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de los
Personajes Bíblicos
Titulo: Psicología de los Personajes Bíblicos
Autor: Mario R. Pereyra
Marzo de 2012
ISBN: 978-607-8001-03-3
Queda hecho el depósito legal
IMPRESO EN MÉXICO
afirmarnos en las virtudes. Para lograrlo, nos resulta muy útil vernos
en el espejo que nos ofrece la vida de los distinguidos personajes de las
historias bíblicas.
En este marco, el aporte de un especialista en este campo resulta
de mucho valor. Los rasgos psicológicos forman caracteres deseables
o indeseables. No pocos análisis psicológicos que presenta el autor nos
van a dar sorpresas.
La madre de la sabiduría es la reiteración. Las biografías presenta-
das son, para muchos lectores, historias conocidas. Pero la repetición,
fija mejor los modelos de vida.
La trasmisión de valores es una necesidad primaria, tanto en la edu-
cación familiar como en la vida escolar.
Esperamos que padres, maestros y alumnos se beneficien por igual
con la lectura cuidadosa de la presente obra.
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Introducción
Universidad de Montemorelos
Introducción 11
Mario Pereyra
Capítulo 1
Vidas Contrastantes
1.EL CONTRASTE COMO MÉTODO
E
l texto bíblico está saturado de contrastes y juegos de oposi-
ciones. Por ejemplo, el libro de los Salmos se inicia contras-
tando a “los justos” ―que son como “el árbol plantado junto
a corrientes de agua”―, con “los malos” ―“que son como
el tamo que arrebata el viento”. Asimismo, Salomón en los Proverbios,
continuamente contrapone al sabio con el necio, el que está “atento a
la inteligencia” y “presta oído al consejo” (5:1,2), de quien desecha la
enseñanza y “menosprecia la reprensión” (5:12). Jesús también utilizó
el mismo recurso al comparar al “hombre prudente” ―aquel que oye
la Palabra y la aplica a su vida― con el “hombre insensato” ―quien
rechaza la enseñanza de Cristo (Mat.7:24-27). Es en la articulación de
los contrastes donde aflora el saber y aparece la verdad con respecto
a la realidad de la persona humana. La totalidad de los autores bíbli-
cos utilizan esta metodología en el tratamiento de los diversos temas
y, particularmente, en la indagación de los personajes y las biografías.
Esa habilidad para contrastar actitudes, decisiones y caracteres intenta
recuperar el momento de verdad contenido en ellos.
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¿Por qué los protagonistas bíblicos aparecen articulados por sus di-
sidencias y diferencias? Seguramente porque el pensamiento bíblico
quiere enseñarnos los valores de la heterogeneidad y de lo múltiple,
en sus diferencias, oposiciones y complementaciones, para advertirnos
que no caigamos en simplificaciones homogeneizantes, ya que el pai-
saje de la vida demanda permanentemente información y reflexión. La
pretensión de minimizar los hechos y las ideas, recurriendo a fórmulas
y esquemas rígidos es extraña a la cosmovisión bíblica. Se trata de un
universo de formas complejas, en un grado de expansión infinita. Este
fenómeno obliga, en lo tocante a comprender y analizar las subjetivida-
des, a la elección de prácticas e instrumentos múltiples y de pensar en
nuevos diseños y cartografías para abordar las múltiples dimensiones
de la realidad humana.
Nótese que la lectura de las biografías, tal como las describe el texto
bíblico, está dotada de una fascinación poderosa porque descubre las
estrategias de la vida y cómo se construye la arquitectura de la existen-
cia. Explora lo que podría llamarse, siguiendo a Miguel de Unamuno,
“el horizonte terrestre de la historia íntima”. Precisamente esa es la
propuesta de este libro, recorrer esos territorios personales en busca
de la ciencia que exhibe el movimiento del destino, dibujado bajo los
contornos de casos antagónicos o con trazos específicos, como veremos
en los capítulos siguientes.
En este capítulo seleccionamos historias de vidas contrastantes,
una del Antiguo Testamento (AT) y dos pertenecientes al Nuevo Tes-
tamento (NT). El primer caso comprende las biografías del primero y
segundo de los reyes de Israel, Saúl y su sucesor David. Las vidas con-
trastantes del NT son dos personajes que aparecen en el Evangelio de
Juan, en dos capítulos sucesivos, Nicodemo (cap.3) y la mujer samari-
tana (cap.4). El tercer grupo de contrastes lo conforman los discípulos
de Jesucristo, Judas Iscariote y Pedro. En los tres tipos pueden leerse
diferentes aspectos del desarrollo humano, como planteamientos ex-
plícitos o implícitos de las condiciones, actitudes o decisiones que cons-
truyen el destino, como asimismo, la definición del paradigma de vida
consumada, en contraste con aquellas otras modalidades que fracasan
en alcanzar el ideal de vida esperado.
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Vidas Contrastantes 15
La crisis de la desconfianza
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Coyunturas históricas
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plano de las interrelaciones con los demás, sino también en las coor-
denadas verticales de la relación con Dios. Fue precisamente en esa
faceta esencial donde se protagonizó la historia de nuestros héroes y se
estableció la diferencia. Mientras Saúl intentó usar a Dios y ponerlo a
su servicio (1 Sam.14:37), y aun intentó manipular los poderes sagrados
(13:8-14), David, por su parte, siempre se sometió al Ser divino y acep-
tó dócilmente sus designios (2 Sam.24:15-25).
Pero quizás la disparidad más contundente fue la forma en cómo
ambos reaccionaron cuando fueron confrontados con sus propios erro-
res. Seguramente ese fue el punto decisivo que marcó el cambio de
derroteros y destinos. Saúl siempre buscó atenuar o subestimar sus
errores, justificándolos, aunque tuviera que forzar los hechos o echarle
la culpa a otros (15:15,20,21). Sólo reconocía sus equivocaciones ante
las evidencias palmarias de la realidad. Jamás manifestó un genuino
arrepentimiento. Le dolían las consecuencias de sus pecados, mas no
el hecho de haberlos causado. Le preocupaban los efectos del mal y no
sus causas (15:24-31).
Por eso no fue capaz de cambiar y sufrió los efectos perturbadores
de la culpa, que lo atormentaron hasta hacerle perder la razón y termi-
nar suicidándose como un enfermo mental. En cambio David, que co-
metió pecados más graves y destructivos, cada vez que era confrontado
con su error, su alma se quebrantaba y deshizo por el arrepentimiento,
reconociendo genuinamente su culpabilidad, llorando con profundo
sentido y pesar.
El Salmo 51, que expresa la agonía del sufrimiento atroz de un alma
arrepentida, muestra de modo excelso del espíritu contricto que busca
desesperadamente el perdón divino. Es un lirismo que purifica la cul-
pa y ennoblece la desdicha. La poética del cambio y la superación. El
triunfo de la esperanza sobre los desvaríos del pecado.
Acaso el sabio rey Salomón, que fuera el tercero en ocupar el trono
después de ambos, pensara en sus antecesores cuando una vez escribió
aquello de quien “encubre sus pecados, no prosperará”, sino aquel que
los confiesa y se aparta de ellos. Fue David el modelo más notable de
esa actitud sublime.
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“Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario”.
Antonio Machado
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aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras
no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que
sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (20,21). Nicodemo estaba
acudiendo a Cristo entre las sombras, siendo renuente a mostrarse a la luz.
Jesús percibe que su conducta esquiva no era para no dañar su reputación
social, sino por estar “haciendo lo malo”. Su invitación a ser transparente, y
adoptar la verdadera creencia que libera la conciencia de culpa, consistía en
aborrecer esas “malas obras” y practicar la verdad.
¿Cuáles eran esas prácticas pecaminosas que torturaban su concien-
cia y lo hacían sentirse perdido? Jesús no lo denuncia en forma explícita,
pero a semejanza de la mujer samaritana (ver Juan 4:18) le hace enten-
der que conocía su problema. Cuando Jesucristo le dice: “Pues todo el
que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censu-
radas sus obras” (20), estaba citando un texto del Antiguo Testamento,
el libro de Job, capítulo 24, los versos del 13 al 17. Era muy común entre
los conocedores de la Biblia hacer alusiones breves o parciales a párrafos
bíblicos, sin necesidad de repetir textualmente toda la referencia, ya que
ese conocimiento previo les hacía entender el resto del pasaje. Así que,
cuando Jesús citó algunos fragmentos de Job 24:13-17, seguramente Ni-
codemo recordó la totalidad de los versículos:
“Ellos son los que, rebeldes a la luz, nunca conocieron sus caminos,
ni estuvieron en sus veredas. A la luz se levanta el matador; mata al
pobre y al necesitado. Y de noche es como ladrón. El ojo del adúltero
está aguardando la noche, diciendo: No me verá nadie. Y esconde su
rostro. En las tinieblas minan las casas que de día para sí señalaron. No
conocen la luz. Porque la mañana es para todos ellos como sombra de
muerte. Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman”.
Las palabras de Job aluden a dos tipos de personas que se esconden
en las sombras y, por lo tanto, evitan la luz, si bien sufren los terrores
de su conciencia culpable: los ladrones y los adúlteros. ¿Cuál de ellos se
aplicaría al interlocutor de Jesús? ¿Acaso se trataría de ambos proble-
mas? ¿Cómo se sintió el fariseo ante esta revelación? Probablemente
el impacto de esa declaración lo dejó estupefacto y paralizado por al-
gunos momentos. La narración no registra ninguna respuesta, dando
la impresión que allí finalizó la entrevista. Quizás con el rostro tenso
y desencajado, no pudiendo soportar más, Nicodemo se paró súbita-
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Cuadro 1
Características de personalidad del obsesivo
Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo
y el control mental e interpersonal, que se da en diversos contextos,
como lo indican cuatro (o más) de los siguientes criterios:
1. preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden,
la organización o los horarios;
2. perfeccionismo que interfiere con la finalización de las
tareas;
3. dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con
exclusión de actividades de ocio y amistades;
4. excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas
de moral, ética o valores;
5. incapacidad para tirar los objetos usados o inservibles,
incluso cuando carecen de un valor sentimental;
6. es reacio a delegar tareas o responsabilidades en otros;
7. adopta la avaricia en sus gastos y en el de los demás;
8. muestra rigidez y obstinación.
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Cuadro 2
Características de la personalidad histérica
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El precio de la ambición
“El amor infinito no podía hacer más para que Judas se arrepintiera
y para salvarlo de que diera ese paso fatal.
Si ese acto de su Maestro, que se humilló para lavar los pies
al peor de los pecadores, no le quebrantó el corazón,
¿qué más podía hacerse?”
Elena G. de White (5CBA, 1113)
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Fidelidad e integridad
“Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo que necesitamos
para la vida y la devoción, al hacernos conocer a Aquel que nos
llamó por su propia grandeza y sus obras maravillosas”.
2 Pedro 1:3
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El joven Pedro
“Simón el celote, enemigo inflexible de la autoridad imperial;
el impulsivo, arrogante y afectuoso Pedro”.
Elena de White (1970, 289)
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El Pedro maduro
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La edad de la sabiduría
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Capítulo 2
H
El testimonio de una crisis es la definición de una etapa de la vida.
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Cuadro 2
Sinopsis del desarrollo psicosocial, según Erik Erikson (1959; 1964; 1968)
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El “complejo de Caín”
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tinuar sacando tajadas cada vez mayores. Hoy es el traje, mañana serán
animales, después vendrá el campo y probablemente consiga quedarse
con todos los bienes del viejo.
― ¡No, eso no es justo! Nosotros somos los mayores y, además, los
que trabajamos. El campo y los animales nos pertenecen.
― No le permitiremos que nos robe ―respondió enfadado Dan.
― Esperen. No piensen locuras ―trató de calmarlos Rubén―, son
simples suposiciones mal intencionadas de Simeón. José es un buen mu-
chacho, no creo que le interese en lo más mínimo el dinero.
― ¿Suposiciones? ¿Lo del traje es una suposición? ¿También te en-
gañó a ti? ¡Cuídate de José que es un artista!
― Es que papá lo quiere mucho porque es hijo de su amada Raquel,
además quiso recompensarlo por su lealtad y fidelidad a Dios, cosa que a
nosotros nos falta bastante.
La discusión acaloró los ánimos y dividió a los hermanos. La mayor
parte del grupo se inclinó por la idea de Simeón y Dan. El enojo y resen-
timiento hacia José se había tornado en odio. En la familia, se vivía un
clima de enorme tensión, cuando ocurrió el trágico desenlace.
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cielo se abrió y los ángeles del cielo subían y bajaban por la áurea esca-
lera que unía la tierra con el trono del Altísimo, y los oídos de su padre
escucharon hermosas promesas de bendición y cuidado. Las escenas de
la historia de su padre desfilaron por su mente descubriendo como Dios
lo había conducido y protegido aun en circunstancias adversas, más te-
rribles que las que estaba sufriendo él, como cuando tuvo que enfrentar
al hermano que venía con 600 hombres armados para destruirlo a él y a
su familia.
Se dio cuenta que en la hora de necesidad, los ángeles aparecen para
confortar y proteger. Al recordar estas experiencias, José creyó que el
Dios de sus antepasados sería también su Dios. Entendió que no tenía
por qué temer, puesto que la Providencia lo ayudaría como lo había he-
cho en el pasado. Y comenzó a pensar que quizás su desgracia podría ser
la forma en que Dios cumpliría las profecías recibidas por sus antepa-
sados. Entonces, en ese momento de suprema angustia, se entregó por
completo al Señor, oró para pedir que lo protegiese en el camino que
estaba iniciando e hizo una decisión trascendente, la más importante de
su vida, una decisión que lo transformó y marcó su destino.
“Su alma se conmovió y tomó la alta resolución de mostrarse fiel a
Dios, dice Elena de White (1985, 216), y de obrar en cualquier circuns-
tancia como convenía a un súbdito del Rey de los cielos. Serviría al Señor
con corazón íntegro; afrontaría con toda fortaleza las pruebas que le de-
pararán su suerte, y cumpliría todo deber con fidelidad. La experiencia
de ese día fue el punto decisivo en la vida de José. Su terrible calamidad
le transformó de un niño mimado que era en un hombre reflexivo, valien-
te y sereno”.
En aquel momento, mientras avanzaba con la lenta caravana de escla-
vos entre las arenas del desierto que lo conducía a Egipto, José aprendió
a no quedar empantanado en el camino, a no ser un esclavo resentido,
a vencer las ataduras del odio y el rencor, a no ser víctima del pasado, a
experimentar el alivio del perdón y mirar hacia las luces del porvenir. En
aquella hilera de esclavos encadenados que marchaban por las colinas
sinuosas de Palestina, hacia el imperio más poderoso de la tierra, ya no
iba un niño mimado llorando, sino caminaba un hombre inspirado por la
revelación hacia su glorioso destino, ocupar la más alta magistratura de
la nación más importante del mundo de entonces. Fue un camino duro,
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Cuadro 4
Características de la personalidad narcisista
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El “Narciso” bíblico
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El afán de progreso
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libros. A medida que su mente fresca, receptiva y aguda captaba las ense-
ñanzas, se esforzaba en ponerlas en práctica. En este aspecto, los resulta-
dos fueron altamente satisfactorios. Toda la comunidad judía lo elogiaba
y los dirigentes de la sinagoga le manifestaban palabras de estímulo y
encomio. Veían en el joven Saúl un valor especial. Ponderaban su faci-
lidad de palabra, el conocimiento que demostraba de las Escrituras, su
prodigiosa memoria, la agilidad mental y su capacidad de razonamien-
to para encontrar argumentos. Se sabía los 613 mandamientos judíos de
memoria. Recitaba sin dificultad parte de la Torá y la Mishná. Además,
era un lector obsesionado de los filósofos y poetas griegos y romanos. Su
aguda inteligencia captaba con facilidad los razonamientos y aun descu-
bría las falacias de los escritores paganos. Evocaba rápidamente las ideas
y argumentos leídos, y su verbosidad fluida y elocuente desarrollaba con
destreza y lucidez las ideas en las exposiciones o debates.
Muy pronto se convirtió en el apologeta de la sinagoga. Frecuen-
temente, los judíos eran atacados por sus ideas y creencias religiosas.
Saúl o Saulo, como lo llamaban en latín la gente del pueblo (los que no
eran judíos), con toda facilidad encontraba argumentos para rebatir-
los, e incluso ponerlos en ridículo. Además, el muchacho era impetuo-
so, resuelto y de espíritu combativo. Le encantaba discutir, impugnar a
los herejes, rebatir a los gentiles y amonestar a los irreligiosos. En estas
confrontaciones Saúl salía airoso. Los judíos, especialmente el grupo
de dirigentes de la sinagoga, los fariseos, estaban encantados de tener
un defensor tan lúcido y agudo. Estos éxitos gratificaban el orgullo de
nuestro joven héroe, reforzaban su dedicación al estudio y estimulaban
un cierto aire de importancia en el cumplimiento y defensa de la orto-
doxia. Cada vez fue convirtiéndose en fanático y dogmático en la ob-
servancia de las normas religiosas. Fue un celoso guardián de la pureza
del judaísmo. Reprendía a quienes se acomodaban a la impostura, no
hacía concesiones a los débiles, era de disciplina férrea y extremada-
mente duro con el transgresor.
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― Saulo, tienes casi todo para llegar a ser uno de nuestros gober-
nantes, para ocupar un lugar en el Sanedrín: inteligencia, conocimien-
to, moral intachable, elocuencia extraordinaria, sólo te falta una cosa
para ser un gran líder.
― ¿Qué cosa me falta? ―preguntó Saulo con inusitado interés.
― Una mujer.
― ¿Cómo? ―dijo con asombro y desconcierto.
― ¿No sabes, acaso, que si no eres casado no puedes entrar en el
Sanedrín? Saulo necesitas una mujer. Tienes que casarte, muchacho.
Es probable que Saulo jamás se había detenido a pensar en la idea
de casarse ni en mirar a las chicas con intereses serios. Desde la ado-
lescencia todas sus energías fueron canalizadas al estudio y el cumpli-
miento estricto de las normas religiosas. Así que, no fue raro que el
consejo lo sorprendiera y produjera cierto molestar. No sabemos exac-
tamente qué sucedió, pero quizás la hija de un fariseo importante fue
propuesta como candidata para el matrimonio y, de alguna manera, se
hicieron los arreglos para que se celebrase la boda. Así, pues, nuestro
héroe, un tanto obligado por las circunstancias y su poderosa voluntad
de poder, ingresó al gremio feliz de los casados.
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La voz de la crisis
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Capítulo 3
Cualidades femeninas
1. EL CARÁCTER FEMENINO EN LA BIBLIA
E
Proverbios 31:10
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La defensa de la colmena
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86 Psicología de los Personajes Bíblicos
El despertar de la abeja
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Cualidades Femeninas 87
fijadas en los ejes, para que al pasar entre la formación enemiga los sega-
ra como a trigo. Por otra parte, los israelitas, bajo la hegemonía cananea,
estaban desarmados. Combatían con utensilios de madera, herramientas
recicladas o armas fabricadas a última hora. Por su parte, Sísara tenía
bajo su mando soldados profesionales, de experiencia en el combate, a
diferencia de los israelitas, que en su mayoría eran agricultores, que sólo
poseían el entusiasmo y la fuerza natural. Prácticamente era un suicidio
declararle la guerra a los cananeos. Sin embargo, diez mil hombres se
alistaron y salieron a combatir al ejército de Sísara. ¿Cómo se atrevieron
a tanto? ¿Qué los animó a realizar esa acción descabellada? Fue Débora,
la profetisa, esa mujer temperamental y osada, cuya influencia y carisma
irresistibles, animada por su profunda convicción de triunfo y de la inter-
vención divina, envió a esos hombres a la batalla.
Las amenazas de la confrontación oscurecían el horizonte como una
tormenta violenta que se aproximaba. Barac juntó a sus diez mil hombres
y se dirigió al monte Tabor. Sísara, inmediatamente reunió su poderoso
ejército, con el cual esperaba rodear a los hebreos para destruirlos con
facilidad. Los israelitas miraron asombrados a las numerosas legiones
que se extendían en la planicie, fuertemente pertrechadas con todos los
instrumentos bélicos. “Los israelitas se habían ubicado en una posición
ventajosa en las montañas, esperando la oportunidad favorable para el
ataque. Alentado por la seguridad que le dio Débora de que en ese día
obtendrían una victoria significativa, Barac condujo a su ejército hacia la
abierta planicie y atacó audazmente al enemigo. El Dios de los ejércitos
luchó a favor de Israel, y ni la capacidad bélica, ni la superioridad numé-
rica, ni el equipo que poseían pudieron resistir el ataque. Las huestes de
Sísara fueron presas del pánico. Sólo Dios pudo haber derrotado al ene-
migo, y la victoria sólo podía adjudicarse a El” (White, 1985, 321).
Parece que sobrevino una fuerte tormenta, con truenos y relámpa-
gos, que llenaron de temor a los cananeos; y aún mas, ante el avance del
otro “relámpago” que los atacaba. La lluvia intensa y persistente inun-
dó los campos y desbordó el arroyo Cisón (5:20,21), que lanzó sus aguas
sobre la planicie, empantanando e inmovilizando los carros de guerra.
En esas condiciones, los soldados cananeos atemorizados, fueron fácil
presa del ataque violento de los israelitas. Al observar el desastre y la
derrota, Sísara escapó corriendo entre los cerros en dirección a tierras
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La dulzura de la victoria
“¡Bendita entre las mujeres, Jael (la mujer de Héber ceneo),
entre las mujeres que habitan en tiendas, bendita sea!”
Jueces 5:24 (BJ)
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“Y Rut oyó, en las lejanías de sí misma, la voz que llamaba a los gentiles.
E hizo su voto perpetuo de maternidad predestinada.
Y abrió el claustro de su vida en flor, el de todas sus potencias y sentidos,
al Esperado, al Santo de Israel”.
Juan Zorrilla de San Martín
Decisión y compromiso
“El Libro de Rut, gruta de divino azul, dice Zorrilla (200-201), está
cubierta de plantas a la entrada; se penetra en él entre árboles atentos,
separando con las manos las ramas que nos tocan la cara; oyendo voces
de vidas ignotas que vienen de las lejanías; sintiendo palpitaciones de
sangre melodiosa, que circula en las arterias de los follajes; se siente en
seguida la dilatada frescura del otro lado, del otro viento. Es un libro
de encanto..., reclama el recogimiento y la paz del alma pura para ser
respirado”. Ciertamente, Rut es un libro único y peculiar. Respira los
aires de los campos grávidos, cubiertos de espigas, llenos de sol y gra-
titud, pero además, tiene el calor de una intimidad doméstica, suave y
tierna. Es un libro fresco, luminoso y encantador. No cuenta la historia
ostentosa de los poderosos y reyes, sino de dramas y alegrías propias de
la gente de pueblo y sencilla. Los expertos distinguen este libro como
una de las joyas más valiosas de la literatura hebrea; los historiado-
res lo prefieren porque describe, como ninguno, las costumbres de esa
sociedad de la antigüedad, todos lo admiramos por la vida de aquella
notable mujer, humilde y grande, cuyos gestos sublimes le dieron un
lugar singular en la posteridad. Podríamos glosar la historia en estos
términos.
Aconteció que una devastadora sequía azotó aquella tierra. Los tri-
gos y cebadas desfallecían y el campo estaba exhausto. Un vecino de
Belén de Judá, llamado Elimelec, perdió su cosecha y en su indigencia
decidió emigrar a otro lugar. Hombre educado con fuertes conviccio-
nes religiosas, ya que su nombre significa “mi Dios es rey” (2CBA, 430),
seguramente entendió que Dios tenía algún destino mejor en otro país.
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fructífero su trabajo. Y cuando la tarde cayó aquel día, Rut volvió al senci-
llo hogar de Noemí, cargada con una cosecha abundante de alimentos.
Noemí intuyó rápidamente que la simpatía del hombre podía con-
vertirse en amor y llegar al matrimonio. Quizás oyendo la voz de Dios
que anunciaba profecías, trazó un plan para apremiar a Booz a tomar
una decisión y concretar el casamiento. Le explicó a su nuera su idea,
mostrando un notable conocimiento de la psicología masculina. Rut lo
ejecutó con gran habilidad. Luego que “Booz hubo comido y bebido, y
su corazón estuvo contento, se retiró a dormir... Entonces ella vino ca-
lladamente, y le descubrió los pies y se acostó” (3:7). A la medianoche,
Booz se sobresaltó al descubrir la íntima calidez de una dama acostada a
sus pies. Probablemente una súbita turbulencia interior lo sacudió, pro-
duciéndole un estremecimiento que le recorrió toda la espalda, desper-
tando un deseo que iba dispersándose por la sangre, al ritmo acelerado
de su corazón, para dar lugar a vagos apetitos carnales, que caldearon la
imaginación y enternecieron la voluntad.
“Dijo: ‘¿Quién eres tú?’, y ella respondió: ‘Soy tu sierva. Extiende so-
bre tu sierva el borde de tu manto, porque tienes derecho de rescate’” (9;
BJ). Con ese gesto le estaba pidiendo que fuera su “goel” o “redentor”.
Dos normas disponían los deberes del “goel”, una de tipo económico y
otra social. La primera era el deber de rescatar los bienes de un pariente
evitando la venta o el traspaso de sus tierras (Lv.25:23-25, 47-49). La
segunda, era la costumbre del levirato, a través de la cual una viuda de-
bía casarse con el hermano o el pariente más cercano del marido para
darle descendencia al difunto. Cuando el cuñado se negaba a casarse
con la viuda, en un acto público, le quitaba la sandalia y le escupía la
cara pronunciando palabras infamantes (Dt.25:5-10). En consecuencia,
la actitud de Rut, de acostarse junto a los pies descalzos de Booz, no pa-
rece responder a un simbolismo sexual (si se interpreta “los pies” como
el sexo), sino a los rituales del levirato. Es como decirle, “vas a ponerte
la sandalia, casándote conmigo o yo tomaré tu sandalia en señal de repu-
dio”. Fue un acto osado e intrépido de la moabita (Booz podría haberla
acusado de acoso sexual), que impresionó vivamente al hombre, quien
admirado, exclamó: “Bendita seas de Jehová, hija mía; has hecho mejor
tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes,
sean pobres o ricos” (3:10).
Mario Pereyra
94 Psicología de los Personajes Bíblicos
La historia narra que había un pariente más cercano a Rut, que al ser
confrontado con sus deberes del levirato, dejó el camino libre para que
Booz asumiera formalmente los privilegios y deberes que correspondían
al heredero legal de Elimelec, casándose con Rut (4:6-10). La premura
y el entusiasmo con los cuales realizó estos trámites revelan cuánto ha-
bía quedado prendado de ese acto nocturno de sutil eroticidad, vivido
en el secreto compartido de una cierta clandestinidad. Así, la extranjera
se unió al pueblo de Dios, adquiriendo la ciudadanía judía. Pero su ad-
hesión tuvo una proyección impensada y grandiosa. De esa unión nació
Obed, el abuelo de David y uno de los progenitores de Cristo (13,21,22).
De esta manera, Rut se transformó en madre del gran rey y fue honrada
con la más grande bendición que podía aspirar una mujer de Israel, inte-
grar la genealogía de Jesucristo, el Salvador del mundo (Mt.1:5).
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Cualidades Femeninas 95
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96 Psicología de los Personajes Bíblicos
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Cualidades Femeninas 97
días, coronada como la primera dama del imperio persa, uno de los
más grandes y poderosos del pasado, quien en última instancia realizó
una proeza extraordinaria, la de salvar providencialmente a su pueblo
de un complot malvado preparado para exterminarlo. Ester fue el ideal
de belleza y paladín de la libertad. El monumento de su recuerdo se
conserva en un libro de la Biblia que lleva su nombre, un privilegio
excepcional, ya que sólo dos libros del canon tienen nombres de mujer.
Por eso, Ester ocupa el primer lugar en el panteón de las heroínas na-
cionales que todavía son recordadas, después de 2.500 años. Legítima-
mente se eleva en el lugar más alto del podio femenino histórico. Pero
más allá de estas connotaciones fabulosas, la historia de Ester conserva
una notable vigencia y enseñanza en los actuales días hipermodernos,
cuando los certámenes de belleza, las modelos de la moda y la industria
de los cosméticos ensalzan los valores estéticos sobre los éticos.
Si hubo un mundo donde la fastuosidad, la opulencia y la pompa
reinaron en todo su esplendor fue durante el Imperio Persa, en la pri-
mera parte del siglo V a.C. En el gobierno de Jerjes, hijo de Darío I
el Grande, fue cuando el imperio alcanzó la cúspide de su poder. Se
extendió desde la India hasta Etiopía, a lo largo de 4.800 kms de ex-
tensión, dominando una superficie de más de 5 millones de kilóme-
tros cuadrados (3CBA, 459). La preponderancia política se manifestó,
como registra el texto bíblico, en “las riquezas de la gloria de su reino”,
y en “el brillo y la magnificencia de su poder” (Ester 1:4). Especialmen-
te los palacios del imperio ostentaron una suntuosidad extravagante,
con paredes tapizadas de oro, columnas de mármol fino y “colgantes de
lino y púrpura con anillos de plata” (1:6). En esos lugares fastuosos era
donde vivía el emperador y su corte. Constituían frecuentes escenarios
de agasajos fabulosos, donde se bebía en vasos de oro y se paladeaban
banquetes imponentes, durante varias semanas. También se exhibían
las mujeres más bellas y encantadoras de la tierra, que resaltaban sus
virtudes físicas, gracias a la moda y a las bondades de un sofisticado cui-
dado cosmético. Eran, pues, espacios lujosos consagrados a la satisfac-
ción de los placeres de la carne y la ostentación de los valores estéticos,
no muy diferentes del actual mundo del espectáculo.
Narra la historia que en el majestuoso palacio de Susa, capital del
imperio, hizo su aparición una bella joven judía llamada Hadasa, que
Mario Pereyra
98 Psicología de los Personajes Bíblicos
¿Estética o ética?
“Ya que lo que seduce no tiene que ver con la belleza o la fealdad en sí,
o sea con un discurso de valores y de moral, sino con aquello que deja al sujeto per-
plejo, sin palabras, fuera del discurso. ... no apunta a un sentido sino que rescata
el efecto fascinante de lo que está más allá del sentido”.
Adriana Zambrini
Afirman Odina y Halevi (1998, 91): “Toda fama tiene que transitar
por el territorio de la apariencia y de la moda, permitiendo que dicho
territorio, y toda su exquisita creación y recreación de aparentes distin-
ciones superficiales, se convierta en el necesario vehículo de lujo para
transportar toda la fascinante y vacua estética, vacía de ética que define
el mundo de la actual notoriedad”. En otros términos, los autores su-
gieren que existe una oposición entre los valores estéticos y los éticos.
Es la idea que una dama que se dedica a cultivar su figura, a enaltecer
sus cualidades físicas y a transitar por las pasarelas profudamente ilu-
minadas del exhibicionismo y la fama, muy probablemente, en algún
lugar de ese recorrido, tendrá que claudicar a los valores morales supe-
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Cualidades Femeninas 99
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100 Psicología de los Personajes Bíblicos
La hora de la heroína
“¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”
Ester 4:14
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al 10, cuentan que la reina fue recibida por el monarca, tras el desplie-
gue temerario de una estrategia inteligente y astuta. Afortunadamente,
consiguió el beneplácito del emperador y desbarató el complot asesino.
En todos esos tensos momentos, Ester manifestó una habilidad admi-
rable, un conocimiento profundo de la psicología masculina, actuan-
do con diplomacia y el toque encantador de su dulce belleza y pureza.
Mostró una disposición segura y digna, resaltando la belleza interior de
su carácter.
Hace milenios que el poderoso imperio persa desapareció bajo las
arenas del tiempo. Hoy tan solo quedan las ruinas que exhuman los
arqueólogos y el testimonio de la historia. Sin embargo, la vida pro-
tagónica de Ester permanece en la memoria de su pueblo y de toda la
humanidad. Cinco veces al año los judíos leen la historia de Ester desde
los tiempos antiguos, particularmente en la fiesta de fin de año, cuando
se conmemora el Purim, la festividad que evoca aquel episodio insólito
de liberación. También los cristianos y todo los lectores de la Biblia
releen su apasionante historia. Es el homenaje de la posteridad hacia
aquella insigne mujer, que realizó un acto de heroísmo excepcional, no
con las fuerza de las armas sino con el encanto subyugante de su perso-
na anclada en Dios. Un testimonio que hoy nos dice que es posible cul-
tivar armoniosamente las virtudes del cuerpo, del alma y del espíritu.
El rostro de afrodita
“Detrás de cada mujer se erguía, austero, sagrado, lleno de misterio,
el rostro de Afrodita”.
Nikos Kazantzakis
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102 Psicología de los Personajes Bíblicos
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Cualidades Femeninas 103
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mujeres es una sociedad que asegura su progreso”. Es la concepción
del juego del “sube y baja”, cuando uno está arriba y el otro debe es-
tar abajo. A la supremacía masculina hay que anteponer la femenina.
Así cambian los protagonistas, pero se conservan los mismos roles. El
feminismo peca del mismo pecado del machismo. Nos parece que la
idea bíblica no recorre el camino de las hegemonías, sino favorece la
complementariedad y la mutualidad, en la aventura gozosa y creativa
de confrontar las disimilitudes para alcanzar la armonía. La identidad
nace de las diferencias, donde “la sexualidad sigue siendo la caja de
caudales en la que está oculto el secreto del yo de la mujer” (Kundera,
1993, 201) junto con la procreación.
Capítulo 4
Cualidades masculinas
1. EL CARÁCTER MASCULINO EN LA BIBLIA
“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño.
Pero cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño”.
¿
San Pablo (1 Cor.13:11)
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Cualidades Femeninas 107
por consignas como “tú puedes”, pero solo, sin necesidad de nadie más.
En la Biblia, el hombre alcanza la cumbre de sus logros gracias a Dios,
por la intervención del Omnipotente. El humanismo proclama: “No
digas cuán grande es tu problema, di a tu problema cuán grande eres
tú”; en cambio, el cristianismo predica: “Sabemos que a los que aman a
Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados” (Rom. 8: 28). El énfasis está puesto en Dios,
en contraste con el humanismo, que hace del hombre el centro exclusi-
vo de toda realización.
La imagen tradicional del hombre se ha construido sobre el ideal
heroico de la virilidad, del hombre fuerte, aguerrido y valiente. El hé-
roe clásico, por ejemplo, Aquiles, Agamenón, Patroclo y Ulises, exalta
los valores del arrojo y la bravura, protagonizando episodios legenda-
rios. Son la cristalización de los sueños de gloria y poder, que parece
liberarnos de la condición humana. Por eso los héroes son semidioses,
están más allá de la realidad del ser normal. Muy diferentes son los
héroes bíblicos, jamás escapan a la naturaleza de nuestra especie, son
seres sujetos a las mismas pasiones y debilidades que cualquier mortal
(Sant.5:17); si se destacan, es por su confianza en Dios, no por competir
con los dioses. El héroe clásico llega a crecer tanto que excita el celo
de los dioses, como Prometeo o Sísifo, entonces son alcanzados por
la tragedia, padeciendo en forma fulminante el abatimiento. El Dios
bíblico jamás se siente celoso por los logros humanos, sino por su des-
obediencia, por la perversidad del corazón y el pecado que desea que
abandonen.
También en el texto bíblico aparece el espíritu guerrero, como en
el ejemplo de Josué, pero no para exaltar el poder de la masculinidad,
sino para destacar la importancia de la fidelidad y la obediencia. La
capacidad para vencer al rival es más un atributo de Dios que de las ap-
titudes humanas. El héroe bíblico es quien se vence a sí mismo, alguien
que derrota al enemigo que todos llevamos dentro; es quien vence la
adversidad con la ayuda de Dios, quien triunfa en la guerra. Además,
en la Biblia no sólo los héroes son especiales, también lo son aquellos
que se apartan del modelo, los antihéroes, como el caso del profeta
rebelde, Jonás. Un hombre insólito y un tanto exótico, que a pesar de
su carácter malhumorado y esquivo, conquista el interés de Dios, rea-
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108 Psicología de los Personajes Bíblicos
La vocación marcial
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110 Psicología de los Personajes Bíblicos
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La conquista de la promesa
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112 Psicología de los Personajes Bíblicos
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114 Psicología de los Personajes Bíblicos
Modelo de lealtad
“La vida es un combate, que a los débiles abate,
que a los fuertes y a los bravos sólo quiere exaltar”.
Si bien Josué fue un modelo de soldado, disciplinado, obediente
y noble, la esencia de su personalidad, el rasgo más sobresaliente, fue
su lealtad, el acatamiento a la autoridad divina, que es otra forma de
fidelidad a Dios. Hay varios hechos significativos que aparecen en la
historia de su vida que lo califican como un soldado de la fe. Conside-
raremos sintéticamente algunos de ellos.
Un hecho notable es la presentación de una teofanía, escena donde
Dios se manifiesta y revela su gloria. Hay un solo ejemplo de este tipo de
evento extraordinario en el libro (5:13 - 6:5). El punto significativo y úni-
co en todo el testimonio bíblico es que Dios se presentó vestido como un
soldado a la usanza de esos tiempos, mostrándose como “Jefe del ejérci-
to de Yahvéh” (5: 14). Tan semejante a un militar era, que Josué, en un
primer momento, lo confunde con algún integrante de su ejército o del
enemigo. Cuando descubre su carácter divino, cae rostro en tierra, en
actitud de adoración (5:14). Entonces, Dios le da instrucciones de cómo
conquistar la ciudad de Jericó. ¿Por qué un Dios “comandante” y estra-
tega? ¿Será que Dios se manifiesta, apareciendo según la mentalidad y la
capacidad de percepción del hombre escogido? ¿Un Dios que se encarna
adaptándose a las dimensiones de la comprensión humana?
Otro punto interesante está relacionado con una de las estructuras
lingüísticas del libro. Se trata de la fórmula “Jehová habló a Josué, di-
ciendo”, que aparece en catorce ocasiones (1: 1-9; 3: 7-13; 4: 1-3; 4: 15,
16; 5: 2; 5: 9; 7: 10-15; 8: 1, 2; 8: 18; 10: 8; 11: 6; 13: 1-7; 20: 1-6), cuando
Josué recibió la palabra de Dios (una en forma personal y otras trece en
forma verbal). Lo llamativo es que en todos los casos, indefectiblemente,
no hay respuesta verbal de nuestro héroe sino acción, es decir, el cumpli-
miento de la orden. Este hecho es significativo porque la misma fórmu-
la también es típica del Pentateuco, aunque aplicada a Moisés (“Habló
Jehová a Moisés, diciendo”, Ex.6:29; 13:1; 23:1; 25:1, etc.). El contraste
está en cuando Moisés recibe la voz de Dios, suele responder, dialogar e
incluso discutir con el ser divino (ver Éx. 3: 11-4:17; 6:30). Por el contra-
rio, Josué jamás respondió palabra alguna a lo que Dios ordenó. Su res-
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El temor de Jehová
“El fin de todo el discurso oído es éste:
Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.
Salomón (Ecl.12:13)
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122 Psicología de los Personajes Bíblicos
El “complejo de Jonás”
“Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás;
y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches”.
Jonás 1: 17
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124 Psicología de los Personajes Bíblicos
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La ira de Jonás
“Pero esto desagradó en extremo a Jonás, y se enojó...
Ahora, pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida:
Porque mejor me es la muerte que la vida”.
Jonás 4:1,3
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136 Psicología de los Personajes Bíblicos
La función paterna
“Las observaciones clínicas psicoanalíticas me han mostrado,
una y otra vez, que el verdadero triunfador en la vida
es aquel que fue el más amado y preferido por el padre”.
Jamil Abuchaem
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“También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles”.
San Pablo
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Capítulo 5
Vidas frustradas
1. LA PERDICIÓN COMO DESTINO
¿
Jesucristo (Mat. 7: 13, 14.).
( 143 )
144 Psicología de los Personajes Bíblicos
principio destinó, también los llamó y a los que llamó, también los puso
en camino de salvación; y aquellos a quienes puso en camino de salva-
ción, les comunicó su gloria” (Rom.8:29,30).
Sin embargo, no todos serán salvos, ya que algunos, “los soberbios y
todos los que hacen maldad” (Mal.4:1,3), resucitarán para destrucción
(Ap.20:14,15) o condenación (Jn.5:29), en contraste con aquellos que
resucitarán para salvación eterna (Ap.20:6). ¿Por qué hay personas que
se pierden? Porque en el ejercicio de su voluntad y libertad eligieron
desviarse del camino trazado por Dios para la salvación. Ya que hay
“camino que al hombre parece derecho; empero su fin son caminos de
muerte” (Prov.14:12). Por eso, es necesario fiarse en Dios “de todo
corazón”, reconocerlo en todos los caminos, “y él enderezará tus vere-
das” (Prov.3:5,6). Es claro, pues, que hay tan sólo dos caminos: el de la
vida y el de la muerte. Cada individuo debe hacer su propia elección, y
de ésta depende su destino eterno (Sal.119:30).
Por lo tanto, hay personas que transitan por el “camino estrecho”
y derecho logrando consumar exitosamente el objetivo supremo de al-
canzar el ideal de la salvación; en cambio, hay otros que no lo consi-
guen. La Biblia abunda en dramas existenciales, y presenta historias
de hombres que despliegan su vida como modelo de un desarrollo lo-
grado, historias satisfactorias de vidas triunfantes, como por ejemplo,
Abraham, Jacob, Moisés, pero también aborda otras historias que son
clamores nacidos del fracaso. En este capítulo, consideraremos estos
últimos casos, los destinos de perdición, las vidas frustradas.
La libertad nos fue dada para moldear la vida y modificar el desti-
no. El propio fin de la existencia aparece en las Escrituras como una
laboriosa arquitectura edificada sobre la decisión tenaz de permanecer
firmes en la enseñanza o de renunciar a ella. Así, pues, hay quienes ma-
duran y enfilan su destino hacia la gloria o hacia el deshonor, afirmando
la vocación hacia la perfección o haciendo que el destino tome un sesgo
de desgracia. Elena de White (1995a, 46) lo expresa en términos más
claros y concluyentes: “La decadencia y la muerte prematuras son los
resultados de apartarse de Dios para seguir los caminos del mundo”.
Otro rasgo significativo del concepto bíblico es que la persona hu-
mana nunca está acabada mientras vive; es un proceso inconcluso, que
nunca puede darse por terminado. En ese proceso, como ha dicho el
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146 Psicología de los Personajes Bíblicos
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Vidas Frustradas 147
Cuadro 5
Lista de los hijos de Jacob según Génesis y Apocalipsis
12 HIJOS O TRIBUS DE ISRAEL
12 TRIBUS
SEGÚN GÉNESIS 29:31-30:24;
SEGÚN APOCALIPSIS 7:4-8
35:16-26
1 RUBÉN 1 JUDÁ
2 SIMEÓN 2 RUBÉN
3 LEVÍ 3 GAD
4 JUDÁ 4 ASER
5 DAN 5 NEFTALÍ
6 NEFTALÍ 6 MANASÉS
7 GAD 7 SIMEÓN
8 ASER 8 LEVÍ
9 ISACAR 9 ISACAR
10 ZABULÓN 10 ZABULÓN
11 JOSÉ 11 JOSÉ
12 BENJAMÍN 12 BENJAMÍN
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148 Psicología de los Personajes Bíblicos
El veredicto pérfido
“Será Dan serpiente junto al camino, víbora junto a la senda,
que muerde los talones del caballo, y hace caer hacia atrás al jinete”.
Israel (Gén.49:17)
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Vidas Frustradas 149
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152 Psicología de los Personajes Bíblicos
“los que se apresuran” (CBA, 569), lo cual no habla bien del padre, el
juez que le puso el nombre. Tanto el hijo como los descendientes di-
rectos se pierden en las sombras de la historia, recibiendo como único
homenaje el tributo del silencio, que en el pensamiento bíblico suele
ser un método de reconvención.
La tribu que descendió de Dan también tuvo una triste historia. Al
ingresar en la tierra de Canaán se le asignó una pequeña región al nor-
te, a la cual pertenecían las ciudades de Zora, Ajalón, Ecrón y Elteque
(Jos.19:40 46; 21:5,23,24). Sin embargo, los danitas, igual que su funda-
dor, no cumplieron la misión (Jue.1:34,35) a pesar de ser muy numerosa
(Num.1:38,39). Posteriormente, enviaron espías que encontraron otro
lugar al norte de Palestina más propicio, a donde emigraron. Mataron
cruelmente a los habitantes de Lesem o Lais, ocuparon su territorio y
llamaron Dan a la ciudad donde se establecieron (Jos.19:4 - 7; Jue.18).
Esta historia forma parte de las páginas más tristes de la Biblia, llenas
de terribles violencias, deformidades humanas e instintos salvajes (ver
Jue.17 al 21). Una realidad embrutecida, sin justicia ni ley, que se de-
fine con la infausta expresión: “cada uno hacía lo que bien le parecía”
(Jue.17:6).
La ciudad de Dan fue un centro de idolatría. Al fundarla los danitas
llevaron una imagen esculpida que habían robado cuando iban camino
al norte (Jue.18:18 - 20,30,31). “Más tarde, Jeroboam I de Israel cons-
truyó en Dan uno de sus dos templos para adoración del becerro (1
Rey.12:28 - 30;2Rey.10:2 - 9;Am.8:14)” (DBA,295,296). Seguramente,
debido a su irrefrenable idolatría y vida perversa, Dan fue conquistada
por Ben adad I de Damasco (1Rey.15:20; 2Cr.16:4) y, posteriormente,
por Tiglat pileser III de Asiria (2Rey.15:29) e incorporada como pro-
vincia asiria, desapareciendo definitivamente de la historia.
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154 Psicología de los Personajes Bíblicos
Cuadro 6
Comparación de los nombres y significados de los 12 hijos de Israel
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Vidas Frustradas 155
LA PERSONALIDAD PASIVO-AGRESIVA
¿Qué tipo de personalidad desarrolló Dan? Aunque la información
que poseemos es insuficiente, nos parece que puede ubicarse entre los in-
dividuos resentidos, opositores, que contrarían y juzgan con demasiada
facilidad en forma negativa a los demás. Este patrón de comportamiento
se ubica en los trastornos de la personalidad como pasivo-agresivo (ver
cuadro 7). Se trata de una actitud generalizada, que se da en el trabajo
como en las relaciones sociales, caracterizada por la resistencia a cumplir
con las responsabilidades, con aplazamientos, descuidos, obstinación e in-
eficiencia intencionada. Las personas que presentan estos comportamien-
tos suelen quejarse, echándole la culpa a los demás de todo lo malo que les
sucede, diciendo que no son queridos, que nadie los comprende y que son
despreciados por los otros. “Se muestran huraños, irritables, impacientes,
cínicos, escépticos, siempre dados a discutir y a llevar la contraria. También
se muestran envidiosos y resentidos hacia los compañeros de trabajo que
triunfan o están bien considerados por los altos cargos, y suelen quejar-
se abiertamente de su mala fortuna” (DSM-IV, 750). Son pesimistas con
respecto al futuro y carecen de esperanzas. Hacen comentarios del tipo
«no vale la pena ser bueno» y «las cosas buenas no duran para siempre».
Estas personas tienen doble cara, dos actitudes opuestas: “o bien lanzan
amenazas hostiles hacia quienes consideran el origen de sus problemas, o
bien intentan apaciguar los ánimos de estas personas pidiéndoles excusas
o asegurándoles que en el futuro trabajarán mejor” (Ibíd).
En conclusión, Dan perdió la gloria de ocupar un lugar privilegiado
en la excelsa grandiosidad de los justos, porque arruinó su vida con la prác-
tica de la perversidad. Su figura encarna la triste historia de alguien desti-
nado a triunfar, a convertirse en modelo de perfección por la eternidad y
permanecer entre los santos bienaventurados, pero que lamentablemente
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156 Psicología de los Personajes Bíblicos
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158 Psicología de los Personajes Bíblicos
La permisividad nefasta
“Y Acab, hijo de Omri, hizo lo malo ante los ojos del Eterno,
más que todos los que reinaron antes de él”.
1 Reyes 16:30
¿Por qué Acab fue catalogado como el más malvado de los reyes?
¿Qué contribuyó a ostentar ese deplorable título? Procurando dar una
explicación, el cronista del libro de los Reyes realiza este breve pero
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Vidas Frustradas 159
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160 Psicología de los Personajes Bíblicos
Psicología de la cobardía
“La indecisión es también cobardía, cobardía de la voluntad”.
Carl Spitteler
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Vidas Frustradas 161
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162 Psicología de los Personajes Bíblicos
Elías, después de los tres años de sequía. Acab reprende con evidente
irritación al profeta, a quien consideraba culpable de las calamidades
que padecían, diciéndole: “¿Eres tú, el que alborota a Israel?” (18:17).
Entonces Elías, reaccionando con firmeza, responde al rey: “No soy
yo el que alborota a Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber
abandonado a Yahveh y haber seguido a los Baales” (vs.18). Seguida-
mente, le ordena que reúna a todo el pueblo en el monte Carmelo para
la confrontación con los sacerdotes de Baal (vs.19). ¿Cómo debería
haber reaccionado el rey? Un perseguido de la justicia que lo censura
en público, y todavía tiene el atrevimiento de darle una orden. ¿Cómo
habrían procedido Omri o Jezabel? Seguramente habrían castigado se-
veramente tal audacia; sin embargo, Acab enmudeció y simplemente
obedeció (vs.20). Desde chico estaba acostumbrado al ceño fruncido
de su padre que le daba órdenes a gritos, que le producían terror y lo
movían a obedecer inmediatamente.
El suceso más representativo de la personalidad de Acab, fue cuan-
do quiso comprar las tierras cercanas a su palacio de Jezreel, para am-
pliar sus dominios. El dueño era Nabot. Acab le hizo una oferta muy
atractiva, pero Nabot la rechazó porque las tierras habían pertenecido
a sus antepasados y no quería deshacerse de ellas (21:1-4). Acab quedó
muy molesto y apenado por la negativa, al punto de deprimirse y per-
der el apetito. Jezabel lo observó apesadumbrado, y le preguntó la ra-
zón de su desaliento. Al descubrir la causa, su mujer le contestó: “¿Eres
tú ahora rey sobre Israel? Levántate, come y alégrate; yo te daré la viña
de Nabot de Jezreel” (vs.7). La mujer, con ladina habilidad y sin el me-
nor escrúpulo, tramó un juicio insidioso y falaz, que condenó a muerte
a Nabot, para luego apoderarse arbitrariamente de su propiedad.
Ese hecho abusivo e inicuo produjo la indignación de Dios,
quien envió a Elías para recriminarle su infamia y condenar su proce-
der. Cuando Acab escuchó la violenta reprimenda del profeta (¿se pa-
recerían a las severas reprensiones de su padre?), se cohibió y angustió
profundanemente. Rasgó sus vestiduras, se vistió de cilicio en señal de
penitencia, dejó de comer y se deprimió. ¿Fue arrepentimiento o re-
mordimiento? ¿Fue un estado de aflicción por el mal hecho o de temor
a las consecuencias terribles que le sobrevendrían? La profecía anun-
ciaba que moriría víctima de las alimañas del campo (buitres y otras
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Vidas Frustradas 163
LA PERSONALIDAD DEPENDIENTE
¿Qué tipo de personalidad mostró Acab? ¿Cómo podría caracteri-
zarse? De acuerdo al Manual de Diagnóstico de Enfermedades Men-
tales de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana, conocido como
DSM-IV, el caso de Acab puede incluirse entre las personalidades de-
pendientes (ver cuadro 8). Los estudios de psicopatología han hecho
una autopsia minuciosa y detallada de este tipo de personalidad, des-
cifrando las claves de su comportamiento desde dentro de sí mismos
y desde las artes de su dominio. Se ha descubierto que tales personas
navegan, con excesiva frecuencia, en un océano de dudas, incertidum-
bres y perplejidades, por lo cual tienen enormes dificultades para tomar
decisiones y asumir responsabilidades, si no cuentan con un aconseja-
miento excesivo y una fuerte aprobación por parte de los demás. Estos
individuos tienden a ser pasivos, permiten que los demás, frecuente-
mente una única persona, tomen las iniciativas y ocupen la responsabi-
lidad en las principales cuestiones de su vida. Afirma el DSM-IV (1994,
682): “Es típico que los adultos con este trastorno dependan de un
progenitor o del cónyuge para decidir”, tal como sucedió con Acab,
quien estaba tan subordinado a las decisiones de Jezabel.
Las personalidades dependientes tienen grandes dificultades
para iniciar proyectos o hacer cosas en forma independiente. Carecen
de confianza en sí mismos, y sienten que necesitan ayuda para comen-
zar y llevar adelante las tareas. En realidad, están convencidas que son
incapaces de funcionar libremente y se ven a sí mismas como ineptas y
necesitadas de ayuda constante. Puesto que confían en los demás para
solucionar sus problemas, no aprenden las habilidades necesarias para
Mario Pereyra
164 Psicología de los Personajes Bíblicos
Cuadro 8
Características de la personalidad dependiente (DSM-IV)
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Vidas Frustradas 165
Luego buscó el apoyo de todos los ancianos del reino, que le aconse-
jaron a no humillarse en forma tan vergonzosa: “No le escuches, no con-
sientas”, les dijeron (vs.8). Posteriormente, un profeta de Dios le asegura
el éxito, instruyéndolo de cómo debía actuar. Recobrando valor, por la
ayuda divina, procede y logra la victoria sobre los enemigos (13-21).
En síntesis, Acab fue una personalidad dependiente, inmadura,
timorata, que buscaba el apoyo, la fuerza o el amparo de personas fuer-
tes como Elías, los profetas de Baal o su mujer Jezabel. Hijo de un mi-
litar autoritario y dictatorial, desarrolló una actitud de retracción y apo-
camiento. Fue un individuo débil e influenciable, lamentablemente se
apoyó más en las malas influencias que en las buenas, cavando su ruina.
Tuvo el privilegio de observar una de las manifestaciones más extraordi-
narias de la presencia de Dios en el monte Carmelo, pero ese despliegue
de fuerza y poder, no le ayudó a modificar su forma de ser, y continuó
bajo el influjo malvado de la perversa y cínica Jezabel, que lo arrastró a
una muerte prematura y trágica, sufriendo la condena eterna de Dios.
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166 Psicología de los Personajes Bíblicos
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Vidas Frustradas 167
La celebración fatídica
“En torno del poseso ruge siempre un viento peligroso de tempestad,
y sobre él se cierne un cielo siniestro, tormentoso, trágico y fatal”.
Stefan Zweig
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168 Psicología de los Personajes Bíblicos
“Aquella zorra”
“Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y
hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra”.
Jesucristo (Lc.13:32)
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Vidas Frustradas 169
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170 Psicología de los Personajes Bíblicos
LA PERSONALIDAD DISOCIAL
¿Cómo podría clasificarse la personalidad de Herodes Antipas?
De acuerdo a lo expuesto, sus características se ajustan a los trastornos
de personalidad disocial (ver cuadro 9). Se trata de un patrón de com-
portamiento persistente y repetitivo, orientado a violar los derechos
básicos de los otros y desconocer las normas sociales. Los comporta-
mientos típicos de estos individuos son los actos agresivos, que causan
daño físico o amenaza a otras personas o animales, los actos no direc-
tamente agresivos que busca causar pérdidas o daños y otras conductas
antisociales, como son los fraudes, robos y violaciones graves. También
se denominan a estas personas psicópatas o sociópatas, ya que su ma-
nera de actuar está orientada a perjudicar a los demás. En esta catego-
ría se ubican los delincuentes y criminales.
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Vidas Frustradas 171
Cuadro 9
Trastorno disocial de la personalidad
Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento, en el que
se violan los derechos básicos de otras personas o normas sociales
importantes, manifestándose por la presencia de tres (o más) de los
siguientes criterios:
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Capítulo 6
Vidas excelentes
1. EL COMPLETO DESARROLLO HUMANO
“Él ha establecido que su gracia esté disponible para todos los hombres
de todas las nacionalidades y condiciones de vida de todos los tiempos.
Pero la fe es la que se apropia de ella (Ef. 4:7; Tit. 2:11”.
D
Diccionario bíblico adventista
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Vidas Excelentes 175
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176 Psicología de los Personajes Bíblicos
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Vidas Excelentes 177
“Tengo piedad sólo de aquel que despierta en la gran noche patriarcal, creyéndose al abrigo
bajo las estrellas de Dios y que de pronto siente el deseo del viaje”.
Antoine de Saint-Exupéry
En el santuario de la vida
“El que entra en la esfera de la fe ―decía Paul Tillich (1973)― pe-
netra en el santuario de la vida”. La fe en Dios es un espacio sagrado,
vasto, sublime, infinito, la esfera de la excelencia, donde se construyen
las mejores realizaciones humanas y se promueve el más alto nivel de
las virtudes. La fe es apertura a Dios, convicción, seguridad, encuentro
con el otro y con lo divino. La fe abre las ventanas a la alegría, despierta
las auroras del porvenir y concede el bendito sentimiento de la presen-
cia celestial. La fe es confianza, comunicación de amor y un crédito so-
lidario de ánimo y confort. Es el lugar donde irrumpen las apariciones
sobrecogedoras del Omnipotente que llevan al hombre a las vivencias
cumbres de su vida. Por lo tanto, la fe religiosa es posibilitadora de un
crecimiento enriquecedor de la experiencia que conquista grados supe-
riores del desenvolvimiento humano.
Según Hebreos 11:1, la fe “es la sustancia de las cosas que se espe-
ran y la demostración de las cosas que no se ven”; es, en concreto, el
fundamento de la realidad y hace posible la existencia de la esperanza
y el amor. El creer es como el oxígeno para la vida, ya que sin confianza
no podríamos vivir, pereceríamos en las aguas de la desesperación, en
la angustia, desconfiando de todo y de todos. Para progresar es indis-
pensable la fe, incluso hasta en la economía. En su libro Confianza,
Francis Fukuyama (1995), rastrea minuciosamente la suerte económi-
ca de los países donde hay y donde no hay confianza. Los primeros son,
invariablemente, ricos. Los segundos, invariablemente pobres.
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178 Psicología de los Personajes Bíblicos
Hay que reconocer que existen distintos tipos de fe. El médico es-
pañol Laín Entralgo (1978) decía que “la dimensión pística (derivado
del griego: “pistis”=fe) de la existencia humana pasa de la forma “creo
que” o “no creo que” a la forma “creo en” o “no creo en”, es decir, hay
un creer en las cosas y un confiar en las personas. También existe una
fe natural y otra sobrenatural. La primera se refiere a lo inmediato,
permanece atada a las fronteras de lo terrenal; en tanto que la segunda,
tiene mayor alcance, ya que es trascendente. Es este último tipo de fe la
base de la creencia en Dios y constituye la forma más desarrollada del
acto de confiar, su máxima expresión o más plena realización.
De acuerdo a estos parámetros que proponen la fe como el camino
por excelencia del desarrollo humano, ¿cómo conocerlo? ¿De qué ma-
nera la fe interviene en la maduración y el desenvolvimiento del ser?
¿Cuáles son los indicadores que informan del avance y exhiben el mapa
de esa trayectoria? Para responder a estas preguntas sería necesario
encontrar un modelo explicativo de la fe. ¿Dónde encontrarlo? ¿Qué
historia, qué vida o qué existencia podría dar cuenta del lenguaje en-
carnado de la fe? El apóstol Pablo da la respuesta: se encuentra en
la figura patriarcal de Abraham, el “padre de todos los creyentes”. La
conducta de Abraham, sus crisis, las vicisitudes que enmarcan su des-
tino, todo ello tiene un carácter precursor. No sólo es el progenitor
del pueblo de Israel, sino el gestador de la fe, una figura emblemática
que perfila un desarrollo humano de excelencia. ¿Acaso no deberíamos
profundizar en su existencia ejemplar, para intentar adquirir las bendi-
ciones prometidas para aquellos que se convierten en fieles seguidores
del camino que él transitó?
El itinerario de la fe
“Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham”.
San Pablo
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182 Psicología de los Personajes Bíblicos
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184 Psicología de los Personajes Bíblicos
La experiencia cumbre
“Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah,
y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”.
Dios a Abraham (Gn.22:2)
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186 Psicología de los Personajes Bíblicos
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188 Psicología de los Personajes Bíblicos
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190 Psicología de los Personajes Bíblicos
Herederos de la promesa
“... éstos son hijos de Abraham y, por lo tanto, depositarios de las bendiciones y
la gracia de la justicia, como herederos de la promesa del Espíritu”.
San Pablo (Gal. 3:7,14)
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192 Psicología de los Personajes Bíblicos
Cuadro 10
Modelo de la fe de Abraham
“Vete de tu tierra,
Ruptura o
de tu parentela y Resolución y
1 Voz Acatamiento corte con el
de la casa de tu audacia
pasado
padre...”
“Y creyó a Jehová,
y le fue contado por Pacto y
3 Visión justicia... En aquel Diálogo sacrificio de Confianza
día hizo Jehová un adoración
pacto con Abram”.
“No te parezca
grave a causa del
Crisis ma- Aceptación
Respuesta muchacho y de tu Cumplimiento
6 trimonial y de la provi-
en la crisis sierva; en todo lo de la orden
familiar dencia
que dijese Sara, oye
su voz”.
“Toma ahora tu
hijo, tu único, Isaac,
Prueba de a quien amas, y vete Aceptación Sacrificar el Confianza
7
Dios a tierra de Moriah, incondicional futuro absoluta
y ofrécelo allí en
holocausto”.
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Torturado de guerra
El libro del profeta Daniel se inicia con escenas bélicas de intensa
acción y violencia. Como una película de guerra, presenta los sucesos
dramáticos de la capitulación y destrucción de la ciudad de Jerusalén
invadida por los ejércitos babilónicos. La historia se ubica a fines del
siglo VII a.C., específicamente en el año 605 a.C., durante el reinado de
Joacim, quien favorecía la política de los egipcios, enemigos acérrimos
del poder mesopotámico. Lamentablemente para los intereses judíos,
Nabucodonosor, emperador babilónico, derrotó completamente a los
egipcios en las batallas de Carquemis y Hamat, después, movilizó sus
ejércitos victoriosos hacia Judea, para aplastar la rebeldía de Jerusalén
y castigar el desafío a la hegemonía babilónica.
En esas circunstancias, acontecen las escenas del sitio de la capital
judía, su claudicación, la irrupción de los soldados en la ciudad, su in-
trusión violenta en las casas, el saqueo, las violaciones y la profanación
del templo, donde preservaban los tesoros sagrados. La bota del inva-
sor fue devastadora. Arrebataron los bienes privados, el tesoro público
y las riquezas del templo. El despojo fue total. Otra expresión brutal
de humillación y castigo fue arrancarles a las familias sus hijos mejor
dotados, los jóvenes más inteligentes y educados, que constituían el fu-
turo promisorio de la nación. Así, fueron llevados cautivos un número
importante de adolescentes y jóvenes brillantes. Quizás lo más terrible
fue someter a esos jóvenes a un tratamiento inhumano y escalofriante,
una cirugía maquiavélica para quebrar la resistencia moral e impedir su
reproducción: la castración.
La hipótesis de que Daniel fue convertido en un eunuco, se funda-
menta en varias razones. Una de ellas es el texto que informa que el
profeta estaba bajo la autoridad del “jefe de los eunucos” (Dn.1:9,10).
Otro dato significativo es la ausencia de referencias a relaciones conyu-
gales e incluso la falta de presencia femenina a lo largo de todo el libro.
Asimismo, era una costumbre, en aquellos tiempos históricos, castrar a
los esclavos de pueblos vencidos que eran llevados a la corte, como un
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194 Psicología de los Personajes Bíblicos
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196 Psicología de los Personajes Bíblicos
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198 Psicología de los Personajes Bíblicos
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“Los valores son los que nos orientan y presiden las grandes decisiones”.
Ernesto Sábato
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206 Psicología de los Personajes Bíblicos
religioso por el lapso de un mes, bajo pena de muerte. Con pleno co-
nocimiento del decreto, Daniel no vaciló en continuar con su hábito de
orar tres veces al día, con las ventanas abiertas (6:11). Al denunciarse
el hecho, el rey fue obligado a cumplir el decreto, y como consecuencia
ocurrió un milagro portentoso. Dios intervino librando a Daniel de los
leones (vs.17-24). La liberación milagrosa movió al rey a exaltar al Dios
de Daniel y enviar una carta a todo el imperio (vs.25-28), en la cual se
reconocía el dominio superior del Rey de los Cielos. ¿Cuál es el tema
del capítulo? La cuestión de la obediencia. Es también algo que debe
resolverse temprano en la vida, pero no siempre se pone a prueba la
fidelidad sino en circunstancias especiales. Entonces es cuando se evi-
dencia la solvencia y firmeza de las convicciones, de estar dispuesto a
sacrificar la vida antes que abandonarlas, como ocurrió con Daniel. El
rey expresó su deseo: “Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, te
librará” (v.17, BJ). La misma expresión utilizó cuando fue a la mañana
siguiente a ver qué había ocurrido (v.21). Se refiere, pues, a la virtud de
la perseverancia en la fe, la cual debe estar consolidada en la adultez.
7. La segunda parte del libro (caps.7 al 12) corresponde a las cua-
tro revelaciones divinas recibidas por Daniel: las visiones de los capí-
tulos 7, 8, 9 y 10, con la larga explicación que sigue en los capítulos 11
y 12. Aquí encontramos al profeta usando todas sus facultades e inte-
reses en descubrir la correcta interpretación de las revelaciones recibi-
das de Dios. Se lo ve impresionado (7:15), turbado (7:28; 8:27), hasta
en algunas circunstancias abatido y extenuado (8:18, 27), tratando de
comprender (8:15), estudiando, ayunando (10:2,3) y rogando fervoro-
samente a Dios para conocer la verdad (9:2-23). Más allá de las cues-
tiones comunes de la vida, Daniel busca y lucha para encontrar la pa-
labra y la inteligencia que permitan descubrir la ciencia de Dios (10:1),
algo velado para los impíos pero accesible a los entendidos (12:3,10),
quienes tendrán la gloria de brillar “como las estrellas a perpetua eter-
nidad” (vs.3) y recibir la herencia al final de los días (v.13). Es la virtud
de la sabiduría de Dios que debe permear todas las edades, particular-
mente aquella etapa, en la que se ha acumulado la experiencia de la
vida, la tercera edad, la senectud.
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Cuadro 11
Modelo del desarrollo de la sabiduría de Daniel
Deben contro-
¿Qué comer y qué larse el apetito Temperan-
1 Alimentación Pubertad
no comer? y el tipo de cia
alimentación
Reconocer que
¿Quién conoce el Dios es el único
2 Futuro Adolescencia Confianza
futuro? que conoce el
porvenir
Sólo Dios es el
¿A quién debe ado-
3 Adoración Joven adulto único digno de Fidelidad
rarse?
ser adorado
Evitar la
¿A quién glorificar,
Evaluación Adultez jactancia y
4 a uno mismo o a Humildad
de los logros media atribuir la
Dios?
gloria a Dios
Cultivar la
¿Obedecer a Dios o Adultez Perseveran-
6 Obediencia práctica diaria
a los hombres? tardía cia
de la oración
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El silencio de la tribulación
“Para que a través del despojamiento y el silencio se sienta otra vez,
de modo directo, la voz de Dios o de la verdad, el roce sublime de la belleza,
la calma de una conducta santa, el misterioso llamado del héroe”.
Víctor Massuh
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214 Psicología de los Personajes Bíblicos
se distingue como el discípulo del amor, a través de las tres cartas que
escribió en las cuales derrocha dulzura, lucidez y resolución. Aunque
habla mucho del amor, no vacila en poner de manifiesto el verdade-
ro carácter de esa clase de personas que pretenden ser santificadas y
seguir transgrediendo la ley de Dios. “El que dice: Yo le conozco, y
no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso” (1Jn.2:4,5). Khalil
Gibran (1975, 156) decía de Jesús, palabras que podrían aplicarse a los
escritos de Juan: “sé que les hablaba de amor porque había melodía en
su voz, y sé que hablaba de poder, porque había ejércitos en sus adema-
nes”. Su voz de amor acaricia y reprende, enternece y conmueve.
Sabemos que el “amado, afectuoso Juan estuvo en el exilio en la
solitaria isla de Patmos”, “allí Jesús se encontró con él. . . Le fue permi-
tido mirar el trono de Dios y contemplar a los redimidos de ropas blan-
cas que habían venido de gran tribulación y que habían lavado y blan-
queado sus ropas en la sangre del Cordero” (White, carta 10, 1879).
Las ansias de trascendencia fueron gratificadas plenamente por parte
de Dios, al confiarle la revelación más prodigiosa que un ser humano
jamás haya contemplado desde los tiempos del Antiguo Testamen-
to, juntamente con Daniel. El Apocalipsis pregona las condiciones de
nuestra era, hace una descripción feroz de un mundo encaminado a la
destrucción, sobre el cual caen implacablemente las últimas plagas, con
sus secuelas de “tormento y llanto” y fuego consumidor. El llamado
“hijo del trueno”, ahora observa los truenos gigantescamente mayores
de Dios. Aquel adolescente que quería lanzar fuego sobre los impíos
samaritanos como un nuevo Elías, ahora anciano, observa horrorizado,
el descenso de los fuegos en raudales infinitos, no sobre una pequeña
comarca, sino sobre todo el mundo, un cuadro verdaderamente pavo-
roso de conflagración terrestre. Su sed de justicia que quería castigar
el rechazo a Cristo, ahora es saciada por la visión terrorífica del juicio
universal de los impíos que sufren el castigo eterno del “vino del furor y
de la ira del Dios Todopoderoso”, al ser lanzados al “lago de fuego que
arde con azufre” (19:15,20). Sus pasiones juveniles se convierten ahora
en una pesadilla insoportable.
Pero el Apocalipsis también muestra otro Juan, el que cruzó el de-
sierto de la tribulación, reproduciendo llamados angustiosos de amor
en busca de arrepentimiento (2:5,16,21,22; 3:3,19), aunque sabe que
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Vidas Excelentes 215
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216 Psicología de los Personajes Bíblicos
refiere con ese título (ver, por ej., Schnackenburg, 463-480). Por nues-
tra parte, seguimos la interpretación clásica de vincularlo al autor. Se
niega esa identificción con el argumento de que “es difícil imaginar que
el discípulo amado se presentase personalmente con tan amnbiciosa
designación” (Ídem, 471). Estimamos que el título responde a la valo-
ración juanina del amor, que supera a cualquier otro autor. Por ejem-
plo, el verbo “agapao”, amor, es citado 34 veces en el Evangelio, 30
veces en las epístolas y 4 veces en el Evangelio, haciendo un total de
68 referencias, mucho más que Pablo, el segundo autor que utiliza el
término 37 veces en todas sus epístolas.
San Agustin adoptó una conocida fórmula que sentenciaba: “La
medida del amor es amar sin medida”. El apóstol Juan aprendió a ca-
nalizar su vitalidad agreste y arrolladora, siguiendo una fórmula pare-
cida que le enseñó su Maestro y que transmitió en estas palabras: “Si
nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se ha
perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en
él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu... Y nosotros he-
mos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios
es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en
él” (1 Jn.4:12-16). Es evidente que habla alguien que había “perfeccio-
nado” el amor en el camino de la adversidad, conociendo por experien-
cia propia, el cuidado providente de Dios, y afirmando ese saber en su
propia experiencia de un modo sólido; o, para expresarlo en lenguaje
juanino, “permaneciendo en Él”. Así descubrió que el amor es el fun-
damento de todas las virtudes, y que el amor es tratarte a ti como Dios
me trata a mí.
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Capítulo 7
El desarrollo humano
según la Biblia
L
o las cosas y nos movemos en función de esas etiquetas.
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El Desarrollo Humano Según La Biblia 219
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220 Psicología de los Personajes Bíblicos
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El Desarrollo Humano Según La Biblia 221
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222 Psicología de los Personajes Bíblicos
2. LA CONCEPCIÓN BÍBLICA
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El Desarrollo Humano Según La Biblia 223
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224 Psicología de los Personajes Bíblicos
(2) singularidad
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El Desarrollo Humano Según La Biblia 225
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226 Psicología de los Personajes Bíblicos
entre otros ejemplos. Por eso se dice que Dios aborrece la maldad
(Heb.1:9), muestra “severidad” (Rom.12:29) y es “fuego consumidor”
(Heb.12:29). De allí que el texto bíblico advierta: “Mirad, pues, la bon-
dad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para los que caye-
ron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues
de otra manera tú también serás cortado” (Rom.11:22). Esa amplia
multidimensionalidad psicológica y ética, exhibe una concepción del
hombre abierto a diferentes alternativas de desarrollo, variadas y ricas,
además de diseñar nuevas cartografías para la construcción de la per-
sonalidad humana.
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El Desarrollo Humano Según La Biblia 227
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228 Psicología de los Personajes Bíblicos
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230 Psicología de los Personajes Bíblicos
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El Desarrollo Humano Según La Biblia 231
Dice Martín Buber: “Me imagino que no esperan que les bos-
queje la personalidad de los líderes bíblicos. Esto sería una empresa
imposible de realizar, porque la Biblia no se ocupa de personalidades
ni de individuos, y por eso no se puede hacer este tipo de descripción.
La Biblia pinta otra cosa, particularmente describe a las personas en
situación. No se preocupa de la diferencia entre éstas; lo fundamental
es la diferencia entre las situaciones en que la persona, la criatura, la
persona designada, pasa o fracasa el examen”.
Es cierto que el hombre aparece en situación ―como dice Buber―,
pero no se trata de cualquier situación o circunstancia, sino aquellas que
son decisivas, que permiten conocer al personaje y su destino. El relato
bíblico es económico, de algunos personajes apenas presenta cuatro o
cinco situaciones de vida, como es el caso de Sansón, pero son claves
para descubrir los momentos relevantes de su existencia. Por ejemplo,
en Génesis se relata que Sara le pide a su esposo Abraham que expulse
a Agar e Ismael de su casa. Obviamente, esa reacción es la culminación
de las hostilidades que venían padeciendo Sara e Isaac de parte de la
concubina y su hijo. Cuando la situación llegó a un estado intolerable,
Sara hace el reclamo (Gn.21:9-11). También los silencios son significa-
tivos, tanto o más que las palabras. Por ejemplo, cuando Moisés des-
obedeció al golpear la piedra (Núm.20:10,11), hay un notable cambio
en el foco de la narración. Moisés y el pueblo de Israel, que hasta ese
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232 Psicología de los Personajes Bíblicos
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Bibliografía
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234 Psicología de los Personajes Bíblicos
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Mario Pereyra
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Universidad de Montemorelos
Bibliografía 237
Abreviaciones
Mario Pereyra