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Entonces, podemos identificar dos energías producto de la reacción del explosivo: la energía
de choque y la energía de gas.
Ambas energías ejercen presión sobre el macizo rocoso circundante, la presión de choque y
presión de gas, responsables de agrietar, fragmentar y desplazar al macizo rocoso.
Durante la detonación de un explosivo dentro del macizo rocoso se distinguen dos fases de
acción:
Las ondas de choque se producen a causa de la detonación del explosivo confinado dentro
del taladro. Ésta onda produce un efecto de comprensión que se propaga a través del macizo
rocoso circundante como, y al llegar a una espacio vacío (cara libre), ese esfuerzo se refracta
como esfuerzo de tracción.
Según Bernaola, Castilla y Herrera (2013), “Esta primera onda de choque recorre la roca
circundante a velocidades entre 3.000 y 5.000 m/s” y que “la resistencia a tracción de la roca
es del orden de 10 a 100 veces menor que su resistencia a compresión”, por lo tanto, éste
esfuerzo de comprensión y tracción hacen que el macizo rocoso se fracture alrededor del
taladro.