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Psicología

de los

PersonajesBíblicos
Titulo: Psicología de los Personajes Bíblicos
Autor: Mario R. Pereyra

Revisión Editorial: Javier Hidalgo Vásquez


Diagramación: Eliseo Vergara Mtz.
Portada: Eliseo Vergara Martínez
Fotografía: www.dreamstime.com

Copyright by © Publicaciones Universidad de Montemorelos AC


Ave. Libertad 1300 Pte., Apdo. 16
Montemorelos, Nuevo León, México, 67530
Tel.: 826 263 0900, Fax 826 263 0901 www.um.edu.mx

Marzo de 2012

ISBN: 978-607-8001-03-3
Queda hecho el depósito legal

PUBLICACIONES UNIVERSIDAD DE MONTEMORELOS

IMPRESO EN MÉXICO
No esta permitida la reproducción toral o parcial de este libro en ningún idioma, ni
su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier
medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin
el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

Contenido
Presentación ............................................................................ 7

Introducción 9
............................................................................

Capítulo I – Vidas Contrastantes


El contraste cómo método ............................................. 13

Destinos divergentes: Saúl y David .................................. 15

La unidad de los opuestos: Nicodemo y la mujer

samaritana .................................................................. 21

Impostura y legitimidad: Judas Iscariote y Pedro ........... 34

Capítulo II – Cuando las Crisis Construye el Camino del Éxito


El significado de las crisis ...............................................

51 La preparación para gobernar: José .............................. 54

La preparación para cumplir la misión: Sansón .............. 62

La preparación para ser ministro: Pablo ................... 70


Capítulo III – Cualidades Femeninas
El carácter femenino en la Biblia ....................................

81 Las virtudes de la abeja: Débora ....................................

83
Una decisión que se convierte en destino:

Rut la moabita .......................................................... 90

Hacia un porvenir heroico: La reina Ester ................... 96

Capítulo IV – Cualidades Masculinas


El carácter masculino en la Biblia .................................... 105

El soldado de la fe: Josué ............................................. 108

Un profeta rebelde: Jonás ............................................ 117

El oficio de ser hombre: Timoteo de Listra .................. 132

Capítulo V – Vidas Frustradas


La perdición como destino ........................................... 143

La traición sigilosa: Dan ................................................. 146 El rey

pusilánime: Acab ........................................... 156

Elogio a la crueldad: Herodes Antipas .......................... 165 Capítulo VI – Vidas

Excelentes
El completo desarrollo humano......................................... 173

El padre de la fe: Abraham ......................................... 177

Los valores del entendimiento: Daniel .......................... 193


Las virtudes del amor: Juan ......................................... 208

Capítulo VII - El Desarrollo Humano Según La Biblia


Teorías psicológicas de la personalidad ........................ 217

La concepción bíblica .................................................. 222

Bibliografía ............................................................................ 233

Presentación

La metodología para la trasmisión de valores incluye los siguientes


aspectos: el modelaje, la imaginación para cautivar el corazón, el
refuerzo psicológico y la reiteración. Estos cuatro aspectos se pueden
aprovechar nítidamente en esta obra del autor.
El modelaje tiene que ver con los ejemplos de vida que dejan su
impronta en nuestra experiencia personal. Las biografías bíblicas, en
este sentido, son únicas. Nos permiten contemplar modelos y
antimodelos de la vida real. Seres de carne y hueso que alcanzan las
grandes alturas de la virtud o descienden a las peores profundidades del
mal. Vidas conflictivas, llenas de luces y de sombras, pero siempre
guiadas por el hilo invisible de la fe, la gracia y la misericordia de Dios.
Mario Pereyra presenta a los personajes bíblicos desde la
perspectiva psicológica. Sus agudas y penetrantes observaciones nos
conducen a un escenario inadvertido por el lector común. Es un
escenario que descorre el velo hacia la vida interior con sus grandes
crisis y triunfos.
Las biografías bíblicas estimulan la imaginación y cautivan el
corazón. La selecta galería de personajes bíblicos que desfilan en esta
obra ejercen un gran poder sugestivo y despiertan admiración o
compasión, asombro, o perplejidad. Lo notable es que dejan huellas
profundas en el espíritu y ayudan a desarrollar la capacidad de
observación y de reflexión. Todos necesitamos cultivar la sabiduría de
evitar los errores y
(7)

8 Psicología de los Personajes Bíblicos

afirmarnos en las virtudes. Para lograrlo, nos resulta muy útil vernos en
el espejo que nos ofrece la vida de los distinguidos personajes de las
historias bíblicas.
En este marco, el aporte de un especialista en este campo resulta de
mucho valor. Los rasgos psicológicos forman caracteres deseables o
indeseables. No pocos análisis psicológicos que presenta el autor nos
van a dar sorpresas.
La madre de la sabiduría es la reiteración. Las biografías presentadas
son, para muchos lectores, historias conocidas. Pero la repetición, fija
mejor los modelos de vida.
La trasmisión de valores es una necesidad primaria, tanto en la educación
familiar como en la vida escolar.
Esperamos que padres, maestros y alumnos se beneficien por igual con la
lectura cuidadosa de la presente obra.

Luis Alberto del Pozo Moras


Departamento de Publicaciones Universitarias
Universidad de Montemorelos, 2005
Universidad de Montemorelos

Introducción
“El relato bíblico de la vida de hombres y mujeres de la antigüedad
presenta una gama tan variada de situaciones diversas que cada uno
puede identificarse con algún personaje allí descrito.
Será sabio quien saque del estudio de ese relato
aquello que guiará, enriquecerá y salvaguardará su propia vida.
Tomará valor de aquellos que triunfaron, y es de esperar que
evitará los sinsabores de aquellos que hicieron decisiones erróneas”.
Fideicomisarios de los escritos de Elena de White

¿Cómo concibe la Biblia el desarrollo humano? ¿Cuál es la teoría


bíblica que da cuenta de las ideas de la persona humana y su
desenvolvimiento? ¿Existe tal teoría? ¿Es posible construir una teoría
psicológica a partir del texto bíblico? Si bien la Biblia no es un libro de
Psicología de la Personalidad o de la Psicología del Ciclo Vital, propone
conceptos, enseñanzas y ejemplos de vida que permiten construir una
cosmovisión que fundamente una concepción del desarrollo humano.
Asimismo, abunda en orientaciones específicas con respecto a las
diferentes etapas de la vida que tienen como propósito conducirnos al
cumplimiento de nuestro destino.
En este libro, indagamos el desarrollo humano a partir del estudio
de los personajes bíblicos. Cabe destacar que las historias biográficas
de la Biblia no son puras abstracciones sin personalidad como ocurre
con los protagonistas de otras producciones literarias o fílmicas, que
constituyen entelequias promovidas por el brillo de la propaganda y la
luminosidad de sus títulos (la rubia espectacular, la top model, el galán
(9)

10 Psicología de los Personajes Bíblicos

seductor, etc.). Por el contrario, los héroes bíblicos son personajes de


carne y hueso, reales, con sus afanes y conflictos, necesidades y
sufrimientos, que se convierten en escalera para llegar a Dios, en
quienes siguen los dictados del Todopoderoso. El hecho de haber vivido
miles de años atrás no los convierte en seres extemporáneos o extraños
a nosotros, que habitamos la cultura hipermoderna. Los personajes
bíblicos han superado exitosamente la erosión del tiempo, poseen las
cualidades de la psicología humana de todos los tiempos.
Cada biografía de las personalidades bíblicas es una invitación a la
privacidad, a transitar los espacios y tiempos propios de la experiencia
humana, aunque provenientes de culturas lejanas son protagonistas de
las luchas y vicisitudes de los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Por un lado, es un camino hacia aquellas lejanías que resplandecen rojas
y violetas en el cielo de un antiguo atardecer, pero por otro, es un ámbito
que descubre los secretos de la intimidad, donde las palabras alcanzan
la esencia de la existencia, más allá del polvo de los gestos y actos,
escribiendo los signos de un destino y la naturaleza de una persona. Así,
encontramos a un Abraham, entregándolo todo para construir el camino
de la fe; a una mujer como Rut, que decidió echar su suerte con su
suegra para registrar su nombre en las páginas imperecederas de la
genealogía de Dios; o un adolescente como Daniel, quien despojado de
todo lo que tenía fue arrastrado a Babilonia para, gracias a su fidelidad
y consagración al Dios de los Cielos, escribir la más impresionante
historia del porvenir.
“Si una personalidad no se orienta a valores más elevados que su
propio ser, inevitablemente tomarán el mando la corrupción y la
decadencia”, decía Nikolai Lossky. Esa es una de las grandes lecciones
de los personajes bíblicos. Es la exploración del yo y de la naturaleza
humana en relación al ser divino, desde la perspectiva de la
trascendencia, lo que podríamos llamar con toda propiedad el horizonte
terrestre de los intereses divinos. Es cierto que la personalidad está
enraizada en una historia, en un mundo de valores, en una narración que
encuentra sentido, en un trasfondo del cual no se puede saltar y que da
respaldo a lo que denominamos espiritualidad, pero desde allí se
descubre a Dios y se alcanzan los valores decisivos que perfilan el
destino personal.
En esta obra estudiamos veintiuna biografías bíblicas. No se preten-

Universidad de Montemorelos
Introducción 11

de que sean historias completas. El método bíblico no es exhaustivo ni


acabado a la hora de relatar la historia de una persona. La descripción
plena del desarrollo de una vida a lo largo del ciclo vital es la excepción,
no la regla. Allí se presentan algunas pinceladas, o un único episodio de
vida o breves referencias directas o indirectas, pero llamativamente
tales trazos suelen registrar los aspectos esenciales de la personalidad o
los hechos más destacados del desarrollo de ese individuo. A través de
esos episodios percibimos la naturaleza humana en su belleza y
dramatismo, en su carácter vibrante y concluyente, la vida misma como
materia de celebración. Esperamos que el lector también, al leer estas
páginas, lo celebre, y como dicen los fideicomisarios de los escritos de
Elena de White, pueda sacar de estos relatos “aquello que guiará, enriquecerá
y salvaguardará su propia vida”.

Dr. Mario Pereyra


Desde Andrews University, Michigan, EE.UU.
30 de junio de 2004
Mario Pereyra
Capítulo 1

Vidas Contrastantes
1.EL CONTRASTE COMO MÉTODO

“El tardo de ira tiene gran prudencia,


el de genio pronto pone de manifiesto su necedad”.
Proverbio 14:29 (BJ)

l texto bíblico está saturado de contrastes y juegos de


oposiciones. Por ejemplo, el libro de los Salmos se inicia

E contrastando a “los justos” ―que son como “el árbol


plantado junto a corrientes de agua”―, con “los malos”
―“que son como
el tamo que arrebata el viento”. Asimismo, Salomón en los
Proverbios, continuamente contrapone al sabio con el necio, el que está
“atento a la inteligencia” y “presta oído al consejo” (5:1,2), de quien
desecha la enseñanza y “menosprecia la reprensión” (5:12). Jesús
también utilizó el mismo recurso al comparar al “hombre prudente”
―aquel que oye la Palabra y la aplica a su vida― con el “hombre
insensato” ―quien rechaza la enseñanza de Cristo (Mat.7:24-27). Es en
la articulación de los contrastes donde aflora el saber y aparece la
verdad con respecto a la realidad de la persona humana. La totalidad de
los autores bíblicos utilizan esta metodología en el tratamiento de los
diversos temas y, particularmente, en la indagación de los personajes y
las biografías. Esa habilidad para contrastar actitudes, decisiones y
caracteres intenta recuperar el momento de verdad contenido en ellos.
14 Psicología de los Personajes Bíblicos

( 13 )

¿Por qué los protagonistas bíblicos aparecen articulados por sus


disidencias y diferencias? Seguramente porque el pensamiento bíblico
quiere enseñarnos los valores de la heterogeneidad y de lo múltiple, en
sus diferencias, oposiciones y complementaciones, para advertirnos que
no caigamos en simplificaciones homogeneizantes, ya que el paisaje de
la vida demanda permanentemente información y reflexión. La
pretensión de minimizar los hechos y las ideas, recurriendo a fórmulas
y esquemas rígidos es extraña a la cosmovisión bíblica. Se trata de un
universo de formas complejas, en un grado de expansión infinita. Este
fenómeno obliga, en lo tocante a comprender y analizar las
subjetividades, a la elección de prácticas e instrumentos múltiples y de
pensar en nuevos diseños y cartografías para abordar las múltiples
dimensiones de la realidad humana.
Nótese que la lectura de las biografías, tal como las describe el texto
bíblico, está dotada de una fascinación poderosa porque descubre las
estrategias de la vida y cómo se construye la arquitectura de la
existencia. Explora lo que podría llamarse, siguiendo a Miguel de
Unamuno, “el horizonte terrestre de la historia íntima”. Precisamente
esa es la propuesta de este libro, recorrer esos territorios personales en
busca de la ciencia que exhibe el movimiento del destino, dibujado bajo
los contornos de casos antagónicos o con trazos específicos, como
veremos en los capítulos siguientes.
En este capítulo seleccionamos historias de vidas contrastantes, una
del Antiguo Testamento (AT) y dos pertenecientes al Nuevo
Testamento (NT). El primer caso comprende las biografías del primero
y segundo de los reyes de Israel, Saúl y su sucesor David. Las vidas
contrastantes del NT son dos personajes que aparecen en el Evangelio
de Juan, en dos capítulos sucesivos, Nicodemo (cap.3) y la mujer
samaritana (cap.4). El tercer grupo de contrastes lo conforman los
discípulos de Jesucristo, Judas Iscariote y Pedro. En los tres tipos
pueden leerse diferentes aspectos del desarrollo humano, como
planteamientos explícitos o implícitos de las condiciones, actitudes o
decisiones que construyen el destino, como asimismo, la definición del

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Vidas Contrastantes 15

paradigma de vida consumada, en contraste con aquellas otras


modalidades que fracasan en alcanzar el ideal de vida esperado.
2. DESTINOS DIVERGENTES: SAÚL Y DAVID

La crisis de la desconfianza

“La noche solemne se había instalado...


se separaron, y cada cual se fue,
sin saberlo... a madurar su destino...
a gravitar hacia la gloria o hacia el deshonor”.
Charles Baudelaire

El tema central del primer libro de Samuel es la transición del


sistema teocrático que imperaba en Israel desde hacía varios siglos
―que se ejerció mediante los patriarcas, los profetas y los jueces― a la
organización monárquica. Se presentan las dificultades de la
instauración del nuevo régimen político a través de las diferentes
vicisitudes y contingencias que comprendió el reinado de Saúl. El libro
concluye trágicamente con la muerte del rey y sus hijos y la derrota del
pueblo de Israel en la batalla de Gilboa. Ese fracaso manifiesta el error
del nuevo sistema, ya que significó la renuncia al programa de
protección divino que habían sostenido hasta ese momento.
El centro de la narración aborda un problema de fe. Durante siglos
los israelitas habían sido seminómadas conducidos por líderes
religiosos carismáticos que privilegiaban la dirección divina. Sin
embargo, hacía un siglo y medio que el pueblo había empezado a
establecerse en ciudades en la antigua Canaán. Esa circunstancia los
llevó a consolidar sus posiciones y fortificarse para enfrentar la
hostilidad de los pueblos vecinos. Los israelitas no tenían ejércitos
entrenados para la guerra que salvaguardasen sus tierras y moradas.
Tenían una confederación tribal, pero no un gobierno centralizado
fuerte como el sistema reinante en el mundo de esos días. Era una
organización con amplias libertades individuales que gozaba de
exención de impuestos y otras cargas económicas por la falta de una

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16 Psicología de los Personajes Bíblicos

burocracia política, administrativa y militar que sustentar; eran los


privilegios de carecer de un sistema centralizado. Dios era el que los
protegía gratuitamente sin someterlos a servidumbre y sin la necesidad
de expoliarlos económicamente. Claro que eso implicaba mantener una
fe sólida en el poder de Dios, una fuerte convicción aseguradora en el
cuidado protector del Todopoderoso, que compensara la inferioridad
militar que tenían en comparación con los otros pueblos. A la larga,
resultó que esa medida requerida de fe fue superior a la exteriorizada
por el pueblo y se impuso el ejemplo del contexto.
La historia cuenta que los representantes de la nación, los ancianos,
abordaron a Samuel, el gobernante en ejercicio de la Teocracia, para
reclamarle la constitución de una monarquía, a la usanza de los pueblos
vecinos (cap.8:4,5). Ese pedido implicaba, no sólo grandes cambios en
la vida social, económica y política del pueblo, sobre todas las cosas
significaba rechazar la conducción de Dios en los destinos de la nación.
“Porque no te han desechado a ti ―le respondió Dios a Samuel―
sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (8:7). Dios
le pide a Samuel que acepte la voluntad de los “ancianos” pero que les
advierta claramente los resultados nefastos de tal decisión. La historia
de Saúl se inicia a partir de este momento, como una vívida ilustración
de esa actitud de desconfianza en el poder de Dios.
¿Por qué donde unos triunfan otros fracasan? ¿Cuáles son las
razones que determinan que personas con iguales oportunidades,
recursos y situaciones favorables alcancen la celebridad y el éxito,
mientras otros terminan trágicamente? ¿Dónde está la encrucijada a
partir de la cual algunos avanzan hacia el bien y otros a la desgracia?
Hay quienes “maduran su destino” ―como dice Baudelaire―, “sin
saberlo”, en dirección a la “gloria”; en cambio otros lo hacen “hacia el
deshonor”.
¿A qué se debe tal hecho? ¿Cuál es el punto donde confluyen la
decepción y la buenaventura? Quizás la respuesta pueda surgir en el
contraste entre los dos personajes principales del primer libro de
Samuel. Junto a la figura de Saúl va apareciendo David, quien
paulatinamente va ganando espacio en la historia hasta llegar a
predominar, constituyéndose, al final, en el personaje central, en el

Universidad de Montemorelos
Vidas Contrastantes 17

actor principal de la obra. La clave que los diferenció y separó emerge


del estudio comparativo del desarrollo de ambas personalidades.
Coyunturas históricas

“Pero sólo le es dado descubrir la clave de la historia


a aquel que tiene ante sus ojos todo el pasado”.
Novalis

Fueron dos hombres promisorios que ostentaron destinos


divergentes. Una misma aurora pero diferente crepúsculo. Es la historia
de dos personas de origen humilde, que ingresaron a la escena pública
con augurios prometedores, llegando a ocupar el centro del poder al
convertirse en reyes, pero en determinado punto de sus respectivas
experiencias personales se produjo un quiebre en ambos, que para uno
fue el inicio de la decadencia y para el otro la consumación de su gloria.
Finalmente, la parábola de la vida de cada uno concluye en desenlaces
antagónicos, uno en la fatalidad y la ignominia, el otro, en la exaltación
y la honra por todos los siglos venideros. Una historia que, a pesar de
su antigüedad, cobra vigencia insólita y arrolladora.
Un día al señor Cis se le perdieron sus asnas. Le dijo, pues, a su hijo
Saúl que fuera a buscarlas. El joven campesino recorrió montañas y
valles infructuosamente durante varios días. Pero en el viaje aconteció
algo inesperado y trascendente que cambió la vida del muchacho. No
encontró las asnas pero halló un reino. Cuando decepcionado se
disponía a regresar a su hogar, su siervo le sugirió consultar al profeta
Samuel. Saúl accedió y en el encuentro con el líder que gobernaba a
Israel en ese momento histórico fue consagrado rey de la nación (10:1).
Así, sorpresivamente, un joven desconocido e insignificante,
perteneciente a la menor de las tribus de Israel y a la más pequeña de
las familias de la tribu (9:21), fue catapultado a la primera magistratura,
la cual ejerció entre los años 1050 al 1011 a.C.
En esa oportunidad, Saúl reconoció con humildad su incompetencia
y se sintió inhabilitado para ejercer el cargo; aun se escondió en ocasión
de la ceremonia oficial de nombramiento (10:17-22). Pero el pueblo
reconoció su prestancia y encanto físico privilegiado, pues sobresalía su

Mario Pereyra
18 Psicología de los Personajes Bíblicos

cabeza por encima de todos (vers.23). Con acento admirativo se lo


consideró “incomparable” (24). Entonces, en la primera ocasión en que
Israel fue agredido, reaccionó con violencia ante la opresión (11:6,7) y
asumió el liderazgo con valentía y espíritu aguerrido, derrotando a los
enemigos. Incluso tuvo la grandeza de ser tolerante (10:27) e indulgente
con quienes lo menospreciaban (11:12,13). Así inició su gobierno Saúl,
con todo éxito, recibiendo el apoyo decisivo del profeta Samuel y el
respeto entusiasta de todo el pueblo (cap.12). Durante algunos años su
trayectoria fue ascendente y rutilante (13:1-3), hasta que cometió un
error fatal (6-14). Esa equivocación fue seguida de otras (14:24,34),
cada vez más graves (cap.15), a partir de lo cual fue deslizándose por la
pendiente del fracaso hasta caer en las profundidades de un abismo
trágico. En su decadencia incurrió en celos (18:7-9), conspiraciones
(18:17-28), deseos homicidas (19:1-9), persecuciones crueles (22:7-9),
crímenes horrendos (22:16-19), hasta finalmente sucumbir en brujerías
(cap.28), locura (16:14; 19:9) y muerte suicida (cap.31).
Por su parte, la vida de David presenta un llamativo paralelismo
inicial con Saúl. Fue también un campesino que en su adolescencia
cuidaba los rebaños de su padre mientras contemplaba la naturaleza, y
entre sus sueños idealizados, escribía poesías. Su espíritu fresco y
sensible descubría las maravillas del poder de Dios en los “cielos
estrellados” (Sal.8), así como en el cuidado providente del divino
“Pastor” (Sal.23). En el fervor entusiasta de su fe juvenil se creía
invencible. Quizás por esas virtudes de su carácter lozano y cristalino,
también en forma sorpresiva e inesperada, Dios lo escogió como futuro
rey utilizando a la misma persona que consagró al rey Saúl, el profeta
Samuel (16:1-13).
El episodio clave, que lanza a David al escenario del liderazgo,
también tiene cierto paralelismo con la historia de Saúl. También es el
padre quien interviene, en este caso, pidiéndole a su joven hijo que
llevara alimento a sus hermanos. Éstos, que eran mayores, estaban en
el frente de batalla y al padre le preocupaba su bienestar. Entonces le
pide a David que les lleve provisiones y se informe de su situación
(16:1719). Al llegar al lugar, David se encontró con una situación
avergonzante que lo enardeció. Un enemigo, Goliat, se burlaba de los

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Vidas Contrastantes 19

israelitas, burlándose de sus creencias y desafiándolos a combatir.


Nadie se atrevía a enfrentarlo. David no pudo soportar el insulto
humillante que se hacía a Dios y rogó que le permitieran responder al
reto. Entonces, enfrentó al gigante Goliat y lo mató, facilitando la
victoria sobre los filisteos (17:23-54). A partir de ese momento, se
convirtió en héroe nacional, teniendo que dejar los quehaceres de pastor
para integrarse al ejército, erigiéndose en un aguerrido militar valiente
y muy popular (18:6,7). Fue un momento de gloria y triunfo.
Sin embargo, sobrevinieron dificultades. Avisado Saúl que David lo
sustituiría y celoso por sus logros desata contra él una persecución
despiadada que le impone una vida azarosa y tremendamente agobiante
(caps.18-30). Su estrella se eclipsa pero se conserva fiel, leal y
generoso. Finalmente, Saúl muere y accede al trono (2 Sam.2,5). David
es coronado rey a los 30 años de edad y gobierna hasta los 70. Durante
su reinado alcanzó los más altos niveles de prestigio y celebridad, pero
también cayó en los abismos de espanto producido por el adulterio y el
crimen (2 Sam.11,12), el incesto entre sus hijos (13), sublevaciones
protagonizadas por propios (15-19) y extraños (20), guerras (21) y
graves errores que costaron la vida a setenta mil personas (24). No
obstante, David terminó sus días rodeado del reconocimiento y la
admiración de su pueblo, recibiendo el homenaje y la veneración de los
siglos posteriores, constituyéndose hasta hoy en la figura emblemática
del pueblo judío.
Así que Saúl y David eran hombres de pasiones semejantes, con
flaquezas y errores similares, que alternaron entre la euforia y la derrota,
los aciertos y las contradicciones, las virtudes y los grandes defectos;
¿por qué uno terminó en la desgracia y el otro en el pináculo de la fama?
¿Cuál fue el error de Saúl? ¿Dónde estuvo el punto de fractura qué
cambió su destino? ¿En qué se diferenció de David? ¿Por qué David
habiendo cometido pecados gravísimos no sucumbió ni terminó en el
desastre? ¿Cuál fue la clave de esos destinos opuestos? ¿Dónde se
bifurcaron sus caminos?

Caminos que se bifurcan

Mario Pereyra
20 Psicología de los Personajes Bíblicos

“El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los


confiesa y se aparta, alcanzará misericordia”.
Salomón (Prov.28:13)

Según el filósofo francés Baudrillard (1996, 194), “el destino sólo


existe en la intersección de uno mismo con los demás”. Habría que
rectificar la declaración afirmando que no sólo se juega el destino en el
plano de las interrelaciones con los demás, sino también en las
coordenadas verticales de la relación con Dios. Fue precisamente en esa
faceta esencial donde se protagonizó la historia de nuestros héroes y se
estableció la diferencia. Mientras Saúl intentó usar a Dios y ponerlo a
su servicio (1 Sam.14:37), y aun intentó manipular los poderes sagrados
(13:8-14), David, por su parte, siempre se sometió al Ser divino y aceptó
dócilmente sus designios (2 Sam.24:15-25).
Pero quizás la disparidad más contundente fue la forma en cómo
ambos reaccionaron cuando fueron confrontados con sus propios
errores. Seguramente ese fue el punto decisivo que marcó el cambio de
derroteros y destinos. Saúl siempre buscó atenuar o subestimar sus
errores, justificándolos, aunque tuviera que forzar los hechos o echarle
la culpa a otros (15:15,20,21). Sólo reconocía sus equivocaciones ante
las evidencias palmarias de la realidad. Jamás manifestó un genuino
arrepentimiento. Le dolían las consecuencias de sus pecados, mas no el
hecho de haberlos causado. Le preocupaban los efectos del mal y no sus
causas (15:24-31).
Por eso no fue capaz de cambiar y sufrió los efectos perturbadores
de la culpa, que lo atormentaron hasta hacerle perder la razón y terminar
suicidándose como un enfermo mental. En cambio David, que cometió
pecados más graves y destructivos, cada vez que era confrontado con
su error, su alma se quebrantaba y deshizo por el arrepentimiento,
reconociendo genuinamente su culpabilidad, llorando con profundo
sentido y pesar.
El Salmo 51, que expresa la agonía del sufrimiento atroz de un alma
arrepentida, muestra de modo excelso del espíritu contricto que busca
desesperadamente el perdón divino. Es un lirismo que purifica la culpa

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Vidas Contrastantes 21

y ennoblece la desdicha. La poética del cambio y la superación. El


triunfo de la esperanza sobre los desvaríos del pecado.
Acaso el sabio rey Salomón, que fuera el tercero en ocupar el trono
después de ambos, pensara en sus antecesores cuando una vez escribió
aquello de quien “encubre sus pecados, no prosperará”, sino aquel que
los confiesa y se aparta de ellos. Fue David el modelo más notable de
esa actitud sublime.
3. LA UNIDAD DE LOS OPUESTOS:
NICODEMO Y LA MUJER SAMARITANA

“Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario”.
Antonio Machado

El Evangelio de Juan presenta dos relatos sucesivos que tienen como


protagonistas sendos personajes, que aparecen dialogando con Jesús.
En esos encuentros afloran sus respectivas historias, aunque
contrapuestas parecen unidas por esa calidad de opuestos. Nada hace
pensar que el autor haya tenido la intención de compararlos, pero la
descripción que se hace de ellos resulta tan llamativamente diferente,
que forzosamente tendemos a relacionarlos. Quizás intentan exhibirse
como polos opuestos, entre los cuales se abre un abanico tan amplio de
posibilidades que podría incluir toda la especie humana, trasmitiendo el
mensaje de que si el Maestro platicó y dio soluciones a ellos, también
puede hacerlo con cada uno de nostros, ya que de alguna manera todos
estamos allí representados.
¿Quiénes fueron esas personas? ¿Cuáles son los contrastes? ¿Qué
enseñanzas subyacen en la experiencia que vivieron en aquellos
memorables encuentros con Jesús? El primero es un hombre
(cap.3:121); el segundo, una mujer (4:1-30). El hombre es un noble, de
gran prestigio y muy reconocido, de la clase alta, que ejercía un cargo
elevado en la dirección del gobierno de la capital judía; la mujer, por el
contrario, fue una desconocida pueblerina de Samaria, marginada y de
mala fama, una paria de la sociedad. El hombre es identificado con su
Mario Pereyra
22 Psicología de los Personajes Bíblicos

nombre propio: Nicodemo; la mujer, queda perdida en el anonimato,


siendo identificada simplemente por su lugar de origen como “la
samaritana”. También son contrapuestas las circunstancias y la
geografía en que ambos personajes aparecen en escena. La entrevista
con Nicodemo ocurrió entre las sombras de la noche, bajo las luces de
las estrellas, cuando el viento susurraba entre los árboles del Monte de
los Olivo, en las afueras de Jerusalén. En cambio, el encuentro con la
mujer samaritana aconteció bajo los rayos calcinantes y
resplandecientes del sol del mediodía, junto al pozo de Jacob, en la
ladera silenciosa del monte Ebal, cerca de la ciudad de Sicar, en
Samaria, al norte de Israel. Las diferencias son más contundentes
cuando se consideran las condiciones y trayectorias de sus respectivas
vidas, la educación recibida por cada uno de ellos, y especialmente las
características de la personalidad de ambos. Es un choque de culturas,
sociedad, formación y estilos de vida.
Desde la perspectiva humana, estos personajes se ubican en su etapa
adulta, cuando aparentemente ya han alcanzado su nivel de máximo
desarrollo. Sin embargo, las inquietudes que manifiestan y aquellas
otras que Jesús pone en evidencia, revelan que ambos necesitaban
crecer, especialmente en espiritualidad. Por lo tanto, se trata de historias
que encierran el mensaje de que el desenvolvimiento de la vida humana
no concluye nunca y que el cultivo de los valores espirituales es una
necesidad de todo hombre y mujer, descubriendo en ellos sus máximas
posibilidades de realización. De hecho, las entrevistas en cuestión se
convierten en modelos de respuestas al llamado de Jesús, que
constituyen caminos que se abren al crecimiento y la realización de sí
mismos.

La luz que resplandeció en la noche

“Y la noche era la matriz de ese saber,


el lugar, el tiempo en el que se abren los ojos y se puede,
finalmente, ver de qué lado está la apariencia y de qué lado la verdad”.
Anónimo

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Vidas Contrastantes 23

Después que el sol se hundió en el ocaso y las sombras cubrieron la


noche con su manto aterciopelado, sumiendo en el sueño a la ciudad de
Jerusalén, Nicodemo salió en busca de Jesús. Para conocer su
personalidad tenemos que penetrar en las sombras de aquella entrevista
memorable (véase Juan 3:1-21), captando sus vislumbres e
iluminándola con las inferencias y suposiciones que podamos extraer.
En contraste con la mujer que aparecerá posteriormente, Nicodemo
era un hombre culto, reflexivo e investigador, una persona muy educada,
aunque excesivamente convencional, con actitudes estudiadas y un
lenguaje rebuscado, sugestivo y no carente de ironía (vers. 4). Era
moderado, cauto, formal, respetuoso, calculador y firmemente
conservador en sus firmes y rigurosas creencias religiosas. “Era un
fariseo estricto, y se enorgullecía de sus buenas obras”, comenta Elena
de White (1975, 142). “Era muy estimado por su benevolencia y
generosidad en sostener el culto del templo, y se sentía seguro del favor
de Dios”.
Sus primeras palabras de saludo y presentación son muy expresivas:
“Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie
puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (vers.2).
Sus palabras introductorias revelan una actitud serena y digna, sobria y
segura, quizá un tanto solemne y apergaminada, supeditando todo
sentimiento a los imperativos de la razón. Aparenta ser perfeccionista,
escrupuloso, preocupado por los detalles y las normas. Parece más bien
introvertido, reticente, un tanto frío, poco expresivo, escuchando con
interés e inteligencia el discurso de Jesús, que luego de algunas
preguntas iniciales no se atrevió a interrumpir. La conversación fue
profunda, conceptual, transitando por temas teológicos, descubriendo
verdades trascendentes y esclareciendo dudas. Nicodemo escuchó en
silencio, conservando su postura inmutable.
¿Cuál era la preocupación principal de este hombre, el problema
central y decisivo de su vida? ¿Qué lo condujo a Jesús? Aquí también
nos cubren las sombras de la noche. A diferencia de los extrovertidos
que son expresivos y exhibicionistas, que nada ocultan, como es el caso
de la mujer samaritana, personalidades como la de Nicodemo son
opacas, nada dejan entrever, construyen muros para encerrar su

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24 Psicología de los Personajes Bíblicos

intimidad; todo queda detrás de esa fachada de orden, educación y


refinamiento. ¿Cómo saber qué problemas aquejan a estas personas?
Recordemos que Nicodemo fue a hablar con Jesús en la noche, para
ocultarse de los demás y, quizá, de sí mismo. La Psicología enseña que
esas tendencias reservadas y retraídas, como las conductas de orden y
perfeccionismo, por lo general, constituyen mecanismos de defensa,
una suerte de encubrimiento de los problemas de conciencia o
sentimientos de culpa que puedan albergar en su interior. ¿Será que
Nicodemo, detrás de esa apariencia honorable, ocultaba pecados
inconfesados? Si es así, esa actitud no pasaría desapercibida para el
Maestro, pudiendo encontrarse en las palabras de Jesucristo la clave del
develamiento de su alma como la solución de sus conflictos personales.
La búsqueda de la sustancia divina convierte el universo personal en un
espacio de revelaciones.
Llama la atención que Jesús, desde el principio, un tanto
abruptamente le habla del nuevo nacimiento (vers.3-8), de su necesidad
de comenzar una vida nueva. Le hace entender, que su encumbrada
situación, tanto intelectual, social, política (era un teólogo y miembro
del Sanedrín, órgano principal legislativo y judicial), como económica,
de nada servía si no experimentaba un cambio de vida; la única forma
de “ver” como de “entrar en el reino de Dios” (vers.3,5) es nacer otra
vez. Le propuso que aprendiera a confiar en Dios, que fuera auténtico,
que abandonara la postura de los “maestro de Israel”, la hipocresía, para
creer de verdad en el Hijo del Hombre y en su Padre Celestial. Le dio
una señal de su divinidad basada en un episodio del AT que lo convirtió
en profecía: “como Moisés levantó la serpiente en el desierto (símbolo
de la salvación de las mordeduras de las serpientes; ver Núm.21:6-9)”.
Le explicó en forma magistral y sintética el plan de la salvación: creer
verdaderamente en el amor de Dios manifestado en la entrega de “su
Hijo unigénito” (vers.15,16).
Pero, evidentemente, las últimas palabras fueron las más
significativas e impactantes para Nicodemo (vers.17-21), donde recibe
mensajes en clave, en su mismo estilo o igual “frecuencia de onda” con
la cual operaba, donde el divino maestro penetra en las sombras que
velaban su interioridad para iluminarlo con las luces de un nuevo
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Vidas Contrastantes 25

amanecer. Le dice: “No envió Dios a su Hijo al mundo para condenar


al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (17). En otros
términos: “No te sientas culpable ni sigas defendiéndote, no estoy aquí
para condenarte sino para salvarte”. La insistencia en el tema de la
condenación hace pensar que el motivo que impulsó a Nicodemo a
encontrarse con Cristo fueron sus sentimientos de culpa o la sensación
interior de perdición. Por eso Jesús le reitera, la salvación es posible
para quien cree en el Hijo. “El que en él cree, no es condenado; pero el
que no cree, ya ha sido condenado” (18). Entonces, con una cortesía
inusual descubre el meollo del problema: “Y esta es la condenación:
que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que
la luz, porque sus obras eran malas” (19). Estas palabras, dichas en
forma impersonal y un tanto elípticamente, -¡qué portentosa es la
delicadeza divina!-, aclara que los sentimientos de culpa que lo
torturaban no provenían de la luz (símbolo de Cristo) sino de las “malas
obras” que estaba practicando. Todavía refuerza el conflicto básico,
introduciendo una apelación personal a salir de las sombras: “Porque
todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para
que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene
a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”
(20,21). Nicodemo estaba acudiendo a Cristo entre las sombras, siendo
renuente a mostrarse a la luz. Jesús percibe que su conducta esquiva no
era para no dañar su reputación social, sino por estar “haciendo lo
malo”. Su invitación a ser transparente, y adoptar la verdadera creencia
que libera la conciencia de culpa, consistía en aborrecer esas “malas
obras” y practicar la verdad.
¿Cuáles eran esas prácticas pecaminosas que torturaban su
conciencia y lo hacían sentirse perdido? Jesús no lo denuncia en forma
explícita, pero a semejanza de la mujer samaritana (ver Juan 4:18) le
hace entender que conocía su problema. Cuando Jesucristo le dice:
“Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que
no sean censuradas sus obras” (20), estaba citando un texto del Antiguo
Testamento, el libro de Job, capítulo 24, los versos del 13 al 17. Era
muy común entre los conocedores de la Biblia hacer alusiones breves o
parciales a párrafos bíblicos, sin necesidad de repetir textualmente toda

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26 Psicología de los Personajes Bíblicos

la referencia, ya que ese conocimiento previo les hacía entender el resto


del pasaje. Así que, cuando Jesús citó algunos fragmentos de Job
24:1317, seguramente Nicodemo recordó la totalidad de los versículos:
“Ellos son los que, rebeldes a la luz, nunca conocieron sus caminos, ni
estuvieron en sus veredas. A la luz se levanta el matador; mata al pobre
y al necesitado. Y de noche es como ladrón. El ojo del adúltero está
aguardando la noche, diciendo: No me verá nadie. Y esconde su rostro.
En las tinieblas minan las casas que de día para sí señalaron. No
conocen la luz. Porque la mañana es para todos ellos como sombra de
muerte. Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman”.
Las palabras de Job aluden a dos tipos de personas que se esconden
en las sombras y, por lo tanto, evitan la luz, si bien sufren los terrores
de su conciencia culpable: los ladrones y los adúlteros. ¿Cuál de ellos
se aplicaría al interlocutor de Jesús? ¿Acaso se trataría de ambos
problemas? ¿Cómo se sintió el fariseo ante esta revelación?
Probablemente el impacto de esa declaración lo dejó estupefacto y
paralizado por algunos momentos. La narración no registra ninguna
respuesta, dando la impresión que allí finalizó la entrevista. Quizás con
el rostro tenso y desencajado, no pudiendo soportar más, Nicodemo se
paró súbitamente, retirándose sin despedirse, confundido y aturdido por
la confidencia.
Durante tres años más estuvo Nicodemo actuando entre las tinieblas,
aunque gradualmente fue abandonando su vida sombría. En una
ocasión, cuando el Sanedrín debatía las medidas para contrarrestar la
popularidad de Jesucristo, Nicodemo, con su estilo indirecto, defendió
a Jesús, diciendo: “¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no
le oye, y sabe lo que ha hecho?” (Juan 7:51). Sus colegas
inmediatamente notaron su adhesión al cristianismo (probablemente no
era la primera vez que mostraba sus simpatías por Jesús),
cuestionándole con hostilidad: “¿Eres tú también galileo?” (v.52). Allí
volvió a callar, pero finalmente, cuando vio a Cristo suspendido entre
el cielo y la tierra, en la cruz del Calvario, recordó la señal que le
anunciara aquella noche, y entonces salió definitivamente a la luz. Se
hizo cargo del cuerpo del crucificado, rindiéndole su homenaje póstumo
(cap.19:39-42). Fue, entonces, cuando aceptó la “doctrina de la

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Vidas Contrastantes 27

salvación por la fe”, creyendo verdaderamente en el Hijo y uniéndose a


la iglesia apostólica naciente, para practicar la verdad y vivir en la luz.
Fue un cristiano fiel hasta el final, constituyéndose en un pilar “firme
como una roca” de la nueva comunidad, según declara Elena de White
(1975, 148).

Entre las luces y las sombras del mediodía


“La interlocutora de Jesús tembló. Una mano misteriosa estaba hojeando
las páginas de la historia de su vida, sacando a luz lo que ella había
esperado mantener para siempre oculto... En su luz, su conciencia
despertó”.
Elena de White (1975, 159)

¿Cuáles fueron las características distintivas de la personalidad de


la mujer de Sicar, de la cual nos habla el texto de San Juan 4:4-42? A
diferencia del capítulo anterior, donde el personaje y el mensaje
aparecen entre sombras, aquí todo ocurre a plena luz, en “la hora sexta”
(vers.6), es decir, al mediodía. En aquel diáfano y resplandeciente
mediodía oriental aconteció el extraordinario encuentro. La narración,
en forma clara y sencilla, registra que Jesús y sus discípulos debían
pasar por Samaria, y acercarse a la ciudad de Sicar de esa región, el
Maestro cansado de tanto caminar, se quedó en las afueras, junto al
“pozo de Jacob”, mientras sus acompañantes ascendían a la ciudad para
conseguir comestibles. En esas circunstancias, llega una mujer a
recoger agua y se produce el célebre diálogo.
Fue evidente que se trató de un encuentro indeseado y embarazoso.
La mujer realizaba en esa hora inapropiada la dura rutina cotidiana de
llevar el vital elemento a la casa, porque buscaba eludir a la gente. Era,
pues, una marginada social. Pero ahora encuentra a un hombre solo y,
para colmo, “judío”. Cargaba pesados caudales de prejuicios sociales y
raciales. Entonces la mujer intentó eludir el trato, realizando su tarea
rápidamente para huir del lugar y volver a la tranquilidad de su hogar.
Entonces Jesús le dijo: “Dame de beber” (vers.7). Ese era un pedido
imposible de rehusar según las costumbres orientales. Pero,
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28 Psicología de los Personajes Bíblicos

inmediatamente emergieron el recelo y los escrúpulos: “¿Cómo tú,


siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” (v.9).
El hielo del silenció instantáneamente se derritió. Jesús le respondió:
“Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de
beber’, tú le pedirías, y él te daría agua viva” (v.10). Entonces el diálogo
se hace fluido como el agua y comienza a deslizarse con facilidad entre
las palabras que circulan a torrentes. La mujer experimenta un cambio
sorprendente. El “judío” despreciable de su primera reacción, se
convierte en un respetuoso “Señor” (v.11), para luego reconocerlo
como “profeta” (v.19) y, finalmente, descubrir que era “el Mesías, el
llamado Cristo” (v.25). El gesto de repulsión que exhibió al principio
ante el extranjero que tuvo el atrevimiento de hablarle, derivó en
curiosidad, luego en interés y, por último, en ansia insaciable de
conocer. Tan absorta y fascinada quedó con las palabras de Jesús que,
al final, olvidó el cántaro y la razón que la condujo al pozo, para correr
a la ciudad a comunicarle a la gente el hallazgo portentoso que había
realizado (v.29).
¿Cómo podríamos describir el perfil de esta mujer? Es todo lo
contrario a Nicodemo, clara y transparente. Se trata de una mujer
expresiva y emotiva, un tanto prejuiciosa, pero impresionable, curiosa
y simpática. Manifiesta sensibilidad hacia los temas espirituales,
inquietudes por conocer y sinceridad en sus sentimientos. Es franca,
muy activa, de respuestas rápidas y prácticas. A pesar de ser una
marginada social, es comunicativa, accesible y muy sociable. Sus
reacciones son rápidas y cambiantes, pasando de la curiosidad, a la
sorpresa, planteando dudas e insatisfacciones, como vergüenza, temor,
esperanza, alegría, hasta llegar a la euforia. Es evidente que despliega
un carácter variable, como el agua que adopta la forma del cubo que lo
contiene. No es difícil imaginarla en sus múltiples gestos faciales,
alejándose con desconfianza al principio, luego dilatándose los ojos de
sorpresa, frunciendo el ceño con dudas, mirando embelesada al
descubrir su historia, para después experimentar un arrebato
incontenible, moviendo sus brazos y manos, para salir corriendo con
locuacidad torrencial y desaforada. Así son las personalidades
demostrativas, extrovertidas, abiertas, francas, espontáneas y reactivas.

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Vidas Contrastantes 29

¿Cuál es el sentido profundo de su alma, la clave que explica su existir?


En ese mundo de cielo límpido y traslúcido nada queda oculto, aun las
cosas íntimas salen a la luz. La imagen de la mujer acudiendo al pozo
en la hora ardiente del mediodía, buscando ansiosamente saciar su sed
con el agua fresca y cristalina de las profundidades, más que un cuadro
dibujado por tantos artistas cristianos parece un símbolo de su vida, un
retrato de insatisfacciones y frustraciones. El momento clave de la
entrevista fue cuando Jesús le dijo: “Ve, llama a tu marido, y ven acá”
(vers.16). La mujer quedó paralizada por el pedido y apenas si pudo
balbucear, en forma dubitativa: “No tengo marido” (17). Entonces fue
sorprendida por una confidencia inesperada: “Bien has dicho: No tengo
marido. Porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu
marido” (17,18). Un escalofrío le recorrió el cuerpo y en ese estado de
conmoción interior, su mente se iluminó con la convicción que estaba
ante un ser excepcional, si se quiere, divino. “Señor, me parece que tú
eres profeta” (19). Fue lo único que se le ocurrió decir, con el deseo
irresistible de esquivar ese tema tan penoso. Así que, rápidamente,
pregunta: “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís
que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (20). Jesús responde
su inquietud espiritual sin evitar su problemática personal: “Dios es
Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le
adoren” (23). Fue como decirle: “Es necesario que enfrentes tu realidad
espiritual con la verdad, no sigas huyendo en busca del monte sagrado,
tu problema es interior, allí es donde debes encontrar a Dios y adorarlo
con sinceridad para experimentar la plena satisfacción de tu vida”.
Durante cinco veces había corrido tras la quimera de la felicidad
para descubrir, el mismo número de veces, que todo era una cruel
pesadilla. Sin embargo, no había claudicado, persistía en una sexta
relación de pareja ilegítima. Una historia de pasiones y decepciones.
Todavía seguía esperando al “príncipe encantado”, que la varita mágica
del Hada la alcanzara con el toque de la felicidad, el golpe de suerte
proveniente del cielo, sin darse cuenta que la solución no estaba en la
ilusión sino en una nueva visión. Se sentía víctima inocente de su propia
soledad e insatisfacción, equivocando el camino de la búsqueda y
sufriendo sus consecuencias.

Mario Pereyra
30 Psicología de los Personajes Bíblicos

¿Cuál fue el mensaje de Jesucristo para aquella mujer y para todas


las mujeres y hombres defraudados? Es la palabra de la fe en Dios, en
hacer brotar la fuente interior del alma para que el “agua viva” sacie
toda necesidad en forma definitiva. Si se produce el milagro de la fe ya
no habrá más soledad y desengaños, porque siempre estará la Presencia
de Dios consolando y enseñando el camino correcto de la vida. Bien lo
expresó San Agustín, cuando confesó: “Nuestros corazones están
inquietos hasta que descansan en ti, oh Dios” (1941). Aquel mediodía
en tierra de Samaria el Hijo de Dios descubrió a aquella mujer
defraudada y ansiosa, y le hizo entender que la plenitud interior se
alcanza cuando abandonamos las fantasías ilusorias y se confía de
corazón en Dios en “espíritu y verdad”.

¿Caracteres opuestos o complementarios?

“Hasta qué punto los contrarios son intercambiables


y hasta qué punto no hay más que un paso
desde un polo de la existencia humana hasta el otro”.
Milán Kundera

Las historias de vidas narradas por el Evangelio de Juan en los


capítulos 3 y 4 aparentan ser opuestas y contrastantes, aunque un
análisis más profundo descubre una multitud de convergencias y
similitudes admirables. Las diferencias son evidentes, y ya fueron
mencionadas anteriormente. Quizás las más importantes sean las
divergencias de personalidad. Según el Manual de la Asociación
Americana de Psiquiatría, el DSM-IV, Nicodemo corresponde al tipo
de personalidad obsesivo. ¿Cuáles son sus características principales?
El rasgo esencial es la preocupación por el orden, el perfeccionismo y
el control propio y ajeno, a costas de la flexibilidad y espontaneidad.
Para mantener el control se requiere una atención cuidadosa a las
reglas, los detalles, protocolos, horarios y otras formalidades. El
perfeccionismo y la autoimposición de alto rendimiento eficaz es otra
de las características. Quienes adoptan este patrón de personalidad
muestran una dedicación excesiva al trabajo y a la productividad, con
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Vidas Contrastantes 31

exclusión de las actividades de ocio y las amistades. Son excesivamente


responsables y posponen las actividades placenteras, como las
vacaciones, sintiendo que están “perdiendo el tiempo”.
Los obsesivos suelen ser demasiado obstinados, escrupulosos e
inflexibles en temas de moral, ética o valores. Pueden forzarse a sí
mismos y a los demás a seguir sus principios morales rígidos y estrictas
normas de comportamiento. También son críticos despiadados de sus
propios errores. Además, son sumamente respetuosos de la autoridad y
las normas, e insisten en cumplirlas al pie de la letra. Piensan que tirar
cosas es un despilfarro, porque “nunca se sabe cuándo va a necesitarse
alguna cosa”, y les molesta mucho que alguien trate de desprenderse de
algo que han guardado.
Insisten obstinadamente que todo se haga a su manera y que los
demás se adapten a su forma de hacer las cosas. Suelen rechazar toda
ayuda, porque piensan que nadie más puede hacer tan bien las cosas
como ellos. Pueden ser tacaños y avaros, y llevar un nivel de vida
inferior al que podrían debido a que los gastos deben controlarse para
prevenir futuras catástrofes.
Estas personas planifican meticulosamente cualquier detalle y son
reacios a considerar la posibilidad de cambio. Tienen mucha dificultad
para aceptar los puntos de vista de los demás, aunque reconozcan que
transigir puede ser beneficioso, pero se negarán argumentando que lo
hacen “por principio”.
Cuadro 1
Características de personalidad del obsesivo

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32 Psicología de los Personajes Bíblicos

Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y


el control mental e interpersonal, que se da en diversos contextos,
como lo indican cuatro (o más) de los siguientes criterios:
1. preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden,
la organización o los horarios;
2. perfeccionismo que interfiere con la finalización de las
tareas;
3. dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con
exclusión de actividades de ocio y amistades;
4. excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas
de moral, ética o valores;
5. incapacidad para tirar los objetos usados o inservibles,
incluso cuando carecen de un valor sentimental;
6. es reacio a delegar tareas o responsabilidades en otros; 7.
adopta la avaricia en sus gastos y en el de los demás;
8. muestra rigidez y obstinación.
Por otro lado, ¿cuál es el tipo de personalidad de la mujer
samaritana? De acuerdo con la misma fuente mencionada, corresponde
a la histeria o personalidad histriónica. Se caracteriza por su emotividad
generalizada y excesiva y el comportamiento de llamar la atención.
Estas personas no están cómodas o se sienten menospreciadas cuando
no son el centro de atención. En general, son vivaces y dramáticas, muy
entusiastas, aparentemente muy abiertas o seductoras. Suelen ser “el
alma de la fiesta”. La expresión emocional puede ser superficial y
rápidamente cambiante. Llaman la atención por su aspecto físico,
impresionando a los demás por su energía, vestimenta y apariencia
atractiva. Su forma de hablar es muy subjetiva, sus opiniones son
contundentes, dramáticas, sin mayores evidencias o explicaciones
racionales. Se caracterizan por la teatralidad y una expresión exagerada,
por ejemplo, cuando abrazan con demasiado ardor o sollozan
descontroladamente por cuestiones sentimentales menores o tienen
arrebatos de mal genio. No obstante, esas emociones son pasajeras y
desaparecen rápidamente.
Cuadro 2
Características de la personalidad histérica
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Vidas Contrastantes 33

Un patrón general de excesiva emotividad y búsqueda de


atención, que se da en diversos contextos, como lo indican cinco
(o más) de los siguientes criterios:

1. no se siente cómoda en situaciones en las que no es el


centro de atención;
2. la interacción con los demás se caracteriza por un
comportamiento sexualmente seductor o provocativo;
3. muestra una expresión emocional superficial y rápidamente
cambiante;
4. utiliza generalmente el aspecto físico para llamar la
atención sobre sí misma;
5. su forma de hablar es excesivamente subjetiva y carente de
matices;
6. muestra autodramatización, teatralidad y exagerada
expresión emocional;
7. es sugestionable, se deja influenciar fácilmente por los
demás o por las circunstancias;
8. considera sus relaciones con exagerada intimidad, más de
lo que son en realidad.

Los sujetos con características histriónicas de personalidad son


altamente sugestionables. Sus opiniones y sentimientos son fácilmente
influenciados por los demás y por las modas del momento. Pueden
llegar a ser demasiado confiados y tienden a pensar que sus problemas
se resolverán como por arte de magia. Son propensos a tener
corazonadas y a adoptar convicciones con rapidez. Con frecuencia
eluden la realidad con fantasías románticas.
A pesar de estas diferencias de personalidad, no todas son
divergencias y oposiciones, hay también importantes puntos de
convergencia. Los dos aparecen ligados a través de Jesucristo, quien los
entrevistó individualmente, en forma sucesiva. Ambos tenían sus luces

Mario Pereyra
34 Psicología de los Personajes Bíblicos

y sombras íntimas, conflictos ocultos que evitaban reconocer pero que


el Maestro descubrió para darles un nuevo sentido de comprensión. Uno
y otro encontraron en Cristo una respuesta a sus problemas. También es
semejante la invitación a “nacer de agua y del Espíritu” y recibir el
“agua viva” para poder adorar a Dios en “espíritu y verdad”. Es a partir
de esa experiencia transformadora cuando la vida se convierte en un
manantial, del cual fluyen sus aguas permanentemente, “brotando para
vida eterna” (cap.4:14).
Es cierto, como dice el apóstol Pablo, que “Ahora vemos en un
espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un
modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido” (1 Cor 13:
12; BJ). Ambos personajes no se conocían plenamente, pero en su
encuentro con Jesús reconocieron realidades acerca de sí mismos que
debían cambiar. Es el mensaje que hay que madurar en el
autoconocimiento recurriendo a la ayuda de la fe, buscando los signos
de la existencia personal, en la experiencia inefable de la presencia
divina.
Cabe notar, por otra parte, que aquí no hay tormentas ni tormentos,
son episodios apacibles y serenos, marcados por apelaciones y
reflexiones. En este sentido, la vida no es siempre zozobra y
padecimientos, están también los tiempos de evaluación y de
convocatoria al cambio. Hay momentos para la batalla y momentos para
la planificación, cuando hay que definir el derrotero y precisar el
destino. Tiempo para construir el mapa y evitar perderse en el mar
agitado de las múltiples contingencias. Es así como, los encuentros de
Cristo con el noble Nicodemo y aquella inquieta dama de Samaria,
despliegan luces orientadoras para dirigir los procesos del desarrollo
humano a lo largo del ciclo vital.
Finalmente, hay otro fenómeno curioso de concomitancia entre
estos personajes, aparentemente tan disímiles. Es muy frecuente
encontrar matrimonios o parejas de obsesivos e histéricas. Suelen
aparecer en el consultorio demandando ayuda para resolver sus
diferencias. ¿Qué los une y por qué se casan? Quizás por aquello que
decía Platón, que los polos opuestos se atraen o como recitaba
poéticamente Antonio Machado, el “complementario”, “marcha

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Vidas Contrastantes 35

siempre contigo, y suele ser tu contrario”. Son comprensibles esas


uniones. Hombres rígidos, perfeccionistas y fríos, necesitan la pasión
de las mujeres sensibles y sentimentales, aunque sean desordenadas y
dramaticen los problemas, para poder experimentar el calor y la
emoción. Asimismo, esas damas tan explosivas y expansivas, necesitan
de hombres que le pongan límites y las organicen, para conservar el
equilibrio. Cuando el amor reina entre ellos estos caracteres
antagónicos se complementan muy bien en su intimidad. El problema
estalla cuando se pierde el amor y las diferencias se agudizan.
Es posible que el apóstol Juan haya querido ver en ambos personajes
símbolos del ser del hombre y de la esencia de la naturaleza femenina.
¿Acaso todos los hombres no tenemos algo de esa fría racionalidad y
perfeccionismo de Nicodemo? ¿Las mujeres, por ventura, no tienen
rasgos parecidos a la locuaz y ansiosa dama de Sicar, que aquel
mediodía se encontró con Jesús junto al pozo de Jacob? ¿No es cierto
que todos tenemos luces y sombras que guardamos celosamente en
nuestra interioridad? Es verdad que estos paradigmas del hombre y la
mujer tienen características que pueden resultarnos exageradas, pero
ellas intentan mostrar que entre esos polos opuestos todos, de alguna
manera, nos encontramos y, por lo tanto, todos necesitamos de un
encuentro personal con el Maestro de Galilea, para que el agua viva del
Espíritu pueda saciar también nuestras necesidades más profundas.

4. IMPOSTURA Y LEGITIMIDAD: JUDAS Y PEDRO

“Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres,


pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.
Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará;
pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni
en este mundo ni en el otro”.
SAN MATEO 12: 31,32

La psicología del impostor

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36 Psicología de los Personajes Bíblicos

Es la persona que asume una identidad falsa con el propósito de


engañar a los demás. Esta conducta persigue ocultar ante sí mismo y
ante los otros, las deficiencias de su verdadero ser. Sabe que no es la
persona que finge ser, pero siente que debe ser alguien más importante
y magnífico que el hombre común. Por lo general, los impostores
consumados son más frecuentes entre los varones. En esos casos, el
deterioro de la identidad se debe a un inadecuado desarrollo que los
mantiene en un estado de inmadurez.
Según la elaboración psicoanalítica, el carácter del impostor
proviene de dos posibles situaciones infantiles, que coinciden en el
logro de deterioros de la identidad y la conciencia. Uno de los casos es
cuando se nace con algún defecto físico o mental y/o son despreciados,
rechazados o tratados injustamente por uno de los padres o por ambos.
Entonces razonan: “La naturaleza me ha hecho un gran daño. La vida
me debe una compensación. Puedo hacer daño porque me han hecho
daño”. Estos insultos tempranos y prolongados a la integridad como a
la omnipotencia del niño, pueden motivarlo a intentar resarcirse, a
“cobrar sus derechos de indemnización” (Freud, 1954, 117) y superar
el escarnio intentando convertirse en una persona distinta del
desdichado ser que es.
En el segundo caso, que probablemente sea el de nuestro ejemplo,
el carácter del varón es modelado, desde el comienzo, por un excesivo
apego a la madre. Se trata de un cariño seductor y posesivo hacia su
bebé que impide establecer un sentido definido de separación entre
ambos. Esa dificultad del varón para separarse de la madre se ve
incrementada, generalmente, por la ausencia o la ineficacia emocional
del padre. Algunos impostores son hijos póstumos, es decir, nacieron
después de haber muerto el padre. En otros casos, el padre murió
durante la primera infancia del niño o abandonó el hogar, o estaba
siempre ausente en viajes de negocios, o prefería a los hijos mayores o
era despreciado por su esposa. Por las razones que sean, el niño pasa la
primera infancia en un hogar emocionalmente carente de padre.
Entonces la madre, a veces también los abuelos, hermanos o niñeras,
alientan al varoncito a creer que es la criatura más encantadora del

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Vidas Contrastantes 37

mundo, que está maravillosamente dotado de habilidades


extraordinarias.
Este niño “prodigio” recibe constantes alabanzas, especialmente por
su talento para la mímica y la imitación, cosa que en realidad es natural
en la mayoría de los niños de dos y tres años de edad. Así, el pequeño
seductor deleita con sus graciosas caricaturas y payasadas a un auditorio
predispuesto al aplauso.
Se trata, de un niño reverenciado, mimado y sobreprotegido,
cuidado como un juguete maravilloso. Se le satisface en todo aun antes
de que el niño haya sentido cualquier molestia o deseos. El infante no
tiene que mover ni un músculo, ni ejercer ninguna iniciativa o
autonomía. Se crea una atmósfera de devoción servil, en la que todo se
le da incondicionalmente sin esperar nada a cambio. Así, pues, es
inevitable que afloren el narcisismo y la pasividad. Ante la ausencia o
ineficiencia del padre, el niño pasa a ser el reflejo del exaltado ideal
masculino de la madre (que de este modo sublima su carencia viril). El
niño es inducido a creer que es mucho más encantador, poderoso,
interesante, adorable y admirado. “Mi hijo es mi todo. Es un chico
admirable”, decía la madre de uno de nuestros pacientes, demostrando
así una disposición excesivamente complaciente hacia su hijo, al
extremo de ignorar inmoralidades y conductas graves de crueldad. En
ese contexto familiar no hay contienda ni rivalidad que contrarresten las
fantasías de omnipotencia e idealización. La voz del padre se ha
silenciado y con ella se han acallado los imperativos de la ley y la
realidad.
Este niño, probablemente, ya en la escuela primaria se convierta en
un mentiroso y en la adolescencia en un eximio de la intriga. Es en la
pubertad cuando surge la perspectiva de tener que probarse a sí mismo
como hombre. En la mayoría de los varones adolescentes las señales de
su próxima hombría les brinda cierta confianza que los estimulan a
avanzar hacia la madurez, pero en el impostor potencial le produce
angustia, resistiéndose a abandonar las fantasías y ensoñaciones
infantiles, que tan bien han sostenido hasta ahora su narcisismo y su
inseguro sentido de identidad. “La persistencia de la fantasía de la
novela familiar, dice L.Kaplan (1991), y su profunda infiltración en las

Mario Pereyra
38 Psicología de los Personajes Bíblicos

soluciones de la adolescencia constituyen la marca distintiva del


impostor”.
La manera de abrirse paso en el mundo consiste en engañar a los
demás, en burlar al público. El impostor tiene dotes especiales para la
mímica y un interés apasionado por la simulación. Tras una infancia
dedicada a la falsificación y a la ilusión, apenas comprende las reglas
que rigen la realidad. El sentido de la realidad del impostor es tan
defectuoso como su identidad. El adolescente experto en el arte de
engañar termina siendo desconcertante, debido a lo difícil que es probar
sus mentiras. El muchacho se ufana de ser sumamente hábil, declara
lisa y llanamente su inocencia, protesta con indignación por la injusticia
de que es objeto, ofrece explicaciones perfectamente razonables. Si es
absolutamente necesario, admitirá su culpa, pedirá perdón y prometerá
no volver hacerlo nunca más. Como todos los que lo rodean quieren
creerle, terminarán engañados. Sucede muchas veces que los adultos
llegan a admirar a este niño o joven por su “carisma” y sus astutas
extravagancias y, a veces, aunque sospechen que los están embaucando,
siguen dispuestos a aceptar el juego de la inocencia. Hasta se sienten
arrastrados a una especie de complicidad como premio a la fascinación
de su arte.
Así es que la omnipotencia infantil del impostor no tiene ninguna
posibilidad de ser atenuada por las expectativas de la dura realidad.
Persiste la fantasía infantil de cuando era el héroe, el ganador
indisputado y la extensión especular de los exaltados ideales de su
madre. “Será un rival clandestino, que nunca enfrentará los verdaderos
desafíos de la hombría; podrá jugar eternamente a la vida sin verse
jamás obligado a vivir de veras”. Volverá a los gestos mágicos de la
mímica y la imitación. La discrepancia entre la persona que se espera
que sea y la que en realidad es, se vuelve demasiado grande como para
esperar cualquier conciliación.
El impostor sólo busca la exaltación propia que le provoca el hecho
de engañar. Queda perpetuado en el rol del niño consentido. Nunca
puede domesticar su ideal del yo, puesto que su misma existencia
depende del alimentar las exigencias de ese ideal. A veces idealiza a
otros, pero su ambición compulsiva es la de probarse más listo que ellos

Universidad de Montemorelos
Vidas Contrastantes 39

y engañarlos con sus tretas y talento para fingir. Los engaños tienen por
finalidad reforzar la ilusión de que él es una persona poderosa. En
conclusión, podemos definir al impostor como un estilo defectuoso de
desarrollo humano, un enfermo de la ambición, como la inmadurez
encubierta por los velos del orgullo y la codicia. Es la falsa pretensión
de supremacía, la hipocresía avara movida por los orgullos infantiles.
Un trastorno de la identidad con repercusiones sociales lamentables.
Hacia un destino imperdonable
“El Salvador leyó el corazón de Judas;
conoció los abismos de iniquidad en los cuales éste se hundiría,
a menos que fuese librado por la gracia de Dios”.
Elena G. de White (1975, 262)

El Evangelio narra el caso de un hombre que se lanzó como


candidato a discípulo de Jesús, Judas Iscariote. Fue el único que el
Maestro no llamó. Este hombre percibió que junto a Jesús podría
alcanzar un lugar privilegiado en el consenso social y en la política.
Creía que el maestro de Galilea era el Mesías y sería promovido al trono
real. Así que, “con gran fervor y aparente sinceridad”, promocionado
por sus colegas, presentó su solicitud de ingreso en estos términos:
“Maestro, te seguiré a donde quiera que fueres”. Dice Elena de White
(1975, 261) que “Jesús no le rechazó ni le dio la bienvenida, sino que
pronunció tan sólo estas palabras tristes: ‘Las zorras tienen cavernas, y
las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste
su cabeza’.” Los discípulos quedaron decepcionados por esa fría
recepción. Veían en Judas a una persona de talento superior, inteligente
y sumamente hábil. Impresionaba su estatura, el porte digno y la mirada
perspicaz. Tenía respuestas agudas y lúcidas. Pero Jesús no se engañó.
Su ojo clínico diagnosticó el síndrome del impostor. Descubrió, detrás
de la fachada simuladora, su afán desmedido de supremacía y
reconocimiento, la falsedad de su identidad, aferrada a las fantasías de
omnipotencia infantil. Captó el encubrimiento de un espíritu ambicioso,
egoísta y avaro, como la disposición al fraude y la mentira, pero también
descubrió que se hundiría irremediablemente en los abismos del mal si
no lo ayudaba. Entonces lo aceptó. Se propuso llegar al origen
Mario Pereyra
40 Psicología de los Personajes Bíblicos

defectuoso de su alma para intentar lograr un cambio reestructurador de


su carácter.
Los escritores bíblicos prefieren no hablar de este discípulo. Lo
mencionan como “el que le entregó” (Mt.10:4; 26:25) y con más dureza
lo califican, “el traidor” (Mt.26:48; Lc.6:16). Casi no hay registros de
los tres años de convivencia con el grupo de apóstoles hasta los últimos
episodios de la vida de Jesús. Ese pesado manto de silencio es la
retribución por el afán de notoriedad. La historia no escrita seguramente
tiene numerosos episodios donde Judas buscó imponer sus deseos de
superioridad, acompañados de otros tantos esfuerzos del Maestro por
enseñarle la verdadera grandeza de una vida íntegra. Es probable que
muchas declaraciones, parábolas y milagros realizados por Jesús, hayan
tenido como destinatario a Judas, como la enseñanza de amar al
enemigo, de edificar sobre el fundamento sólido de la palabra de Dios,
de imitar al “buen samaritano” en su generosidad y desinterés, la
necesidad de cultivar la fe para que crezca como el grano de mostaza
que se convierte en árbol gigantesco para habitación de los pájaros y
tantas otras enseñanzas. Sin embargo, ese esfuerzo no logró resultados
perdurables. La dureza de carácter de Judas fue resistente a los mensajes
de cambio.
Elena de White define la personalidad de Judas concisamente
diciendo que era “pulido, capaz y de espíritu ruin” (1970, 289). Asegura
que “tenía alta opinión de sus propias cualidades y consideraba a sus
hermanos muy inferiores a él en juicio y capacidad”, por lo que “cultivó
una disposición a criticar y acusar”, estando “cegado por sus propios
deseos egoístas” de avaricia, codicia y “fuerte apego al dinero” (Ídem,
318). Precisamente, poco antes de la crucifixión, en la casa de Simón,
Judas censuró el derroche de María al derramar un costoso perfume en
los pies de Jesús. Lo decía para apropiarse del dinero, ya que
administraba las finanzas del grupo en forma fraudulenta. Jesús esta vez
fue más directo que en otras ocasiones, reprochó su hipocresía
mirándolo de forma que denunciaba sus intenciones malévolas. La
reprensión hirió su ego, lo llenó de resentimiento y deseos de venganza.
Al terminar la reunión, se dirigió al palacio del sumo sacerdote para
concretar el pacto de la traición.

Universidad de Montemorelos
Vidas Contrastantes 41

El precio de la ambición
“El amor infinito no podía hacer más para que Judas se arrepintiera
y para salvarlo de que diera ese paso fatal.
Si ese acto de su Maestro, que se humilló para lavar los pies
al peor de los pecadores, no le quebrantó el corazón,
¿qué más podía hacerse?” Elena G. de White (5CBA,
1113)

Hay distintas formas y diversos grados de impostura. Se puede


fraguar, plagiar, falsificar, estafar o mentir como los mitómanos. En
Judas se da todo esto al servicio de un afán desmedido de poder. Otra
característica de los simuladores es que, por lo general, actúan solos, al
margen de toda lealtad grupal. En Judas, la felonía también fue un acto
de terrorismo personal. El impostor, de niño, “siente resentimiento
hacia su padre por no haberlo rescatado de su dependencia infantil”,
dice Kaplan (1991). Durante la adolescencia ese resentimiento se
desplaza hacia la sociedad en forma de desvalorización y rechazo por
los demás. De ahí la propensión al engaño y al fraude. Judas, además,
fue un resentido. Ese sentimiento, finalmente, lo llevó al remordimiento
y a la autodestrucción.
¿Cuál es, en definitiva, el pecado imperdonable que habla el
Evangelio? ¿Es que Dios no puede perdonar toda clase de pecados? “El
es quien perdona todas tus iniquidades”, dice el Salmo 103:3 y Pablo
también consigna que “ahora Dios les ha dado vida juntamente con
Cristo, en quien nos ha perdonado todos los pecados”. ¿Cómo es que
hay un pecado imperdonable? Sí, hay un pecado que Dios no perdona,
es el pecado contra el Espíritu Santo. ¿En qué consiste ese pecado? ¿Por
qué Dios no lo puede perdonar? No es porque el Todopoderoso sea
incapaz de hacerlo, sino porque el pecador se pone en un lugar donde
se inhabilita para recibir el perdón. Cuando el Espíritu Santo llama vez
tras vez al corazón impenitente buscando el cambio de vida que
produzca la renovación y el desarrollo, pero se rechaza insistentemente
esa propuesta divina, se cauteriza la conciencia y las tendencias
autodestructivas aumentan. Se refuerzan las tendencias inmaduras y
dependientes. Así ocurrió con Judas.
Mario Pereyra
42 Psicología de los Personajes Bíblicos

Durante la última cena, Jesús lavó los pies de Judas, haciendo un


último esfuerzo por tocar su alma orgullosa en busca de un
arrepentimiento genuino. Luego hizo un señalamiento directo al
denunciar abiertamente su intención traidora. Sin embargo, sus
disposiciones cultivadas de impostor consumado mantuvieron
obstinadamente el rechazo y abandonó aquel lugar para penetrar en las
sombras de la noche sin retorno (Juan 13:30).
Cuando el juicio de Jesucristo se acercaba a su fin y Judas se dio
cuenta que la pena de muerte que pesaba sobre el Maestro era
irreversible, lo torturó la conciencia culpable. Intentó cambiar el
veredicto, pero todo fue en vano. Un terrible y desgarrador sentimiento
de condenación se posesionó de su mente al darse cuenta que estaba
entregando sangre inocente y siendo el victimario del Hijo de Dios, el
Santo de Israel. Fue ante los principales sacerdotes y ancianos para
cancelar el pacto de la traición, devolviendo las treinta monedas que
había recibido como pago. Con un gesto repulsivo y cínico, le
contestaron: “¿Qué nos importa a nosotros? Eso es cosa tuya”
(Mt.27:4). Al no soportar ver a Cristo crucificado, desesperado salió del
tribunal y se ahorcó. Cuando al otro día la procesión que acompañaba a
Jesucristo “pasaban por un lugar retirado, vieron al pie de un árbol seco,
el cuerpo de Judas. Era un espectáculo repugnante. Su peso había roto
la soga con la cual se había colgado del árbol. Al caer, su cuerpo había
quedado horriblemente mutilado, y los perros lo estaban devorando”
(White, 1975, 671).

Fidelidad e integridad
“Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo que necesitamos
para la vida y la devoción, al hacernos conocer a Aquel que nos
llamó por su propia grandeza y sus obras maravillosas”. 2 Pedro
1:3

Desde la alta y monolítica plataforma, la figura monumental e


imponente del apóstol, parece mirar con dulce y paternal disposición,
mientras sostiene en su brazo izquierdo el manto de la túnica y oprime
en la mano derecha las llaves del Reino. Esa gigantesca mole de granito

Universidad de Montemorelos
Vidas Contrastantes 43

y mármol, con la prestancia señorial de San Pedro, domina


soberanamente ese lugar único en el mundo por sus dimensiones
fabulosas, la plaza central del estado Vaticano en Roma. Delante del
monumento, se extiende una plataforma de varios centenares de metros
abrazada por un artístico corredor de columnas, donde domingo a
domingo decenas de miles de personas se congregan, con devoción,
ávidos de escuchar las palabras del supuesto sucesor de Pedro. Detrás
del monumento del apóstol se levanta la basílica más grande del mundo,
la que reúne los mayores tesoros artísticos y religiosos de toda la tierra.
El nombre que identifica esa maravilla arquitectónica única y
portentosa que constituye la sede de más de 1000 millones de cristianos
y, además, explica su significado y naturaleza, es el nombre de un
sencillo y tosco pescador de Galilea, Simón Pedro.
¿Cómo un hombre simple y casi insignificante como Pedro pudo
alcanzar esas alturas descomunales de reconocimiento y prestigio?
¿Qué virtudes tuvo para ganar esa trascendencia privilegiada a lo largo
de 2000 años de historia? Pedro no es solamente la figura más
prominente de la Iglesia Católica y el sostén del sistema pontificio, es
también uno de los personajes más admirado, estudiado e investigado a
lo largo de toda la era cristiana. Ha sido, además, motivo de
controversias y debates teológicos sobre el origen y el fundamento de
la iglesia. Mucha tinta ha corrido en las imprentas al publicar
abundantes libros sobre Pedro (v.gr., el controversial libro del teólogo
Cullmann, 1962), monografías y tesis (v.gr., Steger, 1993). También se
derramó mucha sangre durante siglos, en conflictos religiosos, cuya
figura era el centro de las confrontaciones. Ciertamente, el prestigio del
carismático apóstol constituye un fenómeno histórico excepcional, que
justifican el esfuerzo de toda investigación, reflexión y estudio de su
vida.
Muchos pensadores cristianos no han podido ceder al impulso de
comparar al impostor Judas con el fogoso e impulsivo Pedro (v.gr.,
White, 1970; 1975). Los escritores bíblicos no hacen estudios
comparativos, simplemente narran la historia de ambos, pero el
contraste es evidente, igual que la historia de Saúl y David. La biografía
de Pedro, sin embargo, es más rica y completa, conocemos mucho más

Mario Pereyra
44 Psicología de los Personajes Bíblicos

que de Judas, de quien nos vimos obligados a recurrir a la hipótesis de


su personalidad, por considerarla más adecuada dados los escasos
registros que se conservan acerca de él. De Pedro tenemos abundante
información para describir su carácter, el desarrollo de su vida e indagar
el diseño de su existencia para encontrar el legado que nos dejó. Para
ello, nos interesan los datos históricos reconocidos como válidos, para
lo cual recurriremos a la fuente de los textos de las Sagradas Escrituras,
prescindiendo de la profusa bibliografía extra bíblica de novelas (v.gr.,
¿Quo vadis? de Sienkiewicz, 1999), tradiciones y leyendas.
Al abordar la vida de Pedro, en armonía con el registro bíblico,
podemos afirmar que existen tres momentos diferentes en la historia del
apóstol, tres etapas sucesivas de vida que presentan niveles progresivos
de crecimiento. Cada una de ellas coincide con diferentes libros del
Nuevo Testamento. Tenemos al Pedro de los Evangelios, al Pedro de
los Hechos de los Apóstoles, y al Pedro de las epístolas. Estas tres
fuentes, con alguna excepción, corresponden a tres momentos básicos
del ciclo vital humano: la juventud, la madurez y la senectud. Basta una
lectura de su biografía para observar cómo alcanzó la madurez y
desplegó su existencia ejemplar.
El joven Pedro
“Simón el celote, enemigo inflexible de la autoridad imperial;
el impulsivo, arrogante y afectuoso Pedro”.
Elena de White (1970, 289)

Los Evangelios proporcionan un conjunto de información acerca de


nuestro héroe. Sabemos que era oriundo de una ciudad que estaba
situada a orillas del mar de Galilea (Mr.1:21-29; Jn.1:44), que su padre
era Jonás (Mt.16:17; Jn.1:42) y su hermano Andrés (Jn.1:40). Además,
se casó (Mt.8:14; Mr.1:30; Lc.4:38), tenía el oficio de pescador
(Mr.1:29; Lc.5:10) y carecía de estudios formales (Hch.4:13), aunque,
probablemente, sabía leer y escribir (Nelson, 1978, 493).
Conoció a Jesús por medio de su hermano (Jn.1:41), siendo
posteriormente llamado en forma personal (Mt.4:18,19) a integrarse al
conjunto de los doce discípulos (Mr.3:14-16), en cuya lista ocupó
siempre el primer lugar (Mt.10:2; Mr.3:16; Lc.6:14). Ese espacio
Universidad de Montemorelos
Vidas Contrastantes 45

destacado entre sus colegas se evidenció también en que formaba parte


del grupo íntimo de Jesús (Mr.5:37; 9:2; 14:33). Por otra parte, el
Maestro le puso el pseudónimo de “Cefas” (Pedro o piedra) cuando lo
conoció, percibiendo su “naturaleza impulsiva” (White, 1975, 113, 752)
y la necesidad de ayudarlo a cambiar su carácter (Jn.1:42).
En esta primera etapa, los Evangelios registran múltiples
intervenciones de Pedro, que dan pautas acerca de su personalidad. Un
rasgo prominente es la extroversión. Evidencia una actitud simpática y
sociable, siendo compasivo y afectuoso (Jn.13:9; 21:15-17), generoso y
hospitalario (Mt.8:14). Se caracteriza por ser expresivo, comunicativo,
transparente, dice lo que piensa sin ambages, sin reflexionar mucho en
sus palabras. “Tenía el hábito de hablar de sopetón, declara Robertson
(1937, 2), que es tan natural en todos nosotros”. Era de carácter abierto,
emotivo, activo, exhibiendo un pobre autocontrol, siendo espontáneo,
franco, audaz (White, 1975, 752), capaz de decir cosas sublimes
(Mt.16:16,17) y cometer desatinos incalificables (Mt.16:22,23). Dijo
estar dispuesto a jugarse la vida por su Maestro (Mt.16:33), aunque
poco después actuó cobardemente, negando a Jesucristo en forma
vergonzosa (Mt.26:69-74).
Thompson (1991, 1367,1368) lo caracteriza como contradictorio, ya
que era presuntuoso (Jn.13:8,9) o altanero (Mt.26:33), y a veces
excesivamente generoso y abnegado (Mr.1:18), pero también egoísta
(Mt.19:27). Resulta por momentos temerario (Jn.18:10,11), sin
embargo, en situaciones cruciales fue cobarde (Mt.26:69-74), dotado de
gran visión espiritual (Jn.6:68), aunque no siempre comprende nada de
las verdades divinas (Mt.15:15,16).
Una descripción sintética del joven Pedro, según los Evangelios, un
rasgo relevante era la inconsistencia, típico de la adolescencia. Su
comportamiento responde al influjo de las impresiones que le afectan,
en forma de reacciones pasajeras e impulsivas. Se caracteriza por sus
permanentes fluctuaciones e inestabilidad. Jamás llega a desarrollar un
discurso elaborado y continuo. Sus actuaciones son breves, rápidas y
cortantes, producto de las circunstancias. Vive en un presente
inmediato. No revela una estructura sólida, ni consistencia de carácter,
que permitan construir una trayectoria envidiable de vida.

Mario Pereyra
46 Psicología de los Personajes Bíblicos

Sin embargo, la evaluación no es totalmente negativa, el informe de


los evangelistas también presenta indicadores de cambio, ciertas
experiencias notables que esbozan las posibilidades de un desarrollo
exitoso. Quizás un suceso clave fue el incidente de la pesca milagrosa
(Lc.5:4-11). Después de una noche de pesca infructuosa, Jesús les
ordena dirigirse mar adentro y echar la red. Pedro sabía que era
imposible pescar a esa hora, pero se produjo el milagro. Entonces, un
destello de comprensión fulguró en su mente con la idea de estar ante
un ser divino, y cayó a los pies del Salvador exclamando: “Apártate de
mí, Señor, porque soy hombre pecador”. Otro episodio significativo, sin
duda, fue cuando Pedro se animó a caminar sobre el mar (Mt.14:28-33),
gracias al poder de Cristo; pero cuando la suficiencia propia lo hizo
mirar hacia atrás en dirección a sus compañeros, empezó a hundirse.
Jesús lo salva y le da una lección inolvidable de fe: “¡Hombre de poca
fe! ¿Por qué dudaste?” (Mt.14:31)
Seguramente una experiencia conmovedora y aleccionadora para el
apóstol fue la noche de la negación (Mt.26:69-75) y aquella mirada de
Jesús durante el juicio que le hizo llorar amargamente su
arrepentimiento. “Se consideraba superior a la tentación, pero la mirada
de Jesús hizo pedazos el corazón de Pedro” (Robertson, 1937, 2), y le
conquistó atrayéndolo nuevamente después de su agonía espiritual.
Pero, quizás el momento decisivo de cambio que transformó su carácter
y futuro fue cuando recibió el perdón de Cristo en aquel memorable
amanecer que narra el Evangelio de Juan (Jn.21:15-19), cuando Jesús
le preguntó tres veces en forma consecutiva: “¿Me amas, Pedro?” “Sí,
Señor, tú sabes que te quiero” (21:15; BJ), fue la respuesta repetida. En
las tres ocasiones, el Señor le dijo: “Apacienta mis corderos” (15),
“Apacienta mis ovejas” (16 , 17). Esas palabras impactaron
profundamente el corazón del apóstol porque descubrió que la misma
cantidad de veces que lo había negado le pedía que hiciera profesión de
adhesión, recibiendo una triple investidura de compromiso con el
encargo pastoral. Allí tomó conciencia de su misión. A partir de
entonces, emerge un nuevo Pedro, un hombre que ha superado las
ambivalencias e inestabilidades de la adolescencia para asumir su
destino de dirigente espiritual con responsabilidad, devoción y eficacia.
Universidad de Montemorelos
Vidas Contrastantes 47

El Pedro maduro

“Procurad hacer firme vuestra vocación y elección;


porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta
manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino
eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. San Pedro (2 carta
l: 10,11)

El Pedro del libro de los Hechos está en otra dimensión, pertenece


claramente a otra etapa del ciclo vital. Aunque el tiempo que transcurrió
entre la muerte, la resurrección de Jesús y el Pentecostés fue de apenas
dos meses, constituyó un proceso acelerado de maduración y
crecimiento espiritual que, evidentemente, pertenece a otro tiempo
psicológico, a una nueva fase.
¿Cuáles fueron los cambios? ¿Cómo es el nuevo apóstol? El Pedro
que describe los Hechos, desde los primeros capítulos, se caracteriza
por un pensamiento organizado de ideas y reflexiones, con
intervenciones en forma de discursos elaborados, conteniendo
propuestas y conclusiones. Ya no habla de “sopetón” como antes,
diciendo lo primero que se le viene a la boca, sino expone sus ideas,
fundamentando sus palabras con textos bíblicos y articulando
argumentos explicativos y demostrativos. Así aparece en el “aposento
alto” de Jerusalén, en los inicios de la naciente iglesia, en ocasión de la
elección del que reemplazaría a Judas. Pedro toma la palabra para
describir la infamia de Judas en ciertos textos de los Salmos y proponer
la conveniencia de elegir un sustituto (Hech.1:15-21). Como antes, es
el primero en hablar y tomar la iniciativa, pero nunca se expresó con
esa amplitud, solvencia y capacidad argumentativa.
Posteriormente, lo vemos actuando en otro evento trascendente, el
Pentecostés. El Espíritu Santo descendió sobre el grupo en forma
estruendosa por medio de “lenguas como de fuego” (Hech.2:2,3),
haciendo que los discípulos pudieran ser escuchados en diferentes
idiomas, hecho que causó estupor y perplejidad en la multitud que
visitaba Jerusalén (vers.12). “Entonces Pedro, presentándose con los
once, levantó su voz y les dijo: ‘Judíos y habitantes todos de
Jerusalén...’” (14); su notable disertación, como la mejor pieza oratoria
Mario Pereyra
48 Psicología de los Personajes Bíblicos

de todos los tiempos, trajo un resultado extraordinario e inesperado, ya


que ese día se unieron “unas tres mil almas” (41) al cuerpo de creyentes.
Esas mismas aptitudes retóricas las pone de manifiesto en otra
conferencia multitudinaria junto al pórtico de Salomón (3:12-26) y al ser
detenido y llevado ante el Sanedrín (4:8-12). No era fácil enfrentar a tan
altos dignatarios y fundamentar teológicamente el cristianismo. La
solvencia, seguridad, agudeza de pensamiento y de razonamiento causó
admiración entre los eruditos, quienes enseguida reconocieron que
empleaba el mismo modelo discursivo de Jesús (13). Particularmente,
resulta admirable la notable capacidad que exhibe en el manejo del
Antiguo Testamento, especialmente del libro de los Salmos. Aunque la
exégesis que desarrolla puede ser cuestionable (Hch.1:20), es evidente
que conoce concienzudamente el texto bíblico y, por lo tanto, es un
estudioso competente. Es notable el contraste con el Pedro de los
Evangelios que jamás hace una mención bíblica; el Pedro de los Hechos,
es un experto en el manejo de las Escrituras.
¿Cómo se produjo ese cambio tan extraordinario? ¿Qué ocurrió en
esos 50 días que produjeron una transformación portentosa de su
persona? Como dijimos más arriba, la muerte de Cristo, los sucesos de
la negación y la rehabilitación al ministerio fueron decisivos.
Asimismo, esos días posteriores a la resurrección que el mismo Jesús
los estuvo instruyendo en el conocimiento de las profecías, despertaron
un afán de investigación y una avidez inusual de conocimiento.
Particularmente, escudriñaron los escritos de los profetas “que
inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación”, para
descubrir las profecías que “anunciaban de antemano los sufrimientos
de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Ped.1:10,11).
En esta etapa es cuando se consolida y afianza la personalidad de
Pedro. Cuando sabe definidamente lo que cree y cuáles son los fines
que persigue (Hch.4:8-12). Tiene muy claro el sentido de su vida y el
compromiso con la predicación del evangelio. En algunos aspectos,
sigue siendo el mismo Pedro del Evangelio, referente a la fuerza
emocional que imprime a sus mensajes, su actitud osada y hasta atrevida
para enfrentar a quien sea (Hch.4:18-20). Pero la diferencia consiste en
que esas manifestaciones temperamentales están ahora al servicio de

Universidad de Montemorelos
Vidas Contrastantes 49

una causa, no son meras emociones desajustadas o impulsivas, sino


coraje y desafío empeñados en el movimiento de la salvación humana.
Ese carácter intrépido y combativo, lo lleva a sufrir la persecución y la
tortura, no como una desgracia, sino como una oportunidad para dar
testimonio de su fe.

La edad de la sabiduría

“Y por esto deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta;


a la buena conducta, el entendimiento; al entendimiento, el dominio propio;
al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción; a la
devoción, el afecto fraternal; y al afecto fraternal, el amor”. 2
Pedro 1:5-7 (DHH).

El Pedro de las Epístolas, dice Meinertz (1963, 511), “ha


evolucionado mucho desde la época de su actividad apostólica en la
comunidad primitiva”. Han transcurrido alrededor de 30 años desde los
inicios de la iglesia apostólica que lo tuvo como principal líder. Durante
ese tiempo, realizó un extenso y fecundo ministerio. Junto con Juan fue
a Samaria para ayudar a Felipe en la predicación (Hch. 8:14). Luego se
embarcó en un largo período de evangelización entre los samaritanos
(v.25). Más tarde, en Lida, sanó a Eneas, un paralítico (9:32-35).
Llamado a Jope, resucitó a Dorcas de los muertos (vs.36-43). Fue
apresado una vez más, pero nuevamente un ángel lo liberó
milagrosamente (12:1-11). Posteriormente, dejó Jerusalén para
quedarse por un tiempo en Cesarea (v.19). Algunos creen que Pedro
visitó Corinto (ver 1 Co.1:12) y que trabajó extensamente en diversas
partes de Asia Menor (1 Ped.1:1). Finalmente, se radicó en Roma
(“Babilonia”, 1 Ped.5:13), junto con Juan Marcos, quien le sirvió de
traductor. Todos esos años de luchas, persecuciones, viajes, predicación
y trabajo en la obra de la iglesia le dieron una rica experiencia y un
conocimiento profundo de la vida y de los valores superiores, que ahora
los trasmite a toda la comunidad cristiana por medio de dos cartas.
Una lectura cuidadosa de las cartas petrinas permite descubrir
continuas referencias a episodios de su vida. Es evidente que Pedro no
Mario Pereyra
50 Psicología de los Personajes Bíblicos

fue Pablo, un intelectual que adoctrina y hace teología; el pescador de


Galilea fue un hombre práctico y concreto, que hizo su aprendizaje en
la universidad de la vida y aplica las lecciones impartidas por su
Maestro Jesucristo. Fueron la adversidad, los apremios, las dificultades
y persecuciones, o el “fuego de la prueba” como él lo llama, las
condiciones que lo hicieron madurar, crecer y alcanzar la plenitud de su
realización personal y espiritual. Así aprendió los peligros de la
autosuficiencia, a dominar sus impulsos y fervor desmedido, a sublimar
su naturaleza violenta y áspera, a adquirir la cortesía y el buen trato, a
desarrollar la paciencia y la bondad. Precisamente sus cartas nos
trasmiten esa experiencia vital.
La mejor síntesis de la evolución de su vida la condensa en una
fórmula que describe las etapas del desarrollo del cristiano en ocho
fases o pasos: 1) fe; 2) virtud o buena conducta; 3) entendimiento o
conocimiento; 4) dominio propio o templanza; 5) paciencia o
“tenacidad” (BJ); 6) devoción o piedad; 7) afecto fraternal; y 8) amor
(2 Ped.1:5-7). El apóstol insiste en “poner el mayor empeño”
(vers.5,10) en practicar este modelo de vida cristiana exitosa, que podría
definir el concepto bíblico del desarrollo humano. Consiste en “añadir”
o avanzar paso tras paso en la prosecución de nuevos niveles de
crecimiento hasta llegar al pináculo que es el amor (gr. ágape), la mayor
de todas las virtudes (1 Cor.13:13).
La fórmula petrina del desarrollo humano es una síntesis de su
biografía. Pedro inició su trayectoria dando el paso de la fe, dejando
todo por seguir al Maestro (Mt.4:18-20; Jn.6:67-69). Después tuvo que
aprender a comportarse como Jesús quería; quizás una de las
enseñanzas más sublimes que recibió directamente del Maestro fue
cuando, dominado por la aprensión, sacó la espada e hirió al siervo del
Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús le reprendió, instruyéndole:
“Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a
espada perecerán” (Mt.26:51-53; Jn.18:10,11). Posteriormente, después
de la ascensión, se pusieron a estudiar las profecías y Pedro fue
creciendo en conocimiento. Pero, seguramente, la lección más
importante que tuvo que aprender fue a dominar sus impulsos y
canalizar las energías de manera conveniente. Aun Pablo tuvo que
Universidad de Montemorelos
Vidas Contrastantes 51

reprenderlo por algunas conductas incorrectas (Gál. 2:11-14). Así fue


cultivando el dominio propio y la paciencia. Debido a su carácter
impulsivo e impaciente, fue una gran lucha sujetar su temperamento y
fogosidad. Una gran ayuda fue el recuerdo de la paciencia de Cristo al
perdonarlo y pedirle que pastoreara a los corderitos y las ovejas con
humildad y espíritu apacible. Practicando la bondad al otro fue
aprendiendo a expresar ternura y cariño al débil; por eso aconseja a los
esposos que sean comprensivos con sus esposas (1 Ped.3:7), y a todos
los cristianos a ser compasivos y misericordiosos con los demás
(vers.8,9). En ese proceso llegó a comprender el amor de Dios y
alcanzar la madurez de su propio desarrollo personal.
Pedro maduró, descubrió el sentido de su vida (2 Ped.1:10) bajo el
influjo y la fortaleza del Espíritu Santo. Sus enseñanzas epistolares
rezuman una sabiduría de vida y devoción, forjadas en la experiencia,
que fija la convicción de que es posible llegar a la plenitud y trasmitir
un modelo para que cada cristiano pueda consumar su propia existencia.
El Pedro que se revela en sus cartas es el hombre sabio, sereno,
profundo, con una densidad notable de existencia, acumulada y
sedimentada en la experiencia. Una personalidad sobria, digna,
ejemplar, con un sentido de autoridad e influencia poderosa que emana
de su sabiduría. En definitiva, una persona realizada, que ha logrado lo
máximo que se puede llegar a ser.
¿Es todo lo que podemos decir acerca del aprendizaje realizado por
el apóstol a lo largo de su ciclo vital? Hemos hablado de lo “externo”,
del comportamiento manifiesto, pero hay dos secretos específicos y
únicos en la vida de Pedro que explican los resortes internos que lo
movieron en el proceso de su desarrollo. El primero lo revela la
inspiración de Elena de White cuando afirma que Pedro nunca se
perdonó a sí mismo el haber negado a su Maestro. “Pedro se había
arrepentido sinceramente de su pecado, dice White (1977,430), y Cristo
le había perdonado, según lo comprueba el altísimo encargo de
apacentar a las ovejas y corderos del rebaño. Pero Pedro no podía
perdonarse a sí mismo”. Probablemente a Pablo le ocurrió lo mismo (1
Cor.15:9; Gál.1:13,14; Ef.3:8). ¿Cómo es vivir con sentimientos de
culpa? ¿Es sentirse en deuda, que todo lo que se haga es insuficiente

Mario Pereyra
52 Psicología de los Personajes Bíblicos

para cubrir la falta, que es necesario seguir pagando, sabiendo que nada
será suficiente? ¿Así habrá sido la experiencia del apóstol?
El segundo secreto íntimo fue que Pedro vivió sabiendo que iba a
morir como mártir, ya que Jesús se lo había anunciado (Juan 21:18,19).
Durante 30 años estuvo esperando ser sacrificado. Cada vez que era
apresado o amenazado por sus enemigos se preguntaría si había llegado
el fin, si ese sería el último día de su existencia. Seguramente decenas
de veces pensó en su muerte, en si soportaría la tortura, de qué manera
sería inmolado, imaginándose los distintos tipos de ejecución que
existían en esos tiempos, llegando a la conclusión que el mejor sería la
crucifixión igual que su Señor. Pero no se atrevía a morir de esa manera,
se sentía indigno de sufrir la misma muerte que Jesucristo, así que lo
haría cabeza abajo, porque él era un hijo de esta tierra, a diferencia del
Hijo de Dios, que murió mirando a su Padre celestial. Quizás, de tanto
pensar, ya esperaba con ansiedad ese momento, la prueba final de su
vida, cuando al fin pagaría la culpa de su traición.
La Providencia permitió que Pedro acabase su ministerio en Roma,
donde el emperador Nerón lo capturó y colocó en prisión. En dos
ocasiones los ángeles lo habían sacado de la cárcel milagrosamente
(Hech.5:19; 12:7-10), pero esta vez no vinieron los mensajeros divinos
a liberarlo, porque ahora sí estaba preparado. Allí, en la metrópoli del
mundo, daría su postrer testimonio por Cristo. Cuando fue llevado a la
ejecución, se sintió feliz de dar su vida por su Maestro, ya que esa
muerte la había experimentado decenas de veces antes. Así que, de
acuerdo a lo planificado, pidió un último favor, suplicó a sus verdugos
que lo crucificaran cabeza abajo. Se le concedió su deseo, y así fue
sacrificado el gran apóstol, derramando su sangre sobre la tierra, para
fecundar una copiosa cosecha de santos y mártires que seguirían su
ejemplo; mientras languidecía y quedaba inerte, progresivamente la
figura de Pedro adquiría la forma de un gigantesco monumento que, a
lo largo de los siglos, se ha constituido en guía y paradigma de una
existencia cristiana consumada.

Universidad de Montemorelos
Capítulo 2

Cuando las crisis construyen


el camino del éxito
1. EL SIGNIFICADO DE LAS CRISIS
Una crisis es el resto de un atravesamiento, un testimonio de una travesía.
El testimonio de una crisis es la definición de una etapa de la vida.

ay crisis previsibles y otras imprevisibles. Las primeras son


inherentes a la vida, propias del proceso del desarrollo o de

H la maduración, mientras que las otras son resultados de


conflictos o situaciones inesperadas que ponen a prueba la
capacidad para enfrentarlas, por ejemplo, la pérdida de un
ser amado o la pérdida del empleo. Las crisis imprevisibles
o accidentales hay que afrontarlas cuando aparecen, sufriendo la
incertidumbre de sus vicisitudes; en cambio, las previsibles o evolutivas
pueden anticiparse, preparándose para resolverlas con éxito. De allí la
importancia de conocer estas últimas, para saber cuándo y cómo
aparecen, a fin de planificar las estrategias que permitan abordarlas de
la mejor manera posible.
Las crisis, aunque siempre vienen acompañadas de angustias y
sensaciones de catástrofe, no son necesariamente negativas sino
constituyen ocasiones de cambio que requieren algún tipo de solución.
Enfrentar en forma adecuada una crisis tiene efectos benéficos para el
54 Psicología de los Personajes Bíblicos
que la experimenta, y proporciona recursos que preparan para resolver
mejor las situaciones críticas futuras; es decir, enriquecen y hacen
madurar.
( 51 )

Por el contrario, no enfrentar eficazmente esas situaciones incapacitan


al individuo y lo vuelven cada vez más vulnerable, es decir, lo hacen
más débil o frágil. Este hecho, refuerza la importancia de tomar con
tiempo las medidas del caso.
Con respecto a las crisis vitales, aquellas que se despliegan a lo largo
del ciclo vital, revela que cada etapa de la vida, desde el nacimiento
hasta la muerte, tiene sus desafíos o tareas críticas que enfrentar para
progresar en el desarrollo. Cada persona posee un potencial de
maduración que se evidencia en la medida que asume sus compromisos
y responsabilidades, superando las crisis propias de cada etapa. Tal
tarea involucra cambios, transacciones, continuos acomodamientos y
adaptaciones, que permiten extender el abanico de las respuestas
posibles, definiendo el propio destino. Erikson (1959) ha identificado
ocho etapas del ciclo vital humano (ver cuadro 3), en cada una de las
cuales hay que encarar una tarea crítica, expresada en términos de
bipolaridades, en el ámbito de ciertas relaciones significativas que
exigen determinadas responsabilidades (“modalidades psicosociales”)
y virtudes. En cada estadio del desarrollo ocurre una crisis que debe
resolverse, logrando un equilibrio satisfactorio entre las alternativas
antagónicas específicas de cada edad.
Los personajes bíblicos no están exentos de las crisis, por el
contrario, son una constante en sus respectivas trayectorias vitales,
cumpliendo un rol decisivo en la conciencia de su misión y en el
desarrollo de la existencia. Experimentan crisis previsibles y
principalmente aquellas imprevisibles. Hay que destacar que la palabra
griega “krisis”, de donde surge el término “crisis”, es frecuentemente
utilizada en el Nuevo Testamento como “juicio”. Proviene del verbo
“kríno”, “juzgar”, como se aplica en Mateo 7: 1-5 y Romanos 2:l. Tiene
varias acepciones, como “‘separar’, ‘distinguir’, ‘elegir’, ‘mostrar
preferencia por’, ‘determinar’, ‘aprobar’, ‘pronunciar un juicio’”.
También puede significar, de acuerdo con el contexto, ʻcondenarʼ”
Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 55
(6CBA, 481). Es muy significativo que cuando Jesús anunció la venida
del “Consolador” (Jn.16:7,8), declaró que las funciones del Espíritu
Santo serían “convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio
(krisis)”. ¿A qué tipo de “juicio” o “crisis” se refería el Señor
Jesucristo? ¿Aludía únicamente a la crisis final, en ocasión del juicio
escatológico, o también podría aplicarse a los juicios del presente,
cuando somos sacudidos por situaciones críticas? Interpretamos que
también puede aplicarse al zarandeo mediante acontecimientos
cruciales que el Espíritu Santo utiliza para trasmitirnos sus mensajes de
cambio y la visión de nuevos horizontes de oportunidades y realización.
Por lo menos, así aparece en la experiencia de los personajes bíblicos.

Cuadro 2
Sinopsis del desarrollo psicosocial, según Erik Erikson (1959; 1964;
1968)

Eventos
Modalidade s importante
Relaciones
Etapas y edades Tareas críticas significativa s relacionales s Virtud

1. Bebé (hasta
los 18 meses) Confianza básica contra madre recibir y

comida esperanza desconfianza dar

2.
“Deambulador ” Autonomía retener y control de
(18 meses a los madre y
2 años) contra soltar los voluntad vergüenza padre esfínteres

3. Infancia (3 a 5
Iniciativa familia hacer y indepen- contra culpa básica como
años)
sí dencia propósito

Mario Pereyra
56 Psicología de los Personajes Bíblicos
4. Edad escolar
Laboriosidad hacer contra infe- escuela y cosas destreza
(6 a 12 años)
rioridad vecindario junto con escuela
otros

5.Adolescencia Identidad grupo de ser uno relaciones


(13 a los 20 contra pares y mismo con fidelidad
años) dispersión líderes iguales
encon-
6. Adulto joven Intimidad
amistad y trarse a sí relaciones
(20 a los contra mismo en amor
pareja de amor
35 años) aislamiento otro

Generativida preocupa
7. Adulto medio
d contra procrear y paternida -
(35 a los estancamient trabajo
cuidar d ción por
65 años) o otros
8. Tercera edad Integridad contra aceptació
(65 en
desesperación humanida
adelante) enfrentar n
d sabidurí
el no ser de la a
propia
vida
En este capítulo, consideraremos tres ejemplos; José, Sansón y
Pablo, que ilustran cómo la conciencia de la crisis impactó sobre ellos y
cómo, a través de ellas, lograron cimentarse en la nueva realidad, para
descubrir las disposiciones y componentes del éxito. Se ha dicho que
“Las crisis, cuando no matan, enseñan”. Ahora, bien, ¿qué enseñan las
crisis de los personajes bíblicos? El primer caso, trata de una crisis de
adolescencia, que múltiples autores la califican como el paradigma de
las crisis, el prototipo del crecimiento o del desarrollo humano. “La
palabra ‘adolescencia’, en el origen latino, no se relaciona con ‘adolecer’
sino con ‘crecer’. Crecer es superar lo anterior para ir hacia lo que aún
no ha sido, lo que se proyecta y, por tanto, implica conflicto, crisis,
constituidos por la confluencia contradictoria de factores distintos que
coexisten y que, por otra parte, pretenden excluirse” (Barylko,
2001,146). Veremos cómo este fenómeno ocurrió en la vida del hijo de
Jacob y Raquel, José.

Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 57
El segundo caso, la historia del juez Sansón, se trata de una crisis
accidental, aunque de alguna manera previsible, ya que fue gestándose
progresivamente a través de un estilo de vida destinado al fracaso. La
crisis aparece aquí como un tribunal que examina e interpela la
existencia, para abrir los ojos del alma a nuevas alternativas que
redescubran el sentido y la misión de la vida. El último ejemplo de
crisis, la experiencia de San Pablo, no es el resultado del desarrollo
vital, ni de accidentes autogenerados sino del surgimiento de una nueva
visión, la adopción de un nuevo arquetipo vital, que se presenta a través
de un llamado de la divinidad. Cuando una perspectiva se vuelve
minusválida, por su parcelamiento y repliegue, es hora de forjarse un
nuevo destino. La crisis denuncia y anuncia; en este caso, cómo un
estilo de vida “esclerotizado” sucumbe para convertirse en el centro de
convergencia de las irradiaciones del cambio.

2. La preparación para gobernar: José


“La crisis vital es un momento dentro de la búsqueda de identidad
y la creación humana en el devenir histórico”.
O. Fernández Mouján

Mientras todos anhelaban la alegre noticia, fueron sobrecogidos por


el hecho penoso y cruel. El niño nació sano y feliz pero la madre
falleció. La bendición de la vida se quebró con la tragedia de la muerte.
El dolor enlutó los corazones de la numerosa familia. El más afectado
por la desgracia fue Josecito, el hijo menor. El padre comprendió que
el niño había recibido un golpe demasiado duro para su tierno corazón
y se esforzó por consolarlo con la vigorosa fe religiosa que lo animaba.
Le proporcionó todo su cariño y ayuda posible.
Desde ese triste hecho, padre e hijo unieron sus vidas por lazos
indisolubles de afecto, relación y comprensión. En la mente sensible y
dúctil del niño José, un pensamiento se imprimió en las profundidades
de su ser, dejando una huella que marcaría para siempre su destino. Al
observar en el rostro de su hermanito la sonrisa dichosa y los balbuceos
inocentes, a la vez que experimentaba la calidez reconfortante del amor
paterno, sintió que aún las peores tragedias deparaban algo bueno; que
Dios permite los males, pero aún éstos pueden traer bendiciones
Mario Pereyra
58 Psicología de los Personajes Bíblicos
inimaginables. Así, pues, en aquel lugar lúgubre, una cruz quedó
plantada bajo un árbol, junto al recuerdo amargo, acompañado de la
curiosa sensación agridulce de que aún las desdichas pueden traer
esperanza.
Los sueños de un adolescente

José creció. Se transformó en un joven inteligente, de hermosa


apariencia, activo, alegre, sobre todo de la mejor casta moral y gran
firmeza de carácter. Esa belleza interior lo diferenciaba nítidamente de
los muchachos del pueblo y, especialmente, de sus hermanos mayores,
que eran terriblemente afectados por la mala influencia del lugar. El
padre se sentía orgulloso de José, a la vez que preocupado por la
conducta nada juiciosa de sus otros hijos. Cuando reunía a la familia
para hacer el culto y contar las historias de sus antepasados y de su
propia juventud, era José quien mostraba verdadero interés y
entusiasmo. Los muchachos mayores se aburrían y manifestaban claras
resistencias a aceptar esos “cuentos del viejo”, como decían ellos, con
sus ideas religiosas y extraños milagros. El padre aseguraba haber
recibido revelaciones sobrenaturales que también auguraban a sus
descendientes un futuro prodigioso.
Al oír estas historias, José se emocionaba y llenaba de admiración.
Su rica imaginación reproducía vívidamente las escenas de las hazañas
religiosas de sus antepasados. Estaba convencido que el bisabuelo
Abraham, el abuelo Isaac y el mismo padre Jacob, eran seres
excepcionales, elegidos por Dios para construir un pueblo especial,
portador de las grandes verdades de la divinidad. Se sentía parte de una
estirpe gloriosa, ungida por las solemnes demostraciones de la
Providencia, para conservar y trasmitir las enseñanzas del Creador. Los
relatos hablaban de revelaciones y profecías, que se proyectaban en el
tiempo y los alcanzaba aun a ellos. José se preguntaba si no sería el
hombre de la profecía. Su mente de adolescente soñaba con ser el
escogido, el distinguido, el personaje célebre. El padre estimulaba la
imaginación prodigiosa del adolescente enriqueciendo los relatos y
estimulando su entusiasmo religioso.

Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 59
El “complejo de Caín”

La preferencia del padre hacia el devoto José era clara y reconocida


por todos, especialmente por los hermanos mayores. El más pequeño,
el hijo de la desgracia, el “benjamín”, estaba al margen de esas
preferencias, en cambio los mayores experimentaban un creciente
descontento, que fue manifestándose con críticas hacia el progenitor y
hostilidad hacia el hermano.
― Josecito ―decían remedando el tono y las palabras del padre―
es “el nene de papá”, el privilegiado, el que la pasa de maravilla, y se
queda en casa con el pretexto de cuidar al viejo, mientras nosotros nos
matamos trabajando.
― Además ―agregó otro hermano―, como cree todas las locuras
del viejo, éste vive haciéndole los gustos: paseos, comidas, ropas. ¡Todo
es para él!
Pero lo que más los indignaba era que José les viniese a
“sermonear”. ― Ya tenemos suficiente con el viejo, para que ahora
este “piojo” venga a dictarnos normas, a decirnos que nos portemos
bien, que no hablemos malas palabras, que tengamos cuidado con las
chicas con las que salimos. ¡Me tiene harto!
― A mí lo que más rabia me da es que sea tan chismoso y le cuente
todo lo que hacemos a papá. Vamos a tener que frenarlo de alguna
manera. ¡Esto no puede seguir así!
Un oculto rencor visceral fue impregnando el ánimo de los
hermanos. La situación llegó a lo insoportable cuando un día José
empezó a contarles que también él había recibido revelaciones
sobrenaturales. La indignación y el enojo fueron extremos cuando
escucharon que José decía que había soñado que sus hermanos se
arrodillaban ante su presencia, mientras él ocupaba un lugar superior,
incluso hasta sus mismos padres se doblegaban ante su figura
enaltecida. ― ¡Éste se ha vuelto loco! De tanto escuchar las historias
del viejo se le pasó la misma manía y ahora empezó a delirar.
― ¡Cuidado! ―dijo maliciosamente Simeón―, aquí huelo otra
cosa.
Me parece que éste se trae algo.

Mario Pereyra
60 Psicología de los Personajes Bíblicos
― ¿Qué quieres decir? ―preguntaron los demás hermanos con
curiosidad.
― A qué José será crédulo, pero no tonto, menos loco. Para mí éste
es demasiado “vivo”, y con esta historia del sueño planea conquistar del
todo al viejo.
― ¿Cómo?
― ¡Claro! ¿No se dan cuenta? El viejo cree en todas esas
supersticiones, en la profecía de la descendencia y toda esa basura. El
muchacho es sagaz. Quiere hacerle pensar que él es el personaje de la
profecía, entonces todo lo que diga y haga estará bien. ― ¿Será posible?
― Sí, pienso que con todo esto alguna cosa le va a sacar a nuestro
padre.
― No estoy de acuerdo ―protestó Rubén―. A mí me parece que el
muchacho es sincero e íntegro, mucho mejor que nosotros. ¿Acaso no
puede ser un profeta?
― No te confundas. Es un oportunista.
A los pocos días, las sospechas maliciosas de Simeón parecieron
confirmarse. El padre gastó mucho dinero en un soberbio traje que le
regaló a José. La envidia y los celos de los hermanos sobrepasaron el
límite. ― ¡Esto es intolerable! ¡No puede ser! ¡Fíjense cuánto dinero
gastó en él!
― ¿Vieron? ¿Qué les dije? ―agregó Simeón. Era como yo les
decía, ¿o no? Los sueños están dando resultado. Aun me temo que den
mucho más... ― ¿Qué quieres decir, Simeón? ―preguntaron intrigados
los otros. ― Sospecho que esto no va a terminar aquí. El muchacho va
a continuar sacando tajadas cada vez mayores. Hoy es el traje, mañana
serán animales, después vendrá el campo y probablemente consiga
quedarse con todos los bienes del viejo.
― ¡No, eso no es justo! Nosotros somos los mayores y, además, los
que trabajamos. El campo y los animales nos pertenecen. ― No le
permitiremos que nos robe ―respondió enfadado Dan. ― Esperen. No
piensen locuras ―trató de calmarlos Rubén―, son simples
suposiciones mal intencionadas de Simeón. José es un buen muchacho,
no creo que le interese en lo más mínimo el dinero.
― ¿Suposiciones? ¿Lo del traje es una suposición? ¿También te
engañó a ti? ¡Cuídate de José que es un artista!
Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 61
― Es que papá lo quiere mucho porque es hijo de su amada Raquel,
además quiso recompensarlo por su lealtad y fidelidad a Dios, cosa que
a nosotros nos falta bastante.
La discusión acaloró los ánimos y dividió a los hermanos. La mayor
parte del grupo se inclinó por la idea de Simeón y Dan. El enojo y
resentimiento hacia José se había tornado en odio. En la familia, se vivía
un clima de enorme tensión, cuando ocurrió el trágico desenlace.

Cuando sobreviene la crisis

Un día, los hermanos mayores tuvieron que ausentarse por razones


de trabajo. Al transcurrir los días sin tener noticias de ellos, el padre
empezó a inquietarse. Finalmente, decidió enviar a José a buscarlos. El
muchacho recorrió caminos, villas y campos, preguntando por sus
hermanos. De pronto, divisó a lo lejos los rebaños de la familia que
pastaban en una pradera y distinguió al familiar grupo debajo de un
árbol. Contento por el hallazgo después de tan larga búsqueda, corrió
feliz por los campos gritando de alegría para anunciar su llegada.
Cuando los hermanos lo vieron, toda la hostilidad reprimida delante del
padre estalló con brutal violencia. ― ¡Miren quien viene, el “nene de
papá”, luciendo su traje nuevo! ― ¡Es el “profeta”, el “soñador”!
¡Muchachos inclínense ante su eminencia! ¡Aquí tienen al futuro
heredero de nuestro trabajo!
Las burlas tomaron forma de insultos y agresiones. El odio se
convirtió en furia y violencia. Estaban dispuestos a todo. Un espíritu
asesino los dominaba. Rubén intentó contenerlos y hacerles entrar en
razón, pero no podía impedir los golpes y todo tipo de agresiones. Por
fortuna, logró un momento de tregua, al permitir que encerrasen al
muchacho en un pozo hasta decidir lo que harían con él. Rubén esperaba
que esa medida de espera enfriase los ánimos para luego tratar de
reparar la armonía familiar.
El relato bíblico (Gn.37) narra que en esa antigua comarca apareció
en el camino una caravana de traficantes de esclavos. Entonces aquellos
pérfidos hermanos, aprovechando que Rubén y Judá habían ido a
atender a los animales, tuvieron la siniestra idea de vender a José. No

Mario Pereyra
62 Psicología de los Personajes Bíblicos
sería necesario matarlo, simplemente lo quitarían de en medio y, de
paso, obtendrían cierto beneficio.
Abruptamente cambió la suerte de José. Todavía aturdido por los
golpes y las fuertes emociones vividas no alcanzó a comprender todo lo
que estaba pasando. La cruel realidad lo sorprendió casi desnudo, los
hermanos le habían despojado de sus ropas, encadenado a una fila de
hombres harapientos, bajo la mirada severa de un vigilante armado de
un látigo pronto a castigarlo sin piedad. En un instante, lo había perdido
todo: su padre, el cariño de su hermano menor, su familia, su casa. Se
veía encaminándose hacia un lugar desconocido, teniendo como única
perspectiva un futuro ominoso, ser un esclavo. Todos sus sueños se
desmoronaron de pronto. Abrumado por la angustia lloró
desconsoladamente. Con los ojos velados por las lágrimas, levantó su
cabeza y mirando a lo lejos reconoció las colinas donde estaba su casa,
donde su amado padre estaría esperándolo, a quien no vería nunca más.
¡Cómo sufriría entonces!, pensó, ese intenso dolor podría ocasionarle
la muerte. Una nueva descarga de lágrimas oscureció su visión.

Hacia el encuentro del destino

Pero en la densa negrura de su terrible dolor, empezó a encenderse


una tenue luz. Se acordó de su bisabuelo Abrahán, que un día tuvo que
dejar su casa para ir a un mundo desconocido. Así empezó la historia
sagrada de su familia escogida por Dios. Su memoria se iluminó con
otro recuerdo, el de su padre Jacob, que también un día tuvo que huir
de su hogar. Pensó en aquella noche, cuando en la fría soledad de Betel,
el cielo se abrió y los ángeles del cielo subían y bajaban por la áurea
escalera que unía la tierra con el trono del Altísimo, y los oídos de su
padre escucharon hermosas promesas de bendición y cuidado. Las
escenas de la historia de su padre desfilaron por su mente descubriendo
como Dios lo había conducido y protegido aun en circunstancias
adversas, más terribles que las que estaba sufriendo él, como cuando
tuvo que enfrentar al hermano que venía con 600 hombres armados para
destruirlo a él y a su familia.
Se dio cuenta que en la hora de necesidad, los ángeles aparecen para
confortar y proteger. Al recordar estas experiencias, José creyó que el
Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 63
Dios de sus antepasados sería también su Dios. Entendió que no tenía
por qué temer, puesto que la Providencia lo ayudaría como lo había
hecho en el pasado. Y comenzó a pensar que quizás su desgracia podría
ser la forma en que Dios cumpliría las profecías recibidas por sus
antepasados. Entonces, en ese momento de suprema angustia, se
entregó por completo al Señor, oró para pedir que lo protegiese en el
camino que estaba iniciando e hizo una decisión trascendente, la más
importante de su vida, una decisión que lo transformó y marcó su
destino.
“Su alma se conmovió y tomó la alta resolución de mostrarse fiel a
Dios, dice Elena de White (1985, 216), y de obrar en cualquier
circunstancia como convenía a un súbdito del Rey de los cielos. Serviría
al Señor con corazón íntegro; afrontaría con toda fortaleza las pruebas
que le depararán su suerte, y cumpliría todo deber con fidelidad. La
experiencia de ese día fue el punto decisivo en la vida de José. Su
terrible calamidad le transformó de un niño mimado que era en un
hombre reflexivo, valiente y sereno”.
En aquel momento, mientras avanzaba con la lenta caravana de
esclavos entre las arenas del desierto que lo conducía a Egipto, José
aprendió a no quedar empantanado en el camino, a no ser un esclavo
resentido, a vencer las ataduras del odio y el rencor, a no ser víctima del
pasado, a experimentar el alivio del perdón y mirar hacia las luces del
porvenir. En aquella hilera de esclavos encadenados que marchaban por
las colinas sinuosas de Palestina, hacia el imperio más poderoso de la
tierra, ya no iba un niño mimado llorando, sino caminaba un hombre
inspirado por la revelación hacia su glorioso destino, ocupar la más alta
magistratura de la nación más importante del mundo de entonces. Fue
un camino duro, tortuoso, penoso, pero la capacidad de José para
perdonar, la rectitud de su carácter, su fidelidad inquebrantable a Dios,
lo condujeron, finalmente, al éxito. En aquella histórica decisión hecha
en la desesperación y la angustia, en medio de la crisis, inició el camino
rumbo al trono de Faraón.
Así, la figura prodigiosa de José se alza esplendorosamente en las
páginas de la historia bíblica como un símbolo imperecedero de la
acción valiente de avanzar por fe más allá de los tristes sucesos, celos y
rencores, de renunciar a la cálida dependencia de la infancia, como a
Mario Pereyra
64 Psicología de los Personajes Bíblicos
los recuerdos de repudio y agravios, para afirmarse con toda convicción
en su fidelidad absoluta a Dios. Es la historia que puede leerse en forma
completa en el libro de Génesis de los capítulos 39 al 50, la historia de
una crisis de adolescencia resuelta eficazmente, gracias a los valores de
lealtad, confianza y esperanza en la Providencia.

El salto del trapecista

“Los valores que se hayan vuelto significativos para él


deben ahora concordar con alguna significación universal”.
Eric Erikson

El psicólogo Eric Erikson ha dicho que la adolescencia es clave en


el desarrollo de la vida humana, constituyendo su problemática
principal la resolución de la identidad. Es en la adolescencia cuando se
transita de la infancia a la vida adulta, el momento de definir la persona
que uno quiere ser y será en el futuro. El logro de la identidad es, sin
lugar a dudas, el momento más significativo del desarrollo, ya que
comporta cambios estructurales de gran envergadura, como son el
tránsito a la heterosexualidad, la independencia de la familia, la
madurez emocional, la realización vocacional, la independencia
económica y el logro de una filosofía unificadora de la vida (González,
2001, 15-18). Ahora bien, ¿cómo se alcanzan tales logros?
El mismo Erikson (1967, 70,71) ha expresado con una metáfora
muy gráfica la naturaleza de la crisis del adolescente, por medio de la
siguiente comparación: “Al igual que un trapecista, el joven, en medio
de un vigoroso movimiento, debe soltar la seguridad de la barra que
significa la infancia y tratar de afirmarse en la adultez, y depende
durante un expectante intervalo de una relación entre el pasado y el
futuro, y de la confiabilidad de aquellos de quienes debe desprenderse
y de quienes ‘lo recibirán’”. Es, pues, un salto de fe, un momento donde
se debe renunciar a las conductas, emociones y relaciones infantiles,
para adquirir los comportamientos y valores que lo definan como
persona adulta. No es tarea fácil y, de hecho, muchos no lo logran. Hay
quienes quedan adheridos a la “barra” de la infancia, siendo perpetuos
Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 65
adolescentes. Otros, intentan dejar la infancia, pero no logran asirse
convenientemente del futuro, sucumbiendo en el intento. Son los
llamados “vuelos fatales” (F.Pittman III, 1991), aquellos que fracasan
en el proceso de autonomía, volviendo a la dependencia del hogar
paterno, al volverse drogadictos o alcohólicos, quedar embarazadas o
disolverse el matrimonio o caer en la locura.
En el caso del José bíblico encontramos un logro satisfactorio de la
identidad realizada en una situación violenta e inesperada, que lo obligó
a salir prematuramente del hogar y enfrentar un mundo hostil, para
introducirlo en las vicisitudes y compromisos de la vida adulta. José
pudo hacer ese salto poco usual de fe, gracias al buen soporte que tuvo
en su infancia y su aceptación de los valores trascendentes. Se trata,
pues, de un ejemplo de maduración y desarrollo integrales exitoso,
basado en la fidelidad y firme convicción en una Providencia
aseguradora, que concede una misión a la vida y un sentido unificador
propicio.

3. LA PREPARACIÓN PARA CUMPLIR LA MISIÓN: SANSÓN

El sentimiento de identidad es tan complejo como el de la existencia misma; y


sin duda, sólo puede experimentarse en aquellos momentos en que se lo pierde,
en la condensación de la crisis.

La cultura del narcisismo

Parece ser que el antiguo mito de Narciso ha retornado a la


consideración de un importante número de pensadores actuales que lo
han propuesto como emblema de nuestro tiempo. Christopher Lasch, en
su libro “La cultura del narcisismo” (1989), declaraba: “El narcisismo
se ha convertido en uno de los temas centrales de la cultura americana”.
Asimismo, Lipovetsky (1993), sociólogo francés de reconocida valía en
el mundo intelectual, ha denominado la época actual como la “era de
Narciso”. Es una realidad que participamos de una importante
metamorfosis de las costumbres y de los valores que estuvieron
vigentes hasta hace poco. Ahora bien, ¿qué tienen que ver esos cambios

Mario Pereyra
66 Psicología de los Personajes Bíblicos
con Narciso? ¿Por qué ese mítico personaje ha sido consagrado como
el símbolo del hombre contemporáneo?
Según la leyenda, Narciso era un joven muy hermoso y vanidoso
que desdeñó los amores de la ninfa Eco y de Aminías. Esta última,
herida en su orgullo, lo maldijo deseándole que nunca pudiera poseer el
objeto de su amor. Ese ruego se cumplió. Un día, cuando Narciso se
inclinó en una cisterna para beber, vio su rostro reflejado en el agua y
se enamoró de él. Quedó prendado de sí mismo y de continuo retornaba
a la fuente para contemplarse. Así fue languideciendo hasta morir. Otra
versión afirma que, al contemplarse en el agua, quiso abrazar su propia
imagen, ahogándose en el intento. En ese sitio, narra la leyenda, brotó
una nueva flor que lleva el nombre de su desdichado creador, Narciso.
Desde Freud (1967), el narcisismo se incorporó al vocabulario de la
psicología para designar el amor a la imagen de sí mismo y la etapa del
desarrollo cuando el niño hace de su propio yo el objeto primordial del
amor. A partir de esas ideas, se han producido un sinfín de estudios
sobre el tema que describen el perfil distintivo de la personalidad
narcisista. Según el manual de diagnósticos de los trastornos mentales
DSM-IV (1994; ver cuadro), los narcisistas son arrogantes, engreídos,
fantasiosos, amadores de sí mismos, sobrevaloran sus logros, sienten
una profunda necesidad de ser admirados constantemente y esperan un
trato preferencial permanente. Están convencidos de merecer mucho
más de lo que reciben. Se preocupan por su apariencia y se esfuerzan
por mantenerse jóvenes. Son insensibles a las necesidades y problemas
de los demás. Manifiestan poca tolerancia a las críticas, ya que
responden a ellas con furia, encono y humillación. En resumen, son
agrandados, envidiosos, orgullosos, hipersensibles y viven
obsesionados por las fantasías de éxito, poder y belleza. Otro hecho que
llama la atención es que este tipo de personas se encuentra con más
frecuencia en el sexo masculino. Según E.Rojas (1992), el narcisista de
nuestros días es el “ser humano centrado en sí mismo, en su
personalidad y en su cuerpo, con un individualismo atroz, desprovisto
de valores morales y sociales y, además, desinteresado por cualquier
cuestión trascendente”.

Cuadro 4

Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 67
Características de la personalidad narcisista

Un patrón general de grandiosidad, una necesidad de admiración y


una falta de empatía, como lo indican cinco (o más) de los
siguientes apartados:

1. tiene un desmedido sentido de autoimportancia;


2. está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder,
brillantez, belleza o amor imaginarios;
3. cree que es «especial» y único, y que sólo puede ser
comprendido por quienes son especiales;
4. exige admiración excesiva;
5. es muy pretencioso, manifiesta expectativas irrazonables de
recibir un trato especial;
6. es explotador, saca provecho de los demás para alcanzar sus
propios fines;
7. carece de empatía, es reacio a identificarse con los
sentimientos y necesidades de los demás;
8. frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le
envidian a él ;
9. presenta comportamientos o actitudes arrogantes, pedantes
y soberbias;

Los narcisos de ambos sexos se exhiben en la TV y el cine, donde


muestran orgullosamente las bondades de una silueta perfecta o su
notable musculatura, ostentando la pretensión de una figura imponente
o haciendo alarde de proezas fantásticas sin perder jamás la prestancia
y su condición impecable. También los vemos vistiendo a la moda, en
forma seductora, provocando admiración y envidia, mostrando en las
playas sus cuerpos bronceados y simétricos. Se trata de un perfil de
individuo excesivamente preocupado y centrado en sí mismo y,
específicamente, en su cuerpo, no ahorra en perfumes y cosméticos muy
costosos y se somete a dietas y terapias para parecer cada vez más
encantador y atractivo. En última instancia, su único fin es que el espejo
Mario Pereyra
68 Psicología de los Personajes Bíblicos
o la apreciación de los otros le devuelvan esa imagen espléndida y
excepcional de sí mismo que tanto ama y cuida.
Ciertamente, en nuestros días, presenciamos a este tipo exacerbado
de individualismo egoísta que solo busca su propia satisfacción y el
enfermizo placer de ser admirado. Predomina la filosofía de “haz lo
tuyo”, “no te preocupes” o “pásala bien”. Importa sólo el deseo de
bienestar propio. Con respecto al resto del mundo y los intereses ajenos
le importan nada, le domina una total insensibilidad o indiferencia. Las
grandes cuestiones filosóficas, religiosas, económicas o políticas
apenas despiertan alguna curiosidad superficial en él. Dios es un
desconocido y ha perdido el sentido de lo trascendente. Todas las
“alturas” se hunden. Únicamente su persona parece importante. Le
interesa solo la comodidad, estar bien económicamente, cuidar la salud,
desprenderse de los “complejos” y esperar las vacaciones. Es el ideal
del hombre “light”. Se trata de vivir sólo en el presente y no en función
del pasado ni del futuro. Vivir para sí, al margen de las tradiciones, la
posteridad, sin preocuparse de la eternidad y el juicio final. La cultura
narcisista es la celebración de la apariencia, del triunfo del espejo, del
culto a la imagen, de la moral al servicio de la estética.
A pesar del éxito, hay un componente trágico en Narciso que no
puede soslayarse, la maldición de Aminías: la incapacidad de amar a
otra persona. Narciso es un enamorado del espejo, un buscador de la
imagen de sí mismo en otros. Está condenado a la eterna insatisfacción.
Lo absurdo de su vida sólo deja un sentimiento de vacío interior,
sufrimiento e imposibilidad de sentir. Decía Lipovetsky (1993), que “el
proceso narcisista es la estrategia del vacío”. El drama de Narciso es la
ausencia de sentido y trascendencia que lo condena inexorablemente a
la soledad y autodestrucción. El mito es implacable y nefasto; no tiene
salida posible. Su destino es fatal, como el de todos los narcisos
condenados a la soledad. Entonces, ¿no hay esperanza para el
narcisista? Sí la hay. La Biblia narra una conocida historia de un
personaje insólito que exhibe un conjunto de características muy
parecidas a la leyenda griega, pero con un sentido diferente, que
propone un mensaje de esperanza para la tragedia de Narciso y la
cultura hipermoderna.

Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 69
El “Narciso” bíblico

Hay un relato en el Antiguo Testamento cuyo protagonista es un


personaje que perfila los rasgos del narcisismo. Fue llamado a cumplir
una misión libertadora aun antes de su nacimiento y convertirse en un
líder para rescatar a su pueblo de la sumisión del poder enemigo. Fue
dotado por Dios de capacidades y recursos extraordinarios, entre ellos,
una fuerza descomunal jamás igualada. Sin embargo, la mayor parte de
su vida la dedicó al exhibicionismo, a jactarse de su ingenio y potencia
muscular, a buscar la complacencia propia y a la sensualidad con
mujeres de dudosa moral y fastidiarse terriblemente cuando no era
satisfecho, es decir, a ejercer el rol de Narciso. Nos referimos a Sansón,
el juez que gobernó Israel entre los años 1101-1081 a.C.
La historia bíblica (Juec., capítulos 14 al 16) apenas contiene cinco
episodios de la vida de Sansón, pero suficientes para descubrir el patrón
de comportamiento narcisista y el tratamiento bíblico del mismo. El
libro de Jueces se refiere a los acontecimientos anunciadores de su
nacimiento y las circunstancias relacionadas con el matrimonio
(Jue.14:1-20), el enfrentamiento con los filisteos (15:1-20), la visita a
una prostituta en Gaza (16:1-3), la traición de Dalila (16:4-21) y los
hechos de su cautiverio y muerte (16:22-30).
El relato es pintoresco, lleno de acción y sucesos prodigiosos. Un
ángel le comunica a los padres el nacimiento milagroso del futuro héroe,
seguido de una serie de recomendaciones dietéticas, educativas y de
consagración a Dios por medio del voto del nazareato. El primer suceso
que protagonizó fue su deseo de casarse con una mujer filistea, del
pueblo enemigo, porque “cayó bien a mis ojos” (14:3). Probablemente
las mujeres filisteas eran menos recatadas en su forma de vestir que las
hebreas, exhibiendo sin pudor sus cualidades físicas. Es cuando aparece
el interés narcisista por el cuerpo. La actitud indulgente de los padres,
que no pudieron contrariarlo, facilitó el casamiento. Durante la fiesta de
bodas se ocupó más en llamar la atención de los invitados con un
enigma, que en cortejar a la novia. Al ser revelado el misterio se airó de
tal manera que mató a treinta filisteos para pagar la apuesta, volviendo
enojadísimo a su casa, solo. ¡Abandonó a su mujer recién casada! Su
orgullo de Narciso herido fue más fuerte que el amor a su flamante
Mario Pereyra
70 Psicología de los Personajes Bíblicos
esposa. Tiempo después, se acordó de ella y decidió buscarla, pero llegó
demasiado tarde, ya que se había casado con otro. Nuevamente, el
síndrome narcisista sufrió otra estocada, reaccionando con violencia,
quemando los campos de los filisteos. Esa agresión puso en pie de
guerra al enemigo, quienes reaccionaron atacando a los israelitas. Éstos
convencieron a Sansón de entregarse para no sufrir la devastación,
siendo llevado atado ante los filisteos. Pero Sansón rompió las cuerdas,
tomó una quijada de asno y mató a mil hombres, y escapó.
En otra ocasión, Sansón visitó a una ramera en Gaza. Los filisteos
rodearon la ciudad para capturarlo. Pero, a la medianoche se levantó,
arrancó la puerta de la ciudad con sus dos pilares, cargándolo sobre sus
hombros hasta la cumbre de un monte. Otra manera de impresionar y
llamar la atención. Después Sansón se enamoró de otra mujer llamada
Dalila, que lo traicionó revelando el secreto de su poder. Dalila le cortó
el cabello y el Espíritu de Dios se apartó de Sansón. Indefenso, fue
capturado, le sacaron los ojos y arrojaron en la cárcel, forzándolo a
realizar trabajos pesados. En esas circunstancias adversas y críticas,
Sansón hizo a un lado su narcisismo y experimentó un cambio radical.
Reflexionó, oró intensamente a Dios, se arrepintió, cambió su vida. De
un hombre hedonista, preocupado solo por su propia satisfacción, se
convirtió en un héroe de la fe. Precisamente, el último acto de su
existencia lo muestra sacrificando su vida por la libertad de su pueblo,
cumpliendo así la misión para la cual había nacido. En una fiesta
realizada en el templo del dios Dagón, Sansón fue llevado para
entretener a la gente y hacer alarde del triunfo logrado. El cabello le
había crecido otra vez, y clamando a Dios recibió nuevamente su fuerza
descomunal, entonces, asiendo las dos columnas principales del
edificio, presionó hasta tumbarlo. Aunque Sansón murió, en ese acto
heroico logró matar a tres mil enemigos, y logró la liberación de su
pueblo.
¿Cuál fue el significado de la vida de ese hombre extraordinario?
Ciertamente toda su historia se reduce a la descripción de un carácter
enigmático, de las adivinanzas y el secreto de su fuerza. Aun su nombre
es un misterio. Etimológicamente significa “sol”, aunque otros lo
asocian con “servir” o “fuerte”, como dice Josefo (2CBA, 384). El
hecho destacado fue su fuerza prodigiosa, concedida para cumplir una
Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 71
misión liberadora del dominio filisteo. Pero, lamentablemente, lo
comprendió en el último momento de su vida. Su fortaleza, en lugar de
usarla para “servir”, la empleó para ser “sol”, para constituirse en el
centro deslumbrante del espectáculo. Es incuestionable que Sansón no
fue un psicópata bravucón, pura fuerza y falto de cerebro. Todo lo
contrario, fue ingenioso, sensible, con dotes poéticos (Jue.14:14,18;
15:16) y con astucia suficiente para eludir las trampas de los enemigos
(Jue.16:2,3). Su debilidad fueron las mujeres. Pero tampoco parece ser
un sexópata, pura pasión, movido únicamente por sus impulsos
eróticos. Parecería que buscaba satisfacer más una necesidad de
reconocimiento que una debilidad lujuriosa. Le interesaba más la
admiración y el halago que el placer. Así se explica la facilidad con que
entraba en el juego del “gato y el ratón”, en la estrategia del desafío, en
ese “estira y afloja”, que es una lucha de poder, más que fogosidad
sexual. Sansón no fue vencido por las mujeres, sino derrotado por su
propia arrogancia y narcisismo.
Hay un punto clave en el relato: el tema de la mirada. Desde el
principio hasta el fin la vista juega un rol gravitante. Se enamora de la
filistea porque “ella está bien a mis ojos”, según registra literalmente el
texto (2CBA, 387); hecho que, probablemente, también ocurrió con la
prostituta de Gaza y con Dalila. Toda la historia parece una telenovela,
algo para ver más que para oír. Pero el acontecimiento central fue la
pérdida de la vista, cuando fue castigado con la ceguera, la prueba más
dolorosa que experimentó (Jue.16:28). Ese fue el momento decisivo.
Recién allí Sansón pudo mirar hacia adentro, conocerse a sí mismo,
descubrir el sentido de su vida y asumir su misión. Allí derrotó al
narcisismo, se arrepintió y cambió su destino.
Es significativo que el mensaje bíblico permanentemente insista en
esa paradoja existencial, el castigo convertido en bendición. El ejemplo
de Cristo constituye el modelo por excelencia: la cruz, símbolo del
oprobio y la humillación, se transformó en expiación y redención del
mundo. Aquí es donde se separa la historia bíblica de la mitología.
Mientras esta última sucumbe a la tragedia de la lógica humana, las
Escrituras presentan a la Providencia, que destruye las cadenas del
fatalismo y abre la puerta de la esperanza, con su apuesta al cambio.

Mario Pereyra
72 Psicología de los Personajes Bíblicos
Sansón fue el Schwarzenegger o el Stallone del pasado. Si hubiera
vivido hoy, sería un Hércules de la pantalla. Más que un heroísmo
épico, protagonizó un rol estético. Es una historia que se inicia con los
mejores augurios y termina en una catástrofe, como el mito de Narciso.
Aparentemente tiene un sentido decadente, sin embargo, el último acto
de la vida de Sansón fue el verdaderamente válido, el que exhibió su fe,
el más heroico de su accidentada existencia, cuando logró cambiar el
destino fatal de su naturaleza hedonista. Así lo certifica Elena de White
(1913, 527) al afirmar que: “En el sufrimiento y la humillación, como
juguete de los filisteos, Sansón aprendió a conocer mejor su propia
debilidad que nunca antes, y sus padecimientos lo llevaron al
arrepentimiento”. Recién allí descubrió a Dios. Hasta ese momento
vivió al margen de la grandeza o utilizando a Dios a su servicio
(Jue.15:18), pero en la crisis percibió su misión y descubrió la
dimensión trascendente de su existencia sustentada por la fe.

La crisis como visión

Narciso era, en la mitología griega, el dios del amor a sí mismo, el


que se preocupaba solo en satisfacer su propio ego, despreocupado de
Dios y de las necesidades de los demás. Es el símbolo del orgullo, de la
vanidad y el hedonismo. Representa a los devotos del espejo y de la
cosmética. Los que rinden culto a la belleza física y se rigen por la
moda. Constituye la figura de nuestra cultura porque es dominada por
los valores de Narciso, que ensalzan el atractivo corporal, la vida
cómoda y la autocomplacencia egoísta. La sociedad narcisista pretende
congelar la adolescencia, exorcizar la vejez, idolatrar el placer, amar la
efervescencia del encanto y la seducción (Baudrillard, 1993). Pero ese
tipo de vida es denunciado por el mito, y lo que lo espera es tragedia y
autodestrucción. Contra el fatalismo de la mitología se alzan las
Escrituras proclamando una alternativa de fe y esperanza.
San Pablo ubica a Sansón en la galería de los héroes de la fe
(Heb.11:32). ¿Por qué? ¿Qué tuvo de heroico la vida de ese colosal juez
de Israel? No fueron las proezas que realizó combatiendo a los filisteos,
ni los aciertos de un gobierno perdido en el anonimato (Jue.15:20), sino
el coraje de sacrificarse por la salvación de su pueblo. A diferencia de
Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 73
Narciso, que sucumbió al hechizo de la contemplación, Sansón forzado
a dejar de mirarse, descubrió su vocación. Las horas oscuras de la crisis
abatieron su orgullo y lo llevaron a asumir su destino de libertador en
un acto final de reivindicación. Fue el primero de los mártires. Entregó
su vida en el altar del sacrificio como Jesús, para salvar al pueblo de la
opresión del enemigo.
En un planeta saturado de imágenes, cuando todo ha quedado
eclipsado por lo visual, que glorifica la fama y aplausos efímeros de la
apariencia, la historia de Sansón enseña que nada queda de la vida
cuando se pierde la misión; esa es la única verdad, la verdadera visión.
Proclama un mensaje de advertencia contra las estrategias de la ilusión
y los espejismos de la seducción. Descubre que el sentido de la
existencia se devela en la crisis y en el encuentro con Dios. Que la fe es
capaz de transformar la fatalidad del destino, y abrir una perspectiva de
libertad, trascendencia y triunfo.

4. LA PREPARACIÓN PARA SER MINISTRO: PABLO


“Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre
y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo,
para que le anunciase entre los gentiles...” San Pablo (Gál.
1:15,16)

El afán de progreso

Es la historia de un hombre excepcional. Nació en un barrio judío


de una ciudad provincial. Posiblemente era hijo único. Su padre, un
hombre de alta reputación, fue reconocido y valorado no sólo entre la
gente de su raza, sino por todos los habitantes de la ciudad. No es difícil
imaginarlo como un comerciante poderoso con fuertes influencias en el
gobierno, ya que había conseguido algunas prebendas políticas muy
importantes. Asimismo, era un hombre muy religioso: podía probar su
pureza de estirpe hebrea, como perteneciente a la tribu de Benjamín,
que ocupaba un elevado cargo de dirigente religioso en la comunidad.
Su madre, seguramente, era una mujer dinámica, hacendosa,

Mario Pereyra
74 Psicología de los Personajes Bíblicos
inteligente, temperamental, dedicada a su casa y a la educación de su
hijo.
El niño fue creciendo en ese ambiente distinguido, de familia
acomodada, gozando de una atención privilegiada. Los psicólogos
diríamos que fue mimado en exceso, sobreestimado o sobreprotegido.
Lamentablemente, la etapa de la infancia de nuestro héroe se pierde
entre las nieblas del tiempo. Los biógrafos guardan silencio. Estamos
instalados en la encrucijada de obviar el período decisivo del desarrollo
o aceptar el desafío de intentar descubrir las leyes ocultas de su vida.
¿Acaso su infancia fue muy diferente de las que encontramos cada día
en la vida cotidiana? ¿Varían tanto con los siglos las profundidades,
sinuosidades, los altibajos y repliegues de la geografía de la existencia?
Quizás sea presumir demasiado decir, como aquel antiguo poeta, “nada
de lo humano me es ajeno”; pero es cierto que todo lo humano tiene ese
calor de intimidad, esas reverberaciones de las cosas personales, ese
sentido familiar que inmediatamente intuimos como perteneciente a
nuestra naturaleza. La verdad es que nos esforzamos en imaginar las
escenas familiares de la infancia del personaje de nuestra historia.
Decíamos que vivió en un ambiente rodeado de afecto y atenciones,
al amparo de los mejores cuidados de sus progenitores. Por supuesto,
los primeros problemas los encontró cuando tuvo que salir del claustro
familiar y entrar en la escuela. Si bien fue a una especie de escuela
privada, donde el dinero promueve privilegios, sabemos que los niños
de todos los tiempos y lugares son traviesos por naturaleza, y aun
pueden llegar a ser crueles a la hora de “gastar una broma” a un
compañero. Es posible que una escena propia del colegio de aquellos
días pudo haber sido como la siguiente. ― ¡Judío enano! ―le gritó un
chico. ― ¿Cómo te atreves a hablarme de esa forma, insolente?
―respondió furioso lanzándose contra su agresor verbal.
Los otros chicos del colegio observaron la escena y enseguida se
agruparon en torno a los combatientes. ― ¿Qué pasa enanito?
― ¡Atrevido! ¡No sabes quién soy yo! ¿Acaso no sabes quién es mi
padre? ¡Te voy hacer tragar esas palabras! ―vocifera lleno de rabia.
― ¿Tu viejo? Es un enano igual que tú.

Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 75
Eso sí que no lo soportó y se abalanzó furiosamente sobre el ofensor.
Algunos de los compañeros lo estimularon a pelear y otros se agruparon
del lado de los burladores. “¡Arriba el enano! ¡Qué bravo es!
¡Dale duro! ¡Rómpele la cara!”.
Entonces llegaron las autoridades de la escuela. Los dos chicos
fueron llevados a la dirección y sancionados. Ese día, nuestro pequeño
héroe llegó temprano a casa. La madre, luego de enterarse de lo
sucedido, le habló con cariño y firmeza. Pero las palabras que más le
llegaron al chico fueron las del padre.
― Saúl, hijo mío, no hagas caso de los insultos. ¡Mírame a mí!
Por primera vez en su corta vida, el niño se dio cuenta de que,
efectivamente, su padre era un hombre pequeño de estatura. Siempre lo
había tenido en tan alta estima, que jamás había observado ese detalle.
También comprendió que su compañero tenía razón con respecto a su
persona. Era más bajo que los demás chicos de su edad. Pero el padre
le estaba hablando en otro sentido.
― Observa cómo me respeta la gente y cuán importe soy en la
ciudad. ¿Sabes cómo llegué a conseguir tal popularidad? Fue porque
nunca tomé en cuenta los insultos. Siempre seguí adelante, con la ayuda
de Dios, a la meta que me había propuesto. Una persona no vale por su
estatura sino por lo que lleva dentro. Vale por su fe en Dios, por su
inteligencia, su dedicación al estudio, por su constancia en seguir la
vocación a la cual Dios le llama. Siempre habrá gente malvada, cruel,
impía, hereje, despiadada, tendremos que lidiar con ellos. Pero tú tienes
cosas más importantes que hacer. Llegar a ser una persona correcta,
cumplir con lo que Dios manda, estudiar y triunfar. Un hijo de la tribu
de Benjamín debe ser una persona íntegra, perfecta, sin ningún
reproche.
Desde entonces, Saúl se dedicó con ahínco al estudio. Puso todo su
empeño e inteligencia en los libros y en actuar correctamente.
Cuando llegó a la adolescencia, dos fuertes motivaciones agitaban
su corazón. Tenía una persistente preocupación secreta por su estatura
y una fuerte vocación religiosa. En algún lugar, a escondidas, se paraba
contra la pared y trazaba una línea a la altura de su cabeza, para
comprobar asiduamente su crecimiento. Los resultados eran
desalentadores. Por otro lado, cada vez más estudiaba la Biblia y los
Mario Pereyra
76 Psicología de los Personajes Bíblicos
escritos sagrados de la tradición religiosa judía, la Torá, la Mishná y los
otros libros. A medida que su mente fresca, receptiva y aguda captaba
las enseñanzas, se esforzaba en ponerlas en práctica. En este aspecto,
los resultados fueron altamente satisfactorios. Toda la comunidad judía
lo elogiaba y los dirigentes de la sinagoga le manifestaban palabras de
estímulo y encomio. Veían en el joven Saúl un valor especial.
Ponderaban su facilidad de palabra, el conocimiento que demostraba de
las Escrituras, su prodigiosa memoria, la agilidad mental y su capacidad
de razonamiento para encontrar argumentos. Se sabía los 613
mandamientos judíos de memoria. Recitaba sin dificultad parte de la
Torá y la Mishná. Además, era un lector obsesionado de los filósofos y
poetas griegos y romanos. Su aguda inteligencia captaba con facilidad
los razonamientos y aun descubría las falacias de los escritores paganos.
Evocaba rápidamente las ideas y argumentos leídos, y su verbosidad
fluida y elocuente desarrollaba con destreza y lucidez las ideas en las
exposiciones o debates.
Muy pronto se convirtió en el apologeta de la sinagoga.
Frecuentemente, los judíos eran atacados por sus ideas y creencias
religiosas. Saúl o Saulo, como lo llamaban en latín la gente del pueblo
(los que no eran judíos), con toda facilidad encontraba argumentos para
rebatirlos, e incluso ponerlos en ridículo. Además, el muchacho era
impetuoso, resuelto y de espíritu combativo. Le encantaba discutir,
impugnar a los herejes, rebatir a los gentiles y amonestar a los
irreligiosos. En estas confrontaciones Saúl salía airoso. Los judíos,
especialmente el grupo de dirigentes de la sinagoga, los fariseos,
estaban encantados de tener un defensor tan lúcido y agudo. Estos éxitos
gratificaban el orgullo de nuestro joven héroe, reforzaban su dedicación
al estudio y estimulaban un cierto aire de importancia en el
cumplimiento y defensa de la ortodoxia. Cada vez fue convirtiéndose
en fanático y dogmático en la observancia de las normas religiosas. Fue
un celoso guardián de la pureza del judaísmo. Reprendía a quienes se
acomodaban a la impostura, no hacía concesiones a los débiles, era de
disciplina férrea y extremadamente duro con el transgresor.

El camino del éxito

Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 77
Ya fuese porque su actitud intolerante empezó a molestar a la gente
de influencia, ya porque su pequeña figura soberbia y arrogante caía
mal a otros, o porque realmente reconocían su brillante talento, el hecho
fue que le aconsejaron que continuase los estudios en la capital.
― En Jerusalén vas a poder lograr una capacitación más completa
y excelente ―le dijeron, alabando sus capacidades para hacer una
exitosa carrera.
En esos días, la escuela que dirigía Gamaliel era el centro más
importante de estudios teológicos del judaísmo. Así que le propusieron
que ingresara en esa prestigiosa universidad. El proyecto entusiasmó a
Saúl. Sus padres lo apoyaron y proporcionaron los recursos para el viaje
y la manutención. Fue así como nuestro joven héroe llegó a la ciudad
sagrada cargado de ilusiones y afanoso de perfección. Recorrió
emocionado las estrechas callejuelas repasando la historia y
descubriendo las huellas de sus antepasados. Con reverente unción
entró en el templo y presenció absorto el sacrificio de la tarde, por
primera vez vivió una de las experiencias más impactantes de su vida.
Se inscribió en la escuela de Gamaliel y se consagró a la tarea de
estudiar con todo fervor. Rápidamente sobresalió, no sólo por su baja
estatura, sino por su notable capacidad para el aprendizaje. El mismo
Gamaliel se interesó en él y llegó a ser su maestro privado. Continuó en
la ruta del éxito cosechando aplausos y expresiones de encomio. La vida
le sonreía. Progresivamente fue distinguido con posiciones de privilegio
y autoridad. Todo ese estímulo e innumerables gratificaciones lo
motivaban más al estudio, a ser más estricto en el cumplimiento de la
ley, y a buscar con ansias renovadas la cúspide del poder.
Es lamentable que también en este punto los biógrafos de nuestro
personaje sean tan reticentes en proporcionar información.
Prácticamente nos dejan en las sombras y obligados a descubrir por
nosotros mismos, datos que nos permitan reconstruir la historia de esta
etapa de su vida tan significativa. ¿Qué ocurrió entre los 25 y los
primeros años de la década de los 30? Si bien, reiteramos, no existe
información confirmada, tenemos algunas razones para pensar que la
historia podría ser como la vamos a contar. Es un intento de llenar los
vacíos de las crónicas con las hebras que la lógica de la vida teje en
todos los tiempos y lugares.
Mario Pereyra
78 Psicología de los Personajes Bíblicos
Quizás fue el mismo Gamaliel, o uno de los ancianos venerables del
templo o del Sanedrín o alguno de sus condiscípulos, que un día le dijo:
― Saulo, tienes casi todo para llegar a ser uno de nuestros gobernantes,
para ocupar un lugar en el Sanedrín: inteligencia, conocimiento, moral
intachable, elocuencia extraordinaria, sólo te falta una cosa para ser un
gran líder.
― ¿Qué cosa me falta? ―preguntó Saulo con inusitado interés.
― Una mujer.
― ¿Cómo? ―dijo con asombro y desconcierto.
― ¿No sabes, acaso, que si no eres casado no puedes entrar en el
Sanedrín? Saulo necesitas una mujer. Tienes que casarte, muchacho.
Es probable que Saulo jamás se había detenido a pensar en la idea
de casarse ni en mirar a las chicas con intereses serios. Desde la
adolescencia todas sus energías fueron canalizadas al estudio y el
cumplimiento estricto de las normas religiosas. Así que, no fue raro que
el consejo lo sorprendiera y produjera cierto molestar. No sabemos
exactamente qué sucedió, pero quizás la hija de un fariseo importante
fue propuesta como candidata para el matrimonio y, de alguna manera,
se hicieron los arreglos para que se celebrase la boda. Así, pues, nuestro
héroe, un tanto obligado por las circunstancias y su poderosa voluntad
de poder, ingresó al gremio feliz de los casados.

Cuando la calamidad golpea a la puerta

Siempre es difícil la adaptación matrimonial, especialmente para


quien está acostumbrado a vivir solo y no tener que rendir cuentas a
nadie, pudiendo dedicar, despreocupadamente, todas las horas que se
desea al estudio o al debate con los amigos. Saulo hacía varios años que
vivía sólo en Jerusalén. Seguro que fue muy difícil para él, y
principalmente para ella, la convivencia. Saulo era estricto y minucioso
en el cumplimiento de los deberes, al asistir a los sacrificios, los
horarios de oración, etc. Era un obsesionado de la limpieza y el orden,
perfeccionista en extremo. La esposa de Saulo, como buena hija de
fariseo, estaba acostumbrada a ser cuidadosa, limpia, ordenada, a
respetar las leyes de pureza en la comida y las costumbres, pero su

Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 79
esposo la superaba grandemente en todo lo que conocía. La agobiaba
con sus exigencias de ser exacta, disciplinada, estricta con todas las
reglas. Contaba los pasos que daba el sábado para no transgredir la
norma. La obligaba a no prender fuego ni hacer ningún esfuerzo mayor
que el autorizado. Vigilaba sus palabras para que no pronunciara
ninguna expresión inconveniente. Le exigía que recitase de memoria las
Escrituras. Permanentemente le reclamaba perfección y prontitud en las
tareas del hogar, en su comportamiento personal y en su devoción
religiosa. Por suerte, Saulo estaba poco tiempo en casa. La mayor parte
del día lo ocupaba en el templo o en el estudio. Finalmente, había
ingresado al Sanedrín, dedicando más tiempo a la política y a las tareas
del gobierno. Su esposa languidecía en la soledad bajo el peso agobiante
del deber ineludible.
¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Cómo se produjo el cruel desenlace? No
lo sabemos con exactitud. Quizás fue el cansancio de esa vida dura,
rígida, sin espacios para las luces del amor y la comprensión. Quizás
una siniestra enfermedad empezó a consumir sus energías juveniles. Es
posible que un accidente, provocado o imprevisto, cercenó su vida. Lo
cierto fue que un hecho triste y dramático precipitó a Saulo en la viudez
prematura. Muchas veces se lo habían advertido. Hasta algún amigo
había sido severo con él amonestándolo a que prestase más atención a
su esposa y la tratase con más consideración. Ocupado, más bien,
absorto en sus tareas no había llegado a captar que había alguien en casa
esperándolo. Además, había entendido que Dios le pidió, como un
nuevo Moisés, que guiase a su esposa por el camino de la obediencia.
El rigor en su trato siempre lo había entendido como benéfico para la
educación de ella.
Tarde descubrió que había estado equivocado. Se daba cuenta que
le había hecho la vida insoportable. Se sentía un tirano, un déspota, una
criatura abominable. Pero era demasiado tarde. Comprendió que ella
había sido bondadosa, servicial, siempre dispuesta y atenta a sus
necesidades. Jamás había reaccionado con aspereza. Cuando él le
gritaba sus errores, bajaba la cabeza y sollozando le decía que la
próxima vez lo haría mejor. Rasgó sus ropas de dolor, se tiró de los
cabellos, lloró de rabia consigo mismo. Estaba desesperado. La tragedia
se desplomó sobre él como un rayo fulminante. Hasta ahora la vida le
Mario Pereyra
80 Psicología de los Personajes Bíblicos
había sonreído. Siempre había estado absolutamente convencido de que
estaba haciendo lo mejor. Que era el mejor en todo, el más justo, el más
perfecto, el más santo. Ahora se veía como un gusano vil y despreciable.
Se sentía un criminal. ¿Cómo pudo suceder esto? Su mente era un
torbellino.
Perdió el apetito. No podía dormir. Vivía pensando. Empezó a dudar de
todo. Tenía arranques de llanto y angustia. Por momentos le invadía una
crisis de ira y rabia y rompía todo lo que encontraba a su paso.
Los miembros del Sanedrín vinieron compungidos, con aire
solemne y respetuoso, a presentarle sus condolencias. Todos los
fariseos de Jerusalén desfilaron por su casa. La mayoría actuaba con
formalidad y sobriedad en sus palabras. Por primera vez, Saulo
descubrió la hipocresía que había en todos esos gestos y palabras vacías.
Se veía como Job en las profundidades del dolor ante los amigos
insensibles y condenadores. Aunque nadie se lo dijo, Saulo pudo leer
en los rostros de los sacerdotes que se preguntaban qué pecado habría
cometido para que Dios lo castigase con la muerte de su esposa. Se
encerró en su casa y durante semanas no salió. Los amigos más íntimos
procuraban consolarlo y tranquilizarlo. Quizás alguno de ellos le traía
las noticias de los sucesos de la ciudad, más para entretenerlo que para
involucrarlo. Se trataba de la secta de los seguidores de Jesús, de cómo
aumentaban sus adeptos a pesar de los esfuerzos de los sacerdotes por
detenerlos. Aun los saduceos, sus enemigos, cuestionaban esa doctrina.
Un extraño interés se despertó en Saulo sobre el tema, olvidando por
momentos la muerte de su esposa. Entonces los amigos fueron más
explícitos, y le contaron que dos de ellos, Pedro y Juan, habían sido
detenidos e interrogados, quienes respondieron en forma insolente a los
ancianos y continuado con su campaña proselitista. Saulo se indignó.
Se comentaba que ellos eran los culpables de la extraña muerte de un
matrimonio (Ananías y Safira) ocurrida en el lugar donde se reunía el
grupo. El Sanedrín estaba dividido en relación a las medidas que debían
adoptar. Pero, como tantas otras veces, había prevalecido la palabra de
Gamaliel, de dejar que el tiempo se encargase de mostrar quién tenía
razón. También hablaron de otro seguidor, Felipe, que fue necesario
echarlo de la ciudad para que no molestase.

Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 81
― Pero el problema más grande lo tenemos con otro de sus líderes,
llamado Esteban.
― ¿Qué ha hecho? ―preguntó Saulo.
― No sabemos muy bien, pero es un hereje que insiste en predicar
esas doctrinas falsas y perniciosas de Jesús de Nazaret. Aun ha tenido
la osadía de enfrentar a nuestros ancianos y acusarlos de la muerte de
su maestro, Jesús de Galilea. Tiene mucha facilidad de palabra y ha
puesto en aprieto a los miembros del Sanedrín. Tus colegas han pedido
que, por favor, vayas a defender la causa del judaísmo que está siendo
atacando por esta gente. El Sanedrín ha convocado a varios eruditos de
Jerusalén y de otras localidades para una confrontación. Saulo se olvidó
de su dolor, movido por el orgullo farisaico ofendido y por su pasión
por la polémica. No dudó un minuto en acudir.
La historia dice que Saulo participó activamente en el juicio, pero
nadie pudo rebatir “la clara y serena sabiduría de Esteban”. La voz del
diácono, inspirada por el Espíritu Santo, resonaba en la sala del concilio.
“Con palabras que cautivaron al auditorio, procedió a repasar la historia
del pueblo escogido de Dios, demostrando gran conocimiento de la
dispensación judaica y de su interpretación espiritual manifestada por
Cristo... Evidenció su lealtad para con Dios y la fe judaica, aunque
demostrando que la ley en que confiaban los judíos para su salvación
no había podido salvar a Israel de la idolatría”. El conceptuoso y sereno
discurso de Esteban de pronto se interrumpió para dirigir a los jueces
un violento reproche de amonestación: “Duros de cerviz, e
incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu
Santo: como vuestros padres, así también vosotros...” (Hech.7:51) La
respuesta no se hizo esperar. Furiosos arremetieron contra él, lo sacaron
fuera del recinto, lo arrastraron por las calles hasta los extremos de la
ciudad y allí lo apedrearon. Saulo también fue arrastrado por la ira
colectiva, y si bien no se atrevió a tirar piedras, apoyó el acto justiciero.
Sin embargo, cuando volvió a su casa, surgieron las dudas. Las
escenas impresionantes que había vivido no se iban de su mente.
Recordaba las palabras de Esteban, la falta de argumentos de los
sacerdotes, el gesto sereno del mártir durante el juicio y aun durante su
apedreamiento. Por momentos, la conciencia culpable le recordaba a su
esposa, asociándola de alguna manera con Esteban. Le molestaba estos
Mario Pereyra
82 Psicología de los Personajes Bíblicos
recuerdos. Luchó contra ellos. Se impuso la idea de que Esteban era un
impostor y que fue necesario su ajusticiamiento. Toda la rabia que
sentía hacia sí mismo, empezó a dirigirla hacia esos seres perversos que
destruyen la paz del pueblo y esparcen ideas herejes. La voz de la crisis

Su participación en el juicio de Esteban fue reconocida y premiada


por el Sanedrín. Esa distinción estimuló más la furia perseguidora de
Saulo hacia los miembros de la secta. Mientras perseguía violentamente
a los cristianos, olvidaba sus culpas y conflictos, descargaba sus
energías y se esforzaba en creer que estaba haciendo una obra de justicia
y de bien a la comunidad. Sin embargo, no podía olvidar el rostro de
Esteban; en cada cristiano que arrastraba al tribunal o a la cárcel volvía
a ver a Esteban. Entonces reaparecían las dudas y releía las profecías y
evocaba las enseñanzas expuestas por el mártir. Por momentos, le
asaltaba la idea de que los cristianos podían tener razón, pero
rápidamente reaccionaba ante la locura de esa idea.
― ¿Cómo nuestros amados padres, herederos de los patriarcas,
pueden estar equivocados? ¡Estos cristianos me van a enloquecer!
Tengo que acabar con ellos. Son gente perversa, despreciable, una
verdadera lacra para la sociedad.
Y “enfurecido sobremanera” (Hech.26:11) se lanzaba a las calles en
busca de “esos malditos destructores de la felicidad y la religión”. Le
informaron que muchos habían huido a Siria, a la ciudad de Damasco.
― ¿Por qué no vas a buscarlos allí y los capturas? ―le sugirió un
sacerdote.
Hacía días que vivía en un martirio constante, sin poder dormir,
comer y con la cabeza afiebrada por las dudas, culpas y enojos.
Frecuentemente se retraía en sus permanentes cavilaciones.
Sufría el martilleo incesante de los recuerdos implacables y
punzantes. ― ¡Buena idea! Voy a ir a Damasco a terminar con esa
basura. Además, el viaje me va a hacer bien. Salir un poco me va a
distraer y tranquilizar.
Pero en camino a Damasco, su alma desgarrada y asediada por la
culpa, encontró una voz que lo liberó. Después de un viaje agotador,
muy cera de la ciudad, súbitamente una luz resplandeciente como un
relámpago lo encegueció y tumbó de su cabalgadura. Atontado por el
Universidad de Montemorelos
Cuando las Crisis Construyen el Camino del Éxito 83
golpe, mientras procuraba levantarse del polvo de la tierra, bajo la
irradiación refulgente de aquella luz, escuchó una voz que lo llamó
como en su infancia lo hacía su padre:
― Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?
― ¿Quién eres, Señor? ―contestó tímidamente.
― Yo soy, quien tú persigues para acallar tu propia persecución.
¿No crees que es demasiado doloroso estar dando puntapié a un clavo?
Ahora la luz penetró en su mente, iluminando su conciencia con la
convicción de quien le hablaba conocía perfectamente su condición y
sus conflictos. Esas palabras le impactaron profundamente, con la
certeza de estar frente al mismo Dios. Desaparecieron instantáneamente
todas las dudas y confusiones.
― ¡Jesús es Dios! ¡Es el Mesías prometido! ¡Esteban tenía razón!
He andado en el camino equivocado. Señor, perdóname y hazme tu
discípulo ―comenzó a balbucear una débil oración que siguió
pronunciando durante semanas en el desierto de Arabia, donde se
refugió para estudiar las Escrituras y aprender de Dios.
En camino a Damasco, Saulo encontró a Jesús, el odio se topó con
el amor, la angustia con la paz, la ley se reconcilió con la fe y la
conciencia culpable descubrió el perdón. En camino a Damasco, la
oscura realidad interior del perseguidor perseguido se iluminó
súbitamente, ante la sabia intervención del psicoterapeuta divino,
descubriendo gráficamente el mal de su espíritu torturado. En camino a
Damasco, “el que había sido un orgulloso fariseo, dice Elena de White
(1977, 98,99), confiado en que lo justificaban sus buenas obras, se
postró ahora delante de Dios con la humildad y la sencillez de un niñito,
confesando su propia indignidad”. En camino a Damasco, el terapeuta
divino liberó la conciencia desdichada del legalismo neurótico judío,
inaugurando un nuevo proyecto de vida, auspiciado por Cristo mismo
y orientado al servicio ministrador de los bienes salvíficos emanados
del perdón, la gracia y la justicia divina.
“En consecuencia, ya no pesa ahora condenación alguna sobre los
incorporados a Cristo Jesús, va a decir más adelante Pablo al explicar
la experiencia del camino a Damasco, el poder vivificador del Espíritu,
poder que reciben a través de Jesucristo, los libera del círculo vicioso
del pecado y de la muerte” (Rom.8:1; DHH).
Mario Pereyra
Capítulo 3

Cualidades femeninas
1. EL CARÁCTER FEMENINO EN LA BIBLIA

“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa


largamente a la de las piedras preciosas”.
Proverbios 31:10

l texto bíblico fue escrito aproximadamente durante unos mil


seiscientos años, y comprende diferentes etapas históricas,

E distintas culturas y organizaciones sociales. Por lo tanto, sus


personajes proceden de diversos contextos socioculturales.
No obstante esta heterogeneidad, hay una constante que se
observa en los tiempos bíblicos, el “androcentrismo” (Núñez,
2003), el varón como centro, responsable de una ideología misógena,
que ha menoscabado la posición de la mujer y enaltecido las virtudes
masculinas. Así, por ejemplo, durante el patriarcado, “la supremacía
económica, el poder político y el control religioso fueron todos
definidos en relación con el padre, que era al mismo tiempo la cabeza
de la casa, cuyos miembros le eran dependientes en su posición superior
en todas las esferas” (Gittins, 38). En el Israel posterior al período
patriarcal, “la posición de la mujer estuvo regida por el mismo código
de leyes sociales y religiosas” (DBA, 814), es decir, de subordinación y
dependencia. En la Biblia hay 37 libros con nombres de hombres y sólo
dos con nombres de mujer.
Cualidades Femeninas 85
Por eso, el Antiguo Testamento contiene muchas referencias a la
mujer pendenciera, malvada o inmoral (Pr. 6:24; 21:9,19; 26:7), aunque
también hay muchas otras referidas a mujeres de buen juicio, sa-

( 81 )

bias, bondadosas y con otras buenas cualidades (1 S. 25:3; 2 S. 20:16;


Pr. 11:16). En este contexto, la definición del carácter femenino está
contaminada por las distorsiones originadas en los prejuicios sociales y
las opiniones personales. Por ejemplo, el ideal de mujer que presenta el
libro de Proverbios, específicamente el capítulo 31, frecuentemente
citado como modelo a imitar, perfila las características de una esposa
laboriosa, quien trabaja todo el día con esmero y aun se levanta de
madrugada (vers.13-15) a preparar la comida para los hijos y los criados
(¿no deben ser ellos quienes deberían levantarse a preparar el desayuno
en lugar de la señora de la casa?), experta en transacciones comerciales
(16,18, 24), agricultora, artesana (19), magnánima (20), modista (21),
tapicera (22), habilidosa, sabia (26), honrada (28) y piadosa (31),
aunque parece que no era muy bonita (30). Es, pues, una super mujer o
“mujer maravilla”, casi imposible de encontrar en la realidad, como es
reconocido (10), por lo que hay que concluir que se trata más bien de
una fina ironía que de un genuino elogio.
Al leer el contexto, descubrimos las razones que explican el porqué
de esta imagen desmedidamente ponderada. Quien describe el cuadro
es una mujer, una madre que está aconsejando a su hijo, llamado
Lemuel, rey de Massá. Ella empieza con estas palabras tan
significativas: “Hijo mío, hijo de mis entrañas, hijo de mis votos. No
gastes tu fuerza con mujeres, ni tus caminos con la que destruyen a los
reyes” (Prov.31:2,3). Aquí vemos a una madre claramente
sobreprotectora, que teme perder a su hijo querido, el hijo de sus
“entrañas”, que había sido pedido (era el hijo de sus “votos”),
seguramente, porque no podía tener hijos. Así que, probablemente, se
trate de un hijo único, que la madre no quiere perder, para no sentirse
abandonada, algo muy frecuente entre las madres viudas. De manera
que el consejo sutil que le está dando es: “hijo mío, no te cases, quédate
conmigo”. Entonces le dibuja un panorama pesimista de la realidad
Mario Pereyra
86 Psicología de los Personajes Bíblicos
femenina, ya que la mayoría de las mujeres son destructivas y
perjudiciales y, si bien hay algunas buenas, son muy difíciles de hallar,
pues constituyen un dechado tan grande de virtudes que es más una
utopía, una quimera, que una realidad. Es decir, son consejos orientados
a desalentar la búsqueda del hijo, que ha de enaltecer a la mujer. Hay
que concluir, entonces, que ese texto habla del egoísmo materno y no
del ideal femenino.
Al carecer de modelos paradigmáticos, sólo nos quedan las mujeres
de carne y hueso, los casos concretos de personajes históricos. ¿Qué
ejemplos podemos considerar? Veamos tres personajes del Antiguo
Testamento, las dos protagonistas de los únicos libros bíblicos que
tienen nombres de mujer, Rut y Ester, y la historia de la jueza Débora.
Seguiremos el orden cronológico, comenzando por esta última.
Creemos que estos casos pueden ayudarnos a dar cuenta de algunas
cualidades femeninas relevantes y proporcionar ideas sobre la
concepción bíblica acerca de la mujer.

2. LAS VIRTUDES DE LA ABEJA: DÉBORA


¿Por dónde se empieza a contar la vida de una mujer, por el nombre o
por la mirada? Esta duda histórica que anticipa lo femenino en toda
su complejidad, se acota y aclara cuando la pregunta tiene mujeres
bíblicas por sujeto, donde el nombre se convierte en misión y destino.

La defensa de la colmena

La abeja es un insecto valioso, generoso y sumamente útil. Se


caracteriza por su laboriosidad en producir su alimento, construir una
vivienda ejemplar y por su gran capacidad para trabajar en equipo. Es
un animal social con una compleja y sofisticada organización. Otro
rasgo importante es su carácter temible y valiente cuando se enoja o a
la hora de defender la colmena. Posee un poderoso aguijón que utiliza
con eficacia y coraje contra sus enemigos, aunque la acometida le cueste
la vida. Pero, seguramente, su reputación más importante proviene de
su notable aptitud para producir una de las sustancias más exquisitas y
Universidad de Montemorelos
Cualidades Femeninas 87
nutritivas de la naturaleza, la miel. Los especialistas encuentran todavía
otra función destacable de este noble insecto, su papel en la fertilización
de los cultivos de árboles frutales, nueces, hortalizas y vegetales
forrajeros, así como de plantas no cultivables que impiden la erosión del
suelo, al fijarse en él y detener que sean arrastradas hacia los mares.
Todas estas virtudes ilustrativas están presentes en la vida de un
personaje excepcional de los tiempos del Antiguo Testamento, que
precisamente recibió el nombre de “abeja” o “avispa” (DBA, 310). Se
trata de la profetisa “Débora”, vocablo hebreo que traduce el nombre
del insecto productor de la miel. Cabe destacar que el nombre de una
persona en el pensamiento bíblico no es una mera expresión que
adjudican los padres para distinguir o identificar al hijo, sino tiene un
sentido literal. Los nombres “eran símbolos del carácter y la
personalidad de la persona”, significa también “autoridad” y
“reputación” (Ídem, 847). En la historia de Débora, su nombre
reproduce admirablemente las peculiaridades de la abeja. Otro dato
adicional sugestivo es que el texto que la introduce, señala: “En ese
tiempo una mujer gobernaba a Israel, Débora, profetisa, esposa de
Lapidot” (Jue.4:4). Lapidot significa “antorcha”, “destello” o
“relámpago”. “Algunos han pensado que la frase ‘mujer de Lapidot’
debería traducirse ‘mujer de espíritu fogoso’ o ‘ardiente’, título bien
aplicado a Débora por lo que se ve del relato que sigue” (2CBA, 330).
Débora fue una dirigente del pueblo de Israel durante el período de
los Jueces, cuya actuación tuvo lugar “probablemente a mediados del
siglo XII a.C.” (BJ, 271). Es la única de los jueces que poseía el don
profético. Durante el período de su gobierno, las tribus de Israel vivían
esparcidos en Canaán en amplios territorios, principalmente de las
zonas montañosas. Estaban separados por llanuras dominadas por los
cananeos, que no habían podido expulsarlos del país, cuyas fortalezas
controlaban las principales rutas de comunicación. El rey de Canaán, en
la época que estamos considerando, era Jabín, quien tenía un temible y
poderoso ejército, constituido por un cuerpo de 900 carros de hierro,
dirigido por un célebre militar llamado Sísara; hombre tirano y
depredador (Jue.5:30). Durante veinte años el gobierno cananeo había
oprimido despiadadamente a los hijos de Israel. Fue entonces cuando

Mario Pereyra
88 Psicología de los Personajes Bíblicos
Débora, la “abeja”, aparece para defender su colmena y liberar al pueblo
del despotismo y la injusticia.
Elena de White, hace una gráfica descripción de aquellos tiempos
penosos: “Los israelitas, habiéndose separado de Dios por la idolatría,
fueron cruelmente oprimidos por los enemigos. La propiedad y aun las
vidas de la gente estaban en constante peligro. Por ello las aldeas y las
viviendas solitarias habían sido abandonadas, y la población se
concentraba en las ciudades amuralladas. Los caminos principales
estaban vacíos, y la gente iba de un lugar a otro por solitarios caminos
secundarios. En los lugares de donde sacaban agua, muchos eran
asaltados y aun asesinados y, para mayor angustia, los israelitas estaban
desarmados. Entre cuarenta mil hombres no había una espada ni una
lanza” (White, 1995, 261).
En su tarea de jueza y consejera, Débora ejercía sus funciones
políticas y psicológicas al aire libre, bajo una palmera conocida con su
propio su nombre (4:5), quizás debido a otra homónima del pasado (ver
Gén.35:8). Allí atendía todo tipo de consultas que traían para su sabio
criterio y decisión. Una de las demandas más frecuentes, prácticamente
un clamor generalizado, era la condición de opresión y sumisión a la
que estaba sometida el pueblo. Sufrían todo tipo de atropello y carencias
bajo el dominio enemigo. Fue cuando Débora entendió que la situación
era insostenible y que se requería una acción inmediata y enérgica.
Pronto recibe de Dios la seguridad del triunfo y la estrategia para
alcanzarlo. Convoca al hombre con mejores aptitudes para organizar un
ejército y enfrentar al enemigo. Barac, el “relámpago” (DBA, 142), fue
el designado.
Le da las instrucciones de cómo proceder (4:6) y la convicción que
Dios le daría el triunfo, más allá de la supuesta superioridad bélica del
enemigo. “Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no
fueres conmigo, no iré” (4:8). En tiempos donde la superioridad
masculina era incuestionable y la mujer desempeñaba roles secundarios,
esas palabras de quien ejercía la comandancia general de las fuerzas
armadas, constituyó un reconocimiento de un valor excepcional. “Debe
de haber sido extraordinario para que en su tiempo, y rompiendo todas
las ataduras de la cultura, Barac fuera a suplicarle que le acompañara a

Universidad de Montemorelos
Cualidades Femeninas 89
la guerra”, dice Núñez (2003, 159). “Señal que Dios no discrimina a la
hora de utilizar a las personas”.
Seguramente Barac conocía lo mal preparado que estaba el pueblo
para la guerra, la actitud tímida y desertora de mucha gente, además de
la gran reputación y popularidad que tenía Débora, producto de varios
años de trabajo efectivo y exitoso ayudando a resolver los difíciles
problemas de la gente. Todo el mundo sabía que la palabra de la jueza
era confiable y segura; lo que ella decía, era incuestionable e infalible,
como un cheque al portador, una profecía que jamás fallaba. Su
personalidad imponente y respetable era el alma del pueblo de Israel, la
única persona capaz de sostener el ánimo de los hebreos y la portavoz
reconocida de la voluntad de Dios; un poder superior a los 900 carros
de guerra de Sísara.

El despertar de la abeja

“¡Despierta, Débora, despierta! ¡Despierta, despierta, entona un cantar!


¡Ánimo! ¡Arriba, Barac! ¡Apresa a los que te apresaron, hijo de Abinoam!”
Jueces 5:12 (BJ)

Un país agobiado por el dolor y el oprobio es empujado a la


represalia y al cambio, desplazando los espacios anhelados de paz y
seguridad, y poniéndolos al servicio de las acciones beligerantes.
Entonces empiezan a soplar los vientos de guerra, agitando los
corazones. Ante la conflagración que se avecina, algunos se enardecen
y caldean los ánimos para enfrentar al enemigo y la injusticia; otros
sienten la brisa helada del temor recorriéndoles el cuerpo,
experimentando el dejo agrio de la muerte amenazadora. De este modo,
muchos quedan amarrados a las ligaduras del pavor, utilizando
estrategias evasivas, de espera o directamente negándose a combatir;
mientras otros, templan el espíritu para afrontar el desafío. Así ocurrió
cuando Barac, el “relámpago”, emplazó a los israelitas a unirse contra
la tiranía y luchar por la libertad. Varias tribus y familias claudicaron,
como las de Rubén, Gad, Dan y Aser (5:16,17). Sin embargo, otros
tuvieron “grandes propósitos del corazón” (5:15,16), jugándose la vida

Mario Pereyra
90 Psicología de los Personajes Bíblicos
en una aventura sumamente riesgosa, considerando las diferencias entre
ambos contendientes. Humanamente hablando, era una misión
imposible, sólo la fe en el Todopoderoso podía hacer creer en el éxito.
Como mencionamos anteriormente, el cuerpo más poderoso del
ejército de Sísara era la caballería, integrada por una unidad de 900
carros herrados (Jue.4:3), especie de brigada motorizada acorazada. Era
un cuerpo invencible y decisivo en las batallas de aquellos tiempos, ya
que los combates eran cuerpo a cuerpo, siendo decididos por la
infantería. Esos carros estaban armados con cuchillas semejantes a
guadañas, fijadas en los ejes, para que al pasar entre la formación
enemiga los segara como a trigo. Por otra parte, los israelitas, bajo la
hegemonía cananea, estaban desarmados. Combatían con utensilios de
madera, herramientas recicladas o armas fabricadas a última hora. Por
su parte, Sísara tenía bajo su mando soldados profesionales, de
experiencia en el combate, a diferencia de los israelitas, que en su
mayoría eran agricultores, que sólo poseían el entusiasmo y la fuerza
natural. Prácticamente era un suicidio declararle la guerra a los
cananeos. Sin embargo, diez mil hombres se alistaron y salieron a
combatir al ejército de Sísara. ¿Cómo se atrevieron a tanto? ¿Qué los
animó a realizar esa acción descabellada? Fue Débora, la profetisa, esa
mujer temperamental y osada, cuya influencia y carisma irresistibles,
animada por su profunda convicción de triunfo y de la intervención
divina, envió a esos hombres a la batalla.
Las amenazas de la confrontación oscurecían el horizonte como una
tormenta violenta que se aproximaba. Barac juntó a sus diez mil
hombres y se dirigió al monte Tabor. Sísara, inmediatamente reunió su
poderoso ejército, con el cual esperaba rodear a los hebreos para
destruirlos con facilidad. Los israelitas miraron asombrados a las
numerosas legiones que se extendían en la planicie, fuertemente
pertrechadas con todos los instrumentos bélicos. “Los israelitas se
habían ubicado en una posición ventajosa en las montañas, esperando
la oportunidad favorable para el ataque. Alentado por la seguridad que
le dio Débora de que en ese día obtendrían una victoria significativa,
Barac condujo a su ejército hacia la abierta planicie y atacó audazmente
al enemigo. El Dios de los ejércitos luchó a favor de Israel, y ni la
capacidad bélica, ni la superioridad numérica, ni el equipo que poseían
Universidad de Montemorelos
Cualidades Femeninas 91
pudieron resistir el ataque. Las huestes de Sísara fueron presas del
pánico. Sólo Dios pudo haber derrotado al enemigo, y la victoria sólo
podía adjudicarse a El” (White, 1985, 321).
Parece que sobrevino una fuerte tormenta, con truenos y
relámpagos, que llenaron de temor a los cananeos; y aún mas, ante el
avance del otro “relámpago” que los atacaba. La lluvia intensa y
persistente inundó los campos y desbordó el arroyo Cisón (5:20,21), que
lanzó sus aguas sobre la planicie, empantanando e inmovilizando los
carros de guerra. En esas condiciones, los soldados cananeos
atemorizados, fueron fácil presa del ataque violento de los israelitas. Al
observar el desastre y la derrota, Sísara escapó corriendo entre los cerros
en dirección a tierras seguras, hacia el norte, alrededor de 50 kilométros,
donde vivía Héber ceneo, quien había firmado un tratado de paz con el
rey Jabín (4:17). Al llegar a la casa, encontró a la esposa de Héber, Jael,
quien le brindó albergue y le dio a beber leche. Agotado por el esfuerzo
y sintiéndose seguro, Sísara se durmió profundamente. Al darse cuenta
Jael de quién se trataba, al verlo dormido, “venció su repugnancia
natural ante un acto tal y lo mató atravesándole un clavo por las sienes
y clavándolo en tierra. Cuando Barac pasó por allí persiguiendo a sus
enemigos, Jael lo invitó a entrar y viera a sus pies al vanaglorioso
capitán muerto por la mano de una mujer” (2CBA, 998).

La dulzura de la victoria
“¡Bendita entre las mujeres, Jael (la mujer de Héber ceneo),
entre las mujeres que habitan en tiendas, bendita sea!”
Jueces 5:24 (BJ)

De la misma manera como la faena abnegada de la abeja tiene ese


gusto exquisito y único que constituye la miel, la historia de Débora
acaba en una dulzura deliciosa. El relato concluye con la celebración
del triunfo, que Débora expresa en un cántico sublime, un himno de
victoria. Se trata de una composición lírica de alta calidad literaria y de
gran fuerza expresiva. Se la conoce como el “Canto de Débora” o el
“Canto de Débora y Barac”. Aparece registrado en el capítulo 5 del libro
de los Jueces. Ha sido calificado de “un magnífico poema hebreo”
Mario Pereyra
92 Psicología de los Personajes Bíblicos
(DBA, 309), “una de las piezas poéticas más antiguas de la Biblia” (BJ,
273).
En el cántico se atribuye toda la gloria de la liberación a Dios, y pide
a la gente que lo alabe por sus maravillosas obras. El texto celebra y
enaltece a quienes respondieron al llamado de Débora y Barac, y
censura a los que rehusaron combatir, definiéndolos con una figura que
ironiza su actitud cobarde, “¿Por qué te has quedado en los corrales,
escuchando silbidos entre los rebaños?” (5:16, BJ). Otro hecho
destacable del cántico es el protagonismo de tres mujeres. En primer
lugar, Débora, llamada “madre de Israel” (5:7), la heroína que con su
despertar (vers.7,12) levantó a las huestes hebreas a realizar esa gesta
gloriosa de triunfo y libertad. La segunda mujer, fue Jael, de origen
ceneo, quien con gran entereza de ánimo, calmó las aprensiones del
comandante cananeo, lo alimentó con leche como una madre y luego lo
hizo dormir. Ya indefenso el temible militar, le clava una estaca en la
cabeza, produciéndole la muerte. Ese hombre triunfador en múltiples
batallas, que tomaba las mujeres como trofeos de guerra (5:30), ahora
cae con su cien atravesada por la mano de una simple mujer de campo,
que lo derrota con su astucia e inteligencia.
La tercera mujer mencionada en el cántico es la madre de Sísara. Al
final, se le representa en una escena de gran intensidad dramática y
atrozmente cáustica. Aparece afligida observando por la celosía,
preocupada por la tardanza del hijo, preguntándose ansiosa cuál será la
causa del retraso: “¿Por qué tarda en llegar su carro? ¿Por qué se retrasa
el galopar de su carroza?” (vers.28, BJ), exclama presintiendo la
tragedia. Se tranquiliza pensando, junto a sus siervas que la animan,
“¿No han hallado botín, y lo están repartiendo? A cada uno una
doncella, o dos; las vestiduras de colores para Sísara, las vestiduras
bordadas de colores; la ropa de color bordada de ambos lados, para los
jefes de los que tomaron el botín” (30). La ironía es sumamente cruel,
porque Sísara yacía muerto ignominiosamente por una de esas mujeres
que la madre imaginaba traería para su harén. El cántico remata con
términos lapidarios, ensalzando la omnipotencia divina y el deseo de los
fieles:
“Así perezcan todos tus enemigos, oh Jehová” (31).

Universidad de Montemorelos
Cualidades Femeninas 93
La historia de Débora contiene una serie de mensajes y enseñanzas
que es necesario rescatar. En primer lugar, el valor y dignidad de la
figura femenina con sus aptitudes y habilidades para intervenir en el
momento adecuado con determinación y eficacia. Dios siempre escucha
a sus hijos cuando se arrepienten y se comprometen a cambiar. También
trasmite los valores del rechazo a toda forma de tiranía y despotismo;
lucha por la justicia, más allá de las consecuencias e impedimentos; la
importancia de la decisión valiente para enfrentar la opresión; los
pecados de la cobardía, y mantener la esperanza, aun en las situaciones
más sombrías y nefastas, porque Dios siempre está dispuesto a conceder
la victoria a la noble causa del bien.
3. UNA DECISIÓN QUE SE CONVIERTE EN DESTINO: RUT, LA
MOABITA

“Y Rut oyó, en las lejanías de sí misma, la voz que llamaba a los gentiles.
E hizo su voto perpetuo de maternidad predestinada.
Y abrió el claustro de su vida en flor, el de todas sus potencias y sentidos,
al Esperado, al Santo de Israel”.
Juan Zorrilla de San Martín

Decisión y compromiso

“El Libro de Rut, gruta de divino azul, dice Zorrilla (200-201), está
cubierta de plantas a la entrada; se penetra en él entre árboles atentos,
separando con las manos las ramas que nos tocan la cara; oyendo voces
de vidas ignotas que vienen de las lejanías; sintiendo palpitaciones de
sangre melodiosa, que circula en las arterias de los follajes; se siente en
seguida la dilatada frescura del otro lado, del otro viento. Es un libro de
encanto..., reclama el recogimiento y la paz del alma pura para ser
respirado”. Ciertamente, Rut es un libro único y peculiar. Respira los
aires de los campos grávidos, cubiertos de espigas, llenos de sol y
gratitud, pero además, tiene el calor de una intimidad doméstica, suave
y tierna. Es un libro fresco, luminoso y encantador. No cuenta la historia
ostentosa de los poderosos y reyes, sino de dramas y alegrías propias de
la gente de pueblo y sencilla. Los expertos distinguen este libro como
una de las joyas más valiosas de la literatura hebrea; los historiadores lo
Mario Pereyra
94 Psicología de los Personajes Bíblicos
prefieren porque describe, como ninguno, las costumbres de esa
sociedad de la antigüedad, todos lo admiramos por la vida de aquella
notable mujer, humilde y grande, cuyos gestos sublimes le dieron un
lugar singular en la posteridad. Podríamos glosar la historia en estos
términos.
Aconteció que una devastadora sequía azotó aquella tierra. Los
trigos y cebadas desfallecían y el campo estaba exhausto. Un vecino de
Belén de Judá, llamado Elimelec, perdió su cosecha y en su indigencia
decidió emigrar a otro lugar. Hombre educado con fuertes convicciones
religiosas, ya que su nombre significa “mi Dios es rey” (2CBA, 430),
seguramente entendió que Dios tenía algún destino mejor en otro país.
Así que, se dirigió a la tierra de los moabitas con su mujer, Noemí, y
sus dos hijos endebles, Quelión, que significa “languidez”, y Mahlón,
“enfermizo”. Pero he aquí que murió Elimelec y Noemí, su viuda, con
sus dos hijos, quedaron en aquella tierra de gentiles. Ambos se casaron
con mujeres moabitas; la esposa de Quelión se llamaba Orfa, una joven
atractiva por su bella cabellera (su nombre significa “ricamente
adornado con cabello”; 2CBA, 430), y Rut, esposa de Mahlón,
simpática y sociable. Pero también murieron los dos hijos de Elimelec.
Y Noemí, ya anciana, quedó sin marido y sin hijos, junto a sus nueras
jóvenes viudas que no llegaron a ser madres.
Pasó el tiempo, y un día Noemí, después de diez años de exilio, oyó
decir que el Señor había visitado a su pueblo para darles de comer.
Entonces, decidió volver. Habiéndose levantado, tomó el camino de
Belén por el vado del Jordán, en compañía de sus dos nueras. “Las tres
viudas pasaban por las colinas, como tres blancos misterios caminantes”
(Zorrilla, 207). Poco después, la anciana se detuvo, y dijo a sus nueras:
“Idos a casa de vuestra madre, hijas mías. Que Jehová haga misericordia
con vosotras, como la hicisteis vosotras con los difuntos y conmigo. Y
las besó”. Ellas se pusieron a llorar y dijeron: “No, contigo iremos a tu
pueblo”. Noemí insistió que regresaran con los suyos, tratando de
explicarles la realidad. Nada tenía que ofrecerles. “Volveos, hijas mías,
e idos”, les repitió. Finalmente, Orfa besó a su suegra y se volvió a su
casa en Moab. Pero Rut quedó abrazada del cuello de su suegra. “Mira,
dijo la anciana, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses. Vete
con ella”. Entonces Rut dio el paso decisivo, aquel que marcó su destino
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Cualidades Femeninas 95
y la proyectó en la historia de la salvación; un acto supremo de lealtad
que exhibe la esencia de su personalidad. Dijo:

“No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera


que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi
pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré
sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará
separación entre nosotras dos¨. (Rut 1:16,17).
La simiente del amor
“Revivir aquel primer deslumbramiento,
ese temblor con el que empieza la pasión”.
Octavio Paz

La historia narra que Noemí viendo la resolución de su nuera, no


insistió. Ambas siguieron su camino. Llegaron a Belén cuando
comenzaba la cosecha de la cebada (v.22), quizás a comienzos de la
primavera. Rut salió a espigar en los campos; “fue por el alimento de
los pájaros que ambulan en el aire” (Zorrilla, 212). Providencialmente,
fue a un campo que pertenecía a Booz, un pariente de Elimelec, quien
se sintió atraído por la joven viuda. Era hijo de Rahab de Jericó, una
mujer que había ejercido misericordia con los espías enviados para
obtener información de Canaan, la tierra prometida (Jos.2), quien
también selló un pacto de fidelidad con el pueblo de Dios, después de
la conquista de Jericó. Booz colmó de favores especiales a Rut, al saber
que era nuera de Noemí y enterarse acerca de su fidelidad a la familia.
Se acercó a la joven moabita y le dijo: “Oye, hija mía, no vayas a espigar
a otro campo, ni te apartes de este sitio; incorpórate a mis muchachas”
(2:8). Esas palabras, dichas con afecto y acompañadas de una mirada
tierna, hizo que Rut bajara su rostro, en un gesto de pudor y
recogimiento, movida por una emoción que intentó ocultar (v. 10). Ese
diálogo fecundó el germen del amor. “¿De dónde vino a mí esta dicha,
oh mi señor, de haber hallado gracia a tus ojos, y que te dignes saber de
mí, siendo, como soy, una mujer extranjera?” El sol bañaba los campos
fértiles en aquel día espléndido, y el rostro tostado de la joven respondía
a través del cristal diáfano de su mirada. “Se me ha informado de todo
cuanto has hecho por tu suegra”, dijo el bondadoso Booz, felicitándola

Mario Pereyra
96 Psicología de los Personajes Bíblicos
por su amor y lealtad. Al parecer, la figura grácil y frágil de la joven,
cargada de la desoladora belleza del desamparo, despertó un
sentimiento de protección y cariño especial en Booz, que sintió el
impulso de abrazarla y rodearla de calor: “Que tu recompensa sea plena
de parte de Jehová, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a
refugiarte” (v.12). El diálogo de las palabras y miradas continuó durante
el almuerzo, conservando la dama su humilde recato y candor. Booz
ordenó dejar caer algunas espigas adicionales entre las gavillas para que
ella pudiera recogerlas y hacer más fructífero su trabajo. Y cuando la
tarde cayó aquel día, Rut volvió al sencillo hogar de Noemí, cargada
con una cosecha abundante de alimentos.
Noemí intuyó rápidamente que la simpatía del hombre podía
convertirse en amor y llegar al matrimonio. Quizás oyendo la voz de
Dios que anunciaba profecías, trazó un plan para apremiar a Booz a
tomar una decisión y concretar el casamiento. Le explicó a su nuera su
idea, mostrando un notable conocimiento de la psicología masculina.
Rut lo ejecutó con gran habilidad. Luego que “Booz hubo comido y
bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir... Entonces ella
vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó” (3:7). A la
medianoche, Booz se sobresaltó al descubrir la íntima calidez de una
dama acostada a sus pies. Probablemente una súbita turbulencia interior
lo sacudió, produciéndole un estremecimiento que le recorrió toda la
espalda, despertando un deseo que iba dispersándose por la sangre, al
ritmo acelerado de su corazón, para dar lugar a vagos apetitos carnales,
que caldearon la imaginación y enternecieron la voluntad.
“Dijo: ‘¿Quién eres tú?’, y ella respondió: ‘Soy tu sierva. Extiende
sobre tu sierva el borde de tu manto, porque tienes derecho de rescate’”
(9; BJ). Con ese gesto le estaba pidiendo que fuera su “goel” o
“redentor”. Dos normas disponían los deberes del “goel”, una de tipo
económico y otra social. La primera era el deber de rescatar los bienes
de un pariente evitando la venta o el traspaso de sus tierras (Lv.25:2325,
47-49). La segunda, era la costumbre del levirato, a través de la cual una
viuda debía casarse con el hermano o el pariente más cercano del marido
para darle descendencia al difunto. Cuando el cuñado se negaba a
casarse con la viuda, en un acto público, le quitaba la sandalia y le
escupía la cara pronunciando palabras infamantes (Dt.25:5-10). En
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Cualidades Femeninas 97
consecuencia, la actitud de Rut, de acostarse junto a los pies descalzos
de Booz, no parece responder a un simbolismo sexual (si se interpreta
“los pies” como el sexo), sino a los rituales del levirato. Es como decirle,
“vas a ponerte la sandalia, casándote conmigo o yo tomaré tu sandalia
en señal de repudio”. Fue un acto osado e intrépido de la moabita (Booz
podría haberla acusado de acoso sexual), que impresionó vivamente al
hombre, quien admirado, exclamó: “Bendita seas de Jehová, hija mía;
has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca
de los jóvenes, sean pobres o ricos” (3:10).
La historia narra que había un pariente más cercano a Rut, que al ser
confrontado con sus deberes del levirato, dejó el camino libre para que
Booz asumiera formalmente los privilegios y deberes que
correspondían al heredero legal de Elimelec, casándose con Rut
(4:610). La premura y el entusiasmo con los cuales realizó estos trámites
revelan cuánto había quedado prendado de ese acto nocturno de sutil
eroticidad, vivido en el secreto compartido de una cierta clandestinidad.
Así, la extranjera se unió al pueblo de Dios, adquiriendo la ciudadanía
judía. Pero su adhesión tuvo una proyección impensada y grandiosa. De
esa unión nació Obed, el abuelo de David y uno de los progenitores de
Cristo (13,21,22). De esta manera, Rut se transformó en madre del gran
rey y fue honrada con la más grande bendición que podía aspirar una
mujer de Israel, integrar la genealogía de Jesucristo, el Salvador del
mundo (Mt.1:5).

Cuando las espigas enseñan


“La pasión, del modo en que aquí se la propone,
es la energía que decide el rumbo de una vida,
el soplo poderoso que la impulsa a cumplir su parábola temporal”.
El libro de Rut está hecho de espigas que producen el pan para el
alimento de los pobres. Empieza entre las sombras de la tragedia y
concluye en el alumbramiento de la vida, que augura la esperanza de los
hombres. Es un libro que ilumina y brilla, que nos transporta a los
campos de cebada y trigo, acariciados por un aire apacible que
estremece las parvas, llenando de alegría a los trabajadores que recogen

Mario Pereyra
98 Psicología de los Personajes Bíblicos
su cosecha. Sus enseñanzas no se pueden contar, se dan sencillamente
para que cada uno realice su propia siega y recolección.
Hay tan sólo dos libros en el canon bíblico que tienen nombres de
mujer, Ester y Rut, en contraste con otros 37 que llevan nombres
masculinos. Ester fue una reina que gobernó en el más grande de los
imperios antiguos, fuera del imperio romano, y realizó la proeza de
salvar a su pueblo de la destrucción. Ester fue una prócer única.
Legítimamente, ocupó el lugar más alto del podio histórico femenino.
Pero, en segundo lugar está Rut. ¿Por qué una humilde extranjera viuda,
tuvo un privilegio semejante? ¿Qué tuvo de particular su vida para
componer el otro libro bíblico femenino? Es cierto, escribió una
hermosa historia de amor, de un lirismo idílico único, que parece tener
la magia de los cuentos de hadas. ¿Es eso suficiente? Probablemente no;
hay muchos relatos sentimentales que apenas trascienden. Entonces, ¿la
intención es mostrar que Dios no hace acepción de personas?
Ciertamente, esa es una lección notable que encierra el libro. Si el
pueblo de Israel, y todos en general, hubiese tenido en cuenta ese
principio, cuán distinta hubiera sido la historia de la humanidad.
¿Hay algo más? Sí, por cierto. Los nombres propios hebreos tienen
mucho significado. Éstos pasan inadvertidos para el lector común, toda
vez que los traductores transliteran los nombres sin expresar su sentido
original. Si bien Rut era moabita, no hebrea, su nombre parece haber
tenido un significado especial. No se sabe con certeza su etimología,
aunque algunos creen que está relacionado con el verbo ra’ah,
“asociarse con”, y significaría, “amiga”, o “amistad”. Esa es una de las
notas del libro, y probablemente, la característica relevante de su
personalidad. Es posible que el lánguido Mahlón se haya sentido atraído
por la simpatía cálida y jovial de Rut. Las personas sociables y
comunicativas tienen la capacidad de sonreír y atraer a otros por su trato
agradable y fino. Hacen sentir bien a quienes se les acercan, porque
tienen esa actitud acogedora, comprensiva y afable. Por eso, todos
buscan a los simpáticos. Así parece haber acontecido con Rut, que tuvo
la virtud de hacerse querer y ser aceptada por todos, incluso por nosotros
que vivimos 3.300 años después.
Dice el Comentario Bíblico Adventista: “El libro de Rut no nos da
la historia de un amor romántico, sino del amor reverente de una viuda
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Cualidades Femeninas 99
joven por la madre de su esposo difunto. El amor que se revela en el
carácter de Rut es del tipo más puro, abnegado y extraordinario”
(2CBA, 423). No parece ser sólo el amor de Rut hacia su suegra lo que
la hizo quedarse con ella, sino la fe de Noemí, según se desprende de
sus propias palabras: “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”.
“En ninguna literatura puede encontrarse una afirmación más sublime
de amor y consagración” (2CBA, 432). Ni los ruegos de Noemí, ni el
ejemplo de Orfa, alteraron la determinación de Rut de echar su suerte
con Noemí y con el Dios de Israel. Esa decisión tuvo un carácter más
acentuado y terminante, en contraste con la de su concuñada, Orfa.
Según los comentarios de la Biblia de Jerusalén (pág.297), Orfa
significa “la que vuelve la espalda”. Precisamente, en la encrucijada, la
decisión de retorno de Orfa es un símbolo de marcha atrás y temor al
futuro, de la incapacidad para enfrentar la aventura del porvenir. Pero
la decisión de Rut, de avanzar hacia adelante, es un signo de audacia y
coraje, de fe en el mañana y de compromiso, el paso resuelto de alguien
que se atreve a lanzarse hacia los horizontes del futuro movida por la
fuerza de la esperanza.
La otra decisión clave en la vida de Rut, que definió su destino, fue
cuando jugó su prestigio y buen nombre en la intrépida propuesta de
matrimonio que le hizo a Booz. Su conducta, aunque correcta y
honorable, corría el riesgo de ser mal interpretada, lo cual hubiera sido
fatal. Sin embargo, Booz comprendió la verdadera motivación y bondad
de la dama, al sentirse tocado por su piel encantadora. ¡Con qué
facilidad un simple toque de mujer puede anonadar y deslumbrar a un
hombre, haciendo de la supuesta voz del deber el llamamiento de la
pasión! La pasión, del modo en que aquí se la propone, es la energía que
decide el rumbo de una vida, el soplo poderoso que la impulsa a cumplir
su parábola temporal. Emocionado Booz, reconoció ese gesto de afecto
femenino y se sintió honrado de ser objeto del amor de Rut. El encanto
sorprendente de la primavera brilló en la intimidad de aquel suave rostro
juvenil, y Booz descifró la profecía de nuevas cosechas en aquella
espiga en flor. A pesar de las ráfagas de los siglos, que han asolado la
faz de la tierra, todavía no se ha perdido la virtud femenina de
estremecer a los hombres con los arrebatos del encanto erótico.

Mario Pereyra
100 Psicología de los Personajes Bíblicos
4. HACIA UN DESTINO HEROICO: LA REINA ESTER
Es la historia prodigiosa de la mujer más hermosa del pasado,
que tuvo el singular privilegio de unir la belleza física con la moral y espiritual.
Un relato verídico de un lirismo peculiar,
que conserva la magia legendaria de los cuentos de hadas.

La coronación de mis universo


En la historia bíblica hay muchos hombres destacados, pero entre
las mujeres no hay ninguna duda de quién fue la más sobresaliente,
especialmente en los tiempos del Antiguo Testamento. Se trata de la
reina Ester. Fue considerada la mujer más hermosa del mundo de sus
días, coronada como la primera dama del imperio persa, uno de los más
grandes y poderosos del pasado, quien en última instancia realizó una
proeza extraordinaria, la de salvar providencialmente a su pueblo de un
complot malvado preparado para exterminarlo. Ester fue el ideal de
belleza y paladín de la libertad. El monumento de su recuerdo se
conserva en un libro de la Biblia que lleva su nombre, un privilegio
excepcional, ya que sólo dos libros del canon tienen nombres de mujer.
Por eso, Ester ocupa el primer lugar en el panteón de las heroínas
nacionales que todavía son recordadas, después de 2.500 años.
Legítimamente se eleva en el lugar más alto del podio femenino
histórico. Pero más allá de estas connotaciones fabulosas, la historia de
Ester conserva una notable vigencia y enseñanza en los actuales días
hipermodernos, cuando los certámenes de belleza, las modelos de la
moda y la industria de los cosméticos ensalzan los valores estéticos
sobre los éticos.
Si hubo un mundo donde la fastuosidad, la opulencia y la pompa
reinaron en todo su esplendor fue durante el Imperio Persa, en la
primera parte del siglo V a.C. En el gobierno de Jerjes, hijo de Darío I
el Grande, fue cuando el imperio alcanzó la cúspide de su poder. Se
extendió desde la India hasta Etiopía, a lo largo de 4.800 kms de
extensión, dominando una superficie de más de 5 millones de
kilómetros cuadrados (3CBA, 459). La preponderancia política se
manifestó, como registra el texto bíblico, en “las riquezas de la gloria
de su reino”, y en “el brillo y la magnificencia de su poder” (Ester 1:4).
Universidad de Montemorelos
Cualidades Femeninas 101
Especialmente los palacios del imperio ostentaron una suntuosidad
extravagante, con paredes tapizadas de oro, columnas de mármol fino y
“colgantes de lino y púrpura con anillos de plata” (1:6). En esos lugares
fastuosos era donde vivía el emperador y su corte. Constituían
frecuentes escenarios de agasajos fabulosos, donde se bebía en vasos de
oro y se paladeaban banquetes imponentes, durante varias semanas.
También se exhibían las mujeres más bellas y encantadoras de la tierra,
que resaltaban sus virtudes físicas, gracias a la moda y a las bondades
de un sofisticado cuidado cosmético. Eran, pues, espacios lujosos
consagrados a la satisfacción de los placeres de la carne y la ostentación
de los valores estéticos, no muy diferentes del actual mundo del
espectáculo.
Narra la historia que en el majestuoso palacio de Susa, capital del
imperio, hizo su aparición una bella joven judía llamada Hadasa, que
significa “mirto”. Para ocultar su identidad, ya que provenía de un
pueblo derrotado, cambió su nombre por otro de origen persa, Ester, que
significa “estrella”. Precisamente, gracias a su buena estrella, brilló
esplendorosamente en el firmamento de sus días con un fulgor
excepcional. Tal hecho aconteció en ocasión de presentarse a un
certamen de belleza organizado por el mismo emperador, para ocupar
el puesto vacante de reina, al ser destituida la anterior (cap.2:1-16).
Luego de una preparación muy exigente, de modelaje corporal y de
aplicación de un tratamiento cosmético de un año de duración, Ester se
presentó ante el rey para la prueba final. Los encantos de su belleza
extraordinaria y las virtudes de su carácter impactaron al rey, que le
concedió el título supremo, una suerte de Mis Universo actual. El relato
lo expresa en estos términos: “Y el rey amó a Ester más que a todas las
otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que
todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo
reina en lugar de Vasti” (2:17).

¿Estética o ética?
“Ya que lo que seduce no tiene que ver con la belleza o la fealdad en sí,

Mario Pereyra
102 Psicología de los Personajes Bíblicos
o sea con un discurso de valores y de moral, sino con aquello que deja al sujeto
perplejo, sin palabras, fuera del discurso. ... no apunta a un sentido sino que
rescata el efecto fascinante de lo que está más allá del sentido”. Adriana Zambrini

Afirman Odina y Halevi (1998, 91): “Toda fama tiene que transitar
por el territorio de la apariencia y de la moda, permitiendo que dicho
territorio, y toda su exquisita creación y recreación de aparentes
distinciones superficiales, se convierta en el necesario vehículo de lujo
para transportar toda la fascinante y vacua estética, vacía de ética que
define el mundo de la actual notoriedad”. En otros términos, los autores
sugieren que existe una oposición entre los valores estéticos y los éticos.
Es la idea que una dama que se dedica a cultivar su figura, a enaltecer
sus cualidades físicas y a transitar por las pasarelas profudamente
iluminadas del exhibicionismo y la fama, muy probablemente, en algún
lugar de ese recorrido, tendrá que claudicar a los valores morales
superiores, suponiéndose que haya tenido la oportunidad para
desarrollar una moralidad sana y digna.
Sabido es que el mundo del espectáculo se caracteriza por el
despliegue de frivolidad y banalidad. Se vive bajo el destello efímero
de las luces de la popularidad, de la fiesta, de la ostentación, el
histrionismo seductor y la apariencia cautivante. Ese estilo de vida,
dedicado exclusivamente a rendir culto al cuerpo, entre perfumes,
cosméticos y dietas, por lo general, lleva al abandono del espíritu y de
los valores. Muchas mujeres se corrompen bajo las presiones de la
pasión o las tentaciones del dinero, pero es probable que la mayoría
sucumba a las fantasías del exhibicionismo, víctima de la trivialidad, de
la vida fácil y hedonista. Por eso es frecuente observar en las revistas
del mundo del espectáculo o en los medios televisivos, esos rostros
bonitos, de mejillas arreboladas, sonrisas un tanto bobaliconas, que
reflejan una singular pobreza de espíritu y una personalidad
notoriamente vacía y decadente. Es que “la importancia del talento o del
mérito tiende a ser la mínima allí donde la estrategia de la industria de
la imagen es lo esencial”, aseveran los expertos (Odina et al., 1998, 96).
Ese no fue el caso de Ester. La historia bíblica describe que tuvo una
educación fuertemente religiosa y desarrolló valores morales profundos,

Universidad de Montemorelos
Cualidades Femeninas 103
que supo conservar cuando tuvo que entrar al mundo del lujo, la
fastuosidad y el acentuado cuidado de la imagen corporal. Ester transitó
por las pasarelas perfumadas del exhibicionismo sin perder la belleza
interior; no permitió que su imaginación se perdiera en las vanidades
fugaces de la gloria. No sedujo al rey, sino lo conquistó. Quizás fue la
seriedad de su carácter, su mirada inteligente o esa belleza humilde de
“mirto”, lo que atrajo al rey y despertó su admiración y amor. El rey
estaba acostumbrado a los efectos de la fascinación y podía distinguir
entre lo que era pura apariencia y los valores auténticos que embellecen
a una persona. Cabe destacar que, aun después de ser galardonada con
el máximo título, Ester continuó practicando con devoción su fe en Dios,
la lealtad filial y los elevados principios morales que la caracterizaron.
Por eso, cuando llegó la hora de afrontar la crisis, supo lo que debía
hacer, con inteligencia, valor y eficacia. La hora de la heroína
“¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”
Ester 4:14

Ocurrió algo terrible. El antisemitismo no es algo nuevo, data de


miles de años. En la época del imperio persa apareció un personaje
llamado Amán, que ocupaba el cargo de primer ministro en el reino de
Asuero o Jerjes. Sucedió que este magistrado se enfureció muchísimo
con un judío de nombre Mardoqueo, porque no le tributaba el homenaje
humillante que reclamaba de todos los súbditos. Así que decidió
vengarse. Pero su odio fue más allá de la sola persona de Mardoqueo,
busco eliminar con él a todos los judíos. Así que tramó un plan siniestro
por medio del cual persuadió al Rey a que promulgase un edicto
ordenando “matar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y ancianos,
niños y mujeres, en un mismo día, en el día trece del mes duodécimo,
que es el mes de Adar, y de apoderarse de sus bienes” (Ester 3:13).
Como las leyes de Persia eran irrevocables una vez que eran selladas,
no había ninguna posibilidad de salvación para el pueblo, hasta que
Ester intervino en forma heroica, revirtiendo providencialmente la
amenaza que pendía sobre el pueblo.
Mardoqueo, el padre adoptivo de Ester, fue quien le comunicó a la
reina la sentencia que pesaba sobre toda la raza judía, incluso sobre ella
misma por pertenecer al pueblo. Para impedir semejante genocidio le
Mario Pereyra
104 Psicología de los Personajes Bíblicos
recomendó que hablase personalmente con el rey, y le suplicase la
gracia de la liberación. Nadie podía acercarse al rey sin ser convocado
previamente, ni la misma reina. Tal transgresión se pagaba con la vida,
a menos que el rey concediese la autorización. De todos modos,
Mardoqueo pidió a Ester que corriese ese riesgo, confiando en la acción
providente de Dios, al reflexionar proféticamente: “¡A lo mejor tú has
llegado a ser reina precisamente para ayudarnos en esta situación!”
(4:14, DHH). Ester podía haber rehusado el pedido y conservarse dentro
del anonimato de sus orígenes, sin embargo, asumió el dramático
desafío adoptando con valor la decisión de jugarse la vida para salvar a
su pueblo. Pidió que todos los judíos de la ciudad ayunaran y oraran por
ella durante tres días, a fin de que Dios interviniera milagrosamente. El
dramático episodio, registrado en el libro de Ester, los capítulos 5 al 10,
cuentan que la reina fue recibida por el monarca, tras el despliegue
temerario de una estrategia inteligente y astuta. Afortunadamente,
consiguió el beneplácito del emperador y desbarató el complot asesino.
En todos esos tensos momentos, Ester manifestó una habilidad
admirable, un conocimiento profundo de la psicología masculina,
actuando con diplomacia y el toque encantador de su dulce belleza y
pureza. Mostró una disposición segura y digna, resaltando la belleza
interior de su carácter.
Hace milenios que el poderoso imperio persa desapareció bajo las
arenas del tiempo. Hoy tan solo quedan las ruinas que exhuman los
arqueólogos y el testimonio de la historia. Sin embargo, la vida
protagónica de Ester permanece en la memoria de su pueblo y de toda
la humanidad. Cinco veces al año los judíos leen la historia de Ester
desde los tiempos antiguos, particularmente en la fiesta de fin de año,
cuando se conmemora el Purim, la festividad que evoca aquel episodio
insólito de liberación. También los cristianos y todo los lectores de la
Biblia releen su apasionante historia. Es el homenaje de la posteridad
hacia aquella insigne mujer, que realizó un acto de heroísmo
excepcional, no con las fuerza de las armas sino con el encanto
subyugante de su persona anclada en Dios. Un testimonio que hoy nos
dice que es posible cultivar armoniosamente las virtudes del cuerpo, del
alma y del espíritu.

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Cualidades Femeninas 105
El rostro de afrodita
“Detrás de cada mujer se erguía, austero, sagrado, lleno de misterio,
el rostro de Afrodita”.
Nikos Kazantzakis

¿Cuál es el rostro de Afrodita? Afrodita, en la mitología griega, era


la diosa del amor y la belleza, equivalente a la Venus romana. En la
Ilíada de Homero aparece como la hija de Zeus y Diana. Se la describe
brotando del burbujeo del mar de acuerdo a su etimología, ya que su
nombre puede traducirse como “nacida de la espuma”. De esa manera,
el pensamiento griego ha trasmitido la idea del carácter misterioso, sutil
y versátil de la mujer, asociado indisolublemente con las virtudes de la
belleza y del amor. También la cultura grecorromana ha contribuido a
ubicar a la mujer en una posición de sumisión, relegada a las tareas
domésticas de procreación, favoreciendo que durante siglos haya sido
desestimada y aun despreciada. Con pocas excepciones, siempre fueron
los hombres quienes ocuparon los lugares de liderazgo y protagonismo
hegemónico en las actividades políticas, económicas, sociales,
deportivas, artísticas y culturales.
¿Cuál es la posición bíblica al respecto? Mucho se ha discutido el
asunto. Los tiempos bíblicos también estuvieron dominados por el
machismo, el patriarcado y las tendencias androcéntricas. Sin embargo,
cuando se estudian las historias concretas de las mujeres bíblicas se
encuentra el signo de su individualidad y su protagonismo, que en
algunos casos fue trascendente, como sucedió con Débora y Ester.
Dijimos que no hay un paradigma de la mujer en la Biblia, pero nos
preguntamos, ¿cuáles son las cualidades femeninas relevantes? ¿Hay
atributos específicos que caracterizan al género? ¿Existe el elogio a la
mujer fuerte y resignada, que acumula penas y soporta humillaciones y
los afanes de la maternidad sin quejarse, aunque llegue al límite de la
zozobra?
Afirma Miguel Ángel Núñez (2003, 157): “Sostener que la ternura,
la bondad, el servicio, la preocupación por los demás, la laboriosidad,
la delicadeza, son características propias de la mujer es no sólo absurdo
sino que condena a los varones a un estereotipo que termina dañando a
Mario Pereyra
106 Psicología de los Personajes Bíblicos
todos... Asociar lo varonil con la rudeza y lo femenino con la delicadeza
es estereotipar lo humano... Leer la Biblia con los lentes del estereotipo
es simplemente no entender el mensaje que la Biblia presenta”.
Las mujeres bíblicas aparecen instaladas en su tiempo y
circunstancias concretas, por lo general, relacionadas con hombres, en
el eterno juego de la dialéctica de los géneros, ora moviéndolos a la
acción, como el caso de Débora, ora estremeciéndolos como Rut, ora
adoptando una decisión trascendente como Ester, con el patrocinio del
padre adoptivo. La condición femenina se perfila en contraste y en
complementariedad con el hombre. Esa es la idea que parece trasmitir
el concepto de “ayuda idónea” (Gn.2:18) o “adecuada” (BJ). Es en la
diversidad de los géneros donde se define, completa y perfecciona cada
uno. Sin la mujer, el hombre no podría ser hombre, y viceversa.
Gilles Lipovetsky, un filósofo francés que analiza con agudeza las
problemáticas de la hipermodernidad, ha estudiado el nuevo rol de la
mujer, en su obra: “La tercera mujer. Permanencia y revolución de lo
femenino” (1999). El autor explica que los cambios que se producen
actualmente están resquebrajando los modelos tradicionales y los
parámetros sobre los cuales construimos la idea de la mujer y del
hombre. Se ha derrumbado el ideal de la mujer de su casa y la estructura
organizadora de los sexos construida sobre la disimilitud. Las mujeres
reivindican las mismas actividades y responsabilidades de los hombres.
Cada vez son más las que van a la universidad, se transforman en
profesionales, acceden a la política, asumen puestos de conducción en
la economía, las ciencias y aun en deportes, que eran de exclusividad
masculina como el fútbol y el boxeo. Hay intercambio de roles, espacios
y tareas. Se han borrado la disimetría y las diferencias. Si hay
equiparación en todas las cosas, ¿cómo nos diferenciaremos? A parte
de las distinciones anatómicas y fisiológicas, ¿somos iguales? Si se
llega a esa conclusión, ¿no caeremos en una crisis de identidad sexual?
¿Cómo nos distinguiremos y afirmaremos nuestra personalidad?
Este problema no se observa en los registros bíblicos. Ambos
géneros tienen bien definidos sus perfiles y roles. Aunque ocurre en el
interior de un sistema social masculiniforme, por lo general, no se
favorece la supremacía, más bien se destacan las virtudes y defectos de
cada uno, sin importar si se trata de un hombre o de una mujer, como es
Universidad de Montemorelos
Cualidades Femeninas 107
el ejemplo de Nabal y Abigail (l Sam.25). Cada uno vale según sus
propias bondades y cualidades. Suele señalarse que la mujer siempre
sobresale en los detalles, en lo sutil, que define las cosas casi
silenciosamente, gracias a su intuición y “sexto sentido”; que tiene una
aguda percepción para los aromas y más desarrollada su capacidad de
comunicación verbal. La lista de las diferencias podría no tener fin, pero
son acaso las mismas manifestaciones de una identidad femenina. En
cada uno de esas particularidades, es posible encontrar tanto damas
como varones que las tienen muy desarrolladas o descuidadas.
Entonces, ¿dónde están las diferencias? En el libre juego del
intercambio de géneros, que cada generación debe procurar
En el siglo XII, el filósofo árabe Ibn Rushed afirmó que “una
sociedad que esclaviza a sus mujeres es una sociedad destinada a la
decadencia”. Kofi Annan ha replicado: “Novecientos años después,
tenemos la oportunidad de demostrar que una sociedad que da poder a
sus

Mario Pereyra
108 Psicología de los Personajes Bíblicos

mujeres es una sociedad que asegura su progreso”. Es la concepción del


juego del “sube y baja”, cuando uno está arriba y el otro debe estar
abajo. A la supremacía masculina hay que anteponer la femenina. Así
cambian los protagonistas, pero se conservan los mismos roles. El
feminismo peca del mismo pecado del machismo. Nos parece que la
idea bíblica no recorre el camino de las hegemonías, sino favorece la
complementariedad y la mutualidad, en la aventura gozosa y creativa de
confrontar las disimilitudes para alcanzar la armonía. La identidad nace
de las diferencias, donde “la sexualidad sigue siendo la caja de caudales
en la que está oculto el secreto del yo de la mujer” (Kundera,
1993, 201) junto con la procreación.

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Capítulo 4

Cualidades masculinas
1. EL CARÁCTER MASCULINO EN LA BIBLIA

“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño.
Pero cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño”.
San Pablo (1 Cor.13:11)

Hay un paradigma de la masculinidad en la Biblia, o sólo


individuos únicos? Igual que con la condición de la mujer

¿ acontece con el hombre. La verdad mora en el interior de cada


hombre y en diálogo interpersonal. Es cierto que existen
indicaciones
claras con respecto a las “desviaciones” de la virilidad,
impugnándose fuertemente la homosexualidad (1 Co. 6:9, NBE).
Incluso la Biblia acuñó el término “Sodomía”, derivado de la práctica
homosexual que caracterizaba a muchos habitantes de la ciudad de
Sodoma (Gn. 13:13; 19:1-11). Las Escrituras prohibían está práctica
aberrante (Lv. 18:2226; 1 Ti. 1:10) y los culpables eran castigados con
la pena de muerte (Lv. 20:13). Las declaraciones del apóstol Pablo al
respecto son terminantes:
“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres
cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo
también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron
en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres
con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su
extravío” (Rm.1:26,27).
110 Psicología de los Personajes Bíblicos
Según el texto paulino, hay una naturaleza humana que define los
aspectos esenciales de la masculinidad como los de la feminidad. El

( 105 )

apartarse de las leyes de la naturaleza es “pecado”, ya que va contra el


orden establecido por Dios. Aunque el plan original del Creador para el
hombre y la mujer fue desvirtuado con la introducción del mal,
igualmente queda un esbozo implícito en la conciencia humana que
debe respetarse. Un elemento esencial de ese diseño original es la
aventura de la libertad como acto vital y afirmación de la autonomía de
la voluntad. Por eso la Biblia se caracteriza por describir un universo
humano enormemente variado, múltiple e individual, donde se puede
apreciar la riqueza de la singularidad y la condición irrepetible del ser.
Así, el registro personal se va dibujando, a través de las
transformaciones que opera el tiempo y dentro del contexto de la
sociedad y la cultura que le sirve de marco histórico.
Hay otro concepto bíblico básico relacionado con el desarrollo
humano, que se denomina el “estado del hombre perfecto” (Ef.4:13). Lo
expresa claramente el apóstol Pablo: “Cuando yo era niño, hablaba como
niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Pero cuando llegué a ser
hombre, dejé lo que era de niño” (1 Cor.13:11). Es la noción del
crecimiento y la maduración. Cada uno debe desarrollarse hasta alcanzar
“la medida de toda la plenitud de Dios” (Ef.3:19), esto es, lo máximo
que se puede ser. Esa exigencia de excelencia y perfección es reiterada,
especialmente en los escritos paulinos. Comenta Elena de White, que el
apóstol “Les pedía que lucharan lealmente, día tras día, en busca de
piedad y excelencia moral. Les rogaba que pusieran a un lado todo peso
y se esforzaran hacia el blanco de la perfección en Cristo” (1977, 253).
El ideal del hombre es un blanco a conseguir en la experiencia
individual, al desarrollar las cualidades y aptitudes personales, de
acuerdo al plan que Dios tiene para cada uno y con la asistencia que
proporciona el Todopoderoso. Ésta es la gran diferencia entre el
concepto humanista de “autorrealización”, como proponen, por
ejemplo, Carl Rogers o Abraham Maslow (1994), y el pensamiento

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bíblico. En este último, la singularidad se va dibujando, en el contexto
de la trascendencia, en el vínculo de la relación con los otros seres
humanos que pueden responder al plan divino o al objetivo del enemigo,
que es desviar y destruir (como veremos en el próximo capítulo). En el
humanismo, el desarrollo se logra por sí mismo, gracias a las propias
fuerzas, movido
112
Cualidades Femeninas

por consignas como “tú puedes”, pero solo, sin necesidad de nadie más.
En la Biblia, el hombre alcanza la cumbre de sus logros gracias a Dios,
por la intervención del Omnipotente. El humanismo proclama: “No digas
cuán grande es tu problema, di a tu problema cuán grande eres tú”; en
cambio, el cristianismo predica: “Sabemos que a los que aman a Dios
todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados” (Rom. 8: 28). El énfasis está puesto en Dios, en
contraste con el humanismo, que hace del hombre el centro exclusivo de
toda realización.
La imagen tradicional del hombre se ha construido sobre el ideal
heroico de la virilidad, del hombre fuerte, aguerrido y valiente. El héroe
clásico, por ejemplo, Aquiles, Agamenón, Patroclo y Ulises, exalta los
valores del arrojo y la bravura, protagonizando episodios legendarios.
Son la cristalización de los sueños de gloria y poder, que parece
liberarnos de la condición humana. Por eso los héroes son semidioses,
están más allá de la realidad del ser normal. Muy diferentes son los
héroes bíblicos, jamás escapan a la naturaleza de nuestra especie, son
seres sujetos a las mismas pasiones y debilidades que cualquier mortal
(Sant.5:17); si se destacan, es por su confianza en Dios, no por competir
con los dioses. El héroe clásico llega a crecer tanto que excita el celo de
los dioses, como Prometeo o Sísifo, entonces son alcanzados por la
tragedia, padeciendo en forma fulminante el abatimiento. El Dios bíblico
jamás se siente celoso por los logros humanos, sino por su desobediencia,
por la perversidad del corazón y el pecado que desea que abandonen.
También en el texto bíblico aparece el espíritu guerrero, como en el
ejemplo de Josué, pero no para exaltar el poder de la masculinidad, sino
para destacar la importancia de la fidelidad y la obediencia. La capacidad
para vencer al rival es más un atributo de Dios que de las aptitudes
humanas. El héroe bíblico es quien se vence a sí mismo, alguien que
derrota al enemigo que todos llevamos dentro; es quien vence la
adversidad con la ayuda de Dios, quien triunfa en la guerra. Además, en
la Biblia no sólo los héroes son especiales, también lo son aquellos que
se apartan del modelo, los antihéroes, como el caso del profeta rebelde,

Mario Pereyra
Cualidades Masculinas 113
Jonás. Un hombre insólito y un tanto exótico, que a pesar de su carácter
malhumorado y esquivo, conquista el interés de Dios, realizando
proezas. La óptica del asombro no es ajena a las Escrituras en materia de
personas y circunstancias inéditas.
En el desarrollo humano la presencia de un mentor puede cumplir un
rol decisivo. La personalidad está enraizada en una historia, en un mundo
de valores, en una narración en que muchas veces el sentido está en el
contexto del mundo personal, en la encrucijada de las trayectorias
argumentales o la imbricación de los destinos. Así es el caso de la
conmovedora historia de Timoteo y su consejero, Pablo, que tratamos
más adelante. En definitiva, lo que sobresale en los relatos que nos
proponemos estudiar en este capítulo es la importancia del “otro”, el
“alter”, la dimensión distintiva de la alteridad. Para ser uno mismo se
necesita de los otros, ya sea por medio de la oposición (cuando el otro
asume el rol de enemigo) o del diálogo. El otro es cuestionamiento o
complemento, guía o conducente o muchas cosas más, pero siempre
alguien indispensable para definirme como persona y lograr el pleno
desarrollo propio. Por eso, el pensamiento bíblico no es un
individualismo intransigente, sino un personalismo social, que privilegia
el diálogo y la reciprocidad, además de la solidaridad y el compromiso
genuino.

2. EL SOLDADO DE LA FE: JOSUÉ


“El verdadero porvenir del soldado
es abonar los surcos del anónimo sembrador del futuro”.

Louis-Ferdinan Céline La vocación marcial

La historia bíblica describe diferentes tipos de personalidades y


caracteres. Como muchas de sus páginas transitan por tiempos de
guerras, abundan los héroes de las gestas militares. Quizá uno de los más
encumbrados y célebres sea Josué. Fue un modelo de soldado, la figura
emblemática del guerrero. Ejerció la jefatura del ejército israelita en
época de la conquista de la tierra de Palestina, la antigua Canaán. Se
destacó por su liderazgo excepcional, no sólo por comandar las huestes
israelíes, sino también por su integridad, coherencia, lealtad a la causa y

Mario Pereyra
114 Psicología de los Personajes Bíblicos
nobleza de carácter. Se constituyó en el protagonista principal de una
etapa crucial y única, estampando el sello de su personalidad aguerrida
en la historia sagrada. El propósito de esta sección es valorizar algunos
de los rasgos de su carácter y vocación.
Es sugestivo que la primera mención de Josué en el relato bíblico
ocurra en ocasión del primer episodio bélico que tuvieron que afrontar
los israelitas (Éx. 17: 8-16). “Vinieron los amalecitas y atacaron a Israel
en Refidim” (vers. 8). En la emergencia, Moisés no dudó, recurrió a la
persona más capaz para asumir el liderazgo militar. No fue necesario
hacer una convocatoria pública ni tomar exámenes de evaluación de
habilidades para ocupar ese cargo. Josué era la figura reconocida por sus
atributos guerreros. Así, en el mismo acto, se hizo la designación y el
mandato. “Moisés dijo a Josué: Elígete algunos hombres, y sal mañana
a combatir contra Amalec” (vers. 9). Esa primera guerra, no sólo puso a
prueba las destrezas militares de Josué y le dio experiencia en el
combate, lo más importante fue que le enseñó un principio que aplicó a
lo largo de toda su carrera castrense: el orden y las atribuciones de los
mandos.
El relato describe que mientras nuestro héroe combatía en el campo
de batalla, Moisés y sus asesores inmediatos, desde un monte cercano,
intercedían ante Dios con las manos en alto. Mientras Moisés tenía sus
manos alzadas, el ejército de Israel prevalecía; en cambio, cuando
cansado las bajaba, el enemigo triunfaba. Fue necesario sostener los
brazos de Moisés durante horas para alcanzar la victoria definitiva. Allí,
Josué comprendió cuál era su posición y cuál su función. Debía combatir
en el frente, pero el resultado dependía de las estrategias del general
Moisés, su jefe, y especialmente de la voluntad soberana del mando
supremo, que ejercía el mismo Dios, “Jehová de los ejércitos”, el
comandante supremo de las tropas.
Desde esa ocasión, Josué fue designado para ejercer el cargo, que hoy
llamaríamos, de ministro de guerra (Éx. 24:13; 33:11) y comandante de
las fuerzas armadas, además de encargado de la seguridad personal de
Moisés (Núm. 11: 28, 29). Su vocación marcial y sus aptitudes guerreras
fueron los rasgos característicos y forjadores de su personalidad, que lo
distinguieron en su singularidad. Hay varios episodios que lo describen
con claridad pero, probablemente, el más gráfico sea aquél cuando

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 115
descendía del monte con Moisés, después de una prolongada
permanencia en la cima, donde el gran líder estuvo dialogando
extensamente con Dios. Durante el descenso, escucharon los estruendos
de un gran alboroto y gritos del pueblo. Josué interpretó inmediatamente
esos ruidos, exclamando excitado: “Alarido de pelea hay en el
campamento” (Éx. 32:17). Moisés le corrigió en seguida, diciendo: no
son gritos de pelea, “voz de cantar oigo yo” (vers. 18). Efectivamente, el
pueblo cantaba y bailaba en torno al becerro de oro que habían erigido
como nuevo dios. Fue la mente militar de Josué lo que le hizo pensar en
guerra.
Debido a su carácter valiente y resuelto, Josué fue elegido para
cumplir la misión de explorar la tierra donde se establecería el pueblo,
junto con otros once príncipes, representantes de las otras tribus
(Núm.13). La orden fue: “observad la tierra cómo es, y el pueblo que la
habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra habitada,
si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son
campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o
estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país”
(vs.18-20). Cuando regresaron, diez de los espías informaron: “Nosotros
llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche
y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra
es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas...” (vs.27,28). Se
espaciaron en destacar el poderío de los pueblos que habitaban la tierra,
su raza de gigantes ante los cuales ellos parecían como “langostas” (33).
Sólo Caleb y Josué contradijeron el informe pesimista y temeroso.
Imbuidos de coraje y confianza en el éxito prometido de la conquista,
fueron los únicos capaces de apoyar la empresa de la conquista (Núm.
13: 30; 14: 6-9), ya que los otros diez espías sugirieron abortar la
expedición (13: 27-33). El comportamiento temeroso y cohibido de esos
hombres fue castigado severamente. Ninguno de ellos tuvieron el
privilegio de entrar en la tierra prometida, sólo lo hicieron los dos
valientes (14: 38; 26: 65), que enfrentaron la adversidad y la oposición.
La historia bíblica los honra diciendo: “fueron perfectos en pos del
Eterno” (32: 12, VVR).
Otro elemento importante es el nombre de nuestro héroe.
Originariamente se llamaba Oseas (Núm. 13:8), pero Moisés le cambió

Mario Pereyra
116 Psicología de los Personajes Bíblicos
el nombre (vers. 16), quizás con el propósito de afianzar sus
convicciones religiosas, pero en esa alteración le dio una proyección
profética insospechada. Esto se aclara al comprender el significado de
ambos nombres. Hoshea u Oseas significa “salvador” o “salvación”; en
cambio, Yehoshua o Josué, quiere decir, “salvación de (o por) Jehová”.
Es como si Moisés le hubiera dicho “Tú te llamas “Salvación”, pero de
ahora en adelante te llamarás “Salvación de Jehová”, ya que de Él
proviene la salvación”. Es posible que Moisés haya visto necesaria esa
modificación para prepararlo para el liderazgo, a fin de que el futuro
conquistador no se atribuyera las victorias de sus éxitos militares, sino
que reconociese que ellos provienen de Dios. En los tiempos del NT, el
nombre Yeshúa, al transliterarse al griego, se convirtió en “Jesús”,
haciendo del líder castrense israelita un antecesor de Jesús Cristo, el gran
“Salvador” de la humanidad.

La conquista de la promesa

“Animados por ese sentimiento, entrad, pues, a la Vida,


que os abre sus hondos horizontes, con la noble ambición de
hacer sentir vuestra presencia en ella desde el momento en
que la afrontéis con la altiva mirada del conquistador”. José
Enrique Rodó

Josué fue designado como sucesor de Moisés (Núm. 27: 18-23;


Deut.31: 1-8), con el objetivo específico de conquistar la tierra de
Palestina, donde habitaría el pueblo de Israel por siglos y aun milenios.
Cuando falleció el gran patriarca, asumió el poder. Elena de White hace
una notable semblanza del carácter de nuestro héroe, cuando asumió la
conducción del pueblo: “Josué era ahora el jefe reconocido de Israel. Se
había distinguido principalmente como guerrero, y sus dones y virtudes
resultaban de un valor especial en esta etapa de la historia de su pueblo.
Valeroso, resuelto y perseverante, pronto para actuar, incorruptible,
despreocupado de los intereses egoístas en su solicitud por aquellos
encomendados a su protección, y sobre todo, inspirado por una viva fe
en Dios, tal era el carácter del hombre escogido divinamente para dirigir

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 117
los ejércitos de Israel en su entrada triunfal en la tierra prometida.
Durante la estada en el desierto, había actuado como primer ministro de
Moisés, y por su fidelidad serena y humilde, su perseverancia cuando
otros flaqueaban, su firmeza para sostener la verdad en medio del
peligro, había dado evidencias de su capacidad para suceder a Moisés
aun antes de ser llamado a ese puesto por la voz de Dios” (1985ª, 516).
La historia de Josué continúa en el libro que lleva su nombre. Allí se
ratifica y amplía la información contenida en el Pentateuco acerca de su
personalidad. El libro se inicia con expresiones muy significativas:
“Después de la muerte de Moisés, siervo del Eterno, el Señor dijo a Josué
hijo de Nun, ayudante de Moisés” (Jos.1:1). Es la definición de la cadena
de mando, la designación de las autoridades con sus correspondientes
jerarquías. En primer lugar está el Eterno o el Señor, sigue Moisés, el
“siervo” de Dios y en el tercer nivel, está el mismo Josué, llamado el
“ayudante”. Luego continúa narrando el libro acerca del mandato
recibido directamente del Comandante General de las fuerzas: entrar en
la tierra que debían conquistar (vers. 2-5). Esa orden viene acompañada
de consignas de ánimo y estímulo, para promover el coraje y la valentía
(6-9). Cuatro veces se repite, en forma imperativa, la fórmula: “Sé
valiente y firme” (1:6, 7, 9, 18). Parece el estribillo de un canto épico,
como esas tonadas marciales que cantan los guerreros para estimularse a
la lucha, con la música rítmica de los tamboriles y trompetas. El primer
capítulo del libro de Josué se complementa con una serie de órdenes (1:
10, 11, 13, 14, 18), donde se enfatiza la importancia de la obediencia
(17,18), cualidades características de la vida militar.
El libro de Josué es muy diferente de los libros de Moisés, es de
género épico, es el elogio de las gloriosas hazañas del Conquistador bajo
la bandera de “Jehová de los ejércitos”. Contiene las crónicas de las
guerras de la conquista (caps. 1-12), el reporte de las batallas (caps. 6, 8,
10, 11), el reparto de la tierra (caps. 13-21), el inventario de los triunfos
(cap. 12) y el fin de la jefatura de su autor (caps. 22-24). Se caracteriza
por la acción y la descripción de las estrategias de las batallas, el festejo
de las victorias (caps. 6, 8, 10, 11) y aun las causas de los fracasos (7).
Describe cuadros emocionantes de las proezas realizadas en la lucha por
hacer realidad la promesa de Dios, como el milagroso cruce del río
Jordán (3:1-4:24) y la portentosa toma de la amurallada ciudad de Jericó

Mario Pereyra
118 Psicología de los Personajes Bíblicos
(6:1-21). Hasta la naturaleza aparece combatiendo a favor de las huestes
que comanda nuestro héroe (10:12-14), en medio de los alaridos de
guerra, las resonancias intensas de los regimientos en acción, con las
banderas desplegadas al viento y las espadas que abren surcos de sangre.
Una historia de heroísmo que se extiende a lo largo y ancho de la tierra
que van poseyendo a filo de espada, sobre ciudades y pueblos que
sucumben ante el avance de las huestes israelitas lideradas por Josué.
Luego viene la paz y la distribución de las tierras entre las tribus
(13:119:51).
Ni la narración de los libros de Moisés ni el del propio Josué
describen las características físicas del héroe. Lo vemos en acción pero
no retratado. Lo imaginamos de complexión fuerte y recia, corpulento,
alto de estatura. Lo que se deduce de su libro son aspectos de su carácter
y personalidad. Ciertamente no fue un dechado de intelectualidad, un
teórico de las ciencias y el arte, legislador y jurista como Moisés. Sus
virtudes son pragmáticas, como estratega militar. Puntual en cumplir y
hacer cumplir las órdenes, administrador ordenado y estricto, como se
puede apreciar en su inventario de las conquistas y la repartición
equitativa de las tierras entre las tribus. No tomaba las cosas con
negligencia o favoritismo. Fue justo. Quizá no fue compasivo y
benévolo, pero tampoco cruel y autoritario, aunque tuvo que actuar con
dureza y aun con fiereza, porque así lo demandaban las reglas castrenses
y los tiempos azotados por confrontaciones bélicas. Lo relevante de su
carácter fue que jamás se doblegó o cedió a la cobardía, siempre
manifestó una indomable fuerza de voluntad y un gran espíritu de lucha.
Otro rasgo señalado de Josué fue su nobleza y altruismo. Un gesto
que lo retrata con exactitud lo vemos en ocasión de la distribución de las
tierras entre las tribus de Israel. Cuando todos hubieron recibido su parte,
recién entonces Josué planteó su derecho. De acuerdo a lo convenido
mientras aún vivía Moisés, él debía recibir una herencia especial; sin
embargo, no reclamó una provincia grande, sino una sola ciudad.
Entonces, le dieron la ciudad que pidió. La crónica informa: “y él
reedificó la ciudad, y habitó en ella” (19:49,50). El nombre que llevó esa
ciudad es altamente significativo, Tim-nath sera, “la parte que sobra”.
Ese hecho atestiguó para siempre el “espíritu desinteresado del vencedor
que, en vez de ser el primero en apropiarse del botín de la victoria,

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 119
postergó su derecho hasta que los más humildes de su pueblo habían
recibido su parte” (White, 1985ª, 551). Modelo de lealtad
“La vida es un combate, que a los débiles abate,
que a los fuertes y a los bravos sólo quiere exaltar”.

Si bien Josué fue un modelo de soldado, disciplinado, obediente y


noble, la esencia de su personalidad, el rasgo más sobresaliente, fue su
lealtad, el acatamiento a la autoridad divina, que es otra forma de
fidelidad a Dios. Hay varios hechos significativos que aparecen en la
historia de su vida que lo califican como un soldado de la fe.
Consideraremos sintéticamente algunos de ellos.
Un hecho notable es la presentación de una teofanía, escena donde
Dios se manifiesta y revela su gloria. Hay un solo ejemplo de este tipo
de evento extraordinario en el libro (5:13 - 6:5). El punto significativo y
único en todo el testimonio bíblico es que Dios se presentó vestido como
un soldado a la usanza de esos tiempos, mostrándose como “Jefe del
ejército de Yahvéh” (5: 14). Tan semejante a un militar era, que Josué,
en un primer momento, lo confunde con algún integrante de su ejército
o del enemigo. Cuando descubre su carácter divino, cae rostro en tierra,
en actitud de adoración (5:14). Entonces, Dios le da instrucciones de
cómo conquistar la ciudad de Jericó. ¿Por qué un Dios “comandante” y
estratega? ¿Será que Dios se manifiesta, apareciendo según la
mentalidad y la capacidad de percepción del hombre escogido? ¿Un Dios
que se encarna adaptándose a las dimensiones de la comprensión
humana?
Otro punto interesante está relacionado con una de las estructuras
lingüísticas del libro. Se trata de la fórmula “Jehová habló a Josué,
diciendo”, que aparece en catorce ocasiones (1: 1-9; 3: 7-13; 4: 1-3; 4:
15,
16; 5: 2; 5: 9; 7: 10-15; 8: 1, 2; 8: 18; 10: 8; 11: 6; 13: 1-7; 20: 1-6),
cuando Josué recibió la palabra de Dios (una en forma personal y otras
trece en forma verbal). Lo llamativo es que en todos los casos,
indefectiblemente, no hay respuesta verbal de nuestro héroe sino acción,
es decir, el cumplimiento de la orden. Este hecho es significativo porque
la misma fórmula también es típica del Pentateuco, aunque aplicada a
Moisés (“Habló Jehová a Moisés, diciendo”, Ex.6:29; 13:1; 23:1; 25:1,

Mario Pereyra
120 Psicología de los Personajes Bíblicos
etc.). El contraste está en cuando Moisés recibe la voz de Dios, suele
responder, dialogar e incluso discutir con el ser divino (ver Éx. 3: 114:17;
6:30). Por el contrario, Josué jamás respondió palabra alguna a lo que
Dios ordenó. Su respuesta fue siempre de cumplimiento estricto, de
obediencia total y plena. Aun ante las órdenes más insólitas y
extravagantes, como fue el plan de batalla para conquistar Jericó (6: 25),
Josué obedeció sin objeciones ni comentarios. Tenía muy claro que su
misión era cumplir la voluntad del “Jefe del ejército de Yahvéh”, más
allá de cualquier idea u opinión personal. Ese es un rasgo distintivo de
un buen soldado.
Otro episodio relevante de la vida de Josué fue cuando los signos de
la vejez le anunciaron que se aproximaba el fin y debía deponer su
liderazgo. ¿Qué ocurriría con las nuevas generaciones? ¿Seguirían leales
a Dios como él lo había sido? Entonces, como lo había hecho Moisés,
antes de morir, reunió al pueblo en asamblea para confrontarlos con su
compromiso religioso y fidelidad. “Después de exponer la bondad de
Dios hacia Israel, los invitó en el nombre de Jehová a que decidieran a
quién querían servir. El culto de los ídolos seguía practicándose hasta
cierto punto, en secreto, y Josué trató ahora de inducirlos a hacer una
decisión que desterrara este pecado de Israel... Josué deseaba lograr que
sirvieran a Dios, no por la fuerza, sino voluntariamente” (White, 1985ª,
561). Concluyó su elocuente discurso con un pronunciamiento
contundente y ejemplar de fidelidad incondicional: “Escogeos hoy a
quién sirváis... Que yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos.24: 15).
Elena de White, sigue comentando: “El mismo santo celo que inspiraba
el corazón del jefe se comunicó al pueblo, sus exhortaciones le
arrancaron esta respuesta espontánea: ‘Nunca tal acontezca, que dejemos
a Jehová por servir a otros dioses...’ Josué trató de hacer que sus oyentes
pesaran muy bien sus palabras, y que desistieran de hacer votos para
cuyo cumplimiento no estaban preparados. Con profundo fervor
repitieron esta declaración: ‘No, antes a Jehová serviremos’.
Consintiendo solemnemente en atestiguar contra sí mismos que habían
escogido a Jehová, una vez más reiteraron su promesa de lealtad: ‘A
Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos’” (Ídem, 562).
Al estudiar la concepción bíblica del desenvolvimiento humano,
encontramos que la historia de Josué, el soldado de la fe, proyecta un

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 121
modelo de desarrollo rescatable aún hoy, 2.500 años después de los
acontecimientos. Fue un hombre elegido para enfrentar la crisis y actuar
en una etapa muy peligrosa, cuando los tambores llamaban a la guerra.
Seguramente Josué hubiera pasado desapercibido en tiempos de paz, ya
que era un guerrero, un hombre diseñado para el combate. En esas
circunstancias, cuando soplaron los vendavales del conflicto, apareció su
figura en el escenario histórico para ostentar un estilo de conducción y
de existencia colosal. Creció bajo la sombra del gran patriarca Moisés,
que fue su mentor y modelo, aplicando el aprendizaje de liderazgo con
espíritu obediente y disciplinado. No fue un hombre de letras ni un
estadista brillante como su jefe, tampoco tuvo la educación superior de
Moisés, pero todo lo que tuvo y aprendió lo puso a disposición del
cumplimiento de la misión asignada, haciéndolo con esmero,
responsabilidad y eficacia.
Se destacó por su valentía, su espíritu audaz y enérgico. Cuando los
diez espías daban su informe pesimista, ardió de ira por la actitud
pusilánime de sus compañeros, proponiendo ir a combatir con la
seguridad de la victoria. Cuarenta años después, cuando le tocó asumir
la conducción del ejército, continuó mostrando ese mismo espíritu
emprendedor y combativo, ocupando los primeros lugares en la batalla.
Pero, entre todas las cosas, lo más relevante fue su consagración a Dios
y la disposición a obedecer la palabra y los mandatos del Altísimo. La
única batalla que perdió en su vida fue debido a la desobediencia de Acán
(cap.7), una lección dura de admitir, que fue resuelta con vigor y decisión
(7:25,26). En conclusión, se trata de un hombre de perfiles claros y
definidos, no hay en él nada de ambigüedades y dudas, con una
conciencia clara de su misión y objetivos.
Toda vida humana tiene un vértice de lucha. Vivir es luchar.
Continuamente tenemos que bregar contra diversos enemigos en las
contiendas comunes del diario vivir. Nada de lo que realmente vale se
alcanza sin esfuerzo y sin fatigante trabajo. Todos tenemos que luchar
contra el confort que anestesia, contra las tentaciones y debilidades que
nos acosan. Hay que combatir para sostener el afán de superación y no
renunciar al deber y los imperativos del destino. En estos días, en que la
figura militar ha perdido crédito y goza de tan mala reputación, nos
parece importante rescatar de la historia sagrada un modelo de soldado

Mario Pereyra
122 Psicología de los Personajes Bíblicos
que permite reivindicar el ejercicio activo de las virtudes castrenses, que
se constituye en inspiración aun en tiempos de paz, como expresión de
patriotismo, disciplina, orden, voluntad para luchar contra las muchas
manifestaciones del mal y mantener una lealtad indeclinable a Dios.
3. UN PROFETA REBELDE: JONÁS

“Enséñame, Jonás, pero no a huir ni a renegar por enramadas secas. ¿Adónde


huirás del Dios que va contigo, si a donde vayas sin querer le llevas? Y si la
calabaza se ha secado, busquemos mejor sombra en una higuera. Enséñame,
Jonás, a ser valiente:
‘Yo soy culpable, echadme a la tormenta para que el mar se calme y tengáis vida,
y a mí que Dios me lleve donde quiera’... Enséñame, Jonás, pero no el odio.¿Que
Nínive es idólatra y perversa? Tú y yo, Jonás, tenemos un mensaje que Dios nos
ha confiado para ella.
Dame tu verbo rápido y conciso,tu voz adamantina y verdadera,
para que aquel que mi advertencia escuche, en polvo y ceniza se arrepienta.
Que yo doy voces, y mi voz se pierde en la expansión de una ciudad desierta...”
Santos García Rituerto

En el libro de Jonás la narración es fluida, tensa, de ritmo sostenido


y desarrollo emocionante. A pesar de su brevedad, logra elaborar retratos
y diálogos llamativos. Exhibe una variedad de escenarios, una dinámica
ágil y atractiva. Es una escritura transparente, fresca, despojada de falsos
ornamentos, aunque no por ello carezca de resonancias y sugestivas
simbologías. Pero, más allá de la mecánica del montaje, del estilo
lingüístico y la sencillez del argumento, el eje articulador de la obra es,
sin duda, su protagonista central, la figura de su inusitado autor. Marshall
McLuhan (2000) hizo célebre la expresión:
“El medio es el mensaje”, refiriéndose a los sistemas de comunicación
de nuestros días. En la obra que nos ocupa esa consigna es sobresaliente,
el mensaje no es tanto la prédica que debe trasmitirse a Nínive, sino el
mismo profeta, quien se constituye en el centro del mensaje, a diferencia
de los otros once profetas menores.
Jonás es un personaje simpático, de carácter extrovertido, emotivo y
auténtico. No oculta sus sentimientos, sus ideas ni su comportamiento.
Se describe valientemente tal cual es. Por supuesto, no es perfecto, y su

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 123
temperamento caprichoso, obstinado y desobediente le trajo no pocas
dificultades. Pero es un hombre transparente; no es un calculador o
especulador, ni ambivalente. Precisamente, el nombre hebreo Jonás,
yoná, significa paloma, probablemente por esa característica de
transparencia (¿o será por su espíritu volátil y un tanto huidizo?).
Lo primero que impresiona del profeta es su expresividad, la
disposición extrovertida de su carácter y el manifestar abiertamente sus
pesares, enojos o amarguras, así como su entusiasmo y alegrías. Esa
facilidad para expresar y trasmitir las emociones y sus pensamientos, fue
seguramente uno de los factores de éxito de su predicación. La gente
advertía la sinceridad y la fuerza enfática de sus palabras, el carácter
volcánico de sus sentimientos. Así son los temperamentos primarios y
emotivos, frente a un estímulo reaccionan inmediatamente, a veces en
forma explosiva y desordenada, pero sin anteponer dudas ni encubrir
emociones o actitudes. Es todo lo contrario a las personas formales, de
“cuello duro” y rígidas; Jonás es espontáneo y diáfano, no esconde ni la
iracundia malhumorada (ver 4:1), ni su angustia y desesperación (2:2-9).
Además, él era un hombre de acción, práctico, emprendedor, no vacila
en tomar una decisión y ejecutarla en forma inmediata. Cuando recibió
la orden divina de amonestar a los ninivitas, enseguida fue al puerto para
alejarse lo más posible (1:2,3). Estando en el barco, en medio de la
tempestad, al descubrir que el desastre ocurriría por su culpa, en un acto
heroico, sin titubear, ofreció la solución de su sacrificio (1:12).
Posteriormente, fuera de la ciudad, aparece indignado, pidiendo
irreflexivamente la muerte (4:3).
De acuerdo a la clasificación de las personalidades desarrollada por
Heymans-Le Senne, los caracteres primarios, emotivos y activos se
denominan “coléricos”. Son personas muy sensibles, de reacciones
vigorosas y rápidas. Pueden llegar a ser cálidos, cordiales, serviciales,
como rápidos en inflamarse en arrebatos de ira, aunque fácilmente se
sosiegan y piden disculpas o buscan la reconciliación. Las evidencias del
libro nos mueven a situar al profeta entre ese tipo de personalidad.
Otro rasgo relevante del libro y de su héroe es el comportamiento
inestable, con variaciones significativas. Todos los acontecimientos son
rápidos y extremos. La orden es ir hacia el oriente, pero se dirige hacia
el occidente. Desde las crestas elevadas de las olas tormentosas se

Mario Pereyra
124 Psicología de los Personajes Bíblicos
“hunde hasta el fondo del abismo” (2:3), en las entrañas silenciosas y
apacibles del gran pez. De la angustia de muerte de esa experiencia
descomunal e insólita, de pronto se traslada a la euforia exuberante de la
predicación. Posteriormente, del enojo por el presumible
arrepentimiento de Dios, siente el regocijo gracias a la sombra
refrescante de la calabacera; pero ésta rápidamente se seca,
provocándole irritación y gran disgusto.
Esta característica de pasar abruptamente de un polo a otro del
humor, Ernst Kretschmer (2003) la denominó “ciclotimia”. Se trata de
cambios bruscos no progresivos, no son evoluciones sino revoluciones,
cambios drásticos del ánimo. Un descubrimiento importante con
respecto a los ciclotímicos, o los casos más graves, denominados
“bipolares” o maníaco-depresivos, fue el haber encontrado ciertas
correlaciones estadísticas con determinados tipos de constituciones
físicas. Los estudios de Kretschmer plantean que esa forma de
personalidad, por lo general, se daba en un tipo que llamó pícnico. Se
trata de personas de baja estatura y rechonchas, achaparradas, con el
tronco relativamente largo y las piernas cortas, de hombros y pechos
redondeados y manos y pies cortos. Posteriormente, otro investigador,
Sheldon, agregó que en ellos predominan la redondez y la blandura, con
relativo desarrollo de las vísceras digestivas. ¿Fue Jonás una persona de
tipo pícnico? No hay en el registro bíblico información al respecto, que
afirme o niegue tal hipótesis. La base para sostenerla, además de los
estudios estadísticos compatibles con los rasgos caracterológicos, puede
encontrarse en dos referencias del relato que armonizan o concilian bien
con la posibilidad de que Jonás haya sido de pequeña estatura: el haber
entrado en el vientre del pez y el resguardarse debajo de la calabacera
que creció en un día.
Siguiendo el patrón que “el mensaje es el mensajero”, es significativo
el hecho de que todo el texto está articulado por diferentes entramados,
uno de los cuales es la estructura verticalista. Así, por ejemplo, el libro
se inicia con la palabra de Dios que le pide “levántate” (1:2), a lo cual
Jonás responde “levantándose”, para “bajar” a Jope (1:3). Cuando se
desata la tormenta, encuentran que Jonás “había bajado al fondo del
barco” (1:5), por lo cual el jefe le pide: “¡Levántate!” (1:6). En ese
contexto, desde las alturas de las olas encrespadas, es lanzado al fondo

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 125
del mar, donde es tragado por el gran pez. Allí, desde las profundidades
de los abismos, a los cuales reconoce Jonás cuando dice “descendí” (2:7),
eleva su oración a Dios, que está en las alturas de los cielos. La lógica de
la verticalidad continúa en los resultados de la predicación del profeta,
que “desde el mayor al menor” (3:5), desde el rey hasta el último de los
ninivitas se arrepienten, es decir, desde el extremo más alto al más bajo
de la escala social. Igual ocurre con la calabacera que creció hacia arriba
rápidamente, para luego secarse y descender marchita a la tierra. Así,
pues, el relato atraviesa por fuerzas ascendentes y descendentes, movido
por una dinámica orientada a la verticalidad. Dentro de esa lógica es
coherente haber descendido de la cresta de la ola a las profundidades de
la mar y, de allí, volver a subir para retornar a tierra.
La lógica de la verticalidad es una característica distintiva de las
personas de poco tamaño, de acuerdo a los estudios de Alfred Adler
(1953; Bascher, 1959), fundador de la escuela del individuo. Adler
explicó que un eje decisivo en la dinámica interior de las personas
bajitas, es el “sentimiento de inferioridad” que impulsa la tendencia a la
superioridad, como un mecanismo que procura contrarrestarlo. Así, la
conciencia de la disminución física mueve la búsqueda de diferentes
procedimientos para ascender, desde pararse con la punta de los pies (o
usar tacos altos, en el caso de las damas), hasta buscar sobresalir gritando
o hablando fuerte, o procurando el éxito en todas las actividades que
emprenden, e incluso interesarse en subir a lugares altos (como hizo
Zaqueo, Lc.19:1-10) y como, presumiblemente, hizo Jonás al ubicarse
en un lugar desde donde podía divisar la ciudad (4:5).

El temor de Jehová
“El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y guarda sus
mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.
Salomón (Ecl.12:13)

El libro de Jonás no sólo trata de su controvertido protagonista y de


otros personajes que allí aparecen, también habla de Dios, quien ejerce
un rol central, interviniendo activamente en toda la obra. ¿Cómo se
percibe a Dios? ¿Qué reacciones produce? El ser divino genera dos tipos
de actitudes, una de “temor” en quienes lo desconocen, y otra de

Mario Pereyra
126 Psicología de los Personajes Bíblicos
reacciones emocionales en el profeta. En esta sección, consideraremos el
primer caso, más adelante abordaremos la disposición del autor hacia el
Eterno. Así, por ejemplo, en medio de la tormenta del mar embravecido,
los marineros experimentaron dos tipos de temores: el miedo a naufragar
y el temor de Jehová. ¿Qué diferencias hay entre ambos? Con respecto
al primero, registra el relato que “los marineros tuvieron miedo y cada
uno clamaba a su dios” (1:5). En relación al segundo, cuando Jonás se
identifica como hebreo y “temeroso” del Dios creador (vers.9), expresa
el relato que los marineros “temieron sobremanera” porque descubrieron
“que huía de la presencia de Jehová” (vers.10). Más adelante, después
que echaron a Jonás al mar y se hubo aquietado el furor de las aguas,
nuevamente la tripulación del barco fue sobrecogido por el temor. Así
dice el texto: “temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y
ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos” (vers.16). ¿Cómo
podríamos explicar estas diferencias?
El miedo es la sensación de peligro producida ante una amenaza
posible o determinada, en este caso, el riesgo del naufragio. El miedo
mueve a buscar rápidamente la manera de neutralizar el peligro. Al ver
que humanamente no había escapatoria, la búsqueda se dirige en pos de
la ayuda divina. Es interesante que el miedo de los marineros los lleva a
clamar cada uno a su dios. Puesto que eran personas de diferentes
nacionalidades, cada uno se refugia en sus respectivas creencias, aunque
todos coinciden en el mismo tipo de religiosidad: buscar aplacar la furia
de los dioses por medio de sacrificios. Al no dar resultado los
procedimientos religiosos, buscan otras causas y maneras, y descubren,
entonces a Jonás. Allí, los marineros se enfrentan, quizás por primera
vez en la vida, a la realidad de un Dios todopoderoso, artífice y
gobernante de todo lo existente. Ante esa comprensión emerge el
sentimiento intensísimo del temor de Dios.
Epicteto comenta que el sentido de lo trascendente surge al
“percatarse de la propia debilidad e impotencia” (Jaspers, 1965, 16). Se
trata de un sentimiento de insuficiencia, de comprensión de la propia
nulidad e incapacidad para enfrentar la grandiosidad de lo divino o sus
manifestaciones extraordinarias en la naturaleza. Es sentirse “polvo y
ceniza”, de acuerdo a la experiencia de Abrahán (Gn.18:27). Es la
sensación de estar perdido, como gritó Isaías (Is.6:5), al descubrir su

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 127
propia pecaminosidad en contraste con la perfección incomparable del
Creador. Todas las teofanías o visiones de Dios están llenas de ese estado
de profunda turbación y conmoción humana.
El temor de Dios incluye otro componente importante, la
estremecedora autopercepción pecaminosa que despierta el
conocimiento de la majestad todopoderosa de Dios. Es la impresión
repentina de encontrarse allí, con toda la desnudez de la constitución
originaria, enfrentado a la grandiosidad cósmica del Eterno. “El hombre
se hunde y derrite en su propia nada ―dice Rudolf Otto (1965, 35)―,
en su pequeñez, cuanto más clara y pura se le aparece la grandeza de
Dios”. Éste es el elemento de poder, o de potencia o mejor aún, de
omnipotencia. Probablemente sea éste el “aspecto más señalado del
sentimiento religioso”, la esencia misma de lo que la Biblia llama el
“temor a Dios”, comenta Otto (Ídem, 28). Por cierto, este temor de
carácter sobrenatural, se diferencia del miedo natural surgido de un
peligro real que amenaza nuestra integridad o seguridad. El “temor a
Dios” es el “modo de encontrarse ante el Altísimo”, explica Van Der
Leeuw (1964, 446), la vivencia humana ante lo extraordinario y
maravilloso.
Otro rasgo esencial del temor a Dios (del verbo yārē´), es la reacción
humana al percibir el prodigio de la manifestación divina, la inmediata
quietud del mar. En contraste con las ideas religiosas que tenían
anteriormente los marineros que clamaban a sus dioses para
apaciguarlos, ahora al descubrir al Dios creador de la naturaleza, ofrecen
sus sacrificios y votos. Es un sentimiento posterior de reconocimiento y
adoración. No se trata de una religión instrumental o manipuladora que
busca un servicio del dios, como era la creencia popular, sino la
constatación de un poder superior, ante el cual se manifiesta reverencia
y culto. El miedo mueve la religión del auxilio ante el peligro, el temor
promueve la devoción solemne al Dios omnipotente. El miedo es
dominado por un sentimiento de culpabilidad y condenación, la pavorosa
sensación del castigo de los dioses por algún incumplimiento de los
deberes (como indagaban los marineros entre todos los tripulantes); el
temor de Dios es la conciencia del poder divino, que ve el amor de un
Dios salvador, en la belleza de su poder y santidad.

Mario Pereyra
128 Psicología de los Personajes Bíblicos
El “complejo de Jonás”

“Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás;


y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches”.
Jonás 1: 17

El filósofo existencialista francés, Jean Paul Sartre (1968, 706; Stern,


1962, 188) denominó “complejo de Jonás” al tipo de conocimiento que
incorpora un objeto sin destruirlo o asimilarlo. Es como comer algo que
queda en el estómago sin digerirse, como le sucedió a Jonás que fue
tragado pero no consumido. En realidad, padecen el complejo de Jonás
quienes no pueden asimilar este relato, aquellos que lo ven tan
inverosímil que no lo pueden aceptar. Sin embargo, más allá de lo
insólito del caso, cuando se lo percibe desde la perspectiva de la
experiencia humana y desde su simbolismo, resulta notablemente
comprensible, hasta diríamos genial, para explicar una disposición muy
común a lo largo del desarrollo.
Desde pequeños, cuando tenemos dificultades, corremos hacia
nuestra madre a guarecernos en su regazo, abrazándonos de su vientre,
como si quisiéramos retornar a la época en que allí estábamos a salvo de
todos los peligros y males. Se trata, pues, de una conducta regresiva y de
protección. En sentido simbólico, dormir es también como introducirnos
en el “vientre” de la cama para desaparecer de la realidad, al guarecernos
en las profundidades del inconsciente. Es llamativo que, en medio de la
tormenta, Jonás sea calificado de “dormilón” por el patrón de la nave, al
pedirle que se levante, cuando dormía en los compartimientos inferiores,
diríamos, en el “seno” del barco. La historia comienza cuando Dios
también le pide que se levante, para ir a predicar en Nínive (1:2),
probablemente por el mismo hecho de que estaba dormido. Estos
episodios parecen decirnos que Jonás tendía frecuentemente a refugiarse
en esos espacios apacibles que ofrece el descanso, el sueño. Por eso
buscó el “vientre” de la nave para dormir. Pero, su deseo de encontrar la
paz del vientre, continuamente es interrumpido. De ahí su malestar. Sin
embargo, cuando es lanzado al mar, un pez gigante lo engulle, yendo a
parar, precisamente, a su vientre. ¿Cómo se interpreta esto? ¿Será un
castigo y una lección para que Jonás abandone su compulsión por el

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 129
vientre, y deje de comportarse como los chiquillos que ante las
dificultades se guarecen en el regazo de la madre?
La historia hace pensar que Dios le mostró a Jonás lo espantoso y
repulsivo que es estar dentro de un vientre, como un método de
enseñanza para cambiar esa tendencia a la huida y a la búsqueda del
sueño como refugio. Eludir las responsabilidades y deberes puede que
ofrezca cierta tranquilidad pasajera, pero impide el desarrollo de las
aptitudes y el crecimiento de la personalidad. Esa es una enseñanza
reiterada en la Biblia. Aquel hombre de la parábola bíblica que guardó el
talento sin hacerlo producir, recibió una severa censura y fue lanzado al
“lloro y crujir de dientes” (Mt.25:26-30). Igualmente, Jonás es lanzado a
la angustia y al abandono, entre los desechos putrefactos del estómago
para que “vuelva en sí” (como el “hijo pródigo”, Lc.15:17) y enfrente la
vida. El Señor Jesucristo también exhortó a recordar a la mujer de Lot
(Lc.17:32), ejemplo memorable de la actitud a quedar amarrado al
pasado, renunciando a enfrentar las vicisitudes del porvenir. En otra
ocasión, Cristo declaró: “Ninguno que poniendo su mano en el arado
mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lc.9:62). La idoneidad
para el Cielo consiste en poner la mira en las cosas de arriba y en aquellas
otras que se abren a los horizontes del futuro, es decir, ejercitar la
vocación de la esperanza.
Franz Kafka (1998, 82) ha dicho: “Los escondrijos son innumerables,
la salvación sólo una”. Esa verdad la reconoció Jonás en el vientre del
pez. Esos tres días y sus correspondientes noches sin poder dormir
(hacerlo, le hubiera significado ahogarse), fueron el tiempo que
necesitaba para reflexionar, pensar en sí mismo, en sus actitudes y para
acercarse a Dios como nunca antes lo había hecho. Hasta entonces, había
vivido durmiendo o huyendo para no pensar; ahora estuvo obligado a
permanecer consciente y, por lo tanto, meditar. ¿Cuáles fueron las
reflexiones de Jonás en el vientre del pez? ¿Qué oración elevó a Dios?
La oración desde el abismo describe dramáticamente la vivencia
angustiosa de estar arrojado “en lo más hondo del corazón de la mar”
(2:4), donde nacen las montañas y la tierra echa sus “cerrojos”, con el
agua hasta la garganta (2:6), entre las algas que flotaban en los líquidos
estomacales del pez. Por momentos experimenta la esperanza de “volver
a contemplar tu santo templo” (2:5) y, en otros instantes, le invade el

Mario Pereyra
130 Psicología de los Personajes Bíblicos
pesimismo sintiéndose desfallecer, deplorando que jamás podrá vencer
esos cerrojos de muerte. Luego de describir su estado, reconoce dos
cosas fundamentales: 1) “los que siguen vanidades ilusorias, su
misericordia abandonan” (2:8); y 2) “la salvación es de Jehová” (2:9). Es
como reconocer que su actitud fue una ilusión, una insensatez, al privarse
de gozar las misericordias de Dios, siendo la más importante la
salvación.
Jonás pensaba que la salvación estaba en los escondrijos, introducirse
en los vientres, eludir las responsabilidades, en dejar a quienes estaban
condenados a su propia suerte, en ocuparse de sí mismo. Necesitó setenta
y dos horas de reflexión para cambiar de pensamiento y comprender que
la “salvación es de Jehová”, a partir de la gracia infinita de Dios. Cuando
llegó a esa conclusión, entonces “Jehová mandó al pez, y vomitó a Jonás
en tierra” (2:10), encontrando la salvación en la seguridad de la tierra
firme, más allá de los vaivenes peligrosos de las aguas. Ahora sí, estaba
en condiciones de llevar el mensaje de salvación a los ninivitas.

La ira de Jonás
“Pero esto desagradó en extremo a Jonás, y se enojó...
Ahora, pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida:
Porque mejor me es la muerte que la vida”.
Jonás 4:1,3

¿Por qué se enojó Jonás? ¿Qué le “desagradó en extremo”,


produciéndole tanto fastidio e irritación? ¿Qué tipo de enojo es éste que
en medio de su furor llega a preferir la muerte? Estando en el vientre del
“gran pez”, entre las vísceras del fondo marino, Jonás oró a Dios
buscando salvación; ahora, desde las profundidades de su furia, cuando
sus vísceras lanzaban negros humores de disgusto y cólera, ora por
segunda vez a Dios, pero no para buscar salvación, sino la muerte.
¿Cómo se entiende tal contrasentido? Decía Dostoievski: “En todo
hombre, desde luego, anima una fiera”; pero ¿por qué esta fiera que
monta en cólera, queda enceguecida a todas las verdades conocidas?
Es posible que faltando pocos días para el cumplimiento del plazo
profetizado sobre la destrucción de la capital de Asiria, Jonás salió de la

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 131
ciudad, buscó un sitio estratégico en las afueras de Nínive, desde el cual
pudiese observar el espectáculo de la consumación de la catástrofe.
Podemos imaginarnos la figura pequeña y hosca del profeta, sentado en
la cima del monte frente a la ciudad, mirando con desprecio las casas y
edificios intactos que se extendían por toda la inmensidad del valle, y
levantando hacia el cielo su rostro enrojecido por la ira, para reclamarle
a Dios, con gestos expresivos de sus manos, el descenso del fuego
destructor que abatiera la ciudad impía, como ocurriera con Sodoma y
Gomorra. Para su disgusto, la única respuesta que obtiene es la sonrisa
del firmamento celeste, esplendoroso y cálido, dilatándose en la infinita
vastedad del espacio que, abrazándolo dulcemente con su luz y color, le
habla de belleza y amor.
Viéndolo el Señor tan frustrado e indignado decide dialogar con él.
En esa conversación Dios hace preguntas reflexivas (4:4,9,11), emplea
una pedagogía gráfica (vers.6,8) y, finalmente, trasmite las ideas de su
misericordia perdonadora. Parece que todos los intentos de Dios por
aplacar y hacer razonar a Jonás fracasan. Aunque el diálogo queda
inconcluso, desconociéndose la última respuesta del profeta, el texto lo
muestra persistiendo en el gesto hosco, en la actitud contestataria y en la
expresión arrogante de fastidio con obstinación pertinaz. ¿Cuál es la
razón de tanta persistencia y tenacidad?
“La blanda respuesta calma la ira”, dijo Salomón. Dios utiliza ese
recurso apaciguador pero sin éxito. Entonces le pregunta por las causas
de su cólera. “¿Tienes razón de enfurecerte tanto?” (4:4). ¿Qué buscaba
Dios con esa pregunta? Es posible que Jonás hiciese catarsis, es decir,
expulsara su malestar expresando sus emociones a través de las palabras.
Cuando se puede exteriorizar los sentimientos en forma verbal, es
posible aliviar el dolor y el apasionamiento de la memoria, desactivando
el detonador de los conflictos. Pero este recurso también fracasa, Jonás
no responde. Lo más asombroso es que adopta una actitud irrespetuosa
y grosera, se da media vuelta y se va a otro lugar dejando a Dios con la
palabra en la boca. ¡Qué descortesía! ¡Cuán grande es la paciencia de
Dios! Pero, ¿por qué tanto enojo?
Es evidente que el profeta tiene un temperamento impetuoso y
violento (¿será por ese motivo que no tuvo familia? ¿Sería Dios el único

Mario Pereyra
132 Psicología de los Personajes Bíblicos
capaz de soportarlo?); pero hay motivos que él considera genuinos para
explotar con tal indignación. Lo expresa en estos términos: “¡Ah,
Yahvéh! ¿no es esto lo que yo decía cuando estaba todavía en mi tierra?
Fue por eso que me apresuré a huir a Tarsis. Por que bien sabía yo que
tú eres un Dios clemente y misericordioso, tardo en airarte y rico en
amor, que se arrepiente del mal” (4:2). Ahora parece claro que su actitud
huidiza y evasiva, se debe al hecho de no querer la frustración por causa
del arrepentimiento de Dios. Encuentra que Dios es blando, que no
cumple con lo prometido. Jonás no está enojado con los ninivitas
arrepentidos, ni incluso por su reputación descalificada al no destruirse
la ciudad malvada, está enojado con Dios. A él no le importa morir, como
lo demostró en la tormenta y lo suplicó en el clímax de su furor, mucho
menos puede importarle lo que la gente diga de él. Su ira no es fruto de
su orgullo herido, lo que no admite es la inconsistencia de Dios, su
actitud floja, la debilidad a la hora de aplicar los juicios.
Jonás simboliza la justicia estricta, mejor dicho, la actitud justiciera
que entiende el perdón como flaqueza, y a Dios como excesivamente
condescendiente. Si la ley condena a muerte al transgresor de mano
alzada, entonces, apliquemos la ley, duela a quien le duela. ¿Para qué
tener una ley que no se cumple? Lo que es justo es justo, y la injusticia
hay que castigarla. Jonás es un ministro de la condenación, un guardián
de la ley. Quiere a un Dios tronando y lanzando rayos como en el Sinaí,
quiere que caigan las plagas y los truenos del Apocalipsis y terminemos
por fin con este mundo pervertido y malvado. ¿Si continuamos
aplazando el fin con gestos benignos no es acaso alentar la continuidad
del mal? ¿De qué vale tanta benevolencia? ¿Hasta cuándo continuaremos
con bondades que lo único que hacen es alimentar nuevos males? ¿Para
qué más segundas oportunidades? Jonás parece razonar de este modo,
“terminemos con el tiempo de gracia, destruyamos el mal y avancemos
de una vez hacia el nuevo mundo; si seguimos con actos de misericordia,
yo prefiero morir; acá mismo me bajo del barco, por favor, Señor,
llévame al descanso y busca algún otro para ese ministerio de prórrogas
y postergaciones”. Es un razonamiento que necesita comprender algunas
cosas que Dios tuvo que enseñarle a su profeta. ¿Cuáles?

¿Un Dios a imagen del hombre?

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 133
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras
en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos
postreros días nos ha hablado por el Hijo,
a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
Hebreos 1:1

El libro de Jonás comienza con la palabra que Dios le dirige al profeta


al encomendarle la misión de proclamar la maldad de Nínive y termina,
igualmente, por medio de una pregunta que Dios le dirige a su profeta,
revelando la lógica de la misericordia. Dios, al principio y al final, pero
también participando activamente en todos los sucesos que narra el texto.
Dios estuvo en la tormenta, intervino con la aparición del cetáceo que
tragó y vomitó al profeta, participó en la conversión de los ninivitas, hizo
crecer la calabacera y envió al gusano para dar el mensaje de lo efímero
de la vida; finalmente, estuvo junto a Jonás para darle la última lección
sobre el valor del perdón. Tanto es así, que la palabra “Yahvéh” (designa
al Dios personal) se repite 27 veces en el libro, y el término “Elohim”
(otro nombre de “Dios”), 10 veces, en total 37 veces en 48 versículos,
casi una mención de Dios por versículo. ¿Cómo, pues, no hablar de la
presencia central y decisiva del Omnipotente y Todopoderoso ser divino
a lo largo de todo el libro?
¿Cuáles son los atributos divinos más relevantes en la historia de
Jonás? ¿Cuál es la manifestación clave? Los comentarios de la Biblia de
Jerusalén afirman que es la “doctrina de la misericordia divina
universal”. Lo explica en estos términos: “Dios ha tenido misericordia
de su profeta devorado (2:7), y de Nínive arrepentida; también se apiada
de Jonás, afligido en su egoísmo. Y su respuesta (final, en el 4:10,11),
rezuma dulce y benévola ironía; la solicitud divina se extiende hasta los
animales; con mayor razón se preocupa de los hombres, incluidos los
niños de corta edad, ‘que no distinguen su derecha de su izquierada’.
Todo el libro prepara, de este modo, la revelación evangélica de un Dios
de Amor” (BJ, 1334).
Es un hecho típico del texto bíblico del AT la dependencia del pueblo
de Israel, la persistencia en narrar la historia de la salvación, siguiendo
la huella de los patriarcas y profetas hebreos. Son pocas las veces que
escapa al etnocentrismo y transita por territorios paganos. El libro de

Mario Pereyra
134 Psicología de los Personajes Bíblicos
Jonás es la excepción a esta regla. El profeta rebelde cruza las fronteras
geográficas de su pueblo y se aventura por el mundo mediterráneo y,
posteriormente, por las tierras de los asirios, constituyéndose en un
adelantado de la evangelización del mundo, un antecesor del apóstol
Pablo. Pero mientras el apóstol de los gentiles predicaba a “Cristo
crucificado” (1 Cor.2:1-5), el profeta de los gentiles predicaba, contra su
voluntad, el mensaje de un Dios salvador por medio del perdón.
Jonás dio dos sermones en el ministerio que nos describe su libro,
uno en el mar, otro en tierra. Uno en medio de una violenta tormenta
marítima, el otro entre los rugidos de la amenaza de la destrucción de
Nínive. Uno fue en medio de la cuenca del Mediterráneo, donde vivía
gran parte de la población del mundo antiguo, el otro en la capital del
imperio terrenal más importante y poblado de ese momento histórico.
Ambos fueron realizados bajo la coacción de las circunstancias y los dos
tuvieron un éxito inesperado y prodigioso, una difusión incalculable. La
predicación de la tormenta convirtió a toda la tripulación del barco, que
terminó “ofreciendo sacrificios a Jehová”, y haciendo votos (1:15). La
predicación de Nínive alcanzó a todos los habitantes que “se convirtieron
de su mal camino” y se arrepintieron (3:8-10), haciendo ayuno,
cubriéndose de cilicio y sentándose en cenizas (3:6). La noticia de la
conversión de los marineros, probablemente, corrió por todos los puertos
del Mediterráneo que eran alcanzados por la nave, donde la historia de
la tormenta apaciguada por el profeta de Dios lanzado al mar se convirtió
en leyenda y comentario popular. Igualmente, la conversión de Nínive
se difundió por todo el vasto imperio asirio y sus adyacencias que,
seguramente, experimentaron la dulcificación de la dominación y una
ráfaga de tolerancia. Dos sermones que conmovieron al mundo, pero
¿cuál fue el tema de esas predicaciones? El sermón de la tormenta fue la
salvación que proviene a partir del sacrificio; tendrían que lanzarlo al
mar o sacrificar al profeta para salvarse. Por otro lado, la predicación en
Nínive, fue reprobatoria y condenatoria: “¡Dentro de cuarenta días
Nínive será destruida!”, no buscaba la reparación del mal sino la
destrucción. Sin embargo, los ninivitas entendieron el sermón como un
llamado al cambio, al arrepentimiento, una lección del perdón a pesar del
predicador.

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 135
Joann Davidson alude a la figura de un predicador que, observando
las hormigas cruzar la calle sabiendo que serán aplastadas por los
vehículos, les grita: “¡Cuidado, hormigas! ¡Salgan del camino!” Una
actitud ridícula, porque las hormigas jamás responderán a ese mensaje,
se necesita convertirse en hormiga y hablar su propio idioma para
desviarla del camino de la destrucción. Por eso, “Jesús llegó a ser uno de
nosotros con el fin de comunicarse mejor con nosotros y, por supuesto,
para redimirnos del sendero de la destrucción” (4). La pregunta es: en el
libro de Jonás, ¿Dios se revela de acuerdo a la personalidad del profeta?
¿Se trata de un Dios que se adapta a las modalidades y características de
Jonás? Para decirlo en términos más comprensivos, siguiendo la
ilustración citada, ¿un Dios a la medida de la “hormiga” que es Jonás?
Si es así, habría que entender que Dios es mucho más que lo revelado en
este libro, y que ese conocimiento nos llega en la medida que nosotros
también entramos o compartimos las dimensiones “hormiguísticas” de
la personalidad del protagonista.
Para clarificar esta cuestión, es necesario recordar algunas
características de la personalidad de Jonás. Decíamos que es un
personaje de carácter expresivo, emotivo y auténtico. Tiene un
temperamento caprichoso, obstinado y desobediente, pero es
transparente; no es un calculador, manipulador o especulador, ni de
doble cara. Precisamente, el nombre hebreo Jonás, yoná, significa
paloma, quizá por esa característica de pureza. Otro aspecto que llama la
atención es su expresividad, la disposición extrovertida de su carácter y
el manifestar abiertamente sus pesares, enojos o amarguras, como su
entusiasmo y sus alegrías. Esto es típico de los temperamentos primarios,
emotivos y activos, que Heymans-Le Senne los denomina “coléricos”.
Son personas muy sensibles, de reacciones vigorosas y rápidas. Pueden
llegar a ser cálidos, cordiales, serviciales, como rápidos en inflamarse en
arrebatos de ira, aunque fácilmente se les pasa y pronto piden disculpas
o buscan la reconciliación.
Otro rasgo relevante de nuestro héroe es el comportamiento
cambiante, con variaciones extremas. Todos los acontecimientos del
libro son rápidos y drásticos. Esta característica de pasar abruptamente
de un polo al otro del humor, Ernst Kretschmer la denominó
“ciclotimia”. Se trata de cambios bruscos no progresivos, no son

Mario Pereyra
136 Psicología de los Personajes Bíblicos
evoluciones sino revoluciones, cambios muy marcados del ánimo. Un
descubrimiento importante con respecto a los ciclotímicos, fue el haber
encontrado ciertas correlaciones estadísticas con un determinado tipo de
constitución física, llamado “pícnico”. Se trata de personas de baja
estatura y rechonchas, con el tronco relativamente largo y las piernas
cortas, de hombros y pechos redondeados y manos y pies cortos.
El hecho relevante en todo este estudio caracterológico es el punto
central que el libro pone de manifiesto, la actitud tan firme y contundente
de Jonás de castigar a los ninivitas. Por un lado, el profeta es
intensamente emotivo y cambiante, va de un extremo a otro con mucha
facilidad, sin embargo, es rígidamente inmutable en su afán de hacer
justicia. ¿Cómo se entiende esta contradicción? Lo inestable de su
personalidad no armoniza con la intransigencia en cambiar su inflexible
postura justiciera. Siendo que él se arrepintió, tendría que entender el
arrepentimiento de los asirios, y habiendo sido perdonado primero
tendría que comprender el perdón de Dios para los ninivitas. ¿Por qué no
puede aceptarlo? La prédica de Jonás fue de carácter reprobatorio y
condenatorio: “¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!”, no
buscaba la reparación del mal, sino la destrucción. No reconoce lugar
para el cambio y el perdón. Por otra parte, la obsecuencia de su idea
justiciera fue tan resistente que Dios fracasó en un primer intento de
convencerlo con argumentos y tuvo que recurrir al método pedagógico
de la calabacera. Aun termina el libro sin que tengamos noticia, de si
finalmente Dios logró ablandar la dureza de su corazón. Reiteramos,
¿cómo se interpreta este contraste entre su actitud y su personalidad?
En realidad, no es un hecho extraño en la psicología humana estas
contradicciones entre la personalidad y la conducta, diríamos que son
hechos muy frecuentes. Estos fenómenos se rigen por la dinámica
reactiva del funcionamiento mental, donde las debilidades, falencias o
dificultades que palpitan en la intimidad del ser promueven, a nivel de la
conciencia, un refuerzo compensatorio, de modo tal, que se convierten
en comportamientos contrarios. A esos mecanismos mentales se
denomina “formación reactiva”. Así, por ejemplo, una persona que no
sabía hablar como Demóstenes, llegó a ser el más famoso orador en la
Grecia antigua, o un individuo como Tartufo (en la obra de Moliere), que
se presentaba como un gran moralista, en su fuero íntimo era un

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 137
pervertido, un Don Juan, que se sentía el más grande conquistador y
seductor de las mujeres; en realidad, tenía un problema de impotencia
sexual. De este modo, la conducta constituye una reacción opuesta que
intenta negar los problemas íntimos. Siguiendo esta línea de ideas,
podríamos interpretar que era la inestabilidad y variabilidad del carácter
de Jonás (y quizás un sentido no confesado de injusticia) lo que promovía
esa actitud de aferrarse rígidamente a la ley, símbolo de lo firme y
permanente. En su conducta justiciera, buscaba algo firme en qué basarse
para compensar su inestable fragilidad de carácter.
Dentro de este contexto personal, ¿cómo se revela Dios? Quien se
caracteriza por su inmutabilidad y permanencia en sus propósitos y
palabra, en este libro se manifiesta como un ser cambiante, que se
arrepiente de su decisión. ¿Cómo se explica este hecho insólito?
Precisamente, era esa la revelación de Dios que necesitaba comprender
Jonás (como quizás también nosotros). Es la enseñanza que se puede
cambiar por impulsividad e inestabilidad, pero también se puede variar
movido por un espíritu de misericordia y perdón. Hay un tipo de cambio
de conducta inadecuado que es propia de las personalidades inestables y
fluctuantes (como Jonás), pero hay otra forma de cambio de pensamiento
y de acción correcta y deseable, que es resultado del principio del amor.
La revelación de Dios a Jonás es una enseñanza y una terapia a la vez,
porque instruye cómo canalizar sanamente las fuerzas anímicas, para que
éstas no sean movidas por los impulsos de negación y reacción, sino por
una voluntad santificada dominada por la fuerza del perdón.

4. EL OFICIO DE SER HOMBRE: TIMOTEO DE LISTRA

“Las lecciones de la Biblia, al entretejerse en la vida diaria,


tienen una profunda y perdurable influencia en el carácter.
Estas lecciones las aprendía y practicaba Timoteo”.
Elena de White

En busca del padre


Un episodio insólito fue el origen de una relación de lealtad ejemplar
que permanece en la historia bíblica como un símbolo de la fundación de
los pilares de la identidad personal y cómo una relación privada

Mario Pereyra
138 Psicología de los Personajes Bíblicos
contribuye a perfilar un personaje inolvidable. En la búsqueda del
sentido individual, la influencia y trascendencia de personas
significativas puede llegar a ser decisiva. Cuando se entrecruzan
trayectorias de vidas que tienen la fuerza de proporcionar confianza e
imprimir sentidos, las resonancias son más intensas, y el mundo que se
vivía como inestable y con bordes borrosos, adquiere precisión y
claridad. La realidad de los valores trascendentes convocan las fuerzas
de la integración propia. Afirma Julián Marías que “La vida humana
tiene carácter dramático, porque no es una serie de actos o hechos, sino
que acontece en la forma de que algo acontece a alguien”. Así, pues,
“alguien” dejó de ser anónimo para perfilar su personalidad y adquirir
notoriedad en las páginas de la Escritura, cuando aconteció un encuentro
clave que cambió su existencia.
Ocurrió en la ciudad de Listra, en Galacia, en la zona central de Asia
Menor. Allí llegaron Pablo y Bernabé en el primer siglo de nuestra era,
predicando las enseñanzas cristianas (ver Hech.14:6-20). Los habitantes
de esa ciudad romana tuvieron una increíble actitud ambivalente ante los
predicadores. Al principio, al ver el milagro de curación de un lisiado,
los endiosaron al grado de colocarlos en los altares mayores de sus
creencias; pero luego, al rechazar tal distinción, los listrenses, inducidos
por unos judíos que perseguían a los líderes cristianos, apedrearon a
Pablo despiadadamente hasta dejarlo casi muerto. Sin embargo, Pablo,
reaccionó, se levantó, y sin titubear regresó a la ciudad para continuar
predicando. Ese notable acto de coraje y temperamento bravío
(vers.19,20), impresionó vivamente a todos los habitantes de la ciudad
y, especialmente, a un joven, dulce y tierno, que a partir de ese momento
encontró en Pablo un ejemplo de padre, que dio forma a su vocación y
modelo de vida.
Ese joven se llamaba Timoteo. En aquellos días era un adolescente
piadoso y bueno, como declara su nombre derivado del griego:
“Timótheos”, que significa “alguien que reverencia, honra o teme a Dios”
(DBA, 1160). El nombre fue puesto por su padre griego, quien
probablemente era un hombre devoto, pero ejerció poca influencia en la
vida de su hijo, ya que su educación estuvo a cargo de su madre Eunice
y su abuela Loida, ambas judías (2 Ti.1:5; Hech.16:1). Timoteo fue
instruido en las enseñanzas bíblicas, en un ambiente piadoso y de

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 139
consagración a los ideales sagrados (2 Ti.3:15). Comenta Elena de White
(1977, 166,167) al respecto: “La fe de su madre y de su abuela en los
oráculos sagrados era para él un constante recuerdo de la bendición que
acarrea el hacer la voluntad de Dios. La Palabra de Dios era la regla por
la cual esas dos piadosas mujeres habían guiado a Timoteo. El poder
espiritual de las lecciones que había recibido de ellas conservó puro su
lenguaje y evitó que le contaminaran las malas influencias que le
rodeaban. Así, las que le instruyeron en el hogar habían cooperado con
Dios en prepararlo para llevar responsabilidades”.
Como los valores religiosos y morales del hogar eran diferentes de
las creencias supersticiosas del medio, basadas en el misticismo y la
mitología grecorromana, Timoteo creció distanciado de sus compañeros.
Por otra parte, siendo así que la figura del padre era pobre y distante, su
formación estuvo dominada exclusivamente por las mujeres de la casa.
El padre intervino al nacer, al darle nombre, y luego en el octavo día,
impidiendo que fuera circuncidado, según la costumbre judía (Lev.12:3).
Después, no existe más registro de la influencia paterna. ¿Habrá muerto
joven? Es posible (Holzner, 169). Lo cierto fue que Timoteo se
desarrolló en ese ambiente femenino y espiritual, que constituía su madre
y su abuela. Tal influencia le permitió desarrollar una personalidad
afable, receptiva y bondosa, pero un tanto frágil, tímida (2 Ti.1:7) y
cohibida (2 Ti.1:8).
Debido a su carácter débil y tierno, fue tremendamente impresionado
por la acción intrépida de Pablo, de sobreponerse a la lapidación. Nos
imaginamos ese acontecimiento cuando Timoteo escuchó admirado la
predicación del apóstol, sintiendo en sus palabras la poderosa vibración
de las verdades que había escuchado desde pequeño. Observó el grupo
que empezó a abuchear al predicador, en creciente oposición. Vio cómo
la hostilidad crecía y la gente tomaba piedras para lanzarlas con
violencia. Pablo continuaba hablando con voz fuerte, haciéndose oír por
encima del griterío y la rechifla, hasta que una piedra lo acalló. Timoteo,
pálido de terror, sintió deseos de huir, pero algo lo detuvo, observando
cómo los hombres tomaban el cuerpo inerte del apóstol y lo arrastraban
fuera de la ciudad. En la distancia, divisó cómo atravesaban las puertas
de la ciudad y lanzaban el cuerpo inerte del hombre. Cuando se fueron,
se acercó, todavía temeroso, para contemplar más de cerca a ese hombre

Mario Pereyra
140 Psicología de los Personajes Bíblicos
valeroso, que había enfrentado a la turba. De ponto, observa que el
hombre se mueve, lentamente comienza a quitarse el polvo, se limpia las
heridas sangrantes, y haciendo un gran esfuerzo se levanta. Timoteo no
lo puede creer, con sus mejillas enrojecidas y sus ojos abiertos en un
gesto de sorpresa, presencia asombrado cómo el pequeño hombre se
endereza, con firmeza y decisión, sin darle importancia a las heridas y
golpes, y emprende el camino en dirección a la ciudad. Timoteo pensó:
¿Qué está haciendo?¡Está volviendo a la ciudad! ¡Está loco! ¡Lo van a
matar nuevamente! Quiso gritarle que no regresara, pero el hombre no
veía ni escuchaba nada, sólo avanzaba hacia el mismo lugar donde lo
habían apedreado. Al llegar allí, se subió al estrado y continuó
predicando. Algunos de la turba se habían ido, otros miraban atónitos,
como si vieran una aparición sobrenatural, haciendo que un temor
reverencial se apoderara de todos, y decidieron escucharlo en silencio.
Ese episodio memorable decidió el destino de Timoteo, quien decidió
consagrar su vida y pasión a la causa que encarnaba Pablo. Se acercó al
apóstol con expresión afectuosa, de admiración sumisa, para ofrecerse
como su discípulo. El apóstol, al principio, se resistió a aceptarlo por
no verlo competente para la obra. Notó su actitud incómoda y apocada,
la delicadeza de sus gestos y su carácter blando para realizar una tarea
tan recia y dura, como era la predicación del evangelio en aquellos
tiempos de oposición y persecuciones. Recientemente había
experimentado la frustración de la deserción de Marcos, que no soportó
los rigores de los viajes y los peligros (Hech.15:36-41), no queriendo
repetir el chasco con este muchachito delicado y enfermizo (1Ti.5:23).
Sin embargo, la actitud persistente que manifestaba Timoteo, que estaba
embelesado, y lo seguía a todas partes, lo convenció de darle una
oportunidad. Le dio una serie de instrucciones de cómo debía proceder
en el trabajo dentro de la iglesia de su ciudad y del grupo que había
formado en Iconio.
Cuando el apóstol regresó a Listra en su segundo viaje misionero,
alrededor del año 49 dC, Timoteo era un creyente cristiano junto con su
familia (Hch.16:1), que había cumplido estrictamente todas las
indicaciones que le había dejado Pablo, siendo reconocido y valorado
por las iglesias de Listra y de Iconio (que distaba unos 32 kms.;
Hech.16:2). Se había convertido en un líder, siguiendo con entusiasmo

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 141
las enseñanzas recibidas. Entonces sí, decide integrarlo a su equipo
evangelístico. Pablo realizó la ordenación al ministerio, imponiéndole
las manos al joven, con Silas y la asamblea de los ancianos, ante “muchos
testigos” (1 Tim.6:12). Para no despertar críticas ni oposición de los
judíos, Pablo decidió circuncidarlo. Lo que no había hecho con Tito,
porque era de origen pagano, hizo con Timoteo debido a su formación
hebrea.
La función paterna
“Las observaciones clínicas psicoanalíticas me han mostrado,
una y otra vez, que el verdadero triunfador en la vida
es aquel que fue el más amado y preferido por el padre”.
Jamil Abuchaem

Pablo había renunciado a la vida conyugal por considerarla


incompatible con la tarea de predicar el evangelio (1 Cor.7:7-9); sin
embargo, no rehusó asumir los deberes paternales, adoptando a Timoteo
como hijo espiritual. Acaso la presencia de ese chico, que lo miraba con
asombro, que lo seguía a todas partes e intentaba imitar sus gestos y
comportamientos, como hacen los adolescentes con sus ídolos, fueron
más fuertes que su espíritu independiente. Por otra parte, al descubrir tan
buena disposición a trabajar en la causa y manifestar aptitudes para ello,
animaron a Pablo a dedicar tiempo en su formación, capacitación y
seguimiento. Fue así como se construyó un vínculo de afecto muy fuerte
entre el carácter receptivo y tierno de Timoteo, y el espíritu vigoroso y
firme del apóstol.
“Pablo vio a Timoteo fiel, firme y sincero, y lo escogió como
compañero de labor y de viaje” (White, 1977, 166). La madre y la abuela
se complacieron en ver al hijo bajo el cuidado del gran apóstol. Timoteo
se sintió honrado por la distinción, aceptando con mansedumbre y buen
ánimo los deberes y aun la prueba inicial de la circuncisión (Hech.19:3).
Desde entonces, el joven se convirtió en el más leal y sumiso
colaborador, ganándose totalmente el corazón generoso y noble del
caudillo cristiano, quien lo llamará “verdadero hijo mío” (1 Ti.1:2, BJ) o
“hijo querido” (2 Ti.2:2, BJ), estimándolo como alguien sumamente
especial en sus afectos (Fil.2:20). “En su trabajo, Timoteo buscaba
constantemente el consejo y la instrucción de Pablo. No actuaba por

Mario Pereyra
142 Psicología de los Personajes Bíblicos
impulso, sino con reflexión y serenidad, preguntando a cada paso: ¿Es
éste el camino del Señor?” Pablo encontró en él “uno que podía ser
amoldado y modelado como un templo para la morada de la divina
Presencia” (Íbid).
Timoteo acompañó a su líder a Corinto, Éfeso, Jerusalén y Roma,
participando en múltiples misiones (1Ts.3:1,2; Hech.18:1,5; 19:21,22;
1Cor.4:17; 16:10). Fue su secretario infatigable. Por su parte, su mentor
se consagró con ahínco a formar y capacitar a su joven discípulo. Dos
epístolas son destinadas a Timoteo, la única persona a quien distingue
con esa doble expresión de reconocimiento. Esas cartas registran el
testimonio de cuidado y responsabilidad en el ejercicio de la función
paterna. “El apóstol Pablo exhortaba a Timoteo a la diligencia y al
esmero en su ministerio ―declara Elena de White (1956, t2, 234)―, y
le instaba a meditar en las cosas puras y excelentes, para que su
aprovechamiento fuese manifiesto a todos”. Particularmente, enfatiza la
práctica de la reflexión, el no actuar impulsivamente, con la finalidad de
obtener los mejores resultados. Repite frecuentemente el adjetivo griego
sofron, sobriedad, modestia o templanza (1Ti.2:9,15; 3:2; 2Ti.1:7). El
dominio propio significa superar el egoísmo y la impulsividad,
subordinar los deseos personales a bienes más amplios, hacer frente a las
frustraciones con valor y buen ánimo.
Conociendo la sensibilidad impresionable, que llegaba fácilmente a
las lágrimas (2Ti.1:4), Pablo lo insta a ser combativo (1 Ti.1:18), a
luchar, esforzarse y perseverar (1Ti.4:16; 6:11,12), a no ser blando en las
circunstancias que requieran actuar con firmeza (2Ti.2:1). También le
advierte que no sea ingenuo ni se deje engañar por los embaucadores
(1Ti.4:2), las mujeres que aparentan ser lo que no son (1Ti.5:3,16), los
“cuentos de viejas” (1Ti.4:7, BJ), los charlatanes y discutidores
(1Ti.6:4), especialmente los que toman la religión como negocio (6:5).
Lo instruye en la organización y manejo de la iglesia (1Ti.5). En el
proceso formativo, Timoteo va adquiriendo responsabilidades mayores
hasta ser consagrado pastor, asumiendo la conducción de la iglesia de
Éfeso.

Los peligros del abismo

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 143
“También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles”.
San Pablo

En la última carta a Timoteo, Pablo le trasmite a su joven colaborador


una serie de recomendaciones. Le demanda que sea diligente, honesto,
sensato, que no haga nada de lo cual tenga que avergonzarse, que sea
veraz, amable y generoso con todos. Le pide no enredarse en discusiones
estériles y mantenerse firme en la enseñanza recibida. Agrega a estos
consejos personales algunas advertencias de peligros que pueden
sobrevenirle si se deja atrapar por la influencia de jóvenes corruptos. El
apóstol, llevado por la inspiración, trasciende lo histórico, se proyecta a
los “últimos días”, realizando una descripción de las características de
personas que existirían en los tiempos del fin.
“Los hombres serán egoístas, amantes del dinero,
orgullosos y vanidosos. Hablarán en contra de Dios,
desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la
religión. No tendrán cariño ni compasión, serán chismosos,
no podrán dominar sus pasiones, serán crueles y enemigos de
todo lo bueno. Serán traidores y atrevidos, estarán llenos de
vanidad y buscarán sus propios placeres en vez de buscar a
Dios. Aparentarán ser muy religiosos, pero con sus hechos
negarán el verdadero poder de la religión” (2 Tim. 3:1-5,
DHH).
Le pide que se aparte de tales personas, que abundaban en esos días
de su adolescencia en flor y, de alguna manera, en todos los tiempos.
Durante el hermoso ardor de la juventud, la claridad suele ser incierta y
se es proclive a los ruidos confusos y perderse en largos rodeos hasta
encontrar el callejón propio. Constituye una cultura con inclinación a los
extremos, donde se desperdicia el tiempo y se cometen múltiples
torpezas, especialmente bajo el influjo de las malas compañías. Por lo
tanto, es una etapa de la vida altamente vulnerable, un período de
transición a la adultez, donde hay que reforzar los cuidados para no
sucumbir en las aguas turbulentas del fracaso. Por eso es una época
“difícil”, “onerosa” o “penosa”, como dicen otras versiones, cuando las
armas forjadas en la juventud se templan para la experiencia posterior.
El perfil de personalidad diseñado por el apóstol corresponde a las
características del hombre actual y con los escollos que los jóvenes

Mario Pereyra
144 Psicología de los Personajes Bíblicos
siempre tienen que enfrentar para no caer en el abismo del fracaso. Son
como imágenes calcadas, semejantes a las que se obtienen
superponiendo figuras trasparentes, de la silueta del peligro juvenil. Los
rasgos que se desprenden de la lúcida descripción de Pablo constituyen
los eslabones críticos de la aventura humana, los bordes del precipicio o
los puntos cruciales del examen de conciencia a superar, para no ingresar
en un régimen de dispersión. Ellos son:
a) hedonismo; es el riesgo de convertirse en grandes amadores de
los placeres;
b) narcisismo; el peligro de convertirse en seres orgullosos,
vanidosos y “amadores de sí mismos” (vers.2, VVR);

c) carácter “light” o superficial; es la amenaza de llegar a ser


simulador, el gusto por la apariencia, la vanagloria personal y las
frivolidades;
d) inestabilidad y descontrol; es cuando no se pueden dominar las
pasiones y la intemperancia, adoptando comportamientos
impetuosos;
e) violencia; es el abismo de la crueldad, de la vida sin “afecto
natural”, desprovisto de compasión, es convertirse en traidores y
aborrecedores de todo lo bueno;
f) desobediencia, el peligro de perder los referentes paternos y los
valores superiores para actuar en forma indigna y arbitraria;
g) pérdida de la identidad; cuando dominan las fantasías juveniles,
la inmadurez y la desorientación de las creencias, se pierde el
sentido de sí mismo y los parámetros que configuran la
identidad.
La descripción paulina se refiere a gente que manifiesta piedad, que
adopta una conducta fingida de devoción, pero sin experimentar el noble
sentimiento de la conversión. Se trata de una vil simulación. Lo hacen
por conveniencia e interés egoísta, probablemente por el deseo de
obtener el prestigio o el crédito del religioso. En su fuero íntimo,
abominan la fe y rechazan a Dios. En definitiva, son personas hipócritas,
corruptas y perversas. El apóstol le advierte a Timoteo que esté en

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 145
guardia contra ese tipo de individuos peligrosos, debido a que no son
confiables sino “traidores”. El estar prevenido contra el engaño es un
medio de evitar los efectos perniciosos del mal y dirigir el desarrollo
personal y de la comunidad por las vertientes de la voluntad de Dios. La
misma precaución hizo Jesucristo cuando dijo: “Estad en vela, pues,
orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que
está por venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre”
(Lc.21:36).
La última voluntad del padre

“Apresúrate a venir a mí cuanto antes...


tráeme el abrigo que dejé en Troas, en casa de Carpo, y los libros...”
San Pablo (2 Tim.4:9, 13; BJ)

En Roma, Pablo tuvo que comparecer ante el tribunal de Nerón.


Aprovechó para dar testimonio de su fe, como siempre hacía en esas
circunstancias, pero las reacciones de los jueces le hizo comprender que
su caso iba encaminado al fracaso, lo que significaba la pena de muerte.
Sabía que sus enemigos eran poderosos y se empeñarían en darle muerte.
Aunque le alentaba la idea que la verdad del evangelio triunfaba y
continuaría prosperando y fortaleciéndose hasta conquistar todo el
imperio, sabía que sus días estaban contados. Confinado en una celda
sombría, esperaba la señal de Nerón para ser sacrificado. En esas
circunstancias, Pablo pensó en Timoteo, y decidió hacerlo venir. Éste
estaba pastoreando la iglesia de Éfeso. En la soledad y la inminencia de
su martirio sintió el profundo anhelo de ver a su hijo amado. Movido por
esos sentimientos escribió su última carta con sus últimos consejos. Fue
la última voluntad del condenado a muerte.
La segunda carta a Timoteo es patética. Revela la entereza del viejo
caudillo, que aun en condiciones extremas tiene fuerza para escribir su
último legado, la herencia de consejos para su hijo del alma y para la
iglesia. Allí presenta al joven obrero el alto ideal cristiano, describe
algunos de los deberes que le corresponden como ministro de Cristo. En
un arrebato de clarividencia, como ocurría con los patriarcas próximos a
la muerte (ver Gn.49), es llevado por el espíritu profético a revelar

Mario Pereyra
146 Psicología de los Personajes Bíblicos
escenas de los tiempos finales, únicas entre las descripciones
escatológicas del libro sagrado. Más allá de los consejos y profecías, el
apóstol manifiesta dramáticamente su estado de abandono y soledad
(1:15; 4:11,14) y la ansiedad por la presencia de Timoteo, que pueda
llegar antes que sea demasiado tarde. Por eso, le ruega encarecidamente:
“Apresúrate a venir a mí cuanto antes” (4:9). Agregando un pedido
conmovedor, “tráeme el abrigo que dejé en Troas” (4:13), un capote para
cubrirse del frío invierno que se avecinaba.
No hay registros que informen si Timoteo llegó a tiempo para
consolar a su padre espiritual. La historia narra que, finalmente, Nerón
dio la orden de ajusticiar al apóstol, que por ser ciudadano romano no
fue torturado, sino decapitado. La pluma clarividente de Elena de Whirte
(1977, 406) describe sus últimos momentos en estos términos
conmovedores: “El apóstol fue conducido secretamente al lugar de
ejecución. A pocos se les permitió presenciarla, porque alarmados sus
perseguidores por la amplitud de su influencia, temieron que el
espectáculo de su muerte ganara más conversos al cristianismo. Pero aun
los empedernidos soldados que le escoltaban, al escuchar sus últimas
palabras, asombráronse de ver la placidez y hasta el gozo de la víctima
en presencia de la muerte. Para algunos de los presentes fue sabor de
vida para vida el contemplar su martirio, su espíritu de perdón para con
los verdugos y su inquebrantable confianza en Cristo hasta el último
momento. Varios de ellos aceptaron al Salvador predicado por Pablo, y
no tardaron en sellar intrépidamente su fe con su sangre”. Aun en su
último aliento continuó ejerciendo su función de padre, ganando hijos
para la patria celestial.
Siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, desde la
soledad de un desierto o desde la muchedumbre de una gran ciudad.
Cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado
y el futuro pierden importancia, y solo existe ese momento de certeza de
estar juntos, bajo el mismo sol. Pablo y Timoteo no fueron la excepción,
constituyeron la regla. “Tierno instante supremo el del encuentro”, dice
el poeta, “aposenta en el alma los consuelos”. ¿Tuvo Pablo el consuelo
de estrechar en sus brazos a su hijo amado antes de sorber la copa aciaga
del martirio? ¿Dios le habrá dado esa última alegría? ¿Es posible pensar
que Dios haya sido tan insensible de no satisfacer la última voluntad de

Universidad de Montemorelos
Cualidades Masculinas 147
su siervo fiel? Esa actitud serena, y un tanto satisfecha del mártir,
mientras enfrentaba a sus verdugos en el momento de verter
generosamente su sangre, parece decirnos que su deseo se había
cumplido, que la despedida del hijo se había llevado a cabo, y que ya
estaba listo para el sacrificio.

Mario Pereyra
Vidas Frustradas 149

Capítulo 5

Vidas frustradas
1. LA PERDICIÓN COMO DESTINO
“Entrad por la puerta estrecha;
porque ancha es la puerta,y espacioso el camino que lleva a la
perdición, y muchos son los que entran por ella;
porque estrecha es la puerta,y angosto el camino que lleva a la
vida, y pocos son los que la
hallan” . Jesucristo (Mat. 7: 13,
14.).

Existen destinos inexorables de los cuales resulta imposible


escapar? ¿La gente está predestinada a la virtud o al vicio?

¿ ¿Viene con un halo de santidad sobre la frente o marcada con


el hierro de la maldad? ¿El destino individual está sellado en
una constelación dada? Los antiguos caldeos y griegos creían
en la idea de la predestinación. Hoy en día, hay multitudes que
viven consultando el horóscopo, el tarot, a las gitanas o a los adivinos
para conocer los enigmáticos designios del destino. ¿La Biblia también
cree en los hados del porvenir? No, ya que todos somos artífices de
nuestro propio destino. ¿La Escritura lee los signos del futuro y habla
de la creencia en la predestinación? Si, porque enseña que hay un futuro
feliz más allá, anticipando algunas señales que auguran su proximidad.
Las Escrituras Sagradas, además, afirman que todos hemos sido
destinados a la salvación, como declara el apóstol Pablo:

Mario Pereyra
“Porque a los que conoció de antemano, los destinó también desde
el principio a reproducir la imagen de su Hijo... Y a los que desde el

( 143 )

principio destinó, también los llamó y a los que llamó, también los puso
en camino de salvación; y aquellos a quienes puso en camino de
salvación, les comunicó su gloria” (Rom.8:29,30).
Sin embargo, no todos serán salvos, ya que algunos, “los soberbios
y todos los que hacen maldad” (Mal.4:1,3), resucitarán para
destrucción (Ap.20:14,15) o condenación (Jn.5:29), en contraste con
aquellos que resucitarán para salvación eterna (Ap.20:6). ¿Por qué hay
personas que se pierden? Porque en el ejercicio de su voluntad y
libertad eligieron desviarse del camino trazado por Dios para la
salvación. Ya que hay “camino que al hombre parece derecho; empero
su fin son caminos de muerte” (Prov.14:12). Por eso, es necesario
fiarse en Dios “de todo corazón”, reconocerlo en todos los caminos, “y
él enderezará tus veredas” (Prov.3:5,6). Es claro, pues, que hay tan sólo
dos caminos: el de la vida y el de la muerte. Cada individuo debe hacer
su propia elección, y de ésta depende su destino eterno (Sal.119:30).
Por lo tanto, hay personas que transitan por el “camino estrecho” y
derecho logrando consumar exitosamente el objetivo supremo de
alcanzar el ideal de la salvación; en cambio, hay otros que no lo
consiguen. La Biblia abunda en dramas existenciales, y presenta
historias de hombres que despliegan su vida como modelo de un
desarrollo logrado, historias satisfactorias de vidas triunfantes, como
por ejemplo, Abraham, Jacob, Moisés, pero también aborda otras
historias que son clamores nacidos del fracaso. En este capítulo,
consideraremos estos últimos casos, los destinos de perdición, las vidas
frustradas.
La libertad nos fue dada para moldear la vida y modificar el destino.
El propio fin de la existencia aparece en las Escrituras como una
laboriosa arquitectura edificada sobre la decisión tenaz de permanecer
Vidas Frustradas 151
firmes en la enseñanza o de renunciar a ella. Así, pues, hay quienes
maduran y enfilan su destino hacia la gloria o hacia el deshonor,
afirmando la vocación hacia la perfección o haciendo que el destino
tome un sesgo de desgracia. Elena de White (1995a, 46) lo expresa en
términos más claros y concluyentes: “La decadencia y la muerte

Mario Pereyra
152 Psicología de los Personajes Bíblicos

prematuras son los resultados de apartarse de Dios para seguir los


caminos del mundo”.
Otro rasgo significativo del concepto bíblico es que la persona
humana nunca está acabada mientras vive; es un proceso inconcluso,
que nunca puede darse por terminado. En ese proceso, como ha dicho el
padre de la psicología americana, William James, cada pensamiento se
transforma en acción, sembrando acciones cosechamos hábitos,
sembrando hábitos cosechamos el carácter, y el que siembra un carácter
recoge un destino (Perry, 1973, 202). El pensamiento bíblico está lejos
del irracionalismo que cree que todo está predeterminado por una fuerza
desconocida, y que los seres humanos somos juguetes en sus manos
caprichosas. No hay evidencias para sospechar una sutil red de
acontecimientos urdidos por alguna ley universal, por el contrario,
nuestro destino es reencontrarnos con la esencia de lo que somos.
Hay quienes utilizan su libertad en forma autodestructiva. La
mitología griega también presenta ejemplos de tales desatinos. Por
ejemplo, Faetón, fue un adolescente que subió a un carro de llamas para
llegar hasta los dioses. Su padre Helios intentó explicarle que ningún
mortal podía conducir ese carro y los espantosos peligros que le
esperaban; sin embargo, Faetón insistió en querer hacerlo aun así.
Pronto se dio cuenta que su padre tenía razón. Aterrorizado, perdió el
control de los caballos, y por conducir muy cerca de la tierra estuvo a
punto de provocar un incendio. Para salvar al mundo de una completa
destrucción, el dios Zeus lanzó su rayo al joven e irreflexivo conductor
y lo mató instantáneamente.
“El blanco a alcanzarse es la piedad, la semejanza a Dios. Ante el
estudiante se abre un camino de progreso continuo. Tiene que alcanzar
un objeto, lograr una norma que incluye todo lo bueno, puro y noble.
Progresará tan rápidamente e irá tan lejos como fuere posible en todos
los ramos del verdadero conocimiento. Pero sus esfuerzos se dirigirán a
fines tanto más altos que el mero egoísmo y los intereses temporales,
cuanto son más altos los cielos que la tierra” (1964, 16). No alcanzar ese
blanco es catastrófico. El término “catástrofe” proviene del indoeuropeo
streb, que significa “giro súbito del viento”. La catástrofe es esa parte
de la tragedia de Sófocles o de Shakespeare en que gira el viento del
Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 153

destino, arrastrando furiosamente a sus protagonistas (Thom, 1993). En


las Escrituras, la catástrofe no es un incidente, un accidente o desgracia,
es no alcanzar el objetivo, perderse para siempre.
Es un misterio cuando se trunca una vida. Cada fracaso enseña algo
que se necesita aprender. Hay que alzar los ojos para admirar a los que
han alcanzado cosas grandes, pero también es bueno escarbar en los
fracasos y debilidades para rescatar lo que queda de los escombros. Una
de las lecciones que enseñan las vidas disfuncionales es que recorren
caminos conocidos, se desarrollan o desvirtúan de acuerdo a patrones
identificables y clasificables. Abundan las personas saludables, y es
imposible categorizarlas; en cambio, los trastornos de la personalidad
han sido bien definidos en los cuadros de la psicopatología. Entre las
vidas defectuosas que presentan las Escrituras elegimos tres ejemplos
que consideramos en este capítulo: el hijo de Jacob, Dan, “el juez”
injusto, probablemente un caso pasivo-agresivo; el rey pusilánime de
Israel, Acab, un tipo de personalidad dependiente, y cruel monarca de
Jerusalén en los tiempos de Jesucristo y, finalmente, Herodes Antipas,
una personalidad disocial. Sus vidas están signadas por algo siniestro,
concebidas y ejecutadas en la oscuridad, que descubren, en sus
respectivas versiones, la dimensión negada de la bondad y una medida
superlativa de perversión estremecedora.

2. LA TRAICIÓN SIGILOSA: DAN

“Satanás está trabajando con mucho poder en los hijos de desobediencia y por
medio de ellos, para exaltar la traición y la apostasía en lugar de la verdad y
lealtad”.
Elena de White

El Señor Jesucristo tuvo doce discípulos (Mat.10:1-4; Mr.3:13-19;


Lc.6:12-16) que establecieron la Iglesia Cristiana durante la
dispensación del Nuevo Testamento; mientras que durante la etapa del
Antiguo Testamento, el pueblo de Dios estuvo representado por las doce
tribus de Israel (Éxo.24:4; 28:21; Núm.17:2; Jos.4:9; 1Rey.18:31).

Mario Pereyra
154 Psicología de los Personajes Bíblicos

Así, pues, el número doce constituye un símbolo del pueblo de Dios


organizado como un todo. Esta estructura del doce, no sólo aparece en
el pasado, también tiene que ver con el futuro. Doce serán las tribus o
agrupaciones de los redimidos, constituidas simbólicamente por 12.000
miembros cada una, esto es, doce veces mil, lo cual suma un conjunto
de 144.000 personas, que según el Apocalipsis (7:4 - 8; 14:1-5), será el
número de los bienaventurados que habitará la tierra nueva. Asimismo,
la capital del mundo del futuro, tendrá doce puertas, cada una de las
cuales recibirá el nombre de los hijos de Israel que establecieron las
tribus (Apoc.21:12). También cada cimiento de esas puertas estará
identificado con el nombre de uno de los discípulos de Jesucristo
(Apoc.21:14). Sabemos que entre los doce apóstoles uno no tendrá su
nombre escrito en las puertas de la Jerusalén celestial, ya que falló y se
truncó, nos referimos al traidor Judas (ver caps.1-4). Igualmente, uno de
los hijos de Jacob también fracasó, siendo excluido del privilegio de
grabar su nombre en las puertas de la Jerusalén celestial. ¿Quién fue y
por qué motivo fue desechado?
Si se lee con detenimiento el nombre de cada una de las tribus
consignadas en Apocalipsis 7:5-8, se observará que falta uno de los hijos
de Jacob, de acuerdo al relato de la formación de la familia que se
registra en Génesis 29:31 al 30:24 y 49:3, 28. Como puede notarse en el
cuadro que aparece más abajo, uno de los nombres presentados en el
Apocalipsis no es un hijo, sino un nieto de Israel (Manasés, hijo de
José), ya que uno de los hijos fue eliminado de la lista, el quinto, llamado
Dan. Considerando el paralelismo que efectúa el Apocalipsis entre los
apóstoles y los hijos de Israel (Apoc.21:12,14), puede inferirse que Dan
se equipara a Judas Iscariote, ya que ambos son la expresión de la
bancarrota y la ruina. La pregunta es: ¿Por qué fracasó Dan? ¿Por qué
Dan no alcanzó a grabar su nombre en la Jerusalén celestial? ¿Qué nos
enseña su rechazo?

Cuadro 5
Lista de los hijos de Jacob según Génesis y Apocalipsis

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Vidas Frustradas 155

12 HIJOS O TRIBUS DE ISRAEL 12 TRIBUS


SEGÚN GÉNESIS 29:31-30:24; SEGÚN APOCALIPSIS 7:4-8
35:1626

NÚMERO NOMBRE NÚMERO NOMBRE


1 RUBÉN 1 JUDÁ
2 SIMEÓN 2 RUBÉN
3 LEVÍ 3 GAD
4 JUDÁ 4 ASER
5 DAN 5 NEFTALÍ
6 6
NEFTALÍ MANASÉS
7 7
GAD SIMEÓN
8 8
ASER LEVÍ
9 9
ISACAR ISACAR
10 10
11 ZABULÓN 11 ZABULÓN
12 JOSÉ 12 JOSÉ
BENJAMÍN BENJAMÍN
Siguiendo el método de paralelismo comparado, podemos abordar
el estudio de la vida de Dan por una doble vía, por medio de la
información que poseemos acerca de su historia, y por el paralelismo
con Judas y su sustituto. Judas Iscariote fue reemplazado por San Pablo
(2 Cor.1:1; Ef.1:1; Col.1:1; 1Tim1:1; 2Tim.1:1), que constituyó la cara
oculta del discípulo fracasado; el apóstol, hombre instruido como Judas,
llegó a ser lo que podría haber sido este último, si se hubiera proyectado
correctamente. Pablo es la cristalización y consumación de lo que estaba
en Judas como posibilidad, pero que no alcanzó por haberse desviado y
arruinado. De igual forma, Manasés, que ocupó el lugar de Dan,
constituyó lo que podría haber sido éste, su encarnación exitosa, quien
ocupó su lugar en el podio de la eternidad. La pregunta es, ¿por qué
fracasó Dan? ¿Qué hizo Manasés que pudo haber hecho Dan? ¿Qué tuvo
la vida del sustituto que no tuvo el elegido?

El veredicto pérfido
“Será Dan serpiente junto al camino, víbora junto a la
senda, que muerde los talones del caballo, y hace caer hacia
atrás al jinete”. Israel (Gén.49:17)

Mario Pereyra
156 Psicología de los Personajes Bíblicos

La información bíblica sobre la historia de Dan es escasa, igual que


en el caso de Judas, se cierne sobre él un manto de silencio como una
nota callada de censura. Sin embargo, los pocos datos que tenemos de
él aportan elementos sugestivos para comprender su perdición. En
forma específica, sólo sabemos de Dan algo acerca de su nacimiento, y
lo que dijo su padre de él en el momento de morir; más allá de esto, no
hay más datos. Sabemos que él es fruto de la disputa y competencia que
mantenía Raquel con su hermana Lea, por la procreación de hijos que
ganaran el afecto del esposo. Siendo así que era estéril, en contraste con
la fecundidad de Lea, Raquel le ofreció a Jacob su sierva Bilha, quien
concibió a Dan. Cuando nació el niño, Raquel reconoció en él la
respuesta de Dios a su pedido (Gn.30:1) y manifestó “Me juzgó Dios”,
o “Ha procurado justicia para mí”, por cuya razón llamó Dan al niño,
que significa: “El juzgó” (vers.4-6). Por tanto, el nombre de nuestro
personaje es “juzgó” o vindicó o “juicio”. Es interesante que hay otro
ejemplo bíblico que tiene un nombre semejante, Daniel. La diferencia
está en el elemento que se añade posteriormente a su nombre, Dani-el,
que significa “Dios”. Así, el nombre de Daniel (hebreo: Dâni’êl), tiene
el hermoso significado de “Dios es mi juez” o “juicio de Dios”. En
cambio, Dan, es solamente “juicio”, es decir, un juicio meramente
humano, no divino, como reivindicación por una causa adversa.
Es por ello que suponemos, considerando la importancia bíblica que
se le asigna a los nombres propios como sinónimo del carácter de una
persona (ver Gn.17:15; Sal.111:9), que Dan fue destinado a juzgar, a ser
juez, a emitir juicios como representante de la justicia. Las palabras que
Jacob le destinara a su hijo en su lecho de muerte, confirma esa
probabilidad: “Dan juzgará a su pueblo, como una de las tribus de Israel”
(Gn.49:16). Ahora bien, el punto decisivo es: ¿Cumplió Dan su misión?
¿Cómo desempeñó su función? ¿Ejerció adecuadamente la noble tarea
para la cual se lo consagró? La profecía que dictó su padre, en un
momento de clarividencia divina revela que, lamentablemente, su hijo se
desvió de su objetivo. Es una declaración muy expresiva y clave para
descubrir su personalidad y trayectoria vital. “Dan juzgará a su pueblo,
como una de las tribus de Israel. Será Dan serpiente junto al camino,
víbora junto a la senda, que muerde los talones del caballo, y hace caer

Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 157

hacia atrás al jinete” (Gén.49:17). Esas palabras son una metáfora de su


vida, una suerte de radiografía que denuncia dónde se aloja el mal, la
explicación de cuál fue el problema básico de su existencia que lo
descalificó para grabar su nombre en una de las puertas de la ciudad
celestial.
Quienes cumplen las tareas judiciales requieren de algunas
aptitudes especiales. Es necesario tener agudeza mental, perspicacia,
intuición, no dejarse engañar por las apariencias, ser capaz de detectar
el problema leyendo los indicios, aun los más insignificantes. Pero,
además de la penetración crítica, es necesario tener un espíritu justo,
equilibrado, para sopesar las virtudes y defectos y pronunciar un juicio
justo. Es posible que Dan tuviera las aptitudes de juez, esa mirada
reflexiva, profunda e inquisidora para leer el corazón de los hombres.
Es probable que conociera el prontuario de cada individuo y nadie fuese
capaz de engañarlo cuando se escondían detrás de la impostura o el
disimulo. Pero a Dan le faltó el amor que conlleva la verdadera
naturaleza de la justicia, si consideramos la sentencia condenatoria del
padre. ¿Qué significa la figura de la serpiente agazapada en el borde del
camino, lista a lanzarse sobre el transeúnte desprevenido y asestarle la
mordedura fatal? Sin duda, es la imagen de una persona traicionera y
pérfida; de alguien que está al asecho, artero y astuto, atento para
precipitarse como un rayo sobre su víctima y causarle el daño mortífero.
Se trata de un traidor, quien inflige el golpe inesperado, que actúa de
manera sutil e imprevisible, con sadismo y alevosía. Por cierto, no es la
imagen del juez justo, sino de alguien injusto y perverso. Es quien
miente y se aprovecha de su posición privilegiada de juez para obtener
beneficios personales y perjudicar a los inocentes, que actúa de manera
solapada, engañando y arruinando a otro. En lugar de dictar el juicio
justo, abusa de su autoridad emitiendo veredictos despóticos o
absoluciones indignas. Es un juicio que no salva sino condena,
constituye un látigo de castigo no de reparación o de distribución
equitativa. Hay que pensar que Dan renunció al ideal de sancionar los
delitos que violan los principios éticos y morales que fundan la armonía
de una sociedad, para decidir en favor de quién pagara mejor o brindara
algún tipo de utilidad personal.

Mario Pereyra
158 Psicología de los Personajes Bíblicos

Otro ejemplo del proceder de Dan lo encontramos en los sucesos de


la vida de José (Gn.37:42-45). Él fue uno de los principales en hostilizar
al hermano y, probablemente, quien sugirió la idea de eliminarlo,
interviniendo en la decisión de venderlo. Sin embargo, en ningún
momento aparece su nombre en el relato. El silencio es elocuente
respecto a su trabajo insidioso, de su actuación tras las sombras, de la
estrategia de tirar la piedra y esconder la mano. Es cierto que los
nombres de la mayoría de los hermanos no son citados, con excepción
de los mayores, Rubén, Judá, Simeón, entre los nombres de los cuales
se encontraba Dan. Asimismo, si Dan era el “juez”, era de suponerse
que su voz debería ser escuchada, pero su juicio fue condenatorio no de
salvación. También participó en la mentira dicha al padre sobre la real
situación de José; engaño que fue sostenido por muchísimos años,
viviendo un mundo de simulación, lleno de falsedades. Seguramente el
triste ejemplo de la hipocresía en la familia constituyó una excusa a su
favor para el cumplimiento de su cínica profesión.
Los jueces corruptos son los peores males de una sociedad. Es
necesario depositar confianza en quienes tienen la capacidad de
administrar justicia, y cuando los tales actúan con falsedad y engaño, la
gente queda expuesta a sufrir todo tipo de arbitrariedades e injusticias.
La gente cuando desconfía del sistema judicial o de la policía, asume el
propio cuidado y adopta conductas justicieras. También los delincuentes
y asesinos al no tener ningún respeto o temor por las instituciones
judiciales, actúan con total impunidad, provocando el caos social, y
activan el detonador de los conflictos. Así, las cosas, la mala
administración de la justicia deviene fácilmente en un incremento del
malestar general, de disputas interminables y continuos pleitos que
terminan en tragedias. Se pierde la convivencia pacífica y la armonía
social, atmósfera que propicia apasionadas represalias y una insaciable
sed de venganza.
Asimismo, la serpiente que muerde el talón alude simbólicamente a
dos imágenes representativas, una del pasado y otra del futuro. Con
respecto a la primera, el libro de Génesis, en el capítulo 3, narra la
historia de la caída del hombre. Satanás, asumiendo la forma de
serpiente, seduce y engaña a Eva. Dios anuncia el castigo para cada uno,

Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 159

a través de un dictamen expresado en lenguaje profético: “Enemistad


pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te
herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (3:15). La mujer,
símbolo de la Iglesia (Ef.5:22-27; Ap.12:1; 19:7,8) y de cada hijo de
Dios, recibió la promesa del triunfo final sobre el mal, no sin antes
recibir la herida de la traición, infligida por la serpiente. ¿Cuál fue esa
mordedura? La muerte de Cristo, quien sufrió la traición en la persona
de uno de sus discípulos, sufriendo injustamente la muerte. De esta
manera, Dan es un símbolo de Satanás, la serpiente antigua, y de Judas
Iscariote, el traidor que personificó al hombre de perdición en los
tiempos del Nuevo Testamento.

Las letales secuelas de la perversión


“Un alma perversa que apela a testimonios
sagrados es como un bellaco de risueño
semblante, como una hermosa manzana de
corazón podrido. ¡Oh, qué bello exterior puede
revestir la falsedad!”
Shakespeare

La terrible influencia de la vida de Dan se deja ver en sus


descendientes. El registro bíblico menciona que tuvo un hijo llamado
“Husim” (Gn.46:23) o Súham, de donde derivan los suhamitas
(Nm.26:42). El significado de ese nombre es dudoso, probablemente
quiera decir, “los que se apresuran” (CBA, 569), lo cual no habla bien
del padre, el juez que le puso el nombre. Tanto el hijo como los
descendientes directos se pierden en las sombras de la historia,
recibiendo como único homenaje el tributo del silencio, que en el
pensamiento bíblico suele ser un método de reconvención.
La tribu que descendió de Dan también tuvo una triste historia. Al
ingresar en la tierra de Canaán se le asignó una pequeña región al norte,
a la cual pertenecían las ciudades de Zora, Ajalón, Ecrón y Elteque
(Jos.19:40 46; 21:5,23,24). Sin embargo, los danitas, igual que su
fundador, no cumplieron la misión (Jue.1:34,35) a pesar de ser muy
numerosa (Num.1:38,39). Posteriormente, enviaron espías que
Mario Pereyra
160 Psicología de los Personajes Bíblicos

encontraron otro lugar al norte de Palestina más propicio, a donde


emigraron. Mataron cruelmente a los habitantes de Lesem o Lais,
ocuparon su territorio y llamaron Dan a la ciudad donde se establecieron
(Jos.19:4 - 7; Jue.18). Esta historia forma parte de las páginas más tristes
de la Biblia, llenas de terribles violencias, deformidades humanas e
instintos salvajes (ver Jue.17 al 21). Una realidad embrutecida, sin
justicia ni ley, que se define con la infausta expresión: “cada uno hacía
lo que bien le parecía” (Jue.17:6).
La ciudad de Dan fue un centro de idolatría. Al fundarla los danitas
llevaron una imagen esculpida que habían robado cuando iban camino
al norte (Jue.18:18 - 20,30,31). “Más tarde, Jeroboam I de Israel
construyó en Dan uno de sus dos templos para adoración del becerro (1
Rey.12:28 - 30;2Rey.10:2 - 9;Am.8:14)” (DBA,295,296). Seguramente,
debido a su irrefrenable idolatría y vida perversa, Dan fue conquistada
por Ben adad I de Damasco (1Rey.15:20; 2Cr.16:4) y, posteriormente,
por Tiglat pileser III de Asiria (2Rey.15:29) e incorporada como
provincia asiria, desapareciendo definitivamente de la historia.

LA PUERTA DEL PERDÓN

¿Por qué Manasés fue llamado a ocupar el lugar de Dan? ¿Qué


simboliza su nombre? Quien le dio el nombre fue su padre José. En estos
términos lo narra el texto: “Y llamó José el nombre del primogénito,
Manasés (esto es, El que hace olvidar), porque dijo: Dios me hizo
olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre” (Gn.41:52). Durante
trece años José padeció una cruel sucesión de adversidades. Fue vendido
por sus hermanos como esclavo a Egipto y desarraigado prematura y
cruelmente de su hogar. Trabajó algún tiempo en casa de Potifar, oficial
de Faraón, donde experimentó cierta prosperidad, hasta que nuevamente
la intriga conspira contra él, siendo enviado a la cárcel. Allí permanece
varios años hasta que, finalmente, una circunstancia favorable, descifrar
los sueños del rey, lo catapulta a la corte, ocupando el cargo de
gobernador, la más alta magistratura después de Faraón. Allí su suerte
cambió totalmente, la dicha comenzó a sonreírle después de tantas
penurias. Luego se casa y nace el primer hijo. Su espíritu sobrecargado

Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 161

con tantos recuerdos penosos pudo al fin descansar en paz. Las alegrías
e inocencias del niño, hicieron olvidar a José los malos momentos
vividos. Es la gracia bienhechora del perdón que, como un bálsamo,
suaviza y perfuma la vida.
No tenemos mucha información de la vida de Manasés, con
seguridad no porque fuese oprobiosa, sino porque vivió bajo la luz de
su padre. El testimonio de las Escrituras narra el momento cuando José
llevó a sus hijos, Manasés y su hermano Efraín, junto al lecho de su
padre moribundo Jacob, y el patriarca tomó a ambos niños como hijos
suyos (Gn.48:5). Allí se procede a la designación de un lugar
privilegiado en el podio de la posteridad. La historia confirma ese lugar
de privilegio que ocupó, gracias a la fidelidad de José, que recibió doble
herencia.
Uno de los proverbios del sabio Salomón declara: “De más estima
es el buen nombre que las muchas riquezas” (Prov.22:1). Ciertamente,
el nombre de Manasés es hermoso y de valioso contenido. Contrasta
notablemente con el de Dan, relacionado con el juicio perverso y la
traición, ya que Manasés es quien alivia y restaura. Es un nombre que
promueve los valores de la vida sobre los sentimientos alterados del
enojo y el rencor. Privilegia el alivio de la conciencia sobrecargada por
los males del pasado y la sonrisa del perdón. Es un mensaje que estimula
las cosas buenas presentes y la esperanza del futuro. Nombre que estará
sobre una de las puertas de la ciudad celestial, como símbolo del perdón
que posibilita el ingreso a la eternidad. Si Dan es símbolo de la
“serpiente antigua” (Ap.12:9; 20:2), quien envenenó de pecaminosidad
al mundo, Manasés es símbolo de Jesucristo que, gracias al perdón,
ofreció el antídoto para contrarrestar el mal del pecado.
Enfatizamos que en la Biblia, el nombre de una persona, no es una
simple expresión bonita o una mera palabra para identificar a una
persona, sino significa lo que esa persona es, su carácter, su naturaleza.
Los nombres de los hijos de Israel tienen un valor simbólico, ya que
están inscritos en las doce puertas de la Jerusalén celestial
(Apoc.21:12,14), y representan las doce formas de entrar en la eternidad
(por alguna de esas puertas ingresarán los redimidos a la ciudad eterna),
que en última instancia son diferentes manifestaciones del nombre de

Mario Pereyra
162 Psicología de los Personajes Bíblicos

Dios que está “sellado” en la frente de los 144.000. En el Comentario


Bíblico Adventista (tomo 7, 839) se dice lo siguiente: “En los sellos
antiguos se grababa el nombre de la persona, lo que les daba validez...
Los nombres, aplicados a los 144.000, representan (1) el dueño: los
144.000 pertenecen a Dios; (2) el carácter: los 144.000 reflejan
plenamente la imagen de Jesús”.
Además, el nombre de Manasés, al ubicarse en el centro de los
nombres de los ciento cuarenta y cuatro mil, constituye el eje articulador
del mensaje de los redimidos. De acuerdo con la interpretación de
H.Gambetta (comunicación personal), los nombres de los 144.000 están
dispuestos de una manera tal que el conjunto de ellos tienen un
significado de “alabanza” y de promesa. Si unimos todos los nombres,
el simbolismo revelaría este extraordinario significado:

Cuadro 6
Comparación de los nombres y significados de los 12 hijos de Israel
12 HIJOS O TRIBUS DE ISRAEL
SEGÚN GÉNESIS 29:31-30:24;
12 TRIBUS
35:1626
SEGÚN APOCALIPSIS 7:4-8

RUBÉN ¡Mira un hijo! 1. JUDÁ alabanza


SIMEÓN el que obedece 2. RUBÉN ¡Mira un hijo!
LEVÍ unidos 3. GAD multitud
JUDÁ alabanza 4. ASER feliz

DAN juzgó 5. NEFTALÍ luchar (con Dios y


NEFTALÍ luchar (con Dios y 6. MANASÉS vencer) olvidando GAD vencer)
multitud, 7. SIMEÓN (perdonando) el que ASER compañía dichoso, feliz 8. LEVÍ
obedece unidos
ISACAR recompensa, galardón 9. ISACAR recompensa morará, habitará 10.
ZABULÓN habitará
ZABULÓN
JOSÉ añadir, multiplicar hijo 11. JOSÉ multiplicar a la

BENJAMÍN de mi diestra 12. BENJAMÍN diestra

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Vidas Frustradas 163

“¡Alabanza, Gloria a Dios! (Judá) ¡Mira un hijo! (Rubén). No, es


una multitud (Gad); una compañía feliz y bienaventurada (Aser); ellos
han peleado con Dios y vencido (Neftalí); perdonando (Manasés) y
obedeciendo (Simeón). Unidos (Leví) a Cristo recibirán el galardón y la
recompensa (Isacar). Habitarán por la eternidad (Zabulón), recibiendo
bendiciones multiplicadas (José) y se sentarán a la diestra de Dios”
(Benjamín).

LA PERSONALIDAD PASIVO-AGRESIVA
¿Qué tipo de personalidad desarrolló Dan? Aunque la información
que poseemos es insuficiente, nos parece que puede ubicarse entre los
individuos resentidos, opositores, que contrarían y juzgan con
demasiada facilidad en forma negativa a los demás. Este patrón de
comportamiento se ubica en los trastornos de la personalidad como
pasivo-agresivo (ver cuadro 7). Se trata de una actitud generalizada, que
se da en el trabajo como en las relaciones sociales, caracterizada por la
resistencia a cumplir con las responsabilidades, con aplazamientos,
descuidos, obstinación e ineficiencia intencionada. Las personas que
presentan estos comportamientos suelen quejarse, echándole la culpa a
los demás de todo lo malo que les sucede, diciendo que no son queridos,
que nadie los comprende y que son despreciados por los otros. “Se
muestran huraños, irritables, impacientes, cínicos, escépticos, siempre
dados a discutir y a llevar la contraria. También se muestran envidiosos
y resentidos hacia los compañeros de trabajo que triunfan o están bien
considerados por los altos cargos, y suelen quejarse abiertamente de su
mala fortuna” (DSM-IV, 750). Son pesimistas con respecto al futuro y
carecen de esperanzas. Hacen comentarios del tipo «no vale la pena ser
bueno» y «las cosas buenas no duran para siempre». Estas personas
tienen doble cara, dos actitudes opuestas: “o bien lanzan amenazas
hostiles hacia quienes consideran el origen de sus problemas, o bien
intentan apaciguar los ánimos de estas personas pidiéndoles excusas o
asegurándoles que en el futuro trabajarán mejor” (Ibíd).
En conclusión, Dan perdió la gloria de ocupar un lugar privilegiado
en la excelsa grandiosidad de los justos, porque arruinó su vida con la
práctica de la perversidad. Su figura encarna la triste historia de alguien
Mario Pereyra
164 Psicología de los Personajes Bíblicos

destinado a triunfar, a convertirse en modelo de perfección por la


eternidad y permanecer entre los santos bienaventurados, pero que
lamentablemente fracasó en su objetivo, no cumplió su misión, ya que
prefirió habitar entre las sombras y la hostilidad, refunfuñando,
amargado, y quejándose de la incomprensión de los demás, atacando
arteramente a la gente, cuando las circunstancias le resultaban propicias.
La crítica cruel y despiadada que Dan, inspirada en el modelo de la
“serpiente antigua”, produjo tanto mal en sus días como en sus
descendientes, al extremo de quedar descalificado para entrar en el
cielo. Una historia lamentable que nos advierte acerca de las
calamidades de la crítica astuta y traidora.
Cuadro 7
Personalidad pasivo-agresiva (DSM-IV, 751)
Patrón permanente de actitudes de oposición y respuestas pasivas
ante las demandas que exigen un rendimiento adecuado. Se
refleja en una gran variedad de contextos, y se caracteriza por
cuatro (o más) de los siguientes comportamientos:
1. resistencia pasiva a rendir en la rutina social y en las
tareas laborales;
2. quejas de incomprensión y desprecio de los demás;
3. hostilidad y tendencia a discutir;
4. crítica y desprecio irracionales a la autoridad;
5. muestras de envidia y resentimiento hacia los
compañeros, aparentemente, más afortunados que él;
6. quejas abiertas y exageradas por su mala suerte;
7. alternancia entre amenazas hostiles y arrepentimiento.
2. EL REY PUSILÁNIME: ACAB
“Involuntariamente, fui descubriendo todo el sedimento de bajeza humana
que encubren los actos aparentemente más leves; y
hombres que eran buenos y perfectos para sus
prójimos, fueron para mí, lo que Cristo llamó,
sepulcros encalados”. Roberto Arlt

Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 165

Acab fue el octavo rey de Israel, hijo y sucesor de Omri. Gobernó


durante 22 años, del 874 al 853 a.C. Fue un militar importante, ya que
mantuvo subordinado a los moabitas (2 Rey.3:4,5), derrotó a los sirios
en dos ocasiones (1Rey.20). El botín de estas dos guerras victoriosas lo
enriqueció mucho, le permitió realizar concesiones económicas en
Damasco (1 Rey. 20: 21, 34) y sostener un ejército muy numeroso. “Las
inscripciones de Salmanasar muestran que, de los ejércitos aliados,
Acab (llamado Ahabbu mat Sir’ilâ, “Acab, el israelita”) tenía la mayor
fuerza en carros (2.000, de un total de 3.940) y una infantería de 10.000
soldados (de un total de 60.000)” (DBA, 14). Asimismo, mantuvo
relaciones amistosas con los fenicios y con el reino de Judá, al sur. En
líneas generales, el reinado de Acab fue próspero, ya que sus vínculos
amistosos con los fenicios trajo mucha riqueza al país, desarrollándose
un extenso programa de construcciones, que la Biblia registra muy
someramente (1 Rey. 22:39) y que han sido confirmadas en las
excavaciones arqueológicas realizadas en Samaria, la capital (Íbid.).
Las ruinas de la ciudad indican que Acab construyó su palacio junto al
de Omri, su padre, e hizo decorar su residencia con placas de marfil
hermosamente talladas por las que, evidentemente, se lo llegó a conocer
como el “Palacio de Marfil” de Acab (1 Rey. 22:39; Amós 3:15). Los
diseños de los interiores son semejantes a los que se hallan en
decoraciones hechas con marfil en ciudades de Siria y Asiria. También
tuvo otro palacio en Jezreel, de acuerdo a la información que presenta
1 Reyes 21:1. “De ahí que, por un tiempo, llegó a ser uno de los
monarcas más poderosos del occidente de Asiria” (2CBA, 84).
El cronista del libro bíblico de los Reyes, narra que después de la
derrota de los sirios, Acab continuó enfrentando ciertos pleitos locales,
antiguas disputas que existían con pequeñas naciones de Siria y
Palestina. En esa campaña, Acab se dispuso a tomar la ciudad de Ramot
de Galaad, que estaba en manos de los arameos de Siria desde hacía
algún tiempo. En la batalla por la conquista de esa ciudad fue
mortalmente herido (1 Rey. 22:2-36). Su cuerpo fue llevado a Samaria
para ser sepultado y, como había sido predicho por el profeta Elías (1
Rey.21:19), los perros lamieron la sangre del rey Acab que había

Mario Pereyra
166 Psicología de los Personajes Bíblicos

manchado su carro de guerra (22:38), terminando su vida de manera


trágica.
Pero, lo peor no fue su trágico fin, sino su vida calamitosa. Durante
su reinado ministró uno de los profetas más importantes de la
antigüedad, Elías, quien en varias ocasiones intervino con mensajes
personales directos, encaminados a producir un cambio en su conducta
perversa (1Rey.17:1; 18:17-20; 21:17-26), que tuvieron la virtud de
causar algún impacto (18:41-46) y cierto grado de arrepentimiento
(21:27-29), pero sin llegar a provocar un cambio duradero y efectivo.
Cabe destacar que durante su reinado se produjo uno de los
acontecimientos más espectaculares de la acción prodigiosa de Dios en
el pasado, un portento asombroso, donde todo el pueblo pudo observar
la intervención directa de Dios por medio de un fuego fulminante que
cayó sobre el holocausto consumiendo el animal, la leña y aun las
piedras del altar y el agua de las zanjas preparadas previamente
(1Rey.18:20-40). Este fenómeno extremo, realizado en el monte
Carmelo, fue una demostración indiscutible en contra de las estrategias
del mal, que tenía seducido al pueblo y al mismo Acab, a fin de que
abandonaran el comportamiento ambivalente y las incertidumbres que
los caracterizaba (18:21).
A diferencia de otras historias funestas, la Biblia dedica mucho
espacio a Acab, quizás para resaltar el ministerio de Elías y cuánto se
hizo para recuperar a la nación y a su rey. Sin embargo, los días de Acab
fueron los más desastrosos en lo referente a la condición espiritual del
pueblo, debido a la actitud permisiva y débil del rey, que facilitó la
infiltración de centenares de sacerdotes y profetas de Baal y Astarté,
quienes introdujeron una serie de ritos inmorales en las creencias
religiosas de la población, derivados del sistema de culto fenicio.
Además, se clausuraron las escuelas de los profetas, el mejor sistema
educacional que existía en Israel, se perseguieron a maestros y alumnos,
y asesinaron a centenares de adoradores del verdadero Dios, todo lo cual
causó una crisis religiosa y moral de gran magnitud (1 Rey. 18: 4, 19).
Estos hechos penosos, a la hora de juzgar la actuación del monarca,
determinó que la Biblia lo calificara como el peor de los reyes que

Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 167

habían gobernado a Israel hasta ese momento, un verdadero récord de


maldad.

La permisividad nefasta

“Y Acab, hijo de Omri, hizo lo malo ante los ojos del


Eterno, más que todos los que reinaron
antes de él”. 1 Reyes 16:30

¿Por qué Acab fue catalogado como el más malvado de los reyes?
¿Qué contribuyó a ostentar ese deplorable título? Procurando dar una
explicación, el cronista del libro de los Reyes realiza este breve pero
significativo comentario: “No sólo consideró cosa ligera andar en los
pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, sino que tomó por esposa a Jezabel,
hija de Etbaal, rey de los sidonios, y sirvió a Baal y lo adoró” (16:31).
Dos poderosas razones pesan para evaluarlo como el peor de los reyes:
la influencia fatídica de la idolotría de Jeroboam y el hecho de casarse
con una mujer pagana, sacerdotisa del dios Baal y la diosa Astarté. Al
analizar en detalle el texto, encontramos que la influencia negativa de
Jeroboam no fue algo exclusivo de Acab, ya que también lo padecieron
reyes anteriores como Baasa (1 Rey.15:34), Zimri (1 Rey.16:19) y su
mismo padre, Omri (vers.27). Por lo tanto, hay que concluir que la
primera razón no fue la determinante, sino la segunda, su casamiento
con Jezabel.
La concubina de Acab llegó al gobierno de Israel bajo el programa
de política exterior de aquellos tiempos, que refrendaban los acuerdos
internacionales con casamientos. El padre de Jezabel fue Ittobaal o
Etbaal (en hebreo), un sacerdote de la diosa Astarté que llegó al poder
en la ciudad de Tiro, en Fenicia, por medio de un golpe de estado,
aproximadamente al mismo tiempo cuando Omri, el padre de Acab,
conquistaba el trono de Israel, también gracias a una sublevación (1
Rey.16:16-21). De modo que, estando ambos dictadores unidos en sus
procedimientos políticos, deciden cimentar su unión con una alianza de
familia (BJ, 388). Ahora bien, si Jezabel fue impuesta a Acab por un
acuerdo entre su padre y el suegro, ¿por qué fue la causa de su ruina?
Mario Pereyra
168 Psicología de los Personajes Bíblicos

Porque permitió que Jezabel, una mujer inteligente y cínica, ejerciese


una influencia y poder poco usuales en el gobierno de Israel.
Fue evidente que Jezabel, desde que llegó al trono de Israel, procuró
modificar los valores religiosos que identificaban a la nación. Segura de
su influencia que ejercía sobre el débil e incompetente rey, desmanteló
el sistema de culto y de educación religiosa del pueblo. Persiguió y mató
a todos los líderes que predicaban y enseñaban la fe en el Dios
verdadero, e impuso las creencias en los dioses fenicios, Baal y Astarté.
Para alcanzar esos fines, importó de Fenicia cuatrocientos cincuenta
profetas, para que ocuparan el lugar de los dirigentes eliminados.
Estableció un colonialismo religioso, orientado por una estrategia de
sometimiento total del reino, ya que la religión era la esencia de la
nación. La historia de Israel fue la historia de su fe. Sin sus creencias,
desaparecía como estado. Por lo tanto, la lucha por defender la religión
era combatir por la libertad y la independencia del pueblo. El
movimiento de lucha contra esa política extranjera de conquista fue
liderado por el profeta Elías, quien enfrentó la oposición convirtiéndose
en un nuevo libertador.
La política del imperialismo fenicio dirigida por Jezabel no fue sólo
destructiva. Luego de desactivar el aparato teológico-educativo, lanzó
una intensa campaña de divulgación de la nueva religión. “Baal era
adorado como la fuente de vida y bendiciones, como el gran dios de las
tormentas que daban humedad a la tierra y la hacían producir” (2CBA,
809). Asimismo, Astarté fue conocida como representante del “Amor,
el Cielo, la Luna y la Primavera”, “hermana y esposa de Baal”
(Diccionario, 1963, t.1, 177). El espectáculo primaveral de las verdes
colinas surcadas por arroyos inagotables y bosques húmedos que
difundían su fragancia en un aire vibrante de zumbidos de insectos, fue
enseñado como un regalo de los nuevos dioses. Aun la experiencia
estremecedora del amor fue atribuida a la diosa Astarté.
Por esa razón, cuando Elías irrumpe en el palacio de Acab, lanzando
la condena de la sequía (1 Reyes 17:1), estaba luchando contra el
engaño, buscando desbaratar las argucias falaces de Jezabel y sus
secuaces. Fue entonces cuando la vegetación se marchitó, los arroyos se
secaron y las tierras florecientes se transformaron en arenales. Acab

Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 169

debió entender, junto con todo el pueblo, que se trataba del castigo de
Dios contra las enseñanzas erróneas. Durante todo ese tiempo, los
sacerdotes y profetas fenicios intentaron “producir la lluvia haciéndose
tajos con cuchillos” (Ídem, 209) de manera infructuosa. Otra evidencia
que demostraba la inoperancia y falsedad de las enseñanzas paganas.
Sin embargo, Acab ignoró los llamados de la razón y del mismo Dios,
y continuó bajo el influjo perverso de su perniciosa mujer.

Psicología de la cobardía
“La indecisión es también cobardía, cobardía de la voluntad”.
Carl Spitteler

El nombre “Acab” proviene del hebreo ‘Aj’âb, que significa


“hermano del Padre” o sea, “semejante al Padre” (CBA, 13). ¿En qué
sentido puede interpretarse el nombre? ¿Cuál es la clave para descubrir
el ser “semejante” al padre? Probablemente el nombre fue puesto por el
mismo padre con el propósito de que su hijo se le pareciera; es la
expresión del deseo del padre. La información que poseemos de Omri,
el padre de Acab, revela que era el jefe del ejército, que mientras estaba
en campaña ocurrió una sublevación, donde fue asesinado el rey,
tomando el poder los insurgentes. Inmediatamente se hizo reconocer
como rey por su gente y marchó contra el usurpador, eliminándolo y
ocupando el trono (1 Rey.16:15-20). Parte del pueblo no lo aceptó, así
que tuvo que luchar contra otro candidato, Tibni, hasta finalmente
derrotarlo. Ya al frente del gobierno, la obra más importante que realizó
fue la construcción de la ciudad de Samaria, a la cual convirtió en capital
del reino (vers.21,22). Esta breve reseña muestra que Omri tenía razones
para sentirse satisfecho consigo mismo y querer que su hijo lo imitara,
ya que fue un hombre de éxito, conseguido por medio de su espíritu
combativo y una severa disciplina. En consecuencia, parece tratarse de
una personalidad fuerte, enérgica, dominante, con gran capacidad de
mando, que impuso su autoridad soberana aplastando toda oposición por
medio de la violencia. ¿Cómo será el carácter de un hijo que se
desarrolla baja la sombra de un padre poderoso, de voz potente y recia,

Mario Pereyra
170 Psicología de los Personajes Bíblicos

de imponente presencia militar, acostumbrado a dar órdenes en forma


avasalladora?
Sabemos que Omri le impuso a su hijo como esposa a Jezabel. ¿Por
qué lo hizo? Ciertamente por el compromiso que tenía con su colega el
rey de Tiro, aunque probablemente porque descubrió que Jezabel tenía
un carácter fuerte y autoritario, sintiendo que era la mujer ideal para su
hijo, un hombre débil y timorato. “Esta es la mujer ideal para mi hijo”,
habrá pensado, “este chico necesita alguien fuerte a su lado que lo ayude
a tener mano dura y proceder en forma inflexible. Las cosas de gobierno
requieren dureza y una voluntad de hierro”. Sin embargo, poco imaginó
que con tal proceder estaba incrementando su debilidad y llevándolo a
la ruina. La historia de Acab es una demostración de su flaqueza, de
alguien que se somete de un modo increíble, y cuyas actitudes revelan
una fragilidad sorprendente.
Aunque los textos son fragmentarios, presentan algunos episodios
de la vida de Acab que pintan magistralmente, en forma gráfica, su
carácter pusilánime. El primero de ellos ocurre en su encuentro con
Elías, después de los tres años de sequía. Acab reprende con evidente
irritación al profeta, a quien consideraba culpable de las calamidades
que padecían, diciéndole: “¿Eres tú, el que alborota a Israel?” (18:17).
Entonces Elías, reaccionando con firmeza, responde al rey: “No soy yo
el que alborota a Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber
abandonado a Yahveh y haber seguido a los Baales” (vs.18).
Seguidamente, le ordena que reúna a todo el pueblo en el monte
Carmelo para la confrontación con los sacerdotes de Baal (vs.19).
¿Cómo debería haber reaccionado el rey? Un perseguido de la justicia
que lo censura en público, y todavía tiene el atrevimiento de darle una
orden. ¿Cómo habrían procedido Omri o Jezabel? Seguramente habrían
castigado severamente tal audacia; sin embargo, Acab enmudeció y
simplemente obedeció (vs.20). Desde chico estaba acostumbrado al
ceño fruncido de su padre que le daba órdenes a gritos, que le producían
terror y lo movían a obedecer inmediatamente.
El suceso más representativo de la personalidad de Acab, fue cuando
quiso comprar las tierras cercanas a su palacio de Jezreel, para ampliar
sus dominios. El dueño era Nabot. Acab le hizo una oferta muy
Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 171

atractiva, pero Nabot la rechazó porque las tierras habían pertenecido a


sus antepasados y no quería deshacerse de ellas (21:1-4). Acab quedó
muy molesto y apenado por la negativa, al punto de deprimirse y perder
el apetito. Jezabel lo observó apesadumbrado, y le preguntó la razón de
su desaliento. Al descubrir la causa, su mujer le contestó: “¿Eres tú
ahora rey sobre Israel? Levántate, come y alégrate; yo te daré la viña de
Nabot de Jezreel” (vs.7). La mujer, con ladina habilidad y sin el menor
escrúpulo, tramó un juicio insidioso y falaz, que condenó a muerte a
Nabot, para luego apoderarse arbitrariamente de su propiedad.
Ese hecho abusivo e inicuo produjo la indignación de Dios, quien
envió a Elías para recriminarle su infamia y condenar su proceder.
Cuando Acab escuchó la violenta reprimenda del profeta (¿se parecerían
a las severas reprensiones de su padre?), se cohibió y angustió
profundanemente. Rasgó sus vestiduras, se vistió de cilicio en señal de
penitencia, dejó de comer y se deprimió. ¿Fue arrepentimiento o
remordimiento? ¿Fue un estado de aflicción por el mal hecho o de temor
a las consecuencias terribles que le sobrevendrían? La profecía
anunciaba que moriría víctima de las alimañas del campo (buitres y otras
aves de rapiña) o de la ciudad (los perros salvajes). ¿Habrá sentido su
corazón comprimido por el pánico, como cuando escuchaba la voz
tronante de su padre injuriando sus travesuras? Diciendo: “Perdón,
papito, por favor no me pegues, te prometo que me voy a portar bien”,
con su rostro desencajado por el dolor, pidiendo clemencia
desesperadamente de rodillas. No sabemos, pero más importante que la
naturaleza de su comportamiento, el hecho fue que Dios se condolió de
su estado, y mitigó el castigo.

LA PERSONALIDAD DEPENDIENTE
¿Qué tipo de personalidad mostró Acab? ¿Cómo podría
caracterizarse? De acuerdo al Manual de Diagnóstico de Enfermedades
Mentales de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana, conocido como
DSM-IV, el caso de Acab puede incluirse entre las personalidades
dependientes (ver cuadro 8). Los estudios de psicopatología han hecho
una autopsia minuciosa y detallada de este tipo de personalidad,
descifrando las claves de su comportamiento desde dentro de sí mismos
Mario Pereyra
172 Psicología de los Personajes Bíblicos

y desde las artes de su dominio. Se ha descubierto que tales personas


navegan, con excesiva frecuencia, en un océano de dudas,
incertidumbres y perplejidades, por lo cual tienen enormes dificultades
para tomar decisiones y asumir responsabilidades, si no cuentan con un
aconsejamiento excesivo y una fuerte aprobación por parte de los
demás. Estos individuos tienden a ser pasivos, permiten que los demás,
frecuentemente una única persona, tomen las iniciativas y ocupen la
responsabilidad en las principales cuestiones de su vida. Afirma el
DSM-IV (1994, 682): “Es típico que los adultos con este trastorno
dependan de un progenitor o del cónyuge para decidir”, tal como
sucedió con Acab, quien estaba tan subordinado a las decisiones de
Jezabel.
Las personalidades dependientes tienen grandes dificultades para
iniciar proyectos o hacer cosas en forma independiente. Carecen de
confianza en sí mismos, y sienten que necesitan ayuda para comenzar y
llevar adelante las tareas. En realidad, están convencidas que son
incapaces de funcionar libremente y se ven a sí mismas como ineptas y
necesitadas de ayuda constante. Puesto que confían en los demás para
solucionar sus problemas, no aprenden las habilidades necesarias para
enfrentar la vida en forma personal, lo que perpetúa la dependencia.
Asimismo, experimentan mucha ansiedad cuando deben enfrentar
decisiones que tomar. Un ejemplo ilustrativo de este modo de
comportamiento la reveló Acab cuando Ben- adad, rey de Siria, sitió a
Samaria y le envió mensajeros para amedrentarlo (1 Rey.20:1-3). El rey
de Israel asumió una actitud de obediencia y sumisión indigna, diciendo:
“Como tú digas, rey mi señor, tuyo soy yo y todo lo mío” (vers.4).

Cuadro 8
Características de la personalidad dependiente (DSM-IV)

Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 173

Necesidad excesiva de que se ocupen de uno, que ocasiona un


comportamiento de sumisión y adhesión y temores de
separación, como lo indican cinco o más de los siguientes
indicadores:

1. dificultades para tomar decisiones cotidianas, si no cuenta


con un excesivo aconsejamiento y reafirmación por parte
de los demás.
2. necesidad de que otros asuman la responsabilidad de su
vida.
3. dificultades para expresar el desacuerdo, debido al temor a
la pérdida de apoyo o aprobación.
4. dificultades para iniciar proyectos o hacer las cosas a su
manera, debido a la falta de confianza en el propio juicio o
en sus capacidades.
5. va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr
protección y apoyo de los demás.
6. se siente desamparado cuando está solo, debido a sus
temores de ser incapaz de cuidar de sí mismo.
7. cuando termina una relación importante, busca
urgentemente otra que le proporcione el cuidado y el apoyo
que necesita.
8. Se preocupa por el miedo a que le abandonen, y tenga que
cuidar de sí mismo.

Luego buscó el apoyo de todos los ancianos del reino, que le


aconsejaron a no humillarse en forma tan vergonzosa: “No le escuches,
no consientas”, les dijeron (vs.8). Posteriormente, un profeta de Dios le
asegura el éxito, instruyéndolo de cómo debía actuar. Recobrando valor,
por la ayuda divina, procede y logra la victoria sobre los enemigos
(1321).
En síntesis, Acab fue una personalidad dependiente, inmadura,
timorata, que buscaba el apoyo, la fuerza o el amparo de personas
fuertes como Elías, los profetas de Baal o su mujer Jezabel. Hijo de un
militar autoritario y dictatorial, desarrolló una actitud de retracción y
Mario Pereyra
174 Psicología de los Personajes Bíblicos

apocamiento. Fue un individuo débil e influenciable, lamentablemente


se apoyó más en las malas influencias que en las buenas, cavando su
ruina. Tuvo el privilegio de observar una de las manifestaciones más
extraordinarias de la presencia de Dios en el monte Carmelo, pero ese
despliegue de fuerza y poder, no le ayudó a modificar su forma de ser,
y continuó bajo el influjo malvado de la perversa y cínica Jezabel, que
lo arrastró a una muerte prematura y trágica, sufriendo la condena eterna
de Dios.

3. ELOGIO A LA CRUELDAD: HERODES ANTIPAS


“Quieren, una vez nacidos, vivir y hallar destinos de
muerte... y dejar tras de sí hijos para que nazcan más
destinos de muerte”. Heráclito

Cuando Herodes el Grande murió en el año 4 a.C., dejó en


testamento los nombres y procedimientos de quienes debían heredar su
reino. Según esas indicaciones, los territorios que con tanta falta de
escrúpulos había administrado, fueron divididos entre sus hijos
Arquelao, Herodes Antipas y Felipe. Herodes dejó a Arquelao, el mayor
de sus hijos, Judea, Samaria e Idumea. Como las autoridades romanas
no estaban convencidos de su capacidad para gobernar, sólo le dieron el
título de “etnarca”, que significa “gobernante del pueblo”. Herodes
Antipas se convirtió en el “tetrarca” de Galilea y de Perea. Este título
significaba “gobernante de la cuarta parte de una provincia”, aunque en
la práctica se aplicaba al gobernante de cualquier subdivisión
provincial. Felipe también recibió el título de “tetrarca”, y gobernó en
Paneas, Iturea, Traconítide, Gaulanítide, Batanea y Auranítide, en la
zona noreste. Hay que agregar que, además de la herencia territorial y
política, Herodes dejó otro legado a sus descendientes, una heredad
maldita, el atroz infanticidio de los niños de Belén (Mat.2:16-18),
perpetrado en un impulso asesino al ser burlado por los sabios de oriente
al no informarle dónde residía el niño Jesús.
La Biblia menciona a Herodes Antipas por su título de “tetrarca”
(Mat.14:1; Luc. 3: 1). Era hijo de Maltace, mujer samaritana que
Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 175

también fue madre de Arquelao. “Es posible que el rey Herodes


residiera oficialmente en Tiberias, ciudad que construyó en la orilla
sudoeste del mar de Galilea, y a la que dio el nombre en homenaje al
César, Tiberio, que entonces gobernaba” (5CBA, 601), quien ascendió
al trono imperial en el 14 d.C. Por su parte, Antipas gobernó en Galilea
y Perea durante 43 años, desde el 4 a.C. hasta el 39 d.C. “Antipas llevó
a cabo otro gran programa de edificación por todo el territorio de su
tetrarquía. Todos sus esfuerzos se inclinaron a la helenización, y su
fingido judaísmo no era más que una farsa” (5CBA, 66).
La caída de Antipas se debió a una conspiración familiar al
producirse el cambio del gobierno imperial. A la muerte de Tiberio, en
el año 37, ascendió al trono su hijo adoptivo, Calígula. El nuevo
emperador era íntimo amigo de Herodes Agripa I, hijo de Aristóbulo y
hermano de Herodías, sobrino de Antipas. Por esa amistad, Calígula le
concedió a Agripa el título de rey y el gobierno de los territorios que
había gobernado Felipe, el otro tío. Herodías, hermana de Agripa y
amante de Antipas, se puso muy celosa por la distinción dada a su
hermano, e insistió que Antipas fuera a Roma y pidiera
reconocimientos también para él. Antipas, siguiendo ese consejo, viajó
el año 39 d. C., mientras Agripa acusaba a su tío ante el emperador de
haber transgredido los reglamentos imperiales al acumular una gran
cantidad de armamentos. Cuando Antipas llegó a Roma, el emperador
lo obligó a reconocer la verdad de la acusación, y fue inmediatamente
desterrado junto con Herodías, a Lyon, en las Galias. Calígula añadió,
entonces, los territorios de Antipas, Galilea y Perea, a los dominios de
Herodes Agripa l (5CBA, 66).
Después de esta breve reseña, analicemos la psicología del
personaje. ¿Quién era Antipas? ¿Qué revela su nombre?
Etimológicamente, proviene del griego y significa “contra todos”,
aunque lo más probable es que se trate de la contracción de “Antípatros”
(igual que Cleofas, del griego Kleopás, apócope de Kleópatros), un
nombre griego bastante frecuente, compuesto por las palabras anti, “en
lugar de”, y pas, abreviación de pater, “padre”. El Diccionario Bíblico
Adventista lo traduce como “imagen del padre”. Este nombre reflejaría
la ilusión del padre de que lo sustituyera en el poder o que ocupara su
Mario Pereyra
176 Psicología de los Personajes Bíblicos

trono. El hecho es que el nombre apunta a la identificación del hijo con


el padre. Considerando que el padre fue un gobernante cruel y despótico,
el nombre sugiere que en el hijo se reprodujeron esos vicios y
desenfrenos. A diferencia de Acab, un hijo frágil y quizás un poco
enclenque, que veía a su padre como un monstruo violento, Antipas
idealizó a su padre, viéndolo como un modelo a seguir, buscando
asemejarse a él.

La celebración fatídica
“En torno del poseso ruge siempre un viento peligroso de
tempestad, y sobre él se cierne un cielo siniestro,
tormentoso, trágico y fatal”.
Stefan Zweig

Cuando Antipas fue de visita a Roma, restableció la relación con


Herodías, que era su sobrina y cuñada al mismo tiempo, ya que era hija
de Aristóbulo (su medio hermano) y nieta de Herodes el Grande, quien
se había casado con otro de sus medio hermanos, Felipe. Antipas se
enamoró perdidamente de ella y Herodías no le fue indiferente, al
contrario, abandonó a su esposo en Roma y se fue a vivir a Galilea con
su amante. Por su parte, Antipas también desechó a su mujer para vivir
su romance con Herodías. Este hecho vergonzoso fue condenado
duramente por Juan el Bautista, crítica que Antipas no toleró,
encarcelando primero al profeta (Luc. 3:19,20), y después matándolo.
Juan fue llevado a prisión a comienzos de la primavera del año 29.
Josefo testificó que las multitudes que lo seguían “se conmovían
grandemente al escuchar sus palabras”, y que Antipas “temía que la gran
influencia que Juan tenía sobre el pueblo pudiera proporcionarle el
poder y la inclinación para producir una rebelión” (Antigüedades, xviii.
5. 2; Cf. 5CBA, 702). Pero la Biblia es más precisa que el historiador
judío, al explicar que la auténtica razón del encarcelamiento era la
reprobación de Juan por su práctica inmoral y, específicamente, el odio
que Herodías le tenía a Juan por ese motivo (Mt.14:3-5; Mr. 6: 17-19;
Lc.3:19,20). Herodías aborrecía a Juan y aguardaba el momento
oportuno para matarlo. Conociendo la influencia que Juan ejercía sobre
Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 177

Antipas, temía que el tetrarca se divorciara de ella, como le había


aconsejado el profeta (White, 1975, 185).
La ocasión para perpetrar el homicidio fue la celebración del
cumpleaños de Antipas. El rey había adoptado la costumbre de celebrar
los cumpleaños por su educación grecorromana, ya que los griegos,
igual que los romanos y persas, festejaban los aniversarios de sus
nacimientos. No hay registro que los judíos celebraran los cumpleaños
(DBA, 287). La historia bíblica narra (Mt.14:6-11; Mr. 6:24-29) que en
la fortaleza de Machaeras (Josefo; 5CBA, 66) se realizó el banquete de
la celebración, en un ambiente voluptuoso, dionisíaco, y lleno de
ostentación. En el momento de mayor exacerbación de las pasiones y
los efectos del alcohol, danzó Salomé, la hija de Herodías, de forma tal
que produjo un fuerte impacto en todos los asistentes, especialmente en
el rey, quien quiso premiar tan espléndido regalo. Entonces le prometió:
“Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino” (Mr.6:23). La
joven, sorprendida por el generoso e inesperado ofrecimiento, pidió
consejo a su astuta madre acerca de qué pedir, quien al instante le dijo
que pidiera la cabeza de Juan el Bautista. La hija volvió alegremente
ante el rey, con el insólito y macabro pedido: “Quiero que ahora mismo
me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista” (vers.25).
Entonces, la ilusión se convirtió en fatalidad; la fiesta, que debía
celebrar a la vida, terminó en un homenaje a la muerte. La alegría de la
diversión dio lugar al triunfo del odio que cobró su trofeo de guerra, la
cabeza del mayor hombre nacido de mujer (Mt.11:11).

“Aquella zorra”
“Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera
demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día
termino mi obra”. Jesucristo (Lc.13:32)

Cierto día soleado, mientras Jesús recorría los pueblos y ciudades


enseñando las verdades del Reino de los Cielos, unos fariseos se
acercaron diciéndole: “Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere
matarte” (Lc.13:31). Entonces el Maestro hizo un breve y sugestivo
diagnóstico de la personalidad de Antipas, utilizando una metáfora de
Mario Pereyra
178 Psicología de los Personajes Bíblicos

la naturaleza muy expresiva, al compararlo con un zorro (vers.32), a la


vez que le enviaba un enigmático mensaje. ¿Qué quiso decir Jesús con
ese calificativo de “zorro”? Puede ayudar en la comprensión de lo
ocurrido en otra ocasión, cuando Jesucristo le advirtió a sus discípulos:
“Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura
de Herodes” (Mr.8:15). ¿En qué consistía la “levadura de Herodes”? En
el pasaje paralelo de Mateo 16:6, en lugar de Herodes menciona a los
saduceos. De acuerdo al contexto, por “levadura” hay que entender la
doctrina y la influencia maligna, ya que en la tradición rabínica la
levadura era símbolo del pecado (Lev. 23: 6). Asimismo, si
consideramos que los saduceos eran aduladores con los gobernantes y
bastante mundanos, parecería que la “levadura” de ellos, muy parecida
a la de Herodes, se refería a la manipulación política y sus creencias
paganas.
Podríamos inferir, de acuerdo a estas reflexiones, que la designación
de “zorro” (o “zorra”, como dicen otras versiones) se refiere a la astucia
de Antipas en el manejo de los asuntos de gobierno. Dijimos que
Antipas, para congraciarse con el emperador, le puso el nombre de
Tiberíadas a la ciudad que habitaba. Otro ejemplo de su astucia fue
cuando Pilato, durante el transcurso del juicio de Jesús, le envió a Cristo
para que resolviera el caso (Luc. 23:7-15), en una maniobra tendiente a
evitar la responsabilidad de la decisión. El perspicaz y calculador rey
descubrió el juego y no aceptó correr ese riesgo, devolviéndolo a su
portador. También sus habilidades y artimañas las puso en acción
cuando le robó la mujer a su hermano Felipe. Por otra parte, no sería
demasiado aventurado sostener la hipótesis de que esto de “zorro” pudo
estar denunciando la maniobra realizada por Antipas durante la muerte
de Juan el Bautista. La historia parece adjudicarle la mayor
responsabilidad a Herodías y a Salomé, ¿pero no sería que todo fue un
teatro montado por el mismo Antipas? ¿Acaso esa osadía de ofrecerle
“todo lo que quieras” a Salomé, conociendo cuán dependiente era la
chica de su madre, y el odio furibundo que ésta le tenía a Juan, no sería
una forma indirecta de asesinar al predicador con cierta impunidad?
Después, sin duda, pudo decir, “yo no lo maté, ellas me obligaron”. ¿No

Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 179

sería que el zorro lo había calculado todo con frialdad? Así actúan los
zorros, con premeditación y alevosía.
Pero Antipas también era “zorro” en otro sentido, como el animal
depredador, que atrapa a sus víctimas en forma despiadada y cruel. El
zorro es un animal cazador, ágil e inteligente, sanguinario y destructivo.
Es interesante notar que la palabra “zorro” en hebreo es Shû´âl, que
también significa “chacal”, pertenece a la misma familia de los cánidos
(perros) y se caracteriza por su hocico puntiagudo y alargado, y por
vagar por el desierto (lsa. 13:22; 34:13; 43:20; Jer. 9:11; 10:22; 49:33;
50:39; 51:37;Lm. 4:3) solo o en manadas, y alimentarse de cadáveres.
Antipas era más que zorro, era un chacal. Un personaje siniestro,
terriblemente peligroso, ya que no mataba movido por impulsos como
su padre, sino a sangre fría y premeditadamente. Como lo dice su
nombre, era la “imagen de su padre”, pero mejorada y perfeccionada en
los gajes del mal. Claro que el zorro se encontró con la “horma de su
zapato”. Apareció otro zorro más hábil que él, que lo despojó,
arrebatándole sus posesiones y cargo, influyendo fuertemente sobre el
emperador que lo desterrara como un proscripto a las Galias, tierras
inhóspitas en aquellos días. Este personajes fue su sobrino, el rey
Herodes Agripa, aquel que en una ocasión le dijo cínicamente a Pablo,
“por poco me persuades a ser cristiano” (Hech.26:28), otro espécimen
temible de la familia de los zorros.

LA PERSONALIDAD DISOCIAL
¿Cómo podría clasificarse la personalidad de Herodes Antipas? De
acuerdo a lo expuesto, sus características se ajustan a los trastornos de
personalidad disocial (ver cuadro 9). Se trata de un patrón de
comportamiento persistente y repetitivo, orientado a violar los derechos
básicos de los otros y desconocer las normas sociales. Los
comportamientos típicos de estos individuos son los actos agresivos,
que causan daño físico o amenaza a otras personas o animales, los actos
no directamente agresivos que busca causar pérdidas o daños y otras
conductas antisociales, como son los fraudes, robos y violaciones
graves. También se denominan a estas personas psicópatas o sociópatas,

Mario Pereyra
180 Psicología de los Personajes Bíblicos

ya que su manera de actuar está orientada a perjudicar a los demás. En


esta categoría se ubican los delincuentes y criminales.
Cuadro 9
Trastorno disocial de la personalidad

Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento, en el que se


violan los derechos básicos de otras personas o normas sociales
importantes, manifestándose por la presencia de tres (o más) de los
siguientes criterios:

1. Agresión a personas y animales: por ejemplo, a menudo


fanfarronea, amenaza o intimida a otros, inicia peleas
físicas, utiliza armas que pueden causar daño físico grave a
otras personas, ha manifestado crueldad física con personas
o animales, ha robado atacando a la víctima y ha forzado a
alguien sexualmente.
2. Destrucción de la propiedad: por ejemplo, provocando
deliberadamente incendios con la intención de causar daños
graves y destruido arbitrariamente propiedades de otras
personas.
3. Fraudulencia o robo: por ejemplo, asaltando el hogar, la casa
o el automóvil de otra persona, mintiendo para obtener
bienes o favores o para evitar obligaciones y robando
objetos de cierto valor.
4. Violaciones graves de normas: por ejemplo, permaneciendo
fuera de casa de noche, a pesar de las prohibiciones paternas,
escapándose de casa durante la noche y faltando a clases en
la escuela o al trabajo.

A la hora de diagnosticar casos de esta categoría, se sugiere definir


si el mismo es “leve” (cuando hay pocos problemas de comportamiento
y sólo causan daños mínimos), “moderado” (el número de problemas
son intermedios entre «leves» y «graves») o “grave” (los problemas de
comportamiento son múltiples y causan daños considerables a otros).
Lamentablemente, la historia de Herodes Antipas hace pensar que fue
un tipo de personalidad disocial grave. Los crímenes de refinado estilo
que perpetró, los abusos del poder y las perfidias de su comportamiento
Universidad de Montemorelos
Vidas Frustradas 181

sagaz, lo han dejado congelado en la galería de la historia entre los seres


más abominables y arteros que jamás hayan existido.

Mario Pereyra
Capítulo 6

Vidas excelentes
1. EL COMPLETO DESARROLLO HUMANO

“Él ha establecido que su gracia esté disponible para todos los hombres
de todas las nacionalidades y condiciones de vida de todos los tiempos.
Pero la fe es la que se apropia de ella (Ef. 4:7; Tit. 2:11”.
Diccionario bíblico adventista

esde la perspectiva bíblica, el desarrollo humano


comprende una serie de principios y dimensiones. La vida

D comienza con el albergue corporal materno y la urdimbre


original tejida por los padres y las relaciones familiares.
Desde el útero materno y familiar continúa el desarrollo

la influencia del parentesco, el contexto social, las costumbres y los


con

valores de la cultura. Así, las miradas se multiplican y emiten juicios


de cómo debe ser el niño, qué ropa debe usar, cómo comportarse, lo
que está bien y lo que no lo está. Las miradas cálidas iluminan el rostro
y despiertan la fragancia de la vida; en cambio, el gesto agrio y ceñudo
excitan temores y oscuras emociones intestinas. Así es como la
personalidad va conformándose al influjo de los otros y las enseñanzas
impartidas. Por eso dice el sabio: “Instruye al niño en su camino, y aun
cuando fuere viejo no se apartará de él” (Prov. 22: 6). Ahora bien, en
184 Psicología de los Personajes Bíblicos
todo este conglomerado de influencias y circunstancias participantes,
¿cuáles son las más importantes y decisivas en la formación del niño?
¿Cuáles tienen más duración y presencia en la vida adulta?

( 173 )

Roger-Pol Droit (1996), en forma poética, escrutaba el misterio de


la construcción de la personalidad en estos términos: “¿De qué está
hecha una vida? ¿Una sucesión caótica de gestos ínfimos que
rápidamente desaparecen? ¿El silencio o el dolor de los órganos, hora
tras hora, las palabras pronunciadas y los pensamientos fugitivos?
¿Sentimientos, digestiones, despertares, éxtasis, tedios, ideales,
ilusiones, apremios ―un fárrago donde fluctúan cuerpo y alma, antes
de disolverse para siempre―?... ¿Es verdaderamente solo eso? ¿O bien
lo que se llama una vida es el conjunto de actos que perduran, rastros
inmóviles que las noches no borran : decisiones memorables, combates
insensatos, novelas crudas, rostros de piedra tallada? ¿Cómo
comprender, cuando el cuerpo está podrido desde hace tanto tiempo,
esta extraña existencia que persiste, detrás de las obras, más allá del
polvo disperso de los gestos y las palabras, como un estilo, un sello, al
cual se le reconoce el cometa llamado genio? ¿De qué manera escribir
esta presencia desaparecida que, sin embargo, no muere? No es la
colección de realidades probadas, sino el signo oculto que las reúne: ni
una voz ni un alma, nada más que una gran firma”.
Es posible que en esta era de la hipermodernidad, fragmentada y
leve, la personalidad se construya como una “colección de realidades
probadas”; gracias a algún gesto, palabra o pensamiento que perduran
más allá de la acción corrosiva del tiempo, determinando la firma de la
identidad. Pero en los tiempos bíblicos, la personalidad se construía
sobre valores más resistentes y robustos, ya que todavía los
conservamos a pesar de los dos mil años de estragos. En forma más
precisa, el personaje bíblico se proyecta y estructura sobre el
fundamento de una dimensión olvidada en la actualidad, sobre los
cimientos de la palabra de Dios y el vínculo trascendente con el Eterno.
La relación con Dios es un componente indispensable en la articulación
Universidad de Montemorelos
de la persona. El ser humano no se concibe sin el ámbito interrelacional
con el otro y con el ser divino. Incluso, los procesos de maduración
personal y de actuación social son resultados de esas relaciones. Las
vidas ejemplares que alcanzaron niveles de excelencia en el escenario
privilegiado de la Biblia son precisamente aquellas que han logrado
186 Psicología de los Personajes Bíblicos

profundizar e intensificar su vida de relación con los hombres y con la


divinidad.
Pero el sentido trascendente de vida, establecido sobre relaciones de
reciprocidad, basado en principios individuales y transindividuales, no
significa falta de identidad, todo lo contrario, la singularidad se entreteje
a partir de esos contextos interrelacionales, precisamente, en última
instancia, es el ser divino el que da soporte a la configuración de la
identidad personal. El ser humano no queda flotando a su suerte en los
espacios estelares, al arbitrio de las fuerzas celestes sin parar en ningún
lado. Esa es la imagen del hombre de hoy, del hombre hipermoderno,
pero jamás del hombre bíblico, aun aquellos que perdieron el rumbo y
dañaron su existencia, como Saúl, Dan, Herodes Antipas o Judas
Iscariote, no son seres anónimos y vacíos, tienen fronteras y una
individualidad propia, aunque lejos de los valores que la Biblia invoca
y convoca a integrar al ámbito de la pertenencia privada.
El contraste es evidente. Hoy no existe el individuo, sino el
individualismo. El hombre de hoy se concibe a sí mismo no en diálogo
sino en oposición a los demás, autosuficiente y no necesitado de los
otros ni de Dios, para ser él mismo. A diferencia de los tiempos bíblicos,
el otro no aparece como complemento sino como cuestionamiento,
como amenaza a mi ser. Se trata del concepto de que yo soy en la medida
que me encierro en mí mismo, me defino, defendiéndome de los demás.
Encerrándome en mi casa, en mi paraíso electrónico, con mi música,
mis vídeos, abierto a todo el mundo, en comunicación activa con todos,
por medio de la más sofisticada tecnología de punta, interconectado con
todos menos con alguien, todos menos con la presencia de otro ser
humano y, por supuesto, mucho menos con el Ser trascendente. Vivimos
en casas con ventanas, pero enrejadas; con puertas, pero blindadas; se
trata de un concepto de vida amurallada. Este individualismo, este
aislamiento, se recorta sobre una situación especial, los valores sobre
los cuales se realiza la vida, la imagen que nos formamos de ella para
poder modelar los actos y aspiraciones, para poder insertar un sentido y
dirección a la existencia. Son tiempos de temor, de discriminación, de
marginación, de especulaciones, de incertidumbre acerca de uno mismo
y del otro, de ver hacia dónde nos conduce la marea. Como alguien

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 187

decía: “Que todo siga igual, que lo diferente desaparezca, que quede
solo lo bueno, lo igual a mí, a mí que no soy diferente de nadie, aunque
no soy nadie”.
Los personajes bíblicos, tan alejados de estas constelaciones
fantasiosas, habitan un universo lúcido, con clara conciencia de la
unidad fundamental de su ser, con sentido, individualidad y
mancomunidad social, con clara definición del destino y la misión en el
mundo. Especialmente los personajes que alcanzaron niveles de
excelencia se presentan como ejemplares no mutilados de la humanidad,
en la que ninguna noble facultad del espíritu queda obliterada y donde
las virtudes aparecen potencialidades. Seres desarrollados en todo lo
posible, no solo en un aspecto, sino en toda la plenitud de su ser,
alcanzando la oportunidad bienaventurada de la salvación. Es imposible
negar que, en ese camino del desarrollo humano, uno de los factores
decisivos en el proceso de perfección fueron las experiencias cumbres,
las teofanías, los encuentros con el ser divino, ya sea en forma de voces,
visiones, sueños o presencias, por medio de las cuales recibieron
llamados, revelaciones, mandatos o prescripciones, pero siempre,
constituyendo momentos cruciales en la personalidad y en la definición
del destino.
El camino hacia el cielo no es una autopista pavimentada con una
única dirección. Al contrario, el camino de la vida es “estrecho” y
dificultoso, como asegura el Señor Jesucristo (Mt.7:13,14), y cada uno
debe descubrir la vía correcta y segura para avanzar por ella. Se requiere
reconocer los principios naturales esculpidos en nuestro corazón sobre
la base del programa de salvación divino. El poeta español, Antonio
Machado, ha popularizado esos versos tan hermosos que dicen
“caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, “caminante, no
hay camino, sino estelas en el mar”. En otra de sus coplas, agrega: “todo
el que camina anda, como Jesús sobre el mar”, aludiendo a la historia
del Evangelio cuando Pedro caminó sobre el mar. La trayectoria de la
salvación fue y será siempre una caminata de fe. Pedro descubrió, en
medio de las olas encrespadas del mar, “que el hombre solamente puede
caminar seguro cuando pierde toda confianza en sí mismo y la deposita
en el Salvador” (White, 1985, 337).

Mario Pereyra
188 Psicología de los Personajes Bíblicos

¿Cuál es el camino del desarrollo vital completo? ¿Qué nos enseña


la historia de los personajes bíblicos modelos acerca del camino de la
excelencia? En la historia de Abraham aprendemos a conocer el
itinerario que diseña el camino de la fe, a descubrir el papel de la
confianza en la constitución de la persona y el significado de las
experiencias extraordinarias. Por otro lado, la personalidad refinada y
tierna de Daniel, proclama la trascendencia de las decisiones, de asumir
compromisos firmes y perdurables, de abrirse a las revelaciones
extraordinarias de Dios que devela los misterios del futuro a los
entendidos. Por último, el ejemplo memorable de Juan, el apóstol del
amor, “contiene lecciones de valor incalculable” (White) para todos, que
jamás debemos olvidar, debido a su abnegada devoción y amor
confiado.

2. EL PADRE DE LA FE: ABRAHAM

“Tengo piedad sólo de aquel que despierta en la gran noche patriarcal, creyéndose
al abrigo bajo las estrellas de Dios y que de pronto siente el
deseo del viaje”.
Antoine de Saint-Exupéry

En el santuario de la vida
“El que entra en la esfera de la fe ―decía Paul Tillich (1973)―
penetra en el santuario de la vida”. La fe en Dios es un espacio sagrado,
vasto, sublime, infinito, la esfera de la excelencia, donde se construyen
las mejores realizaciones humanas y se promueve el más alto nivel de
las virtudes. La fe es apertura a Dios, convicción, seguridad, encuentro
con el otro y con lo divino. La fe abre las ventanas a la alegría, despierta
las auroras del porvenir y concede el bendito sentimiento de la presencia
celestial. La fe es confianza, comunicación de amor y un crédito
solidario de ánimo y confort. Es el lugar donde irrumpen las apariciones
sobrecogedoras del Omnipotente que llevan al hombre a las vivencias
cumbres de su vida. Por lo tanto, la fe religiosa es posibilitadora de un
crecimiento enriquecedor de la experiencia que conquista grados
superiores del desenvolvimiento humano.

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 189

Según Hebreos 11:1, la fe “es la sustancia de las cosas que se esperan


y la demostración de las cosas que no se ven”; es, en concreto, el
fundamento de la realidad y hace posible la existencia de la esperanza y
el amor. El creer es como el oxígeno para la vida, ya que sin confianza
no podríamos vivir, pereceríamos en las aguas de la desesperación, en
la angustia, desconfiando de todo y de todos. Para progresar es
indispensable la fe, incluso hasta en la economía. En su libro
Confianza, Francis Fukuyama (1995), rastrea minuciosamente la suerte
económica de los países donde hay y donde no hay confianza. Los
primeros son, invariablemente, ricos. Los segundos, invariablemente
pobres.
Hay que reconocer que existen distintos tipos de fe. El médico
español Laín Entralgo (1978) decía que “la dimensión pística (derivado
del griego: “pistis”=fe) de la existencia humana pasa de la forma “creo
que” o “no creo que” a la forma “creo en” o “no creo en”, es decir, hay
un creer en las cosas y un confiar en las personas. También existe una
fe natural y otra sobrenatural. La primera se refiere a lo inmediato,
permanece atada a las fronteras de lo terrenal; en tanto que la segunda,
tiene mayor alcance, ya que es trascendente. Es este último tipo de fe la
base de la creencia en Dios y constituye la forma más desarrollada del
acto de confiar, su máxima expresión o más plena realización.
De acuerdo a estos parámetros que proponen la fe como el camino
por excelencia del desarrollo humano, ¿cómo conocerlo? ¿De qué
manera la fe interviene en la maduración y el desenvolvimiento del ser?
¿Cuáles son los indicadores que informan del avance y exhiben el mapa
de esa trayectoria? Para responder a estas preguntas sería necesario
encontrar un modelo explicativo de la fe. ¿Dónde encontrarlo? ¿Qué
historia, qué vida o qué existencia podría dar cuenta del lenguaje
encarnado de la fe? El apóstol Pablo da la respuesta: se encuentra en la
figura patriarcal de Abraham, el “padre de todos los creyentes”. La
conducta de Abraham, sus crisis, las vicisitudes que enmarcan su
destino, todo ello tiene un carácter precursor. No sólo es el progenitor
del pueblo de Israel, sino el gestador de la fe, una figura emblemática
que perfila un desarrollo humano de excelencia. ¿Acaso no deberíamos
profundizar en su existencia ejemplar, para intentar adquirir las

Mario Pereyra
190 Psicología de los Personajes Bíblicos

bendiciones prometidas para aquellos que se convierten en fieles


seguidores del camino que él transitó?

El itinerario de la fe
“Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham”.
San Pablo

La historia de Abraham es el testimonio de una trayectoria, de un


trashumante, de un viajero incansable. Según el registro bíblico, el relato
se inicia con su decisión de emigrar, constituyendo ese viaje su vida
misma, ya que abarcó toda su existencia. El dibujo que perfila su destino
es el de ese recorrido, que dejó una estela imborrable para la posteridad.
De modo que su biografía se reduce a salidas y llegadas; es un transitar
por diferentes geografías, un avanzar de horizonte en horizonte para
alcanzar experiencias reveladoras de vida. ¿Cuáles son los hitos más
relevantes de su marcha? ¿Qué etapas de ese proceso son las más
importantes? El informe bíblico destaca siete momentos claves, que se
definen por las apariciones de Dios, las teofanías (visiones de Dios) que
descubren el camino y trazan su itinerario. Esos momentos
trascendentes del patriarca articulan el lenguaje de la fe y singularizan
una forma de existencia que se erige como modelo, esto es, una vía
abierta como propuesta de desarrollo y realización humana. Éstos son
los pasos, que describen el itinerario de la fe:
1. La historia de este hombre singular, oriundo de Ur de los Caldeos
en Mesopotamia, se inicia a los 75 años, cuando abandona su patria. No
decide emigrar por decisión propia, sino en respuesta a una voz que lo
sacude, una palabra cargada de promesa. “Dijo Jehová a Abram: Vete
de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te
indicaré. Yo haré de ti una nación grande; te bendeciré y engrandeceré
tu nombre, y tú mismo serás bendición... En ti serán bendecidos todos
los linajes de la tierra” (Gn.12:1-3). Comenta al respecto el teólogo Fries
(1987, 77): “Un desarraigo como el que aquí se describe y una marcha
hacia lo desconocido, representaba para el hombre antiguo una
exigencia casi irrealizable. De acuerdo con lo que entonces podía
esperarse, tenía que llevarle a la ruina. Pero en contra de todo, Abram
se decide, y en esa decisión fundamenta su vida y su futuro.
Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 191

Eso es justamente lo que se describe como su fe”.


Así, pues, la fe es primeramente abandonar toda seguridad,
arriesgarse, sentir el ansia de ir más allá de sí mismo. Esta función de la
fe, como ruptura o corte de los vínculos primarios, es una consigna
permanente en el legado bíblico. Desde el mismo Génesis se insiste:
“Dejará el hombre a su padre y a su madre..” (Gn.2:24). En los
Evangelios se exhorta a quien no desea abandonar a sus padres: “Deja
que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de
Dios” (Lc.9:59,60). Para ser partícipe del Reino de Dios se requiere la
condición indispensable de “no mirar hacia atrás”. Por eso Jesús
advertía: “Acordaos de la mujer de Lot” (Lc.17:32), símbolo
imperecedero y dramático de quedar adherido al pasado, ese mundo
condenado por Dios a ser destruido con el fuego del tiempo.
La historia de Abraham continúa con la declaración: “Marchó, pues,
Abram, como se lo había dicho Jehová” (Gn.12:4). Declaración lacónica
y expresiva. La fe no es sólo “salto”, acto decisivo, puntual, es también
marcha, ponerse en camino; para decirlo con una expresión bíblica, es
éxodo. Es aquí donde se instala la fe como proceso, como desarrollo que
va dibujando la historia personal, con todas sus vicisitudes y crisis, sus
caídas y superaciones, sus chascos y frustraciones, como asimismo, sus
alegrías y realizaciones. El ejemplo de Abraham es también una
ilustración inolvidable de la débil condición humana. Dice el relato que
“descendió Abram a Egipto” (Gn.12:10). Egipto es el símbolo de la
idolatría y del pecado que dominan y esclavizan al hombre, como
sucedió con el pueblo de Israel. Es precisamente en Egipto donde
nuestro héroe fracasa. Allí miente y asume una conducta cobarde y
acomodaticia. Pero Abram no hizo de Egipto su morada, no permaneció
en esos territorios de la bajeza humana. La historia continúa diciendo:
“Subió, pues, Abraham de Egipto” (Gen.13:1). Solo los que fracasan
conocen el sufrimiento y la necesidad de empezar de nuevo.
2. En el peregrinaje de Abraham, aparece la voz por segunda vez
con una promesa: “A tu descendencia daré esta tierra” (12:7). Como
respuesta el patriarca edifica un altar, expresión de adoración que marca
el hito de ese encuentro. Esa misma promesa se repite poco tiempo
después, a la cual se suman otras declaraciones: “Alza ahora tus ojos, y

Mario Pereyra
192 Psicología de los Personajes Bíblicos

mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al


occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia
para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra”
(Gn.13:14-17). Se trata de la palabra de la esperanza que se asienta en
la promesa, la fe como convicción de aquello que no se ve. Aquí se abren
los horizontes del futuro con una certeza que va más allá del ahora, que
apunta al “todavía no”, señalando el destino por alcanzar. Es la fe,
entonces, constructora de la esperanza, proyección hacia un porvenir
fecundo y glorioso.
Pero la esperanza no significa pasividad presente, sino visión de lo
que vendrá, que debe mover las energías y la voluntad hacia un proyecto
de vida. Por eso, Abraham no se quedó mirando los espacios dilatados
que se abrían a su mirada, soñando con la promesa, ni se entretuvo
ilusionado percibiendo al trasluz el hilo de arena que se deslizaba por su
mano, compuesto por miles de partículas infinitesimales. A partir de ese
momento, narra la historia, el patriarca cruzó con valor los peligrosos
territorios de la guerra (Gn.14:1-16), y su fe en el Altísimo le dio la
victoria. En el éxito fue agradecido con Dios (Gn.14:20), mostró
nobleza y desprendimiento con los hombres (Gn.14:21-24). De modo
que su fe no fue mera ensoñación o idealismo pasivo o fantasía ilusoria;
constituyó un motor potencializador de la vida y las fuerzas para cruzar
los “valles de sombra y de muerte” (Sal. 23:4) con seguridad. Otro de
los frutos que demostró en su fe fue vencer la tentación del egoísmo y
la codicia.
3. “Después de estos sucesos fue dirigida la palabra de Yahveh a
Abram en visión, en estos términos: ʻNo temas, Abram. Yo soy para ti
un escudo. Tu premio será muy grandeʼ. Dijo Abram: ʻMi Señor,
Yahveh, ¿qué me vas a dar, si me voy sin hijos...?ʼ” (Gn.15:1,2). Se
produce el tercer encuentro. La palabra se constituye en visión. La
comunicación de la fe inaugura la forma del diálogo. Los encuentros
anteriores se dieron en función de una voz que hablaba y una respuesta
activa; no había réplica humana sino acatamiento obediente. Pero, ahora
avanza hacia una nueva etapa, cuando la fe transita a través del ejercicio
de la palabra, sin subestimar la angustia y la duda. El hijo de la promesa
se retardaba, la vejez menguaba las posibilidades, y las sombras de la
Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 193

desesperanza comenzaban a deslizarse devastadoramente sobre nuestro


héroe, quien se esforzaba por ahuyentar los espectros pavorosos del
miedo. El relato bíblico registra: “Y descendían aves de rapiña sobre
los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba. Más a la caída del sol
sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande
oscuridad cayó sobre él” (Gn.15:11,12). Sin embargo, la fe no sucumbió
en la noche de la prueba, por el contrario, la crisis profundizó la
confianza con señales, sacrificios y el sello del pacto. “Y creyó a Jehová,
y le fue contado por justicia... En aquel día hizo Jehová un pacto con
Abram” (Gn.15:6,8). La fe es alianza, compromiso, asunción de
responsabilidades, cumplir con deberes y gozar de privilegios.
4. En la ruta del patriarca llega la cuarta aparición de Dios. “Yo soy
El-Shaddai, anda en mi presencia y sé perfecto. Yo establezco mi
alianza entre nosotros dos, y te multiplicaré sobremanera... No te
llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues padre de
muchedumbre de pueblos te he constituido. Te haré fecundo
sobremanera... Os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la
señal de la alianza... Abraham cayó rostro en tierra y se echó a reír,
diciendo en su interior: ʻ¿A un hombre de cien años va a nacerle un
hijo?ʼ” (Gn.17:1-17).
La alianza reafirma las promesas con obligaciones de perfección
moral, señales externas y por otro hecho muy significativo, un cambio
de nombre que implicaba un cambio de identidad. Dios se presenta
como el Todopoderoso (es la traducción más correcta del término
ElShaddai; 1CBA, 180), el que hace posible lo imposible. El héroe de
la fe es promovido a la condición de padre fecundo al cambiar el
nombre, ya que Abraham significa “padre de multitud”. El lugar de
padre se alcanza luego de un proceso de maduración y desarrollo que,
finalmente, es legalizado por la presencia del hijo. Es el lugar de la
procreación, de la fecundidad y del origen de las nuevas generaciones.
Espacio de crecimiento y de multiplicación. Precisamente, es en ese
lugar donde queda grabada la señal de la alianza, el pacto de fe que
implica asumir la función paterna. Se trata, pues, de una fe
multiplicadora, expansiva, que se proyecta hacia un alcance
multitudinario. Es también una etapa relevante en el itinerario de la fe y
Mario Pereyra
194 Psicología de los Personajes Bíblicos

del desarrollo humano, ya que implica un nuevo nivel de maduración y


consumación de las potencialidades humanas.
5. “Después le apareció Jehová” (Gn.18:1) por quinta vez. Aquí no
se trata de una voz ni de una visión, sino de un encuentro personal, una
aparición encarnada. La narración es diáfana y precisa: “Y alzó sus ojos
y miró y he aquí tres varones que estaban junto a él” (Gn.18:2).
Ciertamente es un nivel excelso de la creencia cuando logra corporizar
la divinidad. Es posible que la mayoría de nosotros seamos seres
subdesarrollados espiritualmente, por estar exentos de esa distinción
gloriosa. En ese sentido, afirma Elena de White (1913, 121): “Dios
honró mucho a Abraham. Los ángeles de Dios caminaban y hablaban
con él, como un amigo con el amigo”.
Así, el diálogo progresa más allá del mero intercambio de palabras,
alcanzando el nivel de la amistad. Abraham actuó con cortesía, respeto
y bondadosa hospitalidad. En ese clima íntimo, de compañerismo
especial, aumenta la confianza recíproca. La relación se hace más
entrañable. “¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer...?” (Gn.18:7),
se pregunta Dios. Es como si el Altísimo se animara a participarle sus
intenciones, planes y acciones. Y en esa atmósfera de mutua confianza
y cálida amistad se suscita el develamiento de secretos, la revelación de
los acontecimientos futuros. “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el
clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado
de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han
consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo
sabré” (Gn.18:20,21).
A partir de ese momento, se desarrolla entre el hombre de la fe y
Dios, un coloquio decisivo. Abraham asume el rol de intercesor
compasivo, apelando a los principios de la justicia y la misericordia para
intentar salvar a las ciudades condenadas. En contraste con el diálogo
que sostiene Dios con Jonás, donde el hombre actúa como fiscal que
reclama la aplicación de la justicia castigadora, aquí Abraham actúa
como abogado defensor, figura que resulta tan cara al pensamiento
bíblico en tantos ejemplos sublimes (v.gr., Ex. 32:11-32; Job 42:10; Ez.
14:14; Dn. 9:3-19; Hch.7:60), y que encuentra en Cristo su máxima
expresión (Lc.23:34). La plática se desarrolla en un regateo de
Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 195

misericordia, que busca acercar el amor perdonador con las exigencias


de la justicia. ¿Este acercamiento no es también una función de la fe?
6. En el sexto encuentro Dios aparece interviniendo como terapeuta
familiar para asistir al patriarca en una severa problemática de pareja. El
nacimiento del hijo produjo una crisis en las relaciones familiares. Es
un tipo de crisis previsible, pero que en la experiencia de Abraham se
agravó por la complejidad de una familia bigámica. El hecho fue que
Sara, en el furor de una crisis de celos, le exige a su esposo que expulse
inmediatamente a su rival Agar, la concubina que había procreado a
Ismael. Parece que la sierva, “lisonjeada por su nueva posición” de
esposa sustituta, esperaba ser la “madre de la gran nación que había de
descender” de su hijo, lo que la “puso orgullosa y presumida”, tratando
“a su ama con desprecio”, igual que a Isaac (White, 1913, 128). A la
querella entre las mujeres se agregaba la rivalidad entre los hijos de
ambas, en perjuicio de Isaac por ser más pequeño. El patriarca hizo
grandes esfuerzos por impedir el desmembramiento de la familia, que
resultaron infructuosos. Finalmente, la tensa estabilidad familiar se
rompió violentamente. Entonces, abrumado por la delicada situación,
recurrió a la asistencia del Todopoderoso. La intervención del terapeuta
divino lo tranquilizó: “No te parezca grave a causa del muchacho y de
tu sierva; en todo lo que dijese Sara, oye su voz, porque en Isaac te será
llamada descendencia. Y también del hijo de la sierva haré una nación,
porque es tu descendencia” (Gn.21:12,13).
Fue una prescripción dolorosa pero necesaria. Había que proceder
a la separación, ya que era imposible conservar la unidad familiar. Se
requería aceptar la pérdida. No se podía permanecer en la ambivalencia
y en el conflicto. Muchas veces hay que extirpar lo indeseable para
preservar lo deseable. El relato narra la respuesta del “caballero de la
fe” a la indicación divina. “Entonces Abraham se levantó muy de
mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo
sobre su hombro y le entregó el muchacho, y la despidió” (Gn.21:14).
De hecho, este incidente que habla de los conflictos conyugales y
familiares, con su triste y dolorosa secuela de separación y traumas,
muestra que se requiere un desarrollo superior de fe para enfrentarlos y
una experiencia religiosa sólida para superarlos.

Mario Pereyra
196 Psicología de los Personajes Bíblicos

La experiencia cumbre
“Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de
Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te
diré”.
Dios a Abraham (Gn.22:2)

Llegamos al último encuentro de Abraham con Dios, a la etapa final


del peregrinaje de la creencia, el símbolo de la perfección. Es la
instancia cumbre, extrema, el límite que prueba la calidad superlativa de
la fe. “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y
le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu
hijo, tú único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo
allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Gn.22:1,2).
Un pedido insólito y terrible, aparentemente contradictorio con la
promesa de una descendencia numerosa. El llamado a sacrificar al hijo
era echar por tierra todo su futuro y esperanza. El filósofo ateo Sartre
pregunta: “¿Cómo sabía que era Dios que le hablaba? ¿No sería una
alucinación, un delirio o una intervención demoníaca?” Abraham no
dudó, ni por un instante, de quien le hablaba, era Jehová. Tantos años
de amistad con Dios le habían enseñado a reconocerlo, aun en sus
pedidos absurdos. El padre de la fe no discutió, se prestó a cumplir la
voluntad divina.
¿Por qué sacrificar al hijo? ¿Cómo es posible que Dios pida
semejante atrocidad? ¿Qué significado tiene tal demanda increíble?
¿Por qué constituye la prueba máxima de la fe? En el desarrollo humano,
antes de sacrificar al hijo, es necesario sacrificar al padre. Mientras no
se “mate” al padre, en el sentido de “dejar” (“dejará el hombre a su padre
y a su madre...”; “deja que los muertos entierren a sus muertos”,
Mt.8:22; Lc.9:60) o abandonar o emanciparse, no se puede crecer y
madurar. La experiencia de independizarse del padre es un momento
decisivo de la adolescencia. El filósofo existencialista Sören
Kierkegaard (1968, 13,14), interpreta el texto que estamos analizando
desde el punto de vista de la psicología del desarrollo, haciendo una
lectura muy sugestiva e interesante. Relata el pasaje bíblico en estos
términos:
Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 197

“Era muy de mañana; Abraham se levantó, hizo enalbardar los


asnos, dejó su casa con Isaac, y desde la ventana los vio descender
Sara por el valle hasta que los perdió de vista. Anduvieron
silenciosamente durante tres días; la mañana del cuarto, Abraham no
dijo una palabra, pero levantando sus ojos vio en la lejanía los
montes de Moriah. Despidió a sus servidores y tomando a Isaac de
la mano trepó la montaña. Y Abraham se decía: ʻPero no puedo
ocultarle por más tiempo adónde le conduce este andarʼ. Se detuvo,
apoyó su mano sobre la cabeza de su hijo para bendecirlo, e Isaac se
inclinó para recibir la bendición. Y la faz de Abraham era la de un
padre; dulce era su mirar, y su voz exhortaba. Pero Isaac no podía
comprenderlo, su alma no podía elevarse tanto; se abrazó a las
rodillas de Abraham, se arrojó a sus pies y clamó por la gracia;
imploró por su juventud y sus dulces esperanzas; habló de las
alegrías de la casa paterna, evocó la soledad y la tristeza. Entonces
Abraham lo levantó, lo tomó de la mano y se puso en camino, y su
voz exhortaba y consolaba. Mas Isaac no podía comprenderlo.
Abraham trepó por la montaña de Moriah; Isaac no lo comprendía.
Entonces se apartó Abraham por un momento del lado de su hijo, y
cuando de nuevo miró Isaac la faz de su padre, la halló cambiada,
porque el mirar se le había hecho feroz y aterradoras las facciones.
Agarró a Isaac por el pecho, lo arrojó por tierra y gritó: ʻ¡Estúpido!
¿Crees tú que soy tu padre? ¡Soy un idólatra! ¿Crees tú que obedezco
al mandato divino? ¡Hago lo que me viene en gana!ʼ Entonces Isaac
se estremeció y exclamó en su angustia: ʻ¡Dios del cielo! ¡Ten
piedad de mí! ¡Dios de Abraham! ¡Ten piedad de mí!
¡Sé mi padre, ya no tengo otro en esta tierra!ʼ Pero Abraham se dijo
muy quedo: ʻDios del cielo, yo te doy las gracias; vale más que me
crea un monstruo antes que perder la fe en tiʼ.”
El niño ve en su padre la imagen de Dios, pero el adolescente y el
adulto deben mirar directamente al Altísimo, no las versiones
imperfectas humanas. Esa tarea de ayudar a “cortar el cordón
umbilical”, es la del padre o de los padres. Para madurar, es necesario
abandonar el apego y la dependencia del hijo, para transferirlas a Dios.
Como ocurrió en la experiencia de Juan el Bautista, que dijo: “El tiene
Mario Pereyra
198 Psicología de los Personajes Bíblicos

que crecer, y yo menguar” (Jn.3:30); del mismo modo, Dios debe crecer
en la consideración del hijo y el padre debe negarse a sí mismo,
“correrse del lugar” que le asigna la idealización del hijo, para ser
ocupado por Dios, quien es el único que merece la alabanza y adoración.
Esta tarea de llevar los hijos a Dios, suele constituirse en una “prueba”
para muchos padres. Si bien esta etapa es importante en el crecimiento,
no es lo extremo, la que enseña el texto bíblico. ¿Será un
cuestionamiento de la paternidad, la condena por no haber sabido
cumplir con la función asignada? Esa es otra interpretación que hace el
filósofo Kierkegaard (Ídem, 15,16). La expresa haciendo una nueva
lectura del texto.
“Era muy de mañana; Abraham se levantó, dio un beso a Sara, la
madre joven, y Sara dio un beso a Isaac, su delicia, su eterna alegría.
Y Abraham, sobre su asno, cabalgó pensativo; meditaba sobre Agar
y sobre su hijo, a quienes abandonó en el desierto. Trepó por la
montaña de Moriah y extrajo el cuchillo. Cuando Abraham, sobre su
asno, se halló solo en Moriah, la tarde era apacible; se arrojó de cara
contra la tierra y pidió perdón a Dios por su pecado, perdón por haber
querido sacrificar a Isaac, por haber olvidado su deber de padre hacia
su hijo. Tomó de nuevo, con más frecuencia, el camino solitario,
pero no halló reposo. No podía concebir como pecado haber querido
sacrificar su más preciado bien, aquél por quien hubiera dado su vida
más de una vez, a Dios; y si era un pecado, si no había amado a Isaac
hasta ese punto, no podía comprender entonces cómo podía ser
perdonado; porque ¿hay pecado más terrible?”
Este es otro momento importante en la vivencia del padre y en la
experiencia de la fe, cuando asaltan las dudas y la culpa se cierne sobre
la conciencia. En la apacible soledad de la “tarde” de la vida, cuando el
hijo se ha ido y el padre “medita” en el pasado, emerge la inquietud,
¿habré abandonado a mi hijo “en el desierto” de la insensibilidad?
¿Acaso no lo sacrifiqué tantas veces en pro de mis propios intereses?
¿Lo amé lo suficiente? ¿Habré cometido el terrible pecado de no haber
sido un buen padre? La fe también descubre sus errores y debilidades,
pero no sucumbe en la prueba sino se fortalece en ella. La fe vuelve a
Dios por medio de la oración que busca el perdón y retorna al hombre

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 199

en la forma de la gracia rehabilitadora. ¿Es éste el tema del sacrificio de


Abraham? Se trata de un asunto más profundo y complejo, que supera
los problemas psicológicos del padre, para alcanzar la problemática
esencial de la teología cristiana, la muerte redentora del Hijo y el
conocimiento empático de Dios padre. Elena de White (1985a, 146,147)
lo ha expresado de manera precisa y poética en su propia relectura del
texto.
“Uno al lado del otro, el padre y el hijo hicieron su viaje en
silencio. El patriarca meditando sobre el secreto grave, no tenía
ánimo para hablar. Sus pensamientos estaban con la madre feliz y
tierna, y se fijaban en el día que él solo volvería a ella. Sabía muy
bien que el cuchillo le partiría el corazón, si quitase la vida a su hijo.
“Aquel día, el más largo en la vida de Abrahán, llegó lentamente a
su fin. Mientras su hijo y los jóvenes estaban durmiendo, pasaba la
noche con oraciones, todavía esperando que viniese un mensajero
celestial y le dijese que bastaba la prueba y que el joven podía volver
sano y salvo a su madre. Siguió otro día largo, otra noche de
humillación y de oración, mientras que la orden que le había de dejar
sin hijo, sonaba en sus oídos... Cuando estaban para empezar la
tercera jornada, apercibió Abraham, mirando hacia el norte, la señal
prometida, una nube de gloria sobre el monte Moriah; y entonces
supo que la voz que le había hablado, era del cielo... “Mandó a sus
siervos quedarse atrás diciendo: ʻYo y el muchacho iremos hasta allí
y adoraremos, y volveremos a vosotrosʼ. Isaac, que había de ser
sacrificado, cargó con la leña; el padre cogió el cuchillo y la lumbre,
y subieron juntos a la cima del monte, extrañándose el joven de
dónde vendría la víctima, puesto que estaban tan lejos de los
ganados. Por fin dijo: ‘¡Padre mío, he aquí el fuego y la leña; mas
¿dónde está el cordero para el holocausto?!’ ¡Oh, qué prueba para el
padre! ¡Cómo partieron las dulces palabras ʻpadre míoʼ el corazón
de Abraham! Todavía no, no se lo pudo decir todavía. ‘Dios
―dijo― se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío’” “En
el sitio señalado construyeron un altar y pusieron la leña encima.
Entonces Abraham comunicó con voz temblorosa a su hijo el
mensaje divino. Con terror y consternación supo Isaac su suerte;

Mario Pereyra
200 Psicología de los Personajes Bíblicos

pero no se resistió... Compartió con Abraham la fe y le pareció


grande el honor de ser llamado a sacrificar su vida a Dios. Con
ternura trató de aliviar la pena de su padre y animó sus manos
enflaquecidas a atar las cuerdas que le sujetaban al altar.
“Y ahora pronuncian las últimas palabras de cariño, derraman las
últimas lágrimas, por última vez se abrazan. El padre levanta el
cuchillo para matar a su hijo, cuando de repente se detiene su mano.
Un ángel de Dios llama a Abraham desde el cielo: “‘Abraham,
Abraham.’ En seguida contestó: ¡‘Heme aquí’! Y otra vez oye la
voz: ‘No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que
ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu
hijo único’. Alzó Abraham sus ojos, y miró, y he aquí un carnero a
sus espaldas trabado en un zarzal; y trayendo la nueva víctima al
altar, la ofreció en holocausto en lugar de su hijo. En su alegría y
gratitud, Abraham dio un nuevo nombre al santo lugar, ʻJehová
Jirehʼ, o sea ʻJehová proveeráʼ”.
Así, pues, esa “pasión sublime...del divino frenesí” (Kierkegaard,
1968, 51), la fe, alcanza en la montaña de Moriah su máxima altura, su
momento más dramático y sublime. La fe que se le exigió a Abraham y
que él vivió plenamente, con toda intensidad, significó en un primer
momento, abandonar al padre ―”Vete de tu tierra”, le dijo la voz―,
esto es, olvidar el pasado, cortar los vínculos ancestrales que atan a las
raíces y apegos; pero en el otro extremo del itinerario de la fe, la
exigencia es mayor, demanda sacrificar al hijo, es decir, renunciar al
futuro, entregarle a Dios lo más valioso que tiene un hombre, la
confianza en el porvenir encarnada en la descendencia. Todo padre debe
“sacrificar” su hijo a Dios, entregarlo en el altar del servicio generoso y
noble, que es la ayuda al necesitado, movido por el amor. Por eso, el
apóstol nos exhorta: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó,
y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor
fragante”. (Ef. 5:2). Sólo una vida que tenga esa capacidad de
desprendimiento, de renuncia a las propias tendencias egoístas, y
entrega amorosa a la causa digna y elevada de la humanidad, está
realizando el ideal de la fe, constituyéndose en “olor fragante, sacrificio
acepto, agradable a Dios”
Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 201

(Fil. 4:18).
El relato de Elena de White, exhibe la expresión más elevada de la
fe, la etapa final de madurez, que ha superado los desniveles de la duda.
Es cuando la confianza absoluta en Dios alcanza el nivel de la
dependencia incondicional. Es la fe que mueve las montañas, de quien
cree más allá de toda razón, superando las fronteras de la vida y de la
muerte. La lectura que hace Elena de White, interpretando el texto
bíblico, trata de la voluntad humana, unida por la fe del creyente,
avanzando hacia el destino dispuesto por Dios. Es la fe como símbolo
de unión; como expresión de provisión y gracia. Esa figura representa a
la divinidad y trasmite el mensaje eterno de la salvación del hombre.
Pero la experiencia cumbre de Abraham tiene connotaciones que
trascienden su vida personal y la de todo padre humano, es un vislumbre
de la propia vida del Padre Eterno, al realizar el sacrificio de entregar a
su Hijo para salvar el hombre de la perdición del pecado. Dios dio su
Hijo a una muerte de agonía y vergüenza. Los ángeles que vieron la
humillación y los dolores del alma del Hijo de Dios, no podían
interceder, como en el caso de Isaac. No hubo ninguna voz que exclamó:
ʻ¡Basta!ʼ Para salvar a la humanidad perdida, el Rey de gloria dio su
vida sin ninguna salida de último momento. ¿Qué otra prueba más fuerte
de la misericordia infinita y del amor de Dios se podría dar? La fe, en
esa instancia suprema, es conocer a Dios, identificarse con él en el
desprendimiento de la entrega. Una fe que obra por amor, purificando
el alma; “que da paz al corazón, y que conduce por la senda de la
abnegación y el sacrificio” (White).
Herederos de la promesa
“... éstos son hijos de Abraham y, por lo tanto, depositarios de las
bendiciones y la gracia de la justicia, como herederos de la promesa del
Espíritu”. San Pablo (Gal. 3:7,14)
La ruta de la fe tiene su inicio a partir de la decisión de aceptar la
Palabra, con el coraje de “no mirar hacia atrás”, respondiendo al llamado
del destino señalado por Dios. Entonces se abre el camino que puede
tener sus desniveles, pero es por naturaleza una vía de ascensos, como
los senderos de las montañas, de ahí sus escollos, atolladeros y agobios.
Es más fácil transitar por el llano, pero las llanuras carecen de las
Mario Pereyra
202 Psicología de los Personajes Bíblicos

visiones de las alturas. Esa trayectoria puede tener caídas, como ocurrió
con Abraham cuando “bajó” a Egipto, o cuando cedió a la tentación de
querer por sí mismo hacer cumplir la promesa a través de Eliezer
(Gn.15:2) o Agar (16:2-4). Pero cuando la voluntad persiste en creer se
reconquista la senda. El itinerario no está exento de conflictos, tanto de
afuera como de adentro; problemas sociales, familiares, conyugales,
pérdidas, angustias, frustraciones, incomprensiones, sacrificios, pero la
fe es la ruta de la promesa y de su cumplimiento. Avanza de la
esterilidad a la procreación, va creciendo en fecundidad y realizaciones,
penetra en los misterios de la existencia, profundiza la intimidad de Dios
y se proyecta hacia los extensos y exuberantes horizontes de este mundo
y los espacios infinitos de la eternidad.
La amenaza que pendía sobre el hijo no representó para Abraham
una desvirtuación o aniquilación de las promesas, dejó la explicación y
sentido de lo absurdo en manos de Aquél en quien confiaba y creía. En
eso consiste la naturaleza de la fe. De esa manera lo ha visto y descrito
Pablo. Explica el apóstol que Abraham “es nuestro padre delante de
Dios, en quien creyó”. “Esperando contra toda esperanza creyó, y así
vino a ser padre de muchos pueblos... Ante la promesa de Dios no
titubeó ni desconfió, sino que fue fortalecido por la fe y dio gloria a
Dios, y quedó plenamente convencido de que poderoso es Dios para
realizar también lo que una vez prometió. Por eso, precisamente, se le
tomó en cuenta como justicia” (Rm.4:17-22). Esta fe de Abraham lleva
el signo del “no obstante”, del “pese a lo cual”, de creer “a pesar de”,
contra toda evidencia o apariencia; está más allá del pasado, de lo
presente y lo porvenir, se aferra a Dios y todo lo espera de Él. Una fe
que madura en la adversidad y en el sacrificio.
Abraham Maslow, el psicólogo norteamericano humanista, ha
estudiado lo que llamó las “experiencias cumbre” (“Peak Experiences”),
como los momentos de mayor plenitud de la vida humana personal. Son
“momentos de gloria cuando un problema se resuelve, cuando
súbitamente, ve las cosas a través del microscopio de manera muy
diferente o como las había visto antes; por los momentos de revelación,
de iluminación, de insight, de comprensión, de éxtasis” (1994, 175).

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 203

Ahora, nos preguntamos, ¿los desarrollos de la fe son “experiencias


cumbre”? Es cierto que los procesos de fe a veces tienen un elemento
de sorpresa y de impacto, incluso de súbita iluminación, con su
vislumbre trascendente, igual que las experiencias cumbre; sin embargo,
la fe es más profunda, no siempre es efervescente, movilizando
emociones orgásmicas breves, ya que implica una percepción de la
realidad más aguda y permanente. Abraham vivió la fe en la cumbre y
también en la llanura. La fe, a veces, es una experiencia de meseta, con
respuestas serenas y calmas, menos intensa, como el goce placentero y
contemplativo de la madre que ve a su bebé satisfecho, descansando en
la cuna. Es cierto que, a veces, alcanza las cumbres del Monte Moriah,
con la intensidad de lo terrible, pero muchas veces transita por las
llanuras de la vida, en el apacible ritmo de lo cotidiano. Lo importante
es vivir en la fe y crecer continuamente en ella, más allá de los
desniveles de la experiencia. Eso nos enseña la figura emblemática del
ilustre patriarca.
¿Acaso la fe es fantasía, ilusión inconsistente o mera ensoñación
nostálgica? ¿Se podría decir que la figura venerable del patriarca, harto
de días, trepó por la cuesta artificiosa de una imaginación enfermiza?
¿Su vida, su pasión, su amistad con Dios fueron el resultado de una
conciencia trastornada por ideas alucinantes o delirios? Respondemos
enfáticamente que no. Muy lejos se halla la noble vida del patriarca del
desquiciamiento psíquico de los esquizofrénicos o del vértigo
emocional de los neuróticos. Las huellas de Abraham superan el
“mundo absurdo de Sísifo”, dice J. Moltmann (1977, 29), avanzando
“hacia la tierra prometida de la libertad”. La fe es, precisamente, una vía
de libertad. Un camino que Dios nos invita a recorrerlo a su lado, pero
cuya respuesta pertenece a cada uno.
Cuadro 10
Modelo de la fe de Abraham

Nº TEOFANÍA MENSAJE RESPUESTA NIVEL VIRTUD

Mario Pereyra
204 Psicología de los Personajes Bíblicos

“Vete de tu tierra,
Ruptura o Resolución y
de tu parentela y
1 Voz Acatamiento corte con el
de la casa de tu audacia
pasado
padre...”

“...haré tu Promesa
2 Voz descendencia como el Edificó altar de porvenir Esperanza
polvo de la tierra”. fecundo

“Y creyó a Jehová, y
le fue contado por Pacto y
3 Visión justicia... En aquel Diálogo sacrificio de Confianza
día hizo Jehová un adoración
pacto con Abram”.

“No te llamarás
más Abram, sino
que tu nombre será
4 Abraham, pues
padre de Instrucción
muchedumbre de de Dios y
Conversación
pueblos te he señal del
Presencia constituido”. con preguntas pacto Obediencia

“el clamor contra


Sodoma y Gomorra se Amistad con
Encuentro aumenta más y más, Dios,
5 y el pecado de ellos se Debate Intercesión
personal ha agravado en comunicación
extremo, descenderé de planes
ahora”.

“No te parezca grave Crisis


a causa del Aceptación
muchacho y de tu matrimonial
sierva; en todo lo que
dijese Sara, oye su y de la familiar
Respuesta Cumplimiento
voz”. providencia
6 en la crisis de la orden

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 205

“Toma ahora tu hijo,


tu único, Isaac, a
quien amas, y vete a
tierra de Moriah, y
Aceptación Sacrificar el Confianza
Prueba de ofrécelo allí en
7 Dios holocausto”. incondicional futuro absoluta

3. LOS VALORES DEL ENTENDIMIENTO: DANIEL

Antes que exilios y trashumancias, encuentros y trascendencias.

Torturado de guerra
El libro del profeta Daniel se inicia con escenas bélicas de intensa
acción y violencia. Como una película de guerra, presenta los sucesos
dramáticos de la capitulación y destrucción de la ciudad de Jerusalén
invadida por los ejércitos babilónicos. La historia se ubica a fines del
siglo VII a.C., específicamente en el año 605 a.C., durante el reinado de
Joacim, quien favorecía la política de los egipcios, enemigos acérrimos
del poder mesopotámico. Lamentablemente para los intereses judíos,
Nabucodonosor, emperador babilónico, derrotó completamente a los
egipcios en las batallas de Carquemis y Hamat, después, movilizó sus
ejércitos victoriosos hacia Judea, para aplastar la rebeldía de Jerusalén
y castigar el desafío a la hegemonía babilónica.
En esas circunstancias, acontecen las escenas del sitio de la capital
judía, su claudicación, la irrupción de los soldados en la ciudad, su
intrusión violenta en las casas, el saqueo, las violaciones y la
profanación del templo, donde preservaban los tesoros sagrados. La bota
del invasor fue devastadora. Arrebataron los bienes privados, el tesoro
público y las riquezas del templo. El despojo fue total. Otra expresión
brutal de humillación y castigo fue arrancarles a las familias sus hijos
mejor dotados, los jóvenes más inteligentes y educados, que constituían
el futuro promisorio de la nación. Así, fueron llevados cautivos un
número importante de adolescentes y jóvenes brillantes. Quizás lo más
terrible fue someter a esos jóvenes a un tratamiento inhumano y
escalofriante, una cirugía maquiavélica para quebrar la resistencia moral
e impedir su reproducción: la castración.

Mario Pereyra
206 Psicología de los Personajes Bíblicos

La hipótesis de que Daniel fue convertido en un eunuco, se


fundamenta en varias razones. Una de ellas es el texto que informa que
el profeta estaba bajo la autoridad del “jefe de los eunucos” (Dn.1:9,10).
Otro dato significativo es la ausencia de referencias a relaciones
conyugales e incluso la falta de presencia femenina a lo largo de todo el
libro. Asimismo, era una costumbre, en aquellos tiempos históricos,
castrar a los esclavos de pueblos vencidos que eran llevados a la corte,
como un recurso de humillación, de sometimiento y eliminación del
riesgo de tener relaciones sexuales con las mujeres del palacio,
propiedad del rey. Otro indicio implícito en la lectura del libro es el
argumento del silencio, como una suerte de represión y censura. Hechos
tan importantes como la destrucción de la ciudad de Jerusalén, las
violaciones y atropellos sufridos por sus habitantes, se describen apenas
en dos textos, cuando otros episodios menos importantes (por ejemplo,
el encuentro de Nabucodonosor con los sabios por el asunto del sueño
olvidado o el festín de Belsasar) se los trata en detalle. Claro que el texto
explícitamente declara que fue violado el templo, probablemente el
lugar santísimo, lo que significa decir que si llegaron a ese extremo de
profanación, todo lo demás era posible. En ese terrible contexto,
inmediatamente aparece la figura de “Aspenaz, jefe de los eunucos”
(1:3). Además, la condición de castrado es compatible con algunos
aspectos de la personalidad del autor y de la estructura del libro, o por
lo menos permite explicarlo mejor, como veremos más adelante.
Llama la atención que la mayor parte de la extensa bibliografía sobre
Daniel omita la consideración de la castración, constituyendo un punto
ciego significativo, quizás porque conciben que tal hecho sería un
estigma o un déficit que iría en desmedro de la figura del profeta, cuando
en realidad se lo puede interpretar en forma contraria, constituyendo una
prueba más cruel que tuvo que soportar y superar, gracias al socorro de
Dios y las cualidades excelsas de su carácter excepcional. Por otra parte,
la circunstancia singular de padecer tal tortura, permite pensar en
algunas características de Daniel de acuerdo a la información que se
posee acerca de los castrados.
¿Qué edad tenía Daniel cuando fue sacado de su casa y violentado
su masculinidad para ser trasladado a Babilonia? Herman Veldkamp

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 207

(1998, 18) asegura que fueron 14 años. Eso es en plena pubertad, en


momentos del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios y del
crecimiento de los huesos como de todo el organismo. La extirpación de
los testículos en esa etapa de la vida, impide la producción de
testosterona, determinando que no se produzca el alargamiento de la
laringe y el engrosamiento de las cuerdas vocales, conservando el timbre
de voz infantil. Tampoco aparece el vello facial, torácico y púbico,
conservando la tersura delicada de la piel. Otro fenómeno importante es
la acción inhibidora del crecimiento longitudinal de los huesos que tiene
la testosterona, que al no estar presente, incrementa notablemente la
altura de la persona (Tresguerres et. al., 1999, 1039,1040).
Sabido es que, desde fines del siglo XVI hasta el XVIII, miles de
niños fueron castrados para dedicarlos a la ópera como cantantes,
creando las voces más brillantes de la historia con una fuerza y
sensibilidad únicas. Los castrati fueron hombres altos, de amplia caja
torácica, con un tono de soprano único. Fueron descritos como personas
imberbes, con un cutis finísimo, una cabellera abundante, cierta
tendencia obesa alrededor de la cadera y los hombros un poco estrechos.
Intelectualmente no tenían impedimentos, pero eran muy sentimentales
o sensibles (ver Jenkins, 1998). Eran personajes que impactaban por su
altura y delicadeza, produciendo una gran impresión, especialmente en
las mujeres, que se enamoraban perdidamente de ellos por la dulzura de
su voz y su presencia admirable. Tuvieron un éxito excepcional, y
algunos de ellos trascendieron e hicieron historia como el célebre Carlo
Broschi (1705-1802), más conocido como Farinelli. ¿Así habrá sido la
presencia de Daniel? No sabemos, pero lo cierto es, que su presencia
causaba un impacto muy especial, aun en los soberanos encumbrados,
como Nabucodonosor, Belsasar y Darío, quienes lo trataron con respeto
y gran honra.
Otro intento de agresión contra Daniel, en el mismo sentido que la
anterior, fue cambiarle su nombre hebreo por otro de origen caldeo,
Beltsasar. Era evidente que se quería cambiarle la identidad e imponerle
otra nueva, a la medida de los intereses del imperio. Recordemos la
importancia del nombre en los tiempos bíblicos, como un elemento
constitutivo de la naturaleza de una persona. El nombre hebreo,

Mario Pereyra
208 Psicología de los Personajes Bíblicos

“Dâni’êl”, significa “Dios es mi juez”, o “juicio de Dios” (DBA, 296).


Por su parte, el nombre “Beltsasar”, parece que se identifica con la
abreviatura de “BLl-bal>tsu-usur”, que significa, “Bel proteja su vida
[la del rey]”. Ese cambio tenía el propósito de imponerle nuevas
creencias religiosas, las sostenidas por el imperio. Sin embargo, ese
hecho no afectó la identidad de nuestro héroe, que se mantuvo
firmemente adherido al Dios verdadero, haciendo caso omiso a su nuevo
nombre. El fallido intento de cambiarle de identidad fue tan rotundo,
que cuando Nabucodonosor se refirió a Daniel, cierto tiempo después,
dijo: “hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar”
(4:8). Años después, en la noche aciaga de la caída del rey Belsasar,
cuando solicita la presencia de nuestro héroe, le pregunta: “¿Eres tú
aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá...?” (5:13).
Posteriormente, Darío lo llama en todo momento por su nombre (6:20),
desapareciendo así la identidad espuria que se intentó imponerle.

Psicología del exiliado


“Nos quedamos, de pronto, sin presente, sin futuro, sin fe, sin
osadía, como islotes en medio de la gente”.
Mario Benedetti

Dice el escritor Mario Benedetti, quien padeció el destierro de su


patria, Uruguay, por razones políticas, que el exilio te parte la vida “en
tres trozos: antes, durante y después”. ¿Así ocurrió con Daniel y sus
compañeros de infortunio? ¿La expatriación fue un hecho determinante
que los marcó para toda la existencia posterior? Es cierto que hubo un
cambio radical. Fueron llevados como rehenes, víctimas de las
circunstancias, a la capital del imperio caldeo, la ciudad de Babilonia,
para ser recluidos en los aposentos del palacio real. El propósito era
imponerles un programa de aculturación para asimilarlos a las
costumbres y planes del conquistador, algo así como reciclarlos para
convertirlos en recursos útiles para la administración del gobierno.
Suponían que esos jóvenes inteligentes, pero vencidos, desolados,
desamparados y aun sin la fuerza biológica del sexo, podrían ser
fácilmente integrados a la maquinaria política del estado. Por otra parte,

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 209

aquellos que no se asimilaran serían desechados como envase no


retornable. Nada parecía que pudiera cambiar la política arbitraria del
déspota rey. Todo el mundo estaba subyugado al imperio. El poder
babilónico ejercía su dominio omnímodo. La hegemonía era total,
absoluta, no había resistencia posible. Sin embargo, una contingencia
inesperada e imprevisible cambió el rumbo de la historia. La decisión
de Daniel dio un giro al destino ominoso.
La siguiente escena del libro se desarrolla, tiempo después, en la
escuela de los eunucos cautivos, en la capital de los caldeos. Durante
tres años debían ser instruidos en las ciencias del imperio para luego
ingresar al servicio activo. Allí encontramos a Daniel y sus compañeros
realizando el aprendizaje que los habilitaría para ser funcionarios del
gobierno. Aparentemente se los ve repuestos de las penurias vividas,
introducidos en la rutina del estudio del ciclo básico de educación. ¿Qué
sienten? ¿Cuál fue su estado anímico y moral después de la catástrofe
vivida?
Cuando se han vivido acontecimientos angustiantes, graves, como
observar episodios de guerra, la destrucción súbita de la ciudad natal, la
violencia física ejercida sobre otros, conocidos, amigos y quizás
familiares, la amenaza de muerte y la lesión sobre la propia integridad
física, se experimenta un cuadro que la literatura psiquiátrica describe
como “Trastornos por estrés postraumático”. Consiste en revivir
persistente e intrusivamente los recuerdos desagradables (con sueños
recurrentes, sentimientos cambiantes y malestar psicológico intenso),
evitar los estímulos asociados con los episodios traumáticos y una serie
de síntomas de tensión y activación psicofísica exagerada, por ejemplo,
hipervigilancia, reacciones de alarma, dificultad para conciliar el sueño,
irritabilidad, inquietud y la imposibilidad para la concentración. Estos
síntomas, en su estado agudo, pueden durar de uno a tres meses.
Nótese que Daniel y sus compañeros no fueron exiliados
voluntarios, como muchos que abandonan su país y amigos para ir a
vivir en lugares que ofrecen mejores posibilidades de vida; Daniel, al
igual que sus amigos, fueron expatriados por la fuerza. Tampoco fueron
proscriptos de su país, obligados al destierro por razones políticas o
económicas, como muchos lo han hecho para salvar su vida. Daniel

Mario Pereyra
210 Psicología de los Personajes Bíblicos

vivió una situación peor, porque fue un destierro definitivo, a diferencia


de los proscriptos que regresan a su tierra y familia cuando se relevan
las autoridades del gobierno. Quienes viven esas circunstancias de
brutal desarraigo, suelen padecer trastornos emocionales y aun físicos,
de consideración. ¿Les ocurrió lo mismo a los protagonistas del libro de
Daniel?
No hay registro de que Daniel y sus colegas hayan padecido
trastornos o malestares severos. Aunque la desgracia, la deportación y
el destierro duraron toda la vida, sin perspectivas de recuperación ni de
reversión de su condición, supieron aceptar las condiciones de vida,
asumiéndolas como una nueva misión. Constituyó un corte radical y
permanente, ya que nunca más pudieron ver a sus padres, hermanos y
amigos de la infancia; nunca más pudieron retornar a su hogar, a la
patria, a los lugares que los vieron crecer. Jamás pudieron casarse y
gozar de los placeres y alegrías de la vida familiar. Todas las ilusiones
y sueños de la adolescencia fueron cortados de un tajo. Sólo quedaba
vivir como prisioneros en el exilio. Mario Benedetti, que tuvo que
emigrar de su Montevideo querido durante el gobierno militar uruguayo,
escribió esas vivencias en un poema que dice: “nos quedamos de pronto
sin presente/ sin futuro, sin fe, sin osadía/ como islotes en medio de la
gente”. Los expatriados, expulsados, inmigrantes y aquellos que han
vivido la experiencia del desarraigo, por lo general, exudan nostalgia,
tristeza, melancolía, la “empalagosa soledad/ la hiel foránea”; los
domina la falta de pertenencia, la búsqueda de querencia, el pesimismo,
una sensación de catástrofe y derrota; son como una hoja llevada por los
vientos del azar. Pero no ocurrió así con Daniel, quien jamás perdió el
coraje de la fe.
Tampoco hay evidencias de que Daniel haya caído en un estado de
abatimiento y resignación o experimentado un síndrome depresivo o
padecido ataques de pánico, angustias o fobias, como podría esperarse
en casos como el suyo. Por el contrario, los registros indican que
manifestó buen ánimo, un adecuado equilibrio emocional, conductas de
gran fortaleza moral y un altísimo nivel de rendimiento intelectual. Aún
más, alcanzó cimas insólitas para un emigrado, rehén de estado. Su hoja
de servicio es grandiosa. Llegó a ser jefe supremo de los sabios del

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 211

imperio, fue designado gobernador de toda la provincia de Babilonia


(Dn.2:48), se lo proclamó “tercero en el reino” (Dn.5:29), fue asesor
directo de cuatro emperadores (Dn.4; 5; 6:29) durante los imperios
neobabilónico y Medo-persa, incluso hasta el mismo Nabucodonosor el
Grande se postró a sus pies (Dn.2:46). Todavía algo más extraordinario:
Dios mismo lo honró con revelaciones y anuncios proféticos portentosos
que abarcan gran parte de la historia y aun trascienden nuestros días.
¿Cómo fue posible esto? ¿Qué hizo que un esclavo eunuco obtuviera
tantos reconocimientos, glorias mundanales y celestiales?
Decisiones que definen el destino
“Los valores son los que nos orientan y presiden las grandes decisiones”.
Ernesto Sábato
El factor clave que hizo posible ese prodigio histórico de triunfar y
trascender está, a nuestro criterio, en la siguiente declaración: “Y Daniel
propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del
rey, ni con el vino que él bebía” (Dn.1:8). La narración, que hasta allí
venía describiendo el éxito del atropello despótico, se detiene ante esa
decisión. De pronto, se pone límite al abuso tiránico. El poder irresistible
del imperio encuentra una oposición. Hasta ese momento, nadie ni nada
habían logrado enfrentar a los babilónicos; los ejércitos habían sido
derrotados, las murallas abatidas, los reinos sometidos, todos habían
cedido ante el poder avasallador del conquistador; pero, insólitamente,
aparece un prisionero que rechaza la imposición, no transige, y decide
mantener intactas sus creencias. A partir de ese momento, cambia la
historia del ultraje. Daniel demuestra ante la corte imperial que la dieta
alimenticia del palacio no era ni sana, ni mejor, y señala los efectos
perniciosos del consumo de alcohol. Lo que no pudieron hacer los
militares y los reinos del oriente, lo hace Daniel con su decisión firme.
Nabucodonosor se doblega ante la prueba y los argumentos del hebreo
expatriado.
¿Cómo fue posible esto? ¿Qué tuvo de extraordinario ese esclavo
judío? ¿Fue el impacto de una bravuconada de adolescente? ¿Un acto
de coraje moral? El relato informa que, a partir de la decisión de Daniel
de rechazar el régimen alimenticio, Dios entra en acción y le concede la
gracia de la sabiduría y el éxito. Llama la atención que hasta ese
Mario Pereyra
212 Psicología de los Personajes Bíblicos

momento, Dios, al parecer, había aceptado pasivamente la injusticia. No


intervino para salvar a Jerusalén, no impidió que sustrajeran los vasos
sagrados del templo, dejó que Daniel fuera expatriado y extirpado sus
órganos, pero sí actuó cuando éste asumió la actitud de lealtad
inclaudicable. Entonces, Dios volcó la balanza a favor de Daniel y todo
cambió inesperadamente.
¿Por qué es tan importante una decisión? ¿Qué tuvo de trascendente
la determinación de Daniel de rechazar la comida del rey? Una duda
puede arrancar de cuajo todas las convicciones, empañando el espejo de
la propia identidad, pero una decisión sostenida con valentía puede
hacer temblar a todo un imperio. Las decisiones se instalan en la médula
de la personalidad, marcando en forma indeleble el camino y el destino.
En el caso de Daniel, su decisión de ser fiel a sus convicciones
religiosas, determinaron su futuro. Aunque lo había perdido todo, no
aceptó perder lo más importante, sus creencias y valores. No claudicó
en lo que consideraba correcto. Decidió vivir a la altura de su fe,
afirmando el sentido de sus convicciones. Eso lo hizo diferente de todos
los demás, lo singularizó como persona, proyectándolo al nivel de la
excelencia. Cabe destacar que la palabra “decisión”, proviene del latín
decisum, que significa “cortar”. Es una resolución que se adopta en lo
incierto o dudoso, cortando con las vacilaciones y las ambigüedades.
Para ello se requiere firmeza de carácter, seguridad, energía, asumir el
compromiso y ejercer una voluntad firme para jugarse por lo correcto,
justo y bueno. La indecisión, por el contrario, expresa incapacidad para
obrar, desconfianza, incertidumbre y falta de valor para afrontar las
responsabilidades que vendrán. La valentía de “cortar”, de ser “tajante”
con lo malo, especialmente cuando esa decisión implica correr riesgos
de perder la vida (como ocurrió con Daniel), desarrolla una fuerza
positiva, fortifica la voluntad, construye un carácter moral
inquebrantable y define una personalidad con un sentido propio de
identidad.
La historia posterior de Daniel evidencia que esa primera decisión,
jugó un rol fundamental a lo largo de su vida, porque posibilitó otros
logros que catapultaron a nuestro héroe a lugares protagónicos en el
imperio. También la psicología reconoce la importancia de las

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 213

decisiones tempranas en el área central de la alimentación. Freud y sus


discípulos han sostenido que la primera etapa del desarrollo es la
oralidad, esto es, la actividad que realiza el bebé con su boca. En los
primeros estadios de la vida, la cavidad bucal cumple funciones
primordiales, como incorporar los alimentos, recepcionar y gozar del
amor de la madre, y por su intermedio organizar las relaciones con los
objetos y con el mundo exterior. Posteriormente otras habilidades,
aptitudes u organismos, cumplirán esos fines, pero las estructuras
primarias serán los cimientos de la arquitectura vital y marcarán la
dirección a seguir. Desde esa perspectiva, una decisión correcta en
cuanto a qué comer y qué “cortar”, es decir, rechazar una ingesta
equivocada, es una forma de organizar la oralidad, que es la base del
comportamiento futuro, ya que imprime un patrón sólido en todas las
decisiones posteriores.
En los tiempos actuales, donde abundan seres frágiles e
inconsistentes, de espíritu ambiguo y volátil, que parecen no tener causa
ni rebeldía, que están a la búsqueda de una identidad perdida, sufriendo
diferentes trastornos, especialmente aquellos relacionados con la
alimentación (por ej., anorexia, bulimia) y el consumo de alcohol,
drogas u otras sustancias psicoactivas, el ejemplo de Daniel aparece
como un estandarte aleccionador. Alguien que decide comprometerse a
vivir en serio el sentido de sus convicciones, es una figura que muestra
un camino y perfila un destino. Proclama la importancia de la decisión,
de decir “no” a todo aquello que pueda contaminar o dañar el cuerpo y
la mente, de asumir una actitud firme en el control del apetito, no
importa cuán grande sean las fuerzas contrarias que haya que enfrentar.
Cuando se toma una decisión, Dios interviene dando fortaleza para
resistir y abriendo el camino para hacerla cumplir. Esa actitud es la
fórmula para llegar a ser un hombre de verdad, completo y exitoso,
como lo fue Daniel.

Los resplandores del entendimiento

Mario Pereyra
214 Psicología de los Personajes Bíblicos

“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y


los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua
eternidad”.
Daniel (12:3)

Daniel vivió una vida larga y fructífera. Desde aquellos 14 años,


cuando llegó a Babilonia en el extremo del desamparo y la orfandad
estremecedora, a lo largo de 76 años desarrolló una trayectoria de
excelencia, hasta los 90, reconocido por dos imperios, admirado por
diferentes reyes y las generaciones de su existencia y años posteriores,
durante más de dos milenios y medio. Daniel continuó tomando
decisiones cruciales en los múltiples asuntos que tuvo que enfrentar;
decisiones que exhibieron su fidelidad inquebrantable al ser divino. Es
como si la actitud “tajante” del corte que lo sustrajo de la infancia y
marcó su futuro, hubiera sido el patrón característico de su
comportamiento. También el libro que lleva su nombre posee esa
estructura de corte incisivo, marca fronteras y delimita claramente los
espacios. El libro contiene doce capítulos, dividido en dos partes bien
diferenciadas: seis capítulos centrados en lo “real”, con algunos
contenidos oníricos (los sueños de los capítulos 2 y 4) y una breve
referencia al enigma criptográfico de Belsasar (cap.5); y otros seis
capítulos, centrados en lo “simbólico”, con algunas circunstancias
relacionadas con la realidad. Asimismo, los primeros capítulos tienen
una estructura bien delimitada, se describe en ellos una situación
problemática (el problema de la comida, en el capítulo 1; el del sueño,
en el 2; de la estatua de oro, en el 3, etc.) que sube de tono, poniendo
una nota de angustia e incertidumbre (¿qué pasará con Daniel, que se
niega a comer la comida del rey? ¿qué ocurrirá con los sabios, que no
pueden resolver el sueño? ¿qué acontecerá con los hebreos, que no se
arrodillaron ante la estatua?, etc), para luego resolverse en forma exitosa
a favor del protagonista, concluyendo el capítulo con una suerte de
aplauso de reconocimiento.
Los temas que abarca el libro, podría pensárselos como el desarrollo
de las problemáticas que tuvo que enfrentar su protagonista, el proceso
de sus intereses y desvelos y, en un sentido más general, el camino que

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 215

recorrió. No se trata de un modelo explícito y concebido teóricamente,


sino constituye el proceso de su experiencia vital. Si Abraham diseñó y
modeló el camino de la fe, a través de las teofanías, Daniel construyó el
camino de la sabiduría, otro modelo supremo de excelencia. ¿Cuál fue
ese camino? Es una trayectoria que tiene siete etapas, según inferimos
del libro, que implica problemáticas que Daniel tuvo que resolver o
decidir, que se relacionan con momentos del ciclo vital y que enseñan
actitudes que desplegar y virtudes que desarrollar.
1. En primer lugar, como ya dijimos, la historia central de Daniel
se inicia con la decisión sobre el estilo de vida, de controlar el asunto de
la alimentación y el cuidado celoso del cuerpo. Es el tema del control y
la definición de qué cosas ingresarán a nuestra vida. Somos responsables
de la boca y las “avenidas” del alma, qué ver, qué leer, qué personas
serán nuestros amigos, qué influencias aceptar o rechazar. Este tema es
crucial en la etapa de la pubertad, la edad en que Daniel tomó la decisión
de no contaminarse con las comidas dañinas. La virtud es la
temperancia.
2. El segundo paso fue dado a partir del develamiento del sueño de
Nabucodonosor. Según relata el libro, el emperador vio en su sueño una
gran imagen que, por su escala gigantesca, produjo una profunda
impresión en el monarca idólatra. Cuando despertó, descubrió que el
contenido del sueño se había desvanecido de su mente. Llamó a los
sabios del imperio para que se lo recordaran. Los tales reconocieron que
sólo “los dioses, cuya morada no es con la carne”, podían responder la
demanda del rey (2:10,11). En este escenario aparece Daniel como
portavoz del “Dios de los cielos” (vers.28), revelando el sueño y su
interpretación. ¿Cuál es el problema básico que presenta el capítulo? El
tema del futuro y su desenlace. Es una cuestión distintiva de los
adolescentes, que se preguntan: “¿Cómo será mi vida? ¿Qué ocurrirá en
el porvenir?” Esas cuestiones demandan la toma de decisiones, en los
diferentes ámbitos que gravitarán sobre el futuro, a nivel de los estudios,
la pareja, los valores y las creencias, del comportamiento ético, social y
religioso.
La historia de Daniel, en el tema de la dilucidación del futuro, enseña
que el saber humano es inepto, incapaz para aportar algo, que el único

Mario Pereyra
216 Psicología de los Personajes Bíblicos

medio para abrirse paso entre las tinieblas del porvenir es la


clarividencia del conocimiento divino. Aunque no siempre el Señor
proporciona ese saber (como ocurrió con Daniel y Pedro, Jn.20:18,19),
siempre provee las fuerzas y la resistencia para enfrentar las diferentes
vicisitudes y peripecias que puedan sobrevenir (Sal.23:4). En lo
personal, dilucidar el futuro requerirá tomar las decisiones correctas,
con la ayuda y dirección de Dios, aceptando con confianza los designios
de su voluntad soberana.
3. La tercera cuestión que aborda el libro de Daniel es otro asunto
trascendente, la adoración. Después de transcurrido un tiempo no
especificado, Nabucodonosor erigió una monumental estatua de oro y
exigió que todos sus oficiales se inclinaran ante ella y la adoraran (cap
3). Esta imagen, probablemente, representaba al imperio que nunca
terminaría, como desafío a la predicción del sueño, que anunciaba la
caída de Babilonia a manos de otro poder mundial (2:38,39). Por alguna
razón, Daniel no fue convocado en esa ocasión, quizás por respeto a sus
convicciones bien conocidas. Fueron sus tres compañeros quienes lo
representaron, actuando con la misma dignidad y valor que el propio
Daniel, jugándose la vida en defensa de sus convicciones.
Es crucial el hecho de a quién adorar verdaderamente y entregar la
adhesión completa de la voluntad, el pensamiento y las emociones.
Siempre hay muchos “dioses” que reclaman adoración, como sucedió
en la antigüedad con la estatua del emperador, pero solamente el Dios
verdadero, creador de los cielos y la tierra, es el único digno de toda
adoración. La virtud que se pone en acción en el acto de la adoración es
la devoción y la fidelidad.
4. La cuarta etapa del modelo del desarrollo, que informa la
secuencia de las cuestiones decisivas a resolver o entender, expresa la
importancia de no envanecerse con los éxitos y conservar siempre
actitudes de misericordia y humildad. Después de cierto tiempo, quizás
hacia el fin del reinado de Nabucodonosor, el rey tuvo otro sueño
inquietante (4:2), que tampoco pudo ser interpretado por los sabios de
la corte (vs.3,4). Nuevamente es convocado Daniel, quien resulta ser el
único capaz de interpretarlo (vs.5-23). El sueño vaticinaba la
humillación del rey a causa de su soberbia (vs 23,24). Aunque durante

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 217

un año se cuidó de no caer en actos de ostentación, después de ese


tiempo no pudo reprimir el deseo de ensalzarse, vanagloriándose de sus
bienes y logros: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué.., con el
poder de mi fuerza y para la gloria de mi majestad?” (v.27).
Inmediatamente perdió la razón, padeciendo de licantropía (Shea, 78),
una enfermedad en la cual la persona se siente y actúa como un lobo.
Pasada la humillante experiencia de vivir en el campo, arrastrándose
como los animales (vs.28-31), Nabucodonosor reconoció públicamente
la grandeza de Dios, exaltando y glorificando al Dios del cielo
(vs.3134).
En el proceso del desarrollo humano se alcanza una etapa, por lo
general en la adultez media, cuando se avanza por la década de los 40,
donde frecuentemente se hace una evaluación de los logros y los
resultados obtenidos hasta ese momento. Quizás, ha formado una linda
familia, adquirido una casa y otros bienes, y es natural sentirse
satisfecho por lo obtenido, y caer en el pecado de la presunción, al
atribuirse a sí mismo la gloria, pensando que son frutos de los propios
esfuerzos. Esa actitud es más que ingrata e injusta, pues no reconoce a
los demás, y especialmente a Dios. El modelo de Daniel nos advierte de
ese peligro y nos insta a no caer en la ostentación orgullosa y mantener
en alto la grandeza de la humildad.
5. El quinto capítulo del libro de Daniel presenta otra cuestión
importante, donde nuevamente el profeta es convocado para resolverla,
que creemos es un nuevo paso en el camino de los “entendidos”.
Belsasar, el rey interino del imperio, realizó un banquete fastuoso para
mil de sus dignatarios. Bajo los efectos del alcohol, la fiesta degeneró
en una orgía, en actos de idolatría y sacrilegios. En esas circunstancias,
apareció una mano misteriosa, trazando extraños caracteres sobre la
pared, que aterrorizó al rey y toda su corte. Nadie pudo leer la escritura,
sólo Daniel. Ésta decía: “Mené, mené, tekel uparsin”: “Pesado has sido
en balanza, y fuiste hallado falto” (5:25-28). El rey fue condenado, no
sólo por obrar impíamente, sino por no haber aprovechado las
oportunidades y capacidades que poseía para el bien, que de haberlas
cultivado, lo hubieran hecho un hombre digno e íntegro.

Mario Pereyra
218 Psicología de los Personajes Bíblicos

Se trata del juicio de Dios ante el cual todos tendremos que


comparecer, diferente del punto anterior referente al juicio humano. El
apóstol Pablo lo expresa en términos claros y definidos: “No os
engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de
la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna” (Gál. 6: 7, 8). “Porque Dios traerá toda obra
a juicio, incluyendo toda cosa oculta, buena o mala”, agrega el sabio
Salomón (Ecl.12:14). Belsasar sembró “para la carne”, viviendo en
forma disoluta, corrompiendo su cuerpo y mancillando su alma,
recibiendo el fruto de su cosecha. En resumen, la cuestión que plantea
el capítulo se refiere al sentido de la vida, a la evaluación de la existencia
y la confrontación con la muerte y el juicio de Dios. Este asunto debiera
definirse temprano en la vida, pero muchos, como Belsasar, no lo hacen,
debiendo enfrentarse a él en sus años avanzados, cuando aparecen los
signos del deterioro y la proximidad del fin, es decir, en la adultez tardía.
Enseña a vivir sabiamente, en el temor de Dios, teniendo conciencia de
la finitud y la brevedad de la vida y del juicio futuro.
6. El sexto episodio ocurrió durante el imperio persa, en el cual
Daniel ejercía un alto cargo. Esa dignidad exaltó los celos de
gobernantes y príncipes, quienes urdieron un plan para destruir a nuestro
héroe. El rey no descubrió la sutil conspiración hasta que la misma se
concretó. Un decreto irrevocable impidió la práctica de cualquier acto
religioso por el lapso de un mes, bajo pena de muerte. Con pleno
conocimiento del decreto, Daniel no vaciló en continuar con su hábito
de orar tres veces al día, con las ventanas abiertas (6:11). Al denunciarse
el hecho, el rey fue obligado a cumplir el decreto, y como consecuencia
ocurrió un milagro portentoso. Dios intervino librando a Daniel de los
leones (vs.17-24). La liberación milagrosa movió al rey a exaltar al Dios
de Daniel y enviar una carta a todo el imperio (vs.2528), en la cual se
reconocía el dominio superior del Rey de los Cielos. ¿Cuál es el tema
del capítulo? La cuestión de la obediencia. Es también algo que debe
resolverse temprano en la vida, pero no siempre se pone a prueba la
fidelidad sino en circunstancias especiales. Entonces es cuando se
evidencia la solvencia y firmeza de las convicciones, de estar dispuesto

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 219

a sacrificar la vida antes que abandonarlas, como ocurrió con Daniel. El


rey expresó su deseo: “Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, te
librará” (v.17, BJ). La misma expresión utilizó cuando fue a la mañana
siguiente a ver qué había ocurrido (v.21). Se refiere, pues, a la virtud de
la perseverancia en la fe, la cual debe estar consolidada en la adultez.
7. La segunda parte del libro (caps.7 al 12) corresponde a las cuatro
revelaciones divinas recibidas por Daniel: las visiones de los capítulos
7, 8, 9 y 10, con la larga explicación que sigue en los capítulos 11 y 12.
Aquí encontramos al profeta usando todas sus facultades e intereses en
descubrir la correcta interpretación de las revelaciones recibidas de
Dios. Se lo ve impresionado (7:15), turbado (7:28; 8:27), hasta en
algunas circunstancias abatido y extenuado (8:18, 27), tratando de
comprender (8:15), estudiando, ayunando (10:2,3) y rogando
fervorosamente a Dios para conocer la verdad (9:2-23). Más allá de las
cuestiones comunes de la vida, Daniel busca y lucha para encontrar la
palabra y la inteligencia que permitan descubrir la ciencia de Dios
(10:1), algo velado para los impíos pero accesible a los entendidos
(12:3,10), quienes tendrán la gloria de brillar “como las estrellas a
perpetua eternidad” (vs.3) y recibir la herencia al final de los días (v.13).
Es la virtud de la sabiduría de Dios que debe permear todas las edades,
particularmente aquella etapa, en la que se ha acumulado la experiencia
de la vida, la tercera edad, la senectud.
Cuadro 11
Modelo del desarrollo de la sabiduría de Daniel
Nº TEMAS PROBLEMÁTICAS EDAD ACTITUDES VIRTUDES

Deben
controlarse el
¿Qué comer y qué no apetito y el tipo Temperan-
1 Alimentación Pubertad
comer? de cia

alimentación

Reconocer que
¿Quién conoce el Dios es el único
2 Futuro Adolescencia Confianza
futuro? que conoce el
porvenir

Mario Pereyra
220 Psicología de los Personajes Bíblicos

3
Sólo Dios es el
¿A quién debe
Adoración Joven adulto único digno de Fidelidad
adorarse?
ser adorado

Evitar la
Evaluación ¿A quién glorificar, a Adultez jactancia y
4 Humildad
de los logros uno mismo o a Dios? media atribuir la
gloria a Dios

¿Vivir para el propio Reconocer a


Juicio de Adultez Temor de
5 deleite o para la gloria Dios en toda
Dios tardía Dios
de Dios? nuestra vida

Adultez Cultivar la
¿Obedecer a Dios o a
6 Obediencia práctica diaria Perseverancia
los hombres? tardía de la oración

¿Cuáles son las Descubrir el


7 La ciencia de enseñanzas de las Dios Senectud secreto de la Sabiduría
revelaciones de Dios? interpretación

Resumiendo, el ejemplo de la vida excepcional de Daniel, exhibe el


caso de un joven que padeció la tortura, perdió todas las cosas amadas,
sufrió el desarraigo, pero en la adversidad fue fiel a sus creencias, tomó
decisiones que lo proyectaron a lugares encumbrados en la historia de
sus días. Una figura que imaginamos de persona alta, atractiva y
agraciada, de rostro imberbe como un adolescente, con voz suave y
aguda, de actitud tierna y afable, con aspecto confiado y reflexivo,
reflejando una serena felicidad, quizás con un aire un tanto distante,
debido a su mirada lejana, orientada hacia los enigmas infinitos del
futuro. Un hombre que, a lo largo de su vida, tuvo que enfrentar dilemas
y enormes dificultades, pero con la ayuda de Dios, los resolvió de
manera notable, dejando un legado que constituye un tesoro de la
revelación divina y un modelo de sabiduría que resplandece por los
siglos como las estrellas del firmamento.

4. LAS VIRTUDES DEL AMOR: JUAN

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 221

“La devoción abnegada y el amor confiado manifestados en la vida y el carácter


de Juan, presentan lecciones de incalculable valor para la iglesia cristiana”.
Elena G. de White

Bajo la sombra del hermano


Internarse en la biografía de un ser humano es una tarea compleja,
porque hay que recorrer recovecos y caminos desconocidos, con el
riesgo de perderse en recodos e intersticios, que poco o nada tienen que
ver con la trayectoria vital. Ese quehacer es más embarazoso cuando
está mediatizada por los registros literarios. La investigación consiste en
ubicar a la figura en su contexto. Se necesita indagar la política, el
tiempo, la vestimenta, las costumbres sociales y la economía del período
en cuestión. Hacer todo esto en una narrativa coherente, es como armar
un rompecabezas enorme sin contar con todas las partes. Así, los
vínculos con la experiencia se tornan elusivos, el escenario del entorno
pobre, con importantes restricciones de los matices coloquiales, el
intimismo, las relaciones familiares y las reacciones del rostro cuando
la sorpresa aparece. Por eso, afirma Brenda Maddox (1999): “La
biografía es un arte, no una profesión”. El ejercicio de ese arte requiere
habilidades magistrales al abordar la historia del apóstol Juan, ya que de
él no tenemos mucha información importante relacionada con su vida.
El relato bíblico informa acerca del apóstol Juan al presentar tres
momentos de su biografía, los cuales entendemos como etapas decisivas
de su experiencia vital. La primera comienza con el llamamiento de
Jesucristo, su participación como discípulo del Maestro durante su
ministerio terrenal y los inicios de la Iglesia Cristiana. Este período, que
corresponde a su adolescencia, se caracteriza por aparecer siempre
detrás de su hermano Santiago y luego del liderazgo de Pedro, por eso
le llamamos “bajo la sombra del hermano”. Al morir Santiago, se
produce un vacío en la información, un silencio significativo acerca de
su paradero. Es la etapa de su adultez joven y media. Luego retorna al
escenario bíblico con un protagonismo rutilante, por medio del libro del
Apocalipsis, sus epístolas y el Evangelio que lleva su nombre. Es el Juan
de la adultez tardía y la ancianidad. Su presencia va a dominar el canon
hasta el final, ya que es el último personaje de la Biblia, con quien se
Mario Pereyra
222 Psicología de los Personajes Bíblicos

cierra la revelación, perfilando rasgos de una excelencia arquetípica,


como símbolo de la vida cristiana de los últimos tiempos.
La primera etapa de su historia nos traslada a Betsaida, una aldea de
pescadores en la orilla norte del mar de Galilea. Las aguas abundantes
y rumorosas del mar, constituían el fresco escenario de las labores de
los pescadores. En una memorable aurora, cuando el mar volcaba sus
olas espumosas sobre la costa, los pescadores preparaban sus
instrumentos para la jornada. Entonces Jesús apareció caminando por
las húmedas arenas, hasta donde se encontraba un grupo de pescadores,
haciéndoles un llamado inesperado: “Venid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres” (Mt.4:19). Al instante, Santiago y Juan su
hermano menor, abandonaron sus tareas y a su padre, y siguieron al
Maestro. Ese acto decisivo fue trascendente, ya que cambió la vida de
ambos. De seres anónimos y desconocidos, perdidos entre las espumas
del tiempo, llegaron a ser figuras prominentes y admiradas por los siglos
posteriores, especialmente Juan, figura protagónica en estos tiempos
apocalípticos del fin.
Jacobo y su hermano menor, cuando se integraron al grupo de los
discípulos, eran de caracteres violentos e impulsivos, recibiendo el
apodo de “hijos del trueno”. “Eran orgullosos, seguros de sí mismos,
ambiciosos de honores, iracundos ―afirma Elena de White (1977,
870)―; se ofendían fácilmente; a menudo albergaban el deseo de
vengarse, y lo llevaban a cabo cuando tenían la oportunidad. Eran graves
defectos, y es indudable que Juan no fue escogido como discípulo por
tener un carácter agradable o noble. Pero, por debajo de esta apariencia
desalentadora, Jesús discernió un corazón ardiente, sincero y amante.
Fue al comienzo un alumno lerdo, pero en quien el Maestro vio un
apóstol dinámico. Cuando Juan tomó sobre sí el yugo de Cristo, se
transformaron su carácter y toda su vida”.
Juan era un adolescente, el menor del grupo de los discípulos, quizás
tendría unos 14 o 15 años. Dos episodios narran los Evangelios que
pintan su carácter original. Por ejemplo, cuando ciertos habitantes de un
pueblo samaritano menospreciaron a Jesús, Juan, lleno de indignación,
dijo: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y
los consuma, como hizo Elías?” Jesús le reprendió por su aspereza,

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 223

respondiendo: “El Hijo del hombre no ha venido para perder las almas
de los hombres, sino para salvarlas” (Luc.9:54-56.). En otra ocasión,
reprimió egoístamente a un exorcista que actuaba en nombre de Jesús
pero sin seguirlo. Jesús puso en evidencia sus celos: “No se lo prohibáis
―dijo―; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que
luego pueda decir mal de mí” (Mr.9:39). Otro evento significativo fue
cuando, secundados por su madre, probablemente Salomé, hermana de
María, madre de Jesús (5CBA, 453), buscó lugares de privilegio en el
reino que Jesús implantaría (Mt.20:20; Mr.10:35). El
Maestro explicó: “En el reino de Dios no se obtiene un puesto por medio
del favoritismo. No se gana ni es otorgado por medio de una gracia
arbitraria. Es el resultado del carácter. La cruz y el trono son los
símbolos de una condición alcanzada, los símbolos de la conquista
propia por medio de la gracia de nuestro Señor Jesucristo” (1977, 433).
A pesar de su temperamento violento, espíritu vengativo y
ambicioso, Juan era sincero y tenía condiciones especiales que lo
predisponían para el cambio. Poseía una naturaleza contemplativa,
receptiva y sumisa. Había empezado a descubrir la ternura y tolerancia
de Jesús y sus lecciones de humildad y paciencia. En toda oportunidad
posible se situaba junto al Maestro (Jn.13:23), aun en los momentos
críticos (Jn.18:15,16; 19:26,27). La confianza, la admiración que sentía
hacia su héroe, y especialmente el amor (Jn.21:20), fueron el conducto
a través del cual aprendió a imitar a Jesús. “A medida que entregaba su
vida a la influencia del Salvador, el amor y la gracia divinos lo fueron
transformando” (5CBA, 870).
El hecho distintivo de esta primera etapa es que todas las referencias
a Juan aparecen después de mencionar a su hermano Santiago (también
llamado Jacobo) y más adelante, sigue después de Pedro. Así, por
ejemplo, en el llamamiento, el texto presenta esta fórmula: “Santiago,
hijo de Zebedeo y Juan su hermano” (Mt.4:21; Mr.1:19). De la misma
forma registra la lista de los doce apóstoles (Mt.10:2; Mr.3:17; Lc.6:14).
Cuando fueron a la casa de Pedro (Mr.1:29) y de Jairo (Mr.5:37;
Lc.8:51) lo hicieron en ese orden, Santiago adelante y después Juan.
Igual ocurrió el día de la pesca milagrosa (Lc.5:10), al subir el Monte
de la Transfiguración (Mt.17:1; Mr.9:2; Lc.9:29 sigue a Pedro) o al ir al

Mario Pereyra
224 Psicología de los Personajes Bíblicos

Getsemaní (Mr.14:33). La misma integración se repite cuando piden a


Jesús que haga descender fuego contra los samaritanos (Lc.9:54), los
lugares de privilegio en el reino (Mr.10:35,41) y al preguntar por las
señales del fin (Mr.13:3).
La función tutelar del hermano mayor, en el libro de los Hechos, se
transfiere a Pedro (Hech.1:13), liderazo que seguramente se inició en
los tiempos de los Evangelios (Mt.10:2; 17:1; 26:37; Mr.5:37; 9:2; 13:3;
14:33; Lc.6:14; 8:51; 9:28; 22:8, especialmente Jn.13:23-25 y 22:2023).
En el libro de los Hechos, Pedro asume el rol del hermano mayor,
siguiéndolo Juan en todo momento (Hech.3:1,3,11; 4:13,19; 8:14;
Gál.2:9). Pedro es quien ejerce la palabra y conduce las acciones
(Hech.3:4,6,12; 4:8; 8:20), probablemente ostentando una actitud
sobreprotectora hacia su colega menor, a pesar de que Jesucristo había
advirtido sobre esos peligros (Jn.22:20-23). En ningún momento se ve a
Juan tomar la iniciativa o adoptar una postura directiva, por el contrario,
permanece siempre bajo la sombra del mayor. Esta situación continúa
hasta la muerte prematura del hermano, decapitado por Herodes
(Hech.12:2). Allí se inicia la etapa del silencio del apóstol, cuando se
cierran los registros, quizás por respeto a su pesar y sufrimiento.

El silencio de la tribulación
“Para que a través del despojamiento y el silencio se sienta otra
vez, de modo directo, la voz de Dios o de la verdad, el roce
sublime de la belleza, la calma de una conducta santa, el
misterioso llamado del héroe”.
Víctor Massuh

En la noche progresa la elocuencia de lo indecible, el verbo inaudito,


los vocablos secretos del silencio modelador de las fuerzas interiores. El
hecho fue que Herodes Agripa I, sobrino de Herodes Antipas, el asesino
de Juan el Bautista, procuraba ansiosamente obtener el favor de los
judíos, con la esperanza de asegurarse cargos y honores. Por lo mismo,
persiguió a la iglesia cristiana para congraciarse con los dirigentes
judíos. Prendió a Santiago, lo envió a prisión, y destinó a alguien que lo
matara a filo de espada. Cuando obtuvo el beneplácito de los judíos, se
Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 225

volvió más temerario y envió a Pedro a la cárcel. Esos episodios fueron


un golpe terrible para Juan. Sus modelos humanos desaparecieron,
quedando en la orfandad y el desaliento. Durante 60 años no hubo
registro inspirado de lo que le sucedió a Juan. La última información
aparece cuando fue comisionado para acompañar a Pedro a Samaria
(Hech.8:14). ¿Qué sucedió con el apóstol durante ese importante lapso?
Ireneo, un padre de la Iglesia, dice que Juan escribió el Apocalipsis
a fines del gobierno del emperador Domiciano, quien murió en 96 d. C.
Un documento apócrifo, “Los hechos de los santos apóstoles y del
evangelista Juan el teólogo”, describe con grandes detalles el arresto de
Juan y cómo compareció ante Domiciano, en cuyo tiempo el apóstol dio
testimonio del evangelio. Se dice que en presencia del emperador
Domiciano bebió una pócima sin sufrir daño, y que resucitó al servidor
del rey. Según Tertuliano, que escribió a príncipios del siglo III, Juan
fue arrojado en un tanque de aceite hirviente, y fue sacado sin daño,
poco antes de ser exiliado a la isla de Patmos.
El hecho fue que, a fines del primer siglo, Juan aparece desterrado a
la isla de Patmos, en medio del mar Egeo, por orden del emperador
Domiciano, cuando todos los apóstoles habían fallecido. Patmos es una
pequeña isla, rocosa y árida, de 15 km de largo y 10 de ancho. De
acuerdo a Plinio, ese lugar se usaba como colonia penal, quizás para
recluir a los presos de máxima peligrosidad. Victorino de Petavio (303
d. C.) agrega que los condenados era obligados a trabajar en las minas.
En ese lugar inhóspito y solitario, Dios le reveló a Juan el Apocalipsis.
Allí se presenta, declarando. “Yo, Juan, vuestro hermano y compañero
en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesús, estaba en la isla
de Patmos, por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús”
(Ap.1:9).
Hay que entender que esos años de silencio y soledad fueron una
etapa de tribulación y maduración. Privado de la compañía de sus
hermanos y amigos, aprendió a confiar exclusivamente en el
compañerismo de Cristo. Su vitalidad ardiente y violenta fue
suavizándose por medio del aprendizaje del amor. Su espíritu
dependiente e influenciable adquirió autonomía y firmeza. Seguramente
tuvo tiempo para recordar las enseñanzas del Maestro, como la oración:

Mario Pereyra
226 Psicología de los Personajes Bíblicos

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”
(Jn.17:15). Y aquellas otras palabras del Maestro: “En el mundo tendréis
tribulación; pero tened buen ánimo; yo he vencido al mundo”
(Jn.16:33). Fue un tiempo para consolidar y profundizar la disposición
contemplativa y reflexiva.
Afirma con certeza Ernesto Sábato (2000, 64): “Las tres grandes
religiones de Occidente nacieron del desierto, esa especie de metáfora
de la nada en la que el infinito se conjuga con la finitud del hombre”. El
filósofo judío Levinas, también veía en el desierto la verdadera fuente
del espíritu, capaz de sustituir el suelo con la letra. El apóstol Juan es
hijo del desierto, allí conquistó el terreno invisible de su alma, descubrió
quién realmente era, pudo saber el profundo significado del amor al
prójimo. Fue en la soledad, el desarraigo y la aflicción donde apostó a
seguir las huellas de su Maestro con una nueva y sólida comprensión.
Repasó cada incidente y cada palabra escuchada de boca de Jesucristo,
desató los nudos de los signos no comprendidos, sacó a la luz los
contornos de nuevos significados. Juan acuñó en el mármol de sus
recuerdos la historia con un cincel perdurable. Entonces, los silencios
empezaron a sostener las voces reveladoras de las buenas nuevas de la
salvación, reproduciendo un nuevo canto de ¡Aleluya!, un himno de
alabanza al Cordero inmolado, el único “digno de tomar el poder, las
riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”
(Ap.5:12).

Las revelaciones del destino


Se atrevió a la aventura de ver más allá y vislumbrar el misterio de todas las
cosas, reorganizando la percepción a partir de una óptica nueva. Una búsqueda
de la sustancia divina que convierte el universo en un espacio de revelaciones.

¿Cómo fue la personalidad de Juan en la última etapa de su vida? Es


la consumación de un espíritu refinado, sensible e inmaculado; cuando
brilla esplendorosamente la belleza de su carácter y proporciona la
inspiración a millones a través de los siglos, por medio de sus escritos
extraordinarios; un ejemplo de excelencia realizada. Es cuando se

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 227

distingue como el discípulo del amor, a través de las tres cartas que
escribió en las cuales derrocha dulzura, lucidez y resolución. Aunque
habla mucho del amor, no vacila en poner de manifiesto el verdadero
carácter de esa clase de personas que pretenden ser santificadas y seguir
transgrediendo la ley de Dios. “El que dice: Yo le conozco, y no guarda
sus mandamientos, el tal es mentiroso” (1Jn.2:4,5). Khalil Gibran (1975,
156) decía de Jesús, palabras que podrían aplicarse a los escritos de
Juan: “sé que les hablaba de amor porque había melodía en su voz, y sé
que hablaba de poder, porque había ejércitos en sus ademanes”. Su voz
de amor acaricia y reprende, enternece y conmueve.
Sabemos que el “amado, afectuoso Juan estuvo en el exilio en la
solitaria isla de Patmos”, “allí Jesús se encontró con él. . . Le fue
permitido mirar el trono de Dios y contemplar a los redimidos de ropas
blancas que habían venido de gran tribulación y que habían lavado y
blanqueado sus ropas en la sangre del Cordero” (White, carta 10, 1879).
Las ansias de trascendencia fueron gratificadas plenamente por parte de
Dios, al confiarle la revelación más prodigiosa que un ser humano jamás
haya contemplado desde los tiempos del Antiguo Testamento,
juntamente con Daniel. El Apocalipsis pregona las condiciones de
nuestra era, hace una descripción feroz de un mundo encaminado a la
destrucción, sobre el cual caen implacablemente las últimas plagas, con
sus secuelas de “tormento y llanto” y fuego consumidor. El llamado
“hijo del trueno”, ahora observa los truenos gigantescamente mayores
de Dios. Aquel adolescente que quería lanzar fuego sobre los impíos
samaritanos como un nuevo Elías, ahora anciano, observa horrorizado,
el descenso de los fuegos en raudales infinitos, no sobre una pequeña
comarca, sino sobre todo el mundo, un cuadro verdaderamente pavoroso
de conflagración terrestre. Su sed de justicia que quería castigar el
rechazo a Cristo, ahora es saciada por la visión terrorífica del juicio
universal de los impíos que sufren el castigo eterno del “vino del furor
y de la ira del Dios Todopoderoso”, al ser lanzados al “lago de fuego
que arde con azufre” (19:15,20). Sus pasiones juveniles se convierten
ahora en una pesadilla insoportable.
Pero el Apocalipsis también muestra otro Juan, el que cruzó el
desierto de la tribulación, reproduciendo llamados angustiosos de amor

Mario Pereyra
228 Psicología de los Personajes Bíblicos

en busca de arrepentimiento (2:5,16,21,22; 3:3,19), aunque sabe que


muchos persistirán en su obcecación pecaminosa (9:20,21; 16:9,11), y
de pedidos a “Temer a Dios” y darle honra (14:7). No sólo la
misericordia alcanza a la iglesia a través de cálidas reconvenciones a la
fidelidad (2:5,10,16,25; 3:3,11,19), también alcanza a los que viven en
Babilonia, diciendo: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis
partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (18:4). Es
claro que habrá un forzoso desenlace para este mundo, un juicio final,
en el que los buenos heredarán el cielo y los malvados recibirán su
castigo, concluyendo con una patética exhortación a prepararse para
estar listos para la venida de Cristo: “Y el Espíritu y la Esposa dicen:
Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera,
tome del agua de la vida gratuitamente” (22:17).
Conviene señalar que hay un episodio conmovedor en el
Apocalipsis, que exhibe la notable diferencia producida entre el joven y
el anciano Juan. Se encuentra en el capítulo 7, versos 13 y 14. En plena
visión celestial, mientras contemplaba a los 144.000 mil sellados,
convertidos en “una gran multitud”, uno de los seres celestiales se le
acercó, preguntándole: “Estos que están vestidos de ropas blancas,
¿quiénes son y de dónde han venido?” Y el anciano apóstol contesta con
humildad y con plena conciencia de su ineptitud para algo así, diciendo:
“Yo le dije: Señor, tú lo sabes” (7:13,14). Esa respuesta está muy lejos
de ser la reacción que hubiera producido el Juan adolescente, quien
seguramente habría arrojado rápidamente, en forma impulsiva, alguna
idea con respecto a la identidad de ese grupo.
En esa etapa escribe también el Evangelio que lleva su nombre. En
él imprime una visión diferente de los otros tres Evangelios sinópticos.
Parece respirar una atmósfera más íntima y personal, saturado de
encuentros personales, de expresiones que resuenan con significados
sugestivos, como provocativos, con un lenguaje musical, relatando las
palabras y las obras de Cristo con un encanto singular y una profundidad
única. En su Evangelio, Juan se identifica con la honrosa designación
del “discípulo amado” (13:23-25; 19:26; 21:7,20). ¿Por qué? Podría
haber ostentado otros muchos títulos o expresiones nominativas o
calificativas, pero eligió ésta que habla de la fuerza y naturaleza del

Universidad de Montemorelos
Vidas Excelentes 229

vínculo con Cristo. ¿Cuáles fueron las razones? La crítica teológica ha


ocupado mucho espacio en identificar y definir el personaje al cual se
refiere con ese título (ver, por ej., Schnackenburg, 463-480). Por nuestra
parte, seguimos la interpretación clásica de vincularlo al autor. Se niega
esa identificción con el argumento de que “es difícil imaginar que el
discípulo amado se presentase personalmente con tan amnbiciosa
designación” (Ídem, 471). Estimamos que el título responde a la
valoración juanina del amor, que supera a cualquier otro autor. Por
ejemplo, el verbo “agapao”, amor, es citado 34 veces en el Evangelio,
30 veces en las epístolas y 4 veces en el Evangelio, haciendo un total de
68 referencias, mucho más que Pablo, el segundo autor que utiliza el
término 37 veces en todas sus epístolas.
San Agustin adoptó una conocida fórmula que sentenciaba: “La
medida del amor es amar sin medida”. El apóstol Juan aprendió a
canalizar su vitalidad agreste y arrolladora, siguiendo una fórmula
parecida que le enseñó su Maestro y que transmitió en estas palabras: “Si
nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se ha
perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él,
y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu... Y nosotros hemos
conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es
amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1
Jn.4:12-16). Es evidente que habla alguien que había “perfeccionado” el
amor en el camino de la adversidad, conociendo por experiencia propia,
el cuidado providente de Dios, y afirmando ese saber en su propia
experiencia de un modo sólido; o, para expresarlo en lenguaje juanino,
“permaneciendo en Él”. Así descubrió que el amor es el fundamento de
todas las virtudes, y que el amor es tratarte a ti como Dios me trata a mí.

Mario Pereyra
Capítulo 7

El desarrollo humano
según la Biblia
1. TEORÍAS PSICOLÓGICAS DE LA PERSONALIDAD

La vida es más fácil cuando etiquetamos a las


personas o las cosas y nos movemos en función de
esas etiquetas.

a psicología del desarrollo se entiende a partir de las


diferentes teorías sobre la personalidad, sostenida por los

L autores o las escuelas que las crearon. La investigación


psicológica ha revalidado algunas teorías y desechado otras,
por no encon- trar evidencias empíricas que las respalden.
Entre las teorías reconocidas por la comunidad científica en
el área, se encuentran dos grandes grupos, las que responden a
perspectivas categoriales y aquellas otras que derivan de
perspectivas dimensionales. Históricamente, han sido las
concepciones categoriales las que han producido mayor cantidad de
modelos y tipologías, aunque en la actualidad predominan las teorías
dimensionales.
El primer grupo de teorías, las categoriales, comprende las antiguas
teorías de los temperamentos, las biotipologías de Krestchmer y
Sheldon, como los aportes de Sigmund Freud, Erik Erikson, Carl Jung,
El Desarrollo Humano Según La Biblia 231
Karen Horney, Albert Ellis, Erich Fromm, B. F. Skinner, Albert
Bandura y Gordon Allport, entre otros. Por ejemplo, la idea de
autonomía funcional llevó a Allport y sus seguidores, Vernon y
Lindzey, a desarro-
( 217 )

llar un modelo categorial de personalidades basado en valores y una prueba


de valores. Identificaron seis tipos de personas:
“Teórico”, un científico, por ejemplo, valora la verdad;
“Económico”, un comerciante, valora la utilidad;
“Estético”, un artista, valora la belleza;
“Social”, una enfermera, valora el amor hacia las personas;
“Político”, valora el poder;
“Religioso”, una monja, valora la unidad.
Otra típica teoría categorial, muy utilizada son las clasificaciones
operativas actuales de las enfermedades, como la Clasificación
Internacional de las Enfermedades de la OMS, en su décima versión,
conocida como CIE-10 y el DSM-IV (Diagnostic and Statistical
Manual of Mental Disorders, cuarta versión), de la Asociación
Psiquiátrica Americana.
La ventaja de los modelos dimensionales es que se basan en
dimensiones estables de la personalidad, constituidas por la agrupación
empírica de rasgos y características. Las mismas se encuentran en todos
los individuos, y constituyen la desviación excesiva, según el grado de
su presencia o ausencia, lo cual caracteriza a los trastornos de la
personalidad. Al surgir de una agrupación factorial empírica (resultado
de la aplicación de procedimientos estadísticos multivariables), las
dimensiones reflejan con mayor fidelidad las posibles entidades
psíquicas o biológicas existentes. Por lo tanto, estas teorías se aplican
tanto a personalidades sanas como a enfermas.
La teoría estadística de la personalidad tiene una larga historia.
Desde la introducción del modelo tridimensional de Eysenck ―que
reconoce tres categorías: neuroticismo, extroversión y psicoticismo―
han proliferado los estudios, intentando hallar nuevas dimensiones o
agrupaciones de rasgos de la personalidad. Una célebre teoría llegó a
Mario Pereyra
232 Psicología de los Personajes Bíblicos
definir 16 factores (y posteriormente, incorporaron 4 más, llegando a
un total de 20), elaborada por Catell, que fue operacionalizada por el
instrumento denominado 16 PF.
Otra importante aportación en este campo ha sido el modelo
tridimensional de Cloninger. Las tres dimensiones propuestas por este
autor se denominan:
1) Búsqueda de la novedad (“novelty seeking”), 2)
Evitación del peligro (“harm avoidance”) y
3) Dependencia del refuerzo (“reward dependence”).
“Novelty seeking”, se refiere a una tendencia heredable hacia la
excitación en respuesta a los estímulos novedosos. Este rasgo conduce
a conductas exploratorias en busca de recompensa o de evitación de la
monotonía. “Harm avoidance”, es una tendencia heredada a responder
intensamente a indicadores de estímulos aversivos, aprendiendo por
ello a inhibir la conducta con el objeto de evitar el castigo. “Reward
dependence”, es una tendencia heredada a responder intensamente a
signos de recompensa, particularmente verbales de aprobación social o
sentimental.
En los últimos años, se observa un creciente interés por sustituir las
tradicionales clasificaciones categoriales de la personalidad por
modelos dimensionales. Entre las distintas teorías y modelos
descriptivos de la personalidad, en los últimos años ha tenido una
importante aceptación entre los investigadores la denominada “Teoría
de los Cinco Grandes” (Big Five), según la cual se sugiere la existencia
de cinco dimensiones fundamentales para describir y evaluar la
personalidad, cuya nomenclatura más popular es: extraversión,
amabilidad, responsabilidad, neuroticismo y apertura a la experiencia.
En general, los investigadores no parecen ponerse de acuerdo en cuál
debe ser el nombre más adecuado de estos cinco grandes factores de la
personalidad. Este modelo, desarrollado a partir de la investigación
psicométrica, inicialmente comprendía tres dimensiones, Neuroticismo,
Extraversión y Apertura a la experiencia, que se evaluaba con el NEOPI
(1985) y, posteriormente, en una versión revisada se amplió a cinco
factores, elaborándose el NEO-PI-R (Costa, McCrae y Dye, 1991; Costa
y McCrae, 1992).
Dimensiones del Neo-Pi-R
Universidad de Montemorelos
El Desarrollo Humano Según La Biblia 233
“La esperanza de que el método del análisis factorial pudiese
clarificar el dominio de la personalidad, anunciada desde hace
años por Erikson (1957) y Jensen (1958), parece haberse
cumplido”. J. M. Digman

Factor I (Extroversión): Comprende el aspecto cuantitativo de la


interacción interpersonal. La extroversión está compuesta de las
siguientes facetas:
1) Cordialidad o capacidad para establecer vínculos con otros;
2) Gregarismo o preferencia por estar en compañía de los demás;
3) Asertividad que recoge las nociones de dominancia, ascendencia, o
la tendencia a evitar confrontaciones;
4) Actividad o necesidad de estar ocupado y desplegar movimientos
vigorosos;
5) Búsqueda de emociones: definida como la tendencia a acercarse a
las fuentes de estimulación;
6) Emociones positivas, esto es, la tendencia a experimentar con más
frecuencia emociones que tienen que ver con la alegría, la felicidad,
etc.

Factor II (Amabilidad): Comprende aspectos cualitativos de la


interacción de modo continuo, que va de la “sensibilidad a los
sentimientos de los demás, a la dureza emocional” (Costa y McCrae,
1985).
La dimensión Amabilidad se caracteriza por las siguientes facetas:
1) Confianza o tendencia a atribuir intenciones benévolas a los demás;
2) Franqueza: los individuos que puntúan alto en esta escala son francos
y sinceros;
3) Altruismo o preocupación activa por los otros, generosidad;
4) Actitud conciliadora: cooperativo, inhibir la agresión, perdonar y
olvidar;
5) Modestia: gusto por quedarse en la sombra y pasar desapercibido;
6) Sensibilidad a los demás: tendencia a experimentar simpatía y
preocupación por los demás.

Mario Pereyra
234 Psicología de los Personajes Bíblicos
Factor III (Responsabilidad): Comprende el grado de organización,
persistencia y control de la conducta dirigida a metas concretas. Se
distinguen las siguientes facetas:
1) Competencia: se trata del sentimiento personal de capacidad, la
autoestima;
2) Orden: tendencia a la limpieza, al orden y a mostrar un
comportamiento organizado;
3) Sentido del deber: se adhieren a principios éticos y al cumplimiento
escrupuloso de las obligaciones;
4) Necesidad y motivación por logros: se refiere a altos niveles de
aspiración;
5) Autodisciplina: habilidad para empezar tareas y llevarlas a cabo; 6)
Deliberación: tendencia a pensar cuidadosamente antes de actuar.

Factor IV (Neuroticismo): Comprende el grado de ajuste


emocional, e incluye otras características: impaciencia, baja tolerancia
a la espera y frustraciones. Las facetas que lo componen serían:
1) Ansiedad: abarca tensión, nerviosismo, tendencia a
sobrepreocuparse, tendencia a experimentar miedos;
2) Hostilidad: tendencia a la irritación, enojo, enfado, frustración y
estados afines;
3) Depresión: abarca sentimientos de culpa, tristeza, soledad, etc.;
4) Ansiedad social: definida por sentimientos de vergüenza,
sensibilidad al ridículo, inferioridad;
5) Impulsividad: dificultad para controlar impulsos y necesidades; 6)
Vulnerabilidad: dificultad para controlar el estrés.

Factor V (Apertura a la Experiencia): Evalúa la búsqueda de


experiencias, el gusto por lo desconocido y su exploración en áreas
como:
1) Fantasía: imaginación vívida y fantasía activa;
2) Estética: apreciación del arte y la belleza;
3) Sentimientos: implica actitud receptiva a los propios sentimientos y
emociones;
4) Acciones: interés por diferentes actividades, ir a sitios nuevos, o
comer cosas poco frecuentes, etc.;
Universidad de Montemorelos
El Desarrollo Humano Según La Biblia 235
5) Ideas o curiosidad intelectual: apertura de la mente a cosas nuevas;
6) Valores: tendencia a reexaminar los valores sociales, religiosos y
políticos. Representa lo contrario del dogmatismo.
2. LA CONCEPCIÓN BÍBLICA

“La personalidad estará enraizada en una historia, en un mundo de valores,


en una narración en la que encuentra sentido, en un trasfondo del cual no se
puede saltar y que da respaldo a lo que llama ‘lecciones morales y
espirituales’”.

¿Hay una teoría bíblica de la personalidad? ¿Algunas de las teorías


de la psicología contemporánea podrían dar cuenta de las experiencias,
luchas y vicisitudes de los hombres bíblicos? ¿Cuáles son las
dimensiones que la Biblia estima como claves para la definición de la
personalidad? Por cierto que la Biblia no es un libro de psicología
―aunque hay mucha psicología en ella―, ni menos un texto científico
de estudio del ciclo vital o de la personalidad. No obstante, es claro que
las Escrituras sostienen valores bien definidos, algunos de los cuales
son considerados virtudes loables, dignos de aplicarlos a la vida y otros,
estimados perniciosos y rechazados como malignos. Hay, pues, una
idea de lo que es una vida correcta y excelente, así como una existencia
arruinada. Por lo tanto, tenemos una teoría implícita que se desprende
de los preceptos bíblicos y de la evaluación que realiza de la experiencia
encarnada de los hombres y mujeres que han sido protagonistas en el
escenario del canon bíblico.
La concepción bíblica acerca de la persona humana no se asemeja a
ninguna teoría psicológica existente. La teoría de los temperamentos,
por ejemplo, que curiosamente ha tenido tanto éxito en algunos medios
religiosos (no en medios académicos, donde esa teoría no tiene validez
reconocida), en el estudio de los personajes bíblicos, no es originada en
las Escrituras ni tiene en ella ningún elemento que la respalde, sino tan
solo el entusiasmo que algunos han creído ver reflejado en el
pensamiento bíblico. Así, se han popularizado moldes como “Abraham
era flemático”; “Moisés, colérico”; “Pedro, sanguíneo”, y otros por el
estilo. Jamás las Escrituras recurren a tales caracterizaciones,

Mario Pereyra
236 Psicología de los Personajes Bíblicos
seguramente desconocidas por los escritores bíblicos. Tampoco aluden,
como es lógico, a otras teorías que se acuñaron posteriormente. De
modo que no se puede conocer el pensamiento bíblico a través de
teorías externas, sino penetrando en su propio entramado expresivo,
donde se desarrollan las ideas y circunstancias que otorgan sentido a los
hechos. ¿Cómo funciona el pensamiento bíblico? ¿Cuáles son los
criterios o esquemas organizadores de las funciones y aplicaciones de
los episodios y los protagonistas? Entre los comentaristas bíblicos, por
ejemplo, predomina el criterio de tratar los sucesos buscando las
“aplicaciones prácticas”, esto es, extrayendo las “lecciones espirituales
o morales” que puedan ennoblecer y elevar la conducta religiosa del
feligrés. Así, por ejemplo, se apela a la “integridad” moral de José, al
vencer la seducción de la mujer de Potifar, o la “fidelidad” de Daniel,
que continuó orando con las ventanas abiertas, aun contra la ley que
impedía hacerlo. Ciertamente, hay episodios que el autor bíblico
enfatiza para resaltar la enseñanza moral, pero muchísimas veces la
narración se atiene a los hechos sin esforzarse en realzar valores o
distinguir lecciones espirituales.
Los protagonistas del escenario bíblico no son fácilmente
susceptibles de ser esquematizados en cuadros o clasificaciones, como
hacen los entomólogos con los insectos, que encuentran tantos tipos
diferentes ―800.000 han encontrado hasta el momento―, para
descubrir un universo riquísimo e infinito. La investigación psicológica
ha descubierto que resulta más fácil encasillar la patología que la salud.
El deterioro que causa la enfermedad simplifica y torna rígida la
exuberante riqueza de la vida. Así, por ejemplo, no es difícil descubrir
un trastorno de personalidad dependiente en el rey Acab o un trastorno
disocial en Herodes Antipas, pero ¿cómo clasificar a José, Daniel o
Juan? ¿Qué tipo de personalidad han desarrollado? Solamente podemos
caracterizarlos en función de algún rasgo relevante, y hablar de Josué
el militar, el sabio Daniel, Juan el apóstol del amor, pecando de
esquemáticos. Sin embargo, se puede pensar la “teoría bíblica” de la
personalidad y el desarrollo humano, no en función de una tipología,
sino de criterios o componentes a los cuales recurren constantemente
los escritores bíblicos, para entender implícitamente cómo se construye,
desenvuelve y perfila un diseño propio de personalidad.
Universidad de Montemorelos
El Desarrollo Humano Según La Biblia 237
Componentes para una teoría bíblica de la personalidad

Se puede identificar, por lo menos, diez componentes bíblicos


importantes en la constitución de la persona humana y su desarrollo. No
son los únicos, pero son relevantes para aproximarnos a la comprensión
del pensamiento producido por la revelación, en el área de la psicología
de la personalidad. Un análisis más exhaustivo podrá encontrar otros
principios, fundamentos o variables clave, como aquéllas referentes al
promedio de vida, las etapas vitales y los rasgos característicos de cada
una de ellas; u otros temas valiosos como son los relacionados con el
trabajo y el descanso, la enfermedad y la salud, la relación de padres e
hijos o entre esposos y hermanos, y tantos otros aspectos que tienen que
ver con el concepto del hombre que emerge del texto bíblico. Por
razones obvias, nos concentramos, exclusivamente, en los puntos que a
continuación abordaremos.

(1) la participación activa de la persona divina

El ser humano se constituye en íntima relación con el ser divino, ya


sea siguiendo su voluntad o en oposición a ella, pero siempre la
presencia divina es decisiva. La realidad de Dios no es una mera
creencia ni un concepto abstracto en el texto bíblico, es una persona
presente y activa en la vida de los personajes bíblicos. Interactúa con
ellos todo el tiempo y las intervenciones de Dios son decisivas en la
mayor parte de los personajes bíblicos, tanto en su desarrollo como en
la definición de su personalidad. En algunos casos, la persona divina se
hace presente en forma directa y encarnada, por ejemplo, a través de
teofanías (por ej., Sal.97, Hab.3), ya sea en forma de voz, visión,
presencia o en la expresión suprema de la encarnación de Jesucristo
(Heb.1:1,2). A veces no es Dios en persona quien aparece, sino un
mensajero divino, como son los ángeles (por ej., el ángel Gabriel a
Daniel, Dn.9:21) o un profeta (como Natán a David, 2 Sam.12:1) e
incluso algún fenómeno natural (como ocurrió con Elías; ver 1
Rey.19:11-13). El hecho es que lo trascendente y sobrenatural es algo
normal en los personajes bíblicos, no un fenómeno exótico o
extraordinario que se encuentra fuera de la realidad humana, como
Mario Pereyra
238 Psicología de los Personajes Bíblicos
suponen las teorías psicológicas del desarrollo humano y de la
personalidad.

(2) singularidad

El texto bíblico no presenta clasificaciones, categorizaciones o


agrupaciones por tipos de personalidades. Es cierto que Hans Wolf
(1975) ha identificado cuatros tipos del Antiguo Testamento, haciendo
un estudio de los términos hebreos aplicados al hombre. Así identifica,
1) el hombre necesitado, derivado del hebreo “napas”;
2) el hombre efímero, derivado de “basar”;3) el hombre
fortalecido, de “ruah”; y 4) el hombre razonante, de “lebab”.
Pero esta tipología responde a estructuras antropológicas más que a
personalidades psicológicas. Los personajes bíblicos son individuos
únicos, caracterizados por su singularidad e individualidad. No hay
cuatro temperamentos, ni cinco factores generales, ni agrupaciones por
rasgos comunes, ni doce personalidades paradigmáticas como sostiene
algún teólogo (basado en las 12 tribus de Israel, los 12 apóstoles y las
12 puertas de la nueva Jerusalén). No hay dos personajes idénticos,
aunque puedan coincidir en algunos rasgos o aspectos de personalidad.
Los escritores bíblicos no se interesan en comparar ni buscar relaciones
más que para destacar alguna particularidad común, como por ejemplo,
se dice de Elías que tenía las mismas pasiones que nosotros (Stgo.5:17),
para mostrar que todos somos humanos, con igual naturaleza. Lo que
frecuentemente reconocen los autores de la Biblia son las influencias
de unos sobre otros, especialmente de padres a hijos, tanto en hacer el
bien como el mal (ej., Omri y su hijo Acab, que siguieron “los caminos
de Jeroboam, hijo de Nabat”, 1 Rey.16:26,31); pero aun en esos casos,
se distingue cada individuo por su forma propia de ser. En
consecuencia, la singularidad es un aspecto esencial en el tratamiento
de los personajes bíblicos.

(3) Multidimensionalidad de la personalidad humana

En esa singularidad, los protagonistas del texto sagrado se


caracterizan por diferentes dimensiones de personalidad, que pueden
Universidad de Montemorelos
El Desarrollo Humano Según La Biblia 239
ser valoradas tanto en forma positiva como negativa. Existe una amplia
variedad de manifestaciones y comportamientos que distinguen
aspectos o conductas valiosas, como por ejemplo la integridad de Job,
la fe de Abraham, la sabiduría de Salomón, el fervor apasionado de
Elías, la lealtad de Daniel, el espíritu intrépido de Pablo, el carácter
amante de Juan, etcétera, etcétera. En cambio, otros aspectos de carácter
se valoran negativamente, como la traición de Judas, el engaño de
Ananías y Safira (Hech.5:1-10), la crueldad de Herodes
(Hech.12:2023), entre otros ejemplos. Por eso se dice que Dios aborrece
la maldad (Heb.1:9), muestra “severidad” (Rom.12:29) y es “fuego
consumidor” (Heb.12:29). De allí que el texto bíblico advierta: “Mirad,
pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para
los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa
bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (Rom.11:22).
Esa amplia multidimensionalidad psicológica y ética, exhibe una
concepción del hombre abierto a diferentes alternativas de desarrollo,
variadas y ricas, además de diseñar nuevas cartografías para la
construcción de la personalidad humana.

(4) Sentido de misión

En Isaías aparece la voz divina preguntando: “¿A quién enviaré, y quién


irá por nosotros?” Esa pregunta puede considerarse el llamado a la misión.
La respuesta del profeta es la asunción de la misma: “Heme aquí, envíame
a mí” (Is.6:8). Los autores bíblicos le asignan un rol central a la misión de
la vida. Un ejemplo ilustrativo aparece en el capítulo 1 del Evangelio de
Juan, cuando el Bautista es interrogado acerca de quién es y qué hace. Su
respuesta fue: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad
el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías” (Jn.1:23), revelando un
claro y definido sentido de misión. Todos los grandes personajes dan
evidencias de poseer un fuerte sentido de misión. ¿Por qué la misión es tan
importante para el desarrollo humano y la formación de la personalidad?
La misión da sentido a la vida, proporciona un fin guiador del
comportamiento, organizando los pensamientos y los valores. Se centra
en lo que uno quiere ser (carácter) y hacer (aportaciones y logros), y en
los principios que fundamentan el ser y el hacer. En una persona, un
Mario Pereyra
240 Psicología de los Personajes Bíblicos
enunciado de misión se convierte en una “constitución personal”, dice
Stephen R. Covey (1990). Es la base para tomar las decisiones
importantes y también las decisiones cotidianas en medio de las
circunstancias y las emociones. Otorga fuerza en el cambio. La misión
proporciona una visión del futuro, desarrolla la autoconciencia y define
el mapa de la acción presente y futura. Es una brújula que describe con
exactitud el territorio a transitar, descubriendo las aptitudes singulares
y las áreas de contribución. Es ahí donde aparece la capacidad de
autoconciencia, se emplean las habilidades para imaginar, con el objeto
de crear mentalmente el fin que se desea, otorgando una dirección y
finalidad a las acciones y determinando el contenido de esa constitución
personal.
La misión, en el texto bíblico, es una convocatoria divina, una forma
como el Todopoderoso interroga a cada hombre y mujer para que dé
cuenta de su destino y responsabilidad. Solo puede responderse con la
propia vida, con la actitud de entrega, como hicieron los apóstoles
cuando Jesucristo los llamó para ser “pescadores de hombres”
(Mt.4:19; Mr.1:16,17; Lc.5:10). La misión define los roles a
desempeñar y las metas a alcanzar. Cuando Jesús le dijo a Pedro,
“Apacienta mis corderos” y “Cuida mis ovejas” (Jn.21:15,16), le estaba
asignando su misión. A partir de ese momento, la vida del apóstol
cambió radicalmente. Su personalidad se transformó y su vida adquirió
un nuevo sentido.
Elena de White asegura que la asignación de la misión viene
acompañada de los recursos para cumplirla. “Dios no dará su Espíritu a
los que no usarán el don celestial. Pero los que se apartan de sí mismos
buscando iluminar, animar y bendecir a otros, tendrán capacidad y
energía multiplicadas para gastar. Cuanto más luz entregan, más
reciben”. La historia bíblica muestra la veracidad de esas palabras. “Los
profetas, que anunciaron la gracia reservada”―dice 1 S.Pedro l:10,1l―
lo hicieron debido a que “el Espíritu de Cristo estaba en ellos”. Así, José
fue una luz en Egipto; por su pureza, bondad y amor filial, representó a
Cristo en medio de una nación idólatra. Lo mismo ocurrió con Daniel y
sus compañeros en Babilonia, Mardoqueo en Persia y Pablo en Asia
Menor, Grecia y Roma.

Universidad de Montemorelos
El Desarrollo Humano Según La Biblia 241
(5) Significado del nombre propio

“Los hebreos, como otros pueblos antiguos del Cercano Oriente,


daban gran importancia a los nombres personales ―dice el DBA, en las
págs. 846,847―. Tenían significados literales, y eran símbolos del
carácter y la personalidad de la persona; a veces, reflejaban el talante o
los sentimientos de quien daba el nombre. Los apellidos hereditarios
eran prácticamente inexistentes en tiempos bíblicos. Cuando era
necesario distinguir a dos personas del mismo nombre, a menudo se
añadía un adjetivo que identificara al individuo, como en los siguientes
ejemplos: Saulo de Tarso, José de Arimatea, Jesús de Nazaret, Elías
tisbita, Jacobo hijo de Alfeo, Judas hermano de Jacobo, etc. Algunos
tenían uno adicional o alternativo, que se menciona en la Biblia como
‘sobrenombre’ (Hch. 10:5; cf Mr. 3:16, 17). Los de Abrahán, Israel y
Josué son ejemplos de nombres adicionales o reemplazantes de los
anteriores de las personas indicadas”. “‘Nombre’, en algunos de éstos
y otros pasajes, asume un significado más amplio que el de identificar
a un individuo; significa ‘persona’, ‘carácter’, ‘autoridad’, ‘reputación’,
etc. (Ex. 5:23; 34:5, 6; Dt. 7:24; Hch. 1:15, DHH; Ap. 3:4; etc.)”
Hay nombres bíblicos formados por dos o más palabras, ej., Abidán,
“mi padre es juez”; Icabod, “la gloria se ha apartado”, y otros de una
sola palabra, ej., Débora, “abeja”; Barac, “relámpago”; Jonás, “paloma”.
A menudo tienen forma verbal, como Saúl, “pedido (a Dios)” y Natán,
“Dios ha dado”. Algunos nombres reflejan sentimientos, ej., Noemí, “mi
agrado”; Sansón, posiblemente “pequeño sol”, y otros, los teofóricos,
contienen referencias a Dios, por ejemplo, Elías significa
“Yahweh es mi Dios”, Natanael, “Dios ha dado” y Ezequías, “Yahweh
ha fortalecido”. En el NT, el nombre Jesús recibe un énfasis especial.
Así, por ejemplo, se invita a orar en su nombre (Jn.16:23,24), la
salvación se obtiene por medio de su nombre (Hch.2:21; 4:12) y los
primeros cristianos estuvieron dispuestos a sufrir cualquier tortura por
causa de ese nombre (Hch.5:41).
Asimismo, el cambio de nombre es un indicador del cambio de la
personalidad. Por ejemplo, Pedro, “piedra”, antes se llamaba Simón al
cambiarle el nombre, significaba que sería un fundamento sólido en la
constitución de la Iglesia; de forma similar, Josué antes se llamaba
Mario Pereyra
242 Psicología de los Personajes Bíblicos
Oseas (Num.13:8,16). Hoy en día, los nombres cumplen una función de
identificación, pero en los tiempos bíblicos se escogía el nombre con
sumo cuidado porque daba testimonio de la fe y de la esperanza de los
padres (White, 1985, 352), de las circunstancias del nacimiento del niño,
de sus propias características, o se relacionaba con la misión de su vida,
sobre todo cuando el nombre había sido ordenado por Dios (5CBA,
Biblioteca electrónica, registro 301516/409576).
(6) La idea de conflicto

El concepto de conflicto es un componente básico en la realidad


vital y en la organización del ser humano. Las Escrituras describen los
orígenes del mundo y del hombre cuando el conflicto no existía, pero
tempranamente aparece el mal y el conflicto (Gn.1-3). Desde entonces,
se convirtió en un protagonista privilegiado de la historia humana.
También la Biblia relata la etapa del posconflicto, cuando el mal será
erradicado definitivamente y dominará soberanamente el bien y la
felicidad eterna (Ap.22). En este contexto, ¿qué función cumple el
conflicto en el desarrollo y la constitución de la vida humana? Tiene un
rol central. En ese sentido, declaraba Elena de White: “La vida cristiana
es una vida de lucha, de conflicto constante. Es una batalla y una
marcha. Pero cada acto de obediencia a Cristo, cada acto de abnegación
por amor a él, cada prueba bien soportada, cada victoria obtenida sobre
la tentación, es un paso más en la marcha hacia la gloria y la victoria
final”
(Manuscrito 65, 1894). Por ese motivo, Pablo le decía a Timoteo:
“Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán
persecución” (2 Ti. 3:12).
El conflicto coloca al individuo ante alternativas opuestas, que
pueden experimentarse como motivaciones antagónicas o metas que
pueden llevar a direcciones opuestas. Probablemente fue Moisés quien
planteó esta disyuntiva existencial básica en aquellas célebres palabras:
“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el
mal” (Deut.30:15-20), reclamando en forma patética la elección y
decisión por el bien. El conflicto se vive en forma interna, personal,
obligando a tomar una decisión. Las decisiones que tomamos
determinan la clase de persona que seremos. En gran medida, lo que
Universidad de Montemorelos
El Desarrollo Humano Según La Biblia 243
somos en el presente, es el resultado de las decisiones que tomamos en
el pasado. Nuestro carácter, nuestros valores, prioridades e intereses son
consecuencia de nuestras decisiones. Por otra parte, nuestro futuro
puede moldearse a través de las decisiones que tomemos de aquí en
adelante. Podemos decidir ser obedientes a Dios, o hacer oídos sordos;
dejar el pecado o seguir en él; morir al yo o vivir para él. También
decidimos qué actitud tener frente a nuestro pasado, presente y futuro.
Nuestras decisiones, entonces, nos moldean.
(7) Presencia y significado de las crisis

Se trata de experiencias de profunda intensidad que conmocionan


la vida humana, produciendo una fractura en la continuidad vital,
generando un espacio de dolor, sufrimiento moral y otras alteraciones
importantes de la vida (como incluso la muerte, como en el caso de
Lázaro), promoviendo una etapa posterior diferente. Son cambios
dramáticos e intensos que marcan un “antes” y un “después”. Abundan
los ejemplos al respecto, como Jacob, el engañador, que después de la
crisis de pelear con Dios, resurge renovado (Gn.32:24-32). Este caso
puede ser considerado paradigmático, ya que Jacob es Israel, el
fundador del pueblo escogido de Dios. Vemos, por lo tanto, que las
crisis son una suerte de lucha con Dios, una circunstancia de
intervención de la trascendencia. También Jesús las considera como una
acción celestial, ya que las atribuye a la acción del Espíritu Santo, según
se desprende de las atribuciones que le asigna al Consolador en Juan
16:7,8, que declara: “Convencerá al mundo de pecado, de justicia y de
[crisis] juicio”.
Incluso, la división del texto bíblico en el Antiguo y Nuevo
Testamentos, generada a partir de la vida y muerte de Jesucristo, puede
considerarse un símbolo de la idea de crisis, que produce una ruptura
del tiempo, donde lo posterior sustituye a lo anterior; donde lo mejor,
nuevo y excelente, se impone sobre lo viejo y pretérito. De hecho, con
una mirada macrocósmica, puede entenderse toda la experiencia
humana como una crisis del universo, que da lugar, desde una eternidad
anterior a otra posterior, a partir de la renovación de todas las cosas.

(8) Trascendencia de las decisiones claves


Mario Pereyra
244 Psicología de los Personajes Bíblicos
Los fideicomisarios de los escritos de Elena de White, en el Prefacio
al libro Conflicto y valor, hacen el siguiente comentario: “El relato
bíblico de la vida de hombres y mujeres de la antigüedad presenta una
gama tan variada de situaciones diversas que cada uno puede
identificarse con algún personaje allí descrito. Será sabio quien saque
del estudio de ese relato aquello que guiará, enriquecerá y
salvaguardará su propia vida. Tomará valor de aquellos que triunfaron,
y es de esperar que evitará los sinsabores de aquellos que hicieron
decisiones erróneas”.
Desde la decisión de Eva, de tomar el fruto prohibido, que acarreó
los males que padece el mundo, la resolución y acción en la definición
de problemas o circunstancias específicas son trascendentes y cruciales
en la trayectoria de la existencia. La vida se realiza en la definición de
las decisiones claves. Un ejemplo paradigmático y metafórico es Rut,
quien en la encrucijada, donde los caminos se bifurcan, decidió unir su
suerte a la de su suegra y su pueblo, adjudicándose el privilegio sin
igual de constituirse en parte del linaje del Salvador del mundo. Es
inevitable tomar decisiones continuamente, pero hay algunas que son
claves porque afectan el futuro; esas resoluciones puntuales son
determinantes para el ser, hitos significativos en el desarrollo humano.

(9) El hombre en situación

Dice Martín Buber: “Me imagino que no esperan que les bosqueje
la personalidad de los líderes bíblicos. Esto sería una empresa imposible
de realizar, porque la Biblia no se ocupa de personalidades ni de
individuos, y por eso no se puede hacer este tipo de descripción. La
Biblia pinta otra cosa, particularmente describe a las personas en
situación. No se preocupa de la diferencia entre éstas; lo fundamental
es la diferencia entre las situaciones en que la persona, la criatura, la
persona designada, pasa o fracasa el examen”.
Es cierto que el hombre aparece en situación ―como dice Buber―,
pero no se trata de cualquier situación o circunstancia, sino aquellas que
son decisivas, que permiten conocer al personaje y su destino. El relato
bíblico es económico, de algunos personajes apenas presenta cuatro o
cinco situaciones de vida, como es el caso de Sansón, pero son claves
Universidad de Montemorelos
El Desarrollo Humano Según La Biblia 245
para descubrir los momentos relevantes de su existencia. Por ejemplo,
en Génesis se relata que Sara le pide a su esposo Abraham que expulse
a Agar e Ismael de su casa. Obviamente, esa reacción es la culminación
de las hostilidades que venían padeciendo Sara e Isaac de parte de la
concubina y su hijo. Cuando la situación llegó a un estado intolerable,
Sara hace el reclamo (Gn.21:9-11). También los silencios son
significativos, tanto o más que las palabras. Por ejemplo, cuando
Moisés desobedeció al golpear la piedra (Núm.20:10,11), hay un
notable cambio en el foco de la narración. Moisés y el pueblo de Israel,
que hasta ese momento habían sido los protagonistas del relato,
desaparecen de la acción por varios capítulos, centrándose el interés del
relato en sucesos externos, como los ardides de Balac y Balaam
(Num.22-24).

(10) Importancia de la vida

A lo largo de todo el texto bíblico domina una tendencia biofílica,


de amor a la vida. “La Biblia es el libro de la vida ―afirma Meyer
(1935, 299)―. Sus páginas están llenas de biografías; sin embargo, sólo
mencionan escasamente la muerte. La única muerte que describen
extensamente es la de Aquel que, muriendo mató a la muerte”. Por
ejemplo, acerca del fin terrenal de Moisés, dice brevemente el registro
bíblico: “Subió de las Estepas de Moab al monte Nebo, cumbre del
Pisgá, frente a Jericó” (Deut.34:1, BJ). Allí contempló a la distancia,
por última vez, aquella tierra de esperanza, cerró sus ojos y su cuerpo
descansó, hasta que Dios lo rescató del poder de Satanás (Jud.1:9).
Es un hecho que los escritores bíblicos concedan más importancia a
las despedidas del moribundo que al mismo acontecimiento de la
muerte. La razón es que los agonizantes dan consejos y sus palabras
tienen como objetivo acrecentar el caudal de la vida con la experiencia
recogida a lo largo de ella. Josué y David, por ejemplo, se refieren a la
muerte, diciendo: “Emprendo el camino de todo el mundo” (Jos.23:14;
1 Rey.2:2); sin embargo, Jacob se despide de sus hijos y nietos con
expresiones clarividentes que encierran destinos y abren promesas
(Gn.48-49).

Mario Pereyra
246 Psicología de los Personajes Bíblicos

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Abreviaciones

AT= Antiguo Testamento


NT= Nuevo Testamento
DHH= versión bíblica Dios habla hoy
BJ= Biblia de Jerusalén
Mario Pereyra

Universidad de Montemorelos

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