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La noche de San Juan;

leyendas, fuego y magia


La noche de San Juan; fuego y
magia en el solticio de verano

En la madrugada del 23 al 24 de Junio, llega la noche más memorable


del año desde los comienzos de nuestra civilización: La noche de
San Juan.

Una velada especialmente mágica, los deseos e incluso el miedo a las


sombras de los antepasados, se unen a la tradición y a la alegría
de una fiesta que simboliza el culto al sol, a través de numerosos
rituales.
Se trata de una fecha de origen pagano, aunque luego se cristianizó en
honor a San Juan el Bautista, fuego-purifica- y agua- bautismo-, una
velada cargada de simbolismos y de magia.

Una fiesta que se extiende por toda Europa y está muy arraigada al culto
al sol, tratando de ayudarle a renovar su energía, lo típico en todas estas
celebraciones es encender hogueras y saltar para purificarse con el
fuego.
En la noche de San juan se unen magia y tradición. Las hogueras se
encienden durante la madrugada y en ante el fuego se pueden hacer
todo tipo de hechizos , pedir deseos y ahuyentar los
malos espíritus.

Se cree que los primeros cultos solsticiales comenzaron hace unos 8.000
años, cuando nuestros antepasados observaban con curiosidad las
estrellas y constelaciones y percibieron que en determinada época del
año, el sol se iba desplazando desde una posición a otra en los Trópicos.

A estos días extremos en la posición del Sol se les llamó solsticios de


Invierno y Verano.
En los antiguos mitos griegos a los solsticios se les llamaba “puertas “;
una era la “puerta de los hombres” , según estas creencias helénicas y
correspondía al solsticios de verano -noche del 21 al 22 de junio- ; la
segunda era “la puerta de los dioses”correspondiente al solsticio de
invierno-del 21 al 22 de Diciembre.

Leyendas en la noche de San


Juan
Noche de rituales, magia y fabulosas leyendas. Los rituales de la noche
de San Juan, en torno al fuego comienzan en la madrugada y no paran a
lo largo de la noche; estos reviven viejas leyendas a la luz de la luna, que
hablan de seres de otros mundos que atraidos por la luz de las
hogueras intentan interferir en los deseos de los mortales.
Una noche en la debemos tener verdadero cuidado en no despertar las
iras de estos seres, pues los conocidos Caballucos del Diablo, por
ejemplo, siempre están al acecho.

Esta leyenda originaria de Cantabria otorga a estos personajes la


facultad de aguar la fiesta a los danzantes y a quienes se reúnen
alrededor del fuego.

Son tres caballos alados que de manera rauda, veloz e imprevisible se


deslizan por los cielos bramando terriblemente y aterrorizando a todo el
que se encuentran.
La Anjana, el hada buena de la Montaña que nos protege de todo mal,
no puede hacer nada frente a ellos. Sólo existe una solución para evitar
que caigan sobre alguien y le otorguen mal para todo el año: un trébol de
cuatro hojas. Esta planta ha de buscarse afanosamente, pues hay pocas,
ya que la noche anterior los caballucos han pacido todas las que han
encontrado, aunque nunca pueden terminar con ellas.

La Font de la Jana
En la Comunidad Valenciana, en el pueblo de Teulada encontramos otra
fabulosa leyenda sanjuanera:

La Font de la Jana, es una pequeña fuente que conserva el abrevadero


original de tiempos pasados y que fue recuperada recientemente. En
este lugar, dice la tradición, que la noche del 23 de junio, aparece una
hada misteriosa “La Joanaina”, que concede deseos a cambio de llegar
hasta Teulada con ella subida a nuestras espaldas, la única condición es
no girar la cabeza para intentar mirarla…
Os deseo una noche maravillosa noche de leyendas, haced que siga viva
la tradición.

En la Edad Media se medía el tiempo en el que debía comenzar o acabar algún trabajo, pago, etc.,
en función de las festividades religiosas, por ejemplo: un pago o cobro debía efectuarse por San
Juan, por Navidad, por Todos los Santos, de esa manera, la iglesia regulaba el paso del año.

Muchas fiestas paganas fueron transformadas en fiestas cristianas. El 25 de diciembre, dedicado en


Roma a la celebración del Sol Invicto, propio del culto a Mitra, que se había introducido a finales del
Imperio, y que uno de sus seguidores era el emperador Constantino, fue transformado en honor del
nacimiento de Cristo.

El 24 de junio, fue convertido en la festividad de San Juan, conservando tradiciones paganas como
las hogueras. Además de San Juan y Navidad, se celebraban las fiestas, que hoy en día se conservan:
de la Circuncisión del Señor, el 1 de enero, la Epifanía del Señor y la festividad de los Santos Reyes,
el 6 de enero.

Los oficios religiosos empezaban, como ahora, en Adviento, donde todos los fieles tenían la
obligación de ayunar los lunes, miércoles y viernes. La primera fiesta que se celebraba era el día 2,
la Candelaria, con bendición de las velas que los feligreses llevaban a sus casas para encenderlas en
los días de tempestad y en el lecho de muerte.

Antes de la Cuaresma se celebraba el Carnaval o Carnestolendas, que era una preparación para el
ayuno y la abstinencia de la Cuaresma. La Cuaresma empezaba, como ahora, con el miércoles de
ceniza y durante los cuarenta días que duraba estaba relegado el comer carne, excepto los
domingos.

El 25 de marzo se celebraba la Anunciación, y la Semana Santa ponía fin a este período con sus
fiestas del Domingo de Ramos, Jueves y Viernes Santo, y Pascua de Resurrección. La festividad del
Corpus Christi se celebró a partir del siglo XIII.

El 15 de agosto estaba consagrado a la Virgen, donde los campesinos se tomaban un descanso hasta
el 19 de septiembre, San Miguel, donde volvían al trabajo. El 1 de noviembre terminaba el año
litúrgico y se preparaban para el Adviento.

A todas estas fiestas se le añadían las de los patronos, de las corporaciones, gremios, villas, ciudades,
aldeas, pueblos, o sea que, entre una fiesta y otra, se trabajaba mucho menos que hoy en día.

ROMANCE DEL CONDE OLINOS

Madrugaba el conde Olinos

mañanita de San Juan,

a dar agua a su caballo

a las orillas del mar.


Mientras el caballo bebe

canta un hermoso cantar;

las aves que iban volando

se paraban a escuchar:

Bebe, mi caballo, bebe,

Dios te me libre del mal:

de los vientos de la tierra

y de las furias del mar.

De altas torres del palacio,

la reina le oyó cantar:

-Mira, hija, cómo canta

la sirena de la mar.

-No es la sirenita, madre,

que ésta tiene otro cantar;

es la voz del conde Olinos

que por mis amores va.

-Si es la voz del conde Olinos,

yo le mandaré matar,
que para casar contigo,

le falta sangre real.

Guardias mandaba la reina

al conde Olinos buscar:

que le maten a lanzadas

y echen su cuerpo a la mar.

La infantina, con gran pena,

no cesaba de llorar;

él murió a la medianoche

y ella a los gallos cantar.

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