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El sastrecillo valiente
Érase una vez un Sastrecillo que vivía en un pequeño pueblo muy lejano. Una mañana de primavera se levantó
temprano para empezar a trabajar. Se vistió poco a poco, poniéndose primero los calcetines, después los
pantalones y luego la camisa. Finalmente se abrigó con su chaqueta favorita, que estaba adornada con cintas
de color verde. Más tarde, ordenó todas las herramientas con las que trabaja un sastre, tijeras, aguja e hilo y
dobló con mucho cuidado todas las telas que tenía dentro del armario.
Cosiendo junto a la ventana se sentía el sastre más feliz del mundo… De repente, oyó voces por la ventana; era
una mujer que gritaba en la calle:
La Vendedora subió a la casa y le dio a probar todas sus mermeladas; las tenía dulces, saladas
y amargas. Todas estaban tan ricas que el Sastrecillo no sabía cuál comprar, pero, finalmente, eligió la de
naranja. Cuando fue a pagarla se dio cuenta de que no tenía ninguna moneda y, con mucha vergüenza, le dijo
a la vendedora: –Buena señora, en este momento no tengo dinero, así que, para pagarle esta rica mermelada,
le puedo hacer la prenda de ropa que usted quiera.
La vendedora le respondió amablemente: –Claro que sí, amigo sastre. Necesito un mantón nuevo, porque el
que llevo ya está roto y sucio de tanto usarlo. He visto que tiene unas telas muy bonitas, sobre todo esa de seda
tan suave que lleva flores de colores…
Rápidamente, el Sastrecillo cogió sus tijeras y cortó un gran trozo de tela. Después cogió la aguja y el hilo, y en
un momento cosió y bordó un mantón muy bonito y suave. La Vendedora quedó tan contenta con el resultado
que, como agradecimiento, regaló al Sastrecillo otro tarro de mermelada. Esta vez era una mermelada de fresas
tan dulce como la miel.
Después de que la Vendedora se marchase, el Sastrecillo se fue a la despensa y cortó una rebanada de pan,
sobre la que untó la mermelada de fresa. Olía tan bien y parecía tan sabrosa que empezó a comerla sin parar y
quedó tan lleno que se durmió profundamente… Mientras tanto, atraídas por el olor de la mermelada, un montón
de moscas entraron la casa del Sastre. Todas ellas estaban deseosas de probar la mermelada de fresa.
El Sastrecillo se despertó con el ruido y, al ver todo el taller lleno de moscas, cogió su plancha y mató 7 moscas
con un golpe rápido… Se sentía tan orgulloso de su hazaña que pensó: –¡Qué grande soy! Tengo que contárselo
a todo el mundo. Y rápidamente cogió sus tijeras y cortó un trozo de tela para hacerse un cinturón. Una vez que
lo había cortado, cogió aguja e hilo y bordó la frase: “7 de un solo golpe”. Después, se puso su nuevo cinturón,
cogió su mochila y salió a la calle dispuesto a recorrer todo el pueblo para contar su hazaña. Estuvo días y días
caminando, sin cansarse, y gritando por las calles: –¡7 de un solo golpe!
11. “–Disculpe señora, aún no he desayunado y me gustaría comprarle un tarro de rica mermelada”. ¿Por
qué la expresión comienza con un guion (-)?
a) Al sastrecillo.
b) A la mujer que vendía sus productos.
c) A las moscas.
d) Al rey.
14. “Cosiendo junto a la ventana se sentía el sastre más feliz del mundo”. En la expresión anterior, la
palabra destacada tiene como significado:
16.”…salió a la calle dispuesto a recorrer todo el pueblo para contar su hazaña”. En la expresión anterior,
la palabra destacada tiene como significado:
a) Acto heroico.
b) Anécdotas.
c) Chistes.
d) Problemas.
a) El sastrecillo.
b) La vendedora.
c) El rey.
d) Las moscas.
a) La tienda de mermeladas.
b) La casa/ taller del sastrecillo.
c) En la vía pública.
d) En el palacio del rey.