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LOS ESTUDIOS SOCIALES DEL DEPORTE

EN COLOMBIA
Tensiones en juego para configurar un campo
de estudios
David Leonardo Quitián Roldán
Un primer pase con el recuerdo
No se puede desarrollar esta ponencia sin mencionar un recuerdo significati-
vo: fue en la pasada edición del Congreso Nacional de Sociología, realizado en
diciembre de 2006 en la ciudad de Bogotá (en la Universidad Nacional) donde
por invitación del coordinador de esa IX edición, profesor Gabriel Restrepo, se
programó por primera vez una mesa temática que trató el deporte con antiparras
sociológicas. Pasado un lustro desde esa fecha, una lectura de los ejes temáticos
de esa mesa, llamada “Deporte y Sociedad”, ilustra sobre el interés de entonces
por hacer un rastreo de las investigaciones adelantadas hasta ese congreso y del
evidente afán por constituir una red de académicos que impulsara la constitución
de un campo de estudios. Por esa razón, se eligió invitar a una de las figuras más
destacadas de esa veta sociológica: el argentino Pablo Alabarces quien acababa
de publicar un verdadero best seller disciplinar, el libro “Fútbol y patria” (2002)
que sigue siendo una obra referente en el ámbito de las investigaciones sociales

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sobre fútbol en particular y del deporte en general. Con la presencia de Alabarces
y la de cerca de veinte estudiosos de Bogotá, principalmente, se gestó el naci-
miento de REDRE (Red de estudios en Deporte y Recreación) cuyo crecimiento
se detalla en el texto que sigue y se fomentaría la creación de una asociación de
profesionales que declararon su interés por desarrollar investigaciones en ese
campo (Asciende) que llevarían –con el apoyo de la Asociación Latinoamericana
de Sociología- ALAS- a la organización del “I Encuentro Nacional de Investigación
y Estudios Socioculturales del Deporte” en junio de 2011 en Bogotá y, ahora, a
la propuesta y coordinación de la presente mesa temática en la que se inscribe
la presente ponencia.

Tesis de trabajo: el juego de la matrioska


Una metáfora literaria sirve de ilustración de la tesis que sostiene la presente
ponencia: que los estudios sociales del deporte en nuestro país son directamente
proporcionales en cantidad y calidad con los resultados deportivos de nuestros
atletas. Ambos ámbitos; el del análisis social de nuestro deporte y el de las eje-
cutorias deportivas son modestos si los comparamos con el vecindario continen-
tal –con Brasil y Argentina, principalmente- y con la metrópoli norteamericana y
europea. Dos buenos indicadores de esa aseveración son las medallas obtenidas
por la delegación nacional en las pasadas justas olímpicas de Beijing 2008 y la
participación, en calidad de ponentes, de colegas colombianos con temas aso-
ciados al deporte como hecho social total en certámenes académicos internacio-
nales.
El juego de muñecas rusas o de la Matrioska es la metáfora: el deporte ha
sido dentro de las ciencias sociales colombianas un tema marginal; un subgé-
nero bastardo al ser parido por progenitores ilegítimos como las ciencias de la
salud, la economía, la política y el periodismo, siendo la educación física la tía
verdadera que lo ha asistido. La investigación social del deporte es en nuestra
patria un género menor, expresión acuñada por Umberto Eco en su libro de en-
sayos “Diario Mínimo” (1973) refiriéndose a temas que siendo de interés de una
inmensa mayoría no reciben atención académica por no considerarse dignos de
una tradición (Restrepo, 2007) y un ‘subgénero’ como lo calificara Norbert Elías
en su obra fundacional sobre el ocio y el deporte (1992); subgénero que encaja
dentro de un género mayor como el de los estudios en fútbol que infructuosa-
mente pretenden englobarlos y agotarlos. Claro que esa situación es la constan-
te universal, siendo la única diferencia la época: en la metrópoli (Europa occi-
dental y Estados Unidos, primordialmente) ya parecen estar superada la apatía
del deporte como tema de estudio social.
Aquí la eugenesia se cumple con pasmoso fatalismo griego: primero los temas
se manifiestan y desarrollan en el “Primer Mundo” y luego –como pasa con la
tecnología- se exportan a países de la periferia. Lo asombroso del asunto es que
esa trasferencia científica se efectúa de forma casi calcada: hasta las fases de
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incertidumbre epistemológica se vivencian aquí de manera similar –en tiempos


y circunstancias sociales e ideológicas- a las experimentadas allá; para el caso,
basta ver las sospechas y resistencias de los intelectuales colombianos de los
70’s y 80’s, emulando a los sindicalistas de izquierda europeos de los años 60,
frente a todo lo que tuviese que ver con la alienación del fútbol (Oliven y Damo,
2001) y (Quitián, 2007). Sobre esa suerte de colonialismo controvierte Pablo
Alabarces (2010) para quien la diferencia Europa- Sudamérica (como sucede
con el número de Copas Mundo FIFA ganadas por cada región) es escasa: el
brasilero Roberto Da Matta publicó su “Esporte na Sociedade: Um Ensaio sobre
futebol Brasileiro” en 1982 y el argentino Eduardo Archetti su “Fútbol y ethos”
en 1985. Apenas una década después de los textos fundacionales de Partisans
(Brohm et al, 1972) y de Vinnai (1974) y de manera contemporánea de insignes
autores como Lüschen y Weis (1976) y José María Cajigal (1981). La diferencia
es que Da Matta no escribió más al respecto y Archetti siguió publicando, pero
en Europa.
Leyendo a Elías constatamos como en el pasado reciente temas de estudio
como la raza, el deporte y la guerra fueron excluidos de las solemnes investiga-
ciones sociológicas porque “no constituían una propiedad básica ni universal de
los sistemas sociales” (1992: 12). Respecto a los deportes, el sociólogo polaco
observa que la anterior afirmación es discutible porque, “si bien es cierto que
hay variantes en las estructuras de tales actividades y en los significados que
tienen para quienes participan en ellas, nunca ha existido sociedad humana sin
algo equivalente a los deportes modernos” (Ibíd.: 12). La acusación que el autor
de la teoría de los “procesos civilizatorios” lanza contra la sociología en general
(producto de su indiferencia hacia temas como el deporte) se patentiza cuando
comprobamos que, salvo una que otra excepción, ningún sociólogo de los lla-
mados “clásicos” se ha salido de los asuntos convencionales para tratar asuntos
como el deporte.
En Colombia, como en el mundo, hasta hace poco casi ningún sociólogo de
la llamada corriente principal había teorizado o investigado algún aspecto del
deporte; así ocurría incluso en los casos en que el deporte representaba un pa-
pel integral en las instituciones estudiadas (en la educación, por ejemplo). Eric
Dunning narra un caso que ilustra de cuerpo entero la poca importancia que los
sociólogos ponían al estudio de los deportes:

Un síntoma probable de esta situación general es el hecho de que, mientras en su


tesis de maestría, presentada en la London School of Economics en 1961, Anthony
Giddens estudiaba la sociología del deporte, nunca más desde aquella fecha –años
en los que se ha forjado su reputación de uno de los más destacados teóricos
sociales del Reino Unido- ha vuelto al campo del deporte ni a considerarlo tema
digno de discusión sistemática en ninguno de los tratados teóricos que ha escrito
(Ibíd.: 11).

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Para Giddens como para muchos otros, los valores imperantes en la sociología
y la estructura de las oportunidades dentro de ella dictaminaban que el trabajo
sociológico se realizara en áreas más tradicionales y convencionales, con el re-
sultado de que el estudio del deporte desde este punto de vista había quedado
mayoritariamente en manos de los no sociólogos. Una vez más, ha hubo nota-
bles excepciones: Pierre Bourdieu (Sports and Social Class) y Gregory P. Stone
(American Sports: Play and Display) realizaron valiosos trabajos en este campo.
“Pero sigue siendo cierto que pocos sociólogos de la principal corriente de esta
disciplina han emprendido hasta ahora investigaciones sistemáticas del deporte,
han teorizado o discutido acerca de él en sus libros de texto o en sus trabajos, o
incluido el estudio del deporte en los cursos que imparten”(Ibíd.: 11).
Como en la sucesión infinita y cada vez más pequeña que se produce al inter-
poner un cuerpo entre dos espejos enfrentados, los estudios del llamado “mejor
espectáculo del mundo” están contenidos en dos cajas mayores rotuladas “Edu-
cación física” y “Medicina”, precedidas por una cámara superior dividida en dos
compartimientos; en uno está la literatura pura y en el otro el periodismo de-
portivo. Así, casi todo lo escrito en Colombia sobre boxeo, ciclismo y pesas, por
citar dos prácticas denominadas “deportes nacionales” y una tercera que le ha
dado tres medallas consecutivas al país en las últimas tres citas olímpicas1, pro-
1 La estadística dice que Colombia ha tenido 38 campeones mundiales de boxeo y doce de ciclismo; esa es la razón para que estas
dos actividades sean consideradas “Deportes Nacionales”. Así mismo, en las últimas tres olimpiadas el país ha cosechado 3 medallas
viene del periodismo o de la literatura o de la educación física o de la nutrición o
la fisiología ó tiene alguna relación, así sea tangencial, con un texto mayor que
habla de balompié profesional.
Simplemente por señalar una de las posibles miradas que se presentan en la
literatura colombiana, es plausible citar al escritor Héctor Abad Faciolince en su
penúltima novela “El olvido que seremos”:

“…Al medio día de ese martes, cuenta mi mamá, volviendo juntos de la oficina, mi
papá quiso oír las noticias sobre el crimen de Luis Felipe Vélez, pero en todas las
emisoras de radio no hablaban, de otra cosa que de futbol. Para mi papá el exceso
de noticias deportivas era el nuevo opio del pueblo, lo que lo mantenía adormeci-
do, sin nociones de lo que de verdad ocurría en la realidad, y así lo había escrito
varias veces. Estando con mi mamá; le dio un puñetazo al volante y comentó con
rabia: “la ciudad se desbarata, pero aquí no hablan sino de futbol”. Dice mi mamá
que ese día estaba alterado, con una mezcla de rabia y tristeza, casi en el borde
de la desesperanza…” (Abad Faciolince, 2007: 238).

A propósito del deporte rey, conviene decir que su aspecto más examinado en
Colombia es el de la violencia asociada a él, empezando por el fenómeno de las
barras bravas –quizá el menos entendido y asimilado por el estamento político-
del que existe un respetable número de tesis de grado, artículos, ponencias y
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estudios con forma de libro y el del narcotráfico que también presenta publica-
ciones para mostrar (ver Quitián, 2007). De la violencia en los estadios destacan
la tesis de pregrado “La ciudad de los fanáticos: aproximación al fenómeno de
las barras de fútbol locales Barón Rojo Sur y Frente Radical Verdiblanco entre
los años 1999- 2001” de los estudiantes de sociología Harold Pardey, Juan Paulo
Galeano y Andrés Blanco presentada en la Universidad del Valle en 2001. Así
mismo, la tesis “La violencia en el fútbol vista a través de las barras bravas” pre-
sentada como requisito para optar al título de sociología, de la Universidad Na-
cional de Colombia, por Germán Gómez Eslava. Estas dos monografías son pio-
neras en el tema y han inspirado al menos una docena más, como “Sin amarillo,
azul y rojo. Construcción de identidad de las barras CADC Y LGARS” de César Mendoza,
presentada en el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia
(2004) y la de Jairo Clavijo, titulada Estudio de barras bravas de fútbol de Bogo-
tá: Los comandos azules (2004), escrita como pieza de grado del programa de
antropología de la Universidad Javeriana.
Ya en el nivel de maestría se registran las tesis El centro de la mirada del
magister en antropología de la Universidad Nacional, Samuel Ávila (2001), “Los
hinchas de la hinchada” sustentada por Alejandro Villanueva y Alirio Amaya en
el marco de la maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional
(2010) y la de Nelson Rodríguez bautizada Fútbol y afición. Proceso de figura-
ciones a la manera de alentar a los equipos profesionales capitalinos (Santa Fe y
(entre ellas la única de oro) en la halterofilia.
Millonarios): la época de “El dorado” y los años 80-90” (2010) presentada como
requisito de grado en la maestría en Sociología de la Universidad Nacional de
Colombia; estas dos últimas tesis tienen la virtud de haber expresado los desa-
rrollos conceptuales de los autores en tensión con las reflexiones suscitadas en
el interior del programa “Goles en Paz” de la Secretaría de Gobierno de Bogotá
al que están vinculados los investigadores que suscriben los textos. También es
justo referenciar la tesis doctoral de Jairo Clavijo –autor ya mencionado un pá-
rrafo atrás- que en el marco de su tesis doctoral en la Universidad La Sorbonne
Nouvelle de París, publicó el libro “Cantar bajo la anaconda: un análisis socio-
cultural del barrismo en el fútbol” (2011). Mención especial merecen los libros
“Emoción, Control e identidad: las barras de fútbol en Bogotá” de María Teresa
Salcedo y Omar Rivera que fue publicado por el Instituto Colombiano de Antro-
pología e Historia- ICANH en 2007 y “Clásico local” editado por la Alcaldía Mayor
de Bogotá y la Fundación Gilberto Alzate Avendaño en 2009.
Esa particularidad nacional coincide con la tendencia mundial señalada por
Dunning quien afirma que “la única arista que ha llamado la atención de algunos
respetables sociólogos es la de los violentos hinchas del fútbol. Los football hoo-
liganism (hooligans o gamberros) han tenido el honor de captar la curiosidad de
algunos marxistas y teóricos del desviacionismo” (Elías y Dunning, 1992: 18).

El corolario de esta descripción de trabajos y de la metáfora que los ilustra es

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el conflicto de prioridades e intereses entre las propias disciplinas: entre cien-
cias duras (verbigracia la medicina, las matemáticas, las ciencias naturales e
ingenierías) versus las ciencias blandas (sociología, antropología, filosofía, psi-
cología, etcétera, etcétera), que si bien está casi superado, aun permea ámbitos
como el del poder político, ejecutivo y presupuestal dentro de las universidades
e instituciones que regentan la ciencia y la cultura en el país como los ministerios
de Educación y Cultura y el mismo Colciencias.

Flexión y reflexión: de las lizas al papel periódico


Vale decir que los primeros textos que encontramos en una rápida revisión
bibliográfica del deporte colombiano, los encontramos después de inaugurarse
la liga nacional de fútbol en 1948 y la Vuelta a Colombia en 1951. El periodismo,
por supuesto, fue el primero en referirse a estos eventos de escala nacional que
hacían noticia; no obstante en las editoriales y columnas2 de esas calendas ya
encontramos los primeros esbozos de reflexión social que han de ser el primer
insumo recogido en cualquier revisión de arte que se precie de seria y rigurosa:
ya Eduardo Archetti y Pablo Alabarces nos advirtieron de la importancia meto-
dológica de explorar con escrupuloso detalle la prensa vernácula a la hora de
analizar, develar y comprender discursos alusivos a la cultura, la idiosincrasia, el

2 El diario El Tiempo fue el primer patrocinador de la ronda ciclística nacional y hoy se sostiene como su sponsor oficial.
folclor y –en general- todo lo relativo a la construcción de proyectos e identida-
des locales- nacionales.
De la mano del periodismo, sobre todo el escrito, llegó el periodismo literario o
“Nuevo periodismo” encarnado mundialmente por los escritos de Truman Capote
(ver sus perfiles de Marilyn Monroe, Chaplin y Picasso), Norman Mailer (especial-
mente su reportaje sobre Muhammad Alí) y Gay Talese (ver sus crónicas de Joe
Louis, Floyd Patterson y Joe DiMaggio) y expresado en nuestro país en la forma
de reportajes, entrevistas y crónicas. Resaltamos tres: la entrevista que el es-
critor de la Casa Grande y miembro del célebre “Grupo de Barranquilla”, Álvaro
‘El Nene’ Cepeda Samudio, le hiciera al genial Garrincha en 1968…

“Manoel Dos Santos no se acuerda cómo comenzó a jugar al fútbol en Pau Grande.
Tampoco se acuerda cuándo comenzó a trabajar, aprendiendo a coser mangas a
las camisas que se producían en la gran fábrica de confecciones que aun funcionan
en el pueblo. “Debió ser muy pequeño”, dice. Pero sí se acuerda del horario de la
fábrica porque todavía siente el cansancio de la jornada: de seis de la mañana a
cuatro de la tarde, cosiendo mangas; de las cuatro hasta cuando oscurecía, ju-
gando al fútbol: y de las siete de la noche a las nueve, estudiando en la escuela
de la fábrica donde también trabajaba su padre, que era celador. Y con quien se
cruzaba todas las noches cuando el pequeño Manoel iniciaba el regreso, muerto de
cansancio, a su casa pobre de la colina…” (Cepeda, 1968).
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El reportaje “Cochise a vuelo de Tequila” del poeta fundador del movimiento


nadaísta, Gonzalo Arango, al recordman de la hora Manuel Emilio ‘Cochise’ Ro-
dríguez…

“El Corazón de Jesús más feo del mundo está en el barrio Simón Bolívar: carrera
84ª No. 37-6, de Medellín. En esa casa vive Martín Emilio Rodríguez Gutiérrez,
alias “Cochise”. El cuatro veces Campeón Nacional de Ciclismo, Medalla de Oro
en Winnipeg, y otros resonantes triunfos internacionales. Con los campeones no
tengo buena suerte. Cuando doy al chofer la dirección, me lleva a otro barrio, al
otro extremo de la casa que busco. Después de perdernos en un laberinto de no-
menclaturas digo al camarada conductor que esa dirección es donde vive Cochise,
el campeón de ciclismo.
--Si me lo dice al principio lo llevo como un tiro
Son las seis y media de la noche. Estoy atrasado media hora. Frente a la casa del
campeón hay un Volkswagen estacionado, recién brillado. Toco el timbre.
Aparece una señora con cara de mamá.
--¿Está Cochise?
-Sí, entre.
Ahí mismo queda la sala de recibo. Al fondo el comedor. Ese que está comiendo
debe ser él. Digo “hola”. El dice: “ya me iba a ir”. Yo digo: “entonces llegué a tiem-
po”. (Arango en Duque, 1984:144)
Y la etnográfica crónica de Alberto Salcedo Ramos al ex campeón mundial
Walter Junior, Antonio Cervantes “Kid Pambelé”, en 2005…

“De las palabras de Miguel Gómez me acordé una de las tantas tardes en las
que me vi con Pambelé. Fue en la carrera 7ª con calle 17. Lo encontré parado
en la esquina, con un vaso de tinto en la mano derecha. Cuando empezamos a
caminar rumbo a la cafetería, un pordiosero que estaba acurrucado en el piso lo
saludó levantando el pulgar derecho. Luego un agente de policía, guiñando un
ojo, dijo que así como se veía hoy era como todos los colombianos querían verlo.
Lo saludaron el vendedor de libros piratas y la empleada de la tienda de discos.
En la cuadra siguiente nos tropezamos con un hombre que, al reconocerlo, le tiró
un gancho suave en el estómago. De pronto, los pasajeros de un bus estaciona-
do en el frente, empezaron a llamarlo a gritos:
--¡Adiós, campeón!
--Campeoooon!
Pambelé hizo la “V” de la victoria con la mano izquierda, aparentemente des-
preocupado por establecer de donde venían los gritos. Sonrió, tocó la cabeza de
un niño que venía en un coche. Entonces tuve la impresión de que ya no avanza-
ba a pie sino encaramado en lo más alto de un camión de los bomberos, donde
jamás de los jamases volvería a alcanzarlo la derrota. Lo vi desamparado en su
quimera, pero dispuesto a defender hasta el final el único trono que le queda”

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(Salcedo, 2005: 67).

Por supuesto que existen decenas de trabajos similares de plumas como Me-
lanio Porto Ariza, Chelo de Castro, Fabio Poveda Márquez, Mike Forero Nougués,
Andrés Salcedo, Rafael Mendoza, David Sánchez Juliao, Jaime Ortiz Alvear, Rufi-
no Acosta, Víctor Rosas, Juan Gossaín, Daniel Samper Pizano, Jairo Clopatofsky,
Alberto Galvis, Héctor Urrego, Héctor Palau, Estewil Quesada y el propio Gabriel
García Márquez3; sin embargo hacemos énfasis en estas tres piezas a media
agua entre lo literario y lo periodístico por ser confeccionadas por personajes de
notable estatura en la cultura colombiana y porque cada uno de ellos escribió
sobre ídolos (e íconos) del deporte del momento; representantes –a su vez- de
los tres deportes que más títulos han ofrendado (para decirlo en términos de
Gaitán) al “país nacional”, razón por la cual son los más queridos de Colombia:
el fútbol, el ciclismo y el boxeo, respectivamente.

Deporte y fútbol: anatemas social e intelectual

En el periodo denominado como “La República liberal”, que fue de 1930 a


1946, se instauró un proyecto modernizador de Colombia que desarrolló en la
3 Cf. Las compilaciones editoriales que las Asociaciones Colombianas de Redactores Deportivos, ACORD, han hecho sobre las co-
lumnas, entrevistas, reportajes y crónicas de sus periodistas abonados.
tercera década del siglo XX la construcción de un campus universitario al mejor
estilo de los existentes en Londres (Cambridge y Oxford, particularmente); por
ello el presidente liberal de “La revolución en marcha”, Alfonso López Pumarejo,
en su primer periodo (1934- 1938) contrató a un grupo de arquitectos- urbanis-
tas alemanes (entre ellos Fritz Karsen y el célebre Leopoldo Rother de la escuela
de la Bauhaus) que vinieron a la aldeana capital del país y dejaron un trabajo
que aunque inacabado fue el punto de partida en la concepción moderna de la
ciudad como espacio público y democrático por excelencia. La mejor obra de la
avanzada bávaro- germana fue la ciudadela de la Universidad Nacional de Co-
lombia (UN) concebida con el simbolismo greco- latino que considera al búho
como el emblema de la sabiduría: por ello el Alma Mater en el plano y desde la
vista superior tiene la forma de esa noctámbula ave. Lo significativo del trazo y
construcción del complejo metropolitano de la “Ciudad blanca”, como se le cono-
ce por su estilo neoclásico de fachadas blancas y de ángulos rectos, es la osadía
arquitectónica y la innovación de usos de materiales para la época4, además de
la generosa oferta de escenarios deportivos (el diseño inicial contemplaba pisci-
nas con capacidad hasta para 8.000 personas y deportes como el polo) que se
integrarían con la ciudad (para esas calendas la UN no tenía mallas) y que hoy
se complementan con las facultades, bibliotecas, auditorios, aulas, museos, ca-
feterías, senderos, prados y laboratorios que pueblan las 122 hectáreas de esta
universidad con sede en Bogotá.
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Igualmente significativo es que en la cabeza del ave estaba el principal com-


plejo de edificaciones y campos atléticos; de hecho el diamante de béisbol5 y el
estadio olímpico de fútbol eran los ojos del búho: el deporte como epicentro y
como visión en la formación de la elite intelectual del país. Diciente, también,
que las garras del búho que delineaba el perímetro universitario era el templo
religioso del campus universitario. Carne y piedra, para citar la obra de Sennett
(1997), como reflejo del espíritu liberal, laico y moderno. La universidad pensa-
da como vanguardia intelectual del país acogía el proyecto modernizador de la
metrópoli que veía el deporte como un elemento fundamental en la formación
integral del individuo y el ciudadano, quizá inspirado en la clásica y refutada con-
signa de “Mens sana in corpore sano”. Fue por eso que al seno de la Universidad
Nacional llegó el Instituto Nacional de Educación Física- INEF (desplazado allí por
los hechos violentos de “El bogotazo”) que agregaba a la práctica deportiva de
profesores y estudiantes, el elemento de praxis (componente teórico- concep-
tual) que transformaba lo empírico en “acción con un propósito razonado”, tal
como lo prescribe el axioma moderno de la educación física.
4 Para profundizar sobre el tema, se recomienda escuchar el especial sobre el particular en el programa de radio “De…Porte Aca-
démico”, de la emisora de la Universidad Nacional (98.5 FM), en el enlace: http://www.unradio.unal.edu.co/nc/categoria/cat/de-porte-
academico.html consultado el 22/09/2011.
5 Toda una rareza, ya que la cultura del arquitecto europeo no tiene cercanía con el deporte de los bates y las manillas (bien lo dice
Javier Lasarte; el beisbol ha sido el único deporte que se resistió exitosamente a la globalización: 2007); la paradoja se expresa en el
hecho de que el primer título mundial que Colombia ganó fue el del beisbol aficionado en 1947.
El estadio de fútbol (una réplica en pequeño del Olímpico de Berlín, sede de
las justas olímpicas de cuño nazi de 1936) fue inaugurado, junto a otras obras
como la Concha acústica y las canchas de tenis en la primera edición de los
Juegos Bolivarianos en 1938 realizadas en Bogotá. La sede para esos juegos
de integración de naciones bolivarianas era el todavía no inaugurado estadio El
Campín que fue impulsado por el alcalde Jorge Eliécer Gaitán que, fiel al que
sería su ideario político, proyectó un coliseo de corte más popular que fue eclip-
sando el estadio universitario.

Examinando la estrategia “civilizadora” del barón Pierre Freddy de Coubertin


(restaurador de los Juegos Olímpicos de la modernidad) el deporte se instru-
mentaliza y funciona como elemento de distinción para la élite nacional (Bour-
dieu después sofisticaría ese análisis), en éste caso, la élite burguesa, intelectual
y académica (Pedraza, 1989) y (Cadena, 2004). Sin embargo, esa estantería del
proyecto liberal cayó con el final de la hegemonía radical- liberal, en el año de
1946, y el ascenso al poder del partido conservador cuyo máximo exponente, el
mandatario Laureano Gómez, “le hizo la vida imposible al INEF al que considera-
ba un asunto inmoral y de locos corriendo desvergonzadamente en calzoncillos”6.
El caso es que el Instituto Nacional de Educación Física fue expulsado de la UN y
tuvo que buscar refugio en la Normal Superior y luego en la actual Universidad
Pedagógica Nacional (UPN)7.

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Testimonios orales de personajes que estuvieron en medio de los cambios
relacionan dos posibles causas de la exclusión del deporte de la Universidad
Nacional; por un lado refieren el conflicto entre los médicos y los edufísicos por
quedarse con el moderno laboratorio de fisiología que en esa fecha pertenecía
a Educación física, por otro lado reseñan la poca simpatía que el establishment
de entonces tenía con esa disciplina asociada a ideas progresistas, de izquierda,
marxistas y comunistas8. Entonces, otra vez tenemos de un lado el pulso entre
ciencias duras y ciencias blandas y del otro la percepción conservadora del de-
porte como una exacerbación de la inmoralidad o como una incorrecta expresión
política. El episodio de la expulsión- excomunión reviste un simbolismo aleccio-
nante: la primera universidad pública, del Estado, abortó casi desde su mismo
inicio el matrimonio bien avenido entre cuerpo y mente propuesto por la aca-
demia inglesa en particular (y mucho más atrás la grecorromana) y la europea
en general. Es en esa vuelta de espalda donde está, probablemente, la principal
causa de la escasez y poca importancia que la academia oficial, la ortodoxa, la
que goza de una respetable tradición, presta a temáticas del deporte.
6 Extracto de tertulia sobre la historia de la Educación Física en Colombia ofrecida por el maestro Jorge Zabala (Presidente de la Aso-
ciación de Profesores de Educación Física) el lunes 11 de agosto de 2008 en las instalaciones de la UPN, sede Valmaría.
7 Esa es la razón para que el Programa de Licenciatura en Educación Física sea más antiguo que la misma Universidad Pedagógica
Nacional que fue fundada en 1955.
8 En la misma tertulia, el profesor Zabala refiere la orden perentoria de la presidencia de la República de quemar los libros de la bib-
lioteca del Instituto, entre los que estaban las obras completas de Marx, Engels y Lenin.
Otra consecuencia, es que la UN no fue ni es referente del deporte en Bogotá
y el país como otras universidades nacionales- estatales de América y del mun-
do: La Universidad Nacional tiene una envidiable infraestructura para el deporte,
incluido su hermoso estadio (declarado monumento nacional y bautizado, justa-
mente, Alfonso López Pumarejo) que fue escenario en los 50’s de la memorable
época futbolística conocida como “El Dorado” pero que ha sucumbido en celebri-
dad ante el otro estadio capitalino situado a menos de un kilómetro y construido
en la misma fecha: el Nemesio Camacho “El Campín”. Pocos, por decir ninguno,
son los deportistas destacados que de allí egresan y el performance de los equi-
pos de la UN en juegos deportivos universitarios puede calificarse de mediocre
a no ser por el repunte obtenido en los últimos años. En los juegos existe una
ventaja que va in crescendo a favor de las academias privadas; situación que
se corresponde con otra verdad del deporte colombiano: el existe a pesar del
Estado y su desarrollo se debe a la empresa privada.
Esta situación en la que el deporte sólo es asumido como cuestión de Estado
cuando hay algún campeón está bien documentado en América Latina, empero,
no se ha examinado lo suficiente en Colombia. En todo caso, tampoco se hará
en esta ponencia, pero sirve mencionarlo como una consecuencia indirecta de la
sustracción de la educación física y de los deportes de la Universidad Nacional de
Colombia. Dicho de otra manera: los intelectuales, sobre todo los de izquierda,
vieron en el fútbol una perversa estrategia de alienación de parte del aparato
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estatal tomado (“cooptado”, en sus propias palabras) por la oligarquía y la bur-


guesía de derecha. Una lectura del “Fútbol como ideología”, de Gerhard Vinnai
(1974), nos ilustra de mejor manera sobre esa manera de pensar y nos aden-
tra en otras versiones más o menos sofisticadas que se pueden resumir en dos
frases “El fútbol como opio del pueblo” elaborada por los sindicatos de izquier-
da europeos y en el gracejo del uruguayo Eduardo Galeano que irónicamente
pregunta ¿Saben en qué se parecen Dios y el fútbol? Respuesta: en que ambos
gozan de popularidad y los dos son negados por los intelectuales.

La importancia de la Universidad Pedagógica Nacional

Ya en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) que inicialmente era solo fe-


menina, luego tuvo la sede masculina y finalmente obtuvo el carácter nacional y
se convirtió en mixta (en 1962), la educación física como disciplina fue posicio-
nándose hasta dejar de ser un programa más y evolucionar en la facultad que es
hoy. Ello implicó un trabajo sostenido que ha pasado por al menos tres fases que
enumeraremos, a riesgo de ser simplistas, pero que es preciso decir que se com-
padecen con las circunstancias políticas y sociales de la universidad y el país:
la primera es la fundacional; de lectura y reproducción de los manuales y tex-
tos clásicos provenientes de países como Alemania, Francia, Inglaterra, Bélgica,
Suiza, Italia, España y Estados Unidos. La intermedia pasa por el descreimiento
y la duda metódica, contestataria, frente a las publicaciones venidas del “Cen-
tro”; era la época del auge de las revoluciones sociales, juveniles y políticas: de
Mayo del 68, del hippismo, de la minifalda, la pastilla anticonceptiva y la mari-
huana; del rock and roll, de la Revolución cubana y las guerrillas guevaristas.
Finalmente, la fase actual muestra un escenario de hibridación en el que parecen
coexistir nostálgicos, eclécticos e iconoclastas que alimentan el imaginario social
que reconoce en la marca UPN una tradición académica, de autoridad en el cam-
po pedagógico, incluido el de la educación física.
Son varios los textos que podemos reseñar de ese trasegar de la UPN desde
que está en su actual sede de la Avenida Chile en el norte bogotano. Revistas
como Lúdica Pedagógica (que al momento de escribirse esta ponencia prepara
un número antológico, el No. 16, referido a los estudios socioculturales del de-
porte en Colombia) y Kinesis -que más que revista, es una editorial- han salido
de su seno, así sea que esta última no sea institucional (fue fundada por un par
de egresados), pero que goza de un prestigio internacional gracias a la publi-
cación de investigaciones que no son financiadas por las universidades y por la
oportuna importación de textos nuevos producidos allende las fronteras; amén
de las traducciones que encarga y pública frecuentemente. Basta echar una
ojeada al sumario de todos los números de la Revista Kinesis y al catálogo de
publicaciones de la Editorial Kinesis para darse cuenta de la fuerte presencia de

2749
la educación física en temas del y afines al deporte. En el inventario temático
de “La editorial del deporte” aparece un variopinto listado de profesiones (médi-
cos, nutricionistas, fisiólogos, licenciados, edufísicos, entrenadores, deportistas,
deportólogos, administradores del deporte, literatos, periodistas, filósofos, psi-
cólogos, economistas, historiadores, trabajadores sociales, sociólogos, antropó-
logos) hablando de un igualmente diverso número de temáticas que van desde
estrategias pedagógicas y de aula para fomentar el deporte, artículos de acervo
filosófico que indagan sobre las diferencias ontológicas entre deporte, educa-
ción física y recreación; estudios críticos curriculares; recetas de entrenamiento,
tablas de rendimiento, menús nutricionales para el alto rendimiento; análisis
económicos y de merchandising del mercado del músculo; historia de deportes
y de los deportes; novedades de reglamentos, análisis y reflexiones culturales y
sociológicas de problemas como el doping, las mafias y la manipulación política
e ideológica del deporte; novedades editoriales, reseñas bibliográficas, etc., etc.
Todo un universo temático que aborda muchos de los temas que hoy día son tra-
tados por grupos de investigadores en diversas partes del mundo y que permiten
valorar el aporte de esta universidad y editorial en el desarrollo de los estudios
sociales del deporte en Colombia, al permitir que en sus ambientes naturales se
gestara una fase superior de las reflexiones hechas hasta entonces por el perio-
dismo y la literatura.
Sociología y antropología debutan en el deporte: dos
obras pioneras
Dos son los libros que en toda ley pueden considerarse pioneros de los estu-
dios sociales del deporte en Colombia. El primero es el de la antropóloga Zandra
Pedraza y el segundo es el del sociólogo Alberto Mayor. Llama la atención que la
autora sea de una institución “por fuera del circuito del deporte” como lo es la
Universidad de los Andes, entidad de origen privado, que fue fundada el mismo
año en que empezara el fútbol profesional en Colombia y en la misma fecha en
que nacieran las emisoras comerciales RCN y Caracol encargadas de difundirlo.
La obra de Pedraza está fuertemente influenciada por la corriente de estudios de
la cultura a partir de las historias íntimas y particulares, desde la cotidianidad.
Del escrutinio de la cotidianidad y de temas poco explorados como las modas
locales, la higiene, el aseo personal y los manuales de conducta y de urbanidad;
los hábitos instaurados, impuestos y regulados por la instrucción académica de
los libros y cartillas escolares y los catecismos religiosos; del control social so-
bre los cuerpos a partir de las costumbres sociales que son dictaminadas por la
moral pública y privada. En el país de la urbanidad de Carreño9 y del “Sagrado
Corazón de Jesús”10 examinar la regulación de los placeres para construir los
cuerpos de la patria parecía una asignatura de obligatorio cumplimiento por
parte de la academia y el libro “En cuerpo y alma: visiones del progreso y de la
2750

felicidad” (1989) además de dar en el blanco en la comprensión de muchos pro-


cesos socio- culturales e históricos de la Colombia del siglo XX, fue la punta de
lanza metodológica y teórica en temas “oscuros” como el deporte.
La obra de Alberto Mayor Mora es complementaria de la de Pedraza, pues mira
el deporte, la recreación y la higiene como parte del control social para adiestrar
a la emergente clase obrera del Valle del Cauca y de Antioquia en las exigencias
industriales y sublimar así la violencia que abatía al país en la segunda mitad
del siglo pasado, haciendo que incluso desistieran de conformar sindicatos y re-
nunciaran a las justas exigencias laborales reclamadas en otras zonas del país.

“El valle del Cauca y, en particular, su capital, Cali, fueron consideradas (y quizá
aún lo sean) como una región “modelo” en la práctica de los deportes. Que ello
haya sido resultado de un proceso espontáneo o de un desarrollo planificado, de
una parte, y que hubiese tenido alguna relación con su desarrollo económico y ur-
bano de otra, es algo que debe ser investigado como temas colaterales de un pro-
blema más amplio, a saber, si la “magnificación”, por parte de Cali como la “capital
deportiva de América”, fue fruto de un intento serio de pacificación, por parte de
las clases altas de la región, de unas relaciones sociales caracterizadas por ciclos
recurrentes de violencia o si fue el resultado de una inofensiva leyenda ideológica
9 Manual que marcó historia en Colombia al ser de obligatoria observancia no sólo en el ambiente natural de la escuela, sino en
el conjunto de la sociedad a lo largo de todo el siglo XX.
10 En la Constitución Política de 1886 la nación se encomendaba y erigía a esa estampa- figura religiosa de Jesucristo most-
rando su divino corazón ensangrentado.
en términos de Elías” (Mayor, 1984: 6).

El autor llama la atención de la coincidencia entre los juegos industriales de-


partamentales y los ciclos de violencia política y agitación sindical; bajo datos
empíricos el autor muestra como el deporte logra traspasar barreras entre sec-
tores socialmente opuestos o usualmente distantes: población blanca y pobla-
ción negra, población urbana y migrantes, directivos y subalternos, empresarios
y trabajadores; en donde además se evidencia un ejercicio de teorización desde
Norbert Elías y su proceso civilizador; mientras que Zandra Pedraza contempla
de modo ejemplar cómo los deportes en el primer cuarto de siglo son ejercicios
de distinción de élite, en algunos casos con escenificaciones potentes como lo
que significaron en su momento las peleas de boxeo del colombiano Tanco y del
norteamericano Carpenter.

El congreso fundante y sus réplicas


Como se relató al comienzo de esta ponencia, el IX Congreso Nacional de
Sociología se desarrolló en la Universidad Nacional de Colombia, del 6 al 9 de
diciembre de 2006. Este evento es recordado por ser el primer certamen acadé-
mico de talla internacional que presentó una excéntrica mesa titulada “Sociedad,
Cultura, Artes y Espectáculos” que dio albergue al maratónico y exitoso panel

2751
“Deporte y sociedad” que se realizó en el edificio de la Hemeroteca Nacional,
congregando a periodistas, árbitros, deportistas, estudiantes, profesores y aca-
démicos nacionales y extranjeros. De Argentina vino Pablo Alabarces, director
de posgrados de ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires, quien es
referente en América Latina en esta materia, entre otros trabajos por su obra
Fútbol y Patria, que es un análisis clásico del mundial de “Argentina 1978” y su
relación con la prensa, la economía y la dictadura militar. Fue la primera vez que
el tema central era el deporte visto ya no exclusivamente por médicos, edufísi-
cos y periodistas sino también por profesionales de las ciencias sociales y por
ello ese congreso es considerado el bautizo de fuego en el afán de constituir un
campo de estudios. La principal sorpresa fue observar la cantidad y calidad de
trabajos, inconexos entre sí, adelantados por estudiantes y docentes de pregra-
do y posgrado (nivel de maestría) de distintas universidades públicas y privadas
de Bogotá y el país.
Tres eventos más fueron testigos de otras reuniones en donde hubo nuevas
socializaciones de trabajos inéditos adelantados peregrinamente por investiga-
dores sociales colombianos en torno al deporte: el 12 Congreso de Antropología,
del 10 al 14 de octubre de 2007, que tuvo un panel titulado “Deporte, Cultura y
Sociedad: la pertinencia del deporte como problema de investigación social” que
fue replicado en el 50 Congreso de la Facultad Latinoamericana de Ciencias So-
ciales, Flacso, sede Quito, del 29 al 31 de octubre de ese mismo año. Finalmente
el II Encuentro de Estudios en Fiesta, Nación y Cultura desarrollado por el Ins-
tituto de Estudios en Comunicación y Cultura (IECO) e Intercultura y auspiciado
por universidades como la Nacional, Distrital, UPTC, de Antioquia; el Ministerio
de Cultura, el Museo Nacional, Colciencias, el Festival Iberoamericano de Teatro,
IBRACO, Telecaribe, la Radio Nacional, el Convenio Andrés Bello, entre otras ins-
tituciones. Allí se presentó el panel “Ocio, Recreación y Deporte” escenificado del
12 al 15 de marzo de 2008 en las instalaciones del Archivo General de Colombia.
Como resultado de la propuesta, organización y realización de esos certáme-
nes se logró consolidar una Red de Estudios en Deporte y Recreación, REDRE,
con investigadores de la Universidad Nacional, la Universidad Pedagógica, la Uni-
versidad de los Andes, la Javeriana, la Universidad Incca, la Universidad de los
Llanos y sociólogos que trabajan en políticas públicas de Bogotá. En la actuali-
dad, REDRE ya logró reconocimiento institucional en la Universidad Nacional que
a través, primero, del Instituto de Estudios en Comunicación- IECO- y luego del
Instituto de Estudios en Comunicación aceptó el programa “Deporte, Recreación
Comunicación y Sociedad”, adscrito a la línea de investigación “Comunicación y
Sociedad”. Los resultados de esa gestión son: un convenio de cooperación en
investigación, docencia y extensión entre la UN y la UPN que palia el divorcio de
hace más de seis décadas. Ya sociólogos, antropólogos, psicólogos y educadores
físicos de REDRE están vinculados a equipos de trabajo en las licenciaturas de
Educación física, Recreación, Deporte de la UPN y la Unillanos; de Administración
2752

Deportiva de la Universidad Distrital, de Cultura Física de la Universidad Incca y


se ha creado un Grupo de Investigación (REDRE) que espera ser medido en la
clasificación de grupos que en este momento realiza Colciencias.
Los desarrollos de esta Red se consolidaron con la creación de la Asociación
Colombiana de Investigación y Estudios Sociales del Deporte –ASCIENDE- que
ha sido invitada a participar en la presentación de propuestas para construir la
política pública del sector recreación- deporte y actividad física del Distrito Ca-
pital y cuenta con canales de información como el programa radial “De… Porte
Académico: un espacio de pensamiento crítico” que se emite en la emisora (98.5
fm) y página web de la Universidad Nacional de Colombia.

Entre las ejecutorias de REDRE- ASCIENDE, camino de consolidar un cam-


po de estudios socioculturales del deporte en Colombia, está la realización del
curso libre y de extensión “Deporte, Comunicación y Cultura” desarrollado el
II semestre de 2007 entre las facultades de Artes y Ciencias Humanas de la
sede Bogotá de la UN; también la participación de sus integrantes en cursos,
cátedras, conferencias, simposios (el último realizado junto a la Embajada de
Francia en Colombia y con el apoyo de DirecTV que efectuó un análisis del fútbol
con motivo del mundial Sub20) y paneles en universidades como la Nacional,
Pedagógica, Central, Santo Tomás, CUN y Central y en eventos de carácter in-
ternacional como las últimas dos ediciones tanto del congreso de ALAS, como
del RAM de Antropología del Mercosur (que han programado mesas dedicadas
al campo) y de ALESDE (Asociación Latinoamericana de Estudios Socioculturales
del Deporte). Igualmente de otros eventos académicos en Brasil (organizados
por el Laboratorio del Sport de Río de Janeiro), Venezuela (II Alesde), Argentina
(9º Congreso Argentino de Educación Física y Ciencias) y Cuba (Congreso de la
Asociación Internacional de Sociología del deporte) que ha hecho que varios de
sus integrantes sean invitados a publicar artículos en revistas y capítulos de libro
editados en el extranjeros y que REDRE y ASCIENDE sean interlocutores válidos
del campo en América Latina como lo acaba de reconocer Pablo Alabarces en su
último artículo publicado en la revista virtual de Alesde (2011).

El presente: perspectivas y desafíos

Uno de los desafíos es consolidar el despegue de los estudios socioculturales


del deporte; tarea que en lo nacional empezó en el Panel Deporte y Sociedad
realizado en el IX Congreso Nacional de Sociología y que se catapultó con la
celebración del “I Encuentro Nacional de Estudios Socioculturales del Deporte”
desarrollado el 1º y 2 de junio de 2011 con el apoyo del Departamento de So-
ciología de la UN; la Red de Facultades de Sociología RedFades; la Asociación
Colombiana de Sociología, ALAS, ALESDE y contó con la participación de inves-
tigadores de amplia trayectoria internacional como el chileno Miguel Cornejo

2753
(Alesde), el mexicano Samuel Martínez (Red de estudios de ocio, deporte y
recreación de México), el brasilero Paulo Martins (ALAS) y de una veintena de
panelistas y expositores del país. También en lo internacional con la participación
en eventos e integrando el comité científico de la Asociación Latinoamericana de
Investigación y Estudios Socioculturales del deporte –ALESDE. Así mismo, cua-
lificar los espacios deportivos y recreativos del deporte colombiano, en general
y del deporte universitario, en específico, contribuyendo desde una perspectiva
teórica y práctica a estimular una cultura de cooperación y competencia como
medio de reflexionar en torno a las reglas sociales de convivencia. Se impone
articular las investigaciones con los entes que regulan la ciencia en el país como
Colciencias y las mismas universidades; además de concertar desarrollos con
los organismos encargados de construir la política pública y de administrar el
deporte en lo local (Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, para el caso de
Bogotá) y del país en cabeza de Coldeportes y el ministerio de Cultura.

De la misma manera, fomentar, orientar y contribuir con la creciente oferta


de tesis en relación a estos temas: los integrantes de REDRE- ASCIENDE han
desarrollado investigaciones posgraduales sobre el deporte11 y han publicado
algunas de ellas, como es el caso del libro “La política del sport. Élites y deporte
en la construcción de la nación colombiana, 1903- 1925” de Jorge Ruiz (2010)
11 Ver bibliografía
y se conocen varias que se están desarrollando actualmente en nivel de pre-
grado, maestría y doctorado. Finalmente visibilizar esfuerzos y tejer redes en el
concierto internacional con la participación en certámenes académicos como los
realizados por ALESDE en octubre de 2008 (Curitiba-Brasil), noviembre de 2010
(Maracay- Venezuela) y Concepción- Chile (2012).

Sin embargo, el principal desafío es superar los análisis realizados por profe-
sionales sustitutos de otros campos disciplinares como el periodismo y la literatu-
ra; análisis que por atender a audiencias habidas de explicaciones inmediatistas
no profundizan en las verdaderas preguntas que reclama la historia colombiana
¿Cuáles son las consecuencias de haber creado, a las volandas, un torneo de
fútbol cuatro meses después del magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán a mediados
del siglo pasado? ¿Cómo incidió en el proyecto nacional la creación de la Vuelta
a Colombia en 1951? ¿Por qué Pambelé y otros boxeadores de su estirpe han
pasado de la gloria deportiva, económica y social al sótano de la adicción y la
pobreza? ¿Por qué el narcotráfico y las mafias se han enseñoreado del fútbol en
particular y de los deportes en general en Colombia? ¿Cuáles son las razones por
las que el deporte y la recreación no sean consideradas aun como cuestiones de
Estado? ¿Por qué el fútbol ha servido como distracción en eventos como la toma
del Palacio de Justicia por parte de la guerrilla del M- 19 en noviembre de 1995?
¿Por qué existe en Colombia la disyuntiva entre estudio y deporte? ¿Es perti-
2754

nente la creación de un Ministerio del Deporte? y en general aplicar estrategias


heurísticas a la arena del deporte nacional con el propósito de intentar entender
los complejos procesos socioculturales de nuestra sociedad.

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