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Evergetismo femenino en el mundo romano

David Buesa

19 Enero 2024

Epigrafia y Numismática

Grupo E
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 3
ESTATUS JURÍDICO DE LAS MUJERES DE LA ÉPOCA 4
EL SACERDOCIO Y EL ROL POLITICO PARA LA MUJER ROMANA 6
EL PROCESO DE ROMANIZACIÓN DE LA PROVINCIA BÉTICA Y EL PAPEL DE
LA MUJER 9
EVERGETISMO Y SUMMA HONORARIA 11
IUNIA RUSTICA 14
CONCLUSIONES 16
BIBLIOGRAFÍA 17
INTRODUCCIÓN

Este trabajo, al centrarse en la inscripción de Iunia Rustica en Cartima (actual


Cartama, Málaga) datada en la segunda mitad del S. I d.C, se debe contextualizar
socialmente en la época del Principado. El Principado es el período que inicia con la
llegada al poder de Augusto en el 27 aC por un largo reinado de cuatro décadas,
inaugurando la pax romana con un sistema de gobierno imperial que perduraría
hasta la Crisis del siglo III. En este periodo, el poder gubernamental pasó a
establecerse nominalmente en el Senado, aunque en la práctica Augusto acabaría
acumulando y ejerciendo su poder autocrático gracias a su control de las legiones,
unidad basal del ejército imperial. Aunque se necesitarían años para que se llegara a
visualizar de forma explícita la estructura exacta por la cual una teórica república
estaba dirigida por un único gobernante, el emperador. Por ley, Augusto contaba con
toda una colección de poderes perpetuos conferidos por el Senado, incluyendo
aquellos relativos al tribuno de la plebe y el censor. Con un poder fáctico real para
eliminar la posible oposición senatorial mediante el uso de armas, el Senado pasaría
a adoptar un perfil dócil hacia su estatus soberano. El reinado de Augusto a pesar de
sus múltiples avances generaría por medio del clientelismo, el poder militar y la
acumulación de los cargos propios de la extinta República, un modelo de poder
absoluto a seguir para los posteriores emperadores y que no difiere conceptualmente
de los gobernantes autoritarios o dictatoriales de la actualidad.

La contraparte de este periodo de la Pax Romana, es que durante este largo periodo
de tiempo se gozó de una gran estabilidad, tanto interna como externa y se vivió un
gran crecimiento económico, no solo en Roma, sino en todas las provincias del
Imperio, apareciendo nuevos centros urbanos y creciendo los asentamientos ya
preexistentes a través de una mayor actividad económica en el territorio, mejora y
aumento del comercio y asimilación cultural y legal de los ciudadanos de estos
territorios.

El presente trabajo se dividirá en cinco partes,:


o Analizando primero el estatus jurídico social del que gozaban las mujeres en
época del Principado.
o El sacerdocio y el nuevo rol político para la mujer romana
o El papel que jugó la llegada del culto Imperial en la romanización de los
territorios analizando no solo el papel que tuvieron las élites masculinas locales, sino
también el de las mujeres.
o Explicaremos qué es el evergetismo, cómo es usado por las élites y el
benefició que tuvo en la romanización del territorio, además de diferenciarlo de la
summa honoraria.
o Por último comentaremos el caso de la sacerdotisa primera y perpetua de
Cartima, Iunia Rustica.
ESTATUS JURÍDICO DE LAS MUJERES DE LA ÉPOCA

Ya en el siglo IV a.C, el historiador heleno Jenofonte, en su obra el Económico


publicado originalmente hacia el año 350 a. C., y que es considerado como el primer
tratado de economía tratando temas como la categoría de ciencia para la
administración/economía, la naturaleza de los bienes, las causas de la riqueza y de
la pobreza, y la importancia de los incentivos, de la división del trabajo y del capital
humano para maximizar los objetivos económicos, nos presenta también un sistema
con división de géneros1 justificándose en la misma divinidad y las diferencias
biológicas entre hombres y mujeres incardinado en una organización familiar
patriarcal

Hay autores como Colombani quienes consideran que las dos fuentes principales
para construir el modelo de lo femenino en Occidente son: a) el discurso mítico
griego, de raíz hesiódica, donde la mujer nace como un castigo a partir de la
transgresión de Prometeo, la mujer trampa o el mito de Pandora y b) la mujer en el
relato clásico, cuya figura paradigmática es la esposa de Iscómaco2

Desde el inicio del Económico, Jenofonte menciona entre los peores vicios a la
pereza (ἀργία), la molicie (μαλακία) y la negligencia (ἀμέλεια), por eso propone un
modelo de mujer trabajadora, semejante a la abeja reina. Aunque la mujer ideal pasa
todo el tiempo en su hogar, esto no quiere decir que permanezca sin hacer nada; por
el contrario, siempre está ocupada. Mientras la mujer en verdad bella se parece a la
abeja, la moralmente fea es similar a los zánganos, seres inútiles que les roban a las
abejas el alimento reunido con mucho esfuerzo3

Este modelo patriarcal fue reproducido y sirvió de modelo legitimador en los siglos
posteriores y entre otros muchos “herederos” de esta “sistema” tenemos a Columela, 4
de la misma región y época de la que data la inscripción de Iunia Rustica.5 Hay una
base ideológica, moral, cultural, social, jurídica y biológica que justifica este
patriarcado en las sociedades clásicas. Por lo tanto, en la sociedad romana, como en
la griega, se establece una equivalencia entre lo inferior, lo subordinado con el
género femenino mientras que la virilidad, la racionalidad y por tanto superior se
equipara al hombre. Ejemplos de ellos son Séneca, que contrapone lo muliebris a lo
virilis o Cicerón, que contrapone el instinto al raciocinio vinculándolo el primero a la

1 MIRÓN PÉREZ, MARÍA DOLORES Las mujeres y el culto imperial en el occidente


mediterranio (Galia, Hispania y Mauritania), Granada 1993. pg 169.
2 COLOMBANI, MARÍA CECILIA, “Mujer-poder y saber. Los pliegues de la
arqueología”, VIII Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología e Género, Brasil,
Universidade Tecnológica Federal de Paraná, 5 a 9 de abril 2010, pg 2
3 OLIVARES CHAVEZ,CAROLINA “Jenofonte y su ideal de belleza femenina”, Nova
tellus vol.33 no.1 Ciudad de México 2015
4 Lucius Junius Moderatus Columella, (Gades, Bética; 4 d. C. – Tarento; ca. 70 d. C.)
5 MEDINA QUINTANA, SILVIA, “Las mujeres hispanas en el forum: prácticas
evergetas y sacerdotales” Antesteria no, 1, Oviedo, 2012, pg 38
mujer y el segundo al hombre.6

En el imperio, hasta el Constitutio Antoniniana o Edicto de Caracalla del 212 d.C


donde se extiende la ciudadanía romana a todos los ciudadanos libres del imperio,
ser ciudadano era un honor limitado a un grupo reservado de personas, y conllevaba
una serie de “beneficios” tanto en derechos como en obligaciones,
independientemente del género, pero no eran los mismos para ambos ya que las
mujeres estaban relegadas de la vida política y militar. 7 El cometido de las mujeres
era el de mater familias, centrándose su educación en la labor matronalis y vigilar su
pudicitia y las de sus hijas y su trabajo en tener el mayor número de hijos posibles y
educarlos con valores patrióticos a Roma. Los valores que debía tener una mujer
romana eran la modestia, la piedad, la castidad y la pudicia, sobre todo en las
aristócratas, que a diferencia del resto de mujeres sí podían centrarse
exclusivamente al hogar, justificándose así la figura legal de la tutela mulierum.

Los hombres, al ser los protagonistas en las relaciones jurídicas familiares a través
del concepto del pater familias delegaban a las mujeres a una posición de
subordinación y aunque este modelo seguirá vigente durante todas las etapas
históricas de Roma, a finales de la de República e inicios del Imperio las mujeres
empezarán a obtener mayores derechos, aunque sea de forma limitada, pudiendo
salir a la palestra dentro de la esfera pública, sin tener la igualdad con los varones, y
“distanciándose” del hogar, aunque obviamente esto les resultó más fácil a las
aristócratas que a las mujeres más humildes.

Uno de los hitos a tener en cuenta es la supresión de la Lex Voconia de Mulierum


Hereditatibus que data del año 169 a.C.. Esta ley que prohibía la elección de una
mujer como heredera, con la excepción de las vestales, de los ciudadanos que
estuvieran en el censo de más de 100.000 ases (centum milia aeris), límite mínimo
para poder pertenecer a la orden ecuestre y por tanto ser parte de la primera centuria
en los Comitia Centuriata, además de prohibir legados extraordinarios superiores a
los recibidos por los herederos “legítimos”. Al ser revocada, provocó un gran aumento
de mujeres acaudaladas de manera “independiente” a los varones.8

Hay que tener en cuenta que para realmente ser independiente según el derecho
romano se deben cumplir con tres status: status libertatis, status civitatis y status
familiae,9 y que su organización familiar es no solo patriarcal, sino que extiende todo
el poder legal y de autoridad en el pater familia, el cual no es necesariamente el
progenitor de todos los miembros, sino el cabeza de familia. Por tanto, la inmensa

6 MEDINA QUINTANA, SILVIA, “Las mujeres hispanas en el forum: prácticas


evergetas y sacerdotales” Antesteria no, 1, Oviedo, 2012, pg 39
7 MEDINA QUINTANA, SILVIA, “Las mujeres hispanas en el forum: prácticas
evergetas y sacerdotales” Antesteria no, 1, Oviedo, 2012, pg 38
8 DEL RÍO VIZCAÍNO, INÉS, La presencia de las mujeres en los negocios jurídicos y
su relevancia en el evergetismo, Bizcaia, 2021, pg 7-8
9 DEL RÍO VIZCAÍNO, INÉS, La presencia de las mujeres en los negocios jurídicos
y su relevancia en el evergetismo, Bizcaia, 2021, pg 8
mayoría de ciudadanos romanos disfrutan de los dos primeros status, el libertatis y el
civitatis, pero no del familias, independientemente de su género, dividiéndose este en
ciudadanos sui iuris (independientes) y alieni iuris (bajo la potestad de otro, el pater
familiae).

Este hecho se agrava en el caso de las mujeres, que casi siempre están sujetas al
alieni iuris, venga este del pater familias, del marido en los matrimonios cum manu,
donde el marido obtiene la potestad sobre su mujer o en caso de fallecimiento de
ambos, del hijo varón que deviene en el nuevo pater familias en caso de ser mayor
de edad. E incluso durante gran parte de la historia de Roma, estas recibían un tutor
que ejercía la tutela mulieris el cual daba su aprobación (auctoritas) a los procederes
que ésta ejercía por sí misma ya que como hemos comentado previamente, la
sociedad patriarcal romana consideraba que las mujeres estaban limitadas por su
sexo y carecían de conocimientos sobre el proceder de los diferentes espacios
públicos, los cuales tenía vetados ya que su lugar era el hogar.

Cierto es que esta tutela se fue reduciendo a lo largo del tiempo hasta convertirse en
muchos casos en una simple formalidad y que en los aspectos patrimoniales estas
disfrutaban de libertad para la administración y disposición de sus bienes sin
necesidad alguna de autorización de su tutor. Al igual que progresivamente se va
perdiendo la tradición por el matrimonio cum manu que se fue sustituyendo por el
matrimonio sine manu, el cual permitía mantener su “parentesco” y sus bienes de
forma independiente a sus maridos.

Por lo tanto, ya en época imperial encontramos un número mucho más amplio de


mujeres acaudaladas e “independientes” con capacidad de participar en lo público, o
sea en el ágora o el foro, el centro nuclear de la vida política, económica y religiosa
de las ciudades, aunque con las limitaciones que suponía su género.

EL SACERDOCIO Y EL ROL POLÍTICO PARA LA MUJER ROMANA

Como ya se ha mencionado, las mujeres romanas estaban excluidas del ámbito


político, aunque se dio una excepción en el mundo del sacerdocio, la única actividad
de carácter público (ya que la religión se entendía en el mundo clásico como una
actividad política) que no se les prohibió ejercer. En Roma incluso forma parte del
cursus honorum y el hecho de que se les permitiera asumir cargos en él supone para
las mujeres una posibilidad de participar en la vida público-política de manera directa
y abiertamente y donde encontraron menos restricciones.

Aunque en un inicio la única figura sacerdotal femenina eran las Vestales, con la
llegada del Principado y la aparición del culto imperial cambiará enormemente el
esquema de todos los tipos de culto y ámbitos de la sociedad, y en el caso de las
mujeres estos cambios se verán reflejados en tres aspectos fundamentales:
o Como diosas, ya que al igual que los emperadores, ellas y algunas princesas
de la familia imperial serían divinificadas tras su muerte o asimiladas a diosas ya
existentes del panteón romano.
o Como sacerdotisas, ya que serán las encargadas de llevar a cabo los rituales
de culto a estas emperatrices divinificadas en todos los niveles administrativos
(estatal, provincial y local).
o Como devotas10.
.
Asistiremos por primera vez a un inicio de igualdad entre mujeres y hombres, que
también compartían estos aspectos fundamentales, aunque será más pronunciado a
nivel local. Estás nuevas sacerdotisas, dedicadas al culto imperial, se denominan
flaminicas (flamines en el caso de los varones) y se organizan por niveles según su
ámbito administrativo, que podrá ser provincial, conventual o local, teniendo una
participación desigual según la epigrafía recopilada hasta el momento.

En el caso provincial, al estar más ligado al control imperial, percibió un reglamento


directo del emperador recogido en la Lex Narbonensis y del cual extrapolamos que
debió tener equivalentes para el resto de provincias, ya que es la única lex al
respecto que nos ha llegado a día de hoy y apreciamos un número menor de
flaminicas respecto al de hombres.11 Apreciamos esta misma subrepresentación
sacerdotal a nivel conventual

En el caso hispano, encontramos distintos epígrafes que hacen referencia a estas


figuras sacerdotales femeninas en toda la geografía ibérica, desde la Tarraconense a
la Lusitania, pasando por la Bética, donde en este último caso, junto a la
denominación flaminica, suele aparecer referenciada como sacerdos, y su
designación se realizaba jerárquicamente en función de su circunscripción territorial
bien por el concilio provincial, la asamblea conventual o el senado local,12.

10 MIRÓN PÉREZ, MARÍA DOLORES Las mujeres y el culto imperial en el


occidente mediterranio (Galia, Hispania y Mauritania), Granada 1993. pg 13
11MIRÓN PÉREZ, MARÍA DOLORES Las mujeres y el culto imperial en el occidente
mediterranio (Galia, Hispania y Mauritania), Granada 1993. pg 130
12 GREGORIO NAVARRO, Mª DEL CARMEN DELIA, “Flaminicae sive sacerdotes
de la provincia citerior: El sacerdocio femenino del culto imperial”, HISPANIA
ANTIQVA XXXVII-XXXVIII, Zaragoza, 2014, pg 139
Ya en el ámbito local encontraremos un mayor número y variedad de sacerdotisas 13
encontrando hasta tres casos en Cartima, Iunia Rustica14, Valeria Situlina15
Sacerdotisa perpetua cuya cesión se recoge en la Figura I abajo16

y Vibia Turrina17 (información hallada en un pedestal no conservado), en que se


honraba a Vibia L(uci) f(ilia) Turrina, sacerdos perpetua en el municipio, posiblemente
esposa de M. Decimus Proculus; en efecto, ambos debieron acceder al unísono al
desempeño de los cargos religiosos y el ordo les decretó sendas estatuas al mismo
tiempo, que serían erigidas juntas en algún lugar del foro.

No debemos de olvidar que el flaminado era un cargo reservado a las grandes


familias entendiéndose estas como las familias de gran poder económico y que por
tanto sirvió exclusivamente a las mujeres de las oligarquías locales para poder
participar en la vida política de sus ciudades y ser reconocidas por ello, siendo el
sacerdocio la única vía de participar en lo público para ellas.

13 MIRÓN PÉREZ, MARÍA DOLORES Las mujeres y el culto imperial en el occidente


mediterranio (Galia, Hispania y Mauritania), Granada 1993. pg 137
14 CL II 1956
15 CL II 5488
16 R. DE BERLANGA, MANUEL, Catalogo de los excelentisimos señores marqueses
de casa-loring, Malaga, 1903 pg 46

17 CL II 1958
EL PROCESO DE ROMANIZACIÓN DE LA PROVINCIA BÉTICA Y EL PAPEL DE
LA MUJER

Hay que entender que, en el Imperio, la autoridad romana, jurídicamente hablando,


se basaba en una conjunción de ciudades-estado con derechos propios
diferenciados entre estas y adquiridas de forma desigual, algunas por méritos de
estas hacía Roma y otras como medio de facilitar su “conquista y control posterior”.
Esto dio lugar al concepto jurídico-político de ciudadanía latina, ideado para integrar
a las diferentes élites de estos nuevos territorios al Imperio, otorgándoles algunos de
los derechos Romanos como el ius suffragii, ius connubii, ius commercii y ius
honorum (aunque normalmente este último limitado) pero contrayendo también
obligaciones militares y fiscales.

Bética fue una de las provincias más ricas y dinámicas, y cuyo proceso de
romanización, junto al resto de Hispania, sucedió con bastante rapidez y sobre todo,
con mucha fuerza, absorbiendo gran cantidad de libertos y a las élites locales.
Consiguieron de forma progresiva este estatus legal ya desde la época de Cayo Julio
Cesar, aunque se considera el edicto ius Latii minor de Vespasiano del año 74 d.C.
(fecha más aceptada por los historiadores) como fecha de consolidación de la
ciudadanía latina para toda Hispania y fecha aproximada de la datación de la
inscripción de Iunia Rustica.

Como recoge el historiador Plino el Viejo ““Universae Hispaniae Vespasianus


Imperator Augustus iactatus procellis rei publicae Latium tribuit”18

Estas leyes terminaron por eliminar la organización autóctona y sustituirlas por el


modelo romano. Pasando estas ciudades de la Bética, de estirpe púnica y de
habitantes mayoritariamente de origen semita, a integrarse progresivamente en el
tejido social romano. Esto es fuertemente apreciable si intentamos analizar el cambio
de los panteones locales hacia las deidades romanas, ya que no encontramos ni una
sola fuente ni resto arqueológico útil de estos panteones feno-púnicos en la región y
es el caso de Cartima, que como hemos ya mencionado, es la actual Cartama,
situada en Málaga y por lo tanto pertenecía a la provincia senatorial de la Bética,
gobernada por un procónsul desde su capital, Cordoba. Así no encontramos
referencias feno-púnicas en la zona de Cartima. Mientras que si encontramos
muestras del panteón de deidades latinas en la región.

En Malaca encontramos la Lex Flavia Malacitana (LIX) que hace de Júpiter el primero
de los entes divinos, junto a los emperadores divinizados (Augusto y los miembros de
la dinastía Flavia, Vespasiano y Tito, no así Domiciano, que sigue rigiendo y aún no
ha sido divinizado) ante los que han de jurar los magistrados electos de la ciudad. Al
mismo tiempo que en Irni encontramos la Lex Irnatana que hace mención a las
multas de 10.000 sestercios que se establecen para quien no jure el cargo siguiendo
estas fórmulas juramentales, y que regula las subvenciones de los asuntos religiosos,
18 PLINO EL VIEJO, Naturalis Historia III, 30
obligando a los dunviros del municipio a elevar un presupuesto de gastos a los
decuriones o que marca el gasto en la seguridad de los templos. 19 Deducimos que
Malaca, Irni y Cartima deben de tener una organización muy similar sino idéntica,
pues las nuevas instituciones reproducen un diseño propio de Roma.

Junto con Júpiter encontramos en la región a Venus y Marte, este último casi siempre
con epítetos de Augusto como el de la instrucción testamentaria de Lucio Porcio
Victor de Cartima20 siendo la única localidad de la región que nos da pruebas
fehacientes de la existencia de una estatua dedicada a Marte, además de
encontrarnos con un pequeño bronce del tipo Mars Ultor.21 Aunque nos pueda
confundir la fuerte presencia de la deidad de la guerra en una región ya pacificada y
fuertemente agraria, el mismo Catón describe el rito de la suovetaurilia, en el que se
consagraba a Marte Silvano (in silva, en el bosque) y se le ofrecía en un triple
sacrificio, un toro, un cordero y un cerdo mientras se recitaba la siguiente oración:
Padre Marte, te suplico y te ruego que seas benevolente y propicio para mí, mi
familia y nuestra casa; con esta intención he hecho pasear a tres víctimas alrededor
de mi campo, mi tierra y mi heredad, para que tú apartes, alejes y desvíes las
enfermedades visibles e invisibles, la esterilidad y la destrucción, las calamidades y
las inclemencias del tiempo; que permitas que mis cosechas y mis trigos, mis viñas y
mis plantaciones florezcan y lleguen a la sazón; que guardes a mis pastores y
rebaños y que des salud y fortaleza a mí, a mi casa y a mi familia; con esta intención,
para purificar y hacer un sacrificio expiatorio en favor de mi heredad, mi tierra y mi
campo, como ya he dicho, dígnate aceptar la inmolación de estas tres víctimas
lactantes; Padre Marte, con esta intención, dígnate aceptar la inmolación de estas
tres tiernas víctimas.22

Otra muestra del proceso de romanización progresiva de la provincia la encontramos


en Cartima en dos inscripciones, la primera costeada por el ya citado Lucio Porcio
Victor y su mujer Escribonia Marciana donde se ordenó esculpir una estatua a Venus
tras su muerte y la cual también recibe un epíteto de Augusta, por lo que se cree que
el proyecto en sí fue que querían dejar como legado estas dos estatuas gemelas
para la ciudad y mantener y/o aumentar el renombre de su família, ya que incluso se
ordena a los herederos costearlas y no deducirlas del impuesto romano de
sucesiones vicesima hereditatum.23 El nombre nos muestra su pertenencia a la gens
Porcia; ésta tiene en Hispania una ubicación geográfica muy definida en dos zonas,
en el sud del valle del Guadalquivir y en torno al valle medio del Ebro, siendo de

19 MEDINA QUINTANA, SILVIA, “Las mujeres hispanas en el forum: prácticas


evergetas y sacerdotales” Antesteria no, 1, Oviedo, 2012
20 CIL II 1949
21 RODRÍGUEZ OLIVA, PEDRO, “Esculturas del convento de Gades-III(*):Las
matronas sedentes de Cartama (Málaga)”, Baetica. Estudios del arte, Geografía e
Historia, 2-1, Málaga, 1979, pp 131-146
22 TORREGO GRAÑA, FRANCISCO, Marte no paga a traidores, Grupo de
investigación ESD Madrid /Diseño para la Divulgación Científica.
Proyecto Perseverance/Investigación Española en Marte/CAB-Centro de
Astrobiología, Madrid, 2021, pg 10
23 CIL II 1951
destacar la concentración de miembros de la misma en la epigrafía de Cartima, lo
que reflejaría una posible concesión restringida de ciudadanía y su arraigo dentro de
la aristocracia de la ciudad.24 También encontramos en la ciudad otra referencia al
panteón romano en una inscripción que desgraciadamente está en su totalidad
perdida pero donde apreciamos un inicial Minerv(ae) Aug(ustae),25 seguramente una
estatua a la diosa Minerva con epíteto a Augusto y por último quisiera hacer mencion
a la inscripcion M(arco) Decimio / Quir(ina) Proculo / pontifici perpetuo / ordo
Cartimitanus / statuam ponendam / decrevit / qui honore accepto / impensam remisit 26
y cuya traducción seria Marco Decimius Quirina, Proculo y perpetuo pontífice, la
orden Cartimitanus (el municipio de Cartima) decidió colocar una estatua, aceptó el
honor y se hizo cargo de los gastos.

Vemos pues, que la estrategia político-religiosa instaurada en el Principado por


Augusto y perpetuada por sus sucesores, en la cual se diviniza al emperador y se
instaura el culto imperial dentro de la religión latina les sirve para crear en los
ciudadanos del Imperio una concepción de romanidad y espiritualidad articulada en
torno a estos. Consiguiendo así que tanto los ciudadanos, las urbes y las respectivas
regiones del imperio obtengan una superestructura homogeneizadora a través de la
religión y el culto a los emperadores, siendo clave la participación en este fenómeno
las oligarquías autóctonas, que a través del sacerdocio consiguieron un mayor status
social, relevancia política en sus comunidades e incluso algunos beneficios tanto
personales como para sus conciudadanos a la par que facilitaron e incrementaron el
proceso de romanización. Muestra de ello es la inmensa epigrafía que encontramos
en Cartima al cargo de estos distinguidos ciudadanos donde se detallan los
diferentes honores sacerdotales recibidos como pontífices, pontífices perpetuos y
hasta tres sacerdotisas perpetuas, como es el caso de la inscripción de Iunia Rustica
“sacerdos / perpetua et prima in municipio Cartimitan[o]”.

EVERGETISMO Y SUMMA HONORARIA

La palabra tiene su origen etimológico de la unión del verbo griego εύεργετέω y del
sustantivo ευεργετισμός, cuyo significado sería hacer el bien, y fue introducido por los
historiadores André Boulanger y Henri-Irénée Marrou a principios del S. XX.27

Este consiste en que los ciudadanos acaudalados, mediante el uso de sus fortunas,
lleven a cabo proyectos públicos que mejoren la calidad de vida de sus urbes. Pero
para poder afirmar que un acto es evergético se deben cumplir tres características.

El acto debe proveer un beneficio común para todos los conciudadanos y no a un


colectivo específico, no ha de existir obligación alguna para los promotores de estos
24 RODRÍGUEZ CORTÉS, JUANA, “Venus en la Bética a través de la epigrafía”
Studia historica. Historia antigua, Nº 4-5, 1987, pp 137-143
25 CIL II 1950
26 CIL II 1954
27 DEL RÍO VIZCAÍNO, INÉS, La presencia de las mujeres en los negocios jurídicos
y su relevancia en el evergetismo, Bizcaia, 2021, pg 25
actos y no debe de tener una finalidad caritativa sino de búsqueda de reconocimiento
social para los evergetas.28

Esta práctica de origen griego fue adquirida por los romanos, los cuales la
transmitieron al resto del imperio a medida que se fue expandiendo, por tanto no se
dan casos en Hispania previas a la conquista y romanización del territorio y su
establecimiento es desigual en tiempo y cuantía en el territorio, siendo en la Bética
más temprana y con mayor número de casos que otros territorios debido a su rápida
y fuerte romanización.
Por lo tanto, que las mujeres pudieran llevar a cabo estos actos evergéticos fue
debido a la progresiva posibilidad de obtener y hacer uso de forma independiente su
patrimonio y de entrar en lo público a través del sacerdocio, siendo estas prácticas
evergéticas un afianzamiento en sus localidades de su poder económico y político,
además de conseguir un reconocimiento de sus conciudadanos, tanto para ellas
como sus familias.

Podemos afirmar que el sacerdocio y el evergetismo están fuertemente vinculadas


entre sí, reservada a las elites oligárquicas asimiladas a Roma, ya que era necesaria
la condición de ciudadano para ello, eran las únicas que podían acceder a sus
prácticas y será la única forma aceptable por la sociedad romana de que, en el caso
de las mujeres, pudieran participar en el foro y por lo tanto en lo público. Gracias a
estas prácticas evergéticas se pudieron llevar a cabo numerosas e importantes obras
públicas en todo el territorio romano, como construcción o reparación de termas,
fuentes, templos, pórticos de edificios públicos, acueductos o estatuas entre otros,
haciéndose cargo de unos gastos que el Estado no podía asumir y asentándose
como los principales benefactores de sus ciudades asentando su poder local.29
Pero los evergetas no solo se limitaron a promover o sufragar obras públicas. En el
caso de las mujeres, al ocupar normalmente el cargo de flamínica al practicar estos
actos, mayormente las ofrendas religiosas son el tipo de donaciones más frecuentes
siendo estas muy variadas, desde la construcción de templos y estatuas religiosas a
ofrendas más materiales pero de gran valor. También dedicaron estatuas a
particulares, miembros de su familia como esposos, padres, hijos e incluso a sí
mismas, como es el caso de Iunia Rustica. Cabe destacar el sufragio de banquetes y
espectáculos públicos, ya que en el caso concreto del evergetismo femenino se dan
prácticamente todos en la Bética. Era también típico el evergetismo post-mortem, en
el cual se dejaba la obligación mediante el testamento a los herederos de estos
actos, aunque se discute si era un acto voluntario para dejar memoria de su legado
en la ciudad o una obligación implícita de su cargo. Asimismo, se dan casos, como el
de Iunia Rustica, donde se hacían cargo de los impuestos de la urbe a Roma.30
28 DEL RÍO VIZCAÍNO, INÉS, La presencia de las mujeres en los negocios jurídicos
y su relevancia en el evergetismo, Bizcaia, 2021, pg 26
29 MEDINA QUINTANA, SILVIA, “Las mujeres hispanas en el forum: prácticas
evergetas y sacerdotales” Antesteria no, 1, Oviedo, 2012 pg 6

30 MIRÓN PÉREZ, MARÍA DOLORES, Las mujeres y el culto imperial en el


occidente mediterranio (Galia, Hispania y Mauritania) Granada, 1993, pg 197-208
Estas eran recordadas por su comunidad a través de la erección de estatuas
conmemorativas en el foro, núcleo de la urbe, casi siempre sufragadas por las
mismas y lo cual nos ha permitido conocer el poder y obra de estas mujeres.

Cabe destacar que no todos estos actos son estrictamente evergetas, algunos son
summa honorarium que responden a las obligaciones asumidas con el cargo, sea
magistratura o sacerdocio. Las diferenciamos de las evergías ya que estas son
“libres” mientras la summa honorarium son pagos ob honorem de obligado
cumplimiento, por ejemplo encontramos en Hispania la Lex Coloniae Genetivae
Iuliae Ursonensis que establece en los capítulos LXX y LXXI que los duunviros y
ediles de la urbe debían pagar dos mil sestercios para la organización de juegos
escénicos o munera de cuatro días de duración mientras en Italia encontramos un
epígrafe procedente de Pompeii, que data de la época de su fundación (80 a.C.), que
hace referencia a una ley que obligaba a gastar ciertas sumas en espectáculos o en
construcciones. Por lo tanto en un inició se trataba de una aportación que debía ser
destinada en la organización de juegos, aunque la epigrafía, sobre todo africana de
los siglos II y III d.C, nos muestra que progresivamente este pudo permutarse por la
realización de obras públicas o pagos numerarios que iban directamente a las
cuentas de la ciudad, desapareciendo a mediados del siglo I d.C. la fórmula pro ludis,
que indicaba que la summa honorarium destinada a la celebración de un espectáculo
había sido “desviada” a otros fines, demostrándonos la normalización de este hecho
y que dejara de ser necesario apuntar tal distinción. Esta normalización explicaría
porque las leyes municipales flavias dejan de recoger disposiciones tan concretas
como en la lex Ursonensis

Como en el caso del evergetismo la implementación de la summa honorarium es


progresiva y desigual en el Imperio, dándose a medida de que las urbes recibían la
municipalidad romana y por tanto sus estructuras políticas, administrativas y legales,
dándose con mayor fuerza en la Bética y Tarraconensis que en otras regiones de
Hispania, pero la epigrafía encontrada hasta la fecha nos indica que no se solía
indicar el pago de la summa honoraria a menos que fuera para señalar la concesión
de un honor como la gratuidad y que servía para estimular la evergía de los
honrados, que aumentaban el coste o incluso el número de sus actos evergéticos a
los ya estipulados por la normativa.

Estas tasas, de cuantía independiente en cada ciudad, también variaba según el


cargo ocupado, pues las summa honoraria de los cargos sacerdotales eran distintas
a las de las magistraturas, por ejemplo, el flaminado pagaba más que las
magistraturas civiles. Aunque normalmente estas tasas estaban destinadas
directamente a las arcas de la ciudad, tenemos ejemplos donde fueron
específicamente a construcciones públicas como termas.

Pero la existencia de la summa honoraria no es significativo que todo pago u obra ob


honorum fuera debida a esta, como podemos apreciar en diferentes ejemplos, como
en la inscripción del 109 d.C en Singilia Barba donde el duunviro M. Valerius
Proculinus[...] publicos ludos et totidem dierum privatos, donde queda diferenciado
los juegos públicos y obligados por el cargo de los privados que eran un acto de
evergetismo o en el epígrafe de Ossigri31 donde Sextus Quintiues Fortunatus incide
en que una vez pagada la summa honoraria lleva a cabo otros actos, resaltando por
tanto su obra evergeta. También tenemos el caso de la sacerdotisa Augusta Aponia
Montana que organizó dos espectáculos circenses, el primero donde incide que es
ob honorem sacerdotii mientras que la segunda es un claro caso evergeta.

Podemos diferenciar dos tipos de evergetismos, uno ob honorem que amplía las
obligaciones de la summa honoraria y otro ob liberalitatem en el cual el acto evergeta
es de libre elección del magistrado o sacerdote.
También va apareciendo con el tiempo las promesas ob honorem realizadas durante
la “campaña electoral” o al asumir la magistratura o el sacerdocio, esta obra evergeta
es denominada pollicitatio. La obligatoriedad de la summa honoraria llevó a que los
aristócratas y oligarcas buscarán distinguirse a través de la pollicitatio, la cual al
acabar también normalizando-se dio lugar a la ampliatio para que estos evergetas
pudieran seguir destacando su munificencia.32

IUNIA RUSTICA

El caso de Iunia Rustica sacerdotisa “primera y perpetua” de Cartima, es el más


llamativo en el apartado de obras públicas y evergetismo en general y el cual nos
ilustra esta práctica doble del sacerdocio con el evergetismo de las aristocracias del
Imperio en la época del Principado, mostrándonos la liberalidad, capacidad
económica y repercusión social de estas mujeres miembro de las elites. El epígrafe
encontrado en la urbe de Cartima y datado en la segunda mitad del siglo I d.C nos

31 CL II, 2100
32 MARTINEZ MAZA, CLELIA, “Summae honorarie y donaciones ob honorem en la
Hispania romana” Mainake XXIX, 2007, Madrid, 357-395
dice:

Iunia D(ecimi) f(ilia) Rustica sacerdos


perpetua et prima in municipio Cartimitan[o]
porticus public(as) uetustate corruptas refecit solum
balinei dedit uectigalia publica uindicauit signum
aereum Martis in foro posuit porticus ad balineum
[so]lo suo cum piscina et signo Cupidinis epulo dato
[et] spectaculis editis d(e) p(ecunia) s(ua) d(edit) d(edicauit) statuas sibi et
C(aio)Fabio
[Iu]niano f(ilio) suo ab ordine Cartimitanorum decretas
[remis]sa impensa item statuam C(aio) Fabio Fabiano uiro suo
d(e) p(ecunia) s(ua) f(actas) d(edit)33

Traducción de Antonio Aguilera Martín "Junia Rústica, hija de Décimo, sacerdotisa


primera y perpetua en el municipio de Cartima, restauró los pórticos públicos
arruinados por el tiempo, dio tierra para unas termas, reembolsó los impuestos
públicos, erigió una estatua de bronce de Marte en el foro, dio de su dinero los
pórticos junto a las termas en un terreno suyo con una piscina y una estatua de
Cupido, y los dedicó tras haber celebrado un banquete y espectáculos. Tras haber
remitido los gastos, levantó y dedicó las estatuas que fueron decretadas por el
consejo de Cartima para sí misma y para su hijo, Cayo Fabio Juniano, y de igual
forma levantó y dedicó una estatua con su dinero para Cayo Fabio Fabiano, su
marido."

Iunia Rustica procedía de una familia acaudalada, los Iunii del ordo equester ya que
su padre, Decimo Iunius Melinus fue un destacado miembro de este, la cual basó su
riqueza en la posesión y explotación de tierras, al ser Cartima primordialmente una
urbe agrícola, aunque no podemos dictaminar si la totalidad de esta riqueza provenía
por herencia, matrimonio o ambas, ya que sabemos que contrajo matrimonio con
Caius Fabius Fabianus, el cual la emparentó con la familia Fabio Fabiano, familia de
gran poder y estatus en la Bética y de la cual quedó viuda como recoge la inscripción
epigráfica en la estatua que hizo erigir en su honor. De este matrimonio tuvo el único
hijo del que tenemos constancia, Caius Fabius Iunianus, cuya onomástica nos indica
algo de gran relevancia, que es el interés de este en recoger ambas líneas dinásticas
que le vinculaban a estas dos destacadas familias, cosa que no era habitual en la
sociedad romana donde solo se solía recoger solo el cognomen paterno y que nos
indica la gran importancia que tuvo Iunia Rustica en la sociedad cartimensa. También
apreciamos en ella la gran iniciativa de algunas mujeres de armonizar las virtudes
que debía de mostrar una matrona romana con la participación de lo público,
consiguiendo promoción e influencia social en el transcurso de esta.
Parece ser que llevó a cabo una gran acción evergeta que queda detalladamente
recogida en esta inscripción donde se nos indica que sufragó la reconstrucción de los
antiguos pórticos públicos deteriorados por el tiempo, cedió parte de sus terrenos

33 CIL., II, 1956.


para la construcción de unas termas públicas que también costeo y adorno con una
estatua de Cupido además de brindar un banquete y espectáculos (sin determinar)
en su inauguración, pago la uectigalia publica (los impuestos municipales a Roma),
erigió una estatua de bronce a Marte en el foro y se hizo cargo de las estatuas que el
ordo municipal había acordado para honrarla a ella y su hijo, añadiendo otra en honor
su difunto marido. Se cree que parte de estas acciones estarían enlazadas con el
hecho de celebrar el honor de que Cartima recibiera la concesión de los derechos de
ciudadanía.

De aquí podemos extraer varios datos interesantes, el primero de ellos es que su


ascensión a sacerdotisa y sus obras evergetas las hizo desde la absoluta
independencia ya que en ese momento su estado civil era el de viuda, mostrándonos
su capacidad de gestionar sus recursos, su intencionalidad en el uso de estos para
lograr una mayor relevancia política y social tanto para ella como para su familia,
asimismo el cargo de sacerdotisa primera nos podría indicar que fue la primera mujer
en asumir este nuevo cargo dentro del nuevo culto imperial impuesto, mostrándonos
la progresiva transmutación que el Imperio había ido viviendo, agudizando-se en la
época del Principado, en el papel que desarrollaba la mujer en la sociedad,
reflejándose no sólo en los cambios en los cultos religiosos, sino también políticos,
legales, sociales y económicos, logrando estas mayor independencia, visibilidad y
poder en la sociedad romana.

Por otro lado, es destacable que el caso de Iunia Rustica sea el único caso
conservado en el Occidente romano en el que una mujer se hacer cargo de la
vectigalia publica, una tipología de impuestos indirectos que ha sido ampliamente
estudiado en sus diferentes casuísticas y se aplicaba, entre otras a rentas de
propiedad estatal tales como la tierra pública, las minas, salinas. Existían también
otras tasas indirectas sobre la manumisión y la venta de esclavos, sobre la
transmisión de herencias y sobre operaciones comerciales. los vectigalia
proporcionaban una buena parte de los ingresos estatales y su tasa se incrementó
mediante la extensión de la ciudadanía34.

Esta amplitud conceptual de los posibles orígenes de la obligación tributaria de


Cartima de los que Iunia Rustica se hace responsable nos incide en la gran riqueza
de la que gozaba de la independencia para gestionarla y nos interpela sobre la
confianza de los conciudadanos en su capacidad de asumir las obligaciones
colectivas ante el conductor vectigalium. Todos estos grandes actos evergetas,
quedan reflejados en el título honorífico de perpetua que la ciudad le otorgó al
finalizar su cargo, algo que estaba al alcance de una minoría y que demuestra su
excepcionalidad.

Por último, añadir que no podemos afirmar que todas estas acciones fueran
puramente actos evergetas. La discusión se centra en si la totalidad de estas

34 SAEZ ,PEDRO “Las tierras publicas en la lex ursonensis”, BIBAD Dpto. de


Historia Antigua,1997, Sevilla, 137-152
acciones son de carácter voluntario o algunas vienen impuestas por la summa
honoraria es decir dentro de las obligaciones previstas en el cargo de sacerdotisa o
incluso la munera que todo ciudadano debía de llevar a cabo para con su urbe.

CONCLUSIONES

I El papel de las mujeres romanas en la sociedad superó la barrera patriarcal


establecida en un inicio a las meras obligaciones del hogar, pero fue un proceso lento
y que no llegó hasta su máxima expresión hasta época del Principado y el Alto
Imperio. No obstante, independientemente de estas mejoras e incremento en su
autonomía, nunca llegaron a estar en paridad de derechos con los hombres. Estas se
ven reflejadas en la supresión de la Lex Voconia de Mulierum Hereditatibus,
permitiéndoles heredar y en la desaparición del matrimonio cum manu por el sine
manu, que les permitía mantenerse ligadas a su familia de sangre y mantener su
patrimonio personal.

II Estos cambios sumados a la llegada del culto imperial con el Principado, les
permitió entrar por primera vez en la vida pública entendiéndose esta como política,
aunque fuera en menor número y relevancia que los varones. En Roma religión y
política estaban fuertemente relacionadas y su entrada al sacerdocio les permitió
tener voz en lugares que antes tenían vetados, como el foro.

III La llegada del culto imperial y por tanto la ampliación de cargos religiosos ligados
a estos tuvo un efecto homogeneizador y estabilizador en el Imperio, tanto por la
unificación religiosa en las figuras divinificadas de los emperadores y sus esposas
como por la entrada de las elites locales a estos nuevos cargos, lo cual sustentó e
incrementó su poder a la misma vez que hicieron de transmisores para el resto de
sus conciudadanos no solo de estos nuevos rituales, sino de la totalidad de la cultura
romana. El hecho de que estos cargos no solo se limitaran a los hombres incidió en
la rapidez y eficacia de este proceso de romanización del territorio.

IV Aunque es obvio que parte de los actos “benéficos” provienen de la munera o de


la summa honoraria, tanto la epigrafía como el inmenso número de estos, nos
demuestra que la inmensa mayoría son actos puramente evergetas, los cuales
buscan una mayor relevancia política y social en sus localidades. También queda
sumamente claro este punto en el análisis de la evolución de la summa honoraria y
su epigrafía, tanto con el surgimiento de las pollicitatio como posteriormente de la
ampliatio, que nos incide en que hay una base de obligatoriedad en estas obras,
desde el punto de vista de los promotores se quedan cortas para sus propósitos de
ascensión político-sociales como en la progresiva desaparición del término en las
epigrafías, queriendo estos hacer hincapié en que sus actos son de carácter libre y
voluntario.

V El caso de Iunia Rustica es excepcional, tanto por la inmensa riqueza y tierras que
llegó a poseer y administrar de forma independiente, como por los numerosos y
onerosos actos evergetas que llevó a cabo, siendo incluso el único caso recogido
donde una mujer se hace cargo de la uectagilia publica de su urbe. Esto queda
reflejado tanto en el título de perpetua que le otorgó su ciudad como en el interés de
su hijo en recoger también su filiación materna.

Por mucho que la celebración de algún banquete, festejo o construcción pudieran


formar parte de sus obligaciones summa honoraria por la asunción del cargo o
directamente como parte de su munera, la onerosidad de estos nos demostraría que
superaría con creces estas obligaciones y por tanto los actos que surgieran por estas
también tendrían un carácter evergeta. Además de que su abundante obra social
supera con creces cualquier obligación estándar que pudiera derivarse de su
posición social y económica, quedando claro que su propósito es el de posicionarse
como parte de las elites políticas de su urbe, ganando renombre social que le
permitiera este ascenso político-social, pero no solo para ella, sino para su familia y
descendientes. Este último punto lo podemos apreciar en el conjunto de estatuas
familiares que suponen la inserción de estas en el espacio más selecto de Cartima, el
foro.
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11 RODRÍGUEZ CORTÉS, JUANA, “Venus en la Bética a través de la epigrafía”
Studia historica. Historia antigua, Nº 4-5, 1987, pp 137-143
12 MARTINEZ MAZA, CLELIA, “Summae honorarie y donaciones ob honorem en la
Hispania romana” Mainake XXIX, 2007, Madrid, 357-395
13 SAEZ ,PEDRO “Las tierras publicas en la lex ursonensis”, BIBAD Dpto. de
Historia Antigua,1997, Sevilla, 137-152

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