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Tributario Tirant
Tributario
Tirant Tributario
MANUALES
3ª Edición
A. Navarro; J. Martín; L. A. Martínez; Y. Martínez; A. Ribes; P. Vicente-Arche
Tirant Tributario es una necesaria y trabajada iniciativa de la
Editorial Tirant lo Blanch que, junto con un equipo de expertos
Directores:
Juan López Martínez
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Granada
Consejo científico:
Antonia Agulló Agüero
Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universitat Pompeu Fabra
Valencia, 2016
Copyright ® 2016
Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse
o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotoco-
pia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de
recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor.
© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELFS.: 96/361 00 48 - 50
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Librería virtual: www.tirant.es
ISBN: 978-84-9119-685-3
MAQUETA: Tink Factoría de Color
Relación de Temas:
Tema 1. Concepto y Contenido del Derecho Financiero (Amparo Navarro Faure)
Tema 2. Principios y Fuentes del Derecho Financiero (Amparo Navarro Faure)
Tema 3. La Aplicación e Interpretación de las normas financieras (Aurora Ribes Ribes)
Tema 4. El Poder Financiero (Amparo Navarro Faure)
Tema 5. El Derecho Presupuestario (Luis Alfonso Martínez Giner)
Tema 6. El Derecho de los Gastos Públicos (Luis Alfonso Martínez Giner)
Tema 7. Los Recursos Públicos (I) (Amparo Navarro Faure)
Tema 8. Los Recursos Públicos (II) (Luis Alfonso Martínez Giner)
Tema 9. La Obligación Tributaria (Paula Vicente-Arche Coloma)
Tema 10. Los Sujetos de la Relación Tributaria (Paula Vicente-Arche Coloma)
Tema 11. Los Elementos de cuantificación de la Obligación Tributaria (Aurora Ribes
Ribes)
Tema 12. La Extinción de la Obligación Tributaria (Yolanda Martínez Muñoz)
Tema 13. La Aplicación de los Tributos (Yolanda Martínez Muñoz)
Tema 14. Los Procedimientos de Gestión Tributaria (Yolanda Martínez Muñoz)
Tema 15. El Procedimiento de Inspección (Jorge Martín López)
Tema 16. El Procedimiento de Recaudación (Yolanda Martínez Muñoz)
Tema 17. El Procedimiento Sancionador tributario (Aurora Ribes Ribes)
Tema 18. El Procedimiento de Revisión (I) (Jorge Martín López)
Tema 19. El Procedimiento de Revisión (II) (Jorge Martín López)
ABREVIATURAS
1. El Derecho Tributario
Dentro de los recursos públicos, el más importante en el modelo de Hacienda
Pública actual es el Tributo. En efecto, los recursos tributarios constituyen desde
el punto de vista cuantitativo los que proporcionan un mayor volumen de ingre-
sos a la Hacienda Pública, pero a su vez, su carácter coactivo y su posible colisión
con el derecho a la propiedad privada, ha hecho que en torno a este recurso se
articule el mayor volumen de normas del Derecho Financiero. El conjunto de
normas que regulan el tributo y la rama del Derecho que lo estudia es lo que co-
nocemos como Derecho Tributario.
En este sentido, el Derecho Tributario es aquella rama del Derecho que expone
los principios y las normas relativas al establecimiento y regulación de los tributos
y analiza las relaciones jurídicas que de ellos resultan.
La importancia del Derecho Tributario ha hecho que en la propia denomi-
nación de la disciplina (Derecho Financiero y Tributario), el Derecho Tributario
aparezca como algo diferenciado del Derecho Financiero, cuando en realidad es
una parte del mismo. Pero basta comprobar desde un punto de vista docente, la
cantidad de temas dedicados al Derecho Tributario; las asignaturas de los planes
de estudio que se adscriben al Derecho tributario; y la producción científica del
Derecho Financiero, para comprobar el desigual interés desde el punto de vista
legislativo y doctrinal de las distintas ramas del Derecho Financiero y Tributario,
y la preeminencia en este campo del estudio del Derecho Tributario.
Dentro del Derecho Tributario, también a efectos sistemáticos y didácticos, se
suele distinguir la parte general y la parte especial del Derecho Tributario.
En la parte general se analizan los elementos comunes a todos los recursos
tributarios: su delimitación conceptual; las categorías en las que se divide; las
fuentes normativas y los principios jurídicos por los que se rige. También for-
man parte del estudio de la parte general los elementos comunes en toda relación
jurídico-tributaria (el hecho imponible, los obligados tributarios, los elementos de
cuantificación) así como los procedimientos a través de los cuales se aplican los
tributos (procedimiento de aplicación; procedimientos de comprobación e inspec-
ción, procedimiento de revisión y procedimiento sancionador).
También con una denominación clásica y en el momento actual ampliamente
superada, se suele denominar Derecho Tributario material al análisis de todos los
El concepto y contenido del Derecho Financiero
objeto los gastos públicos, al igual que los recursos, pero sólo a efectos de habili-
tar a la Administración para el compromiso y satisfacción de los mismos durante
un período determinado. Sin embargo, el Derecho de los gastos públicos parte del
análisis de las necesidades públicas y estudia los sujetos encargados de su satis-
facción así como los requisitos que deben reunir en cada caso los beneficiarios del
gasto público. Y todo ello a través de un procedimiento funcionalizado, que ad-
quiere distintos matices según exista o no un derecho subjetivo de los particulares
a la realización de cada gasto en concreto.
Por ejemplo, pensemos en la necesidad pública de la enseñanza obligatoria. El
Derecho de los gastos públicos estudiará desde su concepción de necesidad públi-
ca por su inclusión como tal en la Constitución, hasta las leyes de gasto (leyes de
educación) que establecerán cómo se financiará esa necesidad, quienes serán los
sujetos encargados de satisfacerla y todo el procedimiento hasta su satisfacción.
En el Presupuesto, lo que aparece es la autorización a través de una ley para que
la Administración disponga de un nivel de recursos durante un año para la satis-
facción de unos determinados gastos.
Así pues, el Derecho de los gastos públicos estudia los principios, concepto y
ordenación material y formal del instituto de gasto público, lo cual constituye, co-
mo en el caso del Derecho tributario, la parte general. Integrarían la parte especial
del Derecho de los gastos públicos, los tipos más característicos de gasto público.
5. El Derecho presupuestario
La mayoría de la doctrina española reconocen como contenido propio del De-
recho Financiero dos ramas: el Derecho Tributario y el Derecho Presupuestario,
incluyendo en este último el estudio del gasto público. Por nuestra parte, ya hemos
expuesto que se trata de dos ramas diferenciadas dentro del Derecho Financiero. Si
bien el Derecho presupuestario ha tenido un mayor desarrollo que el Derecho de
los gastos públicos, dista también mucho del grado de profundización del que ha
gozado el Derecho tributario.
El Presupuesto es, sin lugar a dudas, un instituto jurídico centralizador de la
actividad financiera, y en torno al cual se vertebra una rama de aquélla que cabría
denominar Derecho presupuestario, con unos principios específicos de legalidad,
unidad, universalidad, temporalidad y estabilidad, así como un objeto específico
o parcela de la realidad social.
No obstante, si bien parece que ya nadie discute la inclusión del Derecho pre-
supuestario dentro del Derecho Financiero, se ha entendido frecuentemente que el
Derecho presupuestario es, en definitiva, el Derecho de los gastos públicos.
La explicación de esta posición se basaba en dos datos fundamentales: de una
parte la consideración del Presupuesto como el instituto jurídico en el que se re-
El concepto y contenido del Derecho Financiero
cos del Derecho Civil para la explicación del fenómeno tributario. Estos esquemas
se reflejaron en el plano normativo a través de la concepción intersubjetiva del
fenómeno tributario, implícita en el desarrollo del llamado Derecho Tributario
material contenido en la Ley General Tributaria de 1963, y en la utilización del
Derecho Civil como un Derecho supletorio.
En realidad, han sido tres los aspectos en los que esa relación ha tenido con-
secuencias relevantes: en primer lugar, en el desarrollo dogmático del Derecho
Tributario; en segundo lugar, en el ámbito de la interpretación jurídica; y en ter-
cer lugar, en la utilización supletoria del Derecho Común. En este sentido, esta
primera relación dogmática con el Derecho Civil fue cediendo a favor de una
mayor relación con otras ramas del Derecho Público, en la misma medida en que
el alejamiento y crítica de la doctrina a esta explicación intersubjetiva del fenóme-
no tributario iba cediendo a favor de unas corrientes más funcionales y procedi-
mentales del mismo. De tal manera, que las relaciones del Derecho Tributario con
el Derecho Civil fueron cediendo a favor de las relaciones con otras disciplinas
jurídicas de carácter público (básicamente el Derecho Administrativo).
Sin embargo, con respecto a la utilización del Derecho Común como Derecho
supletorio, es necesario realizar una distinción importante, y que puede servir
para entender las nuevas relaciones entre el Derecho privado y el Derecho Tri-
butario. En efecto, una cosa es que se acuda al Derecho Común, Civil o Admi-
nistrativo, ante una laguna del Ordenamiento jurídico, y otra cosa distinta es la
incorporación en la regulación de ciertos institutos jurídico-financieros de normas
jurídico-privadas, por expresa remisión de la norma tributaria.
En efecto, en esta evolución del Derecho tributario, encontramos una especial
relación, en nuestra opinión más fructífera, también más duradera, pero inexpli-
cablemente más abandonada, entre el Derecho Tributario y el Derecho Mercantil.
En el caso de las relaciones entre el Derecho Tributario y el Derecho Mercantil,
aunque también las normas tributarias hayan utilizado los hallazgos científicos y
los conceptos del Derecho Mercantil, éstas no se han basado en el carácter suple-
torio de esta parcela del ordenamiento jurídico, sino en el objeto de estudio de
ambas disciplinas.
En efecto, parece existir unanimidad en la doctrina mercantilista en cuanto a
que el objeto del Derecho Mercantil son las normas jurídico-privadas relativas
a los empresarios y a los actos que surgen en el desarrollo de su actividad eco-
nómica. Es evidente también que el Derecho Tributario regula las consecuencias
fiscales de las relaciones jurídicas en las que interviene el empresario, así como
el gravamen del beneficio empresarial que se pretende con el ejercicio de esta
actividad económica. Un mismo objeto, la empresa, pero regulado por diferentes
normas, integradas en dos disciplinas que responden a finalidades diferentes y que
se rigen por principios jurídicos propios.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
tributos y las prestaciones sociales como empleo de los fondos públicos. Desde el
punto de vista académico, la propia denominación del área laboral (Derecho del
trabajo y de la Seguridad Social) ha atraído hacia sí el estudio de esta materia.
Finalmente, el Derecho procesal está presente en la resolución de los conflictos
generados en el desarrollo de la actividad financiera ante los Tribunales ordi-
narios, aunque el Derecho Financiero aporta alguna particularidad en el orden
jurisdiccional como es la jurisdicción contable del Tribunal de Cuentas.
Después de todas estas reflexiones, podemos afirmar que en el momento actual
a la doctrina ha dejado de interesarle la defensa de la autonomía del Derecho Fi-
nanciero respecto a la Ciencia de la Hacienda, primero, y respecto a otras ramas
del Derecho, después. Eso nos permite estudiar el Ordenamiento como un todo
y el Derecho Financiero en sus conexiones con otros sectores del Ordenamiento.
TEMA 2
PRINCIPIOS Y FUENTES DEL DERECHO
FINANCIERO
sólo sobre el Derecho interno, sino también sobre las cláusulas pactadas con otros
Estados a través de los Convenios de Doble imposición.
– Principio de igualdad.
– Principio de progresividad y no confiscatoriedad.
Principios de justicia en materia de gasto público:
– Principio de asignación equitativa de los recursos públicos.
– Principio de eficacia.
– Principio de economía.
Principios en materia presupuestaria:
– Principio de legalidad.
– Principio de unidad.
– Principio de universalidad.
– Principio de anualidad.
– Principio de estabilidad.
Principios en materia de ordenación de las Haciendas Territoriales:
– Principio de autonomía financiera.
– Principio de suficiencia.
– Principio de coordinación.
– Principio de solidaridad.
Principios en materia de deuda pública:
– Principio de reserva de ley.
– Principio de inclusión presupuestaria automática.
– Principio de prioridad en el pago.
– Principio de sostenibilidad financiera.
En la medida que los principios relativos al Gasto público, Presupuesto, Deuda
pública y Haciendas territoriales los iremos desarrollando en los temas correspon-
dientes, nos centraremos en el epígrafe siguiente en los principios constitucionales
en materia tributaria.
“todos” no debe entenderse en sentido literal, sino “todos aquellos que tengan
capacidad económica”.
La doctrina española entiende que puede hablarse del principio de generalidad
en dos sentidos: un sentido subjetivo, según el cual todos deben contribuir según
su capacidad; y un sentido objetivo, según el cual todos los actos o hechos que
revelen capacidad económica deben estar sujetos a tributación.
Se suele hacer hincapié en el aspecto no discriminatorio del principio. El prin-
cipio de generalidad, en definitiva, prohíbe la existencia de privilegios fiscales e
impone la imposibilidad de eximir a nadie de contribuir por otras razones que no
sean la carencia de capacidad contributiva.
El principal foco de discusión sobre este principio es la posibilidad de estable-
cer exenciones o beneficios tributarios con fines extrafiscales. Esto es, si es posible
que la legislación tributaria favorezca a personas dotadas de capacidad económi-
ca, dispensándolas del pago del tributo, con el fin de satisfacer otros fines dotados
de protección constitucional (por ejemplo, exenciones o deducciones fiscales en
materia de maternidad o paternidad, por la realización determinadas inversiones
etc.). En este sentido el TC (STC 37/1987, de 26 de marzo) en reiterada jurispru-
dencia, ha reconocido la posibilidad de la finalidad extrafiscal del tributo y la
utilización de éste con fines de política económica.
El principio de generalidad lo que prohibiría sería la concesión de exenciones
y bonificaciones que puedan ser consideradas discriminatorias, porque se traten
de forma distinta las mismas situaciones, o bonificaciones o exenciones que no
respondan a la protección de otros fines también protegidos constitucionalmente,
o que se basen en el interés general.
1
Reglamentos del Consejo: reglamento CE nº 3603/93, de 13 de diciembre, del Consejo, por
el que se establecen definiciones para la aplicación de las prohibiciones a que se refieren el
artículo 104 y el apartado 1 del artículo 104B del Tratado; Reglamento CE n° 3604/93, del
Consejo, de 13 de diciembre, por el que se establecen las definiciones para la aplicación de la
prohibición del acceso privilegiado a que se refiere el artículo 104Aª del Tratado; Reglamento
CE nº 3605/93, del Consejo, de 22 de noviembre, relativo a la aplicación del Protocolo sobre el
procedimiento aplicable en caso de déficit excesivo, anejo al Tratado constitutivo de la Comu-
nidad europea; Reglamento 1466/97 del Consejo, relativo al reforzamiento de la supervisión
de las situaciones presupuestarias y a la supervisión y coordinación de las políticas económi-
cas; Reglamento 1467/97, del Consejo, de 7 de julio, relativo a la aceleración y clarificación del
procedimiento de déficit excesivo.) .(modificado por Reglamento 1055/2005, de 27 de junio.
Reglamento (UE) nº 1175/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 16 de noviembre de
2011 (“el Pacto de Estabilidad y Crecimiento revisado”).
2
Reglamentos UE 1173/2011 REGLAMENTO (UE) 1173/2011 de 16 de noviembre de 2011
sobre la ejecución efectiva de la supervisión presupuestaria en la zona del euro; 1174/2011
REGLAMENTO (UE) Nº 1174/2011 de 16 de noviembre de 2011 relativo a las medidas de
ejecución destinadas a corregir los desequilibrios macroeconómicos excesivos en la zona del
euro ; 1175/2011 REGLAMENTO (UE) de 16 de noviembre de 2011 por el que se modifica el
Reglamento (CE) nº 1466/97 del Consejo, relativo al refuerzo de la supervisión de las situacio-
nes presupuestarias y a la supervisión y coordinación de las políticas económicas ; 1176/2011
REGLAMENTO (UE) de 16 de noviembre de 2011 relativo a la prevención y corrección de
los desequilibrios macroeconómicos ; 1177/2011. REGLAMENTO (UE) de 8 de noviembre de
2011 por el que se modifica el Reglamento (CE) nº 1467/97, relativo a la aceleración y clarifi-
cación del procedimiento de déficit excesivo DIRECTIVA 2011/85/UE DEL CONSEJO de 8 de
noviembre de 2011 sobre los requisitos aplicables a los marcos presupuestarios de los Estados
miembros.
Principios y fuentes del Derecho Financiero
Ejemplo. El Gobierno español pretende crear un nuevo tributo aplicable en todo el territorio
español, en virtud del cual se gravaría a todos los propietarios de viviendas de lujo. Una vez
presentada la correspondiente propuesta de ley ante el Parlamento el 25 de enero de 2016,
dicha medida se debate y es finalmente aprobada por mayoría simple el 5 de febrero de 2016.
La nueva ley se publica en el BOE el 7 de abril de 2016, sin que se especifique ninguna vacatio
legis. ¿Cuándo se produce la entrada en vigor de la norma? La norma entrará en vigor veinte
días después de su publicación en el BOE. ¿En qué fecha entraría en vigor la norma si se pu-
blicara oficialmente el 7 de abril, pero estableciera en su propio texto una Disposición final
alusiva a una vacatio legis de un mes? En este caso, la norma entraría en vigor un mes después,
a contar desde su publicación el día 7 de abril.
Ejemplo. Dña. Mercedes López cometió hace dos años una infracción tributaria que, con
arreglo a la normativa vigente en el momento de comisión de la infracción, estaba sancionada
con una multa de 2.500 euros. Sin embargo, de acuerdo con la actual regulación, la sanción
que le corresponde a dicha infracción tributaria asciende a 2.000 euros. ¿Puede Dña. Merce-
des solicitar la aplicación retroactiva de la actual normativa tributaria a su caso? Sí, dado que
dicha normativa le resulta más favorable; pero siempre y cuando la sanción tributaria no sea
un acto firme.
1
Esta situación se planteó ya en relación con una serie de leyes tributarias que, con efecto
retroactivo, suprimieron determinados beneficios tributarios, si bien en este caso el TC (Sen-
tencia 6/1983, de 4 de febrero) no apreció vulneración alguna de la CE, al considerar que
tales beneficios no generan derechos subjetivos a favor de los contribuyentes.
2
De ahí las declaraciones del TC al hilo de su Sentencia 126/1987, en el sentido de que “afirmar
la admisibilidad de la retroactividad de las normas tributarias no supone mantener, siempre
y en cualquier circunstancia, su legitimidad constitucional, que puede ser cuestionada cuando
su eficacia retroactiva entre en colisión con otros principios consagrados en la Constitución”.
Ésta es también la doctrina reiterada del TS (Sentencias de 15 de octubre, de 10 de noviembre
y de 20 de diciembre de 2009) y del TJUE (Sentencias de 3 de diciembre de 1998 —Asunto
C-381/97— y 26 de abril de 2005 —Asunto C-376/02—).
La aplicación e interpretación de las normas financieras
3
La interpretación de las normas tributarias ha padecido un pesado lastre histórico, ligado al
entendimiento económico y político de las mismas. Mediante la remisión expresa al CC, la
norma alojada hoy en el artículo 12 LGT “confirma la plena normalización interpretativa de
las normas tributarias en el seno de unos criterios comunes a todo el ordenamiento jurídico”
(BAYONA DE PEROGORDO y SOLER ROCH).
4
El tenor literal del artículo 4.3 LGP señala lo siguiente: “Tendrán carácter supletorio las demás
normas del Derecho Administrativo y las normas del Derecho común”. Como se ha puesto de
relieve desde la doctrina, las controversias suscitadas respecto a la interpretación de las nor-
mas tributarias no se han producido en relación con las normas reguladoras del gasto público.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
los términos mencionados. Algunos autores, sin embargo, consideran que es im-
posible establecer criterios apriorísticos, de modo que el sentido del término se
ha de deducir, en cada caso, en relación con la norma objeto de interpretación.
La jurisprudencia ha mantenido tradicionalmente una postura oscilante, que en
nada coadyuva a ofrecer una solución. Sin duda, la falta de claridad del precep-
to resulta criticable, pues no solo no resuelve nada, sino que además concede
al legislador un amplio margen de discrecionalidad, limitándose a indicar que
no existe una regla de prioridad preestablecida entre los distintos significados
de un término y que, de haberla, se deducirá de la solución interpretativa más
adecuada a cada supuesto.
En otro orden de cosas, conviene subrayar igualmente la importancia de las
disposiciones interpretativas o aclaratorias de las normas tributarias, cuya compe-
tencia corresponde al Ministro de Hacienda y a los órganos de la Administración
Tributaria a los que se refiere el artículo 88.5 de la LGT (esto es, a la Dirección
General de Tributos)5, y que una vez publicadas en el Boletín Oficial pertinente
vinculan a todos los órganos de la Administración Tributaria (artículo 12.3 LGT).
Por lo que concierne a las normas que contienen un hecho imponible, el art.
13 LGT alberga una norma de calificación, de acuerdo con la cual: “Las obliga-
ciones tributarias se exigirán con arreglo a la naturaleza jurídica del hecho, acto
o negocio realizado, cualquiera que sea la forma o denominación que los intere-
sados le hubieran dado, y prescindiendo de los defectos que pudieran afectar a su
validez”. Su objetivo es prevenir el fraude a la ley tributaria, así como velar para
que el tributo se exija con arreglo a la capacidad económica de quienes realizan
el hecho imponible.
5
Redacción actualizada del artículo 12, apartado 3 de la LGT, a través de la Ley 34/2015, de
modificación parcial de la LGT. Este apartado introduce también la posibilidad de que dichas
disposiciones se sometan a información pública, antes de ser dictadas, cuando la entidad de la
materia así lo aconseje
Manual de Derecho Financiero y Tributario
6
SSTS de 21 de enero y 7 de julio de 1999, 19 de febrero y 11 de marzo de 2000, 9 de marzo de
2001 y 8 de febrero de 2002, entre otras.
La aplicación e interpretación de las normas financieras
técnica con el principio de reserva de ley, toda vez que si la analogía supone la
creación de una norma por el intérprete, su utilización contraviene aquel prin-
cipio. A ello se añade, igualmente, la conveniencia de limitar el uso del procedi-
miento analógico en aras del cumplimiento del principio de seguridad jurídica.
Sea como fuere, lo cierto es que ni las exigencias de seguridad jurídica ni del
principio de reserva ley tributaria conducen a una prohibición generalizada de
la analogía en el terreno tributario donde, antes al contrario, se encuentra ad-
mitida con carácter general y solo será inaplicable cuando esté expresamente
prohibida.
En esta línea, resulta obvio que el fundamento de la limitación contenida en
el artículo 14 LGT, estriba en la incompatibilidad de la analogía con la estructu-
ra de determinadas normas tributarias y, en particular, con las que contemplan
un presupuesto de hecho exclusivo y una determinación abstracta de los efectos
jurídicos igualmente típica y exclusiva que, por su propia naturaleza, no pueden
extenderse a hechos diversos.
Por lo que respecta, finalmente, a las normas presupuestarias, huelga afirmar
que su carácter temporal (no por su naturaleza jurídico-financiera) las excluye
del ámbito de aplicación de la interpretación analógica, a tenor de lo dispuesto
en el artículo 4.2 CC. Baste recordar, a estos efectos, que el Derecho Civil juega
también como Derecho supletorio en el ámbito del gasto público, en virtud del
artículo 4.3 LGP.
7
El TC rechazó a través de su Sentencia 120/2005, de 10 de mayo, la existencia de delito de
defraudación en materia tributaria en los supuestos de fraude de ley tributaria, al tiempo que
admitió su existencia en los de simulación, “toda vez que, mientras la simulación negocial en-
traña como elemento característico la presencia de un engaño u ocultación maliciosa de datos
fiscalmente relevantes, en el fraude de ley no existe tal puesto que el artificio salta a la vista”.
La aplicación e interpretación de las normas financieras
Un ejemplo de simulación sería aquel en el que, habiéndose donado un bien, se declara ha-
berlo vendido.
Ejemplos de economía de opción podrían ser: tanto el de los titulares de una explotación eco-
nómica que, deseando adquirir un bien, pueden hacerlo mediante compraventa o mediante
un contrato de leasing, decisión ésta que se enmarca en el ámbito de posibilidades legítimas
que les ofrece la propia ley; como el de podar optar entre constituir una sociedad anónima o
una comunidad de bienes, con la finalidad de llevar a cabo una actividad conjuntamente con
otras personas.
Precisamente con el fin de arrojar algo de luz sobre esa zona gris que delimita el
fraude de ley con la planificación fiscal, e incluso con otros expedientes distintos,
se han propuesto desde la doctrina una serie de medidas (preventivas, correctoras
y sancionadoras) susceptibles de adoptarse en relación con estas conductas, como
son: el establecimiento de presunciones legales, la formulación de presupuestos de
hecho suplementarios, la calificación del supuesto de hecho al margen de su forma
o denominación jurídica (la denominada interpretación funcional), la tipificación
genérica de la conducta en fraude a la ley identificada con un parámetro objetivo
(abuso de formas jurídicas), la aplicación analógica de la norma eludida, o la del
verdadero negocio en los casos de simulación.
La LGT aborda esta cuestión mediante la previsión de tres mecanismos ten-
dentes a corregir las situaciones de fraude a la ley tributaria o elusión fiscal. El
primero viene integrado por el artículo 13 LGT que, como ya reseñamos, alberga
una norma de calificación inspirada en el conocido principio de “la sustancia
sobre la forma”. Su aplicación no exige la tramitación de un expediente especial,
puesto que la calificación se considera como una de las potestades administrati-
vas que se ejerce en el marco de la gestión tributaria, tal y como explícitamente
dispone el artículo 115.2 LGT9.
8
ZORNOZA PÉREZ y RUIZ ALMENDRAL aluden a la economía de opción, señalando que
“no es más que el ejercicio de la autonomía privada al servicio de una planificación fiscal efi-
ciente que resulte en una menor carga tributaria”.
9
El artículo 115.2 LGT reza como sigue: “En el desarrollo de las funciones de comprobación
e investigación, la Administración Tributaria calificará los hechos, actos o negocios realizados
por el obligado tributario con independencia de la previa calificación que éste hubiera dado a
los mismos”.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
10
El empleo de expresiones imprecisas, como la que se refiere a comportamientos “notoriamente
artificiosos o impropios para la consecución del resultado obtenido”, ha sido denostado por
el Consejo de Estado, que denunció en su dictamen “que la redacción proyectada pone de ma-
nifiesto, en primer lugar, un recurso excesivo a conceptos jurídicos indeterminados, que dejan
un margen de apreciación demasiado amplio e impreciso; es decir, no permite acotar con una
mínima precisión los supuestos de hecho que puede abarcar el denominado abuso en la apli-
cación de la norma tributaria, lo que resulta evidentemente contrario al principio de seguridad
jurídica”.
La aplicación e interpretación de las normas financieras
11
La citada regulación presenta, a juicio de BAYONA DE PEROGORDO y SOLER ROCH, ven-
tajas e inconvenientes. De una parte, ofrece la ventaja de objetivar los criterios, pese a que una
interpretación rígida de los mismos puede conducir a considerar como conflictivo cualquier
esquema de planificación fiscal. De otra parte, el informe de la Comisión consultiva dilata el
procedimiento en la práctica, sin perjuicio de constituir una mayor garantía frente a la discre-
cionalidad del actuario.
12
La LGT regula, en su artículo 159, el procedimiento atinente al “informe preceptivo para la
declaración del conflicto en la aplicación de la norma tributaria” dentro del procedimiento
inspector, que asimismo es desarrollado por el artículo 194 del Reglamento general de gestión
e inspección.
13
En el ejemplo citado en líneas anteriores, consistente en la declaración de venta de un bien,
cuando en realidad había sido donado, la solución jurídica sería la siguiente: habría que pro-
Manual de Derecho Financiero y Tributario
ceder a la aplicación del ISD y no del que grava las transmisiones onerosas (ITPAJD), tal y
como pretendían —por resultar menos gravoso—, los autores del contrato simulado; además,
procedería también la aplicación de la correspondiente sanción y de los intereses de demora,
en base al artículo 16.3 LGT.
14
Según estos autores, “desde esta perspectiva, en el terreno de la política legislativa, creemos que
se repite el error ya cometido en 1995 al incluir la norma sobre simulación entre las técnicas de
corrección de la elusión fiscal; pero además, la experiencia de su aplicación ha demostrado un
abuso por parte de la Administración que ha sido unánimemente denunciado por la doctrina”.
TEMA 4
EL PODER FINANCIERO
1
Artículo 9. LOEPSF. Principio de lealtad institucional.
Las Administraciones Públicas se adecuarán en sus actuaciones al principio de lealtad institu-
cional. Cada Administración deberá:
a) Valorar el impacto que sus actuaciones, sobre las materias a las que se refiere esta Ley, pu-
dieran provocar en el resto de Administraciones Públicas.
b) Respetar el ejercicio legítimo de las competencias que cada Administración Pública tenga
atribuidas.
c) Ponderar, en el ejercicio de sus competencias propias, la totalidad de los intereses públicos
implicados y, en concreto, aquellos cuya gestión esté encomendada a otras Administraciones
Públicas.
d) Facilitar al resto de Administraciones Públicas la información que precisen sobre la activi-
dad que desarrollen en el ejercicio de sus propias competencias y, en particular, la que se derive
del cumplimiento de las obligaciones de suministro de información y transparencia en el marco
de esta Ley y de otras disposiciones nacionales y comunitarias.
e) Prestar, en el ámbito propio, la cooperación y asistencia activas que el resto de Administra-
ciones Públicas pudieran recabar para el eficaz ejercicio de sus competencias
El poder financiero
De tal forma que corresponde a una Ley estatal establecer el sistema de tribu-
tos locales, y a las Corporaciones el desarrollo y aplicación de dicho sistema en
cada Entidad, a través de la potestad de ordenanza (normativa del mismo grado
que la potestad reglamentaria) y de las potestades administrativas de gestión
tributaria.
La normativa vigente en materia de Haciendas locales se contiene como hemos
dicho en el Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba
el TR de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales. En dicho texto la compe-
tencia estatal se reduce a la regulación básica, la de la estructura presupuestaria,
el control externo a través del Tribunal de Cuentas y la autorización de determi-
nadas operaciones de crédito. A esta normativa hay que añadir ahora la LOEPSF
cuyo ámbito de aplicación incluye a todas las Administraciones Públicas.
La Hacienda de los municipios estará constituida, según el artículo 2 de la
citada ley, por los siguientes recursos:
a) Los ingresos procedentes de su patrimonio y demás de derecho privado.
b) Los tributos propios clasificados en tasas, contribuciones especiales e im-
puestos y los recargos exigibles sobre los impuestos de las Comunidades
Autónomas o de otras entidades locales.
c) La participación en los tributos del Estado y de las Comunidades Autóno-
mas.
d) Las subvenciones.
e) Los percibidos en concepto de precios públicos.
f) El producto de las operaciones de crédito.
g) El producto de las multas y sanciones en el ámbito de sus competencias.
h) Las demás prestaciones de Derecho público.
Con respecto a los impuestos municipales, el artículo 59 de la Ley de Hacien-
das Locales establece que:
“1. Los Ayuntamientos exigirán, de acuerdo con la presente Ley y las disposi-
ciones que la desarrollan, los siguientes impuestos:
a) Impuesto sobre Bienes Inmuebles.
b) Impuesto sobre Actividades Económicas.
c) Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica.
2. Asimismo, los Ayuntamientos podrán establecer y exigir el Impuesto sobre
Construcciones, Instalaciones y Obras y el Impuesto sobre el Incremento de Valor
de los Terrenos de Naturaleza Urbana, de acuerdo con la presente Ley, las dispo-
siciones que la desarrollen y las respectivas Ordenanzas fiscales”.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
En relación con el crédito público (art. 48 y ss. TRLHL) las principales limita-
ciones para contraerlo vienen establecidas, además de por la propia LHL, por la
propia Constitución. (art. 135) y por la ley Orgánica de estabilidad presupuesta-
ria y sostenibilidad financiera (LOEPSF).
En relación con los gastos, las Corporaciones locales pueden determinar las ne-
cesidades públicas relativas a obras y servicios de su competencia. Tienen también
potestad presupuestaria. Las entidades locales elaboran y aprueban anualmente
un presupuesto general (art. 162 y ss. TRLHL) si bien en el ámbito local, los
presupuestos no tienen rango legal y son susceptibles de recurso contencioso-
administrativo.
V. LA ADMINISTRACIÓN FINANCIERA
1. La Administración Financiera del Estado
La Administración financiera es parte de la Administración pública, estando
constituida por el conjunto de órganos encargados de la gestión de la actividad
financiera. La Administración financiera está atribuida en estos momentos al Mi-
nisterio de Hacienda y Administraciones Públicas.
ley especializada al estar afectada por una serie de circunstancias jurídicas que no
afectan al resto de leyes:
– Su contenido es exclusivo, subjetiva y objetivamente. Hay un contenido
mínimo con prohibición de creación de nuevos tributos
– El procedimiento de elaboración, que corresponde al Gobierno, y de apro-
bación, que corresponde a las Cortes Generales con particularidades y con
limitaciones a su derecho de enmienda demuestra una cierta prevalencia del
Ejecutivo sobre el legislativo.
– Su eficacia temporal se limita al año natural, aunque es posible la prórroga
automática del Presupuesto hacia un ejercicio posterior.
– La ejecución y control del Presupuesto son objeto de una atención especial.
porte de los beneficios fiscales que afecten a tributos del Estado. El presupuesto
de gastos fiscales es una previsión de las cantidades que el Estado va a dejar de
recaudar a consecuencia de la política fiscal y tributaria que supongan las deduc-
ciones, bonificaciones, desgravaciones o minoraciones de cualquier tipo y reco-
gidas en las normas tributarias del ejercicio presupuestario de que se trate. En la
parte dispositiva se recoge la referencia al presupuesto de gastos fiscales pero su
especificación aparece como anexo al presupuesto de ingresos
3. Parte dispositiva
Como dijimos la ley de Presupuestos Generales del Estado contiene dos partes
diferenciadas pero complementarias: la parte dispositiva y los estados numéricos.
La parte dispositiva dota de sentido jurídico a los anexos de estados numéricos.
Esta parte tiene como contenido esencial indisponible la aprobación de los
Presupuestos y de las normas relativas a modificación y ejecución de los créditos
presupuestarios. Igualmente la ley incluye un capítulo relativo a la gestión presu-
puestaria. Éstos son los Títulos I y II de la LPGE a los que la práctica presupues-
taria suele acompañar con otros títulos que incorporan un contenido variable que
tienen que ver con determinados gastos y obligaciones que necesitan de una míni-
ma regulación para su adaptación anual normas sobre retribuciones de funciona-
rios públicos o relativas a pensiones públicas, títulos III y IV de la ley. El título V
de la LPGE tradicionalmente se refiere a las operaciones financieras, autorizando,
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Fuente:
Fuente: Libro AzulLibro Azul Presupuestos
Presupuestos Generales
Generales del Estado
del Estado 2011.
2011.
Cada crédito o partida presupuestaria recibe una codificación de números
letras que corresponde con la triple clasificación de los gastos lo cual facilita
comprensión y tratamiento informático.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
entre operaciones
Finalmente corrientes, de económica
la clasificación capital, financieras y aella naturaleza
hace referencia fondo de econó-
ejecución
mica del gasto, esto es, cómo se gasta. La clasificación se realiza por capítulos y
presupuestaria.
distingue entre operaciones corrientes, de capital, financieras y el fondo de ejecu-
ción presupuestaria.
Fuente:
Fuente: Libro Libro
Azul Azul Presupuestos
Presupuestos Generales
Generales del Estado
del Estado 2011.
2011.
1. El principio
Podemos de legalidad
clasificar tres tipos de principios presupuestarios: los principio
El principio de legalidad
político-jurídicos, en materia
los contables presupuestaria
y los económicos.supone
Los laPrincipios
expresión de un
político-jurídico
criterio de atribución de competencia desde el momento en que las Cortes Gene-
rales han de ejercer un control sobre la actuación presupuestaria del Gobierno. El
artículo 66.2 CE establece que “Las Cortes Generales ejercen la potestad legisla-
tiva del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y
tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución”. Este principio
de legalidad que asigna competencias se completaría con el artículo 134.1 CE que
señala que “Corresponde al Gobierno la elaboración de los Presupuestos Genera-
El Derecho Presupuestario
les del Estado y a las Cortes Generales su examen, enmienda y aprobación”. Mu-
chos de los aspectos de este principio de legalidad tienen que ver con la naturaleza
jurídica de la ley de Presupuestos y con el propio procedimiento de aprobación de
éstos, tal y como veremos.
Es por ello que la aprobación del Presupuesto está reservada a ley aprobada
por las Cortes Generales mientras que la elaboración del mismo es competencia
del Gobierno. Ello implica una primacía y control del Legislativo sobre el Ejecu-
tivo, al tiempo que supone el ejercicio de una potestad legislativa de las Cortes
Generales en la aprobación del Presupuesto (ley plena). Ya analizaremos el proce-
dimiento de elaboración y aprobación de los Presupuestos Generales del Estado,
pero sí podemos señalar que se trata de un procedimiento legislativo especial, con
importantes limitaciones al derecho de enmienda. En todo caso, existe una reserva
de ley ordinaria para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, en
la que queda excluida la posibilidad de iniciativa legislativa popular.
traciones Públicas no podrá superar el 60 por ciento del Producto Interior Bruto
Nacional. El artículo 13 LOEPSF ha distribuido este límite entre las diferentes
Administraciones Públicas de acuerdo con los siguientes porcentajes, expresados
en términos nominales del Producto Interior Bruto nacional: 44% para la Admi-
nistración central, 13% para el conjunto de Comunidades Autónomas y 3% para
el conjunto de Corporaciones Locales. En todo caso, e límite de deuda pública de
cada una de las Comunidades Autónomas no podrá superar el 13% de su Produc-
to Interior Bruto regional.
3. Principio de unidad
Este principio aparece reflejado en el artículo 134.2 CE al establecer que “los
Presupuestos Generales del Estado tendrán carácter anual, incluirán la totalidad
de los gastos e ingresos del sector público estatal (…)”, estando integrados por los
presupuestos de los órganos con dotación diferenciada y de los sujetos que inte-
gran el sector público administrativo, los presupuestos de operaciones corrientes
y los de operaciones de capital y financieras de las entidades del sector público
empresarial y del sector público fundacional y los presupuestos de los fondos a
que se refiere el artículo 2.2 de la Ley General Presupuestaria.
Ello implica —considerando la vinculación de este principio con el principio
de universalidad— que ha de existir un único documento presupuestario que per-
mita conocer la planificación de toda la actividad financiera. El fundamento de
este principio hay que encontrarlo en la idea de control de la actividad financiera
por el legislativo que supondrá contemplar de manera global y única toda la
información presupuestaria. El más eficaz control se cubre con un presupuesto
único del sector público, sin que ello impida que en ese único presupuesto se
incluyan los presupuestos de una pluralidad de entes con personalidad jurídica y
dotación presupuestaria diferenciada. De igual modo el principio de unidad no se
violenta ante la existencia de presupuestos generales de Comunidades Autónomas
o entes locales, puesto que este principio es de aplicación dentro de cada ente con
poder financiero el cual ha de presentar un único documento incluyendo a todos
los organismos de su ámbito financiero.
La traducción contable de este principio es la unidad de caja, esto es que los
cobros y pagos se centralicen en una única caja lo cual previene frente a cualquier
irregularidad derivada de la existencia de cajas múltiples o especiales.
4. Principio de universalidad
La consagración legal de este principio la encontramos en el citado artículo
134.2 CE y en el artículo 33.2 LGP. Este principio —complementario del princi-
Manual de Derecho Financiero y Tributario
pio de unidad— implica que todos los ingresos y los gastos han de figurar en el
Presupuesto y además de manera explícita o sin compensaciones entre ingresos y
gastos. Esto es lo que se conoce cono la regla del Presupuesto bruto. Además este
principio exige que no exista afectación entre ingresos y gastos, esto es que los
ingresos financien cualquier gasto indistintamente sin estar vinculados determina-
dos gastos a determinados ingresos.
La necesidad de incluir la totalidad de ingresos y gastos de manera expre-
sa pretende en último término facilitar la efectividad del control del legislativo,
dado que de otro modo, si hubiera compensaciones o un presupuesto neto no
se podrían controlar todas y cada una de las partidas de gasto o previsiones de
ingresos, pudiendo dificultarse el conocimiento de la verdadera situación de cada
Hacienda.
5. Principio de especialidad
Este principio constituye uno de los pilares esenciales en los que descansa el
Presupuesto puesto que nos ofrece la clave para comprender el significado au-
torizante del crédito presupuestario especial en cuanto a la cantidad, calidad y
tiempo. En definitiva este principio supone que la autorización para gastar no se
concede de forma genérica sino concreta, ni se autoriza una disposición ilimitada
de fondos, sino limitada y todo ello en el marco temporal del ejercicio presupues-
tario.
Este principio a pesar de su consideración implícita no ha sido objeto de plas-
mación constitucional, si bien su regulación en la legislación presupuestaria su-
pone un influjo tal que la disciplina presupuestaria no se puede entender sin la
vigencia y aplicación del principio de especialidad en sus tres vertientes: cuantita-
tiva, cualitativa y temporal. De nuevo la idea que subyace es la de evitar cualquier
discrecionalidad administrativa al ejecutar el presupuesto, garantizándose que lo
autorizado por el Parlamente será —dentro de las excepciones legalmente admiti-
das— lo que el Gobierno lleve a cabo.
badas conforme a esta Ley. Esta finalidad específica requiere especificar el al-
cance vinculante y limitativo del gasto teniendo en cuenta la clasificación de los
gastos. Así la LGP se refiere a la especificación —o mejor dicho vinculación— de
los créditos presupuestarios estableciendo como regla general la vinculación a
nivel de concepto. Ello significa, de acuerdo con la clasificación económica de
los gastos, que la cuantía de los gastos por debajo del nivel de vinculación —en
este caso subconcepto— son meramente informativas y pueden destinarse in-
distintamente a otras finalidades pero siempre respetando la cuantía global del
nivel de vinculación, y todo ello sin necesidad de realizar ninguna modificación
presupuestaria.
La vinculación presupuestaria plantea otras reglas específicas en función de
determinados gastos. Del artículo 43 LGP podemos concluir que la vinculación se
produce a nivel de artículo en los gastos de personal y gastos corrientes en bienes
y servicios dentro de cada programa de gasto. Por otro lado los créditos destina-
dos a inversiones reales tienen vinculación a nivel de capítulo. Ello significa que en
estos casos la especialidad cualitativa se suaviza en tanto en cuanto la vinculación
se refiere a un nivel de desagregación menor, significando que se puede variar el
destino de los créditos presupuestarios de niveles inferiores.
En todo caso, como veremos este principio admite excepciones en forma de
modificaciones presupuestarias; en particular serán las transferencias de créditos
las que alteren la estricta vigencia de la especialidad cualitativa.
6. Principio de anualidad
El principio de anualidad es una concreción de la misma idea de temporalidad
que el principio de especialidad, aunque en este caso la anualidad se refiere al
período de tiempo en el que el Presupuesto despliega su eficacia. La vigencia tem-
poral de la norma presupuestaria durante un período de tiempo es la esencia de
este principio. El artículo 134.2 CE afirma de manera clara que los Presupuestos
Generales del Estado tendrán carácter anual; por su parte del artículo 34 LGP
establece que el ejercicio presupuestario coincide con el año natural.
Ahora bien este principio exige que exista un presupuesto —anual— vigente
en todo momento que permita la realización de los gastos en el ejercicio presu-
puestario. El problema deviene cuando la aprobación del nuevo presupuesto no se
produce cuando finaliza el año presupuestario, esto es el día 1 de enero. Se trata,
en definitiva, de dar respuesta a la necesidad asegurar la continuidad de los servi-
cios públicos y de evitar una cierta parálisis ante la falta de Presupuesto.
El Derecho Presupuestario
7. Otros principios
La aprobación de la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de estabilidad pre-
supuestaria y sostenibilidad financiera ha supuesto la plasmación con rango de
ley orgánica de algunos principios aplicables al Derecho Presupuestario y que
referimos brevemente.
El principio de plurianualidad supone que la elaboración de los Presupuestos
de las Administraciones Públicas se encuadrará en un marco presupuestario a
Manual de Derecho Financiero y Tributario
medio plazo compatible con el principio de anualidad por el que se rigen la apro-
bación y ejecución de los Presupuestos de conformidad con la normativa europea.
(Art. 5 LOEPSF).
El principio de transparencia exige que la contabilidad de las Administraciones
Públicas, sus Presupuestos y sus liquidaciones deberán contener información sufi-
ciente y adecuada que permita verificar sus situación financiera, el cumplimiento
de los objetivos de estabilidad presupuestaria y de sostenibilidad financiera, así
como la observancia de los requerimientos establecidos por la normativa europea.
(Art. 6 LOEPSF).
El principio de responsabilidad supone que las Administraciones Públicas que
incumplan los requerimientos de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad fi-
nanciera a que quedan obligados, o contribuyan al incumplimiento de los com-
promisos asumidos por España de acuerdo con la normativa comunitaria, asumi-
rán la parte de responsabilidad que les sea imputable de las responsabilidades que
de tal incumplimiento se deriven. (Art. 8 LOEPSF).
Finalmente el principio de lealtad institucional establece la obligatoriedad de
que las Administraciones públicas adopten ciertos compromisos de actuación en
aras a evitar que actuaciones particulares puedan tener un impacto negativo en el
conjunto del Estado. (Art. 9 LOEPSF).
1. Elaboración y aprobación
Esta fase del ciclo presupuestario pone manifiesto la tensión de poderes entre
el Ejecutivo y el Legislativo. Podríamos anticipar que la tensión se decanta hacia
el Ejecutivo. Al Gobierno le corresponde un papel fundamental y predominante
en materia presupuestaria, mientras que el Parlamento se limita a autorizar lo que
propone el Gobierno y a llevar a cabo un mínimo control.
El ciclo presupuestario se puede sintetizar en las siguientes fases:
– Orden de elaboración de los Presupuestos Generales del Estado. El Minis-
terio de Hacienda publica anualmente la orden en la que se dictan las nor-
El Derecho Presupuestario
2. Modificaciones presupuestarias
Las cuantías incluidas en los PGE son susceptibles de ser modificadas pos-
teriormente mediante procedimientos reglados regulados en la LGP. Las mo-
dificaciones presupuestarias excepcionan el principio de especialidad presu-
puestaria en alguna de sus tres vertientes (cuantitativa, cualitativa y temporal),
permitiendo que la previsión inicial del Presupuesto pueda adaptarse a las cir-
cunstancias sobrevenidas durante el curso del ejercicio presupuestario. El ar-
tículo 134. 5 y 6 CE habilita al Gobierno para presentar proyectos de ley que
introduzcan cambios en el Presupuesto ya aprobado, siempre que concurran
ciertos requisitos.
El punto de partida de nuestro estudio viene constituido, no obstante, por el
artículo 51 LGP, cuyo tenor literal reza como sigue: “La cuantía y finalidad de los
créditos contenidos en los presupuestos de gastos sólo podrán ser modificados du-
rante el ejercicio, dentro de los límites y con arreglo al procedimiento establecido
en los artículos siguientes, mediante: transferencias; generaciones; ampliaciones;
créditos extraordinarios y suplementos de crédito; incorporaciones”.
jurídico dota de autonomía. El apartado 2 del artículo 140 LGP establece que
será la Intervención General del Estado (en adelante, IGAE) la que ejercerá, en
los términos previstos en la propia LGP, el control interno de la gestión econó-
mica y financiera del sector público estatal, con plena autonomía respecto de
las autoridades y demás entidades cuya gestión controle. Así pues, es la IGAE
quien ejerce el control interno sobre la totalidad de los órganos o entidades del
sector público estatal actuando a través del Interventor General o a través de
Interventores delegados. La IGAE ejercerá el control sobre las entidades colabo-
radoras y los beneficiarios de subvenciones y ayudas concedidas por los sujetos
del sector público estatal y de las financiadas con cargo a fondos comunitarios
de acuerdo con lo establecido en la Ley General de Subvenciones y en la norma-
tiva comunitaria.
A su vez, hay tres modalidades de ejercer el control interno:
A) Control de legalidad o función interventora.
B) Control financiero permanente.
C) Auditoría pública.
C) Auditoría pública
Consiste en la verificación con posterioridad y realizada de manera sistemática
de la actividad económico-financiera del sector público estatal, mediante proce-
dimientos de revisión selectivos. Se desarrolla de acuerdo con el Plan Anual de
Auditorías (artículo 165 LGP) sobre todos los órganos y entidades integrantes del
sector público estatal y sobre los fondos carentes de personalidad jurídica cuya
dotación se efectúe mayoritariamente desde los Presupuestos Generales del Esta-
do. La auditoría pública puede revestir tres modalidades:
1. Auditoría de regularidad contable, consistente en la revisión y verificación
de la información y documentación contable con el objeto de comprobar su
adecuación a la normativa contable y, en su caso, presupuestaria que le sea
de aplicación.
2. Auditoría de cumplimiento, cuyo objeto consiste en la verificación de que
los actos, operaciones y procedimientos de gestión económico-financiera se
han desarrollado de conformidad con las normas que les son de aplicación.
3. Auditoría operativa, que constituye el examen sistemático y objetivo de las
operaciones y procedimientos de una organización, programa, actividad o
función pública, con el objeto de proporcionar una valoración independien-
te de su racionalidad económico-financiera y su adecuación a los principios
de la buena gestión, a fin de detectar sus posibles deficiencias y proponer las
recomendaciones oportunas en orden a la corrección de aquéllas.
A) Función fiscalizadora
A través de la función fiscalizadora el Tribunal de Cuentas controla la correc-
ta ejecución de la Ley de Presupuestos Generales del Estado de cada año. Esta
función tiene un contenido más amplio que la ejercida por la IGAE, ya que no se
reduce a un control de legalidad, sino que supone también un control de oportu-
nidad.
La función fiscalizadora se caracteriza por ser externa, permanente y consunti-
va y consiste en comprobar si la actividad económico-financiera del sector público
respeta los principios de legalidad, eficiencia y economía en relación con la ejecu-
ción de los estados de gastos e ingresos del Presupuesto. La función fiscalizadora,
cuyo ámbito subjetivo recae en el Sector Público al que hemos hecho referencia
anteriormente, comprende dos tipos de controles:
a) El control de regularidad, que incluye el control de legalidad, cuyo ob-
jetivo es la comprobación de que la gestión de las finanzas públicas se
realiza según lo previsto en las normas legalmente aplicables y el control
financiero, cuyo objeto es constatar si los estados contables rendidos se
adecúan a los principios y normas contables de aplicación y si permiten
emitir una opinión fundada sobre su representatividad de la situación
patrimonial y financiera, así como de los resultados derivados de la acti-
vidad desarrollada por la entidad y en el ejercicio económico a que hacen
referencia.
b) El control operativo, que se lleva a cabo al objeto de evaluar total o par-
cialmente la gestión de la actividad económico-financiera de la entidad
a fiscalizar, atendiendo a la organización y procedimientos implantados
y comprobando su adecuación a los principios de economía eficiencia y
eficacia.
Para llevar a cabo esta función fiscalizadora, el Tribunal de Cuentas desarrolla
los procedimientos de fiscalización recogidos en el artículo 31 de la LFTCu entre
los cuales destaca el examen y comprobación de la Cuenta General del Estado.
Según dispone el artículo 10 de la LFTCu, el Tribunal de Cuentas, por delegación
de las Cortes Generales, procede al examen y comprobación de la Cuenta Gene-
ral del Estado dentro del plazo de seis meses, a partir de la fecha en que se haya
rendido. El Pleno del Tribunal de Cuentas, oído el Fiscal, dictará la declaración
definitiva que le merezca para elevarla a las Cámaras con la oportuna propuesta,
y dará traslado de la misma al Gobierno.
El Derecho Presupuestario
ningún caso, su exclusión del ámbito del Derecho ya que en el marco del Estado
de Derecho, toda actuación del ente público se somete al control y requisitos del
Ordenamiento jurídico”.
Las características de esta concepción del gasto público serían las siguientes:
– la realización por parte de un ente público
– el ejercicio de una función financiera mediante un procedimiento
– el empleo de fondos públicos
– su carácter finalista en tanto en cuanto se dirige a satisfacer necesidades
colectivas
entre otras, pero ése no debe ser el único apoyo en el que se sostenga la exégesis
del art. 31.2 CE.
En todo caso, el aspecto fundamental de este principio nos remite a deter-
minar cuándo el gasto es justo y cuándo es injusto. Las consideraciones acerca
de lo que debe entenderse por gasto justo nos remiten al concepto de inte-
rés general. Coincidimos con BAYONA DE PEROGORDO en señalar que “el
gasto justo es aquél que se adecua a los valores dominantes en la sociedad, el
adecuado a la voluntad general allí donde ésta puede ser expresada o al interés
general dictado por la persona o grupo social que detenta el poder de la comu-
nidad políticamente organizada”. Precisamente ese interés general está plasma-
do en la norma constitucional que expresa el consenso y las convicciones del
grupo social. En particular, aunque no exclusivamente, es en el Capítulo III del
Título I de la CE (De los principios rectores de la política social y económica)
“donde debemos encontrar los valores que según el pensamiento del consti-
tuyente, aparecen como merecedores de la protección y atención del Estado,
hasta el punto de exigir al menos en determinados casos, el concurso positivo
de la acción de los poderes públicos para su efectividad”. El criterio de justicia
en materia de gasto público queda referido así al respeto y observancia de los
valores que integran lo que la doctrina constitucionalista ha denominado la
procura existencial que no es más que un mínimo de necesidades cubiertas para
la subsistencia. Tales valores están recogidos en la Constitución y se concretan,
como ya hemos apuntado, en los criterios rectores de la política social y econó-
mica. En definitiva, debe gastarse en aquello que la Constitución, en positivo,
promueve como plasmación del interés general.
Por otra parte, la programación y ejecución del gasto público responderán a los
criterios de eficiencia y economía” (artículo 31.2 CE). Se recoge en este precepto
lo que hemos dado en denominar el principio de racionalidad en materia de gasto
público. Esta denominación, encierra en su contenido los criterios de eficiencia y
economía que informan la programación y ejecución del gasto público.
El contenido de este principio de racionalidad se corresponde con la concep-
tualización de lo que se entiende por eficiencia y economía. Así, siguiendo a BA-
YONA DE PEROGORDO podemos afirmar que eficiencia es un criterio de emi-
nente naturaleza fáctica que vendría a exigir que los gastos públicos se realicen.
En el ámbito de la Hacienda Pública, el principio de eficiencia acentúa el carácter
funcional del procedimiento de gasto público y conlleva la exigencia de su efec-
tiva realización, y en el nivel de los flujos monetarios, por último, el principio de
eficiencia comporta la exigencia de que los mismos se efectúen puntualmente,
supuesto el cumplimiento de los demás requisitos que lo hacen procedente. Por
nuestra parte consideramos que la eficiencia comporta la consecución real de los
fines propuestos, y entronca en cierto modo con la eficacia de la actuación admi-
nistrativa.
El Derecho de los gastos públicos
Por otra parte el criterio de economía “viene a exigir que en la realización del
gasto público, ya asegurada por el principio de eficiencia se actúe de manera tal
que se produzca la óptima combinación de unos medios escasos con la finalidad
de obtener la más amplia satisfacción”. Consideramos que el criterio de economía
podría ser considerado como la medida de la eficiencia, como la proporción o la
ratio que sería deseable para alcanzar la satisfacción de las necesidades públicas
con los medios dados que prescribe la eficiencia.
Del mismo modo, si bien con rango legal, puede considerarse como un prin-
cipio aplicable al gasto público, el principio de transparencia que la Ley Orgá-
nica 2/2012, de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera incorpora
al conjunto de principios configuradores de la actividad financiera en España en
su artículo 6. Finalmente restaría mencionar que el control que debe impregnar
todas las decisiones de gasto público debe complementarse con los principios de
lealtad institucional y de responsabilidad que recogen los artículos 8 y 9 de la Ley
Orgánica 2/2012, de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera.
3. Régimen jurídico
El régimen jurídico general de las obligaciones públicas se regula en los artícu-
los 20 a 25 LGP. En relación con las haciendas autonómicas habrá de analizarse
los correspondientes artículos que las leyes reguladoras de la Hacienda de cada
Comunidad Autónoma prevean sobre esta cuestión. Del mismo modo el artículo
173 LHL se refiere a algunos aspectos esenciales del régimen jurídico de las obli-
gaciones públicas. Una primera reflexión que debe realizarse tiene que ver con la
consideración del régimen jurídico establecido en la LGP como un régimen gene-
ral susceptible de encontrar especialidades en las normas especiales que regulan
los títulos jurídicos específicos susceptibles de generar obligaciones públicas (Ley
de Contratos de las Administraciones Públicas, Ley de expropiación forzosa, Ley
de la función pública…)
Las obligaciones públicas sólo serán exigibles de acuerdo con lo que dispone el
artículo 21 LGP. Este precepto establece que las obligaciones públicas sólo serán
exigibles cuando resulten de la ejecución del presupuesto, de sentencia judicial
firme o de operaciones no presupuestarias de tesorería. Este precepto nos permite
distinguir entre el nacimiento o validez de las obligaciones y la exigibilidad-cum-
plimiento o eficacia de las mismas. Las obligaciones son prestaciones consistentes
en dar una cantidad de dinero que son fondos públicos por ello para cumplir o
pagar debe de haber tales fondos públicos siendo necesario para ello que exista
una autorización presupuestaria en forma de crédito presupuestario.
El artículo 46 LGP establece que no podrán adquirirse compromisos de gasto
ni obligaciones por cuantía superior al importe de los créditos autorizados en
los estados de gastos, siendo nulos de pleno derecho los actos administrativos
y disposiciones generales con rango inferior a la ley que incumplan esta limi-
tación. El Tribunal Constitucional en sentencia 36/1986 ya dejó claro que los
créditos presupuestarios no son fuente alguna de obligaciones sino que sim-
plemente son autorizaciones para gastar. La fuente de las obligaciones, dice el
Tribunal, ha de encontrarse en los títulos jurídicos que establece el artículo 20
LGP. La nulidad a la que se refiere el artículo 46 LGP se predica de los actos
de ejecución del gasto tendentes a pagar una obligación válidamente contraída
pero sin crédito presupuestario.
Otro supuesto que permitiría la exigibilidad o cumplimiento de las obligacio-
nes serían las operaciones no presupuestarias de tesorería. Bajo esta denomina-
ción se encuadran operaciones que tratan de cubrir desfases de liquidez transi-
torios y que en principio funcionan al margen del Presupuesto, si bien en último
término han de encontrar un acomodo en el Presupuesto. Ejemplo de ello serían
los anticipos de tesorería (art. 60 LGP), anticipos de caja fija (artículo 78 LGP).
Finalmente la sentencia judicial firme permitiría el pago de las obligaciones pú-
blicas. El artículo 23.2 LGP recoge el principio de autoejecución de las sentencias
por la propia Administración. El artículo 23.3 LGP parece que subordina el cum-
plimiento de la sentencia a la existencia de crédito presupuestario y en el caso de
que fuera necesaria una modificación presupuestaria se dispone de 3 meses desde
la notificación de la resolución judicial para que la Administración concluya el
procedimiento presupuestario correspondiente.
A la luz de ello podemos vislumbrar un eventual conflicto entre la tutela
judicial efectiva que incorpora el derecho a la ejecución de la sentencia y la ne-
cesaria cobertura presupuestaria para poder cumplir. El Tribunal Constitucio-
nal ya se pronunció en su sentencia 32/1982 al afirmar la primacía de la tutela
judicial efectiva al objeto de poder ejecutar una sentencia condenatoria para la
Administración. Por lo tanto el artículo 24 CE debería suponer la ejecutabili-
dad inmediata de la sentencia condenatoria a un pago pecuniario obligando al
El Derecho de los gastos públicos
3.2. Incumplimiento
Una de las cuestiones más controvertidas en este punto es el régimen del in-
cumplimiento de las mismas y el interés de demora que ha de satisfacer la Hacien-
da Pública cuando se retrasa en el pago de sus obligaciones. Establece el artículo
24 LGP que si la Administración no pagara al acreedor en los tres meses siguien-
tes a la notificación de la resolución judicial o al reconocimiento de la obligación,
habrá de abonar el interés de demora del artículo 17.2 LGP una vez que transcu-
rrido ese plazo se reclame por escrito el cumplimiento de la obligación. Se trata
del régimen general aplicable al margen de los regímenes específicos derivados de
la legislación tributaria, de contratos o expropiación forzosa.
Un aspecto vinculado con el incumplimiento de las obligaciones públicas tie-
ne que ver con la responsabilidad de la Hacienda Pública deudora que no paga
sus obligaciones públicas. En particular el artículo 23.1 LGP regula un privilegio
clásico que supone una excepción a la tutela judicial efectiva de los acreedores de
la Hacienda Pública. Se trata del privilegio de la inembargabilidad de los bienes
de la Hacienda Pública. Establece este precepto que ningún tribunal ni autoridad
administrativa podrá dictar providencia de embargo ni despachar mandamientos
de ejecución contra los bienes y derechos cuando se encuentren afectos a un servi-
cio o función pública o cuando sus rendimientos o el producto de su enajenación
estén legalmente afectados a fines diversos o cuando se trate de valores o títulos
representativos del capital de sociedades estatales que ejecuten políticas públicas
o presten servicios de interés económico general. Similar contenido se recoge en
el artículo 30.3 de la Ley de Patrimonio de las Administraciones Públicas y en el
artículo 173.2 LHL.
Este privilegium fisci que tiene sus orígenes en el siglo XIX impide la plena
eficacia del principio de responsabilidad patrimonial universal del deudor que no
sería aplicable, por lo tanto a la Hacienda Pública, lo cual podría colocar en una
situación de indefensión al particular acreedor. Este privilegio ha sido perfilado
por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional dada la posición de desamparo
en que podrían quedar los acreedores si todos los bienes de la Hacienda Pública
fueran inembargables. El problema se planteó y resolvió en la STC 166/1998, de
16 de julio en la que se analizaba el privilegio recogido en la LHL y que se refería
Manual de Derecho Financiero y Tributario
3.3. Extinción
Las obligaciones públicas se extinguen por las causas contempladas en el Có-
digo Civil y en el resto del ordenamiento jurídico (artículo 22 LGP). Al margen
de las causas clásicas de extinción de las obligaciones, el artículo 25 LGP regula
específicamente la prescripción de las obligaciones públicas.
Tradicionalmente la prescripción ha sido un ámbito de privilegio para la Ha-
cienda Pública desde que en la Ley de Administración y Contabilidad de la Ha-
cienda Pública se estableciera un plazo de prescripción de 15 años en contra del
Estado y un plazo de 5 años a su favor (para sus obligaciones). Evidentemente tal
desigualdad se suprimió con carácter general en la LGP estableciendo el mismo
plazo de cuatro años para la prescripción de los derechos y las obligaciones de la
Hacienda Pública. Salvo lo que establezcan las leyes especiales, el artículo 25 LGP
regula dos supuestos generales de prescripción:
– la prescripción del derecho al reconocimiento o liquidación de la obligación
pública
– la prescripción del derecho a exigir el pago de obligaciones ya reconocidas
y liquidadas.
La consecuencia en ambos casos es la extinción de la obligación pública. El
plazo de prescripción se interrumpe de acuerdo con las causas de interrupción
del Código Civil y una vez extinguidas las obligaciones por prescripción éstas
serán dadas de baja en las respectivas cuentas tras la tramitación del oportuno
expediente administrativo. Este carácter imperativo demuestra que no será admi-
sible la renuncia a la prescripción ganada, al contrario de lo que se establece en
el ámbito civil y aunque quiera la Hacienda Pública no podrá pagar, dado que la
prescripción se declarará de oficio, incurriendo en responsabilidad contable quien
pagara una obligación pública prescrita.
Por otro lado, un mecanismo extintivo de las obligaciones públicas es la com-
pensación tal y como se regula en los artículos 71 y siguientes de la Ley General
Tributaria. Los créditos reconocidos a favor de un contribuyente —esto es, las
obligaciones públicas a cargo de la Hacienda Pública—, pueden compensarse con
El Derecho de los gastos públicos
obligaciones tributarias de aquél frente a esa misma Hacienda. Lo único que exige
el artículo 71 LGT es que los créditos frente a la Hacienda Pública estén recono-
cidos por acto administrativo, vg. una certificación de obra.
2. Compromiso de gasto
El compromiso de gasto o disposición es el acto administrativo mediante el
cual la autoridad competente acuerda o concierta con un tercero, según los casos,
y tras el cumplimiento de los trámites que según la normativa vigente procedan, la
realización de obras, prestaciones de servicios, transferencias, subvenciones, etc.,
que previamente hubieran sido autorizadas. Es decir, es el acto mediante el cual
se acuerda la realización de gastos previamente aprobados, tras el cumplimiento
de los trámites legales oportunos, por un importe determinado o determinable.
El compromiso es, además, un acto de relevancia jurídica para con terceros y,
por tanto, vincula a la Hacienda Pública estatal a la realización del gasto a que se
refiera, respetando la cuantía y condiciones establecidas. Dicho de otro modo, en
esta fase el gasto deja de ser algo puramente interno para convertirse en un com-
promiso con un tercero que, en principio, la Administración debe cumplir, una vez
que dicho tercero haya satisfecho debidamente la prestación encargada.
Este compromiso de gasto debe ejercerse conforme a criterios de publicidad,
concurrencia e imparcialidad de las decisiones.
artículo 78 LGP se refiere a los anticipos de caja fija, mientras que el artículo 79
LGP regula los pagos a justificar.
V. LA SUBVENCIÓN
1. Consideraciones generales
La subvención es un instituto jurídico tradicionalmente relacionado con la
actividad administrativa de fomento que, desde la perspectiva del Derecho Fi-
nanciero, constituye una manifestación de la actividad financiera de gasto, en
la medida en que es una técnica aplicada a la satisfacción de necesidades colec-
tivas mediante el empleo de fondos públicos. La aprobación de la Ley 38/2003,
de 17 de noviembre General de Subvenciones (en adelante LGS) constituye un
nuevo hito de un sector de la legislación estatal. La Ley ha sido desarrollada
por el Reglamento General de Subvenciones (Real Decreto 887/2006 de 21 de
julio).
Resulta muy positiva la existencia de una ley General de Subvenciones al ofre-
cer mayor seguridad jurídica y claridad en la regulación de este instituto jurídico
de la subvención que tanta relevancia ha adquirido en los últimos tiempos. De
igual modo ha de destacarse que la norma se aplica a todas las Hacienda Públicas
—estatal, autonómica y locales (artículo 3 LGS). En el caso de las CCAA la norma
estatal señala los aspectos que se consideran básicos y por lo tanto aplicables en
todo el territorio nacional, pero en el resto de aspectos es factible la regulación
autonómica.
3. Concepto y caracteres
El artículo 2 es el encargado de definir la Subvención afirmando que:
“Se entiende por subvención, a los efectos de esta ley, toda disposición dine-
raria realizada por cualesquiera de los sujetos contemplados en el artículo 3 de
esta Ley, a favor de personas públicas o privadas y que cumpla los siguientes
requisitos:
a) Que la entrega se realice sin contraprestación directa de los beneficiarios.
b) Que la entrega esté sujeta al cumplimiento de un determinado objetivo, la
ejecución de un proyecto, la realización de una actividad, la adopción de un
comportamiento singular, ya realizados o por desarrollar, o la concurrencia
de una situación, debiendo el beneficiario cumplir las obligaciones materia-
les y formales que se hubieran establecido.
c) Que el proyecto, la acción, conducta o situación financiada tenga por ob-
jeto el fomento de una actividad de utilidad pública o interés social o de
promoción de una finalidad pública”
Una interpretación conjunta de los artículos 2 y 3 de la LGS, proporciona un
concepto legal de este instituto en función de los siguientes caracteres:
1. Es una disposición dineraria
2. Realizada por entes del sector público administrativo (Administraciones
Públicas u otros entes en el ejercicio de potestades administrativas).
3. La entrega de los fondos se realiza sin contraprestación directa del benefi-
ciario, pudiendo ser éste una persona pública o privada.
4. La entrega de los fondos está sujeta al cumplimiento de un determinado
objetivo, la ejecución de un proyecto, la realización de una actividad o la
adopción de un comportamiento singular (todas ellas ya realizadas o por
desarrollar).
5. Todas las anteriores actuaciones o situaciones tienen por objeto el fomento
de una actividad de utilidad pública o interés social o la promoción de una
finalidad pública.
dispuesto en la citada Ley, pueden intervenir hasta tres partes en dicha relación: el
órgano concedente, el beneficiario y, en su caso, la entidad colaboradora.
1. El órgano concedente será una de las Administraciones a que nos hemos re-
ferido anteriormente. Tratándose del Estado, los órganos competentes son
los Ministros, Secretarios de Estado y Presidentes de entidades públicas. La
competencia es del Consejo de Ministros si la cuantía de la subvención es
superior a 12 millones de euros (artículo 10 de la LGS).
2. El beneficiario será la persona (física o jurídica, pública o privada) que,
reuniendo los requisitos legales y los establecidos en las bases de la convo-
catoria, se comprometa a cumplir los objetivos para los que se concede la
financiación.
3. Las entidades colaboradoras —que puede ser un organismo, ente o empresa
pública o una persona jurídica privada que reúna condiciones de solvencia
(artículos 10 a 12 de la LGS) y que, actuando en nombre y por cuenta del
concedente, entregan y distribuyen los fondos públicos a los beneficiarios y
colaboran en la gestión de la subvención (artículo 12-1º de la LGS). De con-
formidad con la LGS, es necesario formalizar un convenio de colaboración
entre el órgano administrativo concedente de la subvención y la entidad co-
laboradora en el que se regularán las condiciones y obligaciones asumidas
por esta última (artículo 16 LGS).
Además tanto los beneficiarios como las entidades colaboradoras para formar
parte de esta relación subvencional han de estar al corriente del pago de obligacio-
nes tributarias y de la Seguridad Social o del reintegro de subvenciones anteriores,
no tener la residencia fiscal en un paraíso fiscal y no haber estado condenado con
la pérdida del derecho a obtener subvenciones o a contratar con la Administra-
ción Pública, así como tampoco encontrarse en situaciones jurídicas relacionadas
con la insolvencia (artículo 13 LGS)
Como en toda relación jurídica, su contenido incluye obligaciones para las
partes; en este caso, fundamentalmente, para el beneficiario y la entidad colabo-
radora. Entre las obligaciones del beneficiario destaca la de realizar la actividad y
cumplir el objetivo para el que se ha otorgado la subvención, justificando dicho
cumplimiento (rendición de cuentas), acreditar el cumplimiento de los requisitos,
deberes contables y registrales así como, en su caso, la obligación de reintegrar los
fondos percibidos (artículo 14 de la LGS).
En cuanto a las obligaciones de la entidad colaboradora destacan, a su vez: la
entrega de los fondos a los beneficiarios y la justificación de dicha entrega ante
el órgano concedente, la comprobación del cumplimiento tanto de los requisitos
como de la realización de la actividad y cumplimiento de objetivos y el someti-
miento al control del órgano concedente respecto de la gestión de la subvención.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
5. Procedimientos de concesión
La LGS establece dos procedimientos para la concesión de subvenciones: el
de concesión en régimen de concurrencia competitiva y el de concesión directa,
regulados en los artículos 23 a 27 y 28 de la LGS, respectivamente.
6. Procedimiento de reintegro
El reintegro de la subvención puede producirse por dos razones que afectan
a la validez de la subvención y a su eficacia respectivamente. Por ello el artículo
36 LGS regula los supuestos que suponen la nulidad del acto administrativo de
concesión o su declaración de anulabilidad que conlleva la obligación de devolver
las cantidades obtenidas; y el artículo 37 LGS establece las causas de reintegro
propiamente dichas que suponen en general un incumplimiento de las obligacio-
nes asumidas en la concesión, válida, de una subvención.
En relación con este procedimiento, son causas de reintegro (artículo 37 LGS):
la obtención de la subvención falseando u ocultando las condiciones requeridas,
el incumplimiento de los objetivos o de la obligación de justificación, la resistencia
a las actuaciones de control y la declaración de la subvención como ayuda de Es-
tado ilegítima (artículos 87-89 Tratado CE), incumplimiento de las obligaciones
de publicidad, cuando el importe de la subvención supere el coste de la actividad
procede el reintegro del exceso de fondos obtenidos.
Las cantidades a reintegrar son ingresos de Derecho público, resultando de
aplicación para su cobranza lo previsto en la Ley General Presupuestaria deven-
gándose, en su caso, el interés de demora (interés legal del dinero incrementado
en un 25%), desde que se pagó la subvención hasta la fecha en que se acuerda la
procedencia del reintegro.
El plazo de prescripción es de cuatro años a computar desde la concesión, el
incumplimiento o el vencimiento de la obligación de justificar, según los casos
(artículos 38 a 40 LGS), pudiéndose interrumpir este plazo por las causas fijadas
legalmente.
El procedimiento de reintegro (artículos 29 a 43 de la LGS), es competencia
del órgano concedente, se inicia de oficio o como consecuencia de las actuaciones
de control. En la tramitación se garantiza la audiencia del interesado, siendo el
plazo máximo de resolución es de 12 meses a contar desde la fecha del acuerdo
de iniciación; la falta de resolución expresa en dicho plazo produce la caducidad
Manual de Derecho Financiero y Tributario
8. Régimen sancionador
Finalmente, establece la LGS un régimen sancionador administrativo (artí-
culos 52 a 69), que distingue tres tipos de infracciones: Las infracciones leves
se relacionan con el incumplimiento de deberes formales (presentación de cuen-
tas justificativas, contabilidad y registros). Las infracciones graves se refieren a
conductas tales como la falta de comunicación de otras ayudas o subvenciones
recibidas para la misma actividad; el incumplimiento de las condiciones esta-
blecidas o falta de justificación del empleo de los fondos, así como el incumpli-
miento de los deberes de comprobación por parte de la entidad colaboradora.
Las infracciones muy graves vienen constituidas por la obtención de la subven-
ción falseando las condiciones requeridas para su concesión u ocultando las que
la impiden; la no aplicación de los fondos recibidos a los fines para los que fue-
ron concedidos; la resistencia, excusa, obstrucción o negativa a las actuaciones
El Derecho de los gastos públicos
SUMARIO: I. LOS RECURSOS PÚBLICOS. 1. Concepto. 2. Clases. II. LOS INGRESOS PATRI-
MONIALES. 1. Concepto. 2. Régimen jurídico. III. LA DEUDA PÚBLICA. 1. Concepto y clases.
2. principios constitucionales en materia de deuda pública. 2.1. El principio de reserva de ley en
materia de deuda pública. 2.2. El principio de inclusión presupuestaria automática. 2.3. El prin-
cipio de prioridad en el pago. 2.4. El principio de sostenibilidad financiera. 3. Régimen jurídico
de los empréstitos públicos. 3.1. Emisión y representación. 3.2. Los derechos del acreedor de la
deuda pública. 3.3. Conversión y extinción. 4. Las operaciones de crédito de las Comunidades
Autónomas. 5. Las operaciones de crédito de las Entidades Locales.
2. Clases
La clasificación tradicional de los recursos se realiza en base a diferentes cri-
terios:
– En función del ente público perceptor:
• Recursos de la Hacienda Pública.
• Recursos de las Haciendas Autonómicas.
• Recursos de las Haciendas Locales.
– Según la fuente o el recurso del que proceden
• Tributos.
• Crédito público o Deuda Pública.
• Patrimonio.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
• Precios Públicos.
• Transferencias.
• Multas.
– Según la naturaleza jurídica de la relación jurídica que da origen al ingreso
• Ingresos de Derecho público, cuya aplicación da lugar a relaciones ju-
rídico-públicas y que suelen distinguirse por su carácter coactivo y por
la utilización de los procedimientos y prerrogativas propias del Derecho
Público.
• Ingresos de Derecho privado, cuya aplicación da lugar a relaciones jurí-
dicas que se aplican con sujeción al Derecho privado.
En cuanto al régimen jurídico de todos estos recursos, hay que tener en cuenta
que la LGP establece el régimen general de los derechos de la Hacienda Pública,
sin perjuicio de la aplicación de la normativa específica para determinados recur-
sos, como los tributarios, que se rigen por la LGT, o los recursos patrimoniales,
que tienen su normativa específica.
Con carácter general, la LGP establece para los derechos de la Hacienda Públi-
ca las siguientes limitaciones (arts. 7 y 10).
– La prohibición de enajenar, gravar o arrendar dichos derechos salvo en los
casos regulados por las leyes.
– La prohibición de conceder exenciones, condonaciones, rebajas o morato-
rias en el pago de los derechos, salvo en los casos y en las formas previstos
en las leyes.
– La prohibición de transacción o arbitraje sobre los derechos de la Hacienda
pública.
– La inejecución e inembargabilidad de los bienes y derechos patrimoniales
afectos al uso o servicio público.
En cuanto al devengo de los derechos de naturaleza pública, éstos nacen de
acuerdo con la normativa reguladora de cada derecho, y se extinguen por las cau-
sas previstas en la LGT y las demás previstas en las leyes. (art. 11 LGP).
También en relación con los derechos de naturaleza pública, el incumplimiento
del deudor implica el devengo del interés de demora desde el día siguiente al ven-
cimiento de la obligación, fijándose el mismo en el interés legal del dinero. (art.
17 LGP).
La prescripción de los derechos de naturaleza pública se aplica de oficio, el
plazo es de cuatro años y prescribe el derecho de la Hacienda Pública en dos su-
puestos:
Los recursos públicos (I)
1
“Son bienes de dominio público estatal los que determine la ley y, en todo caso, la zona marí-
timo-terrestre, las playas, el mar territorial y los recursos naturales de la zona económica y la
plataforma continental”
Manual de Derecho Financiero y Tributario
2. Régimen jurídico
El régimen de adquisición, administración, defensa y enajenación de los bienes
y derechos patrimoniales es el previsto en la LPAP y en las disposiciones que la
desarrollen o complementen.
Supletoriamente, se aplican las normas del Derecho administrativo, en todas
las cuestiones relativas a la competencia para adoptar los correspondientes actos
Los recursos públicos (I)
y al procedimiento que ha de seguirse para ello. Las normas del Derecho privado
se aplicarán en lo que afecte a los restantes aspectos de su régimen jurídico.
La gestión y administración de los bienes y derechos patrimoniales por las Ad-
ministraciones públicas se ajustan a los siguientes principios:
– Eficiencia y economía en su gestión.
– Eficacia y rentabilidad en la explotación de estos bienes y derechos.
– Publicidad, transparencia, concurrencia y objetividad en la adquisición, ex-
plotación y enajenación de estos bienes.
– Identificación y control a través de inventarios o registros adecuados.
– Colaboración y coordinación entre las diferentes Administraciones públi-
cas, con el fin de optimizar la utilización y el rendimiento de sus bienes.
Los modos de adquisición de los bienes patrimoniales están regulados en los
arts. 15 a 27 de la LPAP
Las Administraciones públicas podrán adquirir bienes y derechos por cual-
quiera de los modos previstos en el ordenamiento jurídico y, en particular, por los
siguientes:
– Por atribución de la ley.
– A título oneroso, con ejercicio o no de la potestad de expropiación.
– Por herencia, legado o donación.
– Por prescripción.
– Por ocupación.
El art. 17 de la ley establece una presunción de patrimonialidad cuando se pro-
duce la adquisición de los bienes: Salvo disposición legal en contrario, los bienes
y derechos de la Administración General del Estado y sus organismos públicos se
entienden adquiridos con el carácter de patrimoniales, sin perjuicio de su poste-
rior afectación al uso general o al servicio público.
La administración de los bienes patrimoniales consiste básicamente en la ex-
plotación de los mismos, para lo cual deben concurrir dos requisitos: que sean
susceptibles de aprovechamiento rentable y que no estén destinados a ser enaje-
nados.
La explotación puede ser encomendada a la propia Administración o a un Or-
ganismo autónomo o a particulares mediante el oportuno concurso.
En cuanto a los ingresos patrimoniales, el art. 108 de la LPAP establece que
Las rentas, frutos o percepciones de cualquier clase o naturaleza producidos por
los bienes patrimoniales de la Administración General del Estado se ingresarán
en el Tesoro Público con aplicación a los pertinentes conceptos del presupuesto
Manual de Derecho Financiero y Tributario
punto de vista jurídico, debe hacerse en el ámbito del Derecho Financiero. Sobre
este punto, existe actualmente unanimidad en la doctrina.
No obstante, antes de adentrarnos en el estudio jurídico de la deuda pública,
debemos advertir que el tema de la deuda pública ha tenido en los últimos años
una gran actualidad desde el punto de vista económico y político tras la crisis fi-
nanciera de 2008. El debate sobre este recurso se ha centrado fundamentalmente
en los efectos de la deuda sobre el crecimiento económico, poniendo un especial
énfasis sobre los efectos perversos de este recurso.
De tal manera que, las cifras de endeudamiento de los distintos países; la difi-
cultad para vender los títulos de la deuda pública; la llamada prima de riesgo2; la
calificación de la deuda por las agencias de calificación de riesgos3; o la confianza
de los inversores para suscribir deuda de determinados países; ha estado en el
centro del debate político e informativo de los últimos años.
Pero aunque estos factores han influido decisivamente en el régimen jurídico
actual de la deuda pública, provocando incluso la reforma constitucional del art.
135 de la CE, no compete a un análisis jurídico analizar los efectos de la deuda
pública sobre la economía, ni analizar la deuda pública como instrumento de
inversión de los mercados financieros. El análisis jurídico, como el de otros recur-
sos, lo centraremos en su naturaleza y régimen jurídico, que como el resto de los
recursos de la Hacienda Pública sólo podemos calificar en términos de constitu-
cionalidad y legalidad.
El estudio jurídico-financiero de la Deuda Pública ha estado presidido por dos
cuestiones básicas: por un lado, la consideración de este recurso como de carácter
extraordinario; y por otro lado, la necesidad de establecer los caracteres intrínse-
cos de este instituto que le permitieran distinguirse del resto de los recursos y, por
lo tanto, que posibilitara construir en torno a él una rama específica del Derecho
Financiero.
Sobre el carácter extraordinario de la Deuda Pública, el instituto que analiza-
mos ha sufrido una doble y contradictoria presión científica. Si bien se defendía
la naturaleza jurídica de recurso de la Deuda pública y su similitud al resto de los
recursos, se ha hecho hincapié, por otro, en su carácter extraordinario o marginal,
en cualquiera de las acepciones que el calificativo de extraordinario pueda tener
(ya por financiar gastos extraordinarios, ya por su carácter discontinuo en el tiem-
2
En el mercado de deuda pública la prima de riesgo o diferencial de deuda, es el sobreprecio que
paga un país para financiarse en los mercados en comparación con otros países.
3
Las agencias de calificación de riesgos, agencias de clasificación de créditos o agencias de rating
son empresas que, por cuenta de un cliente, califican unos determinados productos financieros
o activos ya sean de empresas o de Estados o gobiernos regionales Sus notas o calificaciones
valoran el riesgo de impago y el deterioro de la solvencia del emisor.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
po, ya por la necesidad, cada vez que se intenta recaudar, de una manifestación de
voluntad del poder legislativo en tal sentido).
No obstante, el carácter extraordinario de la Deuda pública es difícilmente
sostenible en el momento actual. En primer lugar, por la propia crisis de la distin-
ción entre ingresos ordinarios y extraordinarios desde un punto de vista jurídico;
en segundo lugar, por la habitualidad o utilización ordinaria de la Deuda Pública;
por último, por su destino a la satisfacción de las necesidades públicas en su con-
junto.
Sobre esta última cuestión, es de destacar que la limitación del recurso de la
Deuda pública a la financiación de gastos extraordinarios o a épocas de crisis
económicas, ha estado en el centro de la discusión científica acerca del carácter
ordinario o extraordinario de este recurso, de la conveniencia o riesgo de su utili-
zación, desde un punto de vista económico, y de la escisión de la Deuda pública,
desde una perspectiva jurídica, según la finalidad para la que se emite.
Admitido que la Deuda Pública es un recurso financiero y que el carácter ex-
traordinario de la misma no se puede mantener en la actualidad (ni siquiera tras
la limitación jurídica en su utilización), lo que se plantea, entonces, es cuáles son
las características definitorias de la Deuda pública que permitan distinguirla del
resto de los recursos públicos
Sobre esta cuestión, los rasgos más destacados son los siguientes:
– El negocio jurídico subyacente es el préstamo. Así define la deuda pública el
art. 92 de la LGP: Constituye la Deuda del Estado el conjunto de capitales
tomados a préstamo por el Estado mediante emisión pública, concertación
de operaciones de crédito, subrogación en la posición deudora de un tercero
o, en general, mediante cualquier otra operación financiera del Estado, con
destino a financiar los gastos del Estado o a constituir posiciones activas de
tesorería.
– El carácter no definitivo de los ingresos que produce. En efecto, la deuda
pública tiene un aspecto de gasto público, porque lleva necesariamente aso-
ciado la obligación de devolver el capital y pagar los intereses.
– La voluntariedad, por contraposición a la coactividad de los ingresos tribu-
tarios.
Respecto a la primera característica, es su instrumentación a través de un con-
trato de préstamo lo que permite distinguir a la Deuda pública de aquellas otras
situaciones en que el Estado asume una posición deudora.
Actualmente, y sobre la base de una concepción amplia de la Deuda Pública,
la mayoría de la doctrina hace hincapié en el carácter no definitivo del ingreso
más que en el elemento jurídico-formal de que se trate de un préstamo en sentido
Los recursos públicos (I)
técnico. Así se posibilita la inclusión, dentro del concepto de Deuda pública, tanto
a los empréstitos en sentido estricto, como a las operaciones singulares de crédito.
En este sentido, FERREIRO LAPATZA, al comentar el artículo 135 de la
Constitución incluye en el ámbito de la Deuda Pública estas tres modalidades:
“Al decir ‘para emitir Deuda pública o contraer crédito’, la Constitución trata de
evitar cualquier equívoco en torno al ámbito de aplicación de este artículo, que
abarca de esta forma, sin que pueda plantearse dudas al respecto, no sólo a la
forma más tradicional de Deuda, es decir a la emisión de empréstitos documen-
tados en títulos-valores que se ofrecen al público, sino también a los préstamos
concertados con un sujeto particular y a los contratos que, como el de apertura de
crédito, pueden ofrecer alguna duda en torno a su asimilación a la figura genérica
del préstamo, es decir, de un contrato por el que una de las partes entrega o pone
a disposición de un ente público una cantidad de dinero comprometiéndose éste a
reembolsar la cantidad recibida y a pagar los intereses pactados”.
Pero incluso es posible, a través de una interpretación del artículo 135 de la
Constitución, incluir en este ámbito no sólo a la Deuda en sentido estricto (las
modalidades antes expuestas), sino cualquier fórmula que comprometa el crédito
de la Nación. Sobre la base de esta interpretación incluyen BAYONA DE PE-
ROGORDO y SOLER ROCH dentro de las modalidades de crédito público: la
Deuda pública o endeudamiento directo del ente público, bajo cualquiera de las
modalidades que aquélla pueda revestir, y el aval del Estado.
Desde el punto de vista jurídico-financiero existe, obviamente, una diferencia
fundamental entre ambos supuestos, ya que el primero es un instituto cuya apli-
cación genera un ingreso y al mismo tiempo genera un gasto derivado de la posi-
ción deudora asumida por el ente público, mientras que el segundo, no da lugar a
ingreso alguno para el ente público que asume únicamente una posición garante
que le convierte, eventual y subsidiariamente, en deudor.
Con este criterio amplio de delimitación define FERREIRO LAPATZA actual-
mente la Deuda pública como “toda operación de crédito por la que el Estado u
otro ente público recibe una cantidad que se obliga a devolver”.
Poniendo el acento en este carácter no definitivo del ingreso y en el compromi-
so del crédito, se relega a un segundo plano la característica de la voluntariedad
de la Deuda. Ello no obstante, no cabe infravalorar la importancia que el carácter
no coactivo de la Deuda tiene en relación con otros recursos, ya que es lo que ha
marcado su profusa utilización en los últimos tiempos.
La voluntariedad de la Deuda pública ha influido en la regulación de este re-
curso en dos sentidos: por un lado, desde un punto de vista legal, los límites que
se impusieron a la Deuda pública en la Constitución, hasta la reforma del art.
135.2, fueron de tipo formal; no se desarrollaron principios jurídicos materiales
Manual de Derecho Financiero y Tributario
como en el caso del tributo ya que la Deuda no afectaba a una esfera individual
de derechos y libertades que fuera necesario proteger.
Por otro lado, la interpretación del principio de legalidad en materia de Deuda
pública, pese al esfuerzo doctrinal en ampliar su contenido, fue perdiendo parte
del mismo, para favorecer una instrumentación dinámica de este recurso que, en
contraposición a los recursos tributarios, y precisamente por su carácter volunta-
rio, ha de competir con el sector privado en el mercado de capitales.
Por último, sólo cuando la amortización de la Deuda pública obligó finalmen-
te a acudir a los recursos tributarios —obviamente coactivos— o a situaciones
enormemente peligrosas desde el punto de vista económico, se levantaron voces
contra los peligros de este recurso y se intentó realizar una difícil conexión entre
los principios de justicia tributaria y el recurso de la Deuda pública.
Esta elaboración dogmática de la deuda pública, se ha visto en nuestra opinión
transformada por dos principios, uno de origen comunitario, cual es el principio
de solidez financiera y el otro, consecuencia del anterior, como es el de estabilidad
presupuestaria y sostenibilidad financiera establecido en el art. 135 de la CE.
En efecto, de ambos principios se desprende que se ha otorgado de nuevo a
la deuda pública un cierto carácter extraordinario, en la medida en que el déficit
debe ser una situación excepcional y no deseable que es necesario corregir a través
de un plan de estabilidad. Por otro lado, la deuda pública aparece ahora como el
único recurso limitado cuantitativamente. De ambos principios nos ocuparemos
en el epígrafe siguiente.
Con respecto a las clases de deuda pública, hay que tener en cuenta que las
modalidades de deuda pública pueden ser muy variadas, pero las clasificaciones
más comunes suelen distinguirla en base a los siguientes criterios:
– En función del ente público emisor:
• Deuda del Estado.
• Deuda de los organismos autónomos.
– En función del lugar de emisión:
• Deuda interior. La emitida en España.
• Deuda exterior. La emitida en el extranjero.
– En función del destino:
• Deuda con destino genérico a la financiación del gasto.
• Deuda destinada a constituir posiciones activas de tesorería.
– Por el plazo:
• Deuda a corto, medio y largo plazo
Los recursos públicos (I)
4
Art. 20 LGP “Las obligaciones de la Hacienda Pública estatal nacen de la ley, de los negocios
jurídicos y de los actos o hechos que, según derecho, las generen”
5
Art. 21.1 “Las obligaciones de la Hacienda Pública estatal sólo son exigibles cuando resulten
de la ejecución de los presupuestos, de conformidad con lo dispuesto en esta ley, de sentencia
judicial firme o de operaciones presupuestarias legalmente autorizadas”.
Los recursos públicos (I)
relación al producto interior bruto del Estado no podrá superar el valor de refe-
rencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea”.
La LOEPSF, después de definir el principio de sostenibilidad financiera como
la capacidad para financiar compromisos de gasto presentes y futuros dentro de
los límites de déficit y deuda pública, conforme a lo establecido en esta Ley y en la
normativa europea (art. 4) ha concretado el mandato constitucional estableciendo
en el art. 13 que el volumen de deuda pública, definida de acuerdo con el Proto-
colo sobre Procedimiento de déficit excesivo, del conjunto de Administraciones
Públicas no podrá superar el 60 por ciento del Producto Interior Bruto Nacional.
La LOEPSF ha distribuido este límite entre las diferentes Administraciones
Públicas de acuerdo con los siguientes porcentajes, expresados en términos nomi-
nales del Producto Interior Bruto nacional: 44 por ciento para la Administración
central, 13 por ciento para el conjunto de Comunidades Autónomas y 3 por cien-
to para el conjunto de Corporaciones Locales.
Si, como consecuencia de las obligaciones derivadas de la normativa europea,
resultase un límite de deuda distinto al 60 por ciento, el reparto del mismo entre
Administración central, Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales res-
petará las proporciones anteriormente expuestas.
El límite de deuda pública de cada una de las Comunidades Autónomas no
podrá superar el 13 por ciento de su Producto Interior Bruto regional.
La Administración Pública que supere su límite de deuda pública no podrá
realizar operaciones de endeudamiento neto.
Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán
superarse según el art. 135 de la CE en caso de catástrofes naturales, recesión
económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del
Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad
económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miem-
bros del Congreso de los Diputados.
En estos casos, según la LOEPSF deberá aprobarse un plan de reequilibrio que
permita alcanzar el límite de deuda teniendo en cuenta la circunstancia excepcio-
nal que originó el incumplimiento.
Todas estas normas, introducen un límite cuantitativo a la deuda pública del
más alto nivel, retornando a un cierto carácter extraordinario del recurso a la
deuda pública. En efecto, el temor a la deuda pública no lo es, como decían los
hacendista clásicos, cuando se utiliza para financiar gastos de inversión, ya que
los beneficios que puede generar una buena inversión pública pueden revertir
de nuevo al Estado a través de la tributación de los mismos, sino la utilización
de la deuda pública para financiar gastos corrientes o para amortizar deuda
anterior.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Emisión sobre la par, entrega de una cantidad mayor al valor nominal. Esta
emisión es más ventajosa para el suscriptor.
Emisión a la par, las cantidades nominales y de adquisición son las mismas, y
la rentabilidad viene derivada del cobro de intereses explícitos, esto es, accesorios
a la amortización del título. El interés nominal, generalmente periódico y expre-
sado como un porcentaje del valor nominal del activo, es el que tienen derecho a
percibir los propietarios de un bono. Puede ser fijo (cuando su cuantía concreta
se fija en el momento de la emisión) o variable (cuando su cuantía se referencia al
valor de una determinada variable, según una relación fijada en el momento de la
emisión). Dentro de los Valores del Tesoro, los Bonos y Obligaciones del Estado
pagan un cupón anual, que en todas las referencias actualmente abiertas es fijo.
Es evidente, como nos pone de manifiesto todos los días las noticias de actua-
lidad, que en la remuneración de los intereses influyen factores macroeconómicos
que se ponen de manifiesto en el desarrollo de la subasta de los títulos.
por plazo inferior a un año, con objeto de cubrir sus necesidades transitorias de
tesorería.
Asimismo, las Comunidades Autónomas podrán concertar operaciones de cré-
dito por plazo superior a un año, cualquiera que sea la forma como se documen-
ten, siempre que cumplan los siguientes requisitos:
a. Que el importe total del crédito sea destinado exclusivamente a la realiza-
ción de gastos de inversión.
b. Que el importe total de las anualidades de amortización, por capital e inte-
reses, no exceda del 25% de los ingresos corrientes de la Comunidad Autó-
noma.
Para concertar operaciones de crédito en el extranjero y para la emisión de
deuda o cualquier otra apelación de crédito público, las Comunidades Autóno-
mas precisarán autorización del Estado. Para la concesión de la referida autori-
zación, el Estado tendrá en cuenta el cumplimiento del principio de estabilidad
presupuestaria
Con relación a lo que se prevé en el párrafo anterior, no se considerará finan-
ciación exterior, a los efectos de su preceptiva autorización, las operaciones de
concertación o emisión denominadas en euros que se realicen dentro del espacio
territorial de los países pertenecientes a la Unión Europea.
En todo caso, las operaciones de crédito a que se refieren los apartados uno
y dos anteriores precisarán autorización del Estado cuando, de la información
suministrada por las Comunidades Autónomas, se constate el incumplimiento del
objetivo de estabilidad presupuestaria.
Las operaciones de crédito de las Comunidades Autónomas deberán coordi-
narse entre sí y con la política de endeudamiento del Estado en el seno del Consejo
de Política Fiscal y Financiera.
La deuda pública de las Comunidades Autónomas y los títulos-valores de ca-
rácter equivalente emitidos por éstas estarán sujetos, en lo no establecido por la
presente Ley, a las mismas normas y gozarán de los mismos beneficios y condicio-
nes que la Deuda Pública del Estado.
SUMARIO: I. LOS TRIBUTOS. II. LAS CATEGORÍAS TRIBUTARIAS. 1. El impuesto. 1.1. Con-
cepto y caracteres. 1.2. Clases de impuestos. 2. La tasa. 2.1. Concepto y caracteres. 2.2. Clases
de tasas. 2.3. Diferencia con los precios públicos. 3. La contribución especial. 3.1. Concepto y
caracteres. 3.2. Clases de contribuciones especiales. 4. Los tributos parafiscales. III. LOS PRE-
CIOS PÚBLICOS.
I. LOS TRIBUTOS
Los tributos son un instituto jurídico que genera ingresos públicos para la
Hacienda Pública y que hasta la Ley General Tributaria de 2003 no gozaban de
una definición legal, sino que eran las aportaciones doctrinales fundamentalmente
las que elaboraban un concepto de tributo. Muchas y muy válidas han sido las
definiciones doctrinales El artículo 2.1 LGT define ahora el tributo de la siguiente
manera:
1. Los tributos son los ingresos públicos que consisten en prestaciones pecuniarias exi-
gidas por una Administración pública como consecuencia de la realización del supuesto
de hecho al que la Ley vincula el deber de contribuir, con el fin primordial de obtener los
ingresos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos.
Los tributos, además de ser medios para obtener los recursos necesarios para el
sostenimiento de los gastos públicos, podrán servir como instrumentos de la política
económica general y atender a la realización de los principios y fines contenidos en la
Constitución.
cuanto existe una variedad de ingresos públicos, entendiendo como tales las en-
tradas de fondos en el patrimonio de un ente público. Lo que define e identifica al
tributo es que se trata además de un ingreso de Derecho Público, es decir, regulado
por normas de Derecho Público en atención al interés jurídico que se protege y a
la subjetividad jurídico-pública de los acreedores. Ello se plasma en un régimen
jurídico privilegiado que implica la existencia de potestades administrativas par-
ticulares, así como garantías que aseguran el crédito tributario o procedimientos
de cobro y apremio específicos que colocan al tributo y a la prestación que de él
deriva en un crédito privilegiado para la Hacienda Pública.
Señálese el criterio antinominalista por el que opta la LGT al clasificar los tri-
butos al margen de su denominación en estas tres categorías tributarias. La pro-
liferación de denominaciones existentes para referirse a alguna de las categorías
tributarias (canon, tarifa, arbitrios, derechos…) ha provocado que la consideración
de cualquier prestación se base en el concepto legal que de cada una de las tres
categorías tributarias establece el artículo 2.2 LGT. Dejando al margen la reflexión
sobre si una norma tiene que definir conceptos o simplemente regular el régimen
jurídico, lo cierto es que la LGT se ha preocupado de establecer definiciones claras
y precisas de los tres tipos de tributos. Del precepto analizado, se infiere que no
existen más tributos que impuesto, tasa y contribución especial. Todo tributo ha de
subsumirse en alguna de estas tres categorías tributarias; si son realmente tributos.
En relación con el ámbito de la clasificación tripartita de los tributos, debe
señalarse que quedan dentro de ese concepto las exacciones parafiscales, tal y
Los recursos públicos (II)
1. El impuesto
1.1. Concepto y caracteres
El impuesto es la categoría tributaria más relevante desde el punto de vista
de la eficacia recaudatoria así como desde la óptica de su desarrollo normativo y
análisis crítico por parte de la doctrina. No en vano en muchas ocasiones se utili-
za el concepto de impuesto como equivalente a tributo, hasta el punto de que en
algunos países el Derecho Tributario se basa en la regulación del impuesto.
Son múltiples y muy variadas las definiciones que existen del impuesto. No
obstante, el legislador ha querido con afán didáctico precisar la definición de
impuesto. Retomando el concepto legal que establece que “impuestos son los tri-
butos exigidos sin contraprestación cuyo hecho imponible está constituido por
negocios, actos o hechos que ponen de manifiesto la capacidad económica del
contribuyente”, podemos señalar algunas precisiones que ayuden a comprender
esta categoría tributaria.
La primera cuestión que requiere de nuestra atención es la referida a su consi-
deración de tributo sin contraprestación. Y ello porque cualquier tributo lo es sin
contraprestación a cambio, siendo ésta una característica predicable de todas las
categorías tributarias. El fundamento contributivo de los tributos, que deriva del
artículo 31 CE, impide considerar ningún fundamento retributivo en los tributos.
Esta idea permite diferenciar claramente el impuesto de otros ingresos públicos
con un fundamento diferente —ya sea represivo, como la sanción, o retributivo,
como los precios públicos. El deber de contribuir que impone prestaciones pa-
trimoniales coactivas supone hacerlo sin contraprestación, lo cual es propio de
cualquier tributo, y no sólo del impuesto.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
IVA
IRPF Impuesto sobre transmisiones
Impuesto sobre Sociedades patrimoniales
Impuesto sobre el Patrimonio Impuesto sobre vehículos de
tracción mecánica
IVA
IRPF Impuesto sobre transmisiones
IBI patrimoniales
rían los períodos de tiempo durante los cuales se realiza el presupuesto de hecho
—hecho imponible— sujeto a gravamen. Por ello en los impuestos periódicos ha
de determinarse cuál es el período impositivo y al tiempo el momento a partir
del cual se origina el nacimiento de la obligación tributaria, esto es el devengo
del impuesto.
Una particularidad la presenta el IVA que siendo un impuesto instantáneo es
cuantificado y liquidado periódicamente a los simples efectos de conseguir una efi-
caz gestión recaudatoria del impuesto. Las cantidades de IVA que se han devengado
por cada operación de manera instantánea se acumulan y se entregan a la Hacienda
Pública en períodos, generalmente, de tres meses.
IVA
IRPF
Impuesto sobre sucesiones y
Impuesto sobre Sociedades
donaciones
IRPF IVA
Impuesto sobre Sociedades Impuesto sobre transmisiones
patrimoniales
2. La tasa
2.1. Concepto y caracteres
El artículo 2 LGT se refiere a la tasa como tributo cuyo hecho imponible con-
siste en la utilización privativa o el aprovechamiento especial del dominio públi-
co, la prestación de servicios o la realización de actividades en régimen de derecho
público que se refieran, afecten o beneficien de modo particular al obligado tribu-
tario, cuando los servicios o actividades no sean de solicitud o recepción volunta-
ria para los obligados tributarios o no se presten o realicen por el sector privado.
Este concepto de tasa es consecuencia del pronunciamiento del Tribunal
Constitucional en sentencia 185/1995, de 14 de diciembre, que declaró la in-
Los recursos públicos (II)
Según el artículo 20.3 del TRLHL las entidades locales podrán, entre otros supuestos, establecer
tasas por cualquier supuesto de utilización privativa o aprovechamiento especial del dominio
público local, y en particular por los siguientes: sacas de arena y de otros materiales de cons-
trucción en terrenos de dominio público local, construcción en terrenos de uso público local
de pozos de nieve o de cisternas o aljibes donde se recojan las aguas pluviales; balnearios y
otros disfrutes de aguas que no consistan en el uso común de las públicas; vertido y desagüe
de canalones y otras instalaciones análogas en terrenos de uso público local; ocupación del
subsuelo de terrenos de uso público local; apertura de zanjas, calicatas y calas en terrenos de
uso público local, inclusive carreteras, caminos y demás vías públicas locales, para la instalación
y reparación de cañerías, conducciones y otras instalaciones, así como cualquier remoción de
pavimento o aceras en la vía pública; ocupación de terrenos de uso público local con mercan-
cías, materiales de construcción, escombros, vallas, puntales, asnillas, andamios y otras insta-
laciones análogas; entradas de vehículos a través de las aceras y reservas de vía pública para
aparcamiento exclusivo, parada de vehículos, carga y descarga de mercancías de cualquier
clase.; ocupación del vuelo de toda clase de vías públicas locales con elementos constructivos
cerrados, terrazas, miradores, balcones, marquesinas, toldos, paravientos y otras instalaciones
semejantes, voladizas sobre la vía pública o que sobresalgan de la línea de fachada; ocupación
de terrenos de uso público local con mesas, sillas, tribunas, tablados y otros elementos análo-
gos, con finalidad lucrativa; instalación de quioscos en la vía pública; instalación de puestos,
barracas, casetas de venta, espectáculos, atracciones o recreo, situados en terrenos de uso pú-
blico local así como industrias callejeras y ambulantes y rodaje cinematográfico (…).
Manual de Derecho Financiero y Tributario
El artículo 13 LTPP establece que podrán establecerse tasas por la prestación de servicios o
realización de actividades en régimen de derecho público consistentes en:
a. La tramitación o expedición de licencias, visados, matrículas o autorizaciones adminis-
trativas.
b. La expedición de certificados o documentos a instancia de parte.
c. Legalización y sellado de libros.
d. Actuaciones técnicas y facultativas de vigilancia, dirección, inspección, investigación,
estudios, informes, asesoramiento, comprobación, reconocimiento o prospección.
e. Examen de proyectos, verificaciones, contrastaciones, ensayos u homologaciones.
f. Valoraciones y tasaciones.
g. Inscripciones y anotaciones en Registros oficiales y públicos.
h. Servicios académicos y complementarios.
i. Servicios portuarios y aeroportuarios.
j. Servicios sanitarios.
k. Actividades o servicios relacionados con los controles aduaneros.
l. La participación como aspirantes en oposiciones, concursos o pruebas selectivas de
acceso a la Administración Pública, así como en pruebas de aptitud que organice la
Administración como requisito previo para el ejercicio de profesiones reguladas de la
Unión Europea.
m. El ejercicio de la potestad jurisdiccional a instancia de parte en los órdenes civil y
contencioso-administrativo.
n. Servicios o actividades en general que se refieran, afecten o beneficien a personas de-
terminadas o que hayan sido motivados por éstas, directa o indirectamente.
También el artículo 20.4 TRLHL señala de manera no excluyente, que las entidades locales
podrán establecer tasas por cualquier supuesto de prestación de servicios o de realización de
actividades administrativas de competencia local, mencionando una lista no taxativa.
Por otro lado la delimitación de las tasas en el ámbito local se completa con la
enumeración de algunos servicios que por tratarse de básicos resultan excluidos
de la posibilidad de establecer tasas en el ámbito local: Abastecimiento de aguas
en fuentes públicas; alumbrado de vías públicas; vigilancia pública en general;
protección civil; limpieza de la vía pública; enseñanza en los niveles de educación
obligatoria.
En definitiva la existencia de una tasa se fundamenta en la coactividad exis-
tente, ya se trate de un servicio que resulta obligatorio en su solicitud o recepción
o ya se trate de un servicio prestado únicamente por el sector público, lo cual
supone que no existe otra posibilidad que acudir al ente público para buscar la
satisfacción propia de ese servicio o actividad.
En cuanto al régimen jurídico de las tasas, hemos de acudir a la regulación
que se contiene en la Ley de las Haciendas Locales, en cuya sección tercera del
Manual de Derecho Financiero y Tributario
capítulo tercero del Título primero se refiere a las tasas. En este sentido serán
sujetos pasivos de las tasas en concepto de contribuyentes, quienes disfruten,
utilicen o aprovechen especialmente el dominio público local en beneficio parti-
cular o quienes resulten beneficiadas o afectadas por los servicios o actividades
locales que presten o realicen las entidades locales, y ello con independencia de
si lo solicitaron o no (art. 23 TRLHL).
La cuantificación de la tasa, es un aspecto que permite diferenciar esta catego-
ría del precio público, se recoge en el artículo 24 TRLHL y 19 LTTPP al señalar
en relación con el primer hecho imponible que con carácter general, se tomará
como referencia el valor que tendría en el mercado la utilidad derivada de dicha
utilización o aprovechamiento, si los bienes afectados no fuesen de dominio pú-
blico. A tal fin, las ordenanzas fiscales podrán señalar en cada caso, atendiendo a
la naturaleza específica de la utilización privativa o del aprovechamiento especial
de que se trate, los criterios y parámetros que permitan definir el valor de mercado
de la utilidad derivada. Por otro lado, tratándose de una tasa por prestación de un
servicio público o realización de actividad administrativa el importe de las mis-
mas no podrá exceder, en su conjunto, del coste real o previsible del servicio o ac-
tividad de que se trate o, en su defecto, del valor de la prestación recibida (artículo
19 LTPP). Para la determinación de dicho importe se tomarán en consideración
los costes directos e indirectos, inclusive los de carácter financiero, amortización
del inmovilizado y, en su caso, los necesarios para garantizar el mantenimiento y
un desarrollo razonable del servicio o actividad por cuya prestación o realización
se exige la tasa, todo ello con independencia del presupuesto u organismo que
lo satisfaga. El mantenimiento y desarrollo razonable del servicio o actividad de
que se trate se calculará con arreglo al presupuesto y proyecto aprobados por el
órgano competente.
Un aspecto relevante en este punto tiene que ver con la aplicación del principio
de capacidad económica a esta categoría tributaria y el fundamento contributivo
o retributivo de la tasa. La existencia de actividad administrativa como elemento
integrante del hecho imponible de la tasa debilita la aplicación del principio de
capacidad económica desde el momento en que en principio se paga la tasa por
utilizar un servicio público o porque la Administración realiza una actividad, pero
no necesariamente por demostrar una mayor o menor capacidad económica. No
obstante, la tasa como categoría tributaria que es, está informada por el principio
de capacidad económica, a pesar de que VICENTE-ARCHE mantuviera que la
tasa no presenta una estructura contributiva al no reflejar de forma clara la ca-
pacidad económica de los sujetos pasivos, señalando que en la tasa se plasma el
interés de que el ente público no financie él solo el coste del servicio. Incluso en
algún momento el Tribunal Constitucional ha señalado que con la tasa se genera
una relación más o menos intensa de contraprestación (STC 10 de noviembre de
1994).
Los recursos públicos (II)
1
Recordamos en este punto que la Ley 8/1989, de 13 de abril de tasas y precios públicos, trató
de obviar las exigencias del principio de legalidad incorporando al ámbito del precio público
prestaciones que en realidad eran autenticas tasas coactivas y por lo tanto necesitadas de la
correspondiente reserva de ley. La STC 185/1995, de 14 de diciembre, declaró la inconstitucio-
nalidad de algunos preceptos de la referida ley por considerar que se calificaban como precios
públicos auténticas prestaciones patrimoniales públicas de carácter coactivo que habían de
estar regidas por el principio de legalidad. La Ley 25/1998, de 13 de julio, modificó la Ley de
tasas y precios públicos de 1989, reestableciendo el equilibrio y volviendo al concepto tradi-
cional de tasa. (En el mismo sentido, las STC 182/1997, STC 233/1999, STC 106/2000).
Los recursos públicos (II)
del importe del coste previsto para el año siguiente. No obstante, no podrá exigirse
el anticipo de una nueva anualidad sin que hayan sido ejecutadas las obras para las
cuales se exigió el correspondiente anticipo. Desde el momento en que esta antici-
pación de la contribución especial se realiza una vez aprobado el acuerdo de impo-
sición y ordenación, quedan disipadas cualquier tipo de dudas en torno a la posible
vulneración del principio de capacidad económica, puesto que el contribuyente será
el sujeto especialmente beneficiado por la obra o servicio público y es a él al que se
le exige ese anticipo tras el acuerdo de ordenación e imposición.
La existencia de pagos anticipados no altera la consideración del devengo de la
contribución especial que se configura como un elemento esencial para delimitar
la persona obligada al pago de la misma. Y ello aunque en el acuerdo concreto
de ordenación figure como sujeto pasivo quien lo sea con referencia a la fecha
de su aprobación y éste hubiera anticipado el pago de cuotas de la contribución
especial. Tal situación acaecería cuando el que siendo propietario del inmueble en
el momento del acuerdo de ordenación ya no lo es cuando finalizan las obras que
motivan el pago de la contribución especial por haberse producido una transmi-
sión del referido inmueble. Los problemas que pudiera generar tienen que ver con
el hecho de que habría pagado anticipadamente la contribución especial un sujeto
que en el momento del devengo de la misma ya no es propietario del inmueble
afectado por la obra o servicio público. Por ello, el artículo 33 TRLHL ha realiza-
do una referencia expresa a tal situación al establecer que “cuando la persona que
figure como sujeto pasivo en el acuerdo concreto de ordenación y haya sido notifi-
cada de ello, transmita los derechos sobre los bienes o explotaciones que motivan
la imposición en el período comprendido entre la aprobación de dicho acuerdo y
el del nacimiento del devengo, estará obligada a dar cuenta a la Administración
de la transmisión efectuada, dentro del plazo de un mes desde la fecha de ésta, y,
si no lo hiciera, dicha Administración podrá dirigir la acción para el cobro, contra
quien figuraba como sujeto pasivo en dicho expediente”.
Producido el devengo de las contribuciones especiales —una vez finalizada la
realización total o parcial de las obras, o iniciada la prestación del servicio—, se
procederá a señalar los sujetos pasivos, la base y las cuotas individualizadas de-
finitivas, girando las liquidaciones que procedan y compensando como entrega a
cuenta los pagos anticipados que se hubieran efectuado. Si los pagos anticipados
hubieran sido efectuados por personas que no tienen la condición de sujetos pa-
sivos en la fecha del devengo del tributo o bien excedieran de la cuota individual
definitiva que les corresponda, el ayuntamiento practicará de oficio la pertinente
devolución (art. 33 TRLHL).
Desde un punto de vista formal la exacción de las contribuciones especiales
exige en primer lugar un acuerdo de imposición mediante el cual el órgano com-
petente decide la realización de una obra o el establecimiento o ampliación de un
servicio que deba costearse mediante contribuciones especiales. Este acuerdo de
Los recursos públicos (II)
más general. La tradición ha supuesto que sea en el ámbito local en el que han
proliferado las contribuciones especiales a pesar del elevado coste político que
decisiones de financiación de este tipo puede suponer para la autoridad política
que tome tales decisiones.
Finalmente puede distinguirse entre contribuciones especiales por realización
de obras públicas en sentido estricto o por establecimiento o ampliación de ser-
vicios públicos.
Un cuadro recopilatorio de las diferencias entre las tres categorías tributarias
puede ayudar a aclarar los propios conceptos.
Actividad
¿? Como
administrati-
Solicitante máximo el
va en sentido
TASA SÍ o receptor coste del
estricto:
obligatorio servicio o
autorización,
actividad
documentación.
Obra pública o
servicio Sujetos es-
CONTRIBUCIÓN
SÍ público: pecialmente SÍ
ESPECIAL
alumbrado, beneficiados
alcantarillado
2
El denominado canon digital o el suprimido recurso cameral permanente que se abonaba a las
Cámaras de Comercio son buenos ejemplos de exacciones parafiscales.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
I. LA RELACIÓN JURÍDICO-TRIBUTARIA
Con anterioridad hemos podido comprobar que el artículo 2.1 LGT define los
tributos como aquellos ingresos públicos que consisten en prestaciones pecunia-
rias exigidas por una Administración pública por la realización de un supuesto de
hecho al que la Ley vincula el deber de contribuir. Por ello, la aplicación del tri-
buto genera el nacimiento de una obligación de carácter pecuniario entre un par-
ticular y un ente público, consistente en pagar una suma de dinero a este último.
Pero dicha obligación no es el único vínculo que se origina con ocasión de la
aplicación del tributo, sino que la misma constituye el centro o eje de una relación
mucho más amplia, denominada relación jurídico-tributaria, que engloba no sólo
el pago de aquélla fundamental obligación, sino también de otro tipo relaciones
—de obligaciones y deberes recíprocos— entre ambas partes, esto es, entre la
Administración tributaria, por un lado, y el particular que manifiesta una deter-
minada capacidad económica, por otro.
En relación con esta cuestión, y aunque no vamos a adentrarnos en plantea-
mientos doctrinales que exceden del ámbito de la presente obra, sí creemos con-
veniente describir, someramente, cuál ha sido el iter que ha llevado a nuestro le-
gislador a calificar la relación que vincula a un particular con un ente público con
ocasión del pago de un tributo como una relación jurídico-tributaria y a otorgarle
el contenido y carácter que hoy en día ostenta. Y es que la discusión acerca de la
naturaleza de la relación que vincula al ente público con los particulares como
consecuencia de la existencia del tributo no ha sido una cuestión pacífica en nues-
tra doctrina, habiendo seguido líneas muy dispares al respecto.
Más allá de las primeras posturas surgidas en Alemania, encabezadas por
OTTO MAYER, que configuraban la relación tributaria como una relación de
poder en la que el Estado, al encontrarse en una situación de supremacía o supe-
rioridad frente al particular, podía establecer y exigir tributos a los ciudadanos,
surgió la idea, fundamentalmente en la doctrina italiana, de que la relación que
une al Estado con el particular es de carácter unitario y tiene un contenido com-
La obligación tributaria
plejo, comprendiendo tanto las relaciones materiales como las formales generadas
en su seno.
Así, el análisis de la obligación tributaria principal centró en aquellos años los
estudios doctrinales en la materia, fundamentalmente de aquellas posturas —cu-
yos máximos exponentes fueron A. D. GIANNINI y A. BERLIRI— que, en un
primer momento, construyeron la teoría del tributo sobre la base de una relación
jurídica compleja cuyo centro era, precisamente, un vínculo de naturaleza obliga-
cional entre el ente público y el contribuyente, los cuales aparecían como las par-
tes, activa y pasiva, acreedora y deudora, de dicha relación. La Hacienda Pública
ostentaba un derecho de crédito, al que correlativamente correspondía la deuda
por el particular y cuyo objeto estaba constituido por una prestación pecuniaria
exigida a título de tributo.
Con posterioridad, surgió un planteamiento alternativo —cuyo principal repre-
sentante en la doctrina italiana fue MICHELI— que centra la teoría del tributo en
una visión dinámica del mismo, esto es, en los procedimientos de aplicación de los
tributos. La Administración no participa, de este modo, simplemente como el sujeto
activo de una obligación, sino que actúa a través de una función pública garantizan-
do un interés general. En el ejercicio de dicha función surgirán situaciones jurídicas
de contenido diverso, activas y pasivas, deberes, derechos y potestades entre las
partes, pero siempre mediante un procedimiento tributario, en el que ambas partes,
particular y Administración, se relacionan como partes de un procedimiento.
Llegados a este punto, en la actualidad la mayor parte de la doctrina considera
innecesario encuadrar la teoría jurídica del tributo en el estrecho molde de unas u
otras corrientes doctrinales; y es que, en los momentos presentes, se considera que
el tributo genera un complejo y variado contenido de vínculos y relaciones que
no pueden ser explicados desde la óptica de una sola de las corrientes doctrinales
expuestas, sino que hay que analizar, tanto el contenido de la obligación tributaria
generada como consecuencia de la existencia del tributo como el de los aspectos
procedimentales surgidos de su aplicación.
Y esto es lo que sucede en la actual LGT, en la que aunque en un principio,
por la propia denominación utilizada, podría pensarse que nuestro legislador se
alineó con las teorías basadas en la relación jurídico-tributaria de carácter com-
plejo, puede comprobarse que, en realidad, también tuvo en cuenta otros aspectos
que enfatizan el carácter aplicativo o procedimental del tributo. Y es que, como
acabamos de exponer, la relación jurídico-tributaria es definida por el artículo
17.1 LGT como el conjunto de obligaciones y deberes, derechos y potestades
originados por la aplicación de los tributos, pudiendo derivarse de la misma, se-
gún el apartado 2 del mismo precepto, obligaciones materiales y formales para el
obligado tributario y para la Administración, así como la imposición de sanciones
tributarias en caso de su incumplimiento.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Por ejemplo, en la actualidad, con ocasión de la aplicación del IRPF no sólo surge la obligación
a cargo de una persona física de pagar una suma de dinero al ente público a título de tributo,
sino que también se generan diferentes derechos y deberes recíprocos entre ambas partes, ta-
les como el deber del particular de presentar las declaraciones y demás documentos exigidos
por la normativa tributaria, que se corresponde con el respectivo derecho de la Administración
a exigírselos; o el deber que tiene la Administración de devolver las cantidades ingresadas de
manera indebida por el particular, que ostentará el derecho a la devolución de lo pagado in-
debidamente al ente público; entre otras relaciones que cabría citar.
Respecto del mecanismo de la retención tributaria, acabamos de ver que en algunos Impues-
tos (IRPF e IS), la Ley establece la obligación a cargo del pagador de rendimientos monetarios,
de retener e ingresar determinadas sumas al Tesoro Público, configurándose aquélla como
una obligación autónoma respecto de la obligación tributaria principal que correrá a cargo
del perceptor de las mismas, futuro sujeto pasivo en calidad de contribuyente del respectivo
Impuesto.
Como consecuencia del establecimiento de la obligación a cuenta a cargo del pagador de los
rendimientos, se generará una nueva relación obligatoria de naturaleza tributaria surgida, en
este caso, entre el pagador de las rentas (retenedor) y el perceptor de las mismas (retenido),
denominándose legalmente a esta última relación como obligación entre particulares resul-
tante del tributo.
Se trataría, por ejemplo, de la obligación que tiene un contribuyente de satisfacer los intereses
de demora como consecuencia del retraso en efectuar el ingreso de las sumas que constituyen
el objeto de la obligación tributaria principal.
B) Obligaciones y deberes tributarios formales, que son aquellos que, sin tener
carácter pecuniario, según el artículo 29.1 LGT, son impuestas por la normativa
tributaria o aduanera a los obligados tributarios, deudores o no del tributo, y
cuyo cumplimiento está relacionado con el desarrollo de actuaciones o procedi-
mientos tributarios o aduaneros.
A diferencia de lo que sucede en los vínculos examinados con anterioridad, en el
presente caso se trata de relaciones entre la Administración y los particulares que no
gozan de naturaleza pecuniaria, es decir, no tienen un contenido patrimonial, sino
que imponen determinadas conductas a los obligados tributarios, entre las cuales
cabría citar el deber de facturación, el de presentar declaraciones, autoliquidaciones
o comunicaciones tributarias, el de solicitar y utilizar el Número de Identificación
Fiscal, ó el de llevar y conservar libros de contabilidad, entre otros casos.
La obligación tributaria
gación tributaria desde ambas perspectivas, esto es, desde el punto de vista de la
Hacienda Pública y del obligado tributario, respectivamente.
En este sentido, podría decirse que nos encontramos ante una obligación autó-
noma e independiente de cualquier otra que se genera con ocasión de la aplicación
de un tributo, que tiene naturaleza contributiva —ya que constituye el vehículo
a través del cual se da cumplimiento al deber de contribuir plasmado en nuestra
Constitución, artículo 31.1 CE— y de carácter definitivo, ya que su cumplimien-
to —el pago de la cuota tributaria— extingue el vínculo entre el ente público y el
particular.
De tal modo, podríamos caracterizar a la obligación tributaria principal, en
primer término, como una obligación legal y, específicamente, de Derecho Públi-
co, regulándose, en todo caso, por Ley. De tal modo, puede predicarse el carácter
iuspublicista de la obligación tributaria principal, tanto por el interés jurídico
protegido —pues mediante la exacción de tributos se obtienen recursos para la
satisfacción de las necesidades públicas— como por el régimen jurídico aplicable
—en el que se utilizan normas y procedimientos jurídico-públicos.
A este respecto, conviene recordar la importancia que reviste en esta materia
el principio de legalidad, ya examinado con anterioridad. Además, a continuación
veremos cómo el origen de la obligación tributaria es legal, esto es, que se genera
con ocasión de la realización de un supuesto de hecho contenido, precisamente,
en una Ley, que es revelador de la capacidad económica que se quiere someter a
gravamen con el establecimiento del tributo en cuestión.
De este fundamento legal se deriva el carácter indisponible de dicha obliga-
ción, ya que, según el artículo 17.5 LGT, los elementos de la obligación tributaria
no podrán ser alterados por actos o convenios de los particulares, que no produ-
cirán efectos ante la Administración, sin perjuicio de sus consecuencias jurídico-
privadas.
De tal modo, la obligación tributaria principal constituye un vínculo obliga-
torio cuyo fundamento, en esencia, coincide con el de cualquier otra obligación
regulada por el Derecho privado, aunque lógicamente con las restricciones de-
rivadas de su origen legal —lo que motiva la ausencia de la autonomía de la
voluntad— y de la exigibilidad del crédito tributario mediante procedimientos
administrativos. Además, la presencia del interés público que debe presidir cual-
quier actuación de la Administración tributaria diferencia claramente la obliga-
ción tributaria de cualquier otra amparada por el Derecho privado.
Ello significa que, a diferencia de las obligaciones civiles, en las que puede
intervenir la voluntad de las partes en orden a generar o modificar algún aspecto
de la misma, la obligación tributaria nace y se rige por la Ley, sin que pueda ser
alterada por ningún pacto o convenio efectuado entre los particulares. En su caso,
tales pactos o convenios sólo surtirán efectos entre los particulares, pero no frente
La obligación tributaria
ción tributaria principal, lo que nos lleva, en estos momentos, al tradicional pro-
blema de su nacimiento; momento que la doctrina suele identificar con el devengo
de dicha obligación.
Así, se denomina devengo de la obligación tributaria al momento en que la
misma nace, es decir, cuando se origina, tal y como prevé nuestro legislador al in-
dicar, en el artículo 21.1 LGT que el devengo es el momento en el que se entiende
realizado el hecho imponible y en el que se produce el nacimiento de la obligación
tributaria principal.
La fecha del devengo determina las circunstancias relevantes para la configu-
ración de la obligación tributaria, salvo que la Ley de cada tributo disponga otra
cosa.
Pues bien, hemos visto que según la LGT la obligación tributaria nace, precisa-
mente, cuando se realiza el hecho imponible. Sin embargo, ésta constituye una de
las cuestiones que más polémica ha venido suscitando en nuestra doctrina, ya que,
frente a posturas que defendían que la obligación tributaria nacía directamente de
la realización del hecho imponible, otros autores entendían que la misma se cons-
tituía en un momento posterior, esto es, cuando la Administración y el particular
se relacionaban mediante el oportuno acto de liquidación.
No es éste el momento de traer a colación antiguas discusiones doctrinales, en
las que se dilucidaba acerca de si el acto de liquidación tenía carácter constitutivo
(es decir, era el que constituía, el que daba origen a la obligación tributaria) o si
era declarativo (esto es, simplemente declaraba que la misma ya se había origina-
do con la realización del hecho imponible), sobre todo porque, en la actualidad,
dicho debate se ha vuelto secundario, ya que habrá que examinar caso por caso
la configuración normativa del tributo de que se trate para ver cuándo se origina
la correspondiente obligación tributaria, que podrá variar de un tributo a otro.
Así, si bien es cierto que, con carácter general, la obligación tributaria nace
con la realización del hecho imponible, no es menos cierto que la misma se per-
fecciona cuando se aplica, es decir, cuando la deuda tributaria se cuantifique en el
oportuno momento procedimental.
Por ello, en la actualidad, y dada la complejidad de momentos en los que
puede determinarse la deuda tributaria (por ejemplo, mediante autoliquidación
practicada por el propio deudor o a través de un acto de liquidación emitido
por una Administración pública), nos encontraremos con supuestos en los que la
exigibilidad de la deuda se produzca al mismo tiempo en que se realice el hecho
imponible (por ejemplo, en la tasa por expedición o renovación del Documento
Nacional de Identidad), pero también con casos en los que dichos momentos se
encuentren disociados en el tiempo (por ejemplo, el IRPF, cuyo hecho imponible
se entiende realizado, por lo general, el 31 de diciembre, pero su exigibilidad se
produce unos meses después).
La obligación tributaria
2. Elementos estructurales
Para que la realización del hecho imponible genere los efectos que acabamos
de exponer, es necesario que el mismo se perfeccione en todos sus elementos,
esto es, tanto en su elemento objetivo como subjetivo. Así, el primero de ellos es
el hecho en sí mismo revelador de la capacidad económica que se quiere someter
a gravamen con el establecimiento del tributo, mientras que el segundo consiste
en la especial relación, fáctica o jurídica, que guarda el sujeto que lo realiza con
aquél, como veremos a continuación.
Tomando como ejemplo el ICIO, vemos cómo el hecho imponible está cons-
tituido, según el artículo 100 TRLHL, por la realización, dentro del término
municipal, de cualquier construcción, instalación u obra para la que se exija
obtención de la correspondiente licencia de obras o urbanística (…).
Como podrá comprobarse, y con el objetivo de recopilar varias ideas que se
han planteado con anterioridad, nuestro legislador ha entendido que llevar a ca-
bo una construcción, instalación u obra para la que se exija la correspondiente
licencia es un hecho de la realidad que manifiesta una determinada capacidad
económica por parte del sujeto que la realiza.
De tal forma, en el presente caso, el elemento objetivo del hecho imponible está
constituido por la realización de cualquier construcción, instalación u obra en un
específico término municipal que cumpla determinados requisitos, fundamental-
mente, que para su realización sea necesaria licencia urbanística.
Por su parte, el elemento subjetivo es especialmente relevante en los tributos de
naturaleza personal, donde la condición del sujeto que realiza el hecho imponible
determina el nacimiento o no del propio tributo (por ejemplo, en el IRPF, la con-
dición del sujeto que obtiene la renta como persona física es determinante para el
nacimiento de la propia obligación tributaria). Por el contrario, en el ejemplo que
estamos utilizando, al tratarse de un tributo de carácter real, su hecho imponible
es susceptible de ser realizado con independencia de la condición personal del
sujeto que lo realiza.
Ahora bien, siguiendo en este punto la doctrina hoy en día consolidada y que
fue planteada en nuestro país por el profesor SÁINZ DE BUJANDA, el elemento
objetivo anteriormente delimitado es susceptible, a su vez, de ser dividido en los
siguientes aspectos:
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Así, en el ejemplo que estamos utilizando, el aspecto material del elemento objetivo del hecho
imponible sería la realización de la construcción, instalación u obra para la que se exija la co-
rrespondiente licencia urbanística, que es el elemento que manifiesta la capacidad económica
que el legislador quiso someter a gravamen con el establecimiento de este Impuesto.
En nuestro ejemplo, se trataría de conectar la realización del hecho imponible con un deter-
minado ámbito territorial, esto es, la realización de la construcción, instalación u obra dentro
del término municipal.
Siguiendo con nuestro ejemplo, se trataría de medir, según los criterios y parámetros estableci-
dos por la Ley, la capacidad económica manifestada en la realización de la construcción, ins-
talación u obra, esto es, cuantificar el coste real y efectivo de la misma (artículo 102.1 TRLHL).
La obligación tributaria
Ejemplo de una exención total sería el caso establecido en el artículo 7.j LIRPF, según el cual
están exentas de tributar por este Impuesto, las becas públicas, las becas concedidas por las
entidades sin fines lucrativos (…) percibidas para cursar estudios reglados, tanto en España
como en el extranjero, en todos los niveles y grados del sistema educativo, de modo que la
totalidad de la beca no tributaría, al quedar exenta en su totalidad.
Además, este mismo caso sirve como ejemplo de exención objetiva, en la que la exención
recae sobre el presupuesto de hecho de la obligación tributaria y no sobre el sujeto que lo
realiza.
Incluso, el supuesto indicado constituye un claro ejemplo de exención permanente, ya que no
se ha establecido con un plazo de vigencia determinado para aplicar la exención.
Por el contrario, nos encontramos con una exención de carácter parcial, por ejemplo, en la
contemplada en el artículo 4.Nueve de la Ley del Impuesto sobre el Patrimonio, según el cual
está exenta la vivienda habitual del contribuyente (…) hasta un importe máximo de 300.000
euros. De tal manera, sólo se declara exenta la vivienda habitual hasta dicha cuantía, por lo
que cuando el valor de la misma, calculado conforme a la normativa del citado Impuesto, sea
superior, sólo se someterá a gravamen la diferencia.
En cuanto a las exenciones temporales, podría traerse a colación el supuesto contemplado
en el artículo 82.1.b) TRLHL, relativo al IAE, según el cual, estarán exentos los sujetos pasivos
que inicien el ejercicio de su actividad en territorio español, durante los dos primeros períodos
impositivos de este Impuesto en que se desarrolle aquélla. Por lo tanto, la efectividad de la
exención se limita a los dos primeros períodos impositivos, a partir del tercero quedaría, en
principio, plenamente sujeto.
Finalmente, como ejemplo de exención subjetiva podríamos citar la aplicable en el ITPAJD en
favor de la Cruz Roja Española y de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE)
(artículo 45.I.A.g TRLITPAJD), de modo que quien va a quedar exento de tributar en dicho
Impuesto va a ser el sujeto de que se trate, esto es, o bien la Cruz Roja Española o la ONCE.
Así lo dispone el artículo 20.2 LGT, según el cual, la Ley podrá completar la
delimitación del hecho imponible mediante la mención de supuestos de no suje-
ción.
Es decir, a diferencia de la exención tributaria, que, como hemos visto, tiene
efectos constitutivos (precisamente, que no nazca, total o parcialmente, la obliga-
ción tributaria), en el caso de la no sujeción, el legislador se limita a aclarar que
ese supuesto en concreto queda al margen del hecho imponible, es decir, declara
que el mismo no cae dentro del ámbito de aplicación de la norma que regula el
hecho imponible.
Poniendo un ejemplo sencillo, podríamos traer a colación el IIVTNU, cuyo hecho imponible
está constituido, entre otros casos, por el incremento de valor (es decir, la revalorización)
que experimenten los terrenos de naturaleza urbana con ocasión de la transmisión de la
propiedad por cualquier título (por ejemplo, por una compraventa).
Pues bien, el artículo 104 TRLHL, tras definir el hecho imponible del Impuesto (fijando, por lo
tanto, los supuestos que caen dentro del ámbito de aplicación de dicho Impuesto), declara
no sujeto al mismo el incremento de valor que experimente los terrenos que tengan la consi-
deración de rústicos… De tal modo, puede comprobarse que el legislador, al establecer dicha
previsión, ha aclarado que la revalorización producida en los terrenos de naturaleza rústica
no supone la realización del hecho imponible, sino que se trata de un supuesto que queda al
margen del mismo, no debiendo tributar por ello.
2. El contribuyente
Tradicionalmente se ha venido identificando la noción de contribuyente con
el obligado tributario principal, esto es, el obligado al pago del tributo, ya que
su propia denominación —contribuyente— nos lleva, precisamente, a que el
mismo es el titular del deber de contribuir al sostenimiento del gasto público
Manual de Derecho Financiero y Tributario
3. El sustituto
Distinto es el caso del sustituto del contribuyente, ya que, según vimos, nuestra
LGT lo configura como sujeto pasivo de la obligación tributaria principal, siendo
deudor tanto de la obligación tributaria principal como de las obligaciones for-
males inherentes a la misma.
En este sentido, el artículo 36.3 LGT determina que es sustituto el sujeto pa-
sivo que, por imposición de la Ley y en lugar del contribuyente, está obligado
a cumplir la obligación tributaria principal, así como las obligaciones formales
inherentes a la misma.
El sustituto podrá exigir del contribuyente el importe de las obligaciones tribu-
tarias satisfechas, salvo que la Ley señale otra cosa.
La primera cuestión importante en relación con el régimen jurídico del sustituto
es la que se refiere a que este sujeto no realiza el hecho imponible, no es el titular de
la capacidad económica que se quiere someter a gravamen con el establecimiento
del tributo. Es, sencillamente, un sujeto que, por determinados motivos, el legisla-
dor coloca en lugar del contribuyente de cara al cumplimiento de las obligaciones
materiales y formales derivadas del tributo.
Como características principales, podríamos destacar las siguientes:
– nos encontramos ante una modalidad de sujeto pasivo reconocido en el
artículo 36.1 LGT;
– que se coloca en lugar del contribuyente, sustituyéndolo en la obligación
tributaria principal;
– y que ha sido configurado como tal por la Ley, es decir, que su posición
deriva de un mandato legal.
Siguiendo con el ejemplo que veíamos con anterioridad, si bien la normati-
va configuraba como contribuyente del ICIO al dueño de la construcción, ins-
talación u obra, el artículo 101.2 TRLHL dispone que cuando la misma no sea
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Este podría ser el modo en que se resarce el sustituto respecto del contribuyente en el supuesto
contemplado en el artículo 106.2 TRLHL. Entre otros casos, el IIVTNU somete a gravamen las
transmisiones de terrenos de naturaleza urbana a título oneroso, pudiendo darse el caso de
que el sujeto pasivo contribuyente (configurado por la Ley como el transmitente del terreno,
esto es, el vendedor) sea una persona física no residente en España.
En tal situación, el mencionado precepto configura como sustituto del contribuyente al adqui-
rente del bien inmueble, quien estará obligado al cumplimiento de las obligaciones materiales
y formales derivadas del tributo.
En estos casos, lo habitual es que el sustituto se resarza respecto del contribuyente de las canti-
dades a ingresar por este Impuesto reteniendo las sumas debidas del precio que deberá pagar
al transmitente, verdadero contribuyente del Impuesto y titular de la capacidad económica
que se quiere someter a gravamen con su establecimiento.
Siguiendo con el ejemplo del ICIO anteriormente expuesto, decíamos que, siendo contribu-
yente el dueño de la obra, será sustituto el que realiza la construcción, instalación u obra o el
que solicita la licencia correspondiente o presenta, en su caso, las correspondientes declara-
ciones responsables o comunicaciones previas.
En esta situación, el sustituto (por ejemplo, el constructor) será quien repercutirá al dueño de
la obra (contribuyente) el importe de las cantidades pagadas al ente público. Por su parte, el
contribuyente estará obligado a satisfacer dicho pago al sustituto (normalmente junto con el
resto de partidas que tenga que abonar al constructor), ya que se lo exige un mandato legal,
pues, precisamente, quien ha autorizado al sustituto a exigirlo es una norma de rango legal.
a cuenta que, como su nombre indica, constituyen obligaciones que deben cum-
plirse frente a un ente público acreedor a cuenta de la futura obligación tributaria
principal.
Dichas obligaciones consisten, básicamente, en efectuar ingresos en la cuantía
establecida en la normativa de manera anticipada al devengo de la obligación
tributaria principal. Las mismas se desarrollan únicamente en los principales Im-
puestos que someten a gravamen la obtención de rentas en nuestro Ordenamiento
tributario (IRPF e IS), computándose dichos ingresos a cuenta del pago de dicha
obligación, logrando obtener un flujo continuo y regular de ingresos por parte de
la Hacienda Pública.
Tales obligaciones, aunque tienen en común la característica de constituir pagos
a cuenta de futuras obligaciones tributarias principales, difieren en cuanto a los su-
jetos que intervienen en ellas y en las rentas sometidas al sistema de pagos a cuenta.
En este sentido, mientras los pagos fraccionados se imponen al propio contri-
buyente que desarrolla una actividad empresarial o profesional, de efectuar ingre-
sos periódicos a la Hacienda Pública, a cuenta de su futura obligación tributaria,
en las retenciones e ingresos a cuenta la obligación de anticipar dichos ingresos
se impone a un tercero, normalmente el pagador de las rentas, que es el sujeto
obligado por Ley a cumplir con la obligación de ingresar las cantidades a cuenta
de la futura obligación tributaria del perceptor.
De tal manera, los sujetos que intervienen en dichas obligaciones como obli-
gados a ingresar al Tesoro Público dichas cantidades son configurados por la Ley
como verdaderos obligados tributarios, es decir, como sujetos pasivos de su pro-
pia obligación. Así se dispone en nuestra LGT, cuyo artículo 37 determina que:
1. Es obligado a realizar pagos fraccionados el contribuyente a quien la Ley de
cada tributo impone la obligación de ingresar cantidades a cuenta de la obligación
tributaria principal con anterioridad a que ésta resulte exigible.
2. Es retenedor la persona o entidad a quien la Ley de cada tributo impone la
obligación de detraer e ingresar en la Administración tributaria, con ocasión de
los pagos que deba realizar a otros obligados tributarios, una parte de su importe
a cuenta del tributo que corresponda a éstos.
3. Es obligado a practicar ingresos a cuenta la persona o entidad que satisface
rentas en especie o dinerarias y a quien la Ley impone la obligación de realizar
ingresos a cuenta de cualquier tributo.
Ahora bien, partiendo de la base de que en los pagos fraccionados sólo inter-
viene, en el lado activo de dicha obligación, la Hacienda Pública acreedora de
dichas cantidades, y en el lado pasivo el propio contribuyente, que es el obligado
a efectuar dichos pagos, en el caso de las retenciones e ingresos a cuenta aparece
un tercer sujeto, constituido por el perceptor de los rendimientos, futuro contri-
buyente del Impuesto en cuestión.
Los sujetos de la relación tributaria
3. Los responsables
3.1. Concepto y características
Según el artículo 41.1 LGT, la Ley podrá configurar como responsables solida-
rios o subsidiarios de la deuda tributaria, junto a los deudores principales, a otras
personas o entidades. A estos efectos, se considerarán deudores principales los
obligados tributarios del apartado 2 del artículo 35 de esta Ley.
La figura del responsable tributario tiene como función primordial la de asegu-
rar o garantizar el pago de la deuda tributaria, es decir, que ante el incumplimiento
en el pago de la obligación tributaria por parte del deudor principal, responderá,
de manera solidaria o subsidiaria, otro obligado tributario, esto es, el responsable.
Sus características esenciales son las siguientes:
• La figura del responsable ha de ser fijado siempre por la Ley, de modo que
sólo en los casos expresamente determinados por ésta, y ante el incumpli-
miento del deudor principal, responderá del pago de la obligación tributa-
ria. Por ello, será necesario realizar el supuesto de hecho de la responsabili-
dad configurado por la Ley, que veremos a continuación, para que surja la
figura del responsable tributario. Basta recordar que los responsables, junto
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con los obligados tributarios previstos en el artículo 35.2 LGT son una de
las materias cuya regulación está reservada a la Ley (artículo 8 LGT).
• Tal y como indica el artículo 41.1 LGT, el responsable es deudor junto a los
deudores principales, lo que significa que, a diferencia de la figura de la sus-
titución tributaria, no desplaza a aquéllos de la obligación, ni ocupa su lugar,
sino que actúa junto a ellos y sólo ante el incumplimiento de los mismos, en
los términos que a continuación veremos.
• En lo que se refiere al alcance de la responsabilidad, por regla general, la
misma alcanzará a la totalidad de la deuda tributaria exigida en período
voluntario (artículo 41.3 LGT), aunque no a las sanciones, salvo las excep-
ciones establecidas en la Ley (artículo 41.4 LGT).
De tal modo, al especificar que la responsabilidad alcanzará al importe de
la deuda tributaria en período voluntario, se excluyen las obligaciones ac-
cesorias, así como las sanciones, con las excepciones indicadas.
Por ello, y dado que, como tendremos ocasión de comprobar, al respon-
sable se le otorgará un período voluntario de pago, sólo cuando él mismo
incumpla dicho período responderá de los recargos e intereses de demora
derivados del mismo.
Ahora bien, en cuanto a las sanciones, en aquellos casos en que la Ley
disponga que la responsabilidad también alcance a las mismas, el artículo
41.1 LGT prevé la posibilidad de aplicar al responsable una reducción por
conformidad y por pronto pago, con los requisitos y limitaciones allí esta-
blecidos.
• Por último, y según el artículo 41.6 LGT, los responsables tienen derecho
de reembolso frente al deudor principal en los términos previstos en la le-
gislación civil, de modo que el responsable que haya pagado la deuda tri-
butaria del deudor principal tendrá una acción de regreso frente a éste por
las cantidades que aquél hubiera satisfecho, aunque dicha acción deberá
sustanciarse en la vía jurisdiccional civil.
h. Las personas o entidades de las que los obligados tributarios tengan el con-
trol efectivo, total o parcial, o en las que concurra una voluntad rectora
común con dichos obligados tributarios, por las obligaciones tributarias
de éstos, cuando resulte acreditado que tales personas o entidades han sido
creadas o utilizadas de forma abusiva o fraudulenta como medio de elusión
de la responsabilidad patrimonial universal frente a la Hacienda Pública,
siempre que concurran, ya sea una unicidad de personas o esferas económi-
cas, ya una confusión o desviación patrimonial.
Además, y con un claro objetivo de prevenir y luchar contra el fraude, se intro-
dujo un nuevo supuesto de responsabilidad subsidiaria en el artículo 43.2 LGT,
al declarar la responsabilidad subsidiaria, respecto de las deudas tributarias de-
rivadas de tributos que deban repercutirse o de cantidades que deban retenerse a
trabajadores, profesionales u otros empresarios, de los administradores de hecho
o de derecho de las personas jurídicas obligadas a efectuar la declaración e ingreso
de tales deudas cuando, existiendo continuidad en el ejercicio de la actividad, la
presentación de autoliquidaciones sin ingreso por tales conceptos tributarios sea
reiterativa y pueda acreditarse que dicha presentación no obedece a una intención
real de cumplir la obligación tributaria objeto de autoliquidación.
Por otra parte, el artículo 42.1 LGT determina tres supuestos de responsabili-
dad solidaria, que se completan con otros adicionales regulados en el apartado 2
de dicho precepto. De tal manera, el primer apartado del citado artículo configura
los siguientes responsables solidarios:
a. Los causantes o colaboradores activos en la realización de una infracción tri-
butaria, extendiéndose en este caso su responsabilidad también a la sanción.
b. Los partícipes o cotitulares de las entidades a que se refiere el artículo 35.4
LGT (por ejemplo, comunidades de bienes), en proporción a sus respectivas
participaciones, respecto a las obligaciones tributarias materiales de dichas
entidades.
c. Las que sucedan por cualquier concepto en la titularidad o ejercicio de
explotaciones o actividades económicas, por las obligaciones tributarias
contraídas del anterior titular y derivadas de su ejercicio. En este caso, la
responsabilidad también se extenderá a las obligaciones derivadas de la
falta de ingreso de las retenciones e ingresos a cuenta practicadas o que se
hubieran debido practicar.
A continuación, el artículo 42.2 LGT determina la existencia de responsabi-
lidad solidaria en determinados casos en los que los sujetos que, con sus actua-
ciones, dificulten la actuación recaudatoria de la Administración, comprendiendo
tanto a quienes causen o colaboren en la ocultación de los bienes para impedir su
traba, a quienes por culpa o negligencia incumplan órdenes de embargo, así como
a quienes, conociendo el embargo de los bienes o siendo depositarios de los mis-
Los sujetos de la relación tributaria
Podríamos tomar como ejemplo el supuesto contemplado en el artículo 42.1.a) LGT, es decir,
un administrador de una sociedad que es considerado como responsable solidario por ser el
causante o colaborador activo en la realización de una infracción tributaria por parte de la
entidad, extendiéndose también, en esta ocasión, su responsabilidad a la sanción.
En tal caso, si se declaró la responsabilidad del administrador con anterioridad a la finalización
del período voluntario de pago del deudor principal (la sociedad), la exigencia de cobro al
responsable no podrá efectuarse hasta que se inicie el período ejecutivo por no haber satisfe-
cho el deudor principal la deuda. En caso contrario, será necesario dictar y notificar el acto de
declaración de la responsabilidad para poder requerirle el pago.
4. Los sucesores
Hay ocasiones en las que, por determinadas circunstancias que enseguida ve-
remos, puede producirse un traslado de la obligación tributaria de unos sujetos a
otros, produciéndose lo que podríamos calificar como una modificación subjetiva
en el lado pasivo de dicha obligación.
En este sentido, pudimos comprobar cómo el artículo 35.2 LGT establece un lis-
tado de sujetos que se configuran legalmente como obligados tributarios, cuya letra
j contempla a los sucesores de deudas tributarias y de los que hay que distinguir dos
supuestos diferenciados, a saber, por un lado, la sucesión mortis causa de las perso-
nas físicas (regulada en el artículo 39 LGT) y la sucesión de las personas jurídicas y
otros entes sin personalidad (contemplada en el artículo 40 LGT), por otro.
Comenzando con la primera categoría expuesta, según el derecho privado,
cuando una persona fallece, sus herederos a título universal se subrogan en la
titularidad de su patrimonio, con las deudas que, en su caso, pudieran existir.
Así, el artículo 39.1 LGT preceptúa que a la muerte de los obligados tributa-
rios, las obligaciones tributarias pendientes se transmitirán a los herederos, sin
perjuicio de lo que establece la legislación civil en cuanto a la adquisición de la
herencia, es decir, sin perjuicio de la adquisición de la herencia a beneficio de in-
ventario.
De tal modo, el ámbito subjetivo de la sucesión abarca, en principio, a los
herederos, que responderán de las deudas del causante con sus bienes y derechos,
salvo aceptación de la herencia a beneficio de inventario (artículo 1003 CC). Por
el contrario, los legatarios no responden de las deudas del causante, salvo cuando
toda la herencia sea distribuida en legados, en cuyo caso su posición jurídica se
equipara con los herederos.
En este sentido, la LGT aclara que lo que se transmite con el fallecimiento del
obligado tributario son las obligaciones tributarias pendientes, no alcanzando, en
ningún caso, ni a las sanciones, ni a las obligaciones derivadas de la condición de
responsable, salvo que se hubiera notificado el acuerdo de derivación de respon-
sabilidad antes del fallecimiento (artículo 39.1 LGT).
Además, cuando a la fecha de fallecimiento del causante la deuda tributaria no
estuviera liquidada, el artículo 39.2 establece que las actuaciones se entenderán
con cualquiera de ellos, debiéndose notificar la liquidación que resulte de dichas
actuaciones a todos los interesados que consten en el expediente, lo que significa
que los procedimientos se seguirán con los sucesores en la fase en la que se encon-
traran en el momento del fallecimiento del causante.
Incluso, la norma prevé que, mientras la herencia se encuentre yacente, el
cumplimiento de las obligaciones tributarias del causante corresponderá al re-
presentante de la misma, con quien se realizarán las actuaciones administrativas
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Por ejemplo, una sociedad que tiene una deuda de 15.000 €, cuyos dos socios ostentan cada
uno el 50 % de participación, habiéndose liquidado en la misma 10.000 €. En tal caso, cada
uno responderá, como máximo, del 50 % de 10.000 €, es decir, de 5.000 €, quedando el resto
sin transmitir.
Los sujetos de la relación tributaria
En relación con esta cuestión, hay que indicar que, con un claro objetivo an-
tidefraudatorio, la norma elevó el límite de la responsabilidad en el valor de la
cuota de liquidación y demás percepciones recibidas por los socios, partícipes o
cotitulares en los dos años anteriores a la fecha de disolución que reduzcan el
patrimonio social que debiera responder de tales obligaciones. De esta manera, se
intentan evitar aquellas posibles actuaciones defraudatorias consistentes en pre-
liquidar las sociedades y entidades con personalidad jurídica dejando paso a una
liquidación formal con una cuota muy baja o inexistente.
En segundo término, cuando se trate de sociedades y demás entidades con per-
sonalidad jurídica, disueltas y liquidadas, que no limiten la responsabilidad de los
socios, sus obligaciones tributarias se transmitirán íntegramente a éstos, que que-
darán obligados solidariamente a su cumplimiento, con lo que la Administración
podrá exigir a cada uno de ellos el total de la deuda, pero ahora ya sin limitación
a su cuota de liquidación.
De tal forma, en el presente caso, cada socio responderá con su propio patri-
monio, de conformidad con el régimen de la solidaridad de deudores contempla-
do en el artículo 1911 CC, aunque el deudor que satisfaga las deudas tendrá, ló-
gicamente, una acción de regreso frente al resto de codeudores que se desarrollará
ante la jurisdicción civil.
Por otra parte, tratándose de sociedades y entidades con personalidad jurídi-
ca, las obligaciones pendientes en el momento de su extinción o disolución sin
liquidación (por ejemplo, en el caso de una fusión con otra sociedad o fusión por
absorción) se transmitirán a las personas o entidades que sucedan o que sean be-
neficiarias de la correspondiente operación, siendo aplicable esta misma norma a
cualquier supuesto de cesión global del activo y pasivo de una sociedad y entidad
con personalidad jurídica (artículo 40.3 LGT).
Los dos últimos supuestos se recogen en el apartado 4 del mencionado pre-
cepto, que regula de modo conjunto la sucesión de deudas tributarias en el caso
de disolución de fundaciones y de los entes sin personalidad contemplados en el
35.4 LGT, en cuyo caso, las obligaciones tributarias pendientes se transmitirán a
los destinatarios de los bienes y derechos de las fundaciones o a los partícipes o
cotitulares de dichas entidades.
En cuanto al alcance de la sucesión en los supuestos indicados, y a diferencia
de lo que sucede en la aplicable por el fallecimiento de personas físicas, en el caso
que nos ocupa, por mandato del artículo 40.5 LGT, las sanciones que pudieran
proceder por las infracciones cometidas por las sociedades y entidades a las que se
refiere este artículo serán exigibles a los sucesores de las mismas, en los términos
establecidos en los apartados anteriores y, en su caso, hasta el límite del valor de-
terminado conforme a lo dispuesto en el apartado 1 de este artículo. Ello significa
que, en los casos examinados, se transmiten las sanciones a los sucesores, aunque
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Es lo que sucede, por ejemplo, en el IBI, cuyo artículo 63 TRLHL dispone que serán sujetos
pasivos, a título de contribuyentes, las personas naturales y jurídicas y las entidades a que se
refiere el artículo 35.4 de la LGT que ostenten la titularidad del derecho que, en cada caso,
sea constitutivo del hecho imponible de este impuesto; por ejemplo, la propiedad del bien in-
mueble. Por ello, una comunidad de bienes que sea propietaria de un bien inmueble quedará
obligada, en calidad de contribuyente, al pago de dicho Impuesto.
Siguiendo con el ejemplo anterior, si la comunidad de bienes propietaria del bien inmueble
incumpliera la obligación de pagar el IBI, la Administración podrá exigirle el pago del mismo
de manera solidaria a los comuneros, que responderán en proporción a su porcentaje de par-
ticipación en la comunidad.
V. LA SOLIDARIDAD TRIBUTARIA
Según el artículo 35.7 LGT, la concurrencia de varios obligados tributarios en
un mismo presupuesto de una obligación determinará que queden solidariamente
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Un ejemplo de solidaridad tributaria sería el caso de dos propietarios de un bien inmueble que
realizan, conjuntamente, el hecho imponible del IBI (constituido, según el artículo 61 TRLHL,
por la titularidad de determinados derechos sobre bienes inmuebles, entre otros, el derecho
de propiedad).
Ambos sujetos son contribuyentes del citado Impuesto y quedan solidariamente obligados
frente a la Hacienda Pública al pago de dicho tributo. La Administración podrá, por tanto,
exigirle el pago a cualquiera de ellos, que deberá hacer frente al total de la deuda tributaria,
con independencia de que le exija al otro coobligado, en vía civil, la restitución de lo pagado
en su nombre.
Los sujetos de la relación tributaria
Hay que advertir que este supuesto es distinto del que se produce en el caso del responsa-
ble solidario, en el que, como vimos, el responsable no realiza el hecho imponible, sino otro
presupuesto de hecho diferente, el que origina su responsabilidad. Además, el responsable
interviene una vez se ha producido el impago de la deuda tributaria por parte del deudor
principal, aspecto que no se produce en el presente caso, en el que ambos sujetos quedan
solidariamente obligados frente a la Hacienda Pública, pudiendo ésta exigir el pago indistinta-
mente a cualquiera de ellos.
Ejemplos de tributos fijos serían algunas tasas, como las devengadas por el control sanitario de
animales domésticos, la tasa por expedición de títulos académicos, así como el Impuesto sobre
Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM), en el que la propia ley los clasifica por categorías y
cilindrada, asignando una cuota a cada categoría.
Un ejemplo de este último supuesto sería la modalidad de transmisiones onerosas del ITPAJD:
la base imponible se define legalmente como el valor real de los bienes transmitidos y el tipo
de gravamen es el 8% (bienes inmuebles). Pues bien, al aplicar el tipo de gravamen sobre la
base imponible, obtenemos como resultado la cuota íntegra. En el ejemplo, suponiendo que la
base imponible fuera 1 millón de euros, la cuota a ingresar sería de 80.000 euros.
A favor de los tributos variables se ha argumentado que expresan mejor las dis-
tintas relaciones entre la actividad del sujeto pasivo y el principio de capacidad eco-
nómica, en contraste con los tributos fijos, menos respetuosos con el cumplimiento
de tal principio constitucional y, en consecuencia, muy rígidos, al no modular la
cuantía de la obligación tributaria en función de la concreta forma de realización
del hecho imponible. Sin embargo, no es menos cierto que los tributos fijos facili-
tan enormemente la recaudación, atendida su sencilla gestión, bien entendido que
quienquiera que sea el que realice el hecho imponible y cualquiera que sea la mane-
ra o intensidad de tal realización, la cuota a satisfacer es siempre la misma.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
1
La conceptuación de la base imponible desde esta óptica es la formulada, entre otros, por
CORTÉS DOMÍNGUEZ, según el cual “la base no es más que la cuantificación concreta del
elemento material del hecho imponible”. Ésta es también la vertiente destacada por el TS, que
ha declarado que “la base imponible es la medida de la capacidad contributiva contenida en la
definición del hecho imponible” (SSTS de 16 y 18 de enero y 15 de febrero de 1995).
Los elementos de cuantificación de la obligación tributaria
Ejemplos de este último supuesto serían el IAE, los Impuestos Especiales (adviértase, entre
otros casos, que la base imponible del Impuesto especial que grava la producción de alcohol
está constituida por el volumen de alcohol producido) y los Impuestos Aduaneros.
Un ejemplo de este último caso sería el del IRPF, en el que parte de su base imponible se so-
mete a un tipo general y parte a tipos diferentes, en clara contraposición al carácter sintético
con el que nació el tributo en 1978.
2. Métodos de determinación
Los métodos de determinación de la base imponible han sido definidos como
“los procedimientos técnicos para llegar a fijar la base a partir del objeto del Im-
puesto” (PALAO TABOADA). Sobre estos instrumentos o medios para el tránsito
de la base normativa a la fáctica se pronuncia el artículo 50.2 LGT, que señala
que las leyes de cada tributo establecerán los métodos para determinar la base
imponible, dentro de los regímenes de estimación directa, estimación objetiva y
estimación indirecta. El mismo precepto se encarga de precisar, en su apartado
tercero, que las bases imponibles se determinarán con carácter general a través del
método de estimación directa, pudiendo la ley establecer los supuestos en que sea
de aplicación la estimación objetiva que tendrá, no obstante, carácter voluntario
para los sujetos tributarios. Asimismo, se subraya que la estimación indirecta se
aplicará subsidiariamente respecto de los demás métodos de determinación (artí-
2
Las bases no expresadas en dinero pueden ser unidades o conjuntos de unidades, tales como
kilovatios de potencia, folios de una escritura notarial, la superficie de un local, el número de
trabajadores de la empresa, etc.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
culo 50.4 LGT). En la actualidad existen, por tanto, tres métodos de determina-
ción de la base imponible: directo, presuntivo o indiciario y, objetivo o “a forfait”.
Ejemplo. D. Manuel Avellán y D. Felipe Hurtado constituyen una comunidad de bienes, por
medio de la cual explotan una cafetería, sita en la localidad de Benidorm (Alicante). Tal acti-
vidad económica está matriculada en el correspondiente epígrafe del IAE. Pues bien, previo
cumplimiento de los requisitos exigidos para ello, dichos contribuyentes podrán optar por el
régimen de estimación objetiva para la determinación de su base imponible en el IRPF, que se
efectuará teniendo en cuenta una serie de signos, índices o módulos (personal empleado, me-
sas instaladas, máquinas recreativas, potencia eléctrica contratada, superficie del local, etc.).
3
Al margen de la aplicación del régimen en el IRPF, este método indiciario se proyecta también
sobre la determinación de la cuota tributaria en el IVA, a través del denominado “régimen
simplificado”. De conformidad con el mismo, los pequeños empresarios individuales calculan
la cuota a ingresar por operaciones interiores, no de acuerdo con el régimen general (aplicando
el tipo de gravamen a la base imponible del impuesto devengado en las ventas y deducción del
impuesto soportado en las compras), sino atendiendo a los valores que una Orden Ministerial
asigna a determinados signos, índices y módulos (análogos a los citados en el IRPF). A las crí-
ticas ya formuladas cabe añadir que, en esta sede, en el cálculo del impuesto devengado en sus
ventas y repercutido, estos empresarios sí aplican el régimen general, pero no pueden deducir
el impuesto soportado en sus compras. Esta situación se traduce, según los casos, en ventajas
Los elementos de cuantificación de la obligación tributaria
Desaparición o destrucción, aun por causa de fuerza mayor, de los libros y regis-
tros contables o de los justificantes de las operaciones anotadas en los mismos.
A su vez, los medios para la estimación indirecta de bases imponibles se rela-
cionan en el artículo 53.2 LGT, que incluye un conjunto de mecanismos indicia-
rios, sin que se excluya la posible utilización de datos y antecedentes directos del
propio sujeto o de otros en situaciones similares. De esta manera, el citado pre-
cepto dispone que: “Las bases o rendimientos se determinarán mediante la aplica-
ción de cualquiera de los siguientes medios o de varios de ellos conjuntamente: a)
Aplicación de los datos y antecedentes disponibles que sean relevantes al efecto;
b) Utilización de aquellos elementos que indirectamente acrediten la existencia de
los bienes y de las rentas, así como de los ingresos, ventas, costes y rendimientos
que sean normales en el respectivo sector económico, atendidas las dimensiones
de las unidades productivas o familiares que deban compararse en términos tribu-
tarios; c) Valoración de las magnitudes, índices, módulos o datos que concurran
en los respectivos obligados tributarios, según los datos o antecedentes que se
posean de supuestos similares o equivalentes”.
Si bien algunos autores valoran de manera positiva el método que nos ocupa,
al haberse tecnificado el régimen aplicable a estas hipótesis en comparación con la
regulación histórica de los llamados Jurados tributarios, y haberse sometido dicha
actuación administrativa a un control jurisdiccional; el sector doctrinal mayori-
tario ha denostado este procedimiento atendiendo a su complejidad y al excesivo
grado de discrecionalidad otorgado a la Administración, no sólo en la decisión
sobre la procedencia de su aplicación, sino también en la selección de los criterios
a utilizar para calcular la base imponible.
Precisamente con el fin de evitar posibles arbitrariedades, el artículo 158.1 LGT
exige al órgano inspector —único competente para la aplicación del método—, la
emisión de un informe razonado acerca de las causas de utilización del régimen, la
situación de la contabilidad y registros obligatorios del sujeto, la justificación de
los medios elegidos para la determinación de las bases o rendimientos, así como los
cálculos y estimaciones efectuados en virtud de dichos medios. El informe razonado
se presenta, pues, como un trámite esencial del procedimiento, cuya omisión puede
provocar la indefensión del particular, ante la imposibilidad de discutir a priori la
procedencia del régimen y de los criterios utilizados. En este orden de cosas, convie-
ne recordar que la aplicación de la estimación indirecta no requiere acto adminis-
trativo previo que así lo declare, sin perjuicio de los recursos y reclamaciones que
procedan contra los actos y liquidaciones resultantes del mismo, al hilo de los cuales
sí podrá plantearse la procedencia de la aplicación de dicho método4.
4
Aunque en ambos casos intervienen elementos indiciarios en el cálculo de la base imponible, la
diferencia entre la estimación objetiva y la indirecta estriba, al margen de en sus presupuestos
Los elementos de cuantificación de la obligación tributaria
tradictoria, como medio para confirmar o corregir en cada caso las valoraciones
resultantes de la aplicación de los medios señalados en el apartado 1 de la citada
norma. El procedimiento a través del cual opera la tasación pericial contradic-
toria se contiene en el artículo 135 LGT. De acuerdo con dicha regulación, se
requiere la designación de un perito por parte del obligado y de otro por parte de
la Administración Tributaria. Si la diferencia de las valoraciones de uno y otro no
supera 120.000 euros y el 10% de la tasación, prevalecerá la tasación del perito
nombrado por el obligado tributario; sin embargo, en caso de que la diferencia
sea superior, se designará un tercer perito, cuya valoración servirá de base para la
liquidación.
5
No faltan autores que consideran que esta distinción carece de rigor y opinan que la expresión
“base del tributo” se reputa suficiente. En aquellos casos en los que proceda llevar a cabo una
reducción o exención parcial de la base, sería preferible, según RAMALLO MASSANET, de-
nominarla “base reducida”, expresión que resulta más rigurosa y significativa de su conforma-
ción, al ser el resultado de la reducción de la base del tributo por la aplicación de una exención
parcial.
Los elementos de cuantificación de la obligación tributaria
2. Clasificación
Atendiendo a lo dispuesto en la LGT y en las normas reguladoras de los di-
ferentes tributos, es posible distinguir diversas clases de tipos de gravamen. La
clasificación principal responde a la magnitud en la que viene expresada la base,
que permite diferenciar entre:
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Ejemplos: cuando se establece que se pagarán “x” euros por kilovatio contratado por la em-
presa, o por metro cuadrado del local donde se ejerce la actividad empresarial; así también
en el ITPAJD, modalidad AJD, documentos notariales: 0,15 euros por folio ó 0,30 euros por
pliego.
– Graduales: consisten en una suma de dinero, cuyo importe varía según los
grados de una escala referida a una determinada magnitud. Su técnica es
similar a la de las alícuotas por escalones salvo que, en vez de estar expre-
sadas en porcentajes lo están en una cantidad determinada de dinero.
Ejemplos: las escalas que se recogen en el gravamen de las letras de cambio o de los títulos
nobiliarios en el ITPAJD; y el supuesto de la Tasa por prestación de servicio de agua potable
(escala de cuota por consumo).
Ejemplo: la ley puede determinar que el pago de un impuesto personal sobre la renta se lleve
a cabo conforme a la siguiente escala:
BI
Alícuota
– De 0 a 1.000 euros................................................. 10%
– De 1.001 a 2.000 euros.......................................... 15%
– De 2.001 a 3.000 euros.......................................... 20%
Ejemplo: en el ámbito municipal son las Entidades locales las que fijan algunos tipos de grava-
men —es el caso del IBI—, siempre dentro de ciertos límites.
Por último, tan solo resta señalar que la aplicación de beneficios tributarios
sobre los tipos de gravamen da lugar a los denominados tipos reducidos o
bonificados, contemplados en el artículo 55.3 LGT. Se entiende por tipos
bonificados o reducidos, aquellos que son de cuantía inferior a los ordina-
rios, por ejemplo, los tipos de gravamen reducidos y superreducidos del
IVA, que se aplican en determinados supuestos o modalidades del hecho
imponible del tributo. Aunque la LGT no hace mención a ellos, cabría tam-
bién referirse a los tipos de gravamen incrementados, como aquellos cuyo
importe es superior al de los ordinarios o generales.
Como ejemplo, el TRLIS prevé el tipo incrementado del 30% para las entidades dedicadas a
la explotación de hidrocarburos, en comparación con el tipo de gravamen general del 25%.
V. CUOTA TRIBUTARIA
La LGT no contiene una definición expresa de cuota tributaria, sino que
se limita a señalar que su determinación se realizará (artículo 56 LGT): “a)
Aplicando el tipo de gravamen a la base liquidable, o b) Según cantidad fija se-
ñalada al efecto”. Esta cuota íntegra podrá modificarse si procede la aplicación
de reducciones, adiciones o límites establecidos por la ley de cada tributo (por
ejemplo, los coeficientes multiplicadores en el ISD, la corrección del llamado
error de salto, etc.), así como de deducciones, bonificaciones u otras desgrava-
ciones. Según el artículo 56.5 LGT, se denomina cuota líquida al resultado de
practicar sobre la íntegra las minoraciones previstas en la ley de cada tributo.
Finalmente, dicha cuota líquida se minorará con el importe de las deducciones,
pagos fraccionados, retenciones, ingresos a cuenta y cuotas, dando lugar a la
cuota diferencial (artículo 56.6 LGT).
De acuerdo con ello, sería incorrecto en sentido técnico jurídico estricto,
afirmar que la cuota tributaria equivale a la deuda tributaria, esto es, a la can-
tidad que se ha de entregar al ente público acreedor, pues: de un lado, la cuota
tributaria puede resultar minorada por la existencia de deducciones, tal y como
hemos avanzado; y, de otro lado, la deuda tributaria puede venir integrada,
además de por la cuota, por otras prestaciones pecuniarias. A ello se refiere el
artículo 58 LGT, en base al cual: “1. La deuda tributaria estará constituida por
la cuota o cantidad a ingresar que resulte de la obligación tributaria principal
o de las obligaciones de realizar pagos a cuenta. 2. Además, la deuda tributaria
estará integrada, en su caso, por: a) El interés de demora; b) Los recargos por
declaración extemporánea; c) Los recargos del período ejecutivo; d) Los recar-
gos exigibles legalmente sobre las bases o las cuotas, a favor del Tesoro o de
otros entes públicos”.
En síntesis, cabe afirmar que la deuda tributaria tiene un contenido esencial
(cuota o cantidad a ingresar por pagos a cuenta) y un contenido accesorio, que
6
Desde un sector de la doctrina (MENÉNDEZ MORENO, MARTÍN QUERALT, LOZANO
SERRANO, TEJERIZO LÓPEZ y CASADO OLLERO) se razona que, a pesar de ocupar en la
estructura de la norma la posición que corresponde al tipo de gravamen y aplicarse a la base
imponible, siendo el resultado cero, este tipo no determina “la parte de la magnitud elegida
como base que corresponde al ente público acreedor”, motivo por el cual cabe calificarlo de
técnica desgravatoria autónoma.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Ejemplo: el recargo provincial sobre la cuota municipal del IAE (artículo 134.1 y 2 TRLHL).
El supuesto más relevante es el del artículo 12 LOFCA, que permite a las CCAA
establecer recargos sobre los impuestos estatales cedidos y sobre los no cedidos
que graven la renta o el patrimonio de las personas físicas, siempre que tales re-
cargos no supongan una minoración de los ingresos del Estado, ni desvirtúen la
naturaleza o estructura del impuesto estatal sobre el que recaen. El TRLHL no
prevé, en cambio, el establecimiento de recargos sobre impuestos estatales a favor
de aquellas entidades, sino solo sobre los impuestos autonómicos o de otras enti-
dades locales (artículo 2.1.b TRLHL).
2. Interés de demora
Se exige siempre que el ingreso de la deuda tributaria se realice en un mo-
mento distinto y posterior al de su vencimiento original, cualquiera que sea la
razón que motive dicha dilación. No obstante, esta regla general presenta algu-
Los elementos de cuantificación de la obligación tributaria
nas excepciones, como es el caso del ingreso tardío (hasta doce meses después),
pero espontáneo, de la deuda tributaria, en el que se aplican exclusivamente los
recargos que señalaremos en el apartado siguiente.
En cuanto a su naturaleza, no difiere respecto a la del Derecho privado, pues
presenta una finalidad indemnizatoria y resarcitoria del retraso en el pago, evi-
tando así el enriquecimiento injusto de quien dispone de una cantidad de dinero
debida más allá del término en que había de cumplir su prestación.
El artículo 26.2 LGT enuncia algunos de los supuestos en los que resulta exi-
gible el interés de demora:
a. Falta de ingreso en período voluntario de deudas liquidadas por la Adminis-
tración o del importe de las sanciones.
b. Falta de presentación de las autoliquidaciones o declaraciones, o presen-
tación incorrecta de éstas, salvo que sean aplicables los recargos previstos
para las declaraciones extemporáneas.
c. Suspensión de la ejecución del acto, salvo que se trate de recursos o recla-
maciones contra sanciones.
d. Cuando se inicie el período ejecutivo, salvo las excepciones que en el mismo
se regulan.
e. Cuando el obligado tributario haya obtenido una devolución improceden-
te.
Por el contrario, no será exigible el interés de demora, desde el momento en
el que la Administración Tributaria incumpla, por causas imputables a la misma,
alguno de los plazos fijados en la LGT para resolver o notificar las resoluciones
de compensación, el acto de liquidación o la resolución de los recursos adminis-
trativos, siempre que en este último caso se haya acordado la suspensión del acto
recurrido.
El interés de demora se calcula sobre el importe no ingresado o sobre la cuantía
de la devolución cobrada de modo improcedente, y consiste en el interés legal del
dinero vigente en el período en el que sea exigible, incrementado en un 25%, salvo
que la Ley de Presupuestos Generales del Estado establezca otro diferente. En los
casos de aplazamiento, fraccionamiento o suspensión de deudas garantizadas, el
interés de demora exigible será el interés legal.
Hasta 3 meses 5% No No
De 3 a 6 meses 10% No No
De 6 a 12 meses 15% No No
Ejemplo. Supongamos que el período voluntario para presentar la autoliquidación del IRPF
2014 comprende desde el 2 de mayo hasta el 1 de julio de 2015. Dña. Paula presenta su
autoliquidación y realiza el ingreso de su deuda tributaria el 15 de febrero de 2016. En este
caso, se aplicaría el recargo por declaración extemporánea del 15%, sin interés de demora.
Asimismo, procedería aplicar una reducción del 25% respecto del recargo por declaración
extemporánea, dado que el contribuyente presentó la declaración e ingresó la totalidad de la
deuda fuera de plazo, pero en la misma fecha.
Ejemplo. D. Antonio está obligado a presentar su autoliquidación de IRPF del ejercicio 2014.
El plazo voluntario de presentación e ingreso de la misma abarca desde el 2 de mayo hasta
el 30 de junio de 2015. D. Antonio presenta su autoliquidación el 25 de mayo de 2015, pero
ingresa su deuda el 5 de septiembre de 2015. Procedería aplicar el recargo ejecutivo del 5%,
sin interés de demora.
II. EL PAGO
El pago constituye la forma normal de extinción de la obligación tributaria
material. Ahora bien, para que el pago tenga efectos liberatorios para el deudor
ha de cumplir una serie de requisitos:
La extinción de la obligación tributaria
1. Requisitos subjetivos
1.1. Sujetos legitimados para el cobro
El pago debe realizarse ante un órgano competente para su cobro. Son órganos
competentes para recibir el pago aquéllos encargados del ejercicio de la función
recaudatoria y las entidades colaboradoras (bancos y cajas de ahorro). En el ám-
bito estatal, la potestad de recaudación corresponde al Departamento de Recau-
dación de la AEAT, y en particular a las Dependencias de Recaudación existentes
en las Delegaciones y Administraciones de la AEAT.
El pago realizado ante un órgano incompetente no extingue la obligación tri-
butaria, sin perjuicio de la responsabilidad en que incurre el perceptor del pago
indebidamente efectuado.
Ejemplo: El pago de la deuda tributaria del contribuyente relativa al IRPF de este año es realiza-
do por un amigo suyo (pago por tercero). Posteriormente el amigo descubre que la liquidación
administrativa realizada no es correcta y ha abonado una cantidad superior a la debida. No
obstante, no puede recurrir la liquidación tributaria que sólo puede ser impugnada por el con-
tribuyente. Sí podría solicitar la devolución de ingresos indebidos en el supuesto de que el con-
tribuyente impugne la liquidación y la Administración rectifique la misma a favor de este último.
2. Requisitos objetivos
El objeto del pago es la entrega de una suma de dinero al ente público, que pue-
de efectuarse, como veremos más adelante, en efectivo o a través de otros medios
Manual de Derecho Financiero y Tributario
de pago alternativos no dinerarios. Ahora bien, para que el pago sea válido ha de
cumplir unas condiciones objetivas:
En primer lugar, debe cumplir el requisito de la identidad, que significa que la
Administración tributaria no puede ni debe aceptar una prestación diferente a la
que constituye el objeto de la obligación.
Ejemplo: La Administración no puede aceptar un piso como pago de una deuda tributaria de
valor equivalente al mismo. Sólo en el procedimiento de apremio este bien podrá ser embar-
gado y enajenado para hacer efectivo el crédito tributario.
3. Requisitos formales
El pago tendrá efectos extintivos de la obligación tributaria en la medida en
que cumpla determinados requisitos formales, que hacen referencia a las formas
de pago, el lugar de pago y el tiempo de pago.
A) Pago en efectivo
El pago de las deudas tributarias se realiza normalmente en efectivo mediante
dinero de curso legal. También podrá efectuarse mediante cheque, tarjeta de crédi-
La extinción de la obligación tributaria
Ejemplo: La tributación de las letras de cambio en el Impuesto sobre Actos Jurídicos Documen-
tados se realizará en el efecto timbrado de la clase que corresponda a la cuantía de la cuota es-
tablecida por el artículo 37 de la Ley del Impuesto. La extensión de la letra de cambio en efecto
timbrado de cuantía inferior a la debida privará a este documento de su fuerza ejecutiva.
C) Pago en especie
Los sujetos pasivos podrán realizar el pago en especie mediante bienes del Pa-
trimonio Histórico Español en los supuestos establecidos en las leyes tributarias.
El artículo 97.3 de la LIRPF establece que el pago de la deuda tributaria en este Impuesto
podrá hacerse mediante entrega de bienes integrantes del Patrimonio Histórico Español que
estén inscritos en el Inventario General de Bienes Muebles o en el Registro General de Bienes
de Interés Cultural
El obligado al pago que pretenda utilizar esta forma de pago debe solicitarlo
al órgano de recaudación, acompañando a dicha solicitud la valoración de los
bienes y el informe sobre el interés de aceptar esta forma de pago, emitidos am-
bos por el órgano competente del Ministerio de Cultura. En defecto de dichos
informes debe acompañarse el justificante de haberlos solicitado. La resolución
motivada debe notificarse al obligado en el plazo de seis meses, en caso contrario
podrá entenderse desestimada a efectos de interponer el oportuno recurso (art. 40
del RGR).
Ejemplo: Es el caso del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, cuyo plazo de pago en pe-
ríodo voluntario es en el municipio de Alicante el comprendido entre el 25 de marzo
y el 5 de junio en 2015.
La extinción de la obligación tributaria
1
La OO.MM de 9 de octubre de 2015 establece el límite para aportar garantía en 30.000 euros.
La extinción de la obligación tributaria
III. LA PRESCRIPCIÓN
La forma normal de extinción de la obligación tributaria es el pago o cumpli-
miento. No obstante, la normativa tributaria establece otras formas de extinción
Manual de Derecho Financiero y Tributario
La prescripción difiere de la caducidad en los siguientes aspectos: primero, los derechos pres-
criben y los procedimientos caducan, y segundo, el plazo de prescripción puede interrumpirse
y empieza a contar de nuevo dicho plazo, mientras que la caducidad no se interrumpe, se
suspende, empezando a contar el plazo en el momento en que estaba cuando se suspendió.
1. Supuestos de prescripción
La prescripción como modo de extinción de la obligación tributaria se produce
en los cuatro supuestos recogidos en el artículo 66 de la LGT, según el cual pres-
criben a los cuatro años los siguientes derechos:
– El derecho de la Administración para determinar la deuda tributaria me-
diante la oportuna liquidación.
– El derecho de la Administración para exigir el pago de las deudas tributa-
rias liquidadas y autoliquidadas.
– El derecho a solicitar las devoluciones derivadas de la normativa de cada
tributo, las devoluciones de ingresos indebidos y el reembolso del coste de
garantías
– El derecho a obtener las devoluciones derivadas de la normativa de cada
tributo, las devoluciones de ingresos indebidos y el reembolso del coste de
garantías
Sin embargo, la prescripción de derechos establecida en este artículo no afecta
al derecho de la Administración para realizar comprobaciones e investigaciones
conforme al artículo 115 de esta Ley (art. 66 bis de la LGT). La Administración
podrá comprobar e investigar los hechos, actos, elementos, actividades y demás
circunstancias determinantes de la obligación tributaria aún en el caso de que di-
chas comprobaciones e investigaciones afecten a ejercicios o períodos respecto de
los que se hubiere producido la prescripción del derecho de la Administración a
liquidar, siempre que tal comprobación sea precisa en relación con la de alguno de
los derechos mencionados en el artículo 66 de esta Ley que no hubiesen prescrito
y sin perjuicio de la aplicación del límite establecido por el artículo 66 bis. 2 de
la LGT, de acuerdo con el cual prescribirá a los diez años el derecho de la Admi-
nistración para iniciar el procedimiento de comprobación de las bases o cuotas
compensadas o pendientes de compensar o de deducciones aplicadas o pendientes
de aplicación.
La extinción de la obligación tributaria
Ejemplo: Tiene efectos interruptivos del plazo de prescripción el pago de una parte de la
deuda tributaria. La Administración dispone desde ese momento de cuatro años para exigir el
importe restante.
4. Efectos de la prescripción
La prescripción se aplica de oficio sin necesidad de que la invoque el obligado
tributario, y extingue la deuda tributaria. Si existieran varios obligados tributa-
rios en relación con una deuda, el efecto de la prescripción se extiende a todos
ellos. Si existieran varias deudas liquidadas a cargo de un mismo obligado tribu-
tario, la prescripción sólo afectará a la deuda a la que se refiera.
Las obligaciones formales vinculadas a otras obligaciones tributarias solo po-
drán exigirse mientras no haya expirado el plazo de prescripción del derecho para
determinar estas últimas. En este sentido, la obligación de justificar la procedencia
de los datos que tengan su origen en operaciones realizadas en períodos prescritos
se mantendrá durante el plazo de prescripción del derecho para determinar las
deudas tributarias afectadas por dicha operación y en todo caso en los supuestos
cuyo plazo de prescripción es de diez años.
Acordada la inclusión del sujeto pasivo en este sistema que, con carácter gene-
ral, es indefinido, la determinación del saldo de la cuenta se efectúa los días 31 de
marzo, 30 de junio, 30 de septiembre y 31 de diciembre de cada año. El crédito
o deuda que resulte debe notificarse al sujeto pasivo que puede formular alega-
ciones en el plazo de 10 días. Transcurrido dicho plazo debe dictarse liquidación
provisional en el plazo de 15 días. Si resulta una cantidad a devolver, la Adminis-
tración acuerda su pago. Si es a ingresar, debe procederse a su pago en los plazos
ordinarios.
2. Condonación
Las deudas tributarias solo podrán condonarse en virtud de una Ley. La suje-
ción de esta forma de extinción de la obligación tributaria al principio de reserva
de ley deriva de la indisponibilidad del crédito tributario. El acreedor del tributo
no puede decidir libremente quien resulta obligado finalmente a pagar el tributo
y en qué cuantía.
Serán anuladas y dadas de baja en cuenta aquellas deudas en período ejecutivo cuyo importe
inicial no supere los 6 euros (Orden HAC/2816/2002, de 5 de noviembre).
Hemos de tener en cuenta que las reglas del concurso establecen la consideración de créditos
con privilegio general para las retenciones tributarias, así como para los créditos tributarios, si
bien en este último caso el carácter privilegiado solo afecta al 50% de su importe. Los créditos
por intereses, recargos, multas y sanciones pecuniarias ostentan la calificación de subordina-
dos.
El derecho de prelación exige tener en cuenta la fecha de la diligencia de embargo del bien,
que determinará la antigüedad del embargo y la preferencia en la ejecución.
Es el caso por ejemplo de las deudas pendientes por el Impuesto sobre Bienes Inmuebles co-
rrespondientes al año natural en que se exige el pago y el anterior.
La extinción de la obligación tributaria
Ha de ser la ley de cada tributo la que establezca esta afección. Actualmente está previsto
en el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados y en el
Impuesto de Sucesiones y Donaciones. No están garantizadas con derecho de afección las
transmisiones sujetas al IVA.
Información Otras
y asistencia Gestión Inspección Recaudación actuaciones
También se
También se considera
considera aplicación
aplicación de
de los
los tributos
tributos el
el ejercicio
ejercicio de
de las
las actuaciones
actuaciones
administrativas y de las actuaciones de los obligados referidas anteriormente que
administrativas y de
se realicen en las actuaciones
el marco de los mutua.
de la asistencia obligados referidas
En este anteriormente
sentido, que se
la Administración
tributaria
realicen podráderequerir
en el marco y prestará
la asistencia mutua.asistencia tendente
Con vigencia desdealel intercambio
1 de enero dede2012
infor-
se
mación, a la recaudación de créditos, o a otros fines previstos en la normativa
introduce en la Ley
reguladora General
de dicha Tributaria un nuevo Capítulo, dentro del Título III sobre la
asistencia.
reguladora de dicha asistencia.
PROCEDIMIENTOS DE APLICACIÓN
DE LOS TRIBUTOS
PROCEDIMIENTO
DE INSPECCIÓN
PROCEDIMIENTO
PROCEDIMIENTOS
DE RECAUDACIÓN
DE GESTIÓN
Ejemplo: Un empresario puede elevar una consulta a la Dirección General de Tributos acerca
del régimen aplicable a sus rendimientos de actividades económicas en el IRPF, para conocer
si sus rendimientos tributan en régimen de estimación directa u objetiva. Asimismo, puede
consultar acerca de la calificación de una determinada renta, para determinar si constituye
una ganancia patrimonial o un rendimiento de actividad económica en el mencionado Im-
puesto.
Ejemplo: El obligado tributario realiza una consulta tributaria escrita relativa a la calificación
de determinadas rentas en su IRPF. La DGT califica las mencionadas rentas de rendimientos de
actividad económica, a pesar de que el consultante entiende que son rendimientos derivados
del trabajo personal. La contestación de la consulta no es recurrible y el obligado tributario
habrá de esperar la liquidación administrativa que resulte del correspondiente procedimiento
de comprobación para impugnar dicha calificación.
Ejemplo: Un sujeto, persona física, decide comprar un piso a otro particular. Como adquirente
del mencionado inmueble se convertirá en contribuyente del ITPAJD y habrá de ingresar la
cantidad que corresponda atendiendo al valor real del inmueble y al tipo de gravamen apli-
cable en su Comunidad Autónoma. Con el fin de evitar una futura comprobación de valores
solicita a la Administración autonómica, con carácter previo a la formalización de la compra,
que le proporcione información acerca del valor a efectos fiscales del mencionado inmueble.
Recibida la contestación administrativa, el valor otorgado al inmueble vincula al órgano ad-
ministrativo por un período de tres meses, siempre que no se alteren las circunstancias del
mismo.
3. El deber de información
La obtención de información por parte de la Administración constituye un
elemento fundamental en los procedimientos de aplicación de los tributos para
realizar un adecuado control administrativo del cumplimiento de las obligaciones
tributarias. Este deber de información se extiende por Ley no sólo a los sujetos
pasivos, sino también a terceros.
El ámbito subjetivo del deber de información es muy amplio, pues alcanza, de
acuerdo con lo dispuesto en el artículo 93 de la LGT a todas las personas físicas o
jurídicas, públicas o privadas, y en particular, a los retenedores y obligados a ingresar
a cuenta, las sociedades, colegios profesionales u otras entidades que medien en el
cobro de honorarios profesionales, así como entidades bancarias y otras autoridades
y profesionales (es el caso de notarios, registradores, sindicatos o partidos políticos).
El ámbito objetivo del mencionado deber se acota en relación con los datos,
informes, antecedentes y justificantes con trascendencia tributaria relacionados
con el cumplimiento de sus obligaciones tributarias o deducidos de sus relaciones
económicas, profesionales o financieras con otras personas. Ello quiere decir que
la información suministrada o requerida puede tener consecuencias jurídicas en
un procedimiento tributario, sin necesidad de que éste se haya iniciado.
En cuanto a la forma de cumplimiento del deber de información, la Ley es-
tablece que deberá cumplirse con carácter general en la forma y plazos que se
determinen reglamentariamente, es la llamada “información por suministro”, o
mediante requerimiento individualizado de la Administración, es la llamada “in-
formación por captación”.
La información por suministro constituye un deber general de determinados
sujetos que ha de ser cumplido en la forma y plazos reglamentariamente estable-
cidos. Están obligados a suministrar información los obligados tributarios que
realicen actividades económicas, así como aquellos que satisfagan rentas sujetas a
retención o ingreso a cuenta, intermedien o intervengan en operaciones económi-
cas, profesionales o financieras.
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Ejemplo: El empresario que abona rentas a sus trabajadores está obligado a presentar el mode-
lo 190 de retenciones e ingresos a cuenta en el IRPF en el plazo establecido por la normativa
reguladora de este Impuesto.
Por último hay que indicar que los datos obtenidos por la Administración tri-
butaria sobre la base de este deber de información tienen un carácter reservado,
y sólo pueden ser utilizados para la aplicación de los tributos y la imposición de
sanciones, sin que puedan ser cedidos a terceros, salvo en determinados supues-
tos a los que se refiere el artículo 95 de la LGT, tales como la colaboración en la
persecución de delitos, la colaboración con otras Administraciones tributarias o
con la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, la protección de los derechos o
intereses de menores o incapacitados, o la colaboración con jueces y tribunales
para la ejecución de resoluciones firmes. El incumplimiento de este deber de sigilo
por parte de las autoridades o funcionarios correspondientes se considerará una
falta disciplinaria muy grave.
Ahora bien, el carácter reservado de los datos no impedirá su publicidad cuando
ésta se derive de la normativa de la Unión Europea o cuando se cumplan los requi-
sitos establecidos en el nuevo artículo 95 bis, en situaciones de incumplimiento re-
levante de las obligaciones tributarias. De acuerdo con este precepto, la Administra-
ción tributaria publicará periódicamente listados de deudores a la Hacienda pública
por deudas o sanciones tributarias cuando concurran las siguientes circunstancias:
– Que el importe total de las deudas y sanciones tributarias pendientes de
ingreso supere un millón de euros
– Que estas deudas o sanciones tributarias no hubiesen sido pagadas transcu-
rrido el plazo de ingreso en período voluntario y no se encuentren aplaza-
das o suspendidas
La Ley 34/2015, de 21 de septiembre, ha introducido la posibilidad de dar
publicidad a estas situaciones de incumplimiento mediante la inclusión de los
deudores en unos listados de publicación periódica con la siguiente información:
– La identificación de los deudores
– El importe conjunto de las deudas y sanciones pendientes de pago
Para determinar la inclusión de un deudor en el listado se tomará como re-
ferencia el 31 de diciembre del año anterior al del acuerdo de publicación. La
propuesta de inclusión en el listado se comunicará al deudor afectado, que podrá
formular alegaciones en el plazo de 10 días contados a partir del siguiente al de
la recepción de la comunicación. Dichas alegaciones habrán de referirse exclusi-
vamente a la existencia de errores materiales, de hecho o aritméticos en relación
con los requisitos necesarios para su inclusión. Como consecuencia del trámite de
alegaciones, la Administración podrá acordar la rectificación del listado cuando
se acredite fehacientemente que no concurren los requisitos legales necesarios.
Posteriormente, el Director General de la AEAT dictará el acuerdo de publicación,
que se entenderá notificado con su publicación y la del listado. Dicha publica-
ción, que se producirá en todo caso durante el primer semestre de cada año, se
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efectuará por medios electrónicos y los listados dejarán de ser accesibles una vez
transcurridos tres meses desde la fecha de publicación.
En la publicación del listado se especificará que la situación del deudor es la
existente a 31 de diciembre del año anterior, sin que la publicación del listado re-
sulte afectada por actuaciones posteriores del deudor en orden al pago de dichas
deudas y sanciones. Asimismo, la publicación no afectará al régimen de impug-
nación establecido en relación con las actuaciones y procedimientos de los que
deriven dichas deudas, ni a las actuaciones y procedimientos de aplicación de los
tributos iniciados o que puedan iniciarse con posterioridad. Las actuaciones de-
sarrolladas en este procedimiento en orden a la publicación no constituyen causa
de interrupción de la prescripción y el acuerdo de publicación del listado pone fin
a la vía administrativa.
Ejemplo: El inicio del procedimiento de inspección se notifica al sujeto pasivo mediante comu-
nicación. Una vez notificado el inicio, en el desarrollo del mismo se van obteniendo pruebas
que se documentan en las correspondientes diligencias, que se incorporan al expediente. El
resultado de las actuaciones realizadas se refleja en el acta de la inspección, que incluye una
propuesta de liquidación.
2. Liquidaciones tributarias
Los procedimientos de aplicación de los tributos finalizan habitualmente con la
resolución del órgano administrativo, que incluye una liquidación tributaria. Por
consiguiente, la liquidación es el acto resolutorio mediante el cual el órgano com-
petente realiza las operaciones necesarias para determinar el importe de la deuda
tributaria o la cantidad que resulte a devolver o compensar, de acuerdo con la nor-
mativa tributaria (artículo 101 de la LGT).
Las liquidaciones serán provisionales o definitivas. Tienen la consideración de
definitivas aquellas liquidaciones practicadas en el procedimiento inspector previa
comprobación e investigación de todos los elementos de la obligación tributaria,
siendo por consiguiente provisionales aquéllas que resulten de un procedimiento
en el que la comprobación no alcance a todos los elementos de dicha obligación.
Además, las liquidaciones provisionales también se caracterizan porque pueden ser
modificadas por la Administración en un procedimiento de comprobación iniciado
con posterioridad, mientras que las liquidaciones definitivas sólo pueden modificar-
se a través de los medios de revisión previstos en la Ley. Es importante destacar que
aunque la liquidación provisional, a diferencia de la definitiva, puede ser modifica-
da por el órgano administrativo, no quiere ello decir que dicha modificación pueda
producirse por un cambio de criterio de la Administración, ya que la rectificación de
una liquidación provisional debe basarse en nuevos elementos de hecho.
Ejemplo: Los procedimientos de gestión tributaria finalizan siempre con una liquidación provi-
sional, que puede ser modificada por la Inspección en un procedimiento de comprobación e
investigación iniciado con posterioridad, sin perjuicio del límite que establece el artículo 140
LGT. El procedimiento de inspección terminará con una liquidación definitiva, si tiene alcan-
ce general, o bien con una liquidación provisional, si sus actuaciones presentan un alcance
parcial.
La aplicación de los tributos
En relación con el cómputo de dicho plazo hay que tener en cuenta que los
períodos de interrupción justificada, las dilaciones en el procedimiento por cau-
sas no imputables a la Administración y los períodos de suspensión del plazo
que se produzcan conforme a la Ley, no se incluirán en el cómputo del plazo de
resolución. Los supuestos de interrupción justificada y dilaciones por causas no
imputables a la Administración se establecen en los artículos 103 y 104 del RG-
GI, se cuentan por días naturales, y deben documentarse para su constancia en
el expediente. Sin embargo, a efectos del cómputo del plazo del procedimiento
inspector no se tendrán en cuenta dichas interrupciones y dilaciones, siendo ne-
cesario atender a los supuestos de suspensión recogidos en el artículo 150.3 de la
LGT, que serán analizados posteriormente en el tema relativo al procedimiento
de Inspección.
Los efectos derivados del incumplimiento del plazo de resolución son los es-
tablecidos en la normativa reguladora de cada procedimiento. En defecto de esta
regulación, el vencimiento del plazo máximo sin resolución expresa produce los
siguientes efectos:
A) En los procedimientos iniciados a instancia de parte, los interesados podrán
entender estimadas sus solicitudes (silencio administrativo positivo), salvo
en el ejercicio del derecho de petición regulado en el artículo 29 de la CE y
en los procedimientos de impugnación de actos y disposiciones, en los que
el silencio será considerado desestimatorio (silencio administrativo negati-
vo).
B) En los procedimientos iniciados de oficio, los efectos derivados del incum-
plimiento difieren si:
– Se trata de un procedimiento del que pueda derivarse el reconocimiento
o constitución de derechos u otras situaciones jurídicas individualizadas,
el silencio es desestimatorio
– Se trata de procedimientos susceptibles de producir efectos desfavorables
o de gravamen se producirá la caducidad del procedimiento.
La caducidad constituye, por un lado, una forma de extinción de determinados
derechos o facultades, en cuyo caso se parece a la prescripción, si bien presenta
ciertas diferencias importantes, como la relativa a la imposibilidad de sufrir inte-
rrupciones. Este tipo de caducidad se produce por ejemplo en los procedimientos
iniciados a instancia de parte, ante la inactividad del interesado por un período
de tres meses.
Ahora bien, la caducidad del procedimiento deriva del transcurso del plazo
máximo establecido para resolver el procedimiento, y produce los siguientes efec-
tos:
1. El archivo de las actuaciones
La aplicación de los tributos
4. Notificaciones
La Administración está obligada a resolver los procedimientos de aplicación
de los tributos y a notificar la resolución de forma expresa. Por lo tanto, las li-
quidaciones, en cuanto actos que ponen fin a estos procedimientos, han de ser
notificadas a los obligados tributarios indicando:
– La identificación del obligado tributario
– Los elementos determinantes de la cuantía de la deuda
– La motivación
– Los medios de impugnación, órgano y plazo para su interposición
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Ejemplo: El obligado tributario presenta su autoliquidación del IRPF con un importe a ingresar
de 1.000 euros. El órgano de gestión encargado de la recepción de dicha autoliquidación no
se muestra conforme con los datos y cálculos realizados por el contribuyente e inicia un pro-
cedimiento de verificación de datos, con el fin de regularizar la situación tributaria del sujeto.
Dicho procedimiento finaliza normalmente con una liquidación provisional que determina el
importe de la deuda tributaria.
1. Procedimiento de devolución
Las devoluciones requeridas con el inicio de este procedimiento son las deriva-
das de la normativa de cada tributo, es decir, como indica el artículo 31 de la LGT,
“las correspondientes a cantidades ingresadas o soportadas debidamente como
consecuencia de la aplicación del tributo”. Este es el procedimiento utilizado para
solicitar la devolución de los pagos a cuenta abonados en exceso en el IRPF o en
el IS y las devoluciones del IVA, y difiere del procedimiento para la devolución de
ingresos indebidos que aparece recogido en la Ley entre los medios de revisión.
A) Inicio
Este procedimiento se inicia a instancia del obligado tributario mediante la
presentación de una autoliquidación de la que resulte una cantidad a devolver,
una comunicación de datos o una solicitud, de acuerdo con la normativa de cada
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tributo. Ahora bien, dicha normativa impone como regla general la utilización de
la autoliquidación como mecanismo de inicio del procedimiento de devolución.
B) Tramitación
Presentada la autoliquidación, la Administración examinará la documentación
presentada y la contrastará con los datos que obran en su poder, para proceder
seguidamente:
– Si la autoliquidación es correcta, al reconocimiento de la devolución solicita-
da, que será notificada mediante el abono de la transferencia correspondiente.
– Si se aprecia algún defecto formal, error aritmético o discrepancia en los
datos o en su calificación, al inicio de un procedimiento de comprobación,
que pondrá fin al procedimiento de devolución previamente iniciado.
C) Terminación
En definitiva, el procedimiento de devolución puede finalizar:
– Por acuerdo o resolución del órgano administrativo que indique la proce-
dencia de la devolución
– Por el inicio, notificado al obligado tributario, de un procedimiento de veri-
ficación de datos, comprobación limitada o inspección, en el que se resolve-
rá la procedencia de la devolución.
A) Inicio
En los tributos en que así se establezca expresamente, la gestión tributaria se
iniciará con una declaración del sujeto pasivo en la que ponga de manifiesto a
la Administración la realización de un hecho imponible, y comunique los datos
necesarios para que ésta cuantifique la obligación tributaria mediante la oportuna
liquidación provisional.
Los procedimientos de gestión tributaria
Ejemplo: Es el caso del ISD, cuya normativa regula la opción del contribuyente, que puede
declarar la percepción de una herencia, facilitando a la Administración los datos necesarios
para que ésta liquide la deuda tributaria, o presentar una autoliquidación e ingresar el importe
de la deuda resultante. El inicio de la gestión tributaria por declaración del sujeto pasivo es
frecuente también en los impuestos municipales.
B) Tramitación
Presentada la declaración, la Administración dispone de un plazo de seis meses
para notificar al sujeto pasivo la correspondiente liquidación. A estos efectos, la
Administración podrá realizar las siguientes actuaciones:
– Utilización de los datos consignados en la declaración
– Utilización de los datos que obren en su poder
– Requerimientos al obligado tributario para que realice aclaraciones o pre-
sente justificantes
– Requerimientos a terceros
– Comprobación de valores
En aquellos casos en los que, como consecuencia de las actuaciones practica-
das, la Administración considere que la liquidación ha de realizarse sobre la base
de datos distintos de los declarados, debe notificar al sujeto pasivo la propuesta
de liquidación para que éste presente las alegaciones que considere oportunas. En
cambio, cuando la Administración advierta que la liquidación puede realizarse
sobre la base de los datos presentados en la declaración procederá directamente
a su notificación.
C) Terminación
El procedimiento iniciado por declaración suele terminar con la liquidación
provisional practicada por la Administración tributaria, si bien puede finalizar
por caducidad, si transcurre el plazo de seis meses indicado en la Ley sin resolu-
ción expresa.
3. Procedimientos de comprobación
Una vez presentada la autoliquidación del tributo, la Administración no está
obligada a ajustarse a los datos y calificaciones realizadas por el obligado tribu-
tario y procederá en ocasiones a su comprobación. El considerable aumento del
número de contribuyentes y de autoliquidaciones presentadas impuso la necesidad
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A) Inicio
El procedimiento de verificación de datos puede iniciarse:
– Mediante requerimiento de la Administración para que el sujeto obligado
aclare o justifique la discrepancia observada.
– Mediante la notificación de la propuesta de liquidación, en los casos en que
la Administración cuente con los datos necesarios para formularla.
B) Tramitación
El procedimiento continuará con la comparecencia del obligado tributario
para realizar las aclaraciones o presentar los justificantes solicitados por la Ad-
Los procedimientos de gestión tributaria
C) Terminación
El procedimiento de verificación de datos puede finalizar:
– Por resolución en la que se advierta que no procede dictar liquidación pro-
visional
– Por liquidación provisional
– Por subsanación, aclaración o justificación de la discrepancia, documentada
en una diligencia
– Por caducidad
– Por el inicio de un procedimiento de comprobación limitada o de inspec-
ción.
A) Inicio
Las actuaciones de comprobación limitada se iniciarán de oficio por el órgano
competente, siendo notificado a los obligados tributarios mediante una comuni-
cación que exprese la naturaleza y alcance de las actuaciones de comprobación e
informe al obligado de sus derechos y obligaciones en el desarrollo de estas actua-
ciones. Si la Administración dispone de datos suficientes, el procedimiento puede
iniciarse con la notificación de la propuesta de liquidación.
B) Tramitación
En el procedimiento de comprobación limitada, la Administración puede com-
probar los hechos, actos, elementos, actividades, explotaciones y demás circuns-
tancias determinantes de la obligación tributaria. En particular, podrá realizar las
siguientes actuaciones, que serán documentadas en las correspondientes comuni-
caciones y diligencias:
– Examen de los datos declarados y de los justificantes presentados o reque-
ridos
– Examen de los datos y antecedentes en poder de la Administración tributa-
ria que pongan de manifiesto la realización del hecho imponible o la exis-
tencia de elementos del mismo no declarados o distintos de los declarados
por el contribuyente
– Examen de los registros y demás documentos exigidos por la normativa
tributaria, y de cualquier otro libro, registro o documento de carácter
oficial excluida la contabilidad mercantil, así como el examen de facturas
que sirvan de justificante al contenido de dichos libros.
No obstante, cuando el obligado tributario aporte voluntariamente la docu-
mentación contable, la Administración podrá examinarla a los solos efectos
de constatar la coincidencia entre dicha documentación y la información de
que dispone, sin que este examen impida una posterior comprobación de las
operaciones en un procedimiento inspector.
– Requerimientos a terceros para que aporten información por suministro o
la ratifiquen.
En relación con los medios de comprobación de que dispone la Administración
en el desarrollo de este procedimiento se excluye la posibilidad de requerir infor-
mación sobre movimientos financieros, aunque puede solicitar información docu-
mental al obligado tributario de determinadas operaciones financieras, así como
la posibilidad de realizar actuaciones de comprobación fuera de sus oficinas, tarea
que corresponde a los órganos de inspección.
Los procedimientos de gestión tributaria
C) Terminación
El procedimiento de comprobación limitada termina normalmente con una
resolución expresa de la Administración que debe incluir:
– Obligación tributaria o elementos de la misma y ámbito temporal de com-
probación
– Actuaciones concretas realizadas
– Motivación
– Liquidación provisional o manifestación expresa de que no procede la regu-
larización
Ahora bien, este procedimiento puede finalizar también por caducidad, si
transcurridos seis meses desde la notificación del inicio del procedimiento no se
ha notificado resolución expresa; o por el inicio de un procedimiento inspector
que incluya el objeto de la comprobación limitada.
Por último, debemos destacar los efectos que la regularización realizada en este
procedimiento produce en un procedimiento de comprobación posterior sobre
el mismo objeto. De acuerdo con el artículo 140 de la LGT, dictada resolución
en un procedimiento de comprobación limitada, la Administración tributaria no
podrá efectuar una nueva regularización en relación con el objeto comprobado,
salvo que en un procedimiento de comprobación limitada o inspección posterior
se descubran nuevos hechos o circunstancias que resulten de actuaciones distintas
a las realizadas y especificadas en dicha resolución.
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A) Inicio
El procedimiento de comprobación de valores puede ser iniciado:
– Mediante una comunicación de la Administración.
– Mediante la notificación conjunta de la propuesta de liquidación y valora-
ción, en aquellos supuestos en los que la Administración cuente con datos
suficientes para ello.
B) Tramitación
El valor de las rentas, productos o bienes puede ser comprobado por la Ad-
ministración utilizando los medios previstos en el artículo 57 de la LGT.
Los procedimientos de gestión tributaria
C) Terminación
En definitiva, el procedimiento de comprobación de valores finaliza en el plazo
indicado, con la notificación de la regularización acompañada de la valoración
correspondiente. El plazo de seis meses de duración del procedimiento sólo será
aplicable en el caso de que dicho procedimiento se desarrolle de forma autónoma,
en caso contrario, habrá de tramitarse respetando los plazos del procedimiento
inicial en el que se inserte.
Contra la valoración que resulte de este procedimiento, el obligado tributario
no podrá interponer recurso alguno, pero puede promover la tasación pericial
contradictoria, o plantear cualquier cuestión que estime procedente en el recurso
interpuesto contra el acto de liquidación resultante del procedimiento.
I. INTRODUCCIÓN
La inspección tributaria está constituida por un conjunto de órganos adminis-
trativos cuya misión consiste, esencialmente, en controlar y garantizar la correcta
aplicación de los tributos. Así, la inspección vela por el exacto cumplimiento de
las obligaciones establecidas por el ordenamiento tributario, realizando las com-
probaciones e investigaciones oportunas y regularizando las situaciones de aque-
llos obligados tributarios que no se ajusten a Derecho.
Por tanto, la inspección tributaria lleva a cabo, en el seno del correspondiente
procedimiento, una doble labor: primera, verificar la situación tributaria de los obli-
gados, comprobando las declaraciones y autoliquidaciones presentadas e investi-
gando los hechos no declarados o ignorados por la Administración; y, segunda, ade-
cuar a Derecho aquellas situaciones tributarias que se hayan reputado irregulares,
mediante la práctica, con carácter general, de las correspondientes liquidaciones.
De este modo, las funciones de comprobación y liquidación tributarias se com-
parten por los órganos de gestión e inspección. No obstante, éstos últimos tienen
atribuidas unas facultades comprobatorias mucho más amplias, pudiendo exami-
nar, como regla general, la situación del obligado tributario en su conjunto.
Ejemplo:
– El procedimiento inspector se inicia, normalmente, con la notificación al obligado
tributario de una comunicación, mediante la cual se requiere su personación o la
aportación de documentación con trascendencia tributaria. La personación o no del
obligado, las manifestaciones que pueda realizar en la misma y la aportación o no
de la documentación solicitada, se recogen en una diligencia. Cuando la inspección
concluya sus actuaciones de comprobación e investigación, se extiende un acta, que
constituye una propuesta de resolución en la cual, o bien se declara correcta la situa-
ción tributaria del sujeto inspeccionado, o bien se plantea su regularización. En este
último caso, el procedimiento termina, habitualmente, con una liquidación en la que
se determina el importe de la deuda tributaria a ingresar.
V. EL PROCEDIMIENTO INSPECTOR
1. Objeto
El art. 145 de la LGT establece que el procedimiento inspector tiene por objeto
la comprobación e investigación del adecuado cumplimiento de las obligaciones
tributarias y, en su caso, la regularización de la situación tributaria del obligado
mediante la práctica de una o varias liquidaciones. Las actuaciones de compro-
bación se proyectan sobre los actos, elementos y valoraciones declarados por los
obligados tributarios, mientras que la investigación consiste en descubrir la exis-
tencia de hechos con relevancia tributaria no declarados o declarados incorrecta-
mente por aquellos.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
2. Fases
Siguiendo el esquema clásico de los procedimientos administrativos, el proce-
dimiento de inspección se estructura en tres fases diferenciadas:
1) Iniciación.
El procedimiento se incoará normalmente de oficio, mediante la notifica-
ción al obligado de una comunicación o a través de la personación del pro-
pio inspector.
2) Tramitación o desarrollo.
Iniciado el procedimiento, la inspección realizará todas las actuaciones
comprobatorias e investigadoras que estime necesarias para concluir la co-
rrección o no de la situación tributaria del sujeto inspeccionado. El resulta-
do de tales actuaciones se recogerá en un acta que contendrá, si procede, la
oportuna propuesta de regularización.
3) Terminación.
El procedimiento finalizará mediante liquidación en la que se efectúe la
regularización de la situación tributaria del obligado o acuerdo declarativo
de la improcedencia de llevar a cabo regularización alguna. En todo ca-
so, el acto conclusivo del procedimiento se dictará por un órgano distinto
del instructor, atribuyéndose dicha competencia, con carácter general, al
Inspector-Jefe correspondiente.
2.1. Iniciación
El procedimiento de inspección se inicia, habitualmente, de oficio, a través de
una comunicación, debidamente notificada al obligado, para que se persone en
el lugar y fecha señalados y aporte la documentación solicitada, o bien mediante
personación de la inspección, sin previo aviso, en los locales o establecimientos
del obligado o donde exista alguna prueba de la obligación tributaria.
En cualquier caso, tal como dispone el art. 147 de la LGT, los obligados deben
ser informados, al inicio del procedimiento, sobre la naturaleza y alcance de las
El procedimiento de inspección
2.2. Tramitación
En el curso del procedimiento de inspección se realizarán todas las actuaciones
de comprobación e investigación necesarias para la obtención de los datos y prue-
bas que permitan concluir si la situación tributaria del obligado se ajusta o no a
Derecho y, en este último supuesto, fundamentar su regularización. A tales efectos,
la inspección se halla facultada, entre otros extremos, para examinar cualquier do-
cumentación con trascendencia tributaria, acceder a los locales y establecimientos
del obligado o requerir información, tanto a éste último como a terceros.
Ejemplo:
– La sociedad Beta se halla obligada a declarar por el IS correspondiente al período
impositivo 2016, cuyo plazo reglamentario de presentación e ingreso finaliza el 25 de
julio de 2017. El plazo de prescripción de que dispone la Administración tributaria pa-
ra determinar dicha deuda tributaria, mediante la oportuna liquidación, es de 4 años,
a contar desde el día siguiente a aquel en que finalizó el plazo reglamentario para la
presentación de la autoliquidación. La Administración tributaria notifica a la sociedad
Beta, el 25 de julio de 2021, el inicio de un procedimiento inspector cuyo objeto es
la comprobación e investigación del IS de 2016. Dicha actuación administrativa, así
como las sucesivas que se realicen en el procedimiento inspector con conocimiento
formal del obligado, interrumpirán la prescripción, reiniciándose cada vez un nuevo
plazo de 4 años. Ahora bien, supóngase que la Administración tarda más de 18 meses
en concluir el procedimiento inspector, notificando a la sociedad Beta la liquidación
que pone fin al mismo el 28 de enero de 2023. Pues bien, el incumplimiento del plazo
máximo de duración del procedimiento inspector (18 meses) no conlleva la caducidad
del mismo, pudiendo seguir hasta su terminación. Sin embargo, las actuaciones lleva-
das a cabo en dicho procedimiento durante los 18 meses en que éste debía desarrollar-
se, las cuales habían provocado la interrupción del cómputo del plazo de prescripción
(y, por tanto, su reinicio), dejan de tener dicho efecto interruptivo. De esta manera, el
dies ad quem del cómputo del plazo de prescripción vuelve a ser el inicial, por lo que,
en la fecha de notificación de la liquidación practicada en el procedimiento inspector,
la obligación tributaria correspondiente al IS del período 2016 se halla prescrita.
Ejemplo:
– La sociedad Alfa no ha presentado la autoliquidación del IS correspondiente al período
impositivo 2016, cuya deuda tributaria ascendía a 10.000 €. La Administración tribu-
taria notifica a la sociedad Alfa, el 1 de junio de 2018, el inicio de un procedimiento
inspector cuyo objeto es la comprobación e investigación del IS de 2016. En dicha
comunicación la inspección requiere al obligado tributario para que, el 20 de junio
de 2018, comparezca en sus oficinas y aporte determinada documentación. El repre-
sentante legal de Alfa se persona en las oficinas de la inspección en la fecha señalada,
aportando la totalidad de la documentación requerida. El día siguiente (21 de junio
de 2018), el obligado tributario presenta la autoliquidación del IS correspondiente al
período 2016 e ingresa la deuda tributaria resultante (10.000 €). En el caso de que la
Administración excediese el plazo máximo de duración del procedimiento inspector,
se producirían las siguientes consecuencias: 1) La aplicación de un recargo por de-
claración extemporánea del 15% (ó del 11,75%, si se ingresa el recargo en período
voluntario), ya que la autoliquidación del IS de 2016 se presentó dentro de los 12
meses siguientes al término del plazo reglamentario de ingreso (25 de julio de 2017).
2) La exclusión de las sanciones que hubieran podido exigirse y los intereses de demora
devengados hasta la presentación de la autoliquidación.
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Ejemplo:
– La sociedad Beta no ha presentado la autoliquidación del IS correspondiente al pe-
ríodo impositivo 2016, cuya deuda tributaria ascendía a 20.000 €. La Administración
tributaria notifica a la sociedad Beta, el 1 de febrero de 2020, el inicio de un procedi-
miento inspector cuyo objeto es la comprobación e investigación del IS de 2016. Tras
la realización de las oportunas actuaciones de comprobación e investigación y la prác-
tica del acta correspondiente, la Administración notifica a la sociedad Beta, el 28 de
diciembre de 2021, la liquidación que pone fin al procedimiento inspector. Pues bien,
el incumplimiento del plazo máximo de duración del procedimiento inspector (18 me-
ses) conlleva la no exigencia de intereses de demora desde la fecha del incumplimiento
(1 de octubre de 2021) hasta la de terminación del procedimiento (28 de diciembre
de 2021).
a) Actas de conformidad
La suscripción del acta de conformidad se produce en aquellos casos en que
el obligado tributario, una vez evacuado el trámite de audiencia, está de acuerdo
con la propuesta de regularización formulada por la inspección. Dicha conformi-
dad se debe hacer contar en el acta de forma expresa, entendiéndose notificada la
misma por su firma, según dispone el art. 156 de la LG.
Tras la firma del acta de conformidad, caben las siguientes posibilidades:
1) Si en el plazo de 1 mes, contado desde el día siguiente a la fecha del acta,
la inspección no hubiese notificado expresamente al obligado acuerdo mo-
dificando o confirmando la propuesta formulada en el acta, se considerará
producida y notificada la liquidación según ésta última.
Por tanto, en tales casos se genera una liquidación presunta, confirmatoria
de la propuesta de liquidación contenida en el acta, por el simple transcurso
de 1 mes desde su firma sin que se haya dictado acto administrativo alguno
en otro sentido.
Ejemplo:
– El obligado tributario firma de conformidad, el 20 de mayo de 2016, el acta extendida
por la inspección tributaria, conteniendo ésta una propuesta de liquidación que ascien-
de a 10.000 €. Si la inspección no notifica al obligado, antes del transcurso de 1 mes,
un acuerdo expreso en el que se confirme o modifique la propuesta de liquidación
recogida en el acta, el 20 de junio de 2016 se entenderá notificada una liquidación en
los mismos términos que la propuesta del acta (10.000 €). De este modo, el período
voluntario de ingreso de dicha deuda abarcará hasta el 5 de agosto de 2011.
El procedimiento de inspección
2) Antes del transcurso de 1 mes, contado desde el día siguiente a la fecha del
acta, puede notificarse al obligado acuerdo del órgano competente para li-
quidar (con carácter general, el Inspector-Jefe) con alguno de los siguientes
contenidos:
a) Confirmación de la liquidación propuesta en el acta: el procedimiento de
inspección finalizará con la notificación de dicho acuerdo de liquidación,
confirmatorio de la propuesta contenida en el acta.
b) Ordenación de que se complete el expediente mediante la realización
de actuaciones complementarias: se dejará sin efecto el acta formaliza-
da, se notificará esta circunstancia al obligado tributario y se efectua-
rán las actuaciones que procedan, cuyo resultado se documentará en
un acta que sustituirá a la anteriormente suscrita y se tramitará según
proceda.
c) Modificación de la propuesta de liquidación contenida en el acta: en ca-
so de existir en la liquidación propuesta en el acta error en la apreciación
de los hechos o indebida aplicación de las normas jurídicas, se procederá
a rectificar dicha propuesta, notificando el acuerdo al obligado y conce-
diéndole un plazo de 15 días para la formulación de alegaciones. Trans-
currido este plazo, se dictará y notificará la correspondiente liquidación,
concluyendo el procedimiento inspector.
Ejemplo:
– El obligado tributario firma de conformidad, el 20 de mayo de 2016, el acta extendida
por la inspección tributaria, conteniendo una propuesta de liquidación que asciende a
10.000 €. La inspección notifica al obligado, el 5 de junio de 2016, un acuerdo expreso,
el cual puede consistir en: A) Acuerdo de liquidación confirmatorio de la propuesta
contenida en el acta (10.000 €): termina el procedimiento inspector y se abre el pe-
ríodo voluntario de ingreso de la deuda, que abarcará hasta el 20 de julio de 2016.
B) Acuerdo por el que se ordena completar el expediente: se deja sin efecto el acta
de conformidad firmada, se notifica este extremo al obligado, se llevan a cabo nuevas
actuaciones de comprobación e investigación complementarias y se formaliza una
nueva acta, tramitándose según se suscriba de conformidad, de disconformidad o con
acuerdo. C) Acuerdo modificativo de la propuesta de liquidación contenida en el acta,
por errores de hecho o de derecho: el obligado dispondrá de un plazo de 15 días para
efectuar alegaciones, a la vista de las cuales se le notificará la oportuna liquidación; di-
cha liquidación pone fin al procedimiento inspector, abriéndose el período voluntario
de ingreso de la deuda resultante. Por tanto, si la liquidación se notificase el 28 de julio
de 2016, determinando una deuda tributaria de 12.000 €, el obligado dispondría hasta
el 5 de septiembre para ingresar tal cantidad.
b) Actas de disconformidad
Tal como dispone el art. 157 de la LGT, la extensión de un acta de disconfor-
midad tiene lugar cuando el obligado tributario, tras el preceptivo trámite de au-
diencia, se niegue a firmar el acta, suscriba el acta pero no preste su conformidad
a la regularización propuesta en la misma o no comparezca en la fecha señalada
para la firma de las actas.
El acta se entiende notificada en el momento en que el obligado rehúse la firma
o manifieste su disconformidad con la propuesta de regularización contenida en
aquélla. Únicamente en los supuestos de incomparecencia se procederá a la noti-
ficación expresa del acta.
Junto al acta de disconformidad, que debe reflejar de forma explícita la cir-
cunstancia determinante de su tramitación, se entregará al obligado tributario un
informe ampliatorio. En este documento anexo, el inspector actuario desarrollará
los fundamentos de derecho en que haya basado la regularización propuesta en el
acta, completando así la motivación ya recogida en ella.
Una vez notificado el acta, el obligado dispondrá de un plazo de 15 días para
formular alegaciones ante el órgano competente para liquidar (como regla gene-
ral, el Inspector-Jefe). Dicho plazo se contará desde el día siguiente al de la fecha
en que se produzca la negativa a suscribir el acta, su firma en disconformidad o,
en caso de incomparecencia, la notificación expresa del acta.
Pues bien, recibidas las alegaciones o concluido el plazo para su presentación,
el órgano competente para liquidar, a la vista del acta, del informe ampliatorio
y de las alegaciones en su caso formuladas, dictará un acuerdo, que deberá ser
notificado al obligado, con alguno de los siguientes contenidos:
a) Confirmación de la liquidación propuesta en el acta: la notificación del
acuerdo de liquidación, confirmatorio de la propuesta contenida en el acta
de disconformidad, pone fin al procedimiento de inspección.
b) Modificación de la propuesta de liquidación contenida en el acta: cuando se
considere que, en el acta, concurre un error en la apreciación de los hechos
El procedimiento de inspección
Ejemplo:
– El obligado tributario firma en disconformidad, el 22 de abril de 2016, el acta practicada
por la inspección tributaria, conteniendo una propuesta de liquidación por un importe
de 20.000 €. Junto al acta se entrega al obligado el correspondiente informe ampliatorio.
El obligado tributario dispone de un plazo de 15 días para formular alegaciones. A la vis-
ta del acta, el informe y las alegaciones, la inspección notifica al obligado, el 20 de mayo
de 2016, un acuerdo de liquidación expreso, confirmatorio de la propuesta contenida en
el acta (20.000 €): termina el procedimiento inspector y se abre el período voluntario de
ingreso de la deuda tributaria, que abarcará hasta el 5 de julio de 2016.
Ejemplo:
– El 2 de marzo de 2016 se suscribe un acta con acuerdo, conteniendo ésta una propues-
ta de liquidación que asciende a 10.000 € y una propuesta de sanción por un importe
de 2.500 €. El obligado acredita fehacientemente la constitución de un aval solidario
de entidad bancaria. Si la inspección no notifica al obligado, antes del transcurso de
10 días hábiles, un acuerdo expreso en el que se rectifiquen los errores materiales que
contenga el acta con acuerdo, se entenderán notificadas tanto la liquidación como la
sanción en los mismos términos que se propusieron en el acta (10.000 € y 2.500 €,
respectivamente). Supóngase que la liquidación y la sanción se entienden notificadas
el 25 de marzo de 2016: el período voluntario de ingreso, tanto de la deuda como de
la sanción, abarcará hasta el 5 de mayo de 2016.
Ejemplo:
– El 5 de junio de 2016 se suscribe un acta con acuerdo, ascendiendo la propuesta de
liquidación a 20.000 € y la propuesta de sanción a 5.000 €. El obligado acredita feha-
cientemente la constitución de un depósito que cubre la suma de ambas cantidades. La
inspección notifica al obligado, el 10 de junio de 2016 (antes del transcurso de 10 días
hábiles), un acuerdo expreso por el que se rectifican determinados errores materiales
existentes en el acta, ascendiendo la nueva deuda tributaria a 25.000 € y la sanción a
7.500 €. Como las cantidades derivadas del acuerdo son mayores que el importe del
depósito: 1) Se procederá a aplicar la totalidad del depósito (25.000 €) al pago de
tales cantidades. 2) Se abrirá el período voluntario para el ingreso de la diferencia no
cubierta por el depósito (7.500 €), que abarcará hasta el 20 de julio de 2016.
2.3. Terminación
A) Liquidación
La liquidación constituye la forma normal de finalización del procedimiento
inspector, según dispone el art. 189 del RGGI. Dicha liquidación, dictada normal-
mente por el Inspector-Jefe, incorporará en su caso los intereses de demora deven-
gados hasta el día en que se dicte o se entienda dictada la misma, especificando las
bases de cálculo sobre las que se aplican los tipos de interés, los tipos de interés
aplicables y las fechas de comienzo y finalización de los períodos de devengo del
interés de demora.
A) De comprobación e investigación
Con la finalidad de comprobar e investigar la existencia y situación de los
bienes de los obligados tributarios podrán examinar documentos, libros, contabi-
lidad, justificantes, correspondencia con trascendencia tributaria, así como bases
de datos informatizadas. Cuando las actuaciones lo requieran pueden entrar en
fincas, locales de negocio y demás establecimientos y lugares en que se desarrollen
actividades o explotaciones sometidas a gravamen, existan bienes sujetos a tribu-
tación, se produzcan hechos imponibles o exista alguna prueba de los mismos.
1. Período voluntario
El pago de la deuda en período voluntario es el modo normal de extinción
de la obligación tributaria. Sólo cuando el sujeto pasivo no abona la deuda en el
plazo establecido se puede iniciar la ejecución contra su patrimonio. El período
voluntario constituye así el período de recaudación en el que el obligado tributa-
rio hace efectivo el importe de la deuda dentro de los plazos y con los requisitos
ya analizados en el capítulo dedicado al pago.
El comienzo del período voluntario coincide con el momento en que la deuda
es exigible, bien porque resulta de una autoliquidación presentada por el obligado
tributario, o de un acto administrativo de liquidación tributaria. A estos efectos,
distinguimos diferentes supuestos:
A) Deudas derivadas de autoliquidaciones presentadas por el sujeto pasivo:
la recaudación en período voluntario se inicia en la fecha de comienzo del
plazo establecido para su presentación y finaliza el último día del plazo de
presentación e ingreso dispuesto por la normativa propia de cada tributo. En
el supuesto de deudas a ingresar procedentes de autoliquidaciones presentadas
fuera de plazo sin realizar el ingreso, el período voluntario concluirá el mismo
día de la presentación de la autoliquidación.
Ejemplo: La normativa propia del IRPF establece que el período voluntario de presentación e
ingreso de la deuda tributaria derivada de la autoliquidación del año 2014 comienza el 11 de
mayo y finaliza el 30 de junio. La presentación de una autoliquidación del IRPF fuera de plazo
(el día 10 de julio), implica que el período voluntario de pago finaliza dicho día, así como el
devengo del recargo por declaración extemporánea que corresponda en función del retraso.
Ejemplo: La autoliquidación del IRPF presentada por el contribuyente ha sido rectificada por la
Administración como consecuencia del inicio de un procedimiento inspector. La notificación
de la liquidación administrativa derivada del acta de inspección se recibe por el contribuyente
el 20 de mayo. Su plazo voluntario de pago comienza dicho día y finaliza el 5 de julio o inme-
diato hábil posterior.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
2. Período ejecutivo
El período ejecutivo se inicia cuando la deuda tributaria no ha sido ingresada
en el período voluntario de recaudación. En consecuencia, para que se inicie el
período ejecutivo es necesario:
A) Que la deuda tributaria sea líquida, bien resulte de la autoliquidación pre-
sentada por el sujeto pasivo, bien de la comprobación e investigación realizada
por la Administración.
B) Que el obligado tributario no haya hecho efectivo el importe de la deuda en
el plazo establecido para su recaudación en período voluntario.
Ejemplo: El contribuyente del IRPF dispone de un plazo voluntario para la presentación e in-
greso de la deuda resultante de su autoliquidación que comprende desde el 11 de mayo al 30
de junio de este año. Presentada su autoliquidación el día 20 de junio, sin realizar el ingreso
de la deuda resultante, el período ejecutivo se inicia el día 1 de julio. La presentación de la
autoliquidación fuera del plazo establecido (el 10 de julio) determina que el período ejecutivo
se inicie el día 11 de julio.
Ejemplo: El contribuyente del IRPF dispone de un plazo voluntario para la presentación e in-
greso de la deuda resultante de su autoliquidación que comprende desde el 11 de mayo al 30
de junio de este año. Presentada su autoliquidación el día 10 de julio, sin ingresar la deuda tri-
butaria resultante (600 euros), el período ejecutivo se inicia el día 11 de julio, y el contribuyen-
te abona espontáneamente la deuda tributaria el día 30 de julio. El contribuyente debe abonar:
– 600 euros de cuota resultante de su autoliquidación
– Recargo por declaración extemporánea del 5 por ciento: (600 x 5%) = 30 euros
– Recargo ejecutivo del 5 por ciento: (600 x 5%) = 30 euros
– No se devengan intereses de demora
Manual de Derecho Financiero y Tributario
3. Procedimiento de apremio
El procedimiento de apremio constituye la más clara manifestación del princi-
pio de autotutela administrativa, conforme al cual la Administración está faculta-
da para ejecutar sus propias decisiones o actos. Se trata de un procedimiento de
carácter administrativo, ya que la competencia para entender de todas sus fases
corresponde exclusivamente a la Administración, y es autónomo respecto de otros
procedimientos de ejecución.
En el marco de la asistencia mutua en materia de recaudación, el pago de las
deudas de titularidad de otros Estados o entidades internacionales o supranacio-
nales será requerido al obligado tributario de acuerdo con lo establecido en la
LGT en relación con el procedimiento de apremio, sin perjuicio de las especiali-
dades contenidas en las normas sobre asistencia en la recaudación.
el último lugar el embargo de aquéllos para cuya traba sea necesaria la entrada en
el domicilio del obligado tributario. De acuerdo con el artículo 169.2 de la LGT,
la Administración debe respetar el siguiente orden en la práctica del embargo:
– Dinero efectivo o en cuentas abiertas en entidades de crédito
– Créditos, efectos, valores y derechos realizables en el acto o a corto plazo
(no superior a seis meses)
– Sueldos, salarios y pensiones
– Bienes inmuebles
– Intereses, rentas y frutos de toda especie
– Establecimientos mercantiles o industriales
– Metales preciosos, piedras finas, joyería, orfebrería y antigüedades
– Bienes muebles y semovientes
– Créditos, efectos, valores y derechos realizables a largo plazo
A solicitud del obligado tributario se podrá alterar el orden del embargo, si los
bienes que se señalan garantizan el cobro de la deuda con la misma eficacia y pron-
titud que los que debían ser gravados, y no se causa perjuicio a terceros.
Cada actuación de embargo debe documentarse en una diligencia, que se no-
tificará al interesado. Contra la diligencia de embargo sólo podrán admitirse los
siguientes motivos de oposición:
– Extinción total de la deuda o prescripción del derecho a exigir el pago
– Falta de notificación de la providencia de apremio
– Incumplimiento de las normas relativas al embargo
– Suspensión del procedimiento de recaudación
Relacionado con el embargo de determinados bienes y derechos, hay que tener
en cuenta que:
– Si los bienes embargados fueran inscribibles en un registro público, la Ad-
ministración tributaria tendrá derecho a que se practique anotación preven-
tiva de embargo en el registro correspondiente (artículo 170.2 LGT).
– Cuando se embarguen bienes muebles, la Administración tributaria podrá
disponer su depósito en la forma que se determine reglamentariamente (ar-
tículo 170.4 LGT).
– Cuando se ordene el embargo de un establecimiento mercantil o industrial,
o en concreto, bienes integrantes de una empresa, la Administración tribu-
taria podrá acordar el nombramiento de un funcionario que ejerza de admi-
nistrador de la entidad, si considera que la continuidad de las personas que
Manual de Derecho Financiero y Tributario
I. CONSIDERACIONES PRELIMINARES
La protección de los derechos de la Hacienda Pública se desarrolla también a
través de instituciones de carácter represivo o sancionador. De este modo, al igual
que sucede en otros ordenamientos del sistema continental, la represión de las con-
ductas ilícitas se lleva a cabo en un doble orden: – mediante el recurso al poder
punitivo ejercido en la vía administrativa, esto es, a través del establecimiento de
sanciones aplicables directamente por la propia Administración; y, – mediante el
recurso al Derecho Penal en sentido estricto, a través de la tipificación en el CP de
las correspondientes figuras delictivas acompañadas de las penas correspondientes.
El primero de estos ámbitos es el relativo a las infracciones y sanciones tributarias
reguladas, básicamente, en la LGT, mientras que el segundo comprende los delitos
contra la Hacienda Pública, recogidos en el Título XIV del CP, artículos 305 a 310
bis.
Tal y como dispone la Exposición de motivos de la LGT, el Título IV de la
misma regula “la potestad sancionadora en materia tributaria de forma autóno-
ma y separada de la deuda tributaria, tanto los aspectos materiales de tipificación
de infracciones y sanciones como los procedimentales”. Con carácter general, la
potestad sancionadora se ejercerá de acuerdo con los principios reguladores de la
misma en materia administrativa, con las especialidades establecidas en la LGT,
que dedica a esta materia los artículos 178 a 212. En sede administrativa, serán
aplicables los principios de legalidad, tipicidad, responsabilidad, proporcionali-
dad y no concurrencia. Este último principio conlleva que una misma acción u
omisión, que se aplique como criterio de graduación de una infracción o como
El procedimiento sancionador tributario
1
SSTC 18/1981, 76/1990, 50/1995, 14/1999, 194/2000 y 276/2000, entre otras.
2
Esta exigencia encuentra su fundamento en el artículo 25.1 CE, en virtud del cual: “Nadie
puede ser condenado o sancionado por acciones u omisiones que en el momento de producirse
no constituyan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente en aquel
momento”.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
3
Redacción dada por la Ley 34/2015, de modificación parcial de la LGT. La actualización se
adecúa a la nueva configuración de dicho régimen realizada a través de la Ley 27/2014, de 27
de noviembre, del IS.
El procedimiento sancionador tributario
Así, por ejemplo, podría apreciarse fuerza mayor cuando el incumplimiento de una concreta
obligación o deber tributario viniera motivado por una enfermedad grave del sujeto en cues-
tión.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
4
Causa de exención de responsabilidad incorporada por la Ley 34/2015, de modificación par-
cial de la LGT
El procedimiento sancionador tributario
5
Redacción dada por la Ley 34/2015, de modificación parcial de la LGT.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
6
Novedad incorporada mediante la Ley 34/2015, de modificación parcial de la LGT.
El procedimiento sancionador tributario
Infracción grave sancionada con multa fija de 300 euros por cada dato o
conjunto de datos referidos a una misma persona o entidad.
• Incumplimiento de la obligación de comunicar correctamente datos al paga-
dor de rentas sometidas a retención o ingreso a cuenta (artículo 205 LGT).
Se considerará infracción cuando de la comunicación de estos datos inco-
rrectos deriven retenciones o ingresos a cuenta inferiores a los procedentes.
Podrá ser leve o muy grave según que el obligado tributario tenga o no la
obligación de presentar autoliquidación que incluya estas rentas. La infrac-
ción leve se sancionará con multa proporcional del 35 por 100, mientras
que la muy grave será sancionada con multa del 150 por 100.
• Incumplimiento de la obligación de entregar el certificado de retenciones o
ingresos a cuenta (artículo 206 LGT).
Infracción leve sancionable con multa fija de 150 euros.
Ejemplo. Dña. Beatriz Maciá presentó el 15 de junio de 2015 su autoliquidación del IRPF co-
rrespondiente al ejercicio 2014, solicitando una devolución de 3.500 euros, que le fue devuel-
ta el 4 de enero de 2016. Posteriormente, la Administración Tributaria inició un procedimiento
de comprobación limitada, girándose a Dña. Beatriz una liquidación por el citado impuesto
y año, por importe de 4.800 euros, desglosados de la manera siguiente: 3.500 euros en con-
cepto de devolución, más 1.300 euros de cuota no declarada y 350 euros por intereses de
demora. La cuota dejada de ingresar procedía de un determinado incremento de patrimonio
no declarado cuyo importe fue ingresado en una cuenta corriente abierta en una determinada
entidad a nombre de un sobrino, menor de edad, de quien ostenta la tutela. En el presente
caso se han cometido dos infracciones tributarias, tipificadas en los artículos 191 LGT (dejar
de ingresar la deuda tributaria) y 193 LGT (obtención indebida de devoluciones). Al haberse
utilizado personas interpuestas, se aprecia la existencia de medios fraudulentos, de acuerdo
con lo dispuesto en el artículo 184.3.c) LGT, debiendo en consecuencia calificarse la referida
infracción como muy grave y pudiendo ser sancionada entre el 100 por 100 y el 150 por
100. En cuanto a los criterios de graduación que habrían de aplicarse, serían los siguientes: en
primer término, el perjuicio económico, produciéndose un incremento de 25 puntos porcen-
tuales (artículo 191.5 LGT); y, en segundo término, la comisión reiterada.
1. Iniciación e instrucción
El procedimiento sancionador se inicia de oficio, mediante notificación al in-
teresado del acuerdo del órgano competente. Si el procedimiento se incoa como
consecuencia de un procedimiento iniciado mediante declaración o de un proce-
dimiento de verificación de datos, comprobación o inspección, no podrá iniciarse
si ha transcurrido el plazo de tres meses desde que se hubiese notificado la liqui-
dación o resolución. Se trata, en este caso, de un plazo de caducidad.
Conforme al artículo 25.1 del RGRST, será competente para acordar la ini-
ciación del procedimiento sancionador el órgano que hubiera desarrollado la ac-
tuación de comprobación e investigación, salvo que el inspector jefe designe otro
diferente.
La instrucción se lleva a cabo de oficio, realizando cuantas actuaciones sean
necesarias para determinar la existencia de responsabilidades susceptibles de san-
ción. Cuando en el procedimiento sancionador se tomen en cuenta datos o prue-
bas que hayan sido obtenidos en alguno de los procedimientos de aplicación de
los tributos, se deberán incorporar al expediente sancionador antes de la propues-
ta de resolución.
Pese a haberse consagrado normativamente la tramitación separada del pro-
cedimiento sancionador respecto de los procedimientos de gestión, en la práctica
esta solución legal se revela insatisfactoria, dependiendo en último término de
la interpretación que de la expresión “incorporación formal” lleven a cabo los
Tribunales. El derecho que le asiste al contribuyente de ser informado acerca de
que los datos y documentos que aporte en el procedimiento de gestión pueden ser
incorporados a un expediente sancionador, se convierte en su principal garantía
y resulta determinante a la hora de valorar si procede o no ejercitar el derecho a
7
El hecho de que la LGT admita la renuncia del interesado a dicha separación procedimental
ha sido valorada negativamente por BAYONA DE PEROGORDO y SOLER ROCH, pues en
nada coadyuva a reforzar los derechos y garantías de los obligados en los procedimientos tri-
butarios.
El procedimiento sancionador tributario
8
El artículo 211.2 LGT señala lo siguiente: “El procedimiento sancionador en materia tribu-
taria deberá concluir en el plazo máximo de seis meses contados desde la notificación de la
comunicación de inicio del procedimiento. Se entenderá que el procedimiento concluye en la
fecha en que se notifique el acto administrativo de resolución del mismo. A efectos de entender
cumplida la obligación de notificar y de computar el plazo de resolución serán aplicables las
reglas contenidas en el apartado 2 del artículo 104 de esta Ley.
Cuando habiéndose iniciado el procedimiento sancionador concurra en el procedimiento ins-
pector del que trae causa alguna de las circunstancias previstas en el apartado 5 del artículo
150 de esta Ley, el plazo para concluir el procedimiento sancionador se extenderá por el mismo
periodo que resulte procedente de acuerdo con lo dispuesto en dicho apartado”.
Se trata de un artículo modificado por la Ley 34/2015, con un doble objetivo: 1. Adaptarlo
a los nuevos plazos del artículo 150 LGT; y, 2. Anudar al plazo del procedimiento inspector
el plazo del procedimiento sancionador a aquel asociado, para que la eventual extensión del
primero no perjudique la finalización del segundo, ya que éste no deja de tener por objeto la
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Por otra parte, la caducidad del procedimiento impide que se pueda volver a
iniciar un nuevo procedimiento, conforme a lo señalado en el artículo 211.4 LGT.
En efecto, tal y como establece este precepto en su párrafo segundo: “La declara-
ción de caducidad podrá dictarse de oficio o a instancia del interesado y ordenará
el archivo de las actuaciones. Dicha caducidad impedirá la iniciación de un nuevo
procedimiento sancionador”.
Como es obvio, dado que estamos ante excepciones a la regla general de liqui-
dar por parte de la Administración Tributaria, la concurrencia de estas circunstan-
cias deberá ser adecuadamente motivada por parte de aquélla. Igualmente, debe
subrayarse que en los casos enunciados no se producirá el trámite de audiencia
previsto en el artículo 253 LGT, manteniéndose la regulación hasta ahora vigente
en este punto.
Por su parte, el artículo 252 LGT regula la regularización voluntaria, con-
cepto éste que se corresponde con el contemplado por el CP, en su artículo 305.
En este sentido, se establece que la Administración no pasará el tanto de culpa
a la jurisdicción competente, ni remitirá el expediente al Ministerio Fiscal, salvo
cuando el obligado tributario o haya regularizado su situación tributaria me-
diante el completo reconocimiento y pago de la deuda tributaria antes de que se
le hubiera notificado el inicio de actuaciones de comprobación o investigación
tendentes a la determinación de la deuda tributaria objeto de la regularización
o, en el caso de que tales actuaciones no se hubiesen producido, antes de que
el Ministerio Fiscal, el Abogado del Estado o el representante procesal de la
Administración autonómica, foral o local de que se trate, interponga querella o
denuncia contra aquél dirigida, o antes de que el Ministerio Fiscal o el Juez de
Instrucción realicen actuaciones que le permitan tener conocimiento formal de
la iniciación de diligencias.
Centrándonos ahora en la tramitación del procedimiento de inspección en ca-
so de que proceda dictar liquidación, el artículo 253 LGT señala que dicha pro-
puesta deberá incluir los hechos y fundamentos de derecho en los que se basa,
debiendo asimismo concederse un trámite de audiencia de quince días naturales al
interesado, contados a partir de la notificación de la propuesta, a fin de que alegue
lo que convenga a su derecho.
Transcurrido dicho plazo y examinadas, en su caso, las alegaciones pre-
sentadas, el órgano competente dictará una liquidación administrativa, con la
autorización previa o simultánea del órgano de la Administración Tributaria
competente para interponer la denuncia o querella, cuando considere que la
regularización procedente evidencia la existencia de un posible delito contra la
Hacienda Pública.
Una vez dictada la liquidación administrativa, la Administración Tributaria
pasará el tanto de culpa a la jurisdicción competente, o remitirá el expediente al
Ministerio Fiscal y el procedimiento de comprobación finalizará respecto de los
elementos de la obligación tributaria regularizados mediante dicha liquidación,
con la pertinente notificación al obligado tributario.
Paralelamente, el Título VI de la LGT comprende preceptos atinentes a la im-
pugnación de las citadas liquidaciones (artículo 254 LGT), a la recaudación de
la deuda liquidada en caso de existencia de indicios de delito contra la Hacienda
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Pública (artículo 255 LGT), a las causas de oposición frente a las actuaciones de
recaudación (artículo 256 LGT), a los responsables (artículo 258 LGT) y a las es-
pecialidades en la liquidación de la deuda aduanera en supuestos de delito contra
la Hacienda Pública (artículo 259 LGT).
Particular interés revisten, de entre todas estas previsiones, las relativas a los
efectos de la resolución judicial sobre la liquidación tributaria. Según el artículo
257 LGT, la liquidación dictada por la Administración Tributaria se ajustará a
lo que se determine finalmente en el proceso penal en relación con la existencia
y la cuantía de la defraudación. Ello nos sitúa ante una pluralidad de escenarios
posibles, a saber:
• Si en el proceso penal recayera sentencia condenatoria9 por delito contra la
Hacienda Pública y en dicho proceso se determinara una cuota defraudada
idéntica a la liquidada en vía administrativa, no será necesario modificar
la liquidación realizada, sin perjuicio de la liquidación de los intereses de
demora y recargos que correspondan.
Por el contrario, si el importe defraudado determinado en el proceso penal
difiriera, en más o en menos, del fijado en vía administrativa, la liquidación
de la Administración deberá modificarse. En este caso, se mantendrá el acto
primigenio, que será rectificado de acuerdo con el contenido de la sentencia
al objeto de ajustarse a la cuantía establecida en el proceso penal. Dicha
rectificación, a practicar por la Administración Tributaria, no afectará a la
validez de las actuaciones recaudatorias realizadas, respecto de la cuantía
confirmada en el proceso penal. El acuerdo de modificación se trasladará
al Tribunal competente para la ejecución, al obligado al pago y a las demás
partes personadas en el procedimiento penal.
En la hipótesis de que la cuantía defraudada determinada en el proceso pe-
nal fuese inferior a la fijada en vía administrativa, se aplicarán las normas
tributarias generales relativas a la devolución de ingresos indebidos y al
reembolso del coste de las garantías.
• Si a resultas del proceso penal no se apreciara finalmente la existencia de
delito por inexistencia de la obligación tributaria, la liquidación adminis-
trativa será anulada, aplicándose la normativa tributaria en relación con las
devoluciones de ingresos y el reembolso del coste de las garantías.
• En caso de que en el proceso penal se dictara resolución firme, no aprecián-
dose delito por motivo diferente a la inexistencia de la obligación tribu-
9
En este ámbito, conviene destacar la publicación de la LO 10/2015, de 10 de septiembre, por
la que se regula el acceso y publicidad de determinada información contenida en las sentencias
dictadas en materia de fraude fiscal.
El procedimiento sancionador tributario
Cabe reseñar igualmente lo dispuesto en el artículo 305 bis CP10, cuyo tenor
literal reza como sigue: “1. El delito contra la Hacienda Pública será castigado
con la pena de prisión de dos a seis años y multa del doble al séxtuplo de la cuota
defraudada cuando la defraudación se cometiere concurriendo alguna de las cir-
cunstancias siguientes:
a) Que la cuantía de la cuota defraudada exceda de seiscientos mil euros.
b) Que la defraudación se haya cometido en el seno de una organización o de
un grupo criminal.
c) Que la utilización de personas físicas o jurídicas o entes sin personalidad
jurídica interpuestos, negocios o instrumentos fiduciarios o paraísos fiscales
o territorios de nula tributación oculte o dificulte la determinación de la
identidad del obligado tributario o del responsable del delito, la determina-
ción de la cuantía defraudada o del patrimonio del obligado tributario o del
responsable del delito.
2. A los supuestos descritos en el presente artículo les serán de aplicación todas
las restantes previsiones contenidas en el artículo 305. En estos casos, además de las
penas señaladas, se impondrá al responsable la pérdida de la posibilidad de obtener
subvenciones o ayudas públicas y del derecho a gozar de los beneficios o incentivos
fiscales o de la Seguridad Social durante el período de cuatro a ocho años”.
3. El delito contable
El artículo 310 CP señala expresamente que: “Será castigado con la pena de
prisión de cinco a siete meses el que estando obligado por ley tributaria a llevar
contabilidad mercantil, libros o registros fiscales:
a) Incumpla absolutamente dicha obligación en régimen de estimación directa
de bases tributarias.
b) Lleve contabilidades distintas que, referidas a una misma actividad y ejerci-
cio económico, oculten o simulen la verdadera situación de la empresa.
c) No hubiere anotado en los libros obligatorios negocios, actos, operaciones
o, en general, transacciones económicas, o los hubiese anotado con cifras
distintas a las verdaderas.
10
Este precepto fue introducido por el apartado tres del artículo único de la LO 7/2012, de 27
de diciembre, por la que se modifica la LO 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en
materia de transparencia y lucha contra el fraude fiscal y en la Seguridad Social (BOE de 28
diciembre).Vigente desde el 17 de enero de 2013.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
11
Redactado por el apartado nueve del artículo único de la LO 7/2012, de 27 de diciembre,
por la que se modifica la LO 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en materia de
transparencia y lucha contra el fraude fiscal y en la Seguridad Social (BOE de 28 de diciembre).
Vigente desde el 17 de enero de 2013.
TEMA 18
LA REVISIÓN DE ACTOS TRIBUTARIOS (I)
I. INTRODUCCIÓN
Tal como establece la LRJPAC, todos los actos administrativos (incluidos,
por tanto, los de naturaleza tributaria) se presumen válidos, produciendo efectos
desde la fecha en que se dicten y siendo, con carácter general, inmediatamente
ejecutivos. Sin embargo, esta presunción iuris tantum de validez de los actos ad-
ministrativos no excluye que, en algunos supuestos, los mismos puedan resultar
contrarios a Derecho, al adolecer de ciertos vicios o defectos determinantes de su
invalidez.
En este contexto, la revisión tiene por objeto examinar los actos de la Adminis-
tración para comprobar si se ajustan o no a Derecho, manteniéndolos en el primer
caso y modificándolos o, incluso, anulándolos en el segundo. El fundamento de
dicha revisión estriba, obviamente, en el principio de legalidad de la actuación
administrativa consagrado en el art. 103.1º de la CE, cuyo respeto exige la ar-
ticulación de instrumentos de control que aseguren la eliminación de los actos
administrativos contrarios al ordenamiento jurídico.
Pues bien, en el ámbito tributario, la revisión de los actos dictados por la Ad-
ministración puede llevarse a cabo a través de una doble vía: la administrativa y la
judicial. La revisión en vía administrativa se realiza por la propia Administración
tributaria, siendo ésta la que procede a reexaminar sus propios actos y, en su ca-
so, a anular los no ajustados a Derecho. La revisión en vía judicial compete a los
órganos de la jurisdicción contencioso-administrativa, si bien sólo cabe una vez
agotada la vía administrativa previa.
La revisión de actos tributarios (I)
c) La revocación.
d) La rectificación de errores.
e) La devolución de ingresos indebidos.
Los cuatro primeros procedimientos de revisión de oficio también se hallan
previstos en ordenamiento administrativo (arts. 106 a 111 de la nueva LPAC),
si bien su regulación en sede tributaria presenta determinadas singularidades.
Sin embargo, la devolución de ingresos indebidos sí constituye un procedimien-
to específico de la parcela tributaria, aun cuando el mismo tendría un mejor
anclaje en el ámbito de la gestión tributaria que en el de la revisión en vía ad-
ministrativa.
B) Fases
a) Iniciación
El procedimiento de revisión de actos tributarios nulos de pleno derecho puede
iniciarse de oficio, por acuerdo debidamente notificado del propio órgano que
dictó el acto o de su superior jerárquico, o bien a instancia del interesado, median-
te escrito dirigido al órgano que dictó el acto.
La solicitud formulada por el obligado tributario se inadmitirá a trámite cuando
el acto no sea firme en vía administrativa, la solicitud no se base en alguna de las cau-
sas de nulidad de pleno derecho o carezca manifiestamente de fundamento, o bien se
hubiesen desestimado en cuanto al fondo otras solicitudes sustancialmente iguales.
Cabe destacar, asimismo, que el ejercicio de la potestad revisora de actos
nulos de pleno derecho no está sujeto a plazo alguno. De este modo, la revi-
sión en materia tributaria por vicios de nulidad puede solicitarse a la Adminis-
tración o realizarse de oficio por ésta en cualquier momento.
b) Tramitación
La tramitación del procedimiento especial de revisión por causa de nulidad de
pleno derecho se llevará a cabo por el órgano que establezca la norma de organi-
zación específica.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
Este órgano solicitará a aquél que dictó el acto sometido a revisión el traslado
del expediente, dándose audiencia a los interesados en el procedimiento por un
plazo de 15 días. Evacuado el trámite de audiencia, se dictará la correspondiente
propuesta de resolución y se recabará el dictamen del Consejo de Estado (u órga-
no consultivo equivalente de la C.A., si lo hubiera).
c) Terminación
El procedimiento de revisión de actos tributarios nulos de pleno derecho puede
concluir por resolución, caducidad o silencio administrativo.
En la esfera de competencias del Estado, la resolución del procedimiento com-
pete al Ministro de Hacienda, previo dictamen del Consejo de Estado. El plazo
máximo para notificar la resolución expresa será de un año desde la presentación
de la solicitud por el interesado o la notificación a éste del acuerdo de iniciación
de oficio del procedimiento. Con carácter general, dicha resolución, que pone fin
a la vía administrativa, puede declarar: a) La nulidad del acto: se requiere el dic-
tamen favorable del Consejo de Estado e implica su eliminación, privándole de
todos los efectos que hubiese desplegado desde su nacimiento (eficacia ex tunc);
b) La validez del acto: cabe incluso en aquellos casos en que el Consejo de Estado
se hubiera pronunciado a favor de su nulidad.
El transcurso del plazo máximo anual sin que la Administración tributaria
haya notificado la resolución del procedimiento implicará, bien su caducidad, si
el procedimiento se hubiese iniciado de oficio (dicha caducidad no impide la ulte-
rior apertura de un nuevo procedimiento de revisión), bien la desestimación de la
solicitud del obligado por silencio administrativo, cuando el procedimiento se hu-
biera iniciado a instancia suya, poniéndose fin en este caso a la vía administrativa.
En definitiva, los actos tributarios anulables son aquellos que presentan vicios
que, no siendo subsumibles en ninguno de los supuestos tasados de nulidad de
pleno derecho ni constitutivos de meras anomalías irrelevantes, pueden conllevar
su invalidación.
B) Fases
a) Iniciación
El procedimiento especial para la declaración de lesividad de actos tributarios
anulables sólo puede iniciarse de oficio, mediante acuerdo debidamente notificado
del órgano que establezca la norma de organización específica, a propuesta de aquél
que dictó el acto o de cualquier otro órgano de la misma Administración pública.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
b) Tramitación
La tramitación de este procedimiento especial de revisión se efectuará por el
órgano que establezca la norma de organización específica.
Dicho órgano solicitará el traslado del expediente a aquél que dictó el acto
cuya declaración de lesividad se pretende, dándose audiencia a los interesados en
el procedimiento por un plazo de 15 días. Concluido el trámite de audiencia, se
dictará la correspondiente propuesta de resolución y se recabará un informe del
órgano con funciones de asesoramiento jurídico sobre la procedencia de que el
acto sea declarado lesivo (en el ámbito estatal, la Abogacía General del Estado).
Una vez recibido el informe jurídico, se dará traslado del expediente al órgano
competente para resolver.
c) Terminación
El procedimiento de declaración de lesividad de actos tributarios anulables
puede finalizar por resolución o caducidad.
La resolución del procedimiento pone fin a la vía administrativa y corres-
ponde, en la parcela estatal, al Ministro de Hacienda. Dicha resolución puede
declarar:
a) La lesividad del acto: la declaración de lesividad del acto conlleva la remi-
sión del expediente al órgano encargado de la defensa y representación en
juicio de la Administración autora del acto, a fin de proceder a su posterior
impugnación en vía contencioso-administrativa.
b) La no lesividad del acto: si se estima que el acto tributario no lesiona el
interés público, no cabe su impugnación ante los órganos de la jurisdicción
contencioso-administrativa.
Asimismo, la declaración de lesividad de los actos tributarios anulables se halla
sujeta a un doble límite temporal: 1) No podrá adoptarse una vez transcurridos
4 años desde la notificación del acto. 2) Deberá notificarse a los interesados en el
plazo de 3 meses desde la iniciación del procedimiento.
El vencimiento del plazo de 3 meses desde la iniciación del procedimiento sin
que se haya notificado la declaración de lesividad comportará la caducidad del
mismo. Dicha caducidad no impide la posterior apertura de otro procedimiento,
si bien la declaración de lesividad deberá adoptarse, en todo caso, dentro de los 4
años siguientes a la notificación del acto.
La revisión de actos tributarios (I)
Ejemplo:
– Supóngase que la Administración tributaria pretende declarar la lesividad de un acto
por el cual se reconoció la aplicación de determinadas bonificaciones fiscales a un
obligado tributario, habiéndole sido notificado dicho acto el 1 de abril de 2016:
1) La declaración de lesividad deberá adoptarse dentro de los 4 años siguientes a
la notificación del acto. 2) Si la Administración tributaria iniciase el procedimiento
especial para la declaración de lesividad del acto, por ejemplo, el 1 de febrero de
2018, la resolución habría de notificarse al obligado en el plazo máximo de 3 meses.
En caso contrario, se produciría la caducidad del procedimiento, pudiendo la Admi-
nistración incoar un nuevo procedimiento para declarar la lesividad del acto, si bien
dicha declaración debería adoptarse, en todo caso, dentro de los 4 años siguientes a
la notificación del acto.
3. La revocación
3.1. Los actos tributarios revocables
Son susceptibles de revocación los actos tributarios que, siendo desfavorables
o de gravamen para los obligados, incurran en alguno de los supuestos expresa-
mente recogidos en el art. 219.1º de la LGT:
1) Infracción manifiesta de ley.
2) Improcedencia del acto como consecuencia de circunstancias sobrevenidas
que afecten a una situación jurídica particular.
3) Indefensión de los interesados en la tramitación del procedimiento.
Ejemplo:
– Acto tributario revocable por infracción manifiesta de ley: liquidación dictada aplican-
do una norma derogada (STSJ de la Comunidad de Madrid de 29 de junio de 1995).
B) Fases
a) Iniciación
El procedimiento de revocación de actos tributarios se inicia de oficio, median-
te acuerdo del superior jerárquico del órgano que dictó el acto. No obstante, los
obligados tributarios también pueden instar de la Administración la incoación de
este procedimiento, si bien ésta puede decidir, discrecionalmente, la admisión o no
a trámite de dicha solicitud.
b) Tramitación
La tramitación del procedimiento especial de revocación de actos tributarios
corresponde al órgano que establezca la norma de organización específica, el cual,
una vez recabado el expediente, dará audiencia a los interesados por un plazo de
15 días.
Evacuado el trámite de audiencia, se solicitará informe del órgano con funcio-
nes de asesoramiento jurídico sobre la procedencia de la revocación y se formula-
rá la oportuna propuesta de resolución.
c) Terminación
El procedimiento especial de revocación de actos tributarios concluirá por re-
solución o caducidad.
La revisión de actos tributarios (I)
4. La rectificación de errores
4.1. Los actos tributarios susceptibles de rectificación
Los actos tributarios rectificables por la Administración son aquellos que ado-
lezcan de errores materiales, de hecho o aritméticos. Así, según una consolidada
jurisprudencia, se entiende por error material, de hecho o aritmético aquél que
reúna, cumulativamente, las siguientes condiciones: 1) Tener un carácter formal:
ha de tratase de un simple defecto de forma, no afectando a la propia esencia del
acto. 2) Ser manifiesto: el error debe poder apreciarse directamente, sin necesidad
de realizar ninguna interpretación normativa.
B) Fases
a) Iniciación
El procedimiento de rectificación podrá iniciarse de oficio por el mismo órgano
que dictó el acto, notificándose al obligado tanto el acuerdo de incoación como
la correspondiente propuesta de resolución, o bien a instancia del interesado, me-
diante la presentación de la oportuna solicitud de rectificación.
b) Tramitación
Una vez notificada la propuesta de resolución a los interesados, éstos dispon-
drán de un plazo de 15 días para formular alegaciones. Ahora bien, en aquellos
casos en que el procedimiento se hubiese iniciado a instancia del obligado, la Ad-
ministración podrá resolver directamente siempre que no vayan a ser tenidos en
cuenta en la resolución hechos, alegaciones o pruebas distintos de los presentados
por el propio interesado.
c) Terminación
El procedimiento de rectificación de errores podrá terminar por resolución,
caducidad o silencio administrativo.
La resolución compete al mismo órgano que dictó el acto, pudiendo éste último
corregir el error material de hecho o aritmético, sin que ello suponga la anulación
del acto, o bien no modificar el acto, si no se aprecia la existencia de error alguno.
La resolución del procedimiento de rectificación no pone fin a la vía adminis-
trativa, cabiendo contra la misma recurso de reposición o reclamación económi-
co-administrativa.
Asimismo, la rectificación de errores está sujeta a determinados límites de
orden temporal: 1) Únicamente procede mientras no haya transcurrido el pla-
zo de prescripción. 2) La resolución expresa deberá notificarse a los intere-
sados en el plazo máximo de 6 meses, contados desde la presentación de la
solicitud por el obligado o desde la notificación del acuerdo de iniciación del
procedimiento.
El vencimiento de dicho plazo semestral sin que la Administración tributaria
haya notificado la resolución del procedimiento conllevará su caducidad, cuando
el procedimiento se hubiese iniciado de oficio (dicha caducidad no imposibilita la
incoación de otro procedimiento con posterioridad, siempre que no haya operado
la prescripción), o bien la desestimación por silencio administrativo de la solicitud
del obligado, si el procedimiento se hubiera iniciado a instancia suya.
La revisión de actos tributarios (I)
Por tanto, el ingreso indebido es aquél que resulta improcedente, entre otras
causas, bien porque el pago de la deuda o sanción ya se había efectuado, bien
porque el importe pagado excedía del debido, bien porque la deuda o sanción
estaban prescritas. En tales hipótesis, el RGRVA regula un procedimiento espe-
cial para el reconocimiento del derecho a la devolución de estos ingresos inde-
bidos, a cuyo análisis se dedica el siguiente epígrafe.
No obstante, un ingreso tributario también puede ser declarado indebido por
otros cauces jurídicos, como por ejemplo:
Manual de Derecho Financiero y Tributario
B) Fases
a) Iniciación
El procedimiento para el reconocimiento del derecho a la devolución de
ingresos indebidos podrá iniciarse bien de oficio, notificándose al obligado el
acuerdo de iniciación o la propia propuesta de resolución, cuando los datos
de que disponga la Administración resulten suficientes para formularla, bien
La revisión de actos tributarios (I)
b) Tramitación
El órgano competente de la Administración tributaria realizará las actuaciones
necesarias para comprobar la procedencia de la devolución, pudiendo solicitar los
informes que considere oportunos.
Concluidas las actuaciones de comprobación, la Administración tributaria no-
tificará al obligado la propuesta de resolución para que, en un plazo de 10 días,
presente las alegaciones, documentos y justificantes que estime convenientes. No
obstante, se podrá prescindir de dicho trámite cuando no se tengan en cuenta
otros hechos o alegaciones que los realizados por el obligado tributario, o bien la
cuantía a devolver propuesta sea igual a la solicitada, excluidos los intereses de
demora.
c) Terminación
El procedimiento podrá finalizar por resolución, caducidad o silencio adminis-
trativo.
La competencia para resolver corresponde, en el ámbito de competencias del
Estado, al órgano de recaudación que se determine en la norma de organización
específica, pudiendo éste:
a) Acordar el derecho a la devolución. La resolución determinará el titular del
derecho y el importe de la devolución, constituido por la suma de las canti-
dades siguientes: 1) El importe del ingreso indebidamente efectuado. 2) Las
costas satisfechas, cuando el ingreso indebido se hubiese realizado durante
el procedimiento de apremio. 3) El interés de demora vigente a lo largo del
período que resulte exigible sobre las cantidades indebidamente ingresadas.
A estos efectos, el interés de demora se devengará desde la fecha en que se
hubiese efectuado el ingreso indebido hasta la fecha en que se ordene el
pago de la devolución.
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1. El recurso de reposición
1.1. Objeto y características
De conformidad con lo previsto por el art. 222 de la LGT, el recurso de repo-
sición procede contra todos los actos dictados por la Administración tributaria
que sean susceptibles de reclamación económico-administrativa. En la práctica,
este recurso se interpondrá, principalmente, contra dos clases de actos en materia
tributaria: 1) Los actos de aplicación de los tributos dictados en los procedimien-
tos de gestión, inspección y recaudación. 2) Los actos de imposición de sanciones.
La revisión de actos tributarios (II)
Las notas distintivas del recurso de reposición pueden reconducirse a las si-
guientes:
1) Naturaleza potestativa. Ello implica que su interposición no es necesaria
para la ulterior impugnación del acto en sede judicial, salvo en el ámbito de
las Haciendas Locales, donde el recurso de reposición sí se configura como
obligatorio.
2) No agota la vía administrativa. El carácter potestativo del recurso de repo-
sición conlleva que su resolución no ponga fin a la vía administrativa, de-
biéndose interponer reclamación económico-administrativa (y, en su caso,
recurso de alzada contra la desestimación de la misma) antes de acudir a
los órganos de la jurisdicción contencioso-administrativa. No obstante, el
recurso de reposición sí agota la vía administrativa en la esfera local, pu-
diendo interponerse, tras la desestimación del mismo, el oportuno recurso
contencioso-administrativo.
3) Carácter previo a la reclamación económico-administrativa. El recurso de
reposición deberá interponerse, en su caso, con anterioridad a la reclama-
ción económico-administrativa. Además, ambos medios de impugnación no
pueden simultanearse: a) Interpuesto el recurso de reposición, no podrá
promoverse la reclamación económico-administrativa hasta que el recurso
se haya resuelto de forma expresa o se pueda considerar desestimado por
silencio administrativo; b) Cuando en el plazo establecido para recurrir se
hubieran interpuesto recurso de reposición y reclamación económico-admi-
nistrativa contra el mismo acto, se tramitará el presentado en primer lugar
y se declarará inadmisible el segundo.
1.2. Interposición
A) Plazo
El art. 223.1º de la LGT establece que el plazo para la interposición del recurso de
reposición será de 1 mes, contado a partir del día siguiente al de la notificación del
acto recurrido o a aquél en que se produzcan los efectos del silencio administrativo.
No obstante, de acuerdo con una consolidada jurisprudencia, en los casos de silencio
negativo cabe la interposición del recurso de reposición en cualquier momento.
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B) Forma
El recurso de reposición se interpondrá por medio de escrito, en el que se hará
constar: 1) Las circunstancias personales del recurrente. 2) El órgano ante el cual
se formula el recurso (el mismo que dictó el acto impugnado). 3) El acto recurri-
do. 4) El domicilio a efectos de notificaciones. 5) Las alegaciones que se estimen
oportunas: si el contribuyente necesitase el expediente para formular sus alegacio-
nes, deberá comparecer ante el órgano actuante durante el plazo de interposición
del recurso para que se le ponga de manifiesto aquél, según dispone el art. 223.2º
de la LGT. 6) Lugar, fecha y firma.
C) Lugar
El escrito de interposición podrá presentarse en cualquiera de los lugares es-
tablecidos con carácter general en la normativa reguladora del procedimiento
administrativo común (v.gr., registro del órgano administrativo al que se dirija,
oficinas de correos, etc.).
D) Efectos
La interposición del recurso de reposición interrumpe los plazos para el ejer-
cicio de otros recursos, que volverán a contarse desde su inicio a partir del día
siguiente a aquel en que se hubiera notificado su resolución o se deba entender
presuntamente desestimado el recurso.
Ejemplos:
1) El 20 de mayo de 2016, la Inspección tributaria notifica al obligado una liquidación por
importe de 1.000 €. Dicha notificación abre para el obligado dos plazos distintos: a) Un
plazo de 1 mes para interponer, en su caso, el correspondiente recurso de reposición,
comprendiendo hasta el 20 de junio de 2016. b) Otro plazo para ingresar en período
voluntario la deuda resultante de la liquidación, que abarcará hasta el 5 de julio de 2016.
La simple interposición del recurso de reposición no suspende la ejecución de la liquida-
ción, por lo que, en principio, el obligado tendría que ingresar la deuda tributaria dentro
del período voluntario de ingreso, iniciándose en caso contrario el período ejecutivo. No
obstante, podría solicitar la suspensión de la ejecución del acto aportando alguna de las
garantías previstas en el art. 224.2º de la LGT: depósito, aval o fianza.
2) El 2 de junio de 2016, la Inspección tributaria notifica al obligado acuerdo por el que se
le impone una sanción de 500 €. Esta notificación abre para el obligado dos plazos di-
ferentes: a) Un plazo de 1 mes para interponer, en su caso, el correspondiente recurso
de reposición comprendiendo hasta el 2 de julio de 2016. b) Otro plazo para ingresar
en período voluntario la sanción, que abarcará hasta el 20 de julio de 2016. Al tratarse
de una sanción, la interposición del recurso de reposición suspende su ejecución, por
lo que el obligado no tendría que ingresar la deuda tributaria hasta que el recurso fuese
desestimado, iniciándose en ese caso un nuevo período voluntario de ingreso.
1.4. Tramitación
El mismo órgano que dictó el acto impugnado examinará todas las cuestiones
de hecho o de derecho que ofrezca el expediente, hayan sido o no planteadas en
el recurso, sin que en ningún caso pueda empeorarse la situación del recurrente
(prohibición de reformatio in peius), tal como establece el art. 223.4º de la LGT.
Ahora bien, si el órgano competente estima pertinente examinar y resolver cues-
tiones no planteadas por los interesados, las expondrá a los mismos para que
puedan formular alegaciones en el plazo de 10 días.
1.5. Resolución
A) Órgano competente
Según dispone el art. 225.1º de la LGT, será competente para conocer y resol-
ver el órgano que dictó el acto impugnado, no pudiéndose abstenerse de resolver
bajo ningún concepto.
Manual de Derecho Financiero y Tributario
B) Contenido
El art. 225.2º de la LGT establece que la resolución contendrá una exposición
sucinta de los hechos y los fundamentos jurídicos, adecuadamente motivados,
que hayan servido para adoptar el acuerdo. Así, dicha resolución podrá: a) Esti-
mar el recurso: la resolución procederá a anular el acto impugnado, reconocién-
dose posteriormente el derecho a la devolución del ingreso que indebidamente se
hubiese realizado como consecuencia del acto anulado, en aquellos supuestos en
que no se hubiera suspendido su ejecución, o bien al reembolso del coste de las
garantías que, en su caso, se hubiesen aportado para suspender la ejecución del
acto impugnado. b) Desestimar el recurso: supone el mantenimiento del acto im-
pugnado, pudiendo el obligado tributario optar entre no interponer reclamación
económico-administrativa e ingresar la deuda tributaria (si se hubiese suspendido
la ejecución del acto) o sanción dentro del período voluntario abierto con la noti-
ficación de la resolución del recurso de reposición, o bien interponer reclamación
económico-administrativa en el plazo de 1 mes, a contar desde el día siguiente a la
notificación de la resolución del recurso de reposición. Lo que no cabe, en ningún
caso, es interponer un nuevo recurso de reposición contra la resolución desestima-
toria de un previo recurso de reposición, tal como indica el art. 225.5º de la LGT.
C) Plazo
Según dispone el art. 225.3º de la LGT, la resolución habrá de notificarse a
los interesados en el plazo máximo de 1 mes, contado a partir del día siguiente al
de la interposición del recurso. Transcurrido dicho plazo sin haberse notificado
resolución expresa el recurso podrá entenderse desestimado por silencio adminis-
trativo, al objeto de que el obligado pueda interponer la reclamación económico-
administrativa correspondiente, y dejará de devengarse el interés de demora.
2. La reclamación económico-administrativa
2.1. Características
La reclamación económico-administrativa constituye un medio de impugna-
ción propio y específico de la parcela tributaria cuyos principales rasgos distinti-
vos son los siguientes:
1) Carácter obligatorio. Ello supone la necesidad de interponer la reclama-
ción y agotar la vía económico administrativa antes de impugnar el acto
ante los órganos de la jurisdicción contencioso-administrativa. No obs-
tante, la reclamación económico-administrativa no procede en la esfera
local (salvo en el caso de los denominados municipios de gran población),
La revisión de actos tributarios (II)
b) El TEAC.
c) La Sala Especial para la Unificación de Doctrina.
b) Competencia material
Los tribunales económico-administrativos regionales y locales conocerán:
1) En única instancia, de las reclamaciones interpuestas contra los actos dic-
tados por los órganos periféricos de la Administración tributaria estatal,
por los órganos no superiores de la Administración de las CC.AA. o contra
los actos de los particulares en materia tributaria, cuando la cuantía de la
reclamación sea igual o inferior a 150.000 € ó 1.800.000 €, si se impugnan
bases o valoraciones.
2) En primera instancia, de las reclamaciones interpuestas contra los actos
anteriores cuando la cuantía de la reclamación sea superior a las citadas
cantidades.
3) De la rectificación de errores en los que incurran sus propias resolucio-
nes.
Asimismo, tras la reforma parcial de la LGT operada por la Ley 34/2015, de
21 de septiembre, podrán dictar resoluciones de fijación de criterio cuando exis-
tan resoluciones de una sala desconcentrada que no se adecuen a los criterios del
tribunal, sean contrarios a los de otra sala desconcentrada del mismo tribunal o
Manual de Derecho Financiero y Tributario
B) El TEAC
a) Competencia territorial
El TEAC tendrá su sede en Madrid y extenderá su competencia a todo el terri-
torio nacional.
b) Competencia material
El TEAC conocerá:
1) En única instancia: a) De las reclamaciones interpuestas contra los actos
dictados por los órganos centrales del Ministerio de Hacienda y de la
AEAT o por los órganos superiores de la Administración de las CC.AA.
b) De las reclamaciones interpuestas contra los actos dictados por los
órganos periféricos de la Administración tributaria estatal, por los órga-
nos no superiores de la Administración de las CC.AA. o contra los actos
de los particulares en materia tributaria, cuando, aun pudiendo presen-
tarse la reclamación en primera instancia por razón de la cuantía ante
el tribunal económico-administrativo regional o local correspondiente, la
reclamación se interponga directamente ante el TEAC. Se trata de aque-
llos casos en que la cuantía de la reclamación excede de los 150.000 € o
de 1.800.000 si se impugnan bases o valoraciones: en tales supuestos, se
podrá optar por interponer la reclamación económico-administrativa ante
el correspondiente tribunal regional o local, o bien directamente ante el
TEAC.
2) En segunda instancia, de los recursos de alzada ordinarios que se interpon-
gan contra las resoluciones dictadas en primera instancia por los tribunales
económico-administrativos regionales o locales.
3) De los recursos extraordinarios de revisión y de alzada para la unificación
de criterio.
Tras la reforma de la LGT, el TEAC también podrá dictar resoluciones en
unificación de criterio cuando existan resoluciones de los tribunales econó-
mico-administrativos regionales o locales que apliquen criterios distintos a
los contenidos en resoluciones de otros tribunales o que revistan especial
trascendencia. La resolución tendrá los mismos efectos que las dictadas en
La revisión de actos tributarios (II)
2.4. Legitimación
Según lo dispuesto por el art. 232 de la LGT, estarán legitimados con carácter
general para promover las reclamaciones económico-administrativas los obliga-
dos tributarios y los sujetos infractores, así como cualquier otra persona cuyos
intereses legítimos resulten afectados por el acto tributario.
Además, en el procedimiento económico-administrativo ya iniciado podrán
comparecer todos los que sean titulares de derechos o intereses legítimos que pue-
dan resultar afectados por la resolución que hubiera de dictarse.
automática cuando se aporte alguna de las garantías referidas supra para el recur-
so de reposición. b) Podrá acordarse la suspensión de la ejecución del acto si el
interesado no pudiera aportar ninguna de estas garantías pero constituyese otras
que se estimen suficientes. c) Podrá suspenderse, con dispensa total o parcial de
garantías, cuando pudiera causar perjuicios de imposible o difícil reparación. d)
Podrá suspenderse sin necesidad de aportar garantías cuando se aprecie que, al
dictar el acto, se ha podido incurrir en error aritmético, material o de hecho. e)
Suspensión, de forma automática y sin aportación de garantías, cuando se impug-
ne una sanción.
La suspensión podrá solicitarse, al interponer la reclamación económico-admi-
nistrativa o en un momento posterior, ante el órgano que dictó el acto impugnado.
Ahora bien, no será necesario solicitar dicha suspensión cuando la misma ya se
hubiese acordado en el recurso de reposición previo y sus efectos se extiendan a
la vía económico-administrativa.
Una vez producida la suspensión de la ejecución del acto impugnado, ésta se
mantendrá durante la tramitación del procedimiento económico-administrativo
en todas sus instancias. Si, tras agotar la vía económico-administrativa, el obliga-
do interpusiese recurso contencioso-administrativo, los efectos de la suspensión
podrán continuar hasta que el órgano judicial decida sobre la misma, siempre que
ello se solicite en el escrito de interposición y se comunique dicho extremo a la
Administración tributaria.
b) Tramitación
Con arreglo a lo establecido en el art. 235.3º de la LGT, el órgano que dictó
el acto impugnado remitirá el escrito de interposición, junto con el expediente
correspondiente, al tribunal económico-administrativo competente en el plazo de
1 mes, pudiendo incorporarse un informe si se considera conveniente. Ahora bien,
cuando el escrito de interposición incluyese alegaciones, el órgano que dictó el
acto impugnado podrá anular éste último dentro de dicho plazo mensual, siempre
que no se hubiera presentado previamente recurso de reposición.
El art. 236 de la LGT señala que, una vez recibido el expediente, el tribunal
económico-administrativo lo pondrá de manifiesto a los interesados cuando no se
hubiesen formulado alegaciones en el escrito de interposición o cuando, habién-
dose formulado, se hubiera solicitado expresamente este trámite de audiencia en
el escrito de interposición. En tales casos, se dará traslado del expediente a los
interesados para que, en el plazo de 1 mes, formulen sus alegaciones y aporten las
pruebas oportunas. Tras la reforma de la LGT llevada a cabo por la Ley 34/2015,
de 21 de septiembre, los obligados a interponer la reclamación de forma electró-
nica, habrán de presentar las alegaciones, pruebas, y cualquier otro escrito, por
esta misma vía.
El tribunal podrá, asimismo, solicitar informe al órgano que dictó el acto im-
pugnado al objeto de aclarar las cuestiones que lo precisen, debiendo darse tras-
lado del informe al reclamante para que pueda presentar alegaciones al mismo en
el plazo de 10 días.
Tal como dispone el art. 237 de la LGT, en la tramitación del procedimiento
económico-administrativo, el tribunal conocerá de todas las cuestiones de hecho
o de derecho que ofrezca el expediente, hayan sido o no planteadas por los intere-
sados, sin que en ningún caso pueda empeorarse la situación inicial del reclaman-
te (prohibición de reformatio in peius). No obstante, si el tribunal económico-ad-
ministrativo considerase pertinente examinar y resolver cuestiones no planteadas
por los interesados, las expondrá a los mismos para que puedan formular alega-
ciones en el plazo de 10 días.
Además, el art. 237.4º de la LGT, en su redacción dada por la Ley 34/2015,
de 21 de septiembre, reconoce la legitimación de los órganos económico-admi-
nistrativos para promover cuestiones prejudiciales ante el TJUE, en consonancia
con la jurisprudencia europea. Aun cuando el procedimiento deberá ser objeto
de desarrollo reglamentario, en la propia LGT ya se establece, de un lado, la
necesidad de un trámite de audiencia previo al planteamiento de la cuestión
prejudicial y, de otro lado, la suspensión del procedimiento económico-admi-
nistrativo y del cómputo del plazo de prescripción hasta la resolución de la
cuestión prejudicial.
La revisión de actos tributarios (II)
c) Terminación
El art. 238.1º de la LGT dispone que el procedimiento podrá finalizar de algu-
no de los modos siguientes: a) Renuncia al derecho en que se fundamente la recla-
mación; b) Desistimiento de la petición o instancia; c) Caducidad de la instancia;
d) Satisfacción extraprocesal; e) Resolución.
– Resolución
En virtud del art. 239 de la LGT, la resolución deberá contener los anteceden-
tes de hecho y los fundamentos de derecho en que se basen y decidirá todas las
cuestiones que se susciten en el expediente, hayan sido o no planteadas por los
interesados. Obviamente, los tribunales no podrán abstenerse de resolver ninguna
reclamación sometida a su conocimiento, sin que pueda alegarse duda racional o
deficiencia en los preceptos legales.
Dicha resolución podrá ser:
a) Estimatoria de la reclamación. La resolución procederá a anular el acto im-
pugnado por razones de derecho sustantivo o por defectos formales. Cuan-
do la resolución aprecie defectos formales que hayan disminuido las posibi-
lidades de defensa del reclamante, se producirá la anulación del acto en la
parte afectada y se ordenará la retroacción de las actuaciones al momento
en que se produjo el defecto formal.
b) Desestimatoria de la reclamación. Implica la confirmación del acto impug-
nado, pudiendo el obligado tributario optar entre no interponer recurso de
alzada o contencioso-administrativo, según proceda uno u otro, e ingresar
la deuda tributaria (si se hubiera suspendido la ejecución del acto) o sanción
dentro del período voluntario abierto con la notificación de la resolución de
la reclamación, o bien interponer recurso de alzada o contencioso-adminis-
trativo, según proceda.
c) De declaración de inadmisión de la reclamación. Procederá cuando se im-
pugnen actos o resoluciones no susceptibles de reclamación en vía económi-
co-administrativa, la reclamación se haya presentado fuera de plazo, falte la
identificación del acto contra el que se reclama, la petición contenida en el
Manual de Derecho Financiero y Tributario
– Recurso de anulación
La Ley 34/2015, de 21 de septiembre, ha modificado la ubicación normativa
del recurso de anulación, extrayéndolo del precepto regulador de la resolución de
las reclamaciones económico-administrativas y trasladándolo a la sección dedica-
Manual de Derecho Financiero y Tributario
da a los recursos. Así, el nuevo art. 241 bis de la LGT establece que el recurso de
anulación podrá interponerse contra las resoluciones de las reclamaciones econó-
mico-administrativas, exclusivamente cuando se haya declarado incorrectamente
la inadmisibilidad de la reclamación, se hayan declarado inexistentes las alegacio-
nes o pruebas oportunamente presentadas en la vía económico-administrativa o
se alegue la existencia de incongruencia completa y manifiesta de la resolución.
También cabe interponer recurso de anulación contra el acuerdo de archivo de
actuaciones por renuncia, desistimiento, caducidad o satisfacción extraprocesal.
Ahora bien, no cabe su interposición frente a la resolución del recurso extraordi-
nario de revisión.
Así pues, el recurso de anulación presenta las siguientes notas distintivas:
1) Naturaleza potestativa. Ello supone que no es necesaria su interposición pa-
ra acceder con posterioridad a la jurisdicción contencioso-administrativa.
2) Carácter tasado. Tan sólo cabe por los motivos establecidos en el art. 241
bis de la LGT, los cuales se reconducen básicamente a defectos de forma
en la tramitación o terminación del procedimiento económico-administra-
tivo.
El recurso de anulación se presentará, con carácter previo al recurso de alzada,
en el plazo de los 15 días siguientes al de la notificación de la resolución. El escrito
de interposición se dirigirá al tribunal que hubiese dictado la resolución o acuerdo
recurridos, incluyendo las alegaciones y adjuntando las pruebas pertinentes.
El tribunal económico-administrativo correspondiente deberá resolver el re-
curso de anulación, sin más trámite, en el plazo máximo de 1 mes. Transcurrido
dicho plazo sin que se haya notificado al recurrente resolución expresa, se enten-
derá desestimado el recurso por silencio administrativo.
B) El procedimiento abreviado
La Ley 34/2015, de 21 de septiembre, ha llevado a cabo una importante refor-
ma del régimen jurídico del procedimiento abreviado, pudiendo destacarse, a mo-
do de premisa, que la resolución de las reclamaciones económico-administrativas
tramitadas a través de este procedimiento ya no va a corresponder exclusivamente
a los órganos unipersonales de los tribunales económico-administrativos, pudien-
do éstos actuar de forma unipersonal o colegiada. De hecho, la denominación
Manual de Derecho Financiero y Tributario
a) Ámbito de aplicación
El art. 245 de la LGT establece, por remisión al RGRVA, que las reclamacio-
nes económico-administrativas se tramitarán por el procedimiento abreviado
ante órganos unipersonales cuando sean de cuantía inferior a 6.000 € ó 72.000
€, si se trata de reclamaciones contra bases o valoraciones. Nótese que la Ley
34/2015, de 21 de septiembre, ha suprimido las otras causas de aplicación del
procedimiento abreviado contempladas anteriormente (inconstitucionalidad o
ilegalidad de las normas, falta o defecto de notificación, insuficiencia de mo-
tivación, incongruencia del acto impugnado o cuestiones relacionadas con la
comprobación de valores).
Así pues, el objeto de este procedimiento abreviado está constituido por aque-
llas reclamaciones económico-administrativas que, por razón de la cuantía, pre-
sentan una menor dificultad técnica, atribuyéndose a los órganos económico-ad-
ministrativos regionales o locales su resolución en única instancia y pudiendo
actuar los mismos de forma unipersonal. Adviértase que la tramitación de estas
reclamaciones por el procedimiento abreviado tiene un carácter necesario, no re-
sultando aplicable en tales supuestos el procedimiento general.
b) Iniciación
Según el art. 246 de la LGT, el procedimiento se iniciará mediante la interposi-
ción de la correspondiente reclamación económico-administrativa.
El plazo para la interposición de la reclamación será de 1 mes, contado a partir
del día siguiente al de la notificación del acto impugnado o a aquél en que quede
constancia de la realización u omisión de la retención o ingreso a cuenta, de la re-
percusión motivo de la reclamación o de la sustitución derivada de las relaciones
entre el sustituto y el contribuyente.
La reclamación se interpondrá por medio de escrito dirigido al órgano que
dictó el acto y deberá incluir, necesariamente, el siguiente contenido: 1) Identifi-
cación del reclamante y del acto contra el que se reclama, el domicilio a efectos
de notificaciones y el tribunal ante el que se interpone: en los casos de recla-
maciones relativas a retenciones, ingresos a cuenta, repercusiones, obligación
de expedir y entregar factura o relaciones entre el sustituto y el contribuyente,
el escrito deberá identificar también a la persona recurrida y su domicilio. 2)
Las alegaciones que se formulan: si el reclamante precisase del expediente para
formular sus alegaciones, deberá comparecer ante el órgano que dictó el acto
La revisión de actos tributarios (II)
c) Tramitación y terminación
Interpuesta la reclamación, se dará traslado de la misma, junto con el expe-
diente, al órgano económico-administrativo competente. Adviértase que la Ley
34/2015, de 21 de septiembre, ha suprimido la posibilidad de celebrar vista oral
en el procedimiento abreviado.
El procedimiento abreviado finalizará por las mismas causas que el procedi-
miento general: renuncia, desistimiento, caducidad de la instancia, satisfacción
extraprocesal o resolución.
Por lo que respecta a la resolución, su notificación deberá realizarse en el pla-
zo máximo de 6 meses, contados desde el día siguiente al de la interposición
de la reclamación. La resolución podrá ser estimatoria o desestimatoria de la
reclamación interpuesta, produciendo en cada caso los mismos efectos que en el
procedimiento general y sin que quepa el empeoramiento de la situación inicial de
recurrente (prohibición de reformatio in peius). Por tanto, la resolución dictada
en el procedimiento abreviado pone fin a la vía económico-administrativa y abre
para los interesados la vía judicial.
Transcurrido dicho plazo semestral sin que se haya notificado la resolución
expresa el interesado podrá considerar desestimada la reclamación al objeto de
interponer el recurso procedente y dejará de devengarse el interés de demora.
e) Recursos
Contra las resoluciones dictadas en el procedimiento abreviado no podrá in-
terponerse recurso de alzada ordinario, cabiendo únicamente los recursos ex-
traordinarios de alzada para la unificación de criterio y de revisión, así como el
recurso de anulación.