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Dante Lecca

COSECHA
DE
INVIERNO
Prólogo de Bethoven Medina

50 años de poesía
1973-2023

DIARIO REAL
COSECHA DE INVIERNO / Dante Lecca

Obra poética 1973-2023 en el Cincuentenario del autor


COSECHA DE INVIERNO
© Dante Lecca, 2023

© Ediciones Santa Tierra


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Cel. +51 959 122 024
Jirón Huánuco # 446, Florida Alta,
Chimbote, Ancash, Perú

© Ediciones Diario Real


Email: diario.real.23@gmail.com
Cel. +51 935 447 689
Jr. Chabuca Granda # 104
Urb. San Carlos, Cajamarca, Perú

1ra. edición digital, diciembre 2023

Diseño y diagramación: Ediciones Santa Tierra

Foto carátula: Estrella Lecca Hernández

Obra revisada y corregida por el autor

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2024-00112

Libro digital disponible en:


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Publicación de distribución gratuita en formatos PDF e ISSUU, para fines


pedagógicos y culturales. Su reproducción sólo es posible con autorización
escrita del autor y/o de Ediciones Santa Tierra.

Editado en el Perú.
En memoria de mis padres Bertha y Roberto,
mi hermano Alfonso y mi hijo Olivier

A mis familiares y amigos


CONTENIDO

Palabras del autor / Pág. 6


Prólogo / Pág. 7
POEMARIOS
I Adolescere (1973) / Pág. 21
II El cedro de cemento y otros poemas (1981) / Pág. 37
III Del cráter al pie de mi cama (1984) / Pág. 91
IV Diálogo con un orfebre (1987) / Pág. 131
V Apretón de manos y otros poemas (1992) / Pág. 166
VI Hablar de los caminos (2002) / Pág. 204
VII Oh cabeza clava de Chavín (2006) / Pág. 265
VIII Poemas del sur (2007) / Pág. 328
IX Daleska y el mar (2012) / Pág. 353
X Breve tratado de ternura (2015) / Pág. 362
XI Inframundo y otros poemas (2021) / Pág. 400
XII Pequeñas canciones amorosas (2022) / Pág. 439
XIII Adviento del sur (2022) / Pág. 473
XIV Balada de invierno (2022) / Pág. 511
XV Quince poemas (2023) / Pág. 525
Datos del autor / Pág. 552
PALABRAS DEL AUTOR

El 2023 se ha cumplido 50 años de haber publicado mi primer libro de


poemas. Fue en el año 1973, cuando cursaba el cuarto año de secundaria
en el Colegio Mundo Mejor. En el libro de actas escolar de ese año figura
la siguiente anotación: “Tuvimos el honor de dar a Chimbote un nuevo
poeta, compañero nuestro, Dante Lecca, quien con gran talento editó su
ADOLESCERE”.
Tenía entonces 16 años. Ese mismo año, el periodista y escritor Pablo
Silva Villacorta, experimentado hombre de las letras y el periodismo, al
leer mi poemario publicó en el diario local El Faro un artículo titulado
“Nace un poeta en Chimbote”.
Son dos anécdotas que figuran como antecedentes históricos de mi obra
poética, sin que entonces, lógicamente, supiera nada de lo que iba a pasar
más adelante, asumiendo la poesía simplemente como una expresión
necesaria y urgente de mi adolescencia.
Ahora he llegado a los cincuenta años de poeta, medio siglo de transcurrir
de la sociedad y mi persona, y rindo cuentas de mi vida con esta obra
“Cosecha de invierno”, que reúne 15 poemarios publicados hasta este
año. También, en este cincuentenario, he publicado libros de narración en
general y narración infantil en particular; todo lo cual viene a constituir
un corpus literario interrelacionado, cuyo propósito fundamental es mi
identificación plena con el arte y la literatura.
Quizás mi único mérito sea el creer en lo que escribo, de manera que
siempre estoy corrigiendo y revisando, haciendo feedback de mis
escritos, experimentando con el lenguaje, con una profunda convicción de
que, en mi caso y de cualquier otro escritor, lo que se escribe tiene un
valor en sí mismo, como testimonio del espíritu del artista y de la época
que le ha tocado vivir; y vale conservarlo y difundirlo.
Agradezco a mi familia, amigos e instituciones que a lo largo de todo este
tiempo han apoyado de uno u otro modo mi vocación literaria. Damos la
vuelta de página y empezamos a partir del 2024 otro periodo de mi
poesía, si Dios quiere.

Dante Lecca
Chimbote, diciembre 2023

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PRÓLOGO

ANTECEDENTES

En Chimbote surge la poesía colectiva en 1964, en torno a la pléyade de


poetas que se autodenominó el “Grupo Literario Perú”. Recuerdo que
llegaron a Trujillo para difundir sus creaciones, a mediados de la década
del setenta. Si bien es cierto existían voces individuales en otras
provincias ancashinas, con el “Grupo Literario Perú” empezó la
participación organizada de los escribas ancashinos, de manera que, en
1968, publicaron el volumen titulado “Grupo Literario Perú: Antología de
sus Poetas” y se incluye a: Enrique Cam Urquiaga, Iván Vásquez Salazar,
Hugo Vargas Tello, Arsenio Vásquez Romero, Julio Bernabé, Mario y
Pietro Luna Coraquillo y José Guevara López.
Según el escritor e investigador Ricardo Ayllón considera que:
el autor de “la primera evidencia de que la poesía rompe con los
linderos del manuscrito, lo encontramos en un impreso deteriorado
por el tiempo compuesto de un solo pliego (a manera de volante)
donde aparece el poema titulado ‘¡Se viene el carnaval!’ del poeta
Benigno Araico Baca y que data de 1935…”. (1)
La Antología Poética a la pesca (1968) compilada por el poeta Ray
Echeandía, es el antecedente que registra inspiraciones del mar y la pesca.
Posteriormente, en la década siguiente aparece una antología que logró
mayor repercusión, considerando el contexto del terremoto del año
setenta del siglo pasado, y que integró solidariamente la creación poética
de los poetas de Ancash, me refiero a la antología Ancash 31 (1976) con
la selección y prólogo del infatigable Jesús Cabel. En esta selección la
unidad temática alude al devastador terremoto y sus consecuencias.
Integra voces de diferente generación como Rosa Cerna, Román Obregón,
Abdón Dextre, Livio Gómez, Oscar Colchado y Yehude Collas; entre otros.
Julio Ortega y Rodolfo Hinostroza, desde Lima avanzaron a niveles
internacionales. En tanto, en 1978, el poeta incansable Román Obregón
Figueroa, recopiló a los líridas de la provincia de Huaylas en una
Antología poética que incluye a Celso V. Torres, Carlos Philipps y Berenice
López.

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En 1977, Oscar Colchado Lucio, poeta y novelista; conjuntamente con
Miguel Rodríguez Paz, narrador y poeta; Víctor Hugo Romero, poeta y
periodista; Wilfredo Cornejo Ibarguen, crítico literario, y Pietro Luna
Coraquillo, poeta y compositor musical, crearon el Grupo Cultural “Isla
Blanca /Arte y Liberación”. Y Oscar Colchado Lucio, desde octubre de
1969, empieza a editar la revista Alborada.
En 1980 se inició una nueva etapa para Alborada e Isla Blanca, y coincide
con la movida literaria a nivel nacional (publicación de revistas y
suplementos culturales, encuentros de narradores y poetas). En esta
década se integraron al grupo: Gonzalo Pantigoso, Marco Cueva (+),
Antonio Salinas (+), Adrián Arias, Pedro Rodríguez Ortiz, Leonidas
Delgado, Clodomiro Silva, Edilberto Fabián Poma, Marta Irene Mejía,
Arturo Aguilar y José Alonso. Hay voces posteriores que se integraron al
grupo, no obstante, resaltamos lo correspondiente a la década ochenta y
entre quienes destaca Gonzalo Pantigoso en publicaciones y avance
académico.
DANTE LECCA
En 1973 en Chimbote, se publica Adolescere del joven poeta Dante Lecca
Lozano (Chimbote, 1957) cuando cursaba el cuarto de secundaria en el
Colegio Mundo Mejor, para luego desempeñarse como trabajador
eventual de construcción civil. En esos años dirigió la revista popular
Cultura obrera teniendo como colaboradores a Yeyo Pizarro y Juan
Gonzáles Rodríguez. Años después publica su segundo libro El cedro de
cemento (1981), y posteriormente Del cráter al pie de mi cama (1984) y
Diálogo con un orfebre (1987), con los cuales se incorpora a la generación
del ochenta de la poesía ancashina y peruana. Lecca fue considerado en la
antología Poesía joven de Perú con selección y prólogo de Edgar O´hara.
(2)
En paralelo, la poesía de Áncash avanzaba con la antología nuevamente
seleccionada y prologada por Jesús Cabel: Territorio de la esperanza,
Nueva poesía ancashina (1983) en la cual se compila poemas del
destacado crítico Julio Ortega; del novelista y poeta Marcos Yauri
Montero, y poemas neo indigenistas de Macedonio Villafán. Asimismo, se
destaca la poética del gran poeta Juan Ojeda, cuya obra y vida va calando
aún más en la literatura nacional e internacional; así como la poesía
andina filosófica de Yehude Collas. Después se publican: Antología
poética de Isla Blanca (1986), El rostro de la brisa, Chimbote en su

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literatura (1992) de Saniel E. Lozano Alvarado, A mar y nieve. Selección
poética de la Región Chavín (2000) de Macedonio Villafán. En este siglo se
difunde Un río que no cesa. Poesía amorosa (2005) de Antonio Cáceres
Ramírez, Poemas de amor y rebeldía social de Balmes Lozano (2006) y
Chimbote: literatura y sociedad (2023) de Saniel E. Lozano; entre otras
importantes antologías de Áncash.
GENERACIÓN OCHENTA
En general, la poesía peruana del ochenta recuperó y desarrolló “un
discurso respetuoso de la tradición formal” (3), como en los casos de
Eslava, Chirinos, Mazzotti, Mendizábal, Di Paolo, Pollarolo, Jorge Luis
Roncal, Julio Heredia, Manuel Liendo, Luis Rebaza; en Lima. En el sur
peruano: Boris Espezúa, Alfredo Herrera, Luzgardo Medina (+), Alonso
Ruiz Rosas, José Gabriel Valdivia, Odi Gonzales, Rosa Elena Maldonado,
Oswaldo Chanove y Alberto Paucar. En caso del norte: Erasmo Alayo,
Ángel Gavidia, Bethoven Medina, Gonzalo Espino, Franco Chico, Roger
Lázaro, Carlos Tataje, Milene Alfaro, Julia Wong, Dante Lecca, Luis
Eduardo García, Houdini Guerrero, William Guillén Padilla, Fransiles
Gallardo, Manuel Alcalde, José A. López Coronado (+) y Daniel Santos Gil.
En lo que respecta al oriente: Ana Varela, Carlos Reyes y Percy Vílchez.
Tener en cuenta que la proyección del lenguaje con matiz popular y
coloquial se advierte en la poesía de Domingo de Ramos, Róger
Santiváñez, Mariela Dreyfus, Julio Heredia, Dalmacia Ruiz Rosas y Bruno
Mendizábal. En el caso del norte en los versos de Alejandro Benavides y
Julia Wong, entre otros. Sin embargo, las últimas antologías de poesía
peruana: Poesía Perú S. XXI, 60 Poetas peruanos contemporáneos,
selección de Willy Gómez y Dalmacia Ruiz Rosas (2007) no incluyen a
nuestros representantes del interior del país. Similar ocurre con la Aguas
Móviles. Antología de poesía peruana 1978-2006 (2016) de Paul Guillén.
En cambio, sí se da en la antología 21 Poetas Peruanos (2004), del poeta
Miguel Ildefonso, quien presenta una visión más integradora, como
también ocurre en la antología de poesía peruana Cónclave del verso
(2018) de Julio Benavides.
La poesía de Dante Lecca desde su condición socio-económica-cultural
llamó la atención y de acuerdo a su segundo libro El cedro de cemento y
otros poemas, si lo hubiera leído el poeta Víctor Mazzi Trujillo, sin duda,
estuviera incluido en Poesía proletaria del Perú (1930-1976) (4). Aun así,
en el ensayo “1970-2000: de la hegemonía de lo conversacional a la

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diversidad de registros poéticos, Carlos Villacorta Gonzales” (p. 297) no
se menciona a poetas del interior del país; tan solo se ocupa de quienes
nacieron, estudiaron o vivieron en Lima. Así ocurre en el estudio “Grupos
poéticos entre 1960 y el 2000: de la Revolución cubana a la hegemonía
neoliberal” (5) de Paolo de Lima y Victoria Guerrero Peirano (p. 333) tan
solo se menciona a los integrantes del Movimiento Kloaka, pero se
ignoran a los grupos de Iquitos (Urcututu), Arequipa (Ómnibus,
Eclosión), Cajamarca (Raíz Cúbica) y de Chimbote (Isla Blanca). Lo mismo
ocurre con las voces individuales de Piura, Chiclayo, Trujillo, Puno, Tacna.
LECCA DESDE ÁNCASH
La poesía peruana tiene uno de sus faros en el poeta Juan Ojeda
(Chimbote, 1944 – Lima, 1974), quien, en 1965, obtuvo una valiosa y
vigente Mención Honrosa en el concurso “El Poeta Joven del Perú”, con su
contundente libro que, desde entonces, alteró los estudios y análisis
poéticos: Elogio de los navegantes. La primera edición fue de “Cuadernos
trimestrales de poesía”, y posteriormente este libro fue ampliado y
publicado con el título de Arte de Navegar por Jesús Cabel (Runakay,
1986).
En los años ochenta, mientras la obra de Juan Ojeda iba creciendo en el
parnaso nacional, Dante Lecca publicó Adolescere (1973), y Óscar
Colchado Lucio difundió su primer libro de poemas Aurora Tenaz (1976)
de contexto amoroso andino. Luego, en 1980, Marco Cueva Benavides
(Pacasmayo 1946) editó su poemario Porque confío en el mañana;
simultáneamente, Félix Ruiz Suárez (Trujillo, 1926), presentó su libro
Sinfonía del Alba y el poeta - editor Jaime Guzmán Aranda (Chimbote,
1950), deslumbró con su primer poemario Patio de Prisión (1982), con el
cual ganó el Primer Premio de Poesía en los Juegos Florales de la
Universidad Inca Garcilaso de la Vega. En 1987, se publicó el poemario
Confesiones de Mantícora de Gonzalo Pantigoso (Chimbote, 1957), dentro
de la reflexión existencialista.
La poesía de Dante Lecca marca liderazgo desde los años ochenta en la
región Áncash, y se ha posicionado en el país como lo demuestran los
estudios y antologías ancashinas: A mar y nieve, selección poética de la
Región Ancash – Chavín (2000), con la recopilación de Macedonio Villafán
Broncano, que incluye a: Óscar Colchado, Dante Lecca, Jaime Guzmán,
Rosa Cerna y Ricardo Ayllón. Asimismo, la Antología de la poesía

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chimbotana (2006) de Víctor Unyén Velezmoro, con acuciosidad y
relevancia se incluye a poetas de la provincia del Santa.
CONSOLIDACIÓN
Dante Lecca es considerado uno de los poetas peruanos más importantes
surgidos en la década del 80. Su trayectoria en el siglo pasado reúne los
poemarios: Adolescere (1973), El cedro de cemento y otros poemas (1981),
Del cráter al pie de mi cama (1984), Diálogo con un orfebre (1987) y
Apretón de manos y otros poemas (1992).
En el presente siglo publica: Hablar de los caminos (2002), Oh cabeza
clava de Chavín (2006), Poemas del sur (2007), Daleska y el mar (2012),
Breve tratado de ternura (2015), Inframundo y otros poemas (2021),
Pequeñas canciones amorosas (2022), Adviento del sur (2022). Balada de
invierno (2022) y Quince poemas (2023). Es destacable la publicación de
Cosecha de Otoño (2016) que reúne su obra poética entre 1973-2015, en
extraordinario formato A4, papel fino y pasta dura, publicado por la
Municipalidad Provincial del Santa. Este libro contiene diez poemarios y
corresponde a cuarenta y tres años sostenidos de creación poética. Es una
edición homenaje, y la valoramos desde las ilustraciones a color por parte
de notables artistas plásticos: Amarildo Obeso y Pedro Rodríguez; Víctor
Barrionuevo, Renato Sifuentes, Teófilo Villacorta, Roberto Otero, Alfredo
Alcalde, Diego Alcalde, Héctor Chinchayán, Santiago Machado, Ivana
Agapito y Mario Bruno. Es justicia reconocer la gestión realizada por
Percy Robles Guibovich para hacer realidad este proyecto literario. No
obstante, Dante Lecca no se detuvo en su poesía reunida en Cosecha de
otoño, sino que ha continuado creando y publicando, como se puede
apreciar en este libro Cosecha de invierno, que, con motivo de su
cincuentenario como poeta, nos regala esta vez Dante Lecca.
ANÁLISIS HORIZONTAL Y VERTICAL
Al analizar horizontalmente la poética de Dante Lecca, distinguimos dos
etapas. La primera que va desde 1973 hasta 1992 y que se fundamenta
en su escritura coloquial, por cuanto sus libros fueron constituidos por
poemas sueltos y luego reunidos en etapas de tiempo. En cambio, la
segunda etapa se desarrolla por la estructuración de libro. Su poesía
ingresa a un proceso: piensa, medita y escribe fijando el tema
inicialmente con su posterior desarrollo.
I ETAPA INICIAL

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1.1 Adolescere (1973)
Es un libro inicial y breve, con temas generales desde el punto de la
localización y entorno. En cuanto a la forma son versos libres y colindan
con lo conversacional, aunque en el fondo, su mensaje está focalizado en
la realidad del puerto de Chimbote. Poesía social desde lo humano
individual y crece a un público plural en identificación. Poemas que
tienen que ver con la “sed de justicia”, por eso mismo, diferencia los
conventos “Sé que he nacido por algo / porque de la biblia a la muerte /
existen dos conventos:/el vientre de mi madre / y la vida suficiente” (Dos
conventos). El joven Dante ya conocía los problemas y los meditaba “A
orillas del mar”. Así empezó su largo itinerario.
1.2 El cedro de cemento y otros poemas (1981)
Este libro mantiene la forma del primero, aunque sus versos tienden al
largo aliento y de modo conversacional con temas citadinos, personales y
de afirmación social. Ya tiene “un pretexto para escribir poesía
romántica” y al transitar por la ciudad porteña recorre bares hasta
obtener un “poema en la cantina”, entre el amor o los atardeceres, y para
vivir o mirar, mantiene su oficio de poeta. Son los bares, las arenas de las
playas los elementos que se reflejan en sus versos, pero, el cedro es de
cemento por cuanto ya participa del “Mitin nocturno”. A veces, cae en la
palabra política y riesgosa (panes y pescados). Este libro se caracteriza
por el verso extenso y la construcción de algunos poemas superan los 200
renglones como “Heliografía” y “Valle de chimeneas”.
1.3 Del cráter al pie de mi cama (1984)
En este poemario, Lecca presenta mayor profundización en la temática
poética. Sobresalen los temas: Hogar (mi cuarto, el hogar), íntimo
(extremadamente bella) entre paraderos, las urbanizaciones del sur y
estadio Pensacola. Es romántico en algunos poemas, pero mantiene los
asuntos portuarios: el faro, los obreros. Son textos sueltos reunidos por
el tiempo en que fueron escritos y están unidos por la temporalidad
existencial. Hay conexión profunda entre los versos que van
incorporando otros elementos en “Dickens & Engels en Chimbote” y “A
Virgilio”. Los poemas son fotografías de la realidad en “El bar de Diana”
en donde bebe con sindicalistas y hay un poeta anarquista y la musa, y así
se contrapone la mitología cotidiana que supera a un verso de Homero,
sobre toda iglesia inconclusa a mediodía, o la noche en el puerto. Es, a
veces, narrativo y declarativo como en los poemas “Agencia” y “Del cráter

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al pie de mi cama”, poema amoroso-erótico destellando al amor en el
esplendor de la cristalización del acto sexual.
1.4 Diálogo con un orfebre (1987)
En este libro persiste su estilo transparente, franco y sigue poetizando su
atmósfera inmediata. Sin embargo, cuestiona “A quien corresponda”
poema social-político. Aparece el escenario del orfebre de la palabra
“Cuarto adentro” para la construcción de los versos. Nos habla de las
páginas blancas, doradas, grises, como las emociones que son insumos
para la creación del poeta. Dante Lecca sabe que sus manos “se estiran
desproporcionadas / convirtiendo las palabras en peces muertos”. Vuelve
a la loba, es decir a la luna que ingresa a su “cuarto y se tiende en un
ángulo a soñar en ondas acuáticas”. Reflexiona, “entonces tendría que
optar nuevamente / entre salir a caminar o quedarme tecleando hasta el
amanecer esta vieja máquina”. En este libro hay poemas que se conectan
y evidencian el ascenso del arte poético de Lecca, como en “Escrito está”
en el cual versifica: “Con una moneda al aire decidiendo mi oficio /
escribiendo con humo al amor que no contesta / y marcando el instante/.
Una raya más no le hace al tigre: / su marca de fábrica la naturaleza, / mi
marca made in Perú”. Como lírida está atento a los flamencos, a la fábrica
tomada. Destaca el poema la “Constelación del Can” por cuanto es la
imagen de una persona que junto a su perro contemplan el infinito desde
la puerta de su casa. Intensa pasión por la poesía. El poema final es un
diálogo con el orfebre dando respuesta a lo que es el arte.
1.5 Apretón de manos y otros poemas (1992)
El poeta vuelve a la naturaleza “Garzas y gaviotas” está “atento de
pájaros” aunque tiene su norte definido, a veces se siente “extraviado en
la ciudad” evidenciando su afinidad ecológica: “soy como un animal de
campo / que duerme en el monte / entre las manadas de estrellas. / Soy
un caballo blanco, desbocado, del mar / el cuervo brilloso del cielo / el
perro salvaje de la pradera. / Soy como un animal de campo / extraviado
en la ciudad, / es necesario decirlo, es mi descargo”. De la expedición con
la pareja valora el “Callejón de Huaylas”, el Huascarán y los jilgueros.
Buscando la solidaridad. El poema “Hablan de una ciudad” (es Chimbote),
poema “Carta al futuro”, poemas a sus padres, a sus hermanos, amigos y
sitios de Chimbote. “Sueños familiares” ante el deterioro de la familia.
Termina el libro con el poema que da título al libro: “Apretón de manos”.
II ETAPA ORGÁNICA

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2.1 Hablar de los caminos (2002)
Ante el conocimiento de que los serbios estaban siendo expulsados de
Kosovo, y empeoraba su economía, Dante Lecca estuvo atento y sintiendo
cuando Serbia fue separa tras una guerra en 1998-1999. Aunque algunos,
consideran a Kosovo como la cuna de la nación serbia. Este éxodo de la
población expulsada de su territorio buscando otro lugar para vivir fue
leit motiv para que Lecca, consciente de que en nuestro país también se
iniciaron éxodos regionales o provinciales por la violencia política,
escribió a partir de esta realidad. Eran noticia con imágenes de violencia
en tiempo real. Muertes y desamparo. Con esa temática, el poeta Lecca,
delineó el proyecto de libro y meditó más los poemas, para luego
procesarlos. Quedó como un dramático canto al éxodo en todas partes.

2.2 Oh cabeza clava de Chavín (2007)


En este libro mantiene el sistema de un plan para escribir. El tema parte
de elementos de la historia nacional. Sin perder su espíritu costero,
rememora las paredes exteriores del templo de Chavín de Huántar, en
donde sobresalen cabezas clavadas construidas de piezas de piedra, y ahí
están como si fueran guardianes del templo. Son las “Cabezas clavas” con
forma antropomorfa representando la transformación del sacerdote en
felino (jaguar).
El vate consciente de su temática denota meditación poética, la intercala
con pasajes o actividades del hombre santeño, así recupera parte de la
historia de Ancash. Supera el aspecto local proyectando a más audiencia
su visión de habitante ancashino que honra a los antiguos moradores de
esta zona. Retorna al pasado para proyectar el futuro.
Poetas de la generación del ochenta han publicado libros que vuelven a
los antecedentes de nuestra historia para despertar peruanidad, rescatan
símbolos que propician identidad y cultura al futuro: “Ceremonial de
muertes y linajes” (Ediciones Haraui, 1981) de Jorge Eslava, “Expediente
para nuevo juicio” (Arteidea, 1998) de Bethoven Medina, “Himnos
nacionales” en “El zorro y la luna. Antología poética 1981-1999” (Lima:
BCR, 1999) de José Antonio Mazzotti. En el presente siglo los poetas
continúan con “Tunupa/ el libro de las sirenas” (Santo oficio, 2002) de
Odi Gonzales, “Y antes niegue sus luces el sol” (Arteidea, 2003) de
Bethoven Medina, “La Escuela de Cusco” (Santo Oficio, 2006) de Odi

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Gonzales, y “Gamaliel y el oráculo del agua” (Petroperú, 2011) de Boris
Espezúa Salmón. Ahora, incluimos a “Oh cabeza clava de Chavín”
(Ediciones MHST, (2007) de Dante Lecca.
2.3 Poemas del sur (2007)
En los años iniciales en la década del noventa, el poeta junto a su familia
vivió en Ilo. Tuvo nuevo hábitat. El puerto ileño tiene características
similares al chimbotano, por lo tanto, su entorno social marino le
permitió continuar con su escritura habitual, es decir, sobre las
costumbres, las actividades y los personajes del puerto. Como se advierte
el eje temático es Ilo, desde el poema “Toma de terreno” y desde los
versos iniciales “Llegamos al terreno señalado en el plano/ en la colina al
final de Ilo”. Así, descubre un “recolector de machas”. Otra vez retoma la
familia en “Antes de abrir la puerta”. En “Punta de coles” detalla la disputa
de las corvinas por parte de los lobos marinos con los pescadores/ de Ilo.
Nos habla de la boca del río y “los muchachos y muchachas de cartílago
azul”, la “playa de piedra”. Es un libro con vitalidad y con interrelación
temática entre el puerto, la playa y la familia. Es realización personal y
esencial como lo registra en el poema “Este poema fue escrito en Ilo”. No
obstante, la brevedad del libro, mantiene su intensidad y reafirma el
itinerario poético de Dante Lecca, contra las mareas, a flor de roca, hasta
cerrar con la “Balada de la tribu”.
2.4 Daleska y el mar (2012)
Es una plaqueta que reúne cinco textos, que mantienen unidad temática
y que bien puede considerarse un poema de largo aliento dividido en
fragmentos. Está inspirado y dedicado a la Srta. Nuevo Chimbote 2012,
Daleska Longobardi. Las imágenes con las cuales se construyen Daleska y
el mar (2012) son de inmediata comprensión, manteniendo su lirismo
que la inspira. Es natural sentir y admirar, incluso idealizar musas. En este
caso, la musa existe y despertó admiración y respeto por parte del
creador. No olvidemos que hay referentes en la literatura peruana:
Mariano Melgar con Silvia, y en la literatura universal: Dante Alighieri con
Beatrice, salvando las distancias y las épocas, desde luego. No hay hecho
amatorio real, solamente admiración desde la belleza y exaltación
femenina. Es otra la consideración a Daleska, inspirando respeto y
valoración ante tanto feminicidio en el Perú de hoy. Es decir, la elevación
de la dualidad de mujer y mar, que nos despierta ensueño en un poema
extenso con intervalos de descanso fragmentados.

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2.5 Breve tratado de ternura (2015)
Este libro desde de la estructuración de proyecto, cumple en forma y
fondo, está escrito en 37 poemas y cada uno de éstos contiene 9 tercetos.
En total suman 999 versos, y si se invierten los 999 tendremos el 666 o
número de la bestia, el anticristo. Ángel Lavalle Dios considera que Lecca
se asoma a la numerología (como lo advierte en el prólogo). Sin embargo,
no incide en el tema en sí numerológico. Más bien el poeta renueva su
temática marina, retorna a la función y el valor del mismo, generando
varios interplanos entre la expresión existencial con adecuada
retrospectiva del entorno del vate y su yo. Lecca surca poéticamente el
inmenso mar del pacífico con una poesía social y marina con propia luz
de vida.
Ángel Lavalle ha escrito:
Las raíces mochica-chimú que en “Breve tratado de ternura”
rescata y sobre las que se erige Dante Lecca, asumen visos de
organicidad, por primera vez, en su poemario “Oh cabeza clava de
chavín”, que ya tuvimos oportunidad de comentar en el 2007; más
acá de “Arte de navegar” de Juan Ojeda y, de nuestro “Mullus”
(1993).
Es oportuno acotar que el mismo Dante Lecca se antecedió en este
respecto en su poema “A Virgilio” en “Del cráter al pie de mi cama”
(1984); y, además, que, en Chimbote, Juan Ojeda adscribió también
al Dante de la Divina Comedia, hecho que fue comentado por
nosotros (1994), a propósito de “Arte de Navegar”, dato
corroborado por el testimonio del santiaguino-sanmarquino Danilo
Sánchez León, condiscípulo de Ojeda en la universidad San Marcos.
Permítanme citar la coincidencia generacional entre la poesía de Dante y
la del suscrito, en cuanto corresponde a la numerología. En mi caso, se
trata del libro “Éxodo a las siete estaciones” (2016) en el cual, el número
estructural y de contenido esotérico, es el número siete.
2.6 Inframundo y otros poemas (2021)
El poeta Homero Aridjis en el siglo pasado escribió “No digas que no sabes
dónde está el Inframundo, /el Inframundo está dentro de ti”. Lecca
manifiesta su yo desde la vida del transeúnte común de la ciudad-puerto:
“Demasiado tarde / la conocí jugando a las billas / y no me rechazó
cuando la invité un trago… / demasiado pronto para conocernos /

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demasiado tarde para alejarnos / y tú que haces le doy a los poemas / y
tú pues me paro equivocando de tipo…” (p.32). En los textos de
“Inframundo y otros poemas”, un avisado lector, puede gozar de varios
registros si divisa diversas formas de tema-naufragio. Los textos nacen de
un controlado surrealismo e interiorismo. Su temática es abierta a todo
cuanto capta su atención y sensibilidad, son asuntos plurales que poetiza
con el correspondiente disfrute estético. Los poemas en su independencia
exhiben diversos matices, donde el lector seguramente se identificará con
alguno y despertará su resonancia interna.
Así, el tema de la muerte, la presencia maternal, el erotismo y la mujer
aparecen junto al referente de la casa. Y, como siempre, el hombre ante la
vida, lluvia y fuego, entre abismos y reacciones de ironía para sobreponer
“un abrazo de vida de esperanza” (p.49), como señala en su nota Gloria
Díaz Azalde “sus poemas son como espejos del conflicto entre el dolor y
la cicatriz del silencio que se desgarra en palabras que resonarán por
mucho tiempo en el alma conmovida del lector”. En definitiva, la voz del
poeta se anuda “cuando tomar un café es como estar en el mismo
infierno” señalado por César Quispe.
2.7 Pequeñas canciones amorosas (2022)
Es un libro de poemas sueltos, unidos por el autor a discreción de formar
un corpus biolibro. No hay intenciones de exponer con la clásica
estructura textual. Son pues, pequeñas canciones amorosas que suman el
acervo literario del talentoso poeta Dante Lecca. Son creaciones que, en
su escritura y mensaje, suman al fomento de la lectura por los amantes.
El trabajo lírico, logra un ritmo bien usado por su artesano creador –quien
toda su vida ha oficiado de orfebre de la palabra–. Por lo tanto, su vida
oscila entre el amor y la poesía, y constantemente brinda sensaciones
amorosas. Es la continuidad de la temática amorosa de Dante Lecca que
inició en Breve tratado de ternura (2015) y que viene incluso de su primer
poemario Adolescere con el poema Amorío: “Mujer / ¿si como tu ovalada
sonrisa de sexo / fuera tu alma?”.
Con estética y originalidad, construye versos que a la vez sugieren otros
dando oportunidad a ella o a él, mostrar su amor en escenas de reflexión
y pasión. Elemental en parejas que se aman y dan combustible a su
derecho amatorio.
2.8 Adviento del sur (2022)

17
“Adviento del sur, escalada de relámpagos sobre el mar revuelto / Manos
de luz rasgando las cortinas raídas del teatro del mundo / Destellos de
guerra en los países gobernados por la sevicia”. Son versos de largo aliento
que nacen desde su espíritu de hombre del mar frente al mar.
Como hemos señalado sus libros ya vienen constituido por una estructura
sentida y pensada. Así en “Adviento del sur”, consta de 37 poemas, y cada
poema son fragmentos compuestos por seis líneas o versos. Objeta la
decadencia y el caos social actual, no obstante, como poeta convicto y
confeso, transmite su anhelo de esperanza y bienestar, desde cambios,
también estructurales.
Si revisamos la data de escritura de este libro, corresponden al periodo
de la pandemia del Covid-19, entonces, no cabe duda que es el arrancado
sustento testimonial. Es un poeta que ante el temor de la población
afectada, estoicamente persiste como un Poeta que canta en lo alto de la
montaña alejado del exterminio / Toda la luz del mundo en mis manos
ofreciendo amistad sincera / Espino en que está atrapada la belleza herida
por todas partes. Hay fragmentos en prosa poética que mantienen temas
independientes como son: belleza desnuda / mujer amamantando /
puente sobre el mar.
En este libro permanece los ejes temáticos, leamos: País dibujado por ríos
que bajan de altos castillos de piedra / Gobierno del sol en el palacio de los
pájaros alucinados / Hombre acostado sobre montañas de volcanes
profetas / Brazos al mar y los cabellos a un estrecho de rosas / Adviento del
sur, escalada de relámpagos sobre el mar revuelto / Sextetos cabalgantes
en la sinfonía del fin de los tiempos.
2.9 Balada de invierno (2022)
Lecca está acorde a la forma del poema en prosa muy usado últimamente.
Son fragmentos de la obra compleja y muy ambiciosa desde su reconocido
estilo. En su expresión está el habla popular y también recurre a lo culto
mediante citas y textos de la poesía clásica del Cantar de los Cantares (los
cantos de Salomón) y los Veinte poemas de amor y una canción
desesperada (Pablo Neruda), tratando de fusionarlos con uso de
referencia musical. En sus versos denota el síndrome de la esquizofrenia.
Leamos: “Me escapé del afable hospital psiquiátrico atraído por los
boleros”, “Leía al azar versos de dos libros sin pasta el Cantar de los
cantares y Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, “Fuera
del hospital psiquiátrico recorrí la avenida viendo grafitis en las paredes

18
con versos de Verástegui y de Ginsberg”, “Está muy bonito dijo Válery
mientras la música se acercaba”, “Amanecía cuando trepé por las ramas
del viejo y desconsolado almendro para volver a mi habitación del
hospital psiquiátrico los pájaros del patio chillaron al verme el pequeño
poeta salió y se enamoró y los libros perdió”, “para oír a mi madre decir
oh mi pequeño poeta dándome un beso ya dormido”.
2.10 Quince poemas (2023)1
En el 2023, difunde este poemario en su cincuentenario como poeta, se
trata de Quince poemas, con igual número de textos, donde confluyen los
conflictos del individuo y el ser social, manifestándose en versos
imprecatorios, de amor y reflexión, interrogándose por la (in)
trascendencia de la vida.
EPÍLOGO:
Dante Lecca escribe poemas desde los 13 años y difundió su primer libro
a los 16 años, en 1973. Ha publicado ya quince poemarios, desde
Chimbote ejerce su oficio diariamente para todos los espacios
consolidando la poesía de los ochenta de la poesía peruana. Son el mar, la
sociedad y su contexto familiar y existencial, los que se entretejen en su
temática escritural, con los problemas sociales del ser humano y
valorando la naturaleza del universo. Ha cumplido 50 años de poeta, por
ello, publica su poética completa 1973-2023 cumpliendo con su deber y
compromiso ante la época y el proceso literario peruano.
Desde muy joven destaca como gestor cultural, prolífico escritor de
cuentos, novela y literatura infantil-juvenil, y con mayor proyección en el
género lírico. Su obra ha merecido el reconocimiento de la crítica
especializada a nivel norte, nacional e internacional. Su vida y creatividad
refleja el sentir del puerto de Chimbote, Ancash y el Perú.
Vive en Chimbote, allí permanece atento al vuelo de gaviotas, a los
pescadores frente al mar; y entre latidos de su corazón, impone su vida
ante los motores de la tecnología, resistiendo estoicamente ante el
piélago y el muelle; allí vive y sigue con su literatura y humanismo.

BETHOVEN MEDINA
Citas:

1.- POESÍA CHIMBOTANA viernes, 10 de mayo de 2013.


https://literaturachimbotanajuan.blogspot.com/2013/05/

19
2.- O´hara Edgar. Poesía joven de Perú. Selección y prólogo. Lima:
Ediciones Revista Punto de Partida 1982. 80 p. (Cuadernos de Taller y
Seminario, 30) 21,5 x 23 cm Portada: Ernesto Peña. Viñetas: Rubén Ortiz
Torres Ex. bibl. Antonio Miranda.
3.- Chiri Sandro. Notas sobre la Poesía Peruana de los ’80.
https://nidodepalabras.blogspot.com/2009/06/notas-sobre-la-poesia-
peruana-de-los-80.html
4.-Mazzi T. Víctor. Poesía proletaria del Perú (1930-1076), Introducción,
selección y nota. Lima, 1976. Ediciones de la Biblioteca Universitaria.
Director: Francisco Carrillo.
5.- De Lima Pablo, Guerrero Peirano Victoria. Grupos poéticos entre 1960
y el 2000. Poesía peruana: entre la fundación de su modernidad y finales del
siglo XX. Lima, Fondo editorial PUCP. 2019.
Consultas:
Chueca Luis Fernando y Pollarolo Giovanna. -Coordinadores Historia de
las literaturas en el Perú Chang-Rodríguez Raquel y Velázquez Castro
Marcel. Directores generales/ Volumen 4 Poesía peruana: entre la
fundación de su modernidad y finales del siglo xx. Lima, 2019. Fondo
editorial PUCP.
Mazzotti José Antonio. Poéticas del flujo migración y violencia verbales en
el Perú de los 80. Lima, 2002. Fondo editorial del Congreso del Perú.

20
I ADOLESCERE (1973)
SED DE JUSTICIA

La sed que arremete la roca


se estrella contra el paladar en viento: sed.
La lluvia de seda se convierte en cal
dejando el rostro congestionado
en un tránsito de lamento.
Los sentidos se concentran en la mano abierta: sed.
Algo calla en los frutos
se escuchan pisadas de piratas,
van anegando la sed que existe en la mente.
Unos piden el agua de la vida
otros piden sed,
pero los más se detienen ante el pórtico gritando:
¡Justicia! ¡Justicia!
¡Sed de Justicia!

22
LOS CUADROS VIEJOS DEL SÓTANO

Los cuadros viejos del sótano están por caerse


ameritan causas de vivir, pero es lejos,
el eco de los montes se calla y viene el paso lento,
lento, de los viejos.
Gritando están, también patalean
y algunos son los que corren tras la angustia
de los libros.
Renació todo: los viejos pasaron.
Lo dice el sol que nace en la palma de las peñas.
Nace el sol y viene con su barba azulada
desperdigando dulzura.
¡Juventud: los viejos pasaron!
Los viejos pasaron
con sus bolsas, tradiciones y bailes;
dejaron las palas.

23
DOS CONVENTOS

Veré si hice bien en contar mis penas


cuando postrado en la hostia
destemple colmillos feroces
de anticristos crispados.

Veré si es verdad que soy libre


cuando ese hombre tumbado
en el lecho de espinas
desclave su mano y encienda
mi pecho en un beso.

Sé que he nacido por algo


porque de la biblia a la muerte
existen dos conventos:
el vientre de mi madre
y la vida sufriente.

24
LOS PASOS

Los pasos atónitos de ver pasar otros pasos


quédanse sentados en las botas
y otros pasos se detienen a contemplar la escena
resultando tres pasos metidos
en los zapatos del mundo.

A la carrera se detienen los libros


para tocar en la puerta del mecánico.
La roca del silencio átase al pasador
con el cartón con yeso que tiene el balde.
¿Qué harán los libros metidos
en las botas del mecánico?

¡Algo ocurre aquí!


El triciclo del viento –el amarillo–
silba a las muchachas que con el gato
van al mercado.

25
TRIBUNAL

¡Qué diré!
Me sientan al tribunal y mi garganta se seca,
quedo mudo.
¡Qué diré!

¡Qué diré cuando los vasallos me cuelguen por rico,


por tener alegrías!

¡Qué diré si al cantar un himno de amor


ella escucha y llora!

¡Qué diré cuando los cuervos picoteen mi cuerpo


cuando beba la cicuta en un paso!

¡Qué diré cuando en el último estertor de la agonía


el sol deposite en mi llaga un virus profundo!

¡Qué diré a las personas

que han cifrado en mí esperanzas!

¡Qué diré a mi pueblo, qué diré a mi raza,


cuando choque en la muralla invisible
y retorne al barro en fracaso!

¿Qué diré?
A lo sumo: soy Dante Lecca, peruano.

26
IMAGINACIÓN

¡Qué imaginación la del hombre!


Césped, frutos, solaz.
Boato, limpieza, luz.
Amor, sueño, vida.
Jardín, naranja, ok.
Uno, cuatro,
contaré hasta diez;
siete, ocho.
Voy a dormir en el nueve,
a la una me comeré un melocotón
(despertaré a las cinco).
Voy a llorar a las diez
en todos los números del dolor.

27
DESFILE

El foco de la lata de basura


en el poste del barril de la puerta.
¿Qué será de la flaca del cordel de alambre
que de girasol en girasol va canasteando
cemento?
Siendo los ayudantes pasos de botellas
que carraspean los pájaros en la tienda
de don Rubio.

El abuelo me puso la chompa con dulce


y ahora la cultura, con el ripio,
también el guano,
son los prejuicios de nuestros tablones.

Desfile:
la cáscara con sus alas
la caseta en tropel con caldera de gorda,
tan sólo los cuentos quedaron en casa,
la canela del guante acabó,
el cilindro de la cantina
mantiene tufos.

Desfile de felices disparates


que ordenan la triste monotonía
de nuestros rostros.

28
LA TIMIDEZ

Llegó, como todas, desapercibida,


creció y la vi incrustarse en mi pecho
con marcial desgano,
y me venció tanto tiempo.

La veía llegar cuando la madre


mentaba el pan;
la veía llegar y la acogía tal como es,
con sus senos de escarcha.

Y esa tarde ni madre ni pan


sustentaba el plato gastado, de plástico.

La dejé en un traje:
pantalón largo, camisa ancha.

¡Adiós casucha de cero cuartos!

Al compás siempre del hombre.

29
PROBLEMAS

Tengo problemas:
al sentarme en el piso
la regla se escarapela y parte por la mitad
la seriedad trajeada de sonrisas.

Los gemidos de la corbata


intentan traducir la palabra triste
al inglés, sin conseguirlo.

Tengo problemas:
un sustantivo se cuela en la chaqueta
despilfarrando el adverbio sin baño.

Las incógnitas ya resueltas


se atoran en el gaznate
cansando a mi ignorancia
de tanto cientifismo.

Por ejemplo:
si pinto risueño
la física me jala feliz
y terminar tengo que perder
el tiempo de aprender.

Tengo problemas:
raramente, algunas veces,
siempre, nunca, generalmente.
¿Para qué?

30
A ORILLAS DEL MAR

Algarabía circunstancial de bohemias cosas


que nos empuja del rincón del bullicio.
Hastiarnos de la rutina pasajera y recurrir al recuerdo
volando en mancha hacia el cántaro prieto
de una mano de amigo.
A orillas del mar quizás la brisa despeje mi mente.
Tumbado bajo las nubes, como dormido,
siento el alma en el pulso al exhalar un suspiro.
Ah, los ratos de ocio placentero;
si pudiésemos salir de la monotonía
para retozar en el campo.
Olvidarse de uno mismo y comernos la incógnita
ignorando.
Ascenso de misterioso perfume exalta virtudes
al cantar los triunfos
el lamento de cuerdas moradas.
Al fondo de vegetar nos encontramos esperando
la oda del recuerdo
o rezando en el lustro taciturno
de la infancia.

31
MANZANA CON ALAS

¿Si aquello que imaginamos


rompiera de los sueños la interrogante
y el murmullo de la duda
asintiese la quietud de la desdicha?

Alcanzar
el pedestal de la certeza
viendo las nubes en lo alto
de la dulzura.

Bajando del mármol


los sacros números
es el destino que da que hablar
en la fosa de las penas.

De tanto pensar
me vi manzana con alas
y la gente ansiosa, batallante,
martilla el despido
a una eterna profesión.

¡Vale tanto!

32
JARDINES COLGANTES

Si despierto con el alma en la mano


está bien.
Si me acuesto con la virgen de mis dudas
soy feliz.
Si destierro penas robando alegrías
¿hago mal?
Si cobijo los costados de la herida
¡no hay porqué!
Caminar sereno, escupitajo de hiel, clamor
de las entrañas,
muchas penas, tantos lloros.
En el pasado descubro mañanas
veo la esquina de cada día,
siento profundo dolor agudo,
colores pingües, mancha al calor.
Las mujeres, tanto fin,
los caballos el destrozo;
con labios dulces, pechos de flores,
ojos de duda y temor incierto,
yo me embriago en la voluptuosidad
de los jardines colgantes de la vida.

33
AMORÍO

Amorío
eres la pretérita enseñanza
de un futuro ya presente,
eres la Venus de mi lana en prosa,
turgente me elevo por sobre tus ojos
para besarte de lejos.

Mañana te invito al campo,


te compraré rosas
un poco de espinas
y un collar de perlas,
solamente para despertarme
con alegre susurro,
para que al morir la tarde
yo sepa que existir no es mito.

Oh amorío
al unísono diremos algún día
somos viajeros fríos, callados,
esperamos el hechizo de las voces
encendiendo el eco.

Mujer
¿si como tu ovalada sonrisa de sexo
fuera tu alma?

34
SOY UN PAÍS

Soy un país que busca


la soledad entre la gente
pero cuando estoy solo
añoro la soledad.
Sale el sol y deja un día pálido a la sombra,
consigo murmura un viejo amanecer.
Las chozas del alma
se descubren ante el ruiseñor
que trepida en sus notas mi muerta soledad.
Cuando pase dos días ven a verme,
me encontrarás tumbado en la yerba
rumiando mis sentidos
al marcharse los bueyes con mis ilusiones.
Soy tan solo:
participante de la naturaleza
jardinero de profesión
y por Dios escogido.
¿Amamantado?

35
CANSANCIO CANSADO

Por vigésima vez estoy solo


con mi estortolitis pluriforme
las enaguas al copete
y danzando el cerebro lo tengo en nada.
Ya pasó, ya pasó, dirán seguramente
y se irán, todos se irán.
Y por vigésima primera vez estoy solo
con mi cansancio cansado
y las pestañas remojadas en vino.
Es tontería, por supuesto,
pero afuera pegan.

Voy a escaparme al espacio


en la nave sabandija de un par de suelas;
con una pulsera me iré.

36
II EL CEDRO DE CEMENTO Y OTROS POEMAS
(1981)
UN PRETEXTO PARA ESCRIBIR POESÍA ROMANTICA

No nieva donde yo quisiera en estas calles


a pesar que caminan por aquí las muchachas más indicadas
y que mi alma se va poniendo del color gris lobo
de los abrigos.
Quizás si nevara cesaría de recriminarme
me entretendría viendo caer la nieve
y hasta me inspiraría un poco mejor que en los últimos
tiempos.
No nieva como aquella tarde en Conococha,
en la puna sureste de Ancash, donde nace el río Santa:
amarillentas pampas y montañas verdes en el día,
todo negro en la noche / todo blanco al amanecer.
Pero la sensación es la misma en Lima
no es este el primer día que no tengo dinero y los zapatos
se me acaban.
Acaso si nevara haría más frío
pero tendría un pretexto para escribir poesía
romántica,
la vida sería menos aburrida y declamaría algo así como que
nuestro encuentro sobre la nieve hace al paisaje
una brecha.
El bar, como un naranjo rebelde, nos espera al final
de la calle, encendido.
El invierno ha logrado sumergir en la pobreza a los árboles
mantiene encerrado en su cuartucho mal alumbrado a Beethoven
y, siempre amenazante,
como una vieja portera, nos persigue a zapatazos.
Mi mano ase tu mano, vamos, el paisaje blanco ha sufrido
una derrota,
alguien ha prendido papeles en la calle.
Me alegro tanto de verte contenta
que con unas cuadras más de conversación te pediré ir a mi cuarto.

38
Y así, si nevara, avanzaría de lo más feliz
hablando conmigo mismo y soñando.
Pero no nieva estos días en Lima y ni siquiera llueve
y yo siempre voy escribiendo versos malos:
morir así, un día de estos, debe ser bochornoso
y barato.

39
ME SEPARA DE TI

Me separa de ti
la enmarañada brillantez del bosque;
los pinos, los altos pinos,
las luces de los satélites
y las altas murallas del edificio.

Me separa de ti el invierno
pero tengo que llegar como sea
a abrazarte, porque te amo.

Aguárdame, te tengo que besar.

Luego, que yo sufra las consecuencias


de este dulce extravío.

Mi locura ya no tiene más sentido.

Oh que hermoso cuadro:


la sangre, el cuchillo,
los pinos, los altos pinos,
tu cuerpo, la luz de contragolpe,
la horca y el sabor
de tu boca.

40
POEMA EN UNA CANTINA

Flota entre las botellas un cielo efímero.


El suave humo de cigarro es bruma de montaña.
Y visto desde el fondo de la cantina
–teniendo una secreta pasión por las mesas de madera–
esto puede ser
no una borrachera común o dinero malgastado.
Un paisaje de lagos superpuestos es la imagen física:
el contenido de las botellas a diferentes altitudes
son los lagos.
Y es igual, entonces, haber ido al cine-de-paseo-al campo
o beber.
Siempre ha sido un sueño para mí bogar con un bote
por un lago o una bahía, bogar, bogar.
Pero en mi corazón me fastidia tu rostro astillado
y tus cabellos marrones inmensos que todos contemplan.
Hasta el cantinero que se acerca te ve
en las burbujas de mis ojos.
Flores blancas y amarillas dibuja la espuma por
las riberas.
No es más que una intersección de líneas y recuerdos
al filo de la calle, bajo el verdadero cielo.

41
HOLGANZA

He quebrado
a mi alma no vienen ya
los borrachos con sus alegrías
a pedirme vino.
He sido un mal tabernero,
me he tomado con los amigos
toda mi renta.

El viñador quebró también de melancolía,


se han secado sus vides
y su mujer se ha muerto,
su mujer que era hermosa.

El mundo es ahora una vieja carreta


abandonada en el campo
donde yo duermo;
y la tristeza crece desde el fondo
de mi alma como una vid muerta
cuyos únicos frutos secos son mis ojos
y su sangre, vapor...

42
LA BAILARINA

Con sus cabellos al aire mi amiga la bailarina,


con su cintura que cimbra, la gitana.
Alza más tus polleras, hermana;
suenen aún más alto las guitarras bajo los pacayes,
muéstranos tus piernas blancas, hermosa,
para llenarlas de besos.
Con la frente alta y los brazos largos,
en el cuello la luz del día
y una sarta de serpientes reventando a sus plantas.
Se mueve al compás del viento y sus flautas.
Su cadera es una batería donde toca la tarde.
Aferrado a tus muslos ardientes
subo a tu vientre amargo, serrana.
Déjame alcanzar tu dulce aliento, gitana,
déjame besar tus besos.

43
AMOR Y MUERTE

Tu carne huele a flores delicadas recién sacadas del invernadero.


Enfermiza. Y te levanto. Y un pozo de fuego, a mis pies,
se abre.
Oh cielo nibelungo
ya vienes como una piel de fiera recién degollada.
Oh bosque de gorgonas
ahora desciendo las gradas verdes de la locura.
Pero tú, oh mujer encargada a mi espíritu, no despiertes
de tu fiebre.
He empapado mi camisa de llanto,
que la luz de tu perdón sea sobre mi rostro y de todos
los que aman.
Ah, pero no amanece aún; he aquí que yo soy la noche.
Yo, el que más allá de los primeros pinos empuja tu cuerpo
flotante.

44
ATARDECER

Un pelícano hambriento
a las justas se sostiene de sus alas
agarrándose esforzadamente del vuelo
cruza el humo
que brota puro, blanco.
La chimenea de donde ha sido expulsado
es alta, alta y negra.
Y detrás del barrio, al fondo,
sobre las islas y la bahía,
danzan en ronda chiquillas nubes lilas.

45
PARA VIVIR O MORIR

Para vivir o morir por mucho tiempo


no se necesitan tantas cosas, apenas tres o cuatro bastan:
en primer lugar el aire, luego el suelo para caminar
y por último el sol.
Teniendo sólo esto te ahorras de pagar un camión
a la hora que te vas a mudar
y lo tendrás a la mano todo y en orden
y te sentirás en el mundo como en tu casa.
Pues preferible ser viento antes que hombre,
mar antes que pescador sin embarcación;
y si fueses suelo en vez de matarte caminando
descansarías echado mientras ves crecer en tu pecho
la ciudad.
Es reconfortante poseer por lo menos una camisa
y vivir feliz envuelto en esa bandera de paz.
Otra de las cosas elementales
podría ser un par de buenos zapatos
que no se rompan fácilmente
sobre todo que tú los quieras
y un par de zapatos te bastará para llegar
a la libertad.
Y una ciudad donde establecerse hace falta
y cuidarla cuando, luego de buscar tanto, se la consigue
y llevarla constantemente, como una llave en el bolsillo,
que nos va a abrir la puerta a la luz
a la hora de morir.
Creo que sería suficiente tres o cuatro cosas para vivir:
tu trabajo, tu familia, tu clase
y el nombre de una mujer como una flor que crece
entre los ojos
y su sonrisa como un ave presta a volar desde el corazón.
Aparte de eso es útil tener patria y amigos
un longplay de Víctor Jara,

46
Yo,
Tú,
el Perú,
¿para qué más?
Deja que tu bote se vaya, ya no nos sirve,
hemos encontrado una patria, vamos a dejar de navegar.
Una patria es tan indispensable y diario
como tener un duradero pantalón o un pan.

47
TOCA GUITARRA

Toca guitarra
en la desembocadura de un río
para que te oigan los ribereños
y te quieran
y así tu guitarra sea probada
en la vida y en el canto
y pueda tocar sola cuando te ausentes.
Busca la desembocadura de un río
y ven con tu guitarra
ahí verás si tu voz vale, si tu guitarra suena,
si estás bien, si estás sano,
y lo único que te falta, cantor,
es echarte a recorrer la patria.
Y no esperes a nadie para tocar,
toca solo;
fíjate que es tu prueba
y lo que hagas lo sabrán
las aves, el río y las arenas
del mar donde desemboca.
Pero si tocas, si puedes tocar
ahí donde la muerte canta,
ven y búscame, pues vales
y es necesario que alguien con más experiencia que tú
la cascada te enseñe a tocar
ahí donde la vida calla
y el grito de un río desembocando al mar
no es nada.

48
VERSOS DE VICTORIA

Frente a la costa
el mar está agitado
hay violencia en las aguas
y belleza.
Las olas pequeñas
se resisten a morir
y regresan de la playa a enfrentar
a las grandes olas.
La marejada tumultuante es espléndida.
Ahí donde chocan las fuerzas
salta la blanca espuma
y las gotas del licor salado
endulzan el aire iluminado
con filudo sabor a cuchillos.
Hoy las embarcaciones no salen
temerosas de zozobrar
siguen amarradas
cerca al muelle Gildemeister.
Solo el viento furioso
hace lo que quiere con el agua
pues él hegemoniza.
Contagiado de júbilo el sol, en el atardecer,
grita emocionado
como un hincha fanático
en las tribunas del estadio.
Su voz cuartea el cielo
propiciando la caída
de cataratas de humo rojo, verde y blanco.
Hay una polvareda crepuscular
de los mil diablos al oeste
sobre la arena oceánica
donde parece que pelearan dos fuerzas
que se odian a muerte.
Yo pesco en este audaz mar
versos de victoria.

49
HACIA CHIMBOTE

En el muelle del nerviosismo espero mi barco.


Las mujeres frágiles me ven partir y no repercuten.
La ciudad del alcohol sabe que pierde su mejor cliente
y tampoco me retiene...
Ah, sólo pienso en mi escritorio abandonado
en mi roja choza oculta entre árboles y flores silvestres.
Sobre la gastada mesa de madera, donde comíamos y escribíamos
y en torno a la cual se reunían los camaradas,
solían tenderse también las más hermosas y delgadas musas
a regalarme sus cuerpos como joyas por mi rudo
y sacrificado trabajo...
Ahí viene la cargazón de nubes.
El humo frívolo de mi corazón se agita.
Ah, Lima, el poeta que se ha quedado sin un sol
se larga.
El bote-estrato lo lleva del puerto a su barco construido
de cúmulos y nimbos...
Empujado por fuerte viento guinda solar
sobre la marejada de la noche cada vez más alta,
el hombre humo navega disolviéndose.
Siento que cada minuto me quedo con menos vida.
Veo claramente que estoy entrando al territorio de la muerte.
Pero lo que me da valor en la travesía,
por estas alturas escarpadas del continente,
es pensar que a la puerta de un nuevo país remodelado
de luz y cantos
he de encontrar un muelle subido al cual dejaré partir
el sueño que me ha traído
que se irá para atrás en el tiempo,
como un poema que al final retorna hasta la primera letra,
por las mismas venas, por el mismo cauce,
y yo empezaré una nueva vida dirigiéndome
al corazón de las fábricas y su humo.

50
VISIÓN DE FE

Visión de fe en la colina
donde una mujer espera de pie
la turbonada del horizonte.
Arrecia el viento y el agua contra su rostro
y el lodo traba mis pasos
que voy buscándola;
he dejado mi bicicleta abajo,
al lado del río, y subo para gritarle
que aquello fue obra de la cerveza
y no de la verdad;
acercarme y oler su pelo y sus pómulos.
Pero la apaciguada y hermosa mujer acrisolada
no voltea a verme,
no extiende a mí su mirada,
que podría servirme como soga
amarrada arriba en los sauces.
Y yo intento correr, pero resbalo y ruedo
y me entierro en el fango.
Y de nuevo corro, así sucesivamente,
sin avanzar mucho
mordisqueado como voy,
tirado de las canillas y la ropa
por los perros de los relámpagos.
Esa mujer es la libertad y yo algún día
he de alcanzarla;
mi alma o mi cuerpo llegará
a la cima del monte mayor
donde en una visión de dolor y fe
los ojos de esa dichosa,
en el umbral de la noche y el día,
alumbran como un faro el valle negro.

51
LUNA Y ESCOMBROS

La luna vieja alumbra a media caña


la bahía.
El mundo es un desierto,
nadie canta.
Sin necesidad de poetas ni pescadores
la balada de la luna sangra
sus últimas gotas de sangre
sobre nosotros.
Cielo, bandera de llanto;
monte, patria de luto.
Muchacha, baja la cabeza
mientras cae el paisaje.
Pero no te vayas,
cómo estaría si me dejas solo;
apriétate a mi pecho
ahora que no hay viento
ni mar,
huyen los fuegos artificiales
del crepúsculo
y los muelles abandonados
crispan sus fierros,
doblan sus canillas sus columnas
y desesperados se arrancan las algas
los cabellos.

52
EL CEDRO DE CEMENTO

El cedro se ha desilusionado
de la suave luz matinal
que al bosque metálico ingresa
por pequeñas rendijas
y llama ¡Venados!
Y se va frenético
por el sendero de la tempestad
con su morral lleno de lilas.

¡Venados!
Y yo apuro a mis hermanos menores
para correr tras el caballo rojo
a conocer los astilleros de la canción.

Así declaman las compañeras de los grupos de arte:


La revolución madurará en mí el amor,
las luchas populares me harán más bella,
las balas abrirán mis blancos senos
para que beban fuego mis hijos...
Eugenia, la componente del coro,
tiene cierta semejanza con su madre,
con su abuelo.

La trompeta callejera arengó ¡Peces!


(se refería seguramente a
las trenzas negras de las heroínas)
sobre una muchedumbre que se llenaba de más gente
viéndome obligado a ordenar batallones,
alineando un poco por una abertura de la plaza
hacia los andes,
por otra hacia el mar
y la mayoría avanzando en perspectiva hacia el cielo,
asustando a los policías que se empequeñecían

53
con sus tanquetas en el inmenso y corredizo
asfalto.

Y los niños respondieron inmediatamente:


¡Si, si cedro volador, nos vamos contigo
a pesar de ser pequeños;
el único triste no eres tú!

De manera que al hacer leña, la tempestad,


de los montes y mares,
solo queda de pie sobre la tierra el cedro de cemento
y abrazados a su ancho tronco y entre sus hojas
sus aliados los colibrís.

54
DOS AVES

Dos nubes blancas y eufóricas de verano


son, en la mañana, al este, sobre la cordillera,
dos aves gigantescas que pelean
por apoderarse de la larga bandera azul.
Quién es quién, no sé; las dos son blancas y rabiosas.
La que gane propagará su triunfo, se identificará
y dirá a los hombres su misión.
La que pierda ennegrecerá el cielo y lloverá en Huaraz.
La ave vencedora, rojiza, volará hacia acá
con su pico alzado en festejo de luz.

55
UN BUQUE DE GUERRA EN LA BAHÍA

A un lado, el muelle y un ramo de lanchas


dispersas por el agua.
Al otro, el paisaje industrial prolongándose al mar.
Detrás mío, la ciudad;
los autos rodando nublados por la avenida
Enrique Meiggs.
Se deduce también por su peculiar ruido
las fábricas pesqueras, el humo de las chimeneas
en el cielo
y el mítico mar está triste y sospechoso
entre la corta inmensidad de la bahía y yo.
Yo lo contemplo parado en las piedras rompeolas,
frente a la isla Ferrol
y pienso que no es, en invierno, concreta la línea
que separa el cielo blanco / del blanco mar.
Sólo un bulto negro en la boca del océano,
un buque de guerra de la marina peruana,
que ha venido a reprimir a los huelguistas
(la infantería desembarca en la Capitanía...)
grita su armada presencia con salvas
de juventud fascista y sucio fusil.

56
POEMA AL TRABAJO

Los volquetes que transportan el pescado


de los muelles a las fábricas
tienen, en la discusión del arte, la razón
pues van regando sangre por la tierra y la pista
y en su lento y sudoroso caminar
hay belleza.
Será que vienen de los muelles
será que descargan en las fábricas,
pero al unir una cosa con otra
escriben en su recorrido un fresco poema.
Los pescadores trajeron llenas
las bodegas de las lanchas
y los volquetes lo llevan a las pozas de las plantas.
Los calderos esperan impacientes
listos para funcionar,
en el portón se agolpan los eventuales
que quieren trabajar,
los estables están en sus puestos ya.
¡Ya llega el pescado!, gritan
y aparecen, doblándose a los costados,
con las tolvas repletas
los señores volquetes.
A las pocas horas cantará el humo sobre la ciudad,
será un poema completo la producción:
pescadores, volqueteros,
obreros conserveros lo han hecho
poniendo las manos en las máquinas.
Es el trabajo
es el proletariado
son los peces
es el mar.
Los volquetes conocen a todos
pues ellos van de aquí para allá
constantemente,
de los muelles a las fábricas
por el corazón de Chimbote industrial.

57
ISTMO VIOLENTO

Varias bahías movedizas


que cambian de lugar
unas con otras,
trocándose barcos y muelles
en permanente acción,
se cruzan en un punto una zona
donde revientan
olas energúmenas,
donde no es posible más que reír
o gritar si estás solo,
abrazar y besar
si estás acompañado
o morir si eres un soldado
esperando que pasen los de tu grupo
a este lado inmortal.
Este punto es un istmo violento,
desierto y humano;
aquí se inmolan los caballos,
se abren el pecho los faros
y las muchachas más tristes lo buscan
para llorar
pues es fama que aquí es la tumba
de los aviones.
Y como es lejano,
viejos pescadores lo divisan farol rojo,
puerto perdido, esperándonos
en el fondo del mar,
en el fondo del hombre y el cielo.

58
KATERPILA

Cuando tose el mundo


las rodillas se hincan presurosas
tiemblan los poderosos
y la moral descubre sus velos de prostituta
en medio de tan vasta revolución.

Cuando tose la muerte


los faros se callan. Y los grillos.
Y hasta los hombres
apuntan el látigo más severo
el alma más débil.

Cuando tosen los hombres


la muerte se apresta distinguida con hoces
y entre sauces de sangre
abre la batalla.

Cuando tose el mundo


tosen todos los hombres al unísono
y los pueblos son el coro
y aquel no viene a ser sino el eco.

Cuando tose la muerte


el tonto despierta, la lluvia se encoge
y el vientre.
Y se escucha lúgubre
el eco triste y revuelto
como una sincera contestación de los hombres.

59
CONFLAGRACIÓN

Un hombre se pone de rodillas


y otro se para en sus lomos. Son varios
en este camino. La pirámide humana
es inmensa. El más joven soporta
pudiendo gritar y el de lentes
trepa a cuestas.

Los hombres viven y el nivel de existencia


no se consuela con flores
y la espuma es ridícula
en esta falta de pan y trabajo.

Un hombre se pone de rodillas...


el joven grita...
y la pirámide humana encuentra el derrumbe
en medio de una lluvia de cantos y de coces.

60
LAS COLUMNAS

Todo albañil sabe que las casas sólidas


están sostenidas por columnas.
Las nubes, para sentirse seguras,
hacen su residencia en la cima de las montañas.
La vida tranquila de los peces se basa
en que el mar ha encontrado un lugar inamovible
entre las fosas.
Una canción tiene por columna
una emoción genuina.
Y el hombre está de pie
apoyado en un par de poderosas piernas.
Para no desmoronarme fácilmente
levanto día y noche mis columnas filosóficas.

61
HUMO SIDERÚRGICO 1

Bello como estatua de la guerra,


anaranjado puro como blancos son los andes
y azul refulgente el beso,
el humo ferroso de SIDERPERÚ se eleva hasta
la luna
y los aviones
y luego se arquea, manos, flechas y se esparce
revienta en una explosión de plumas, pájaros
y sueños.
Lento y pesado como un tráiler veloz irrumpe,
ahí va mi bandera anhelada, mi ejército de águilas.
Contra él nada pueden el viento
no lo mueven los tractores
no lo cortan las espadas.
¿Has contemplado la fábrica siderúrgica, su fuego,
sus enredaderas subiendo por el pecho de la patria?
–Sí, lo he hecho desde el monte “2 de Junio”,
desde mi alma...
Oh alazán rojo, canto marxista, baja y pisa
a los burgueses,
dirígenos por la llanura,
llévame sobre tu pelo!

62
HUMO SIDERÚRGICO 2

Horrorizada la lava de sí misma


al ver las formas de sus ropas de lodo rosado
en el agua fría y celeste de los estanques laterales
se retuerce en volutas de humo
deseando desprenderse del estruendo.
Lo que le parece peor es no ser hija sencilla
de volcán terrestre,
que le permitiría caer pronto, luego
de haberse arqueado tanto,
sobre la maqueta de ciudad,
el conjunto arquitectónico ahí abajo,
que da ganas de arrasar con las manos.
Expresión radicalmente pura
de fábrica siderúrgica;
mientras los obreros producen
las partes del mundo,
el contenido estético del proceso
de estar levantando las manos cargadas
de herramientas,
dejándolas caer con amor sobre la materia,
se separa del hombre
y haciéndose arte, bajo la forma de humo,
sube por los desfiladeros del norte
regando agua sangrienta
para que crezcan los álamos
en cada andén de la atmósfera!

63
LUNA

Luna, orquídea de humo


que remas sobre el dorso azul de un pez,
ven hecha una mujer
con el pelo desenvuelto
para el guardián del corralón.
Hace tanto frio,
baja del poste y abriga
venenosa luz, en vez de matar.
Fruta nocturna serías
con la pulpa ardiente de calor,
seno de los amorosos kilovatios,
vuelo bajo, humo de bufanda
tráele al guardián.
Hazlo por la riqueza acumulada
en los sacos que custodia.
Se merece, musa, que dejes de mimar
a los epilépticos perros callejeros
y lo vengas a acompañar.
Oh sí, pordiosera de los neones,
fuma a su lado del mismo pitillo
hasta que al amanecer venga a relevarlo
el otro guardián.
Mujeres en llamas salen a volar
en las noches,
jala de una vez a una,
eucalipto invernal.
O incendia ese corralón de harina
pero no quiero verte,
pisando pólvora de pescado,
tiritando así...!

64
MITIN NOCTURNO

Áureo y táctico el fervor de los tablones ocupa


su puesto flotando el peso del orador y su comitiva,
expande una fuerza global de sangre dorada
media luna a la redonda, hacia mí.

De lejos, el mitin se ve como un cuadro de Goya:


la luz dispara ráfagas de cromo blanco
sobre la compacta y oscura muchedumbre
y el pecho mortuorio de los activistas con sus celestes
camisas de neón.

De cerca, el calor de la pasión social nos abraza


y es como brindar un vino de hermandad
corear consignas de júbilo por las banderolas
rasgadas de viejas cortinas del teatro vacío,
que flamean con el nombre del Partido
que sabe a leyenda.

Los oradores –pescadores y siderúrgicos–


arengan a la masa, cada uno a su turno establecido,
con una suspicacia de orden galáctico.
Toman el reluciente micrófono y chilla primero
en el cielo una estrella
hasta que se afina el sonido estelar y la palabra.
Nos hablan de fechas y sucesos
como si la historia fuera una sola-larga-interminable-marcha
a la victoria o el desencanto.

Advierten de la insólita muerte del mar


el despojo de nuestros bienes por gente misteriosa:
la grama –dicen– invadirá las instalaciones desérticas,
las poleas bajarán sin luz
y ya no contemplaremos absortos la fogata mundial

65
de la siderúrgica.
Todo eso oh aire ígneo del tabladillo,
oh ropas oscuras de la gente apartando en secreto
el sitio de las sombras.

Y al final del mitin sólo quedan las cenizas


de un incendio de reflectores en la noche,
los activistas se llevan los tablones al hombro
y queda en silencio la plaza,
para que un Bach socialista toque una misa técnica
en los tubos metálicos de la fábrica abandonada.

66
SOLO EL PUERTO LO SABE

El mar tiene un pacto secreto con los violines,


sólo el puerto lo sabe, sólo la noche lo sabe
y el corazón del hombre lo sabe, pero el hombre no.
Por eso viene al malecón
y sube a las piedras con un gran presentimiento.
Los vientos se arrebatan al verlo solo en la playa.
Oscuros pájaros toman vuelo desde los mástiles.
Y ve la bocana: en su lengua siente la carrera
de las bolicheras por el agua salada.
Rocas como lobos marinos nadan a un lado,
apártanse de las ondas, temerosas de ser destrozadas
por las hélices.
A bordo de una tarde de 250 toneladas
zarpa el cielo marrón en el crepúsculo.
Los violines tocan esto: la faena de pesca, el embarque.
Y su música es como una tormenta interna.
Las aves negras del crepúsculo terminan de evacuar el oeste,
en dirección a los bosques de arena.
Entonces el mar ofuscado se alza con prepotencia.
Las altas y rojas olas,
por saber lo que pactó la música con el dolor,
bajan sin espuma cada vez más hondo,
de abajo agarran su fuerza para elevarse y ser
un chasquido fuerte de silencio, un canto,
una injuria para los nubarrones.
El viento desordena el vestido negro de la bailarina
muerta que es la noche.
Del cielo morado caen ramos de flores secas.
Y el pelícano que tardó demasiado empieza a retroceder,
a volar para atrás, jalado por el imán del desastre.

Su aleteo desesperado de escape entra a formar parte


de las nubes que por mí sufren, gritan y suenan.

67
Por sobre este mar en llamas tocan los violines.
Las broncas cuerdas trémulas de mis venas tiritan de frío
y me abrazo a los lirios volantes del faro
cuando bajan las altas y pesadas olas a agarrar llanto
desde lo más hondo de uno.

68
PANES Y PESCADOS

Ahí donde antiguos jirones se interseccionan


en la caótica avenida nocturna
y oxidados clavos sujetan a las paredes
las tablas con el nombre de cada calle, de cada rumbo.
Ahí donde un cansado alcalde, junto con personajes históricos,
se detuvo al pasear y así quedó en la tradición:
el tiempo ha labrado su madera y el aire lo endureció metal.
Ahí la noche levanta un semáforo,
las dos calles más importantes paradas en cruz.
Es el ensayo de una ópera donde participa todo el pueblo
y un joven y fuerte alcatraz hace de Jesús.
Poleas y nubes lo suben de las alas
y los autos al pasar graban –lienzo– con sus luces
el rostro ensangrentado de Aquél que mira el mar
y los vientos lo flagelan y le pintan en la rodilla
llagas a pincel.
Y mira, ladeando la cabeza, el puente Gálvez y la balacera
y su tórax se arquea por la rabia de estar atado
con sogas de muelle y sonantes cadenas de áncora.
Delgados metales son sus costillas
que no resisten la presión de su corazón.
El silencio engorda en la flacura de su cadera moreteada
y por el dolor y por el Arte, vapores de gasolina
de un grifo al lado –como sobre su caballo un centurión–
le hincan en la sien con luz azul,
le arrancan del pecho una franja de grito con un arpón.
Entonces Él llora al ver que sus enemigos le suplican traición.
Y por el capitalismo da lágrimas de sangre
y por el balcón del APRA da lágrimas de agua
o acaso ese charco a sus pies un perro lo orinó.

(Perros no faltan para hacer los papeles menores).


Y que bellos botines blancos

69
se han puesto las amorosas prostitutas para pasear.
Y los griferos, que juegan a los dados, las silban
y las llaman: hermanas, vengan.
Y una canción envuelta en humo de pescado
sale por la puerta del bar El Puerto y opina:
“hasta las sábanas sucias pueden ser regadas
con flores para amar”.
Pero ellas miran Oh el Semáforo en Víspera
y tímidas esperan que se detenga el río de brea para cruzar.
Pero la más buena y blasfema de todas contempla a Jesús
en el Monte de las Inspiraciones
–o árbol que viaja en un bote de locos–
herido por relámpagos de largo alcance
–o faros de camiones cargando harina de pescado–
y grita en la noche horrenda:
“Cualquiera de nosotras te amaría con gusto...
pero antes habría que lavarte de las torturas
en una tina de alcohol”.
Y se retira riendo y llorando al Valle de Chimeneas
–o zona industrial–
y a los guardianes de los portones que la solicitan
hace como que no quiere: ay no, ay no...
Y las masas vagas merodean por los alrededores
del Mercado Modelo
deteniéndose en un puesto de aves para preguntar
el precio de alguna codorniz barata y comprar.
Sin darse cuenta, llegan a la avenida nocturna,
donde las olas de la Historia chocan estrepitosamente
y se revuelven con mucha espuma
mientras rostros de mujeres, detrás de las lunas de los autos,
miran con ansiedad.

Y cerca del semáforo y la gasolinera aérea


–en la esquina terrestre, a lado de la fila
de colectivos funerarios para el burdel–
los vendedores de panes y pescados ofertan sus mercancías

70
y no hay luz eléctrica aquí
cada quien alumbra su negocio con velas,
raras tinieblas en que luces son los ojos y el corazón,
láctea lumbre a la intemperie que se prende de frío
y se apaga de calor.
Cantoras bujías huidizas cuando paso haciendo del actor
que debe llegar al umbral de la bahía
y ante las estrellas del cielo abjurar.
Y aquí como en un cuadro de Murillo trágico,
un niño rubio y descalzo ofrece una sarta de jureles
de opaco verdiazul,
por diez libras lo que cutreó.
Vedlo oh altas ventanas, anopheles amarillos de los edificios
y arrepiéntanse si tienen pudor.
Pero cada mañana el hombre del semáforo amanece
más pálido y blanco
con el pecho de nieve de un alcatraz degollado
y nadie le alcanza un pan o un pescado frito
o una taza de café.
Ni el alcalde ni el obispo, ni el empresario ni el trabajador;
apenas una mujer desconocida una vez al día
agua dulce le da de beber,
empapado en un guaipe de taller sí, en cáliz de misa no.

71
FUNERAL

Albañil, hábil de manos y de mirada exacta,


dinos lo que soñaste una tarde cuando asentabas ladrillos
en las terrazas más altas.
Vérsanoslo oh escultor empírico
a ver si deducimos secretos de los episodios simbólicos
que manejas en vasto repertorio.
Porque los que trabajan en las torres,
cerca de los jardines de las afueras, nos dicen que tú
viste la ciudad tranquila rodeada de improviso
por una tormenta de arena.
–Es cierto, tornero de la fábrica, de espíritu inquieto,
el viento desató las rosas del jardín
que hicieron su propio columpio
y se propagaron por el cielo a la redonda como nubes rojas.
–Pues es raro... fíjate que anoche
el tuberculoso del callejón murió, el metafísico
que se miraba en el universo como en su espejo.
–¿Así que el que custodiaba, en su corazón, la canción
triste de todos, murió?
–En efecto, el tornero, despertándose a sus gemidos
lo asistió, estuvo a su lado hasta el último momento,
cuando corrió a contar la horrible noticia.
–¡Miren, oh moradores, lo que ha pasado –iba diciendo.
También se lo refirió al obrero de las terrazas,
de ojos de águila, quien a su vez le contó un sueño.
No supo contenerse y lloró asimismo
abundantemente, al oír la noticia.
Y estaba bien puesto que para eso el hombre
tiene pecho y ojos.

–Sin embargo, no te desanimes, le dijo el tornero,


experto en circunferencias,

72
al ver que el otro podía pensar que acaso había tejido
una guirnalda con el antelado propósito de asesinarlo.
Sigue soñando, no sé qué querrás encontrar tú
pero nos será útil a todos...
Y se fue, antes de la hora, en la grasienta madrugada, al trabajo.
Porque, en cuanto a los cirios lúgubres,
había pensado hacer en el torno una paloma de cuello delicado
para venir por la noche a regalárselo.
Y al soldador le iba a decir que lleve su triste libro de luz
para que lea algo de ahí.
Entonces aquel, a la hora convenida,
abrió en la página sombría y ahí estaba la historia
que les hizo recordar la vida a todos
y lloraron, de una manera ilimitada,
como una tormenta de arena.
Calmándose, conversaban en voz baja,
como se estila en las salas aromadas de verde
por un cadáver, en grupos y por parejas.
Sucedía que una mujer hablaba
de asuntos profundos con un niño,
o un anciano de barba, sombrero y bastón,
con otro viejo idéntico.
Jóvenes larguiruchos, de ojos melancólicos,
alternaban con muchachas salvadas.
Y en un rincón de la sala blanca
que la floja luz de una vela ennegrecía,
hombres mayores,
acodados a una mesa de cantina de puerto,
discutían de política, jugaban a los naipes,
fumaban tabaco crudo
y pisco de Moro tomaban.

73
HELIOGRAFÍA

Y el sol no es nombrado
pero su pujanza está entre nosotros.
Saint-John Perse.

Arenales del sur, trampa para los leones ebrios


del amanecer.
Cuadro Op Art de Víctor Vasarely,
bello o difícil, xilófono gigante, ahogado y aflorando,
abriendo sus ojos dulces, abismales,
sus huecos giratorios de nueva luz.

El día: puente entre los tatuajes hecho con los pies


en la tierra movediza de las alabanzas
y los dos remolinos de fuego en el agua
que es tu mirada de mujer
música, tu lenguaje.

Tono oculto en cada cosa, en el acero y la flor,


si es que hay primavera en los huesos
oh bella ilusión que pasas y no te consigno
en el aspecto de mis ropas, ocupado como estoy leyendo
la escritura solar que se filtra
por la estera y deposita en el suel o de mi rancho.

Vórtices, vórtices diviso desde un rojo galeón


mientras tú en el cuarto en penumbras
lees muy concentrado
un tomo de Carlos Marx.

Y el sol es un pecho transparente que pasa


e inscribe en la arena muerta
besos en un idioma de círculos,
todos blancos sobre noche

74
así unos suenen con otro matiz.

Pozos de vida o flores reventando en letras


para ciego, si toca las placas de metal azuloide.
Algo me quiere decir el sol intruso.
¿Por qué interrumpes mis meditaciones, oh halo viejo?
Pero si la tierra es un libro, lo leeré.
¿Dónde estaría la piel ortográfica más viva?
Y el agua del lavatorio me refresca
mientras unos ojos al fondo me hacen recordar mi mal.

Oh vida, vida, vida, negra vida


en este Valle de Chimeneas!
Pero mira: sobre los cerros la de Celeste está saltando
con Alba,
la atmósfera se aclara y la niebla tira al bosque.

Y mientras alguien muy puro estudia


en la habitación incólume
una obra iluminada
siento frío en el radio zurdo
y en las venas de los brazos arde ahora el mensaje
que traerá vida inoculando gota a gota en mí
toda muerte.

Veo las imágenes del triunfo de un ejército


aún no formado y tiemblo de viento,
nieve me palpita en el calor de las sienes
y sufro y sudo por experimentar el futuro
en mis muelas careadas
castañeteando.

Y la voz de la ideología, la voz del sol,


la voz de la humanidad:
“Sal hombre a la calle
tú, pobre entre los pobres, con heridas frescas,

75
serás mi heliógrafo,
mi arco iris desnudándote,
deja tus ropas en el umbral de la bahía
y yo te haré brillar de pureza
como una espada nueva...”.

Matinalmente cuando al trabajo salgo


veo al sol romper las nubes para llegar
con sus cilindros de luz
hasta aquí.
Al valle y al desierto, al mar y al bosque,
a la meseta y al lago,
cae el sol, el tiempo imborrable y sus palabras.

En absoluto distinto es cada día:


silenciosos relámpagos azules, suaves y continuos,
llueven diariamente,
desprendiendo ráfagas cantadas o haces de gloria
para la casa del redactor,
la blanca gladiola de su sien,
su tinta y su libro.

De modo que así el mundo es bello minuto a minuto.

Y de las escrituras materiales


tres son las claves de toda música interna.
Nos dijiste, xilógrafo, que a una se podría denominar “Vida”,
a otra “Muerte”, a otra “Hombres”.
Porque, en respuesta a las alabanzas
que murmura el agitado Cosmos,
las obras de los trabajadores se alzan por la historia
como discos de aserradero en el aire
¿qué sistema podría ejercer su dominación
sobre clase tan aguerrida y organizada
poderosa en número, altitud y fuerza?

76
A quiénes el pueblo respalda,
pues cuando decimos “Lucha de clases” (vida-muerte)
nos estamos refiriendo a los enfrentamientos entre
los trabajadores y la burguesía;
detrás de estos dos sectores se coloca el resto del mundo.
Y en el caso de una ciudad, cuando hablamos de “Ciudadano”, si ella
es básicamente obrera,
todo habitante que la ame, sea cual sea su profesión
se convierte en “Ciudadano Obrero”.

Mira entonces a los que tienes que sumarte:


a los siderúrgicos, obreros mitológicos del hierro;
a los de SIMA Astilleros, constructores de barcos;
a los soldadores que unen las alas al lomo
de los pájaros de luz que se sueltan a vivir
de sus manos purificadoras;
al enjambre de albañiles y peones empecinándose
en levantar edificios-tótems,
a los que el viento ya les echó ojo y se encargará
no bien queden listos, de derrumbar;
a los torneros, renombrados artífices de joyas de acero;
a los célebres obreros portuarios
estibadores hercúleos de quienes se enamoran las mujeres
más hermosas.
Y dejando nombres para otros poemas,
a los pescadores de las especies más finas y comestibles
que tiene el mar, perseguidores de crepúsculos
a bordo de bolicheras negras.
Están también los artistas populares, los poetas
conocidos en las salas de los sindicatos
por su devoción a la causa.
Entre ellos vivo yo a la intemperie, al aire libre,
el sol broncea mi rostro
y me alimenta.
En la madrugada friísima me levanto
antes que amanezca

77
y aún en la oscuridad camino por el libro
y las playas,
reflexionando, captando el puerto
en sus visiones más puras
tratando de hallar sus enganches
con el concepto universal.

Las primeras aguas del alba ploma me hallan


–oh trabajadores fortalecidos en las fábricas
para la inminente guerra–
mientras levantan vuelo en mi delante las gaviotas.

Y a medida que subo al barrio de fábricas,


veo riachuelos de humo blanco y negro arquearse al este
las notas amargas del chimeneofón mañanero.
Y la pintura del sol, pura energía, baja en bolas comestibles
hasta una altura bien escogida
en distintos puntos del cielo volumen.
¡Sol oxidado otoñal de mi infancia, haciéndome recordar
un himno con tubos!

Cuando en otoño el fierro se oxida el sol suena


con melancolía sus crónicas en los tubos del depósito.
Vientos de hielo soplan su sabor oro
en la ruma de lanzas de luz o bayonetas quebradas.
Tal circuló el mercurio en las venas
el aceite de pescado por las tuberías, el fuego,
el agua y el petróleo.

Tubos cortados del largo de una pierna o un brazo;


viejos, sangrantes, chatarra
donde sólo el acetileno florea.
Y el aire que goza en la entrada de los túneles
sopla por la boca de un huaco moderno,
como chupar una fruta.

78
Sitios en silencio al fondo esperando la nota
y al otro lado la canción vuelve a salir como humo
en otoño al sol del valle nevado
en verano hacia las casas de ideas
en las nubes driles.

Elegantes nubes driles


moviéndose de aquí para allá al interior de la fábrica:
sin que lo sepan bien tienen el gusto de asistir a diario
a conciertos sin precedencia;
cantos que forman sus batallones de coros
y los sikuris tocando
con los ojos tan tristes el soldador
y en la terraza el violinista, el quenista melancólico,
y el tambor callado.
La producción con su enredadera de tubos
como una ópera fabril.

Música marrón, técnica y clásica, culta y popular.


Por el obrero norteamericano o del Japón
de quienes mis manos tocan su piel
y su voz nostálgica a flor del acero,
en la llave francesa o inglesa,
en la máquina que no es solamente una máquina.
Entretanto, las calles son atravesadas
por los carros del polvo.
Y los ladrones de caballos cruzan en su escapatoria
frescos riachuelos no muy hondos allá en los sueños
y los contrabandistas de flores, en la sierra engalanada
te buscan siempre, vete con ellos
a los valles pueden ir.
Jamás pienses que volverá la brisa al desierto
donde la sed me hizo un espejismo.

Pero sol, has caído demasiado últimamente


y nadie ha recogido en sacos el polvo floral acumulado

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encima de los objetos.
Has pelado las paredes descoloridas del pueblo
y detrás del tarrajeo eres un plano grito rojo,
una voz en torbellinos, cantares para la alegría de otro país.

¡Vórtices!
Fueron en la mañana invernal e incendiaron
las oficinas del Estado.
Porque “...aquellos que yacieron desnudos en la inmensa estación
se levantan en masa sobre la tierra.
¡Se levantan en masa y gritan que este mundo es insano!”.

Un día también Arquímedes


corría por la ciudad de Siracusa
arrastrando su túnica mojada, gritando
“¡Lo he hallado! ¡Lo he hallado!”.
Lo mismo siento ahora y no tengo a mi lado
a quién decírselo.
Entonces me fijo en el Árbol-Idioma,
que está ahí para el que quiera echar mano a sus frutos.

“El tranvía va en la noche corriendo hacia una ciudad


iluminada...”, o prosa, o lectura,
rumores de música aún no vibrada, abstracta, no concreta.

Y como soy de la Escuela Concreta


tenía un profesor muy sabio que solía decirme:
sé objetivo, dale a tus palabras bordes definidos,
como los tonos con que el xilófono
menciona cada exacta cosa,
así como el mimeógrafo va botando desde sus entrañas
estos papeles: tatuaje, tatuaje, tatuaje.

Amor, vellocino de oro, fantasía fabril, mística,


melena del aleonado sauce, río que pasaba cerca,

80
mujer, convergencia de todo
en el hombre que va cambiando minuto a minuto;
conocimiento del interior de la casa devastada
para salir en la noche a la ciudad ígnea.

81
VALLE DE CHIMENEAS

Vengo de caminar entre los árboles, el viento de los rodajes


y el humo.
Había reencauchadoras abiertas, hombres cambiando
las llantas
a los camiones de ruta hasta el amanecer.
La Iglesia Virgen de la Puerta proyectaba su sombra geométrica
al mundo.
Y vi al chalanero, que tiene el encargo de pasar a la gente
a lo ancho de la calle, de una acera a la otra, a la ribera
de los cazadores,
pero que iba y venía en la bamboleante oscuridad
con su chalana vacía, sin pasar a nadie,
remando únicamente por cumplir su jornada impuesta,
su siglo de pensar en las corrientes.
Y esto era así porque al frente había fiesta, lumbre,
los bailadores se vaciaban tibias damajuanas de licor
a los buches,
festejando la caída de decenas de palomas.
En cambio aquí llovía sobre el bosque de máquinas
semidesnudas,
los alargados adobes de las paredes turbulentas
se desmoronaban,
tiritaban de frío los postes mientras el agua golpeante caía
sobre las capotas de los carros estacionados fuera
de sus garajes.
Y todavía sin ti,
imagínate como me sentía sin ti atravesando la invernal
hambruna.
Por eso los transeúntes, de ropas teñidas de rojo al andar
por las luces traseras de un Datsun,
temíamos embarcarnos y cruzar
el río nocturno de púas, fuego y aguas negras,

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pues nos reconocerían de inmediato al llegar
por los ojos insignificantes que llevamos
y nos arrojarían de la plataforma al agua,
de espaldas, al fondo, a la más desesperada traición.

¡Qué desilusión para más ruin confesarlo ante tus ojos


callados,
despintando con lágrimas mi máscara de mimo!
Y si no existieses, estar preso entre las cuatro celdas de la urbe:
las casas, la perspectiva, el cielo y uno mismo,
y en un instante dado entrar en un colectivo hacia la furtividad
y en el prado de los deshechos besar la primera flor
que encuentre, por vulgar que sea, solo porque tenga un tallo
y pétalos
una forma y un significado,
un símbolo oriundo de la desfachatez.

Pero no quise sustituir la verdad con las dudas o las promesas,


en cualquiera de sus apariciones,
y opté por la margen oeste de la avenida Pardo,
ancha como el río Santa y larga,
caudalosa, curva de los letreros abajo.

Canciones fabriles a lo lejos propusieron a mi corazón esperanza.


En Chevrolets viejos los estudiantes de nocturna iban a recibir
sus clases al burdel Tres Cabezas,
haciéndome recordar los libros de agua, el curso de Metafísica
Crítica,
los charcos, los totorales, el poema Natalia, de José Cerna,
la blanca arena de los montes bañados de leche por la luna.
Y, amparándose en las sombras que proyectaba la Iglesia
Virgen de la Puerta,
homosexuales sonreían sin dejar de caminar miré el cielo
iluminado a porrazos celestes por las factorías,
los soldadores reparando hélices de barcos, los torneros
haciendo obras víctordelfinescas con las piezas de los motores;

83
ingresando después de varios sueños
(en los que tu rostro de prima hermana de la musa de la técnica,
ardiéndome como un desierto en el pecho se ha interpolado
varias veces
hirientemente en mi vida)
a la avenida Meiggs por el jirón Tacna,
terrorífico y poético, aquí vive el niño loco
que baila interrumpiendo el tráfico;
pasando luego delante del Night Club Saoco,
dándome ganas de entrar,
desde que no tengo tus simples besos
a bailar con las putas y besarlas.
Pero no he tenido para mi pasaje
menos será para beber vidrios marrones en el bar
Uceda,
más allá, sólo miré su interior, la mesa desde la pista
por sobre el vítreo hombro de la gasolinera Gemsa
y en ninguna de ellas descubrí a Anamelba.

Yo no sé por dónde anda desde la última vez que precipitó


en mi cuerpo los deseos,
el llanto de la vida y la muerte,
el fondo turbio de la adolescencia,
el concho amargo del poema que se almacena detrás
de la piel de la garganta y los ojos.

Después, como el que se escapa de prisión tirándose


de una alta muralla,
me he despistado por los corralones de harina de pescado.
Venían camiones con cargadores
que llevan sacos pesadísimos en la espalda,
subían la rampa y los soltaban en su sitio, amarrados;
volteando a la carrera, bajando sudorosos a que el cabeceador
les ayude a poner el siguiente saco en la nuca.
Los cargadores terminaban cansadísimos
y a los jóvenes les brillaban los músculos;

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en cambio los viejos, pobres viejos, tenían que estar coqueando
para aguantar,
estibadores que han perdido su fuerza, lo único suyo,
qué otra cosa saben hacer para llevar comida a su familia.

Pobres viejos,
la mayoría no envejece en esta profesión o envejece pronto.
Crujiendo, chirriando, con los ojos de los cargadores encima
del cargamento,
el camión y su carreta se iban doblando por la esquina
y se perdían al fondo del barrio, rumbo a los muelles,
a la dársena,
donde esperan los codiciosos buques extranjeros.
Luego, como descubrir un mundo oculto,
ingresé a las zonas de las fábricas.
Altos portones de fierro y calles llenas de lianas
colgando de la atmósfera tiznada.
La maleza se extiende por el suelo disparejo, en los jirones Lima
y Huancavelica.
El bello bosque en ruinas es un barrio fantasmagórico,
una selva aérea que se traslada, abrazando va cada manzana,
asfixiando el sueño casa por casa.

Los chiquillos flacos salen a jugar pelota en la tierra


y el humo de la industria les alcanza antes que anoten
el primer gol
y los deja tirados entre las sardinas caídas de los volquetes
regados por los suelos.

No obstante, en las chinganas cantan, se escuchan valses


dolorosos en las cantinas,
la angustia sube como un estrobo hasta mi garganta;
y el vals o el bolero son tristes no tanto porque su música
intrínsecamente lo sea
sino porque el humo entra y lo saca por la puerta
y el viento es que lo lleva, lo clava, lo zarandea,

85
lo arrastra
y la melodía se va cabeceando, rumbeando,
a pocos metros de los techos de estera de las casas de ladrillo
sin tarrajeo de las barriadas.

Y pensar que antes aquí no había nada ni nadie,


sólo mi alma como ahora vagaba;
mis padres, que fueron los primeros en llegar, me lo contaron.
En los orígenes modernos era el desierto y los géiseres brotaron
una noche
en la arena e hicieron su nido en la playa de la bahía
y a su alrededor crecieron las casas de los trabajadores
como palmeras enanas.
Las chimeneas dominaron lo columbrado y fue un valle de ellas:
valle de chimeneas.
En el valle de chimeneas vuelan en tropel las aves enloquecidas
y los peces globulares de humo y luz por el lustroso cielo
diésel.
Vuelan en tropel las aves blancas y la tromba de peces y agua
cantada.

Y entre las masas aéreas vive la musa de la industria.


Ha estado presente desde un inicio en la edificación
de los castillos mecánicos en las colinas y en el llano.
Los ingenieros trajeron la belleza en el brillo de sus frentes
y le dieron alas a la hora del montaje, del desarrollo
de los planos de la armonía general y dividida.
Armonía técnica de producción.
Descendió ella parida del pensamiento arquitectural urbano
herencia de la teoría que sirvió para construir las grandes
mitologías:
desiertos, pirámides de nieve en el valle de las alturas,
sólo habitado por jaguares y rosas,
además de los espejos griegos, fantasías precolombinas y las
catapultas
y poleas de Machu Picchu.

86
Lo bello en vibraciones separadas y por partes.
Y los obreros escenógrafos topáronlo, ductilísimos fierros,
y tejiendo esqueletos de columnas lo trasladaron, vaporoso
cemento en las manos
y ubicaron los quemantes ladrillos a los labios
y un sol en el corazón de la obra nocturna alumbrando
a los peones.
Y los técnicos en ornamentística armaron pieza por pieza
las altas y hermosas y complicadas máquinas giratorias.
Y fue desde entonces la belleza inherente en la producción,
en la fuerza de trabajo que hace las cosas y por fin les da forma.
El obrero es también el partero que atiende a la materia
cuando ésta da a luz su hija matutina, la belleza moderna.

Zorros blancos corren por la luz festejando


con sus ojos rojos a los montacargas que trabajan en la noche,
levantando cajas y cantando para los azules astros.

Y la musa vive por estos sitios entonando baladas amargas


desde que miraba el Levantar de una Fábrica Entera y sonreía
creyendo que una vez coronado el proceso la sacarían a
inaugurarla,
habrían recitales de poesía sobre los tornos y calderos
o tocaría alguien quena al borde del horno de las águilas.
Si no es que debería bailar ella sobre los mostradores
del pañol general de herramientas, haciéndole palmas
para que trepe a la torre más elevada
de las estructuras.
Pero la mediocre y avara burguesía la relegó
junto a los cilindros de basura
y los obreros la olvidaron, preocupados como están
por sus problemas económicos y sus sindicatos panfletarios.
Se desvanece de momento mi madre, cuando casi la toco,
y los que hay detrás de su imagen, abriendo de par en par
un abismo,

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son los cantares de los explotados.

El proletariado eventual es el que baile en las pozas


machucando el pescado con sus pies, y sin botas
y las obreras escogiendo las sardinas sin guantes, llagándose.
Viene un desfile interminable de volquetes durante las 24 horas
del día
y la masa de carne, que está escaseando para los hambrientos
del Perú,
rebalsa las instalaciones y corre por las calles
en río de estiércol, verde y rojo.

Hombres y mujeres jóvenes vi que se sacan la mugre


desde tempranas horas hasta las altas y escalofriantes horas
de la noche.
Llega el atardecer, que ama los arco iris y las sombras,
y los encuentra trabajando.

Las luces solares se filtran por los techos, buscando los relieves
más finos
y acariciables de los lubricantes, los bordes de las máquinas
aceitadas con celo por sus operadores.
Y llega la noche con su espectáculo de luces prendiéndose.
Seca luz blanca que limpia los rostros sudorosos y las pupilas.
Y avanza la maldita noche capitalista, con frío, con hambre,
con bajísimos salarios,
pero en otro sitio donde más encontrarán trabajo
peor es nada y por eso aguantan, se comen su rabia
y así los encuentro, ellos matándose y yo escribiendo,
organizando mentalmente mis versos, para no morirnos todos
para no detenernos vencidos a mitad de la vida,
ni menos a mitad de una página de la vida.

Un saludo de admiración y apoyo vaya desde la poesía


al sindicalismo clasista que se está gestando al interior
de las fábricas pesqueras.

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Por la música salvadora y precipitada que he encontrado,
el estruendo de las olas en las turbinas
las fajas que circulan a la velocidad de la sangre
y uno tiene entonces más gusto en mirar las herramientas
en manos
de los hombres que a los violines.
El humo lo envolvió todo, así es que partí dejando a mi tras
un aroma
de jazmines venenosos que expelía la producción.
Y se surrealizaron a lo lejos las danzas macabras,
el teatro cantado y mudo.

Porque la noche era clásica y yo me sentía un hombre


–en relación a la grama, las fábricas y las estrellas–
que venía caminando misio, universalmente,
por las barriadas de Chimbote, por su plano dibujado
por CRYRZA
deseaba que llueva, no sé si de dolor o alegría.
Todo tenía su color apropiado y quería encontrarte
y que tú me hubieses estado buscando preocupada
por las calles.

Y como si yo tirase los dados y al primer tiro saliera 7,


abrazarnos.

Y para que mis ojos de una vez se animen las luces


amarillas de un ómnibus Tepsa giraron desde el fondo
de la avenida Meiggs
despeinando mi pelo de penachos de choclo.
Yo miraba con amistosa pasión los camiones cargados
de toneladas de harina de pescado
que cruzaban en dirección contraria.
Y esos sartreanos buses interprovinciales
que me dan, desde que era niño, la eterna y prófuga ilusión
de que va a llegar, desde lejos, en el momento menos esperado,
alguien querido.

89
El asfalto brillaba y se iba quedando a mi costado
y el asfalto me hizo temblar, porque el asfalto es una materia
raspante
que desgasta las llantas de los carros.
Entonces supe que en esto de vivir y acabarnos somos iguales
todos:
El hombre, los carros, los fantasmas, los caballos;
solo que unos van más apurados porque se les muere alguien
y otros se demoran puliendo cada frase lo más hondo
que pueden,
porque ya se les murió y lo están enterrando.
Pero luego, en resumidas cuentas, todos vamos indefensos
como los ahijados del Foster Parents Plan,
(sistema donde los niños que caminan con los pies libres
a la intemperie
tienen padrinos norteamericanos).
Y nos sangra igual con los años las plantas de jebe, los cascos,
las sandalias,
el caucho, el cuero, la carne.

Un enigma de clase hay entre tus ruedas y mis piernas


oh hermano mayor tráiler
oh conciudadano ómnibus Lima-Chimbote, que te regresas a
Lima.

90
III DEL CRÁTER AL PIE DE MI CAMA (1984)
MI CUARTO

Mi cuarto es como el rincón oscuro


en la torre del faro,
donde tengo un catre de guardián abandonado,
una mesa hecha de tablones obsequiados por el mar
a mi padre,
libros arrinconados a la pared
y viejos papeles para piano, amarillentos
y encajonados.

Aquí vivo,
escribiendo infinidad de obras inconclusas,
en cuadernos de contabilidad salvados
de la subasta última del mundo.

92
IMAGEN DE MI PADRE

Una pequeña flor de seis pétalos rojos


trae en la boca
el hombre que viene de su trabajo
en bicicleta por la noche.
Es mi padre.
Cuando yo sea grande
quiero ser como él,
sólo para volver igual
silbando luciérnagas,
dejando regado para el siguiente día
un bollo de pabilo rojo,
que el chiquitín que me espere no acierte a ver,
ni la carretera, ni mi rumbo,
sólo mi rostro...

93
UN POSIBLE LINDO NOMBRE

Opaca, con la piel sin vida, yace


en la cama 467 del Hospital Regional
después de la operación.
No sabe lo que sucedió
ha soñado en cosas tan extrañas
y aún continúa,
pese a que sus familiares la rodean,
sumida en el éxtasis de las desfallecidas.
Sólo siente un movimiento dulce, suyo
y no suyo al mismo tiempo;
cerca, muy cerca, casi en su interior,
y eso la hace muy feliz...
Parece el inicio de algo esplendoroso.
Pobrecilla, cuando despierte y vea
el huevo informe que le han arrancado
antes de adquirir la belleza
de los recién nacidos.
Alondra, de alas rotas antes de nacer:
ese hubiese sido quizás
un posible lindo nombre para ti.

94
EL HOGAR

El hogar, negro y amarillo,


a la vuelta de la luz,
bajo el cielo cerrado.
La puerta que el fuego interior
no abre.
La habitación donde duerme mi mujer
como un atormentado ángel.
La calle a oscuras
el frío, canciones:
historias que ya no nos estremecen.

95
EXTREMADAMENTE CANSADA Y BELLA

Para dejarla en su casa, de madrugada,


abro gentilmente la portezuela
del único y viejo carro que espera
en el solitario paradero.
Extremadamente cansada y bella
se reclina a dormir sobre mi hombro.
Yo fumo un cigarro:
chirridos de luz roja de carros que pasan,
recuerdos del placer.
Una suave melodía radial,
palabras de fidelidad o naciente adiós,
roza nuestros corazones.
Vamos dejando el centro
a una velocidad relativamente acelerada.
Salimos de la ciudad a las urbanizaciones del sur.
Extensión descampada después del estadio Pensacola,
lagunas y juncales durmiendo.
Hacia el lado del mar, fábricas conserveras,
una sucesión de ellas en producción.
Astillero del SIMA al fondo:
la luna esparce las naves negras del cielo.

96
EL FARO

El faro en la isla Ferrol alumbrando


mi infancia con sus cuentos
mi primer amor desconocido,
habitando la casa del guardián del faro
–paredes de madera blanca y techo
de tejas rojas–
como la fotografía del mes de enero,
mes de vacaciones, en el almanaque.

97
POEMA

Ni las cosas mejor hechas


logran hacerme olvidar de ti:
muelle en mal estado y roto
lancha varada en la arena hundiéndose
ave devorada por el sol
multiplicándose
en blanco canto de amor.

98
ABANDONADO

La vajilla, sucia, sobre la mesa;


los jazmines en la jarra
y la luna oculta en la descontrolada
producción humeante.

El barrio, el cantante de la radio


cuestionando los fundamentos
de mi pasiva aceptación del tiempo.

Hay calor de flores y gemas


hirviendo en el aire del primus.

Olor a té,
abandonado,
añorando tu tibieza en la cama.

99
OBREROS

Empezando por un buen puerto


la ciudad se edifica.
En el tramo jónico del muelle
recién arrebatado al mar
la grúa levanta pilotes
para terminarlo.
La bahía, de un azul inmaculado,
da leche en sus orillas
a briosos caballos
en competencia por bordear la playa.
Y el que en el barrio
de los funcionarios haya empezado
el asfaltado
no significa que los obreros
de la empresa eléctrica
no se detengan de poner los postes
para exigir un mejor salario
al contratista.
¿O es que se va a inaugurar
el conjunto de las obras
sin haberse instalado
las humeantes orquídeas blancas?

100
DICKENS & ENGELS EN CHIMBOTE

En ciertas mañanas invernales


camino de la celeste mano de Dickens
que habita el cielo
y veo a los niños cutreros trepar
a los volquetes que llevan sardinas
–marchan lentos, como pródigos abuelos
dejándose encaramar.
El cuadro me trae lágrimas a los ojos,
el puerto se me nubla
como las calles de Londres para Engels,
cuando escribiera en 1844
la situación de la clase obrera
en Inglaterra.

101
AMANTES ACECHANTES

Por la loma de arena van


en la noche pura, azul, el cielo
estrellado y níveas garzas
abandonando en el humo
todas las formas de su especie.
Y sobre la sombra barrial van ellos
luego de la jornada,
ella adelante, casi alada,
él alcanzándola.
La toca ya en la mano que extiende,
leves sonrisas
antes de tenderse en la ardiente arena,
dos cuerpos juntos, siamesa forma.
Luego, ponerse de pie y recibir
la brisa en el cuerpo,
divisar la creación bulliciosa de la luz,
esa gigantesca ave
que cansada de batir sus alas enormes
adoptando la forma de ciudad
junto al mar se tiende.

102
AUTOESCULTURA

El peón
con su comba y cincel
moldea
a lo Miguel Ángel
su propia escultura.

103
LA REUNIÓN DEL PARTIDO

La reunión del Partido se desenvuelve


con el orden furioso de un ciclón en el mar.
Un libro de Marx con tapas de hierro usa
el responsable, sobrio como una foca.
El sol, entre tanto, es echado a rodar
por miles de hombres en la calle;
su pelo son telas rojas.
Al fondo, la silueta negra de la fábrica
como un ave se alza por los siglos.

104
ANTONIO JUREL

Mujer que da a luz en una choza


a un pequeño rufián que maltrata
a la gente con bolas de barro.
Ella le tira del brazo, dejando el juego
por una naranja.
Mil cosas, no una pregunta o respuesta, hacen
una vida: chocando con aves, cayendo
en espuma y soleándose.
Pero la madre sola y enseñándole a respetar
la luna y el sol, llevándole a la playa
y la escuela
para que conozca todo.
Así van por el mundo, sin paradero fijo,
del mar al mercado
por la calle entre la noche
arrastrándole de fábrica en fábrica
amamantándole.
Y Antonio colecciona jureles azules
siendo una gracia verlo con su sarta de pescados
y esa traza goyesca
saliendo de las sombras fabriles
a la luz de harina del hogar.
"Antonio, Antonio Jurel", grítanle las chiquillas
al malhumorado.
Solo con su madre cena, solos los dos viven;
mientras él crece ella va envejeciendo,
aunque siempre la contratan de filetera.
Tal es la historia del barrio La Florida.

105
IMAGEN BORRASCOSA
´

He aquí la salvación agotada


los bares incendiados a la madrugada
la señal que del muelle Gildemeister
no saldrá nadie.
El invierno
es una costra de aceite sobre el mar
y las gaviotas flotan como de yeso
o aves por amor lentamente muertas.
Y los cantos a la pesca nacen
en el plomo viento que pescadores
en marcha entre las casas quemadas arrastran,
nubes de redes.
Y he aquí la salvación, la paz y la guerra
en el pecho de un hombre por zafarse
de la imagen que en la frente de la luna,
diosa embarcación,
y entre borrosas chimeneas lejanas
un rostro de mujer mira con melancolía de pez
las estacionadas lanchas.
Elogio a mis antepasados
que fundaron un puerto en la esquina más privilegiada
de la bahía
donde surge el vuelo de enormes y desgarbados
alcatraces ante el pique de una panga
que destroza el agua.
¿Infantes de Marina vacían sus ametralladoras
sobre el piquete de huelguistas posesionados del muelle
en este invierno?
Imagen borrascosa.

106
BAR LLENO DE PESCADORES

Bar lleno de pescadores,


la presencia de una mujer en una de las mesas
me vuelve en sí.
Bebo, su risa parlanchina
se confunde con el sabor de la cerveza y el placer.
Fumo, suena toda la ciudad al mediodía
en las doce bocas huracanadas del saxofón
y aquella mujer me hace mal.
Aunque nos divierte a todos con su gracia
sabe palabras que inmediatamente se vuelven
melancolías,
canta a ratos del primer hombre que la amó.
Algunos, entonces, prorrumpen en carcajadas.
Yo miro el jirón Gálvez y los muros
de la desaparecida estación del ferrocarril:
detenidos en el tiempo, entre la corrupción y la eternidad,
algo tienen de mí.
Antiguamente me levantaba
y me dirigía a ellas con flores blancas
en las manos
ofreciéndoles un nuevo porvenir.
Ahora me molesta la idea
de un sentimiento puro inusual.
En la pared hay un cuadro de la bahía:
el sol, la flota pesquera, el muelle remojándose
en el mar como un pescador adolescente;
y una sirena de pechos ofrecidos en el ofertorio
del crepúsculo.
En todas las cantinas hay cuadros así.

107
PRODUPESA

El tractor que usa como combustible luz de luna


corta el terreno, abriendo el tiempo construido,
la noche en los arenales de “El Trapecio”, el turno
de las melancólicas aguas casi muertas.
Más allá, Unidades Operativas de PESCAPERÚ
resuenan en mis sueños como talleres del terror
y la desdicha.
Pendiendo de las proas de una docena de barcos
–gigantescas proas negras
que las chispas de acetileno enguirnalda–
los soldadores ven irse a la lancha "Inti III"
por la plataforma del varadero que se hunde
como una fábrica, como PRODUPESA en la boca
de esta historia.
Mujeres cuyos nombres permanecerán en los archivos
de la FESIDETA –el olvido nos es inaccesible–
organizaron al año de producción un sindicato:
caos y gloria para el corazón que se maneja
a sí mismo.
Oh la blonda luz de los volantes
repartidos por millares como nevada de pardelas
sobre las máquinas, juntos!

108
FRAGMENTOS DE PIEL

Siendo el silencio y las cosas


fragmentos de piel
lo que el aire radiante toca
en los astilleros audibles,
vapor o llama en metálico conducto,
propágase en mi cuerpo
rápidamente,
como palabra ambigua vaciada de afecto.
Porque cerca de la luna y a un amigable canto
me siento preso en la grandeza,
oh libertad,
que las lágrimas me suelten de tus fierros
y florido sueño sujete mi cabeza.
Mas no da flores este mar
y hacia el idílico agro media otra vida
que la noche zanja.
Y dicho todo lo que el corazón puede
en su esplendor,
aún insaciable y ávida de amor,
la piel dispersa
el mundo es herida y tristeza.

109
EL HALO DE LA PAZ

Los que más sufrían en las superficies libres


bajaron un día a la cueva de las rotativas
y se pusieron a pasear alrededor de una gran columna
toda de luz y bondad,
con sus cuerpos desnudos envueltos en largas túnicas
de tocuyo,
meditando y resolviendo el álgebra y la música,
con el corazón como un burbujeo de vino oscuro y
caliente
y la tristeza de Sócrates fija en los ojos
de sus discípulos
y por ratos un lamento único ocupando la misión.

Loados sean los que imparten nociones de táctica


a los guerreros que liberan naciones conquistadas
y escriben en sus ratos de ocio tratados imposibles
y absolutamente imprescindibles
sobre el tiempo y el ser,
cimentadores de una joven y bella generación futura
que vendrá
a morir en las grandes superficies libres
que a aquellos se les negó.

Donde la teoría es miel para el filósofo


–en la quietud de la biblioteca–
reclina la cabeza el anciano, blanca su cabeza,
y el libro de par en par cuando alguien exclama:
"¡Ha muerto el escritor!"
Y le brilla en la sien el halo de la paz.

110
HORAS DE DESESPERACIÓN

Llego tarde y cansado a mi casa,


la pesada luz del día quemándome de sueños por dentro
y tal vez es temprano para otros
recién habituándose a la jornada insomne.
Es tarde y temprano al mismo tiempo.
Como una escultura de bronce
mi cuerpo cae a la cama y el soplo del mar
me descalza.
Y el evangelista que practica trompeta
para el coro de su iglesia
–un barco de ángeles ebrios sobre el barrio de albañiles
y carpinteros navales–
toca espontáneo el bolero no habido,
hasta que amanece y es otro tiempo;
otro tiempo, no hecho de horas de desesperación,
trae el amanecer en su declive productor.
En la vejez del mundo
el viento arrastra un viento de overoles implorantes.
Y tu afecto perdido
–puerto separado de las nubes por una bahía
de difícil acceso–
se ha vuelto la razón de mi edad y la violenta nostalgia.
Alejado del interminable girar de las dinamos de la noche
y los sueños idénticos
en el mar regado de petróleo
el sol humedece sus dedos inflamantes.
Muelles y lanchas en las llamas de mi corazón,
mi corazón en las manos resbaladizas
de una mujer.

111
EN EL BAR DIANA

En el bar Diana veo tus hombros desnudos


entre las botellas heladas y sus resbaladizas gotas
y pienso, escribiré esto, te recuerdo poco en
otro lugar que no sea el bar Diana;
al cual acostumbro venir
cuando las noches de verano traen en sus bordes
espumantes flores para el residuo de mis venas;
que me ciega, es la luz dorada que vi arder
al entrar en ti, como tus brazos.
Así es el bar Diana.
Desde aquí veo el cielo intensamente azul, sin comparación
y mi vida frente a la nada.
Entonces oigo una melodía
mientras más allá beben juntos un sindicalista
un conocido poeta anarquista
dos obreros más y una musa.
No sé cuál de las mujeres aquí sentadas
me ha transmitido imperceptiblemente apenas una palabra
explicatoria, un gesto tierno.
En verdad tan tierno y dulce que de no ser por tus ojos
navegando suavemente en mi memoria
habría creído volverte a hallar.

112
SANGRE BÁRBARA

Bajo la luna urbana


el quemador de basura
va con su rebaño de perros.
De hocicos lobeznos y
ojos de diabéticos
los canes medran, enormes,
de noche por el vecindario.
Mientras las llamas alumbran
el rostro del alto personaje
escarban la tierra voraces y
saltan ebrios de sangre y deseo,
sobre el humo azul
ardiendo en gresca.
Estos son los perros de sangre bárbara,
fieles al silencioso hombre,
aunque entre sí del cuello
pedazos de lana húmeda
se arranquen
y mezclen el agua de las acequias
con su furia.

113
VENUS

Venus despojándose de nubes color humo.


La estrella del cielo es la estrella,
esta noche eres tú.
De joyas vistosas como luces de barcos
orlando el mar oscuro,
mujer apagada / angustiada;
con mi amor juvenil pago
el precio de tus besos,
las caricias de tus manos.
Mis poemas te retratarán tal como eres
en la terraza del cabaret.
Bailando a un ritmo infernal,
intento coger en ti lo que el día me ofrece
y la noche sustrae.

114
ARGUEDAS

La noche envuelve en juncos la laguna


y la casa rosada.
Habitada antes por el crimen, la sordidez
y bellas mujeres que inundaban de fascinación
la casa apetecida por los mancebos,
hoy las estrellas del frondoso placer
se han apagado
y apenas un foco lejano indica desde la pista
cenizas de amor.
Nada comparable con otros tiempos
del que fuiste testigo
y gozoso participante
desaparecido Arguedas.

115
LAS PUERTAS DE LA FELICIDAD

Las puertas de la felicidad yacen ocultas para mí.


Las busco en las paredes, en el aire, en los huertos,
pero es inútil.
Entablo amistad con gente que me podría llevar allí;
mas, en el menor descuido, doblan esquinas
y amanece.
Se acaba la luz acuosa de mi copa y retrocedo,
el cielo se abre glorioso
es la hora de dormir.

116
NOSTALGIA

La noche croa de nostalgia


por poco el aire del faraón
me contrata de barredor
en su museo de cera.
Mi rostro tenía una cicatriz rusa
envuelto en pieles,
con un calor puro en los huevos.
Y ahora vivo en un puerto
con sus arponeros de pulpos
y cantinas,
casas de madera, aves
y noches de mar:
remembranza de hazañas donde
bailan olas de sangre
como lo haría una estriptisera
trágica.

117
MITOLOGIA COTIDIANA

Sentado en el restaurante
con vista a la calle, bebo café tinto y
una mujer, con el pelo brillante de rocío,
se detiene al frente
sin saber qué hacer de su vida.
Siento que la atraigo materialmente
de modo que al irse me quedo vacío.
Es esta la mitología cotidiana:
ando por el puerto
ninguna institución –forma abstracta del ser–
ha podido contenerme en su seno.
Acaso ahí radique mi desinterés por todo
pero la tierra, la tierra y el cielo,
la luz y las profundas aguas
me educaron errante y benévolo.
El mito cotidiano es la libertad,
los cocineros de las carretillas que fríen
y extienden incienso azul a las estrellas
tienen más perennidad
que un verso de Homero.
El amor es el mito, el fuego, la guerra;
un periódico en el fuego,
la guerra del amor o el amor en la guerra.

118
ARCOS GOTICOS

Las aguas vienen embaladas por el canal


que forman los arcos góticos, bajo el muelle.
Este túnel marino tiene al fondo una salida:
hueco de luz al océano.
Y ventanas de aire-atado a los costados,
hacia los mares del sur y las aves del norte.
El pescador, triste como un monje,
descarga las cubetas de pescados,
del bote a la escalera
–mitad sumergida, mitad liberada–
que el invierno llena de rugidos de lobos marinos.
Dulce y terrible vista:
la luz que alcanza a penetrar en esta bóveda azul
choca con el agua sangrienta, revuelta y ascendente.
Como si hubiera acabado todo poder e ilusión
y yo estuviera de pie para observarlo.

119
VIRGILIO

A Virgilio dedicamos
la carrera de naos
la competencia de carros
los juegos florales
el arrojar venablos
el concurso de dibujo de puertos
en copas
el cincelamiento de escenas guerreras
en escudos
la talladura de cuerpos de mujeres
para proas nuevas
el hábil uso de la palabra.

120
LA IGLESIA INCONCLUSA

Varillas de fierro que en lo alto de la torre


como a juncos el viento agita.
Ya falta poco para que el órgano oscuro del mar
entre en la nave
y el sol del oleaje bendiga el último encofrado,
aunque al final se ha de dejar las escaleras
y los andamios
en el sitio donde se los usaba
como un recuerdo especial de muchos hombres
humildes.
Luego vendrán los vidrieros.
Pero aún es hora de la Cía. Constructora
los operarios no se lavan
la mezcladora de concreto da su aporte de fe
cantan las máquinas
y la inmortal ejecución del plano perecedero
se ha detenido.

121
ROSAS Y JAZMINES

Suelo recordar a Carhuaz y a Eliana


cuando veo, real o en un cuadro, el jarrón de rosas
y jazmines humeando su aroma
como la leche de unos senos inmaduros, girando,
abiertos al crepúsculo, cerca de la ventana
y a la sonrisa de una primavera advenida.
Aquellas que pusieron en mi habitación del hotel, marchitas,
eran cambiadas por ella, día a día;
renovaba el agua sucia con agua pura
con flores nuevas las flores muertas.
Como si yo no fuera un huésped más en tránsito
del hotel nevado en las alturas
el fulgor de Eliana venía a mí con total espontaneidad
en el dorado amanecer
como se dan a sí mismos el sol, el agua
y las frutas.

122
MEDIODÍA

Mediodía:
en la plenitud colorada de la tierra
el viento, satisfecho como un pez azul,
coletea por el cielo
a placer.

123
NOCHE EN EL PUERTO

Noche en el puerto
es la melodía que toca el saxofonista
del Night Club Saoco
mientras cruza por la bahía
con sus luces encendidas
el barco Delfín.

124
POEMA

Ahora he entrado al campo de las cosas alegres,


vengo del aquelarre a la poesía con el cerebro cansado;
para ya no pensar y fuera de duda
estiro los miembros en la égloga y me quedo a dormir
varios años.
Alguien tañe el arpa de rayos ultravioletas
o me roza el cabello con sus manos
y mientras me envuelve aquella mujer cantada
que enmiela mis sueños
así se manifiesta en oro la garganta de la dicha:
Duro es tu trabajo de lunes a sábado
hoy que es domingo, tu día libre, descansa
y dime que quieres
compañía o sueño, paz o quena.
Yo soy el lado alegre de la materia,
el breve instante en que las cosas son pródigas,
al lado de tu lecho vigilaré
para que no picoteen las arpías tu rostro.
Así habla la alegría, hija de la muerte.

125
AGENCIA

En remolinos el aire nuclea el fuego y las cáscaras de naranja


dejadas por los niños en el parque y el asfalto, frente al cine
un sendero desierto que debo cruzar entre la vermut
y la noche
junto a mujeres con pañoletas verde nilo
y una pesadez lejana en el vientre.
No tengo nada en contra de quienes se ganan la vida en la noche
y se dirigen
al Paraíso bajo las patas ensangrentadas
de los caballos de la policía enfrentándose
a obreros de 1919 representados en borrosos afiches
pegados en la parte alta de las paredes del centro,
todo pintado de incendio.
De algún modo yo pertenezco a su logia
y sin tipos como nosotros que paseamos hasta entristecernos
y dejarnos caer en los asientos traseros de largos Chevrolet
antiguos
que nos llevan a algún burdel elegante,
con ramas de cipreses que hay que apartar
en los portones de entrada,
seguramente no caminarían a estas horas.
Ahora me dirijo a la agencia de madera
donde los buses se detienen en Chimbote
de su viaje Lima-Trujillo y viceversa.
A la agencia, donde ajetreados hombres de negocios
–que viajan con frecuencia–
esperan su partida leyendo periódico y comiendo
sánguches de jamonada con lechuga.
Esta casa iluminada en los terminales de la calle
es después de todo como un cálido hogar transitorio,
con dos puertas de igual valor,
por una la gente entra con sus equipajes
y cambia la vida de cualquiera al salir para embarcarse
por la otra.

126
Aquí cuantas veces me despedí de ti de mala gana.
Ahora también paso a esas horas de la noche
en que cruzan por la bahía las ballenas
heridas en su amor, empujando a una criatura suya muerta.
Me distraigo contando el número de pernos que juntan
un aro a su rueda, pero no es igual ya.
Y cuando vuelvo por esta agencia mi corazón se rompe
pero mis ojos no;
mi corazón se acaba, pero mi vida no.
Y arrojo agresivo el pucho a los faros giratorios
que entre un poste y un perro me descubren.
Tal vez tú me viste así desde la ventanilla,
mientras el pesado bus se cuadraba,
o fue una manía considerar tus tobillos en los escalones
como el inicio del prestigio de mi corazón
en tu ambigua sonrisa.
Después de un tiempo volver al lugar
donde los carros se detienen solo para que descienda gente
sin la menor importancia,
es encontrar todo más triste y distinto.
Como verme los cabellos en el agua espero la madrugada.
Tendría que retrocederse varios años
para que la noche sea una canción de quienes corren
a sus mutuos brazos,
al reconocerse después de tan larga ausencia
en la que permanecían intranquilos
por no saber nada de ellos viviendo en ciudades distintas
y al pasar instintivamente por la agencia
que una luz verde regenta,
tener la esperanza de encontrarse nuevamente.
Por esa época la espera se justificaba
porque te recibía y abrazaba bajo la sombra
de los altos neumáticos.
Hoy toda parodia es inútil.
Para qué recordar tus senos en la penumbra
y las películas que te gustaban,
como Orca, de Dino de Laurentis, que pareciera

127
que aún siguen pasándola:
historia de una ballena y el asesinato de su cría
por una embarcación de pesca.
Lo poco que me queda de los viejos tiempos
es asistir, en la esquina de la agencia,
al surgimiento y derrumbe del fugaz imperio urbano.
Tanto arquitecto, tanto ladrillo y pesadilla
para que la soledad sea habitada.
Antes de disolverse en letanía, espíritus
que la bruma de la noche en transeúntes corporiza
lánguidos se elevan sobre la pista.
Atento a los buses que llegan
siento que he perdido, por falta de práctica, el arte
de recibir a quienes vienen de otras ciudades.
Seguramente el modo efusivo de recibir a alguien
sea innato, pero yo no puedo ser así.
De pasada taso el valor de las construcciones enjoyadas:
ámbar es una bella luz poco usada en el conjunto.
El fresco aire desdobla, con naturalidad, el periódico
en las manos del lector petrificado
junto al triciclo de frutas.
La avenida es cruzada por camiones en convoy,
llevando cemento, harina de pescado o cadáveres.
Un bus se pega a la agencia;
si descendieras de él, para ir como en aquellos días,
a contarnos qué habíamos hecho separados;
mientras tomábamos café en algún quiosco ambulante
en tazas en cuyo fondo, como azúcar,
los pálidos reflejos de la luna se asientan.

128
DEL CRÁTER AL PIE DE MI CAMA

Del cráter al pie de mi cama raíces de lenguaje se alzan


como fuego de sol hirviendo en la tierra.
La molestia que me produce el cuarto ardiente
sólo es atenuado por el dulce olor a jardín
que mis sienes sensibles aspiran.
Y este resplandor puede ser todo, fuente homérica,
luna sobre lago o crisol vaciando bronce líquido
a mis zapatos.
Pero reposo con mi mujer y trato de apartar el sueño rugoso.
Prefiero sentir su cuerpo largo, ligeramente brillante,
envuelta en sábanas con flores bordadas a mano
y dibujos de témpera de evanescentes estanques azules.
Abrir los ojos y ver su ropa interior en las barandas
en vez de nubes rosadas en el cielo.
Mi piel y la de ella –ambos durmiendo– arden
y mojan de sudor la funda de la cama;
quiere decir que la fundición sigue ahí.
Las llamas del mundo, en el rincón de mi cuarto,
muestran en su tersura escenas percibidas
únicamente en su viejo colorido.
Luna sobre lago o producción
donde se quema la esperanza de los desposeídos.
Al pie de mi cama, donde toda la dulce frescura
es el perfume del lavatorio donde mi amor enjuagó
su dolida vagina.
Acaso rutinarios, exentos de épica, teniendo por realidad
una esfera frenética y ruidosa,
materia cerrada y aparte, lejos del amor.
De mi amor que duerme apaciblemente,
aunque algo fastidiada por el calor terrible del aire

y el fuego unidos;
el aire que da vueltas por el cuarto.

129
Es claridad del cráter, velocidad del sol, palabra
o raíz de energía
o un verso repetitivo en mi memoria
que me incomoda como una flecha incrustada
en las costillas.

130
IV DIÁLOGO CON UN ORFEBRE (1987)
A QUIEN CORRESPONDA

Esto quiero decir a quien corresponda:


llego hasta este papel porque le encuentro sabor
a la vida.
Después de matarme por saber que pito toco en su
concierto
descubro que puedo amar y escribir sin esperar
el paso de la historia.
Yo escribo mi historia
cuando abro un forado en la realidad
y paso por él al presente.
Soy un poeta que rumia sus versos como la vaca
el pasto.
Las palabras no me ayudan:
hay aquellas que vuelan como una catarata
en los ojos
y se esfuman al cogerlas;
prefiero no recordarlas.
Hay otras que vienen envueltas con una mujer
indispensable
un amigo transparente o una patata frita:
las tengo siempre conmigo
sin poderme dar el gusto de sacarlas
y mostrarlas como garrapatas al sol.
Me quedan las que vienen en los libros:
palabras que corto y pego en las paredes, la mesa,
la cama.
Así hago poemas; terrible es leerlos
y descubrir lo que soy
porque al escribir estoy semiconsciente;
lo hago como si estuviese caminando por la calle
con una armadura romana.
Ser poeta es acaso lo más difícil:

132
te interrogan sobre tu grado de instrucción,
cuál es tu verdadero trabajo, cuántos libros
has publicado,
si estás o no en el Partido, si tienes
alguna parte del cuerpo deformada,
si ves cosas en el aire cuando te inspiras.
Si respondes satisfactoriamente
serás considerado entre los que dan vueltas
por los sitios de cultura como moscas
sobre un plátano podrido.
Yo simplemente digo:
escribo porque le encuentro sabor a la vida.

133
CUARTO ADENTRO

Cuarto adentro, en el desierto de horas y la mesa desierta,


me espera el libro de ojos drogados, dormitando
con el calor de un reptil.
Un libro de páginas blancas como aves naciendo
de páginas grises como delfines sobre olas azules
de páginas doradas como láminas de arena.
Donde está escrito lo que voy a escribir y no puedo leer
y también al revés.
De páginas que se abren como puertas rotas
que me absorben a una ciudad
donde viento, luces y cláxones se licúan, a gran velocidad,
en una tormenta / sinfonía de callejón.
De páginas suaves, como las manos vivas de un muerto amor.
De páginas duras, embravecidas como mares apostólicos.
De páginas que voy tocando como cuerdas de arpas calientes,
tratando de detener su desborde,
apropiándome de su dictado que se escapa,
buscando la salida final.
Las paredes, entonces, se acercan como lobos despellejados
y me rodea una luz angustiosa, que hiere.
Mis manos se estiran desproporcionadas
convirtiendo las palabras en peces muertos
peces muertos en gusanos
gusanos en aceite para las rosas fragantes.
Rosas que se transforman en vacía ceniza
mientras mi cuerpo zozobra de extremado cansancio.
Y quiero morir –no dormir– pero cae mi espíritu
como ropa sobre la silla
y duermo con los zapatos encadenados a mis tobillos.

134
ESPEJISMO SEDENTARIO

Lo nuevo, con su derroche, ocupa un lugar preferido


en mi alma
y lo antiguo, con sus botellas guardadas,
es ofrecido a quienes se acercan a mi mansión
de espejismo sedentario.
Los mastines de la austeridad no me impiden escoger
un presente
del criadero de sueños recién surgidos.
Como todos, ilumino mi casa con sol o luz eléctrica
y enciendo aceite de muertos para sesiones teatrales
o mágicas,
escuchar música o conversar de ciencia,
reviviendo en silencio, engordando.
Aunque soy ágil cuando bajo a los centros activos
de la creación,
donde el comercio de crótalos y lluvias es redituado
con abandono festivo, concursos y pasatiempos.
El objetivo de salvar a mi familia de la dispersión y
la abulia
se ha convertido en mi mejor coartada:
sentar juntos a los vivos y a los muertos, bajo cipreses,
ante manteles con carnes variadas, música y frutas
de regiones diversas.
Sentados juntos los vivos y los muertos, sin embargo,
yo estaría demás.
En el largo, accidentado y recién empezado viaje de la vida
he conocido los caminos de la depresión
sin llegar a su límite: el triunfo.
Descanso viendo ingresar al mar las nuevas obras del astillero.
Las estructuras metálicas del verano, llenas de aire,
se extienden por la arena caliente
el calor eleva la alta temperatura de mi rendimiento
mi acto liberado aspira a cosmos

135
mi corazón acaricia su imperio de sombras
y mis labios se tiñen del licor de rojas raíces.
A orillas de mi infancia leo tenaz y lentamente,
como terapia bajo el sol
recuesto mi fresco esqueleto en las playas
escribiendo cartas a tirios y troyanos
balando mi destino.

136
UN HUECO EN LA NIEBLA

Como el espectro de una casa sin luna ni sol


donde mujeres olvidadas turnan su canto doméstico
prolongando así el exilio del amor
(y cómo es que uno entiende lo que no le beneficia)
una lancha me aguarda al otro lado del viento
en la playa del baile de la borrasca y mi embriaguez.
Turbias son las huellas de su espera rota.
No basta mirar lo esquivo para que se aquiete,
ya los ojos han sido burlados de otros hallazgos.
Nombrarla –tal vez– para que permanezca
en su forma rústica, leal y franca, anclada
en un recuadro del puerto, negra y sola.
En tanto niebla encendida un pez agonizante
en la bodega vomita, palpitando en tibio sueño,
aspirando sumergirse del todo en él,
extendiendo su desaparición.
Me acerco, esperanzado, para descubrir
un hueco en la niebla, una casa inconclusa,
voces que me tratan familiarmente, sin subterfugios,
con la claridad de una rendición de cuentas
sin la tierna complicidad de bodegas ocultas
imágenes borrosas o amores perdidos.

137
LA VOZ QUE CANTA EL DESATINO

La voz que canta el desatino y los horóscopos equivocados


como si se tratase de salvar un imperio
(y ese imperio de soledad existe en el laberinto
de mis pasos)
convierte los deseos dorados en miseria
hace de la belleza poder, por lo tanto inalcanzable.
Ni el día, que va acumulando en sus manos
todos los trofeos,
ni la noche, que contiene con sus miles de puertas iguales
la luz de las calles, se acercan a interpretarla.
Llena de temor y presagios, canta como luna
en cementerio, abriendo distancias en la sangre.
Levanta al porvenir a los pájaros e insectos, y aún
el rugido de las bestias es menos trémulo y convincente.
Y al estallar en mi corazón como flor de fuego
pregunto, sabiendo que no obtendré respuesta:
¿qué garganta humana se queja de este modo,
arrastrando consigo su apátrida sollozo, acercando
una estrella que se apaga a otra estrella naciente?

138
QUASIMODO

Mi dedo Quasimodo
mi pobre y afeado dedo Quasimodo
magullado, herido y marginado
te tratan mal el resto de dedos
sordos a tus dolores.

No puedes tocar el pan o la lechuga


tosco vendaje te impide recibir
en tu carne y en tu uña
al sol antiséptico y bueno.

Se te aleja de la seda
y de la mano de la amada
no eres refrescado como los demás
en agua clara.

Ah, dedo Quasimodo,


tu manía de esconderte ni bien te ven
me estremece,
te culpan y te sientes culpable.

En tanto me produces molestia y escozor


rasco tu costra,
gozando de tu paciencia y obediencia
de tu sonrisa ridícula y perruna.

Y mientras mi cuerpo flojo y pesado reposa


cargas en tu lomo los latidos
prendido de las campanas del sentido
soñando en que algún día serás recompensado
y, curado al fin, alcances lo que se te aleja
que no sea sombras o agua usada.

139
DOÑA RATA, NUESTRA INQUILINA

Doña rata nuestra inquilina


da vueltas por toda la casa
y la saludamos con sonrisa forzada
después que nos hemos cansado de matarla.

Hemos gozado aplastándola


quitándonos el asco que nos producía
nos hemos despojado de sus inmundos pelos
uno a uno en la mente
y ha sido como confesar todos nuestros pecados.

Largas batallas hemos librado


y mientras no volvió a aparecer olvidamos
que nos hizo conocer a profundidad
unos a otros
y destapar los secretos guardados.

Ahora toda sombra imita su huida


y aparece justo cuando tramamos
empujar a alguien a un hoyo.

Ella sale entonces de cualquier rincón


salta de un mueble
se descuelga por las cortinas
y la descubrimos mirándonos fijamente
sonriendo diabólica y dulcemente
como un espejo invisible de nuestro bochorno.

140
HORAS HAMBRIENTAS

Empujado al vacío, al fondo del asiento,


avanzan sobre mí las horas hambrientas.
Vienen tejiendo una espesa telaraña en el piso
que me impida huir.
Su baba asciende portadora de pesadillas.
Sin gritar observo que devoran lo que me rodea,
las cosas que reuní para mi compañía.
Una silla una escalera quedan a salvo,
sobre las paredes se abren el cielo y la tierra
y el cielo y la tierra están llenos de soledad.
Hastiándose de mis células como las polillas
con las letras de un diccionario
me dejan sin palabras y se van,
nazco de la nada con sólo el tacto
actúo movido por el placer ciego que encuentro.
Mi mano coge una corriente de silencio.
Piso en playa oscura, frente al árbol que da
todos los frutos, mis ilusiones realizadas.
Instante, década y siglo existiendo simultáneamente:
abandonado al resplandor de una mañana
tan real y presente como el asco de morir.

141
POEMA CHÚCARO

Parado frente a mí como una esfinge de piedra


que late con un caballo chúcaro en el vientre
detenido en su carrera a la luz
este poema no quiere seguir
por mi presencia inútil a su parecer
retándome a ser alguien sin él
ansiando la libertad pura
de los sin historia y sin nombre
de los que no conocen más compañía
que su sombra
anhelando la yerba de la perpetuidad.

En momentos como éste


cuando el poema es una puerta al vacío
y el vacío un profundo rostro que amamos
un poco de arena cálida suelta a la noche
que queda sino disculpas tontas
estribillos conocidos,
decir:
“He vivido acumulando papeles
como si guardara entre ellos una persona
y no hay sino un archivo
de vergüenzas y tristezas”.

142
LA DANZA DEL RELOJ

Condenados a no volver sobre nuestros pasos


lamentamos absurdamente la inconciencia de los actos
ajenos a la satisfacción del yo oscuro.
Vetamos el escoger el año de nuestra siembra
y seguimos adelante como el escarabajo,
sin remordimientos ni renuncias
al compás del ritmo de la danza del reloj.
Apretamos el pulso, dándole cuerda al mundo,
a su motor marino.
Echamos leña al fuego-días de la multitud,
reparando la rosa náutica
corrigiendo en lo posible la falla mecánica
en los días por venir,
que impida quedarnos en la tierra
más allá de la memoria y de lo debido.

143
PASOS DE LOBA

Con blancos y gráciles pasos de loba


la luna ingresa a mi cuarto
y se tiende en un ángulo a soñar en ondas
acuáticas,
nubes matinales y una sangrienta espada
que he de coger al descubrirla en las sombras:
luz, mujer o ilusión primitiva.
En medio de la noche acechante de pasos
y fantasmas
el mar a lo lejos se eleva como una oración terrible
y un sentimiento entre la pereza y el terror
me impide alargar la mano,
pulsar el interruptor de luz y develar
el interior de mi cuarto
para no verla retirarse de un salto
y descubrir cajas de libros y papeles
como un estallido de locura la realidad
y las paredes.
Entonces tendría que optar nuevamente
entre salir a caminar o quedarme tecleando
hasta el amanecer esta vieja máquina.

144
ESCRITO ESTÁ

Escrito está en las envolturas de navajas y


cigarrillos,
en letras pequeñitas y hermosas
indicando cosas concretas como números y
marcas,
lugares y fechas.

Escrito está:
diariamente desataré envolturas de navajas y
cigarrillos,
ávido, como nuevos libros,
en pos de palabras no escritas.

Y estaré sano o enfermo combinando estas


palabras,
cambiándolas de lugar,
habituándome a sobrellevar esta casa o
destruyéndola
y dándome fechas para empezar otra vez todo
Marcando el instante.

Con una moneda al aire decidiendo mi oficio


escribiendo con humo al amor que no contesta
y marcando el instante.

Una raya más no le hace al tigre:


su marca de fábrica la naturaleza,
mi marca made in Perú.

145
MENAJE

Los platos torcidos, el tenedor y la cuchara


parados.
La mesa haciendo olas, unas monedas quemándose,
mis manos muertas.
El aire quieto, el foco amarillo aleteando,
el cuarto expandiéndose, cerrándose, elevándose,
cayendo.
Mi fotografía conversando con su gran amigo
el vino.
En la ventana, el velatorio del mar
y las antorchas de las islas.

146
LA CONSTELACIÓN DEL CAN

En el cielo sobre el mar, la constelación del can.


Desde la calle del puerto, donde vivo,
un perro lo contempla admirado de tener parientes
allá arriba.
De pie, en el umbral de la puerta abierta,
comerciando la luz blanca de mi casa
con el viento fresco de la noche,
divido mi atención entre el perro y la constelación
del can.
Aquel, a su vez, mira con curiosidad el cielo
y luego me observa, buscando al parecer
mi imagen en las estrellas, sin encontrarla.
"Hay partes del cielo nubladas", le digo justificándome.
Entonces el perro se levanta y corre hacia mí
moviendo el rabo y se pone a lamer
mis pies y manos con ternura y calor.
Lo subo a mis brazos y juntos contemplamos
la constelación del can.

147
FLAMENCOS

Como la aparición de una ligera melodía


–intensa mientras dura,
destinada a perderse en el corazón–
una hilera de flamencos cruza el cielo
como pájaros príncipes por el patio imperial
de su deleite.
Luz y viento es su vida,
luz y viento es su muerte;
jirones de humo blanco y rosado desfilan
sobre el panteón rocoso de Coishco.
Como la última estrofa de la canción
por la eternidad del humo
–que nadie ha escuchado ni discute–
se alejan disolviéndose delante del sol
cerrándose el portón celeste.

148
FÁBRICA TOMADA

Cuerpos alineados en el suelo, envueltos


en frazadas,
al pie del muro, en un rincón sordo del mundo.
¿Caídos de México, España, Chile o Ayacucho?
Son obreros que duermen a la puerta de la fábrica
tomada,
acribillados por el despido, por órdenes
del No He Sido Yo.
Vigilan con su sueño que no se toquen las huérfanas máquinas
que se abran al amanecer los portones de sus vidas
y se constate:
tanto somos y se nos debe comprensión por
toneladas
justicia justamente pesada
un poco de cariño a cada uno en su latita
y de sobra palabras que sean palabras verdaderas.

149
SUENA LA HORA DE LA CAIDA DE LOS ÁNGELES

Suena la hora de la caída de los ángeles


las paredes del cuarto toman color a biblia gastada
a mar revuelto.
El techo de esteras ahumadas, como vuelo de aves moribundas.
El catre hundido, como un grito depravado en el cielo.
Y salen de sus covachas los que han olvidado
su salvoconducto en la tierra.
Se levantan de sueños fríos y desolados,
con los pies descalzos, trajes de bufón y barba patriarcal,
recorren las calles y pistas como un rito
detrás de una estruendosa voz
que confunden con la de Dios en sus atormentadas conciencias.
Si supieran que todos escuchamos eso
sólo que a nosotros nos coge confesados
y agarrados de un papel, una familia, una herida cicatrizada.
Pero ellos han perdido el estudio, el trabajo, el rumbo;
se debaten entre el cigarro y la paranoia,
en crisis periódicas;
al despertar buscan puchos que fuman acostados
mirando obsesivamente su disolución.
Y así envejecen
con un costo altísimo en lágrimas y cartas de madre
trámites infernales y divorcio con la realidad
en una angustia general de la que no se escapa
ni una mosca.
Porque los gritos mentales de estos hombres
nos cogen a todos:
a los amables que organizan rifas y colectas
a los ariscos que contribuyen de algún modo
a los audaces que nos hacemos olímpicamente a un lado
y quienes especialmente somos llamados
por nuestros nombres, como una maldición.

150
MAÑANA ETERNA

Y cuando nos veremos con los demás


al borde de una mañana eterna
desayunados todos.
César Vallejo

Amanecemos en la calle del ferrocarril


abandonado
frente a los puestos de caldo de cabeza
donde el hocico de una res
nos sonríe en el plato como una gelatina
salobre.
Las mesas en el descampado (el cielo nublado,
bajo, cercano, casi sobre nuestras cabezas)
están llenas de comensales.
Distingo varios oficios y posiciones:
el cargador de bultos y el vendedor de droga,
quienes salieron de una fiesta
como nosotros
y quienes trabajaron de noche,
el miserable y el acomodado, el taxista y el niño
vendedor de cigarrillos.
Bajo el efecto de varios litros de cerveza
y recordando gozoso a las chicas que menearon
alegremente la cola, con el calor
del bronce
de la música aún en el cuerpo,
pienso que esa mañana es esta mañana
(o al menos un anticipo)
pues todos los rostros se iluminan
dejando el sueño o el cansancio a un lado,
sorbiendo el caldo caliente con unas ganas animales
de vivir y ser felices.

151
TIEMPOS MODERNOS

Tiempos modernos
con mayores oportunidades de acceder
al más alto grado académico
de la miseria.
Me consuelo sabiendo que no estoy solo
en esta próspera empresa
de infortunios.
Sobrevivo haciendo cola
y luego de un par de meses
tramitando mi expediente
salgo con un número en la mano
de la oficina de los doscientos
a la oficina de los cuatrocientos.
Así voy juntando unos cobres,
que se acumulen los años
o engañe a la computadora,
de modo que a disposición de la oficina
mayor de los excedentes
obtenga mi baja y escoja un lindo lugar
donde caerme muerto.

En estos tiempos modernos


donde basta apretar un botón
para obtener muchas cosas,
menos una flor o una palabra exacta
que nos retrate interiormente,
sonrío: al menos tengo suerte
de ser un hombre que persiste
en encontrar una salida
de este circuito infernal.

152
ANTIODA A LA PROSPERIDAD

En resumidas cuentas
la prosperidad nos ha arruinado,
con su flota de cien naves,
su crepúsculo de fábricas humeantes
y legiones de trabajadores cansados.

La prosperidad nos ha arruinado,


aún con su acero,
y nada pude hacer yo, oh ciudad,
por salvarte.

Quién sabe lo que pasará contigo


y tus picanterías.
Sólo espero que sobreviva el cebiche
y la cerveza helada
y el sótano de reuniones sudorosas.

Las gaviotas no se olviden


que fuiste su casa
en este rincón del globo
y el sol se renueve con el trajinar
de las olas,
para beber y cantar por ti
puerto querido,
y por tus mujeres de pestañas
quemadas.

153
BALADA DEL SOL EN EL BAR

El sol en el bar
en la aridez de mi lengua
en el cuadro de Dalí con el pecho transparente
de Jesús
entre los pescadores de ademanes azules
en el ají del piqueo
en un trago helado de tus lágrimas
en el libro de Denis Sulmont sobre la mesa
en la sonrisa lejana de mi padre
en la espada de acero al centro de la pieza
en la alegría de las moscas volando borrachas
en el cuerpo de la cantante del estéreo
no en su voz
en el olor épico que viene de la cocina
en la dulzura de los pescados durmiendo
entre tomates y cebollas
en la moza que atiende con las faldas
maniatadas
en el nombre de la ciudad
en los rostros sudorosos
en el humo sobre la radiola de la tarde
en la espuma de las botellas y sus cuentos de mar
en las lanchas ancladas en el puerto
en las herramientas en descanso
en la oquedad del silencio poblándose de relatos
y canciones
en las diosas que descienden desnudas
de los almanaques
y cubren con las flores de sus vientres
nuestras bocas.

154
DIOS DE METAL

Construimos un Dios de metal,


alto y azul como el verano,
que nos enseñaron a adorar y servir
en representación de nosotros mismos
desde nuestros antepasados.
A él entregamos diariamente nuestra pesca
nuestro acero
nuestra caña de azúcar y maíz,
a cambio de protección y buena suerte
en los negocios con la naturaleza.
Pero este Dios de metal, alto y brillante
como el buque de la salvación
mata las aves y daña la agricultura
con el humo rojo que sale por su boca,
destruye las calles y casas con su torpe
caminar,
envenena a los peces y deja inservibles las playas
con su estiércol y su orín.
Ahora no podemos saciar nuestra hambre
para mejor trabajar
no podemos descansar ni hacer bien el amor
para mejor trabajar
no podemos revolcarnos a nuestro gusto en los
balnearios
para mejor trabajar.
¿Qué haremos con este Dios de metal, alto
y hermoso como el porvenir?

155
SUCESIÓN

Cuando el sol se convierte en un gong inmenso


que resuena
en el palacio nocturno del océano
y las anchovetas saltan como ofrendas triviales
al cielo que ignoran
y la luna sólo se siente vibrando en el aire
como la piel de una estriptisera en los tambores
del deseo:
decenas de lanchas salen de la bahía
acompañadas de un coro de niños y mujeres.
Los niños lloran por no ser ellos los que parten
y las mujeres imploran a la parca
que les devuelva sanos y salvos
a sus amantes.
Al amanecer, retornan las lanchas
y saltan a tierra mis paisanos con los frutos
del mar airado.
Al mediodía el sol festeja en las calles
con la alegría de una kermés en su punto.
Y vuelve inexorable, ritual, la tarde
rodeando la ciudad con sus ejércitos
de nubes.
Entonces se puede leer en sus escudos grabados
los orígenes y la destrucción de grandes
negocios,
el trágico final de amores que acabaron
con sangre,
el relato de los días en que el viento
y los sindicatos marcharon juntos,
la aparición de la música con los bares
la profecía de una quena en el desierto
los disparos que acabaron con los hombres tristes.

156
HÉROES JUBILADOS

Recogiendo hojas secas y papeles


viejos trabajadores se entretienen en las plazas
pensando en épocas en que el tedio
era un dragón que había que matar
a fin de conocer las tierras allende el sol
y el mar.
No se acostumbraba ofrecer palabras
como ganado en abundancia al enemigo
sino acción para no envejecer.
La paciencia era la única coraza para resistir
el soplo terrible y destructor del tiempo.
Era difícil, por eso, eludir sus pulpos gigantes
antes de divisar la patria y el hogar.
Muchas veces se tuvo que esperar que anochezca
para navegar como si se volara
y no llegaron todos a esta edad.
Después de innumerables peripecias resistieron
los que tenían recuerdos más fuertes y ganas
de beber.
La ciudad que sobrevivió no es la misma,
cualquier muchacho finge ahora de hombre
sin conocer los talleres de Moloch,
el empresario del horno al centro del barrio-mundo.
Pero ellos no hacían alarde
y para no buscar broncas se apartaron.
No les resultó agradable tampoco
el ponerse a contar historias como cantante
de bar.
Se jubilaron de héroes
la fábrica les canceló
colgaron el hierro y los sueños
y se dedicaron a mirar el tránsito en las plazas
recoger hojas secas y papeles

157
o mirar hembras morenas que sólo les despierta
amor a la aventura y nada más.

158
SÍLFIDE

En tanto la factoría prende la paja del cielo


y los espejos nocturnos de la ciudad responden a los faros
y la orquesta fantasma toca en el muelle
para los ahogados
y los dados ríen en la mesa planetaria
y las bolicheras arrojan en la bahía sus redes de luciérnagas
y la pena flota como camisa
y el policía canta en la ópera de las calles violentas
y la oficina se desliza por los rieles del recuerdo
y la muerte se agita al interior del poema
y Cristo descubre su muñón morado
y los violines liberan las heridas del animal Mito
y las muñecas sonríen con sus ojos de oro
y el juez suda de angustia ante el acusado
y clama lo trunco del óxido y los caminos
y la velocidad de los sueños prosigue su círculo de miedo
y el dinero visita a su prima la desgracia
y alguien sin brazos levanta la escritura
y el amor huye del amor
y los payasos actúan para salvar sus almas
y el gusano humo envuelve al burdel como un olivo
y el mar lava la sangre de las piedras
y lo indefenso trepa a lo vacío
y la tertulia forma su sociedad con el hambre
y la súplica pide medicina para su eje roto
y los ladrillos silban en el puente
y los pasos analizan el polvo mojado
y la desilusión cuelga en lo alto de un güinche
y la panga jala como un corso al arte marino
y la fe come a escondidas raíces
y los niños juegan de borrachos
y la sombra oculta, en medio de gritos, las chimeneas
y la arena dibuja los pinos blancos

159
y el viento sopla conjura del oeste
y el erotismo emplea su palabra mística
y la bruma se desprende de los afiches
y el fuego lame la pared de canto a canto
y se ajustan las tuercas de la historia:
Sílfide está conmigo fuera de la avenida del deseo.

160
LA CALLE QUE CRUZASTE

La calle que cruzaste fundándola para mis


sentidos
quedará para siempre como la dejaste
te encontraré aquí cada vez que la vea
caminaré por sus veredas siguiéndote como a un
caballo blanco
que me indicará el camino de tu ausencia.
Llameará en la pista el sol como un pie rosado
saltando del lodo
y la noche llegará a mí con tu partida.
No importa que no pueda atravesar la luz a la que
vuelves
después de cruzar esta calle y perderte en
la gente.
Los autos han borrado tus huellas en el asfalto.
El tiempo y sus voces extravían tu nombre.
Pero has dejado tu olor de muchacha en las
paredes
y en el aire que deshojaron tus cabellos.
Y tus ojos han dejado dentro de mí una ruta azul
que bastaría para encontrarte
en el parque, con los pies refrescándote en el
rumor de la yerba,
a la orilla del mar arrojando tus penas blancas
dándole de lamer tu alegría al crepúsculo,
sintiendo en tu pecho sus besos
oyendo su canción, que es mi canción,
la de un extraño enamorado que te busca
que está cerca y se despide de ti cada tarde
un segundo después que pasaste.

Y quieres seguir dándome pistas falsas


atravesando sin heridas la barrera de púas en el

161
tráfico
cruzando con tus vestidos intactos las llamas
de la multitud
sorteando veloces trenes de sombras
huyendo de taxi en taxi, apareciendo únicamente
delante de mí envuelta en humo,
dejando tu rostro retratado en espejismo de amor.

162
HISTORIA DE NOSOTROS

Me detengo a pensar en lo que hemos hecho de nuestras vidas


cuando las cosas ya no tienen remedio
y el disco se tocó ya por sus dos vueltas.

Entre la densidad de palabras no dichas en su momento


escojo hoy las más adecuadas, barnizándolas de optimismo,
las disperso sobre un papel con sus muletas
para ver el pasado y sus variantes perfectas.

Reconstruyo un pequeño dinosaurio: el esqueleto de nuestro amor.

Hicimos una apuesta, todo a la insensatez


y no jugamos por miedo a perder.

Ahora sabemos que esos y otros días


merecen ser recordados sin nostalgia.

Como el poeta que mantiene intactos sus sueños


y acaba con el corazón reventado admirablemente
así callamos, mientras manos diestras
escribían una mejor historia.

163
DIÁLOGO CON UN ORFEBRE

Orfebre, cuando ella aparece y tus manos


se vuelven polvo dormido en la sombra
donde tu vejez es sólida como el oro
en el ángulo de dos paredes
y apenas tus ojos brillan en el fondo humeante
de bares sin dogmas
y tu pálida voz se pierde en subterráneos
llenos de vendedores ambulantes
y tus muertos zapatos flotan en la cloaca
entre otras piezas de museo
y tus jóvenes discípulos golpean tus uñas
en talleres apocalípticos
y tus verdes cabellos trepan por el puerto
donde viejas hambrientas venden a sus hijos
y tu sangre invade las playas donde adolescentes
montan a los delfines
y tus ropas cuelgan de árboles y peñascos
regados de ceniza
y yo, para barajar mis acequias nocturnas,
recojo el metal derruido de tu lengua
maldiciendo tu ausencia meticulosa:
qué he hecho de mí, ilustre desconocido,
cuando imploro tu retórica
mientras ella me tiende sus brazos
y, de paso, me tritura en su afán de devorar
las primicias del día;
confirmándome, alegremente, tu muerte segura,
sonriendo con la naturalidad de la luz
entrando a una habitación vacía
y así se comporta, peor que puñales hiriéndome

164
y, para salvarme, beso su mejilla turbulenta
entonces comprendo a Odiseo
desesperado por liberarse de las amarras
al oír el canto de las sirenas;
mas a mí, ¿qué me ata a ella?, sólo su perfume:
orfebre, peón de los ángeles, diseña por piedad
en tu podrido rincón
una rosa, un brazalete, algo bello
que me permita conquistarla.

165
V APRETÓN DE MANOS Y OTROS POEMAS
(1992)
FIESTA DE LAS AGUAS

Inundación de aguas por todas partes:


el barrio –unidad geográfica de la tribu–
luce como un pollo mojado sobre el pavimento.

Aguas de río despanzurrado


inundando las calles de esta chola Venecia.

Aguas de mar loco, invasor y pendenciero.


Y donde vayas la lluvia tupida.

Noche de marzo, fiesta de las aguas:


aguas de sol, de luna, de chacra, de cielo
de toros divinos peleando.

Perseguidos, como en un sueño,


esperando en el paradero el arca de Noé.

167
GARZAS Y GAVIOTAS

La bicicleta estacionada junto a mi cama


descansa
luego de llevarme –caballo veloz– a visitar
el viento verde de la tarde, las lagunas del sur,
los totorales.
Corriendo por la Panamericana
como un enamorado presuroso de llegar a la cita
gozo los kilómetros de descampado y de cielo.
Nadie me espera;
dejo, por lo tanto, libre a mi corazón para llenarse
de nubes marinas y del humo que brota
del paisaje.
Quise detenerme al divisar a lo lejos
a una muchacha que desaceleró el olvido.
Las piernas no me daban en la subida a Nuevo Chimbote,
me alentaron los borregos que pastan
a un costado de la carretera.
Pedaleando, volteo de vez en cuando para mirar
los altos barcos en el astillero del SIMA,
el junco que crece terco luego de ser sepultado por el río
Lacramarca,
los ojos de la mujer cuyo nombre no pronuncio
a fin de confundirla con otras en mi mente;
las garzas y gaviotas que contemplan mi tristeza
en el agua.

168
MIRADOR DE PÁJAROS

Pájaro que te retrasas, ebrio de mar,


de la bandada que prosigue su vuelo programado
hacia los parajes de tu especie:
el muchacho que juega abajo ya no esperaba
verte descender, desde que los pescadores
de atarraya abandonaron la playa desierta.
Y he aquí que tú desciendes, enamorado de las olas.
Antes que llegues, se entretenía arrojando piedras
al agua y al verte quiso tirarte una piedra a ti
pero tu alegre picada lo hizo desistir.
Hasta ahora nadie se detuvo así, en su corazón.
Bandadas de pájaros de distinto linaje
pasaron por el cielo, en todas las estaciones
y no se dignaron bajar.
El muchacho, que nadie todavía ha amado, presentía
que vendrías, por eso no se fue.
Dibujó tu figura efímera en la arena
y el agua lo borró.
Tú te zambulles y sales a secarte, airoso
en las ramas azules y doradas del verano.
Mareados por la brisa y el olor desquiciador del mar
estas aguas frías les retienen a los dos.
La soledad es extensa aquí y se puede amar
ilimitadamente.
Al quedarte, ya no conocerás la laguna
a donde se dirigen tus compañeros
ni las diminutas flores amarillas que acostumbra llover
en los ritos nupciales de los pájaros selváticos.
Si siguieras el vuelo indicado por el dedo
de tus padres, acaso serías feliz sin él.
¿Qué haría el muchacho, entonces?
Continuar compitiendo por las orillas
con los carros del aire y sus caballos blancos.

169
Cansado de jugar, tirado en la arena, esperaría
ver pasar la próxima bandada de pájaros o nubes.
Si te quedas compartirás su misma libertad
nadando en las aguas tranquilas
soleándote en las rocas sobre musgo seco.
Vivirán como dos niños persiguiéndose en la borda
inclinada del ocaso y el amanecer.
Hasta que decidas partir.
Entonces el mirador de pájaros, que te mira con mis ojos,
te verá volar y unirte a la bandada que regresa del sur
en mayor número y hermosura.
Y mientras desapareces en el horizonte
–desde donde nunca debiste venir–
él agitará sus manos, abajo, en la playa abandonada
ignorante del dolor que le espera
como un alegre y despreocupado hijo de náufragos.

170
EXTRAVIADO EN LA CIUDAD

Soy como un animal del campo


que habita en las colinas
y bebe en el arroyo y devora la yerba
que encuentra
y se aparea a cualquier hora
sin vestimenta, con el pelaje en contacto
con el aire, el agua y los astros.
Soy como un animal del campo
que duerme en el monte
entre la manada de estrellas.
Soy el caballo blanco, desbocado, del mar
el cuervo brilloso del cielo
el perro salvaje de la pradera.
Soy como un animal del campo
extraviado en la ciudad,
es necesario decirlo, en mi descargo.

171
JADEANTE AMANECER

En el muro negro del amanecer canta el gallo


escucha el humano.
En su canto revientan olas de sangre
un mar espeso como masa humana.
Su grito horada el cielo como una piedra roja
el aire.
Humano preso sin gallo y gallo sin humano
más fácil tocar otro continente
más cerca el silencio del día
que el gallo de tu mano.
Jadeante amanecer:
un tipo desquiciado toca en un pedazo de tubería
–a modo de quena–
su trunco destino.
Cambio de turno, la sirena suena
como mandiles amarillos en el alba.
Portones abriéndose, hormigueo de obreros.
La noche escapa al centro sinfónico
o primorosa casa de citas en la cúpula de la tierra.
Y solo queda en el muro el sol opaco
como una lúcuma en un árbol de nubes.

172
SOL DE LAS CINCO DE LA TARDE

Sol de las cinco de la tarde


ni rojo ni negro ni dorado
sol del hueso y no del ojo
del corazón y no de la piel
sol recorrido y no fatigado
sol comprensible, de fuego medido
que no necesitas de calor
sol del disfrute, no del placer
sol del canto y del amigo
sol de las cinco de la tarde
sin reservas ni recuerdos
sol total
sin promesas ni ilusión
sol del remate final
del perdón no de la rendición
sol del cruce de la vida y de la muerte
sol de mi encuentro contigo
sol de las cinco de la tarde
sol mío, ciudad mía, mujer mía
sol brindado sorbo a sorbo
sol a fondo
sol de mar.

173
PURO CORAZÓN

Cuando me pregunto la edad me interrogo


en el espejo desastroso de la mañana, sino gruño
–lo cual es característico de un animal inseguro–
sonrío desganado y me digo soy puro corazón.
No entiendo para qué esta estructura
de carne, huesos y tendones,
cuando siento que soy puro corazón.
Puro corazón palpitando en la grasa de los días,
iluminado por el acto bueno en la penumbra.
Y cruel, como siesta de nubes heridas
en los ojos de la ciudad.

174
CONTRA EL TABÚ DEL ADIÓS

Cuando una pareja se separa


el hombre coge su ropa y sus libros y se larga
y la mujer queda hecha un mar de lágrimas
como si se fuera a morir de dolor.

El hombre, aparentemente más duro, dobla la esquina


y desaparece sin aspaviento.

Cuando una pareja se separa


todos se compadecen del sufrimiento de la mujer
y maldicen del hombre que la dejó.

Nadie se acuerda del hombre que vivirá


a salto de mata en cuartos alquilados
alimentándose en los restaurantes menos inmundos
con un problema serio en su aseo y vestimenta.

Seguramente la historia que cuentan de él


sórdida, apasionada, deleznable
no será la que se apodera de su mente y su corazón
cuando no tiene nada que hacer.

Tened también lástima, oh malas lenguas,


del hombre solo que empieza de cero!

175
AGRADEZCO A LA NOCHE

Agradezco a la noche por ofrecerme


la compañía del mar y el viento
y la arena blanda en demasía
por ponerme en el muelle que los peces
alumbran con sus bocas
por su música escapada del futuro
manando del cráneo de un hombre
enterrado en otra bahía
a la espalda del mundo
por iluminar el baile de la muchacha desconocida
en la playa plateada
girando verticalmente como una nube
que no puede ascender.
Agradezco a la noche especialmente
por su amable invitación al suicidio
que lo sabe hacer llegar
con la seducción del amanecer.

176
SENTIMIENTOS ABANDONADOS

No se consumieron ni olvidaron
por desidia o prematuro florecimiento
son el sueño, la mujer, la música que existieron
antes del cuerpo y el instrumento.
Tuvieron su año y fecha de vencimiento.
Brilló el cromo en sus contornos de objetos nacidos
fueron duros y volubles como el cielo de marzo.
Pero al no encontrar los brazos oportunos
el libro justo, la estación acorde,
se quedaron entre el alma y el cuerpo
quemando como besos de amantes muertos.

177
UN LUGAR IDEAL

Una casa frente al mar


y el bote esperándome diariamente
y una mujer que huye desnuda
en la madrugada: niebla y sol.
Y años, muchos años,
de elaboración meticulosa
del sonido seco de un disparo
ahuyentando a indolentes pájaros
marinos,
hundiendo dentro de mí la canción materna
–la única que perdura–
lejana en el pasado y en el futuro.
Y el cielo abrazándose con el agua.

178
ESCALERAS A LA SOLEDAD

Escaleras a la soledad,
se cierra detrás de mí la puerta de hierro.
El techo altísimo y el piso encerado al instante
por la sirvienta que se oculta
cuando alguno de los inquilinos aparece.
Subo las gradas de oscuro ocre rojo,
dan a pasadizos que no reciben la luz del sol.
Ni de mi cuarto se ve el cielo.
Encerrado, cumpliendo todas las funciones orgánicas
en una habitación que no es mía.
¿Qué he hecho para merecer este castigo?
No soy propietario más que de mi cuerpo
y temo enfermarme.
¡Qué Dios me aleje de un ataque cardiaco, un cólico
o un simple mareo!
¿Quién me atendería?
Si muero aquí, el dueño del edificio descubrirá
mi cadáver el día que venga a cobrar la renta.
Subo las gradas oliendo las paredes frescas
recién pintadas.
Ni una mosca, nada es sucio,
hasta el aire es desinfectado de olor humano.
Otros huéspedes se consuelan viendo televisión
o escuchando música, en radios que tocan por pena.
Mi vecino teclea su máquina de escribir por intervalos,
luego se deprime.
Catres suenan cuando a alguien se le ocurre traer
a una mujer para hacer el amor.
Una mujer que reirá y se sentirá feliz del lugar
porque se marchará.
Aquí he llegado a caer, y me podría ir peor.
Esta es la celda que he escogido para pagar
el delito de la creación.

179
ORÁCULO AZUL

Cuando la ciudad no tiene nada que decir


me queda el oráculo azul del mar.
En el espejismo de la playa retorno a buscar
ni nombre escrito hace muchos años,
la clave de mi existencia.
Solitario, uno en el mundo: carreteros escondiéndose
en sus huecos.
Ah, si volviera a ser un niño dorado como la arena,
desprotegido para la felicidad,
corriendo por la orilla del mar!
Desde la ventana del atardecer alguien espía,
muerte o paloma, muchacha que se fue.
Oscurece y el mar permanece callado,
se aleja el tiempo de la revelación.
A mi espalda, la ciudad se ilumina
invitando al juego de las ilusiones y el placer.

180
EXTRAPOLACIÓN

De pronto descubro
que la mano torcida del hombre a mi lado
perteneció a un monarca conspirativo.
Hago detener el colectivo para bajar
pues los que me buscan han detectado
mi paradero.
Cruzo la calle y me topo en la esquina
con alguien que muestra únicamente media cara
de bandolero.
Agazapado en su capa londinense, un siglo
de frío congelada, debe llevar puñal
puesto que el viento se eleva con la noticia sensacionalista
de mañana.
Apuro el paso preocupado.
Adelante camina una mujer con una cesta de frutas
extraída de la nevera del tiempo.
Salida por la puerta de alguna novela
carga una tristeza que no puede ocultar
en ningún tugurio.
Un ángel malévolo la empuja con su espada
a las calles tentadoras del centro.
Voy por su tras a ofrecerle compañía
sin sospechar que me acerco al desolado final
de un cuento.

181
CALLEJÓN DE HUAYLAS

De nuestro viaje por el Callejón de Huaylas


no recuerdo los nombres de los hoteles
confundo la ubicación de pueblos y ciudades
el curso de los ríos.
En cambio, recuerdo con lujo de detalles
las habitaciones donde nos hospedamos
tu amor tibio, tus pies fríos,
el olor del pan serrano y el café del desayuno,
la cama lindamente desordenada
y tu risa saliendo por la ventana al Huascarán
como jilgueros.

182
VEHÍCULO DE SEDUCCIÓN

Conversamos al final de la fiesta


después que los invitados se marcharon borrachos
y mientras tu esposo duerme cercano, dulce
con todo y zapatos, en el sofá de la sala, roncando
como una cigarra al amanecer.
Estamos cansados pero despiertos y lúcidos
inexplicablemente la noche no nos ha vencido
con su más sensual música
con su poderosa embriaguez.
Preparas café, vehículo de seducción, que tomamos
en tazas de cerámica peruana
con adornos chinos.
Formas de pájaros van apareciendo en el patio
colgados de las paredes floridas,
húmedas por el gotear de una tubería.
Sin darnos cuenta
la noche se ha ido disolviendo
como un perfume en la piel pasados sus efectos
ardientes y fragantes.
Acaso la fiesta fue sólo un subterfugio
para llegar a este momento.
¿Acaso la fiesta fue sólo un subterfugio
para llegar a este momento?
Respiramos agitadamente
y se nos viene a la cabeza de golpe el humo interno
y rosado de alcohol.
Eternidad, diosa del vacío, nos espía desde el espejo
de una vitrina, en el instante en que el amor
pone su huevo de gozo en el corazón.
Estamos tan unidos como los muertos en sus paseos
domingueros.
Acaricio tu mano como el inicio de algo conocido
pero el ronquido de tu esposo rompe el silencio

183
tiene un terrible dolor de cabeza y pide una aspirina
y un plato de ceviche con bastante ají.
Acabo mi taza de café y tomo más café.
El sol ya quema en el patio, va friendo lentamente
a una lagartija que se dora como un Dios holgazán.
Nada que hacer.
Tal vez haya otra oportunidad
otra oportunidad exactamente igual
con la noche disolviéndose como un perfume misterioso.
Pero entonces ya no nos miraríamos con los mismos ojos
inocentes de esta noche,
en medio del jolgorio y el puterío embozado de la fiesta,
porque todo sería una maldita farsa preparada
y no una suave caída a una equivocación.

184
PAISAJE MEDIEVAL

En tus ojos duerme el agua, el paisaje medieval,


la yerba dulce que mordió la oveja herida
el lobo enfebrecido por la sangre del cielo que persigue
la sombra azul de una campana sobre el corazón
del pastor.
En tus ojos detenida la melodía de un sueño
ardiente en la memoria,
uvas de fuego que devora la lejanía
el tren de la tristeza que piensa en ti.
En tus manos la luz matinal me levanta
del lecho atormentado
y la frescura alisa mi rostro para la fotografía
del desayuno y el amor.
En tus manos quietas el verano invade la oficina
masa de ansias soy por las caricias de tus manos,
pasto donde caen las hojas golpeadas por el sol.
En tu boca descansa la fruta de los años
consumida y renovada, henchida y ofrecida.
Ignorantes los pájaros enloquecen en otras mieles
desconociendo tu boca espesa,
agua de rosas que alcanzo a oler
mientras me ahogo en el adiós.

185
FUERA DEL LIBRETO

Conocernos fue quizás un error que se pudo evitar;


amarnos, no.
Desde el inicio un relámpago denso nos fascinó;
pasaron los días, el cielo, la ciudad;
su luz, no.
Fuera del libreto escrito por anticipado nos encontramos
y, como variar la mirada de alguien que presentimos fatal,
pudimos alegar olvido y renunciar a todo;
al amor, no.
Y aún en el último instante,
cuando hasta la duda sucumbe
en íntimo acto de sacrificio,
pudo, al menos uno de nosotros, dar la vuelta y alejarse.
Una vez que nos miramos a los ojos, no.
Nadando en el sol de tu cuerpo
bajo el agua de tu alma
salir a la superficie, no.
Conocernos fue, acaso, como se dijo, un error evidente,
patético; amarnos, no.

186
AMO A ESTA MUJER

Amo a esta mujer, hoy no puedo decírselo, pero la amo.


Converso con el silencio maniatado, con la nada presa;
si no la amara estaría triste y desconsolado,
ni un periódico sensacionalista lograría entretenerme.
Amo a esta mujer, esta frase encierra todo: el sol
dentro de otro sol, la flor que el aire consume,
el pájaro que busca en el cielo un lugar donde morir.
Puedo, incluso, ser malo
pero no sería del todo malo porque yo amo a esta mujer.
Aquí en mi pecho está, caliente, como una palabra
habitada por la luz.
Así de simple.
La amo como un hombre ama, en forma total.
Solamente quisiera verla y decirle: te amo.
Que los túneles del silencio lleven mi voz a su oído
luego a los mares.
Amo a esta mujer y sé que me entienden a su modo
el árbol y la nube,
la opinión de la isla y el cielo también es favorable.
Si en todos mis días fuera desdichado y se me concediera
un instante a su lado sería suficiente.
La amo. Nada más.

187
DIENTES DE CASTOR

Se abre la puerta y desaparece


la luz exterior ingresa al cuarto, se revuelve
y sale como una ola, retorna contigo y con calor.
Tu cara es el cielo y pasas
afuera en la calle vacía el viento juega
con los volantes del suelo. Ya estás aquí.
Retroceden los gallinazos del miedo, azotados
por flores blancas, la luz se lleva toda el agua
que no era azul. Sonríes:
el río helado que me acompañaba desemboca
en un mar hirviente.
Tu pelo marrón ensortijado corona de miel tu cabeza.
Sonríes: tus dientes de castor muerden mi corazón.
El silencio es canción, la misma canción.
En tus ojos puros veo mi infancia
silbando versos oídos a los marineros
o quemando, por tristeza, yerba seca en los suburbios
compartiendo, más tarde, entre la risa del bar
la lectura de un manifiesto.
La radio apagada para que no nos hable de amor.
Nosotros no sabemos qué es el amor
apenas nuestras bocas se buscan incansables
girando como dos astros imantados.
Mi lengua, como un pez de agua dulce, nada en tu boca.
Se funde el reloj, destilándose a mis pies.
Huyen los zapatos, como animales vivos, a un rincón.
Las ropas son apartadas como ramas de colores
para beber en el estanque de la luna.
El tiempo suda para durar.
En rápidos ciclos una tormenta nuclear nos transporta
por los países de las hojas y la juventud.
Sueltas las flores que trajiste apretadas en tus manos.
Piel a piel:

188
la luz vuelve con un rumor de mar, con una brisa suave
resbala en gotas brillantes por tus hombros.
No me engañes, dices y te doblas
como junco al paso consentido del desborde.
Me da miedo tu fragilidad, pero tu tallo resiste
tus huesos crujen como un piano húmedo.
Chupo las uvas de tus senos y me embriagan tus gemidos.
Miel humana empapa mis manos al acariciar tu vientre
y tus piernas.
Pequeña:
antes que manos oscuras nos separen de la luz
que juntan nuestros cuerpos, amémonos,
amémonos así, con la intensidad frenética
de una ráfaga azul pulverizando las alas a los insectos
que fastidian en la ventana.
De manera que baste solamente sentir lo que sentimos
para estar juntos otra vez, como hoy.

189
EN UN METRO CUADRADO DE SOLEDAD

Había arreglado mi cuarto


de modo que las cosas, si no hermosas, al menos
guardaran una relación de armonía.
La cama tendida, el piso trapeado, la ropa limpia.
Quería que escuches el bolero de Ravel,
siempre me imaginé haciéndote el amor escuchando
el bolero de Ravel.
Y aunque no acostumbro por motivos económicos
rosas frescas en la mesa de escribir sonreían
como coquetas Madonas.
Había arreglado mi cuarto, la red donde ibas a caer
seducida por tus propios temores.
Pero al encontrarnos donde habíamos convenido
nos dejamos llevar por la ansiedad,
la distancia al cuarto era tan larga como el universo
y nosotros no pudimos detener la explosión del sol
un minuto más.
Tuvimos que hacerlo ahí, de pie, contra la pared
en un metro cuadrado de soledad
con mis sinceras disculpas al cuarto arreglado
a las pobres rosas encarnadas
y al bueno de Ravel.

190
NO TENGO MIEDO PERDERTE

No tengo miedo perderte


se pierde algo que se tiene, una cosa adueñada,
pero de ti ¿qué tengo?
¿Cómo guardar tu perfume, atrapar tus besos,
apoderarme de tu cuerpo escurridizo?
No tengo miedo perderte
porque se pierde algo que se desprende de uno.
¿Y cómo sacar de mí tu amor
si tu aliento ha quedado incrustado en mis células?
Supón que mi cuerpo cayera como un árbol
al mar acelerado
¿acaso mi fantasma poético no te acompañaría
eternamente?
Alma de pájaro, si volaras para siempre
y tu cuerpo putrefacto alimentara flores de vida
¿no piarías en mi ventana
dándome los buenos días?
No tengo miedo perderte
porque cuando estás conmigo ya no estás.
Una noche un día no existen detenidos
eres pasado y futuro al instante.
Y por eso, lindo recuerdo haciéndote,
ahora que sueño con tu presencia y abrazo tus ansias
te amo con comodidad, con tiempo, sin desesperación.
Porque no te vas a ir
porque casi estoy solo contigo
y tu permaneces dulcemente esquiva, dentro de mí.

191
COMO UN VIEJO INCA

El viejo sentado en la piedra


recibe los ardores del sol en su rostro cobrizo.
Mirando el vacío, su largo pasado,
permanece recostado a la pared
hasta que el sol se hace ceniza.
No habla ni se molesta, apenas sonríe
cuando me reconoce.
Sé que me quiere, como yo a él, en silencio.
Apagándose lentamente, como un viejo inca,
mi padre se lleva, oculto, el orgullo
de sus victorias y derrotas.

192
SUEÑOS FAMILIARES

¿Qué fue del vasto dormitorio que pensó construir


Roberto el viejo, algún día, con sus ahorros?
¿Y la moderna cocina donde Bertha la Santa escogería
qué platos preparar con la alacena bien surtida
de alimentos?
¿Qué pasó con el comedor de los banquetes dominicales
suspendido entre el aire y la luz de Nuestro Señor,
siempre accesible
a toda clase de parientes e invitados?
¿Y el jardín con álamos y rosas donde jugarían
Alfonso el Sabio, Octavio el Poeta y Eugenia
la Cantante?
¿Dónde está el cuarto de las deposiciones y los baños
pulcro y perfumado para la higiene y la belleza
de sus cuerpos?
¿Y la granja de gallinas, patos y cuyes disponibles
para el cumpleaños de cada uno, Fiestas Patrias,
Navidad
y San Pedrito?
Desde que se invadió el arenal 20 años han pasado
y mientras los vecinos lucen prósperos
este es el lunar que impide al barrio ser inaugurado.
¿Cómo es que se esfumaron todos los planes y sueños
familiares?
Lo cierto es que una invisible escoba los barrió uno a uno,
no hubo construcción de casa
celebraciones patrias ni cumpleaños.
Roberto el Viejo
se cansó de trabajar, vendió sus herramientas
y se dedicó a recorrer cuantas cantinas se abrieron a la redonda.
Entre tanto, Bertha la Santa se defendió como pudo
bajo la protección de la Providencia que le alcanza
alimentos y medicinas.

193
Con el tiempo se insinúa la posibilidad de entregar
a uno de sus hijos a los servicios religiosos,
lo que no prospera
porque fíjense que Alfonso el Sabio es hoy Alfonso el Loco
Octavio el Poeta es Octavio el Rebelde del que nadie
da señas
y Eugenia la Cantante partió en una caravana
de espectáculos callejeros
escribiendo desde ciudades remotas que volverá
algún día
con dinero para ayudar a su familia.
Sus cartas abiertas al mediodía, son todo lo que disponen
en el rancho inundado del vapor de caldo de pescado.
Roberto el Viejo ebrio, invicto;
Alfonso el Loco sonriendo como una fruta perenne
y Bertha la Santa entonando cantos a la Providencia
que ha hecho florecer un frondoso maracuyá en el techo,
cuyos frutos, dulces y disputados, cuelgan de por sí
cada mañana.

194
CANCIÓN PARA RITA EN SU CUMPLEAÑOS

Día como tantos, ave de un solo vuelo,


es el cumpleaños de Rita y nadie lo recuerda
pero para ella es un día importante.
Invitando a algunos amigos se puede armar la jarana;
total, teniendo juntos a los hijos
así ni marido se tenga.
Al anochecer los vecinos aparecen
con botellas de licor como faroles en la niebla.
Ya reunidos, según se estila dignamente en este mundo,
no falta quien cede al peso de la ternura
y canta una canción para Rita en su cumpleaños.
A puro pulmón, sin guitarra ni cajón, canta
acompañado de todos
una canción que estuvo de moda en su tiempo
pero que ahora ninguna radio recuerda.
Luego se sirve la comida, se baila y se toma
hasta el amanecer.
Y al despedirse todos –los hijos durmiendo–
Rita, sola, conversa indefectiblemente
con sus cuarenta años!

195
CARTA AL FUTURO

A mi hijo Olivier

En este cuarto, donde apenas caben la cama


y los libros de tu padre
fuiste hecho una tarde fría de primavera
con el cielo nublado
y Olivier Messiaen dirigiendo su cuarteto
para el fin de los tiempos.
Tu madre tenía 17 años y venía a escondidas
esperando que las calles estén desiertas.
Recuerda, cuando seas pequeño y cuando seas viejo:
ellos se conocieron, se amaron y te engendraron
en pocos meses.
No podían esperar, quizás tú te hubieses alejado.
¿Qué iban a esperar del futuro que fuese más hermoso?
En la plenitud de su amor tu viniste
en un cuarto desordenado y con olor a naranjas
peladas.
Nadie estaba de acuerdo con los encuentros
de tus padres y eso no les importaba
sólo vivían para ellos, cuidando este pequeño rincón
de ternura, alimentando tu espíritu de besos.
Tu padre fue en su tiempo un escritor
no sé si bueno o malo, solamente un escritor.
Cuando se conocieron tu madre tenía ojos sólo para él
y sus ojos eran como los tuyos
dulces y misteriosos.
Lo más gracioso de ella eran sus dientes.
Dientes de castor, la bautizó tu padre y así la conquistó.
Al principio ella se cuidaba de quedar embarazada
y tenía miedo a la vida como todos los mortales.
Hasta que un día en el delirio rosado y lúcido
de la carne
tu madre deseó profundamente que si algún día

196
tenían un hijo, fueses como él.
Así te hicieron, en este cuarto, una tarde fría de primavera
sonando en la grabadora el cuarteto para el fin
de los tiempos.

197
HABLAN DE UNA CIUDAD

Hablan de una ciudad envuelta en humo


donde no se puede vivir con propiedad ni dignidad,
cuentan de un puerto violento y peliculero
de una que no vio Dante
(más pequeño, pero con más capacidad)
y del llanto mudo de los explotados.
Se escucha la voz de gente que discute el porvenir
y el rumor del poblamiento incesante.
Charlan el mar y el valle, antes ignorados entre sí.
He oído de cambios y mejoras, de infortunios y repentinas
alegrías, de fiestas y velorios.
No sé de qué ciudad me hablan:
yo siempre he estado aquí, a veces saludo
cuando reconozco a alguien.
Mayormente permanezco matando mis pulgas
ajeno al tiempo, blanqueado por el sol.

198
CONVERSANDO CON EL PASADO

De vuelta a esta grata bahía


donde entoné de escolar cantos a la pesca,
encuentro una charca de aguas retenidas y apestosas.
Como Neptuno moribundo emerge el día
arrojando sucia espuma por los labios.
El pasado y mi literatura se mezclan en olas agitadas.
Ahora soy un hombre que dice lo que siente y piensa
sin temor a censuras o elogios.
Camino por la arena llena de huesos y latas.
los barrios lucen más poblados; ya saben a qué me refiero.
Me atraen otra vez las lanchas en la noche,
las boyas rojas, iluminadas, y el muelle en penumbra
como un burdel desolado.
Amaneciendo, la isla blanca brilla como un bosque
de chatarra.
Escasos turistas caminan por la ciudad;
los hoteles son ocupados por parejas desesperadas
y hombres de negocios.
Me confundo con la gente en el mercado.
He estado un tiempo fuera y he vuelto
como si no hubiese pasado nada.
Pero han pasado tantas cosas y yo ya no soy el mismo.

199
APRETÓN DE MANOS

En mi archivo personal de sucesos impactantes


e inolvidables
destacan el crepúsculo insomne
la sensación de frescura en la manta blanca del cadáver
que iba a resucitar
la ternura asfixiante en la caricia de la madre al niño
el incendio de un edificio en el centro de Lima
el caballo de Pablo detenido con las patas en alto
cegado por luz celestial
las palabras de la muchacha que me quiso
por primera vez
la melodía mal compuesta de la historia
el ruido primitivo de la fábrica
las huellas que dejan en el aire los dedos manchados
de polen del arpista
la tonada del cosmos y su coro de compadres.
Y a pesar de mi maldad evidente
al conservar la unidad de mi cuerpo
y amarrar mi lengua a la lengua de mi amada
al no cantarles a los niños que se arrastran tullidos
al encerrarme en mi casa, lejos de los vivos suplicantes:
confieso no recordar nada más reconfortante y hermoso
que un apretón de manos de dos personas
que no tienen nada.

200
BURDEL DE PROVINCIA

Para quienes a las justas les alcanza


para pagar un polvo barato
o quieren variar el hastío conyugal y no les liga
un lance
o, porque no, por perversión
se construyó aquí el burdel.
Con sus clientes fijos
en el interior no hay mucho que escoger
semana a semana rotan de cuarto en cuarto
pujando por lograr el mejor ajuste
una dosis de placer mayor.
Detrás de la oscuridad
las mujeres esperan adornadas con los reflejos
de la iluminación.
Con las manos se cogen las tetas flácidas
cubriendo su voluminoso vientre con un velo negro
o celeste
mostrando de costado –estilo contraluz de Rembrandt–
el ancho trasero.
Miran dulcemente como novias degolladas repitiendo
hasta el hartazgo frases de invitación
repitiendo frases de invitación que coinciden
con el paso veloz de los rostros en la puerta
y los laureles del patio.
Demás está decir que se esmeran
porque no tienen mayor apuro, qué les queda
sino vivir puteando con la muerte.
Algo deben saber de estas artes
pues los pasajeros se sugestionan
se convierten en los amantes más grandes
del mundo
se cumple su sueño de actuar en una película porno.
Y aunque en este burdel de provincia

201
las mujeres no pueden compararse con las de New York
Miraflores o París
son un consuelo para quienes a las justas
les alcanza para pagar un polvo barato
para variar el hastío conyugal cuando no les liga
un lance
o también, por supuesto, por perversión.

202
SIN LÁGRIMAS EN EL ENTIERRO DE SUS MUERTOS

Cementerio de Chimbote, ciudadela de muertos,


isla de silencio blanqueada por el sol
te levantas sobre un osario enterrado
–otros huesos, otras familias, otras culturas–
con miles de niños superpuestos
como panales del averno.
Arquitectura del tiempo que no da tregua
a los felices e infelices
a los satisfechos y a los desheredados.
En tus cuevas de silencio y destrucción
–iguales son aquí flor, gusano, miel o hez–
yacen perdidos en medio de una muchedumbre
de cadáveres más anónimos y desamparados que nunca
piedras que fueron mi hermano mis padres
mis amigos sorprendidos de estar muertos
como lo estuvieron de vivos.
Sin cesar visitados, a veces inoportunamente.
Y llegando las almas todo el día
con sus equipajes de recuerdos, cantos y lloros
viéndolos partir –así se trate de sus más queridos hijos–
nada dicen el mar, la ciudad o el cielo
de este Chimbote enfrascado en asuntos peores
–-sin lágrimas en el entierro de sus muertos–
mientras parte el barco, ruge la fábrica,
corre el microbús y el poeta adolescente
escribe versos eternos a su amada.

203
VI HABLAR DE LOS CAMINOS (2002)
a los que han tenido que abandonar a la
fuerza su lar

a los que se han quedado obligados a mirar


partir a los que se fueron

a los que no se han ido ni se han quedado


y nadie sabe que ha sido de ellos
Después de caminar cierto tiempo hacia el este
entonces elegiré un lecho de tierra herbosa
buena para cuando mi cuerpo sea más de cien gusanos
y unos cuantos huesos calcinados
por el sol de la sequía
y humedecidos por la lluvia que corre sobre los pastos
por encima y por abajo
y los vientos puedan alejar bien mi pestilencia
hacia el este-oeste o el norte-sur,
pero antes de eso quisiera regresar un poco hacia el
oeste.

Antonio Cillóniz.
I

Los pordioseros luchan suplicando infernalmente...


César Vallejo

207
roto el sueño por gritos y luces afiladas

roto el sueño por gritos


y luces afiladas
golpeando
nuestros parpados
indefensos
somos levantados
de nuestros lechos
tibios y uterinos
y arrojados al frío
inclemente
de la calle
donde voces aceradas
nos ordenan coger
las cosas más elementales
que podamos llevar
un jarro vacío
un libro de rezos
una cuchara insomne
una frazada
pesada por los años
y cuerpos que contuvo
empujados
a un largo viaje
sin retorno
sin saber a donde
ni por donde
siguiendo los pasos
de los que ya están en marcha
formando una hilera de gente
saliendo de improviso
de su tierra
hasta ser sólo siluetas blancas
en el dorso negro de un camino
que nos aleja del ayer

208
en el camino alguien cae y ya no se puede levantar

en el camino alguien cae


y ya no se puede levantar
uno más
pero éste ha tenido la suerte
que se detenga una mujer
no quiere dejarlo a la intemperie
no importa que sea un desconocido
o que otros continúen adelante
se arrodilla a su lado
para acompañarlo
y después de cerrarle los ojos
como puede hace un hoyo con las manos
y sepulta el cuerpo
cubriéndolo con tierra
y piedras pequeñas
encima clava una cruz y escribe
con un carbón
la fecha y el lugar
y de nombre uno
que le hubiera gustado
para hijo o marido
un nombre una fecha y un lugar que
quedarán atrás
cuando se levante
y trate de alcanzarnos
pero antes
una dulce oración
conocida por los dos

pensábamos que todo esto duraría poco tiempo

209
pensábamos que todo esto duraría
poco tiempo
hasta que se arreglaran
algunos papeles
o cambiara cierta gente
en el gobierno
y que luego volveríamos
sobre nuestros pasos
como si no hubiera pasado nada
a continuar nuestra vida
en el punto en que fue detenida
terminando de soñar
levantarnos
a un día de labranza
gallinas en los corrales
café caliente
y pan sobre la mesa
pero estuvimos deambulando
con el sol sobre nuestro rostro
con el sol sobre nuestra espalda
por desiertos y valles
costas y ciudades
hasta que nos dimos cuenta
que nadie nos quería recibir
ni tampoco se nos permitía
volver

210
pasamos por el sordo río de las ejecuciones

pasamos por el sordo río


de las ejecuciones
algunos malheridos
gimen todavía
en las orillas
implorando
piedad
otros flotan
como maderos
picoteados
por los gallinazos
del sol
no vayas a mirar
no te vayas a acercar
no quieras saber
el nombre de los cadáveres
una maldición pesa
en estas aguas
en este suelo
el aire fétido
ha quedado de espía
si te enteras de esto de algún modo
es probable
que tú también
tengas más tarde
un sitio aquí

211
al entrar a una ciudad no tengo nombre

al entrar a una ciudad


no tengo nombre
juan por ejemplo
olivo serpiente
o testarudo
apenas soy un número
en la lista de raciones
debo recordarlo siempre
un número
que puede disminuir
si alguien de adelante cae
o aumentar
si en el camino
se incorporan otros
un número exacto
ni uno menos ni uno más
un número
de huesos flacos
y oscuros
debo estar atento
a la hora del llamado
si no perderé mi sitio
y me quedaré por hoy
sin pan

212
a donde vamos no lo sé

a donde vamos no lo sé
tal vez encontremos
un lecho
para terminar
el largo sueño
que nos agota
un poco de sombra
y agua fresca
sería suficiente
si sobrevivimos
quizás tengamos
otra oportunidad
otro terreno
para construir un nuevo hogar
mientras el que tuvimos
será habitado por extraños
o invadido por la yerba
y el humo de la destrucción

213
para bien y para mal caminando he crecido

para bien y para mal


caminando he crecido
como los árboles y las bestias
se han estirado mis brazos
y mis piernas
mis ideas
y sentimientos
callado como los que caminan
bajo la luna
protervo como los que
se esconden del sol
viendo noches y días
pasar ante mí
como trenes de ida y vuelta
que recogían a todos
menos a nosotros
cruzando ríos y ciudades
desiertos
y campos arrasados
he aprendido lo más elemental
tengo una historia
lo importante es no quedarme
sin agua
no alejarme del grupo
y ayudar en lo que pueda
y me parece que siempre
ha sido ésta
mi forma de vivir

214
somos la noticia de hoy que todos leen

somos la noticia de hoy


que todos leen
que ven pasar
a través de sus ventanas
cómodamente
con el gozo de estar enterados
de lo que pasa en el mundo
poco pueden hacer
o nada hacen
aun queriendo ayudarnos
somos la noticia de hoy
mañana quién será
y no será diferente
pero nuestra vida
no es una noticia
tal vez una quejumbrosa
canción
para oídos
escogidos

215
había pocos panes y muchas manos

había pocos panes


y muchas manos
entonces alguien propuso
dividirlos en pedazos
y repartirlos en partes iguales
pero otro dijo mejor prioricemos
a las mujeres y los niños
y hubo quien pidió que primero
se les diera de comer
a los más débiles
y otro que simplemente
se respete la cola
y se reparta hasta donde alcance
y tampoco faltó quien pensó
en el mañana
y sugirió que no debíamos
comernos todo el pan en un día
algunos se cansaron
de este ajetreo y discusión
y se sentaron
a esperar que resultaba de todo aquello
mientras tanto
los que estaban adelante
ya habían cogido su parte
y estaban de nuevo pugnando por más
se notaba asimismo
que algunos acomodaban
a sus familiares y conocidos
en lugares privilegiados
existiendo incluso el peligro
que ante la falta de acuerdo
se nos niegue el reparto del pan

216
será difícil olvidar el mal que nos hicieron

será difícil olvidar


el mal que nos hicieron
tiempo de vida irreparable
donde el rencor es una flor
si acaba algún día
este camino
nada volverá a ser igual
una distancia insalvable
nos separa
como un río caudaloso
sin puentes
ni ellos ni nosotros
podemos pasar
la tierra se ha roto
en dos
con nuestra marcha
pasará mucho tiempo siquiera
para dirigirnos una palabra
una mirada un saludo
cuando me encuentre
con alguien
del otro bando
sólo uno de los dos
quedará en pie

217
II

No sé el nombre. Sea cuervo este pájaro que nombro.


No sé el nombre, es verdad, espero algún día
podrá morir por mí.

Antonio Cisneros.

218
no sé la hora en que aparece la luna

no sé la hora
en que aparece la luna
miro hacia el cielo
y ya está allí
ignoro también
donde empieza y termina
mi país
este valle
cuál será la distancia
desde aquí
hasta el mar
cuál es la diferencia
entre una nube
y un risco
quién fue el primer sabio
o el último campeón
cuál es la medida
de mi cráneo
la cantidad de saliva
que me queda
o la duración
de un incendio
lamentablemente
si me interrogaran
en este momento
sabría tanto
como una piedra
tanto como un reptil
y por supuesto
mucho menos
que el endemoniado humo
del amanecer

219
no te puedo ver pero sé que estás ahí

no te puedo ver pero sé


que estás ahí
recostado en la oscuridad
en un ángulo que nadie
de los que por aquí
han pasado
ha podido reparar
sólo eres un aliento dulce
que el aire trae
en este infierno aceptado
por los dos
si mis dedos
estuvieran frescos
como alguna vez
lo estuvieron
para calmar
tus ojos afiebrados
pero no puedo más que
juntar mi silencio
al tuyo
mi dolor y mi sed
ni hablarte
porque las palabras
están destrozadas
y pronunciarlas
sería terminar de romper
este leve vínculo
que nos une
apenas
un sentimiento común
de vida
de soledad

220
cómo evitar la noche

cómo evitar la noche


en noches como ésta
bordearla
como a una isla
que nos acecha
pasarla por debajo
como una ola
o una estrella
enemiga
cómo evitar la noche
esta noche que duele
no llegar a ella
huir de ella
olvidarla
sin haberla vivido
dejarla atrás
cómo evitar la noche
que está empezando
a arrastrarme
en su fango
una vez más

221
sufrir sin un dios conocido

sufrir sin un dios conocido


por el cual jurar
venganza o piedad
sin un rosario de piedras o yerbas
de qué cogerme
sin una estampita que besar
a no ser el hondo fragor
de una herida
sin compartir
cargando solo el peso
de esta culpa absoluta
sin la promesa
de un pañuelo
para mi frente sudorosa
o una palabra suave
para mi oído
golpeado
por gritos lejanos
sufrir sin un dios conocido
apretado a mí mismo
dependiendo únicamente
de la fuerza
que emerge
de una antigua
canción familiar

222
más bien terráqueo y de poco hablar

más bien terráqueo


y de poco hablar
urgido por mantener
de pie mi cuerpo
con poco tiempo para charlas
de paso apurado
por llegar a la noche
con suerte abrir los ojos
a un nuevo día
sin querer morir hoy
pero sin saber para qué vivir
mañana
defendiendo con las uñas
mi plato mi sexo
quisiera que alguien me diga
despacio
como para poder digerirlo
que es todo ese alboroto
en las calles
y en el gobierno
si todo se decide
con un golpe de puño
sobre la mesa
con un clavo
sobre una cruz
con un disparo
sobre cualquier pedazo
de tierra
o de soledad

223
esta podría ser una hora sagrada

esta podría ser


una hora sagrada
cuando todos duermen
y yo velo
el sueño del mundo
sin que nadie
me lo haya pedido
estoy en vigilia
parece que algo grande
y bueno
va a pasar
algo que todos
han estado esperando
tan grande
que no lo veré
tan bueno
que no será para mí
me daría por satisfecho
en cambio
si apenas
unas hormigas
me visitaran
o una lluvia de estrellas
rasgara
esta oscuridad
o el primer vaho
de una carga en el río
trajera hasta aquí
su perfume perturbador

224
y a pesar de todo habemos gente así

y a pesar de todo habemos gente así


nos falta un zapato y agradecemos
por el que nos queda
hemos venido perdiendo todo
sabemos que nos falta aún mucho por perder
el otro zapato quizás
y sonreímos al cielo
sinvergüenzamente felices
no puede estar bien
necesitamos que alguien nos diga
que no puede estar bien
tener un pie con zapato y el otro desnudo
pero habemos gente así testaruda
no vemos por dónde vamos y nos contentamos
la mente endulzada si se cruza en el camino
una muchacha bella y apacible
si estamos perdiendo todo
por qué persistimos en este juego absurdo
bastaría tirar el otro zapato y estar a la par
pero no
respetamos los preceptos de la naturaleza
hemos perdido un zapato y amamos
el que nos queda
marchamos así al encuentro de algo
que ni siquiera hemos imaginado
qué podemos encontrar un día de luz
que surja de la nada
no sabemos qué es y nos parece
lo más natural del mundo
como si ya lo hubiésemos vivido
porque al perder todo nos falta mucho por perder
después del zapato no importa qué pueda pasar
caminamos sin sentir a veces

225
ni el suelo ni el agua ni el aire
¿a alguien le puede parecer esto gracioso?
estar echado sobre la tierra cuando ya nada
se puede perder
mostrando un pie burlón

226
estoy dentro de mi boca

estoy dentro de mi boca


como una lengua cosida al silencio
como una bola de temblorosa oscuridad
dentro de mis ojos

estoy dentro de mis orejas


como un relincho debajo del agua
como una peste en el verano
dentro de mi nariz

estoy dentro de mis poros


como un hormiguero dormido
como un volcán circular
dentro de mi glande

estoy dentro de mi cuerpo


como un pez atrapado en el barro
como un gusano de luz creciendo
dentro de mi piel

estoy dentro de mis manos


como un poco de yerbas mojadas
como un cuervo bajo la lluvia
dentro de mi corazón

227
si no pasara nada

si no pasara nada
si no viniera nadie
si aún no fuera la hora
si todo quedara pospuesto
si hubiera sido antes
si no se tratara más que de un error
si no estuve en el lugar correcto
si no tengo voz
si no me pueden ver
si no me pueden nombrar
si no me pueden tocar
si no estoy en la lista
si no tienen por qué tomarme en cuenta
felicísimo de estos resultados
tal vez fuera mejor
sería conveniente
es lo acostumbrado
estaría acorde a
y muy de acuerdo en que
todo terminara así
pletórico de yerbas
enfundado dentro del mar
en una cómoda y eterna
escafandra

228
año dos mil uno después de jesucristo

año dos mil uno


después de jesucristo
qué año después del mono
y antes del árbol
después del pez
y antes del mar
después de la roca
y antes de la luz
qué año estamos
después del silencio
antes de tu nacimiento
y después de mi pequeña muerte
antes que se agoten las plantas
el agua los animales
antes que nos produzca dolor
golpear a otra persona
antes que alguien nos destruya
o nos salve
antes que descubramos la bestia
o el ángel dentro de nosotros
y después qué día
qué minuto
qué segundo
que nada
de nada
de nada
mi estimado inefable

229
III

El peso del mundo es amor.

Allen Ginsberg

230
visito de día a la mujer que todos buscan por la noche

visito de día
a la mujer que todos buscan
por la noche
cuando todavía no ha tenido tiempo
de pintarse los labios
ponerse ropas coloridas
o coger de su armario
un nombre tan hermoso
como falso
la visito a plena luz
y es esta la mujer que encuentro
de frescas caderas
de mirar limpio
y tembloroso
que emparenta mis manos duras
a sus manos suaves
hace un sitio para mí
en su lecho
y me pregunta
mientras se desnuda
quién eres
porqué me buscas
y es lo más inquietante
que he podido escuchar
hasta ahora
quién eres
porqué me buscas
quién eres
porqué me buscas

231
bajo la docilidad con que me vences

bajo la docilidad con que me vences


tiembla mi corazón
como un mar en retirada
me faltó decirte
tengo tanto miedo como tú
preferí compartir
la soledad con alguien
que no pregunta
cuya mirada
es esquiva
con alguien que conocí
en el camino
que creció igual
que yo
que no sé
si la volveré
a ver

232
más fuerte que un imperio

más fuerte que un imperio


que el trueno
que una estampida de caballos
más que el eco
de mil trompetas
sobre la llanura
el poder del silencio
cuando bajas tus pestañas
y nos quedamos solos

233
beso tu mejilla y tiembla mi corazón

beso tu mejilla
y tiembla mi corazón
como la dulce sombra
de una flor desguarnecida
porque tu mejilla esconde
inocencia y lascivia
en perfecto equilibrio
como el fuego y el agua
unidos por un rayo
como un violín en llamas
atrapado en el hielo
porque tu mejilla es como una duna
de flores demolidas
que el amor y el tiempo
han amontonado
como la primera visión del paraíso
un túnel de nubes a tu corazón
desde donde partir o esperar
es un desconsuelo infinito
porque tu mejilla
es como una taza de miel
como el sol en el aeropuerto
como una dádiva inesperada
como dar agua fresca a un perro
en el cuenco de las manos
porque tu mejilla
es como una carta de amor abandonada
en una estación de trenes en desuso
a la hora de juzgar mi amplio prontuario
de desavenencias
renuncias
e impuntualidades
al cielo suplico

234
que no quede ciego
que no quede ciego antes de la nada
que no quede ciego que no vea
el rubor de tu mejilla
al subir por tu costado dulce de mujer
antes de caer
a un somnoliento río virgen

235
ahora que nuestras manos han quedado desunidas

ahora que nuestras manos


han quedado desunidas
si me estiro lo suficiente
puedo tocar una estrella
o una orquídea en el abismo
más profundo
empero lo más simple
otrora inadvertido
como rozar las yemas de tus dedos
acariciar tus manos suaves
tímidas como rosadas lagartijas
me es imposible realizar
y es que extraño tus manos
que liberaban las mías de la soledad
obtenida al perder
contacto con la yerba
así han quedado mis manos
indefensas
desguarnecidas
desatadas del calor
y el secreto
de tus manos
y sólo atinan a escribir en la arena
o a arañarse entre sí

236
no tienes el color de la oscuridad total

no tienes el color de la oscuridad total


de la muerte sin anunciar
ni del día inmaculado en la rendición
inaplazable de nuestras cuentas
ni de la sangre cortada por el sol
el color de tu piel, mujer, más bien es
como los ojos de ciertos animales
que vienen a beber agua de las manos
morenas del atardecer
y como tu piel es tu voz

237
un hombre entra en una mujer

un hombre entra en una mujer


en su vida
en sus brazos
en sus labios
en sus palabras
en su historia
a veces en su corazón
un hombre entra en una mujer
queriendo encontrar
un cálido refugio
y cae generalmente
a un abismo
donde ella no lo puede sostener
más que diciéndole
mi pequeño amor
un hombre entra en una mujer
como un tren en la niebla
como una canción triste
en el invierno
como entrar o salir de una ciudad
buscando la dirección
de un pariente que se perdió
un hombre entra en una mujer
persiguiendo
un sueño
una palabra
y termina atrapado
en la malévola ternura sin fondo
de una ilusión

238
sobre mi cuerpo desnudo

sobre mi cuerpo desnudo


barres con tu larga cabellera
mi tristeza y las sombras
como si ya no fueran a volver
salvo vencidas en el recuerdo
indefenso
como un cadáver solar
sumergido en las aguas pastosas
de un río pensativo
con las manos atadas
por el aire de tu perfume
desconocida
apretada en tu belleza núbil
sueltas tus cabellos pajizos
sobre mi cuerpo ardiendo
como una balsa
en medio del crepúsculo
sentada sobre mí
enciendes mi piel
bajo la lluvia de meteoritos
de tu fragancia
el viento melodioso de tu pelo
lame mi pecho para despertarme
caído a una profunda soledad
por el peso
de tu suavidad
siento que vienes como una redención
a elevarme envuelto en humo antiguo
vuelto a reinar
dormido
escucho el susurro de tu cabellera
yendo y viniendo sobre mí
como un toque de yerbas aromatizadas

239
para la ofrenda

luego tus labios

240
IV

Qué haya siempre a nuestra puerta


Esa alba inmensa llamada mar...

Saint John Perse

241
desde lo alto de la montaña nevada

desde lo alto
de la montaña nevada
donde ningún malvado
puede alcanzarme
miro abajo
deshielos fluyendo
deslizándose
como una culebra celeste
a las quebradas
que al tocarlas se abren
verdes y floridas
y un bronco río marrón
como una disciplinada marcha
de reses ciegas
y salvajes
baja
abriendo a su paso
un hondo valle
donde no se puede saber
donde empieza
o termina
el río llamado santo
adorado en fiestas
por el humo de cada día
descendiendo
al borde de acantilados
dispuestos
como toros sacrificados
donde el agua cae
con una ofrenda
con todo su poderío mineral
su flexibilidad vegetal
abriendo su propio curso

242
entre las rocas más duras
de la sierra
para llegar
a las anchas
y verdes
y encontradas alabadas
tierras bajas
de la costa
donde las arenas
se extienden
entre el valle y el mar
como un mundo bueno
dado por fin

243
cansado de caminar busqué el mar

cansado de caminar
busqué el mar
y bajé corriendo al verlo
desde lo alto de una colina
saltando entre restos
de batallas temiendo
que sea un espejismo
pero esta vez era real
por lo que
conteniendo mis emociones
a duras penas
desaté mis zapatos
y mojé en sus heladas aguas
mis fatigados pies
mirando a todos lados
no vaya a ser que esto
esté prohibido aquí
y ya seguro
de no ser espiado
lo primero que pensé
fue en aquellos
que no conocen el mar
o que han dejado
de verlo
por mucho tiempo
que hubieran querido
recostarse
en sus playas
sin interesar para nada
estar derrotado
herido
olvidado

244
para llegar a un islote a la deriva

para llegar a un islote


a la deriva
a fin de divisar
mejor la costa
salté sobre
maderos de un naufragio
que la marejada
arrojaba
intentando mantener
el equilibrio
saltando
de uno a otro
frágiles soportes
evitando hundirme
haciendo mi cuerpo
ligero
como solía hacer
en mis sueños
hasta que
de un salto final
trepé
a aquel islote inestable
y entonces vi
la costa de mi patria
y supe que no todo
estaba acabado
ni dicho
extensa como era
en parte fértil
en parte arrasada
en parte de humo y luto
en parte
nuevas tierras
para empezar
todavía

245
el niño que recoge espuma de mar en un tazón

el niño que recoge


espuma de mar en un tazón
la ventana que mira el puerto
desde la colina
la barca que duerme la siesta
envuelta en húmedas velas azules
saben del peso paciente
y memorioso del mar
porque el pasado es revuelto
en oleajes nocturnos
arrojando los actos más oscuros
y dolientes
que creímos olvidar
lo que fue felicidad no aflora
es empujado a caletas escondidas
que no podemos acceder
los malos recuerdos en cambio tienes
entre las yerbas y mariscos varados
en la playa
para recoger por doquier

246
tarde cuando ceden las rocas de la orilla

tarde cuando ceden


las rocas
de la orilla
el incesante asedio
de la marea
y las aguas casi nocturnas
se adelantan
para alcanzar
anticipadamente
la playa
donde estoy
acostado
mirando el cielo
sonriendo
cuando una gaviota
o el sol
o un cangrejo
o la sombra
de una nube
se detienen
en mi pecho denso
y frágil
a suplir la ausencia
de una cabeza femenina
que antes reposaba
sobre él

247
el cuerpo del día es arrastrado sobre el mar

el cuerpo del día


es arrastrado sobre el mar
por grandes pájaros nubes
sabedores de su oficio
en la última tarea de su vida
y yo me derrumbo
sobre la arena
también el día muere en mí
y yo en el día
mientras el agua empieza a subir
lentamente
cubriendo mi cuerpo
motivos para decir
nada tiene ya sentido
esperando la noche
con los ojos cerrados
escuchando como nace
el canto nocturno
de las aves
sintiendo la brisa húmeda
el olor a mariscos
a mujer solamente ataviada
de hermosura
solo como un lobo marino
alejado de su manada
recostado
en peñascos vírgenes
bajo el cielo violeta

248
no importa que yo esté vivo o muerto
siempre sabré que los delfines

no importa
que yo esté vivo
o muerto
siempre sabré
que los delfines
seguirán cruzando
las bahías
por delante
o detrás de las islas
saludando a los puertos
y desiertos
acantilados
y autopistas
ciudades futuras
o ciudades muertas
de espaldas
o de costado
por detrás
o de frente al sol
según su gusto
o su instinto
su deseo
o su contento
en memoria
de mi nombre

249
V

Tendremos que llegar al mismo nacimiento


Del camino, rehacer todo...
Javier Heraud

250
he tenido la paciencia y el gusto de ver

he tenido la paciencia
y el gusto de ver
como un puñado de hormigas
devoraban
los intestinos
de una cucaracha moribunda
la tenían de espaldas
y entraban
a la vez
por todos sus costados
ordenadas
en filas
sin apuro
llevándose en sus hocicos
y patas
la poca carne
que quedaba
su vida y su temor
hasta dejarla hueca
por dentro
luego ha venido el aire
y ha sido
lo que más me ha deleitado
ver como se esparcía
lo que ha quedado
de su cuerpo
apenas briznas
de alas
convirtiéndose
rápidamente
en algo menos
que polvo
algo menos
que un nombre
sin pronunciar

251
cuando nos sentíamos mal consultábamos
al doctor árbol

cuando nos sentíamos mal


consultábamos al doctor árbol
para no olvidarnos de las letras
y los números
acudíamos al profesor río
si requeríamos una explicación
más profunda
íbamos donde el sicólogo mar
si alguien estaba interesado
en cuanto a ser o no ser
interrogaba a la filósofa rata
si se trataba de disipar
las sospechas
de la existencia de un ser superior
nos atendía solícito
el sacerdote hormiga
si alguien quería deleitarse
con una hermosa canción
no tenía más que ir a escuchar
a la diva cascada
y por último
a fin de dilucidar
la justicia de un reparto
todos estábamos de acuerdo
en solicitar la opinión
de la sabia piedra

252
hablo para mí mismo

hablo para mí mismo


pero si tú me escucharas
quisiera saber cómo eres
y no quisiera saber si te gustan mis palabras
sino si las entiendes
y no tanto si las entiendes
sino si las sientes
o al menos escuchas por curiosidad
pues puedes ser un extranjero
un lobo o una lechuza
o un viajero como yo que
al oír mi perorata
aminores tu marcha
para saber quién así se expresa
aunque apenas digo
lo que me está pasando
pocas palabras que repito
y repito
para no olvidarlas
esto es importante para mí
si alguien me escuchara
al menos tendría
una sonrisa cómplice
un momento de atención

253
no entiendo a la gente de las ciudades

no entiendo a la gente
de las ciudades
siembran las avenidas
de postes de concreto
y no de árboles
y en vez de invocar
del otoño
hojas secas
queman basura
en las esquinas
dicen creer en un dios
y lo que más veo brillar
sobre sus casas
son cúpulas de metal
antes que catedrales
no entiendo a la gente
de las ciudades
por eso
cuando a una de ellas
ingreso
prefiero caminar
por las calles solitarias
de los barrios antiguos
frotando los muros
con mis dedos
ojos mudos
de todos los que han muerto
me miran pasar
sus manos se aproximan
queriendo tocarme
algunas veces
la caricia de un niño
o una mujer
inunda de dicha
mi corazón

254
cuando vuelva al seno de mi patria

cuando vuelva
al seno de mi patria
y encuentre entre ruinas
victoriosas
otra casa encima
de mi casa
tanto será lo que habré
caminado
que buscaré un sitio
donde sentarme
y lloraré en silencio
como siempre pensé
que lo haría
quizás alguien
se anime a conversar
conmigo
sin saber que soy
del lugar
y me cuente lo que acaeció
mientras no estuve
reviviendo
la vida que pude tener
la historia que me fue
arrebatada
y a pesar de estar cansado
y abatido
me daría fuerzas
para seguir escuchando
hasta que aquel buen hombre
diga
así fue todo
entonces

255
le daría las gracias
le invitaría un trago
y antes que pregunte
quién soy
volvería a partir
esta vez por mi cuenta
sin ser expulsado
por nadie
llevando mi patria
a cuestas
pues la nostalgia
una vez que nace
no se puede detener

256
despierto en el lecho seco de un valle

despierto en el lecho seco


de un valle
o de lo que parece haber sido
un valle
quedan algunos charcos
invadidos
por las moscas
el cielo pálido
y en medio el sol
como un espejo burlón
de nuestra sed
y no estoy solo
una mujer
despierta también
y se pone a mirar mis piernas
mi taparrabo
yo miro sus nalgas
lo poco que le queda
de bueno
en el cuerpo
me pongo de pie
no muy lejos el ruido
de un río
o el recuerdo del ruido
de un río
hacia allí me dirijo
con el rostro ajado
por la arena
o el polvo
con las manos trato
de limpiarme
pero son los años
me estoy poniendo viejo

257
tal vez estoy aún a tiempo de reconocer

tal vez estoy aún a tiempo


de reconocer
que quizás no sea tan malo
transigir
y dejarme llevar
por lo que todos quieren
por lo que todos piden
si en el paciente girar
de la tierra
y el universo
hasta los gallos tienen
su horario
y las fieras su concierto
habrá un día en que
en medio de la muchedumbre
llamarán por mi nombre
y yo emocionadísimo
daré un paso adelante
para ser felicitado
y aunque sea por única vez
todos se embriagarán
por mí

258
sentado en una piedra pensando

sentado en una piedra


pensando
como el primer hombre
empezando el día
mi oficio de cazamoscas
soñando
como el hombre actual
que soy
sintiendo
como el último hombre
sonriendo
impávido
ante la hecatombe
viendo como pasa todo
como queda nada
apenas un aire enrarecido
y pocos cambios
que no sean el viento
la luz el polvo
cruzando sin ninguna dirección
específica
y yo sentado
inolvidablemente
indemne
sobre una de las pocas piedras
que han quedado
o al menos
se pueden ver
desde aquí

259
encontrándome en una tierra más seca
que mi lengua

encontrándome
en una tierra más seca
que mi lengua
trabé lucha
cuerpo a cuerpo
con alguien que no se retiró
cuando yo tenía
que pasar
lo vencí al principio
accediendo
a la fruta jugosa
de un árbol
que aparecía
y desaparecía
luego venció él
y yo quedé derrotado
mordiendo el polvo
pero no fue
por mucho tiempo
así continuamos
peleando
hasta que uno
de los dos aceptara
la primacía
del otro
sólo bastaba decir
está bien
tú primero
pero en esos momentos
prefería morir
a ceder
vencer era todo

260
más dulce que el agua
brotando de milagro
en candente desierto
su rostro
bajo mi piedra

261
estando a punto de traspasar la frontera

estando a punto de traspasar


la frontera de mi país
y la cordura
una mujer que venía
del otro lado
con un niño de la mano
me detuvo
la misma vaina
es en todas partes
me dijo a modo de saludo
tú vas a mi infierno
y yo al tuyo
creo que hay que pensar
en otra cosa
efectivamente
charlamos un rato
compartimos
lo poco que teníamos
más penas
que alimentos
y continuamos hablando
confundidos
por los caminos
en busca
de nuevos horizontes
sospechando
que encontraría
por fin
un lugar donde llegar
con su diáfana sonrisa

262
envidiable el hombre que cada mañana

envidiable el hombre
que cada mañana
mira el futuro
en los ojos de una mujer
el que abriendo la puerta
de niebla
saluda a la luz del día
que lo aleja del insomnio
el que sólo sabe de ternura
al acariciar el cuello de un ave
o un can
el que conversa con una flor
o un árbol
como con un niño
el que camina pensando
recitando orando
embebido en melodías
y proyectos ambiciosos
el que no duda en sacarse
los zapatos
para sentir la tibieza
de la tierra
cuando quema el sol
el que espera a alguien
sentado
como un enfermo
su medicina
consumiendo únicamente
música y recuerdos
envidiable el hombre
que cada mañana no dice
qué será de mí
come su pan callado

263
y bendice
por sobre todo al silencio
de ese momento
y sonríe secretamente
sin saber de qué
sin saber porqué

264
VII OH CABEZA CLAVA DE CHAVÍN (2006)
ABRO LOS OJOS Y EL CIELO

Abro los ojos y el cielo negro tupido de estrellas


como ojos de pájaros que dan vueltas sobre mí.
La tierra donde estoy echado huele a guerra,
apenas la brisa de la noche refresca mis labios.
¿Quién anda por ahí quitándoles sus pertenencias a los muertos?
Respirar es un placer solo comparado al aliento de amor.
Las pocas imágenes que subsisten en mi mente son de sangre
y desolación.
En la última batalla ¿habremos ganado o perdido?
Inválido, saboreo los últimos instantes de vida.
Mi corazón late despacio como un pez varado,
muevo mis dedos y siento la arena húmeda de la infancia.
Sin fuerza ni para levantar los párpados,
la muerte asciende dentro de mí como una hélice de luz.
Mi delgada resistencia la utilizo para esbozar una pálida sonrisa
pensando en mi hijo que no encontrará mis huesos
ni escuchará buenas noticias sobre mí.
Que sea hábil con la espada y la retórica es lo que deseo,
porque todo o es amor o buen decir o lucha a muerte en este mundo.
Si fuese el caso quedarme con una imagen de mi vida
sería ésta: cuando lo bañaba de niño desnudo en el mar.
Antes que las lluvias laven mi recuerdo
y el canto de los leños humeantes se disperse en el cielo sin fronteras,
esto quiero decirte oh hijo amado:
sea el estado en te encuentres, no hagas caso de los hados
aprende a escuchar dentro de ti
aprende a ser feliz.

266
INDÓMITA CANCIÓN

Antes de la nada esta canción ya sonaba


con el cielo oscuro y nubes de polvo y gases
volando sobre las rocas calientes
y una fiesta de relámpagos y volcanes en su reino
esta canción ya sonaba
en medio de la lluvia sin principio ni fin
y el agua evaporándose al tocar el suelo
y las rocas desnudas dispersas
como estatuas abandonadas sobre la tierra
esta canción ya sonaba
con las cordilleras elevándose
y los primeros signos de vida
de graciosas criaturas acuáticas en el mar
y la arena esparciéndose en las playas
para el futuro reino de la costa
esta canción ya sonaba
con el estallido de la primera flor terrestre
y las plantas extendiéndose por los pantanos
hasta formar los primeros bosques
donde iría a jugar luego el príncipe amado
esta canción ya sonaba
y cuando el hombre después de varios intentos
se irguió y se puso a caminar por playas
valles y montañas
aprendió a tararearla
le gustó la hizo suya
encontró su indómita canción.

267
UN PESADO Y ROSADO MAMUT

Un pesado y rosado mamut despierta en mí


cuando toco la costa dorada de tu piel,
un pesado y rosado mamut saliendo del mar
despojándose de su capa azul para impresionarte.

La sangre fresca del combate


los cráneos que partí, las tripas que arranqué,
flores se vuelven cuando acaricias mi pelaje.

Un pesado y rosado mamut despierta en mí


cuando me acerco a tus caderas de bahía
intentando abarcar la inmensidad de tus caricias.

Mi gruesa piel se llena de luz al rozar


sobre la arena del verano las dunas de tus senos.

Un pesado y rosado mamut abre los ojos en mí,


torpe, lento como soy, mordisqueando
las yerbas de tu acantilado.

La destreza no me fue dada pequeña mujer


hecha de tierra parda y pantanosa
destinada a frondosa descendencia
que ha de morar en las ruinas de esta urbe
laboriosamente destruida.

Hueles a agua fresca yo a agua salada


a violencia y soledad suena mi corazón
a canto de río el rumor de tu sangre.

Cualquier cosa que dice tu boca es canto


yo solo sé de gruñidos de guerra o de llanto,

268
discreto y gracioso es tu caminar
yo aplasto todo con mi solemnidad.

Corta es mi vida, grande mi necesidad de compañía


eso lo sabes muy bien pequeña mujer,
por eso el dios de los animales prehistóricos te escogió
para conducirme a mi extinción.
Bajo tus dulces párpados llenos de amor
me duermo como un pesado y rosado mamut
que ha encontrado por fin descanso sobre la tierra.

269
NACIMIENTO EN EL MAR

Vulva abierta, resbalosa y sangrante


vagina de mamífera, caño a la libertad,
saltando a las manos del padre enamorado
con el olor y sabor a sexo materno
para siempre en el príncipe impregnado
cual delfín por leche amamantado
bajo una lluvia blanca de estrellas
mirando la noche en los ojos negros
de una mujer desnuda
cubriéndolo en el calor de su regazo
unidos por el sudor y el reflejo de mil lumbres
mezclando su dulce susurro femenino
con los gritos bestiales de las danzas
levantándolo al cielo turbulento
como el más grande triunfo que recibiera
en este reino de fieras y rivales
donde hay que dormir con un ojo abierto
pues la muerte ronda con sus garras
llevándolo por los caminos
defendiéndolo con los dientes y las uñas
pescando, cazando, recolectando
sembrando para él, tejiéndole su chompita
llenando sus carnosos pechos
a los que ascendió a chupar con gran deleite
antecedente de la miel y el deseo
a cuerpo de mujeres de amplias caderas
contento de ser parido a la orilla del mar
en un momento de tregua
mientras sus familiares comían y bebían
y entre el humo del pescado asado
su madre depositaba en él sus dulces besos
balbuceando en su idioma antiguo
la canción más bella de aquella que pare
y que pide a su dios caracol o a su diosa luna
que no le vaya a ir tan mal por la vida.

270
BELLA LA MAR FRENTE A NUESTRA COSTA

Bella la mar frente a nuestras costas


blancas sus olas que a lo largo de kilómetros
se disputan por llegar primero
al pie de las escaleras del palacio de rocas
a bañar nuestros cuerpos
bellos y azules los momentos
en que venía con mi hijo recién nacido
a sumergirlo desnudo en el mar
resbalando sobre mi pecho como una cría de delfín
saltando a la pecera
contagiantes sus ojos llenos de alegría por la luz del mar
brillantes sus encías rosadas
y la envidia de los pelícanos solitarios (no de los buitres)
volando arriba de nosotros
como que siempre fuera a ser así
ajenos a la idea de que un golpe de timón
o de espada / o de suerte / o hasta de viento
podría cambiar el designio reservado
para cada uno de nosotros
pensaba: antes que te vayas
te enseñaré a entrar en el aire, en la arena y en el agua
placeres que no olvidarás
dejarse estar en el mundo como una piedra
por dentro bullendo como el universo
y por fuera absorbiendo
lo que el día nos da
pero mientras nos zambullíamos en el mar
otros levantaban sus tiendas de campaña y revisaban sus planos
para venir a ocupar este lugar
necesario para sus propósitos impuros
sin importarles sus habitantes
¿qué será ahora de mi hijo en lejanas y agrestes tierras?
cuando compare el mundo que yo le ofrecí

271
con el que le terminé de dejar
no quiero ni pensar lo que dirá de mí
tengo que averiguar qué fue de él
su sangre me llama como una desterrada canción
recorriendo mi corazón de norte a sur.

272
HABITANTE DE LA COSTA

Para quien ha sobrevivido una cruenta y larga batalla


o simplemente anda perdido por los caminos polvorientos
de este mundo,
buena es también el agua del mar para el calor del rostro
y los rigores del cuerpo.

Ingresar al mar para refrescarse, como cualquier otro ser,


humano o no, que llega aquí con igual propósito,
es una invitación ineludible.

Además, por las rocas.

¿Qué puede haber de más tentador


que unas rocas deformes golpeadas por las olas,
esculpidas lentamente por el tiempo,
acomodadas como blandos troncos para la espalda de un hombre
que sólo quiere recostarse y descansar?

Inmersas o flotantes,
como restos de un bosque o civilización
que acabó en una conflagración.

En ellas me sujeto para darme un baño,


como un niño de un cuerpo amado,
y dejo que la corriente del agua pase sobre mí.

En la mañana, marea baja,


camino sobre las mayólicas del palacio emergido.

El suave gramaje de la arena se extiende para mis pies


como un lujo soberano en la costa áspera.

Mojo mis canillas sin apuro, esperando en silencio lo que el día

273
buenamente me pueda otorgar.

Como yo, los mariscos y pulpos


se sujetan para vivir al menos un instante
únicamente por sí mismos.

Algas verdes, oscurecidas detrás de los peñascos,


guardan esperanza
para las manos sumergidas.

Ingreso al mar como a un templo.


He dejado sobre la playa mi ropa y documentos,
una ola borra en este instante toda mi identidad.
Ahora mi cuerpo me pertenece más que a ningún familiar
o enemigo.

Nadando en mis pensamientos siento el alivio del mar


tras su largo recorrido para llegar a la costa.

Nunca quieto el mar corre vigilando la puntualidad de los ríos,


la luz perenne de las islas, la tenacidad de los desiertos,
el canto de las altas ciudades.

Mientras para el mundo soy alguien prescindible,


el mar me recibe como a su criatura preferida.
Me consiente, me trata como a uno de esos delfines
que suelen venir por aquí de seguido.
Habitante de la costa soy,
atado a las rocas de la playa como un condenado.

De pie, en la orilla del mar,


asomado al límite del planeta y la vida.
Al filo de la costa,
piel de frontera entre el hombre y lo demás,
entre el ayer y el hoy.
Esclusa entre el mar y el alma,

274
donde entran las palabras
y salen aleteando como aves o barcos inflamados.

Como todos, edifiqué de niño una ciudadela


que ahora reconstruyo con la simplicidad de los sueños.
Ciudad o corazón de arena: el nombre del amor escrito
con el dedo húmedo.

Ciudad remota, luz y clave de mi vida.


Las casas adecuadas al paisaje,
la gente viviendo en forma amigable,
en franco diálogo con la naturaleza.

En cambio, la ciudad donde he vivido todos estos años,


ha terminado en un caos descomunal.
Recién me percato, espantado,
ante la simple perfección y pureza del mar,
de esta antigua e incólume verdad.

¿Cómo pude vivir tanto tiempo así?

He paseado orondo en sus calles mientras la historia


corrompía a su gente,
el óxido al hierro de sus embarcaciones
y el deseo a mi cuerpo.

Mi arrugado pellejo testimonia mi tristeza.

Enfrentado al mar abierto poblado de criaturas,


con leyes que no perjudican a los habitantes de la tierra
ni a los vecinos alados del cielo,
rindo finalmente mis cuentas.

Tantos años vividos para descubrir


que mi cuerpo es una frágil y limitada ánfora,
que intenté llenar con demasiadas sensaciones.

275
Frente a la capacidad ilimitada del ser,
mis límites corporales me aprisionan, me succionan.

Al este de mi corazón que queda sino un valle herido,


al oeste de mis dedos un mar que se aleja,
al norte de mis cabellos un sueño exhausto,
al sur de mis pies un país extraño.

¿Dónde podré guardar o traspasar mis más hondos secretos


si la vejez me va dejando niño, con poco espacio alrededor?

La muerte, que sonríe en el hueso del día,


¿no será más que el fin de mi crédito sobre las cosas y la vida?

Fácil la tenía contando horas y monedas,


el consumo y las ganancias.
¿Por qué no hago lo mismo con los granos de arena,
el número de olas,
el tamaño del cielo, la extensión del viento?

¿Cómo valorar los actos de corrupción en que estuve envuelto


o que dejé que ocurrieran o que ignoré y que igual se cometieron?
¿Cuántos crímenes o injusticias no evité haciéndome el
desentendido?

¡Corrupción, ese cuervo que todos llevamos dentro,


libando el rojo corazón y que el cuerpo soporta joven,
la vejez llora y la muerte libera, alas al horizonte!

Quedar limpio, empezar de nuevo,


almacenar fuera de mí el material contaminado:
si eso se lograra sobándose con el agua del mar y la lija de la arena.

Tratando de evadirme de culpas remotas


hundo mi cabeza en el agua.

276
No es que haya tenido algún cargo importante
sino que fui parte de todo,
el ladrillo anónimo y necesario,
una de las piedras de aquel cimiento.

Evadido, el dolor pesa en mi corazón


como una habitación inundada por las sombras de golpe.
Encargado de cuentas terrenas y de la vida de la gente
¿a cuántos habré hecho infelices?
Incluso yo ¿no pude darme una vida mejor?

Buceando trato de ocultarme de todos y de todo.


Puedo ser un malvado pero el mar me trata igual que a un santo.
Otra es la configuración de la naturaleza,
ajena a lo bueno o lo malo que hay dentro de mí.

Cabeceo al cielo como un lobo marino


y el agua chorrea por mi cráneo y mi barba.
Lleno de agua marina mis manos, apretándola a mi pecho
como hice antes con el poco poder que obtuve,
con el ocasional placer que conseguí.

Ahora juego a ser un cadáver que flota de espalda


sobre espesa agua azul.
Encima, el cielo bamboleante, rodeado de la sombra verde
de todos los árboles de la tierra.
Cielo de mi niñez y juventud llamando desde la costa
a los ríos de la sierra, a las nubes y las estrellas,
a los pájaros alejados del terruño.

Y yo aquí abajo,
en apariencia más poderoso que una pequeña ave
o un insignificante pez,
sin poderme levantar más que unos pies del suelo,
si salto de un montículo a otro.

277
Indefenso, si alguien me coge por el cuello,
la muñeca o el tobillo.
Allí quedaría siglos de evolución, de ilustración.

Mejor floto, los brazos y piernas semihundidos en el mar,


lentos y derrotados remos.

Morir aquí, ¡eso es!,


fundido por un dulce relámpago.
Vivir, una salada pesadez.

O dormir, derruido en la arena, cocido por el sol,


sintiendo que toda esa blanca espuma del mar
fluye de mí como una lenta y espesa esperma.

¿A quién trato de confundir?


Finjo que me voy a quedar pero luego me vestiré
y le daré la espalda al mar.
Detrás de mi hombro la ciudad grita
como un pájaro de mal agüero.

Nadie, sin embargo, se queda tanto tiempo como yo.


Alterno la natación con la caminata.
A ratos me tumbo sobre la arena
y dejo que el agua me arrastre como un tronco.

Igual podría estar echado en el desierto


con la placidez de una iguana
o en la nieve azul del polo con la sonrisa de un cetáceo.

Quizás estoy así porque ya no está a mi lado una mujer.


Ya nadie quita espacio a mi ser.
Me posesiono del entorno a mis anchas. Solo y feliz.
Varado, inútil y lejos de cualquier ayuda.
Qué más quisiera que no conozcan esta guarida,
mi gran debilidad por el mar.

278
Que me olviden o que me den por muerto.
Alocarme de sol y vivir deambulando por las playas
sería toda una bendición.

Pero si he escogido la soledad del mar es para esconder


mi evidente deterioro,
para salar y endurecer mi piel suave y desfalleciente.

¿Acaso no deseo revivir el placer de lejanas horas,


cuando me zambullía con gracia debajo de la ola
y me cubría el cuerpo de arena ardiente como si otro cuerpo
estuviera echado sobre mí?

¿No es mal remedo de juventud mi torpe caricia a la espuma,


el tirar una piedra aplanada con mala puntería
sobre el dorso de las olas,
el solear mi esqueleto con deplorable desfachatez?

¿Qué no diera porque una mujer nueva,


o mejor, envejecida lentamente junto a mí,
respirara a mi lado en este instante de soledad?

Ah, cuando tú venías al mar con el cuerpo revolcado en la arena


como una loba después de dormir su siesta!

Triste y pasajera libertad: el crepúsculo llega con su grito


de cien aves moribundas.

De pronto, me ahogo en mis recuerdos.


No puedo respirar.
La certeza, el tiempo destilado gota a gota,
me paraliza el pecho.
Estiro los brazos y el aire esquivo se aleja.
No hay ningún asidero donde cogerme.

Ante nadie intento llorar para desahogarme

279
pero no lo consigo.
Mi mala actuación es vista sólo por el mar,
el mar de siempre,
mi vieja atracción y condena.

Debilitado por la belleza que no poseo


caigo de rodillas en la arena.
Así aspiro vanamente en quedarme,
con el torso y la cabeza besados a diario por el viento y el sol.
La ambición de quedar para siempre en esta orilla
me colma de avaricia desmedida.

Ni el mayor de los Señores que han pasado


a lo largo de los siglos por aquí
ha logrado este simple cometido,
menos un simple y viejo mortal.

Habitante de la costa soy,


atado a las rocas de la playa como un condenado.

En la tarde, marea alta,


el mar desembarca de a pocos la oscuridad
como una invasión de cuerpos.

En tanto ya no es el gobierno de las aves o las nubes,


sólo queda estar dentro del agua
como un anfibio sobreviviente.

Es lo mejor de este juego.


Retrocediendo en la evolución añoro ser acuático,
más ágil que hoy y con más libertad
en las interioridades del océano.

Ser una dorada estrella de mar o simpático lobo marino,


codicia de otra especie con mi propio cuerpo.

280
Mar que sube con fuerza por las escaleras de la playa
hasta lo que será más tarde el castillo de la luna.

Parado dentro del agua como un caballo que atraviesa


un río impetuoso,
hundido hasta el pecho el corazón lleno de recuerdos.

Educado e inútil cuerpo desnudo,


vuelto de improviso a la condición primera:
humana desventaja frente al muy muy
escondiéndose bien de cada ola.

Torpe ante el rojo cangrejo bailarín,


menos aún que la inteligente espuma.

Esforzándome por salir,


que no me lleve de vuelta el mar con su fuerza,
como a un delfín muerto o una ballena vencida.

En desventaja total con la blanda arena


que coge el mar en su mano,
lo amansa y lo devuelve a su metálico recipiente.

O tener la gracia de un caballo chúcaro invasor


pateando el agua y la arena
subiendo a mirar la bahía desde las colinas.

Ni un bote perdido soy guapeando sobre la marejada,


flotando alto.

281
CIUDAD EN RUINAS

Caminando por la ciudad en ruinas


sorteando humedales, arbustos intrincados y arenales ardientes
siento en mi camisa el calor pegajoso de los valles prehispánicos
que siguen siendo los mismos ahora
y escucho a lo lejos, en el tiempo, el tam tam de los tambores
el canto de las caracolas
el grito dulce, en su idioma natural,
de los hombres y mujeres que pescan en las caletas vírgenes
o recolectan, primero, y luego recogen los frutos
de su siembra en las chacras milenarias.

Veo a través de la historia cómo se transforman


las casas de piedra, estera, adobe, madera y ladrillo
y cómo se pasa del transporte a pie,
que sigue siendo mi predilección,
a montar alpacas en la tierra o delfines en la bahía.

Hasta el ingreso polvoriento de los caballos,


las carretas, bicicletas y automóviles
y el gran ferrocarril que fue toda una algarabía
para la gente en la foto color sepia,
tirando sus sombreros y pañuelos al aire
cuando llegaba o partía de la estación
frente al mercado.

Y con el fuego y el hallazgo de minerales


la forja de herramientas
el experimento de las primeras fundiciones
con fuelles manuales que aún subsisten
en los mercadillos populares
la domesticación de la energía y el movimiento
la implantación de la hidroeléctrica y la siderúrgica
la construcción de naves de madera y metal

282
en los astilleros enclavados en la media luna de la bahía.

Mis pestañas se vuelven blancas


por el reflejo dorado del mar de antaño
surcado a nado por mis paisanos primitivos
grandes buceadores y recolectores de mariscos,
seguido ahí nomás de la invención de balsas
y caballitos de totora
y la adopción posterior de la chalana con remos.

En esa situación nos encontrábamos


cuando el dios de los vientos pasó por aquí
inflando sus carrillos
para soplar los botes de vela frente al gran hotel colonial
color de ladrillo.

Pero fue pasajero,


pronto hirvió el mar con el fuego del crepúsculo
y los motores de las embarcaciones,
hasta que el imperio de bolicheras de altos mástiles
se apoderó como un ejército invasor
de esta parte del océano,
dejando a un lado a los botecitos de colores que,
como gruesos trazos de acuarela,
flotan aun lánguidamente en el mar espeso de la caleta.

Para cualquier lado que se mire éste es un lugar privilegiado


siempre rodeado de ríos,
algunos de los cuales todavía bajan
como pistas de comunicación con los andes;
mientras otros duermen, secos,
como lagartos de piedra
esperando las lluvias para que resuciten.

Irresistible tentación es divisar,


como los príncipes de centurias pasadas,

283
desde lo alto de las huacas dormidas
los valles que circundan la bahía,
habitados por un pueblo descendiente de otro pueblo
con igual cantidad o más de habitantes.

Naturaleza e historia, espacio y colorido,


alegría y quebranto,
herederos de una cultura nacida del corazón,
y las manos del hombre y su señora.

284
BALADA DEL PRÍNCIPE AMADO

Altas y temibles las montañas del camino


para llegar a la blanca felicidad de los nevados
pero nada de eso importa, ni su peso piramidal sobre mí,
cuando el príncipe amado, de apenas un año de vida,
está enfermo.

Fieros los mares que embisten mi navío


bella la espuma de las olas sobre los riscos
pero cómo puedo gozar de la marea roja en mis manos
si el príncipe amado, que empezaba a caminar,
está enfermo.

Encantadores los valles y sus frutales,


a media cuenca, con un clima perfecto,
donde ríos plateados acarician la piel y los deseos
pero nada puede detenerme con sus tentaciones
porque llevo en mis brazos, desesperado,
al príncipe amado, que en vez de jugar está enfermo.

Desiertos azules, colinas pardas,


espléndidas playas doradas,
terrenos propicios para ciudades, extendidos por la costa,
surcada por memoriosos ríos,
qué importa todo ya si el príncipe amado está enfermo.

Arrojen a los abismos o a los mares


todo el oro labrado que acumulé conquistando pueblos,
liberen a las mujeres morenas que esclavicé
por sus especiales artes amatorias,
no me sea ofrecida en cien años
bebida alguna, de fruta conocida o exótica,
ni asado o guiso de ave, pez o bestia terrenal
porque nada me puede consolar

285
si el príncipe amado está enfermo.

Que los adivinos, brujos y sacerdotes


recorran las montañas, valles y selvas
hasta encontrar una hierba o bebida milagrosa
que cure al pequeño príncipe amado
que está enfermo.

Mientras él llore y se queje todo será lamento


cuando él sane y sonría brillará el sol
y con él mi corazón y este reino.

286
CANTO DEL MAR Y EL DESIERTO

Vengo a verte, mar, los ojos


que me han quemado con su fulgor el corazón toda la vida.
Espejo de ilusiones hecho de aves:
blanco aletear sobre la verdad inaccesible.
Cantera de los mármoles sangrientos del cielo:
volcán de crepúsculos que mi pecho abierto contempla.
Jardín donde las nubes nacen y aprenden a caminar:
todo el deseo de acariciarlas muerto en mis manos.
Marcha victoriosa de naves resurrectas:
lento emerger a golpe de remos verdes.
Procesión de alados delfines:
niños que no pudieron caminar sobre la tierra.
Cementerio de ángeles suicidas: creyeron ver el paraíso abajo.
Sangre en los muslos de mujeres guerreras:
desgarrados trajes rojos.
Mar blanco del amanecer: leche para los caballos de la guerra.
Cabellera del amor infinito: bosque que engendra las lluvias.
Astillero del naufragio: cantos que asolan los corazones
y las ciudades.
Bebedero de las estatuas de metal:
guerreros que en roca se transformaron.
Mar negro, anillo del universo y el corazón:
ancla que sujeta el amor como una isla.
Piélago de petróleo que la luna en las noches enciende.
Indefinible madre de las definiciones:
ante ti se rinden nuestras blancas y terrosas ciudades,
nuestros corazones de arena,
nuestras mujeres morenas.

Y qué decir del desierto, codicia de las aguas,


a veces invadido por maretazos.
Aquella prístina memoria, cuando salía del mar helado
a enterrarme en la carne ardiente de las dunas

287
y el verano convertía mi cuerpo
en una armadura de bronce.
Placer desenfrenado caminar solo,
antes de convertirme en una gozosa estatua de sal.
Mar y desierto: dos amantes que se miran de lejos
y apenas se tocan.
Desierto que mis antepasados escogieron
por su extensión, montañas bajas, la vecindad del mar
y el olor cercano de un prodigioso río,
provisión de agua dulce y leña.
Desierto: cementerio de mujeres calcinadas por un rayo
al huir de la inocencia.
Corren por allí los pumas y zorros
y se ve brillar en las noches el torso de oro
de un joven Señor dormido.

Desierto: depósito de miel sólida para las llamas


que transportan los sueños del mundo.
Mina de relámpagos: cantera de oro en polvo.
Padre de los perros asesinos: carnes en las fauces
que no hemos pedido.
Lecho nupcial de las desposeídas:
pieles suaves sobre los cerros.
Urinario de los caballos alucinados descendidos
de los sueños.
Restos de pirámides de un imperio hecho trizas
por la pelea de dos hermanos cegados
por un ambicioso espejismo.
Desierto: cárcel libre del destierro, cuarto del viento.
Alfombra de gorriones desparramados
cortados por una roja tormenta.
Combustible de la luna: que inflamen con fuerza
las alas de sus tractores abandonados.
Dunas, luz, viento, pasos futuros,
eternamente solos, jamás hollados.

288
Nuestra historia enterrada, trepidante, sofocada,
bocas y narices llenas de arena y adobe,
ocultos por largo tiempo.

Del desierto vengo y hacia el mar voy


cubierto por el olor y el polvo
de una de las tantas batallas
en las que no sé por qué o por quién he peleado,
caminando como cualquier mortal
no obligado a detenerse más que por cansancio
si el mar invita.

289
COMO PÁGINAS SUELTAS DE UN LIBRO

Como páginas sueltas de un libro volando en pedazos


restos de piedra esculpida, paredes grabadas
con garabatos parecidos a los que hacía mi hijo
en la arena, antes de partir.

Gente que intentó decir algo y dejó su mensaje para siempre.

Casas de piedra en la falda de las colinas,


paisanos guarecidos del viento, las lluvias negras y las fieras,
alimentados de peces y mariscos guisados en algas.

Primeras embarcaciones de totora, fuego en las playas,


el nacimiento de los hijos en el mar.

Tenían para recoger las frutas en las riberas del río.


Y el río era un rumor constante desde los altos nevados.

El río era un camino para subir al cielo de los andes.

Allí donde se encontraban el mar y el río


jugaban los niños entrenándose para pescadores.

Las aguas marrones del río se mezclaban


con las aguas azules del mar
y de esa piel estaban hechos sus cuerpos.

En este lugar pernoctó y caminó un pueblo


que creyó ser más que su territorio y solo quedó su territorio.

Se trazaron grandes objetivos,


tuvieron buenas causas y guerras justas.
Se bailó y bebió sobre el triunfo y las hogueras de la muerte.
Se condujo el río por canales de piedra a regar los arenales,

290
domesticados como perros mansos.

Por algún tiempo siguieron a alguien fuerte,


a alguien sabio, a alguien bello,
a alguien que soñaba con el futuro de todos.

Y muchas veces tuvieron que cambiarlo al descubrir


sus triquiñuelas.

Cuando la población creció construyeron


casas de adobe, paja y estera encima de los cerros.

Era un pueblo donde todo alcanzaba


menos los cuerpos contrarios,
tuvieron que hacer intercambios
y guerras con las vecinas tribus para expandir sus genes.

Descubrieron el blanco y llameante algodón


que protege la piel y adorna pintado
con los colores húmedos de la naturaleza.

De la mano del sol, la luna y las estrellas


aprendieron a sembrar y a criar ganado
para mejorar el menú en base a pescado,
mariscos y algunas yerbas.

No conocían el nombre de la felicidad


pero sí danzas y risas en las fiestas del fuego.

Antes de ponerse el sol sobre los estandartes de la guerra


la historia cambió de signo muchas veces.
Banderolas flamearon en el viento
como una marcha de ballenas bajo el cielo rojo
detrás de las islas blancas.

Las primeras generaciones sólo desaparecieron

291
por desbordes de los ríos,
gigantescas lluvias sorpresivas,
la expansión frecuente del mar
el mayor de los conquistadores
o diezmados por ejércitos de paso.

Luego, siglos de silencio sobre la arena y el mar,


herederos del viento y la lluvia vacía,
amasijo de los huesos de mis antepasados.

El sol levantando el polvo con cantos y lamentos.


¿Cómo es que volvió a surgir aquí algo nuevo?
Tal vez de una piedra soleada,
el brillo esmeralda de una lagartija
o gente que llega de otros lugares
huyendo de batallas o muerta de hambre,
a ocupar los antiguos asentamientos,
sembrando sobre lo sembrado.

Las tierras largo tiempo abandonadas,


volvieron a ser habitadas por nuevas migraciones.
Y así el tiempo maduraba lentamente
salvo por las marchas de los ejércitos o de los pueblos.

El reino del viento y el polvo lo abarcaba todo.

292
VAMOS A LA COSTA

Vamos a la costa
donde las olas ríen
los lobos marinos cantan en mil idiomas
las piedras hacen palmas con sus tambores
y el viento silba amoroso.

Vamos a la costa
donde el sol resuena
en su metal profundo
las gaviotas pían
la arena mojada cascabelea
y las nubes blancas trinan.

Vamos a la costa
donde los delfines cantan dulcemente
los pelícanos, graciosos, hacen el bajo
mientras cangrejos timbalean
y huesos humanos antiguos rezuman

Vamos a la costa
donde el día,
que es la noche desnuda,
toca su quena azul y dulce que dura
hasta que la noche, que es el día embriagado,
tararea triste y cansada tonada.

Vamos a la costa
a escuchar el violín de la luna
y donde algún pez atento solfea
y con esta música de fondo en la playa
las tribus pelean.
SEÑOR DE SANTA

293
Para desenterrar un dios hay que abrir un cuerpo
para encontrar la verdad dorada del pasado
ingreso al cerro que solía merodear,
donde me detuve incluso a orinar.

Sueño o extravío, volver a nacer


con una suave luz en el corazón despertando
frente a mi propia realidad con otros ojos;
el mundo exterior apagándose repentinamente.

El recinto interior palpita, encendido,


brotando una música nunca escuchada por mí,
guardada en el momento en que todo se cubrió.

Antiguas aves de la costa


despiertan de su sueño de barro y se elevan
a otro cielo que se abre en el techo
de este palacio enterrado.

Ingreso al cerro de la vida bajando


gradas densas como adobes de hojas,
como piel de algún felino bien alimentado en vida.

En el centro de la sala: una mesa de piedra,


hecha más para elaborar planes
que para altar.

La majestad es el silencio,
como cuando va a venir alguien investido de poder,
como cuando las olas retirándose de la playa
se detienen un instante
antes de volver con toda su fuerza.

Del fondo de la habitación brota diáfana luz


apuntando a toda dirección,

294
como un arco iris domesticado.

En las paredes el resplandor de los metales


todavía no descubiertos por alguna Cía. Minera.

En ellas, figuras de animales y de gente,


la historia y la vida cotidiana de este pueblo.

Y colgando de ganchos de piedra:


adornos para mujeres y guerreros,
armas hechas de huesos de ballenas,
de colmillos de lobo y de piedra.

Y allí, en un ángulo oscuro estás tú,


Señor de Santa, con la dignidad de un puma,
con tus ojos de cuy desconfiado,
con tu bella vestimenta de algodón y plumas,
gobernando el silencio atrapado
como un cetro de oro en tus manos.

No duraste mucho, habitante del desierto,


pastor de delfines, domesticador de valles,
gimnasta de los cerros, guardián de los ríos,
caminante milenario de playas doradas,
arriero de llamas y alpacas cargadas de mariscos.

Pocas veces triunfaste,


más bien perseguido desde tus antepasados
(y tus descendientes)
te convertiste en isla blanca, en viento,
en canto sumergido en la ola,
enterrado en la arena parda.

Parto una antigua semilla de algodón


y su aceite humedece mis manos
como el embrión líquido de un relámpago.

295
El tiempo se libera, al fin, en mí.

Y el tiempo no te alcanzó para una vasta obra


asediado por las cordilleras
y las tribus del norte y el sur.

No construiste una gran región o país;


nos dejaste, pendejo, esa tarea.

296
DIALOGO DE SEÑORES

Ahora ¿qué tienen que decir ustedes, Señores,


desde el fondo de la tierra?

Señor de Santa:
de mí te quejas por no resistir y crecer,
¿ya ves en qué quedó el imperio?

Señor del Cusco:


crecer es vital para no morir
y el horizonte no existe,
usos de la guerra son vencer
o ser vencido.

Señor de Sipán:
cambio oro por mujeres,
esmeraldas por chicha.

Señor de Sechín:
extraño los sacrificios, la sangre,
la euforia, el miedo,
esa es la razón de vivir.

Señor de Chavín:
como collares de plata y jade
son los ríos
en estas cordilleras,
aquí ¿qué falta para ser un gran país?

Señor de Chan Chán:


invertí mal, todo quedó en barro.
Señor del Rímac:
yo estoy al centro de la costa
que a fin de cuentas gobernará este país

297
y solamente espero.

Señor de España:
el mar nos guió hasta aquí
a él échenle la culpa.

Gran Señor del Norte:


no nos interesa ocupar sus tierras
nos basta con tener de nuestra parte
a los Señores que dominan
sus provincias.

298
CONSEJOS PARA UN CANDIDATO A SEÑOR

Cuando te toque gobernar desde este pétreo castillo


mirando el valle, el río y la bahía
nunca tengas un solo sucesor, sino varios
y no tan cerca que te impida dormir tranquilo
ni tan lejos que no te enteres de sus sueños.
De tus esposas escoge a la más fiel
que morirá acuchillada algún día por ti
y descansa sobre su corazón plácidamente
porque el gobierno es duro y largo.
En cambio, aléjate de los zalameros,
lo recomendable es cambiar de secretario
con cada estación y asegúrate
que ya no vuelva a abrir el pico.
Para que tanta ostentación si eres amigo
del hijo del sol.
Vístete de prudencia;
desconfianza, esa sea tu estrategia.
En tu partido separa al pueblo de ti
porque ni bien tomes el poder
empieza la conjura.
Retírate, como de un excusado,
de las asambleas de representantes
que se prolongan demasiado;
porque terminan por corromperse.
Por más triunfos que obtengas
sé humilde, ningún reino es tan grande en este mundo
que no quepa en la palma de la mano.
Antes bien, alíate con otros Señores
de provincias cercanas
y en tus excursiones y visitas
deja en tu reemplazo a cualquier inútil
que empleará todo el tiempo de tu ausencia
en acicalarse

299
antes que organizar otro gobierno.
Controla las cámaras ocultas,
no el vestíbulo ni la sala principal,
porque aquí, de uno u otro modo,
todos nos vemos.
Teje una red de gente leal bien remunerada
y otra red que controle a esa red.
De vez en cuando hazte pasar como uno más
para que te enteres lo que dicen de ti.
Recuerda que una opinión en contra es el principio
de una revuelta.
Separa del presupuesto estatal
una parte considerable para regalos y ofrendas;
cuando no se puede exigir hay que sobornar.
Mientras los generales enfrentan
los sinsabores de las batallas
tú disfruta de las doradas playas del norte.
Deja que otros se ocupen de trámites y gestiones
tú goza con la Señora
y las siervas de la Señora.
Eso sí, no te olvides por un segundo
de mandar su parte al que domina el mundo
si quieres seguir luciendo esos bellos collares
en tu frágil pescuezo.

300
PATRONA DE MIS MAREAS Y NAUFRAGIOS

Sentada en el borde del lecho


bajo la manca luz de una tea onanista
reflejada en el espejo del silencio monástico
en la habitación de piedras negras
te alisas los cabellos como plumas
de un brillante pájaro que aletea
antes de ser dominado por tus manos
para acomodarlo suavemente en tu dulce nuca
y luego caer como una lluvia de flores
sobre el abismo sensual de tu espalda.
Excedida en encanto, inclinada,
desde ese ángulo en que para arriba
se divisa mejor el paraíso,
te colocas las sandalias como un homenaje a ti misma
frente al ojo vicioso de una manta roja.
Ah y cuando ajustas el vestido a tu cadera
exactamente como el verano toma las medidas
a la piel del puma en plena carrera
o la música se amolda victoriosa y complaciente
a las curvas de una sensual guitarra
tocadas con amor por dedos que han palpado
pieles quemantes.
O si escoges una túnica suelta, floreada,
que abraza por oleadas seráficas a tu piel,
oh nunca como ahora mujer en tu altura
ondulante y ardorosa,
guardando tu más íntimo y preciado secreto
que late como un dulce fruto enraizado
en las venas azules de tu vientre.
¿Quién podría adivinar quién eres en cada momento
si sabes ser tan cruel que ni una daga,
en el viento curvo de una tormenta,
arrojada por la mano certera de un enamorado,

301
puede dar con tu corazón,
si tú misma no abres tus pétalos rebosantes
de miel y agua pura?
Princesa encarnada en el altar de los árboles,
rodeada de pájaros y flores
con quienes compartes sin reparos
tu desnudez y tu mirada.
Vales mil caricias, mil rosas, mil pumas,
mil nubes, mil ríos, mil manos aplaudiéndote,
mil joyas de crepúsculo, mil palabras de amor,
mil gorriones rojos formando en el cielo
tu nombre.
Ahora que me alisto para atravesar agitados mares
te designo mascarón de proa del barco de mi vida
sé mi diosa oh mi amiga
mi promesa oh mi consuelo
mi estatua de hojas oh mi ave de oro
mi guitarra de fuego oh mi canción de nieve
mi licor azulado oh mi leche pura
mi santa oh mi pecadora.
Patrona de mis mareas y naufragios,
raíz de vida y esperanza,
la melodía que acompaña a las rocas y las olas
en las noches en la playa solitaria
donde se baña una estrella desnuda.

302
LETANÍA DE SANTA

En el cielo anaranjado de la cordillera negra


una cabeza clava de fuego llora y ríe al mismo tiempo
con una carcajada horrenda
mientras abajo se enzarzan en una batalla todos contra todos.

Sobre el océano azul frente a Santa


Túpac Amaru cabalga sobre los cuatro caballos
que le perdonaron la vida y se pusieron a su servicio
y que va despertando uno a uno
a los cerros guerreros dormidos de la costa.

Sobre la quieta bahía el espectro de un ferrocarril


arde en llamas mientras cruza el puerto, las haciendas.

Los sureños invasores sucumben en los pantanos


y los vagones llenos de cadáveres
se pierden en túneles entre los cerros.

Hay en Santa un cementerio


que es la suma de varios cementerios
donde los muertos se levantan a reacomodarse
cuando llegan otros muertos.

Por la cantidad de huesos de diferentes tamaños


y antiguos utensilios encontrados
en el basural cercano
y, sobre todo, por el silencio profundo que impera
en este lugar abandonado
aquí vivió un pueblo.

Vinieron un día guerreros del norte


del otro lado del río
y les pidieron rendirse
que les entreguen sus cosechas y ganado.
Al parecer se negaron.

303
Cien años después bajaron desde las alturas
huestes bien armadas
y viendo que otro pueblo se había asentado por aquí
les pidieron sumarse a su imperio
podrían seguir labrando la tierra
pero se llevarían a los más jóvenes
para su ejército
y una parte de la cosecha para el Inca.
Al parecer se negaron.

Doscientos años después


cuando otros forasteros replicaron la suerte
por la cercanía del río y la promesa del valle
desembarcaron por el mar
guerreros barbudos montados en caballos
les pidieron profesar su fe
y lo que tuvieran de contante y sonante.
Al parecer se negaron.

Luego de trescientos años


cuando otra gente se enamoró de esta región
por las bondades del lugar
cayeron otros invasores del sur
que vinieron quemando el puerto y las haciendas
y les exigieron diezmos y mujeres.
Al parecer se negaron.

Solo este cementerio ha quedado como testigo.

Solo los enterrados saben de sus razones al negarse.


Ellos se negaron,
y nosotros aceptamos sin chistar
a nuestros gobernantes.

304
OH CABEZA CLAVA DE CHAVÍN

Oh cabeza clava de Chavín dinos


tú qué sabes pensar por tener la cabeza bien puesta
y has visto y sentido el dolor
hasta convertirte en piedra:
¿por qué soportamos tantas invasiones y despojos
como si fueran designios de la historia?

¡Es que somos una raza especial


que sabe perdonar y olvidar
y que según la escritura de la sagrada piedra
poblará más tarde la tierra nueva!

Oh cabeza clava de Chavín dinos


tú que has bebido un río de sangre
y sigues ecuánime ante la muerte y el tiempo
¿por qué permitimos una y otra vez
que saqueen lo que es nuestro
y dejen nuestro territorio vacío o contaminado?

¡Es que somos seres superiores


que no nos interesa lo material y contingente
y que en el futuro prevalecerá
sin egoísmo y ambición sobre esta tierra!

Oh cabeza clava de Chavín dinos


tú que has participado en los sacrificios más horrendos
¿por qué dejamos que los más ineptos y ladrones
nos gobiernen y después de fugar
vuelvan a ser ungidos?

¡Es que no nos interesa el poder temporal


pues nuestra misión es construir un reino
más valedero y eterno
basado en el amor y la misericordia!

Oh cabeza clava de Chavín dinos

305
¿por qué va el hombre a la guerra
aun teniendo lo suficiente
y porque busca más amor
teniendo ya amor?

¡Es su naturaleza amar y pelear


la paz sólo es un oasis en el desierto cruento
y más que el oro pesa en el corazón
la sutil sonrisa del deseo!

Oh cabeza clava de Chavín dinos


tú que guardas, humano, felino y ave a la vez
el secreto más antiguo del llanto:
¿hasta cuándo seguirá desunido el cielo
de la tierra y del infierno?

¡Hasta cuando desatados los siglos


de ira y reivindicación,
amanezcan cabezas clavas en cada calle,
en cada puerta!

Oh cabeza clava de Chavín dinos


tú que has saltado desde los andes
y brillas por las tardes en las islas
como faro del fin del mundo
¿entre la vida y la muerte,
qué es el cuerpo y la soledad?

¡El cuerpo es de uno y de ninguno,


la vida es de nadie y es de todos
el cuerpo del otro si sufre solo
y vive más el que sueña!

306
ME FRIEGAN LOS MOCHICAS

Me friegan los mochicas con sus adornos de oro


y el niño que tiene su mismo ADN
pidiendo limosna en las calles de Lambayeque
y los incas con su Machu Picchu
mostrado por una pastorcita cusqueña a los turistas
y la señora descendiente de una princesa huaylina
vendiendo ceviche en las calles de Chimbote
y las cabezas clavas de los chavines
que no asustaron a los conquistadores
y Chan Chán con su muralla que no da cobijo a los perseguidos
tanto camino que no conduce a nada
canales que no traen agua a los sedientos.
La verdad, Señor de Santa,
es que no somos para nosotros
estamos aquí por extraño designio,
primero de eso démonos cuenta
después conversemos.
¿Para qué construimos amplios y bellos palacios
donde van a bailar otros?
¿Para qué tanta belleza en telas, huacos y pinturas
si a las justas nos dejan respirar el aire?
¿Para que la precisión y soltura en los grabados
sobre piedras y paredes
si nos tratan como bestias de carga?
¿Para que la adoración al sol
y respeto a los animales y a los cerros
si otras leyes nos gobiernan?
¿Para qué tanto oro y piedras preciosas
como pájaros engreídos en las manos
si no vamos a canjearlos por clemencia?
¿De qué vale el poder si es pasajero
se corrompe y se divide

307
y hay otro poder más grande
que viene enrolando a nuestra gente?
Falsos adivinos, mediocres sacerdotes,
no pudieron advertir
lo que se veía venir en este mundo.
Señor de Santa, tú que vas y vienes en el atardecer
por las playas y lomas pardas,
no quieras saber que fue de tu hijo
atado a las máquinas y a las rocas,
liberado solo para la guerra.
¿Qué pueblo irá a habitar este desierto en el futuro?
Quizás nuestros descendientes edifiquen
el país que no tuvimos,
que albergue una historia mejor que la nuestra
donde vivir no sea una equivocación
o una suerte.

308
OCASO DEL REINO

Cuando se supo que iban a llegar, por fin, los extranjeros


el reino se deshizo en infinidad de lenguas de fuego.

Cada lengua fue tragada por un pez, un pájaro


un hombre o una mujer, una flor o una nube.

Todo ser viviente o muerto tuvo su parte.

La mayor cantidad se hizo arena


y un poco se convirtió en oro.

Los extranjeros tuvieron el oro que buscaron


pero el reino sigue, dividido, entre nosotros.

Ha de pasar mucho tiempo


(el doble de lo hasta ahora vivido)
cuando el primer humano se encuentre con el último,
cuando el tiempo se rompa y se detenga
para que el reino se restablezca
y continúe la historia verdadera.

Unidos por las lenguas y los corazones,


los huesos y las estrellas.

Nosotros unimos el mar al valle


y el valle a los andes
y aun así no resistimos:
terreno para cementerio es éste si alguien,
débil o fuerte, nos ataca
y estamos desprevenidos.

No se trata sólo de pescar y cosechar


si nuestros cuerpos como tributos son ofrecidos.

309
Rodeados de naciones expansionistas
con el mar y el río acechantes
chuño de huesos, polvo es nuestro destino.

Nos vanagloriamos de nuestras aldeas


separados apenas por un cerro,
o una muralla de lamentos,
sin pensar en ser una gran región o país
uniendo nuestros retazos.

Antes, una sola idea, un gran sentimiento.

Hoy no hay nada ni nadie por quien pelear,


salvo por nosotros mismos,
solos, como al principio.

Y como al principio, el mar


a donde nos llevaron nuestros padres
para que aprendamos a ver el horizonte desde la costa
y nos sintamos siempre minúsculos.

Junto al río que lleva tu nombre, Señor de Santa,


y que hasta hoy desemboca
acompañado del hervir de los pantanos
el canto trágico de las gaviotas
el volar de las moscas chupando
la sangre en las espadas del sol
la risa de los cráneos antiguos
lavados por sus aguas
la ofrenda vegetal venida de los andes.

310
BALADA DEL RIO Y EL MAR

¿Has visto, hijo mío,


el encuentro del río tibio
en la cintura fría del mar
y cómo las piedras y árboles
y flores de la altura
caen por fin al mar
que han añorado?

Allí te voy a llevar.

¿Has visto, hijo mío,


el encuentro del río tibio
en la cintura fría del mar
y las piedras y árboles
y flores de la altura
cayendo por fin al mar
que han añorado
y los peces y camarones
que viven entre el río y el mar
adulterando sus gustos
entre lo dulce y salado
como alternar entre las caricias
de una mujer en el día
y de otra mujer por la noche?

Alístate, allí vamos a ir.

¿Has visto, hijo mío,


el encuentro del río tibio
en la cintura fría del mar
y las piedras y árboles
y flores de la altura
cayendo por fin al mar

311
que han añorado
y los peces y camarones
que viven entre el río y el mar
adulterando sus gustos
entre lo dulce y salado
como alternar entre las caricias
de una mujer en el día
y de otra mujer por la noche
y los juncos y totorales de las orillas
convertidos en balsas
para remar mar adentro,
piernas en el agua
empujados por la corriente del río
hasta disolverse
en algas doradas?

Siéntate, juntos vamos a mirar.

312
CANTO AL RÍO SANTA

En la costa, con mis aves y peces, te espero:


recoge nomás las lluvias para nosotros.

Balsero de cóndores y serpientes,


de mariposas y pájaros:
trae tu mercancía con cuidado.

Río desplegado en el suelo de Ancash como el cuerpo


de un Inca asesinado.

Manada de pumas rabiosos, insaciables,


que bajan de la sierra devorando todo lo que encuentran:
en las arenas bajas descansen.

Relámpago original que yace herido, manando turbulencia


de su corazón abierto.

Grito de dolor enamorado del sol andino


despechado por la luna que prefirió al sol de la costa.

Escultor de manos líquidas que tallas las rocas


haciendo de Ancash la única estatua rescatable
en el fin de los tiempos.

Río santa, caudaloso, flecha de fuego bramante


viajando a ras del suelo
horadando lo que encuentras a tu paso
hasta llegar a la costa.

Danza terrenal, canto guerrero,


canal donde rodaron las estatuas
a la caída del imperio.

313
Ultimo chasqui entre la sierra, la costa y las estrellas.

Costura vertical del departamento


cosida por fulgurantes rayos repetidos.
Sembrador de abismos, cosechador de nubes sagradas.

Desfile líquido de espadas,


pugna veloz de carros jalados por pumas,
grito de dolor de un dios que ha perdido a su hijo amado.

Clamor de danzantes muertos, lanzas llorosas


de ejércitos derrotados, dios desterrado a los abismos.

Río de muerte alimentando a la vida:


a tu soplo la agricultura florece,
con tus dedos iluminas los pueblos,
con tu mirada mueves los engranajes del tiempo
y la industria.

Ven nomás, río Santa, aquí te espero


con el mar y las playas extendidas como una ofrenda.

Después de pelear con las montañas


refréscate en estas aguas
donde un delfín te llevará por los océanos
al cielo marino donde yacen otros torrentes.

314
CANTO A ANCASH

Parado sobre una manada de potros de piedra


que se levantan de la costa chorreando agua y espuma
y relinchan frente al cielo azul de Ancash,
el cóndor, como un príncipe, gobierna sus dominios.

Piloto de los abismos, su sombra acaricia las cordilleras


cinceladas por el sol, la lluvia y los relámpagos.

Vigila y se deleita y vuela sobre los nevados


viendo a las montañas en marcha continua
como mares en marcha
transportando los reinos del futuro:

el agua del planeta en bloques de hielo


el amor del planeta en vetas de oro y mármol

la luz del planeta en piedras de carbón y cobre


la esperanza del planeta en las hojas de sus árboles

la belleza de la piedra absoluta, inacabable, perfecta,


suficiente para exportar a otras galaxias.

Sabe del canto eterno de la tierra azul que gira


contoneándose por lo alto del departamento estelar
dejando espacios propicios para las ciudades
a las que proveen de tierra blanda como una mano.

El cóndor vuela sobre las cordilleras


y la vida toma tu nombre oh Ancash,
pueblo de meteoritos aglomerados,
imperio elevado por olas antiquísimas y petrificadas
donde estrellas metálicas al caer en la región
se acomodaron entre la piedra y la espuma de la costa.

315
Y la gran emoción del príncipe de las alturas
encerrando en su pequeño corazón
la luz de un relámpago que bebió al nacer:
el amor y la dicha, el dolor y el espanto,
el canto vegetal, animal, mineral y humano
volando sobre fríos y ardientes caminos
saltando sobre abismos reilones
entre los árboles y las flores de Huaylas.

Oh Ancash, hermoso tu cuerpo como del puma plateado


llenando de felicidad nuestros ojos con tus ríos fieros
que cortan las rocas y limpian nuestras maldades.

Nunca más el hombre será igual sobre la tierra


a partir de tus altas cordilleras y bellos mares
porque no hay muerte tamaño de tu vida
ni vida tamaño de tu imposible y eterna muerte.

316
ESTADO ORIGINAL

En su estado original se encontraba


la costa y sus caletas
los cerros de piedra y montes de arena
los valles y desiertos
los nativos, sus chacras y animalitos.
El horizonte del mar y la tierra era inabarcable.
Hasta que decidieron delimitar las áreas urbanas
y áreas agrícolas y aún los terrenos eriazos
y hasta las playas y mares fueron inscritas
en los registros de propiedades.
Dividieron el territorio en lotes
y se adjudicaron lo principal para los notables
y sus descendientes;
el resto lo vendieron poco a poco, en cómodas cuotas
o programas de vivienda del gobierno.
Llenaron el mar de embarcaciones
hasta depredar las especies.
Se extinguieron el muy muy, las maruchas
los lobos marinos y delfines
y las gaviotas, guanayes y pelícanos
son ahora visitantes.
Cosa rara, el ser humano no se extinguió
a pesar de múltiples genocidios.
Nosotros creíamos en las leyes de la naturaleza
y no contábamos con las leyes de los hombres.
Después de cada invasión pasamos a formar parte
de un país por otros diseñado.
¿Qué hicieron de nuestro país con sus leyes?
Lo único que nos queda es emborracharnos
y bailar en las fiestas,
sacar a pasear a nuestros santos en procesiones.
Sin más imagen que la de un Señor Crucificado
traído a tumbos por el mar desembarcado en la costa

317
y cargado por mulas hasta el templo.
Pero nosotros no queríamos un Señor Crucificado
sino un Señor que hiciera prosperar la provincia.
Y todo eso ¿en nombre de qué?
Porque el nacimiento de un nuevo ser
es un misterio todavía no explicado,
los antiguos que poblaron este territorio
creían que la tierra y el mar y el cielo
eran no sólo de los que vivían entonces
sino de los que vivieron ayer
y de los que vendrían en el futuro.
Ellos creían esto y ahora las cosas son diferentes.
Qué explicación dar, qué justificación,
a mi hijo recién nacido,
a las gaviotas que sobrevuelan mi cabeza,
a las olas que se acercan a rodearme.
Tan solo una respuesta.
Parado frente al mar por una respuesta.

318
DEL DELFÍN SU CUERPO

Del delfín su cuerpo, cuerpo de hombre;


del crepúsculo, la enea de los pantanos;
caballito de totora, proa al cielo,
remando con manos de viento, de algarrobos.

Bote a vela, nube de los pulmones,


canción de las olas, motor que ruge,
el mar hirviendo a la caída de los pelícanos
desde los altos hornos.

Bolicheras negras en la bahía:


sus mástiles dibujan la arboleda del cielo
entre las islas y los muelles,
el sol acaricia sus cuellos de metal o madera.

Entre las callejuelas marinas


algún lobo extraviado, una gaviota somnolienta,
algas flotando como mujer desnuda
entre flores amarillas que trajo el río.

Bolicheras negras donde trepan las nubes


a cantar sobre las redes.

Bolicheras, naves negras en reposo


de la bahía parten y vuelven
como un ejército sediento.

Rumores de altamar y de puertos distantes.


Estacionadas en la bahía dormitan
cansadas después de la carrera.

Su peso es liviano ahora, girando a los costados


a su regalado gusto.

319
Bolicheras soltadas en el mar
con el destino impreso en sus nombres,
en su suerte y su camino.

Bolicheras con nombres de mujeres


de puertos y ciudades / de santos y de aves
de peces y canciones / de penas y nostalgias.

Reunidas en la bahía
con gran cuidado de guardar
las distancias adecuadas,
frente a la ciudad que aparece encima de las olas
con sus casas blancas y grises
y su gran hotel colonial color de ladrillo.

320
CANTO A CHIMBOTE

Chimbote, pueblo de remeros, de jaladores de redes,


de calafateadores de naves, de timoneles y nadadores.
Pueblo de casas negras flotantes, bosque de mástiles
sembrados en la ternura pescadora.
Roca sujetada a las olas como un titán embravecido.
Manada de potros negros de madera, ensillados
en aceite y sal por manos duras de años y luchas.
Flota pesquera arrancando motores, hélices
que la rosa del crepúsculo incrementa.
Bolicheras salidas en procesión de las cantinas
disturbio de troncos llevados por el viento.
Pueblo de pescadores que balancean el océano
de pie, sobre sus embarcaciones.
Verdes muelles de piedra y hierro que al mar
cortan en olas suaves y canciones grotescas.
Cadenas que atan esta ciudad a mi corazón
entre los valles y el océano, el desierto dorado
y el cielo nocturno sembrado de esmeraldas.
Remolinos de agua que las quillas parten
tanta frescura y eternidad en el paso de los barcos,
entre rocas y nostalgias.
Noche que te avecinas en los ojos del pescador
al que acompañas con tu son marino.
Carros marinos estacionados en la bahía
partan ya en busca de nuestro alimento.
Ciudad que te quedas sola sin tus lanchas
a merced de las más tristes canciones.
Puerto que floreces con la alegría de las sogas y las sirenas
la excitación de las fábricas esperando la carga
como bien lavadas rameras.
Bares nocturnos que encienden sus cirios rojos
como iglesias para los pescadores.
Redes como manos luminosas rodeando los cardúmenes
levantando la vida chorreante a las bodegas.
Chimbote, pueblo de remeros, de jaladores de redes…

321
VEDA

Como no hay que pescar los pescadores zurcen las redes


limpian las máquinas y cubiertas,
ponen a punto las bolicheras
para la próxima faena.

Como no hay que pescar los pescadores se reúnen


en el sindicato a jugar a las cartas
y comentar la política del gobierno.

Si la veda se alarga ingresan a los bares a embriagarse


y maldecir su suerte.

Como no hay que pescar los pescadores


que no saben otra cosa que pescar
y ya han zurcido las redes y limpiado las bolicheras
siguen tomando en los bares
mientras en sus casas escasean los víveres, el dinero.

Como no hay que pescar por mucho tiempo


(según el Oráculo de la Isla Ferrol
se llegaron a capturar más de 12 millones de toneladas
de anchoveta en un año)
las mujeres de los pescadores se las ingenian
para parar la olla.

No les gusta que sus hijos lloren de hambre


o que no vayan al colegio.

Y algunas, las más desesperadas y desprevenidas,


salen bien pintadas y con escasas ropas
a pararse en las avenidas nocturnas
a ver si una mano piadosa y libertina

322
las saca del apuro.

Y así los hijos crecen sanos y bellos


sin saber cómo se ha solucionado el pan
y el cuaderno de cada día.

Como no hay que pescar en esta bahía


y en otras provincias del litoral
los pescadores pescan melancolías
en bares de mala muerte.

Algunas de sus mujeres ya encontraron oficio


y no es de alarmarse si algún amigo adinerado
le dice a una de ellas, entre dos besos,
con la sonrisa de un cuchillo disfrazado de flor:
"Tu pequeña hija ya creció,
ahora es una chica bonita".

323
MI CUERPO

Mi cuerpo no es mi cuerpo
si es sólo mi cuerpo.

Tus ojos son los míos si tu nombre evoco.

Mi casa está sobre la roca.


Mis sueños son las aves.
Mi espíritu es el delfín
que se ha ido lejos.

Sólo déjenme en mi cerro y llévenselo todo.

Seré feliz aquí.


Podré, sentado arriba, respirar libremente
el aire puro.

Ver el amanecer y el atardecer.


A lo lejos, el mar y el valle.
Si tengo suerte y el cielo es diáfano,
algún nevado.

Podré bajar corriendo, si así se me antoja,


a mojar mis pies en el mar calmo
o en el río turbulento.

O subir, cansado, a dormir


mirando mis estrellas.
Mi Estrella Mayor.
Mi Estrella Menor.
Mis Estrellas Fugaces.

¿Acaso en la grandeza del espíritu


el espacio cuenta?

324
¿Acaso sintiendo esto
tengo el derecho a decir que estoy acabado?

Mientras tenga la libertad del mar a la vista del ojo


todo es posible.

Mientras la tierra y el universo dancen en círculo


todo es posible.

Mientras me desnude completamente el mar


y la noche me cubra hasta los hombros
todo es posible.

Mientras quede un puerto donde amarrar mi futuro


todo es posible.

Mientras encuentre un desierto no hollado


donde buscar alacranes y serpientes con un bastón
todo es posible.

Mientras quede un río libre de ataduras


un valle abierto a mis pasos
todo es posible.

Mientras haya una montaña que subir


un valle que atravesar
un nevado donde depositar una rosa roja
todo es posible.

Mientras un hijo mío ande por allí, perdido


y tal vez maldiciéndome
mientras yo lo busco con amor
todo es posible.

Mientras, ya ciego, escuche que una mujer

325
me trae su voz como una flor o un beso
todo aún es posible.

Todo es posible y suficiente


si rescato la unidad de mi cuerpo
y sus alrededores.

326
NO ES AJENO EN EL OJO DE LA CALAVERA

No es ajeno en el ojo de la calavera dorada por la luna


–cuando las imágenes de la ciudad se han secado–
el brillo de las estrellas como dioses en destierro
jugando en el cielo la timba de nuestro destino.
Una vez enterrada la quilla de nuestra nave
quedamos agotados sobre la arena
hasta que el amanecer aleteó como un pájaro salvaje
y abrimos los ojos a un nuevo territorio.
Tras la sombra ardiente del mar el fresco rumor del valle.
No teníamos provisiones pero agotamos el ron que nos quedaba
y puesto que todo un imperio nos pertenecía
imitamos humanamente el juego estelar
apostando países por pasiones
extensas y fértiles tierras por la caricia de una mujer amada
haciendas e industrias por una página en la historia
mares y costas por una flor o una corona de oro.
Y así anduvimos hasta que fuimos espíritus barbados.
Mas luego de tantos días y noches desperdiciados
nos dijimos ¿qué ha cambiado aquí que sea bueno?
¿dónde está la ganancia si al final estamos como al principio?
Pues en la danza de las constelaciones
o en la mesa de una chingana hay espacio holgado
para el azar, el placer y los cantos
dirigimos los ojos al cielo para leer nuestra ruta
cuál sería nuestro próximo paradero.
Y volvimos nuestros pasos a la costa
obligados a partir otra vez.

327
VIII POEMAS DEL SUR (2007)
TOMA DE TERRENO

Llegamos al terreno señalado en el plano


en la colina al final de Ilo,
el ingeniero del municipio va indicando dónde queda
el lote de cada uno.
Conchas de mariscos incrustadas en las piedras:
olor, respiración y presencia milenaria del mar
en estas alturas.
Desde aquí se divisa el puerto y la bahía.
7 por 17.50 metros corresponde a cada familia,
usaremos picos y palas
para abrir la tierra y emparejarla,
para hacer nuestro hogar.
Aquí van a crecer mis hijos Olivier y Nathaly
y me acomodaré con su madre para dormir
en el rincón más fresco en los veranos
y en el más cálido en los inviernos.
Tomamos posesión de lo que ahora es nuestro.
Vamos a empezar a construir una casa
en el año MXMXCIII d. C.
El puerto crece extendiendo su mano fraterna,
el océano contempla inescrutable y nada sabemos
de sus designios
para quienes traemos viejas historias
–con perdón de los desterrados alacranes y lagartijas–
a este pedazo de tierra virgen.

329
RECOLECTOR DE MACHAS

Del cerro divisa, espera que el mar se retire


y la maquinaria de las rocas eleve la isla del mediodía,
entonces baja y escarba en la arena,
removiendo con los pies los bancos de machas,
con el mar hasta la cintura,
llenando la bolsa de red que su mujer venderá
en el mercado,
luego de sacar la comida de las conchas
mientras él mira el horizonte,
el lento crepúsculo donde el sol hierve a fuego lento
las aguas azules,
exactamente el sabor de un sudado de machas,
leche marina, jugo de la vida.

330
ANTES DE ABRIR LA PUERTA

Antes de abrir la puerta


y de pasar a la sombra cálida del hogar
y todavía antes de alzar a mis hijos y besar los labios
tiernos de mi mujer
y un poco antes de tirarme a la cama a descansar
más acá del sueño y de las canciones de amor
que suenan en la radio sin detenerse
previo al caldo caliente de pollo que sabe a gloria
–rociado de hojitas de orégano–
antes de sumergirme en la arboleda familiar
siento que dejo atrás el peso de las responsabilidades
el cansancio de la gente, la fatiga del trabajo
y mientras atrás queda la ciudad y la tarde asciende
por las escaleras blancas de Ilo
volteo el rostro
–como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada–
y veo el mar, el mar inmenso como una mano amiga,
el mar como un consuelo
como una razón de vivir.

331
PUNTA DE COLES

El lobo marino saca la trompa del agua y sonríe al ver


–sobre las rocas escurridizas de mar y sangre–
a sus crías esmerándose en demostrar que saben zambullirse
y sacarles la vuelta a las olas.
En el aire flota el olor de la poza de sangre donde parieron
las lobas que les tocó su turno.
Gozando de la inigualable sensación del agua fría
en el mar verdiazul,
luego del sexo satisfecho y el estómago lleno de pescado
y el calor lindo del verano,
envidiable en miles de galaxias a la redonda,
el lobo marino se permite momentos de ternura
con los lobeznos que más se acercan
para que los muerda, los cabecee, los levante
hasta la cima de la felicidad.
Tiempo tiene de sobra para enterarse de las noticias
de Punta de Coles.
Juega, pelea con sus vecinos,
se prepara para la próxima excursión de pesca,
la disputa de las corvinas con los pescadores
artesanales de Ilo.
Hasta que su piel fina seque y amaine el calor
crece en su pecho el ardor al ver a lobas pequeñas
moviendo el rabo coquetamente
a pesar de su corta edad.
Se apodera de él una música de rugidos y gemidos
carne dulce, rumor del viento y de las olas,
ritmo de corazón y de cielo
–llamado de hembra.
Solo la luna canta así sobre el océano
cuando saca la cabeza en la noche a mirar las estrellas
sin saber por qué.
Y resbala, con otros lobos y lobas, por rocas lisas

332
nadando bajo hélices de luz,
sumergido en el mar, ajeno a la torpeza de la tierra,
ángel en su elemento girando,
hundiendo
ascendiendo su cuerpo / un día en el agua
¿o una noche acuática iluminada?
sacando la cabeza para respirar comparando
el espacio tibio de arriba
y el espacio fresco de abajo,
mientras el bote se bambolea
la marejada mueve la tierra
como un barco a la deriva:
el lobo marino ha descubierto al buzo
y da vueltas en torno a él, admirando su figura atrayente
pero no práctica para estos lugares:
espectador único del ballet submarino
de grandes y tiernas soledades.

333
LOS MUCHACHOS Y MUCHACHAS
DE CARTÍLAGO AZUL

Los muchachos y muchachas de cartílago azul


que saltan al elevarse la ola
se confunden –por sus torsos transparentes–
con juguetones delfines.
Sus padres, que ya no pueden nadar,
los miran desde la playa Boca del Río,
sudando-recordando,
comiendo y bebiendo, pasando un día en el mar.
Pero los muchachos y muchachas de cartílago azul
ignoran las palabras “tiempo”, “edad”.
Prefieren el agua,
correr las olas con sus cuerpos como tablas,
volviendo a su elemento primigenio.

334
PLAYA DE PIEDRA

La playa y sus castillos de piedra.


La barca, los pescadores y las redes de piedra,
el pelícano y la gaviota.
Solo la mar está viva, palpitante.
Hasta el grito de las aves marinas es de piedra
y el sol, como un corazón
de piedra encendida, cae a mi balcón
la tarde que tú te fuiste.

335
EL CUERPO DEL DÍA

El cuerpo del día es arrastrado sobre el mar


por grandes pájaros-nubes, sabedores de su oficio,
en la última tarea de su vida
y yo me derrumbo sobre la arena
–también el día muere en mí y yo en el día–
y el agua empieza a subir lentamente
cubriendo mi cuerpo.
Motivos para decir: nada tiene ya sentido.
¿Has hecho la prueba de esperar la noche
con los ojos cerrados,
escuchando cómo nace el canto nocturno de las aves,
sintiendo la brisa húmeda, el olor
de mariscos, de mujer solamente ataviada
de hermosura?
Solo, como un lobo alejado de su manada,
recostado en peñascos vírgenes
bajo el cielo violeta.

336
TORMENTA BUENA

Roquedal a la espalda del Hotel de Turistas de Ilo:


mar verde y ceniza, piedras negras, sol amarillo,
aves dando vueltas en lo alto del cielo midiendo
la distancia entre la tierra, las nubes y nosotros
bañándonos entre la tarde y la noche
sin querer salir del mar, sintiéndonos peces lobos marinos.
El sol vuelca en el horizonte su última carga de cobre.
Los peñascos, como pulpos, extienden su dominio de sombras
y el mar se vuelve turquesa.
Con mi esposa y mis hijos
miramos cómo en tan poco tiempo se producen
grandes transformaciones.
Tenemos tantas cosas para decirnos
pero permanecemos callados;
cualquier palabra dicha ahora sería una insensatez.
El mar se cierra, igual el cielo, las aves que daban vueltas
a dónde irán a descansar o volarán proscritas
en la oscuridad.
Tormenta buena.

337
EL MOMENTO MÁS DULCE Y FAMILIAR

El momento más dulce y familiar


cuando Nathaly se despierta a las seis de la mañana
y se pone a conversar con los animalitos de la luz matinal
mientras todos seguimos dormidos
luego abre los ojos Olivier y viene a nuestra cama
y se ponen a jugar los dos encima de nosotros
como dos cachorros peleones
y nos obligan a despertarnos
ni día más bonito que el domingo
cuando no tengo que ir a trabajar
mi mujer sabe que puede dormir hasta tarde
pues yo me levantaré a hacer el desayuno
cocino con ganas, inspirado, como escribir un poema
sirvo el café, el pan y las tortillas
en nuestro cuarto del Edificio Álvarez
frente a la bahía esplendorosa de Ilo
–el mar me hace olvidar los meses que debo de renta.
¿Qué más podemos pedir?
Animales flojos del domingo
enemigos mortales del lunes y del salario.

338
COMO SI FUERA YO

Como si fuera yo
el sol ilumina y el viento acaricia
delicada, tiernamente,
el pelo marrón dorado de mi hija Nathaly,
su cabecita de sueños infantiles.
Igual hacen –supongo– con el pelo de las vicuñas,
con los penachos de maíz,
con el trigo maduro brotando
del cráneo de la tierra.

339
CAZADOR DE LAGARTIJAS

Mujer, algo le hemos dado a nuestro hijo:


color del pelo y los ojos.
Algo le hemos enseñado y le hemos comprado
unos cuantos juguetes.
Pero mira cómo se habitúa a Bello Horizonte.
Nueva ocupación de Olivier:
cazador de lagartijas.

340
ESTE POEMA FUE ESCRITO EN ILO

Este poema fue escrito en Ilo


quede constancia del lugar, playa Boca del río
bebiendo en lo de Loui Gina
bella hija de migrantes italianos huyendo
de la Segunda Guerra Mundial
y ella escapando de las bocas de los muchachos
del puerto
ansiosos por besar su boca extranjera.
Escrito al borde del mar verde y ceniza
en el bar inclinado a punto de caer
sosteniéndose en nuestras copas enhiestas
en pedazos de servilleta mientras bebíamos
como nubes sedientas.
El sol brillaba en el cielo costero
y en las ruinas incaicas dibujadas
en las etiquetas de cerveza cusqueña.
Como peces en un acuario, diversos y bellos,
las muchachas en bikini.
Verdaderamente el día, el mar, la cerveza
y la música refrescante.
Este poema fue escrito en Ilo
y, por lo tanto, como muchas cosas de mí,
aquí se queda.

341
ENCUENTRO CON EL PESCADOR
TITO MÉNDEZ

Cruzando la placita Mariscal Nieto


me encuentro con Tito Méndez, pescador de Chimbote,
su lancha ha venido a pescar aquí
una semana navegando, acoderando en diversos puertos
días y noches de cala interminable
de impaciencia por llegar sediento a tierra
de bajar a acostarse con mujeres
que aman desesperadamente a hombres que no volverán
a ver.
Vamos a la cantina más cercana
y me relata su vida como una odisea
–verdaderamente me lo parece comparada con la mía.
Aprovecho para enterarme lo que pasa en mi lejana tierra,
mientras tomamos, yo hasta que puedo
él hasta que su lancha zarpe
y salte a bordo como coger un microbús.
“Y ¿qué haces aquí?, ¿te acostumbras en Ilo?
Allá te recuerdan mucho” –me interpela.
Jala el ancla del pasado con destreza
el barco de mis sentimientos hace agua,
mejor conversar de política, de sindicalismo,
hace menos daño.
Así seguimos hasta que yo huyo de las cervezas
imperdonables
que se van amontonando sobre la mesa.
Él continuará tomando como lo haría en Chimbote,
Callao o Mollendo.
(A fin de cuentas, todos los puertos y bares son iguales).
Así podría estar dos o tres días
no es como reunirse con poetas o empleados de oficina.
(Yo mejor me retiro).
Y así como aparece de improviso en Ilo, igualmente se pierde.

342
Al otro día bajo nuevamente por la placita de pescadores,
hay un hueco azul en el muelle ocupado por el infinito:
las aguas aún agitadas por hélices despidiéndose.
Tito Méndez se ha hecho humo
su lancha ha vuelto al norte.

343
TAXI AL FIN DEL MUNDO

A velocidad el taxi dobla la curva


sorteando peñascos, olas y cárceles marinas,
donde pagan su condena los que han matado por amor.
De perfil desfilan siluetas de ciudades asaltadas, quemadas.
A la derecha, poza de suicidas, saltan peces fosforescentes
evitando inútilmente ser absorbidos por una fábrica
humeando luz de luna.
A la izquierda, al interior de un burdel fantasma
emergiendo pletórico de lujuria y embriaguez,
bajo tibias luces rojas y azules,
espera la gata que lame el sexo a los desesperados
que forman su cola en la oscuridad.
De frente, al fin del mundo, le ordeno al taxista,
que obedece sin chistar:
todo para él –y para mí– es igual.

344
MAREAS

El loco que recoge espuma de mar en un tazón


la ventana que mira el puerto desde la colina
la barca que duerme la siesta
envuelta en húmedas velas azules,
saben del peso paciente y memorioso del mar.
Porque el pasado es revuelto en oleajes nocturnos
arrojando los actos más oscuros y dolientes
que creímos olvidar,
lo que fue felicidad no aflora, es empujado
a caletas escondidas que no podemos acceder.
Los malos recuerdos en cambio, tienes
entre las yerbas y mariscos varados en la playa,
para recoger por montón.

345
FLOR DE ROCA

Era como la roca que soportaba los vientos


y las olas más fuertes
y el sol quemante y el hielo de la luna
mas no la soledad.
Por eso cuando un día brotaste, flor de roca,
entre las grietas de mi pecho
te cuidé y protegí para que tu belleza
me diera desconocida fragancia y suavidad.
Hasta que un día desperté y ya no estabas
y me volví vulnerable.
Ahora los embates del mar me hacen fácil mella
me desmoronan antes de tiempo
y temo lo que nunca antes temí:
terminar en la playa de arena
entre las pisadas y corales disueltos
recordando la flor que creció de por sí
y que por sí se fue.

346
BAJO UNA FERIA DE PÁJAROS

Bajo una feria de pájaros, migrantes y locales,


el pescador de cordel se dirige
hasta las últimas rocas que las olas no logran cubrir
y permanece allí un día y una noche
con el rostro salpicado de espuma
escuchando el grito de lobos y pájaros marinos
tiene un pez tatuado en su brazo
y un nombre borroso de mujer
y comprueba una vez más que
amarilla es la luna, rojo el sol, morena la ciudad.

347
LA CENA MUTANTE

Nos sentamos cada año, puntualmente, para cenar


y poner en orden nuestras desavenencias.
La mesa dispuesta. Todo el odio y amor que nos tuvimos
en sus respectivas copas de licor.
Desde peñascos marinos fluye hasta aquí
la melodía de un cantante con síndrome de Down
entonando distorsionadas baladas de amor.
Estamos desconocidos, tú con el rostro tatuado de premura,
yo con el rostro desfigurado por la nostalgia.
Sin perder la elegancia.
Hasta te tomo de la mano, helada por supuesto.
Aire agitado por el respirar de caballos nerviosos
por el mal tiempo.
Llueve en el corazón, sobre la botella de vino,
sobre el mar, a la distancia, en la ciudad,
en la calle que nos vio pasar juntos, alguna vez.
Ahora podemos discutir, insultarnos dulcemente
con el odio de las mareas.
Ni un cuervo o una rosa roja,
o un lejano beso que nos traiga recuerdos.
Solo intercambio de papeles y noticias y fotos de niños
que, increíblemente, tuvimos en común.
Trato de encontrar una mirada tierna en tus ojos
pero miras en otra dirección y consultas el reloj.
Silencios como autopistas vacías.
Nada queda ya por decir.
Firmo el cheque, es todo lo que te importa.
Te alejas, finalmente, arrastrando el mantel,
dejando desnuda la mesa y mi retrato ajándose
a la velocidad de su ausencia.

348
BALADA DE LA TRIBU

Nubes veloces como carabelas inflamadas de viento y sol,


siglos viajeros.
La tierra dando vueltas como una ruleta rusa,
el azar gobernando la calma y las tempestades
y un gran caballo blanco, enfermo de carbunclo, piafando
exitoso
sobre la sangre y la miel de los huesos derramados.

Atardecer caribeño, mujer acicalándose,


piedra en el agua, flores húmedas abriéndose al ojo,
música dulce e inculta de los aprendices.
Historia detenida como un coito interrumpido,
alerta del fuego, olores desconocidos mas no desdeñables:
otra manera de usar el nombre y la mirada.
Presentimiento: el sol puro y sincero, espejo de los ojos,
¿vizcachas mirándose en el puquio?,
está llegando a su fin.

Engaña el mar con su música imperial,


los ríos traicionan, codiciosos y expansionistas,
el compromiso con el puma y el colibrí.
Y dejando las artes pesqueras y agrícolas,
colgando las ropas sudorosas del amor,
nos percatamos que hemos llegado a la página sagrada
que hablaba de nosotros en términos poco amables.

Nubes rojas retroceden golpeadas por espadas negras,


el cielo color azul lastimero presencia el éxodo
de los árboles,
flota una tristeza de pez en el aire
y un dolor nuevo, regalo del sueño, late en el costado
de la vicuña herida,

349
más cerca de la sangre que de su belleza.

Placer de los metales es el oro


y el oro tiene el sabor de la inmortalidad.
De oro está hecho el sol según testimonio de orfebres
andinos,
el diente del jaguar y el filo de su mirada,
el agua purísima de los manantiales vírgenes,
el cielo azul, terso, la sonrisa envidiable de los niños
el ala del ave, la música menos conocida del crepúsculo
los adornos de los templos y las mujeres
las armas, el abecedario solar, los árboles
y las rosas, la hierba, el maíz, la victoria
y la sensación agradable del hombre acostado sobre
una mujer.
Así usábamos el oro y no había cosa que no pudiéramos
hacer con él.

Nubes grandes como barcos antiguos giran en el cielo


jalados por el imán del oeste,
sorteando peligrosos pasos, se desplazan a velocidad,
buscando bahías hospitalarias.
Las islas se diseñan como atracaderos,
las costas abren de par en par sus brazos de piedra
sumergida.

Desembarca el miedo con sus lanzas y carros


brilla la armadura como la fe y la revelación de los reyes,
traen un símbolo raro, una cruz amarrada a un palo:
cruce de caminos y de ríos.
Y ese hombre débil y dulce crucificado como un delincuente,
del cual nos hablan abriendo un libro que arde.

Presagio: se oculta el sol, a pleno día, detrás de nubes


aullantes.
La tierra toda es un alarido y así pasan días y noches.

350
La avaricia sin tregua cabalga por los andes
anexando campos, animales y aborígenes asustados.
A veces alguien grita, se levanta y vuelve fugaz la esperanza
perseguida.
“Estamos negociando las formas del futuro entre tragos
e indias violadas…”, escribe un soldado a su pariente lejano;
carta que se perderá.

Ruedan las estatuas por los andenes de piedra


el agua de las lagunas se vuelve más profunda y fría
que el meteorito.
¿Y dónde están los dioses que se jactaban de su poderío?
El sol amarrado con cables de acero apenas ruge
el cóndor desplumado muere en el suelo
el río sumiso acelera su pérdida
la serpiente inubicable y la luna invisible llorando nieve.
En cambio, el dios extranjero pasea su barba rubia y azulada
sobre los campamentos y vestigios de guerra.

Archipiélago de nubes sobre nuestras cabezas.


Una balada interminable –fondo de la historia–
nos trae la voz de una mujer y el coro del mar y el tambor
de la tierra.
Hablan de nuestro pasado y los recuerdos familiares
el nacimiento de los hijos, los sufrimientos y alegrías
las fiestas y peleas en la tribu
las grandes ceremonias presididas por nuestros padres
y abuelos,
el banquete dominical irrepetible
la graduación del guerrero.

Después del conflicto de las aguas y los dioses


liberado de pernoctar por las noches en las alturas
o en los tugurios de las ciudades,
miro el horizonte y veo cielos turbulentos y cielos claros
cielos veloces y cielos detenidos

351
donde todo lo que el hombre piensa y siente está retratado.

Lienzo, mural derribado, la tierra recibe la sangre


y las lágrimas.
ojos enterrados como semillas;
sonrisas, alas rotas, polen de flores que desaparecieron,
pasos que sobrevivieron, el aire vibrante custodiando
piedras despedazadas.

Años que no son sueños sino ritmos cardiacos.

352
IX DALESKA Y EL MAR (2012)
DALESKA Y EL MAR

El tiempo para esta ciudad pudo ser otro


si se hubiese visto desde un principio el mar
con los ojos inocentes de Daleska.
Tal vez no el puerto un imperio de mástiles y plumas flotantes
de pájaros asesinados.
Acaso un balneario bajo las gradas del sol,
confundidos los pies de los niños entre la espuma.
No la riqueza fúnebre cargada de lamentos
en olas desquiciadas.
No la suscripción de contratos para trocar por metal
la ausencia del vuelo de las aves marinas.
En vez de barcos repletos del pez moneda
ver nadar a los jóvenes junto a los delfines.
Y botes amanecidos paseando a gente por la bahía,
mientras bellas muchachas le otorgan al mar
el sabor de sus cuerpos inconfundible.
Ha venido Daleska en traje de baño y no puede
zambullirse en el mar como quisiera,
como quisieran hacerlo todos.
Alguien les ha negado ese derecho
prohibiendo que las sirenas vuelvan a su origen.
La bahía se mece en sus recuerdos de fiestas.
Una bella melancolía de lo que fue guarda la tarde.
Al mar fueron a parar los desperdicios del día,
el papel de las cuentas, la espuma de la cerveza,
el aceite quemado de las orgías.
Otro pudo ser el tiempo para esta ciudad, pienso,
viendo a Daleska sentada en el malecón
sin poderse remojar los pies en las antiguas aguas azules.
Otro pudo ser o tal vez lo fue y nunca lo supimos.
Como si el puerto amado existiera dentro de nosotros
con su inicial canto artesanal,
con sus nubes de nidos de pájaros marinos.
Con la mirada inocente de Daleska lo descubrimos.
Acaso cada uno es la ciudad que queremos construir,
todavía.

354
CORONACIÓN DE DALESKA

La noche de la coronación de Daleska


los ángeles y santos de la Catedral dejaron sus altares
para salir a verla, dejando al sacerdote solo en la misa.
Hasta Jesús se sintió nuevamente tentado de dolor y placer
al ver su hermoso rostro de Magdalena adolescente.
La Plaza Mayor de Nuevo Chimbote se convirtió en un patíbulo
donde se ahorcaron las luces que no podían competir con su sonrisa.
Y los chicos con sus skates se apoderaron de la plaza
para escribir con sus ruedas de neón
una canción de amor para Daleska.
Ninguno de los adultos hipócritas podía escucharla
en sus corazones impuros
pero de todas maneras permanecían allí
haciendo sombra.
Hija de las garzas y los delfines,
grácil y ondulante como los juncos,
cintura de sirena, cadera de bahía,
tu pelo castaño como mies de crepúsculo,
de muslos enhiestos y dulces como cañaverales,
boca de beso de flor en el espejo.
Guerra de jardines por traer sus pétalos de colores
para que te vistan.
No hay traje que tu anhelante piel no acepte,
rosa o jazmín, geranio o margarita,
orquídea o clavel.
Pero, por favor, no dejes de ponerte el vestido rojo
para que la pasión de tu corazón no se derrita
como la nieve del olvido.
Y por lo que más quieras tampoco dejes de usar
aquél vestido azul que al mar le encanta
hasta el punto de venir a mojarte los pies
hasta tu alcoba.

355
Y evidentemente no desdeñes la ropa blanca
que enamorada de tu piel dorada
sonríe al sol sobre la costa empedrada,
refrescada por la espuma embriagante.
Y aún antes que amanezca la desnudez de tus formas
concédenos verte con aquel vestido negro
que destrona a la noche de su largo imperio.
Coronada por pájaros nocturnos
que traen de lejos una diadema de luces
para tu cabeza llena de sueños y canciones.
El alcalde de la ciudad te nombra soberana del pueblo
e inmediatamente dimite.
Tú sola bastas para repartir paz y felicidad.
Suficiente con que tu belleza nos gobierne.
Ordene ahora, majestad, lo que quiera que hagamos.
Que sean respetados todos y tratados los niños
como personas.
Que a los jóvenes se les deje hacer sus locuras
y se amen aún sin DNI y permiso de sus padres.
Que las bicicletas sustituyan a los autos,
aunque mejor ir caminando o patinando por las calles
sin miedo a los asaltos, con la mirada limpia.
Que nadie se fije en nadie más que en la persona amada.
Ni sufra o llore más que por amor y no de injusticia.
Porque esta noche que eres coronada
mientras caminas por la pasarela con tus pies
enfundados en caracolas de seda,
decretas con tu elegancia y encanto que a partir de ahora
cada muchacha de la ciudad sea como tú, Daleska.
En la altura emocionada de tus ojos claros.

356
EL SOL SOBRE EL CORAZÓN DE DALESKA

El intenso sol de las dunas hizo madurar


demasiado rápido el despertar de las aves
de tu cuerpo.
La tarde sobre las playas del sur te cubren
de yerbas y sombras de esmeraldas
para que camines por el desierto y la ciudad
como un ángel buscando un cuerpo de mujer
para experimentar de una vez
los placeres de la tierra.
Pero el tiempo te aleja de ti misma.
Tienes que esperar, dice el viento,
que tu blanca piel se broncee un poco más como el durazno
para ofrecer su completa miel al ser amado.
Juegas, bailas, modelas, caminas, corres,
saltas, como una gacela para adiestrarte
en ocupar tu puesto de princesa
en el corazón de los hombres.
Cánsate de besar al muchacho escogido
que te brinda las primeras atenciones,
los iniciales gozos del ensueño,
las primeras caricias de la ternura,
el tembloroso y tibio acercar de su mano
en la sombra virgen del deseo.
Que te ame aquél que tú ames,
en el juego del dolor y el placer
que vienen acompañados como la copa y el vino.
Que el sol de Nuevo Chimbote te acompañe.
Con él terminarás de crecer y señalará tu destino.
Mientras tanto, con el deleite de vestirte,
de cubrir con brevísimas telas de colores
tu cuerpo de Eva, vuelves a perder a los hombres
en su segunda misión de humanizar la tierra.
No es tu culpa que tu madre te haya parido hembra

357
entre los rosales debajo del árbol de naranjas
del patio de tu casa.
En la inocencia normal de los geranios al sol
no es tu deber percibir a tu alrededor
los ojos enloquecidos de jóvenes
que te imploran que los mires.
Te ofrecen reinos que no tienen
o que todavía no han heredado.
Te cantan canciones de amor que suenan desabridas.
Te invitan a lugares que antes ya has visitado.
¿Qué te pueden ofrecer si tú miras otros horizontes?
Te envían besos que van a parar al cementerio
de los que nunca han besado.
Ah, como arden en el infierno de sus pensamientos
por besar tu boca roja, ese trozo de sandía,
de pulpa espesa que tus labios custodian
y que tu lengua alimenta de agua purísima.
Mientras, quisieras asesinar a los años que pasan lentos.
Pero todo llega a su tiempo.
Como la tierra se redondeará definitivamente
tus formas, gobernada por la luz de tus pensamientos.
Antes, tus ojos. Más atrás, tu sonrisa.
Inicialmente, tu voz. Tu nombre que lo dice todo.

358
ALABANZA DE DALESKA

Ojos de niña, mirada de mujer,


pestañas de pasión y promesas.
Ojos nacidos del beso repetido de tu madre
cuando dormías.
Mira la ciudad que ha crecido contigo.
Las calles, el colegio, los jardines,
los campos de fútbol y vóley,
te devuelven la mirada que aquí dejaste
con tus ojos infantiles.
Ahora tienes el brillo dorado del amanecer
y ese exquisito aroma a tentación de la luz del crepúsculo
en la sonrisa de tus labios.
Tu hermoso cuello que la luna ilumina y cincela
como a una estatua griega.
Tus hombros cada mañana el agua de la ducha acaricia,
como una danza de la lluvia
cabalgando por tu espalda predispuesta.
Y abajo, la ancha y torneada disposición
de dos dunas blancas, redondeadas a pulso,
amasadas como pan para los dioses hambrientos
después de una guerra universal por la nada.
Y es entonces tu mejor sonrisa tu breve aparición
huyendo entre las cortinas, entre los árboles
iluminando el bello paisaje primaveral,
como si de un cuadro de Rubens te escapases.
Torso donde vienen a triunfar las guirnaldas
que cubren tus senos, convertidos en obras de arte
para el fin de los tiempos.
Y tus cabellos sueltos como hebras dóciles de los trigales.
Tus cabellos que endulzan tus hombros y cubren
la lujuria encadenada en rosas de tu nuca.
Tus cabellos, juguetes de tus manos, novia del viento,
yegua blanca en la pradera salvaje,

359
domada por tus encantos.
Y las joyas de tus manos desnudas.
La canasta de pájaros cuando tus dedos se juntan.
Y el polvo de oro sobre tu abdomen que endulza
la impaciente tacita de miel de tu ombligo.
La suavidad extrema a donde conducen tus muslos,
columnas del templo que preserva el fuego de tu ser,
el cáliz de amor al que se accede separando
cuidadosamente las cortinas de terciopelo.
Y luego el olor a cercanía del mar que llena de júbilo
los pulmones de los animales terrestres
y los habitantes de las ciudades.
Previamente, el pantano verde de aguas cristalinas,
la grama que cubre el nido del sol oculto entre tus piernas.
Echada a descansar como una leona en celo
en el amplio territorio de tus caderas
acariciándote con tus dedos como pinceles
pintando el retrato de tu cuerpo
como una cesta de frutas donde no faltan los higos,
maduros y rotos en su miel por el sol
desquiciado del verano.
Esperando al amor que te espera.
Y luego, el recuerdo, el gran Dios del olvido,
pues todo es en este momento, en este momento.
Y luego, nada, como al principio.
Solo tus ojos flotando sobre el mar
como un adiós perenne sin despedida.

360
DALESKA VESTIDA DE BLANCO

Para que los violines del invierno acompañen


con delicadeza el piar de las aves marinas,
Daleska ha escogido esta noche un vestido blanco.
No el azul oscuro de la coronación de su belleza.
O el rojo vino de las mareas, el verde esmeralda,
el negro o el amarillo que nos vuelve ciegos a todos,
salvo tatuado en su piel que se diviniza
al contacto de la tela perfumada en sus latidos.
El blanco que arrastra a sus pies la espuma de las playas
de Nuevo Chimbote.
La arena blanca del desierto, la leche de la luna,
los lirios de los valles.
Un coro de niñas en el atrio de la Catedral entonando
la canción de los días felices.
Las luces de las avenidas alumbran los parques y jardines.
Los semáforos tocan, por toda la ciudad,
en sus saxofones rojos las reglas de la civilización equivocada.
Ojos y voces de locos quemándose en el infierno de facebook,
arrebatándose pedacitos de fotos de Daleska que caen
como lluvia de pétalos y que son devorados
cual hostias que sacien sus infortunados deseos.
Pero ella camina nomás con su vestido blanco
en la pasarela de su juventud radiante, arrinconando
la tristeza al fondo de su corazón y de la noche.
Casualmente irresistible. Tentadora. Irrepetible.
Dominando las ansias con la suavidad de su mirada.

361
X BREVE TRATADO DE TERNURA (2015)
I

Agonía de orquídeas detenidas en un instante remoto


en el precipicio del tacto donde danza la luz en tu piel
con la dulzura de una fruta prohibida.

En el espejo sensual de tus ojos ensayas tu desnudez previa


con la suavidad de telas cortadas en un laberinto
de astros celestes a lo largo de tu cuerpo.

Un torrente de música fluye de tus cabellos rodeando las islas


de tu perfume con recuerdos de heno estrellas alcobas
playas jadeantes derrumbe de lirios.

Tu boca tallada por besos repetidos anuncia llamaradas


exteriores en la arcilla de tus bordes aferrándome
al abismo sugerido por tu gesto.

Reptiles encendidos avanzan en el mar de tus costados


entre remolinos de rosas y espadas develadas en el cofre
de tu vientre rubio en las sombras.

Costa de peces humeantes yerba ácida en la abertura


de tu carne precipitada lodo rosado donde se hunden
mis manos mitológicas.

Levanto la red para encontrar la ruta del pez que el dios


mochica persigue bajo la luna norteña entre las pirámides
equidistantes de tus senos.

Frondosa aceptación del rasguño imperecedero en el pórtico


de flores y la evocación del cierzo alabando tus rodillas
separadas gentilmente temblorosas.

Con la guadaña roja del desierto marco tu pecho y me arrastro


por el río de caballos en marcha abrevando en la península
estrecha de tu deleite.

363
II

Tu primera aparición de hembra es la razón que desequilibra


las alas de mi corazón Pegaso el despertar de un león
marino durmiendo al sol.

Tu primera aparición en el viento de las trompetas angelicales


con tu vestido iluminando el lienzo de tu retrato
liberando en mí los aceites del deseo.

Apareciendo así naces al estirar mis manos hacia el breve


tratado de ternura en los umbrales del día simbólico
en tus pestañas pintadas de cielo.

Anticipación rosada y negra de tu entrega disminuyendo


mi eternidad pasajera ingresas a mi tienda y te extiendes
sobre las pieles teñidas de afecto.

Incendio mi navío sin puerto para escuchar tu idioma extraño


como si cantaran gaviotas que acompañan a las olas
con su coro anunciando a la aurora.

Sumergido en la acequia espesa de tu desnudez aparto


el silencio y las velas blancas y mi torre por venir en la ígnea
elevación de tu aparición vertical.

¿En qué país naciste a la sombra de unos viñedos luego


madera de naves? ¿por qué los vientos cánidos encadenados
a tu perfume de áspid o puñal egipcio?

Revive a este lázaro sin bienvenida y yápame de yerba


en tu mirada que propone el moreno himeneo y la jubilosa
verde fortuna no contada.

Poniendo a un lado las nubes en tanto remo bordeando islas


siderales escuchando el rezo marital subiendo la cuesta
del palacio abierto en rebelión de escribas.

364
III

Para abrazarte en la tormenta enredada en tus cabellos


estiro mis horas hacia tus huesos húmedos en el sínodo
de los pájaros y la lluvia que te viste de gloria.

Cuerdas trenzadas por mariposas en el castillo de hélices


de luz apretada en tu gozo interior trinan y baja la polea
al pozo negro de mis orígenes.

Nado en tus flancos escapando de la isla de los condenados


a la bahía de los botes iluminados que te saludan
y tienden su alfombra de olas vírgenes.

Camino por la arena del extravío sorteando armaduras


abandonadas terciopelos rojos tiempos inútiles siglos
de muerte rocas a la deriva.

Apenas nuestras cartas de amor sobreviven encalladas


entre pergaminos cuya tinta indeleble se decolora
y esparce en un mar sin horizontes.

Avanzo contra la lluvia a las citas incumplidas bajo el torbellino


de boletos rotos y trenes desaparecidos como hojas ausentes
en la recopilación del vacío.

Vuelvo del grito encadenado a las paredes sujetándome


a la tenue vibración del colibrí de tu perfume esa señal
no perderé y no habrá imitación ineludible.

Lo gozamos en su quimérica catástrofe cuando las hormigas


oraron y crucificaron una brizna de yerba en un rayo de sol
trascendido en la frotación de tu níspero.

Rumor de odres cayendo del cielo con la suerte echada


de civilizaciones futuras en naipes sucesivos por tu espalda
como una avenida de palabras amorosas.

365
IV

Atada por dedos de pájaros la noche delinea tu cuerpo


con retazos de luna en el vaivén de una barca deslizándose
en la espesura azul del rapto.

Breve lago esmeralda alumbra tu rostro y refulgen tus labios


deteniendo el avance de la nieve que me persigue
con su carreta de cantos fúnebres.

Arcos delicados tus brazos disparan flechas silenciosas


sobre el afecto voraz pesado como un jabalí rosado que levanto
como un poema translúcido.

Diademas rebalsadas en su fulgor por mareas de luz


en tus cabellos sobre turbias corrientes de la desdicha ciega
alcanzada por la cimitarra oportuna.

Suave estatua de la música danza del fuego dispersándose


en coros de antorchas vibrando de lujuria océano adolescente
que nos libera de temores.

Lanzas de mercurio y alas de murciélagos cubren el cielo


evaporando las sombras desde tus venas luminosas
que me embriagan y me elevan.

Mujer morena por acumulación de placeres en tu piel


dueña absoluta del abismo donde me aferro a las justas
del borde intacto de tu elegancia.

Simetría de leones enjaulados en las joyas de tu gesto


al mostrarme tus medias a medio bajar conquistando
desde allí toda excelsa morada.

Feraz enciclopedia del ritmo en tus pestañas enlazada


a la cadencia de nubes insurgentes y a torres disueltas
bajo la capa negra de la noche fugitiva.

366
V

Anunciada por la luz de aves marinas apareces


con la levedad de un descuido fragante de la casualidad
en detrimento de la sombra cóncava de mi suerte.

Acompañada de gaviotas y espuma de olas salvajes


que giran las paletas de la brisa por placer traes tu soplo
de poesía atenuada de salvación eterna.

Silencio horadado por una espada circular que corta el día


en el viento paralelo como súplica encendida
despedazando la convención de los ídolos.

Hija de un bello país que mira desde tus ojos la anticipación


del éxtasis teñido en tu aroma desprendiéndose
de la herencia sangrienta de las paredes.

Alta palmera del crepúsculo que la luna engalana


con flores girando en el sudor fraguado de tus gemidos
desatando al planeta que se aleja de nosotros.

Enaltecida batalla de carros atollados en la espesura


de hojas entre los pinos que espían a mujeres
desnudándose en las orillas del paraíso.

A tus pies cae el vestido de una tormenta de pronto domada


canciones que palpitan como algas verdes en los párpados
de guerreros cansados.

Bienvenidos los silbos los tordos y los puentes que susurran


navajas hundidas en el costado de mares como héroes
rindiéndose a tu carne resplandeciente.

Espero que pase el rumor del incendio mientras el cielo


penetra por tus poros respira se expande y canta su balada
azucena en cada una de mis caricias.

367
VI

Rodeada por el aire enamorado de mis manos no estás sola


en el umbral de tu belleza ni tus cabellos sueltos
en la febril modulación del espejo.

Miro largamente en tus ojos la tarde de rayos vigilantes


el rumbo de las conspiraciones con las manos atadas
al silencio cruento del roce de dos estrellas.

Abrazo la nave que esquiva mi muerte desdeñando el vaticinio


hundiendo mi rostro en tu ropa húmeda formando
el cuerpo perenne del olvido.

Desciendo por tus caderas de olas susurrantes para oír


el discurso del mar en rebeldía persuadido del placer
de los encuentros furtivos.

Y así como se planta un mástil en el barco del ocaso navego


por tus sueños entresacando mares de una tormenta
de poesía parida de una conjura.

Poesía que recitan mis labios siguiendo al sol por los recodos
triunfales de tu cuerpo bebiendo hasta la última gota
del licor de tus gemidos.

Agua cantada que resbala por el árbol al cual te aferras


bandera brindándose al viento en sus mejores acomodos
en convenio pactado anticipadamente en tu lecho.

Yerba hundida en el promontorio dorado de tus huesos


canta núbil balada tentadora las vocales del deseo
finamente enhebradas en tu ombligo.

Te cargo en mis brazos y nos viene bien el mar lejos


de los pueblos enmascarados cabalgando sobre las murallas
de reinos oscuros que esperan impacientes.

368
VII

Despierto náufrago de mí liberado de las sogas del recuerdo


sin importarme los astros con tal que haya leche y harina
y que el fuego arda en su zarza mitológica.

Espantados los pichones de las bestias aladas en la ingle dulce


a la hora del esquife rojo cuando brilla como joya el mar
en su total extensión ofrecida.

Suelto a nadar el esquizoide pez en el imperio del vicio


llamado cielo sonora fuente musgosa latina espuma
celebrando la esmerada elevación de tus muslos.

Si occidente canta y oriente apertura la avenida de la guerra


no me vayas a dejar solo entibia el laúd y pásame para olvidar
la cerveza almíbar de tu vientre.

Pues has de saber hebrea que no creo en los censos y después


soy diestro con el bolígrafo y me rasuro con el cuchillo
en el espejo barbado de mi espíritu.

Para no aumentar los sifones de mis gardenias soy malo


con la lengua de los muertos si hay dios predispuesto en la cena
además de tus guisos buena mujer.

Me basta la verdura de tu cariño para recoger juntos


la floración entre tus muslos apretados mientras tus manos
sonoras me dan la victoria.

Agua de rocas antiguas soplan frescura en la fuente original


calamidades afuera portavoz de trirremes escondidos
en la elevación de olas espías.

Sol anciano viento que peinas volcanes de algarrobos volubles


en los mástiles sueltos que la tormenta astilla
en guitarras tocando a su libre albedrío.

369
VIII

En las exequias del ser aletea el torbellino inesperado


la abdicación de la luz en tus cabellos el rumbo
de las estaciones equivocadas.

Olas verdes visten las dunas doradas de tu cuerpo


entre redes y peces en el túmulo de arrecifes de la descuidada
espuma rebalsando su nivel definido.

Desde la dulzura de tus párpados ordenas la armonía


del retorno la ofrenda de tu suavidad en la caída
del girasol que sonríe a la nada.

Un jardín quebrado de flores se esparce como lanzas


sobre la isla de tu encanto turnando su dádiva sucesiva
en el agua que fluye dichosa.

Carne de luna aire obsceno ladrón sigiloso en dirección


al santuario de los besos volviendo con las manos
repletas de oro del naufragio.

Único sobreviviente de la verdad remota giro el timón


y rezuma de gozo la saliva de las sirenas que no cesan
de frotarse entre sí y te odian.

En el extremo de tus latidos lontananza de naves escoltan


el sepelio de los árboles que sufragaron olor a caoba
en la música definitiva de los acantilados.

Catálogo de hojas de aquel otoño que danzaba


como un mendigo deshuesando duraznos en sus pepitas
de oro templando la mandolina del sueño.

Follaje con el olor del puma que permaneció en el rayo


tejiendo sandalias que ascienden entre las nubes
iluminando tu imagen tatuada en cada pétalo.

370
IX

Playa de piedras demolidas por el golpe de las olas


alfombra de huesos y plumas de pájaros en la migración
del verano fundado por tu presencia.

Felina disposición de tu cuerpo sobre las hojas de naranjo


en la hora que utilizan los ángeles para no ser percibidos
espiándote y masturbándose entre los árboles.

Por ti creció la dicha en la playa donde edificas tu estatua


de recuerdos el laberinto de pedestales decapitados
que te miran y no existen en tu retirada.

Ojos de cielo ánfora de bondad que sacia la sed de los prodigios


desperdigados sobre la tierra como feria de chatarra
fúlgida y evanescente.

En tu sonrisa se mece el mar con sus rosas en un lento hervor


de corolas abiertas hechizo vaporoso cubierto por telas
cedidas a otra nostalgia.

Boca de ensueño guardiana de la luz de los viñedos plumas


disparadas por los dedos del amor en tus cabellos
alumbrados del gozo que envuelve el espacio.

Vestida de espuma blanca novia del océano eterna música


de las olas extiendes tus alas y soplas en el oído
de los muertos el misterio perplejo.

Cuerpo sudoroso tras los vidrios del verano de acuerdo


en el reparto de los tesoros del día en la ensenada del silencio
trepando mi austera angustia.

Ciudadela invadida por el viento cálido del jadeo de tus muslos


entrelazados como orquídeas encontradas
entre hurtos y promesas.

371
X

Como una rosa pensativa tu boca recuerda despedidas


de amantes perseguidos memorial de besos
en la tarde escalera de rocas al ocaso.

La danza roja del deseo vuelve en un vals de pétalos


desprendidos entre alas de suspiros acercándose al roce
de tu piel apretándose a las hojas.

Daga curva del gemido espesa floración de luz detenida


en su dulzura más elevada herida de ilusiones
en llamas de caricias votivas.

Cuando la puerta de la espera carga su abandono


tu voz viene hacia mí envolviendo mi nombre
en un abrazo inesperado.

Los bordes desfallecientes de tu boca cincelada


por un relámpago de besos reverbera en el agua del espejo
el desfallecimiento de la brisa.

Cita a oscuras del mar con el faro sofocación de revueltas


bajo las altas murallas de los aspirantes al reino
cruzando espadas fusiles plumas o rosas.

Puñal con el poema atravesado contrarrestando la violenta


lujuria de naves combadas por el viento de tu cuello
cogiendo desde allí al mundo en mis brazos.

Chirridos de metal soldados a su deterioro arco iris sonoro


meretriz disposición de la sinfonía entonada por lobos
marinos saltando de peñasco en peñasco.

Mientras las jarcias escalonan su sufrimiento levantamos


la copa del éxtasis y bebemos licor de granada hundiendo
el palacio a su antiguo deterioro.

372
XI

Invención del cuerpo del deseo en tu cimbreante disposición


de entrega aguardando paciente el ataque azulado
que vendrá directamente a tu alcoba.

Sobre la grama blanda que invade el lecho tus pies disponen


el espacio de la luz como felinas aves que devoran la cordura
sangrando tus labios de apasionado vino.

Desde allí asciende la sensación de tu piel recordando


tus dedos y los míos en diálogo de resplandores
mientras se suceden las escaramuzas del trueno.

Muslos de espuma detenida en el fragor de tu carne


salto al vacío en los pliegues negociando un cargamento
de seda por una torre de oro líquido.

Tu cabellera me envuelve como la noche festejando


la conquista de tus ojos mirando desde adentro
el sol rendido a tu belleza.

Buceo en tu interior llevando este poema que palpita


que inunda tus latidos y humedece tu piel como la lluvia
sobre ladrillos frescos de arcilla.

Así nos conocimos en los festejos aéreos llenando el vaso


perdido del sacramento tardío cuando tórtolas
jugaban en la ventana del mar renacentista.

Balada sujetada con alfileres en tu lengua pasan delfines


la bahía se acomoda y humedece el libro mujer
en el roce de tu piel con las hojas sumergidas.

Ondear de telas teñidas en rubores conviviendo


en la espesura de rones tibios celebrando el éxodo mórbido
de otra estirpe que no conoce de poderes inmanentes.

373
XII

De ébano son las canciones y las mujeres en el puerto


amurallado de naves y calles hondas sorteando los maderos
varados del planeta hundiéndose.

Llevo una carta entre los dientes para no mojar tu recuerdo


en olas nocturnas apostando todo al azar desprevenido
de tu suavidad buscada.

Luna quemando arenas extendidas al este y al oeste


como un arco de rocas horadado por mi lengua meticulosa
en la unión de tus huesos flexibles.

Serena tormenta de pájaros ebrios en tus pezones cargan


tu desnudez mientras te desvistes según el pacto secreto
escrito en tus pestañas.

Marcha del fuego en tus hombros primavera en la feria


de una cosecha de flechas insepultas asunción de carne tibia
que me levanta me ahoga y me libera.

Desato tu vestido y se desborda la copa de tu ofrenda


inundando de vino las bodegas los frascos de perfume
las caracolas de la playa.

Sigo tus pasos elegantes entre los árboles hacia una minuciosa
depuración de lamentos en la arena cual gladiador
de músculo en músculo.

Onomástico del día hinchado de gorriones destronando


la agorera doblez del grito viajando sobre elefantes
por los fiordos hundidos en tu gozo.

Danza de zarzas florales arces melómanos serpientes andinas


con que vienes ofreciendo tu mercadería sitiada y que el rabo
del zorro del trueno quema hasta su esencia.

374
XIII

Trayendo noticias de aves desconocidas desciendes las gradas


del palacio regado de cuerpos dormidos
después de la fiesta.

El viento de tu pelo sopla agua de los sueños como antídoto


contra la vejez fabricada por tus manos oleada de aceite
balsámico en sí mismo abierto.

En el umbral del ocaso despides las nubes sacrificadas


y parten tierra adentro las aldeas marinas vestigios hogareños
en el humo olor a ropa de mujer secándose.

Piel amada por el sol que en ti se detiene olvidándose


de otras rodillas hélice de rosas en la tina agitada por tu ingreso
jardín que se extiende a tus pies para ser visto.

Sabor a mar y a miel a vientre de mujer a susurro inquietante


puerta de ingreso al patio empedrado de hojas acumuladas
por tu mirada complaciente.

Patrona de la nave de palabras elevándose en tus senos


como redondas gaviotas que en su vuelo se llevan
mis manos entre nubes de uvas.

Alabada monarquía de botes verticales sujetan las crines


de airados caballos con sus patas presas en algas verdes
agitando sus quijadas venturosas.

Troquelado por canes en el friso de mis cicatrices soldadas


por el sol sanadora convicción de brebajes definitivos
toda la poesía en la copa de tus labios.

Ciervo que cruza el asfalto antes del estallido que desencadena


la migración de flamencos bandera de naciones muertas
en la silenciosa marcha de rayos tras tus pasos.

375
XIV

Acaricio tu espalda morena sin límites que retorna guitarra


rosada que sobrevuela la playa de peces atrapados
en tu intención de ser dulce.

Mural de garzas en el dorso de la disrupción frenética


unidad de hembra en la supremacía roja del tacto
hojas mojadas en agua levemente quieta.

Cuerpo de mujer estatua de la sedición tomando baños


en el estanque donde beben pájaros hipnóticos que repiten
en sus ojos tu imagen redentora.

Desde tus hombros apacibles desciendo por el tentador


abismo de tu escote llevando mi velero curvado por el sol
girando en olas ardientes.

Cálida cintura dunas del paraíso aves del trópico


despertadas en la estación predestinada mientras el mar cae
sobre tus costillas como un leopardo.

Felicidad de las sombras bajo tu rostro frutas de tu instinto


retrato de rosas que me aleja del martirio en el espejo
donde te peinas y me encadeno.

Me despido de las bancas desnudas donde acampa la muerte


y sus secuaces lejos de la alegría de tardes distantes
y la perenne disolución del olvido.

Descolgando el pájaro del farol y sus gorjeos funerarios


cruje el timbal de la garganta por un trago advenedizo
sin esperanza de nadie.

Tazón de zinc bruñido de historias caldeado en mis manos


en bares a salto de mata indagando por ti
en el resplandor de la ventana nostálgica.

376
XV

Luna prieta vestida por las olas danza de fuego detenida


en su elevación más alta cuando cierras tus ojos
y empieza la redención de tu cuerpo.

Reflejo de batallas en las vertientes tormenta hecha mujer


elevada al vacío del gozo en que me colmas islas atadas
a tu gravedad delicada.

Piel de crepúsculo batiendo sus tambores de pasión


muro de un imperio historia de signos humeantes tatuando
con mi boca tu calma deshecha.

Árbol de café y cerezas tu sonrisa es el inicio de un nuevo día


cruz incendiada de caricias sueños trepando
por laderas de helechos celestes.

Dos pájaros negros escogidos por su piadosa elegancia


custodian desde tus pies la noche sensual de tu cuerpo
el altar donde se redimen todas las derrotas.

Estatua del vino humo del otoño dibujando tus formas


señora del mar y las uvas revelación del ardor voluble
guitarra afinada por astros en celo.

Melodía de tu piel ardiente que penetra por cada tajo


de mis brazos hasta quedar grabada al final
de las corrientes en declive.

Cuerpo de la nada tallada en madera santa mis besos


te sujetan como a una barca dispuesta a cruzar el viento
infernal y las flores indemnes.

Lúcuma olorosa en el peso de tu piel generando la onda


que deshiela mi destierro en la tierra arada de las alabanzas
a espaldas del sueño.

377
XVI

Isla de náufragos sabor a caribe a balsa del amanecer


deslizándose como la sombra de un pájaro desterrado
de su bandada migratoria.

Ojos colmados de verde esmeralda en la costa levantada


por las olas luego de la destrucción de la noche
arribando en la marejada anfibia.

Por tu cabellera de lianas negras desciende la lluvia


curando mis heridas con sal y algas extrayendo
la espada quebrada que latía en mi sangre.

Anunciada por los tambores de la brisa liberas mi angustia


y renace mi piel quemada en la frescura de tus manos
con el ritmo del mar y el latir de las rosas.

Antes de ti los besos no tenían sabor a menta a intensidad


azul en la tibia sensación de admirar tu rostro
en el cielo de la agonía tras el combate.

Para que me mires así un meteorito escapado de su órbita


trazó tus cejas y quedó atrapado en tus párpados
que el universo entinta con sus designios.

Tus hombros cincelados por el repetido golpe de la ternura


que es una obra de arte en la isla de los orfebres ciegos
invisible a los ojos que la buscan.

Ahora puedo derramar mi sangre en el desierto o la nieve


macerando las hojas del olvido con la droga del verano
que a la sombra de los eucaliptos encanta.

El sol menciona tu nombre y yo escribo un libro que vuela


con palabras hilvanadas en anillos brillantes
sin escaparse ninguno de tu sonrisa.

378
XVII

Desdeñando el fragor de la nada el viento enarbola


la bandera gozosa de tu blusa sobre la patria de los abismos
encadenados a la revelación de tu belleza.

Caída honda de tu fragancia desde la cúspide de tus senos


extendiéndose como una almohada de hojas para el relámpago
fatigado de mis anhelos.

Sobre tu cuerpo a la deriva encallo en rejas góticas


entre cedros besados por el río abriendo tu sombra ardiente
horadando el horizonte perpetuo.

Estatua dúctil del fuego que sobrevivió a la tragedia


candor rosado derrotando a la tristeza zarpa de tigre
en el agua vencida de tus brazos.

Al abrazarte no requiero más afecto que el paraíso


que me ofreces con ese sabor a selva a limón en la intimidad
de la auspiciosa avenida de la lluvia.

Para llegar a ti cruzo un puente levadizo que se levanta al cielo


de nubes degolladas por un exceso de caricias apartando
telas rugiendo en las sombras.

Río inclinado sorteando troncos atraídos por las olas


bordeando la expansión de las arenas moduladas en ráfagas
de gloria abandonadas al desaire.

Sobreviviente de un imperio desaparecido acepto


la impuntualidad de la dicha como una roca varada por el mar
que se marcha a organizar otro naufragio.

Y mis manos sumergidas en el torrente que racionas


aprenden el denso recorrido de las aguas entre tus muslos
a fin de no extinguir la estirpe de los bagres.

379
XVIII

Bajo el cielo sobreviviente a los incendios apareces


al oeste del trueno en el instante en que el viento toma
tus medidas con una cinta de rosas.

Detenido el vuelo de las aves en un insomnio perfecto


la eternidad sucumbe al resplandor de tu piel inspirando
a los arquitectos la edificación del futuro.

Para acariciar tus cabellos resistí al desastre de los violines


amarillos en sus maderas aladas que escancian perfume
en las yemas de mis dedos marcados por tus labios.

Transportando las reliquias de la tarde se abren las cortinas


de la playa con tu mirada desde el tocador astral
asesinando los días innecesarios.

Tu cintura con la timidez de una gacela en sus contornos


más suaves se acomoda como una sombra de la tierra
atraída por el tótem del deseo.

Juego a los dados con los dioses apostando por tu elegancia


y te llevo corriente abajo del océano como a un ángel fugitivo
desechando conceptos inservibles.

Pies de arena besados por el sol corriendo tras las fieras


del crepúsculo que se adelantan con sus carros a contemplar
tu salto de ola la tentación sagrada.

Un trono vacío en el abismo azul apenas sostenido por un beso


lejos de las conspiraciones polvorientas aguarda tu llegada
desaparecidos sus falsos ocupantes.

Sucesión evangélica de tus cabellos sobre tus hombros


donde viajan mis labios sujetando la velocidad desenfrenada
de la estela convexa por el mar alto.

380
XIX

Como una catedral blanca me esperas en la playa inclinada


del ocaso mientras el cielo oculta las nubes
ante tu aparición natural.

Siglos demoró el mar en labrar su hermosura y tú lo logras


de un modo casual desdeñando las ropas desgarradas
en las orillas de tu desnudez.

Telas teñidas por el crepúsculo adriático cosidas con agujas


de oro en el telar de una aldea nómada traen las aves
para envolver tu figura.

Las manos del viento arreglan tus cabellos en la esquina


del planeta separada por los dioses para sus juegos de verano
por su cercanía a fuentes de agua dulce.

Tu espalda perfecta sin el peso de la túnica que sostenía


se extiende como un pentagrama de pájaros
donde pernocta la música apocalíptica.

Piel de durazno en tu piel con ese temblor a pelusas de oro


de las caricias soñadas peleando a milímetros
con la extrema suavidad de tu vientre.

Cesan las olas ante el ingreso helénico de tus caderas


imitación de la curva de botes barnizados por el sol
extendiéndose más allá de toda sospecha.

Epifanía dialéctica de los mascarones de proa vítores lejanos


vapor hiriente de tus baños ocupando el espacio desplazado
a las sombras sorprendidas en malicia.

Utopía remando en todas las direcciones coronando la testa


de los fallecidos olor a resurrección a mujer lavándose
en cuclillas frente al ojo del lagarto.

381
XX

Meandros y precipicios ciudadela de arena por donde corres


sobre la leche de las olas que los caballos beben
luego de venir de la guerra.

La historia se vuelve a inventar contigo en el tratado


de tu postura salvando a nuestro abrazo de convertirse
en una atadura vacía.

El amanecer disputa su prestigio con el brillo de tu piel


entre trigales y linos huyendo del aleteo de cuervos
posándose en nuestras espaldas.

Como columnas que soportan el peso de una iglesia


en el momento en que el atardecer las desata tus piernas bellas
y altas se muestran impetuosas.

Sombra de yeguas en celo detenidas en el prado escogido


viniendo a mí con su disolución de distancias
mas no del tiempo que me acongoja.

Lucho en las dunas de la soledad por el oasis de yerbas


ácidas de tu vientre ese ardor indio agua de palmera
de frutas rojas que me dan vida.

Ilusión hecha de espadas que palpitan en tu sangre y las naves


que me libera o me incendia hasta fundirme en las olas
que me llevan en su escritura.

Me hablaron de un botín en el oriente prefiero el agua fresca


de tus labios y luego partir a mi destino tremolando
salpicadura de cascos en el polvo sumiso.

Cojo al vuelo un caballo dispuesto en el terraplén del infierno


para llevarte cantando por el desfiladero hacia tierras
que aguardan impacientes una mejor descendencia.

382
XXI

De los archivos milenarios de los astros me quedo


con el bautizo del verano en tu regazo escrito con el rumor
de tu sangre en el pasadizo marino.

Creyéndome muerto me abandonaron a los delfines fúnebres


hasta que llegaste a rescatarme en la inversión del gesto
candoroso con la belleza del herido.

Bastó que te inclinaras como una danza de palmeras


para que mis heridas cicatricen aspirando tu olor de canela
en la insubordinada predilección a la vida.

Acostado en una estera tejida por mujeres de tu familia


que ríen excitadas detrás de la puerta frotando
entre sus piernas al sol del delirio.

Pide prestado la playa el color de tu piel pagando de intereses


un volcán de rosas entre algas y coronas deslucidas
y peces lácteos huidizos.

Linda inocencia de mujer ¿cómo te llamaré para que no tenga


celos la muerte y no envié su feroz ejército la luna?
¿magnolia, esperanza, olvido?

Los perros de la guerra luego de perseguir al sol inca


hasta el mar te lamen los pies con sus lenguas verdes
cimientos desplazados en procesión de rocas.

El viento cálido como las manos de una madre alisa tus cabellos
en la costa inundada de madera de naves
trocadas por el metal del nuevo siglo.

De ese mar donde se ha desposado la nieve con el otoño


y un poeta niño ha nacido equipado de puntas de flechas
mojadas en tinta cargada de encanto.

383
XXII

Sonrisa de sol en la espuma del mar flores que el viento trajo


esparciendo el polen del paraíso en vericuetos
de leyendas insondables.

Tus cejas como pájaros guardianes faraónicos de tus ojos


preguntan por el sentido de todo con sus guarismos
creciendo en la terraza del donaire.

Tu respiración con la dulzura de los higos me reanima


en el momento que desfallecía vistiendo al suplicio
de ilusión endemoniada.

Tus dientes de castor trituran una fruta y su sabor queda


perdurable en mis labios edicto de latidos instaurando
revoloteo de pájaros en la niebla.

Hija de la lluvia y la lluvia dice victoria que bauticen así


a las ciudades blancas en las colinas y a las niñas nacidas
en las aldeas de los pescadores.

Una de ellas será alabada por el poeta en su destierro


a la isla de sí mismo renunciando a los reinos predestinados
condenados al asombro.

Mientras la poesía desciende por tus cabellos adivino


la exactitud de tu promesa aclamada por mangos rojos
bendiciendo tu inclinación generosa.

Vuela canción sobre el océano llevando las noticias de mástil


en mástil sin importar las hogueras y las hojas moradas
del impertinente augurio.

Custodia bahía al pie de las gradas de su alcoba


antes que se inunden los potreros y los caballos floten
en una borrasca de papeles indescifrables.

384
XXIII

De tus pómulos rosados nace el color de la luna


no hay joya que supere el fulgor de tu sonrisa
la secreta resurrección de la fe en tu mirada.

Promesa o ilusión juego de dados dorados estanques


que dispone el sol para tus baños en el desierto
donde es tatuada la piel de los ángeles.

Que me arrojen allí es mi propósito leve como el silbido


de los muertos nadaré en el pantano transparente
de tu carne arrastrando mi cadena milenaria.

Volverá el peso humano de mi corazón a vibrar en ti


como un árbol elevado a la potencia etérea
exacerbada por cardenales dolores.

Escamas plateadas de los días meandros tierra tajada y fresca


solidaria con los duraznos acariciando tu espalda
en otro universo sonámbulo.

En tanto las gaviotas deletrean tu enigma en sus vuelos


el corcel embelesado trepa colinas y los pelícanos escapan
raudamente de los puertos depresivos.

Iban bien las estrellas al norte de mi nave al costado de oleajes


esquivando noticias de guerras sorteando puñales
de rocas escondidas al garete.

Ciertamente una vena una espina ardientes frutales


tras la ventana que el aire dibuja masa circular del océano
empujando el poema de página en página.

Dándole de clavos al silencio asaltando la paz de los ahogados


el arribo de nuevas naves con su madera olorosa
en tus axilas a contraluz de los puertos.

385
XXIV

Vuelve la luz con su pesado golpe de remos en la fuga


de corrientes jaladas por delfines llevando la música
a otros mares no contaminados por la codicia.

Aves que nacen volando unen sus plumas para fabricar


tu vestido en el taller de relámpagos ebrios donde leones
dorados aportan sus más delgadas hebras.

La sonrisa de un pájaro picotea la fruta de tus labios


y estalla la gota del deseo en la humedad de tu aliento
transfiriendo otoños de tu lengua a mi lengua.

Señora de los faros de brazos cincelados por la lluvia


de meteoritos desnudos y joyas invisibles en tus manos
exhibiendo el esplendor de la nada.

Tu boca llena de besos silenciosos cae en mi poema


como una espada sin herirme disolviendo las serpientes mudas
que envenenaban los alrededores.

Un castillo azul en las rocas abandonadas edifica el sol


para que gobiernes este imperio de verdades amargas
erigido sobre telas asesinadas.

Bajo el recuerdo de tu inocencia discurre el río del placer


rodeando los suburbios quemados de la aldea
arrastrando hojas y nombres silentes.

Trigales del esplendor tacto de luna caminos amables


espuma en procesión doliente trasladando
un continente desde los acantilados en vigilia.

Sangre de poetas muertos leyendo su vida en tus brazos


que van y vienen acercando la eternidad numerada
en oleadas hondas y magníficas.

386
XXV

Haciendo honor a tu nombre la primavera adopta su estirpe


romana y brinda con licor de leche esencia de café o miel
de higo con los parientes invitados.

He sobornado a tus ayudantes para no perderme


ningún detalle de la doblez de la luz en tu alcoba en tanto
sobre leños de olivo descansan espadas ciegas.

Te vistes y desvistes con la danza de las estrellas salidas


de su ruta para no turbar el designio imprevisible
destinado a escalar otras cumbres.

Que los emisarios de mi muerte esperen mientras el fuego


permanece encendido quizás encuentre la canción
del afecto perdido por mis dedos sombríos.

Para salvar a mi alma del próximo latrocinio sigo los límites


de tus manos pertrechado de jazmines en maquiavélicas
profundidades detrás del atrio blanco.

Develamiento celeste del musgo eclipse de corazones


amando la concurrencia de astros en tu risa arma de redención
que ata los camellos a la luna.

Estatua del jaguar saltando desde horas translúcidas


si es que el fragor de los anhelos se aviene a las cosas azules
rasguñando tu piel dormida.

Despierto en tu fresca alcoba sendero florecido libando


en puertos e islas en honor a tus muslos lustrosos
cantando odas al recuerdo.

Alfombra adolorida de pisadas tribales transcripción


de capítulos sonoros oscuros y gualdos en la biblia oculta
entre las piedras de tu nacimiento.

387
XXVI

Ojos de almendra café verde y miel secreta de la noche


bajo el árbol rosa de los sueños tu mirada despierta
la primavera dormida.

Mientras te pintas las uñas con los signos de tu tribu


las nubes recuerdan su tarea de contar las olas y los botes
como caballos de totora se hunden en el crepúsculo.

Un relámpago floral remueve con su cucharita de plata


el vino de tus labios húmedos de cantos interminables
colgados como frutas en el cielo.

Mis manos cansadas de trabajar el oro se alivian desabotonando


tu blusa ingresando al palacio de tus sombras acabando
con la duda del ser y la nada.

Resuelvo el enigma de la utopía cortando en tiras la tela


que sostenía tus senos y que impedía al sol madurar
el resplandor del cielo en sus falanges.

Polvo de hostias brillando en tu piel madera bronceada


por el viento hembra de tu desnudez poseída
como un homicidio delirante y premeditado.

No había un columpio donde se pasee la luna


hasta que tus hombros aparecieron acercando el oriente
al occidente con sus ejércitos diezmados.

En el espejo sensual de la ventana me esperas pintando


tus labios de rojo africano la flecha inmóvil que contiene
tus besos en su prolongado filo de caramelo.

Se incendia el bote de la ilusión y empieza a cabalgar


la esperanza sobre la playa amanecida donde corres indemne
a las súplicas mamíferas de la angustia.

388
XXVII

Un beso largo como el sol de mediodía mientras charlan


las rosas asuntos serios de repartición de continentes
entre las hojas de naranjos impacientes.

Instante en que el mar transa su tesoro de recuerdos


con el reflejo del sol en la copa griega consintiendo
a la pantera bajo tus pies desnudos.

Como peces en el río inmóvil del verano tus bordes rozan


el estremecimiento de yerbas sumergida en mis venas
erizadas de presentimientos fecundos.

La tierra a fin de no ser quemada escoge la balada esmeralda


semillas de afecto vertical resbalando por mi garganta
en hálito de fuego aceptado.

Espera nocturna para cruzar el canal de tu sangre


mientras la luna rema estancada en el lago iridiscente
transportando jadeos en urnas prismáticas.

Avaricia de besos ávidos de amor y deseo saboreando


la fruta que se deshace en catarata de delicia
escalando números y pieles interiores.

Un beso largo como si no tuviéramos cuerpo como si


no existieran sueños muriendo y resucitando
en cada beso y a cada instante.

En esta duración prohibida de la dicha levanto mi tienda


sabiendo que ya no habrá otro oasis en el desierto de la muerte
cuando el fuego llore sobre mi osamenta.

Amaneceré en la fiesta de antorchas extenuadas entre yelmos


negros y el cadáver del príncipe quien antes de expirar
me maldijo porque no quise escribir como él quería.

389
XXVIII

Como un árbol desvestido por la lluvia admiro tu desnudez


en el naufragio de sirenas ebrias que terminaron su farra
en otra isla preparada por bacantes.

Anudado a tu rendición acaricio las hojas húmedas


de tu anatomía con el calor de un antiguo secreto guardado
entre tus muslos piadosos.

Separo tus piernas como una selva de flores a la entrada


del paraíso subiendo con mis dedos por un sendero agitado
por alas de mariposas instantáneas.

Repta la piel de la lluvia por tus caderas abriendo


suaves cauces en el delta del cielo colindante con la frontera
de tu despertar amoroso.

Palpo la gruta de tu hoguera de miel y espinas destilando


abundancia de latidos en agua perfumada
precipitándose al torrente.

Abdico por último de mi reino de hormigas besando la sangre


de tu agonía para sentir esta arena frágil como una corona
repartida entre ávidas manos.

Llevo mi ejército desharrapado en dirección contraria


para acceder al oratorio de tus sombras conducido
por una procesión de luciérnagas.

Recibo bien merecido las lanzas destinadas a torcer el curso


de los ríos cargando en lomo de mula a las mujeres
apenas cubiertas por la luz gozosa de su rapto.

Oleaginosa extensión de sábanas sensibles rozando cicatrices


en tus costados lívidos por la quemante brisa
ahogada en mis besos de niebla.

390
XXIX

Ni en la taberna más concurrida por sicarios y músicas


exóticas encontré este placer fugitivo cerveza de granos
escogidos en un vaso de barro verde.

Eres mi última tentación antes de saltar de mi nave


acariciar mi caballo y traspasar la puerta de mi tumba
para descansar por fin en tu lecho de lirios.

Así mi cabeza viaje por el aire luego de insultar lo sagrado


es una cosa que no tiene ahora la menor importancia
cumplido el anhelo de una ciudad perturbada.

Llevo el encargo de fundar otra memoria alado de viajes


sin especie amando el enero que viene y fastidiando
al cuervo en su infierno aéreo.

Hablarles de otra redención en tus ojos festejando el fin


de tu áspera ausencia besando los labios del mar
en la repetición de tu respiración fragante.

Brizna en la altura curvada del recuerdo destello de sangre


en la oscuridad riego de luces en el camino
de eucaliptos escoltado por lechuzas de bronce.

Huyendo de lebreles tóxicos y sucios mercaderes que estafan


con sus cantos plagiados toco la cítara de tus omóplatos
y es suficiente entonces la vida que rescato.

Recorro tus corvas tomando sidra en las vendimias


refrescando mis pies en acequias que se llevan mis pesares
y las ropas oscuras del pasado.

Cortando el sol con mi pañuelo de almendras la simetría latina


de la lluvia ordena guarecerme en la imperiosa ladera
de tus amadas cuadernas.

391
XXX

Caminas como luna por el desierto de mi pecho


con tu carne de luz traspasando mis manos formando
el molde metálico de la angustia.

Huesos curvos de nave del viento reino de rocas y espuma


ejército de dunas empujando olas sangrientas
volcán fraguando espadas y eclipses.

Sabor azul en tu disposición amatoria levantada


por las sogas del sol hacia la crucifixión del crepúsculo
suspendido en el cielo por flechas candorosas.

Tu sonrisa como bálsamo de miel en mis heridas abiertas


yerbas de ilusión para las fieras de la melancolía
que me devora lentamente.

Dos mujeres habitan en ti el ahora y el mañana brillando


con sus aretes desquiciadores en tus orejas celestes
donde la carne vence al metal y lo suaviza.

Sabor a fe a creer en algo dulce que vendrá


después de la muerte respirando el aire que me dejas
impregnado de magnolias.

Desnudo en la danza de la luna y sus muletas sigo el paraíso


que cultivas el infierno que me alimenta en la extenuación
de victorias irredentas.

Destapando el cofre de las dudas y las cuentas ficticias


en su revuelo de polvo y colores marchitos
el viento arrastra los países y los redefine.

Hurgo detrás de la frontera que me cedes mientras te bañas


echándote agua con una jarra en el patio de las higueras
torcida al rosal refrescante que se inventa.

392
XXXI

Antes que la noche se extinga con su aroma de flores


tu piel recoge el resplandor de una guitarra rasgada
por los dedos de la nostalgia voluble.

Recostada en los brazos del afecto enciendes tu sensualidad


con la cálida sensación de tu inocencia recuperada
en la perdición más profunda del grito.

Mar en reposo brillo de antorchas pasión morena


ojos de paloma mensajera cruzando universos errantes
bajo cielos plomizos.

Escapando de la lluvia los pájaros de larga travesía beben


de tu sonrisa y nacen las palabras que calman mi desesperación
inoculada en la estepa roja de mi pecho.

Palpitante rosa nocturna incesante vino detenido en tus labios


temerosa invitación de tu cabellera mojada
envolviendo mis brazos fatigados.

Nido de gorriones en tus pómulos donde ato la esperanza


consentida y clavo la cruz quemada del combate en la proa
de mi nave estacionada en tu puerta.

Tu mirada de consuelo derrota mi soledad encontrando


el paraíso al interior de tu vestido nadando entre las olas
de tu cuerpo bajo el sol encendido de tu alma.

Destapo el brebaje de tu recato acariciando tus rodillas


hundiendo mi pala en agua azarosa retornando
a la isla asediada de la infancia.

Comparto tu lecho felino extendiendo el cielo hasta el extremo


de tus muslos aceptando la invitación de la noche
a fumar de sus papiros ocultos.

393
XXXII

Vibración vertical de aves aleteando en tus costados


mis manos al acercarse se desasen pasando a formar parte
del desfile de sílfides que te acompañan.

Hojarasca abandonada por el anterior otoño remolino


suspendido de tu gracia en armisticio con el verano
que se aleja dando consejos superfluos.

Gorriones con sus manos leves dibujan en el andamio


de tus pestañas la dulzura de tu mirada en una conjunción
de ciervos incrustados en el cielo.

Reman flores con el peso de una promesa por el contorno


de tus labios latiendo al unísono los relojes del mar
exterminando la imperfección del tiempo.

Alas de cormoranes tejen borrascas en tu vientre


y el pelícano extiende sus alas para medir la ternura
de tus brazos distribuyéndola equitativamente.

Gaviotas de luz danzan en tus pies mientras el sol coletea


como un pez en el lodo marino olvidado de la civilización
ignorante del placer de tu vigencia.

Invisible tormenta entretenida en su pensamiento de idear


un jardín sobre su sementera incubada de reyertas
lar de canciones tejidas en el arpa.

Aire enamorado que respiro aflojado el hierro en mis muñecas


ingresando al valle perdido de tus sueños con paredes
sin raíces que me separan del tumulto.

Torbellino de hojas vendimia de botellas azules planetas


capturados en la red de tu molicie vértigo luminoso
regresando del fondo de tu ausencia.

394
XXXIII

Para que tu voz tenga este acento enamorado se repitieron


miles de canciones como láminas de arena una tras otra
como olas apretadas a tu gozo.

Para que camines así las hojas del verano se acomodaron


a tus costados como densas paredes verdes reflejando
las ondas estallantes de tu ofrenda.

Tu disposición en el lecho es un largo aprendizaje


un film en cámara lenta que no hace sino reflejar
la sucesión de los linajes de plata.

La eternidad se limita a mirar tu cambio de vestidos


en la expropiación del deseo de las campañas salvadas
por la inundación del sueño.

La lluvia trabajó tus hombros sin apuros y orfebres eunucos


moldearon tus senos con metales etéreos desaparecidos
en talleres dispersos y desolados.

El relámpago insomne se detuvo para diseñar tu vertical


postura y acequias de jardines tupidos tiñeron pieles
para seducir al invierno chúcaro que hasta ti me trajo.

Tu lengua hecha con el metal rojo más dúctil y preciado


que las joyas de la vida y de la muerte intercambiadas
en el paso de las extremidades nocturnas.

Lentamente se forjó el alfabeto de tu mirada tu sonrisa


iluminada tu llanto cristalino la aglomeración de tus cabellos
en la iglesia de los trigales dorados.

Sabia en los placeres de dar luz a los ciegos tiempo tienes


de sobra para pelar las frutas saborearlas y escupir
sus hollejos sobre mi tumba.

395
XXXIV

Como un pez entre las sábanas tu cuerpo resbaladizo


y pequeño surca el mar revuelto de edredones azules
despejando la bravura domesticada del lino.

Busco abrazarte y te escabulles nadando entre islas mínimas


oliendo entre tus muslos un libro de poesía intensa y acre
en el silencio de una antigua oda.

Te arqueas sobre el abismo estrecho de la oscuridad y remo


para alcanzarte golpeado por dos mares enfrentados
en la unificación de nuestros cuerpos.

He de tirar el ancla para estacionar la nave de mis ansias


y cometer contigo un crimen minucioso
marcando eternamente el instante.

Sujetarte la lengua con un anzuelo llevarte lejos de la costa


sacarte de las algas de la desesperación en complicidad
con tu más ferviente anhelo.

Darte mar con mis besos y tú oxígeno en la profundidad


del océano insuflando olor a lima en mis pulmones
con la esencia de tu acento jubiloso.

Camino de siglos alabanza de azucenas tañido de gongs


esparciendo gaviotas negras anunciando la pronta invasión
de la luna en tus órbitas cristalinas.

Albatros de picada en la nuca del ocaso viniendo de aguas


heladas a los cálidos estrechos de tu aliento girando
en el mármol invisible de los helechos.

Envueltos los brazos en yerbas aprovecho los embates


del oleaje para transportar tu entrega que me invita al desvarío
muriendo casi al unísono.

396
XXXV

República de naves iglesias en lo alto de las islas


el relámpago extiende su alfombra para la reunión
de los líderes en el anfiteatro de rocas.

Agua encrespada que opina poesía del trueno que recuerda


historias de remos antes que de espadas encuentro del río
y el océano en la piel de sus habitantes.

Aquí vivimos tu cuerpo es como la danza del mar


mis piernas te rodean y las caricias de mis manos te llevan
por la pronta partida de las naciones.

Las pesadas olas del placer nos elevan a la música


de la luna celebrando el aniversario de los peces voladores
y la travesía chimú de los delfines.

Banda de instrumentos de bronce y mercadería varada


de la historia que flota por los océanos sin que ningún
pueblo sensato ose recibirla.

Procesión sacando de las aguas al señor de los arrecifes


con ese olor agrio y medio dulzón de ropa de mujeres
una vez que el día ha extraído de ellas su perfume.

Y no es que exista la mala suerte sino que no quedaría


remero vivo en la guerra por tu hermosura
en la arena de anteriores disputas.

Enciendes en la ventana una tea con aceite de morsas


para que se orienten tus hermanos que partieron a la pesca
todavía adolescentes.

Yo vigilo el asado de albacora sobre piedras al rojo vivo


mientras niños juegan arrojando por el huerto las entrañas
de peces como abono de las siguientes rosas.

397
XXXVI

Este es el lugar amado que propones con una leve sonrisa


a un costado de la luz de tu mirada en la roca
labrada por la tibieza del retorno.

Aquí sobre el blanco manto cedido por una loba


que aúlla en torno a la cueva dorada me invitas
con tus ojos majestuosos.

Seducción de calor de leños aportados por árboles


que partieron al destierro en naves detrás
de mi corazón perseguido.

Haciendo un sitio junto a ti y dentro de mí


no solo para acostarnos inventar reinos sembrar soles
o guerrear con los vecinos.

Para domesticar estrellas que dan leche al alba


untando de miel el pan de cada día
administrando el clima en el viento de la aldea.

Este es el lugar amado que propones el trono de tus caderas


en el momento en que se acaba el tiempo
de los girasoles en la hoguera.

Galopar el lomo del mar expropiando horas nocturnas


atraídas por la gravedad hogareña recogiendo
langostinos varados en la playa.

Hasta aquí me trajiste moribundo para ofrecerme el agua


de oro de tus huesos que bebí desesperado
como un niño recién nacido.

Mientras acaricias mis cabellos rubios grises blancos


adelanto el canto final con un susurro para regocijo
de la arena que a mi cráneo espera sedienta.

398
XXXVII

Ponme monedas de hielo en los ojos pues las enredaderas


rojas invaden los días quemando los libros la ropa tendida
el lamento de niños y mujeres.

Ponme monedas de hielo en los ojos para soportar las imágenes


del infierno que he labrado tenazmente en mi interior
como un jardín de espadas en la arena blanda.

Alguien arrojó lejos la sábana húmeda de la lluvia


ya nada puede apagar los cuerpos calcinados mi despedida
en la proa de los recuerdos.

Como una balsa a la deriva permanezco en mi lecho


mis labios sólo saben a sal y a sol a revoloteo de moscas
en mis heridas picoteadas por pájaros negros.

La muerte llegará porque no me besas con ese sabor a té


a miel y a yo te quiero despertándome a la realidad
con sus ejércitos desfilando bajo la ventana.

Ponme monedas de hielo en los ojos para descansar


del resplandor que me enceguece y pueda sentir así
tus dedos suaves la sombra de tus senos frescos.

Sea invierno la estación de pinos que no veo y flores amarillas


en los flancos hundidos de la barca que se aleja en la corriente
de círculos que me escinden.

Prófugo de cualquier sacrilegio que no sea tu cuerpo


tú me sacaste de la tina de sangre y me perfumaste para ver
las olimpiadas desde una baranda luminosa.

Ponme monedas de hielo en los ojos así el barquero que me lleve


se dará por bien pagado refrescando por un instante su garganta
y vuelva por ti amor prontamente.

399
XI INFRAMUNDO Y OTROS POEMAS (2021)

400
Cielo o infierno, ¿qué importa?
Charles Baudelaire

Y si se apagan las luces, y si se enciende


el infierno, y si me siento perdido sé que tú
estarás conmigo, con un beso de rescate.
Ricardo Arjona

Si el paraíso terrenal fuera así igualmente ilegible


el infierno sería preferible al ruidoso país
que nunca rompe su silencio.
Enrique Lihn

Espejos rotos donde el mundo se mira destrozado


Octavio Paz

401
LA CASA VACÍA

Puesto que por largas horas la casa permanece vacía


podrían muy bien vivir aquí otras personas
no importa que desconocidos pasen a beber agua
nadie sabe de los cruentos desiertos
que deben haber atravesado
les gustaría acaso sentarse a leer
servirse algo de la comida que dejamos
o escuchar música de la aromática caja de cedro
con tal que no se lleven las cosas o dejen sus recuerdos
ni degüellen al gato o al menos no dejen huellas
esta casa es grande nunca podemos ocuparla del todo
más hijos tenemos y seguimos construyendo
sótanos y pisos superiores
no sería mayor problema que vengan por aquí
en las horas que nos alejamos
peor es el vacío cuando la casa se queda a solas
es mejor que sea así
que se sientan cómodos en nuestra ausencia
y no que vengan un día a visitarnos de improviso
toquen la puerta con sus pistolas
y nos masacren a todos por las puras y santas huevas.

402
ESTA SILLA QUE ANTES FUE UNA PIEDRA

Esta silla que antes fue una piedra


desde la cual miraba los campos baldíos
la hoguera de alacranes en la noche
el mar de hojalata
la ciudad sin palabras
el paso de los cuerpos condenados
guarda los recuerdos callada
de quienes se sentaron sobre ella
mochicas incas o hispanos
rebeldes o justicieros
románticos o realistas
desde esta silla que antes fue una piedra
se contemplaron batallas y ejecuciones
juicios horcas y saraos
aquí descansaron poetas y científicos
borrachos y charlatanes
alguien inspirado se paró hasta alcanzar el cielo
y tú solías descender desnuda sobre mí
en el vals de la sangrante luna
es la misma silla que se quedó sola tantas veces
llevada de acá para allá
por casas y regiones
sobreviviendo a varios dueños
y ahora está aquí conmigo
sin ir a ningún otro sitio más que del escritorio
al patio de higueras
o a la playa de espejos azules
añorando volver a ser una piedra
para mirar pasar
los cráneos flotando sobre el mar
el valle blanco de mi sangre
el viento lobo.

403
CUANDO TOMAR CAFÉ ES COMO ESTAR
EN EL MISMÍSIMO INFIERNO

No sé si levantarme esta mañana para hervir agua


en la cocina de gas y tomar una taza de café
sea una buena elección
pero no tengo de otra
tengo que hacerlo
acercarme a la cocina
a la que le he agarrado terror
desde que Olivier falleciera en un incendio
cuando tomar café es como estar en el mismísimo infierno
quisiera quedarme en la cama para siempre
pero ya amaneció
el sol conversa de lo más entretenido con los pájaros
que trinan en los árboles historias audibles
hasta por los más antiguos muertos
el sol
que constituye el 99.85% de la masa
del sistema solar
todos los planetas satélites asteroides cometas
polvo estelar materia oscura y las palabras
que siempre quise decirle a Olivier
y nunca las dije
apenas somos el 0.15% de todo
y a pesar de eso un geranio solitario insiste
en brillar en un macetero del patio
me ducho
pensando cuánto hubiera querido sentir él
el agua fresca sobre su piel
cuando estaba ardiendo de dolor
agonizando en la cama de la sección de quemados
de aquel hospital
me visto y bajo de mi dormitorio al primer piso
donde está la cocina

404
por una escalera que se esmera en moldear
gradas dóciles para mis débiles piernas
¿poesía es amor o dolor?
de todas maneras me preparo una taza de café
más tarde tomaré una cerveza helada
aunque ya no la necesito como antes
mi propio cuerpo debido a la nostalgia
produce el suficiente alcohol y aturdimiento
cuando toca a la ciudad recibirme
¿ves a ese hombre que camina en las calles más apartadas
compartiendo la noche con gente que apuesta
el todo por la nada y la nada por el todo?
pero yo volveré
como siempre
tengo que ir mañana a la oficina
a firmar mi entrada
a la desesperación.

405
CONOCÍ A UNA SIRENITA DENTRO DE UNA
BOTELLA VERDE DE PILSEN CALLAO

Conocí a una sirenita dentro de una botella verde


de Pilsen Callao
me miró dulcemente con sus ojos dorados
no vayas a parar con tu colita
en la bodega de algún barco pesquero
las calles regadas de luz invitaban con sus tambores
la música densa flotaba
entrando suavemente por las agallas
que llevo debajo del corazón
desde el bar observé la marcha presurosa de la gente
iban de blanco como para un matrimonio
o un fusilamiento
lo siento vuelvan a sus casas el Estado no se abastece
y las mujeres hijas del mar con sus blusas de algas
caminaban como olas domadas
fantástico aplaudía la noche
una ciudad desguarnecida
se puede mear atracar violar asesinar en cualquier lado
mientras las autoridades firman en sesión solemne
el contrato de nuestra maldición
conocí a una sirenita dentro de una botella verde
de Pilsen Callao
sal de allí vámonos de fiesta
quiero besar tus hombros que las redes del cielo
han atrapado
hasta que me bebí todas las botellas que quedaban
y sin querer me devoré a la sirenita
y más tarde la vomité la limpié y la llevé
a depositarla en una ola que venía por ella
cuidado con las hélices de los barcos sirenita
y me volví cantando por las calles inclinadas
del puerto

406
esta canción que aquella noche aprendí
conocí a una sirenita dentro de una botella verde
de Pilsen Callao
me miró dulcemente con sus ojos dorados
como si un faro de ilusión
girara dentro de mí.

407
CÓBRATE DE LO QUE VES

Cóbrate de lo que ves me dices


es lo único que tengo
no busques más allá de mí
algo con que compensar la ruina
en que dejé tus sentimientos
no tengo más propiedad que este instante
en que me pongo en tus manos
atrás no queda sino excusas
no pondré condiciones
apta estoy para saldar mi cuenta aquí y ahora
puedes atravesar el umbral de mi casa sin temor
el silencio con que lo hagas bastará
para cubrir mi dolorosa ausencia
avaro de mis encantos
cotiza en el más alto precio
mi voluntaria entrega
pues solo mis cabellos valen más
que las hebras doradas del solsticio
ya he pagado caro mi olvido con otros recuerdos
mi mirada retornando a ti
con la dulzura de la espera
es más valiosa que la fortuna
que el sol esconde entre las hojas
y advierte la breve fragancia de mi piel
durando más que todos los años sin vernos
y callen tus labios malos acreedores
con el gozo que te produce mi boca
la repetida lujuria de mi ropa cayendo
en noches sucesivas
el brillo de mi piel morena cubre el precio
de todas tus tristezas
melancolías y rencores
cóbrate de lo que ves me dices como quieras
y yo te perdono arrodillado
ante las mismas caderas.

408
INFRAMUNDO

Demasiado tarde
la conocí jugando a las billas
y no me rechazó cuando le invité un trago
y terminamos tomando en un lugar conocido
como Inframundo
ella me contó sus penas frescas
y yo las mías antiguas
como si nos conociéramos de mucho tiempo
demasiado pronto
nos fuimos viendo más seguido
siempre en torno a una mesa de billas
o en algún bar escondido
las botellas se amontonaban a un costado
como las cosas tristes que nos habían pasado
demasiado tarde
me llevó a un karaoke para escucharla cantar
y era tan dulce su voz
como la de una cantante de disco
yo hurtaba las caricias de sus manos bellas y delicadas
demasiado pronto
no teníamos más urgencia que de continuar conversando
desesperados por quién hablaba primero
a mí me gusta el pye de limón
a mí el helado de chocolate
a mí me encanta Gianmarco
yo prefiero a Suárez Vértiz
y el billar y el bar escondido y la medianoche
y el cielo del puerto y los taxis
donde la llevaba dormida en mis brazos
son mudos testigos de que algo iba naciendo
o muriendo entre nosotros
demasiado tarde para conocernos

409
demasiado pronto para alejarnos
tú qué haces le doy a los poemas
y tú pues me paro equivocando de tipo
entre besos y el humo azul del cigarro
que bordeaba la mesa como un acantilado
sobre un mar de interrogantes
ella había tocado en grupos de música popular
que hablaban de una rebelión que iba a surgir
para sacarnos a todos de las calles
y la rebelión o no se había producido
o no la encontró cuando pasó por aquí
entonces llevó su música a otra parte
de allí a jugar billas solo había un paso
era como pegarle a la suerte sobre el tapete verde
hasta que apareciera alguien con quien marcharse
te juro que ya no voy a llorar por nadie
secándole el rímel húmedo con mi pañuelo
demasiado pronto para alejarnos
demasiado tarde para conocernos
no supe cómo la perdí un día de vista
los años confeccionaron para mí un traje nuevo
hasta que volví a escuchar su voz como en un sueño
que se hacía trizas interminables en mi corazón
al escucharla cantar en el local al cual acudimos
con mi mujer por nuestro aniversario
esta canción va dedicada al señor
que con su esposa nos acompaña esta noche
en la mesa del fondo
hacen una pareja bonita felicitaciones
para ustedes con mucho cariño
la canción Inframundo
definitivamente demasiado tarde.

410
VOY A PONERME UN TERNO GRIS O MARRÓN

voy a ponerme un terno gris o marrón


y así vestido me apareceré con unas flores
en la puerta de tu habitación en el hospital
un terno que hace mucho tiempo ya no uso
pero ahora que siento en el aire
una cierta sensación de desagravio
quiero ponerme simpático para ti
como en nuestra fiesta de aniversario
estás guapo que va mujer
tú eres mi reina consentida
el terno gris te cae bien con la camisa azul
o podría ser también el de color marrón
como el crepúsculo en el puerto
cuando nos sentábamos en el muelle
a balancear nuestras piernas
en el reflejo del agua
no sé
pienso que al verme así
al menos tú sonreirías
distrayéndote por un instante
del verdadero tema de fondo de mi visita
que trato vanamente de evitar
mirando la ventana
que parece interrogarme ¿y ahora qué?
ahora tengo que despedirme
sabiendo que no volveré a verte
alejándome por un pasadizo interminable
como si estuviera caminando solitario
por el costado de una autopista
en un valle escarpado y sinuoso
bordeado de eucaliptos que oran
con el rumor de un río transportando féretros
mientras vehículos se cruzan en silencio

411
arrastrando relámpagos en sus faros
hacia arriba o hacia abajo
con la lluvia solitita
para mí.

412
NO ESTOY DISPARÁNDOLE UN TIRO
A QUEMARROPA A NADIE

No estoy disparándole un tiro a quemarropa a nadie


si digo que liquidaría sin piedad al invierno
con tal de mirarme en tus ojos
con la dulzura del otoño
no estoy robándole fondos al gobierno
si hurto las frutas de tu encanto y las devoro
entre los árboles celosos de tu ropa
esparcida por el césped
no estoy vendiéndole droga a los niños
ni extorsionando a los empresarios
o asaltando a la gente
si me atrevo a medir con mis labios
los bordes de rosa de tu boca
no estoy pidiéndole votos al pueblo
para luego defraudarlo
si escribo este poema donde digo
que cuando te inclinas
tiembla en mi corazón la luz del deseo
como agua removida
por los dedos de una estrella
no estoy disparándole un tiro a quemarropa a nadie
pero igual me siento culpable
pues solo atino a obedecer las leyes que instauras
con tu abrir y cerrar de ojos
entronizando la tentación del asombro
desconfío entonces del Estado
al mostrar mi DNI
quedando en tela de juicio mi nombre de ciudadano
la dirección del infierno que habito
mi oficio de poeta
y los números tatuados de mi código
que espantados vuelan como pájaros negros y chillones

413
arrancados de mi carne
sospechoso de hablar de amor en tiempos de odio
asediado soy y perseguido
como si yo fuera el delincuente que están buscando
cuando lo único que hago es no renunciar
a tu sonrisa.

414
MADRE

Madre
ya están llegando los caballos
cansados de trotar por las arenas
para beber agua de tus manos
como sueles hacer con todos
los que acuden a tu puerta

también se acercan las mariposas


luego de revolotear por los prados
con polvo de luna en sus alas
para que arregles sus colores

y no tardan en venir los delfines


arrastrando el sol por la ventana
por nada del mundo se perderían
oír el ángelus de tus labios
mientras lustras sus aletas

las arañas
al igual que las estrellas
esperan tejiendo este poema
para que ajustes
sus finos telares de luz en mi cuarto
y el universo

¿me dejas ayudarte madre


(ya que no lo hice en vida)
ahora que estás muerta
y más presente que nunca?

415
MADRE E HIJO O HERMANOS
O ASTROS

Madre e hijo o hermanos o astros


rubios de afecto en la gravedad
de la marea del corazón
en el momento en que un ruiseñor trina
de gozo entre ambos cuerpos
unidos por un abrazo a la infancia
bajo nubes asombradas de mar
ensombrecido por mis ojos turbios
padre de la nostalgia
en el vaso a medio llenar de sol y espuma
de penas y puertos cobrizos
hija y nieto, luna y flor
cabellos que ella teje cada noche
cuando él duerme
pasándole su propia piel en cada beso
trasplantándole sus ojos al mirarlo
rodeándole de olas benéficas
en su bahía materna
abundante de caricias
mujer y niño
día de rosas en la ventana
de un país moribundo
cuando un fuego de violines sonríe
en la celda oscura
y la carne desfalleciente del abuelo se ladea
entre las sábanas lavadas por relámpagos
para tocar esta imagen
la poesía de tu amor
que me faltaba.

416
PASTEL DE MARACUYÁ

Después de varios meses papá cobró


dejando atrás la niebla de la desocupación
lo supe por las bolsas de regalos que traía
venía por supuesto algo mareado pero no tenía importancia
porque había cobrado
era algo mejor que la navidad o la fiesta del puerto
o el cumpleaños de alguno de nosotros
o la palabra exaltación
papá cobró y mamá podría pagar las deudas en las tiendas
y yo dejaría de sentirme menos en la escuela
te ha comprado un lindo vestido hermanita
hasta el perro y el gato saltan de alegría
olisqueando una buena merienda
vieja ojalá te quede esta blusa
gracias era que no te preocupes por mí
y se miran a los ojos
como si volvieran a inventar el amor esta historia
cómprate unas canicas mi propina
sus manos de albañil son duras pero sus caricias son suaves
en mis mejillas
mamá pone sobre la mesa el mantel de las ocasiones especiales
y saca del horno un pastel de maracuyá
que lo comemos a las ganadas
y brindamos con una botella grande de Inca Kola
ni los ángeles podrían hacer un manjar así
dice papá acariciando sus manos
huyen entonces de la casa las sombras
que crecían por las paredes como enredaderas
vencidos de improviso por una oración
antes de probar los alimentos
el estallido de una floresta de luz que nos envuelve
porque papá cobró
se escucha música de una radio a pilas

417
Lucho Barrios o Pedrito Otiniano
compartiendo unas cervezas con los vecinos
y el día dura entonces
más de lo que dura el sol y dura la luna
y dura más que todos los días en que el mar repitió
tantas veces en vano la palabra desesperación
ante la insistencia de nuestros muertos por no irse del todo
volando como nubes de verano
detrás del olor del pastel de maracuyá
que mamá preparó con tanto esmero
prolongándose su aroma más allá todavía
de los días buenos o malos
que vendrán.

418
UN ABRAZO DE VIDA DE ESPERANZA

Un abrazo de vida de esperanza


en la inocencia de la yerba que nos cobija
la ternura del agua en los ojos de ustedes
hijos del sueño enamorado
flores labradas con caricias
un abrazo que se mantuvo en todas las estaciones
herencia del mar
reventando en la costa de tu cariño
la fe de los ojos del sol puesto en ustedes
estatua de los recuerdos
canción de olas en la sangre que me aprisiona
pétalos de luz en la espada roja de la tarde
la eterna sensación de descanso en ustedes
unidad verde del consuelo
la paz de un día domingo en los dedos del viento
vértigo de amor
desmayo de gratitud en ustedes.

419
SOBRE LOS BOTES VOLTEADOS
EN LA PLAYA

Sobre los botes volteados en la playa


aterrizan los gallinazos
y no conocen de piedad
devoran pescado podrido los restos del día
y lo que quedó de nuestro amor
la muerte en cualquiera de sus formas
es bienvenida hasta que el sol
es triturado por la noche a placer
y al alba vuelven a partir
su constancia es la eternidad
el vuelo sobre la ciudad que los alimenta
pero nosotros no somos perennes
tiernos y frágiles
de voces cálidas
recordamos nuestros nombres
en cada instante cada caricia cada error
es algo que atesoramos por única vez
volvemos por las flores dejadas en las manos
de una mujer dormida en la playa
y no hay estatua para nosotros
junto al verde mar
solo el aire que rodeó nuestros cuerpos
gira embriagado esperando
que volvamos algún día a aparecer
o desaparecer.

420
EL CRISTAL HECHO TRIZAS

El cristal hecho trizas


rota la imagen cínica de la realidad
cada pedazo no es una parte del todo
es una imagen nueva
que se vuelve a partir
en cada instante
impresas todas las escenas
dejadas de vivir
y que no están en el álbum
de fotos familiar
pensar que he envejecido mirando
el pasar de los días
carpe diem muerte es
tirando la primera piedra
aún a costa de herirme
igual terminaré postrado
con agujas en las venas
tan solo por haberme atrevido
el universo sonríe ahora
como un loco asombrado
mirando en los escaparates
lucecitas de navidad.

421
SI TUS MANOS SON BLANCAS
TUS OJOS SON VERDES

Si tus manos son blancas tus ojos son verdes


si tus labios son rojos tus cabellos son marrones
si tu vestido es blanco las calles son oscuras
volteando la esquina no salgas
si tus mejillas son rosadas tu cuerpo es negro
como el sabor del vino
si tus ojos son verdes el mar es verde y se retira
como una mujer que lleva un largo vestido
si tus caderas son doradas en su contorno
la noche es roja cerca del parque
volteando la esquina no mires
si tu cuello es blanco la nieve tímida es negra
si los huesos de tus hombros son azules
el otoño tiene el color de una triste noticia
sobre la vereda no escuches
si tus cejas son rubias tus lágrimas son negras
cayendo interminables por tus mejillas
si tu sueño es anaranjado tus ojos atrapan al sol dormido
si el amanecer es verde en el jardín bajo tu ventana
tus ojos son verdes
pero se ha detenido la primavera en la calle
volteando la esquina
como una motocicleta frenando de golpe
disparos no corras
alguien cae hojas de ficus quebrándose
entonces dime ya para qué el verde y el blanco
el mar y el vino
la luna de tus muslos y la canción enamorada
si el viento es verde la desesperación es negra
si tus manos son moradas la luz del cielo
trae otras manos blancas
y las heridas palpitan en tu corazón

422
como crisantemos encendidos
si caminas por las mismas veredas oscuras
llevando en tu cuerpo victorioso
todos los colores.

423
TOMAR PUEDE SER DAÑINO
PARA LA SALUD

Tomar puede ser dañino para la salud


y a veces nos convierte
de hombres en bestias
de ángeles en demonios
o viceversa
tomar puede ser dañino para la salud
pero nunca nos transforma
en aquello que más deseamos
un excelente bailarín por ejemplo
o un hábil futbolista
o un poseído pulsador de guitarra
no es menester gastar saliva en aquello
palabras más palabras menos
sino beber allí donde se produce
la mejor cerveza del mundo
los rosados labios secretos
de la mujer amada
seas hombre o bestia
ángel o demonio.

424
NO HAY NADA MEJOR QUE MORIR
UN DÍA VIERNES

No hay nada mejor que morir un día viernes


jueves no porque sería a media semana
y molestarías a los amigos con la noticia
no hay que ser tan insensible
una playa solitaria sería lo ideal
lo más lejos de todo
como al final de un libro o de un poema
un día viernes
cuando se van de juerga la caridad y la miseria
la vanidad y la fama
tendrás entonces todo el fin de semana
para ocuparte de tu muerte
no sea que te desanimes y te eches para atrás
que nadie te rescate de las aguas
que no te vean arrastrándote
en las arenas
que no salga la luna en tu auxilio
que no escuches todas esas canciones
que llevas en tu interior
y que no te sirvieron de nada
solo tú estarás presente un día viernes
una vez cumplida tu jornada laboral
despachada tu correspondencia
poniéndole punto final a la nota
de despedida a tus seres queridos
escogido el traje casual que llevarás
al encuentro de los gallinazos que se cebarán
de tus más íntimos sueños
dorados.

425
CADA DÍA ES UNA CANCIÓN

Cada día es una canción


una canción que suena dentro de ti
solo hay que pescar la tonadita esa
y las palabras caerán como una cascada
tiene que ocurrírsete algo
y decirlo en voz alta
basta de permanecer callados
mi padre cantaba cuando salía de la mina
hasta que de la garganta solo le salieron
ronquidos de carbón
uno canta al volver del colegio
del trabajo o de la guerra
después del primer beso
y cuando estás desocupado
mi madre cantaba en la iglesia
y en la cola de los comedores populares
ahora mis hijos cantan de alegría
mucho más que antes
eso es lo que yo quisiera que hagan
para cantar hay que caminar
un largo recorrido
entre la casa y el bosque
el mar y el desierto
hasta que llegues al cementerio
de ángeles y libros de piedra
donde te espera un amigo
que ha contratado
a un cantante folclórico para que entone
un huayno por ti.

426
AL ANOCHECER TE DESCONOCES

Al anochecer te desconoces
eres otro
dejas tu mandil de alquimista
y sales a buscar desesperado
labios frescos
el cuerpo de una mujer joven
ya no eres el anciano que talla dentro de sí
la figura de un hombre preso
en la biblioteca del tiempo
libre
en la primavera nocturna
buscas el sueño de la felicidad
que perdiste una noche
en una apuesta con el fuego
cuando caía la nieve
sobre tus golpeadas manos
dormidas.

427
SI ME FUERA DADO VIVIR UN DÍA DE MÁS

Si me fuera dado vivir un día de más


me gustaría quedarme a solas
para pensar por última vez
el sentido de la existencia
después de eso buscaría a un amigo
con quien sentarme a conversar
como si la vida fuera eterna
luego quisiera volver a escuchar
una canción de Armando Manzanero
sentir cómo se diluye el tiempo en mis venas
mientras asoma la muerte
entre las dos lunas gemelas de tus senos
y que cuando caiga la lluvia
y la gente corra a protegerse
te encuentres tú.

428
REFRESCADOS LOS CABALLOS
VENIDOS DEL MAR

Refrescados los caballos venidos del mar


plantadas las negras lanzas y las banderas
desembarcada la pesca de los sueños
tendidas a secar las redes del crepúsculo
enterrado el cuerpo del día entre las olas
estibados los pertrechos de la historia
arrastrada la muerte por los pájaros-nubes
acabada la cerveza en el altar de las penas
descansando el viento sobre la arena
durmiendo los pelícanos sobre los botes
acostados en las rocas los lobos marinos
la luna jugando con las algas y caracolas
peleando y descansando las tribus del aire
fumando y bailando los ahogados
acostándose las hembras en la roja arena
paseando pensativos los leones del alba
quemando sus remos el diablo solitario
pariendo de gusto una bella mujer a su cría
afilando su hierro el sol en la fogata
varados los cuerpos espléndidos entre algas
comiendo peces ahumados con yerbas
abriendo las puertas oscuras de la vida
abrazando tu cuerpo para vivir indemne
frotando mis manos para ofrecerte música
sentirte esposa amada mar tierra y cielo.

429
QUIPU ARCO IRIS

Cuerda estelar:
vía láctea trenzando la luz
en las barbas de Dios.

Cuerda amarilla:
el sol y sus hebras doradas
sosteniendo a los planetas.

Cuerda blanca:
cordillera de los andes
ríos helados que bajan
al océano Pacífico.

Cuerda azul:
mar extendiendo sus nudos
a puertos e islas.

Cuerda verde:
montañas que
descargan su torrente a la selva.

Cuerda roja:
el corazón bombeando sangre
a cada una de las células.

Cuerda marrón:
la historia y sus carros de guerra
sobre nuestros cuerpos.

Cuerda celeste:
el cielo abriendo sus dedos
con lluvias y relámpagos.

Quipu arco iris:


telares de canciones entre el amor
y la nostalgia.

430
ENCUENTRO

Él camina portando
un esqueleto de pájaros;
ella, de uvas.

431
SENTADA FRENTE A MÍ

Sentada frente a mí
en el tren del otoño que va a la nieve
recorriendo los campos
de manos estiradas
capturo al fin
el breve fulgor de su sonrisa
una cesta de frutas evitando
la puntualidad de las estaciones
en la dulce profundidad
de la aldea que va quedando atrás
cansada de caminar
por las notas de una canción de migrante
se pone de pie
para un chequeo militar reglamentario
y entonces castigado soy
por la visión fugaz de su encanto
como el junco ante el reflejo
del sol en un pantano quieto
donde merezco que me lleven
encontrado al fin
muerto de amor
sin más patria que su cuerpo
ni más bandera que su ropa
esparcida por el viento

432
ZONA DE PESCA

Zona de pesca
las aves sobrevuelan
el brillo plateado de tu vientre

la carne azul del mar se ladea


para atrapar en sus redes
la espuma de tus bordes

pista de despegue
el torso pesado del avión
se inclina sobre tu espalda

abrazo de despedida
nave del placer elevándose

lugar de bebedero
los caballos salvajes ascienden
al manantial de tus senos

eje de la tormenta
el jardín de tu cuerpo se abre
ante mi espada sangrienta

el sudor de las estrellas ilumina


el filo del abismo

desde tu sonrisa es fácil volar


en el viento duradero

playa de sol
redes puestas a secar
algas y peces enredados
entre tus ropas

433
vestigios del placer
que dejó la noche
en el acantilado de rocas azules

sujetándote
en la ausencia de gravedad
en la soledad encallada
y el atolladero blanco
de la muerte.

434
PRONUNCIO TU NOMBRE

Pronuncio tu nombre en el bosque de cedros


los árboles son tus muslos con medias verdes
los lagartos tienen aliento a menta y tabaco
emerges del pantano con tu oferta de dagas
inútil cerrar la puerta al deseo herido
tu cuerpo es una interrogante y una respuesta
si apareciera un jaguar se pondría a tu lado
olor a piedras abismo de orquídeas extinguidas
el viento repite su ofrenda ante tu vestido blanco
cielos arriba dos astros se separan aun amándose
la miel a gusto en el aire como un vicio asumido
anudada esta historia en horizontes rojos
ah la X de tus pechos ah la V de tu vientre
el cielo de tu boca el infierno de tus caderas
la aduana purgatoria de tus senos
tanto descuido de la insensatez del vino
resucitar de una flor en el filo de la despedida
recogiendo tu carbón encendido en mis labios.

435
POR TI

Por ti voy a combatir las sombras


para que puedas descansar sin temor
y ninguna ave de mal agüero
se cruce en tu camino

por ti voy a barrer la maldad


y lavar tus pies en agua de flores
perfumar tu piel con canciones
esperando tu sonrisa al amanecer

por ti recogeré los vestidos del día


que la noche tiende en su cordel luminoso
para coser una bandera que exhibiré
en lo alto de un faro
como luz de salvación

por ti desviaré las penas al abismo del olvido


sonando la trompeta de los vientos
bajo la ternura de tu mirada

por ti cazaré venados y los guisaré


con las especies más aromáticas
te daré la fruta primera del arco iris
y miraré el crepúsculo contigo
abrazado a tu cintura

por ti mi pluma será voz o ansias


el oro de tu sudor
las perlas de tu deseo

por ti escribiré en la espalda de la tormenta


sorteando el resplandor rosado
de las hogueras
refrescado por la lluvia que desciende
por tus cabellos.
EL JARDÍN SIN TU CUERPO

436
El jardín sin tu cuerpo es el invierno
rosa encarnada tu blusa al viento
gladiola azul tu falda sobre el césped
jazmín blanco tu tierno sostén amado
crisantemo tu trusa íntima
orquídeas tus medias de seda
impregnadas del polen de tus muslos
el jardín sin tu cuerpo es el invierno
tu cuerpo sin el jardín es el calor dorado
que envuelve mi pecho
luz del sol que devoro como pétalos
mi deseo despoja tu ropa y crea un jardín
mi amor te viste con tu nombre
oh como te llames
mis caricias forjan la joya que adorna
el centro desnudo de tu corazón
y tu cabellera que desciende
cual guirnalda de petunias
y geranios geranios geranios
en cada beso promesa y gemido.

437
LA PRIMAVERA ES TU ROSTRO ILUMINADO

La primavera es tu rostro iluminado


por la luz de los libros
estudias el agua serena
la luna amada del desierto
los números de las olas
los árboles te proveen de lápices y colores
escribes palabras como diseñar joyas
para tu piel ardiente
tu mirada es más intensa que el sol
al final de la guerra
la historia universal no es más grande
que tus triunfos y tristezas
el fuego domado por tus dedos
son los libros del amor y la ciencia
la geografía empieza en tus cabellos
y termina en las uñas de tus pies
y por la noche cuando duermes
yo recito a tus oídos este poema.

438
XII PEQUEÑAS CANCIONES AMOROSAS
(2022)
Toda mi dicha fue su amable hechizo;
y en ella sola, todo con su ausencia,
todo he perdido.
Mariano Melgar

Con una larga garra de tristeza busco


la pálida altura de una planta femenina.
Javier Sologuren

Escribo lo que me dicta el movimiento


de tus pestañas.
Octavio Paz

Y yo que nunca tuve más religión


que un cuerpo de mujer.
Joaquín Sabina
si el placer se pesara como el oro

si el placer se pesara como el oro


cuánta fortuna acumulada tendría de sus caderas
acaudalado de caricias en su curvatura

si el amor se contara en pétalos de rosa


mis dedos permanecerían todavía impregnados
del polvo sideral de sus gemidos

si los besos se midieran en años luz


no habría distancia entre mi ser y su partida

si el olvido se cotizara en diamantes


mi dolor sería el imperio más codiciado al sur
de la nostalgia heredada de sus ojos

si el desfallecimiento de los labios se midiera


en relámpagos no escribiría en vano en hojas secas
como pasto para el fuego o la lluvia

si su perfume se hubiera cotizado en unidades


colmadas de gozo no respiraría aire salobre
o tragara lamentos

si el aleteo de sus pestañas desplazara la sombra


de nubes errantes por mi pecho no estaría solo
y sin mar en esta noche

porque su piel pasó como la invasión del humo


dejando en cada latido de mi pena la esplendidez
de aquellos años principescos que procedo
a recordar en mi agonía

441
suena aliento de mar ola de arena

suena aliento de mar ola de arena


el recuerdo laborioso de sus cabellos

postrado sin nadie que me atienda miro el pasado


que rueda por el acantilado como su amor
a la deriva

nadie cura ahora de mis heridas


pues solo ella sabía de su costura

acostada a mi lado me contaba de su infancia


y su voz tenía la cadencia del heno

sin dejar de sonreír se desvestía oh desvarío


camino de mi perdición alcanzándola
en la celebración del júbilo

se ponía de pie para medir su arrebato


descubriendo las flores rojas de la luz
despojando el rugido de las sombras

quién la ayudará ahora a desabrochar su brasier


y contará en su piel las gotas de rocío

me he quedado solo sin que fluya rumor alguno


de agua sobre mi cuerpo atravesado
por un puñal hundiendo lejanías

acudí tarde a la cena del crepúsculo y el mantel voló


sobre el dorso de los pájaros llevándose
el vino inconcluso de sus labios

442
nunca comprendí que fuera posible su partida

nunca comprendí que fuera posible su partida


y que acabaría escuchando en la radio
estos boleros piadosos

sin su sonrisa elegida quedaron los ríos


abandonados como serpientes inertes

despojó a la lluvia su melodía al desaparecer


con su invisible cesta de frutas

sal ardorosa sopla el aire que respiro petrificado


el gorrión con su silbo de amor desguarnecidas
las hojas escogidas

ha volado el abrazo con sus alas vacías


a la altura inexpugnable de las palabras

hundía mi rostro en sus cabellos húmedos


y me deslizaba por el balcón de su cuello

la bandera de la desolación ha vuelto


todo es frío lacerante y hasta el nacimiento
del universo deviene insincero

se ha adelantado el fin del mundo


tótem errante soy sin dios ni consuelo ni batalla
que dar a no ser con el silencio

paria universal del ayer en sus reflejos


otra eternidad cruel aparece ante mí desgajando
el desfiladero de leños encendidos

443
me esfuerzo en olvidar la puntualidad de su entrega

me esfuerzo en olvidar la puntualidad de su entrega


y es cuando más me hiere hojear su catálogo
de suspiros

a lo lejos dedos sobre el piano rastrean su ausencia

fue mía muchas veces según el catecismo de las


sombras orando entre sus piernas

amarga habitación inclemente luna


se aleja la miel de su resumen en la sed
de su aliento que me ahoga

en sus rodillas se iniciaba el estuario que fluía


por las noches al encuentro gozoso de las olas
en la rompiente

mis manos en su cintura rodeaban lo único verdadero


de la isla que emergía en la sonoridad del día

quién hundirá sobre ella su peso humano para fundar


otra patria sombría

ya no levantaré su torso a su formación definitiva


recibiendo su suavidad como una ofrenda

ya no sé nada de ella apenas el humo rosado


me duele en las comisuras del estío
desde que lo dejara inflamado a propósito
con una marca indeleble de lamentos

444
perdí la posesión de su reino cordial

perdí la posesión de su reino cordial


el imperio del placer acabó pronto la luna esquiva
ahora el borde de mi boca

los espacios de su cuerpo fueron vaciados de mí


y el viento disolvió su imagen entre las Oriónidas
de mi ventana

en el lago de sus ojos renacía cada mañana


el despertar de su sensualidad antesala del palacio
de su desborde

brillaba el caramelo de sus labios y del amanecer


solo quedó su blusa bordada de flores
sin su desnudez primera
devuelto soy al otoño de mis pasos a sus orígenes
solitarios ya marchitos

grande es mi pérdida más que los tesoros


llenando habitaciones enteras

quisiera abrazarla nuevamente e iniciar otra vez


el descenso al paraíso de su beneplácito

extraño las aves redondas de sus pechos en el jardín


nocturno donde las busco aún entre los duraznos

escribo como un cincel que labra en vano joyas


de muertos mientras otra marea viene danzando ebria
repasando con vidrios las huellas de la brisa

445
oscura belleza del mar que fue fulgor

oscura belleza del mar que fue fulgor


canción de la noche apuñalada

el tiempo resplandecía en su piel


como espejo de tormenta que nos divide

mi corazón enmudece y la encrucijada que conduce


a la nada prende su oráculo y se incendia

reptan por el laberinto restos de ilusiones


entre libros insumisos y un viejo saurio
que se arrastra por el fango

piedra abandonada soy así se me antoje correr


por el puente del ocaso inventando palabras
que detengan el rumor incesante
de la muerte

su invitación a cruzar el umbral de la cordura


ha sucumbido en la canción que envuelve mi corazón
y lo hace trizas

volver a acariciar sus manos todo fue efímero


y quizás no lo supe y me hundí hasta el fondo
sin dejar siquiera un señuelo
de pañuelos perfumados

446
casual aparición breve vislumbre sueño esquivo

casual aparición breve vislumbre sueño esquivo


en la distribución del follaje numerado
por sus manos

escondida entre las sombras soberanas su piel


voluble como el sol entre las rosas

los botones de su blusa brillaban como aspas


marcando el rastro de humo de batallas
inquietantes

estiraba mis manos al cielo descubierto tocando


las puertas del vacío verdadero sostenido
por duras alas de pájaros

todo sucumbió cubierto por el mar y la noche


me negó su puente levadizo

en ningún sitio existo sin sus muslos como salto


de olas predestinadas en la brisa
de los momentos felices

mi corazón advenedizo palpitaba en la sonrisa


vertical de su propuesta

conocerla y perderla en un aislado infinito


sin poder remover la daga del desafío inherente
a su ausencia

447
el mar iluminaba su rostro transfigurado

el mar iluminaba su rostro transfigurado


mujer de rosa y azul y labios rojos tatuando
mi blanca vigilia

fuego sin paz ni bálsamo oculto cobijo de escombros


entre las hojas

mis brazos ya no la rodean como antes


no encuentro sus bordes de hembra
nada fue eterno ni el juramento
al pie de las mareas desorientadas

dónde estará ahora detrás del todavía


o de un puñado de arena arrojado al vacío

qué existe ya si mis dedos no la tocan


mi boca no reconoce ningún sabor todo es agua
insípida o ceniza
separaba sus piernas para sentir en mis manos
el latido de la luna y en mis labios
el sabor del cobre

torcía la bravura de las corrientes el remanso


de su elegancia tortuosa sin estrellas
en la cordillera negra

quisiera cambiar este silencio inútil por un grito


de placer de su piel insomne en la aldea de búhos
de piedra

me queda todavía el consuelo de evocarla


sin olvidarla lo suficiente como debiera

448
sueño que viene por la playa llamándome

sueño que viene por la playa llamándome


por mi nombre no por mi cargo con un mensaje
urgente del deseo

pájaros revoloteando en sus cabellos


y el himno del océano sobre sus hombros

su voz mitigando mi corazón impetuoso


mientras mis manos acarician la oscuridad de sus
formas secretas como espejismos
en las navajas de la luz

perfectos eran sus pechos en la ventana y su cuerpo


cubierto de mariposas espiado por el candil
hasta apagarse

un buitre baila ahora en mis huesos


alejado de su ternura consumida avivando
un negro dolor en mi agonía

apenas una brizna de luz en el aire en el extremo


de la corriente que declina su gentil propuesta

se arqueaba como una flor en mis dedos


logrando su objetivo de clavar un adiós llameante
en mi costado

449
molicie de pantera en su piel candorosa

molicie de pantera en su piel candorosa


holgada frescura en su descanso felino

dedos acariciando la copa inclinada del mar


rosas acumuladas en el cojín rojo moldeando
la bravura de sus caderas

mirada de mujer en celo exigente


hoguera corazón solitario con la promesa
de un beso duradero

la luz dibujaba su bella réplica y moría


en las sombras de su encanto

cielo del amanecer ojos reunidos deseo


de embriaguez indómita

existir sí aunque no se pueda huir de lo que fue


sufriendo de ser tan solo un moái abandonado
en una isla que se hunde

sentía en mis dedos el óleo de sus curvas


esa sensación hasta su límite
en ardiente desmayo

mientras fogatas crepitaban cantos azules


admiraba la danza en el hechizo de su piel
cuando el viento despeinaba su locura

talismán que aún persiste incrustado en las venas


estiradas del suplicio como una guitarra que suena
horadando la nostalgia

450
traía el mar recogido en su vestido por las gradas

traía el mar recogido en su vestido por las gradas


del verano mujer de inocente maldad
y extravío

calor nocturno de su cuerpo solitario


luna inclinada en un perfecto eclipse olas imperando
hasta el alba

canción del destierro timbales del fuego palmeando


la luz destinada al sacrificio
abría su ofrenda más pura que el pacto secreto
entre jardín miel y espinas

el verano había almacenado sus frutos para todo


lo que nos quedaba del invierno

dos garzas negras en sus pies miraban hacia el cielo


su cuerpo interior de árbol volcán detenido

cálida afectuosa dispuesta a subir sobre potros


a la carrera para instaurar la felicidad vaticinada
en el cruce de ríos oportunos

la llevaba por las playas de mi aliento donde sus pies


se confundían con los peces en el desangrar del mar
en sus arenas

teníamos un plan para salvar el mundo


y ni la casa quedó donde nos amamos

451
a veces caminaba vestida de blanco

a veces caminaba vestida de blanco


haciendo innecesaria la luz en la arquitectura
de los palacios a riesgo de perder el orden
con que fueron construidos

a su paso el mármol se deshacía en aves


y el mar se movía como un ejército propicio
o una conspiración de miradas atenuantes

las palmeras agitaban la música del viento


y la vocación de distribuir la ternura se extendía
por su cuerpo a la medida de la más alta aspiración
del ser amado

convocadas las hojas del estío un movimiento leve


de las cortinas anunciaba su llegada
y se apresuraban en abrirse

delicia del sol flotar en sus contornos en tanto


inclinaba el peso de su suavidad
rozando los collares de su estirpe

fina curva de caminos y canciones


naves doblando islas como dunas de fuego moldeadas
por el viento

existir era pensar en ella y embarcarme en una odisea


tras un puñado de miel
los recuerdos se ceban de mi herida y en mis venas
se abre un abismo de soledad sacrificada
en el ocaso

452
como un puma al pie de la cama fulguraba

como un puma al pie de la cama fulguraba


la candela en danzas antiguas esperando
su llegada

reyerta de lunas enemigas a la puerta dispuestas


para el amor y la guerra

ingresaba con flores y aves al palacio de telas


sobornadas por la lluvia para soldarme
a su cimbreante anatomía

las cortinas bailaban en el viento alabando


la alta marea de sus pechos

aprisionaba su piel liberada en un perfume


de hembra dispuesta bajo la sombra
de sus cabellos turbadores

me olvidaba del calendario y los despachos


ocupado por entero de mi instinto
amando todo lo que no sea nada

sus ojos mirándome desde un fondo cósmico


mientras se desnudaba como una ofrenda
acariciando sus muslos redentores

entre las corrientes de istmos paralelos recorría


su territorio marcando mis ganas
de macho encabritado

afuera hacía frío y el tufo del cierzo sufría


por nuestros cuerpos frotándose

453
ojos que convocaban golondrinas aleteando

ojos que convocaban golondrinas aleteando


desde los frisos del palacio junto al mar
para beber el agua dulce de su imagen

labios apasionados por el beso conjurado


exprimiendo rosas hurtadas al sacrificio
hasta lograr un rojo perfecto

para que su cabellera gobierne la noche


escogió a los más bellos pájaros en los jardines
ocultos del cielo

para que su piel resplandezca de fuego amado


emergió del mar como una nave que me condujo
entre cielos al infierno

el viento de mis manos en sus caderas separaba


del agua un árbol estremecido

dos palomas aterrizaban en sus pechos latiendo


con el ritmo de lisonjas bajo nubes
desprendidas del verano

música aspirada por mis sienes


al caminar el aire batía sus tambores y brotaban
flores instantáneas

un jaguar la seguía lamiéndole los talones


oliendo el rastro de sus pasos vigilando
los geranios de su incendio cercando de tatuajes
el espino verde

454
esquiva aparición transitoria quimera

esquiva aparición transitoria quimera


la tarde alisaba las sábanas de su alcoba
inmortalizada en los faros unísonos

ensoñación de falsos nubarrones alabando las ropas


que usaba y que luego colgaba sobre las púas atentas
entre las candelas narcisas del día

amaba esa actitud de retar al destino


estableciendo la armonía sin más joyas que su ternura

luz alumbrando la oscuridad de los interiores


escogidos donde me llamaba el deseo desatado
como una fiera repitiendo su amenaza

su cuerpo era una melodía envolvente


que había que capturar para inventar el mañana
descifrando los misterios de su tribu
imitación de la felicidad y los anhelos en sus brazos
cadencia de afectos música de la isla
de sus dominios

pensar sentir orar alabar cantar atando a sus pies


mi pleitesía hereje sujetado a su imagen clavada
en el olvido de la cueva de orquídeas blancas

conducía la procesión de las estirpes


cediendo el trono a la insensatez
según estaba escrito en sus pestañas

455
plumas de luna cedidas a sus pechos

plumas de luna cedidas a sus pechos


hermosa expresión de piel humana

emergía del mar entre algas verdes y la luz


en sus pies era agua dócil sujetando mis palabras
enamoradas

telas tejidas por mariposas ebrias escogidas


para el rito nupcial del instante
perecer no figuraba en los signos
del placer asesinando el protocolo

inclinación fascinante del asedio


roto fulgor de una estrella entre los dedos
haciendo círculos en el agua deliciosa

copa de vino derramada sobre sus hombros


la blusa roja descendía por su piel y se anudaba
al centro de su belleza

diadema de gorriones desenredando sus cabellos


celebrada por cañas huecas sonando acuáticas

en la sombra de su cuello renacían mis besos


humeaban jazmines en el agua y volaban gaviotas
descubriendo sus brazos extendidos a mi muerte
que se resistía

ya nada puedo hacer ante el deterioro del poema


perdido que habló de nosotros y que consumió
el tiempo sin congoja ni prórroga de ninguna clase
que apetezca

456
como remos de luz pletórica de preguntas

como remos de luz pletórica de preguntas


sus caderas guiaban mi comitiva entronizando
el acantilado a la cima de la delicia

acariciaba sus muslos en el espejo de la seducción


lujuria soberana en el eco del ocaso
anunciando primicias

ojos de pájaro de fuego rama azul que se deshojaba


en días mirada cómplice de un obsequio salvador

flecha de ilusión esperando el canto de su despertar


entre la niebla de sábanas ardientes

cruzaba el jardín de meteoritos y recuerdos


la profecía de hojas del otoño y la algarabía de pájaros
anaranjados en la habitación de cristales delatores

la penumbra fumaba una roja tentación


y la noche mordía una manzana tras el aroma
de dulces higos en tanto se mostraba
desnuda por descuido

la redondez invitaba su sabor prohibido


si no fuera porque la pasión es fugitiva lo nuestro
hubiera sido un asesinato premeditado

pañuelos amables respuesta de sus labios


miro ahora la colina y los caballos sangrantes
descienden dejando atrás al tiempo
sin atenuantes

457
hollando la tierra de caricias aferradas

hollando la tierra de caricias aferradas


de amapolas alucinadas tras la cortina apresurada
del destierro

aspiro el frasco vacío de su perfume los restos


de un lenguaje de menta amor y poesía
suicidio de araña puntualmente citada sustentado
en la teoría del desgarro en el centro
de un universo que se expande

triángulo de luz unido por disparos


y esa música de pétalos de su carne fue la causa
del deslinde del espacio

tronaban historias despojadas de artificios


en la ventana sujeta al espejo roto
dándome la bienvenida al desierto

peces del cielo entre sus cabellos despeinada


por la lluvia dedicada al mar sobre sus hombros

astillero de canciones
pájaros de los cuatro reinos traían sus flores
para que abra sus ojos a la vida escribiendo
el borrador de mi testamento

sus cejas dibujadas por lápices de fuego


su mirada escapada del naufragio en la persecución
invisible de espadas

sus pestañas creaban y deshacían mundos


con la sutil vibración de una estrella

458
en el castillo de altas montañas negras

en el castillo de altas montañas negras


subía la luz por su cuello de marzo
bajo el perfume de una promesa

mis dedos escanciaban el aire afortunado


cuando su rostro ocupaba el cielo iluminado
por antorchas de aceite

un rato a su lado con los ojos cerrados acariciando


sus hombros tentadores enamorado reiterativo
implorante desarmado impenitente
inoportuno

luna de miel ante el espejo seductor


entregada toda ilusión al reflejo de su imagen
dibujada en el viento

entre la piscina de piedra y el mar que golpeaba


en la mañana de una primavera irrepetible
diciéndole al oído mi febril desvarío
latiendo su voz en mi corazón desolado

extraía con mis dedos inmensos una pintura de Rubens


sumergida en su costado

mirarla desde el mar hacia arriba


con el sol entrando a la alcoba abrazando su cuerpo
cubierto de hojas

que este poema sea tan solo un paréntesis benigno


en la sucesión de los días perdidos
en mi cuaderno de bitácora

459
como devorar una fruta prohibida

como devorar una fruta prohibida


besaba su boca en la nave estacionada
en la esquina noroeste del crepúsculo

acariciaba el porvenir antes que se vaya


el centro de su ser elixir de placer destilado
en noches agotadoras como una espada
trajinada

mientras la lluvia azotaba mi espalda


arañaba las flores de sus medias de seda
cómplice de su séquito en el amoroso
insomnio de su carne

labios temblorosos río de gemidos apagando


su nombre con un parpadeo que me desliga
de su acento

con cuanto amor aflora su recuerdo


desde la cárcel de la vejez donde pernocto
alucinando que estoy a su lado
con mis cantos dolidos en estampida

cruel celadora luna en la claraboya


la recuerdo descubriendo sus pechos como dos rosas
moviéndose paralelas nunca iguales
en su sonrisa de Mona Lisa

460
quemaba dulcemente como un jardín

quemaba dulcemente como un jardín


destinado a florecer el deseo almendrado
el sueño de frágiles pájaros voraces

quiero abrazarla ahora como antes y dejar


esta embriaguez del destierro que me hunde
sobre mi lecho de invierno

ni la lisonja de tierras empeñadas ni hipotecando


mi esperanza por seguirla impidieron
que se aleje a propósito

ya no será la misma si la encuentro


otros amores habrán lapidado mi olvido

te voy a cuidar le decía sin saber el fin de los días


y susurraba su nombre con la sensación
de un grito amarillo en la garganta

despojándola de flores innecesarias


ante el esplendor del desorden
algarabía de lunas en la disyuntiva de la nada

ella o la nieve dije y fue la nieve


lobo petrificado por la espera que jalaba el paisaje
hacia otros riscos

sacando cuentas sumas y restas a cuchillo


en el árbol solitario ¿qué queda del amor
que le tuve?
aún debo penas para cuadrar el peso de tanta
felicidad en hojas moradas

461
tocaba su cadera y nacía la música

tocaba su cadera y nacía la música


como el eco de un mar de plumas rojas
tensando el arco del verano que se iba

día herido por un rayo de flechas


la nave insignia avistaba el imperio escindido
del porvenir y sus pasos

oh laureles o el suplicio de partir inevitable


mientras la luna asomaba su prestigio

mis dedos rozaban el filo de la noche


como el cuello de un pájaro inusitado
imitando la curvatura de los astros

fruta sumergida en el agua cogida por mi mano


que la sacaba a flote

corriente abajo se deslizaban los botes legionarios


del misterio

en la cresta de la ola el grito del delfín develando


la astucia del tiempo

mientras el sol volvía besando sus rodillas mi agonía


miraba sus muslos sin las medias nupciales
color vino

hervor de leche en las arenas movedizas


deslizándome en la geometría del afecto
alejándome de las corrientes del exilio
viviendo el sueño de su compañía

462
entonces elevaba un puñado de miel

entonces elevaba un puñado de miel


a mi boca cansada de frutas ácidas

sentía el peso de un ave en su costado


mientras el mar sacudía sus edredones y varaba
una balsa transportando yeguas conforme
se diluían las sílabas del día

me aferraba al alfabeto de sus labios


y así se alineaban las veleidades entronizadas
en sus uñas tribales marcando el calendario
de espejos rojos

ya no quedan números más que el uno solitario


caminando en la calle esteparia bajo la balada triste
del hospital del cielo

todo iba bien y ya venían las góndolas


los peces voladores entre los mástiles y el mar sidra
para ejércitos anudados por sus caderas
tras un trono de luz y rosas

caballos descendían pateando espuma en la noche


más espesa que leche de osa

vuelo de cóndor y su bandera de alas expandía


la dureza alcanzada del cielo

apretado olvido mientras se alejaban


los pueblos invasores que festejaban la autoridad
de la luna esparciendo melancolías
en valles paralelos

463
enamorado de su sonrisa esquiva

enamorado de su sonrisa esquiva


hundía mis uñas en el borde de su maquillaje
en un descuido de su fidelidad a sí misma

valorando el destello felino de la noche


vencía el asedio acercándose por instinto
y bondad para desposar el martirio
en la iglesia apócrifa del deseo

no sé si era feliz al poner en su corazón la flor


que siempre esperó aquella que recuperé
de la tormenta

sin obviar al despedirse lágrimas negras


que el rímel contenía en sus ojos secados
debidamente con mi pañuelo

bordoneo de remos y cita con el viento


árboles en el altar de los peñascos
sacrificio de chelos y arpas varadas
motores rugiendo como tigres agónicos
madera quemada y la lluvia en sus labios
como vino pródigo

sensación del recuerdo definitivo fugitiva


de cenizas y humo de esfinges estambre de pesares
sepultados excluyendo la paz del curso
de mis venas

urdimbre de versos supliendo el desfalco


del relato mítico en la cercanía
de un puerto prometido

464
dormida desnuda muerta viva

dormida desnuda muerta viva


con la herida aun sin cicatrizar vuelta a abrir

su hermosura rebalsaba las sábanas en conspiración


de lujuria doblando luces como un manuscrito
previo a la resurrección

levantaba el fulgor de su vientre


mientras sus ojos me miraban
como un animal temeroso

sus labios enrojecidos de besos escribiendo


en su piel viva la muerte en el rocío resucitado
de sus pezones

traía su cuerpo a mis manos y brotaban acequias


nocturnas para atravesar con las sombras
hasta la cintura descendiendo
su nivel paulatinamente

espesura de hojas embaladas por la lluvia


cubriendo con fuerza mis piernas
como duros y pedregosos caminos

gráciles ancas melodía de la distancia transitando


la brevedad del acierto guiado por un prolongado
deseo frente a la muerte dormida

protegida por murciélagos rosados acrópolis erizada


ojo de la tormenta parado en la cubierta
de cara al viento de su seducción

465
calor de mujer remolino de luz atada

calor de mujer remolino de luz atada


a sus hombros piel girasol en su blusa húmeda
subía por el ascensor sideral mis brazos
ondulantes atravesando la selva de su cabellera
expandiéndose

sobre el rumor de naves próximas su sangre


en la grada incesante del deseo resolviendo
la ecuación de interrogantes
que la luz proponía

llegaba a ella como abrazar a un leopardo


como fuego lamiendo ladrillos rosas
espía de su encumbramiento
evadiendo mi mala suerte

extraía del mar telas para su delgada anatomía


pieles de un reino de cantos fortuitos
donde paseaban animales desaparecidos
su nombre escrito por relámpagos en la piedra
de los doce ángulos entibiaba en las arenas
de su cuerpo mis manos que ahora se calcinan
de frío

cubría sus hombros con hojas moradas


sin apagar el incendio de su cabellera
y todo para que me destierre del paraíso a la celda
de su ausencia multiplicada

fatal vendimia para cuervos que se ceban


de esta canción que recuerda
su recuerdo

466
grupa jalada por bridas exigentes

grupa jalada por bridas exigentes


hombros tiernos timón a sus cabellos gobernando
su reino de sándalo y delicia

trozo de sandía en un plato de Cézanne


río negro que cruzaba un río rojo

mis manos descubrían la ofrenda


tesoro depositado donde no podía verlo mirando
en sentido contrario al sol levantando
su cuerpo como si no estuviera

antes rosal hoy higuera de piedra


donde me absorbe el paisaje sin retorno

abajo dos dunas blancas donde se unían


los caminos de mi sangre

muslos separados crucificando el aire caldeado


por yerbas hembras

braga de encajes negros indulgentes junco


meciéndose al sol en el pantano estremecido
en su espesa desolación

ah el exquisito arte del bordado de sus prendas


íntimas todavía no valorado suficientemente
por la historia de la percepción
en las yemas de mis dedos

abismos que se unían y abrían indetenibles


flores hermanas y enemigas ofreciendo

467
sus colores en similar tesitura

desnuda con el cabello revuelto zapatos de taco


y en su vientre una mata de vellos perfumados
doblegando cualquier imperio

468
pechos de sirena en sus latidos

pechos de sirena en sus latidos


fuente de amor para mis manos vacías
rocas que el sol calentaba gorriones
que tomaban agua en mis manos

dos naranjas dos rosas dos estrellas


dos gacelas comprimidas en capsulas de luz
duraznos flotando cuando se iba

fuego en la oscuridad del sueño trozos de nieve


en el jardín oculto alumbrando
el nacimiento de las olas

lúcumas conteniendo primaveras estrofas


de vino en un bar a la deriva
panes de maíz recién horneados sonrisa
insinuante de sus pezones

palomas aleteando esperanza manzanas


de miel para los jaguares

dos cantos dos promesas suscritas


que colgaban del cuello de la luna

dos vasijas de arcilla celeste dos fuentes


de agua heredada revelación de bellos libros
gemelos amanecer de un bosque
que me salva

pechos aleteando en la costa del sol


civilización de huesos emergidos con la esperanza
de flotar y ser hallados

469
sonaba una melodía de gorriones

sonaba una melodía de gorriones


desterrando la nostalgia de la patria
señora de dulces aretes rojos

un collar de oro en pacto íntimo con su piel


en aquel lugar manso de sus pechos
donde descansaba de mis tormentos
e infortunios

sus hombros cincelados por un ángel que falleció


extenuado al culminar su obra

como pájaros pensativos sus cejas vaticinaban


mi cruel desenlace la desaparición
del cielo sin su rostro

ya se construía entonces mi condena en la isla


de las mareas de la muerte inclinado
ante su desliz entre las uvas

acariciaba sus pies bajo un pedestal de luz


una vez retiradas sus medias verdes

admiraba sus rodillas en su bella ubicación


inicio sacro de sus formas compartiendo
el mismo camino suave a su interior

ah religión de pirámides unísonas


el mar pálido golpeaba mis sienes mientras
estiraba mis manos hacia las palomas
de sus senos

su blusa negra como vela de nave sosteniendo


la fuerza de los vientos para celebrar juntos
el triunfo de lo azul en un beso
que reivindicaba la vida

470
me gustaba oler su nuca inclinada

me gustaba oler su nuca inclinada


donde la eternidad había hecho su nido
negociando mi poesía con su espalda

cargándola como una loba herida la introducía


a la cueva de los ciervos donde la alimentaba
de higos maduros

ah la sombra dulce de sus talones que soportaban


el peso de su cuerpo

tierra abierta a la lluvia incesante


ante el emplazamiento de lanzas plantadas
para custodiar el otoño

la amé porque no había otra forma de consumar


mi martirio aun sabiendo que su amor
se perdería

invierno y verano era al mismo tiempo


placer y dolor trenzados para caer
como una sola flor al abismo

mis labios en la piel de su agonía cosechaban


la mies dormida en la suave dulzura
de sus laderas

primavera y otoño era al mismo tiempo


herida profunda y bálsamo a flote
fuerza y dominio del instinto
monarca y poeta de sus sentidos
me venció el azar jugando sucio

471
sombra de cuervos acechaba los días

sombra de cuervos acechaba los días


picoteando en sus hombros carne trémula

venía a la arena y escurría la marea


entre sus muslos y mis manos destejían
una canasta de peces rojos saltando

mi corazón palpitaba al ritmo de la tierra


vigilando el territorio destinado al olvido
cubierto de alacranes calcinados y vivos

a veces la ayudaba con los broches de su brasier


como una melodía que se toca de memoria

los mismos gorriones en la ventana y las hojas


tristes del almendro arrastradas en la calle
por el viento

empecé a sentirme un extraño en su piel


cuando volvió a su antigua tristeza
aquella con la cual ya la había conocido
y el silencio se apoderó de nosotros

entonces intentamos todo de nuevo


llevando al límite el manual de lo imposible
pero el ya no es lo mismo amor como un lobo feroz
masticó el tiempo hasta sus huesos

fue lento pero finalmente todo acabó


en un negro cielo enmudecido en mi interior

un adiós que se veía venir como un tren


que pasa cada cierto tiempo por la misma estación
para que alguien se marche
y otro se quede pensando que todo esto no fue más
que una vieja melodía de Nina Simone al piano

472
XIII ADVIENTO DEL SUR (2022)
ADVIENTO DEL SUR

Adviento del sur, escalada de relámpagos sobre el mar revuelto


Manos de luz rasgando las cortinas raídas del teatro del mundo
Destellos de guerra en los países gobernados por la sevicia
Vestido blanco de la lluvia en la impía noche de ojos cansados
Haz de flechas oteando a sátrapas fugitivos que se creían a salvo
Poema fulminado por disparos de los bandos del este y el oeste

474
ESCALERA DE VOCES

Escalera de voces ascendiendo al canto mayor de los siglos


Génesis, repetición de besos de los amantes perseguidos
Marcha de peces alados extendiendo la esperanza a todo el planeta
Puñal abriendo el pecho de Dios vaciando nuestros nombres
Cuadriga frenando en las curvas inclinadas de la vía al infierno
Viñedo de uvas blancas para los elegidos del valle de la muerte

475
MURAL ACANTILADO

Mural acantilado donde los vientos tallan la danza de la niebla


Libro antiguo deshojándose en vendaval de versos desconocidos
Desierto color rosa alimentando las sedientas bocas del océano
Compadre esqueleto que abrazo por los arrabales como un loco
Camellos cargando telares de oraciones y armas desaparecidas
Árbol de espadas cayendo como un piano en medio de la tormenta

476
MI CADÁVER AGRADECIDO

Mi cadáver agradecido despidiéndose escoltado por zorros


Ángel fotografiado cuando probaba zumo de naranja en sus dedos
Canción para la ballena que pare, alto violín de claveles en el fuego
Mariposa tatuada en el brazo de quien mira el cielo en tierra extraña
Lágrimas de furia, candil del ciego que explora en su corazón vacío
Primavera de navajas en mi suero, bandera en manos de los vencidos

477
PACTO UNIVERSAL

Pacto universal de la lluvia y la yerba, campana del holocausto


Subversión del tiempo, espacio derrotado por la verdad revelada
Tigre resistiéndose a la jaula, tratado de naciones recuperadas
Torre de astros, alegría de niños corriendo al regazo de su madre
Red donde caen las ciudades sucumbidas por la vanidad y el tedio
Raíz del universo, inmolación del deseo entre candelas narcisas

478
PUERTA A LA REDENCIÓN

Puerta a la redención, antena de pirámides, fragua de cóndores


Soga que arrastra el apocalipsis, iglesia de los santos conjurados
Caligrafía del resucitado, mujer acostada sobre su lado más dulce
Nave encallada en el desierto, can rabioso de la desesperación
Escolta de rey asesinado, imperio varado como un leño en llamas
Herida final, templo de granadas, palomas de triunfo y pañuelos

479
VASO EN QUE BEBO

Vaso en que bebo humo y poesía, rosal de sonrisas, providencia


Cofre de la historia, monedas que arden al perder su valor fatuo
Tea iluminando el camino de ángeles hastiados de divinidad
Cabellos dorados de la muerte, mástiles de la barca de la luna
Alfabeto braille de los volcanes, biblioteca fugaz de crisantemos
Miel de lluvia, gacelas que bajan a beber agua con sus crías

480
JÚBILO DE MORSAS

Júbilo de morsas bajo la mirada de estrellas sonriendo complacidas


Lluvia de amor para el que agoniza, canción materna que me abriga
Despedida de guerrero, renovación íntima de la sangre que perdura
Aire de luz y vida, zarpa de puma en la piedra que arde y advierte
Cantos reunidos por la guitarra que convoca mariposas y astros
Aullido universal de hormigas, lanzas cercando el tesoro prohibido

481
ÚNICO INSTANTE

Único instante en que veo los ojos de la muerte y luego se aleja


Linterna del soldado desfalleciente bajo un árbol piadoso
Dolor atado a su propia liberación, ángel vengador, misa de olas
Lino purísimo con que envolvimos el cuerpo del último inocente
Ventana donde mira una muchacha con sus senos entre las nubes
Luces de camiones que llevan el cuerpo de Dios por los desfiladeros

482
POETA QUE CANTA

Poeta que canta en lo alto de la montaña alejado del exterminio


Toda la luz del mundo en mis manos ofreciendo amistad sincera
Espino en que está atrapada la belleza herida por todas partes
Velas encendidas en el sepelio de las promesas incumplidas
Muerte cercana, vida lejana, lenguaje de meteoritos naciendo
Coincidencia de lo humano con lo infrahumano atados a su estaca

483
SI NO APARECIERAS

Si no aparecieras me tragarían las fauces oscuras del abismo


Faro del nuevo mundo, hélice de aves y luz cortando la tormenta
Corona de la isla donde se trama el derrocamiento de la noche
Toda una ciudad llorando por la muerte de uno de sus hijos
Cielo azul que las viejas cortinas del hospital miran con tristeza
Escritura del tercer testamento custodiado por ángeles guerrilleros

484
MIENTRAS EL UNIVERSO

Mientras el universo cabe en una cáscara de nuez en mí tu sonrisa


Consuelo del moribundo que eleva al cielo sus gritos afilados
Correo esperado, esqueleto del olvido, sangre de la fe derramada
Música folclórica tocada al unísono por cada uno de los países
Cabellos del que toma cerveza y piensa en un bello proyecto
Fulgor en el charco cruzado por quien regresa por fin a su casa

485
CUELLO DE MI CÓRCEL

Cuello de mi corcel cuando tuerzo a tiempo su rumbo al suroeste


Soledad rabiosa, alguacil del tiempo, sangre del Dios convocado
Nostalgia de la nada, primer canto fortuito después de la historia
La letra T donde todas las demás colgaron al silencio sin proceso
Idioma del tiempo sin nosotros, diálogo perdido entre planetas
Grito de soles cuando espero a alguien que ya nunca va a venir

486
PEDAZO DE PAPEL

Pedazo de papel conteniendo la dirección de la salvación tardía


Las cuatro estaciones reunidas en el abrazo de dos viejos amantes
Marfil buscando su elefante, hora de la terrible venganza exacta
Naufragio de carabelas, escultor de andenes en la piedra inclinada
Alto palacio en las montañas cinceladas por manos sangrantes
Breviario esencial, alborozo nupcial de la tierra y el viento

487
SOLDADURA DE LAS HERIDAS

Soldadura de las heridas de Dios confundido entre nosotros


Sentencia suprema, hostia para el delfín que salta en la tormenta
Antorcha en la celda del esclavo escriba de textos sagrados
Estrella de los migrantes, sello distintivo de la condición humana
Éxodo del ser, pira de héroes anónimos, coro de bacantes redimidas
Feria de faros, delta del cosmos, melena abandonada por los astros

488
PUÑO APRETANDO LA DICHA

Puño apretando la dicha, ráfaga de sol en mis labios golpeados


Llanto del dinosaurio en los ojos de la iguana, corazón de piedra
Encrucijada de pájaros en la entrada al paraíso, cambio de rumbo
Semillas que explotan, frutos consumidos por aves desquiciadas
Rostros que aparecen y desaparecen entre ruedas de acero
Látigo que pare serpientes invadiendo las casas desalojadas

489
RUMOR DE TUMBAS

Rumor de tumbas donde oran los que temen la segunda muerte


Noches infinitas y lamentos escondidos, mundo secuestrado
Párpado inerte cuando corro con mi hijo quemado entre mis brazos
Palabra levantada para ser vista por todos desde muy lejos
Voz que recorre la tierra refrescando los labios de niños sedientos
Cadena de manos pasándose los pétalos de la última rosa

490
INSTANTE PROFUNDO

Instante profundo de rescate del tiempo que se iba sin despedirse


Alegría de contar con los dedos los días que faltan para la pascua
Trigo brotando en mi cráneo para que mi muerte no sea en vano
Centinela de la noche espesa, diosa de los peces y la osa polar
Diaria anunciación del caballo encadenado a una central eléctrica
No cabías por entero en mi corazón y por eso te confié a la lluvia

491
SABRÉ QUE ESTÁS AHÍ

Sabré que estás ahí aun cuando no vea y me llames por mi nombre
Rebeldía que no me descuartiza, aunque se intenta diariamente
Río de fuego en las cumbres de un país que flota sobre yerbas
Tórax arqueado sobre el planeta, manos extendidas a los océanos
Cosecha de invierno, frutos secos en manos húmedas
Trampa del ser irredento, paloma incendiada en su jaula

492
MÍMESIS DEL ORO

Mímesis del oro en el anuncio de la diáfana trompeta


Escalera sin peldaños por donde baja el rayo confundido
Persecución violenta de la sangre sobre la nieve incendiada
Trigo iluminado dentro de una botella apretando la noche
Tendero del albedrío cobrando monedas al menesteroso
Último suspiro del pájaro ciego que se arroja a la tormenta

493
BELLEZA DESNUDA

Belleza desnuda del silencio inundando el universo acelerado


Tiempo erizado en las venas ardiendo encadenados vallejos
Cárcel de la luz condenada a dos metros cuadrados de gritos
Vertical alameda de tulipanes escoltando el hervor del mar
Mujer saliendo de la lluvia abandonando la canción perseguida
Imán de rosas blancas, plan de seducción, hurto de uvas al paso

494
BOSQUE DE BOTELLAS

Bosque de botellas enclaustrando naves veloces detenidas


Cartera roja que ella balancea en las calles que vienen del mar
Flecha de siglos que renueva en el aire su puntería y destino
Destello fugaz de braga en la descuidada liviandad del viento
Palpitar de dos lunas en tus pechos como dos faros fortuitos
Bicicleta llevando carteles para suplantar soldados muertos

495
DESOLLADO PEZ

Desollado pez que clama por su piel ante la luz de los autos
Estatua del invierno apenas sujetada por un nombre de mujer
Esplendorosa pañoleta de la muchacha que acude a su primera cita
Sueño descarnado de la realidad que se saca las medias de seda
Blanca alucinación estrangulando a la negra verdad pasajera
Las hojas del acuerdo de los astros que caen irrecuperables

496
TU MIRADA TEMEROSA

Tu mirada temerosa mirándome como caigo en mí mismo


El anciano que piensa en su futuro como al encuentro de una jauría
Un grito ¡mis hijos¡ de alguien que se quedó sin árboles
El hombre que llama por teléfono como última voluntad ¿a quién?
Los peldaños de lobas que te engañan como gradas de agua
A quien acudir en el momento de la locura si todos se han ido

497
ARMAS TRAGADAS POR EL MAR

Armas tragadas por el mar que las escupe en peces de fuego


Gozo repartido de la mujer encima de las islas frecuentadas
Paraíso invertido de cuerpos cayendo al placer infinito
Pescuezo del ave ofrecido a la resurrección de los impíos
Perfecta desolación del capricho concedido a la prohibición
Solsticio anaranjado de vestales entregadas a nupcias apócrifas

498
SALARIO DE DIAMANTES

Salario de diamantes del efímero trabajo de contar esfinges


Nalgas de mujer cimbrando su secreto entre lirios y lluvias
Madre que lleva a la hija que será madre como ella sin verano
Taxi que saca a alguien de un obligado asesinato y fuga
Mercado de luciérnagas, puerto de albatros, ballet de crepúsculos
Par de asesinos tomando vino bellamente antes del oprobio

499
TRÁILER QUE CONDUCE

Tráiler que conduce el cuerpo de un elefante blanco


Dios que lleva su secreto en la maletera de un auto robado
Anuncio de transporte gratis a la felicidad y escasean pasajeros
Un anciano que lleva la jaula de un pájaro como salvoconducto
Vidrios rotos en las calles cuando los camiones pasan sin destino
Decir ya me voy y empezar el camino preclaro de la catástrofe

500
MUJER AMAMANTANDO

Mujer amamantando a su hijo con leche y luzmiel de higos


El vestido de la modelo que va por la pasarela a la muerte
Árbol de pájaros sesionando a dónde irán luego del incendio
Ambulancia donde el otoño lleva en sus brazos al invierno
Luna de cárcel multiplicada en panes y peces y música órfica
Hombre que rasguea relámpagos en una guitarra de madera

501
ESTAMPIDA DE YEGUAS

Estampida de yeguas blancas bajo la lluvia, dispersándose


Camión que lleva cadáveres en bolsas negras, varios viajes
Barco de migrantes en el mediterráneo y ningún puerto aparece
Volcán de rosas rojas en el hombro que el beso enciende
Espuma de cerveza en el vaso de quien brinda con la locura
El panadero anunciando sus panes de harina celestial

502
LA LOCA QUE LLORA

La loca que llora clamando por los hijos que no tuvo


La sonrisa de quien sube la palanca que ilumina la ciudad
El pensador que trata de ordenar el caos en su mente
Relación de muertos y no hay papel y pluma para anotarlos
El obús que horada el cielo y hace un túnel a otra galaxia
Las 64 ventanas del cielo perfectamente auspiciosas

503
LAS NUEVE ENTRADAS

Las 9 entradas al infierno donde se compran boletos caros


Alistarse prolijamente para asistir a la cita del psiquiatra
El oficio luminoso que avanza al encuentro de la sentencia
Auto rojo doblando la curva del abismo en una sola llanta
Mujer mencionada en el relato de dos hombres que toman
Muslos como espadas, espadas como muslos sangrantes

504
EL VACÍO DEJADO

El vacío dejado por la letra O caída del letrero luminoso


El mar convocado a gobernar en las tierras abandonadas
Los pasos de cadenas que arrastran el pasaje de la muerte
Electrocutar a una flor para que cante la atroz porfía
Policía que se lleva en su moto el semáforo en rojo
Carta debajo de la manga que soluciona la incertidumbre

505
CATEDRAL DE LOS NARCOS

Catedral de los narcos escondida en la sonrisa de los niños


La catacumba del sol que oculta un mar de sombras
El brillo sublime de la sonrisa del amor desapercibido
Error puesto a la luz de las flechas que vienen de vuelta
Lista de enemigos escogidos para perdonarlos a uno por uno
Los burdeles del paraíso abriendo sus puertas de par en par

506
LOS PALACIOS DEGRADADOS

Los palacios degradados a cantinas donde se cita la muerte


Barba blanca de fotógrafo ambulante esperando modelos
Muchachas marcadas como reses para el placer elegante
Resplandor de alguien que se tira de un edificio silbando
Reverso del cinismo hundiendo su puñal almibarado
La fiesta de engorde de la esperanza en las tribus silentes

507
EL JUEGO DE PELOTA

El juego de pelota de las constelaciones tremebundas


Una perra blanca pariendo en la nieve crías negras
Alguien que se despierta y se da cuenta que no tiene trabajo
Alfabeto de las luciérnagas, lingüística ciega de los dedos
El diablo enamorado que se lleva a la blanca luna encantada
Balleneros recordando sus años de juventud en una taberna

508
PUENTE SOBRE EL MAR

Puente sobre el mar comunicando dos ciudades abandonadas


Río incendiado de peces cogidos por el sol de las agallas
Río que se desprende de su cauce y vuelve a sus orígenes
¿Acaso se sembraron los pinos para hacer ataúdes?
Niño que muere cuando aprende a decir la palabra hombre
Madre que escala la sombra del desprecio a donde fue arrojada

509
PAÍS DIBUJADO POR RÍOS

País dibujado por ríos que bajan de altos castillos de piedra


Gobierno del sol en el palacio de los pájaros alucinados
Hombre acostado sobre montañas de volcanes profetas
Brazos al mar y los cabellos a un estrecho de rosas
Adviento del sur, escalada de relámpagos sobre el mar revuelto
Sextetos cabalgantes en la sinfonía del fin de los tiempos

510
XIV BALADA DE INVIERNO (2022)
La belleza no es sino el nacimiento de lo terrible
Rainer María Rilke

Yo vi caminar por las calles de Lima a hombres


y mujeres carcomidos por la neurosis
Enrique Verástegui

He visto las mejores mentes de mi generación


destruidas por la locura
Allen Ginsberg

Manicomio del alba


Martín Adán
Me escapé del afable hospital psiquiátrico atraído por los boleros que
se filtraban del otro lado del muro deslizándome entre las hojas del
viejo y desconsolado almendro por el que me descolgué sin despedirme
de mi hermano instalado cómodamente en el pabellón de los
esquizofrénicos ni de mi padre durmiendo en la sala de los devotos del
relampagueante pisco puro.

Era medianoche y al alba vendría mi madre a visitarme y me perdería


de sus caricias si no volvía a tiempo oh mi pequeño poeta adónde habrá
ido diría y lo de poeta lo decía por mi afición a leer poemas en voz alta
mezclándose mi voz con el gorjeo de los pájaros que ensayan la canción
del paraíso en la copa de los árboles del parque interior y con el coro de
cien lenguas que entonan los camaradas en la capilla del ángel viviente
en la misa matinal de cada día.

Leía al azar versos de dos libros sin pasta el Cantar de los cantares y
Veinte poemas de amor y una canción desesperada que alguien había
llevado a su paciente y que yo encontré de casualidad en la vereda del
otoño mojados por la garúa y fáciles de doblar y meter al bolsillo luego
de secarlos al sol cuando se enseñoreaba en el muro rosa.

Esto ha sido mi vida hasta ahora bromear con los colegas declamar y
recibir la visita de mi madre y de Louise Fontaine la practicante de
psicología que sonreía cuando me escuchaba y decía bien mi pequeño
poeta siguiéndole la corriente a todos los que por aquí me designan de
ese modo.

¿Poesía es amor? solía preguntarle y me decía que no la poesía solo es


un reflejo de los sentimientos es como niebla en el espejo o humo sin
fuego pero yo quería saber qué era el amor verdadero por eso me animé
a saltar por la ventana deslizándome por el viejo y desconsolado
almendro lleno de curiosidad por la íntima relación que sentía entre los
poemas que leía y los boleros que venían del vecino puerto alucinado.
Como si estuviera en medio de un cruce de caminos o sobre un puente
movible que no sabía bien adónde me llevaría elegí al azar esta vía con
mi ímpetu de juventud y la complicidad de la estación de invierno.

513
Fuera del hospital psiquiátrico recorrí la avenida viendo grafitis en las
paredes con versos de Verástegui y de Ginsberg y portones metálicos
rojos amarillos y negros de las pinturas de Mondrian escenas de gente
triste y desolada con tanta melancolía y desesperación en los ojos que
no había visto siquiera en mi guarida y que caminaban entre festivales
de sueños con sus aquelarres saltimbanquis y procesiones de santos
llevados en andas por pobladores que bailaban celebrando al amor
como a un Dios que los gobierna.

Los boleros salían de un bar en donde una bella anfitriona Válery la


migrante en la puerta te acompañaba si le prometías cumplir con su
sueño inmediato de ponerle sentido a su vida ¿gustas pasar my love?
decía a todos oh sí quiero estar cerca de esta música dije pues la había
estado escuchando todas las noches cuando entraba por la ventana de
mi cuarto y la sentí más cálida aún conforme me acercaba por la
avenida de los murales depresivos y fue así como me introduje al cielo
enclaustrado aprovechando el breve escape de mi encierro definitivo.

Ya sentado en la mesa del bar con Válery nos sirvieron cerveza de trigo
en vasos que semejaban catedrales en miniatura por la dorada luz
contenida en su interior y por el altoparlante del local el tipo que sacaba
su noche anunció desde Puerto Rico con ustedes Tito Rodríguez el
hombre que aún agotado subió al escenario antes de morir cantando
Inolvidable para todos aquellos que han amado de verdad alguna vez
en su perra vida.

Entonces fue como si todo mundo universo y corazón se detuvieran al


escuchar en la vida hay amores que nunca pueden olvidarse
imborrables momentos que siempre guarda el corazón y pensé en la
practicante de psicología Louise Fontaine lo más cercano que tenía a
un sentimiento así por su sonrisa sugerente un encanto desconocido
como un ramo de luz envuelta en la hojarasca de fotos de su álbum
familiar que me enseñó un día.

514
¿Qué piensas my love? me preguntó Válery con sus labios rojos
desteñidos por la cerveza que su lengua de gata saboreaba como
caramelo de sí misma y yo no tenía palabras para esta ocasión
sorprendente y no se me ocurrió nada mejor que sacar del bolsillo
trasero del pantalón el libro ajado de Neruda y leí al azar fui solo como
un túnel de mí huían los pájaros y en mí la noche entraba su invasión
poderosa un túnel al interior de mí mismo por donde corro tratando de
alcanzar a alguien a quien nunca puedo alcanzar.

Está muy bonito dijo Válery mientras la música se acercaba como un


ángel con una espada envuelta en hojas de laurel queriendo meterse
debajo de la piel aunque yo no tenía ningún amor que recordar y ella
parecía que sí pues cerraba los ojos como si la hirieran malamente en
ese instante pensé estamos en un bote verde intensísimo flotando en
un mar transparente que acariciaba en la elaborada curva de sus
caderas entre las patas de la mesa que eran como pilotes debajo de un
muelle oscuro y abandonado.

A ver déjame leer a mí dijo Válery curiosa cuando saqué de otro bolsillo
el Cantar de los cantares o los restos que quedaban de él y leyó en la
primera página que abrió y puso su dedo luego de humedecerlo en sus
labios bésame con los besos de tu boca pues mejores que vino son tus
amores y a medida que leía se iba acercando con su rostro inclinado
como una colina sus cabellos bajando por su cuello como ovejas
consentidas con nombre propio rosicler medialuna tornasol esperanza
y sus labios entreabiertos en una fragancia de licor y carnosa tentación
que no pude resistir y la besé sintiendo al fin que la vida tenía sentido.

Alabados sean los días de preparación en el hospital psiquiátrico para


conocer el significado de estas palabras.
El presentador anunció que tocaba escuchar desde Cuba a Miguel
Matamoros quien antes de ser cantante fue chofer y pintor de brocha
gorda en su bella isla caribeña y que ahora nos trae Lágrimas negras
para todos aquellos que alguna vez han llorado por un falso amor y
quien dice que no miente y la noche se convirtió en un pez moviendo
su cola de flecha diamante aunque tú me has dejado en el abandono

515
aunque tú has muerto todas mis ilusiones hojas quemándose sobre la
nieve caminando en la noche detrás de un rasguear de guitarras que
convocan a los méndigos que bailan en torno a un cilindro de basura
en llamas.

De Neruda leí cuerpo de mujer mía persistirá en tu gracia mi sed mi


ansia sin límite mi camino indeciso dejando mis zapatos en la roca
donde salta la ola refrescando los nidos de pájaros marinos sed y fatiga
siguiendo al sol como una rueda de alambre con la cual jugaba de niño
luego vino el turno de Válery con Salomón quien tuvo setecientas
mujeres reinas y trescientas concubinas pero prefería a la Sulamita
esquiva porque agradables al olfato son tus aromas como un perfume
que se expande es tu nombre esnifando el olor a almendro del puerto a
sonrisa de vagabundo a sutil embriaguez de flores densas que te miran
con tristeza como un pez cogido con el anzuelo de la mirada que se va
a meter en el corazón.

Oh mi pequeño poeta recordé entonces la voz de bálsamo de la


practicante de psicología Louise Fontaine ¿acaso no era ella mi
anfitriona disfrazada? y acaricié su mejilla como la firma de un contrato
de que algo iba a suceder esa noche y al volver tendría mucho que
contar a los parientes y amigos del querido hospital psiquiátrico al alba
de los gorriones graciosos que en lo alto de la copa de los árboles al
verme llegar cuchichearían entre ellos el pequeño poeta ya está de
vuelta ¿a dónde habrá ido? en tanto picoteaban el alpiste que regaba
Olivier Messiaen para conducirlos al abismo de los pájaros en el
cercano acantilado.

La noche iba de lo más bien con Válery tomando cerveza de trigo que
se mecía al inclinar el vaso como el sol atrapado en una cueva marina
cuando se anunció desde Venezuela a Felipe Pirela el joven cantante
asesinado a balazos luego de una noche de música y bohemia de él
escuchamos Amor se escribe con llanto un temita sencillamente
portentoso gócenlo en su sufrir ráfagas de espinas líquidas en la
garganta en el diario amargo de mi desencanto amor que sembraste un
día rosas de esperanza en el alma mía escritura del sol en las esteras de

516
los arrabales escuela del triste oficio de la soledad desnuda utopía en
los extramuros y el tren lejano que no llega para escapar de la lluvia y
la nostalgia cogiéndote sin documentos en la frontera de un país
desconocido.

Busqué en el maltratado libro de Neruda que la decrepitud del tiempo


había dejado y leí oh grandiosa y fecunda y magnética esclava círculo
que en negro y dorado sucede cómodamente tirada en su lecho oh sí y
a todo lugar donde se procreen dos sílabas sobre el heno que las
estrellas usan para descansar bajo un árbol lánguido como la luna
agitando sus dedos en la piel de una mujer morena que late olorosa y
tierna a ver que tengo yo aquí dijo Válery en las sagradas escrituras de
Salomón bellas son tus mejillas entre los zarcillos y tu cuello entre los
collares y la burda bisutería en sus orejas brilló imitando la esmeralda
y el oro recordando cuando fue atravesada con una aguja y una gota de
miel de su sangre untó y chupó de su dedo.

Indudablemente Dios estaba con nosotros sopesé su mejilla donde


brillaban en la oscuridad antiguos besos deslizándome hasta la
opacidad azul de su cuello.

Ella me miraba con interrogación bajo la sombra de sus largas pestañas


negras postizas y el celeste de sus párpados que recuerda caminando
entre ríos donde confluyen azares lobos del destino que te buscan en
otro invierno en vano escabulles la cita pues el tiempo te espera
agitando sus cabellos en el viento lóbrego mientras en el salón del bar
bailaba una pareja como en un cuadro de Víctor Humareda y yo me
arrimé a mi anfitriona mientras anunciaban desde Cuba al bigote que
canta Bienvenido Granda quien se forjó en las calles huérfano de padre
y que nos trae ahora el bolero Angustia y quien no ha sentido este dolor
profundo más de una vez repetido abandono lisiado querer angustia de
no tenerte a ti tormento de no tener tu amor me has dejado en el
manicomio del alba ensoñación pasajera del destierro.

Válery sonrió como un pájaro cuando leí de Neruda como pañuelos


blancos de adiós viajan las nubes el viento las sacude con sus viajeras

517
manos nubes de las que he vuelto liberando las manos del sentido
pasajero del silencio en la perspectiva viajera cuando brota la flor del
dolor una y otra vez calma dice la desesperación mientras estoy aquí
preso en paredes de palabras cuando ella susurró de Salomón con el
suave fluir de la leche en un cántaro inclinado mi amado es para mí
como una bolsita de mirra que descansa entre mis pechos para sí
misma o para la practicante de psicología Louise Fontaine.

Alabo la belleza hembra que intercambia placeres en la irrefrenable


tentación del deseo tormenta domesticada por mis dedos la noche
variando de azul a rojo todo era plástico figura pintura imágenes y la
música para descifrarla se convertía en una inmensa pintura y la
pintura en palabras y la compañía de mi anfitriona consolándome
hasta el punto de olvidarme del hospital psiquiátrico ya tendría tiempo
de conversar luego con el viejo Martín Adán en una banca del parque
donde rumia solitario sus antisonetos.

Se anunció al dominicano Alberto Beltrán ese muchachito que vendía


golosinas antes de dedicarse al canto escuchemos el bolero Aunque me
cueste la vida tremendo temita donde lo apuesta todo aunque me
cueste la vida sigo buscando tu amor te sigo amando voy preguntando
dónde poderte encontrar que no sea el fin del mundo en el borde de la
mesa debajo de la oscuridad del universo la falda apretada de Válery
casual aproximación del vendaval femenino llevando una rosa tomada
del ocaso mientras desenvainaba a Neruda quien había construido una
mujer con los cuerpos de las mujeres que había amado para que tú me
oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas
en las playas.

Errante náufrago de intrépidas olas buscando al hijo perdido que


partió de niño hipnotizado entre gaviotas y nubes escucha esto de
Salomón dijo mi bella anfitriona como lirio entre las espinas así es mi
amada entre las doncellas y al escucharla justifiqué la ausencia de
cordura aunque extrañé a Louise Fontaine cuando me explicaba lo que
le pasaba en circunstancias así como silencioso ídolo mirando al

518
océano en el momento que pierdes el corazón nace el olvido perpetuo
y apasionado.

¿Esto es amor o deseo? pensé al levantar el vaso y noté que Válery se


ruborizaba esto iba más allá de las buenas maneras toqué sus mejillas
calientes mientras anunciaban al peruano Pedrito Otiniano el ruiseñor
del amor con el bolero Ay cariño himno del amor sublime despertar del
que lo ha perdido todo corriendo por la playa donde naufraga la balsa
de los que se escapan de los continentes que arden ay cariño si vieras
como estoy desesperado por tu ausencia soñando a cada instante con
la luz de tu presencia luz de agosto por supuesto o de abril en los
costados de un crepúsculo asequible aferrado a la despedida que mata
y te deja pez agonizante en la aurora de tu piedad.

De Neruda leí cielo desde un navío campo desde los cerros tu recuerdo
es de luz de humo de estanque en calma y no siempre las cosas se
estacionan a pedir de boca en las extensiones azules del deseo se
idolatra el espacio certero del encuentro persiguiendo el afán la mano
sumergida en el agua y Válery leyó del Cantar como antífona en misa
sentada estoy a la sombra de quien yo deseaba y su fruto es dulce a mi
paladar su cabellera al viento dirige las naves cargadas de vino del sur
y ron de los cañaverales del norte eterna sonrisa que endereza el
horizonte.
En eso estábamos cuando el anunciador presentó desde México al trio
Los Panchos con sus guitarras infernales y su coro de ángeles con el
tema Caminemos herida profunda del amor si lo has tenido eché al
hombro la lluvia y marchando con ella escuché no ya no debo pensar
que te amé es preferible olvidar que sufrir atrapado en un río de hielo
el arbusto seco de las fronteras negadas recordando las flores inútiles
de la ribera la campana que golpea con su melodía sin más futuro que
un puñado de paja en la boca cuando de Neruda encontré inclinado en
las tardes tiro mis tristes redes a tus ojos oceánicos tardes de soledad
bajo un cielo rojo lágrima de mar en la pupila incendiada de nostalgia
el terrible latido de la nada querer escapar al otro lado del dolor y
Válery para mi alivio dijo de Salomón restablecedme con tortas de
pasas y reanimadme con manzanas porque estoy enferma de amor.

519
Alimentad la sed de los labios y el suplicio de la lengua probad frutas y
besos curando el amor que desfallece alzad el cuerpo de la gacela herida
y restablecerla a sus dominios floridos y en cada momento Válery se
enternecía y la sentía venirse encima de mí con su fragancia enorme
trabajo sostener el peso de su suavidad acercándose como una tela
voluptuosa que en el descuido de sus pliegues convida ternura y ahora
interrumpió el animador desde Puerto Rico el gran Bobby Capó
maestro de los románticos cantándonos Cien años no de soledad sino
de dolor estalactita goteando gotas de hierro en el corazón me duele
hasta la vida saber que me olvidaste pensar que ni desprecio merezca
yo de ti tiempo atado a la piel a la respiración a no querer vivir la
continuidad como en una escena de El Padrino donde un pescador en
su bote tira el anzuelo y de atrás alguien le pega un tiro espantando a
los pájaros espías pero todo bulle hasta el infinito y el infinito arde en
el silencio de tu partida.

Arrebatado cogí el libro de Neruda y leí soy el desesperado la palabra


sin ecos el que lo perdió todo y el que todo lo tuvo aquilatando pesares
develando el instante no aceptando la traslación del espacio negando
el tiempo que te apuñala cada segundo pero ya todo está consumado
en la pira de los libros que se suicidan en el botadero de los objetos que
alguna vez fueron culturales y Válery leyó de Salomón su mano
izquierda está bajo mi cabeza y con su diestra me abraza tierno
despertar abrazando lo que no se ha ido dándole todo el cariño antes
que la muerte nos separe una pequeña sensación pasajera con su
encanto expropiado.

La noche estaba en su punto y el maestro de ceremonias dijo con


ustedes el mexicano Armando Manzanero soberano en el palacio del
corazón con su temita Contigo aprendí escuela del querer que nunca te
vas a olvidar contigo aprendí a ver la luz del otro lado de la luna que tu
presencia no la cambio por ninguna cobijos amargos que la ola golpea
mirándome desde lejos donde yo no puedo verte solo leer de Neruda
pálido y amarrado a mi agua devorante cruzo en el agrio olor del clima
descubierto aún vestido de gris y sonidos amargos desgarro interno

520
fiebre en el agua la mano explora en la oscuridad macilenta la lenta
degradación de las esfinges qué hago con este vacío que me ahoga
andando en círculos alrededor de la hoguera que transporto en mis
venas.

Le tocaba a Válery quien leyó de Salomón en mi lecho durante la noche


he buscado a quien ama mi alma lo he buscado pero sin lograr hallarlo
camino de eucaliptos al ocaso contrario al éxtasis seca determinación
aliento de muertos vagando por los jardines en busca de miel en las
sombras finita inquietud de la locura.

La noche se convirtió en una sucesión de boleros y poemas de Neruda


y el rey Salomón como una sola melodía en la historia como una mezcla
de cantos y naufragios o un batido de plátano leche y algarrobina y el
bandido del presentador como el gran poeta de la noche en cuya voz el
idioma se esmeraba en decirnos que estábamos jodidos de amor y de
tiempo.

Todavía escuchamos que anunciaban Contigo en la distancia del


chileno Lucho Gatica para todos aquellos que tienen a alguien muy
lejos en el fin del mundo que dejó su huellita quemante dentro del
corazón quería decirle esto a la practicante de psicología Louise
Fontaine no existe un momento del día en que pueda apartarme de ti
el mundo parece distinto cuando no estás junto a mí árbol único en el
desierto metafísico sembrado en el aire de la espera mutándose a mujer
cada segundo lejos de aquí en el punto más cercano de estar y no estar
o en los dos lados a la vez.

Y de Neruda leí aguas arriba en medio de las olas externas tu paralelo


cuerpo se sujeta en mis brazos como un pez infinitamente pegado a mi
alma cargándome a mí mismo salgo de las aguas del destino que no me
deja nadar como quisiera me espera una hilera de esqueletos bailando
en el puente colocado por la luna y un pelícano batiendo el agua de sus
alas como un violonchelo de Bocherini quejumbroso.

521
Válery leyó del Cantar quién es ésa que sube del desierto como
columnas de humo en medio de vapores de mirra y de incienso mujer
de trigo eres y en harina te convertirás masa de poemas y deseo en mis
manos agujero negro en el corazón donde muere el amor allí van los
instantes aullando los recuerdos envueltos en llamas los porqués las
flores las manos el crepúsculo cerrado por un telón de hierro.

Y el locutor anunció al cubano Panchito Riset quien peleó en la batalla


de Normandía se imaginan algo habrá aprendido ahí escuchemos el
bolero De cigarro en cigarro vivo solo sin ti sin poderte olvidar un
momento no más conforme caminas se expanden las circunstancias
cada círculo gira con escenas de gente enfrascada en perversiones
adecuadas limitados a su espacio como cantos que envuelven burbujas
en cada escena con gente atrapada que te rechaza si quieres entrar solo
soltero viudo o el ex que mira por la ventana la primavera
enmascarada.

Ya para despedirme leí de Neruda siempre te alejas en las tardes hacia


donde el crepúsculo corre borrando estatuas escondiéndome detrás de
árboles putrefactos bajo el cielo encendido por volcanes todo menos un
jardín intacto y flotante suspendido en la gravedad de la soledad el
combate de dos astros en la lengua para decir algo mientras que Válery
leyó de Salomón panal de miel son tus labios esposa miel y leche hay
bajo tu lengua en la noche como música de una flor abierta frutas que
explotan luz cuando los dados eternos dan los números de mi muerte.

Así estuvimos en el bar de la goleta gentil hasta que nos fuimos al


cuarto de un motel pintado por Van Gogh y supe al estar con ella lo que
significaba que el río arrastre pesados geranios lentamente qué es lo
que siente el mar en su piel cuando cae la lluvia el trepidar de los cascos
de caballos en una estampida confusa de relámpagos lo dulce del filo
de una espada que se hunde en la carne el sueño donde corro detrás de
alguien que creía inexistente despertando abrazado al perfume de
Válery la migrante como de una piedra flotante que me llevó un par de
vueltas por el universo.

522
Amanecía cuando trepé por las ramas del viejo y desconsolado
almendro para volver a mi habitación del hospital psiquiátrico los
pájaros del patio chillaron al verme el pequeño poeta salió y se
enamoró y los libros perdió percatándome que ya no los llevaba
conmigo y escuché que oraban en cien lenguas los camaradas en la
capilla del ángel viviente como un coro gregoriano diciéndome no sigas
el espejismo de la poesía último mortal de una civilización que nunca
conoció el amor solo el deseo llegando a tiempo para oír a mi madre
decir oh mi pequeño poeta dándome un beso ya dormido.

523
REFERENCIA DE LOS BOLEROS CITADOS

—Inolvidable. Letra y música de Julio Gutiérrez (Cuba).


—Lágrimas negras. Letra y música de Miguel Matamoros (Cuba).
—Amor se escribe con llanto. Letra y música de Álvaro Dalmar
(Colombia).
—Angustia. Autor: Orlando Brito (Cuba).
—Aunque me cueste la vida. Letra y música de Luis Kalaff (República
Dominicana).
—Ay cariño. Letra y música de Federico Baena (México).
—Caminemos. Letra y música de Herivelto Martins (Brasil).
—Cien años. Letra de Alberto Cervantes, música de Rubén Fuentes
(México)
—Contigo aprendí. Letra y música de Armando Manzanero (México).
—Contigo en la distancia” (1947). Música y letra de César Portillo de
la Luz (Cuba).
—De cigarro en cigarro. Letra de Francisco García Jiménez y música
de Luis Bonfá (Brasil).

524
XV QUINCE POEMAS (2023)
EL ASUNTO ES QUE

Con el gesto sorprendente


de ver a un viejo amigo después de mucho tiempo
la lluvia se aparece por la ciudad
mientras yo busco
por las calles algún recuerdo
para la muchacha que estará pensando en mí
en su casa junto al mar
el mar invadido de aves y desolación
como un templo destruido por sus propias avaricias.

El asunto es que la lluvia ha empezado a caer


sobre mis cabellos descuidados de caricias
sobre mis hombros de arena cansada
sobre mis zapatos felices
y espanta a los ambulantes que ofrecen sus
mercaderías
y yo voy
escogiendo aquí regateando allá
hasta encontrar un collar
de piedras negras, rosas y jade
simulando una serpiente con ojos enfebrecidos
que se verá bien en el cuello suave
de mi amor.

De manera que no dudo en pagar por él


todo el dinero que no alcancé a dilapidar
en los bares del puerto
cerrando el trato con afecto.

526
FLOTANDO COMO UNA PIEDRA EN EL AGUA

Cuando hacemos el amor


el violoncelista que duerme en la penumbra
—ciego de recuerdos—
despierta a la luz de nuestros cuerpos frotándose
como animales espantados después de la tormenta
y las cuerdas de su dolor contratado
—dulces lágrimas de un amor sin manos—
parpadean en la ventana
cual faros de taxis enloquecidos
buscando eternamente una dirección inexacta
o como cuando las magnolias negras de tus senos
se incendian blancas
subiendo desde los extremos húmedos de tu piel
a donde toda mi vida acude desesperadamente
a lo largo y alto de tu cuerpo calcinado
y calcinante
sintiendo que se sueltan una a una
las amarras de todas las embarcaciones entristecidas
por una larga espera
y hasta la ciudad entera
como una gran barcaza cargada de sueños metálicos
y árboles de nubes se desplaza
inexorable
lenta y definitivamente
como yo encima de ti, dentro de ti, fuera de ti
flotando como una piedra en el agua.

527
CON SIGILO

Con sigilo de extrema pericia


sin siquiera el pestañeo de un remo fatigado
asedio el muro de la noche
que limita tu fuga más allá
de lo que el aliento del mar lo permite.

Esa suavidad de peces en las manos


lavadas con agua de mar
retorno cadencioso a tus muslos
en la melodía del corazón.

Entonces desentierro tu cuerpo


limpiando la arena que te cubre
y las algas fundidas con tu ropa
separando como esparadrapo
las flores que no me permitían acariciar
la viva rosa dormida
en el centro rojo de tu piel.

528
AUTO NEGRO ALAZÁN FRENTE AL CREPÚSCULO

ella abre la portezuela del auto


y se sienta de costado para ingresar
con las piernas pegadas como si fuera una sirena
y se saca los zapatos de taco
pues va a pedalear con los pies desnudos
como cuando camina sobre la arena

una vez que se acomoda en el asiento


coge el timón y se abre de piernas
para maniobrar los pedales
y con este movimiento sube subrepticiamente su vestido
encima de las rodillas

entonces prende el auto


pisa el embriague y el acelerador y arranca

a veces frena muy lentamente


en las curvas de la melodía del saxofón
en las nubes de la tarde
que la saluda al verla

soberanía del silencio destinado


a entronizar mis dedos príncipes
en el imperio del vino en que se ha convertido el aire
que gira desde el piso

por el espejo retrovisor la observo de reojo


me gusta la forma como maneja
semejante a una breve pieza de ballet
donde soy el único espectador

no importa a donde vaya


que deje atrás árboles o calles o gente

529
que camina triste o pensativa haciendo planes
para eludir el instante
cuando el instante ya decidió su destino

o que el mar, al costado del malecón,


le haga un guiño pícaro mientras ella sonríe
con sus labios de granada

sin dejar de manejar y danzar


entre fierros y tapicería de seda
apenas refrescada por el viento
que entra por la ventana
pone una canción de The Beatles
y se estaciona

auto negro alazán frente al crepúsculo


que relincha domado
por la vista
del mar

530
BELLAS SON LAS CRINES DE LAS YEGUAS

Bellas son las crines de las yeguas


mojadas en su carrera por la lluvia
pero no tanto como tus cabellos
cuando sales desnuda de la ducha.

Hermosas las melenas de las leonas


cuando corren bajo el sol detrás de su presa,
pero inferiores a tus cabellos iluminados
cuando sonríes adivinando con aceptación
el deseo de mis caricias.

No hay nada más perfecto


que el temblor de las hojas de un árbol
a no ser la caída de tus cabellos
sobre tus hombros cuando dejas de lado
las ataduras de la certeza.

Ni el rumor del trigal inclinado hacia el mar


por la desidia dorada de los años
puede equipararse a la prolongación inolvidable
del roce de tus cabellos cadenciosos
educados para la seducción
sobre mi pecho.

Como el temblor de una cortina


que esconde la entrega de los cuerpos
en la noche dichosa donde reposa mi inquietud
tus cabellos extendidos en la oscuridad
a la que me aferro
para salir indemne.

531
DUCHA FRIA

Cuando te levantes por la mañana, piensa


en el precioso privilegio que es estar vivo.

Marco Aurelio

Cada mañana, como dice Marco Aurelio, es bueno


agradecer por el privilegio de estar vivo:
respirar, pensar, disfrutar y amar.
Pero lo primero que haces, antes de ir a la ducha fría,
es cortarte los brazos con la pequeña navaja que llevas
en tu billetera, para estas ocasiones especiales.
Después, enjuagas la navaja, lo secas y lo devuelves
a su sitio, junto a tus documentos personales
y la fotografía de tu hijo que sonríe, de niño,
ignorante a destiempo de su muerte futura.
Enseguida, te duchas, procurando sobar fuertemente
los cortes con el jabón de lavar ropa,
a fin de que dejen de sangrar.
Luego desechas las toallas blancas,
completamente manchadas de sangre.
Una semana o dos, no más, durarán tus heridas,
hasta cicatrizar,
y quedar tu piel apta para un nuevo sacrificio.
Tiempo que te permitirá volver a Marco Aurelio
y agradecer, cada mañana,
por el aire, la vida y el sol.

532
SE QUEDÓ ASÍ PARA SIEMPRE

se quedó así para siempre


parado inmóvil
un niño detrás de las rejas
de la escuela
esperando a su madre
que venga a recogerlo
viendo a la gente pasar
todo se movía
menos él
no vio el futuro
las plagas, el horror, el oprobio
el fuego, los asesinatos
ni se vio participando en ellos
ni la cadena perpetua
que le asignaron
no lo vio
se quedó así para siempre
un niño
parado inmóvil
tendría unos diez años
esperando a su madre
que lo lleve de la mano
de vuelta a su casa
y ella
sin sospechar siquiera
que de grande iría
a visitarlo
cada semana
a Cambio Puente
donde él estaría
esperándola
con ansias
detrás de las rejas
del penal

533
NO CIERRES LA PUERTA

no cierres la puerta
cuando te vayas
puede ser que no haya nadie
para abrirte
cuando vuelvas
no cierres la puerta cuando entres
falta que lleguen
tus hermanos
así la casa esté vacía
deja la puerta abierta
quizás alguien
busque refugio
o esté buscando a otro
desesperadamente
para fregar sus cuerpos
contra la pared desnuda
o requiera
simplemente
esconderse
para llorar a solas
por eso no cierres la puerta
te prometo
que de todas maneras
yo estaré aquí
sentado en esta silla
mirando con esperanza
que llegues
eres la única persona
que falta
y que espero

534
SIN TI NO HABRÍA DICIEMBRE

Sin ti no habría diciembre


pues fácilmente me pasaría de noviembre a enero
por un túnel en el tiempo.
Sin ti esta ciudad no existiría, aún estaría errante
buscándote por el mundo.
Fui como un oscuro río subterráneo que encontró en ti
su cauce bajo el sol mezclando nuestras aguas
para llegar juntos al mar imperturbable.
Fuimos alguien que esperaba a alguien
aun cuando todos los buses del terminal ya habían partido
y se habían acabado los amaneceres.
Somos olas que entrechocaron en una ráfaga
a lo largo de la costa, desprendiéndose aves
llevando en sus alas el nombre de nuestros hijos.
Somos dos cometas que se cruzaron
y dejaron el recuerdo de flores en este planeta
mientras nos vamos.
Eres la última pared azul que cierra el paso
al destierro y vuelven entonces las aves migratorias
de mi sangre a su lugar de origen.
Tu voz trae la música de antiguas aldeas de pescadores
donde empezó esta familia con raíces
en las rocas marinas.
Tu bondad no conoce de herrumbre y flota
como una silente llamarada
en el espacio profundo que nuestro amor esconde.

535
SANDALIAS ROJAS

Apareció cuando yo escribía, en una atroz madrugada,


con mis dedos, un poema en la tierra, como si fuera un papel.

Ella pisó el papel.

Lo primero que conocí de ella fueron sus sandalias rojas,


esas que se atan por detrás con una tira y que, en la parte delantera,
permiten que los dedos de los pies femeninos muestren las uñas
pintadas
del mismo color.

“Me gustan así”, me diría después.

Levanté un poco la vista y vi sus canillas delgadas,


sus rodillas redondas y ásperas,
el nacimiento de sus muslos blancos.
Yo solamente quería que salga de mi poema
pues quería estar solo.
Subí mi mirada para ver su rostro y decirle que se retire.

Ella se puso a leer lo que había escrito y sonrió.

Entonces, algo brilló dentro de mí,


como la última joya de esperanza que me quedaba,
cuando creía que ya lo había rematado todo,
hasta mi máquina de escribir.

Finalmente, se marchó.
Caminaba insegura,
parecía que quería ir para la izquierda,
cuando se iba para la derecha.

Me percaté, en ese instante, que la tira de una de sus sandalias


no estaba bien sujeta, que pronto se iba a soltar
y se podía tropezar y lastimar.
Y la seguí.

536
SEÑOR
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios…
César Vallejo

Señor
tú te molestaste cuando dijimos
que habíamos encontrado la partícula de Dios,
cuando solo era el bosón de Higgs.

Y para que no pase nada de esto


quisiste extinguir al ser humano
en Génesis 6-7: “Voy a eliminar de la superficie
del suelo a los hombres que he creado…
porque me arrepiento de haberlos hecho”.

Buen tipo.
Querías ahorrarnos esta tristeza,
este dolor.
Y estamos de acuerdo contigo,
no sé por qué te arrepentiste.
¿O estás jugando con nosotros al gato y al ratón?

Arrojaste fuego a Sodoma y Gomorra que festejaba


el Arte del Placer, el Engaño y la Lujuria
como ahora lo hacemos
en el siglo XXI
queriendo
extender
esta Perra Vida
a
la
Virgen
Desconocida
del

537
Palacio
Estelar.

Señor, tú nos diste oportunidad


con el Arca de Noé
y el Pacto con tu Hijo.
¿Enviarás de nuevo a Él para que acabe
la Gran Pandemia del Juicio Final?

Pero esta vez no te equivoques,


envía tu Hijo a América,
pues estás en falta con nosotros.

Déjame decirte que tú no conociste América


y ahora nos castigas así.
¿Por qué no hiciste que viniera tu Hijo
entre los Aztecas, Mayas o Incas,
si también éramos parte
de tu mundo?
Si lo hubieras hecho, quizás otro
hubiera sido el porvenir.

En cambio, enviaste a tus propagandistas


detrás de los caballos de fuego y el exterminio
porque, según tú, no Tocábamos Pito en el Concierto
de las Naciones Conocidas
en la Otra Historia.

Y mira, ahora, lo que han hecho


los Dueños de la Ciencia y la Sabiduría.

538
Mira el Cuerpo de tu Humanidad
tantas veces maltratado
en la Marcha acompañado por el Réquiem de Mozart
al
nuevo Holocausto.

Tú conoces el Plan del Maligno,


que es el Plan de la Tierra,
de inundar el mundo de
virus,
sismos,
tormentas,
guerras nucleares,
golpes de meteoritos,
explosión de volcanes,
antes de la invasión de los Ángeles
Extraterrestres Que Han sido Expulsados de Otros Paraísos.

Conoces su plan y lo dejas actuar


y no haces nada por nosotros.
¿Acaso esperas nuestro aniquilamiento
para la Segunda Venida de tu Hijo?
Mira cómo muere la gente por millares
que ya no cabe tanto nombre
en los avisos funerarios.
¿Eres Dios y eso no te apena?
¿No te rompe el corazón el llanto de las madres,
el abrazo al vacío de Padres Desterrados
a la Noble Misión del Sacrificio?
Acaso tu Hijo no dijo, asesorado por ti:
“Si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos
dará buenas cosas a los que le pidan?”
¿Por qué no aplicas esto a ti mismo?

539
En verdad ¿eres el Justo o eres el Maligno?

Imprime con relámpagos en la roca


el Tercer Testamento donde nos reveles de una vez por todas
tus verdaderos propósitos.

Está escrito: esto lo haces no por Todos


sino por Cada Uno de Nosotros,
pues el pecado es individual:
matas a todos por el pecado de Uno.

Lo sabemos muy bien: no te interesa la humanidad.


Génesis II: es tan grande tu venganza que aniquilas todo
para escarmiento de Uno.

Tú, que te cebaste en el dolor de Job,


solo por una apuesta de dados con el Maligno,
¿hasta dónde llegarás ahora?

Te soñamos.
Sabemos que eres un Hombre alto,
gordo, majestuoso y recto como un Director de Colegio Parroquial
o el Jefe de una Penitenciaria.
Quizás sea bueno así, porque todos somos reos
de tantos crímenes.

¿Quieres que sacrifiquemos a nuestros hijos


para que te conmuevas
como cuando pusiste a prueba a Abraham?

Mira cómo pasan los cadáveres sin féretros


por
las
calles

540
de
la
indiferencia.

No hay un José de Arimatea


que lleve los cuerpos
a un santo sepulcro.

Señor,
Oh Tú,
Quién Seas
que está
Detrás de Todo Esto,
Para ya.
Este largo sufrimiento no es un Partido de Fútbol
Transmitido por Fox Sport.

541
ATRAVESANDO LA NOCHE

Los rieles bajo la lluvia atraviesan la densa pared con gaviotas


atrapadas. No puedo seguir entre los charcos todo acaba en un muro
de aves cosidas. Pero las gaviotas aletean y la pared está hecha de
libros en vez de ladrillos. Una inmensa biblioteca como una isla
oscura con palpitaciones luminosas. En uno de los millares de libros
hay un poema que busco ansiosamente. El tren sigue pasando bajo la
lluvia, atravesando mi cuerpo y la noche. A los costados conversan
voces como antorchas de personas que no veo. Nada veo dentro de mí
ni afuera solo estoy parado como un árbol. Alguien jala mis venas
como una cuerda azul para sujetar el instante. Como estar echado en
una ambulancia que viaja toda la noche llevándome. Sucesión de días
donde a veces soy esta persona o un mar fulgurante. Una mujer me
citó en un cementerio con crisantemos y cruces negras. Estoy en el
cuarto de un hotel en una ciudad desconocida esperándola. Viajé por
diversas ciudades alquilando habitaciones para encontrarla. Solo
tengo el recuerdo de su voz en segundo plano sin rostro ni historia.
Llamaba a alguien que estaba en un bar donde cantaba Amy
Winehouse. Detrás de la voz en el teléfono y de la música que sonaba
la escuché a ella. Como detrás de una tormenta una brisa suave un
pañuelo perfumado. Una flor blanca en la garganta del diablo de la
orquesta del Armagedón. Gotas de lluvia o de sangre suero para el
hombre que muere de infinito. Si me detienen y preguntan quién soy
diría solamente estoy enamorado. No encontré el poema entre los
millares de libros en la isla de la noche. Ella era solo una voz
secundaria detrás de una llamada a otra persona. El canto de un
pájaro de luz que mi corazón necesita de vida o muerte. Como si mi
madre al nacer me hubiera dejado este secreto cual amuleto.
Cada noche una guerra sangrienta por encontrarla en otras mujeres.
Ratas y lobos mastican las paredes acercándose a mi cuerpo desnudo.
El ventilador del techo gira a toda velocidad como un sol enloquecido.
Atado al asiento voy en un bus que atraviesa toda la costa peruana.
En el espejo del baño veo un cuadro de Francis Bacon al mirar mi
rostro. Bajé al mercado a tomar algo entre los cadáveres que venden

542
ilusiones. Toda la vida atravesar púas de fuego persiguiendo esa voz
amada. Mi reino de sombras por un poema no por un cuerpo
acribillado. Este infierno dura para rato debo tomar mi desayuno y
seguir nomás. Entonces improvisé estos versos como un jazzista
borracho en un bar vacío.

543
DETRÁS DEL MERCADO EL FERROCARRIL

Una mujer con las axilas oliendo a ron


Sonríe la boca llena de fresas
Así él la besa y bebe su sangre en un cuarto empapelado
De estrellas brillantes y el aire es negro
Y su blusa amarilla como el sol serrano.

Senos enormes, blandos y blancos, masa de harina


De un pastel por hacer como un pájaro él
Picotea sus pezones guindas.

La aprieta y siente que sus huesos están bien formados,


Tibios y duros como piedras soleadas.

Barro y yerbas de un rio atravesado suben


Por sus piernas desbordando sus manos,
No puede contener todo su pasado en un abrazo.

Ella dice su nombre con letras oliendo a cerveza


Que embriaga a su pareja: Antonela.

Soy tuya le dice con mi cuerpo mis deudas mis enfermedades


Y mis tristezas, ya te pasaré la receta de mis medicinas
Para que las compres
Y con esa desesperación hacen el amor.

Gatos largos y hambrientos de Kubin les rodean


Lamiendo su sudor
Sus lenguas pasan por sus pieles desgarrándolos
Entonces el cielo aparece por la ventana,
Un cielo blanco o puede ser la pared de la morgue enfrente.

Con los ojos cerrados se envuelven lentamente


Como dos árboles trenzados en uno,

544
En un éxtasis que los eleva del piso un palmo nomás
Como para no chocar con el techo.
Ella tiene tatuado un niño con cuerpo y todo incrustado
En su espalda y carga su soledad.

Él tiene un monstruo oculto en su silencio


Que emite rugidos de embestidas entre sus piernas.

El cuarto huele a picantería, a ropa interior de mujer,


A flores, a ruda, a jaboncillo de motel
De diez lucas la hora, detrás del Mercado El Ferrocarril
Donde todavía suena el silbato y traqueteo de un tren
en medio del humo de 1876.

Como si ella le diera de comer un pez vivo


La besa y muerde sus labios rojos.

Abre su pecho en dos como un armario


Examinando la poca ropa que tiene
Y algunas prendas íntimas guardadas sin lavar,
Es que me faltó para el detergente cariño, le dice.

Le ha contado toda su vida en pocos minutos


Pero oculta una simple verdad, la verdadera verdad,
que ni ella misma conoce.

La oscuridad del cuarto es un cubo de roca negra,


Que los encierra a los dos.

Cuchillos de luz que entran por la ventana


Silbando, tallan sus formas ensangrentadas por años sin ilusión.

Él acaricia sus costados procurando no activar


Alguna enfermedad que la aqueja
Y cuyos ayes se confunden con espasmos de orgasmos.

545
Huye sobre ella de sus decepciones estirándola
Para irse juntos al abismo, separando por supuesto
Las culpas de cada uno, con pesos diferentes.

Al terminar y vestirse salen aliviados como de una iglesia


Y cada uno se va por calles opuestas,
Sucias, lodosas, entre vendedores ambulantes de pescado
Que muestran las tripas de esta sociedad en sus manos.

Fue bueno, después de todo, piensa él,


Ella va contenta porque ya tiene para sus medicinas
Y para comprarse una nueva ropa interior.

En el cielo la luna sonríe macabra


Y la hermosa bahía del postal turístico es una cloaca
donde mean desde las rocas
Todos los habitantes de la ciudad a la misma vez.

546
DISPARA, NOCHE, YA

Este día está muerto


Antes de las 24 horas.

Acaba de morir, aunque le falta


Camino por recorrer
Pues se ha detenido
A las 10 p. m. en punto.

Tampoco es otro día


Es el mismo día,
El Hoy, que ha muerto
Y yo cargo su cadáver.

El problema es qué haré


Con las horas que quedan
Si este día ha muerto
Antes de tiempo.

Tampoco puedo sumarlo


Al día siguiente pues sus horas
Ya están completas.

No sé qué hacer
Cargando este par de horas
Como dos extremidades
De una mujer asesinada
Que hay que desaparecer.

Le daré de comer al primer


Perro hambriento
Que encuentre, si lo quiere.
O lo enterraré en el desierto.

547
O lo ahogaré en el mar.

Podría restarlo de la vida


Que me queda
Pero eso no es posible,
No es mi atributo.

Puedo camuflarlas entre


Piedras o fierros
Estas horas vivas
Fuera de su día,
Pero volverán a salir
Como gusanos de fuego.

Lo ofrezco a otras gentes


Lo divido en pedacitos
Para que se lo lleven
A Cada uno las sobras
De este día sin cabeza
Pero todos huyen al verme.

Piensan que trataré


De venderles libros
O joyas de oro falsificado.

El bar tiene su reloj exacto,


No lo puedo dejar ahí.

Las mujeres de la noche


Tienen su horario establecido,
Cobran demasiado
Por unas horas demás
Y deben Amamantar a sus críos.

Me dejan solo con el bulto


Destas horas infernales

548
Que se quedaron fuera
De su día aferradas a mí.

Pido Benevolencia, absolución


Con menos horas dolidas
En la cruel eternidad,
Pedazos de abismos profundos
Que me alejen de quienes
Quieren traerme de vuelta
A la realidad.

No me tortures
Dispara, noche, ya.

549
MORIR CAMINANDO

Morir caminando
Cualquier día
Como yendo a comprar el pan
En el barrio
O buscando A un amigo
Por ciudades ocultas
O regresando a casa
Sin saber para qué
No vale caerse
Agarrarse del aire
Solo caminando solo
Sin detenerse
Mientras vas
Desapareciendo
Entre la gente
Cuerpo Viento
Cuerpo Luz
Como si te levantaran
De las axilas
Suavemente
Ángeles que van
Al mismo ritmo
Que tú
Y que te encontraron
De casualidad
Porque simplemente
Ya te perdiste o te perdieron
Elevarse y desaparecer
Caminando como todos los días
Como hojas
Como nubes
Desapareciendo inadvertidamente
En la vorágine humana

550
Como un pájaro que migra
Y nadie espera
Sin protocolo
Desapareciendo nomás
Porque sí

551
DATOS DE AUTOR

Dante Octavio Lecca Lozano nació en Chimbote, Ancash, Perú, el 24 de


abril de 1957. Sus padres fueron Roberto Lecca Carbonel y Bertha
Lozano Vidal, ambos naturales del distrito de Huaylillas, provincia de
Pataz, región La Libertad.
Estudió su educación primaria en la Escuela “Peralta” de Florida Baja,
Chimbote; y la secundaria, hasta el cuarto grado, en el Colegio “Mundo
Mejor”; terminando su quinto año en el Pronoe “San Agustín”.
Su bachillerato y licenciatura de periodismo lo obtuvo de la
Universidad Jaime Bausate y Meza, de Lima.
Es autor de libros de poesía, narrativa y relatos infantiles, algunos de
los cuales han merecido distinciones en Lima, Ilo y Arequipa.
Ha trabajado en diversos medios de comunicación escritos y radiales.
Como gestor cultural ha colaborado en diversas organizaciones no
gubernamentales de desarrollo, en sindicatos y organizaciones
sociales, municipalidades y empresas privadas.
Es editor de libros y publicaciones de diversa índole.
Algunas distinciones que ha recibido son:
– Primer Puesto en el Concurso Nacional de Poesía Popular, TAREA -
Lima (1981).
– Finalista del I Concurso Nacional de Poesía Juvenil, EL DIARIO -
Lima (1983).
– Primer Puesto de los Juegos Florales de la Provincia de Ilo,
Municipalidad Provincial de Ilo (1992).
– Mención Honrosa en el Concurso Nacional de Poesía, Municipalidad
Distrital de Paucarpata - Arequipa (1993).
– Distinción Chavín 1991 - Literatura, por el Instituto Nacional de
Cultura Provincial del Santa - Chimbote.
– Diploma de Reconocimiento por su contribución a la Cultura, de la
Asociación Nacional de Periodistas del Perú - ANP Chimbote. Julio
2004.
– Diploma de Reconocimiento por su contribución a la cultura de parte
del INC Chimbote – 2006.

552
– Fue ganador de la Beca Avina de Investigación Periodística para el
Desarrollo sostenible 2008-2009, Río de Janeiro, Brasil.
– Ha recibido la Medalla de la Ciudad de Chimbote (2016), por la
Municipalidad Provincial del Santa, con ocasión del 110 Aniversario
de Creación Política de Chimbote, por su aporte cultural y literario.
– Ha recibido la Medalla de la Ciudad de Nuevo Chimbote (2017) por
su aporte a la literatura y cultura.
– Ha recibido Diploma de la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural
del Congreso de la República del Perú (2019) por su contribución a la
literatura y la cultura.

553
acceL etnaD
AHCESOC
ED
ONREIVNI
anideM nevohteB ed ogolórP

aíseop ed soña 05
3202-3791

LAER OIRAID

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