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El Quetzal, San Marcos 01 de julio de 2023

CARTA DE COMPROMISO
A través de la presente yo: Fredy Rolando Sacarias Chun me
identifico con número de DPI: _____-________
en calidad deDEUDOR del Sr. _________________________________
______ mecomprometo a hacer al pago de la deuda total de
Q. _______a lafecha ____________________ si no cumpliere el pago d
el mismo, loempeñado que corresponde a ________________________
________ quedará como pago de mi deuda generada. ¡Sin más que
agregar a dicho compromiso agradezco el préstamo solicitado, muchas
gracias! Atentamente:
F.______________________________
(Firma de DEUDOR)
Cuento de Ricitos de Oro

Érase una vez una familia de osos que vivían en una linda casita en el bosque. Papá
Oso era muy grande, Mamá Osa era de tamaño mediano y Osito era pequeño.
Una mañana, Mamá Osa sirvió la más deliciosa avena para el desayuno, pero como
estaba demasiado caliente para comer, los tres osos decidieron ir de paseo por el
bosque mientras se enfriaba. Al cabo de unos minutos, una niña llamada Ricitos de
Oro llegó a la casa de los osos y tocó la puerta. Al no encontrar respuesta, abrió la
puerta y entró en la casa sin permiso.
En la cocina había una mesa con tres tazas de avena: una grande, una mediana y
una pequeña. Ricitos de Oro tenía un gran apetito y la avena se veía deliciosa.
Primero, probó la avena de la taza grande, pero la avena estaba muy fría y no le
gustó. Luego, probó la avena de la taza mediana, pero la avena estaba muy caliente
y tampoco le gustó. Por último, probó la avena de la taza pequeña y esta vez la
avena no estaba ni fría ni caliente, ¡estaba perfecta! La avena estaba tan deliciosa
que se la comió toda sin dejar ni un poquito.
Después de comer el desayuno de los osos, Ricitos de Oro fue a la sala. En la sala
había tres sillas: una grande, una mediana y una pequeña. Primero, se sentó en la
silla grande, pero la silla era muy alta y no le gustó. Luego, se sentó en la silla
mediana, pero la silla era muy ancha y tampoco le gustó. Fue entonces que encontró
la silla pequeña y se sentó en ella, pero la silla era frágil y se rompió bajo su peso.
Buscando un lugar para descansar, Ricitos de Oro subió las escaleras, al final del
pasillo había un cuarto con tres camas: una grande, una mediana y una pequeña.
Primero, se subió a la cama grande, pero estaba demasiado dura y no le gustó.
Después, se subió a la cama mediana, pero estaba demasiado blanda y tampoco le
gustó. Entonces, se acostó en la cama pequeña, la cama no estaba ni demasiado
dura ni demasiado blanda. De hecho, ¡se sentía perfecta! Ricitos de Oro se quedó
profundamente dormida.
Al poco tiempo, los tres osos regresaron del paseo por el bosque. Papá Oso notó
inmediatamente que la puerta se encontraba abierta:
—Alguien ha entrado a nuestra casa sin permiso, se sentó en mi silla y probó mi
avena —dijo Papá Oso con una gran voz de enfado.
—Alguien se ha sentado en mi silla y probó mi avena —dijo Mamá Osa con una voz
medio enojada.
Entonces, dijo Osito con su pequeña voz:
—Alguien se comió toda mi avena y rompió mi silla.
Los tres osos subieron la escalera. Al entrar en la habitación, Papá Oso dijo:
—¡Alguien se ha acostado en mi cama!
Y Mamá Osa exclamó:
—¡Alguien se ha acostado en mi cama
también!
Y Osito dijo:
—¡Alguien está durmiendo en mi cama! —y se
puso a llorar desconsoladamente.
El llanto de Osito despertó a Ricitos de Oro,
que muy asustada saltó de la cama y corrió
escaleras abajo hasta llegar al bosque para
jamás regresar a la casa de los osos.

Cuento de los tres cerditos


En un pueblito no muy lejano, vivía una mamá cerdita junto con sus tres cerditos.
Todos eran muy felices hasta que un día la mamá cerdita les dijo:
—Hijitos, ustedes ya han crecido, es tiempo de que sean cerditos adultos y vivan por
sí mismos.
Antes de dejarlos ir, les dijo:
—En el mundo nada llega fácil, por lo tanto, deben aprender a trabajar para lograr
sus sueños.
Mamá cerdita se despidió con un besito en la mejilla y los tres cerditos se fueron a
vivir en el mundo.
El cerdito menor, que era muy, pero muy perezoso, no prestó atención a las
palabras de mamá cerdita y decidió construir una casita de paja para terminar
temprano y acostarse a descansar.
El cerdito del medio, que era medio perezoso, medio prestó atención a las palabras
de mamá cerdita y construyó una casita de palos. La casita le quedó chueca porque
como era medio perezoso no quiso leer las instrucciones para construirla.
La cerdita mayor, que era la más aplicada de todos, prestó mucha atención a las
palabras de mamá cerdita y quiso construir una casita de ladrillos. La construcción
de su casita le tomaría mucho más tiempo. Pero esto no le importó; su nuevo hogar
la albergaría del frío y también del temible lobo feroz...
Y hablando del temible lobo feroz, este se encontraba merodeando por el bosque
cuando vio al cerdito menor durmiendo tranquilamente a través de su ventana. Al
lobo le entró un enorme apetito y pensó que el cerdito sería un muy delicioso
bocadillo, así que tocó a la puerta y dijo:
—Cerdito, cerdito, déjame entrar.
El cerdito menor se despertó asustado y respondió:
—¡No, no y no!, nunca te dejaré entrar.
El lobo feroz se enfureció y dijo:
Soplaré y resoplaré y tu casa derribaré.
El lobo sopló y resopló con todas sus fuerzas y la casita de paja se vino al piso.
Afortunadamente, el cerdito menor había escapado hacia la casa del cerdito del
medio mientras el lobo seguía soplando.
El lobo feroz sintiéndose engañado, se dirigió a la casa del cerdito del medio y al
tocar la puerta dijo:
—Cerdito, cerdito, déjame entrar.
El cerdito del medio respondió:
— ¡No, no y no!, nunca te dejaré entrar.
El lobo hambriento se enfureció y dijo:
—Soplaré y resoplaré y tu casa derribaré.
El lobo sopló y resopló con todas sus fuerzas y la casita de palo se vino abajo. Por
suerte, los dos cerditos habían corrido hacia la casa de la cerdita mayor mientras
que el lobo feroz seguía soplando y resoplando. Los dos hermanos, casi sin
respiración le contaron toda la historia.
—Hermanitos, hace mucho frío y ustedes la han pasado muy mal, así que
disfrutemos la noche al calor de la fogata —dijo la cerdita mayor y encendió la
chimenea. Justo en ese momento, los tres cerditos escucharon que tocaban la
puerta.
—Cerdita, cerdita, déjame entrar —dijo el lobo feroz.
La cerdita respondió:
— ¡No, no y no!, nunca te dejaré entrar.
El lobo hambriento se enfureció y dijo:
—Soplaré y soplaré y tu casa derribaré.
El lobo sopló y resopló con todas sus fuerzas, pero la casita de ladrillos resistía sus
soplidos y resoplidos. Más enfurecido y hambriento que nunca decidió trepar el
techo para meterse por la chimenea. Al bajar la chimenea, el lobo se quemó la cola
con la fogata.
—¡AY! —gritó el lobo.
Y salió corriendo por el bosque para
nunca más ser visto.
Un día cualquiera, mamá cerdita fue a
visitar a sus queridos cerditos y descubrió
que todos tres habían construido casitas
de ladrillos. Los tres cerditos habían
aprendido la lección:
“En el mundo nada llega fácil, por lo
tanto, debemos trabajar para lograr
nuestros sueños”.

Cuento de la cenicienta
Érase una vez una hermosa joven que vivía con su madrastra y dos hermanastras
que la obligaban a hacer todo el trabajo de la casa. La pobre joven tenía que
cocinar, limpiar y también lavarles la ropa.
Cansada de trabajar, la joven se quedó dormida cerca a la chimenea y cuando se
levantó con la cara sucia por las cenizas, sus hermanastras se rieron sin parar y
desde entonces comenzaron a llamarla Cenicienta.
Un día llegó a la casa una invitación del rey a un baile para celebrar el cumpleaños
del príncipe. Todas las jóvenes del reino fueron invitadas y Cenicienta estaba muy
feliz. Sin embargo, cuando llegó el día de la fiesta, su madrastra y hermanastras le
dijeron:
—Cenicienta, tú no irás, te quedarás en casa limpiando y preparando la cena para
cuando regresemos.
Las tres mujeres salieron hacia el palacio, burlándose de Cenicienta.
Cenicienta corrió al jardín y se sentó en un banco a llorar. Ella deseaba con todo su
corazón poder ir al baile. De repente, apareció su hada madrina y le dijo:
—No llores Cenicienta, tú has sido muy buena y mereces ir al baile.
Agitando su varita mágica, el hada madrina transformó una calabaza en un coche,
tres ratones de campo en hermosos caballos, y a un perro viejo en un cochero.
¡Cenicienta no podía creer lo que veía!
— ¡Muchas gracias! —exclamó Cenicienta.
—Espera, no he terminado todavía —respondió el hada madrina con una sonrisa.
Con el último movimiento de su varita mágica, transformó a Cenicienta. Le dio un
vestido y un par de zapatillas de cristal, y le dijo:
—Ahora podrás ir al baile, sólo recuerda que debes regresar antes de la medianoche
ya que a esa hora se terminará la magia.
Cenicienta agradeció nuevamente al hada madrina y muy feliz se dirigió al palacio.
Cuando entró, los asistentes, incluyendo sus hermanastras, no podían parar de
preguntarse quién podría ser esa hermosa princesa.
El príncipe, tan intrigado como los demás, la invitó a bailar. Después de bailar toda la
noche, descubrió que Cenicienta no sólo era la joven más hermosa del reino, sino
también la más amable y sincera que él jamás había conocido.
De repente, las campanadas del reloj se hicieron escuchar, era la medianoche.
Cenicienta se estaba divirtiendo tanto que casi olvida las palabras del hada madrina.
—¡Oh, no!, debo irme— le dijo al príncipe mientras corría fuera del salón de baile.
Ella salió tan de prisa que perdió una de sus zapatillas de cristal en la escalinata.
Decidido a encontrar a la hermosa joven, el príncipe tomó la zapatilla y visitó todas
las casas del reino.
Cuando el príncipe llegó a casa de
Cenicienta, sus dos hermanas y hasta la
madrastra intentaron sin suerte probarse el
zapato de cristal. Él se encontraba a punto
de marcharse cuando escuchó una voz:
—¿Puedo probarme la zapatilla? —dijo
Cenicienta.
La joven se probó la zapatilla y le quedó
perfecta. El príncipe sabía que esta era la
hermosa joven que estaba buscando. Fue
así como Cenicienta y el príncipe se casaron
y vivieron felices para siempre.

El patito feo
En la granja había un gran alboroto: los polluelos de Mamá Pata estaban rompiendo
el cascarón.

Uno a uno, comenzaron a salir. Mamá Pata estaba tan emocionada con sus
adorables patitos que no notó que uno de sus huevos, el más grande de todos,
permanecía intacto.
A las pocas horas, el último huevo comenzó a romperse. Mamá Pata, todos los
polluelos y los animales de la granja, se encontraban a la expectativa de conocer al
pequeño que tardaba en nacer. De repente, del cascarón salió un patito muy alegre.
Cuando todos lo vieron se quedaron sorprendidos, este patito no era pequeño ni
amarillo y tampoco estaba cubierto de suaves plumas. Este patito era grande, gris y
en vez del esperado graznido, cada vez que hablaba sonaba como una corneta
vieja.
Aunque nadie dijo nada, todos pensaron lo mismo: “Este patito es demasiado feo”.
Pasaron los días y todos los animales de la granja se burlaban de él. El patito feo se
sintió muy triste y una noche escapó de la granja para buscar un nuevo hogar.
El patito feo recorrió la profundidad del bosque y cuando estaba a punto de darse
por vencido, encontró el hogar de una humilde anciana que vivía con una gata y una
gallina. El patito se quedó con ellos durante un tiempo, pero como no estaba
contento, pronto se fue.
Al llegar el invierno, el pobre patito feo casi se congela. Afortunadamente, un
campesino lo llevó a su casa a vivir con su esposa e hijos. Pero el patito estaba
aterrado de los niños, quienes gritaban y
brincaban todo el tiempo y nuevamente
escapó, pasando el invierno en un estanque
pantanoso.
Finalmente, llegó la primavera. El patito feo vio
a una familia de cisnes nadando en el
estanque y quiso acercárseles. Pero recordó
cómo todos se burlaban de él y agachó la
cabeza avergonzado. Cuando miró su reflejo
en el agua se quedó asombrado. Él no era un
patito feo, sino un apuesto y joven cisne.
Ahora sabía por qué se veía tan diferente a
sus hermanos y hermanas. ¡Ellos eran patitos,
pero él era un cisne! Feliz, nadó hacia su familia.
Cuento el ganso de oro
Había una vez un hombre que tenía tres hijos. Al más joven de los tres lo llamaban
Tontín, y era despreciado, burlado, y dejado de lado en cada ocasión.
Un día, quiso el hijo mayor ir al bosque a cortar leña, su madre le dio una deliciosa
torta de huevo y una botella de leche para que no pasara hambre ni sed. Al llegar al
bosque se encontró con un hombrecillo de pelo gris y muy viejo que lo saludó
cortésmente y le dijo:
— Por favor dame un trozo de torta y un sorbo de tu leche, pues estoy hambriento y
sediento.
—Si te doy pastel y leche, me quedaré sin qué comer —respondió el hijo mayor—. Y
dejó plantado al hombrecillo para seguir su camino. Pero cuando comenzó a talar un
árbol, dio un golpe equivocado y se lastimó el brazo con el hacha, por lo que tuvo
que regresar a casa. Con ese golpe, pagó por su comportamiento con el
hombrecillo.
A continuación, partió el segundo hijo al bosque y como al mayor, su madre le dio
una deliciosa torta y una botella de leche. También le salió al paso el hombrecillo
gris y le pidió un trocito de torta y un sorbo de leche. El segundo hijo le contestó con
desprecio:
—Si te doy, me quedo sin qué comer—. Sin más, dejó al hombrecillo y siguió su
camino hacia el árbol más frondoso. El castigo no se hizo esperar; no había dado
más que unos pocos hachazos, cuando se golpeó la pierna y tuvo que regresar a
casa.
En ese momento, dijo Tontín: —Padre, déjame ir a cortar leña.
El padre contestó: —Tus hermanos se han hecho daño, así que déjalo ya. Tú no
entiendes nada de esto.
Pero Tontín insistió tanto, que finalmente el padre dijo: —Anda, ve; ya aprenderás a
fuerza de golpes.
La madre le dio una torta que había hecho con agua y harina y una botella de leche
agria. Cuando llegó al bosque, se tropezó con el viejo hombrecillo gris que lo saludó
y le dijo:
— Por favor dame un trozo de torta y un trago de tu botella, pues tengo mucha
hambre y sed.
Tontín le respondió: —Sólo tengo una torta de harina y leche agria, pero si te
apetece, sentémonos y comamos.
Los dos hombres comieron y bebieron y luego dijo el hombrecillo:
—Como tienes buen corazón y te gusta compartir, te voy a hacer un regalo. Allí hay
un árbol viejo, córtalo y encontrarás algo en la raíz. Dicho esto, el hombrecillo se
despidió.
Tontín se dirigió hacia el árbol, lo taló y cuando este cayó, encontró en la raíz un
gran ganso que tenía las plumas de oro puro. Lo sacó de allí, llevándoselo consigo y
se dirigió a una posada para pasar la noche. El posadero tenía tres hijas que, al ver
el ganso, sintieron curiosidad por conocer qué clase de ave maravillosa era aquella.
La mayor pensó: «Ya tendré ocasión de arrancarle una pluma.» Tan pronto Tontín
había salido, tomó al ganso por un ala, pero el dedo y la mano se le quedaron allí
pegados. Poco después llegó la segunda, que no tenía otro pensamiento que
arrancar una pluma de oro; pero apenas tocó a su hermana, se quedó pegada a ella.
Finalmente llegó la tercera con las mismas intenciones. Entonces gritaron las dos
hermanas:
—¡No te acerques, por tu bien, no te acerques!
Pero ella no entendió por qué no tenía que acercarse y pensó: «Si ellas están ahí,
también puedo estarlo yo», y se acercó dando saltos; pero apenas había tocado a su
hermana se quedó pegada a ella. Así que tuvieron que pasar la noche pegadas al
ganso.
A la mañana siguiente Tontín tomó el ganso en brazos sin preocuparse de las tres
jóvenes que estaban pegadas. Ellas tuvieron que correr detrás de él, a la derecha o
a la izquierda, según se le ocurriera ir.
En medio del campo se encontraron con el cura y, cuando este vio el cortejo, dijo:
—¿Pero no les da vergüenza muchachas, seguir así a un joven por el campo?
¿Creen que eso está bien?
Con estas palabras, tomó a la más joven de la mano con el fin de separarla, pero se
quedó igualmente pegado y tuvo que correr también detrás. Poco después llegó el
sacristán y vio al señor cura seguir a las jóvenes. Se asombró y gritó:
—¡Ay, señor cura! ¿Adónde va con tanta prisa? No olvide que hoy todavía tenemos
un bautizo.
Se dirigió hacia él y lo tomó del abrigo, quedando también allí pegado. Iban los cinco
corriendo uno tras otro, cuando se aproximaron dos campesinos con sus azadones.
El cura los llamó y les pidió que lo liberaran a él y al sacristán. Pero apenas habían
tocado al sacristán, se quedaron allí pegados y de ese modo ya eran siete los que
corrían tras Tontín y el ganso.
Pronto llegaron a una ciudad, donde el rey que
gobernaba tenía una hija que era tan seria que
nadie podía hacerla reír. Para ese entonces él
había firmado una ley diciendo que el hombre que
fuera capaz de hacerla reír podía casarse con ella.
Cuando Tontín escuchó esto, fue con su ganso y
todo su tren de seguidores ante la hija del rey. Tan
pronto ella
vio a las
siete
personas
correr sin
cesar, uno
detrás del
otro, de
aquí para
allá,
comenzó a
reír a
carcajadas.
Tontín se
ganó el
corazón de
la princesa
al haberle
devuelto su
risa. Los dos se casaron y fueron felices para siempre.
EL TESORO ESCONDIDO
1 COMENTARIO
Luego, Jesús contó y ellos escucharon lo siguiente:

"El Reino de los Cielos, es igual a un Tesoro escondido en un Campo. Es como


un Hombre que lo encuentra y nuevamente lo esconde.

Muy dichoso de su hallazgo, vende todo lo que tiene y compra aquel Campo."

Interpretación
Jesús desea que la gente aprecie su Reino, por eso lo compara con un Tesoro al que uno
debe de dar todo de si para cuidarlo y contenerlo.

(Mateo: 13,44)
EL SIERVO INÚTIL
Dijo Jesús en otra parábola:

<<Quien de vosotros teniendo un Siervo que pastorea el ganado, al volver del campo le dicen:

"Pasa, siéntate en la mesa".

Y sin embargo, le dicen a él:

"Prepárame la cena y sírveme. Hasta que termine de comer y beber yo, aún no comes ni
bebes tu, sino después."

Díganme. ¿Acaso dan gracias al Siervo porque hizo lo que se le había encomendado?. Yo
pienso que no. Así también ustedes cuando hayan hecho todo lo que se les ha ordenado dicen:
"Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.">>

Interpretación
Jesús nos invita a ponernos en el lugar de quienes sufren el maltrato del prójimo, ya que
muchas veces esas crueldades las solemos cometer con nuestros propios hermanos. Esa mala
actitud se sancionará en el Juicio Final.

(Lucas: 17, 7-10)

LOS NIÑOS QUE JUEGAN


Aquella vez, dijo Jesús:

"¿Cómo compararé a esta generación?, es igual a los Niños que se sientan en las plazas, y
dicen a sus compañeros 'hemos tocado flauta y no bailan; les cantamos canciones tristes y no
se lamentan'.

Por que vino Juan que ni comía ni bebía, dicen: 'Tiene un demonio'. Vino el Hijo del
Hombre que come y bebe, y dicen: 'He aquí un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de
publicanos y de pecadores'. Pero la sabiduría es justificada por sus Hijos."
Interpretación

Jesús mantiene disciplinando al incrédulo pueblo o a los de poca fe. Aquel pueblo que
hablaba mal de Juan el Bautista y del Él mismo, como si se portaran como niños que juegan
en una plaza.

(Mateo: 11,16-19)

EL DEMANDADO
SIN COMENTARIOS
Jesús dijo:

"Han oído aquellas palabras dichas por los antiguos: 'No matarás, y cualquiera que mate, será
culpable de juicio'.

Pero yo les digo que cualquiera que se enoje contra su Hermano, será culpable de juicio, y
cualquiera que diga tonto a su Hermano, será culpable ante la junta, y cualquiera que le diga
engreído, quedará expuesto al infierno de fuego.

De manera que si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu Hermano tiene algo en
contra de ti, deja allí tu ofrenda, y reconcíliate con él primero, luego regresa y haz tu ofrenda.
Ponte de acuerdo con tu adversario rápido, entretanto estás con él en el camino, no sea que el
adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.

Con seguridad les digo, que no saldrán de allí hasta que pagues la última parte."
Interpretación
Jesús nos enseña a no matar, a no pelear ni a difamar al prójimo. Ya que la justicia con
todos sus errores puede llevarnos a la cárcel. Él apoya a la reconciliación antes de acudir a
los altares.

(Mateo: 5, 21-26)
LA HIGUERA SIN FRUTO
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Jesús contó una parábola:

<<Un Hombre tenia una Higuera en su Viña, y yendo a buscar frutos en ella, no halló nada.
Luego se acercó al Viñador y le dijo:

"Desde hace tres años ando buscando fruto en esta Higuera, y veo que no produce nada.
Cortémolas para no desperdiciar la tierra que ocupa."

El Viñador respondió:

"Señor, déjele sólo este año más. Cavaré alrededor de ella y la abonaré. Si da frutos, no la
cortaremos; y si aún así no produce nada, la cortaremos.">>

Interpretación
Siempre hay una oportunidad para que el Pecador regrese al buen camino y para que el
árbol estéril, tenga un lugar en el Paraíso de Dios.

(Lucas: 13, 6-9)


Luna
Ana Gabriel
Luna, tú que lo ves
Dile cuanto le amo
Luna, tú que lo ves
Dile cuanto lo extraño

Esta noche sé que él está


Contemplándote igual que yo
A través de ti, quiero darle un beso

Tú que sabes de soledad


Aconséjale, por favor
De que vuelva convéncelo, te ruego

Luna, tú que lo ves


Dile cuanto es que sufro
Luna, y dile que
Vuelva porque ya es mucho

Tú que sabes en donde esta


Acaríciale con mi amor
Dile que él es a quien yo más, más quiero

Tú que sabes por donde va


Ilumínale con tu luz
Su sendero porque quizás, no es bueno
No es bueno, quizás no es bueno
Y dile que lo quiero
Yo Tengo un Nuevo Amor
Canción de Roberto Orellana
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Yo tengo un nuevo amor
El corazón me late sin parar
Hay uno que me ha dicho
Te amo de verdad
Jesús mi amor y más que amor, mi dulce paz

Yo tengo un nuevo amor


Jamás imaginé poder hallar
Aquel que le dio a mi vida
Una razón para amar
Jesús mi amor
Y más que amor, mi dulce paz

Siento que tengo ganas de volar al firmamento


Gritarle al mundo entero lo que estoy sintiendo
Que ya encontré mi dulce amor, Jesús es toda mi verdad
Y nunca yo me cansaré de repetir hasta el final

Y ahora yo tengo un nuevo amor (el corazón me late)


El corazón me late sin parar (lo que me ha dicho)
Hay uno que me ha dicho, te amo de verdad
Jesús mi amor y más que amor mi dulce paz

Yo tengo un nuevo amor (jamás imagine)


Jamás imaginé poder hallar (aquel que le dio)
Aquél que le dió a mi vida
Una razón para amar
Jesús mi amor y más que amor mi dulce paz

Para amar, para amar, amo, Señor


Su voz dulcísima en respuesta cuando llamo
Sus ojos tiernos
Hasta el toque de sus manos
Por siempre suyo

Por siempre suyo quiero ser


Jesús es toda mi verdad
Y nunca yo me cansaré, no
De repetir hasta el final

Que ahora yo tengo un nuevo amor(amor, amor, amor)


Y el corazón me late sin parar
Hay uno que me ha dicho: te amo de verdad
Jesús mi amor, y más que amor, mi dulce paz

Yo tengo un nuevo amor (Amor, amor, amor)


Y jamás imaginé poder hallar
Aquel que le dio
Y aquel que le dio a mi vida
Una razón para amar
Jesús mi amor, y más que amor, mi dulce paz
Creo

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