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Aiso 3 3 018 PDF
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El cronotopo de la novela bizantina, sucesora inmediata de la novela griega, se reformula en las
novelas españolas de amor y aventuras del siglo XVII al enriquecerse el esquema narrativo con
narraciones folklóricas, poemas, e incluso autos sacramentales, como sucede, por ejemplo, en El peregrino
en su patria (1604) de Lope de Vega. El azar es sustituido por la Providencia Divina, y la abstracta
ubicación geográfica e histórica de las novelas de Heliodoro y Tacio deriva en una inmediata y palpable,
ya que los peregrinos se desplazan por España y Europa en el 1600. El Criticón no es ajeno a estos
cambios, y avanza hacia un nuevo tipo de ficción didáctica: la epopeya en prosa. Sobre la novela bizantina
española, ver Carilla, «La novela bizantina en España» y «Cervantes y la novela bizantina». Sobre el
peregrino, Vilanova, «El peregrino andante en el Persiles de Cervantes» y «El peregrino de amor en las
Soledades de Góngora». Sobre la peregrinación, Chew, The Pilgrimage of Ufe. An exploration into the
Renaissance Mind; Hahn, The Origins of the Baroque Concept of «peregrinatio».
Studia Áurea. Actas del III Congreso de la AISO, III. Toulouse-Pamplona, 1996
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EL CRONOTOPO Y EL CRITICÓN
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Cabe aclarar que en este trabajo no me propongo analizar el texto graciano en el nivel de los
hechos históricos aludidos. Sobre el espacio y la alegoría en El Criticón, ver Pelegrin, Le fil perdu du
«Criticón» de Baltasar Gracián: objectif Port-Royal. Allegorie et composition «conceptiste» y Ethique et
Esthétique du Baroque. L'espace jésuitique de Baltasar Gracián; Milhou, «Le temps et l'espace dans le
Criticón»; Checa Cremades, Gracián y la imaginación arquitectónica: espacio y alegoría de la Edad Media
al Barroco.
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Ver Deffis de Calvo, El viaje como modelo narrativo en la novela española del siglo XVII.
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El crítico ruso formuló su teoría entre 1937 y 1938, y luego agregó unas observaciones finales en
1973: ver Bajtín, «Las formas del tiempo y del cronotopo en la novela», Teoría y estética de la novela.
Trabajos de investigación, pp. 237-409.
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Esto constituye un problema al enfrentar otros niveles de análisis de los textos, ya que no queda
clara la definición de tiempo y espacio cuando se analiza, por ejemplo, el nivel del discurso. Aunque el
crítico ruso enuncia algunas ideas sobre los cronotopos del autor y del lector no aclara de qué manera se
interrelacionan con los demás cronotopos textuales.
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EL DISCURSO NARRATIVO Y EL CRONOTOPO... 141
Aquí y ahora, siempre y en todo lugar, son las coordenadas que trazan el itinerario de
los «peregrinos del mundo». De modo que en El Criticón los componentes elementales
de la acción, un momento y un lugar del camino, son llevados a un nivel extremo de
complejidad de sentidos.
El diseño de la peregrinación se modifica sustancialmente por el hecho de que Roma
no es el objetivo último del itinerario de Andrenio y Critilo, sino la búsqueda de la
esposa y la madre, Felisinda. La información sobre su paradero sustituye los obstáculos
tradicionales del naufragio, el rapto o la enfermedad. Determinar si dicha información es
correcta o no será el hilo conductor de la peregrinación. La búsqueda abarca las cuatro
edades del hombre, y tiene su último fin fuera de la historia sub specie humanitatis.
El narrador lleva a cabo la desrealización del tiempo y el espacio pero, no obstante,
disemina infinidad de marcas textuales que fijan su relato a lugares y fechas precisos. Al
mismo tiempo el sujeto dual, Andrenio y Critilo, le permite enfrentar permanentemente
dos experiencias vitales extremas, Andrenio va desde la niñez a la madurez a la vez que
Critilo va de la madurez a la senilidad.
Un primer acercamiento al texto muestra que los cronotopos de la novela griega (el
naufragio, la prisión, la tormenta, la falsa muerte) están condensados en las crisis
iniciales de la primera parte. El náufrago Critilo es rescatado por el joven Andrenio en la
isla de Santa Elena y cuenta su prehistoria para justificar el hilo conductor del viaje: la
búsqueda de su esposa Felisinda.
Como en Las Etiópicas de Heliodoro, la historia se inicia «in medias res», el
pretexto fundamental es la separación de los enamorados que buscan reencontrarse, el
viaje presenta toda clase de peligros y, finalmente, mantiene siempre el tono dramático
de «estupor ante lo inesperado y maravilloso»6. Pero desde el comienzo el texto de
Gracián se distancia de Las Etiópicas o de Leucipe y Clitofonte de Aquiles Tacio, ya que
todos estos procedimientos están imbuidos de alegoría. Andrenio y Critilo son
encarnaciones de símbolos, representan a la humanidad en su búsqueda de la felicidad. A
pesar de ello, los peregrinos se mueven por sitios reconocibles, como Sevilla o Madrid
durante el reinado de Felipe IV7.
En las primeras cuatro «crisis» los protagonistas recomponen la estructura cósmica
del universo y de la naturaleza visible. En particular el relato de Andrenio muestra la
visión azorada y suspensa de quien descubre por primera vez el orden y la proporción del
«agradable laberinto de prodigios en criaturas». El tono es decididamente filosófico y
6
Ver Vilanova, «El peregrino andante», pp. 122-123.
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Es cierto que no se le puede atribuir al Criticón la pertenencia a un tipo narrativo, la novela
bizantina, del que utiliza en interés propio solo algunos rasgos discursivos. Pero, al mismo tiempo, resulta
interesante pensarlo desde esta perspectiva, ya que es ante todo una obra literaria que busca imponerse
como un tipo original de escritura didáctica. Sobre el género del Criticón, ver Senabre, Gracián y «El
Criticón», pp. 30 y ss.; Lázaro Carreter, «El género literario de El Criticón», pp. 67-87.
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ALEGORÍA Y CRONOTOPO
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Esto sucede por ejemplo en la crisi IV de la primera parte cuando Critilo dice: «Pero lo que en mí
no pudo obró en los padres y deudos de mi dama, que, poniendo los ojos en mayores conveniencias del
interés y del honor, trataron... ¿Mas cómo lo podré decir? No sé si acertaré, mejor será dejarlo» (p. 40).
Cito por la edición de Antonio Prieto.
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«Lo que destaca más en estas obras es el hecho de que en su base [...] exista un sentimiento muy
agudo de las contradicciones de la época, [...] y, en el fondo, el sentimiento del final de una época. De aquí
proviene también la tendencia a ofrecer una síntesis crítica de la época. Tal síntesis exige la presentación
en la obra de toda la diversidad contradictoria de la época» (Bajtín, art. cit., p. 308).
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No avanzaré en el terreno de la consideración teórica de la alegoría, ya que excedería los límites
impuestos a este trabajo. Para una aproximación global a la alegoría en El Criticón, ver Kassier, The trulh
disguised. Allegorical structure and technique in Gmcián's «Criticón».
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sugestión alegórica, por lo tanto valen como referentes simbólicos en relación con los
verosímiles narrativos11.
Citaré como ejemplo de esto la crisi cuarta de la tercera parte «El mundo descifrado»
en la que los peregrinos, que ya han recorrido gran parte de su itinerario terrestre, están
en el reino de Vejecia perfeccionando su capacidad de leer al derecho los signos del
mundo al revés.
«Un otro en lo raro», circunstancial guía de los viajeros, desarrolla el arte de descifrar
las apariencias del mundo en un diálogo que recorre las cifras «diptongo», «etcétera»,
«qutildeque», «zancón» y «alterutrum». A esta exposición teórica sigue la
comprobación empírica en la plaza, que es un espacio virtual y siempre privativo del
vulgo, donde un charlatán embauca a la gente con su cristal de maravillas.
Si se tiene en cuenta la analogía implícita en la relación de lo dicho y lo significado
por la alegoría, es posible concebir la existencia de una dinámica compleja desatada por
la inclusión del espacio-tiempo alegórico en la peregrinación de Andrenio y Critilo. Una
permanente tensión se produce entre la circunstancia histórica concreta (por ejemplo, en
las alusiones a don Juan II de Portugal en esta misma crisi) y la configuración alegórica
del tiempo (como es invocado por Fortuna en II, VI), entre el devenir de la vida humana
y la fecha exacta de un hecho puntual. Lo mismo sucede con el espacio, resulta muy
difícil precisar límites de uno y otro, están superponiéndose y oponiéndose
continuamente. Esto puede observarse en III, XI donde la ciudad de Roma cobija al
Mesón de la Vida en el que habita «la suegra de la vida», la Muerte.
La escritura conceptista de Gracián, tal como afirma M. Blanco, busca por sobre todo
«[...] preservar una ambigüedad, una multiplicidad de significados que deje abierta una
posibilidad incesante de desplazamiento»12. Este rasgo pone a prueba la capacidad
operativa del cronotopo bajtiniano que no alcanza a contener el desplazamiento y la
simultaneidad existente entre el espacio-tiempo literal y el no literal del Criticón.
El narrador lleva al extremo la ruptura del tiempo y el espacio entendidos como
coordenadas existenciales. El tiempo no es biográfico, eventualmente alude a hitos
históricos concretos, el espacio deja de ser cotidiano y vivido. De esta forma la
transposición analógica hacia el cronotopo de la peregrinación alegórica supone un
proceso previo de vaciamiento de historicidad y espacialidad. Este proceso permite
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Vale recordar que la «duplicación del nivel del discurso», propia de la alegoría y que Fletcher
percibe como una segunda intención del plano literal, es formulada por Gracián en su Agudeza. Y lo hace,
tal como observa A. Egido, mediante la «idea de la agudeza compuesta y las posibilidades de que las
palabras y los conceptos crezcan y se doblen, mostrando su capacidad combinatoria». Ver Fletcher,
Allegory. The theory ofa symbolic mode, p. 7; A. Egido, «La variedad en la Agudeza de Baltasar Gracián»,
pp. 49-61, la cita en p. 51. Reisz de Rivarola subsume bajo el concepto de «discurso simbólico» al
proverbio, el enigma y la alegoría, y aclara que, para que haya símbolo: «La condición básica es que el
discurso permita una lectura literal y por lo menos otra no literal y que los elementos de ambas lecturas
estén articulados conforme a un mismo esquema básico de relaciones», en «Predicación metafórica y
discurso simbólico. Hacia una teoría de dos fenómenos semiótico literarios», p. 61.
Ver «El mecanismo de la ocultación», p. 32. Por otra parte cabe recordar su afirmación acerca de
la extrema determinación del estilo conceptista que permite plasmar un mensaje al mismo tiempo universal
y particular.
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CONCLUSIONES
Uno de los interrogantes planteados al comenzar esta exposición fue si era posible
definir la imagen humana a partir exclusivamente de su configuración espaciotemporal.
Si bien es cierto que en El Criticón el viaje de Andrenio y Critilo a través de Europa, y
el pasaje por las cuatro edades del hombre asociadas a las estaciones solares, son
elementos esenciales en la constitución del perfil humano propuesto, no lo son de
manera exclusiva.
Gracián propone mediatizar la imagen del hombre en más de un sentido, y el
instrumento privilegiado de ese procedimiento es la palabra. Por eso insisto en la idea de
que no sólo es en las coordenadas espaciotemporales donde se consolida la imagen de
persona verdadera sino también en los juegos conceptistas de síntesis, elusión y
sobreentendido. Estos y otros recursos, como el sujeto bifronte y la convivencia de la
alegoría con lo verosímil hacen que la imagen humana del Criticón sea capaz de
contener, de manera problemática, la imagen del mundo.
De manera que múltiples accesos al sentido quedan cifrados, no sólo en las
coordenadas espaciotemporales, sino también en los juegos lingüísticos de la agudeza,
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Senabre, op. cit., p. 30. De imprescindible lectura es el trabajo de A. Egido sobre el arte de la
memoria en El Criticón («El arte de la memoria y El Criticón», pp. 25-66).
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Sobre la agudeza y el concepto, ver el trabajo fundamental de Lázaro Carreter, «Sobre la
dificultad conceptista», pp. 13-43. Además del art. cit. en la nota 11, ver Egido, «La Hidra Bocal. Sobre la
palabra poética en el Barroco»; M. Blanco, «El Criticón: Aporías de una ficción ingeniosa», y «El
mecanismo de la ocultación. Análisis de un ejemplo de agudeza».
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BIBLIOGRAFÍA
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