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Cervantes Semblanza Bibliográfica PDF
Cervantes Semblanza Bibliográfica PDF
com
ISBN: 84-9822-080-7
THESAURUS:
Vida de Cervantes, Astrana Marín, Cautiverio en Argel, Esquivias, Cervantes
en Andalucía, Cervantes en Valladolid, Alcalá de Henares.
1. Biografía de Cervantes.
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1.2. Italia.
En 1569 está en Roma. Bien pudiera ser que saliera huyendo de la justicia,
como tanto se ha dicho, por haber herido en pendencia callejera a un tal Antonio de
Sigura. Aunque es posible pensar que Cervantes acude a Italia atraído por el brillo de
su cultura. En cualquier caso, ejerció en el verano de 1570 de camarero del futuro
cardenal Julio Acquaviva. En la capital de la cristiandad Cervantes adquiere variados
conocimientos; admiraría su prodigiosa arquitectura y se incorporaría al ritmo vital de
sus calles y plazas, desde vía Giulia a Campo dei Fiori. Cardenales, diplomáticos,
hombres de armas, literatos, cortesanos…, pululan por los distintos lugares de Roma.
Cervantes no sería una excepción en este deambular como lo demuestra su profunda
experiencia del humano vivir. Visita Milán, Bolonia, Florencia, Nápoles, Génova…,
ciudades maestras de vida y descritas más adelante en algunas de sus obras, El
licenciado Vidriera, Las dos doncellas y El Persiles.
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escritor: “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes y esperan
ver los venideros”. Ha sido llamado el Manco de Lepanto por las heridas que recibió,
aunque, se sabe que no perdió el brazo, sino que sólo le quedó inútil.
Para curar sus heridas, Cervantes pasa al hospital de Messina, en donde fue
atendido por el doctor Gregorio López Madera. Se recupera pronto, pues lo
encontramos de nuevo como soldado en la compañía de Manuel Ponce de León.
Acude a Navarino en 1572, y a Túnez y a la Goleta en 1573.
En 1574, Cervantes, que ya es considerado como ‘soldado aventajado’, está de
guarnición en Palermo, junto con su hermano Rodrigo, el menor, que quizá le
acompañó tras la batalla de Lepanto. Confía en que el heroísmo demostrado en todas
estas acciones guerreras le valdrá un cargo de gobierno en su patria o en Indias. Por
ello, pide licencia para regresar a España. Don Juan de Austria y el Duque de Sessa le
dan cartas de recomendación, que informan muy favorablemente sobre el escritor.
Piensa él que estos documentos le valdrán el grado de capitán y podrá formar su
propia compañía.
A comienzos de septiembre de 1575 zarpa de Nápoles en la galera Sol que
navega, según es obligado en esta época, acompañada de otras para defenderse
mutuamente en caso de ataque. Costean Italia sin novedad, pero, ya frente a las
costas catalanas, un temporal dispersa los barcos, momento aprovechado por naves
argelinas que estaban al acecho para embestir la Sol, los cristianos luchan sin éxito
ante el mayor número de piratas; cuando han apresado el barco, los argelinos divisan
el resto de las naves que vienen a auxiliar a su compañera, por lo que abandonan
llevándose a los pasajeros. Cervantes desde cubierta, vería desvanecerse sus
ilusiones; comienza su periodo de cautiverio recordado en su novela La española
inglesa.
Armaute Mamí es quien manda las naves argelinas que, tras conseguir su
presa, se dirigen hacia Argel. Los prisioneros tenían gran valor para los piratas, pues
de ellos se obtenía notable provecho: unos eran utilizados como remeros en las
galeras; otros, en cambio, eran negociados, y cuando la familia recaudaba la cantidad
fijada para el rescate los liberaban. Esta misión la desempeñaban los frailes de la
orden trinitaria y los de la Merced, que en España pedían limosna para este caritativo
fin.
Cervantes pasa a ser el esclavo de Dalí Mamí, llamado el cojo. En efecto, sus
raptores piensan que es un personaje de importancia por las recomendaciones que
lleva y piden por su rescate una elevada suma. El escritor sabe que su familia no
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puede reunir esta cantidad, por lo cual pronto proyecta la huida. Hasta cuatro veces lo
intenta, la primera en 1576, después en 1577, cuando su hermano Rodrigo ha sido
liberado; y los dos años siguientes, ya bajo el poder de otro amo Hassán Bajá,
-conocido en la literatura como Azán Agá. En septiembre de 1580 fray Juan Gil, de la
Orden Trinitaria ha conseguido reunir los quinientos escudos del rescate y Cervantes
es liberado. En todas las ocasiones le ha sido perdonada la vida, clemencia
inexplicable si no se tiene en cuenta que la nobleza de ánimo de Cervantes debía
impresionar a todos.
El cautiverio en Argel ha durado cinco largos años. Está ya lejos la hazaña de
Lepanto. Vuelve a su patria sin cartas, sin dinero y con una familia vieja que no puede
ayudarle. En octubre desembarca en Denia, pasa por Valencia y hacia diciembre llega
a Madrid para empezar de nuevo su vida.
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Poco profunda sería esta pasión, pues por entonces estaba pensando en
casarse. Su boda tuvo lugar el 12 de diciembre de 1584. La novia era una hidalga
campesina de Esquivias, en la provincia de Toledo, llamada Catalina de Palacios
Salazar y Vozmediano. Tenía diecinueve años menos que Cervantes y su unión no es
bien aceptada en la familia de ella. No les gustaría el novio: soldado viejo e incipiente
escritor, pues, en efecto, en este año ha pedido licencia para publicar su primer libro
que aparece en Alcalá en 1585, con el título de La Galatea.
Se trata de una novela escrita en prosa y llena de versos a la manera del
género pastoril. Se trata de una idealización de la vida del campo. Los poetas suelen
presentar a sus amigos y amadas bajo disfraz de pastores y nombre supuesto,
cantando versos y dialogando en rebuscados parlamentos sobre su sentimiento
amoroso. Todo ello dentro de una estética neoplatónica. Nada más alejado de la
realidad que estos personajes, cuyos complicados amores y su culto lenguaje nada
tienen que ver con la auténtica vida del campo.
Cervantes se ha formado en el Renacimiento y esta novela es, sin lugar a
dudas, una contribución a su literatura. En la obra está presente el recuerdo a
Garcilaso, Herrera, y Fray Luis de León. Para estructurar la novela utiliza el mismo
artificio que Virgilio en su égloga octava. La divide en seis libros que distribuyen en
seis días la materia poética desde el amanecer hasta la puesta de sol. No obstante, al
igual que sucederá en el Quijote, el contenido de cada episodio se continúa en el
siguiente, con lo cual se cruzan temas y asuntos engendrando cierta confusión.
Además, el argumento no se ciñe a narrar la vida de la pastora Galatea, sino que
recoge la de otros muchos, de forma que los relatos son varios, enlazándolos con la
técnica del “cuento dentro del cuento”. Prácticamente son novelas cortas, al estilo de
la primera parte del Quijote.
Se ha intentado identificar a los personajes de esta novela con seres reales
relacionados con la vida de Cervantes. Es muy difícil demostrarlo pese a que todo el
convencionalismo del género pastoril está presente en La Galatea y una de sus
características era la de ocultar bajo clave los nombres de los seres existentes.
También aparecen los demás constitutivos, como la descripción de los instrumentos
musicales y de la indumentaria de los pastores. Los paisajes se presentan con detalle:
árboles, fuentes, los ríos Tajo y henares, todo dentro del tópico renacentista de la
naturaleza perfecta.
El lenguaje es muy elaborado, culto y exquisito. La adjetivación muy abundante
y la sintaxis artificiosa en extremo. El relato en prosa es constantemente interrumpido
por versos intercalados, algunas composiciones muy acertadas, como el Canto de
Calíope (libro V), escrito en octavas reales.
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1598, en la cárcel Real de Sevilla de la que sale bajo fianza. También se supone que
a fines de 1602 y principios de 1603 pasa otra temporada encarcelado en el mismo
lugar.
Quizá en este encierro se plantea el Quijote, ya que Cervantes dice en el
prólogo que “se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y
donde todo triste ruido hace su habitación”.
Mientras estuvo de comisario por Andalucía descuida su actividad literaria,
además de la cita antes apuntada anteriormente del Quijote, sólo se conservan de
este tiempo algunas poesías. Escribe dos canciones a la Armada Invencible, una en
1587, deseando su triunfo, y otra en 1588 lamentando el desastre. En 1591 aparece
un romance titulado Los celos en La Flor de varios y nuevos romances de Andrés de
Villalta. En 1595 envía una composición en quintillas para las fiestas de San Jacinto
celebradas en Zaragoza. Al año siguiente dedica un soneto al marqués de Santa Cruz
y otro, de tipo satírico, a la entrada del duque de Medina Sidonia en Cádiz a
destiempo, cuando las tropas del conde de Essex ya han abandonado la ciudad.
Mayor interés tienen otros dos sonetos escritos con motivo de la muerte de Herrera,
1597, y de Felipe II, 1598, éste último irónico. También se sabe que intentó volver a
escribir para el teatro pues, en 1592, firma un contrato con el director de compañía,
Rodrigo Osorio.
Los años pasados en Andalucía han sido una dura batalla, su familia
desperdigada, de su mujer cada vez se distancia más, su madre murió por entonces al
igual que Ana Franca, la madre de su hija Isabel quien pasa a vivir con su hermana
Magdalena.
Cervantes deja Sevilla a principios de 1603 y se instala en Valladolid, entonces
Corte de Felipe III. Ha traído escrita una obra en prosa para la que solicita permiso de
publicación. En septiembre de 1604 se le concede privilegio Real para imprimir un
libro, que aparecerá en Madrid en 1605 con el título de El Ingenioso Hidalgo Don
Quijote de la Mancha. El libro tiene un éxito sorprendente.
Pero junto a la alegría pronto llega la desgracia. La noche del 27 de junio de
1605 un caballero de la orden de Santiago, don Gaspar de Ezpeleta, es herido de
muerte en una disputa, al parecer por una cuestión de faldas, junto a la puerta de la
casa donde vivía Miguel de Cervantes que acudió a auxiliarle. El juez, Cristóbal de
Villarroel, a los dos días ordena detener a los vecinos de la casa. De las declaraciones
del proceso se saca la conclusión de que su actividad era un tanto irregular. Se ha
dicho incluso que su profesión era entonces la de alcahuete. La figura del autor del
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El hecho es que este libro será modelo literario para numerosos autores. Lope de
Vega lo imita en sus Novelas a Marcia Leonarda, igual que Tirso de Molina en
Cigarrales de Toledo; hasta se toma el mismo título, como las Novelas ejemplares y
amorosas de María de Zayas.
El valor de cada una de estas novelas cervantinas es muy diferente teniendo
en cuenta las distintas épocas y circunstancias en que fueron escritas. Pese a ello,
estéticamente todas son modelo en su género y muestran la calidad de su prosa. En
general, la temática está relacionada con vivencias varias del propio Cervantes,
aunque siempre dominada por su extraordinaria fantasía, que difumina lo real y lo
inventado. Para estudiar las Novelas Ejemplares se han dado diversas clasificaciones:
desde analizarlas independientemente de acuerdo con el orden que les dio su autor,
hasta agrupar las de tema semejante y observar la técnica utilizada en conjunto. La
primera dificultad con que se tropieza es la de su cronología. Dos de las novelas,
Rinconete y Cortadillo y El celoso extremeño, ya estaban escritas hacia 1600, pues
aparecen en la Miscelánea de Francisco Porras de la Cámara. De las demás se han
hecho toda clase de conjeturas y ninguna definitiva, por lo que tenemos que pensar
que fueron redactadas de 1590 a 1612, en que ya está acabado el libro, pues pide el
primer privilegio para su impresión.
El ilustre cervantista González de Amezúa divide las Novelas Ejemplares en
apartados que corresponden a tres épocas distintas:
1º Compuesto por tres relatos de tipo amoroso e idealista a la manera italiana: El
amante liberal, La Señora Cornelio y Las dos doncellas.
2º En el se incluirían La Gitanilla, La española inglesa, La fuerza de la sangre, La
ilustre fregona, El celoso extremeño y El casamiento engañoso. En todas ellas
se mezcla la fantasía con vivencias del autor.
3º Quizás las más logradas, El coloquio de los perros, Rinconete y Cortadillo y El
licenciado vidriera, las tres se caracterizan por su tono satírico y su crítica
social.
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catálogo de nombres. La crítica a los poetas comienza por él mismo: “Yo, que siempre
trabajo y me desvelo/por parecer que tengo de poeta/ la gracia que no quiso darme el
cielo…”, palabras que siempre se han aceptado, aunque Cervantes tiene, como poeta,
aciertos indudables. Tal como señaló Gerardo Diego, la mayor parte de los aciertos
totales de Cervantes los encontramos en su poesía menos trascendente, poesía
festiva, gitanesca, satírica y cómica, poesía de sal y donaire. Confirma este hecho la
Adjunta del Parnaso, añadida al final del Viaje, que ya no está escrita en verso.
No acaban las desdichas para Cervantes, pues ese mismo año 1614 sale a luz
en Tarragona un libro con el título de Segundo tomo del Ingenioso Hidalgo Don quijote
de la Mancha, cuyo autor figuraba con el nombre de Alonso Fernández de Avellaneda.
En el prólogo se ataca a Cervantes injustificadamente: se le echa en cara el ser
manco, el ser viejo… Hoy, el misterio de esta obra y de la personalidad de su autor,
pese a todas las conjeturas realizadas por los críticos, sigue en pie. Se ha identificado
a Alonso Fernández de Avellaneda con distintos escritores de la época: Alonso de
Ledesma, Alonso Lamberto, Salas Barbadillo, Castillo Solórzano, Quevedo… El ilustre
profesor Martín de Riquer piensa que tras ese nombre se oculta Jerónimo de
Pasamonte, soldado a las órdenes de don Juan de Austria, combate en Lepanto y es
hecho prisionero en Constantinopla, además es nombrado en la primera parte del
Quijote por Cervantes,-Ginés de Pasamonte-. También pudo ser escrito por un grupo
de autores cercanos a Lope de Vega.; hasta se ha llegado a decir que lo escribió el
propio Cervantes, tesis totalmente desterrada en la actualidad. El libro trata de la
tercera salida de Don Quijote para dirigirse a Zaragoza a unas justas poéticas. Las
aventuras son muy similares, dejando aparte las escenas fuertes; sin embargo, los
personajes son muy distintos: Don Quijote es un loco corriente sin ninguna genialidad,
que termina sus días en un manicomio de Toledo, Sancho es un vulgar paleto, más
cercano a un tonto de pueblo que a un honrado labrador de la Mancha.
Lo cierto es que esta publicación acelera la salida de la segunda parte de la
obra de Cervantes, que lo hace en 1615 con el título de El Ingenioso Caballero Don
Quijote de la Mancha y en donde su autor para que nadie le haga salir de nuevo dice
al final: “…deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de Don
Quijote”.
Casi por las mismas fechas en que aparece la segunda parte del Quijote,
Cervantes publica otro libro titulado Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca
representados. En su tiempo sorprendería este título, pues al expresar que son nuevas
y sin representar, desafía a los dramaturgos de entonces que para publicar una obra,
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previamente tenían que haber obtenido el aplauso del público. Ahora bien, si las da a
la imprenta es porque, animado por el éxito del Quijote, está seguro de que su teatro
es buena literatura y algún día se le hará justicia.
Cervantes, al final de su vida adquiere cierta estabilidad, pues el conde de
Lemos y los cardenales Niño de Guevara y Sandoval y Rojas le ayudan
económicamente, lo cual le permite montar casa en la calle del León, esquina a la de
hoy Cervantes, y preparar allí la edición de una nueva obra que no llegará a ver
publicada. En efecto, Cervantes días antes de su muerte, el 22 de abril de 1616,
escribía al conde de Lemos la dedicatoria de su último libro que titula Los trabajos de
Persiles y Segismundo, historia septentrional, Madrid, Juan de la Cuesta, 1617. Antes
de acabar, ingresa en la Orden Tercera de San Francisco, y con ese hábito es
amortajado. En agradecimiento a la orden de los Trinitarios que le habían rescatado de
Argel, quiso ser enterrado en el cementerio de la Plaza del Humilladero de Madrid, que
poseían anejo al monasterio las Madres Trinitarias. Éstas son trasladadas poco
después a un convento nuevo, en la actual calle de Lope de Vega, y parece ser que, o
no se llevaron todos los restos del enterramiento o se perdieron y confundieron
durante el traslado. Incluso después de muerto tuvo poca fortuna Miguel de Cervantes,
pues hoy desconocemos el lugar donde reposan los restos del más genial escritor
español.
2. Biografías cervantinas.
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Parte de esta documentación le fue entregada a Juan Antonio Pellicer que con
el epígrafe de “Noticias para la vida de Miguel de Cervantes Saavedra”, la incluye en
su libro Ensayo de una Biblioteca de traductores Españoles (Madrid, Sancha 1778) y,
redactada como biografía, al frente de la edición del Quijote de Sancha de 1797. Por
último apareció en tomo suelto con el título Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, en
Madrid, en la Imprenta de Gabriel de Sancha el año 1800.
En estos mismos años, Vicente de los Ríos reúne nuevas partidas, como la del
rescate del cautiverio, base de su bosquejo de la vida de Cervantes que encabeza la
edición del Quijote, realizada a instancias de la Real Academia Española y aparecida
en Madrid en 1780. Gracias a la labor de ambos eruditos se inicia el camino de
investigación científica que tan buenos resultados iba a obtener en el futuro a pesar de
algunos biógrafos que ignoraron ciertos datos pensando que así defendían a
Cervantes.
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Vicente de los Ríos pero, puesto al día por don Jerónimo Morán, reproduce
importantes documentos referentes a las andanzas andaluzas de nuestro autor. En el
Archivo de Simancas, de 1569, se encuentra la referencia en la cual se ordena
prender a Miguel de Cervantes por haber herido a Antonio de Sigura, esto explicaría
su apresurada salida hacia Italia, hecho que algunos estudiosos todavía no aceptan.
Por estas mismas fechas, publica Émile Chasles en Francia la mejor de las biografías
realizadas en el extranjero, con la particularidad de que, además de los documentos
sobre la vida de Cervantes, intenta reconstruir el ambiente político y social de la
época.
También como tomo primero de una edición del Quijote, publicó Ramón León
Maínez una biografía cervantina que añadía nuevos datos a los ya conocidos. Éste,
además, no renuncia a entrar en ciertos temas, como el procesamiento de Cervantes y
su familia en Valladolid, soslayado por otros autores y, aparte del apasionamiento con
que trata todo lo referente a Miguel, su afán principal fue separar los hechos
verdaderos de las leyendas que se habían formado, sobre todo la concerniente a la
vida del escritor. Mucho más interesante, por el acopio de documentos y críticas, es su
libro Cervantes y su época (Jerez, 1901), en donde realiza una buena historia del
cervantismo en sus distintos aspectos.
En estos mismos años Don Nicolás Díaz de Benjumea intentaba encontrar una
interpretación esotérica a los distintos episodios del Quijote. Benjumea presentaba
estos escritos como muestras de un proyecto en donde se proponía trazar una
extensísima biografía de Cervantes junto con un juicio filosófico de sus obras. Nunca
llegó a realizarlo, aunque sí publicó un libro, La verdad sobre el Quijote (1878), con la
apostilla “novísima historia crítica de la vida de Cervantes”. En el prólogo apunta que,
aparte de indagar en archivos y bibliotecas, él quiere buscar en las obras mismas y así
lo hace; de aquí que tengan mayor calidad sus opiniones que el apartado documental,
plagado de errores. Dos años después, ampliará su estudio en la introducción al
magnífico Quijote, editado por Montaner y Simón, caracterizado por la fantasiosa
utilización de los textos cervantinos.
Las dos tendencias, subjetiva y objetiva, a la hora de hacer la biografía de
Cervantes se muestran en dos publicaciones de 1892. Francisco Lizcano y Alaminos
imprime un libro cuyo título es un enunciado del contenido: Historia de la verdadera
cuna de Miguel de Cervantes Saavedra y López, autor del Don Quijote de la Mancha,
con las metamorfosis bucólicas y geórgicas de dicha obra. Vida y hechos del Príncipe
de los Ingenios Españoles, con una refutación analítica de las biografías que de este
autor se han impreso hasta el día. Se trata de una encendida defensa del nacimiento
de Cervantes en Alcázar de San Juan y de las sucesivas leyendas que lo suponían
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la pura divulgación, sin apenas interés, hasta las que incorporan a la antigua
documentación los datos encontrados estos años.
Las nuevas biografías comienzan con la de Miguel de los Santos Oliver, Vida y
semblanza de Cervantes, 1916, una de las mejores de carácter literario en donde huye
de la novela histórica para realizar un relato ameno en el que, sin aportar datos
desconocidos, muestra una muy buena asimilación de los documentos cervantinos. El
tipo de biografía que se establece tras el centenario es el de divulgación, sin entrar en
aspectos polémicos de documentación. Muestra de este tipo de trabajo son las
distintas ediciones, pasaron de diez, de Manuel Montoliu. En este mismo tono se
encuadran las vidas cervantinas de Ricardo Rojas y María Luz Morales, muy elemental
pero bien fundada, y la de Mariano Tomás. Una buena mixtura de vida documental,
aventuras, suposiciones y literatura encontramos en el Cervantes de Jean Babilón, de
1947.
Desde 1939, tras la Guerra Civil, comienzan una serie de biografías en donde
más que presentar la realidad del personaje, se busca el convertir a Miguel de
Cervantes en prototipo de héroe militar, héroe civil, buen padre, modelo de esposo… y
aparecen verdaderos panegíricos del autor del Quijote. Baste citar las obras de
Antonio Espina, Ramón de Garciasol, Luis de Armiñan y Miguel Herrero García. Quizá
la más significativa de estas vidas sea la escrita por Sebastián Juan Arbó, de 1945.
Novelas al estilo quijotesco son las biografías de Rafael Martí Orberá,
Cervantes, Caballero Andante (Historia novelada), 1947, y, especialmente, la de
Eugenio Orrego Vicuña, Historia del Ingenioso Hidalgo Don Miguel de Cervantes,
1953.
Al margen de este tipo de narraciones Luis Astranan Marín, paciente
investigador del mundo cervantino, publicará desde 1948 a 1958 su monumental
biografía, en siete tomos, titulada Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes
Saavedra, con mil documentos hasta ahora inéditos y numerosas ilustraciones y
grabados de la época. En sus páginas se rellena el vacío de noticias de 1600 a 1604,
se localiza la casa natalicia de Alcalá de Henares, rehace la ruta seguida por nuestro
autor, en 1569, fugitivo de Madrid a Roma, da la fecha exacta de su muerte: el 22 de
abril de 1616 y no el 23, como sigue celebrándose. Su valor es indudable pero hay que
tener cierto cuidado con algunas suposiciones que, sin ser documentadas, pasan por
ciertas. Debe tenerse en cuenta que desde su finalización, en 1958, han aparecido
nuevos datos que completan puntos concretos del vivir cervantino, incorporados en
posteriores estudios.
Partiendo de la biografía de Astrana y con la intención de, muy resumida,
hacerla llegar al gran público apareció la de Juan Antonio Cabezas. Es una mezcla de
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historia verdadera y ameno relato ya que utiliza datos comprobados junto con hipótesis
inaceptables.
Años más tarde, en 1990, publicó una monografía dedicada a la etapa
madrileña de Cervantes, desde que sus padres se instalaron en la Corte hasta su
muerte, con un epílogo referido a la sociedad cervantina establecida en la capital.
También dentro de esta línea se traza la biografía de Manuel Lacarta,
pretendiendo aunar los datos documentales con aspectos sociales de la época
cervantina.
Otra puesta al día de la abrumadora biografía de Astrana es la escrita por
Cristóbal Zaragoza, éste, sin renunciar a la documentación, escoge de ella un conjunto
publicado en el apéndice final y consigue un interesante relato de las vivencias
cervantinas con reflexiones prácticas para el estudioso.
Caso aparte es la biografía de Jean Canavaggio, a la que podemos considerar
como la mejor síntesis de todos los estudios anteriores. Plantea, desde el principio, el
problema de acercarse a Cervantes con los pocos datos que tenemos, incluso en el
caso de utilizar su obra, para rellenar los huecos de su personalidad, no en vano
califica el vivir cervantino de “intimidad escurridiza”, y por ello deja muy claro desde el
principio que no quiere caer en la hagiografía ni en lo contrario: “del superhombre al
réprobo”. Pretende ser objetivo y lo consigue.
Desde la monumental recopilación de Astrana Marín, se han añadido hasta
fechas recientes nuevos datos y documentos que completan pormenores de la vida de
Miguel de Cervantes. Así son muy útiles los estudios de Avalle-Arce sobre su captura;
de Ricardo Espinosa en torno al doctor Blanco de Paz, su delator en Argel; de Antonio
Puig Campillo sobre Cervantes en Murcia; de Bordoy Cerdá en relación con la gesta
de Lepanto; Sánchez Romeralo y Kenneh Brown y María Dolores Blanco-Arnejo
aportan nueva documentación; es muy interesante la descripción de la cueva en
donde se refugiaron el autor del Quijote y otros cautivos, en las proximidades de la
capital argelina, en 1577, dada a conocer por Sáenz de Tejada y López Sebastián; de
su estancia en Jaén proporcionó datos Luis Coronas; de su posible presencia en
tierras manchegas, en Villarreal y en Barcelona escribieron Pedro Padilla, Perona y
Martín de Riquer respectivamente.
También han aparecido durante estos últimos años una serie de publicaciones
que, sin ser específicamente biográficas, son muy enriquecedoras para acercarnos a
la época o a la personalidad de Cervantes. Destacan los trabajos de Américo Castro,
algunos ya publicados, pero puestos al día; de Fernández Álvarez; el volumen
misceláneo El Siglo del Quijote (1580-1680), en Historia de la Cultura Española,
Madrid, Espasa-Calpe, 1996. Las magníficas síntesis y reflexiones de Julián Marías o
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la reconstrucción del complejo mundo sevillano que conoció nuestro autor recreado
por José Manuel Caballero Bonald. Numerosos datos nos facilitan una serie de
misceláneas que reúnen estudios dados a conocer en distintos coloquios y reuniones
de especialistas. Destaquemos la Suma Cervantina, las Actas del primer Congreso
Internacional sobre Cervantes y las sucesivas publicaciones de la Asociación de
Cervantistas.
Con afán divulgador, y sin intención de ser exhaustivos, podemos citar las
vidas de Aubrey Bell, Antonio Onieva, Saínz de Robles, Francisco Olmos, Montero
Alonso, Isabel de Lemus, Jorge Campos, José Luis Varela, Richard Predmore,
Fernando Díaz-Plaja, William Byron, Manuel Fernández Nieto, Engracia Martínez,
Meelvena Mckendrick, A. Basanta, Emilio Calderón, José María Valverde, Franco
Meregalli, Andrés Trapiello, Antonio Rey y Florencio Sevilla, Rafael Mínguez. Rosa
Navarro y Martín Miguel Rubio Esteban. Los libros de Alfredo Alvar y Javier Blasco,
reelaboran nuevas biografías recopilando todos los datos hasta hoy conocidos. Más
discutibles son los intentos de descifrar el vivir y crear cervantinos desde la fisiología,
como hace Sánchez Ocaña, o desde la psicología. El alemán Bruno Frank hace una
interpretación introspectiva del autor del Quijote manipulando datos que actualmente
se rechazan, dentro de los tópicos más repetidos del reinado de Felipe II. Louis
Combet señala que un carácter esencialmente masoquista de Cervantes motivaría la
creación de sus personajes y para demostrar su tesis utiliza hechos concretos de su
vida. El libro, tesis psicoanalítica aparte, es muy enriquecedor para cualquier estudioso
cervantino porque realiza un estudio pormenorizado del conjunto de la obra cervantina
en busca de la personalidad del autor, lo cual supone una nueva y profunda lectura de
los textos, estemos o no de acuerdo con ella. También Carrol Johnson piensa que, por
el comportamiento de Don Quijote, se puede llegar a la conclusión de que su autor
reproducía en la novela sus tendencias religiosas relacionadas con inclinaciones
masoquistas. Desde el punto de vista de un traumatólogo podemos leer las razones
que da Antonio López Alonso en su libro Cervantes: manco y bien manco.
Polémico y sin base documental es el boceto biográfico de Rosa Rossi titulado
Escuchar a Cervantes. En él, a través de silencios y actitudes conocidas de Cervantes
como la declaración de Argel de 1580, Rossi intenta descubrir la que define como
compleja sexualidad cervantina marcada, según su libre interpretación de algunos
textos, por un doble proceso de encubrimiento: su condición de judío converso y su
homosexualidad condicionantes de su marginación, aspectos sobre los que insiste, y a
los que añade nuevas conjeturas sobre las hermanas del escritor, en Tras las huellas
de Cervantes. Dentro de esta misma corriente desmitificadora y con conclusiones
todavía más extremas con respecto a su inclinación sexual, publicó Fernando Arrabal,
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Llevó una existencia a menudo acosada de azares. Vivió sin fortuna, aliado a
la dádiva santa mal agradecida, y careció de suerte, con todo y ser tan
discreto. No debe calificársele de fracasado genial, porque triunfo
plenamente en lo que importaba, no en lo que relucía. Sufrió, padeció y tuvo
al dolor por maestro. Y esa fue su gloria… que su vida, pues, como ejemplar,
nos sirva de ejemplo; y como heroica, nos incline al heroísmo. Que su obra,
milagro del idioma divino de Castilla, mejore y deleite sin cesar a las
generaciones de los veinte países que alientan con su voz. Y, en fin, que
nazcan mundos que ocupen su fama.
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3. Biobibliografía
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