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n ENSAYO Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 265,

septiembre-octubre de 2016, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

La política de la «historia desde abajo»


Edward P. Thompson historiador, activista y polemista

Paul Pasquali

El libro Edward P. Thompson and the Making of the New Left,


editado y presentado por Cal Winslow, revaloriza la faceta del
historiador británico como intelectual comprometido e incluso
militante. La selección de textos es más que una antología y
permite aprehender los resortes políticos de una obra cuya génesis
comienza mucho antes de la publicación, en 1963, de su libro
más conocido: La formación de la clase obrera en Inglaterra.

E ditado y presentado por Cal


Winslow1, Edward P. Thompson and
the Making of the New Left [Edward P.
otra mirada sobre este pionero de la
«historia desde abajo»2, nacida en los
años 1960-1970 en Gran Bretaña antes
Thompson y la formación de la Nue- de inspirar los análisis de intelectua-
va Izquierda] reúne 13 textos políti- les de la India y otros países del Sur,
cos, uno de ellos inédito, escritos entre bajo el estandarte de los estudios sub-
1956 y 1962 por Edward P. Thompson alternos (subaltern studies) 3. Desde ha-
(1924-1993). Su interés radica en ofrecer ce unos 15 años, Thompson es cada vez

Paul Pasquali: es sociólogo e investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (cnrs)
de Francia y autor de Passer les frontières sociales. Comment les «filières d’élite» entrouvrent leurs portes
(Fayard, París, 2014). Sus principales temas de investigación son la historia de las ciencias sociales,
la movilidad social y las desigualdades en los sistemas educativos de Europa.
Palabras claves: estudios culturales, «historia desde abajo», marxismo, movimiento obrero, Ed-
ward P. Thompson, Gran Bretaña.
Nota: este artículo es una versión traducida y adaptada del artículo «La politique de l’histoire par en
bas’», publicado en Genèses. Sciences Sociales et Histoire No 99, 2015. Traducción del francés de Gustavo
Recalde.
1. C. Winslow: Edward P. Thompson and the Making of the New Left, Monthly Review Press, Nueva
York, 2014. Winslow es un ex-alumno de Thompson y uno de los coautores, junto con Douglas
Hay, Peter Linebaugh, John G. Rule y E.P. Thompson, de Albion’s Fatal Tree: Crime and Society in
Eighteenth-Century England, Allen Lane, Londres, 1975.
2. Recordemos que si bien esta expresión es de Thompson, remite a un enfoque que ya existía en autores
como Jean Jaurès o Albert Mathiez. Fue respecto de este último que Lucien Febvre, tres décadas antes,
habló de «historia vista desde abajo» (Annales d’Histoire Économique et Sociale No 18, 1932, p. 576). Más
allá de las diferencias de objetos y estilos, el proyecto es similar: poner en un primer plano al pueblo,
a los anónimos y los marginales, contra los relatos centrados en los grandes hombres, el Estado y las
instituciones, e insistir sobre la racionalidad de las creencias y revueltas populares, contra la mirada
predominante de las elites y la historiografía tradicional de los movimientos sociales.
3. Dipesh Chakrabarty: «Una pequeña historia de los estudios subalternos» en Pablo Sandoval (dir.):
Repensando la subalternidad. Miradas críticas desde/sobre América Latina, Envión / iep, Lima, 2010.
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más citado y discutido en las ciencias general y los recuadros explicativos


sociales latinoamericanas, especial- que preceden cada texto enriquecen
mente entre los historiadores, pero con considerablemente el conocimiento de
frecuencia al precio de malentendidos los resortes políticos de una obra cuya
conceptuales y cierto nivel de despo- génesis comienza mucho antes de la
litización4. Gracias a este libro, pode- publicación, en 1963, de la obra maes-
mos descubrir a un autor mucho más tra del historiador, La formación de la
comprometido, tanto en su vida de his- clase obrera en Inglaterra8. A menudo, los
toriador como fuera de ella, que lo que lectores conocen más a Thompson por
permiten ver numerosos usos acadé- sus famosos estudios sobre el mundo
micos de sus trabajos, particularmen- obrero, la «economía moral» de las re-
te en Argentina5 y Brasil6. Así, se llega vueltas por la escasez de alimentos
a reconsiderar la oposición, demasiado o las formas de dominación9, que por
esquemática, que muchos académicos sus escritos de polemista antiestali-
suelen hacer entre ciencia y política: en nista y antinuclear o de marxista
el caso de Thompson, esta oposición heterodoxo, crítico feroz del estruc-
impide comprender la génesis de una turalismo althusseriano10, sin hablar
obra, un enfoque y un estilo tan carac- de sus actividades militantes en varios
terístico. Más allá de eso, cuestionar campos de intervención. Pero la publi-
esta separación a priori evidente per- cación de esta selección de ensayos
mite medir el aporte, en el surgimiento no es solo un complemento bibliográ-
de investigaciones rigurosas e inno- fico. Abarcando un periodo de intenso
vadoras, de experiencias y conviccio- compromiso, en plena Guerra Fría y
nes muy alejadas de este lugar común
que es la «neutralidad axiológica», con-
cepto abusivamente asimilado a un 4. Lucas Poy: «Remaking The Making: E.P.
imperativo de no intervención de Thompson’s Reception in Argentina and the
Shaping of Labor Historiography» en Interna-
los académicos en el campo políti- tional Review of Social History vol. 61, 2016.
co, al precio de un contrasentido so- 5. Agustín Nieto: «Los usos de E. P. Thompson
en la historiografía ‘argentina’: un itinerario
bre aquello que Max Weber entendía posible» en Rey Desnudo No 3, 2013.
por Wertfreiheit, a saber, la «no imposi- 6. Marcelo Badaró Mattos : «La formación de la
clase obrera en Inglaterra. Materialismo históri-
ción de valores» en situación pedagógica co e intervención política» en Trashumante. Re-
por parte de un docente que abusa de vista Americana de Historia Social No 4, 2014.
su autoridad7. 7. Isabelle Kalinowski: «Leçons wébériennes sur
la science et la propagande» en M. Weber:
La science, profession et vocation, Agone, Marsella,
■■ Historiador, activista y polemista 2005.
8. Crítica, Barcelona, 1989.
9. E.P. Thompson: Tradición, revuelta y concien-
A pesar de las apariencias, esta selec- cia de clase, Crítica, Barcelona, 1979.
10. E.P. Thompson: Miseria de la teoría, Crítica,
ción de textos es más que una antología. Barcelona, 1981 y Writing by Candlelight, Merlin
La elección del corpus, la introducción Press, Londres, 1980.
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en medio de los debates político-aca- contenido de estos textos y su actuali-


démicos de la «nueva izquierda» britá- dad científica.
nica, estos textos ofrecen también un
panorama de una obra paralela, más ■■ Costos y recursos de
teórica y más literaria a la vez que la un compromiso a largo plazo
que goza del sello universitario, pero
no menos fecunda. En ella se descu- Winslow enfatiza hasta qué punto la
bren los lazos –ecos o repercusiones– política marcó de manera precoz y
entre el presente inmediato en el cual duradera el itinerario de Thompson.
el historiador estaba inmerso y el pa- Poeta y profesor de historia de la In-
sado lejano en el que se sitúan sus ob- dia en Oxford, su padre fue, antes de
jetos de investigación. que naciera, misionero y educador
en Bengala, defensor de la causa an-
El título de la selección, a manera de ticolonial, amigo personal de Nehru y
guiño a La formación de la clase obrera Gandhi. Su madre también era una mi-
en Inglaterra, sugiere deliberadamente sionera con convicciones de izquierda.
que la forma en que Thompson ejercía No bien ingresó en Cambridge a co-
la profesión de historiador es insepa- mienzos de la Segunda Guerra Mun-
rable de sus múltiples combates y, par- dial, Edward, siguiendo el ejemplo de
ticularmente, de su militancia en las su hermano mayor Frank, adhirió al
filas de la New Left. Contra las lógi- Partido Comunista de Gran Bretaña
cas maniqueas que enfrentaban a los (pcgb) en virtud de su antifascismo.
partidarios de los dos bloques geopo- Este combate continuó de otra forma
líticos de la Guerra Fría, esta vasta cuando, interrumpiendo sus estu-
nebulosa que agrupaba a docentes, es- dios, fue enviado al frente en África
tudiantes y trabajadores se había for- del Norte y luego a Italia. Thompson
mado a fines de los años 1950 en torno quedó muy impactado por un episo-
de un objetivo unificador: inventar dio trágico de esta epopeya antifas-
un socialismo con rostro humano, he- cista en el que su hermano, entonces
redero crítico de las tradiciones del miembro de los servicios secretos
mundo obrero, reacio a las ortodoxias británicos en Bulgaria, fue capturado
de todo tipo y decidido a resistir a las y luego fusilado en 1944 por una bri-
claudicaciones de la izquierda labo- gada pronazi.
rista. Sin reducirse a ello, la «historia
desde abajo» de Thompson lleva la Al retomar sus estudios de literatura
huella de esta coyuntura política espe- e historia social en Cambridge, en
cífica. Tal como lo recuerda Winslow, 1946, Thompson reanudó también su
debe también mucho a sus compro- militancia comunista, en un contexto
misos anteriores, que mencionare- marcado por la hegemonía del Par-
mos brevemente antes de abordar el tido Conservador, la inercia de los
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laboristas y el clima de sospecha ge- los archivos. Sobre este punto, puede
neralizada respecto de los «malos pa- decepcionar que el editor, demasiado
triotas». Su encuentro con su futura focalizado en el caso de Thompson,
esposa, Dorothy Towers, también no insistiera demasiado en esta par-
miembro del pc y que se convertiría ticularidad y, por lo tanto, olvidara
en una figura destacada en los estu- preguntarse por los costos, variables
dios del movimiento cartista11, fue una según la época, que supone para un
etapa crucial en su compromiso. En intelectual el hecho de militar más
1948, la pareja decidió instalarse en el allá de los círculos intelectuales.
corazón del norte obrero de Inglaterra,
en Halifax, para ponerse completa- Solo a los 40 años Thompson acce-
mente al servicio de la causa. Edward dió a un verdadero estatuto univer-
era entonces secretario de la Federa- sitario, al convertirse en profesor de
ción de Yorkshire del Movimiento por la Universidad de Warwick, donde
la Paz, director de un diario pacifista fue designado director del Centro
y miembro activo del comité local del para el Estudio de la Historia Social
pc. En esos ámbitos, frecuentaba a mi- (1965-1970). Y debió esperar hasta 1968
litantes de base que eran un poco los para ingresar al comité de redacción
herederos de los mundos plebeyos de de Past and Present, la revista más em-
los siglos anteriores a los cuales am- blemática de la «historia desde abajo»,
bos dedicarían más tarde sus respec- creada en 1952 por sus camaradas del
tivas investigaciones. ghpcgb. Pero este reconocimiento y el
éxito de La formación de la clase obrera
Si bien integró rápidamente el Grupo en Inglaterra no bastarían para hacerlo
de Historiadores del pcgb (ghpcgb), jun- abandonar su vida de activista. Así,
to con Eric J. Hobsbawm, Christopher en 1971, renunció a su puesto para de-
Hill y John Saville, Thompson ocu- nunciar las lógicas empresariales que
paba entonces un lugar marginal en se estaban introduciendo en las uni-
el mundo académico. Sin tener un versidades británicas. Inició entonces
doctorado, estaba además aislado geo- una carrera de investigador freelance,
gráficamente de la mayoría de sus co- invitado en el mundo entero a semina-
legas establecidos en Londres. Hasta rios o viajes de estudio, antes de poner
1965 fue profesor de educación para sus investigaciones entre paréntesis,
adultos, y fue precisamente mientras
dictaba sus cursos nocturnos cuando 11. Movimiento vinculado a la clase trabajado-
tomó conciencia de la riqueza de las ra que se manifestó en varias oleadas entre
1838 y 1848. Su nombre deriva de la «Carta del
tradiciones de las que le hablaban Pueblo», un documento enviado al Parlamen-
sus estudiantes, trabajadores politi- to Británico en 1838, en el que se reivindicaba
el sufragio universal masculino y reformas
zados o sindicalistas en su mayoría, que permitieran la participación de los obre-
antes de ir en busca de sus huellas en ros en el Parlamento [n. del e.].
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durante la década siguiente, para de- Englishman» [El inglés libre por na-
dicarse plenamente a su papel de cimiento]– de su libro de 1963. Una
vocero del movimiento pacifista Eu- lectura demasiado apresurada po-
ropean Nuclear Disarmament. Proba- dría llevar a ver este artículo como el
blemente por su afán de coherencia, el embrión de un «clásico» historiográ-
editor centró su objetivo en las razo- fico; la selección de Winslow mues-
nes de la ruptura de Thompson con tra en cambio que se trata más bien
el pcgb en 1956 y en su influencia, los de un intento de reinventar un mar-
años siguientes, en el surgimiento de xismo abierto, tras el ingreso en disi-
la New Left. dencia y luego la ruptura con el pc.

■■ Génesis política de un trabajo Esta secuencia biográfica es crucial en


de historiador el itinerario del historiador. Traumati-
zados por la crisis de Suez, el informe
Thompson contó en una entrevista12 Jruschov y la intervención soviética en
cómo, a lo largo de sus intercambios Hungría, Thompson y otros disiden-
cotidianos con sus amigos sindica- tes del pc, entre ellos Saville, fundaron
listas y con los estudiantes que asis- primero una publicación interna, The
tían a sus cursos nocturnos, concibió Reasoner, en la cual se publicó el pri-
poco a poco la idea de romper con mer texto de esta recopilación, escrito
la historiografía tradicional, de tipo al calor del acontecimiento, contra
«acontecimental» (centrada en los su- la invasión de Budapest por el Ejér-
puestos grandes acontecimientos) o cito Rojo. Thompson tenía apenas 35
economicista, del mundo obrero bri- años, aún era miembro del pc, pero re-
tánico. Encargado por un editor de prochaba a sus dirigentes su ceguera
izquierda, redactado en un estilo vi- frente a los crímenes del estalinismo,
vaz, contundente e irreverente por- que desmenuzó metódicamente a
que estaba destinado ante todo a un partir de recortes de diarios, decla-
público no académico, La formación raciones y citas oficiales. Afirmando
de la clase obrera en Inglaterra era en- la verdad, la libertad de opinión y la
tonces el fruto de un recorrido fuera fraternidad internacional como valo-
de los cenáculos universitarios, pero res fundamentales del comunismo,
también un modo de devolver a sus defendía un «humanismo socialista»
estudiantes, en su mayoría autodi- cuyas grandes líneas se esbozan en el
dactas o «tránsfugas de clase», aquello segundo texto, a medio camino entre
que le habían dado sin saberlo. No re- el manifiesto y el programa, publi-
sulta pues casual que la selección ter- cado en 1957 en una nueva revista,
mine con un texto, publicado en 1962
12. V. entrevista en Henry Abelove: Visions of His-
en New Left Review, que es la versión tory, Manchester University Press, Manchester,
inicial de un capítulo –«The Free Born 1976.
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The New Reasoner, que creó con sus reduciendo todo a una «base infraes-
camaradas tras su ruptura con el pc. A tructural», niegan la autonomía rela-
través de su crítica al estalinismo –pero tiva de los valores y las producciones
también al leninismo y al trotskismo–, culturales. En realidad, Thompson
arremete contra los fundamentos del no pensaba en absoluto en «sujetos»
régimen soviético y, en un plano más sino en «agentes»16, que «no reflejan
teórico, contra el determinismo meca- pasivamente su experiencia, sino que
nicista presente en Friedrich Engels y piensan también que esta experiencia
en ciertos análisis del «viejo Marx». y su pensamiento afectan la manera
en que actúan»17. Se observa allí un
Esta crítica lo condujo a desechar las tema clave de La formación de la clase
variantes estatistas y vanguardis- obrera en Inglaterra, pero que en ese
tas del socialismo, para poder pa- momento apuntaba en primer lugar
sar «de las abstracciones y fórmulas a salvar el potencial emancipador del
escolásticas al hombre real, de los marxismo. Convirtiéndose en ani-
fraudes y los mitos a la historia ho- mador esencial de la Universities and
nesta»13. No dudó en movilizar su Left Review, que se fusionaría en 1960
trabajo de historiador para alimentar con The New Reasoner para dar naci-
sus reflexiones políticas, como si mi- miento a New Left Review, Thompson
litar significara para él a la vez escri- pretendía participar en la estructu-
bir y hacer historia, aquí y ahora. Fue ración intelectual de un movimiento
en este texto donde apareció por pri- del cual esperaba que tuviera im-
mera vez un concepto que se volvió pacto más allá de los pequeños círcu-
central luego en Thompson y sus he- los cultos. En dos textos, publicados
rederos: la agency, ese margen de ac- en 1957 y 1959, fijó así las prioridades
ción autónoma, socialmente situada. estratégicas de la «nueva izquierda»:
Desde este punto de vista, la antolo- los debates abiertos, las relaciones no
gía de Winslow permite disipar los jerárquicas y las acciones unitarias
frecuentes malentendidos en torno de debían dar cuerpo a ese «humanismo
esta noción hoy de moda entre algu- socialista» que anhelaba, a través de
nos pensadores críticos y en las diver- los clubes de pensamiento, las cam-
sas corrientes posmodernas14, tanto pañas de autoeducación, las revistas
en América Latina como en otros lu-
gares15. En Thompson, la agency no 13. C. Winslow: ob. cit., p. 53.
14. Jacques Pouchepadass: «Les subaltern studies
sirve para rehabilitar una capacidad ou la critique postcoloniale de la modernité»
subversiva «natural» de los domina- en L’Homme No 156, 2000.
15. Julia Soul: «E.P. Thompson en la antropolo-
dos, o su irreductible subjetividad gía social latinoamericana. Convergencias, di-
impermeable a todo determinismo vergencias y desplazamientos conceptuales»
en Rey Desnudo No 3, 2013.
socioeconómico, sino ante todo para 16. C. Winslow: ob. cit., p. 73.
refutar las vulgatas marxistas que, 17. Ibíd, p. 57.
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colaborativas, los teatros populares, Aunque a menudo lleven la marca


los comités de inquilinos y las coo- de una era que pasó, en el plano po-
perativas. En síntesis, una suerte de lítico, estos textos siguen siendo en
«política desde abajo», si cabe la ex- cambio muy actuales para evitar
presión, que tiene mucha afinidad ciertos peligros que acechan a me-
con su manera de escribir la historia. nudo a las ciencias sociales contem-
poráneas. Mencionemos en particular
■■ El empirismo del historiador: dos de ellos, publicados en 195923 y en
arma polémica y recurso político 196124, donde Thompson critica dura-
mente los primeros trabajos de los es-
Esta «política desde abajo» rechaza- tudios culturales (cultural studies), en
ba tanto a los universitarios timoratos nombre de un empirismo que, esta
como a los aparatos políticos oligár- vez, no es político sino específica-
quicos o a los «profetas arrogantes»18 mente científico. Apunta sobre todo
que confiscan la palabra del pueblo. contra Richard Hoggart y Stuart
Thompson veía en la diversidad de la Hall. Al primero y a sus epígonos
New Left una riqueza que permitía el les reprocha cierta idealización de la
advenimiento –sin pasar por una gran clase obrera tradicional y un enfoque
ruptura mesiánica– de una versión de demasiado sentimental y centrado
la revolución diferente de la que exis- en las relaciones familiares, que ca-
tía en los países de Europa oriental. Se rece cruelmente de «perspectiva his-
trataba de «ayudar a la gente a pen- tórica seria»25. Más allá de eso, señala
sar el socialismo como algo hecho por la dificultad que tienen estos estudios
el pueblo y no para él o impuesto a él, para dar cuenta de las contradiccio-
abriendo nuevos caminos a través de nes internas de los sectores popula-
las luchas en el terreno»19. Este empiris- res, tomar en serio la vida cultural de
mo político debía mucho a sus inves- los dominados más allá del entreteni-
tigaciones de entonces: mencionando miento de masas y comprender en su
a los niveladores del siglo xvii y a los complejidad las imbricaciones entre
cartistas del siglo xix, atribuía a los ac- familia, escuela, trabajo y política. Al
tivistas que ocupaban posiciones de no inscribir el análisis en la historia
intermediarios culturales, más que al de larga duración de las clases popu-
Partido o al Estado, un papel motor lares ni prestar atención al papel de
en la formación de una identidad de
clase progresista. Lo que no le impe- 18. Ibíd., p. 168.
día ir más allá de los hechos haciendo 19. Ibíd, p. 184, énfasis en el original.
20. Ibíd., pp. 137-144.
observaciones teóricas de gran actua- 21. Ibíd., pp. 147-159.
lidad para pensar la abstención20, los 22. Ibíd., pp. 168-185.
23. Ibíd., pp. 103-116.
movimientos sociales21 y la recompo- 24. Ibíd., pp. 187-213.
sición de las relaciones de clase22. 25. Ibíd., p. 107.
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Edward P. Thompson historiador, activista y polemista

las minorías activas en su seno, estos de la política, lo era ante todo, en su


estudios tienden, según él, a caer en opinión, por ignorancia de las exi-
el evolucionismo o el psicologismo y, gencias de la administración de la
con su afán de reducir todo a lo cul- prueba y los últimos logros de las
tural, a perder de vista la importan- ciencias sociales empíricas (que no
cia de lo político y lo económico. se privaba de enumerar). De ahí, se-
gún él, una teoría demasiado vaga
Desde este punto de vista, su texto de la «cultura», que no consiste en un
más estimulante –y virulento– es su «whole way of life» [un modo de vida
reseña de La larga revolución (1961)26, integral], tal como lo piensa Williams,
de Raymond Williams, otra figura im- sino que es un «whole way of conflict»
portante de la New Left y pionero de [integralmente conflictivo]31.
los estudios culturales. Tras haberlo
A pesar de los desacuerdos, Thompson
reconocido como «el mejor de noso-
mantuvo siempre relaciones amisto-
tros»27, le dirige numerosas críticas.
sas y cálidas con Williams y Hoggart.
Por un lado, le reprocha a Williams un
En sus memorias, Hoggart señala
estilo impersonal y desencarnado que,
cómo su experiencia común en la edu-
sin decirlo, reproduce el punto de vista
cación para adultos forjó entre ellos
dominante y su culto a la «Gran Tra-
una estima duradera y mutua32. Su-
dición»: «Les dediqué mucho tiempo
cedió algo diferente con las relaciones
a los años 1840 –escribía– y sus años
entre Thompson y New Left Review
1840 no son los míos»28. Por otra parte,
después de 1963, fecha que marcó
señala su tendencia a ocultar las rela-
al mismo tiempo su alejamiento de
ciones de clase y la violencia de los po-
la revista y el comienzo de una dé-
derosos, por considerar a menudo que
cada de polémicas con sus nuevos
«así se hizo la historia» en lugar de
directores. Así sucedió, en particu-
mostrar cómo «los hombres hicieron la
lar, con su editor Perry Anderson,
historia así»29. Se introducen aquí dos
en quien Thompson veía la encar-
de los principios fundamentales de la
nación de un marxismo dogmático
«historia desde abajo» que serían ilus-
newlook y de un repliegue teoricista
trados en La formación de la clase obrera
sectario sin base ni práctica militantes.
en Inglaterra.
El único texto inédito de la selección
es, precisamente, una comunicación
No se trata de una crítica política de
Williams: más bien «celebra el va- 26. Nueva Visión, Buenos Aires, 2003.
lor»30 de su colega, que nunca cedió 27. C. Winslow: ob. cit., p. 187.
28. Ibíd., p. 195.
a la ortodoxia estalinista ni renegó 29. Ibíd., p. 191.
de sus convicciones socialistas. Si 30. Ibíd., p. 193.
31. Ibíd., pp. 204-205.
bien consideraba que este era víc- 32. R. Hoggart: A Sort of Clowning, Chatto &
tima de las concepciones burguesas Windus, Londres, 1990, p. 96.
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interna enviada al comité de redac- niega a reducir todos los debates a la


ción, en la cual reprochaba a la revista historia del colonialismo, una lectura
su giro tercermundista. Cuestionaba «ingenua»33 de lo real que desvirtúa
así el «intelectualismo romántico» y las luchas y las tradiciones populares
el «exotismo» revolucionario de sus en el seno mismo de las potencias oc-
ex-camaradas, que habrían cedido a cidentales y lleva a dar la espalda
la «mística de la violencia» de Jean- tanto al presente como al pasado.
Paul Sartre y Frantz Fanon. Contra lo
que consideraba un efecto de moda En muchos aspectos, estos textos per-
propio de los pequeños círculos in- mitirán alimentar las reflexiones so-
telectuales de Oxford, defendía otro bre la historia de los movimientos
tipo de internacionalismo, en contacto sociales, el compromiso de los intelec-
con las realidades locales y nacionales, tuales y la circulación transnacional
arraigado en el movimiento obrero y de los conceptos de Thompson en las
preocupado por intervenir en la actua- ciencias sociales34. Ofrecen también
lidad política británica. un modelo para comprender cómo el
activismo político puede ser, en cier-
Otras dos críticas formuladas por tas condiciones, un recurso para el
Thompson en este texto inédito in- trabajo de los investigadores, en vez
vitan a matizar los lazos a menudo de ser un «sesgo» que amenaza su
mencionados entre su obra y los últi- cientificidad o un rasgo idiosincrá-
mos avatares de los estudios cultura- sico, propio de las llamadas corrien-
les y los estudios subalternos Si bien tes «críticas». En síntesis, sugieren
su obra pudo alimentar las reflexiones que nuestra inventiva depende estre-
de especialistas de las culturas popu- chamente de nuestra combatividad,
lares o del poscolonialismo, se trata de lo que, en los tiempos que corren, es
una herencia parcial y a veces ambi- bastante saludable.
gua. Por un lado, señala los límites de
los enfoques centrados en las cuestio-
nes culturales, a partir del momento 33. C. Winslow: ob. cit., p. 233.
en que la cultura se vuelve un pre- 34. Gabriel Winant, Andrew Gordon, Sven
Beckert y Rudi Batzell: «Introduction: The
texto para eludir los problemas polí- Global E.P. Thompson» en International Review
ticos y económicos. Por otro lado, se of Social History vol. 61, 2016.

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