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tos prefieren un plano rectangular semejante al de las ciudades

La Vida Cotidiana A La Luz De La


más modernas de Norteamérica o Australia: grandes arterias que
A comienzos de la Edad Media la vida está enteramente con- se cortan en ángulo recto; dentro del rectángulo, se dispone un Edad Media
centrada en la propiedad, dado que se busca la seguridad ante sitio para la plaza pública donde se levanta la iglesia, el merca-
todo; es un régimen de autarquía feudal, o mejor dicho familiar, do, y, si ha lugar, el Ayuntamiento; las calles secundarias corren Régine Pernoud
durante el cual cada mesnie trata de bastarse a sí misma. La paralelas a las principales. Así es como fueron concebidas la
disposición de las aldeas delata la necesidad de agruparse para mayoría de las ciudades nuevas; la de Monpazier, en Dordog-
defenderse; están colgadas de las pendientes de la mansión se- ne, es muy característica en este sentido, con sus calles cuyo
ñorial, a donde los siervos huirán a refugiarse en caso de aler- trazado recorta manzanas de casas absolutamente regulares;
ta; las casas están agrupadas, amontonadas, aprovechando la ciudades como Aigües-Mortes, Arcissur-Aube, Gimont dans le
más mínima pulgada de terreno, circunscritas a las pendientes Gers, presentan el mismo dibujo simétrico.
de la altura sobre la cual se levanta el castillo. Esta disposición
es visible todavía en castillos como el de Roquebrune, cerca de Esta disposición de la calle es muy importante para el hombre
Niza, que data del siglo XI. Pero una vez pasada la época de las de la Edad Media, porque vive mucho afuera. Se nos impone una
invasiones, las moradas de los campesinos se dispersan por el constatación: hasta entonces, de acuerdo con el uso corriente
campo, y la ciudad se separa del castillo. La ciudad primitiva tie- en la Antigüedad, las casas recibían luz desde el interior, y te-
ne callejas estrechas no por gusto, sino por necesidad, porque nían pocas aberturas hacia afuera. En la Edad Media se abren
la población de buen o mal grado, tenía que mantenerse dentro sobre la calle: es el indicio de una verdadera revolución de las
del cerco amurallado; no sucede lo mismo en los barrios que se costumbres, la calle se convierte en un elemento de la vida coti-
multiplican a partir de fines del siglo XI. Las callejas son tortuo- diana, como lo habían sido en el pasado el ágora o el gineceo.
sas porque siguen el trazado de las murallas, determinado por A la gente le gusta salir. Todos los mercaderes tienen un cober-
la conformación natural del sitio. Pero no creamos que el ali- tizo que despliegan cada mañana, y exponen su mercancía al
neamiento de las casas quedaba librado a la fantasía de los ha- aire libre. Hasta el siglo de la electricidad, la iluminación ha sido
bitantes; la mayoría de las ciudades antiguas están construidas una de las grandes dificultades de la existencia, y la Edad Me-
de acuerdo con un plan muy visible. En Marsella, por ejemplo, dia, enamorada de la luz, resolvía la cuestión aprovechando cuan-
las calles principales, como Saint Laurent, son estrictamente pa- to le era posible la luz del día. Un tendero que llevara a sus clien-
ralelas a la orilla del puerto, en la que desembocan las peque- tes a la trastienda era mal visto: si sus tejidos no tenían ningún
ñas calles transversales. Cuando estas calles son muy estrechas, defecto, no había por qué tener miedo de exponerlos en medio
podemos estar seguros de que se debe a una razón muy pre- de la calle, como lo hacían todos los demás; el cliente quiere
cisa: para defenderse del viento, o del sol en el Mediodía; es una acodarse bajo el cobertizo y examinar a su gusto, a la luz del
disposición muy sensata, tal como se puso de manifiesto cuan- día, las piezas entre las cuales elegirá la suya, aconsejado por
do en Marsella los adeptos del barón Haussmann abrieron la su sastre, que suele acompañarlo. También el zapatero, el bar-
inoportuna calle de la República, pasadizo amplio y glacial que bero, el tejedor, trabajan en la calle, o en una tienda abierta a la
desfigura el antiguo collado de los Molinos. calle. El cambista instala sus mesas sobre caballetes, fuera, y
todo lo que puede hacer la autoridad municipal para evitar los
En Languedoc, para ponerse al amparo del terrible cers, se ge- atascos es limitar la dimensión de esas mesas.
neraliza la práctica del plano central, como en la pequeña ciu-
dad de Bram, donde las calles giran en círculos concéntricos En las calles reina una animación extraordinaria. Cada barrio
alrededor de la iglesia. Pero siempre que pueden, y cuando no posee una fisonomía diferente, porque los gremios suelen estar
son obstáculo el clima o las condiciones exteriores, los arquitec- agrupados, tal como lo señalan los nombres de las calles: en UNTREF VIRTUAL | 1
Paris la rue de la Coutellerie (calle de la Cuchillería), el quai des Sirve un vaso al correo del rey, que se detiene por un momento,
Orfèvres (muelles de los Orfebres), el de la Mégisserie (la Cur- diciéndole:
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tiembre) donde vivían los curtidores, la rue des Tonneliers (calle Edad Media
de los Toneleros), designan claramente los gremios que en ellas Tiens, ci te montera au chef
se asentaban. Casi todos los libreros se agrupaban en la calle Bois bien, le meilleur est au fond! Régine Pernoud
Saint-Jacques; el barrio Saint-Honoré es el barrio de los carni-
ceros. Pero todos son muy animados porque las tiendas, a la (Ten, esto te subirá a la cabeza
vez talleres y comercios de venta, se abren a la calle; tienen ¡Bebe, lo mejor está en el fondo!)
algo de los zocos de Túnez y del Pontevecchio de Florencia; en
el Paris actual, sólo la orilla izquierda del Sena, con los puestos Debiéramos imaginar esto en las calles medievales, cuya ima-
de los libreros de viejo y su público de paseantes y asiduos, gen podemos evocar a partir de los antiguos barrios de Rouen y
puede darnos alguna idea de esos comercios medievales. Pero Lisieux, con sus casas de vigas visibles y basamentos esculpi-
habría que añadir el "fondo sonoro", muy diferente en la Edad dos, de las que antaño colgaban los rótulos de hierro forjado, y
Media del actual: la sierra de los carpinteros, el martillo de los de donde repentinamente surgía la poderosa arcada de un pórfi-
herreros, los gritos de los marineros que halan a lo largo del río do de iglesia, cuya flecha puntiaguda se levantaba como un
las barcas cargadas de víveres, los gritos de los mercaderes, en mástil entre los tejados; en efecto, en aquella época, lejos de es-
lugar de las bocinas de los taxis y el gruñido de los autobuses. tar aisladas, aplastadas por los grandes espacios vacíos que
Porque en la Edad Media todo se pregona: las noticias del día, nos hemos habituado a ver a su alrededor, las iglesias hacen
las decisiones de la policía y de la justicia, las alzas de im- cuerpo con las viviendas que se aprietan junto a ellas, y parecen
puestos, las subastas al aire libre, en la plaza pública, y también querer ampararse bajo su campanario; esto es notorio detrás de
las mercaderías en venta; en lugar de desplegarse sobre las Saint-Germaindes-Prés. De manera que incluso la disposición ex-
paredes abigarrados anuncios, son "hablados", como la radio en terior expresa la familiaridad en la que vivían entonces el pueblo
nuestros días; a veces las autoridades locales tienen incluso y su iglesia. Nuestras catedrales góticas, muy diferentes en eso de
que reprimir los abusos, e impedir a los tenderos que se anun- los templos de la Antigüedad, están concebidas para ser vistas
cien con exceso. El tipo más popular en este terreno es el prego- así, en perspectiva vertical; así es como adquieren su verdadero
nero de las tabernas. Los dueños de las fondas encargan el valor; al reconstruir la catedral de Reims, causó estupor hallar en-
anuncio de sus vinos a un personaje de voz potente que insta- tre las joyas de nuestra escultura medieval estatuas de rasgos
lado ante una mesa preside la degustación; los paseantes se- deformes, de asombrosa fealdad; pero bastó con colocarlas en
dientos se hacen servir un vaso, y para los que no tienen tiem- sus nichos, casi en la cima de la construcción, para comprender:
po de entrar en la taberna esto hace las veces de la "barra" de estaban esculpidas de manera tal que para el espectador que
los cafés. Ese pregonero desempeña una función importante en las contemplaba desde abajo, los rasgos deliberadamente exa-
el Juego de San Nicolás: gerados conservaban toda su expresión al tiempo que adquirían
una singular belleza; eran el fruto de un cálculo geométrico tanto
Céans fait bon diner, céans como un procedimiento artístico. Otros elementos que nos permi-
Ci a chaud pain et chaud hareng ten reconstruir con fidelidad el aspecto de una ciudad medieval,
Et vin d'Auxerre ù plein tonnel. son conjuntos como Salers en Auvernia, Peille junto a Niza, con su
multitud de arcadas: puertas cocheras, ventanas en hilera en las
(Dentro hay buena comida, dentro plantas de las casas, puentes cubiertos tendidos sobre la calle,
hay pan caliente y arenque caliente, uniendo entre sí dos "islas", es decir, dos grupos de habitaciones.
y toneles llenos de vino de Auxerre) UNTREF VIRTUAL | 2
Ante estos testimonios indiscutibles, cabe preguntarse qué es lo a la orilla se había construido una especie de empalizadas cuyo
que pudo sugerir a un Luchaire la extraña opinión de que las objetivo era proteger las aguas del puerto, que la municipalidad A La Luz De La
casas medievales no eran otra cosa que "tugurios supurantes, y quería mantener limpio; se destinaban a su mantenimiento no Edad Media
las calles, cloacas";1 es cierto que no menciona ni documentos menos de cuatrocientas libras anuales; para las limpiezas perió-
ni monumentos de ninguna clase en apoyo de su afirmación; no dicas se empleaba una máquina consistente en una barca a la Régine Pernoud
se entiende muy bien por qué nuestros antepasados, si estaban que se le había adosado una rueda con cangilones, que rastri-
acostumbrados a vivir en tugurios, pusieron tanto cuidado en llaban alternativamente el fondo y depositaban la suciedad en la
adornarlos con ventanas y ajimeces, con arcos calados que barca, que a continuación se vaciaba en alta mar. Había regla-
descansaban sobre finas columnitas esculpidas, que suelen re- mentos especiales que protegían los sitios cuya limpieza era
producir la ornamentación de las capillas vecinas, como pode- una necesidad de interés público: la Carnicería, la Pescadería,
mos apreciar aún en Cluny, Borgoña, en Blesle, Auvernia, en la que había que lavar con abundante agua todos los días; la Cur-
pequeña aldei gascona de Saint-Antonin, para mencionar sola- tiduría, cuyas aguas nauseabundas había que verter en un con-
mente casa! que datan de la época románica, es decir, del siglo ducto abierto expresamente.
XI y de comienzos del siglo XII.
De todo esto se desprende que en la Edad Media la preocupa-
En cuanto a las calles, lejos de ser cloacas tuvieron pavimento ción por la salubridad pública era tan grande como hoy. El mayor
desde muy temprano: París fue pavimentada los y primeros años inconveniente que podía oponérsele eran los animales domésti-
del reinado de Felipe Augusto; en virtud de un procedimiento cos, más numerosos entonces que en nuestros días: no era raro
semejante al de la Antigüedad, el pavimento se colocaba sobre ver a una manada de cabras, de carneros y hasta de bueyes
un lecho de cemento mezclado con tejas trituradas; Troyes, abrirse paso en medio de los mostradores, dando lugar a desór-
Amiens, Douai, Dijon, fueron pavimentadas en distintas épocas, denes y atropellos; se les había fijado un límite para que no fran-
lo mismo que casi todas las ciudades de Francia. Y esas ciuda- quearan el perímetro de la ciudad; esto se ve todavía en algunas
des tenían también alcantarillas, casi siempre cubiertas; en Pa- ciudades como Londres, donde manadas de carneros atraviesan
ris se las ha hallado bajo el emplazamiento del Louvre y del an- a diario una de las plazas más concurridas para ir a pacer a los
tiguo edificio de la Trémoille, que data del siglo XIII, y sabemos parques. Los cerdos, sobre todo, circulaban por la calzada a pe-
que doscientos años más tarde la Universidad y los barrios de sar de las reiteradas prohibiciones: cada familia criaba una can-
París tenían una red que comprendía cuatro alcantarillas y un tidad de cerdos suficiente para su consumo; pero eran un mal sólo
colector; en Riom (Dijon) y muchas otras ciudades hemos podi- a medias, porque devoraban todos los desechos comestibles, con-
do constatar la presencia de alcantarillas abovedadas, que ates- tribuyendo así a eliminar una de las causas de la suciedad.
tiguan la preocupación por la salubridad pública. Donde no
había alcantarillas se crearon vertederos públicos desde donde En esta ciudad ruidosa, donde bulle una población continuamente
la inmundicia se volcaba en los ríos -como sucede aún en nues- atareada, la voz de las campanas señala las horas, formando
tros días- o era quemada. Muchas prescripciones de los "ban- parte del "fondo sonoro": a la mañana, al mediodía y al atarde-
dos" se referían a la limpieza de las calles, y los agentes de po- cer, el ángelus marca las horas de trabajo y de descanso, cum-
licía de entonces tenían la función de hacerlas respetar. Así es pliendo el papel de las sirenas de las fábricas actuales. La cam-
como los Estatutos municipales de Marsella ordenan que cada pana anuncia los días de fiesta, pide auxilio en caso de alarma,
propietario barra el sector correspondiente a su puerta, y haga convoca al pueblo a una asamblea general, o a los regidores a
lo posible para que las inmundicias no puedan ser arrastradas un consejo restringido; toca a rebato en los incendios, dobla en
por el agua de la lluvia hacia el puerto, por las calles en pen-
diente; además, en la desembocadura de las calles qué daban 1. La societé française au temps de Philippe-Auguste, p. 6. UNTREF VIRTUAL | 3
los duelos, toca el carillón en las fiestas: gracias a su sonido po- mont-Ferrand ofrecen ejemplos imponentes. En los países de
demos seguir a lo largo del día la vida de la ciudad, hasta que tierra arcillosa, como el Mediodía provenzal, las casas y monu-
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al atardecer suena el toque de queda; entonces se apagan los' mentos están cubiertos de tejas que han adquirido al sol el color Edad Media
quinqués de las tiendas y la lumbre de los asadores; se pliegan miel característico de las aldeas de Riez o Jouques; en Borgoña
los cobertizos, se cierran las puertas cocheras; en caso de que esta teja suele vidriarse, y los techos reverberan de colores res- Régine Pernoud
se tema una sorpresa, se clausura la ciudad cerrando sus puer- plandecientes: un ejemplo es el hospicio de Beaune, Saint-Bé-
tas, elevando los puentes levadizos y bajando las rejas; a veces nigne, Dijon; en Touraine y en Anjou se emplea la pitarra que se
las autoridades se limitan a tender cadenas a través de las ca- extrae de la región; cuando las iglesias en lugar de ser de bóve-
lles, lo cual en los barrios de mala fama tiene la ventaja de im- da de piedra, utilizan una armazón de madera, como suele su-
pedir la huida de los malandrines; sólo quedan encendidos los ceder en el Norte y alrededor de la cuenca de Paris, es porque
cabos de vela que noche y día parpadean ante las estatuillas de los bosques, más numerosos que las canteras, hacían más eco-
la Virgen y de los santos colocadas en nichos en los ángulos de nómica esa forma de techumbre; en estas comarcas las vivien-
las casas, y ante los Cristos de las bocacalles, mientras que das de los particulares estaban casi siempre cubiertas de ras-
fuera de la ciudad, en los puertos, brillan los faros que señalan trojos, incluso en la ciudad, lo cual aumentaba los riesgos de
la entrada en el desembarcadero y los principales arrecifes. incendio. Las autoridades municipales prescribían a los habitan-
tes medidas de prudencia para evitar los siniestros: ése era el
Los viajeros retrasados sólo pueden circular por las calles pro- sentido del toque de queda. En Marsella, los armadores que pro-
vistos de una antorcha; en las ciudades marítimas se toleran las cedían a la operación de la brusque, que consiste en calentar la
idas y venidas de quienes están prontos a embarcar; en caso de carena del buque en construcción para untarlo de pez más fácil-
alarma, o de que se declare un siniestro: incendio, grave avería mente, recibían la recomendación de vigilar la llama para que no
de un buque, peligro de naufragio, las autoridades ordenan colo- superara cierta altura, porque, según dicen los Estatutos de la
car antorchas en las esquinas, para facilitar auxilio rápido y pre- ciudad, "no siempre está al alcance del hombre controlar el fue-
venir los accidentes. go que él mismo ha encendido". Después de un incendio que en
Limoges, en 1244, destruyó veintidós casas, se construyeron
Toda la familia se pone al abrigo de las paredes de la casa, pa- amplios depósitos de agua adonde los burgueses acudían para
redes muy gruesas, murallas contra el frío, contra el calor, contra extraerla en caso de alerta. Cuando se declaraba un incendio,
los ruidos importunos: en esa época se sabe que no hay bienes- todos tenían el deber de acudir al toque de rebato con un cubo
tar sin gruesos muros protectores. Según los recursos locales, las de agua; además estaban obligados a colocar otro frente a sus
paredes se construyen con ladrillos, con piedra tallada para los casas, por precaución.
ricos, pero en la mayoría de los casos con una mezcla de madera
y adobe, como se siguieron construyendo en todas partes hasta El elemento esencial de la casa medieval, sobre todo en el norte
nuestros días. Los constructores construían en el suelo toda el de Francia, era la sala, la sala común, donde la familia se reunía
armazón de la fachada, uniendo hábilmente vigas, y la levanta- en las horas d la comida y que presidía todos los acontecimien-
ban de un solo golpe con ayuda de tornos, crics y poleas, y re- tos: bautismos, matrimonios, velorios; es la habitación donde la
llenaban los intersticios con ladrillos o con el material usado en gente vive, donde se agrupa por la noche al abrigo de la gran
la región. Las iglesias que quedan suelen darnos una idea del chimenea para calentarse mientras se cuentan historias antes
aspecto de las casas: en Languedoc predominaba el ladrillo ro- de ir a la cama. Esto sucede tanto en las viviendas de los cam-
sado, que da su peculiar resplandor a las iglesias de Toulouse o pesinos como en los castillos. Las demás habitaciones, alcobas
de Albi; en Auvernia las construcciones son de piedra, de esa o no, son accesorias; lo importante es la sala familiar, la que los
piedra oscura de Volvic, de la que la catedral de Puy y la de Cler- canadienses franceses llaman todavía hoy vivoir. Cuando el ran- UNTREF VIRTUAL | 4
go de la casa lo exige, la cocina está separada; en los castillos nadas y cubiertas con cubrecamas y tapices, ropa blanca y de
a veces ocupa un edificio aparte, sin duda para limitar los riesgos abrigo",2 los taburetes, las sillas de respaldo alto, y los armarios
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de incendio. Las grandes cocinas con sombrerete de la abadía y cofres esculpidos donde se guarda la ropa, de los que vemos Edad Media
de Fontevrault, las del palacio de los duques de Borgoña en Di- ejemplares tan hermosos en el hospicio de Beaune. Las ma-
jon, se mantienen tal como eran. deras de la época eran muy hermosas; estaban preparadas y Régine Pernoud
enceradas con mucho cuidado, no absorbían el polvo, y eran di-
Además, y aparte de las múltiples salas de guardia y salas de fícilmente presa de los insectos; habla además arcones para el
fiesta que comprende una casa señorial, la casa burguesa tiene pan, aparadores, vasares; las mesas eran planchas que en el
talleres de trabajo y alcobas. Lindan con las alcobas los recintos momento de servir la comida se colocaban sobre caballetes, y
denominados privados o excusados. Por sorprendente que pa- después de comer se colocaban contra las paredes, para que no
rezca, a ninguna casa le faltaba en la Edad Media lo que le falta- ocuparan espacio. En cambio, se empleaban colgaduras y tapi-
ba al Palacio de Versalles; incluso esa época iba muy lejos en ces para protegerse del frío y sofocar las corrientes de aire; las
materia de delicadeza, porque consideraba grosero que cada que nos quedan, como por ejemplo el admirable conjunto de la
cual no tuviera su propio excusado; la norma general, al menos Dama con unicornio que se conserva en el Museo de Cluny,
en las casas burguesas, era que cada cual tuviera el suyo y fue- bastan para darnos una idea de cómo se las podía aprovechar
ra el único en usarlo; en este sentido las costumbres se fueron para amueblar y decorar los interiores; evidentemente que se
deteriorando en el siglo XVI, en cuyo curso se descuidaron casi trata de un lujo reservado a los castellanos y a los burgueses ri-
todas las prácticas de higiene que conocía la Edad Media. En el cos, pero el hábito de usar tapices y coberturas estaba genera-
siglo XI la abadía de Cluny no tenía menos de cuarenta letrinas; lizado. Refiriéndose a las tareas de un ama de casa, el Ménagier
aunque parezca increíble, en la Edad Media, existían las letrinas de Paris recomienda a Inés la beguina, su administradora, "que
públicas; hay testimonios de ello en ciudades como Rouen, ordene a las camareras que por la mañana barran bien las entra-
Amiens, Agen; su instalación y mantenimiento eran objeto de das del edificio, es decir, la sala y los demás sitios por donde las
deliberaciones municipales, o bien formaban parte de los gastos gentes entran al edificio y se detienen para conversar, que sacu-
de la ciudad. En las casas particulares, los retretes solían estar dan y les quiten el polvo a los taburetes, asientos y a las cobertu-
instalados en el último piso; a lo largo de la escalera un conduc- ras de los cofres; y que a continuación limpien y ordenen día a día
to correspondía a las alcantarillas o vertederos, y también a los las demás habitaciones, como corresponde a nuestra condición..."
pozos negros semejantes a los que se emplean actualmente; el
procedimiento se parecía al de los pozos sépticos más moder- Tal vez nos sorprenda ver mencionado en los inventarios, como
nos, porque se empleaban cenizas de madera que tienen la fa- parte del mobiliario, el muletón que guarnece el fondo de las ba-
cultad de descomponer los detritus orgánicos; así es como en- ñeras, para evitar las astillas casi inevitables cuando el fondo es
contramos el registro de compra de cenizas destinadas a las letri- de madera. En efecto, contrariamente a lo que suele creerse, la
nas del hospital de Nimes, en el siglo XV; en el Palacio de Aviñón Edad Media conocía los baños y los usaba ampliamente; debié-
los conductos desembocaban en una alcantarilla que se unía con ramos hacer un esfuerzo para no confundir las épocas, y no
la Sorgue. Los soldados de Felipe Augusto, para apoderarse de la atribuir al siglo XIII la falta de higiene propia del sigla XVI y de los
fortaleza de Château-Gaillard, orgullo de Ricardo Corazón de que le siguieron hasta nuestra época. La Edad Media fue una épo-
León, penetraron por los pozos ciegos, el único punto que a na- ca de higiene y pulcritud. Un estribillo muy en uso expresa con cla-
die se le ocurrió fortificar. ridad lo que se consideraba como uno de los placeres de la vida:

Las habitaciones están amuebladas con mayor bienestar del


que suele creerse; el mobiliario comprende las camas "engala- 2. Le Ménagier de Paris. UNTREF VIRTUAL | 5
Venari, ludere, lavari, bibere, Había baños públicos muy frecuentados; el Museo Borély en
Hoc est vivere! Marsella conserva el anuncio de un baño turco esculpido en pie-
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dra, que data del siglo XIII. París, el Paris de Felipe Augusto, te- Edad Media
Cazar, jugar, lavarse, beber: nía veintiséis baños públicos, es decir, más piscinas que el Paris
¡esto es vivir! actual. Todas las mañanas, los encargados de los baños prego- Régine Pernoud
naban por la ciudad:
En las novelas de caballería vemos que las leyes de la buena
hospitalidad indican hacer tomar un baño a los invitados cuan- Oyez qu'on crie au point du jour:
do llegan después de un largo viaje. Por otra parte, existe el há- Seigneurs, qu'or vous allez baigner
bito de lavarse las manos y los pies cuando uno llega de fuera; Et étuver sans délayer;
en el Ménagier de Paris se recomienda a la mujer que para Les bains sont chauds, c'est sans mentir.3
comodidad y bienestar de su marido tenga "un gran recipiente
para lavarle a menudo los pies, una reserva de leños para ca- (Escuchad lo que pregonamos al despuntar el día:
lentarlo, un lecho de plumas, paños y colchas, gorro de dormir, Señores que os vais a bañar
almohadas, calzado y ropa interior limpia". Los baños formaban Y secar sin diluiròs;
parte de los cuidados que recibían los niños pequeños; Maria de Los baños están calientes; no mentimos.)
Francia lo recuerda en uno de sus "lais":
Algunos incluso exageraban: en el Livre des Métiers de Étienne
Par les villes où ils erroient Boileau está prescrito "que nadie pregone ni haga pregonar sus
Sept fois le jour reposouoient baños turcos hasta que no sea de día". Estos baños turcos se
L'enfant faisoient allaiter calentaban a través de galerías y conductos subterráneos, es de-
Coucher de nouvel, et baigner. cir, mediante un proceso muy similar al de los baños romanos.
Algunos particulares hicieron instalar en sus casas un sistema de
(En las ciudades por donde erraban este tipo, y en la casa de Jacques Coeur, en Bourges, podemos
Descansaban siete veces por día ver todavía un cuarto de baño, calentado de modo muy semejante
Para amamantar al niño al de la moderna calefacción central; pero evidentemente se trata
Acostarlo y bañarlo.) de un lujo excepcional para un particular. Tiene la disposición que
encontramos en los baños turcos de Dijon, donde las galerías cor-
Es probable que en la Edad Media la gente no se bañara todos responden a tres salas diferentes: la sala de baño propiamente
los días (¿podríamos afirmar que sea una costumbre general en dicha, una especie de piscina y el baño de vapor; en efecto, en la
nuestra época?), pero los baños formaban parte de la vida co- Edad Media los baños están acompañados de baños de vapor,
rriente; la bañera era parte del mobiliario; solía ser sólo una sim- como en nuestros días las saunas finlandesas. Los Cruzados tra-
ple cubeta; su nombre, dolium, que significa también tonel, se jeron a Occidente la costumbre de adosarles salas de depilación,
ha prestado a confusión. La abadía románica de Cluny, que data costumbre que adquirieron al contacto con los árabes.
del siglo XI, no tenía menos de doce salas de baño: celdas abo-
vedadas que contenían otras tantas bañeras de madera. En ve- Los baños turcos públicos eran muy frecuentados. Cabe incluso
rano, la gente gozaba yendo a jugar a los ríos, y las Très riches sorprenderse al ver que en el siglo XIII hay obispos que repro-
heures du duc de Berry muestran a aldeanas y aldeanos que se chaban a las religiosas de las ciudades latinas el hecho de que
bañan y nadan en un hermoso día de agosto, desnudos, porque
la gente se bañaba desnuda, y dormía desnuda entre las sába- UNTREF VIRTUAL | 6

nas, y su noción del pudor nada tenía que ver con la nuestra. 3. Guillaume de Villeneuve. Crieries de Paris.
fueran a los baños públicos: esto prueba que al no haber salas (Come bien quien se escapa
de baño en los monasterios, las religiosas se empeñaban igual- sin desembolsar un centavo
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mente en mantener sus hábitos de higiene. En Provins, el rey y se despide del tabernero Edad Media
Luis X hizo construir en 1309 nuevos baños turcos, ya que los limpiándose la nariz en el mantel.)
antiguos se habían vuelto insuficientes ob affluentiam populi Régine Pernoud
(por la afluencia de público); en Marsella su acceso estaba re- Es más o menos como si en nuestros días dijéramos: Si está us-
glamentado, y se había establecido un día especial para los ted invitado a una recepción en una embajada, trate de no escu-
judíos y otro para las prostitutas, para evitar su contacto con los pir en el suelo y de no apagar el cigarrillo con el mantel. Hay que
hombres cristianos y Ias mujeres honestas. tener en cuenta el aspecto humorístico, siempre presente en la
Edad Media. EÍ refinamiento en las maneras había llegado muy
La Edad Media conocía también el valor terapéutico de Ias aguas lejos; se habían generalizado hábitos elementales como por
y el uso de Ias curas termales; en el Roman de Flamenca, una ejemplo el de lavarse Ias manos antes de comer: en la parábo-
dama pretexta malestares y hace que su médico le recete los la del mal rico, vemos que éste se impacienta porque su mujer,
baños de Bourbon-l'Archambault, para poder reunirse allí con el lenta al lavarse Ias manos, lo hace esperar para empezar a co-
caballero del que se ha enamorado. mer. Pero además se empleaban aguamaniles. El Ménagier de
Paris da una receta "para preparar agua donde lavarse Ias ma-
Todo esto es muy ajeno a Ias ideas que hemos recibido acerca nos en la mesa": "Ponga a hervir salvia, después escurra el agua
de la higiene en la Edad Media, y sin embargo está documenta- y hágala refrescar hasta que esté menos que tibia. Ponga dentro
do. El error proviene de la confusión con la época inmediata- manzanilla, o ì bien orégano o romero, y cueza con cáscara de
mente posterior, y también de algunos textos cómicos que equi- naranja. Las hojas de laurel también son buenas". Las amas de
vocadamente se tomaron al pie de la letra. En este sentido Lan- casa habían llegado a un alto grado de refinamiento en su preocu-
glois hizo una observación muy acertada: "Nos ha sorprendido pación por la casa y en su sentido de los buenos modales.
encontrar en el Chastoiement de Robert de Blois algunos precep-
tos de limpieza y conveniencia elementales que puede parecer La misma obra arroja luz sobre el trato que recibían los criados,
inútil dar a damas que supuestamente no carecen de educación. cuya suerte, a juzgar por los textos de la época, no cabe com-
El poeta dice por ejemplo: "No os sequéis los ojos ni la nariz con padecer: "A las horas pertinentes, hágalos sentar a la mesa, y
el mantel; no bebáis demasiado". Son consejos que hoy dan ri- que coman en abundancia una sola especie de carne, no varias,
sa. Pero se trataría de saber si son un ejemplo de la fundamen- ni delicadas, y hágales beber un solo vino, alimenticio y que no
tal grosería de la antigua sociedad cortés, o si el autor los ha for- maree; que coman y beban mucho, en abundancia...; otra comi-
mulado precisamente para provocar la sonrisa, y si los hombres da después de su segundo turno de trabajo y en los días de fies-
del siglo XIII no sonreían ante esto como nosotros".4 En efecto, ta, y después, al atardecer, otra comida más, y cuando la esta-
no tenemos que tomarlo en serio, así como no podemos consi- ción lo requiera, que estén calientes y cómodos". En suma, tres
derar como un rito tradicional de la época el gesto que reco- comidas por día, una comida simple, pero sólida, y para beber,
mienda Villon: vino. Es lo que se desprende de las novelas de oficio, donde ve-
mos que los burgueses acomodados hacen comer a sus criados
C'est bien dîner quand on echappe en su misma mesa, y la misma comida, costumbre que se man-
Sans débourser pas un denier
Et dire adieu au tavernier
En torchant son nez á la nappe. 4. La vie en France au Moyen Age, I, p. 161.
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tiene hoy sólo en el medio rural. El ama de casa ha de llevar más nadores llenan de flores y pájaros los márgenes de las páginas
lejos aún su solicitud: ((Si uno de sus sirvientes cae enfermo, de los manuscritos, pero también de hortalizas: la hoja de la al-
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piense en él o ella con afecto y caridad, visítelo, interesese por cachofa, de bordes tan originalmente dentados, sirvió como mo- Edad Media
él, y acelere su curación". delo a generaciones de escultores, sobre todo en la época del
arte flamígero. Régine Pernoud
El ama de casa tiene que pensar también en los "hermanos infe-
riores", esos animales domésticos que parecen haber sido ***
mucho más numerosos entonces que en la actualidad: en todas
las miniaturas de interiores o de vida familiar hay perros que Una leyenda muy arraigada ha convertido al hombre del pueblo
saltan tras de su dueño, que merodean alrededor de la mesa en medieval en un perpetuo muerto de hombre; es como para pre-
los banquetes, o que se extienden juiciosamente a los pies de guntarse cómo una raza subalimentada durante ocho siglos, y lo
su ama que hila; en todos los jardines vemos pavos reales que que es más, periódicamente devastada por las guerras, el ham-
despliegan al sol su cola resplandeciente. Eran numerosas las bre y las epidemias, pudo sobrevivir, y además generar retoños
pajareras, y todos tenían su equipo de caza, por reducido que suficientemente vigorosos. El error proviene en buena medida de
fuera: un perro o toda una jauría, halcones, gavilanes o azores. una mala interpretación de los términos en uso. Es exacto que en
El autor del Ménagier recomienda a su mujer que "se ocupe pri- la Edad Media la gente se alimentaba de "hierbas y raíces", pero
oritariamente, con cuidado y diligencia, de los animales de alco- fue así en todos los tiempos, dado que por hierbas se entiende
ba, como perritos y pajaritos; y también de los otros animales todo cuanto germina sobre la tierra: coles, espinacas, ensala-
domésticos, porque no pueden hablar, de modo que hay que das, puerros, acelgas; y por raíces todo cuanto germina debajo
hablar y pensar por ellos". de la tierra: zanahorias, nabos, rábanos, etc.5 También ha pro-
ducido conmoción el hecho de que en esa época el cardo pasa-
Las flores no son menos objeto de aprecio que los animales; ra por ser un plato refinado, lo cual es una cuestión de gustos.
junto a la calle y la casa, el marco habitual de la vida es el jardín, El campesino solía recoger bellotas, no porque le gustaran sino
representado inolvidablemente en los manuscritos ilustrados: porque con ellas alimentaba a sus cerdos. Es probable que en
jardines encerrados entre paredes de mediana altura, y un arro- ciertos periodos excepcionalmente angustiosos, por ejemplo en
yo que corre entre el césped; suele haber emparrados, árboles la época de las luchas franco-inglesas que señalaron el declive
en espaldera donde maduran los frutos, y también bosquecillos de la Edad Media, cuando a los horrores de la guerra se añadie-
verdes, donde se citan los caballeros y damas de las novelas. ron los de la peste negra, y cuando los vagabundos asolaban un
Es digno de destacarse que esta época no conoce la distinción país cuya defensa ya no estaba organizada, la harina de las be-
entre huerto y jardín de recreo; en los arriates hay flores y le- llotas haya servido como sucedáneo, como en nuestros días,
gumbres; seguramente, el cogollo abierto de la coliflor, el enca- pero no hay documentos que nos autoricen a decir que eso fue-
je menudo de las hojas de la zanahoria y el follaje abundante de ra frecuente.
una planta de melones o de calabazas, se consideraba tan
agradable a la vista como una orla de jacintos o de tulipanes. El No hay razones para creer que el hambre fuera un estado endé-
vergel es un sitio de reunión: en las noches de luna, Tristán es- mico en la Edad Media. Si nos atuviéramos a Raoul Glaber, cro-
pera bajo un viejo peral a la rubia Isolda. Esto no significa que nista de imaginación febril, que cede fácilmente a los efectos de
las plantas puramente decorativas no sean apreciadas; nuestra estilo, nos veríamos llevados a creer que prácticamente no pa-
literatura lírica nos muestra continuamente pastoras y donceles saba un solo año sin que hubiera que recurrir a la carne humana
trenzando guirlandas de flores y hojas; muchos cuadros y tapi-
ces tienen un fondo de florecillas de colores tiernos. Los ilumi- 5. Este detalle ha sido ya observado, especialmente por Funk-Brentano. UNTREF VIRTUAL | 8
y a los cadáveres de niños recién desenterrados para saciar el que según la riqueza de cada zona era de trigo candeal, de cen-
hambre; pero el monje medieval, cuando refiere estos hechos teno o de comuña; pero está comprobado que aun las regiones
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monstruosos, evita cuidadosamente responsabilizarse de su no productoras, como el Mediodía de Francia, utilizan pan can- Edad Media
veracidad y añade cautelosamente: se diré que. Es verdad que deal. En Marsella, donde el territorio es pobre en trigo, y donde
hubo hambre en la Edad Media, y mucha, como sucede siem- las autoridades se vieron obligadas a menudo a adoptar medi- Régine Pernoud
pre que la ausencia o la insuficiencia de medios de transporte das de excepción para abastecer a la ciudad, la minuciosa re-
impide llevar rápidamente auxilio a una zona amenazada e inter- glamentación de las panaderías no prevé harinas secundarias;
cambiar productos; nuestra experiencia personal es muy ilustra- allí se fabricaban tres clases de pan: el pan blanco, el pan mé-
tiva al respecto. Sobre todo durante la Alta Edad Media, cuando jan, más ordinario, y el pan completo; los precios se fijan de
por la fuerza de las circunstancias cada terreno formaba un cir- acuerdo con una tarifa rigurosa determinada por tres maestros
cuito cerrado, cuando las rutas eran todavía inseguras y para panaderos, el experto que los asiste y miembros de tribunales
asegurar su mantenimiento se exigían peajes onerosos, basta- paritarios designados por la comuna; para establecerlos tienen
ba con un año de sequía para que se hiciera sentir la escasez. en cuenta los desechos que resultan de la molienda, el amasa-
Pero también es verdad que esa hambre estaba muy localizada, miento y la cocción. En Paris se conocían muchas variedades de
y por lo general no superaban la extensión de una provincia o pan, entre las cuales las más codiciadas eran el de Chilly y el de
de una diócesis. Aun durante el apogeo de la Edad Media, en el Gonesse o mollete. En las tierras más pobres la gente comía tor-
siglo XIII, cuando la autarquía patrimonial fue sustituida por tas de avena, que en nuestros días gusta todavía a los escoce-
intercambios fecundos, cuando la circulación por toda Francia ses, o trigo sarraceno. Pero ninguna comarca carecía totalmente
era fácil, se registran variaciones a veces importantes en el pre- de pan, porque la economía de entonces, la de las grandes pro-
cio de los productos, sobre todo del trigo; cada provincia, cada piedades, favorecía el policultivo; en la Edad Media no existían
ciudad, fija su tarifa, según la cosecha del lugar. Las tablas elab- zonas exclusivamente consagradas al cultivo de trigo o de la viña,
oradas por Avenel y Wailly muestran grandes oscilaciones den- y que importaran los restantes productos necesarios; el régimen
tro de la misma región económica: en el Franco Condado, en el de grandes explotaciones permitía variar satisfactoriamente los cul-
año 1272, el hectolitro de trigo osciló entre 4 y 13 francos. tivos, consagrando a cada uno parcelas proporcionadas de terreno.

Por otra parte, habría que determinar mejor lo que se entiende En su estudio sobre el campo francés,7 Roupnel señala y que el
por hambre; Luchaire, a quien no podemos acusar de indulgen- manse (manso), ese "orden de grandeza local", que según la ri-
cia para con la Edad Media, y en una obra donde acumula delib- queza de la zona mide entre 10 y 12 hectáreas modernas, se
eradamente los documentos que hagan ver a la época bajo una compone casi siempre de tres elementos: campos cultivables,
luz lo más sombría posible, cita un texto apto para dejar perple- prados y bosques; éstos representan una pequeña proporción,
jos a los lectores de 1943. "Este año (1197), cuenta el Cronista aproximadamente la décima parte del total de la explotación; Ias
de Lieja, faltó el trigo. Desde Epifanía hasta el mes de agosto, tierras cultivadas duplican en extensión a las de pastoreo. "Esta
tuvimos que gastar más de cien marcos para tener pan. No tuvi- pequeña propiedad se manifiesta como un conjunto -dice Roup-
mos ni vino ni cerveza. Quince días antes de la cosecha, todavía nel-, y se nos aparece hecha a la imagen reducida y completa
comíamos pan de centeno".6 Si para ellos la escasez consistía en del territorio mismo". Y añade: "No es solamente su imagen; tie-
tener solamente pan de centeno, es como para que considere-
mos envidiable la suerte de nuestros antepasados del siglo XIII.
6. La societé française au temps de Philippe-Auguste, p. 8.
En realidad, la alimentación medieval no era muy diferente de la
nuestra en épocas normales. Naturalmente, su base era el pan, 7. Histoire de la campagne française, p. 366. UNTREF VIRTUAL | 9
ne su vitalidad y su duración". Los manuscritos con miniaturas, mero, mirto, más azúcar o miel. Antes de irse a acostar, la gente
que se inspiran en la realidad, son reveladores en este sentido: solía beber una mezcla ardiente de vino y leche cuajada, que en
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vemos por todas partes una proporción pareja de prados, cam- Inglaterra y Normandia se llamaba passet, y al que la literatura Edad Media
pos y viñedos. gala del momento le atribuía toda clase de poderes, cuya enu-
meración haría enrojecer a los pudibundos. En todo caso pro- Régine Pernoud
La viña se cultiva en toda Francia, lo cual responde a una necesi- porcionaba el calor que faltaba entonces en las viviendas; es
dad de orden religioso tanto como económico: hasta mediados verdad que el vino, junto con ejercicios violentos tales como la
del siglo XIII los fieles comulgaban pan y vino, de modo que el caza, permitía suplir la insuficiencia de los recursos de calefac-
consumo de vino en la misa era mucho mayor que en nuestros ción; sin embargo, puede decirse que no hubo que temer los
días. Desde esa época algunos de nuestros vinos son objeto de perjuicios del alcoholismo, ni el deterioro que lo acompaña; sin
estima especial: los de Beaune, de Saint-Emilion, de Chablis, de duda esto se debía al hecho de que entonces no se servía como
Épernay; otros han perdido en la actualidad la fama que habían bebida ninguna preparación química, ningún subproducto adul-
ganado en otro tiempo, por ejemplo el vino de Auxerre o de terado, y también a la observancia de las leyes eclesiásticas,
Mantessur-Seine. En todas partes hubo que defender la produc- que permitían el consumo de vino pero reprimían su abuso.
ción del terruñocontra la importación extranjera, y en una ciudad
como Marsella se adoptaron medidas draconianas contra la Con el pan y el vino había lo que en el Mediodía catalán se de-
introducción de vinos o de uva provenientes de otros territorios; nominaba el companatge, esto es, los demás alimentos. Contra-
los únicos que tenían derecho a importar, y para su consumo riamente a la opinión generalizada, se consumía mucha canje, y
personal, eran los condes, y en ese caso probablemente se tra- de las investigaciones se desprende que en el siglo XIII la apar-
taba de vinos finos de España o de Italia; un buque que entrara cería de ganado era mucho más importante que en nuestros días.
en el puerto con un cargamento de vinos o de uva se exponía a Una pequeña localidad pirenaica, que en la actualidad tiene do-
verlo esparcido por el suelo, y las uvas pisoteadas. También en ce animales, en otro tiempo tuvo doscientos cincuenta, y aunque
las factorías establecidas en el extranjero estaba prohibido intro- las proporciones no hayan sido en todas partes las mismas, ni
ducir vino del país antes que los marselleses hubieran vendido mucho menos, es cierto que la cría de ganado se practicó de
el suyo. El cultivo del viñedo estaba mucho más adelantado en manera mucho más intensiva en Francia hasta el momento en
territorio marsellés de lo que lo está actualmente, y los Estatutos que la introducción de ganado de América, cuyo precio de coste
de la ciudad le garantizaban una protección especial: estaba era inferior, hizo imposible la competencia a los criadores. En
prohibido cazar en los viñedos, salvo en los propios, y para el cuanto a los carneros, por ejemplo, no había granja que no tu-
co-arrendatario estaba prohibido llevarse más de cinco racimos viera su manada, tanto más cuanto que el carnero proporciona-
por día para su consumo personal. ba un abono natural para el campo que en la actualidad ha sido
sustituido por abonos químicos, con la consecuencia de que nues-
El vino fue la bebida principal de la Edad Media; se conocía la tro ganado ovino ha disminuido considerablemente. Los puercos
cerveza, hecha con cebada, que fabricaban los galos y los ger- eran muy numerosos; tanto en la ciudad como en el campo, no
manos, y también el hidromiel; pero se apreciaba por encima de había familia, por pobre que fuese, que no criara uno o dos para
todo el vino, que se encontraba en todas las mesas, la del señor su consumo; la matanza del cerdo, que proporcionaba carne y
y la de los criados. El vino era a la vez un placer y un remedio; grasa para la provisión del año, es una escena tradicional en los
se le reconocían toda clase de virtudes fortificantes, y entraba calendarios de los meses que aparecen a menudo esculpidos
en la composición de multitud de elixires y productos farmacéu- en los pórticos de nuestras iglesias o pintados en nuestros ma-
ticos, jaleas y jarabes. Eran muy apreciados los licores, vinos en nuscritos; se conocían los procedimientos de salazón y ahuma-
los que se maceraban plantas aromáticas: ajenjo, hisopo, ro- do que usamos todavía hoy. Matar al cerdo era hasta tal punto UNTREF VIRTUAL | 10
un acontecimiento familiar que la aparición del gremio de toci- aceite en cantidad suficiente; las limosnas prescritas para lograr
neros es muy tardía; inicialmente, éstos vendían "platos prepa- esta licencia sirvieron a veces para edificar iglesias, y a ese ori-
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rados, antes de especializarse en la confección de salchichas y gen debe su nombre la Tour du Beurre (Torre de la Mantequilla), Edad Media
jamones. En cambio el gremio de carniceros fue poderoso des- en Rouen. Pero es un caso especial, porque el olivo se aclima-
de los comienzos de la Edad Media, y sabemos la función que ta en casi toda Francia, y el aceite de oliva es muy apreciado; Régine Pernoud
cumplió en los movimientos populares de los siglos XIV y XV. entra, lo mismo que el vino, en la composición de varios reme-
Según el Ménagier de Paris, el consumo semanal de esa ciudad dios. Es el único autorizado en los días de abstinencia, que por
era de 512 bueyes, 3.130 carneros, 528 cerdos y 306 terneros, entonces son muy numerosos y severos, dado que la abstinen-
sin calcular el consumo en los hospedajes reales o principes- cia se extiende a los huevos; durante la cuaresma se endurecen
cos, las matanzas en familia, y las diversas ferias de jamones los huevos que han puesto las gallinas, para conservarlos, y es-
que tenían lugar en la capital o en los alrededores inmediatos. tos huevos, que se presentaban en las ceremonias del Viernes
También en Marsella es llamativa la cantidad de prescripciones Santo para que el sacerdote los bendijera, dieron nacimiento a
referidas al ganado perteneciente a propietarios o destinado al la costumbre de los huevos de Pascua.
consumo de los burgueses. A esto es preciso añadir las aves de
corral, a las que se cebaba como se hizo desde la más remota Las mismas necesidades de la abstinencia llevaban a nuestros
antigüedad: los hígados de oca y las conservas en manteca for- antepasados a consumir mucho pescado; en todos los castillos
maban parte de los banquetes, entonces como hoy. había un vivero donde se cultivaban percas, tencas, anguilas y
gobios; los estanques eran también objeto de cultivo, y a las
Por último, la caza proporcionaba recursos abundantes; los capturas en estanques seguía un repoblamiento metódico. En
bosques eran más extensos que los actuales y estaban más las costas la pesca marítima era una industria muy activa; las
poblados de posibles presas. Había infinidad de procedimientos asociaciones de pescadores desempeñaban casi siempre una
para cazar, desde los lazos hasta las aves de presa especial- función importante; en las orillas del Mediterráneo se dictaban
mente amaestradas, pasando por las diversas trampas, redes e muchas prescripciones destinadas a ellos, y para proteger su
instrumentos como el arco, la cerbatana, la ballesta. Los caza- comercio contra el de los simples revendedores se les asegura-
dores atrapaban las perdices con liga, y corrían ciervos y jaba- ba una especie de monopolio de la venta del pescado; en Mar-
líes. De manera que la caza mayor formaba parte de la alimen- sella, por ejemplo, los revendedores sólo podían ofrecer su mer-
ta-ción corriente; si hacia fines de la Edad Media el señor tiende cadería a partir del mediodía; en cambio era libre la venta de pe-
a reservarse el derecho de caza sobre su dominio, como en la ces pequeños, capturados en una red de mallas finas: sardinas,
actualidad hacen los propietarios y el mismo Estado, su perso- jureles, serclets; estos peces pequeños se distinguen de peces
nal de morteros, halconeros y criados, y los campesinos que le más grandes, como la caballa o el besugo, y sobre todo el atún,
prestaban auxilio en las grandes corridas, participaban de los cuya pesca era muy abundante en los alrededores inmediatos
logros, tal como lo atestiguan los cuadros y novelas de la época. del puertos. Sabían conservar el pescado tanto como las car-
nes, y los "mercaderes del agua" que remontaban el Sena traían
Otro alimento eran los productos lácteos; ya entonces nuestros todos los días a Paris barriles llenos de arenques salados y ahu-
quesos y mantequillas habían adquirido reputación: quesos mados; un plato corriente en la época era el craspois, una va-
mantecosos de Champagne o de Brie, angelots de Normandia. riedad de ballena seguramente.
En esta región la mantequilla era prácticamente la única materia
grasa que se empleaba en la cocina, y como durante la cuares- Por último vienen las legumbres, que gustan menos en los pala-
ma estaba prohibido el uso de toda grasa animal, los habitantes cios, y que en realidad son el alimento casi exclusivo de los mon-
conseguían licencias especiales porque no podían procurarse jes, obligados a la sobriedad y a las mortificaciones. Comían UNTREF VIRTUAL | 11
muchas habas y guisantes, que hacían las veces de nuestras lles de París, y a partir del siglo XIV se intentó aclimatar naran-
patatas. Para lamentar su mal matrimonio y demostrar la malig- jas en nuestro suelo. Almendras, nueces, avellanas, eran tam-
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nidad de su mujer, Mahieu de Boulogne no encuentra mejor ma- bién apreciadas y servían para componer golosinas. Por último, Edad Media
nera de decirlo que en esta copia: desde siempre se contó con los recursos forestales: castañas,
hayucos, fresas, ciruelas. Régine Pernoud
Nous sommes comme chien et le u
Qui s'entrerechignent ès bois, El régimen general de las comidas variaba mucho con las regio-
Et si je veux avoir des pois nes, y dependía mucho más estrechamente que ahora de los re-
Elle fera de la purée! cursos locales. Los intercambios eran numerosos y más exten-
didos de lo que se cree, dado que en París se pregonaban los
(Somos como perro y lobo higos de Malta y la uva de Armenia; los comerciantes italianos y
Que se enseñan los dientes, provenzales llevaban los productos exóticos a las grandes ferias
Si yo quiero guisantes de Champagne y de Flandes, y en menor escala, los mercados
Ella hace puré) atraían a los negociantes de casi todas las regiones de Francia.
Pero esos intercambios estaban menos generalizados que en
Se conocían varias clases de col: blanca, arrepollada, romana, nuestros días, y con excepción del movimiento comercial genera-
ensaladas; el Ménagier de Paris menciona la lechuga de Francia do alrededor del castillo señorial, la gente vivía de los productos
y la de Aviñón como las más apreciadas. Espinacas, acederas, del lugar. No se empleaban procedimientos de cultivo artificial pa-
acelgas, calabazas, nabos, rábanos, forman parte de la alimen- ra anticipar las estaciones; como además los días de ayuno y abs-
ta-ción corriente, y a ellas hay que añadir los condimentos que tinencia eran muchos, la comida cambiaba de una época a otra,
se empleaban en abundancia para dar sabor a la carne y a la mucho más que en la actualidad: durante toda la Cuaresma se
verdura: perejil, mejorana, ajedrea, albahaca, hinojo, menta, componía exclusivamente de legumbres, pescados y animales
además de las especias que provienen de Oriente; entre ellas acuáticos sazonados con aceite; lo mismo sucedía en las vigilias
cabe destacar la pimienta, tan valiosa que en ocasiones hace y en vísperas de las fiestas de guardar, lo que equivale a decir
las veces de moneda, y algunas comunas mercantiles la em- unos cuarenta días en el año. Además es preciso advertir que
plearán para pagar sus rentas, por ejemplo a las casas de la ór- estas prescripciones eclesiásticas eran acordes con los precep-
denes militares. tos de la higiene: el ayuno de la primavera, el de los cambios de
estación, el de las témporas, corresponden a necesidades de la
Las frutas son también muy apreciadas: las peras, las manza- salud, mientras que la gran época de las fiestas, que inevitable-
nas, de las que se extrae ya la sidra y la perada; el membrillo, mente se traducen en comilonas, corresponde a los meses más
considerado una planta medicinal, y con el que se elaboran ex- fríos del invierno, cuando la gente experimenta la necesidad de
quisitos pasteles de fruta, sobre todo en Orléans; las cerezas, una alimentación abundante.
las ciruelas que se hacen secar, lo mismo que la uva y el higo,
y que se emplean en pasteles y confites, costumbre que se con- En todo caso, de los tratados de cocina guardados en nuestras
serva todavía hoy en algunas regiones, especialmente en el nor- bibliotecas, de obras como el valioso Ménagier de Paris, se des-
te de Francia; los árabes habían introducido el melocotón y el prende que en la Edad Media la mesa, si no refinada, era objeto
albaricoque, que ya eran conocidos en la época de las Cruza- de un gran cuidado. Se atribuía una gran importancia a la presen-
das, pero las fresas y las frambuesas siguieron siendo durante tación de los platos, y al ordenamiento general de las comidas.
mucho tiempo silvestres, hasta que en el siglo XVI se cultivaron En las casas señoriales, los convidados se sentaban ante me-
en los jardines; mucho antes ya se vendían castañas en las ca- sas largas, colocadas sobre caballetes y cubiertas con manteles UNTREF VIRTUAL | 12
blancos; en los días de fiesta el suelo solía estar cubierto de flo- atrapar. Las comidas de lujo suelen verse interrumpidas por
res y de hojas recién recogidas; las mesas estaban dispuestas intervalos en cuyo curso los juglares recitan poemas o realizan
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en escuadra a lo largo de las paredes, y los convidados no se acrobacias; a veces se desarrolla ante los comensales toda una Edad Media
sentaban frente a frente, de manera que el personal doméstico pantomima o una pieza teatral.
podía ir y venir y colocar ante cada convidado lo que necesitara. Régine Pernoud
Los invitados eran siempre muchos, porque los barones tenían Se da una gran importancia a la presentación de los platos: los
como costumbre brindar su mesa a quienes llegaran. Roben de pavos y los faisanes están aderezados, revestidos con sus plu-
Blois se indigna al pensar que haya señores que cierran Ias mas, y en las gelatinas se graban toda clase de decorados. El
puertas de las salas donde comen, en lugar de tenerlas abier- servicio comprende sopas, una gran variedad de sopas, que van
tas a los invitados; la hospitalidad era entonces un deber sagra- desde los complicados potajes, sazonados muchas veces con
do, y se extendía tanto a los subordinados como a los iguales; huevos batidos, pan tostado o frito y condimentos inesperados
por otra parte la familia del señor comprende a todos los escu- como el agraz, hasta los cocidos de cereal o cebada, que toda-
deros a su servicio, a los hijos de sus vasallos y a buena parte vía se comen en nuestros campos, y que formaban la base de
de su parentela. Así es como junto a la mesa grande, donde el la comida campesina. Los franceses tenían fama de ser grandes
señor ocupa un puesto de honor, hay una multitud de comensa- comedores de sopa, como en la actualidad. También tenían fa-
les, más o menos bien colocados según su preeminencia. Esta ma por la excelencia de sus pasteles y de sus tartas; el gremio
costumbre explica que los caballeros del rey Arturo, entre quie- de pasteleros de Paris se ganó una justa reputación: en las ca-
nes reina una absoluta igualdad, se sienten a una mesa redon- lles se vendían pasteles de carne o de aves calientes, tartas de
da, o mejor dicho, una mesa en forma de herradura, donde to- verdura y confituras, todo ello sazonado con hierbas aromáticas:
dos los sitios tienen el mismo rango, y que permite circular a tomillo, laurel, romero. En los festines que daban los príncipes
quienes sirven a los convidados. en ocasión de las recepciones, sobre todo a partir del siglo XIV,
se servían pasteles monstruosos, que encerraban corzos ente-
La mayor parte de los platos no están colocados sobre la mesa; ros, con los capones, palomas y gazapos que los sazonaban, me-
la carne y las bebidas se colocan sobre un trinchero, donde se chados con grasa de cerdo, aromados de clavo y salpicados de
cortan las porciones de carne para cada invitado. Se encarga de azafrán. Eran muy apreciadas también las carnes asadas y fla-
esto el escudero trinchante, que suele ser un joven caballero, y meadas, así como también las salsas, de las que cada maestro
en las novelas de caballería, como Jean de Dammartin et Blon- cocinero hacía una especialidad; entre ellas la más codiciada era
de d'Oxford, obra de Beaumanoir, es un deber del caballero que la salsa al ajo, que se vendía preparada para que la emplearan Ias
sirve a la dama. Los trozos se colocan sobre una rebanada de amas de casa. Las cremas y los platos dulces completaban la co-
pan especial, más compacto que el común, o bien sobre el pla- mida; algunos dulces, como los barquillos y los mazapanes, son
to. Esta costumbre subsiste en algunas comarcas de Inglaterra los que codiciamos hoy; también entonces había pasteles de fru-
donde los platos de carne no aparecen sobre la mesa. Lo mismo ta, sobre todo de membrillo, o peladillas; con las confituras y el al-
sucede con las bebidas: los recipientes que las contienen están míbar eran las golosinas más corrientes.
ordenados sobre el trinchero, y el camarero llena copas grandes
o pequeñas, al gusto de los convidados. Todas las escenas de Es evidente que todo esto está muy lejos de las "hierbas" y Ias
banquetes representan a escuderos y servidores que van y vie- "raíces". Claro está que la alimentación, y el refinamiento que se
nen durante la comida, mientras las damas permanecen en sus ponga en ella, varía con el nivel de fortuna, pero también es cier-
asientos, lo mismo que los caballeros de alto rango, y los aníma- to que si no hubiera quien los comprara, o si sólo hubieran esta-
les domésticos, lebreles de formas afiladas o pequeños perros do al alcance de los burgueses ricos, que se abastecían en otra
de lanas hurgan aquí y allí en busca de un trozo de comida que escala y que tenían cocineros en sus casas, no se hubieran ven- UNTREF VIRTUAL | 13
dido por la calle "escaldados", pasteles, y productos exóticos excepcionalmente: el calzado a la polaca, por ejemplo, estuvo
como los higos de Malta. En las novelas de oficio vemos que los de moda no más de cincuenta años, en el curso del siglo XV, que
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jóvenes aprendices compran regularmente pastelitos cuando asistió a no pocas excentricidades; Carlos de Orléans se burla de Edad Media
por la mañana van a buscar agua a la fuente para satisfacer las los "gorgias", los jovencitos elegantes que llevan mangas rasga-
necesidades de la casa; lo cual quiere decir que el precio no era das, esto es, mangas con aberturas laterales que dejaban ver Régine Pernoud
inaccesible para su bolsillo. La vida en el campo, aunque tal vez brillantes forros. Asimismo, la capucha larga y puntiaguda que
menos variada, no debía ser menos abundante que en la ciudad, evoca irremisiblemente el término de castellana se usó mucho
sino al contrarío, dado que la agricultura y la cría de ganado da- menos que la capucha cuadrada o redondeada que enmarca el
ban a los campesinos facilidades de que carecían los ciudadanos; rostro, y que suele acompañarse con un barbijo, de moda en el
para fundar una ciudad había que atraer a sus habitantes con pro- siglo XIV.
mesas de franquicias y privilegios, lo cual no hubiera sido necesa-
rio si el campesino hubiera sido miserable, o, como es en nues- Por lo general Ias mujeres llevaban en la Edad Media vestidos
tros días, menos favorecido en relación con el ciudadano. Hay que seguían la línea del cuerpo, con un busto muy ajustado y fal-
muchas razones para creer que de la Edad Media datan las sa- das amplias de curvas graciosas. La blusa solía abrirse sobre la
nas tradiciones gastronómicas que establecieron tan vigorosa- camisa de tela, y las mangas a veces eran dobles: las primeras,
mente en el mundo la fama de la cocina francesa. las de arriba, se detenían en los codos, y las de abajo, de tela
más liviana, llegaban hasta las muñecas. El cuello quedaba
*** siempre al descubierto, y las faldas se arrastraban por tierra,
sostenidas por un cinturón, que solía cerrarse con una hebilla de
Lo que llama la atención en la indumentaria de la Edad Media brillantes.
es el color. El mundo medieval es un mundo colorido, y el espec-
táculo de la calle debía ser entonces un placer para los ojos; en La indumentaria masculina no era muy diferente de la femenina,
ese escenario de fachadas pintadas y anuncios centelleantes, al menos en los primeros siglos de la Edad Media; pero era más
se movían esos personajes, hombres y mujeres, cuyas vestimen- corta; el refajo dejaba ver las calzas, y a veces los calzones; en
tas de colores vivos contrastaban con la sotana negra de los cléri- el curso del siglo XII, bajo la influencia de las Cruzadas, se adop-
gos, el sayal pardo de los frailes mendicantes, y la blancura res- taron vestimentas largas y flotantes, moda que la Iglesia condenó
plandeciente de una cofia o de una capucha; en el mundo moder- violentamente, considerándola afeminada. Los campesinos lleva-
no no hay nada que se parezca a esa fiesta de colores, salvo los ban una especie de esclavina con capucha, y los burgueses se
desfiles que se hacían en Inglaterra no hace mucho tiempo, cuan- cubrían la cabeza con una caperuza de fieltro o de paño. Eran
do se casaba un príncipe o era coronado un rey, o algunas cere- muy codiciadas las pieles, desde el armiño, reservado a los re-
monias religiosas como las que tienen lugar en el Vaticano. No yes y príncipes de sangre real, la marta o el petigrís, hasta los
se trataba solamente de vestimentas de lujo; los simples campe- simples zorros y carneros, con cuyas pieles los campesinos con-
sinos se vestían con colores claros, rojos, ocres y azules. La feccionaban zapatos, gorros y a veces abrigos. En el siglo XV,
Edad Media parece haber tenido horror de los colores oscuros; los grandes señores, como el duque de Berry, gastaron fortunas
todo lo que nos ha legado atestigua esa peculiar riqueza de co- en comprar pieles preciosas; también por esa época la vestimen-
lorido: frescos, miniaturas, tapices, vitrales. ta se complica, las calzas se vuelven estrechas y ceñidas, el re-
fajo se acorta exageradamente, y se rellenan los hombros.
Sin embargo no hay que exagerar el carácter pintoresco o ex-
céntrico de la vestimenta medieval; algunos detalles inevitable- La ropa interior existe desde los comienzos de la Edad Media, y
mente asociados con los cuadros de la época se usaban sólo el análisis de las miniaturas muestra que la llevaban tanto los vil- UNTREF VIRTUAL | 14
lanos como los burgueses; en toda Francia había cañamares posteriormente se perfecciona, y se provee de visera y barbijos
cuya fibra se hilaba y se tejía en el hogar, y proporcionaba una móviles, con cobertura nasal y frontal. Sobre la cota de mallas,
A La Luz De La
tela resistente. En cambio la ropa de cama no existía, y su uso para atenuar su brillo, el guerrero se colocaba una sobrevesta Edad Media
se introdujo muy tarde. En lo que se refiere a los vestidos, a tra- de tela o paño fino; la indumentaria se completaba con las ca-
vés de las grandes ferias circula por toda Francia una gran varie- nilleras y las espuelas. La mejor representación de la indumen- Régine Pernoud
dad de tejidos. En las ciudades mediterráneas se venden todas taria guerrera de la época la encontramos en la hermosa esta-
las especialidades de la industria textil de Flandes y el norte de tua del Caballero de Bamberg, obra maestra de armonía y de
Francia: telas de Châlons, estameña de Arras, telas de lana de sencillez varonil. Pero es necesario un esfuerzo suplementario
Douai, de Cambrai, de Saint-Quentin, de Metz, paños rojos de de la imaginación para reconstruir el espectáculo deslumbrante
Ypres, "stanfords" de Inglaterra, telas finas de Reims, fieltros y que presentarían los ejércitos de entonces: esa multitud de cas-
capas de Provins, sin mencionar las especialidades locales como cos, lanzas y espadas brillando al sol, hasta el punto de que su
la "brunette" de Narbona y los paños grises y verdes de Aviñón. reverberación fue a menudo causa de derrota para quienes se
Por una parte el comercio de las ciudades del litoral, Génova, encontraban desfavorablemente orientados.
Pisa, Marsella, Venecia, permitía importar productos exóticos del
norte de África, y también de la India y de Arabia. Algunos re- Imaginemos los gritos de admiración que arrancaban a los cronis-
gistros de los comerciantes que frecuentaban las ferias de Cham- tas estas huestes rutilantes, con sus banderolas y estandartes,
pagne son tan sugerentes como una página de los cuentos de sus caballos cubiertos con gualdrapas, las sedas resplandecien-
las Mil y una noches: paños de oro de Damasco, sedas y tercio- tes que se abrían sobre las cotas de acero, y cada clan agrupado
pelos de Acre, velos bordados de la India, cordobanes de Túnez en torno de su señor ostentando sus colores. A comienzos del si-
o de Bougie, peleterías trabajadas en Orán y Tlemcen. La seda glo XII comenzó a usarse el blasón. Los términos y la mayor parte
y el terciopelo fueron durante mucho tiempo el patrimonio, de la de las piezas están sacadasdel Oriente árabe, pero la costumbre
nobleza, dado que los nobles eran los únicos suficientemente se generalizó rápidamente por Europa, a través de los torneos, en
ricos como para conseguirlos. Y el conjunto era objeto de rega- los cuales, para seguir la evolución de los caballeros en campos
los principescos: en ocasión de las grandes celebraciones se a veces muy extensos, el punto de referencia eran sus blasones,
distribuían generosamente en el entorno, cualquiera fuera su como en nuestros días los colores de un jockey. El blasón, que se
rango, vestimentas más o menos suntuosas. Pero la realeza de ha vuelto a poner de moda en nuestros días, forma parte integran-
los Capeto no se caracterizó por el exceso de lujo; la corte cobró te de la vida medieval: representa la divisa de un señor o más bien
magnificencia con los Valois, y sobre todo con los príncipes do- de una familia; es a la vez grito de guerra y signo de alianza. Cada
tados de infantado, los duques de Berri, Borgoña y Anjou. En color, o mejor dicho cada esmalte, tiene su significado, así como
cambio se sabe que Luis el Joven, san Luis, Felipe Augusto, se también parte del escudo; el azul es símbolo de lealtad, el rojo de
destacaban por la sobriedad de su vestimenta, a menudo más valor, el sable (negro) de prudencia, y el sinople (verde) de corte-
simple que la de sus vasallos. sía; de los dos metales, la plata significa pureza, y el oro, ardor y
amor. Con el correr de los siglos el blasón se ha complicado, pero
En lo que concierne a la vestimenta militar, sería erróneo imagi- desde que apareció constituye una ciencia y una suerte de lengua-
narse al caballero medieval bajo la armadura pesada y complica- je hermético, que bajo la forma rica y colorida en la que se compla-
da que vemos en los museos, y que no apareció hasta el siglo ce la Edad Media traduce todo el haz de tradiciones y ambiciones
XIV, cuando las armas de fuego requirieron un perfeccionamien- que compone la personalidad moral de cada grupo familiar.
to del aparato defensivo. En los siglos XII y XIII la armadura con-
sistía esencialmente en la cota de malla, que llegaba hasta deba- Los instrumentos de trabajo medievales son fundamentalmente
jo de las rodillas, y el yelmo, pesado y macizo al comienzo, y que los mismos que se emplearon hasta el siglo XIX, antes del desa- UNTREF VIRTUAL | 15
rrollo del maquinismo y la motorización de la agricultura. Hemos neficiaron sobre todo a la plebe, y contribuyeron a mejorar efi-
de mencionar la carretilla, esa carretilla que de acuerdo con una cazmente su suerte, sin enfrentamientos ni costo.
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arraigada tradición fue un invento de Pascal, pero que ya existía Edad Media
en la Edad Media, bajo forma muy similar a la de hoy. En algu- A estas invenciones que modificarían radicalmente las condicio-
nos manuscritos del siglo XIV encontramos ilustraciones que nes del trabajo humano es preciso añadir la de la brújula y la de Régine Pernoud
muestran a trabajadores transportando piedras o ladrillos en la barra del timón, no menos importantes en la historia del mun-
carretillas; sostienen uno de los brazos de la carretilla mediante do. Gracias a ellas se decuplicaron los progresos de navega-
una cincha que se pasan por el hombro, con el objetivo de lle- ción, lo cual explica, al menos en parte, la intensa circulación a
var más fácilmente su carga; es el procedimiento que emplean la que asistimos en el siglo XIII.
los obreros actuales.
El ritmo de la jornada de trabajo varia mucho en la Edad Media
Debemos a la Edad Media muchas invenciones, cuya importan- según las estaciones. La campana de la parroquia o del monas-
cia se haría con el tiempo demasiado grande como para silen- terio más próximo llama al artesano a su taller y al campesino a
ciarlas: el aparejo de los caballos, por ejemplo. Hasta entonces, su campo, y las horas del Angelus cambian con la duración del
el modo de uncir el caballo al carro lo obligaba a hacer todo el día solar; en principio, la gente se levanta y se acuesta con el sol.
esfuerzo con el pecho, de manera que en cuanto la carga era De manera que en invierno el trabajo comienza a las ocho o nue-
grande amenazaba con asfixiarlo; en el curso del siglo X surgió ve, y termina a las cinco o seis de la tarde; en cambio en vera-
la ingeniosa idea de uncir los animales de carga de manera tal no el día comienza a las cinco de la mañana y termina a las siete
que todo el cuerpo soportara el peso y el esfuerzo deseados.8 u ocho de la noche. Teniendo en cuenta las dos interrupciones
Esta innovación introduciría un profundo cambio en las costum- que se hacen para comer, esto significa jornadas de trabajo que
bres: hasta entonces la tracción humana había sido muy supe- oscilan entre ocho y nueve horas de trabajo en invierno, y entre
rior a la tracción animal; al invertirse la situación, la supresión de doce o trece y hasta quince horas en verano, régimen que sigue
la esclavitud, que en la Antigüedad había sido una necesidad siendo el habitual en las familias campesinas. Pero no es así to-
económica, se volvía en la práctica posible y fácil. La Iglesia dos los días. En primer lugar, se ponía en práctica lo que deno-
había luchado para que el esclavo fuera considerado un ser hu- minamos semana inglesa; los sábados y las vísperas de fiesta
mano, y para que se le reconocieran derechos de persona, lo el trabajo se interrumpe a la una de la tarde en algunos oficios,
cual significaba ya una revolución fundamental de las costum- y hacia las cuatro de la tarde para todos. El mismo régimen se
bres. Esta revolución se hizo definitiva a partir del día en que ca- aplica a las fiestas que no son de guardar, como el miércoles de
ballos y asnos se encargaron de parte del trabajo humano. Lo Ceniza, el de las Rogativas, el de los Santos Inocentes, etc., que
mismo cabe decir de la invención del molino: el molino hidráuli- suman unos 30 días al año. También era día de descanso el día
co primero y el de viento después, hizo dar un considerable pa- del patrón del gremio, de la parroquia, y por supuesto fiesta total
so adelante a la Humanidad, al suprimir la imagen clásica del los domingos y los días de fiesta obligatoria. Estas fiestas son
esclavo uncido a la rueda. Otra gran contribución al progreso y muy numerosas en la Edad Media: según las provincias, entre
al bienestar, de alcance menos profundo pero de indiscutible 30 y 33 por año; a las cuatro fiestas que tenemos en Francia por
comodidad, fue el procedimiento que permite a los carruajes gi- año hay que añadir el día de Difuntos, la Epifanía, los lunes de
rar cómodamente sobre sí mismos, en virtud de un dispositivo Pascua y Pentecostés y tres días de la octava de Navidad, pero
que hace que las ruedas de adelante sean independientes de también muchas fiestas que en la actualidad pasan práctica-
las de atrás: imaginemos solamente el sitio que exigirían para
girar los pesados carros que transportaban granos o forraje, y el
atasco a que podían dar lugar. Ciertamente estos inventos be- 8. Ver Lefebvre des Noettes, L'attelage à travers les âges, París, 1931. UNTREF VIRTUAL | 16
mente inadvertidas, como la Purificación, la Invención y la Exal- también creencias profundas, capaces de transportar a ese pue-
tación de la Santa Cruz, la Anunciación, el día de san Juan, de blo hasta las orillas de Asia Menor, a la llamada del Papa. Como
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san Martin, de san Nicolás, etc. El calendario litúrgico organiza siempre, en esos sentimientos se introduce la nota paródica, lle- Edad Media
todo el año e introduce en él una gran variedad, tanto más cuan- vada muy lejos: en ocasión de los "sermones jocosos" hay quie-
to que a estas fiestas se les otorgaba mucha más importancia nes se suben al escenario para recitar bufonadas sazonadas con Régine Pernoud
que en nuestros días. El tiempo se mide por él, y no por el nú- expresiones de la mayor crudeza. Los clérigos no veían ningún mal
mero del mes: no se dice 30 de noviembre, sino "san Andrés", y en estas excentricidades que hoy serían objeto de escándalo, y
en lugar de decir 28 de abril se dice tres días después de san participaban en ellas con desenfado no exento de desvergüenza.
Marcos. En su honor se derogan exigencias de orden social, las
de la justicia, por ejemplo. Los deudores insolventes, a quienes El teatro religioso no es el único teatro que hay; sobre tos tabla-
se asigna una residencia forzosa, régimen que recuerda la pri- dos que se levantaban en la plaza, muchas veces se representa-
sión por deudas, pero bajo una forma amortiguada, pueden ban farsas, y obras de temas novelescos o históricos; casi todas
abandonarla para ir y venir libremente desde el Jueves santo las ciudades tenían su compañía teatral; fue célebre la de los
hasta el martes de Pascua, desde el sábado hasta el martes de clérigos de la Curia de Paris. Junto a las fiestas de la Iglesia,
Pentecostés, y desde la víspera de Navidad hasta el día de la también tienen lugar las festividades públicas: a veces consisten
Circuncisión. Son nociones que nos resulta difícil comprender en magníficos cortejos que desfilan por las calles, en ocasión de
en la actualidad. las asambleas y cortes plenarias que celebran los reyes en algu-
na de sus residencias, en Paris, en Orléans, evocando los cam-
En conjunto, había aproximadamente 80 días por año de fiesta pos de marzo y los campos de mayo a los que Carlomagno con-
total, y más de 70 de fiesta parcial, esto es, aproximadamente vocaba a la nobleza del país en Poissy o en Aixla-Chapelle
tres meses de vacaciones distribuidos en el año, lo que asegu- (Aquisgrán). En estas oportunidades la corte de Francia, tan so-
raba una variedad inagotable en el ritmo del trabajo. En esa épo- bria por lo general, se place en desplegar cierto lujo, y las ciuda-
ca era más bien como para quejarse de un exceso de días de des son decoradas con todo el esplendor imaginable, como
asueto, que es lo que hace el remendón de La Fontaine. cuando entran en ellas los reyes o los grandes vasallos: tapices
tendidos a lo largo de las paredes, casas adornadas con hojas
La organización del ocio también tiene un fundamento religioso: y verdor, calles alfombradas de flores. Así se celebra por ejem-
todo el día de asueto es día de fiesta, y toda fiesta comienza con plo la coronación de un rey; las ciudades por las que pasa des-
las ceremonias de culto. Estas ceremonias suelen ser largas, y pués de la ceremonia en Reims, se apresuran a brindarle una
a menudo solemnes. Se prolongan a través de espectáculos recepción solemne; esta recepción no tiene nada de rígido ni
que originalmente tenían lugar dentro de la iglesia, pero que no pomposo; la animan cortejos grotescos, en que los prestidigita-
tardaron en salir al atrio: son las escenas de la vida de Cristo, dores, confundidos entre el público, realizan acrobacias que se
fundamentalmente la Pasión, que dio lugar a obras de arte que dirían incompatibles con la majestad real; sólo cuando Enrique
nuestro tiempo ha redescubierto; la Virgen y los santos inspiran II entró a París se adoptó la decisión de eliminar esas fiestas y
también piezas de teatro, y todo el mundo conoce el Milagro de esos "prestidigitadores de otro tiempo". Habían sido ocasión de
Teiófilo, que tuvo un éxito extraordinario. Estos espectáculos eran magnificencias inauditas, sobre todo bajo el reinado de los Va-
fundamentalmente populares; del pueblo eran los actores y el lois: fuentes que manaban vino, festines destinados a la multi-
auditorio, un auditorio activo, que vibraba al menor detalle de esas tud, para los cuales se organizaban cocinas rodantes, donde la
escenas que despiertan en él sentimientos y emociones muy carne se amontonaba en enormes asadores. Fue también la épo-
diferentes de las que despierta el teatro actual; en efecto, no en- ca de las mascaradas o bailes de disfraces, uno de los cuales per-
traban en juego solamente el intelecto o los sentimientos, sino duraría trágicamente en la memoria bajo el nombre de Baile de UNTREF VIRTUAL | 17
los Ardientes: el baile en el cual el joven rey Carlos VI con otros No faltan las diversiones de salón. La principal es el ajedrez. Du-
compañeros se puso un disfraz de salvaje, hecho de estopa un- rante las Cruzadas, tanto los miembros del ejército cruzado co-
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tada de pez y plumas; habiéndose aproximado imprudentemen- mo del ejército sarraceno lo jugaban con fervor, yen nuestras Edad Media
te a una llama, el grupo se incendió; se hubiera muerto de no bibliotecas hay muchos manuscritos que son tratados de aje-
mediar la presencia de ánimo de la duquesa de Berry, que lo drez. Sabemos que el Viejo de la Montaña, el terrible jefe de los Régine Pernoud
envolvió en los pliegues de su vestido, extinguiendo el fuego; pe- Asesinos, regaló a san Luis un magnifico tablero de marfil y de
ro el peligro del que escapó incidió en el ya débil cerebro del oro. También tenían sus adeptos juegos más sencillos, como las
infortunado monarca, y en la invalidez que lo afectaría. damas o el chaquete. Los dados hacían furor; truhanes y jugla-
res se arruinaban jugando: Rutebeuf tuvo más de una vez esa
Todos los acontecimientos que conciernen ao la familia real o amarga experiencia, y cuenta en términos patéticos las espe-
solamente a la familia señorial del lugar, se trate de nacimien- ranzas defraudadas y el despertar angustioso de los jugadores
tos, bodas, etc, son ocasión de distracciones y de festividad. infortunados; incluso en la casa real se juega a los dados. Como
También las ferias entrañan su cuota de diversión. En ellas los en este tipo de juego los jugadores llegan fácilmente a las impre-
juglares despliegan sus talentos: desde quienes recitan fragmen- caciones, las autoridades toman medidas contra los blasfemos:
tos de canciones de gesta al son del laúd o de la viola, hasta los en Marsella hundían tres veces en un foso de fango, cerca del
luchadores que con sus gesticulaciones, acrobacias y malabaris- Vieux-Port, a quienes tenían esa desagradable costumbre. Tam-
mos se atraen un círculo de boquiabiertos; a veces representan bién eran castigados los que usaban dados falsos o hacían tram-
pantomimas, muestran animales amaestrados, o hacen equilibrio pa. Los niños jugaban a la taba. La sociedad cortés practicaba
sobre una cuerda tendida a una altura impresionante. juegos más distinguidos, diversos juegos de ingenio, como adivi-
nanzas, anagramas, finales con rima. Cristina de Pisan nos ha
Después del espectáculo, cualquiera sea su género, la distrac- legado juegos para vender, pequeñas piezas improvisadas, del
ción preferida en la Edad Media era la danza. No había banque- tipo de "Le vendo mi cesto", llenos de encanto y de poesía ligera.
te que no fuera seguido de baile; a los bailes de los donceles en
los castillos correspondían las danzas aldeanas, las rondas al-
rededor del árbol de mayo; es el pasatiempo más apreciado,
sobre todo por los jóvenes; las novelas y poemas aluden fre-
cuentemente a ellas. Las danzas se mezclan con las canciones,
y algunos estribillos sirven de pretexto para bailar, así como las
fogatas de san Juan sirven para saltar y hacer rondas. También
las competencias deportivas tienen sus adeptos: luchas, car-
reras, saltos de longitud y altura, tiros al arco, son objeto de con-
cursos en los pueblos, y también entre los pajes y escuderos
que componían la familia del señor. El deporte favorito era la ca-
za, ocasión de festines y celebraciones, y por supuesto las jus-
tas y torneos son las principales atracciones de los días de fies-
ta y las grandes recepciones. Como en todas las sociedades del
mundo, los niños imitan en sus juegos a los adultos, o juegan
interminablemente al escondite o al tejo.

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