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René Descartes y su Discurso del método

Luego de finalizar sus estudios académicos Descartes se da cuenta que tiene más dudas que certezas. Descartes
comienza por dudar de todos los datos entregados por los sentidos y de todos los datos grabados en su memoria.
Mientras piensa esto comprende que él mismo que es quien está pensando todo esto, necesariamente debe ser
algo. Llega así a su primera máxima: “pienso, luego existo”.
Este pensar es la naturaleza misma del alma humana y es de una naturaleza absolutamente distinta a la del cuerpo
y existiría aunque el cuerpo no existiera. Continúa su razonamiento al darse cuenta que en este pensar duda y que
debió haber aprendido a pensar en algo más perfecto que él mismo o sea Dios.
Decide, entonces, analizar todos sus conocimientos, conservando los correctos y descartando los falsos. Para esto
elabora un método que consta de las siguientes cuatro reglas:
-No aceptar nunca cosa como verdadera que no la conociese evidentemente como tal.
- Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible y como se requiriese para
su mejor resolución.
- Conducir ordenadamente los pensamientos, comenzando por los objetos mas simples y fáciles de conocer para
ascender poco a poco, hasta el conocimiento de los más complejos.
- Hacer en todas partes enumeraciones tan completas y revistas tan generales que estuviese seguro de no omitir
nada.
Mientras se ocupa de este trabajo se elabora una moral provisional para moverse en el mundo, que está compuesta
a su vez por tres máximas: Obedecer las leyes y costumbres de su país, conduciéndose en el resto de las cosas por
las opiniones más moderadas, ser lo más firme y resuelto que pudiese en las acciones, y no seguir con menos
constancia las opiniones más dudosas y tratar de vencerse siempre a sí mismo antes que a la fortuna.
Al comenzar a dudar de todos los datos entregados tanto por los sentidos como por la memoria, explica su primer
descubrimiento. Mientras en su pensamiento va dudando de todos los conceptos que le habían sido inculcados se
da cuenta que, él mismo que está dudando debe ser algo y enuncia “pienso, luego existo”. La naturaleza misma
del alma humana es este pensar que, existiría aunque el cuerpo no existiera, esto lo lleva a la conclusión de la
existencia indubitable del alma.
Luego, explica, que en su pensar hay, sin embargo, duda y que él puede pensar en algo más perfecto que él mismo
que sería la certeza absoluta y como este pensamiento no puede surgir de algo imperfecto debe, por lo tanto,
provenir de algo más perfecto que el alma humana, es decir, Dios.
Afirma así, en este capitulo, la existencia del alma humana y de Dios.
Posteriormente explica que existen leyes impresas por Dios en el alma humana y en todo lo que existe, que no
pueden dejar de cumplirse y que, si en un mundo imaginario, Dios dispusiese la materia del modo más
desordenado, por el solo hecho de cumplirse estas leyes se terminarían formando los planetas, los cielos, los
cometas, etc. tal cual como los conocemos.

Diego Alonso Palacios Sánchez


Crítica de Mario Bunge a la economía neoclásica

La economía ortodoxa ha sido cuestionada desde distintos ámbitos y desde distintas disciplinas.
Bunge expresa que es improbable que estudiantes de economía y de gestión empresarial usen la microeconomía
neoclásica para abordar algún problema económico en la vida real y opina que "el hecho de que la teoría haya
permanecido intacta durante más de un siglo, pese al significativo progreso de otras ramas de la ciencia social,
constituye un claro indicador de que es pseudocientífica"
Para Bunge la microeconomía neoclásica como economía ortodoxa es pseudocientífica y conceptualmente difusa
e inmune a la falsación empírica, además considera que al estar formulada en términos matemáticos y rigurosos la
teoría de enfoque neoclásico posee una "brillante apariencia científica".

Sin embargo no estudia sistemas económicos reales, ignora la historia y todas las restricciones macrosociales y no
se preocupa por el medio ambiente o las generaciones por venir. Asimismo no da cuenta de la formación de los
precios o el dinero, no explica la inflación o la estanflación, no predice de manera exacta las expansiones y
contracciones económicas e ignora fuerzas como sindicatos, monopolios, empresas multinacionales, el Estado
omnipresente y la clase dirigente militar.1

Para él aquel concepto de laissez faire no es un lema ideológico aislado: se trata de la consecuencia lógica de
dos dogmas que se mantienen de forma acrítica, pese a los cambios en la realidad económica desde que Adam
Smith (1776) publicó su gran obra. Estos dogmas son los principios de que el único objetivo de la actividad
económica es el beneficio privado; y el mercado libre (no regulado) se autorregula, es decir, está siempre en
equilibrio o cerca del mismo, por lo que, sin duda, toda intervención tendrá en él un efecto perjudicial.

Argumentos filosóficos

El análisis filosófico de Bunge, y por tanto la crítica, a la economía ortodoxa se centra en la exposición de
principios filosóficos tácitos sobre los que descansa: una ontología individualista (la tesis de que sólo los
individuos existen y que las entidades colectivas - tales como las naciones - son ficciones de la imaginación), una
gnoseología acientífica y una ética individualista (ligado a una consigna egoísta: todos para sí). Asimismo de
presuposiciones que la apoyan y que no han sido sometidos a comprobaciones empíricas por haberse tenido por
obvios, las cuales son:

Todos los recursos naturales son inagotables o reemplazables.


Todos los seres humanos son básicamente egoístas.
Todos los seres humanos son económicamente racionales.
Toda acción económica tiene una utilidad precisa.
Todos los individuos y todas las empresas intentan maximizar sus utilidades esperadas
La propiedad privada es o debe ser tanto ilimitada como inviolable
Todos los medios de producción, comercio, transporte, comunicación y finanzas deben estar en manos privadas.
Economía=mercado=capitalismo
Los mercados libres son autosuficientes y se autorregulan
Los precios suben y bajan con la demanda en un mercado libre
Todo mercado libre está en equilibrio o cercano a él
El mejor orden social es el que dispone del mercado más libre
El mejor mercado es el que puede crecer sin límites
Los hombres de negocios no tienen obligaciones morales
Le corresponde al Estado proteger los intereses privados.

Diego Alonso Palacios Sánchez

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