Está en la página 1de 16

ADMINISTRADORES FIELES.

1 Corintios 4:1-2. Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores
de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea
hallado fiel.

Uno de nuestros graves problemas como humanidad es la mala y, en ocasiones, la pésima


administración que tenemos sobre todas las cosas. En verdad que es algo terrible, y hablamos de
administración ya sea dinero, de nuestro tiempo, de los recursos, de los ministerios de Dios, de los
talentos que Dios nos ha dado, de los dones naturales que tenemos y, aun, de los dones
espirituales que el Señor ha puesto en nuestra vida.

En general somos malos administradores porque no estamos conscientes o no somos


responsables de la administración. Generalmente hacemos lo que queremos hacer y no
administramos lo que tenemos. No importa cómo se llame, no lo administramos, no lo sabemos
administrar.

¿Qué es un administrador? La palabra administrador tiene su origen en dos palabras


griegas: epítropos y oikonomos. Epítropos significa alguien a cuyo cuidado se encomienda algo. Es
decir, cuando se pone algo en nuestras manos para que lo hagamos prosperar.

El diccionario dice que administrador es una persona que se dedica a gobernar los bienes de otro.
Y cuando nosotros miramos la Escritura, podemos encontrar en estas definiciones, cosas que son
muy importantes y que Dios quiere hablar a nuestra vida en esta tarde. Lo primero es que la gente
nos reconozca a cada uno de nosotros, como siervos, como servidores de Jesús. Es decir, como
personas que tenemos la disposición, el deseo y la oportunidad para hacer lo que Dios nos
manda.

Eso es lo primero que Pablo resalta; que la gente que nos rodea pueda advertir que nosotros
somos servidores, que somos siervos de Jesús y que ellos mismos nos tengan por siervos. ¡Esto no
es fácil! Puesto que para poder llevarlo a cabo debemos tener un corazón dispuesto para suplir las
necesidades de aquellos que están a nuestro alrededor.

Pregunta: ¿Estamos dispuestos a servir? A veces a la familia le queremos servir, pero no siempre;
y lo podemos ver con nuestros hijos. Si le pedimos a los hijos que hagan algo, por lo general
protestan. ¡Y por qué no le dices a mi hermano, por qué no le dices a mi hermana, ah, otra vez
yo! A todos nos ha pasado y todos nos hemos quejado porque no nos gusta.

A los esposos nos gusta ser servidos por la esposa. Nos gusta llegar a la casa y que nuestra esposa
nos atienda, que sea una excelente servidora de Cristo Jesús, y que por lo tanto nos atienda como
lo merecemos. Somos la cabeza del hogar por lo tanto, exigimos que la esposa nos atienda de una
manera correcta, nos atienda bien.

La esposa quiere también dentro de todo ser atendida, que el esposo sea siervo de ella, pero , nos
cuesta trabajo. Y como nos cuesta trabajo el servir, nosotros generalmente no le enseñamos a
nuestros hijos a servir. Les exigimos que sirvan, porque a nosotros nos exigieron servicio, pero en
muy pocas ocasiones los padres les enseñan con su propio ejemplo que hay que servir, y que hay
que hacerlo con y por amor.

Generalmente, cuando servimos lo hacemos de mal humor, o lo hacemos porque no nos queda de
otra. Lo tenemos que hacer y bueno pues ni modo. Pero decir, voy a servir con amor, con agrado,
con una sonrisa. ¡Qué difícil es! Y la Palabra nos confronta con esto en primer lugar, y dice Pablo
que los que están a tu alrededor te tengan como un siervo de Cristo. Y para que alguien te
reconozca a ti como siervo es porque a esa persona le sirves. Porque suples necesidades que esta
persona tiene.

Después hay algo importante que dice el apóstol Pablo: Que seamos administradores de todo
aquello que es de Dios. Y cuando habla de misterios, se está refiriendo a lo que está oculto a los
hombres, pero que a nosotros como hijos de Dios, como siervos del Señor, como tenemos una
relación estrecha con el Señor además conocemos la Escritura, ya nos son reveladas las cosas.

Nosotros podemos escuchar en la religión idólatra: “los misterios e Dios”. Y todo es un misterio, el
misterio de la concepción, el misterio de la muerte, el misterio de la cena; ¡todo es misterio! No
les ha caído la revelación, no la han buscado; el día que la busquen la van a encontrar. Y entonces
el apóstol Pablo está diciendo: tú tienes que ser administrador de esos misterios, de eso que está
oculto para la gente pero que a ti ya te fue revelado. Te fue revelado, o a través del conocimiento
o de una manera directa de parte de Dios.

Entonces nosotros tenemos que ser administradores de ellos, y agrega el apóstol que es necesario
que en esta administración nosotros seamos fieles. No debemos fallar en gobernar correctamente
todo lo que es de Dios y que a nosotros nos lo confía. Fíjate qué maravilloso. Dios está poniendo
los ojos en ti para que tú administres, para que tú gobiernes lo que a Él le pertenece,
¡extraordinario!

Cómo podríamos nosotros considerar que nosotros podemos llevar a cabo una labor así. ¡Somos
incapaces! Señor, ¿cómo voy a administrar algo que es tuyo? ¿Cómo voy a gobernar lo que es
tuyo? ¿Cómo voy a gobernar tus talentos tus dones, tus ministerios, cómo voy a gobernar todo
esto, es decir cómo lo voy administrar? Pues el Señor te dice: ¡hazlo! Nada más requiero que tú
tengas una característica: que seas hallado fiel. Es decir, que sí lo hagas, que sí lo lleves a cabo.

Y para poderlo hacer nosotros necesitamos tener consciencia de todo lo que nosotros tenemos no
nos pertenece, que es de Dios y que Él nos ha dado. Debemos entender que todo lo que nosotros
tenemos pertenece a Dios y nosotros solo somos administradores. Que un día, va a haber un día
en el cual Dios te va ha pedir cuentas a ti, te va a decir: a ver, ven: ¿qué hiciste con todo lo que yo
te di?
Hoy incluso en la profecía el Señor una vez más hablaba en relación a esto, y yo me gozo, me gozo
cuando veo que Dios en la profecía habla precisamente de lo que a mí me mostró en la
predicación, en lo que preparo para el mensaje, porque me da la seguridad de que Dios nos está
guiando, de que el Señor está tomando control de la iglesia para llevarla hacia donde Él quiere. Y
quiere el Señor que nosotros seamos fieles en la administración, que gobernemos lo que tenemos
que a Él le pertenece, y no lo podemos quitar de nuestra mente lo que a Él le pertenece, para su
gloria, para su honra.

La gente en términos generales ignora que va a haber un día en el cual va a tener que dar cuentas,
aun muchos cristianos no tienen la conciencia. Lo saben, saben que pasaremos a dar cuentas de
cada una de las cosas que Dios ha puesto en nuestras manos para administrar. Sin embargo, no lo
administramos correctamente.

Siempre tenemos obstáculos, siempre tenemos problemas, siempre hay prioridades en nuestra
vida y no consideramos verdaderamente que lo que estamos haciendo esté bien o esté mal.
¿Estamos administrando bien o estamos administrando de una manera incorrecta? Simplemente
vamos viviendo y ahí la llevamos, y creemos que lo que tenemos a nosotros nos pertenece; y
estamos muy equivocados.

Lucas 12:42. Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre
su casa, para que a tiempo les dé su ración?

Fíjate, hoy también el Señor hablaba en la profecía sobre los tiempos. Decía: hay tiempo para
todo, tiempo para nacer, tiempo para morir, tiempo para crecer, tiempo para desarrollarse,
tiempo para trabajar tiempo para descansar, tiempo para comer, tiempo para todo. Para todo
tenemos un tiempo y las cosas las tenemos que hacer en los tiempos indicados. Y tenemos que
estar atentos a los tiempos.

Cuando nosotros miramos a los tiempos, nosotros podemos advertir entonces el momento en el
cual nosotros podemos desarrollar lo que Dios nos ha dado para administrarlo, y administrar
dentro de la voluntad y los propósitos de Dios.

Lucas 12:43. Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

Es decir, le halle haciendo lo que tiene que hacer, siendo administrador fiel de las cosas del Señor;
no de tus cosas, de las cosas del Señor.
Lucas 12:44-48ª. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. Mas si aquel siervo
dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y
a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la
hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que
conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá
muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco.

¡Qué extraordinario es el Señor! En otras palabras, Dios a todos sin excepción nos ha dado dones
naturales; todos tenemos habilidades naturales, habilidades que hemos ido desarrollando a través
de los años (lo hemos visto en otras ocasiones), todos tenemos talentos que Dios nos dio, unos de
un tipo, otros de otro. Y una vez que nosotros recibimos el Espíritu Santo entonces esto se vuelve
maravilloso.

¿Por qué? Porque entonces al recibir el Espíritu Santo el Señor trae dones espirituales, dones de su
Espíritu Santo a nuestra vida para que nosotros también los desarrollemos, los pongamos a
trabajar. Tanto lo natural como lo espiritual lo tenemos que administrar de una forma correcta. No
podemos administrar incorrectamente, lo que Dios te ha dado como persona en lo natural, es algo
que tú tienes que desarrollar, no hay más.

Los dones, las habilidades naturales, los talentos que tú tienes algunos desde que naciste, como
dice luego mucha gente: ah es que tengo la facilidad de pintar. ¿Y qué has pintado? No pues nada.
¡Mal! Es que yo tengo facilidad para la música. ¿Y qué has hecho, tocas algún instrumento? No, me
da flojera. ¡Mal! ¿Qué habilidad tienes? Hay hermanas que dicen: Bueno tengo muy buen sazón
para la comida. Ah entonces cocinas riquísimo. No, no me gusta, ahí nada más les hago unas
quesadillas a mis hijos.

Y entonces nos vamos encontrando situaciones en donde nosotros no desarrollamos lo que Dios
nos ha dado. Y aun eso como dice la Escritura, natural que Dios nos dio, Dios nos lo va a demandar
y vamos a tener que dar cuentas de ellos. Y esto es delicado, si tú haces consciencia te vas a dar
cuenta de la magnitud de lo que dice la Palabra. Y ahora tú como cristiano agrégale los dones
espirituales. Ah que yo nunca supe cuáles eran los dones que Dios me dio cuando me bauticé,
cuando el Espíritu Santo vino a mi vida.

Sí, pero nunca oraste para preguntarle al Señor, nunca te acercaste para ser ministrado, para
buscar qué es lo que Dios tenía para ti, para conocer el propósito de Dios para tu vida. Tal vez Dios
te dio el don de la enseñanza y ni siquiera viniste a un curso. ¡Dios te lo va a demandar! Y Dios te
va a decir: yo te di dones espirituales, ¿qué hiciste con ellos? ¿Dónde están? ¡No fuiste un siervo
fiel! Y el Señor te va a azotar.
No dice la Palabra que te va a reprender, que te va a castigar, que te va a hablar fuerte; dice que te
va a azotar. A pero es que yo no conocía, yo no sabía esto. Ah, ¿no lo sabías? Entonces tú te metes
ahora si en la ignorancia para decir: como yo no sabía, no hice. ¡Sí! Veamos qué dice la Palabra:

Lucas 12:48. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, es decir, sin conocer los dones
que tú tuviste, no los pusiste por obra porque no los conocías y por lo tanto no fuiste fiel a esos
dones; entonces: será azotado poco.

Dios te va a azotar. Yo no sabía. No importa, Dios te va a azotar. Es que yo fui un siervo fiel que
siempre estuvo al pendiente, que siempre puso en servicio los dones, que siempre los talentos y
las habilidades que tú me diste Señor yo las puse por obra. ¡Gloria a Dios, tienes un lugar especial
en el Señor, y va a venir la bendición sobre tu vida, lo va a haber!

Nosotros tenemos que poner a trabajar los dones, los talentos, las habilidades, todo lo que
nosotros somos. Y cuando miramos lo que decía el apóstol Pablo, lo que dice en 1 Corintios, lo que
leímos, entonces nos vamos a encontrar que el servir a los demás, el que nos reconozcan, el que
nos tengan por siervos de Jesucristo, significa que los dones que Cristo Jesús puso en nosotros
naturales y espirituales, nosotros los ponemos al servicio de la gente que está a nuestro alrededor,
no hay más.

Entonces es algo que yo tengo que entender, que lo que Dios me dio no es para que yo lo
conserve y yo lo guarde, y lo esconda. Es para que yo se lo dé a los demás, a los que están
a mi alrededor para producir, tengo que producir.

Yo recuerdo que cuando recibí el Espíritu Santo después de haberlo recibido en una reunión de
oración, se manifestó el Espíritu Santo a través de profecía en una profeta que ya era una hermana
grande de edad, y a mí me dijo: te doy el don de sanidades. ¡Gloria a Dios! Eso fue maravilloso y a
mí me llenó de gozo y entonces yo andaba orando por todo mundo. Y cualquier persona que me
decía: me siento mal. Yo le decía: no te preocupes, déjame orar por ti. Se me quedaban viendo, ¿y
éste qué? Después de la vida que yo llevaba tan licenciosa, y de repente les digo: voy a orar,
déjame orar el Señor te va a sanar.

Y yo buscaba la oportunidad para orar por los enfermos; y oraba y ministraba a los enfermos.
Algunos sanaban, otros no, ¡no importa, yo ejercía lo que recibía, lo que el Señor me dijo que yo
tenía, yo lo ponía por obra, lo ponía en práctica! Y cuando nosotros ponemos en práctica lo que
Dios nos da, esto lo desarrollamos y esto crece, se aumenta, se multiplica. Si tú tienes el don para
hacer algo y lo haces, y lo repites, y lo vuelves a hacer; entonces ese don se aumenta.
Dicen: Se agarra experiencia en algo, tienes la capacidad para entonces mejorarlo ¿para qué? Para
que crezca. Nosotros tenemos que poner al servicio de los demás, lo que nosotros recibimos. Por
eso vamos a:

1 Pedro 4:10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios.

¿Qué significa ministrar? Significa dar. Lo que Pedro está diciendo es: lo que recibiste de Dios en lo
natural y en lo espiritual dalo a los demás, ponlo a su servicio como un buen administrador de las
muy variadas formas que Dios tiene par bendecir a quienes están a tu alrededor. ¡Qué
extraordinario, Dios es maravilloso!

Dice la Palabra: Cada uno según el don que ha recibido. Está haciendo una aseveración categórica
el apóstol. Él sabe que cada uno de los miembros por lo menos ha recibido un don; dice: ese don
que tú recibiste lo tienes que dar a los demás, lo tienes que dar a los otros. Y en esta hora yo te
puedo preguntar, ¿qué don recibiste tú, uno de los que tú recibiste de parte de Dios a nivel
espiritual cuando tú recibiste el Espíritu Santo? Y muchos no van a saber, van a decir: ah caray,
¿cuál don? Nadie me dijo nada; y sí se te dijo, se te olvidó.

Pocos son los que han sido fieles y están ministrando, y están dando de lo que Dios les dio y están
poniendo al servicio de los demás los dones o el don que Dios les dio. ¿Por qué? Porque también
existen obstáculos en nuestra vida, obstáculos por los cuales nosotros no tenemos tiempo para
ministrar de los dones que recibimos.

No tenemos deseos, no tenemos ganas, no tenemos muchas cosas, nos metemos en nuestra
concha y ahí nos quedamos envueltos y no queremos saber nada de nada ni de nadie. Ah, tengo
que hacer esto. No, pues que lo hagan los demás. Es que Dios me llama a que haga esto otro. No
importa, no afecta si no lo hago. Mira un día te va a afectar porque el Señor te va a llamar para
hacer cuentas contigo. Y ese día no le vas a poder poner pretextos al Señor, ese día no va a poder
venir delante del Señor y decirle: no lo hice porque Señor, tú sabes.

Ah porque esta frase también maravillosa: “Dios sabe”. “Es que Dios sabe por qué no fui”. Sí, Dios
y tú sabes, y a Dios no lo engañas y sabe perfectamente bien porqué no pones los dones a
trabajar. Dios sabe perfectamente porqué eres infiel a los dones. Él lo sabe, claro que lo sabe, lo
sabe todo. Pero a veces nosotros no lo sabemos, no sabemos que tenemos que ser fieles, no
sabemos que tenemos talentos, no sabemos que tenemos dones, no sabemos que debemos ser
mayordomos, administradores, gobernadores de lo que tenemos en nuestra vida.
De acuerdo a la Palabra, nada de lo que nosotros tenemos nos pertenece. Nada me pertenece. Los
dones, las capacidades que yo tenga no son mías, son de Dios, y son para ponerlas al servicio de
Dios, para bendecir a los que están a nuestro alrededor, así de sencillo, así lo muestra la Palabra.

Por lo tanto, empieza a revisar cuáles son los dones, aptitudes, habilidades que tú tienes naturales.
Por otra parte, analiza qué es lo que en lo espiritual Dios te ha dado a través de su Espíritu Santo,
cuáles son los dones espirituales que tú tienes para que entonces veas qué es de todo eso lo que
tú estás poniendo por obra. Qué es lo que tú estás administrando, lo que tú estás gobernando, lo
que tú estás produciendo, ¿qué es?

1 Pedro 4:11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre
conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien
pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Es decir, yo todo lo que haga lo tengo que hacer, lo tengo que administrar, lo tengo que gobernar
para la gloria y la honra de Dios. Todo, todo le pertenece a Dios. Dice 1 Pedro 4:10, que Dios tiene
una multiforme gracia. Es decir, Él tiene muchísimas formas, es muy variado, Él todo lo tiene, todo
lo posee, por lo tanto, nosotros tenemos que administrar lo que es de Él que puso en nosotros.

Dios no lo hace, lo haces tú. Y tú tienes que ser hallado fiel, es decir, lo tienes que llevar a cabo. No
te puedes ocultar, no te puedes hacer a un lado, lo tienes que hacer. Nuestro Señor Jesús nos
habla también en relación a todo esto en la Parábola de los talentos, y está esperando que
nosotros seamos fieles. Y habla muy fuerte en la parábola.

Mateo 25:14. Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus
siervos y les entregó sus bienes.

Es decir, nuestro Señor Jesucristo hace dos mil años, físicamente se fue de esta tierra, se fue.
Pero a su Iglesia, a los creyentes en él nos dejó sus bienes, nos los entregó; todo lo que él es lo
puso en nuestras manos, lo puso en nosotros, y lo pone a través del Espíritu Santo. Es decir, él ya
se fue, pero sabemos que un día el Señor va a venir por nosotros, va a venir por su Iglesia, lo
sabemos, ¿lo sabes? Y ese día que él venga nosotros nos vamos a ir con él para vivir por la
eternidad en la presencia de Dios, eso va a pasar.

Versículo 15. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su
capacidad; y luego se fue lejos.
Es decir, el Señor toma a su Iglesia y a cada uno le va dando diferentes dones, es decir, talentos,
regalos. Se los da a cada uno para que lo administre, para que los ponga a trabajar, para que los
multiplique. Y a cada uno nos da de acuerdo a la capacidad que nosotros tenemos. Tal vez a mí me
gustaría tener algo más de lo que tengo, y sin embargo yo no tengo capacidad para administrarlo,
entonces Dios no me lo va a dar. Dios me va a dar lo que Él sabe que yo puedo administrar.

Muchas ocasiones nosotros nos quejamos porque vemos que otros tienen más que nosotros. Ah
Señor y por qué ese tiene esto, y por qué aquel tiene más y por qué yo no. En primer lugar pues
porque cada uno tiene diferentes capacidades. Tal vez yo crea que yo tengo una gran capacidad,
que yo soy maravilloso, que yo soy extraordinario, pero Dios sabe que no es así. Y Dios sabe que si
pone algo en mis manos, es porque es lo que nosotros podemos administrar. Lo que nosotros
podemos darle cuentas a Él de esa administración.

Dios sería injusto que pusiera en tus manos algo, y resulta que cuando venga a hacer cuentas le
digas: pues esto que a mí me diste yo no tenía ni capacidad para multiplicarlo, para ponerlo a
trabajar. A cada uno nos da capacidades. La Iglesia, cada uno de nosotros tienes dones, tiene
talentos, algunos tienen como dice la Palabra, cinco, otros dos, en otra parábola dice que a otros
les dio diez. Señor, ¿y por qué a ese le diste diez? Porque él tiene una mayor responsabilidad, su
capacidad es mayor, pero como tiene mayor capacidad, tiene mayor responsabilidad.

Ah pues la verdad dame uno nada más, ¿no? ¡No! El Señor te va a dar lo que sabe que tú puedes
administrar. Es que me dio esto, pero yo creo que no puedo. ¡Si puedes! Es que va en contra de mi
carácter, va en contra de lo que yo soy, no lo puedo llevar a cabo. Si Dios te lo dio, ¡sí puedes! Es
que, cómo voy a evangelizar, yo no puedo evangelizar, tengo la facilidad pero no puedo hacerlo,
no me agrada la gente, no salgo a la calle. ¡Dios te lo va a demandar porque Dios sabe que sí
puedes hacerlo, que sí tienes la capacidad!

Y entonces Dios está atento a cada uno de una manera particular. Dios no reparte parejo, Dios da
diferente. Por eso es un cuerpo la Iglesia; y me gusta insistir en esto porque tenemos que tener la
consciencia de que somos un cuerpo y de que cada uno de nosotros tiene una función que va a
permitir que este cuerpo camine correctamente.

Si no participamos todos, tomando el lugar que nos corresponde, este cuerpo no se va a poder
mover. Tal vez camine pero llegue a un lugar en donde no pueda estirar la mano para tomar las
cosas. Tal vez si no participamos todos, va a ser un cuerpo que se va a quedar en una silla sin
poderse mover por su incapacidad para hacerlo.
Pero si todos entramos en la función que tenemos, todos esos miembros que trabajan, entonces
vamos a estar en la posibilidad de que este cuerpo camine correctamente, de que este cuerpo se
fortalezca, que este cuerpo corra, que este cuerpo cumpla los propósitos de Dios. Lo vamos a
hacer, Dios nos ha dotado de lo que nosotros necesitamos para que el cuerpo funcione
correctamente.

Todos aquí somos diferentes, todos aquí tenemos diferentes talentos, diferentes dones, diferentes
habilidades, todos. Algunos tal vez tengamos los mismos, sí, pero existe una multiforme gracia de
Dios aquí derramada en todos nosotros para que el cuerpo funcione bien, y ¡gloria a Dios por ello!

Y dice la Escritura que después que a cada uno le dio conforme a su capacidad, y nada más una
insistencia más; cuando veas que un hermano tiene algo más no lo envidies, no te enojes, no le
reclames a Dios. A cada uno le dio conforme y su capacidad, y gloria a Dios. Cada vez que yo leo en
la Biblia o el Espíritu Santo viene y me recuerda, y me habla ahí en lo más profundo de mi mente y
mi corazón y me dice: te voy a pedir cuentas de la congregación, le digo al Señor: Señor que no
crezca, que se queden los miembros que están.

Pero cuando viene el Señor y me dice: es tiempo de crecer. Entonces le digo al Señor: sí Señor, ya
sé. Y vamos a hacerlo, y vamos a trabajar aunque sean mayores responsabilidades, más
problemas, adelante, está bien Señor, Por eso estás levantando una iglesia que pueda sostener a
esas multitudes.

O aquel día qué tremendo va a ser que en la presencia del Señor el Señor te diga: A ver, ven.
Vamos a hacer cuentas, ¿qué hiciste con los dones y talentos? ¿Cuáles? Los que te di. Ah yo no
supe. Es que en varias predicaciones se te dijo. Ah pero, no, ni puse atención, no creí que así fuera.
Pero ahorita lo hago. No pues ahorita ya no hay tiempo. Va a ser terrible.

Versículo 16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco
talentos.

Es decir, los puso a trabajar. Vamos a entender las palabras, los puntos, las comas; lo que esta
persona hizo fue y lo que recibió lo trabajó, lo negoció, lo puso a funcionar para que lo multiplicara
y eso trajo una bendición, y trajo otros cinco talentos, cinco talentos más. Gloria a Dios, él ya
recibió algo, lo multiplicó, lo hizo al doble.

Versículos 17-18 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 18Pero el que había
recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
Es decir, yo no quiero trabajar, yo lo guardo, yo tengo este talento pero aquí lo pongo, aquí lo dejo
y no hay problema.

Versículo 19 Después de mucho tiempo.

¿Por qué mucho tiempo? Porque Dios nos da la oportunidad de trabajar lo que es de Él. Dios nos
da la posibilidad de entender las cosas para ponerlas en práctica. No viene de inmediato y nos pide
cuentas de las cosas. Nos da tiempo para que nosotros analicemos, para que tengamos conciencia,
para que seamos responsables, para que lo pongamos al servicio de Él, para que lo trabajemos.

Y dice la Escritura: Y después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, no de aquellas
personas, no de aquellos creyentes, de aquellos siervos. Decía el apóstol Pablo en 1 Corintios
4:1 téngannos los hombres por servidores. Es decir, por siervos. Y dice la Escritura que entonces
ese señor vino a aquellos siervos y arregló cuentas con ellos.

Versículos 20-21 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos,
diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre
ellos. 21Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor.

Fíjate qué maravilloso. Señor, lo que tú me diste yo lo puse a trabajar, y yo lo multipliqué, y aquí
está el resultado de esa multiplicación, de esos dones, de esos talentos que tú me diste los
multipliqué y ahora ya crecieron. ¡Gloria a Dios, qué maravilloso! Y el señor dice: Oye, has sido
muy fiel, has gobernado correctamente lo que yo te di, has administrado bien lo que yo puse en
tus manos, esto merece una recompensa, ¿y sabes? La recompensa será que yo te pondré sobre
mucho. Ya no van a ser cinco talentos, te voy a poner sobre muchísimo más para que tú lo
administres.

Ah pongo una tiendita que tú la administres, y la administras bien y la multiplicas, y la haces


prosperar. Y viene el dueño y ve todo lo que estás haciendo y te va a decir: ah mira qué
maravilloso, ve el talento que tienes, ve la capacidad que tú ya demostraste, lo hiciste muy bien,
¿sabes? Te voy a poner de gerente de una gran tienda de autoservicio. Ah qué maravilla,
extraordinario, lo dice la Palabra.

Y entonces te dice: estoy tan contento contigo, y dice el Señor, que: ven y entra a mi gozo. ¡Qué
extraordinario entrar en el gozo del Señor! No solamente que yo tenga gozo, sino voy a entrar en
esa parte del corazón de Dios donde está su gozo, donde Él se está gozando con lo que tú estás
haciendo. Es como cuando haces algo para el Señor, y lo haces con todo tu amor, pones
entusiasmo, le echas toda la capacidad y el resultado es que todo sale bien.

Y terminando volteas y dices: ¡gloria a Dios! Señor gracias por lo que pude hacer, me siento
gozoso, estoy satisfecho por esto que pude hacer. Y hay una satisfacción plena, y eso está en el
corazón de Dios, y te lo dice: entra en mi gozo porque eres un buen siervo, porque fuiste un siervo
fiel, fuiste un mayordomo fiel.

Versículos 22-23 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me
entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 23Su señor le dijo: Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Y fíjate lo maravilloso: el Señor conoce las capacidades de cada uno de nosotros. El Señor le da a
uno cinco talentos y a otro dos. El primero con sus cinco talentos lo multiplica y gana otros cinco. Y
el Señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel eres; entra en el gozo de tu señor. Al que le dio dos
talentos de acuerdo a la Palabra según su propia capacidad, vino con dos talentos más y le dijo:
Aquí están los dos talentos que me diste, y los dos talentos que yo gané.

Y podemos advertir que el Señor le dijo las mismas palabras: Bien, buen siervo y fiel fuiste tú;
sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. No le dijo: ah, el
otro siervo me entregó cinco talentos más. ¿Tú me entregas solamente dos? Esfuérzate más,
échale ganas, sé como el otro. ¡NO!

Cuando de repente algún hermano quiere venir a… no digo de parte de Satanás porque es muy
feo, pero cuando viene así como a picarme y me dice: Oiga pastor y usted ¿qué piensa de esos
pastores que tienen esas iglesias de multitudes? Le digo, ¿qué pienso? Pues que tiene mucha
cuenta que entregarle a Dios, gloria a Dios por su vida.

Gloria a Dios por el hermano pastor que tiene diez mil miembros en su congregación y tiene la
capacidad de administrar, de ministrar esos diez mil miembros, y está multiplicando esa iglesia,
¡gloria a Dios! Y si Dios le puso diez mil miembros, imagínate qué paquete.

Conozco una iglesia de multitudes que tenía ocho mil miembros. El pastor fallece y entonces
el co pastor sube como pastor; y en ese momento el Señor pone en sus manos del co pastor ahora
pastor, una congregación de ocho mil miembros. De acuerdo a la Escritura, ¿cuál es la
responsabilidad de ese co pastor? ¿Qué tiene que hacer? Multiplicar esos ocho mil. ¿Cuántos tiene
que entregar? Dieciséis mil.
Si Dios lo está poniendo como pastor de esa congregación de ocho mil, ¿sabes? Es porque tiene la
capacidad para administrar, para ministrar, para hacer lo que Dios establece; y si es fiel
multiplicará a dieciséis mil esa congregación. ¡Gloria a Dios! Es cuestión de capacidad.

Fallece un pastor de una congregación de 40 miembros; en ese momento el co pastor es llamado


al pastorado y el nuevo pastor multiplica la iglesia y entonces hay 80 miembros. El Señor le llama y
le dice exactamente lo mismo que al que cumplió con los dieciséis mil: Bien, buen siervo y fiel
eres. ¿Por qué? Porque lo que Dios pone en tu mano tú lo tienes que multiplicar, lo que sea.

Ah en mí ha puesto 200 miembros. Bien, pues yo le tengo que entregar 400 miembros. Esa es mi
capacidad, ¡gloria a Dios! Y yo tengo que estar ubicado. ¿Qué es lo que tú tienes, cuál es la
capacidad que tú tienes, qué es lo que Dios ha puesto en tu mano? Lo tienes que multiplicar, lo
tienes que hacer al doble, no hay más. Y para Dios tan exitoso fue el que multiplicó los cinco
talentos, como el que multiplicó los dos, como el que en la otra parábola multiplicó diez. Tiene el
mismo mérito, fue un siervo fiel.

Es como la cuestión del diezmo, ¿qué es lo que pide el Señor? No nos pide una cantidad, nos pide
un porcentaje. ¿Cuánto ganas? Señor yo gano muy poquito, gano 50 pesos diarios. Ah no te
preocupes, tú dame cinco pesos diarios, es el diezmo. Ah Señor es que yo gano 100 mil pesos al
mes. Ah bueno, entonces dame 10 mil pesos al mes de diezmo. Si tú cumples con dar tu diezmo,
con dar 10 mil pesos mensuales, y tú cumples con dar 5 pesos diarios, mira, ambos son fieles,
ambos son de acuerdo a la Palabra, responsables y obedientes y ninguno le está robando.

Entonces tenemos que entender esos conceptos, tenemos que entender las cosas de Dios, Y Dios
da a cada uno en justicia y sabe lo que está poniendo de acuerdo a la capacidad.

Versículos 24-25 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía
que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25por lo
cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

Es decir, yo recibí un talento, no me esforcé en nada, simplemente como conozco cómo eres tú,
como sé cuál es tu carácter, como sé cuál es tu actitud; yo tomé ese talento y lo escondí. Yo tomé
tu don espiritual y dije: ¿par qué salgo a predicar, para qué salgo a funcionar, para qué sirvo en la
iglesia, no tiene ningún sentido. Mejor yo lo guardo, mejor lo escondo. Y Señor así como me diste
el don yo te lo entrego, yo te regreso tu talento tal cual.
Versículo 26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente,

Dos adjetivos fuertes, dos calificativos demasiado fuertes para una persona, en primer
lugar: malo. No hiciste lo bueno delante del señor. A los otros el señor les dijo: Bien, buen siervo. A
éste el señor le dice: eres un mal siervo, porque no serviste, porque no hiciste lo que debiste
haber hecho, eres malo. ¿Y por qué no lo hiciste? Por negligente.

Podemos argumentar lo que queramos. Podemos decir que teníamos mucho trabajo, que
estábamos enfermos, que estábamos cansados, que los hijos; podemos decir muchas cosas, el
Señor cuando no cumplimos algo, cuando no hacemos lo que debemos hacer nos califica de un
modo: como negligente. No estás haciendo lo que tienes que hacer, eso es negligencia.

Y el hombre negligente no va a prosperar en su camino. El hombre negligente es desechado por el


Señor. El hombre negligente no avanza. Palabras tremendas del Señor hacia ese siervo que no hizo
nada. Malo y negligente. Uh, no hay excusas. Y continúa diciendo:

Versículos 26-27 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde
no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27Por tanto, debías haber dado mi dinero a los
banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

Es decir, lo que yo te di se lo hubieras dado a alguien para que lo trabajara. Aquí estamos en un
conflicto: cómo le vas a poder dar tu don a la persona que está a tu lado. Ah, como yo veo que mi
hermano Fernando es muy activo y va a los hospitales y ora por los enfermos, ¿sabes? entonces yo
le paso mi don. Fernando toma mi don, agárralo para que tú vayas a más hospitales; yo no voy a ir,
me voy a quedar en la casa descansando.

¿Se puede hacer? No, no lo podemos hacer. Yo tengo que cumplir con lo que yo hago. La Palabra
nos enseña, nos muestra que nosotros por lo menos podríamos o deberíamos decirle a alguien
que lo hiciera, pero como no lo podemos hacer, lo tenemos que hace nosotros no hay para dónde
hacerte, no podemos hacernos para ningún lado. Lo que tú recibiste, tú lo tienes que poner a
trabajar, lo tienes que trabajar.

Sabes cómo es el Señor. Sabes que un día te va a pedir cuentas. No cierres tus ojos y tus oídos,
prepárate para el día que vayas a darle cuentas. Si no quiere poner a funcionar tus dones, tus
talentos, todo lo que Dios ha puesto en tu vida, entonces empieza a buscar qué buen argumento
le podrías decir que convenza a Dios. Yo creo que está difícil, pero bueno, lo puedes intentar.
Versículo 28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.

Es decir, lo que tú no pudiste hacer por negligente, por malo, trae acá y se lo voy a dar al que sí
puede, al que sí tiene deseos, al que no tiene pretextos, al que sí puede trabajarlo, al que sí tiene
interés. Se lo voy a dar al diligente, así lo voy a hacer.

Versículo 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le
será quitado.

Si yo tengo y lo pongo a trabajar, voy a tener más, y Dios me va a dar más. Y Dios me va a poner
sobre más cosas a administrar. Pero, si yo tengo poco y no lo pongo a trabajar, aun lo poco que
tengo el Señor me lo va a quitar. ¡Cuidado! Cuidado cómo administras todo lo que tú tienes en tus
manos, en tu poder, en tu vida, cómo lo estás administrando para que multiplique, para que no te
quiten aun lo poco que tienes.

Versículo 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes.

Qué fuerte es el Señor. No solamente es: yo no lo hice, y bueno pues toma y ya no hay problema, y
ahí lo olvidamos, ahí quedó todo. ¡NO! El Señor te dice: te lo voy a quitar y te voy a echar de mi
presencia. Te voy a echar a un lugar donde son tinieblas. Donde no hay la luz. A ese lugar en donde
estará el enemigo por la eternidad en una prisión. No es por amenaza es por conciencia. Por eso
dice el Señor: vino después de mucho tiempo; no vino en seguida.

El Señor no vino y te dio un talento y al otro día vino y te dijo, ¿qué pasó, ya? Estás en un
ministerio y a la siguiente semana te dice. ¿Qué pasó? Dame resultados, ¿qué has hecho con el
ministerio que te di? ¡NO! Da tiempo. Deja que nosotros entendamos, que nosotros
concienticemos, que nosotros nos hagamos responsables, nos da la oportunidad para entender
todas las cosas y actuar correctamente, para ser buenos siervos.

Ya si después del tiempo y después de tanto leer la Palabra, después de tantos mensajes, de
tantos estudios, de tantas predicaciones no hacemos lo que tenemos que hacer, entonces dice el
Señor: ¡Para qué te quiero yo en mi reino, siervo inútil! En otras palabras, el Señor en su reino no
va a querer parásitos, en verdad. No son buenos, destruyen, carcomen, afectan, acaban,
deterioran, enferman, matan. No va a entrar nada al reino de los cielos que contamine el cielo,
¡No!

Por lo tanto nosotros tenemos que hacer lo que Dios establece. El reconocer nosotros que todo es
de Dios, permitirá que nosotros hagamos conciencia de lo que tenemos. De lo que creemos que
aun es nuestro, pero recuerda, no es tuyo.

Les voy a comentar algo de Buck, ese perro me encanta, tiene un sentido de la posesión
extraordinario, cree que todo le pertenece. Ya varios vecinos me están diciendo que se ve que está
muy consentido, pero bueno es un perro. Salgo con él, estamos en la cancha, o en el parque o en
donde sea y ahí anda, se acerca algún perro y ve Buck que se acerca a mí, y corre de inmediato y
se pone entre los dos, y ahí se queda, no se mueve. Es posesivo, siente que cada uno de los
miembros de la familia le pertenece, y no permite que nadie haga nada, no deja, es
extraordinariamente posesivo.

Y luego así somos nosotros con lo que tenemos, y creemos que las cosas nos pertenecen. Como
dicen actualmente desde hace algunos años a las mujeres embarazadas: tú puedes tomar la
decisión que quieras y hacer lo que quieras con tu cuerpo. Y si quieres abortar, puedes abortar es
tu cuerpo, y tú decides sobre tu cuerpo. ¿Sabes? ¡No es cierto, tu cuerpo no te pertenece, no es
tuyo; tu cuerpo es de Dios!

Dios pagó un precio por ti, y si no estás en Cristo Jesús tu cuerpo tampoco te pertenece, las cosas
son de Dios. El miembro que está en tu interior no te pertenece, la vida la da Dios, por lo tanto no
puedes tomar decisión sobre esa vida, el único que lo puede hacer es Dios, tienes que aceptarlo y
tiene que nacer, no hay de otra. Es que así me quito problemas, es que va a hacer una bronca, está
acabando con mi futuro, dice la jovencita.

Nos acabamos de enterar de una jovencita, está cumpliendo 18 años, se embarazó. Ay mamá es
que ya me echó a perder la vida. ¡Pues lo hubieras pensado! Pero no lo piensas. Unas semanas
después otra persona: ay estoy muy afligida, mi hija se embarazó, 20 años de edad. Ya no va a
estudiar, ya sus estudios se truncaron. Lo hubiera pensado. Mi hija quería abortar. Que no aborte,
no le pertenece esa vida, es de Dios.

Lo que tú tienes no te pertenece, simplemente dice la Escritura eres un administrador de lo que


Dios puso en ti. Y vas a responder de lo que tú eres el día de mañana delante de Dios. De todo lo
que hayas hecho y de todo lo que no hayas hecho, todo estará en las manos del Señor, todo estará
en ese momento delante de Él para decirte: estuvo bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu
Señor. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré.
O la otra: mal, negligente; sobre poco has sido infiel, lo poco que tienes te lo quitaré. Dios te ha
dado dones, Dios te ha dado talentos, Dios te ha dado capacidades, Dios te ha dado dones
naturales y dones espirituales, ¿cómo los estás administrando? Adminístralos si no los estás
administrando correctamente en la voluntad de Dios; empieza a administrar, empieza a gobernar
de acuerdo a lo que Dios establece.

Sé como dijo el apóstol Pablo un buen administrador de todas las cosas, para que también seas
tomado como un siervo de Jesucristo. Si ya lo estás haciendo, ¡gloria a Dios! Fortalécelo porque
hay una maravillosa promesa: Si sobre poco has sido fiel, Dios te va a poner sobre mucho.

Bendito Dios y Padre eterno, gracias te doy Señor porque tú vas hablando a nuestra vida de lo que
nosotros necesitamos entender, fortalecernos, avanzar. Gracias Padre porque ciertamente
muchas ocasiones no tenemos la conciencia de que aun nuestra vida y lo que nosotros somos te
pertenecen y te vamos a tener que dar cuentas.

Creemos que lo que somos y tenemos, simplemente está aquí y no tenemos la responsabilidad
con nadie para ponerlo a trabajar. Pero Señor, tú nos enseñas que sí lo tenemos que hacer, tanto
en lo natural como en lo espiritual. Tú nos has bendecido y yo te doy gracias por ello, nos has
bendecido porque en cada uno de nosotros tú has puesto talentos, dones, capacidades.

Ahora Señor permite que tengamos esa conciencia para hacer lo que tenemos que hacer y que el
proyecto que tú tienes para este año para nosotros, no solamente en lo personal sino como
iglesia, participemos para involucrarnos y para hacer lo que tenemos que hacer. Para poner a
trabajar cada uno de nosotros lo que somos en ti, lo que tú nos has dado para tu gloria, para tu
honra. Y gracias Padre porque nosotros sabemos que tú nos usas, y nos usas con poder para tus
propósitos, y en el nombre de Jesús a ti sea la gloria para siempre, amén.

También podría gustarte