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FACULTADAD DE CIENCIAS JURIDICAS

EMPRESARIALES Y PEDAGOGICAS

ESCUELA PROFESIONAL
DE CONTABILIDAD

LA OPINION PÚBLICA
Desarrollo histórico sus rasgos fundamentales

ESTUDIANTE : HEYMY FARFAN TACO

CURSO : CIENCIAS POLITICAS

DOCENTE : ABOG. EDDY EMIGALO DUEÑAS

CICLO : II

MOQUEGUA PERU

2017
INDICE
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 3
CAPITULO I .......................................................................................................................................... 4
OPINIÓN PÚBLICA ............................................................................................................................... 4
1.1. CONCEPTO ........................................................................................................................... 4
1.2. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA OPINIÓN PÚBLICA ............................................................ 5
1.3. CARACTERISTICAS GENERALES DE LA OPINION PÚBLICA ................................................... 8
Credibilidad y opinión Pública ......................................................................................................... 9
CAPITULO II ....................................................................................................................................... 11
ELEMENTOS INFLUYENTES DE LA OPINIÓN PÚBLICA EN LA SOCIEDAD ............................................ 11
2.1 FORMACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA .................................................................................... 11
2.1.1. Influencia Social en la Formación de la Opinión: ............................................................ 11
 Sistema Educativo: ............................................................................................................ 11
 Grupos Sociales: ................................................................................................................ 12
 Presiones de Conformidad: ............................................................................................... 12
 Grupos de Referencia: ....................................................................................................... 12
 La familia, los medios de comunicación, la cultura: .......................................................... 12
 La publicidad: .................................................................................................................... 13
 La Propaganda ................................................................................................................... 13
 Los grupos: ........................................................................................................................ 14
 Los Líderes de Opinión: ..................................................................................................... 14
 La Iglesia Católica Y Los Procesos De Formación De La Opinión Pública .......................... 16
 La Opinión Pública en la Iglesia ......................................................................................... 16
 A la Iglesia le interesa más la opinión pública que la opinión publicada .......................... 18
 Influencia De Internet En La Opinión Pública .................................................................... 20
 Los grupos de presión: ...................................................................................................... 21
Algunas Definiciones: ................................................................................................................ 21
Clasificación ............................................................................................................................... 22
Funciones .................................................................................................................................. 23
 La fama .............................................................................................................................. 23
 El Rumor ............................................................................................................................ 24
- Otros Factores: .................................................................................................................. 24
- Doble flujo de comunicación:............................................................................................ 25
CONCLUSIONES ................................................................................................................................. 27
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................................... 28
INTRODUCCIÓN

La opinión pública no se constituye única y exclusivamente de la labor de los medios


de comunicación dentro de la Sociedad. Pues éstos se han convertido en un
instrumento esencial para entender la realidad y orientarnos en ella, al suministrarnos
información sobre lo que nos rodea de modo que la imagen que nos hacemos del
mundo depende de lo que vemos por nuestros propios ojos y a través de las
imágenes, sobre todo visuales.

Pero esto no quiere decir que no sean estos sean los que más la influyen. En esta
monografía ahondaremos un poco sobre aquellos otros factores o elementos que
intervienen en la formación de la Opinión Pública, aspectos como la familia, la cultura,
la publicidad, los grupos sociales, los líderes, etc. Dando reconocimiento a estos
factores, descartando la idea o presunción de que los medios son los únicos
formadores de opinión pública.
CAPITULO I

OPINIÓN PÚBLICA

1.1. CONCEPTO

El término Opinión Pública encierra diversos significados. Compuesta por dos voces:
el sustantivo opinión y el adjetivo pública.

Etimológicamente, opinión proviene del latín opinio, - onis, que significa concepto.

Según la Real Academia De la Lengua Española, la primera acepción de opinión es:


“concepto o parecer que se forma de una cosa cuestionable; fama o concepto en que
se tiene a una persona o cosa”.

Pública procede también del latín publicus, que significa “notoria, patente, manifiesta o
sabida por todos”.

La Real Academia admite la siguiente significación de opinión pública: “Sentir o


estimación en que coincide la generalidad de las personas acerca de asuntos acerca
de asuntos determinados”.

Como consecuencia de la incidencia que los cambios tecnológicos poseen en los


medios de comunicación de masas. Podemos notar que esta diversidad ofrece a los
individuos la oportunidad de participar en varios procesos de comunicación,
simultánea o alternativamente, provocando la formación de distintos públicos.

Finalmente, la creciente alfabetización y generalización de los niveles básicos de la


enseñanza, propicia una masificación cultural de las sociedades sobre la que inciden
los mencionados procesos de comunicación, potenciando la capacidad de
movilización, de influencia o de presión, política y económica, del(os) público(s).

Tras estas consideraciones, resulta sencillo precisar el concepto de opinión pública


como el conjunto de opiniones sustentadas por los diversos públicos de una sociedad.
Si el conjunto de tales opiniones corresponde a distintos públicos denominándose
opinión pública.

Como puede fácilmente deducirse de los conceptos enunciados, el público constituye


la agrupación social, más o menos organizada, pero consciente de su existencia y, por
tanto, susceptible de actuar y generar relaciones con otras colectividades. En otras
palabras el público es el actor social, mientras que la opinión pública es aquella
parcela del substrato cultural que permite.

vertebrar el público a través de la comunicación social. Esta distinción es tanto más


pertinente, cuanto que en el lenguaje común suele emplearse sólo el término opinión
pública, para referirse indistintamente a ambas realidades. De esta forma, nos resulta
mucho más claro el papel que los medios de comunicación de masas desempeñan en
las sociedades contemporáneas. En efecto, como agentes decisivos de la
comunicación social, transmiten y difunden la información y la propaganda en y entre
las sociedades,
conformando así públicos cuyas conductas, condicionadas por las opiniones que
sustentan, inciden sobre las estructuras y relaciones, nacionales o internacionales,
además de influir sobre las propias bases culturales.

1.2. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA OPINIÓN PÚBLICA

El concepto de la Opinión Pública ha contribuido a la formación de espacios abiertos


para intercambiar ideas, mensajes, símbolos y mercancías. En la actualidad, la opinión
se ha introducido en el terreno del mercado: Las agencias de publicidad, las figuras
públicas y sobre todo, los medios de comunicación se rigen por las leyes de la oferta y
la demanda, vendiendo opiniones a los públicos.

Pero la opinión pública no siempre fue entendida de este modo, han existido a lo largo
de la historia diferentes teorías para explicar este fenómeno. A partir de la Edad
Moderna la opinión pública cobra gran relevancia debido al desarrollo de la imprenta,
al papel de la prensa como foro que propicia la expansión de las ideas democráticas.

Las primeras grandes teorías sobre el concepto y la función de la opinión pública


surgen durante el Liberalismo. Posteriormente, ya durante el S. XX surgen las teorías
basadas en la investigación científica, que hacen un estudio sistemático de la opinión.
Sin embargo, el concepto de la opinión pública como lo entendemos hoy en día surge
solamente al lograrse los puntos de convergencia entre las distintas ciencias sociales
que se relacionan con este fenómeno, como son la Sociología, la Política y la
Comunicación.

Para comprender a la opinión pública y el papel que juega en la sociedad actual, se


hace necesario un repaso al desarrollo histórico de este fenómeno social. Desde la
filosofía griega hasta el Liberalismo, en el S.XIX, se ha recorrido un largo proceso en lo
que concierne a la conceptualización y ejercicio social de la opinión pública.

El fenómeno social de la opinión pública, tiene tanta antigüedad como la propia vida
social. Existen referencias sobre la Opinión Pública en los documentos de los asirios,
en Babilonia, en Egipto e Israel. Podemos ver entonces que desde los orígenes de la
humanidad han existido comportamientos sociales que actualmente se describen
como Opinión Pública.

Esto se debe a que el Ser Humano es un animal social y por lo tanto se desenvuelve
en grupos, y en estos grupos se dan relaciones de varios tipos: horizontales, las
cuales se dan entre grupos del mismo rango; relaciones verticales, que son las de un
grupo con una autoridad que se impone; relaciones de comunicación política entre
gobernantes y gobernados; y por último, siempre ha habido, por mínima que sea, la
posibilidad de participación del pueblo en asuntos públicos, lo cual significa la
capacidad de opinar sobre asuntos de interés común; es decir, opinión pública.

En Grecia, sin embargo, se asentaron las primeras bases para la definición de la


opinión pública. El sofista Protágoras, acuñó la frase: “dogma poleon” que quiere decir
“la creencia de las ciudades”, “creencia pública” o “el parecer de la colectividad”.
Platón, por su parte distinguía dos vías para acceder a la verdad: la opinión (doxa) y la
ciencia (episteme). Para este filósofo “la doxa representa un conocimiento parcial e
inseguro de la realidad, un semisaber basado en impresiones y ambigüedades, el
saber propio del vulgo” (Monzón, 1996). En cambio, Aristóteles entiende a la doxa
como un conocimiento aproximado o probable que sirve al hombre a aproximarse a la
verdad.

El Ágora, en la Grecia Antigua servía para el ejercicio de la opinión pública, ya que en


dicho lugar se discutían asuntos públicos, a semejanza del Foro romano, que era un
lugar abierto para celebrar asambleas y tratar negocios públicos.

En Roma, Cicerón habla de la fuerza que ejerce sobre cada uno de nosotros la
publicam opiniones. Aquí la opinión pública se entiende ya en el sentido publicitario, en
contraposición del sentido filosófico que el atribuían los griegos. A partir de los
romanos la opinión pública es sinónimo de apariencia, notoriedad e imagen.

La Edad Media no reúne las condiciones político-sociales para elaborar una teoría
sobre la Opinión Pública, pero sí pueden hallarse fenómenos en los cuales se practica
la opinión pública sobre todo entre las elites religiosas, intelectuales y políticas: Las
disputas religiosas entre órdenes de Franciscanos y Dominicos, la lucha entre los
papas y el Sacro Imperio Romano implicaban esfuerzos para persuadir, lograr
seguidores conformar la opinión de sus seguidores a su favor. También los
llamamientos de Papas y Emperadores pidiendo al pueblo unirse a las Cruzadas
contribuyen a la formación de una opinión pública.

Así mismo, los juglares también representaron un papel importante durante la Edad
Media como instrumentos de la opinión pública, escasos en aquella época de
oscurantismo y elitismo en el conocimiento. Dominaba en esta época la concepción
vertical (teocrática o descendente) en la que el pueblo era sinónimo de una masa de
súbditos sin posibilidad de opinar.

Sin embargo, ya Tomás de Aquino reconocía ciertos poderes en el pueblo cuando el


gobierno es elegido democráticamente. Según Monzón (1996), en la Edad Media “no
existe lugar para la opinión pública, aunque sí podría haber un hueco para la vox
populi, entendida como mentalidad o conjunto de sentimientos de una comunidad.”

Mientras que durante la Edad Media la concepción de lo público y lo privado se


encontraba oscurecida, en el tránsito de ésta época al Barroco, se registra un cambio
en la representación. Las actividades se resguardan de las plazas a los salones de
palacio. Sólo entonces comienzan a escindirse las esferas pública y privada en un
sentido específicamente moderno.

Con el Renacimiento se da una ruptura de la estructura descendente de la Edad


Media. El hombre se vuelve el centro del universo, la razón es su más importante
herramienta. Los humanistas surgen caracterizados por el espíritu crítico y respeto por
las distintas opiniones.

Durante esta época se recupera una distinción bastante nítida entre lo público y lo
privado. En la Inglaterra del siglo XV se usa el adjetivo público que se identifica con el
bien común de la sociedad, mientras lo privado equivale en ocasiones a lo privilegiado
o a lo que está situado e un alto nivel de gobierno. La categoría de lo público se
reserva, no ya para la corte, sino para lo estatal y su funcionamiento.

La aportación de Nicolás Maquiavelo a la teoría de la opinión pública es importante. En


su libro “El Príncipe” (escrita en 1513, publicado en 1532) reconoce el poder de la
opinión pública con el objeto de construir una teoría de manejo de esta opinión que él
sabe maleable, sensible a la fuerza y fácil de engañar. En su obra, afirma que el
príncipe necesita siempre el aprecio, la estima o el favor popular, además del apoyo
de los grandes del reino; para obtener eso necesita tener una buena imagen. Entonces
Maquiavelo recoge el concepto romano de la opinión, entendida como la (buena o
mala) imagen que los demás tienen de uno. No se plantea la verdad de la opinión
como hacían los filósofos griegos. No importa que el príncipe sea bueno o malo, pero
sí importa que aparezca con la mejor imagen posible.

En ésta época surge una nueva clase social, conocida como burguesía. La burguesía
pone en funcionamiento un nuevo sistema de producción que con el tiempo creará un
nuevo orden social. La clase burguesa desarrolla actividades intelectuales y por tanto
produce un ambiente propicio para el surgimiento de la opinión pública. Con esta
nueva arma, y además con un fuerte poder económico, la burguesía se enfrenta a las
monarquías decidida a obtener un poder político, el cual por fin obtienen con el
consolidamiento del liberalismo.

Un factor importantísimo que contribuye al desarrollo del concepto y al ejercicio de la


opinión pública son la reforma protestante a cargo de Lucero y Calvino en el S.XVI,
debido a que contribuye al cambio de la mentalidad medieval en mentalidad moderna,
así también influye la recuperación de la tradición clásica durante el Neoclasicismo y el
surgimiento del Estado-Nación.

La imprenta, inventada en 1456 se convierte en el mejor soporte para de la


comunicación y la publicidad y en el transcurso de dos siglos ayudará a crear las
bases necesarias para el surgimiento de la opinión pública. Durante la Revolución
Inglesa (S.XVII) surgen las “hojas de noticias” y posteriormente las “hojas de polémica”
en forma de panfletos que impulsan la opinión pública.

Posteriormente esta corriente crítica del pueblo hacia el gobierno será recogida por los
periódicos y periodistas a finales del S.XVII y principios del XVIII. La abolición de la
censura en Inglaterra en 1695, permite que las decisiones tomadas en el Parlamento
adquieran carácter público. Esto representa un antecedente de gran importancia para
el desarrollo de la opinión pública mundial.

Otro de los foros en los que se desarrollaba la opinión pública durante la época de la
Revolución Inglesa, eran los cafés de Inglaterra, que a mediados del S.XVII se
convierten en centros populares comunicar noticias y para hacer debates políticos. Por
su parte, los salones franceses alcanzaron su máximo esplendor en el siglo XVIII. En
ellos se reunían hombres y mujeres que eran considerados todos como iguales y
discutían temas públicos. De esa manera, la opinión pública de París se dictaba desde
los salones y no desde la corte.
En 1789 estalla la Revolución Francesa. La opinión de los grupos burgueses se hace
oír a través de las trabas del poder. Como resultado de estas revoluciones, entre 1789
y 1793 tanto las Constituciones como las Declaraciones de Derechos, reconocen,
entre otras muchas libertades, el derecho a manifestar ideas y opiniones de palabra o
por escrito o en imprenta. Estas llamadas libertades individuales contribuyen
decisivamente al desarrollo de la opinión pública.

Estos cambios en el panorama político de los países europeos conducen al


surgimiento del Liberalismo y es durante esta etapa que se hace una primera
formulación teórica de la opinión pública.

Desde los griegos existían dos formas de entender el término “opinión”: La doxa
entendida como semisaber, conocimiento incierto, y la opinio entendida como imagen
y reputación ante los demás. Los liberales defienden (en contra del pensamiento
griego) que la vía de la opinión (dialogo, constaste de opiniones, debate) es un camino
adecuado para llegar a la verdad de las cosas. Por otro lado, la concepción de opinión
pública como imagen encontrará su mayor desarrollo en el mundo periodístico y en
ciertas concepciones elitistas de la sociedad.

Según Habermas, la perspectiva que desarrolla el primer sentido se encuentra en


autores como Hobbes, Bayle, Rousseau, Burke y Kant. Aunque algunos no utilicen
como tal la expresión "opinión pública”, todos irán desarrollando poco a poco el
concepto y describiendo sus funciones en la sociedad.

El liberalismo aparece como la filosofía de la clase burguesa y se define por su


confianza y en el hombre, y su optimismo acerca de su naturaleza racional y libre, que
lo conducirán al progreso y a la consecución de la felicidad universal. El liberalismo
constituye una visión individualista y utilitarista de la vida, que fue resumida en la
famosa frase acuñada por Auguste Comte: “Orden y progreso”.

Por ello, el liberalismo explicaba la opinión pública desde el raciocinio público que se
ejercita a través de la circulación de ideas y el debate con otros hombres racionales
interesados en los asuntos públicos. La Opinión Pública, entonces, emergerá como
punto de unión entre la esfera de lo privado, es decir, las opiniones de los ciudadanos;
y la esfera de lo público, entendida como el bien común o el interés general.

A finales del S. XVIII se llega finalmente al nombre y al concepto de la opinión pública


como es entendido a la manera moderna, aunque la definición de la opinión pública tal
y como la entendemos en la actualidad se da hasta bien entrado el S.XIX.

1.3. CARACTERISTICAS GENERALES DE LA OPINION PÚBLICA

La opinión pública presenta como principales características generales las siguientes:

1. Heterogeneidad.

2. Intensidad variable.

3. Naturaleza agregada.
Heterogeneidad.
Entendemos que, ante una misma información que distintos públicos van a asumir, lo
harán de distinta forma, es decir, existe variedad de opiniones.

La heterogeneidad de la opinión pública cabe interpretarla en dos sentidos diferentes.


De una parte es la consecuencia directa de la articulación de una diversidad de
públicos ante una misma secuencia de informaciones. Pero también hace referencia a
la existencia de líderes de opinión dentro de un mismo público es decir, la existencia
de individuos o grupos capaces de condicionarlas opiniones del resto de los miembros
del público. En este caso la heterogeneidad evidencia el distinto peso que poseen las
opiniones según procedan de uno u otro sector del público.

La opinión pública varía en intensidad en función inversamente proporcional al tiempo.


Esto significa que la intensidad de la opinión tiende a atenuarse con el transcurso del
tiempo pudiendo llegar a desaparecer o modificarse sustancialmente si no existe una
repetición de las informaciones que la originaron.

Existe también otro factor de variación en la intensidad de la opinión pública según


recaiga sobre los valores básicos de una sociedad, los intereses o demandas de
sectores sociales más o menos amplios o, simplemente sobre ciertos
comportamientos particulares. En el primero de estos tres supuestos la opinión pública
muestra una intensidad constante durante amplios períodos de tiempo que alcanzan a
varias generaciones y configuran lo que DUROSELLE denominó, hace ya más de tres
décadas, como «la personalidad nacional» de un pueblo.

La opinión pública que recae sobre demandas sociales presenta una intensidad
mucho menos duradera, pudiendo prolongarse por períodos de varios años pero
mostrando una fuerte tendencia a modificarse con el cambio generacional.

Intensidad variable.
La opinión pública se forma directamente después de recibir una información o darse
una situación. A medida que con el tiempo esta transcurra o se modifique la opinión
pública se irá gestando en una u otra dirección o incluso desaparecerá.

Naturaleza agregada y no decisional.


De acuerdo con el análisis de Rousseau, la opinión pública está condicionada por
posteriores sucesos políticos, por mayorías u otras influencias que impiden la libre
opinión.

Por último la opinión pública demuestra una intensidad ocasional o coyuntural cuando
se articula con referencia a ciertas decisiones o comportamientos específicos, ya sean
individuales o colectivos, siendo frecuente que experimente alteraciones en breves
lapsos temporales.

Credibilidad y opinión Pública

La credibilidad es la confianza en la fuente. Las personas confían en alguien cuando la


consideran competente para algo o una situación específica, es decir, responde
adecuadamente a las necesidades con una conducta adecuada. Para Jorge Peña
(2000) la credibilidad de la fuente será el resultado de dos factores: la competencia
más la sinceridad de la fuente. (CREDIBILIDAD = competencia + sinceridad)

Donde competencia es igual a la confianza en la experiencia de la fuente; es decir si


está calificada o no o, si sabe lo que es correcto o no. La competencia dependerá
directamente de los siguientes factores:

 Educación, ocupación y experiencia de la fuente

 Fluidez en la transmisión del mensaje: cuando la comunicación verbal de la


fuente no es fluida, el receptor percibirá menos competencia

 Citar a otras fuentes que tienen un alto grado de autoridad y prestigio aumenta
la competencia percibida

 Superación de las expectativas que tiene el emisor sobre el receptor.


Desembocará en una mayor competencia.

Y donde sinceridad equivale a la percepción de diferentes características como la


ausencia de lucro, falta de intención evidentemente persuasora, atractivo que ejerce
sobre el receptor y que todas sus declaraciones parezcan, en general, honestas.

Bennet (1980) sostiene que el público tiende a la confianza en los líderes, es decir,
que se confiará en ellos hasta que se pruebe lo contrario, hasta que las personas
duden de sus capacidades o su veracidad. Lo que se convierte en un fuerte incentivo
para pensar que los líderes son creíbles. Considera que ya que las personas se
sienten solas en un mundo avanzado, en el que no pueden influir ni comprender, todas
sus esperanzas serán depositadas en sus líderes. A los que considerarán como
benefactores. Esta especie de inseguridad pública reforzará la credibilidad; que
resultará en una confianza y creencia masiva hasta que se demuestre lo contrario.
Para el desvalido, la opinión se convertirá en pequeñas afirmaciones de fe que el
poderoso entenderá y así buscará soluciones a sus problemas.

Mientras que para Keith Sheldom (1996) la credibilidad se logra conforme a 4 factores
básicos:

.La atención y la empatía percibida

.Percepción de la competencia y habilidades de la fuente

.Percepción de la honestidad

.Percepción de la dedicación y compromiso

De esta manera puede concluirse que la credibilidad en la fuente será el equivalente


de la confianza en sí misma, es decir, el individuo creerá en el emisor si confía en esa
fuente. Distintos factores influirán en la confianza de la fuente, desde que el grado de
información que posee un individuo respecto a un tema, hasta la percepción de la
atención, competencia, honestidad, dedicación y compromiso.
CAPITULO II

ELEMENTOS INFLUYENTES DE LA OPINIÓN PÚBLICA EN LA SOCIEDAD

2.1 FORMACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA

Puede pensarse en considerar dos aspectos fundamentales en la formación de la


opinión pública: el primero; se refiere a la fuerza que la sociedad tiene sobre el
individuo como ser social, que pertenece a una comunidad mayor que él mismo y que
a la vez moldea como un ser que es el reflejo de la propia sociedad. En esta primera
vía intervienen los grupos sociales más importantes en la formación de un individuo: la
familia, la escuela, los grupos sociales y los prejuicios, que se entienden como normas
preestablecidas. El segundo, la influencia que sobre su opinión ejercen los medios
masivos de comunicación, principalmente y de acuerdo con la teoría de agenda
setting, que sostiene que los medios masivos de comunicación, ordenan y organizan el
mundo mentalmente para cada individuo, les dice sobre qué pensar.

2.1.1. Influencia Social en la Formación de la Opinión:

La forma más temprana y fundamental en que las personas forman sus actitudes es a
través del trato personal con el objeto de la actitud, sin embargo, se considera que la
influencia de la familia durante la infancia, el sistema educativo y los grupos de
presión, además de los medios masivos de comunicación, juegan un papel
trascendental en la formación de opiniones a un nivel social.

La influencia de los padres sobre las actitudes y conductas de los niños se presenta de
tal manera que algunos autores la han catalogado como una institución. En un
principio, los padres poseen un control casi total sobre la información con la que el
niño entra en contacto, además de gratificar o castigar la forma en que el niño actúa.
Lo que significa que los progenitores tendrán un gran poder para formar la actitud del
niño, especialmente si el pequeño no posee actitudes que en determinado contexto
sean contrarias a la de los padres.

Sin embargo gran cantidad de actitudes serán formadas de acuerdo con su propia
experiencia con el mundo, aunque esta experiencia se derive de la enseñanza de sus
padres. (Oskamp:1991).

Otra manera en que las actitudes se forman, a un nivel social, son los grupos de
presión. En estos se incluye al sistema educativo, los grupos sociales, las presiones
de conformidad, y los grupos de referencia.

 Sistema Educativo:

La enseñanza en las escuelas y el adoctrinamiento que siguen, juegan un papel muy


relevante en la formación de actitudes; únicamente después de la influencia de los
padres. Este proceso se hace más evidente en las actitudes políticas. Por ejemplo, si a
un niño, se le repiten constantemente aspectos positivos acerca del presidente u otros
líderes, resulta una idealización, de esta manera las escuelas pueden ser
fundamentales en las actitudes a favor del gobierno.
 Grupos Sociales:

En un orden cronológico, primero la familia, después la escuela, los grupos sociales


serían el siguiente elemento trascendental en la formación de actitudes. Conforme el
niño avanza en la escuela, los grupos sociales van teniendo más importancia y se les
dedica más tiempo. Normalmente los grupos sociales concuerdan con los valores
preexistentes; sin embargo, pueden introducir y reforzar nuevos puntos de vista y
actitudes, patrones de conducta que más tarde incluirán estilos de cabello, planes de
carrera, usos de droga y conducta sexual.

 Presiones de Conformidad:

No sólo los grupos sociales, otro tipo de presiones de conformidad pueden influir en la
formación de actitud. Petigrew, consideró que muchos prejuicios raciales de los
individuos son el simple reflejo de lo que se asume existe en la cultura, así como de
las normas.

 Grupos de Referencia:

Tienen muy poca influencia en las actitudes y a menudo no es intencional. Los grupos
de referencia se tratan de conjuntos de valores morales y creencias que las personas
poseen y que comparan con otros. En este casi estrellas de cine o artistas tienen esta
función. Los grupos influyen en las actitudes de las personas, aunque no parezca
evidente. Un claro ejemplo de lo anterior es encontrado en las prácticas sociales y
religiosas. (Oskamp: 1991).

 La familia, los medios de comunicación, la cultura:

“Las instituciones de mayor influencia en el individuo son la familia, la escuela y los


medios de comunicación”. En la sociedades urbanas, sometidas en gran parte a estos
factores, así como una gran movilidad, la importancia de la familia ha disminuido; sin
embargo, su influencia en la formación de la opinión continua siendo determinante”.

La familia es la base de la formación personal. Es la que tiene influencia directa en las


opiniones que pueda llegar a desarrollar el individuo.

En cuanto a los medios de comunicación; la percepción de las personas puede ser


influida por los MCM con particular facilidad. Por ejemplo en el caso de los electores
que se forman opinión sobre los candidatos basándose en factores de imagen y no en
sus propios puntos de vista. Llegando a la conclusión de que a veces las imágenes
determinan de una forma más poderosa la decisión electoral que la competencia sobre
los acontecimientos que se les adjudicaba al candidato. Los medios constituyen, junto
con la observación directa del entorno, una fuente para poder percibir cuáles son las
opiniones que prevalecen en el momento.

“Otro factor de influencia que es necesario destacar es la Cultura. Esta según la


definen los antropólogos, es un sistema de hábitos que los adultos comparten en
varios grados, que les ayuda para hacer ajustes con el medio que les rodea y que los
niños adquieren de sus padres y de otros contactos con la sociedad”, hábitos todos
ellos influyen en la opinión pública. Con referencia a esto último, se dice “la
construcción social de la realidad”, hablan de dos tipos de socialización, una primaria
la que el individuo atraviesa en su niñez, donde llegan hacer lo que sus padres quieren
que sean; y secundaria, proceso posterior que induce al individuo ya socializado a
nuevos sectores del mundo objeto de su sociedad, a través de lo que ellos llaman
“roles”, estando éstos directa o indirectamente arraigados en la división de trabajo.
Este segundo tipo de socialización, puede surgir sin que le anteceda la primera, solo
con la identificación mutua que interviene en cualquier comunicación humana.

 La publicidad:

“La publicidad a formado el estereotipo del hombre con fortuna, de lo femenino, de lo


bello, el buen gusto. Representa la institución persuasiva más grande de la sociedad
moderna. Sus vínculos con la propaganda son tan amplios, que en la mayoría de las
acusaciones son los publicitas los que elaboran las campañas propagandistas.
Debemos de reconocer que, efectivamente, publicidad y propaganda tienen
semejanzas: ambos son métodos para persuadir con característica de información que
utilizan los medios de comunicación similares. “los publicistas argumentan a su
prerrogativa de elaborar propaganda que el lector vota no como resultado de una
reflexión, sino en forma subconsciente, y que se encuentra, al llegar a votar por
algunos de varios aspirantes, en la misma opción que el comprador ante varias
marcas de pastas dentífricas; por lo tanto, su elección dependerá más que de un
razonamiento, de la envoltura que te llame la atención. En este orden de ideas, el
trabajo debe ser presentado como objeto de consumo a millones de lectores.”

Todos los medios, están llenos de mensajes que buscan obligarnos a asumir
actitudes: se usan los carteles, letreros luminosos, hojas que reparten niños en las
esquinas, calcomanías para pegar en las ventanas de los automóviles, en las
cubiertas de las maletas, signos en los trajes e implementos deportivos, en fin,
dondequiera está acechando un mensaje publicitario.

 La Propaganda

Con la propaganda se busca ejercer influencia sobre los sentimientos humanos. Con
la educación, se pretende llegar a la razón. Los mensajes de la cultura son científicos
tienen categoría de verdad universal; los de la propaganda contienen argumentos
sofisticados. La educación requiere elementos ordenados y sistematizados; la
propaganda se sirve de lo casual y momentáneo. La educación es lógica, la
propaganda psicológica.

La propaganda sistematizada sobre base científica, es un signo característica de la


sociedad de consumo, auxiliar poderoso de la expansión capitalista, medio para
“vencer” a la competencia. Esta propaganda para consumidores es lo que los técnicos
en ventas han disfrazado con el nombre de advertising, publicity. Es también signo de
acción de masas, para encauzarlas por los derroteros políticos y económicos útiles a
los sistemas de gobierno, a los partidos u organizaciones políticas. Hitler utilizó esta
forma de manipulación, para enardecer a los alemanes contra los judíos, para justificar
o explicar sus propósitos expansionistas; se usa hoy para desprestigiar ante las masas
a los enemigos políticos o a los rivales comerciales.
 Los grupos:

En lo tocante a este aspecto “la opinión pública se forma cada vez más de la
interacción del individuo con su grupo”

“Laney Sears afirman categóricamente que una persona no tiene opinión, solo por tres
razones relacionadas con los grupos sociales:

1. no tiene grupo de referencia

2. no tiene posibilidades de acercarse al grupo que desea

3. ignora la posición que su grupo a adoptado.”

Para Teum Vam Dijks y su trabajo “ideologia”, “un grupo de personas constituyen un
grupo sí y solo sí, con colectividad, comparten representaciones sociales.

“Cada grupo social o formación que ejerce una forma de poder o dominación sobre
otros grupos podría asociarme con una ideología que funcionaría específicamente
como un medio para legitimar o disimular tal poder”.

 Los Líderes de Opinión:

Para poder abordar la relación entre líder y opinión, “lo primero que debe cuestionarse
el investigador o el propagandista es si se trata de un líder natural o si es el resultado
de intrigas palaciegas. El primero surge cuando los medios de la comunidad le
entregan voluntariamente y espontáneamente su apoyo y admiración. El otro es el que
tiene una superioridad basada únicamente en un nombramiento oficial. El líder más
influyente será el que reúne las dos condiciones: si se dan separados será de mayor
fuerza el líder que “brota” que el líder jerárquico.

“Los lideres son quienes en la mayoría de las ocasiones descubren y destacan un


hecho, y son también los que, aprovechando la proyección de las masas, marcan los
caminos de la opinión”.

Por otra parte: el líder se obliga no sólo a dar cumplimiento a las exigencias de tipo
económico, político y social, sino a las demandas sentimentales y efectivas. El líder
que se concentra en el primer aspecto es un líder instrumental; su deseo de actuar en
el terreno de la eficacia, más que preocuparse por la vinculación espiritual con el
grupo.

El segundo es un líder efectivo, al cual especialmente los latinoamericanos otorgan un


apoyo superior, basados en los vínculos emocionales que este forja con su comunidad
más que como resultado de una reflexión profunda.

El líder que cumple con esta doble exigencia, es decir, con la instrumental – porque
satisface las peticiones económicas no solo de un grupo, sino de toda la sociedad y
que además basa su autoridad en la simpatía más que en la fuerza o en la jerarquía,
es el autentico caudillo. Su opinión será la opinión de todos. Para conocer el alcance
de la influencia del líder sobre la opinión debe analizarse lo siguiente:
- si es un líder natural o jerárquico, o reúne ambas cualidades.

- el grado de satisfacción lograda en la opinión de la efectividad

- si es líder nacional; grado de semejanzas con los líderes locales

- conforme a nuestro sistema político, es necesario también resaltar que buscara


diferencias con los líderes nacionales que lo antecedieron, analizando la
eficiencia obtenida durante su gestión.

Para otros autores, “los líderes de opinión, no son exactamente lo que se podría
pensar, como destacadas figuras de la comunidad, sino tan solo personas con
probabilidades de que se les pida su opinión y que se muestran bien dispuesta a
darlas”.

Bajo este entendido, los medios formales llegan principalmente a los líderes de
opinión, los cuales los trasmiten a su vez, al resto de la población por vía oral.

La influencia del líder está en relación con el tipo de conducción que ejerza aquél
sobre sus seguidores; puede variar desde la decisión política expresada en las urnas,
hasta la adopción de una nueva marca de cigarrillos, pasando por la imitación de
actitudes, expresiones, moda, etcétera, como ocurre con los admiradores de cantantes
populares; la influencia de los Beatles por ejemplo.

Al analizar el liderazgo en relación con la opinión pública, es preciso considerar a la


élite superior y a la de estructura de clases. Una importante función del estudio de la
opinión pública es determinar cuáles son las élites, o los elementos que influyen en la
opinión pública; es decir, quienes desempeñan un papel principal en la adopción de
decisiones. Con frecuencia, el muestreo estratificado no corresponde a las realidades
de la estratificación. Se necesita saber cuáles individuos son los más atentos, los más
interesados, y los más informados. En otras palabras, ¿quiénes son la élite?.

Del mismo modo, se quiere saber quiénes son los que no están informados, los que no
tienen influencia, los que no prestan atención, y los que no están comprometidos.
Pues muchos temas públicos no atraen la atención de masas. Muchas encuestas han
demostrado que grandes sectores del público no tienen conocimientos o son
indiferentes respecto de problemas particulares. Diciéndolo de otro modo, es posible
que aquellos temas a los cuales los políticos conceden carácter público; o lo hacen así
quienes realizan encuestas –o aquellos grupos de intereses especiales que podrían
considerar importantes – no atraigan en absoluto la atención de las masas”.

La importancia de los líderes en la formación de la opinión es tal, que muchas


decisiones derivan de esa influencia. Estudios realizados en los EEUU, señalaron que
la influencia de los líderes es mayor que aquélla de los medios, sobre las opiniones
individuales.
 La Iglesia Católica Y Los Procesos De Formación De La Opinión Pública

Pienso que la Iglesia debe tener en cuenta, más que cualquier otra institución, sea la
opinión pública que la opinión publicada, con una actitud de respeto pero también sin
medio hacia ninguna de ellas.

Un ejemplo muy ilustrativo de comportamiento adecuado hacia los medios se puede


observar en la reacción de la Madre Teresa de Calcuta cuando intervino en Nueva
York en el programa Morning Show, uno de los programas matutinos de la televisión
que hacen compañía durante el desayuno a los norteamericanos del Atlántico al
Pacífico. La pequeña y delgada monja, que había sido entrevistada anteriormente
varias veces por la BBC, no estaba acostumbrada a las interrupciones publicitarias de
los programas estadounidenses. Miraba sin embargo sorprendida, con su
característica mirada penetrante, las imágenes martille antes de una extraordinaria
variedad de comida para adelgazar ofrecida en los anuncios publicitarios. Pensaría
con toda seguridad en su incesante preocupación por alimentar a las muchedumbres
de desheredados, toda piel y huesos, de quienes se ocupaba en todas las ciudades en
las que trabajaba. Y comentó con un tono de voz audible por todos: "Veo que los
estudios de televisión tienen necesidad de Jesús". Un silencio profundo pesó por un
momento sobre el torbellino de los estudios. De repente la realidad había hecho
irrupción en aquella instalación industrial de fantasía.

 La Opinión Pública en la Iglesia

Uno de los cimientos de la doctrina católica en comunicación social se halla en Santo


Tomas de Aquino, bajo la denominación de Comunicación cristiana de bienes, cuyo
punto de partida es la relación de amistad entre el hombre y Dios: “Habiendo, por lo
tanto, cierta comunicación del hombre con Dios, en cuanto nos comunica su
bienaventuranza, sobre tal comunicación es menester cimentar alguna amistad”. “La
Comunicación de bienes entre los hombres arranca de esta comunicación divina y
vuelve a ella como su fuente y es recompensada por Dios”.

El Papa Juan Pablo II, en su mensaje con motivo de la XXI Jornada Mundial de las
Comunicaciones, expresaba: “La Paz del mundo depende de un mayor conocimiento
de los hombres y de las comunidades; la información calificada de la opinión pública
tiene una influencia directa sobre la promoción de la justicia y de la paz”.

El Documento “Comunicación Social y Formación Cristiana de la Opinión Pública”, de


la Comisión Pontificia de la Comunicación Social (1986), reconoce que es difícil dar
una definición de opinión pública que sea satisfactoria. Sin embargo, adopta la
formulación del Papa Pío XII, presentada al III Congreso de la Prensa Católica, el 18
de Febrero de 1950, en los siguientes términos: “La opinión pública es el eco natural,
la resonancia común, más o menos espontánea, de los sucesos y de la situación
actual en los espíritus y en los juicios de los hombres”. Éste es el concepto que la
Iglesia, en casi todos sus documentos, que sigue utilizando al tratar el fenómeno de la
opinión pública.

En época del Papa Pío XII, la televisión comienza a penetrar en los hogares. El
pontífice presta atención a los nuevos medios electrónicos (radio y TV) calificándolos
como “instrumentos del bien y del mal”. Recomienda su uso para defender los
derechos de la persona y la familia; que no sólo entretengan y transmitan valores
humanos, y protejan la cultura cristiana.

La doctrina de la Iglesia sobre los Medios de Comunicación Social tiene ya una larga y
rica tradición, desde que aparece en el escenario histórico la prensa de Gutenberg. El
Papa San Pío V (Antonio Ghislieri) dictó normas contra las noticias y escritos heréticos
y calumniosos en 1567, sentando así las bases de una política de control de medios y
mensajes. El Papa Gregorio XV fundó, más adelante, la Congregatio de Propaganda
Fide (1622). A las pautas eclesiales para una conducción de los medios de
comunicación social se les conoce con el nombre de Moral Publicística, que nada
tiene que ver con lo que hoy denominamos “publicidad” eufemismo de propaganda,
sino que califica a todo lo que es susceptible de ser comunicado o de adquirir
notoriedad pública. Esta moral plantea, en primer lugar, problemas de la fuente, del
proceso de la comunicación, del contenido de las noticias, de la empresa periodística,
de los destinatarios y de la publicidad, dentro de una concepción teológica de la
comunicación, fortalecida por la Encíclica Mirari vos, del 15 de Agosto de 1832, en el
pontificado de Gregorio VXI, Juan XXIII y el Concilio Vaticano II dan nuevos frutos en
formas de políticas para la prensa, radio, televisión y el cine.

El Decreto Inter Mirífica del Concilio plantea que el receptor conozca y practique las
normas de orden moral, se prepare para recibir los mensajes de los medios con
sentido crítico. En materia de información, búsqueda y divulgación de noticias, el orden
moral ha de tener primacía sobre los llamados “derechos del arte”. La autoridad civil
ha de garantizar una verdadera y justa libertad de información, en los documentos de
Puebla, se lee: “Educar al público receptor para que tenga una actitud crítica ante el
impacto de los mensajes ideológicos, culturales y publicitarios que nos bombardean
continuamente, con el fin de contrarrestar los efectos negativos de la manipulación”.

Una vertiente de las estrategias pastorales es el aliento de la Iglesia a los medios de


comunicación popular, llamados también “alternativos”.

La Iglesia postula un proceso de “formación cristiana” de la opinión pública, con


alcance universal, puesto que sostiene: “Los mass media, gracias a su ámbito
universal, han creado y crean una opinión pública universal, cada vez más
socializada”. Presentaré algunos conceptos que permiten definir la posición de la
Iglesia Católica respecto a esto.

Las transcripciones que presentaré a continuación han sido tomadas del documento
citado anteriormente, alusivo a la Jornada Mundial de las Comunicaciones del 16 de
Mayo de 1986:

“La Opinión Pública ejerce un grandísimo poder, en los regímenes democráticos, es


determinante para el gobierno y exige un clima de libertad para su formación. La
opinión pública es patrimonio de toda sociedad normal y sana, una sociedad en que
ésta falte o enmudezca a de ser considerada como enferma”.

La opinión pública no solamente es susceptible de ser formada sino que hay


que empeñarse en su formación, con sujeción a las normas morales y cristianas, en
nuestro caso. Si resulta que las agencias de prensa y todos los otros medios de
comunicación social son formadores de la opinión pública – y de ahí la gravísima
responsabilidad del periodista, del comunicador, que es mediador entre la verdad y el
usuario, lector u oyente – la Iglesia debe poder actuar mediante esos medios: a través
de aquellos propios o con el acceso a aquellos comerciales, privados o estatales para
su servicio al pueblo de Dios y a la humanidad toda.

 A la Iglesia le interesa más la opinión pública que la opinión publicada

Se puede afirmar sin temor a ser desmentidos que Juan Pablo II ha demostrado ser un
elemento locomotor de la prensa mundial, con toda seguridad sin proponérselo
expresamente o por al menos sin haberlo programado. Las explicaciones
acostumbradas sobre su poder de atraer la atención de los medios van desde las
consideraciones más sensatas a las hipótesis más descabelladas. En cualquier caso,
nadie duda del hecho de que su acción pastoral, de gobierno, de magisterio e incluso
literaria, ha tenido un impacto sin precedentes sobre los medios. A modo de ejemplo,
querría citar un caso significativo de cómo el Papa actual fija a menudo la agenda de
los medios y, con ella, de la opinión pública.

Reflexionemos brevemente sobre la conferencia de El Cairo y de Pekín. Pocos de


nosotros sabríamos decir cuántas otras conferencias sobre población y desarrollo se
han celebrado anteriormente y qué temas han afrontado. La decisión de Juan Pablo II
de hacer oír la voz de la Iglesia en ese fórum de discusión, con una delegación
nombrada a propósito, cambió totalmente aquellas reuniones y transformó a los
medios mundiales, de buena o mala gana, en colaboradores de la Iglesia católica. Y
fue precisamente así porque la mera información sobre lo que estaba sucediendo fue
suficiente como para desenmascarar las maniobras de algunos grupos, muy
minoritarios pero muy activos, que se habían autoproclamado los abanderados del
progreso.

Cómo no recordar también el papel de Juan Pablo II en la caída del muro de Berlín,
como toda la prensa mundial ha reconocido ampliamente la acción concomitante de
muchos otros factores históricos y personales. Más allá de las legítimas
interpretaciones religiosas de esos acontecimientos, que presuponen la fe, se puede
tomar en consideración también una exégesis complementaria, basada sobre la teoría
de la espiral del silencio. Quien recuerde el clima de opinión en todo el Occidente en
los años oscuros de la guerra fría comprenderá mejor el rápido desarrollo de los
acontecimientos de 1989 en la óptica de una espiral del silencio al revés.

El régimen soviético, vacío por dentro pero todavía poderoso en su aparente fuerza
externa, abrió una espiral de trasparencia - la glásnost - para recuperar el control de
una sociedad falsificada por el asfixiante peso de un dominio total de los recursos de la
opinión publicada. Tenía razón Solzhenitsyn, cuando en su discurso por la concesión
del premio Nobel afirmaba que "una palabra de verdad pesa más que el mundo".

Desde otra perspectiva, sería interesante estudiar a lo largo de la historia de la Iglesia


el proceso de una extraordinaria difusión de algunas herejías con la ayuda de estas
claves de interpretación. La Europa de la Reforma, por ejemplo, fue el escenario de
una gran batalla de opinión pública combatida incluso con la ayuda de una prensa
apenas nacida, con una clara ventaja para la parte luterana gracias al apoyo ofrecido
por los propietarios de la prensa del tiempo, los príncipes interesados en contrarrestar
el poder del Emperador y de Roma por razones no exclusivamente religiosas. En
tiempos más recientes se abre para nosotros un campo de estudio riquísimo con el
Concilio Vaticano II. Sabemos bien, por ejemplo, que algunos temas teológicos más
candentes, vulgarizados por la opinión pública mundial, habían sido previstos por la
agenda de la revista Concilium precisamente para alimentar un debate en la opinión
pública en el interior de la Iglesia y hacer cambiar la disciplina eclesiástica sobre el
celibato sacerdotal y la moral matrimonial. Queda por aclarar aún de qué manera esta
agenda se pasó de hecho a las revistas nacionales que formaban la opinión del clero
católico.

Es justo recordar que en todos estos procesos sociales los medios de comunicación
son algo más que simples vehículos o espectadores atentos del debate público: son al
mismo tiempo actores, y actores muy influyentes. Tradicionalmente se considera la
opinión pública como un proceso de comunicación calcado del modelo del debate
público, en el cual los medios de comunicación permiten al público atento seguir de
cerca a los protagonistas o los líderes (función de vigilancia) y organizar respuestas
propias para contraponer a modo de alternativa (función de correlación). "El
periodismo - afirma Price - cumple estas mismas funciones incluso para las élites en
relación con el público activo (...) Las noticias y los artículos de opinión son al mismo
tiempo un instrumento de información y correlación para el público atento y un medio
de vigilancia de la élite. Además, las élites políticas usan los medios para hablar entre
ellos. El periodismo, por tanto, permite interactuar a actores y espectadores políticos".

En el ámbito de la Iglesia las cosas son algo distintas. El beato José María Escrivá, en
una entrevista en 1967, ofrecía un juicio y un criterio de valoración permanente de
tantos fenómenos de opinión pública en la Iglesia. "El problema de base de la
necesaria opinión pública en la Iglesia - decía el Fundador del Opus Dei - equivale al
problema de la necesaria formación doctrinal de los fieles. Los hijos de Dios no son
piedras o cadáveres: son seres inteligentes y libres, elevados al mismo orden
sobrenatural que el que tiene la autoridad. Pero quien no tiene la suficiente formación
cristiana no estará en condiciones de hacer un uso recto de su inteligencia y de su
libertad, tanto para obedecer como para manifestar sus opiniones".

La Iglesia, "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el


género humano", obrando en el mundo, no está ausente de este debate público, tanto
de hecho como por su misión. No se encuentra ciertamente en un plano homogéneo
con el resto de los actores del debate y sería un craso error intentar confundirse con
ellos. En su acción, sin embargo, más allá del apoyo permanente que le asegura el
Espíritu Santo, la Iglesia cuenta con un gran recurso: el de estar más cercana a los
hombres y a las culturas que cualquier otro agente. De hecho, allí donde la Iglesia está
radicada cultural y socialmente, conoce la opinión pública por con naturalidad, mejor
que cuanto la puedan conocer los dueños de la opinión publicada. No se debe por
tanto sobrevalorar el poder de los medios, ni siquiera de aquellos de su propiedad que
utiliza legítimamente.
Con esta historia, se sintetizará lo que se ha venido diciendo líneas arriba. La cuenta
Malcolm Muggeridge, un gran periodista inglés convertido al catolicismo en los últimos
años de su larga vida profesional, en una de sus tres magníficas lecciones sobre la
cristiandad contemporánea, pronunciada en Londres en 1977.

El genial humorista, corresponsal, enviado especial, presentador de la BBC,


articulista y crítico, imagina una cuarta tentación de Jesús en el desierto. El Señor ha
derrotado al diablo rechazando sus insinuaciones, que tienen todo un mismo hilo
conductor: desnaturalizar su misión con el abuso de sus propios poderes divinos para
fines distintos de la Voluntad del Padre. En la primera tentación, la recordamos todos
bien, el diablo intenta persuadirlo para que transforme las piedras en pan. En la
segunda, Satanás querría inducirlo a tirarse desde el pináculo del Templo para atraer
así la atención del mundo sobre su doctrina. La tercera tentación consiste en aceptar
los reinos de la tierra de manos de Lucifer y así adquirir el poder necesario al reino de
los cielos sobre la tierra para hacer feliz para siempre a la humanidad - una especie de
Superestado del bienestar, una commonwealth mundial, una dictadura del
proletariado, en definitiva, una de las tantas utopías que afligen cíclicamente al género
humano.

 Influencia De Internet En La Opinión Pública

Según Cándido Monzón, la existencia de Internet ha generado cambios tanto en el


modo en que se forma la Opinión Pública como en su contenido. Con la red, el público
ya no es sólo receptor, sino que también desempeña el papel de emisor, tomando
papel activo en la comunicación. La comunicación se ha descentralizado, y quien
participe en Internet debe contemplar la posibilidad de ser contestado, cosa que antes,
con la televisión y la radio, no ocurría. Internet también ha dado lugar a nuevas formas
de activismo político que se dan a través de los portales de contra información, donde
los movimientos sociales como el anti-globalización son difundidos de forma
permanente. La red es de los pocos formatos en los que este tipo de información
puede propagarse, ya que los principales medios de comunicación están en manos de
grandes empresas, cuyos intereses difieren mucho de los intereses de los
movimientos sociales.

Por otra parte, la influencia en la Opinión Pública a través de la red no es tan potente
como a través de otros medios como la prensa escrita o la televisión, precisamente por
la falta de control que existe sobre Internet. El hecho de que el público tome un papel
activo en la comunicación hace que “cualquiera” pueda “publicar noticias” en la red,
por lo que la gente tenderá más a desconfiar de su contenido y la influencia o la
persuasión que se intente ejercer no será tal. Internet también es un instrumento de
respuesta rápida para generar movilizaciones en situaciones críticas, como la que tuvo
lugar el 13 de marzo de 2004 en España, como respuesta a la manipulación
informativa que se llevó a cabo con respecto a los atentados del 11-M. Algunos
ejemplos de manipulación de la Opinión Pública. Una de las labores de propaganda
más importantes a lo largo de la historia fue la llevada a cabo en Estados Unidos
durante el gobierno de Wilson. Aunque la población era muy pacifista, la
administración Wilson había decidido tomar parte en la I Guerra Mundial, por lo que
era necesario hacer ver a la población lo importante que era participar en esa guerra.
Para ello se creó la Comisión Creel, con lo que los ciudadanos pasaron de ser seres
pacíficos a ser personas violentas ansiosas por destruir todo lo que fuese alemán. El
poder financiero y mediático prestaron su apoyo a esta operación. Se trataba
principalmente de convencer a las personas más inteligentes de la sociedad, lo demás
vendría sólo, a partir de la autoridad moral que éstos imponían sobre la población.
Lippman, en su día, pensó que estas técnicas de propaganda podrían servir para
fabricar consenso, tan útil y necesario en las democracias; aunque otros autores no
ven estas técnicas con tan buenos ojos. Chomsky, por ejemplo, entendiendo la
propaganda como algo en cierto modo peligroso, dice que la propaganda es a la
democracia, lo que la cachiporra al estado totalitario.

 Los grupos de presión:

La asignación o distribución de valores a una sociedad global se hace mediante los


procesos gubernamentales (acción del Estado) y mediante los procesos de grupo
(acción política de cuerpos intermedios). Por ello, algunos autores (Bentley, Truman,
Eckstein, Odegard y otros) han propuesto la teoría del grupo como una trama teórica
que ayuda a abarcar toda la política y a fijar la atención en el papel que tienen en la
política los grupos o asociaciones privadas, junto a las estructuras y grupos oficiales
del poder público.

“La política es la política de los intereses” se dice con razón. Los grupos de interés
están muy ligados a la política. Para Morgenthau, en relaciones internacionales
también “el concepto de interés debe definirse en términos de poder”, pues sólo así
podremos distinguir entre hechos políticos y no-políticos. Por ello, dice Bentley que
cuando los grupos de interés están adecuadamente definidos, todo está definido en
política.

Antes de estudiar los grupos llamados partidos políticos nos fijaremos en los llamados
grupos de presión (pressure groups) o grupos de interés (interest groups). Todos ellos
varían enormemente en su poder específico, en el ámbito de sus intereses
particulares, en sus dimensiones y en su influencia política.

Algunas Definiciones:

Llamamos grupos de interés: las agrupaciones de individuos en torno a intereses


particulares comunes. Y podemos definir los grupos de presión los grupos de interés
cuando influyen desde fuera (del esquema Estado) sobre los poderes públicos, con
miras a la defensa de sus intereses.

Esta definición requiere la conjunción de 3 elementos: 1) la existencia de un grupo


organizado, 2) la defensa de intereses, y 3) el ejercicio de una presión política[2]. Un
grupo de presión es un grupo de interés que ejerce una presión política[3] . Todo
grupo de interés es virtualmente un grupo de presión. Los elementos de esta definición
nos permiten diferenciar los grupos de presión respecto de otros grupos que tienen
alguna similitud.

a) Los grupos de presión no son partidos políticos, aunque puedan llegar a serlo. Los
partidos tienen una vocación política definida: pretenden tener el poder. Los grupos de
presión no buscan directamente la conquista del poder ni su ejercicio, sino solamente
influir en él.

b) Los grupos de presión los definimos aquí como agrupaciones privadas y no


oficiales. Su propósito es influir en las ramas del poder desde fuera del mismo Estado.
Por ello, aunque dentro del mismo Estado existen instituciones y grupos muy fuertes
que ejercen presión e influjo innegables (como pueden serlo la Fuerzas Armadas, la
administración pública, los organismos de seguridad, el Parlamento...), no llamamos a
estas agrupaciones grupos de presión, en el sentido técnico que le estamos dando a
esta expresión. Las designamos mejor con el calificativo de “grupos de poder”.

c) Tampoco son grupos de presión propiamente hablando, sino simples instrumentos


al servicio de los grupos poderosos de presión nacional e internacional, ciertas oficinas
técnicas, oficinas de información y propaganda o el famoso Lobby de los pasillos del
Parlamento norteamericano[4]. Allí se dan cita los grandes intereses y los más
poderosos grupos de presión, alrededor de los bufetes de los representantes y
senadores. Los datos y estudios que aportan, las motivaciones que representan, las
soluciones que sugieren y demás, intentan influir en la toma de decisiones del
Parlamento a la hora de elaboración o reformas de leyes. Es un medio típico de
participación política, que la sociedad norteamericana ha institucionalizado.

Clasificación

Según el criterio que se adopte, se dan diferentes clasificaciones de los grupos de


presión. Señalamos unas pocas:

a) Los grupos de presión no-asociativos o latente, aparecen en escena solamente


cuando hay algunas demandas o reivindicaciones que en un momento dado interesan
a cierto sector: de padres de familia, de una región, de una confesión religiosa, de una
minoría étnica, o algo semejante. Los grupos de presión institucionalizados son
aquellos que existen como verdaderas instituciones o estructuras sumamente
organizadas, pero creadas para otros fines, y que en algunas ocasiones actúan como
grupos de presión. El ejemplo típico es el de la Iglesia Católica en un país católico, el
de los Empresarios, el de los Sindicatos.

Los grupos de presión anónimos son las turbamultas o manifestaciones que se hacen
para solicitar algo concreto (ad hoc). Aunque algunas veces pueden estar
minuciosamente organizados y preparados, derivan su nombre de su carácter
desordenado y potencialmente destructor. Suelen producirse allí donde no existen
canales eficientes para elevar quejas. Su acción es esporádica por naturaleza, pero su
efecto inmediato puede, en ocasiones, ser lo bastante fuerte como para derrocar un
gobierno o hacerlo vacilar.

b) Subordinados a partidos y mandando sobre partidos: Si nos fijamos en las


relaciones que existen entre los grupos de presión organizados y los partidos políticos,
encontramos que dichas relaciones se parecen a las que existen entre los grupos y el
gobierno. Un partido descentralizado deja que sus candidatos sean presa fácil de los
grupos de presión poderosos, en el momento de la designación y después, en el
momento de las elecciones. Un partido fuerte y centralizado suele tener relaciones
estables con los grupos de presión, únicamente en el centro de la organización estatal
o nacional del partido.

Hay grupos de presión subordinados a los partidos. Tal el caso de aquellos grupos
paralelos que crea el partido único (PC) en un país totalitario. También el caso de una
central sindicalista creada por un partido y que sigue bastante dependiente de él,
como fue el caso de la CTV respecto del partido Acción Democrática en Venezuela.

Hay grupos de presión en cooperación igualitaria con partidos políticos. Esto se da


especialmente en las elecciones y cuando se presentan luchas especiales. El sindicato
favorece a determinado partido, y posteriormente se beneficia de él si llega al
gobierno. En los Estados Unidos, en general, los grandes sindicatos obreros han
favorecido electoralmente al Partido Demócrata.

c) Más comúnmente se cataloga a los grupos de presión según los grupos de interés y
organizaciones profesionales que los constituyen. Organizaciones agrarias o
campesinas. Organizaciones patronales de la industria y el comercio. Organizaciones
de asalariados. Colegios de agremiados, Asociaciones cívicas, Asociaciones altruistas
(científicas, académicas, Cruz Roja...).

Funciones

En el análisis que hace Meynaud de los grupos de presión, señala él tres funciones
principales de ellos. Implícitamente considera que el “buen” grupo de presión es el que
contribuye a la integración y a la adaptación del sistema existente:

- Ante todo, el suministro de una información completa y concreta,


especialmente la que manejan los dirigentes de las organizaciones profesionales. Por
falta de esta documentación apropiada, los que toman las decisiones administrativas o
políticas pueden incurrir en errores y medidas desacertadas.

- En seguida, el consentimiento de los interesados a las medidas dictadas. Esta


función de “aquiescencia participación” consolida el consenso de la sociedad civil y su
apoyo al sistema político.

- Finalmente, la canalización de las reivindicaciones. Si los grupos de presión


no canalizan y “racionalizan” las aspiraciones y los movimientos que las vehiculan, los
reclamos tomarían con frecuencia una forma desordenada y violenta. Este “papel
moderador” previene los excesos de la reivindicación “salvaje”.

 La fama

Esa opinión pública, o consenso social, cuando es favorable a una personalidad de


cualquier ámbito (artístico, deportivo, político, empresarial, profesional, etc.) se llama
fama. Ese prestigio ganado tiene pingües beneficios económicos, de poder y de
oportunidades. Al mismo tiempo, tiene un precio elevado en cuanto a la pérdida de la
privacidad de las personalidades. El fenómeno de los paparazzi no es fortuito, porque
los públicos aspiran a tener el control sobre sus apadrinados, saber si se comportan
de acuerdo a los parámetros morales y culturales socialmente aceptados, para darles
mayor fama o sancionarles con una caída en su rating. Esto se puede observar en los
conocidos casos de Pelé y Maradona, quienes futbolísticamente no defraudaron
jamás, pero el segundo no tuvo la misma fortuna que el primero en su vida privada y,
sobre todo, en el manejo mediático de la misma.

Considerando los aspectos morbosos de la cultura y la convicción de la gente de que


tiene el derecho de controlar y juzgar a los demás de acuerdo a su propia escala de
valores, y sobre todo a quienes concedieron su preferencia para alcanzar la fama, la
vida privada de los famosos y las personalidades se convierte en la comidilla
mediática. De esto viven los paparazzi y las publicaciones sensacionalistas.

 El Rumor

Cuando un dato o un conjunto de datos circula de boca en boca, generalmente bajo la


fórmula: “Se dice que…” o “Dicen que…”, señalamos que hay un rumor. La
transmisión de rumores es velocísima.

Allport y Postman señalan que la motivación en el rumor puede ser cualquier


necesidad humana. Dicen que el rumor no circula, “a menos que el asunto encierre el
factor importancia para el individuo que lo oye y lo transmite”.

“El rumor es lanzado y continúa su trayectoria en un medio social homogéneo, en


virtud de activos intereses de los individuos que intervienen en su transmisión. La
poderosa influencia de estos intereses exige al rumor servir ampliamente como
elemento de racionalización; esto es, explicar, justificar y atribuir significado al interés
emocional actuante. A veces, el vínculo interés – rumor como la proyección de un
estado emocional completamente subjetivo”.

La difusión del rumor pasa por una serie de procesos de interpretación individual del
contenido y significados del dato. Cada receptor – emisor pone algo de su parte,
suprime, corrige o aumenta, usa códigos propios y deforma consciente o
inconscientemente las más de las veces.

El rumor es con frecuencia una fuente de información para los medios masivos,
aunque básicamente su difusión se realiza de boca en boca. Y no son raros los casos
en que los medios le han dado acogida convirtiéndolo en noticia; de ese modo, el
rumor puede ser considerado como un poderoso formador de opinión pública.

- Otros Factores:

- Actitud: “Se trata de la noción de „actitud‟, que se volvió tan central que pasó a
dominar la escena de los estudios acerca de la comunicación de masas. Una
actitud puede definirse como una tendencia psicológica que se expresa en la
evaluación que una persona realiza, con algún grado de positividad o de
negatividad, de algún objeto o entidad particular (Eagly y Chaiken, 1993).”
o después de la Segunda Guerra Mundial se investiga cómo las
comunicaciones persuasivas modifican las actitudes. “Por ejemplo, se
comienza a reconocer que los medios masivos alcanzan a individuos
que tienen actitudes, prejuicios, creencias y predisposiciones anteriores
–positivas y negativas- hacia las proposiciones y objetos tratados en los
mensajes que influirán en la decodificación que las personas hagan de
esas comunicaciones que reciben con posterioridad.”

- Selectividad: “Por otra parte, otras variables que empiezan a ser concebidas
como mediadoras entre emisores y receptores son de corte cognitivo. Por
ejemplo, „la exposición selectiva, la atención selectiva, la percepción selectiva,
la memoria selectiva y la acción selectiva”. A partir de estos conceptos se
comprobé que “los efectos o consecuencias de la comunicación de masas con
casi inexistentes. Como regla general, la selectividad de las funciones
cognitivas sugiere que las personas atienden o se exponen sólo a aquella
información que resulta consistente con sus creencias y puntos de vista
anteriores. Al auxilio de esta postura, se suman los argumentos de la Teoría de
la disonancia cognitiva, en la que se propone que cuando un individuo se
enfrenta con mensajes tendientes a la producción de disonancia o
desequilibrio, puede utilizar la estrategia de rechazar la información productora
de disonancia o reinterpretarla selectivamente en un sentido consonante.”

Según Klapper: “Entre los factores o procesos que podrían actuar como variables
mediadoras entre la comunicación y los efectos cita la selectividad cognitiva como una
variable intra individual que incide en los cambios de actitud (exposición, percepción y
retención selectivas); „la circulación interpersonal de los contenidos de las
comunicaciones; las influencias personales y los líderes de opinión‟. Gracias a ciertas
predisposiciones individuales, a las diferencias en las percepciones subjetivas con
relación a las fuentes de la comunicación, a la pérdida de fuerza de los efectos a
medida que pasa el tiempo y a la acción de las normas grupales y de los líderes de
opinión, Klapper sostiene que, primordialmente los medios producirían refuerzos y sólo
ocasionalmente cambios, tendiendo a cooperar con la perpetuación del „status quo‟,
así como con la producción de efectos difusos.”

Tercer factor: la ubicación de los procesos comunicacionales dentro de


contextos sociales más amplios:

“Permitió comprender que los efectos de los medios de comunicación de


masas tienen lugar en redes de interacciones sociales, lo cual no sólo limitaría su
potencial de influencia sino que también sería un factor crucial en la determinación de
que sus influjos se orienten más hacia el refuerzo de opiniones y actitudes
preexistentes que a su cambio.”

- Doble flujo de comunicación:

“En todos los grupos sociales existen individuos que son particularmente
activos y, por lo general, más sensibles que los demás a los intereses del propio
grupo, así como también más proclives a expresar abiertamente sus opiniones. A esa
clase de individuos, Lazarsfeld, Berelson y Gaudet los denominaron „líderes de
opinión‟ y los definieron como aquellas personas que cumplen la función de relacionar
a sus propios grupos con las partes relevantes del sistema. Se postuló así la
existencia de un „flujo de la comunicación en dos escalones o doble flujo de la
comunicación‟, es decir, que la información que parte desde los medios masivos es
recibida y retransmitida por los líderes de opinión a las demás personas de los grupos
sociales. La propuesta sugiere que los individuos forman parte de grupos que tienen
sus propias normas y valores, y que dentro de ellos, los líderes de opinión cumplirían
la función de tamizar o filtrar las comunicaciones procedentes de afuera. Considerado
de esta manera, el grupo queda planteado como un elemento moderador de las
influencias externas y el líder de opinión como mediador entre la acción de los medios
de comunicación y los sujetos del grupo. Los líderes de opinión obtienen la
información política de manera directa (es decir, de los medios) y el resto de las
personas del grupo acceden a ellas a través de estos últimos.”
CONCLUSIONES

La comunicación masiva ha tenido fuertes impactos en la vida de los hombres y


esto ha influido notablemente en cuanto a la formación de una opinión pública, pero
debe quedar en claro que ésta es sólo un elemento que influye en la Opinión Pública,
pues también como líneas arriba se explica, existen factores como la familia, la
escuela, la Iglesia, Los Líderes de Opinión, etc; tomados también como elementos
influyentes de la Opinión Pública en la Sociedad.

El poder de influencia de los medios sobre los receptores depende de varios


factores. Es muy importante considerar qué es lo que se comunica o qué es lo que se
dice; luego, quién es el que lo dice, cómo lo dice y a quién. Aquí entran en juego las
posibilidades persuasivas del modo en que se trate un tema determinado, el punto de
vista que se exponga, la validez de los argumentos, la fuerza expresiva de ellos,
habida cuenta de que el receptor desea o prefiere contenidos que reafirmen sus
convicciones, llenen sus expectativas, o por lo menos transporten una esperanza, una
promesa.

La OP tiene que ver con una compleja red de intereses que tratan de construir
opinión, y presentarla como natural. El Estado y los poderes económico-sociales son
los principales factores de creación de opinión pública, pero también cuentan la
educación formal (la escuela) y los medios de comunicación, etc.
BIBLIOGRAFÍA

 Monzón, Cándido (1996), Opinión pública, comunicación y política. La formación


del espacio público. Ed. Tecnos. Madrid.

 Muñoz Alonso, Alejandro y otros (1992), Opinión pública y Comunicación política.


Ed. Eudema. Madrid.

 Ruíz San Román, José A. (1997), Introducción a la tradición clásica de la opinión


pública. Ed. Tecnos. Madrid.

 Rivadeneira Prada, Raúl, La Opinión Publica – Análisis, Estructura y métodos para


su estudio. Editorial trillas – 1976, México D.F.

 Santamaría Suarez, Luisa y Casals Carro, María Jesús, La Opinión Periodística –


argumentos y géneros para la persuasión. Editorial Fragua – Madrid 2000

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