diferencia entre perdón y reconciliación, y evita promover la reconciliación en
situaciones en las que existe un riesgo de una nueva ofensa, como por ejem- plo en casos de intimidación (bullying) en las que el agresor no ha demostrado arrepentimiento. Desde hace casi una década, las Escuelas de Perdón y Reconciliación (Espere), lideradas por el padre Leonel Narváez, director de la Fundación para la Re- conciliación, han venido realizando talleres basados en las etapas descritas por Enright. Los talleres buscan acompañar a los participantes en cada uno de los pasos del perdón, tales como identificar sus emociones frente a la ofensa, to- mar la decisión de perdonar y comprender la perspectiva del ofensor. Actual- mente, las Espere se están implementando en diversas regiones de Colombia, así como en Brasil, México, Estados Unidos y otros países del continente ame- ricano (ver www.fundacionparalareconciliacion.org). También se han iniciado experiencias de cuidado y reconciliación con estudiantes de secundaria. Toro (2005) evaluó las Espere en contextos comunitarios y encontró que, cuando son implementadas de manera consistente con los diseños, generan cambios po- sitivos en las respuestas de los participantes ante ofensas hipotéticas y reales. El modelo de las Espere busca acompañar a los participantes en un pro- ceso de perdón que cada participante escoge. Se espera que el haber vivido este proceso permita a la persona perdonar o reconciliarse con más facilidad en la siguiente oportunidad en la que ocurran conflictos u ofensas. Sin em- bargo, todavía faltan evidencias concluyentes de que esto ocurra. Además, es posible que para lograr cambios de fondo en las disposiciones (¿qué tan moti- vados están para perdonar o qué tanto lo buscan proactivamente?) para perdo- nar y reconciliarse, o en las competencias para hacerlo (¿qué tantas habilidades tienen para perdonar y reconciliarse?), sea necesario empezar más temprano en la vida.
4. Contacto entre grupos
Restablecer relaciones destruidas es importante no solamente entre personas,
sino también entre grupos, especialmente después de décadas de conflicto ar- mado que han dejado tantas víctimas de los distintos grupos involucrados. Hoy hay muchos excombatientes buscando reintegrarse y ser aceptados en comu- nidades en las que hay muchos que han sufrido sus acciones violentas (Rivas y Méndez, 2008; Theidon y Betancourt, 2006). Hay también, según algunos estimativos (Acción Social, 2010; Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento [Codhes], 2010), entre 3,3 y 5 millones de personas en si- tuación de desplazamiento, algunos de los cuales no regresarán a sus comu- nidades de origen y, en cambio, buscan integrarse a sus nuevas comunidades