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INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR TECNOLÓGICO PÚBLICO

MAX PLANCK – AMBO – HUÁNUCO

I. ANATOMIA DE LA ABEJA (Apis melífera)


La morfología (Anatomía) externa e interna de la abeja melífera se corresponde esencialmente con la de los
demás insectos. Lo mismo puede decirse de la fisiología (funciones vitales).
No obstante existen diferencias que es preciso indicar para una mejor comprensión de su etología
(comportamiento).
Lógicamente las peculiaridades anatómicas y las funciones vitales están interrelacionadas.
ANATOMÍA EXTERNA DE LA ABEJA

La abeja pertenece al reino animal, y dentro de él, al tipo de los artrópodos (patas articuladas), a la clase
insectos himenópteros (alas membranosas) y familia de los ápidos.
El cuerpo de la abeja de la miel se divide en cabeza, tórax y abdomen, partes que están unidas y se mueven
entre sí. El esqueleto externo (exoesqueleto) compuesto de quitina, que da al insecto la necesaria estabilidad,
protege las tres grandes partes en que se divide el cuerpo de la abeja; en las dos primeras formando cajas
rígidas y en la última de forma extensible.
El exoesqueleto, que tiene la particularidad diferencial con los vertebrados de ser externo y por lo tanto limita
definitivamente el crecimiento, aloja en su interior los órganos blandos, al revés de los animales superiores,
donde los órganos blandos cubren el esqueleto.
Se halla constituido por la cutícula que la forman dos capas: una exterior muy dura (exocutícula) y otra interior
(endocutícula). Interiormente, el exoesqueleto se halla recubierto por la membrana basal, donde se insertan
los músculos.
CABEZA

Unidad Didáctica: Apicultura y Piscicultura. Docente, Ingº. Nelson Ortega Salazar. Semestre III - 2018
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La cabeza, caja quitinosa, que tiene forma de triángulo invertido, alberga el órgano de la visión (ojos simples y
ojos compuestos), las antenas y el aparato bucal. Se encuentra unida al tórax por un cuello angosto y
membranoso.
La cabeza está formada por seis escleritos íntimamente soldados entre sí.
Los ojos simples u ocelos, en número de tres, están situados en la parte superior de la cabeza, entre los ojos
compuestos, están recubiertos de pelos táctiles y tienen estructura muy sencilla.
Con ellos puede ver la abeja a corta distancia, y en condiciones de casi oscuridad en el interior de la colmena.
Se ha constatado que son órganos sensibles a la intensidad de luz y son utilizados como fotómetros,
determinando el principio y fin de la jornada laboral.
Los dos ojos compuestos están formados por numerosas facetas hexagonales y cada uno de ellos por miles
de ojos simples (3.000 en la reina, 6.000 en la obrera y 13.000 en el zángano). La forma de las facetas hace
pensar en el tipo de construcción de los panales.
La visión de los colores varía con respecto a la visión humana. Tienen más agudeza visual en el lado ultravioleta
del espectro. En el lado del rojo se muestran prácticamente ciegas. Ven muy bien el color azul, amarillo, verde-
azulado y ultravioleta.
El color rojo lo ven como si fuera negro y dentro del amarillo confunden el naranja y el verde amarillento como
si fueran amarillos.
La agudeza visual es inferior a la del hombre, pero a igualdad de tiempo, el ojo de la abeja percibe 10 veces
más imágenes.
Recibe la luz polarizada, o sea, la luz en la cual los rayos vibran en un solo plano.

Las dos antenas emergen del centro de la cara, encontrándose muy próximas entre sí articulándose con la
cabeza por medio de una membrana. La antena está formada por una parte rígida (escapo) y otra flexible
(flagelo) que está dividida en segmentos (artejos). La porción que viene a continuación del “escapo” se llama
pedúnculo o pedicelo, es un artejo que también forma parte del flagelo.
El número de artejos es de 12 en la reina y obrera y de 13 en el zángano.
Las antenas poseen numerosos órganos sensoriales, en forma pilosa y en placas o poros, en número de 3.000,
por antena en la reina, de 3.600 a 6.000 en la obrera y unos 30.000 en el zángano, que son los responsables
del tacto, oído y olfato.

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Los pelos u órganos pilosos son órganos del tacto y recubren la mayor parte de la antena, y las placas o poros
tienen forma de embudo y sirven para el olfato.
Si hacemos un corte transversal de la antena, y la observamos al microscopio veremos en su interior una red
de nervios muy manifiestos que sirven como aparato receptor y transmisor de sensaciones.

TÓRAX

En el tórax es donde se encuentra al aparato locomotor, estando constituido por tres segmentos o anillos, que
reciben los siguientes nombres de adelante atrás: Protorax, Mesotórax y Metatórax y un pequeño segmento
adicional llamado propodeo.
En cada segmento lleva un par de patas, y en el segundo y tercero llevan cada uno un par de alas
membranosas. También disponen de espiráculos (orificios), por donde entra el aire para la oxigenación del
tórax.
Al tórax también se le llama “corselete” y en su parte superior dorsal es donde se marcan las reinas, con el
color del año correspondiente según el código internacional de colores, para identificar el año de su nacimiento.
Como ya hemos visto anteriormente las abejas tienen tres pares de patas, y éstas para que puedan tener
movimientos se dividen en nueve piezas llamadas artejos, dos cortos el primero de los cuales se encuentra
unido al cuerpo, tres largos (el fémur, la tibia y el tarso), estando constituido este último por cuatro piezas.
El primer par de patas se encuentra situado en el protórax, y tienen una serie de dispositivos o piezas que las
emplean fundamentalmente para: la limpieza de los ojos, con una especie de cepillo; dos piezas (vellum y
peine o cepillo), ésta última articulada, que se cierra a voluntad para la limpieza de las antenas.

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En el último artejo del tarso tiene dos garfios, que los emplean para agarrarse a superficies sobre las que quiere
caminar, que pueden ser lisas o rugosas, y también para agarrarse a otras abejas, formando la llamada cadena
de la cera, o cuando enjambran al formar la clásica bola o enjambre.
El segundo par de patas se encuentran situadas en el mesotórax y no tienen ninguna característica especial.
En esta parte del tórax se abre el primer par de estigmas (espiráculos), de gran importancia en el diagnóstico
de la enfermedad denominada Acarapisosis.
Estas patas llevan en el extremo del tarso un garfio o espolón que emplean para desprender las pelotas de
polen, que llevan en las “cestillas” del tercer par de patas.
Una especie de cepillo, la emplean para la limpieza de las alas.

El tercer par de patas se encuentran situadas en el metatórax y son las más grandes.
Estas patas tienen los dispositivos para almacenar el polen y propóleos, llamadas corbículas o “cestillos” del
polen, que se encuentran en la parte exterior de la tibia, estos cestillos tienen unos pelos fuertes y algo
curvados, lo que les permite retener el polen o propóleos recogidos de las flores o de los brotes que visitan las
abejas, después de ser amasado con las mandíbulas.
Los “cestillos” del polen solamente los tienen las obreras, por el contrario las reinas y zánganos carecen de
ellos por no necesitarlos.
En este tercer par tienen otro dispositivo, que lo emplean a modo de pinza para recoger las laminillas de cera
elaboradas en las glándulas cereras y posteriormente pasarlas a las mandíbulas para su amasado y posterior
construcción de panales.

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Las alas se encuentran en el tórax, las dos primeras más grandes se insertan en el metatórax y las otras dos
más pequeñas en el mesotórax.
Estos dos pares de alas están formadas por una membrana muy delgada y transparente y reforzada por una
red de nervaduras quitinosas, que al mismo tiempo permiten el riego de la hemolinfa (sangre de la abeja) y el
aporte de oxígeno.
Poseen nervaduras convexas y nervaduras cóncavas y tienen, en una zona determinada, una disposición y
medida (índice cubital) que sirve para clasificar las diferentes razas de abejas.
Cuando la abeja hace vuelos largos une las dos alas por medio de unos garfios o ganchos para formar una
sola ala grande que hace que el vuelo sea mucho más veloz.
Por el contrario cuando hace vuelos de precisión para visitar las flores y recoger el néctar o polen estas las
desenganchan y pueden quedarse quietas en el aire como las libélulas.
EL ABDOMEN

El abdomen se compone de 9 segmentos, pero solo son visibles 6 en las hembras y 7 en los machos. Los
segmentos abdominales poseen dos placas cada uno, llamándose a los dorsales “tergitas” y a los ventrales
“esternitas”, estando unidos éstos por membranas flexibles, lo que les permite una gran variedad de
movimientos, como alargarse o acortarse y también curvarse en cualquier dirección.
Las membranas intersegmentarias de las esternitas, de débil consistencia, son perforadas por Varroa
destructor para alimentarse con la hemolinfa de la abeja.
En cada tergita tienen un pequeño agujero que son los estigmas o espiráculos, por donde entra el aire en el
interior del insecto.
El abdomen se encuentra recubierto de pelos, y según su longitud y coloración de los segmentos son índices
que también se emplean para la identificación de las diferentes razas de abejas. En el abdomen nos
encontramos con: las glándulas cereras, glándula de Nosanoff y aparato de defensa.
La morfología (Anatomía) externa e interna de la abeja melífera se corresponde esencialmente con la de los
demás insectos. Lo mismo puede decirse de la fisiología (funciones vitales). No obstante existen diferencias
que es preciso indicar para una mejor comprensión de su etología (comportamiento).
Lógicamente las peculiaridades anatómicas y las funciones vitales están interrelacionadas.

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APARATO DIGESTIVO

La boca, primera parte del aparato digestivo, que lo forma un tubo continuo, se halla situada en la parte
anteroinferior de la cabeza, pertenece al tipo lamedor chupador y consta de las siguientes piezas: el labro o
labio superior cubre las mandíbulas. La reina, la obrera y el zángano presentan piezas mandibulares diferentes.
En la abeja obrera, las mandíbulas son más estrechas en la parte central que en la base. En su extremo
terminal son lisas y terminan en forma de cuchara teniendo movimientos horizontales.
Son empleadas para abrir las anteras de los estambres, recoger el polen de las flores, ablandar, amasar y dar
forma a las láminas de cera con la saliva y construir las celdillas y panales así como retirar fuera de la colmena
los elementos extraños que haya en ella.
Cuando las abejas toman alimentos líquidos utilizan una estructura especializada: la probóscide o trompa. La
forman distintas piezas del aparato bucal y el labio y se adapta a esa función cuando es necesario.
La lengua o glosa, que en su extremo proximal tiene las paraglosas, dispone a ambos lados de los palpos
labiales. Es larga, flexible, pelosa y acanalada terminando en una especie de botón en forma de cuchara.
En estado de reposo, la trompa está replegada debajo de la cabeza; cuando la abeja se dispone a absorber
líquidos, la proyecta hacia delante extendiendo sus partes distales alrededor de la lengua, de tal manera que
se forma un verdadero tubo que se cierra en la parte delantera del extremo distal de las maxilas; en la parte
posterior la cierran los palpos labiales.
Desplegada la trompa la introduce en el líquido y en rápidos movimientos hacia atrás y hacia delante, el líquido
asciende. Las mandíbulas y probóscide, cuando se encuentran contaminadas, son el vehículo de infestación
de las larvas, de Loque americana (Paenibacillus larvae) o de Loque europea (Melissococcus pluton).
La boca se sitúa entre las bases de las mandíbulas, abriéndose al final del órgano de succión; ésta se dispone,
después de la correspondiente abertura, de forma vertical a lo largo de la cabeza hasta el esófago. Es una
cavidad en forma de saco con paredes musculares que permiten la aspiración (dilatadores) de los líquidos
desde la trompa, para pasar al esófago a través de la faringe (compresores).
El esófago es un tubo que se extiende a lo largo del tórax por el que avanza el alimento gracias a sus
movimientos de contracción.
En el extremo proximal del abdomen el tubo digestivo se ensancha formando un saco de paredes finas y muy
elástico. En las abejas recibe el nombre específico de buche melario. Cuando éste se llena de alimento sus

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paredes se expanden rítmicamente haciendo que su contenido (polen, néctar, elementos sólidos), se mezcle.
También es utilizado como almacén de alimento. Le sirve a la abeja para el transporte de néctar y agua desde
el exteriorh asta la colmena, donde es regurgitado.
El buche melario también se distiende cuando la abeja consume alimento sólido o líquido con una gran carga
de virus que tienen el aparato digestivo como vía de entrada. El proventrículo controla la entrada de alimento
en el estómago (ventrículo) de las abejas. Actúa de filtro eliminando los sólidos del contenido del buche melario.
El ventrículo es el lugar donde se realiza la digestión y absorción del material alimenticio. Los pliegues de la
membrana interior aumentan la superficie digestiva. La membrana peritrófica, protege al epitelio de la acción
directa de los alimentos y es protagonista del paso de los jugos digestivos hacia los alimentos y de estos, ya
digeridos, hacia la zona de absorción.
En la larva es el lugar de ataque de Paenibacillus larvae (Loque americana) los esporos de la bacteria germinan
en el ventrículo justo después de la operculación que es el momento en que la concentración de azucares baja,
posteriormente la bacteria invade toda la larva.
También es el lugar de germinación de las ascas de Ascophaera apis (Ascosferosis), sus hifas invaden la larva
y provocan su muerte antes de la operculación. El virus Morator aetutalae (cría sacciforme), también comienza
su invasión por el ventrículo.
También encuentra aquí el medio adecuado para desarrollarse el microsporidio Nosema apis (Nosemosis), que
multiplica sus efectivos cuando las defensas de la abeja son lo suficientemente bajas y permiten su
multiplicación.
El intestino delgado, es el tramo siguiente del aparato digestivo que termina en el recto. En esta parte del
intestino vacían su contenido los tubos de Malpigio, que actúan como elementos de filtración (riñones), de la
abeja. En estos tubos se asienta el agente causante de la Amebosis (Malpigamoeba mellificae).
En su parte distal está la ampolla rectal, que tiene un papel principal en la absorción del agua y en retener el
material fecal, hasta que se produce la evacuación en el exterior de la colmena.
La Nosemosis (Nosema apis) produce gran cantidad de material de desecho que al acumularse en la ampolla,
provocan una gran distensión del ventrículo, presionando los sacos aéreos e impidiendo de esta forma el vuelo.
Aquí también podemos encontrar quistes de Malpighamoeba mellificae, procedentes de los tubos de Malpighi.
Durante la invernada, las abejas almacenan los productos de su metabolismo en la ampolla rectal y no la vacían
en todo el invierno hasta que realizan los llamados vuelos de limpieza, al iniciarse la primavera.
Esta estrategia, seguida por las abejas en lo que se refiere a los elementos no digeridos, favorece
extraordinariamente la higiene en el interior de la colmena y la presencia de manchas fecales en distintos
puntos de la colmena hace saltar la alarma ante la presencia de problemas de orden fisiológico o patológico.

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SISTEMA RESPIRATORIO

La abeja no dispone de un órgano expresamente determinado para el intercambio gaseoso. Éste lo efectúa
por un sistema traqueal, formado por; estigmas o espiráculos, traqueas, sacos traquéales y traqueolas (es
donde verdaderamente se produce el intercambio gaseoso).
Los estigmas son los orificios externos que existen para la ventilación. Tanto en la larva como en el adulto
existen 10 pares y todos salvo el segundo, que es muy pequeño, disponen de válvulas de cierre. Los estigmas
se abren en respuesta a bajas concentraciones de oxígeno y a altas concentraciones de anhídrido carbónico
en los tejidos, permitiendo la entrada y salida de aire.
La válvula del primer estigma no cierra completamente, subsanándolo la abeja con pelos. Este espiráculo es
el punto de entrada del ácaro Acarapis woodi, (Acarapisosis); éste entra especialmente en las abejas jóvenes,
recién nacidas, atravesando la barrera de pelos, que en estas abejas no están muy endurecidos. También
entran por estas aberturas el agente causal de la septicemia.
Las traqueas son conductos que comunican los estigmas o espiráculos con los sacos traquéales. Los más
largos son los que salen del primer par, en estos es donde habita preferentemente A. woodi, que se alimenta
de hemolinfa y la obtiene perforando la traquea, lo que provoca procesos de melanización de la misma.
Las tráqueas principales se extienden a los lados del cuerpo formando grandes ensanchamientos a los lados
del abdomen.
Las traqueolas es donde se produce el intercambio gaseoso. Las abejas carecen de pulmones a semejanza
con los mamíferos; el oxígeno es llevado directamente a todas las partes del cuerpo merced a una serie de
tubos llamados tráqueas.
La respiración de las abejas es casi opuesta a la de todos los vertebrados, pues en lugar de dirigir la sangre
hacia el aire, o sea hacia los pulmones, el aire es transportado hacia la sangre, que es un líquido claro y
amarillento (llamado hemolinfa). El oxígeno llega hasta las proximidades tisulares reduciendo al mínimo el
transporte de gases en fase líquida.

Los sacos traquéales están constituidos por el ensanchamiento traqueal y se distribuyen por el cuerpo de forma
irregular. Se colapsan con la presión y juegan un papel esencial en la ventilación traqueal. Intervienen en el
mecanismo de vuelo. Todos los sacos están interconectados.

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SISTEMA NERVIOSO

La larva tiene un cerebro con un ganglio subesofágico, once ganglios, comisuras longitudinales formadas por
pares de nervios gemelos. La abeja adulta posee un cerebro de mayor tamaño con un ganglio subesofágico
así como siete ganglios formando un cordón ventral que discurren por debajo del tubo digestivo.
En el tórax se encuentran dos ganglios torácicos, y los nervios que salen del primero de ellos van dirigidos al
primer par de patas, los nervios del segundo ganglio van dirigidos hacia los músculos alares y al segundo y
tercer par de patas.
En el abdomen existen otros cinco ganglios que regulan las funciones de los órganos de la respiración, y de
los intestinos. Los dos últimos algo mayores que los otros, regulan los órganos de la reproducción y el aparato
vulnerador (aguijón). Como consecuencia de esta distribución del sistema nervioso cada una de las tres partes
del cuerpo del insecto (cabeza, tórax y abdomen) funcionan más o menos independientemente.
Esto lo podemos comprobar cortando la cabeza a uno de estos insectos y comprobaremos que el cuerpo puede
seguir desplazándose de una parte a otra, mover las alas y proseguir sus funciones vitales durante un largo
tiempo, muriendo irremisiblemente al final.
Lo mismo nos ocurre si seccionamos el abdomen, el insecto puede continuar absorbiendo líquidos, néctar y
jarabes, pero todo lo que ingiera saldrá inmediatamente por detrás hacia el exterior. El cerebro de la abeja
obrera es mucho más grande que el de los zánganos a pesar de ser la cabeza del zángano mayor.
Nuestro mayor interés radica en que es blanco de los virus neurotropos.
SISTEMA CIRCULATORIO

El sistema circulatorio de la abeja está compuesto por un tubo largo que recorre todo el cuerpo de la abeja,
estando cerrado en el extremo abdominal y abierto en la cabeza pasando por encima del tubo digestivo.

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Su principal función es la de transporte de nutrientes y retirada de desechos. Sus componentes son; linfa,
diafragma ventral y dorsal, corazón, aorta y vesículas de las antenas.
La linfa es un líquido complejo que contiene unas células, linfocitos, los cuales tienen capacidad fagocitaria y
poseen movimiento propio y circula libremente por el organismo toda vez que es impulsada por el corazón
hasta el cerebro.
Nosema apis (Nosemosis), provoca anemia y también podemos encontrar aquí Pseudomona apiseptica.
En la parte dorsal del abdomen se encuentra un órgano llamado corazón, formado por ventrículos unidos entre
sí por válvulas llamadas ostiolos. Las cámaras ostiolares están unidas por válvulas que se abren solamente
hacia adelante, permitiendo el avance de la hemolinfa, pero no su retroceso.
Los diafragmas dorsal y ventral se encargan de la circulación en el abdomen y ayudan en el retorno de la
sangre del tórax y las vesículas de las antenas bombean la sangre a las antenas.
 SISTEMA EXCRETOR
Esta constituido por los tubos de malpighi, estos retiran las sustancias de desecho de la sangre y las vierten
en el intestino anterior para su eliminación con las heces. Estas sustancias son principalmente derivados
nitrogenados. Es el blanco de Malpighamoeba mellificae.

 CELULAS ADIPOSAS
Forman delgadas membranas que se encuentran dispersas junto a las paredes del abdomen. En la abeja de
invierno estas células son pobres en grasa y ricas en albúmina, en la abeja de verano es al revés. Entre las
células adiposas se encuentran los oenocitos, son células relacionadas con el metabolismo de la cera. Estas
células, además de grasa también contienen proteínas y glicógeno. En las células adiposas es donde se
reproduce Pseudomona apiseptica antes de invadir la sangre.

SISTEMA REPRODUCTOR

En la reina esta constituido por 2 ovarios piriformes, que a su vez los forman tubos largos llamados ovariolas
que terminan en finas puntas, que se insertan cerca de la cara ventral del corazón. Las ovariolas están llenas
de óvulos (oocitos) en diferentes estados de maduración.
Al final del ovario se añade al oocito el corion. Una reina puede poner hasta 3.000 huevos por día, aunque lo
normal es ponga hasta 1500. En un año una reina puede llegar a poner hasta 200.000 huevos.

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Los ovarios desembocan en sendos oviductos, los que se unen en un conducto común, oviducto medio. En su
base se comunica con la espermateca que es donde se acumulas los espermatozoides de las cópulas hasta
su empleo.
El sistema continúa con la vagina, que termina en el orificio vaginal que se halla protegido por un pliegue. A
esa altura están dos sacos laterales para finalizar con la bolsa copuladora.

En el zángano esta constituido por 2 testículos, 2 vasos deferentes, 2 vesículas seminales, 2 glándulas del
mucus, conducto eyaculador y órgano copulador.
Los testículos están formados por los tubos testiculares y en ellos es donde se producen los espermatozoides.
Según madura el zángano pierden tamaño, hasta quedarse reducidos a 1/3 de su tamaño original
(prenacimiento).
Los vasos deferentes comunican los testículos con las vesículas seminales, en el trayecto los espermatozoides
siguen madurando.
Las vesículas seminales producen secreciones que acompañan a los espermatozoides y en su interior terminan
de madurar. Las glándulas del mucus se comunican con las vesículas seminales y con el conducto eyaculador.
Producen una sustancia que solidifica en contacto con el aire y con el agua, pero no con las secreciones
seminales.
Conducto eyaculador comunica las glándulas del mucus con el órgano copulador. El órgano copulador en
estado de reposo se encuentra invaginado. Se evagina, se introduce en la bolsa copulatriz de la reina y se
desprende del zángano una vez introducido el semen, funcionando como tapón.
Los músculos abdominales de zángano están muy desarrollados lo cual es importante desde el punto de vista
fisiológico, para que en el momento de la cópula pueda producirse rápidamente la eversión del endofalo.

 SISTEMA GLANDULAR
Una glándula es una formación orgánica especializada, o un conjunto de células diferenciadas del tejido
epitelial, encargada de elaborar, segregar y excretar ciertas sustancias que intervienen de forma exclusiva en
determinados procesos fisiológicos.

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 Glándulas hipofaringeas.
Se localizan en la cabeza de las abejas obreras, de forma esférica muy desarrolladas en la etapa de nodrizas.
En la reina son rudimentarias y en el zángano no existen. Sus células secretoras se agrupan en forma de
racimos y vierten su secreción en la parte inferior de la laringe por medio de un conducto central. Aquí se
acantona el virus de la cría sacciforme.
El producto de la secreción sirve de alimento a las larvas en sus tres primeros días de vida y a la reina durante
toda su vida. Es la conocida jalea real. Cuando la edad de las abejas avanza, estas glándulas pierden su
funcionalidad, su volumen disminuye comenzando a producir la invertasa, necesaria para provocar el
desdoblamiento de los azúcares del néctar.

Glándulas salivales.

Estas glándulas se encuentran en la cabeza y en el tórax (postcerebrales o torácicas). Los dos conductos
comunes vierten la saliva (líquido acuoso ligeramente alcalino), a ambos lados de la lengua.
La saliva ayuda a diluir la miel y disolver los cristales de azúcar, además de humedecer las sustancias (polen
en el momento de la recolección). Contiene enzimas encargadas de la transformación del néctar y los mielatos
en miel. En las glándulas torácicas se acantonan los virus de la parálisis aguda.
 Glándulas mandibulares
Se sitúan en la cabeza de las abejas obreras y de la reina (los zánganos carecen de ellas). El conducto excretor
vierte en el interior de las mandíbulas.
En las abejas obreras produce una fracción de la jalea real y en la reina secreta una feromona que juega un
importante papel en la cohesión social de la colonia (efecto aglutinante de las obreras, inhibición de la
construcción de realeras, atracción de los zánganos en los vuelos de acoplamiento).

 Glándula de Nassanof
La glándula de Nassanof es una glándula odorífera, situada en la parte dorsal del abdomen, en la cara anterior
de la 7ª tergita abdominal. Cuando la abeja se encuentra en reposo no se aprecia la glándula, solamente se ve
cuando la abeja dilata el abdomen y adapta la posición característica de “llamada” con el abdomen hacia arriba
y batiendo las alas, entonces despide un olor característico que identifica y atrae a todas las abejas de la misma
colonia que se pueden encontrar desorientadas.

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Glándulas cereras

En la parte anterior de las esternitas de los segmentos 4 al 7 se encuentran las glándulas cereras, formando
en total 4 pares uno por cada segmento. En cada esternita hay dos zonas de color claro denominadas “espejos
de la cera” que llevan poros por donde sale la secreción grasosa de las glándulas cereras, ubicadas en la parte
interna de cada esternita.
Las escamas o placas de cera las llevan las abejas a la boca con el segundo par de patas y con las mandíbulas
las amasan y moldean para posteriormente ir construyendo los panales. Las escamas tienen forma de
pentágono irregular y son muy pequeñas, pesando cada una 0,0008 g con lo que se necesitan
aproximadamente 1.250.000 escamas para producir 1 kg de cera.
Solamente las abejas poseen glándulas cereras, las cuales empiezan a funcionar aproximadamente a los 12
días de vida de la abeja y terminan a los 20 días cuando se convierten en pecoreadoras.
Para fabricar cera las abejas tienen que consumir mucho polen y miel, cuando las colmenas están flojas
consumen unos 15 kg de miel y polen para producir 1 kg de cera. Por el contrario cuando la colmena esta
fuerte, consume solamente unos 10 kg de miel y polen.
 Glándula del veneno
El aparato de defensa es indispensable para la supervivencia de la especie, sin él, la atracción que la miel tiene
para el hombre y otros animales habría desaparecido hace siglos. Este órgano de defensa esta compuesto
fundamentalmente por el aguijón y la bolsa de veneno.
El aguijón tiene un par de lancetas adosadas una a la otra de modo que forman un canal, a través del cual
pasa el veneno, para salir al exterior por los dientes curvados o barbas que guarnecen la punta de las lancetas,
cada lanceta tiene unos nueve dientes, con las puntas vueltas hacia atrás como los de un anzuelo, y al clavarse
en la herida ya no lo pueden sacar. La abeja al intentar retirar el aguijón no puede sacarlo y en este forcejeo
pierde este órgano y parte del intestino, muriendo la abeja al poco tiempo.

Otro componente es una vesícula blanquecina llamada “saco del veneno”. El líquido que contiene lo producen
dos glándulas que desenvocan en esta bolsa, una de las cuales vierte una substancia ácida y la otra una
substancia alcalina. Ninguna de estas substancias es tóxica por sí misma, pero al combinarse produce una
fuerte irritación con posterior inflamación.

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El aparato de defensa está dotado de unos potentes músculos que se emplean para clavar las lancetas en la
herida, teniendo también unos movimientos contráctiles que duran algunos minutos después de ser
desprendidos de la abeja, con estos movimientos el veneno se sigue introduciendo en la herida.
El aguijón de la reina es liso, curvo y algo más largo que el de la obrera y solamente lo emplea cuando luchan
las reinas entre sí.
Las avispas tienen también aguijón liso y estas pueden clavarlo varias veces sin peligro de perderlo, causando
por lo general más irritación que las picaduras de las abejas. Sistema inmunitario La base de la buena salud
tanto en el hombre como en los animales está en poder defenderse con éxito de los gérmenes patógenos
(bacterias, parásitos, virus, etc.).
El sistema inmunitario en los insectos ha sido poco estudiado. Los insectos como protección frente a las
agresiones que vienen del exterior disponen de la quitina (elemento principal del exoesqueleto y en el interior
les protege la pared intestinal). Las abejas disponen de defensas inmunológicas en su organismo. Las células
denominadas hemocitos, de las que existen diferentes tipos, protegen de la invasión de bacterias y parásitos
utilizando varios mecanismos: la fagocitosis, la encapsulación y la formación de nódulos.
El proceso de la fagocitosis consiste en la emisión, por parte de las células de defensa, de prolongaciones que
engloban alas partículas extrañas. El proceso finalización la digestión de la partícula extraña por enzimas que
provienen de los lisosomas. Cuando el cuerpo extraño es muy grande no puede ser fagocitado y es
encapsulado. Para ello varios hemocitos se unen y crean una especie de cápsula que lo envuelve. La falta de
oxígeno o la acumulación de residuos tóxicos producen la muerte del cuerpo extraño.
Cuando el número de cuerpos extraños es muy alto el mecanismo utilizado es el de la formación de nódulos.
El mecanismo actúa como la unión de la fagocitosis y la encapsulación.
Los nódulos formados se adhieren a las paredes de los órganos internos donde los cuerpos extraños serán
destruidos. También se han podido evidenciar la existencia de defensas inmunitarias, apidecinas y lisozimas,
no celulares, que desarrollan en la hemolinfa acción antibacteriana.
Las apidecinas están formadas por grupos de polipéptidos que presentan un amplio poder bactericida. Las
lisozimas son enzimas presentes en muy bajos niveles en las abejas sanas y que aumentan cuando las abejas
son infectadas por bacterias. Por otra parte la colonia de abejas reacciona anta la presencia de una patología
con la eliminación de las abejas enfermas y la extracción de las crías afectadas.

Unidad Didáctica: Apicultura y Piscicultura. Docente, Ingº. Nelson Ortega Salazar. Semestre III - 2018

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