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“Estudios en Romanos”

Ps Alex Donnelly

“¿PECAREMOS PARA QUE LA GRACIA ABUNDE?”

TEXTO: Romanos 6:1-14

Romanos 6 es uno de los capítulos más difíciles de interpretar en toda la carta. El destacado pastor y
predicador Galés, Martyn Lloyd-Jones, una vez afirmó: “No puedo predicar sobre Romanos hasta que haya
entendido bien Romanos 6”.

Para interpretar correctamente Romanos 6, es importante tomar en cuenta el desarrollo del argumento de Pablo
en esta carta, y la secuencia de su pensamiento. En Rom 5:1-11, Pablo expuso algunos de los resultados o
frutos de la doctrina de la justificación por la fe. En Rom 8:1-39 Pablo va a continuar con este tema. Pero
antes de hacerlo, Pablo se detiene para responder a tres objeciones importantes que se hacían a la doctrina de la
justificación por la fe. Estas objeciones se encuentran en Rom 6:1,15 y 7:7. Podemos notar que en cada
caso la pregunta es formulada en casi la misma manera: “¿Que, pues, diremos?” La respuesta también
comienza en forma igual: “En ninguna manera” (Rom 6:2,15 y 7:7).

La primera objeción es: “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” (v.1) Esta objeción
está relacionada con lo que Pablo dijo en Rom 5:20. Si Dios introdujo la Ley con el fin de que el pecado
abundase, entonces lo más lógico sería decir: “Entonces, según la enseñanza de Pablo, podemos seguir
pecando más y más, porque para eso Dios nos dio la Ley; además, cuánto más pecamos, más haremos notoria
la gracia de Dios”.

Al responder a esta objeción, Pablo tiene que tratar el tema tan importante de LA ACTITUD DEL
CREYENTE JUSTIFICADO FRENTE AL PECADO. Fundamentalmente, lo que Pablo dice es que el
creyente ha “muerto al pecado” (v.2); por lo tanto, no puede seguir viviendo en él.

La pregunta que surge es: “¿Cómo murió el creyente al pecado?” La respuesta, según lo que Pablo dijo en
Rom 5:12-21, es que el creyente murió al pecado cuando Cristo murió en la cruz. La fe que nos justifica,
nos une a Cristo; y por nuestra unión con Cristo, todo lo que le pasó a Él, nos pasó a nosotros 1.

Al ampliar su respuesta a esta primera objeción, Pablo enfatiza dos cosas:

[1] Nuestra posición ‘en Cristo’ frente al pecado (v.2-10), y


[2] Nuestra responsabilidad personal frente al pecado (v.11-14).

1. NUESTRA POSICION ‘EN CRISTO’ FRENTE AL PECADO (v.2-10)

El verso clave en esta sección es el v.8. En Cristo, el creyente murió al pecado, y resucitó a una vida nueva.

a. El Creyente MURIO Con Cristo

Pablo usa varias frases paralelas para describir la posición del creyente ‘en Cristo’, de estar muerto al pecado:

- “hemos sido bautizados en Su muerte” (v.3)


- “somos sepultados juntamente con El para muerte” (v.4)
- “plantados juntamente con El en la semejanza de Su muerte” (v.5)
1
Nuestra fe se compara con la acción del judío en el A.T. que imponía sus manos sobre la cabeza del cordero. Esta
imposición de manos identificaba el cordero con el hombre; por lo tanto, se entendía que cuando el cordero moría, lo
hacía en lugar del hombre.
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- “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El” (v.6)

Este es el énfasis de Pablo en casi cada verso de esta sección.

Pero, “¿en qué sentido ha muerto el creyente”? Pablo contesta en dos maneras:

[1] “hemos muerto al pecado” (v.2)

Esta expresión es fundamental para entender toda esta sección. En primer lugar debemos notar que el verbo
(“apethanomen”, de “apothnesko”) está en el tiempo aoristo; es decir, Pablo no está hablando de un proceso,
sino de algo que ocurrió una vez para siempre. Por lo tanto, sería mejor traducirlo: “los que murieron al
pecado”. Pablo no está hablando de la ‘muerte al pecado’ en la experiencia del creyente (proveniente de una
decisión que él haya tomado frente al pecado), sino que está hablando de lo que pasó, objetivamente, cuando
Cristo murió en la cruz.

Pero, ¿en qué sentido murió el creyente al pecado? La respuesta es, al reino del pecado. Mientras el
hombre estaba ‘en Adán’, era un esclavo de Satanás y del pecado. Pero cuando Cristo murió en la cruz, el
hombre ‘natural’ (es decir, el hombre que estaba posicional y legalmente ‘en Adán’) murió, y sobre la base de
esta realidad, el creyente puede comenzar a vivir libre del [reino o domino del] pecado, y bajo la autoridad de
otro representante legal – es decir, de CRISTO. Es justamente por estar en esta nueva posición de estar
libre del dominio del pecado, que sería ilógico para el creyente seguir cometiendo pecado.

Pablo ilustra esta enseñanza, usando el ejemplo del bautismo (v.3). Sin embargo, debemos notar que el
bautismo simplemente simboliza lo que fue efectuado en la cruz. Pablo amplía esta enseñanza en el v.6.

[2] “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él” (v.6)

La enseñanza de Pablo es que cuando Cristo murió en la cruz, nuestro “viejo hombre” también murió.

TRES preguntas surgen aquí:

i. ¿Quién es este “viejo hombre”?

El problema en contestar esta pregunta es que Pablo parece usar la frase “viejo hombre” en dos
sentidos diferentes2. En Rom 6:6 Pablo dice que el “viejo hombre” ya fue crucificado con Cristo,
mientras que en Efe 4:22 y Col 3:9 Pablo dice que el creyente tiene que despojarse del “viejo
hombre”.

Nos parece que la mejor forma de entender la enseñanza de Pablo es la siguiente. En Rom 6:6 el
“viejo hombre” significa la persona que éramos antes por naturaleza; es decir, el hombre bajo la
condenación del pecado (por estar vinculado con Adán; ver Rom 5:12-21). Por medio de nuestra
fe en Cristo, el creyente deja de estar ‘en Adán’ (porque ese "hombre viejo" fue crucificado
juntamente con Cristo), y viene a estar ‘en Cristo’. Esta es su nueva situación POSICIONAL y
legal.

En Efe 4:22 y Col 3:9 Pablo utiliza la expresión “viejo hombre” en el sentido de la naturaleza
pecaminosa que el creyente justificado aún tiene en su EXPERIENCIA. El creyente es llamado
a despojarse de su naturaleza pecaminosa (en el sentido de “hacer morir” o “crucificar” su vieja
naturaleza), para que llegue a vivir una vida de santidad.

En resumen, en Rom 6:6 Pablo está hablando de la justificación, mientras que en Efe 4 y Col 3
Pablo está hablando de la santificación.

2
Podemos comparar con los dos usos de “carne” en los escritos de Pablo. En 1 Cor 3:1-4 Pablo habla de creyentes
“carnales”; pero en Rom 8:4-8 Pablo habla de los inconversos como “carnales”.
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ii. ¿Cómo murió este “viejo hombre”?

Pablo responde, “fue crucificado juntamente con Él” (v.6). La palabra que Pablo usa es
“sunestaurothe”, que es el aoristo pasivo del verbo “sustauroo” (= “yo crucifico juntamente
con”). Muchos creyentes interpretan estas palabras de Pablo como indicando una acción que
nosotros debemos hacer como creyentes; sin embargo, tal interpretación pasa por alto el hecho de
que Pablo expresa el verbo en el aoristo. El aoristo indica que Pablo está hablando de una acción
completada (en el pasado). Además, el verbo esta en la voz pasiva; es decir, Pablo no está
hablando de algo que nosotros hacemos a nuestro “viejo hombre” (para eso el idioma griego tiene
la voz activa, y la voz media), sino de algo que otra persona hace a nuestro “viejo hombre”.

La persona responsable por la muerte del “viejo hombre” es Dios, en Cristo. Esto queda claro
por el uso del verbo “sustauroo”. Además, el v.8 afirma, “Y si morimos con Cristo...” Una
vez más debemos notar que Pablo usa el verbo en el aoristo, tal como lo hace en el v.2. Por lo
tanto, sería más claro traducir el v.8, “Y si hemos muerto con Cristo...”

iii. ¿Por qué crucificó Dios a este “viejo hombre”?

Pablo da TRES respuestas a esta pregunta, en v.6-7.

. “para que el cuerpo de pecado sea destruido” (v.6)

Con estas palabras Pablo describe el primer propósito que Dios tuvo en crucificar al “viejo
hombre”. Debemos notar que en el texto original, el verbo viene primero: “para que sea
destruido el cuerpo de pecado”. Lo que Pablo quería enfatizar era lo que había ocurrido al
“cuerpo de pecado”.

La palabra en griego es “katargethe”, que es un subjuntivo aoristo pasivo, del verbo


“katargeo” (= “yo hago que sea inactivo”, “yo anulo”). Pablo ya usó este verbo en Rom
3:3 (ver también 4:14). La traducción de la RV, “sea destruido”, es demasiado fuerte. La
idea que Pablo quiere comunicar no es tanto la destrucción total del “cuerpo de pecado”, sino
simplemente que éste ha sido puesto fuera de servicio, desactivado.

Pero, ¿qué es “el cuerpo de pecado”? Una vez más, comentaristas ofrecen una variedad de
explicaciones. Muchas de estas interpretaciones implican tomar la palabra “cuerpo” en un
sentido figurativo. Sin embargo, debemos notar que en esta sección, Pablo constantemente
usa la palabra “cuerpo” literalmente (ver v.12, 13; también 7:24). Por lo tanto, es mejor
entender esta palabra literalmente. Evidentemente Pablo no está diciendo que nuestro
cuerpo ha sido desactivado, sino que nuestro cuerpo como esfera en la cual el pecado reina, ha
sido desactivado. En otras palabras, lo que Pablo está diciendo es que “nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con él” para desactivar el poder del pecado sobre
nuestras vidas; un poder que viene como consecuencia de estar vinculado con Adán, y que se
manifiesta a través de nuestros cuerpos físicos.

RESUMEN: El pecado de Adán colocó a todo hombre en la posición de ser un ‘esclavo’ de


Satanás, y por lo tanto todo ser humano está bajo el reino de Satanás. La
muerte de Cristo en la cruz quebrantó el dominio de Satanás sobre el creyente,
porque por medio de su fe, el creyente dejó de estar vinculado con Adán (‘en
Adán’), y pasó a estar vinculado con Cristo (‘en Cristo’). Como resultado, el
creyente ahora está libre de su esclavitud, y puede desactivar la influencia del
pecado en su vida

. “a fin de que no sirvamos más al pecado” (v.6)

Aquí tenemos el segundo propósito de Dios en crucificar al “viejo hombre”. Dios, en


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Cristo, rompe la relación o el vínculo que teníamos con Adán, para desactivar el poder del
pecado en nuestros cuerpos, para que ya no seamos más esclavos (“doulos”) del pecado.

. “porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado” (v.7)

Esta es la tercera razón por la cual Dios crucificó al “viejo hombre”. Comentaristas han
debatido mucho acerca del significado de esta expresión. La palabra “justificado” es
“dedikaiotai”, que es el perfecto pasivo del verbo “dikaioo” (= “justificar”, “declarar libre
de culpa”). Algunos toman esta palabra en el sentido de, “ha sido liberado del poder del
pecado” (esto encaja mejor con el contexto de Rom 6); sin embargo, otros interpretan la
palabra en el sentido de, “ha sido liberado de la culpabilidad del pecado” (esto encaja
mejor con el significado del verbo “dikaioo”).

NOTA

Como creyentes, no solo hemos muerto con Cristo, sino que “somos sepultados juntamente con Él” (v.4). La
palabra que Pablo usa es “sunestafemen”, que es el aoristo pasivo del verbo “sunthapto” (= “yo entierro
juntamente con”).

¿Por qué usa Pablo esta expresión tan extraña? Porque quiere demostrar la realidad y la finalidad de la
muerte del “viejo hombre”. Una vez más debemos recordar que Pablo está hablando de lo que pasó al ser
humano que estaba “en Adán”. ¡En la tumba de Cristo podemos ver a “Adán” enterrado!

El bautismo simboliza no tanto una acción que el creyente se propone tomar, sino una realidad hecha por él en
Cristo.

b. El Creyente RESUCITO Con Cristo

Lo primero que observamos es que Pablo no utiliza varias expresiones paralelas para enseñar esto (como lo
hace en el caso de la muerte al pecado); sin embargo, los v.2-10 expresan claramente la verdad espiritual de
nuestra nueva vida en Cristo. Podemos notar especialmente los versos 4, 5, 8, 10.

En Efe 2:6 Pablo usa el verbo “sunegeiro” (= “yo levanto juntamente con”); ver también Col 2:12. Él no lo
usa en Romanos 6, pero evidentemente ésta es la idea detrás de los v.4b, 5.

Una vez más la pregunta surge: “¿en qué sentido ha resucitado el creyente?” La respuesta obviamente es:
“en el sentido de que Dios lo ha colocado en una nueva relación (es decir, está ‘en Cristo’), y esto le concede
una nueva vida y una nueva naturaleza”.

Los propósitos de Dios en dar al creyente un nuevo representante legal [Cristo] y una nueva naturaleza son:

[1] Para que “andemos en vida nueva” (v.4).


[2] Para que vivamos con El (v.8).
[3] Para que “la muerte no se enseñoree más”(v.9).
[4] Para vivir para Dios (v.10).

CONCLUSION

Todo lo anteriormente dicho es cierto del creyente por su posición de estar ‘en Cristo’ (2 Cor 5:17). En otras
palabras, la muerte de Cristo logró mucho más que solamente justificar al creyente.

Tal como la justificación se recibe por fe, así también la muerte de nuestro “viejo hombre” (= la persona que
éramos por naturaleza ‘en Adán’) y nuestra nueva posición ‘en Cristo’ se reciben por fe. TODO ESTO

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OCURRE AL MISMO MOMENTO EN QUE DIOS NOS JUSTIFICA. El creyente no hace nada para que
todo esto sea realidad; solamente descansa en la obra que Dios ha hecho en Cristo.

2. NUESTRA RESPONSABILIDAD PERSONAL FRENTE AL PECADO (v.11-14)

Habiendo expuesto todo lo que Dios ha hecho por nosotros ‘en Cristo’, Pablo ahora pasa a hablar de cuál es la
responsabilidad del creyente una vez que ha sido justificado, y que entiende que todas estas cosas le
sucedieron ‘en Cristo’.

En v.2-10 Pablo ya ha mencionado ciertas cosas que el creyente debe hacer:

i. “andemos en vida nueva” (v.4).


ii. “a fin de que no sirvamos más al pecado” (v.6).

Pero en v.11-14 el tema central es la responsabilidad que el creyente tiene de vivir en una manera consecuente
con la justificación que tiene en Cristo. Consideremos algunas de las exhortaciones específicas que Pablo da a
los creyentes en Roma:

a. “consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios” (v.11)

Lo primero que el creyente tiene que hacer es PENSAR; es decir, considerar las consecuencias de esta
doctrina. Pablo no está hablando de algo que el creyente tiene que hacer con su cuerpo, sino con su
MENTE. La palabra “consideraos” es “logizesthe”, que es el presente imperativo del verbo “logizomai” (=
“considerar”, “calcular”, “sacar la cuenta”; en castellano la palabra “lógico” se deriva de este verbo). El
tiempo presente puede ser tomado como un presente continuo; es decir, Pablo está ordenando a los creyentes a
hacer esto todos los días de su vida. El creyente no es llamado a crucificar el “viejo hombre” todos los días,
sino a considerar que en Cristo el “viejo hombre” ya fue crucificado una vez y para siempre. Por ende, la
relación del creyente con Adán se rompió, y él vive en una nueva relación con Cristo. El creyente tiene que
llenar su mente de este pensamiento, y sacar las conclusiones del caso. ¡Esto es lo que le va a guardar del
pecado!

Lo que Pablo enfatiza aquí, entonces, es la necesidad que el creyente tiene de hacer buen uso de su cerebro.
La gran mayoría de creyentes están demasiado interesados en tener experiencias espirituales, pensando que
estas experiencias le van a dar la victoria sobre el pecado. Pero Pablo no dice esto. Según Pablo, lo que
va a ayudar al creyente a tener la victoria sobre el pecado es ENTENDER lo que Dios ha hecho en
Cristo para su beneficio, y luego CREERLO.

El creyente tiene que ‘considerar’ dos cosas:

[1] Que Está Muerto al Pecado

¿En qué sentido está el creyente “muerto al pecado”? Para contestar esta pregunta, tenemos que volver al
v.2. Es importante enfatizar que Pablo no está hablando de nuestra experiencia como cristianos, sino de
nuestra posición legal ante Dios; es por eso que él puede mandar, “consideraos...” Uno no puede ‘considerar’
una experiencia; uno solo ‘considera’ una VERDAD. Por ende, el mismo verbo (“consideraos”) indica que
Pablo no está hablando de la experiencia del creyente (él hablará de esto en v.12), sino de su nueva posición
legal ante Dios.

A la verdad, todo creyente es muy consciente de que aún comete pecado; por lo tanto, no puede decir que está
‘muerto al pecado’, en el sentido que ya no comete pecado (o que no es molestado por el pecado). Por ende, lo
que Pablo está hablando es de la ‘muerte’ al dominio y a la condenación del pecado – no a la experiencia del
pecado, en la vida diaria.

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[2] Que Está Vivo para Dios

Esta es la nueva posición del creyente: está vivo para Dios en Cristo Jesús. Una vez más, Pablo está
describiendo principalmente la posición legal del creyente, no simplemente su experiencia. Es decir, Pablo
todavía está hablando de los beneficios ‘legales’ (ante Dios) que el creyente tiene por estar ‘en Cristo’ (ver
v.10).

b. “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal” (v.12)

Ahora sí Pablo comienza a hablar de la EXPERIENCIA del creyente. Pablo, por inspiración del Espíritu
Santo, manda al creyente a no permitir que el pecado REINE en su cuerpo (el verbo, “basileuo”, está en el
presente imperativo). La verdad acerca del creyente es que su fe en la muerte de Cristo lo ha liberado de la
esclavitud a Satanás y al pecado. Por lo tanto, sería totalmente ilógico seguir viviendo en el pecado (ver la
objeción del v.1). Más bien, lo lógico sería no permitir que el pecado siga controlando su vida; por eso Pablo
dice, “pues” (griego, “oun”). El inconverso no puede evitar el dominio del pecado, porque él está ‘en
Adán’; pero el creyente está ‘en Cristo’, y por lo tanto no tiene porque pecar (ver v.14).

Antes el pecado reinaba en la vida de todos (Rom 5:21a); pero ahora la gracia de Dios reina en la vida del
creyente (Rom 5:21b).

c. “Ni...presentéis vuestros miembros al pecado” (v.13a)

Este es otro mandato de Dios para el creyente. Una vez más, el verbo (“paristemi” = “colocar al lado de”,
“poner a disposición de”, “presentar”) es un imperativo presente, indicando una acción continua. El creyente
debe evitar constantemente poner los miembros de su cuerpo a la disposición del pecado. El inconverso no
puede evitar hacer esto, porque es un siervo de Satanás (ver v.16). Satanás domina al inconverso (por su
vínculo con Adán), y hace que sus miembros constantemente estén pecando. Pero el creyente está libre de
Satanás (por su vínculo con Cristo), y él ya no debe ELEGIR la opción del pecado que Satanás le ofrece.

d. “Presentaos vosotros mismos a Dios...” (v.13b)

El creyente, habiendo sido liberado del pecado y de Satanás, tiene la responsabilidad de ofrecerse libremente
como siervo de Dios (ver v.18, 22). Es interesante notar que ahora el verbo (“paristemi” = “colocar al lado
de”, “poner a disposición de”, “presentar”) es un imperativo aoristo. El significado del aoristo es que Pablo
ahora está exhortando al creyente a tomar una decisión decisiva e inmediata de romper con la pasada manera
de vivir, y comenzar una nueva vida sobre la base de lo que Dios ha hecho por él en Cristo.

Esto es lo que Pablo enseña en pasajes tales como Gál 5:16-25; Efe 4:22-24; Col 3:5-11.

CONCLUSION

Pablo sabía que lo que él dijo en Rom 5:20 se podría mal interpretar como abriendo las puertas al pecado. En
Rom 6:1-14 Pablo muestra categóricamente que en realidad el creyente justificado tiene que vivir todo lo
opuesto, dado a su nueva posición ‘en Cristo’. Tal creyente es “una nueva criatura”; su “viejo hombre”
murió con Cristo, y estando ‘en Cristo’ él recibe una nueva vida. Por lo tanto, el creyente justificado ya no
puede vivir en el pecado (ver 1 Juan 3:9).

“Estudios en Romanos”
Ps Alex Donnelly

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“¿PECAREMOS PORQUE YA NO ESTAMOS BAJO LA LEY?”

TEXTO: Rom 6:15 – 7:6

Introducción

En la sección Rom 6:15 - 7:6 Pablo da respuesta a una segunda objeción a su enseñanza. Pablo terminó la
respuesta a la primera objeción diciendo: “pues no estáis bajo la ley” (Rom 6:14). ¿En qué sentido será que
el creyente ya no está “bajo la ley”? Tenemos que entender lo que Pablo dice aquí a la luz de Rom 3:21 y 28.
El creyente ya no está bajo la necesidad de tratar de cumplir con las obras de la ley para justificarse ante Dios.

Cuando el hombre piensa que necesita cumplir la ley para satisfacer las demandas de Dios, él encuentra que
lejos de poder cumplir la ley, la ley realmente estimula el pecado (ver Rom 5:20 y 7:7-11). Podríamos decir
que en un sentido, el pecado reinó POR MEDIO DE LA LEY (ver Rom 7:8, 9, 11). Por lo tanto, al liberar al
hombre del reino del pecado y de Satanás, Dios también lo está liberando del dominio de la ley (en el sentido
de que siendo justificado por la fe, el hombre ya no necesita cumplir la ley para ser justificado ante Dios).

Sin embargo, habiendo dicho que el hombre ya no está bajo la ley, Pablo se expone a la objeción de que su
doctrina parece abrir la puerta al pecado. Si el hombre ya no está bajo la ley, entonces pareciera dar a
entender que puede vivir como quiere. Por lo tanto, surge esta segunda objeción: “¿Pecaremos, porque no
estamos bajo la ley?” (v.15a).

Una vez más, Pablo contesta categóricamente: “EN NINGUNA MANERA” (v.15b). Al responder a esta
segunda objeción, Pablo continúa con la enseñanza que él ha dado en Rom 6:1-14; es decir que nuestro ‘viejo
hombre’ ha muerto con Cristo. Pero su enfoque en estos versos es un poco diferente.

En Rom 6:1-14, el tema es: CÓMO UNA PERSONA ES LIBERADA DEL ‘VIEJO HOMBRE’ (es decir, por
medio de la muerte del ‘viejo hombre’, que ocurrió cuando Cristo murió en la
cruz).

Rom 6:15 - 7:6, el tema es: LA CONSECUENCIA DE LA MUERTE DEL ‘VIEJO HOMBRE’ (esta es,
una vida de servicio a Dios).

Analicemos esta sección en dos partes (Rom 6:15-23 y Rom 7:1-6). En primer lugar, en Rom 6:15-23, Pablo
enfatiza otra vez que todo hombre está en una de DOS POSICIONES:

1. LA ESCLAVITUD AL PECADO Y A SATANAS POR ESTAR ‘EN ADAN’ (Rom 6:15-23)

En estos versos Pablo pone en claro cuál es la posición de todo hombre por naturaleza: es un esclavo del
pecado (v.16, 17). Podemos notar cómo Pablo parece indicar que el hombre se somete voluntariamente a
ser esclavo del pecado. Él afirma, “si os sometéis a alguien como esclavos...” Pablo indica que el pecador
no peca contra su voluntad (ver v.19, donde Pablo escribe, “presentasteis vuestros miembros para servir a la
inmundicia”).

ANALOGIA: El caso de una persona que está encerrada en un cuarto. Se le ha echado llave al cuarto, y por lo
tanto, la persona no puede salir. Pero la verdad es que la persona NO QUIERE salir. Ella
está doblemente encerrada: ¡por el candado, y por su propia voluntad!

Esta es la condición del hombre pecador. El resultado de esta esclavitud es “MUERTE” (v.16, 21, 23).

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2. EL SERVICIO A DIOS POR ESTAR ‘EN CRISTO’ (Rom 6:15-23)

Por medio de la muerte de Cristo en la cruz, Dios libera al hombre de su posición de estar ‘en Adán’; es decir,
de su esclavitud (voluntaria y forzada) al pecado, y a Satanás. Podemos comparar lo que Pablo dice en Rom
3:24, “siendo justificados...mediante la redención que es en Cristo”.

¿Cuáles son las consecuencias de esta libertad? Pablo niega que el hombre haya sido liberado del pecado y
de Satanás simplemente para vivir ahora como quiere (que es la implicancia detrás de la segunda objeción, en
v.15). Mas bien, la persona que ha sido liberada del ‘viejo hombre’ tiene la responsabilidad de SERVIR A
DIOS (v.18, 19, 22).

Este servicio tiene un carácter OBLIGATORIO y VOLUNTARIO; es decir, somos siervos de Dios, y
debemos vivir como siervos de Dios. ¡Somos santos y debemos santificarnos (1 Cor 1:1)!

El resultado de este nuevo servicio es “VIDA ETERNA” (v.22).

3. LA LIBERTAD QUE TRAE LA “MUERTE” (Rom 7:1-6)

Para aclarar más este tema, Pablo, en la segunda sección, pasa a ofrecer un ejemplo. Él usa el ejemplo de la ley
del matrimonio para explicar DOS cosas:

[1] Una persona no puede llegar a ser siervo de Dios hasta que el ‘viejo hombre’ haya muerto.

Para explicar esto, Pablo afirma lo que la ley dice: que una mujer no puede casarse con otro hombre hasta
que su primer marido haya muerto (Rom 7:2,3).

[2] Que el propósito de la muerte del ‘viejo hombre’ no es vivir una vida independiente de Dios, sino para
vivir una vida sujeta a Dios, y de servicio a El (Rom 7:4-6).

La mujer no espera la muerte de su esposo simplemente para ahora vivir como viuda, sino para volver a
casarse (es decir, ¡para ponerse en otra situación de servicio!)

NOTA EXEGETICA

En Rom 7:1-6 Pablo no habla de la muerte del ‘viejo hombre’; mas bien, Pablo dice que el creyente ha
“muerto a la ley” (v.4). Sin embargo, debemos notar los siguientes puntos:

1. El creyente ha muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo (v.4). Este es un paralelo claro de lo que
Pablo enseña de la muerte del ‘viejo hombre’ juntamente con Cristo (Rom 6:3-6).

2. El problema con la ley era que incentivaba las pasiones pecaminosas del ‘viejo hombre’ (v.5). En otras
palabras, era la ley que nos esclavizaba al pecado, y producía la muerte (ver Rom 7:7-11). La “ley”, en el
sentido de “la necesidad de hacer las obras de la ley para justificarnos ante Dios”.

CONCLUSION

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El creyente ha sido liberado del ‘viejo hombre’ para vivir NO como desea, sino para ser siervo de Dios. Por
lo tanto, aunque el creyente justificado ya no está “bajo la ley” (Rom 6:14), en el sentido de estar “bajo la
necesidad de hacer las obras de la ley para justificarse ante Dios”, él o ella sí debe servir a Dios “bajo el
régimen nuevo del Espíritu” (Rom 7:6).

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