Está en la página 1de 195

Página

1
¡Apoya al autor, comprando sus libros!
Este documento fue hecho sin fines de lucro, ni con la intención de
perjudicar al Autor(a). Ninguna correctora, traductora o diseñadora del foro
recibe a cambio dinero por su participación en cada una de nuestros trabajos.
Todo proyecto realizado por Paradise Books es a fin de complacer al lector y así
dar a conocer al autor. Si tienes la posibilidad de adquirir sus libros, hazlo como
muestra de tu apoyo.

2
Página
Staff
Moderadora de Traducción
Carolina Shaw

Traductoras
Fiioreee Maryh July styles tate
Alysse Volkov lipi-lipi evanescita
Lin.salgado Sapphire Carolinawadorostegui
andreapaaz Mariana90 Eli Mart
Yasna.fu Maeh Mae
Ione

Moderadora de Corrección
*Andreina F*

Correctoras
Alysse Volkov
*Andreina F*
∞Jul∞
YaniM
3
Página
Daliam

Revisión y Lectura Final


Alysse Volkov
Diseño
Carolina Shaw
Índice
Sinopsis Capítulo 17

Capítulo 1 Capítulo 18

Capítulo 2 Capítulo 19

Capítulo 3 Capítulo 20

Capítulo 4 Capítulo 21

Capítulo 5 Capítulo 22

Capítulo 6 Capítulo 23

Capítulo 7 Capítulo 24

Capítulo 8 Capítulo 25

Capítulo 9 Capítulo 26

Capítulo 10 Capítulo 27

Capítulo 11 Capítulo 28

Capítulo 12 Capítulo 29

Capítulo 13 Capítulo 30

Capítulo 14 Próximo Libro


4
Página
Capítulo 15 Sobre el Autor

Capítulo 16
Sinopsis
NO PUEDO DEJAR DE PENSAR EN ESE MALNACIDO.

Caulter Sterling es un malnacido.

Un boca-sucia, mujeriego, grosero, malcriado, arrogante


malnacido.
El tatuado, perforado, sexy-derretidor-de-bragas, hijo de una
celebridad.
Lo odio.
Ha dormido con prácticamente cada chica de Brighton Academy.
Excepto por mí.
Soy la chica buena, la chica responsable, la chica diez, presidente
de clase, la chica que estudia-tanto-que-nunca-ha-perdido-la-gran-V.
Y en la celebración de mi edad adulta y graduación, tome la por
decisión de toda la historia. Perdí mi tarjeta V con el mismo diablo.
Fue solo una noche, entonces ¿qué si es alucinante? Usar y
descartar.
Excepto que acabo de enterarme que mi padre, el Senador y
candidato a Presidente se va a casar con la madre de Caulter.
Oh y, ¿este verano? Estaremos en la campaña electoral.
UNA GRAN FAMILIA FELIZ.
5
Estoy totalmente j*dida.
Página

A S t e p b r o t h e r R o m a n c e #1
1
Katherine
Traducido por July Styles Tate
Corregido por Alysse Volkov

E
se maldito malnacido.
Una sonrisa se extiende a través de sus labios, el movimiento es
terriblemente lento, casi como si él no está al menos algo
sorprendido de verme. Se ve tan satisfecho de sí mismo que es
todo lo que puedo hacer para no caminar hasta él y abofetear esa sonrisa
de suficiencia estúpida ahora mismo de su cara.
En cambio, permanezco allí, mi corazón latiendo tan fuerte en mi
pecho que juro que todos en la sala deben ser capaces de escucharlo.
Estoy congelada, paralizada, mirándolo como si fuera una especie de
idiota.
Caulter Sterling.
La encarnación del demonio.
Un demonio con los condenados ojos más azules que he visto en mi
vida, justo aquí en casa de mi padre.
Cuando Caulter dirige esos ojos azules hacia mí, sólo sé que él puede
6
Página

ver a través de mí. Estoy desnuda bajo su mirada, incapaz de evitar que el
calor suba a mis mejillas mientras sus ojos se deleitan de mí.
La única cosa que puedo pensar es en la última vez que lo vi, el
calor de su aliento en mi cuello que me hizo prácticamente retorcerme
con la anticipación de él estando dentro de mí, la forma en que mordió el
borde de mis labios cuando me besó haciéndome gritar, sin saber si sentía
placer o dolor. Cuando la punta de su pene presionó contra mi entrada,
me estremecí y me dio una mirada extraña. —Mierda, Princesa, dime que
has hecho esto antes.
Forcé una risa, traté de sonar más casual de lo que me sentía. Esto
era todo lo que era —casual. Ser un picaflor era el mantra de Caulter. A
diferencia de Caulter, tenía exactamente cero experiencia con eso. Había
sido La Pequeña Señorita Perfecta toda mi vida, con un promedio de 4.0,
presidente de la clase, mejor estudiante, todo eso. La hija del Senador
Harrison. El Senador Harrison. Existían ciertas expectativas de mí. Digamos
que nadie —al menos nadie normal—, clamaba salir con la hija del
jubilado General del Cuerpo de Marines. El mismo hombre que se espera
hiciera una oferta por la Presidencia en los próximos años.
Y nadie intentaba de entrar en mis pantalones. A excepción de
Caulter Sterling, el chico malo que no le importa un comino las reglas o
expectativas.
La semana antes de la graduación, tomé mi decisión. Ya era
suficiente. Tenía dieciocho años, una adulta. Me dirigía a Harvard en
precisamente noventa días, y les aseguro que no llegaría allí con mi
virginidad intacta. Envié un mensaje al chico que sabía haría la acción,
incluso si fuera el único chico que realmente no podía soportar.
Caulter se movió un poco, la cabeza de su pene presionó
insistentemente contra mí. —Dime, Princesa —susurró, su voz casi un
gruñido—. Esta no es tu primera vez, ¿verdad?
—Por supuesto que no, idiota —mentí, mi mandíbula apretada,
forzando un aplomo que definitivamente no sentía—. ¿Vas a follarme, o
no?
La voz de mi padre corta a través del recuerdo con una precisión de
tipo militar. —Katherine —dice—. ¿Conoces a Caulter Sterling?
¿Conozco a Caulter Sterling? Mis mejillas se sienten como si
estuvieran en llamas. Seguramente todo el mundo aquí puede ver lo que
está escrito por todo mi rostro. ¿Lo conozco? Sólo en el más bíblico de los
sentidos.
Sé cómo sabe. 7
Página

Sé cómo se siente su pene, mientras se desliza dentro de mí.


Sé cómo se siente cuando me vengo en él, clavando mis uñas en sus
hombros cuando me aferró a su cuerpo mientras temía ser arrastrada.
El chico con el que perdí mi virginidad, el mismo a quien le murmuré
un torpe “gracias” mientras me deslicé por la puerta del hotel al día
siguiente en lo que fue indiscutiblemente el más torpe diálogo del día
después, en la historia de la mañana del día después, el muchacho que no
le hablé desde que cometió el hecho, hace dos semanas —quien está
ahora de pie en mi maldita sala de estar.
Con mi padre.
En términos de momentos embarazosos, esto debe clasificar como
uno de los peores. Un millón de pensamientos se arremolinan en mi
cabeza. ¿Lo sabe mi padre? me pregunto. No, posiblemente no lo hace.
Trato de asegurarme. Mi padre ya lo habría estrangulado con sus propias
manos si supiera las cosas libertinas que Caulter me hizo esa noche. La idea
de aquellas cosas envían una oleada de calor entre mis piernas que
procuro ignorar.
—Sí —digo con dificultad, con la voz un tanto más que un graznido—
. Conozco a Caulter Sterling. Hola, Caulter.
—Hola, Harvard —dice Caulter, arrastrando la palabra,
demorándose en ella. Sus comisuras se elevan. La imagen de él encima de
mí, esos dulces labios a milímetros de los míos, destellan en mi cabeza más
claro que el sol.
Allí, de pie al lado de mi oh—tan—conservador padre, Caulter tira de
sus labios en una sonrisa nuevamente. Y guiña. Si hay una cosa como la
muerte por la humillación, te juro que estoy a segundos de experimentarlo.
—Por supuesto que se conocen de Brighton —dice mi padre,
aparentemente ajeno a lo que ahora debe ser el color escarlata de mi
rostro.
Trago fuerte y asiento, deseando que el calor en mis mejillas ceda. —
Sí. Brighton.
—Y conoces a la madre de Caulter, Ella Sterling —dice.
He estado tan concentrada en Caulter que ni siquiera he registrado
a la otra persona en la habitación. Ella Sterling. La madre de Caulter. Ella es
una gran estrella de cine, un icono de Hollywood. Si la hubiera conocido
en cualquier otro entorno, estaría deslumbrada en estos momentos.
¿Por qué Caulter y ella se encuentran en mi sala? En silencio, ruego
que sea algún tipo de recaudación de fondos políticos, a pesar de que 8
Página
esto podría requerir que finja ser agradable con Caulter. Sabes que te
gustaría ser algo más que amable con él. El pensamiento salta directo en
mi cabeza, no deseado, y lo alejo.
—Hola, Katherine. —Ella da un paso adelante y extiende su mano.
Me mira con el tipo de expresión cariñosa que tú reservas para los niños y
perros, sus ojos se suavizan—. He oído hablar mucho de ti.
Antes de que pueda pensar el por qué me está mirando de la
manera en que lo hace, mi padre habla, su tono profundo, recortado.
Negocios como de costumbre. —Ella y yo tenemos un anuncio que hacer,
y queremos que ustedes lo escuchen de nosotros primero.
Ella.
Él está usando su nombre de pila. Ellos están usando su primer
nombre.
Los ojos de Caulter están en mí, pero no puedo obligarme a mirarlo.
En cambio, permanezco aquí paralizada, temerosa de respirar, viendo
como la madre de Caulter alcanza la mano de mi padre, cubriéndola con
la suya, y luego su mirada hacia él, sonriendo de manera positiva.
Oh, Dios mío.
Es como ver a dos trenes en movimiento en cámara lenta hacia una
inevitable colisión. Sé lo que mi padre dirá antes de que incluso lo diga,
pero no me atrevo a creerlo.
—Lo hemos arreglado para mantener esto fuera de la prensa, pero
estamos planeando hacer un anuncio pronto. Y ustedes han estado a
salvo del internado. Esto no fue intencional de nuestra parte. Pensábamos
decirle a cada uno durante las vacaciones, pero simplemente no me
pareció el momento adecuado. —Aclara su garganta—. Y ustedes
deberían saberlo en primer lugar.
No, no, no.
—Esto puede venir como una sorpresa.
Ese es el maldito eufemismo del siglo.
—Ella y yo nos hemos estado viendo desde hace algún tiempo. Y nos
vamos a casar. Será de buen gusto, respetuoso para tu difunta madre, por
supuesto. Pero tendrá que ser este verano, antes del gran lanzamiento de
la campaña.
Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Estoy gritando las palabras
dentro de mi cabeza. 9
Página
Acabo de perder mi virginidad con mi nuevo hermanastro.
Estoy totalmente jodida.
2
Katherine
Traducido por Lin.Salgado
Corregido por Alysse Volkov

M
e pondré enferma. Me siento mareada, apartada de toda
la situación como si estuviera viendo lo que sucede desde
fuera de mi cuerpo, los tres en fila delante de mí, esperando
mi respuesta. Como una especie de pelotón de fusilamiento emocional.
Tal vez me desmayaré, pienso, a decir verdad. La naturalidad con la
que lo considero casi me hace reír. Excepto que la situación es
esencialmente una tragedia, no una comedia.
Sólo me he desmayado una vez antes. Fue durante una de las citas
de mi madre. La palabra hace que suene como que íbamos a la
peluquería o el spa, pero fue a su quimioterapia. Había insistido en ir, a
pesar de sus protestas de que debía estar en la escuela, que me
encontraba en octavo grado y pronto tendría que competir por un lugar
en una de las escuelas secundarias privadas de prestigio en el área del 10
Página
Distrito Capital. Obviamente, fue una excusa, su manera de intentar
protegerme. Pero incluso entonces, a pesar de los intentos de mis padres
por ocultar la gravedad de la enfermedad de mi madre de mí, y tal vez de
sí mismos, una parte de mí sabía que se estaba muriendo.
No te desmayes, me digo ahora a mí misma. No por esto.
—Obviamente es mucho para procesar —dice mi padre.
—Obviamente —repito como un loro, mi voz suena robótica.
Mi padre aclara su garganta. —Caulter decía que te conoce bien
de la escuela.
Entrecierro mis ojos hacia Caulter, esperando que mi mirada asesina
sea suficiente para silenciar a cualquiera sea el infierno que esté
considerando decir el impredecible idiota. Los ojos de Caulter se arrugan
en los bordes, y la sonrisa me hace pensar que considera toda esta
situación una broma.
Oh, mierda. ¿Y si él sabía de nuestros padres antes... lo que pasó
entre nosotros esa noche? El pensamiento desencadena una oleada de
náuseas.
—Brighton no es exactamente un lugar muy grande —dice Caulter—.
Todo el mundo sabe todo de todos. Es prácticamente incestuoso.
El rostro de Ella Sterling palidece ante la palabra, y mi padre se
aclara su garganta. Si no estuviera tan completa y totalmente enfurecida
con Caulter, casi me habría divertido con la evidente incomodidad de mi
padre. El Senador Jed Harrison no es el tipo de hombre alrededor del cual
se lanzan casualmente palabras como incestuoso.
—Caulter —dice Ella, su tono agudo—. Tal vez deberíamos dar a
Katherine y a su padre un momento.
La última cosa que quiero ahora es un momento a solas con mi
padre. No quiero oír su explicación de por qué, o cómo en la tierra, fue
capaz de mantener una relación con Ella Sterling completamente en
secreto de todos, incluyendo a su propia hija, por el pasado quién sabe
cuánto tiempo. Definitivamente no quiero un recordatorio sobre la
importancia de su próxima campaña de reelección Senatorial. O sobre la
importancia del decoro y la percepción pública.
Oh mi Dios, la percepción pública. Si alguien se entera de lo que
pasó con Caulter… Antes de este anuncio de mi padre, era sólo una
aventura de una noche mal aconsejada. Un lapso temporal en el juicio. Mi
pérdida completa de la cordura. Ahora, es de repente… incestuoso.
Mi pecho se siente rígido, y estoy teniendo problemas para respirar.
—Necesito un minuto —le digo, mientras comienzo a alejarme, mi cuerpo 11
Página
que moviéndose por sí mismo—. Por favor.
No escucho lo que dicen. Camino hacia fuera de la habitación,
pasando por el mobiliario de estilo colonial de buen gusto colocado para
mostrar, no usar, que coincide con la decoración del resto de esta casa
perfectamente pulida. Este no es el lugar donde crecí, la granja en New
Hampshire, donde pasé mi infancia. Esta es la casa donde mi padre se
mudó permanentemente después de que murió mi madre, la residencia
del Distrito Capital; fui enviada a Brighton, un inconveniente que
simplemente necesitaba reasignado.
Abro la primera puerta que veo al final del pasillo. Es la oficina de mi
padre, no el baño como estoy esperando, pero me percato que no puedo
recordar dónde está el baño del primer piso. Cuán estúpido es no ser
capaz de recordar dónde está el baño en tu propia casa, pienso. Pero,
entonces, esta no es realmente mi casa.
Cierro la puerta detrás de mí, hundiéndome contra ella y dejando
fuera el mundo, permitiéndole a la comodidad del silencio envolverme. Las
paredes están llenas con foto tras foto de mi padre con políticos y gente
importante, sonriendo para la cámara y estrechando manos con
entusiasmo fingido, haciendo ofertas y promesas. Y por el lado de su
escritorio en forma de L, en un lugar prominente como una especie de
trofeo, hay foto enmarcada en plata de ellos. Mi padre y Ella Sterling, sus
mejillas apretadas como dos adolescentes, sonriendo estúpidamente a la
cámara que están sosteniendo ellos mismos delante de sus rostros.
Tengo el impulso de ir hasta el escritorio, para recoger la fotografía y
destrozarla, tirarla al suelo y ver el vidrio hacerse mil pedazos. Pero no.
Katherine Harrison nunca haría algo así.
Por supuesto, Katherine Harrison no se habría acostado con alguien
como Caulter Sterling, tampoco, con sus tatuajes, piercings y su actitud de
me importa una mierda. Sopló en Brighton Academy como un tornado
maldito. Su reputación le precedía, pero Caulter era toda una fuerza en sí
misma. Como una especie de fenómeno natural.
Estaba predispuesta a odiarlo, pero incluso si no hubiera sabido nada
de él, lo habría despreciado a la vista, con sus meticulosamente rotos
vaqueros rotos y su camiseta con el diseño desvanecido en el olvido en
algunos puntos, manchada para que pareciera antigua aunque en
realidad fuera alguna pieza basura de diseñador pagado por su madre,
que hizo todo el dinero del mundo. Él apestaba a angustia y desprecio por
la autoridad, y de inmediato le ofreció a mi mejor amiga Sara un tour
privado de su nuevo dormitorio. Ella se negó y él se echó a reír, y luego le
guiñó un ojo y se aseguró de ampliar la oferta a mí. Si pudiera haber 12
Página
rodado mis ojos con más fuerza, me los habría torcido.
Durante los siguientes dos años, más o menos, Caulter demostró que
cada artículo sensacionalista escrito previamente sobre él era cierto,
acumulando infracción tras infracción en la escuela —el tabaquismo en
menores, la bebida, drogas, las chicas en su habitación—, todas las cuales
fueron desestimadas y barridas bajo la alfombra, claramente. Se hicieron
donaciones. Ayudó que la insolencia de Caulter fuera intermitente; era uno
de esos tipos que podía encantar los pantalones de cualquier persona que
quisiera. Obviamente, lo digo literalmente. Caulter lo hizo con la mayor
parte de las mujeres en la clase de último año —no Sara, pero estoy
bastante segura de que si no estuviera totalmente dedicada a su novio,
habría saltado a la oportunidad. La cosa es que, incluso cuando se
presentó hace dos años atrás, Caulter tenía más reputación dentro del
dormitorio que fuera de él. Lo que hace con su lengua es parte de la
leyenda. El pensamiento de él entre mis piernas hace sonrojarme.
La puerta se mueve detrás de mí, sacudiéndome de mis
pensamientos, lo cual es algo bueno, porque no necesito estar pensando
en lo que pasó entre Coulter Sterling y yo. El mero hecho de que he
perdido mi virginidad con él es lo suficientemente humillante sin siquiera
considerar el nivel actual de la ridiculez y el drama que se ha añadido al
mismo. De todos modos, es noticia vieja. Historia Antigua. ¿Y qué si sucedió
hace sólo diez días? Fue una de esas cosas que nunca debería haber
sucedido en el primer lugar.
Me alejo de la puerta, y se abre inmediatamente. Me preparo para
la inminente conversación inevitable con mi padre.
Pero no es mi padre. Es Caulter. Exhalo con fuerza. Sé que debo
hablar con él, pero ¿en este momento? Sea lo que sea que haya hecho
para incurrir en este ataque masivo de mierda kármica que el universo está
tirándome, resuelvo arreglarlo inmediatamente.
—Oye, hermanita —dice, haciendo hincapié en la palabra mientras
cierra la puerta tras él y se inclina contra de ella. Si tiene alguna otra
expresión que no sea satisfecho de sí mismo siendo un cabrón arrogante,
nunca lo sabrás. Debería estar tan asqueado por nosotros como lo estoy,
pero ciertamente no lo está. Es Caulter. Este tipo de cosas sólo añaden a su
ya destacada reputación.
—No me llames así —chasqueo.
—Oh, pero ya has escuchado a tu querido papá, Princesa —dice—.
Seremos hermanos ahora.
—No seas estúpido —le digo. ¿Por qué tengo ganas de darle una
bofetada cuando estoy a su alrededor? Abre la boca, y es como uñas en 13
Página
una pizarra.
Caulter ríe. —Mierda —dice—. Debe ser difícil ir por la vida con ese
palo en el culo.
—Cállate —siseo, entrecerrando los ojos—. ¿Sabías sobre esto antes
de que tú y yo… ya sabes?
Da un paso hacia adelante, lejos de la puerta, deteniéndose a
centímetros de mí, tan cerca que puedo sentir su aliento caliente en el aire
entre nosotros. —¿Ya sabes...? —dice, su voz arrastrándose—. ¿Qué estás
preguntando, Princesa?
La sangre se eleva a mi cabeza. —Deja de llamarme así, Caulter —le
digo—. O empezaré a referirme a ti como Pedazo de mierda.
Se inclina más cerca de mí, su boca sólo milímetros de mi oído. —
Bueno, puedes llamarme Oh, Dios —dice—, así como lo hiciste antes.
Cuando estábamos… ya sabes.
Mierda. El calor inunda mi cara, y pongo mis manos en su pecho,
empujándolo hacia atrás. —Jódete, Caulter.
Riendo, desliza el mechón de cabello color arena que cae
suavemente por su frente. —Nah, Harvard —dice—. Tú ya lo hiciste. Y si no
recuerdo mal, involucró una gran cantidad de ti gimiendo… Oh Dios, allí
mismo, Oh Dios, Caulter, Caulter… —Me imita, con un tono agudo y
entrecortado, el sonido de su voz resonando por la oficina de mi padre,
amplificado en el espacio cerrado.
Lo que sucede a continuación queda fuera de lugar. Ni siquiera
pensé en ello antes de hacerlo. Sólo doy un paso adelante y abofeteo a
Caulter directamente a través del lado de su rostro, mi palma aterriza
contra su mejilla con un chasquido que reverbera a través de la sala. No
estoy segura de quién está más sorprendido, él o yo, y retiro mi mano
como si acabara de tocar un tomacorrientes, alejándome de él con
horror.
Nunca había hecho algo así en toda mi vida. No puedo creer que
perdí el control. —Yo… —empiezo—. Yo… estás siendo… ¡un completo
idiota sobre esto!
Caulter lleva su mano a su mejilla y levanta las cejas. —Sí, cariño —
dice—. Soy quien está siendo un completo idiota.
—¿Sabías que nuestros padres se casarían, antes? —le pregunto de
nuevo.
—¿Qué, antes de que me enviaras un mensaje y rogaras que te dé
algo de esto? —Agarra su entrepierna. 14
Página
—No tuve que rogar, exactamente —le digo, mis dientes
apretados—. No creo que nadie tenga que siquiera mover un brazo para
obtener la polla que repartes como si fuera caramelo.
—Tú seguramente no tuviste ningún problema para chuparla como si
estuviera hecha de jodida azúcar —dice.
Puedo sentir el calor elevándose a mis mejillas. —No fue así como
chupé tú…
—¿Qué, Harvard? —pregunta—, ¿vas a decirme que no recuerdas
cómo se envolvieron esos dulces pequeños labios alrededor de mi polla
como si fuera lo mejor que has probado nunca?
—Ni siquiera voy a dignificar eso con una respuesta. —Pero tengo la
cara enrojecida, y creo que podría ser por la falta de aire ante la idea de
la polla de Caulter contra mis labios. No, no puedo pensar en ello—. Fue
una locura temporal. Lo que pasó entre nosotros nunca sucedió.
—No te preocupes, Princesa —dice—. Nuestro pequeño y sucio
secreto está a salvo conmigo. Ya está olvidado. No es que hayas sido tan
memorable de todos modos.
Sus palabras me enfurecen. ¿Qué no fui memorable? Estoy a punto
de dar Caulter una verdadera pieza de mi mente cuando la puerta se
columpia abierta detrás de él. Salta fuera del camino, y por un momento
mi padre se coloca en la puerta con Ella detrás él, su frente arrugada, pero
apenas. Mi padre es el político consumado, imperturbable. Él es el maestro
de la no expresión. Si no lo conoces, no podrías saber que la línea de
arrugas diminutas que pliegan su frente es un signo de irritación. Mi corazón
se detiene y me pregunto si lo sabe, si está escrito en mí como una especie
de insignia de deshonor, me follé a Caulter Sterling.
—Ah —dice mi padre—. Me preguntaba donde habías
desaparecido.
—La noticia es un mucho para asimilar, estoy segura —dice Ella, su
voz suave. Pone su mano en el brazo de mi padre—. Estoy segura de que
ustedes dos probablemente quieren algún tiempo sin el control parental
alrededor.
Caulter ríe, el sonido es amargo. —Sí, claro —dice—. He tenido un
montón de tiempo con la Pequeña Señorita Perfecta aquí. —Zigzaguea
entre mi padre y Ella, y lo dejan pasar en su camino hacia la puerta, pero
los ojos de Ella se agrandan.
—¡Caulter! —dice Ella—. No seas grosero.
—¿Grosero? —Camina alejándose, con la espalda hacia nosotros—.
Eso es algo jodidamente generoso de parte de dos personas que sólo 15
Página
arrojaron un matrimonio entero encima de su hija, ¿no te parece?
¿Acaba de decir que arrojaron un matrimonio entero en mí? ¿Cómo
si él supiera de esto antes de ahora?
La arruga en la frente de mi padre se profundiza. —No voy a
tolerar…
Oh, mierda. No creo que mi padre sea plenamente consciente en lo
que se ha metido con Caulter. Él piensa que cualquier problema puede ser
curado con una buena dosis de disciplina y algo de entrenamiento físico
de tipo militar. Si esta conversación sucediera con un Caulter cinco años
más joven, mi padre lo tendría afuera en carreras de velocidad y haciendo
flexiones de brazos hasta que no pudiera contenerse más. Aun así, Caulter
es un adulto. No sé si mi padre tiene un plan aquí.
Caulter se detiene. —¿Tolerar? Dejaremos algo claro aquí. Si quieres
una exhibición de tu propia hija delante de las cámaras como si fuera una
especie de trofeo Stepford, eso es entre tú y ella. ¿Pero yo? No puedes
entrar en mi vida y esperar que finja seamos una gran familia feliz.
Sostengo mi respiración, esperando la reacción de mi padre. Su
temperamento rara vez se enciende, pero cuando lo hace, es nuclear. A
pesar de mi aversión total y absoluta a lo que Caulter es, no puedo evitar
sentir una punzada de satisfacción petulante, al oírle hablar a mi padre así.
Nadie habla a mi padre así. Definitivamente no yo. Casi se siente como si
Caulter está tomando partido por mí, aunque sé que no es así.
—Caulter Sterling —dice Ella, con la voz temblorosa—. Debemos
hablar de esto, sé que estás molesto, pero…
Caulter interrumpe. —Oh, y ¿Senador? —pregunta—. Estoy seguro de
que usted piensa que esto es una especie de amor verdadero, pero mi
madre no tiene exactamente una reputación manteniendo a los hombres
en su vida. Es posible que desee pensar en eso. —No mira hacia atrás,
simplemente camina por el pasillo y escucho el golpe de la puerta
delantera.
Ella me mira, y luego a mi padre. Parpadea lentamente, una vez, dos
veces, tres veces, y me siento mal por ella de inmediato. Se ve como que
está tratando desesperadamente de no llorar, y es incómodo
repentinamente, por lo que atormento mi cerebro para llegar a decir algo
que haga la situación lo menos posible. Como si eso fuera jodidamente
posible.
Aclaro mi garganta. —Estoy segura… Quiero decir… Está molesto,
estoy segura de que estará bien. —Mi voz suena forzada. ¿Por qué estoy
intentando consolar a dos personas que sólo dejaron caer una bomba de
este tipo en sus hijos, esperando que caigan en fila? Odio admitirlo, pero
16
Página

Caulter tiene un punto—. Um. Estaré arriba. —Sostengo el paso entre ellos
dos, subiendo las escaleras a mi habitación sin esperar una respuesta.
En el interior, cierro la puerta detrás de mí y me siento en la cama, la
colcha de color blanco simple que acentúa la cabecera de madera
oscura y un escritorio. Todo aquí es antiguo, coincidiendo con el resto de la
casa, las fotos en las paredes cuidadosamente seleccionadas para mostrar
sólo los momentos más brillantes de mi vida, todos los premios y las cosas
que mi padre considera importantes.
Esta no es mi habitación de la residencia en Brighton, con su ropa de
cama de colores vivos y collages con fotos de mis amigos y yo pegados en
las paredes, las pinturas que he hecho y los bocetos de los lugares que
significan lo que más me importa. Tengo un auto lleno de cosas aparcado
fuera en el camino de entrada, los restos de mi vida en el instituto.
Mi mejor amiga Sara está de mochilera por Europa este verano con
su novio Dan. Ven con nosotros, me rogó. Es tu oportunidad de volverte
loca antes de que comience la universidad en el otoño. Es como un rito de
paso. Nos emborrachamos y vemos salir el sol en Roma.
No podía ni siquiera considerar la posibilidad de decepcionar a mi
padre. Soy la hija siempre obediente, la que hace espera de ella. Soy
consciente que vivo una vida de ensueño, el padre Senador, escuela de
educación privada, estudiar en una de las mejores universidades del país.
Pero aun así, no consigo evitar sentir algo de lástima por mí misma, incluso
sabiendo que estoy teniendo una fiesta de autocompasión.
Las paredes ya se sienten como si se cerraran sobre mí. No estaré en
la casa del Distrito Capital por mucho tiempo; estaré de regreso en la casa
de verano de New Hampshire antes de terminar la semana, estoy segura.
Pero eso será toda una prisión, trabajando en la campaña de reelección y
siendo revelada en fotografías con mi padre y su nueva esposa.
Es sólo unos minutos después que se me ocurre. Oh, mierda.
¿Significa esto Caulter vendrá a Nueva Hampshire con nosotros?

17
Página
3
Caulter
Traducido por Yasna.FU
Corregido por Alysse Volkov

T
omo una calada en el extremo del cigarrillo, la nicotina
golpeando mi torrente sanguíneo, pero no hace nada para
sacarme del borde mi actitud hacia toda esta mierda. Estoy de
pie afuera, apoyado en la barandilla que recubre los escalones de la
entrada, aturdido por lo que acaba de suceder con Katherine, no con su
jodido padre y mi madre. No podría dar una pequeña mierda sobre lo que
aquellos dos han hecho. Mi madre se ha comprometido al menos cinco
veces, y se casó tres. No es que esta sea la primera vez que algún
malnacido en un traje y mocasines ha entrado en la habitación y se
presenta como mi nuevo padre.
Al menos éste es apropiado para su edad. Antes de que decidiera 18
Página
salir con Presidentes Ejecutivos, y aparentemente, políticos, pasó por una
fase de rockeros. Esa fue muy divertida. Mi favorito era el de veintitrés años
de edad, con el que se casaría, algún tipo que parecía que no era un día
mayor que dieciocho años, el vocalista en una banda de chicos. Ese tipo
tenía las pelotas para decirme que esperaba pudiera ser un “modelo a
seguir, ya sabes, una figura paterna real” para mí.
Le di un puñetazo en la cara, y Ella me mandó a un centro
psiquiátrico por noventa días, donde llegué a hablar con todos los
psiquiatras sobre cómo yo actuaba fuera de sí porque no me dieron
suficiente amor como bebé, cómo no fui amamantado lo suficiente y esa
mierda. ¿Qué puedo decir? Sólo soy un niño que quiere un abrazo. Qué
montón de pendejos. Ella se casó con el cabrón de la banda, pero sólo
duró una semana.
El drama de mi madre es noticia vieja. Me importa una mierda qué
demonios el Senador y Ella están haciendo.
Estoy en el borde porque no he sido capaz de sacar a Katherine de
mi maldita cabeza desde esa noche. Pensé que había terminado con ella,
hasta que mi madre prácticamente me secuestra hoy y me obliga a volar
al Distrito Capital, anunciando que está comprometida y que tengo que
conocer a su nuevo prometido. ¿Como si no podría haber anunciado esto
hace tres días en el que estábamos todos en la ceremonia de
graduación? ¿O decirme el fin de semana, en el apartamento en Nueva
York? Déjale a Ella mantener todo en secreto. La única razón por la que
accedí a subir a ese vuelo en absoluto era porque tenía billetes de primera
clase y tenían buenas bebidas en el avión.
Bebo y no le hago caso durante el vuelo. Como he dicho, Ella
casándose es noticia vieja. Así que imaginen mi sorpresa cuando por fin
surge el nombre del tipo con suerte mientras estamos conduciendo desde
aeropuerto. Estoy recostado en el asiento delantero enviando mensajes de
texto en mi teléfono cuando lo dice, así que casi se me escapa el apellido.
Harrison. El jodido papá de Katherine. No puedo creer lo que escucho.
—¿El Senador Harrison? —pregunto.
—Tiene una hija en tu clase, lo sé —dice, mirándome nerviosamente.
Muerde sus uñas; quiero decirle que la hace ver como una maldita niña de
doce años de edad, pero nunca lo hago—. ¿Eso es, como,
completamente extraño? No es extraño, ¿lo es?
—Claro, Ella —digo, mi tono condescendiente. Estoy tratando de ser
indiferente a pesar de la forma en que mi corazón late con fuerza—. No es
gran cosa, te comprometiste con el padre de alguien que va a la escuela
conmigo. ¿Por qué no sales con uno de los profesores? Mejor aún, podría
sólo citarte con unos de mis amigos. Eso es más tu estilo, ¿no es así? Pensé
19
Página

que te gustaban jóvenes, pero vamos por los Senadores ahora, ¿verdad?
Me mira, sus ojos brillando. —No vas a arruinar esto para mí, Caulter.
No levanto la mirada de mi teléfono, pasando a través de los
mensajes de texto, aunque no estoy realmente hablado con nadie. Todo lo
que puedo pensar es que es el padre de Katherine. Lo que significa que
me está trayendo a conocer al padre de Katherine.
Lo cual significa que nos dirigimos a ver a Katherine.
La Pequeña Señorita Perfecta, demasiado—buena—para—su—
propio—bien, voy—a—Harvard Katherine. La—última—Coca—Cola—del
desierto Katherine. Apenas—amago—una—sonrisa Katherine. Toda seria,
todo el tiempo.
Excepto esa noche.
La noche.
Había coqueteado con esa chica más veces de las que podía
contar en Brighton. Quiero decir, demonios, ¿por qué no? No es como si la
Señorita Remilgada llevara una bolsa de papel sobre su cabeza o algo así.
De hecho, es exactamente lo contrario. Está demasiado caliente. E
intocable. El equipo de Lacrosse mantiene marcadores con todas las
chicas de último año en ellos, cada uno con su propia calificación.
“Brighton Bingo”, lo llaman. Yo no juego, porque no soy un estúpido atleta.
Podría follar por ahí, pero mantener un marcador de eso es sólo de mal
gusto. Para los jugadores de Lacrosse, sin embargo, Katherine es dinero
sobre la tarjeta. La cosa es, es ampliamente aceptado que está fuera de
la liga de todos. Se hablaba de que ella podría no ir por los chicos en
absoluto, pero salió con algún imbécil del equipo de Lacrosse durante unos
meses, probablemente el único tipo en esa escuela que no trataba de
conseguir entrar en sus pantalones. Ese chico sólo quería lamer las botas
de su padre.
No es como que nunca pensé que iba a suceder con la Señorita No
Estoy Interesada. Nosotros habíamos desarrollado un cierto tipo de relación
en los últimos dos años, principalmente compuesta en rodar los ojos y decir
insultos de ida y vuelta. En realidad, sólo coqueteo con ella más porque es
divertido. Me gusta que me mire con asco y me llama cabrón en vez de
deslizarse en el asiento trasero de mi auto y ofrecer hasta un trío con su
mejor amiga. Las mujeres han estado tratando de conseguirlo conmigo
desde que estaba en la escuela media. Todo el mundo quiere la polla del
hijo—de—una celebridad.
Demasiado coño, es mi cruz para cargar.
Pero Katherine es diferente de todas esas chicas. Nunca quiso tener
nada que ver conmigo, era una especie de sucio mujeriego. Este hecho
20
Página

me hace respetarla como un buen juez de carácter, ya que es bastante


exacto.
Es por eso que no pude controlarme cuando recibo un mensaje de
texto de ella ofreciendo una noche en un hotel. Estoy seguro de que es
una broma, pero es una semana antes de la graduación y Brighton está
tranquilo y es una noche en la que estoy aburrido de todos modos así que
me digo, ¿qué tengo que perder?
Cuando entra por la puerta del hotel luciendo muy nerviosa, no
puedo creer lo que veía. Está allí de pie en este vestido negro de manga
corta que cuelga de las rodillas y estos tacones negros de matrona que la
hacen lucir como una madre de familia. Y una diadema. Quiero decir,
tenemos dieciocho años, por el amor de Dios. ¿Qué clase de mujer adulta
lleva una diadema?
He follado modelos, actrices, y niñas de la alta sociedad. Una chica
que llevaba una diadema y un vestido del tamaño de una tienda de
campaña no debe encender mi radar de ninguna manera o forma. Pero
por alguna razón en el infierno, es la cosa más caliente que he visto.
La miro fijamente, por una vez sin nada inteligente que decir. Pero mi
pene tiene mente propia. Toda la sangre sale de mi cabeza y se va a mi
polla. Estoy duro como una roca. Al parecer tengo una cosa con las niñas
que llevan diademas y raro vestidos ultraconservadores que muestran cero
piel.
Me lleva al borde cuando abre su maldita boca. —Así que, decidí
que antes de salir de Brighton la próxima semana, podría ver porque todo
el alboroto.
Lo único que se me ocurre es que las que se parecen a ella,
adecuadas y conservadoras, son las más salvajes en el dormitorio.
Eso es un hecho.
Es toda esa mierda que reprimen. O problemas con papi o lo que
sea. ¿Quién sabe? Todo lo que sé es que estoy a punto de conseguirlo con
la chica más intocable, más reprimida en la historia del mundo. Es como si
me he ganado la maldita lotería.
Cuando pongo mi boca sobre la de ella por primera vez, es
jodidamente mágico. No puedo describir a lo que sabe a excepción de
que es todo lo que está bien en el mundo. Entonces Katherine se separa
por un momento y me mira.
Me mira con desdén. Me desprecia. Pero cuando me besa… me
besa como si me odiara y me deseara más que a nada.
21
Es sólo otro polvo. ¿Y qué si es el Santo Grial de los ligues? ¿Y qué si
Página

va a ser el mejor tipo de sexo odio imaginable? Es cuando estoy a punto


de poner mi polla dentro de ella, se tensa y me da una mirada. Tengo
suficiente sentido común para saber lo que jodidamente significa. No estoy
interesado en tomar la virginidad de una chica —las vírgenes se apegan, y
eso es lo último que quiero.
Entonces Kate (que es que como yo la llamé esa noche. Kate, no el
adecuado Katherine como en la escuela, sino el Kate cuando estoy dentro
de ella, Kate cuando me vengo con tanta fuerza que mi cabeza va a
explotar), me pregunta si voy a follarla o qué.
Hay buen sexo, y luego está el sexo donde la memoria ocupa la
residencia permanente en tu cerebro, cambia el jodido equilibrio químico
o algo que anhelas como un maldito adicto. Te hace adicto por ello, se te
pone la piel como una picazón. Ese es el tipo de sexo que es esto.
Katherine, formal y correcta Katherine en la mañana, se escapa de
la cama al día siguiente. Trata de salir a hurtadillas de la habitación del
hotel, pero me despierto cuando está cerca de la puerta y la miro con
incredulidad, no es porque se esté yendo, sino porque me quede dormido
y ella es la que está despierta.
La mayoría de los chicos follan y se quedan dormidos. Yo no. Estoy
acostado allí despierto, contando los minutos necesarios para preservar mi
reputación antes de que pueda deslizarme fuera de la cama y salir
corriendo como si de ello dependiera mi vida. Despertarse por la mañana
para ver a la chica con la que me acosté a punto de deslizarse por la
puerta no es exactamente algo regular.
—Gracias —dice, abriendo la puerta para salir. Su cabello todavía
peinado y el delineador de ojos oscuro manchado alrededor de sus ojos la
hacen ver más sexy de lo que hizo anoche.
¿Gracias? ¿Quién en el infierno lo dice después de follar
especialmente después de haberlo hecho de esa manera? No sé qué
decir, así que sólo gruño y vuelvo a la cama, escuchando la puerta detrás
de ella.
Es sólo un polvo, ¿verdad? No es gran cosa.
Excepto que no puedo sacarla de mi cabeza.
Debería estar en uno de los libros de récords. Debería estar en la
mierda de Brighton Bingo y restregarlo en la cara de cada uno de esos
atletas estúpidos: Follé a Katherine Harrison y, aún mejor, me dio su tarjeta
V. Pero no digo nada.
Con todo el material antes de la graduación pasando, es fácil estar 22
ocupado, pero aún así, te juro que ella haciendo bajo perfil, evitándome. Y
Página

la evito de vuelta. Ser un picaflor, esa es mi filosofía. Lo que estoy pensando


todo el tiempo es la forma en que realmente sólo hay que follarse a otra
chica para borrar el recuerdo de Kate. Borrón y cuenta nueva.
Pero no. Sólo se pudre, comiéndome como una especie de
enfermedad.
La única razón por la que me presento aquí con mi madre en
absoluto es porque simplemente no puedo evitarlo. Tengo esta perversa
necesidad de ver la expresión del rostro de Katherine cuando me vea.
Vale la pena el esfuerzo. Katherine sólo se ve tan… cabreada
cuando me ve. Me mira como si fuera alga de estanque. Pero no puedo
dejar de pensar en joderla.
Estoy en el segundo cigarrillo por el momento que he terminado de
ponerme nervioso sobre Katherine, y estoy a punto de encender un tercero
cuando una voz desde la acera me hace levantar la mirada.
—¡Oye Caulter! —El hombre en pantalones arrugado, con una bolsa
de mensajero tirada en la acera a sus pies, trae la cámara a la cara y
dispara.
Enciendo mi cigarrillo y tomo una inhalada a medida que continúa
tomando fotos, antes de que le haga una puñeta. Hago un punto de pie
allí sin moverme, le saco el dedo, mientras me fumo una calada más, lo
tiro, y lo piso en el césped perfectamente cuidado del Senador Jodido
Harrison.
Los paparazzi son parásitos.
Supongo que el gato está fuera de la bolsa —bueno, no el
verdadero secreto, el que Katherine esté tan aterrorizada de que voy a
derramar. Como si quiero que todos sepan de todos modos.
Vuelvo a la casa, por un momento, considerando el hecho de que
no tengo nada que hacer todo esto del verano. Podría decir a la mierda, y
volar de todo el asunto.
Por supuesto, mi fondo fiduciario está en peligro. Así que hago el
trato con mi madre. Es como ese tipo, Fausto, el que vende su alma al
diablo. Ella me hizo una oferta que no podía rechazar. Así que voy a seguir
el juego, de mi nueva familia por el verano.
Además, ¿cómo me puedo resistir a la idea de conseguir meterme
bajo la piel de Katherine durante todo el verano?
23
Página
4
Katherine
Traducido por Yasna.FU, evanescita & AndreeaPaz
Corregido por Alysse Volkov

R
ecorro mis dedos por su pecho, trazando la cresta entre sus
músculos pectorales y hacia abajo sobre su pezón. Él hace este
sonido como algo que escucharías de un animal, profundo y
bajo en su garganta, y el cabello en la parte posterior de mi cuello se
levanta. Es primitivo, como si fuera un depredador y yo soy la presa. Sólo
que esta tendido en su espalda, y soy la que esta horcajadas sobre él, mis
rodillas a ambos lados de su cuerpo. Su pene está desnudo, caliente entre
mis piernas, y cuando me empujo hacia abajo sobre su eje, gime mi
nombre.
—Kate…
24
Página

Repite de nuevo la palabra, y no espero a que lo diga por tercera


vez. Sólo le guío en mi interior, con la ayuda de mi humedad. Saboreo el
sentimiento de su espesor llenándome. Montándolo, piel con piel, su pene
al descubierto dentro de mí, lo follo. Se siente familiar, como si lo hubiera
hecho un millón de veces antes. Pero es mil veces mejor de lo que lo fue la
primera vez.
Sus manos se deslizan por los lados de mi cintura hasta mi pecho, sus
pulgares recorriendo mis duros pezones. Empiezo a dejarme ir,
abandonándome a la sensación de estar con él, montarlo mientras me
lleva más y más alto.
Estoy tan cerca, y me agarra de la cintura con más fuerza, sus manos
me empujaban con fuerza hacia abajo sobre su polla, sus embestidas
cortas y más frecuentes.
—Kate —dice—. Quiero que te vengas jodidamente sobre mí. —Estoy
en el borde, tan cerca, a punto de estrellarme.

***

Me sacudo de golpe en la cama, el latido en mi pecho imitando el


latido entre mis piernas. ¿Un sueño de sexo con Caulter? Es como si mi
cerebro está practicando motín. Mis pezones se presionan contra la tela
de mi sujetador. Mierda, estoy usando un sostén. Y mis pantalones
vaqueros y camiseta de ayer. Mi boca sabe terrible.
La luz del sol de la mañana se filtra a través de la ventana de la
habitación, y no puedo creer que me haya dormido toda la noche. La
última cosa que recuerdo es poner mi cabeza en la almohada para poder
simplemente cerrar los ojos por un momento, pensando que era sólo
cuestión de tiempo hasta que mi padre subiera a tener algún tipo de
charla sobre el compromiso. No puedo creer que me dejara dormir.
Me deslizo fuera de la cama, haciendo una mueca por la boca de
algodón que he desarrollado, caminando ligeramente por el pasillo hacia
el baño. Siento como que estoy haciendo la caminata de la vergüenza o
algo así, todavía vestida con mi ropa de la noche anterior, y de inmediato
me recuerda a esa noche con Caulter.
Como si mi cerebro necesitara otro recordatorio. El sueño con sexo
me tiene en vilo; no puedo decir si estoy molesta o caliente.
Me quito mi camiseta, me estremezco por la mancha de humedad 25
Página
en la parte posterior, donde tiene sudor. Seguramente debo estar febril; al
menos eso explica el sueño húmedo. La dejo caer en el suelo y salgo de
mis vaqueros. Cepillo de dientes. Necesito un cepillo de dientes. Cavo a
través del gabinete de la medicina sobre el fregadero, en busca de un
cepillo de dientes, y luego me agacho, tirando de la manija del gabinete
de abajo.
La brisa de aire fresco me golpea antes de que mis oídos registren el
sonido de la puerta del baño abriéndose, y salto inmediatamente.
—Lindas bragas.
Me doy vuelta para ver a Caulter en la puerta, con el cabello,
afeitado a los laterales, la parte más larga revuelta, de pie en todas las
direcciones. Sin camisa. Está llevando estos pantalones de pijama de
algodón gris, la tela tan fina que se adhiere a cada parte de él. Cada
parte de él. La forma en que lo cubren hace que sea peor que si estuviera
aquí, delante de mí desnudo. La forma en que se ve sólo grita sexo,
especialmente teniendo en cuenta el hecho de que su pene esta duro. Al
igual que, duro como roca.
Y no puedo dejar de mirarlo.
Caulter lo nota y sonríe. —¿Te gusta lo que ves? —pregunta—.
Puedes darle otra oportunidad si quieres. Estoy dispuesto.
—Eres vulgar —siseo—. Estás en mi cuarto de baño. Y la puerta está
abierta. —Y estoy aquí en mi ropa interior, me doy cuenta de inmediato; es
como si mi cerebro estuviese lento esta mañana. Cubro mi pecho con el
brazo y alcanzo el montón de ropa en el suelo, protegiendo mi
entrepierna. Oh, Dios mío, estoy llevando bragas de abuela.
Da un paso dentro y cierra la puerta tras él. —¿Mejor?
—Eso no fue una invitación —le digo—. ¿Qué te pasa? Fuera de mi
cuarto de baño. ¿No tienes algún límite?
—Tú eres la que estaba quejándote de que la puerta estaba abierta
—dice—. No quiero que nadie ande mirando mi polla como si fuera un
trozo de carne y tú un animal hambriento.
—Estás delirando —le digo, apretando los dientes—. Pensar que te
estoy mirando la polla. Y date la vuelta, para que pueda ponerme algo de
ropa.
Estoy casi sorprendida cuando en realidad lo hace, y me apresuro a
deslizar mis piernas en mis vaqueros.
—¿Seguro te quieres molestar en ponerte los pantalones? —
pregunta—. No es que no te haya visto ya. Además, las bragas no son
exactamente… reveladoras. 26
Página

Me encojo ante el hecho de que él sólo me ha visto en bragas que


son prácticamente del tamaño de una sábana, me deslizo la camiseta
sobre mi cabeza. —Pensé que habíamos acordado nunca hablar sobre el
incidente de nuevo. ¿Por qué sigues aquí, de todos modos? Te dije que te
fueras.
—¿El incidente? —pregunta—. ¿Así es como lo estamos llamando
ahora? Tú eres la que me dijo que cerrara la puerta del baño detrás de mí.
Todavía se encontraba de espaldas, así que tomo la oportunidad de
dejar que mis ojos se deleiten a costa de su espalda desnuda. Sus músculos
definidos, de los hombros a lo largo de su cuerpo en forma, la forma de V
suave de la espalda llegando a una puesta a punto donde su cintura está
parcialmente oculta por la banda en sus pantalones. Hago una pausa,
deteniéndome a revisar su culo perfectamente formado, recordando
cómo se sentía en mis manos esa noche.
Caulter se da vuelta y me atrapa y siento mi cara al ras con el calor.
Él me da esa mirada, la mirada autocomplaciente de autosatisfacción que
dice que sabe que lo miraba. Su pene todavía está duro como una roca, y
me pregunto si eso es normal. Eso no puede ser normal, ¿cierto? Debe
tener algún tipo de condición médica. No puede ser típico para él llevar
una conversación como esta, con una erección gigante. Y lo digo
literalmente. No es precisamente pequeño.
El hecho de que está de pie aquí, duro, me molesta. No necesito un
recordatorio de esa noche mirándome fijamente directo en la maldita
cara. —Sabías lo que quería decir que tenías que salir de aquí, no cerrar la
puerta detrás de ti e invitarte al interior. Obviamente. La gente normal no
hace eso. —Hago un gesto hacia la tienda gigante en sus pantalones—.
¿Vas a hacer algo al respecto?
—¿Quieres ayudarme a hacer algo al respecto, Princesa? —
pregunta, con voz cantarina. Prácticamente mirándome lascivamente.
—Ugh —digo—. No seas asqueroso solo… ugh ¿Por qué te resulta…
difícil? ¿Y por qué tienes que ser un pervertido?
—¡Oh, tan linda! —dice, apartándose de mí y dirigiéndose al
inodoro—. Crees que esto es porque creo que eres sexy. Realmente eres
virginal, ¿no? Es una erección matutina, Princesa. Nada personal.
—Oh, Dios mío, ¿estás a punto de orinar aquí, justo en frente de mí?
—pregunto.
—Bueno, vine aquí a orinar y ya que estas insistiendo en mantenerte
hablando en vez de salir del baño y dejarme hacer mis asuntos, entonces
sí, estoy a punto de orinar aquí. —Engancha su pulgar bajo la cintura de 27
Página
sus pantalones y me mira—. ¿Quieres quedarte a ver? Probablemente
estés en alguna mierda fetichista como deportes acuáticos, ¿no es así?
Ni siquiera sé lo que son deportes acuáticos y no creo que quiera
saber. —Eres la persona más desagradable que he conocido.
—Oh, dale tiempo, Princesa —dice, dejando caer sus pantalones.
Puedo ver su pene desde un lado y la nalga derecha de su culo. No puedo
creer que sólo se desnudó delante de mí como si ni siquiera estuviera
aquí—. No has visto nada aún. Y voy a estar alrededor todo el verano.
No sé si eso se supone que sea una amenaza o una insinuación y no
quiero saber. Ni siquiera me molesto en tratar de ocultar mi irritación,
resoplando salgo de baño y cierro la puerta detrás de mí, probablemente
demasiado fuerte. De vuelta en mi habitación, resuelvo permanecer lo
más lejos posible de Caulter. Es un cerdo vulgar que está claramente
tratando de obtener más de mí. Y está funcionando.
¿Acaba de decir que estaré realmente estancada con él durante
todo el verano?
Sabía que sería enviado a nuestra casa de vacaciones en New
Hampshire para el verano, mientras mi padre terminaba su mandato en
Washington antes de que el Senado haga una interrupción debido a la
sesión de verano. Así es como por lo general van mis veranos. Pero tener a
Caulter ¿uniéndose a nosotros? Chico malo Caulter es la última persona
que realmente esperaba cayendo en la línea y juegue junto con nosotros
a la rutina de “somos una gran familia feliz”.
Me pregunto qué tiene Caulter bajo la manga. Eso es en lo que
debería enfocarme. En lugar de lo que tiene en sus pantalones.

***

—Buenos días, Katherine, —dice Ella. Sólo son las siete, pero ya voy
saliendo hacia mi auto agarrando mi bolsa. Entre y salí de la ducha. No
hubo ninguna señal de Caulter en el baño esta vez, gracias a Dios. Al
menos eso es algo—. ¿Dormiste bien?
Me ruborizo al recordar el sueño. Pesadilla es una mejor palabra para
describirlo. ¿He dormido bien? Con sueños vívidos de la polla de Caulter
corriendo por mi cabeza, ¿seguido por la bienvenida que recibí esta
mañana en el baño? Me pregunto si alguna vez voy a dormir de nuevo. Es
como si mi vida se estuviera convirtiendo en una especie de porno. Pero sin
sexo, me recuerdo a mí misma.
No vamos a tener más que sexo. 28
Página
Incluso si tiene el más dulce cuerpo que he visto en mi vida, alto y
desgarbado con esos abdominales de acero. Está fuera de los límites. Y no
sólo porque es mi nuevo hermanastro, —quiero decir, no estamos
relacionados, seguro, pero ni siquiera puedo imaginar el escándalo que
involucraría—, sino porque es Caulter. Es el tipo más cruel, más asqueroso,
el chico más promiscuo que he conocido en mi vida. No tengo
absolutamente ningún interés en desearlo.
Me temo que el verano va a implicar una gran cantidad de duchas
frías.
Me aclaro la garganta. —Dormí muy bien —digo.
Ella sorbe de un vaso de lo que parece ser lodo verde. Son las siete
de la mañana y esta perfecta, incluso sin una pizca de maquillaje, con su
piel de alabastro impecable. Lleva pantalones de yoga y un top sin
mangas que llega hasta su vientre, dejando al descubierto su apretado
abdomen. Aquí de pie delante de ella hace que de repente sea
consciente de las cinco libras que gané al escribir mi discurso de
graduación hace unas semanas, cuando estaba subsistiendo a base de
bebidas energéticas y dulces. Sólo sé que es el tipo de persona que no
come azúcar. O cafeína. Y quién se despierta a tempranas horas de la
mañana para hacer yoga y meditar antes de dirigirse al gimnasio.
—Le dije a tu padre que probablemente era mejor no molestarte la
anoche —dice—. La forma en que te enteraste del compromiso fue…
abrupta. Y estoy segura de que estás agotada después de tus finales y la
graduación.
Asiento. No sé qué decir. Sé que está siendo amable, tratando de
consolarme o lo que sea, ya que probablemente fue idea de mi padre tirar
esa mierda sobre mí sin previo aviso, pero sólo es demasiado temprano en
la mañana para tener algún tipo de conexión con la impresionantemente
hermosa y demasiado perfecta celebridad parada en mi cocina. —¿Está
mi padre por aquí?
—Él salió a correr —dice—. En una de sus rutas largas. Está
entrenando para una maratón.
Por supuesto que lo está, pienso. No recuerdo a mi padre saliendo a
correr. —¿Hay café por aquí en alguna parte?
—Hemos limpiado la despensa —dice. Nosotros, tomo nota—. Tu
padre no beberá cafeína nunca más. Pero hay una alternativa a base de
plantas de café en el mostrador. Es mucho mejor para ti que el café y tiene
un efecto purificador.
Me vuelvo hacia ella, mi cerebro sin cafeína se niega a procesar lo 29
Página
que está diciendo. De hecho, ¿he caído en el séptimo círculo del infierno?
—Así que no hay café en la casa —le digo, con mi voz plana.
Ella me mira, su expresión es tan seria que me hace casi querer
perdonarla. —Yo… Yo debería haber guardado un poco.
—Está bien. —Me volteo y me apoyo en el mostrador de la cocina.
¿Se supone que debo quedarme aquí y conversar amablemente, sin
siquiera tener un café? ¿Es así como lo hacen en Hollywood? Parece cruel
e inusual—. Sólo iré a buscar una cafetería.
—Oh. —Ella se ve realmente con el corazón roto, como si hubiera
fallado un nuevo examen de la prometida perfecta. Sólo no tengo la
energía para tranquilizarla ahora.
—¿Quieres algo de la cafetería? —pregunto—. ¿Cómo… un
penecillo o algo así?
Ella arruga la nariz. Ah, por supuesto que no. Carbohidratos. Estoy
segura de que no los come. —Eh… no gracias —dice.
Agarro mi billetera y me deslizo por la puerta, aliviada de salir de
casa.
—¿Siguiéndome? —Caulter está parado en la esquina de la casa, y
soplando casualmente anillos de humo en mi dirección.
—Por supuesto que no —digo, molesta—, en este lugar no hay café.
Voy a buscar cafeína. No puedo pensar.
—Oh, sí. —Se ríe—. ¿Te trato de ofrecer esa mierda de hierbas?
—¿Te refieres a esa mierda verde que está bebiendo? ¿Qué es esa
cosa? Huele como pescado.
Caulter resopla. —Es como un alga y alga marina o algo así. No lo sé.
Es rancia ¿cierto? Como un batido hecho en un tanque de pescado. Pero
no, quiero decir el sustituto de café.
—Sí, ¿algo herbal? —pregunto.
Se ríe. —Eso es una mierda peor. No lo pruebes. —Entonces mira
debajo de mí—. Por supuesto, podría ayudar con ese palo metido en tu
culo.
—En serio, sabía que no podías pasar dos minutos sin ser un imbécil.
—Doy un paso hacia abajo, y Caulter dice mi nombre—. ¿Qué? —
pregunto, mi voz entrecortada.
—Eso es de lo que estoy hablando, Princesa —dice—, necesitas
conseguir un jodido sentido del humor.
30
Página

—Claro, Caulter. —Me muevo para alejarme, pero vuelve a


llamarme—. ¿Qué?
—Aquí —dice—, ¿quieres uno? —Sostiene una de esas latas de
expreso, y luego la arroja hacia mí.
Hago estallar la parte de arriba y trago el líquido salvavidas mientras
camino hacia donde está de pie. Gira la cabeza y sopla una estela de
humo a la cara. —Es un hábito desagradable —digo—, vas a tener cáncer.
—Te di un café, y vienes a darme lecciones sobre mis hábitos —
dice—, esos son malditos malos modales.
—Gracias por el café. —Tomo otro trago, y miro las latas vacías a sus
pies—. ¿Estás seguro que estás aquí afuera principalmente por el café y la
nicotina, o qué?
—Tengo que tener mi dosis —dice, viéndome, su mirada firme—.
Quiero decir, prefiero que me despierte una follada de buenos días.
—Correcto, es bueno que tengas café y cigarros, entonces.
Caulter se encoge de hombros. —Quiero saber si has cambiado de
opinión, Princesa. Puedo estar listo en cinco segundos.
—No retengas la respiración.
Caulter termina su cigarro, y levanta el dedo del medio. Sigo su
mirada hacia el pequeño patio delante de la acera, hacia el chico de pie
al otro lado de la pared, la cabeza visible por encima de los ladrillos.
—¿Cuánto tiempo el fotógrafo ha estado allí? —pregunto, dándole
la espalda y me pongo frente a Caulter.
—Un rato —dice Caulter, encogiéndose de hombros—. Estaba allí
ayer. Es solo uno.
—¿Solo uno? —Alcanzo su brazo y tiro de él—. ¿Estás loco? ¿Qué
demonios estás pensando hacer, volverlo loco?
—Relájate —dice—. Son unos idiotas. Hemos desarrollado una rutina,
este tipo y yo. Es como simbólico y una mierda. Toma una foto de mí; fumo
y le levanto el dedo. Ha tomado suficientes de mi sacándole el dedo,
entonces se aburre como ahora.
—Sí, bueno, no ha tomado fotos de mí —digo—, y mi padre está a
punto de comenzar su campaña de reelección. Esto es justo lo que
necesita, fotos tuyas volviendo locos a los fotógrafos.
—Jodidamente relájate, Princesa —dice—, va a tomar unas cuantas
fotos de nosotros aquí y va a terminar. No somos una verdadera historia. Él
quiere a nuestros padres. 31
Página
Estoy acostumbrada a que mi padre sea noticia de primera plana. Él
es un Senador, después de todo. Pero los senadores no tienes historias
como esta, no con paparazis al frente de la casa. Quiero decir, a menos
que haya algún tipo de escándalo, nadie le da mierda a alguien por nada
excepto al presidente. Ser hija de mi padre significa, dar cuidadosas
entrevistas montadas y sesiones de fotos, no fotos naturales fuera de la
casa. El hecho de que Caulter y yo estamos de pie fuera mientras nos
fotografían me hace sentir ansiosa. Y cabreada con Caulter por ser tan
indiferente acerca de los medios.
—Por supuesto que están interesados en nuestra historia, tú historia,
idiota —digo, parándome enfrente de él, mis manos en las caderas. Me
siento como una profesora, castigándolo, mientras no puedo evitarlo—.
Eres un tatuado, fumador de cigarro, bebedor de cerveza, hijo de un
estrella de cine quien se casó con mi padre Senador ex militar con valores
de familia. ¡Eres un titular sensacionalista, parado aquí al frente de mí!
Caulter me mira, su duro rostro y la mandíbula apretada. Luego sopla
una gigante columna de humo en mi cara, haciéndome toser, y agito mis
brazos de forma apurada frente a mi cara. Creo que mi presión sanguínea
sube por el techo por este acto de agresión. —¿Sí? —pregunta,
inclinándose adelante y llevando su dedo medio arriba delante de mi
rostro entre los dos—. Bueno, eres una santurrona, creída, virgen
malditamente aburrida quien es tan tensa que no puede encontrar a
nadie para ponchar su tarjeta v, excepto el mujeriego de su escuela quien
se revuelca con todo el mundo literalmente. —Hace una pausa—. Y luego
resulta ser la más aburrida con la que me he acostado.
Dejé escapar un gruñido de frustración, pero Caulter solo se ríe, lo
que me hace aún más molesta.
—¿Qué vas a hacer, Princesa? —pregunta, inclinándose adelante, su
dedo medio sigue arriba. Agitándolo alrededor, a centímetros de mi cara.
Quiero romper su maldito dedo en la mitad.
Caulter me tiene tan enojada que no puedo pensar. Acabo
inclinándome adelante y le doy un tirón, mi dedo a un centímetro del
camino hacia él. Estamos parados a un pie de distancia, con nuestros
dedos medios en el rostro del otro. Realmente maduros. Puede ser que
también seamos niños que nos saquemos la lengua.
Entonces Caulter sonríe. —Esta va a ser una maldita buena foto.
Mierda.

32
Página
5
Caulter
Traducido por Ione
Corregido por Alysse Volkov

E
l Senador Cara de Mierda tira el periódico a la mesa. La foto en
la que Katherine y yo nos miramos con los ojos entrecerrados,
con una mueca de disgustos y nuestros dedos casi tocándose,
está en primera plana con el título:

HARRISON Y STERLING COMPROMETIDOS: 33


Página
¡HIJOS ENFRENTADOS!

Katherine está frente a mí con la cara en blanco como la tiza. No me


mira, simplemente está con los ojos en el papel como si estuviera
estupefacta. Tengo el impulso de sacar el teléfono y sacarle una foto,
pero pienso que sería presionarle ya que la cara del Senador es
exactamente lo contrario a blanca. Está casi morado.
—Es un ángulo realmente halagador —digo—. Para mí, de todas
formas. A Katherine no le hace demasiada justicia. —No es verdad. En la
foto, tiene los dientes casi enterrados y parece salvaje. No debería
excitarme tanto por esto, pero juro que mientras estoy aquí de pie mirando
la foto, siento cómo se me pone dura. Aunque probablemente no sea la
mejor situación tenerla dura por la hija del Senador Cara de Mierda.
Parece que va a tener un ataque. Mi madre me lanza una mirada y estoy
casi seguro de que me va a cortar el fondo fiduciario ahora mismo.
—Caulter —advierte Ella.
—¿En qué demonios estaban pensando? —El Senador deja caer el
puño en la mesa, lo que hace que los papeles se muevan y retumba su
voz.
Levanto la mirada hacia Katherine, pero ella todavía no me mira.
—Cariño —dice Ella.
—No es tan malo como parece, papá —dice Katherine con la voz
suave.
—¿No tan malo como parece? —Aprieta las manos en puños otra
vez. Este tipo debería tomarse algo de medicación o marihuana o algo. Es
como, cálmate chico. Si no estuviera hablando, no podría creer que ni
siquiera estuviese respirando—. Dime qué es exactamente lo que piensas
que parece que la hija de un Senador de Estados Unidos esté en la primera
página del periódico con el dedo medio hacia el hijo de su prometida.
Probablemente mejor que el titular Los hijos del Senador están
follando, pienso. Pero me muerdo la lengua. Mentalmente, me felicito por
mi súper autocontrol.
Katherine me sorprende cuando empieza a hablar—: Quiero decir,
en serio, no es la página principal. Es la primera página de la sección de
sociedad. Y es el Post, así que…
Me aguanto la risa pero no muy bien, por lo que me sale más como
un bufido. El senador se vuelve hacia mí.
—Y tú. ¿Crees que es divertido? 34
Página

Pongo los ojos en blanco. —Mira. Es un artículo en el periódico. No es


el jodido fin del mundo.
Cruza a mi lado de la mesa y me quedo quieto, sólo porque no
puedo creer que este tipo esté a punto de perder el temperamento, sobre
todo por algo así. Puedo pensar en al menos veinte escándalos más en los
que he estado envuelto que son peores que este punto en el radar. En el
momento me coge por el cuello de la camisa es cuando empiezo a
cabrearme de verdad. —¿No es el fin del mundo? —pregunta,
entrecerrando los ojos—. Tú, pequeña mierda arrogante. Tu madre podría
cortarte tus cuentas del mundo, que deje que malgastes su dinero en ropa
y droga, pero no vas a venir a mi casa y…
Le quito las manos de encima de mí. —Si de verdad quieres ir allí,
abuelo —le digo disgustado—. Venga, vamos.
—¡Deténganse! —chilla Katherine. Grita. El sonido de su chillido es tan
inesperado que incluso su padre se le queda mirando con la boca abierta.
—¿Qué es lo que acabas de decir? —le pregunta.
—Creo que tenemos que calmarnos —dice Ella y se levanta de la
mesa—. Ben, Caulter no es tu hijo; es el mío. Y te lo agradecería si no…
—Oh, por favor Ella. —Levanto la mano.
—No quiero oír que te refieres a tu madre por el primer nombre como
si fuera uno de tus amigos —suelta el Senador.
—Es bueno que no puedas decir nada al respecto, ¿verdad? —
pregunto—. Ya que no soy uno de tus empleados a los que les puedas
ordenar algo.
—¡Ben! —dice Ella—. He dicho que es mi niño. Caulter y yo somos
informales y no es de tu incumbencia el meterte y cambiarlo.
—Tu niño es un adulto —dice el Senador, con el tono más alto que
antes—. No un niño. Y es hora ya de empezar a tratarle como a un adulto.
Los dos son adultos y…
Katherine grita otra vez y tiene las manos en las orejas. —Jodido
Jesucristo —chilla.
—Katherine Eva Harrison —dice—. No tomarás el nombre del Señor
en vano en esta casa.
—¡No puedo escuchar ni un segundo más de esta discusión! —grita—
. Sí, Caulter y yo nos sacamos de quicio. Sí, está en el periódico. Sí, es un
problema de relaciones públicas. Lo siento porque tu compromiso se haya
anunciado así. Pero si quieres hablar de ser egoísta, podemos hablar sobre 35
Página
eso. Te largaste como un pájaro después de mi graduación para volver al
trabajo, y con trabajo supongo que te referías a Ella. ¿No creías que puede
que, oh, no lo sé, me dieras alguna pista de que te ibas a casar de nuevo?
—pregunta Katherine y mientras lo decía iba aumentando el volumen.
Doy un paso atrás, me cruzo de brazos sin molestarme en esconder
la sonrisa que siento en las esquinas de la boca. Nunca pensé que la
pequeña niña de papá tuviera carácter. No puedo creer que se esté
enfrentando a su padre.
—Pensaba que sería mejor decírtelo en casa… —empieza él, pero
está a la defensiva.
—Claro papá —dice ella—. Claro que quiero entrar por la puerta y
encontrarme con ustedes tres en casa, aquí de pie. Estoy segura de que es
exactamente la forma en la que te recomiendan decir cosas en los libros
de paternidad. Asegúrate de tener una reunión para un mayor impacto,
¿verdad?
—Tomé una decisión que pensé que era lo mejor para…
—¡Has estado escondiendo esta relación! —grita—. ¿Entiendes lo
cabrón que estás siendo ahora mismo? ¡Has estado a punto de pegarle a
Caulter en la jodida cocina! ¿Es que no ves la ironía? Mamá odiaría la
persona que estás siendo, y lo sabes.
Con la mención de su madre es como si el aire de la habitación
hubiera sido absorbido. El color de la cara del senador desvanece.
Katherine sigue—: Vas a traerlos… —No me mira, simplemente
apunta en mi dirección y en la de Ella—. A la casa de verano. A nuestra
casa. A su casa.
—¡Está muerta! —grita el Senador—. ¡Tu madre lleva muerta cuatro
jodidos años!
—No puedo hablar de esto —dice, negando con la cabeza. Mira
hacia el Senador con decepción en los ojos y pasa la mirada sobre mí. Me
quedo ahí un minuto, con el silencio vibrando en la habitación. El Senador
se inclina sobre la mesa con las manos apoyadas y la cabeza colgando.
Me irrita, pero me siento mal por Katherine.
Ella levanta la mirada hacia mí con dolor en el rostro.
—Caulter —empieza.
Le corto antes de que empiece a decir lo que sea que quiera. —A la
mierda —digo—. Estoy fuera.
Subo las escaleras de dos en dos a mi habitación, donde está mi
cartera, pero, sinceramente, estoy preguntándome si Katherine se ha ido
ya. Entro primero a mi cuarto, cojo la cartera y el tabaco y me paro
36
Página

cuando llego a la altura de su habitación. Tiene la puerta abierta unos


centímetros, y me quedo ahí de pie unos segundos pensando en si quiero
decir algo o no. De repente se abre de golpe la puerta y me mira
sorprendida.
Por un segundo, creo que está agradecida de verme, pero entonces
suspira y niega con la cabeza.
—En serio, Caulter. No necesito tu mierda ahora mismo. No estoy de
humor. Voy a salir.
—¿Quieres algo de compañía?
Levanta la ceja.
—¿Estás bromeando?
—No estoy siendo un idiota. En serio. —Siento que sale de mi boca un
poco a la defensiva. No soy un cabrón todo el tiempo, quiero decirle. Es
que hay algo en ella que simplemente hace que salga mi lado idiota todo
el tiempo.
—Eso es solo al principio —dice—, ¿qué, quieres hacer algún tipo de
tiempo para estrechar lazos de hermanos?
—Sólo quiero salir de aquí —le digo, en un tono neutral.
—Vale. —Coge un bolso y se lo echa al hombro; le sigo a la puerta
principal. Tras la puerta hay, esta vez, tres fotógrafos fumando y perdiendo
el tiempo. En cuanto salimos se levantan rápido, subiendo las cámaras
hacia nosotros mientras nos acercamos.
Katherine jura por el camino en voz baja. —¿No tienen nada mejor
que hacer?
—Caulter, Katherine ¿de verdad que se odian? ¿Tienen algún
comentario para nosotros?
—Preocúpate de tus asuntos —dice—. En serio. Mira, estamos aquí
de pie los dos, ¿verdad? ¿Por qué no nos hace una foto juntos, sin que nos
matemos? Somos amigos. Ese es mi comentario para ti.
Paso el brazo sobre su hombro. —Sonríe a las cámaras. —Les levanto
el dedo y Katherine se me queda mirando. Al final sonríe y lo levanta
también.
Los fotógrafos ponen los ojos en blanco y nos giramos para seguir
andando hacia fuera de la casa y pasamos otras dos antes de que
ninguno de los dos digamos nada. Entonces Katherine empieza a reírse. El
sonido es ligero, melódico. La miro porque no creo que le haya oído reírse 37
Página
antes, no una buena carcajada, en los dos años que llevamos en Brighton.
Es sarcástica, sí, pero es demasiado estudiosa en la escuela. Una vez que
empieza, no puede parar. Se dobla sobre su estómago por la risa, con
grandes carcajadas desde su ombligo, hasta que le lloran los ojos.
Cuando por fin para, me mira. —¿Qué? —pregunta—. Me estás
mirando.
—Tú eres la que está de pie en la acera riéndose como una loca.
—Mi padre odiará esa foto, ya sabes —dice—. Creo que se supone
que tenemos que esperar para algo así como una rueda de prensa o así.
Su equipo de relaciones públicas tendrá mucho de lo que hablar sobre esa
foto.
Me encojo de hombros.
—Supongo que me importa una mierda tú jodido padre. —Estamos
andando, pero no sé hacia dónde. Saco el paquete de cigarrillos y me
lanza una mirada—. ¿Quieres uno? —le pregunto.
Katherine niega con la cabeza.
—¿Por qué simplemente no vuelves a Hollywood o dónde sea en
verano? Mi padre lo arreglará algo para que no vayas a New Hampshire,
lo que es razonable. No quieres estar encerrado cerca de él todo el
verano, ¿o sí?
—Bien pensado —le digo—. Ella está posponiendo el decírmelo. ¿Es
verdad que la casa en New Hampshire es de tu madre?
Se encoge de hombros. —Era su lugar favorito. Vivimos en una granja
en Loudon cuando yo era niña, pero la vendió para comprar la del lago
ya que él se iba a DC el resto del año. Pero a mamá le encantaba New
Hampshire, así que aunque solo íbamos en verano, era su sitio.
—Y él está llevando a Ella. Es un movimiento de lo más idiota.
—Aunque lo que sea ¿sabes? No es la gran cosa. —Se nota que está
mintiendo—. Ella está bien. Quiero decir, es raro el hecho de que le llames
por su nombre.
Estamos cerca de la entrada del metro.
—Es decir, ¿en vez de querida mami? —pregunto—. ¿A dónde
demonios vas, de todas formas?
Tengo ganas de otro cigarro aunque solo han pasado diez minutos
desde que me acabe el último. Katherine me hace sentirme en el borde.
O, bueno, siento que estoy en el borde por cómo se siente el estar a su
lado, con su brazo sobre mis hombros. Eso, y puede que
porque no he echado un polvo en diez putos días.
esté irritable 38
Página

—No lo sé. —dice—. Simplemente quería salir de la casa. No tenía


ningún plan.
—No parece que seas del tipo espontáneo —le digo—. Y no tengo
por qué ir a la casa de tu madre en verano, ya sabes. Si te molesta. —Le
ofrezco, un poco entusiasta a pesar de que lo que realmente quiero sabes
es si le molesta que vaya. Quiero que le moleste.
—¿Qué sabrás tú sobre la clase de persona que soy? —pregunta,
torciendo la nariz—. Dije que no es un gran problema. No quiero hablar de
ella.
Estamos en el metro, yendo a quién sabe dónde. Estamos hablando
sobre todos los temas sin importancia, nada pe¿sado. Parece que está
menos irritada ahora y se está riendo de las historias que le estoy contando
sobre alguno de los amigos de mi madre, una celebridad de Hollywood, y
de cómo nuestra foto con los dedos medios apuntando a la cámara no es
nada en comparación con los escándalos de verdad. Se está riendo y
suena bien.
—¿A dónde demonios estamos yendo? —pregunto cuando nos
bajamos en una parada.
Se encoge de hombros.
—Sin planes —dice—. Simplemente nos alejamos de esa jodida casa.
¿Tienes algún plan mejor?
Levanto las manos en señal de que me rindo. —Donde quiera ir la
princesa.
Me ignora y andamos un rato hasta que llegamos a un parte. No
conozco nada de D.C., así que no tengo ni idea de dónde estamos.
Nueva York y Hollywood, esos son los sitios que conozco. Pero ella parece
ser que tiene idea de a dónde va y yo le estoy siguiendo porque no es tan
mala como pensaba que era. De hecho, nos estamos llevando bien, y por
primera vez desde que le conozco, es cómodo pasar el rato con ella.
—No eres tan mala, Princesa —digo—. Quiero decir, para ser una
perra engreída.
Se ríe. —No puedo creer que me acabes de llamar así.
—¿Perra? —le pregunto—. Sabes que estoy bromeando. Pero no en
lo de engreída.
—¿La gente piensa que soy una perra? —pregunta.
La respuesta sincera es que sí, pero me encojo de hombros. — ¿A
quién le importa lo que piense la gente?
39
Página

Katherine se me queda mirando intensamente. —Es mejor que ser un


despojo idiota.
Me río. —Lo que sea, Harvard.
Estamos en un sitio apartado del camino con árboles que sobresalen
de él y el lugar está prácticamente deshabitado. Saco un porro y Katherine
me lanza una mirada.
—¿Eres tonto? —pregunta—. Estamos en público.
—Nadie ha pasado por aquí en los últimos quince minutos —
respondo—, venga. Hay un edificio ahí. Nos esconderemos detrás de él.
Katherine suspira. —Primero la foto en el periódico y ahora vamos a
ser arrestados por posesión de marihuana. Joder, mi padre nos va a matar.
Me río. —Vamos Princesa —le provoco—, ¿eres una gallina?
Me sigue al otro lado del edificio que tiene un baño y nos quedamos
de pie cerca de unos árboles. —No es como si fuera una novata —
empieza—. Me he colocado antes.
—Claro que no, Princesa —digo—. Eres prácticamente una estrella
del rock. —Lo enciendo y le paso el porro.
—Cállate —Dice y le da una calada—. Tú eres el que me has
acompañado. Si tienes amigos más espectaculares con los que pasar el
rato, deberías ir con ellos.
—¿Amigos más espectaculares que tú, Princesa? —le pregunto
cuando me pasa el porro—. No es posible. No soy amigo de ningún hijo de
un futuro presidente.
Rueda los ojos. —Ese es el plan. Todo es sobre el plan. Siempre lo ha
sido. Mi madre lo odiaba, ¿sabes?
—¿La cosa de la política?
—La política —dice—, creo que odiaba tanto las reuniones sociales
como él. Peleaban un montón.
Nos quedamos en silencio unos minutos mientras fumamos y no
quiero romper la tranquilidad que se ha impuesto entre nosotros como una
especie de hechizo. Espero hasta que lo hemos acabado y volvemos al
parque para hablar. —¿Qué hay de ti? —Tengo más curiosidad sobre ella
de la que pensaba que tendría.
—¿Qué sobre mí?
—La futura hija del presidente. ¿Es eso lo que quieres?
40
Se ríe, pero suena agrio.
Página

—No importa lo que yo quiera —dice—. Es el plan, ¿sabes? De todas


formas, no es por mucho tiempo, las elecciones para el Senado son este
año y no va a ir a por la presidencia esta vez. Así que será en las próximas
elecciones después de esta. Seis años como mucho. —Estudia mi cara
mientras andamos—. No soy como tú, ya sabes.
—Y una mierda. —No podía pensar en una persona menos parecida
a mí.
—Debe ser bonito que no te importe una mierda lo que el resto de la
gente piense de ti —dice.
—Deberías intentarlo alguna vez. —Las palabras salen de la boca
con un tono un poco borde que no deberían tener, especialmente ya que
estoy colocado. Demonios, ya tiene lo suyo siendo condescendiente. No
puedo soportarlo.
—Estaría bien —dice. Creo que lo dice en serio.
Llegamos a un banco del parque y nos sentamos hombro con
hombro, al lado. Me doy cuenta de la proximidad, que estamos casi
tocándonos. No dice nada, así que simplemente nos sentamos en silencio
por una media hora o así. Es probablemente por la hierba, pero parece
fácil el estar sentado junto a ella.
Cuando nos levantamos para irnos, le tiendo la mano para ayudarle
a levantarse y mientras se levanta, se tambalea un poco contra mí y nos
quedamos parados así. Se me van los ojos hacia su pecho, aunque lleva
puesta una camiseta ancha blanca que no revela nada; el hecho de que
no puedo ver la parte de arriba de sus pechos me hace querer ver más,
como una especie de psicología inversa o así. Toma una respiración y se
eleva su pecho y me quedo paralizado mirándole el labio inferior mientras
se le abre la boca a cámara lenta. Cuando se pasa la lengua por él, me
imagino esos labios alrededor de mi polla y se me pone como una roca.
Bajo la boca hacia la suya, aplasto sus labios contra los míos y gime
en mi boca. Su lengua se encuentra con la mía y pone las manos en mi
pecho, agarra mi camiseta y me empuja hacia ella. Se aprieta contra mí,
arquea la espalda, lo que hace que ponga el pecho más cerca cuando
empieza a mover las caderas contra mi erección.
Le aprieto el culo como respuesta. Me importa una mierda dónde
estamos; quiero arrancarle la ropa y follarla aquí mismo, en medio de un
parque público.
Entonces, tan rápido como todo empezó, se acaba. Presiona las
manos en mi pecho y se aleja de mí, dando un paso hacia atrás. Se tapa
la boca con la mano como si fuera una especia de contaminación de la 41
Página
que no se puede deshacer. Le estoy mirando, intentando entender a qué
coño está jugando, pero no puedo pensar porque no me queda nada de
sangre en el cerebro. Todo lo que sé es que tengo la polla más dura que
nunca y que ella está ahí de pie como si hubiera comido algo en mal
estado.
—No, Caulter —dice levantando la mano como si fuera un violador
que le fuera a perseguir. Como si le hubiera agarrado y besado a la fuerza.
Como si no hubiera estado gimiendo en mi maldita boca, con la espalda
arqueada y las tetas presionadas contra mi pecho, tentándome a tocarle.
—¿No qué, princesa? —pregunto—. Eres tú la que te estabas
frotando contra mi polla como si fuera una lámpara mágica.
Katherine niega con la cabeza con los dedos todavía apretados
contra su boca. Tiene los labios hinchados y la piel de alrededor la tiene
roja por mi beso.
—Esto no está pasando, Caulter. —La forma en la que lo dice es
como si me estuviera abalanzando sobre ella. Como si fuera el afortunado
por tener una oportunidad de haberle tocado o algo. Su actitud me
cabrea incluso más.
—No te preocupes, encanto —digo—. Solo porque esté colocado y
quería un polvo rápido no significa nada.
Me mira con una expresión en la cara que no logro descifrar.
Supongo que es decepción, pero ella es la que me está rechazando. Pero
cambia la cara tan rápido como apareció.
—Simplemente… mantén las manos alejadas de mí, Caulter —dice.
—¿Qué mantenga mis manos alejadas de ti? —No puedo contener
la risa—. Esa ha sido buena. No te preocupes, Princesa, no tienes un coño
mágico y no me muero por tenerlo. No será complicado mantener mi polla
lejos de ti.
Entrecierra los ojos hacia mí y aprieta la mandíbula.
—Bien. Me alegro de oírlo. Deberíamos actuar como adultos. Ser
amigos. Ser civilizados el uno con el otro.
Se queda de pie ahí, incómoda. Las palabras que han salido de su
boca se quedan en el aire entre nosotros, y simplemente me quedo quieto.
No estoy pensando en lo que ha dicho, sin embargo. Realmente estoy
pensando en el hecho de que mi polla no se mueve de donde está,
presionando la cremallera de mis pantalones. Creo que su actitud de soy—
mejor—que—tú me la ha puesto incluso más dura.
Claramente mi polla tiene mal gusto con las mujeres.
42
Página

—¿Quieres volver a casa de mi padre? —pregunta.


Me encojo de hombros.
—Nah —le digo y cojo el paquete de tabaco del bolsillo trasero de
los pantalones y lo abro—. Creo que solo voy a salir. No tiene sentido tener
una erección y no poder usarla.
Lo digo solo para herirle y parece que ha funcionado. Parpadea un
par de veces ahí parada con las manos en puños a los lados antes de
volverse.
—Bien —dice—. Lo que sea. Pásatelo bien.
Me quedo mirando en otra dirección, pero veo cómo se va alejando
hasta que da la vuelta a la esquina, pero no le miro a ella. No le daré la
satisfacción de mirarle. La forma en la que se había limpiado la boca
después de besarme, como si fuera una especia de error del que no
puede esperar para deshacerse. Podría haber sido una buena follada,
pero una buena follada es como una docena de monedas de diez
centavos. No las necesito.

6
Katherine
Traducido por Mary H & Yasna.FU
Corregido por *Andreina F*

S
iempre me ha gustado el verano en New Hampshire. La primera
vez que mi padre se convirtió en Senador, vendió la casa de 43
Página
campo en Loudon, donde pasé mis primeros años y nos
mudamos al Distrito Capital durante el año escolar. Pero mi madre y yo
veníamos a la casa en el Lago Winnipesaukee para el verano. Mi padre se
nos unía, volando entre New Hampshire y D.C. durante el comienzo del
verano y sólo volviendo a tiempo completo cuando el Senado tenía un
descanso durante la sesión de verano. Nunca le gustó el Estado, a pesar
de que se encuentra atado a él políticamente. Regresa aquí, pero pasa la
mayor parte del verano quejándose de estar desinformado y encuentra
excusas para volar a Nueva York o D.C. para la recaudación de fondos y
eventos políticos.
Yo, por el otro lado, amo este lugar. Lloré cuando vendió nuestra
primera casa. Dijo que no era saludable encariñarse a algo así ("Es sólo una
casa maldita, Katherine"), y tenía siete años, así que le dije que nunca lo
superaría. Pero lo hice. La casa de verano se convirtió en mi lugar favorito
en el mundo y se mantuvo así después de que murió mi madre, porque era
mi vínculo con ella.
Así que venir aquí durante el verano no es tan malo, incluso si eso
significa hacer lo que mi papá quiere en cuanto a la campaña de
reelección se refiere. Es el titular y, honestamente, la elección no es gran
cosa. Va a ganar por mucho, como siempre lo hace. Él sólo piensa que es
el negocio más grande en el mundo. Y, además, hasta que sean las
vacaciones de verano, va a estar volando de un lado al otro, así que
consigo todo este lugar para mí. O lo haría, si Caulter no estuviera en la
imagen.
Sin embargo, todavía podría. No sé dónde se halla Caulter. Después
de lo sucedido en el parque, nunca llegó a casa esa noche. Lo sé, porque
trataba de escuchar por él. El hecho de que haya salido y haya follado a
una chica después de besarme, sólo porque tenía una erección, es tan
repugnante que me hace odiarlo. Así que cuando Ella dijo que Caulter iba
a volver a Malibú durante unos días, perdónenme por ser feliz.
Si tengo suerte, tal vez nunca voy a tener que volver a verlo.
El problema es que todavía puedo sentir sus labios sobre los míos, ese
beso apasionado en el parque persiste incluso ahora. Mi cuerpo lo anhela,
y lo odio.
Sólo tengo que pensar en otra cosa. Como en lo maravilloso que
será estar de vuelta aquí por el verano. Me encanta este lugar, con sus
paredes pintadas de blanco y amplios espacios. Me encanta el porche
envolvente y el pequeño balcón fuera de mi dormitorio, donde me siento y
dibujo cuando quiero paz y tranquilidad. Me gustaría poder pasar el
verano aquí sola. No quiero a Caulter y a Ella aquí, inmiscuyéndose en este
lugar que solía ser de mi madre y mío. No quiero que su presencia manche
44
Página

mis recuerdos de ella. Y sobre todo no quiero a Caulter aquí,


recordándome esa noche cada vez que lo miro. No lo quiero aquí,
recordándome el hecho de que empieza a despertar sentimientos en mí,
incluso si los sentimientos son simplemente lujuria. Lujuria ridículamente
inapropiada. Es ridículo e inapropiado, no sólo porque se encuentra a
punto de ser mi hermanastro, tampoco. Es ridículo e inapropiado debido a
quién es Caulter Sterling. Es crudo, malnacido, sarcástico que no puede
mantener su pene en sus pantalones.
El problema es que no puedo dejar de pensar en ese malnacido.
No puedo dejar de pensar en ese beso en el parque, los labios de
Caulter presionados contra los míos, su tacto áspero e inflexible. Esa idea
envía un escalofrío por mi espalda incluso ahora y trato de desterrarlo.
Debería gustarme alguien más apropiado. No debería querer a Caulter,
con su vulgaridad y problema de actitud estúpida de rebelde sin causa.
No debería querer a Caulter, quien está obsesionado con el sexo.
El problema es que estoy empezando a pensar que hizo algo, se
metió con mi cabeza. Porque desde aquella noche, no puedo dejar de
pensar en el sexo tampoco.
Necesito sacar a Caulter de mi cabeza y estar aquí esta semana por
mí misma es la mejor manera de hacerlo. Hasta la noche del viernes, no
tengo a mi papá y a Ella con todo su acto de adolescentes enamorados.
No tengo que dar mi opinión sobre los planes de boda y no tendré que
lidiar con la jovialidad perpetua de Ella. Y no tengo que lidiar con Caulter y
cualquier encuentro en la mañana en el cuarto de baño. Quizás Caulter
decida quedarse en Hollywood y no venga con ellos la noche del viernes,
justo a tiempo para el desayuno del Sábado de panqueques por la
mañana.
Hago una pausa, mi lápiz en la página, a media carrera. El desayuno
del Sábado de panqueques es una tradición anual, esta cosa sosa de
Relaciones Públicas que hace mi padre al comienzo de cada verano en la
ciudad en este café de mamá—y—papá. Comemos panqueques,
sonreímos y él besa bebés y habla de lo significativo que es este lugar para
él.
—Katherine —pregunta un reportero inevitablemente—, ¿hace esto
en casa?
Y voy a sonreír con dulzura y sostener un tenedor con una mordida
de panqueque en él. —Cuando estoy en casa de vacaciones, lo hace
todos los sábados por la mañana. Panqueques y chocolate caliente, al
igual que cuando era una niña.
Odio los malditos panqueques. 45
Página
Me pierdo en mis pensamientos, mi lápiz de carbón moviéndose
sobre el cuaderno de dibujo, el sonido de los movimientos cortos y suaves
casi como ruido blanco. El arte es como mi versión de la meditación. Es lo
que me ayudó continuar después de que murió mi madre y tengo cajas en
el armario del dormitorio, llenas de mis pinturas y dibujos de la época.
El golpe en la puerta es lo que me saca de mis pensamientos. Cierro
el bloc de dibujo de un golpe, deslizándolo de nuevo en su escondite
debajo del colchón de la cama.
Rose se encuentra en la puerta, vestida con un vestido y un delantal.
Ella es la otra razón por la que este lugar se siente como casa. Rose se hizo
cargo de mí cuando era niña antes de que nos mudáramos a Washington
D.C., pero regresaba a tiempo completo cada verano. Se encargó de mi
madre cuando se enfermó. Y después de que murió mi madre, es la que
me acariciaba el cabello y me hablaba en voz baja mientras sollozaba,
tendida en el asiento de la ventana en la biblioteca con mi cabeza en su
regazo.
Cuando la miro, inmediatamente tengo miedo de que vaya a ser
capaz de decir lo que he estado haciendo. Echo un vistazo hacia atrás a
la cama como si el bloc de dibujo lleno de dibujos del cuerpo desnudo de
Caulter podría de alguna manera haber saltado de su escondite debajo
del colchón y mostrarse él solo a plena vista. Pero, por supuesto, sigue
escondido.
—Kate —dice ella, secándose las manos en el delantal—, son las dos
de la tarde. No es bueno para que ti estar escondida aquí todo el día.
Me encojo de hombros. —Sólo estoy dibujando.
Niega con la cabeza y hace un sonido de cacareo con la lengua. —
Estoy haciendo rollos de canela y pan. Debes comer. Muy pronto serás piel
y huesos.
Me río. —Rose, subí de peso durante los finales. Apenas puedo
abotonar mis pantalones. —Pero la sigo abajo de todos modos.
Chasquea su lengua mientras caminamos y me da una sacudida de
desaprobación de su cabeza. —Apenas se abotona sus pantalones
vaqueros —murmura—, ustedes los niños en estos días.
—¿Qué hay de nosotros? —pregunto, deslizándome en uno de los
taburetes altos que rodean la gran isla en el medio de la cocina. La
superficie de mármol se halla cubierta con una capa de harina y utensilios
para hornear repartidos por todo el mostrador. Rose mete la mano en uno
de los armarios de la cocina por un plato, antes de presentármelo con un
rollo de canela prácticamente del tamaño de mi cabeza, bañado en
crema de vainilla. 46
Página
—Come —ordena—. En mis días, si uno era flaco, era porque no
podía comprar alimentos.
—Sí, señora. —No lo tiene que repetir dos veces para comer un rollo
de canela gigante. Arranco una pieza con mis dedos, la hago estallar en
mi boca y mis ojos ruedan de nuevo en mi cabeza. Sigue caliente del
horno, todo hecho en casa, no esa porquería en la sección refrigerada de
la tienda.
Cuando abro los ojos, Rose me mira expectante, con una mano
cubierta de harina en su cadera y la otra sosteniendo el palo de amasar,
deteniéndose en pleno vuelo. —¿Y bien?
—¿Bien qué, Rose? —pregunto, sonriendo.
—No te burles.
—Estos son increíbles. Por supuesto.
Sonríe y vuelve a rodar su masa.
—Tendrás la culpa si los periódicos hablan de cómo la hija del
Senador es ahora gorda, en lugar de la campaña para la reelección —le
digo, empujando un pedazo más grande del producto horneado en mi
boca.
Rose da bufidos y me hace gestos con el palo de amasar. Si no se
viera casi exactamente igual que la señora Claus, con su cabello gris
apilado en la parte superior de su cabeza en un moño y las gafas
deslizándose hacia la punta de la nariz, sería casi amenazante. —No quiero
volver a oír esas palabras saliendo de su boca de nuevo, Kate Harrison.
—¿Qué? —pregunto.
—Sabes de lo que estoy hablando. Esa palabra. Gorda.
—Estoy diciendo que eso es lo que los medios dirían —protesto.
Niega con la cabeza hacia mí. —Suenas como esa mujer —dice ella.
Esa mujer es la forma de referirse a la manager de mi padre. Creo que el
término oficial es Director de Comunicaciones. Mona. Rose sabe su
nombre, pero se niega a usarlo—. Esa mujer, que te viste y habla de las
marcas.
Suspiro, pensando en lo que Mona dirá la próxima vez que me vea,
la conferencia de que me ocuparé de la “catástrofe absoluta” que he
creado a mi padre con la foto en el periódico de Caulter y yo dándonos
mutuamente el dedo. Me encantaría ver su cara si supiera que Caulter me
dio algo más que el dedo. —Sabes su nombre, Rose —le digo—. Es Mona.
Se remonta al despliegue de la masa. —Te ves más y más como ella, 47
Página
¿sabes?
—¿Lo hago? —le pregunto, mi boca llena, imaginando a Mona, alta
y delgada, con el cabello rojo fuego recortado en un corte bob perfecto y
trajes meticulosamente adaptados a su figura de modelo—. No me veo
como Mona.
Rose me da olas de desdén con una cuchara en la mano y luego se
sumerge en el tazón y coloca una cuchara de relleno de canela a través
de una franja de masa. —No Mona. No seas tonta. Te pareces a tu madre.
—Mi madre era elegante, pulida —digo—. Yo soy todo lo contrario
de eso. Trataba de ser pulida. Pero después de las fotos en el periódico... —
Rose no ha mencionado las fotos en el periódico todavía. Sé que ella los
ha visto. Guarda los que me mencionan en un álbum de recortes. No
levanta la vista de su masa, pero creo que podría estar sonriendo.
—Vi uno de ti y ese chico, el nuevo…
—El nuevo hermanastro.
Pone los trozos de masa en molinetes y las coloca en la sartén. Va
por su segunda bandeja de rollos de canela y estoy empezando a tener
miedo de que los esté cocinando para mí. —Hermanastro. Supongo que
eso es lo que lo llamaría.
—¿Has conocido a Ella? —pregunto. Me pregunto si mi padre ya la
ha traído aquí. Me pregunto cuánto tiempo ha estado guardando su
pequeño secreto.
Rose frunce los labios. —Fue una novedad para mí también —dice—,
aunque el hecho de que no supiera nada de eso no es sorprendente.
—Es una gran celebridad.
Rose levanta las cejas. —Esa parte no es de extrañar, tampoco.
Conoces las aspiraciones políticas de tu padre.
Gruño mi respuesta, Rose ajusta la masa y desliza la cacerola en la
estufa.
—Van a estar aquí mañana, ya sabes.
—Estoy preparada —miento a través de mis dientes, y las dos lo
sabemos. No estoy dispuesta a verlos. Pero estoy más preparada para ver
a Caulter.
—Uh huh. —Lleva las manos bajo el grifo, con la espalda aún hacia
mí.
—Es por eso que has estado malgastando tu estancia aquí toda la
semana en vez de estar en el sol, en la playa, de la manera que solía ser.
—Se vuelve hacia mí, con las manos en las caderas—. No es saludable, ya 48
Página
sabes, deprimirte en tu habitación. Ella no va a sustituir a tu madre.
—Eso no es todo —protesto. No lo es. No soy una niña que cree que
una celebridad va a venir y reemplazarla. Estoy irritada con la forma en
que saltó sobre mí después de ser lo suficientemente hipócrita en insistir en
dictar cada parte de mi vida.
Cada parte de mi vida a excepción de esa noche con Caulter.
—Entonces, ¿qué es? —pregunta.
—Nada. —No le puedo decir lo que pasó con Caulter. Me recuerdo
a mí misma que no hubo ninguna consecuencia con él de todos modos.
De todas formas, nada que se deba repetir.
Rose levanta las cejas. —¡Sal de la casa! —pide—. Anda a hacer
algo con tus amigos. Jo llamó al número de teléfono de la casa, dijo que
ha estado enviándote mensajes de texto y no has respondido.
Jo es una de mis amigas de la infancia, que veo cada verano
cuando llego a casa. Mi padre la odia, sobre todo porque no es “uno de
nosotros”, que en realidad significa que va a la escuela pública. Una vez
me castigó por dos semanas por pasar el rato con ella hace un par de
años, hasta que Mona sugirió que podría ser visto como elitista si se sabía
que su hija abandonó a sus amigos de la infancia a causa de que andaba
alrededor de sus amigos con fondos. He estado evitándola porque ella
querrá saber todos los detalles jugosos acerca de mi nueva familia, y yo
simplemente no tengo ganas de repartir los chismes. —Voy a llamarla.
Rose me entrega el teléfono y sale de la cocina. —Tengo ropa que
lavar. Anda a divertirte. Consigue un poco de sol. Sé una niña normal.
—Ya no soy más una niña, Rose —le digo a su espalda en retirada—.
Soy una adulta ahora. Lo he sido durante un mes.
—Ve a ser una niña —grita—. Puedes ser una adulta cuando tu
padre llegue.
Me desplazo por el historial de llamadas, en busca del número de Jo.
Al diablo con ser adulto. Hasta ahora, lo único bueno de cumplir los
dieciocho años ha sido, bueno, esa noche con Caulter.

49
Página
7
Caulter
Traducido por Maeh
Corregido por *Andreina F*

—¿E n serio irás a New Hampshire para el verano? Eso es


peor que… ¿Dónde diablos es la escuela a la que
asistirás? —pregunta Dane, sus antebrazos se deslizan
por la parte superior de la mesa. Apenas podía escucharlo por sobre la
banda de rock de mierda en el bar en North Hollywood al que Seth insistió
en que podríamos ir a “recoger zorras”. Como si no hubiera suficientes
zorras en Malibú.
—Connecticut —contesto distraídamente, pero no puede
escucharme. Trato de disfrutar. El viejo Caulter de hace dos meses habría
podido, emborrachándose en lo alto y follando a una chica cuyo nombre
nunca aprendería, mucho menos recordaría. Mierda, este Caulter era
prácticamente un maldito monje. Ahora habían pasado dos semanas
desde que vi alguna acción. No es que no haya intentado. Dejé el parque
después de dejar a Katherine frustrada, agravada y caliente como el
infierno, para no darle la maldita satisfacción de hacer un show en el lugar
de su padre. Así que terminé masturbándome en la habitación de hotel y
viendo TV. Malditamente increíble.
50
Página

—Hermano —dice Seth—. ¿New Hampshire?


—Sí, voy a regresar a New Hampshire por el verano —digo—.
Fideicomiso.
—Tu jodida madre —grita Seth. Sacude su cabeza, tomando otro
trago de la botella en la mesa, y llenando mi vaso con licor. Mi cabeza se
siente nublada, y me detengo por un momento, pensando en despertar
mañana sintiéndome enérgico, no con resaca en la cama de alguna
chica que recogí en un antro en Noth Hollywood. Pero lo tomo de todas
formas, inclinando la cabeza hacia atrás y dejando al alcohol adormecer
los pensamientos que corren en mi cabeza.
—Quiere ser la Primera Dama —grito.
—Claro que sí —dice Dane a mi lado. Sus ojos lucen enrojecidos y sus
pupilas dilatadas—. Chupar una polla presidencial.
—Cállate. —Me levanto—. Es mi madre de la que hablas. No
necesito saber eso. —Empujo a través de la multitud de personas en el bar
y giro hacia el cuarto de baño. Regresé a Malibú por un par de días para
alejarme del infierno de la Costa Este, del Senador Cara de Mierda y la
aspirante a Primera Dama, pero ahora solo quiero mantenerme alejado de
los idiotas de mis amigos. Borracho y drogado con ellos me empezaba a
sentir como una mierda de secundaria. Debería solo ir de vuelta al lugar de
mi madre en Manhattan.
Cuando regreso, un grupo de chicas vistiendo camisetas se
encuentran en la mesa, dos de ellas colgando de Dane y Seth mientras
ambos tomaban tragos de la botella. Dane me mira. —Fiesta en tu casa —
dice.
Una de las chicas, con cabello degradado, negro en las raíces y
claro en las puntas, desliza su brazo en el mío. Su maquillaje la hacía ver
mayor que una estudiante universitaria, y olía malditamente a cerveza. Ella
aprieta sus tetas en mi brazo. Normalmente estaría inclinado a dejar que
me hiciera una mamada en la parte trasera de la barra, pero ahora solo
sentía repulsión y la empujo, sacudiendo la cabeza. —Hoy no.
Seth alza las manos en el aire. —¿Qué carajo, hombre?
Ni siquiera respondo. De repente sintiéndome sobrio, aunque tuve
unos cuatro tragos. También me sentía patético aquí, rodeado de amigos
patéticos en un bar de mierda, mis botas pegadas al suelo que se sentían
como pegadas por diez años de mugre, escuchando la peor banda del
mundo tocando covers de canciones de mierda. —Nos vemos luego —
grito, sabiendo que ellos no se molestarán en ir detrás de mí cuando me 51
Página
vaya. Se hallan demasiado ocupados persiguiendo coños y
emborrachándose.
Afuera, tomo un taxi que me lleva de vuelta a la casa de mi madre
en Malibú. La casa se encuentra vacía, el sonido de mis pasos hacen eco
a través del espacio. Me siento tentado a gritar “holaaaaaa” como un
niño, solo para escuchar mi voz resonar a través de las habitaciones.
El lugar parece ridículo. Todo es blanco, blancos pisos de mármol,
paredes blancas, sofá blanco con patas cromadas descansando sobre
una alfombra blanca. Esto es a lo que he regresado, el lugar
recientemente redecorado, Ella intentando “limpiar” todo.
Entrar a mi habitación remodelada la otra noche fue una sorpresa,
con la cama blanca en medio de la habitación y un cubrecama blanco
que prácticamente cegaba. Consideré contratar pintores para que
pintaran el maldito lugar de negro, pero decidí que era demasiado
esfuerzo para gastar en irritar a mi madre.
El único color en todo el lugar son las pinturas, un arte moderno de
mierda colgando en las paredes así la gente podía pensar que ella era
más que una estrella de cine. Era una aficionada al arte. Ella tenía gusto.
Tenía clase.
Sí, claro. Puede fingir que caga rosas todo lo que quiera, pero
todavía era una mierda. Yo sabía la verdad, sobre el pasado de ella y mi
padre que Ella desesperadamente intentaba enterrar. Soy el recordatorio
de que no importa cuántos premios ganara, no importa cuánta
percepción pública hubiera sobre ella después de que empezara a
dedicar todo su tiempo en beneficencia y visitar países desgarrados por la
guerra, no podía alejar el pasado.
Me acuesto en la cama sin molestarme en quitarme las botas. Ella
tendría a alguien para arreglar la colcha de diseñador que seguramente
que se hallaba hecha solo con las mejores sedas importadas de Mongolia
o algún lugar así. No sé si hacen seda en Mongolia, pero suena como algo
que pagaría Ella.
La gente piensa que soy un niño rico mimado, muy privilegiado y
lleno de angustia sobre mi vida de cuentos de hadas. Soy demasiado
privilegiado, pero no estoy lleno de angustia. No juego un papel como
estos otros imbéciles, los tipos de Hollywood, los niños estirados de Brighton.
Soy honesto y a la gente eso no le gusta.
Ciertamente mi madre me odia.
Pero no escondo lo que soy detrás de una chapa, blanca como esta
maldita casa. Y eso es suficiente para mí.
Me voy mañana a New Hampshire. La poderosa pareja ha solicitado 52
Página
mi presencia, y Ella me ha comprado un boleto en primera clase. Hay
panqueques para desayunar, ¿qué tan malditamente malo es? Nos vamos
a sentar y pretender que somos una familia feliz, desayunando delante de
las cámaras. Voy a fingir que me estoy adaptando a la vida con un padre
querido y su hija perfecta. Me puse duro solo de pensar en la hija.
Es el maldito New Hampshire. Podría incluso llevar una camisa polo.
Eso le daría al Senador Cara de Mierda un maldito infarto.
Página
53
8
Katherine
Traducido por carolinaawwadorostegui
Corregido por ∞Jul∞

—E
s una perra total, ¿verdad? —pregunta Jo reventando
su chicle—. ¿O tiene algún tipo de horrible
deformidad real que nunca aparece en las cámaras?
Dime que no es perfecta. —Jo exprime una gigante gota de protector
solar y lo esparce sobre la cremosa piel de sus brazos, colocando la botella
entre nosotras. La recojo y hago lo mismo. Rose tiene razón, el sol se siente
caliente en mi piel, y la presencia de Jo levanta mi estado de ánimo.
Es casi suficiente para borrar la sensación de muerte inminente que
siento al pensar en la llegada de mi padre y Ella esta noche. No sé cuándo
Caulter viene y no quiero saberlo. Ni siquiera me atreví a preguntarle antes
a mi padre cuando llamó para decirme sus planes de viaje.
Ya estoy paranoica que mi padre pueda oler mi deseo por Caulter,
como si fuera una especie de animal en celo.
Suspiro extendiendo mi loción sobre mis piernas —Ella es… buena,
supongo.
Jo se recuesta sobre la toalla tendida en la parte superior del muelle,
54
Página

tirando del borde de su traje de baño a cuadros blanco y negro, ese estilo
retro con correas que se abrochan en la parte posterior de su cuello. El
tatuaje que se hizo este año, flores de cerezo entrelazadas con caracteres
japoneses, baja por el lado de su cadera, la mitad debajo de su traje de
baño y la otra mitad afuera. No sé por qué estamos recostadas afuera en
trajes de baño, absorbiendo los rayos. Nos colocamos suficiente protector
solar como para ahogarnos, y usamos sombreros flexibles lo
suficientemente grandes como para requerir sus propias códigos postales.
Pero esto es lo que hacemos aquí durante el verano, por lo que es la fuerza
de la costumbre, supongo.
—¿Buena? —pregunta—. Ella Sterling está solo… ¿buena? ¿El idiota
se casa con una gran celebridad y él apenas te habló sobre eso, y eso es
todo lo que tienes para decirme? Escúpelo. —Me mira desde detrás de sus
enormes lentes de sol oscuros, pero no puedo ver sus ojos. Luego los desliza
de forma dramática hasta la punta de su nariz—. Detalles. Quiero
absolutamente hasta el último detalle.
—Ella es solo… buena, supongo —le digo, dándome cuenta que lo
digo en serio—. No es realmente una perra, supongo. Es en realidad una
especie de… ¿blah1?
—Cómo que no tiene personalidad ¿blah?
—Tal vez. O Simplemente no es muy segura —le digo—. Es difícil de
decir. Mi padre es bastante…
—¿Jodido? —pregunta.
Me rio. —Eso no es lo que iba a decir.
—Es lo que pensabas, sin embargo. —Se inclina hacia atrás
arqueando la espalda, mostrando sus pechos a pesar que solo estamos las
dos.
—Es totalmente lo que no pensaba.
—Continua, por favor —ordena—. Tu padre es un idiota arrogante
que la trata de la forma en que te trata a ti, y…
Me molesta que Jo nos ponga a Ella y a mi juntas, como si las dos
somos unos seres sin espinas simplemente siendo pisoteadas bajo la
voluntad de mi padre. —En realidad no los he visto mucho juntos, sabes.
Quiero decir, había una foto de ellos en su escrito, de Navidad, y ellos
parecían… felices.
Jo gruñe su respuesta. —Felices —dice—. Eso es todo lo que tienes
para mí. Tienes a Ella maldita Sterling en tu casa y lo que consigo es blah y
felices. Sabes que quiero lo sucio. 55
Página
Exhalo. Por supuesto. Sucio. —Ella es muy… brillante.
—Brillante —repite Jo inexpresivamente.
—Y sin cafeína —le digo—. Como, brillante sin beber café en la
mañana.
—Eso no es natural —dice Jo—. Ya la odio.
1 Blah. Palabra que se utiliza cuando no tienes que decir y es difícil de describir lo que
sientes.
Ahora ya no puedo evitar sonreír. —Ah, y bebe esos batidos, como
esa mierda de algas que huele tan mal. Caulter los llamó batidos de
pecera.
Los oídos de Jo reaccionan ante la mención de su nombre e
inmediatamente me arrepiento de mencionarlo. No le estoy contando a
nadie que pasó con Caulter. Él seguirá siendo mi pequeño sucio secreto.
Me lo llevaré conmigo a la tumba. Tal vez, incluso de forma literal, si
sigue siendo un idiota.
Soy consciente de la mirada de Jo, sus lentes están en la punta de su
nariz otra vez mientras me mira por encima de ellos como si fuera un
espécimen. —¿Caulter? —cuestiona inocentemente. Arrastra su nombre,
dejando que se deslice fuera de su lengua.
Ruedo mis ojos y resoplo ruidosamente, dando vuelta sobre mi
estómago, para evitar hacer contacto visual con ella. Me temo que si la
miro, será capaz de leer mis pensamientos, decir lo que pasó conmigo y
Caulter. Me obligo a sonar despreocupada, lo cual obviamente no es así,
aunque no tengo que fingir el disgusto que se filtra de forma natural en mi
tono —Caulter. Su hijo.
—Eso es cierto —dice—. Casi lo olvidé, tiene un hijo. Es como, un
maldito desastre, ¿no es así?
—Es un desastre. Total y completamente. —No hay manera de que
Jo, con su afinidad por las revistar y los chismes casi olvidara que Ella
Sterling tiene un hijo. Se está muriendo por preguntar, sé que lo hace.
Debe haber visto la foto de nosotros que consiguió ser compartida un
millón de veces en línea. Pero estoy de mal humor, y definitivamente no
quiero hablar con ella sobre Caulter.
Jo rueda sobre su costado y se apoya con la mano, su codo en el
muelle. —Dime todo.
Abro mi boca con la intención de darle la misma despectiva mierda
que la di sobre Ella, pero en cambio, el torrente de palabras se desata,
como algo fuera de mi control. —Es como un… malnacido —le digo—.
Cree que es un gran rebelde, ¿sabes? Al igual que sus piercings y tatuajes. 56
Página
Sin ofender, quiero decir… —Miro hacia las nuevas flores de cerezo de Jo y
se ríe.
—Ninguna ofensa —dice—. Continúa.
—Y su estúpida adicción al cigarro. Es repugnante. Lanzó el humo en
mi cara, mi madre murió de cáncer, por la santa mierda. Uno pensaría que
tendría un poco de decencia.
—¡Qué idiota! —dice.
—Exactamente. No es más que un arrogante, condescendiente,
imbécil sabelotodo. Es vulgar y repugnante y se ha acostado más o menos
con todas las chicas de Brighton y probablemente Manhattan, y
Hollywood. —Ruedo los ojos—. Se lanzan a él, como si fuera sexualmente
seductor o algo.
—¿O cómo algún tipo de celebridad? —dice Jo molestando.
—Lo que sea —digo—. No es una maldita celebridad. Es el hijo de
una celebridad, hay una gran diferencia. No es famoso por algo. Es el
equivalente a llamarme a mí Senador.
Jo arruga la nariz. —¿Él no hizo algún reality show?
—¿Lo hizo? —No estoy siendo mojigata, realmente no lo sé. ¿Haría
Caulter un reality show? No suena como su tipo de actuación. Me gustaría
pensar que es algo bajo para él. Pero quién demonios conoce a Caulter
de todas formas. Es impredecible. Una bala perdida.
Jo hace un encogimiento de hombros sin comprometerse. —Tal vez
estoy pensando en ese otro chico, el que fue seguido por el equipo de
cámara cuando se encontraba en rehabilitación. No importa. Así que no lo
puedes soportar, obviamente.
—Definitivamente —digo con firmeza—. Definitivamente no lo
soporto.
La imagen de él mirándome, con su cara hundida entre mis piernas
aparece en mi cabeza y me siento caliente.
—Entonces, odias a tu nuevo hermanastro —dice.
—Cierra la boca. No es mi hermanastro —digo—. No tenemos doce
años.
—Oh, delicada, delicada —dice—. El imbécil se casa con su madre.
Eso lo convierte en tu hermanastro. Ya sabes, por definición.
—¿Y? —pregunto, mi voz se eleva una octava. Sé que me estoy
poniendo a la defensiva, y me calmo a mí misma pero no puedo—. No es
como si lo conociera del todo. No somos hermanos. 57
Página
—No he dicho que lo sean —dice Jo—. ¿Demasiado malhumorada?
Necesitas tener sexo.
Inmediatamente pienso en Caulter y mi rostro se ruboriza. Por favor,
no dejes que mis mejillas sean rojas. Silenciosamente rezo.
—¿Entonces? —pregunta—. ¿Estás consiguiendo algo en Brighton, o
qué?
—Sí, claro —digo—. Nadie quiere salir con la hija del Senador Harrison
excepto quienes quieren ser conocidos.
—¿El esposo de la primera hija?
—Ugh. Ni siquiera hablemos de matrimonio. Tengo dieciocho, no
treinta.
—¿Qué pasa con el chico que estás viendo? —pregunta Jo— Tad,
¿verdad?
Me rio. —No era Tad.
Hizo un gesto desdeñoso. —Lo que sea —dice—. ¿Biff?
—Chase.
Gime. —Sí, Chase —dice—. Sabía que era algo que gritara verano
en los Hamptons y una comida con sus padres.
—Cállate. Él era… sí, está bien. Era más o menos ese tipo de chico. —
Salimos durante tres meses, a pesar de que me di cuenta casi de
inmediato que estaba obsesionado con la política. Y mi padre. Oh, Dios.
Todo era sobre campañas y pasantías en Washington y cuál fuera el tema
político candente del día. Era agotador.
—¿Era lindo, no? —preguntó—. En una manera realmente aburrida.
Negué con la cabeza. —De ninguna manera, creo que quería dormir
con mi padre más que conmigo.
Jo se rio. —Entonces, ¿no ha habido nadie en todo este año?
Nadie. Excepto Caulter. Mi nuevo hermanastro. Quien se ha
acostado con básicamente todo el mundo. Y quien quiero estrangular
cada vez que me mira.
Así que, esencialmente, tengo un gusto jodidamente fenomenal en
los hombres. —Nadie —contesto.
—¿Caulter es caliente? —pregunta, como si pudiera leer mi mente.
—¿Qu—Qué? —Tropiezo con la palabra y giro sobre mi espalda,
sentándome y colocando mis rodillas en mi pecho. 58
Página

Jo hace lo mismo. Girando sobre su espalda. —¿Es caliente? —


repite—. Quiero decir, sí, es un imbécil pero es un imbécil caliente, ¿cierto?
—¿Y? —pregunto con tono agudo—. No lo puedo soportar.
—Así que es el chico perfecto para follar —dice, como si fuera obvio.
Como si conociera cada maldita cosa en el mundo y como si fuera la
persona exacta para dar consejos.
Jo ha tenido una serie de novios de mierda durante los últimos dos
años, junto con rupturas dramáticas. Es la última persona que necesito
escuchar hablar acerca de los chicos con quien debo joder. Estoy
inmediatamente irritada por lo que dijo.
—Caulter Sterling es el último chico en la tierra que dejaría acercarse
a mi vagina. —Miento en voz alta. Demasiado alta.
—Es eso por lo que es perfecto para dejar entrar en tu vagina. —
Insiste riendo—. Quiero decir, se ha acostado con muchas chicas, así que
sabes que él sabe lo que está haciendo. Probablemente, no le gustes, así
que no hay una ruptura desagradable antes de que te vayas a Harvard.
—Algunas personas esperan perder su virginidad con alguien a quien
amen —digo imperiosamente.
—Mmm… —dice—. Solo estoy diciendo que Caulter puede ser
perfecto para una aventura de una noche.
—Bueno, si tú piensas que es perfecto para una aventura de una
noche —digo—. Puedes tenerlo.
Me mira y no puedo ver sus ojos por las oscuras gafas de sol. —
Bueno, tal vez lo haga —dice.
Todo mi cuerpo se tensa con su declaración, y juro que realmente mi
corazón se detiene. Es solo Jo siendo Jo, me digo a mi misma. ¿Y qué
mierda me importa de todos modos? Caulter y yo tuvimos sexo una vez.
Solo fue una noche, total y absolutamente sin sentido.
Jo debería acostarse con él. Pero el pensamiento de ella y Caulter
hace que me enfurezca. Aclaro mi garganta, lista para cambiar de tema
pero Jo se adelanta.
—Además —dice—, estás siendo inteligente. Es muy razonable no
engancharse con él. Estoy segura que los medio de comunicación estarían
encima, si tú y tu hermanastro están teniendo relaciones. Ya sabes, desde
que el imbécil es el hombre más grande de las familias importantes.
No respondo. Pero todo lo que puedo pensar es que parezco perder
el sentido de la razón cuando estoy muy cerca de Caulter. 59
Página
9
Caulter
Traducido por evanescita
Corregido por ∞Jul∞

E
l conductor se detiene en la casa y la odio a primera vista. Es
una gran casa de campo una especie de monstruosidad
blanca. La única palabra que se me ocurre para describirla es
saludable. Ruedo los ojos ante la idea del Senador Cara de Mierda dando
un recorrido por el lugar a los periodistas, que están pendientes de cada
palabra cuando habla de la importancia de los valores familiares hoy en
día y en estos tiempos. Mientras tanto envía a su hija a un internado por lo
que no tiene que lidiar con ella y se casa con una celebridad rica que
puede financiar su campaña. Obviamente, está lleno de algo, pero no es
de valores familiares.
El ama de llaves me dice que mi madre y el senador aún no están
aquí. Me muestra mi habitación y se va, pero no antes de darme una
mirada como si oliera leche en mal estado. Supongo que alguien similar a
mí no ha honrado nunca con su presencia los sagrados recintos de la
residencia Harrison. Este lugar probablemente ve más partidos de polo que
tatuajes.
La habitación, por supuesto, se ve como algo salido de una revista
de diseño de casa de playa. Al parecer, conseguí la versión masculina de
60
Página

la habitación, con una cama de madera rústica, escritorio antiguo en una


esquina, edredón azul y blanco en la cama y un barco en una botella en
un estante en la pared. Todo esto hace que me duela de cabeza.
La vista, por otro lado... demonios, eso es otra historia. En el momento
en que abro la puerta corredera que conduce a la terraza, obtengo el
panorama perfecto: dos chicas, acostadas boca abajo en el muelle al
lado del lago, sus culos redondos apenas cubiertos por la parte inferior de
sus bikinis. Ahora bien, podría acostumbrarme a esto.
Reconozco a uno de esos culos de inmediato como el de Katherine.
La otra chica con un patrón de tinta que no termino de ver porque recorre
por el lado de la pierna me hace pensar que definitivamente tomé la
decisión correcta en venir a New Hampshire para el verano. Si Kate tiene
amigas tan calientes como esta chica, tal vez esta mierda de pasar el
verano en New Hampshire haciéndome pasar por un miembro de la
familia Stepford no será tan malo.
Por supuesto, si esto significa que Katherine estará tumbada en bikini
durante todo el verano, todo esto será mucho más fácil de tragar. Tragar
me hace pensar en esa noche con Katherine, en sus movimientos torpes y
tentativos cuando envolvió sus labios alrededor de mi polla. Estoy seguro
de que nunca lo había hecho antes, no es experta, eso es obvio, pero la
forma en que me miraba, sinceramente, a diferencia de la remilgada
engreída que conozco desde la escuela, quise venirme al momento en
que me llevo dentro.
Por supuesto, desde la última vez que vi a Katherine, me ha estado
empujando lejos como si fuera un leproso, lo más maduro sería dejarla sola
y dejarla pasar el rato con su amiga en el muelle.
Al diablo con eso. Nunca he pretendido ser maduro.
En mi camino hacia el muelle, el ama de llaves me detiene. No
recuerdo cómo se llama. —¿Tiene cosas que necesiten plancharse? —
pregunta.
Levanto una ceja. —¿Me veo como el dueño de algo que requiera
una plancha? —pregunto.
Pone sus manos en sus caderas y me mira fijamente, con los ojos
entrecerrados. —No, te ves como el dueño de todo lo que alguna vez no
ha sido lavado.
Me río a carcajadas. Ella no es lo que esperaba de personal del
Senador Cara de Mierda. Me gusta. —Es un estilo.
61
Se ríe. —Es algo —dice, sacudiendo la cabeza mientras asiente hacia
Página

un plato de productos horneados en el mostrador, como si hubiera pasado


algún tipo de prueba que me mete en el club donde hay gratis galletas y
pastelitos—. Tu madre y el padre de Kate deberían llegar más tarde esta
noche. Kate está afuera.
—Gracias. —Agarro una galleta porque parece que se supone que
debo y porque no me molesta inmediatamente. La manera en que se
refiere a ella como Kate me hace pensar que son cercanas.
Katherine y su amiga me ven antes de que llegue al muelle, pero sólo
se encuentran allí inmóviles, mirándome. Su amiga se inclina hacia ella y
me encantaría ser una mosca en la pared para saber lo que están
diciendo. Cuando llego, ni siquiera me molestó en tratar de ocultar el
hecho de que estoy disfrutando de la vista desde arriba.
—Hola, hermanita —digo, puntualizando la palabra para efecto
adicional.
—Te dije que no me llames así imbécil —dice, poniéndose a sí misma
en sus manos y rodillas antes de voltearse en una rabieta para sentarse en
posición vertical sobre su culo. Creo que está tratando de ocultar su culo
de mis ojos, me hace reír, ya que la forma en la que está sentada ahora
me da una gran vista de sus sugerentes tetas. Están apenas cubiertas en su
traje de baño blanco y puedo ver el oscurecimiento de sus areolas a través
de la delgada tela. Si no tengo cuidado, voy a conseguir una erección
parado aquí mirándola. Estoy obsesionado con el pensamiento de cómo
hacer que se ponga de nuevo en esa posición de manos y rodillas que fue
muy breve.
—Estoy tratando de ser amable con mi nueva hermanastra —digo,
burlándome demasiado dulcemente—. ¿O te pone incómoda pensar en
el hecho de que soy tu nuevo hermano cuando estás fantaseando sobre
de mí?
—No eres mi nuevo hermano —dice, tirando de sus gafas de sol
hacia su cara y protegiendo sus ojos mientras me mira. Sus orificios nasales
se dilatan en los bordes y me divierte el hecho de que está tan
obviamente irritada sobre esto.
—Técnicamente lo soy, hermanita —le digo.
—Tenemos dieciocho, imbécil —dice—. No crecimos juntos. Nuestros
padres no están casados aún. Tú y yo no estamos relacionados. No somos
nada.
Bajo la mirada a su amiga, que está sentada ahora y nos está
mirando, con sus labios levantados en los bordes. Está claramente
divertida. Y estoy pensando mientras la miro que ciertamente ella misma 62
Página
no es para nada fea. —Solo esta sensible porque obtuvo una visión de mi
polla y ahora no puede dejar de pensar en ello.
—¿Ah, sí? —pregunta su amiga, mirando hacia Katherine. El rostro de
Kate se oscurece—. No me dijiste eso.
Mi nueva hermanastra me mira, con sus ojos muy abiertos. —No
escuches nada de lo que dice. Caulter está lleno de mierda.
La cabeza de su amiga gira hacia mí otra vez y miro a sus
impresionantes tetas, pensando que tal vez la amiga de Katherine es
exactamente lo que necesito para sacar a Katherine fuera de mi cabeza.
—¿Lleno de mierda? —cuestiona.
—Estoy lleno de mierda, ¿lo estoy, Katherine? —pregunto—. ¿Así que
nunca has visto mi pene?
—¡Cállate de una jodida vez, Caulter! —dice, parándose, nivelando
su cara con la mía. Mi pene se mueve cuando me mira, el destello en sus
ojos es una advertencia. Piensa que estoy a punto de decirle a su
pequeña amiga sobre nuestra noche juntos; el hecho de que es tan
obviamente molesta me pone simultáneamente irritado y contento.
Me vuelvo hacia la amiga de Katherine, que se ha extendido
casualmente en el suelo, mirándonos con diversión. —Sí, de hecho ha visto
mi pene —le digo—. Y al parecer, no puede dejar de pensar en él.
—Vamos, Jo —dice Katherine, resoplando—. Es un idiota. Vámonos
de aquí.
—No te dijo acerca de nuestro pequeño incidente en el baño,
¿verdad? —le pregunté—. ¿Cuando entré mientras se cambiaba? —La
expresión de Katherine cambia cuando entiende que no estoy a punto de
revelar lo que pasó entre nosotros esa noche.
—No, no me dijo —dice su amiga.
Katherine pone los ojos. —Él no tiene límites —dice—. Pensó que era
un comportamiento perfectamente apropiado entrar mientras me hallaba
en el baño y orinar delante de mí.
Jo resopla. —Eso es grosero, sí. Completamente.
—No orine delante de ella —le digo, haciendo caso omiso de
Katherine—. Pero si hubiera tenido que esperar a que dejara de hablar, me
habría orinado esperando.
A mi lado, Katherine hace un sonido de frustración. —Está
completamente lleno de mierda. Jo, ¿estás lista?
—Jo —le digo, ofreciéndole mi mano. Jo se levanta sobre sus pies, sus
63
Página

grandes tetas rebotan cuando se pone de pie. No puedo evitar mirar—.


Estoy tan encantado de conocerte. Cualquier amiga de Katherine es
amiga mía…
—Oh, no, no lo creo —dice Katherine, extendiéndose a mi alrededor
para agarrar el brazo de Jo mientras Jo se ríe—. Ella no es una amiga tuya
en lo más mínimo. No soy amiga tuya. Nosotros no somos amigos. Ni
siquiera intentes ligar con ella.
Pongo mi mano sobre mi corazón. —Katherine, tus palabras me
hieren profundamente.
Jo niega. —No sé, Kate, ustedes definitivamente parecen pelear
como hermano y hermana. —Camina hacia adelante, dejándonos a
Katherine y a mí de pie al final del muelle.
Katherine esta frente a mí y me inclino acercándome, pongo mi
boca cerca de su oído, envolviendo mi mano alrededor de su muñeca. —
No mientas. No puedes dejar de pensar en mi polla. Dile cuánto gemiste
cuando estaba dentro…
—Eres un cerdo —susurra. Puedo ver su mandíbula apretarse.
—Si soy un cerdo, tal vez Jo necesita un poco de carne de cerdo,
entonces, ¿eh? —le susurro. Jo está a varios metros de distancia,
demasiado lejos para oír.
—Ni siquiera… —empieza Katherine. Arrancando su brazo de mi
mano y antes de darme cuenta de lo que está haciendo, su mano está en
mi pecho, empujándome fuera de balance.
En el puto lago.
Salpico cuando salgo a tomar aire, el agua esta sorprendentemente
fría a pesar de que estamos en verano. Katherine y Jo se ríen cuando se
alejan y Katherine mira hacia mí por encima de su hombro, sonriendo con
malicia.
Saludo con la mano hacia ella con mi dedo medio antes de trepar
hacia arriba sobre el muelle y fuera del agua.
Si alguien más me hubiera hecho algo así, todo habría terminado.
Pero Katherine me divierte. Si ella quiere jugar de esta manera, no puedo
pensar en una manera más entretenida de pasar el verano.

64
Página
10
Katherine
Traducido por Lipi—Lipi & July Styles Tate
Corregido por ∞Jul∞

—C
asual —dice mi padre—. Casual pero... apropiado.
—Ha estado aburrido en los últimos veinte minutos,
dándonos una gran conferencia sobre el desayuno
de mañana por la mañana, el inicio de verano de su campaña de
reelección. Miro mi comida de nuevo, pinchando mi salmón a pesar de
que es mi favorito. Estoy tratando de distraerme del infierno en que se ha
convertido mi existencia, aquí sentada en la mesa con mi padre y Ella y
Caulter. Ella asiente con entusiasmo y sonríe, mientras Caulter se sienta en
la silla perpendicular a mí, sospechosamente tranquilo. No hizo un solo
comentario sarcástico durante toda la comida, y su extraña actitud
agradable me hace pensar que mi salmón podría muy bien estar
envenenado.
Caulter asiente a algo que dice mi padre, como si hubiera tenido
algún tipo de trasplante de personalidad. Tal vez se golpeó la cabeza
cuando lo empujé al lago. Ese no era uno de mis mejores momentos, pero
es condenadamente seguro que Caulter no saca mi lado maduro. 65
Página
Me pregunto qué demonios tiene bajo la manga, cuando siento
algo en mi pantorrilla y casi salto de mi piel. Atrapo la mirada de Caulter y
me guiña.
Es su pie.
Sacudo mi pierna, fulminándolo con la mirada. Allí en la mesa. Esto
es verdadero de mierda maduro.
—Usted sabe, señor —dice Caulter. En los dos años en la escuela,
nunca he oído a Caulter utilizar la palabra señor—. Pensaba en la
campaña de reelección, reevaluando mis prioridades para el verano.
—Caulter... —sisea Ella. No es tan estúpida como para estar cayendo
en esto, pienso. Es lo suficientemente inteligente como para conocer a su
hijo.
—Ella —dice mi padre, silenciándola cubriendo su palma con la
suya—. Que hable. Tal vez se ha dado cuenta que esto es exactamente lo
que necesita para el verano. Responsabilidad.
El rostro de Ella esta pálido, y bebe sorbos de su copa de vino. Ve
significativamente a Caulter. —Sí. Tal vez se ha dado cuenta de que hay
cosas importantes en juego.
Estoy segura de que Ella está tratando de amenazar sutilmente a
Caulter con su fondo fiduciario, y espero que él no sea tan estúpido como
para estar jugando algún tipo de juego con la campaña de mi padre.
—Estoy impresionado por la importancia de la familia, mamá —dice.
Sí, claro.
—Y por la idea de contribuir a una campaña política —continúa—.
Creo que me gustaría intentar tener un poco de estructura, algunos límites.
—Caulter desliza su pie por el lado de mi pierna de nuevo, y muevo mi
pierna lejos.
—Deberías estar involucrado. —¿Mi padre es lo suficientemente
estúpido como para caer en la pura mierda de Caulter?—.Estructura y
límites. Es lo que necesitas. Lo ves Ella, lo he dicho ciento de veces.
Estructura y límites son las dos cosas más importantes en la crianza de los
hijos. Mira a Katherine. Es un producto de eso.
—Katherine es un buen ejemplo de eso, señor —dice Caulter,
deslizando su pie por mi pierna. Esta vez, lo pateo, duro en la espinilla, y se
estremece.
—Sabes, estoy muy cansada —digo—. El sol me la quitado las
energías. 66
Página

—¿Ah, sí? —pregunta mi padre—. ¿Fuiste a nadar?


—No, el agua sigue siendo demasiado fría para mí. Pero Caulter fue
por un chapuzón en el lago, ¿verdad, Caulter? Los lagos aquí pueden ser
muy refrescantes.
Mi padre mira Caulter. —Acabas de llegar aquí esta tarde —dice—.
¿Ya aprovechando el lago?
Caulter sonríe y se encoge de hombros. —Simplemente no pude
resistirme al agua.
—No pensé que te gustaba la playa, Caulter —dice Ella.
—Oh, bueno, es el lago, Ella —dice mi padre—. Es diferente de la
playa.
—Usted sabe, señor —dice Caulter—. Un baño en el lago era
exactamente lo que necesitaba para refrescarme. Y sólo quiero decir que
Katherine se ha salido de su camino para hacerme sentir bienvenido aquí.
Es como que ya somos familia. Amigos del alma.
Me ahogo con mi agua, lo que provocó una mirada inquisitiva de mi
padre. —Conducto equivocado. —Suspiro—. ¿Puedo excusarme?
—Ve, ve. —Mi padre me ahuyenta—. Caulter, me complace
escuchar que eres... —Su voz se apaga cuando salgo de la habitación y al
piso de arriba.
Dejándome caer en la cama, pienso en cómo en el mundo voy a
pasar este verano. Ya puedo decir que voy a estar en un estado perpetuo
de molestia.
Molestia y frustración sexual.
Me di cuenta de que Jo no creía cuando le dije que me molestó
antes, mientras me alejaba del muelle con ella, después de empujar a
Caulter en el lago.
—No sé —dice—. Es bastante caliente. —Se da la vuelta para mirarlo,
saliendo del agua y hasta el muelle. Él hace un espectáculo quitándose la
camisa y sacudiendo su cabello, sabiendo que estamos mirándolo, y me
giro lejos. Me sorprende que no se desnude completamente allí mismo; la
perspectiva no es del todo desagradable—. Se lo haría —dice.
—Se lo harías a Charles Manson.
—No seas una perra, Kate. Él es caliente y tiene una reputación —
dice—. Además, es obvio que tiene una cosa para ti.
—Por supuesto que no. 67
Página
Levanta las cejas. —Lo hace. Y tienes una por él, diría yo.
—No lo creo. —Niego con la cabeza—. Enfáticamente,
absolutamente no. Él es un cerdo asqueroso que piensa las mujeres existen
únicamente para que puedan ir tras ellos. ¿No lo viste follarte con la
mirada?
Jo ríe y ladea la cabeza hacia un lado. —No —dice—. No. Pero le
prestabas mucha atención a donde estaban sus ojos.
—No estoy hablando de eso —insisto—. Caulter Sterling es un no. Un
enorme no.
—Sólo estoy diciendo. —Camina hacia su coche, este total
carrocero que ha tenido desde que teníamos dieciséis—. Apuesto a que es
grande en el saco.
—¡Jo! —Mi voz es aguda. Estamos de pie en frente de mi casa,
donde nadie puede escuchar. Pero ella sólo sonríe y se encoge de
hombros.
—Hasta luego, perra —dice.
Jo no tiene razón sobre Caulter. Caulter Sterling ciertamente no tiene
una cosa por mí, a menos que la cosa consista en tratar de irritarme tanto
como sea posible. O conseguir su polla en mí otra vez.
La imagen de la polla de Caulter Sterling parpadea en mi cabeza y
trato de empujarla a un lado. Caulter fue una sola vez, me digo. Ese es el
punto central de una aventura de una noche, que nunca tengas que ver
a la persona de nuevo. Por supuesto, la mayoría de las aventuras de una
sola noche no se aparecen en tu puerta delantera a vivir contigo durante
el verano.
Fue sólo una vez.
Una vez eso pasó a ser jodidamente bueno. Como, alucinantemente
bueno. El tipo de cosas que lees en los libros sucios.
Mi respiración se acelera ante la idea de Caulter dentro de mí.
Puedo sacarlo de mi cabeza. No necesito pensar en esa noche con
Caulter. Pero una vez más mi mente se queda ahí, no puede parar. No
quiere parar.
Caulter está por encima de mí, sus movimientos suaves. Le dije que
no era virgen; ambos sabíamos que mentía. Probablemente desflora a
montón de vírgenes, creo; es probablemente un experto en tomar la
virginidad. La forma en que se mueve dentro de mí, su ternura después
mientras me limpia, me hace pensar que es definitivamente es el caso.
Caulter Sterling: Especialista remoción de virginidad. Me imagino las 68
palabras en una tarjeta de presentación, y eso me hace reír.
Página

Una hora más tarde, él se ha estado burlando de mí llevándome al


borde de nuevo, hasta que estoy goteando con la anticipación de él. Me
tira encima de él, y retrocedo, consciente de mí misma bajo la intensidad
de su mirada. Pero su agarre en mi cintura es firme. —Móntame
—Caulter, no sé…
—¿Sientes lo jodidamente duro que estoy? —preguntó—. Te quiero
de nuevo.
—No siempre conseguimos lo que queremos, Caulter —bromeé.
—Yo lo hago —dijo.
El calor se precipita a través de mí al pensar en la forma en que
había deslizado de nuevo en su pene, a pesar del dolor entre mis piernas.
Lo monté, tentativa al principio, hasta que se empezó a sentirse tan bien
que perdí mi timidez, ansiosamente me incliné hacia adelante así Caulter
podía cerrar sus labios alrededor de mi pecho, sus dientes mordiendo la
zona sensible alrededor de mi pezón.
Me obligo a dejar de fantasear sobre Caulter. Pero no puedo
evitarlo, incluso ahora, a sabiendo de que está justo abajo hablando con
mi padre. El hecho de que él está en la planta baja lo hace aún más
irresistible y emocionante.
Deshaciendo el botón de mis pantalones vaqueros, los deslizo sobre
mis caderas y deslizo mi mano entre mis piernas. Mi dedo presiona contra
mi clítoris, enviando calor irradiando a través de mi cuerpo. Mis pezones se
endurecen contra la tela de mi sujetador y deslizo mi otra mano debajo de
mi camisa, empujando mi dedo entre la copa de sujetador de encaje y mi
piel.
Me masturbaba antes de Caulter, pero te juro que hizo algo que
jodió mi cerebro; me siento completamente absorbida por el sexo. Es
como si mis hormonas están en marcha. Me pregunto si eso es lo que
sucede cuando todo el mundo pierde su virginidad, o si es algo sobre
Caulter que me está haciendo una lunática enloquecida por el sexo.
Quizás Jo tenía razón, tal vez Caulter tenía algún tipo de toque mágico.
Caulter y su mágica polla. El pensamiento me haría reír si no fuera
tan condenadamente caliente. Deslizo mi mano debajo de la almohada
en la cama, tratando de alcanzar el vibrador que había metido en la
funda de almohada esta mañana. Empujando mis vaqueros más abajo en
mis piernas, ruedo el vibrador sobre mi clítoris hasta que es demasiado
resistir el vacío entre mis piernas. 69
Página
Burlo mi entrada con el juguete mientras las vibraciones pulsan a
través de mí. Este se desliza fácilmente en el interior, ayudado por mi
humedad, y el ángulo de este golpea mi punto G, el lugar que Caulter
parecía ser un experto en alcanzar. Ignorando el zumbido del vibrador, me
imagino que es Caulter dentro de mí, que es la boca de Caulter en mi
pecho; que es la punta de su pene presionando contra las paredes de mi
coño.
Me imagino que se Caulter susurrando en mi oído—: Tu coño es tan
resbaladizo y cálido, tan condenadamente apretado, la forma en que
aprieta mi polla.
Estar imaginando su charla sucia me empuja sobre el borde, y me
vengo rápidamente, mis músculos apretándose alrededor del juguete. Me
muerdo el labio, cortando el grito de placer que se escapa, y pongo de
nuevo con mi cabeza en la almohada mientras el aleteo de mis músculos
disminuye lentamente.
Todavía estoy tan absorta en mis pensamientos sobre Caulter que el
golpe en la puerta me hace saltar. Mierda, mierda, mierda. Deslizando el
vibrador de entre mis piernas y metiéndolo debajo de la almohada, me
subo de un tirón mis pantalones. Ya sé que no es mi padre, se retira a su
oficina trabajando hasta tarde después de la cena, sin importar qué día es.
Cuando llego a la puerta, mi corazón sigue latiendo con fuerza en mi
pecho.
—Buenas noches, hermanita. —Caulter se para frente a la puerta
con una sonrisa en su rostro, y mi corazón se hunde. Levanto
inmediatamente mi pie para evitar que la puerta se abra aún más, y cruzo
los brazos frente a mi pecho.
—¿Qué quieres? —El latido de mi corazón se siente prácticamente
ensordecedor para mí, que coincide con el palpitante entre mis piernas,
un recordatorio de lo que estaba haciendo y en quién exactamente
pensaba hace un minuto.
—¿Estoy interrumpiendo? —pregunta. ¿Por cuánto tiempo ha estado
parado allí? Me lo imagino fuera de mi puerta, escuchándome mientras
me venía, y estoy mortificada—. Luces sonrojada. Espero que no estés
consiguiendo una fiebre.
Oh mi Dios, me escuchó totalmente. Si no estuviera sonrojada
cuando abrí la puerta, estoy segura que lo sabe ahora.
—Me siento bien. Pero gracias por tu preocupación —digo, mi voz
sarcástica—. Lindo acto en la cena, por cierto. Espero no haberte pateado
demasiado duro en la espinilla. 70
Página
—Gracias por tu interés. —Sonríe—. Estoy perfectamente bien. Estoy
seguro de que te alegrará saber que no me hiciste daño de ninguna
manera.
—Eso es reconfortante —le digo—. Me habría odiado si resultaba
lesionado.
—Tú cuidarías mi espalda si así fuera.
Ruedo los ojos.
—Tendrías mala suerte.
Caulter se inclina hacia delante, con rostro a centímetros del mío.
—Oh, no lo sé, Kate —dice. La forma en que dice la versión corta de
mi nombre me hace pensar en esa noche y todas las cosas que me hizo—.
Tienes que admitir, que te gustaría tenerme como un paciente.
Inhalo fuertemente, casi mareada por la lujuria. No lo empujo. No le
digo que salga. Está tan cerca de mí que creo que puede oler el sexo en
mí.
Caulter sigue hablando, su voz un tono sensual que es
prácticamente hipnótico. —Teniéndome a mí como tu paciente, tumbado
en la cama, totalmente a tu merced mientras me montas.
Sus palabras provocan el recuerdo de esa noche, la misma imagen
en mi cabeza que me hizo venirme hace dos minutos. Es como si tiene
algún tipo de capacidad rara de leer la mente cuando se trata de mí.
Cuando no hablo, baja la voz casi en un susurro. —Me gustaría
cerrar mi boca alrededor de tu pecho y chupar tu pezón hasta que jadees
mi nombre, hasta que me pedidas deslizar mi polla dentro de ti.
Me obligo a no pensar en lo que está diciendo, pero no puedo
parar. Mis labios se abren y estoy prácticamente jadeando. Pongo mi
mano en mi pecho, como si eso fuera a evitar que este subiera y bajaba la
forma en que lo hace. Pienso en lo fácil que sería para deslizar mi mano
por debajo del dobladillo de su camisa, recorrer mi palma de mi mano a lo
largo de su abdomen, alrededor de la cintura de sus pantalones vaqueros,
y sólo abrir ese botón.
Mierda. Lo deseo.
Me mira a los ojos como si pudiera leer mis pensamientos, como si
me incitara a hacer lo que estoy deseando hacer.
—¿Pensaste en mí cuando te viniste? —susurra.
Ahora lo empujo hacia atrás, con fuerza. —No sé de qué estás
hablando. 71
Página
Se ríe mientras da un paso atrás. —Estoy justo al lado si me necesitas
—dice, guiñándome un ojo—. Piénsalo.
Me quejo en voz alta mientras camina dentro de su habitación y
cierra la puerta. Puedo oírle riéndose para sí mismo, las paredes de este
lugar no son exactamente gruesas. De hecho, son muy finas. Hundiéndome
en la cama, pienso en lo que voy a estar atascada todo el verano,
compartiendo una pared con Caulter, el chico con el que no puedo dejar
de fantasear sobre.
Escucho la puerta de Caulter abrirse y cerrarse cuando vuelve del
baño, antes de decidir que es seguro salir. No me gustaría tener ningún
encuentro sorpresa en el baño con él.
Estoy completamente mintiéndome a mí misma.

72
Página
11
Caulter
Traducido por carolinaawwadorostegui
Corregido por ∞Jul∞

—B
uenos días, rayo de sol. —Ajusto mi camisa polo
celeste y paso la mano por mi cabello.
Katherine se detiene a mitad de su movimiento
mientras sale de la habitación, sus ojos recorriendo todo mi cuerpo —¿Estás
usando una camisa polo? —pregunta—. Es color pastel.
Apenas puedo reprimir mi sonrisa. —Bueno, es una ocasión especial,
¿no es cierto? —pregunto—. Es el lanzamiento de la campaña de tu padre
y todo. El gran desayuno familiar.
—Es color pastel —dice, entrecerrando los ojos—. Luces…
La interrumpo, aunque parte de mi es curiosa por saber lo que ella
está a punto de decir de como luzco con una camisa totalmente
diferente. Después de permanecer junto a su puerta la noche anterior, y
viendo cuan nerviosa se encontraba por hablar conmigo, dudo que piense
que me luzco como algo que no sea sexo. —Es el desayuno familiar —
digo—. Quiero lucir de forma apropiada. 73
Página
—Tienes algo planeado —dice dirigiéndose a alcanzar su
picaporte—. Mierda, olvidé mi cartera. Será mejor que no tengas nada
planeado. Si dices algo…
Doy un paso detrás de ella y se congela, su mano todavía está en el
pomo de la puerta. Inclinándome cerca de ella, mis labios cerca de su
cuello. Hablo en su oído—: ¿Te preocupa si le digo a todos cómo haces
esos pequeños gemidos cuando te vienes?
Ella se aleja de mí, pero todavía puedo ver el cabello levantado en
la parte posterior de su cuello, los pelos de punta sobre su piel. Podría fingir
que me odia pero me desea.
Katherine se voltea mirándome con sus ojos abiertos. —Juro por todo
lo que es santo, si tú dices algo sobre nosotros durante el desayuno, voy
arrancarte las bolas con mis propias manos y las meteré en tu boca.
La forma en que se ve en este momento, un animal salvaje con su
nariz ensanchándose al respirar y sus grandes ojos, me pone duro al
instante. La empujo contra el marco de la puerta, tirando sus muñecas por
encima de su cabeza y fijándolas ahí. —¿Nosotros? —pregunto—. Me
alegro de que admitas que existe un nosotros, Kate.
—No —protesta en voz baja—, no hay un nosotros. No hubo un
nosotros y nunca habrá un nosotros. Tuvimos sexo una vez, Caulter. No
volverá a suceder otra vez. Ni siquiera pienso en eso. ¿Por qué no solo lo
dejas pasar?
Es linda cuando miente. Su boca esta levantada hacia mí, su aliento
breve, su pecho sube y baja mientras habla. Su camisa abotonada está
desabrochada en la parte superior, y puedo ver el más leve indicio de
escote, sus grandes pechos apretados. Si no había estado pensando en la
forma en que sus tetas aparecían bajo el botón de la camisa que llevaba,
lo estoy ahora que ella arquea la espalda en la forma que está ahora. —
Seguro que no piensas en eso, Princesa. —digo—. Dime que no te has
acostado y deslizado tus dedos por el frente tu ropa interior, pensando
cómo me sentía dentro de ti.
—Dices una jodida palabra sobre cualquier cosa y estás muerto,
Caulter. —Mi polla se siente como si fuera a explotar, luchando contra la
parte delantera de mis pantalones mientras la veo indignarse. Echo un
vistazo por el pasillo. Está vacío, el piso de arriba está tranquilo. Escucho la
voz de mi madre en alguna parte en el primer piso. Pero no hay nadie
cerca.
—Me gusta la forma en que no puedes dejar de hablar sobre coger
mientras estás a mí alrededor —susurro.
74
Página
—Un chofer vendrá por nosotros en cualquier momento —dice
Katherine con la voz entrecortada. Pero no creo que me esté advirtiendo si
no que diciendo cuánto tiempo tengo.
Pienso acerca de deslizar mis manos bajo su trasero, llevándola a su
habitación y arrancando los pantalones que lleva puestos, hundiendo mi
polla en su complaciente coño, tal como lo hice anoche. Pienso
tomándola en cada superficie de su habitación. Quiero follarla otra vez.
Gime. Y el sonido me envía al borde. Mantengo mi mano firme sobre
sus muñecas y utilizo la otra mano para abrir el botón de su pantalón.
Nunca quitando mis ojos de los suyos. Deslizo mi mano dentro de sus
bragas.
—Caulter —gimotea, abriendo sus ojos mientras toco su humedad,
usándola como mi lubricación para ruedo mi dedo del medio una y otra
vez en su clítoris.
—Estás mojada. —Me niego a quitar mis ojos de los suyos mientras
muevo mis dedos en círculos, viendo como sus párpados se cierran y su
aliento se vuelve más breve—. Tú quieres que te toque.
—No. —Niega con la cabeza y mira a un lado, en dirección al primer
piso, una expresión de pánico aparece en su rostro—. No debemos. No
podemos.
La ignoro. En su lugar, deslizo mis dedos profundamente y atormento
su entrada brevemente. Sus pantalones están en el camino y bajo mi otra
mano para tirarlos bajo sus caderas. Emite un suave grito de protesta pero
sus manos permanecen firmemente sobre su cabeza. A pesar de que no
están siendo sostenidas ahí.
—Mi padre —susurra—. Tu madre. Alguien va…
Si mi madre o su padre suben las escaleras, verían a Katherine con
sus pantalones en sus caderas respirando pesadamente mientras meto mis
dedos en sus bragas. —Tienes razón —le digo en voz baja, jugando con su
entrada otra vez con la punta de mis dedos—. Cualquiera podría ver. No
debería dejarte venir en mis dedos, de la forma en que quieres.
—No me quiero venir… —comienza a decir pero la silencio
hundiendo mis dedos dentro de ella, de forma rápida y sin previo aviso. Sus
ojos se cierran y baja sus manos para agarras mis hombros. La acaricio
suavemente, en su parte más sensible y puedo sentir la forma en que su
cuerpo se derrite lentamente. Presionando mi palma firmemente contra su
clítoris, sigo acariciándola y choca su boca contra mi mano.
—¿No? —susurro—. Dime que no quieres venirte.
75
—Caulter —dice en voz baja.
Página

—Sí, Princesa.
—Joder… deja de llamarme… así.
La forma en que habla, con la voz entrecortada, hace que me
ponga aún más caliente. Me inclino cerca de su oído. —Entonces deja de
actuar como una princesa —digo.
En el primer piso se abre una puerta y la voz del Senador Cara de
Mierda resuena mientras habla con una mujer con fuerte acento de
Boston.
Los ojos de Katherine se abren y me mira con una expresión ansiosa.
Pero todavía se presiona contra mi palma, y aunque me detengo por un
momento, continúo otra vez.
—Caulter —advierte.
Me inclino cerca de ella, mi boca contra la suya y tomo su labio
inferior entre mis dientes. —¿Te quieres venir? —digo las palabras sobre su
boca.
—Alguien… no… —Su coño se siente apretado en mis dedos
mientras se apodera de ellos. No puedo dejar de imaginar mi polla en su
lugar.
—Di que quieres que te haga venir, Kate —le digo—. Apresúrate.
Tienes un minuto antes de que alguien te encuentre. —Como si fuera una
señal las voces del primer piso se hacen más fuertes, la mujer dando
indicaciones como si estuviera ordenándole a un par de niños.
—Yo no… quiero… oh, Caulter. —Sus palabras salen en jadeos. Está
tan cerca y su rostro está lleno de lujuria por mí que lo que le hago a
continuación es casi tanta tortura para mí como lo será para ella. Pero voy
a disfrutar torturarla, llevándola al borde y luego negándole. Deslizo mis
dedos de entre sus piernas, mirando como su expresión cambia de lujuria a
desconcertados, luego a furiosos.
—¿Qué estás haciendo? —susurra. Toco mi dedo y lamo su jugo, a
sus labios y arruga su rostro en disgusto—. Asqueroso.
—Abrocha tus pantalones, Princesa —le digo—. No quieres que
mami y papi querido te vean con tus pantalones en tu culo. —Abro mi
boca y hago un show de poner mis dedos que estaban en su interior, en mi
boca, lamiendo hasta la última gota de su jugo. Me mira con los ojos
abiertos.
—Mierda. —Kate se precipita a abrochar sus pantalones, sin dejar de 76
mirarme. En el primer piso su padre dice nuestros nombres—. ¡Ya voy!
Página

—Ya no, no lo haces, Princesa 2 —digo guiñando un ojo—.


Desafortunadamente.
—Cállate —ladra mirándome—. Mierda. ¿Luzco como si… tú sabes?

2 Al traducirse pierde el sentido pero Caulter lo dice porque ella dice que ya va, come en
inglés, y él lo dice en doble sentido ya que esta palabra también significa venirse (tener un
orgasmo).
—¿Como si tu hermanastro acaba de tener sus dedos dentro de tu
coño y estás a punto de ir a sentarte en frente de un montón de periodistas
y pretender ser la pequeña familia perfecta? —Sonrió—. Sí.
Los ojos de Katherine se abren grandes como platos. —No seas
vulgar.
—¿Por qué usé la palabra coño o hermanastro? —pregunto.
—Ambos. —Se retuerce. Su rostro está rojo y el color de sus mejillas
combina con el rubor que se asoma por la tela que cubre su pecho. Estoy
satisfecho con mi trabajo, incluso si toda la sangre de mi cuerpo todavía
está en mi polla.
—No parecía molestarte antes —digo.
—¡Katherine! —Su padre llama.
—¡Solo un minuto! —Me mira—. ¿Y bien?
—¿Y bien, qué?
—¿Vas a lavarte las manos antes de irnos? —pregunta con los
dientes apretados.
—No lo creo —digo girándome para caminar por el pasillo. Tengo
que tirar de mi camisa de polo hacia abajo, fuera del pantalón, para
ocultar la furiosa erección que tengo. Al menos no hay mancha de
humedad en la parte delantera de mis pantalones—. Prefiero comer coño
para el desayuno, de todas formas.
Katherine se precipita hacia adelante y agarra mi brazo tirando
hacia ella. —Vas a oler como yo —susurra. Entró en pánico, lo que me hizo
reír—. Anda a lavarte tus jodidas manos.
—Me habría lavado las manos, antes de que empezaras a insistir en
ello —digo—. Pero ahora prefiero simplemente tomar el sol con tu aroma
durante el desayuno. —Hago un dramático espectáculo de llevar mis
dedos a mi nariz, inhalando profundamente—. Es mejor que el olor del
café en la mañana. Si tú quieres, mañana en la mañana podrías
despertarme con lo real en la cama, ya sabes. Puedes estar a horcajadas
en mi cara, llevando tu coño hacia mi…
77
Página

—No puedo creerte —me interrumpe pero me giro y bajo las


escaleras con calma, escuchando como arrastra los pies detrás de mí.
—¿Qué no puedes creerme, Katherine? —pregunto, haciendo una
pausa por un momento pero no responde.
Mi madre y el Senador están abajo esperándonos.
—Caulter Sterling. —Mi madre me saluda con un beso en la mejilla.
Habla en voz baja, por lo que el entorno del Senador no puede oírla—. No
puedo creer que hiciste un esfuerzo. Gracias por no…
—¿Por no qué, madre? —pregunto inocentemente mientras se aleja
de mí—. ¿Por no avergonzarte? No puedo creer que pienses tan mal de mí.
Solo quiero que seas feliz. Y si eso significa colocarse una camisa de polo y
pantalones caqui, supongo que es lo que tengo que hacer.
Entrecierra los ojos pero sonríe inmediatamente mientras el Senador
camina detrás de ella y la toma del brazo. Me mira con una expresión que
es lo más cercano a la aprobación que he visto en él. —Caulter. Estoy
contento de verte tan…
—¿Normal? —pregunto.
—Apropiado —dice.
Katherine aparece a mi lado y la miro por el rabillo de mi ojo, solo
para tener que tratar de no hacerlo evidente.
Mierda, tengo que esforzarme para no agarrar su pequeño culo
perfecto, lanzarla por encima de mi hombro y caminar directo al infierno
por la puerta principal con ella, en frente de su padre y sus compinches
políticos.
De alguna manera ella encontró los últimos dos minutos para
deshacerse de mí e ir a su habitación para cambiarse.
A un vestido.
No cualquier vestido. Un vestido de verano de algodón blanco.
Un vestido de verano de algodón blanco que roza sus curvas, fluye
sobre sus caderas y llega a una altura aparentemente apropiada de la
rodilla que se mece con cada movimiento y no es de ninguna jodida
manera apropiado en absoluto.
Está usando una maldita diadema, por la jodida mierda.
—Oh, te ves preciosa, Katherine —dice mi madre
—Perfecto. —El Senador está de acuerdo. ¿No ven lo que yo veo?
78
Página
Katherine no parece en lo más mínimo encantadora. Se ve sexy.
Apasionada. Mierda caliente.
—El auto está esperando —dice el Senador.
Katherine pasa delante de mí y me lanza una mirada de
complicidad por encima de su hombro. Luego, guiña, inocente y
seductora a la vez.
Camina en frente mí, el vaivén de sus caderas haciendo que el
vestido se mueva de un lado a otro, mientras se tambalea en unos
desnudos conservativos tacones. Todo el asunto es sumamente apropiado
que tiene exactamente el efecto opuesto.
Quiero inclinarla en ese vestido y follarla sobre el capó del sedán.
Un hombre en traje sostiene la puerta mientras se sube. Él mira su
culo y toma todo de mí no darle un puñetazo en la cara. Quiero llevarla
adentro y obligarla a ponerse los pantalones que llevaba antes, los que
cubrían cada centímetro de esas preciosas piernas.
Cuando todos estamos instalados en el auto. Katherine y yo en un
lado en frente de Ella y el Senador, Katherine acaricia mi pierna como si
fuera una especia de cachorro. —¿Ves, papá? —pregunta—. Caulter está
viniendo en sus pantalones y camisa polo.
Sé que su elección de frase no es casual. Me aclaro la garganta y
me siento incomodo en el asiento, tratando de no pensar en semen
mientras estoy aquí sentado en el auto. Cierro los ojos e imagino nada
excepto Katherine desnuda, ignorando el cumplido que el Senador Cara
de Mierda me da por mi conformidad con las expectativas.
Tomo mi decisión en el auto.
Me estoy divirtiendo jodiendo con Katherine pero ya es suficiente.
Voy a tenerla.

79
Página
12
Katherine
Traducido por Carolina Shaw & Yasna.FU
Corregido por ∞Jul∞

L
anzo un bocado de los estúpidos panqueques frente al estúpido
plato. Son los mismos estúpidos panqueques que recibo todos los
años y me veo obligada a asistir a este desayuno, ordenada
como si yo fuera una niña incapaz de tomar sus propias decisiones. Miro a
Caulter, quien tiene la boca llena de comida. Por lo menos hay dos de
nosotros siendo tratados como niños pequeños ahora. Caulter se sienta a
mi lado, mi padre y Ella en los extremos de la mesa, como si fuéramos una
familia completamente normal por la mañana del sábado en el desayuno.
Salvo que somos lo contrario de lo normal. Estamos comiendo en frente del
equipo y las cámaras de los periodistas, fingiendo esto es lo más habitual
en el mundo. ¿Cómo de jodido es eso?
Reporteros tiran preguntas a mi padre y a Ella entre bocado y
bocado. Es al menos gratificante ver a Ella obligada a sentarse delante de
un plato lleno de carbohidratos, moviendo las piezas alrededor y bebiendo
agua. Me fuera durante la mayor parte del desayuno, sólo animándome
cuando algo se dirige a mí en concreto.
80
Página
Estoy tan distraída por el hecho de que estoy bastante segura de
Caulter puede ver la parte delantera de mi vestido. Bueno, estoy distraída
por eso y el hecho de que mis pezones han estado duros durante la última
hora. Desde lo que pasó con Caulter en el pasillo.
Él juega con algo al lado de su pierna, y luego mi bolso vibra. Mierda.
Llego discretamente a mi bolso y saco mi teléfono. Por un segundo pensé
que Caulter metió mi vibrador ahí. Mientras los periodistas dirigen una
pregunta tras otra a mi padre, deslizo mi dedo por la pantalla, veo un
texto de un número que no reconozco.
Ese vestido es lo más follable que he visto.
Echo un vistazo a Caulter, que pone un pedazo de panqueque en su
boca. Evitando mirarme. Toco las teclas en la pantalla, escribiendo una
respuesta mientras finjo prestar atención a una reportera que dirige una
pregunta a mí. —Katherine, ¿has decidido alguna carrera?
Arte, quiero decir. Abro la boca, lista para declarar mi indecisión
para el mundo entero, y mi padre me interrumpe—: Leyes, no es así,
¿Katherine? ¿Pre—derecho?
Hago una pausa. Vete a la mierda. Pero sonrío en su lugar. —Leyes
—le digo—. Sí. Leyes. —Presiono Enviar en el teléfono, debajo de la mesa.
¿Cómo fue que conseguiste mi número u acosador? Déjame en paz.
Caulter mira hacia abajo a su lado. Un minuto después, siento que mi
teléfono vibrar de nuevo.
Este jarabe no tiene un sabor tan dulce como tú. Aún te puedo oler
en mis dedos.
Cuando lo miro, está cerrando su boca alrededor de un pedazo de
panqueque revestido de jarabe y lamiéndose los labios de forma
espectacular. No estoy segura si calentarme o consternarme por las
pelotas que tiene al enviar un texto así aquí en medio de este evento,
rodeado de periodistas y en la misma mesa que mi padre.
Escribo una respuesta.
Nunca, nunca, nunca me volverás a probar.
—Caulter, ¿te estás llevando bien con Katherine ahora? ¿Era la foto
en el periódico una ocurrencia de una sola vez, o hay tensión real entre
ustedes?
Mi corazón se detiene, y alcanzo un vaso de agua. ¿Hay tensión real
entre nosotros? Mi mente parpadea inmediatamente a la imagen de
Caulter con su mano entre mis piernas, los dedos que me llevaron al borde 81
Página
de la locura justo en el medio del pasillo con mi padre y su nueva novia
esperando abajo. ¿Hay tensión entre nosotros? Estoy preocupada de
Caulter. No puedo decidir si quiero tirarlo por un acantilado o dejar que me
haga de todo y me folle.
—No puedo responder por Katherine —dice Caulter, su voz
interrumpiendo mis pensamientos—. Pero el incidente en el periódico fue
realmente tomado totalmente fuera de contexto. En realidad estábamos
bromeando, discutiendo sobre, café, ¿no?
—Café. —Uno de los periodistas ríe.
—Creo que con dos adolescentes obviamente brillantes y talentosos
como estos, habrá discusiones acaloradas similares en el futuro mientras
nuestras dos familias se unen.
La voz de mi padre retumba.
Cuando nuestras dos familias se unan.
Él no sabe qué tipo de fusión Caulter y yo hemos estado haciendo,
evito el contacto visual con Caulter mientras mi teléfono vibra de nuevo.
Voy a fusionarme contigo.
Pongo los ojos en blanco y escribo la respuesta.
Cursi. Además, no. Simplemente no.
Por el rabillo de mi ojo, veo como Caulter sonríe, da un golpecito al
teléfono mientras aún cabecea a alguien que está haciendo una
pregunta acerca de un tema que no importa una mierda. No puedo
pensar en nada excepto el hecho de que mis bragas están húmedas, y me
preocupa que cuando me pongo de pie, la evidencia de mi atracción por
Caulter estará allí para que todo el mundo lo vea.
Bajo la mirada a mi teléfono.
Te voy a doblar, tirar de ese vestido, y darte una palmada en el culo
bien duro.
El calor sube a mi cara cuando pienso en Caulter enviando todos los
platos y cubiertos de la mesa a estrellarse contra el suelo con un gesto
dramático de su brazo, luego tomándome en esta pequeña cafetería.
¿Qué diablos está mal conmigo? Me estoy convirtiendo en una loca
obsesionada con el sexo.
Golpeó el botón de apagado en el teléfono y me centro en el
desayuno. Estoy decidida a poner todas estas tonterías fuera de mi
cabeza. Ignoro deliberadamente a Caulter, quien asiente y sonríe y
contesta a las preguntas con cortesía, todas las cosas que son tan
diferentes de Caulter que me pone nerviosa. Estoy esperando a que el otro
82
Página
zapato caiga.
En cambio, pasamos el desayuno completamente libre de cualquier
incidente. Puedo decir que su madre está tan sorprendida como yo. Mi
padre sonríe feliz, contento, estoy segura, de que hemos nos hemos
comportado.
—El conductor los llevará de regreso —dice afuera, caminando
hacia un auto con Ella.
—¿Qué? —Mi voz suena como un chillido. Mi padre es el rey de las
sorpresas.
—Tengo otra cita programada. —No se molesta en explicar—.
Ustedes chicos lo hicieron bien.
Detrás de mí, Caulter ríe. —Solos en el auto. A solas en la casa.
¿Crees que puedas soportarlo, Princesa?
Ruedo mis ojos. —Estaré bien. —Aún sigo inclinada hacia adelante,
agachándome mientras me deslizo en el auto con Caulter detrás de mí,
cuando siento sus dedos alcanzarme y rozar mis bragas. Casi salto de mi
piel, golpeando su mano. Sólo se ríe, como si lo que acaba de hacer es
algo totalmente apropiado. Cuando me deslizo al otro lado del asiento,
sonríe.
—Esta limosina no es así de grande, Princesa —dice.
—Cállate.
Estamos conduciendo, la pantalla de privacidad está arriba, cuando
Caulter se desliza y alcanza mi pierna, tirando mi muslo hacia él. Salto y
cierro mis piernas, mirando hacia adelante al frente del auto donde se
sienta el conductor. —¿Qué demonios piensas que estás haciendo?
—¿Preocupada? —pregunta en voz baja.
Me encojo de hombros. —No. No estoy interesada.
—Estoy seguro de que no nos pueden escuchar —dice Caulter—. Tu
padre no permitiría que alguien lo filme.
Arrugo mi frente. —¿Estás realmente diciéndome que mi padre folla
con mujeres —tu madre—, en la parte trasera de limusinas?
Caulter ríe. —Obviamente, eres la única que tiene el sexo en mente
—dice—. No, no estaba diciendo eso. Gracias por la imagen sin embargo;
tendré que blanquear mi cerebro ahora. Estaba diciendo que estoy seguro
de que habla de cosas con la gente que no quiere ser grabada, por lo
que dudo mucho que necesitamos preocuparnos.
—Bueno, a diferencia de ti, nunca he tenido alguna razón para 83
Página
pensar siquiera en ocultar lo que hago en la parte trasera de limusinas.
—No es culpa mía que vivas una vida protegida, una sin orgasmos.
—Regresa su mano a mi muslo, deslizando su palma la mano por el otro
lado de mi pierna y la golpeo, sin embargo solo la agarra con más fuerza.
—He tenido un montón de orgasmos, muchas gracias. —No estoy
mintiendo; quiero decir, yo misma me he dado un montón de orgasmos.
Caulter ríe, el sonido burlón. —No el tipo de orgasmos que yo doy —
dice.
—No tienes idea de qué tipo de orgasmos he tenido sin ti —digo,
rodando los ojos. Pero no puedo evitar preguntarme.
Deslizando su mano sobre mi muslo, su mano llega entre mis piernas.
—Tus bragas están empapadas —dice—. ¿Vamos a seguir fingiendo que
no me deseas?
—No puedo soportarte —protesto.
—Tu tampoco no me gustas mucho, Princesa —susurra, su ronca voz.
Hago una mueca cuando habla las palabras, como si me golpeara y el
movimiento no se escapa de él—. ¿Qué? ¿No te gusta escuchar eso de
mí?
Me encojo de hombros, a pesar de que tiene razón. Me molesta,
pero no puedo imaginar por qué. —Lo que sea. No me importa si te gusto
o no. Y... —Asiento hacia la ventana, al conductor.
Caulter sonríe, inclinándose cerca de mi oído. —Ya te dije que no nos
puede escuchar y él no nos puede ver.
—No lo sabes seguramente —digo, con mi decisión ya debilitada.
—Así que estás disfrutando la idea.
—No lo hago.
—Vive la vida al borde —susurra—. Toma un poco de riesgo de vez
en cuando, Princesa. —No se mueve durante un minuto, y luego, con la
cabeza mirando hacia adelante y con movimientos suaves, desliza mi
muslo hacia él con una mano y con la otra alcanza mi entre piernas.
Ya sé lo que encontrará. Él va a encontrar que mis bragas están
absolutamente empapadas. Soy consciente de ello. Odio que mi traidor
cuerpo se derrita bajo su toque.
—Tú eres el Diablo —protesto, mi cerebro insistiendo en que hacer
esto con él es tan malo. No soy de la chica que se deja llevar, permitiendo
a alguien como Caulter tocarme en la parte trasera de una limusina. 84
Página
Aprieto mis piernas juntas, y sin embargo no lo desconcierta. Sólo
atrapa su mano entre mis muslos, dejando sus dedos presionados contra
mis pliegues. Todavía mueve sus dedos, y envía una descarga de
excitación recorriendo por mi cuerpo como electricidad. Quiero
desesperadamente venirme. Quiero que me lleve más alto, pero no sé si
pueda. No sé si podría. De hecho, estoy segura de que no debería.
Envuelvo mi mano sobre su muñeca, con el propósito de alejarla,
pero en su lugar la presiono contra mí. Sostengo sus dedos firmes entre mis
piernas, el calor se irradia hacia mí a través de la tela de algodón de mis
bragas. No puedo pensar en otra cosa que tener sus dedos dentro de mí,
donde ellos se encontraban esta mañana. Mierda, no quiero sus dedos —
lo que realmente quiero es su polla.
Se aproxima a mí, susurrándome al oído. —Estás mojada. Admite que
es por mí. Los dos sabemos que es así.
Lo ignoro, pero separo mis piernas ligeramente y lo toma como una
invitación a tirar mis bragas a un lado, revelando mi vagina. Inhalo aire
fresco a través de mi boca, cada parte de mi cuerpo suplicando por su
toque.
Niego con la cabeza. De ninguna manera le diré a Caulter Sterling
que estoy mojada por él. Incluso si está escrito por todo mi cuerpo. —No es
cierto —le susurro.
—¿No? —pregunta. Se burla de mi entrada con su dedo, pero no me
da lo que quiero desesperadamente. En cambio, desliza la punta de su
dedo sobre mi clítoris nuevamente, la excitación haciendo que mis
pensamientos se nublen—. Si me quieres, Katherine. ¿Quieres que
introduzca mi pene en esa dulce vagina tuya? Lo haré, Princesa. Todo lo
que tienes que hacer es decirlo. Decir que quieres que te deje jadeando,
del mismo modo que lo hice esa noche.
Niego con la cabeza, protestando, pero sigue tocándome, y no son
treinta segundos para que este tirando mi cabeza hacia atrás en señal de
rendición. Desliza su dedo dentro de mí, y estoy tan perdida que no puedo
pensar en nada más. No me importa lo que quiera que diga. En este
punto, no diré nada.
Hasta que lo retira y me siento vacía. Levanto mi mirada hacia él, mi
respiración entrecortada. —¿Qué demonios?
Caulter niega con la cabeza. —Chica traviesa. No te vas a venir tan
fácilmente.
—Como sea, Caulter. —Me ahogo con las palabras, mirando a su
evidente dureza—. Está bien. Pero sé que lo quieres. Más de lo que yo lo
hago. 85
Página

Se apoya cerca de mí, tomando mi oreja entre sus dientes. El


movimiento envía un escalofrío a lo largo de mi cuerpo. —Dime cuánto lo
quieres, Princesa.
Observo mientras baja la cremallera de sus pantalones vaqueros y
alcanza el interior para liberar su erecto pene. No me había olvidado lo
grande que es —de hecho, su maldito pene ha ocupado mi cerebro por
las últimas semanas a un punto donde no me puedo concentrar en otra
cosa. Pero al ver de nuevo, estoy paralizada. Se acaricia a sí mismo desde
la base hasta la punta, sin quitar sus ojos de mí. Casi no puedo creer que
sea tan descarado de sacar su pene delante de mí aquí, excepto que es
Caulter.
Lo que es más increíble es la intensidad con que mi cuerpo responde
cuando lo veo mover su mano hacia arriba y abajo de su longitud, el latido
entre mis piernas tan insistentes que apenas puedo soportarlo. —No
puedes hacer eso aquí dentro —protesto débilmente.
Caulter me ignora, su mano moviéndose arriba y abajo. —Me
gustaría que fuera tu mano aquí. O mejor aún, tu perfecta boca envuelta
alrededor de mi pene.
—De ninguna manera —le digo—. Estamos a punto de regresar a
casa. No es como que tú no puedas venirte en los próximos dos minutos
antes de llegar a mi casa.
Levanta sus cejas. —Bueno, si esa es tu única objeción —dice—. No
tienes que preocuparte. No estoy pensando salir de aquí. Esperaré hasta
que esté alojado profundamente en tu vagina antes de venirme.
Alcanzando mi mano, la posiciona sobre su eje. Debería apartarme,
enseñarle una lección de comportamiento apropiado, no obstante no lo
hago. Con Caulter, me encuentro perpetuamente incapaz de resistirme. Es
tan duro y envuelvo mi mano alrededor de su miembro, la sensación de su
dureza es tan distractora. Increíblemente distractora. —Has estado
pensando en ello, ¿no? ¿Cómo se sintió cuando estaba dentro de ti?
No respondo, mi pulgar buscando una gota de líquido seminal en la
punta de su pene. Y la froto en círculos en la punta.
Muevo mi mano a lo largo de su eje, largas y lentas estocadas, hasta
que el auto desacelera rebotándome fuera de mi estado casi hipnótico.
Rápidamente ajusto mi falda y bajo a mi asiento mientras atravesamos la
puerta frontal de la casa, aclaro mi garganta e intencionalmente no miro
en dirección a Caulter.
Todo lo que sé, es que Caulter probablemente salga de la limusina
con los pantalones alrededor de su culo, su erección completamente 86
Página
expuesta, sólo para joderme. Por supuesto, la broma sería para él, ya que
Rose tiene el día libre y él sería el único en casa para atormentarme.
Mierda. Estamos solos en la casa.
Estoy totalmente jodida. Y el problema es, que la idea de ser follada
por Caulter es condenadamente interesante.
13
Caulter
Traducido por evanescita
Corregido por ∞Jul∞

T
an pronto como el auto se detiene en la casa, Katherine está
fuera del él como un murciélago salido del infierno. En realidad
es ridículo. Prácticamente sale corriendo, acelerando a fondo,
hacia la puerta.
La agarro el brazo en la puerta principal y la giro hacia mí. Su
respiración esta acelerada y sé muy bien que no es por ese pequeño trote;
he visto practicar a Katherine en la pista de Brighton lo suficiente para
saberlo.
—¿Esta Rose en casa? —pregunto y sé cuál es la respuesta por la
expresión en su cara, lujuria mezclada con aprensión.
—No —dice—. Voy a subir. Haz lo que quieras.
—Pregúntame que es lo que quiero.
—No —dice—. Y hay una cámara de seguridad aquí. —La dejo ir y
abre la puerta, pero una vez que estamos dentro, pongo mi mano
inmediatamente donde está su muñeca y la tiro contra mí, contra mi 87
Página
dureza.
—¿Qué demonios estás haciendo? —pregunta.
—No hay cámaras aquí, ¿verdad? —cuestiono.
—¿Y? —Voltea su cara levantándola, apretando la mandíbula—.
¿Crees que eso significa que solo me puede agarrar como una especie de
hombre de las cavernas?
—Pregúntame que es lo que quiero, Princesa —repito, tirando de ella
con más fuerza contra mí.
—Te dije que dejaras de llamarme así.
—Voy a dejar de llamarte así cuando este enterrado dentro de ti —le
digo, arrastrando mi dedo por su escote, por el tejido en la parte superior
de su vestido que apenas la cubre. Su pecho se eleva a medida que
inhala fuertemente—. ¿No quieres saber?
—¿No quiero saber qué, imbécil?
—¿No quieres saber lo que quiero?
—¿Qué quieres, Caulter?
Deslizo la tira delgada de su vestido blanco por encima de su
hombro. Estoy tentado a arrancarla completamente, junto con el vestido,
pero me abstengo. —Quiero que me digas que es lo que quieres que haga
para ti, que te has estado muriendo por que haga lo que quieres que haga
para ti desde esa noche. —Me inclino más cerca y trazo el lado de su
cuello por debajo del lóbulo de su oreja con la punta de mi lengua.
Cuando rozo mis dientes contra su piel, salta.
—No —protesta Katherine, cubriendo su cuello con la mano—. Si
dejaste una marca...
—Si no me dices que es lo que quieres, entonces voy a decirte lo que
te voy a hacer. —Hago una pausa por un momento y cruza los brazos
sobre su pecho—. No es lo que quiero hacerte. Es lo que voy a hacerte.
Voy a follarte justo aquí en el suelo de la entrada del vestíbulo de la casa
de tu padre.
—¿Eso es lo que crees? —pregunta.
—Eso lo sé —le digo.
—Entonces, ¿qué? —susurra.
Tiro de los lados de su vestido hacia arriba sobre sus muslos,
deslizando mis manos alrededor de las curvas de su culo, ahuecando sus
mejillas. Deja escapar un pequeño gemido cuando lo aprieto, con mis 88
Página
dedos clavándose en su piel. —Entonces voy a llevarte al comedor y
ponerte encima de la mesa para poder lamer tu coño allí mientras me
siento en la silla en la que tu padre comerá la cena de esta noche.
—¡Caulter! —Katherine lleva una mano a su boca como si de alguna
manera estuviera sorprendida. O avergonzada. Pero ella y yo sabemos
que el acto de la virgen recatada es todo un espectáculo.
Me empuja lejos y comienza a caminar por el pasillo. No la atrapo
hasta que está pasando por el estudio de su padre, pero cuando lo hago,
la empujo contra el marco de la puerta, tal como lo hice en la entrada de
su habitación esta mañana.
—¿La oficina de papá? —pregunto—. Eso podría funcionar.
—De ninguna manera —dice.
—No he terminado —le digo.
—¿Terminado con qué?
—No he terminado de decirte lo que voy a hacerte, Princesa. —
Llego debajo de su vestido y dentro de sus bragas, silenciándola. Pero
cuando sumerjo mis dedos en su coño que esta mojado, gime—. Voy a
hacer de este apretado y dulce coñito mío.
—¿Qué? —Sus párpados están a media asta, sus ojos giran en su
cabeza mientras acaricio su interior—. No... soy... tuya.
—Esto. Es. Mío. —No sé por qué lo digo o por qué carajo soy tan
insistente en ello. Sólo lo soy. Tal vez quiero sacarla de quicio. Nunca antes
he querido reclamar a nadie.
Agarra mi muñeca, obligándome a parar. —No soy un pedazo de la
propiedad, Caulter Sterling —dice—. Sólo para que quede claro. Tal vez
tengas tus dedos dentro de mí, pero no soy tuya.
—Fuertes palabras, Princesa —digo, cuando empujo mis dedos
dentro y fuera de ella—. Lástima que no sean verdad. Eso no esta
discusión. Es un hecho. Este coño es mío. Eres mía.
—¿Por qué no te callas? —pregunta, con la voz entrecortada—. ¿Por
qué tienes que ser tan... malnacido?
Deslizo mis dedos fuera de ella y me mira boquiabierta. —Mantente
mirándome así con la boca abierta, amenazo. —Con mi mano en su
espalda, la llevo al estudio y cierro la puerta.
—¿O qué?
—¿Tu qué crees? —le pregunto, deslizando mi camiseta sobre mi
cabeza y la arrojó al suelo—. Te voy a dar algo para que te hagas una
idea.
89
Página

—Eres tan grosero —dice—. Y deja de quitarte la ropa. Estamos en la


oficina de mi padre. Es...
—¿Escandaloso? ¿Tabú? ¿Demasiado atrevido para una chica
buena? —pregunto.
Sus ojos se deleitan con mi pecho. —No sabía que tuvieras un amplio
vocabulario, Caulter —dice—. Estaba pensando más como repugnante y
sucio.
Hago el espectáculo de despojarme los pantalones mientras me
mira. —¿Sucio? —pregunto—. No has visto nada sucio aún.
—¿Por qué te estás quitando los pantalones en la oficina de mi
padre? —cuestiona estúpidamente. Sabe la respuesta.
—¿Sabes por qué, Princesa? —le digo—. Porque tú necesitas dar
rienda suelta. Y ser follada en el estudio de tu padre es la mejor manera de
hacerlo. A menos que prefieras el comedor en primer lugar.
—No, no me gustaría —dice, su voz es un no rotundo. Pero no se va y
sus ojos están fijos en mi polla desnuda—. Preferiría...
Acaricio mi longitud, dándole un espectáculo ya que quiere mirarlo
tan condenadamente mal—. ¿Envolver tu boca a mí alrededor y tomar
cada centímetro hasta llenar tu dulce boquita con semen?
—Oh, Dios mío, eres tan grosero. —Una vez más, sus palabras dicen
que está disgustada Pero su mano ya no está en su boca está en su
pecho, con la palma cubriendo sus senos.
—No, Princesa, esto sería grosero. —Cruzo hacia donde está de pie.
Detrás de ella, la inclino y coloco sus palmas aplanadas sobre el escritorio
de su padre. Está callada ahora; todo lo que puedo oír es su aliento.
Levanto esa dulce y coqueta faldita que lleva, que es blanca como
el vestido de novia y pura como la nieve, por encima de su culo.
El culo que he estado muriendo por agarrar mientras sumerjo mi polla
dentro de ella.
El culo que he estado fantaseando abofetear cada vez que se hace
un comentario listillo de la nada.
Así que lo hago. Llevo mi mano hacia atrás y golpeo con fuerza
contra su nalga, dejando una huella roja en su piel.
Me mira por encima del hombro, indignada. Sin embargo, no está
restringida de ninguna manera y no se rehúsa. —¿Acabas de azotarme?
Sonrío. —Y no será la última vez que lo haga.
—¿Las mujeres se enamoran de esta mierda? —pregunta.
90
Página

—Tú eres quien esta inclinada sobre el escritorio de tu padre,


Princesa. —Tomo nota, acariciando el lugar donde acabo de golpear—.
También estás tan empapada. Así que tú dime.
—Eso no significa que me estoy enamorando de nada. —Pero se
mantiene quieta cuando deslizo sus bragas sobre su culo desnudo y cae al
piso.
—Lo que tú digas, cariño —digo—. Recuerda eso cuando te vengas
en mi lengua.
—Caulter —protesta, pero sólo hasta que empiezo a lamerla, agarro
con mis manos sus nalgas y tiro de su coño contra mi boca. Me acerco a
cada centímetro de sus dulces labios, rodando mi lengua una y otra vez
sobre su clítoris mientras está parada, inmóvil, inclinada sobre el escritorio.
Mi nombre se convierte menos en una protesta y más en un gemido—.
Caulter. Oh, Caulter.
Ese gemido otra vez, aquel donde gime mi nombre, es el que me
mata. Es el que uso para burlarme de ella, pero es una locura lo
perturbado que me pone, escucharlo salir de su boca. Chupo su clítoris
con mi boca y meto mis dedos dentro de ella hasta que sus piernas
tiemblan y está gimiendo mi nombre una y otra vez como si fuera la única
palabra del idioma que puede recordar. Sumerjo mi lengua dentro de su
dulce entrada.
—Caulter —gime—. No pares. Voy a… Voy a… Oh, Dios mío,
¡Caulter! —grita cuando se viene contra mí, sus jugos cubriendo mi cara.
Ni siquiera le daré un momento para recuperarse. Sólo me pongo de
pie y camino hacia mi pila de ropa, saco un condón de mi cartera y
envuelvo mi pene antes de volver a ella.
Su cara está enrojecida. —Eso fue… —comienza a hablar.
—No quiero hablar más —le advierto—. Estoy duro como una jodida
roca y quiero estar dentro de ti.
—Caulter, yo… —Está a punto de decir algo, pero sea lo que diablos
sea, no la voy a escuchar. Esta chica me ha estado molestando por
mucho tiempo.
—Deja de hablar. Ya he terminado de hablar. He estado pensando
sin parar en inclinarte y follarte y eso es lo que voy a hacer.
La cara de Katherine se ruboriza. —¿Haz estado pensando en mí?
—Sin jodidamente parar. —Deslizo mis manos por sus brazos, aprieto
mi pecho contra su espalda, mi dura polla contra su carne y luego paso 91
Página
por encima de sus pechos y bajo por sus costados para agarrar su culo. Su
falda se agrupa arriba alrededor de su cintura y gime cuando la aprieto
contra mí—. Y tu haz estado pensando en mí. Dime que lo haces.
—Sí. —lo dice tan suavemente, que apenas pude escucharlo.
—Abre las piernas —ordeno y obedece. No jugare más. Presiono la
punta de mi pene contra su entrada—. Dime de nuevo. ¿Has estado
pensando en la última vez que te folle?
—Sí —susurra. Mientras guío mi polla dentro de ella, suavemente a
pesar de que está inclinada sobre el escritorio de su padre, su coño
mojado prácticamente está rogando para que me deslice dentro de un
solo golpe. Está tan jodidamente apretada que me sorprende que pueda
tomarme. Pero lo hace, su humedad hace que sea fácil para mí deslizarme
dentro de ella. Empuja sus caderas contra mí, dejando escapar un gemido
bajo su aliento, un sonido primitivo.
Empujo dentro de ella lentamente, sosteniendo sus caderas. —
¿Piensas en mí mientras te masturbas?
—Sí —dice en voz baja—. Sí, Sí.
—Tócate ahora mismo —ordeno y lo hace, frota su clítoris con sus
dedos. Estiro una mano y jalo la tira de su vestido. No se afloja, así que tiro
más fuerte, rasgando la tela de su hombro y deslizo mi mano debajo de su
sujetador para acunar sus senos—. ¿Te has venido pensando en mí dentro
de ti?
Está haciendo ese pequeño sonido medio-gemido, medio-gruñido
mientras se toca a sí misma. Su coño esta tan mojado con su humedad
que no puedo evitar penetrarla más y más fuerte.
Su agarre en la mesa se desliza y los papeles salen volando en todas
direcciones, documentos importantes, del trabajo de su padre, estoy
seguro. Tengo inclinada a la engreída hija del senador sobre su escritorio
esparciendo sus papeles por todas partes.
—¿Pensaste en mi polla deslizándose dentro y fuera de tu coñito
apretado? —le pregunto.
—Sí —jadea, moviendo su mano frenéticamente entre sus muslos. Su
coño se aprieta alrededor de mí y sé que está cerca—. Joder. Caulter... Sí.
—Querías esta dura polla dentro de ti —le digo, agarrando sus
caderas más fuerte. Estoy a punto de explotar—. Querías esta jodida polla
dentro de ti, llenándote con mi semen caliente. Dilo.
—Sí, sí —gime.
—Dilo ahora. 92
Página

—Oh, Dios mío —jadea. Mientras pierde su agarre en el borde de la


mesa y algo más cae al suelo con un ruido sordo, pero no me importa una
mierda—. Voy a...
—Joder, Kate, me voy a venir —le advierto, antes de hacerlo, golpeo
mi polla dentro de ella con un empuje final agarrando sus caderas
mientras la tiro contra mí. Su jadeo es tan fuerte en la quietud de la casa y
cuando se viene, sus músculos aprietan alrededor de mi polla, ordeñando
hasta la última gota de mi semen.
Estoy respirando con dificultad, mis dedos presionan contra su piel
por lo que parece una eternidad antes de que pueda pensar con
claridad. Cuando por fin me alejo de ella, quito el condón y miro alrededor
buscando la basura.
—Ni te atrevas —sisea hacia mí.
—¿Qué?
—No tires eso aquí —dice, mirando a su alrededor—. Mierda. Creo
que rompimos esto. —Tira de su vestido hacia abajo y se pone de cuclillas
en el suelo para recoger una bandeja de cartas, claramente agrietada a
lo largo del borde.
Agarro papel del escritorio para envolver el condón antes de
ponerlo en mis vaqueros. —Tanto ayudar para hacer que te relajes con un
orgasmo.
Está muy ocupada colocando los papeles de vuelta a dónde
estaban, mientras estoy deslizando mi camiseta por encima de mi cabeza.
—¿Eso es lo que estabas tratando de hacer? —pregunta, colocando la
bandeja de cartas sobre el escritorio mientras murmura algo sobre buscar
pegamento—. No sabía que follarme mágicamente me transformaría.
Seguro que no te transformaste en príncipe azul.
—¿Podrías ser Cenicienta en este escenario? —le pregunto—. Porque
dudo que Cenicienta fuera una perra. —Agarra un libro de la mesa y lo
lanza, roza mi brazo—. Qué, ¿tienes doce?
—Me llamaste perra —dice, con ojos brillantes—. ¿Qué diablos
puedes esperar?
—No te llamé perra. —Coloco el libro de vuelta en su lugar sobre el
escritorio—. Te dije que dudaba que Cenicienta fuera una.
—Insinuaste que lo soy.
—No insinué nada —le digo—. ¿Remordimiento de conciencia? 93
Página
—Eres la persona más irritante que he conocido. —Su culo descansa
contra el escritorio y presiono mi pierna contra su pierna—. Te odio. —Tiene
la boca más follable que haya visto nunca.
—El sentimiento es completamente mutuo —le digo, antes de llevar
mi boca a la suya y aplastar sus labios contra los míos.
14
Katherine
Traducido por Eli Hart & Lipi-Lipi
Corregido por ∞Jul∞

C
aulter y yo estamos follando. Quiero decir, no en este mismo
momento, obviamente. Pero estamos follando. En general.
Esa es nuestra condición. Como que, si tuviera que
actualizarlo en las redes sociales, no sería una de esas situaciones “Es
complicado”. Sólo sería “Follando” Eso debería ser una opción de estatus,
ahora que lo pienso.
Es como si mi cerebro no puede procesar esta información. Él tiró del
algún tipo de interruptor en mi cuerpo, convirtiéndome en el estereotipo
más grande de alguna vez: la chica virginal, tensa que pierde la gran V y
se convierte en una maníaca sexual enloquecida de la noche a la
mañana.
Odio ser un cliché. Me digo que no lo soy.
Por un lado, no es una transformación de la noche a la mañana. Ha
sido un mes, así que supongo que es algo.
Un mes de pensar constantemente en él y su mágica polla.
Un mes de pensar lo que fue esa noche con él.
Así que ahora soy una de esas chicas. Una de las chicas que Caulter 94
Página
ha jodido. Y ahora soy básicamente la versión femenina de Caulter,
completamente preocupada por el sexo. Excepto que estoy obsesionada
con solo entrar en sus pantalones.
Estoy de pie en la escalera de la biblioteca. Suena pretencioso, una
biblioteca en la casa del lago, lo sé.
Pero la biblioteca es mi lugar. Mi padre trabaja en su oficina y odia
este espacio. Así que es mío. Es blanco y ventilado, esta pequeña
habitación es un rincón de la casa con una pared estanterías hasta el
techo y una de esas escaleras que ruedan a lo largo de la pared. Incluso
tiene un rincón de lectura.
Paso los dedos a lo largo del lomo de los libros, sin buscar nada en
particular. Sólo estoy buscando una distracción de Caulter. No sé dónde
está en este momento, pero sé dónde estaba esta mañana. Esta mañana
se encontraba escondido en la ducha conmigo, presionando mi espalda
contra las baldosas de mármol mientras que empujaba dentro de mí.
Todavía puedo sentir el dolor entre mis piernas, la ausencia de él.
Las últimas tres semanas hemos andado a escondidas como si
tuviéramos una aventura, Caulter me manosea cuando lo paso en el
pasillo o entra furtivamente en mi habitación por la puerta que se abre
hacia el balcón compartido.
No sé lo que pensaba Rose, poniendo nuestras habitaciones juntas al
lado una de la otra. Sospecharía que planeó algo como esto, excepto que
sé que no tiene un hueso malicioso en su cuerpo. Y tendría que ser
maliciosa al querer que suceda algo entre Caulter y yo. Quiero decir, lo
follo, pero es la única persona más irritante que he conocido en mi vida.
Mi padre y Ella están viajando de ida y vuelta, pasando la mayor
parte de su tiempo en Washington D.C. Tenemos la casa para nosotros
excepto por Rose, quien está aquí durante el día. Estoy preocupada de
que se dé cuenta, pero Caulter insiste en que no. Enciende el encanto
cuando ella está cerca, coqueteando con ella y halagando su cocina,
envolviéndola en su dedo la forma que Caulter hace con todas las
mujeres.
Tengo que admitir a regañadientes que puedo ver el atractivo.
Caulter casi puede ser encantador cuando quiere ser.
—Oye, tetas de azúcar —habla en voz baja, y empiezo, mirando
hacia abajo para verlo con esa estúpida sonrisa en su rostro. Sí, Caulter es
muy encantador, seguro.
—Casi me diste un ataque al corazón. —Doy un paso hacia abajo en
la escalera, pero su mano está en mi pierna antes de llegar a la parte
inferior, deslizándose por debajo de mi falda. 95
Página
—He decidido algo —dice, ahuecando mi culo con la palma su
mano.
Mi respiración se engancha en mi garganta, como lo hace siempre
cuando me toca y agarro del lado de la escalera con una mano y trato
de golpear su mano con la otra. —Deja de tocarme.
—¿Por qué? —pregunta, haciendo caso omiso de mi orden. Se
detiene cuando llega a la parte superior de mi culo y se da cuenta que no
hay nada allí—sin correa de la parte superior de la tanga. Detrás de mí, se
agacha y mira debajo de mi falda—. Sin bragas.
—Sabes por qué te estoy diciendo que te detengas —le digo—. Mi
padre y Ella llegaron ayer por la noche, y están por aquí en algún sitio. Y el
hecho de que no llevo bragas no significa nada. —La mentira es débil y
patética. Me vestí pensando en Caulter. No bragas estaba con en la
mente de Caulter.
La mano de Caulter sobre mi espalda, me impide bajar de la
escalera. Desliza sus dedos entre mis piernas, presionando contra mi
entrada. —Estás llena de mierda, Princesa —dice—. Tu padre y Ella salieron
para ir a algún sitio, así que estamos solos. Y te olvidaste de tus bragas sólo
para mí.
—No es cierto —le susurro, pero arqueo mi culo hacia atrás,
empujando mi coño contra sus dedos mientras se desliza dentro. Su pulgar
se burla de mi culo, enviando escalofríos en carreras de la excitación a
través de mi cuerpo—. No deberíamos hacer esto… no aquí. —O en
absoluto, me digo. Tengo que dejar de hacer esto con él.
Responde deslizando sus dedos aún más en mi lubricado coño. —He
decidido que de ahora en adelante, usas vestidos. Sin bragas. Sólo faldas.
Me río, pero se convierte en un gemido cuando llega alrededor con
su otra mano para acariciar mi clítoris. —¿Quién demonios crees que eres,
diciéndome qué hacer?
—Hemos pasado por esto antes. Soy dueño de esto.
—Estás loco. —No puedo pensar con claridad, distraída por lo que
está haciendo a mi cuerpo. Hasta que un ruido en el pasillo me
sobresalta—. Mierda. Detente.
Una mirada de irritación cruza su rostro, y retira sus dedos. Empiezo a
bajar, pensando que me va a dar un respiro de su delicioso tormento, pero
me agarra por los brazos antes de que pueda bajar de la escalera, me da
la vuelta y me presiona hacia atrás con fuerza. —Te deseo ahora.
—¿Has oído eso? —pregunto. El escalón de la escalera se clava en 96
mi espalda, y podría resbalar y caer, excepto por el hecho de que él me
Página

ha atrapado allí. Estoy mirando hacia él, con la cabeza inclinada justo por
encima de él. Debería estar preocupada con la forma en que me mira, su
expresión ensombrecida con la lujuria. Debería estar preocupado con
cómo mi padre y su madre podrían estar en algún lugar de esta casa, por
cómo podrían venir en cualquier momento. Debería estar preocupada por
como la cara de mi padre se vería cuando entre nos encuentre a los dos
en la biblioteca.
—No escuché nada —dice, deslizando ambas manos sobre mi culo.
—Cualquiera podía entrar —protesto. Pero el vacío dejado por sus
dedos es demasiado molesto para poder concentrarme en otra cosa.
No puedo ser una de esas chicas que pierde su mente una vez que
consigue una pequeña polla. Excepto que no es exactamente un poco,
pienso cuando desabrocha sus pantalones y saca su polla. Nada es
pequeño. —No hay cerradura en la puerta.
—Y no llevas bragas. —Saca un preservativo del bolsillo. Levanto mi
ceja hacia él, y sonríe—. No te preocupes, sólo lo he tomado para llevarlo
conmigo ahora, estando en la misma casa que tú y todo. Nunca se sabe
cuándo la oportunidad golpeará.
—Tengo que asegurarme de usar bragas a tu alrededor —susurro,
antes de que baje su dura boca sobre mí, su beso prácticamente dejando
moretones. Su lengua se presiona sobre la mía, luchando con ella, el
movimiento es una expresión de nuestra relación.
Cuando vamos por aire, me mira severamente. —Dije, sin bragas —
gruñe—. Faldas y sin bragas. Es una nueva regla.
—Tú no haces reglas para mí —digo.
—Entonces, yo las tomaré.
—¿Qué vas a tomar, mis bragas? —pregunto riendo—. Buena suerte
con eso. —Quiero bajarme de donde estoy parada en la escalera, pero
me detiene, poniendo sus manos en mis pechos.
—No —dice, con su pulgar frotando mi pezón erecto sobre la tela,
mientras envuelve su otra mano alrededor de la base de su polla. Su
dureza contra mi muslo interno, estoy tan mojada.
—¿Qué, vas a follarme aquí? —pregunto con las manos en sus
hombros—. Me voy a caer.
—Pon tus manos alrededor de mi cuello —susurra, y me acerco más
a él, a pesar de todas mis preocupaciones de mi padre encontrándonos, y
envuelvo los brazos a su alrededor. Mi vestido está sobre mi cintura y mis
pechos se presionan en su rostro. Entierra la cara entre ellos, pero no
97
Página

arranca el vestido y me cubre con su boca de la manera que quiero—.


Envuelve tus piernas a mí alrededor.
Lo hago, y de alguna manera me deslizo frente a él mientras guía su
polla dentro de mí y me presiona contra la escalera. El contorno del
barandal corta en mi espalda y la cima de mi trasero, pero la mayoría de
mi pecho descansa en la escalera. Entra rápido en mí, sus empujes cortos e
insistentes.
Esto no es lento y automático; es rápido y furioso, primal y animal.
Cada empuje me lleva más alto y más alto. Estamos callados, muy
conscientes de la posibilidad de ser atrapados. La idea de ser atrapados lo
hace más intenso, incluso más prohibido. Caulter saca algo que hace que
pierda el control. Nunca he estado así con nadie. No soy ese tipo de chica,
la que lanza la precaución al viento, la que no se preocupa por las
consecuencias. No soy temeraria.
Estoy gimiendo su nombre mientras me lleva al borde, sus empujes
más duros. —Joder, sí, Caulter.
—¿Te vas a venir para mí, Princesa? —pregunta.
—Sí —gruño, su pregunta me hace explotar, y la dulce liberación me
toma. Empuja dentro de mí de nuevo, una, dos veces, tres y se viene, y
luego…
La maldita escalera se cae debajo de nosotros, haciendo el sonido
metálico mientras se cae del lugar y se balancea precariamente en un
estante.
—¡Mierda! —Caulter me agarra de los brazos y me levanta, saliendo
de alguna forma de mí, sus pantalones en su trasero y un condón
colgando al final de su polla.
—Ay, por Dios, la rompimos. —Miro entre él y la escalera. No puedo
contener mi risa. Esta no soy yo. No soy la chica que rompe escaleras
cogiendo con un chico en la biblioteca. ¿Qué rayos se me metió?
Y luego escucho la voz de Rose, gritando por el pasillo. —Kate, ¿estás
bien? Escuché un estallido.
—Mierda. —Caulter se ha puesto los pantalones antes de que yo
pueda parpadear, y luce tan casual y displicente cuando Rose abre la
puerta.
—¿Qué pasó? —pregunta, mirando entre los dos.
—Yo… la escalera se salió de su lugar —digo.
Caulter interrumpe. —Intentaba alcanzar uno de los libros del estante 98
Página
de allá, y solo… cedió. Alguien debería definitivamente venir a mirar eso.
Parece un peligro. Ese es el problema con estas viejas casas. —Parece tan
honesto que casi le creo.
Rose me mira y yo intento duro no sonrojarme. —¿Intentabas
alcanzar uno de esos libros de… historia medieval?
Trago duro. —Buscaba. Para fines de investigación.
—Fines de investigación —repite—. Es algo bueno que Caulter
estaba aquí para ayudarte cuando la escalera cedió.
Me aclaro la garganta. —Sí, definitivamente algo bueno.
Rose se gira para irse, pero se detiene cuando llega a la puerta. —
Me agrada ver que se están llevando bien.
Miro a Caulter con los ojos muy abiertos cuando ella se va. —¿Crees
que sabe algo?
Se encoje de hombros. —Tal vez, ¿a quién le importa?
—A mí me importa, idiota —digo—. ¿A ti no? ¿Qué si le dice algo a
papá? ¿Qué si alguien se entera? No puedo creer que rompimos la
escalera de aquí, por Dios santo.
—¿Por Dios santo? —Caulter se ríe—. De acuerdo, abuela.
—Es en serio, Caulter —digo. Me estoy irritando con él por tomar esto
tan a la ligera—. El comportamiento tiene consecuencias.
Caulter se encuentra parado cerca de mí, e inmediatamente siento
la emoción de su cercanía. Silenciosamente maldigo a mi maldito cuerpo
por estar tan atraído a él. —¿Qué si se entera tu padre?
—Arruinaría su campaña.
—¿Por qué?
—Sabes por qué, Caulter —digo—. Vamos a… ser parientes.
—No somos parientes —dice—. Eres ridícula. A penas somos
hermanastros.
Me erizo ante la forma en que se sacude mis preocupaciones, como
si fueran nada. —A la gente no le importa si es verdad, Caulter —insisto.
Estoy enojada de que me esté desechando, de la misma manera que mi
padre—. Florecen del escándalo. Se agarrarán de ello y correrán. Esto
arruinará su campaña y su imagen pública.
Caulter pasa un dedo por el frente de mi pecho, y lo golpeo, pero
no antes de que tenga una reacción física de mi parte, piel de gallina 99
brota en mi piel. Maldito. —¿Por qué siquiera te importa? —pregunta.
Página

—Porque es mi padre.
Caulter se ríe, el sonido es amargo. —Sí, un gran padre.
—No sabes nada —digo, defendiéndolo a pesar de los sentimientos
mezclados. Todo lo que sé es que estoy irritada con Caulter.
Caulter se inclina hacia mí, desliza su dedo debajo de una de las tiras
de mi vestido. —Sé que no eres la chica bonita bien portada que tu padre
quiere, el poster de niña para su campaña. Sé que estás tan malditamente
reprimida con todo tu estudio y siendo toda responsable y tan perfecta
todo el tiempo que has estado muriendo para que alguien como yo venga
y te saque de tu hermoso caparazoncito y te haga sentir algo.
Ahora estoy más que irritada. Pongo mis manos en su pecho e
intento alejarlo, pero agarra mis muñecas y me mantiene apretada. —No
sabes nada de mí —digo.
—Sé que vives de la idea de lo que los demás creen que debes ser
—dice—. No creo por un maldito segundo que quieras ir a Harvard,
estudiar leyes o ser doctora o lo que demonios sea que tu papi ha
planeado para ti. Te veo con tu cuaderno, dibujando todo el tiempo. Solo
que no tienes las malditas bolas e hacer lo que quieres hacer.
Está un poco sobre la línea, me mira dibujar, nota cosas de mí. Nota
demasiadas cosas de mí. Jalo mis muñecas y lo empujo, fuerte. —Jódete.
—Escupo las palabras de mi boca como si tuvieran veneno—. Vete a la
mierda, Caulter. Eres tan malditamente grande y poderoso, rebelándote
contra todos y todo porque eres demasiado genial para la conformidad. Y
aun así aquí estás, haciendo exactamente lo que tu madre quiere que
hagas porque… ¿por qué, exactamente? ¿No te va a dar tu cheque?
¿Crees que rebelarse significa saber quién eres? solo significa que estás
lleno de mierda.
Salgo de la sala antes de que pueda responder, enojo inundando mi
cuerpo. Solo llega tan dentro de mi piel. Es tan molesto y presumido y tan
satisfecho de sí. Actúa como su fuera más maduro que yo, con mucha
más experiencia debajo del cinturón. Es solo un niño con un fondo
fiduciario que no sabe el mínimo de cosas como obligación y familia.
Más tarde, en la cama, mi cabeza descansa en la almohada
mientras descanso el cuaderno entre mis muslos, dibujando flojamente. Sé
que Caulter está en su habitación, porque escuché la puerta cerrarse, y
me pregunto qué hace. Tengo que forzar a mi mente a enfocarse en otra
cosa que Caulter.
Lo que sea menos Caulter.
100
Página
Como la imagen que estoy dibujando ahora. La polla de Caulter.
Arranco la hoja de papel del cuaderno, la arrugo, y la lanzo por la
habitación. Que se joda Caulter. Y las estúpidas cosas que dijo de mí.
Cierro los ojos, y llevo la imagen de mi madre a mi cabeza,
comenzando a dibujarla de memoria. Pero mi mente está en un lugar
diferente. Tengo la persistente idea de que Caulter tiene razón… que solo
soy bastante cobarde para enfrentarme a mi padre. Es por lo que no le he
dicho de UCLA3.

101
Página

3La Universidad de California, Los Ángeles, conocida también por su acrónimo, UCLA, es
una universidad pública perteneciente a la Universidad de California.
15
Caulter
Traducido SOS por Andreeapaz
Corregido por ∞Jul∞

—¿Q
ué demonios estás haciendo? —Katherine está
caminando por el césped, agitando sus manos
como una maldita lunática.
Una maldita lunática caliente.
Su cabello marrón salta sobre sus hombros mientras corre, tratando
de tirar abajo su corta falda sobre su trasero. —¿Estás loco?
—¿Loco? Nop. Estoy tostando malvaviscos. —Tiro de un malvavisco
fuera y coloco el manjar de dioses dentro de mi boca. Me mira, su pecho
subiendo capturando su respiración, con las mejillas sonrojadas. De la
misma forma que cuando tiene un orgasmo.
No la he hecho venir en toda la semana. No me ha dejado, desde la
pelea que tuvimos en la biblioteca después que follamos en la escalera.
Lo que debería haber hecho después de eso era salir y encontrar un
reemplazo de Katherine. Pero lo que he encontrado, para mi irritación, es
que Katherine al parecer se arrastró debajo de mi piel. Como una 102
Página
enfermedad.
Así que estoy tomando el camino maduro y hablar con ella acerca
de las cosas como un adulto mientras como malvaviscos. —¿Quieres uno?
—pregunto.
—No puedes encender una fogata aquí, hay reglas, idiota —grita—,
donde mierda conseguiste un, ¿dónde incluso conseguiste un barril, de
todos modos? ¿Y qué demonios estas… Oh. Mi. Dios. Esa es mi ropa. Mis
bragas. ¡Mi ropa interior!
Mentí, aquí no estoy tomando el camino maduro. En absoluto. Esto
podría ser una las cosas más infantiles que he hecho.
Sonrío y me encojo de hombros. —Te dije que quería que usaras
faldas. Sin bragas.
Agarra el palo de mis manos, revisando el barril. Las llamas se
disparan, evitando las chispas que vuelan en todas las direcciones.
Agarrándola por sus brazos, la tiro atrás contra mi pecho.
Que es exactamente donde pertenece, no puedo dejar de pensarlo
cuando su cuerpo toca el mío.
Pero solo se queda un momento antes de empujarse lejos de mí. —
¿Qué eres, una especie de psicópata? —pregunta— ¿Quién enciende la
ropa de alguien? Algo está realmente mal contigo.
—Te conseguiré ropa nueva —digo. Sin añadir que ya la tengo. He
ordenado un guardarropa nuevo para ella de algún diseñador famoso
que el estilista de mi madre jura que todas las mujeres quieren usar.
También ordené la mejor ropa interior que el dinero puede comprar.
Personalmente elegida por este servidor. Y compré vaqueros nuevos para
reemplazar a los que encendí. Quiero decir, no soy un completo idiota.
Pero no hay nuevas bragas de abuela. Eso cruza una línea.
Kate se queda mirándome con sus manos en las caderas. Está
enojada. Si fuera posible que un ser humano pudiera echar humo por las
orejas, lo estaría haciendo en este momento. Tiene las manos en puños y
comienza a gritar, lo que me hace reír. —Eres el mayor idiota que he
conocido —grita—, estás completamente jodido de la cabeza.
Espero que me pegue. Si fuera una chica y un chico quemara mis
calzones y mis bragas, lo mataría. Pero no lo hace. Solo me mira con
disgusto y camina de vuelta a la casa, murmurando para sí misma todo el

103
camino.
Esto es jodidamente decepcionante. Página

Esperaba que me diera algo o me golpeara. Me golpeara y luego


me mirara de esa forma que lo hace cuando se enoja. Como si no supiera
si quiere matarme o follarme. Obviamente, me imaginé que ella elegía la
opción que involucrara follarme.
No esperaba que caminara de vuelta a la casa.
Tomo el extintor y apago el fuego. Supongo que tengo que jugar mi
juego si la quiero estar de vuelta en su cama.
***

—¿Están escuchando ustedes dos? —El Senador Cara de Mierda ha


estado hablando del programa de eventos de esta semana. Literalmente
tiene esa mierda de código de colores y banderas. Él es casi tan ridículo
como mi madre, con su planificación de boda. Tiene un gráfico creado en
la sala de estar en un caballete, con un plan de asientos que ella y el
senador examinan, las manos sobre la boca y las cejas fruncidas
determinando estratégicamente los asientos para el gran evento. Me
sorprende que no hayan desarrollado una carta gigante en la mesa con
un mapa donde pueden trazar alianzas estratégicas personales y sociales.
—Escuché todo —dice Kate, su voz sin emociones—. La fiesta de
compromiso es el viernes.
—Sé que todo está sucediendo tan rápido —dice Ella, con las manos
sobre la pierna del Senador—, y realmente espero que no te sientas que
estoy tratando de sustituir a tu madre, Katherine. Nadie podría
reemplazarla.
Echo un vistazo a Kate, que se detuvo a medio camino de llevar el
tenedor a la boca. —Por supuesto que no —dice.
El Senador no espera que continúe. —Nadie piensa que estás
tratando de reemplazar a su madre, Ella —dice, acariciando su mano—.
Kate no cree eso, ¿verdad Kate? —Katherine abre la boca, pero él la
interrumpe—. Y ella entiende que tenemos una agenda muy apretada con
la campaña, ¿no es así?
Estoy molesto por la forma que responde por ella, e irritado con ella
por dejarlo hacerlo, comiendo el bocado de pollo en lugar de contestar.
—¿Por qué no dejas que Kate responda por sí misma?
El Senador me mira, con una mirada oscura que pasa por su rostro.

104
—Kate simplemente respondió por sí misma.
Ella se ve incómoda. No es buena con este tipo de situaciones. — Página
Katherine —dice—, sé que tu madre era una mujer especial, y no estoy
tratando de pisarle los talones a nadie aquí. Soy…
—En serio —dice Katherine, lanzándome una mirada con fastidio que
me hace lamentar intervenir por ella—. No es gran cosa. Quiero decir, es
una gran cosa para ustedes. Estoy feliz por ti. Pero soy una adulta. Todos
somos adultos aquí. Las personas se vuelven a casar todo el tiempo. No
deseo otra cosa que su felicidad.
—Gracias, Kate —dice el Senador.
Envío un mensaje de texto a Kate.
Mentirosa.
Mira a su celular y lo revisa, deliberadamente ignorándome. —Ella, si
hay alguna cosa que tengo que hacer para su fiesta de compromiso, por
favor házmelo saber.
Una amplia sonrisa cruza por el rostro de Ella. —Gracias, Katherine —
dice—. Es tan amable de tu parte. Creo que en realidad mi estilista va a
traer los vestidos la próxima semana para escoger los accesorios para la
boda, y me encantaría decirle que envíe también algo para la fiesta de
compromiso. A menos que tengas algo en mente.
Kate asiente. —Claro.
—Oh, mencionó que está rehaciendo tu closet —dice, mirándome—.
Dijo que le pediste a Caulter para arreglarlo.
Kate se detiene, con la servilleta en la esquina de la boca. —Lo hizo,
¿no?
—Me siento feliz de arreglarlo para ti —dice—. Me complace saber
que Caulter lo hizo. Dijo algo sobre el bikinis, vestidos y ese tipo de cosas.
Kate tose en su servilleta, y no estoy seguro, pero creo que podría
estar riéndose.
—Podría usar más vestidos para la campaña —digo—, es más…
funcional. Para la campaña, quiero decir.
Observo como el color sube por las mejillas de Kate, pero el Senador
me interrumpe, salvándola del escrutinio. —Eso es amable de tu parte,
Caulter —dice—, absolutamente, vestidos. Mucho más femenino, y
apropiado para tu figura.
—Sí. —Asiento—. Los vestidos sin duda serían muy útil.
Kate tose de nuevo, esta vez con más fuerza. Sí, estoy satisfecho
conmigo.
105
—Caulter, ¿sabes en qué momento apareció ese barril en el patio
Página

trasero? —pregunta el Senador. Creo que Kate podría ahogarse con su


bocado de comida esta vez.
Encojo mis hombros. —No tengo idea —digo—, probablemente el
jardinero.
—Ridículo —dice—, realmente no se puede obtener buena ayuda
en estos días. Estamos volviendo a D.C. mañana, pero la fiesta de
compromiso es el viernes. Ella, los planificadores y todos ellos tendrán que
hacerse cargo de la casa durante los próximos dos días, supongo.
—Mañana por la mañana —dice Ella—. Tú y Katherine tendrán que
dirigir las cosas, Caulter. No fiestas.
La miro, simulando inocencia. —¿Me he metido en algún problema
desde que estamos aquí? —pregunto— ¿He ido a alguna fiesta?
Entrecierra los ojos hacia mí. No confía en mí, lo que es razonable. La
parte acerca de las fiestas es cierto, sin embargo. No he estado en una
sola desde que hemos estado aquí. No he puesto la polla en una sola
chica, tampoco. Excepto Kate, por supuesto.
—No es que esté viendo los periódicos —dice.
—Deja al joven tranquilo —dice el Senador, haciendo un gesto hacia
mí con el tenedor en la mano—. Ha estado tranquilo, y se ha comportado
bastante responsable desde que está aquí. Te lo dije, Ella, es todo acerca
de los límites. Reglas. Si les das normas a los niños y ex´´pectativas, se van a
conformar. Caulter es un ejemplo perfecto de eso.
Tengo que apretar los puños mientras escucho hablar de mí como si
estuviera hablando de un niño en el preescolar o de un perro. —Sí —estoy
de acuerdo. El viejo Caulter habría levantado el extremo de la mesa
donde estamos sentados y enviar a volar los platos, antes de salir de la
habitación y conducir el auto de cien mil dólares de mi madre. El nuevo
Caulter, el que folla a la hija del senador, es genial, tranquilo y retraído—.
Sabes, creo que realmente se me debe a Kate pegándomelo.4
Kate tose más violentamente en este momento, y el senador la mira.
—¿Estás resfriada?

106
Página

4Juego de palabras que en inglés rubbing off esa frase podría traducirse literalmente
como: “creo que realmente debe ser Kate frotándose en mí.” Es por esto la reacción de
Kate.
16
Katherine
Traducido por Andreeapaz y mariana90
Corregido por YaniM

—A
sí que tú y tu ardiente hermanastro —dice Jo—,
escandaloso.
—No hay nada escandaloso —protesto. Estoy
molesta por la obsesión que tiene Jo por lo que
sucede entre Caulter y yo. Estamos sentadas afuera, nuestros pies
colgando al borde del muelle, observando como los organizadores de la
fiesta establecen las tiendas y la parafernalia de la fiesta de compromiso
en el patio trasero. Mi padre piensa que estoy supervisando todo esto—.
Ugh, ¿de verdad piensas que es ardiente?
Como si fuera una señal, Caulter camina por nuestro balcón
compartido, usando nada más que bóxer. Es como si creyera que es un
modelo de mierda, pavoneándose como un pavo real sin preocuparse por
la gente en el patio.
Las personas se detienen y lo miran boquiabiertos.
Ha hecho lo mismo cada maldita mañana durante los últimos tres 107
días, parándose en mi ventana como si fuera a ver su erección y a perder
Página

la cabeza. Ayer, la presionó contra el cristal de la puerta, haciendo gestos


obscenos con la lengua y frotándose los pezones. Está tratando de llegar a
mí, y definitivamente está funcionando.
Jo desliza sus lentes de sol hasta la punta de la nariz y hace gestos
exagerados con los dedos hacia él.
—Sí, es ardiente, Kate —dice—, ¿realmente no lo ves? Quiero decir,
puedo adivinar que te gusten los chicos pulcros, y él es muy… no, con
tatuajes, y piercing en los pezones, y… mierda, tiene un buen trasero.
—Es un cerdo asqueroso —digo, mi tono no es tan convincente
como quisiera. No puedo evitar que mis ojos se desvíen hacia el balcón
donde se encuentra, apoyado contra la barandilla y fumando, la luz del
sol brilla en sus musculosos brazos y en su pecho—. Además, fuma.
Jo se encoge de hombros.
—No podría importarme —dice.
—Es arrogante e insufrible.
—¿No dijiste que envió al estilista de Ella para reemplazar tu armario?
—pregunta—. No es exactamente Satanás.
—Sí, pero… —gimo frustrada—. No lo entiendes. —¿Cómo le explico
que ese diablo, musculoso, tatuado, perforado, tan increíble en la cama
que no puedo pensar en nada más que en su pene, prendió fuego mi ropa
porque quería que usara mis vestidos sin bragas? Realmente está
demente.
—Lo que entiendo es que estás viviendo con Caulter Sterling —
dice—, es como… una leyenda cuando se trata de follar.
—Jo. —Sin embargo, tiene razón; tiene una reputación. Pero ¿Qué
diablos sé yo de sexo, de todos modos? Solo he estado con Caulter. Tal vez
no será el único tipo que alguna vez sacuda mi barco.
Por supuesto, mirándolo ahí arriba, en el balcón, solo me hace
pensar en él sacudiendo mi barco. Aprieto mis muslos, alisando la tela de
mi falta sobre ellos.
—¿Es uno de los vestidos que te compró? —pregunta Jo.
Pongo los ojos en blanco.
—Sí.
—Luce costoso.
108
—Estoy segura que lo es.
Página

Jo se encoge de hombros.
—Lo puedo probar —dice—, no estoy saliendo con nadie.
—¿Qué? ¿Tú y ese chico terminaron? —Jo salta de uno a otro, así
que no puedo recordar su nombre.
—La semana pasada. —Se inclina con el pie en el agua—. Lo atrapé
engañándome.
—Qué idiota —digo.
Se encoge de hombros.
—No era como si le fuera fiel —dice—, pero es diferente cuando es él
el que lo hace.
No señalo la hipocresía en sus palabras.
—Lo siento.
—Yo no —dice—, era una mierda. De todos modos, hay una fiesta
esta noche a la que necesitas ir. ¿Tu padre y Ella aún no han regresado?
Niego.
—Justo antes de la fiesta de compromiso. Dos días.
—Entonces tienes que venir —dice—, y dile a Caulter que venga
también.
—¿Caulter? —pregunto—. No lo creo. —¿Como si fuera a llevar a
Caulter a una fiesta para verlo con otras chicas? Sí, claro.
—Vamos. Será divertido. Es Caulter Sterling. Serás una leyenda si
llegas con él. Hazlo. Visita a los plebeyos en los suburbios.
Me río, pero en secreto odio sus pequeños comentarios sobre los
suburbios, o sobre mí siendo una niña rica. ¿Cómo supone que debo
responder?
Jo patea el agua del lago.
—Habrá chicos ardientes, tipos que no son niños ricos de la
preparatoria. Tipos con tatuajes.
Tipos como Caulter. Miro hacia el balcón, pero ahora está vacío.
—Está bien.
—¿En serio? —pregunta—. ¿Realmente irás? ¿Asistirás realmente a
una fiesta? ¿De esas con bebidas y chicos?

109
—He dicho que sí, ¿bueno? Me estás cansando.
—Nunca has ido antes —dice—, no puedo creerlo. Solo te estaba
Página
molestando; no pensé que realmente irías. ¿Qué te sucede?
¿Qué me sucede? Inmediatamente Caulter parpadea en mi mente.
Caulter inclinándome sobre el escritorio de mi padre. Caulter
embistiéndome cuando se cae la escalera en la biblioteca. El aliento
caliente de Caulter sobre mi estómago, con su rostro bajando lentamente
mientras el agua caliente golpea nuestros cuerpos en la ducha. Mis labios
envueltos alrededor de su polla, el sabor saldado de su líquido pre-seminal
en mi lengua.
Mierda.
Tengo que parpadear varias veces para borrar las imágenes de mi
cabeza. Definitivamente necesito conocer a alguien más, si no es alguien
apropiado entonces, alguien inapropiado. Inadecuado y suficientemente
sucio para alejar mi mente de Caulter.
—Caulter debe venir con nosotras —dice, interrumpiendo mis
pensamientos.
—¿Qué? ¿Estás obsesionada con él o algo así? —espeto—. Sin
Caulter.
—Está bien, sin Caulter —dice, dándome su mejor rotación de ojos—.
No sabía que eras tan susceptible con él.
—No soy susceptible con él —digo—. Solo no, es irritante, es solo eso.
No lo quiero interrumpiendo mi borrachera.
Se ríe.
—Sí, está bien, puedo ver eso. ¿Quién quiere a su nuevo hermanastro
vigilándote en una fiesta, de todos modos? —Se pone de pie y toma mis
manos para pararme—. A eso de las diez, ¿está bien? Te enviaré un
mensaje.

***

—Dije, es muy fuerte. —le grito.


Jo me entrega un vaso de plástico lleno de cerveza y hace un gesto
hacia sus oídos, gritando de vuelta. No puedo escucharla pero puedo leer
sus labios. —¡No puedo oírte!

110
Un tipo se acerca furtivamente detrás de ella, lleva una chaqueta de
cuero, aunque es probable que todavía hiciera setenta grados afuera y
adentro es aún más caluroso como el infierno. Estoy sudando, incluso con
Página

el vestido que llevo, uno de los nuevos vestidos que envió la estilista de Ella.
Todavía no he perdonado a Caulter por quemar todas mis cosas, a
pesar de la caja que apareció con sustituciones idénticas de todos mis
vaqueros esta mañana. No había una nota de Caulter, sin explicación.
Solo las nuevas versiones de todos los que había quemado.
A una parte de mí le impresionó que se hubiera tomado tantos
problemas por una estúpida broma, tomando nota de todos los talles y
marcas, y luego encontrarlos. No debió ser fácil, aunque probablemente
contrató a alguien para hacerlo.
Estuve a punto de ponerme uno de esos vaqueros esta noche, pero
debo admitir que la ropa que él eligió realmente era sexy, mucho mejor
que la que tenía. No es algo que usara habitualmente, tampoco. Como
este micro-vestido rojo fuego que seguramente mi padre ni se imaginó
cuando aceptó la idea de rehacer el armario de Kate. Pero mi padre no
está en casa, y lo que no se entere no le hará daño, ¿verdad?
Jo se recuesta contra el chico, que levanta el dobladillo de su
camisa y desliza sus manos por su estómago. Desde atrás, toma su rostro
entre sus manos, y se inclina para besarla, un beso con lengua, luego
desliza su mano por la parte delantera de su camisa.
Bueno, esto es totalmente incómodo.
Bajo la cerveza caliente, preguntándome dónde diablos necesito ir
para conseguir más. Es por esto que no asisto a estas malditas fiestas. En
Brighton, fui exactamente a una, y fue durante mis vacaciones de
primavera, solo porque me había quedado atrapada allí con nada más
que hacer. Estaba en la casa de los padres de alguien en Hamptons.
En ella no asistieron este tipo de personas. No había cerveza
caliente, solo champán del costoso y licor de los jóvenes que tenían
acceso ilimitado a las mejores cosas. Había modelos. No sé por qué fui,
tampoco, porque era tan torpe como esto. Después de dos copas de
champán y de defenderme de una serie de tontos, estaba en un taxi de
vuelta a mi dormitorio en Brighton.
Jo finalmente llega a tomar aire, recoge mi vaso vacío y se lo
entrega al chico que acaba de mutilar su rostro. Sujeta mi brazo y me lleva
hacia un pasillo donde está más tranquilo, pero sigue estando lleno de
gente.
—Cuarto de baño —explica.
Permanecemos detrás de la puerta, a la espera que otras tres
personas lo utilicen antes que pueda entrar. Resulta un buen respiro de los
ruidos fuertes de la música en la casa. Se pone de cuclillas sobre el inodoro 111
Página
y orina, hablando todo el tiempo.
—Es divertido, ¿no? Quiero decir, es ruidoso, pero divertido.
—Claro. —Me siento fuera de lugar y agitada. No imagino por qué Jo
piensa que esto puede ser divertido para mí.
—Vamos —dice—, suéltate un poco.
Me agacho para hacer pis.
—¿Quién era ese hombre?
Jo se ríe.
—Algún chico —dice—, un ligue, no es gran cosa. Estamos en una
relación de hoy sí y mañana no, ¿entiendes? Pero tiene algunos amigos
ardientes. Le dije que vendrías conmigo. —Abre su bolso y saca una botella
de medicamentos recetados—. ¿Quieres uno? Necesitas relajarte.
Niego, pero pregunto de todos modos.
—¿Qué es?
—Medicamentos para la ansiedad —dice—, son de mi madre.
—Creo que no debes beber con eso, Jo. —Me siento como un padre
regañando a un niño. Ella debe saber mejor.
Jo se ríe y se seca las manos.
—¿Segura que no quieres una? —pregunta—. Vamos, nena, tienes el
resto del verano para ser la pequeña hija perfecta del Senador. Nadie
sabe que estás aquí. Y a nadie le importa, vive tu maldita vida, por una
vez.
—Estoy viviendo mi vida —digo. Estoy molesta con ella, y con esta
situación.
—Aquí —dice, sosteniendo una pastilla—. Toma la mitad si no deseas
tomarla entera. Hará que te relajes. No es cocaína o algo así. Es prescrita.
Por un doctor. Para la ansiedad, que definitivamente tienes.
Exhalo fuertemente, tomándola de su mano y la llevo a mi boca.
—Bien. Qué importa.
Salimos del baño y su conquista, el tipo vestido con chaqueta de
cuero, nos entrega un vaso de cerveza a cada una. Lo sostengo, no bebo
porque tengo miedo de mezclar la pastilla con el alcohol.
Me presenta a dos de sus amigos. Son más limpios que él, pero

112
parecen mayores. Uno me mira como si fuera un pedazo de carne,
lamiéndose los labios. Quiero largarme de aquí, pero me obligo a tomar un
sorbo de cerveza para calmar mis nervios.
Página

El otro chico se me acerca unos pasos, alejándome del grupo, y me


pregunta con gestos si quiero bailar. Bueno, también es atractivo: ojos
azules, cabello castaño y corte limpio. Totalmente apropiado, creo.
No sé cuánto tiempo pasa, unos treinta minutos más o menos, antes
de comenzar a sentir la sensación de relajación. Al igual que, muy
relajada. Me siento un poco mareada, en realidad, como si mi cabeza
estuviera en una densa niebla y solo quisiera dormir. El hombre, cuyo
nombre ni siquiera sé, está detrás de mí, deslizando sus manos sobre mi
estómago y en la parte delantera de mis caderas, su dureza presionando
contra mí mientras baila conmigo completamente fuera de ritmo con la
música.
El hecho de que se encuentre excitado es lo que me hace sentir
nauseas. Cuando intento alejar sus manos de mis caderas, las sujeta con
fuerza y trato de alejarme.
No sé dónde se encuentra Jo en la multitud; no puedo verla o al otro
tipo, pero necesito un poco de aire.
Afuera de la casa, me estremezco con el aire fresco de la noche
que ahora golpea mi piel. Hay un puñado de personas afuera, asistentes a
la fiesta sentados sobre el césped, y unas pocas parejas besándose a un
lado de la casa.
Camino hacia el otro lado de la casa para alejarme de las personas.
Me siento tan jodidamente cansada, solo quiero ir a casa.
Trato de recordar el nombre de la agencia de taxi en la cuidad, pero
no lo consigo. Cuando deslizo mi dedo para encender la pantalla de mi
teléfono, hay un mensaje de Caulter que me espera.
Estás retrasada.
Lo acompaña una foto de su pene.
Sonrío, porque no puedo ayudarme a mí misma, y enciendo la
cámara en mis manos, admirándola desde diferentes ángulos. Caulter no
tiene cualquier pene. Tiene una polla hermosa. Un pene largo.
Palpitantemente glorioso, siempre listo.
Creo que estoy borracha. Empiezo a escribir lo que pasa por mi
cabeza. ¿Cómo deletreas gloriosa? En su lugar escribo:
Aw. No 1 pa chupar.
¿Por qué es tan difícil escribir? Mis manos se sienten tan lentas. Nadie
para chupar tu polla es lo que quiero decir, pero se ve mal en la pantalla.
¿Qué pasa con la ortografía? ¿Estás borracha? ¿Dónde estás? 113
Página
Exhalo fuertemente. Si Caulter dejara de enviarme mensajes, podría
llamar a un taxi y regresar a casa. Apoyándome contra la pared,
entrecierro los ojos, tratando de responder el mensaje.
Sí. No ezz tu pobema.
Presiono enviar y me detengo a pensar. ¿Qué demonios debo
marcar para el servicio de información? El teléfono suena, y por un
segundo, creo que es el servicio de información el que me llama.
—¿Dónde diablos estás?
Me toma un minuto para reconocer la voz.
—No es asunto tuyo.
—Tu voz se arrastra, Princesa —dice—. Estás borracha. Dime dónde
estás.
—En una fiesta —digo—. Soy un adulto, y no puedes darme órdenes.
—La mierda que no puedo —gruñe en mi oído. El sonido me
recuerda a la última vez que jodimos, y siento una sensación de hormigueo
entre las piernas—. Dime dónde estás. Voy por ti.
—Estoy tratando de llamar a un taxi —le digo—. Cuelga el teléfono.
—Me estoy subiendo al auto en este momento —dice Caulter.
¿Cómo se mueve tan rápido? Es como un superhéroe. Me río ante la
idea—. ¿Dónde estás?
—En una casa.
—¿Dónde?
Suspiro.
—En algún lugar —respondo—. No lo sé. Estoy usando ese vestido
rojo, ni siquiera vaqueros. Me gusta mucho. —Puedo escuchar mi voz
arrastrándose ahora. Debe haber un número en la casa, creo.
—El vestido rojo —susurra, y creo que está enojado.
—¿Estás enojado conmigo? —pregunto. No sé por qué me parece
gracioso, pero me río.
—¿Cuál es la dirección, Kate?
—Estoy buscando, caray —digo, tropezando hacia adelante para
mirar hacia la casa—. Treinta y cuatro.
—Treinta y cuatro qué, Kate —pregunta— ¿Cuál es el resto de la

114
dirección?
—Bueno, ¿cómo se supone que voy a saberlo, cerebrito? — Página
pregunto—. Treinta y cuatro es lo que dice en la casa. Oye, me estás
llamando Kate. No Katherine. Kate. —Eso parece significativo, creo. Kate.
Me gusta la forma en que suena cuando lo dice, así que lo repito unas
cuantas veces más. Kate, Kate, Kate.
Me ignora.
—Pregúntale a alguien. O mira el buzón. ¿Te encuentras en el lago?
—No, no es el lago. Estoy en algún lugar no muy lejos. ¡Oyey! ¿Sabes
dónde estamos? —grito mientras camino hacia una pareja haciéndolo
afuera—. Me miran como si fuera un bicho raro, Caulter.
—Pregúntales la dirección.
—¿Estás molesto conmigo? —pregunto, entonces inquiero en voz
alta hacia la pareja—. ¿Cuál es la dirección? —Cuando me la dicen, se la
repito despacio a Caulter—. Estás enojado, ¿verdad?
—No estoy molesto contigo, Kate —dice—. Parece que es a quince
minutos de aquí. ¿Dónde estás?
Exhalo.
—Acabo de decirte. ¿Por qué haces las mismas preguntas una y otra
vez? Me duele la cabeza.
—Quiero decir, ¿te encuentras afuera? —pregunta—. ¿Estás en un
lugar seguro?
—Sí, es totalmente seguro. —Regreso tropezando hacia mi lugar a
un lado de la casa—. Necesito sentarme. Hacía calor allí, y el chico que
estaba bailando conmigo me tocaba demasiado. Y estaba excitado y no
era nada como…
—¿Qué chico, Kate? —pregunta, en tono amenazante—. ¿Quién
estaba jodidamente tocándote?
Me río.
—Algún chico —le digo—. Estábamos bailando.
—Con ese vestido rojo.
—Luzco sexy —digo. ¿Estoy arrastrando las palabras más ahora? Se
siente como si tuviera una bola de algodón en mi boca—. Debo admitir
que tenías razón. Los vestidos lucen bien en mí. Oye, ¿alguien te ha dicho
que dices mucho la palabra joder? Porque lo haces. Joder joder joder.
También lo haces mucho… joder, digo. Mucho más de lo que esperaba.
Caulter gruñe.
115
—No te muevas una jodida pulgada —dice—. Nadie pone una
Página

mano sobre ti, ¿entiendes?


—No te pertenezco, Caulter —digo, pero el teléfono se corta. O
colgué accidentalmente. No estoy segura. Me siento en la hierba, con las
piernas cruzadas, sin importarme que alguien pueda ver totalmente mi
entrepierna. ¿Dónde está Jo, de todos modos? Escribo lenta y
metódicamente, enviándole un texto.
Afuera. Dónde tú.
No consigo una repuesta, así que trato de mantener los ojos abiertos
y esperar a Caulter.

116
Página
17
Caulter
Traducido por carolinaawwadorostegui
Corregido por YaniM

M
e colgó. Kate jodidamente me colgó, después de decirme
que algún imbécil presionó su erección contra ella durante
toda la noche, mientras se emborrachaba en una fiesta.
Se encuentra en una fiesta, completamente borracha, y llevando
ese jodido vestido rojo.
Yo elegí ese vestido rojo. No imaginé que lo usaría para ir a una fiesta
en la que algún chico podría recorrer con sus manos todo su cuerpo.
Ese vestido rojo fue hecho para Kate, hecho a mano para acentuar
perfectamente sus largas piernas y ese curvado culo. Puedo imaginar
cómo luce ahora mismo, en una fiesta llena de chicos excitados.
Piso con más fuerza el acelerador.
Estoy más que furioso. Superé eso momentos antes cuando
comprendí que había ido a una fiesta. No sé cómo sería un millón de veces

117
más enojado que furioso, pero así estoy yo.
Voy a toda velocidad por la carretera, tomando las curvas sin
Página

desacelerar. Si algún chico le pone un dedo encima…


Aprieto el volante, mis nudillos blancos.
No puedo pensar con claridad, incluso cuando llego a la casa. Hay
autos estacionados a ambos lados de la calle, así que me detengo en
mitad de la calle y dejo las luces encendidas. Caminando rápidamente
hacia la vereda que lleva al césped, la veo.
Allí está, inclinándose torpemente contra un tipo que intenta alejarla
de la casa.
—¿Qué demonios estás haciendo? —grito. Kate abre grande los ojos
ante el sonido de mi voz pero obviamente se encuentra intoxicada.
—Solo estoy poniéndome de pie —articula mal.
—Está conmigo —dice el hombre—. ¿Quién mierda eres tú?
Kate arruga su frente y trata de alejar su mano.
—No —dice—. Me está ayudando a ponerme de pie. Es un taxista.
—Ocúpate de lo tuyo —dice él, pero deja ir a Kate, quien queda un
paso más adelante. No pienso en nada. Solo en golpearlo, fuerte, mi puño
conectando con su rostro. Puedo escuchar el crujido del cartílago, y pierde
terreno—. ¡Mi jodida nariz, psicópata!
Tomo a Kate en mis brazos, atravesando el césped hacia el auto.
—Será mejor que no vomites en mi auto —le digo.
—¿Lo golpeaste? —murmura. Apoya su cabeza contra mi pecho, e
inhalo el aroma de su champú, jazmín y limoncillo. Huele a Tailandia, y me
pregunto si ha estado allí.
—Le pegué.
—No era un conductor de taxi. —Su voz es suave.
—Solo algún idiota.
—Me rescataste.
No respondo, me giro así puedo enfocarme en abrir la puerta del
auto con la misma mano con la que sostenía su trasero. Estoy tratando de
ignorar que la tela de su muy corto vestido apenas lo cubre, su piel suave
presiona contra mi palma. La acomodo en el asiento, le coloco el cinturón
y me sonríe.
—Te gusto.
Pongo mis ojos en blanco antes de cerrar la puerta del copiloto y
colocarme detrás del volante. Permanecemos en silencio durante unos
118
Página

minutos, y creo que puede haberse desmayado.


—Te gusto —dice—. Viniste a buscarme.
—Eras incoherente y estabas borracha en una fiesta. —Mantengo
mis ojos en la ruta, negándome a mirarla, sentada en el asiento con esa
falda hasta sus muslos—. Tendría que ser la peor persona del mundo si no
viniera por ti.
—Golpeaste a ese chico en la cara —dice—. Por mí.
—No significa que me gustes, Princesa. Así que no lo tomes como
algo personal. —No la miro. No quiero mirarla mientras insiste en que me
gusta. Porque es la verdad.
Cuando regresamos a la casa, tropieza contra mí, cuando la ayudo
a salir del auto.
—¿Cuánto bebiste? —pregunto, la rodeo con un brazo mientras
caminamos.
—Una cerveza —dice ella.
—¿Qué demon… estás drogada?
—Y…
—¿Y qué? —Comienza a alejarse de mí, pero vuelve a tropezar. La
sostengo tal como lo hice antes.
—No necesito que me carguen —dice—. Soy perfetamente,
perfectamente capaz de caminar.
—Sí, realmente eres consciente de tus pies, Princesa —digo
cargándola hacia el interior de la casa, subo las escaleras hasta su
habitación. Estoy tratando con fuerza de no centrarme en que mi mano
está ahuecando su culo desnudo otra vez. Mi polla es más que consciente
de este hecho, por lo que empuja contra la cremallera de mis pantalones
vaqueros como si quisiera ser liberada.
—Tomé algo —dice.
—¿Algo como qué?
—Una píldora —dice—. Me sentía ansiosa. Jo me la dio.
—¿Tu amiga Jo? —pregunto pensando en asesinarla—. ¿Estaba en la
fiesta?
—Sí —contesta—, pero no sé a dónde se fue.

119
—¿También estaba borracha? —Exhalo con fuerza al momento de
sentarla en su cama—. Dame tu teléfono. Podrías haberme dicho esto Página
antes de que nos fuéramos, entonces sabría si debo ir a buscar su culo
también.
—No leas mis mensajes —dice—. Son privados.
—Relájate, cariño —le digo con sarcasmo—. No estoy interesado en
leer tus mensajes. Estoy tratando de asegurarme que tu amiga no está en
alguna fiesta siendo violada por quién sabe quién.
Abre sus ojos.
—¿Crees que podría pasar?
—No. No lo creo. Cálmate. —Aun así busco en el teléfono hasta
marcar el número de Jo. El teléfono suena muchas veces antes de ir al
buzón de voz. Marco otra vez.
Juro que si tengo que regresar a esa fiesta para traer a esa jodida
chica, voy a estrangular a alguien. Una mujer contesta el teléfono.
—¿Eres Jo? —pregunto.
—Sí, ¿quién diablos eres?
—Jo —grita Kate—. Es Caulter.
—Oh, Caulter —Empuja a alguien en el fondo—. Espera, voy a estar
allí, Maverick. —¿Maverick? ¿Estamos en New Hampshire o en una jodida
película de los ochentas?
—¿Estás bien? —pregunto.
—Sí, ¿por qué no habría de estarlo?
Ahora estoy irritado.
—¿Aún estás en la fiesta?
—Como si fuera de tu incumbencia, estoy saliendo con alguien.
—Entonces, ¿dejaste a tu amiga en una fiesta sola para ir a joder
con algún chico? —Kate trata de alcanzar su teléfono y me alejo—. Ella
está destrozada, ¿qué demonios le diste?
—Pensé que estaba divirtiéndose con alguien —dice Jo, su boca
lejos del teléfono mientras habla con el idiota que está con ella—. ¿Cuál es
el nombre de tu amigo? ¿Dan? ¿Derek? —Hace una pausa—. Se estaba
divirtiendo con Dan. No estaba borracha, solo tomó una cerveza.
Respiro profundamente para mantener mi voz tranquila, a pesar que
deseo atravesar el teléfono y cortar la cabeza de Jo.
—¿Qué fue exactamente lo que le diste?
—¿Cuál es tu problema? —Ríe—. Kate tenía razón, eres realmente un
imbécil. Tomó un ansiolítico para calmarse antes de la fiesta. Estará un
120
Página

poco loca pero va a estar bien.


—Y luego le diste una cerveza —le digo. Respira profundo. Respira
calmadamente. Estoy practicando esa mierda de yoga que mi madre
hace constantemente.
—Una cerveza —dice—. No la matará.
—Y después la dejaste en una fiesta con un chico cuyo nombre ni
siquiera sabes —hablo—. ¿Eres jodidamente estúpida? ¿Sabes lo que
podría haber pasado?
—Cálmate, vaquero —dice Jo—. Creo que ella es perfectamente
capaz de cuidarse sola.
—Perra estúpida. —Arrojo el teléfono a través del cuarto, indignado
con la llamada “amiga” de Kate, antes de voltearme rápidamente para
mirar a Kate acostada en la cama.
Desnuda.
El vestido rojo se encuentra hecho un montón arrugado en el suelo,
su sujetador y bragas casualmente arrojados sobre la parte superior del
montón. Kate está recostada sobre su estómago, sus piernas levantadas, su
mejilla contra la almohada, y me mira por encima de su hombro.
Tengo el impulso de caminar hacia la cama y sujetar sus muslos,
llevar sobre mi regazo a ese culo con curvas perfectas y abofetearlo por
ser tan colosalmente estúpida por confiar en sus amigos. Estoy tan furioso
que apenas puedo respirar.
—Ven aquí —dice.
Niego.
—No esta noche, Kate.
Pone mala cara.
—Estoy desnuda, recostada en la cama diciéndote que vengas aquí
porque quiero chupar. Tu. Polla —enfatiza cada una de las palabras.
Gimiendo niego de nuevo.
—No va a suceder, Kate.
Mis palabras salen más duras de lo que pretendo, y se da la vuelta,
sentada en la cama, sus pechos rebotando.

121
Esos malditos pechos. Mi boca prácticamente chorrea agua al
verlos. Son perfectos. Las chicas fuera de Malibú tienen tetas falsas, incluso
las de mi edad. Es como una broma, conseguir un par de tetas para tu
Página

decimosexto cumpleaños, ¿sabes? Es lo mismo en Nueva York, excepto


que nadie consigue implantes, son solo piel y huesos hasta el punto de
estar tan delgadas que no queda nada, ni culo ni tetas.
Pero las tetas de Kate no son como las de otras chicas. Son firmes, un
poco pequeñas pero me gusta la forma en que encajan en mis manos, un
puñado de carne perfecta. Hacen que los pechos de las otras chicas, con
las que usualmente follo, luzcan vulgares.
Y están justo ahí, mirándome a la cara.
Kate me mira con total y absoluta decepción, como si la estuviera
rechazando. Mierda, si supiera lo difícil que es para mí no acercarme
ahora mismo y deslizar mi polla dentro de su dispuesto coño.
—¿Vas a rechazar una perfectamente buena mamada? —pregunta
sonando de forma santurrona, su cabello despeinado y arrastrando las
palabras, al decir mamada hace que mi polla se ponga tan dura como si
fuera a explotar.
—Estás borracha, Kate —digo enojado—. Duérmete. —Necesito salir
de aquí antes que mi cordura se debilite, pero me pregunto si ella estará
bien.
Pone mala cara.
—Llamaste a mi amiga perra.
Levantando las cejas, la miro con agudeza.
—Esa chica que te dio píldoras y licores y te dejó allí, no es tu jodida
amiga.
—No deberías usar esa palabra.
—Es la única que me viene a la mente.
Katherine se pone en sus manos y rodillas y avanza sobre la cama, se
apodera de mi cintura, desabrochando mis pantalones.
—Mi padre no estará en casa mañana —dice, mirándome con los
ojos grandes, su máscara corrida por los bordes de sus ojos—. Puedes
follarme tan fuerte y duro como quieras esta noche y despertarme en la
mañana y follarme otra vez.
Cubro sus manos con las mías.
—Ya basta, Kate.
Aparta sus manos de las mías y las desliza por la parte delantera de

122
mis pantalones, frotando a lo largo de mi erección.
—Estas tan listo como yo. Página

Alejando su mano de mi entrepierna, me quito la camisa y la cuelgo


sobre el extremo de la silla junto a la cama y luego me quito mis
pantalones.
—Ve a la cama —ordeno.
Se apoya contra la almohada, irguiéndose sobre sus antebrazos, su
espalda se arquea exponiendo sus pechos.
—Sabía que entrarías en razón.
—No he entrado en razón —digo, apago la luz antes de deslizarme
en la cama junto a ella—. Alguien tiene que asegurarse que no dejes de
respirar esta noche.
—Pero no me he lavado la cara ni cepillado mis dientes —se queja—
. Y tampoco estoy lista para dormir.
—Yo tampoco —le digo—. Lidia con ello. Ahora no saldré de la
cama ni voy a besarte.
—Eres malo esta noche.
—Dice la chica que rescaté de un depredador en una fiesta —
replico.
—Entonces, ¿es un no? —pregunta. Apoya una mano en mi pecho y
descansa su cabeza sobre él, deslizando la mano hacia abajo, encuentra
mi polla—. ¿Llevas ropa interior?
—Así es —digo—. Ahora saca tus manos de mi polla.
Obedece y no son más de treinta segundos antes de escuchar su
respiración tornarse pesada y rítmica.
Y soy el único que permanece acostado y despierto, preguntándose
qué demonios estoy haciendo, sosteniendo a la chica más sexy que he
visto en mi vida mientras tengo el mayor caso de bolas azules de la historia.

123
Página
18
Katherine
Traducido por Yasna.FU
Corregido por Daliam

L
a luz del sol amarilla fluye a través de la puerta del balcón, y el
aire fresco de la mañana golpea mi piel. Miro hacia el espacio
vacío en mi cama que Caulter ocupó anoche, a continuación,
a través de la puerta del balcón abierta. No está aquí.
No es que yo esperara que se fuera después de lo que pasó anoche.
Estoy mortificada. Voy a estar demasiada avergonzada como para mirarlo
a la cara, después de las cosas que dije, cómo me arrojé a él —y el hecho
de que él, el hombre que se acuesta con todas, me rechazó. Me escabullo
por el pasillo, agradecida de pasar inadvertida. Después me lavo los
dientes y me ducho, me siento mucho mejor. Pero no se trata de la cosa
con Caulter. Una de las desventajas desafortunadas de anoche es que me
acuerdo todo el asunto con claridad. Estoy vestida y de vuelta en mi
habitación cuando Caulter aparece a mi lado en la terraza, café en la
mano.

124
—¿Cómo te sientes?
—Completamente humillada.
Página

La cara de Caulter es inexpresiva, lo que hace que mi corazón deje


de latir. Probablemente me odia.
—Aquí —dice, y me entrega el café.
—¿Tienes resaca? —Niego con la cabeza.
—No. La píldora que me dieron me hizo bastante fuerte, supongo.
Caulter ríe. —Aficionados de mierda.
—Cállate. Yo nunca había tomado algo así antes.
Él sonríe. —Bueno, puede ser que no quieras, nunca más.
—No lo estoy planeando exactamente. —Me detengo, sorbiendo el
café.
—Gracias por venir a buscarme. —Caulter se encoge de hombros,
apoyado en la pared. Él está llevando esta camiseta azul que se ve suave
y envejecida. Me dan ganas de tocarlo, pero yo simplemente me siento
allí.
—No es una gran cosa.
—Eso algo que decir —le digo—. Lo siento por… um… actuar como
una idiota y esas cosas. —Caulter se acerca y se pone delante de mí. Su
entrepierna está al nivel de mis ojos, y quiero arrancar sus vaqueros, pero
no lo hago, porque soy una cobarde. Pero él desliza su dedo bajo mi
barbilla y me tira hacia arriba.
—Por lo que recuerdo, te quitaste la ropa y te lanzaste a mí. —Mi
cara se sonroja.
—Estaba borracha. O drogada. Fuera lo que fuese. Lo siento.
—¿Lo lamentas? —pregunta—. Yo estaría muy decepcionado si lo
estuvieras. —Me molestan sus palabras, mientras él desliza su pulgar a lo
largo de mi labio inferior. Quiero envolver mis labios alrededor de su dedo,
pero no lo hago.
—Tú eres el que me mandó volar anoche. Cuando me lancé hacia a
ti y te dije que te quería chupar la polla, y tú me dijiste que no.
Él se queja. —Estabas borracha, Kate.
—¿Y? —pregunto. Estoy enojada pero no me muevo de su mano, no
lo detengo cuando su pulgar atrapa en mi labio inferior, tirando de él
hacia abajo. Quiero sus labios sobre los míos. Me duele sentir su tacto, el
deseo está aún más amplificado por el hecho de que yo pasé la noche
presionada contra él.
—¿Es eso lo que quieres, Kate? —pregunta, inclinándose y poniendo 125
Página
sus manos a los lados de la silla en la que estoy sentada. Tiene la cara
cerca de la mía, nuestros labios casi tocándose, y yo estoy de inmediato
conteniendo mi aliento, mi corazón se acelera.
—¿Quieres que te folle cuando estás tan borracha que no sabes lo
que estás haciendo? ¿O simplemente quieres que te folle a tu entera
disposición, siempre que te sientas caliente?
—No —protesto—. Eso no es lo que estaba pasando. —Me arqueo y
toco mis labios en los suyos, es movimiento suave, pero Caulter agarra mi
mandíbula, apretando mi cara mientras su boca se estrella contra la mía. El
acto es tan fuerte que es doloroso, en algún lugar entre el exquisito placer
y agonía absoluta.
Él me da un tirón hasta una posición de pie, me desabrocha los
vaqueros, y mete la mano por la parte delantera de los pantalones. Con
una mano, le da un tirón a mis vaqueros bajándolos sobre mi culo y
entierra los dedos de la otra mano en mi interior, el movimiento es
peligroso, pero ayudado por mi humedad.
—¿Es esto lo que quieres? —Respira las palabras en mi oído—.
¿Quieres mis dedos en ti, mi polla dentro de ti cada vez que estés caliente?
—Olas de placer rujen sobre mí, la respuesta automática de mi cuerpo a su
toque. He echado de menos su tacto. He anhelado su toque.
—No —le susurro, sacudiendo la cabeza—. Sí. No estoy segura. Eso
no es todo.
Él me mira, su cara jodida con la ira.
—Eso es exactamente lo que quieres, Kate. —Luego desliza sus dedos
y me empuja lejos, el vacío entre mis piernas insoportable.
—¿Estás enojado por eso no me follaste anoche? —pregunto. No lo
entiendo.
—Sí, Kate —dice—. Eso es todo. O tal vez es porque te vas bien
vestida por lo que podrías ir a buscar a otros chicos y luego cuando nadie
quiso, viniste a casa y pensó que joderías a tu querido viejo hermanastro.
—¿Acerca de qué demonios estás hablando? —le digo, mi voz
subiendo más. Abrocho mis vaqueros, furiosa conmigo misma por dejar
que mi guardia bajara con él. Es una locura, me digo. Es caliente y frío
todo el tiempo. Yo no necesito esta mierda.
—Un tipo se estaba frotando en mí en una fiesta y ahora estás
celoso, voy a usar lo que quiero y voy donde quiero.
—Sí, Kate —dice—. Estoy totalmente celoso, debe ser por eso que no

126
me revolqué contigo la noche anterior.
—¿Por qué eres un cabrón ahora? —pregunto—. Ayer por la noche,
Página

eras agradable. Eso es lo que pasa contigo, un minuto actúas como si te


importa una mierda, y al minuto siguiente no lo haces.
—Por supuesto que me importa una mierda, Katherine —dice—. Eres
un buen pedazo de culo.
Es como que está deliberadamente tratando de ser un idiota. —Eso
es todo lo que es, ¿entonces? —pregunto, cruzando los brazos sobre mi
pecho—. Sólo soy un buen pedazo de culo, entonces. Nada más.
—Oh, bien, ¿pensaste que iba a ser tu príncipe azul o algo así? —Se
ríe—. Estamos teniendo poco de diversión, eso es todo.
—Sal —le digo. Me muerdo el labio inferior, porque creo que podría
llorar. No es como que estoy enamorada de Caulter o algo remotamente
tan estúpido. Pero, ¿tiene que ser un idiota todo el tiempo? Sus cambios de
humor, entre buen tipo y un cabrón, son agotadores—. Vete a la mierda.
Fuera de mi habitación.
—Lo que tú digas, Princesa. —Se vuelve y sale por el balcón, en la
forma en que él entró, y yo escucho su puerta de cristal en el otro lado de
cerrar de golpe.
Me hundo en mi silla, incapaz de contener las lágrimas que se
derraman por mis mejillas. Estoy más enojada que cualquier otra cosa.
Unos minutos más tarde veo mi cuaderno de dibujo sobre el
escritorio, el que por lo general guardo cuidadosamente escondido bajo el
colchón. Excepto por anoche. Ayer por la noche, me lancé bajo la
almohada cuando Jo se había presentado en mi habitación temprano.
¿Cómo pude haberlo olvidado?
Estoy tan mortificada Sólo quiero meterme en un agujero y
esconderme. El pensamiento de Caulter viendo los bocetos de él… de su
polla, mierda santa, ¿cuántos hay de su pene? Me dan ganas de vomitar.
Probablemente piensa que estoy obsesionada con él, alguna virgen
patética con quien se acostó y ahora no puede dejarlo ir.

127
Página
19
Caulter
Traducido SOS por Andreeapaz & SOS Bett g.
Corregido por Daliam

—O
h, querido, te vez tan elegante —dice Ella, con su
mano tapándose la boca—. Es un maravilloso
esmoquin. ¿Qué piensas?
—Pienso que es mejor que los pantalones de cuero que me forzaste
a usar en la boda con Nick, tu amante —digo, con mi voz amarga. Su
boda como antiguos miembros de una banda de rock era ridículo.
Ni siquiera estoy irritado con Ella. La cosa con Kate me tiene al borde.
Estoy evitando por completo una habitación con Kate por mi propio
bienestar, excepto la cena, cuando me siento en un seco silencio. Ella
piensa que es por la fiesta de compromiso.
—Podrías estar un poco feliz por mí —dice Ella.
—Estoy encantado de que hayas encontrado un enganche —digo—
, tus sueños de ser legítima finalmente se han vuelto realidad.

128
Estoy sorprendido cuando me da una bofetada en la cara. Ella ha
hecho un montón de cosas, pero en realidad nunca me ha abofeteado Página
antes. El estilista que trae los accesorios rápidamente sale de la habitación
dando la excusa de tener una llamada. —En algún momento, tienes que
crecer, Caulter, y parar de actuar como un pequeño pedazo de mierda.
—Bueno, tú me criaste, madre —digo, frotando mi cara—, soy tu hijo,
y la manzana no cae lejos del árbol, ¿verdad?
—No voy a permitir que actúes como un completo idiota.
—No —digo—, tú no me criaste. Me enviaste a rehabilitación y a la
escuela militar para luego ir a Brighton, para que pudieras vivir tus sueños
adolescentes de nuevo, las fiestas con estrellas de rock. Ahora que has
conocido a alguien poderoso e influyente, quien te puede aguantar y
pretender estar preocupado por temas que importan. Así que necesitas
que vuelva a tu vida para que juegue el papel de hijo perfecto.
—Eso no es verdad, Caulter —dice—, no sabía que estaba haciendo
contigo, yo también era una niña-
Me encojo de hombros. —Has hecho tus elecciones —digo—, al
igual como estoy haciendo las mías, no manteniendo mi fondo fiduciario.
Voy a seguir la corriente, pero después de este verano, he terminado.

***

—Bourbon —El barman me mira, sacudiendo la cabeza—, eres el hijo


del Senador, ¿no es así?
—Soy hijo de Ella Sterling. —Este maldito esmoquin prácticamente me
está asfixiando. Es claustrofóbico, a pesar de que el aire de la noche es
frío—. ¿Hay algún problema?
—Sí —dice—, estas en la escuela secundaria. No puedo servirte.
—No estoy en la escuela secundaria —digo—, pero está bien, lo que
sea. —Dándome la vuelta, me inclino contra la barra, mirando a la multitud
reunida en el patio trasero. Los organizadores de la fiesta han estado
durante dos días, y Ella ha hecho todo lo posible para esta fiesta de
compromiso. El patio se ha transformado como si algo hubiera vomitado
luces blancas y flores en todas partes.
Pero el minimalismo no es el estilo de Ella, a pesar de sus bodas
anteriores. El matrimonio con la estrella de rock involucró un tigre, así que al
menos una era más entretenida.
Esta es solo… blah. Es decir, hasta que no la vea. Hemos estado en
un profundo frío desde la conversación en su habitación.
129
Página

Por lo menos tendría que haber hecho el intento de esconder los


bocetos de mí. Estaba tirado en la cama, tratando de alejar mi erección
esta noche, cuando mi mano tocó el álbum.
Página tras maldita página de imágenes de mí. Yo, asomado en el
balcón fumando. Yo, sin camisa, con los pantalones desabrochados. Mi
cara. Mi pecho. Mi pene. Dibujos de mí, mirándome fijamente.
Mentalmente me castigaré por siglos por ser tan estúpido para follar
con una virgen. Tengo que terminar la búsqueda, pero esto no va más. Ser
el dueño de su coño es una cosa, pero ella obviamente está enamorada
de mí. Nunca esperé eso.
Kate está hablando con un chico de la escuela que reconozco, un
jugador de lacrosse con el que creo salió antes. Esos malditos jugadores de
lacrosse y estos juegos de meadas en Brighton me cabrean. Aprieto mis
puños, considerando romperle la cara, cuando ella hace contacto visual
conmigo.
Está usando un vestido blanco, uno de los que la estilista de Ella
envió. Me arrepiento de los vestidos ahora que el chico que está a su lado
la mira de reojo. El vestido apenas toca la parte superior de sus muslos, y los
cubre con un estampado de flores que se ven color oro cuando se mueve.
Tiene puestas unas sandalias blancas y pendientes de oro, su pelo está
recogido en la parte superior de su cabeza, pequeñas piezas caen desde
arriba, a través de su frente y por los lados de su cara. El efecto general la
hace parecer una diosa griega. No tiene ni idea como llama la atención
de todo el mundo por aquí.
Kate se ríe de algo que él dice, y toca su brazo, y eso es todo.
Jodidamente suficiente. Por lo menos si ella va a coquetear con otro chico,
no tengo que ver como sucede frente a mí.
Como una tormenta camino a través del patio trasero, pasando por
la multitud de personas. Ella me dice algo, pero la ignoro, escapando a la
casa, a través de la cocina.
—¿Está todo bien, Caulter? —pregunta Rose cuando paso.
—Solo estoy tomando un descanso. —No me detengo, pero ella lo
hace, con una mano en mi brazo.
—La biblioteca está cerrada —dice—, es tranquila, por si quieres un
lugar donde no quieras ser molestado.
Cubro su palma con la mía. —Gracias, Rose.
Sonríe y me hace señales para que salga. —No hay daño en tomar 130
un descanso —dice—, ustedes niños no necesitan estar en pantalla todo el
Página

tiempo. ¿Quieres que te haga un emparedado? Todos esos pequeños


aperitivos no equivalen a casi nada. Probablemente te estas muriendo de
hambre.
—Estoy bien —digo, solo quiero salir de aquí.
—Escápate, entonces, antes de que alguien te encuentre —dice—,
yo no vi nada.
—Eres un ángel.
Rose se ríe a carcajadas. —Eres divertido.
—Eso me han dicho.
Cierro la puerta de la biblioteca, cerré todo. Kate debe estar
coqueteando con otra persona, me digo. Es mejor así. La cosa entre
nosotros solo se suponía ser sexo. Nada más. No se suponía que estuviera
dibujando página tras páginas de fotos mías. No se supone que esté
pensando en ella, dejando todo para rescatarla de sus fiestas, rechazar el
sexo cuando ella se lanza sobre mí porque no quiero hacerle daño.
Es como si yo ni siquiera sé quién mierda soy.
Estoy seguro como el infierno que no lo Kate cree que soy. Yo no
soy un buen tipo.
Hay un mueble bar en la biblioteca, y me sirvo dos dedos de whisky.
Hundiéndome en el rincón de lectura, trato de ignorar la fiesta de abajo,
pero me encuentro mirando hacia afuera sobre el césped de todos
modos.
Me pregunto si ese jugador de lacrosse asqueroso está bailando con
ella, deslizando sus manos sobre su culo, susurrando en su oído las cosas
que quiere hacer con ella. El pensamiento me da ganas de matarlo.
En cambio, me trago el resto del licor de un solo trago, dejando que
el calor por mi garganta hacia mi vientre, y recuesto mi cabeza contra la
pared y los ojos cerrados.
Cuando la puerta se abre, levanto la mirada.
Una pelirroja cierra la puerta detrás de ella, se pasea por la
habitación, y desabrocha la parte de atrás de su vestido negro, dejándolo
caer en una piscina a sus pies. Una pelirroja natural, por lo que parece.
Bueno, diablos. Generalmente la única cosa mejor que una pelirroja
son gemelas. Ella me mira expectante, con las manos en las caderas,
vestida sólo con tacones negros.
—¿Y bien? —pregunta. 131
Página
No me muevo. —Bien, ¿qué?
—Esperaba una reacción mejor que eso. Bueno, he escuchado que
eras un idiota.
Está allí inmóvil, mostrando con orgullo su desnudez como una
especie de pavo real. No es que ella no debería. Su cuerpo es impecable.
A excepción de las tetas. No puedo dejar de pensar en el par perfecto de
Katherine. Estos son... mucho menos.
—Eso es lo que dicen.
—¿Así, qué? —pregunta.
—¿No te gusta lo que ves? ¿U obtienes tanto coño que una mujer
caminando y dejando caer su vestido en el suelo es noticia vieja?
Su voz me repulsa. No puedo soportarlo. Me levanto, recogiendo el
vestido que se encuentra en un montón arrugado en el suelo, y se lo
entrego.
—No me interesa.
Pero ella alcanza el cuello de mi camisa y presiona su cuerpo contra
mí.
—Vamos —dice—. ¿Caulter Sterling no está interesado? He oído que
siempre estas para una buena.
—Dije, no me interesa. ¿Tienes un problema de audición?
La empujo lejos, y levanto la mirada para ver la puerta de la
biblioteca abrirse.
Kate se queda ahí, inmóvil, sus ojos yendo y viniendo entre mí y la
pelirroja desnuda de pie a no más de dos metros de distancia mío. Ella
parpadea unas cuantas veces, y por un minuto creo que podría llorar. Pero
niega con la cabeza y se da la vuelta.
—¡Kate!
Lanzo una mirada oscura a la pelirroja, que parece no tener
vergüenza de estar de pie desnuda en la biblioteca con la puerta abierta.
—Ponte tu puta ropa y ten un poco de respeto por ti misma.
Corriendo por la puerta, me dirijo detrás de Kate, pero ya está
afuera. Estoy cortando a través de la parte posterior, de la misma manera
que entré, a través de la cocina, pero me paro en seco. Algunos de los del
personal de catering se pasean para volver a llenar bandejas con hors
d'oeuvers y desaparecer fuera de nuevo, mientras que Rose entra por la
puerta de vaivén, que comunica con el comedor.
132
Rose me da una mirada.
Página

—Estas molesto.
—¿No sabes que soy el hijo hosco de Ella? —pregunto—. Siempre
estoy enojado.
Ella pone su mano en su amplia cintura.
—Yo no dije enojado —dice ella—. Dije molesto.
—¿Hay alguna diferencia?
Estoy irritado y no quiero discutir opciones de palabras con ella.
—Hay una diferencia entre enojado y herido.
Fuerzo una sonrisa. —Ciertamente no estoy herido —le digo.
—Seguro no lo estas —dice, limpiándose la mano en su falda.
—Pero en caso de que estés buscándola, se fue corriendo pasando
comedor. Supongo que se dirigía de vuelta a la fiesta.
—No sé de lo que estás hablando.
—Claro que no —dice—. Ahora sal de aquí. Hay demasiada gente
en mi cocina, con el personal corriendo como está. Necesito asegurarme
que las cosas siguen en orden.
Exhalando pesadamente, doy un paso atrás fuera, caminando
como zombi a través de los asistentes a la fiesta, amigos políticos del
Senador con sus trajes y esmóquines y estómagos protuberantes. Sus
mujeres de mediana edad que tienen rostros congelados en apariencia
semi-permanentes de sorpresa, el resultado de cirujanos plásticos
demasiado entusiastas. Invitados de mi madre, las estrellas y estrellitas,
esparcidos a través de la multitud.
—¡Caulter!
El Senador hace gestos hacia mí, mi madre cubriendo su brazo. Ella
tiene esa mirada demasiado feliz que dice que está bien con varias copas
de champán.
—Me gustaría presentarles al congresista Hill y su esposa, Barbara.
Caulter ha sido aceptado a Yale para el semestre de otoño.
Me detengo, mirándolo fijamente. Eso es nuevo para mí, ya que yo
no he aplicado a ningún lugar. De hecho, el consejero de orientación en la
escuela prácticamente insistió en el envío de mis aplicaciones por sí mismo,
pero me negué a dejar que suceda. ¿Por qué ir a la universidad, cuando

133
ya tengo un fideicomiso?
Además, no tiene sentido la escuela para gente como yo. Estamos
Página
destinados a vivir de los dividendos de nuestros fondos fiduciarios;
sonriendo y haciéndose tomar fotos en eventos sociales; y, finalmente,
conocer a una chica que va a tratar de evitar la inevitable decadencia
de la edad gastando el equivalente de una hipoteca en cirugía plástica.
Mi madre me mira de manera significativa.
—Estás planeando asistir a la Universidad de Yale en el otoño, ¿no es
así, Caulter?
Sonriendo, asiento.
—Deseando que llegue el momento —le digo. Lo que realmente
estoy deseando es largarme de esta fiesta. Vine afuera persiguiendo a
Katherine, pero ¿por qué? Es mejor dejarla pensar lo peor de mí.
Pero eso es hasta que le veo al lado de ese jugador de lacrosse
Neanderthal. Observo mientras ella agarra dos copas de champán de una
bandeja cuando un servidor camina por ahí, y la baja, uno después de la
otra. Ella hace contacto visual fugaz conmigo, y se vuelve hacia el chico,
obviamente, ignorándome.
Mi madre me dice algo, y la esposa del congresista pone su mano
en mi brazo, pero no puedo oír lo que cualquiera de ellas está diciendo.
Todo se desvanece a medida que veo Katherine inclinarse hacia adelante,
con la mano en su brazo, y luego mete su cabello detrás de su oreja,
inclinando la cabeza hacia abajo mientras se muerde los labios y sonríe.
Esa sonrisa es la que hace para mí. Esa sonrisa es lo que me mata.
Me empuja fuera de los límites, y he terminado.

134
Página
20
Katherine
Traducido SOS por Bett G., mariana90, Andreeapaz & Maeh
Corregido por Daliam

É
stá hablando de mi padre. Está hablando de la campaña de mi
padre, y de “las cuestiones realmente importantes”, y la carrera
presidencial, y ¡oh Dios mío!, creo que acaba de decir algo
acerca de querer una esposa e hijos. Toco su brazo y pretendo que lo que
demonios acaba de decir era divertido, pero realmente estoy pensando
en Caulter. No consigo quitar la imagen de mi cabeza—Caulter de pie allí
con esa mujer en la biblioteca.
Tengo ganas de vomitar. La idea de él follando con otra mujer, en la
biblioteca de todos los lugares, me pone enferma. Creo que ella es
casada, también; La vi del brazo de un hombre mayor a principios de esta
noche.
Un camarero pasa con una bandeja de champán y agarro otra
copa, a pesar de que ya he bebido dos y deposité los vasos vacíos en la
barra. Deseo que Chase cierre su maldita boca. Él habla y habla,

135
interminables torrentes de palabras, y me dan ganas de arañar mis ojos.
Me pregunto si debería simplemente engancharme con Chase. No
Página
tiene mal aspecto en una especie de modo idiota. Tal vez eso sería
suficiente para borrar la memoria del toque de Caulter que parece
simplemente quedarse en mi carne. A la mierda Caulter, de todos modos.
No hay nada especial en él.
Levanto la mirada y Caulter está justo en frente de mí.
—Perdón —dice, poniendo su hombro entre Chase y yo.
—¿Qué demonios? —pregunta Chase.
—Necesito hablar con Katherine —dice Caulter—. Lo que significa
que puedes irte.
Chase infla su pecho y se mantiene firme.
—Estoy hablando con ella, idiota —dice—. ¿Quieres que tenga que
reventar tu culo en tu propia casa?
—Chase. —Mi voz es aguda, alerta—. Este no es el lugar.
—Lo que sea —dice, rodando los ojos—. Obviamente tú le das más
mierda por tu hermanastro aquí que…
Caulter lo mira. —¿Por qué sigues aquí?
—Vete a la mierda, imbécil.
Pero Chase se aleja. No estoy decepcionada al ver que se va.
Pero estoy enojada con Caulter.
—¿Qué, ya te cansaste de tirarte a la pelirroja allí? —siseo.
Su agarre en mi brazo se tensa y se apoya cerca de mí, mirando a
una pareja cercana, que nos lanza miradas sucias antes de trasladarse a
otro lugar a unos metros de distancia. El camarero está mezclando una
bebida, pero tengo la sospecha de que él también está escuchando.
Caulter susurra en mi oído—: Eso no fue lo que mierda piensas, y voy a
explicarte.
Lo sacudo. —No quiero una explicación, Caulter. No es asunto mío.
Pero sí quiero largarme de aquí. Serpenteo y pasó a través de las
personas afuera, y corto a través de la entrada trasera de la casa. Sé que
Caulter está en algún lugar detrás de mí, pero no me importa. Quiero salir
de debajo del escrutinio de toda esa gente, y me siento un poco borracha
por el champán.
—Kate.
Caulter dice mi nombre en voz alta, luego, más tranquilo, mientras

136
me muevo más rápido alrededor de una de las empresas de catering en la
cocina ya través de la puerta lateral en el comedor, donde está vacío. Página
Me giro, y lo miro. —¿Qué, Caulter? —pregunto—. ¿Qué podrías
tener que decir que me gustaría escuchar?
—Este no es el lugar para esta conversación, Kate.
Él asiente hacia la puerta giratoria que separa las habitaciones, la
puerta que apenas ofrece ninguna cubierta para el tipo de discusión
acalorada que esto está destinado a ser.
—Tal vez deberíamos tener esta conversación en la biblioteca,
entonces. ¿Ese sería un lugar más adecuado?
—Ya te lo dije, eso no fue lo que parecía. —Habla bajo, mirando por
encima del hombro hacia la cocina, y a pesar de que la última cosa que
quiero es alguien escuchando esta conversación, estoy de alguna manera
más irritada por su preocupación.
Sé que estamos ocultando esto —lo que sea que esta mierda es—,
pero el hecho de que estemos bordeando alrededor sólo hace que todo
este asunto parezca más oscuro.
—Tienes razón —susurro—. Probablemente me confundí solo por el
culo desnudo y el par de tetas. No estaba muy clara acerca de lo que
estaba sucediendo.
He terminado con esta conversación, y he terminado con él.
Salgo furiosa de la habitación, tomando las escaleras tan rápido
como puedo en mis estúpidos talones. Él me sigue, y cuando llego a la
puerta de mi habitación, está detrás de mí, su cuerpo peligrosamente
cerca del mío.
—Date prisa y abre la maldita puerta —dice, su voz en un gruñido.
Hago una pausa con la mano en la manija de la puerta.
—Ve a tu habitación. No quiero hablar contigo.
—Abre la maldita puerta antes de que alguien venga aquí y nos vea
—dice—. Porque tienes dos segundos antes de que deje caer mis
pantalones.
Su mano se desliza hacia arriba de mi muslo, y le doy una palmada.
—No me toques—le digo—. Eres repugnante.
Pero abro la puerta de todos modos. Tiene razón en que alguien
podría caminar por el pasillo y vernos.
Cierra la puerta detrás de él, con fuerza, y yo camino al otro lado de
la habitación y saco las cortinas, dejando fuera a los asistentes a la fiesta
antes de girar alrededor.
137
Página

—Estás cabreada —dice.


—No estoy cabreada. No me importa una mierda lo que haces.
Caulter cruza los brazos sobre su pecho, sonriéndome. El problema
es, que parado allí en un esmoquin como ese, luce malditamente cerca
de irresistible.
—¿Realmente crees que me follé a la pelirroja en la biblioteca?
—¿Cómo puedes hacerme esa pregunta, Caulter? Por supuesto que
creo que la follaste. Tu reputación te precede.
Luce decepcionado. —A pesar de lo que puedas pensar —dice—.
No soy un cabrón.
Me río. —Debes pensar que soy una completa estúpida —le digo—.
O que sólo porque yo era virgen cuando hiciste el acto, de que soy
totalmente ingenua.
—Yo no creo que seas estúpida o ingenua —dice—. Es por eso que
sabes que no follé con ella.
Parece sincero, y quiero creerle, pero no puedo estar segura de que
no está mintiendo.
—Tenías una chica desnuda en la biblioteca, y estabas sosteniendo
su ropa —le digo—. Tú la follaste.
—No soy un idiota, Kate —dice.
Estoy distraída por la forma en que su boca se ve cuando habla.
Quiero sentir el calor de su aliento en mi piel.
—Era repulsiva.
—Ella estaba caliente —le digo—. Y desnuda.
—¿Cuánto tiempo había pasado desde que salí de la fiesta?—
pregunta.
—¿Diez minutos? ¿Quince? Suficiente tiempo para tener una bebida
en la biblioteca.
—Suficiente tiempo para follarla —le digo.
—Estás jodiéndome, Kate —dice, con los ojos clavados en mí—. ¿Me
estás diciendo que tú piensas que quince minutos es tiempo suficiente
para mí?
—¿Qué pasó cuando estábamos en la biblioteca antes? —le

138
recuerdo—. ¿Cuánto tiempo pasó de eso?
—La escalera se rompió. Eso no es exactamente mi culpa. Página

—Te venías antes de que se rompiera.


—Sólo porque tú te venías en mi polla.
—¿Y? ¿Qué tiene eso que ver con aquello?
Llega con la otra mano y traza su dedo por la parte delantera de mi
vestido, enganchándolo bajo el collar en mi pecho. —Así que… no me
puedo resistir cuando se trata de ti, Kate.
Me río. —Estoy segura que es lo que le dices a todas las chicas.
Las esquinas de sus ojos se arrugan cuando me mira. —No hay otras
chicas.
—No te creo.
—Sí lo haces —dice, moviendo su dedo hacia arriba a mi cara. Traza
el contorno de mi mandíbula, tirando de mi cara hacia la suya—. Porque
tú sabes que es verdad. Desde que estoy contigo, no ha habido nadie
más.
Mi corazón palpita en mi pecho. —Pero la pelirroja…
—No la conozco. Ella entró y se quitó la ropa. —Se inclina y me besa,
apenas rozando mis labios con los suyos, el movimiento tan ligero como
una pluma.
Lo empujo hacia atrás, incapaz de contener mi risa. —Las mujeres no
sólo caminan a una habitación y se quitan la ropa.
—Lo hacen por mí.
—Eso es ridículo.
—Soy una celebridad —dice—. No es la primera vez.
—Y no será la última, tampoco. —Estoy irritada con él de nuevo.
Estoy irritada con la idea de que las mujeres entren a una habitación y se
lancen hacia él. Estoy irritada con el hecho que el latido insistente entre mis
piernas me hace estúpida. Me está haciendo querer perder mi mente y
rogarle que entierre su polla dentro de mí.
—Me gusta esta racha de celos —dice—. Es adorable.
—No estoy celosa —insisto, mintiendo, a él o a mí, no estoy segura de
qué—. Estoy segura de que no estás plagado de enfermedades de
transmisión sexual.
—Celosa —dice, su boca contra la mía. Lame mi labio inferior con la
punta de su lengua, e inhalo fuertemente, mis pensamientos se nublan por
la lujuria.
139
—Tú eres el celoso. Estabas celoso cuando me viste afuera con
Página

Chase.
Agarra un puñado de mi cabello en la base de mi cuello y me tira a
él, cubriendo mi boca con la suya. Una punzada de dolor dispara a través
de mí cuando el presiona su boca con fuerza contra mi boca, su lengua en
guerra con la mía. Mi cuerpo está en llamas, y el anhelo por él para recorra
su manos sobre mi piel. Tengo muchos deseos de sentirlo dentro de mí.
Cuando por fin se aleja, mantiene un control firme sobre mi cabello,
sosteniendo mi cabeza firme, así que no puedo dejar de mirarlo. —Tienes
toda la razón estaba celoso —dice—. Ni siquiera pienses en hablar con él
de nuevo.
—Dice el tipo que tenía una chica desnuda en la biblioteca. Eso es
irónico.
—No la toqué. La eché —dice—. Era repulsiva.
—Ella estaba caliente. Y tú podrías haberla tocado —le digo—. Tú y
yo no somos nada.
—Ese jugador de lacrosse no pone un dedo encima —dice—. Me
perteneces.
—¿Qué demonios es esto, Caulter? —pregunto—. Tú eres el que dice
que estás teniendo solo un poco de diversión. No eres el feliz para siempre
de nadie, ¿recuerdas?
Agarra mi cabello más fuerte, me tira contra él, su dureza
presionando contra mi muslo. —Y tú no eres una pequeña princesa frágil
que necesita un barrido a sus pies —dice, pasando la mano por el lado de
mi pierna y ahuecando mi culo, la punta de los dedos tocando mis labios
vaginales. Estoy mojada, prácticamente goteando, y cuando se da
cuenta, me tira contra él, aplastando mi boca con la suya de nuevo.
—Entonces, ¿qué soy yo? —pregunto, cuando tomo aire.
—Eres la chica más irritante que he conocido —dice, su agarre
todavía en mi cabello. Cubre mi pecho con su mano, calentándome a
través de la tela del vestido, y mis pezones se endurecen inmediatamente
por su toque.
—Y tú eres…
—Nunca dejas de interrumpir —dice.
Me río. —Eres un cavernícola, con tu…

140
Él sostiene el pecho con fuerza, enviando una sacudida de dolor a
través de mi cuerpo. Página
—Sigue hablando, y te daré algo para poner en tu boca.
No puedo evitarlo; Caulter ha hecho algo en mí. Encendió un
interruptor en mí la primera vez que me tuvo. Eso fue realmente la noche
en la cual me reclamó.
El pensamiento de su mano en mi cabello, obligando su polla dentro
de mi boca, hace que mis piernas tiemblen. —¿Se supone que es una
amenaza?
—Ponme a prueba, Princesa. Sigue adelante y verás si estoy
haciendo amenazas en vano.
—Así que adelante —digo, cayendo de rodillas al suelo—. Dime lo
que soy, de nuevo. —Desabrocho su pantalón y tomo su enorme polla en
mi mano.
Caulter gime. —Eres la más engreída.
Envolviendo mi mano alrededor de la base de su pene, lo lamo,
desde la base hasta la punta, el líquido pre seminal salado en mi lengua.
Deslizo mis labios sobre su cabeza lentamente, saboreando todo sobre él…
su sabor, su olor, la forma en que se queja en voz baja, el sonido gutural
profundo de su garganta. Entonces hago una pausa, mirando hacia él. —
Y tú eres un idiota.
—Santurrona —dice, agarrando un puñado de mi pelo.
—¡Bobalicón! —Dejo escapar un gemido amortiguando las palabras
cuando tira mi cabeza con fuerza sobre su polla, tirando de mi cabello
desde la raíz. Envuelvo mis labios alrededor mientras se abre paso cada
vez más en mi boca.
—Remilgada y apropiada, pequeña virgen mojigata —dice, mientras
relajo mi garganta, tomándolo en la medida de lo que puedo, la ironía de
sus palabras no me escapa. Agarro sus bolas con una mano y se queja,
tirando mi cabeza hacia atrás y hacia adelante a lo largo de su longitud,
negándose a dejar que sea el que tiene el control. Está a pocos minutos
antes de su agarre en mí afloja y deja que me vaya. Me alejo de su pene,
envolviendo mis manos alrededor de su base y deslizándolo hacia arriba y
abajo de su longitud, su piel lubricada por una mezcla de nuestros fluidos.
Él me advierte, su tono brusco—. Es mejor que pongas tu boca de nuevo.
—No he sido virgen desde hace meses, gracias a ti. Y tú eres un
arrogante, jodido egoísta que no puede pensar en nada más que echar
un polvo —le digo, incapaz de resistir.
—Cerebrito —dice, pero su cabeza cuelga desde su espalda
mientras se masturba en mi boca, mi lengua acariciándolo hasta el final de
su cabeza. 141
Página

—Prostituto. —Envuelvo mis labios alrededor de su cabeza,


chupando mientras lo acaricio. Acuno sus bolas con mi otra mano.
—Mierda —dice, tirando mi cabeza más abajo—. Chúpalo como
quieras, Princesa.
Así que no lo hago. Me alejo de él. —Te dije que dejaras de llamarme
así.
—Sigue adelante y continua haciendo eso con mi polla, Princesa —
dice—, así en tus rodillas, con tu dulce boca abierta esperando, y voy a
venirme en toda tu bonita cara.
La palpitación entre mis piernas amenaza con deshacerme. Lo
quiero más que ponerme de pie. Lo acaricio, con un agarre firme. —
Prefiero tomar todo en mi boca —digo, mi voz baja—. Idiota.
Agarrando mi cabeza con ambas manos, folla mi boca, mucho
líquido pre seminal sale desde la punta y creo que va a explicar. He ido
abajo en él un puñado de veces, pero siempre se ha detenido mucho
antes de venir en mi boca, tirando lejos su polla y rodando un condón
antes de enterrarse a sí mismo dentro de mi coño.
Quiero probarlo.
—Joder, voy a venir —dice, me advierte, pero agarro sus muslos,
metiéndolo más profundo—. Kate...
Gimo en respuesta, mi lengua presionando en la parte inferior de su
pene, y succiono fuerte ya que siento que va a empezar a perder el
control.
—Mierda, Kate —se queja, con las manos agarrando mi pelo,
sosteniéndome mientras el comienza a venir, llenando mi boca con su
semen. Me lo trago de una vez, luego otra vez, cuando su polla pulsa,
disparando líquido en mi garganta.
Después que él se viene, no pierde ni un minuto, tirando de mí
inmediatamente a mis pies. —Tu maldita boca —dice.
—No me digas —digo—, tengo que callarte, ¿cierto?
—Tu boca es jodidamente increíble —dice—, puedes mantener tu
boca abierta siempre mientras mi pene está dentro. Mojigata.
—Gracias por la generosa oferta. Bastardo malcriado.
—Puedo ser generoso —dice, cerrando la cremallera de sus
pantalones. Todavía está llevando su esmoquin, solo que ahora su camisa
y su chaqueta tiene un aspecto arrugado, a pesar de que ha estado
parado todo el tiempo. Se afloja el botón de su chaqueta y la coloca
142
Página

cuidadosamente en la silla junto a mi escritorio. Mirándome a través del


cuarto, gritando una orden—. Desvístete. Ahora.
Ruedo mis ojos. —Tan romántico.
—Ya sabes que no hago el amor. Y no quieres romance —dice,
sacándose sus gemelos y luego los botones de su camisa—. Quieres a
alguien que te diga exactamente que él va a hacer contigo, y entonces
jodidamente hacerlo. Y lo que quiero es ver cómo te quitas ese vestido
igual como lo hiciste la otra noche y me muestres tu dulce cuerpo.
No espera que responda. El solo se saca su camisa y la desliza fuera
de sus pantalones, todo el tiempo sin apartar los ojos de mí. Dándome
vuelta, pongo mi espalda hacia él dejándolo bajar el cierre de mi vestido,
y lo dejo caer al suelo.
Sus manos están sobre mí, con las palmas deslizándose sobre mis
brazos, por mi cintura, a continuación por mi culo. Cuando roza los dedos
contra los labios de mi coño, estoy tan cerca que casi me vengo en
respuesta a su toque.
Inhalo fuertemente antes de hablar. —Te equivocas.
—¿Lo estoy? —pregunta. Aleja sus manos y temo por un momento
que él no va a tocarme de nuevo.
—¿Qué… a dónde vas?
Toma mi mano. —Arrodíllate sobre mí —dice cuando se acuesta en
el suelo.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Pon tu coño en mi cara —dice—, ahora.
Estoy tan caliente que apenas puedo hablar, la orden solo me hizo
débil. Empiezo a dar la vuelta, pero me detiene.
—No —dice—, mira hacia adelante. Esto es todo acerca de ti.
Me arrodillo en su rostro, mi coño a pulgadas de sus labios, y veo con
fascinación como se arquea y me toca con la punta de su lengua,
lamiendo de un extremo a otro. Un hilo de mis jugos cuelga al final de mis
labios, y gime como me pongo encima.
Estoy nerviosa, consciente de mí misma a pesar de que esta no es la
primera vez que sus labios me tocan. Pero cuando agarra mis nalgas con
sus manos, tirando de mí con fuerza contra ella, esa sensación se disipa. —

143
Oh, Dios mío, tu boca —gimo.
Gruñe y me mantiene lejos de su cara, mirándome con su brillante
Página
boca, cubierta por mis jugos. —Me encanta la forma que sabe tu coño. No
puedo tener suficiente de él.
Gimo en voz baja, consciente de los invitados en la planta baja, la
multitud de personas celebrando el compromiso de mi padre con Ella.
Tenemos que estar callados; nadie podía oírnos o venir a buscarnos. La
idea me hace más caliente y cuando Caulter cubre mi coño con su boca,
comiendo como un hombre hambriento, me paseo por su rostro,
enredando mis manos en su pelo.
Deslizo una mano a mis pechos, amansando, pellizcando el pezón
entre mis dedos mientras follo su boca, montándolo cuando me pone más
y más alta. Su lengua parece estar en todas partes, chasqueando sobre mi
clítoris, empujando dentro de mí, haciéndome bromas, haciéndome
pensar en su polla. Agarra mi culo, dedos abriendo mis mejillas, y siento la
punta del dedo presionando contra mi culo.
Me retuerzo con su toque, con el placer que surge a través de mí en
respuesta a su dedo, y creo que lo oigo reír, el sonido amortiguado entre
mis piernas. Me agarra con más fuerza, tirando de mí contra su rostro
mientras me devora. Estoy tranquila, tratando con todo lo que tengo de no
gemir de la manera que quiero, teniendo en cuenta que si lo hago,
alguien me escuchara. Alguien vendrá viéndome desnuda, montando la
cara de mi nuevo hermanastro como un maldito caballo, mis pechos
rebotando en el aire.
Caulter presiona su lengua en mi coño, empuja la punta del dedo en
mi culo, y el pensamiento de que alguien me vea así, mientras estoy siendo
tan desenfrenada por él, me empuja completamente encima del borde.
Cuando me vengo, es cegador. Estoy jadeando por aire y casi
tirando de las raíces de su cabello, tratando de centrarme solo en
mantener la boca cerrada y no gritar. Olas de placer, la frustración
reprimida de estar cerca de Caulter durante una semana, los celos de
verlo con otra chica, arrastrándose sobre mí y vengo con fuerza contra su
cara.
El orgasmo ni siquiera ha terminado cuando me levanta. —En tus
manos y rodillas —gruñe.
Estoy en una nube, preocupada por mi palpitante coño, superando
el vacío cuando retira su lengua de entre mis piernas. —¿Qué?
—Ya me has oído —dice. Agarra un condón del bolsillo y rasga el
envoltorio con los dientes, me mira como un animal salvaje. Su pene esta
duro como roca, y tira el condón en su considerable longitud—. ¿Qué
mierda he dicho?
Sonrió, su dureza de alguna manera me sorprende divertidamente. 144
Página
—Está bien, mandón.
No responde, solo agarra una almohada de la cama y la tira en el
suelo delante de mí. —Grita en la almohada.
—Piensas demasiado en ti mismo —digo.
—Vas a necesitar la almohada. —No espero a que respondiera, solo
me empujó hacia abajo a cuatro patas. Su punta presionaba contra mi
entrada, y sumergió su polla en mi interior con un solo empuje, mi
humedad fácilmente lo guio. Coloco sus manos en mis caderas, me tomo
con empujes duros, cada uno más profundo que el anterior, mis pechos
balanceándose cuando resbalaba dentro y fuera de mí.
—Mierda, Caulter —susurré, tratando de ser silenciosa, el sonido de
nuestra carne chocando era lo suficientemente ruidosa como para
ponerme nerviosa. Mi coño estaba tan sensible por mi orgasmo que
apenas podía sostener la sensación de su polla dentro de mí. Era tan
abrumadora que quería que saliera de mi piel—. No sé si podré soportarlo.
Sus manos estaban en mi espalda, vagando sobre mi piel. —Voy a
hacerte venir otra vez —dijo—. Esta vez será una locura.
Mi coño se apretó alrededor de él mientras entraba en mí, el calor
que irradiaba su cuerpo lleno el mío de placer. —Tu polla es… —Quería
decir “demasiado”, pero no quería que la quitara. La mezcla de placer y la
sobre estimulación colindando con dolor, era algo que nunca había
experimentado.
—Tu coño es tan apretado —susurró, sus bolas presionaban contra
mis pliegues mientras golpeaba profundamente dentro de mí—. Me queda
como un maldito guante.
—Oh Dios, Caulter, vas a hacerme venir —le avisé.
—No hasta que te diga que lo hagas, ¿escuchaste? —Tomó un
puñado de mi cabello de la base de mi cabeza, tirando de él como si
llevara las riendas de un caballo—. Maldición espera hasta que te lo diga.
—Oh Dios.
—Oh Dios, ¿qué?
—Sí —suspiré—. Sí, sí. Esperar. —No sabía si podría.
Caulter me dio una bofetada en mi culo, enviando una onda de
placer a través de mi cuerpo. —Toca tu clítoris.
—No —protesto. Si lo hacía me haría venir en un instante.

145
—Frota tu clítoris —ordena y presiono un dedo contra mi clítoris
mientras sus empujes se hacían más rápidos—. Dime que te encanta esto. Página
—Oh, sí, me encanta. —Froto mi clítoris fuerte.
—Dime que te encanta que folle tu dulce, y apretado coño. —Sus
empujes, sus bolas chocando contra mis pliegues, su polla tan adentro de
mí.
—Me encanta cuando me follas. —Estoy tan cerca, no puedo
soportarlo.
Él agarraba mis caderas tan fuerte que creo que dejará moretones.
—Dilo de nuevo: me encanta cuando follas mi dulce, y apretado coño.
—Me. Encanta. Cuando. Follas. Mi. Dulce. Y. Apretado. Coño. —Froto
círculos en mi clítoris, sus empujes haciéndose más fuertes, puntuando
cada palabra—. Caulter, no te detengas. No te detengas.
—¿Te quieres venir?
—Sí, sí. Por favor. Sí. —Pienso que voy a morir si él no me deja venir.
—Por favor. Di por favor déjame venir, Caulter. —Su mano sobre mi
espalda baja, me empuja más lejos abajo al piso, mi cara se cierne un
poco más en la almohada. Agarro la funda de almohada cuando él
empuja en mí, mi trasero alto en el aire. Muerdo el borde del material,
tratando de impedirme venir. Pero mi coño se siente tan mojado y
aumentado no puedo aguantarme.
—Por favor. Por favor. Por favor. Caulter.
Gruñe, golpeando en mí con un profundo empuje. —Vente por mí,
Princesa.
Finalmente lo suelto, amortiguando mis gritos con la almohada
mientras él se enterraba profundo en mí, llenándome con su semen. El
orgasmo envolvió mi cuerpo como una ola, la intensidad tan poderosa
barriendo. No sé cuánto tiempo pasó, cuando finalmente quité mi rostro
de la almohada para verlo.
Caulter frota las manos en mi espalda y caderas. —Te dije que
necesitarías la almohada.
—No tengo palabras.
Sonrió. —Sin palabras—dice—. Eso es de lo que estoy hablando.
Me reí. —No me querrías si fuera muda. Sería aburrido.
—Estaría en el cielo.
—Jódete.
—¿Otra vez? —Da una bofetada en mi culo—. Necesito otro minuto, 146
pero si insistes.
Página

—¿Crees que alguien se haya dado cuenta de nosotros?


—Creo que probablemente tengamos público fuera de la puerta —
dice, deslizándose fuera de mí y abofeteando mi culo por segunda vez.
—¿Qué? —grito.
—Cálmate —dice—. Era una broma. Tu rostro estaba contra la
almohada. Si no lo hubiera estado, bueno… estaríamos en la primera
página de cualquier maldito periódico de mierda que tengan aquí en
Lake Winnipesauke. Me adelantaré y asumiré que es algo con la palabra
Gaceta en su nombre.
—¿Cómo voy a salir a tomar una ducha en medio de la fiesta? —
dice.
—No lo harás —dice Caulter, pasándome el vestido.
—¿Qué? —pregunto, mi voz chilla—. No iré por ahí oliendo a…
Él me interrumpe mirándome con sus cejas levantadas. —¿Como si
tuvieras sexo sucio en tu habitación con tu hermanastro?
Tomo la almohada del suelo y se la arrojo. —Por favor, deja de decir
eso.
—¿Hermanastro? —pregunta, sonriendo—. ¿Te molesta? Es decir,
que lo mantengamos en familia.
Cubrí mis oídos. —La la la la —digo—. No te escucho.
Cruza la habitación hacia mí, tomando las manos de mis oídos y me
besa en los labios, su beso a la vez cambiando el tono del jovial momento
a sensual. —Ponte la ropa y deslízate al baño para limpiarte, y luego lo
haré —dice—. Nos vemos abajo. Si le dices algo a ese tipo de la escuela,
te agacharé en mi rodilla y golpearé en el culo a mitad de la fiesta.
Mis ojos se ampliaron. —Lo triste es, que creo que estás lo
suficientemente loco para hacer eso.
Caulter sonríe. —Está bien. Creo que estás empezando a conocerme
después de todo, Princesa.

147
Página
21
Caulter
Traducido por Yasna.FU, mariana90 y Maeh
Corregido por YaniM

—M
ierda, me has asustado. —Se encuentra de pie
junto a la puerta abierta del balcón, lleva una
camiseta de algodón que apenas cubre su trasero.
Y las bragas, supongo, aunque no pueda verlas. Tiene que ser un tanga, ya
quemé sus bragas de abuela, lo que me hace sonreír—. ¿Por qué sonríes?
—Nada —digo—. ¿Me dejarás entrar o qué?
—¿Tengo elección o pasarás de todos modos? —pregunta.
Sonrío, rodeándola con un brazo y atrayéndola hacia mí. La beso
lentamente, dejando que se funda en mí, pero me detengo cuando veo el
block de dibujo sobre la cama.
—¿Otro dibujo? —pregunto, recogiéndolo.
Katherine trata de alcanzarlo, pero lo sostengo en alto sobre su
cabeza.
»Mierda, solo no puedes alejarme de tu mente, ¿verdad? 148
Página
—Devuélvemelo, imbécil —sisea—. O gritaré.
—Al infierno vas a gritar. —La idea me hace reír—. Estoy seguro que a
nuestros padres les encantará entrar en tu habitación para verte usando
nada más que esa camiseta y sosteniendo un block lleno de dibujos de mi
polla.
Me mira, y cruza los brazos sobre su pecho, recostándose sobre la
cama.
—Está bien. Lo que sea. Ya los has visto de todos modos, así que no
me importa.
—Muy considerado de tu parte. —Camino hacia el otro lado de la
habitación, finalmente mirando lo que estaba dibujando. Espero verme,
pero no.
—¿Es tu madre?
Asiente, y me mira de una forma que me hace sentir vergüenza por
quitarle el block.
—La dibujo como la recuerdo, no como ya sabes, como era cerca
del final.
—Es bonito, Kate. —Tan pronto como sale de mi boca, creo que
bonito es una palabra estúpida. Los dibujos de Katherine son hermosos, fue
lo primero que pensé cuando tomé su cuaderno de dibujo, antes de
descubrir que eran todos sobre mí.
—No te dibujé antes porque estaba obsesionada contigo o algo así
—dice. Le devuelvo el block de dibujo y lo cierra, y puedo decir por la
forma en que me mira que se siente avergonzada.
—¿No? —pregunto elevando las cejas—. Estoy decepcionado.
Siempre quise tener una acosadora.
No dice nada durante un minuto, y creo que escogí el camino
equivocado para aligerar el ambiente, pero entonces levanta la mirada y
se encoge de hombros.
—Bueno, tomé un mechón de tu cabello para el santuario que te
hice.
Me siento en la cama. Katherine se encuentra recostada contra las
almohadas en la cabecera de la cama, con las rodillas contra el pecho.
Se ve tan vulnerable que quiero extender la mano y abrazarla, pero
parece demasiado cursi, así que solo llevo sus pies sobre mi regazo y los
cubro con mis manos. Hay algo acerca de estar con ella en este momento

149
que se siente cómodo.
—Eso es bueno —le digo—. Un mechón de cabello está bien. Si
Página

hubieras hecho un molde de mi polla, eso habría sido raro.


—Maldita sea. Ahí va mi plan para la noche —dice—. Tendré que
tirar el yeso que compré en la tienda.
—Yeso habría sido incómodo, de todos modos. Prefiero el chocolate.
Se ríe, pero el sonido se desvanece rápidamente y permanecemos
en silencio, mientras continúo frotándole los pies. ¿No es esto algo: Caulter
Sterling, dos meses de monogamia en tu haber, frotando los pies de una
chica y hablando?
—¿Piensas mucho en ella?
—¿En quién?
—En tu madre —digo, asintiendo hacia el block de dibujo.
Katherine se encoge de hombros.
—Se ha ido hace mucho tiempo, ¿sabes?
—No es tanto tiempo —digo—. Unos años, ¿no?
—Sí —dice—. Al final de mi octavo grado. Estuvo enferma durante un
año antes de que ocurriera. Cáncer de mama. Era demasiado tarde
cuando lo descubrieron.
—Lo siento. —Realmente no sé qué decir.
Kate se encoge de hombros.
—Las cosas son así, ¿sabes? Quiero decir, no hay nada que puedas
hacer al respecto.
—Has estado en Brighton desde entonces —digo.
—Tan pronto como mi papá pudo deshacerse de mí, lo hizo —dice
con amargura.
Ser abandonado es algo que definitivamente puedo entender.
—Él y Ella están hechos el uno para el otro, entonces.
Me mira.
—¿Qué quieres decir? —pregunta—. ¿Tienes a tu padre?
—Ha querido deshacerse de mí tan pronto como nací —digo—.
¿Quién sabe quién demonios es mi padre?
Katherine frunce el ceño.

150
—¿Realmente no lo sabes?
—Me dijo que era un perdedor, vivía en alguna parte de Georgia — Página
le cuento—. Cuando yo tenía quince años, contraté a un investigador
privado y localicé al tipo. Ella le pagaba para que no dijera que era mi
padre y permaneciera fuera de mi vida. Al parecer, era muy fiestera en
aquel entonces. No sabe que sé esto.
—¿No hay pruebas de ADN?
—No —respondo.
—Mierda. Eso es horrible.
La acaricio hasta la pantorrilla, agradecido por la distracción
mientras froto su pierna.
—Lo que sea. No es gran cosa, ¿verdad? Así es la vida. Al menos tu
padre es de su puta edad, no como algunos de los chicos con los que
salía, apenas mayores de los dieciocho años.
—A veces pienso que no debo ser feliz, ¿sabes? —inquiere—. Como
se supone que son otras personas, pero yo no.
Eso puedo entenderlo. Perseguir la felicidad es como una maldita
maldición.
—Si mandaras a la mierda a tu padre, apuesto a que te sentirías feliz.
Se ríe hasta ahogarse.
—Sí —dice—, probablemente tienes razón. Apuesto a que sí.
—¿Así que no más Harvard en el otoño, entonces? —pregunto.
—Supones que no me hará feliz —dice—. Tal vez ese es mi sueño.
—Sí, es una suposición ridícula —le digo.
—Tal vez quiero ir a Harvard.
—No, no lo haces —digo con seguridad, aunque no debería. No
debería saber lo que quiere o no quiere, pero lo sé. Sé con certeza que no
quiere ir a Harvard, y que no quiere ir a la escuela de leyes. No es lo que
realmente es ella.
—¿Puedo mostrarte algo? —pregunta—. Pero tienes que jurar que no
le dirás nada a nadie.
—Muéstrame. —La observo mientras se levanta y se apresura a su
escritorio, sacando un papel doblado de debajo de un montón de
papeles en el cajón superior, entonces me lo entrega—. ¿Qué es?
—Mira.
Leo la carta, una carta de aceptación de la UCLA.
—¿Aquí quieres ir? 151
Página
—Creo que, nunca pasará, sabes lo que quiero decir —dice—. No es
una escuela de la Ivy League. Pero tienen un muy buen programa de arte.
Mi padre se enfurecería si yo fuera a la escuela de arte. Diría que es un
título inútil.
—Pero aplicaste —señalo—.Y te admitieron, ¿verdad? Deberías
hacerlo, si es lo que quieres.
Retira el papel de mi mano y lo guarda en el cajón.
—Creo que ya pasó la fecha límite de todos modos Y es en
California. Mi padre tendría un ataque al corazón. ¿Pasantías de verano
para señoritas en el congreso de arte? Quiero decir, ¿qué voy a hacer con
mi vida? ¿Bosquejos? No es práctico. —Se encoge de hombros—. Solo
quería saber si era buena, ¿sabes?
—Debes hacer lo que te haga feliz.
Me mira, regresando a su lugar en la cama.
—No voy a tomar el consejo del señor-la-vida-es-una-gigantesca-
Fiesta —dice—. Tu mamá tiene como mega dinero. Ni siquiera tienes que
hacer nada con tu vida.
—Joder si no lo sé ya —replico con dureza.
—No quise decirlo en la forma en que sonó —dice—. Solo que ya
tienes tu vida cubierta, ¿verdad? Puedes divertirte todo el tiempo.
—Bueno, no es tan bueno como parece. —Sueno desagradecido y
mimado—. Se torna aburrido después de un tiempo.
—¿Ves? —dice—. Ser irresponsable todo el tiempo no es divertido.
—¿Primero dices que no tengo que hacer nada con mi vida, y ahora
me llamas irresponsable? —pregunto—. Pensé que nos estábamos llevando
bien, y ahora has vuelto a insultarme.
Katherine suspira.
—Me expresé mal —dice—. No quise decir eso. Solo digo que
obviamente eres inteligente, ¿sabes? Y ya estás preparado para la vida.
Puedes hacer todo lo que quieras.
—Eso es lo que crees. —Parece como si mi camino se presentara
muy claro. Soy el hijo malo de una celebridad. La gente ya sabe todo lo
que quiere saber de mí.
—Entonces, ¿qué te gustaría hacer si finalmente dijeras a todos
jódanse y no doy una mierda por nadie? —Frota su labio inferior

152
distraídamente con el dedo, con las rodillas contra el pecho. Pienso en
cómo mi lengua estuvo en ese labio momentos antes, cómo se siente ese Página
labio cuando lo tiro entre mis dientes.
Me la tiré hace menos de dos horas, debería estar saciado. Pero no.
Me he duchado y estoy revitalizado otra vez mientras permanezco aquí
sentado, mirándola. Y, puedo ver a sus bragas que apenas cubren su coño
asomarse entre sus muslos.
—A ti —digo, alcanzando su tobillo y tratando de acercarla a mí en
la cama.
Se ríe, metiendo su cabello detrás de su oreja.
—Sí, por supuesto —dice—. Pero, ¿sabes lo que quiero decir?
—Sé lo que quieres decir —digo, trepando por su cuerpo, frotando
mi polla contra ella. Se ríe y coloca sus manos sobre mi pecho.
—No tan rápido —dice—. No hasta que me digas.
La beso, dibujando su labio inferior entre mis dientes otra vez, mis
manos a ambos lados de sus hombros.
—¿Decirte qué? —pregunto—. No hay nada que contar. Te tendría a
ti. Nunca dejaría de follarte. Eso es lo que haría.
—Hablo en serio.
—Yo también. —Llego debajo de su camiseta, deslizo mi mano sobre
su abdomen hasta que puedo sentir su pecho. Sin sujetador. El pezón esta
duro, y gimo cuando aprieto su carne, viendo a su rostro cambiar de
expresión cuando sus ojos se cierran ligeramente—. ¿No gastarías tu
tiempo follándome si nadie estuviera mirando?
—No —murmura.
—¿No? —pregunto—. Eso es grosero. Al menos deberías mentirle al
tipo que presiona su polla justo contra tu coño.
—Está bien, entonces. Sí —susurra.
Acaricio su pezón con el pulgar hasta hacerla gemir con suavidad.
—¿Sí, porque te dije que mintieras o sí, porque no te gustaría hacer
nada más que follar conmigo?
Gime.
—Fóllame ahora —dice.
—Eso fue rápido. —Pero me alejo, deslizo su camisa sobre su cabeza,
y me quita la mía antes de caer sobre las almohadas. Todavía visto mis
pantalones pijamas, la delgada barrera de tela de algodón entre nosotros

153
es mínima, y puedo sentir el líquido pre-seminal humedeciendo la tela.
Inclinándome, tomo su pecho en mi boca, girando mi lengua alrededor de Página
su pezón—. ¿Estás lista para mí tan pronto?
Katherine toma mi rostro entre sus manos y me acerca a ella, su
lengua empujando insistentemente en mi boca mientras me besa. Cuando
deslizo mis dedos entre sus piernas, gime. La tela de sus bragas se
encuentra empapada.
—¿Ves? —pregunta—. Ya estoy tan mojada.
—Lo estás —le digo—. Espera un segundo. Déjame buscar un
condón. —Me alejo, pero aferra mi brazo.
—No.
—¿No qué?
—Sin condón —susurra.
—Me tomará menos de dos segundos —digo—. Están justo ahí.
—¿Es necesario?
—¿Usar un condón? —pregunto—. ¿Eras tú la que estaba
preocupada por mí follando con una pelirroja, pero ahora quieres ir sin
protección?
—No follaste a la pelirroja —dice.
—¿Es una pregunta o una afirmación? —pregunto—. Debido a que
antes no parecías segura.
—Es una afirmación —dice—. Estoy segura.
—Mhmm. —De todos modos me levanto, deslizando sus bragas sobre
sus caderas y por sus piernas, incapaz de resistirme de pasar la lengua por
su coño y lo hago. El sabor me pone duro como una piedra. La idea de
estar en su interior, sin protección, me dan ganas de venirme ahora. Pero
eso definitivamente va contra mis reglas—. Eso no es algo que haga,
Katherine.
—¿Qué quieres decir? —Me observa despojarme de mis pantalones,
y sus boca se abre cuando ve mi polla, me hace sentir orgulloso como el
infierno. Tomo un condón del cajón inferior de su escritorio—. ¿Sabías que
los escondo allí? —pregunta.
—Sí. —Vuelvo a la cama.
—¿Desde cuándo?
—Hace un tiempo.

154
—¿Antes de que empezáramos a follar? —pregunta. Vuelvo a
ocupar mi lugar sobre ella, y envuelve su mano caliente alrededor de mi Página
polla.
—¿Romperás mi polla si te respondo con sinceridad?—. Me
preocupa que sea capaz de hacerlo. Pero solo se ríe mientras desliza su
dedo pulgar sobre la punta, el líquido pre-seminal humedece mi piel.
—Lo hiciste, ¿no? —pregunta.
—Lo hice.
—Eres un imbécil engreído.
—Y tú no eres una perra frígida —digo.
—Gracias —dice, riendo—. Creo que es el mejor cumplido que me
has hecho, Caulter Sterling.
—Nunca digas que no te he dicho cosas agradables —digo. Mueve
su mano arriba abajo a lo largo de mi polla, y gimo. Cuando me guía
hacia su coño, me tenso, mientras siento su humedad caliente contra mi
polla desnuda, aunque es lo mejor que he sentido alguna vez—. Espera.
—Estoy en control de natalidad —dice—. Lo he estado por años.
¿Estás limpio?
—Me hice la prueba justo antes de… ti, en realidad. —No le digo por
qué, que un mes antes de ella había dormido con esta chica psicótica que
asistía a una escuela de niñas a media hora de aquí, quien también, como
supe más tarde, había dormido con la mitad del equipo de lacrosse.
Arquea sus caderas ligeramente para que la punta de mi polla
quede justo en su interior.
—Hazlo. Jódeme. Quiero sentir como te vienes en mi interior.
—Mierda, Kate —gimo sin moverme. No dormía con chicas sin usar
condón. Podía no ser un buen tipo, pero al menos me cuidaba—. Me estás
matando. Se supone que eres la responsable.
—Estás sobre mí —susurra, sus manos ligeramente alrededor de mis
nalgas—. ¿Qué puedo decir? Quiero hacer algo alocado.
Me acerca más, pero la detengo, dejándome entrar solo otra
pulgada. Otra agonizante pulgada en su caliente y húmedo coño. No
puedo pretender tomar una decisión responsable, no con mi polla dentro
de su coño. Aprieta sus músculos con firmeza a mí alrededor y eso es todo.
Penetro mi polla en su interior, hasta la empuñadura, en una profunda
estocada, sintiendo la exquisita sensación de sus músculos estirándose
para tomarme.
Katherine se arquea mientras me deslizo en su interior, su cabeza cae
hacia atrás, su cabello se esparce sobre la almohada y alrededor de sus
155
Página

hombros. Apoyo una mano en su espalda baja, la empujo contra mí


mientras la follo, mi ritmo es lento, aun cuando está tan húmeda y
dispuesta.
Me induce a seguir, emitiendo pequeños gemidos bajos y susurra,
una y otra vez—: Sí, sí.
—Mírame, Kate. —Levanta la cabeza, y sus ojos se encuentran con
los míos antes de besarme con avidez. Cada parte de ella está
hambrienta; su coño está prácticamente ordeñándome ahora, aún antes
de venirse. Sé que está lista, se encuentra rápidamente en el borde, pero
me obligo a ir lento y a esperar.
—No, no, no pares —susurra, su voz casi como un gemido. Envuelve
sus piernas a mí alrededor, fijándome con mi polla en su interior, pero dejo
de moverme. Sujeto sus muñecas, y las presiono sobre su cabeza, luego
vuelvo a acercar mi boca—. Por favor no te detengas.
—No trates de tomar el control, Kate —susurro—. No te conviene. —
Se queja, pero se controla, y la beso, mi polla palpitando en su interior.
Cuando vuelve a apretar sus músculos a mi alrededor, sonrío—. Siempre
tratas de tomar el control.
—Jode… —susurra, y espero a que diga te, pero no lo hace. En
cambio dice—: Jódeme.
No puedo esperar más tiempo. Empujo profundamente en su interior,
sintiendo el chorro de humedad de su coño.
—¿Eso es lo que querías? —pregunto.
—Sí —susurra, sus dedos sujetos firmemente contra los míos, palmas
presionadas contra palmas impulsándome en su interior una y otra vez—. Sí.
—Quieres mi polla desnuda dentro de ti…
—Sí —dice—. Oh mi Dios, sí.
—Quieres sentirme entrar en tu coño desnudo. —Sus músculos se
tensan alrededor de mi polla, apretándola. Es todo lo que puedo hacer
para no venirme en su interior en este momento, con lo apretada que está,
lo cálida que se siente.
—Caulter, estoy cerca —acentúa sus palabras con un apretón final y
estoy gimiendo, la inundo con mi semilla caliente. Cuando llega, se arquea
hasta que sus labios se encuentran con los míos y silencia sus gemidos con
mi boca, sintiendo las réplicas de su orgasmo a través de su cuerpo. Los
espasmos de su coño alrededor de mi polla, sus músculos ordeñan cada

156
gota de mi semen hasta el final.
Luego, el único sonido en la habitación es nuestra respiración
Página

irregular después de nuestros orgasmos, y cuando finalmente abre los ojos


para mirarme, mi rostro a pulgadas del suyo, su sonrisa aparece.
—Eso fue bueno.
—¿Es todo lo que tienes para decir? —pregunto—. ¿Eso fue bueno?
Qué decepción.
—Eso definitivamente no fue una decepción —dice, envolviendo sus
piernas a mi alrededor—. ¿Quieres hacerlo de nuevo?
—He creado a un monstruo —digo, besando su frente, luego sus
pómulos, y a un lado de su rostro—. No serás capaz de parar.
—Entonces no dejes que pare —susurra—. Sigue follándome.
—Sabes que esto no puede durar. —Siento la obligación de
advertirle, pero tan pronto como salen las palabras, creo que estoy
tratando de advertirme a mí mismo. Está debajo de mi piel, y me temo que
me está cambiando. Sé que me está cambiando.
—Si somos cuidadosos… —dice, arrastrando la voz. Piensa que hablo
de que nos atrapen, pero no. No le digo lo que pienso. En cambio, besos
sus suaves labios.
—Seremos cuidadosos —le digo. Me recuerdo tener cuidado. Con su
corazón y el mío.

157
Página
22
Katherine
Traducido por July Styles Tate
Corregido por YaniM

M
i padre y Ella regresaron a la casa del lago a tiempo
completo ahora. El Senado entró en receso durante el
verano desde hace tres días. Hace tres días, la casa se
convirtió en un frenesí de actividades para la preparación de la boda, la
casa invadida de gente: el organizador de bodas, los catering, estilista,
gerentes, decoradores, panaderos, y el séquito de mi padre de asesores
políticos.
Había esperado que la boda interrumpiera la campaña de mi
padre, pero todo parecía encajar muy bien. Ayuda, supongo, que Ella
dirija la planificación de la boda con la misma clase de precisión militar
con la que mi padre ataca a su campaña de reelección.
Caulter y yo no solo follamos. Quiero decir, hemos estado follando.
Pero ahora estamos follando como conejos. Hemos estado jodiendo todo
el tiempo.
Cuando mi padre y Ella estaban todavía en D.C., Caulter cumplió su
158
Página

promesa de tomarme en el comedor una noche después que Rose se


había ido, tumbándome sobre la mesa y enterrando su rostro entre mis
piernas.
Hemos tenido relaciones sexuales al aire libre, en el muelle por la
noche, junto al lago.
En la casa de botes.
En el auto camino a tomar un helado, y luego otra vez cuando
regresamos, después Caulter dijo que no podía ver la forma en que lamía
el cono de helado y no desear poner su polla en mi boca.
En nuestras habitaciones, tantas veces, en nuestras habitaciones.
Estamos teniendo mucho sexo, pero ya no es solo sexo. Algo pasó la
noche de la fiesta de compromiso, creo, Caulter se tornó menos irritante.
Me está comenzando a gustar. Lo cual es raro.
También es molesto. Una cosa era cuando lo hacíamos a
escondidas cuando nuestros padres se habían ido, pero es diferente ahora
que regresaron. Y que se van a casar. Pronto realmente vamos a ser
hermanastros, y entonces, ¿qué pasará?
También está el otro tema que me hace pensar, y es culpa de
Caulter por plantar la idea en mi cabeza, la posibilidad de que realmente
podría ser capaz de ir a UCLA. Ahora me pregunto qué pasaría si lo hiciera.
Es todo culpa de Caulter por hacerme sentir feliz. Ese es el tema
sobre ser feliz, que te hace querer más de ese sentimiento. Y la felicidad es
peligrosa, porque nunca dura. La vida me ha enseñado mucho.
Me miro en el espejo, enderezando el mechón de cabello que se
niega a quedarse en mi cola de caballo. Luzco como una mamá de la
APF5 de mierda, pienso, en mi traje de color pastel y tacones crema. O un
huevo de Pascua.
Estamos a punto de bajar para una entrevista, todo forma parte de
la campaña de reelección de mi padre, pero no realmente. Es una
estación de noticias nacionales a la que no le importa el titular de New
Hampshire quien está previsto para ganar de forma aplastante; lo que
realmente le importa es la boda. Y el drama familiar.
Querrán saber todo sobre cómo Caulter y yo nos llevamos bien. Por
suerte, estamos preparados. Tenemos frases hechas para usar. Ninguna de
esas frases implica que estamos follando como conejos, o que su polla me
pone tan húmeda que prácticamente goteo cuando lo tengo cerca.
—Oye. —La puerta del balcón se desliza abierta, y su voz me 159
sobresalta.
Página

—Mierda, Caulter —susurro—. Deja de asustarme de esa manera.


—Te ves como un huevo de Pascua —dice.
—Lo hago, ¿no? Eso es exactamente lo que estaba pensando. ¿Esto
es naranja o rosa? —pregunto, alisando la falda. Me parece que es una

5 APF: Asociación de Padres de Familia, en inglés PTA (Parent-Teacher Association)


tela de algún tipo de lino—. Creo que debería estar jugando a la canasta
en Florida con este vestido.
—Coral —dice Caulter, ubicándose detrás de mí y tocando mi
trasero—. Sin embargo, hace que tu culo luzca muy bien.
—Manos fuera —ordeno—. Nada de manos.
—Aw, te pones un traje de color pastel y empiezas a actuar como
una abuela —dice Caulter, mirando más allá de mí a su reflejo en el
espejo—. Incluso más de lo normal, quiero decir.
—Ja, ja. —Lo recorro con la mirada—. ¿Se supone que llevarías una
chaqueta?
—No, solo una camisa con cuello —dice—. La estilista la escogió. Al
parecer no puedo ser demasiado formal, ya sabes. Me han dicho que mi
marca es “rebelde domado”.
Me estremezco.
—¿De verdad dijo eso? ¿Es la misma estilista que escogió toda mi
ropa nueva después que quemaste la mía?
—La misma —dice—. No la ropa interior, sin embargo. Eso fue todo
mío. —Alcanza el dobladillo de mi vestido, bajando la voz ahora—: Déjame
comprobar si los llevas puestos.
Golpeo su mano, pero la desliza entre mis piernas.
—Detente, en serio, estamos a punto de irnos. Ni siquiera deberías
estar aquí.
—Tenemos tiempo para un rapidito —dice
Me río.
—Aléjate de mí, idiota.
No parece demasiado desalentado por mi rechazo, mientras retira
su mano y me golpea ligeramente en el culo.

160
—Escogí cada par de bragas, por cierto. Sin embargo, lo de
“rebelde domado” es idea de la persona de relaciones públicas de tu Página
padre o de quien sea.
—Mona —digo, poniendo los ojos en blanco—. Es una tirana.
—Dice que soy un rebelde domado —dice—. Suena emocionante.
Tal vez debería mencionar quién me domó cuando estemos en cámara.
Lo golpeo, pero se escabulle fuera de mi camino, en dirección a la
puerta del balcón.
—Eres un rebelde total —digo, mirándolo encender un cigarrillo—.
¿En serio vas a hacer eso justo antes de la entrevista?
Sopla el humo por el balcón, pero me mira.
—¿Quieres que lo haga durante la entrevista?
—Lo que sea —le digo—. Siempre y cuando sigas el juego.
—Jugaré a ser el pequeño hermanastro bueno —dice—. Pero estaré
todo el tiempo desnudándote con mis ojos.
Me río.
—Estoy segura.
Treinta minutos más tarde, no encontramos abajo, en la biblioteca,
de todos los lugares. Que más o menos es el lugar exacto en que he
fantaseado con tener que sentarme frente a una cámara y responder
preguntas sobre mi relación con mi hermanastro. Quiero decir, es
jodidamente perfecto.
—¿Qué pasó con la sala de estar? —pregunto, mientras Mona me
hace tomar asiento, usurpando el lugar que en realidad le corresponde a
la persona a cargo del programa.
—El fondo de aquí es más adecuado para una entrevista en familia
—dice mientras ajusta el cuello de mi chaqueta.
Sí, por supuesto. El lugar en que Caulter y yo rompimos una escalera
mientras fallábamos es definitivamente adecuado para una entrevista
familiar.
Miro a Caulter, y está ocultando una sonrisa, el imbécil. Argh. Caulter
va a amar todo esto, sobre todo mi malestar. Podemos estar jodiendo, y tal
vez no lo odie con la ardiente pasión con la que solía hacerlo, pero eso no
significa que no se llevará el gran placer de verme retorcerme bajo
presión.
A Caulter le gusta verme retorciéndome. El pensamiento surge en mi

161
cabeza y de inmediato me hace pensar en el sexo, y trato de alejarlo.
Enfócate, Kate. Página
Mona me palmea el muslo.
—Las rodillas juntas, cruza los tobillos. Siéntate con la espalda recta,
inclínate ligeramente hacia adelante para que el sofá no te absorba —
puntualiza sus órdenes como un sargento, antes de hacer un gesto
impaciente a Caulter—. Caulter. Aquí.
Quien sea en realidad el encargado de la puesta en marcha en el
set interviene suavemente, ubicando a mi padre y a Ella en el sofá junto a
nosotros.
Cuando las cámaras se encienden, en tres, dos, uno y sonreír y una
gran familia feliz. Mientras tanto, mi mente se encuentra muy lejos de
siquiera escuchar cualquiera de las preguntas dirigidas a mi padre y a Ella.
Cuando la entrevistadora, una anciana con una inclinación por
hacer preguntas que hacen que las estrellas se disuelvan en lágrimas, se
gira hacia Caulter y hacia mí, nos realiza preguntas superficiales una tras
otra. ¿Nos conocíamos el uno al otro en Brighton? ¿Nos llevamos bien?
¿Cuáles son nuestros planes para después del verano?
Repetimos como loros las respuestas que hemos estudiado, sonriendo
y siendo encantadores, como dos lacayos robot apostando por mi padre.
En apariencia, no hay incidentes. Pero evito cuidadosamente el
contacto visual con Caulter y elijo mis palabras como si estuviera
caminando sobre un campo minado. Las preguntas que deberían ser tan
fáciles de responder ahora se encuentran cargadas de un significado más
profundo.
Por supuesto que nos llevamos bien, digo yo. Lo que no digo es que
el rostro de Caulter estuvo enterrado entre mis piernas esta mañana antes
de que saliera de la cama. Nos llevamos muy bien.

162
Página
23
Caulter
Traducido por Yasna.FU
Corregido por YaniM

—D
eja el teléfono. —Atravieso la puerta del balcón,
aunque Kate me hace gestos para que salga,
meneando la cabeza. Se pone de lado, como si
estuviera tratando de proteger su teléfono de mí, y dice algo que no
entiendo bien, pero escucho el tono de su voz, y despierta mi interés. Está
irritada.
—No lo creo —dice, seguido por el silencio—. Porque ¿recuerdas la
última vez que salimos?
—¿Es Jo? —pregunto.
Kate niega y protege la boca con la mano. Me siento tentado a
quitarle el teléfono de las manos y tirarlo por el cuarto como hice antes,
pero no lo hago, solo porque luce irresistible en ese vestido amarillo que
viste y cae hasta el suelo. El que la parte superior empuje sus pechos hasta
el punto en que están prácticamente desbordándose me provoca ganas
de besarlos.
Continúa hablando, incluso cuando me acerco a ella y bajo la tela
del vestido y el sujetador sobre sus tetas deliciosas. Niega hacia mí,
163
Página

frunciendo el ceño y regañándome con su expresión, pero no está


deteniéndome en realidad.
Acaricio suavemente sus pechos, viendo como sus pezones se
elevan por la atención.
—No, Jo —dice Kate, su voz se apaga mientras acaricio su pecho
con mi dedo—. No estoy a cargo de las invitaciones. —Me inclino hacia
ella, pasando mi lengua por el pezón, y su cabeza cae hacia atrás, el
teléfono aún contra su oído—. Nada está mal. Ya superé lo que pasó en la
fiesta. Pero eso no significa que vendrás a la boda. —Hace una pausa por
un momento, cuando cierro mi boca sobre su pecho. Luego arroja el
teléfono sobre la cama sin siquiera decir adiós.
—¿Era Jo? —pregunto, levantando su vestido y deslizando mi mano
entre sus piernas—. ¿Por qué sigues hablando con ella?
—No lo hago —dice, su respiración entrecortada. Se encuentra
mojada ya; el hecho de que se encuentre húmeda tan pronto me excita.
Me encanta la forma en que esta chica siempre está lista para mí,
absorbiéndome entre sus piernas en el momento en que me acerco a
ella—. No he hablado con ella desde la fiesta. Quiere una invitación a la
boda.
—¿Por qué eres su amiga? —pregunto, deslizando un dedo entre sus
pliegues. La penetro, viendo su mandíbula abrirse y sus ojos entrecerrarse.
—No sé —dice—. La conozco desde hace un tiempo. Quiero decir,
ha sido mi amiga durante mis veranos aquí. Es divertida. Graciosa.
—No es buena persona —digo. Kate ya sabe lo que pienso—. ¿Te
está obligando a que hagas cosas en la boda?
Responde con su respiración entrecortada ya.
—No, yo no —dice—. Creo que tiene amigos que quieren que haga
eso. ¿Sabes cuántas celebridades vendrán? Ya están llegando a la
ciudad.
—Como una plaga. —Subo su vestido por la cintura y la empujó
contra la cama—. Así que nadie está buscándote en este momento.
—No —dice, con la voz ronca—. ¿Alguien te busca?
—Diablos, no. —Deslizo mis dedos entre sus piernas y desabrocho mis
pantalones vaqueros—. Solo somos tú y yo.
—Hay tanta gente en la casa, Caulter —susurra—. Abajo y arriba.
Cualquiera podría venir. Estoy segura de que Rose nos buscará. Creo que
sabe lo nuestro. 164
Página
—Entonces no nos buscará —le digo y me dirijo hacia la puerta de la
habitación y le pongo llave.
—¿Por qué no vamos a algún lugar?
—Podemos —digo—. Después que me venga dentro de ese
apretado coño tuyo.
Gime.
—Haces que me…
—¿Moje? —pregunto—. Sí, Princesa, ya sentí eso. —Empiezo a
deslizar mis pantalones debajo de mi culo, pero me detiene.
—Solo deja de desnudarte y fóllame —dice, envolviendo su mano
alrededor de mi polla, que palpita en su agarre—. Como, ahora.
Ni siquiera me molesto en quitarle la ropa. La urgencia en su voz
mientras se sienta en el borde de la cama con la falda subida hasta la
cintura, mirándome ligeramente despeinada, me da ganas de hacer lo
que me pide. Mis pantalones se encuentran alrededor de mi culo mientras
sujeto sus muslos y la acerco hasta que cuelga fuera de la cama.
Cuando sumerjo mi polla en su interior, gime con fuerza. Supongo
que no da una mierda por la audiencia. Empujando en su interior, observo
como echa la cabeza hacia atrás, presionándose contra el colchón, y
gime un poco más fuerte esta vez.
—Fóllame —ordena—. Más Fuerte.
Está tan malditamente ardiente y húmeda que no puedo soportarlo.
La follo con más fuerza.
—Vas a tener que silenciar tus gemidos para que tu padre y Ella no
nos atrapen.
Eso la hace gemir de nuevo.
—¿Eso te excita, Princesa? —pregunto, empujando en su interior, mi
polla tan profunda que juro que la voy a atravesar—. ¿Saber que nuestros
padres nos pueden oír?
—Lo que estás haciendo con tu polla es lo que me enciende —dice.
Su voz es un poco demasiado fuerte, por lo que cubro su boca con mi
mano. Abre los ojos de golpe, y muerde mi dedo.
Empujo con más fuerza para castigarla por morderme, y gime. Mis
movimientos son rápidos mientras introduzco dos dedos en su boca, los
mismos dos dedos que habían estado en su coño hace unos minutos. Verla
devorando mis dedos que aún tienen sus jugos me lleva al límite. No me

165
preocupo por retenerme; quiero llenarla con mi esperma caliente. Sus
músculos tensos alrededor de mi polla y sé que está lista. Página

—Chúpalos —susurro—. Envuelve tus labios alrededor de mis dedos


como lo haces con mi polla.
Gime, bajo en su garganta, apretando su coño.
—¿Te vendrás para mí, Princesa? —pregunto, y asiente, mirándome
con grandes ojos suplicantes—. Vente para mí.
Se encuentra tan cerca que en el momento en que le doy permiso,
siento su orgasmo a través de su coño, apretando los músculos una y otra
vez mientras se viene. Su espalda arqueándose, mis dedos firmemente en
su boca, mi pulgar bajo su barbilla mientras me conduzco tan
profundamente en su interior como me es posible, dejándome ir. Mis bolas
se aprietan y la llenan con mi semilla caliente.
Un minuto más tarde, mi polla todavía palpita, continuando con las
fugas con cada espasmo, y ella me sonríe. Retira mis dedos de su boca.
—¿Qué diablos vamos a hacer mañana, Caulter?
—No hay una maldita gota de sangre en mi cerebro en este
momento, ¿y me haces una pregunta así? ¿Qué te pasa?
Katherine sujeta mi mano, la desliza hacia su pecho para cubrir su
seno y amasar la carne con la mano.
—Lo digo en serio —dice en voz baja—. Mañana se casan, y me
estás follando.
—No lo olvido —le recuerdo—. ¿Me estás pidiendo que te folle?
Frunce el ceño.
—¿Hay una despedida de soltero?
—¿Intentas hacerme vomitar? —pregunto, recorriendo su pecho con
mi otra mano.
Se ríe.
—¿No quieres ir a una despedida de soltero con mi padre? —
pregunta—. ¿Eso no parece divertido?
—No seas repugnante. —El pensamiento es tan repulsivo que no
puedo dejar de temblar.
—¿Mañana tendré que ver a chicas de Hollywood con las que has
dormido cuando estemos en la ceremonia?
Me detengo, mentalmente recorriendo una lista en mi cabeza de
amigas de Ella que podría o no haber follado. No es una lista pequeña,

166
pero no puedo decirle eso.
—Tal vez. Página

—Mierda, Caulter —dice, golpeando mi mano—. No me puedes


decir mierda como esa.
—Preguntaste. ¿Quieres que te mienta?
—No sé lo que quiero —dice—. Pero no podemos seguir haciendo
esto, ya sabes.
—¿Por qué no? —pregunto—. Aparte de que estas colgada de
alguna mierda.
—Yo y el resto del mundo —dice—. Ellos se van a casar.
—¿Y? —pregunto—. No estamos realmente emparentados. Te das
cuenta de eso, ¿no es así?
Niega. Ese pequeño mechón de cabello que cae sobre su frente y
en sus ojos cuando se mueve, lo acomodo otra vez en su lugar.
—Eso es lo que la gente piensa, Caulter.
—No —digo—. La gente pensará que somos dos adultos que no
tienen ninguna relación y que también están jodiendo.
—Eso es todo lo que es, ¿verdad? —pregunta.
—¿Qué quieres de mí, Kate? —pregunto. Sueno molesto, pero la
verdad es que he pensado en esto. No tiene idea de lo mucho en que
jodidamente he pensado en ella, o en nosotros. Nunca dejo de pensar en
ello.
¿Es que no entiende cómo de absolutamente loco es que haya
estado con ella, y solo con ella, desde el final del año escolar? Ese no soy
yo. Que mi polla esté solo en un coño durante meses no soy yo. Pasar todo
mi puto tiempo con la misma chica no soy yo. Reírme de las pequeñas
cosas estúpidas que esa chica dice cuando estoy acostado por la noche,
antes de dormirme, no soy yo tampoco. Sin embargo, aquí estamos.
—¿Quieres que sea tu puto novio o algo así? —pregunto—. ¿O
deseas que este sea nuestro pequeño y sucio secreto? No estoy seguro de
qué demonios pasa aquí.
Me mira con ojos entrecerrados. Podría estar irritada, pero algo dice
el que estemos teniendo esta conversación mientras todavía me
encuentro en su interior, con mi mano sobre su pecho.
—Estoy diciendo que no podemos seguir haciendo esto, porque nos
van a descubrir.
Acaricio su pezón con mi pulgar. 167
Página
—Dice la chica que estaba gimiendo en voz alta hace menos de un
minuto cuando seguramente podrían habernos atrapado.
—Debido a que me vuelves loca —dice—. No puedo confiar en mí
cuando estoy contigo.
—¿Así que quieres parar? —Su pezón se endurece debajo de mi
dedo, y siento a mi polla comenzar a agitarse de nuevo. Esta chica es
como tomar una pequeña píldora azul. Estoy constantemente duro para
ella.
—No podemos seguir —dice.
—Aún no están casados.
—Lo estarán mañana.
—Así que mañana nos detendremos —digo, pellizcando el pezón
entre los dedos viéndola estremecerse. Pero no retira mi mano. En cambio,
los músculos de su coño se aprietan a mi alrededor.
—¿Solo así? —pregunta.
—Solo así —le digo—. No quieres follar conmigo, no te follaré.
—Es tan fácil para ti.
Por supuesto que no, quiero decir. ¿Como si quisiera dejar de
follarla? Esta chica me ha envuelto alrededor de su eje, pienso en ella
constantemente. No puedo parar. Pero no se lo digo. No puedo decirle
eso.
—Es así de fácil.
—Está bien —dice, apretando su mandíbula. Pero cuando deslizo la
palma de mi mano sobre su otro pecho, arquea la espalda ante mi
tacto—. Luego nos detendremos.
—Probablemente deberíamos revolcarnos todo lo posible hoy —le
susurro—. Si vamos a parar.
—Sí —dice—. Deberíamos. —Presiona sus caderas contra la mía, y
bajo la mano, sujetando su muslo.
—Quisiera que mañana no caminarás por el pasillo de otra forma
que no sea con las piernas arqueadas —digo.
—Eres un malnacido —dice, mientras mi polla se endurece. Pero está
sonriendo.

168
Página
24
Katherine
Traducido por FIORELLA♥
Corregido por YaniM

H
oy es el día.
El maldito día.
La boda de mi padre con Ella.
Caulter fue fiel a su palabra. Me dejó caminando como un vaquero
que desmonta de su caballo después de pasar días montando. El estilista
arreglando mi cabello esta mañana preguntó si me sentía bien, y mi rostro
se tornó del color de la berenjena.
Esta boda constituye el evento social en esta parte de New
Hampshire. Es una gran cosa. Gracias a Dios nuestra casa del lago no era
lo suficientemente grande como para que se celebrara en el patio; la
fiesta de compromiso de mi padre en el lugar favorito de mi madre ya
había sido malo como el infierno.
Diría que mi madre habría vuelto de su tumba, pero la verdad es que
ella querría sinceramente que mi padre fuera feliz. Era ese tipo de persona.

169
Se supone que Caulter y yo vamos camino a la boda, con el resto de
los asistentes a la fiesta. Se celebrará en este B&B6, este inmenso lugar que Página
solía ser un hotel en el siglo XIX. No nos encontramos con el resto de los
invitados a la fiesta, sin embargo, le mentí a Ella y le dije que necesitaba la
ayuda de Caulter para sorprender a mi padre.
—¿Estás bien? —pregunta, cuando la limusina llegó a una parada.

6B&B: Pequeñas posadas que además de la habitación para estadías cortas incluyen el
desayuno.
—Solo será un minuto. Gracias por venir conmigo.
Asiente.
—Puedo acompañarte, si quieres.
—No —le digo—. No tardaré. —Tomo las flores y atravieso la hierba,
mis talones se hunden en la tierra. Ella enloquecerá cuando vea cómo mis
tacones dejan pequeños manchones de suciedad mientras camino hacia
el altar, pero no me importa. Arrastro el dobladillo del vestido sobre la
hierba, pero no termina de importarme tampoco.
Pongo las flores en la tumba de mi madre, reemplazando las que
había desde hacía unos días que apenas comienzan a marchitarse y las
dejo sobre la piedra ubicada a unos pocos metros. Es la tumba de un niño,
y nadie trae flores, siempre me entristece.
Parece extraño, ligeramente inadecuado estar haciendo esto
luciendo un vestido de Dama de Honor justo antes de que mi padre se
case con otra persona. Pero no me atrevo a participar de este día sin
hablar con ella primero. Trago con fuerza.
—Te extraño —digo—. Creo que no pensarías que Ella es tan mala,
sin embargo. Caulter la odia, creo. O, tal vez no es odio, exactamente.
Creo que siente por ella lo mismo que yo siento por papá. No te gustaría,
en realidad, la forma en que siento por papá. —Siempre vengo aquí y
hablo con ella, pero aún no me he atrevido a hablarle de Caulter.
»Así que la boda es hoy. Estoy en camino, con Caulter —digo—.
Espero que estés bien con ello. —Parece que estoy hablando de la boda,
pero es de Caulter de quien hablo en realidad. Esta boda tiene que ser el
final de lo que se ha estado gestando entre nosotros; sería terrible para la
campaña de mi padre, un desastre en los medios de comunicación si sale
a la luz. Eso es lo último que necesita mi padre—. Te amo, mamá.
Me siento melancólica en mi regreso al auto, una extraña tristeza
cae sobre mí. Es como si estuviera dejando ir, no a mi madre, sino a
Caulter.
Una pequeña parte molesta de mí piensa que las aspiraciones 170
políticas de mi padre no deberían dictar toda mi vida. La parte que
Página

mantiene la carta de admisión a la UCLA en mi escritorio. La parte que


envió un correo electrónico al director del Departamento de arte la
semana pasada para ver si podía acordar una visita mientras mi padre y
Ella estén de luna de miel. La parte de mí que cree que debería decirle a
mi padre que se joda, porque voy a hacer lo que quiera.
Es una lástima que no sea más fuerte.
De vuelta en el auto, Caulter me mira preocupado.
—¿Estás lista?
—Estoy lista.

171
Página
25
Caulter
Traducido por Alysse Volkov
Corregido por YaniM

T
odo este maldito día apesta. Quiero decir, la boda en sí es
suficiente para que me den ganas de vomitar. Imaginé que Ella
habría terminado con el Senador a esta altura, pero supongo
que la perspectiva de ser finalmente Primera Dama es lo suficientemente
bueno para ella. Todo un éxito. Por supuesto, no puedo culparla
demasiado por eso, teniendo en cuenta que yo estuve de acuerdo en
seguirle la corriente en todo para asegurarme que no pasara nada con mi
fondo fiduciario.
El ministro está hablando, y miro a Kate todo el tiempo. Más
temprano, me dijo que tenía que pasar por la tumba de su madre antes de
la ceremonia, y que quería que fuera con ella. No pensé que podría
sentirme más protector con ella que aquella noche en la fiesta, pero me
costó mucho contenerme de ir y sostener su mano mientras estaba de pie
frente a la tumba.

172
Pero no me quería entrometer si necesitaba hacer esto sola. Cuando
regresó a la limusina, una melancolía parecía pesar sobre ella, y Página
permaneció en silencio el resto del viaje hasta aquí, mirando por la
ventanilla todo el tiempo.
No puedo dejar de mirarla, de pie frente a mí, intercalada entre las
otras damas de honor. Las otras mujeres son insulsas amigas de Hollywood
de Ella; esas chicas no se le parecen en nada. Kate las hace lucir como
brujas.
Incluso con la sonrisa pegada a su rostro que no hace nada para
ocultar la tristeza detrás de sus ojos, está jodidamente hermosa. Su cabello
está recogido con esos pequeños mechones cayendo alrededor de su
rostro, y el vestido sin tirantes expone su clavícula y la hace lucir regia. Se
supone que los vestidos de Damas de Honor luzcan feos, ¿no es así? No en
Kate.
El ministro toma el micrófono y empieza, y mi mente queda atascada
en lo que Kate dijo ayer sobre cómo debemos dejar de hacer lo que
hemos estado haciendo. Fue difícil tomarla en serio cuando esa
declaración fue seguida por follarnos hasta sesos en todas las posiciones
imaginables durante el resto del día, pero aun así.
El que dijera eso me molesta. Nunca he estado tan colgado por una
chica al punto de desear seguir durmiendo con ella. Y ahora, no puedo
imaginarme no tener a Kate a mi alrededor.

173
Página
26
Katherine
Traducido SOS por Jane
Corregido por YaniM

—¿L a gente está mirándonos? —Me inclino y susurro a


Caulter, quien se sienta a mi lado en la mesa del
banquete de boda—. Siento que la gente nos está
mirando.
—Por supuesto que sí —dice—. Estamos en la mesa de boda en
frente de todos. Todo el mundo está mirándonos, o a nuestros padres.
—No estoy enloqueciendo —insisto. Siento que la gente puede ver a
través de nosotros. Como si supieran.
A mi otro lado, uno de los padrinos de la boda se inclina para hablar
conmigo.
—Así que, Harvard en el otoño, ¿eh?
Quiero decirle que se vaya a la mierda. Quiero decirle a Caulter que
se vaya a la mierda, también. Estoy tan increíblemente al borde e irritable,
pero juro que esto no está en mi cabeza. La gente está buscando en sus

174
teléfonos celulares. Riendo demasiado.
—No estoy segura —le digo con aire ausente. Página

—¿No estás segura? —pregunta—. ¿No estás segura acerca de


Harvard? Tu padre dice que vas a pre-leyes.
—Sí. Sí, por supuesto que sí. —Niego, completamente obsesionada
con la mujer en una mesa más adelante que está comprobando su
teléfono y se lo muestra a la chica a su lado. Ambos miran por encima de
su hombro en nuestra dirección y se ríen, cubriéndose la boca con las
manos. Bueno, no estoy loca. Tomo mi bolso del suelo junto a la silla y abro
el cierre, sacando mi teléfono en mi regazo.
Caulter me mira.
—Qué grosera —me regaña.
—No estoy loca —le siseo—. La gente está mirándonos. —Y no se
trata solo de unas pocas personas, tampoco. Son varias personas, mirando
sus teléfonos en medio de la cena de recepción. Es como una especie de
enfermedad propagándose a través de la multitud.
—Probablemente solo miran tus tetas —susurra.
—Eso es gracioso, idiota. —Reviso algunos de los sitios web de
noticias, mirando de vez en cuando para responder a alguna pregunta
tonta que el padrino de la boda a mi lado me pregunta. No hay nada, ni
importante evento terrorista, ninguna guerra que ha estallado desde que
empezamos la recepción.
—¿Por qué hay celulares de todos modos? —pregunto—. ¿No odian
eso las celebridades?
Caulter se inclina.
—Tu padre y mi madre no tratan exactamente de evitar la atención
de los medios.
Lo ignoro, limpiando mi motor de búsqueda en Internet.
—¿Y? —susurra Caulter—. ¿Qué encontraste?
Luego reviso uno de los sitios de chismes. Y ahí está, el título
estampado en la pantalla en letras de color rojo brillante, por si acaso
alguien pudiera perdérselo. Mi corazón se hunde. Creo que voy a vomitar.

AMOR DE HERMANOS: ¿CAULTER STERLING HA HECHO DE KATE


HARRISON LA MUESCA MÁS NUEVA EN SU CAMA?

Es solo un tabloide, creo. Mi cabeza da vueltas. Es solo un estúpido 175


Página
tabloide en línea sin evidencia de nada. No es nada. Solo un rumor. Están
obligados a crear rumores.
Me desplazo hacia abajo. Hay una foto nuestra, de ayer, en el auto
donde habíamos estacionado, la mano de Caulter se encuentra en mi
hombro. Bueno, al menos no es una foto de lo que vino después de eso.
No es del todo incriminatoria.
Maldita sea, le dije que no fuera tan jodidamente estúpido y
descuidado. Sabía que no debería haber sido tan descuidada.
Me siento mareada. Sigo leyendo, mis emociones vacilan entre el
horror y la absoluta humillación. Y luego me topo con lo que hace que
todo lo demás, incluso la foto, parezca nada.
Es una foto de una tarjeta con nombres de chicas, las palabras
“Bingo Brighton” llenan la parte superior. Todos los nombres están borrosos,
a excepción del mío. El mío está justo en medio de toda la maldita cosa,
con una estrella a su alrededor.

KATHERINE HARRISON.
MAMADA— 50 PUNTOS.
SEXO — 100 PUNTOS.
ANAL — 200 PUNTOS.
SIN PROTECCIÓN — 500 PUNTOS.

De ninguna jodida manera. Creo que voy a vomitar, pero no puedo


dejar de seguir leyendo.

Una fuente cercana a Caulter Sterling dice que la celebridad, famoso


por acostarse con muchas estrellas jóvenes de Hollywood y la alta
sociedad de Nueva York, inventó el juego, Bingo Brighton, como una forma
de rastrear sus conquistas en el prestigioso colegio privado. Katherine
Harrison es claramente su premio final.

Miro a Caulter, mis manos tiembla.


—¿Qué? —pregunta.
Pienso en apuñalarlo con mi cuchillo. 176
Página
—¿Bingo Brighton? —siseo. No puedo decir nada más. Empujo mi silla
de la mesa, demasiado abrumada para pensar.
Tengo que salir de aquí. Mi padre está de pie y creo que es casi la
hora para el baile de padre e hija. La idea de levantarme delante de toda
esta gente y bailar con mi padre me provoca ganas de llorar.
Alguien pregunta si estoy bien y no contesto. Me alejo torpemente
de las personas en sus mesas, huéspedes que deben haber leído el artículo
y me observan esperando mi reacción.
No voy a llorar. No voy a llorar.
Estoy llorando antes de salir de la habitación. Puedo sentir las
lágrimas desbordándose, derramándose por mis mejillas. Fuera de la zona
de recepción, Caulter sujeta mi mano y me doy la vuelta.
—Mierda, Kate —dice—. ¿Qué mierda… mierda? ¿Estás llorando?
Aparto mi mano, consciente de que ni siquiera estamos solos aquí.
Por el rabillo de mi ojo, veo a una pareja mayor alejándose de nosotros y
regresando a la sala de recepción. Abofeteo a Caulter en la cara, y él
sujeta mi muñeca, levantándola.
—¿Cuál demonios es tu problema? —pregunta.
—Bingo Brighton —le digo. Mi voz es demasiado alta. Me digo a mí
misma que debería calmarme. No deberíamos tener esta conversación
aquí. Deberíamos ir a otro lugar. Todos esos pensamientos racionales
corren por mi cabeza, dando vueltas y vueltas en círculos y siendo
completamente superpuesto porque Caulter me ve como una especie de
premio en un juego de mierda.
Y todo el mundo lo sabe.
Su rostro palidece, y es toda la respuesta que necesito.
—Ese no soy yo, Kate —dice.
—¿No es verdad? —digo, mi voz más alta—. Follarme sin protección
son quinientos puntos, Caulter. No es de extrañar que lo hicieras con tanto
entusiasmo, ¿eh? ¿Esto ha sido un juego todo el tiempo?
—Sí, Kate, todo ha sido un juego. Mi meta todo el tiempo ha sido
follar a mi hermanastra sin condón —dice, con la mano aún en mi
muñeca. Trato de zafarme, pero me acerca más, su rostro contorsionado
de ira—. Me has descubierto. Ese es mi jodido fetiche. ¿Estás loca?
—Eres repugnante. —Con mi mano libre, abofeteo su rostro. No le 177
Página
creo—. Suelta mi brazo antes de que te patee en las bolas.
—Estoy siendo sarcástico —dice. Pero me suelta y retrocedo un
paso—. Jesucristo, solo contrólate.
—Jodidamente te odio.
—¿Sí? —pregunta, con la voz más fuerte—. Bueno, yo jodidamente
te amo.
Las palabras reverberan a través del espacio entre nosotros, y es
como si todo se detuviera. Me quedo allí mientras él me mira, con las
manos a su lado, con las palmas extendidas.
Se necesita que alguien coloque su mano en mi hombro para
sacudirme de mi bruma, y giro rápidamente. Alguien ha abierto la puerta a
la sala de recepción, y la gente está mirándonos. Miro, sus rostros girar
mientras pretenden no darse cuenta del espectáculo.
Y entonces me vuelvo para ver a Caulter aún de pie allí, congelado.
Luce de la misma manera en que debo lucir ahora… como si me hubieran
dado un puñetazo en el estómago.
Todo ha terminado.

178
Página
27
Caulter
UN AÑO DESPUÉS
Traducido por Maeh
Corregido por YaniM

—¿S
oda? —La aeromoza coloca una copa en la bandeja
frente a mí. —¿Maní?
Niego, y luego inclino mi cabeza contra el asiento y
cierro los ojos, ahogando el murmullo de voces a mi alrededor.
Es hora de volver al mundo real.
Esas fueron las palabras que mi madre había usado en su correo
electrónico hace un mes. Lo comprobé en el cibercafé en Luang Prabang
en Laos. Había estado allí desde hacía un mes, al final del año pasado en
el sudoeste asiático, Vietnam, Tailandia, Indonesia, Malasia, Nepal, India y
Camboya.

179
Algunas personas podrían ver como jodida la forma en que solo me
fui. No entenderían por qué hice lo que hice. Página
La recepción de la boda lo cambió todo.
Incluso al otro lado del mundo, no podía dejar de pensar en lo que
pasó. Desde hace unos meses, cuando cierro los ojos por la noche, se
repite en mi cabeza, la misma escena atascada en un bucle7. Katherine

7Atascado en un bucle: expresión que denota ponerse en una situación en la que las
cosas se repiten una y otra vez siguiendo el mismo orden y proceso.
estando frente a mí, lágrimas corren por sus mejillas mientras me dice que
me odia por lo que ella pensaba que había hecho.
Le dije que la amaba. Lo dije en serio. Fue la única vez que se lo
había dicho a alguien.
No me devolvió las palabras.
Me fui porque necesitaba huir, pero este año terminó siendo
exactamente lo que necesitaba. Podría decir que me encontré a mí
mismo, pero eso sonaría como una mierda. Es la mejor forma en que
puedo describirlo.
Traté de hablar con ella después de la recepción pero ni siquiera me
miraba.
—Me importa una mierda lo demás, Kate —le había dicho. —No me
importa quién lo sabe, ni lo que piensen. Ya sabes que lo que pasó con
Brighton Bingo fue cosa de Chase, no mía. Ese idiota lo filtró a la prensa.
—No importa, Caulter.
Traté de convencerla para que dejara todo y huyera conmigo, pero
no quiso escuchar nada de lo que tenía que decirle.
Ella y yo teníamos el poder para poner fin a todos los problemas: me
gritó, llamándome el desastre más irresponsable que ha existido, yo le dije
que no daba una mierda por el fondo fiduciario. Podía quedarse con todo.
Me marché ese mismo día. Me fui al aeropuerto y tome el primer
vuelo que pude para salir de Boston. Al siguiente día, tenía un boleto a
Bangkok luego a Tokyo, donde planeaba pasar el siguiente mes
bebiéndome mi cuenta bancaria y ligando con meseras tailandesas. No
tenía planes para después de eso.
La primera noche que estuve en la ciudad, tuve una buena
borrachera y la pasé en un hotel de lujo en el distrito financiero. Me
desperté y nada era diferente. Era el mismo inmaduro, irresponsable e
idiota que siempre había sido.
Así que decidí que no quería seguir siendo el mismo idiota. Quería un
cambio. Vendí mi reloj de diseñador, mis aparatos electrónicos, todas las
180
Página

cosas que me ataban a mi otra vida, aquella en donde era el hijo de una
de las estrellas de cine más grandes del planeta.
E hice algo que nunca antes había hecho.
Trabajé.
Trabajé, aquí y allá. Trabajé y viajé, como nunca lo había hecho
antes, en un autobús lleno de gente en la India, en un tren en China. Me
hice amigo de gente a quien no le importaba una mierda de quién fuera
hijo.
No hice nada como el Zen y toda esa mierda, totalmente separado
de los Estados Unidos. Hice un seguimiento de todo, leyendo sobre ello
desde el otro lado del mundo.
Llevó un mes para que el Senador y Ella terminaran con todo, las
consecuencias de lo que había pasado con Kate y conmigo. No fue del
todo culpa nuestra, por supuesto; la relación estaba condenada desde el
principio, con la obsesión política del Senador y Ella amando y dejando
tendencias. Ella me lo notificó en un correo electrónico. Estaba ocupada
redecorando la casa en Malibú, preparándola para un nuevo comienzo. El
escándalo no afectó la campaña de reelección del Senador, la cual
prácticamente estaba sin oposición.
Y Kate…
La cobertura mediática del incidente fue aplastante en las dos
semanas después que sucedió, pero luego se interesaron por alguna otra
historia más escandalosa. Kate se negó a dar entrevistas. Pero fue a la
UCLA, no a Harvard.
Sonreí cuando lo leí. Estaba estudiando arte.
Estaba estudiando arte.
A veces pienso en ella en pasado, como si fuera parte de mi vida
anterior. Y entonces veo a alguien que se le parece cuando miro por el
rabillo del ojo, o una chica acomoda su cabello detrás de la oreja como
Kate lo hacía… y se convierte en parte de mi presente otra vez.
Hace seis meses, mi madre me envió un correo electrónico,
ofreciendo devolverme mi fondo fiduciario. Estaba de acuerdo, pero bajo
mis condiciones. El primer puñado de inversiones que hice fue en artes, a
lugares que sabía le gustarían a Kate. De la misma manera que planeo
ayudar a negocios, empresas y personas con buenas ideas que están
luchando, pero no tienen el capital para financiar sus proyectos. No pensé
que alguno de los lugares que había invertido tendría alguna conexión
con Kate. 181
Página

Hasta hace una semana.


No fue por suerte que me encontré con la pequeña mención de la
exposición en línea. Tenía alertas en línea en los negocios en los que había
invertido… y Kate. Creo que nunca estuve en peligro de sacarla de mi
cabeza, incluso al otro lado del mundo.
Cuando vi el anuncio sobre la exposición de arte, el nombre fue el
que inmediatamente llamó mi atención. Pero era la imagen de la obra del
artista lo que me hizo ir a la agencia de viajes más cercana y comprar un
boleto sin retorno a California.

182
Página
28
Katherine
Traducido por Carolina Stratford
Corregido por YaniM

—Esto es una locura. —Giro alrededor de la galería, mi cabeza tan


arriba en las nubes como lo puede estar—. No puedo creer que esté
exhibiendo mi trabajo, en una verdadera exposición.
—Créelo —dice el director de la galería—. Ha habido un gran interés
en ti. Eres una estrella prometedora, Katherine. Tienes mucho talento.
—Agradezco que fueran capaces de mantener la galería abierta —
digo. Hace tres meses, este lugar estaba bajo amenaza de embargo, y
dada la larga historia de la galería en esta parte de la ciudad, hubiera sido
una tragedia.
—Brindemos por el ángel inversionista que salvó la galería —dice.
—¿No sabes quién ha sido?
Niega y se encoge de hombros.

183
—Al parecer, prefiere hacer sus buenas obras anónimamente —
dice—. De todos modos, querida, hay un periodista que quiere
entrevistarte.
Página

Me quejo. —No sobre mi vida personal.


Niega.
—Todo sobre el arte.
—Pero... ¿por qué?
—Te dije que eres talentosa —dice—. ¿Por qué crees que he pasado
los últimos dos meses engatusándote para que me mostraras tu trabajo?
Le tomó dos meses convencerme de mostrarle mis dibujos al carbón,
principalmente porque no confiaba en que su interés no estuviera
relacionado con el hecho de ser la hija rebelde del senador Harrison.
Mi padre y yo no hemos hablado en meses. No está interesado en la
forma en que estoy “eligiendo desperdiciar” mi vida. Pero estoy orgullosa
de mí misma por elegir la UCLA, y preferir el arte.
No me siento orgullosa por cómo terminaron las cosas con Caulter.
Esa conversación en el pasillo fuera de la recepción de la boda aún me
atormenta. Se reproduce en mi cabeza una y otra vez, su “Jodidamente te
amo”.
No lo dije de vuelta. Permanecí allí mientras él me miraba, dándome
todo lo que tenía, y sabía que Caulter no era el tipo de hombre que dijera
algo así.
Y no le devolví las palabras.
Cuando intentó explicarme, le dije que no quería saber nada de él.
Estaba abrumada con todo lo que había sucedido, estando en el ojo
público, ni más ni menos.
No pensé que podría dejarlo. Incluso después, pensé que sería capaz
de localizarlo en Hollywood, y lo intenté. Cuando le mandé un correo a
Ella, no sabía dónde estaba. Tailandia, pensó. India, tal vez. Se fue de
mochilero alrededor de Asia. Le escribí cientos de correos que nunca me
animé a enviar, diciéndole lo que sentía por él, que también lo amaba.
Pero era demasiado como para poner en un correo. La horrible verdad es
que fui una muy maldita cobarde para expresar lo que sentía.
Durante los primeros meses después de que se había ido, esperaba
que llamara a la puerta corrediza de mi patio y caminara hacia el interior,
con esa estúpida sonrisa en su rostro. Pero nunca sucedió.
Mentiría si dijera que no pienso en él todo el tiempo. Pero como
finalmente resulta, la vida no es un cuento de hadas después de todo, no
importa cuánto me gustaría creer eso.
Pienso que si Caulter estuviera aquí, estaría orgulloso de mí. Pienso 184
que se reiría al ver el tema de mi galería de exposiciones.
Página

Pero no está aquí. Así como tampoco está mi padre. Mis amigos de
la escuela están aquí, sin embargo, así como varios profesores del
departamento de arte. Estando de pie aquí, rodeada de mis dibujos, estoy
casi convencida que estas son las mejores cosas jamás logradas por mí.
Estoy extasiada, incluso si una parte de mí sabe que algo falta. Caulter está
desaparecido.
Un reportero de un pequeño periódico especializado en arte me
quiere entrevistar. Pregunta sobre la inspiración para la exposición. No
miento, pero tampoco digo la verdad.
—Fue inspirado por un amigo mío —le digo. No entro en más
detalles.
—Esta es una elección interesante de título, Malnacido —dice—.
Para un amigo.
—Es un amigo —repito.
—No estaría seguro de decir eso. —La voz me golpea como una
tonelada de ladrillos. Su voz. Al igual que un fantasma de mi pasado,
porque él es un maldito fantasma del pasado. Giro sobre mis talones.
Caulter maldito Sterling, en carne y huesos.
En la- santa-mierda-aún-maravillosa carne y huesos.
Caulter ha cambiado. Su cabello es más largo, desaliñado, más
descuidado, desordenado como si estuviera recién salido de la cama.
Pero de una manera atractiva. Y está vestido con un traje. Y una corbata.
—Tú —digo. Es la única palabra que puedo decir. Tú. Eso es lo que le
digo a la persona que amo, después de un año sin verlo. Es lo que digo a
la persona que me ve realmente en vez de a mis dibujos.
—Malnacido —dice, mirándome de manera significativa. No puede
dejar de reconocer los bocetos, ninguno muestra su rostro, pero sin duda
sabe que es él.
—Es el nombre de la exposición —se entromete el reportero, su voz
sonando más nasal de lo que me había parecido antes.
Me doy la vuelta, mirándolo.
—¿Podrías disculparnos, por favor?
—La entrevista… —comienza.

185
—Solo danos un momento, por favor. —No miro para ver si se ha ido
antes de girarme hacia Caulter. Página
—Malnacido —le digo.
—Mojigata fría —dice. Y ahí está el viejo Caulter, el Caulter que amé.
El Caulter que aún sigo amando. Una sonrisa se extiende lentamente por su
rostro, la misma sonrisa que hizo que mi corazón saltara antes.
Sonrío, la más jodida y grande sonrisa que jamás sonreí.
—Imbécil.
—Santurrona.
—Mujeriego.
—Princesa —dice la palabra, y sé lo que siempre he sabido. Sé lo
que debí haber sabido en ese entonces, cuando lo dejé ir.
Y sé qué debo decirle. Mi parte lógica me está diciendo no, ha
pasado un año, tendrá una novia o estará viviendo con las actrices
gemelas de París. Me está diciendo, sé razonable. Sé apropiada.
A la mierda mi parte lógica
Quiero mandar a la mierda esa parte de mí. Esa es la parte de mí
que nunca tuvo esperanzas. Es la parte que siempre jugó a lo seguro. Esa
es la parte que siempre estuvo permitida. Ya no soy esa chica nunca más.
Así que daré un salto de fe.
—Jodidamente te amo —le digo. Espero, mientras el tiempo
transcurre a paso de tortuga, y él me mira. No puedo leer la expresión de
su rostro.
—Bueno, es obvio —dice, asintiendo en dirección a las paredes—.
Quiero decir que, básicamente, creaste un maldito templo en mi honor.
—Es agradable ver que aún sigues siendo un malnacido —le digo—.
Por lo menos nombré la exposición con exactitud.
Caulter sonríe.
—Sí, nada ha cambiado demasiado —dice, deslizando su brazo
alrededor de mi cintura y tirándome firmemente contra él. Mi corazón se
atrapa en mi garganta mientras me mira—. Yo también jodidamente te
amo, princesa.

186
Página
29
Caulter
TRE S AÑ OS MÁ S TARD E

Traducido por Alysse Volkov


Corregido por YaniM

—¿V as a decirme a dónde vamos? —pregunta, su mano


en la cadera—. En serio, ¿cómo siquiera puedo
saber si he empacado adecuadamente?
Niego.
—Lo siento, mis labios están sellados —le digo—. ¿Confías en mí?
Coloca un dedo en la comisura de su boca y pretende pensar por
un minuto.
—Mmm. Eso es discutible.
Deslizando mis brazos alrededor de su cintura, la beso suavemente
en la punta de la nariz, antes de bajar hacia sus labios carnosos. Su boca
se abre y la beso con avidez, mi polla excitándose tan pronto como mi
lengua la penetra.
187
Tengo que retroceder y la miro durante un minuto. No puedo creer
Página

mi suerte, estando con Kate. Cuando hace tres años la vi de pie en la


galería rodeada de todos sus bocetos sobre mí, sabía lo que era. Estaba
destinado a serlo. Esto suena cursi como el infierno, pero es así.
Soy un hombre cambiado y todo es por Kate.
No creía en el felices para siempre. Dios sabe que Ella nunca ha sido
una gran modelo para eso. Volvió a salir con estrellas de rock, lo que no
me sorprende. Su novio, Viper, acaba de mudarse; el lugar en Malibú
volvió a ser pintado de negro. Esta vez, está cubierto en estampados de
animales y decoraciones de calaveras plateadas.
Con mi historial, me siento sorprendido más que nadie de haber
terminado aquí con Kate, la chica que amaba odiar. Hace tres años,
terminé de jugar con ella. Ambos dejamos de jugar con nuestros
corazones. Ahora, guardamos los juegos para el dormitorio. Es decir, en tres
años, ni siquiera he prendido fuego a su ropa en absoluto.
Kate me pega juguetonamente en el pecho.
—¿Qué? —pregunta—. ¿Tengo algo entre los dientes? Me miras
fijamente y me estás sacando de las casillas.
—Solo estoy pensando que soy feliz —digo. Lo estoy realmente. El
Caulter de dieciocho años de edad nunca hubiera imaginado poder decir
eso; no creo que podría haber averiguado lo que significaba ser feliz.
Ahora, estoy a reventar con ello.
¿Eso de tener la copa a rebosar? Ese soy yo. Y en mi vida laboral
también. Resulta que tengo un intuitivo olfato para los negocios. Estoy
usando mi fondo fiduciario para invertir en pequeñas empresas, empresas
que están haciendo cosas importantes en el mundo. Y eso me hace sentir
bien.
—¿Oh sí? —pregunta Kate, sonriendo. Desliza sus manos sobre mi
pecho, suavizando la tela de mi camiseta—. ¿Por qué estás tan feliz? Es
nuestro viaje a… ¿El Caribe?
Me río.
—Buen intento. Lo sabrás pronto —le digo.
—¿Cómo piensas llevarme al aeropuerto sin que sepa a dónde
vamos? —pregunta.
Levanto mis cejas.
—Avión privado —digo. El avión de Ella está preparado. Podría no ser
la madre más tradicional, o estable, alguna vez, pero sabe cómo sacarme
de apuros. Y eso cuenta para algo. 188
Página
—¿Ella te dio su avión? —pregunta. Sus manos recorren mis brazos y
la acerco más a mí, inhalando profundamente, mi nariz en su cuello. Me
encanta su olor; es como estar en casa.
—No me lo di para siempre —digo—. Pero esta es una ocasión muy
especial.
Kate se ríe.
—No gané el Premio Nobel —dice—. Solo me gradué de la
Universidad.
Beso al lado de su cuello, y se retuerce, dejando salir un gemido
suave. No le digo que este viaje no es acerca de su graduación.
—Eso es importante —digo—. No fui a la Universidad.
—Podrías, si quieres —dice.
Estoy pensando en eso. Pero no ahora. Ahora, quiero estar con Kate.
Quiero empezar una vida con ella.
—Mhmm —murmuro, tirando de los bordes de su camisa.
—¿Ese avión está esperando? —pregunta suavemente. Pero arquea
su espalda, presionando contra mi mano cuando acuno sus pechos
debajo de su camisa. Su pezón se endurece y deja salir un gemido. No
creo que me llegue a cansar de escuchar su gemir, nunca.
—Tenemos unos minutos —digo, cuando levanto su camisa sobre su
cabeza para exponer sus aún pechos perfectos. Desabrochando sus
pantalones y bajándolos por sus piernas, me tomo un segundo para
mirarla.
—¿Qué? —pregunta, dándome un empujón—. Me estás mirando
fijamente otra vez.
—Solo estaba disfrutando la vista —digo—. Eres impresionante.
—Está bien, en serio —dice—. ¿Avión privado, viaje a un lugar
exótico y ahora me estás llamando impresionante? ¿Estás a punto de
darme malas noticias?
Deslizo mi mano hacia su estómago y entre sus piernas y escucho su
inhalación aguda.
—Cállate y toma tu cumplido —digo suavemente cuando hago
círculos con mi dedo sobre su clítoris—. ¿Nadie te ha enseñado a ser
amable, Princesa?
Se ríe, pero su cabeza cae hacia atrás y medio cierra los ojos. —No
te gustaría si lo fuera.
189
Página
30
Katherine
Traducido por Alysse Volkov
Corregido por YaniM

E
stamos en Bali.
Justo cuando creo que las cosas no podrían ser mejor, Caulter
va y hace algo como esto. Un viaje sorpresa a Bali.
Es loco y maravilloso. Pero así es mi vida ahora. Tengo una vida
que es mejor de lo que podría haber soñado. Resulta que la exposición en
la galería hace tres años fue solo el comienzo. Mis dibujos y pinturas se han
estado vendiendo bien. No estoy haciendo millones de dólares, pero estoy
haciendo suficiente dinero para hacer arte a tiempo completo ahora que
me he graduado de la Universidad, y eso me hace indescriptiblemente
feliz.
Mi padre no estaba contento con todo esto del arte, pero ha venido
a verme. Somos cordiales, y eso es suficiente. Ha decidido no postularse a
la Presidencia, después de todo. Incluso ha dicho algo sobre retirarse de la
política totalmente.
Supongo que a veces la gente cambia.
Caulter y yo somos la prueba viviente de ello. Caulter no es la 190
persona que era cuando nos enamoramos —y odiamos—, ese verano en
Página

New Hampshire. Ha madurado, se ha convertido en alguien de quien me


siento orgullosa de estar a su lado y de vez en cuando, todavía le doy una
patada en la espinilla cada cierto tiempo. No soy la misma chica que era
en ese entonces, tampoco. Diría que amar a Caulter me ha hecho menos
tensa, pero es más que eso. Caulter me ha enseñado que está bien
arriesgarse en el amor y en la vida. Lo amo total y completamente, sin
reservas. Y eso lo ha cambiado todo.
—Vamos, mira afuera. —Caulter sujeta mi mano y me guía a través
de la villa. Toda la longitud del muro se abre a un frondoso y arbolado
jardín y a palmeras, con el océano de fondo. El sol y los colores son tan
brillantes que prácticamente te dejan ciego. Permanecemos allí por un
minuto, Caulter detrás de mí, solo admirando todo.
—Oh Dios mío, Caulter. —Llevo mi mano a la boca y muevo la
cabeza—. Es… es simplemente impresionantemente bello. No puedo creer
que me trajeras aquí.
Cuando doy la vuelta para darle un beso, está de rodillas. Mis ojos
oscilan entre su rostro y el anillo que está sosteniendo.
—¡Santa mierda! ¡Sí! Claro que sí. Sí.
Caulter sonríe.
—Jesús, mujer, ni siquiera me dejas hacer la pregunta antes de
responder.
Coloco mi mano sobre mi pecho, demasiado excitada para esperar
a escuchar la pregunta.
—Bueno, bueno —digo, saltando hacia arriba abajo como una niña
pequeña en la mañana de Navidad—. Pregúntame.
Caulter suspira con una mueca de exasperación.
—¿Vas a dejar de interrumpirme?
—¡Sí, sí! ¡Solo pregunta, ya! —No puedo parar de reír—. ¿Tienes un
gran discurso preparado?
—Cállate, mujer, antes de que tape la boca —dice. Está sonriendo
de oreja a oreja—. Katherine Harrison, eres la más obstinada y difícil mujer
que he conocido. También eres la más amable, más cariñosa, creativa, y
sexy como el infierno mujer que conozco. Si me aceptas, quiero ser tu
felices para siempre.
—Eso es lo más cursi que me has dicho alguna vez —digo, cuando

191
coloca el anillo en mi dedo. Lo miro, asombrada, mientras se acerca a mi
rostro. Siento lágrimas corriendo por mis mejillas, y Caulter me las quita Página
suavemente con sus dedos—. No sé por qué estoy llorando. Estoy tan feliz,
Caulter.
Me acerca a él y me besa. Cuando nos besamos, es como si todo
encajara en su lugar. Sé a dónde pertenezco, y es con él.
—Espero que lo estés —dice—. Porque básicamente estás atrapada
conmigo.
Me inclino para besarlo, suavemente esta vez.
—¿Lo prometes?
—Siempre —dice—. Te amo, Princesa.
—También te amo, Malnacido.

FIN

192
Página
193
Página

PRONTO EN PARADISE BOOKS


Sabrina Paige
Wall Street Journal Bestselling Sabrina Paige escribe acerca de
mujeres inteligentes, atractivas, atrevidas y hombres machos alfa posesivos.
A ella le encanta escribir acerca de las relaciones de odio al amor y le
gustan los escenarios divertidos y exagerados en sus libros. Su novela más
nueva, Killian, alcanzó el # 1 en la lista de Amazon Bestseller de Amazon en
mayo de 2016. Su novela Tackled alcanzó el # 1 en marzo de 2016, y
Príncipe Albert alcanzó el # 1 en noviembre de 2015. Prick, Tool, Cannon y
Luke han sido Top 10 Amazon Kindle Bestsellers, y Elias y Saving Axe han sido
de los 20 mejores vendedores. Ella ha encontrado su propio feliz para
siempre con su marido militar activo e hija adorable.

194
Página
Traducido Corregido &
Diseñado por:

195
Página

También podría gustarte