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Las nuevas formas de gobierno en América Latina

Por Nadia Rios

27 de diciembre de 2007

Programa Análisis y evaluación de la gobernanza

Cuaderno Congreso Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales, 50 años de la FLACSO, 29-


31, Quito, Ecuador

Palabras clave : Movimiento social ; Partido político ; Estado Legitimidad del poder ; Proceso
electoral América del Sur

Partiendo de los paneles sobre los nuevos gobiernos en América latina del Congreso
Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales, “FLACSO 50 años” (Octubre 2007), se presentan
los puntos convergentes que caracterizan estas nuevas formas de ejercer el poder como son el
contexto socioeconómico del neoliberalismo y el contexto político de crisis de los partidos
políticos tradicionales. Los nuevos gobiernos se analizan desde tres experiencias distintas: la de los
partidos de izquierda que llegan al poder después de muchos años; la de los movimientos sociales
que logran imponerse en el sistema político y la de los líderes carismáticos que hacen resurgir el
debate sobre el populismo en la región. A partir de estas convergencias y divergencias, se plantean
las discusiones existentes frente al presente y el futuro de la democracia latinoamericana.

Desde los años noventa nuevas fuerzas políticas han tomado el poder en diferentes países
latinoamericanos. Si bien no se trata de un mismo tipo de gobierno, existen puntos convergentes
que permiten plantear un debate más amplio sobre los desafíos democráticos en la región. A
partir de las ponencias a las que asistimos en el Congreso Latinoamericano y Caribeño de Ciencias
Sociales, “FLACSO 50 años” sobre los nuevos gobiernos en América latina, hacemos aquí un breve
análisis del contexto, las características y los interrogantes planteados por estas nuevas formas de
ejercer el poder.

Los países a los que se hace referencia son Venezuela, Bolivia, Uruguay, Ecuador y Brasil. El
gobierno venezolano ha sido ejercido por Hugo Chávez Frías desde 1999 y en las últimas
elecciones presidenciales su mandato fue prolongado hasta el 2013. Con una ideología
“bolivariana” que ha venido definiéndose cómo el “socialismo del siglo XXI”, este gobierno ha
llevado a cabo una gran cantidad de reformas antineoliberales, objeto de grandes controversias en
la sociedad y la política venezolana. Hugo Chávez presentó igualmente un proyecto de reforma
constitucional que no fue aprobado por el Consejo Nacional Electoral en diciembre del 2007. En
Bolivia, las elecciones presidenciales de diciembre del 2005 fueron ganadas con una mayoría
absoluta por Evo Morales, líder del partido MAS (Movimiento al Socialismo). De origen indígena,
este presidente había creado su capital político como líder del movimiento cocalero del Chapare.
Desde sus inicios, el gobierno del MAS se propuso la nacionalización de los hidrocarburos, la
distribución de tierras, importantes políticas sociales y un proyecto de Asamblea Nacional
Constituyente que fue llevado a cabo en el 2007. En Ecuador, el presidente Rafael Correa, llegó
igualmente al poder con la propuesta de crear una Asamblea Nacional Constituyente y sus
políticas han sido orientadas hacia una mayor inversión social en diferentes campos. En el caso del
Uruguay no se trata de un líder carismático sino de un partido político que llegó sorpresivamente
al gobierno en el 2004. Es el partido llamado “Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva
Mayoría”, una coalición de partidos de izquierda que había sido proscrita durante los años de
dictadura, antes de convertirse durante mucho tiempo en la tercera fuerza política del país. En
Brasil el Partido de los Trabajadores (PT) ocupa el gobierno desde las elecciones del 2002. El líder
sindicalista Luiz Inacio Lula Da Silva fue reelegido para un segundo mandato en el 2006 gracias a
sus masivos programas sociales y a pesar de que se la ha criticado no adoptar una posición fuerte
contra el neoliberalismo.

La primera constatación que se hace de estos gobiernos es que todos comparten un ciclo político
común. El de la desintegración del comunismo a nivel mundial que se acompañó de la
consolidación del modelo neoliberal en la mayoría de los países de la región. A nivel político, el
neoliberalismo configuró sistemas caracterizados por un creciente desequilibrio de los poderes, la
tecnificación de los asuntos políticos y sociales y una fuerte deslegitimación de la acción pública. A
nivel socio-económico, la aplicación de políticas de ajuste estructural generó más pobreza y por lo
tanto mayor desigualdad y exclusión. Estos factores crearon un espacio para la elección de fuerzas
políticas que se oponen al modelo neoliberal y que se encuentran fuera de los esquemas
tradicionales. Lo que nos lleva a una segunda constatación frente a estas nuevas experiencias: se
trata, en su mayoría de políticos independientes. De manera general, se puede decir que los
partidos tradicionales están desprestigiados en la región. Estos grupos mantuvieron el poder
durante gran parte del siglo XX y parecen no dar respuesta a los grandes desafíos que plantea la
globalización y el neoliberalismo a partir de los años noventa (Ver fichas 3,14).

Frente a estos grandes cambios, toma fuerza la idea que en América latina se está reconfigurando
la matriz socio-política que articula al Estado, el sistema de representación y la sociedad civil. En
los países donde existe una mayor fortaleza institucional no hay una crisis abierta del sistema de
representación pero si existe una pérdida de identificación partidista. Desde el caso mexicano y
chileno, se habla de una sociedad apolítica o despolitizada. El nuevo contexto socio-económico en
donde prevale el mercado y la mediatización contribuiría a un vaciamiento de la política y una
perdida de utopías en la sociedad. El voto de los chilenos por partidos de derecha o de la
concertación manifiesta en ese sentido la voluntad de mantenerse dentro de un esquema
neoliberal sin buscar grandes cambios en el sistema (Ver fichas 50 y 17). En el caso uruguayo se
plantea algo parecido al demostrar que el triunfo de la coalición de partidos de izquierda del
Frente Amplio se debe en gran parte a la moderación política que adoptó este grupo (Ver ficha
49).

En los otros países la crisis del sistema de representación ha dado lugar a configuraciones
diferentes. Por un lado han surgido movimientos sociales capaces de llegar al poder cómo es el
caso del MAS en Bolivia. Este grupo está compuesto por varias federaciones de productores de
coca, federaciones de mujeres campesinas, sindicatos urbanos, transportistas, sindicatos de
maestros rurales y el sector de las ONG. Es igualmente el único movimiento indígena que ha
llegado a un gobierno en América latina. Esto en comparación con el movimiento Pachakutik
ecuatoriano que también ésta compuesto por varios sectores sociales con predominancia de
grupos indígenas, pero que no tiene una estructura centralizada y burocratizada como en el caso
boliviano. El gran interrogante frente a ésta nueva configuración de la matriz socio-política es ver
si el gobierno de un movimiento social puede ser viable en la medida en que, en este caso, el MAS
se presenta a la vez como un partido político en el gobierno y un movimiento social que continua
desafiando al Estado (Ver fichas 23, 24 y 25).

Por otro lado han surgido líderes carismáticos y el ejemplo más significativo es el de Hugo Chávez
en Venezuela. La forma de hacer política de estos líderes ha puesto de actualidad en la región el
tema del populismo. De manera general, constatamos que no hay consenso para el análisis teórico
de este fenómeno sociopolítico. Se reconoce el carácter polisémico del término y la variedad de
experiencias en América latina pero también en el mundo. Sin embargo, se le pueden atribuir dos
características. En primer lugar está basado en una relación directa entre gobernantes y
gobernados que privilegia la emoción de un lado y la fusión comunitaria de otro lado. En segundo
lugar considera al pueblo como un sujeto político constituido por todo lo que no representa a las
elites (Ver ficha 41). Las discusiones sobre el populismo se plantean entonces desde esta relación y
desde la participación / inclusión que tienen las masas (entendidos en América latina como los
sectores tradicionalmente excluidos) en la política.

Sin duda, el debate más importante frente a estas nuevas formas de gobierno o de
reconfiguración de la matriz socio-política es su relación con la democracia. Algunos
investigadores plantean que algo que caracteriza a los países de la región hoy es la aceptación de
la democracia y la valoración de la institucionalidad por parte de los gobiernos. Esta afirmación se
basa en el hecho que la mayoría de las crisis se dan respetando las instituciones y la vía
constitucional. Si se acepta la afirmación que la democracia se sostiene por sí sola, la discusión
sobre el futuro de la democracia en América latina no es tanto determinar la orientación
populista, neopopulista, de izquierda o de derecha de los nuevos gobiernos sino saber cómo la
democracia seguirá siendo viable con ellos (Ver fichas 52 y 14). Dentro del contexto de crisis del
sistema de representación la pregunta es si la democracia puede seguir existiendo sin partidos
políticos. Frente al populismo, cabe interrogarse si se trata de un proyecto de reconstrucción de la
nación y una alternativa incluyente y democratizante que articula nuevas formas de participación
o por el contrario moviliza a la sociedad de una forma plebiscitaria, callando las diferencias y
limitando la autonomía.

Finalmente, para algunos investigadores la legitimidad de estos gobiernos, o el desafío


democrático, dependerá de su capacidad de respuesta frente a las demandas crecientes de
participación por parte de la sociedad, considerando que estas aumentarán en tiempos de
recesión económica y de aumento de las desigualdades sociales. Para otros lo que está en juego es
qué mismo es la democracia.

http://www.institut-gouvernance.org/es/analyse/fiche-analyse-295.html

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