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2 La Primera Entrevista Que Concedió Gabriel García Márquez
2 La Primera Entrevista Que Concedió Gabriel García Márquez
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El hallazgo de la primera entrevista que dio en su vida el escritor Gabriel García Márquez
ha tenido lugar dentro de un marco específico. Para situar la producción cultural en
Colombia entre 1947 y 1957, la investigación partió de una tesis sobre los efectos de un
proceso general de bloqueo o represamiento de la modernización cultural. Esa tesis central
planteada en el seminario de Literatura Colombiana del profesor visitante Carlos Rincón de
la Fundación Herder-DAAD, fue especificada para el sistema de las artes y un sector de la
literatura como búsqueda de innovación para responder a ese bloqueo.
En los estudios sobre Gabriel García Márquez después del éxito mundial de Cien años de
soledad se han investigado distintos aspectos de La Hojarasca. En la constitución del texto
ha sido establecida la importancia intertextual de Sófocles, Nathaniel Hawthorne, William
Faulkner y la importancia intermedial de la legendaria película Rashomon, (1950) del
director Akira Kurosawa. Los estudios sobre interdiscursividad han relacionado
indirectamente La Hojarasca con la cuestión de la violencia en Colombia.
Un tema que hasta ahora permaneció casi sin que nadie lo haya abordado es la recepción de
la novela. Ese es el tema que he comenzado a investigar en relación con el bloqueo de la
modernización y las propuestas de innovación. Esperaba encontrar materiales interesantes
sobre La Hojarasca en suplementos y revistas de Bogotá y de la costa Atlántica. Bogotá era
el lugar de trabajo de Gabriel García Márquez como periodista del El Espectador.
Cartagena y Barranquilla habían sido los sitios de su actividad en La Universal y El
Heraldo. En esa última ciudad vivían literatos y artistas amigos suyos. Fuera de la reseña de
Jorge Gaitán Durán en Mito, no hubo en esas ciudades ningún aporte de importancia en el
momento en que apareció La Hojarasca.
Es sobre todo la más entusiasta. Alonso Ángel Restrepo decía ni más ni menos que La
Hojarasca dividía en dos la historia de la novela en Colombia: “Consideramos, con
profunda convicción, que “La Hojarasca” dividirá la historia de nuestra novelística en dos
etapas: la anterior a esta obra y la que le seguirá. Por qué, se nos preguntará. Y
respondemos desde ahora que antes de la novela de García Márquez la novelística
colombiana deambulaba por cauces y senderos nada definidos, sin orientaciones que
acusaran una tendencia actual, sin técnica como la que exige este género, arduo como
ninguno, en los tiempos que corren, tiempos en los que la noción de realidad es diferente,
radicalmente, a la que imperaba en la novelística del siglo XIX a la que siempre se acude
cuando se quiere hablar de este género, por consiguiente la de aquel siglo la más meritoria
y sobresaliente que se ha escrito” (Alonso Ángel Restrepo, Revista Universidad de
Antioquia) Había según Restrepo un antes y un después de La Hojarasca en toda la historia
de la novela en Colombia. De la misma manera que había en la historia de la novela –este
es comentario mío- un antes y un después de Proust, Joyce, Kafka y otras figuras como
Virginia Woolf y William Faulkner, el maestro de los Faulknerianos latinoamericanos
como Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo y el novelista de La Hojarasca. Lo más interesante del
entusiasmo de Restrepo es que parece un frenesí compartido. En la sección Tertulias del
suplemento literario del periódico El Colombiano se publicó esta noticia: “Los primeros
ejemplares llegados a Medellín de la novela La Hojarasca (tiraje 4 mil de Gabriel García
Márquez, se agotaron rápidamente. El prestigioso y joven autor se propone visitar pronto a
esta ciudad. Algunos de sus amigos le ofrecerán varios homenajes de simpatía y
felicitación”. (El Colombiano, 19 de junio de 1955)
Unas semanas después el mismo suplemento de El Colombiano publicó no una, sino dos
notas sobre La Hojarasca. Una estaba firmada por Hernando Valencia Goelkel, cofundador
de la revista Mito1 y la otra por uno de los principales animadores del suplemento de El
Colombiano, el mismo Alonso Ángel Restrepo. Aparecieron el 29 de Mayo y el 19 de Junio
de 1955 respectivamente. La primera de estas publicaciones fue acompañada, con un perfil
hecho por el artista plástico que ilustraba el suplemento con la firma “Rivera”. (1)
Ese fue el marco de la entrevista realizada en Medellín en la semana anterior, aparecida el
29 de Junio de 1955. Fue publicada a tres columnas con un retrato fotográfico de Carvajal.
Esto quiere decir que la primera entrevista de García Márquez en su vida de escritor fue
dada a un órgano periodístico colombiano poco antes de que el narrador y periodista saliera
del país para ir a Ginebra a cubrir la conferencia de los Cuatro grandes, y con la intención
de formarse como director (no guionista) de cine. Esa fue una decisión del El Espectador
después de las revelaciones indirectas sobre contrabando de las fuerzas armadas que había
hecho Gabriel García Márquez en su exitosísima serie de crónicas sobre el naufragio y
supervivencia del marinero Luis Alejandro Velasco. En las memorias Vivir para contarla
(2002), vinculó la entrevista con el deslizamiento de tierras conocido como la tragedia de
La Media Luna. Perecieron en esa localidad, en la carretera a Rionegro, 74 personas. Es
muy interesante que la próxima novela que anunciaba Gabriel García Márquez tuviera en
ese tiempo un título en donde resuenan los juegos con el tiempo de William Faulkner y con
las cifras de Nathaniel Hawthorne.
Cuando supimos que se hallaba en Medellín, en viaje relacionado con sus funciones
periodísticas - García Márquez hace parte del personal de planta de El Espectador, para el
cual redactó las impresiones del marino Velasco, con tanto interés leídas por el público en
una serie de crónicas con inconfundible estilo novelístico- no resistimos la tentación de
entrevistarlo, con el fin de preguntarle sobre algunos aspectos de su vida literaria, sus
aficiones, sus lecturas.
Gabriel García Márquez cordial y sencillo, nos invitó a subir con él a su apartamento del
octavo piso. Ya instalados en él. Tras quitarse la chaqueta y aflojar el nudo de su corbata, se
dispuso a respondernos.
-Es cierto y no es cierto... Empecé a escribir una novela en 1950. No era La Hojarasca que
ahora está publicada. En los años inmediatamente anteriores a 1950 yo estaba escribiendo
una novela que llamé La Casa. Se trata en ella de hacer algo así como una historia, diríamos
biográfica, de una casa, a través de las generaciones que en ella habitan, porque es claro
que la casa sola, sin moradores, no era tema que se prestara para desarrollarlo. Sin
embargo, en esa novela inicial, quería que la casa fuera el personaje principal, y los
habitantes de ella eran algo así como los “motores”, los que infundían acción a la obra en la
que se narraba la vida de aquella casa... Resultó que ya llevaba escritas muchas cuartillas y
calculaba que aquel libro tenía aproximadamente setecientas u ochocientas páginas de ser
publicado... Resolví seleccionar... Descarté cerca de trescientas o cuatrocientas hojas...
Cuando me dedicaba a rehacer las que dejara para la novela, me hallé de repente con un
tema, dentro del asunto original, tema que me pareció podría desarrollarse
independientemente en forma que sería otra novela distinta a ese inicial. Y me entregué a
desarrollar este asunto. Cuando puse manos a la obra tenía pensado que el niño de La
Hojarasca fuera el único que en monólogos contara la historia de la novela, sin embargo, al
escribir, necesité de otro personaje, la madre del niño y posteriormente de otro que es el
coronel de la obra... Esto explica el número de personajes, tres, que tiene la novela, si
dejamos de considerar al ahorcado, el doctor que aparece en los monólogos de los
mencionados... Por esto creo que pueda llamar la técnica de La Hojarasca espontánea; es
decir, fue saliendo a medida de que yo iba escribiendo la obra, puesto que no elaboré plan
de ella con anterioridad... Claro está que yo buscaba una técnica parecida a la de Faulkner
en su obra ‘Mientras agonizo’, pues allí él hace que sus personajes, numerosos, se expresen
en monólogos interiores si bien, y debido quizá al número de personajes, para que el lector
no se pierda al leer esa novela, menciona el nombre de cada cual antes de que empiece a
monologar...
-Un año aproximadamente. Claro está que no incluyo mis anteriores esfuerzos, es decir
aquellos a que ya me he referido, y de los cuales surgió la idea original... Pero, en ese año
en que la escribí, año que transcurrió para mí en forma en que apenas si sé que
aproximadamente la mitad de ese tiempo estuve en Barranquilla y la otra mitad en
Cartagena, deambulaba yo por todos los pueblos de aquel litoral, incluso por los de la
Guajira: aun cuando yo no supiera dónde tenía mi equipaje, siempre sabía dónde
conservaba los originales de la obra que estaba escribiendo... Terminé de escribirla y fue
enviada a la Editorial Losada de Buenos Aires junto con ‘El Cristo de Espaldas’ de
Caballero Calderón, para seleccionar una de las dos con el fin de ser publicada. Escogieron
la de Caballero y después de que los originales de La Hojarasca estuvieron casi durante
ocho meses en la Argentina, me fueron devueltos con una nota en la que se me comunicaba
que mi obra exigía un gran esfuerzo de los lectores para comprenderla, y que ese esfuerzo
no se compadecía con la calidad literaria de la novela... La Hojarasca que fue a Buenos
Aires tenía tres partes; era más extensa, tal vez el doble de la que he publicado. Cuando me
fue devuelta por Editorial Losada, me pareció que no tenía unidad, que habría necesidad de
rehacerla... Suprimí la tercera parte, eliminé aquí, agregue allá, en fin, que le cambié el
aspecto completamente... Finalmente, cuando entré en conversaciones para la impresión de
la novela en Bogotá, ya en momentos en que me dirigía a entregar los originales, sentí
deseos de suprimirle más todavía... Pedí una semana de espera y eliminé cien hojas más...
Comprendí entonces como, durante los cinco años que debieron transcurrir para preparar
aquella novela, yo había estado confundiendo lo que era faltar con sobrar... Ahí es
necesario escribir mucho, suprimir, corregir, despedazar muchas cuartillas, para que
finalmente uno pueda llevar al editor unas pocas páginas...! De ahí que quien no tenga
vocación auténtica de escritor se desalienta y se declara satisfecho con un solo libro...
LA SEGUNDA NOVELA
-Usted prepara otra novela actualmente? -Le preguntamos.
-Sí; responde. Y es que las cien hojas que decía hace poco debí eliminar de La Hojarasca,
hojas a las cuales se debió el nombre de la que ha sido publicado, eran algo así como una
novela dentro de la otra; los personajes, que en esas cien páginas que sustraje a los
originales poco antes de entregarlas al editor, desfilaban, no eran los mismos de La
Hojarasca; parecían falsos allí, ni yo mismo los podría reconocer como los de mi primera
novela... Claro está que el ambiente en que ellos se mueven es el mismo en que actúan el
coronel, su hija y el hijo de ésta; es Macondo... Pero es que ese es el ambiente que me
gusta... Porque lo conozco y porque considero que tiene un especial encanto, un misterio
inexplicable, poético, lo que está sucediendo en los pueblos, que están acabando... Ya los
pueblos como Macondo no son los mismos de antes... Mi segunda novela que seguramente
tendrá el mismo ambiente de la primera, como lo tendrán otras en el caso de que las
escribiera, será pues el de Macondo... Y no podrá decirse que será una prolongación o
continuación de La Hojarasca... Cómo habría de serlo, si para poner un ejemplo, en mi
segunda novela yo voy a valerme de unos personajes que son los miembros de una casa
vecina a aquella en la que permanecía el cadáver del ahorcado... Aquellas personas, no
obstante habitan en Macondo, están influenciadas por el mismo ambiente, tendrán
problemas diferentes a los de los personajes de La Hojarasca; por ello podrá escribirse una
nueva novela, con el mismo ambiente y con otros personajes... Y por esta misma razón
considero que mi novela es costumbrista... Yo creo que los escritores a quienes se ha
llamado costumbristas en Colombia, trataron de hacer lo que yo me propongo y que no es
otra cosa que infundirle a las costumbres y personajes locales, nuestros, un aire de
universalidad que permita que sean conocidos en cualquier parte del mundo... Puedo
explicar mejor la concepción que tengo de lo que es costumbrismo... El Quijote es
costumbrista en mi concepto... Así puedo denominar costumbrista toda obra que cumpla la
misma finalidad, o sea aquella que haga conocer lo local dentro de lo universal.
La segunda novela que tengo y que seguramente será publicada dentro de algunos meses la
he titulado Los Catorce Días de la Semana.
EL LIBRO Y EL CINE
Hemos hecho un paréntesis, mientras nuevamente encendemos cigarrillos. Él ha estado
hablando animadamente. Se siente el deseo de tomar nota fiel de todas sus palabras, de
todas sus reflexiones, pero es imposible. Los pensamientos acuden en tropel a su mente los
convierte en palabras ágiles que salen a torrentes. Si así es su elocuencia, todos los días
debe tenérsele por un gran conversador.
-Considero -sigue diciéndonos- que la novela debe servir para algo... No solamente para
que lean los lectores... La novela debe tener un fin, debe entrañar un propósito del escritor,
distinto al de ser leído... Estas últimas palabras nos hacen comunicarle lo que hemos
deducido de lo que nos manifestara mientras subíamos en el ascensor en relación con su
próximo viaje a Europa en donde estudiará cinematografía. Le decimos que creemos ver en
aquel proyecto el mismo impulso que llevó al novelista Curzio Malaparte y al abogado
André Cayatte a dirigir películas. Porque ha ocurrido en casos como éstos -que tienen
similitud como el de García Márquez- que el escritor ha pensado a través del cine como
medio de los más eficaces de llegar a toda clase de públicos y no a esa minoría culta que lee
libros, podrá difundir sus ideas de forma más idónea, más rápida, más asequible al hombre
contemporáneo que asiste al cine llevado a ello por una necesidad del mundo actual, la de
diversiones entre las cuales el cine puede catalogarse como la más democrática y más
popular. Mencionamos films El Cristo Prohibido de Cayatte, en los cuales se observa,
además de la excelente técnica de ellos, el afán manifiesto de divulgar determinados
conceptos e ideas que sus directores quieren hacer llegar a todos los espectadores ayudados
de este medio ameno, fácil de entender y que, a la par que divierte, enseña cuando se busca
esto por los productores de películas.
-Cuál de estos géneros -la novela y el cuento- le parece a usted más fácil de cultivar?
-Seguramente es más fácil de escribir una novela que un cuento, responde. Y agrega: -
Infinitamente más fácil.
Cuál es la novela escrita por un colombiano que en su concepto está más próxima a las
tendencias de la novela contemporánea? -La Hojarasca”, responde sin vacilación el mismo
autor. Esta última respuesta no nos ha encontrado desprevenidos. Sabíamos que no existe
otra novela colombiana con esa orientación. De ahí que nuestra pregunta estuviera
encaminada a confirmar nuestro concepto de esa obra.
LENTO APRENDIZAJE
-Cuál escritor colombiano tiene, en su concepto, vocación literaria más auténtica..?
-No es fácil decirlo... Porque en Colombia los escritores no se han podido convencer de que
deben empezar por aprender a escribir... Si el pintor debe aprender primero a manejar los
pinceles, el escritor necesita saber escribir antes de entrar a publicar una obra... Pero como
ello entraña sacrificio, disciplina, esfuerzo continuado, nuestros escritores se desalientan,
no se sienten capaces de hacer un curso más o menos largo durante el período que cada cual
requiera para aprender a escribir... Y resulta que, al fin de cuentas, quien se creía escritor no
quiso empezar por aprender a escribir y se convence de que no poseía vocación, por lo cual
ya no insiste... Ahora bien, todos los escritores necesitan decir algo, expresar conceptos,
ideas... Pero, como no saben escribir, se silencian. Eso es lo que ocurre.
-Sí, así es... Y es que considero que esa crisis existe; estamos, eso sí, saliendo de ella y
tendremos finalmente que salir por completo de la crisis. En este particular soy optimista
porque confío en el porvenir de nuestras letras... Pero será necesario que nuestros
escritores, si es que realmente lo son, aprendan a escribir... Sin esta condición no
superaremos la crisis actual de nuestra literatura...
-Cómo le han parecido los comentarios críticos publicados sobre La Hojarasca hasta
el momento?
-Demasiado benévolos...
-Cómo cree usted que pueden ayudar los periódicos del país a los intelectuales
jóvenes?
-No estimulándolos... No publicando nada de ellos que no sea verdaderamente de valor. Así
no hay necesidad de que digamos que deben ser abiertas las puertas de los diarios a los
escritores jóvenes. Cuando éstos escriben algo que tenga valor las puertas se abren solas...
El teléfono ha sonado. Alguien habla, y García Márquez pide ser esperado cinco minutos
más mientras termina nuestra entrevista que ha durado ya dos horas. Antes de despedirnos,
nos cuenta que estudió cuatro años de derecho y seis meses más del quinto año de la
facultad pero que no recuerda nada de esos estudios puesto que en las clases escribía
cuentos a toda hora...
Estrechamos la mano que nos extiende y con una sonrisa cordial, ancha y sincera, nos dice
hasta luego. Llevamos, al despedirnos, la impresión de que el autor de La Hojarasca posee
una vigorosa personalidad, que lo hace acreedor a la admiración de quienes tienen el placer
de conocerlo y escucharlo. Junio de 1955
Nota 1, tomada del artículo de Hernando Valencia Goelkel escrito sobre La Hojarasca Para
el suplemento literario de El Colombiano, 29 de Mayo de 1955. Mi duda y mi curiosidad
¿A qué novela se estaba refiriendo Valencia Goelkel en esta Nota (1) de su comentario
bibliográfico?
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Enhttp://www.elcolombiano.com/proyectos/gabrielgarciamarquez/celebracion/lospasosdeln
obel.htm, bajo el título “Los pasos de Gabo, el nobel”.