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Blog de José Ignacio Hernández

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¿Cuáles son las implicaciones


de un decreto de emergencia
económica?; por José Ignacio
Hernández G.
Por José Ignacio Hernández G. | 14 de enero, 2016

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El 7 de enero de 2016 el Gobierno anunció que presentaría un “Decreto de
Emergencia Económica” para su aprobación por la Asamblea Nacional. El
Ministro Faría, así, indicó que “el decreto de emergencia impondrá un conjunto
de medidas y políticas que el Presidente anunciará de inmediato y el país
escuchará desde el debate en la Asamblea Nacional”.
Ronald Balza, aquí en Prodavinci, ha analizado desde una perspectiva
económica esta propuesta.
Mucho se ha hablado de este tema. Sin embargo, hay un punto previo que
creo, merece ser abordado: ¿qué es, exactamente, un Decreto de Emergencia
Económica?

La emergencia económica y los estados de


excepción
Las noticias difundidas en torno a esta medida, a partir de los anuncios
oficiales, dan a entender que la emergencia económica es una especie de
propuesta que el Ejecutivo llevará a la Asamblea Nacional para poder adoptar
medidas económicas. Se ha hablado, incluso, de una supuesta “Ley de
emergencia económica”.
La realidad es otra.

Así, la “emergencia económica” no es un concepto que pueda ser interpretado


genéricamente, como simple referencia a las medidas que puede adoptar el
Gobierno ante una crisis.

Por el contrario, la emergencia económica tiene un significado preciso: se trata


de una de las modalidades del estado de excepción, que puede ser acordado
por el Presidente de conformidad con el artículo 337 de la Constitución.

Así, cuando el artículo 338


constitucional señala que “podrá decretarse el estado de emergencia
económica”, está aludiendo a que el Presidente podrá declarar un estado de
excepción en materia económica.
Es por ello que la Ley Orgánica Sobre Estados de Excepción contempla a la
emergencia económica dentro de los distintos estados de excepción que
pueden decretarse, a fin de adoptar “las medidas oportunas, destinadas a
resolver satisfactoriamente la anormalidad o crisis e impedir la extensión de sus
efectos” (artículo 11).

En resumen: la emergencia económica es un supuesto de estado de


excepción, conocido también como “restricción de garantías constitucionales”.
Decir que el Presidente quiere dictar un Decreto de Emergencia Económica
equivale a decir que quiere restringir las garantías constitucionales.

Una situación similar −por ejemplo− a los estados de excepción dictados en


ciertos Municipios fronterizos.
¿Qué puede hacer el Gobierno durante una
emergencia económica?
La emergencia económica, como todos los estados de excepción, permite al
Gobierno dictar medidas equivalentes a la Ley, para regular los derechos
fundamentales cuyas garantías han sido restringidas, tal y como dispone el
artículo 339 constitucional.

Al tratarse de un estado de excepción en materia económica, el Decreto de


emergencia económica debería restringir las garantías de los derechos
fundamentales económicos, como la libertad económica y la propiedad privada,
por un lapso que no podrá exceder de sesenta días, prorrogables.

La restricción de esos derechos económicos permitiría al Gobierno regular su


ejercicio mediante actos similares a la Ley, ello, de acuerdo con la regulación
que deberá estar contenida en el propio Decreto.

Esto quiere decir que el Decreto de emergencia económica, al restringir la


garantía de los derechos económicos, permitirá al Gobierno dictar medidas
equivalentes a la Ley, por ejemplo, para establecer controles administrativos.

La Ley Orgánica de Estados de Excepción contempla, así, algunas medidas


que podrían ser dictadas:

− Se podrá limitar o racionar el uso de servicios o el consumo de artículos de


primera necesidad, tomar las medidas necesarias para asegurar el
abastecimiento de los mercados y el funcionamiento de los servicios y de los
centros de producción (artículo 19).

− Se podrán hacer erogaciones con cargo al Tesoro Nacional que no estén


incluidas en la Ley de Presupuesto (artículo 20).

− El Ejecutivo Nacional tendrá la facultad de requisar los bienes e inmuebles de


propiedad particular que deban ser utilizadas para restablecer la normalidad
(artículo 24).

Por ello, el Decreto de emergencia económica, al igual que los Decretos


dictados en el marco de una Ley Habilitante, son Decretos-Leyes que podrán
alterar la aplicación de las Leyes vigentes en materia económica, como
reconoce la Ley Orgánica comentada (artículos 21 y 22).

En pocas palabras: el Decreto de emergencia económica concentra


temporalmente, en el Gobierno, el ejercicio de la función legislativa, a fin de
regular derechos económicos como la libertad económica y la propiedad
privada.

¿Y qué puede hacer la Asamblea Nacional?


Parte de la confusión actual se ha generado ante el anuncio según el cual el
Gobierno “presentará” el Decreto de Emergencia Económica a la Asamblea
Nacional.

En realidad, de acuerdo con el artículo 339 de la Constitución, corresponde al


Gobierno dictar y publicar el Decreto de Emergencia Económica. Una vez
publicado en Gaceta Oficial, ese Decreto se somete al control posterior de la
Sala Constitucional y de la Asamblea Nacional, tal y como sucedió con los
estados de excepción en los Municipios fronterizos.

La Asamblea Nacional, luego de la publicación del Decreto, tiene ocho días


para considerar si aprueba o no el Decreto. Según el artículo 27 de la Ley
Orgánica de los Estados de Excepción, la Asamblea deberá pronunciarse −por
el voto de la mayoría absoluta de sus miembros− en sesión especial “que se
realizará sin previa convocatoria, dentro de las cuarenta y ocho horas de
haberse hecho público el decreto”.
No obstante, de acuerdo con la Constitución la Asamblea tiene ocho días para
considerar el Decreto. Si no se pronuncia en ese lapso, se entenderá que el
Decreto ha sido aprobado, solo si ello se debe a un eventos excepcionales, o
sean un “caso fortuito o fuerza mayor” (artículo 27).

Si la Asamblea lo aprueba, el Decreto mantendrá su vigencia, que no podrá ser


mayor sesenta días. Si la Asamblea no lo aprueba, el Decreto perderá su
vigencia.

La prórroga del Decreto, igualmente, queda sometida a la aprobación de la


Asamblea.

¿Qué dice el decreto de emergencia


económica?; por José Ignacio
Hernández G.
Por José Ignacio Hernández G. | 15 de enero, 2016
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En la tarde del 15 de enero de 2016 fue difundida la Gaceta Oficial del día anterior, que contiene el
Decreto N° 2.184, por el cual se decretó la “emergencia económica”.

A continuación explico los aspectos prácticos más resaltantes del Decreto.


¿En qué consiste el Decreto de emergencia económica? El Decreto de emergencia económica es un
“estado de excepción”, en los términos de la Constitución y la Ley Orgánica de Estados de Excepción.
Esto quiere decir que en virtud del Decreto, el Gobierno queda habilitado para dictar medidas en materia
económica, sin necesidad de contar con una Ley emitida por la Asamblea Nacional.

Sin embargo, el Decreto es bastante confuso, pues (i) no enuncia cuáles son las garantías
constitucionales que han quedado restringidas, y tampoco (ii) enumera las regulaciones adoptadas en
materia económica.
Por el contrario, como se desprende de su artículo 1, el Decreto pretende habilitar al Gobierno para que,
mediante Decretos y otros actos futuros, dicte las medidas necesarias para “atender eficazmente la
situación excepcional, extraordinaria y coyuntural por la cual atraviesa la economía venezolana y que
permita asegurar a la población el disfrute pleno de sus derechos y el libre acceso a bienes y servicios
fundamentales“.
Para ello, el artículo 5 señala que estas medidas se dictarán, en especial, mediante la participación de los
Consejos Presidenciales de Gobierno del Poder Popular.
¿Qué medidas económicas se adoptan a través del Decreto? El Decreto no contiene ninguna medida.
Es decir, a través del Decreto no se establece ninguna regulación en materia económica que sea
aplicable inmediatamente.
Por el contrario, el artículo 2 del Decreto enumera las medidas que “podrá” dictar el Gobierno, con lo cual,
hasta tanto esas medidas no sean dictadas, no aplicará restricción alguna.

Para dictar esas medidas, el Ejecutivo dispone de un lapso de sesenta días continuos, prorrogables por
igual plazo (artículo 9).

Por ello, el efecto práctico del Decreto es habilitar al Gobierno para regular la economía por un lapso
inicial de sesenta días, sin tener que subordinarse a las Leyes vigentes, y en especial, a las Leyes que
dicte la Asamblea.
¿Cuáles son las medidas que podrá adoptar el Ejecutivo? El artículo 2 enumera las medidas que
podrá adoptar el Ejecutivo. No se trata de un listado cerrado, pues el artículo 3 permite, además, que el
Ejecutivo dicte “otras medidas de orden social, económico o político que estime convenientes a las
circunstancias“.
Por ello, estanos ante una habilitación abierta e ilimitada. En virtud del Decreto, el Gobierno podrá adoptar
cualquier medida económica que estime necesaria, al margen de la lista contenida en el artículo 2.

En todo caso, estas son las medidas enumeradas en el artículo 2:

o “Disponer los recursos provenientes de las economías presupuestarias del ejercicio económico
financiero 2015, con la finalidad de sufragar la inversión que asegure la continuidad de las misiones
sociales para el pueblo venezolano, el financiamiento de la recuperación en el corto plazo de la
inversión en infraestructura productiva agrícola e industrial y el abastecimiento oportuno de alimentos y
otros productos esenciales para la vida“. Con esta medida, el Gobierno podría manejar el presupuesto al margen de lo
establecido en las Leyes aplicables.
o “Asignar recursos extraordinariosa proyectos previstos o no en la Ley de Presupuesto a los órganos y
entes de la Administración Pública, para optimizar la atención de los venezolanos y venezolanas en
sectores como salud, educación, alimentos y vivienda, los cuales también podrán ser ejecutados a
través de las Misiones y Grandes Misiones “. Esto permite al Gobierno disponer del presupuesto al margen de lo
establecido en la Ley de Presupuesto.
o “Diseñar é implementar medidas especiales, de aplicación inmediata, para la reducción de la evasión y
la elusión fiscal“.
o “Dispensar de las modalidades y requisitos propios del régimen de contrataciones públicas a los
órganos y entes contratantes en determinados sectores, a fin de agilizar las compras del Estado que
revistan carácter de urgencia, dentro del plazo de vigencia de este Decreto “. Es decir, que el Gobierno podrá
alterar la aplicación de la Ley de Contrataciones Públicas.
o “Dispensar de los trámites, procedimientos y requisitos para la importación y nacionalización de
mercancías, cumpliendo con los requerimientos fitosanitarios pertinentes “. Esto permite al Gobierno alterar el
régimen de importación, incluyendo su aspecto sanitario.
o “Implementar medidas especiales para agilizar el tránsito de mercancías por puertos y aeropuertos de
todo el país, pudiendo desaplicar temporalmente normas legales que se requiera para hacer posible
dicha agilización, salvo en lo concerniente a salud y seguridad y defensa de la Nación“. Como se observa, el
Gobierno queda habilitado para desaplicar las Leyes que rigen la materia de aduanas, en los ámbitos allí indicados.
o “Dispensar de los trámites cambiarios establecidos por CENCOEX y por el Banco Central de
Venezuela, a órganos y entes del sector público o privado, a los fines de agilizar y garantizar la
importación de bienes o insumos indispensables para el abastecimiento nacional, la reactivación
productiva del país o el aumento de la capacidad tecnológica productiva, sin que esto se constituya en
modo alguno como un mecanismo en detrimento de la recuperación del aparato productivo nacional “.
Esto permite al Gobierno adoptar cualquier medida en materia cambiaria, al margen de lo establecido en las Leyes aplicables.
o “Requerir a empresas del sector público y privado incrementar sus niveles de producción así como el
abastecimiento de determinados insumos a los centros de producción de alimentos o de bienes
esenciales, para garantizar la satisfacción de necesidades básicas de las venezolanas y los
venezolanos“. Bajo este supuesto, el Gobierno podrá dictar cual tipo de órdenes que estime conveniente, especialmente, a
empresas privadas.
o “Adoptar todas las medidas necesarias para asegurar el acceso oportuno de la población a alimentos,
medicinas y demás bienes de primera necesidad, así como a todos los servicios necesarios para el
disfrute pleno de sus derechos. En tal sentido, el Ejecutivo Nacional podrá requerir de las personas
naturales o jurídicas propietarias de poseedoras, los medios de transporte, canales de distribución,
centros de acopio, beneficiadoras, mataderos y demás establecimientos, bienes muebles y mercancías
que resulten necesarios para garantizar el abastecimiento oportuno de alimentos a las venezolanas y
los venezolanos, así como de otros bienes de primera necesidad “. Este numeral permite al Gobierno dictar
cualquier medida en materia de abastecimiento, como la ocupación de bienes, instalaciones y empresas. Una medida, por cierto,
que ya está ampliamente regulada en diversas Leyes, como la Ley Orgánica de Precios Justos.
o “Adoptar las medidas necesarias para estimular la inversión extranjera en beneficio del desarrollo del
aparato productivo nacional, así como las exportaciones de rubros no tradicionales, como mecanismo
para la generación de nuevas fuentes de empleo, divisas e ingresos “.
o “Desarrollar, fortalecer y proteger el Sistema de Misiones y Grandes Misiones Socialistas, en aras de
propender a la incorporación de los pequeños y medianos productores, ya sean comunales, privados,
estatales o mixtos“.
o De acuerdo al artículo 4, los “Ministerios del Poder Popular con competencia en materia de economía y de
finanzas podrán efectuar las coordinaciones necesarias con el Banco Central de Venezuela a los fines
de establecer límites máximos de ingreso o egreso de moneda venezolana de curso legal en efectivo,
así como restricciones a determinadas operaciones y transacciones comerciales o financieras,
restringir dichas operaciones al uso de medios electrónicos debidamente autorizados en el país, para la
protección de la moneda nacional“. Esta habilitación indeterminada permitiría el Gobierno regular operaciones financieras y
en especial, operaciones bancarias.
Insisto: esta enumeración sirve solo de ejemplo, pues lo cierto es que bajo el Decreto, el Gobierno podrá
dictar cualquier medida que estime necesaria en materia económica. Medidas que, además, contarán
para su cumplimiento con el apoyo de las fuerzas públicas (artículo 6).
¿Cuáles son los próximos pasos? El Decreto debe ser remito a la Sala Constitucional, para el control
de su constitucionalidad, y a la Asamblea Nacional, para que ésta ejerza las funciones de control sobre el
Gobierno.
Así, de conformidad con el 7, el Decreto deberá ser remitido a tales efectos a la Asamblea Nacional para
su aprobación, dentro de los ocho días siguientes a su publicación en Gaceta Oficial. Cabe destacar que
el Decreto aparece en la Gaceta del 14 de enero, día a partir del cual deberá contarse ese lapso de ocho
días.
Para debatir sobre el Decreto, la Asamblea nacional deberá realizar una sesión especial “dentro de las
cuarenta y ocho horas de haberse hecho público el decreto“, según el artículo 27 de la Ley Orgánica de
Estados de Excepción. Como ese Decreto se hizo público el 15 de enero, las cuarenta y ocho horas
deberán contarse a partir de ese día.
¿Qué puede pasar en esa sesión de la Asamblea Nacional? Tres son los escenarios:

El primer escenario es que en esa sesión la Asamblea, con el voto de la mayoría absoluta de sus
miembros, apruebe el Decreto. Esto, simplemente, confirmará su validez y vigencia.

El segundo escenario es que en esa sesión, la Asamblea niegue la aprobación. En ese caso, el Decreto
perderá vigencia.

Pero la Asamblea puede decidir realizar nuevas sesiones. Recuerden que el lapso del cual dispone la
Asamblea es de ocho días a fin de pronunciarse sobre el Decreto. Por ello, como dispone el citado
artículo 27 , si “por caso fortuito o fuerza mayor la Asamblea Nacional no se pronunciare dentro de los
ocho días continuos siguientes a la recepción del decreto, éste se entenderá aprobado“.
Aquí hay una contradicción, pues la Ley fija el lapso de ocho días desde que la Asamblea recibe el
Decreto, mientras que el propio Decreto fija ese lapso desde el día de su publicación en Gaceta Oficial, o
sea, desde el 14 de enero.

En cualquier caso, lo cierto es que la Asamblea cuenta con ocho días, dentro de los cuales podrá realizar
cuantas sesiones estime permitente para debatir sobre el Decreto. Incluso, podrá requerir información al
Gobierno sobre las motivaciones del Decreto. Esto se extiende a la posibilidad de realizar interpelaciones
a los funcionarios que estime pertinente.

Todo lo demás… es paja; por Luis


Vicente León
Por Luis Vicente León | 16 de enero, 2016
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Luego de un camino tortuoso entre la celebración del triunfo opositor y la frustración causada por el recule
indispensable en la juramentación de los diputados de Amazonas, finalmente llegamos al discurso de
Memoria y Cuenta del presidente Maduro (en el que centro mi análisis de hoy) y la réplica inteligente de
Ramos Allup.

El centro del discurso presidencial fue la crisis económica que vive el país. Lamentablemente, no hubo un
reconocimiento de errores propios y el presidente se decantó por repetir la retahíla convencional, esa que
ya pocos le creen: la crisis es culpa de la guerra económica, del imperio y de un complot intergaláctico
que pretende tumbarlo.

Este no sería un problema si debajo del discurso político, el gobierno tuviera la intención real de aplicar
una estrategia, aunque sea encubierta, de estabilización racional. Pero no. El discurso parece venir
acompañado de la profundización del intervencionismo y el control extremo, que han sido precisamente
los causantes de la crisis. Esto se observa en el decreto de emergencia económica, que ahora debe
pasar por el proceso de aprobación posterior por parte de la Asamblea Nacional y la Sala Constitucional
del TSJ.
En ese decreto se observa un intento de profundización del control del Estado sobre la economía. No hay
un reconocimiento del problema real ni de las causas de la crisis. El presidente camina la ruta clásica del
socialismo primitivo, pasando de la etapa de los controles a la fase en la que creen que el problema no es
el control sino la mala aplicación de los mismos y el bloqueo de los enemigos, por lo que decide sofisticar
los controles e intervenir “adversarios”.

El decreto de emergencia se centra en pedir poderes especiales para seguir haciendo lo que quieran, sin
revisión ni control del Parlamento. Es una trocha para sustituir la ley habilitante que ahora no puede
obtener. Pretende evadir el control presupuestario por parte del Parlamento y rehacer el presupuesto de
acuerdo a sus necesidades e intereses, sin rendición de cuentas. Quiere tener la potestad de intervenir
empresas, activos y propiedad privada, con la excusa de garantizar el abastecimiento de productos
básicos. Busca garantizarse, en el caso de ser necesario, la posibilidad de restringir las operaciones en
bolívares y en dólares, con la opción de bloquear incluso los retiros de bolívares (conocido
internacionalmente como el corralito financiero). Intenta incrementar la presión tributaria, para evitar los
sacrificios propios y recargar al sector productivo privado de los costos de la cobertura del déficit.

No hay ni en el decreto, ni en el discurso del presidente, una explicación racional de como resolver el
problema de escasez de divisas, ni como pagar la deuda comercial interna para rescatar el
abastecimiento de materias primas e insumos. No explica de dónde saldrán los recursos para enfrentar
los pagos de deuda externa sin afectar el abastecimiento interno. No desarrolla como cumplirá su oferta
de incrementar la producción local, sin divisas, sin pagar deudas previas, sin condiciones de entorno
favorables, con controles de precios y cambio, con hostilidad a la inversión privada, con legislaciones
inaplicables y con inseguridad. Pero sobre todo, no hay una sola palabra, propuesta o acción, que permita
imaginarse que el país recuperará la confianza de los consumidores e inversionistas, sin la cual, todo lo
demás…es paja.

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