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DRUIDOSOFIA

LIBRO I

HIJAS DE CELTIA

Iolair Faol
Nota del autor:

De todos los escritos del autor publicados en la Red, que luego han
sido copiados en diferentes páginas webs sin citar a su creador o su
procedencia autorizada, éste, con el título de la “Mujer Celta” ha
rebasado con creces todos los plagios descarados y abusivos que ha
sufrido el autor en su compromiso por difundir la filosofía y
espiritualidad druídica, sin ánimo de lucro.

Por tanto, es más que probable, que las personas que lean el presente
trabajo, hayan visto partes o fragmentos de éste, mezclado con
trabajos de otros autores en un collage temático que han sido
expuestos en diferentes páginas webs o blogs de temática
especialmente celta o druídica, sin respetar ni la autoría, ni la
estructura original de los escritos .

El autor del presente trabajo, tiene como misión y compromiso


personal, la difusión del Druidismo, de forma gratuita cuando sea
factible o lo más módica, en cuanto a precios posible, para que
resulte asequible a todos los interesados.

Por tanto, no le molesta las reproducciones totales o parciales de sus


escritos, siempre que al menos se cite al autor o el lugar autorizado
de donde se extrajo. Pero censura los collages temáticos, que sufren
los escritos de muchos investigadores y escritores, al ser recortados
y pegados todos juntos, en una turbia redacción de estilos disimiles e
ideas contrapuestas, que confunden al buscador de información
coherente.

Nota 2: ©

Las imágenes en este libro plasmadas, han sido obtenidas de


internet. En ninguna de ellas consta que posean copyright. No
obstante, si los autores de las mismas creen que se vulneran sus
derechos, tras notificarlo, serán retiradas del presente texto.

Iolair Faol

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INTROITO

Druidismo y la Polaridad femenina

En el Druidismo, igual que en otras espiritualidades paganas,


se reconocen dos polaridades en los animales y seres humanos:

La energía masculina y la energía femenina.

Ambas, además de ser una realidad dentro de la naturaleza


humana, no solo se hallan en el planeta Tierra sino también en
el Universo, siguiendo la máxima pagana general que expresa,
que lo que es arriba es abajo y viceversa.

Si bien se reincide en dicho reconocimiento, ello no implica


que el Druidismo considere que una de las dos, esté por
encima,
ncima, sea preeminente o tenga más preponderancia que la
otra, sea como arquetipo, sea como energía efectiva y tangible.

Incluso, siguiendo una modalidad del panteísmo como es el


panenteísmo, por el que se expresa, que lo que está abajo está
efectivamente arriba, pero no todo lo que está arriba, se ve
reflejado abajo.

Podemos considerar que en el vasto Universo y entre las


Potencialidades de lo Absoluto, existan otras posibilidades que
amplíen, extiendan o intensifiquen estas dos energías. Incluso
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que al binomio de energías masculina-femenina, se sumen o
incorporen otras de similares características que no existen en
este planeta.

Con la aceptación de dicho binomio cósmico, lo que realmente


se reconoce y tiene validez, es el equilibrio dinámico entre
ambos principios, el cual además y justamente, se da en la
Madre Naturaleza.

El Druidismo, aspira incluso a que dicho equilibrio se realice y


reproduzca en él individuo, puesto que ambas polaridades son
embriones energéticos universales, siendo por ello, básicos en
nuestro Planeta, y como consecuencia en el propio ser humano.

Efectivamente, ambas polaridades se hallan patentes y latentes


sobre nuestra Madre Tierra y como paralelismo y verificación
en lo que llamamos tantas veces, análogamente La Madre
Naturaleza, donde ambos principios se identifican como
fecundador o fertilizador por un lado, y matriz o fuente de
Vida, por el otro.

Entre las antiguas sociedades mayoritariamente patriarcales,


como fueron todas las indoeuropeas; griegos, latinos,
germanos, etc., se incluye, quizá para sorpresa de algunos,
también la celta, y dentro ésta, como sabemos, sedimentó el
Druidismo alcanzando éste, su máximo desarrollo y expansión
entre el siglo IV y I antes de la EC., y en todos los lugares
donde hubo celtas o pueblos celtizados. (aun se debate sobre si
en la Celtiberia, hubo o no hubo druidas o sus homólogos)

Pero los druidas pronto comprendieron, la importancia por


recuperar o proseguir ciertas costumbres y actitudes
matriarcales más antiguas, asimiladas de los pueblos
absorbidos y conseguir así, una equiparación social para el
género femenino con respecto del masculino, que no tuvo
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parangón entre las otras sociedades patriarcales del Mundo
entonces conocido.

Esto adquirió los visos de una autentica revolución espiritual,


inédita hasta entonces en el Occidente europeo, que superó las
rancias posturas y mentalidades sobre supremacías fueran éstas
matriarcales o patriarcales.

Aunque actualmente el patriarcado aún persista y se resista a


abandonar su primacía, el Druidismo actual propone superar
tanto el patriarcado como el matriarcado, pues ambas
orientaciones y comportamientos sociales y espirituales, son ya
estilos de vida conceptualmente anacrónicos, y superados por
todas las conciencias ya evolucionadas de la especie humana.

El Druidismo, al recuperar los atributos de los aspectos de la


esencia femenina para la conciencia del hombre y de los
aspectos de la esencia masculina para la conciencia de la
mujer, ha adquirido la comprensión para mantener un
equilibrio dinámico, que se presenta como el más adecuado
para la evolución humana en este contexto.

Una ponderación y ecuanimidad entre ambas polaridades, que


fue y es, un requerimiento indispensable, bajo los ancestrales y
actuales conceptos druídicos, para la evolución como especie e
individuos.

Una más alta conciencia donde ese equilibrio, trascienda el


pensamiento dual y consiga que los opuestos se entiendan
formando parte de una misma realidad, de una misma unidad
dinámica, de un mismo devenir.

En tiempos pasados, la sociedad celta y el Druidismo


mantuvieron una seria discrepancia con sus homólogos
paganos más patriarcales, con respecto a los principios y
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divinidades femeninas y como extrapolación a la mujer. Entre
los celtas ésta, estuvo mucho menos marginada que en Grecia,
Roma o Germania1.

No sólo históricamente, destacaron mujeres celtas, reinas


guerreras o líderes de sus tribus, y no sobresalieron por ser
consortes de reyes, sino por su propio mérito y potestad, por
sus atributos, por sus dotes para el mando, por sus prestigios, y
sobre todo, por sus férreas voluntades indómitas. Mujeres
como Boudicca, Medb, Castimandúa, u Onomaris, han escrito
páginas femeninas enteras en la historia de los celtas y de la
humanidad.

Como decíamos, no solo históricamente, sino que también


espiritualmente hallamos la esencia femenina arraigada entre
las Divinidades de Celtia, tales como las diosas, Dana, Brigitt,
Eithne, Arianrhod, Kerridwen, la Morrigan, Belisama,
Ataecina, etc., que fueron veneradas en ceremonias, ritos y
festividades céltico-druídicas, ejerciendo una sublime
influencia y alcanzando atribuciones específicas para tareas y
labores concretas dentro de sus panteones, creencias y
mentalidades.

En el Druidismo la búsqueda de esta conjunción entre ambas


polaridades, la inflexión en este equilibrio desde un enfoque
conceptual y argumental, relega tanto el dominio del
matriarcado de épocas neolíticas como el del patriarcado
posterior, a una posición trasnochada que debe superarse, tanto

1La conocida Ley Sálica, que impedía la sucesión al trono de


cualquier hija de un rey, fue creada e instituida por la tribu
germánica de los francos salios, hacia el siglo V de la EC, de
ahí proviene su nombre

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espiritual, mental como socio-históricamente, y a la que
obviamente, no debería volverse.

Siendo el Druidismo, vibración y movimiento, y al existir


vibración hay ritmo, y el equilibrio rítmico trae armonía y
evolución, pero nunca involución, se comprende en su
paradigma que se deba dejar atrás tanto actitudes exclusivas de
hegemonías femeninas como de dictaduras masculinas, de
extinguidas épocas.

Incluso, se hace preciso relegar modos y estilos de pautas y


comportamientos de esta efímera época actual, donde la
mayoría de las personas se sienten a disgusto con su otra
polaridad, sea masculina o femenina.

El Druidismo aboga en favor de una síntesis que los sustituya y


que aglutine ambos aspectos, reconociendo que el ser humano
es el resultado de la Interacción de ambos opuestos, como
tercer elemento, que debería prevalecer sobre dicha polaridad
masculina-femenina.

Síntesis, que enfoque al ser humano como un ente compuesto


por estas dos energías básicas y comprendiendo al mismo
tiempo que, sin desarrollar ambas al unísono, o desechando
una de las dos, se adolece de la integridad de estar completo y
se carece de la totalidad del Ser.

Ésta es la Tríada: El equilibrio dinámico ante el binomio o


polaridad masculina-femenina o viceversa.

Por ello el Druidismo sigue manteniendo la convicción


hermética general, que expresa que lo que es abajo es arriba,
como reflejo de que todo principio y energía que está abajo,
irremisiblemente debe de estar arriba. Sin embargo, se remarca
que no “todo” lo que está arriba, sucede, concurre o se refleja
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en este Planeta llamado Tierra, pues ello se enmarcaría en un
Egocentrismo Planetario.

Es decir, existen múltiples y explícitas analogías entre el


microcosmos y el Macrocosmos, pero en nuestra percepción,
no se pueden establecer unas estrictas correspondencias
metafísicas entre Todo el Macrocosmos por un lado, y por el
otro, el microcosmos, si éste lo pretendemos entender como
nuestro mundo visible y tangible e incluso como nuestro
incorpóreo mundo interior.

Siempre lo inmediato Superior es superior, a lo inmediato


inferior, y, por tanto, no integralmente equiparable. De la
misma manera que en nuestro microcosmos todo es Divino y
parte de la Divinidad, pero no por ello, el átomo, el hombre, el
chopo, la oca, el gusano o la mosca del vinagre, son dioses.

No obstante, si entendemos el microcosmos desde un


pensamiento menos filosófico y más científico, entrando en el
orbe de la física cuántica, con las relaciones, comportamientos,
vínculos y correspondencias de los átomos y de sus elementos
entre sí, este, sin duda, sería un tema muy atractivo, digno de
algún análisis fuera de las presentes líneas.

Por otro lado, en la tradición druídica, no se habla exclusiva y


únicamente2 de una Diosa y un Dios, como sucede en otras
espiritualidades paganas como expresiones y concepciones

2 Se apunta, exclusiva y únicamente, puesto que entre los celtas de antaño

está atestiguado que también se contempló y veneró a una Diosa Madre,


habitualmente de aspecto trino y un Dios Padre o dios de la tribu, de los
cuales emergieron múltiples Divinidades.

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arquetípicas de las dos polaridades, donde la cosmogonía del
Universo está polarizada entre ambos.

Entre los mitos tradicionales celtas y en la espiritualidad


druídica, existen tanto deidades femeninas como masculinas
diferenciadas y con singularidades propias, a veces de aspectos
trinitarios, pero como algunas creencias druídicas sostienen,
siendo hipóstasis de un Todo mayor.

Deidades que representan distintos principios, funciones y


características, que a su vez, muchos seguidores druídicos,
perciben como emanaciones progresivas de Un Todo
Absoluto. Un Todo que no sólo asume y abarca a ambas
polaridades, también presentes en el plano terrestre, sino a
todos aquellos principios, aún incognoscibles o impensables
para la mente humana, que pudieran existir en el Universo, en
los Mundos Paralelos u otras dimensiones.

Por tanto, el Todo Absoluto, el Uno, el Incognoscible o como


se quiera denominar a esta Fuente, Energía, Mente, Alma o
Ente Supremo Abstracto, en el pensamiento y el sentir
druídico, no solo es femenino y masculino, o si se prefiere
andrógino, sino que se percibe que siendo el Todo, aglutina en
sí, todos los géneros, principios y energías posibles con todas
las potencialidades que puedan existir, aunque la mente
humana no alcance a discernir como éstas puedan ser y
acontecer.

Lo contrario, definir lo Indefinible, es encasillar en una visión


demasiado egocéntrica humana y terrenal, que en el tema de
este binomio dispone, que sólo las energías masculinas o
femeninas patentes también en nuestro planeta, sean las únicas
que puedan existir en la vastedad e infinidad del Universo y
entre las ilimitadas Posibilidades del Todo.

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En los tiempos prehistóricos más remotos, los seres humanos
aún bastante simples en sus apreciaciones espirituales y
naturales, no supieron vincular los efectos de la cópula humana
con la gestación y procreación de sus mujeres. Tanto la
promiscuidad de la mujer como el periodo de nueve meses que
transcurría entre un apareamiento y el nacimiento de una
criatura humana, no les permitía tener conciencia de haber
participado en engendrar a un descendiente.

Pero de una forma intuitiva e instintiva, atribuyeron a la Luna


tanto el principio fecundador masculino, como causa activa del
embarazo de las féminas humanas, como el propio e innegable
principio procreador femenino ligado al ciclo menstrual de las
mujeres, que duraba aproximadamente una lunación.

Es decir, imaginaron una divinidad Luna andrógina, y no como


algunos afirman, una divinidad exclusivamente de principios y
energías femeninas.

Efectivamente, en aquellos remotos tiempos no pensaban que


un hombre pudiera participar en el embarazo de una mujer,
pero imaginaban e intuían, que principios divinos masculinos
fecundadores o espíritus de esta misma índole, si podían
hacerlo.

Estas apreciaciones quedaron tan grabadas en el subconsciente


de algunos pueblos, que muchas lenguas indoeuropeas
desarrolladas posteriormente, siguieron conservando esta
intuición. Otorgaron a la Luna el género masculino, tal y como
ocurrió en las lenguas celtas y germánicas, donde, además,
convirtieron a ésta, en el astro más sublime del firmamento y
el elemento primordial para el cálculo del tiempo y de sus
ciclos.

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La separación del principio masculino de la Luna, tuvo lugar
posteriormente cuando muchas sociedades patriarcales lo
asociaron al sol, aunque éste sigue conservando en muchas
lenguas indoeuropeas, como recuerdo de su atávica naturaleza,
el género femenino.

Pero no sólo la Luna, sino que en aquellos antiguos consorcios


o agrupaciones humanas de cazadores-recolectores, el
elemento y principio del Agua tomó idénticas connotaciones.
Consideraron a las Aguas Primordiales como origen potencial
de la existencia, cuya condición era inmanente, y que al
unísono, poseía también, las propiedades masculinas,
fertilizadoras y fecundadoras para la germinación de las
semillas, el crecimiento de las cosechas y asimismo, y
consecuentemente, para beneficio de la propia Madre Tierra.

Para los celtas más arcaicos, Dana, cumplía estas expectativas,


estando las Aguas Primordiales relacionadas con el río
Danubio y sirviendo dicho río como fertilizador de sus
campiñas, cosechas, huertos en su ancestral origen. Dana era
también, para los celtas de Irlanda, la Madre de los Dioses
Tuatha de Dannan

En el nombre de la Divinidad Dana, contracción de “Dé Ana”


o sea, Diosa Ana, incluso Diosa Anu, y emparentada con la
latina Di- Ana, una triple divinidad lunar, se aprecia que Anus,
parece ser un término arcaico para designar un principio
femenino tradicional.

Con dicha hipótesis se comprende aún mejor que la Deidad Dé


Ana o Anu, fuera en tiempos pretéritos, como mínimo, el
principio femenino simbolizado por ésta, para devenir Madre
de todos los Dioses.

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Pero incluso un factor como el Fuego poseía esta ambivalencia
de género.

Por un lado simbolizaba el indicio del calor de la Primera


Matriz, y por otro, tenía un simbolismo fálico y, por tanto,
masculino, dado su aspecto fusiforme.

Ambas alegorías estaban vinculadas a la Luna como


Divinidad, pues era en las noches de Luna Llena, cuando
nuestro satélite destacaba con mayor gloria y resplandor,
cuando favorecía que los hombres y mujeres, veteranos y
ancianos, se reunieran o danzaran en torno a las hogueras
llameantes.

Reuniones que se efectuaban para tomar rigurosas decisiones o


analizar y reflexionar sobre asuntos importantes, o
simplemente, para referir aventuras, narrar lances y describir
episodios heroicos, que conformaron posteriormente los mitos
de muchos pueblos, y entre ellos, los de los celtas.

Atribuyeron al astro lunar, las parcelas de intuición, de


iluminación y sabiduría que se alcanzaban y expresaban en
dichas asambleas o consejos alrededor del fálico fuego. Éste
actuaba como agente conductor de la influencia lunar o como
se afirma en el Druidismo, como Fuente de la Awen.

A este respecto vale la pena citar lo que contó Estrabón sobre


los celtas de Iberia, en su Geographica III,4,17.

“Algunos dicen que los Galaicos no tienen dioses, y los


celtíberos y sus vecinos del Norte hacían sacrificios a un dios
innominado, en las noches de plenilunio, ante las puertas de
sus casas, y que con toda la familia danzan y velan hasta el
amanecer...

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Es preciso señalar, que otras divinidades con principios
esencialmente femeninos entre la mayoría de los celtas, no
eran reproducciones, dobles o clones de las divinidades
masculinas.

Ni siquiera estaban supeditadas a un poder divino de esta


índole, como de hecho ocurrió entre las espiritualidades
coetáneas paganas y patriarcales de aquellos tiempos, y
posteriores.

La mayoría de las divinidades celtas de características


femeninas, eran entidades y energías independientes, con sus
propias particularidades y vírgenes, entendiendo con éste
último término, lo que se concebía en aquellas épocas, es decir,
una entidad que era libre, sin estar sometida o subordinada a
ningún principio masculino.

En virtud de tal independencia, se concebía que podía unirse


sexualmente al principio masculino representado por algún
dios, cuando y como juzgara conveniente y adecuado.

Tal fue el caso, sirviendo como ejemplo según cuentan las


leyendas celtas irlandesas, de la Unión entre la Triple Diosa
Morrigan y el Dios El Dagdah, o entre éste y la Diosa Boann.

En la primera unión, según las leyendas, La Morrigan copuló


con El Dagdah a horcajadas sobre ambas orillas del río Boyne.

Este dato que “a priori” parece nimio y banal, tiene unas


connotaciones interesantes cuando conocemos que dicha
postura en el apareamiento humano, ha sido y es prohibida por
el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Sin embargo, en la
cultura celta pagana y otras, como la egipcia o la hindú donde
conceptos parecidos al tantrismo pudieron desarrollarse, ésta

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es, una posición preferente para la realización del “sexo
sagrado”.

Con esta postura coital, el principio femenino personificado,


en el ejemplo celta por La Triple Morrigan, da a entender su
independencia, al ser ésta la que conquista y toma al principio
masculino, que en este concreto caso, es el Padre de todos,
representado por El Dagdah celta irlandés.

El acto sexual, se realiza sobre las Aguas dulces de un río que


son a la vez, fecundadoras y dadoras de Vida. Dichas aguas no
eran otras que las del río Boyne, las mismas que se
desbordaron de un pozo, al desobedecer el “geis”, que impedía
a cualquier divinidad acercarse a éste, arrastrando y llevando
consigo al Salmón de la Sabiduría Fintán que posteriormente
pescaría el druida Finegas, pero cuya Sabiduría se otorgaría a
Deimné, que tras este suceso fue conocido como Finn Mac
Cumhaill, o simplemente Finn.

Existen en todo este relato demasiadas conexiones entre los


diferentes simbolismos, para no tenerlos en cuenta, a la hora de
considerar como válido lo que se ha argumentado.

El Druidismo, aún habiéndose desarrollado mayoritariamente


en épocas patriarcales, hecho histórico innegable, reconoció,
potenció e igualó, como se sigue haciendo entre la mayoría de
los seguidores druídicos actuales, el principio femenino. Como
derivación de ello, conocemos el papel histórico, cultural y de
progreso que realizó la mujer en el seno de su ámbito, clan,
tribu, sociedad y posteriormente, nación.

Fue ésta, sin duda, la que fomentó y desarrolló las técnicas en


la agricultura, la inductora de la producción y la industria, la
elaboradora de la mayoría de los productos sujetos a comercio
y canje, la innovadora en procedimientos, procesos y técnicas
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duraderas para el mantenimiento y preservación de los
alimentos, la artífice de la artesanía, etc.

Fue incluso, la que ideó adecuados utensilios para las diversas


labores y las primeras terapeutas que emplearon hierbas, hojas
de árboles y otros elementos para la curación de los individuos
que conformaban sus tribus.

Pero todo ello hubiera quedado en aguas de borraja, no habría


sobrevivido nuestra especie, todo hubiera sido inútil, si en esos
tiempos prehistóricos el principio masculino, representado
físicamente en el hombre no hubiera hecho su parte del trabajo,
no hubiera realizado su cometido, al ir a recolectar frutos,
quizás a páramos lejanos o a cazar animales allí donde los
hubiere.

Todo ello hubiera sido inútil, si el hombre, ignorándolo o no,


no hubiese sido el fecundador de su tribu, sino hubiese
aportado pieles de animales que pudieran confeccionarse para
resguardar los cuerpos de los miembros de su tribu de las
inclemencias climáticas, sino hubiese aportado huesos con los
que imaginar nuevas herramientas o armas ofensivas-
defensivas para su enclave y un largo etcétera.

De todo ello se deduce, como popularmente se reconoce, que


hombre y mujer están hechos el uno para el otro, y, por tanto,
no son o no deberían ser rivales, ni estar en supremacía uno
con respecto al otro, sino ser complementarios.

Ninguno de los dos géneros es prescindible o innecesario en la


evolución humana, ni a un nivel psíquico, ni físico, ni
espiritual, de la misma manera como no son fútiles, ni triviales,
en este planeta, los dos principios que representan, y que cada
ser humano lleva consigo en su interior.

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Nuevamente, el equilibrio dinámico que propone el Druidismo
entre ambas polaridades, se nos muestra de una forma
coherente, como la mejor opción para el crecimiento espiritual.

Dentro del paradigma y de los arquetipos druídicos, cualquier


sociedad, escuela o tendencia filosófica, dogma religioso o
teoría espiritual que execre, subyugue, oprima, condene o
maldiga al principio femenino y, por tanto, también a la mujer,
profana y contraviene los más elementales principios druídicos
y nuestra Tríada de la Ecuanimidad, de la misma manera que si
dichos ultrajes son cometidos contra los principios masculinos.

Cuando observamos los usos y costumbres de las religiones


mayoritarias, exclusivamente monoteístas y fundamentalmente
patriarcales al estilo del Judaísmo, del Cristianismo o del
Islam, comprendemos lo mucho que le queda a la Humanidad
por progresar y aprender de la Madre Naturaleza para
desasnarse.

Unos, sea porque promueven el celibato entre sus clérigos con


la intención de evitar el contacto con las “endemoniadas
mujeres que distraen e inductoras al pecado”. Y otros, sea
porque potencian la poliginia, pero proscribiendo o excluyendo
de ésta, la poliandria, oprimiendo y reprimiendo todo aquello
que tenga relación con los principios femeninos, llegando
incluso en su represión a prácticas tan execrables para nuestros
principios, como la ablación del clítoris que incluso se realiza
en culturas animistas o más o menos “paganas”.

Desgraciadamente, este tema se agrava cuando también


observamos como otras corrientes religiosas, místicas o
filosóficas, especialmente de Oriente, mucho más
evolucionadas teórica y espiritualmente que las citadas,
convergen en el mismo error, de marginación del principio
femenino.
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Tanto en el Budismo, en el sintoísmo o en el confucionismo
etc., como en algunas variantes del hinduismo, se reprime todo
tipo de deseo. Al deseo, lo acusan de fuente de dolor,
concibiendo que todo el mundo material es un fraude o engaño
y una quimérica ilusión (maya) de nuestros sentidos que nos
aparta del verdadero cometido humano en la ascensión hacia la
Divinidad.

Para éstos, es preciso liberarse del placer que provoca lo


tangible, corporal o material en los sentidos, siendo la mujer
uno de los peligros a evitar para no caer en lo denso, y el
cuerpo humano una prisión que encarcela al espíritu.

Estando, además, el patriarcado o dominio del hombre en


dichas sociedades, extendido por toda las zonas que profesan
dichas religiones, considerando que la mujer es una forma
inferior de reencarnación y una especie de fuerza negativa que
puede embrujar y causar daño a otros.

Pero aún teniendo en cuenta todos estos hechos y comentarios,


por negativos que se consideren, se impone actuar con
delicadeza y tacto, si acaso pretendemos una Justicia
planetaria, que estimule en alguna medida, hacia el cambio a
las mentalidades que las accionan.

No se deberían imponer puntos de vista contrarios, por muy


acertados que se piensen que éstos son. De actuar así,
prevalecerá la posibilidad de que se tilden a estos conceptos y
a los sistemas filosóficos que los promueven de hacer
proselitismo, promover el fanatismo, fundar sectarismos y
actuar con despotismo, intolerancia y coacción, a la par que
intrusión en las culturas de otros, con todas las dosis de
colonialismo, “misionerismo” e imperialismo.

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En el paradigma druídico, todos estos conceptos y actuaciones
se apartan todo un mundo de su visión.

Por otra parte, los seguidores druídicos celebran la Vida.


Admiran y veneran todo aquello que la Madre Naturaleza,
otorga y ofrece, para que el ser humano se extasíe en su
contemplación, y por ello, se honra a dichos dos principios;
fecundador y reproductor, ambos latentes y patentes en ella.

A los hombres y mujeres afines con esta espiritualidad, les


encanta admirar los amaneceres, embelesarse con los ríos
impolutos y con la vida que allí existe, embriagarse con los
animales retozando en las campiñas.

Y por supuesto, agradecen y celebran la sexualidad que la


Madre Naturaleza concedió a los seres, incluidos los humanos,
tanto para perpetuar las especies, como para poder mezclar,
combinar y religar, las propias energías con las energías del
otro principio, el cual siempre se entiende, como
complementario.

Concibiendo de esta manera mucho mejor la Divinidad, y


equilibrando el binomio existente, el Druidismo entiende que
reprimir nuestros deseos e instintos naturales, yendo “contra
natura”, se crea o acentúa en nuestra mente, un efecto de
autocensura. Una sensación de culpa, que cuando se incumplen
estos preceptos lesivos y represivos, conlleva como
consecuencia irremisible, una fatalidad que provoca una
necesidad de enmienda, de sufrimiento y mortificación que no
está acorde con los principios druídicos más elementales.

Además de distinguir entre lo que es un deseo y un apego, el


Druidismo piensa que no sentir, es no existir, o vivir de una
forma incorrecta para el desarrollo humano, reafirmándose en
la convicción druídica, de que tanto el cuerpo, como la mente y
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espíritu, son realidades del ser humano, que pueden disponerse
para la ascensión anímica, conformando una de las más
apreciadas Tríadas druídicas.

Una Tríada que no es renuncia a ninguna parte de nuestro Ser.


Una tríada que expresa sin ridiculeces y sin tabúes, el deseo de
conseguir una sexualidad sin represiones, sin tapujos ni
fingimientos entre la mujer y el hombre, cuyas sexualidades,
tanto hoy como ayer, fueron prohibidas o refrenadas en favor
de unos postulados que lo único que han conseguido es
disociar el binomio femenino-masculino y desequilibrar al Ser
Humano.

El Druidismo, en este aspecto, ya no se contenta con menos.


Como nunca pretenderá, ni admitirá el desequilibrio que
provoca, que uno de los dos principios de esta polaridad, se
imponga al otro.

Pero la historia de la humanidad parece que sucumbe a la


falacia de una aparente oposición dual y binaria. No ha sabido
ésta, tras tantos siglos de existencia, encontrar fórmulas
mayoritarias que apoyen y equilibren a estos dos principios
inversos, pero al unísono, complementarios.

Desde épocas eminentemente patriarcales con sus


preeminencias masculinas, que en Occidente fueron
acentuadas por la invasión espiritual cristiana, se ha favorecido
desmesuradamente los atributos masculinos de la esencia
humana, que incluso, han sido radicalmente deformados.

Así la acometividad, el dinamismo y el principio activo


masculino, han sido negativamente encauzados hacia una
agresividad descomunal y anti-natural.

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La competitividad ha degenerado en un antagonismo y
rivalidad cruel y atroz.

La perspicacia se ha trastocado en una astucia pérfida para


satisfacer los Egos de los machos exaltados.

La lógica natural, componente de la filosofía natural que


contemplaban los antiguos druidas, ha sido desvirtuada en
favor de una racionalidad masculina endiosada.

Aunque el entendimiento, la deducción, el conocimiento, la


sabiduría, sean todos ellos elementos beneficiosos y
productivos de la mente asociados mayormente al “ánodo”
masculino, deberían hallarse supeditados a la conciencia y
ambas ayudar al equilibrio en el alma humana. Nunca la mente
ni sus procesos deberían servir para empobrecer al espíritu
humano.

La cooperación, la colaboración, la reciprocidad, han sido casi


derogadas de los comportamientos masculinos, aunque
también en menor medida de los femeninos, en favor del
desinterés y apatía social, del egoísmo a ultranza, de la
desatención familiar, de la indiferencia conyugal. Además,
todo ello en claro desequilibrio con imposición y supremacía
sobre los atributos de conciencia femeninos como pueden ser:
la intuición, la inspiración, la percepción, la sensibilidad, la
compasión, la espiritualidad, etc.

El Druidismo de antaño se introdujo en esa corriente


innovadora donde el equilibrio dinámico entre ambas
polaridades cobraba nuevo vigor. Sin embargo, aun con una
clara línea en este sentido, tampoco pudo alcanzarlo
plenamente, pues finalmente sucumbió y se sometió a los
Imperios que impusieron un aún más rígido patriarcado.

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Pero el Druidismo actual que heredó del ancestral este anhelo,
impulsa nuevamente junto a otras espiritualidades afines, la
aspiración por finalizar el Imperio del Patriarcado, en justo
equilibrio.

No se trata de inducir e instaurar un nuevo matriarcado, como


algunos grupúsculos paganos pretenden, donde el equívoco
concepto del autoritarismo sea ejercido esta vez, por la mujer y
donde el varón sea ajeno a la educación, desarrollo y
progresión de sus hijos o a los problemas o progresos del
hogar.

Sino que el Druidismo, tiene la aspiración de iniciar procesos


íntimos liberadores, fomentando en las conciencias de aquellos
que deseen escuchar y aprender, una nueva, y a la vez,
ancestral configuración anímica que forje una nueva estructura
mental, basada en el equilibrio dinámico y espiritual entre las
polaridades, y en el equilibrio físico e intelectual entre los
géneros.

Todas las discusiones sobre la inferioridad o superioridad de


las hembras o sobre su principio divino, sean arquetipos
sagrados, sean seres humanos o especímenes animales,
comparándolas con las virtudes o capacidades de los machos,
varones, divinidades o principios masculinos o viceversa son,
para el Druidismo, absurdas.

El punto de partida de estas disquisiciones es para el


Druidismo; erróneo, puesto que el carácter complementario, de
equilibrio y contrapeso, entre lo masculino y lo femenino, se
olvida o se obvia usualmente, inconscientemente o adrede.

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MÓDULO

LA IMPORTANCIA DE LA MUJER

EN LA SOCIEDAD CELTA

E n el Druidismo, todo lo que representa lo femenino es


considerado de suma y vital importancia.

Por ello, se recurrirá un poco a la historia para que


quede claramente expuesto por los datos, dicha relevancia y
notabilidad.

Si se realiza un somero repaso en forma de síntesis, de lo que


pudo representar la figura femenina y, por tanto, la mujer, las
diosas y las heroínas en las sociedades celtas pre-cristianas, se
observará que el papel que desempeñaron en ella fue tan
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notable, digno de análisis y estudio, que hablar de lo celta,
excluyendo su parte femenina, sería una castración tanto de la
historia de este pueblo como de su espiritualidad.

La peculiaridad, singularidad y diferenciación de la mujer celta


respecto a sus congéneres de otras sociedades pre-cristianas
coetáneas en la Europa antigua, contrasta considerablemente.

Una diferenciación abismal cuando la comparamos con las


tareas, labores y conceptos que tenían de sus mujeres y de lo
femenino en general, los imperios ─ tan teóricamente
civilizados ─ como pudieron ser el griego, el romano, el persa,
etc.

Tanto los conceptos como las funciones que desempeñaron las


mujeres celtas rompían los esquemas de otras culturas,
causando impacto y asombro entre aquellos escritores o
historiadores contemporáneos de los celtas, que dejaron sus
impresiones escritas, tras haber tenido trato o conocimiento del
rol que desempeñaban dichas mujeres en sus sociedades
tribales.

Para iniciar este sobrio análisis, se mencionará el culto y


veneración que casi todo celta dispensaba a las deidades de
polaridad femenina, que fue uno de los pilares de la
espiritualidad celta pre-cristiana. Divinidades de idiosincrasia
femenina o simbolizando ser de este género que bajo la forma
de Tríadas se hallan en toda tribu celta, insular o continental.

En los antiguos y míticos nombres de Irlanda ya se observa


esta característica. Así, los teónimos Eriu, Fotla, y Banba,
alegorías femeninas de la unidad de Irlanda, corresponden a
una Tríada Divina con las que debían emparejarse épicamente
los dirigentes de los Tuatha dé Danann, para poder gobernar.

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Pero además, deidades celtas de nombres femeninos de todas
las áreas celtas como Brighitt, Dana, La Morrigan, Badb,
Macha, Rhiannon, Ataecina, Epona, Belissama, Cerridwen,
Arianrhod, Rosmerta, entre otras muchas, corroboran dicha
importancia.

Asimismo, con el genérico nombre de Diosa Madre, con todos


sus homónimos, con todas sus formas y aspectos, se designaba
a una Divinidad que representaba el flujo de la vida, la
fecundidad y la abundancia, el nacimiento, la muerte, la
regencia y la regeneración de la Tierra.

Las divinidades conocidas con el nombre latinizado de


“Matres”, veneradas en todo el ámbito céltico, hacían
referencia también a un concepto de divinidad femenina
triádica fundamental en las creencias religiosas celtas, las
cuales representaban los ciclos naturales de la vegetación y de
la fertilidad de la tierra.

Dichas “Matres” eran alegorizadas como una tríada divina,


siendo una intensificación sinónima de la Diosa Madre. Una
misma esencia diversificada en una hipóstasis, es decir, una
misma esencia representada en tres divinidades que reflejaban
tres aspectos de esa misma esencia divina.

Las “Matres” abarcaban todo lo relacionado con las


capacidades sobre la fertilidad, sobre la protección del hogar,
la prosperidad y salud familiar, clánica o tribal.

La impresión general que se obtiene de la mujer celta de


antaño, al analizar las variadas leyendas y cuentos donde ésta
es protagonista, es que ocupó un privilegiado lugar si lo
comparamos con otras mujeres de otras sociedades de la época
en que vivieron. Tanto fue así que del mismo modo que los
celtas celebraban cada nueva etapa vital con un ritual, también
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honraban el tránsito del alma en la muerte del cuerpo físico.
Fue en estos menesteres, en los cuales las mujeres se hallaban
tan arraigadas en el orden natural de las cosas y de sus tribus,
que posibilitaban tanto el nacimiento de los nuevos miembros,
como la partida hacia el Otro Mundo de los ancianos o de los
enfermos moribundos.

Su importante función y desarrollo las llevó a ser equiparadas


casi en igualdad a los hombres, según lo que entendemos hoy
en día por igualdad de derechos y obligaciones. Y aunque,
evidentemente, falta el “casi”, de lo que no cabe duda es, que
por lo menos hasta las invasiones romanas y posteriormente
hasta la entronización del cristianismo, gozaron de un estatus
social que gracias a él, podríamos calificarlas como las más
respetadas, libres e independientes del orbe europeo de antaño.

Estuvieron por encima, en derechos y consideración social, a


las mujeres helenas, romanas o persas, por encima en respeto
a las germanas y nórdicas e incluso fuera del continente
europeo, por encima a las de otros pueblos nómadas de oriente
que en su deambular histórico habían ya relegado un
matriarcado ancestral sustituyéndolo por un férreo patriarcado.

Analizar hoy esta peculiaridad celta pre-cristiana, no es un


simple recuerdo arcaico o una breve disertación sobre historia
antigua, sino un dato enriquecedor del que quizás podríamos
sacar alguna idea provechosa y hasta ponerla en práctica,
puesto que de pretender efectuar cambios sociales, no basta
con una simple reforma, ni tampoco se logra con una
revolución social o una rebelión política, ya que es preciso un
radical cambio de estructuras. Una estructuras que no son tanto
sociales sino especialmente mentales.

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Cambiando de estructura mental, es decir, ascendiendo en
conciencia, es como se provocan los cambios en los conceptos
y valores en los que se basan las estructuras sociales.

No se está sugiriendo reincidir en los aspectos matriarcales o


incluso patriarcales de sociedades antiguas. Ni que un género u
otro, hoy en día, deba ostentar un hipotético dominio o pre-
dominio, para que “todo” pudiera funcionar “mejor”. La
Guerra de Sexos es una cuestión tan en boga aun en la
actualidad, como problemática. Tal rivalidad no formaba parte
de las pretensiones ni actitudes de hombres y mujeres en el
ámbito celta pre-cristiano. Más que prerrogativas de género, la
mujer celta poseía cualidades, facultades y capacidades como
ser humano. Y por supuesto una conciencia y sabiduría, no
solo presente en la mujer celta, sino en el hombre celta, por
igual.

Ambos géneros entendían perfectamente el equilibrio entre las


dos índoles humanas y comprendían en qué se basaba y cuáles
eran los pilares de su sociedad: Familia, Clan y Tribu, y eso
era, no sólo lo importante, sino lo vital para la supervivencia,
en una época en la que ésta, era una cotidiana y deseada meta.

La mujer celta, ajena a los planteamientos feministas actuales,


no por mejores o peores, sino por inexistentes, sabía que era la
única del género humano que podía dar vida, parir, como
potencial que toda hembra no estéril posee. Eso le confería la
certeza de que era el escalafón más esencial de su tribu. Sin
descendencia, no había, familia, ni clan, ni tribu, ni nada. Con
escasa descendencia, su tribu podía ser menos numerosa que
las vecinas, obtener menos recursos, emplear menos manos
para cultivos o conflictos armados, y caer así bajo el dominio
de gentes hostiles.

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Pero con mucha descendencia, venía la superpoblación, la
insuficiencia de recursos, las migraciones forzosas y etc. Así
pues, eran las portadoras de un importante equilibrio social,
necesario para el buen funcionamiento de su agrupación
humana. Pero también entendían que sin el hombre, todo lo
que ella pudiera aportar, no servía de gran cosa, y en esto,
radicó esa estrecha colaboración entre ambos géneros, sin
plantearse quien era más esencial e importante, pues ambos lo
eran. Esencial era el hombre, cuando salía a cazar o guerrear y
permanecía días o incluso largos períodos ausente de su tribu o
aldea, dejando en ella a mujeres, niños y ancianos. Y volvía
con la necesaria caza o pesca o habiendo rechazado una
incursión hostil o evitando el robo de un apreciado tesoro,
vital, como era el ganado. Primordial era la mujer, cuando
permanecía en la aldea al cuidado de propiedades, ganados,
cultivos, niños y ancianos, defendiéndolos en caso necesario,
pues no olvidemos que ella era adiestrada desde la infancia en
el manejo de armas y en técnicas combativas.

Relieve de terracota de las Matres,


de Bibracte, ciudad de los Eduos en
Galia.

27
MÓDULO

II

LA MUJER CELTA GUERRERA

En no pocas ocasiones, las mujeres celtas lucharon al lado de


los hombres o salían de caza con ellos o sin ellos. Siendo, en
no menos veces, instructora en Artes de Lucha y Combate,
como nos brinda la leyenda de Cuchulainn que fue adiestrado
por la legendaria guerrera Scathach o Scatagh, que moraba en
la Tierra de las Sombras o Isla de Skye, y enseñaba artes
variadas, desde hechizos, para los combates mágicos, hasta
estrategias variadas de combate, a los futuros héroes aun
jóvenes que la visitaban.

La leyenda cuenta como Cuchulainn se encontró a muchos


hijos de príncipes celtas irlandeses míticos que eran sus
alumnos, para aprender de ella el Arte de la Guerra.
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Posteriormente el héroe irlandés luchó contra otra guerrera,
hermana enemistada de Scatagh, llamada Aiffé o Aoifee, una
terrible luchadora, a la que venció. Esta Aoiffe, mujer guerrera
que luchó contra Cuchulainn, una vez vencida, se convirtió en
su instructora y además en amante, dándole un hijo.

También se cita a una Druidesa escocesa llamada Dornoll, que


era hija de Domnall Mildemail, la cual ejerce como maestra de
armas y adiestradora de jóvenes como Conall Cernach,
Laegaire Buadach y del propio Cuchulainn.

En un parte de esas leyendas, registradas en el Libro del Táin


Bó Cuailgne (El robo del toro de Cooley), que por otra parte es
una de los libros principales de la literatura medieval irlandesa,
hay un debate en el lecho matrimonial entre una reina
irlandesa, llamada Medb y su último rey-esposo Ailill Mac
Máta, donde se explica la relación que había entre éste y la
reina, siendo la reina la máxima autoridad de sus tierras, por
encima del rey consorte.

Medb era la reina del país y, antes de Ailill, dos hombres


llegaron a ser reyes por su matrimonio con ella, y sólo
matando al segundo en combate, pudo Ailill convertirse en el
tercer esposo, y consecuentemente en el rey consorte.

Maeve o Medb aparece en el relato como una reina guerrera


legendaria de Connacht que inicia la guerra contra el Ulster,
para conseguir por la fuerza el famoso toro de los Ulates.
Medb mantiene a su lado a otros guerreros, además de Ailill, a
los que otorga la llamada «amistad del muslo», o “de las
caderas”.

Además de la mítica reina Mebd, igualmente se podrían


mencionar a otras diosas guerreras de todo el panteón céltico,
especialmente del irlandés por ser el más conocido, como La
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Morrigan, Macha, Badb, aunque también del panteón Britano
como Andrasta (gran Osa) o del celtíbero como Nabia o
Ataecina.

También existen otras leyendas sobre mujeres guerreras como


la de la guerrera campeona Criedne, entre los rudos Fianna,
que fue una de la muchas, pero poco conocidas “banfennid”, o
Ailbhe, otro de los nombres guerreros de una mujer de los
Fianna, aunque hubo otra Ailbe, hija del rey Cormac Mac Art,
que gozó de un gran prestigio y honra como jueza

Cuando hombres y mujeres abandonaban la Tuatha (tribu),


porque quedaban proscritos, por querer vivir lejos de todos o
simplemente por desear buscar y experimentar aventuras, se
asociaban a la “Fennidecht”.

Un “Fennid” era un fuera de la ley, y dentro del ciclo literario


irlandés llamado Ossiánico, se nos cuenta las aventuras y
desventuras de sus máximos personajes como las del conocido
Fionn Mac Cumhall, que aparece como “Rigfennid” (jefe
Fennid), es decir, jefe de los proscritos.

También se podría mencionar a una mujer, reina y guerrera del


Ulster llamada “Ness”, la bannfenid, madre del conocido y
legendario Conchobar Mac Nessa, quien prefirió tomar el
nombre de su madre (Mac Nessa, hijo de Ness (Ness-Assa).

Podríamos relatar la leyenda de “Mis”, la denominada


muchacha-fiera, que fue otra legendaria bannfennid, o hablar
del combate entre Cormac Mac Art y la guerrera Coinchend
Cenfada hija de “Conchruth Cabeza Roja y de Coinchiud
Cabeza de Perro”. O la campeona “Estiu” la cual se menciona
en el “ Dindshenchas Métrico” y que también aparece como
mujer guerrera rival en las “Aventuras de Suibhne Geilt”, un

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romance del medievo irlandés que sirvió como base, junto a
otros, para la posterior leyenda de Merlin.

O según las leyendas irlandesas el 67ª rey, en este caso reina


de Irlanda entre 377 y 331 antes de la Era Común que fue
también guerrera e hija de “Aed Ruadh”, y fue llamada Macha
la del pelo Rojo o “Macha Mong Ruadh”.

Otro ejemplo lo tenemos en la desdichada historia de la


heroína y aventurera Deirdre, protagonista del relato titulado
“El exilio de los hijos de Uisnech”

Y también de la infortunada “Luaine”, prometida del rey


Conchobar, que aparece en el relato “El cortejo de Luaine”, en
el que se narra cómo guarda su libertad sexual y rechaza una
imposición libidinosa, por parte de un druida y sus tres hijos,
los cuales para vengarse ante su negativa y repudio, la
maldicen mediante un encantamiento llamado “glam dicinn”.

Igualmente son conocidas por belicosas las llamadas “Nueve


Brujas de Kaerloyw (Gloucester) que narra el Mabinogion
galés, que adiestraron al héroe Peredur en las artes marciales,
tras enfrentarse a él, y que son, a la vez, representaciones
múltiples de la Triple diosa (3x3)

Si acudimos a la mitología galesa, en los Mabinogion se citan


heroínas, guerreas y diosas, tales como Angharad, mano de
oro, Modron, diosa galesa convertida con la cristianización en
Hada, Rhiannon, Cerridwen, Arianrhod, esta última
representación también de la soberanía, y etc. Y si
continuáramos rebuscando en las leyendas, seguramente
aparecerán otras muchas mujeres que tuvieron como oficio o
se vieron obligadas a tomar las armas haciéndolo con gran
destreza.

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Pero dejando de lado la leyenda, a este respecto, podemos citar
relatos de antiguos enemigos de los celtas, cuando hablaron del
arrojo en combate de esas mujeres. Mujeres que en la guerra
precedían a los hombres en la lucha, a veces como fieras
desnudas gritando y aullando, haciendo sonar diversos
utensilios e insultando al enemigo con palabras hirientes,
empuñando teas e imitando a la diosa guerrera “La Morrigan”
con sus hechizos para lograr la victoria. Y si era preciso,
mostrando sus nalgas como ademán despectivo al enemigo, al
puro estilo celta. Y si iniciada la lucha, el hombre junto al que
luchaba, caía herido o muerto por las armas enemigas, ella lo
reemplazaba con mayor arrojo.

Así nos lo contó Amiano Marcelino, militar romano de origen


griego, buen conocedor de la literatura clásica (330-395 de la
Era Común). Sobre la mujer celta gala escribió lo siguiente:

“El cuello hinchado, los dientes rechinantes y blandiendo los


enormes brazos cetrinos..., daba puñetazos a la par que
patadas, como si fueran los proyectiles de una catapulta".

En otra parte hace referencia a su coraje.

"Una patrulla entera de extranjeros, no podría resistir el


ataque de un sólo galo, si este se hiciera acompañar y ayudar
por su esposa. Estas mujeres son, generalmente, fortísimas,
tienen los ojos azules, y cuando se encolerizan hacen rechinar
los dientes, y moviendo los fuertes y blancos brazos comienzan
a propinar formidables puñetazos, acompañados de terribles
patadas".

Publio Cornelio Tácito, historiador romano, en su relato de la


toma de la isla de Mona, que significa isla de la enseñanza
(Anglesey, Môn, Gales) santuario druídico, que fue atacado
por el romano Suetonio Paulino, que invadió, mató a los
32
druidas hombres o mujeres y acto seguido taló toda la isla que
era un bosque enorme, menciona a las mujeres celtas que allí
moraban como "desgreñadas mujeres de negro ropaje, cual
furias blandiendo antorchas". Y también dice en sus “Anales”,
refiriéndose a la guerrera “Boudicca”, que no era la primera
vez que los britanos eran conducidos a la batalla por una
mujer. Boudicca es descrita por Dión Casio como:

“una mujer britana de la familia real, que poseía mayor


inteligencia de la que normalmente corresponde a las mujeres.
Esta mujer reunió a su ejército, que sumaba 120.000, y subió a
un estrado que habían construido en tierra al modo romano.
Era muy alta de estatura, terrible a la vista, con una mirada
muy fiera, y su voz era áspera; una gran caballera pelirroja le
caía hasta las cadera, alrededor de su cuello llevaba un collar
de oro y vestía una túnica de variados colores, sobre la que
llevaba un grueso manto sujeto con un broche. Este era su
atuendo invariable. Cogió una lanza que le ayudase a
aterrorizar a los espectadores”

Y aunque las opiniones de Julio Cesar no entusiasmen por su


partidismo obvio y descarado, se apuntará la siguiente frase
que resume bastante bien como el mundo greco-romano veía a
las mujeres de sus enemigos celtas:

"Una hembra celta iracunda es una fuerza peligrosa a la que


hay que temer, ya que no es raro que luchen a la par de sus
hombres, y a veces mejor que ellos". (Julio César).

Plutarco cuenta que en la batalla de Aix-en-Provence (102


antes de la Era Común.), que se entabló entre las tropas de
César y la de los celtas de la región, las mujeres galas
resultaron ser unas decididas guerreras. Armadas con espadas
y hachas, eructando de cólera, se arrojaban sobre el enemigo
romano y sobre el galo que huía, para obligarle a combatir.
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Nos relata también una significativa historia de algunos jefes
galos, de la tribu de los volcos tectósagos, firmando un pacto
con las tropas cartaginesas de Aníbal cuando éste atravesó la
Galia, camino de Roma. Una cláusula estipulaba que, en caso
de agravio de los galos contra los cartagineses, los
gobernadores cartagineses serían los jueces, pero si el agravio
era de los cartagineses contra los galos, serían las mujeres
galas las que lo juzgaran.

“Celtae priusquam superatis alpibus, in Italiam traii cerent, cuius hodie


non paruam incolunt parrem, seditionibus domensticis agitati, eosque
discordiae processere, ut civile inter se bellum consererent. Cumque armati
iam utrinque in acie constitissent, mulieres in mediae arma progressae,
multis precibus lacrimisque illorum animos adeo flexere, ut amissa
discordia, in pacem ac benivolentiam reversi, ad proprias domos omnes
discederent, ex quo nata apud eos consuetudo posteris etiam temporibus
mansit, ut quoties de bello sit eis aut pace consultandum, mulieres quoque
eiusmodi consultationibus adhibeantur, Praeterea si qua daver sus socios
inciderit controversia, ex mulierum sententia, eandem componere soliti
sunt, Itaque inter conditiones quas cum Annibale pepigerunt, hoc etiam
scriptum atque his fere versibus reperitur, Si quis Celtarum, iniuria se a
Carthaginensium aliquo affectum, querererur, eius rei Carthaginensium
magistratus, aut imperatores qui in Hispania fuerint, iu dices sunto. Sin
Carthaginensium quisquam, ab ullo Celtarum iniusti quippiam passus
fuerit, Celtarum mulieres, de ea re iudicium faciunto”.

Plutarco, en su tratado de Virtudes Femeninas, cuenta varias


anécdotas sobre mujeres celtas. En una de ellas, cuenta como
una mujer celta de nombre Chiomara, esposa de Ortagion de
los celtas tolistoboios, tribu de los celtas gálatas, fue capturada
por los romanos y un centurión la violó. Una vez liberada tras
un rescate, al notificar a su marido que había sido ultrajada y
violada, le presentó al mismo tiempo, la cabeza del romano
violador.

“Ex eadem quoque Galatia, et Chiomara orta est Ortiagontis uxor, per id
temporis capta, quo Romani Galatas, qui in Asia sunt, bello superavere.
Hanc Tribunus quidam in dividenda praeda sor titus, ut plerunque

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militarium hominum fert consuetudo, vitiavit. Is erat cum propensus ad
libidinem, tum vero pecuniae avidissi mus, ut facile avaritia libidinem
superaret. Igitur cum Chiomarae affines multum auri pro ipsa redimenda
pollicerentur, Tribunus diligentissime mulierem obseruabat. Forte autem
ffluvius locum in quo Chiomarae cognati habitabant, et Romanorum castra,
medius interfluebat. Hunc, postquam illi promissum redemptionis
praemium afserentes, trangressi sunt, iamque ea recepta domum temearent,
ipsa seruorum cuidam iubet, ut Romanum, qui eam salutandi gratia usque
ad fluvium prosequebatur, interficeret. Cumque eius mandatis seruus
obtemperans, cap tata opportunitate, Tribunum occidisset, ipsa desectum a
cadavere caput propriis vestibus involuens, una cum suis domum remeat.
utque primum in viri conspectum pervenit, laxato sinu, caput quod
gestabat, ante illius pedes effudit......”

El historiador griego, pero admirador de Roma y a su servicio;


Apiano, cuenta como el general romano Décimo Junio Bruto el
año 136 a. de la Era Común…

"marchó contra los de Braga... (bracarenses, en la zona de


Galicia, España), que son una gente en la que también las
mujeres hicieron armas... y combatieron, y murieron
valerosamente y mataban a sus hijos con sus propias manos...,
prefiriendo la muerte a la deshonra".

El geógrafo Estrabón, refiriéndose a las tribus que habitan el


Norte de la Península Ibérica, habla de su valor, tanto de las
mujeres como de los hombres, comparando, de manera
explícita, a las mujeres de esa región con las mujeres de los
escitas, que también eran guerreras.

Conocida es también la cita de Cayo Salustio, que explica


cómo las mujeres de los celtiberos, cuando sucedieron las
guerras romanas sertorianas, alababan las proezas de sus
ascendientes:

“Las madres conmemoraban las hazañas guerreras de sus


mayores a los hombres que se aprestaban para la guerra o el
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saqueo, donde cantaban los valerosos hechos de aquellos.
Cuando se supo que Pompeyo se acercaba en son de guerra
con su ejército, en vista de que los ancianos aconsejaban
mantenerse en paz y cumplir lo que se les mandase, y de que
su opinión en contra no aprovechaba en nada, separándose de
sus maridos, tomaron las armas y ocuparon el lugar más
fuerte cerca Meobriga, diciendo a los hombres que, pues
quedaban privados de patria, mujeres y libertad, que se
encargasen ellos de parir, amamantar y demás funciones
mujeriles. Por todo lo cual encendidos los jóvenes,
despreciando los acuerdos de los mayores… (se levantan en
guerra contra los romanos)”

El historiador romano y político Cayo Salustio (87-35 antes de


la EC) comenta estas anécdotas y presenta a las féminas
celtíberas como motrices y matrices, receptoras y transmisoras
de la ética del guerrero y de los valores de honor que afectan a
toda la tribu, solemnizando a los guerreros que acuden
valerosamente a la acción bélica para proteger a su tribu. Y en
segundo lugar, se nos presentan como las verdaderas y
efectivas impulsoras y promotoras del inicio de las
escaramuzas contra los romanos.

Aun en la Celtiberia podemos observar un episodio similar al


anterior en la conquista de la ciudad céltica de Helmántica
(Salamanca) en el 220 a EC por los cartagineses liderados por
Aníbal. Cuando Aníbal obtuvo la victoria y la capitulación de
la ciudad, las mujeres celtas de la Helmántica vettona,
ocultaron bajo sus ropajes armas, que dieron a los hombres
para que estos se batiesen contra los invasores cartagineses que
los vigilaban e incluso algunas mujeres atacaron a sus
guardianes.

Por otra parte, existe también constancia de una guerrera celta


llamada Onomaris, que al parecer fue líder de la tribu de los
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escordiscos y que luchó contra los Ilirios por los Balcanes,
estableciendo algún asentamiento como Singidunum (actual
Belgrado) y posteriormente encabezando una migración hacia
las tierras de la península ibérica.

Cuando algunos celtas britanos fueron llevados a Roma como


cautivos, durante el reinado del Emperador Claudio, ellos
automáticamente asumieron que su esposa, la joven Agripina,
era la dirigente, ignorando al Emperador y ofreciéndole su
sumisión a ella.

Y reseñar, a las ya conocidas y famosas guerreras britanas


Castimandua y Boudicca.

En año 51 de la Era Común, la reina de los brigantes,


Castimandua, cuyo reino era un protectorado de Roma, envió a
los romanos, a Caratacos o Caradoc o en galés Caradawc,
preso. Éste era el caudillo de la coalición de las tribus britanas
de los silures, atrebates y trinobantes, que dirigía junto a su
hermano Togodumnos, hijos ambos de Cunobelinos o
Cynfelyn en galés, que se habían rebelado contra Roma, y que
tras ser vencido por los romanos había huido hacia el Norte,
hacia el reino de Castimandua.

Más tarde, Venutio, ex-consorte de Castimandua, encabezó


una revuelta contra la reina aliada de Roma para apoderarse
del trono, estallando una guerra tribal entre los aliados de los
romanos conducidos por Castimandua y los contrarios a las
alianzas con éstos, liderados por Venutio. De nuevo recurrió la
reina a sus amigos imperiales con la ayuda de los cuales, pudo
mantener el liderazgo y la jerarquía. Posteriormente se casó de
nuevo con su escudero Velocatos, produciéndose una nueva
rebelión contra ella, dadas sus argucias y teniendo que ser
rescatada de nuevo por sus aliados romanos.

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En este caso se observa a una líder guerrera aliada de Roma,
que con mano férrea y ayuda romana mantuvo su liderazgo
contra todo guerrero que osaba enfrentársele Y aunque sus
intereses estaban del lado de Roma, no puede negarse que los
hizo valer con bravura y firmeza.

Por el contrario, Boadicea la Victoriosa, que ya se ha


mencionado en líneas anteriores, reina de la tribu de los Iceni,
ubicada por el Norfolk de la actual Inglaterra, con una actitud
opuesta a su homóloga Castimandua, y encabezando una
rebelión contra Roma en el año 60 antes de la Era Común,
junto a más de 80.000 guerreros, y sus dos hijas, atacaron y
destruyeron las ciudades romanas de Camulodunum
(Colchester Verulamium), (St. Albans) y Londinium (Londres
y aniquilando en sus ataques a la llamada IX legión hispana.
Finalmente fue derrotada por los romanos, y prefiriendo no ser
humillada por ellos, en un arrojo de voluntad y honor, se
envenenó con sus hijas.

Estas dos historias de mujeres guerreras, son las que más han
trascendido pero podemos suponer que no son las únicas, pues
arqueológicamente está comprobado que en las tumbas de
diversas mujeres celtas se han hallado ajuares y gran cantidad
de armas y armaduras.

Todo indica que hubo muchas mujeres guerreras celtas a pesar


de los intentos posteriores por limitarlas, como el hecho del
que se tiene histórica constancia para impedir que las mujeres
tomaran parte activa en la guerra. Hecho que ocurrió con la
tentativa de promulgar una ley en el año 590 de la Era Común
en Irlanda, en el sínodo de “Druim Ceat”. Sin embargo, no
pudo llevarse a cabo ante la negativa de las mujeres a
cumplirla y abandonar así sus armas.

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Con las conquistas romanas de todo el territorio céltico
continental y la inmersión por parte de sus habitantes en la
mentalidad del imperio, agravada más tarde por la
aculturización cristiana que llegó a casi todos los confines
donde moraban los celtas, se perdió considerable y
notablemente la visión particular que se tenía de la mujer, no
solo ya, en sus aptitudes guerreras, sino como ser viviente.

Los romanos, en su mayoría consideraban a la mujer como


poco inteligente, portadora y cuidadora de niños o simples
objetos de placer sin apenas derechos civiles, y ello en el mejor
de los casos, entre aquellas consideradas mujeres nobles, las
cuales tenían esos “privilegios” porque el resto tenían aun
menos consideración social. La mujer romana nunca fue libre,
o pertenecía al padre o era una posesión de su esposo. Como
mucho, se la tenía en cierta estima como ser capaz de dar
continuidad a la “gens” romana.

Definitivamente con la cristianización la función de la mujer


como guerrera en cualquier tierra, perdió toda su importancia,
y quedo relegada para más tarde ser olvidada y hasta
prohibida. Al género femenino le fue arrebatada esa
posibilidad. Aunque, evidentemente no sólo como guerrera vio
mermada sus aptitudes y evolución, sino que como ser humano
y desde entonces con más ahínco aún, las oligarquías
paternalistas y patriarcales la recluyeron en la mazmorra del
confinamiento social que aún perdura en nuestros días.

39
MÓDULO

III

LA MUJER CELTA COMO DRUIDESA

El tema de las antiguas mujeres celtas suscita pasiones y


además, un creciente interés entre aquellos que se interesan por
todo lo celta e incluso lo druídico. Por ello, en no pocas
ocasiones, se ha debatido la cuestión de la igualdad con
respecto a los hombres, de las mujeres celtas. Si los celtas
tenían a sus mujeres en tanta estima e igualdad que incluso
éstas tenían la opción de acceder a los diferentes estamentos de
su sociedad, ¿por qué entonces, han trascendido tan poco sus
personajes femeninos?

En realidad si han trascendido, aunque sean poco conocidos


debido a que e n occidente nos enfocamos más hacia los héroes
o heroínas de “Marvel” que hacia aquellos que aparecen en
40
nuestros mitos tradicionales pre-cristianos. Pero para observar
dicha trascendencia, es preciso ahondar un poco sobre la
cultura celta, ya que tampoco los personajes masculinos son
demasiado conocidos a un nivel general, dejando aparte los
personajes de cómics o cine como Asterix u Obelix.

A lo sumo, la mayoría de personas conocen el nombre de


Vercingetorix y en la península (España, Portugal) de vez en
cuando se oye hablar de Viriato o de la gesta de los habitantes
de la ciudad celtíbera de Numancia.

En el apartado anterior hemos visto como la mujer celta tenía


no solo la opción, sino incluso la obligación de luchar para
sobrevivir, de ser una mujer guerrera, luchadora, valiosa como
persona, como cazadora o combatiente, apreciada por sus
gentes y temida por sus enemigos. Incluso, teniendo la opción
de llegar a convertirse en reina, dirigente de su tribu,
embajadora o “jueza”, encarnando lo femenino que es uno de
los aspectos de la Divinidad.

Son conocidas las múltiples diosas y semi-diosas, veneradas y


respetadas por todos los celtas, e incluso es consabido el
concepto de una Diosa Madre como Divinidad Suprema, de la
que surgen todas las demás Divinidades (hijos e hijas) del
panteón. A pesar de ello, se sigue debatiendo y dudando entre
los interesados por el Druidismo y los celtas, sobre la
existencia entre los celtas de mujeres que desempeñaran
funciones sociales como druidesas.

Se debate sobre ello, lo cual ya es un indicativo más de que la


mujer celta en su sociedad, tenía realmente una importante y
esencial posición social, que hoy podemos considerar
privilegiada, en comparación a otras féminas del antiguo
mundo pagano y posterior cristiano, puesto que resulta casi
impensable que una mujer, celta o no celta, pudiera convertirse
41
en obispo o sacerdote tanto en épocas de la cristianización,
como incluso en la actualidad entre las religiones mas
misóginas.

Pero en realidad dicha ecuanimidad celta, no era ningún


privilegio, sino la consecuencia de una forma de entender el
mundo. No fue una revolución o una reforma social que
llevaron a cabo lo celtas en cuanto a las mujeres, sino el
cumplimiento de sus creencias espirituales y de su forma de
entender el Universo y como reflejo de su micro-mundo y del
tejido social.

Simplificando un poco las especialidades druídicas, sabemos


de los tres niveles conceptuales que tenía el estrato druídico;
bardos, vates y oficiantes, por no llamarlos sacerdotes.

No cabe duda que se usan estas tres denominaciones como


genéricas, pues en diferentes áreas celtas, recibían el nombre
adecuado en su respectivo idioma, por ejemplo en Irlanda, los
bardos, eran llamados “filidh”. Además dentro de cada función
druídica existían otros grados y especializaciones.

Haciendo referencia a esas tres funciones generales, se hará


una pequeña recopilación de datos sobre las mujeres celtas
como druidesas en general, en cualquiera de las tres vertientes.
Diversos autores helenos o latinos, mencionan a mujeres
druidas, indicaciones que corroboran lo que se ha encontrado
entre las fuentes celtas, que en general son escasas pero
precisas.

Así, se conoce la historia de una druidesa llamada Eponina


entre los celtas lingones, tanto mencionada por Tácito como
por Plutarco. Su nombre evidentemente recuerda a la diosa
gala Epona y a esta mujer-druida como una sacerdotisa o
guardiana de su culto.
42
Cayo Cornelio Tácito en sus “Historias Libro IV”, cuenta que
esta druidesa, estaba casada con un revoltoso y rebelde celta ya
romanizado llamado Julio Sabino. Éste puso en jaque a las
tropas romanas, allá por el año 69 de la EC, pero finalmente
fracasó en sus intentonas de rebelión. Huido y ocultado del
poder de Roma, fue ayudado durante nueve años por su esposa
a pasar más o menos desapercibido, siendo ella la embajadora
y portavoz de éste ante Roma, para pedir el fin de su
persecución. No lo logró y apresado Julio Sabino, Eponina fue
ejecutada y torturada junto a éste por órdenes del emperador
Vespasiano.

Plutarco menciona también a una mujer celta entre los gálatas,


llamada Camma, (Plutarco, Las virtudes de las mujeres, VI)

Camma fue sacerdotisa de la diosa Brigitt. Casada con un jefe


celta llamado Sinatos que fue asesinado por otro guerrero celta
llamado Synorix, fue obligada a casarse con éste. Camma en la
ceremonia nupcial preparó una pócima venenosa que vertió
tanto en su copa como en la de Synorix, aceptando su propia
muerte con tal de vengar a su difunto marido y de rechazar una
boda que le era impuesta, costumbre ésta, poco común entre
los celtas entre los cuales la mujer podía elegir al esposo.

“Galatae duo quidam fuere, Sinatus et Sinorix, cum potentia apud suos
clari, tum familiaritate inter se et generis propinquitate coniuncti. E quibus
Sinatus uxorem duxit virginem, nomine Cammam, corporis forma et
pulchritudine claram, neque enim solum virtutibus, quae a muliere
exiguntur, modestia, et erga virum obseruantia, sed prudentia quoque et
ingenua quadam animi magnitudine excellebat. Humanitas praeterea,
atque erga inferiores praecipua comitas, amabilem gratamque omnibus
ipsam reddebant. Accedebat ad haec non parui apud eas gentes habitum
ornamentum Dianae sacratam esse, quae apud Galatas religiosissime
colitur, cuius festis sacrisque celebrandis, tanta obseruantia et cultus
magnificentia preerat, ut omnes in sui admirationem converteret. Huius
igitur captus amore Sinorix, cum neque precibus ipsam flectere, neque ulla
vi cogere vi vente Sinato…

43
Una hija de Mug Ruith, un druida del Munster, llamada
Tlachtga, es descrita como druidesa, sin embargo, también
como una diosa menor de esa provincia irlandesa. A su muerte
fue enterrada en la colina de su mismo nombre, en el condado
de “Meath”, donde tenían lugar el festival de Samhain y los
fuegos sagrados druídicos.

Ausonio Décimo Magno, otro celta galo romanizado fue poeta


latino en el siglo IV de la E.C., nació en Burdigala (Burdeos).
En su obra “Parentalia”, escribió acerca de su tía carnal,
teóricamente una druidesa, llamada Dryadia.

IULIA DRYADIA SOROR

Si qua fuit virtus, cuperet quam femina prudens esse suam,


soror hac Dryadia haud caruit, quin etiam multas habuit.
Quas sexus habere fortior optaret nobilitasque virum: docta
satis vitamque colu famamque tueri, docta bonos mores
ipsa suosque docens. Et verum vita cui carius unaque cura
nosse deum et fratrem diligere ante alios. Coniuge adhuc
iuvenis caruit, sed seria vitans moribus austeras
aequiperavit anus. Produxit celerem per sena decennia
vitam inque domo ac tecto, quo pater, oppetiit.

Tácito de nuevo, menciona a una vidente llamada Velleda


entre los búcteros que era una tribu teutónica. Los teutones
eran racialmente germanos, pero tan celtizados, que
prácticamente pueden considerarse celtas. Su propio nombre
deriva de la palabra celta Tuath, y su dios principal era
Teutatis. Velleda era algo más que una druidesa, era un
oráculo viviente, personalidad política de mucha relevancia
tanto entre amigos como enemigos. Mediadora entre tribus y
entre pueblos. La propia Velleda, recuerda a una mujer
parecida en la historia irlandesa del Munster de Fingin Mac

44
Luchta, que en cada fiesta de Samhain visitaba a una druidesa
similar, de la que se desconoce el nombre.

Tácito alude a otras druidesas vaticinadoras como la


antecesora de Velleda, llamada Aurinia. De ambas dice: ...
“Antes de ella (se refiere a Veleda) Aurinia y otras fueron
tenidas en igual veneración... (Y sigue, despotricando contra
ellas).

Dion Casio, historiador romano, escribe sobre una tal “Ganna”


de la tribu celta o celtizada de los tungrios (Bélgica), (aunque
Tácito dice que los tungrios eran germanos), una mujer que
sucedió a Velleda, siendo embajadora de los semnones3 junto
al rey Masyos, para interceder por estos ante Domiciano,
emperador romano hijo de Vespasiano.

(XXXIX.)

Los Semnones dicen que son ellos los más antiguos y más
nobles de los Suevos, y confírmase la fe de su antigüedad con
la religión. Que en cierto tiempo del año se juntan todos los
pueblos de aquella nación por sus embajadores en un bosque
consagrado de sus antepasados con supersticiones y agüeros,
y matando públicamente un hombre por sacrificio, celebran
con esto los horribles principios de su bárbaro rito.
Reverencian, asimismo, este bosque sagrado con otra

3 Estos semnones, asentado junto a las orillas del río Elba y del río Oder, son
causantes de cierta polémica, ya que algunos historiadores dicen que eran germanos
y otros afirman que eran celtas, incluso celtas germanizados, pero en cualquier caso
no son los senones galos.
Lo cierto es que sus ideas espirituales de estos semnones derivaban más hacia un
sentimiento panteísta con un cierto presentimiento sobre la existencia de un Dios
Supremo, que encuentra su mejor expresión entre los druidas. La pauta general que
regía entre los semnones, y que nos refiere Tácito en su obra Germania en el
capítulo 39, habla de un Dios o Divinidad que todo lo gobierna.
45
ceremonia. Que ninguno entra en él sino atado, como inferior,
y mostrando y confesando en eso la potestad de Dios. Y si
acaso cae, no es lícito levantarse, y se ha de ir revolcando por
el suelo. Y toda esta superstición se endereza a mostrar que de
allí ha tenido origen su gente, y que Dios, señor de todos,
habita allí y que todas las demás cosas están sujetas y
obedientes.

Nueve mujeres son mencionadas por Pomponio Mela en la


Bretaña continental, que emitían oráculos y profetizaban el
futuro. El autor las denomina “Gallicenae”, pero entre los
bretones la tradición las denominaba “Groac’h Grac’h”.

Estas “Galicenas”, más míticas que históricas, poseían los


atributos de las primigenias mujeres druidas pero ya algo
alterados, habiendo derivado hacia simples hechiceras.

Estrabón por su parte, nos dice que las sacerdotisas galas eran
muy independientes de sus esposos. Se constata una vez más la
independencia de la mujer celta respecto al hombre, pero
también podemos corroborar que habiendo druidesas, además
existía el casamiento dentro del estrato druídico.

Una druidesa vaticinó la derrota de Alejandro Severo en el año


235 de la E.C. Y otra de ellas profetizó al mismo Diocleciano
antes de su llegada al poder, su futuro como emperador de
Roma. Coincidencias o no en sus vaticinios acertados, de lo
que no cabe duda, es que al menos era una druidesa.

En toda la tradición celta se hacen numerosas referencias,


especialmente en Irlanda, a las mujeres druidas, aparecen con
apelativos de bandruid, banfhaith o banfhilid. Las mismas
guardianas vírgenes de los fuegos sagrados mantuvieron su
función en Irlanda hasta que fueron reemplazadas por las
cristianas.
46
En las leyendas celtas irlandesas existen episodios donde las
mujeres druidas son relevantes en las tramas que se narran, así
una tal Gáine se cita en el Dindshenchas Métrico, como una
autoridad entre las druidesas. También una tal Aoife, (no es la
misma que la guerrera hermana de Scatagh), se cuenta que con
una varita convirtió en cisnes a los hijos de Lyr. También se
menciona a Biróg, una druidesa que ayudó a Cian a “conocer”
a Eithlinn, hecho esto muy relevante en la mitología celta
irlandesa pues de él se desprendería el posterior nacimiento de
Lugh.

También en el Libro de las Invasiones (Leabhar Ghabhala,


pag. 77 de la edición española de Raimon Sainero) hay un
episodio de espionaje contra los fomorianos llevado a cabo por
una druidesa llamada “Relbeo”. Según se dice en el citado
libro:

“Era una druidesa, y entró en el castillo de Connain bajo la


forma de la concubina de Connain, por lo que durante cierto
tiempo permaneció con él como su amante, ante la confusión
de la mente de Connain. Primeramente se libró una batalla
entre los druidas, y después entre las druidesas, teniendo
resultados adversos para los fomorés”.

En el nombre de Dublín, se cita en el “Dindshenchas Métrico”4


a una druidesa legendaria que le dio su nombre. Dicha druidesa
fue conocida como Dubhlinn.

4 “
Dindshenchas” es un texto irlandés temprano que cuenta los orígenes de
los nombres de los lugares y tradiciones relativas a sucesos y personajes
vinculados con dichos lugares, siendo una valiosa fuente de datos para los
investigadores a la hora de analizar la mitología celta irlandesa.

47
Nuevamente en el “Dindshenchas Métrico” se anota el nombre
de otra druidesa llamada Béchuille o Bécuille, de la cual se
afirma que era una “bruja buena”, que pertenece a los Tuatha
dé Danann. Otra druidesa, descrita como bruja y como mujer
del Otro Mundo, fue “Cuimne”, la cual ayudó a Mongan a
recuperar a su esposa Dubh Lacha del poder de Brandubh que
fue quien la secuestró.

Muchos otros nombres de druidesas existen en las leyendas


celtas, sean reales o míticos. Y aquí no es eso lo relevante,
pueden ser personajes de druidesas imaginarios que no
existieron en este plano de la realidad. Pero cuando se piensa,
se considera, se imagina y se forma una historia y en ella se
matizan los personajes y sus funciones, es sin duda, porque tal
posibilidad conceptual es corriente y habitual en las mentes
que las construyen y por ello puede deducirse, que es, o fue
real en sus vidas.
Siendo esto así y apareciendo druidesas en dichas historias,
cuentos o leyendas, es porque sin duda, las druidesas reales, de
carne y hueso, también existieron en la sociedad desde la cual
se contaban y transmitían las leyendas y los mitos.

Desde estos mismos mitos sabemos de una druidesa y


banfennid llamada “Bodhmall” o Bodbal, que aparece en el
ciclo feniano en el texto conocido como “Macgnímartha Finn”
donde se cuenta que ayudó al legendario Fionn Mac Cumhall,
siendo ésta su tutora espiritual y física, salvándolo en no pocas
ocasiones de diversos peligros. Igualmente se nombran a dos
Liath Luachra, pero una de ellas, es la madre adoptiva de
Fionn y una gran guerrera, la cual tiene también como misión
proteger a Finn desde niño.
Sabemos de la druidesa y adivina “Smirgat Smirnat”, hija de
“Fothad Canann”, la cual advirtió de la muerte de Fionn
Cumhaill, si éste bebía de un cuerno. O de “Milucrah”, con

48
potencialidades tales que transformó a Fionn en un anciano,
según cuenta la leyenda.

Una de las druidesas míticas más emblemáticas dentro de las


creencias celtas fue sin duda la diosa “Airmed” o “Airmid”,
hija del Dios de la medicina “Diancecht”, la cual según el
relato de la batalla de “Mag Tured” recolectó las plantas que
sirvieron para curar a los heridos y resucitar a los muertos y
que luego serían arrojadas en la Fuente de la Salud. Airmed se
perfila como la diosa patrona de la herboristería sanadora,
siendo ella misma médico.

Según la leyenda, después de que su padre matara a su


hermano Miach, Airmed lloró sobre la tumba de su hermano.
Regadas por las lágrimas, todas las hierbas curativas del
mundo surgieron de la tierra sobre el cuerpo de Miach, y
Airmed las recogió y clasificó. Pero su padre Dian Cecht
dispersó todas las hierbas. Por esta razón, según el relato,
ningún ser humano conoce todos los secretos de la herbolaria.

Fue otra druidesa, Creirwyn, en esta ocasión una bán-filidh


según nos cuenta una leyenda de los galeses, quien descubrió
el “ogham”, cuando las letras le fueron presentadas por
Oghma, “Cara de sol” en forma de adivinanza. Esta ban-filidh,
era conocida como la muchacha más hermosa del mundo, pero
su hermosura más que física, residía en conocer los secretos de
la profecía, la versificación y la resolución de enigmas y
adivinanzas.

En Donegal vivió una druidesa llamada “Geal Chossach”, cuya


tumba real o ficticia, sigue siendo visitada. Otra leyenda nos
relata como la druidesa “Sín” vengó la muerte de su familia
con sus poderes y conocimientos druídicos, pero una de las
más importantes druidesas de la epopeya irlandesa, es sin duda
“Fidelma o Fedelm” que poseía los conocimientos y artes para
49
realizar el encantamiento conocido como “imbas forasnai”
(Luz de la Previsión, Gran conocimiento, Luz que Ilumina),
vaticinando la derrota del ejército de la reina Medb de
Connacht a manos del héroe Cuchulainn, paladín de la tropas
opuestas del Ulster.

La misma reina Medb, envió a seis druidas, tres hombres y tres


mujeres para acabar con la vida de Cuchulainn, hecho que no
lograron, ya que murieron en el intento. El nombre que el
“Tain Bó Cuailnge”, da para estas tres druidesas son: “Eraisi”,
“Accuis” y “Col”.

En los primeros tiempos de la cristianización a las mujeres se


las admitía en las escuelas bárdicas, documentando de esta
manera antiguas leyendas e historias, componiendo nuevos
versos y al parecer desempeñaron posteriormente un papel
muy activo aun en la creación del estético y ostentoso “Libro
de Kells”.

Incluso el conocido Patricio, el denominado santo y patrón


cristiano de Irlanda, nos dejó constancia de la existencia de
mujeres druidas, cuando advirtió y amenazó a los reyes de que
no debían aceptar consejos de druidas, fueran estos hombres o
mujeres y demandó especialmente a su dios que le protegiera
de las mujeres druidas. (Una vez más la misoginia cristiana
brilla por su perseverancia).

Una leyenda bretona, la de la ciudad de Ys, relata la


inundación de esta ciudad a causa de una mujer pagana,
Dahud-Ahes, hija del rey Gradlon, que no admitía la nueva
religión cristiana. Mujer y druidesa practicante de la vieja
religión, que es reducida a bruja por los autores cristianos, se
opuso abiertamente a un misionero cristiano apodado Guenolé.
Esta oposición, según relata la leyenda, dio como resultado la
maldición hacia toda la ciudad y su inmersión como castigo, ya
50
que practicaban una vida considerada cristianamente
licenciosa. Sin embargo, cuenta el relato cristianizado, el padre
de Ahés, se salvó pues era un obediente y buen cristiano.

Los investigadores Lewis Spence y J. A. MacCulloch en sus


respectivos libros “The Magic Arts in Celtic Britain, y en The
Religion of Ancient Celts”, comentaban que en el “Rennes
Dindshenchas”, un tratado irlandés antiguo, se cita a una
druidesa y hechicera llamada “Dalb” que transformó a tres
hombres y sus respectivas mujeres, en cerdos.

Se deben añadir también a las populares “Banshee” o mujeres


del sidh, (bansidh, en irlandés) que fueron concebidos como
espíritus protectores y sanadores de las familias y clanes que
aparecían lamentándose cuando un miembro de éstas se
hallaba en trance de muerte. Una de las banshees principales es
nombrada como Cliodhna Las versiones cristianizadas,
cuentan que su llanto puede ser escuchado en el eco de los
valles y cañadas por la noche, asustando a los que oyen el
lamento de las almas en pena.

Pero en versiones menos cristianizadas, se cuenta que


Cliodhna, es una diosa del amor y la belleza y que tiene tres
pájaros de colores brillantes que picotean y comen las
manzanas del Otro Mundo y cuyos dulces cantos sanan a los
enfermos.

Conceptos vulgares y más cristianizados convirtieron a los


espíritus benéficos “bánshees o bansidhs”, en espíritus
malignos e incluso en la imagen de la muerte, indicando que
eran ellas las que llegaban para llevarse el alma del moribundo,
y que solo el mero encuentro con una Banshee, era ya motivo
suficiente para morir en breve.

51
En los mitos galeses se menciona a Cerridwen, citada
claramente a través del concepto despectivo que los cristianos
tenían de una diosa reducida a una humana por ellos, y
reciclada como druidesa:

“Una bruja hechicera hacedora de pócimas y encantamientos


varios”.

Imagen que por otra parte ha trascendido notablemente incluso


a la sociedad actual., aunque alejada de la original. Tal
aculturización cristianizante, ha dado lugar a que muchos de
los que se dicen hoy seguidores de la antigua religión, caigan
en la trampa que el cristianismo tendió hace siglos y se
imaginen a las mujeres sabias de antaño como el cristianismo
pretendió describirlas, como grotescas ancianas perversas que
practican la brujería más perniciosa e infecta.

Caso bastante flagrantes de esta insultante transformación


cristiana, lo observamos con la mítica Cliodhne, y con el caso
de Fúamnach o Fuamnach, que es descrita como bruja y esposa
del dios Midir. Sin embargo, en el texto medieval de “El
cortejo de Etain", es descrita como mujer inteligente, sagaz y
versada en el conocimiento y poder de los ancestrales Tuatha
dé Danann, por lo que es una sobrehumana “bandrui” aun a
pesar de su soberbia y arrebatos.

Pero las druidesas eran mucho más que simples hechiceras,


magas, hacedoras de pócimas o encantamientos. Toda una
filosofía de vida se cultivaba en los largos años que iban desde
su aprendizaje hasta la práctica de sus enseñanzas. Si bien es
cierto y justo reconocer, que al principio de la Iglesia cristiana
celta en Irlanda, las mujeres fueron contempladas como iguales
a los hombres, tal y como lo habían sido anteriormente con la
vieja religión, aunque algunos autores sostienen la tesis de que
nunca hubo colegios druídicos para mujeres, sino que éstas
52
aprendían oralmente unas de otras en los hogares y campos de
cultivo, en las largas noches de crepúsculo y plenilunio.

En los inicios cristianos, existió la costumbre denominada


“conhospitae”, en la que hombres y mujeres, vivían como una
gran familia trabajando para el asentamiento del nuevo
cristianismo, no olvidando, ni relegando al olvido elementos
variados de las antiguas tradiciones paganas, lo cual derivó en
un enfrentamiento singular con la Iglesia de Roma, llegando a
ser considerados herejes de prácticas abusivas y abominables.

El dios cristiano que difundía la Iglesia de Roma, era


eminentemente paternalista y patriarcal, circunscrito dentro de
unas estructuras eclesiásticas afectadas por la misoginia en
grado sumo, cuyos adalides y partidarios eran casi todos
“ginefóbicos”, repletos de dogmas, reglas y conceptos que
muchos de ellos, aunque ciertamente no todos, eran ajenos a la
mentalidad celta pagana.

A partir de entonces, es cuando empieza a surgir una nueva


sociedad más patriarcal todavía, donde la mujer ocupó y ocupa
aún actualmente una posición de inferioridad con respecto al
hombre, que se refleja especialmente no solo en lo social, sino
incluso en la casi nula representación dentro de la estructura
cristiana. Una estructura social y mental cristiana que es en la
que se basado la civilización de occidente, desde hace siglos.

En conclusión, para finalizar el presente módulo, se apuntará


que, en nuestro planeta se manifiesta por todas partes una
emanación clara de la Divinidad Creadora femenina, como es
lo que llamamos “Madre Naturaleza”. Ella es en su conjunto y
diversidad, resultado de las sucesivas condensaciones de la
fuerza primigenia universal.

53
Piedras, plantas, animales
imales y los astros que contemplamos,
representan únicamente diferentes escalafones de
acoplamiento, de un mismo principio universal.

El ser humano, dentro del Mundo tangible con el que se


relaciona, es producto de este proceso, ocupando un lugar
aventajado
do en el planeta, ya que es capaz, si lo pretende, de
captar, intuir y sentir, la Unidad subyacente en todo lo que
existe, usando sus tres partes básicas; como son la mente, el
cuerpo y el espíritu.

Con estas nociones, este mundo se intuye y concibe como una


u
encarnación orgánica de la Divinidad. Y en cuanto a la
humanidad se refiere, se entiende que lo divino y lo humano
son aspectos de la misma realidad universal. Lo divino se
expresa en el hombre, y lo humano es el instrumento que
potencia lo divino.

Pero el hecho de afirmar que todas las criaturas, elementos y


factores de este planeta, de nuestra Madre Tierra, son
manifestaciones y partes de una Unidad Primordial total, que
todo lo engloba, denominada por muchos seguidores del
Druidismo: el Todo Absoluto, El Incognoscible, Lo Increado y
etc., no implica que no se reconozcan las singularidades e
idiosincrasias de cada una de ellas, como pueden ser las
polaridades categóricas que se manifiestan en nuestro planeta.
En el tema que nos ocupa: lo femenino y lo masculino.
asculino.

54
MÓDULO

IV

Algunas Diosas Primordiales

Heroínas Legendarias

La Diosa Dana/ Dôn/Donu/Danu/Anu/Ana/Dé-Ana

Entre los celtas irlandeses e Isla de Man: Dana. Entre los celtas
escoceses: Donu. Entre los celtas galeses y britanos: Dôn.
Entre los celtas de la Bretaña Armoricana: Ana. Más popular y
genéricamente conocida en la actualidad como: Madre Tierra o
Madre Naturaleza.Ssin embargo, la Diosa Madre, aparece con

55
diversos nombres y diferentes formas y aspectos, pero es la
“mater deorum hibernemsium” según el Glosario de Cormac, y
es Nutridora de dioses.

La divinidad más antigua que se menciona entre los celtas es,


sin duda, Dana o Danu, de cuya Divinidad derivan todos los
otros dioses y diosas celtas en la mitología celta insular, es
decir; Los Tuatha Dé Danann. Por ello, todos sus hijos divinos,
son considerados como extensiones de su inmanencia, si bien
sabemos que cuando los hijos de Dana, llegaron a Irlanda, la
Madre Primordial no fue con ellos, aunque todos sus hijos, son
considerados como extensiones de La Primigenia Divinidad..

Concepto este de una Diosa Madre Primordial, implantado en


la filosofía druídica, cuando se dilucida sobre la Inmanencia de
una Deidad Suprema como Primera Emanación, con sus
múltiples facetas, que son extensiones o hipóstasis de ella e
incluso de su Trascendencia. Se podría decir que con esta
Divinidad se establece el concepto del Henoteísmo druídico.

También los investigadores han sostenido que el nombre de


“Dana” significaría “Agua del cielo”, notable característica
esta, pues el gran río Danubio tomaría su nombre de ella. Se
apunta como característica, pues desde el nacimiento de este
río, es desde donde se supone que empezó la gran expansión
céltica. Existen otros ríos donde también se puede encontrar
ciertas equivalencias con este teónimo.

Como diosa benéfica, Dana es mencionada en el “Glosario de


Cormac” como equivalente a Buann-Ann, interpretándose
como buena Madre. Como diosa menos benefactora compone
un elemento del destino fatídico, junto a Macha y Badb,
conocidas como una Tríada, en uno de los trinos aspectos de
“La Morrigan”.

56
En el condado de Kerry, (Irlanda), dos montañas o cimas
gemelas, son identificadas como “Los Pezones de Anu o
Dana”, (Da Chich Danann), pues tienen formas redondas y se
asemejan a pechos femeninos. Para sorpresa de muchos,
siguen siendo venerados por las gentes del lugar, actualmente.

Dana es pues la Madre Universal y Primigenia, según algunas


creencias druídicas y Madre de todos los dioses, que en la
Tradición Británica tiene asociada una constelación propia,
Llys Dôn (La Corte de Dôn), que también recibe el nombre
genérico de “Casiopea”. Diosa también asimilada a la luna y
gobernadora de las mareas. Mecenas de los vates y augures.
Los druidas, en general, solicitaban, su permiso para
encomendar a las almas de los recién fallecidos a través de las
puertas de los “sidhs” para alcanzar su nueva vida en el Otro
Mundo.

Dana, es una diosa Madre Virgen, ya que la virginidad


femenina originariamente, no denotaba una castidad erótica o
abstinencia sexual, hoy en día incorrectamente interpretada,
sino la autonomía e independencia del principio masculino al
cual no estaba supeditada, ni sometida. En dicho aspecto,
conserva los trazos originales de culturas pre-celtas y
matriarcales, de las cuales los celtas patriarcales, como todos
los indoeuropeos, en su periplo por la historia, asimilaron. Su
cónyuge divino es Bel-Bilé-Bilis, un dios, en un principio del
inframundo, del cual dicen algunas leyendas, surgieron los
primeros hombres, y que se equipara al dios britónico
Belatucadros, que es una deidad conceptuada como
devastadora y conductora de las almas de los muertos a Dana-
Danu “las aguas primigenias celestiales y divinas”. Cuando
Dana (aguas primordiales) impregnó a Bilé-Bel (árbol
sagrado), convirtiéndose en la Dualidad Primordial, de la cual
brotó o resultó la Deidad conocida como “El Dagdah”,
también denominado “Padre de Todos”, ( Eochaid Ollathair),
57
conformándose de esta manera la primera Tríada Primordial,
que dará lugar a la Multiplicidad, que se forma mediante las
demás deidades.

En Gales a Dana se la conoció con el nombre de Dôn, Madre


entendida también como Primigenia y principio generador de
dioses tan conocidos como Amaethon, Gwyddyon, Gofannon,
Math, LLud y Arianrhod. Posteriormente su denominación fue
masculinizada.

Algunos investigadores asocian a esta primigenia deidad con


una diosa arcaica pre-indoeuropea, asimilada por la cultura
celta en sus invasiones, incursiones y asentamientos. Otros
analistas la asocian a diosas con parecidos apelativos, tales
como la Anna Purna de la India o incluso como el investigador
Robert Graves cita, con una diosa pelasga llamada Ana,
hermana de Belo y que los romanos llamaron Anna Perenna y
los sumerios Anna-Nin. Otros autores como Ross Nichols,
incluso R. Graves la relacionan inexorablemente con la Dánae
griega y con las primeras invasiones indoeuropeas de Grecia.
En la mitología hindú se menciona también a una diosa,
llamada Danu que tuvo 40 hijos, que fueron llamados los
danavás. Los danavás eran unas deidades menores, vinculados
a los asuras, que eran la cara opuesta de los devas hindúes, con
los cuales mantenían una constante lucha.
Esta Dana de la mitología hindú, también estaba relacionada
con las “aguas del cielo” como principio vinculado a las Aguas
Primordiales cósmicas, que existían antes del Mundo Terrenal.

Por otra parte, todo apunta a que durante la cristianización de


los celtas; observando los predicadores un culto exacerbado
por parte de las gentes hacia la Madre de Todos, diosa de la
fertilidad y Madre-Naturaleza, se optó por no combatirlo más y
asimilarlo, en la nueva forma de Santa Ana, la madre de María,
58
que se convirtió desde entonces en un personaje protector
cristiano, pero con un trasfondo notable de raigambre céltica.
Culto por otra parte que perduró hasta la Edad media, e incluso
hasta el siglo XVII, al cual, el clero cristiano no tuvo más
opción que acorralar, asimilándolo plenamente. De esta
manera observamos en diferentes puntos de la geografía que
fue celta, muchos topónimos, que llevan y llevaron el nombre
de Santa Ana, en una simple traslación de un antiguo culto de
una Diosa Madre celta, a otra madre más mortal; madre de la
madre del hombre-dios cristiano.

Pero la distinción que tiene la veneración a Santa Ana, no


podría entenderse sino es por la raigambre que tuvo y mantuvo
su predecesora pre-cristiana; Esto es Dana. Sostener que el
culto a Sta. Ana, es propio del catolicismo, es caer en el
absurdo. Lo más curioso de esta avenencia o mejor dicho,
apropiación indebida, es la relevancia que tomó la adoración a
Santa Ana en la hagiografía y santoral cristiano. No se
comprende este culto popular, sino es atendiendo a sus raíces
pre-cristianas.

¿Porqué sino, iba a tener esa relevancia; Venerar a la madre de


la madre de Jesús, acaso, se venera al padre del padre de Jesús
o a la madre del padre del Jesús bíblico? Y más contradictorio
suena, en una religión que fue y es eminentemente patriarcal, y
que consideraba además, el linaje por vía de la línea paterna.

Algo parecido, en cuanto a asimilaciones, fue lo que sucedió


con la veneración de los celtas galos, después de romanizados,
hacia la diosa latina Diana, en la cual, aquellos, vieron a su
primigenia Dana, o como decían aquellos galo-romanos: Diva
Ana o Divuana.

Por otro lado y retornando a la Dana original, dentro de la


mística druídica subsiste un tipo de evocación simbólica por
59
regresar a los orígenes del Ser, puesto que el creyente druídico
contemporáneo solo puede ir, psíquicamente hablando, hacia
allá de donde proviene. El deseo por volver al regazo de la
Madre, equivale en la psicología druídica a soñar y aspirar a
descender al seno de la materia, al refugio y amparo de la
Tierra, a buscar la protección de La Diosa Madre, como hijos
que los creyentes druídicos son de la Naturaleza. Al fin y al
cabo, las palabras latinas “mater y materia”, son de una misma
raíz y ambas significan básicamente lo mismo; es decir,
Madre.

Regresar a esta matriz, podría asimilarse a la experiencia de la


propia muerte desde el punto de vista de la vida física, pero
también a la certeza que poseían los antiguos druidas, y los
actuales, de que el espíritu pervive tras la muerte. Este deceso
físico, este retorno a las entrañas de la Madre-Tierra, esta
nueva inmersión en el útero, supone una conjunción del yo
individual y consciente, con el Yo espiritual e inconsciente. Un
nexo entre el microcosmos y el Macrocosmos.

60
La Diosa Brigitt/Brit/Brighid/Brigid

Otros nombres:

I. En gaélico escocés: Brid.


II. En galés: Brigitte.
III. En el panteón continental: Brigantia/Brigantu.
IV. En la Galia oriental: Brigindu.

El nombre de Brighid o Brigantia proviene de una raíz que


pudiera significar altura como podría ser "briga", aunque su
significado, no está totalmente dilucidado, pudo originalmente
tener un sentido complejo como una amalgama de
simbologías; desde fuerza o poder, respeto, valor, hasta incluso
colina o ciudad.

Sea cual sea el nombre con la que se la desee nombrar, es sin


duda la más Insigne y Excelsa Diosa de todo el panteón pan-
celta, siendo la culminación de Dana, pues su influencia llega a
todos los rincones donde hayan habido tribus y clanes celtas.
Es el poder de la Nueva Luna y de la primavera en la Rueda
cíclica de las estaciones.

Quizás en los inicios de las expansiones celtas, fuera uno de


los nombres sublimados de Dana, madre de todos los Tuatha
dé Danaan, aunque luego con la invasión espiritual cristiana, se
desvirtuó en esta acepción para convertirse en Santa Brígida.
Es una de las diosas más eminentes de los celtas siendo su
Padre el dios llamado Padre de Todos “El Dagdah”. Es
también considerada la suprema deidad de la fertilidad y de la
inspiración creativa, aunque su veneración llega también a su
aspecto guerrero, entendido este como Arte y Oficio,
cuidadora además de los nacimientos y de la infancia.

61
Es una triple diosa, aunque no posee nombres diferenciados en
sus aspectos, a no ser el que forma con otras deidades en su
versión como Dana. Su consorte es Bress, un fomoriano con el
que tuvo un hijo llamado Ruadán.

Tal vez el de la Cailleach escocesa o la Cally Berry de los


irlandeses, o la Cailleach Bolus de los galeses, o la Cailleach
Corca Duibhne de los córnicos, sean algunas de las
advocaciones de la Diosa, que representan el aspecto
envejecido de la Tríada, pero entre los celtas de Irlanda era
venerada tanto por herreros, a los que protegía con sus
encantamientos, inspiraciones y Artes, por los sanadores/as a
los que asistía, ayudándoles con su protección y flujo divino en
los partos. Preside la herbolaria, conociendo como diosa todas
las características que se derivan de este Arte.

No obstante para muchos seguidores druídicos, Brigitt, es la


única Divinidad femenina total, pues es madre, esposa,
hermana e hija de todos los dioses, que en Irlanda, aparece
también con otros teónimos, como Eithne y Boann

Para los poetas, era su Musa, como "banfhile", a quienes


ofrecía inspiración, abriendo los tenues velos entre los
mundos. Ella es identificada numerosas veces como el Imbas/
Awen invocado por los poetas, es decir, los bardos, en la
tradición céltica.

En lo que coinciden todas las variantes célticas es que el fuego


es su representante, siendo uno de sus principales atributos. El
fuego de la hoguera, el fuego del sol o el fuego del interior de
la Tierra, una tríada que de nuevo representa, la generación de
la vida y como alegoría de la Diosa en su máximo esplendor.

Como primer fuego se manifiesta en la Tierra haciendo que los


rayos del sol favorezcan el crecimiento y despertar de las
62
fuerzas adormecidas y sumergidas: Ella transmuta el clima, en
la alquimia de la rueda cíclica, hace que el tiempo riguroso sea
cada vez más templado, asistiendo de esta manera la labor
humana de cultivo en los campos y en aquellas actividades
tribales que son necesarias ejercer en las campiñas.

Brigitt también otorga conocimiento y crecimiento en el


interior de su devotos, por ello es la “Buena Madre” que
ampara, custodia, potencia e inspira todas las tareas creativas,
tanto las mentales, como aquellas metafísicas de índole
espiritual, sin olvidar las puramente materiales que los
creyentes puedan expresar.

Tiene la Diosa diferentes animales asociados a su imagen, tales


como una vaca blanca, simbolizando con ella su protección
hacia el ganado, que antiguamente eran el bien más apreciado
para los celtas, o su aspecto de amamantadora de la tribu,
como nutriente de todos los clanes célticos. La serpiente áspid
que representa en ella su arte adivinatorio, se halla vinculada
igualmente a los poderes de la Tierra. La sabia lechuza nívea,
alegoría de la atención constante, de la vigilancia y cautela
silenciosa y de la perspicacia que conlleva todo conocimiento
bien fundamentado y toda serena meditación. Su flor
representativa, se dice que es el diente de león, el cual posee
muchas propiedades benefactoras para la salud, a la vez que
contiene un líquido lechoso que lo vincula místicamente al
ganado.

También posee un pájaro mensajero, llamado bridean o


brideun (pájaro Brid en Escocia) y “Giolla Bride” (el sirviente
de Brid, en Irlanda). En español se traduce como Ostrero que
es un pájaro marino de unos 45 centímetros de largo con el
dorso negro y el vientre blanco que se alimenta de lapas y
otros mariscos. Sin embargo, en las áreas de influencia celta
continental como fue en las Galias, con el calificativo de
63
Brigantia, estaba consagrada a tres estratos en algo,
diferenciados de la concepción celta irlandesa.

Aún coincidiendo en los aspectos generales de la Diosa, se


consideraba más unida a la casta druídica, tanto como musa
inspiradora de los druidas bardos, como protectora de la clase
militar y aliada de los guerreros que mostraban valentía y
osadía en combate.

Protectora también de la clase productora, de los artesanos,


ganaderos y agricultores celtas por poseer los conocimientos,
como deidad de los misterios de la Naturaleza, de las Artes y
Oficios, que éstos desarrollaban.
En Bretaña era la diosa principal de la confederación de tribus,
conocida como brigantes, la Diosa-Tierra, cuya área de
influencia de esta confederación, cubría lo que actualmente es
la mayor parte del Norte de Inglaterra.
Su culto y veneración tiene su punto álgido en la festividad de
Imbolc, que es una fiesta de purificación. Marca el inicio de la
primavera celta, en mitad del período Giamos, o periodo
oscuro, donde el fuego de Brigantia o de la fertilidad dentro de
la Tierra y del sol gana fuerza conforme los días se alargan.
En su versión cristianizada Brigit, aún rememora su poder
ígneo, en el fuego de Kildare que ardiendo en su honor es
custodiado por veinte mujeres, herederas de los antiguos ritos
celtas.
El talismán que otorgaba la protección de Brigit era la
denominada cruz de Brigitt, realizada con diversos materiales
y diversas formas. La forma más estimada era una esvástica de
cuatro brazos que simbolizaba el ciclo perpetuo de las
estaciones. Cada uno de sus cuatro brazos, representaban las
cuatro grandes fiestas del ciclo celta.
También existía una esvástica de tres brazos o triskel que
simbolizaba la fuerza triple de la diosa y su influencia entre las
tribus celtas. La cruz de Brigida también podía adoptar la
64
forma de la conocida cruz celta, el círculo con la cruz de
brazos iguales en su interior.
Otro de los populares talismanes consagrados a la diosa era el
denominado Manto de Brighid, que consistía en un trozo de
tejido largo o banda que se dejaba a la vista e intemperie, en la
Fiesta de Imbolc para absorber el poder de la Divinidad,
cuando su presencia se hacía patente durante las ceremonias de
la tribu.

Se dice en las tradiciones, que los poderes benéficos del “Brat


Bride” o Manto de Brighid, duraban siete años, pero aún y así
era conveniente renovarlo cada año, de la misma manera que la
primavera en cada lapso, renueva el poder de la Tierra año tras
año.
Hoy, los adeptos a la espiritualidad céltica y druídica, veneran
a la diosa Brigitt como la Madre viajera que ha corrido a lo
largo y ancho de todas las Tierras, llevando con ella la buena
fortuna y la felicidad a cada uno de sus devotos y a sus cultivos
internos o externos.
Brigitt insufla vida a lo que está muerto y dormido y trae gran
consuelo y salud a sus devotos, dando sus bendiciones a
aquellas mujeres embarazadas que la invoquen pidiendo su
protección cuando están a punto de dar a luz, trayendo a un
nuevo vástago a este mundo, con lo que crecerá su entorno y
toda la tribu céltica, iluminando también con su fuego, su
simbología, y su recuerdo, el propio hogar y los corazones de
los que creen y confían en ella.

¡Sea siempre venerada, tan excelsa diosa!

65
La Morrigu, Morrigan, Morrighan

Esta diosa celta es conocida por cada uno de estos nombres,


desde Irlanda hasta Gales e Inglaterra, pero a parte de ellos
tiene otros apelativos que hacen referencia a su condición.
Tales como la “Gran Reina”, que quizás sea el más popular y
conocido, pero hay otros como “Diosa Suprema de la Guerra”,
“Reina de los Fantasmas” “Reina de los Espectros”, “Lavadora
en el Vado”. Incluso ha sido denominada como la diosa Kali
hindú, de los celtas irlandeses.
Realmente es una diosa compleja, al estar compuesta por una
Tríada como sucede con otros dioses o diosas celtas, pues el
número tres, es un símbolo de la Totalidad y la eternidad, entre
otras simbologías.

La Morrigan forma parte de una tríada con dos nombres más:


“Badbh o Bodb”, que significa “corneja” y “Macha” que
significa “llanura”. Es la misma diosa ctónica con diferentes
aspectos y facetas. Incluso se la relaciona con la “Gran Diosa
Blanca” “La Gran Madre”, “La Diosa Luna” “La Reina de las
Hadas”, que era Dana (Dé Ana) (Diosa Ana, o Anu), en su
aspecto más sombrío.
En este caso formarían la Trinidad del Destino con Dana, Badh
y Macha y en conjunto son llamadas “Las Morrigans o
Morrígna (plural)”, tres aspectos diferentes de la misma Diosa.
Pero dado que tratar de cada uno de sus aspectos (Badh,
Macha, o Dana, incluso Nemain) alargaría en exceso el
presente capítulo, nos centraremos en los aspectos de La
Morrigan más conocidos y destacados.

En el Libro de la Invasiones La Morrigan aparece como una de


las hijas de Ernmas, figurando entre los Tuatha Dé Danann y
siendo nieta del rey Nuada.

66
Ella es la divinidad cuya Providencia es anunciar la muerte en
la batalla y que asume con frecuencia la forma de un cuervo o
de una corneja.
En las leyendas irlandesas Morgan, es La Morrigan a la cual se
invocaba a la contienda por medio de una incitación de los
cuernos y carnyx de guerra o de los graznidos de los cuervos.
Los cráneos de los caídos en batalla eran llamados “las bellotas
de La Morrigan”, es decir, de la Diosa del destino humano. No
es la representación de la misma muerte, sino que es la
guardiana de la muerte.

Compañera ocasional de El Dagdah, es la figura emblemática


de la guerra. Fue amante de reyes, ayudó a los Tuatha dé
Danann en sus batallas. Está escrito que intentó seducir a
Cuchulainn, héroe celta, presentándose como una atractiva
joven, dado que éste era el mejor guerrero celta irlandés de una
época y quien repartía más muerte en sus combates.
Sin embargo, fue rechazada por éste, desdeñándola por acudir
al fragor de la batalla. La Morrigan consternada le atacó,
cambiando de forma; anguila, lobo, vaca, pero Cuchulainn
siempre la vencía, al final lo llevó hacia su destino. Descendió
sobre él, como mensajera de la muerte que es, en forma de
cuervo, cuando ya estaba herido a punto de morir, atado a un
árbol.
Se decía de ella, que cuando los guerreros celtas estaban en el
campo de batalla y veían o escuchaban a La Morrigan
sobrevolando, sabían que para algunos de ellos había llegado
el momento de trascender; Entonces daban lo mejor de sí
realizando todo tipo de actos heroicos, enardeciéndose en la
batalla y despreciando la propia muerte.

Se señala “trascender”, puesto que la muerte no significaba


para los aguerridos celtas un final sino un comienzo en el Otro
Mundo, “la mitad en el camino del Alma”. Lo peor en la
batalla, no era morir, sino caer prisionero o quedar tullido.
67
En la cultura Celta la muerte representa la trascendencia de la
vida y el inicio de un nuevo ciclo. Pero aún en este aspecto
sombrío, otorgaba una gran seguridad a los guerreros.
A la Morrigan, también la escuchaban arengando a las tropas y
se imitaban sus gritos que infundían además de ánimo en quien
los emitía, espanto en el rival.
La Morrigan, tiene la facultad de transformarse o mejor dicho
metamorfosearse, siendo su animal preferido para ello, el
cuervo o la corneja. Con este aspecto se presenta ante el “Donn
de Cuailnge”, avisándole que va a morir. Pero también puede
tomar apariencia de loba, anguila o vaca.
Pero sus profecías no siempre son mortuorias, sino que en
ocasiones sus sabios consejos son tenidos en cuenta, como
ocurrió cuando aconsejó al Daghda, para tratar con los
fomorianos, enemigos de los “Tuatha dé Danann”.

También es símbolo del amor carnal y hasta de cierta


promiscuidad sexual, pero carente en todo momento de culpa,
dado que los antiguos celtas no veían el sexo como algo de lo
que se debía sentir vergüenza propia o ajena, ni inmoral, ni
cargado de culpabilidad o vicio.
En una ocasión se presentó esta diosa, por Samhain, ante el
Daghda, dios de la Tribu y a horcajadas sobre un río
copularon. No en balde, es diosa de la fertilidad y del
emparejamiento, así como deidad soberana, identificándose y
uniéndose a la Tribu, a la Tierra de Irlanda en la simbología
del coito con el Daghda, Dios de la tribu.
Cuando aparece en los arroyos, lavando los ropajes de aquellos
que van a morir, como acaeció con Cuchulainn, es vista como
el heraldo de la muerte y es llamada el “lavador del vado”.
El nombre de esta Diosa lleva inmediatamente a pensar en el
del hada Morgana, reina de la Isla de Avalón y co-protagonista
en las novelas artúricas, a la que se asemeja en algunos puntos,
cuando menos en los aspectos de furor y de sexualidad. Pero la
Morgana artúrica proviene de un antiguo epíteto como
68
“morigena”, (nacida del mar), cuyo equivalente irlandés sería
“Muirgen”, y esto sería otra historia.

Otros de sus aspectos coinciden en señalarla, además de diosa


de la guerra, del destino y de la muerte, como diosa de ríos,
lagos y todo tipo de aguas dulces, en su conexión con el Otro
Mundo celta.

Otra deducción que podemos sacar de los atributos de esta


deidad, es la gran importancia y relevancia de lo femenino, en
todas sus facetas, en unas gentes que no obstante, dejaban
buena constancia de sus cualidades viriles, pero respetando el
papel femenino e incluso igualándolo al del hombre, en todos
los aspectos positivos o negativos. No en balde se dice, que
para la época en que vivieron, las mujeres celtas eran las que
estaban más en igualdad de condiciones entre los pueblos
paganos de aquellas épocas, por encima de griegos y romanos
específicamente, a los que se considera hoy en día, como los
civilizadores de la Europa “bárbara”.

Epílogo:

Así como La Morrigan, es capaz de transformarse, al seguidor


druídico, la proyección de esta divinidad, le incita al cambio,
aunque en ocasiones esta transformación sea dolorosa y suceda
tras sufrir desgracias, infortunios varios, dolores o caos
personales.
La muerte que profetiza “La Morrigan”, puede inducir a desear
dar muerte a viejos hábitos, creencias, dogmas, actitudes de
vida que impiden avanzar y crecer, con el fin de entrar en un
nuevo ciclo, como creían nuestros antepasados. La muerte a
parte de ser física, inclina a pensar que quizás sea necesario
experimentar diversas muertes simbólicas, a lo largo de la
vida, pero virtuosas, antes de acercarnos al Otro Mundo.

69
Los caminantes espirituales de la senda druídica, suelen llevar
bien alto el estandarte de “La Morrigan”, porque intuyen y
saben que el mundo actualmente está viviendo momentos
críticos en todos los niveles de la existencia como individuos,
como comunidades, como sociedades y como especie.

Ya se observa a “La Morrigan” sobrevolar las bóvedas celestes


de los espíritus humanos, anunciando que ya es tiempo de
trascender, transformarse, metamorfosearse, por medio del
desarrollo, del crecimiento personal, de las propias
experiencias y de la apertura de nuestra conciencia para
alcanzar niveles que no hemos concebido o intuido como
posibles hasta ahora o que hemos desechado, por creerlos
pasados de moda.
Así pues, no dejemos de observar el vuelo de “La Morrigan”,
cuando planee por nuestros firmamentos, quizá acabaremos
teniendo alas, y volando con ella.
Pues ella misma profetizó el fin del mundo de la siguiente
manera:

“Veremos un mundo que no me querrá; habrá veranos sin


pétalos, ganado sin leche, mujeres sin pudor, hombres sin
valor, conquistas sin ningún fin… Bosques sin árboles, mares
sin habitantes, juicios en falso contra hombres ancianos y
sabios, malos defensores corruptos, todo hombre, un traidor;
todo hijo, un ladrón. El hijo irá a la cama del padre, el padre
a la cama del hijo. Cada uno de sus hermanos lo será por ley.
No buscará a ninguna mujer fuera de su casa…En un tiempo
malo, la indecencia engañará a su padre, a su hermana
defraudará…”

70
La Diosa irlandesa Ainé

Ainé, patrona del Munster, la cual aún en nuestros días, es


venerada por algunos paganos de ese lugar irlandés. También
conocida como Knockayne o Ainé na gClair. Existe un nombre
asociado a este último y es el de una montaña del Munster, en
un lago llamado Gur, la montaña de Ainé o Knock Ainé. En
realidad no se habla mucho de esta diosa, en las leyendas, ni
entre los bardos, pero guarda su importancia, especialmente en
el folclore del Munster, donde aún hoy en día, en la noche del
solsticio de verano (Mean Samraidh) es venerada,
especialmente por los campesinos.

Esta divinidad es descendiente del dios conocido como


Manannan Mac Lyr, que era su abuelo, siendo su padre otro
Dé Danann, llamado Owell, aunque según otras leyendas, la
paternidad sobre Ainé va variando, pues refieren que el
ascendiente paterno era el druida Eogabail y el abuelo de ésta
deidad, Donn de Uisneach

Lo más característico de Ainé, es que es una bella diosa del


amor que inspira pasión a los humanos. También es una diosa
de los ganados, del sol y del fuego. Era al mismo tiempo una
diosa cerealística y una dispensadora de fertilidad. La devoción
a dicha deidad, ha permanecido muchos años desde sus
orígenes, incluso después de la llegada del cristianismo
especialmente entre las gentes de ámbito rural.

En dichos parajes aún en nuestros días, se efectúan procesiones


con antorchas de heno y paja, encendiéndolas y agitándolas de
noche por las colinas. Y entre los campos y pastos, ondeando
las antorchas sobre las cosechas y el ganado para llevarles la
buena suerte.
71
Hay leyendas entre la tribalidad del Munster, que aseguran,
que en no pocas veces se ha visto en silenciosa procesión a la
propia Ainé, al frente de una comitiva fantasmal dirigiendo
una procesión de antorchas fantasmagóricas. Pero estas
apariciones en vez de asustar a los locales, lo que hacen es
darle la seguridad protectora y benéfica de su diosa Knock
ayné, que vela por ellos, por sus cultivos y por sus ganados.

La diosa, asegura la leyenda, fue raptada y violada por un rey


del Munster, llamado Aililll Ollum, al que posteriormente ella
misma con sus Artes mágicas, destruyó, no sin previamente
cortarle una oreja.
A raíz de este ultraje, ella misma se impuso un “geis”, por el
que se obligaba a sí misma, a no emparejarse con hombre
alguno que tuviera cabellos canosos. Posteriormente se
enamoró, de Finn Mac Cumhall, el cual debido a un
encantamiento vio mudado el color de sus cabellos por canos.
Ayné aunque afligida, mantuvo su Geis y no yació con el
entonces joven y apuesto Finn.

Existe una confusión con esta diosa, pues en ocasiones por su


similitud fonética se la confunde con Anu, otro epíteto de la
Divinidad conocida como Dana.
También se narra en las leyendas otro idilio mortal de la diosa
con otro humano, un tal Fitzgerald, con el cual tuvo
descendencia.
Sobre esto es preciso anotar que en el siglo XI el monarca
irlandés Brian Boru, el que unió a toda Irlanda, dispuso que
toda familia irlandesa debía adoptar algún apellido con el
objeto de la correcta preservación de su historia y genealogía.
Cada familia tuvo libertad para elegir su apellido, que debía
referirse a alguno de sus ancestros y, por lo general, aquellas
tomaron como apellido el nombre de alguno de sus
ascendientes o del jefe del clan que se hubiera destacado por su
valor, sabiduría, o alguna otra virtud.
72
Así muchos añadieron a su propio nombre el de su padre, de su
abuelo, o de a1gún antecesor. En el primer caso anteponiendo
el prefijo "MAC" que quiere decir “hijo de” como el conocido
y legendario Finn Mac Cumhall y en los restantes el prefijo
"UA" después modernizado en O', que significa nieto o
descendiente, como O’Connor. Otros adoptaron el prefijo
"FITZ", que es sinónimo de "Mac".

73
La Diosa pancéltica Epona

El culto a la Diosa registrada en la Galia de nombre Epona,


vinculada al caballo y cuyo nombre deriva de la raíz celto-gala
“epo”, la cual a su vez proviene de la raíz indoeuropea “ekwo”
y en ambos casos significa caballo.
Es una diosa-caballo, o más bien yegua, su culto se halla
confirmado en la Galia y Britania y por dos inscripciones
seguras halladas en la Iberia céltica. Esta diosa siempre se
representa con sus complementos equinos, por ello su
iconografía se divide en dos grupos principales:

-El más importante son las pinturas de la diosa montada sobre


una yegua.
-En otras representaciones aparece antropomorfizada entre dos
caballos.

Realmente ella es la patrona de los caballos, que eran muy


importantes para los celtas en cuanto al transporte, la guerra, la
influencia, el prestigio, y la religión, pero también reflejó los
profundos misterios de la vida, de la muerte y del
renacimiento.
Como diosa lunar induce a los durmientes a soñar, pues su
cántico es tan dulce que puede incluso sumir en un sueño
perpetuo.

Es una deidad plurifuncional:

-Como deidad funeraria es protectora de las almas de los


difuntos a las que acompaña en su tránsito. El simbolismo de
la vida después de la muerte es caracterizado por ella con su
yegua y con la imagen de un hombre detrás de la diosa. Esta
imagen se ha interpretado como un alma humana que es
llevada al Otro mundo. También ha sido representada llevando
74
una gran llave, lo que muestra, en su aspecto psicopompo, la
habilidad de Epona para abrir las puertas del Más Allá.
Incluso, se la ha representado con un mapa o plano, como
tutelando el comienzo del viaje del hombre a través de la vida.

-Como favorecedora de la abundancia se halla vinculada a la


fertilidad y la familia, siendo por ello una divinidad doméstica
y familiar, también protectora de los animales domesticados y
tutora de la reproducción de las especies, tanto de la fauna
como de la flora, en especial de las domésticas.

-Como divinidad ligada a la soberanía, es protectora de los


jinetes, siendo figurada como una yegua que simbólicamente
debe aparearse con el soberano o caudillo de la tribu en un
ritual hierosgámico5 y místico para asegurar la prosperidad de
la tribu y donde la yegua (Epona) hace las veces de Diosa
Madre Tierra.

-Como divinidad sanadora se halla relacionada con


manantiales y fuentes, especialmente con las que poseían
propiedades salutíferas. De igual manera Epona se relaciona
con las Matres.

Homónimas de Epona existieron en otras áreas celtas como por


ejemplo en Gales, con la divinidad conocida como Rhiannon,

5 El hieros gamos celta, era un concepto teológico y espiritual, junto a un ritual que
celebraba la unión sexual sagrada o unas bodas sagradas entre la diosa de la
soberanía o de la Tierra con el rey tribal. Podemos considerarlo también como un
rito de fertilidad que busca recrear la unión del Dios tribal con la Diosa que
simboliza la Naturaleza, la Tierra o el país.

75
donde ésta fue símbolo de fertilidad, y además fue Reina del
Mundo Inferior, así como Diosa de la Muerte.

En el romance galés de “Pwyll, Príncipe de Dyfed”, se la


describe montada sobre un caballo blanco. En dicha historia, se
cuenta como Pwyll se enamora de Rhiannon y la persigue con
su caballo más veloz, sin poder darle alcance hasta que ella, así
lo desea y cede. Posteriormente ya casada con éste, tiene un
hijo llamado Pryderi, que desaparece al nacer.

Rhiannon es acusada de haberlo devorado y se le impone un


castigo que consiste en hacer las veces de yegua llevando a
cuestas a cuanto huésped se acerque al castillo-palacio de
Pwyll.

Como diosa lunar, Rhiannon en la Galia se conoció como el


nombre de Rigantona (Gran Reina).

76
La Diosa gala Bellissama

Belisama o Bellissama es una divinidad de los celtas galos y


britanos, relacionada con la diosa Brighid de los celtas
irlandeses y homóloga de la diosa Minerva romana, tal y como
indicó Julio Cesar. Interpretación que se ve amparada por las
inscripciones latinas de los galorromanos halladas en los
territorios de los celtas voconcios y en el municipio de Saint-
Lizier, en Francia que confirman la interpretación cesariana:
“Minerva Belisamae Sacrum”.
Belisama, significa la “muy brillante”, ya que la desinencia
“sama” es un superlativo, y en su acepción vendría a ser
considerada como “Reina de los Cielos”. Tan brillante es esta
Divinidad que se armoniza y acopla con Belenos, que es la
deidad benéfica solar. Estaba relacionada con los lagos, los
ríos, el fuego, el trabajo manual y la luz. Es la deidad matrona
del hogar doméstico, matrona también de los herreros y de los
artesanos del metal como la Brighid irlandesa.

Su consorte es Belenos y ambos, fueron siempre calificados


como deidades protectoras de las fuentes y manantiales
acuíferos.

Estando, los pozos asociados a la Diosa Madre, en la Galia la


tutela de estos pozos es administrada por Belisama, divinidad
que es de las aguas dulces que da nombre a varios ríos galos
como el Beauce.
Gala Belisama, más conocida posteriormente como la Lucina
romana y galo-romana, matrona de los nacimientos, vinculada
a la fecundidad, con serios indicios de haber derivado
ulteriormente hacia la Mère Lucine (onomatopeya Merlusine)
que sería posteriormente el hada “Melusina”, protagonista de
los subsiguientes cuentos franceses, ingleses o alemanes sobre
ésta.
77
Bellisama se halla vinculada a la conocida y famosa Cueva o
Gruta de Lourdes. Este lugar, cercano a los Pirineos franceses,
es atravesado por líneas de fuerzas telúricas, que conferían y
confieren unas subterráneas y fluyentes aguas virtuosas y
sanadoras, que en tiempos pre-cristianos fue un emplazamiento
de veneración a la Diosa Bellisama/Lucina, tutora de las Aguas
termales por su virtudes sanadoras.

Lourdes es una palabra de origen euskera, que se vincula con


Lorde que significa altura rocosa o roca alzada (¿túmulo o
menhir?). También existe la hipótesis que la palabra esté
vinculada a “ur”, que en lengua euskera (vasco) significa agua.
Lourdes fue una villa celta fortificada remotamente y la gruta
que hoy la caracteriza es denominada, desde que existe el
francés como idioma, como la gruta “de Massabielle”. Existe
un curioso juego de palabras entre Bellissamae (latinización en
genitivo, declinación como rosa-rosae) y Massabielle, como
recalca un investigador de los celta y lo druídico, llamado
Patrick Giuliano, pues ambas palabras contienen las mismas
letras, en orden diferente. ¿Casualidad o causalidad?

Yann Brekilien, en su libro sobre “La mythologie celtique”,


nos refiere sobre Belisama;

“Hemos visto también que la Gran Reina, encarnación de la


Maternidad, es al mismo tiempo la triple Brigitte (Brigantia),
la adorable diosa de la fecundidad. Sabemos que las figuras
míticas de Boann, de Eithné, de Etaine, no son más que
aspectos de esta divina Brigitte. Pero es otro nombre bajo el
cual ella era objeto de un culto ferviente; es el de Belisama,
que significa “La Muy Brillante”. (Dama Blanca). Es
Belisama quien preside el artesanado, las bellas artes y las
actividades femeninas. Ella es igualmente la santa patrona de
los manantiales termales. Ella posee las cualidades de
sanación…Ella es siempre representada con armas y tal vez en
78
compañía de Marte, lo que testimonia que ella presenta
también un carácter guerrero”.

Oración a Belisama que aparece en el libro “La tradición


mágica de los celtas” de Marc Questin.

O Brillance de la lumière Douce beauté Qui inspire les rêves


Et console les âmes égarées. Dame Très Noble et Parfaite Toi
qui chante dans le rire des jeunes Et qui réchauffe le coeur des
anciens. Etoile du matin Grande Reine des Celtes, Devant toi
je m'incline, Verse en mon coeur le Soleil de ton Divin Sourire,
Rouge de la grande science qui illumine, Qu'il emplisse mon
âme Afin qu'elle brûle de Ta Royauté Sacrée Pour mieux te
vénérer, Verse en mon coeur Ton calice de Souveraineté. O
Bélisama, Awen !

Traducción;

Oh brillo de luz. Suave belleza que inspira los sueños y


consuela las almas perdidas. Dama muy noble y perfecta, tú
que cantas en la risa de los jóvenes y que templas el corazón
de los ancianos. Estrella de la mañana. Gran Reina de los
Celtas. Ante ti me inclino. Vierte en mi corazón el Sol de tu
Divina sonrisa, roja de la gran ciencia que ilumina, que llene
mi alma, para que arda de Tu Realeza Sagrada. Para mejor
venerarte, vierte en mi corazón tu cáliz de Soberanía. ¡Oh
Belisama!
Awen.

La tradición mágica de los Celtas,


Marc Questin

79
Las Matres (Modron en Gales)

Las Matres son un concepto de Divinidad femenina triádica,


fundamental en las creencias espirituales de los celtas y
germanos y que a su vez es legado del Neolítico y de los cultos
matriarcales más remotos.

Se las personifica habitualmente en triadas y con canastas o


recipientes repletos de frutas y frutos naturales variados; pan,
monedas y con los conocidos cuernos de la abundancia.
También son representadas como matronas que sostienen a
niños pequeños sobre sus regazos.

Las Matres simbolizan la maternidad, los ciclos naturales de la


Madre Naturaleza, de la fertilidad de la Tierra y de la
fecundidad de los animales, así como de la proliferación de la
flora.

Así mismo en su faceta maternal, son preservadoras y


guardianas de la vida humana, así como protectoras del hogar
y velan por la prosperidad y la salud de la tribu, del clan y de
la familia, especialmente de los niños.

No solo protege la existencia de los vivos, sino que cuando


éstos fallecen, es también protectora de las almas de los
difuntos en su viaje a las esferas del Otro mundo

80
El simbolismo de las figuras de las Matres, debe ser entendida
también como Una Divinidad Triple. Es decir, la
simbolización de una figura de las Matres, es una expansión de
la Diosa Madre, o Madre Naturaleza, en la cual su esencia
primordial se reparte en hipóstasis. Podría decirse que es una
Esencia Primordial representada como Tres Deidades, que
reflejan tres aspectos de una misma Entidad Divina.

Las Matres, a su vez, conforman una trinidad divina que


alegoriza tres fases de la feminidad: adolescente (virgen),
hembra adulta (fertilidad) y anciana (pauperio), y que a su
vez, se relacionan con las fases lunares; creciente, llena y
menguante.

También se vinculan con una Divinidad Lunar que regulan el


calendario celta, el ciclo de las mujeres, la lluvia y las mareas.
Asimismo, las Matres se hallan vinculadas a lo subterráneo
81
pues la Naturaleza a la que alegorizan está repleta de
concavidades naturales, cuevas y grutas que son el seno y útero
de la Madre Naturaleza.

Por tanto, entre sus aspectos trinos, se pueden también anotar


la función que desempeñan al estar asociadas a las Aguas
Primordiales, sean éstas las manifiestas en la Madre
Naturaleza, ríos, fuentes, lagos, etc., sean las aguas que
circundan a cualquier ser en la matriz de su Madre.
Justo por esto, los descubrimientos iconográficos de la Matres
han sido encontrados principalmente en lugares con
manantiales minero-medicinales, termales y de aguas
salutíferas.
En la céltica peninsular (España y Portugal) se han hallado
más de quince inscripciones, iconografía y referencias a las
“Matres” en muy diversos lugares.

82
Sobre la Heroína de leyenda “Scatagh”

Scáthach, Scota, Scatha, Sgàthach an Eilean Sgitheanach,


o Sgathaich, hija de Ard- Greimne de Lethra, hermana y rival
de Aoiffe, es una de las heroínas guerreras más legendarias de
la mitología celta irlandesa y escocesa, cuya figura despunta en
el Ciclo mitológico del Ulster como maestra y entrenadora en
las artes bélicas y marciales de héroes celtas irlandeses como
Cuchulainn, Ferdiad, Loegaire, Conall Cernach, o Conchobar
Mac Nessa.
Su morada ubicada en el Nord-Oeste de Escocia, en la Isla de
Skye, fue conocida como “Dún Scáith” (Fortaleza de las
Sombras).
Célebre por su papel activo como luchadora, algo oscura e
instructora de tácticas marciales, vinculada al Mundo de las
Sombras, es considerada la Maestra Regente, (también
conocida como “la Sombra”) de una comunidad de mujeres
iniciadas en dichas Artes, como su propia hija Uatach, que
enseñaban a los jóvenes seleccionados variadas Artes, los
cuales, en buen número de ellos, abastecían las filas de las
Legiones Rojas. La leyenda cuenta que también Finn Mac
Cumhall fue uno de sus discípulos, así como el hijo del firbolg
Daman, llamado Ferdiad, gran amigo de Cuchulainn, que por
avatares de su vida, posteriormente sería muerto por éste
último.

Scatagh es la más hábil y diestra tanto en las Artes del combate


cuerpo a cuerpo, como a distancia, siendo la que inició y
enseñó a Cuchulainn durante un año y un día, técnicas de
combate, así como hechizos variados para construir armas
mágicas y eficaces. Fue ella misma quien le regaló al héroe del
Ulster, la famosa y eficiente lanza “Gae Bolga”, que debía ser
lanzada con los pies y una vez clavada en cuerpo enemigo
83
soltaba una nueva carga de dardos que destrozaban el interior
del cuerpo del rival.

También Scatagh se perfila como “Maestra Sexual”, educando


carnalmente a sus huéspedes a través de sus artes y técnicas
amatorias. Su morada habitual estaba en la mayor de las Islas
Hébridas interiores ubicadas en Escocia, protegida por el
“Puente de los Saltos”, el cual al ser pisado en uno de sus
extremos se alzaba y devolvía al punto de origen a aquel que
intentara pasarlo y si se saltaba sobre él se perdía el equilibrio
y se caía a un abismo donde criaturas y monstruos le esperaban
para devorarlo.

Scatagh, recibió por parte de sus devotos admiradores algunos


epítetos que indicaban su condición de heroína guerrera, así
éstos la llamaron “Scatagh Nuamaind” (La Invencible) o
“Scatagh Buanand” (La Victoriosa). La imaginación popular
celta la caracterizó como una mujer guerrera de cuerpo
formidable y gran hermosura, curiosamente sin edad definida,
no siendo demasiado alta, pero irradiando una fuerza
sobrenatural, más característica de una semi-diosa que de una
mortal. De miembros perfectos, con músculos sólidos pero sin
perder la feminidad y con cabellos abundantes de rojo ardiente.
Usando siempre utensilios y vestimentas de guerra sobre su
piel desnuda. Tuvo como rival a su hermana Aoiffe a la que
venció en un combate contando con la ayuda del héroe
Cuchulainn. Dicha guerrera tras ser vencida en combate se
convirtió en amante del héroe.

Otro de los personajes conocidos que fue residente en la


“Fortaleza de las Sombras” (Dún Scáith) fue una de las hijas
de Scatagh, la bella Uathach, nombre que significa “espectro”,
cuyo deber en los dominios de Scatagh era el de servir la
comida a los estudiantes del lugar que tutelaba su madre.

84
También fue amante de Cuchulainn durante un breve período
de tiempo y anteriormente a Aoiffé.

La fortaleza “Dún Scaith”, también poseía su propio sanador,


un tal Osmiach, gran conocedor de pociones sanadoras que
curó, ─ según la leyenda─ a Uathach de una herida en el dedo,
causada por Cuchulainn.

Aunque el habitante más insigne en los dominios de Scatagh,


fue sin duda el portero y paladín llamado Cochar Croibhe,
maestro en todas las armas y destacado lanzador de lanzas y
jabalinas. Éste fue muerto en una disputa a causa de la herida
en el dedo de Uathach, por el propio Cuchulainn.

Concluyendo, podemos observar en la rica mitología celta


irlandesa, a una arcaica figura Protectora y Forjadora de
hechizos como es Scatagh, recordando el Principio femenino
tutelar, que se muestra como liberador, educador, iniciador de
artes guerreras, conocimientos mágicos y hasta sexuales.

Es la Campeona Scatagh, la Maestra que enseña, instruye,


educa etc, que tanto puede ser temible como protectora,
ocupando un alto lugar en el mito celta pre-cristiano, antes de
que fuera depuesta con la introducción de los cultos cristianos.

85
Ataecina-Ataegina-Adaecina-Attegina

Diosa celtíbera venerada en la península llamada ibérica, de la


que se han hallado hasta 36 inscripciones con sus nombres o
epítetos dentro de las variedades dialectales de las lenguas
célticas; Adecina, Attegina, Adaecina, Adegina, etc. También
conocida como Ategina o Ategena cuyo término proviene de
una raíz celta que vendría a significar “Nacida de Nuevo o
Renacida”. Al parecer, estamos ante una Divinidad de los
lusitanos, vettones, beturios célticos y carpetanos, aunque
también traspasó el ámbito céltico, introduciéndose en los
cultos de los pueblos íberos peninsulares y cuya devoción se
mantuvo hasta el siglo III de la EC. Ataecina es la segunda
diosa de la céltica hispana que tiene más epígrafes dedicados.

Algunos historiadores y arqueólogos como el barcelonés Juan


Maluquer, apuntaron la posibilidad de que esta divinidad fuera
de origen pre-celta, indoeuropeo, cuyo culto fue introducido
por pueblos norte-pirenaicos, llegados a la meseta occidental
en la edad del Bronce. Aunque dicho arqueólogo especializado
en la prehistoria, señala que esta divinidad sería la
reminiscencia de una gran deidad femenina funeraria
megalítica:

“la diosa de los ojos claros, de mirada penetrante y profunda,


a la que nada escapa, es no solo la protectora de los muertos,
sino la patrona de la resurrección y de la vida eterna”

Juan Maluquer de Motes. “Andalucia y Extremadura”

Es diosa de Naturaleza la cual renace cíclicamente, pero


también lo es de la fertilidad de la tierra y de la germinación de
las semillas, así como de la curación, ya que en muchas
86
inscripciones se ha
encontrado el apodo de
“servatrix”, es decir,
“conservadora de la
salud”.

Podría ser comprendida


como diosa agrícola y
ectónica, vinculada al
Inframundo celtíbero,
cuyo árbol alegórico sería
el ciprés y el animal
sagrado vinculado a ella
sería la cabra, ya que han
sido hallados exvotos
caprinos en sitios
concernientes a dicha
deidad.

Los romanos la equipararon a la Proserpina latina, y los


cartagineses la compararon con la Tanit púnica, aunque
algunos investigadores afirman que es la misma deidad que la
diosa Mari de la mitología vasca. Es también una divinidad
cuyo culto se halla estrechamente vinculado al mundo
subterráneo y profundo: a los nacimientos de los ríos y fuentes,
a las raíces de árboles y plantas, a las minas y grutas naturales,
a todo aquello que hace referencia a lo que es telúrico, siendo
por ello también considerada una divinidad lunar.

En las inscripciones halladas es curioso constatar como los


demandantes solicitaban de la misma manera tanto su
bendición o la sanación de diversas dolencias, como
maldiciones ante agravios personales, que podían ir desde
demandar una enfermedad ligera para el ofensor, hasta pedir la
muerte del transgresor o delincuente. En este contexto dichas
87
inscripciones, tienen un carácter de “defixio” o “catadesmos”
(texto de maldición)

Se supone que su centro principal del culto se encontraba en la


ciudad de la Beturia céltica de Turóbriga, la cual se afirma que
se ubicaba en algún lugar incierto del término municipal de
Aroche (Huelva).

Nabia o Navia

Se debate entre los historiadores, sobre la procedencia del


culto a Nabia. Algunos investigadores afirman que es pre-
céltico, aunque de origen indoeuropeo y otros afirman que
proviene de la cultura de los campos de urnas e incluso de la
cultura celta de La Têne. En cualquier caso, es una Divinidad
con varias funciones que fue venerada entre las tribus celtas
galaicas, las astures, las vettonas y los pueblos lusitanos. La
filóloga Blanca Prósper, afirma que Nabia significa “valle”.

Se halla vinculada esencialmente a los valles frondosos,


bosques profundos y montañas por donde transcurren ríos,
considerados éstos como aguas sagradas y salutíferas. Es tutora
de las tribus y por tanto su protectora, tanto en la paz como en
la guerra. Y es en este contexto donde adquiere un carácter
como deidad asociada al combate, similar a la Morrigan
irlandesa o a la Andarta britana. Es también símbolo de
fertilidad.

Trebaruna

Otros formas dialectales de su apelativo son; Trebarune y


Trebaronne.

Trebaruna es otra deidad femenina galaico-lusitana, cuyo


nombre proviene del celta y podría significar "hogar secreto",
88
de sus dos raíces “Treb y Runa” por lo que se ha deducido que
podría tratarse de una diosa encargada de la protección del
hogar.

Algunos estudiosos han deducido que esta Divinidad, era


tutora de grupos humanos más numerosos como la tribu o el
clan y de ciertas fratrías guerreras, por lo que también como
Nabia, ha sido asociada a diosas eminentemente guerreras
como la Morrigan celto-irlandesa, por lo que se relaciona con
la muerte noble en la batalla o como dirían algunos con la
“bella muerte”. Como protectora de tribus o clanes, lo fue de
los lusitanos Igaeditanos.

Sin embargo, otros investigadores aducen que el término


“aruna” indicaría un curso de río pequeño como un arroyo, una
fuente o un manantial local y por ello también se la ha
vinculado a las corrientes de agua o manantiales.

Basándose en dichas interpretaciones lingüísticas, su nombre


vendría a significar “fuente del pueblo” o que “tiene una fuente
por hogar”.

Trebaruna es pues una diosa soberana que se emparienta con la


divinidad galaico-lusitana de Reue, de la que es su pareja
divina, relacionada esta última con el Taranis celto-galo.

Trebopala

Existe un vocablo, que algunos investigadores opinan que está


relacionado con Trebaruna y otros consideran que es un
término para designar un objeto, como es Trebopala.

Hablar de Trebopala, es céltica y espiritualmente importante,


dadas las aportaciones que ofrece a las creencias célticas
peninsulares, si acaso fue una diosa, o sobre la palabra en sí, si
89
acaso fue un objeto. Los que defienden que es una divinidad
local, emparentada con Trebaruna, afirman que es una deidad
de los celtas Callaecos, que ejerce las funciones de única Diosa
Madre.

En dicho contexto la palabra de Trebo-Pala, significaría


“Protectora del Pueblo o Tribu”, donde el vocablo “Pala” es
traducido como “protector”.

Entonces tendríamos a una Diosa Madre generalizada, de tres


aspectos pero de una sola esencia divina, madre tribal no solo
de la tribu de los callaecos, sino de vasto culto territorial,
aunque con otras advocaciones distintas, pero procedente de
antiguos cultos matriarcales.

Como Madre de la tribu, se acopla (simbólicamente) con el


jefe, caudillo o regente de cada territorio, en metafísico y
mítico enlace, que se recrea en los ciclos estacionales, en los
diferentes ritos solsticiales y equinocciales e incluso en la
elección de un nuevo jefe tribal.

Como Madre protectora de la tribu, sus miembros son sus


hijos, y por tanto, los cuida y vela por ellos, incluso en el viaje
de sus almas a las fronteras del Más Allá. Tiene pues, un
carácter también psicopompo.

La Diosa de la Piedra y las Montañas, llamada Trebopala es


pues, la Madre de la tribu de los “callaecos”.

Por otro lado, tenemos que si “Trebopala” es un vocablo para


designar un objeto, tal y como se han hallado inscripciones
sobre altares de piedra de los antiguos “callaecos”, vendría a
traducirse “Trebo” (tribu, pueblo) y “pala” designaría un “altar
de piedra, o simplemente “piedra” e incluso “piedra protectora
de la tribu”. En este contexto se vincula a la famosa piedra de
90
la mitología celto-irlandesa conocida como “Lia Fail”, que
grita bajo el guerrero escogido como rey, y entonces, dicho
altar o piedra del destino, se convierte en un canal espiritual
que conecta a la Diosa Madre con el soberano por ella
designado y por ella revelado.

Una piedra que a modo de canal espiritual se yergue en cada


poblado o tribu donde existe un soberano como símbolo físico
de la alianza entre la Madre Tierra y la tribu, cuyo portavoz es
el rey.

Arentia y Arentio

Poco se sabe de Arentia y de Arentio, también llamados “los


dioses gemelos”. Se conoce que son un par de divinidades que
la mayoría de las veces se representan juntos. Venerados en la
Lusitania y entre los celtas Vettones, son una pareja divina de
carácter sanador y terapéutico, protectores de los clanes y
especialmente de las familias.

Aervina-Erbina-Ervina

No existen tampoco muchos datos sobre las peculiaridades de


esta divinidad venerada en la actual provincia de Cáceres y
cuyo culto sería contemplado entre los antiguos lusitanos. Si
bien, en las Germanias existe una inscripción en la que se
invoca a una Divinidad de similar nombre, denominada
“Ardbinna”.

Con dicho dato, algunos investigadores opinan que es la


misma divinidad de la península y haciéndose eco aun de las
apreciaciones vertidas por la historiadora Françoise LeRoux,
manifiestan que la Aervina peninsular y la Ardbinna
germánica, son ambas advocaciones de la diosa Arduinna galo-

91
belga y ésta a su vez, y siguiendo sus deducciones, un epíteto
de la gran diosa Brigitt (Brigantia).

Coventina- Conventina-Covetina-Covventina

En el caso de la céltica peninsular (España y Portugal), se


hallaron dos altares con polémicos indicios de estar dedicados
a la diosa Coventina con el nombre de Convetene, Cuhvetena,
Cohvetena, en el área de los celtas brigantes, (por la provincia
de Lugo). Sin embargo, algunos pocos investigadores afirman
que estas inscripciones en las dos aras de Galicia, no están
dedicadas a la diosa Coventina, sino a un supuesto dios
masculino, denominado Cohue.

Si fuese Coventina, resumidamente podría decirse de ella que :

Entre las antiguas deidades acuíferas de los celtas, la diosa


triple Coventina es una entidad benéfica y sanadora, que ocupa
sin duda un lugar muy destacado entre las deidades salutíferas.
El culto y veneración a esta Divinidad, fue vasto, pues
vestigios e indicios de su culto se han hallado en Britania,
Galia y Celtiberia, siendo el más importante hasta la fecha el
que se admite fue el culto de los britanos y legionarios
romanos de procedencia germánica, destinados en Britania del
Norte.

Ilurbeda

Esta divinidad venerada por vettones y lusitanos, es una


entidad vinculada al ámbito laboral, concretamente al trabajo
en los yacimientos, canteras y explotaciones mineras de cobre,
oro y zinc. Lo curioso de esta divinidad, es que por la raíz de
su nombre, parece más una deidad original de la zona íbera
que de la celta o celtizada. No obstante, algunos investigadores
afirman que la diosa Ilurbeda era una entidad tutelar,
92
protectora de caminos abruptos y desfiladeros, guardiana de la
integridad de las personas y animales que se aventurasen por
dichos escabrosos senderos.

Por lo demás, existen aún otros nombres de divinidades


femíneas que al parecer tuvieron una veneración supra-local,
siendo veneradas entre diferentes tribus, como fueron, Toga,
Laneana, Munis y algunas otras, pero desafortunadamente no
existe documentación, ni hallazgos arqueológicos que
acrediten sus funciones o caracteres.

FIN

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Bibliografía consultada

• -La Mujer Celta, Mito y Sociología, Autor: Jean


Markale. Ediciones MRA s.l. 2005.
• -Leabhar Ghabhala (El Libro de las Invasiones)
Edición de Ramón Sainero. Ed Akal S.A.1988.
• -Druidas, El Espíritu del Mundo Celta. Autor; Peter
Berresford Ellis. Oberon Grupo Anaya S:A. 2001
• -Diosas y Hadas. Autora:Jennifer Heath. Javier
Vergara Editores 2001
• -El regreso de la diosa. Autor: Luis G. de la Cruz. Ed
América Ibérica S.A
• -Leyendas Celtas- Cú Chulainn. Traductor: Jorge
Fondebrider y Gerardo Gambolini. Editor; Javier
Vergara Editor. 2000
• -La Diosa Blanca. Autor: Robert Graves. Alianza
Editorial
• -Los Druidas. Autor: Christian J. Guyonvarc’h y
Françoise Le Roux. Abada Editores 2009.
• -Mitos celtas. Autor: Miranda J. Green.
• -Geographica Liber III. Autor: Strabon.
• -The Magic Arts in Celtic Britain; Lewis Spence,
• -The Religion of Ancient Celts,J. A. MacCulloch
• -Belissama ou le oucultisme celtique. Ernest Bosch
• La mythologie celtique. Yann Brekilien
• -Los dioses celtas con forma de animales. H A.
Jubainville
• -Los dioses de la Hispania céltica. J.C.Olivares
Pedreño.

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