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Análisis Del Libro de Romanos
Análisis Del Libro de Romanos
5:1
"Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo,"
Tema Principal:
Roma
Los más antiguos datos históricos que hoy se poseen sobre los orígenes de la
ciudad de Roma se remontan al s. VIII a.C. Por entonces comenzaron a poblarse
las siete colinas vecinas al río Tíber sobre las que, en un futuro aún lejano, habría
de alzarse la capital del mundo conocido.
Propósito
Cuando el apóstol redactó esta epístola, la más extensa de todas las suyas, aún
no se le había presentado la ocasión de visitar a los creyentes residentes en
Roma (1.10–15). Sin embargo, la larga lista de saludos del capítulo 16 parece
probar que ya por entonces contaba con no pocas relaciones y afectos entre aquel
grupo de hombres y mujeres que, en pleno corazón del imperio, habían sido
«llamados a ser de Jesucristo» (1.6, 7). No obstante, es ese conocimiento que el
apóstol demuestra tener de muchos creyentes de una iglesia a la que nunca había
visitado, lo que ha motivado que algunos estudiosos piensen que el capítulo 16 no
formó parte originalmente de esta carta. Opinan que pudo pertenecer a otra,
posiblemente una dirigida a Éfeso, donde Pablo sí había estado en más de una
ocasión y, una vez a lo menos, durante un largo espacio de tiempo (véase
Introducción a Efesios).
Pablo se había propuesto muchas veces viajar a Roma (1.9–10,13, 15; 15.22–23),
para anunciar allí el evangelio (1.15) y comunicar a los hermanos «algún don
espiritual», para ser «mutuamente confortados por la fe» en Cristo (1.11–12). Pero
es ahora, al considerar a España como campo de su inmediata labor misionera,
cuando ve llegar también la oportunidad de realizar la anhelada visita (15.24, 28).
Esta epístola fue escrita probablemente alrededor del año 55, durante una
permanencia de Pablo en la ciudad de Corinto. Tanto por su contenido como por
sus características literarias, se aproxima a la epístola enviada a las iglesias de
Galacia. Las dos pertenecen a la misma época y revelan similares intereses
doctrinales. Lo que no se sabe es cuál de ellas fue redactada primero. Por eso,
algunos ven en Romanos una exposición ampliada, muy meditada y serena, de la
breve epístola a los gálatas, mientras que otros piensan que Gálatas es una
especie de síntesis polémica y vehemente de la carta a los romanos.
Como quiera que sea, ambos escritos deben considerarse desde una perspectiva
común, puesto que en definitiva se trata de la transmisión de un mismo mensaje
que incluye idénticos conceptos fundamentales: el dominio del pecado sobre todos
los seres humanos (Ro 1.18–2.11; 3.9–19, cf. Gl 3.10–11; 5.16–21), la
incapacidad de la Ley de Moisés para salvar al pecador (Ro 2.12–29; 3.19–20;
7.1–25, cf. Gl 2.15–16; 3.11–13,21–26), la gracia de Dios revelada en Cristo (Ro
1.16–17; 3.21–26, cf. Gl 2.20–21; 4.4–7), la justificación por la fe (Ro 3.26, 30;
4.1–5.11, cf. Gl 2.16; 3.11,22–26; 5.1–6) y los frutos del Espíritu (Ro 8.1–30, cf. Gl
5.22–26).
Contenido y estructura
Los temas tratados en Romanos son teológicamente densos, pero Pablo los
expone de un modo ameno, y hace fácil su lectura introduciendo variados recursos
estilísticos: diálogos, preguntas y respuestas, citas del AT, ejemplos y alegorías.
La sección doctrinal es la más extensa. Pablo reflexiona acerca del ser humano,
dominado por el pecado e incapaz de salvarse por su propio esfuerzo. Afirma,
como el salmista (cf. Sal 14.1–3; 53.1–3), que todos, tanto judíos como gentiles,
«pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (3.23); que solo Dios puede
salvar a los pecadores, y que lo hace por pura gracia, «mediante la redención que
es en Cristo Jesús» (3.24).
Los capítulos 9 al 11 constituyen una unidad temática que se destaca del resto de
la epístola. Aquí Pablo nos descubre su íntima preocupación porque Israel no ha
llegado a comprender que «el fin de la Ley es Cristo, para justicia a todo aquel que
cree» (10.4). Sin embargo, el apóstol está persuadido de que Dios no abandonará
nunca a su pueblo escogido (11.1–2), por cuanto «irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios» (11.29). Israel será restaurado (11.25–28), porque Dios
tendrá misericordia de él como también la ha tenido de los gentiles (11.11–24,30–
32).
La segunda parte de Romanos comienza en 12.1. Es una exhortación a vivir
según la ley del amor, una apelación a la fe y a la conciencia cristiana. Todo
creyente es llamado a poner en práctica esa ley, sea en el seno de una
congregación de fieles (12.3–21; 14.1–15.13), sea en las relaciones con la
sociedad civil (13.7–9) o con las autoridades y altas magistraturas del estado
(13.1–7).
Finalmente, una espléndida doxología cierra la epístola como con broche de oro
(16.25–27).
Prólogo (1.1–15)
Epílogo (15.14–16.27)