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TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS

INTRODUCCIÓN.
La relación entre la mente y el cuerpo ha intrigado a la humanidad durante siglos. Las
creencias acerca de la contribución de la mente en el funcionamiento del cuerpo humano
han tenido un historial mixto.
Los científicos y los médicos aprecian actualmente la influencia de los factores
psicológicos y sociales de la enfermedad física y la disfunción, pero esto no siempre ha
sido el caso.
Las teorías de la personalidad y su influencia en la salud y la enfermedad se pueden
encontrar en los escritos antiguos ya en 400 aC. A finales del siglo XVI y principios del
XVII, la opinión de que los factores psicológicos pueden influir en la enfermedad física
perdió el favor que la profesión médica se inició una era de estricta estudio científico de
los procesos del cuerpo y corporales. Durante esta época, una enfermedad o el tratamiento
se considerarían legítima sólo si una explicación científica se puede encontrar para el
proceso. Debido a los límites de la metodología científica en el momento, muchas de las
creencias tradicionales de este enlace mente-cuerpo fueron abandonados.
La mente y el cuerpo se separaron teóricamente hasta principios del siglo XX, que vio la
introducción de la esfera de la psicobiología y el estudio científico de la influencia de la
mente sobre el cuerpo.
En la década de 1950, el diagnóstico de los trastornos psicosomáticos "" fue acuñado para
referirse a las condiciones médicas para las cuales no existían causas médicas claras, pero
había una sutil distinción entre los procesos psicológicos y la enfermedad física en su
definición.
La comprensión actual de la enfermedad médica ha progresado, sin embargo, los
profesionales de la salud pueden entender que los factores psicológicos o sociológicos
contribuyen a la mayoría de las enfermedades médicas. Por lo tanto, el diagnóstico de los
trastornos psicosomáticos ha sufrido refinamiento y la clasificación de diagnóstico más
específico. Las dos clasificaciones diagnósticas psiquiátricas relacionadas son "factores
psicológicos que afectan la condición médica" y "trastornos somatomorfos."

DEFINICIÓN.
Trastorno físico influenciado por factores de estrés psicológicos o trastornos
caracterizados por síntomas que resultan de factores psicológicos inconscientes en lugar
de una condición médica subyacente.
La división de estos trastornos se hace en tres (3) grandes grupos, dependiendo de su
origen y su presentación clínica. Esta división es: Trastornos psicosomáticos secundarios,
trastornos somatoformes y trastornos facticios.
TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS SECUNDARIOS.
 Son la consecuencia de problemas psicológicos primarios; bien de la
depresión, bien de la ansiedad o de la crisis de angustia. En la depresión los
síntomas son pérdida de apetito, cansancio inmotivado, insomnio y pérdida
de peso.
 La ansiedad, hace que tengamos dolores de cabeza, ardor de estómago,
dolores musculares, cansancio e insomnio.
 En la crisis de angustia aparecen palpitaciones, desmayo, disnea, sudoración,
vértigo, calor, frío y ahogo.

CAUSAS Y SÍNTOMAS.
Trastornos psicofísicos. El diagnóstico de los factores psicológicos que afectan a una
condición médica (también referido ocasionalmente como trastornos psicofisiológicos)
describe cualquier condición física o trastorno que se ve influenciada por factores
psicológicos. Estos factores psicológicos pueden ir desde trastornos psiquiátricos como
la depresión verdaderos a factores de estrés emocional en el entorno de la persona, tales
como la muerte de un ser querido, la ira hacia un compañero de trabajo, o la incapacidad
de hacer frente a los cambios normales de la vida.
Los factores de estrés ambientales más comunes pueden dar lugar a la iniciación o la
exacerbación de las condiciones físicas, incluyendo dolor de cabeza, úlceras, asma,
artritis, acné, síndrome del intestino irritable, diabetes mellitus, trastornos musculares, y
la hipertensión esencial. En ciertos casos, tales como dolor de cabeza, el factor estresante
hace que el inicio de los síntomas. En otros, como la diabetes, los factores de estrés
pueden causar un empeoramiento de los síntomas ya existentes debido a su influencia en
la actitud de la persona sobre la enfermedad y la calidad resultante de la vida, la voluntad
o la capacidad de la persona para cumplir con el tratamiento o la la capacidad de la
persona para comprender la enfermedad y su tratamiento. Por ejemplo, en una situación
en la que una persona se enfrenta a la muerte de un ser querido, no sería raro ver a un
correspondiente aumento en la frecuencia de dolor de cabeza o los niveles de azúcar en
la sangre no controlados en el diabético.
Los cuadros clínicos pueden clasificarse, de acuerdo con Garralda, en:
• Cuadros en los que los factores psíquicos sustituyen o tienen un peso etiológico
fundamental en los síntomas físicos, como pueden ser los trastornos de
conversión.
• Cuadros en que los factores psicológicos influyen en el desarrollo de una patología
física, como pueden ser la colitis ulcerosa o el asma
• Cuadros en que los síntomas físicos constituyen la manifestación principal del
trastorno mental, siendo el paradigma los trastornos de la alimentación.
Esta clasificación se complementa con el esquema de Garfinkel, donde las áreas de
intersección se corresponden, respectivamente, con los trastornos psíquicos que aparecen
en enfermedades orgánicas
ETIOLOGÍA.
Inicialmente, se intentó comprender la somatización como un mecanismo de defensa para
proteger al individuo de la experimentación de una sintomatología psiquiátrica. Pero esta
teoría no convence: los individuos presentan, al mismo tiempo, síntomas físicos y
psíquicos, siendo así la somatización un mecanismo de defensa “bastante pobre”.
Las teorías más recientes afirman que los pacientes somatizadores tienen un estilo
perceptivo que amplifica las molestias físicas, transformado las señales no específicas de
estrés en unos niveles significativos de activación fisiológica, física y de la sintomatología
psiquiátrica.
Ante los síntomas inespecíficos de estrés, los pacientes somatizadores responden con
pensamientos, creencias y conductas que aumentan su estado de estrés y de alarma.
Se ha podido evaluar este estilo perceptivo, prediciendo mejor los síntomas localizados
que los generales. Existen factores genéticos de riesgo en ciertos individuos, pero se
desconoce cómo se aprende este estilo perceptivo. Esta “amplificación somatosensorial”
es un proceso que tiene tres fases: hipervigilancia y atención a las sensaciones corporales,
tendencia a focalizar la atención en sensaciones débiles e infrecuentes y disponibilidad
para reaccionar a las sensaciones somáticas con cogniciones aprendidas y distorsionadas
que llevan a la percepción de esta sensación como alarmante.
Debido a la inmadurez cognitiva y a la falta de vocabulario, el niño tiene una escasa
capacidad para la expresión verbal de sus sentimientos y emociones.
Existen, además, unos factores de personalidad predisponentes a la somatización: el
perfeccionismo, las elevadas expectativas personales, la autosuficiencia, la
hiperresponsabilidad y la negación de la ansiedad. Se trata de niñoscon más tendencia a
la internalización (inhibición, hipercontrol, timidez, temor) que a la externalización.
Asimismo, en muchas ocasiones, se trata de niños que viven en familias donde se niegan
o se relegan los problemas y conflictos aparentes.
Los abusos sufridos durante la infancia aumentan la susceptibilidad al dolor. Por ello,
ante un caso de dolor crónico, biológicamente no explicable, hay que investigar
antecedentes de abusos o traumas en la primera infancia. En estos casos, suele existir una
adaptación pobre por parte del adolescente, con mayores problemas psíquicos de
frecuente expresión somática. La prevención se hace imprescindible.

LA COMORBILIDAD.
Los pacientes con un trastorno por somatización tienen una mayor prevalencia de
trastornos psiquiátricos comórbidos, entre los que destacan los trastornos ansiosos y
depresivos. Asimismo, los pacientes que presentan trastornos por somatización aumentan
su riesgo de padecer enfermedades orgánicas. Este hecho puede llevar a confusión a la
hora de hacer una valoración y separar lo que es orgánico de lo que es psiquiátrico, a fin
de poder planificar un tratamiento integral. El conflicto es más importante en el
tratamiento de enfermedades crónicas.
SÍNDROMES FUNCIONALES
• Los síndromes funcionales son aquellos conjuntos de signos y síntomas que
conforman un cuadro, sin que se identiique un mecanismo isiopatológico ni
un sustrato orgánico. Con frecuencia se han asociado a síntomas como la
ansiedad y la depresión.
• Existen multitud de síndromes funcionales que se abordan desde la
reumatología (ibromialgia, síndromes miofasciales) la medicina interna
(síndrome de fatiga crónica), la neurología (cefaleas persistentes, vértigos),
digestivo (intestino irritable, relujo gastroesofágico), urología (cistitis
dispareunia) psiquiatría (trastornos somatomorfos).
• Se ha señalado que la alta comorbilidad y el solapamiento de los síntomas
entre estas entidades podría ser la consecuencia de la atomización de la
medicina moderna en distintas especialidades, lo que cuestiona la existencia
real de síndromes independientes con una nosología característica de forma
que el mismo paciente que es diagnosticado de fibromialgia si va al
reumatólogo, sería diagnosticado de síndrome de intestino irritable en la
consulta de un digestivo
CRITERIOS DIAGNOSTICOS.
DSM V DSM IV

En este contexto, en 2014 nos encontramos con grandes cambios que el capítulo del
manual DSM 5 dedicado a este trastorno.
La principal novedad es que desaparece el término “somatomorfo” y se genera una gran
entidad llamada “trastorno por síntomas somáticos”, que engloba a los antiguos trastorno
por somatización, trastorno somatomorfo indiferenciado, trastorno por dolor y a la mayor
parte de las hipocondrías (término que también desaparece)
Los criterios para el diagnóstico del trastorno por síntomas somáticos son: la presencia de
síntomas somáticos que causan malestar o dan lugar a problemas signiicativos en la vida
diaria y pensamientos, sentimientos o comportamientos excesivos relacionados con los
síntomas o asociados a la preocupación por la salud. Desaparece la necesidad, recogida
en el DSM IV, de que tras un examen adecuado, ninguno de los síntomas pueda explicarse
por la presencia de una enfermedad conocida: Esto implica que las personas con trastorno
por síntomas somáticos pueden o no tener una enfermedad médica (APA, 2014). Si en el
DSM IV desaparecía el término histeria, en el DSM 5 le toca el turno a la somatización.
Exceptuando la conversión, que se mantiene como entidad propia con el mismo
reconocimiento que hasta ahora, se volatiliza la mayor aportación del psicoanálisis a este
campo: la relación causal entre el malestar psicológico y su expresión física.
TRATAMIENTO Y TERAPIA.
El tratamiento de los trastornos psicosomáticos es complejo y requiere poner en práctica
todas las habilidades del ejercicio de la medicina y del trabajo en equipo.
El tratamiento del paciente que presenta un trastorno psicosomático es el paradigma del
tratamiento multidisciplinar. Hay que considerar la implicación del profesional de la salud
mental en el tratamiento del trastorno psicosomático en sí mismo, más allá del síntoma
específico. Las técnicas cognitivo conductuales van a tener un papel fundamental en el
tratamiento de estos pacientes. Conviene saber que estas técnicas se han mostrado más
eficaces desde los servicios de salud mental que cuando se emplean desde los sistemas de
Atención Primaria.

El tratamiento para los trastornos psicofisiológicos pueden incluir el uso de


medicamentos psiquiátricos para manejar la depresión o ansiedad intensa; educación del
paciente sobre la relación entre los factores de estrés y enfermedad física; creencias
cuidado de la salud de mala adaptación desafiantes o ninguna hipótesis poco realistas o
las expectativas de que la persona pueda poseer; la enseñanza de técnicas de relajación
física y emocional; desarrollar y utilizar el apoyo social de otros en la vida de la persona;
e instruir al paciente en habilidades personales para gestionar mejor el evento o situación
que causa el estrés. Estos tratamientos pueden ser muy eficaces con trastornos
psicofisiológicos.
BIBLIOGRAFÍA.
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Asaad, Ghazi. Trastornos psicosomáticos: Aspectos teóricos y clínicos. Nueva York:
Brunner / Mazel, 1996.
Asmundson, Gordon J. G., et al., Eds. La ansiedad de la salud: perspectivas clínicas y de
investigación sobre la hipocondría y enfermedades relacionadas. Nueva York: Wiley,
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Gatchel, Robert J., y Edward B. Blanchard, eds. Trastornos psicofisiológicos:
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"Estrés." MedlinePlus 22 de mayo de 2013.
Derivado de: "Los trastornos psicosomáticos." Guía médica de Magill, sexta edición.
Salem Press. 2010.

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