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no-tiene-nada-que-ver-con-la-que-todos-conocemos/

LA VIOLENTA
HISTORIA ORIGINAL
DE PINOCHO NO
TIENE NADA QUE
VER CON LA QUE
TODOS
CONOCEMOS
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ALEJANDRO GAMERO — 29/06/2017


Pinocho original

Alguna vez he hablado de la costumbre de Disney de coger


cuentos tradicionales oscuros y retorcidos y reescribirlos en clave
políticamente correcta. En ese artículo comentaba los casos de
«Blancanieves y los siete enanitos», «Cenicienta», «La Bella
Durmiente», o «La Sirenita», entre otros. Alguna de esas historias
provienen no ya de la tradición oral, rescatada por autores como
Charles Perrault o los hermanos Grimm, sino de autores, en ocasiones
bastante consagrados. La historia del jorobado de Notre Dame, por
ejemplo, Se basa en la novela de Víctor Hugo Nuestra Señora de
París. Con Las aventuras de Pinocho, escrito por Carlo Collodi, ocurre
lo mismo, aunque la fama de Collodi no sea equiparable ni mucho
menos a la de Hugo. La violencia desmesurada que tenía la historia
original hoy en día nos parece inimaginable porque lo que ha
perdurado en el imaginario colectivo es la versión de Disney.
Pinocho después de haberse quemado los pies

En el original, escrito entre 1881 y 1882, el personaje del grillo


parlante, al que ya no concebimos con otro nombre que no sea Pepito
Grillo, no desempeña un papel tan importante como en la versión de
1940. Aparece por primera vez en el capítulo cuatro y su función es
ilustrar el comportamiento de los niños a los que no les gusta ser
corregidos por personas que saben más. Cuando el grillo le dice a
Pinocho que regrese a casa, este lo aplasta contra una pared con un
martillo de madera. El final del personaje se describe con estas
palabras: «Con un último débil “cri-cri-cri” el pobre grillo cayó de la
pared, ¡muerto!». Lejos de sentir remordimientos por la muerte del
grillo, más tarde dirá a Geppetto: «Fue culpa suya, porque yo no
quería matarlo».
Portada del periódico infantil en el que se publicó por primera vez
el Pinocchio de Collodi, en 1882

Después de este episodio el karma quiso castigar a Pinocho


haciendo que sus pies se quemaran. Una noche de tormenta Pinocho
sale en busca de comida, pero en lugar de darle nada le tiran un
caldero lleno de agua por una ventana. Hambriento y empapado, se
sienta en un pequeño taburete sobre una estufa, para que se secaran
sus pies. Entonces se quedó dormido y la madera de sus pies
comenzó a ennegrecerse y ardió hasta convertirse en cenizas. Por
suerte para el niño de madera, Geppetto le vuelve a reconstruir los
pies.
Más adelante el grillo parlante vuelve a aparecer, en forma de
fantasma, para decirle a Pinocho que no se fíe de las personas que
afirman que hay un monte mágico donde el dinero crece si lo
siembras. Pinocho, una vez más, vuelve a ignorar el consejo del grillo
y como consecuencia finalmente es ahorcado. La escena descrita es
de todo menos apropiada para niños: «Y corrieron tras de mí y corrí y
corrí, hasta que al fin me atraparon y me ataron el cuello con una
cuerda y me colgaron de un árbol, diciendo: ‘Mañana volveremos por ti
y estarás muerto y tu boca estará abierta, y luego tomaremos las
piezas de oro que has escondido bajo la lengua».

Pinocho colgado en un árbol después de haber sufrido un robo

En un principio Collodi había planeado que el libro terminara con


esta escena. La idea era transmitir el mensaje de que los niños que
eran desobedientes podían terminar muy mal. Sin embargo, el editor
del Giornale per i bambini, el periódico infantil que publicó la historia
por primera vez, le pidió al autor que continuara el relato, esperando
un desenlace más feliz, y ahí es donde entra en acción el hada azul,
que llega para salvar a la marioneta ‒y que, al igual que el grillo,
moriría y volvería a aparecer más tarde‒. En esos capítulos
adicionales, Collodi hizo que Pinocchio aprendiera la lección y
decidiera ayudar y cuidar a su padre en lugar de pasar todo el tiempo
jugando y haciendo travesuras. Aunque antes de que ocurra eso casi
fríen al personaje en una sartén y se convierte en burro, lo que hace
que un músico quiera matarlo para arrancarle la piel y hacer con ella
un tambor. Para ello le ata piedras al cuello y lo sumerge en el agua,
aunque antes de ahogarse los peces se comen la carne del burro y el
esqueleto, que es de madera, vuelve a ser Pinocho.
A pesar del claro mensaje moral, es evidente que se trata de una
historia muy poco apropiada para niños que, además, se sospecha
que pudo estar muy influenciada por el mundo de la alquimia y de la
masonería. No es solo la historia se base en el concepto del
«homúnculo», encarnado en el protagonista, es que la obra está llena
de simbolismos alquímicos y de secretos ocultistas cuyo significado
aún hoy en día se sigue discutiendo. Un relato muy alejado, como se
puede comprobar, del que más de medio siglo después haría Disney.

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