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LA GRUTA DE LAS SORPRESAS

PERSONAJES:

NICANOR
NANDO
CORALI
PEDRITO

Un camino. Al fondo, una gruta. En el centro del escenario un montoncito de piedras.


NICANOR, viejo huesudo y amarillo, devora unos mendrugos ávidamente sentado en
una peña, junto a la gruta. Sobre sus muslos una maleta.

NICANOR ¡Ya he comido bastante! Este pedazo lo guardaré para luego. (Abre la maleta,
saca un trapo y envuelve el mendrugo. Extrae un chorizo entero, un queso intacto, una
botella de vino cerrada. Lo contempla todo.) Os podría comer y beber, sois todo mío,
pero aquí guardados, sintiéndoos cerca, me alimentáis como si os tragara. Os encerraré de
nuevo, que el gusanillo siempre pide más y vosotros sois la reserva. (Oculta las viandas y
mira a uno y otro lado.) Ahora que no me ve nadie contemplaré mi tesoro. (Saca una caja,
la abre y empieza a contar monedas.) ¡Ja, ja, ja! Todo esto es mío y no he necesitado a
nadie para juntarlo. Muchos me envidian y yo les digo: -Guardad, derrochones, no
malgastéis...- Pero no me hacen caso y siempre tienen lo mismo o menos, mientras que yo
cada vez tengo más. ¡Ja, ja, ja! ¡Soy rico! (Fuera se oye silbar.) ¿Quién será? Lo guardaré
todo para que nadie me pida.
NICANOR lo esconde todo precipitadamente. Entra NANDO, niño de diez años.

NANDO ¡Hola, Nicanor! ¿Qué haces ahí tan solo?

NICANOR (Compungido.) Esperar a que pase un alma caritativa que quiera darme algo.

NANDO (Saca del bolsillo una moneda y se la entrega.) Toma, es lo que tenía para la
merienda, pero a ti te hará más falta.

NICANOR ¡Dios te lo pague! Con esto tendré para la cena.

NANDO Me alegra poder ayudarte. Así no me importa pasar hambre.


(Silba.)

NICANOR ¿Con el estómago vacío te quedan ganas de silbar?

NANDO Cuando hago una buena acción, sin yo querer, el aire se me escapa por los labios.
NICANOR ¡Qué raro! A mí eso no me ocurre. Yo ni sé silbar.

NANDO Porque nunca estarás contento.

NICANOR ¿Y de qué iba a alegrarme?

NANDO De todo... ¡De estar vivo! ¿Ves? (Hace unos ejercicios gimnásticos.) ¡Huy, qué
hambre! Me comería un chorizo como un pino y un queso como la rueda de un carro.

NICANOR ¡Cuánto lo siento! Soy tan pobre que ni agua que me pidieras podría darte.

NANDO No te preocupes, abuelo, se me quitará jugando. NANDO sale silbando.

NICANOR ¡Qué tonto! Se queda sin nada y todavía se alegra. Lo guardaré con lo demás.
(Al abrir la maleta le da un gran golpe de tos. Saca un botiquín, de éste un frasco.)
¡Ay...! Me tomaré un buche de jarabe. (Desenrosca el tapón.) Aunque... ya se me ha
pasado. Lo reservaré para cuando me dé más fuerte y así me durará más. (Vuelve a
cerrarlo y empieza el recuento del botiquín.) Aquí están las aspirinas; y el bicarbonato; y
las tiritas; y las vendas... ¡No me falta de nada! Si me pongo malo yo mismo podré curarme,
sin necesidad de acudir al médico que cobra tanto. (Fuera se oyen gemidos.) ¿Quién se
quejará? Por si acaso me lo piden esconderé mi botiquín. Lo tengo para mí, para cuidarme
yo.
NICANOR oculta rápidamente el botiquín. Entra CORALI, niña de ocho años, con un
aparatoso pañuelo rodeándole la cara.

CORALI ¡Hola, Nicanor! ¡Qué malita estoy!

NICANOR ¿Qué te pasa?

CORALI ¿No me ves? Las muelas... Tengo dos picadas y me ha salido un flemón. ¡Ay..., me
duele! ¿No tendrías una aspirina?

NICANOR ¿Una aspirina, yo, con lo pobre que soy? Mira la inflamación de mi mano. (Se la
muestra.) Una avispa me picó y ni siquiera tengo con qué vendármela.
CORALI (Se quita el pañuelo que le envuelve la cara y se lo da. Uno de sus carrillos,
efectivamente, aparece hinchado.) Toma, ya estaba harta de llevarlo, así podrás vendarte
la mano. ¡Huy, qué bien! De pronto se me ha quitado el dolor.

NICANOR Pues tu cara sigue inflamada.

CORALI Pero ya no me duele. ¿Será... por haberte ayudado? (Da saltos de alegría.) ¡Estoy
más contenta...! Desde ahora haré todo el bien que esté a mi alcance. Para celebrarlo te
daré un beso. (Se lo da.) Adiós, Nicanor.
CORALI sale corriendo.

NICANOR (Restregándose la cara.) ¡Maldita niña! A mí nunca me habían besado. ¡Y no me


gusta! Me ha llenado la cara con sus babas y puede pegarme el flemón. (Contempla el
pañuelo.) Parece bueno... Mira que decir que por habérmelo dado se le quitó el dolor. ¡Qué
idiota! Yo he estudiado mucho y en mis libros no dice que el dolor se quite de esa manera.
(Saca algunos libros, los hojea.) ¡Nada! (Los cierra y vuelve a colocarlos en su sitio.
Fuera se oye llorar.) ¿Quién llorará? Guardaré el pañuelo, no sea que quiera ensuciármelo
algún mocoso con sus lágrimas.
NICANOR esconde el pañuelo. Entra PEDRITO, niño de siete años, gimoteando, con
un libro en la mano.

PEDRITO ¡Hola, Nicanor! Estoy más triste...

NICANOR ¿Por qué?

PEDRITO Mañana tengo un examen y no consigo aprenderme la lección. Si tú quisieras


podrías explicármela.

NICANOR ¡Huy! Si yo no sé nada.

PEDRITO Creí que, como eres viejo, sabrías mucho y podrías ayudarme.

NICANOR ¡Qué más quisiera yo! Soy tan pobre que no he podido estudiar y nunca tuve un
libro tan bonito como ése.

PEDRITO ¡Para ti! (Le da el libro.) De todos modos me van a suspender.

NICANOR Lo guardaré como recuerdo.

PEDRITO ¡Qué bien, Nicanor! De repente me ha vuelto la memoria y ahora lo comprendo


todo. (Da una cabriola.) ¡Viva! ¡Voy a sacar sobresaliente!

NICANOR ¿No irás a decirme que es por haberme regalado el libro?

PEDRITO No estoy seguro, pero creo que sí. Antes de dártelo no conseguía aprenderme ni
una letra y ahora lo recuerdo todo.

NICANOR ¡Qué tontería! El dar sólo conduce a quedarse sin nada.

PEDRITO Pienso que te equivocas. Yo ahora sé más y estoy más alegre. ¿Te parece poco?
¿Ves? ¡Soy feliz! (Hace carrerillas, arroja una piedra, da puntapiés a otras. Al quitar las del
montoncito del centro aparece un paquete.) ¡Mira...!
PEDRITO va a cogerlo, pero se lo impide NICANOR que acude rápido, la codicia
impresa en los ojos.

NICANOR ¡Es mío!

PEDRITO ¡Yo lo vi primero!

NICANOR (Lo empuja.) ¡Quita de ahí, mocoso! Ese paquete es para mí.
NICANOR intenta atraparlo, pero, arrastrado por un hilo, el paquete se mueve en
dirección a la gruta.

PEDRITO ¡Está vivo!

NICANOR ¡Es mío, es mío! ¡Que se me escapa...!

NICANOR entra en la gruta tras el paquete, seguido por PEDRITO. Pasados unos
segundos vuelve NICANOR, demudado el semblante, perseguido por NANDO, que,
sobre unos zancos, disfrazado de ABOMINABLE HOMBRE DE LAS NIEVES, lo acosa.

NANDO (La voz grave.) ¿Quién eres tú que osas penetrar en mi guarida?

NICANOR Soy Nicanor, un pobre anciano sin ambición.

NANDO ¿Sin ambición, dices? Entonces, ¿por qué perseguías el paquete que te puse como
cebo? ¿No lo vio antes Pedrito?

NICANOR No estoy seguro...


NANDO Yo, sí. Y se lo querías quitar. Por ambicioso voy a castigarte.
¿Sabes quién soy?

NICANOR (Temblando.) No, señor.

NANDO Soy el Abominable Hombre de las Nieves, vulgarmente conocido por Yeti. Me has
obligado a salir de mi refugio y tienes que pagarlo.

NICANOR Soy pobre, señor Yeti, no tengo nada. ¿Cómo voy a pagar?

NANDO ¿Crees que soy tonto? Abre la maleta, tengo hambre.

NICANOR Está vacía.

NANDO ¡Ábrela! Si no quieres que te coma a ti. (NICANOR obedece y


NANDO toma el chorizo, el queso y la botella.) ¿Con que querías engañarme como
hiciste con Nando, al que dejaste sin merienda? Me lo comeré todo y te quedarás sin nada.

NICANOR ¡Tenga compasión de mí, señor Yeti!

NANDO ¿La tienes tú con los demás? (Hurga en la maleta y saca el botiquín.)
¿Qué es esto?

NICANOR (Tartamudeando.) Un... bo...ti...quín.

NANDO ¿Tienes un botiquín y te atreviste a negarle a Corali una aspirina? ¡Ahora verás!

NANDO ahueca las manos junto a la boca y da un grito tarzanesco en dirección a la


gruta de la que sale CORALI disfrazada de enana, con enorme cabezota y gran joroba.

CORALI ¿Qué quieres, Yeti?

NANDO (A NICANOR.) Esta es mi hermana, que, como ves, tiene unos pequeños defectos
que tú has de corregirle.

NICANOR ¿Yo? Si no soy médico. ¿Cómo podría hacerlo?

NANDO Tú sabrás. De momento sólo te exijo que le quites la joroba y la hagas crecer. Si no
lo consigues te encerraré en la gruta para siempre.

NICANOR ¡Ay, Dios mío! ¿Por qué se me ocurriría venir hoy a este sitio?

NANDO Para aprender a ayudar al prójimo. ¡Hala! Manos a la obra.

NICANOR da vueltas alrededor de CORALI, estudiándola. Le da unos golpecitos en la


joroba, uno de los cuales, más fuerte, hace explotar con gran ruido el globo que
llevaba oculto.

CORALI ¡Qué alegría! Ya no tengo mi jorobita.

NANDO (A NICANOR.) Te felicito, has hecho un gran trabajo. Ahora sólo te falta hacerla
crecer.

NICANOR Eso va a ser más difícil. (Observa a CORALI detenidamente.)


Probaremos un rudimentario sistema que se me acaba de ocurrir.
Si sale bien serás más alta, si no...

NANDO Si no lo consigues te quedarás para siempre encerrado en la gruta. ¡Jo, jo, jo!
NICANOR (A CORALI.) Agárrate ahí. (CORALI se aferra al peñasco que le indica.) Te cojo
de las piernas y... ¡tiro!

NICANOR ejecuta lo que dice. CORALI grita. La suelta y al quedar la niña en el suelo
ha vuelto a su estatura normal.

CORALI ¡Qué bien, ya soy más alta! (Le da la mano.) ¡Chócala! Eres un tipo listo. Si
emplearas todo lo que sabes no sólo en tu propio provecho podrías hacer grandes cosas.

NICANOR Si soy un pobre ignorante analfabeto que no sé nada.

NANDO ¿Tú, analfabeto? (Escarba en la maleta y saca los libros.) ¿Para qué tienes todos
estos libros?

NICANOR Para venderlos y alimentarme con lo poco que me den.

NANDO ¡Mientes! No necesitas venderlos. Los lees tú y, para no enseñar a nadie, dices que
eres analfabeto. Este nuevo embuste te va a costar caro.

NANDO da su tarzanesco grito en dirección a la gruta de la que sale PEDRITO


disfrazado de pollino.

PEDRITO (Rebuznando.) ¡Ujú..., ujú..., ujú...!

NANDO (A NICANOR.) Este burrito tan simpático es mi mejor amigo. Te ordeno que lo
enseñes a leer.

NICANOR (Aterrado.) ¡Eso es imposible! Los burros no son tan inteligentes. PEDRITO
rebuzna y da a NICANOR un par de coces.

NANDO Pues éste te ha entendido y no le gusta lo que has dicho de él. Tienes que pedirle
perdón.

NICANOR ¿Pedirle perdón a un burro?

NANDO Los animales también sienten y agradecen que los traten bien. Decídete, si no, a la
gruta.

NICANOR ¡Perdón, señor pollino!


PEDRITO da un agradecido rebuzno y se restriega con NICANOR.
NANDO (A NICANOR.) ¿Ves cómo es listo? Está deseando que le enseñes. (Entre los
libros encuentra el de PEDRITO.) ¡Ajá! ¿También tienes el libro de Pedrito?

NICANOR Me lo regaló él.

NANDO ¿De veras?

NICANOR ¡Se lo juro, señor Yeti!

NANDO Muy bien. Este mismo libro puede servir para que enseñes a mi amigo el pollino.

NICANOR Sería demasiado. Primero debe aprender las vocales.

NANDO Como quieras, tú eres el maestro.

NICANOR (Poniéndose frente a PEDRITO en actitud cómicamente exagerada.) ¡Aaa...!


(PEDRITO rebuzna.) ¡Eee...! (Rebuzno.) ¡Iii...! (Rebuzno.)
¡Ooo...! (Rebuzno.) ¡Uuu...! (Rebuzno.) ¿Ve, señor Yeti? ¡Es imposible!

NANDO Más difícil era que tú hicieses algún favor y, aunque a la fuerza, no se te da mal del
todo. Si quieres que te deje ir has de enseñarle, si no..., ya sabes...

NICANOR ¡A la gruta! (A PEDRITO.) ¡Otra vez! El mismo juego entre NICANOR y


PEDRITO: uno con sus vocales, el otro con sus rebuznos.

NICANOR (Se sienta, sudoroso y agotado.) Imposible, señor Yeti, imposible. ¡Si es un
burro!

PEDRITO (Da a NICANOR un par de coces y, con voz grave de pollino, empieza a
vocalizar.) Aaa..., eee..., iii..., ooo..., uuu..., borriquito... como... tú...

NICANOR (Palmoteando de alegría.) ¡Lo conseguí, lo conseguí, ya sabe leer!


¿Puedo marcharme ya, señor Yeti?

NANDO Como te has portado bien dejaré que te vayas. Con una condición: que en adelante
ayudes a todo el que te necesite, en especial a los niños. Si no me obedeces te encerraré en
mi gruta y no volverás a ver la luz del sol.

NICANOR Se lo prometo, señor Yeti, se lo prometo. Adiós.


Sale NICANOR haciendo reverencias, andando hacia atrás.

NANDO (Retorciéndose de risa se baja de los zancos y se quita el disfraz.)


¡Cómo corre! Creo que la lección que ha recibido no se le olvidará mientras viva.
CORALI (Quitándose la cabezota.) ¡Qué calor me daba esto! Pero creo que ha valido la
pena. Lo que no sé es cómo, aguantando la risa, no me he tragado el caramelo que tenía en
la boca imitando el flemón.

PEDRITO (Quitándose el atuendo asnal y enderezándose.) ¡Ay! No me puedo poner


derecho.
PEDRITO rebuzna. Los tres sueltan la carcajada.

NANDO (Blandiendo el chorizo.) Ahora podremos merendar tranquilamente.


PEDRITO No creas. Con el susto y las prisas se le ha olvidado la maleta y volverá.

NANDO Si viene nos metemos en la gruta y salimos por el otro lado, al revés de cómo
hicimos antes.

CORALI No nos da tiempo, ya está aquí.


Entra NICANOR.

NICANOR ¡Hola, amiguitos! ¿Qué hacéis?

NANDO (Azorado.) Nada..., jugábamos.

NICANOR ¡Tened cuidado! Vive en esa gruta un terrible monstruo llamado Yeti con una
hermana feísima y un burro que habla.

PEDRITO ¿Los has visto?

NICANOR ¡Naturalmente! Y no quisiera volver a encontrármelos. He vuelt por la maleta,


que si no... Hacedme caso: marchaos.

CORALI ¿Y cómo ahora se te ocurre avisarnos de un peligro si antes no eras capaz de


ayudar a nadie?

NICANOR Hija, la vida enseña y no conviene seguir siempre por el mismo camino si es
equivocado.

NANDO (Mostrándole el chorizo, el queso y la botella.) ¿Es tuyo todo esto?

NICANOR Sí, pero os lo regalo. Y los libros también, que a mí ya no me sirven.

NICANOR lo reparte todo. Al llegar a CORALI se fija en que ya no tiene la cara


hinchada.
NICANOR Me alegro de que tan pronto se te haya quitado el flemón.
CORALI (Asombrada, a sus compañeros.) ¡Es un milagro! (A NICANOR.) A que ahora te
sientes más feliz.

NICANOR ¡Nunca lo había sido tanto!

PEDRITO ¿Juegas con nosotros?

NICANOR Pero no aquí, no vaya a volver el Yeti.

NANDO Como te has vuelto generoso no te hará nada.

NICANOR Por si acaso, vámonos.

LOS NIÑOS ¡Sí! Vámonos con Nicanor, le tiramos del hilito y toca el tambor.

NICANOR ¡Pon, porrón, pon, pon!

Los NIÑOS imitan a NICANOR y todos salen marcialmente.

FIN

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