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La Nariz de Charles Darwin y Otras Historias de La Neurociencia PDF
La Nariz de Charles Darwin y Otras Historias de La Neurociencia PDF
2011
© José Ramón Alonso Peña, 2011
© Editorial Almuzara, s.l., 2011
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Presentación
El cerebro es la estructura más maravillosa del Universo y, también, la
más importante para nosotros. En él residen nuestro pasado, nuestra
memoria, nuestro presente, nuestra personalidad, ideas y sentimientos, y
nuestro futuro, nuestros proyectos, nuestros objetivos, nuestros sueños...
La Ciencia es una de las actividades más fascinantes de la Humanidad.
Combina pasión y aventura, fracasos deprimentes y éxitos arrebatado-
res, hay héroes y villanos, personas divertidas y sabios extravagantes,
investigadores obsesivos con el trabajo y auténticos bon vivants. Hay
amor y asesinatos, hay política, religión, batallas, hay dinero y gloria
y muerte en la oscuridad. La Ciencia marca nuestra vida presente pero
no llegamos a los descubrimientos actuales mediante un proceso orde-
nado y aséptico. Es una actividad humana y por lo tanto, plena de las
grandes virtudes y los vicios de esta especie de primates de pelo fino que
somos nosotros. Al pensar en la Ciencia, en la ciencia más deslumbrante,
la que produce los resultados más valiosos, solemos imaginar grandes
ordenadores, instalaciones gigantescas, y equipos sofisticados. Pero toda
esa Ciencia la realizan personas que usan una herramienta mucho más
poderosa, flexible y potente que cualquier artilugio que hayamos fabri-
cado, usan el cerebro humano.
El estudio del cerebro, la Neurociencia, es la disciplina científica más
atractiva en estos momentos. Cada vez entendemos más sobre cómo inter-
pretamos el mundo, las enfermedades que nos afligen, dónde reside la
consciencia y el amor, cuál es el sustrato del potencial único de la especie
humana para sentir, pensar, crear y soñar. Así que anímate a explorar
ese misterio, ese universo de kilogramo y medio de peso que es el cerebro
humano.
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¿Tiene Barbie anorexia?
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pesar de eso, Ruth Handler pensó que aquella muñeca podía ser
lo que su hija querría y compró tres, una que regaló a su hija y
dos que llevó a Mattel. Tras una negativa inicial, Mattel empezó
a fabricar la nueva muñeca en Japón, con empleados que traba-
jaban en casa cosiendo a mano la ropa, un traje de baño de listas
negras y blancas. La pusieron un nombre recordando a la hija
de Ruth, Barbara. Las ventas fueron un éxito: el primer año se
vendieron 375.000 con lo que se compraron todos los derechos
de Bild Lilli y se cerró su fabricación. Barbie es novia de Ken
Carson desde 1961. Se puede ver una reedición de un posible
primer encuentro en Toy Story 3.
Con el tiempo, Barbie tuvo, además de 7 hermanitos o herma-
nitas, más de cien amigos, familiares, vecinos y compañeros de
banda musical. Tenía también más de cuarenta mascotas inclu-
yendo, además de perros y gatos, caballos, leones, cebras y osos
panda. Barbie también «enseñaba» algunos de los problemas
del mundo real. Cuando su amiga discapacitada Becky fue intro-
ducida en el mercado, sus concienciadas propietarias pudieron
comprobar que la silla de ruedas no entraba en el ascensor de la
Casa de los Sueños de Barbie.
Desde el primer momento, hubo controversia sobre el nuevo
juguete. Según Tom Henderson, de ParentDish, si la muñeca
hablara lo primero que diría sería «Deja de mirarme los pechos».
De hecho, el tamaño de su delantera ha sido objeto de polémica
desde su aparición en 1959. Inmediatamente tras su salida al
mercado, numerosos padres consideraron sus medidas como
exageradas y escribieron cartas airadas a los periódicos y a la
propia empresa. La cosa no tiene pinta de cambiar y parece que
se seguirá mirando el pecho de Barbie. En 2010 Mattel sacó al
mercado la «Video Girl Barbie» que lleva una pequeña cámara
web, sí, justo encima del pecho, disimulada como un medallón.
Sin embargo, la controversia ahora es por otro motivo. El FBI ha
indicado que las muñecas con cámara podrían ser usadas por
pederastas y predadores sexuales para inducir a las niñas dueñas
de las barbies a hacer películas en la intimidad de su dormitorio
y descargarlas en internet.
En 1964, Mattel sacó al mercado a Skipper, teóricamente la
hermanita de Barbie, una muñeca de una niña mucho más adap-
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tada a los cánones tradicionales. En 1975, alguna mente privile-
giada de los departamentos de diseño de Mattel lanzó al mer-
cado «Skipper Creciendo»(Growing Up Skipper) donde la plana
Skipper, si se le rotaba el brazo, mostraba como su pecho iba
aumentando. Pronto se vio que esta «interactividad» era más
popular entre los hermanitos de las propietarias de la muñeca
que entre ellas mismas.
Una de las principales críticas a Barbie es que ejemplificaba
un modelo de una mujer perfecta, con unas medidas imposibles
y que generaba ansiedad, insatisfacción y conductas alimentarias
aberrantes al ir entrando en la adolescencia las niñas que habían
tenido a Barbie como su juguete favorito. Las feministas en espe-
cial hicieron ataques vitriólicos pero una de ellas, Jill Robertson
Toledo, tenía un discurso más sugerente:
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Ruth Handler (1916 - † 2002) cuando era ejecutiva de la empresa de
juguetes Mattel, posando con la colección de muñecas Barbie de 1961.
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incluía el mismo libro y una báscula rosa que marcaba 50 kilos
(110 libras) lo que sería 16 kilogramos menos de lo que debería
pesar una persona de su altura (1,75 m).
Se ha hablado también de un «lado oscuro» de la relación de
las niñas con sus barbies y de una época, cuando son algo mayo-
res, que tienen tendencia a descabezarlas, mutilarlas y someter-
las a distintos tipos de torturas. En 1991, apareció una nueva
muñeca denominada la «Feliz de Ser Yo». El nuevo juguete tenía
un guardarropa con 9 opciones, poco frente a las más de 100 de
Barbie y tenía articulaciones en los brazos y las piernas. Según
su creadora, Cathy Meredig, no solo hacía que las muñecas fue-
ran más fáciles de vestir, sino que mostraban una capacidad de
movimiento «como las mujeres activas que se divierten y se involucran
en la vida». La fábrica de las «Feliz de Ser Yo» tenía el nombre de
Corporación de Juguetes de Alta Autoestima. Si no fuera cierto,
parecería un nombre de comedia. «Feliz de Ser Yo» fue reci-
bida con júbilo por psicólogos y feministas, quizá con el doble
de júbilo por las psicólogas feministas, pero no por sus pequeñas
clientes que siguieron prefiriendo a Barbie. Por cierto, hay tam-
bién una Barbie psicóloga.
Meredig dijo que el impulso para crear la «Feliz de Ser Yo»
era que había visto que sus amigas, incluso con magníficos desa-
rrollos profesionales o con buenas trayectorias en su vida perso-
nal mostraban una insatisfacción con su vida y con ellas mismas,
que ella relacionaba con los arquetipos de perfección imposi-
ble a los que la sociedad de consumo les había acostumbrado
desde niñas, señalando como culpables prototípicos a las muñe-
cas Barbie. Las feministas también atacaron a Barbie por corres-
ponder a un modelo machista: había Barbie peluquera, recep-
cionista, niñera, maquilladora, dependienta, maestra,... No
faltaba ni uno solo de los tópicos. La Barbie Parlante era capaz
de decir 270 frases entre las que estaban «¿Tendremos alguna
vez suficiente ropa?», «¡Me encanta ir de compras!» y «La clase
de matemáticas es muy difícil». Ante las críticas, Mattel reac-
cionó quitando la última frase de su repertorio y creando nue-
vos vestuarios para una Barbie profesional. La Barbie azafata fue
acompañada por la Barbie piloto de líneas aéreas. Incluso apare-
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ció una Barbie candidata presidencial, predecesora de la señora
Clinton.
La «Feliz de Ser Yo» tenía unas medidas más cercanas a una
mujer más parecida a la media de la población real, con una
cadera más ancha, pies más grandes y cuello y piernas más cor-
tos. Asumiendo una escala «humana» , la «Feliz de Ser Yo» se
tendría que conformar con unas medidas de 91-69-96, mien-
tras que Barbie tendría unas dimensiones extraterrestres de
91-46-84. Según el Hospital Central Universitario de Helsinki,
Finlandia, con esas medidas, Barbie no tendría suficiente grasa
subcutánea y habría perdido la menstruación, una de las carac-
terísticas diagnósticas de la anorexia. Se han calculado las medi-
das de Barbie y aunque raras parece que no son imposibles y
que corresponderían a una de cada 100.000 mujeres. No sería
por tanto cierta la leyenda urbana de que con ese tamaño de
pecho y de pies rodaría por el suelo cada pocos pasos. En el caso
de los hombres parece que las cosas son más fáciles y uno de
cada 50 correspondería a las medidas de Ken. Sin embargo, ni
siquiera las proporciones perfectas son garantías de nada. El día
de San Valentín de 2004 Barbie dejó a Ken después de 43 años
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de novios. Parece que Mattel produjo un nuevo molde y hay nue-
vas esperanzas para el pobre Ken.
Las mujeres son del 85 al 95% de los pacientes con trastornos
graves del comportamiento alimentario como anorexia o buli-
mia, apareciendo la mayoría de los casos en la adolescencia o
juventud. Aunque hay factores biológicos o nutricionales, es evi-
dente que hay también factores psicológicos, culturales y socia-
les. Los medios alientan una imagen femenina ideal en los países
occidentales que corresponde poco a la realidad. Un estudio epi-
demiológico de 989.871 personas residentes en Suecia, indicaba
que entre los factores de riesgo de sufrir anorexia estaban el
género, la raza y el nivel socioeconómico. Blancos, mujeres y de
buen nivel socioeconómico, las características de la Barbie prin-
cipal (hay Barbies o muñecas asimilables de otras razas) eran las
que mayor riesgo tenían de sufrir anorexia, sobre todo en pro-
fesiones en las que hay especial presión social por la delgadez,
como modelos y bailarinas, dos de las ocupaciones de la polifa-
cética Barbie. Sin embargo, en 2009, el mismo año que se cum-
plía el 50 aniversario de la muñeca Barbie, el Dr. Worobey de la
Universidad de Rutgers realizó una investigación sobre la rela-
ción de Barbie y sus propietarias. Encontró, tras hacer un estu-
dio en 254 mujeres, que ni la edad de su primera Barbie ni cuán-
tas barbies habían tenido en su infancia y adolescencia tenían un
impacto estadísticamente significativo en su propia imagen ni
en su conducta alimentaria. El factor más importante a la hora
de predecir el comportamiento alimentario y la obsesión con las
dietas de una mujer eran sus recuerdos de cuánto valoraba la
apariencia física su familia más cercana.
Ruth Handler, la mujer que había inventado la muñeca Barbie
murió en 2002. Handler tuvo un cáncer de mama en 1970 y
le realizaron una mastectomía total. Como las prótesis que le
ofrecieron no le convencían creó una línea propia de implan-
tes mamarios llamados NearlyMe, dejando la industria juguetera
en 1975 y centrándose hasta el final de sus días en las prótesis
mamarias. Preguntada alguna vez por su vida profesional siem-
pre contestaba de buen humor: «Ha ido de pechos en pechos».
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