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ADOPTAR EN CHILE:

UN LARGO CAMINO PARA CONVERTIRNOS EN FAMILIA:

GUÍA PARA PADRES

DEPARTAMENTO DE ADOPCIÓN
SERVICIO NACIONAL DE MENORES
Abril 2010
INTRODUCCIÓN

El Servicio Nacional de Menores (Sename), en su interés por contribuir de manera


permanente al perfeccionamiento de la gestión del Programa de Adopción que
debe desarrollar por mandato de la Ley Nº 19.620, ha elaborado esta guía
dirigida a aquellas personas que ya han aceptado asumir el desafío de ejercer la
paternidad/maternidad adoptiva de niños mayores de 3 años de edad, quienes
por la complejidad del proceso que vivirán con ellos, requieren de elementos
orientadores.

En esta línea, la idea es mejorar los resultados del desempeño del rol que deben
ejercer los padres y madres desde el inicio de la adopción y durante todo el
período que dure la adaptación e integración del niño(a) a su nuevo medio
familiar, con el fin de garantizar el éxito de las adopciones.

Desde un enfoque realista y experiencial, este documento pretende contribuir a


que los padres adoptivos vivan el proceso que inician contando con la
información necesaria sobre las conductas que los niños presentan generalmente
de una manera sencilla y con ejemplos ilustrativos extraídos de la práctica
cotidiana en este ámbito.

Asimismo, intenta ser un aporte facilitador para la comprensión de las conductas


y comportamientos de los niños y sus causas, de modo que, a partir de dicho
conocimiento, cuenten con las estrategias de manejo para actuar oportuna y
eficazmente en la compleja y hermosa tarea de ser padres y madres adoptivos.

Esta guía, aplicable tanto a la adopción nacional como a la internacional, fue


elaborada por la asistente social Marisol Venegas Monares, sobre la base de la
experiencia adquirida en la Unidad de Adopción Metropolitana del Sename.

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INDICE PÁGINAS

La evaluación 4

Antes del enlace 5–6

El enlace 7–8

Cosas importantes para tener en cuenta en el enlace 9 – 11

Aspectos prácticos post enlace 12

Los miedos y temores de los futuros padres 13

Los miedos y temores de los futuros hijos(as) 14

Comportamiento de los niños adoptados en Chile


1. Niños con apetito voraz 15 – 16
2. Niños que no quieren salir a la calle 17 – 18
3. Niños regresivos 19 – 20
4. Niños que se acercan sólo a uno de sus padres 20 – 22
5. Niños que evitan el contacto físico 22 – 25
6. Niños que hacen pataletas 25 – 27
7. Niños que esconden la comida 28 – 29
8. Niños que ponen a prueba los límites 29 – 31
9. Niños con dificultades en el apego 32 – 34
11. Niños que no quieren irse del hogar o que piden volver 34 - 35
12. Niños que siempre buscan complacer al adulto 36 – 37
13. Niños que temen un nuevo abandono 37 – 38
14. Niños que mienten 39 – 40
15. Niños que recuerdan su vida pasada 41
16. Niños hiperactivos 42 – 43
17. Niños perfeccionistas 44 – 46

Otras consideraciones importantes


Rutina, rutina, rutina 47
Evita la palabra abandono 48
Revelación: una tarea necesaria 48 - 49
La depresión post adoptiva 49 – 50
Enfrentar la depresión post adopción de los padres adoptivos 50 - 51
Adoptar un hermano 51 – 52
Celos y rivalidad entre hermanos 52 - 53
Es la edad o es la adopción 53 - 54

Anexos 55 – 60
LA EVALUACIÓN

“Hemos pasado por muchas evaluaciones, entrevistas, recopilar papeles,


participar en cursos y talleres. Hemos cumplido con todo lo que se nos ha
pedido. No sólo queremos demostrar que seremos buenos padres, sino que
también que haremos lo que sea necesario para lograrlo. Ahora que por fin
entregamos nuestra carpeta, esperamos que nuestra espera sea muy corta”.

El periodo de evaluación de idoneidad está centrado en determinar las


características de los futuros padres y descartar a aquellos postulantes que, por
diversas razones, no podrían ejercer de manera competente la paternidad
adoptiva. A su vez la adopción está orientada a dar respuesta a la necesidad de
los niños(as) que se encuentran institucionalizados y/o en situación de abandono
con el fin de restituir su derecho vulnerado a vivir en familia. Esto a veces
resulta difícil de asumir por los postulantes a la adopción, quienes naturalmente
están concentrados en satisfacer su necesidad de ser padres.

No obstante el estrés que significa para los postulantes transitar por el camino
de la evaluación, por la incertidumbre de ser o no aptos, es gratificante para
ellos comenzar con el proceso propiamente tal, dado que sienten que están
“haciendo algo” para obtener los resultados esperados.

Luego de la entrega de la documentación, les cuesta enormemente asumir un rol


pasivo y suelen vivir la etapa de espera como “una montaña rusa de emociones”,
con estados de ánimo que van desde la euforia a la calma, pasando por la rabia,
impotencia, frustración y decepción por todo lo que implica una demora
imposible de precisar y que, en algunos casos, suele durar varios años. Es común
que la pareja se cuestione si eligió bien el organismo de adopción o el país,
surgen sospechas hacia los profesionales que están a cargo de “su caso”, del
procedimiento y del sistema en general. Estas se acrecientan por la gran
cantidad de información que intercambian con otras parejas respecto de que la
espera fue más corta con otros organismos o sistemas y/o que en tal o cual país
de residencia es más fácil adoptar. Todo esto, inevitablemente les genera una
mayor angustia.

Dicha etapa es además muy desgastante, ya que dentro de las fantasías de


quienes postulan suele estar presente que después de todo lo que han esperado
por ser padres ahora “les cambiará la suerte y con seguridad tendrán resultados
muy pronto”. Cuando esto no ocurre, vuelven a gatillarse las dudas surgidas
durante la búsqueda del hijo biológico, la pregunta de si lo lograrán algún día y
la sensación de que no hubiesen avanzado nada, llegando incluso a concluir
“seguimos tan solos como antes”.

Para enfrentar esta etapa que “transcurre tan lento”, cada pareja desarrolla sus
propias estrategias con el objetivo de hacerla lo más llevadera posible. Algunos
se dedican a viajar, continuar estudios, profundizar en el ámbito espiritual o a

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realizar cualquier otra actividad que evite que la vida gire en torno a la
adopción.

SUGERENCIAS ANTES DEL ENLACE

Invierta tiempo y energía en su relación de pareja y acérquese más a su


familia. Es un buen momento para reafirmar su relación de pareja y disfrutar
del tiempo que comparten juntos. Se debe tener presente que el convertirse
en familia conlleva un importante cambio en la dinámica de la relación de
pareja, por lo que mientras más sólida sea ésta, más fácil será para ambos
enfrentar esta etapa y sus exigencias.

Comparta con su familia extensa y con sus amigos, apóyese en ellos en los
momentos de espera y prepárelos poco a poco para la llegada del niño(a), ya
que ellos serán sus referentes y principales fuentes de ayuda. No siempre los
amigos apoyan el proyecto de adopción, dado que en muchas personas y en la
sociedad en general todavía existen miedos y prejuicios sobre ella. En este
caso, trate de tomar distancia de los comentarios negativos y tenga confianza
en su proyecto. No hay mejor forma de derribar los mitos que vivir esta
experiencia. Con la llegada de su hijo(a) verá como los prejuicios se
derrumban y gradualmente hasta el más reticente empezará a quererlo y
aceptarlo como parte de la familia. Si ya tiene hijos, dedíquele una gran dosis
de tiempo y afecto. Prepárelos(as) para la llegada de un nuevo hermano y
evalúe como enfrentar los posibles celos.

Manténgase sano, aliméntese bien, haga ejercicios, y procure estar en buenas


condiciones físicas y emocionales. No deje que la angustia y la incertidumbre
de la espera se apoderen de usted, pues si bien son sentimientos propios de la
espera, agotan emocionalmente. Cuando su hijo(a) llegue, va a necesitar
estar preparado y en forma, especialmente teniendo en cuenta que ser padre
o madre también requiere de un gran esfuerzo físico (tomar en brazos a un
niño de varios kilos, agacharse muchas veces al día, correr para alcanzarlo,
jugar por largo rato a la pelota o correr en el parque, etc.). Ahora está a
tiempo para hacer deporte o ingresar al gimnasio como una forma sana de
bajar la ansiedad y dejar pasar el tiempo.

Infórmese sobre los temas que puedan ser de ayuda en su paternidad y


maternidad, por cuanto es una muy buena forma de prepararse. Busque
información en libros o en internet sobre temas que puedan ayudarle en su
desempeño como papá y mamá, tales como el apego, las etapas que viven las
familias adoptivas, las etapas del desarrollo de los niños, manejo conductual,
datos sobre el país de residencia del niño(a) que adoptará, entre otros. La
información que encuentre no sólo le ayudará a conocer la
paternidad/maternidad desde la teoría, sino también a ponerse en situaciones
hipotéticas y a aumentar su confianza personal.

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Ocupe su tiempo en cumplir con sus obligaciones, ya que cuando su hijo(a)
llegue le faltará tiempo para hacer muchas cosas que importantes, como
realizar se chequeos médicos, ir al oftalmólogo, al dentista, al ginecólogo,
etc. Si puede, adelante trabajo, acumule vacaciones o tramite algunos
permisos especiales. Arregle su casa para la llegada del niño(a), organice el
espacio físico donde él o ella dormirá, ordene los armarios, haga una lista de
pendientes o cosas por realizar; así el tiempo de espera pasará más rápido.

Dese tiempo para realizar con tranquilidad sus pasatiempos favoritos como
leer un buen libro, ir al cine o al teatro, tomarse un café, salir a bailar con los
amigos. Disfrute de lo agradable que es levantarse tarde, salir a comer
afuera, viajar. Con la llegada de su hijo(a) todo su tiempo estará dedicado a
él o ella y sus necesidades, por lo que ya no podrá disfrutar de estos pequeños
placeres.

Aprenda de las experiencias de los demás. Si está esperando a su primer


hijo(a), pase algún fin de semana con sus sobrinos o con amigos que tengan
niños. Esto le servirá para hacerse una idea más clara de lo que significa
convivir con ellos, aprender algunos secretos y desarrollar destrezas y
habilidades. Participe de cursos sobre adopción y contáctese con familias
adoptivas, así podrá compartir experiencias y estrategias de enfrentamiento.

No se obsesione y mantenga la calma. Darle mil vueltas al tema,


impacientarte y sufrir por la espera no hará que su hijo(a) llegue más rápido.
Tenga paciencia, fe y confianza en que su hijo(a) llegará en el momento
apropiado y que, al tenerlo en sus brazos, olvidará los malos momentos y se
dará cuenta que la demora valió la pena.

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EL ENLACE:

“Hemos esperado tanto para este encuentro. Atrás quedan todos los tristes
momentos vividos, los dolorosos y desgastantes procedimientos médicos
para ser padres biológicos de un niño que nunca llegó. Estos momentos nos
ocasionaron distanciamientos en la relación de pareja, pena, frustración,
rabia y desesperanza cada mes que la “cigüeña” no llegaba a nuestra casa.
Pasado el tiempo debemos reconocer que también este camino fue un
aprendizaje, un viaje lleno de enriquecimiento personal y familiar que nos
enseñó a enfrentar la vida y la paternidad de una manera distinta, y nos
abrió el corazón para albergar a un niño no engendrado, pero igualmente
amado y esperado.

Después de mucho papeleo, evaluaciones, terapias y espera, por fin estamos


listos para seguir avanzando en el camino por convertirnos en familia. Un
buen día nos avisaron que seriamos papás de un niño nacido en Chile, un
país del que poco conocíamos y el que ahora moriríamos por conocer. Un
país que amaremos por toda la vida y que ya es parte de nuestra historia.

Hemos preparado las maletas y estamos ansiosos. Esperamos no haber


olvidado nada. Queremos llegar pronto a abrazar a nuestro hijo y entregarle
todo el amor que hemos guardado para él durante tantos años.

¿Cómo será al verlo en persona?.. ¿Qué se sentirá abrazarlo?.. Le


gustaremos?.. Nos gustará?”

Es natural y esperable el crear en nuestra imaginación imágenes de cómo será el


momento en que conoceremos a quien puede convertirse en ese hijo tan
esperado. Estas expectativas sobre el momento del enlace o encuentro con el
niño(a) pueden ser poco realistas. Tal vez un día será recordado como el más
feliz de sus vidas, o un momento frustrante y decepcionante.

Mientras ustedes han destinado mucho tiempo en prepararse para este momento
y ya sienten a ese niño como suyo, el niño ha tenido una preparación sólo de
meses, la que no es suficiente para incorporar en él el concepto de familia, a
pesar de que ya los pueda identificar y nombrar como papá y mamá. Como es un
niño grande (probablemente de más de 5 años de edad) tiene memoria y
recuerdos de su pasado biológico, así como la conciencia de su abandono e
institucionalización. Su visión de familia, sin duda está teñida por estas
experiencias previas y la confianza hacia el mundo de los adultos puede estar
quebrada.

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Es fundamental establecer poco a poco una relación basada en la confianza para
que el niño pueda “adoptarlos como padres”. Es importante no perder de vista
que como toda relación, la relación entre padres e hijos adoptivos es una
construcción de amor que se genera a través del compartir experiencias y en el
día a día.

Durante el enlace, entonces, podemos encontrarnos con un niño que reaccione


muy afectuosamente y que sólo quiera irse del hogar a vivir con ustedes, pero
también podemos encontrarnos con un niño que los rechace abiertamente, que
llore o que tenga expresiones de mucha angustia en el momento. El cómo actúe
el niño frente a su presencia no es señal de cómo será la relación que mantenga
con ustedes a lo largo del tiempo. Si su hijo(a) reacciona de una manera que
usted no esperaba, no lo tome como un rechazo hacia su persona. Él o ella debe
aprender a confiar en ustedes para entregarles su afecto.

Desde esta lógica, es bueno tener en cuenta que no podemos exigirle al niño
muestras de cariño o cercanía física. Debemos respetar la distancia que él nos
imponga y generar las estrategias necesarias para que interactúe con nosotros,
respetando sus tiempos.

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ASPECTOS IMPORTANTES QUE SE DEBEN TENER EN CUENTA EN EL MOMENTO
DEL ENLACE

Debemos llevar un juguete al niño(a)

En el momento del enlace siempre es positivo llevar algún juguete, lo más simple
posible, que pueda canalizar la angustia del momento y servir de puente entre
ustedes y el niño(a), facilitando la interacción.

Una familia española, en el momento del enlace le llevó a su hijo algunos


juguetes musicales, peluches y una pequeña pelota. El niño reaccionó muy
tímidamente, incluso no quiso que la tía del hogar donde se encontraba lo dejara
solo con los papás y no le prestó mayor atención a los novedosos juguetes que le
habían traído. La pareja entonces se sentó en el suelo y entre ellos comenzaron a
jugar y a lanzarse la pelotita a ras de piso. Cuando el niño estaba concentrado en
el juego de ambos, le lanzaron al niño la pelota y lo animaron a devolverla. Este
simple juego permitió que el niño y los papás se relajaran. Al poco rato el niño
comenzó a sentirse más cómodo y terminó riendo a carcajadas.

Debemos decirle al niño(a) en español algunas frases simples

Si no habla español, aprenda ciertas frases cortas en este idioma para que su
hijo(a) se relaje y entienda su deseo de comunicarse con él. Frases como “Hola.
Nosotros somos tus papás”, “Te esperamos mucho tiempo”, “Vamos a pasarlo
muy bien juntos” facilitan un buen comienzo.

Sin embargo, es importante que estas frases sean previamente sancionadas con
el representante del organismo acreditado que los representa, con el traductor o
con algún profesional del Sename, ya que algunas palabras no son de uso
cotidiano en Chile. Entre las frases aprendidas por una pareja de Noruega para
decirle a su hijo estaba “eres un niño fantástico”, lo que el niño no pudo
entender cabalmente por no estar familiarizado con la palabra “fantástico”.

Debemos mantener el control de nuestras emociones

En el momento del enlace, los adultos deben mantener el control en todo


momento puesto que los desbordes emocionales por muy legítimos y entendibles
que sean, no son bien traducidos por los niños. Por la edad en la que se
encuentran y por sus experiencias vitales, los niños asocian el llanto con la pena
y no con la emoción. Mostrarse enteros, fuertes, seguros y alegres le brinda
seguridad a su hijo, no debiendo olvidar que en ese momento probablemente él
tenga miedo, angustia, rabia y sentimientos encontrados por dejar el hogar o a la

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familia guardadora, que más allá de los afectos que pueda sentir hacia éstos, son
su único referente conocido.

Debemos ser empáticos

La empatía es fundamental para ser un buen padre y una buena madre. A través
de ella podemos entender al niño poniéndonos en su lugar y será más fácil ser
tolerantes frente a las reacciones adversas que éste pueda presentar. Para hacer
del enlace una buena experiencia, más allá de cualquier resultado preliminar, la
pareja deberá tener además la suficiente madurez emocional y apoyarse
mutuamente, procurando asimismo mantener en todo momento una actitud
positiva, con la premisa de que pase lo que pase “voy a lograr que mi hijo(a) me
acepte”

Una vez hubo un enlace en que nada resultó bien: el niño mostró abierto rechazo
a sus padres, no quiso alejarse ni un centímetro de la guardadora y no generó
ningún contacto físico con sus nuevos padres. Cuando llegó el momento en que el
niño debía decidir si se iba con sus papás o no, se puso a llorar
desconsoladamente. La madre adoptiva se descolocó con esta reacción y, al no
poder contenerlo, se puso a llorar con él. El padre decidido, lo tomó en brazos y
dijo a todos: “Yo me voy con mi hijo”, mientras el niño pataleaba y se agarraba
con fuerza a la reja del hogar. El papá, la mamá y el niño que gritaba se subieron
al taxi que habían contratado y el pequeño dejó de llorar sólo cuando el vehículo
se alejó de la institución. Después de eso todo mejoró y el niño nunca más tuvo
una reacción similar. Este caso nos enseña lo importante que es para el niño que
los padres estén seguros de la decisión de adoptar y que le demuestren con
hechos su compromiso incondicional. No se trata de desestimar el dolor que
pueda estar sintiendo el niño y no se le debe exponer a una angustia innecesaria,
sin embargo, este caso nos enseña que los padres deben también hacerle caso a
su intuición a la hora de ejercer su paternidad y tomar sus propias decisiones.

Debemos respetar la distancia física y emocional que el niño(a) nos imponga

A modo de ejemplo, podemos contar que en la adopción de un matrimonio


italiano, en el momento del enlace el niño fue presentado a sus padres, quienes
lo recibieron muy cálidamente. El niño nunca los miró de frente, a pesar de que
respondía a sus preguntas, y se dejaba abrazar y besar. Sin poner ninguna
resistencia y mostrándose muy contento de irse con sus papás, el niño quiso
mostrarles su dormitorio. En ese momento los padres que estaban muy ansiosos
de abrazarlo y besarlo, no respetaron el límite físico que el niño les había
impuesto. Se sintió sofocado y sobrepasado con estas muestras de cariño y
comenzó a llorar. En una actitud abiertamente regresiva, se tiró al suelo y
comenzó a gatear; luego se refugió en un pequeño rincón al lado de una estufa
sin decir nada, rechazando todo contacto. Los profesionales de la institución

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contuvieron al niño por espacio de 3 horas. Los padres sólo lloraban. Se les
explicó que esta reacción en muy normal para un niño que ha sido criado
prácticamente toda su vida en una institución. Se les habló de su temor al
cambio y lo positivo que era que tuviera arraigo y un vínculo sano hacia su
entorno, porque eso hablaba muy bien de su capacidad de apego. Sin embargo, la
lectura desde ellos era de una profunda tristeza y decepción. Cuando el niño
estuvo más tranquilo salieron junto al psicólogo de la institución a un restorán,
lugar donde interactuaron con mayor fluidez. Los padres ganaron su confianza y
decidió irse con ellos al hotel. En la primera visita de seguimiento, el niño se
mostraba seguro, afectuoso y cercano a sus padres, y lo más importante de todo,
ya no miraba al suelo, miraba de frente, seguro de si mismo.

Debemos mantener una conducta comunicativa

Es muy importante mirar al niño(a) a los ojos, hablarle tranquila y


pausadamente, sonreírle, escucharle y darle a conocer que nos interesa mucho lo
que está pensando y sintiendo.

Debemos llevar un listado con nuestras dudas básicas

Hay muchas dudas que les pueden surgir respecto a las características y
conductas del niño(a) que están adoptando. Querrán conocer cuál es su comida
favorita, qué talla de ropa tiene, si es alérgico a algún medicamento, si le gustan
los animales, entre otras importantes cosas. Lo mejor es llevar las preguntas
debidamente escritas en una libreta para no olvidar algo importante. Antes de
conocer al niño(a) personalmente, deberán sostener una reunión con los
profesionales de la institución en la que se encuentre él o ella, momento en que
deberán formular todas las preguntas. Es importante tener en cuenta que este no
es el único momento para resolver sus dudas, dado que los profesionales del
Sename y de la institución en que esté el niño(a) siempre estarán dispuestos a
responder todas las interrogantes, no obstante que la información social, médica,
psicológica y legal de éste haya sido previamente enviada al país de origen del
matrimonio adoptante.

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ASPECTOS PRÁCTICOS POST ENLACE

Deben llevar siempre consigo una libreta con números importantes,


especialmente los del representante de la entidad acreditada, de los
profesionales del Sename y de la institución en la que se encontraba el
niño(a).

Deben llevar siempre consigo una copia notarial del cuidado personal y/o
adopción del niño(a).

Deben procurar tener un celular durante su estadía en Chile.

Deben dejar el pasaporte en la bóveda del hotel o en algún lugar seguro si


permanecen en una casa o departamento. Una copia certificada ante
notario servirá para su identificación, en caso de necesitarlo.

Deben mantener poco dinero efectivo en la billetera, cuidar sus efectos


personales y no ostentar elementos como dinero, joyas, cámaras
fotográficas o de videos, entre otros.

Deben mantener siempre contacto con el representante en Chile del


organismo acreditado en su país.

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LOS MIEDOS DE LOS FUTUROS PADRES

El mayor miedo de los padres se relaciona con los sentimientos, los propios y los
del niño(a) que adoptarán. En la adopción internacional, esos miedos se
acrecientan por lo mucho que está en juego. Por un lado, se trata de
matrimonios que como todas las parejas infértiles han transitado por largos
procedimientos médicos y que con mucho esfuerzo han logrado pasar por los
rigurosos procesos de evaluación para demostrar su idoneidad, invirtiendo tiempo
y dinero en un proyecto muy ansiado. Que la adopción fracase, sin lugar a dudas
es una gran pérdida emocional para la pareja, por cuanto reactiva el proceso de
duelo por la infertilidad ya vivida.

La decisión de ser padres es trascendental y debe ser genuina, responsable,


madura y fiel reflejo de lo que honestamente sienten. Las dudas que se producen
al realizar la adopción son muy normales. No se está seguro si el niño(a) a
adoptar es el correcto(a), pues aún no lo conocen y, en estricto rigor, aún no se
le quiere. Además, el asumir el rol de padres puede ser muy distinto a lo que
imaginaban, posiblemente más intenso, con un mayor desgaste físico y emocional
y más conciencia que a partir de la adopción sus vidas y su relación de pareja
cambiarán completamente.

Muchas veces los primeros días tras asumir la paternidad adoptiva, les provoca
sentimientos encontrados. Por un lado van a cumplir el rol tan deseado, pero por
otro deben asumir que su hijo biológico ya no llegó. Esto puede ser muy
perturbador si el duelo por la infertilidad no fue debidamente resuelto. Darse un
tiempo para conocer al nuevo integrante y tener la confianza de que en el futuro
podemos generar hacia él o ella una relación de afecto, es también parte del
proceso. En todo caso, las dudas debieran ser mínimas. Si realmente no se
sienten conectados con las características, historia o aspecto físico del niño(a)
que tienen en frente, es mejor asumir esos sentimientos y darlos a conocer a los
profesionales del Sename y al representante del organismo internacional que los
represente antes de realizar la adopción legal. Deben tener confianza en sus
fortalezas individuales y de pareja para enfrentar esta nueva crisis. Como dice el
refrán, a veces es mejor “perder para ganar”

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LOS MIEDOS QUE TIENEN LOS FUTUROS HIJOS O HIJAS

Los niños y niñas adoptados tienen sólo un miedo: ser nuevamente abandonados.
Este temor intrínseco se alberga en lo más profundo del inconsciente infantil. Un
niño(a) que ha sido abandonado, institucionalizado, gravemente maltratado o
abusado sexualmente, ha conocido el mundo a través del dolor. Los mensajes
que ha recibido (incluso desde el vientre) han sido de tristeza, rabia, miedo y de
profundo rechazo, lo que de alguna manera les hace asumir la premisa “No soy lo
suficientemente bueno para ser querido. Fui rechazado y abandonado y lo seré
nuevamente”. Los adultos suelen no entender por qué un niño(a) que tiene la
oportunidad de contar con una familia adoptiva que lo quiera, se comporta de
mala manera. Muchas veces rechazan el afecto que se les ofrece, llegando
incluso a ser groseros o agresivos con sus padres adoptivos.

Cuesta entender que a pesar de ser niños(as) muy pequeños tienen la certeza de
que estos nuevos adultos que dicen querer ser sus padres no son confiables y
que, tal como lo hicieran otros adultos que violaron su confianza, también lo
abandonarán y herirán. Es así como el niño utiliza como mecanismo de defensa y
de manera inconciente, anticiparse a este rechazo abandonandoy dañando él
primero. Esta hipótesis del niño(a) es la que se debe resolver durante el proceso
de puesta a prueba. Mientras antes viva esta etapa es mejor, ya que involucra
una clara señal de que ya adquirió la confianza suficiente hacia sus padres
adoptivos, los que no deben olvidar, por desgastante que sea, que esta es sólo
una etapa y que, como tal, tiene un inicio y un final.

Se suele decir que el ciclo de adaptación que vive un niño(a) adoptado consta de
tres etapas, la luna de miel, la puesta a prueba y la integración. Éstas se
presentan en forma continua y, en la práctica, son más bien cíclicas y suelen
repetirse con distinta intensidad a lo largo de la vida del niño. El apoyo y amor
incondicional vuelven a ser la clave para resolverlas de manera exitosa.

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COMPORTAMIENTO DE LOS NIÑOS Y NIÑAS ADOPTADOS EN CHILE

1. NIÑOS CON APETITO VORAZ

Durante los primeros días de convivencia, muchos niños que son entregados en
adopción tienen un apetito insaciable, lo que puede estar asociado a dos razones
distintas. En primer lugar, puede deberse a un estado natural de ansiedad en el
que se encuentran, ya que pese a ser muy pequeños, entienden que lo que están
viviendo es algo que cambiará radicalmente sus vidas. No podemos olvidar que en
pocos días han cambiado el lugar físico que conocían y percibían como estable y
seguro, y la rutina del hogar donde vivían, dejando de frecuentar lugares y
personas que normalizaban su vida como el colegio, los amigos y los otros niños
del hogar, para trasladarse a una realidad distinta. Ahora viven con quienes dicen
ser sus padres adoptivos, pero son adultos a los que no conocen y en muchos
casos son físicamente diferentes a ellos, hablan otro idioma y tienen costumbres
muy distintas, incluso en cuanto a hábitos alimenticios. Además, en términos del
espacio físico, deben vivir transitoriamente en un departamento, casa u hotel y
entorno muy distinto a la realidad que los rodeó hasta entonces, con edificios,
tiendas y ruido a los que no está acostumbrado. Si nos ponemos en su lugar, es
una situación que podría estresar a cualquier adulto, mucho más a un niño que
no es capaz de entender o expresar lo que está sintiendo. Sumado a esto, sienten
la “presión” de convertirse en “niños adoptables y queribles” para evitar ser
nuevamente abandonados, lo que les genera una enorme cuota de incertidumbre
respecto a su futuro.

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Otra situación que influye en esta conducta de comer sin control es la
oportunidad. En las instituciones los niños tienen una alimentación completa y
balanceada, pero no muy variada y también es probable que las cantidades de
alimentos a las que tuvo acceso en alguna época de su vida fuera limitadas o
escasas. Por eso existen muchos alimentos que no conocen, sobre todo aquellos
que tienen un precio elevado o que pueden ser considerados suntuarios para
niños de ingresos bajos, los que resultan muy atractivos para ellos, sobre todo si
tienen libre disponibilidad y acceso a ellos.

Por lo anterior, los niños requerirán de algún tiempo previo para acostumbrarse a
los nuevos sabores y hábitos.

¿Qué debemos hacer?

- A pesar de que el niño(a) que están adoptando finalmente se adecuará


a sus propios horarios, rutinas y gustos alimentarios, siempre es
positivo conocer su antiguo horario de comidas, de manera de saber
sus reales necesidades en ese sentido. Además, como parte de la
información que los futuros padres reciben, tendrán todos los
antecedentes respecto de su condición de salud y sus necesidades
nutricionales, como por ejemplo si está con bajo peso o con sobre
peso y si presenta rechazo a algún alimento. Si se trata de un niño con
sobrepeso o con algún tipo de alergia a ciertos alimentos, se debe
estar necesariamente más alerta a su alimentación y tener acceso a
sus gustos, dentro de ciertos márgenes.

- Teniendo en consideración el horario habitual del niño(a), más su


estado nutricional y de salud, en los primeros días de convivencia se
debe ser flexible y tolerante con sus demandas. Es recomendable ir
con él al supermercado, permitirle abrir el refrigerador para comer y
probar lo que desee. También es conveniente cuidar sus propios
hábitos alimenticios y practicar con el ejemplo, evitando comprar y
consumir comidas fritas o de alto contenido calórico, procurar
adquirir sólo las golosinas suficientes para un solo día (galletas,
dulces, helados, etc.) y optar por llenar el refrigerador y la despensa
con productos sanos, como frutas, verduras y agua mineral, en vez de
bebidas o jugos. Como adulto evite ingerir bebidas alcohólicas.

- Es importante que la comida no sea un tema relevante para ustedes, ni


una fuente de tensión con el niño(a) durante los primeros días de
convivencia.

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2. NIÑOS QUE NO QUIEREN SALIR A LA CALLE

En los niños chilenos es usual que durante las primeras semanas de


convivencia con sus padres adoptivos no quieran salir del hotel, departamento
o casa que los padres han arrendado durante su estadía en Chile y prefieran
ver televisión, jugar en el computador o play station, lo que puede ser muy
desconcertante y a veces molesto para la familia adoptiva.

Muchas veces esta negativa a salir de casa se contrapone con el deseo de los
padres adoptivos, quienes generalmente quieren aprovechar su viaje a Chile
para conocer algún lugar turístico del país y, de paso, llevar recuerdos como
fotografías y filmaciones que le permitan al niño(a) tener presente el paisaje
de su propio país, su cultura e idiosincrasia. Esta situación se vuelve aún más
compleja cuando la pareja viaja con otro u otros hijo(s), ya que éstos suelen
aburrirse por un encierro no deseado y no entienden lo que motiva a su nuevo
hermano(a) a comportarse así.

Sin embargo, para los niños existe el temor inminente de perder lo que han
logrado después de tanto tiempo, como es tener una familia. El enfrentarlos a
un lugar desconocido los hace sentir inseguros y hace que aflore el miedo a
perderse o perder a su nueva familia. Por otro lado, existe también en ellos la
necesidad de vivir al máximo cada momento junto a sus padres adoptivos y
tener la experiencia del significado de vivir en familia. No necesitan conocer
el mundo, quieren conocer el mundo a través de sus padres adoptivos y sólo
les basta tenerlos lo más cerca posible. Además, el mundo que ahora ustedes
les muestran puede ser o parecerle muy vertiginoso, bullicioso y estresante al

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verse enfrentados repentinamente al tráfico de la calle y a lugares muy
concurridos, como un centro comercial u otro lugar público con gran
presencia de gente.

¿ Qué debemos hacer?

- Primero que todo, deben ponerse en el lugar de su hijo(a), para


entender la angustia que puede estar viviendo y su necesidad de ser
segurizado y compensado por las etapas que no vivió junto a ustedes.

- Es importante reforzarle la idea de que ustedes serán su familia


definitiva y que nada hará que eso cambie. También es necesario
enseñarle que siempre que estén en un lugar no conocido debe estar
junto a ustedes y en todo momento caminar de la mano de papá o
mamá.

- Es bueno, además, instruirlo de que en caso de que se pierda debe


dirigirse a un carabinero (policía) para que lo lleve de vuelta a casa.
También se sugiere que cada día puedan salir a pasear al mismo
lugar; tal vez caminar cerca de casa o salir a jugar a una plaza o
parque cercano y, poco a poco, exponerlo a nuevos lugares. Es
importante que los paseos se realicen siempre a la misma hora y que
se vuelva cada día a casa un poco más tarde, procurando prolongar el
período en que se está fuera.

- Por último, aprovechen el tiempo junto a su hijo(a) para realizar


actividades dentro de casa y evitar que vea televisión o juegue
videojuegos a toda hora, manteniendo un horario para esas
actividades. Incentiven a su hijo(a) para que realice actividades que
favorezcan su creatividad y le permitan ir familiarizándose con el
idioma: Traten de comprar juegos de mesa, puzzles, juegos para
armar, libros para colorear, materiales para hacer manualidades,
libros para enseñarle palabras básicas en su idioma. Se les sugiere que
sean creativos y lúdicos, proponiéndoles a su hijo(a) actividades
entretenidas en que puedan divertirse, reír y estar físicamente cerca.

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3. NIÑOS REGRESIVOS

Algunos niños que son adoptados pueden presentar diversas conductas de


carácter regresivo. Entre las más habituales está chuparse el dedo, orinarse en la
cama, gatear, balbucear como bebé o incluso pedir ser amamantado por alguno
de sus padres. Es oportuno señalar que el niño(a) puede dirigir esta solicitud
indistintamente al padre o a la madre. Para ilustrar esta situación, conocimos el
caso de un niño de 8 años que buscaba ser amamantado por el padre, quien por
sus características resultó ser más cercano y afectivo que la madre.

La necesidad de amamantamiento puede resultar chocante para algunos padres e


incluso confundirse con una actitud sexualizada o como un indicador de abuso
sexual. Sin embargo, si ello no está asociado a otras conductas y/o actitudes que
nos orienten en tal sentido, no debe ser motivo de preocupación. Por lo mismo,
los padres adoptivos deben conocer y aceptar de manera honesta la historia vital
del niño(a) que adoptarán, con sus pro y sus contras, ya que si nos enfrentamos a
un niño(a) con antecedentes de abuso, sería esperable que estas actitudes
aparezcan en algún momento. No obstante, todos los niños con experiencias
traumáticas de abuso y/o maltrato son debidamente reparados
terapéuticamente.

En general, las actitudes regresivas suelen ser bien aceptadas por los padres
adoptivos, ya que les permite también a ellos experimentar etapas que no fueron
vividas con los niños, dado que la adopción internacional se da mayoritariamente
con niños mayores.

¿ Qué debemos hacer?

19
- Debemos asumir en todo momento una actitud de aceptación y
tolerancia y no olvidar que las conductas regresivas de los niños(as)
responden a su necesidad de compensar y revivir etapas pasadas en
que debieron ser acunados, protegidos y queridos. Sin embargo, por su
historia de abandono e institucionalización, dichas necesidades de
afecto no fueron debidamente satisfechas.

- En segundo lugar, es importante asumir estas conductas como una


oportunidad para desarrollar nuestra capacidad de maternaje a
cabalidad. Es una excelente manera para recuperar el tiempo no
vivido con su hijo(a) y permitir que recobre la confianza básica en si
mismo y en los demás, luego de que los adultos que debieron
segurizarlo no fueron capaces de hacerlo y siendo éste el momento de
componer ese lazo roto. Entonces, sea tolerante, mantenga una
actitud positiva, aproveche y disfrute estos momentos tan íntimos y
cercanos con su hijo(a).

4. NIÑOS QUE SE ACERCAN SOLAMENTE A UNO DE SUS PADRES

Es muy habitual que durante el enlace, e incluso algunas semanas o meses


después, el niño(a) adoptado(a) sienta mayor cercanía afectiva o afinidad con
uno de sus padres. Muchas veces esto puede generar la sensación de ineficacia y
frustración en el padre o madre “no preferido”. La explicación a ello se centra
en la carencia específica que tenga el niño. Es así que, por sus particulares
historias, los niños necesitan compensar la mayor falta en sus vidas de alguna de
las figuras parentales, la que para algunos puede estar centrada en la figura

20
paterna y para otros en la figura materna. Esta necesidad de aproximación se
puede presentar en algunos niños de manera ansiosa, exigiendo la presencia
constante y permanente de este padre o madre y recurriendo a él o ella ante
todo evento.

Una vez que el niño(a) resuelve y satisface su necesidad, es capaz de establecer


un vínculo seguro respecto de ambos padres, manteniendo las diferencias en la
relación con papá y mamá que la misma familia le quiera dar como sello propio.

En las familias latinas, por su idiosincrasia, usualmente los padres establecen


patrones de crianza diferenciados por sexo. Así por ejemplo, el padre como
figura de autoridad es el encargado de establecer las reglas y normas en el
interior de la familia, y de la realización de las actividades lúdicas con los hijos.
La madre en cambio cumple un rol predominantemente afectivo, sin embargo,
centra las actividades en el cumplimiento de tales normas y obligaciones.

Es necesario que sepan que los niños(as) adoptados(as) no conocen los códigos
que se manejan al vivir en familia, por lo que deben aprender a comportarse
como hijos y aprender de ustedes cómo se comportan y qué roles cumplen un
papá y una mamá, y cómo deben relacionarse ellos(as) con cada uno.

Puede resultar confuso que el niño tenga mayor necesidad de una imagen, ya sea
ésta materna o paterna, si en rigor careció de la presencia de ambas figuras. Esto
se debe a que durante el período de internación y/o abandono tuvo la
oportunidad de compensar la imagen de padre o madre con otra figura
significativa para él o ella. Muchas veces, el rol emocional de madre lo cumplió
una tía o guardadora del hogar a la que el niño(a) consideró lo suficientemente
nutricia como para generar un vínculo reparador o más cercano. En otros casos,
el director de la institución, el psicólogo, el marido de la guardadora o un
profesor pudo significar y representar en el imaginario del niño(a) el rol de
padre. Otra diferencia frente a las necesidades afectivas en los niños se debe a
la capacidad de resiliencia y la sensibilidad que cada uno tiene, por lo que es
importante tener claridad sobre sus características y necesidades emocionales y,
desde ahí, acercarse a su visión del mundo.

¿ Qué debemos hacer?

- Debemos darle al niño el espacio emocional para que exprese


libremente sus sentimientos y esperar pacientemente a que satisfaga
sus necesidades de “papá o mamá”. Hay que asumir con una actitud
madura esta etapa y no entrar en competencia con la pareja por el
afecto y predilección de su hijo(a).

- Es un gran error intentar comprar, chantajear o seducir al niño(a);


hay que tener en cuenta que este signo de debilidad puede ser un

21
arma que en el futuro el niño puede utilizar como forma de manipular
situaciones a su favor y obtener beneficios personales.

- Nunca es bueno que los niños perciban debilidades e inseguridades en


sus padres, porque los inseguriza a ellos también y el padre o madre
pierde autoridad, pudiendo llegar a manipular en el futuro la
debilidad observada.

- Deben tener en cuenta que el papá o la mamá “más demandado” por


el niño tendrá un cansancio y estrés mayor, por lo que se les sugiere
coordinarse en el cumplimiento de algunos roles para que ambos
tengan igualdad de protagonismo y puedan compartir más
equitativamente las demandas.

- Tengan paciencia y perseverancia y no pierdan de vista que esta


etapa pasará y luego será una divertida anécdota que podrán contar a
su hijo(a) cuando sea más grande.

5. NIÑOS QUE EVITAN EL CONTACTO FISICO

Es posible que algunos niños y niñas rechacen el contacto físico con sus padres
adoptivos. Las caricias y la cercanía de los otros pueden resultarles
incómodas, tanto que a veces los paraliza y su cuerpo se vuelve rígido,
pudiendo transpirar o agitar su respiración como señal de la angustia que les
produce la proximidad. Otros niños son más expresivos en este rechazo y

22
manifiestan abiertamente su desagrado ante las caricias a través de frases
como “Déjame solo, no me toques”. La rabia asociada a este rechazo puede
ser hostil, haciéndose más evidente al intentar consolarlo cuando está
llorando luego de una pataleta. Incluso puede volverse violento, lanzando
manotazos o patadas en una clara señal de “no te acerques”.

Para interpretar esta conducta, hay que distinguir entre aquel niño o niña que
evita o inhibe las conductas de proximidad y de expresión de afecto hacia sus
figuras paternas y que se descoloca al recibirlas, de aquel niño que expresa su
rabia a través del rechazo hacia los otros.

Algunos niños son bruscos y violentos a la hora de expresar el afecto. A veces,


como muestra de este afecto, se tiran sobre los padres repentinamente sin
medir las consecuencias y sin importarles que puedan lastimar a otros o a sí
mismos, o abrazan y besan de manera ansiosa. Por las experiencias de
abandono e institucionalización, los niños tienen un patrón relacional en el
cual, como mecanismo de defensa, aprenden a negar o sobrecontrolar su
afecto. Esa inhabilidad sensorial para demostrar el afecto físico los hace
torpes y toscos a la hora de acariciar.

¿ Qué debemos hacer?

- No debemos exigirle al niño o niña muestras de cariño ni retarlo por


no dejarse acariciar. Se debe respetar la distancia física que impone,
aunque sea muy doloroso para ustedes. En esta situación es necesario
cultivar primero la sensación de afecto incondicional, para luego
cosechar y recibir la recompensa del amor de su hijo(a)

- Si es un niño que se deja acariciar, pero que en su trato con ustedes es


brusco, se le debe enseñar cómo se acaricia, tomándole su mano y
enseñándole a regular su umbral táctil. Como ejercicio es muy útil,
por ejemplo, acariciar su pelo a la hora de peinarlo o de dormir, o a
la hora de bañarlo (hidroterapia), darle masajes.

- Respecto al masaje, es recomendable buscar el momento apropiado,


que puede ser antes de dormir, a la hora del baño o en cualquier
momento en que ambos estén relajados. Primero pregúntele si desea
recibir un masaje. Como se trata de un acto íntimo y voluntario, el
que da el masaje y el que lo recibe deben estar en buena disposición y
sintonía para la actividad. Ponga música de relajación de fondo,
música clásica, de sonidos de la naturaleza o cualquier música suave.
Si es posible, encienda algunas velas, ponga incienso o un difusor de
aceites de aromaterapia. Disponga de un aceite para masajes o
cualquier crema. No necesita ser un masajista profesional, sólo debe
proponérselo y tomar la iniciativa.

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- Tal vez el niño(a) lo rechace, no olvidemos que es algo desconocido
para él y las cosas intimas no le agradan del todo. Inténtelo tantas
veces como sea necesario, evitando sentirte dolido(a) por el rechazo.

Tenga en cuenta que el masaje tiene muchas propiedades para el niño o


niña:

Ayuda a estimular el sistema nervioso y libera sustancias


bioquímicas que estimulan el apetito.
Puede estimular y fortalecer su sistema inmunológico, con lo que
ayuda que el niño(a) crezca sano.
Contribuye a tonificar y fortalecer los músculos, contribuyendo al
desarrollo psicomotriz.
Puede ayudar a que el niño(a) que ha nacido prematuro aumente su
peso y consiga un desarrollo normal. En los niños hospitalizados
ayuda a reducir su tiempo de estadía.
Ayuda a mejorar la capacidad de adaptación del niño(a) e
incentiva su inteligencia.
Relaja y ayuda a descansar mejor, combate el insomnio, las
pesadillas (favorece el sistema endocrino reduciendo la hormona
causante del estrés) y facilita un sueño más largo y de mejor
calidad.
Ayuda al sistema digestivo. Ayuda a calmar los cólicos en los niños
pequeños y mejora la digestión.
Puede contribuir a desarrollar el sistema respiratorio,
Ayuda a equilibrar los niveles de oxígeno. Favorece el sistema
circulatorio.
Potencia el desarrollo del sistema neurológico. Facilita el proceso
de mielinización.
Les ayuda a conocer su propio cuerpo. Facilita la integración del
esquema corporal.
Contribuye a aumentar su autoestima.
Proporciona seguridad.
Estrecha los vínculos positivos.
Fomenta la comunicación con el exterior.
Le ayuda a liberar las tensiones, tanto físicas como emocionales.
Facilita la expresión de sus sentimientos, ofreciéndole soporte y
contención.
En niños con necesidades especiales produce importantes avances
físicos.
Ayuda a superar la depresión post-parto o post adopción,
mejorando la relación con el hijo(a).
Estimula favorablemente la comunicación.

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Unifica y afianza los lazos del niño o niña con los padres y con el
entorno familiar.
En la sección Anexos encontrarán una buena técnica para realizar masajes,
llamada Masaje Shantala, la que fue descubierta en la India y sirve para
cualquier niño o niña, independientemente de su edad. Por sus experiencias
tempranas, tu hijo o hija necesita mucho afecto, el que se expresa de mejor
manera a través del contacto físico, así es que inténtalo y buena suerte.

6. NIÑOS QUE HACEN PATALETAS

Una de las maneras más eficaces que tienen los niños y niñas para expresar la
rabia es hacer pataletas. Una pataleta es una reacción escandalosa del niño(a) en
la que llora, grita, se tira al suelo y patea o se amurra, es decir se inhibe, se
vuelve introvertido, frunce el seño y agacha la cabeza, siendo imposible
convencerlo de que cambie de actitud. De esta manera, el niño expresa su
descontento frente a la frustración. Un niño “pataletero” es aquel que no sabe
cómo expresar lo que siente de manera adecuada y, por lo mismo, sus emociones
lo desbordan.

Usualmente las pataletas desaparecen cuando el niño crece y aprende a


manifestar su descontento de manera más adecuada y constructiva. En el caso de
los niños(as) adoptados, las rabietas son independientes de la edad, pudiendo
presentarse tanto en la infancia temprana como en la adolescencia.

25
Es muy frecuente que los niños y niñas adoptados sean poco tolerantes a la
frustración. Por tal razón, pueden hacer muchas rabietas, las que no sólo están
destinadas a expresar sus emociones, sino también a llamar la atención o
expresar el dolor que han guardado por mucho tiempo. Esta es la primera señal
de que su hijo(a) se está adaptando y está confiando en ustedes. Resulta
paradójico, pero lo cierto es que mientras peor se porte su hijo o hija, mejor va
el proceso de adaptación, pues por fin se siente en libertad de expresar sus
emociones, sin temor a ser rechazado o ser devuelto al hogar. Esta es una buena
oportunidad para ustedes, para calmarlo, reconfortarlo y ayudarlo a manejar sus
emociones.

Esta conducta del niño(a) implica un importante desgaste emocional en los


padres, quienes deben ser los injustos receptores de su rabia contenida. Por eso
probablemente les desconcierte la desproporcionada furia o la actitud desafiante
con la que reacciona ante un estimulo sin importancia, como puede ser el que no
lo dejen salir a jugar, lo regañen por algo que hizo o como respuesta a la
negativa de comprarle un juguete.

A veces estas crisis están relacionadas con algún cambio en la vida del niño,
como el mudarse de casa o de colegio. También pueden activarse con una
separación o pérdida significativa, como una mascota, pelear con un amigo o
enfrentar un desafío que no se siente capaz de asumir con éxito.

La literatura indica que este tipo de reacciones en niños, niñas y adolescentes


pueden ser explicadas mediante el llamado Síndrome de estrés post-traumático.
Este es un trastorno emocional que se describe para las personas que son
víctimas de maltratos, violaciones o veteranos de guerra que, ante una situación
que les recuerda una experiencia traumática, sienten que nuevamente su vida
corre peligro. La angustia que esto les provoca les hace perder el sentido de la
realidad. Como el nivel de estrés es alto, el hemisferio derecho (donde están
almacenados los recuerdos y las situaciones dolorosas que quedaron sin elaborar)
toma el control de la persona.

Cuando las emociones controlan la razón del niño(a) o adolescente, su capacidad


para pensar racionalmente se desconecta, reviviendo momentos de su vida en los
que se sintió inseguro y desprotegido. Es una especie de flashback, en que el
niño trae al presente hechos del pasado y los revive como si ocurrieran en la
actualidad. La hostilidad representada en la pataleta o el retraimiento expresado
en el amurramiento, pueden ser interpretados como mecanismos de defensa ante
un nivel de angustia que no pueden controlar ni entender.

¿Qué debemos hacer?

- Ante una pataleta o amurramiento no debemos regañar, castigar o


razonar con el niño o niño, sino tener paciencia, mantener la calma y

26
recordar que los adultos son ustedes y que no pueden ni deben caer en
la provocación, aún cuando les agreda física o verbalmente. La rabia
y ofensas del niño(a) son muestras de un dolor antiguo, de una
angustia que no eligió y que no puede controlar. Deben hacerle sentir
que está protegido y que estarán siempre a su lado, en las buenas y en
las malas.

- Tal vez muchos de sus amigos o parientes, les recomendarán que lo


dejen solo, que llore hasta que se canse, que lo ignoren, porque se le
pasará. Para un niño cualquiera, ésta puede ser una buena estrategia,
pero para un niño adoptado no. Su inseguridad afectiva es mayor a la
de cualquier otro niño, por lo que procuren mantenerse a su lado,
demostrándole su incondicionalidad.

- Cuando esté tranquilo, conversen abiertamente con él para decirle


que sus agresiones y ofensas les duelen y que también es bueno que él
tenga empatía hacia las demás personas y no sólo que lo absorban sus
propias emociones. Enséñenle a expresar de otras formas su rabia o
molestia. Es importante que no se enojen con él, ni lo castiguen, ya
que esto sólo aumentará su sensación de sufrimiento y soledad.

- El niño(a) necesita sentirse comprendido, apoyado, querido y saber


que puede descargar su rabia y miedo en ustedes sin temor a que
dejen de quererlo.

- Estos episodios se enmarcan dentro de la etapa denominada “puesta a


prueba” y deben tener claro que, como toda etapa, pasará. Las
rabietas serán cada vez menores en duración y frecuencia.

- Piensen en esta etapa como una especie de terapia, en la que su hijo


se reconcilia con su pasado, derriba sus miedos y sana su espíritu.

- Para ello, es muy bueno enseñarle algunas técnicas básicas de


relajación, como respirar profundamente, pensar en un paisaje bonito
o cuando sienta que no puede controlar la rabia que cuenta hasta
diez. Pueden, además, ponerlo en situaciones hipotéticas y planificar
cómo podrían actuar.

- Si nada diera resultado, y sienten que no pueden enfrentar solos la


situación, no duden en pedir ayuda, ya sea a los profesionales del
Sename, de la institución en la que estuvo el niño(a) o del organismo
acreditado. Tengan confianza en su capacidad para afrontar las
pataletas de su hijo(a) y verán que poco a poco encontrarán las
estrategias para tranquilizarlo y calmarlo, perseverando en las
actitudes y expresiones afectivas.

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7. NIÑOS QUE ESCONDEN LA COMIDA

Para los niños y niñas recientemente adoptados, tener el refrigerador lleno de


comida a libre disposición es algo novedoso y llamativo y una realidad a la que
les cuesta adecuarse. Muchas veces sienten tal ansiedad ante la comida que,
según se señaló anteriormente, devoran todo alimento que esté a su alcance o
manifiestan una clara tendencia a guardar o esconder restos de comida en los
lugares más insólitos.

Si su hijo(a) pasó hambre, va a necesitar tiempo para entender y asimilar que tal
situación no volverá a ocurrir. Para ello va a necesitar oír muchas veces la frase
“no tienes para que guardar la comida, porque de aquí en adelante no te faltará”
o “en el refrigerador siempre va a haber comida para ti”. Además, tendrá que
cerciorarse en la práctica y por sí mismo que tales afirmaciones son una realidad.

¿Qué debemos hacer?

- Sírvale a su hijo(a) una porción generosa, pero razonable de comida.


Cuando vea que a pesar de que ha comido abundantemente le sigue
exigiendo más comida, pídale que escuche a su estómago para ver si
está satisfecho. Probablemente, en un primer momento no comprenda
el mensaje, pero con el tiempo aprenderá a reconocer la sensación de
saciedad.

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- Si la comida es algo que obsesiona al niño(a), es mejor ponerla a su
alcance. En este caso, es muy útil tener a la mano un tiesto con
frutas, frutos secos o algún otro alimento saludable para ayudarlo a
relajarse. Si aún cuando ha comido se levanta en la noche diciendo
que tiene hambre, es bueno dejarle en su velador un vaso de leche o
una barra de cereales.

- Si lo sorprenden escondiendo la comida, no lo reprendan o reten,


porque su obsesión tiene que con una estrategia de sobrevivencia
producto de sus experiencias tempranas. Repítanle constantemente
que se van a ocupar de que no le falte nunca la comida. Pueden
preocuparse también de que siempre tenga en su mochila o bolsillo
algo para comer cuando tenga hambre.

- A través de la fijación oral, como la obsesión por la comida, chuparse


el dedo o comerse las uñas, los niños(as) intentan compensar sus
necesidades afectivas. Estas conductas cesarán cuando se sienta
seguro, querido y aceptado, por lo que deben tener paciencia y
comprensión.

8. NIÑOS QUE PONEN A PRUEBA LOS LÌMITES

A veces resulta difícil comprender por qué los niños adoptados siempre ponen a
prueba los límites que los adultos establecen hacia ellos. Sin embargo, si lo
analizamos en profundidad, todo niño necesita en algún momento poner al límite
la autoridad de sus padres. Esta rebeldía es la base de su diferenciación del

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mundo adulto y de la construcción de su identidad como ser único y diferente.
Por la edad en la que los niños(as) son adoptados, esta transgresión a las normas
y límites es más explícita y ocurre con demasiada rapidez a los ojos de los padres
adoptivos.

¿Qué debemos hacer?

- Debemos aplicar estrategias básicas de manejo conductual (Ver


Anexos).

- Los padres deben generar estrategias de manejo conductual hacia sus


hijo e hijas. Como papás primerizos, los padres adoptivos suelen tener
dudas y ambivalencias sobre cuándo y cómo poner límites a los
niños(as). No olvidemos que ellos provienen de hogares e instituciones
donde existe un ambiente normado y reglado, por lo que los límites
son parte de su realidad cotidiana. Contrariamente a lo que los
padres creen, las normas y límites le dan seguridad y estabilidad a los
niños, pues los hace comprender que existe alguien que se preocupa
de ellos y que está interesado por corregir sus comportamientos
inadecuados o negativos de modo que nada malo les suceda. En este
sentido, es importante decirle al niño qué es lo que se espera de él y
por qué motivo se le aplican medidas correctivas, como “no te
permito que juegues en el balcón porque te puedes caer, yo me
preocupo por ti y no quiero que te pase nada malo”. Así, el niño
entenderá que detrás de la norma hay un deseo de protegerlo, porque
se lo ama e importa todo lo que suceda con él y con su vida.

Las razones por las cuales un niño o niña se vuelve rebelde y/o desobediente
son variadas y pueden resumirse en las siguientes situaciones:

- Cuando sienten que necesitan más cariño.

A veces, desobedecer es un llamado de atención hacia los padres. Esto


no quiere decir que no le estén brindando la suficiente atención a su hijo,
sino que necesita más afecto y atención que otros niños(as) o que el
resto de sus hermanos. Todos tenemos un umbral del dolor y también
tenemos un umbral que define nuestra necesidad de afecto. Por eso hay
niños(as) y personas más dependientes que otras, por lo que su deber
será reconocer cuál es el umbral de afecto de su hijo y satisfacer su
necesidad. Ello va a implicar tiempo y dedicación, entregadas de una
manera adecuada y en el momento oportuno, con tiempos que coincidan
en calidad y cantidad. Es decir, no basta con dedicarle mucho tiempo a la
relación con su hijo(a) si ésta se limita a mirarlo mientras anda en
bicicleta en el parque, sino que deben interactuar con él y estar

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pendiente de esta actividad en todo momento, de modo que sienta que él
es el centro de todo.

- Cuando los padres adoptivos tienen más hijos, muchas veces no logran
entender por qué uno de ellos necesita más cariño que los otros, en
circunstancias que han sido tratados y criados de la misma manera.

Tal como se explicó anteriormente, las necesidades afectivas son


individuales y difieren de un niño a otrom, y de una persona a otra.

- Evalúen cómo ejercen su autoridad como padre o madre, ya que cuando


los padres son muy autoritarios o “laissez faire” los niños tienden a
rebelarse.

Siempre los extremos son negativos, y unos padres permisivos o


demasiado autoritarios provocan emociones negativas en los niños(as)
por lo que éstos los ponen a prueba. Por ello, es necesario que exista
coherencia entre lo que los padres hacen y lo que le exigen a sus hijos,
dado que el mal ejemplo o la falta de coherencia les hace perder su
autoridad. Los padres deben ponerse de acuerdo a la hora de aplicar
premios y castigos, de manera que el niño(a) vea unidad y concordancia
en sus padres, ya que de la figura paterna o materna más débil, siempre
tratará de obtener algún beneficio a su favor. Establezcan como pareja
qué conductas serán motivo de sanciones o beneficios, procurando que el
premio o castigo sea consecuente con la conducta del niño(a).

- Cuando los padres pierden la paciencia.

Al darle una orden al niño, como por ejemplo “ordena tu pieza”, éste
suele no obedecer de forma inmediata y se toman -por así decirlo- su
tiempo. Ante este hecho, los padres muchas veces se impacientan y
terminan haciendo ellos mismos lo que habían ordenado.

Esta conducta da una señal a los hijos en cuanto a que hay cosas que
no es necesario completar, porque finalmente la concluirán los padres.
El niño entonces se cuestiona para qué obedecer. Una vez más es
importante ser coherentes y mantener las sanciones, ya que de eso
depende que nuestros hijos o hijas asuman una actitud responsable
hacia sí mismos y hacia los demás.

- Cuando los padres tienen expectativas irreales o desproporcionadas


respecto a sus hijos o hijas.

A veces les exigimos demasiado a los niños, pidiéndoles que asuman


roles o funciones no acordes con su edad, entendimiento o grado de

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madurez. En tales casos, el niño(a) desobedece por su incapacidad y
no por irreverencia y, por lo tanto, debemos asignar tareas y
obligaciones adecuadas a su edad y darles órdenes que sean capaces
de cumplir y entender.

Debemos dejar en claro, que para que el niño obedezca no hay recetas
infalibles ya que cada uno de ellos tiene su propia personalidad e historia
que lo hacen diferente a otro y por ende, en sus manos está el reconocer
qué estrategias pueden dar mejores resultados con su hijo/a.

9. NIÑOS CON DIFICULTADES EN EL APEGO

Muchas veces los padres adoptivos sienten que entregan mucho amor a su
hijo(a), pero que éste no se los retribuye de la misma manera ni en la misma
medida. A los padres les cuesta entender por qué el niño le dice papá o mamá
a un desconocido o a veces utiliza la palabra tía o tío para referirse a ellos.
En otros momentos parece ser tan sociable, que puede estar en los brazos de
cualquier persona, sin extrañar a sus padres, y entregarle a un extraño las
mismas demostraciones de afecto que a ellos.

Para entender este comportamiento de afecto indiscriminado debemos


remontarnos a su primer año de la vida. Es en esta etapa donde el bebé
experimenta sus primeras experiencias tempranas de apego. El apego es
definido como el lazo emocional que el niño desarrolla con sus padres o
cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para el
desarrollo de sus habilidades psicológicas y sociales. Muchos estudios indican
que el apego y las relaciones tempranas con la familia, especialmente con los
padres, influyen de manera decisiva en la personalidad. Este aprendizaje
condicionará cómo el niño(a) se relacionará con otros y si podrá o no
establecer en el futuro relaciones interpersonales emocionalmente sanas.

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El apego se relaciona con la forma en que el adulto a cargo del niño o niña
satisface o no satisface sus necesidades básicas. Por ejemplo, cuando el bebé
tiene hambre, llora reclamando ser alimentado. Sus padres o cuidadores, al
escuchar su llanto, acuden a él, lo acunan y le dan la mamadera satisfaciendo
así su hambre. De esta manera el bebé se tranquiliza. Si este ciclo de
demanda y respuesta, se repite lo suficiente, el bebé aprende que el mundo
es un lugar predecible y seguro. El adulto entonces es para el niño la base
para obtener la seguridad que necesita y que le servirá para atreverse a
explorar el mundo en el futuro. De otra manera, podemos decir que aprender
a confiar requiere de una repetición constante en el tiempo. Para algunos
niños y niñas nunca existió una respuesta a sus demandas. Es decir, si tenían
hambre y lloraban, sus padres o cuidadores nunca acudieron a él y no
respondieron a sus necesidades. Al poco tiempo se resignan a no llorar,
estableciendo la hipótesis de “para qué voy a llorar si nadie acudirá a
atenderme”, generando lo que se conoce como un apego inseguro.

Pensar que los niños que han pasado por experiencias de abandono, maltrato
o institucionalización lo único que necesitan es amor es correcto sólo en
parte. Evidentemente, para superar sus heridas requerirán del amor
incondicional de sus padres adoptivos, pero también de tiempo para cambiar
lo que aprendieron a través de sus anteriores experiencias, hasta ser capaces
de recuperar y ver al mundo con confianza.

Este aprendizaje es imprescindible para el niño, ya que condicionará cómo se


relacionará con otros y determinará si en el futuro podrá o no establecer
relaciones interpersonales emocionalmente sanas.

¿Qué debemos hacer?

Implemente algunas ideas útiles para fomentar un apego sano con su hijo o
hija, independientemente de su edad:

- Dedíquele su atención de manera exclusiva. Aquí nuevamente la calidad y


la cantidad son importantes. Los momentos que pasan con su hijo(a) en un
ambiente de intimidad son la base de una relación fundamentada en el
amor. Disfruten el tiempo que pasan con él o ella, rían, jueguen, bailen
cada vez que estén juntos. Que el niño(a) vea y sienta su felicidad por
estar juntos.

- Tóquenlo, háganle mucho cariño. Es probable que al principio no se


sienta cómodo con sus abrazos y las señales físicas de afecto. Si se resiste,
no lo obliguen, sino que busquen ocasiones breves, pero frecuentes de
contacto físico que le resulten agradables.

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- Mírenlo a los ojos cuando le hablen, traten de mantener el contacto
visual en todo momento, ya sea cuando jueguen, coman o conversen, por
cuanto es también una forma de establecer cercanía y proximidad.

- Atiéndalo cuando llore o se haga daño. Lo más probable es que su hijo(a)


esté acostumbrado a “arreglárselas sólo(a)”. Durante su vida en el hogar
nadie le prestaba atención especial, por eso no deben extrañarse si no
reclama cuando algo le incomoda o le duele. Enséñenle que ahora tiene
padres que lo cuidan y se preocupan de él, porque eso reforzará su
seguridad.

10. NIÑOS NO QUIEREN IRSE DEL HOGAR O QUE PIDEN VOLVER A Él

No obstante son pocos los casos de niños(as) que no quieren irse del hogar o
de la casa de la familia guardadora, se trata de una conducta esperable por
haber vivido un largo período de institucionalización. Si bien un hogar o
familia guardadora no es el lugar más propicio para que un niño crezca, para
él es lo único conocido, que siente propio y le da seguridad. Es natural que
dejar el ambiente en el que se ha desarrollado le genera temor y angustia de
perder su estabilidad a cambio de la posibilidad incierta de vivir en familia.

Como adultos, los padres probablemente están felices y seguros de su


decisión de adoptar a este niño(a) que les acaban de presentar, por algo han
recorrido casi la mitad del mundo sólo para conocerle. Sin embargo, para él
no es una decisión ni una situación fácil. No deben olvidar que su confianza
está quebrada, por lo que tiene muchas dificultades para fiarse de los

34
adultos. Ya lo hirieron antes, por lo tanto ¿cómo puede estar seguro de que
ustedes no harán también lo mismo? Su sentido común y su experiencia le
dicen a su hijo(a) que debe actuar con cautela y no entregarse a la primera
ocasión.

El niño(a) debe resolver la disyuntiva de dejar lo conocido por algo incierto y


que no conoce. Podríamos representarlo como el tirarse a una piscina sin
saber nadar. Hay miedo, desconcierto, “¿a dónde me llevan?, “resultará?, ¿y si
no resulta que voy a hacer?”. Los niños y niñas necesitan ser muy valientes
para dejar su seguridad y lanzarse a la aventura de irse a vivir con ustedes.
No pierdan esto de vista y valoren su audacia. Piensen en la fortaleza que
debe tener para enfrentarse a esta situación y conmuévanse con la gran
necesidad que él tiene de vivir en una familia, que lo hace capaz de
enfrentarse a todo por lograrlo.

¿Qué debemos hacer?

- Ante la angustia que se produce en los niños y niñas por tener que
irse del hogar, especialmente durante el momento del enlace, los
padres deben ser muy comprensivos y procurar conquistar su
confianza.

- Es conveniente no forzar la salida inmediata del niño de la


institución y ojalá visitarlo por algunos días, tratando de
compartir su rutina y dinámica diaria.

- Al verlos realmente interesados en lograr su confianza, seguros y


comprometidos con su futuro, poco a poco irá bajando sus defensas
y estará dispuesto a conocer lo desconocido de la mano de ambos.

- Pónganse en su lugar, imagínense ustedes siendo él, sintiendo lo


que él siente. Así, reconocerán el gran esfuerzo que aún siendo tan
pequeño hace y aprenderán a valorarlo.

35
11. NIÑOS QUE SIEMPRE BUSCAN COMPLACER AL ADULTO

Muchas veces la necesidad del niño(a) por convertirse en el hijo(a) soñado es


una etapa que dura muy poco y se enmarca en la denominada “Luna de miel”.
Este comportamiento responde a su temor de no ser querido, a ser rechazado
y nuevamente abandonado. El mensaje que probablemente ha recibido desde
su vida intrauterina está lleno de rechazo, hostilidad y rabia, lo que
indudablemente ha afectado su autoestima y entregado la falsa idea de ser
alguien que no merece cariño y que, tarde o temprano, será nuevamente
abandonado. Estas ideas preconcebidas son de carácter inconscientes y surgen
como forma de evitar el abandono. Para enfrentar la posibilidad del rechazo
el niño puede usar dos estrategias: abandonar primero, en el caso de los niños
agresivos, demandantes, rebeldes, o por el contrario, tratar de ser siempre
sumisos, complacientes, procurar portarse bien y seguir las normas para ser
“queridos”.

Cuando los niños(as) serviciales comienzan a portarse mal es cuando


realmente han adquirido una confianza básica con sus padres adoptivos y han
establecido las bases de un apego seguro.

La señal de “cuando todo empeora es cuando mejor estamos” es una


contradicción en sí misma, pero la experiencia nos ha enseñado que es la
señal de confianza que los niños le regalan a sus padres. Es el momento en
que descansan de la presión de agradar y ponen en manos de sus padres
adoptivos las emociones negativas que su historia ha provocado en ellos.

Algunos autores señalan que los niños y niñas adoptados “traen una mochila”,
la cual representa los dolores emocionales que el pasado ha dejado en ellos.
Esta expresión es muy acertada y simboliza la necesidad que tienen de
compartir esta carga emocional con un otro. Por el amor incondicional que

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ustedes le tienen, serán las personas más adecuadas para sacar lo malo de
esta mochila y conservar lo bueno que hay en ella.

¿Qué debemos hacer?

- Esperar a que el niño o niña real se presente y, cuando ello ocurra,


aceptarlo(a) en toda su dimensión, retribuyendo con amor a sus
emociones negativas.

18. NIÑOS QUE TEMEN A UN NUEVO ABANDONO

En algún momento de sus vidas, la mayoría de los niños y niñas adoptados se han
sentido solos y abandonados por aquellos en quienes confiaban. La historia de su
adopción se inicia siempre con la pérdida de sus padres biológicos y de otras
personas que fueron importantes para ellos. Incluso en los casos de quienes
fueron adoptados a los pocos días de nacer, en algún momento de sus vidas van a
entender que, para ser adoptados, tuvieron que haber primero unos padres que
no se hicieron cargo de ellos, y es ahí donde surge el dolor por el abandono.

Como son tan pequeños para comprender las circunstancias que rodearon su
adopción, es lógico que piensen que la historia puede repetirse. Por eso, muchos
niños adoptivos le temen al rechazo y fantasean con un nuevo abandono. Este
temor, más que una idea fija, es una sensación difusa que los hace hipersensibles
al rechazo y los lleva a pensar que sus padres adoptivos también los
abandonarán. Dudan que el amor de sus nuevos padres sea incondicional y pueda
durar para siempre.

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Respecto a esto, es importante que los padres adoptivos sean capaces de
transmitir una y otra vez al niño que, pase lo que pase y haga lo que haga, no
dejarán de amarlo. Aunque para todos los que le rodean es obvio que su familia
es permanente, para él no está tan claro dado que la vida les ha enseñado que
quien hoy lo cuida, mañana puede desaparecer.
¿Qué debemos hacer?

Las siguientes ideas pueden ser útiles para combatir el miedo de su hijo o
hija a sentirse abandonado(a) de nuevo:

- Reafírmenle con sus palabras y sus acciones que siempre estarán a su lado.

- Jamás utilicen el cariño como moneda de cambio con afirmaciones el tipo


"Si lo haces bien, mamá te querrá mucho". Eso significa también que, si no lo
hace, puede dejar de quererle.

- Cuando fantasee con vivir con "otra mamá" o con "la mamá biológica", no
se sienta herida ni ofendida. Esta fantasía les da la oportunidad de
reafirmarle el hecho de que, haga lo que haga y aunque a veces se enojen
con él, siempre será su hijo(a). Si tiene edad suficiente, muéstrenle la
sentencia de adopción, explicándole que una vez que el juez ha firmado, ni
los padres biológicos ni los adoptantes pueden deshacerla.

- Ser firme con las normas no puede estar reñido con confirmarle siempre y
en todo momento que el amor que le tienen es para siempre. Es muy posible
que haya temporadas en que su hijo(a) necesite poner la relación a prueba,
provocando enfrentamientos que lleguen al límite. Sin embargo, ustedes
saben que, por muy malos que sean sus resultados escolares o por muy difícil
que sea la fase que está viviendo, no dejarán de ser su madre o padre ni
tampoco de quererlo. Háganle saber esta realidad, poniéndola en palabras.

- Tras cada crisis, no escatimen las muestras físicas de cariño. Si se


muestran distantes o enojados, aumentarán su angustia y temores. En
cambio, los momentos de alegría compartida y las manifestaciones de cariño
van a actuar como un bálsamo emocional para el niño y ustedes lo que
fortalecerá la relación y aliviará sus heridas.

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12. NIÑOS QUE MIENTEN

Aunque hay una etapa en el desarrollo del niño o niña en la que decir mentiras es
algo habitual, suele ser la manifestación de algo que le está afectando tanto en
su mundo interno como externo. Los niños y niñas mienten con una razón y un
objetivo, por lo tanto, los padres deben estar atentos al tipo de mentira y al
propósito que hay detrás de ella, a su frecuencia y al contexto en que ocurren.

Los niños(as) mienten por distintas razones, puede ser por miedo y temor a las
consecuencias de sus actos, siendo entonces una forma de ocultar una mala
acción. En este caso, se les debe enseñar a afrontar las consecuencias de sus
actos y los padres, por su parte, deben evaluar el nivel de confianza que han
alcanzado con su hijo(a) como para descubrir cuán presionado se ha sentido para
llegar a ocultar sus errores y desaciertos. En otras ocasiones, la mentira surge
como una forma de probar los límites de los padres, ya sea porque estos son muy
estrictos o muy permisivos y no existen normas claras en el interior de la familia.
Otra razón por la que el niño puede llegar a mentir es para buscar aprobación u
obtener algún beneficio. En tal caso es importante explicarle que mentir no es
una buena forma para lograr el cariño o respeto de los demás, si no por el
contrario, dígale que valora en él su valentía para afrontar las consecuencias de
sus acciones y que lo quiere tal como es. La mentira también puede surgir para
proteger a otro, por la presión del grupo, por estrés, por imitación al ver a otros
mentir o para llamar la atención.

El obedecer y no decir mentiras son valores y comportamientos que se deben


enseñar y reforzar permanentemente a través del tiempo. Los padres no pueden
esperar que los niños(as) asuman esta conducta de forma espontánea, sino que
deben tener paciencia y ser consistentes con sus mensajes y ejemplos.

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El curso que siga la tendencia a mentir en el niño(a) dependerá en gran medida
de la actitud de los padres y del entorno. El no darle importancia o ser
demasiados rigurosos o moralistas puede favorecer su repetición.

Si las mentiras continúan, llegando al punto de generar conflictos en el niño, los


padres deben buscar ayuda profesional.

¿Qué debemos hacer?

- Mantener la calma, tratando el problema a través del diálogo. El análisis


de la conducta debe estar dirigido a la causa que motivó al niño(a) a mentir
y no a la mentira en sí. Con serenidad, refuercen la idea del valor que tiene
la honestidad y el decir siempre la verdad.

- Den a su hijo o hija el beneficio de la duda, pensando siempre que puede


estar diciendo la verdad.

- Háblenle a su hijo(a) sobre las consecuencias de mentir y los problemas que


ello puede ocasionar. La reflexión, junto con su desaprobación, le ayudará a
evitar las mentiras en el futuro.

- No lo califiquen como “mentiroso” ya que puede adoptar ese rol.

- Si es necesario, apliquen castigos que no sean físicos, como por ejemplo,


privarlo de la televisión, o de su pasatiempo o actividad favorita.

- Ayuden al niño(a) a pedir disculpas y reparar las consecuencias de la


mentira cuando sea posible.

- Refuercen la importancia de decir la verdad sirviendo de ejemplo.

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13. NIÑOS QUE RECUERDAN SU VIDA PASADA

Una vez que son adoptados algunos niños y niñas hablan de su historia pasada,
dando detalles de su vida en el hogar, de los amigos y compañeros, de las tías
que lo cuidaban o de los pocos recuerdos que guardan de su familia biológica. A
veces sus relatos pueden corresponder a recuerdos felices o divertidos, en
cambio otros, pueden conmover por su crudeza, al dimensionar lo que el niño(a)
pudo haber sufrido en su vida pasada. Frente al pasado no podemos hacer
mucho, salvo enseñarle a aprender de esas experiencias, recordándole que esos
momentos ya pasaron y que nunca más se repetirán, porque ahora tiene una
familia que está para protegerlo(a).

¿Qué debemos hacer?

- Escuchar al niño(a) con una actitud abierta y desprejuiciada.

- Permitirle contar lo que desee y prestarle la atención necesaria.


Intencionar sus preguntas para obtener detalles de lo que dice y
evaluar el nivel de daño que esa historia pudo ocasionar.

- Tratar de no demostrar emociones negativas como pena, angustia


o sorpresa. Si es necesario, pedir ayuda profesional.

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14. NIÑOS HIPERACTIVOS

Muchos niños(as) son definidos como hiperkinéticos o hiperactivos, calificación


que en Chile parece estar está sobre diagnosticada y sobredimensionada. Es
común que los niños y niñas chilenos(as) sean medicamentados para mejorar sus
niveles de concentración. Si su hijo(a) está recibiendo medicamentos es
aconsejable al llegar a su país chequear el diagnóstico y los remedios que
consume con algún neurólogo de su confianza.

La mayoría de los niños(as) sientan las bases de su autocontrol a partir de los tres
años, luego de atravesar la etapa típica de las pataletas. Aquéllos que no
contaron en su momento con la ayuda necesaria para hacerlo o que han vivido
algún tipo de trauma, no consiguen calmarse por sí solos cuando sus niveles de
estrés se disparan. Si consideramos que la falta de control en el niño es una
prueba de que se siente angustiados y no sabe cómo calmarse, estaremos en
mejor disposición para ayudarlos.

¿Qué debemos hacer?

- Como medida conductual de fácil aplicación resulta conveniente


disminuir los niveles de estimulación a los que está expuesto el niño(a)
y ayudarlo a calmarse.

- Cuando un niño tiene un comportamiento hiperactivo, no sirve tratar


de razonar con él. Traten de disminuir el ruido a su alrededor y
bríndenle un ambiente tranquilo y relajado. Traten de no ir a lugares

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ruidosos, eviten la música a alto volumen y las actividades que lo
descontrolen.

- Bajar los niveles de estímulos es el primer paso para lograr que la


seguridad en los niños(as) aumente y se puedan relajar. No debemos
perder de vista que aquellos largamente institucionalizados no están
acostumbrados a salir a la calle y el ruido del tráfico los puede
asustar. Visitar un centro comercial o estar en lugares muy
concurridos puede ser una experiencia muy estresante para ellos(as).

- Busque actividades atractivas, pero tranquilas como dibujar,


recortar, pintar, jugar juegos de mesa entre otras. Si está muy
nervioso o sobreexcitado, no le será fácil interesarse por este tipo de
cosas hasta que haya recuperado la calma. Para ello, en vez de
dejarlo solo, quédese a su lado hasta que se tranquilice.

- La simple presencia de los padres es el mejor antídoto contra el


nerviosismo. Hay estudios que demuestran que el simple hecho de
estar físicamente cerca de los padres aumenta en los niños el nivel de
hormonas anti-estrés. El contacto físico agradable (acariciarlo, darle
un masaje, sentarlo en sus rodillas) es aún mejor.

- Cuando los niños(as) son incapaces de expresar o identificar lo que


sienten, necesitan que los padres se muestren fuertes, seguros y
tranquilos. Hagan que él niño(a) vea que se quedarán a su lado hasta
que recupere la tranquilidad. No tengan miedo de que adquiera
dependencia hacia ustedes, al contrario. Cuando su hijo(a) cuente con
ustedes para aprender a serenarse, las conexiones de su cerebro se
fortalecerán y mientras más ayuda reciba para controlar sus
emociones, más fácil le será controlarse solo.

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15. NIÑOS PERFECCIONISTAS

No debemos confundir el perfeccionismo con el deseo de mejorar y hacer las


cosas bien. Puede ser un rasgo ventajoso en algunos aspectos, ya que promueve
el esfuerzo y el trabajo bien hecho. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones
puede llegar a ser una obsesión, provocar ansiedad, depresión y otros trastornos,
además de inseguridad, insatisfacción y frustración.

La simple idea de equivocarse produce en estos niños temor y angustia. No


aceptan que cometer errores es algo natural, que forma parte del proceso de
aprendizaje y parte de la vida, sino por el contrario, lo viven como un error
personal que no tiene por qué ocurrir.

Si esta conducta no se corrige, cuando sean adultos serán personas muy


exigentes tanto con ellos como con quienes les rodean (la pareja, los hijos o sus
compañeros de trabajo).

Muchos niños(as) adoptados(as) son perfeccionistas, siendo este un rasgo que


suelen mantener en la adolescencia e incluso en la adultez. Ese rasgo se
relaciona con el miedo al rechazo y al abandono, y está en directa relación con
la autoestima. De manera inconsciente, el deseo de hacer todo perfecto está
relacionado con la percepción de que si hacen algo mal, dejarán de quererlos.

Algunas de las características más comunes de los niños(as) perfeccionistas son:

1. Repetir una y otra vez sus tareas hasta hacerlo de manera perfecta, lo que los
lleva a veces a no terminar sus trabajos por falta de tiempo.

2. Inseguridad, baja confianza en sí mismos y mucho miedo a equivocarse, lo que


les impide involucrarse en situaciones nuevas por evitar correr riesgos.

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3. Nerviosismo permanente al rendir un examen, a pesar de estar bien
preparados.

4. Exceso de autocrítica, porque siempre piensan que podrían hacer mucho


mejor las cosas. Para ellos un 6 y no un 7 en un examen es un fracaso.

5. Permanente preocupación por lo que los demás opinan de ellos. En las


situaciones de equivocación o error, la rabia y la frustración se apodera de ellos,
haciendo imposible que entren en razón.

¿Qué debemos hacer?

- Háganle saber a su hijo o hija que comprenden su rabia y sufrimiento. El


minimizar y no darle importancia a lo que le hace sentirse frustrado sólo
hará que se sienta solo e incomprendido. Repítanle: “es muy frustrante
cuando se pone tanto esfuerzo en algo y las cosas no salen como uno quería".

- No dejen que se le pase solo. Bríndenle consuelo, ayúdenle a cambiar su


ánimo hacia otro más positivo. Un abrazo seguido de una sesión de
regaloneo y risas actúa como un bálsamo sobre su dolor.

- En un momento de tranquilidad díganle que es normal que las cosas no


resulten en un primer intento y déjenle claro que siempre lo van a seguir
queriendo.

- Conviértanse en la memoria de sus éxitos y sus superaciones. Recuérdenle


lo mucho que le frustraba no saber andar en bicicleta o atarse los cordones,
o cualquier otra cosa que le parecía imposible lograr y que hoy tiene
completamente dominada. Recordar esos momentos le ayuda a tomar
perspectiva y a verse a sí mismo como alguien capaz de superar las
dificultades.

- No lo alaben cuando destine demasiado tiempo y dedicación para realizar


algún trabajo, deben hacerle entender que ese tiempo lo puede destinar a
otras actividades.

- Ayúdenlo a fijarse objetivos realistas, que sean posibles de conseguir y así


logrará una mayor confianza en sí mismo.

- Se le debe elogiar por el esfuerzo realizado más que por los resultados
obtenidos.

- Enséñenle que no siempre es posible conseguir lo que uno se propone,


porque cada niño y cada persona tiene aptitudes y limitaciones, y porque

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conseguir determinadas metas no depende tan sólo de la voluntad y el
esfuerzo personal, sino también de otros factores.

- Eviten que un error le lleve a considerarse un perdedor y a dudar acerca de


su capacidad.

Muchos de estos niños son hijos de padres perfeccionistas o de padres que


quieren ver en sus hijos cumplidos los logros que ellos no consiguieron. Los
niños deben ser educados de acuerdo con sus capacidades y no centrados en
ser los mejores.

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OTRAS CONSIDERACIONES RELEVANTES

RUTINA, RUTINA Y RUTINA

Todos los niños y niñas se descolocan cuando repentinamente cambiamos sus


rutinas, actividades o el espacio físico en que se desenvuelven. La rutina le da
seguridad a los niños(as), proporcionándoles un contexto estable y confiable.
Para un niño(a) recién adoptado, el cambio que vive es radical, todo es nuevo,
los lugares, los olores y el idioma que escucha a su alrededor.

Pónganse en el lugar de su hijo o hija. Imagínense que de repente los trasladan a


un lugar desconocido, rodeado de personas que jamás antes vieron, que hablan
un idioma que no entienden y sin la posibilidad de volver a retomar sus vidas
pasadas. Por difícil que parezca, les sorprenderá la facilidad con la que su hijo(a)
se adapta a esta nueva vida, aprende un idioma distinto y comienza a asumir
vuestros valores, costumbres y ademanes. Aunque la adaptabilidad de los
niños(as) es a menudo impresionante, no pueden pretender que estos cambios los
asuman de la noche a la mañana. Requerirá tiempo para asimilar ciertas cosas.

La mejor manera de ayudarlos a adaptarse es limitar la cantidad de estímulos


nuevos e implementar rutinas estrictas. Brindarle al niño(a) un ambiente
estructurado y tranquilo lo ayudará a asimilar los cambios con mayor rapidez.

Ideas útiles para el período de adaptación:

- Establecer horarios fijos para sus actividades diarias, tales como para
levantarse, jugar, comer, acostarse o pasear.

- Que sepa en todo momento lo que va a pasar. Cuéntenle que van a hacer a
continuación, por ejemplo, vamos a almorzar y luego iremos de compras. Saber
lo que viene a continuación y comprobar que todo sucede de acuerdo con lo que
le contaron, le ayuda a sentirse seguro.

- Sean previsibles para su hijo(a). Traten de hacer las cosas siempre en el mismo
orden, estableciendo pequeños rituales en torno a las actividades cotidianas. Por
ejemplo, luego de sentarse a la mesa a almorzar, una familia establecía el ritual
de tomarse de las manos y agradecer el estar todos juntos.

- Durante los primeros días junto a su hijo o hija eviten los lugares con
demasiados estímulos. Resistan la tentación de llevarlo al zoológico o a algún
parque de diversiones. Permítanle que primero se adapte a su entorno más
inmediato y luego exploren junto a él otros ambientes.

- No se olviden que puede haber muchos lugares desconocidos para él o ella,


como los supermercados, los centros comerciales, la playa, la montaña e incluso
los animales domésticos. Recuerden que muchas cosas que para otros niños son

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cotidianas, para él pueden ser una fuente de estrés o lo enfrentan a situaciones
muy desconcertantes y hasta atemorizantes.

EVITA LA PALABRA ABANDONO

Muchos niños, niñas y jóvenes adoptados presentan un profundo sentimiento de


abandono, sentimiento que muchas veces se asocia al perfeccionismo, al temor
al fracaso, a la baja autoestima o a problemas en las relaciones interpersonales.
En el momento de hacer la revelación es muy importante tener en cuenta el
pasado biológico del niño, cómo y cuándo se cuenta esta historia y las palabras
usadas para relatarla. Por ello, al explicarle sobre su adopción, es necesario
evitar la palabra abandono y cambiarla por una frase como “tus papás
biológicos no podían cuidarte y por eso te dejaron en el hogar donde nosotros te
conocimos”. De esta manera le asignamos la responsabilidad al adulto, al hablar
desde la incapacidad de cuidar de un niño no culpabilizamos al niño(a), ya que
el concepto de ser abandonado implica ser rechazado, sugiriendo la idea de que
“algo malo debe haber en mí, que mi familia biológica me rechazó y
abandonó”. Esta sensación de no saber el porqué del abandono acompaña al
niño(a) hasta su vida adulta y en muchos casos los impulsa a buscar a su familia
biológica para preguntarle la verdadera razón de su entrega en adopción.

Debemos reforzar la idea de los valores asociados a la decisión de ceder en


adopción, tales como el hecho de que la madre biológica optó por la vida y
tomó una decisión responsable y positiva al dejarlo en un hogar para ser
adoptado.

En la adolescencia se produce la primera gran crisis en los niños y niñas


adoptados, ya que por el nivel de entendimiento alcanzado, logran asociar la
adopción al abandono y ven su historia de una manera realista y descarnada.

Debemos estar preparados para aceptar el dolor que esto produce y que no lo
podemos evitar, aunque sí podemos comprender su necesidad de conocer
detalles sobre su historia y que el deseo de conocer a los padres biológicos no
pone en tela de juicio la relación que tiene con ustedes. Pueden acompañarlos
y apoyarlos para que salgan fortalecidos de esta experiencia.

REVELACIÓN: LA TAREA NECESARIA

Realizar el proceso de Revelación, es decir, contarle al niño(a) su historia


biológica, no es sólo trasmitirle la información a medida que está preparado
para asimilarla, es también ayudarle a entender y expresar las emociones que
conlleva este proceso.

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No debemos autoengañarnos. El hablar de la adopción con los niños, con las
palabras adecuadas y en los momentos correctos no impedirá que sientan pena
o rabia hacia su propia historia. La tristeza, la confusión, la rabia y la rebeldía,
son emociones normales que debemos aceptar como algo natural.

- No deben tener miedo al dolor de su hijo o hija, ya que es parte de su proceso


de aceptación y crecimiento. Compartir sus sentimientos no amenaza su
relación con él o ella, por el contrario, la fortalece.

- Ayúdenle a entender que lo que él está sintiendo es normal y que ustedes


comprenden sus vivencias. Frases como "a mí también me hubiera gustado que
las cosas fueran de otra manera" le permiten percibir que interpretan lo que le
pasa y que están de su parte.

- No tomen su dolor como un ataque personal. A pesar de lo doloroso que puede


ser, cuando su hijo(a) les grite “Tú no eres mi papá o mi mamá” o les diga
“Quiero volver al hogar con las tías”, no es una agresión hacia ustedes, él sólo
está tratando de canalizar sus angustias y temores. No se ofendan, necesita su
compañía en estos difíciles momentos y que le reafirmen, una vez más, que
serán su padres para siempre.

- Demuéstrenle su cariño cuando abran temas relativos a la adopción.

LA DEPRESION POST ADOPCION DE LOS PADRES ADOPTIVOS

El momento del enlace es sin duda un momento emocionalmente muy intenso.


El viaje, la diferencia de horarios entre su país y Chile, el adaptarte a un clima
y costumbres distintas y el cambio de vida que implica la llegada de un hijo(a)
aumentan los niveles de estrés y angustia. Si le sumamos el no contar con su red
habitual de apoyo, como amigos y familia, facilitan los sentimientos depresivos.
A pesar de lo esperado que es este hijo(a) y lo ansiado que ha sido para ustedes
su proyecto de familia, con la llegada del niño(a) pueden sentirse tristes,
desganados o frustrados durante las primeras semanas de convivencia. Estos
sentimientos se parecen a la denominada depresión post parto y se le conoce
como depresión post adoptiva. Existe poca documentación al respecto y es un
tema del que no se suele hablar. Las personas que viven la depresión post
adopción reciben la incomprensión de quienes les rodean, ya que es
“inaceptable” que después de tanto tiempo y esfuerzo invertido para ser padre
o madre adoptivo, ahora que ya tienen a su hijo no sean inmensamente felices.
La depresión post-adopción es tan normal como la depresión post-parto. Hay

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estudios que dicen que el 80% de las mujeres que adoptan la sufren, en mayor o
menor medida.

COMO ENFRENTAR LA DEPRESION POST ADOPCION DE LOS PADRES


ADOPTIVOS

La mayoría de los consejos para la depresión post adopción son similares a los
consejos para enfrentar las depresiones post parto:

- Saber que es real y que les puede ocurrir, ayuda a enfrentarla de mejor
manera, ayudando a disminuir los sentimientos de culpa.

- Concéntrense en su hijo o hija y en afianzar la relación con él(ella). No


asuman otras responsabilidades anexas, esto es lo más importante. No se exijan
en exceso, no tienen la obligación de cumplir todo en un cien por ciento; nadie
puede responder con tan altos estándares de perfección, ustedes tampoco.

- Cuiden su salud. El agotamiento es el mejor aliado de la angustia. Coman y


duerman bien y, si están muy cansados y tensos, dejen tiempo para disfrutar de
un baño de tina, salir a caminar solos o con su hijo(a). Concéntrense en su
respiración, practiquen yoga, baile entretenido, acupuntura o cualquier
actividad que los beneficie.

- Limiten las visitas de familiares y amigos los primeros meses de convivencia


con el niño(a). Es habitual que después de la llegada de su hijo(a), muchos
amigos y familiares quieran visitarlos. Invítenlos de a uno para que esta
situación no los estrese.

- Si están en pareja, cuiden su relación. La llegada de un hijo(a) tiene un fuerte


impacto sobre las relaciones de pareja. Busquen momentos de intimidad para
conversar y ajusten su horario para tener momentos a solas. No pierdan el
romanticismo y el buen humor. Si tienen otros hijos, túrnense para brindarle a
cada hijo atención exclusiva.

- Expresen sus sentimientos libre y honestamente a los profesionales que


realizarán el seguimiento post adoptivo, tanto en Chile como en su país de
residencia. Ellos mejor que nadie comprenden lo que están viviendo y saben
que es normal. Los ayudarán sin juzgarlos.

- Participen de grupos de apoyo. Otros padres adoptivos sabrán entenderlos y


ponerse en su lugar. Oír las experiencias y formas de enfrentamiento de otros

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que ya han vivido esta etapa puede ayudarlos acerca de qué hacer ante
determinadas situaciones y, sobre todo, a que no se sientan como seres
extraños.

- Recuerden que vincularse afectivamente necesita tiempo. No se agobien


pensando que no sienten por su hijo todo el amor e incondicionalidad que
debieran. Eso llegará con el tiempo.

- Disfruten de los momentos felices y ténganlos presentes cuando los invadan


sentimientos negativos.

ADOPTAR UN HERMANITO

Las parejas que ya tienen hijos siempre tienen dudas acerca de cuándo es el
mejor momento para volver a adoptar. Una vez que se han decidido a iniciar un
nuevo proceso de adopción, surge una nueva interrogante. ¿Cuál es el mejor
momento de contar a los hijos de la llegada de un hermanito? ¿Es mejor
esperar hasta tener el nuevo certificado de idoneidad o cuando esté cerca la
fecha del viaje?

Lo mejor es involucrar a los otros hijos en el proceso, ya que les ayuda a


preparase para convertirse en hermanos mayores y, además, les permite revivir
y elaborar su propio proceso de adopción. Debemos tener en cuenta que el
sentido del tiempo en los niños, así como la capacidad para procesar la
información que se les entrega, es distinto a los adultos. Los niños(as) son
concretos, si le dicen pronto llegará tu hermanito, lo más probable es que
piense que será mañana, por lo que deben ser especialmente cuidadosos.

Si para los adultos el proceso de adopción es un vaivén de emociones difícil de


afrontar, los niños no suelen estar preparados para manejarlo. Por eso, hacerlos
partícipes no significa contarles todos los detalles de cada fase.

Empiecen a contarle de manera general que quieren tener otro hijo,


explicándole aspectos básicos del proceso adoptivo. Eviten que su hijo se centre
en la llegada del nuevo hermano, ya no es posible que ustedes determinen este
tiempo y puede durar dos o más años. La visita domiciliaria y las evaluaciones
con la asistente social y psicólogo(a) pueden ser presentadas como la visita de
alguien que va a ayudar a la familia a decidir si es bueno o no adoptar a otro
hijo. A medida que la fecha de la asignación se acerca, pueden ir anticipando
referencias del tiempo que pueda comprender como "después de tu
cumpleaños", "cuando terminen las clases” “cuando llegue el verano", etc.

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Eviten que el hermano que está por llegar esté presente en cada conversación,
aunque es bueno dejar que el tema salga con naturalidad y permitir al niño
expresar sus pensamientos, dudas y reparos abiertamente.

A la hora de preparar a un hijo (adoptado o biológico) para la adopción de un


hermano, conviene recordar lo siguiente:

- Independiente de cómo llegue el nuevo hermano, puede provocar celos. A


pesar de demostrar una buena predisposición ante su llegada hipotética y
mostrarse muy ilusionado de tener un hermano, es absolutamente normal que
las relaciones fraternas estén marcadas por los juegos, peleas, competencias y
rivalidades. Darle a cada niño(a) dedicación y afecto reduce los sentimientos
hostiles, por lo que es conveniente inculcarle que ambos serán igualmente
importantes.

- Concienticen a su hijo(a) diciéndole que el nuevo hermanito seguramente


necesitará mucha ayuda y paciencia al principio. Ayúdenle a que tenga una
visión realista de las necesidades que este hermano tendrá y pídanle que se
convierta en hermano mayor, en un apoyo para él y en un ejemplo para seguir.
Anticípenle que tendrá que ser muy generoso para compartir no sólo sus
juguetes y el espacio físico, sino también el afecto de sus padres.

- Reafírmenle a su hijo su lugar en la familia y en el corazón de sus padres.


Antes de la llegada del nuevo hijo, demuéstrenle su apoyo y amor incondicional.
Dediquen mucho tiempo para él, de manera de cimentar la relación y hacer que
se sienta más seguro a la hora de compartir vuestra atención.

- A veces los temores en los niños pueden expresarse en forma de preguntas o


comentarios negativos e incluso en comportamientos rebeldes. No lo coarten,
anímenlo a fantasear y a expresar sus dudas, aunque no les guste lo que
escuchen. Hablar de lo que a los niños les da miedo, poner en palabras sus
emociones, aunque sean negativas, les da la oportunidad de ayudarlos a
manejarlas.

CELOS ENTRE HERMANOS

Sin distinguir entre niños adoptados o biológicos, los hijos a veces sufren con la
llegada de un hermano. Si el niño o niña que llega es adoptado puede necesitar
mucha atención y ayuda para adaptarse y sentirse seguro en su nuevo hogar. Para
los niños el amor se mide por la cantidad de tiempo y atención que se les dedica,
y es normal que su seguridad se resienta al tener que compartirlos
repentinamente.

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Los hijos únicos suelen tener más dificultades para adaptarse a la llegada de un
nuevo hermano. Incentivarlo a compartir con otros niños, algún primo, los hijos
de sus amigas o algún vecino puede ayudarle a enfrentar este nuevo escenario.
Tengan en cuenta que es normal que a veces se adoren y defiendan mutuamente,
y que en determinados momentos peleen y no se soporten.

A veces los niños dicen frases como "mamá, por qué no devolvemos a mi
hermanito al hogar?" No lo critiquen. Comprendan que detrás de esta frase está
su deseo de proteger lo que le pertenece.

- Si su hijo o hija tiene celos hacia su hermano, háganle saber que lo entienden y
que es algo normal, explicándole que a veces queremos mucho a alguien, pero
que hay momentos en que no lo queremos ni ver. Compartan sus propias
experiencias y recuerdos, las anécdotas vividas ayudan a los niños a normalizar lo
que sienten y a entender sus emociones.

- Marquen la diferencia entre los sentimientos y las acciones. Las agresiones


físicas o verbales no son permitidas, pero siempre es bueno darles el espacio
para expresar lo que sienten.

- Empaticen con sus sentimientos, diciéndole frases como “debe ser difícil para ti
que tú hermanito llame la atención”, esto hace que se sienta comprendido y
acompañado.

- Procuren no fomentar la rivalidad entre los hermanos y corregirlos si este


comportamiento se presenta. Eviten las comparaciones.

- Realicen actividades en las que puedan dedicarle a cada niño(a) atención


individual y otras en las que compartan con ambos.

ES LA EDAD O ES LA ADOPCIÓN

A menudo, los padres adoptivos se cuestionan si algunas de las conductas de su


hijo(a) son “normales” o se deben a su condición de adoptado. Esta duda los
agobia enormemente, por cuanto cada cosa que dice o hace el niño(a) lo ven
como una consecuencia de la adopción o fruto de la historia de vida que ha
vivido. En este sentido, podríamos decir que los padres adoptivos son más
inseguros como padres, siempre se están cuestionando todo y son muy
autoexigentes con su desempeño. Por eso, la mayoría de las veces exageran las
conductas que son normales en todos los niños, dándole la connotación de
problema. A menudo, llevan al niño(a) al psicólogo, al psiquiatra, al neurólogo,
al médico o a cualquier otro especialista, buscando la aprobación de un
profesional o alguien externo que les asegure que “efectivamente su hijo(a) está
bien y es feliz”.

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Conviene recordar que, como parte de su desarrollo, los niños deben pasar por
ciertas etapas, algunas con mayores exigencias que otras, pero todas normales y
necesarias. Para normalizar la conducta de su hijo(a) lo mejor es que recuerden
su propia niñez y los momentos difíciles que tuvieron que pasar, los miedos que
los aterrorizaron y las situaciones en las que se sintieron derrumbados. Así,
pronto se darán cuenta que su hijo(a) tiene esos mismos sentimientos, miedos
y/o dolores.

Debemos entender la adopción como un factor más que influye en el


comportamiento del niño, en su manera de sentir y ver la vida. Tal vez su
condición de adoptado pueda hacer que sea más sensible a algunas situaciones,
pero esto no cambia las tareas en el desarrollo a las que todo niño está expuesto,
y que son una fuente de estrés y aprendizaje.

A medida que van creciendo, los niños y niñas van entendiendo lo que implica la
adopción. Se plantean nuevas interrogantes y aparecen en ellos nuevos
sentimientos con respecto a su historia y a las personas que han sido importantes
en su vida. Si en algún momento su hijo(a) muestra un comportamiento
problemático, que piensan que puede estar relacionado con la adopción o
simplemente no saben cómo manejar, es aconsejable pedir ayuda a un
especialista. Asesórense por profesionales con experiencia en adopción y en
trabajo con familias adoptivas, quienes seguramente los ayudarán a interpretar
correctamente lo que ocurre, les darán herramientas para ayudar a superar el
problema y evaluar si el niño(a) necesita algún tipo de apoyo extra.

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ANEXOS

EL MASAJE SHANTALA

El masaje Shantala es una antigua técnica proveniente de la India, que


permite entablar un estrecho contacto entre padres e hijos.

Este masaje fue introducido en Europa y Estados Unidos hace 30 años por el
doctor Frédérick Leboyer, quien descubrió en las calles de Calcuta a una
madre masajeando a su bebé. Emocionado señaló: “De pronto, en plena
sordidez, se me concede contemplar un espectáculo de la más pura belleza.
Era como un ritual revestido de extraordinaria dignidad. Era como un ballet,
tanta armonía en ello, tan justo en el ritmo, aunque de gran lentitud.
Permanecí deslumbrado y confundido, el horror de las calles que había
recorrido, había desaparecido. Estaba como cegado por tanta belleza y tanto
amor.”

Ahí descubrió como la paciencia y el amor de aquella madre llamada Shantala,


triunfaban en la más absoluta miseria. Desde entonces, este tipo de masaje se
ha difundido en todo el mundo, y a pesar de que fue concebido para relajar a
los bebés, es aplicable también a niños(as) más grandes.

En el caso de los niños(as) adoptados, sus beneficios son insuperables, ya que


el afecto físico es una de las más grandes carencias que han vivido durante
gran parte de su vida, sin el cariño y los cuidados esenciales de un papá y una
mamá.

Por ello, resulta pertinente incorporar en la presente guía aspectos básicos de


esta técnica, la que podemos adecuar a la edad y características de cada
niños(a).

Para dar el masaje es necesario llevar puesta ropa cómoda y confortable y


ubicarse sentado, en el piso.

Existen dos posiciones básicas para realizar este masaje. Una de ellas es con
las piernas extendidas y separadas con el bebé o niño en el medio. La otra es
con una pierna extendida y la otra flexionada con el niño en el medio. Tener
a mano todo lo necesario para realizar el masaje (colchoneta, toallas, aceites,
etc.), además de preparar un ambiente cálido y relajarse mediante una
respiración profunda, y la relajación de hombros y brazos.

EL PECHO:
1) Una vez puesto el aceite en nuestras manos, colocamos las dos manos
sobre el pecho del bebé o niño, desde el centro hacia fuera, deslizando las
manos, como si alisaran las hojas de un libro abierto. Esta técnica facilita la
ampliación de la capacidad respiratoria.

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2) Cruzar el pecho. Coloque su mano derecha sobre el lado izquierdo de la
cadera del bebé o niño y deslícela hacia arriba en dirección al hombro
opuesto, es decir al hombro derecho. Termine envolviendo el hombro del
bebé o niño. Hacer lo mismo, pero en sentido contrario, es decir la mano
izquierda sobre el lado derecho de la cadera del bebé o niño y subir cruzando
hasta el hombro izquierdo. De esta forma se va alternando en cruz,
trabajando una después de la otra. Este movimiento trae equilibrio y armonía.

BRAZOS Y MANOS:
1) En el último movimiento, nuestra mano izquierda quedó sobre el hombro
izquierdo del bebé o niño, nuestra mano derecha está libre y tomaremos con
ella la muñeca izquierda del bebé para extender el brazo. Pero es nuestra
mano izquierda, la que formando como un brazalete con pequeños toques de
yema de los dedos, bajará hasta la manito. Llegado este punto, volvemos al
hombro y repetimos el movimiento cuatro veces, siempre desde el hombro
hacia la muñeca.

2) Con las dos manos juntas, sujetar el bracito izquierdo del bebé o niño a la
altura del hombro, deslizar sus dos manos en dirección a la muñeca, con
movimientos de torsión. Las manos deben moverse al mismo tiempo, pero en
direcciones opuestas. Al llegar a las muñecas, reiniciar el movimiento cuatro
veces.

3) Seguimos masajeando la mano izquierda del bebé o niño. Con el dedo


pulgar masajear desde el centro de la palma de la manito en dirección a cada
dedito, suave y lentamente. Seguido a este movimiento, pasar la palma de su
mano sobre la palma de la manito del bebé o niño. En este movimiento se
puede iniciar un juego en que el niño puede mantener su palma cerrada, no
hay que forzarlo, quien la abrirá cuando lo desee.

Con estos movimientos fortalecemos los músculos y las articulaciones, se


activa la circulación y se estimula el sistema nervioso, preparando al bebé
para gatear y caminar. También se le brinda al niño la noción de contorno y
límites de sus extremidades, trabajando la imagen corporal. A continuación
realizamos los mismos movimientos pero en el otro brazo y la otra mano del
niño.

ABDOMEN:
1) Colocar la mano plana sobre el abdomen, debajo de las costillas y deslizarla
al bajo vientre. Cuando una mano termina el movimiento la otra comienza, y
así sucesivamente. Realizar este movimiento cuatro veces.

2) La mano izquierda toma el pie del bebé o niño para mantener las piernas
extendidas y algo elevadas. La mano derecha realiza el movimiento de arriba
hacia abajo cuatro veces, y luego este mismo movimiento es realizado en el

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antebrazo repitiendo con la misma mano cuatro veces. En la zona abdominal
es de especial importancia el uso del aceite para que, junto con los
movimientos, facilitemos el funcionamiento intestinal y la eliminación de
gases, proporcionando alivio a los cólicos además de tonificar los músculos
abdominales.

PIERNAS Y PIES:
1) Se comienza de la misma forma que lo hemos hecho con los brazos. Con la
mano derecha tomaremos el pie izquierdo del bebé, para extender la pierna,
pero es nuestra mano izquierda la que formará como un brazalete, haciendo
toques con las yemas de dedos desde el muslo hacia el tobillo. Llegando este
punto volvemos al muslo y repetimos este movimiento hacia el pie cuatro
veces, siempre desde el muslo hacia el pie.

2) Con las dos manos juntas sujetar la pierna izquierda del bebé a la altura
del muslo, deslizar las manos en dirección al pie, con movimientos de torsión.
Las manos deben moverse al mismo tiempo, pero en direcciones opuestas. Al
llegar al pie, reiniciar el movimiento desde el muslo cuatro veces.

3) Seguimos masajeando el pie izquierdo del niño. Con el dedo pulgar


masajear el talón en dirección a cada dedo, con suavidad y lentamente, pues
los pies del niño son muy sensibles.

Seguido a este movimiento pasar la palma de la mano en la planta del pie del
niño. Continuamos con los mismos movimientos en la otra pierna y pie.

ESPALDA:
Para comenzar los masajes en la espalda debemos cambiar la posición del
niño. Durante todo el masaje el bebé estuvo paralelo a nuestras piernas, a
partir de este momento lo colocaremos en forma trasversal

1) Colocar las manos paralelas y juntas a la altura de la nuca del niño.


Comenzar alternando las manos rítmicamente hacia delante y hacia atrás, al
mismo tiempo que se deslizan desde la nuca en dirección a las nalgas y desde
las nalgas en dirección a la nuca. Las manos van y vienen, suben y bajan
manteniendo siempre el mismo ritmo.

2) Nuestra mano izquierda es la que recorre en forma plana la espalda del


niño, descendiendo de la nuca hasta las nalgas, entonces abandona este punto
para volver al punto de partida, la nuca y luego volver a descender. Estos
movimientos deben ser lentos, continuos y profundos. En cuanto la mano
derecha sostiene la nalga del niño y se opone al movimiento de la izquierda.
Ambas manos trabajan en armonía; una representa el aspecto dinámico de la
energía y la otra el estático.

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3) Es el mismo movimiento que el anterior pero sin detenerse en las nalgas,
sino que sigue por los muslos hasta los talones, de allí sube y vuelve a bajar.
En cuanto a la mano derecha sólo sostiene los pies del niño.

El masaje sobre la espalda alivia tensiones acumuladas, al mismo tiempo que


proporciona equilibrio, eje y armonía.

LA CARA:
Para masajear la cara debemos colocar al niño en posición original, boca
arriba y paralelo a nuestras piernas.

1) La frente: comenzamos partiendo del medio de la frente, con la punta de


nuestros dedos. El movimiento sigue hacia los costados, bordeando la parte
superior de las cejas. Luego se vuelve al medio y hace el mismo recorrido. En
cada movimiento los dedos tratan de llegar más hacia fuera, es decir hacia las
sienes.

2) Base de la nariz, colocar los pulgares entre los ojos, en la parte superior de
la nariz. Bajar por los laterales de la nariz y luego subir haciendo el mismo
recorrido.

3) Las comisuras de la nariz. Deslizar los pulgares por los laterales de la nariz,
contorneando la boca y siguiendo el maxilar superior, hasta detenerse en la
parte inferior de las mejillas.

El masaje en la cara es extremadamente relajante, ayuda a inducir un sueño


profundo y confortante. Además, distiende la musculatura se la zona y ayuda
a mejorar problemas como congestión y resfríos, evitando que se obstruya la
región nasal.

EJERCICIOS DE CIERRE:

BRAZOS:
1. Tomar las manos del niño y cruzar los brazos sobre su pecho. Luego, abrir
los brazos y cruzarlos de la forma opuesta, es decir primero el brazo derecho
arriba y luego el brazo izquierdo arriba. Este tipo de movimiento a los bebés
les divierte mucho y se sonríen con frecuencia, pero si son muy pequeños y
rechazan el abrir y cerrar de brazos, dejaremos que adopte la postura que
más le agrade.

PIERNAS Y BRAZOS:
2. Tomar un pie y el brazo opuesto, cruzar brazo y pierna de manera que el
pie se aproxime al hombro y la mano al muslo opuesto. Repetir este
movimiento con la pierna y el brazo opuesto. Libera las tensiones de las
vértebras en especial las lumbares.

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3. Tomar los dos pies y cruzar las piernas sobre la zona abdominal baja, abrir
las piernas extendiéndolas y cruzarlas nuevamente invirtiendo la posición.
Abrir y cerrar varias veces. Relaja las articulaciones de la pelvis,
especialmente sus ligamentos, con el sacro y la base de la columna vertebral.

HIDROTERAPIA:

Es importante entender que esta técnica va más allá de la higiene en sí, es un


momento más de completa liberación que debemos aprovechar para
enriquecer el contacto piel a piel. Además, ayuda a que el niño se relaje
profundamente, volviendo a experimentar las dulces sensaciones de la vida
intrauterina. Este es el momento en que el agua adopta el papel protagónico.
Sólo dejemos que ella actúe y disfrutemos junto a nuestro hijo ese momento.

PAUTAS GENERALES DE MANEJO CONDUCTUAL

- Enséñenle a portarse bien. Enséñenle a su hijo(a) cuál es la forma adecuada


de comportarse y explíquenle claramente qué es lo que esperan que él haga.
Suele suceder que los niños(as) adoptados no se comportan de la forma que
deseamos y nos hacen pasar más de alguna vergüenza frente a familiares o
amigos. Esto ocurre porque a ellos no se les han enseñado algunas normas, las
que son propias de cada familia o país y no distinguen lo que es correcto de lo
que no lo es. Enséñenle entonces cuál debe ser su comportamiento,
corrigiendo sus acciones negativas de manera clara, sin ridiculizarlo ni
ofenderlo.

- Deben darle órdenes fáciles de realizar. Empiecen pidiéndole cosas que


ustedes saben que él es capaz de hacer, que le resulten agradables y alábenlo
por hacerlas. Poco a poco pídanle que realice cosas con un mayor nivel de
exigencia o complejidad.

- Practiquen con el ejemplo. Traten de cuidar su propio comportamiento para


que se conviertan en un buen referente para su hijo(a). Gran parte de los
niños(as) aprenden por imitación y siempre copian lo que hacen sus padres,
profesores o algún otro adulto importante en sus vidas. Por eso cuiden y sean
coherentes con su propia conducta.

- Den al niño órdenes muy claras. Para que obedezcan, comenzando por
instrucciones cortas, específicas y muy claras. Para los niños es importante
saber por qué les pedimos que hagan algo y lo que deben aprender. Deben
darle órdenes razonables con explicaciones acerca de cómo hacerlo.

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- Sean oportunos a la hora de pedirle a su hijo o hija que haga algo.
Aprovechen los momentos de tranquilidad con él o ella y denle la confianza
que necesita.

- Premien sus buenas conductas. El elogio y la alabanza tienen efectos muy


positivos en los niños(as), ya que por un lado eleva su autoestima y por otro
refuerza aquellas conductas que deseamos mantener. Resalten sus cualidades
y habilidades. Sean concretos en los elogios, los niños(as) deben saber qué
conducta es la que estamos premiando y por qué.

- Al establece normas, ambos padres deben estar de acuerdo. Es importante


que actúen y coincidan en el momento de establecer normas y exigencias al
niño(a). Los niños tienen una gran habilidad para descubrir a quién deben
obedecer, quién es más permisivo o a quién se puede convencer más
fácilmente, y saben utilizar a su favor cualquier debilidad.

- Hay que motivarlos. No sólo es importante que sepan qué tienen que hacer,
sino también que conozcan las consecuencias positivas de hacerlo bien. De
esta forma llegarán a incorporar como propias las conductas adecuadas.

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