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La disciplina del mapeo espiritual ofrece uno de los mejores medios de aumentar
nuestra perspectiva de la realidad. Su creciente popularidad entre pastores,
evangelistas e intercesores, es un poderoso testimonio de su efectividad.
El mapeo espiritual no se limita a una sola dimensión. Más bien, obra superponiendo
nuestro entendimiento de las fuerzas y sucesos del dominio espiritual en los lugares y
circunstancia del mundo material.
El mapeo espiritual nos permite “ver” cosas que previamente eran imposibles de
detectar con nuestros ojos naturales. Además de ángeles y otros recursos divinos (ver
1 Reyes 19:18; 2 Reyes 6:17; Lucas 24:31).
La razón fundamental
Una investigación razonable es investigar por una razón. Nos involucramos en el
mapeo espiritual porque deseamos ver nuestras comunidades transformadas por el
poder del Espíritu Santo. En este sentido, la necesidad del mapeo espiritual tiene sus
raíces en el propósito. Las conversiones a gran escala son poco probables, a menos
que podamos discernir la naturaleza y el origen de cualquier obstáculo hacia el
avivamiento, y aceptemos las estrategias que Dios ha establecido para quitarlos.
Además de interactuar con los filósofos epicúreos y estoicos (vv. 17-21), también se
hizo tiempo de captar las obras de los poetas griegos (v. 28). Luego, en su famoso
discurso en el monte de Marte, Pablo declaró: “¡Varones atenienses, en todo observo
que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también
un altar en el cual estaba esta inscripción: Al Dios no conocido. Al que vosotros
adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio” (vv. 22-23).
Mientras que no existe evidencia explícita de que el apóstol tomó los resultados de
este reconocimiento urbano llevándolo a la guerra espiritual –específicamente oración
contra los poderes espirituales que prevalecían– podemos especular que lo hizo. Por
empezar, sabemos que Pablo era un hombre de oración (lea Hechos 21:5; Romanos
1:9-10) y que estaba “grandemente afligido” por la devoción que los atenienses tenían
hacia los ídolos. También sabemos que entendió la relación entre los ídolos y los
poderes demoníacos (vea 1 Corintios 10:19-21), y que reconoció estos poderes como
el punto de enfoque de nuestra lucha espiritual (ver Efesios 6:12).
Mientras hacía planes para penetrar estas fortalezas de engaño erigidas por estos
demonios, Pablo le imploró a la iglesia de Colosas que oraran por una puerta abierta
(ver Colosenses 4:2-3).
Aún si el apóstol no combatió los poderes en Atenas, claramente utilizó la información
del mapeo espiritual para diseñar su apelación evangelística en el Areópago. Como
resultado de esta decisión, la predicación de Pablo llevó a varias conversiones
notables, incluyendo la de Dionisio, un miembro de la corte suprema de Atenas.