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CULTURA

Un recorrido por calles de Montevideo

que inspiraron a la música uruguaya


Fernando Cabrera va con Domingo al Oeste de la capital para hablar del

vínculo de su música con los barrios y una iniciativa que documenta los

sonidos capitalinos.

Foto: Darwin Borrelli

"Mirá. Mi hermano y yo", dice Fernando Cabrera y señala hacia dos niños

sentados al borde del pequeño arroyo que él y uno de sus hermanos, de niños,

frecuentaban.

Cabrera recorre ese gran parque de muchas hectáreas de superficie —rodeado

de calles como Avenida 19 de Abril, Lucas Obes y Avenida Agraciada, entre

otras— mientras rememora su infancia y las canciones en las que ha incluido

referencias específicas a lugares de Montevideo.


Antes de ver en los dos niños al borde del arroyo una imagen de su propia

vida, Cabrera había estado en la fuente diseñada por Luis E. Cordier (foto

principal), puesta ahí en 1922 y que figura en la canción Tablado de

Colombes, del disco homónimo de la banda MonTresVideo, editado en 1981.

Esa canción contiene en su letra una alusión a esa fuente: "Rosedal, senderos,

bancos, soledad y la fuente llora su tristeza / Porque no puede correr hasta la

fuente detrás del hotel".

Cada ciudad tiene sus músicas, y muchas de las que representan a Montevideo

están documentadas en el proyecto Montevideo Sonoro, una idea surgida de la

melomanía de sus autores, el responsable de los textos Daniel Machín y el

diseñador gráfico Gabriel Bentancor.

Primero fue un mapa interactivo en la web, y hace poco se editó en formato

libro (Ediciones B), una publicación de más de 300 páginas en las que hay

multitud de citas, testimonios, aportes y relatos sobre aquellas canciones que

musicalizan y representan a la capital.

El proyecto recorre toda la ciudad en busca de sus músicas, y divide el libro

por barrios y zonas. Una de esas zonas es el Oeste, un lugar que abarca barrios

como Paso Molino, La Teja, Capurro y El Prado, y desde la cual proviene una

de las voces musicales más importantes de la ciudad, la de Fernando Cabrera.

Machín, en conversación con Domingo, dice que Cabrera es —junto a Jaime

Roos— una de las voces más representativas de la música de la ciudad, entre


otras cosas por la cantidad de referencias a Montevideo en las canciones de

ambos. "Cabrera tiene dos zonas desde las que habla de Montevideo, Paso

Molino y Ciudad Vieja", dice el autor de MontevideoSonoro sobre el músico

que empezó retratando los barrios de su infancia y juventud y siguió con la

inclusión a puntos y lugares de su actual zona, Ciudad Vieja.

El origen

El proyecto Montevideo Sonoro nació en un contexto "benedettiano": en una

oficina. Machín y Bentancor trabajaban juntos y sus jornadas eran —además

de trabajo— pura música. Escuchaban e intercambiaban datos sobre bandas y

solistas, en particular de música uruguaya.

Un día, caminando por las calles de la ciudad, Machín escuchó la

canción Siestas de mar de fondo, de Eduardo Mateo, en cuya letra hay una

referencia a la esquina de Durazno y Yaro: "Escuchen lo que pasó /pasó un

negro y su negra/ Durazno y Yaro /subiendo iban, iban la cuesta /charlando

algo / bla bla bla / ble ble ble / blo blo blo".

Esa canción hizo que prendiera en él la idea de empezar a agrupar todas

aquellas composiciones con referencias a calles de Montevideo. La idea

inicial era hacer algo parecido a una intervención urbana realizada en la

capital alemana, Berlín: poner en una esquina un afiche que contuviera un

código QR, y que cuando uno escaneara ese código con el teléfono, empezara

a sonar la canción.
Al principio, pensaba que serían una veintena de canciones como mucho,

entre ellas clásicas como Durazno y Convención (Jaime Roos), Calle

Yacaré(Roberto Darvin) y El viento en la cara (Fernando Cabrera). "Pero se

nos fue de las manos", recuerda Machín, y de algunas esquinas y calles el

proyecto creció hasta también abarcar plazas, parques y barrios enteros.

El libro tiene nueve capítulos en los cuales se recorren zonas y barrios como

Ciudad Vieja, Reducto, Barrio Sur, Cerrito y muchos más.

El capítulo dedicado al Oeste abarca ocho ítems, entre ellos Capurro, El

Prado, La Teja, el Parque Vaz Ferreira y El barrio de Cabrera. Como dice

una parte del texto dedicado al compositor e intérprete: "En la adultez el

músico se radicó en la Ciudad Vieja y esa preferencia se refleja en las

canciones que le dedicó. Sin embargo, su primer leit motiv territorial es esa

extensa zona formada por El Prado, el Paso Molino y Belvedere, tres barrios

con un solo corazón".

El propio Cabrera coincide con esa apreciación. Para él, los límites entre

dichos barrios son difusos y ambiguos. Lo que separa a una zona de otra es a

veces algo tan intangible y fluido como el pasaje de un acorde musical a otro.

De chico, Cabrera recorría grandes distancias en bicicleta junto a sus amigos

("Me subí a una bicicleta a los 9 años y me bajé a los 17", comenta mientras

camina por las calles de sus antiguos barrios), y así estableció una relación

con la ciudad que lo impregna hasta hoy. "Me importa mucho la ciudad. Es un

interés que me vino de grande, luego de los 25 años, cuando tuve la suerte de
conocer una barra que estudiaba arquitectura. De ahí me surge, porque yo era

un ignorante completo y absoluto de la arquitectura y la urbanística. Yo

atravesaba la ciudad sin levantar la vista para disfrutar o admirar un edificio.

Ese gusto me lo despertaron amigos como Jorge Di Polito, un arquitecto muy

destacado. Y también Laura Canoura, que estudió arquitectura" .

Ese interés y conocimiento está plasmado en muchas de sus canciones, más

allá de que —como también remarca— no se trata de un "pintoresquismo":

"Son cosas que le pasan a un tipo, que por casualidad vive en Paso Molino. O

en Ciudad Vieja. Pero lo que importa es lo que le pasa a ese tipo. O lo que ese

tipo piensa y siente", comenta sobre su propia obra.

Aunque el proyecto abarca muchos estilos y artistas, Machín acota que es algo

que está "en construcción". "No es que el libro ya quedó viejo, pero ya hay

más canciones que no entraron en el libro, pero están en el mapa. El proyecto

tiene mucho para crecer. Nos interesa seguir trabajando la videoteca sonora.

Hemos publicado tres, de los músicos tocando las canciones en los lugares, y

contando cosas sobre las canciones", comenta el autor y añade que también

está en el tintero seguir creciendo hasta abarcar también aquellas canciones

que identifican y representan a otras partes del país, no solo la capital.

Un ritmo que marca a la ciudad


Además de los nombres de solistas y agrupaciones que le cantan a la ciudad

de distintas maneras y según diferentes vertientes, Montevideo también tiene

géneros y ritmos que la caracterizan y le dan un rasgo propio. Daniel Machín,

en su investigación sobre la música y las canciones de la ciudad, dice que si

bien hay varios géneros que la identifican, hay uno en particular que salta al

oído: el candombe. "Hay un claro vínculo del candombe con la ciudad. Si no

con toda, sí con una gran parte de ella, como Barrio Sur, Palermo y

alrededores. Para el libro nos pasó en determinado momento tuvimos que

cortar porque cada vez que avanzábamos encontrábamos otro disco, y otro

disco, y otro autor que le cantaba a la ciudad. Tuvimos que tomar la decisión

de detenernos. Ahí hay un vínculo clarísimo entre un ritmo y la ciudad de

Montevideo", comenta uno de los autores de Montevideo Sonoro.

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