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INTRODUCCION
Se ha dicho que los derechos sexuales y derechos reproductivos son los más
humanos de todos los derechos y representan el pilar fundamental para el ejercicio
de la ciudadanía, entendida más allá de la simple posibilidad de tomar decisiones
en el ámbito público (elegir y ser elegido); ya que implica la posibilidad de mujeres
y hombres de tomar decisiones autónomas sobre su propio cuerpo y vida en los
campos de la sexualidad y la reproducción.
¿Si a los hombres y mujeres como ciudadanos y ciudadanas les es permitido decidir
el destino de sus países, cómo se les puede privar de tomar decisiones acerca del
destino de sus cuerpos?
CONTENIDO
Trabajé siete años en su programa de Bolivia y puedo asegurar que allí aprendí casi
todo lo que tiene que ver con este asunto. Lo más impactante fue su concepto de
empresa social orientada al cliente y su compromiso con el desarrollo del equipo
profesional: contrata a la gente por su potencial, no solo por su experiencia;
proporciónale metas claras y recurso adecuado; incentivo su autonomía, creatividad
e iniciativa; y déjale trabajar, sin interferencias que no tienen que ver con su
cumplimiento de metas.
3.- Center For Reproductive Rights (CRR)
5.- Ipas
Aunque nació en los Estados Unidos, CFC tiene una presencia muy influyente en
Latinoamérica, donde la Red Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir
ha logrado crear organizaciones en casi todos los países y enfrentarse a la alianza
de los poderes religiosos y políticos que socaban el principio democrático de la
laicidad de los Estados.
Por ello, no es de extrañar que esta organización sea una de las más perseguidas
por las jerarquías católicas y sus organizaciones fundamentalistas. El hecho de que
incluso María fuera preguntada sobre si quería ser la madre de Dios confiere un
gran impacto en la percepción católica sobre la maternidad deseada y sobre el papel
que la religión asigna a la mujer.
7.- Women on Waves
Si han escuchado hablar del “Barco del Aborto” esta es la organización que está
detrás de esta iniciativa. En el año 2001, Women on Waves (en español, Mujeres
sobre las olas) puso en marcha su Barco en dirección a Irlanda, uno de los países
con leyes más restrictivas respecto al aborto, anunciando a bombo y platillo que
realizarían abortos seguros para todas aquellas irlandesas que lo desearan en
aguas internacionales y, por tanto, fuera del ámbito legal irlandés. Su impacto no
consiste tanto en el número de mujeres que pueden acceder al aborto seguro, sino
en el revuelo en los medios de comunicación que provoca la noticia de la llegada de
este barco. Inmediatamente, “obligan” a la población y la dirigencia política a poner
encima de la mesa el asunto del aborto, un tema tabú allá donde se dirigen. Tras el
éxito en Irlanda, el barco también ha visitado Polonia (2003), Portugal (2004),
España (2008) y Marruecos (2012).
Pero además del “Barco del Aborto”, esta organización también es responsable de
la venta y distribución de pastillas abortivas vía internet. Su página Women on Web
es un referente al que pueden acceder mujeres que vivan en países donde no hay
acceso a servicios de aborto seguro. Además de la evidente ventaja que esto
supone para esas mujeres, esta estrategia pone en evidencia las legislaciones
restrictivas en un mundo globalizado y cuestiona la injusticia social que provocan
estas leyes ya que, por muy restrictivas que estas sean, las mujeres seguirán
acudiendo a este servicio: las que tengan recursos, a una clínica privada o viajando
a otro país; las más pobres, acudiendo a métodos o servicios inseguros que pondrán
en riesgo sus vidas.
CONCLUSIÓN
Desde hace un tiempo circula por internet el “Programa Nacional de Educación para
la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía”, (junto con un mensaje recolectando
firmas para oponerse al mismo). Se trata una iniciativa del Ministerio de Educación
y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, cuyo propósito es que el
sector educativo implemente y sostenga una “política de educación para la
sexualidad, con un enfoque que permita el ejercicio de los derechos humanos,
sexuales y reproductivos” por parte de todos los estudiantes.
Entre varios conceptos objetables, este Programa considera que... “la escuela
puede y debe desempeñar un papel primordial en el desarrollo de competencias
que promuevan en sus alumnos el ejercicio libre, saludable, autónomo y placentero
de su sexualidad”. ¿Pero no debería incluirse, ante todo, que ese ejercicio sea
responsable y ético?
Aunque el Programa tiene de positivo que aboga por el respeto a las personas con
identidades sexuales diferentes, contiene planteamientos peligrosos. Por ejemplo,
establece que “los niños, niñas, jóvenes y adolescentes son sujetos sociales activos
de derechos sexuales” pero no menciona para nada los deberes que les
corresponden en virtud de ellos. Y promover derechos sexuales sin incluir los
principios que deben regularlos abre la puerta a que se cometan toda suerte de
atropellos en este sentido.
Otorgarles a los menores de edad voz y voto en decisiones “de vida o muerte” como
son las que tienen que ver con su sexualidad, cuando aún no pueden responder por
sus consecuencias es, a mi juicio, absurdo. La intimidad sexual, por ser un
encuentro que puede llevarnos tanto a crear una vida como a arruinar la salud y por
ende la vida, tiene el potencial de ser una experiencia grandiosa tanto como de ser
devastadora. Y por eso debe estar regulada no solo por programas de organismos
internacionales y gubernamentales sino, ante todo, por principios éticos que
favorezcan la integridad física, emocional y espiritual de los seres humanos.