las razones aducidas por la Inspección para llevar a cabo esta recalificación de la ope-
ración son las siguientes:
a) El vencimiento a corto plazo de la operación (un año).
b) El hecho de que los prestamistas coincidan con los propios socios de la entidad
prestataria.
c) El alto interés fijado para la operación.
d) Identidad entre la forma de fijar la retribución para los fondos propios y para el
préstamo participativo.
Se pide:
Explique si el cauce utilizado en este caso por la Inspección tributaria (la califica-
ción prevista en el artículo 13 LGT) se ajusta o no a Derecho. En el caso de que
su respuesta sea negativa: explique cuál debería haber sido, a su juicio, el cauce a
seguir por la Inspección tributaria para recalificar la operación.
Ejercicio núm. 3
D. Federico es titular de una notaría situada en una ciudad capital de provincia. Da-
dos los altos ingresos obtenidos en el desarrollo su actividad económica, a D. Federico le
correspondería, en principio, tributar en el IRPF a un tipo medio del 48%. Sin embargo,
para evitar llegar a tales niveles de tributación, D. Federico constituyó en su día, junto con
su esposa e hijos, una sociedad de responsabilidad limita («Asesores, SL») cuya única ac-
tividad consiste en la prestación de servicios de asesoramiento fiscal y contable al propio
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Se pide:
1. A la vista del razonamiento desplegado por la Inspección tributaria, ¿cómo habría
que calificar el conjunto de operaciones realizadas por D. Federico y «Asesores,
SL»: como un supuesto de economía de opción, de conflicto en la aplicación de la
norma tributaria o de simulación?
2. ¿Qué consecuencias jurídicas deberían derivarse de la regularización practicada a
D. Federico por la Inspección tributaria?
3. Explique si, a su juicio, nos hallamos ante un supuesto de economía de opción,
conflicto en la aplicación de la norma tributaria o de simulación. En función de su
respuesta, indique cuáles deberían ser las consecuencias jurídicas derivadas de las
operaciones descritas en el supuesto de hecho.
4. El cauce procedimental seguido por la Inspección tributaria para regularizar la
situación tributaria de D. Federico ¿ha sido el correcto?
5. ¿Qué trascendencia tiene la regularización practicada por la Inspección tributaria
desde el punto de vista mercantil?
Ejercicio núm. 4
La Ley 40/2003, de 18 de noviembre, de protección a las familias numerosas, estable-
ce, con carácter general, que «se entiende por familia numerosa la integrada por uno o dos
ascendientes con tres o más hijos, sean o no comunes» (art. 2.1), acreditándose tal condi-
Lección 6. La aplicación de las normas tributarias
ción «mediante el título oficial establecido al efecto, que será otorgado cuando concurran
los requisitos establecidos en esta ley, a petición de cualquiera de los ascendientes, tutor,
acogedor, guardador, u otro miembro de la unidad familiar con capacidad legal» (art. 5.1).
Siendo competencia de la Comunidad Autónoma de residencia del solicitante «el recono-
cimiento de la condición de familia numerosa, así como para la expedición y renovación
del título que acredita dicha condición y categoría» (art. 5.2). Además, según la citada ley:
«los beneficios concedidos a las familias numerosas surtirán efectos desde la fecha de la
presentación de la solicitud de reconocimiento o renovación del título oficial» (art. 7.1).
Por su parte, la Ley de la Comunidad de Madrid 5/2004, de 28 de diciembre, de me-
didas fiscales y administrativas, estableció a efectos del Impuesto sobre Transmisiones
Patrimoniales Onerosas (ITPO) un tipo reducido (del 4%) para «la transmisión de un
inmueble que vaya a constituir la vivienda habitual de una familia numerosa». Estable-
ciendo, además, que «tendrán la consideración de familias numerosas aquellas que defina
como tal la Ley 40/2003, de 18 de noviembre, de Protección a las Familias Numerosas»
(art. 4.Uno.3).
D. Manuel y Dª Carmen, casados y padres de tres hijos menores edad, adquirieron
mediante escritura pública de 14 de septiembre de 2005 la que iba a ser su vivienda ha-
bitual. En consecuencia, al momento del devengo del ITPO (o sea, a 14 de septiembre de
2005) revestían, de acuerdo con lo dispuesto en la Ley 40/2003, la condición de familia
numerosa. No obstante, y a pesar de que en ese momento estaban en posesión del libro de
familia expedido por la Dirección General de los Registros y del Notariado, carecían, sin
embargo, del título acreditativo de la condición de «familia numerosa» expedido por la
Comunidad Autónoma de Madrid. Título que solicitaron tras la adquisición de la vivien-
da y que les fue expedido con fecha 5 de diciembre de 2005.
Amparándose, precisamente, en el hecho de que en el momento del devengo del ITPO
carecían del título acreditativo de la condición de «familia numerosa», la Comunidad
de Madrid denegó a D. Manuel y Dª. Carmen la aplicación del tipo reducido del 4%.
Recurrida la resolución administrativa ante la Sala de lo Contencioso-Administrativo del
Tribunal Superior de Justicia de Madrid, éste confirmó el parecer de la Administración,
fundándose para ello en el tenor de los artículos 5 y 7 de la Ley 40/2003 que disponen, res-
pectivamente, que «la condición de familia numerosa se acreditará mediante título oficial
establecido al efecto» y que «los beneficios concedidos a las familias numerosas surtirán
efectos desde la fecha de la presentación de la solicitud de reconocimiento o renovación
del título original».
Se pide:
1. Explique qué tipo de interpretación es la que llevan a cabo tanto la Comunidad
Autónoma como el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
2. Explique si dicha interpretación vulnera o no lo dispuesto en los artículos 14, 31.1
y 39 CE.
3. Explique si es posible otra interpretación distinta sin contravenir la letra de la ley.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 5
Siguiendo lo dispuesto en las directivas comunitarias, el artículo 4 de la Ley 37/1992,
reguladora del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), sujeta a gravamen las entregas de
bienes y prestaciones de servicios realizadas por empresarios o profesionales en el desa-
rrollo de su actividad empresarial o profesional.
En un momento determinado se planteó si los servicios de gestión tributaria que pres-
tan los Registradores de la Propiedad (en cuanto titulares de las Oficinas Liquidadoras de
Distrito Hipotecario) a las Comunidades Autónomas se hallan o no sujetos al IVA.
En un primer momento, la Dirección General de Tributos (DGT), en Resolución de
9 de junio de 1994, declaró sujetos al IVA los servicios de apoyo a la gestión tributaria
que llevan a cabo dichas oficinas, al entender que los Registradores de la Propiedad no se
integran en la estructura orgánica de las Comunidades Autónomas y, por tanto, pueden
calificarse como empresarios o profesionales.
Este criterio fue también el adoptado por el Tribunal Económico-Administrativo Cen-
tral en Resolución 7130/1995, de 19 de diciembre de 1996, e igualmente fue respaldado
por diversos Tribunales de Justicia (véase, por ejemplo, sentencias de la AN de 8 de marzo
y de 31 de mayo de 1999), al sostener que los Registradores gozan de independencia en la
organización de los medios humanos y materiales de las oficinas liquidadoras.
Sin embargo, diversos Tribunales Superiores de Justicia defendieron lo contrario, esto
es, la no sujeción al IVA de dichas actividades, por tratarse del ejercicio de una función
pública sometida a control administrativo.
En tal estado de cosas, el Tribunal Supremo zanjó la polémica en sus sentencias de 3
y 12 de julio de 2003 (Rec. nº 226/2002 y 42/2002), concluyendo que los servicios pres-
tados por los Registradores de la Propiedad, en su condición de titulares de las Oficinas
Liquidadoras de Distrito Hipotecario, a las Comunidades Autónomas estaban no sujetos
al IVA, al entender que «el requisito de la realización “directa” del servicio por el Estado,
o ente territorial una vez cedido el tributo, lo cumple la Comunidad Autónoma, a través
de una oficina administrativa conectada a ella».
Esta sentencia provocó, lógicamente, el cambio de criterio de la Dirección General de
Tributos que declaró, a través de contestaciones a diferentes consultas, que los servicios
de los registradores-liquidadores estaban no sujetos al IVA. Por su parte, la Audiencia
Nacional modificó su criterio en sentencia posterior de 23 de octubre de 2003.
Como consecuencia del pronunciamiento del Tribunal Supremo y de la práctica admi-
nistrativa que conllevó, la Comisión abrió un procedimiento de infracción contra España
que, tras los trámites oportunos, finalizó con la interposición de un recurso por incumpli-
miento ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por vulneración de los artículos
2 y 4, apartados 1 y 2 de la Sexta Directiva IVA (actualmente, artículo 9.1 Directiva
2006/112/CE), es decir, por no sujetar al IVA los servicios de los registradores-liquidado-
res que, a juicio de la Comisión, constituyen una actividad económica ejercida de forma
independiente.
Como resultado de este recurso, el TJUE declaró en su sentencia de 12 de noviembre de
2009 (Asunto C-154/08) que dichos servicios deben considerarse sujetos al IVA y no exen-
tos, por lo que «procede declarar que el Reino de España ha incumplido las obligaciones
que le incumben en virtud de los artículos 2 y 4, apartados 1 y 2, de la Sexta Directiva, al
Lección 6. La aplicación de las normas tributarias
considerar que los servicios prestados a una Comunidad Autónoma por los Registradores
de la Propiedad, en su condición de liquidadores titulares de una oficina liquidadora, no
están sujetos al IVA» (apartado 127).
En cumplimiento de esta sentencia se promulgó la Ley 2/2010, de 1 de marzo (BOE de
2 de marzo de 2010), por la que se modifica el artículo 4 de la Ley 37/1992, reguladora del
Impuesto sobre el Valor Añadido, aclarando expresamente que se entenderán realizadas
en el desarrollo de una actividad empresarial o profesional: «c) Los servicios desarrolla-
dos por los Registradores de la Propiedad en su condición de liquidadores titulares de una
Oficina Liquidadora de Distrito Hipotecario». Según la Disposición final cuarta de la Ley
2/2010, dicha modificación «surtirá efectos desde el día 1 de enero de 2010».
Por su parte, la Administración tributaria, amparándose en la citada sentencia del
TJUE, inició diversos procedimientos de comprobación dirigidos a regularizar la situación
tributaria de los registradores-liquidadores, exigiéndoles el IVA por los servicios prestados
con anterioridad a 1 de enero de 2010.
Se pide:
1. Explique cuál de las interpretaciones (la de la DGT, la del TS o la del TJUE) debe
prevalecer en relación con la sujeción o no al IVA de los servicios prestados con
anterioridad a 1 de enero de 2010 por los Registradores-liquidadores.
2. Explique si la pretensión regularizadora de la Administración tributaria puede
calificarse o no como un supuesto de aplicación retroactiva de la Ley 2/2010.
3. Explique si la regularización pretendida por la Administración tributaria se ajusta
o no a Derecho.
4. Explique si la Disposición final cuarta de la Ley 2/2010 supone o no una aplica-
ción retroactiva de la modificación introducida por la misma en el artículo 4 de la
Ley 37/1992. En caso afirmativo, indique cuál sería el grado de retroactividad y si
la misma se ajusta o no a Derecho.
Lección 7
LA RELACIÓN JURÍDICO-TRIBUTARIA. HECHO
IMPONIBLE Y OBLIGACIÓN TRIBUTARIA
PRINCIPAL. LA EXENCIÓN TRIBUTARIA
que entrega los bienes o presta los servicios (obligado a repercutir) y el sujeto que
adquiere los bienes o servicios (obligado a soportar la repercusión).
Desde un punto de vista estrictamente teórico, la doctrina científica ha inten-
tado reconducir este heterogéneo entramado de obligaciones, deberes, derechos,
potestades, etc., a un esquema dogmático o conceptual unitario. Aunque, como
ahora se verá, sin demasiado éxito.
Así, se ha intentado, en primer lugar, explicar dicho entramado como una rela-
ción jurídica de carácter complejo que giraría en torno al eje central de la obliga-
ción tributaria nacida del hecho imponible. Sin embargo, esta doctrina no ha sido
capaz de ir más allá de una mera descripción de los distintos vínculos y relaciones
jurídicas —activas y pasivas— a que puede dar lugar el tributo, pero sin llegar a
explicar cómo es posible reducir a unidad —a una única relación jurídica— situa-
ciones y vínculos tan diversos, surgidos de presupuestos de hecho tan dispares y
con sujetos tan diferentes.
A este planteamiento dogmático obedecía la LGT-1963, y a él sigue obede-
ciendo también —aunque en menor medida— la actual LGT-2003. Esta última se
ha atrevido, incluso, a definir la relación jurídico-tributaria como«el conjunto de
obligaciones y deberes, derechos y potestades originados por la aplicación de los
tributos» (art. 17.1). Añadiendo además que de «la relación jurídico-tributaria
pueden derivarse obligaciones materiales y formales para el obligado tributario y
para la Administración, así como la imposición de sanciones tributarias en caso
de su incumplimiento» (art. 17.2).
Como puede observarse, se trata de una norma carente de todo mandato jurí-
dico, más propia de un manual de la asignatura que de un texto legal, y que más
que definir se limita a describir y enumerar los elementos (obligaciones, derechos,
potestades, etc.) que pueden integrar la relación jurídico-tributaria en sentido am-
plio, pero sin llegar a explicar la manera en que deben articularse entre sí para
constituir una única relación.
Intentado superar esta perspectiva estática e intersubjetiva, que concibe al tri-
buto esencialmente como una relación acreedor-deudor (similar, al menos desde
el punto de vista estructural, a las que pueden darse en el ámbito del Derecho
privado), otro sector de la doctrina científica, haciendo hincapié en los aspectos
dinámicos o aplicativos del tributo, así como en el interés público subyacente
al mismo, ha preferido recurrir a un esquema propio del Derecho público para
explicar y reconducir a unidad el conjunto de vínculos y situaciones jurídicas —
activas y pasivas— a que puede dar lugar el instituto tributario. Desde esta otra
perspectiva, se ha considerado que las obligaciones, deberes, potestades, derechos,
etc., inherentes al mismo adquieren sentido y unidad dentro de lo que se ha veni-
do en denominar como el procedimiento de imposición, esto es, el procedimiento
dirigido al establecimiento y exacción de los tributos, del que serían partes no
Lección 7. La relación jurídico-tributaria. Hecho imponible y obligación tributaria
2. Funciones
Además de la función generadora de la obligación tributaria principal, a que
se acaba de hacer referencia en el epígrafe anterior, el hecho imponible cumple
también otras funciones.
En primer lugar, y así se desprende del propio artículo 20.1 LGT, el hecho
imponible cumple una función configuradora de cada tributo en particular. En
efecto, como ya se ha visto más arriba, la propia Ley codificadora (art. 2.2 LGT)
considera al hecho imponible como el elemento diferenciador de las distintas ca-
tegorías tributarias (tasas, contribuciones especiales e impuestos). Pero no se trata
tan sólo de eso, sino que además la distinta conformación del hecho imponible es
lo que permite también identificar y, a la postre, diferenciar a unas concretas tasas
de otras, a unas concretas contribuciones especiales de otras y, por supuesto, a
unos concretos y determinados impuestos de otros.
En segundo lugar, el hecho imponible cumple también una función legitima-
dora del tributo, pues la elección de un determinado hecho como imponible debe
obedecer a su relación o conexión con los principios de justicia tributaria (espe-
cialmente, con el de capacidad económica) que fundamentan y justifican el esta-
blecimiento y exacción de cualquier tributo. Y es que, como ya se ha explicado en
otro tema, al elegir y definir los distintos hechos imponibles el legislador debe, por
exigencias del principio de capacidad económica consagrado en el artículo 31.1
CE, escoger aquellos que por ser indicativos de riqueza o capacidad económica
puedan revelar aptitud para la contribución al sostenimiento de los gastos pú-
blicos. En este mismo sentido, nuestro Tribunal Constitucional viene insistiendo
en que la «capacidad económica, a efectos de contribuir a los gastos públicos,
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
significa tanto como la incorporación de una exigencia lógica que obliga a buscar
la riqueza allí donde la riqueza se encuentra>> (SSTC 27/1981, de 20 de julio,
y 150/1990, de 4 de octubre), una riqueza que, además, debe ser real o, cuando
menos, potencial, pero en ningún caso ficticia o irreal (SSTC 37/1987, de 26 de
marzo, y 221/1992, de 11 de diciembre). Pues bien, aunque resulta evidente que
es el tributo en su totalidad el que ha de respetar el principio de capacidad eco-
nómica, y no sólo su hecho imponible, también lo es que este último juega un
papel esencial en la delimitación legal de la manifestación de riqueza o capacidad
económica que legitima la imposición del tributo.
3. Estructura
Tradicionalmente, la doctrina científica ha venido distinguiendo entre el ele-
mento objetivo y el elemento subjetivo del hecho imponible, y es que éste —como
cualquier otro presupuesto de hecho legal— hace referencia siempre a una situa-
ción, acto, negocio, hecho, etc. (presupuesto objetivo) del que la ley hace derivar
unas determinadas consecuencias jurídicas (nacimiento de la obligación tributaria
principal) a cargo del sujeto o sujetos que se encuentran con aquél en una deter-
minada relación (presupuesto subjetivo).
principal. Efecto jurídico que en nuestro Derecho se conoce con el nombre de de-
vengo y que constituye, sin lugar a dudas, uno de los elementos más importantes
del régimen jurídico de cualquier tributo.
Según el artículo 21.1 LGT:«El devengo es el momento en el que se entiende
realizado el hecho imponible y en el que se produce el nacimiento de la obligación
tributaria principal».
Así pues, por una parte, el devengo constituye una referencia temporal: el mo-
mento en el que la ley entiende íntegramente realizado (perfeccionado) el hecho
imponible y, por tanto, surgida la obligación tributaria principal. Y por otra parte,
el devengo hace referencia también a un concreto efecto jurídico: el nacimiento de
la obligación tributaria principal.
Atendiendo, precisamente, a la forma o manera en que el factor tiempo inter-
viene en la integración del hecho imponible y, por tanto, en el devengo del tribu-
to, se suele distinguir entre tributos de devengo periódico y tributos de devengo
instantáneo.
En el primer caso nos hallamos ante tributos cuyo hecho imponible viene cons-
tituido por una situación que, por su propia naturaleza, tiende a repetirse o rei-
terarse de modo indefinido en el tiempo, por lo que se hace preciso acotarla en el
tiempo recurriendo a una ficción legal que consiste en dividir esa situación en dis-
tintas fracciones temporales (períodos impositivos) y hacer coincidir con cada una
de ellas un determinado hecho imponible y, por tanto, una obligación tributaria
autónoma. Así ocurre, por ejemplo, en el caso del Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas, donde como ya se ha visto antes, el hecho imponible viene cons-
tituido por la obtención de renta por el contribuyente. En tal supuesto, se hace
preciso que el propio legislador acote el período de tiempo al que se refiere la ob-
tención de renta, pues de otro modo sería imposible determinar el momento exac-
to en el que habría de considerarse íntegramente realizado el hecho imponible.
En definitiva, en estos casos el legislador no puede dejar de considerar el factor
tiempo en la propia definición del hecho imponible. Así, de la total regulación del
IRPF se deriva que el verdadero hecho imponible de este tributo está constituido
por la obtención de renta por el contribuyente en el período impositivo; el cual,
como regla general, coincide con el año natural. Además, el legislador precisa
determinar en qué día concreto del período impositivo se considera íntegramente
realizado el hecho imponible y, con ello, producido el efecto característico del mis-
mo (el nacimiento de la obligación tributaria principal). En el caso del IRPF, ese
día coincide con el último del período impositivo. En cambio, en otros tributos,
como es el caso del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, cuyo período impositivo
coincide también con el año natural, el momento del devengo se sitúa en el primer
día del período impositivo.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
relación que, a tenor de la ley reguladora de cada tributo, debe existir entre una
determinada persona y el presupuesto objetivo para que pueda surgir a su cargo
la obligación tributaria principal.
Así por ejemplo, en el caso del IRPF aquella relación viene constituida por la
«obtención» de renta, lo que se deduce de la propia definición legal de su hecho
imponible: la obtención de renta por el contribuyente. En consecuencia, no puede
extrañar que el sujeto pasivo de este impuesto se identifique con la persona física
que obtiene la renta.
En cambio, en otras ocasiones la definición legal del hecho imponible no con-
tiene referencia —al menos explícita— a aquella relación. Así por ejemplo, en el
caso del hecho imponible del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales One-
rosas relativo a las transmisiones onerosas por actos «inter vivos» de toda clase de
bienes y derechos que integren el patrimonio de las personas físicas o jurídicas, el
sujeto pasivo se identifica legalmente con el adquirente de los bienes o derechos,
por lo que el elemento subjetivo viene determinado no por la relación del trans-
mitente con los bienes y derechos transmitidos, sino por la relación del adquirente
con esos mismos bienes o derechos.
En los impuestos generales y personales sobre la renta y el patrimonio el ele-
mento subjetivo posee gran trascendencia incluso para la propia conformación
del elemento objetivo. Pues en estos tributos el presupuesto objetivo (la obtención
de renta o latitularidad de un patrimonio) no puede siquiera pensarse o imaginar-
se si no es en relación con la persona o sujeto que en cada caso concreto obtiene la
renta u ostenta la titularidad del patrimonio. En cambio, en los impuestos reales
—como por ejemplo, los que gravan la transmisión o adquisición de un bien— el
elemento objetivo posee sustantividad propia y puede perfectamente pensarse e
imaginarse al margen o con independencia de quien en cada caso concreto realice
la transmisión o adquisición, por lo que en ellos el elemento subjetivo carece de
toda relevancia desde el punto de vista de la configuración del elemento objetivo
del hecho imponible.
Lo anterior explicaría también la importancia que en los impuestos generales
y personales sobre la renta y el patrimonio posee el elemento subjetivo del hecho
imponible desde el punto de vista de los criterios de sujeción al tributo. No en
balde, como ya se ha visto más arriba, en esta clase de tributos el criterio de su-
jeción preponderante es el que atiende a la residencia habitual del sujeto pasivo
(art. 11 LGT).
4. Supuestos de no sujeción
A la norma que define el hecho imponible se le conoce también como norma
de sujeción, pues a través de la misma se delimitan los hechos sujetos al tributo.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
A partir de esta única norma y, por tanto, sin necesidad de ninguna otra, pueden
determinarse perfectamente tanto los hechos sujetos como los hechos no sujetos
al tributo. Esto es, tanto los supuestos de sujeción como los supuestos de no suje-
ción: serán hechos sujetos al tributo aquellos que puedan subsumirse en la defini-
ción legal del hecho imponible; y al contrario, serán hechos no sujetos al tributo
aquellos que no puedan subsumirse en la definición legal del hecho imponible.
En definitiva, la determinación de los supuestos de sujeción y de no sujeción
constituye un problema de mera interpretación de la norma de sujeción, de la nor-
ma delimitadora del hecho imponible. Lo que no empece la posibilidad de que el
legislador pueda definir expresamente supuestos de no sujeción. A tal posibilidad
se refiere el artículo 20.2 LGT, a cuyo tenor: «La Ley podrá completar la delimi-
tación del hecho imponible mediante la mención de supuestos de no sujeción».
Si a través de la norma de sujeción el legislador lleva a cabo una delimitación
positiva del hecho imponible; a través de las normas de no sujeción el legislador
lleva a cabo una delimitación negativa del mismo.
La mención legal de supuestos de no sujeción puede obedecer bien a una finali-
dad meramente aclaratoria o didáctica (en cuyo caso la norma que contenga tales
supuestos carece de un verdadero mandato, por lo que no puede considerarse
como una auténtica norma jurídica); bien a la necesidad de restringir o limitar
el alcance o extensión del hecho imponible que resulta de la norma de sujeción,
en cuyo caso la norma que define tales supuestos sí que encierra un verdadero
mandato y debe considerarse, por tanto, como una auténtica norma jurídica vin-
culante. En definitiva, en este segundo supuesto lo que ocurre es que la definición
del hecho imponible (del hecho sujeto) resulta de la conjunción de la norma que
lo delimita positivamente y de la norma que lo delimita negativamente.
Veámoslo con el siguiente ejemplo tomado de la regulación del IVA.
Según el artículo 4.Uno de la Ley 37/1992 (LIVA), están sujetas al IVA las
entregas de bienes y prestaciones de servicios realizadas por empresarios o pro-
fesionales en el ejercicio de su actividad empresarial o profesional, esto es, en el
ejercicio autónomo e independiente de su actividad económica. Pues bien, a partir
de esta definición legal del hecho imponible del IVA resulta fácilmente deducible
que no se hallan sujetas a este impuesto las prestaciones de servicios realizadas en
régimen de dependencia laboral o administrativa. Sin embargo, el artículo 7 (cuya
rúbrica reza literalmente: operaciones no sujetas al impuesto) establece expresa-
mente en su número 5.º que no estarán sujetos al impuesto los«servicios prestados
por personas físicas en régimen de dependencia derivado de relaciones adminis-
trativas o laborales, incluidas en estas últimas las de carácter especial».
Parece evidente que el artículo 7.5.º LIVA no añade nada nuevo a lo que ya se
desprende del propio artículo 4.Uno LIVA, por lo que desde este punto de vista
resulta absolutamente innecesario. En consecuencia, su existencia sólo puede ex-
Lección 7. La relación jurídico-tributaria. Hecho imponible y obligación tributaria
plicarse por el deseo del legislador de aclarar —por si cupiera alguna duda— que
los servicios prestados en régimen de dependencia no tienen encaje en la defini-
ción legal del hecho imponible del IVA.
En cambio, el artículo 7.1.º LIVA establece un supuesto de no sujeción de signo
distinto al anterior.
En efecto, según la letra b) del artículo 4.Dos LIVA, se entienden realizadas
en el desarrollo de una actividad empresarial o profesional: «Las transmisiones o
cesiones de uso a terceros de la totalidad o parte de cualesquiera de los bienes o
derechos que integren el patrimonio empresarial o profesional de los sujetos pa-
sivos, incluso las efectuadas con ocasión del cese en el ejercicio de las actividades
económicas que determinan la sujeción al Impuesto». De donde se desprende sin
ningún género de dudas que la transmisión en bloque de una empresa constituye
una operación que, en principio, puede encajarse perfectamente en la definición
legal del hecho imponible del IVA contenida en el artículo 4.Uno LIVA.
Sin embargo, el artículo 7.1.º LIVA establece que no está sujeta al IVA la
«transmisión de un conjunto de elementos corporales y, en su caso, incorporales
que, formando parte del patrimonio empresarial o profesional del sujeto pasivo,
constituyan una unidad económica autónoma capaz de desarrollar una actividad
empresarial o profesional por sus propios medios». Esto es, según este precepto,
no está sujeta al IVA la transmisión global de una empresa. Lo que viene a signifi-
car que el artículo 7.1.º LIVA no se limita a aclarar o interpretar lo dispuesto en el
artículo 4.Uno LIVA, sino que va mucho más allá, al excluir del ámbito de aplica-
ción del IVA una determinada operación —concretamente, la transmisión global
de una empresa— que en principio resultaría subsumible en la definición legal del
hecho imponible que se contiene en el citado artículo 4.Uno LIVA. En definitiva,
parece evidente que la finalidad del artículo 7.1.º no es otra que la de restringir el
alcance del hecho imponible tal y como éste aparece inicialmente delimitado por
el artículo 4.Uno.
hecho imponible, dando así lugar a los denominados «hechos imponibles exen-
tos», que excluyen el nacimiento de la obligación tributaria cualquiera que sea el
sujeto que los realice. En cambio, a través de las segundas el legislador se limita a
declarar exentos a determinados sujetos que, en principio, reúnen todas las condi-
ciones legalmente exigibles para poder ser considerados como sujetos pasivos del
tributo. En definitiva, mientras las primeras (exenciones objetivas) se conceden en
atención a la naturaleza del presupuesto de hecho realizado, las segundas (exen-
ciones subjetivas) se conceden en atención al sujeto que lo realiza.
En nuestro ordenamiento tributario podemos encontrar innumerables ejem-
plos tanto de uno como de otro tipo de exenciones. Así, por citar alguno de ellos,
el artículo 45 del Real Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre, por el que
se aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Transmisiones Patri-
moniales y Actos Jurídicos Documentados, declara, por una parte, exentos de este
impuesto a una serie de sujetos como el Estado, las Administraciones públicas, la
Cruz Roja, la ONCE, etc., cualquiera que sea el tipo de operaciones que realicen
(exenciones subjetivas); en tanto que por otra, declara exentas una serie de ope-
raciones como, por ejemplo, los préstamos, abstracción hecha del sujeto que las
realice (exenciones objetivas).
En ocasiones, la delimitación del presupuesto de hecho de la exención objeti-
va exige ciertas referencias personales. Por ejemplo, el artículo 20.Uno.8.º LIVA
declara exentos de este impuesto ciertas prestaciones de servicios de asistencia
social cuando son efectuadas —y sólo cuando son efectuadas— por entidades
de Derecho público o entidades o establecimientos privados de carácter social.
Ahora bien, tales referencias en modo alguno convierten en subjetiva —y ni tan
siquiera en mixta— una exención que a todas luces es de carácter objetivo, pues
la configuración de la misma se realiza a partir del elemento objetivo del hecho
imponible (prestaciones de servicios), por más que el mismo se acote o delimite
también en función del sujeto que lo realice. Así, en el ejemplo expuesto no puede
decirse que ciertos sujetos estén exentos del IVA, sino que ciertas prestaciones de
servicios (concretamente, las de asistencia social) están exentas del IVA cuando,
además, las realice un determinado sujeto (un ente público o un ente privado de
carácter social). Por ello, creemos que debe descartarse la categoría de las exen-
ciones mixtas, existiendo, a nuestro juicio, tan sólo dos tipos de exenciones: las
objetivas y las subjetivas.
Por último, atendiendo a su período de vigencia, las exenciones pueden clasifi-
carse en temporales y en permanentes o indefinidas. Mientras que las primeras se
establecen para un período de tiempo determinado, de modo que cumplido dicho
período la exención pierde su vigencia; las segundas en cambio, se establecen sin
sujeción expresa a ningún período de vigencia, por lo que resultan de aplicación
mientras la ley que las crea y regula no sea modificada o derogada. Esta distin-
ción, como después se verá, puede ser de gran utilidad a la hora de determinar si
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2. Fundamento
Toda exención constituye una excepción al genérico deber de contribuir al
sostenimiento del gasto público según la capacidad económica, consagrado en el
artículo 31.1 CE. De ahí que, a priori, la concesión de cualquier exención —ya
sea total o parcial, ya sea objetiva o subjetiva— pueda pugnar con algunos de los
principios o valores esenciales que deben regir el justo reparto de la carga tribu-
taria, como son el de generalidad, el de igualdad y el de capacidad económica.
Por ello, la legitimidad constitucional de cualquier exención está supeditada a la
concurrencia de una razón objetiva que pueda justificarla suficientemente. Una
razón que puede obedecer a la idea misma de justicia tributaria o, simplemente,
a la necesidad de utilizar el tributo al servicio de la realización de otros valores,
principios o fines de interés general amparados por nuestra Constitución. En este
sentido, en la STC 10/2005, de 20 de enero, se sostiene lo siguiente (FJ 5): «la
exención, como quiebra del principio de generalidad que rige la materia tributa-
ria al neutralizar la obligación tributaria derivada de la realización de un hecho
revelador de capacidad económica, es constitucionalmente válida siempre que res-
ponda a fines de interés general que la justifiquen (por ejemplo, por motivos de
política económica o social, para atender al mínimo de subsistencia, por razones
de técnica tributaria, etc.), quedando, en caso contrario, proscrita, desde el punto
de vista constitucional, por cuanto la Constitución a todos impone el deber de
contribuir al sostenimiento de los gastos públicos en función de su capacidad eco-
nómica (STC 96/2002, de 25 de abril, F. 7), no debiendo olvidarse que los princi-
pios de igualdad y generalidad se lesionan cuando “se utiliza un criterio de repar-
to de las cargas públicas carente de cualquier justificación razonable y, por tanto,
incompatible con un sistema tributario justo como el que nuestra Constitución
consagra en el art. 31”» (STC 134/1996, de 22 de julio [RTC 1996, 134], F. 8).
En efecto, las exenciones pueden, en primer lugar, hallar su justificación o fun-
damento constitucional en la idea misma de justicia tributaria y, más concre-
tamente aún, en la necesidad de atender las exigencias del propio principio de
capacidad económica. Y es que en muchas ocasiones el legislador define al hecho
imponible en términos tan amplios y genéricos que, de no contemplar ningún tipo
de excepción, podrían gravarse determinados supuestos que, en realidad, no son
indicativos de capacidad económica o de aptitud para la contribución al soste-
nimiento del gasto público. En tales casos, la introducción de la correspondiente
exención sirve para mejor adecuar el tributo a las exigencias derivadas del propio
principio de capacidad económica. Este es el caso, por ejemplo, de la exención
del mínimo personal o familiar, a través de la cual se exime de gravamen aquella
Lección 7. La relación jurídico-tributaria. Hecho imponible y obligación tributaria
parte de la renta que el sujeto pasivo debe destinar al sostenimiento de sus nece-
sidades vitales y las de su familia y que, por ello mismo, en modo alguno resulta
indicativa de aptitud para la contribución al sostenimiento del gasto público. Y
ello sin perjuicio de que dicha exención pueda también encontrar fundamento en
otros valores constitucionales como son la dignidad de la persona (art. 10.1 CE)
o la protección de la familia (art. 39.1 CE) (STC 19/2012, de 15 de febrero).
En otros casos, el fundamento o razón de ser de la exención se halla en moti-
vaciones de carácter extrafiscal, esto es, en la instrumentación del tributo al servi-
cio de determinados fines de política económica o social amparados por nuestra
Constitución, como pueda ser el fomento del pleno empleo, la protección de la
familia, la protección del medio ambiente, la protección y fomento de la cultura,
etc. Utilización extrafiscal del tributo que viene avalada desde hace basta tiempo
por nuestro Tribunal Constitucional (véase, entre otras: SSTC 37/1987, de 26 de
marzo; 197/1992, de 19 de noviembre; 186/1993, de 7 junio; 134/1996, de 22 de
julio; 194/2000, de 19 de julio; 276/2000, de 16 de noviembre; 179/2006, de 13
de junio; y 19/2012, de 15 de febrero) y que hoy se contempla expresamente en
el párrafo segundo del artículo 2.1 LGT (a cuyo tenor: «Los tributos, además de
ser medios para obtener los recursos necesarios para el sostenimiento de los gas-
tos públicos, podrán servir como instrumentos de la política económica general y
atender a la realización de los principios y fines contenidos en la Constitución»).
No obstante, en relación con estos supuestos conviene recordar lo que ya se ha
dicho más arriba al exponer la doctrina de nuestro Tribunal Constitucional en
torno a los principios de generalidad, igualdad y capacidad económica; y es que
la existencia de una razón objetiva no es suficiente para justificar el trato desigual,
debiendo concurrir además una adecuada relación de proporcionalidad entre las
consecuencias derivadas del mismo y las razones en que el legislador pretenda
fundamentar dicho trato diferencial.
Cabe, incluso, la posibilidad de que las exenciones obedezcan al mismo tiempo
tanto a la necesidad de dar satisfacción a las exigencias del principio de capacidad
económica como a la consecución de determinadas finalidades extrafiscales. Así,
por ejemplo, en la STC 134/1996, de 22 de julio (FJ 6), relativa a la exención en
el IRPF de las prestaciones por incapacidad permanente absoluta, se afirma lo
siguiente: «desde la perspectiva constitucional nada impide, en principio, que el
legislador, como ha hecho en la Ley 18/1991, establezca en las letras b) y c) del art.
9.1 la exención del impuesto de las cantidades que perciban los sujetos pasivos
como consecuencia de determinadas incapacidades que no le permiten desarrollar
una actividad productiva. Exenciones que, en uno y otro caso, responden tanto
a la lógica como a los contenidos que se derivan del principio de capacidad eco-
nómica (art. 31 CE), así como a la cláusula del Estado social y democrático de
Derecho que nuestra Constitución ha configurado (art. 1.1 CE) y a los principios
que sus arts. 49 y 50 consagran».
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
rante su tiempo de vigencia, de manera tal que la derogación de las normas en que
la exención hubiera sido concedida no puede acarrear la pérdida de ese derecho,
ni puede éste, tampoco verse afectado por otras normas posteriores que supriman
explícitamente las exenciones, porque en tal caso estaríamos en un supuesto de
violación de derechos tributarios adquiridos. Sin embargo, a nuestro juicio es más
correcto entender que el llamado derecho a la exención o a la bonificación tribu-
taria es simplemente un elemento de la relación jurídica obligacional, que liga a la
Administración y al contribuyente (…). Por ello, no puede hablarse en puridad de
un auténtico derecho a la bonificación tributaria o al mantenimiento del régimen
jurídico-tributario de bonificación, que pueda entenderse incorporado al patrimo-
nio de los titulares (…)>> (véase, en el mismo sentido: SSTC 41/1983, de 18 de
mayo; 51/1983, de 14 de junio; 134/1996, de 22 de julio; y 234/2001, de 13 de
diciembre). En idéntico sentido se ha pronunciando también nuestro Tribunal Su-
premo (véase, entre otras muchas: SSTS de 21 de febrero de 1987, de 22 de enero
de 1993, de 22 de diciembre de 1994 y de 13 de enero de 1996).
Con estos antecedentes no puede extrañar que en la LGT-2003 no se contenga
ningún precepto similar al que se contenía en el artículo 15 LGT-1963, ni ninguna
otra referencia a los derechos adquiridos.
Ahora bien, que a la supresión o reducción de cualquier beneficio fiscal no pue-
da oponerse la teoría de los derechos adquiridos, no significa, sin embargo, que
tales modificaciones hayan de reputarse en todo caso ajustadas a Derecho, pues
tales medidas pueden entrar en colisión con determinados valores constituciona-
les como los de seguridad jurídica, interdicción de la arbitrariedad y protección
de la confianza legítima (art. 9.3 CE). Y es que, como se señala en la STS de 2 de
julio de 1988, «la promulgación de la norma donde se otorga una exención actúa
como una oferta o promesa al público que en virtud del principio de la buena fe
crea expectativas jurídicamente dignas de protección».
Ciertamente, la supresión o reducción de un determinado beneficio fiscal puede
plantear, en primer lugar, problemas de seguridad jurídica asociados a la posible
aplicación retroactiva de la norma que disponga tal supresión o reducción. Pero
evidentemente, en este caso el problema no derivaría tanto de la naturaleza de la
materia sobre la que versa la innovación legislativa, como del hecho de su posible
alcance retroactivo. De ahí que en este punto debamos remitirnos a cuanto se ha
dicho más arriba en torno a la aplicación retroactiva de las normas tributarias.
No obstante, conviene recordar que en estos casos para determinar si ha existido
o no vulneración del principio de seguridad jurídica habrá que ponderar, entre
otros factores, el grado de retroactividad, el grado de previsibilidad del cambio
normativo y, sobre todo, los intereses en juego. A este respecto, hay que insistir
una vez más en que sólo razones muy excepcionales de interés general podrían
llegar a justificar la supresión o disminución de un beneficio fiscal ya consolida-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
do, esto es, una retroactividad de grado máximo (véase en este sentido la STC
234/2001, de 13 de diciembre).
Por otra parte, hay que tener en cuenta que, al margen del alcance retroactivo
o no de la medida, la supresión o disminución de exenciones o bonificaciones para
cuyo disfrute se exige la previa realización de ciertas inversiones o actividades a
cargo del beneficiario —y que éste no habría realizado de no existir el incentivo
fiscal— puede atentar contra los principios de seguridad jurídica y de confianza
legítima; especialmente si, además, se trata exenciones o bonificaciones de carác-
ter temporal. Un atentado que, a nuestro modo de ver, tan sólo podría justificarse
por la concurrencia de extraordinarias y excepcionales razones de interés general.
Lección 7. La relación jurídico-tributaria. Hecho imponible y obligación tributaria
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
3.- En el caso de que las partes de un determinado negocio jurídico hayan acorda-
do que el tributo que lo grava deba satisfacerlo aquella de las partes que no tiene
la condición legal de sujeto pasivo:
a) La Administración tan sólo podrá reclamar el cobro del tributo a quien tenga la
condición legal de sujeto pasivo.
b) La Administración tan sólo podrá reclamar el cobro del tributo a quien por pacto
expreso haya asumido su pago.
c) La Administración podrá reclamar el cobro del tributo bien a quien por pacto expreso
haya asumido su pago, bien a quien tenga la condición legal de sujeto pasivo.
d) La Administración podrá reclamar el cobro a quien tenga la condición legal de
sujeto pasivo y, en caso de que éste no lo realice, a quien por pacto haya asumido
la obligación de pagar el tributo.
5.- El aspecto material del elemento objetivo del hecho imponible se identifica en
todo caso con:
a) La manifestación de riqueza gravada por el tributo.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
b) Con el hecho, situación, acto o negocio, en sí mismo considerado, que la ley define
como gravado.
c) El territorio en que ha de realizarse el hecho, situación, acto o negocio que la ley
define como gravado.
d) La duración del hecho, situación, acto o negocio que la ley define como gravado.
b) Siempre que al hacerlo respete los derechos adquiridos de quienes ya venían dis-
frutando de la misma.
c) Siempre que al hacerlo no vulnere los principios de seguridad jurídica, interdic-
ción de la arbitrariedad y confianza legítima.
d) Ninguna de las respuestas anteriores es correcta.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
El día 30 de marzo de 2012, PROMOCONS, SA vendió a doña Fuencisla un terreno
urbano de su propiedad. En la escritura de compraventa se estipuló que la compradora
—o sea, doña Fuencisla— debía hacer frente a todos los gastos derivados de la transmi-
sión, entre ellos, el Impuesto Municipal sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de
Naturaleza Urbana (IMIVTNU). En la misma escritura se estableció también que doña
Fuencisla debía hacerse cargo del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) correspondiente
al año 2012. Vencido el plazo para la autoliquidación e ingreso del IMIVTNU (treinta
días hábiles desde el devengo), así como el período de ingreso voluntario del IBI (desde el
1/6/2012 al 31/7/2012), ni PROMOCONS, SA ni doña Fuencisla hicieron frente a ningu-
na de estas obligaciones.
En relación con este supuesto de hecho deben tenerse en cuenta los siguientes datos
normativos.
En primer lugar, que a tenor de lo dispuesto en el artículo 61 TRLHL, uno de los
hechos imponibles del IBI está constituido por la titularidad del derecho de propiedad
sobre un bien inmueble de naturaleza urbana, recayendo en tal caso la condición de sujeto
pasivo-contribuyente sobre la persona que ostente dicha titularidad (art. 63 TRLHL).
Además, hay que señalar que el devengo del IBI se produce el primer día del período im-
positivo, el cual coincide con el año natural (art. 75 TRLHL).
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que a tenor de lo dispuesto en el artículo
104 TRLHL: «1. El Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza
Urbana es un tributo directo que grava el incremento de valor que experimenten dichos te-
rrenos y se ponga de manifiesto a consecuencia de la transmisión de la propiedad de los te-
rrenos por cualquier título o de la constitución o transmisión de cualquier derecho real de
goce, limitativo del dominio, sobre los referidos terrenos. 2. No está sujeto a este impuesto
el incremento de valor que experimenten los terrenos que tengan la consideración de rús-
ticos a efectos del Impuesto sobre Bienes Inmuebles. En consecuencia con ello, está sujeto
el incremento de valor que experimenten los terrenos que deban tener la consideración de
urbanos, a efectos de dicho Impuesto sobre Bienes Inmuebles (…). 4. No se devengará el
impuesto con ocasión de las aportaciones o transmisiones de bienes inmuebles efectuadas
a la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria regulada
en la disposición adicional séptima de la Ley 9/2012, de 14 de noviembre, de reestruc-
turación y resolución de entidades de crédito (…)». Según el artículo 106.1.b) TRLHL,
en las transmisiones onerosas la condición de sujeto pasivo-contribuyente recae sobre el
transmitente del terreno. Además, hay que tener en cuenta que el devengo del IMIVTNU
se produce cuando se transmita la propiedad del terreno (art. 109 TRLHL), momento en
el cual el Impuesto debe liquidarse tomando como base el importe del incremento de valor
generado por el terreno en el período de tiempo (período de generación) comprendido
entre la fecha de adquisición y la fecha de transmisión del mismo (art. 107 TRLHL).
Se pide:
Lección 7. La relación jurídico-tributaria. Hecho imponible y obligación tributaria
Ejercicio núm. 2
La Ley 45/1985, de 23 de diciembre, de Impuestos Especiales, derogó la exención que
en relación con el «Impuesto sobre el Petróleo, sus Derivados y Similares» se preveía en la
Ley 39/1979 para las adquisiciones de tales materias primas realizadas con la finalidad de
destinarlas a la fabricación de productos finales no gravados por el mencionado impuesto
(como por ejemplo, la fabricación de pinturas). En consecuencia, a partir de la entrada en
Lección 7. La relación jurídico-tributaria. Hecho imponible y obligación tributaria
vigor de la Ley 45/1985, las adquisiciones de las citadas materias primas pasaron a tribu-
tar por el Impuesto Especial correspondiente incluso en el caso de que tales adquisiciones
se realizasen con la finalidad aplicarlas a la fabricación de productos no sujetos a dicho
impuesto.
Además, la Disposición transitoria cuarta, apartado 7, de la Ley 45/1985 dispuso lo
siguiente:
«7. Los fabricantes que habiendo gozado de exención en la adquisición de productos
de acuerdo con la Ley anterior (…) deberán presentar en la Delegación de Hacienda
correspondiente, en el plazo de tres meses, una declaración-liquidación comprensiva de
las existencias de productos adquiridos sin impuesto, así como de los incorporados a los
productos y preparaciones en su poder en el momento de entrada en vigor de esta Ley,
ingresando las cuotas que correspondan a los tipos en ella establecidos».
Se pide:
1. Explique si la supresión de la exención llevada a cabo por la Ley 45/1985 para las
adquisiciones de hidrocarburos efectuadas a partir de su entrada en vigor, implica
o no algún tipo de retroactividad.
2. Explique si la supresión de la exención llevada a cabo por la Ley 45/1985 para las
adquisiciones de hidrocarburosefectuadas a partir de su entrada en vigor, se ajusta
o no a Derecho.
3. Explique si el precepto contenido en el apartado 7 de la Disposición transitoria
cuarta de la Ley 45/1985 implica o no algún tipo de retroactividad.
4. Explique si el precepto contenido en el apartado 7 de la Disposición transitoria
cuarta de la Ley 45/1985 se ajusta o no a Derecho.
Ejercicio núm. 3
El artículo 20.2.c) de la Ley 29/1987, del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (LISD),
contempla una reducción en la base imponible del citado Impuesto para el caso de que en
la misma se incluya el valor de una empresa. Dicha reducción asciende al 95% del valor de
la empresa transmitida (muchas Comunidades Autónomas han incrementado esta reducción
hasta el 99%). La finalidad de esta reducción es garantizar la continuidad de la empresa trans-
mitida mortis causa. Ahora bien, para que los herederos puedan beneficiarse de tal reducción
en la base imponible del ISD (impuesto de carácter progresivo), debe concurrir un requisito
fundamental: que la empresa transmitida constituyera la principal fuente de renta del cau-
sante. Esto quiere decir que si el causante tenía otras rentas no procedentes de la empresa
transmitida (por ejemplo: rentas del capital) y las mismas superaban (aunque fuese tan sólo
en un céntimo de euro) a las derivadas de su actividad empresarial, los herederos no podrían
beneficiarse —en ninguna medida— de la citada reducción.
Se pide:
1.º Desde el punto de vista jurídico ¿cómo calificaría la reducción prevista en el ar-
tículo 20.2.c) LISD, como un supuesto de no sujeción o como un supuesto de
exención? ¿Cree que dicha reducción se halla suficientemente justificada?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 4
Con fecha 18 de abril de 2014, la entidad financiera «BCM» concedió un crédito a la
mercantil «Construcciones y Promociones, SL», el cual se formalizó en escritura pública
otorgada ante notario. Entre las cláusulas del citado contrato figuran las siguientes:
«PRIMERA.- Como garantía complementaria, «Construcciones y Promociones, SL» cede y
transfiere a «BCM» los derechos que le corresponden sobre las devoluciones que la Hacien-
da Pública debe efectuarle por el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) hasta la cantidad
precisa en cada momento para cubrir la deuda que exista por razón de esta operación.
SEGUNDA.- «BCM» podrá notificar a la Hacienda Pública la cesión de derechos,
antes descrita, mediante la remisión a través de fedatario público de una carta certificada
con acuse de recibo en la que consten las condiciones de esta cesión, a lo que desde
ahora presta su consentimiento la parte acreditada».
En relación con este supuesto de hecho debe tenerse en cuenta que el artículo 34.1.b)
LGT reconoce a los obligados tributarios el «Derecho a obtener, en los términos previstos
en esta Ley, las devoluciones derivadas de la normativa de cada tributo (…)».
Por otra parte, hay que tener en cuenta que los sujetos pasivos del IVA están obliga-
dos a autoliquidar este impuesto por diferencia entre las cuotas por ellos devengadas y
repercutidas en sus ventas y las soportadas en sus adquisiciones, lo que puede arrojar un
resultado positivo (a ingresar) o un resultado negativo. En este último caso, y a tenor de lo
dispuesto en el artículo 115 LIVA, surge a favor del sujeto pasivo el derecho a solicitar y,
en su caso, a obtener la correspondiente devolución previo el reconocimiento de la misma
Lección 7. La relación jurídico-tributaria. Hecho imponible y obligación tributaria
Se pide:
1. Emitir un informe, razonado en Derecho, acerca de la cuestión planteada en el
supuesto de hecho.
Lección 8
ELEMENTOS DE CUANTIFICACIÓN DE LA
OBLIGACIÓN TRIBUTARIA PRINCIPAL. LA
DEUDA TRIBUTARIA
SUMARIO: I. LOS TRIBUTOS DE CUOTA FIJA Y LOS TRIBUTOS DE CUOTA VARIABLE. II. LA
BASE DEL TRIBUTO. CONCEPTO Y CLASES: 1. La base imponible. 1.1. Concepto, función y
clases. 1.2. Los métodos de determinación de la base imponible. 1.2.1. La estimación directa.
1.2.2. La estimación objetiva. 1.2.3. La estimación indirecta. 2. La base liquidable. III. LOS
TIPOS DE GRAVAMEN. IV. LA CUOTA TRIBUTARIA. V. LA DEUDA TRIBUTARIA: 1. Concepto
y elementos integrantes. Visión general. 1.2. El interés de demora. 1.3. Recargos ejecutivos.
1.4. Recargos por declaración voluntaria y extemporánea. 1.5. Las obligaciones de realizar
pagos a cuenta. Remisión. 1.6. Los recargos exigibles legalmente sobre las bases o las cuotas,
a favor del Tesoro o de otros entes públicos. Remisión. 1.7. Las sanciones tributarias. Remisión.
2. Extinción de la deuda tributaria. Remisión. TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN. EJERCICIOS
PRÁCTICOS: Núm. 1. Solución propuesta. Núm. 2. Núm. 3. Núm. 4.
cuencia, será el legislador quien fije en una norma cuál es la cuantía exacta e
invariable de la cuota tributaria. Formalmente nos encontramos ante los tributos
fijos o de cuota fija, de manera que la cuantía a pagar no varía para cada sujeto,
sino que viene prevista de forma general en la Ley.
2. La segunda posibilidad viene constituida por los llamados tributos variables
o de cuota variable. En ellos, la Ley no fija directamente la cuota tributaria, sino
que establece los elementos a través de los cuales ha de realizarse esa determina-
ción: la base tributaria y el tipo de gravamen. De esta forma, con la aplicación
del tipo a la base se obtendrá, en principio, la cuantía de la obligación tributaria
principal.
Los tributos de cuota fija ofrecen la ventaja de facilitar extraordinariamente
la labor recaudatoria, ya que ni la Administración ni el contribuyente han de
cuantificar la obligación. Los tributos de cuota variable necesitarán una labor de
calificación, interpretación y cálculo por parte del obligado o del órgano admi-
nistrativo que resulte competente, ya que la Ley solo aporta los elementos téc-
nicos precisos que nos permiten cuantificar dicha obligación. En consecuencia,
el proceso de determinación y de recaudación de estos tributos es bastante más
complejo, sin embargo esta clase de tributos predominan sobre los primeros, ya
que se acomodan más al principio de capacidad económica y se adaptan mejor a
los principios de justicia tributaria.
La clasificación entre tributos fijos y tributos de cuota variable se refleja en el
art. 56.1 de la LGT, al señalar que «la cuota íntegra se determinará: a) aplicando
el tipo de gravamen a la base liquidable. b) Según la cantidad fija señalada al
efecto».
De cuanto antecede es lógico deducir que los tributos de cuota fija no presen-
tan dificultades a la hora de su cuantificación, pues bastará acudir a la ley que
directamente determina la prestación tributaria. Por esta razón, dedicaremos el
presente tema al análisis de los tributos de cuota variable y, por lo tanto, al estudio
de los elementos de cuantificación diseñados para ellos:
Base Tributaria Tipo de
x = Cuota Tributaria / Deuda Tributaria
(Base Imponible o Base Liquidable) Gravamen
1. La base imponible
1.1. Concepto, función y clases
Como se ha analizado en otro tema de la presente obra, si el hecho imponible
pretende someter a tributación las capacidades económicas individuales que se
ponen de manifiesto a través de determinados índices de riqueza (renta, patrimo-
nio, consumo de bienes y servicios…), el primer elemento de cuantificación de la
obligación tributaria —la base tributaria— ha de proyectar una relación directa
con el hecho imponible, para poder medir, precisamente, la capacidad contributi-
va de los sujetos pasivos tributarios que se desprende de la realización del hecho
imponible.
En consecuencia, la relación que el legislador ha de establecer entre el hecho
imponible y la base del tributo no solo debe ser estrecha y efectiva, sino también
congruente, como única forma para materializar el criterio de Justicia tributaria;
relación estrecha, porque ha de apreciarse una coherencia entre aquello que se
quiere medir y los instrumentos de los que se sirve la Ley para proceder a su
medición; y relación efectiva, porque la base debe de cuantificar con precisión
los elementos integradores del hecho imponible. De nada serviría definir el hecho
imponible con extrema pulcritud si más tarde, a la hora de proceder a su cuanti-
ficación, los elementos tomados para ello se alejan o son extraños al hecho que se
pretende medir. De no ser así, se estará desvirtuando el significado y la finalidad
del sistema tributario, que ni será un sistema contributivo respecto a la financia-
ción de los gastos públicos, ni redistributivo de las rentas individuales, sino que
responderá, muy probablemente, a estrictos criterios recaudatorios.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
La base imponible, quizás por hacer referencia a una realidad amplia y com-
pleja, difícil de abarcar en una definición omnicomprensiva que resulte válida
para la generalidad de los tributos que conforman nuestro sistema, no aparecía
definida en la normativa tributaria de carácter codificador hasta que el actual art.
50.1 de la LGT intenta ofrecer un concepto sustantivo de base imponible, al califi-
carla como «la magnitud dineraria o de otra naturaleza que resulta de la medición
o valoración del hecho imponible». De esta forma, el legislador tributario señala
la función de la base imponible como elemento de cuantificación del tributo: me-
dir la aptitud contributiva del realizador del hecho imponible que ha manifestado
una específica capacidad económica.
En relación con las clases de base imponible, además de las ya indicadas, [es
decir, en función a como viene expresada la magnitud en la que se concreta (uni-
dades monetarias, base imponible en sentido estricto; u otras magnitudes no mo-
netarias —volumen, superficie, productos fabricados…— que denominaremos
parámetro), y de la más importante clasificación que distingue entre base impo-
nible y base liquidable a la que nos referiremos con posterioridad], hay múlti-
ples criterios que presentan diversas suertes de clasificaciones de bases tributarias,
pero si nos limitamos a aquellas que pudieran ser más representativas en atención
a nuestro derecho positivo, habría que aludir a cuantas siguen:
Si atendemos a la relación que proyecta con el segundo elemento de cuantifica-
ción del tributo —el tipo de gravamen— debemos distinguir aquellas magnitudes
a las que se le aplica un único tipo de gravamen —bases imponibles unitarias o
agregadas— de aquellas en la que la normativa prevea su descomposición para
poder aplicar sobre ellas diversos tipos de gravamen —bases imponibles desagre-
gadas—. Si atendemos a que la norma tributaria prevea más de una base impo-
nible, como expresiva de magnitudes diferentes, debemos distinguir entre bases
imponibles alternativas, subsidiarias o complementarias, para saber determinar si
la relación entre las definiciones de base planteadas por el legislador es subsidia-
ria, o puede acudirse, por el sujeto o por la Administración, de forma alternativa
a alguna de ellas.
especial celo para que este procedimiento alternativo no suponga, como ocurre
con enojosa frecuencia en la actualidad, un alejamiento consentido de la medi-
ción de las capacidades económicas que resultan gravadas y con escaso respeto al
principio de legalidad, a cambio de una simplificación en las labores de control
de los comportamientos debidos por los administrados, situación que ofrece una
escasa crítica por parte del propio contribuyente, precisamente porque su carácter
voluntario permite la pertinente renuncia si no le resulta «rentable».
establecer los medios empleados por este método de determinación —aunque con
unos niveles de detalle más propios de un reglamento que de una ley con voca-
ción codificadora— nos precisará que los datos y antecedentes utilizados podrán
proceder de las siguientes fuentes: 1) de los signos índices o módulos establecidos
para el método de estimación objetiva, que se utilizarán no solo, aunque si pre-
ferentemente, de obligados que han renunciado a dicho método; 2) de los datos
económicos y del proceso productivo obtenidos del propio obligado —tanto de
ejercicios anteriores como posteriores al que se pretende regularizar—; 3) datos
procedentes de estudios del sector efectuados por organismos públicos o privados
de acuerdo con técnicas adecuadas y referidos al periodo objeto de regularización;
4) datos sobre muestras obtenidas por la propia Inspección sobre empresas, acti-
vidades o productos similares al del obligado.
Mediante la combinación de todos los datos, elementos e indicios, que solo
se utilizarán ante la ausencia de pruebas que determinen los valores que han de
incorporarse en la base del tributo objeto de regularización, se ha de lograr que
la fijación y valoración de los elementos que permitan determinar la capacidad
económica experimentada por el sujeto al realizar el hecho imponible se realice
por la Administración con la máxima verosimilitud posible.
Por otro lado, el también renovado art. 158.4 de la Ley General introduce en
la Ley una precisión que venía admitiéndose por nuestra jurisprudencia y que
consiste en que el régimen de estimación indirecta puede aplicarse solo a una
parte de las magnitudes y valores que conformarán la base: de esta forma en la
imposición directa se podrá determinar las ventas y prestaciones, las compras y
gastos o el rendimiento neto de actividad; en la imposición sobre el consumo se
podrá utilizar este método para estimar la base y la cuota repercutida, la cuota
que se estima soportada y deducible o ambos importes. Aclarando, en este último
supuesto— imposición sobre consumo— que la cuota que se estime soportada y
deducible se calculará por referencia a la repercusión del impuesto y a que éste
hubiese sido efectivamente soportado por el obligado tributario a quien se pre-
tende estimar la base.
Por último, nos precisa el art. 158.5 (también incorporado por la Ley 34/2015,
en vigor a partir del 12 de octubre de dicho año), que cuando se aplique este mé-
todo de estimación a tributos con periodo de liquidación inferiores al año, la cuo-
ta anual estimada por la Inspección se repartirá linealmente entre los periodos de
liquidación correspondiente, salvo que el obligado pruebe que proceda un reparto
temporal diferente, estableciendo una presunción análoga a la establecida en el
art. 108.5 de la LGT introducida en la reforma indicada de nuestra Ley General.
En relación con el procedimiento para la aplicación del método de estimación
indirecta, en la actualidad hemos de localizarlo en el art. 158 1 y 2 de la LGT, que
exige, en primer lugar, un informe preceptivo de la Inspección de los tributos en el
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2. La base liquidable
Como se puso de manifiesto cuando analizamos las exenciones tributarias, las
diferentes modalidades de beneficios fiscales constituidos por reducciones, deduc-
ciones o bonificaciones, pueden aplicarse en cualquiera de los elementos de cuan-
tificación del tributo: en la base, en el tipo de gravamen o en la cuota tributaria.
Pues bien, cuando esta tipología de beneficios fiscales se aplican en la base, surge
la noción de la base liquidable. Por esta razón, el art. 54 de la LGT señala que
la «base liquidable es la magnitud resultante de practicar, en su caso, en la base
imponible las reducciones establecidas en la ley».
Lección 8. Elementos de cuantificación de la obligación tributaria principal…
La noción de base liquidable, que en realidad resulta ser una base imponible
reducida y que, como hemos indicado, constituye una opción del legislador a la
hora de introducir parámetros de justicia o estímulos fiscales en los elementos de
cuantificación del tributo, resulta de difícil localización en Derecho comparado.
También en nuestro actual derecho positivo, ha perdido la importancia que man-
tuvo en otros tiempos y ello, como consecuencia de la tendencia existente a apli-
car las deducciones o bonificaciones en la cuota e incluso en el tipo de gravamen
y no en la base imponible. No obstante, aún existen importantes impuestos de los
que conforman nuestro sistema tributario en los que es posible detectar la noción
de base liquidable.
Teniendo en cuenta cuanto antecede, la base liquidable es la magnitud a la
que se aplica el tipo de gravamen para determinar la cuota —art. 55.1 LGT—,
siempre que a la base imponible se haya aplicado cualquier tipo de reducciones es-
tablecidas legalmente. En caso contrario, de no existir, o de no resultar aplicables
a un determinado contribuyente las previstas en la ley propia de cada tributo, no
existirá la base liquidable, y se obtendrá la cuota tributaria aplicando el tipo de
gravamen sobre la base imponible.
Las alícuotas progresivas forman las llamadas tarifas —art. 55.2 LGT—, pues-
to que conceptualmente una tarifa es siempre un conjunto de tipos aplicables en
función de la base. Como consecuencia de la operatividad de la tarifa progresiva,
a un aumento en la capacidad económica experimentada por el sujeto al realizar
el hecho imponible, que queda medida en la base tributaria, le corresponderá un
aumento más que proporcional en la cantidad en la que se concrete la cuota del
tributo.
Por otro lado, la progresividad puede ser continua o por escalones o, lo que
es lo mismo, una tarifa progresiva puede aplicarse, bien de una manera continua,
bien escalonadamente.
La progresión es continua si una vez determinada la base, el tipo correspon-
diente al valor de la base se aplica a toda ella para determinar la cuota (por ejem-
plo, en la tarifa antes señalada, si la base es de 25.000 unidades monetarias y la
Lección 8. Elementos de cuantificación de la obligación tributaria principal…
exceptúa de esta regla los casos en los que la deuda deba pagarse a través de los
llamados efectos timbrados.
Junto a las alícuotas proporcionales y progresivas, al menos conceptualmente
nos podemos encontrar un tercer grupo de tipos de gravamen porcentuales, las
alícuotas regresivas, que serán aquéllas en las que disminuye el tipo de porcentaje
empleado al aumentar el tramo o eslabón correspondiente de la base que resulte
aplicable:
De igual forma, la LGT contempla —art. 55.3— lo que no es sino una reali-
dad existente en algunas leyes sectoriales de determinados tributos que confor-
man nuestro sistema, al indicar que «la ley podrá prever la aplicación de un tipo
cero…». No obstante, el tipo cero difícilmente puede ser considerado como un
tipo de gravamen, puesto que, aunque su teleología variará en función de la es-
tructura del tributo en el que se aplica, es claro que normalmente actuará como
una técnica desgravatoria muy próxima a las exenciones totales, aunque facul-
tando a la Administración a exigir el cumplimiento de los deberes formales de
los obligados y, en consecuencia, facilitando sus actuaciones de comprobación e
investigación.
V. LA DEUDA TRIBUTARIA
1. Concepto y elementos integrantes. Visión general
Como hemos señalado a lo largo del presente tema, el concepto deuda tribu-
taria es susceptible de ser identificado con el concepto de prestación tributaria, es
decir, por deuda tributaria puede entenderse aquella que se deriva de la realiza-
ción del hecho imponible y que como tal, identifica la capacidad económica y, en
consecuencia, la obligación de contribuir al sostenimiento del gasto público del
realizador del hecho imponible, o sea, la cuota tributaria definida en el art. 56 de
la LGT. No obstante, en sentido estricto, por deuda hemos de entender, además de
la cuota, a aquella cantidad pecuniaria que puede ser el resultado de agregar a la
cuota el resto de las prestaciones enumeradas en su art. 58, ya que, siguiendo su
tenor: «la deuda tributaria estará constituida por la cuota o cantidad a ingresar
Lección 8. Elementos de cuantificación de la obligación tributaria principal…
Siendo ello cierto, y a nuestro juicio esta nota es perfectamente compatible con
el carácter compensatorio de su naturaleza jurídica, no lo es menos que la LGT
precisa que no se exigirán intereses cuando sea la Administración la que incum-
pla, por su causa, los plazos fijados por la norma para resolver, y ello hasta que
no se dicte dicha resolución o se interponga el correspondiente recurso contra su
resolución presunta. No obstante, lo anterior no será aplicable al incumplimiento
del plazo para resolver las solicitudes de aplazamiento o fraccionamiento de pago
—art. 26.3 LGT—, ya que en estos casos se está produciendo un aplazamiento
fáctico.
Teniendo en cuenta cuanto antecede, hemos de convenir que el interés prote-
gido por este expediente no ha de ser otro que el intento de enervar la pérdida
patrimonial ocasionada al acreedor por la impuntualidad del deudor en el cumpli-
miento de sus obligaciones; en definitiva, el principio general que otorga unidad
a la consecuencia jurídica que el Ordenamiento alinea frente al pago impuntual
de las obligaciones tributarias es la idea de equidad, que debe proyectarse en las
relaciones entre la Administración y los administrados y que ha de constituirse en
el fundamento último del interés tributario; fundamentación que hemos de loca-
lizarla más que en una penalización, en una compensación específica con arreglo
a un módulo objetivo: el coste financiero que para la Administración tributaria
supone dejar de disponer de las cantidades debidas y no ingresadas en plazo.
En consecuencia, los presupuestos de exigibilidad del llamado interés de de-
mora parten de la necesidad constitutiva de la existencia de una obligación que
resulte debida y de su cumplimiento tardío. Los elementos constitutivos, aun-
que intentan especificarse en el art. 26.1 de la LGT, son claramente enturbiados
conceptualmente por las matizaciones incorporadas en su párrafo segundo, entre
las que cabe destacar la aplicabilidad de otros expedientes, como los recargos
exigidos ante pagos voluntarios, pero extemporáneos, es decir, sin requerimiento
previo —regulados en el art. 27 LGT— y los supuestos de recargos ejecutivos y de
apremio reducidos —contemplados en el art. 28 LGT—.
Desde la perspectiva de la estructura de cuantificación que hace posible el ré-
gimen jurídico del interés de demora, hemos de tener en cuenta tres parámetros
que intentarán conseguir, de manera objetiva, el quantum de la compensación-
indemnización:
a) En primer lugar, el vector tiempo, que nos acotará el período en el que el
acreedor se ha visto privado de una determinada cantidad pecuniaria que le era
debida. De esta forma, con carácter general «resultará exigible durante el tiempo
en el que se extienda el retraso del obligado» —art. 26.3 LGT—, aunque para
determinar el vector tiempo se ha de tener en cuenta, tanto la determinación del
dies ad quo, que dependerá del inicio efectivo del retraso en el pago en función
de los diferentes supuestos contemplados en el párrafo 2º del art. 26 de la LGT,
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apremio ordinario. Estos recargos, como nos aclara el art. 28 de la LGT, son
incompatibles entre sí y se calculan sobre la totalidad de la deuda no ingresada
en plazo. El recargo ejecutivo será del 5% y se aplica cuando una vez iniciado el
periodo ejecutivo se satisfaga la deuda no ingresada en plazo antes de la notifica-
ción de la providencia de apremio. El recargo de apremio reducido será del 10%
y se aplica cuando notificada la correspondiente providencia de apremio se satis-
faga la totalidad de la deuda no ingresada en el periodo voluntario más el propio
recargo antes de la finalización de los plazos previstos en el art. 62.5 de la LGT.
El recargo de apremio ordinario será del 20% y se aplicará cuando se satisfaga
la deuda fuera de los plazos antes indicados. Este último recargo será compatible
con los intereses moratorios, no así los anteriores en los que no se exigirán los
intereses devengados desde el inicio del periodo ejecutivo.
Periodo ejecutivo
Procedimiento de apremio
Providencia de apremio
Inicio del periodo
ejecutivo Periodo de pago Fin del periodo pago
1.ª quincena… hasta el 20 del mismo mes
2.º quincena… hasta el 5 mes siguiente
Recargo de apremio
Recargo ejecutivo Recargo apremio reducido
ordinario
5% 10% 20% + interés de demora
1.6. Los recargos exigibles legalmente sobre las bases o las cuotas, a favor del
Tesoro o de otros entes públicos. Remisión
El concepto «recargo» aparece en el art. 58 LGT, contemplando una triple
tipología: recargos sobre las bases o cuotas, recargos por declaración extempo-
ránea y recargos de período ejecutivo. Nos encontramos ante un término clara-
mente polivalente que tiene en común una idéntica estructura de cuantificación y
que diverge en función de la diferente finalidad perseguida por cada expediente
técnico que lleva su nombre. De manera que, una vez más, será, o debería ser,
precisamente, su diferente teleología la que nos permita su cabal comprensión.
Los recargos legales sobre las bases o las cuotas pueden definirse como pres-
taciones accesorias de naturaleza tributaria, fundamentalmente porque su exi-
gibilidad y método de cálculo solo son posibles en relación con una obligación
tributaria preexistente. Su fundamento es idéntico a la obligación tributaria, ya
que el recargo es una forma de obtención de ingresos tributarios, aunque en la
normalidad de los casos existe diversidad en el sujeto activo, siendo recargos que
se configuran a favor de entes territoriales distintos a los que exigen el tributo
del que se deriva. Pueden ser recargos sobre impuestos estatales, siendo la Ad-
ministración estatal quien exige y recauda el recargo junto a la deuda tributaria
principal (art. 12 de la LOFCA), o pueden establecerse entre otros entes con poder
normativo en materia tributaria (por ejemplo los recargos provinciales previstos
sobre algunos impuestos municipales en la LRHL).
Lección 8. Elementos de cuantificación de la obligación tributaria principal…
Los recargos legales sobre las bases y las cuotas, como anticipábamos, son una
técnica de generación de ingresos, tomando como base un tributo ya existente
con el que se acumulará a efectos de gestión y exacción. Se trata de una técnica
que tuvo un importante grado de aplicación en otras épocas, pero que hoy se
encuentra en desuso, a pesar de aparecer prevista de manera expresa en la propia
Constitución —art. 157.1,a)—, y tener, en consecuencia, el pertinente respaldo del
Tribunal Constitucional en Sentencia. N.º 150/ 1990 de 4 de Octubre.
Junto a lo anterior, haciendo expresa remisión a cuanto se señaló en la lección
que dedicábamos a presentar el reparto del poder tributario entre los diferentes
entes territoriales, hemos de diferenciar claramente el recargo legal ahora analiza-
do, como parte hipotéticamente integrante de la deuda tributaria, del resto de po-
sibles ingresos de las CC.AA. y de las CCLL, que proceden de la cesión de tributos
o de la participación en ingresos de otro ente público territorial, que responden,
obviamente, a otros criterios de asignación de ingresos.
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
10.- La compensación:
a) Es una forma de extinción de la deuda tributaria.
b) Es una especie de ingreso a cuenta.
c) Actúa como un elemento moderador de la graduación de la sanción.
d) Es un elemento de cuantificación de la obligación tributaria.
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EJERCICIOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
Por la Inspección de Hacienda de Valladolid y a D. Fernando Hernández de la Olla,
le fue instruida un acta de regularización por el Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas, ejercicio impositivo 2012, en la que la base resultó estimada por aplicación del
régimen de estimación indirecta para los rendimientos derivados de la actividad de la que
es titular, referida a la venta de productos farmacéuticos, óptica y ortopedia.
En el informe evacuado por el Inspector actuario se señalan como causas determinan-
tes de la aplicación de este régimen cuantas siguen: alega, en primer lugar, que se han ob-
servado anomalías contables con relación al ejercicio inspeccionado, pues el volumen de
ventas consignado en los libros pertinentes no guarda relación con las compras de produc-
tos farmacéuticos, resultando ser las ventas declaradas la mitad de las compras realizadas
por el titular de la oficina farmacéutica; en segundo lugar, que el obligado tributario fue
requerido para que aportara los soportes magnéticos de ventas extraídos de la caja regis-
tradora de su farmacia correspondiente a dicho ejercicio, sin que atendiera al requerimien-
to de la Inspección; en tercer lugar, el inspector actuante aprecia también anomalías en el
número de trabajadores a su cargo, pues en visita por él cursada a la referida oficina se ha
podido constatar la existencia de un trabajador que, sin estar dado de alta en la Seguridad
Social, sus retribuciones son computadas fiscalmente como gasto deducible; trabajador,
además, que ha sido identificado como primo hermano de su esposa. Finalmente, en el
informe se señala que para la estimación de la base correspondiente al indicado ejercicio
se ha tenido en cuenta el margen de beneficios de la actividad investigada —un 17,9%—,
según fue estimada para el sector farmacéutico por el Ministerio de Economía y Hacienda.
Una vez presentada la correspondiente acta, que es firmada en conformidad, el sujeto
no hace frente al pago en el periodo voluntario establecido a tal efecto, razón por la que,
tres meses más tarde de finalizado este plazo, el obligado recibe la notificación de la pro-
videncia de apremio.
Se pide:
1. Determine, en términos generales, cuándo procede la aplicación del régimen de
estimación indirecta.
2. ¿Procedía su aplicación en el presente caso? Razone la respuesta.
3. ¿Estima correcto el informe elaborado por el actuario? ¿Por qué es preceptivo este
informe?
4. ¿Existe proporcionalidad entre los medios elegidos para la valoración de los ren-
dimientos y su naturaleza?
5. ¿Qué componentes de la deuda se incorporarían en la regularización contenida en
el acta?
6. ¿Desde el punto de vista de las obligaciones accesorias que pueden formar parte
del concepto deuda tributaria, cuál es el efecto de no hacer frente al pago en el
nuevo periodo voluntario que existe tras la regularización inspectora?, ¿y el de la
notificación de la providencia de apremio?
Lección 8. Elementos de cuantificación de la obligación tributaria principal…
Solución propuesta
1.º Determine, en términos generales, cuándo procede la aplicación del régimen de
estimación indirecta
Como se ha analizado en el presente tema, la regulación de este régimen de estima-
ción de bases lo configura con toda claridad como un régimen subsidiario al que solo se
debe acudir cuando por concurrir cualquiera de los requisitos contenidos en el art. 53.1
de nuestra ley general —a) Falta de presentación de las declaraciones o presentación de
declaraciones incompletas o inexactas; b) Resistencia, obstrucción, excusa o negativa a
la actuación inspectora; c) Incumplimiento sustancial de las obligaciones contables o re-
gistrales; o, d) Desaparición o destrucción, aun por causa de fuerza mayor, de los libros
y registros contables o de los justificantes de las operaciones anotadas en los mismos—,
la Administración se encuentre en la imposibilidad objetiva de determinar la base por los
regímenes directo u objetivo de determinación —ver, entre otras muchas, la STS de 12 de
Enero de 2012—.
En consecuencia, para la aplicabilidad de este régimen es preciso que concurran los
siguientes requisitos: 1. Que se produzca alguna de los cuatro supuestos señalados. 2. Que
como consecuencia de ello, le resulte imposible a la Administración realizar las tareas de
comprobación de los hechos con transcendencia tributaria a través de una determinación
y no de una mera estimación. Por utilizar los claros términos contenidos en el art. 193.2
del RGGI, «la apreciación de alguna o algunas de las circunstancias previstas en el artí-
culo 53.1 —LGT— … no determinará por sí sola la aplicación del método de estimación
indirecta si, de acuerdo con los datos y antecedentes obtenidos a lo largo del desarrollo de
las actuaciones inspectoras, pudiera determinarse la base o la cuota mediante el método
de estimación directa u objetiva».
2.º ¿Procedía su aplicación en el presente caso? Razone la respuesta
Para ofrecer cumplida respuesta a esta cuestión se deben analizar los diferentes ex-
tremos contenidos en el informe evacuado por el inspector actuante para, de esta forma,
poder determinar si en el supuesto planteado concurren los requisitos exigidos por la
normativa aplicable:
En dicho informe el inspector señala la existencia de anomalías contables que se de-
rivan del hecho de que las ventas consignadas no guarden relación con las compras efec-
tuadas. Sobre este extremo se ha de hacer notar, en primer lugar, que puede ser fácilmente
constatable —basta acudir al stop existente en el correspondiente almacén— la diferencia
entre las compras y las ventas diligenciadas en los libros, ya que en principio que las ven-
tas sean inferiores a las compras no supone ninguna anomalía sino el estado normal de
las cosas.
Esto no significa que no puedan existir anomalías, pero éstas, según la literalidad de
la ley, han de ser sustanciales, que a los efectos de la aplicación del régimen de estima-
ción indirecta, vienen definidos en el art. 193.4 del RGGI: a) ausencia de llevanza de la
contabilidad; b) que la contabilidad no recoja fielmente la titularidad de las actividades,
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procedencia como para la determinación de la base a través de los medios previstos. Di-
cha impugnación tendrá que ser realizada en los recursos o reclamaciones que procedan
contra los actos y liquidaciones resultantes, ya que la aplicación del método de estimación
indirecta no requerirá de acto administrativo previo que lo declare —art. 158.2 LGT—.
En consecuencia, para evitar la posible indefensión del sujeto, el informe razonado devie-
ne en trámite esencial del procedimiento, de manera que la ausencia del señalado informe,
en cuanto que puede provocar indefensión, conlleva, o puede conllevar, la anulación del
procedimiento, como ha reiterado de forma constante nuestro Tribunal Supremo.
4.º ¿Existe proporcionalidad entre los medios elegidos para la valoración de los ren-
dimientos y su naturaleza?
Como hemos señalado en la respuesta anterior, en el informe del inspector actuante
que ha decidido estimar las bases por el método indirecto se han de justificar tanto los
medios elegidos para su determinación como los cálculos y las estimaciones efectuadas
para estimar la base, ya que una cosa es renunciar a la certidumbre que proporcionan las
pruebas y otra muy distinta que no se tenga que estimar la base, de forma que su resultado
se aproxime, con la mayor verosimilitud posible, a la capacidad económica experimenta-
da por el sujeto al realizar el hecho imponible.
Para intentar profundizar en la seguridad jurídica y acercarse a la verdadera capacidad
económica realizada por el sujeto objeto de regularización, la reforma introducida por
la L. 34/2015, de 21 de septiembre en el art. 158.3 de la LGT precisará que los datos y
antecedentes utilizados podrán proceder de las siguientes fuentes: 1) de los signos índices
o módulos establecidos para el método de estimación objetiva, que se utilizarán no solo,
aunque sí preferentemente, de obligados que han renunciado a dicho método; 2) los datos
económicos y del proceso productivo obtenidos del propio obligado —tanto de ejercicios
anteriores como posteriores al que se pretende regularizar—; 3) datos procedentes de
estudios del sector efectuados por organismos públicos o privados de acuerdo con téc-
nicas adecuadas y referidos al periodo objeto de regularización; 4) datos sobre nuestras
obtenidas por la propia Inspección sobre empresas, actividades o productos similares al
del obligado.
Junto a lo anterior, del informe contenido en el supuesto parece deducirse que el único
medio utilizado ha sido el margen de beneficios de una parte de la actividad investigada,
y para ese sector de actividad, sin desagregar, en consecuencia, el margen de beneficios
calculado para la venta de productos de óptica o de ortopedia (o sin especificar que es
equivalente). En este punto, se ha de recordar que la reforma del art. 158. 4 LGT por la
L. 34/2015, antes citada señala que para la imposición directa se podrá determinar por
este método las ventas y prestaciones, las compras y gastos o el rendimiento neto de la
actividad.
Teniendo en cuenta cuanto antecede, si bien es cierto que el medio utilizado puede
encontrarse entre los enumerados en el art. 53.2 de la LGT —y concretados en el art.
158.3— y pudiera aplicarse en exclusividad si abarcase al conjunto de la actividad, aun
así, del informe del actuario se deduce que se ha aplicado como único medio y que se ha
realizado de forma genérica, sin determinar la ubicación siquiera geográfica de la activi-
dad objeto de regularización, lo que a todas luces parece no responder ni a la letra, ni al
espíritu de la norma y sí a la comodidad del actuario que se ventila la determinación de la
base con una simple operación aritmética.
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deuda debida y lo hace a través de la providencia que lleva su nombre. Pues bien, desde
la perspectiva analizada del devengo de las respectivas obligaciones accesorias que se irán
sumando a la principal para constituir el concepto de deuda tributaria, con la recepción
de la providencia de apremio, el recargo ejecutivo del 5% se sustituye por el recargo de
apremio reducido del 10%. Y ello solo se producirá si el sujeto paga la deuda apremiada
más el pertinente recargo en los plazos previstos en el art. 62.5 de nuestra Ley General. De
nuevo, no se girarán los intereses por el retraso desde el inicio del periodo ejecutivo —art.
28 LGT—.
No obstante, si una vez recibida la correspondiente providencia de apremio, el sujeto
sigue sin hacer efectiva la deuda y trascurren los plazos antes indicados —art. 62.5 LGT—
el recargo de apremio reducido se convierte en un recargo de apremio ordinario del 20%
de la deuda inicialmente notificada, ahora más los correspondientes intereses moratorios
que se hayan podido devengar desde el inicio del pertinente periodo ejecutivo —art. 28.5
LGT—.
7.º Una vez recibida la providencia de apremio y trascurridos los plazos previstos en
el art. 62.5 de nuestra LGT, ¿qué ventaja reportaría abonar la deuda en este momento
del procedimiento de ejecución?
Como acabamos de analizar, una vez que se produce el inicio del periodo ejecutivo
porque han acontecido cualquiera de las circunstancias contempladas en el art. 161 de
nuestra Ley General, se irán sucediendo los diferentes recargos contenidos en el artículo
28 del mismo cuerpo legal. Cuando se dicta la providencia de apremio y es conveniente-
mente notificada, el recargo ejecutivo del 5% se convierte en recargo de apremio reducido
del 10%, siempre que una vez notificada la providencia, los pagos se realicen en los plazos
del art. 62.5 LGT. Una vez trascurridos estos plazos, el recargo de apremio reducido se
convierte en un recargo de apremio ordinario del 20% de la deuda regularizada por la
inspección. La aplicabilidad de este último recargo será idéntica si es abonado por el con-
tribuyente en cualquier momento posterior o se obtiene de forma forzosa por apremiar
los bienes del deudor por parte del órgano competente de la Administración tributaria.
No obstante, la diferencia entre el devengo del recargo ordinario del resto de los re-
cargos del 5% y del 10% del periodo ejecutivo, además de su cuantía —20%—, reside
en que éste es compatible con los intereses de demora, mientras que cuando se apliquen
aquéllos, no se exigirán los «intereses de demora devengados desde el inicio del periodo
ejecutivo» —art. 28.5 LGT—.
En consecuencia, la virtualidad de realizar el pago de la deuda más el recargo del 20%
una vez que han trascurrido los plazos del art. 62.5 tras recibir la providencia de apremio,
consiste en detener el plazo final del vector tiempo del cálculo de los correspondientes
intereses moratorios que han «vuelto a devengarse» desde el inicio del periodo ejecutivo
y, en consecuencia, minorar, en lo posible, el cómputo de la deuda que va a ser apremiada.
Ejercicio núm. 2
Con fecha 25 de octubre de 2015, la Inspección Tributaria dependiente de la Agencia
Estatal de la Administración Tributaria instruyó acta a la entidad mercantil —X—. y el
Inspector actuario hacía constar en el cuerpo del acta: 1º) que la Sociedad no llevaba
libros de contabilidad ni registros contables de los períodos impositivos de 2012 y 2013
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del Impuesto sobre Sociedades, objeto de comprobación; 2º) Que la declaración corres-
pondiente a 2012 había sido presentada fuera de plazo; 3º) que las ventas declaradas en el
ejercicio de 2013 se elevaban a 138.000 € y, tras la oportuna comprobación de los datos
bancarios, se fijaron en 174.000 €; 4º) que ante la ausencia de contabilidad y registros
y la falta de aportación de las facturas emitidas y recibidas, procedía determinar la base
imponible por el régimen de estimación indirecta para ambos ejercicios.
El Inspector actuario emitió el preceptivo informe en el que se dice: 1º) En lo con-
cerniente a las causas que motivan la aplicación del régimen de estimación indirecta, la
Sociedad, en diligencia de 23 de enero de 2015 que fue firmada por su representante,
hizo constar la inexistencia de libros y registros contables de ningún tipo y que ante la
petición hecha por la Inspección a través de esa diligencia de que se le aportasen cuan-
tos datos obrasen en su poder para proceder a la estimación de su base imponible, tales
como ventas efectuadas, personal contratado a su servicio, compras realizadas, etc., tan
solo se limitó a presentar una serie de facturas por el IVA que había tenido que soportar
de sus proveedores. 2º) En cuanto a los medios elegidos para la cuantificación de la base
siguiendo el sistema propuesto por la Inspección, ésta hace constar en el informe que de
un estudio económico realizado por la Inspección a treinta empresas dedicadas a la misma
actividad que la investigada y con similar número de trabajadores y volumen aparente de
facturación, figura como determinante de su beneficio neto los siguientes porcentajes del
respectivo volumen de operaciones: 11,85%, mínimo, 18,99% medio, y 26,13% máximo.
Ante la ausencia de datos, en el presente caso, la Inspección tomó como módulo el tenido
como medio para esa actividad, esto es el 18,99% sobre el volumen de operaciones.
La entidad firmó el acta inspectora en disconformidad y, confirmada la liquidación por el
Inspector Jefe de la Dependencia, planteó la oportuna reclamación económico-administrativa
ante el Tribunal de instancia alegando, entre otras cosas, la improcedencia del régimen de esti-
mación indirecta de bases, pues para su aplicación no es suficiente la existencia de irregularida-
des contables, sino que era preciso que resultase imposible determinar la base imponible por el
régimen de estimación directa, lo no que sucedía en el presente caso, como lo prueba el hecho
de que el Inspector había podido determinar el beneficio que correspondía a su volumen de
operaciones, lo que había realizado gracias a la colaboración y datos prestados por la entidad
bancaria, por lo que solicitaba del Tribunal que declarase improcedente la aplicación de dicho
régimen para la determinación de la base imponible.
Se pide:
1. El impuesto sobre sociedades es un tributo estatal que grava la obtención de renta
de las personas jurídicas, ¿pueden las CCAA someter a gravamen la obtención de
renta de las sociedades domiciliadas en su ámbito territorial?, ¿por qué? ¿Y las
CCLL? Razone su respuesta.
2. ¿Resultan compatibles los métodos de estimación objetiva de bases y de estima-
ción indirecta con los principios de justicia material en el tributo? Razone su
respuesta.
3. La ocultación de parte de los rendimientos obtenidos por las ventas en el ejercicio
2012, ¿puede entenderse como un supuesto de simulación regulado en el art. 16
de la LGT? Razone su respuesta.
Lección 8. Elementos de cuantificación de la obligación tributaria principal…
Ejercicio núm. 3
D. Cristóbal Fernández del Águila, profesor universitario, realiza su autoliquidación
del IRPF correspondiente al período impositivo de 2014. En ella consigna todos los ren-
dimientos obtenidos y abonados por su docencia universitaria de acuerdo con la certifica-
ción que a tal efecto le ha facilitado la entidad docente. Junto con la declaración realiza el
ingreso de su deuda en período voluntario de pago.
No obstante, además de los indicados rendimientos, y a lo largo del período impositivo
señalado, el prof. Fernández del Águila recibió distintas cantidades de diferentes edito-
riales por las colaboraciones enviadas y publicadas en revistas de su especialidad por un
valor total de 8.000 €. De igual modo, ha colaborado durante el señalado ejercicio fiscal
con distintas entidades públicas y privadas en las que ha impartido diversos cursos de for-
mación obteniendo una cantidad, tampoco declarada, que asciende a un total de 5.500 €.
El 10 de octubre de 2015, el indicado profesor recibe una notificación de inicio de
las actuaciones inspectoras para que se persone en un plazo de diez días en las oficinas
del órgano competente a efectos de la regularización de la situación tributaria, al haber
detectado la oficina inspectora, a través de los certificados de retenciones expedidos por
las editoriales y el resto de entidades pagadoras, la no consignación en su declaración de
los rendimientos indicados.
Al ser consciente de la regularización que habrá de serle practicada y con anterioridad
a su personación ante el órgano inspector, presenta, intentando minimizar las reacciones
del Ordenamiento tributario, una declaración complementaria al ejercicio de 2014, apli-
cándose un 15% sobre la diferencia entre la cantidad inicialmente ingresada y la que le
hubiera correspondido ingresar en virtud del art. 27 de la Ley General Tributaria.
Se pide:
1. Diferencie conceptualmente el «devengo del tributo» del «periodo impositivo».
2. Diferencie conceptualmente el concepto cuota y el concepto deuda tributaria.
3. Analice las consecuencias jurídicas que alinea el Ordenamiento ante el no pago de
la deuda tributaria.
4. ¿Qué efectos despliega la notificación de inicio de las actuaciones inspectoras so-
bre las reacciones del Ordenamiento ante el cumplimiento intempestivo de las
obligaciones tributarias?
5. ¿Qué componentes de la deuda tributaria se incorporarán a la propuesta de liqui-
dación derivadas de la resolución de las actuaciones inspectoras?
6. ¿Cuáles son las consecuencias jurídicas de no pagar el tributo en el nuevo periodo
voluntario surgido tras la regularización inspectora?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 4
D. José Manuel Martín Rodríguez, funcionario de profesión, acude a principios del
mes de mayo de 2015 al despacho de Dª Isabel Fuentes, asesora fiscal, con la intención
de confeccionar los correspondientes modelos de autoliquidación del IRPF del ejercicio
2014.
Tras media hora de reunión y cálculo, la asesora comunica a D. José Manuel que su de-
claración sale positiva y que, en consecuencia, deberá abonar a la Hacienda Pública 1.600
Euros, puesto que la cuota líquida asciende a 7.000 € y le han practicado, en concepto de
retenciones y otros ingresos a cuenta, 5.400 €.
D José Manuel cree que ha contribuido suficientemente al sostenimiento del gasto
público con lo pagado a cuenta y pregunta a la letrada las posibles consecuencias del in-
cumplimiento de su obligación de pago, y, en concreto, qué ocurriría:
a. Si declara en plazo y no ingresa.
b. Si declara fuera de plazo y no ingresa.
c. Si declara e ingresa fuera de plazo.
d. Si no declara ni ingresa y es objeto de una investigación administrativa en la que
le regularizan su obligación de pago.
e. Si a pesar de que la Inspección le presente su propuesta de regularización, sigue sin
ingresar.
f. En cualquiera de los supuestos anteriores, si de la comprobación de la pertinente
declaración resultase un descubrimiento de deuda.
Se pide:
1. ¿Puede trasladar D. José Manuel su deuda tributaria a un tercero mediante un
contrato civil? Razone su respuesta.
2. Emita el informe jurídico solicitado por D. José Manuel a Dª. Isabel Fuentes.
3. Delimite conceptualmente los conceptos de cuota íntegra, cuota líquida y cuota
diferencial del tributo.
4. De los anteriores conceptos, ¿cuál expresaría la cantidad de tributo que se ha de
abonar a la Hacienda Pública por haber realizado el hecho imponible del tributo?
5. ¿Cuáles son los efectos jurídicos que se derivan de la incorporación de los pagos
a cuenta en el concepto deuda tributaria contenido en el art. 58 de la LGT?
6. ¿Qué diferencia encuentra entre un recargo legal sobre la base o las cuotas, conte-
nido en la letra d) del art. 58 y los recargos ejecutivos contemplados en la letra c)
del mismo precepto?
Lección 9
LOS OBLIGADOS TRIBUTARIOS
caracterizar la figura. Los obligados tributarios son las personas físicas y jurídicas
(y entidades de hecho) a quienes la ley identifica como centro de imputación delos
deberes, derechos y potestades que derivan de la relación jurídico-tributaria.
Dada la incapacidad de la LGT por llegar a la definición del género «obli-
gados tributarios», el apartado 2 de su art. 35 opta por hacer una enumeración
detallada de quienes pueden ocupar esa posición subjetiva en el esquema de la
relación jurídico-tributaria, sin que pueda considerarse como una lista cerrada
pues comienza diciendo que «entre otros» son obligados tributarios, lo que quiere
decir que además de los ahí recogidos pueden existir otros, como se demuestra
inmediatamente, por ejemplo, en los apartados 3 a 6 del mismo precepto legal
cuando incluye como tales a los llamados al cumplimiento de obligaciones forma-
les (deberes de comportamiento), a los entes de hecho o sin personalidad jurídica,
a los responsables tributarios, y a quienes en virtud de la normativa de asistencia
mutua se les imponen obligaciones tributarias.
En un intento por sistematizar el contenido del art. 35.2 LGT, podemos dife-
renciar a los obligados tributarios en este orden de grupos:
A) Un primer grupo quedaría integrado por quienes hallándose directamente
vinculados por la realización del hecho imponible, deben hacer frente a la obliga-
ción material de carácter principal que deriva de aquél, por lo tanto, de un hecho
imponible ya nacido, y en este orden quedan situados: el contribuyente, el sustitu-
to, el obligado a repercutir la cuota tributaria y los entes sin personalidad jurídica
titulares de bienes patrimoniales.
B) Un segundo grupo lo integrarían aquellos sujetos que responden de obliga-
ciones tributarias de carácter material que no son consecuencia de la realización
del hecho imponible y que la ley obliga a observar por cuenta de aquella otra
obligación futura aún no nacida que surgirá del hecho imponible.Se trata de los
titulares de las obligaciones consistentes en efectuar pagos a cuenta: obligados a
realizar pagos fraccionados, retenedores y retenidos.
C) El tercer grupo de obligados tributarios queda conformado por una serie
de sujetos que garantizan el cumplimiento de obligaciones tributarias materiales
aunque no sean los realizadores del hecho imponible o con él se hallen directa-
mente relacionados, se trata de los responsables y sucesores.
D) El cuarto y último grupo lo integrarían aquellos sujetos que, por ley, se ven
obligados al cumplimiento de obligaciones formales (deberes de comportamiento)
y en él quedarán integrados, además de todos los sujetos enumerados hasta ahora
afectados por ese tipo de deberes, los terceros que deben suministrar información
de datos a requerimiento de los órganos de inspección y recaudación tributarias.
La posición de obligados tributarios supone también la de «interesados» en el
desarrollo de los procedimientos administrativos dirigidos a la aplicación de los
Lección 9. Los obligados tributarios
2. El sustituto
Es un sujeto pasivo que debe venir establecido en ley para que, en lugar del
contribuyente, cumpla con la obligación principal y la de todas aquellas de carác-
ter formal que deriven de ella, así se conceptúa en el art. 36.3 LGT. Por lo tanto, el
sustituto tiene como función la de posicionarse en el lugar ocupado por el contri-
buyente, a todos los efectos, para dar cumplimiento a las prestaciones tributarias
exigidas a éste, tanto las de carácter material (obligación principal y accesorias)
como las de naturaleza formal.
Lección 9. Los obligados tributarios
4. La solidaridad tributaria
Se produce este fenómeno tributario cuando varios obligados tributarios con-
curren en la realización de un mismo presupuesto de hecho, situación en que la
ley los recoge a todos ellos como si de un solo obligado se tratase, y los llama
al cumplimiento de la deuda tributaria de forma conjunta y solidaria (art. 35.7
LGT). Hay una sola obligación tributaria que deriva de la realización de un solo
presupuesto de hecho pero coexisten diversos obligados porque conjuntamente lo
han realizado. El supuesto que determina la solidaridad es la cotitularidad en la
realización del hecho imponible, la concurrencia de varios obligados tributarios
en un mismo hecho imponible y todos quedan convertidos en obligados tributa-
rios como correalizadores de tal presupuesto de hecho.
La solidaridad tributaria constituye una excepción a la presunción de man-
comunidad simple recogida en el Código Civil cuando, en situaciones como las
descritas en el precepto tributario, el derecho privado se inclina por la responsabi-
lidad de todos esos obligados en la proporción que efectivamente les corresponda,
conforme dispone el art. 1.137 del Código Civil.
Se trata de un supuesto bastante concreto en los términos que se expone en la
letra del art. 35.7 LGT no susceptible de confusión con otros que pudieran re-
sultar similares. Por ejemplo, cuando varios titulares lo son de un bien inmueble
en régimen de proindivisión se produce el régimen de solidaridad recogido en el
art. 35.7 LGT en relación con los tributos devengados respecto del inmueble que
poseen en cotitularidad, y la Administración, de forma indistinta en su pretensión
recaudatoria del tributo, se puede dirigir a uno solo de los titulares en régimen
de proindivisión en el entendimiento de que la acción dirigida frente a éste se ex-
tiende a los restantes condóminos en virtud del régimen de solidaridad previsto
en el artículo que se comenta porque, todos ellos, de forma conjunta y solidaria
están llamados por la ley al cumplimiento de la obligación tributaria. Se trata de
un supuesto claro de solidaridad tributaria porque la titularidad del inmueble en
régimen de proindivisión impide conocer cuál es la parte alícuota de cada pro-
pietario en dicho inmueble.Quiere ello decir, que cuando se trate de adquirentes
de partes alícuotas fijas e individualizadas de un bien o derecho, como es posible
determinar para cada una de ellas cuál es la obligación tributaria a satisfacer por
su respectivo titular, no es posible entender que nos encontremos en el supuesto
de solidaridad tributaria previsto en el art. 35.7 LGT.
El supuesto explicado no es posible confundirlo, por ejemplo, con el caso de los
entes de hecho (una comunidad de bienes) en que el sujeto pasivo-contribuyente
es el ente desprovisto de personalidad y solo hay un realizador del hecho imponi-
ble no siéndolo, en cambio, los diferentes comuneros integrados en la comunidad
de bienes, sin perjuicio de que todos y cada uno de ellos sean responsables soli-
Lección 9. Los obligados tributarios
darios en el pago de las deudas del ente de hecho y en la proporción que a cada
cual le corresponda según su cuota de participación en la comunidad de bienes.
Prevé también la Ley que la Administración tributaria desconozca que en la
realización de un mismo hecho imponible han concurrido varios sujetos pasivos-
contribuyentes y dirija la pretensión de cobro de la deuda correspondiente frente
al único sujeto de quien tiene constancia de existencia, que queda obligado al
pago de la totalidad de la misma, salvo que solicite la división de la deuda entre
los titulares del hecho imponible realizado, a cuyo efecto, debe facilitar la identi-
dad y domicilio de los restantes sujetos pasivos u obligados tributarios la propor-
ción de participación de cada uno de ellos en el dominio o derecho transmitido.
En lo referente a la persona que debe ostentar la representación ante la Admi-
nistracióntributaria en los supuestos de solidaridad tributaria, el art. 46.6 LGT es
determinante en su mandato y la presume otorgada a cualquiera de los obligados
solidarios que concurren en la realización del hecho imponible, sin perjuicio de
que el acto de liquidación tributaria deba ser notificado a cada uno de ellos.
por cuenta de la obligación futura de pago del Impuesto que está por nacer (se
produce a 31 de diciembre de cada año), reconociendo la ley a estos sujetos la
posibilidad de deducir de su obligación final por el Impuesto las sumas que tri-
mestralmente haya ido ingresando en concepto de pagos fraccionados. Como se
trata de entrega de dinero con cargo a obligación futura no nacida en el momento
de efectuarlos, los pagos fraccionados tienen el carácter de pagos a cuenta.
Como se puede apreciar el obligado a realizar pagos fraccionados es el propio
contribuyente y así lo reconoce el apartado 1 del art. 37 LGT, mas, como quiera
que la ley le impone el cumplimiento de esa obligación de realizar pagos a cuenta
con anterioridad al momento en que se entiende realizado el hecho imponible del
que deriva la obligación principal, desde el punto de vista técnico-jurídico, no
puede ser tenido como un verdadero contribuyente.
La obligación de realizar pagos fraccionados tiene el carácter de obligación
autónoma en cuanto que se determina conforme a su propio régimen jurídico sin
que el cumplimiento posterior de la obligación principal exculpe al obligado a
realizar pagos fraccionados de la responsabilidad de su cumplimiento en los pla-
zos y en los términos que han quedado indicados. Por ello, el incumplimiento de
cualquiera de esas fracciones trimestrales constituye infracción tributaria sancio-
nable con independencia de que se ingrese en su totalidad la obligación tributaria
principal una vez que se haya concretado.
A pesar de su carácter autónomo, se trata de una obligación que depende de la
obligación principal ya que tiene su razón de ser en ella, y los pagos fraccionados
se perfilan como entregas de dinero a cuenta y con carácter de anticipadas de la
prestación económica que resulte de la obligación tributaria principal que está
por nacer con la realización del hecho imponible.
Su carácter de pagos a cuenta permite al contribuyente detraer los pagos frac-
cionados que ha ido efectuando trimestralmente, del montante total de la obli-
gación tributaria principal una vez que haya nacido y se haya liquidado, de tal
suerte, que el contribuyente deberá ingresar la diferencia entre lo entregado a
cuenta y la cantidad resultante del principal de su deuda; o al contrario, si lo in-
gresado en concepto de pagos fraccionados supera el montante de la obligación
que deriva de la realización del hecho imponible, tendrá derecho a la devolución
de lo ingresado de más.
2. El retenedor
Resulta ser un obligado tributario a realizar pagos a cuenta pero a diferencia
de quien ha de efectuar pagos fraccionados no es el retenedor el contribuyente
realizador del futuro hecho imponible, sino que se trata de un tercero que, con
ocasión de las relaciones económicas que haya mantenido con el contribuyente y
Lección 9. Los obligados tributarios
con motivo de los pagos que tenga que abonar a éste como consecuencia de tales
relaciones económicas, la ley tributaria le impone el deber de retener una parte de
lo pagado en concepto de tributo, con la obligación añadida de ingresar el impor-
te retenido en los términos y plazos que la norma le señale. Son, por ello, retene-
dores todos los que abonen salarios, sueldos, o retribuyan a otros la prestación de
servicios y, en general, aquellos que con motivo de los pagos efectuados a otros
obligados tributarios, la ley les impone el deber de retener e ingresar el importe de
lo retenido (art. 37.2 LGT).
Al igual que sucede con los pagos fraccionados, la retención tributaria se pro-
duce en el ámbito de la imposición sobre la renta, teniendo el carácter de retene-
dor el pagador de las rentas a quienes para él trabajan, quienes, a su vez, adquie-
ren la condición de retenidos.
La retención tributaria tiene también el carácter de una obligación instrumen-
tal de naturaleza autónoma porque, además de tener su propio régimen jurídico,
la ley presume que aquellos rendimientos sujetos a retención siempre han sido ob-
jeto de ella, lo que significa que el retenedor debe cumplir con estas obligaciones a
cuenta, incluso, cuando haya pactado con el retenido que no le retendrá cantidad
alguna por los trabajos o servicios retribuidos. Surge así una relación autónoma
entre el retenedor y la Administración tributaria en virtud de la que, aquél debe
retener e ingresar el importe de lo retenido al futuro contribuyente, pero al mismo
tiempo, se está configurando el desarrollo de una obligación tributaria principal
entre el contribuyente y la Administración tributaria que es inescindible de aque-
lla otra obligación surgida de la relación retenedor y Administración tributaria.
Según esto, una vez que el contribuyente ha cumplido con su obligación princi-
pal consecuencia del hecho imponible, no tiene sentido que la Administración tri-
butaria despliegue sus actuaciones frente al retenedor incumplidor de su deber de
retener e ingresar el importe de la retenido, pretendiendo de él la exigibilidad de
una obligación tributaria ya satisfecha por el contribuyente. Dicho de otro modo,
una vez que el contribuyente ha cumplido con la obligación principal y lo haga
correctamente, los órganos de la Administración tributaria no pueden dirigirse al
retenedor incumplidor de su deber de retener pretendiéndole la exigencia de una
obligación tributaria que, aunque autónoma, ya se ha satisfecho por el contribu-
yente al satisfacer su obligación principal.
Esto significa en la práctica que los órganos de la Administración tributaria si
en el momento de dirigir sus actuaciones frente al retenedor incumplidor de su
deber, ya ha vencido plazo de declaración e ingreso de la deuda correspondiente
al contribuyente como obligado principal, antes de dirigirse al retenedor exigién-
dole el cumplimiento de su obligación de retención deben asegurarse de que el
contribuyente satisfizo en su integridad la obligación tributaria principal, pues de
no actuar de este modo, se produciría un enriquecimiento injusto para la Admi-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Los medios de impugnación a ejercitar contra dicho acto, órgano ante el que de-
ben ser presentados y plazo de interposición.
Tras esta notificación, el responsable será requerido para el pago de la deuda
tributariaen los plazos señalados en el artículo 62.2 LGT y en el supuesto de que
no haga frente a la misma en dichos plazos, se le exigirá la deuda en vía de apre-
mio con los recargos que son propios del período ejecutivo.
3. Impugnación
Dice el artículo 174.5 LGT que en el recurso o reclamación deducido frente
al acuerdo declarativo de responsabilidad puede ser objeto de impugnación el
presupuesto de hecho habilitante de aquélla, sin embargo, como consecuencia de
la interposición de ese recurso de revisión no pueden quedar afectadas las liquida-
ciones tributarias que hubieran adquirido firmeza, sino únicamente el importe de
la obligación del responsable.
Naturalmente, las liquidaciones tributarias que han adquirido firmeza hay que
entenderlas referidas al deudor principal, quiere ello decir, por lo tanto, que los
actos de impugnación que lleve a cabo el responsable frente a una liquidación
tributaria, caso de prosperar y ser admitidos, solo pueden afectar a la liquidación
tributaria referida al responsable, nunca a la que fuera girada con cargo al deudor
principal para el que quedó firme la liquidación tributaria (art. 124.4 RGR).
Como se encarga de subrayar el párrafo segundo, del art. 196.2 RGGI, el res-
ponsable no se tiene por interesado en el procedimiento de liquidación de deuda
dirigido frente al deudor principal, lo que permite cuestionar su legitimación para
impugnar, al hilo del acto declarativo de responsabilidad, la validez de las actua-
ciones administrativas de comprobación seguidas frente al deudor principal.
4. Alcance de la responsabilidad
El responsable lo es por la totalidad de la deuda pendiente de pago por el
deudor principal en período voluntario sin que deba hacer frente a obligaciones
accesorias de la principal con causa en comportamientos morosos del deudor
principal, una vez que aquélla le haya sido notificada.
Al derivar la Administración la acción declarativa de responsabilidad frente
al responsable, acabamos de ver que se le debe abrir un plazo voluntario para el
ingreso de la deuda pendiente, si vencido este plazo la deuda permanece impa-
gada, se iniciará frente al responsable el correspondiente período ejecutivo con
exigencia de los recargos propios del mismo que deben ser cumplimentados por
el responsable y los intereses de demora devengados en el curso de ese procedi-
miento ejecutivo.
Lección 9. Los obligados tributarios
5. Clases de responsables
El art. 41.1 LGT dice que la ley puede declarar responsables en su modalidad
de responsables solidarios o subsidiarios. Según se ha visto, la diferencia entre el
responsable solidario y el subsidiario no debe buscarse en el alcance de su respon-
sabilidad (ambos responden de la deuda no ingresada por el deudor principal en
período voluntario) porque se encuentra en el distinto momento en que la ley los
coloca como deudores tributarios porque, como ya se ha dicho, la acción decla-
rativa de responsabilidad frente al responsable subsidiario solo es posible dictarla
previa declaración de fallido del deudor principal o de los responsables solidarios
si los hubiere, lo que significa que esta modalidad de responsables solo pueden
ser emplazados como deudores tributarios cuando se acredite la insolvencia del
deudor principal (o de los responsables solidarios, si los hubiere).
Al responsable solidario se le puede dirigir la acción de responsabilidad cuan-
do exista deuda tributaria líquida y antes de que finalice el período voluntario de
pago frente al deudor principal (Art. 174 LGT).
La ley ordena proceder de este modo en el entendimiento de que la inculpación
del responsable solidario con la conducta del deudor principal determinante del
impago de la obligación tributaria, resulta ser de un mayor grado que la corres-
pondiente al responsable subsidiario, por ello, la ley califica como responsables
solidarios a quienes colaboran activamente en la comisión de infracciones con el
deudor principal; a quienes suceden a otro en el ejercicio de actividades económi-
cas y lo hacen conociendo la posición deudora de este último frente a la Hacienda
Pública; y, en líneas generales, a quienes colaboran con deudores embargados por
la Hacienda Pública al levantamiento de los bienes objeto de la traba.
En cambio, son responsables subsidiarios, los adquirentes de bienes afectos al
pago de deudas tributarias; los administradores de personas jurídicas que hayan
cesado en su actividad mercantil; el empresario principal que contrata obras y
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servicios por las deudas tributarias de cierto tipo contraídas con ocasión de la
contrata; entre otros más.
para un obligado tributario su efectos se extiende a todos los demás, incluidos los
responsables; etc.).
El órgano competente para dictar el acto declaraivo de esta responsabilidad
solidaria es el órgano de recaudación tributaria.
4. Contratistas y subcontratistas
Establece el art. 43.1, letra f), LGT la responsabilidad subsidiaria del empresa-
rio que contrata o subcontrata la ejecución de obras o la prestación de servicios
relativos al ejercicio de su actividad económica principal, por las obligaciones tri-
butarias que contraiga el contratista o subcontratista en relación con los tributos
que deban repercutirse o de las cantidades que deban retenerse, en la parte que
corresponda a las obras o servicios objeto de contratación o subcontratación.
Esta responsabilidad no se exige si el contratista, con ocasión del pago de cada
factura de la obra contratada o subcontratada, aporta al empresario principal
certificación expedida por la Administración tributaria de que durante los doce
meses anteriores a la fecha de los pagos antes referidos, se halla al corriente de sus
obligaciones fiscales.
La responsabilidad subsidiaria que prevé el art. 43.1, letra f), LGT no es un res-
ponsabilidad sobrevenida porque quien así responde no actúa con el debido cui-
dado en la aplicación de las normas tributarias, sino que se trata de una respon-
sabilidad que se produce cuando el pagador o empresario principal que contrata
o subcontrata la ejecución de obras, no exige al contratista la presentación de la
certificación administrativa relativa a hallarse al corriente en el cumplimiento de
las obligaciones tributarias a las que se refiere el propio precepto. La Ley establece
Lección 9. Los obligados tributarios
sociedad que pasa a ser considerada como una extensión de la personalidad de quien
la controla, alcanzando ese efecto jurídico mediante un criterio de interpretación jurí-
dica y de aplicación de normas, eliminando situaciones creadas en abuso de derecho.
No obstante, si se analiza con detenimiento el sentir de los dos apartados del
artículo 43.1 LGT que son objeto de estudio, solo el primero de ellos, responde
a esta técnica jurídica del Alevantamiento del velo de la personalidad@, porque
la figura que se recoge en su letra h) se corresponde, mas bien, con la conducta
delictiva del alzamiento de bienes. Así se debe entender porque, en la letra g)
del artículo 43.1 LGT se prevé la responsabilidad subsidiaria de quien ejerce el
control efectivo de una persona jurídica creada con la exclusiva finalidad de, a
través de ella, lograr un fraude de acreedores, supuesto en el que cabe en plenitud
la doctrina del levantamiento del velo de la personalidad que permite, prescindir
de la realidad jurídica constituida por la sociedad o serie de sociedades así consti-
tuidas para declarar la responsabilidad del socio que las haya creado y controla,
único sujeto pasivo ante la Hacienda Pública. En cambio, el supuesto que se prevé
en la letra h) de ese mismo precepto contempla la posición de aquella persona
física que cede todo su patrimonio a una sociedad que lo gestiona con la única
finalidad de posicionarse en situación de insolvencia frente a la Hacienda Pública,
comportamiento que, a la postre, se traduce en una despatrimonialización de la
persona física para no tener que responder, por insolvencia, de las deudas frente a
terceros, lo que se traduce en un claro alzamiento de bienes que se tipifica como
delito en los artículo 217 y siguientes del Código Penal, consistente, básicamente,
en la conducta que realiza el deudor para disminuir o anular su patrimonio con la
finalidad de frustrar las expectativas de derecho de sus acreedores.
Para que estos supuestos de responsabilidad subsidiaria se produzcan, deben
concurrir estos requisitos legales:
a) Debe acreditarse la existencia de personas o entidades jurídicas que ejercen
el control efectivo, total o parcial, directo o indirecto, de las personas jurídicas, o
en las que concurra una voluntad rectora común con éstas.
b) También debe quedar acreditado que las personas jurídicas han sido creadas
o utilizadas de forma abusiva o fraudulenta.
c) La utilización de la persona jurídica ha de hacerse con el fin de aparentar
una insolvencia total del deudor principal para, así, eludir el pago de deudas
tributarias en detrimento del Aprocomún@ (Ala responsabilidad patrimonial uni-
versal frente a la Hacienda Pública@, dice el precepto).
d) A los requisitos anteriormente señalados, la Ley apunta que debe existir
unicidad de personas o esferas económicas, o bien, confusión o desviación de
patrimonios. Esto es, se trata de lo que podríamos entender como acreditación de
que existe una sola persona o una sola sociedad, y una confusión de patrimonios
individuales y sociales.
Lección 9. Los obligados tributarios
IX. LA REPRESENTACIÓN
Tiene lugar cuando un tercero actúa con eficacia jurídica por cuenta y en nom-
bre de un obligado tributario, tomando aquél la posición de representante y éste
la de representado. Significa ello, que cuando la representación se ha otorgado de
forma fehaciente en el orden tributario, los actos ejecutados por el representante
lo son con la misma eficacia que si se hubieran ejercitado por el representado.
La representación en Derecho puede serlegal y voluntaria, la primera se pro-
duce para las personas físicas en los casos de incapacidad de obrar, de modo que
las actuaciones del incapacitado para el ejercicio de los derechos y obligaciones
deben desarrollarse por aquéllos a los que la ley les coloca como sus apoderados.
Y en el caso de las personas jurídica y de los entes sin personalidad jurídica, la
representación legal se atribuye a quien la ostente (art. 45 LGT).
Cuando los obligados tributarios con capacidad de obrar, actúan en el ámbito
tributario por medio de representante con el que se deben entender las actuacio-
nes administrativas, la representación es de carácter voluntario (art. 46 LGT).
Es cierto que el artículo 45.2 LGT regula la representación de las personas ju-
rídicas entendiéndola como un supuesto de representación legal por entender que
las actuaciones de tales entidades a través de las personas que según ley ostentan
la representación de las personas jurídicas y de sus órganos de representación
ad hoc, son variantes de una representación legal, pero lo cierto es que se trata
de un caso de representación orgánica o corporativa en virtud del que, las leyes
mercantiles y las específicas reguladoras de ese tipo de entidades, señalan quiénes
son los órganos encargados de representarlas en sus actuaciones. Dicho en otros
términos, no estamos ante un caso de verdadera representación legal por incapa-
cidad de obrar del representado, sino de actuación de la sociedad a través de sus
órganos de dirección por establecerlo de este modo sus disposiciones estatutarias.
Caso distinto al que se acaba de indicar es el referido a la representación de las
personas jurídicas no residentes en España, porque el artículo 47 LGT les obliga a
designar un representante con domicilio en territorio español si operan en España
mediante establecimiento permanente, cuando así lo exija la normativa tributaria
de forma específica, o cuando así lo requiera la administración tributaria aten-
diendo a la naturaleza de la operación efectuada en nuestro país o de la cuantía
de la renta que se haya obtenido en territorio español. En estos casos, no estamos
ante un supuesto de representación orgánica, sino de representación legal.
La representación en el ámbito tributario y concretamente en el desarrollo de
las actuaciones en procedimentos de aplicación de los tributos, tiene un desarrollo
más extenso en este misno Manual en su Lección 10ª, apartado III, punto 2.
Lección 9. Los obligados tributarios
X. EL DOMICILIO FISCAL
Dice el artículo 48.1 LGT que el domicilio fiscal es el lugar de localización del
obligado tributario en sus relaciones con la Administración tributaria, en particu-
lar, es el lugar donde la Administración tributaria debe dirigir las notificaciones a
los obligados tributarios y, el propio precepto, indica que para las personas físicas
el domicilio será el lugar donde tengan su residencia habitual entendiendo por tal
la permanencia durante más de seis meses en territorio nacional.
No obstante, cuando las personas físicas se dedican al ejercicio de actividades
económicas la Administración puede considerar que el domicilio fiscal es aquél
donde esté efectivamente centralizada la gestión administrativa y las actividades
desarrolladas. En otro caso, debe prevalecer aquél donde radique el mayor valor
del inmovilizado donde sean desplegadas las actividades económicas.
Se advierte, que la posibilidad de considerar como domicilio fiscal de la perso-
na física que se dedica a actividades empresariales, se deja a la discrecionalidad
administrativa, aparentemente, sin sujetar tal criterio a condición alguna, lo que
equivale a decir que la Administración tributaria, por ejemplo, a los efectos de
la práctica de notificaciones tributarias puede escoger entre esas soluciones al-
ternativas que apunta el artículo 48.2 LGT. No parece que sea esta la correcta
interpretación de su mandato, porque lo más lógico es entender que las solucio-
nes alternativas de identificación del domicilio fiscal en los términos expuestos,
operará cuando el obligado tributario no haya señalado expresamente cuál es su
domicilio fiscal.
Para las personas jurídicas el domicilio fiscal coincide con su domicilio social
condicionado a que en él esté efectivamente centralizada su gestión administrativa
y la dirección de sus negocios (las dos cosas), porque en otro caso, se estará al
lugar donde se lleve la dirección y gestión empresarial. Cuando ninguno de tales
criterios sea operativo para determinar el domicilio de una sociedad, hay que ate-
nerse al lugar en que radique el mayor valor del inmovilizado.
El apartado 3 del artículo 48 LGT establece el deber de los obligados tributa-
rios de comunicar su domicilio fiscal a la Administración tributaria y los cambios
que se produzcan en el mismo, calificando el artículo 198 LGT el incumplimiento
de este deber como infracción tributaria leve y se sanciona con multa fija de 100
euros.
Ese mismo apartado del artículo 48 LGTordena una medida complementaria
con mayor transcendencia, si cabe, que la responsabilidad punitiva derivada del
incumplimiento del deber de notificar a la Administración tributaria el cambio de
domicilio fiscal, se trata de que los posibles cambios habidos en el domicilio fiscal
no surten efecto en relación con las actuaciones de la Administración tributaria
(sobre todo, en materia de notificaciones) hasta tanto se cumpla con ese deber de
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
1.- Entre los obligaos tributarios que se citan en el art. 35.1 LGT, señale quién no
tiene consideración de deudor principal:
a) Contribuyente.
b) Retenedor.
c) Responsable.
d) Sustituto.
2.- Entre los obligados tributarios que se relacionan, quién tiene la condición de
sujeto pasivo:
a) El retenedor.
b) Quien repercute cuotas tributarias.
c) El sustituto.
d) El responsable.
3.- Entre los obligados tributarios que se citan, según la ley, quién es el realizador
del hecho imponible:
a) El sustituto.
b) El responsable.
c) El contribuyente.
d) El sucesor en el pago de deudas tributarias.
7.- Quién de los siguientes obligados tributarios puede ser declarado responsable
subsidiario.
a) Los administradores de ocidades por cese de la actividad social existiendo deudas
pendientes de pago de la sociedad.
b) Los administradores de personas jurídicas que activamente colaboran en la comi-
sión de infracciones tributarias con aquélla.
c) Los que suceden en el ejercicio de explotaciones económicas.
d) Los sucesores en el pago de deudas tributarias.
9.- Quien en los estatutos sociales aparece como dministrador de una sociedad es:
a) Su representante legal.
b) Su representante voluntario.
c) Su sustituto tributario.
d) Su asesor fiscal.
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
La Sociedad Anónima X, en el año 2013, decide comprar la empresa individual ti-
tularidad del Sr. A. Al tiempo de formalizarse el contrato el empresario individual tiene
pendientes de pago las deudas tributarias que se relacionan a continuación:
– Por falta de retención e ingreso de retribuciones a trabajadores, ejercicio 2011,
25.000 euros. Se da la circunstancia de que los trabajadores presentaron sus de-
claraciones-liquidaciones por IRPF, ejercicio 2011, sin deducirse las retenciones
no practicadas.
– Por IRPF de los dos últimos ejercicios, 7.800 euros, aunque la renta gravada esta-
ba integrada, además de por los rendimientos procedentes de su actividad empre-
sarial, por los derivados del capital mobiliario e inmobiliario.
– Por sanciones tributarias determinadas y no ingresadas, 2.000 euros.
– Por sanciones tributarias sin determinar (no consta su cuantía).
– Por IVA de los dos últimos años, 28.000 euros, si bien, solamente se ha liquidado
administrativamente el primero de los años, quedando el segundo por determinar.
La Sociedad Anónima X antes de formalizar la adquisición de la empresa individual,
pide y obtiene la certificación de deudas de esta empresa sin mediar consentimiento del Sr.
A para solicitarla. Y, seguidamente, procede a su adquisición en escritura pública.
El órgano competente de recaudación tributaria dirige a la Sociedad Anónima X ac-
ción declarativa de responsabilidad tributaria por todas las deudas impagadas por el em-
presario Sr. A reseñadas anteriormente, satisfaciendo en su calidad de responsable una
parte de las mismas, dejando otras pendientes de pago, entre otras razones, porque en ese
tiempo, la mercantil ha cesado en el desarrollo su actividad empresarial, resultando ser el
administrador de la entidad en ese momento, el Sr. Z.
Se pide:
1. Identifique los obligados tributarios que aparecen en el Ejercicio, especificando la
disposición legal que los regula.
2. La transmisión de empresa planteada en este Ejercicio, ¿es un supuesto de su-
cesión en el pago de deuda tributaria o un caso de responsabilidad tributaria?
Razone su respuesta.
3. Según lo anteriormente resuelto, una vez calificada la posición subjetiva de la
Sociedad Anónima X describa el procedimiento a seguir por la Administración
tributaria para exigirle el cumplimiento de las deudas.
4. Precise de qué deudas ha de hacer frente la Sociedad Anónima X.
5. Determine en el Ejercicio planteado, el efecto que produce la certificación de deu-
das de la empresa individual que la Administración tributaria expide a la Sociedad
Anónima X.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
6. ¿Qué debe hacer el órgano de recaudación ante el impago parcial por la Sociedad
Anónima X de las deudas transmitidas? En este caso, describa el procedimiento a
seguir.
la certificación, lo que permite ratificar que, en efecto, las sanciones tributarias impuestas
y liquidadas al empresario transmitente relativas al ejercicio de la explotación económica,
se derivan y alcanzan al responsable solidario.
El art. 174.2 LGT, líneas más abajo, especifica que cuando el adquirente de la nueva
empresa no haya solicitado a la Administración tributaria la certificación de deudas de
aquella, su responsabilidad alcanzará a las sanciones impuestas o que pudieran imponer-
se, de donde ha de concluirse que las sanciones impuestas sí se transmiten al responsable
solidario si figuran como tales en el certificado de deudas contraídas por la empresa que
se pretende adquirir. Y en caso de que no se haya solicitado este certificado se transmiten
al responsable solidario no solo las sanciones impuestas a la empresa transmitida sino
además las que estuvieran pendientes de ser impuestas.
En una interpretación correcta de su literalidad debe reconocerse que no bastaría con
haber solicitado tal certificación sino que sería menester que se hubiera hecho debidamen-
te, esto es, con las formalidades correspondientes (hacemos esta matiz, por lo que seguida-
mente se advertirá en la resolución de la siguiente cuestión del presente Ejercicio), y debe
recordarse que si en el plazo de tres meses desde la solicitud la Administración tributaria
no expide el referido certificado, se exime de responsabilidad tributaria al adquirente de
la empresa.
Como se ha señalado, conforme a lo dispuesto en el art. 125.4 RGR si la certificación
de deudas no se solicita, la responsabilidad alcanzaría a las deudas tributarias liquidadas o
pendientes de liquidación, por lo que en relación con las deudas contraídas por el Sr. A en
relación con el IVA de los dos últimos años, la de uno de esos años se halla ya determinada
administrativamente y la de otro año no (no se ha liquidado administrativamente, dice
el Ejercicio), por lo que en relación con esta última tampoco sería exigible al responsable
solidario al no poder figurar en el certificado de deudas expedido por la Administración,
salvo que el referido certificado no se hubiera solicitado por la Sociedad Anónima X.
Los requisitos para el ejercicio de este «derecho» son, esencialmente, dos. Por un lado
que se solicite la petición de certificación de deudas con anterioridad a que se haya pro-
ducido la adquisición de la explotación económica (art. 175.2 LGT y art. 125.2 RGR).
Por otro, que exista previa conformidad del titular de la explotación que se va adquirir a
propósito de la petición formulada (art. 175.2 LGT).
En el Ejercicio que se está desarrollando se indica que la Sociedad Anónima X pide y
obtiene esta certificación de deudas de la Administración tributaria sin que haya media-
do el consentimiento del Sr. A como titular de la explotación económica que se pretende
adquirir, lo que nos obliga a analizar los efectos jurídicos que puede producir la inobser-
vancia del requisito señalado en la LGT.
Ni la LGT, ni sus disposiciones de desarrollo dicen nada a propósito del incumpli-
miento del referido requisito para la petición de estas certificaciones, y aunque, en verdad,
se antoja difícil de que en la práctica se pueda producir la circunstancia descrita en el
Ejercicio porque, a buen seguro, de ser advertida por la Administración tributaria invita-
ría al peticionario a corregir su solicitud, o bien, la inadmitiría para su tramitación, sin
embargo, debemos analizar el efecto producido por este defecto de forma en la petición.
Ha de partirse de la idea de que los datos contenidos en la certificación de deudas son
datos confidenciales relativos a una actividad económica que, sin el consentimiento de
su titular, no pueden ser facilitados por la Administración tributaria, de ahí el requisito
previsto en el Ley en tal sentido.
Ahora bien, si por falta de diligencia en el comportamiento seguido por los órganos de
la Administración tributaria, se suministran a un tercero datos correspondientes a las deu-
das tributarias contraídas por un empresario-contribuyente cuya acreditación conlleva la
limitación de la responsabilidad solidaria de quien los ha solicitado, el derecho que a este
le asiste de ver limitada la extensión de su responsabilidad a las deudas certificadas —aun-
que incorrectamente emitida la certificación— no debe perjudicarle en modo alguno, al no
poder imputarle las consecuencias nocivas de una conducta negligente provocada por un
órgano de la Administración. Es decir, el comportamiento poco diligente o reprochable del
órgano administrativo no puede perjudicar a quien ninguna participación ha tenido en el
desarrollo de esa conducta irregular.
Es verdad, que la Ley exige al peticionario de la certificación de deudas tributarias que
acompañe a la misma el consentimiento del deudor de la información solicitada, pero no
lo es menos que si el órgano encargado de emitir esa información no se percata del defecto
de petición y la tramita, las consecuencias de su conducta impropia no pueden reprochar-
se al solicitante sino a quien, debiendo hacerlo, no se percató del defecto de formalización
de la petición y la validó tramitándola.
Por otro lado, las disposiciones reguladoras de estas certificaciones de deudas cuando
han querido limitar sus efectos jurídicos por defecto en su petición, lo han hecho expresa-
mente. Así, el art. 125.2 RGR señala que tales certificaciones no producen efecto si al mo-
mento de presentar la petición correspondiente ya se hubiera consumado la transmisión
de la explotación económica. Luego si en este caso el precepto reglamentariamente señala
expresamente los efectos jurídicos de esta irregularidad en la tramitación de la certifica-
ción y la deja sin efecto, y no lo hace en cambio, en relación con el requisito que se está
estudiando, es porque no ha querido hacer derivar a su incumplimiento la consecuencia
de dejar sin efecto alguno esa certificación de deudas.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
6º.- ¿Qué debe hacer el órgano de recaudación ante el impago parcial por la
Sociedad Anónima X de las deudas transmitidas? En este caso, describa el proce-
dimiento a seguir.
Se apunta en el Ejercicio en desarrollo que la Sociedad Anónima X, en su condición de
responsable solidaria de las deudas contraídas por la explotación económica titularidad
del Sr. A, satisface una parte solamente de las mismas, dejando otras pendientes de pago
porque, en ese tiempo, la mercantil ha cesado en el desarrollo de su actividad empresarial.
Dispone el art. 43.1, letra b) LGT que los administradores de hecho o de derecho de las
personas jurídicas que hayan cesado en el ejercicio de sus actividades económicas, respon-
den subsidiariamente de las deudas dejadas pendientes por éstas, siempre que no hubieren
hecho lo necesario para que la sociedad procediera al pago de lo adeudado, no hubiesen
adoptado los acuerdos necesarios para evitar tal circunstancia, o no tomaran las medidas
necesarias para evitar el impago de la sociedad.
En atención a su mandato, es posible que el órgano de recaudación drija su acción re-
caudadora del montante no ingresado por la Sociedad Anónima X frente a su administra-
dor, el Sr. Z, para lo que deberá acreditar que concurren en él los presupuestos recogidos
en el precepto legal, a saber:
a) Que el Sr. Z tenía la condición de administrador al momento de haber cesado en su
actividad la Sociedad Anónima X.
b) Que no llevó a cabo las funciones inherentes al cargo de administrador para evitar
que se produjera la falta de pago de tales deudas tributarias.
Demostrar que el administrador de una sociedad ejercía las funciones propias del car-
go al momento del cese de las actividades mercantiles, resulta relativamente sencillo de
aprobar con solo acudir a los estatutos sociales y determinar quién, a la fecha del cese de
la entidad, se hallaba nombrado para el ejercicio de esas funciones de gestión y dirección
de la sociedad. No debe olvidarse además, que el art. 43.1, letra b) LGT llama como res-
ponsables subsidiarios de las deudas pendientes de la sociedad que cesa en su actividad
a los administradores de derecho (los que figuran como tales en los estatutos sociales),
como a los administradores de hecho (aquellos que realmente han desarrollado las tareas
de dirección y gestión de la entidad).
Por lo que se respecta a la acreditación de que el administrador de hecho o de derecho,
no ha cumplido con las funciones del cargo tratando de impedir el impago de las deudas
tributarias a cargo de la sociedad, no resulta ser tarea compleja para los órganos de recau-
dación cuando derivan a los administradores este tipo de responsabilidad, porque las leyes
Lección 9. Los obligados tributarios
mercantiles imponen el deber de los gestores de las sociedades de realizar las funciones
propias de su cargo en los casos en que la entidad decide el cese de sus actividades, y entre
otras pero muy fundamentalmente, la de saldar las deudas con acreedores, entre lo que se
encuentra, naturalmente, la Hacienda Pública, esas funciones se refieren a la convocatoria
de la Junta General o Asamblea de socios, en su caso, el nombramiento de un liquidador
de la entidad para que dé cuenta de su estado patrimonial, y otras más. Esto es, debe pro-
curar que, al momento del cese de la actividad, las deudas sociales queden solventadas.
Significa ello, que cuando esas decisiones no consta que hayan sido tomadas por el
administrador o administradores de la sociedad, se produce el presupuesto de hecho que
prevé el art. 43.1, letra b), LGT incurriendo, de este modo, el administrador social en
una especie de responsabilidad objetiva en el ámbito tributario porque sin tener que de-
terminar la Administración tributaria su grado de culpa en la actuación de la sociedad
en cuanto incumplidora de sus obligaciones tributarias de pago, se le imputa esa clase
de responsabilidad subsidiaria dando por hecho que no ha cumplido con los deberes que
le exige la normativa mercantil, y de este comportamiento negligente deriva su posición
deudora como responsable subsidiario.
Si bien se observa, el administrador Sr. Z será responsable subsidiario de unas deudas
dejadas de pagar por la Sociedad Anónima X, quien a su vez, fuera responsable solidaria
de las deudas pendientes de pago del Sr. A al momento de adquirir la empresa individual
de la que era titular. Como se comprueba el Sr. Z es responsable subsidiario en el pago
de deudas tributarias no satisfechas ni por el deudor principal —el contribuyente Sr. A—,
ni tampoco, por el responsable solidario —la Sociedad Anónima X—, situación perfecta-
mente posible en el orden tributario en cuanto que está permitido colocar a un responsa-
ble subsidiario junto a deudores principales y responsables solidarios, de tal modo, que
ante el incumplimiento del pago de las deudas tributarias por el primer obligado (el con-
tribuyente, en este caso), se acude para intentar su satisfacción al responsable solidario, y
para el caso en que este tampoco satisfaga la totalidad de lo adeudado, se dirige el órgano
de recaudación ante el responsable subsidiario en su pretensión de cobro. Así es posible
advertir en su dimensión, la función de garantía que el responsable tributario cumple en
relación con el aseguramiento de las deudas tributarias.
Tratándose, como es el caso, de un supuesto de responsabilidad subsidiaria, para em-
plazar al Sr. Z administrador como deudor tributario de las deudas impagadas por la
Sociedad Anónima X y dirigir frente a él la acción declarativa de su responsabilidad, será
necesaria previamente la declaración de fallida de la Sociedad Anónima X y de crédito
incobrable de la parte de dudas por ella no satisfechas en los términos recogidos en el art.
41.5, último párrafo, LGT.
Para alcanzar esa situación será necesario agotar todo el procedimiento de recauda-
ción tributaria (en período voluntario, en período de apremio y en fase de embargo) frente
a la Sociedad Anónima X para poder declarar de ese modo su posición de insolvencia,
recordando ahora que conforme señala el art. 124.6 RGR si el deudor principal o los
responsables solidarios fueran declarados insolventes por la parte de deudas no derivadas
a los responsables subsidiarios, tras la declaración de fallidos por insolvencia total, se
procederá a la derivación a esos responsables subsidiarios del resto de la deuda pendiente
de cobro de cobro.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 2
El Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras, es un tributo local que se
regula en los arts. 100 a 103 del Real Decreto legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que
se aprueba en Texto Refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales. Su hecho
imponible lo constituye la realización de obras y construcciones en el término municipal
para las que sea exigible licencia urbanística, se haya obtenido o no ésta, y su texto legal
(art. 101) identifica como contribuyentes a quienes sean los dueños de la construcción u
obra, considerando como tales a quienes soporten el coste de su realización. Como susti-
tutos del contribuyente sitúa la Ley a quienes soliciten la licencia urbanística.
D. Luis y D. Anselmo son titulares en régimen de proindivisión de un solar en un
determinado Municipio, y deciden llevar a cabo la construcción de un inmueble para su
posterior venta. A esos fines, encargan la realización de la obra a la Comunidad de Bienes
AHermanos Revuelta@ constituida por dos hermanos que participan a partes iguales en
dicha Comunidad. Es la Comunidad de Bienes la que solicita la correspondiente licencia
urbanística del Ayuntamiento, que la concede.
Una vez concluida la construcción, el ICIO no está pagado, dándose la circunstancia
de que, tras la terminación de la obra, la C. B. «Hermanos Revuelta» se disuelve y liquida,
atribuyéndose los bienes de aquélla cada uno de los comuneros por partes iguales.
Se pide:
1. Identifique los distintos obligados tributarios que pudieran quedar obligados al
pago del ICIO.
2. Describa, brevemente, el régimen jurídico de cada uno de ellos y el orden a seguir
por la Hacienda Local en la exigencia del pago del ICIO.
3. ¿A quién podría dirigirse la Administración local como representante de la C.B.
«Hermanos Revuelta»?
Ejercicio núm. 3
La Sociedad Limitada H, dedicada a la promoción y venta de viviendas, designa esta-
tutariamente como administrador al Sr. J sin perjuicio de que quien ejerce las funciones de
dirección, gestión, organización y relaciones con terceros, es el Sr. K.
La mercantil es objeto de procedimiento de inspección tributaria por el IVA correspon-
diente a todos los trimestres de los años 2011, 2012 y 2013, y se le requiere a esos efectos
la presentación del libro de facturas emitidas y recibidas, balance de la sociedad, y otros
documentos contables.
En el curso de las actuaciones administrativas, la inspección tributaria detecta que la
sociedad, en relación con el desarrollo de su actividad mercantil, lleva distintas contabi-
lidades e indagando los motivos de tan irregular comportamiento, constata que ha sido
el Sr. K quien, de manera periódica, ha ido elaborando los asientos contables que figuran
en uno y otro registro contable (el real y el ficticio). En ese momento, el instructor del
procedimiento advierte a los Srs. A y K el inicio de procedimiento declarativo de su res-
ponsabilidad tributaria por actuaciones irregulares de la entidad.
Lección 9. Los obligados tributarios
Se pide:
1. Modalidad de responsabilidad tributaria imputada administrativamente a los
Sres. A y K y extensión de la responsabilidad.
2. Procedimiento que se ha seguir frente a los responsables tributarios.
3. Señale los vicios detectados en las actuaciones administrativas seguidas, respecti-
vamente, frente a los Sres. A y K para declarar su responsabilidad.
Ejercicio núm. 4
La Comunidad de Bienes AA dedicada a la instalación de calefacciones en edificios,
está integrada por un solo comunero, el Sr. Z. Por espacio de tres meses, sus servicios,
fueron contratados por la empresa constructora XXX, quien no se preocupó de exigirle
la certificación de estar al corriente en el pago de sus deudas tributarias y, al finalizar la
misma, dejó deudas tributarias pendientes de pago consecuencia de no haber ingresado
los tributos repercutidos en ese período de tiempo; tampoco las retenciones correspon-
dientes a los trabajadores que intervinieron en la subcontrata; ni el impuesto referido a la
actividad económica relativo al período impositivo inmediato anterior al de la fecha del
contrato suscrito con la constructora XXX.
Se pide:
1. Identifique posibles obligados tributarios en la exposición del caso, calificando la
posición que ocupa cada uno en relación con las deudas tributarias pendientes de
pago.
2. Identificados que hayan sido los diferentes obligados tributarios, determine el or-
den que debe seguir la Administración tributaria en su pretensión de cobro de
deudas tributarias.
3. En el caso de los posibles responsables tributarios, indique los siguientes:
a) Contenido de las correspondientes acciones derivativas de responsabilidad.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
haya concluido, si bien, este derecho solo se reconoce a quienes sean parte en el
procedimiento ya instruido (arts. 94 y 95 RGGI). La copia de los documentos se
obtiene durante la instrucción del expediente y el acceso a su examen se efectuará
una vez que haya terminado su instrucción.
Los obligados tributarios tienen derecho a aportar las pruebas que consideren
oportunas en defensa de sus intereses, sin que se halle prevista la apertura de un
trámite específico a esos efectos, si bien, ha de realizarse en cualquier momento
anterior a la conclusión del trámite de audiencia previo a la resolución del expe-
diente. En este orden rige la máxima de que quien quiere hacer valer su derecho
debe probar los elementos constitutivos del mismo, lo que llevado al ámbito de
los tributos significa que, por ejemplo, la prueba de la realización del hecho im-
ponible y su cuantificación corresponde a la Administración, mientras al obligado
tributario corresponde probar los hechos que le favorecen (exenciones, deduccio-
nes tributarias, gastos a detraer de los ingresos, entre otros).
Previo a la propuesta de resolución del procedimiento, el obligado tributario
tiene derecho al trámite de audiencia sin perjuicio del posterior de alegaciones
que se abre tras la propuesta de dicha resolución. Si bien, es posible prescindir del
trámite de audiencia cuando en la resolución del procedimiento no sean tenidos
en cuenta más hechos, alegaciones y pruebas, que las aducidas por el interesado
(art. 82.4 Ley 39/2015 del Procedimiento Administrativo Común). El trámite de
audiencia tiene una duración entre 10 y 15 días hábiles, y su omisión —cuando
no sea posible prescindir de él— provocará la anulación del procedimiento por
indefensión al interesado, lo que significa que las actuaciones desarrolladas en ese
procedimiento deberán retrotraerse para suplir el defecto así advertido, aunque la
jurisprudencia ha venido insistiendo en que esta indefensión provocada debe ser
material y no formal, por ejemplo, si por cualquier causa el obligado tributario
ha tenido ocasión de conocer el contenido del expediente administrativo, aunque
se haya omitido el trámite de audiencia, su indefensión será meramente formal.
sus funciones dirigidas a la aplicación de los tributos, la ley los ordena atendien-
do a la finalidad que con su instrucción se persigue, diferenciando así, aquellos
procedimientos que se desarrollan para el reconocimiento de derechos del con-
tribuyente (reconocimiento de exenciones y beneficios fiscales, para la concesión
de aplazamientos o fraccionamientos de pago, a ser informado o asistido por la
Administración tributaria, etc.) que al ser impulsados por voluntad de éste se
trata de procedimientos iniciados a instancia de parte; de los procedimientos que
se instruyen de oficio por decisión del órgano administrativo que los activa (fun-
damentalmente, procedimientos de comprobación e investigación tributaria y de
recaudación).
El art. 83 LGT identifica como procedimientos de aplicación de los tributos, a
los procedimientos de gestión tributaria; al procedimiento de inspección tributa-
ria; y al procedimiento de recaudación tributaria. Y dentro de los procedimientos
de gestión diferencia cinco de ellos, a saber, el procedimiento de declaración, el de
devolución de ingresos, el de verificación de datos, el de comprobación de valores,
y el de comprobación limitada.
No son los únicos procedimientos de aplicación de los tributos aunque sí los
más relevantes. Además de ellos, es posible citar también, los procedimientos que
se siguen frente a los responsables tributarios (arts. 174 a 176 LGT), el procedi-
miento seguido frente a sucesores tributarios (art. 177 LGT), el procedimiento
para aplicar el método de estimación indirecta de bases (art. 158 LGT), el pro-
cedimiento para declarar el conflicto en la aplicación de la norma tributaria (art.
159 LGT), o el procedimiento en aplazamientos y fraccionamientos de pago (arts.
44 a 54 RGR), entre otros más.
En sentido técnico-jurídico no son procedimientos administrativos para la
aplicación de los tributos, ni el procedimiento seguido para el ejercicio de la po-
testad sancionadora; ni los procedimientos de revisión de los actos de aplicación
de los tributos (procedimientos especiales de revisión, recurso de reposición y
procedimiento para las reclamaciones económico-administrativas).
serán las leyes y los reglamentos tributarios las fuentes directas de aplicación a los
procedimientos desarrollados en ese ámbito, quedando relegados a un segundo
plano las leyes y reglamentos que disciplinan los procedimientos administrativos
en general, de manera que, solamente, en ausencia de norma tributaria específica
que resulte de aplicación al caso, se deberá acudir a las disposiciones rectoras del
procedimiento administrativo común (Disposición Adicional Primera de la Ley
39/2015).
Conforme se irá descubriendo en el análisis de los procedimientos tributarios,
como la Ley General Tributaria y sus reglamentos de desarrollo regulan todos
sus pormenores, las disposiciones del derecho administrativo común en la mate-
ria quedan relegadas a ulterior orden de aplicación, al punto, que resulta difícil
encontrar lagunas normativas en la regulación de los procedimientos tributarios
susceptibles de permitir la supletoriedad del derecho administrativo. Por ejem-
plo, a efectos de la notificación de los actos y resoluciones administrativas la Ley
39/2015 del Procedimiento Administrativo Común (art. 40.2) ordena que entre el
dictado del acto o resolución administrativa y su notificación, no pueden transcu-
rrir más de diez días.Sobre este particular nada dice la LGT, y este mandato de la
Ley 39/2015 podría resultar de aplicación en el ámbito tributario. No obstante,
como más adelante se verá, los procedimientos tributarios tienen fijados plazos
máximos de duración en su normativa específica que debe ser objeto de cómputo
desde la notificación inicial de las actuaciones hasta la notificación de la resolu-
ción correspondiente, en consecuencia, resulta intranscendente la fecha en que se
haya dictado la resolución del procedimiento y, por ello mismo, el tiempo trans-
currido entre su dictado y la notificación hecha al interesado porque, a la postre,
el procedimiento seguido ha de circunscribirse al plazo máximo de resolución
previsto en su normativa reguladora y resulta poco transcendente que entre el dic-
tado de la resolución administrativa y su notificación haya transcurrido un plazo
superior a los diez días en los términos señalados en el art. 40.2 de la Ley 39/2015,
lo que supone que la supletoriedad del mandato de este precepto referido al orden
tributario resulta de escasa entidad para provocar una posible anulabilidad de la
resolución tributaria que lo haya incumplido.
Sin perjuicio de ello, los principios rectores del procedimiento administrativo
general, son de obligada observancia también en los procedimientos tributarios.
Así, una y otra modalidad de procedimientos se rigen por el criterio de unidad, en
el sentido de que una vez iniciados deben proseguir secuencialmente su desarrollo
hasta la resolución final. Todos los procedimientos se inspiran en el principio de
contradicción, lo que quiere decir que sus resoluciones deben estar basadas en
hechos sustentados en la prueba de los mismos y en fundamentos de derecho que
se predican de aquéllos. Han de estar presididos por la idea de imparcialidad de la
autoridad que los instruye, lo que presupone la abstención de los funcionarios que
tengan interés personal en el asunto, razón de parentesco (4º grado de consangui-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
constitutivos del mismo (art. 105 LGT),rige así el principio del beneficiario o
principio dispositivo que quiere decir que el deber de probar hechos recae siem-
pre sobre quien los afirma, no sobre el que los niega, por lo tanto, la regla de la
carga de la prueba obliga por igual a los órganos de la Administración tributaria y
para el contribuyente,y los órganos instructores de los procedimientos tributarios
deben probar aquellos hechos en lo que se fundamente la liquidación tributaria
practicada sin que pueda desplazarse la carga de la prueba a los interesados que,
no obstante, se ven obligados a probar los datos formalizados en sus declara-
ciones tributarias. Sucede, sin embargo, que como las resoluciones dictadas en
los procedimientos tributarios se fundamentan en actuaciones administrativas de
comprobación e investigación debidamente documentadas (diligencias y actas,
esencialmente, que gozan de la naturaleza de documentos públicos y presunción
de veracidad en cuanto a los hechos en ellas constatados) la necesidad de desvir-
tuarlas se vuelve frente al obligado tributario que se ve en el deber de desacreditar
lo que acreditado ha quedado por la Administración en la formalización de los
documentos en que se constatan las actuaciones de comprobación tributaria pro-
duciéndose un cierto desequilibro en la traducción práctica de la regla de la carga
de la prueba.
En líneas generales, corresponde a los obligados tributarios acreditar la reali-
dad de su situación tributaria conforme haya sido por ellos declarada, de modo
que, por ejemplo, si en sus declaraciones tributarias reflejan su derecho a realizar
deducciones tributarias o a disfrutar de bonificaciones fiscales, deben estar en po-
sición de acreditar que tal derecho les asiste para el caso de que se abra un proce-
dimiento de investigación por parte de la Administración tributaria. E igualmente,
si el órgano instructor del procedimiento considera que tales derechos a deducir
el crédito fiscal o a obtener la bonificación tributaria no corresponden al obligado
tributario, tendrá que acreditar las razones que le llevan a denegarlos.
En el ámbito de las transacciones económicas con transcendencia tributaria,
un elemento de prueba de valor principal lo representa la factura, esto es, el do-
cumento en que se acredita que un servicio se ha prestado o que una entrega de
bienes se ha efectuado por el proveedor a su cliente, quiere ello decir, que quienes
se hallan en poder de una factura y se dedican a operar en el tráfico mercantil jus-
tifican los gastos de su explotación económica exhibiendo las facturas remitidas
por proveedores y también están en posición de mostrar su volumen de ingresos
con la presentación de las facturas emitidas a clientes. Se explica por ello, la trans-
cendencia de estos documentos mercantiles y su proyección en el ámbito de los
tributos, particularmente, en el del Impuesto sobre Sociedades y en el Impuesto
sobre el Valor Añadido, reflejo de la cual queda constancia en el art. 106.4 LGT
que identifica la factura expedida por operadores económicos como «forma prio-
ritaria» para la justificación de sus transacciones mercantiles.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
meses que, además, rige siempre como plazo supletorio en caso de ausencia de
regulación expresa del mismo en el procedimiento de que se trate. Ahora bien, si
se quiere dilatar o acortar este plazo, debe ser una ley (no cualquier otro tipo de
norma) la que venga a disponerlo (así sucede, por ejemplo, en el procedimiento
de inspección que el art. 150.1 LGT establece su plazo máximo de duración en
dieciocho meses; o en el procedimiento de apremio cuyo plazo máximo de dura-
ción coincide con el de prescripción por disponerlo así el art. 104.1 LGT, en su
párrafo último).
Los procedimientos iniciados a instancia de parte en los que vence su plazo de
resolución sin que se haya dictado expresamente, producen el efecto del silencio
positivo por lo que los interesados en ellos pueden entender estimadas sus preten-
siones (art. 104.3 LGT), salvo que en la norma reguladora del procedimiento de
que se trate se disponga otra cosa. El instructor del procedimiento puede dictar
resolución fuera de plazo, pero el sentido de ésta será siempre estimatorio de las
pretensiones del obligado tributario. No obstante, este efecto positivo del silencio,
nunca se produce cuando el procedimiento tributario se haya iniciado por el con-
tribuyente en el ejercicio del derecho de petición del art. 29 de la Constitución, y
en los procedimientos de impugnación de actos y disposiciones tributarias (en los
recursos y reclamaciones administrativas no existe el silencio positivo y se pro-
duce la ficción jurídica de que se han desestimado para que el interesado pueda
instar un nuevo recurso frente a esa desestimación presunta).
En los procedimientos iniciados de oficio, los efectos jurídicos de su resolución
fuera de plazo producen diferente efecto, según el contenido de los actos que a
través de ellos se estén determinando. Así, si se trata de procedimientos en los que
pueda producirse el reconocimiento de derechos o de situaciones jurídicas indi-
vidualizadas, se entienden resueltos con los efectos propios del silencio negativo,
es decir, los interesados entenderán desestimadas sus pretensiones a los efectos de
proseguir deduciendo los recursos que correspondan (art. 104.4, letra a, LGT).
Este efecto negativo no vincula al órgano resolutorio que, fuera de plazo, puede
dictar resolución estimatoria o desestimatoria del procedimiento.
En cambio, cuando del procedimiento iniciado de oficio puedan derivarse ac-
tos desfavorables o de gravamen, el efecto de haber sobrepasado su plazo máxi-
mo de resolución, es siempre la caducidad del procedimiento (art. 104.4, letra b,
LGT). La caducidad así producida, debe ser declarada de oficio o a instancia de
parte y, como se ha dicho, se llevará a cabo el archivo de lo actuado, por lo que ese
procedimiento nunca podrá ser objeto de resolución expresa, incluso, fuera del
plazo establecido para resolverlo. Sin perjuicio de ello, las actuaciones seguidas
en el procedimiento caducado conservan su validez y eficacia a los meros efectos
probatorios en un nuevo procedimiento que se instruya sobre el mismo objeto de
actuación que el caducado (art. 104. 5, último párrafo, LGT).
Lección 10. La aplicación de los tributos. Normas comunes
tada, es decir, deben motivar los elementos del tributo que, por haber sido objeto
de comprobación o de investigación, divergen de los declarados por el obligado
tributario, acompañando los elementos de prueba y los razonamientos jurídicos
que conducen al resultado en que concluye la liquidación practicada.
Las liquidaciones tributarias deben identificar el concepto tributario objeto
de regularización y la persona a quien se refiere, también, deben identificar el
procedimiento en virtud del que se han desarrollado tales actuaciones (si se tra-
ta, por ejemplo, de un procedimiento de inspección, o de gestión tributaria, y en
este caso, cuál de los reconocidos en ley ha sido incoado), el órgano que las ha
instruido, así como el que dicta la resolución final correspondiente. Ha de espe-
cificarse su carácter o clase, esto es, si se trata de una liquidación provisional o
definitiva, incorporándose a ella todos los elementos que hayan sido considerados
para cuantificar la deuda tributaria en los términos que queda especificada en el
art. 58 LGT (cuota tributaria, intereses de demora, recargos, etc.). Por último, a
través de este acto resolutorio se indicará el plazo de su ingreso en período vo-
luntario, apercibiendo al interesando de las consecuencias de su incumplimiento
(incursión de la deuda en vía de apremio), así como de los medios de impugnación
de que dispone el interesado para oponerse al contenido del acto de liquidación
tributaria.
chos con transcendencia tributaria que, hasta el momento, eran desconocidos por los
órganos de la Administración en el momento de dictar el acto de liquidación, es decir,
cuando se trate de circunstancias sobrevenidas con transcendencia tributaria.
Si, en cambio, la liquidación provisional dictada en el curso de un procedi-
miento de gestión tributaria se ha limitado a constatar la verificación de los datos
contenidos en una autoliquidación, la Ley permite una posterior comprobación
de su objeto dado que en sentido auténtico, a través de ese procedimiento de ve-
rificación de datos sólo se ha llevado a cabo la comprobación «formal» de los he-
chos declarados por el obligado tributario, su constatación, sin que haya existido
una auténtica función comprobadora de esa situación tributaria (art. 133.2 LGT).
Por lo que se refiere a las liquidaciones provisionales derivadas de la instruc-
ción de un procedimiento de inspección, hay que diferenciar aquéllas que lo ha-
yan sido con causa en las excepciones establecidas en el art. 101.4 LGT a las que
se ha hecho referencia anteriormente, respecto de las que se permite una nueva
liquidación cuando concurran los presupuestos de hecho recogidos en el citado
precepto.
En cambio, cuando la liquidación provisional practicada por la inspección lo
sea como consecuencia de actuaciones investigadoras y de comprobación de al-
cance parcial, aquello que haya sido objeto de liquidación provisional no puede
ser objeto de una nueva liquidación a resultas de un nuevo procedimiento de
inspección de alcance general que pudiera afectar a su contenido (art.148.3 LGT).
En lo concerniente a los efectos que las liquidaciones provisionales puedan
tener en relación con el cómputo de la prescripción tributaria (del derecho de la
Administración a determinar la deuda tributaria) debe indicarse que las actua-
ciones administrativas seguidas, ya lo sean por parte de los órganos de gestión,
como por parte de los órganos de inspección, producen el efecto interruptor de
la prescripción, lo que significa que una vez dictada la liquidación provisional la
Administración dispone de un nuevo plazo de cuatro años para comprobar e in-
vestigar todo aquello que no haya sido objeto de la liquidación provisional.
La excepción que confirma esta regla general, viene dada por los casos en que
iniciado un procedimiento de inspección de carácter parcial y solicitado por el
obligado tributario que las actuaciones correspondientes tengan alcance general,
si el órgano inspector no atiende la solicitud del interesado en el plazo de seis
meses, las actuaciones iniciadas con carácter parcial se considera que han inte-
rrumpido el plazo de prescripción en relación con la acción para comprobar e
investigar el contenido a que se refieren dichas actuaciones de carácter parcial,
no aquéllas otras de carácter general a las que no se va a extender la actuación
comprobadora de la inspección, en relación con las cuales, seguirá corriendo el
plazo de prescripción.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
nómica, u otro similar) sólo está legitimado para recibir la notificación el propio
obligado tributario o su representante.
El precepto señalado, en su apartado 2, pone solución a los efectos que se de-
rivan del rechazo de la notificación por el interesado, supuesto en que, si el notifi-
cador del acto administrativo deja constancia fehaciente de que dicho rechazo se
ha producido por el interesado, la notificación se tiene por realizada y despliega
todos sus efectos jurídicos. Hay que entender que el rechazo se tiene que producir
por el propio obligado tributario, si quien se niega a recibirla es un familiar, o
empleado en el domicilio fiscal del contribuyente la notificación no se entenderá
rehusada ni por lo tanto por realizada, sin perjuicio de que pueda ser considerada
como primer intento de notificación a los efectos de determinar el momento de
conclusión del procedimiento notificado.
2. Aplicación de oficio
El art. 69.2 LGT ordena que la prescripción se debe aplicar de oficio sin necesi-
dad de que la invoque o alegue aquél a quien le beneficia, siendo ello así, incluso,
cuando se haya pagado una deuda ya prescrita. Esta última aclaración en la ley,
no está de más, porque siendo el pago una forma extintiva de las obligaciones (la
forma por excelencia de tenerlas por satisfechas), bien se pudiera argumentar que
el pagador de una deuda ya prescrita manifiesta, con el acto del pago, su volun-
tad de renuncia a la prescripción ganada. Para evitar este modo de interpretar lo
que no es sino un error del obligado tributario, es por lo que el referido precepto
aclara que una vez prescrita la deuda por el paso del tiempo debe tenerse por
extinguida a pesar de que, con posterioridad, la deuda haya sido satisfecha por el
obligado a hacerlo.
ria, como aquella otra encaminada a la comprobación de solo una parte de los
mismos (art. 68.1, letra a, LGT).
Interrumpido el plazo de prescripción para un obligado tributario, este efecto
se extiende para todos los demás obligados, incluidos los responsables, salvo en el
que caso de que lo sean por obligación mancomunada en que la interrupción de
la prescripción solo afecta a la parte correspondiente al obligado que es objeto de
la actuación administrativa (art. 68.8 LGT).
Para que los actos administrativos interruptores del plazo de prescripción
cobren eficacia, es necesario que hayan quedado «formalmente» notificados al
obligado tributario (art. 68 LGT), lo que quiere decir que no es necesario que
«materialmente» el obligado tributario haya tomado conocimiento del acto que
interrumpe la prescripción. Resulta suficiente a tales fines, que el órgano admi-
nistrativo haya llevado a cabo las actuaciones pertinentes para procurar la noti-
ficación del acto que interrumpe la prescripción, por ejemplo, dirigiendo el acto
notificado, por dos veces, al domicilio fiscal del obligado tributario y dejando
constancia de la imposibilidad de haberlo podido hacer por las razones que se
motiven, supuestos en los que, el interesado en el procedimiento de que se trate,
debe tenerse por notificado «formalmente» de la actuación desarrollada en el
mismo y tenido por interrumpido el plazo de prescripción.
Sin perjuicio de ello, hay motivos legales que desactivan el efecto interruptor
del plazo de prescripción con causa en el ejercicio de la actividad administrativa,
en especial, cuando se trata del ejercicio del derecho a liquidar deudas tributarias.
Dispone el art. 150.6 LGT al tratar del procedimiento de inspección que el incum-
plimiento del plazo establecido para el dictado de su resolución, por sí solo, no
produce la caducidad del procedimiento, pero será determinante de que el efecto
interruptor de la prescripción provocado por la notificación de inicio de esas ac-
tuaciones inspectoras, no se tenga por producido, de modo que el plazo de pres-
cripción habrá proseguido su discurrir, de suerte que, si al dictarse la correspon-
diente resolución extemporánea del procedimiento de inspección con resultado
de deuda tributaria a ingresar (liquidación tributaria), pasados cuatro años desde
que fuera presentada la autoliquidación objeto de comprobación, la Administra-
ción, de oficio, deberá declarar prescrita esa deuda tributaria por haber quedado
ineficaz por el transcurso del tiempo el derecho a realizar la liquidación tributaria
correspondiente.
Ha de tenerse en cuenta, no obstante, que conforme preceptúa ese mismo ar-
tículo y apartado en su párrafo segundo, la reanudación de las actuaciones ad-
ministrativas tras el lapso temporal de interrupción injustificada o después de
vencido el plazo máximo establecido para la resolución del procedimiento de
comprobación (doce meses en procedimientos de inspección, y seis meses en pro-
cedimientos de gestión), tiene efecto interruptor del plazo de prescripción, lo que
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
b) Mediante autoliquidación.
c) Por medio de diligencia.
d) Por sorpresa.
8.- Las liquidaciones definitivas son actos resolutorios de los procedimientos tri-
butarios:
a) Que solamente cuantifican una parte de los elementos integrantes de la obligación
tributaria objeto de investigación.
b) Que no contienen ningún elemento de cuantificación de la obligación tributaria.
c) Que cuantifican todos los elementos de la obligación tributaria objeto de investiga-
ción.
d) Que cuantifican todas las obligaciones atribuidas a un contribuyente, hayan sido, o
no, objeto de investigación.
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
Con fecha 2 de julio de 2012, D. Fernando recibe notificación comunicándole inicio
de un procedimiento de gestión correspondiente al IRPF, ejercicio 2011. Personado en las
dependencia administrativas pide que las actuaciones se continúen con su sobrino Pablo
que le acompaña pero que solo queda identificado en ellas por su nombre de pila.
El día 2 de febrero de 2013 D. Fernando recibe en su domicilio notificación de liquida-
ción practicada por el órgano de gestión en fecha 14 de diciembre de 2012, con deuda a
ingresar de 1.400 euros, si bien, se había producido un primer intento de notificación el 31
de enero de 2013. La regularización tributaria se ha debido a considerar el instructor del
expediente que la determinación de la base imponible tenía que formalizarse en régimen
de estimación directa por haber superado en el ejercicio anterior el mínimo establecido en
norma para tributar en régimen de estimación objetiva por módulos, modalidad en la que
D. Fernando autoliquidó el IRPF, 2011.
En relación con la posibilidad de continuar tributando por IRPF en ese régimen duran-
te el ejercicio 2011, D. Fernando, con fecha 2 de enero de 2012, había elevado consulta
tributaria a la Dirección General de Tributos del Ministerio de Hacienda, sin obtener
respuesta sobre la cuestión planteada al momento de iniciarse las actuaciones de compro-
bación tributaria.
Durante la instrucción de ese procedimiento, el representante de D. Fernando fue re-
querido para que presentara las autoliquidaciones correspondientes al IVA de los dos
primeros trimestres del año 2011, así como la autoliquidación del IRPF de ese mismo
ejercicio, demorándose en aportar esa documentación 53 días, según deja constancia de
ello el instructor en el documento correspondiente del expediente administrativo, que no
se han tenido en cuenta en el cómputo total de duración del procedimiento.
Se pide:
1. ¿Estamos frente a un procedimiento de aplicación de los tributos? Por qué.
2. Identifique sus diferentes fases, situando en cada una de ellas las actuaciones ad-
ministrativas a las que el caso se refiere.
3. Indique el plazo máximo de duración del procedimiento, según la LGT. Señalando
la fecha de inicio y de resolución.
4. Consecuencias derivadas del silencio administrativo o la caducidad del procedi-
miento razonando su respuesta en uno u otro sentido.
5. Efectos producidos por la interrupción del procedimiento. ¿En qué documento
debió recogerse la interrupción de las actuaciones?
6. Analice la consulta tributaria evacuada por D. Fernando, determinando sus posi-
bles efectos.
7. ¿Qué clase de liquidación deriva de este procedimiento? ¿Cuáles son sus efectos?
8. D. Fernando se opone a la notificación practicada con fundamento en el art. 40.2
de la Ley 39/2015) cree que puede prosperar su oposición?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2.º Identifique sus diferentes fases, situando en cada una de ellas las actuaciones
administrativas a las que el caso se refiere.
Las fases en la instrucción de los procedimientos administrativos son las secuencias a
través de las que se sustancia su tramitación, distinguiéndose entre una fase de iniciación,
otra de desarrollo del procedimiento, y una tercera fase de resolución del procedimiento.
En el caso planteado, la fase de iniciación del procedimiento lo ha sido de oficio, me-
diante notificación de la comunicación de su inicio, realizada a D. Fernando, el día 2 de
julio de 2012 emplazándole para el desarrollo de las actuaciones de comprobación por
órgano de gestión correspondientes al IRPF, ejercicio 2011, identificándole por su nombre
y apellidos y su NIF (art. 98.2 LGT). En esta fase, el instructor del procedimiento se limita
a poner en conocimiento del interesado el comienzo de esas actuaciones (notificándolas),
indicándole lugar, día y hora en la que han de tener lugar las mismas; especificando el
tributo que será objeto de comprobación tributaria, es decir, el alcance de las actuaciones
de comprobación; le advertirá de la necesaria colaboración con su instructor facilitándole
los datos y documentos que, concernientes al objeto de comprobación, puedan serle re-
queridos y apercibiéndole de que cualquier retraso ajeno a la voluntad del órgano instruc-
tor del procedimiento en ese deber de colaboración, será reprochable al interesado y se
considerará como dilación sólo a él imputable. Asimismo, le indicará que en caso de que
las actuaciones seguidas en su desarrollo deban entenderse con representante voluntario,
deberá acreditarse su apoderamiento de forma fehaciente, en particular, si en el desarrollo
de las mismas se produce la renuncia a derechos o el reconocimiento de obligaciones en
los términos que previene el art. 46 LGT, sin perjuicio de que, para los actos de mero trá-
mite la representación se presume concedida.
Personado el interesado (o su representante acreditado) en el procedimiento de comproba-
ción tributaria se inicia la fase de instrucción o desarrollo del procedimiento con aportación
por el obligado tributario de los documentos requeridos por su instructor, siempre que no
Lección 10. La aplicación de los tributos. Normas comunes
3.º Indique el plazo máximo de duración del procedimiento, según la LGT. Señalan-
do la fecha de inicio y de resolución.
En principio, el plazo de resolución de este procedimiento será el que determine su
propia normativa reguladora (art. 104.1 LGT), si bien, como en el caso analizado nada se
dice de cuál sido el procedimiento de gestión instruido ante el obligado tributario (recuér-
dese que existen cinco procedimiento de gestión tributaria según el art. 123 LGT), habrá
que estar a lo que en ese mismo apartado y precepto se dispone en el sentido de considerar
que su plazo máximo de duración será de seis meses.
El mismo artículo analizado ahora, especifica que en los procedimientos iniciados de
oficio el cómputo del momento inicial de los seis meses lo será desde la fecha de notifi-
cación del inicio del procedimiento, no desde la fecha que tenga la comunicación admi-
nistrativa con la que se inician las actuaciones del procedimiento. En el caso analizado,
se nos dice que el procedimiento se inicia mediante comunicación notificada al obligado
tributario el día 2 de julio de 2012, por lo que a ese momento hay que estar para comenzar
el cómputo del plazo máximo de duración de este procedimiento tributario.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Nada se dice en la LGT sobre el dies ad quem o final de duración del procedimiento
tributario, sin embargo, hay que entender que su tiempo límite se produce con la notifica-
ción de la resolución del procedimiento al interesado, esto es, con la notificación del acto
de liquidación tributaria. En el caso propuesto se nos dice que el día 2 de febrero de 2013,
D. Fernando, recibió en su domicilio notificación de liquidación practicada por el órgano
de gestión en fecha 14 de diciembre de 2012, con deuda a ingresar de 1.400 euros, si bien,
se había producido un primer intento de notificación el 31 de enero de ese mismo año.
Pues bien, no es posible considerar la fecha del acto de liquidación tributaria resolutorio
del procedimiento (14 de diciembre de 2012) por no ser aquél en que resulta notificado
este acuerdo, tampoco es posible estar a la fecha de 2 de febrero de 2013 por tratarse de
un segundo intento de notificación, puesto que conforme dispone el artículo 104.2 LGT,
a los efectos de entender cumplida la obligación de notificar dentro del plazo máximo de
duración de los procedimientos tributarios, será suficiente acreditar que se ha realizado
un primer intento de notificación conteniendo el texto íntegro de la resolución de que se
trate, por lo tanto, existiendo un primer intento de notificación del acto de liquidación el
día 31 de enero de 2013 conteniendo el texto íntegro de la resolución dictada, a esa fecha
hay que estar para determinar el dies ad quem o final de este procedimiento. Según ello,
el procedimiento se inició el día 2 de julio de 2012 y concluyó el día 31 de enero de 2013,
por lo tanto se ha prolongado más allá de los seis meses que el art. 104.1 LGT establece
como plazo máximo de duración de esta clase de procedimientos, sin perjuicio de los efec-
tos que en él hayan producido las dilaciones no imputables a la Administración tributaria
o las interrupciones habidas por causa justificada.
5.º Efectos producidos por la interrupción del procedimiento. ¿En qué documento
debió recogerse la interrupción de las actuaciones?
Como se relata en el supuesto planteado, las actuaciones seguidas por el órgano ins-
tructor en el procedimiento de gestión tributaria seguido frente a D. Fernando por el
IRPF, ejercicio 2011, han tenido una interrupción prolongada a lo largo de 53 días, con-
secuencia de que, D. Fernando, no atendió oportunamente el requerimiento del instructor
pretendiendo la aportación de documentación correspondiente a las autoliquidaciones de
IVA, por los dos primeros trimestres del año 2011, además de la autoliquidación presen-
tada por IRPF, ejercicio 2011.
El art. 104.2, último párrafo, LGT dispone que no se incluirán en el plazo máximo de
resolución del procedimiento las dilaciones habidas en él consecuencia de la paralización
del procedimiento por causa no imputable a la Administración y los períodos de interrup-
ción justificada que se determinen reglamentariamente. Según su mandato, por lo tanto,
son dos las causas que pueden «suspender» el cómputo de la duración máxima de un
procedimiento tributario, de un lado, las dilaciones reprochables a comportamientos del
obligado tributario; de otro, las interrupciones justificadas que se determinen reglamen-
tariamente. Quiere decir ello que, mientras que para articular la interrupción por causas
justificadas en el actuar de la Administración se acude al desarrollo reglamentario, no es
necesario apelar a la ayuda del reglamento para atender a las dilaciones reprochables al
obligado tributario. Con todo, el RGGI en su art. 103 recoge los períodos de interrup-
ción justificada, en tanto el art. 104 de esa misma disposición reglamentaria recoge las
dilaciones por causa no imputable a la Administración (pudiéndose cuestionar en este
segundo orden de disposiciones si no hay un exceso reglamentario, en el sentido de que se
ha entrado a desarrollar reglamentariamente algo para lo que la Ley General Tributaria
no otorgaba habilitación normativa).
La causa del retraso que se apunta en el caso práctico, según su instructor, se debió
a dilaciones reprochables al obligado tributario, no a interrupciones de la actuación ad-
ministrativa por causa justificada. Lo que debemos determinar ahora, es si esa dilación
provocada durante 53 días, es, o no, reprochable al interesado en el procedimiento.
El juicio de valor que merezca la opinión sustentada por el instructor del procedi-
miento, se halla en relación directa con la necesidad de incorporar a su instrucción los
documentos que se requirieron a D. Fernando para poder proseguir el orden de actuacio-
nes, en el sentido de que, si la documentación requerida no era conocida por el órgano
administrativo que desarrolla el procedimiento y, además, resultara imprescindible para
Lección 10. La aplicación de los tributos. Normas comunes
proseguir el orden de las actuaciones en el mismo, sin duda, que el retraso en aportar
tales documentos, sólo seria repudiable al interesado en el procedimiento y, por lo tanto,
solamente a él sería imputable el retraso de esos 53 días. Sucede, sin embargo, que los
documentos cuya presentación fue requerida por el instructor del procedimiento a D. Fer-
nando, eran documentos que ya obraban en poder de la Administración tributaria, dado
que las autoliquidaciones por IVA, primero y segundo trimestres, en su día, habían sido
presentadas por D. Fernando, y lo mismo sucede con la autoliquidación del IRPF, ejercicio
2011, en base a la cual se han iniciado las actuaciones de comprobación tributaria, por lo
tanto, nos hallamos ante la petición de unos documentos irrelevantes para la resolución
del caso, por innecesarios, pues obraban ya en poder de la Administración tributaria. Así
por ello, el retraso de los 53 días en el desarrollo del procedimiento de gestión, no lo ha
sido por causa de D. Fernando y su representante, sino debido a un requerimiento poco
diligente del instructor del expediente administrativo, de donde, el procedimiento incoado
se ha desarrollado en un plazo superior al máximo legal de su duración, y debe declararse
la caducidad de lo actuado, con las consecuencias ya analizadas en la respuesta anterior.
En cuanto al tipo de documento en que debió consignarse la dilación advertida en el
desarrollo del procedimiento de gestión, se trata de una diligencia de constancia de hechos
(art. 99.7 LGT) donde quedaría recogido el retraso advertido y la causa que lo produjo
para, a la vista de su contenido, poder determinar si la dilación denunciada lo fue por
causa del contribuyente o se debió a comportamiento poco diligente del instructor del
procedimiento.
6.º Analice la consulta tributaria evacuada por D. Fernando, determinando sus po-
sibles efectos
Según el caso planteado, D. Fernando evacuó consulta tributaria a la Dirección Gene-
ral de Tributos a propósito de la posibilidad de continuar tributando en el IRPF, ejercicio
2011, en régimen de estimación objetiva por módulos, habiéndolo hecho el día 2 de enero
de 2012, sin haber obtenido respuesta administrativo al tiempo de iniciarse las actuacio-
nes de comprobación tributaria, que lo fueron a fecha 2 de julio de 2012.
En principio y como nada se manifiesta en el supuesto a propósito de cómo ha for-
mulado la consulta el obligado tributario, hay que entender que se hizo por escrito y con
el contenido mínimo que establece el art. 66.1 del RGGI, es decir, identificándose con su
nombre y apellidos y número de identificación fiscal; manifestación expresa de que al mo-
mento de instar la consulta no se estaba incoando procedimiento de comprobación algu-
no frente al mismo; señalando el objeto de la consulta, con expresión de los antecedentes
y circunstancias del caso; e indicando el lugar, fecha y firma.
Ahora bien, dispone el art. 88.2 LGT, entre otros requisitos, que las consultas tributa-
rias han de formalizarse antes de la finalización del plazo establecido para la presentación
de las autoliquidaciones a que se refiera el objeto de la consulta. De este modo, como el
plazo de presentación de la autoliquidación por IRPF, ejercicio 2011, concluyó el 30 de
junio de 2012, y dado que la consulta ha sido planteada con fecha 2 de enero de 2012, lo
han sido con los requisitos y formalidades establecidos tanto legal como reglamentaria-
mente. Siendo así, la Dirección General de Tributos tenía el deber de contestar la consulta
tributaria en el plazo de seis meses (art. 88.6 LGT), ahora bien, la falta de contestación ad-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
ministrativa en ese plazo no significa la aceptación de los criterios expresados por el obli-
gado tributario en el escrito de consulta (párrafo segundo de ese apartado 6 del art. 88).
En consecuencia, como de la falta de contestación a la consulta planteada no se deriva
ninguna consecuencia jurídica ni para la Administración tributaria consultada, ni tampo-
co, para el contribuyente consultante —a modo de una eximente de su futura responsa-
bilidad tributaria habida cuenta del silencio mantenido por la Administración sobre su
pretensión— no cabe deducir ninguna consecuencia jurídica de la falta de respuesta, sin
perjuicio, de que pueda ser considerada como circunstancia atenuante si por el órgano
sancionador se incoara procedimiento sancionador derivado de la posible conducta ilícita
cometida por indebida aplicación de la norma tributaria.
Caso de que se hubiera producido la respuesta administrativa, su parecer tendría efec-
to vinculante para el órgano administrativo encargado de la aplicación del tributo, en el
sentido de que si el contribuyente hubiere ajustado su conducta al parecer expuesto por
la Administración tributaria en su respuesta y ésta fuere errónea, no habrá posibilidad
de rectificar la autoliquidación así presentada debiendo plegarse al criterio mantenido en
aquella respuesta administrativa.
7.º ¿Qué clase de liquidación deriva de este procedimiento? ¿Cuáles son sus efectos?
La liquidación tributaria que deriva de la instrucción de este procedimiento tendrá el ca-
rácter de una liquidación provisional. Según el art. 101.2 LGT las liquidaciones provisionales
son definidas legalmente por exclusión, es decir, que son liquidaciones provisionales las que
no son definitivas y, como quiera que estas últimas con las resultantes de la instrucción de
un procedimiento inspector previa comprobación de todos los elementos integrantes de un
hecho imponible, debemos concluir que la aquí practicada tiene el carácter de una liquidación
provisional, en primer lugar, porque como se afirma en el ejercicio práctico las liquidaciones
definitivas son las resultantes de la instrucción de un procedimiento de inspección y el incoado
a D. Fernando ha sido un procedimiento de gestión tributaria; en segundo lugar, porque de las
actuaciones de comprobación desarrolladas, el órgano de gestión, solamente ha investigado
los rendimientos procedentes del ejercicio de su actividad económica para llegar a determinar-
los, no en régimen de estimación objetiva por módulos, como el contribuyente declaró a través
de su autoliquidación tributaria, sino en régimen de estimación directa. Fuera de la investiga-
ción de esta fuente de renta, ninguna otra obtenida por D. Fernando a los largo del año 2011
ha sido objeto de comprobación por el órgano de gestión tributaria.
Los efectos que derivan de la práctica de una liquidación de esta naturaleza, esencialmen-
te, consisten en que aquello que ha sido objeto de comprobación tributaria con resultado de
una liquidación provisional, no puede volver a ser objeto de investigación salvo aparezcan
nuevos hechos con transcendencia tributaria relativos a los elementos que han sido objeto
de investigación cuya existencia se desconocía al momento de incoarse las actuaciones de
comprobación tributaria.
subsidiaria las recogidas en la Ley 39/2015 a las que se acudirá en ausencia de disposición
tributaria expresa que regule la situación contemplada, quiere decir ello, que las leyes
y reglamentos tributarios constituyen fuentes del derecho de aplicación directa en los
procedimientos tributarios, en tanto que lo serán con como normas de segundo orden las
contenidas en la Ley 39/2015.
Dispone el art. 40.2 de esta última Ley que: «Toda notificación deberá ser cursada
dentro del plazo de diez días a partir de la fecha en que el acto haya sido dictado, y deberá
contener el texto íntegro de la resolución, con indicación de si pone fin o no a la vía ad-
ministrativa, la expresión de los recursos que procedan, en su caso, en vía administrativa
y judicial, el órgano ante el que hubieran de presentarse y el plazo para interponerlos, sin
perjuicio de que los interesados puedan ejercitar, en su caso, cualquier otro que estimen
procedente». Según ello, D. Fernando parece que se opone al acto de liquidación tributaria
argumentando que, siendo así que la liquidación tributaria fue dictada el día 14 de diciem-
bre de 2012 y dado que el primer intento de notificación se produce el día 31 de enero de
2013, entre el dictado del acto de liquidación y su notificación ha transcurrido un plazo
superior a diez días en los términos que ordena el precepto citado.
Es momento de recordar que el art. 109 LGT refiriéndose a las notificaciones tribu-
tarias establece que su régimen será el previsto en las normas administrativas generales
con las especialidades que se establecen en la Sección 3ª, del Capítulo II, del Título III, de
dicha Ley. Así por tanto, y como quiera que entre las disposiciones especiales contenidas
en esa Sección de la LGT no se encuentra ninguna que determine cuál es el plazo peren-
torio que ha de transcurrir entre el dictado de una resolución tributaria y su notificación,
la tesis mantenida por D. Fernando pretendiendo la anulación de las actuaciones se fun-
damentaría en que hubiera sido preciso acudir con carácter subsidiario a las disposiciones
contenidas en la Ley 39/2015 y, de modo particular, a lo establecido en el citado art. 40.2,
de donde se deduciría que las actuaciones seguidas por el órgano de gestión tributaria
incumpliendo lo establecido en el citado artículo pudieran ser determinantes de una de-
claración de anulación del acto de liquidación tributaria.
La causa así alegada y provocadora de la anulación de la resolución administrativa
(acto de liquidación tributaria) es meramente formal puesto que atañe a los aspectos
«formales» del desarrollo del procedimiento de gestión, concretamente, a las formalidades
dejadas de observar en la notificación de su resolución, en consecuencia, esta declaración
de anulación provoca la corrección de ese vicio procedimental en el sentido de que se
volvería a dictar un mismo acto de liquidación tributaria por cuantía igual que el corres-
pondiente a la liquidación anulada, y se procedería a notificar en el plazo previsto en el
art. 40.2 de la Ley 39/2015.
Dicho cuanto antecede, podría argumentarse también frente a la tesis planteada por
D. Fernando, que el mandato del art. 40.2 de la Ley 39/2015, no es de aplicación al caso,
ni siquiera con el carácter de regla o norma subsidiaria, por la razón que seguidamente
se expone.
El art. 104.1 LGT, cuando establece el plazo máximo de duración de los procedimien-
tos toma siempre en consideración para señalar su día inicial o «dies a quo» y para fijar el
día final o «dies ad quem» el de notificación, respectivamente, del acto iniciador y del re-
solutorio del procedimiento de que se trate, en consecuencia, siempre que el procedimien-
to se haya dictado dentro del plazo máximo establecido para su resolución —sin que sean
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9.º ¿Aprecia alguna otra causa en la que fundamentar la posible anulación de las
actuaciones administrativas?
Además de la razón de anulabilidad de las actuaciones ya apuntada, D. Fernando, bien
pudiera alegar que las actuaciones seguidas por el órgano de gestión tributaria se han
desarrollado ante persona, D. Pablo, que no tiene suficientemente acreditada la represen-
tación del obligado tributario. Veamos por qué.
El art. 46.2 LGT señala que la representación voluntaria debe acreditarse por cual-
quier medio válido en derecho que deje constancia fidedigna de ella, o bien, mediante
comparecencia personal del interesado ante el órgano administrativo competente, siempre
que se trate de la interposición de recursos o reclamaciones, de su desistimiento —hechos
que no conciernen al caso analizado—, o para asumir o reconocer obligaciones en nombre
del obligado tributario, circunstancia ésta que sí concurre en el supuesto en estudio, dado
que, del discurrir de las actuaciones administrativas dirigidas a la comprobación del obli-
gado tributario se puede deducir la asunción o reconocimiento de obligaciones en nombre
del obligado tributario entre las que, sin duda, luce con propia luz la obligación derivada
del dictado del acto de liquidación tributaria tras las actuaciones administrativas de regu-
larización. En conclusión, habida cuenta de que, como consecuencia de las actuaciones de
gestión tributaria seguidas frente a D. Fernando, es posible que se deriven para él la con-
creción de obligaciones tributarias, se hace necesario que si esas actuaciones se desarrollan
con un representante de D. Fernando, en este caso, con su sobrino D. Pablo, la figura de
este mandatario debe quedar acreditada ante la Administración de forma fehaciente.
A esos efectos, la Ley General señala dos formas jurídicas de acreditar fehaciente-
mente la representación de los obligados en procedimientos tributarios, bien, mediante
cualquiera de los medios admitidos en derecho (si consta su existencia inscrita y vigente
en un registro público; si existe constancia de ella en documento público o privado con
firma legitimada notarialmente; y cuando conste la representación en el documento nor-
malizado de representación aprobado por la Administración tributaria; todo ello, según
dispone el art. 111.2 RGGI); bien, mediante la fórmula denominada «apud acta», esto es,
por comparecencia personal del interesado ante el órgano administrativo de comproba-
ción tributaria e identificación de la figura del representante de la que el actuario dejará
constancia en diligencia (como se dispone, asimismo, en el citado art. 111.2 LGT).
En el supuesto que se está estudiando, D. Fernando se persona en las dependencias
administrativas —ante el órgano de gestión tributaria— tras la notificación del inicio de
las actuaciones tributarias, y pide que éstas se continúen con su sobrino Pablo, si bien, éste
solamente queda identificado por su nombre de pila, al parecer, sin concretar mayores da-
tos sobre su identidad. (Es evidente, que este hecho sería insólito en la práctica actuaria de
Lección 10. La aplicación de los tributos. Normas comunes
los órganos de la Administración, pero sirve a los efectos de profundizar sobre el sentido
de la representación voluntaria, según el caso planteado).
Según lo indicado en el art. 111.2 RGGI, la representación así otorgada bien podría
entenderse realizada mediante personación del representado con identificación de su re-
presentante ante el órgano instructor del procedimiento, concluyéndose de este modo que
nos hallamos ante uno de los modos admitidos en derecho para otorgar la representación
voluntaria.
Ahora bien, el citado art. 111 RGGI, en su apartado 3, también indica que en todos
los supuestos de representación deberá dejarse constancia, al menos, de estas menciones:
a) Nombre y apellidos o razón social o denominación completa, número de identificación
fiscal y domicilio fiscal del representante, así como la firma de ambos (representante y
representado). b) Contenido de la representación, así como la amplitud y suficiencia de
la misma. c) Lugar y fecha de su otorgamiento. De este modo y trasladando los explícitos
requisitos recogidos en el texto reglamentario al supuesto analizado, nos encontramos con
que D. Fernando solo ha identificado a D. Pablo, su sobrino, por su nombre de pila, sin
añadir sus apellidos y su domicilio fiscal, lo que visto desde el mandato de dicha dispo-
sición supone el otorgamiento de una notificación defectuosa, susceptible de provocar la
anulación de las actuaciones desplegadas por el órgano de gestión al haberlo sido frente a
persona que no tenía acreditado poder suficiente para asumir las obligaciones tributarias
que de ellas derivan.
Dicho lo cual, solo nos queda por manifestar una posible duda sobre la viabilidad de
esa posible declaración de anulación de actuaciones administrativas, se trata de recoger el
mandato contenido en el art. 46.7 LGT cuando advierte que la falta o la insuficiencia del
poder de representación no impide la realización del acto de que se trate siempre que se
acompañe a aquél o se subsane el defecto dentro del plazo de diez días que, a tales efectos,
deberá conceder el órgano administrativo competente. Por ello, si el órgano de gestión ad-
vertido del defecto de notificación de la representación otorgada por D. Fernando, hubiera
denunciado esa deficiencia al obligado tributario otorgándole plazo de diez días para
completar el acto de representación, sin duda, las actuaciones proseguidas por D. Pablo
habrían cobrado plena validez y eficacia.
Sin perjuicio de ello, ha de añadirse que en relación con los actos de mero trámite, y
también para aquellos actos administrativos de los que pudiera derivarse la exigencia de
obligaciones para el obligado tributario, dispone el art. 46.5 LGT, que la representación
podrá acreditarse debidamente en la forma que reglamentariamente se establezca, y es el
caso que el art. 111.4, letra b) RGGI, establece que «cuando la representación conferida
resulte de los propios actos o de la conducta observada por el obligado en relación con las
actuaciones desarrolladas» la representación se entenderá legítimamente otorgada, de este
modo, si de las actuaciones proseguidas por D. Pablo en la representación irregularmente
otorgada por D. Fernando y admitida por el órgano de gestión tributaria, se dedujera sin
género de dudas que aquél actuó por cuenta y en nombre de su mandante, podría presu-
mirse válidamente otorgado el poder de representación y, por lo mismo, las actuaciones
desplegadas en el discurrir de ese procedimiento, incluso, aquellas que concluyen en la
concreción de un acto de liquidación que contiene una obligación tributaria.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 2
Se inicia procedimiento de comprobación tributaria frente a la sociedad mercantil Y, a
propósito del Impuesto sobre el Valor Añadido del año anterior —los cuatro trimestres—
considerando su instructor que, en el tercer trimestre, la mercantil ha deducido cuotas
repercutidas del Impuesto referidas a dos facturas que, a su entender, no se corresponden
realmente con los servicios que en ellas se afirman prestados por la entidad que dice ha-
berlos realizado, la sociedad X.
Los dos servicios facturados por la sociedad X a la entidad Y, lo fueron según figura en esas
facturas, como consecuencia de la ejecución de unas obras consistentes en el acondicionamien-
to de un solar de 30.000m2 para su posterior urbanización y construcción por la sociedad Y.
El instructor del expediente sostiene que la obra ejecutada no lo ha sido por la empresa
que ha facturado su importe y para demostrartal afirmación, señala en su informe —con la
correspondiente documentación— que el número de trabajadores de la sociedad X no tiene
envergadura suficiente como para realizar la obra que se dice facturada, añadiendo, además,
que en su mayoría tales trabajadores se dedican a labores administrativas;añade que esta enti-
dad carece de la maquinaria necesaria para acometer dicha obra; que no existe constancia de
la relación de trabajadores que intervinieron en su ejecución; ni de las retenciones tributarias
practicadas a los mismos con motivo de la realización de esas obras; y finaliza indicando que
los suministros de materiales realzados a la sociedad X por sus proveedores, en un 80 por 100
durante el año investigado, lo fueron en material de oficina.
La mercantil Y por su parte, acompaña al expediente, además de las facturas debi-
damente emitidas y formalizadas con la entidad X, el modelo 390 correspondiente al
resumen anual de operaciones en el IVA donde figuran las dos prestaciones de servicios
facturadas por la mercantil X; las cuotas satisfechas a la Seguridad Social por los traba-
jadores a su cargo; el nombre del director técnico encargado de la ejecución de las obras
realizadas; añadiendo la evidencia —material fotográfico— de que la preparación de los
terrenos para su posterior urbanización se ha llevado a cabo.
El procedimiento de comprobación se inició sin estar presente el representante de la
Sociedad Y pues, tras un doble intento de notificación sin éxito de la comunicación de
inicio de actuaciones en el domicilio fiscal de la entidad, fue remitida al BOE del miércoles,
18 de noviembre —no importa el año—. Sin perjuicio de lo cual, tras los primeros trámites
de indagación a cargo del instructor, sí se personó en ellas el representante de la entidad
para formular las alegaciones en que rebate los hechos comprados por el instructor del
expediente.
Finalizada su instrucción, se dicta resolución del procedimiento regularizando la si-
tuación de la interesada, excluyendo como cuotas deducibles del IVA las dos facturas re-
percutidas por la mercantil X, dictándose en esos términos la correspondiente liquidación
tributaria.
Se pide:
1. Señale las fases en que se ha desarrollado este procedimiento indicando las actua-
ciones que, según el relato del caso, deben quedar comprendidas en cada una de
ellas.
Lección 10. La aplicación de los tributos. Normas comunes
Ejercicio núm. 3
Una sociedad presenta autoliquidación por el Impuesto sobre Sociedades en el año 1
(uno) con una base negativa a compensar a lo largo de los diez ejercicios (10) siguientes.
En el noveno ejercicio en que se están compensando las bases negativas arrastradas del
ejercicio impositivo 1 (uno), la inspección tributaria inicia actuaciones generales de com-
probación por dicho período, y como la entidad mercantil, habiendo sido requerida para
ello, no presenta ningún documento que acredite que la base imponible negativa generada
en el ejercicio impositivo 1 (uno) y compensada en los siguientes, efectivamente se produjo
con ese resultado negativo, el órgano administrativo de comprobación procede a regulari-
zar y liquidar todos los ejercicios en los que se han ido compensando las bases imponibles
negativas hasta llegar al ejercicio 9 objeto de investigación, que también es objeto de
regularización tributaria. La regularización consiste, básicamente, en eliminar en todos
los ejercicios impositivos (del 1 al 9) las compensaciones de bases negativas realizadas
girando nuevas liquidaciones por todos ellos, alegando a esos efectos el instructor del
expediente que la base negativa originada en el ejercicio impositivo 1 (uno) y compensada
a los largo de los diez siguientes fue determinada con abuso de derecho (en operación
realizada en fraude de ley).
Ha de precisarse que cuando la inspección tributaria notifica a la sociedad el inicio
de las actuaciones generales de comprobación del ejercicio 9 objeto de investigación, no
advierte a la interesada que también podrían ser objeto de comprobación tributaria el
ejercicio en que se generó aquella base imponible negativa (el ejercicio 1) y los sucesivos
en que se llevó a cabo la compensación efectuada.
Se pide:
1. Conforme a lo regulado en la LGT, señale cuándo prescriben las actuaciones ad-
ministrativas de comprobación e investigación tributaria, y cuándo lo hacen las
actuaciones administrativas de liquidación tributaria.
2. ¿Ha sido correcto el modo de proceder en este caso del órgano de inspección tri-
butaria en orden a la regularización de la sociedad por los ejercicios impositivos 1
a 9?
3. ¿Ha podido regularizar la situación tributaria de la entidad mercantil, declarando
la existencia de un fraude de ley apreciado en el ejercicio impositivo 1 (uno)?
4. ¿Considera que existe conexión entre las obligaciones tributarias generadas por
esta sociedad a lo largo de los diez ejercicios impositivos en que se han compensa-
do bases negativas? De ser así, qué consecuencias tendría en materia de prescrip-
ción tributaria?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 4.
En el presente ejercicio se trata de hacer un análisis sobre los efectos del silencio ad-
ministrativo en materia tributaria, para ello, se presentan una serie de procedimientos
tributarios sobre los que se formulan las cuestiones que al final se relacionan:
A) El Impuesto sobre Sociedades (RDlgtvo. 4/2004, de 5 de marzo) en el artículo 53 de
su Texto refundido, según redacción dada al mismo por Ley 23/2005, de 18 de noviembre,
prevé una régimen especial para las entidades dedicadas al arrendamiento de vivienda
consistente en la aplicación de generosas bonificaciones en el Impuesto, y su aplicación
depende de que la entidad opte expresamente por el mismo mediante comunicación diri-
gida a la Administración tributaria, que surte efecto en el primer período impositivo que
finalice con posterioridad a dicha comunicación.
B) Don Florencio, con fecha 30 de marzo solicita compensación de deudas en período
voluntario derivadas del Impuesto sobre la Renta, con créditos reconocidos a su favor por
el Impuesto sobre el Valor Añadido.
C) Los impuestos que gravan renta regulan los criterios de imputación de ingresos y
gastos con el fin de que el contribuyente conozca con certeza en qué período debe incluir-
los. Como criterio general, la ley utiliza el criterio del devengo conforme al cual, se atiende
a la corriente natural de los ingresos y de los gastos, esto es, cuando se generan unos y se
producen los otros, con independencia de cuándo tenga lugar la corriente financiera y se
obtiene realmente el ingreso o se realiza efectivamente el gasto, criterio este último que se
conoce como criterio de caja.
No obstante, la ley permite a los obligados tributarios cambiar el criterio de impu-
tación del devengo por un criterio de caja, previa solicitud del interesado, que debe ser
presentada, cuanto menos, seis meses antes del primer período impositivo en que ha de
surtir efecto.
D) El Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica es un tributo local que grava la
titularidad de vehículos de esa naturaleza, estableciendo un régimen de exención rogada
para los titulares de vehículos con minusvalías físicas.
E) Las disposiciones reguladoras del Impuesto sobre la Renta de no Residentes, a los
residentes en otros Estados de la Unión Europea, les permiten la posibilidad de optar
porque la tributación de las rentas que obtengan en España se acomode a las normas de
tributación de los residentes en ella. Quienes deseen ejercitar esta opción deben solicitarlo
de la Administración tributaria.
F) Don Eugenio, con fecha 10 de enero de 2000 recibió notificación de la providencia
de apremio por impago en período voluntario de deuda correspondiente al Impuesto so-
bre el Valor Añadido, cuarto trimestre. Desde entonces hasta ahora, no ha vuelto a tener
noticia del órgano de recaudación, ni, por supuesto, tampoco ha pagado el importe de la
deuda apremiada.
Lección 10. La aplicación de los tributos. Normas comunes
Se pide:
1. Determinar si se trata de un procedimiento iniciado de oficio o a instancia de
parte.
2. Plazo de resolución expresa de cada uno de estos procedimientos.
3. Carácter o naturaleza de los diferentes actos que se sustancian en dichos procedi-
mientos (si se trata de actos declarativos o constitutivos de derechos, si se trata de
actos de gravamen, o vienen a reconocer una situación jurídica individualizada,
etc.)
4. Consecuencias, en cada caso, de la finalización del plazo de resolución sin que lo
haya sido de forma expresa.
Lección 11
LA GESTIÓN TRIBUTARIA
SUMARIO: I. IDEAS PREVIAS. NUEVO CONCEPTO DE GESTIÓN TRIBUTARIA. II. LAS DE-
CLARACIONES TRIBUTARIAS. III. LAS AUTOLIQUIDACIONES. IV. LAS COMUNICACIONES
DE DATOS. V. RECTIFICACIÓN DE DECLARACIONES, AUTOLIQUIDACIONES Y COMUNI-
CACIONES. VI. LA DENUNCIA PÚBLICA. VII. LOS DEBERES DE INFORMACIÓN TRIBUTA-
RIA: 1. Régimen jurídico. 2. Requerimiento de información a las entidades que se dediquen al
tráfico bancario o crediticio. 3. Garantías de la información facilitada. 4. Publicidad de situa-
ciones de incumplimiento relevante de las obligaciones tributarias y de información de sen-
tencias en materia de fraude fiscal. VIII. PROCEDIMIENTO DE DEVOLUCIÓN TRIBUTARIA
INICIADO MEDIANTE AUTOLIQUIDACIÓN, SOLICITUD O COMUNICACIÓN DE DATOS:
1. Iniciación. 2. Tramitación. 3. Terminación. IX. PROCEDIMIENTO DE LIQUIDACIÓN TRIBU-
TARIA INICIADO MEDIANTE DECLARACIÓN: 1. Iniciación. 2. Tramitación. 3. Terminación.
X. PROCEDIMIENTO DE VERIFICACIÓN DE DATOS: 1. Iniciación. 2. Tramitación. 3. Termi-
nación. XI. PROCEDIMIENTO DE COMPROBACIÓN LIMITADA: 1. Iniciación. 2. Tramitación.
3. Terminación. XII. PROCEDIMIENTO DE COMPROBACIÓN DE VALORES: 1. Iniciación. 2.
Tramitación. 3. Terminación. 4. Efectos de la valoración en relación con terceros obligados.
XIII. LA TASACIÓN PERICIAL CONTRADICTORIA: 1. Iniciación. 2. Tramitación. 3. Termina-
ción. TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN. SUPUESTOS PRÁCTICOS: Núm. 1. Solución propuesta.
Núm. 2. Núm. 3. Núm. 4. Núm. 5.
Y en este sentido, y con este contenido, podemos identificar, entre otras, las
siguientes suertes de declaraciones:
1. Las declaraciones tributarias que dan origen al procedimiento iniciado me-
diante declaración, es decir, la tradicional declaración cuyo contenido es poner de
manifiesto la realización de los hechos imponibles y demás circunstancias necesa-
rias para la cuantificación de la deuda tributaria —art. 128 LGT—.
2. Las llamadas declaraciones-liquidaciones o, como veremos, autoliquidacio-
nes —art. 120 LGT— en las que el obligado no solo pone de manifiesto los datos
necesarios para cuantificar su obligación tributaria, sino que realiza las opera-
ciones de calificación jurídica, de interpretación y de cuantificación necesarias
para determinar el importe de la deuda tributaria o del resto de las obligaciones
a cuenta.
3. Aquellas declaraciones, o como acabamos de ver autoliquidaciones, cuyo
contenido abarca a presupuestos de hecho diferentes a la realización del hecho
imponible y que, en consecuencia, pueden dar origen a obligaciones tributarias
diferentes de la principal —como los pagos a cuenta—.
4. las comunicaciones de datos con trascendencia tributaria, propia o de ter-
ceros.
5. Las declaraciones, autoliquidaciones o comunicaciones, complementarias o
sustitutivas en los términos que serán analizados en el epígrafe V.º del presente
tema.
6. Las declaraciones censales….
No debemos olvidar que cada uno de estos deberes de colaboración tendrá su
concreto régimen jurídico, y por tal motivo, serán objeto de estudio particulariza-
do en este y en otros temas de la presente obra.
Este contenido amplio con el que aparece configurado el concepto de declara-
ción ha de ser tenido en cuenta, de igual forma, para presentar los efectos de las
declaraciones, ya que los contemplados en la propia Ley General —que resultaran
operativos a toda declaración tributaria—, conviene matizarlos convenientemen-
te al albur del diferente régimen jurídico de las diversas suertes de declaraciones:
1. Las declaraciones tributarias son una forma de iniciación de la gestión tri-
butaria —art. 118 LGT—, o de los procedimientos tributarios —art. 98.1 LGT—.
2. La presentación de las declaraciones interrumpe el cómputo de los plazos de
prescripción —art. 68 de la LGT—.
3. Los datos y los elementos de hecho consignados en las declaraciones tendrán
presunción legal de certeza —art. 108.4 LGT— para los obligados que solo po-
drán rectificarlas mediante prueba en contrario.
Lección 11. La gestión tributaria
1. Régimen jurídico
Si prescindimos de las actuaciones directas de obtención de información por
parte de los órganos encargados de la aplicación de los tributos —usualmen-
Lección 11. La gestión tributaria
Por otra parte, el art. 93.2 de la LGT señala las formas de prestación de dicho
deber, diferenciando entre el deber de información general o «por suministro» y
el deber de información individual o «por captación»:
a) El deber «por suministro» surge en aquellos casos en los que la norma establece
el deber de proporcionar determinados datos sin necesidad de que la Adminis-
tración los requiera, basta con que el administrado realice el presupuesto de
hecho contenido en la disposición con carácter general para que se encuentre
obligado a proporcionar la información indicada en su consecuencia jurídica.
En esta forma de prestación del deber, la Administración se limitará a recibir
la información facilitada, a controlar su cumplimiento y a activar el pertinente
procedimiento sancionador —199.4 y 5 LGT— en caso de incumplimiento.
b) El deber «por captación» se origina de una actuación singularizada de la
Administración que se produce a través de un acto administrativo de re-
querimiento para que un determinado obligado facilite la información con
trascendencia tributaria solicitada, sin que, a estos efectos, sea necesario
que se esté instruyendo un concreto procedimiento de aplicación de los
tributos frente al obligado sobre el que proyecta la trascendencia tributaria
de la información solicitada. En consecuencia, es el acto administrativo de
requerimiento el que hace nacer el deber, no estando obligado a facilitar
dicha información si no ha mediado este acto administrativo declarativo de
un deber realizado por la Administración.
Uno de los déficits más representativos del régimen jurídico de los deberes de
información puede localizarse en la ausencia de un planteamiento coherente en
torno al sistema de límites que pudiera ser oponible frente a este deber universal,
en lo objetivo y en lo subjetivo; sistema de límites al que no debería ser ajeno la
ponderación del deber de contribuir —que se sitúa en el fundamento de estos
deberes— con otros principios constitucionalmente protegidos —derecho a la in-
timidad, protección a la trasmisión informática de datos, secreto profesional, in-
violabilidad del domicilio, secreto de las comunicaciones, reserva de ley …— que
son prácticamente ignorados por nuestra Ley General, algunos de ellos diluidos,
con ciertas limitaciones impropias de una ley, al distinguir las diferentes proyec-
ciones del secreto profesional de los funcionarios públicos y profesionales oficia-
les, de los profesionales dedicados al asesoramiento y a la defensa, y del resto de
los profesionales contenidos en los párrafos cuarto y quinto del art. 93 de la LGT.
de los procedentes del resto de las fuentes de información de las que dispo-
nen los órganos encargados de la aplicación de los tributos.
1. Iniciación
Nos encontramos, como hemos indicado, ante un procedimiento iniciado a
instancia de parte, bien como consecuencia de la presentación de una autoliqui-
dación, de una solicitud de devolución o de una comunicación de datos.
La forma usual de inicio del presente procedimiento se realiza con la presen-
tación de la correspondiente autoliquidación, aunque puede producirse por so-
licitud o comunicación en aquellos tributos en que se contemplen, en cuyo caso
el procedimiento se regulará por la normativa propia de los indicados tributos
—art. 126 LGT—.
El efecto inmediato de la iniciación de este procedimiento es el de la interrup-
ción tanto del plazo de prescripción de esta devolución de ingresos, como de la
acción administrativa para proceder a la comprobación administrativa de la si-
tuación del contribuyente que lo solicita.
2. Instrucción
Una vez recibida la correspondiente autoliquidación, solicitud o comunica-
ción, su tramitación debería ser simple y ágil, puesto que el órgano administrativo
habría de limitarse a la constatación de que el contribuyente tiene derecho a per-
cibir la devolución pertinente por haber realizado un ingreso excesivo.
De esta forma, constatada como formalmente correcta la documentación
aportada en relación con los datos y antecedentes en poder de la Administración,
el órgano competente deberá, sin más trámite, reconocer la devolución solicitada.
No obstante, de apreciarse algún defecto formal, alguna discrepancia entre los
datos o su calificación, o algún error aritmético por parte del obligado, se iniciará
otro procedimiento —de verificación de datos, de comprobación limitada o de
inspección—, que supondrá la terminación formal del procedimiento de devolu-
ción iniciado.
El plazo de duración de este procedimiento, salvo que la ley propia de cada
tributo disponga cosa distinta, será de seis meses que se contarán: a) cuando se ha
iniciado por autoliquidación o comunicación de datos, a partir del día siguiente
de terminar el plazo de presentación de las correspondientes declaraciones; b) si
se inicia mediante solicitud, el cómputo del plazo comienza al día siguiente de su
presentación.
Lección 11. La gestión tributaria
3. Terminación
A pesar de los términos con los que se expresa la literalidad del art. 127 de
nuestra LGT, la terminación del procedimiento analizado se puede producir por
cualquiera de las siguientes formas:
En primer lugar, el procedimiento terminará por el acuerdo de reconocimiento
de la devolución pretendida, acuerdo que se entenderá notificado por la recepción
de la trasferencia bancaria o del cheque a través de una resolución expresa —art.
125 RGGI—. No obstante, debemos de entender que este procedimiento no im-
pedirá, en su caso, la ulterior comprobación de la obligación tributaria a través de
los procedimientos de comprobación o investigación.
En segundo lugar, para los procedimientos iniciados a instancia de parte —en
consecuencia, siempre que la causa sea imputable al obligado tributario— el pro-
cedimiento podrá terminar por caducidad en los términos previstos en el art. 104
de la LGT. En estos casos, la Administración tiene la obligación de apercibirle de
la perención del procedimiento tres meses antes de que esta ocurra, salvo en el
supuesto de que venza el plazo máximo previsto para su conclusión.
Por último, otra de las causas de terminación del procedimiento de devolución
es el inicio de otro, bien de gestión —procedimiento de verificación de datos o el
de comprobación limitada— o de inspección tributaria, en los casos en los que
el órgano competente para su tramitación haya observado discrepancias entre lo
solicitado y los antecedentes en poder de la Administración tributaria. Siendo esto
cierto, no lo es menos —sin perjuicio de que los intereses de demora siguen co-
rriendo en el caso de que los señalados procedimientos concluyan reconociendo el
pertinente derecho a la devolución—, que concluidos los nuevos procedimientos,
bien por caducidad —los de verificación de datos o comprobación limitada— o
por el trascurso del plazo máximo de duración del procedimiento inspector, el
obligado podrá solicitar que se acuerde la devolución requerida, sin que ello su-
ponga que los indicados procedimientos, en cuanto que no hayan prescripto, no
puedan volver a ser iniciados con posterioridad.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
1. Iniciación
Aunque el procedimiento se inicie a través de la declaración del obligado, es
un procedimiento que se sustancia de oficio por parte de la Administración y, en
consecuencia, hemos de entender que la declaración formulada se convierte en
un simple presupuesto necesario para que pueda actuar el órgano administrativo
competente, que no resulta imprescindible, ya que el procedimiento se iniciará
de oficio, bien si el procedimiento hubiese caducado —arts. 104.5, 128.2 y 130
LGT—, bien porque los órganos de gestión tributaria tengan conocimiento de la
realización de un hecho imposible que no ha sido declarado.
No obstante lo anterior, la presentación de la correspondiente declaración ten-
drá como efecto inmediato la interrupción del cómputo de la prescripción de la
acción comprobadora de la Administración tributaria, si bien dicho efecto queda
sin eficacia si trascurrido el plazo para su sustanciación no ha mediado resolución
administrativa que le ponga fin.
2. Tramitación
La duración del procedimiento estudiado, salvo que la normativa propia de
cada tributo establezca otro diferente, es de seis meses a contar desde el día si-
guiente en que finalice el plazo para la presentación de la correspondiente de-
claración, o si ésta es extemporánea, desde día siguiente de su presentación. El
comienzo de dicho cómputo en los supuestos de iniciación de oficio por la Ad-
Lección 11. La gestión tributaria
3. Terminación
Como consecuencia de cuanto se ha señalado, este procedimiento concluye de
dos formas —art. 130 LGT—:
a. La resolución expresa de terminación de este procedimiento tendrá el carác-
ter de una liquidación provisional, lo que significa que si bien la Administración
no puede efectuar una nueva regularización en relación con los datos que han
sido comprobados, si podrá regularizar la deuda y dictar la pertinente liquidación
definitiva si abiertas las actuaciones de comprobación e investigación se localizan
nuevas circunstancias no tenidas en cuenta en la resolución del procedimiento
iniciado mediante declaración y fueran determinantes para la cuantificación de
la deuda.
b. Por caducidad terminará el procedimiento cuando trascurra el plazo máxi-
mo de duración —el general de seis meses, o el establecido en la normativa propia
de cada tributo— sin que haya recaído resolución expresa. Su efecto, como he-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
1. Iniciación
El procedimiento de verificación de datos es un procedimiento de gestión ini-
ciado de oficio en el que, como hemos señalado, la declaración o autoliquidación
formulada por el contribuyente actúa como presupuesto necesario. Una vez pre-
sentada y dándose algunas de las circunstancias tasadas que hemos indicado con
anterioridad—art. 131 LGT—, el procedimiento se podrá iniciar de dos formas:
Lección 11. La gestión tributaria
2. Tramitación
La tramitación del procedimiento dependerá de las formas de iniciación antes
enunciadas, de manera que si se ha iniciado mediante requerimiento del órgano
competente de la Administración para que el obligado aclare o justifique las dis-
crepancias observadas o los datos incorporados en sus declaraciones o autoliqui-
daciones, el procedimiento continuará con la comparecencia del obligado para
realizar las aclaraciones o presentar los justificantes que le hayan sido requeridos,
y una vez sustanciada la pertinente comparecencia, el órgano administrativo ha-
brá de notificar la propuesta de liquidación o dictar resolución, indicando que no
procede girar liquidación provisional una vez que han sido subsanados los defectos
advertidos o aclaradas o justificadas las discrepancias que han sido observadas.
No obstante, si la iniciación del procedimiento se ha realizado mediante la noti-
ficación de la propuesta de liquidación, por cuanto que la Administración contaba
con los datos suficientes para poder formularla, o una vez notificada la propuesta
de liquidación en el supuesto anterior, (propuesta que en todo caso deberá ser mo-
tivada incorporando una referencia sucinta a los hechos y a los fundamentos de
Derecho que hayan sido tenidos en cuenta para emitirla), el sujeto contará con un
plazo de diez días para presentar las alegaciones que considere oportunas, de forma
que el órgano competente tenga todos los elementos de juicio necesarios para dictar
el acto administrativo de liquidación provisional correspondiente. A estos efectos
conviene no olvidar que cuando el obligado tributario manifieste su disconformi-
dad con los datos que obren en poder de la Administración, será de aplicación lo
dispuesto sobre las presunciones en materia tributaria en el art. 108 de la LGT.
3. Terminación
Teniendo en cuenta cuanto antecede, las formas de terminación del procedi-
miento aparecen enumeradas en el artículo 133 de nuestra Ley General, aunque
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
1. Iniciación
Como se ha adelantado, estamos en presencia de un procedimiento que se
iniciará de oficio por acuerdo del órgano competente, pero a diferencia del pro-
cedimiento de verificación de datos, comparte con el procedimiento tradicional
de comprobación e investigación, sustanciado en sede inspectora, que para ser
iniciado no es necesario que el sujeto haya cumplido con el deber de presentar
la correspondiente declaración o autoliquidación. El inicio del estudiado proce-
dimiento habrá de ser notificado al obligado tributario mediante la pertinente
comunicación, que deberá contener, al menos, su naturaleza y alcance, y deberá,
igualmente, informar al obligado sobre los derechos y las obligaciones que le asis-
ten en el curso de las actuaciones que se van a desarrollar.
Como nos aclara el artículo 137 de nuestra Ley General, cuando los datos en
poder de la Administración sean suficientes para poder formular la pertinente
propuesta de liquidación, el procedimiento podrá iniciarse mediante la notifica-
ción de dicha propuesta.
La duración del procedimiento será de seis meses a computar desde la notifi-
cación de la correspondiente comunicación, comunicación que interrumpirá el
cómputo del plazo de la prescripción. Si trascurre el indicado plazo de seis meses
y no se ha notificado de forma expresa cualquiera de las formas de resolución del
procedimiento, se producirá su caducidad, sin perjuicio de la posibilidad de reini-
ciarse a lo largo del plazo de prescripción, cuyo cómputo no habrá sido interrum-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
pido por el inicio del procedimiento de comprobación limitada, siendo así que, de
igual forma, los pagos que se realicen a partir de la caducidad del procedimiento
volverán a tener la consideración de pagos extemporáneos pero voluntariamente
presentados —a efectos de la aplicación de los recargos del art. 27 de la LGT— y
perderán su consideración de pagos a cuenta que tendrían desde el inicio del pro-
cedimiento estudiado.
2. Tramitación
Una vez iniciadas las actuaciones, su desarrollo se irá documentando, como
preceptúa el art. 99.7 de la LGT, en las correspondientes comunicaciones y di-
ligencias, en las que se harán constar las circunstancias con relevancia para la
instrucción del procedimiento, en el que usualmente se requerirá la colaboración
del obligado, que deberá atender los requerimientos efectuados por la Adminis-
tración, bien para personarse en el lugar, día, y hora señalados para la práctica
de las actuaciones, bien para aportar la documentación y demás elementos que le
sean solicitados.
Una vez instruido el procedimiento y con carácter previo a la práctica de la
liquidación provisional, el órgano competente deberá comunicar al obligado la
pertinente propuesta de liquidación, abriendo un trámite de alegaciones para que
manifieste cuanto convenga a su derecho. De dicho trámite se podrá prescindir
cuando la resolución contenga manifestación expresa de que no procede regula-
rizar la situación tributaria del obligado como consecuencia del procedimiento
realizado.
No obstante, con carácter previo a la propuesta de liquidación y, en consecuen-
cia, al correspondiente plazo de alegaciones, el órgano administrativo competente
podrá acordar de forma motivada alterar el alcance de la comprobación limitada,
ampliando o reduciendo el ámbito de las actuaciones inicialmente notificadas —
art. 164.1 RGGI—.
3. Terminación
Según establece el art. 139 de nuestra Ley General, la terminación del proce-
dimiento de comprobación limitada podrá realizarse por alguna de las siguientes
formas:
En primer lugar, por resolución expresa del órgano competente, en la que se
deberá incluir, al menos: la obligación tributaria o los elementos que sean obje-
to de comprobación; el ámbito temporal objeto de la actuaciones; la especifica-
ción de las concretamente realizadas; la relación de hechos y los fundamentos
de derecho que motiven la resolución; la liquidación provisional, o en su caso,
Lección 11. La gestión tributaria
1. Iniciación
Según nos señala el art. 134.1 de la LGT, el procedimiento de comprobación
de valores se trata de un procedimiento de gestión de los iniciados de oficio, bien
mediante la oportuna comunicación al obligado, bien —cuando se cuente con los
datos suficientes— mediante la notificación conjunta de las propuestas de liqui-
dación y valoración pertinente.
El plazo de duración de este procedimiento —art. 104 LGT— será de seis me-
ses a contar desde el momento en que sea comunicada la correspondiente notifi-
cación, momento en el quedará interrumpido el plazo de prescripción para que la
Administración tributaria realice las actuaciones de comprobación de la situación
tributaria del obligado. Como sabemos, si trascurrido el plazo de seis meses no
Lección 11. La gestión tributaria
2. Tramitación
Sin perjuicio de que en esta fase procedimental la Administración utilizará
todos los datos que se encuentren en su poder, procedan o no de los declarados
por el obligado y de los aportados por éste a través de los correspondientes justi-
ficantes, resulta usual que en la instrucción del procedimiento se precise la cola-
boración del obligado o de terceros. Por esta razón, el art. 134.2 de nuestra Ley
General señala que el órgano actuario notificará al obligado las actuaciones que
precisen de su colaboración y éste deberá facilitar a la Administración tributaria
su práctica.
Una vez realizada la valoración en sede administrativa, si el valor determinado
por el órgano competente es diferente al declarado por el obligado, junto con la
pertinente propuesta de regularización, se deberá notificar la propuesta de valo-
ración debidamente motivada en los términos desarrollados por el art. 160.3 del
RGGI, debiendo recogerse expresamente no solo los medios y criterios emplea-
dos, sino también la normativa utilizada y el detalle de su aplicación.
Tras la notificación de las indicadas propuestas de liquidación y valoración, se
abrirá un plazo de diez días de alegaciones para que el interesado alegue cuanto
convenga a su derecho.
3. Terminación
Unas vez trascurrido el pertinente plazo de alegaciones abierto con la propues-
ta de regularización, la Administración tributaria notificará la liquidación que
proceda a la que deberá acompañar la valoración realizada. La liquidación que
pone fin al procedimiento comentado tiene carácter de provisional y podrá ser
impugnada por el obligado alegando en el pertinente recurso cuestiones atinentes
a la valoración incorporada. Es decir, aunque el obligado tributario no podrá in-
terponer recurso independiente frente a la valoración realizada por la Administra-
ción, sí podrá, o bien, como veremos, promover la tasación pericial contradictoria
o plantear cualquier cuestión relativa a la valoración con ocasión de los recursos
o reclamaciones interpuestos contra el acto de regularización.
Junto a la resolución expresa, otra forma de terminación del procedimiento de
comprobación de valores, como adelantábamos, es la caducidad, que desplegará
los efectos conocidos del archivo de las actuaciones, de la no interrupción del
plazo de prescripción y de la posibilidad de iniciar un nuevo procedimiento de
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
1. Iniciación
El plazo para instar la tasación pericial contradictoria coincide, bien con el del
primer recurso o reclamación que proceda contra el acto de liquidación en el que
se han incorporado los valores comprobados administrativamente, bien, cuando
la normativa tributaria así lo prevea, contra el acto de comprobación de valores
debidamente notificado.
Junto a ello, el párrafo segundo del art. 135.1 de la LGT introduce como no-
vedad, aunque solo en los casos en los que la normativa de cada tributo así lo
prevea —ITADJD— que el interesado pueda reservarse el derecho a promover la
Lección 11. La gestión tributaria
2. Tramitación
Como nos encontramos ante un instrumento basado en el principio de la con-
tradicción, cuando se solicite la pericial contradictoria será necesaria tanto la va-
loración realizada por un perito de la Administración —si la pertinente compro-
bación de valores se hubiese realizado por un medio distinto—, como la efectuada
por un perito aportado por el obligado tributario.
A estos efectos, en el plazo de 15 días, la Administración deberá efectuar la
valoración pericial y notificarla al obligado, quien dispondrá de 10 días a partir
de la recepción de la notificación de la pericial administrativa para proceder a la
designación de un perito de parte, que, al igual que el designado por el órgano ad-
ministrativo, deberá de tener título adecuado a la naturaleza de los bienes o dere-
chos a evaluar. El perito nombrado por el obligado tendrá un mes a contar desde
que recibe la relación de bienes a evaluar para dictaminar su valor. Si trascurre
el plazo de 10 días sin haber designado perito o el del mes sin haber presentado
la valoración, se entenderá que el obligado desiste a su derecho de promover la
tasación pericial, tomándose como valor el comprobado administrativamente y
perdiendo el derecho a instar un nuevo expediente de tasación pericial contradic-
toria.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Una vez que se cuenta con la doble valoración pericial —la de la Administra-
ción y la del obligado— si entre ellas existe una diferencia superior a 120.000 € y
al 10 por 100 de la valoración efectuada por el perito del obligado, deberá desig-
narse un tercer perito; en caso contrario —la valoración efectuada por los peritos
sea igual o inferior a dichos límites—, la valoración realizada por el perito desig-
nado por el obligado servirá de base para efectuar la pertinente regularización.
De superarse los límites indicados, se procederá a la designación de un tercer
perito en los términos señalados en el art. 135.3 de la LGT, quien procederá a
una tercera valoración en un plazo de un mes desde que recibe la documentación
necesaria para efectuar su valoración. Dicha valoración será la que servirá de base
para efectuar la liquidación que proceda, siempre que el valor del bien o derecho
objeto de controversia realizado por el tercer perito se encuentre entre los límites
comprendidos entre el valor declarado y el comprobado inicialmente por la Ad-
ministración. Se trata, como fácilmente puede deducirse, de conservar la doctrina
de los actos propios y prohibir una reformatio in peius, para lo que la valoración
efectuada por el tercer perito ha de moverse entre las valoraciones incorporadas
inicialmente por las partes en el pertinente procedimiento.
Los honorarios del perito del obligado corren de su parte, y en relación con los
del tercer perito —que podrá exigir que previo a su peritaje se haga la pertinente
provisión mediante depósito en el organismo público que determine cada Ad-
ministración tributaria— se sufragarán por el obligado o por la Administración
en función de que su valoración sea superior o no en un 20 por ciento del valor
declarado por el obligado.
3. Terminación
Conforme establece el art. 162.1 del RGGI, la tasación pericial contradictoria
terminará por alguna de las siguientes causas: por la entrega de la valoración
realizada por el tercer perito; por el desistimiento del obligado en los términos
indicados anteriormente; por no ser necesario el nombramiento del tercer perito,
puesto que las valoraciones de los primeros no exceden de los límites indicados en
la norma; por la falta de depósito exigido por el tercer perito —se entiende aun-
que la norma no aclara, por la falta del depósito realizado por el administrado—;
o por caducidad en los términos contenidos en el art. 104.3 de la LGT.
Ultimada, de esta forma, la pericial contradictoria, la Administración tributa-
ria deberá comunicar al administrado la liquidación que corresponda, en la que
incorporará los correspondientes intereses moratorios, quedando abierto tanto
el plazo de ingreso de la deuda en periodo voluntario como el de interponer los
recursos pertinentes sobre el acto de regularización en que se ha fundamentado
la valoración.
Lección 11. La gestión tributaria
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
1.- Indique qué procedimiento no forma parte de los catalogados como de gestión
tributaria:
a) El procedimiento iniciado mediante declaración.
b) El procedimiento de comprobación de valores.
c) El procedimiento de inspección.
d) El procedimiento de comprobación limitada.
SUPUESTOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
D. Santiago del Bosque Álvarez, funcionario administrativo de profesión, agobiado
por la pérdida del poder adquisitivo que le han ocasionado las medidas de recortes rea-
lizadas por el gobierno Central y autonómico de su Comunidad, espera con cierta impa-
ciencia el inicio de la campaña de renta —IRPF—, para, utilizando los servicios telemá-
ticos facilitados por la AEAT, confirmar el borrador de su declaración —que un año más
le salía negativa con derecho a devolución— a fin de obtener cuanto antes la pertinente
devolución impositiva.
Una vez recibido el borrador y comprobado que la devolución tributaria ascendía a
1457 Euros, el primer día posible confirma el borrador, y semanas más tarde, recibe por
trasferencia bancaria la pertinente devolución.
A la vuelta de su descanso vacacional y, en consecuencia, una vez finalizado el plazo
voluntario de presentación de la correspondiente autoliquidación por el Impuesto sobre
la Renta, observa que no han sido contemplados en el borrador los ingresos procedentes
de unos cursos de formación en los que participó como profesor y que se desarrollaron a
lo largo del periodo impositivo cuyo plazo de autoliquidación ya había concluido. Ago-
biado por su descubrimiento consulta con un asesor los siguientes aspectos atinentes a su
situación:
a. ¿Cuál es la naturaleza jurídica de la confirmación realizada por los medios telemá-
ticos sobre el borrador de declaración facilitado por la propia AEAT?
b. ¿Debe realizar una autoliquidación complementaria o instar el procedimiento
para la rectificación de la «autoliquidación» presentada?
c. ¿Cuáles serán las consecuencias jurídicas de realizar la aportación de los nuevos
datos de forma voluntaria desde el punto de vista de las prestaciones accesorias
que acompañan a la obligación tributaria principal?
d. ¿Cuáles serán las consecuencias jurídicas de no aportar la información de referen-
cia si es objeto de una regularización administrativa?
Se pide:
Sitúese en el lugar de su asesor y dé cumplida respuesta a las preguntas formula-
das por D. Santiago.
Solución propuesta
Entre los instrumentos de asistencia, en los casos y en los términos que establezca la
normativa propia de cada tributo, el art. 77.3 RGGI prevé la posibilidad de que la Admi-
nistración tributaria facilite un borrador de declaraciones a solicitud del obligado tributa-
rio. Para ello, la Administración incorporará en el borrador los datos obrantes en su poder
con el importe y la calificación suministrada por el propio obligado o por terceros que se
encuentren obligados a suministrar información con trascendencia tributaria.
No obstante, como establece el art. 77.4 del RRGI, los datos contenidos en los bo-
rradores que han sido comunicados al obligado no vincularán a la Administración en el
ejercicio de las actuaciones de comprobación e investigación que puedan desarrollarse con
posterioridad.
En consecuencia, cuando el obligado confirma el borrador facilitado por la AEAT está
manifestando la voluntad de que los datos allí incorporados son ciertos, que su califica-
ción jurídica es la correcta y que no existen otros datos relevantes para la cuantificación
de su obligación tributaria que los utilizados por la Administración para cumplir con su
deber de asistencia. Está presentando de forma telemática su autoliquidación del IRPF.
Ejercicio núm. 2
D. Fernando Sola, aprovechando el descenso del precio de la vivienda consecuencia
de la ruptura de la «Burbuja inmobiliaria» adquiere a buen precio un bien inmueble, que
pretende destinar a segunda residencia, puesto que su anterior titular, D. Juan López, tenía
serias dificultades para hacer frente a los pagos de su crédito hipotecario. En el contrato de
compraventa y en la escritura pública señalan que el precio asciende a 78.900 € —aunque
en realidad lo pactado y entregado ascendió a 98.500 €—.
Al efectuar la correspondiente declaración en el Impuesto sobre Trasmisiones Patri-
moniales, el valor autoliquidado por el adquirente fue el valor consignado en escritura,
lo cual determinó una cuota de 5.523 €, que fue ingresada en el plazo voluntario de pago
previsto en la normativa del meritado tributo.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Meses más tarde, recibe una notificación tributaria por la que se le anuncia la apertura
de un procedimiento de comprobación de valores en la que incorpora una propuesta de
liquidación y valoración en la que sin más aclaraciones se determinan unas cantidades que
suponen prácticamente duplicar, tanto el valor declarado por D. Fernando en su autoliqui-
dación, como la cantidad a ingresar en concepto de este tributo.
Terminado el correspondiente procedimiento de comprobación de valores, el contribu-
yente impugna la correspondiente liquidación aduciendo falta de motivación en el valor
incorporado en la base de dicho tributo, y en el cuerpo del recurso se reserva la posibilidad
de instar la pericial contradictoria tras la pertinente resolución.
Recibida la contestación a su recurso, en la que el órgano competente se ratifica en la
valoración y en la regularización practicada en vía administrativa, y en la que se motiva la
valoración haciendo referencia a la utilización de los precios medios de mercado, concre-
tando su adaptación a los estudios realizados y precisando el sistema de cálculo realizado
en relación con el bien objeto de trasmisión, el contribuyente insta la pericial contradicto-
ria a los 20 días de recibir la correspondiente resolución.
Siguiendo los cauces previstos en los arts. 135 de la LGT y 161 y 162 del RGIT, el peri-
to de la Administración realiza una valoración que resulta coincidente con la evacuada en
el procedimiento de comprobación de valores (que ascendía a 140.000 €), mientras que el
perito de parte emite su valoración, ratificándose, igualmente, en el valor consignado por
el contribuyente en su autoliquidación impositiva.
Se pide:
1. ¿Está obligada la Administración Tributaria a facilitar la nueva valoración y la
regularización pertinente junto a la notificación de inicio del procedimiento de
comprobación de valores?
2. ¿Qué medios puede utilizar la Administración para determinar un valor distinto
al declarado?
3. ¿Resultan procedimentalmente correctas las vías de defensa utilizadas por el con-
tribuyente? ¿Por qué?
4. La motivación realizada en vía revisora ¿es la pertinente?
5. Teniendo en cuenta las valoraciones realizadas por los peritos de parte, ¿se ha de
acudir a un tercer perito? ¿Por qué?
6. ¿Cuál será la valoración que ha de incorporarse en la liquidación del Impuesto de
Trasmisiones Patrimoniales?
7. ¿Qué efectos tiene la nueva valoración en relación con el expediente sancionador
que se ha iniciado como consecuencia de la primera liquidación administrativa?
Ejercicio núm. 3
El órgano de gestión competente de la delegación de la AEAT de Murcia comunica
el 27 de Abril de 2014 a D. Isidoro Fernández que se le va a iniciar un expediente de
comprobación limitada correspondiente al IRPF en el periodo impositivo de 2009 para
comprobar los rendimientos obtenidos por el ejercicio de su actividad como agente libre
de seguros.
Lección 11. La gestión tributaria
Se pide:
1. ¿Cuál es el alcance del procedimiento de comprobación limitada?
2. ¿Está obligado D. Isidoro a facilitar la práctica de la personación del funcionario
Instructor? ¿Encuentra alguna extralimitación en las actuaciones desarrolladas?
3. ¿En qué documento se ha de formalizar la constatación de los datos que realiza el
funcionario instructor en la visita girada?
4. ¿Cuál es el acto procedimentalmente pertinente previa la comunicación de la pro-
puesta de liquidación?
5. ¿Cuál ha sido la forma de terminación del procedimiento de comprobación limi-
tada seguida?
6. ¿Ha prescripto la acción administrativa para regularizar la deuda tributaria del
obligado correspondiente al tributo y al periodo impositivo objeto de las actua-
ciones de comprobación limitada? ¿Por qué?
7. ¿En qué casos y con qué limitaciones se puede analizar la documentación contable
a lo largo de un procedimiento de comprobación limitada?
Ejercicio núm. 4
Al hilo de las actuaciones de comprobación tributaria desarrolladas por la Inspec-
ción de los Tributos acerca de los datos consignados por D. Eduardo López Hermosilla
en su declaración del IRPF, el inspector actuario, estimando insuficientes los datos por
aquél aportados sobre diversas transacciones, decide remitir a la Entidad bancaria XXX
requerimiento de obtención de información, con el objeto de examinar e investigar los
movimientos reflejados en las cuentas corrientes núms. 0000.1 y 0000.2, así como su
justificación, las operaciones de crédito y demás operaciones activas y pasivas realizadas
entre aquél y la referida Entidad.
A tales efectos, el inspector actuario hace constar en el requerimiento, exclusivamente,
los datos personales del titular de las cuentas corrientes, su identificación, el alcance tem-
poral de los movimientos requeridos y el resto de operaciones objeto de examen.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Se pide:
1. ¿Las entidades bancarias están sujetas al cumplimiento de los deberes de informa-
ción con transcendencia tributaria? En su caso, ¿con qué límites?
2. La solicitud de información ¿atiende plenamente a las exigencias procedimentales
requeridas por el Ordenamiento?
3. La titularidad de las cuentas objeto del requerimiento es conjunta, ¿puede la Ad-
ministración tributaria utilizar dichos datos para regularizar la situación tributa-
ria del cotitular de D. Eduardo?
4. ¿Podría la entidad bancaria negarse a la información que le ha sido requerida?
¿De qué forma?
5. En los términos en los que se desarrolla la actuación de obtención de información
¿podría entenderse que alguno o algunos de sus extremos conculcan el derecho
constitucional a la intimidad del titular de las cuentas corrientes?, y, en el supuesto
de que la entidad facilitara la información solicitada ¿incumpliría el secreto ban-
cario?
6. El sujeto sobre el que se proyecta la transcendencia de los datos solicitados ¿po-
dría intervenir, desde el punto de vista procedimental, en el desarrollo de las ac-
tuaciones de obtención de información por la inspección cerca de la entidad ban-
caria? ¿De qué modo?
7. ¿Qué garantías contempla el ordenamiento sobre la información en poder de la
Hacienda Pública obtenida en el cumplimiento de los deberes de colaboración de
los administrados?
Ejercicio núm. 5
D. Esteban del Campo Pozo, empresario individual, es objeto de una regularización
tributaria por el impuesto sobre la renta de las personas físicas, vía inspección, en el que
se detecta una deuda pendiente de ingreso de 758. 000 Euros y una sanción que asciende
a las 230.354 que no satisface en los respectivos periodos voluntarios que finalizaron en
el 15 de octubre y el 10 de diciembre de 2015, respectivamente.
El día 10 de enero de 2016 recibe notificación de la propuesta de inclusión en el listado
de deudores en atención a lo establecido en el art. 95 bis de la LGT. En dicha notificación
se le indica que tiene un plazo de 10 días para alegar cuanto conviene a su derecho.
D. Esteban, convenientemente asesorado, señala en su escrito de alegaciones tres mo-
tivos de oposición a su incorporación en el pertinente listado: 1.º la suma de las deudas
no asciende al límite establecido en el precepto -1.000.000 de Euros-; 2.º la deuda ha sido
Lección 11. La gestión tributaria
abonada con fecha de 6 de Enero de 2016; y, 3.º la sanción no es firme puesto que ha sido
impugnada.
D. Esteban no recibe notificación individual de la Administración y ve que se acuerda
publicar sus datos en el listado, en el que aparece, además de las deudas y la sanción indi-
cadas una cantidad de 37.900 Euros en concepto de recargo del periodo ejecutivo.
D. Esteban recurre su incorporación en el listado en vía contencioso administrativa.
Se pide:
1. ¿Se cumplen los requisitos objetivos para incorporar a D. Esteban en el listado de
defraudadores? ¿por qué?
2. ¿Qué opinión jurídica le merece los tres motivos de alegación señalados por D.
Esteban?
3. ¿Es precisa la notificación individual de la Administración señalando los motivos
por los que no se rectifican la inclusión del administrado en el listado?
4. El dato de que el recurso frente a la sanción sea antes o después del 31 de diciem-
bre de 2015 ¿tiene alguna repercusión jurídica? ¿ por qué?
5. ¿Habría alguna diferencia de trato si la deuda o la pertinente sanción se deriva
del incumplimiento en el pago del impuesto sobre Sucesiones y donaciones? ¿por
qué?
6. Si en vía contenciosa se sentencia a favor de la pretensión de D. Esteban y el lista-
do ya ha sido publicado, ¿Qué acciones jurídicas puede ejercitar D. Esteban?
7. Con independencia del supuesto concreto y desde la perspectiva constitucional
¿considera lícita la publicación del llamado «listado de morosos»? ¿Encuentra
alguna diferencia con la publicación de los datos de los condenados por delitos
frente a la Hacienda Pública en sentencia firme?
Lección 12
LA INSPECCIÓN DE LOS TRIBUTOS
I. IDEAS PREVIAS
El Capítulo cuarto del Título tercero de la LGT que, como veíamos en el tema
anterior, nuestra Ley General dedica a la aplicación de los tributos, nos presenta
el régimen jurídico mínimo de las actuaciones y el procedimiento de la Inspección.
En tal sentido, el art. 141 de la LGT y los arts. 166 a 169 del RGGI realizan una
enumeración abierta de las funciones que se pueden desarrollar —aunque como
vimos no exclusivamente— por parte de la Inspección de los tributos.
Entre todas ellas, el art. 145 de la LGT señala como objeto del procedimiento
de inspección la comprobación e investigación del adecuado cumplimiento de
las obligaciones tributarias, y la práctica, en su caso, de la regularización de la
situación tributaria del obligado a través de las oportunas liquidaciones. En con-
secuencia, sin perjuicio de que la Inspección de los tributos podrá desarrollar
otras funciones —de información y asesoramiento tanto a los obligados como
a la Administración; de intervenciones tributarias de carácter permanente o no
permanente; o las demás que vengan establecidas por disposiciones normativas
o sean encomendadas a los órganos de inspección tributaria— su objeto funda-
mental se seguirá centrando en sus tradicionales funciones de comprobación e
investigación, así como en la regularización que resulte pertinente de la práctica
de aquéllas.
En este sentido, la comprobación tiene por objeto los actos, elementos y valo-
raciones consignados por los administrados en sus declaraciones, mientras que la
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
en los términos contemplados en el art. 148 de la LGT y 178 del RGGI. Dicho
alcance tendrá carácter general salvo que se indique otra cosa en la comunicación
de inicio del procedimiento, de forma que si el procedimiento se extiende a dife-
rentes obligaciones o periodos tributarios, deberá determinarse su alcance para
cada obligación y periodo comprobado.
Las actuaciones tendrán carácter parcial en los siguientes supuestos: a) cuando
no afecten a la totalidad de los elementos de la obligación tributaria en el periodo
objeto de comprobación; b) cuando se refieran al cumplimiento de los requisitos
exigidos para la obtención de beneficios o incentivos fiscales; c) cuando se com-
pruebe exclusivamente el régimen tributario aplicable; d) cuando su objeto sea la
comprobación de la solicitud de una devolución, siempre que se limite a constatar
formalmente que el contenido de la petición concuerda con lo anotado en la con-
tabilidad, registros o justificantes del obligado —art. 148.2 LGT y 178.3 RGGI—.
En caso de que las actuaciones tengan un alcance parcial, deberán comunicarse
los elementos que vayan a ser comprobados y aquellos que quedan excluidos de
comprobación.
Como adelantábamos, todo administrado que esté siendo objeto de una ac-
tuación de carácter parcial podrá solicitar, en un plazo de 15 días desde la noti-
ficación de inicio, que dichas actuaciones adquieran un alcance general respecto
al tributo y, en su caso, de los periodos afectados. La indicada solicitud deberá
formularse mediante escrito dirigido al órgano competente para liquidar —usual-
mente el inspector jefe del actuario— o podrá comunicárselo a éste último para
que dé traslado de la solicitud al órgano competente. Si bien la indicada solicitud
no interrumpirá las actuaciones en curso, la Administración deberá ampliar el
alcance de las actuaciones o iniciar una inspección de carácter general —es decir
un nuevo procedimiento— en un plazo de seis meses a computar desde la solicitud
del obligado. El incumplimiento de dicho plazo determinará que las actuaciones
inspectoras de carácter parcial no interrumpan el plazo de prescripción para re-
gularizar dicho tributo con carácter general. La inadmisión de la solicitud por no
cumplir los requisitos establecidos en el art. 149 de la LGT habrá de ser motivada,
aunque no podrá ser objeto de recurso ni reclamación de forma independiente al
acto o actos administrativos que pongan fin al procedimiento de inspección.
Junto a la indicada posibilidad de que el obligado solicite que se altere el al-
cance de las actuaciones inicialmente notificadas, el art. 178.5 del RGGI recoge la
posibilidad de que el órgano competente acuerde de forma motivada, cuando en
el curso del procedimiento se pongan de manifiesto razones que así lo justifiquen,
la modificación de la extensión de las actuaciones para incluir o excluir obliga-
ciones tributarias o periodos impositivos señalados en la comunicación de inicio.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
superior al requerido para auditar cuentas (5.700.000 €); b) que el obligado esté
integrado en un grupo sometido al régimen de consolidación fiscal o al régimen
especial de grupo de entidades. Además, se aclara que cuando la inspección se
realice con entidades vinculadas, la concurrencia de las circunstancias indicadas
en cualquiera de ellas, determinará la aplicación del plazo ampliado a los proce-
dimientos de inspección seguidos con todas ellas.
A primera vista, en relación con la normativa anterior, se produce una eleva-
ción del plazo de duración de las actuaciones inspectoras; no obstante, en la prác-
tica es posible que tras la eliminación de los supuestos de no cómputo establecidos
en la normativa anterior, esta elevación sea más aparente que real, estableciendo
plazos más ciertos que intentan eliminar la litigiosidad existente con la dinámica
de cómputo hasta ahora existente. Y para ello, nos recuerda el renovado precep-
to —art. 150.2 LGT— que no solo no se aplicarán «las dilaciones producidas en
el procedimiento por causa imputable al administrado» ni «las interrupciones
justificadas» ni la «interrupción injustificada de las actuaciones por causa no im-
putable al obligado durante más de seis meses» contenidas en el sistema anterior,
sino que para determinar el nuevo cómputo, en el procedimiento inspector no
será de aplicación lo dispuesto en el art. 104.2 de la LGT para el resto de los
procedimientos en relación con «los periodos de interrupción justificada» ni «las
dilaciones en el procedimiento por causa no imputable a la Administración».
El cómputo de dicho plazo —art. 150.2 LGT— se realizará desde la fecha de
notificación de inicio del procedimiento (o de la diligencia de personación, en su
caso) hasta que se notifique o se entienda notificado el acto administrativo con
el que se ponga fin al procedimiento inspector. En la comunicación de inicio del
procedimiento se deberá informar al obligado del plazo que le resulte aplicable
para dicha actuación; no obstante, si una vez iniciado se acreditase causa que de-
termina el plazo ampliado, se podrá en conocimiento del obligado y se computará
el nuevo plazo desde el inicio de las actuaciones. En este sentido, también se aclara
que el plazo será único para todas las obligaciones y periodos objeto de compro-
bación, aunque solo en algunas concurran las circunstancias que ocasionan la
ampliación del plazo. Por último, a efectos del cómputo del plazo, se especifica
que para determinar el día en que se entiende finalizado el procedimiento con la
notificación de la resolución, será suficiente acreditar que se ha realizado un in-
tento de notificación en el que contenga su texto íntegro.
El nuevo sistema sí introduce unos supuestos pretendidamente tasados de sus-
pensión del cómputo: a) paralización del procedimiento inspector por remisión
del tanto de culpa a la jurisdicción pertinente por comisión de delitos frente a la
Hacienda Pública en los supuestos en los que no se produce la liquidación vincu-
lada al delito; b) orden de suspensión o paralización de las actuaciones cursada
por órgano jurisdiccional competente; c) conflicto de competencias ante las Juntas
arbitrales; d) conflicto en la aplicación de la norma tributaria; e) notificación de-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Junto cuanto antecede, hemos de señalar que los órganos inspectores en cuya
competencia territorial se encuentre el domicilio fiscal del obligado podrán exa-
minar toda la documentación que deba ser aportada, aunque se refiera a bienes,
derechos o actividades que radiquen o se desarrollen en un ámbito territorial
distinto. De igual forma, si el actuario no tiene competencia territorial corres-
pondiente al domicilio fiscal del obligado, podrá desarrollar las actuaciones que
procedan con dicho obligado en cualquiera de los lugares a los que se refiere el
art. 151 de la LGT —art. 174.3 RGGI—.
En relación con el horario en el que han de realizarse las actuaciones, el art.
152 de la LGT lo hace depender del lugar en el que han de desarrollarse, de
forma que, con carácter general, si se realizan en las oficinas públicas, habrá de
respetarse el horario de apertura oficial al público y la jornada de trabajo vigente,
mientras que si se realizan en los locales del obligado, se respetará la jornada la-
boral de la oficina y actividad que se realice. No obstante, podrá realizarse fuera
de dicha jornada laboral, bien con el consentimiento del obligado o bien sin su
consentimiento, cuando se considera necesario para que no desaparezcan, alteren
o destruyan los elementos probatorios pertinentes, o cuando las circunstancias
aconsejen especial celeridad. En ambos casos se requiere la previa autorización del
delegado o director del departamento del inspector actuante —art. 182 RGGI—.
De igual forma, se prevé la posibilidad de que pueda actuarse de común acuerdo
en otros horarios y días.
Al término de las actuaciones de cada día que se hayan realizado en presencia
del obligado, el actuante podrá fijar el día y hora para su reanudación, que podrán
ser el siguiente hábil posterior. No obstante, los requerimientos de comparecencia
en las oficinas públicas no realizados en presencia del obligado, y documentados
en diligencias, deberán comunicarse con un plazo mínimo de 10 días —art. 180.3
RGGI—.
4. Trámite de audiencia
Cuando el órgano inspector considere que se han obtenido las pruebas y los
datos necesarios para fundamentar la propuesta de regularización, o declarar co-
rrecta la situación del obligado objeto del procedimiento, se notificará el inicio
del trámite de audiencia previa a la formalización de las actas en conformidad o
disconformidad. En las actas con acuerdo no es preceptivo el trámite de audiencia
previa, ya que con anterioridad se habrá alcanzado el acuerdo de voluntades entre
actuario y obligado.
Durante el trámite de audiencia se pondrá de manifiesto al obligado el expe-
diente, que deberá incluir las actuaciones realizadas, los elementos de prueba que
obren en poder de la Administración, los informes, que, en su caso, hayan podido
ser emitidos por otros órganos, las alegaciones y documentos que los obligados
tienen derecho a presentar a lo largo del procedimiento y que habrán de ser te-
nidos en cuenta para dictar el acto de regularización que corresponda —art. 96
RGGI—.
En el trámite de audiencia, el obligado podrá obtener copia de los documentos
que obren en el expediente y aportar nuevos documentos o justificantes, así como
Lección 12. La inspección de los tributos
presentar las alegaciones que estime oportunas. Junto a ello, en la misma notifi-
cación de apertura del trámite de audiencia, cuyo plazo será de 10 días, se podrá
fijar lugar, fecha y hora para la formalización de las correspondientes actas —art.
183 RGGI—.
aquí una diferencia esencial con las diligencias— a la regularización que se estime
procedente de la situación tributaria del obligado.
Las actas inspectoras tienen la naturaleza de documentos públicos, por lo que
harán prueba, salvo que se acredite lo contrario, de los hechos que motiven su
formulación, de forma que los que sean aceptados por los obligados en las actas
inspectoras, se presumen ciertos y solo podrán rectificarse mediante prueba de
haber incurrido en error de hecho. No obstante, no se ha de olvidar que dicha na-
turaleza y, por extensión, su fuerza probatoria quedan exclusivamente referidas a
los hechos percibidos directamente por el inspector en el curso de sus actuaciones,
y consignados y aceptados por el obligado, y no a los deducidos ni a las califica-
ciones jurídicas que realice el actuario en el cuerpo del acta.
Su formulación, a pesar de la estructura legal y reglamentaria que las incorpo-
ra erróneamente en el seno de la terminación del procedimiento, pertenece aún a
la fase de tramitación —instrucción— del procedimiento inspector, puesto que las
actas de inspección no podrán fin a dicho procedimiento, que, como veremos, solo
se producirá con el acto de liquidación expreso o tácito que se dicte o se entienda
producido en la tramitación posterior al acta, que, a estos efectos, solo incorpora,
en su caso, una propuesta de liquidación.
En consecuencia, las actas y su contenido han de tener la consideración de
meros actos de trámite y por esta razón no son susceptibles de ser recurridas, sin
perjuicio de que el obligado podrá incorporar en el recurso que se interponga
contra el acto administrativo que ponga fin al procedimiento —usualmente el
acto administrativo de liquidación pertinente— todos los motivos de oposición
que considere oportunos en relación con el contenido o la tramitación de las actas
inspectoras.
El contenido mínimo de las actas aparece indicado en el art. 153 de la LGT, de
forma que en ellas se hará constar:
a) el lugar y la fecha de su formalización;
b) nombre y apellidos o razón social completa, el número de identificación
fiscal y el fiscal del obligado, así como el nombre, apellidos y el número de
identificación fiscal de la persona con la que se entienden las actuaciones y
el carácter o representación con el que intervienen en ellas;
c) los elementos esenciales del hecho imponible o presupuesto de hecho de
la tributaria y de su atribución al obligado, así como los fundamentos de
derecho en los que se base la regularización;
d) en su caso, la regularización de la situación tributaria y la propuesta de
liquidación que proceda;
e) la conformidad o disconformidad del obligado con la regularización y la
propuesta de liquidación;
Lección 12. La inspección de los tributos
f) los trámites del procedimiento posteriores al acta y, cuando ésta sea con
acuerdo o en conformidad, los recursos que procedan contra el acto de
liquidación derivado del acta, órgano ante el que hubieren de presentarse y
plazo para interponerlos;
g) la existencia o inexistencia, en opinión del actuario, de indicios de la comi-
sión de infracciones tributarias;
h) las demás que se establezcan reglamentariamente.
Las actas deberán ser firmadas por el funcionario y por el obligado tributario,
salvo que éste no supiera o pudiese, se negara a firmarlas, o no compareciera en
el lugar o fecha señalados, en estos últimos supuestos, se hará constar esta cir-
cunstancia en el acta y será firmada solo por el funcionario. Cuando el interesado
no comparezca o se niegue a suscribir el acta, deberá formalizarse como actas de
disconformidad. Ante la incomparecencia, las actas deberán ser notificadas en los
términos establecidos en la LGT, entendiéndose cumplida la obligación de notifi-
car y de computar el plazo de resolución cuando se acredite que se ha realizado un
intento de notificación que contenga el texto íntegro de la resolución —art. 150.2
LGT—. Si el obligado comparece pero se niega a suscribir el acta, se considerará
rechazada la notificación a los efectos de lo previsto en el art. 111.2 de la LGT
—art. 186 RGGI—.
La Ley General Tributaria ha establecido una clasificación de actas que ha de
ser tenida en cuenta básicamente en relación con su diferente tramitación y efec-
tos. Diversa suerte de actas: con acuerdo, en conformidad, o en disconformidad,
que serán formalizadas a través de su correspondiente modelo oficial en función
del comportamiento del obligado ante la regularización y, en su caso, la propuesta
de liquidación contenida en el acta.
rio—, autorización que podrá ser previa o simultánea a la suscripción del acta
con acuerdo.
Por último, se precisa la constitución de un depósito, aval solidario de entidad
de crédito o certificado de seguro de caución, que deberá garantizar el cobro de
la deuda tributaria que pueda derivarse del acta y, en su caso, de la sanción. En
el supuesto de formalizarse la requerida garantía a través de aval o seguro de
caución, éstos deberán garantizar también, además de las respectivas cuantías, el
20% de dichas cantidades.
b) Es posible que el obligado preste una conformidad parcial tanto a los he-
chos como a las propuestas de liquidación y regularización formuladas. En
este caso, si en la propuesta a la que el sujeto ha prestado su conformidad
no resulta una cantidad a devolver, se suscribirán dos actas, de conformidad
y de disconformidad; no obstante, si de la propuesta derivada de la confor-
midad prestada se deriva una cantidad a devolver se formulará una única
acta de disconformidad en los términos establecidos en el art. 187.2 del
RGGI.
c) Una vez firmada el acta, se entenderá dictada y notificada la liquidación re-
sultante de la propuesta en ella formulada, si trascurrido un mes, a compu-
tar desde el día siguiente a la fecha del acta, no se ha notificado al obligado
por parte del órgano competente para liquidar —usualmente el inspector
jefe— algunas de las decisiones contenidas en el art. 156.3 de la LGT, que
serán analizadas en los apartados siguientes.
d) El obligado no podrá revocar la conformidad manifestada en el acta sin
perjuicio a su derecho a recurrir contra la liquidación resultante o a practi-
car las alegaciones que pudieran plantearse como consecuencia de la modi-
ficación de la propuesta de regularización por parte del inspector jefe.
e) En el plazo del mes indicado, el órgano con competencias liquidadoras,
podrá, según se desarrolla en el art. 187.3 del RGGI:
1.º) confirmar la propuesta de liquidación contenida en el acta o rectificar
errores materiales, en este caso, se notificará el acuerdo al obligado
tributario y el procedimiento finalizará con dicha notificación;
2.º) Si se estima que en la propuesta de liquidación ha existido error en
la apreciación de los hechos o indebida aplicación de las normas ju-
rídicas, se notificará al obligado tributario el acuerdo de rectificación
conforme a los hechos aceptados por éste en el acta y se concederá
un plazo de 15 días, contados a partir del día siguiente al de la noti-
ficación de la apertura de dicho plazo, para que formule alegaciones.
Transcurrido dicho plazo se dictará la liquidación que corresponda,
que deberá ser notificada;
3.º) Ordenar que se complete el expediente mediante la realización de ac-
tuaciones complementarias, dejando sin efecto el acta formalizada y
notificando esta circunstancia al obligado tributario. Una vez realiza-
das las actuaciones que procedan, su resultado se documentará en un
acta que sustituirá a todos los efectos a la anteriormente formalizada
y se tramitará según su nueva naturaleza.
f) Si de la liquidación resultase una deuda a ingresar, junto con el acta se en-
tregarán los pertinentes documentos de ingreso y se indicará el plazo del pe-
Lección 12. La inspección de los tributos
carácter definitivo no hubiese sido posible por concurrir algunas de las si-
guientes causas:
1. Por existir una reclamación judicial o proceso penal que afecte a los
hechos comprobados;
2. No se hayan podido finalizar las actuaciones de comprobación e in-
vestigación por no haberse obtenido los datos solicitados a terceros;
3. Cuando se compruebe una devolución y las actuaciones inspectoras
se hayan limitado a constatar que el contenido de la declaración, au-
toliquidación o solicitud presentada se ajusta formalmente a lo ano-
tado en la contabilidad, registros y justificantes contables o extracon-
tables del obligado;
4. Cuando se realicen actuaciones de comprobación e investigación por
los servicios de intervención en materia de impuestos especiales —art.
190.3 RGGI—.
c) Del mismo modo, tendrán carácter provisional las liquidaciones derivadas
del procedimiento inspector cuando proceda a formular distintas propues-
tas de liquidación en relación con una misma obligación tributaria, extremo
que puede darse, además de en los expresamente contemplados en otras
disposiciones legales o reglamentarias, en los siguientes supuestos:
1. Cuando existe acta con acuerdo y la conformidad del obligado no se
refiere a toda la propuesta de regularización;
2. Cuando se realice una comprobación de valor y esta no sea el objeto
único de la regularización;
3. Cuando se haya planteado un supuesto de conflicto en la aplicación
de la norma tributaria y no constituya el único objeto de regulariza-
ción;
4. Cuando concluyan las actuaciones de comprobación e investigación
en relación con una parte de los elementos de la obligación tributaria
que sea susceptible de ser desagregada —arts. 101.4,b) LGT y 190.4
RGGI—.
d) Por último, tras la modificación introducida en la LGT por la L. 34/2015,
de 21 de septiembre, tendrán también carácter de provisionales las liquida-
ciones giradas al amparo del art. 250.2 [art. 101.4,c) LGT] que aluden a
las nuevas liquidaciones de la cuota vinculada al delito siguiendo las pautas
establecidas en el nuevo Título VI º de la LGT «actuaciones y procedimien-
tos de aplicación de los tributos en supuestos de delitos contra la Hacienda
Pública», que estudiaremos en el tema de este manual que dedicamos al
régimen de las infracciones y sanciones tributarias, a cuyo tenor nos remiti-
mos en este momento.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
SUPUESTOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
Con fecha 15 de Junio de 2012, la Inspección de los Tributos se persona, sin previo
requerimiento, en el local de negocio dedicado a la venta al por menor de electrodomés-
ticos regentado por D. Fernando González Rubio, no encontrándose presente el citado
obligado.
El inspector actuante se dirige a la única dependienta presente en el local de negocio, y
tras identificarse, le comunica que se van a iniciar en este mismo momento las actuaciones
de comprobación e investigación por los tributos y períodos impositivos que también le
detalla.
La empleada de D. Fernando, temerosa de la reacción que pudiera tener su emplea-
dor al facilitar la práctica de las actuaciones inspectoras, se niega a colaborar con la
Inspección, no aportando los datos que al efecto le son requeridos. El inspector actuante
le advierte de su deber de colaboración y de las repercusiones de su negativa y al hacer-
se ésta reiterada, renunciando a adoptar medidas cautelares, emite un requerimiento de
comparecencia a D. Fernando para que se encuentre presente el 25 de Junio a las diez de
la mañana en el local de negocio para la iniciación de las actuaciones que se acompañan
en el requerimiento.
Llegado el día y hora señalada y personada la Inspección y el obligado tributario acom-
pañado de su asesor fiscal, éste pregunta al inspector en virtud de qué título se inician las
actuaciones, y obtiene por respuesta que en virtud de su concreto plan de inspección.
Las actuaciones prosiguen por unas semanas, y el actuario, al detectar contradicciones
internas en la contabilidad analizada, decide paralizar las actuaciones para obtener infor-
mación de proveedores de D. Fernando, suspendiendo las actuaciones sin más notificación
ni constancia de tal hecho.
El 20 de febrero de 2013, D. Fernando, sin haber recibido más notificaciones de la
Inspección, aconsejado por su asesor, decide presentar diversas declaraciones complemen-
tarias, regularizando su situación tributaria.
Se pide:
1. ¿Puede la Inspección de los Tributos personarse sin previo requerimiento en el
local de negocio?
2. Ante la ausencia del obligado ¿pueden realizarse actuaciones inspectoras frente a
la empleada? ¿Se precisa algún requisito a tal efecto?
3. ¿Puede la inspección de los tributos adoptar medidas cautelarles ante la negativa
a colaborar por parte de la empleada de D. Fernando? En su caso ¿qué requisitos
se exigirían para su adopción?
4. ¿Cuándo se inician las actuaciones inspectoras?, ¿cuáles son sus efectos?
5. Al paralizarse las actuaciones, ¿se ha producido una interrupción injustificada?
6. ¿Qué efectos produce la presentación de las declaraciones complementarias reali-
zadas por D. Fernando?
Lección 12. La inspección de los tributos
Solución propuesta
2.º Ante la ausencia del obligado ¿pueden realizarse actuaciones inspectoras frente
a la empleada? ¿Se precisa algún requisito a tal efecto?
Cuando las actuaciones inspectoras se inician por simple personación, se tendrá que
observar tanto lo previsto en el art. 147.2 LGT, como lo preceptuado en el art. 172 y 173
del RGGI. En consecuencia, se ha de informar al inicio de las actuaciones sobre su natura-
leza y alcance, así como de los derechos y de las obligaciones que le asisten en el curso de
dicho procedimiento. Por otro lado, cuando el procedimiento se inicia por personación,
las actuaciones se desarrollarán frente al obligado, si estuviere presente, o con los encar-
gados o responsables de los lugares donde han comenzado la práctica de las actuaciones
inspectoras.
No obstante, si la persona bajo cuya custodia se encontrase el referido local de nego-
cio se opusiese a la entrada del funcionario de la Inspección de los tributos, se precisará
autorización escrita del delegado o director del departamento al que pertenezca el ac-
tuante —art. 142 LGT y 172 RGGI—. Junto a lo anterior, el art. 173 del RGGI especifica
que el inspector actuante deberá ser atendido por el obligado tributario inspeccionado,
si se hallase presente, o, en su defecto, por la persona que estuviese en su representación
como encargado de lugar de negocio o trabajo visitado, de manera que, parece claro en
el supuesto analizado, que al ser la única dependienta, ésta debe atender la práctica de las
actuaciones inspectoras.
Siendo ello cierto, también lo es, como adelantábamos, que cuando las actuaciones se
inician por simple personación, en ausencia del consentimiento del obligado o de quien
le represente, el inspector actuante necesitará orden escrita del Delegado o Director co-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
rrespondiente, por lo que la empleada del local de negocio pudo solicitarla, y de no ser
aportada, justificaría la negativa a la colaboración requerida.
Es sabido que no cabe entender iniciadas las actuaciones inspectoras si la Inspección no
prueba su inicio reglamentario por cualquiera de las vías previstas en nuestro ordenamiento,
y que, en consecuencia, ante la falta de la autorización de su superior jerárquico, no se está
obligado a facilitar los datos requeridos, aunque si se dan voluntariamente o se ejecutan los
actos normalmente necesarios para facilitar la práctica de las actuaciones inspectoras, éstas
producirán plenos efectos —art. 172 RGGI—. Por otra parte, del supuesto planteado no se
deduce que la negativa de la empleada obedeciera a más motivación que al temor de la reac-
ción de su empleador, por lo que en principio desatiende sin justo título un deber tributario.
3.º ¿Puede la Inspección de los tributos adoptar medidas cautelarles ante la negativa
a colaborar por parte de la empleada de D. Fernando? En su caso ¿qué requisitos se
exigirían para su adopción?
Como se ha indicado, los arts. 172 y 173 del RGGI, ante la negativa a facilitar la prác-
tica de las actuaciones inspectoras —aun en ausencia de la autorización que resulta pre-
ceptiva si es exigida para poder realizarla— contemplan la posibilidad tanto de adoptar
las medidas cautelares que procedan como de requerir la continuación de las actuaciones
en el mismo momento y lugar en el plazo que se señale.
Como hemos desarrollado en el planteamiento del tema, en el curso del procedimiento
inspector y para impedir que desaparezcan, se destruyan o se alteren las pruebas deter-
minantes de la existencia o cumplimiento de obligaciones tributarias, se podrán adoptar
las medidas cautelares contempladas en el art. 146 de la LGT con los requisitos y límites
desarrollados en el art. 181 del RGGI.
Para su establecimiento, las medidas adoptadas han de ser proporcionadas al fin que
se persiga, requiriendo la expresa motivación de las circunstancias que determinan la ne-
cesidad de su adopción. Las medidas no podrán extenderse ilimitadamente en el tiempo,
debiendo ser ratificadas por el inspector jefe del actuante en el plazo de los quince días
siguientes a su adopción y levantadas cuando desaparezcan las causas que las motivaron.
Para dotar de garantía a la adopción de dichas medidas, habrán de documentarse en
las correspondientes diligencias en las que se habrá de hacer constar, además de las cir-
cunstancias que las motivaron, las descripción del tipo de medida cautelar utilizada, las
mercancías, productos, documentos y demás elementos a los que afectan y, en el caso de
depósito, se dejará constancia de la identidad del depositario.
4.º ¿Cuándo se inician las actuaciones inspectoras?, ¿cuáles son sus efectos?
El momento determinante para fijar el inicio de las actuaciones inspectoras, será como
vimos, por regla general, el de la recepción de la comunicación convenientemente no-
tificada o el de la personación del actuario, que habrá de dejar constancia de ella en la
pertinente diligencia. En el supuesto planteado, nada se nos precisa sobre si el actuario
expidió diligencia de personación, modo por otra parte usual y correcto de proceder, pero
como se expide el requerimiento de personación de D. Fernando para otro día señalado en
el mismo acto, a efectos prácticos, las actuaciones inspectoras deben entenderse iniciadas
en tal momento, bien por la diligencia, si la hubiera, bien por la recepción por parte de la
empleada de la comunicación de presencia.
Lección 12. La inspección de los tributos
De esta forma, a partir del 15 de junio de 2012 se desplegaron los efectos típicos del
inicio de las actuaciones inspectoras, siendo los más relevantes en el supuesto planteado:
la interrupción de los plazos de prescripción y el carácter de «a cuenta» de los ingresos
realizados con posterioridad.
de seis meses. Reiteramos, estructura de cómputo del tiempo vigente para todos aquellos
procedimientos iniciados con anterioridad a la entrada en vigor de la reforma del art. 150
de la LGT por la L. 34/2015, de 21 de septiembre.
negocios del obligado sujeto a la actuación inspectora sea igual o superior al requerido
para auditar cuentas (5.700.000 €); b) que el obligado esté integrado en un grupo some-
tido al régimen de consolidación fiscal o al régimen especial de grupo de entidades. Y la
suspensión del cómputo del plazo solo se producirá en seis supuestos pretendidamente
objetivados: a) paralización del procedimiento inspector por remisión del tanto de culpa
a la jurisdicción pertinente por comisión de delitos frente a la Hacienda Pública en los su-
puestos en los que no se produce la liquidación vinculada al delito; b) orden de suspensión
o paralización de las actuaciones cursada por órgano jurisdiccional competente; c) con-
flicto de competencias ante las Juntas arbitrales; d) conflicto en la aplicación de la norma
tributaria; e) notificación defectuosa de propuesta de liquidación o de orden de completar
actuaciones en supuestos de actas en conformidad; f) causa de fuerza mayor.
Si el procedimiento objeto de este supuesto se hubiese iniciado a partir del 12 de Oc-
tubre de 2015 (fecha de la entrada en vigor de la reforma), su resolución desde los pará-
metros de los efectos de la duración de las actuaciones inspectoras serían cuantos siguen:
En primer lugar, el plazo de duración sería el general de 18 meses, ya que no concurren
en el supuesto ninguna de las causas de ampliación del plazo previstas en el renovado art.
150.1,b) de la LGT. En segundo lugar, tampoco consta que se haya producido ninguna de
las causas de suspensión del cómputo, por lo que el plazo aplicable se determinará desde
la fecha en que se diligencia el inicio de la actuación inspectora —15 de junio de 2012— y
seguirá corriendo hasta que se notifique o se entienda notificado el acto que pone fin al
procedimiento inspector.
Ello significa que a 20 de febrero de 2013 no han pasado los 18 meses preceptivos y, en
consecuencia, no se ha incumplido el plazo de duración que sería aplicable. Por tanto, por
un lado, no ha podido prescribir la deuda objeto de comprobación, ya que el inicio de las
actuaciones interrumpió su cómputo; y por otro, las declaraciones complementarias pre-
sentadas y sus ingresos no tendrán la consideración de voluntarios pero extemporáneos
—a los efectos de la aplicabilidad de los recargos del art. 27 de la LGT—.
El efecto de cuanto antecede consiste en que las actuaciones pueden reanudarse en
cualquier momento, ya que tras la reforma no existe el supuesto de «paralización injustifi-
cada por más de seis meses», y podrán proseguir hasta su finalización, siempre dentro del
plazo de los 18 meses de duración.
Esto no significa que los ingresos realizados no tengan ningún efecto, ya que aunque
volverán a ser calificados como ingresos «a cuenta», si en la regularización realizada por
la Inspección existiese un descubrimiento de deuda, la liquidación contenida en el acta in-
corporaría la cuota más los correspondientes intereses moratorios y el cálculo de su vector
tiempo se paralizaría con el ingreso. Si no se hubiese producido, como hemos analizado,
en actas de acuerdo y conformidad, el término del vector tiempo se extenderá hasta que
deba entenderse dictada la liquidación, y en las de disconformidad, hasta la conclusión del
plazo establecido para formular las alegaciones al acta por el obligado.
Ejercicio núm. 2
D. Francisco Fernández, administrador de la sociedad «future», en reunión con su
asesor fiscal, D. Juan Pérez, deciden «minimizar» las ganancias obtenidas en un buen año
de ventas, incorporando en la correspondiente declaración determinados gastos que no
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
aparecen entre los que la ley califica como deducibles. Y llegado el momento, presenta la
correspondiente autoliquidación del Impuesto sobre Sociedades en el plazo voluntario
previsto en la normativa propia de dicho tributo.
Tres años y nueve meses más tarde, la Inspección de los tributos se dirige a D. Fran-
cisco, en calidad de representante de la entidad y, tras analizar los registros contables,
detectan las anomalías indicadas. D. Francisco, de nuevo asesorado por D. Juan, aduce, a
requerimiento del inspector, que los gastos señalados son ciertos y que si bien es verdad
que no aparecen como gastos deducibles en la ley del impuesto, resultan análogos a otros
previstos en la meritada normativa.
La Inspección de los tributos no atiende a las explicaciones realizadas por D. Francisco,
y utilizando el régimen de estimación indirecta de bases presenta acta de regularización
diecisiete meses y tres días más tarde del inicio de las actuaciones inspectoras. D. Francisco
se niega a suscribir el acta y no atiende a más requerimientos hasta que tres meses más
tarde recibe el acto administrativo de liquidación correspondiente.
Se pide:
1. ¿Qué opinión jurídica le merece la respuesta de D. Francisco a la Inspección sobre
la naturaleza de los gastos consignados en sus declaraciones?
2. En el planteamiento de D. Francisco antes y después de la visita inspectora ¿obser-
va las circunstancias típicas de la simulación?; ¿nos encontramos ante un supuesto
de conflicto ante la norma tributaria o ante la simple comisión de una infracción?
Razone su respuesta.
3. En el supuesto aparecen tres figuras jurídico-subjetivas que pueden ser «llama-
das» al pago de la deuda tributaria: la sociedad, D. Francisco y D. Juan. Determine
en qué calidad. Esboce su régimen jurídico.
4. ¿Qué elementos de la deuda tributaria aparecerían en la propuesta de regulariza-
ción formulada en el acta? ¿Qué efectos se derivarían de no atender al pago en el
plazo voluntario dado con posterioridad al acto administrativo de liquidación?
5. ¿Procedería en el supuesto la aplicación del régimen de estimación indirecta de
bases? Razone su respuesta. ¿Se han observado los requisitos formales para su
aplicación?
6. ¿Qué clase de acta debería ser formulada por el inspector actuario? ¿Cuál es su
tramitación?
7. Desde que se firma el acta o se renuncia a dicha firma, ¿existe algún plazo máximo
para que se dicte el acto administrativo de liquidación?
8. Por cierto, ¿ha prescrito la deuda?, ¿por qué?
Ejercicio núm. 3
La Inspección de los Tributos, que se encuentra realizando las típicas actuaciones de
comprobación e investigación frente a «electro-max», empresa mayorista de electrodo-
mésticos, obtiene datos con transcendencia tributaria en relación con diferentes profesio-
nales a los que la empresa indicada vende diversos artículos.
Lección 12. La inspección de los tributos
Se pide:
1. ¿Puede la Inspección obtener datos con transcendencia tributaria respecto de ter-
ceras personas mientras se investiga a un obligado con el que mantienen relacio-
nes económicas? ¿Nos encontramos ante los deberes de información tributaria de
terceros y, en consecuencia, sería aplicable su régimen jurídico?
2. ¿Debe asistir el obligado en persona a la práctica de las actuaciones inspectoras o
puede hacerlo a través de su representante? En su caso, ¿qué requisitos se precisarían?
3. La comunicación de inicio de las actuaciones ¿cumple con todos los requisitos
exigidos? Tanto si su respuesta es afirmativa o negativa ¿qué efectos se producen
en ambos casos?
4. ¿Se precisa de algún requisito para realizar la práctica de las actuaciones en el
almacén del inspeccionado? Las personas jurídicas ¿tienen domicilio constitucio-
nalmente protegido?
5. ¿Resulta preceptivo el trámite de audiencia previo a la formulación del acta?
¿Cuál es el efecto jurídico de su incumplimiento?
6. ¿Cómo se tramitaría el acta inspectora? En el supuesto analizado, ¿es preceptivo
el acto administrativo de liquidación expresa para poner fin al procedimiento
inspector?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 4
D. Juan García Aguilar, médico de profesión, recibe una notificación de inicio de las
actuaciones inspectoras en la que se le comunica que, a efectos de practicar la compro-
bación de los ejercicios no prescritos del IRPF, ha de aportar a las oficinas públicas una
documentación que exhaustivamente se detalla.
El Sr. García, perfecto conocedor de sus «descuidos fiscales», decide, ante la notifica-
ción recibida, y con anterioridad a que la fecha en la que ha de personarse en la oficina
pública para comenzar la práctica de la actuación inspectora, regularizar su situación
tributaria, presentando a tal efecto las correspondientes declaraciones tributarias.
Una vez personado en el día y la fecha convenida, y ante el escaso volumen de ingresos
consignados en los documentos que acredita, la Inspección decide acudir al lugar en el que
el Sr. García pasa consulta médica, sito en un piso de su propiedad pero que no constituye
la vivienda habitual del obligado.
Personada la Inspección, sin más advertencia previa ni posterior, es recibida por el Sr.
García, quién, por estar atendiendo a un paciente, le ruega espere en el despacho de su
secretaria. Una vez en él, el inspector actuante requiere de la secretaria la certificación de
los datos ya en su poder, al haber sido facilitados por el obligado en anteriores sesiones,
anotando en diligencia las aseveraciones recibidas.
El inspector actuante, tras ser atendido por el Sr. García, considera tener ya los datos
para proceder a la regularización de la situación tributaria del obligado y en este mismo
momento expide las correspondientes actas.
Se pide:
1. ¿Puede la Inspección de los Tributos requerir para que se aporte documentación
en sus oficinas?, ¿existe alguna limitación al respecto?
2. ¿Cuándo se entiende iniciada la actuación inspectora, cuándo se recibe la notifica-
ción o cuándo se acude a las oficinas públicas?
3. ¿Qué efectos tienen las declaraciones complementarias y los ingresos que de ellas
se derivan en el supuesto planteado?
4. ¿Puede la Inspección realizar las actuaciones en el despacho sin el consentimiento
del titular? ¿Se requiere siempre mandamiento judicial? ¿En qué casos?
5. ¿Puede la Inspección solicitar la certificación de los datos a la secretaria? Y en su
caso ¿de qué datos?
6. ¿Se cumple procedimentalmente con todos los actos necesarios antes de la forma-
lización del acta?
7. De los datos presentados en el supuesto, ¿qué tipo de acta cree que formulará la
Inspección? ¿Cuál sería su tramitación?
Lección 13
LA RECAUDACIÓN DE LOS TRIBUTOS
dentro de los plazos previstos en el art. 62 para la realización del pago de la deuda
tributaria si se hallara en período voluntario, o antes de la ejecución de los bienes
del deudor si se hallase en período ejecutivo. En el escrito de solicitud debe propo-
ner los plazos o fracciones en que piensa satisfacer la deuda tributaria, y acreditar
fehacientemente la situación económico-financiera de carácter transitorio que le
lleva a presentar la petición, con el compromiso de garantizar el cumplimiento de
la deuda tributaria. Si durante la sustanciación del procedimiento venciere algún
plazo o fracción propuesto en la solicitud presentada, el deudor deberá hacer
frente al pago de dicho plazo o fracción.
El art. 52.6 RGR fija el plazo de resolución del procedimiento en seis meses, de
manera que transcurrido ese plazo sin que haya recaído resolución expresa, se en-
tenderá desestimada su pretensión por silencio negativo, cuyo efecto jurídico no
es otro que el interesado entienda que tiene expedita la posibilidad de recurrir su
petición de aplazamiento o fraccionamiento, o bien, puede esperar a que, fuera del
plazo establecido, el órgano de recaudación resuelva expresamente su petición.
En lo referente al devengo de los intereses de demora, el art. 26.4 LGT y con
mayor detalle, el art. 53 RGR, sostienen con carácter general que en caso de in-
cumplimiento del plazo máximo de que dispone la Administración tributaria para
la resolución de los procedimientos tributarios, no serán objeto de cómputo los
intereses de demora generados desde la finalización de tal plazo hasta el momento
en que se dicte la resolución correspondiente, pues bien, esta regla quiebra en el
caso de que el incumplimiento del plazo resolutorio lo haya sido con ocasión del
procedimiento instruido por la solicitud de un aplazamiento o fraccionamiento
de pago, supuesto en el que los intereses de demora continúan exigiéndose pese al
incumplimiento del plazo máximo de resolución de este procedimiento.
Tras el análisis de la solicitud planteada, el órgano de recaudación dictará
acuerdo motivado estimando o desestimando la pretensión del deudor tributario
y, en el primero de los casos, se le requerirá para que preste la garantía que corres-
ponda (art. 65.3 LGT) equivalente al importe de la deuda en período voluntario,
los intereses de demora que genere el aplazamiento o fraccionamiento y un 25 por
100 de la suma de esas dos partidas (art. 48.2 RGR). La eficacia de la resolución
expresa y confirmatoria del aplazamiento o fraccionamiento del pago queda a
expensas de que el deudor, en plazo de diez días desde su notificación, entregue o
ponga a disposición del órgano de recaudación la garantía previamente ofrecida.
El sistema de garantías para los aplazamientos y fraccionamientos de pago
queda regulado en el art. 82 LGT que, resumidamente, es posible comentar en
estos términos:
La Administración tributaria puede exigir que se constituya garantía a su favor
consistente en aval solidario de entidad de crédito o sociedad de garantía recípro-
ca o certificado de seguro de caución. Caso de que el deudor no pueda obtener
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
1. El derecho de prelación
Regulado en el art. 77 LGT, como ya se ha dicho, no se trata de una medida
de garantía en sentido propio, sino de una cualidad o condición que se establece
en relación con los créditos tributarios vencidos y no satisfechos cuando concu-
rren con otros derechos de crédito de naturaleza no tributaria aunque estuvieran
anotados, ordenando el precepto legal que la prelación del derecho de crédito
de la Hacienda Pública frente a los restantes acreedores opera sin necesidad de
que se haya tenido que llevar a cabo su anotación preventiva. Como excepción,
el precepto señala también que ese derecho de prelación en favor de la Hacienda
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3. La afección de bienes
El derecho de afección regulado en el art. 79 LGT es una garantía real del crédito
tributario que determina la vinculación de los bienes y derechos objeto de una trans-
misión al pago de la deuda tributaria que derive de la misma y es determinante de la
condición de responsable subsidiario del adquirente del bien afectado al pago de esa
deuda. El sentido literal del precepto (Alos adquirentes de bienes afectos por ley… A)
permite concluir que sólo se da esta garantía del crédito en aquellos tributos cuyas
leyes reguladoras la contemplen específicamente, como es el caso del Impuesto sobre
Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, del Impuesto sobre
Sucesiones y Donaciones, y del Impuesto sobre Bienes Inmuebles.
Por efecto de este derecho el adquirente del bien afecto se convierte en respon-
sable subsidiario en el pago de la deuda tributaria por lo que para pretenderla
habrá que dirigirle una acción derivativa de responsabilidad subsidiaria, previa
declaración de fallido del deudor principal, en los términos del art. 41.5 LGT. Tan
solo quedan salvaguardados del ejercicio de este derecho de afección los adqui-
rentes de bienes de buena fe y justo título y quien resulte ser un tercero protegido
por la fe pública registral. Se trata, por lo tanto, de un derecho inscribible regis-
tralmente cuando la naturaleza del bien permita su inscripción.
4. El derecho de retención
Es una facultad que se reconoce a la Administración frente a terceros con oca-
sión del devengo de los aranceles de aduanas, en virtud de la cual, puede retener
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
las mercancías gravadas con objeto de que el deudor proceda al pago de la deuda
correspondiente a los bienes importados por la cuantía de los derechos liqui-
dados, siempre que no se haya garantizado su pago de forma suficiente (art. 80
LGT) por lo que se trata de una medida de garantía de carácter subsidiario.
5. Medidas cautelares
Se dijo al inicio de este apartado que por causa del interés general que revisten
las figuras tributarias y el ordenamiento jurídico protege, es posible otorgar a la
Administración unas prerrogativas cuyo ejercicio faculta el aseguramiento de la
deuda tributaria, entre ellas, hay que situar las medidas cautelares que la Adminis-
tración puede adoptar ante la amenaza en el cumplimiento de la deuda tributaria.
Tales medidas se caracterizan por unas notas que pueden concretarse en las
siguientes:
a) Se trata de medidas eminentemente provisionales en cuanto que se toman
de forma eventual, para evitar el riesgo que pueda correr el cumplimiento
de la deuda tributaria, de manera que una vez desaparecida la situación de
riesgo, o solventado el pago de la deuda tributaria, la medida cautelar adop-
tada pierde su razón de ser.
b) Como consecuencia de lo dicho, se trata de medidas de carácter temporal,
su adopción no puede quedar perpetuada en el tiempo, estableciendo el art.
81.5 LGT que sus efectos cesan a los seis meses de a su adopción, sin perjui-
cio, de que sus efectos puedan verse prolongados en el tiempo por las causas
especificadas en el apartado 6 del citado art. 81 a las que seguidamente nos
referiremos.
c) La medida cautelar ha de ser proporcional, en el sentido de guardar relación
con el daño que con ella se pretende evitar y en la cuantía estrictamente
necesaria para asegurar el futuro cobro de la deuda tributaria.
d) Para aoptar este tipo de medidas, los órganos de la Administración con
competencia para hacerlo deberán acreditar la apariencia de buen derecho,
es decir, que razonablemente es posible aventurar que el cobro de la deuda
tributaria se halla en peligro o gravemente dificultado si no se adopta la
cautela que se propone.
e) Las medidas cautelares que se tomen deben ser objeto de notificación a
quienes se vean afectados por ellas, motivando suficientemente la razón de
la misma.
f) La medida de que se ha de tomar en cualquier momento de tramitación de
los procedimientos de aplicación de los tributos (de gestión, inspección o
recaudación) siempre que exista una propuesta de liquidación que exprese
Lección 13. La recaudación de los tributos
1. El procedimiento de apremio
El procedimiento de apremio es un procedimiento de ejecución forzosa se-
guido por los órganos de recaudación tributaria cuando la deuda se encuentra
en período ejecutivo, con fundamento en un título ejecutivo —la providencia de
apremio— por el que se procede a la efectiva realización del crédito tributario
mediante la ejecución individualizada del patrimonio del deudor. A través del pro-
cedimiento de apremio se materializa el ejercicio de la potestad de autotutela de la
Administración en el sentido de que todos sus trámites e incidentes son resueltos
por los órganos de recaudación que los instruyen, sin necesidad de actuación ju-
dicial ordenando la intervención del patrimonio del deudor.
Las características esenciales de este procedimiento pueden resumirse así:
1.- Se trata de un procedimiento exclusivamente administrativo, que en todos
sus trámites se impulsa de oficio.
2.- No acumulable a otros procesos judiciales, ni a otros procedimientos de eje-
cución, lo que significa que el procedimiento de apremio no se suspende por
el inicio de otros procedimientos de ejecución frente a los bienes del deudor
apremiado, salvo que se trate de procedimientos singulares o universales de
ejecución.
3.- Las diligencias que se extienden en su desarrollo tienen el valor probatorio
de documentos públicos.
4.- Su plazo de duración coincide con en el de prescripción (cuatro años) según
establece el art. 104.1, in fine, LGT. Y solo se interrumpe por las causas
prevista en el art. 68.2 LGT, con la consecuencia del reinicio del plazo pres-
criptivo (art. 68.5 LGT).
Lección 13. La recaudación de los tributos
2. Concurrencia de procedimientos
Pese a que el procedimiento de apremio es autónomo y no acumulable a otros
procedimientos administrativos o procesos judiciales de ejecución, es muy posible
que entre en concurrencia con otros procedimientos de esa naturaleza, ya se trate
de procedimientos singulares de ejecución (porque afectan a uno solo o a varios
bienes del deudor ejecutado), ya de procedimientos universales de ejecución (afec-
tan a todo el patrimonio del deudor). Cuando ello sucede, se plantea el proble-
ma de resolver el orden de ejecución de los embargos acordados en los distintos
procedimientos, para lo cual, el art. 164.1 LGT establece un orden de preferencia
entre ellos, sin perjuicio, del respeto a la prelación para el cobro de créditos esta-
blecida en el art. 77 LGT.
Ese orden de prelación de los procedimientos ejecutivos queda regulado en los
siguientes términos:
– Cuando el procedimiento de apremio concurre con otro procedimiento o
proceso singular de ejecución, la preferencia en favor de uno u otro, se establece
atendiendo a la antigüedad del embargo, a cuyo efecto, el art. 164 LGT apunta
que debe estarse a la fecha de la diligencia de embargo —no a la de su notifica-
ción— que es el documento público que decreta la traba del bien embargado, de
manera que la preferencia corresponde al procedimiento en el que se haya practi-
cado el embargo en primer lugar. Caso de que el embargo fuese inscribible en un
registro, se atenderá a la anotación más antigua en el tiempo.
– Cuando el procedimiento de apremio concurre con un procedimiento uni-
versal de ejecución (concurso de acreedores, quiebra), será preferente el procedi-
miento de apremio para la ejecución de los bienes o derechos embargados siempre
que la providencia de apremio haya sido despachada con anterioridad a la fecha
de la declaración del concurso. Obsérvese, que en este caso la antigüedad para la
ejecución de los bienes no se deposita en el documento por el que se ordena la
traba de los mismos (la diligencia de embargo) sino que la determina la fecha de
la providencia de apremio que es el título administrativo por el que se inicia el
procedimiento de recaudación de deudas que lleva ese nombre.
– Finalmente, en caso de concurso de acreedores, el apartado 2 del art. 164
LGT, se remite a la Ley Concursal, Ley 22/2003, de 9 de julio, y en lo que aquí
interesa, debe tenerse en cuenta que antes de que el concurso sea declarado por el
juez, la LGT permite que sea dictada la providencia de apremio con el devengo de
los recargos que correspondan al período ejecutivo, lo que quiere decir, que una
vez declarado el concurso por el juez, las deudas tributarias no providenciadas de
apremio, quedarán integradas junto a las de los restantes acreedores del concurso
y la Hacienda Pública hará efectivo su derecho de crédito dentro del procedimien-
to concursal, debiendo recordarse en este sentido, que los créditos de la Hacienda
Pública gozan de privilegio general, no especial, hasta un importe del 50 por 100.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
vos de oposición a la vía de apremio que, al venir tasados en ley (art. 167.3 LGT),
impide que sean alegados otros diferentes a los recogidos en ese precepto legal.
Como motivos de oposición a la providencia de apremio señala la Ley la extin-
ción total de la deuda o la prescripción del derecho a exigir el pago; la solicitud de
aplazamiento o fraccionamiento de pago y la suspensión de la deuda; la falta de
notificación de la liquidación tributaria; la anulación de la liquidación; y el error
un omisión en el contenido de la deuda que impida la identificación del deudor o
de la deuda apremiada. Como se advierte, todos ellos, quedan referidos a posibles
vicios que invalidan la gestión recaudatoria en vía de apremio y no es dado en esta
fase denunciar la existencia de cualquier otro defecto de validez que pudiera afec-
tar al contenido del acto de liquidación tributaria ya que se trata de defectos que
debieron ser denunciados por el deudor en plazo de notificación de la liquidación
tributaria en período voluntario sobre los que no es posible incidir cuando ya se
encuentra en período ejecutivo.
Si el deudor efectúa el pago de la deuda apremiada en los plazos del art. 62.5
LGT con el recargo reducido de apremio (10 por 100 de la deuda impagada, sin
los intereses de demora del período ejecutivo) concluiría así la instrucción del pro-
cedimiento. Asimismo se pondrá fin al mismo, si el deudor recurre la providencia
de apremio por los motivos de oposición ya señalados y, una vez solicitada, se le
hubiera concedido la suspensión de su ejecución.
– Desarrollo
Si se agota el plazo de ingreso en vía de apremio y la deuda permanece im-
pagada, se entraría en la fase de desarrollo del procedimiento de apremio o fase
propiamente ejecutiva del mismo donde las actuaciones del órgano de recauda-
ción se dirigen a la realización del patrimonio del deudor, o lo que es igual, daría
comienzo la fase de embargo y, en su caso, la posterior enajenación de los bienes
trabados, actuación esta última que se vería precedida por la ejecución de las ga-
rantías en el supuesto, naturalmente, de que se hubiesen prestado.
En esta fase de embargo, el procedimiento deja de atender a los aspectos sus-
tantivos relativos a la existencia o exigibilidad de la obligación para ceñirse al
desarrollo de una serie de actuaciones coactivas dirigidas a la individualización de
los bienes del deudor y su posterior venta para, con su importe, saldar la deuda.
Tales actuaciones comprenden desde la obtención de información sobre los bienes
y derechos del deudor ejecutado, pasando por la notificación de la diligencia de
embargo, procediendo después a la traba de esos bienes que seguirá con el asegu-
ramiento de lo embargado (anotación preventiva de embargo), y concluirá con su
venta o realización (subasta, concesión o adjudicación directa).
La fase de embargo se inicia con la notificación de la diligencia de embargo y el
monto de la deuda se verá incrementado con los intereses de demora devengados
durante el tiempo en que la deuda haya permanecido en período ejecutivo hasta
Lección 13. La recaudación de los tributos
el momento de su ingreso, además del recargo de apremio ordinario (20 por 100)
que no se tomará en cuenta para el cálculo de los intereses de demora (art. 73.2
RGR), y al importe de todo ello, habrá que sumar las costas del procedimiento de
apremio (honorarios a profesionales ajenos a la Administración que hayan inter-
venido en la valoración de los bienes embargados; honorarios de registradores;
pagos a acreedores; gastos por el depósito de los bienes embargados; entre otros,
ver art. 113.2 RGR). También en diligencias quedarán documentadas las actua-
ciones sucesivas de esta fase.
La diligencia de embargo es el acto administrativo a través del que se indivi-
dualizan los bienes o derechos que deben quedar trabados para que, a falta de
pago de lo adeudado, se proceda a su venta o realización y llegar así al cobro de
la deuda apremiada. La LGT, art. 170.1, obliga a su notificación no solo al deudor
sino a otros interesados en el procedimiento ejecutivo (el titular o depositario de
los bienes trabados; el cónyuge, cuando los bienes embargados tengan el carácter
de gananciales; o los condueños y cotitulares de los mismos). Su falta de notifica-
ción solo invalida las actuaciones seguidas con posterioridad al embargo de los
bienes.
Contra la diligencia de embargo (art. 170.3 LGT) únicamente cabe oponer
alguna de las causas tasadas que la ley prevé (extinción de la deuda; falta de noti-
ficación de la providencia de apremio; incumplimiento de las normas reguladoras
del embargo; y suspensión del procedimiento de recaudación), lo que responde
también a la idea de que aquello que pudo ser alegado en la fase de apremio de
la deuda tributaria como oposición a la providencia de apremio, no puede ser
arrastrado a la fase de embargo o de ejecución, propiamente dicha, de la deuda.
Dado que esta fase del procedimiento ejecutivo se caracteriza por su coerciti-
vidad amparada en el título ejecutivo procurado por la providencia de apremio,
la LGT se preocupa de que todas las actuaciones administrativas se desarrollen
presididas por el principio de proporcionalidad, tanto en su vertiente cuantitativa,
haciendo que las actuaciones de embargo se ajusten a su fin último de recaudar la
deuda impagada procurando que los bienes trabados resulten ser de valor equiva-
lente a lo adeudado; como en su vertiente cualitativa, intentando que lo actuado
cause el menor daño posible al deudor ejecutado, razón por la que la propia Ley
establece un orden de prelación para proceder a la traba de los bienes susceptibles
de ser embargados, sin perjuicio de que se permita alcanzar, con carácter previo,
un acuerdo entre el órgano de recaudación y el deudor ejecutado determinando
qué bienes van a ser objeto de embargo. Este orden de prelación queda recogido
en el art. 169.2 LGT y con él se pretende respetar a un tiempo, la mayor facilidad
de ejecución de los bienes embargados y la menor onerosidad de ésta para el deu-
dor (por ejemplo, se declararán aquellos bienes que se hallen libres de embargo
o inembargables, y se procederá en último lugar a la traba de aquellos otros que
precisen la entrada en el domicilio del deudor), así, se prefiere en primer lugar el
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
embargado que se produciría, sin duda, para el caso de que se procediera a la ena-
jenación de los bienes trabados sin que su titular hubiera tenido noticia de ello.
Sin perjuicio de lo señalado, el art. 172, apartados 3 y 4, LGT establece dos reglas
especiales, la primera, consiste en impedir el inicio del procedimiento de enajenación
de los bienes embargados en tanto no adquiera firmeza la liquidación cuyo impago
dio lugar al inicio del procedimiento de apremio, dado que la ley no distingue, cabe
entender que se trata de firmeza de la liquidación tanto en vía administrativa como
jurisdiccional. La segunda de las reglas especiales, se refiere a la posibilidad que tiene
el deudor de suspender el procedimiento de enajenación de los bienes embargados y
alzar el embargo con el pago de la totalidad de la deuda y las costas causadas por el
procedimiento de apremio, siempre que lo haga con anterioridad a la adjudicación de
los bienes en el procedimiento de ejecución forzosa.
– Resolución
Según el art. 173.1 LGT, el procedimiento de apremio concluye con el pago
de la deuda tributaria en la cuantía establecida en el art. 169.1 LGT (deuda en
sentido estricto, intereses de demora devengados en el período ejecutivo, recargo
del período ejecutivo, y costas del procedimiento); con el acuerdo administrativo
de crédito incobrable (total o parcialmente) previa declaración de fallidos de los
obligados al pago (obligado principal y, si los hubiere, responsables solidarios); o
bien, por extinción de la deuda por cualquier otra causa (prescripción, condona-
ción, compensación, pago por un tercero).
La declaración de crédito incobrable no impide la reanudación del procedi-
miento de apremio siempre que, dentro del plazo de prescripción, el órgano de
recaudación tenga conocimiento de la solvencia de alguno de los obligados al
pago (art. 173.2 LGT).
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
1.- La entidad financiera que por avalar a un contribuyente el pago de una deuda
tributaria se ve obligada a satisfacer el importe de dicha deuda, tiene la condición
de:
a) Un sustituto.
b) Un retenedor.
c) Un responsable tributario.
d) Un tercero que paga la deuda tributaria.
7.- Entre las siguientes que se citan, cuál es una causa de oposición a la vía de
apremio:
a) Falta de notificación de la providencia de apremio.
b) Incumplimiento de las normas reguladoras del embargo.
c) Solicitud de fraccionamiento de pago.
d) Falta de mandato del representante del deudor.
10.- La hipoteca legal tácita es una garantía real para asegurar deudas tributarias:
a) Con independencia de cuándo se hayan devengado las deudas.
b) Solamente para las deudas devengadas en los cuatro últimos años.
c) Solamente para las deudas devengadas en los tres últimos años.
d) Solamente para las deudas devengadas en los dos últimos años.
Lección 13. La recaudación de los tributos
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Ejercicio número 1
La Sociedad Anónima XX, con fecha 25 de septiembre de 2013 cierra acta en confor-
midad por el Impuesto de Sociedades, ejercicio 2010, habiéndose iniciado las actuaciones
de inspección el día 25 de mayo de 2012. La mercantil presentó las autoliquidación refe-
rida a dicho ejercicio el último día del plazo legalmente establecido para hacerlo, es decir,
el 25 de julio de 2011. No consta que, el actuario haya ampliado por causa justificada el
plazo de duración del procedimiento de inspección.
A día 30 de enero de 2014 la deuda tributaria contraída consecuencia del acta de
inspección, se encuentra sin satisfacer. Con fecha 3 de marzo de 2014, por el órgano de
recaudación se notifica providencia de apremio y vencido el plazo de ingreso en vía de
apremio, las deudas contraídas permanecen impagadas. La providencia de apremio es
recurrida en reposición por la interesada.
Un tiempo después, el 25 de abril de 2014, se notifica a la mercantil diligencia de em-
bargo sobre sus bienes y derechos y tras los informes pertinentes se detecta la existencia
de un saldo en diversas cuentas bancarias titularidad de la deudora apremiada, así como
determinada maquinaria y vehículos a motor, una nave industrial de su propiedad, valores
de cotización a largo plazo y dos grabados de Fortuny (grabador del siglo XIX) que se
hallan en el domicilio social de la entidad, también se detecta la existencia de unos orde-
nadores necesarios para el desarrollo de la actividad mercantil de la deudora ejecutada.
Los vehículos a motor quedan en depósito en una entidad concesionaria de automóviles.
Acordada la enajenación de los bienes trabados mediante subasta y valorados por
perito de la Administración, a ese momento, la sociedad deudora satisface el cincuenta
por ciento de la deuda contraída sin que hayan sido cubiertos, ni el recargo del período
ejecutivo, ni las costas del procedimiento de apremio.
Antes de proceder a la subasta de los bienes trabados, el órgano de recaudación se
dirige al concesionario depositario de los automóviles embargados y dejados allí para su
custodia, y descubre que la depositaria ha procedido a la venta de esos vehículos.
Una vez subastados lo bienes trabados, su importe solo cubre un tercio de lo adeudado.
Se pide:
1. Señale el período voluntario de las deudas determinadas administrativamente. El
comienzo del período ejecutivo, del procedimiento de apremio y su vencimiento,
y el inicio de la fase de embargo.
2. Según lo anterior, concrete el tiempo de devengo de los intereses de demora con-
forme a la duración de cada uno de esos estadios en los que se ha encontrado la
deuda tributaria, detallando cuál sería su base de cálculo.
3. ¿Cuáles serían los recargos del período ejecutivo, según las diferentes fases atrave-
sadas por esta deuda tributaria?
4. Contenido de la providencia de apremio y causas de oposición frente a la misma.
En particular, determine si el recurso de reposición deducido frente a ella, suspen-
dería el curso de este procedimiento ejecutivo.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
5. Orden por el que se debe proceder al embargo de los bienes susceptibles de ser
trabados y medidas de aseguramiento a adoptar sobre los mismos.
6. ¿Puede el deudor ejecutado satisfacer la deuda antes de la adopción del acuerdo
de enajenación de los bienes trabados? En el caso aquí planteado, el pago realizado ¿libe-
raría al deudor de su obligación?
7. ¿Es firme la deuda apremiada?
8. ¿Como debe concluir el procedimiento de apremio en el caso planteado?
9. ¿Podría declararse deudora a la concesionaria de los automóviles y depositaria de
los vehículos embargados de la Sociedad Anónima XX?
Por lo que se refiere al vencimiento del plazo de recaudación en vía de apremio, hay
que estar a lo establecido en el art. 62.5 LGT, y teniendo en cuenta que la providencia de
apremio se notificó a la mercantil deudora el día 3 de marzo de 2014 —primera quincena
de mes— el vencimiento del plazo en vía de apremio se producirá el día 20 del mismo mes
de marzo de 2014.
D) Inicio de la fase de embargo.
Establece el art. 167.4 LGT que si en los plazos señalados en el art. 62.5 LGT el deudor
no hubiere satisfecho la deuda apremiada, se procederá al embargo de sus bienes una vez
que se le hubiera advertido de ello a través de la providencia de apremio.
La notificación de que se está procediendo al embargo de los bienes del deudor apre-
miado debe hacerse mediante diligencia en la que se deje constancia de los bienes a em-
bargar y del orden que se ha de seguir para hacerlo. En el presente caso se dice que la
diligencia de embargo fue objeto de notificación a la interesada el día 25 de abril de 2014,
y a esa fecha hay que estar para determinar el inicio de la fase de embargo.
2.- Según lo anterior, concrete el tiempo de devengo de los intereses de demora con-
forme a la duración de cada uno de esos estadios en los que se ha encontrado la
deuda tributaria, detallando cuál sería su base de cálculo.
En relación con la cuestión planteada ha de tenerse en cuenta que en el caso planteado,
existen cuatro fases diferentes en las que es posible advertir el devengo de intereses de de-
mora: Una primera, que abarcaría el período de tiempo comprendido entre la finalización
del plazo de autoliquidación y la determinación de la deuda tributaria por el órgano de
inspección. Una segunda fase, que comprendería desde el vencimiento del plazo volunta-
rio de la notificación administrativa del acto de liquidación tributaria hasta la notificación
de la providencia de apremio. Una tercera, correspondiente a la finalización del plazo de
ingreso en vía de apremio y el inicio de la fase de embargo. Y una cuarta, que abarcaría
desde ese momento hasta el ingreso de la deuda tributaria tras la ejecución de los bienes
trabados a la deudora principal.
1º Fase) El período de autoliquidación del Impuesto sobre Sociedades, ejercicio 2011,
finalizó el 25 de julio de 2012 y como quiera que de las actuaciones inspectoras ha resul-
tado deuda a ingresar, desde el siguiente día al de finalización del plazo de autoliquidación
—26 de julio de 2012— hasta el momento de la notificación de la liquidación derivada del
acta de inspección —25 de octubre de 2013— se han ido devengando intereses de demora,
tomando como base de cálculo de los mismos el principal de la deuda determinada por
la inspección.
No obstante, considerando que el procedimiento de inspección se ha excedido en su
plazo máximo de duración de conformidad con lo previsto en el art. 150.1 LGT (doce
meses) puesto que habiéndose iniciado el 25 de mayo de 2012 el acto de liquidación se
tiene tácitamente por notificado el 25 de octubre de 2013 —un mes después del cierre del
acta acaecido el 25 de septiembre de 2013— y considerando que el acto de liquidación
debió dictarse el 25 de mayo de 2013, no podría entrar a computar el devengo de intereses
de demora en el espacio temporal comprendido entre el 25 de mayo de 2013 y el 25 de
octubre de ese mismo año. En total, 147 días.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
indicarse en ella de forma expresa que la deuda no ha quedado solventada habiendo fina-
lizado el plazo de recaudación voluntaria para hacerlo con el correspondiente devengo de
los intereses de demora. Se especificará el recargo del período ejecutivo y se requerirá al
deudor para que efectúe el pago en el plazo señalado en el art. 62.5 LGT, y se le prevendrá
de que en caso de no hacerlo, se procederá al embargo de los bienes o a la ejecución de la
garantía prestada para el cobro de la deuda tributaria.
Con la notificación de la providencia de apremio se determinará el lugar en que debe
efectuarse el ingreso de la deuda tributaria y el recargo de apremio, la repercusión de las
costas del procedimiento; posibilidad de solicitar el aplazamiento o fraccionamiento de
pago; que la suspensión del procedimiento se hará conforme a las previsiones reglamen-
tarias; y los recursos que procedan contra la providencia de apremio, así como los plazos
para su interposición.
En lo que se refiere a la posible suspensión del procedimiento de apremio como con-
secuencia de la interposición del recurso de reposición por la entidad mercantil, hay que
comenzar indicando que conforme previene el art. 25.1 del Real Decreto 520/2005 por
el que se aprueba el Reglamento General de Revisión de Actos, la mera interposición del
recurso de reposición no suspenderá la ejecución del acto impugnado, ahora bien, si con
la interposición del recurso el recurrente solicita la suspensión del acto recurrido —la
providencia de apremio— y aporta alguna de las garantías señaladas en el art. 224.2 LGT
(depósito en dinero efectivo, aval bancario o fianza personal y solidaria de otros contri-
buyentes para deudas inferiores a 1.500 euros), la suspensión será automática (art. 165.2
LGT).
Pues bien, en el caso planteado al no decirse nada a propósito de la solicitud de suspen-
sión del procedimiento de apremio con la interposición del recurso de reposición, hay que
entender que la deudora apremiada dedujo recurso de reposición frente a la providencia
de apremio pero no solicitó la suspensión del acto recurrido por lo que, en virtud del
principio de autotutela ejecutiva, aquel acto de recaudación es inmediatamente ejecutivo
y, en consecuencia, el órgano de recaudación tributaria debe proseguir las actuaciones
dirigidas a la realización de la deuda apremiada aunque se haya recurrido la providencia
de apremio.
5.- Orden por el que se debe proceder al embargo de los bienes susceptibles de ser
trabados y medidas de aseguramiento a adoptar sobre los mismos.
Según queda indicado en el art. 169.2 LGT el orden a seguir en el embargo de los bie-
nes trabados a la mercantil deudora, será el siguiente:
1º) Cuentas corrientes.
2º) Valores realizables a corto plazo.
3º) Nave industrial.
4º) Automóviles.
5º) Maquinaria industrial.
6º) Grabados de Fortuny.
Ha de señalarse que, a los efectos de su subasta, los bienes embargados deben con-
formarse en lotes y proceder a su valoración según cada uno de los lotes formados, de-
biéndose precisar que el dinero trabado en cuentas bancarias por razones obvias, no es
Lección 13. La recaudación de los tributos
susceptible de subasta, de modo que embargada que haya sido la cuenta bancaria, su saldo
positivo se aplicará a la deuda impagada procediéndose a su ingreso en el Tesoro Público,
dejándose constancia de todo ello en diligencia de constancia de hechos.
Otro tanto cabe indicar en relación con los valores embargados con cotización a corto
plazo. El agente tributario que proceda al mismo levantará diligencia de embargo en la
que hará constar los valores embargados y hasta el importe de los mismos que cubra la
deuda tributaria. Como en el caso que se desarrolla, además de los valores embargados
han sido objeto de traba otro tipo de bienes, quiere ello decir que el monto de los valores
embargados no resultaba suficiente para cubrir el importe de la deuda impagada. Una vez
embargados los valores de que se trate se enajenarán, aplicándose el importe obtenido a
la deuda apremiada.
Con el resto de los bienes, sí es posible formar lotes para proceder a su subasta. Así:
Un primer lote estaría formada por la maquinaria industrial embargada.
Un segundo lote lo constituirían los vehículos a motor.
Un tercer lote lo conformaría la nave industrial propiedad de la mercantil.
Un cuarto lote lo compondrían los dos grabados de Fortuny.
En lo concerniente a los ordenadores embargados, hay que entender que se trata de
bienes no susceptibles de ser embargados por tratarse de bienes necesarios para el desa-
rrollo de la actividad mercantil de la entidad. Otro tanto cabría afirmar de la maquinaria
embargada siempre que, si se procediera a ello, se dificultaría la producción de la deudora
apremiada.
En relación con la nave industrial, por tratarse de bien inmueble susceptible de embar-
go ha de procederse a efectuar la correspondiente anotación del embargo en el Registro
de la Propiedad. En lo que se refiere a los vehículos a motor, según se expone en el caso,
se llevó a cabo su depósito en un concesionario de automóviles.
Tras estas actuaciones, los bienes trabados serán objeto de valoración.
6.- ¿Puede el deudor ejecutado satisfacer la deuda antes de la adopción del acuerdo
de enajenación de los bienes trabados? En el caso aquí planteado, el pago realiza-
do ¿liberaría al deudor de su obligación?
Debemos comenzar indicando que en el caso estudiado, el sistema de enajenación de
los bienes trabados será el de la subasta, debiéndose proceder a la misma con aquellos
bienes que resulten suficientes para cubrir el importe de la deuda y prescindiendo de llevar
a ella aquellos que por su cuantía, pudieran ser de valor superior al monto de la suma
adeudada.
En este caso, además, interesa recordar que parte de la deuda impagada ha sido satis-
fecha a través del embargo de los saldos de cuentas corrientes titularidad de la deudora
y de la transmisión de los valores a corto plazo que poseía la mercantil. Por lo que debe
procederse a la subasta de aquellos bienes trabados en valor suficiente —no superior— al
importe de la deuda que aún no haya sido satisfecha y considerando también que, con-
forme a lo establecido en el art. 169.1 LGT, el importe de lo adeudado estará constituido
por la deuda no ingresada; los intereses devengados durante el período ejecutivo y hasta
su total ingreso en el Tesoro Público; los recargos del período ejecutivo a calcular sobre la
deuda no ingresada sin intereses; y las costas del procedimiento de apremio.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 2
Con fecha 20 de diciembre de 2014, un contribuyente firma acta de inspección en
conformidad instruida por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, ejercicio
2011, con liquidación de deuda de 120.000 euros (intereses de demora incluidos). El 20
de febrero de 2014 interpone recurso de reposición contra la liquidación tributaria y pide
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
la suspensión de la duda sin aportar garantía alguna alegando que la calificación de unos
rendimientos como derivados de su actividad profesional constituye error de hecho que
ha de ser corregido porque se trata de rendimientos derivados del trabajo personal.
El órgano de recaudación, el 30 de marzo de 2014 notifica a D. Fernando providencia
de apremio por impago de dicha deuda.
Con fecha 15 de junio el contribuyente recibe notificación de la resolución desesti-
matoria del recurso de reposición frente a la que, al día siguiente, interpone reclamación
económico-administrativa.
El 1 de septiembre de 2014 se le notifica diligencia de embargo ordenando la traba de
su vivienda habitual, un vehículo automóvil de su propiedad y el saldo de una cuenta ban-
caria de 16.000 euros, además de un grabado de Mariano Fotuny del siglo XIX («Familia
marroquí»), que conservara en su vivienda.
El 30 de septiembre de 2014 recurre en vía económico-administrativa la diligencia de
embargo alegando que la liquidación tributaria de la que trae causa (acta de inspección
por IRPF, ejercicio 2011) se hallaba recurrida también en vía económico-administrativa,
pendiente de resolución.
Se pide:
1. Plazo voluntario de pago de la deuda tributaria y consecuencias de la falta de
pago.
2. Efectos jurídicos del recurso de reposición interpuesto por el contribuyente.
3. ¿Es correcta la notificación de la providencia de apremio de 30 de marzo de 2014?
Señale el contenido y efectos jurídicos de la misma.
4. ¿Ha sido correcto el dictado de la diligencia de embargo? Considerando los bienes
objeto de embargo ¿qué orden debe seguirse para llevarlo a cabo?
5. ¿Es correcto el argumento expuesto por el contribuyente para oponerse a la noti-
ficación de la diligencia de embargo?
6. ¿Puede proceder el órgano de recaudación a la ejecución de los bienes embargados?
Ejercicio núm. 3
Una sociedad presenta autoliquidación correspondiente al Impuesto sobre Sociedades,
ejercicio 2009, el día 25 de julio de 2010 (último día de plazo para hacerlo) y es objeto de
procedimiento de inspección tributaria que concluye con liquidación tributaria en discon-
formidad notificada el día 6 de enero de 2012. La deuda tributaria determinada incluye
los intereses de demora devengados desde el 26 de julio de 2010 hasta el 6 de enero de
2012, al tipo del 5 por 100 vigente a lo largo de ese tiempo.
Con fecha 7 de enero de 2012, la sociedad recurre el acto de liquidación tributaria y
previa aportación de aval bancario que garantiza el importe adeudado, pide la suspensión
automática de la ejecución de la deuda determinada administrativamente. Fundamenta
su reclamación económico-administrativa alegando la falta de representación de quien
actuó en su nombre en el desarrollo de las actuaciones inspectoras. El órgano económico-
administrativo, sin entrar considerar otras cuestiones de fondo, dicta resolución estimato-
ria de la pretensión de la recurrente que notifica a la interesada el día 7 de enero de 2013.
Lección 13. La recaudación de los tributos
Se pide:
1. Interés de demora e interés suspensivo. Diferencias.
2. ¿Cómo ha de procederse a la determinación de los intereses de demora en lo con-
cerniente al factor tiempo?
3. ¿Ha prescrito la deuda por el Impuesto sobre Sociedades, ejercicio 2009?
Ejercicio núm. 4
La Comunidad Autónoma de Aragón adeuda a la Sociedad Anónima XX una suma de
dinero como consecuencia de la ejecución de una obra civil (construcción de un hospital),
crédito que consta reconocido.
A su vez, la Sociedad Anónima XX es deudora en período voluntario de deudas relati-
vas al Impuesto sobre Sociedades y al Impuesto sobre el Valor Añadido.
La sociedad anónima XX solicita la compensación de las deudas tributarias con el
crédito reconocido a su favor por la Comunidad Autónoma de Aragón y presenta la co-
rrespondiente petición ante la Administración tributaria.
Se pide:
1. ¿Se puede utilizar el crédito reconocido por la Comunidad Autónoma de Aragón
a la sociedad anónima XX para compensar las deudas tributarias pendientes de
pago?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Según doctrina reiterada del Tribunal de Justicia, estos son los requisitos que
deben concurrir para que una determinada ayuda de Estado deba considerarse
contraria al Derecho comunitario: a) debe ser otorgada por el Estado o, en gene-
ral, con cargo a recursos públicos; b) debe comportar un beneficio económico; c)
debe concederse de un modo selectivo a determinadas empresas o producciones;
d) debe implicar un riesgo de falseamiento de la competencia; y e) debe afectar a
los intercambios comerciales entre Estados miembros.
Entre las posibles ayudas incompatibles con el Derecho comunitario hay que
incluir las de carácter tributario, esto es, las que han venido en denominarse como
medidas fiscales selectivas, a través de las cuales se aligera la carga tributaria de
ciertos sujetos a costa de una disminución de los ingresos fiscales del ente público
que las adopta. A este respecto, ya en la STJCE de 23 de febrero de 1961 (asunto
C-30/59, Steenkolenmijnen) se advertía que «el concepto de ayuda es más general
que el concepto de subvención, ya que comprende no sólo prestaciones positivas,
como las propias subvenciones, sino también intervenciones que, de diversas ma-
neras, aligeran las cargas que normalmente gravan el presupuesto de una empresa
y que, por tanto, sin ser subvenciones en el sentido estricto de la palabra, tienen
el mismo carácter e idénticos efectos». De la misma manera, en la STJCE de 15
de marzo de 1994 (asunto C-387/92, Banco Exterior de España) se afirma que
«(U)na exención fiscal que, incluso no implicando una transferencia de fondos
por parte del Estado, sitúe a los beneficiarios en una posición económica más
favorable que la de otros sujetos pasivos, constituye ayuda de Estado a efectos del
Tratado» (véase en el mismo sentido: sentencias de 1 de diciembre de 1998, asun-
to C-200/97, Ecotrade Srl; y de 17 de junio de 1999, asunto C-295/97, Industrie
Aeronautiche).
Tanto el Tribunal de Luxemburgo como la Comisión vienen manteniendo un
concepto amplio de medida fiscal selectiva, poniendo el acento sobre todo en
sus efectos y no en las causas o en los objetivos perseguidos (véase, entre otras:
SSTJCE de 11 de noviembre de 2004, asuntos C-183/02 y C-187/02, Demesa/
Diputación Foral de Alava/Comunidad Autónoma del País Vasco/ v. Comisión
CE/ Anfel/Ceced). De ahí que tanto uno como otra vengan insistiendo, a la hora
de calificar una medida fiscal como ayuda de Estado ilegítima, en la irrelevancia
de la forma de la ayuda y en la relevancia, en cambio, tanto del efecto económico
sobre el contribuyente como sobre el funcionamiento del mercado común. Así,
en la Comunicación de la Comisión relativa a la aplicación de las normas sobre
ayudas estatales a las medidas relacionadas con la fiscalidad directa de las empre-
sas (DO n° C 384, de 10/12/1998) se destaca que lo importante es que la medida
ofrezca a sus beneficiarios una ventaja que reduzca la carga fiscal de la empresa
de cualquier manera, pudiendo consistir en una reducción de la base imponible
(deducción excepcional, amortización extraordinaria o acelerada, etc.), en la re-
ducción total o parcial de la cuantía del impuesto (exención, crédito fiscal, etc.),
Lección 14. Recuperación de ayudas de estado que afecten al ámbito tributario
como cuando es el Estado que concede la ayuda quien recurre ante el Tribunal la
decisión de la Comisión.
Amén de la obligación de suprimirla o modificarla, el otro gran efecto jurídico
derivado de la ilegalidad de la ayuda consiste en la obligación, a cargo del Estado
que la estableció, de recuperarla del sujeto beneficiado por la misma. En efecto,
según el artículo 14.1 del Reglamento (CE) núm. 659/1999, de 22 marzo (que
ha venido a consagrar en el plano positivo una jurisprudencia reiterada desde la
STJCE de 12 de julio de 1973, asunto 70/72, Comisión/Alemania): «Cuando se
adopten decisiones negativas en casos de ayuda ilegal, la Comisión decidirá que
el Estado miembro interesado tome todas las medidas necesarias para obtener del
beneficiario la recuperación de la ayuda (denominada en lo sucesivo «decisión de
recuperación»). La Comisión no exigirá la recuperación de la ayuda si ello fuera
contrario a un principio general del Derecho comunitario».
Las decisiones de recuperación emanadas de la Comisión tienen como único
destinatario al Estado miembro que haya concedido la ayuda ilegal —y no al par-
ticular beneficiario de la misma—, quien está obligado a ejecutarla (STJCE de 2
de febrero de 1989, asunto 94/87, Comisión contra Alemania). Como ha señalado
de manera reitera el Tribunal de Justicia, la orden de la Comisión dirigida a un
determinado Estado miembro es obligatoria para todos los órganos de ese Esta-
do, incluidos sus tribunales (véase, por ejemplo, STJCE de 21 de mayo de 1987,
asunto 249/85, Albako Margarinefabrik).
Con la recuperación de la ayuda ilegal se pretende restablecer el statu quo an-
terior a la misma y borrar los efectos económicos nocivos para la libre competen-
cia y, tanto para el correcto funcionamiento del mercado interior europeo. Como
ha señalado el propio Tribunal de Justicia, con la devolución de la ayuda «el be-
neficiario pierde la ventaja de que había disfrutado en el mercado respecto a sus
competidores y se restablece así la situación anterior al pago de la ayuda» (STJCE
de 29 de abril de 2004, asunto C-372/97, Italia v. Comisión). Lo que le ha llevado
a reiterar que la recuperación de las ayudas ilegales e incompatibles con el Dere-
cho comunitario no tiene naturaleza sancionadora sino reparadora, y constituye
la consecuencia lógica de su ilegalidad. Basándose, precisamente, en el carácter re-
parador de la recuperación, el Tribunal de Justicia ha venido justificando también
la exigencia de los intereses devengados desde la percepción de la ayuda ilegal
hasta su efectiva devolución, pues sólo de esta manera puede conseguirse la total
restitución de la situación originaria (véase, entre otras, SSTJCE de 14 de enero de
1997, asunto C-169/95; y de STJCE de 12 de octubre de 2000, asunto C-480/98).
Hoy, esta obligación de abono de intereses aparece expresamente contemplada en
el artículo 14.2 del Reglamento (CE) núm. 659/1999, a tenor del cual: «La ayuda
recuperable con arreglo a la decisión de recuperación devengará intereses calcu-
lados a un tipo adecuado que fije la Comisión. Los intereses se devengarán desde
la fecha en que la ayuda ilegal estuvo a disposición del beneficiario hasta la fecha
Lección 14. Recuperación de ayudas de estado que afecten al ámbito tributario
miento específico o ad hoc que sirviera de cauce para la ejecución de las decisiones
de recuperación de ayudas de Estado que afecten al ámbito tributario, lo que ha
venido provocando no pocos problemas tanto de índole teórica como práctica.
La citada reforma ha supuesto la introducción de un nuevo Título en la LGT, el VII,
bajo la rúbrica «Recuperación de ayudas de Estado que afecten al ámbito tributario»,
que consta de tres Capítulos, el primero, dedicado a la regulación de una serie de cues-
tiones generales y comunes a todos los procedimientos de recuperación (competencia,
prescripción, efectos de la ejecución de la decisión de recuperación, recursos contra la
decisión de recuperación, etc.); el segundo, destinado a regular el procedimiento apli-
cable en los supuestos en que la recuperación implique la previa regularización de los
elementos de la obligación tributaria afectados por la decisión; y el tercero, destinado
a regular el procedimiento a seguir en los demás supuestos, esto es, en los supuestos
en los que la recuperación no requiere de una previa regularización de los elementos
de la obligación tributaria. No obstante, la nueva regulación contempla también la
posibilidad de que la ejecución de las decisiones de recuperación pueda llevarse a cabo
mediante el procedimiento de inspección ordinario (o sea, el regulado en la sección
2.ª del capítulo IV del título III de la LGT) cuando la regularización deba extenderse
a elementos de la obligación tributaria distintos de aquellos que constituyen el objeto
de la decisión de recuperación.
Tal y como se advierte en el propio preámbulo de la Ley 34/2015, en la recupe-
ración de ayudas de Estado la Administración tributaria actúa como ejecutor de
una decisión que le viene impuesta por la Comisión Europea, debiendo ajustarse
a la normativa comunitaria reguladora de la materia, en particular a los princi-
pios de ejecución inmediata y efectiva de la decisión establecidos en el artículo
14 del Reglamento (CE) núm. 659/1999. En consecuencia, puede decirse que la
decisión de la Comisión constituye la base o fundamento jurídico para el inicio de
cualquiera de los procedimientos internos de recuperación. No obstante, conviene
advertir que estos procedimientos resultan aplicables no sólo cuando se trate de
ejecutar órdenes de la Comisión, sino también en cualquier otro supuesto en que,
en cumplimiento del Derecho de la Unión Europea, resulte procedente exigir el
reintegro de cantidades percibidas en concepto de ayudas de Estado que afecten
al ámbito tributario (art. 260.3 LGT).
Por último, hay que destacar que de entre todas las propuestas barajadas por la
doctrina científica, nuestro legislador se ha decantado por aquella que considera
que las cantidades a recuperar tienen naturaleza tributaria y que, por lo tanto,
lo que persiguen los nuevos procedimientos no es otra cosa que hacer pagar al
beneficiario de la ayuda ilegal la deuda tributaria —o, en su caso, la parte de la
deuda tributaria— que en su día no satisfizo como consecuencia de la medida
fiscal selectiva. Aunque conveniente advertir desde este mismo momento, que el
procedimiento de recuperación no tiene por qué concluir siempre con la determi-
nación de una cantidad a ingresar.
Lección 14. Recuperación de ayudas de estado que afecten al ámbito tributario
2. Prescripción
La disparidad de los plazos de prescripción previstos, respectivamente, en la nor-
mativa comunitaria (diez años) y en la interna (cuatro años), unido a la inoponibi-
lidad de las disposiciones, prácticas o circunstancias del ordenamiento interno para
justificar el incumplimiento de las obligaciones derivadas del Derecho comunitario,
puede provocar no pocas dificultades a la hora de ejecutar las órdenes de recupera-
ción, pues no es descabellado pensar que la actuación de la Comisión pueda produ-
cirse una vez transcurrido el plazo prescripción del derecho de la Administración para
determinar la deuda tributaria mediante la oportuna liquidación.
Para resolver este problema nuestro legislador ha optado finalmente por unificar
los plazos de prescripción adoptando, a tales efectos, el establecido en la normativa
comunitaria. En efecto, según el artículo 262.1 LGT, prescribirá a los diez años el
derecho de la Administración para determinar y exigir el pago de la deuda tributaria
que, en su caso, resulte de la ejecución de la decisión de recuperación.
Como puede observarse, se trata de un único plazo tanto para determinar como
para exigir el pago de la deuda tributaria, por lo que las causas de interrupción o
suspensión del mismo operan de manera indistinta tanto respecto de una —la deter-
minación de la deuda— como respecto de la otra —la exigencia de la deuda—.
El plazo de prescripción empezará a contarse (dies a quo) desde el día siguiente
a aquel en que la aplicación de la ayuda de Estado, en cumplimiento de la obliga-
ción tributaria objeto de regularización, hubiese surtido efectos jurídicos confor-
me a la normativa tributaria (art. 262.2 LGT). Lo que parece sugerir que nuestro
legislador ha asumido el criterio establecido por la jurisprudencia comunitaria
—anteriormente comentada— que sitúa el dies a quo del plazo de prescripción
previsto en el artículo 15 del Reglamento (CE) núm. 659/1999 en la fecha del
disfrute efectivo de la ayuda. En consecuencia, el dies a quo del plazo de prescrip-
ción establecido en el artículo 262.2 LGT coincidirá con el día siguiente al de la
finalización del período voluntario de declaración del impuesto —en el caso de
las autoliquidaciones— o al de finalización del período voluntario de pago —en
el caso de tributos sujetos al régimen de liquidación administrativa—.
El plazo de prescripción se interrumpirá y, por tanto, dará lugar al cómputo de
un nuevo plazo desde el principio, en los siguientes supuestos (art. 262.3 LGT).
En primer lugar, por cualquier acción de la Administración tributaria, realiza-
da con conocimiento formal del obligado tributario, conducente al reconocimien-
to, regularización, comprobación, inspección, aseguramiento y liquidación de la
deuda tributaria derivada de aquellos elementos afectados por la decisión de re-
cuperación, o a la exigencia de su pago. Supuestos que coinciden básicamente con
los previstos, con carácter general, en el artículo 68.1.a) LGT, por lo que podemos
remitirnos en este punto a lo que se ha dicho más arriba sobre dicho precepto.
Lección 14. Recuperación de ayudas de estado que afecten al ámbito tributario
Por otra parte, hay que advertir que en el recurso o reclamación contra la re-
solución o liquidación derivada de la ejecución de la decisión de recuperación no
cabe cuestionar la decisión de la Comisión que declara la no conformidad de la
ayuda al Derecho comunitario, pues para ello el beneficiario dispone de la vía es-
pecífica del recurso de anulación que, al amparo de lo dispuesto en el artículo 263
TFUE, puede interponer ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (STJCE
de 5 de octubre de 2006, asunto C-232/05, Scott). De aquí se deduce también que
el beneficiario de una ayuda que pudiendo haber solicitado —al amparo de los
artículos 278 y 279 TFUE— medidas provisionales ante el Tribunal de Justicia,
no lo hubiera hecho, tampoco podrá solicitar la suspensión de la resolución o li-
quidación adoptada por la Administración tributaria española en ejecución de la
decisión de recuperación, por motivos vinculados a la validez de la misma, pues
esta cuestión está también reservada a dicho Tribunal.
Por aplicación también del principio de ejecución inmediata y efectiva de la de-
cisión de recuperación, el artículo 65.2.d) de la LGT establece que no podrán ser
objeto de aplazamiento o fraccionamiento las deudas resultantes de la ejecución de
decisiones de recuperación de ayudas de Estado reguladas en su título VII, por lo que
cualquier solicitud de aplazamiento o fraccionamiento de este tipo de deudas será
objeto de inadmisión.
Pues bien, es para estos supuestos para los que está pensado el procedimiento
regulado en los artículos 265 a 268 de la LGT, cuyo objeto debe limitarse, por lo
tanto, a la comprobación de aquellos elementos de la obligación tributaria a los
que se refiera la decisión de la Comisión. En el caso de que la Administración de-
see extender la comprobación más allá de tales elementos —o sea, más allá de las
ventajas fiscales declaradas ilegales en la decisión a ejecutar— habrá de incoar un
procedimiento de inspección ordinario. De hecho, como después se verá, el pro-
cedimiento que ahora nos ocupa puede terminar, entre otras formas, mediante el
inicio de un procedimiento de inspección que incluya el objeto del procedimiento
de ejecución.
a) Examen de los datos consignados por los obligados tributarios en sus decla-
raciones y de los justificantes presentados o que se requieran al efecto.
b) Examen de los datos y antecedentes en poder de la Administración Tribu-
taria.
c) Examen de los registros y demás documentos exigidos por la normativa
tributaria y de cualquier otro libro, registro o documento de carácter oficial, in-
cluida la contabilidad mercantil, así como el examen de las facturas o documentos
que sirvan de justificante de las operaciones incluidas en dichos libros, registros
o documentos.
d) Requerimientos de información a terceros.
Como puede observarse, tales actuaciones no difieren demasiado de las que pue-
den realizarse en el seno del procedimiento de inspección tributaria, la única diferen-
cia radica, por lo tanto, en el alcance y el objeto de las mismas. Es más, al igual que
en el procedimiento inspector, se prevé la posibilidad de que puedan realizarse fuera
de las oficinas de la Administración tributaria (265.3 LGT), a cuyo efecto serán de
aplicación las reglas contenidas en los artículos 142.2 y 151 de la LGT.
No obstante, y a diferencia de lo que sucede en el procedimiento de inspección
o en el de comprobación limitada, el examen de los documentos y las actuaciones
anteriormente referidas se entenderán efectuados a los solos efectos de determinar
la procedencia de la recuperación de la ayuda de Estado, sin que impida ni limite
la ulterior comprobación de los mismos hechos o documentos (art. 265.4 LGT).
Las actuaciones del procedimiento se documentarán en las comunicaciones y
diligencias a las que se refiere el apartado 7 del artículo 99 de la LGT.
El obligado tributario (beneficiario de la ayuda ilegal) deberá atender a la Ad-
ministración y prestarle la debida colaboración en el desarrollo de sus funciones.
Además, si hubiera sido requerido para ello deberá personarse en el lugar, día y
hora señalados para la práctica de las actuaciones, y deberá aportar o tener a dis-
posición de la Administración la documentación y demás elementos solicitados.
Por último, hay que tener en cuenta que con carácter previo a la práctica de
la liquidación provisional, la Administración tributaria deberá comunicar al obli-
gado tributario la propuesta de liquidación para que, en un plazo de diez días,
alegue lo que convenga a su derecho. Obviamente, dicho trámite será innecesario
cuando el procedimiento se haya iniciado mediante la notificación de la propuesta
de liquidación.
alguno para su ejecución, entraría en juego el plazo de seis meses que, con carácter
subsidiario, se establece en el artículo 104.1 LGT.
Por último, en el caso de que una resolución judicial aprecie defectos formales
y ordene la retroacción de las actuaciones administrativas, éstas deberán finalizar
en el periodo que reste desde el momento al que se retrotraigan las actuaciones
hasta la conclusión del plazo al que se refiere el artículo 104 LGT o en el plazo
de tres meses, si este último fuera superior. El citado plazo se computará desde la
recepción del expediente por el órgano competente para la reanudación del pro-
cedimiento de recuperación de ayudas de Estado (art. 268.3 LGT).
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
3. El principio de proporcionalidad
Nos encontramos ante un principio que no aparece desarrollado por nuestra
Ley General, por lo que en alguna medida hemos de entenderlo en los pocos
ortodoxos términos establecidos en el art. 131 de la LRJPAC y referirlo, casi en
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
4. El principio de no concurrencia
Este principio de ne bis in idem aparecía globalmente regulado en el art. 180
de la LGT, y ha sido objeto de una importante modificación por la L.34/2015,
de 21 de septiembre, regulación que, a nuestro juicio, en nada mejora la técnica
legislativa con la que se precisa la operatividad del principio en nuestro sector del
ordenamiento, puesto que sus diferentes vertientes aparecerán ahora diseminadas
a lo largo del articulado de la LGT.
En efecto, en su anterior redacción se recogía una primera vertiente del prin-
cipio de no concurrencia al ordenar la suspensión de las actuaciones —de regu-
larización y sancionadoras— cuando existían indicios de la comisión de delitos
frente a la Hacienda Pública. No obstante, con la reforma introducida en la LGT,
como desarrollaremos in extenso en el último epígrafe del presente tema, como
regla general, cuando aparece la «noticia criminis» no se paralizarán las actuacio-
nes de regularización —es decir la Administración competente liquidará la cuota
vinculada al delito— , si bien como primera dimensión del principio «ne bis in
ídem» objeto de estudio, los nuevos arts. 250 y 251 de la LGT precisarán las es-
pecificaciones hasta ahora contenidas en su art. 180. 1 y 2, que ordenarán, tras la
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
5. El principio de irretroactividad
El principio de irretroactividad de las normas sancionadoras no favorables es
un principio esencial del orden punitivo del Estado y como tal aparece regulado
en el art 9.3 de la CE, de forma que la norma aplicable será la vigente en el mo-
mento en que se cometieron los hechos tipificados como infracciones tributarias.
La alusión que a él se realiza en el art. 178 LGT, con la consiguiente re-
misión a lo preceptuado en su art. 10.2, quiere dar entrada a la llamada re-
troactividad in bonam partem, en virtud de la cual «las normas que regulen el
régimen de infracciones y sanciones tributarias y de los recargos —sic— ten-
drán efectos retroactivos respecto de los actos que no sean firmes cuando su
aplicación resulte más favorable a su interesado». En consecuencia, es posible
la aplicación retroactiva de la norma sancionadora si la nueva norma resulta
ser más beneficiosa que la anterior, pero solo cuando la resolución sancio-
nadora a la que se pretende aplicar la nueva norma —que no estaba vigente
en el momento de la comisión del ilícito— no haya adquirido firmeza por no
haberse agotado aún sus vías de impugnación.
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
Siendo las mencionadas razones las que justifican la existencia del precepto, no
podemos aspirar a encontrar grandes novedades en lo que el precepto dice, pues
en la línea antes señalada, se limita a reproducir, con las necesarias adaptaciones,
lo ya previsto en los arts. 39 a 43 de nuestra Ley General Tributaria. Y en este
sentido, el párrafo primero del art. 182 LGT aludirá a los supuestos de responsa-
bilidad solidaria en el pago de las sanciones, contemplados en las letras a) y c) del
apartado primero del art. 42: «los que sean causantes o colaboren activamente en
la realización de una infracción; y los que sucedan por cualquier concepto en la
titularidad o ejercicio de actividades económicas, por las obligaciones tributarias
contraídas por el anterior titular y derivadas de su ejercicio…cuando resulte de
aplicación lo preceptuado en el apartado 2 del artículo 175 de esta Ley». De igual
forma, responderán solidariamente del pago de las sanciones a las que alude el pá-
rrafo segundo del art. 42 de la LGT y en los términos establecidos en este último
precepto. Y, como una muestra más de la teleología del precepto y su auténtica
razón de ser, el mismo párrafo primero comentado remite el procedimiento para
declarar y exigir la responsabilidad solidaria en las sanciones al art. 175 de la
LGT, que declara y exige la responsabilidad solidaria de la deuda tributaria.
Con idéntica finalidad a lo contemplado en el apartado primero, el párrafo
segundo del art. 182 LGT «recuerda» los supuestos de responsabilidad subsidia-
ria en el pago de las sanciones contemplados en las letras a), g) y h) del art. 43.1
de la LGT: aludiendo a los Administradores de hecho o de derecho que hubiesen
consentido o posibilitado la comisión de infracciones; así como a las personas o
entidades que tengan el control efectivo, parcial o total, directo o indirecto, de las
personas jurídicas o en las que concurran una voluntad rectora común con éstas,
cuando resulte acreditado que han sido creadas o utilizadas de forma abusiva o
fraudulenta para eludir la responsabilidad patrimonial universal frente a la Ha-
cienda Pública, existiendo unicidad de personas o esferas económicas, o confusión
o desviación patrimonial; por último, contempla el supuesto de las personas o
entidades de las que los obligados tributarios tengan el control efectivo, total o
parcial, o en las que concurra una voluntad rectora común con dichos sujetos,
por las obligaciones tributarias de éstos, cuando resulte acreditado que han sido
utilizadas o creadas de forma abusiva o fraudulenta, como medio de elusión de la
responsabilidad patrimonial universal frente a la Hacienda Pública, siempre que
concurra, bien una unicidad de personas o esferas económicas, o bien una confu-
sión o desviación patrimonial.
Como no podría ser de otra manera, el último inciso del párrafo segundo del
precepto comentado remite el procedimiento para declarar y exigir la responsabi-
lidad subsidiaria en el pago de las sanciones al previsto en el art. 176 para decla-
rar y exigir la responsabilidad subsidiaria de la deuda tributaria.
Con una finalidad semejante a los párrafos anteriores y con idénticas dosis de
legitimidad de una situación difícilmente compatible con la aplicación al sancio-
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
nador tributario de los principios que le son propios, el párrafo tercero del pre-
cepto analizado, reitera, en cuanto a la sucesión en las sanciones, lo contemplado
en los artículos 39.1 y 40 de nuestra ley General:
a) en relación con los infractores personas físicas, en ningún caso se trasmiti-
rán las sanciones a sus herederos o legatarios;
b) en el caso de infracciones cometidas por sociedades y entidades con per-
sonalidad jurídica disueltas y liquidadas, las sanciones se trasmitirán a sus
sucesores (esto es, a sus socios, partícipes o cotitulares) en los términos
establecidos en los arts. 40 LGT y 107 del RGGI y, en consecuencia, hasta
el límite de la cuota de liquidación que les corresponda y demás percepcio-
nes patrimoniales recibidas por los sucesores en los dos años anteriores a
la fecha de disolución que minoren el patrimonio social —para el caso de
sociedades y entidades en las que la Ley limita la responsabilidad patrimo-
nial de los socios, partícipes o cotitulares—, o sin ningún límite —para el
caso de sociedades y entidades en las que la Ley no limita la responsabilidad
patrimonial de los socios, partícipes o cotitulares—;
c) tratándose de infracciones cometidas por sociedades o entidades jurídicas
con personalidad jurídica extinguidas o disueltas pero no liquidadas (por
ejemplo: operaciones de fusión, absorción, etc.) las sanciones se transmiti-
rán a las personas o entidades que les sucedan o que sean beneficiarias de la
correspondiente operación, sin límite alguno.
Motivado por las mismas carencias denunciadas, merece mención aparte el
supuesto de solidaridad entre sujetos infractores contemplado en el art. 181.3 de
nuestra Ley General, en el que cuando varios infractores sean concurrentes en la
comisión de una misma infracción tributaria, quedarán solidariamente obligados
frente al pago de la sanción. Es posible, con matices, que, como ha señalado tanto
el Tribunal Supremo en Sentencia de 30 de enero de 1999, como el Tribunal Cons-
titucional —por todas, FJ IV.º STC 76/1990, de 26 de abril— el supuesto de soli-
daridad en la sanción no infrinja nuestra Constitución en relación con el principio
de personalidad de la pena o de la sanción; no obstante, ello no significa que no
se vulneren otros principios constitucionales, como el de tipicidad, culpabilidad y,
sobre todo, el de proporcionalidad.
En efecto, la solidaridad en la sanción va a suponer que la Administración pue-
de dirigirse a cualquiera de ellos para exigir íntegramente el cobro de la sanción,
y aunque si éste no la hiciera frente, para dirigirse al resto, tendría que repetir el
procedimiento instruido para ofrecerle todas las garantías del procedimiento san-
cionador, cuando un obligado solidario al pago de la sanción la haga efectiva, tal
hecho no solo es difícilmente compatible con el principio de culpabilidad y perso-
nalidad aludidos, sino que infringe directamente el principio de proporcionalidad
—además de suponer un incentivo para las prácticas asociativas en el terreno de
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
las infracciones administrativas—, por cuanto que conciliar los principios del ius
puniendi con la acción de regreso propia del instituto de la solidaridad resulta
extremadamente difícil, ya que de conseguirse el prorrateo entre todos los par-
tícipes, responderían por igual de la punibilidad de sus respectivas acciones con
independencia de su grado de participación y de su respectiva culpabilidad, y si
la acción de regreso fracasa, un único actor correría con el peso de la sanción con
independencia del grado de participación y de su culpabilidad en la comisión del
ilícito.
Por su parte, para la calificación de la infracción como leve, grave o muy grave
—en aquellas que suponen perjuicio económico para la Hacienda Pública, puesto
que en el resto la propia Ley General las califica—, el art. 184.2 presenta unos
criterios de calificación a través de los cuales se pretende introducir la penetración
del grado de culpabilidad del sujeto infractor. Estos criterios son:
1.º Ocultación de datos a la Administración tributaria
Por ocultación hemos de entender, según nos aclara el art. 184.2 de la LGT:
cuando no se presentan declaraciones tributarias; o se presenten declaraciones
en las que se incluyan hechos u operaciones inexistentes o con importes falsos;
y en aquellas en las que se omitan total o parcialmente operaciones, ingresos,
rentas, productos, bienes o cualquier otro dato que incida en la determinación de
la deuda tributaria. Existirá ocultación aun cuando la Administración tributaria
pudiera conocer la realidad de las operaciones por declaraciones de terceros, por
requerimientos de información o por el examen de la contabilidad, libros, regis-
tros o demás documentación del propio sujeto infractor —art. 4.1 RGRST—.
No obstante, para que se pueda apreciar este primer elemento de calificación
de las infracciones se requiere que la incidencia en la deuda derivada de la oculta-
ción en relación con la base de la sanción sea superior al 10 por 100 —art. 184.2
LGT—, si bien, en el supuesto de falta de presentación de declaración o autoliqui-
dación, se entenderá que la incidencia de la deuda derivada de la ocultación sobre
la base de la sanción es de 100 por 100 —art. 10.5 RGRST—.
2.º El empleo de medios fraudulentos
Para ser utilizado como criterio de calificación, se considerará empleo de me-
dios fraudulentos cuando nos encontremos ante cualesquiera de los tres siguientes
supuestos contemplados en el párrafo tercero del art. 184 de nuestra Ley General:
En primer lugar, cuando existan anomalías sustanciales en la contabilidad y
en los libros y registros establecidos por la normativa tributaria, entendiendo por
tales, desde el incumplimiento absoluto de la obligación de llevanza de la conta-
bilidad hasta la existencia de contabilidades distintas, pasando por un incorrecto
cumplimiento de los libros de contabilidad que represente un porcentaje superior
al 50 por 100 del importe de la base de la sanción, todo ello en los términos con-
templados en el art. 4.2 RGRST.
En segundo lugar, se entenderá también que existen medios fraudulentos cuan-
do se utilicen facturas, justificantes u otros documentos falsos o falseados, siem-
pre que su incidencia represente un porcentaje superior al 10 por 100 de la base
de la sanción. A estos efectos, el art. 4.3 del RGRST nos aclara que los indicados
documentos se considerarán falsos o falseados cuando reflejen operaciones inexis-
tentes o magnitudes dinerarias o de otra naturaleza, distintas de las reales, y ha-
yan sido el instrumento para la comisión de la pertinente infracción.
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
mente deducciones, compensación con las diferencias negativas, entre las cantidades que debieron imputarse
bonificaciones y pagos • Imputar incorrectamente deducciones, bonifica- a cada socio o miembro y las que se imputaron a cada uno de ellos.
a cuenta por las enti- ciones y pagos a cuenta por las entidades sometidas
dades sometidas a un a un régimen de imputación de rentas.
régimen de imputación ………. 75% ……….
de rentas
SANCIONES
INFRACCIONES
Calificación, cuantía y graduación
TIPO ART. 198 CONDUCTA ANTIJURÍDICA LEVE GRAVE MUY GRAVE
• No presentar en plazo autoliquidaciones o de-
claraciones, así como los documentos relacionados
con las obligaciones aduaneras, siempre que no se 200 €
haya producido o no se pueda producir perjuicio
económico a la Hacienda Pública.
No presentar en pla- • Declaraciones censales o la relativa a la comuni-
zo autoliquidaciones cación de la designación del representante de perso- 400 €
o declaraciones sin nas o entidades.
que se produzca per-
•Declaraciones exigidas con carácter general en 20 € por dato
juicio económico, por
cumplimiento de la obligación de suministro de in- Mínimo: 300 €
incumplir la obliga- ……….
formación. Máximo: 20.000 € ……….
ción de comunicar el
domicilio fiscal o por • No presentar en plazo declaraciones y documen- 1 por 1000 del valor
incumplir las condicio- tos relacionados con las formalidades aduaneras. mercancías
nes de determinadas Mínimo: 100 €
autorizaciones. Máximo: 6.000 €
• Incumplir la obligación de comunicar el domicilio
fiscal o el cambio del mismo por las personas físicas
que no realicen actividades económicas. 100 €
150%
35% Cuando el
Cuando el obligado
Incumplir la obliga-
• No comunicar datos o comunicar datos falsos, obligado tributario tributario no
ción de comunicar
incompletos o inexactos al pagador de rentas some- tenga obligación tenga obligación
correctamente datos
tidas a retención o ingreso a cuenta, cuando se deri- de presentar ………. de presentar
al pagador de rentas
ven de ello retenciones o ingresos a cuenta inferiores autoliquidación que autoliquidación
sometidas a retención
a los procedentes. incluya las rentas que incluya las
o ingreso a cuenta
sujetas a retención o rentas sujetas a
ingreso a cuenta. retención o ingreso
a cuenta.
TIPO. Disposición
CONDUCTA ANTIJURÍDICA LEVE GRAVE MUY GRAVE
Adicional 22ª
Obligación de infor-
mación y diligencia • Incumplimiento por la entidad financiera de la
debida relativas a obligación de identificar la residencia de las perso-
Multa fija de 200 € por cada persona respec-
cuentas financieras en nas titulares o controladoras de las cuentas a las que
to de la que se hubiese producido el incum-
el ámbito de la asis- hace referencia esta disposición.
plimiento.
tencia mutua. • Incumplimiento por parte de los titulares o con-
*(nueva infracción troladores de las cuentas a las que hace referencia
Multa fija de 300 €.
introducida por la esta disposición de identificar su residencia ante la
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
El párrafo segundo del indicado precepto nos recuerda que se podrá im-
pugnar la sanción sin perder la reducción por conformidad, mientras que no
se impugne la regularización a la que se ha prestado dicha conformidad —
mezclando una vez más los principios que resultan aplicables en ambos pro-
cedimientos—, y que las sanciones que se deriven de los expedientes que se
han tramitado en supuestos de actas con acuerdo, no podrán ser impugnables
en vía administrativa —de nuevo en contra de los más elementales principios
aplicables al derecho sancionador— sí en vía contenciosa, lo que supondrá,
como ya hemos analizado, la exigencia automática de la reducción practicada
como consecuencia de este tipo de actas.
Según nos precisa su párrafo tercero, la interposición en tiempo y en forma de
un recurso o reclamación producirá los siguientes efectos:
En primer lugar, la ejecución de las sanciones quedará automáticamente sus-
pendida —sin que el interesado lo solicite— en período voluntario sin necesidad
de aportar garantías hasta que sean firmes en vía administrativa. Este primer
efecto de la impugnación de las sanciones en vía administrativa es la consecuen-
cia directa de la penetración de los principios de corte punitivo al sancionador
tributario, singularmente el de presunción de inocencia, aunque en sede conten-
ciosa —entre otras muchas STS de 7 de marzo de 2005— el órgano jurisdiccional
competente analizará, a petición del recurrente, si otorga o deniega la suspensión
y si lo hace o no mediante la exigencia de garantía.
En consecuencia, según nos aclara el art. 29 del RGRST, una vez que la san-
ción sea firme en vía administrativa, los órganos de recaudación no iniciarán las
pertinentes actuaciones del procedimiento de apremio mientras no concluya el
plazo para interponer el recurso contencioso-administrativo, de forma que si se
presenta el recurso y se solicita la suspensión, ésta se mantendrá hasta que el órga-
no judicial se pronuncie sobre ella. En este sentido y por similares razones —art.
29.3 RGRST—, los órganos administrativos competentes para tramitar los perti-
nentes recursos o reclamaciones comunicarán a los órganos competentes para la
ejecución de las sanciones, en el plazo de 10 días, las decisiones e incidencias que
en cada caso se produzcan.
El segundo efecto de los indicados en el art. 212.3 de la LGT es en parte con-
secuencia del anterior, ya que no se van a exigir intereses de demora por el tiempo
que trascurra hasta la finalización del plazo en período voluntario abierto por la
notificación de la resolución que ponga fin a la vía administrativa.
Bajo la rúbrica «De los delitos contra la Hacienda Pública y contra la Seguri-
dad Social», el Título XIV del Código Penal ha tipificado como delitos, en los arts.
305 a 310 bis, las siguientes conductas: el fraude a la Hacienda Pública —art. 305
y 305 bis—; el fraude a los presupuestos generales de la Unión Europea u otros
administrados por ésta —art. 306—; el fraude a la Seguridad Social —art. 307,
307 bis, 307 ter—; la obtención indebida de subvenciones —arts. 308—; ciertos
incumplimientos de las obligaciones contables impuestas por las leyes tributarias
—art. 310—. Así mismo, ha regulado la exigencia de la responsabilidad derivada
de tales delitos a las personas jurídicas —art. 310 bis—.
Presentando un simple apunte de los delitos contra la Hacienda Pública, su
redacción actual es la que sigue:
Artículo 305.
1. «El que, por acción u omisión, defraude a la Hacienda Pública estatal, autonómi-
ca, foral o local, eludiendo el pago de tributos, cantidades retenidas o que se hubieran
debido retener o ingresos a cuenta, obteniendo indebidamente devoluciones o disfrutan-
do beneficios fiscales de la misma forma, siempre que la cuantía de la cuota defraudada,
el importe no ingresado de las retenciones o ingresos a cuenta o de las devoluciones o
beneficios fiscales indebidamente obtenidos o disfrutados exceda de ciento veinte mil
euros será castigado con la pena de prisión de uno a cinco años y multa del tanto al
séxtuplo de la citada cuantía, salvo que hubiere regularizado su situación tributaria en
los términos del apartado 4 del presente artículo.
La mera presentación de declaraciones o autoliquidaciones no excluye la defrauda-
ción, cuando ésta se acredite por otros hechos.
Además de las penas señaladas, se impondrá al responsable la pérdida de la posibili-
dad de obtener subvenciones o ayudas públicas y del derecho a gozar de los beneficios
o incentivos fiscales o de la Seguridad Social durante el período de tres a seis años».
2. «A los efectos de determinar la cuantía mencionada en el apartado anterior:
a) Si se trata de tributos, retenciones, ingresos a cuenta o devoluciones, periódicos
o de declaración periódica, se estará a lo defraudado en cada período impositivo o de
declaración, y si éstos son inferiores a doce meses, el importe de lo defraudado se referirá
al año natural. No obstante lo anterior, en los casos en los que la defraudación se lleve a
cabo en el seno de una organización o grupo criminal, o por personas o entidades que
actúen bajo la apariencia de una actividad económica real sin desarrollarla de forma
efectiva, el delito será perseguible desde el mismo momento en que se alcance la canti-
dad fijada en el apartado 1.
b) En los demás supuestos, la cuantía se entenderá referida a cada uno de los distintos
conceptos por los que un hecho imponible sea susceptible de liquidación».
3. «Las mismas penas se impondrán cuando las conductas descritas en el apartado
1 de este artículo se cometan contra la Hacienda de la Unión Europea, siempre que la
cuantía defraudada excediera de cincuenta mil euros en el plazo de un año natural. No
obstante lo anterior, en los casos en los que la defraudación se lleve a cabo en el seno
de una organización o grupo criminal, o por personas o entidades que actúen bajo la
apariencia de una actividad económica real sin desarrollarla de forma efectiva, el delito
será perseguible desde el mismo momento en que se alcance la cantidad fijada en este
apartado.
Si la cuantía defraudada no superase los cincuenta mil euros, pero excediere de cua-
tro mil, se impondrá una pena de prisión de tres meses a un año o multa del tanto al triplo
de la citada cuantía y la pérdida de la posibilidad de obtener subvenciones o ayudas
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
lio de los servicios de la Administración Tributaria que las exigirá por el procedimiento
administrativo de apremio en los términos establecidos en la citada Ley».
A efectos del presente tema nos interesa exclusivamente indicar las principales
características de sus tipos y, singularmente, de su interconexión con los ilícitos
tributarios de corte administrativo, que es la que ha provocado la incorporación
en la LGT —fruto de la reforma en ella realizada por la L. 34/2015, de 21 de sep-
tiembre— de todo un título VI º «actuaciones y procedimientos de aplicación de
los tributos en supuestos de delito contra la Hacienda Pública» cuyo contenido
desarrollaremos en el siguiente epígrafe.
En relación con las primeras de las cuestiones indicadas, de la simple lectura
del art. 305 del CP, podemos constatar, sin mayor esfuerzo, que para la realiza-
ción del señalado tipo, se precisa, en primer lugar, que por acción u omisión se
defraude a la Hacienda Pública: a) eludiendo el pago de los tributos, cantidades
retenidas o que se hubieran debido de retener o ingresos a cuenta; b) obtenien-
do indebidamente devoluciones; c) disfrutando de forma indebida de beneficios
fiscales. En segundo término se requiere, para que estemos en presencia del tipo
analizado, que la cuota defraudada, el importe no ingresado o el de las devolu-
ciones o beneficios obtenidas o disfrutados indebidamente, exceda de 120.000 €.
Este elemento del tipo lo convierte en un delito de resultado en el que no serán
operativas otras formas de comisión como la tentativa.
No obstante, en la última modificación del art. 305 del CP —L. 7/2012, de 27
de diciembre— se añade una característica del tipo que pudiera parecer ya con-
templada en la normativa anterior bajo la forma de excusa absolutoria, pero que
al incluirse como elemento del tipo penal introduce un matiz de extraordinaria
importancia, ya que si se ha regularizado la situación en los términos contempla-
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
los que hacen referencia a la posible comisión de los delitos contra la Hacienda
Pública— no coincidían con los incorporados por la L. 7/2012 de modificación
del Código Penal en materia de transparencia y lucha contra el fraude fiscal y en
la Seguridad Social. En efecto, con la reforma introducida en art. 305.5 CP lo que
se pretende es que no se paralice la acción de la Administración en los supuestos
de que se detecten indicios de comisión de delitos contra la Hacienda Pública, per-
mitiendo a la Administración tributaria liquidar y continuar con el procedimiento
de recaudación de la deuda tributaria pese a la pendencia del proceso penal. No
obstante, para la puesta en marcha de esta modificación se requería la oportuna
reforma de la LGT y de los reglamentos que la desarrollan para concretar los
aspectos procedimentales y —o materiales necesarios para llevarla a cabo, ya que
la reforma incorpora, por vez primera en nuestro derecho positivo, la posibilidad
de liquidar por separado la cuota dolosa —vinculada al delito— de la no dolosa
—no vinculada— que precisa de un iter procedimental y de unas reglas materiales
inexistentes en nuestro ordenamiento.
Por la indicada causa, la modificación introducida en la reforma del Código Pe-
nal de 2012 no se ha podido materializar hasta la promulgación de la L. 34/2015,
que reforma la LGT, incorporando, como hemos anticipado, un nuevo Título VI º
«actuaciones y procedimientos de aplicación de los tributos en supuestos de delito
contra la Hacienda Pública» que analizaremos en el epígrafe siguiente.
En consecuencia, para determinar la normativa que resulta aplicable a los di-
ferentes procedimientos, hemos de estar, en primer lugar, a la entrada en vigor de
dicha reforma (el 12 de octubre de 2015 —disposición final 12ª de L.34/2015—),
sin desconocer que también será de aplicación la nueva normativa para los proce-
dimientos iniciados con anterioridad a la entrada en vigor respecto de los cuales
no se hubiese trasladado el «tanto de culpa» a la jurisdicción competente —dis-
posición transitoria única. 8 de la L. 34/2015—.
de la comisión del tipo del delito frente a la Hacienda Pública, sino que supone
una auténtica trasformación en los conceptos y en los instrumentos aplicables que
no resultan ajenos a la proyección de los principios que han de garantizarse en el
ámbito de la regularización deuda y en los diferentes órdenes punitivos.
El primer eje esencial de la reforma consiste en que como regla general, al
contrario de lo que sucedía hasta la entrada en vigor de la nueva modificación,
se continuará el procedimiento administrativo de liquidación en paralelo a la ins-
trucción penal. Para ello, se podrá liquidar de forma separada la cuota que no se
encuentre vinculada al posible delito y aquella que se encuentre vinculada, origi-
nando dos liquidaciones que van a sustanciarse por dos cauces procedimentales
diferentes. La primera seguirá el tradicional del procedimiento de regularización
que se esté instruyendo —usualmente el de inspector que analizamos en su tema
correspondiente—; la segunda ha de sustanciarse por el cauce procedimental pre-
visto en el nuevo Título VIº de la LGT objeto de nuestra actuales consideracio-
nes. Hemos de indicar, por último, que la tramitación administrativa en caso de
apreciación de indicios de delitos de contrabando es objeto de una regulación
específica —L.O. 12/1995, de 12 de diciembre, de represión del contrabando— al
margen, en consecuencia, del nuevo procedimiento incorporado en la LGT.
Junto con lo anterior, el segundo eje basilar de la reforma cuyo cauce proce-
dimental ahora analizamos consiste en que en los supuestos de las liquidaciones
vinculadas al delito tampoco se suspenderán las acciones recaudatorias adminis-
trativas subsiguientes, salvo decisión del juez instructor del proceso, por lo que el
procedimiento de recaudación de la deuda tributaria liquidada seguirá los cauces
establecidos hasta el momento, en su caso, de la subasta de bienes y derechos.
Según se contempla en la Exposición de Motivos de ambas leyes —la que
modifica el Código Penal (L.O. 7/2012, de 27 de diciembre) y la que modifica la
LGT (L.24/2015, de 21 de septiembre)— los motivos de esta importante reforma
atienden, por un lado, a eliminar situaciones de privilegio del presunto delincuen-
te frente a cualquier infractor tributario (al primero se le suspendía la liquidación
y la sanción hasta que se ventilase el proceso, al segundo se liquidaban y cobraban
las deudas con independencia de los procedimientos sancionadores incoados y los
resultados de su revisión); por otro lado, la reforma se ha querido justificar por un
mandato de la Comisión Europea para que la posible existencia de un proceso pe-
nal no paralice la acción de cobro de las deudas tributarias que constituyan recur-
sos propios de la Unión Europea; por último, también se ha justificado como un
intento de evitar que la suspensión de los procedimientos administrativos como
consecuencia de la litispendencia legal posibiliten operaciones de insolvencia o
vaciamiento patrimonial que impidan el cobro de la responsabilidad civil, —tra-
sunto de la deuda tributaria tras la sentencia condenatoria por delito frente a la
Hacienda Pública—.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Sea como fuere, la modificación es de tal calado que conviene analizarla con
detenimiento y cierta precaución, ya que además de los intereses recaudatorios
puestos de manifiesto, la reforma no resulta neutral desde la óptica de la operati-
vidad de los principios y garantías que han de ser operativos en los procedimien-
tos de regularización y aquellos que se derivan del «ius puniendi estatal», que
lamentablemente no han sido objeto de especial atención por nuestro legislador
tributario.
En tercer lugar, una vez finalizado el plazo de audiencia y examinadas las alega-
ciones por parte del actuario, con la autorización previa o simultánea del órgano
competente de la Administración Tributaria para interponer denuncia o querella,
se dictará la liquidación administrativa correspondiente a la cuota vinculada al
delito, se pasará el pertinente «tanto de culpa» —que interrumpirá los plazos de
prescripción del derecho a determinar la deuda y de imponer la sanción—, dando
por concluido el procedimiento de regularización, en relación con los elementos
contemplados en dicha liquidación, con su notificación al obligado, en la que se
advertirá que el periodo voluntario de ingreso comenzará una vez que le sea noti-
ficada la admisión a trámite de la denuncia o querella en los términos contempla-
dos en el art. 255 de la LGT.
Como consecuencia de lo anterior, en este procedimiento especial se produce
una disociación entre la liquidación y la recaudación, ya que a diferencia de lo
que ocurre en los procedimientos usuales de regularización de deudas, la notifi-
cación de la liquidación no conllevará el inicio del periodo voluntario de pago,
que en este procedimiento comenzará con la «notificación del inicio del periodo
voluntario de pago requiriéndole para que realice el ingreso de la deuda tributaria
liquidada en los plazos a que se refiere el art.62.2 de esta Ley» —art. 255 LGT—.
En cuarto lugar, si la denuncia o querella es inadmitida, se determinará la
retroacción de las actuaciones inspectoras al momento anterior al que se dictó
la liquidación vinculada al delito, procediéndose, en su caso, a la formalización
—ahora sí— de la correspondiente acta, que se tramitará en función de su natu-
raleza siguiendo las disposiciones generales del procedimiento inspector. En este
supuesto de inadmisión, el procedimiento de regularización deberá finalizar en el
periodo que reste desde el momento al que se retrotraen las actuaciones hasta la
conclusión del plazo general —18 meses— o deberá concluir en seis meses desde
la retroacción de actuaciones si este último fuera superior—. De igual forma, este
momento determinará el nuevo inicio del cómputo del plazo de la prescripción del
derecho a determinar la deuda y a imponer la pertinente sanción.
En quinto lugar, como anticipamos, una de las características más representa-
tivas de este procedimiento supone la posibilidad de efectuar dos liquidaciones
por separado cuando en relación a un mismo concepto y periodo impositivo se
puedan distinguir elementos dolosos —que puedan derivar a una conducta deter-
minante de un delito contra la Hacienda Pública— junto con otros en los que no
se aprecia esa conducta dolosa. La primera liquidación —la de la cuota vincula-
da al delito— tendrá la consideración de liquidación provisional —art.101.4, c)
LGT— que será la tramitada por el procedimiento estudiado en este epígrafe; la
segunda —la de la cuota no vinculada al delito— se formalizará en la correspon-
diente acta, que será tramitada según su naturaleza por el régimen general que
regula el procedimiento de Inspección tributaria.
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
taciones incorporadas en los arts. 621 bis y 621 ter de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal:
a) En primer lugar, se ha de tener en cuenta la suspensión de las actuaciones
de ejecución que pueda adoptar el juez penal en virtud de lo dispuesto en el
primero de los preceptos referenciados, en el que se precisa que el embargo
adoptado en vía administrativa con carácter previo al auto de suspensión se
mantendrá cautelarmente durante el plazo señalado para que el interesado
deposite la correspondiente garantía de la suspensión.
b) De igual forma el Ministerio Fiscal o la Administración perjudicada podrá
solicitar al Tribunal la conversión de los embargos ya constituidos en garan-
tía de la suspensión de la ejecución.
c) Por último el art. 621 ter —apartado tercero— de la LECr. señala que solo
se procederá a la enajenación de los bienes y derechos embargados cuando
exista sentencia condenatoria firme que ratifique la liquidación practicada
en vía administrativa, salvo, y siempre con autorización judicial, que se tra-
te de bienes perecederos, abandonados o cuando sus gastos de conservación
o depósito excedan del valor del bien o derecho embargado, si no tienen el
carácter de piezas de convicción.
Po otra parte y en este mismo orden de consideraciones, debemos reiterar que
el art. 256 de la LGT precisará las causas de oposición frente a las actuaciones
recaudatorias estableciendo la excepción a la regla general, según la cual los actos
de recaudación dictados para el cobro de la deuda vinculada al delito no podrán
ser objeto de recurso o revisión, ni administrativa ni contenciosa. En consecuen-
cia, serán oponibles en vía administrativa —art. 256 LGT— o en vía contenciosa
—disposición adicional décima de la LJCA incorporada por la L. 34/2015, de 21
de septiembre—: a) los motivos de oposición contra la providencia de apremio
—art. 167.3 LGT—; b) los motivos de oposición contra la diligencia de embargo
—art.170.3 LGT— ; y, c) los motivos de oposición contra el acuerdo de enajena-
ción de bienes embargados —art.172.1 LGT—.
Para concluir con este apartado, hemos de señalar que con carácter general
—en consecuencia no solo en lo que concierne a la recaudación de la cuota vin-
culada al delito— la reforma objeto de análisis presentará igualmente ciertas pe-
culiaridades en torno a la adopción de medidas cautelares. Para su localización
se ha de tener en cuenta, en primer lugar, lo dispuesto en la disposición 19ª de la
LGT que señala «las competencias de investigación patrimonial en los procesos
de delitos contra la Hacienda Pública» y que habilita tanto al ejercicio de las fa-
cultades previstas en los arts. 93, 94 y 162 de la LGT como a la adopción de las
medidas cautelares contempladas en el art. 81 del mismo cuerpo legal, teniendo
en cuenta que este último precepto —en relación con la materia objeto de estudio
en nuestra actuales consideraciones— ha sido modificada por la L. 34/2015, de
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
contra la Hacienda Pública. De nuevo nos podemos encontrar con dos escenarios
diferentes:
a) Si existe una sentencia condenatoria por delito contra la Hacienda Pública,
la disposición adicional 10ª de la LGT en su versión dada por la L. 34/2015,
de 21 de septiembre, sigue regulando como responsabilidad civil lo que no
es sino la conversión de la naturaleza de la deuda tributaria —en los tér-
minos del art. 58 de la LGT— en el proceso penal, que será exigida por el
procedimiento administrativo de apremio cuando la sentencia sea firme o se
haya solicitado por el órgano jurisdiccional la ejecución provisional. A tales
efectos se rendirá testimonio al órgano competente de la Administración tri-
butaria, quien deberá ejecutarla y comunicar al órgano jurisdiccional sobre
los incidentes relativos a su ejecución. Por último, hemos de recordar que
por imposición del ne bis in ídem —art. 251 LGT— se impedirá la imposi-
ción de una sanción administrativa por los mismos hechos.
b) Si en el proceso penal no se aprecia la existencia de delito contra la Ha-
cienda Pública, como vimos, según se establece en el art. 251.3 LGT, la
Administración tributaria podrá iniciar o continuar sus actuaciones con el
régimen general del procedimiento inspector teniendo en cuenta los hechos
probados en la sentencia y siguiendo las especificaciones de plazo, devengo
de intereses y revisión, establecidos en el art. 257.2, c) para los supuestos de
retroacción de actuaciones por inexistencia de delito por causa diferente a
la inexistencia de la obligación tributaria.
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
2.- Las sanciones previstas por la comisión de las infracciones tipificadas en los
arts. 191 y 198 de la LGT:
a) Son incompatibles.
b) Son compatibles.
c) Dependerá de la posible concurrencia de las circunstancias que operan como cri-
terios de graduación de las sanciones.
d) Son incompatibles y se impondrá la prevista para la infracción que merezca nor-
mativamente una calificación más severa.
a) Por el mero transcurso del plazo de un mes a contar desde la fecha de adopción
del acuerdo de imposición de sanción.
b) Solo si han adquirido firmeza en vía administrativa y en sede jurisdiccional con-
tencioso-administrativa.
c) Solo si han adquirido firmeza en vía administrativa.
d) En cualquier momento, tras notificarse válidamente la resolución sancionadora.
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Ejercicio núm. 1
La entidad mercantil XX, S.A. cumplió, en plazo, con su obligación de autoliquidar el
Impuesto sobre Sociedades, procediendo a ingresar 67.500 €. Tras sustanciarse un proce-
dimiento inspector frente a la obligada tributaria, se extendió acta —suscrita en conformi-
dad— en la que se proponía regularizar su situación tributaria, resultando una cuota que
ascendía a 150.000 €, lo que originaba un descubrimiento de deuda de 82.500 €.
En la propuesta de regularización contenida en el acta inspectora se pueden observar
los siguientes elementos que se extraen del resultado de las actuaciones inspectoras y que
sirven de apoyo al actuario para presentar la pertinente regularización:
Se pide:
Teniendo en cuenta los datos contenidos en el acta de regularización, ¿qué infracciones
observa que ha cometido la mercantil y cuál sería el sistema de cálculo de la pertinente
sanción tributaria?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
o, si se producen en la parte de la base gravada por una tarifa, por el tipo medio de gra-
vamen resultante de su aplicación, más los incrementos sancionables realizados directa-
mente en la cuota del tributo o en la cantidad a ingresar.
b) En el denominador, la suma del resultado de multiplicar todos los incrementos
que se hayan regularizado en la base imponible o liquidable por el tipo de gravamen del
tributo, si dichos incrementos se producen en la parte de la base gravada por un tipo pro-
porcional o, si se producen en la parte de la base gravada por una tarifa, por el tipo medio
de gravamen resultante de su aplicación, más los incrementos realizados directamente en
la cuota del tributo o en la cantidad a ingresar.
Este coeficiente se expresará redondeado con dos decimales».
NO
AJUSTES CUANTÍA SANCIONABLE
SANCIONABLES
Ventas no contabilizadas facturadas
(facturas expedidas por entidad + 80.000 + 80.000
inexistente)
Ventas no contabilizadas + 50.000 + 50.000
Gastos contabilizados (facturas
+ 20.000 + 20.000
falsas)
BASE
Compras: Diferencia entre importe
IMPONIBLE + 10.000 + 10.000
real y el contabilizado
Gastos no deducibles (NO
+ 15.000 + 15.000
SANCIONABLES)
Gastos no deducibles (SI
+ 50.000 + 50.000
SANCIONABLES)
TOTAL + 225.000 + 210.000 + 15.000
Minoración deducciones (por
– 5.000 – 5.000
incumplir límites legales)
Minoración deducciones
– 10.000 – 10.000
DEDUCCIONES (documentadas en facturas falsas)
DE LA CUOTA Minoración deducciones (NO
– 5.000 – 5.000
SANCIONABLES)
Aumento deducciones + 5.000
AJUSTE NETO DEDUCCIONES + 20.000 + 15.000 + 5.000
Una vez obtenidos dichos datos podemos realizar las pertinentes operaciones aritméti-
cas para determinar la base de sanción:
BASE SANCIÓN:
Numerador: (200.000 x 25%) + 15.000 = 50.000 + 15.000 = 65.000
Denominador: (225.000 x 25%) + 20.000 = 56.250 + 25.000 = 81.250
Coeficiente: 65.000 / 81.250 x 100 = 80%
BASE DE LA SANCIÓN = 82.500 x 80% = 66.000
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C) GRADUACIÓN DE LA SANCIÓN:
Como hemos analizado en el planteamiento del tema, la LGT dispone que para pro-
ceder a graduar la sanción por infracción muy grave, debemos incrementar el porcentaje
mínimo conforme a los criterios de comisión repetida de infracciones tributarias y de
perjuicio económico para la Hacienda Pública, según los parámetros establecidos en el art.
187.a) y b) del citado cuerpo legal.
Este perjuicio se determinará, como se ha indicado, atendiendo a la proporción que
exista entre la base de la sanción y la cuota reclamada, de forma que, si el perjuicio eco-
nómico es superior al 10 por 100 pero inferior o igual al 25, el incremento sobre la base
inicial de la sanción será de 10 puntos porcentuales; si el perjuicio económico es superior
al 25 por 100 e igual o inferior al 50, el incremento será de 15 puntos porcentuales; para
perjuicios superiores al 50 por 100 e iguales o inferiores a 75, se incrementarán 20 puntos
porcentuales sobre la base inicial de la sanción y, ante perjuicios económicos superiores al
75 por 100, el incremento será de 25 puntos porcentuales.
El artículo 187.1.b) LGT, que viene a proponer el siguiente método de cálculo:
contra la sanción. Cuestión que no consta en el presupuesto de hecho plantado por lo que
habrá de ser aplicada.
De igual forma, aunque no lo aplicamos en la resolución propuesta ya que desconoce-
mos si se ha producido su presupuesto de hecho, no debemos desconocer la existencia de
una reducción del 25 por 100 de la sanción por su pago en periodo voluntario, reducción
que si bien es compatible con la reducción en conformidad, se deberá aplicar, en su caso,
una vez realizada la reducción por conformidad, y para poder practicarla se precisa que
se realice el ingreso del importe de la sanción en el periodo voluntario abierto al efecto y
que no se interponga recurso o reclamación contra la liquidación o la sanción.
En consecuencia, una vez que hemos seguido el operativo anterior, podemos concluir
con el siguiente resumen que da cumplida respuesta a la solución propuesta:
RESUMEN:
INFRACCIÓN: Art. 191 LGT
Ejercicio núm. 2
En relación con el período impositivo 2015 y por el concepto de Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas, el Sr. D. Sebastián González fue objeto de un procedimiento
de regularización fiscal (procedimiento inspector) que tuvo como resultado un descubri-
miento de una cuota (12.500 €) que, sin embargo, no fue ingresada en período voluntario.
A estos efectos hemos de indicar que la cuota tributaria cuantificada y consignada en la
correspondiente autoliquidación presentada en plazo ascendió a 5.300 €.
El indicado descubrimiento de deuda obedeció a la improcedente aplicación de unas
deducciones a las que, a juicio regularizador de la inspección, no podía acogerse el referi-
do obligado tributario, resultando acreditado el empleo de documentos falsos (contratos,
facturas…).
D. Sebastián, en el trámite de alegaciones oportuno, prestó su conformidad a la pro-
puesta de regularización y llegado el día firmó la correspondiente acta. De igual forma
satisfizo, en el plazo requerido, la sanción pecuniaria impuesta sin haber deducido recurso
alguno contra el acuerdo sancionador. Por último, se ha de indicar que el aludido contri-
buyente había sido sancionado con anterioridad en virtud de resolución firme dos años
antes y por el mismo tipo infractor.
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
Se pide:
Teniendo en cuenta los datos contenidos en el planteamiento esbozado, ¿qué infraccio-
nes observa que ha cometido D. Sebastián y cuál sería el sistema de cálculo de la pertinente
sanción tributaria?
Por último, se ha de hacer notar que junto a los criterios anteriores que, en alguna
medida, modulaban la sanción graduándola en función del principio de proporcionalidad
aplicable al sancionador tributario, el art. 188.3 de la LGT establece una reducción por
«pronto pago» que será compatible con la reducción por conformidad, si bien se ha de
tener en cuenta que a efectos de su cálculo se aplicará una vez realizada la reducción por
conformidad.
La reducción será del 25 por 100 y requiere: a) que se realice el ingreso total del impor-
te restante de dicha sanción en periodo voluntario o, en su caso, en el acordado en supues-
tos de aplazamiento o fraccionamiento; b) que no se interponga recurso o reclamación
contra la liquidación o la sanción. De producirse el recurso o la reclamación, la reducción
practicada será exigida sin más requisito que la notificación al interesado.
Teniendo en cuenta cuanto antecede podemos proceder a realizar el correspondiente
cálculo de la sanción:
CÁLCULO:
Ejercicio núm. 3
La Inspección de los tributos inicia, frente a la entidad mercantil XXX S.A., cuyo objeto
social es la fabricación de recambios para vehículos, las actuaciones de comprobación e in-
vestigación por el concepto de Impuesto sobre Sociedades y por el ejercicio económico 2014.
A resultas de las actuaciones mencionadas, el inspector actuario consignó en diligencia:
1.º Que en su autoliquidación fueron ocultados el 65% de los ingresos correspon-
dientes a su actividad empresarial.
2.º Que la contabilidad aportada presenta anomalías sustanciales.
3.º Que los justificantes aportados a requerimiento de la inspección son falsos.
4.º Que por idéntico motivo regularizado y en relación con los ejercicios 2011 y
2012, a la entidad obligada tributaria le fueron sustanciados sendos procedimien-
tos sancionadores con imposición de sanciones por la comisión conjunta de las
infracciones consistentes en dejar de ingresar la deuda tributaria resultante de su
autoliquidación y en la obtención indebida de devoluciones, respectivamente.
Por todo ello, la propuesta de regularización contenida en el acta inspectora ascendía a
una deuda de 102.400 €. Acta y regularización a la que el representante legal de la entidad
mercantil obligada no prestó su conformidad. Tras elevarse al inspector jefe el acta inspectora,
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
éste giró liquidación tributaria definitiva en los mismos términos cuantitativos propuestos por
el actuario.
Transcurridos cinco meses desde la notificación de la liquidación tributaria, la entidad
mercantil acusó recibo de la notificación del acto de inicio de procedimiento sancionador
con base en los motivos en los que se apoyó la regularización tributaria por el concepto y
periodo impositivo de 2014.
Se pide:
1. El procedimiento sancionador iniciado, ¿tuvo que ser tramitado de forma conjun-
ta al de regularización de la deuda? ¿Por qué?
2. ¿Qué suerte de infracciones pudo haber cometido la entidad mercantil inspeccionada?
3. De ser utilizada la ocultación como medio de calificación de la infracción con-
sistente en dejar de ingresar la deuda tributaria resultante de su autoliquidación,
¿puede considerarse como una infracción independiente? ¿Por qué?
4. ¿Qué elementos de graduación de la sanción se observan en el supuesto?
5. ¿Es preceptiva la autorización del inspector jefe para el inicio del procedimiento
sancionador? En su caso, ¿en qué momento?
6. ¿Cuál es el efecto de haber iniciado el procedimiento cinco meses más tarde de
dictarse el acto administrativo de liquidación?
Ejercicio núm. 4
El Sr. A decidió realizar en febrero del año 2014 unas obras de ampliación y mejora de
su vivienda habitual al objeto de acondicionarla, motivo por el cual contrató los servicios
del Sr. B —arquitecto—, quien se puso en contacto con el gabinete técnico XX, reenvián-
dole por su cuenta el trabajo a él encargado.
Al finalizar la labor encomendada al citado gabinete, el Sr. B le abonó los servicios
prestados sin practicarle retención alguna al entender que se trataba de una interpretación
razonable de la normativa reguladora del IRPF.
En diciembre de 2015, la Inspección de los tributos da apertura, frente al Sr. B, al
correspondiente procedimiento regularizador, en el que se puso en evidencia la incon-
gruencia de los datos presentados por éste en su autoliquidación y los consignados por el
gabinete técnico en cumplimiento de su obligación tributaria.
Hemos de tener en cuenta que el Sr. B tras suscribir en conformidad la propuesta de
regularización contenida en el acta inspectora, manifiesta, asimismo, su conformidad a la
sanción a él propuesta sin que existiere ulterior pronunciamiento del inspector jefe.
Por último, se ha de hacer constar que cuando se inicia el procedimiento, el Sr. B renun-
cia expresamente a su tramitación separada con el procedimiento sancionador tributario.
Se pide:
1. ¿Qué opinión le merece, desde el punto de vista del régimen de infracciones y san-
ciones, la argumentación sobre la interpretación razonable de la norma defendida
por el asesor fiscal?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Ejercicio núm. 5
La Inspección tributaria inicia sus típicas actuaciones de comprobación e investigación
frente al Sr. Capriles por el concepto tributario de IRPF —periodo impositivo 2014—. En
el curso de dichas actuaciones, el inspector actuante descubre que el obligado solo había
incluido en la autoliquidación correspondiente a dicho ejercicio los rendimientos obteni-
dos como funcionario del ayuntamiento de Baza —Granada—, sin que haya declarado
ningún rendimiento de la actividad de «bar-restaurante» de la que también es titular.
Terminadas las actuaciones de regularización, comienza a instruirse el procedimiento san-
cionador tributario con un acto inicial en el que se incluye una propuesta de sanción, ya que
para formularla, estima el inspector —que es el mismo que ha instruido el de regularización
tributaria— son suficientes con los datos obtenidos en el procedimiento de regularización.
La sanción propuesta es calificada como grave y para su determinación es utilizado el
criterio de graduación de comisión repetida de infracciones, de forma que su importe as-
ciende a 50.000 € y como accesoria la pérdida de la posibilidad de obtener subvenciones o
ayudas públicas y del derecho a aplicar beneficios e incentivos fiscales de carácter rogado
durante el plazo de un año.
Se pide:
1. ¿Existe en el supuesto contemplado separación de procedimientos de regulariza-
ción y sancionador tributario?
2. ¿Puede ser la misma persona y órgano quien instruya el procedimiento de regula-
rización y el sancionador tributario que se deriva de aquél?
3. ¿Puede comenzar el procedimiento sancionador con la propuesta de la sanción?
4. Las pruebas obtenidas en el procedimiento de regularización, ¿pueden utilizarse
sin más en el procedimiento sancionador tributario? ¿Se precisa algún requisito?
¿Qué opinión le merece desde el punto de vista de los principios que han de ob-
servarse en uno y en otro procedimiento?
5. ¿Es correcta la sanción no pecuniaria impuesta al Sr. Capriles? ¿Cuál es el órgano
competente para imponerla?
Lección 15. Infracciones y sanciones tributarias
Ejercicio núm. 6
D. Juan Ignacio de la Cámara está siendo objeto de un procedimiento de regulari-
zación de deuda en sede inspectora en el que viene colaborando aportando al actuario
cuanta información le es requerida.
Diecinueve meses más tarde de la iniciación de dicho procedimiento es citado en forma
para una comparecencia en las oficinas públicas. En ella se le comunica que tras las actua-
ciones hasta el momento incoadas se han localizado indicios de la posible existencia de un
delito contra la Hacienda Pública tipificado en el art. 305 del CP y que en cumplimiento
de lo previsto en los arts. 250 y ss. de la LGT, se va a proceder a realizar una propuesta de
liquidación sobre la cuota vinculada al delito —que le es notificada en dicho momento—,
sin perjuicio de que, con posterioridad, será citado de nuevo en las oficinas públicas a
efectos de ultimar la propuesta de liquidación de la cuota no vinculada que se formalizará
en la correspondiente acta.
D. Juan, en el trámite de alegaciones abierto tras la comunicación de la propuesta de
liquidación vinculada al delito, solicita al actuario: 1º) que ha sido incumplido el plazo de
duración del procedimiento de inspección y que en consecuencia se derive la caducidad
del procedimiento; 2º) que la regularización se lleve a cabo por el procedimiento usual,
ya que aunque la cuota defraudada pudiera superar los 120.000 € en ningún momento se
ha constatado el elemento subjetivo necesario para la comisión del tipo delictivo; 3º) que
de no ser atendidas las anteriores alegaciones, sean incorporados a la propuesta de liqui-
dación de la cuota vinculada al delito todos los ajustes a los que tenga derecho así como
todas las partidas a compensar o a deducir que le pudieran corresponder.
Trascurrido el plazo de alegaciones, el actuario rechaza las planteadas por el obliga-
do tributario en función de los siguientes razonamientos: 1º) en relación con el plazo de
duración del procedimiento, precisa que la normativa aplicable determina que sobre la
cuota vinculada al delito no podrán oponerse este tipo de cuestiones; 2º) en relación con
la prueba del elemento subjetivo que le es reclamada, estima que tampoco ha lugar ya que
ésta ha de sustanciarse en el correspondiente proceso penal; 3º) que en lo que se refiere a
los ajustes solicitados, éstos han sido tenidos en cuenta, pero van a ser prorrateados entre
las dos cuotas que serán liquidadas.
En dicho momento, el actuario dicta el acto de liquidación correspondiente, eleva el
pertinente «tanto de culpa» a la autoridad jurisdiccional y señala el periodo de ingreso
en el que el obligado habrá de hacer frente a la deuda tributaria que se deriva de la cuota
vinculada al delito.
Se pide:
1. ¿Cuáles son los requisitos para activar el procedimiento especial de liquidación
administrativa de la cuota vinculada al delito?. A su juicio ¿dichos requisitos exis-
ten en el supuesto planteado? ¿por qué?
2. ¿Qué opinión le merece cada una de las alegaciones de D. Juan? ¿Y la respuesta
del actuario a cada una de ellas?
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
puestos. 3.2. Procedimiento. 3.2.1. Inició del procedimiento de declaración de lesividad. 3.2.2.
Tramitación. 3.2.3. Terminación. 4. Revocación de los actos de aplicación de los tributos y de
imposición de sanciones. 4.1. Presupuestos. 4.2. Procedimiento. 4.2.1. Iniciación. 4.2.2. Tra-
mitación. 4.2.3. Terminación. 4.3. Efectos de revocación. 5. Rectificación de errores de actos
tributarios. 5.1. Presupuestos. 5.2. Procedimiento. 5.2.1. Inicio del procedimiento. 5.2.2. Plazo
para resolver y efectos. 6. Devolución de ingresos indebidos. 6. 1. Introducción: delimitación
de procedimientos. 6.2. Procedimiento especial para el reconocimiento del derecho a la devo-
lución de lo indebido.. 6.2.1. Procedimiento. 6.2.1.1. Iniciación. 6.2.1.2. Tramitación. 6.2.1.3.
Terminación. 6.3. Procedimiento para la ejecución de una devolución de ingresos indebidos
previamente declarada.. 6.4. Procedimientos para la declaración del derecho a la devolución
de actos tributarios firmes. 6.5. Procedimiento para la rectificación de autoliquidaciones con
devolución de ingresos indebidos.. 6.6. Devolución de ingresos indebidos e intereses de de-
mora. V. EJECUCIÓN DE LAS RECLAMACIONES ECONÓMICO-ADMINISTRATIVA Y REEM-
BOLSO DEL COSTE DE LAS GARANTÍAS: 1. Ejecución de las resoluciones. 2. Reembolso del
coste de las garantías aportadas para obtener la suspensión. 2.1. Ámbito de aplicación. 2.2.
Procedimiento. 2.2.1. Iniciación. 2.2.2. Tramitación. 2.2.3. Resolución. VI. ESQUEMA RESU-
MEN. TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN. EJERCICIOS PRÁCTICOS: Núm. 1. Solución propuesta.
Núm. 2. Núm. 3.
sin necesidad de aportar garantías hasta que sea firme en vía administrativa [art.
212.3.a) LGT], no siendo predicable esta suspensión automática sin prestación
de garantía, una vez agotada dicha vía administrativa e iniciada la jurisdiccional.
– Revisión de actos nulos de pleno derecho (art. 217 LGT y arts. 4 a 6 del
RGRVA);
– Declaración de lesividad de actos anulables (art. 218 LGT y arts. 7 a 9 del
RGRVA);
– Revocación (art. 219 LGT y arts. 10 a 12 del RGRVA);
– Rectificación de errores (art. 220 LGT y art. 13 del RGRVA);
– Devolución de ingresos indebidos (art. 221 LGT y arts. 14 a 20 del RGR-
VA).
De acuerdo con la anterior distinción, habrá que tener en cuenta que las reso-
luciones económico-administrativas, aparte de poder ser impugnadas a través del
correspondiente recurso contencioso-administrativo por el interesado, podrán ser
revisables en los casos del recurso de anulación (art. 241 bis LGT), el recurso contra
la ejecución (art. 241 ter LGT), de nulidad de pleno derecho (art. 217 LGT), por
rectificación de errores materiales, de hecho o aritméticos (art. 220 LGT), por el
recurso extraordinario de revisión (art. 224 LGT) y, con carácter previo a su im-
pugnación, mediante recurso contencioso administrativo, la Administración podrá
declarar la lesividad de la resolución económico-administrativa (art. 218 LGT).
Mientras que el procedimiento de revocación de los actos de aplicación de los
tributos e imposición de sanciones (art. 219 LGT y art. 10.3 RGRVA) se podrá
realizar siempre que no haya recaído sobre los mismos resolución económico-
administrativa, no siendo posible revocar dicha resolución.
Por otro lado, la LGT excluye de los recursos administrativos de reposición
o reclamación económico-administrativa las resoluciones dictadas en el procedi-
miento de revisión de actos nulos de pleno derecho (art. 217.7 LGT), declaración
de lesividad (art. 218.1 LGT) y revocación (art. 219.5 LGT), ya que sus resolucio-
nes ponen fin a la vía administrativa, por ello, contra dichas resoluciones sólo es
posible interponer recurso contencioso-administrativo. Sin embargo, el interesado
puede interponer el recurso de reposición o la reclamación económico-adminis-
trativa contra las resoluciones dictadas en los procedimientos de rectificación de
errores (art. 220.3 LGT) y devolución de ingresos indebidos (art. 221.6 LGT).
2.2. Revisión en vía administrativa por las Comunidades Autónomas: dos ámbitos
En cuanto a los actos dictados por los órganos de las Comunidades Autónomas
cuando gestionen tributos cedidos por el Estado o recargos establecidos por aqué-
llas sobre tributos, cedidos o no, la vía de revisión será la reclamación económico-
administrativa correspondiente a la normativa estatal. Aunque de acuerdo con el
artículo 59 de la Ley 22/2009, de 18 de diciembre, LSFCACEA, cabe la posibili-
dad, que en relación con los actos dictados por los impuestos cedidos: a) Impuesto
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Régimen general Grandes ciudades
Recurso de reposición Recurso de reposición Reclamación económico‐
administrativa municipal
Reclamación económico‐
administrativa
municipal
Tribunal económico‐
administrativo
municipal
En cuanto a los procedimientos especiales de revisión, son los mismos que los
recogidos
En cuanto ena los
la LGT: nulidadespeciales
procedimientos de plenodederecho
revisión, que corresponde
son los mismos que los al recogidos
Pleno deenlala
Corporación Local (art. 110.1 LRBRL), la declaración de lesividad
LGT: nulidad de pleno derecho que corresponde al Pleno de la Corporación Local (art.(art.110.1
110.2
LRBRL),
LRBRL), revocación (art.
la declaración de 219 LGT),
lesividad como LRBRL),
(art.110.2 la rectificación
revocación de(art.219
erroresLGT),y la como
devo-la
lución de ingresos
rectificación indebidos
de errores de la LGT,
y la devolución a los que
de ingresos se remite
indebidos de laelLGT,
art.a 14.1
los queTRLRHL.
se remite el
art. 14.1 TRLRHL.
3. Revisión: límites
3. Revisión:
Cuando límites.
hayan sido confirmados por sentencia judicial firme, no serán revi-
sables en ningún caso los actos de aplicación de los tributos y de imposición
de sanciones ni las resoluciones de las reclamaciones económico-administrativas
6
(art. 213.3 LGT).
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
2. Procedimiento
2.1. Iniciación
2.1.1. Plazo de interposición del recurso
Se inicia el recurso de reposición con su interposición, que se tendrá que reali-
zar en el mes contado a partir del día siguiente de la notificación del acto recurri-
ble o del siguiente a aquél en que se produzca los efectos del silencio administrati-
vo o, en el caso de deudas de vencimiento periódico y notificación colectiva, el plazo
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2.2. Tramitación
2.2.1. Subsanación del escrito de interposición
Si el escrito no reúne los requisitos anteriores, se requerirá al interesado para
que en el plazo de 10 días, contados a partir del día siguiente al de la notificación
del requerimiento, subsane la falta o acompañe los documentos preceptivos, con
indicación de que la falta de atención a dicho requerimiento determinará el archi-
vo y se tendrá por no presentado (art. 2 RGRVA).
situación inicial del recurrente (art. 223.4 LGT). Queda prohibida la llamada re-
formatio in peius, esto es, un empeoramiento de la situación del recurrente como
consecuencia de la resolución del recurso o, dicho de otro modo, a resultas de su
resolución por el órgano que dictó el acto recurrido, el interesado nunca puede
quedar en peor condición que la reflejada en el acto que se recurrió. Si el órgano
competente estima pertinente examinar y resolver cuestiones no planteadas por
los interesados, las expondrá a los que estuvieren personados en el procedimiento
y les concederá un plazo de 10 días, contados a partir del día siguiente al de la
notificación de la apertura de dicho plazo, para que formulen alegaciones (art.
223.4 LGT y art. 26.2 RGRVA).
2.3. Resolución
2.3.1. Órgano competente para resolver
Será competente para conocer y resolver el recurso de reposición el órgano
que dictó el acto recurrido. Tratándose de actos dictados por delegación y salvo
que en ésta se diga otra cosa, el recurso de reposición se resolverá por el órgano
delegado (art. 225.1 LGT).
Transcurrido dicho plazo de un mes para resolver o tres meses (un mes para
resolver más dos meses del párrafo anterior por posibles interrupciones) sin ha-
ber notificado la resolución expresa, se producirán dos efectos: – siempre que se
haya acordado la suspensión del acto recurrido, dejará de devengarse el interés
de demora (art. 26.4 y 225.4 LGT); – el recurrente podrá considerar desestimado
el recurso al objeto de interponer la reclamación económico-administrativa (art.
225.4 LGT) en defensa de sus intereses.
LGT), con lo cual el TEA ya no tiene que reclamarlo del órgano autor del acto
recurrido.
En tales situaciones, si el escrito de interposición de la reclamación económico-
administrativa contiene, además, alegaciones, el órgano administrativo autor del
acto impugnado puede anularlo total o parcialmente antes de la remisión del
expediente al TEA siempre que frente a dicho acto no se hubiera interpuesto re-
curso de reposición. Ante esta situación el órgano autor del acto recurrido en vía
económico-administrativa podrá tomar las siguientes decisiones: anular el acto
impugnado, anularlo y dictar otro nuevo o efectuar una anulación parcial. En to-
das deberá remitirse al tribunal el nuevo acto junto con el escrito de interposición
de la reclamación económico-administrativa y el expediente correspondiente, re-
gulándose la tramitación a seguir, según las distintas opciones, en el artículo 52.3
del RGRVA.
En tales supuestos nos encontramos con una reposición anulatoria, sin haber
sido deducido por el interesado el potestativo recurso de reposición.
Según la decisión del órgano autor del acto impugnado, la tramitación a seguir
sería:
a) Si se hubiera anulado el acto impugnado sin que se hubiera dictado otro
acto en sustitución del anterior, se notificará el acuerdo de anulación al interesado
y de todo ello se dará traslado al TEA competente. En la notificación al interesado
se hará constar que en el plazo de 15 días, contados a partir del día siguiente al de
la notificación, pueda manifestar ante el tribunal competente su conformidad o
disconformidad con la anulación acordada y, se le advertirá que, de no formular
manifestación expresa en dicho plazo, se le tendrá por desistido de la reclamación
económico-administrativa y se dictará un acuerdo de archivo de actuaciones. En
el caso de disconformidad, el tribunal competente proseguirá la tramitación de
la reclamación y se considerarán impugnados tanto, el acto originario como, el
de anulación dictado posteriormente, a salvo de lo que resulte de las posteriores
alegaciones del reclamante.
b) Si se anula el acto impugnado y se dicta un nuevo acto en sustitución del an-
terior, se enviará al tribunal el acuerdo de anulación y el nuevo acto dictado, junto
con el escrito de interposición y el expediente administrativo dentro del plazo de
un mes. El tribunal considerará que la reclamación interpuesta impugna tanto,
el acuerdo de anulación como, el contenido del segundo acto, a salvo de lo que
resulte de las posteriores alegaciones del reclamante, y proseguirá la tramitación a
menos que el interesado desista de forma expresa. Si se hubiera acordado la sus-
pensión de la ejecución del acto que se anula, la ejecución del nuevo acto dictado
quedará igualmente suspendida siempre que se mantengan las circunstancias que
permitieron acordarla, sin perjuicio del derecho a la reducción proporcional de
las garantías aportadas para la suspensión del acto inicialmente impugnado.
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
podrán ser llamados a ese procedimiento para ser oídos, los interesados en él. Si
así no hubiere sucedido, advertida su existencia en la tramitación del procedi-
miento de revisión, el órgano económico-administrativo puede emplazarles en
las actuaciones, previa notificación de la existencia de aquella reclamación (art.
232.3 LGT). En el caso de no resultar evidente el interés legítimo, derecho o que
pudiese resultar afectado por la resolución que se dicte, se dará apertura la corres-
pondiente pieza separa (art. 38 RGRVA).
1.5.3. Representación
Si quienes intervienen en el procedimiento (sean legitimados o interesados)
desean hacerlo a través de representante, han de acreditar esta representación en
el primer escrito que no aparezca firmado por el interesado, sin que la ausencia
de tal apoderamiento impida tenerlo por presentado el escrito y siempre que el
defecto advertido se haya subsanado posteriormente (art. 232.4 LGT), aunque
se tendrá por acreditada la representación voluntaria, sin necesidad de aportar
alguno de los medios de acreditación de la representación (cualquier medio de
deje constancia fidedigna, comparecencia personal del interesado o documentos
normalizados aprobados por la Administración tributaria) cuando la representa-
ción hubiera sido admitida por la Administración tributaria en el procedimiento
en el que se dictó el acto impugnado (art. 234.2 LGT). En cualquier caso, es pre-
ciso recordar que, dado el carácter administrativo de este recurso de revisión, la
representación no tiene que hacerse mediante letrado.
En los demás aspectos de la representación habrá que estar a las normas gene-
rales de los artículos 45 (representación legal) y 46 (representación voluntaria) de
la LGT de acuerdo con la remisión del artículo 214.1 de la LGT.
2. Procedimiento Económico-Administrativo
2.1. Clases y notas comunes
En la actualidad, las reclamaciones y recursos en vía económico-administrativa
pueden tramitarse por dos procedimientos:
a) El procedimiento general, procedimiento en única o primera instancia (arts.
234 a 240 LGT).
b) El procedimiento abreviado (arts. 245 a 248 LGT).
En cuanto a los recursos en vía económico-administrativa, contra las resolu-
ciones dictadas en alguno de los dos procedimientos anteriores, cabe la interpo-
sición del recurso extraordinario de alzada para unificación de criterio (art. 242
LGT), el de unificación de doctrina (art. 243 LGT), de revisión (art. 244 LGT), el
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
recurso de anulación (art. 241 bis LGT) y el recurso contra la ejecución (art. 241
ter LGT), mientras el recurso de alzada ordinario (art. 241 LGT), solo se puede
interponer frente a la resolución emitida en el procedimiento en primera instan-
cia, no en el abreviado (art. 248 LGT).
Son notas comunes a dichos procedimientos:
– El impulso de oficio: por lo que no hace falta declarar terminado un
trámite, ni es necesaria la solicitud del interesado de pasar de un trámite
a otro, además, los plazos no son susceptibles de prórroga (art. 234.3
LGT).
– La gratuidad: el procedimiento económico-administrativo será gratuito,
no es necesaria la asistencia de abogado o procurador (art. 234.5 LGT).
No obstante, si la reclamación o el recurso resulta desestimado o inad-
mitido y el órgano económico-administrativo aprecie temeridad o mala
fe, podrá exigirse a la persona a la que resulte imputable dicha temeridad
o mala fe que sufrague las costas del procedimiento —los gastos que ha
ocasionado a la Administración tramitar el procedimiento económico-
administrativo, según los criterios que se fijan del art. 51 del RGRVA—.
La apreciación de concurrir la temeridad o mala fe deberá quedar mo-
tivada de manera expresa en la resolución que se dicté, como la cuanti-
ficación de la condena en costas, quedando la eficacia de la condena en
costas dictada en primera instancia supeditada a la confirmación de la
misma en la resolución que se dicte, en el caso de haberse interpuesto
recurso de alzada ordinario.
– Notificación: todos los actos y resoluciones que afecten a los interesados
o pongan término en cualquier instancia a una reclamación económico-
administrativa serán notificados a aquéllos, bien por medios electróni-
cos, bien en el domicilio señalado (art. 50.1 a 3 RGRVA) o, en su defecto,
mediante la notificación por comparecencia de acuerdo con el artículo
112 de la LGT (art. 50.5 RGRVA). La notificación deberá expresar si el
acto o resolución es o no definitivo en vía económico-administrativa y,
en su caso, los recursos que procedan, órgano ante el que hubieran de
presentarse y plazo para interponerlos, sin que ello impida que los inte-
resados puedan ejercitar cualquier otro recurso que estimen pertinente
(art. 234.4 LGT). La notificación se hará de forma electrónica obligato-
riamente para los interesados que estén obligados a recibir por medios
electrónicos las comunicaciones y notificaciones.
– Motivación: es aplicable la exigencia de motivación, con sucinta referen-
cia a hechos y fundamentos de derecho, de las resoluciones y de otros
actos dictados (art. 215 LGT).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2.2.2. Procedimiento
2.2.2.1. Aspectos comunes
Salvo en las reclamaciones económico-administrativas interpuestas contra san-
ciones tributarias o la suspensión que había sido acordada previo recurso de repo-
sición con efectos de las garantías en la nueva vía de reclamación, la suspensión
del acto impugnado en vía económico-administrativa necesita de la petición del
interesado, mediante solicitud dirigida al órgano que dictó el acto objeto de recla-
mación, que la remitirá al órgano competente para resolver (art. 40.1 RGRVA) y
en escrito independiente al de interposición de la reclamación (art. 40.2 RGRVA).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2.3.2. Procedimiento
2.3.2.1. Iniciación
La reclamación económico-administrativa en única o primera instancia se in-
terpondrá en el plazo de un mes (arts. 235.1 LGT) a contar desde el día siguiente:
– al de la notificación del acto impugnado; – en cualquier momento a aquél en que
se produzcan los efectos del silencio administrativo; – a aquél en que quede cons-
tancia de la realización u omisión de la retención o ingreso a cuenta, de la repercu-
sión motivo de la reclamación o, de la sustitución derivada de las relaciones entre
el sustituto y el contribuyente; – desde el requerimiento formal del cumplimiento
de la obligación de expedir y entregar factura que incumbe a empresarios o profe-
sionales; – al de finalización del periodo voluntario, en las deudas de vencimiento
periódico y notificación colectiva.
Las reglas para el cómputo del plazo de un mes son las mismas que las expues-
tas en el recurso de reposición, sabiendo que se cuenta de fecha a fecha, siendo el
último día el que tiene el mismo dígito del día de la notificación en el mes siguien-
te, por lo que su interposición fuera de plazo conlleva declarar inadmisible la re-
clamación económico-administrativa por extemporánea, no entrando el tribunal
en el fondo del asunto y quedando firme el acto que se pretendía recurrir.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2.3.2.2. Tramitación
Una vez recibido el expediente por el Tribunal, lo pondrá de manifiesto duran-
te el plazo de un mes a los interesados que hubieran comparecido en la reclama-
ción y no hubieren presentado alegaciones con el escrito de interposición, o bien,
aunque las hubiesen formulado, lo hicieron con petición expresa de este trámite,
para que presenten alegaciones con aportación de las pruebas oportunas. Dicha
puesta de manifiesto de expediente como la presentación de alegaciones y pruebas
se podrá realizar por medios electrónicos, que en el caso de deficiencias técnicas se
podrá conceder un nuevo plazo o prorrogar el inicial (art. 236.1 LGT).
En el caso de reclamaciones sobre actuaciones entre particulares, al no existir
expediente, el tribunal notificará la interposición de la reclamación a la persona
recurrida para que comparezca mediante escrito de mera personación, adjuntan-
do todos los antecedentes que obren a su disposición o en registros públicos (art.
236.2 LGT).
Durante su tramitación se puede realizar una serie de trámites que no siempre
son obligatorios, ya que pueden prescindirse si resultan acreditados los datos ne-
cesarios para resolver la reclamación. Entre esos trámites se pueden mencionar: el
de completar expediente, (art. 236.1 LGT y art. 55 RGRVA); solicitar informes,
que son de dos tipos: al órgano que dictó el acto impugnado, al objeto de aclarar
las cuestiones que lo precisen (art. 236.3 LGT) y, otros informes que considere
necesarios o convenientes para la resolución (art. 57.2 RGRVA), otorgando nuevo
plazo de alegaciones de 10 días en base a los informes recibidos (art. 57.3 RGR-
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
VA); las pruebas a practicar, que se rigen por la reglas generales (art. 214.1 LGT),
con las especialidades del artículo 236.4 de la LGT; las cuestiones incidentales,
que se refieren a cuestiones relacionadas con el fondo del asunto o sobre la validez
del procedimiento que deben ser resueltas antes de dictar la resolución de la recla-
mación (art. 236.6 LGT), por ejemplo, recusación de los miembros del tribunal.
La cuestión incidental deberá plantearse en el plazo de 15 días contados a partir
del día siguiente a aquél en que se tenga constancia fehaciente del hecho o acto
que las motive (art. 58 RGRVA) y su resolución no será susceptible de recurso
alguno, aunque podrá volver a plantearse en el recurso que se interponga contra
la resolución de la reclamación (art. 236.6. LGT).
En el caso de haberse planteado una cuestión prejudicial ante el Tribunal de
Justicia de la Unión Europea, se suspenderá el procedimiento económico-adminis-
trativo hasta que se reciba la resolución que resuelva la cuestión prejudicial. Tam-
bién procederá la suspensión de otros procedimientos económico-administrativos
para cuya resolución resulta preciso conocer la resolución de la cuestión prejudi-
cial. Dicha suspensión se notificará a los interesados y supondrá la suspensión del
cómputo del plazo de prescripción de los derechos a que se refiere el artículo 66
de la LGT. Lo anterior se efectuará según la tramitación recogida en el artículo
237.3 de la LGT.
2.3.2.3. Terminación
El procedimiento de la reclamación económico-administrativa termina de
modo normal o anormal (art. 238.1 LGT).
El modo normal de terminarlo es mediante resolución expresa, debiendo ad-
vertir que los TEAs no pueden abstenerse de resolver, sin que pueda alegarse duda
racional o deficiencia en los preceptos legales (art. 239.1 LGT).
Los modos anormales de poner fin al procedimiento son todos aquéllos que
sobrevienen en su discurrir para hacerlo inservible o inconveniente la resolución
de su objeto. La Ley señala cuantos siguen (art. 238.2 LGT), que darán lugar al
acuerdo de archivo:
– La renuncia al derecho en que se funda la reclamación, se produce cuan-
do el reclamante, expresamente, decide abandonar la acción que le im-
pulsó a la reclamación.
– El desistimiento de la petición o la instancia, supone el apartamiento
de la reclamación, lo que, necesariamente, no supone la renuncia del
derecho a accionar que puede volver a formularse si existe plazo para
hacerlo.
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
que la anulación del acto con la retroacción de las actuaciones al momento en que
se produjo el defecto formal para que la Administración pueda dictar un nuevo
acto corrigiendo la deficiencia detectada no puede significar otorgarle a la Admi-
nistración nuevas oportunidades para continuar con el procedimiento hasta que
acierte en su tramitación, más cuando los defectos no sean formales sino de índole
material, en tales casos, la anulación no debería dar lugar a la retroacción de ac-
tuaciones (a diferencia de lo que ocurre en la práctica, por ejemplo, los pronun-
ciamientos de los TEA anulando en el ámbito del Impuesto sobre Transmisiones
Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados el expediente de comprobación de
valores, que se convierte en método para la determinación de su base imponible,
por encontrarlo falto de motivación, que es tanto, como decir que está infundado
y, ordenan retrotraer las actuaciones para que la Administración vuelva a realizar
una nueva valoración motivada).
Otra forma de terminación es mediante la inadmisibilidad, que podrá ser decla-
rada por un órgano unipersonal, en los casos enumerados en el artículo 239.4 de la
LGT: a) Cuando se impugnen actos o resoluciones no susceptibles de reclamación
o recurso en vía económico-administrativa; b) Cuando la reclamación se haya pre-
sentado fuera de plazo; c) Cuando falte la identificación del acto o actuación contra
el que se reclama; d) Cuando la petición contenida en el escrito de interposición no
guarde relación con el acto o actuación recurrido; e) Cuando concurran defectos de
legitimación o de representación; f) Cuando exista un acto firme y consentido que sea
el fundamento exclusivo del acto objeto de la reclamación, cuando se recurra contra
actos que reproduzcan otros anteriores definitivos y firmes o contra actos que sean
confirmatorios de otros consentidos, así como cuando exista cosa juzgada.
Las resoluciones que pongan fin a la vía económico-administrativa serán suscepti-
bles de recurso contencioso-administrativo ante el órgano jurisdiccional competente
(art. 249 LGT).
Las resoluciones del TEAC serán recurribles en vía contencioso-administrativa
ante la Audiencia Nacional, salvo la materia de tributos cedidos, que será recurrible
ante los Tribunales Superiores de Justicia de la respectiva CCAA, mientras que las
resoluciones de los TEARs y TEALs serán recurribles ante la sala de lo contencioso-
administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia competente.
2.4.2. Procedimiento
2.4.2.1. Iniciación
Aunque se encuentra regulado en los artículos comentados, en su defecto serán
de aplicación las normas previstas para el procedimiento económico-administra-
tivo en única o primera instancia (art. 245.3 LGT y art. 65.6 RGRV), como ocu-
rre en relación con el plazo para su interposición, que ante la falta de mención
expresa, se aplicará el plazo general de un mes a contar desde el día siguiente a la
notificación del acto recurrido (art. 235.1 LGT).
Se iniciará mediante escrito que deberá incluir el contenido recogido en el artí-
culos 2.1 y 246.1 de la LGT y será dirigido al órgano que dictó el acto reclamado
mediante su interposición realizada a través de la sede electrónica del órgano que
dictó el acto reclamable. El escrito de interposición se podrá acompañar las ale-
gaciones, que en su caso, se desean formular y las pruebas pertinentes, pudiendo
solicitar la puesta de manifiesto del expediente si lo precisa para formular las ale-
gaciones, teniendo el reclamante el mismo plazo de interposición para examinar
el expediente y formular alegaciones, a diferencia del procedimiento general. Si el
escrito de interposición no cumple los requisitos exigidos, se procederá a su sub-
sanación, requiriendo al interesado para que los subsane en el plazo de diez días
(art. 2.2 y art. 65.1 RGRVA). Si lo que falta es el domicilio, se aplicarán las reglas
especiales sobre el domicilio para notificaciones (art. 50 RGRVA).
Como el escrito va dirigido al órgano que dictó el acto impugnado, se permite
la anulación total o parcial del acto por dicho órgano antes de la remisión del ex-
pediente al tribunal, tal como hemos desarrollado en el epígrafe«II.3. Reposición
sin recurso» de esta lección.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
2.4.2.2. Tramitación
No existe trámite de alegaciones. La práctica de la prueba se efectuará confor-
me a lo previsto en el procedimiento general (art. 236.4 LGT). Se ha suprimido la
posibilidad de celebrar la vista oral, dejando sin efecto lo recogido en el artículo
65 del RGRV), tras la reforma de la LGT en 2015.
2.4.2.3. Resolución
El órgano económico-administrativo podrá dictar resolución incluso con ante-
rioridad a recibir el expediente, siempre que de la documentación presentada por
el reclamante resulten acreditados todos los datos necesarios para resolver (art.
247.2 LGT).
La duración del procedimiento es de seis meses, siendo esté el plazo máximo
para notificar la resolución contado desde la interposición de la reclamación.
Transcurrido dicho plazo sin que se haya notificado la resolución expresa: a) el
interesado podrá considerar desestimada la reclamación al objeto de interponer el
recurso procedente, pero como el órgano económico-administrativo deberá resolver
expresamente en todo caso, el interesado podrá interponer el recurso a partir del día
siguiente de la notificación de la resolución expresa (art. 247.2 LGT); b) dejará de
devengarse el interés de demora (art. 26.4 LGT), transcurrido el plazo de seis meses
para resolver y siempre que el acto reclamado estuviera suspendido (art. 247.3 LGT).
Contra las resoluciones que se dicten en el procedimiento abreviado no podrá
interponerse recurso de alzada ordinario, pero podrán proceder (art. 248 LGT) el
recurso de anulación (art. 241 bis LGT), el recurso contra la ejecución (art. 241
ter LGT), el recurso extraordinario de alzada para unificación de criterio (art. 242
LGT), para unificación de doctrina (art. 243 LGT) y de revisión (art. 244 LGT).
Lógicamente, como la resolución pone fin a la vía administrativa, será suscep-
tible del recurso contencioso-administrativo ante el órgano jurisdiccional compe-
tente (art. 249 LGT).
3.1.4. Procedimiento
3.1.4.1. Iniciación
El recurso de anulación se debe de interponer en el plazo de 15 días hábiles a
contar desde la notificación de la resolución de la reclamación económico-admi-
nistrativa objeto de revisión o del acuerdo de archivo.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3.1.4.2. Tramitación
Una vez interpuesto, sin más trámites, deberá dictar la correspondiente resolu-
ción del recurso de anulación.
3.1.4.3. Resolución
El tribunal resolverá en el plazo de un mes, entendiéndose desestimado en caso
contrario.
Como el recurso de anulación es previo al recurso de alzada ordinario, la in-
terposición del primero conlleva la suspensión del plazo para la interposición del
recurso de alzada ordinario que, en su caso, proceda contra la resolución impug-
nada.
El cómputo del plazo de un mes para interponer el recurso de alzada se ini-
ciará a partir del día siguiente al de la notificación de la resolución del recurso de
anulación o el día siguiente a aquel en que se entienda desestimado por silencio
administrativo.
Si la resolución del recurso de anulación fuese estimatoria, el recurso de alzada
que proceda se interpondrá contra la citada resolución.
En el caso que al resolución del recurso de anulación fuese desestimatoria, el
recurso que se interponga tras la resolución del recurso de anulación servirá para
impugnar tanto esta resolución como la dictada antes por el tribunal económico-
administrativo objeto del recurso de anulación, pudiendo plantearse en ese recur-
so tanto las cuestiones relativas a los motivos del recurso de anulación como cua-
lesquiera otras relativas al fondo del asunto y al acto administrativo inicialmente
impugnado.
3.2.4. Procedimiento
3.2.4.1. Iniciación
El plazo de interposición de este recurso será de un mes a contar desde el día
siguiente al de la notificación del acto impugnado. No cabrá la interposición de
recurso de reposición con carácter previo al recurso contra la ejecución.
3.2.4.2. Tramitación
La tramitación de este recurso se efectuará a través del procedimiento abrevia-
do, salvo en el supuesto específico en que la resolución económico-administrativa
hubiera ordenado la retroacción de actuaciones, en cuyo caso se seguirá por el
procedimiento abreviado o general que proceda según la cuantía de la reclama-
ción inicial. El procedimiento aplicable determinará el plazo en el que haya de ser
resuelto el recurso, de seis meses o un año respectivamente.
En ningún caso los actos de ejecución podrán ser suspendidos por la interpo-
sición del recurso contra la ejecución, salvo cuando se plateen cuestiones nuevas
respecto a la resolución económico-administrativa que se ejecuta.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3.2.4.3. Resolución
La resolución deberá dictarse en el plazo de seis meses en el caso de tramita-
ción por el procedimiento abreviado y de un año en el caso de tramitación por el
procedimiento general.
Al ser el objeto del recurso contra la ejecución, la verificación de que la ejecu-
ción se adecua al contenido de la resolución o de lo acordado por el TEA, podrá
dictar una resolución de admitiendo el recurso y declarando ajustada a derecho
dicha ejecución o dictado una resolución verificando la irregularidades de dicha
ejecución. También podrá el Tribunal declarar la inadmisibilidad del recurso con-
tra la ejecución respecto de aquellas cuestiones que se planteen sobre temas ya
decididos por la resolución que se ejecuta, sobre temas que hubieran podido ser
planteados en la reclamación cuya resolución se ejecuta o cuanto concurran algu-
na de las causas de inadmisibilidad de las reclamaciones económico-administrati-
vas previstas en el artículo 239.4 de la LGT.
3.3.4. Procedimiento
3.3.4.1. Iniciación
Podrá interponerse recurso de alzada ordinario ante el TEAC en el plazo de
un mes contado desde el día siguiente al de la notificación de la resolución (art.
241.1 LGT).
El recurso de alzada ordinario se dirigirá al tribunal que hubiese dictado la re-
solución recurrida, que, en el plazo de un mes, lo remitirá junto con el expediente
de aplicación de los tributos y el de la reclamación económico-administrativa al
TEAC (art. 61.2 RGRVA).
Cuando el recurrente hubiera estado personado en el procedimiento en prime-
ra instancia, el escrito de interposición deberá contener las alegaciones y adjun-
tará las pruebas oportunas, resultando admisibles únicamente las pruebas que no
hayan podido aportarse en primera instancia (art. 241.2 LGT).
3.3.4.2. Tramitación
Cuando el legitimado para recurrir no hubiera estado personado en el pro-
cedimiento en primera instancia, el TEAR o TEAL le pondrá de manifiesto los
expedientes para que pueda formular alegaciones en el plazo de un mes, contado
a partir del día siguiente al de la notificación y, a continuación, dará traslado de
ellas al reclamante en primera instancia y a los demás personados para que en el
plazo de otro mes, contado a partir del día siguiente al de la notificación de la
apertura de dicho plazo, puedan formular las alegaciones que estimen convenien-
tes. Una vez completados estos trámites, los expedientes se remitirán al TEAC. La
práctica de las pruebas, en su caso, se regulará por lo dispuesto para la primera
instancia (art. 61.2 RGRVA).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3.3.4.3. Resolución
La duración del recurso de alzada ordinario es de un año desde la interposi-
ción del recurso y, transcurrido este plazo sin notificar la resolución expresa, el
interesado podrá considerar desestimada la reclamación al objeto de interponer el
recurso procedente a partir del día siguiente de la finalización del plazo de un año.
El TEAC deberá resolver y notificar expresamente en todo caso y, ante esta
resolución, el plazo de interposición comenzará a contarse desde el día siguiente
al de la notificación expresa, aunque ya hubiera transcurrido el plazo de un año
anterior (art. 240 por remisión del art. 241.4 LGT). Además, transcurrido un
año desde la iniciación de la instancia sin haberse notificado resolución expresa y
siempre que se haya acordado la suspensión del acto reclamado, dejará de deven-
garse el interés de demora del artículo 26.4 de la LGT.
3.4.1.4. Procedimiento
3.4.1.4.1. Iniciación
El plazo para interponer el recurso extraordinario de alzada para la unifica-
ción de criterio será de tres meses contados desde el día siguiente al de la notifi-
cación de la resolución (art. 242.2 LGT y art. 61.1 RGRVA). Si la resolución no
ha sido notificada al órgano legitimado para recurrir, el plazo de tres meses para
interponer el recurso se contará desde el momento en que dicho órgano tenga
conocimiento del contenido esencial de la misma por cualquier medio. El docu-
mento acreditativo de la notificación recibida o, en su caso, del conocimiento del
contenido esencial de la resolución, deberá acompañarse al escrito de interposi-
ción del recurso.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3.4.1.4.2. Tramitación
Se realizan las mismas actuaciones del recurso ordinario de alzada (art. 61.3
RGRVA). La práctica de las pruebas, en su caso, se regulará por lo dispuesto para
la primera instancia.
3.4.1.4.3. Resolución
La resolución deberá dictarse en el plazo de tres meses y respetará la situa-
ción jurídica particular derivada de la resolución recurrida, fijando la doctrina
aplicable (art. 242.3 LGT). Los criterios establecidos en las resoluciones de estos
recursos serán vinculantes para los tribunales económico-administrativos, para
los órganos económico-administrativos de las Comunidades Autónomas y de las
Ciudades con Estatuto de Autonomía y para el resto de la Administración tribu-
taria del Estado y de las Comunidades Autónomas y Ciudades con Estatuto de
Autonomía (art. 242.4 LGT).
3.5.4. Procedimiento
3.5.4.1. Iniciación
Se interpondrá en el plazo de tres meses contados a partir del día siguiente al
de la notificación de la resolución del TEAC al Director General de Tributos del
Ministerio de Economía y Hacienda (art. 61.1 RGRVA).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3.5.4.2. Tramitación
Corresponde al Secretario General del TEAC la dirección y coordinación de la
tramitación del recurso extraordinario para la unificación de doctrina, dictar los
actos de trámite y de notificación e impulsar de oficio el procedimiento (art. 33.3
RGRVA). El Presidente de la Sala Especial designará al miembro de la Sala para
que proponga las resoluciones y acuerdos de terminación (art. 33.2 RGRVA).
3.5.4.3. Terminación
La resolución deberá dictarse en el plazo de seis meses y respetará la situación
jurídica particular derivada de la resolución recurrida, estableciendo la doctrina
aplicable (art. 243.4 LGT). La resolución que se dicte se adoptará por decisión
mayoritaria de los integrantes de la Sala Especial. En caso de empate, el Presidente
tendrá siempre voto de calidad (art. 243.3 LGT).
La doctrina establecida en las resoluciones de estos recursos será vinculante
para los tribunales económico-administrativos, para los órganos económico-ad-
ministrativos de las Comunidades Autónomas y de las Ciudades con Estatuto de
Autonomía y para el resto de la Administración tributaria del Estado y de las Co-
munidades Autónomas y Ciudades con Estatuto de Autonomía (art. 243.5 LGT).
3.6.4. Procedimiento
3.6.4.1. Iniciación
El recurso se interpondrá en el plazo de tres meses a contar desde el cono-
cimiento de los documentos o desde que quedó firme la sentencia judicial (art.
244.5 LGT).
3.6.4.2. Tramitación
La tramitación se corresponde con la del procedimiento económico-adminis-
trativo en única o primera instancia (art. 62 RGRVA). La interposición de este
recurso no suspende la ejecución del acto o resolución (art. 233.12 LGT).
3.6.4.3. Resolución
La duración de procedimiento es de seis meses (art. 244.6 LGT). Trascurrido
el mismo sin haberse notificado resolución expresa, se entenderá desestimado el
recurso. Se declarará la inadmisibilidad del recurso cuando se aleguen circuns-
tancias distintas a las previstas anteriormente (art. 244.3 LGT). Para declarar la
inadmisibilidad el tribunal podrá actuar de forma unipersonal (art. 244.4 LGT).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
gano que carecía de competencia territorial para dictarlo (por ejemplo, resuelve
un órgano de otra Comunidad Autónoma distinta de la que territorialmente le
correspondía), bien por un órgano que carecía de competencia material (la AEAT
dicta un acto referente a un tributo local) y, además, en uno y otro caso, la in-
competencia debe ser manifiesta, entendida esta nota por la jurisprudencia como
aquélla que es notoria, clara, evidente, que se manifiesta de modo ostensible e in-
controvertida, sin que precise de una labor previa de interpretación jurídica. De lo
anterior, cabe inferir que no cualquier grado de incompetencia debe ser determi-
nante de la nulidad absoluta del acto administrativo que la exhibe, en estos otros
casos, carentes de las notas anteriores, la vía para obtener la pérdida de validez
del acto será los recursos ordinarios de revisión (aunque se podría plantear una
tercera vía, incoar el procedimiento de revocación cuando entre las causas que
posibilitan acudir al mismo señala la de aquellos actos administrativos que infrin-
gen manifiestamente la ley y no existe duda de que el órgano que, sin tener com-
petencia para hacerlo, actúa en el orden administrativo, está infringiendo la ley).
c) Que tengan un contenido imposible.
Los actos tributarios han de ser posibles en su realización, lícitos y de conte-
nido determinado, la no concurrencia de uno de esos aspectos los convierten en
actos radicalmente nulos. En lo que concierne a la imposibilidad de su contenido,
debe tratarse de una imposibilidad originaria, no sobrevenida, una vez dictado
el acto administrativo, dado que la imposibilidad sobrevenida al acto podría dar
motivo a su invalidez pero no a su nulidad. De este modo, cuando un acto admi-
nistrativo resulta imposible de ejecutar, por serlo en el momento en que se ha dic-
tado, sobreviene su nulidad radical; por ejemplo, sería el caso de la doble notifica-
ción de una misma providencia de apremio, realizadas el mismo día, procedentes
de dos órganos distintos de la Administración y que son contradictorias entre sí
por quedar referidas al cobro en período ejecutivo de diferentes cantidades en
concepto de una misma deuda tributaria o una providencia de apremio sobre un
bien inexistente.
d) Que sean constitutivos de infracción penal o se dicten como consecuencia
de ésta.
Este supuesto de nulidad de pleno derecho se refiere por regla general, a la
actuación de la propia Administración tributaria a través de los titulares de sus
órganos, al incurrir éstos, durante el procedimiento de comprobación, liquidación
o inspección, en la comisión de delito o falta, quedando afectado de nulidad el
acto tributario emanado.
Existirá nulidad de pleno derecho cuando el acto administrativo sea constituti-
vo de infracción penal (tanto delito, como falta) o, sea dictado como consecuencia
de una infracción penal, por tanto, es necesario que exista una relación directa
entre la infracción penal cometida y el acto administrativo. En ambos casos, lo
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
normal es que previamente el ilícito penal haya sido declarado en sus términos en
la jurisdicción competente para que derive de él la nulidad del acto administrativo
tributario en el que se sustenta, porque debe entenderse que en estos casos existe
prejudicialidad penal, por lo que la declaración del juez debe ser previa a la de-
claración de nulidad absoluta del acto administrativo, aunque, en algunos casos,
se podría invocar esta nulidad de pleno derecho sin que se haya declarado la res-
ponsabilidad penal, por ejemplo, en caso de muerte del imputado o prescripción
de la acción penal, correspondiendo, en estos casos, a la Administración o a la
jurisdicción contencioso-administrativa los que deban de valorar la concurrencia
de la infracción penal a los solos efectos de declarar el acto nulo.
Este motivo de nulidad podrá aparecer, por ejemplo, en los supuestos de deli-
tos de falsedad, de cohecho (soborno de funcionario público) o en los delitos de
prevaricación (actos administrativos dictados a sabiendas de su injusticia), así,
probado el delito de prevaricación, se podrá solicitar la nulidad de pleno derecho
del acto tributario dictado.
e) Que hayan sido dictados prescindiendo total y absolutamente del procedi-
miento legalmente establecido para ello o de las normas que contienen las reglas
esenciales para la formación de la voluntad en los órganos colegiados.
Se trata de actos administrativos producidos en el orden tributario al margen
de la legalidad por la que se rigen, pudiéndose distinguir tres situaciones diferen-
tes:
1. Se ha prescindido de todo el procedimiento que preside la tramitación del
acto de que se trate (sería un acto dictado en ejercicio de máxima arbitrariedad),
aunque lo normal es que exista algún trámite y, a pesar que la norma utiliza las
palabras «total y absolutamente», la mayoría de la doctrina y la jurisprudencia
consideran que también se podrá alegar esta causa de nulidad de pleno derecho
cuando se lleva a cabo la omisión de un trámite esencial o fundamental integrante
de un procedimiento concreto; por ejemplo, cuando en la instrucción de proce-
dimiento sancionador tributario se omite el preceptivo trámite de alegaciones al
interesado, aunque existe ejemplos jurisprudenciales, STS de 11 de julio de 2003,
que declaran que la falta de audiencia en un procedimiento sancionador no es,
por sí misma, causa de nulidad de pleno derecho, sino que sólo puede conducir a
la anulación del acto en aquellos casos en los que tal omisión haya producido la
indefensión material y efectiva del afectado por la actuación administrativa, no
produciéndose cuando el resultado, subsanado el trámite omitido, no sería distin-
to del que se produjo cuando se realizó tal omisión.
2. Cuando se ha utilizado un procedimiento distinto al que exige la norma
para conformar el acto administrativo en cuestión.
3. El acto se ha dictado prescindiendo de las normas que regulan el procedi-
miento para la adopción de acuerdos por los órganos colegiados (arts. 22 a 27
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
LRJPAC), por ejemplo, por haberse vulnerado las normas de convocatoria del
órgano, ausencia de convocatoria o de quórum necesario.
f) Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los
que se adquieren facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esen-
ciales para su adquisición.
Esta causa de nulidad se fundamenta, realmente, en la existencia de actos ad-
ministrativos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los
que se adquieren facultades o derechos cuando se carece de los requisitos esencia-
les para su adquisición, o sea, que para la apreciación de esta causa de nulidad es
precisa la concurrencia de los siguientes requisitos:
1. Que se trate de actos favorables al obligado tributario.
2. Que el acto, además de ser contrario al ordenamiento jurídico, vaya dirigido
a un sujeto que carezca de los requisitos esenciales para la adquisición del derecho
que resulte del mismo.
Por ejemplo, el acto administrativo que reconoce una exención tributaria sin
que en la persona declarada exenta, concurran los requisitos establecidos legal-
mente para su concesión o por haberse aplicado al caso la norma de exención por
analogía. En este supuesto, por aplicar la analogía en un terreno en el que queda
prohibida (en el ámbito tributario), el acto sería contrario a Derecho (artículo 14
LGT), como además, si el sujeto declarado exento no reúne los requisitos objeti-
vos para hacerse acreedor de la exención tributaria.
g) Cualquier otro que se establezca expresamente en una disposición de rango
legal.
Por último, se deja la puerta abierta a nuevas causas de nulidad de pleno dere-
cho siempre y cuando el motivo de las mismas se halle en una disposición de ran-
go legal (reserva ordinaria de ley), no pudiendo establecerse mediante reglamento
o norma de rango inferior al legal.
2.2. Procedimiento
2.2.1. Iniciación
El procedimiento de la declaración de nulidad de pleno derecho se encuentra
regulado en el artículo 217 LGT y los artículos 4 a 6 del RGRVA.
El procedimiento para declarar la nulidad a que se refiere la LGT podrá ini-
ciarse (art. 217.2 LGT y art. 4.1 RGRVA):
a) De oficio, por acuerdo del órgano que dictó el acto o de su superior jerárqui-
co, que será notificado al interesado.
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
b) A instancia del interesado, que dirigirá su escrito al órgano que dictó el acto
cuya revisión se pretende. En este caso, se podrá acordar o dictar, por el órgano
competente para tramitar el procedimiento (art. 4.2 RGRVA), acuerdo motivado
de inadmisión a trámite de las solicitudes de revisión formulados por los intere-
sados (art. 217.3 LGT), sin necesidad de recabar dictamen del órgano consultivo
cuando:
1. El acto no sea firme en vía administrativa porque, al quedar abierta aún la
posibilidad de interponer otros recursos en vía administrativa frente a dicho acto,
a ellos debe acudirse en primer término.
2. La solicitud no se base en alguna de las causas que dan lugar a la declaración
de nulidad del artículo 217.1 de la LGT.
3. Carezca manifiestamente de fundamento: se trata de aquellos casos en los
que, apuntando quien deduce la solicitud de nulidad alguna de las causas previs-
tas en el artículo 217.1 LGT, sin embargo, el supuesto de hecho contemplado no
se corresponde con ninguna de ellas.
4. Cuando se hubieran desestimado, en cuanto al fondo, otras solicitudes sus-
tancialmente iguales. A través de esta causa de inadmisibilidad del recurso de
nulidad se quiere evitar la reiteración de recursos sobre asuntos que ya han sido
inadmitidos a trámite con carácter previo y con el que guardan relación de seme-
janza, no necesariamente relación directa.
Este acuerdo de inadmisión debe ser motivado [art. 215.2. a) LGT]. Dichas
motivos de inadmisión tiene como finalidad terminar el procedimiento sin llegar
hasta la resolución final para aquellos casos en que claramente no procede la nu-
lidad o es posible todavía interponer un recurso o reclamación en la que se puede
obtener la nulidad sin acudir a este procedimiento especial de revisión.
2.2.2. Tramitación
Durante la tramitación destacan dos actuaciones: a) se realizará el oportuno
trámite de audiencia a los interesados, que serán oídos, además de todos aquellos
a quienes reconoció derechos el acto y cuyo intereses resultaron afectados por el
acto presuntamente nulo y, b) se requerirá dictamen previo favorable del Consejo
de Estado u órgano equivalente de la respectiva Comunidad Autónoma, si lo hu-
biere (art. 217.4 LGT).
La tramitación corresponde al órgano que establezca la norma de organiza-
ción específica (art. 5.1 RGRVA), que recibe el escrito de iniciación y realiza los
siguientes trámites: a) solicitar al órgano que dictó el acto la remisión de una
copia cotejada del expediente administrativo y de un informe sobre los antece-
dentes del procedimiento que fuesen relevantes para resolver. Asimismo, podrá
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
solicitar cualquier otro dato o antecedente que considere necesario para elaborar
la propuesta de resolución (art. 5.2 RGRVA); b) Recibida la documentación, dará
trámite de audiencia en la que el interesado dispondrá de un plazo de 15 días a
partir del día siguiente al de la notificación para alegar y presentar documentos y
justificantes, como también para los otros afectados por el acto, teniendo en cuen-
ta que algunos actos suponen derechos para los obligados tributarios y graváme-
nes para otros (art. 5.3 RGRVA); c) Concluido el trámite de audiencia, el órgano
competente para tramitar el procedimiento formulará la propuesta de resolución
al órgano competente para resolver (art. 5.4 RGRVA).
2.2.3. Terminación
El órgano competente para resolver en el ámbito del Estado es el Ministro de
Hacienda, actual Ministro de Economía y Hacienda (art. 217.5 LGT) que podrá
delegar (art. 6.3 RGRVA).
Recibida la propuesta de resolución, se solicitará el dictamen del Consejo de
Estado (art. 6.1 RGRVA), requiriéndose, para poder efectuar la declaración de
nulidad, que el dictamen sea favorable (art. 6.2 RGRVA). En el caso que el dic-
tamen no sea favorable a la declaración de nulidad, el órgano revisor no podrá
acordarla, por lo que el dictamen vincula a dicho órgano en este aspecto, es decir,
cuando es desfavorable, ya que si es favorable el dictamen, no es vinculante. El ór-
gano revisor, en el ejercicio de su potestad revisora, podrá acordar la declaración
de nulidad o apartarse del dictamen y declarar que no se advierten vicios para
declarar la nulidad del acto.
Cuando se trate de Comunidades Autónomas se pedirá dictamen al órgano
equivalente, si lo hubiere, o al Consejo de Estado.
La resolución expresa debe notificarse en el plazo máximo de un año desde que
se presente la solicitud por el interesado o desde que se le notifique el acuerdo de
iniciación de oficio del procedimiento (art. 217.6 LGT), entendiéndose que el pla-
zo máximo para resolver es de doce meses. El transcurso de dicho plazo sin que se
hubiera notificado resolución expresa producirá los siguientes efectos:
a) La caducidad del procedimiento iniciado de oficio, sin que ello impida que
pueda iniciarse de nuevo otro procedimiento con posterioridad, no viéndose afec-
tada la acción administrativa, en este caso, por la prescripción, ya que los actos
nulos son imprescriptibles.
b) La desestimación por silencio administrativo de la solicitud, si el procedi-
miento se hubiera iniciado a instancia del interesado.
La resolución expresa o presunta o el acuerdo de inadmisión a trámite de las
solicitudes de declaración de nulidad de pleno derecho de los interesados pondrán
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
fin a la vía administrativa (art. 217.7 LGT), lo que quiere decir que frente a esos
actos cabe recurso jurisdiccional en la vía contencioso-administrativa, ante la Sala
de Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional.
3.2. Procedimiento
3.2.1. Inició del procedimiento de declaración de lesividad
El procedimiento de declaración de lesividad solo puede ser iniciado de oficio
(art. 7 RGRVA), sin que los interesados queden legitimados para iniciarlo. El pla-
zo para iniciar dicho procedimiento es de cuatro años a contar desde la notifica-
ción del acto administrativo al interesado (acto que se desea declarar lesivo), por
lo que, transcurrido dicho plazo, la declaración de lesividad no podrá adoptarse
(art. 218.2 LGT)
El procedimiento se iniciará por acuerdo del órgano que establezca la norma
de organización específica, a propuesta del órgano que dictó el acto o de cualquier
otro de la Administración pública. Una vez adoptado el acuerdo de inicio, será
notificado al interesado (art. 7 RGRVA).
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
3.2.2. Tramitación
Una vez acordado el inicio del procedimiento, se comunicará esa decisión al
órgano proponente, al órgano competente para tramitarlo y al órgano que dictó
el acto objeto del procedimiento; este último deberá remitir una copia cotejada
del expediente al órgano encargo para tramitar en el plazo de diez días a partir de
la recepción de la comunicación de inicio y a la que acompañará un informe sobre
los antecedentes que fuesen relevantes para resolver. Además, el órgano compe-
tente para tramitar podrá solicitar cualquier otro dato, antecedente o informe que
se considere necesario (art. 8.2 RGRVA).
Recibida la copia del expediente y emitidos, en su caso, los informes, se exige
dar audiencia previa a cuantos aparezcan como interesados en el procedimiento
(art. 218.2 LGT) por un plazo de 15 días a partir del día siguiente al de la noti-
ficación de la apertura de dicho plazo de alegaciones, para que puedan alegar y
presentar los documentos y justificantes que estimen oportunos (art. 8.3 RGRVA).
Concluido el trámite de audiencia, el órgano competente para tramitar el pro-
cedimiento formulará una propuesta de resolución (art. 8.4 RGRVA). Formulada
la propuesta, el órgano competente para tramitar deberá solicitar un informe del
órgano con funciones de asesoramiento jurídico sobre la procedencia de que el
acto sea declarado lesivo (art. 8.5 RGRVA) (si se trata de un acto de la Adminis-
tración del Estado, este informe corresponde evacuarlo a la Abogacía General del
Estado), informe que debe entenderse preceptivo.
Una vez recibido el informe jurídico, se remitirá una copia cotejada del expe-
diente completo al órgano competente para resolver (art. 8.6 RGRVA).
3.2.3. Terminación
En el ámbito de la Administración General del Estado, la declaración de lesi-
vidad corresponderá al Ministro de Hacienda (art. 218.4 LGT), que podrá dele-
gar (art. 9.2 RGRVA); en el ámbito autonómico corresponderá al Consejero de
Hacienda y, en el ámbito local, el órgano competente para declarar la lesividad
depende de la entidad local de que se trate, normalmente el Pleno del consistorio.
El órgano competente para resolver dictará la resolución que proceda y, en el
caso de declararse la lesividad, la remitirá junto con la copia cotejada del expe-
diente administrativo al órgano encargado de la defensa y representación en juicio
de la Administración autora del acto, a fin de proceder a su posterior impugna-
ción en vía contencioso-administrativa ante el Tribunal de Justicia competente
para conocerlo (art. 9.1 RGRVA), fundamentándose ese recurso, no solo en el
presunto carácter lesivo a los intereses generales del acto administrativo que se
recurre, sino además, justificando que han concurrido las actuaciones formales y
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
4.2. Procedimiento
4.2.1. Iniciación
El procedimiento de revocación se iniciará siempre (art. 219.3 LGT) y exclu-
sivamente (art. 10.1 RGRVA) de oficio y, será competente para declarar el inicio
del procedimiento el superior jerárquico del órgano que hubiese dictado el acto
objeto de revocación.
El inicio de este procedimiento podrá ser propuesto, de forma motivada, por
el propio órgano que hubiera dictado el acto o por cualquier otro de la misma
Administración Pública (art. 10.2 RGRVA).
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
También se prevé que cualquier interesado (concepto más amplio que obliga-
do tributario) podrá promover su iniciación ante la Administración competen-
te mediante un escrito que dirigirán al órgano que dictó el acto, en tal caso, la
Administración quedará exclusivamente obligada a acusar recibo del escrito. De
iniciarse el procedimiento será notificado al interesado (art. 10.1 RGRVA). No
nos encontramos ante el inicio de un procedimiento a instancia de parte, sino
simplemente ante una invocación o postulación de un interesado que en el caso
de no se ser admitida, es decir, el órgano administrativo no decide iniciar el proce-
dimiento o simplemente no contesta, no podrá ser objeto de recurso al no formar
dicha petición parte de ningún procedimiento administrativo, no siendo un acto
administrativo susceptible de recurso (Resolución de la TEAC de 8 de septiembre
de 2009). La doctrina se mantiene divida, un parte admite que el procedimiento
puede iniciarse también a instancia de parte, aunque la norma es clara, sólo puede
iniciarse de oficio, al corresponder tal decisión al órgano administrativo, quedan-
do al interesado la posibilidad de presentar una instancia o escrito con la finalidad
de intentar provocar dicha decisión, entendiendo, que si el motivo del interesado
se funda en la ilegalidad patente y manifiesta del acto, la Administración debería
incoar el oportuno expediente de revocación, no obstante, ante el silencio de la
Administración o ante la resolución expresa denegándolo no cabe recurso en vía
administrativa ni jurisdiccional, ya que no puede entenderse que estemos ante el
ejercicio del derecho petición regulado en la Ley Orgánica 4/2001, de 12 de no-
viembre, como además se desprende de las observaciones realizadas por el Conse-
jo de Estado, en el Dictamen de 10 de marzo de 2005 formuladas en relación con
el Proyecto de RGRVA y, más recientemente, en ese sentido, se ha pronunciado
el TS en Sentencia de 19 de mayo de 2011: «por ello, debemos entender que el
artículo 219 de la Ley General Tributaria no reconoce legitimación a los particu-
lares para iniciar el procedimiento, atribuyéndoles únicamente la posibilidad de
promover esa iniciación mediante la correspondiente solicitud, de la que la Admi-
nistración acusará recibo, y sin perjuicio de la tramitación subsiguiente si se inicia
el procedimiento» o la Sentencia de 19 de febrero de 2014: «la Administración,
que detenta la facultad de revocación y de iniciación de oficio del correspondiente
procedimiento, resuelve no iniciar el procedimiento, iniciar el procedimiento pero
no resolver o decide que no concurren los requisitos del artículo 219 LGT, no
cabe apreciar conculcación derecho alguno, ya que carecen de él los contribuyen-
tes respecto del ejercicio de una revocación que es siempre ejercitable de oficio».
4.2.2. Tramitación
Se pueden distinguir cuatro etapas o fases en la tramitación del procedimiento
de revocación:
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
4.2.3. Terminación
En el ámbito de competencias del Estado, el acuerdo sobre la revocación de-
berá adoptarse por el Director General competente o por el Director del Depar-
tamento de la AEAT competente del que dependa el órgano que dictó el acto. Si
la revocación se refiere a un acto dictado por un Director General o un Director
de departamento de la AEAT, será competente su superior jerárquico inmediato
(art. 12 RGRVA). De esta forma se garantiza que la revocación del acto se llevé
a cabo por un órgano distinto del que lo dictó (art. 219.3 LGT) y, además, para
garantizar la unidad de criterio e igualdad de trato se atribuye dicha competencia
a los órganos centrales de la Administración, aunque no estaría de más que dichas
resoluciones fueran objeto de publicidad.
El plazo máximo para notificar la resolución expresa es de seis meses desde la
notificación del acuerdo de iniciación del procedimiento (art. 219.4 LGT), resolu-
ción que deberá estar motivada con sucinta referencia de hechos y fundamentos
de derecho (art. 215.1 LGT). A la hora de computar este plazo, así como para
el resto de procedimientos de revisión (art. 214.3 LGT), será de aplicación lo
previsto en el art. 104.2 LGT que, entre otros aspectos, se entiende cumplido el
plazo máximo de duración del procedimiento si se acredita que se ha realizado
un intento de notificación que contenga el texto íntegro de la resolución dentro
de dicho plazo. Una vez recibida la notificación expresa, queda abierto el acceso
a los Tribunales con la interposición del correspondiente recurso contencioso-
administrativo.
Transcurrido el plazo de seis meses sin que se hubiera notificado resolución
expresa, se producirá la caducidad del procedimiento (art. 219.4 LGT), por tanto,
el obligado tributario no puede interponer el correspondiente recurso. Lo que a
nuestro juicio es contradictorio ya que el obligado tributario ante la inactividad
de la Administración se ve perjudicado al tener que esperar que se inicie otro pro-
cedimiento de revocación con posterioridad y dentro del plazo de prescripción
cuando, además, el mismo solo se puede iniciar de oficio. Si la consecuencia de
la omisión de la resolución expresa hubiera sido la desestimación por silencio se
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
que «fuera de los casos previstos en el artículo 217 y 220 de esta ley, la Admi-
nistración tributaria no podrá anular en perjuicio de los interesados sus propios
actos y resoluciones», a sensu contrario, se podría interpretar que a través de este
procedimiento la Administración podría anular un acto determinado o rectificar
un acto en perjuicio del interesado. Pero, para poder utilizar este procedimiento,
es necesaria la concurrencia de su presupuesto de hecho, es decir, que exista un
error material, de hecho o aritmético para poder sustentar la rectificación. En el
caso de no concurrir dicho presupuesto, el procedimiento para anular el acto sería
el de lesividad.
El error aritmético se refiere a errores en operaciones aritméticas, de medida o
de cantidad, por ejemplo, error en el cálculo de la quinta parte del valor catastral
(STS de 24 de octubre de 1995).
En cuanto al error de hecho o material, la STS de 30 de abril de 1998 de-
clara que: «tal error se caracteriza por ser ostensible, manifiesto e indiscutible,
implicando, por sí solo, la evidencia del mismo, sin necesidad de mayores razo-
namientos, y exteriorizándose «prima facie» por su sola contemplación (frente al
carácter de calificación jurídica, seguida de una declaración basada en ella, que
ostenta el error de derecho), por lo que, para poder aplicar, …, el mecanismo de
rectificación… hubiera sido preciso que concurrieran, en esencia, … las siguientes
circunstancias: 1) que se hubiera tratado de simples equivocaciones elementales
de nombres, fechas, operaciones aritméticas o transcripciones de documentos; 2)
que el error se aprecie teniendo en cuenta exclusivamente los datos del expediente
administrativo en que se advierte; 3) que sea patente y claro, sin necesidad de acu-
dir a interpretaciones de las normas jurídicas aplicables, ni de sustituir, en cierto
modo, el criterio jurídico resolutorio del órgano que ha adoptado la decisión en
que se entienda cometido el error; 4) que no se produzca una alteración funda-
mental en el sentido del acto (pues no existe error material cuando su aprecia-
ción implique un juicio valorativo o exija una operación de calificación jurídica)»,
añadiendo la STS de 2 de junio de 1995 «6) Que no padezca la subsistencia del
acto administrativo (es decir, que no genere la anulación o revocación del mismo,
en cuanto creador de derechos subjetivos, produciéndose uno nuevo sobre bases
diferentes y sin las debidas garantías para el afectado, pues el acto administrativo
rectificador ha de mostrar idéntico contenido dispositivo, sustantivo y resolutorio
que el acto rectificado, sin que pueda la Administración, so pretexto de su potes-
tad rectificatoria de oficio, encubrir una auténtica revisión, porque ello entraría
un “fraus legis” constitutivo de desviación de poder); y 7) Que se aplique con un
hondo criterio restrictivo».
De esta forma, no se podrá utilizar este procedimiento alegando errores de
hecho cuando en realidad son jurídicos, como, por ejemplo, la equivocación del
tipo de gravamen o la aplicación de una exención o de una deducción. En estos
casos es necesario aplicar una norma jurídica, que puede que se haya aplicado
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
5.2. Procedimiento
5.2.1. Inicio del procedimiento
Se podrá iniciar de oficio o instancia de parte en cualquier momento, siempre
que no hubiera transcurrido el plazo de prescripción (art. 220.1 LGT), a diferen-
cia de los errores de derecho, que pueden ser objeto de revisión a través de los
recursos o reclamaciones económico-administrativas, en el plazo de un mes desde
la notificación del acto administrativo objeto de revisión.
En el primer caso —de oficio—, junto con el acuerdo de iniciación se notificará
la propuesta de rectificación para que el interesado pueda formular alegaciones
en el plazo de 15 días contados a partir del día siguiente al de la notificación de la
propuesta, aunque si la rectificación se realiza en beneficio de los interesados, se
podrá notificar directamente la resolución del procedimiento (art. 13.1 RGRVA).
Cuando el procedimiento se hubiera iniciado a instancia del interesado, la Ad-
ministración podrá resolver directamente lo que proceda cuando no figuren en el
procedimiento ni sean tenidos en cuenta en la resolución otros hechos, alegacio-
nes o pruebas que los presentados por el interesado. En el caso contrario, deberá
notificar la propuesta de resolución para que el interesado pueda alegar lo que
convenga a su derecho en el plazo de 15 días contados a partir del día siguiente al
de la notificación de la propuesta (art. 13.2 RGRVA).
6.2.1. Procedimiento
6.2.1.1. Iniciación
El procedimiento puede iniciarse de oficio o a instancia del interesado (art.
221.1 LGT y art. 17.1 RGRVA).
En el caso de iniciarse de oficio, el órgano competente notificará al interesado
el acuerdo de iniciación o la propuesta de resolución cuando la Administración
tenga todos los datos suficientes para formular dicha propuesta (art. 17.3 RGR-
VA).
En el supuesto de iniciarse a instancia del interesado, será mediante solicitud
dirigida al órgano competente para resolver y contendrá las menciones del artícu-
lo 2 del RGRVA además de los siguientes datos (art. 17.2 RGRVA):
a) Justificación del ingreso indebido. A la solicitud se adjuntarán los docu-
mentos que acrediten el derecho a la devolución, así como cuantos elementos de
prueba considere el interesado oportunos a tal efecto. Los justificantes de ingreso
podrán sustituirse por la mención exacta de los datos identificativos del ingreso
realizado, entre ellos, la fecha y el lugar del ingreso y su importe.
b) Declaración expresa del medio elegido por el que haya de realizarse la de-
volución, de entre los señalados por la Administración competente y, si no los
hubiera señalado, podrá optar por transferencia bancaria (indicando el código de
cuenta o IBAN y los datos identificativos de la entidad de crédito) o por cheque
cruzado o nominativo. Si el beneficiario no hubiera expresado el medio de pago,
la devolución debe realizarse mediante cheque.
c) En su caso, solicitud de compensación en los términos previstos en el art. 56
del RGR.
6.2.1.2. Tramitación
El órgano competente comprobará las circunstancias que, en su caso, determi-
nen el derecho a la devolución, la realidad del ingreso y su no devolución poste-
rior, así como la titularidad del derecho y la cuantía de la devolución (art. 18.1
RGRVA). A estos efectos, podrá solicitar los informes que considere necesarios
(art. 18.2 RGRVA).
La Administración tributaria deberá notificar al obligado tributario la pro-
puesta de resolución para que en un plazo de 10 días, contados a partir del día
siguiente al de la notificación, presente las alegaciones y los documentos y justi-
ficantes que estime necesarios. Se podrá prescindir de dicho trámite cuando no
se tengan en cuenta más hechos o alegaciones que las realizadas por el obligado
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
6.2.1.3. Terminación
El órgano competente para resolver en el ámbito de competencias del Estado
será el órgano de recaudación determinado en la norma de organización específi-
ca (art. 19.1 RGRVA).
El plazo máximo para notificar la resolución expresa es de seis meses (arts.
221.1 y 220.2 LGT), distinguiéndose, según la forma de iniciación:
– Iniciación de oficio: el plazo de seis meses iniciará su cómputo desde la
notificación al interesado de la iniciación de oficio del procedimiento y el
transcurso de dicho plazo sin resolución expresa producirá la caducidad
del procedimiento, sin que ello impida que pueda iniciarse de nuevo otro
procedimiento con posterioridad.
– A instancia de parte: el cómputo del plazo de seis meses se iniciará a contar
desde la presentación de la solicitud por el interesado y, si trascurrido el
mismo no se hubiera notificado la resolución expresa, se debe entender des-
estimada la solicitud por silencio administrativo (art. 19.3 RGRVA).
La resolución estará motivada (art. 215.1 LGT) y, si se acuerda el derecho a
devolver, se especificará quién es el titular de ese derecho y el importe de la devo-
lución (art. 19.2 RGRVA); en caso contrario, es desestimada la petición, y dicha
resolución será susceptible de recurso de reposición y reclamación económico-
administrativa (art. 221.6 LGT).
que traigan su causa del anulado y, en su caso, se devolverán las garantías (art.
66.7 RGRVA) o, tratándose de liquidaciones tributarias, el órgano administrativo
competente procederá a la devolución de las cantidades indebidamente ingresadas
junto con los correspondientes intereses de demora y el reembolso de los costes de
la garantía prestada para el caso de que el acto recurrido se hubiese suspendido
hasta la sustanciación del procedimiento y sin perjuicio, llegado el caso, de poder
exigir responsabilidad patrimonial a la Administración por los perjuicios econó-
micos que el acto anulado pudiera haber ocasionado al recurrente.
d. Desestimación total (art. 66.7 RGRVA): se confirma en sus términos el acto
recurrido. Si se trata de liquidaciones tributarias y la deuda derivada de ellas hu-
biere estado suspendida, se procederá a la ejecución de la resolución tomando en
consideración el momento en que quedó suspendida la deuda, si lo fue en período
voluntario (la notificación de la resolución supone el inicio del plazo de ingreso en
período voluntario) o en período ejecutivo (la notificación de la resolución conti-
núa o inicia el procedimiento de apremio, según si la providencia de apremio fue
notificada o no con anterioridad a la fecha de efectos de la suspensión), y siempre
serán exigibles los intereses de demora que se hubieren devengado durante el
tiempo que duró la suspensión y hasta tanto no se haga efectivo el ingreso de su
importe (art. 233.9 LGT y art. 66.6 RGRVA), es decir:
– La suspensión tuvo efectos en periodo voluntario: el órgano que dictó el
acto impugnado, en el caso que la suspensión hubiera sido acordada por el TEA
o el órgano que acordó la suspensión, liquidará los intereses de demora por el
periodo de tiempo comprendido entre el día siguiente al del vencimiento del plazo
de ingreso en periodo voluntario y la finalización del plazo de pago en periodo
voluntario abierto con la notificación de la resolución que ponga fin a la vía ad-
ministrativa o hasta el día en que se produzca el ingreso dentro de dicho plazo.
– La suspensión hubiese producido efectos en periodo ejecutivo: el órgano de
recaudación liquidará los intereses de demora por el periodo de tiempo compren-
dido entre la fecha en la que surtió efecto la suspensión y la fecha de la resolución
que ponga fin a la vía administrativa.
– Si la suspensión se hubiera limitado al recurso de reposición previo a la
posterior reclamación económico administrativa, la liquidación de intereses se
computara desde el día siguiente al del vencimiento del plazo de ingreso en perio-
do voluntario o desde la fecha en que surtió efectos la suspensión (suspensión en
periodo ejecutivo) hasta la fecha de la resolución del recurso de reposición.
e. En aquellos casos en los que habiéndose interpuesto reclamación económi-
co-administrativa contra empresarios o profesiones por la omisión de expedición
de la factura que documente una determina operación y la resolución del TEA
obliga a la expedición de la factura pero el reclamado no cumple con su deber, el
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
apartado 6 del art. 239 recoge el mecanismo o las reglas a seguir por el reclamante
para ejecutar unilateralmente la resolución.
f. En el supuesto de ejecución de una resolución que estime total o parcial-
mente la reclamación contra la liquidación de una obligación tributaria conexa a
otra del mismo obligado tributario, la Administración junto con la ejecución de la
resolución de la reclamación económico-administrativa deberá regularizar la obli-
gación tributaria conexa distinta de la recurrida siempre que la Administración
hubiese aplicado los criterios o elementos en que se fundamentó la liquidación de
la obligación tributaria objeto de la reclamación que han sido rechazados por la
resolución del TEA. Si dicha regularización conlleva la anulación de la liquidación
de la obligación conexa distinta de la recurrida y la práctica de una nueva liquida-
ción que se ajuste a lo resuelto por el tribunal, se exigirá intereses de demora del
artículo 26.5 LGT (art. 239.7 LGT).
g. La resolución que se dicte tiene plena eficacia y afecta tanto al reclamante
como, a los interesados que hubiesen comparecido en el procedimiento de eco-
nómico-administrativo o a quienes se hubiese notificado la existencia de la recla-
mación. Cuando se trate de la impugnación, no de un acto administrativo, sino
de una actuación u omisión entre particulares (art. 227.4 LGT) la administración
tributaria gestora no es parte en procedimiento de revisión, no correspondiéndole
la ejecución de la resolución estimatoria que recaiga en la reclamación econó-
mico-administrativa en que las partes son particulares (obligados tributarios). A
pesar de lo anterior, se establece que una vez que la resolución haya adquirido
firmeza, su contenido vincula a la Administración tributaria gestora en cuanto a
la calificación jurídica de los hechos tenidos en cuenta para resolver ese supuesto
concreto (art. 239.5 LGT).
Las garantías que dan derecho al reembolso del coste que ha significado su
aportación para obtener la suspensión son las recogidas en el art. 73 del RGRVA,
determinando el importe de su coste según lo establecido en el art. 74 del RGRVA.
2.2. Procedimiento
2.2.1. Iniciación
El órgano competente para acordar el reembolso será la Administración que
hubiera dictado el acto improcedente, iniciándose mediante el escrito presentado
por el interesado que debe ir acompañado de los siguientes datos o documentos
(art. 2.1 y art. 76 RGRVA):
a) Copia de la resolución administrativa o sentencia judicial firme por la que
se declare improcedente total o parcialmente el acto administrativo o deuda cuya
ejecución se suspendió.
b) Acreditación del importe al que ascendió el coste de las garantías cuyo re-
embolso se solicita e indicación de la fecha efectiva de pago.
c) Declaración expresa del medio elegido por el que haya de efectuarse el re-
embolso, de entre los señalados por la Administración competente. Si la Admi-
nistración competente no hubiera señalado medios para efectuar el reembolso,
el interesado podrá optar por: 1.º Transferencia bancaria, indicando el número
de código de cuenta o IBAN y los datos identificativos de la entidad de crédito.
2.º Cheque cruzado o nominativo. Si el interesado no hubiera señalado medio de
pago, el reembolso se efectuará mediante cheque.
d) En su caso, solicitud de compensación.
2.2.2. Tramitación
El órgano que tramite el procedimiento podrá llevar a cabo las actuaciones que
resulte necesarias para comprobar la procedencia del reembolso y antes de redactar
la propuesta de resolución, dará audiencia al interesado para que pueda alegar lo
que considere oportuno, aunque se podrá prescindir de este trámite si solamente son
tenidos en cuenta los documentos aportados por el interesado (art. 77 RGRVA).
2.2.3. Resolución
La resolución y su notificación se deberán efectuar en plazo máximo de seis meses
a contar desde la fecha en que el escrito de solicitud del interesado haya tenido entra-
da en el registro del órgano competente para su resolución (art. 78.1 RGRVA).
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
petará la situación
Resolución que respetará la situa-
Resolución expresa Resolución expresa Resolución expresa jurídica particular Resolución expresa
ción jurídica particular derivada
Terminación Desestimación por si- Desestimación por silen- Desestimación por si- derivada de la re- Desestimación por silencio
de la resolución recurrida, fijan-
lencio administrativo cio administrativo lencio administrativo solución recurrida, administrativo
do la doctrina aplicable
fijando la doctrina
aplicable
Resolución re- Recurso contencioso- Recurso contencioso- Recurso contencioso- Recurso contencioso-administra- Recurso contencioso- Recurso contencioso-ad-
currible por administrativo administrativo administrativo tivo administrativo ministrativo
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
TEST DE AUTOCOMPRENSIÓN
10.- Una liquidación tributaria firme que ha adquirido firmeza por no haber sido
recurrida en plazo, puede ser objeto de revisión.
a) En ningún caso, son actos consentidos al no haberse manifestado su oposición en
el plazo concedido al efecto, por la que ha devenido firmes.
b) Mediante el recurso extraordinario para unificación de doctrina.
c) A través del procedimiento de nulidad de pleno derecho, de revocación, de rectifi-
cación de errores materiales y mediante el recurso extraordinario de revisión.
d) Mediante recurso de anulación y recurso de alzada ordinario.
Lección 16. Procedimientos de revisión en materia tributaria
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Solución propuesta
A partir de dicha notificación el acto es ejecutivo, por lo que el obligado tributario
tendrá las siguientes opciones (descritas a grandes rasgos sin entrar en toda la casuística
que conlleva cada situación):
– Pagar, es decir, cumplir con la obligación pecuniaria que se le ha notificado el órgano
administrativo, quedando la misma extinguida tras su cumplimiento.
– Pagar y oponerse a dicho acto, por tanto, interpondrá el correspondiente recurso
administrativo (reposición o reclamación económico-administrativa previa a la interposi-
ción del recurso contencioso-administrativo), pudiendo obtener un resultado estimatorio
a sus pretensiones o no. En el caso de ser favorable el pronunciamiento, anulando dicha
liquidación, tendría derecho a la devolución de lo ingresado más los correspondientes
intereses. Si el pronunciamiento es desfavorable, ratificando la legalidad de la liquida-
ción tributaria, como ya se había realizado el ingreso en el plazo concedido al efecto, la
obligación tributaria ha sido cumplida, por lo que no tendría más consecuencias el fallo
desestimatorio que la ratificación de lo actuado hasta ese momento.
– No pagar y oponerse con la interposición de correspondiente recurso. En este caso,
debido a la nota de la ejecutividad de los actos administrativos, el acto notificado será
ejecutado por el órgano tributario competente, pudiendo ante el incumplimiento del pago
llegar a embargar y subastar los bienes del deudor, a través de procedimiento de recau-
dación ejecutivo, y sin tener que esperar a que exista pronunciamiento judicial, salvo que
hubiera obtenido la suspensión de la ejecución del acto objeto de recurso, en cuyo caso la
Administración suspendería el procedimiento de recaudación. Hay distintas formas para
obtener la suspensión de la ejecución del acto objeto de recurso, dependiendo del tipo de
suspensión solicitada, bien aportando unas garantías tasadas, obteniendo la suspensión
desde el momento de la solicitud, bien aportando otras garantías distintas de las tasadas
o sin garantías cuando se alega que el acto dictado ha podido incurrir en error aritméti-
co, material o de hecho, o que su ejecución puede causar perjuicios de difícil o imposible
reparación, en estos casos, habrá que esperar a la decisión que adopte el órgano compe-
tente. Obtenida la suspensión de la ejecución del acto impugnado, queda paralizada su
tramitación administrativa, en cuyo caso, al tratarse de una liquidación, queda paralizado
su ingreso a la espera del pronunciamiento que se emita por el recurso interpuesto. En el
supuesto de interponer el recurso frente a una sanción tributaria, el mismo conllevará su
suspensión automática sin necesidad de prestar garantía, siempre que se trate de la vía
Manual práctico de Derecho Tributario. Parte General
Se pide
1. ¿Puede entrar a conocer el órgano de recaudación de la reclamación económico-
administrativa?
2. Si entra a conocerla ¿cuál debe ser el sentido de su resolución?
3. ¿Debe conocer de la resolución dictada por el órgano de recaudación el Tribunal
Económico Administrativo?
Se pide
1. ¿En qué plazo debe resolver el órgano de revisión?
2. Si no recae resolución en plazo, ¿qué sucede?
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