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EL PAPEL DE LA MUJER EN LAS BACANALES ROMANAS

A. PRIETO ARCINIEGA
M.a E. SANAHUJA YLL

«... Matronas Baccharun habitu vinibus sparsis cum ar-


dentibus facibus decurrere advivum sulphur cum calce
insit, intepa flamma et ferre...»

El papel de la mujer en las Bacanales romanas no se puede analizar aislado del


, contexto social, cultural, económico y político de Roma.
El período comprendido entre los ŭltimos años del siglo III a.n.e. y los centra-
les del II a.n.e. están llenos de acontecimientos, que la mayoría de la historiografía
antigua y moderna tiende a relacionar con los contactos culturales entre Roma y la
Hélade, sin tener en cuenta el marco social y económico en que se producen, ni el
desarrollo interno de los elementos culturales itálicos.
En los momentos en que se producen cambios es muy frecuente buscar las
causas de los mismos en la llegada de modas extranjeras y en una crisis de los valores
tradicionales, sin vislumbrar que se trata del paso de un modelo de sociedad a otro,
concretamente en Roma de la sociedad censitaria a la sociedad esclavista.
Desde fmes del siglo III a.n.e. asistimos en la sociedad romana al desarrollo de
lo que se ha llamado el «imperialismo» romano y al declive de la sociedad censitaria
frente a la esclavista.
Podemos afirmar que grandes nŭ cleos tanto de las capas populares como de las
aristocráticas tenían gran interés en el desarrollo del imperialismo, con variantes en
cuanto al modelo a seguir. Tradicionalmente se ha mantenido la existencia de dos
opciones representadas en las personas de Escipión y de Catón. Mientras el sistema
catoniano defendía el procedimiento del Senado en la gestión y al somet ŭniento de los
provinciales a Roma, el modelo «iluminista» de los Escipiones se orientaba hacia un
poder personal apoyado en clientelas particulares, creándose sistemas de protectora-
dos en las provincias. El primero consistía en obtener beneficios que sostuvieran al
campesino medio itálico a expensas de los conquistados y el segundo en incrementar
el poder personal a base de clientelas extranjeras y de libertos ligados al comercio y al
préstamo. En este sentido tenemos que comprender la ley Claudia y las protestas de
Catón contra el capital usurario, aunque su actitud cambie en el 160 a.n.e.'.

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La primera mitad del siglo II a.n.e. va a conocer una fuerte lucha entre ambas
corrientes, paralelamente al desarrollo del imperialismo y del sistema esclavista en el
seno de la sociedad romana. Esta situación puede explicar los vaivenes y contradic-
ciones que percibimos en estos años. Por ejemplo: el mismo Catón aparece después
como partidario de la usura y defiende la destrucción de Cartago y la tradición de los
antepasados.
Clemente opina que la situación creada en torno a las leyes suntuarias consti-
tuía un intento por parte del Senado para controlar todo lo p ŭblico, del mismo modo
que éste velaba por la pureza de la tradición 2 a través de los censores o los colegios
sacerdotales e intentaba frenar el culto a la personalidad por parte de los miembros de
determinadas familias mediante el desarrollo del arte individual o de las genealogias,
esquemas que no eran precisamente de origen griego, sino etrusco3.
Esta compleja situación de transición ha conllevado a que esta fase sea defmida
como un período de crisis de valores, de una pérdida de las señas de identidad, de
corrupción de costumbres, en suma, la caracteristica critica contra lo nuevo realizada
por los defensores de las formas antiguas, a los que se les escapaba de las manos su
antiguo control social.
Además de tener en cuenta este breve panorama esbozado, antes de analizar el
papel de la mujer en las Bacanales, conviene indagar sobre la situación de la mujer en
Roma durante el período mencionado, los precedentes religiosos de la sociedad
romana en general y de sus mujeres en particular, el lugar del escenario donde se
realizaban las ceremonias báquicas, el ritual y, fmalmente, la tradición liviana acerca
de las Bacanales.
MEDIDAS ANTIFEMINISTAS EN EPOCA REPUBLICANA
Nuestro propósito no es realizar un análisis exhaustivo de la situación jurídica,
económica, social y politica de la mujer durante la rep ŭblica romana, sino centrarnos
en los años comprendidos entre el 217 a.n.e. y el 186 a.n.e., etapa en la que tenemos
documentada una serie de leyes que atañen fundamentalmente, de una manera más o
menos solapada, a las mujeres.
La famosa ley Opia, adoptada en el 214 a.n.e. prohibía a las mujeres poseer
más de media onza de oro, Ilevar ropas multicolores y usar carros. Algunos autores,
como Haury4 , consideran que no se trata de una ley brutal contra las mujeres, sino de
una medida económica y financiera a fin de restringir y controlar lo que hoy llamamos
«salida de divisas», pero, ,por qué la ley ŭnicamente perjudica a las mujeres? La
explicación de Pomeroys nos parece, analizando la coyuntura general de la rep ŭblica
romana en aquellos momentos, mucho más acertada. Tras las camparias contra Ani-
bal, muchos hombres romanos fueron eliminados en los campos de batalla, de modo
que bastantes mujeres se enriquecieron, ya que en aquel entonces el patrimonio del
«pater familias» era distribuido entre hijos e hijas en partes iguales. En cualquier
sociedad, la ausencia de los hombres favorece la independencia femenina y los
matrimonios inestables. Precisamente en este clima aparece la ley Opia y también en
este clima las romanas sin padre y/o sin marido y bajo la autoridad de tutores poco
interesados tendrán mayor libertad para circular por las calles y emplear a su gusto el
patrimonio heredado. La ley Opia intentará frenar esta leve emancipación femenina,
pero, fmalmente, la protesta activa de las mujeres conseguirá su derogación en el 195
a.n.e. Incluso los partidarios de la supresión de la ley Opia, como L. Valeriuss,
serialan con tono patemalista que ni la «manus» ni la patria potestad están en juego

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con la derogación de la ley. La supremacía masculina, en una palabra, no se ponía en
cuestión.
Aunque la ley Opia es la más conocida, debemos también destacar otras leyes,
que, a su vez, eligirtan como «cabeza de turco» a las mujeres. Así por ejemplo, la ley
Cincia (204 a.n.e.), que prohibía las donaciones que sobrepasan un cierto limite salvo
si se dirigían a los «exceptae», entre los que se encontraban los maridos, e incluso
después del 195 a.n.e., una vez Catón en el poder, la ley Furia, que prolu'be legar más
de mil ases excepto a los parientes próximos, con lo cual mujeres no casadas legal-
mente y cortesanas no podían heredar del hombre con el que convivían, solidificán-
dose de este modo la célula familiar. Como broche final debemos mencionar la ley
Vaconia (169 a.n.e.), que prohibía instituir como heredera a la mujer.
No dudamos que estas leyes tenían como finalidad la creación de una serie de
medidas económicas para que Roma se resarciera tras las derrotas infringidas en la
segunda guerra pŭ nica, pero merece la pena destacar que siempre son los más
explotados los que sufren las consecuencias inmediatas de la aplicación de una medida
de solución.
Aproximadamente en esta misma etapa, concretamente entre el 186-180 a.n.e.,
tiene lugar la gran represión de los cultos a Baco, integrados mayoritariamente por
mujeres.

PRECEDENTES RELIGIOSOS
Si analizamos la bibliografía religiosa sobre este período 7 encontramos los
siguientes puntos coincidentes:
a) La guerra contra Aníbal favoreció la entrada de cultos no romanos en
Roma.
b) Muchos de estos cultos procedían del Mediterráneo Occidental y en algu-
nos casos las ciudades griegas del sur de Italia sirvieron de puente para su divulgación.
c) En contraposición a un panhelenismo cultural, se defiende el influjo de las
tradiciones etruscas.
d) Aunque alguno de estos cultos llegan a instancias del Senado, se prohíbe a
los romanos que ocupen cargos religiosos en los mismos.
e) La participación religiosa de la mujer es muy activa8.
Frente a esta unanimidad existen otros puntos en los que aparece divergencia o
bien no se les concede la importancia debida:
1) La llegada del culto a Cibeles es un claro ejemplo de las contradicciones de
la clase dirigente romana. Se apoya su introducción para potenciar el expansionismo
romano en Asia y el mismo tiempo se le confina en un recinto del Palatino, sufriendo
por ello una cierta marginación.
Con el culto a Cibeles la clase dirigente romana pretendía recordar su primitiva
y legendaria vinculación con el troyano Eneas. No es ninguna casualidad que la
estatua de Cibeles se colocara en el templo de la Victoria, ya que este ŭltimo culto fue
uno de los pilares ideológicos del imperialismo romano, sin embargo una apertura
religiosa de este nivel era imposible de compaginar con la tradición anterior, lo que
explicará el derrotero posterior del culto a Cibeles.
2) Es interesante calibrar la importancia, en los momentos estudiados, de la
lucha religiosa, centrada en el intento por parte de iguales tendencias y capas sociales
de arrebatar al Senado el monopolio de lo religioso y de permitir la expansión de la
esfera de lo privado frente a lo p ŭ blico dominado por el Senado. Debido a que el

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Senado controlaba los libros sibelinos, la lucha se remontaría al pasado, es decir, al
mítico fundador de los principios religiosos romanos, en este proceso debe compren-
derse el descubrimiento de los libros pitagóricos atribuidos a Numa, que el Senado
quemó pŭblicamente. Se observa que la actitud del Senado es defensiva porque
precisamente sus concepciones chocan con el nuevo orden de cosas. En cambio, para
el círculo de los Escipiones esta situación no resulta problemática, ya que sus preten-
siones eran desarrollar un culto privado en torno a sus personas o a sus antepasados,
rendido por sus clientelas y justificado en sus prestigios personales.
3) Es necesario analizar la importancia de los cultos plebeyos en Roma y su
topografía. Creemos que uno de los méritos de la criticada obra de Gallini 9 ha sido
precisamente mencionar la importancia del tipo de población existente en torno al
Aventino y, en relación a ello explicar el desarrollo de ciertos cultos.
Segŭn Gallini, la población del Aventino era fundamentalmente plebeya: desde
«negotiatores» y «homines novi», deseosos de una escalada social, hasta plebeyos de
condición más humilde, desde plebeyos autónomos hasta plebeyos ligados a clientelas
aristocráticas. A ellos hay que agregar la población heterogénea ubicada en las inme-
diaciones de la zona portuaria.
4) Finalmente, resulta importante estudiar los diversos tipos de vinculaciones
de la aristocracia romana, así como sus lazos clientelares. La excelente obra de
Cassolal ° ha presentado esta situación, demostrando que estas vinculaciones son más
complejas de lo que supondría el esquematismo de dos bandos totalmente enfrentados.
Teniendo en cuenta estos rasgos generales, conviene también incidir en los
precedentes de la presencia de la mujer en actividades religiosas. Para ello nos parece
que el cuadro presentado en la «Matronalia» de Gagé da las pautas a seguir.
La organización censitaria, que la tradición atribuye a Servio Tulio, tuvo su
paralelo en las organizaciones femeninas. De esta forma se perciben dos funciones del
madrinazgo en el vocabulario latino de matrona: el de las competencias religiosas
ligadas a la dignidad de la mujer como esposa y madre y otro como arquetipo del papel
de la «pronuba» dentro del matrimonio de la época clásica. Este sistema de organiza-
ción hay que verlo en relación al sistema del patronato arcaico" y no como un
matriarcado.
Nos encontramos, por consiguiente, con que en las organizaciones de mujeres
se observan los mismos fenómenos que en el resto de la sociedad. A medida que el
sistema esclavista se vaya imponiendo, las organizaciones «matronales» se irán confi-
gurando ŭnicamente en la dirección de la mujer como modelo de esposa y madre.
Si nos remitimos al lugar donde se celebraban las Bacanales, el área en torno al
Aventino, vemos que esta zona había sido escenario de diversos cultos femeninos y
plebeyos. Allí se celebraba, el primero de mayo, una de las fiestas de la «Bona Dea»,
en las que no se proponía directamente por finalidad ni la fecundidad, ni la felicidad
de la unión conyugal, ni ninguna devoción ŭtil a los intereses p ŭblicos 12 . En el
Aventino estaban instalados los cultos a la Tríada Plebeya Ceres-Liber-Libera y
también se encontraba un templo dedicado a Juno Regina.
En Roma, pues, existían diversas actividades religiosas desempeñadas por
mujeres y el Aventino gozaba de cierta ŭnportancia en estos cultos, especialmente
aquellos que se escapaban del control del Senado.

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EL ORIGEN DE LAS BACANALES
Generalmente se considera que el culto a Baco tiene un origen griego. Tito
Livio, en cambio, asegura que dicho ritual llega a Roma procedente de Etruria, donde
parece demostrado el culto a Dionisos, así como en la Campania 13 . Menciona que en
la región de Etruria eran frecuentes las orgías nocturnas de hombres y mujeres e
indica que antes de la intervención de la campaniense Paculla Annia los misterios de
Baco eran diurnos y sólo celebrados por mujeres. Actualmente, todavía no queda del
todo claro si el Dionisos griego procede del Liber romano 14 , aunque es probable que
algunos elementos pudieron ser absorbidos de esta divinidad e incluso también de
otras divinidades orientales tales como Osiris y Serapis".
Tengan el origen que tengan, lo cierto es que los cultos celebrados en honor a
Baco dominaron largo tiempo en gran parte de 1as poblaciones italianas. Para muchos
autores Dionisos aparece como un dios salvador 16 e incluso feminista17 , dos caracte-
rísticas que se desarrollarán en Roma durante los siglos a.n.e.

VARIANTES DEL CULTO, RITUAL Y ESCENARIO


Segŭn el relato de Livio, en los orígenes del culto ŭnicamente las mujeres
podían participar en él. Las ceremonias divinas se realizaban en el bosque sagrado de
Stimula o Semele, detrás de los muelles, cerca del Aventino, durante tres días al ario.
Como ya hemos serialado, Paculla Annia convierte en nocturnos los rituales y de tres
días al año pasan a celebrarse cinco noches por mes. Paculla, a su vez, admite
adolescentes de menos de veinte años para iniciarlos, si bien a los hombres adultos les
sigue vedado tomar parte en las Bacanales.
Entendemos por iniciación el conjunto de ritos o enseñanzas orales cuyo fin es
modificar radicalmente la condición religiosa y social del sujeto iniciado. Al final de
las pruebas el neófito se ha convertido en «otro»18.
Dentro de la historia de las religiones existen tres tipos de iniciación:
—Rituales colectivos obligatorios para todos los miembros de la sociedad: ritos •

de pubertad.
—Rituales que no implican obligatoriedad y son llevados a cabo por grupos
reducidos.
—Rituales que requieren de una vocación mistica y en los que la experiencia
personal es de vital importancia.
El fenómeno de las Bacanales debe incluirse en el segundo grupo, es decir,
aquellas ceremonias no obligatorias mediante las cuales se podrá entrar a una sociedad
secreta reservada a un solo sexo. Son contadas las sociedades secretas accesibles a
ambos sexos y se trata en estos casos de un fenómeno de degeneración del culto, que,
precisamente en el relato de Livio, es atribuido a Paculla Annia.
Las variantes en el culto pueden ser debidas a la interrelación en Roma de
diversas influencias procedentes de otras ciudades itálicas —Locri, Tarento, Paes-
tum—, en las que también se realizaban ceremonias báquicas. Frank 19 piensa que los
refugiados libres y los esclavos llegados a Italia Central debido a las exigencias de la
segunda guerra pŭ nica constituyen la fuente principal del culto a Baco. Estos prisione-
ros de guerra y refugiados procedentes del Sur de Italia traerán consigo características
propias de sus ceremonias, distintas en cada una de las ciudades de la Campania. La
influencia dependerá, pues, del grupo dominante en cada caso.
Los ritos de abstinencia, las bebidas estimulantes, las abluciones de purifica-

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ción y el uso del fuego son frecuentes en la mayoría de sociedades secretas y, al
mismo tiempo, en todas se hallan presentes símbolos de muerte y resurrección y la
misma revelación de una doctrina tradicional secreta. Quizás los ritos simbólicos de la
muerte del inciado y su futura resurrección, en una palabra, el nuevo nacimiento,
pudieron parecer reales a un observador ajeno y esto explicaría las famosas orgías
criminales descritas por Hispala.

LAS MUJERES Y LAS BACANALES


En general, las asociaciones secretas de mujeres están menos extendidas que
las cofradías masculinas. Permiten salir a las mujeres del estado de abyecta sumisión a
su marido, hechos encubiertos por la religión, ŭnica válvula de escape, pueden
burlarse durante algunas horas de las viejas prohibiciones de beber vino y quizás del
adulterio, reunirse libremente sin la presencia de los hombres e interpretar la voluntad
del dios imponiendo sus propias verdades.
Una de las características más comunes de las sociedades secretas femeninas es
el empleo de un lenguaje típicamente obsceno, que encierra valores mágico-religiosos.
Este tipo de lenguaje agresivo, tan distinto al empleado en la monótona vida cotidiana
de las mujeres, las sumerge en el estado de «espontaneidad» y frenesí que facilita su
participación con la divinidad por un lado y por otro les permite defenderse de
cualquier tipo de amenaza, incluida la de los hombres. Ayudadas por una existente
mŭsica, vino abundante o cualquier tipo de «droga» y danzas vertiginosas a la luz de
las antorchas, las Bacantes se entregaban a las potencias que trascienden el tiempo y
el espacio y la vida personal del hombre. Cabe destacar también que el tema de la
orgía de las mujeres está relacionado con la energía sagrada y con muchas festividades
de carácter agrícola.
En la mayoría de asociaciones secretas de mujeres puede observarse un fuerte
espíritu antimasculino, aunque estén presentes muchas veces elementos y actitudes
asociadas a los hombres. Mircea Eliade" apunta que en algunas asociaciones, si los
varones salen de casa, son atacados por las mujeres, que los desnudan y se mofan de
su débil virilidad para provocarlos y obligarles a dar pruebas de lo contrario. En otros
casos las mujeres golpean a los hombres que se cruzan en el camino de sus frenéticas
procesiones. Entre los Satuks de Estonia, las mujeres, totalmente ebrias, se desnudan,
se abandonan a exhibiciones obscenas, provocan e insultan a los hombres. Incluso
algunos relatos cuentan que algunos varones fueron asesinados por tales ménades.
Evidentemente este hecho explicaría por qué se tachaba a las Bacantes de sumirse en
desordenes sexuales. El vino, la lubricidad, el baile, da pie a las mujeres para
«clesfogarse», olvidar durante los rituales sus miserias diarias, «liberarse» por unas
pocas horas.
Al parecer, en un momento determinado, se acepta en las Bacanales a adoles-
centes menores de veinte arios, en cambio el culto contin ŭa prohibido para los varones
adultos. Se introduce, pues, en un ritual típicamente femenino la presencia de adoles-
centes, cuyo nŭmero se incrementa con el tiempo. ,No podría tratarse de la alianza
comŭ n de jóvenes y mujeres contra la brutal explotación del «pater familiae»? 21 . Si así
fuera, aparte de que los miembros de esta religión escaparían al control familiar y
prescindirían de los sacerdotes oficiales controlados por el Senado, nos hallaríamos
frente a un brote de rebelión ante la autoridad y supremacía masculinas encabezando
por mujeres, a las que aliarán los jóvenes, tanto patricios que sufrieran la dominación

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del Pater familiae, como esclavos o libertos, que no tenían ningŭ n otro cauce para
expresar su protesta, ni en grupos donde reunirse.

LA REPRESION
En el año 180 a.n.e. el Senado decide poner fin a las Bacanales, persiguiendo y
arrestando a los culpables y ofreciendo recompensas a los delatores. De siete mil
conjurados de los dos sexos, muchos fueron castigados con la pena máxima, tras
imputárseles crimenes de derecho com ŭn. Las mujeres no fueron ejecutadas, como los
hombres, por el estado, sino que el castigo debía realizarlo aquel bajo cuya «manus»
ellas estaban sometidas. Incluso, pues, en la muerte, la romana se hallaba marginada y
ocupaba un papel de segundo orden.
i,Por qué se reprimieron de este modo las Bacanales? Es evidente que si el
Senado tomó esta decisión fue porque existían claros motivos politicos, que escapaban
a su control y ponían en peligro su seguridad. No creemos que un grupo, aunque
numeroso, de adolescentes y mujeres hubiese adquirido fuerza como para hacer
tambalear al Estado romano. Bajo nuestro punto de vista hay que buscar otras
explicaciones. Es cierto que una experiencia religiosa personal de este tipo no tiene
cabida en el marco de la religión oficial, cuya función principal es reforzar y sostener
al Estado, puesto que puede ser un potente instrumento de revolución. Pero más que
buscar una razón concreta hay que analizar el panorama general del momento. Los
partidarios de Catón, contrarios totalmente a las influencias extranjeras pudieron
haber jugado un papel fundamental. En primer lugar, no olvidemos que las Bacanales
se celebraban en el Aventino, cerca de los muelles, zona muy prolífica en influencias
extranjeras. En segundo lugar, como señala Frank 22 , quizás muchos devotos eran
esclavos griegos, no ciudadanos romanos. Precisamente cuando se producen los
cambios de ritual reseñados, tras la entrada de Paculla Annia, tiene lugar la persecu-
ción, lo que implicaría que los extranjeros que aportan consigo nuevas influencias no
son bien vistos por el Senado. En tercer lugar, la mayoría de las participantes eran
mujeres, que sirvieron, una vez más en la historia, de chivo expiatorio.
Harris23 señala que para que un movimiento constituya una protesta seria
contra un orden establecido debe tener doctrinas explícitas de crítica socia1 o empren-
der una linea de acción peligrosa. No tenemos testimonio alguno de que las Bacantes
explicitaran cualquier crítica social, ni constituyen guerrillas, ni pretendieran derrocar
al Senado. La represión de las Bacanales fue un pretexto para aniquilar miembros
peligrosos para el Estado, pertenecientes a otras sectas politico-religiosas radicales.
No hay que olvidar la feroz represión en el Brucio, lugar que se caracterizó desde la
segunda guerra pŭnica por sus innumerables rebeliones. Los desenfrenos, las orgías,
los crímenes de las Bacantes permitieron que el pueblo, dependiente de las clases
gobernantes, comprendiera y aceptara los motivos de la represión y constituyeron una
excusa perfecta para acabar con innumerables revueltas sociales de protesta, que en
este caso si atentaban contra el poder del Estado y lo ponían en crisis, y para
desmovilizar a los grupos que las integraban. Los detractores de las injusticias sociales
y económicas fueron ejecutados pues, por participar en orgías, por ser depravados
sexuales, motivos que, en realidad, importaban muy poco al Senado.
EL RELATO DE LIVIO
Dejando de lado la tendencia que niega toda verosimilitud al relato liviano24,
algunos autores han llegado a conclusiones de bastante interés para nuestro artículo.

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En relación a los personajes, se ha pensado en una procedencia osco-campana al
tratarse de nombres teóforos 25 y en una escala social ligada al orden ecuestre26,
mientras que a los participantes se les ve como miembros de diferentes grupos
sociales, Ilegándoles a comparar con los que integraron la conjuración de Catilina27.
Pailler afirma que la lengua sagrada de los misterios fue desde su origen y hasta el
imperio el griego y como evidencia arqueológica de la existencia de las Bacanales
menciona el hallazgo de una casa subterránea encontrada en Bolsena con un santuario
báquico construido entre el 220-200 a.d.n.e. y destruido por el fuego 30 ó 60 años más
tarde. Ello concuerda con las famosas «cavernas dionisíacas» de los textos y con la
destrucción de los santuarios báquicos hacia el 180 a.d.n.e. por orden del Senado28.
Ordenando la información liviana, Tarditi" ha expresado la diversidad de las fuentes
livianas de este período, aunque, si tenemos en cuenta el «senatus consultum», es
indudable que en esta época las Bacanales gozaron de cierta importancia en Italia. El
relato liviano ha sido visto por Cova" como un intento de trasladar toda la tradición
moralista de Roma a su propia época histórica. A pesar de que Livio abrigaba
tendencias republicanas, - paralelamente vio en el imperio de Augusto la forma de
conseguir un «consensus» de las clases dominantes. Precisamente el programa aug ŭs-
teo de restauración de las «moresmaiorum» iba en la misma línea catoniana del sigjo II
a.d.n.e. Esta actitud de Livio ha sido considerada por Mazzarino 31 , quien expone
cómo dicho historiador estaba convencido de que el período de Augusto había puesto
fin al peligro de una alianza entre libres democráticos y esclavos y, al mismo tiempo,
justificaba el dominio de Roma sobre el Imperio debido a las virtudes de los romanos,
virtudes basadas en la conservación de su tradición.
La represión de las Bacanales será utilizada como un arma del Estado romano
durante los siglos siguientes para forzar a las mujeres a jugar un ŭnico papel en la
sociedad —al de esposa y madre— tal como será ejemplarizado en el ejemplo de
Sempronia, madre de los Gracos que vivió durante la misma época en que tuvieron
lugar los trágicos acontecimientos mencionados.
Desde Cicerón, pasando por los Padres de la Iglesia, hasta nuestros días, el
concepto de Bacanales se ha utilizado como sinónimo de actividades contrarias a la
moral sexual establecida, susceptibles de ser sancionadas en cualquier momento y
sirviendo de pretexto, como en el siglo II a.d.n.e., para reprim ŭ- y desarticular
intentos de claros transtornos políticos y sociales.

NOTAS

Cassola, F., 1 gruppi politici romani nel 111 secolo a.C. L'erma de Brestschneider, Roma, 1968,
pp. 347-356.
2 Clemente, G., Le leggi sul lusso e la societb romana tra 111 e 11 secolo a. C. en societa romana e
produzione schiavistier, vol. 111, Roma-Bari, 1981, pp. 3 ss.
3 Mazzarino, S., 11 pensiero storico Classico, vol. II, 1. Ed. Lateza, Bari, 1974, p. 60.
• Haury, A., Unne «année de la femme» a Rome, 195 avant J.C.? Mélanges de l'Ecole Frangaise
de Rome offert a J. Heurgon, Paris, 1976, pp. 427-436.
5 Pomeroy, S. B., Donne in Atene a Roma, Einaudi, Torino, 1978, pp. 187-191.
• Herrinann, C., Le ròle judiciaire et politique des femmes sous la republique romaine, Latomus,
vol. LXVII, Bruselas, 1964, pp. 62 y 63.
7 La bibliografia sobre este periodo es muy abundante. Para no recargar excesivamente este trabajo
sólo citaremos las obras que nos han sido de utilidad Para una consulta de una bibliografia más amplia
puede verse Urruela, J. J., La represión de las Bacanales en Roma en 186 a.d.C..Hispania Antiqua 4, 1974,
pp. 49-69.
8 Pomeroy, S. B., op. cit., pp. 221-242; Gage, J., Matronalia, Latomus, Bruselas, 1963. Hist.

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Mundial de la mujer. Prehist. y antigiiedad, vol. I, Grijalbo, México, 1973, p. 363; James, E. O., Le culte de
la déese —trthre dans l'histoire des religions— Payot, Paris, 1960.
9 Gallini, Cl., Protesta e integrazione nella Roma Antica. Laterza, Bari, 1970. Turcan, R., Religion
et politique dans l'affaire des Baccanales. Revue de l'Histoire des religions, 180, 1972, pp. 3-28, donde se
critica la obra de Gallini.
'° Cassola, F., op. cit.
" Gage, J., op. cit., p. 264.
12 Idem, p. 140.
13 Tarditi, G., La questione dei Baccanali a Roma nel 186 a.C. La Parola del Passato, IX, 1954, p.
266 (Etruria) y p. 267, nota 2 (Camparia).
14 Gallini, L., op. cit., p. 21.
15 Bayet, S., Croyances et rites dans la Rome antique. Payot, Paris, 1977, p. 255. Cumont, F., Les
religions orientales dans le paganisme romain. Paris, 1929, p. 134.
16 Tokarev, S. A., Historia de las religiones. A. Kal. Madrid, 1979, p. 431.
Pomeroy, S. B., op. cit., p. 13.
19 Eliade, M., Iniciaciones misticas. Taurus, Madrid, 1975, p. 10.
19
Frank, T., The Bacchanaliar cult of. 186 B.C., Class Quart, XXI, 1927, pp. 128-132.
29 Eliade, M., op. cit., pp. 136-138.
21
Meillassoux, C., Mujeres, graneros y capitales. Siglo XXI, Madrid, 1978. Sobre la explotación de
mujeres y jóvenes en muchas sociedades, pp. 110-119.
22 Frank, T., op. cit.
23 Harris, M., Vacas, cerdos, guerras y brujas. Alianza, Madrid, 1930, p. 203.
24 Urruela, J. J., op. cit., nota 7.
25 Turcan, R., op. cit., nota 9, p. 18.
26 Gallini, Cl., op. cit., p. 33.
27 Baldson, J. P. V. D., Roman women. Ed. The Bodley Head Ltd. London, 1977, p. 42.
28 Pailler, J. H., «Raptos a diis homines dici...» (Tite live, XXXIX, 13). Les Bacchanales et la

possession par les nymphes, Melanges de l'Ecole Française de Rome offent á Jacques Hemgon, Paris, 1976,
pp. 734, 739 y 740.
29 Tarditi, G., op. cit.
39 Cova, P. V., Livio e la repressione dei Baccanali. Athenaueum. Nuova Serie, 52, 1974, p. 99.
31 Mazzarino, S., 11 pensiero storico classico, vol. II, 2, pp. 35 y 49.

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