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LA TÁCTICA INDIVIDUAL EN EL JUEGO COLECTIVO

Xesco Espar
INEF - Universidad de Barcelona

1. La táctica individual y la acción táctica

Los jugadores, durante los entrenamientos y partidos, realizan infi-


nidad de acciones complejas: correr, saltar, lanzar, frenar, cambiar de
dirección, esquivar, etc. Sus movimientos, sin embargo, no están ais-
lados del resto sino que dependen de una gran cantidad de factores a
los que el jugador tiene que prestar atención: adversarios, compañeros,
balón, portería, árbitros, marcador, público…
Los entrenadores debemos ayudar a poner orden a todo este mare-
magno de informaciones que recaen sobre los jugadores, de forma que
puedan pensar y actuar de la manera más adaptada y acertada posible.
Mediante el entrenamiento de la técnica y táctica individual el jugador
puede conocer los elementos más relevantes del juego, prestar atención
y resolver acertadamente cada vez que analiza e interpreta el entorno
en que se encuentra.
Si analizamos detalladamente estas acciones podemos observar la
actuación de los jugadores en tres momentos diferentes:
––cuando percibe la información
––cuando elabora la información y decide lo que tiene que hacer
––cuando realiza aquello que ha pensado
La mayor parte de la información la perciben los jugadores medi-
ante la vista. Aunque algunas veces los jugadores presten atención a
las señales sonoras de los árbitros y compañeros, o a las sensaciones de
presión táctil, en situaciones de proximidad del oponente, las señales
visuales son las más importantes para aprender a actuar con corrección.
Por este motivo es importante el trabajo del campo visual, colocando
los jugadores en situaciones exigentes desde el punto de vista percep-
tivo y requiriéndoles concentración durante los entrenamientos.
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La información recibida por la vista es seleccionada en un primer


momento gracias a la atención, con el objetivo de no dar al cerebro
un exceso de información. Los buenos jugadores aunque ven muchas
cosas sólo se fijan en los detalles de aquello más importante.
La información seleccionada es comparada con la de algunos esce-
narios anteriores que hayamos resuelto. En el caso de encontrar alguno
similar, adoptamos la solución que en un pasado nos dio buen resul-
tado. Si no conocemos ninguna, porque se trata de un escenario nuevo,
entonces hacemos una propuesta combinando varias de las respuestas
(o parte de ellas) que en aquel momento consideramos más parecidas
al contexto de juego planteado.
Una vez hemos decidido lo que haremos, para resolver gestual-
mente la acción de juego, repetimos el procedimiento con nuestro re-
pertorio de gestos técnicos. Es decir, volvemos a buscar alguna situa-
ción pasada que nos haya dado resultado. Si la tenemos, la usamos, y si
no, con nuestra coordinación, improvisamos una acción nueva.
Desde esta forma de entender la actividad de los jugadores de ba-
lonmano, la técnica está relacionada con la forma en que hacemos las
acciones, y la táctica está relacionada con la toma de decisiones, al es-
coger realizar una acción y no otra.
Aunque hemos visto una explicación muy simplificada sobre cómo
piensan y actúan los jugadores, la situación real no es tan sencilla: las
acciones no se realizan de manera aislada sino que se encadenan unas
después de las otras. De hecho, los buenos jugadores expertos, mien-
tras están realizando una determinada acción, ya están evaluando su
entorno y están decidiendo cuál será la siguiente que harán. Eso sólo es
posible cuando los jugadores son capaces de independizar la vista del
control de la técnica, de manera que no les hace falta mirar sus movi-
mientos para controlarlos, sino que el control de estos recae sobre los
sentidos interoceptivos (especialmente el kinestésico)
De todas las informaciones en que el jugador se tiene que centrar,
hay dos que destacan por encima de las demás:
––la acción de los adversarios,
––la acción de los compañeros.
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2. Las categorías de táctica individual

2.1. El uno contra uno

El principio de responsabilidad individual hace que cada jugador


defensor se tenga que preocupar de la vigilancia de un atacante y al
revés, cada atacante intente escaparse del marcaje de un defensor. Es
decir, aunque el juego se desarrolla entre dos equipos de seis jugadores,
en un 6x6, su estructura interna se puede entender desde la perspectiva
de la táctica individual, como seis unos contra unos. La táctica indivi-
dual es entonces la clave para resolver estos 1x1.
El 1x1 es la relación que se establece entre un jugador atacante y su
defensor, y viceversa. También lo podemos hacer extensible al duelo
entre un lanzador y el portero.
El 1x1 es una parte fundamental del juego y un contenido muy im-
portante durante la formación y entrenamiento de los jugadores, ya que
desarrolla el aspecto técnico, táctico y psicológico simultáneamente.
La capacidad de escoger entre los diferentes elementos técnicos y de
saber llevar la iniciativa en el juego es un requisito indispensable en los
jugadores expertos.
De cara a ofrecer herramientas a los jugadores, se tiene que es-
tructurar el 1x1 desde los diferentes roles que puede tener un jugador
cuando está en el terreno de juego. De esta manera, ocupe el rol que
ocupe, siempre tendrá opciones de saber qué hacer. Estas cinco pers-
pectivas o roles que puede desarrollar un jugador son los siguientes:
––atacante con balón,
––atacante sin balón,
––defensor del atacante con balón,
––defensor del atacante sin balón,
––portero.

2.2. La estructura del juego a través de sus fases

Dentro de un partido de balonmano podemos observar que de forma


cíclica se van reproduciendo unas secuencias por cada equipo, en las
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que éstos se comportan de forma característica; el ataque y la defensa.


Estas son las dos fases principales del juego.
Un equipo se está en la fase de ataque cuando alguno de sus juga-
dores se encuentra en posesión del balón. La finalidad del equipo que
ataca es la de marcar gol en la portería adversaria. Por el contrario, un
equipo está en la fase de defensa cuando el balón está en posesión del
equipo contrario. La finalidad perseguida por sus jugadores será la de
evitar que el equipo contrario le marque un gol. Estas dos fases se re-
producen de forma inmutable.
Si observamos con más detalle esta secuencia, podemos detectar
entre la fase de la defensa y la del ataque, otras dos subfases signifi-
cativas: el contraataque y el repliegue. Efectivamente, justo después
de recuperar la posesión del balón, la mayoría de equipos intentan sor-
prender rápidamente a los adversarios antes de que se organicen en la
fase defensiva. Es decir, dentro de la fase de ataque podemos observar
otra fase que supone el intento de conseguir una situación de ventaja de
lanzamiento poco tiempo después de haber recuperado el control de la
pelota: la fase del contraataque.
Tal como indica la lógica de la dinámica del juego, a esta nueva fase
se le opone por parte del equipo defensor otra en la que procura evitar
esta forma de ataque rápido: es el repliegue defensivo.

DEFENSA

CONTRAATAQUE REPLIEGUE

ATAQUE

Un partido de balonmano supone una contraposición de objetivos


que tienden a equilibrar el enfrentamiento. Al analizar este equilibrio
podemos observar lo siguiente:
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––cuando un equipo en defensa intenta recuperar activamente el balón


(interceptar), el ataque adversario busca, mediante la circulación
del balón, conservarla;
––cuando un equipo en ataque intenta progresar y hacer progresar el
balón, la defensa se esfuerza para anularla o retardar esta progre-
sión;
––cuando el ataque procura concluir la posesión marcando un gol, la
defensa procura proteger su portería oponiéndose al lanzamiento.

3. El juego individual en defensa

Cuando hablamos de la fase defensiva, debemos observar a los ju-


gadores en tres roles característicos y diferenciados entre sí:
––defensa del atacante con balón,
––defensa del atacante sin balón,
––portero.
El reparto de jugadores en roles es muy importante para poder ayu-
darles a que en cada momento sepan exactamente a qué atenerse, qué
parámetros observar y entre qué opciones elegir.
El jugador que defiende al atacante con balón debe centrar en él
toda su atención. Situándose sobre la línea teórica que le une a la por-
tería, debe controlarlo a más o menos distancia en función de su peli-
grosidad momentánea o potencial. Si decide ponerse a una cierta dis-
tancia tiene que estar preparado para realizar el blocaje en el caso de
que el atacante lance a portería. Si decide situarse en proximidad tiene
que estar especialmente orientado al punto fuerte del atacante.
El jugador que defiende al atacante sin balón le debe controlar a
una distancia suficiente que le permita continuar su juego en función
de otras intenciones posteriores. En relación con la línea de pase puede
decidir intentar interceptar el balón o bien disuadir la recepción de su
adversario a través de un estrecho marcaje en línea de pase. En relación
con el resto de compañeros del equipo, debe estar preparado cubriendo
a sus compañeros por si les tiene que ayudar o bien actuar decisiva-
mente, doblando un compañero batido en su duelo de 1x1, actuando así
contra un adversario que no era el suyo.
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Cuando un jugador hace de portero tiene que controlar en todo mo-


mento al poseedor del balón, ya que este es el único que puede efectuar
el lanzamiento. En cuanto el lanzamiento se produce, tiene que intentar
interceptar el lanzamiento antes de que llegue a la portería: tiene que
parar el balón. Dado que el poseedor del balón es quien realmente lleva
la iniciativa, el portero tiene una intención táctica a su alcance para
tratar de paliar esta situación; el portero puede disuadir algunas de las
trayectorias de los lanzamientos a través de su situación en el campo o
de su posición corporal.

1.1. Las intenciones tácticas individuales del portero

El portero tiene un estatus diferenciado dentro del juego y dentro


del reglamento. A él se le permiten cosas que están prohibidas a los
demás jugadores: es el único «habitante» del área de portería y dentro
de ella, y en funciones defensivas puede tocar el balón con cualquier
parte del cuerpo. Cuando el balón sale fuera del campo por la línea
de portería, después de un rechace suyo, el balón se lo devuelven a él.
Estas licencias solamente le son permitidas cuando está dentro de su
área. Una vez la abandona, es como un jugador más.
Tácticamente, el portero es el último jugador encargado de defender
la portería y el primer jugador que puede relanzar al equipo hacia el
contraataque, pero la actividad principal del portero es defensiva.

A) El control del portador del balón


El elemento más importante sobre el que el portero establece su ac-
tuación es el jugador portador del balón. El portero tiene que estar es-
perando que en cualquier situación se pueda producir un lanzamiento,
por tanto, en cada pase del equipo atacante el portero tiene que res-
ponder con un desplazamiento de su situación y una nueva preparación
por si se produce el lanzamiento.
El portero tiene que mantener siempre una posición corporal equili-
brada. Se tiene que mover con desplazamientos que garanticen el má-
ximo equilibrio y que le permitan actuar lo más rápidamente posible
hacia cualquier dirección y escuadra de la portería. La situación del
portero en relación con la del balón será centrada respecto al ángulo
que forman los dos palos y la pelota.
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Como hemos dicho antes, el portero tiene que controlar al portador


del balón en todo momento. Esta atención ha de ser máxima cuando el
atacante con balón se dirija a portería.

B) Las paradas
El momento de máxima relevancia para el portero es cuando éste
se dispone a interceptar el balón que se dirige a portería. Es el autén-
tico momento de la verdad, porque un fallo suyo no puede solucionarlo
nadie.
Lejos de buscar paradas con estiramientos espectaculares, el portero
en primer lugar tiene que estar correctamente situado en la portería, de
manera que pueda acceder con igual facilidad a ambos lados de la por-
tería. A partir de esta posición, el portero necesita disponer de técnicas
específicas para llegar a cada zona de localización de los lanzamientos,
oponiendo a la trayectoria del balón la máxima superficie corporal po-
sible. Si el balón va a una de las escuadras de arriba o a media altura,
intentará parar el balón con las dos manos. Si el balón va a una de las
escuadras inferiores, situará en estas trayectorias el pie y la mano del
lado correspondiente.
De cara a una posterior actuación como iniciador del contraataque,
el portero tiene que intentar, si es posible, blocar el balón o amorti-
guarlo para que quede a su alcance rápidamente. Si no le es posible
ninguna de las dos opciones, entonces optará por rechazar el balón
hacia la línea de fondo o en último caso hacia dentro del campo de
nuevo.

C) Las fintas del portero


Aunque el lanzador lleve la iniciativa en el lanzamiento a portería,
el portero puede utilizar una serie de herramientas para menguar esta
iniciativa y minimizar la incertidumbre de la localización del lanzami-
ento.
Las situaciones más habituales de utilización son aquellas en las
que el lanzador se encuentra prácticamente solo delante del portero y,
disponiendo de la mayor variedad de lanzamiento, puede lanzar a cual-
quiera de las escuadras: los contraataques, los lanzamientos del pivote,
o del extremo…
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La primera opción que tiene el portero es situacional. Se puede co-


locar deliberadamente de forma descentrada ofreciendo, en una parte
de la portería, un mayor espacio para realizar el lanzamiento. En el
momento en que el jugador atacante efectúa el lanzamiento se desplaza
rápidamente en aquella dirección, de modo que tiene que adivinar so-
lamente la altura del lanzamiento. Una variante de esta situación es la
de realizar un desplazamiento rápido hacia un lado, cuando el jugador
efectúa el salto y a continuación ir a tapar el espacio ofrecido.
Otra forma de intentar minimizar la incertidumbre es a través de la
posición de los segmentos corporales, ofreciendo pequeños espacios
al lanzador (entre las piernas, por debajo de una pierna, por encima de
la cabeza…) y tapando, a continuación del desarmado del brazo del
lanzador, este espacio por donde intuimos que irá el balón. Esta solu-
ción suele producirse en situaciones de menor ángulo de lanzamiento
(extremos) o de necesidad de velocidad de ejecución (lanzamiento en
caída de un pivote).

3.2. Las intenciones tácticas en el marcaje al atacante con balón

A) El control del portador del balón a distancia


Cuando marcamos al jugador con balón debemos vigilarlo en todo
momento, aunque no muestre intenciones de dirigirse a portería. Con
esta previsión, los jugadores tienen que mantener la línea de tiro vigi-
lada, decantados ligeramente hacia el punto fuerte del atacante.
Las necesidades técnicas de los defensores son variadas. La posi-
ción básica defensiva nos tiene que permitir el control del oponente
haga lo que haga. El jugador necesita la capacidad de realizar todo tipo
de desplazamientos equilibrados, frenadas rápidas y ser capaz de diso-
ciar la acción de sus brazos de la del resto del cuerpo, por si el ataque
efectúa un lanzamiento y tenemos que intervenir con la acción de blo-
caje.
Al atacante con balón lo tenemos que controlar en función princi-
palmente de la línea de tiro. Dentro de esta línea tendremos que mo-
dificar ligeramente la orientación específica en función de dos nuevos
parámetros: el que sea el punto fuerte del atacante, ya que la mayoría
de los jugadores tienden a ir naturalmente hacia su punto fuerte, y el
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eje central del ataque, ya que es desde donde las posibilidades de efi-
cacia en el lanzamiento son mayores.
El control del portador a distancia debe convertirse en especial-
mente estrecho cuando se encuentra en su zona personal de eficacia en
el lanzamiento (espacio de culminación).

B) El acoso
Como el reglamento permite utilizar el tronco para obstaculizar el
desplazamiento de los jugadores rivales, el trabajo defensivo de posi-
ción corporal ante de las evoluciones de los atacantes es perfectamente
legal. La neutralización del oponente con balón se tiene que hacer, en
este caso, exclusivamente con contacto del tronco, si bien las manos
y las piernas pueden ayudarnos momentáneamente en el control del
atacante.
Al jugar en proximidad, el contacto debería producirse exclusiva-
mente con el tronco. Si el atacante se nos escapa, le debemos perse-
guir utilizando los desplazamientos defensivos, intentando mantener el
tronco aún más cerca de él. Los brazos pueden utilizarse para quitarle
el balón, si lo bota, para molestar los pases si decide pasarla, o en úl-
timo lugar para frenar momentáneamente al adversario (nunca cogi-
éndolo), y poder mantener la proximidad corporal en el sentido de su
desplazamiento.
Como la mayor parte de los jugadores tienen preferencia a ir hacia
su punto fuerte es conveniente que este sea el principal parámetro de
vigilancia. También es importante disuadir las trayectorias hacia el
centro a través de la posición corporal, invitando al jugador a ir hacia el
punto débil o hacia el exterior del campo.
La neutralización inmediata del oponente con balón debe produ-
cirse cada vez que entra en zona de peligro o tiene posibilidad de efec-
tuar un pase decisivo.

3.3. Las intenciones tácticas en el marcaje al atacante sin balón

A) El control del no portador


Por el principio de responsabilidad individual, todos los defensas
deben responsabilizarse de un atacante. Esto requiere de los jugadores
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la capacidad de descentrar su juego con respecto al balón, y prestar


atención también a su oponente directo.
El control del oponente directo, que se realiza desde la posición bá-
sica defensiva, tiene que permitir la captación de información del balón
y del oponente directo. Igualmente, a pesar de que los jugadores se
están desplazando en diferentes direcciones, su forma de moverse no
les ha de impedir tomar información del juego, lo que hace necesario la
disociación mirada-desplazamiento.
La teórica línea de tiro es la principal referencia espacial para con-
trolar a distancia un jugador, ya que un desmarque sobre ella, y en
dirección a portería, comportaría mucho peligro en caso de recibir el
balón. Estas precauciones deben extremarse cuando el balón se halla
solamente a un pase de nuestro oponente directo.

B) La disuasión
La disuasión es la intención táctica que impide recibir el balón a nu-
estro adversario directo. Para llevarla a cabo, debemos ocupar la línea
de pase antes de que el pase se produzca, jugando muy cerca del re-
ceptor.
Desde la posición básica tenemos que interponer al menos la mano
en la línea de pase, de manera que el pasador vea imposible el pase. A
pesar de tener éxito en un primer momento, es necesario seguir actu-
ando ya que tanto el pasador como el receptor pueden cambiar su situ-
ación y modificar la línea de pase.
Cuando nuestro oponente directo tiene mayor calidad ofensiva que
nuestra defensiva, es recomendable utilizar esta forma de juego que
le impide la recepción. Hay que mantener la proximidad y constancia
en el marcaje para evitar pases bombeados, o por detrás de nuestra es-
palda. También es importante el marcaje al pivote, y en general ante
atacantes cerca de la línea de 6 metros.

C) La intercepción del balón


La intercepción es un aspecto destacado del juego defensivo que
demuestra la agresividad y las ganas de imponerse al rival. Esta in-
tención muestra que no sólo nos conformamos con recuperar el balón
cuando el oponente lo pierde por un error, sino que queremos robarlo
mientras lo hace circular.
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Desde el punto de vista técnico, la interceptación es como una re-


cepción, aunque el receptor en este caso no es el destinatario inicial
que había calculado el pasador. En este sentido la capacidad de disociar
la actividad de tronco y brazos respecto de las piernas y el control del
tono muscular en la recogida del balón son muy importantes.
Los pases más fáciles de interceptar son los largos, ya que tenemos
más tiempo de evaluar la trayectoria del balón. En el momento de
la intercepción, debemos pasar lo más cerca posible del receptor ya
que la superficie de circulación del balón se reduce a medida que el
balón llega a su destino, y por tanto, las posibilidades de interceptar
aumentan.
Uno de los aspectos más difíciles de la interceptación es el ajuste
temporal, ya que si actuamos demasiado pronto y desvelamos nuestras
intenciones el pasador no efectuará el pase, mientras que si actuamos
tarde y el balón llega al receptor éste tendrá el camino libre para pro-
gresar hacia portería. Por eso cada jugador debe conocer muy bien sus
posibilidades motrices de desplazamiento y cuál es la distancia y el
tiempo que le permitan hacerse con la posesión del balón.
Un momento especialmente relevante en que podemos arriesgarnos
a interceptar es cuando el ataque ha conseguido superioridad numé-
rica y los jugadores que realizan las penetraciones lo hacen de manera
mecánica. Justo antes de dar una ayuda, podemos atacar la recepción
del balón y sorprender al pasador. Esta acción es doblemente positiva,
ya que en muchas ocasiones transforma una situación de desventaja
defensiva en un contraataque.

D) La cobertura
La estructura de la defensa, desde el punto de vista colectivo, está
formada por la suma de individualidades y las diferentes opciones de
colaboración entre los jugadores. Esta necesidad ocasional de ayudarse
entre los jugadores defensores obliga a guardar una cierta proximidad
para reducir el tiempo que tardan en ayudarse. Debido a esta necesidad
de jugar colectivamente los jugadores disminuyen la distancia que los
separa de sus compañeros, protegiendo especialmente la zona donde
está el balón.
Con esta intención, el jugador integra en su juego a su oponente
directo y el binomio «portador del balón - defensor». Valorando la re-
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lación de fuerzas en el 1x1 donde está el balón, el defensor se desplaza


más o menos, garantizando siempre su capacidad de actuar delante de
su oponente directo si éste recibe súbitamente el balón.
Esta intención individual es utilizada por todas las defensas zonales
y permite reducir el espacio de actuación efectiva del ataque, especi-
almente en profundidad. A través de estos pequeños desplazamientos
laterales, a los que llamamos «basculación defensiva», los defensas
procuran tener en todo momento superioridad numérica en la zona más
peligrosa del ataque: la del balón.

E) El doblaje
La intención táctica del doblaje supone la continuación lógica de la
cobertura cuando un compañero ha perdido en su duelo de 1x1. Doblar
supone, entonces, sustituir a un compañero que ha sido batido en su
1x1. Cuando un jugador realiza esta ayuda decisiva, cambia obligatori-
amente de oponente y deja solo al que tenía asignado en primer lugar.
En su nuevo rol debe actuar igual que cuando marca a un atacante con
balón.
En el doblaje, por tanto, los jugadores pueden actuar haciendo blo-
caje si el oponente lanza y se encuentran a una cierta distancia, o bien
acoso si el oponente está muy cerca. En este último caso, y como su-
pone una situación de emergencia, es deseable que el atacante sea con-
trolado completamente (dentro de los límites reglamentarios) o tenga
las máximas dificultades para continuar jugando el balón, ya que el
ataque ha conseguido superioridad numérica.
La toma de decisiones acerca de cuándo hay que realizar esta ayuda
decisiva es muy comprometida, ya que supone dejar a un jugador sin
marcaje. Es necesario que los jugadores sean buenos evaluadores de las
opciones reales del atacante con balón y que no actúen por costumbre
dejándose llevar «porque toca». Hay algunas situaciones claras, como
son los casos de falta de marcaje, fallo en la intercepción, cambios de
oponentes en los cruces o bloqueos, etc., pero en demasiadas ocasiones
los defensas actúan por inercia dejándose llevar por la velocidad del
juego.
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4. El juego individual en ataque

Al referirnos a la fase ofensiva debemos analizar las posibilidades


de actuación de nuestros jugadores desde una doble perspectiva:
––jugador con balón
––jugador sin balón
Cuando un jugador es atacante en poder del balón, puede jugar
en beneficio propio o a favor de un compañero. Cuando lo hace en
beneficio de si mismo, puede escoger entre dos alternativas: lanzar
a portería, si tiene buenas condiciones y está desmarcado, o intentar
mejorarlas a través de una finta. Cuando decida trabajar a favor de un
compañero, porque sus condiciones no son las idóneas para finalizar,
entonces tiene nuevamente dos posibilidades: pasar el balón a un com-
pañero en mejor situación o bien fijar a su oponente a través de un
desplazamiento con el balón para mejorar las condiciones espaciales de
sus compañeros.
Cuando un jugador atacante no tiene el balón, también posee una
doble alternativa: puede jugar en favor suyo o de alguno de sus com-
pañeros. En el primer caso, puede realizar un desmarque en dirección
hacia la portería, pidiendo el balón, para ser el poseedor. En el caso
que decida trabajar en favor de sus compañeros, puede realizar un des-
marque de apoyo para ayudar a mantener la posesión del balón o rea-
lizar un bloqueo con el cuerpo para ayudar a desmarcarse a un com-
pañero. Como esta acción no la realiza directamente a su defensor, sino
al defensor de su compañero, está considerada como táctica colectiva.

4.1. Las intenciones tácticas de ataque del jugador sin balón

Demasiadas veces los jugadores piensan que sin el balón en las


manos no se puede jugar a balonmano. En realidad, la mayor parte del
partido la pasan sin poseer el balón, ya sea porque defienden o porque
hay otros cinco atacantes más con los que compartir la pelota. En
cambio, cuando consiguen reconocer los momentos de intervención y
las diferentes posibilidades de ayudarse entre ellos, el juego de ataque
multiplica su eficacia porque el equipo juega realmente como un
equipo: un jugador tiene el balón y los otros cinco trabajan al unísono.
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A) El desmarque y la petición del balón


Cuando un jugador atacante no tiene el balón y quiere recibirlo debe
revelarlo durante el juego no sólo de palabra sino con sus movimientos.
Esta acción deliberada de intervenir en el juego se llama pedir el balón.
No es sólo recibirlo, sino que supone hacer intencional esta recepción.
Muchas veces se identifica con la acción de desmarque ya que cu-
ando atacamos contra una defensa individual, prácticamente coinciden.
En cambio, cuando atacamos contra una defensa zonal (que es lo que
sucede la mayoría de las veces) los jugadores tienen que recibir el
balón corriendo hacia delante. La recepción en estos casos suele ser
lateral; por ello se hace imprescindible el dominio de la disociación
tronco-piernas para dar continuidad al juego, inmediatamente después
de la recepción.
Para ser más específicos, esta carrera tiene que estar orientada hacia
los intervalos defensivos, es decir, hacia el espacio que existe entre dos
jugadores defensores. Dicho de otro modo, la recepción del balón la
tenemos que hacer en movimiento hacia uno de los lados de nuestro
oponente directo. En cuanto a la dirección de nuestro desplazamiento
para saber donde pedir el balón también tenemos que tener en cuenta
nuestras capacidades técnicas (especialmente de lanzamiento y finta),
la acción que realiza nuestro defensor y las posibilidades que tiene nu-
estro compañero de pasarnos el balón.

B) La ayuda

Hay ocasiones en las que el atacante ni tiene el balón ni va a reci-


birlo, pero no por ello debe ausentarse del juego. En esos casos tiene
una opción de juego generosa, que es la de ayudar a sus compañeros,
ya sea creando espacio para ellos o mediante sus acciones corporales
de bloqueo como permite el reglamento.
La intención táctica de ayuda corporal forma parte de los medios
básicos de táctica colectiva; por eso sólo haremos una breve descrip-
ción de algunos aspectos importantes desde el punto de vista indivi-
dual.
Cuando un jugador no está en posesión del balón puede ayudar a un
compañero a desmarcarse de su oponente utilizando la regla número
ocho que permite interponernos en la trayectoria de un oponente si lo
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hacemos con el tronco. Si este bloqueo se produce fuera del campo


visual del jugador bloqueado tendrá mayores posibilidades de éxito.
Esta intención la podemos poner en práctica cuando observemos
que la relación de fuerzas atacante-defensor está a favor de la de-
fensa. Si lo hacemos con la intención de ayudar a desmarcarse a un
compañero hablaremos de bloqueo. Si lo hacemos para evitar que le
marquen, y pueda lanzar a portería desde cierta distancia hablaremos
de pantalla. Desde un punto de vista reglamentario, es imprescindible
que el contacto se produzca con el tronco y con el bloqueador quieto,
sin movimiento. Si se hace frontalmente (con el pecho) es más fácil de
ajustar, puesto que vemos al defensa, pero si se hace con la espalda,
cuando nuestro compañero se desmarque, podremos continuar con fa-
cilidad el contacto visual por si nos pasa el balón.

4.2. Las intenciones tácticas de ataque del jugador con balón

El jugador que lleva el balón es el centro del juego, y casi siempre


el responsable de la finalización del ataque. Es muy importante que
tenga automatizadas las diferentes soluciones de su juego para que du-
rante el juego pueda prestar su atención a anticiparse a las acciones de
los defensas y no estar sólo reaccionando a dichas acciones. Para ello
es fundamental que estas situaciones se practiquen durante los entrena-
mientos en condiciones reales de oposición, velocidad y espacio.

A) La fijación

Una vez el jugador ha recibido el balón tiene varias alternativas


a realizar. Hay un requisito mínimo que hay que pedir al jugador: si-
empre que tenga el balón debe crear el suficiente peligro para llamar
al menos la atención de un defensor y que éste no pueda ayudar a sus
compañeros. A esa acción la llamamos fijar.
Como vimos en el juego del atacante sin balón, partimos del prin-
cipio que los jugadores reciben el balón atacando a un lado de su opo-
nente directo. Entonces, al prolongar su acción, a través del desplaza-
miento con balón, provocan la respuesta del adversario. Si atacamos
contra defensas abiertas, es fácil que los defensores vengan hacia no-
sotros y la fijación la hagan prácticamente ellos, pero cuando atacamos
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contra defensas más cerradas, a veces es necesario aceptar incluso el


choque del defensor, protegiendo el balón, para poder pasarlo.
Algunas veces, especialmente por parte de los extremos, convendrá
acercarnos botando el balón, vigilando que no nos lo roben. Con esta
acción conseguiremos aumentar el espacio disponible para el resto de
jugadores.
La dificultad más grande de esta acción es que pedimos a los ju-
gadores que se acerquen a la defensa para atraer su atención y a pesar
de esto que protejan el balón y lo puedan pasar. Esta habilidad es im-
prescindible para la colaboración ofensiva cuando utiliza penetraciones
sucesivas o cruces, en los que es necesario fijar al oponente de un com-
pañero o al propio respectivamente, sin recibir golpe franco por parte
del adversario.

B) El pase
Siempre que observamos un jugador mejor situado que nosotros,
o bien cuando nuestras posibilidades de culminar la acción atacante
quedan disminuidas, debemos jugar colectivamente y pasar el balón.
Una vez hemos decidido pasar el balón, lo siguiente que nos ha de pre-
ocupar es la intención del compañero a quien lo queremos enviar, de
manera que nuestro pase se adapte a sus intenciones y no se tenga que
parar para recibir el balón.
La capacidad de disociar la mirada del pase es importante en
muchos casos para no desvelar cuales son nuestras intenciones. La
capacidad de disociar la acción de los diferentes segmentos del brazo
(brazo, antebrazo, muñeca y dedos) nos permitirá poder pasar con ga-
rantías en cualquier dirección, así como la posibilidad de modificar en
el último momento la acción del pase. También la capacidad de diso-
ciar la acción de las piernas del tronco, y del brazo nos permitirá pasar
el balón en direcciones diferentes a las que estemos orientadas.
La capacidad táctica de elegir el pase óptimo depende en gran
medida de la capacidad y repertorio técnico. La trayectoria del pase
vendrá entonces condicionada por las posibilidades técnicas de los ju-
gadores y de la oportunidad táctica concreta.
Es muy importante remarcar que la verdadera calidad de los pases
no supone solo no perder el balón sino también ayudar al receptor a no
tener que modificar su desplazamiento para recibir el balón. De esta
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forma el juego global del equipo puede ser más rápido y el siguiente
poseedor puede ganar unas valiosas décimas de segundo.

C) El lanzamiento
El lanzamiento es la acción culminante de la fase de ataque. Todas
las demás acciones que se llevan a cabo durante un partido tienen por
objetivo buscar una situación óptima de lanzamiento. Por respeto hacia
todo el equipo, es necesario que el jugador que lanza se involucre total-
mente, tanto física como mentalmente.
En el momento de decidirse a lanzar a portería hay que procurar ha-
cerlo desde la zona central y próxima a 6 m, aunque cada jugador debe
conocer cuál es su zona de eficacia real, tanto con o sin oposición, para
una mejor interpretación de la selección del lanzamiento.
Desde el punto de vista del factor sorpresa, los lanzamientos deben
efectuarse con gran rapidez en su ejecución. Desde el punto de vista es-
tratégico se debe valorar si la primera opción de lanzamiento ha de ser
aprovechada o bien esperamos a poder tener una posibilidad mejor y
ha desgastar la defensa. Esta última es una consideración colectiva que
todos los jugadores del equipo tienen que tener muy clara.
Si los jugadores son capaces de disociar e independizar las acciones
del tronco, brazos, antebrazo, muñeca, dedos, poseerán más recursos
en el momento del lanzamiento.

D) La finta
Entendiendo la finta como un engaño, nos damos cuenta de que en
el balonmano existen gran cantidad de situaciones que pueden colo-
carse bajo este concepto (de pases, de lanzamiento, de desplazami-
ento...). En este apartado, sin embargo, nos referimos a la acción cor-
poral de sobrepasar a nuestro adversario directo en el 1x1 para mejorar
las condiciones de lanzamiento o para fijar a un adversario.
Para sorprender al adversario defensor, el poseedor del balón, una
vez lo ha recibido, se tiene que dirigir en primer lugar hacia el espacio
libre y observar si su defensor responde a esta primera intención. En
caso afirmativo, debe efectuar un cambio de dirección y de ritmo de
desplazamiento. Si ha seguido el encadenamiento normal de las dife-
rentes intenciones tácticas del jugador sin balón y con balón, la finta
es una parte más de las acciones lógicas que puede efectuar un jugador
durante el juego.
112 La táctica individual en los deportes de equipo

La finta nunca es un medio técnico-táctico por si mismo. Para tener


eficacia táctica es muy importante que el encadenamiento con la sigui-
ente acción sea correcto. Por esta razón hay que procurar salir de la
finta lo más equilibrado posible, valorando en la dirección de salida el
espacio que hay a cada lado del defensor (anchura del intervalo), para
progresar con el balón o lanzar a portería, o las posibles consecuencias
de la fijación de otro adversario.
En la realización de la finta hay que distinguir dos partes. La pri-
mera, en la que intentamos provocar una acción del defensor, para de-
sequilibrarlo, y una segunda en la que, conseguido el primer objetivo,
nos alejamos del marcaje del defensor.
En la primera intervención se trata normalmente de un desplaza-
miento hacia el lado contrario al que nos interesa salir. Puede ocurrir,
no obstante, que el defensa no reaccione ante este hecho, en cuyo caso
continuaremos el movimiento en esa trayectoria, ya que conseguiremos
quedarnos solos. Esta primera maniobra no tiene que ser siempre un
desplazamiento sino que a veces se compone de un amago de pase o de
lanzamiento lo suficientemente creíble para provocar la fijación dese-
quilibrada del defensor.
Aunque el juego basado en las fintas es muy espectacular, su abuso
por parte de diversos jugadores tiende a provocar un juego lento, ya
que el tiempo de posesión individual del balón es muy alto, y la defensa
tiene muchas posibilidades de detener el ataque realizando pequeñas
faltas, que provocan tener que reiniciar de nuevo la fase de ataque.

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