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SOÑAR CON FREUD

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Soñar con Freud

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SOÑAR CON FREUD

Marinelli, Lydia
Soñar con Freud: La interpretación de los sueños y la historia del
movimiento psicoanalítico / Lydia Marinelli y Andreas Mayer - 1ª ed. -
Buenos Aires : El cuenco de plata, 2011.
296 pgs. - 21x14 cm. - (Teoría y ensayo)

Título original: Träume nach Freud. Die “Traumdeutung” und die


Geschichte der psychoanalytischen Bewegung
Traducción: José Amícola

ISBN: 978-987-1772-26-1

1. Psicoanálisis. 2. Historia. 3. Sociología de la Cultura I. Mayer,


Andreas. II. Amícola, José, trad. III. Título
CDD 150.195

Edited by Verlag Turia + Kant, Vienna-Berlin, 2002, 2009, 2010


© Lydia Marinelli, Andreas Mayer
© El cuenco de plata, 2011

El cuenco de plata SRL


Director: Edgardo Russo
Diseño y producción: Pablo Hernández
Av. Rivadavia 1559 3º A
(1033) Ciudad de Buenos Aires
www.elcuencodeplata.com.ar

Hecho el depósito que indica la ley 11.723.


Impreso en septiembre de 2011.

Prohibida la reproducción parcial o total de este libro sin la autorización previa del autor y/o editor.

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Lydia Marinelli y Andreas Mayer

Soñar con Freud


La interpretación de los sueños y
la historia del movimiento psicoanalítico

Traducción de José Amícola

teoría y ensayo

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SOÑAR CON FREUD

ABREVIATURAS UTILIZADAS

TD Diferentes ediciones de Die Traumdeutung [La interpreta-


ción de los sueños].
EA Edición facsimilar de Die Traumdeutung de 1999.
GW Sigmund Freud: Gesammelte Werke [Obras reunidas].
FF Freud: Briefe an Fließ [Cartas a Fließ].
FJ Freud/Jung: Briefwechsel [Correspondencia].
P Protokolle der Wiener Psych. Vereinigung [Actas de la Aso-
ciación Psicoanalítica de Viena].
GS Sigmund Freud: Gesammelte Schriften [Escritos reunidos].
SA Studienausgabe [Edición de estudio].

Se agradece especialmente la colaboración de Sandra Filippini en las


gestiones de contratación del libro y de revisión por parte de Andreas
Mayer.

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NOTA A LA TRADUCCIÓN CASTELLANA

La primera mitad del presente libro reproduce una versión


reelaborada y muy ampliada de un ensayo escrito por Lydia Marinelli
y por mí, en ocasión del centenario de la publicación de La interpre-
tación de los sueños, encargado por la Editorial Fischer. (Véase:
Marinelli/Mayer: Die Lesbarkeit der Träume. Zur Geschichte von
Freuds ‘Traumdeutung’, Francfort: Fischer, 2000, pp. 37-126). La
traducción castellana sigue la segunda tirada de la edición alemana
titulada Träume nach Freud (aparecida inicialmente en 2002), cuyos
cambios posteriores realizamos con Lydia Marinelli en 2008, duran-
te la investigación sobre Historia de la Ciencia en el marco del
Instituto Max Planck que ella efectuó en Berlín. Para ese entonces,
Lydia Marinelli era desde hacía 15 años curadora del Museo Freud
de Viena y directora de la sección Ciencia de la Fundación Privada
Sigmund Freud. Las dificultades de su tarea dentro de esa institución
la habían vuelto muy sensible a los conflictos destructivos dentro del
movimiento psicoanalítico, haciéndole comprender hasta qué punto
se ejercía a veces ese poder destructivo. Los escritos y las exposicio-
nes que pudo llevar a cabo, a pesar de múltiples oposiciones, fueron
la expresión de una lucha contra «las tonterías» que campeaban
siempre en las presentaciones de Freud y del psicoanálisis. El
desgastante clima de trabajo en la Fundación Freud colaboró a una
situación donde Marinelli ya no podía afrontar de manera satisfac-
toria sus proyectos. El 8 de setiembre de 2008 se quitó la vida.
Sus escritos póstumos aparecieron en el tomo Tricks der Evidenz.
Zur Geschichte psychoanalytischer Medien, editado e prologado por
Andreas Mayer, Viena: Turia + Kant, 2009. Cf. igualmente: Andreas
Mayer: «The Historian of the Freud Museum: Lydia Marinelli.»,
en: Psychoanalysis and History 11, 2009, pp. 108-115; «Shadow of
a Couch», en: American Imago, Volume 66, Number 2, Summer
2009, pp. 137-147.

Andreas Mayer, Abril 2010

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SOÑAR CON FREUD

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INTRODUCCIÓN

A veces creo que los buenos lectores son cisnes aún más
tenebrosos y singulares que los buenos autores.
JORGE LUIS BORGES, HISTORIA UNIVERSAL DE LA INFAMIA (1935)

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SOÑAR CON FREUD

10 Akoglaniz
A más de un siglo de su aparición, La interpretación de
los sueños, de Sigmund Freud, ocupa un lugar insoslayable
entre los textos clásicos del mundo occidental. Puede decirse
que comparte el destino de otros clásicos: libros muy vendi-
dos, pero no tan leídos. Como El origen de las especies, de
Darwin, o El Capital, de Marx, La interpretación de los sue-
ños produjo infinidad de comentarios que se iniciaron ya con
su publicación en noviembre de 1899. En ellos se pretendió
poner al descubierto las ideas del libro y las intenciones de su
autor, tratando de suplantar su lectura. En flagrante oposi-
ción a la cantidad de análisis e interpretaciones, no hubo prác-
ticamente ningún texto que prestara atención a lo fundamen-
tal: la historia del libro mismo. El más claro indicio de esta
falta de correlación se percibe en el hecho de que todavía no
exista una edición crítica de la obra freudiana. Sin embargo,
La interpretación de los sueños se considera el texto
fundacional del movimiento psicoanalítico, que se consolidó
en las primeras décadas del siglo XX. El interés institucional
de ese movimiento por la administración de un corpus tex-
tual acabado que poseyera unidad bajo una autoría única, se
halla de todos modos en contradicción con el enfoque históri-
co. Dicho abordaje está lejos de considerar las unidades del
texto como dato indiscutible y, debido a eso, tiende precisa-
mente a analizarlas en su funcionamiento particular. Este
acercamiento se puede catalogar de específico y se diferen-

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SOÑAR CON FREUD

cia de otras formas que tratan también de situar en el tiempo


la obra de Freud, ya sea a través de una historia de los con-
ceptos –mediante una lectura inmanente del conjunto de sus
textos–, ya sea con una historia de las ediciones que estudie
sus variantes; o bien a través de una historia de la recepción
vista como una unidad material a ser utilizada por distintos
círculos de lectores con diferentes intenciones.
El objeto del presente estudio, en cambio, es establecer la
relación entre una formación discursiva y una social, cuyo
surgimiento y vicisitudes corrieron de modo paralelo. Se tra-
ta, pues, de la relación entre la teoría del psicoanálisis sobre
los procesos oníricos tal como se nos presenta en La interpre-
tación de los sueños y el movimiento psicoanalítico. La
historización aquí emprendida echa luz, entonces, sobre el
cambio constante dentro del texto, teniendo siempre presen-
te cómo se fue formando al mismo tiempo el movimiento so-
cial que respondía a los principios freudianos. En oposición a
otras obras que se han vuelto canónicas, el texto de La inter-
pretación de los sueños ha ido cambiando de modo sostenido
en la fase de formación de la comunidad psicoanalítica, gra-
cias a una serie de intervenciones de sus primeros lectores. El
complejo entramado textual que experimentó a lo largo de
sus ocho ediciones (desde 1899 a 1930) atestigua el hecho de
una constante interrelación entre su autor y sus primeros lec-
tores (discípulos, críticos, colegas y pacientes). Los conflictos
por la configuración de la obra y las teorías expresadas en
ella durante ese período, produjeron una marca imborrable
en el movimiento psicoanalítico que se gestaba en Viena y
Zurich por esos años.
El estatuto de texto fundacional del psicoanálisis se debe
al hecho de ser testimonio de un acontecimiento peculiar: el
autoanálisis de Sigmund Freud. Este hecho fue considerado
significativo sobre todo a posteriori, como modelo de la his-
toria científica, pues retrataba a Freud como quien descubrió
el inconsciente. Fue en especial la biografía de Ernest Jones

12 Akoglaniz
INTRODUCCIÓN

la que en la década del 50 creó esa imagen heroica del


autoanálisis:

Hoy en día es difícil para nosotros imaginar la di-


mensión de ese logro, como sucede con todos los acon-
tecimientos que abren brechas. Con todo, su carácter
único se mantendrá incólume. Una vez producido, se
erguirá para siempre y nadie podrá nunca volver a ser el
primero en explorar esas profundidades.1

Siguiendo el comentario personal de Freud en el prólogo a


su segunda edición, Jones y los comentadores sucesivos de
ese autoanálisis afirmaron que la obra era en reacción a la
muerte de su padre.2 Así, La interpretación de los sueños se
vio ligada de manera exclusiva a la persona real de su autor
y fue leída como parte de una autobiografía que invitaba a
proseguir ese camino de interpretaciones psicoanalíticas y
biográficas.
Como respuesta a esta imagen heroica del descubridor
del inconsciente, otros historiadores revisionistas realizaron
lecturas que tendían a relativizar el papel señero del autoanálisis
de Freud. Henri Ellenberger, por ejemplo, llamó al autoanálisis
una maladie créatrice, cuyo diagnóstico puso en el mismo
rango que las experiencias de los místicos y poetas. Ese tipo
de interpretación se colocaba así en la línea del diagnóstico
retrospectivo, un género histórico que surgió en el siglo XIX
1
E. Jones: The Life and Work of Sigmund Freud. Vol. 1. The Formative
Years and the Great Discoveries, 1856-1900. N.York: Basic Books,
1953, p. 319, [Vida y obra de Sigmund Freud, T. I, Paidós, Bs. As., 4ª
edición, 1989]. El autoanálisis era para esta época (después de la publi-
cación parcial de la correspondencia entre Freud y Fließ) un tema toma-
do en todo detalle por primera vez.
2
Cf. TD, 2ª ed., 1909, VI [GW II/III, X]. Didier Anzieu: L´Auto-analyse
de Freud et la Découverte de la psychanalyse. París: PUF, 1998 (1ª ed.,
1959), [El autoanálisis de Freud y el descubrimiento del psicoanálisis,
Siglo XXI, México, 1998]; Kurt R. Eissler: Talent and Genius. The
Fictitious Case of Tausk contra Freud. New York: Quadrangle, 1971.

Akoglaniz 13
SOÑAR CON FREUD

y que todavía hoy se cultiva en la historia de la medicina.3


Según esta tendencia, el autoanálisis fue ubicado como un
hecho místico ajeno a la ciencia y desplazado de modo vago
hacia el dominio de lo religioso. Otros estudiosos se asocia-
ron a este enfoque con el objeto de encarar el “mito del hé-
roe” por fuera de cualquier tipo de dato temporal. El impulso
crítico de los revisionistas estaba así directamente dirigido al
aspecto hagiográfico, que se limitaba a la crónica de la per-
sona real de Freud. Esos esbozos historizantes tenían como
meta precisar su credibilidad, lo que emprendían sobre todo
por medio de una tarea negativa que consistía en desarmar
las leyendas freudianas.4
Considerando esta situación, puede decirse que la
historiografía del psicoanálisis sigue estando orientada de
modo biográfico, pero además recortada sobre individuos
especiales cuya importancia histórica se halla, según los ca-
sos, en juego. El espacio que se le otorga a una figura en
determinado texto determinará, dentro de esta perspectiva,
su relevancia futura. De ese modo, dentro de una historiografía
ortodoxa que siga a Jones se dará por sobreentendido que la
historia del psicoanálisis tiene a Freud en el centro. Y como
Freud aparece firmando La interpretación de los sueños, al
3
Henri F. Ellenberger: «La notion de `maladie créatrice´», en Dialogue,
vol. 3, No. 1, 1964, pp. 25-41. La medicina retrospectiva trata de perso-
nas históricas, pero a veces también de personajes de ficción, como si
fueran pacientes reales, reclamando para sí de ese modo la validez uni-
versal de las diagnosis clínicas actuales. La difusión de tal esquema
interpretativo no por casualidad tuvo lugar en los mismos ambientes de
los que también ha surgido históricamente el psicoanálisis: el hospital
parisiense de La Salpêtrière, en el que Jean-Martin Charcot llevó a cabo
su investigación sobre la histeria y la hipnosis.
4
Cf. Frank Sulloway: Freud, Biologist of the Mind. Beyond the
Psychoanalystic Legend, Cambridge (MA): Harvard University Press,
1979. La quintaesencia de este libro es la de un listado a modo de catálo-
go, en el que los mitos detectados en la hagiografía freudiana se confron-
tan con determinados datos concretos. Para un ejemplo más reciente,
consúltese Han Israëls: Der Fall Freud. Die Geburt der Psychoanalyse aus
der Lüge, Hamburgo: Europäische Verlagsanstalt, 1999.

14 Akoglaniz
INTRODUCCIÓN

emprender la historia de ese libro se lo presentará sin más


como su representante más significativo.5 Las historias
revisionistas, por el contrario, se atienen muy a menudo a
otra estrategia, acentuando la importancia de otros miem-
bros del movimiento psicoanalítico (Jung, Adler, Rank,
Ferenczi), o contraponiendo a Freud otros autores para po-
ner en cuestión su originalidad o su carácter único. Cuando
se pone en relación la publicación del libro en 1899 con el
contexto de la psicopatología de finales del siglo, surge en ese
mismo escenario la aparición de Des Indes à la planète Mars,
de Théodore Flournoy, con igual rango de importancia, si no
más. Por eso Ellenberger llama a ambos “clásicos de la psi-
quiatría dinámica”, acentuando el éxito internacional del de
Flournoy.6 La perspectiva revisionista se caracteriza, en con-
secuencia, por rescatar agentes caídos en el olvido, multipli-
cando también la visión personalizada de la historia. A la
vez, sufre la limitación de negarse a evaluar las magnitudes
con que juzga los hechos o el modo en que pone en relación
dos acontecimientos diferentes. Que el libro de Flournoy, tras
su éxito inicial, haya sido olvidado, requeriría una explicación,
del mismo modo que debería examinarse por qué el de Freud
gozó después de un tiempo de un éxito sin precedentes.7
5
Una postura semejante asume en el ámbito de lengua alemana la res-
ponsable editorial de Freud, Ilse Grubrich-Simitis, cuyas notas al libro
del centenario toman sin cuestionamiento alguno la perspectiva autoral;
cf. Ilse Grubrich-Simitis: 100 Jahre «Traumdeutung» von Sigmund
Freud, Francfort: Fischer, 1999, pp. 35-70.
6
Henri F. Ellenberger: Die Entdeckung des Unbewußten, Zurich, 1970,
p. 1042 y ss. [El descubrimiento del inconciente, Gredos, Madrid, 1976.]
7
Théodore Flournoy: Des Indes à la planète Mars. Étude sur un cas de
somnambulisme avec glossolalie, París/Ginebra, 1900. En una reedición
de esta obra, Sonu Shamdasani llama la atención sobre el estilo de la
investigación psicológica de la que Flournoy es un conspicuo represen-
tante: el estudio de procesos inconscientes con ayuda de mediums. Cola-
boraron para el descrédito de esta corriente dentro del panorama de la
investigación psicológica, entre otros diversos factores, la desaparición de
sus agentes (Sonu Shamdasani: «Encountering Hélène. Théodore
Flournoy and the Genesis of Subliminal Psychology», en: Th. Flournoy:

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SOÑAR CON FREUD

Quien se ocupe de la historia del psicoanálisis deberá tomar


partido por alguna de las dos posiciones. Y el que se niegue a
tomar esa decisión, se verá confinado por los demás a una de
ellas. La presente contextualización histórica de La interpre-
tación de los sueños trata, sin embargo, de moverse más allá
del debate que tiene su centro en la persona de Freud. Para
escribir la historia de ese libro se deben superar, como sea, las
marcas cronológicas colocadas por su autor y los exégetas que
lo siguieron. En tanto la cuestión trata sobre los inicios de una
prestigiosa comunidad, es inevitable que los estudios históri-
cos y sociológicos sobre un texto referido a su origen no pue-
dan evitar un enfoque genealógico, enfoque que en los mo-
mentos oscuros se topará con comienzos no del todo claros.
Desde la perspectiva de la institución que toma como acto
fundacional la aparición de un texto, una historia de ese mo-
mento fundante puede significar una relativización de sus lo-
gros o un intento, como efecto de resistencia, de demoler al
autor. En el caso del psicoanálisis, se agrega el problema de
que el tratamiento de la historia de su fundador a menudo lle-
va a la cuestión medular de qué efectos (positivos o negativos)
tiene sobre la terapia. Es cierto que este asunto se halla eviden-
temente fuera de una investigación histórica; sin embargo, tanto
los que están en una posición como en otra no tienen empacho
en aludir a tal tipo de fuentes para su argumentación.8
También es claro que existen quienes lamentan que se dé
un debate polémico en torno a la escritura de la historia y
quienes, en cambio, desautorizan el tratamiento poco acadé-
mico de fuentes históricas.9 Sin embargo, no puede negarse

From India to Planet Mars. A Case of Multiple Personality with Imaginary


Languages, Princeton: Princeton University Press, 1994, pp. XI-LI).
8
Para una crítica detallada de esta corriente, véase: Lydia Marinelli/Andreas
Mayer: «Forgetting Freud? For a New Historiography of Psychoanaly-
sis», en Science in Context, 19/1 (2006), pp. 1-13.
9
Cf. por ejemplo, Richard Skues: «The first casualty: the war over
psychoanalysis and the poverty of historiography», en History of
Psychiatry 9 (1998), pp. 151-177.

16 Akoglaniz
INTRODUCCIÓN

que un impulso polémico habita en las bases de la historiografía


psicoanalítica. No es por azar que la virulenta polémica de
Freud de 1914 contra los apóstatas Adler, Stekel y Jung lleve
el título de “Contribución a la historia del movimiento psi-
coanalítico”. Ese texto, que Freud en sus cartas siempre de-
nominaba “una bomba”, inauguró las hostilidades, de modo
tal que las luchas en torno a la cuestión psicoanalítica no sólo
fueron descritas, sino que fueron parte también de las
reescrituras del mismo.10 Esta condición primariamente béli-
ca en los comienzos del psicoanálisis muestra que es prácti-
camente imposible pensar que las variaciones de un texto
primordial como La interpretación de los sueños puedan rea-
lizarse en un clima armónico de cooperación, sino más bien
como una tarea en la que entran en cuestión enfrentamientos
teóricos, terapéuticos, culturales y personales. Un análisis
sociológico de esa reescritura conflictiva no debería necesa-
riamente recurrir, sin embargo, a las metáforas militaristas
de los implicados, como si esa fuera la única manera adecua-
da de describir los acontecimientos históricos. Esto significa-
ría limitar a un único registro un texto como La interpreta-
ción de los sueños, en lugar de aceptar la multiplicidad de
posibilidades, reduciendo así a un esquema preconcebido la
particularidad epistémica y la singularidad histórica del psi-
coanálisis.
El camino recorrido aquí con miras a una comprensión
tanto sociológica como histórica del movimiento psicoanalí-
10
Cf. Freud a Abraham, 14-6-1914 (Freud/Abraham: Briefe 1907-1926)
editadas por Hilda C. Abraham y Ernst L. Freud, Francfort, 1980, p.
175), [Correspondencia de Sigmund Freud, T. III, Biblioteca Nueva,
Madrid, 1997. Traducción de Nicolás Caparrós]. Esta tendencia ha lleva-
do en los últimos años a acuñar la frase «las guerras freudianas», que con
todo conciernen especialmente a nuevas ediciones de antiguas discusio-
nes. Cf. Para un análisis de este punto: John Forrester: «Dispatches from
the Freud Wars», en idem: Dispatches from the Freud Wars.
Psychoanalysis and its Passions, Cambridge (MA)/Londres: Harvard
University Press, 1997, pp. 208-248. [Sigmund Freud. Partes de guerra.
El psicoanálisis y sus pasiones, Buenos Aires, Gedisa, 2001.]

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SOÑAR CON FREUD

tico, pretende dar cuenta de una relación compleja formada


por una serie de individuos (críticos, discípulos y pacientes)
que dialogan con el discurso teórico de Freud tal como estu-
vo expuesto en su libro sobre los sueños. Sin ninguna duda,
este asunto, como apuntó con lucidez Wladimir Granoff, está
marcado para los freudianos por una resistencia, que se hace
evidente en el modo en que el texto provoca en el lector una
duda que incumbe a su propia posición como psicoanalista.
Y aquí aparece aludida la particularidad de la relación
genealógica que se establece entre los miembros de las ins-
tituciones psicoanalíticas y su fundador. Las posibilidades que
esta relación tome están, con todo, reguladas por la situación
que ella produzca, pues conciernen al propio texto y a un
autor ya fallecido.11 Sin embargo, para el período histórico
aquí estudiado todavía no vale el criterio contrario que susti-
tuye el cuerpo de Freud por el del corpus de su obra según
fuera editado y administrado por sus discípulos. En vida de
Freud, La interpretación de los sueños no conformó una uni-
dad cerrada, sino más bien un campo relativamente abierto.
Las relaciones entre los lectores del libro y su autor son recí-
procas. A ellas les cabe una parte importantísima en la confi-
guración de esa obra.
Por ello puede decirse que La interpretación de los sueños
no juega el rol de un referente estable en la historia del movi-
miento psicoanalítico, sino que este texto asume diferentes
funciones en cada uno de los estadios de ese recorrido. En las
páginas siguientes, nuestro cometido consiste en distinguir
tres fases y en cada una de ellas diferenciar una parte. Las
lecturas de esos tres períodos no llevan sólo la impronta de
configuraciones sociales y epistémicas, sino que también acu-
san de manera más general la aparición de determinados
modos específicos de comunicación.

11
Wladimir Granoff: Filiations. L´avenir du complexe d´Oedipe, París:
Gallimard, 2001.

18 Akoglaniz
INTRODUCCIÓN

La primera fase concierne a los años fundacionales del


movimiento psicoanalítico (1899-1909), en los que La inter-
pretación de los sueños se presenta como texto precursor y
también como sustituto de un primer manual metodológico.
El contacto personal con Freud por parte de los lectores que
se están iniciando en el método es aún central. La técnica
psicoanalítica, impartida todavía de manera fragmentaria,
encuentra su ámbito en el “análisis de cartas” con el autor,
en un proceso en el que se alternan la lectura, la escritura y
los sueños.
En la segunda fase (1909-1918), que tiene sus inicios con
la fundación de la Asociación Psicoanalítica Internacional,
Freud y sus discípulos tratan de ampliar La interpretación
de los sueños para que funcione además como un dicciona-
rio de símbolos, pero esto sucede en un proceso grupal en el
que los conflictos no dejan de acrecentarse. En esta fase,
que puede caracterizarse desde la sociología de la ciencia
como la del “saber científico a través de las revistas”
[“Zeitschriftenwissenschaft”], entran a formar parte las
publicaciones periódicas como un medio nuevo, retroalimen-
tando al libro en tanto promueven un clima casi popular
para la interpretación que se muestra en expansión. Ello
conlleva una radical ampliación del texto, que trasciende su
ámbito clínico y cuya intención radica en que la investiga-
ción sobre los símbolos ponga la mira en la recopilación de
ejemplos en el campo del mito y la literatura. La recopila-
ción y publicación del “material”, junto con la creciente di-
fusión de las reglas técnicas en los órganos recién fundados,
se tornan el motor de los progresos del psicoanálisis como
movimiento científico, produciendo al mismo tiempo una
serie de problemas teóricos, metodológicos y terapéuticos
que se reflejan en la obra.
En la tercera fase (1919-1930), su autor pasa a declarar
La interpretación de los sueños “documento histórico”. Con
ello no sólo Freud mismo inicia una creciente historización

Akoglaniz 19
SOÑAR CON FREUD

del texto, sino que también logra ejercer su control, al colo-


carla bajo el poder de la Editorial Psicoanalítica Internacio-
nal creada en 1919. Este proceso por el que el libro escala a
la posición de “un documento histórico” y “un clásico”, no
debe limitarse sólo a la canonización y a la imposición de una
lectura legítima e institucionalmente regulada. La cuestión
abre otra serie de problemas, entre los que se destacan los de
su traducibilidad.
La descripción histórica que corresponde a las tres prime-
ras partes del presente estudio se basa en el cotejo de La in-
terpretación de los sueños en sus ocho ediciones, y se cierra,
en consonancia con lo anterior, con consideraciones acerca
de la forma actual del texto.12 La última parte contiene una
selección de textos de índole variada. Se trata, por un lado,
de artículos de otros autores que fueron redactados como
colaboraciones a La interpretación de los sueños, pero que
posteriormente Freud censuró (entre ellos encontramos dos
trabajos de Otto Rank que ahora vuelven a ser accesibles al
público lector); por otro lado se publican aquí una serie de
fuentes diversas no editadas con anterioridad, y que están en
estrecha relación con la recepción y con la reescritura de La
interpretación de los sueños.

12
La primera mitad de este libro contiene una versión considerablemente
ampliada y reelaborada que fue redactada en ocasión de los cien años de
la publicación de La interpretación de los sueños. Cf.: Lydia Marinelli/
Andreas Mayer: «Vom ersten Methodenbuch zum historischen
Dokument. Sigmund Freuds Traumdeutung im Prozess ihrer Lektüren
(1899-1930)», en idem: Die Lesbarkeit der Träume. Zur Geschichte
von Freuds ‘Traumdeutung’, Francfort: Fischer, 2000, pp. 37-126.

20 Akoglaniz
Parte I
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR
La interpretación de los sueños como sustituto de un manual

Rabbi Chisda dijo: Un sueño que no se interpreta es


como una carta que no se lee.
TALMUD (BERACHOT 55ª)

Akoglaniz 21
SOÑAR CON FREUD

22 Akoglaniz
Cuando apareció La interpretación de los sueños a fines de
1899, el psicoanálisis era un campo prácticamente ignorado
en el entorno vienés. Esto incluía desde la técnica usada por
Freud hasta el vocabulario empleado en ese dominio. Algunos
especialistas expertos podían tener una idea concreta sobre la
creciente diferenciación llevada a cabo por un neuropatólogo
de Viena con respecto a la primera práctica de sugestión
hipnótica; sin embargo, para muchos la psicoterapia seguía
estando ligada a la hipnosis.13 Con breves relatos de algunos
casos, Freud había venido explicando su procedimiento (que
desde 1896 denominaba “psicoanalítico”);14 pero no había
publicado ninguna elaboración de índole general que permitie-
ra que otros lo corroboraran y practicaran. En 1898 Freud
desbarató las críticas de los especialistas que se habían atenido
13
Numerosos ejemplos se encuentran en las revistas especializadas como
la publicada por Auguste Forel y la redactada por Oskar Vogt bajo el
título de Zeitschrift fûr Hypnotismus, que contaba entre sus colabora-
dores del primer número al propio Freud. También Vogt algunas veces
denominaba «psicoanálisis» a su terapia apoyada en la hipnosis. Para
un paralelo detallado entre los grupos que practicaban la hipnosis en
Alemania y el nuevo método freudiano, véase Andreas Mayer:
Mikroskopie der Psyche. Die Anfänge der Psychoanalyse im Hypnose-
Labor, Gotinga: Wallstein, 2002, pp. 183-220.
14
Sigmund Freud: «Weitere Bemerkungen über die Abwehr-Neuro-
psychosen» (1896), en: GW I, 379-403. [«Nuevas puntualizaciones sobre
las neuropsicosis de defensa», (1896) en Amorrortu Editores, T. III, 1976,
pp. 157-184.]

Akoglaniz 23
SOÑAR CON FREUD

Portada de la primera edición de La interpretación de los sueños


con una dedicatoria de Freud a su paciente Helene Schiff.

24 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

a las indicaciones que aparecen en el trabajo firmado conjun-


tamente con Joseph Breuer en Estudios sobre la histeria, al
declarar que sus explicaciones anteriores sobre la técnica
psicoanalítica tenían carácter de provisorias, pues:

El procedimiento es tan difícil que requiere un verda-


dero aprendizaje; y, además, no recuerdo que ninguno de
mis críticos haya expresado alguna vez la voluntad de
aprender lo que fuese. Tampoco creo que se hubieran ocu-
pado, como yo, del tema con la suficiente intensidad como
para hallar el camino por sí mismos. Las observaciones
vertidas en los Estudios sobre la histeria son completa-
mente insuficientes como para posibilitarle al lector el
dominio de esa técnica y tampoco es ese su objetivo.15

Con La interpretación de los sueños, cuya publicación se


anuncia por primera vez en el mismo trabajo de 1898, Freud
estaba escribiendo un texto que, por el contrario, tenía como
meta el aprendizaje mencionado. Mediante la lectura de la
obra en preparación le sería posible al lector llegar a las mis-
mas conclusiones que el autor, basándose en su propio
“autoanálisis”. De ese modo, Freud realizaba un desplaza-
miento de su método, al pasarlo del consultorio a la escritura;
al mismo tiempo postulaba, como algunos de los seguidores
del tratamiento por sugestión, un efecto universal a distan-
cia.16 Según el prototipo del análisis demostrado por Freud
con sus propios sueños, el lector debía aprender por sí mismo
la técnica, confirmando así la teoría de que cada sueño oculta-
15
Sigmund Freud: «Die Sexualität in der Ätiologie der Neurosen» (1898),
en: GW I, 513. [«La sexualidad en la etiología de las neurosis» (1898),
Amorrortu, T. III, p. 251.]
16
Una popular introducción a la técnica de la sugestión empezaba con el
siguiente epígrafe dirigido al lector: «Una sugestión: Leerás este libro,
aunque te resistas. Cuanto mayor sea tu resistencia, tanto más rápido
has de entrar en él». (Hans Schmidkunz: Der Hypnotismus in
gemeinfasslicher Darstellung, Stuttgart: Zimmer, 1892).

Akoglaniz 25
SOÑAR CON FREUD

ba un deseo inconsciente. Con esa finalidad, el lector, al que se


le ofrece un repertorio de reacciones en el campo de la teoría
del sueño como cumplimiento imaginario de un deseo, debe
superar su resistencia interior.
Con este libro, Freud no estaba en realidad desarrollando
tampoco una metodología en sentido estricto, sino una técni-
ca de la autoobservación derivada de su teoría de los sueños,
que debía colaborar en la conversión al psicoanálisis tanto
de pacientes potenciales como de sus colegas más recalci-
trantes. Puede decirse que en su primera versión, La inter-
pretación de los sueños funcionó ampliamente como precur-
sor y sustituto de un primer manual de psicoanálisis.
En los capítulos siguientes presentaremos las distintas re-
acciones de los primeros lectores. Entre los propios pacientes
del autor, así como en la prensa especializada y no especiali-
zada, y también en el grupo de amigos y familiares, se dieron
opiniones encontradas sobre la teoría del sueño como satis-
facción imaginaria de un deseo. Así, durante la década pos-
terior a su publicación, se lo ve a Freud en una actitud de
constante negociación con lectores que expresan de diversas
maneras su disconformidad. Los enfrentamientos se produ-
cen en esas células culturales de Viena y Zurich a partir de
las cuales se desarrolló el movimiento psicoanalítico.

1. Entre resistencia y contradicción:


lectores comunes y especialistas

Según parece, para otras personas interpretar sueños es


más difícil de lo que yo había supuesto.
SIGMUND FREUD A WILHELM FLIEB, 26-11-1899.

Freud había demostrado su teoría en La interpretación de


los sueños, basándose en experiencias propias –como “per-

26 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

sona bastante normal” (EA, 71 [GW II/III, 109 y ss.]


[Amorrortu, T. IV, p. 125 y ss.]–, aunque sin dar detalles de su
sistema interpretativo a nivel generalizado. Recién en 1904
apareció –en el libro de Leopold Löwenfeld, Las manifesta-
ciones psíquicas obsesivas– una descripción de su puño y le-
tra bajo el título “El método psicoanálitico de Freud”, donde
se afirmaba lo siguiente:

Los detalles de esta técnica de interpretación o de tra-


ducción no han sido publicados todavía. Se trata, según
lo que ha podido saberse, de una serie de reglas obtenidas
de modo empírico de cómo ha de reconstruirse el material
inconsciente a partir de asociaciones; pero también de in-
dicaciones de cómo deberán interpretarse en el caso de
que cesen, y de experiencias sobre las más importantes y
típicas resistencias que se presentan en el curso de tal trata-
miento. Un libro detallado sobre La interpretación de los
sueños, publicado por Freud en 1900, debe considerarse
el precursor de este tipo de introducción a la técnica.17

El libro conservó esta categoría de precursor hasta 1911,


cuando Freud comenzó a publicar la anunciada introducción
a su técnica, inicialmente como “Metodología general del
psicoanálisis”, en una serie de artículos breves.18 Para los
primeros lectores y críticos había significado todo un proble-
ma cómo corroborar el efecto de la interpretación de los sue-
ños según el método freudiano. Quiénes serían los potencia-
les primeros lectores resultaba claro en la nota introductoria
donde podía leerse la frase sobre “el sector que se interesa

17
Sigmund Freud: «Die Freudsche psychoanalytische Methode» (1904), en:
GW V, 7. [«El método psicoanalítico de Freud», Amorrortu, T. III, p. 233.]
18
Entre 1908 y 1910 Freud se ocupó de ese desarrollo, cuya aparición anun-
ció en el Segundo Congreso Psicoanalítico Internacional de Nuremberg,
pero que luego no fue publicado. Cf. Freud: «Die zukünftigen Chancen der
psychoanalytischen Therapie» (1910) en: GW VIII, 104-115. [«Las pers-
pectivas futuras de la terapia psicoanalítica», Amorrortu, T. XI, p. 129.]

Akoglaniz 27
SOÑAR CON FREUD

por la neuropatología” (EA, sin paginación [GW II/III, VII]),


denominando “neuropatología” no a una disciplina en espe-
cial, sino a ese campo heterogéneo en el que a fines del siglo
XIX filósofos, neurólogos y psiquiatras se esforzaban por ela-
borar una psicología científica. El modo en que el autor de
La interpretación de los sueños se dirigía al mundo de los
especialistas se mantenía ambiguo, pues su método desarro-
llado en el capítulo segundo vendría a contradecir a la cien-
cia dominante y a dar en cambio la razón a los profanos:

He debido aceptar que estamos ante una situación


no demasiado rara, en la que una creencia popular anti-
gua y sostenida desde siempre con fervor parece estar
más cerca de la verdad que la postura que esgrime la
ciencia. Me hallo obligado a reconocer que el sueño tie-
ne realmente sentido y que es posible un procedimiento
científico para interpretarlo. (EA, 68 [GW II/III, 104]
[Amorrortu, T. IV, p.118]).

Con una estrategia retórica tal, se daba por una parte la


razón a la opinión de la gente común en cuanto a que el sueño
tiene significado, aunque por otro se la daba solamente en la
medida en que el “oscuro presentimiento” popular sufriera un
pasaje hacia la teoría y adquiriera la calidad de verificable
mediante un procedimiento científico.19 (EA, 66 [GW II/III, 100]).
Esta idea particular de pasaje que requiere una base cien-
tífica para la psicología del sueño con el objeto de transfor-
mar intuiciones en verdades teóricas, tomó la forma, en la
primera versión de La interpretación de los sueños, de “una
relación de transferencia” que debía estructurar el proceso
de lectura y el acto mismo de soñar. En este sentido, puede
19
En un giro similar, su Psychopathologie des Alltagslebens [«Psicopatología
de la vida cotidiana»], la obra de Freud más apreciada por sus contempo-
ráneos, insta al pasaje de una metafísica hacia una metapsicología (Berlín,
1904, 83 [GW IV, 288] [Amorrortu, T. IV, p. 1.]).

28 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

decirse que el libro fue concebido en sus inicios como un me-


diador fundamental de las técnicas psicoanalíticas: la lectura
de los sueños del autor debía capacitar a los lectores a inter-
pretar sus propios sueños. Este nuevo modo de leer implicó
sin embargo que Freud desvinculara su interpretación del
método popular de desciframiento, que veía en los sueños una
simbología cifrada que podía traducirse gracias a un sistema
de valor universal. En oposición a este método, Freud explica-
ba su procedimiento en el segundo capítulo del libro, denomi-
nándolo tanto “autoanálisis” como “autoobservación sin cen-
sura”. El hecho de que la primera denominación fuera introdu-
cida como una nueva variante de lo que llamaba más frecuen-
temente “autoobservación psicológica”, muestra cuán raro era
el término “autoanálisis” en ese momento.20 Esta nueva forma
de autoobservación del registro de ejemplos oníricos se pre-
senta, por cierto, como un “arte de la interpretación”; pero, sin
embargo, no se describe como un procedimiento general regi-
do por reglas propias. Más adelante, el autoanálisis se vuelve
el tema mismo de un sueño en el que Freud hace la disección de
su propia pelvis y por ello confiesa:

La disección significa el autoanálisis que estoy lle-


vando a cabo con la publicación del libro sobre los sue-
ños. Ello me resultaba en realidad tan penoso que la
postergué durante más de un año, aunque estaba todo
listo para la imprenta (EA, 278 [GW II/III, 481]
[Amorrortu, T. V, p. 414]).

20
Sólo cuatro veces aparece en la primera edición el término «autoanálisis»,
inicialmente en plural y siempre entre comillas (EA, 71); al mismo tiem-
po que se presenta como intercambiable con la formulación más fre-
cuente de «auto-observación». En publicaciones posteriores, el término
«autoanálisis» sigue siendo una rareza, según permite apreciarlo el glosario
freudiano. Cf. Samuel A. Guttman (comp.): Concordance to the Standard
Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, Waterloo
(Australia): North Waterloo Academic Press, 1995, pp. 4708-4009.

Akoglaniz 29
SOÑAR CON FREUD

Con esta afirmación, Freud pone en plano de igualdad la


realización del autoanálisis con la publicación del libro; es
decir, con lo indiscreto y penoso de su contenido.21
La práctica autoanalítica de Freud se diferenciaba esen-
cialmente de los métodos anteriores de autoobservación
por la especial relación que el individuo en proceso de
autoanalizarse establece con un corresponsal privado, con-
tándole sus observaciones; ese “otro” actúa como un testigo
en quien se pone a prueba el papel del lector futuro. Como se
desprende de la correspondencia con Wilhelm Fließ, Freud
enviaba regularmente a su amigo el relato de los sueños que
había anotado para que él hiciera una lectura crítica. Por el
mismo motivo, en la redacción final del libro Freud aceptó
que Fließ censurara algunos pasajes. En ese intercambio pri-
vado de los dos médicos (que era una especie de “congreso”
virtual permanente) se gestaron y se verificaron, entonces, el
procedimiento psicoanalítico y la teoría de los sueños en con-
flicto constante con la crítica de los lectores.22
El lugar otorgado a la intermediación suplementaria del lec-
tor en el nuevo método psicoanalítico, hizo surgir algunos pro-
blemas que muy pronto resultaron preocupantes. Uno de los
primeros lectores de La interpretación de los sueños fue

21
Freud cambia radicalmente el tono recién en el prólogo a la segunda
edición, cuando denomina a la totalidad del libro una parte de su
autoanálisis. Con este gesto se modifica de manera radical el estatuto de
la obra. Volveremos sobre esto en detalle en el capítulo 6.
22
Por ello puede decirse que el autoanálisis no se presenta como un fluir
monológico sin posibilidad para la transferencia o como un aconteci-
miento único e irrepetible, sino más bien como un proceso que en todo
momento incluye al lector como el «otro». Para la historia del surgimien-
to y del papel jugado por Fließ como primer lector de La interpretación de
los sueños, véase John Forrester: «Dream Readers», en idem: Dispatches
form the Freud Wars , op. cit., pp. 138-183 [Sigmund Freud. Partes de
guerra. El psicoanálisis y sus pasiones, Buenos Aires, Gedisa, 2001]. Para
una comparación del autoanálisis freudiano con otras técnicas de la auto-
observación, véase Andreas Mayer: «Introspective Hypnotism and Freud´s
Self-Analysis: Procedures of Self-Observation in Clinical Practice», en
Revue d´histoire des sciences humaines 5 (2001), pp. 171-196.

30 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

Heinrich Gomperz, hijo del famoso filólogo Theodor Gomperz.


En efecto, Gomperz padre estaba en el círculo de los conoci-
dos de Freud y fue quien indujo a éste a informarse sobre la
teoría antigua de los sueños (material que le había servido
luego para marcar un límite respecto de su propia teoría).23
Después de leer La interpretación de los sueños, el joven filó-
sofo Heinrich Gomperz le escribió a su autor contándole sus
propias dificultades para realizar un autoanálisis. En respues-
ta, Freud le hizo a su corresponsal la siguiente advertencia:

Si usted choca con semejantes enormes dificultades


en la interpretación de sus sueños, es decir, si erige unas
resistencias tan tremendas contra una serie de emociones
psíquicas que lo han solicitado, el adoctrinamiento para
la interpretación de sus sueños cobra la importancia de
un comienzo de autoanálisis. Una vez que este se ha ini-
ciado, no cesará tan fácilmente. Usted está quizás en un
momento de elaboración que no aceptará que se lo en-
torpezca ni interrumpa. Si pudiera sobreponerse a este
peligro y perdonarme la indiscreción con la que me vea
obligado a perseguirlo e investigarlo y los sentimientos
encontrados que probablemente he de despertarle; en una
palabra: si está dispuesto a emplear el despiadado amor
por la verdad de los filósofos contra su propio mundo
interior, entonces me sentiré sumamente complacido de
colocarme en el papel del “otro” en esa tarea.24

El “adoctrinamiento” ofrecido por Freud para interpretar


los sueños pone en evidencia que el autoanálisis –y con ello la
23
Los conocimientos de Freud sobre la teoría antigua de los sueños pro-
vienen del pequeño libro de Theodor Gomperz titulado Traumdeutung
und Zauberei. Ein Blick in das Wesen des Aberglaubens, Viena: Carl
Gerold, 1866, que tuvo el mérito de catalogar por primera vez la biblio-
grafía sobre el tema.
24
Freud a Heinrich Gomperz, 15-11-1899, en Freud: Briefe 1873-1939
(comp. por Ernst und Lucie Freud), Francfort, 1960, p. 252. [Corres-
pondencia de Sigmund Freud, T. II, Biblioteca Nueva, 1997, p. 416.]

Akoglaniz 31
SOÑAR CON FREUD

confirmación de la teoría– no se desprenderá solamente de la


lectura del libro. El contacto personal con Freud –como el
“otro”–, e inclusive la visita a su consultorio de enfermeda-
des nerviosas, eran también necesarios para aprender la téc-
nica y poder llevar la teoría a un nivel de validación. Heinrich
Gomperz, en quien Freud creyó encontrar en principio un
discípulo, lo visitó efectivamente por las tardes, proveyéndole
un “material inmenso” para la interpretación de sus sueños
(FF, 19-11-1899, p. 427 [Amorrortu, p. 226]). El psicoanalista
aunque no siempre daba la interpretación al novato cara a
cara, también le envió notas en las que descifraba formal-
mente algunos sueños. De ese modo, el joven filósofo acepta-
ba el papel que Freud ya había avizorado para los lectores
más críticos de La interpretación de los sueños: el de un pa-
ciente que se resiste. Al principio Gomperz se presentó así
como un lector crítico, ya que sugirió a Freud una serie de
correcciones y complementos para el texto. De acuerdo con
ello, él mismo veía sus procesos oníricos “como material para
una explicación más completa de los sueños”. Con todo, Freud
rechazó esas sugerencias con una afirmación que sin tapujos
desplaza a Gomperz de la categoría de crítico a la de paciente
histérico:

No creo que se lograra hacer irreconocible para el


gran público el material de pensamientos y recuerdos
que ocultan sus sueños. También lo considero a Ud. un
histérico, lo que no quita que esté sano y se muestre ca-
paz de resistencias.25

Sin embargo, Freud no logró convertir a este filósofo y crí-


tico ni en un paciente ni en un discípulo. El “experimento” no
arrojó ningún resultado, aunque sirvió para hacerle ver con

25
Op. cit. El pasaje de la carta de Gomperz resulta claro a partir de la
respuesta de Freud.

32 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

claridad a Gomperz sus conductas sintomáticas de acuerdo a


lo que ocurría en el consultorio, y también pudo señalarle cómo
sus sueños después de una semana “citaban” los suyos propios
(FF, 9-12-1899, p. 427 [Amorrortu, p. 427]). Ante su amigo
Fließ de Berlín, Freud resumía la situación de este modo:

Para sumar adeptos todavía no parece llegado el


momento. Hay demasiada novedad e incredulidad y
poca comprobación sistemática. Tampoco a mi filósofo
pude convencerlo, aunque él me ofrecía las más estupen-
das confirmaciones con su material. La inteligencia siem-
pre se comporta débilmente ya que a él, en tanto filóso-
fo, le resulta fácil transformar cualquier resistencia en
una refutación lógica. (FF, 9-12-1899, p. 429).26

Por la experiencia con Gomperz, Freud tuvo la evidencia


de que para otras personas interpretar sueños era más difícil
de lo que había supuesto (FF, 26-11-1899, p. 427). La tesis
que contó con gran aceptación entre los lectores fue la de que
el contenido de los sueños está cargado de sentido subjetivo;
en cambio, surgían las más enconadas críticas cuando trata-
ba de demostrar que el contenido del sueño era el resultado
de procesos de represión que él podría sistematizar. Los aná-
lisis realizados a través de la forma epistolar ya habían lo-
grado ganar espacio fuera del consultorio médico. Con todo,
no se habían puesto límites a los lugares en los que el procedi-
miento debía desarrollarse y tampoco aparecían circunscritos
a médicos o a especialistas en psicología. Entretanto, en los
años inmediatamente posteriores a la publicación de La in-
terpretación de los sueños, se había ido constituyendo un cul-

26
[S. Freud, Cartas a Fließ, Amorrortu, Bs. As., 1986, pp. 427-429.] Más
tarde Gomperz se jactó de haber sido el único de los pocos casos cuyos
sueños –en base a la carencia de resistencia– Freud no había podido
analizar (Heinrich Gomperz: «Autobiographical Remarks» [1943], en
idem: Philosophical Studies, Boston: Christopher, 1953, p. 20 y ss.).

Akoglaniz 33
SOÑAR CON FREUD

to más allá del ámbito médico mezclado con una psicología


casera y una cultura mundana en la que se desplegaban jue-
gos de autoanálisis. No sólo en los salones de la burguesía
vienesa ilustrada se iniciaron intentos de interpretación
onírica con distintos grados de seriedad, sino que además en
el propio clan familiar de Freud algunos miembros se sintie-
ron atraídos por llevar a cabo pruebas de ese tipo.
Así, por ejemplo, el hermano menor de Sigmund,
Alexander, su ocasional compañero de viaje, que era experto
en planificación ferroviaria, había venido siguiendo de cerca
el surgimiento de la teoría sobre los sueños a partir de discu-
siones conjuntas. Después de la publicación del libro,
Alexander aprovechó la oportunidad para pergeñar una
“contrateoría” redactada con cierto tono jocoso de índole
intrafamiliar. En ese manuscrito, que ha permanecido inédito
hasta ahora, bajo el título de “La interpretación de los sueños
del Prof. A. Freud”, retomó con mucha ironía, pero al mismo
tiempo muy prolijamente una crítica a muchas discusiones
personales con su hermano bajo forma de alusiones.27
Alexander Freud compartía evidentemente la idea de consi-
derar el sueño como cumplimiento subjetivo de un deseo. Sin
embargo, se oponía a la tesis de que todo sueño era el cumpli-
miento de un deseo. El manuscrito consta de una serie de
sueños propios y de otros amigos, efectuados bajo ciertas
premisas, algunos registrados inmediatamente después de la
publicación de La interpretación de los sueños. Ese material
fue considerado por Alexander como una variante mucho
más pragmática, cuestionando lo postulado por su hermano
de modo general como “inconciencia del sueño”. Mientras
que Sigmund Freud admitía sólo en los niños que el deseo se
vuelque de modo manifiesto en la narración del sueño,
Alexander lo generalizaba para los sueños de los adultos,
aunque con la limitación de que no todo sueño implicaba el

27
Véase el documento 1 en el Apéndice.

34 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

cumplimiento imaginario de un deseo. Su objeción contra esa


formulación freudiana se expresaba de la siguiente manera:

He llegado a esta afirmación después de comprobar sin


asomo de dudas gracias al material que se halla a mi dispo-
sición, que la afirmación de mi gran colega [se refiere a su
hermano Sigmund] debe considerarse por lo menos inexacta.
A partir de numerosos sueños /chalomes/ [yiddisch por
“sueños”] de mis amigos, tanto como de los míos propios,
me fue posible constatar que el sueño sólo es satisfacción de
aquellos deseos que en la vida de la vigilia no se cumplen.
Por el contrario: los deseos satisfechos nunca se sueñan.28

La modificación que emprendió Alexander en la teoría de


su hermano se desprendía de una estricta separación entre
contenido manifiesto y latente del sueño, por un lado, y de la
distinción entre sueño y vigilia, por otro. Los ejemplos oníricos
en los que se demuestra esa transformación del deseo, retoman
los sueños utilizados por Sigmund Freud en su libro. Los sue-
ños que allí aluden a amigos y miembros de la familia volvían
a proveer, según se desprende del texto de Alexander, mate-
ria para sueños en el seno de su familia y en el círculo de
amigos. Justamente, un sueño de la noche de Fin de Año en la
serie de Alexander provenía de su amiga Emma y se vincula-
ba estrechamente con un ejemplo de La interpretación de los
sueños. Se trata allí del conde Thun, que también aparece
como figura central en un sueño analizado por Freud y repe-
tido varias veces en el libro.29 Así como Sigmund Freud se
identifica con el conde, también Emma toma esa posición,
dado que a ella la gente la llama “conde Thun” en su sueño.
28
Véase el documento 1 en el Apéndice.
29
También Alexander Freud aparece en el mismo sueño de su hermano.
Se lo identifica como cochero de un carruaje, cuyo caballo se halla ex-
hausto. Sigmund solía cansar a su hermano menor durante sus viajes
conjuntos, pues planeaba siempre un programa demasiado vasto (cf.
GW II/III, 434) [Amorrortu, T. V, pp. 431-432].

Akoglaniz 35
SOÑAR CON FREUD

El manuscrito de Alexander revela que La interpretación


de los sueños había llegado a fomentar en algunos círculos,
entre amigos y familiares, una especie de juego de sociedad
en el que la interpretación profana oscilaba entre la corrobo-
ración del método y el escepticismo. En los salones de la bur-
guesía, los sueños se contaban mutuamente, se rehacían los
sueños formulados por Freud, se analizaban los sueños de los
otros; ello significaba dar una nueva aplicación a los méto-
dos de La interpretación de los sueños por fuera del contexto
clínico. Así, el último sueño que Alexander registra lo obliga
a formular una conclusión, que también bajo la misma forma
se encuentra en otras reseñas sobre el libro y que en el domi-
nio de la clínica habría de jugar un importante papel en la
historia del psicoanálisis en controversias posteriores, a saber:
“1. Que no todos los sueños son expresión de un deseo; 2. Que
un sueño puede dar lugar a interpretaciones opuestas”.30
Las primeras reseñas de La interpretación de los sueños
que habían empezado a circular demostraban también que el
intento de Freud de posicionar la explicación psicoanalítica
del sueño entre la ciencia oficial y la opinión de los no profe-
sionales no había resultado tan exitoso como había creído en
un principio.31 La mayoría de los artículos extensos que apa-

30
Cf. Documento 1 del Apéndice.
31
No existe hasta el momento ninguna investigación histórica detallada de
las reseñas que suscitó el libro. Una buena perspectiva sobre los primeros
comentarios en lengua alemana es la que brinda la selección compilada
por Gerd Kimmerle: Freuds Traumdeutung. Frühe Rezensionen 1899-
1903, Tubinga: Edition diskord, 1983; y también la de Norman Kiell:
Freud Without Hindsight. Reviews of His Work 1893-1939, Madison
(CT): International Universities Press, 1988. En la obra de Kiell se docu-
mentan apreciaciones arbitrarias y erróneas de artículos anteriores, como
por ejemplo el de Hannah S. Decker, quien no sólo sostiene que la teoría
del cumplimiento del deseo había encontrado una aprobación generaliza-
da, sino también que el libro de Freud había sido reseñado de modo más
positivo por los no profesionales que por los especialistas. (Cf. Freud in
Germany. Revolution and Reaction in Science, 1893-1907, New York:
International Universities Press, 1977, pp. 21, 278 y ss.)

36 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

recían en la prensa diaria o en revistas culturales ponían el


acento en la base médico-científica de La interpretación de
los sueños, como por ejemplo:

Quien sostenga que este libro es comprensible para


los no profesionales y que el mundo de los legos encon-
trará solaz en su lectura por sus interesantes aportes, co-
mete un craso error. La interpretación de los sueños de
Freud es la obra de un investigador serio y, en mi opi-
nión, se halla destinada a aquellos que posean una bue-
na base médica o psicológica.32

Efectivamente, la primera reseña extensa que apareció en


el periódico vienés Die Zeit había ya puesto sobre el tapete la
confrontación entre legos y especialistas. Su autor, Max
Burckhardt, figura influyente en la vida cultural vienesa por
haber dirigido el prestigioso Burgtheater, se colocó agresiva-
mente en la pose del lego que se opone a la “ciencia” practi-
cada por médicos y psiquiatras:

El autor es un médico y desde el comienzo lo revela


cuando declara “no haber traspasado el círculo de los
interesados en la neuropatología”. De allí se desprende
que su libro está destinado solamente a un público for-
mado por especialistas en sentido estricto, gente que de
antemano parece gritar a los legos un descorazonador
hands off. Sin embargo nosotros, los legos, somos per-
sonas terribles. Leemos también las obras de contenido
científico que sus autores nos prohíben. Nos imagina-
mos que si están escritas ordenadamente las tenemos que

32
H. K.: «Träume und Traumdeutung», en Fremden-Blatt, Viena, 54/67,
(1900), citado por Kimmerle, op. cit., p. 50. Para una apreciación similar,
véase Carl Metzentin: «Über wissenschaftliche Traumdeutung», en Die
Gegenwart. Wochenschrift für Literatur, Kunst und öffentliches Leben,
56/20, (1899), pp. 386-389.

Akoglaniz 37
SOÑAR CON FREUD

entender. Y lo que es peor: al final nos formamos nues-


tro propio juicio y osamos decir frescamente que el au-
tor tiene razón o no la tiene.33

Estas afirmaciones aconsejan exhibir la misma falta de


respeto frente a médicos y psiquiatras que no son objetivos,
porque miran “a toda la humanidad desde el cubículo de un
manicomio”. En rigor, Burckhardt apelaba al “sentido co-
mún del lego”, al tiempo que instaba a sus lectores a leer y a
comprobar las teorías de Freud.34 Por el mismo motivo, ata-
caba la teoría del cumplimiento del deseo por ser un artificio
en el consultorio del neurólogo, quien habría “construido”
los deseos para luego sostener que sus pacientes se los han
confirmado. 35 Contando uno de sus propios sueños,
Burckhardt asumía también el papel de autor, al pretender
analizarlo freudianamente. Sin embargo esgrimía, al mismo
tiempo, que por el hecho de producir un sueño como satisfac-
ción de un deseo, eso no valía como prueba para la generali-
zación de la teoría. Burckhardt seguía haciendo valer “la vie-
ja teoría aristotélica que veía en los sueños nada más que el
producto del trabajo incesante de la imaginación”.36
La temprana recepción de los especialistas se presentó,
por el contrario, sin sorpresas para Freud. Los representan-
tes de la psicología experimental que pertenecían a la escuela
de Wundt o estaban bajo su égida, se mostraron “natural-
mente horrorizados por esa arremetida dentro del territorio
de la ciencia” (FF, 17-1-1902, p. 500)*. El psicólogo William
Stern, por razones metodológicas, calificaba la teoría como
“equivocada e inaceptable”, criticándole a Freud que anota-

33
Max Burckhardt: «Ein modernes Traumbuch», en Die Zeit, 22/275,
(1900), pp. 25-27; citado por Kimmerle, op. cit., p. 27.
34
Cf. p. 29.
35
Cf. p. 35.
36
Cf. p. 44.
* S. Freud, Cartas a Fließ, Amorrortu, 1986, p. 499.

38 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

ra primero sus sueños y luego se embarcara en un juego de


asociaciones libres transcriptas al papel, que lo llevaba de
vuelta al nivel de deseos inconscientes en la forma de “una
fantasía de la vigilia a la que se le da rienda suelta”. Además,
decía Stern:

Se elabora la hipótesis de que ese juego asociativo,


pero en forma inversa, es similar al proceso que ha obra-
do también en el sueño; así se produciría el vínculo entre
los deseos y el contenido onírico. Lo que en el análisis de
la vigilia se debe al azar, se tornaría en la síntesis onírica
su contenido principal. En este procedimiento todo re-
sulta discutible.37

También otros académicos del campo de la psicología, que


eran escépticos ante teorías basadas en material clínico, re-
chazaban lapidariamente “ese juego interpretativo con pre-
tensión de método científico”.38 Incluso una de las críticas posi-
tivas –una de las pocas que también gustó a Freud–, afirmaba
que “no se puede vincular con una técnica científica y tampo-
co se puede enseñar todo este asunto” (FF, 18-6-1900, p. 460
[Amorrortu, p. 458]).
En rigor, para hacer una lectura psicoanalítica de los pro-
pios sueños se necesitaba un hábito de introspección que fija-
ra su atención sobre fenómenos del inconsciente. Por ello, la
lectura del libro de Freud se desarrollaba en los primeros tiem-

37
William Stern: «S. Freud. Die Taumdeutung», en Zeitschrift für
Psychologie und Physiologie der Sinnesorgane 26 (1901), pp. 130-133;
citado por Kimmerle (op. cit., p. 63).
38
Op. cit., p. 64. Paul Mentz, discípulo de Wundt, se opuso en su reseña a
la teoría freudiana del sueño como cumplimiento de un deseo y la
suposición «mística» de un inconsciente (Vierteljahresschrift für wissen-
schaftliche Philosophie, 25 [1901], p. 112 y ss.). Para el rechazo de La
interpretación de los sueños por Wundt, véase Alexandre Métraux: «Räu-
me der Traumforschung vor und nach Freud», en Lydia Marinelli/Andreas
Mayer (Comp.): Die Lesbarkeit der Träume, op. cit., pp. 127-187.

Akoglaniz 39
SOÑAR CON FREUD

pos en el seno de las instituciones clínicas, dado que poseían


lugares de observación y experimentación que permitían ha-
cer visibles manifestaciones del inconsciente. El sueño, que se
presentaba como un objeto inseguro para la investigación
científica porque no era ni visible ni tangible, obtuvo allí
un estatuto epistémico por su vinculación con otros signos
observables en la clínica o en el consultorio neurológico.39
En las páginas que siguen intentaremos demostrar cómo se
vinculaban las lecturas de La interpretación de los sueños
con diferentes formas de hacer legibles los relatos oníricos en
los dos ámbitos clínicos de Zurich y Viena que constituirían
los ejes centrales para la posterior institucionalización del mo-
vimiento psicoanalítico.

2. Escritura inconsciente:
el análisis de los sueños por correspondencia

¡Si supiera cómo escribir de modo más inconsciente!


EUGEN BLEULER DURANTE SU AUTOANÁLISIS REALIZADO
CON MÁQUINA DE ESCRIBIR, 5-11-1905.

Las primeras señales de un reconocimiento de la teoría


freudiana sobre los sueños por parte de la ciencia oficial lle-

39
En estas líneas seguimos la localización histórico-científica sugerida por
Carlo Ginzburg para el psicoanálisis como un «paradigma indicial» que
se habría formado en el siglo XIX. (Cf. C. Ginzburg: «Clues: Roots of an
Evidential Paradigm» en idem: Clues, Myths, and the Historical Method,
Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1989, pp. 96-125). Nuestra
aproximación muestra sin embargo, a nivel metodológico, una divergen-
cia esencial. No buscamos rasgos comunes entre los métodos disciplina-
rios diferentes y la técnica psicoanalítica para encuadrarlos en un «para-
digma» o «modelo» cerrado, sino más bien nos interesa esbozar cómo
por aquella época no se había logrado diferenciar el método consolidado
de la interpretación de los sueños en los distintos ámbitos clínicos.

40 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

garon desde la Clínica Burghölzli en Zurich. Eugen Bleuler,


profesor universitario en psiquiatría y director de la clínica,
fue el responsable de que los trabajos de Freud tuvieran allí
una pronta recepción.40 En 1905 Bleuler escribía en su co-
mentario que La interpretación de los sueños contenía:

…una vasta serie de lúcidas observaciones e interpreta-


ciones. En cuanto a las interpretaciones, sólo parecen
fantasiosas en la medida en que uno mismo no haya
investigado en esa dirección.41

Por esta época estaba ya en contacto epistolar con Freud y


le enviaba regularmente sus propios sueños y asociaciones para
aprender y verificar la técnica. Como se vio ya en el caso de
Heinrich Gomperz, la simple lectura del libro no alcanzaba
para comprender el método de interpretación. El aprendizaje
en el autoanálisis requería el contacto personal con Freud, quien
se tornaba entonces a menudo en ese intercambio el “otro” o
el “maestro”, al dar lugar a la correspondencia con el res-
pectivo “discípulo”. En contraste con el filósofo que no que-
ría cumplir el papel de paciente, y con los psicólogos acadé-
micos para quienes era sospechosa la yuxtaposición de las
“fantasías de la vigilia” (connotadas patológicamente) con
un método estrictamente científico, La interpretación de los
sueños podía en el ámbito clínico de la autoobservación vin-
cularse con otros procedimientos para descifrar síntomas.
40
Carl Gustav Jung, quien desde diciembre de 1900 era médico asistente en
Burghölzli, redactó ya en enero de 1901 una exposición sobre el texto
breve de Freud titulado «Über den Traum» para sus colegas de la clínica.
(Jung: «Sigmund Freud `Über den Traum´», en idem: Gesammelte Werke,
T.18/1, Düsseldorf, 1995, pp. 389-397). Freud informó a Fließ acerca de
la mención positiva que hizo Bleuler de sus trabajos en 1904 (FF, 26-4-
1904, p. 505 y ss. [S. Freud, Cartas a Fließ, Amorrortu, p. 504 y ss.]).
41
Eugen Bleuler: «Bewußtsein und Assoziation» («Diagnostische Assozi-
ationsstudien», V. Colaboración) [1905], en Carl G. Jung (Comp): Di-
agnostische Assoziationsstudien. Beiträge zur experimentellen Psycho-
pathologie, T. 1, Leipzig: Barth, 1910, p. 232).

Akoglaniz 41
SOÑAR CON FREUD

En Burghölzli se combinaban distintas prácticas y técni-


cas de registro para seguirle el rastro al inconsciente. La ex-
perimentación con el método asociativo era considerada
promisoria y había sido iniciada con la hipnosis para ser lue-
go combinada con la interpretación psicoanalítica de los sue-
ños. Este experimento, que en anteriores análisis psicométricos
había sido llevado a cabo primero con personas “normales”
que se habían prestado a la prueba, obtuvo así en la clínica
de Burghölzli un estatus novedoso y privilegiado, ya que de-
bía servir para elaborar un diagnóstico psicopatológico nue-
vo. De ese modo, tanto personas “sanas” como pacientes
con distintos diagnósticos (epilepsia, histeria, idiotez), tenían
que pasar por un test en el que se les solicitaba responder con
la primera palabra que se les ocurriera a ciertas palabras que
el encargado del experimento les leía de una determinada
lista. Tanto las asociaciones llevadas a cabo por el individuo
analizado, como así también el tiempo de la reacción medido
con un quinto de segundo eran registrados en la lista junto a
la palabra causante del estímulo. Con la ayuda cronométrica,
se realizaba así una cuantificación de la “resistencia” del
paciente. De este modo, la persona que efectuaba el experi-
mento comparaba, con posterioridad al test, cada uno de los
tiempos de reacción por medio de una tabla estadística, con
los del otro grupo de prueba constituido por “personas sanas
y educadas” (en este caso el personal y los médicos de la
clínica). Cuando se sobrepasaba el tiempo de reacción, ello
era considerado un indicador de la resistencia de la persona
sujeta al test, cuyo origen radicaba en la represión de un com-
plejo de raíz afectiva. Además del indicador cuantitativo, se
registraban distintas “conductas sintomáticas” del individuo,
como desvíos cualitativos del desarrollo cronométrico según
la norma del experimento, por comparación con los tiempos
promedio de una persona considerada “normal”. Todas las
exteriorizaciones afectivas (como risa, llanto, miedo, etc.) que
dificultaban el experimento, eran consideradas expresiones

42 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

de la resistencia contra la revelación del complejo incons-


ciente. Gracias a este instrumental, podían manifestarse en
el transcurso de un interrogatorio posterior –ya fuera como
acontecimientos traumáticos del pasado del paciente o como
incidente delictivo en el caso de un sospechoso–, hechos que
registrados por escrito de manera “objetiva” servirían como
documento para mostrar al paciente. Dado que el orden del
experimento estaba dividido en forma de preguntas y res-
puestas entre dos personas (en el que una producía el estímu-
lo, al mismo tiempo que medía y registraba, mientras que la
otra se hallaba sólo bajo la presión de tener que reaccionar
rápidamente), todo el proceso se presentaba como una va-
riante experimental intensificada de la técnica del interroga-
torio policial, en el que pueden ser captadas incluso las aso-
ciaciones inconscientes “volátiles”.42
Como el proyecto con el método de la asociación llevado
a cabo en Burghölzli apuntaba a implantar un nuevo tipo de
diagnóstico, a Bleuler y a sus médicos asistentes, Carl Gustav
Jung y Franz Riklin, no sólo les importaba revelar mediante
las asociaciones de un individuo hechos o situaciones psíqui-
cas pasajeras, sino también obtener una clave de su persona-
lidad como un todo:

Así, se refleja en la actividad asociativa el ser psíquico


en su pasado y en su presente de modo completo, con
todas sus experiencias y objetivos. Esa actividad se trans-
forma en un indicio de todos los procesos psíquicos que
a nosotros nos toca tan sólo descifrar para conocer al
individuo en su conjunto.43

42
Por ello, la criminología se presenta como uno de los más importantes
campos de aplicación del procedimiento. Cf. Carl G. Jung: «Die
psychologische Diagnose des Tatbestandes», en Schweizerische
Zeitschrift für Strafrecht, 28 (1905), pp. 369-408.
43
Eugen Bleuler: «Über die Bedeutung von Assoziationsversuchen» [1904],
en Carl G. Jung (Comp.): Diagnostische Assoziationsstudien, T. I, p. 4.

Akoglaniz 43
SOÑAR CON FREUD

El experimento con las asociaciones prometía cancelar una


de las falencias relacionadas con la autoobservación realizada
de manera aislada, por la que siempre la “percepción interior”
debía orientarse hacia uno de los muchos “complejos” de los
que forman el “Yo” pero nunca hacia este como totalidad.44
Las debilidades del observador aislado, que tan sólo pue-
de concentrarse sobre determinado complejo ignorando otros,
se topan ahora con una orientación expansiva de autoobser-
vación mutua en la clínica de Burghölzli en su totalidad, que
producía una objetivación e interpretación de los respectivos
“complejos” de sus miembros. Los médicos y sus familias, así
como el personal auxiliar, funcionaban como las personas
“sanas” para la prueba, mientras que los pacientes represen-
taban las diferentes referencias patológicas. Como todos se
sometían al mismo experimento, surgió así un catálogo psí-
quico de toda la institución publicado sin mencionar los nom-
bres de los involucrados que resultaría básico para una “doc-
trina estadística de los complejos”.45 Como se desprende de
un informe de Bleuler, a cada evento rutinario de la clínica se
le confirió un significado epistémico (y en lo sucesivo tam-
bién moral):

44
Eugen Bleuler: «Versuch einer naturwissenschaftlichen Betrachtung der
psychologischen Grundbegriffe», en Allgemeine Zeitschrift für
Psychiatrie und psychisch-gerichtliche Medicin, herausgegeben von
Deutschlands Irrenärzten 50 (1894), p. 143 y ss. El término «comple-
jo», que Bleuler utiliza aquí y del que Jung hará después su marca
registrada, proviene de la psicología asociativa. Los médicos de Zurich
lo utilizan a menudo como sinónimo de «personalidad múltiple» o de
«alma secundaria», de modo que se vincula con la psicología clínica
francesa de esa época (Pierre Janet) o la psicopatología estadounidense
(Morton Prince). Dentro del psicoanálisis, el término siguió un curso
problemático. El uso de la palabra en plural («complejos profesiona-
les», «complejos matrimoniales», «complejos sexuales», etc.) se desvía
de la aceptación por Freud de un «complejo nuclear» (el posterior «com-
plejo de Edipo»). Después de la ruptura con Jung, Freud se desprende
totalmente del uso del concepto y sólo mantiene el de Complejo de Edipo.
45
Esta es la denominación que le da Jung mismo a su proyecto en carta a
Freud del 28-6-1907. (FJ, p. 73).

44 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

Los médicos de Burghölzli no sólo se han contado


mutuamente sus sueños, sino que durante años hemos
prestado atención a toda pista que detectara un comple-
jo: como un lapsus al hablar o un error al escribir, el
trazar una palabra muy por encima de la línea, conduc-
tas simbólicas, tararear melodías inconscientes, olvidos,
etc. De este modo nos hemos conocido mejor, nos he-
mos brindado mutuamente un panorama más comple-
to de nosotros mismos y de nuestras inquietudes cons-
cientes e inconscientes; y fuimos lo suficientemente ho-
nestos como para aceptar las interpretaciones correctas
como tales.46

En este clima proclive a la interpretación en pos de un


método para establecer diagnósticos, los escritos de Freud
fueron leídos con atención en función de esos intereses. Sin
embargo, la lectura de La interpretación de los sueños y la
aplicación de la técnica no fueron de la mano. Por ello Eugen
Bleuler le escribió enseguida a Freud, pues no tenía éxito en
sus intentos de verificar el método interpretativo psicoanalí-
tico con sus propios sueños:

Por lo general sueño tal confusión de eventos que no


me es posible repetirlos en palabras y conceptos una vez
despierto. Si sueño algo coherente, rara vez se me ocurre
una pista; tampoco lo logran mis colegas que se ejercitan
en eso y ni siquiera mi esposa puede sacar nada en limpio,
aunque posee un sexto sentido para todo lo psicológico.

Después de que el círculo de interpretadores de la clínica


fracasara en la explicación de los sueños de su director, Bleuler
inició un intercambio epistolar para el análisis, que duró va-
46
Eugen Bleuler: «Die Psychoanalyse Freuds. Verteidigung und kritische
Bemerkungen», en Jahrbuch für psychoanalytische und psychopatho-
logische Forschungen 2 (1910), p. 660.

Akoglaniz 45
SOÑAR CON FREUD

rios meses, con el “Maestro” Freud, quien debía “mostrarle


el camino con algunos indicios”, de modo que él “pudiera
encontrar la solución”.47
Bleuler empezó contándole a Freud sus sueños, y luego, a
pedido de éste, le envió también regularmente las asociacio-
nes que registraba con su máquina de escribir con el propósi-
to de que se las interpretara. Este médico suizo no ocultaba
su escepticismo tanto frente al método asociativo como al
panorama teórico freudiano, que se le antojaba “insuficien-
te”; y así escribía:

El análisis del simple discurrir de las ideas no me re-


sulta para nada. Me sucede que me quedo sin palabras
o, por el contrario, me pierdo irremediablemente, de
modo tal que al final sólo me resta volver al tema en
cuestión con un impulso consciente.48

Para favorecer el análisis, Bleuler comenzó a dividir su


correspondencia en dos partes: una con las cartas que firma-
ba y en las que hacía observaciones críticas a las teorías de
su “estimado colega”; y otra en la que consignaba sus sueños
y asociaciones, pero que enviaba por separado en forma anó-
nima. Esta división entre paciente-discípulo, por un lado, y
crítico-colega, por el otro, debía colaborar con ayuda de sus
autoobservaciones a crear una base empírica a la crítica. En
este sentido, Bleuler insistía en que Freud considerara los pro-
ductos de sus análisis escritos “como fundamentos para una
crítica de la técnica y no como material para la interpreta-
ción de los sueños”.49

47
Eugen Bleuler a Sigmund Freud, Zurich, 9-10-1905. Cf. Apéndice.
Bleuler, que era casi de la misma edad que Freud, se presentaba a sí
mismo en sus cartas como su «discípulo» (cf. las cartas del 14-10-1905
y del 28-11-1905).
48
Bleuler a Freud, 14-10-1905.
49
Ver la misma carta ya citada.

46 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

De la primera entrega del “discípulo” Bleuler se despren-


de por qué le interesaba tanto conservar el anonimato, pues:
“Usted no debe publicar este sueño. Me presento ante mis
médicos bastante desnudo y me reconocerían. También mi
esposa”.50 El texto se interrumpe abruptamente después de
la segunda página en la que Bleuler, a instancias de Freud, ha
estado tratando de descifrar sexualmente los símbolos de su
sueño:

El intento de seguir adelante por este camino puede


fracasar, porque yo debería fijar todo en el papel, lo cual
es imposible. Estoy haciendo, en verdad, una mala selec-
ción.51

Cuando Bleuler vuelva a intentarlo, será su intuición


grafológica, es decir la mirada del que busca vestigios, lo que
le permitirá encontrar un indicio seguro para descubrir los
rasgos de su complejo:

Entre los histéricos, los complejos se desprenden de la


escritura […], pero también entre no-histéricos he en-
contrado por el mismo camino muchos complejos.52

En consecuencia, Bleuler se pone a investigar sus comple-


jos, tomando como instrumento la máquina de escribir. Como
el indicador más confiable para un complejo oculto vale aho-
ra el error estenográfico –por analogía con el error manus-
crito–, en el que están en juego procesos motores y de asocia-
ción:

En la medida en que no se tenga mucho entrena-


miento, el escribir a máquina es un gran detector de com-

50
Ver Apéndice, carta del 14-10-1905.
51
Ver la misma carta.
52
Ver Apéndice, carta del 5-11-1905.

Akoglaniz 47
SOÑAR CON FREUD

plejos. Pero hay algo maldito en esto, pues los dejo esca-
par, a menos que no los conozca ya.53

Bleuler no podía explicarse por qué su autoanálisis le daba


tanto trabajo:

Desde muy joven estuve acostumbrado a analizarme


sin problemas. Por supuesto que no me gusta decirle a la
gente todo. Es obvio. Esto no debería ser un obstáculo
para el autoanálisis y para el análisis científico con otras
personas.54

¿Cuáles eran los obstáculos tan embarazosos para el di-


rector de la clínica de Zurich según el autoanálisis de Freud
en La interpretación de los sueños?
Las dificultades que provocaban las exigencias de Freud se
daban a partir de la especial configuración social y epistémica
en la que los sueños se tornaron el objeto de autoobservación.
En el medio clínico, Bleuler funcionaba como director, pero
también como modelo moral en la lucha contra el alcoholismo
y la criminalidad. Una publicación que frente a sus familiares
y colegas pusiera al desnudo exteriorizaciones de tintes agresi-
vos y sexuales, como correspondía al autoanálisis freudiano,
estaba por ello completamente excluida.55 La distribución de

53
Ver la misma carta. Para lapsus en la escritura, véase Freud: Psychopathologie
des Alltagslebens, Berlín, 1904, p. 35 y ss. [«Psicopatología de la vida
cotidiana», Amorrortu, T. VI, p. 1], entre los que su autor también
agrega en ediciones posteriores las errata (GW IV, 142 [Amorrortu, T.
VI, p. 128]). Freud se distancia aquí de la explicación que daba Wundt,
para quien los lapsus de lectura y escritura provenían de una «distrac-
ción de la atención». Según Freud, se produciría, en cambio, «un quie-
bre de la atención a causa de un pensamiento extraño que nos solicita»
(idem, p. 37 [GW IV, p. 145 y ss.], [Amorrortu, T. VI, p. 131 y ss.]).
54
Ver Apéndice, carta del 5-11-1905.
55
Como su predecesor Auguste Forel, Bleuler llevó a cabo durante toda
su vida una campaña contra el alcoholismo, que era el eje de sus activi-
dades científicas y de ética social.

48 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

roles sociales en la clínica se reflejaba también en la práctica


interpretativa, pues la revelación de “complejos” embarazosos
era considerada difícil ante el director:

En una oportunidad, conté uno de mis sueños delante


de mis asistentes y de mi esposa. Sucedió que estando yo
presente no se avanzaba para nada en la interpretación. Se
me pidió entonces que saliera de la habitación, y cuando
regresé se me expuso el sueño ya analizado, pero esto no
correspondía en absoluto con lo que yo pensaba. Allí se
habían mezclado claramente los complejos de mi mujer,
quien en el análisis había llevado la voz cantante.56

En un sentido estricto, la práctica y la escenificación poste-


rior de la autoobservación estaban reguladas, con todo, por
los arreglos epistémicos del test de asociación de la teoría del
inconsciente que estaba implícita. Según la teoría psicológica
que Bleuler se había agenciado como “práctica de entrecasa”,
el sueño ponía en evidencia una personalidad ajena al yo de la
vigilia (un yo anormal). Por ello, el proceso temporal del des-
pertar fue considerado capital para decidir si el sueño era o
no reproducible para el yo de la vigilia, es decir el “normal”:

Si uno se despierta lentamente, el complejo onírico


tiene tiempo para acordar más asociaciones con el yo en
su regreso a su condición normal y el recuerdo se produ-
ce de manera más fácil que con un despertar abrupto.57

Esta premisa, que se reforzaba con los experimentos


cronométricos y asociativos, condujo a una separación de
56
Bleuler a Freud, carta del 14-10-1905. Ver Apéndice.
57
Bleuler, en Jung, op. cit., 1910, p. 253. De este modo, el sueño aparece
colocado en una serie de situaciones patológicas que transforman al yo,
como sucede con la ingesta excesiva de alcohol: «Lo que se experimenta
en el sueño, cualquiera sea el grado de imprecisión, equivalente a la
embriaguez, está ligado a un yo anormal», p. 254.

Akoglaniz 49
SOÑAR CON FREUD

aquellos sueños poco “reproducibles” de otros que podían


ingresar a la cualidad de la vida consciente y que permitían,
por esto mismo, que se los tradujera en conceptos lógicos de
la vigilia. Dentro de esta catalogación, Bleuler podía leer aque-
llo que ya sabía pero había olvidado; sin embargo, no era
capaz de develar hechos reprimidos del inconsciente. La idea
de la represión la desechaba en su propio caso con el argu-
mento de que para poder refutar la teoría freudiana de la
sexualidad infantil con sus propias observaciones de aquella
época había extendido su perspectiva de autoobservación
hasta sus tres años de vida.58 De manera coherente, esperaba
que en sus sueños aparecieran sus actuales “complejos que
me alteran en grado sumo” y no “cosas viejas”.59
Bleuler tuvo ocasión de expresar bien pronto sus opinio-
nes sobre el psicoanálisis en relación a los análisis oníricos de
Freud en el “caso Dora”, que consideró un “logro genial”:

La dificultad para convencer a otra gente de la co-


rrección de sus ideas no ha de menguar. Los otros no
poseen su visión, y por eso no están en condiciones de
formarse un juicio propio. El psicoanálisis no es ni una
58
En consecuencia, Bleuler negó en forma reiterada también la «resisten-
cia emocional» (Gemütswiderstand) que Freud suponía estaba obran-
do en su caso. Cf. carta del 17-10-1905 en el Apéndice.
59
Véase carta del 5-11-1905. La idea de un complejo inconsciente como algo
olvidado (no percibido) se adscribe en cierta manera bajo el orden experi-
mental de los tests de asociación. De modo claro se nota esto en Francis
Galton, que pasa por ser el «autor» del test –al mismo tiempo, como la
persona de la prueba y el experimentador: este registró primeramente una
serie de palabras al azar, para después taparlas y olvidarlas (es decir, sacarlas
de su campo visual), hasta que luego fueron nuevamente destapadas en la
prueba, que permitía resolver las asociaciones, que estaban en la base del
«complejo». Cf. Andreas Mayer: «Von Galtons Mischphotographien zu
Freuds Traumfiguren. Psychometrische und psychoanalytische
Inszenierungen von Typen und Fällen», en: Michael Hagner (Comp.): Ecce
Cortex. Zur Geschichte des modernen Gehirns, Gotinga, 1999, pp. 110-
14; y Andreas Mayer: «Thinking in Cases, Picturing Types. On the Afterlife
of Galton’s Composite Photographs in Psychoanalysis», Annual of
Psychoanalysis, Vol. 38-39 (en preparación para 2011).

50 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

ciencia ni una artesanía. En sentido corriente no se pue-


de enseñar. Es un arte. Se nace con este don, sólo quien
lo posea será capaz de desarrollarlo.60

El médico asistente de Bleuler, Carl Gustav Jung, que por


esa época publicaba un libro titulado El diagnóstico psicoló-
gico de la evidencia, era de otro parecer. Jung estaba combi-
nando ya el experimento asociativo con “los principios del
genial psicoanálisis de Sigmund Freud”, y lo defendía de los
ataques de William Stern diciendo que:

Freud es, sin duda, una persona genialmente dotada;


pero su psicoanálisis no es, al menos en cuanto a sus
principios, un arte inimitable, sino un método que se
puede transmitir y enseñar.61

Dado que como médico asistente pertenecía al grupo que


hacía las interpretaciones de sueños de la clínica, Jung seguía
así al pie de la letra los esfuerzos de su superior. Además,
paralelamente a los análisis oníricos del intercambio episto-
lar entre Bleuler y Freud, publicaba su primer análisis exten-
so de un sueño que provenía de una paciente a la que le había
diagnosticado histeria. La estrategia de esta investigación
consistía en completar el material “objetivo” de la prueba
asociativa con los análisis psicoanalíticos “subjetivos” del
sueño. Mientras que, por una parte, el experimento con los
rasgos que caracterizan a los complejos proporcionaba la
“idea general” para un diagnóstico, por otro lado Jung aco-
plaba como un complemento los sueños de su paciente, a los
que consideraba “expresiones simbólicas del complejo”.62
60
Bleuler a Freud en carta del 28-11-1905. Ver Apéndice.
61
Jung: Die psychologische Diagnose des Tatbestandes [1906], en idem:
Gesammelte Werke, T. II, p. 352.
62
Jung: «Assoziation, Traum und hysterisches Symptom» [1906], en idem
(Comp.): Diagnostische Assoziationsstudien. Beiträge zur experimen-
tellen Psychopathologie, T. II, Leipzig: Barth, 1910, p. 50.

Akoglaniz 51
SOÑAR CON FREUD

Recién en su libro Sobre la psicología de la demencia precoz,


que apareció poco después, pasó a relatar, en un punto es-
tratégicamente importante, un sueño propio; sin embargo, lo
hizo de manera anónima al endilgárselo a un amigo:
Veía cómo unos caballos eran izados a una altura in-
definible por medio de una gruesa soga. Uno de ellos me
llamó particularmente la atención. Era de fuerte porte color
tostado, atravesado por múltiples riendas, y ascendía en
el aire, atado como si fuera un paquete. De golpe la soga
se rompió y el caballo se desplomó sobre la calle. Tenía
que estar muerto. Sin embargo, enseguida pegó un brinco
y se alejó al galope. En ese momento noté que el caballo
arrastraba detrás de sí un tronco de grandes proporciones
y me asombré de que, a pesar de eso, pudiera avanzar tan
raudamente. Evidentemente estaba espantado y podía
causar una desgracia. En eso apareció un jinete sobre un
caballo más pequeño y lentamente se emparejó al desbo-
cado que, acto seguido, moderó su paso. Sin embargo, yo
seguía temiendo que desmontara al jinete, cuando un ca-
rruaje se colocó lentamente adelante y obligó así al caba-
llo impetuoso a dominar todavía más su ritmo. Entonces
pensé: ahora todo está en orden. El peligro ya pasó.63

Jung procedió en la relación textual de su análisis del mismo


modo que lo había hecho Freud cuando desarrollaba sus
aleccionadoras interpretaciones, reproduciendo por secuencias
las asociaciones en forma parcial para luego interpretarlas. Jung
primero identificó al caballo desbocado con el soñante. Para él,
las temáticas escondidas en los giros en que el caballo “ascendía
en el aire” y “pudiera avanzar tan raudamente” eran la expre-
sión de su ambición y de su complejo profesional. El galope del

63
Jung: Über die Psychologie der Dementia praecox. Ein Versuch. Halle,
1907, p. 65 y ss. [Psicología de la demencia precoz, Paidós, Bs. As.,
1987, p. 53 y ss.]

52 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

caballo lo interpretaba como “su fogosidad sexual”, frenada


por las otras figuras del sueño: por su superior Bleuler (que apa-
rece montado en el caballo más pequeño); por su esposa emba-
razada (que asociaba al caballito) y una horda de niños (que
ubicaba en el carruaje). La resolución del sueño era que el emba-
razo de la mujer y el problema de una prole numerosa obligaban
al hombre a la “moderación”: “Este sueño satisface un deseo,
ya que presenta la moderación como ya producida”.64 De este
modo Jung había arribado efectivamente a ofrecer “una vi-
sión que profundizaba matices sexuales del sueño”,65 pero sin
dar cuenta de su relación con un deseo infantil reprimido, sexual
o agresivo, como, por otra parte, lo había hecho Freud en sus
análisis ejemplares de La interpretación de los sueños.
La correspondencia entre Jung y Freud, que había comen-
zado en abril de 1906 con el envío por parte de Jung de la
primera serie de los Estudios de asociaciones para el diag-
nóstico, luego de que Freud leyera el libro sobre la demencia
precoz se encaminó en la dirección de un análisis epistolar
del sueño arriba mencionado. Una vez que Freud hubo criti-
cado los puntos flojos del análisis, Jung reconoció que el sue-
ño era suyo y justificó la falta de conclusiones de su
autoanálisis achacándosela a la autocensura:
Aunque el sueño fue analizado de modo incompleto,
yo estaba convencido de poder utilizarlo como base para
trazar los simbolismos oníricos. De toda maneras, el aná-
lisis y la utilización de algunos sueños es toda una cues-
tión en sí misma, pues uno se encuentra siempre atado a
las inhibiciones que el propio sueño establece, inclusive
cuando cree ser muy objetivo.66
Freud insistía en que Jung no había ido tan lejos como
debía: podría haber resaltado la interpretación de “tronco”
64
Jung: op. cit., p. 71 [p. 56].
65
Jung, op. cit., p. 70 [p. 55].
66
Jung a Freud, 29-12-1906; [FJ, p. 15 y ss.].

Akoglaniz 53
SOÑAR CON FREUD

como “pene” y realzado la alternancia de la carrera (caballo


y curso vital) “sin traicionarse demasiado”. Lo único que le
parecía incorrecto:
…era haber determinado que el sueño cumplía con un
deseo, en tanto, como usted debe saber, eso es algo que
sólo se puede atestiguar después de haber completado el
análisis, y por razones de principio debería ser diferente
de lo que usted informa. 67

En la contestación, Jung reconoció que en el análisis del


sueño había obrado otro tipo de censura:

Debo de haberme avergonzado a posteriori por ese jue-


go a las escondidas con mi sueño. En la primera versión,
Bleuler, a quien le había mostrado el asunto, lo vio todo
demasiado claramente. Eso me dio la oportuna ocasión de
volver a esconder algo en segunda instancia en la interpre-
tación; y así se realzó el caso de los complejos. Que no
haya atinado a relacionar “tronco” y “pene”, tiene su
explicación, en la que principalmente hay que incluir que
yo no estaba en condiciones de escribir mi sueño de modo
impersonal, pues la que lo redactó fue mi mujer (!!!).68

Así, puede decirse que la redacción del informe sobre el sue-


ño dentro del grupo que efectuaba las interpretaciones en la clínica
había sufrido una múltiple censura, en la que incidían dos de
las personas representadas: por un lado Bleuler, a quien Jung
en su interpretación había tratado de superar (mostrándose el
mejor analista); por otro lado su esposa (ante quien había que
mantener oculto un “deseo sexual ilegítimo, que era preferible
que no saliera a la luz”).69 Frente a esta censura social, no es de

67
Freud a Jung, 1-1-1907; [FJ, p. 18.] [Correspondencia de S. Freud, T. II,
Biblioteca Nueva, Madrid, 1997, p. 545.]
68
Jung a Freud, 8-1-1907; [FJ, p. 21.]
69
Jung a Freud, 29-12-1906; [FJ, p. 15.]

54 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

extrañar que tanto Jung como Bleuler rechazaran de modo


obstinado la presuposición de Freud de que había en juego una
distorsión onírica al servicio de una “censura psíquica”:

No necesitamos aceptar la presencia de una verdade-


ra censura para los pensamientos del sueño (en el sentido
que les da Freud). A manera de explicación basta y so-
bra con la inhibición nacida de la sugestión psíquica que
se crea al dormir.70

La posición de los suizos con respecto a la teoría formula-


da en La interpretación de los sueños estaba sólidamente es-
tablecida en esas afirmaciones. La práctica del experimento
asociativo debía suministrar la explicación para la “conden-
sación” (la superposición de muchas imágenes) que se daba
en los símbolos oníricos. Y ésta se limitaba a señalar el desvío
de la atención. La disminución de la atención, producida
artificialmente en el experimento (con diferentes maneras de
distraer a la persona bajo prueba) se asimilaba al estado del
que sueña. Según esta idea, el soñante se deslizaba a un esta-
dio inferior en la capacidad de su mente, en el que sólo podía
reconocer similitudes pero ninguna diferencia. En consecuen-
cia, Jung reducía los mecanismos del trabajo onírico a “la
noción de expresión por analogía con la imagen”.71 El sueño
mismo aparece en su teoría como un proceso en el que se
imponen los “complejos autónomos” por su enorme investi-
dura emocional superando el “complejo del Yo” que ordena
dormir con ayuda del “imperativo sugestivo” que nos obliga
a ello. La inhibición que procura la sugestión psíquica para

70
Jung: Dementia praecox, p. 76 [p. 58]. También Bleuler opinaba que el
concepto de censura «puede suplantarse por el más general de inhibición,
creada a partir de necesidades afectivas opuestas» («Die Psychoanalyse
Freuds», p. 727). En esta crítica tardía a La interpretación de los sueños,
Bleuler utilizó numerosos argumentos que ya había esgrimido en sus
análisis epistolares con Freud en los años 1905 y 1906.
71
Jung: Dementia praecox, p. 65 [p. 53].

Akoglaniz 55
SOÑAR CON FREUD

conciliar el sueño conduce a una disminución de la atención,


y con ello al hecho de que los símbolos oníricos sean sólo
“imprecisas asociaciones secundarias hacia pensamientos que
más bien velan su significado en lugar de revelarlo”.72 Dado
que los psiquiatras suizos sólo valoran el sueño en cuanto a
su finalidad biológica, se posicionan ante él como ante un
producto anormal. El pensamiento incompleto e impreciso
del simbolismo onírico expresaba para ellos nada más que un
nivel de adaptación extremadamente pobre hacia el entorno.
En el análisis epistolar, Jung no se sintió convencido por
Freud ni en los puntos de la teoría ni en los de la técnica
interpretativa. Para el aprendizaje del método de la interpre-
tación de los sueños y para una “confirmación subjetiva”, le
era necesaria en última instancia una visita a Viena.73 La
mezcla de correspondencia entre especialistas, en la que se
intercambian hipótesis e informaciones con el entramado ín-
timo de una relación discípulo-maestro, se volvió a continua-
ción el único modelo por el que los lectores expertos que se
hallaban lejos podían recabar un conocimiento seguro de la
técnica de la interpretación de los sueños. Jung mismo llevó
esta relación, que habría de caracterizar la primera fase de la
lectura de la obra de Freud, al punto máximo, otorgándole
un tono religioso a sus metáforas:

De todos modos, siento que he realizado un esencial


progreso interno gracias a haberlo conocido personalmente;
pues tengo la impresión de que uno nunca habría de pe-
netrar en su ciencia de no darse el encuentro personal con
usted. Frente a lo que nos queda en la oscuridad todavía a
los que estamos lejos, sólo puede ayudarle a uno la fe; la
creencia más férrea y efectiva, me parece a mí, es poder

72
Idem, p. 75 [p. 58].
73
«Para una ‘confirmación’ subjetiva, como Usted afirmó, son los sueños
lo mejor; algo que yo pude constatar en el último tiempo con algunos
ejemplos estupendos», Jung a Freud, carta del 31-3-1907; [FJ, p.28].

56 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

trabar contacto directo con usted. Por ello mi visita a Viena


fue parte de mi verdadera Confirmación.74

A pesar de esta “Confirmación” subjetiva, la lectura que


hizo Jung de La interpretación de los sueños quedó impreg-
nada del modo experimental que se practicaba en el Burghölzli.
No es casual que Jung viera la influencia de Freud en la psi-
cología justamente en el fomento del “pensamiento por ana-
logías”. 75 La alianza entre la psicología experimental
asociativa y la interpretación psicoanalítica de los sueños
(obligada en sus primeros tiempos a exhibir un salvoconduc-
to de seriedad), se presentaba como crecientemente ambi-
gua. Las diferencias que habrían de surgir luego entre Freud
y el grupo suizo, especialmente en la cuestión de la simbología,
estaban ya a la vista en los distintos operativos para regis-
trar los sueños y hacerlos legibles.

3. Médicos presumidos y enfermos informados

Durante un cierto tiempo Italo Svevo leía libros sobre


psicoanálisis.
Le interesaba comprender qué debía entenderse por una
salud absolutamente moral. Eso era todo.
ITALO SVEVO, PERFIL AUTOBIOGRÁFICO

Si en Zurich La interpretación de los sueños fue leída dentro


del círculo estrecho del ambiente psiquiátrico y, lo que es más,
fue ligada a una psicología clínica de cierta tradición, las lectu-
ras del libro en Viena corrieron una suerte más heterogénea.
Como Freud enseñaba en la universidad sin ser profesor titular,
74
Jung a Freud, carta de 11-4-1907; [FJ, p. 32].
75
Jung a Freud, carta de 6-7-1907; [FJ, p. 82].

Akoglaniz 57
SOÑAR CON FREUD

carecía allí de un marco clínico y científico que trascendiera lo


que eran solamente conferencias magistrales. El primer ámbi-
to en el que un clima interpretativo psicoanalítico pudo for-
marse se dio en 1902, con la fundación de la Sociedad Psicoló-
gica de los Miércoles.76 En ese pequeño círculo, integrado ini-
cialmente por los médicos Max Kahane, Rudolf Reitler, Alfred
Adler y Wilhelm Stekel, pero que pronto se abrió a los no mé-
dicos, se sometía a discusión material clínico de manera infor-
mal pero según el principio del “comunismo intelectual”.77
La iniciativa para la formación de este círculo no había
partido de Freud, sino del sexólogo y psicoterapeuta Wilhelm
Stekel.78 Max Kahane, quien seguía las clases de Freud, le
había llamado la atención a Stekel sobre este profesor ya
hacia 1896, pero recién más adelante se estableció entre
Kahane y Freud un contacto personal, en primer lugar a ni-
vel terapéutico. Kahane fue un pionero, pues intentó sugerir
la inclusión de la interpretación de los sueños como método
terapéutico en un manual médico. Evitó dar una descripción
más detallada, dado que se consideraba que la técnica sería
muy complicada para un médico neófito.79 Al principio Stekel
76
Para los datos sobre la expansión de los miembros y otra bibliografía
sobre esta asociación, véase Elke Mühllleitner/ Johannes Reichmayr:
«Die Freudianer in Wien. Die Psychologische Mittwoch-Gesellschaft
und die Wiener Psychoanalytische Vereinigung 1902-1938», en Psyche
11 (1997), pp. 1051-1103.
77
Siguiendo esta regla, se declaraban como un bien común todas las ideas y
críticas expresadas allí, de modo tal que pudieran ser repetidas por cualquiera
sin consideración de autoría. Recién seis años después se la modificó como
para que «todo lo expresado en el círculo como intercambio intelectual
estuviera libre para su utilización, salvo en aquellos casos en que su autor
deseara expresamente reclamar su propiedad». (P I, 5-2-1908, p. 258).
78
Cf. Sigmund Freud: «Zur Geschichte der psychoanalytischen Bewegung»
[1914], en GW X, p. 63 [«Contribución a la historia del movimiento
psicoanalítico», Amorrortu, T. XIV, p. 1]; véase también la respuesta a
este texto redactada por Stekel como «Zur Geschichte der analytischen
Bewegung» en Fortschritte der Sexualwissenschaft und Psychoanalyse
2 (1926), pp. 539-557.
79
Cf. Max Kahane: Grundriss der inneren Medicin, Leipzig-Viena:
Deuticke, 1901, p. 580.

58 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

no se había interesado por los sueños. Sin embargo, en busca


de signos de sexualidad, observó tiempo después que: “El sue-
ño me abría los ojos hacia las excitaciones sexuales prohibi-
das, de las que en la vigilia no había tenido conciencia”.80
Bajo la impresión de sus sueños sexuales y una serie de cir-
cunstancias vitales opresivas, el sexólogo se transformó por
un breve lapso en paciente y, en una segunda fase, en lector
de La interpretación de los sueños.81 En 1901, incitado por la
reseña negativa de Burckhardt de La interpretación de los
sueños, Stekel inició un análisis con Freud que se limitó a unos
ocho encuentros. Con esas sesiones, el sexólogo no sólo logró
nuevo material para sus teorías, sino que posteriormente se
describió a sí mismo como un paciente cuyos sueños y recuer-
dos habrían aportado al psicoanálisis una corroboración con-
tundente de las teorías: “Freud se asombró de que yo no ma-
nifestara represiones. Por ello, [mi caso] sería un valioso tes-
timonio para la existencia de la sexualidad infantil”.82 Sin
embargo, cuando Freud interpretó un sueño del sexólogo como
fijación con su madre, Stekel no lo aceptó. La interpretación
le parecía insatisfactoria, porque conversando con amigos
había llegado a la convicción de que los sueños sexuales son
un fenómeno humano general y, por lo tanto, no podrían po-
seer una significación etiológica para la neurosis. Su preven-
ción la declaraba, por ejemplo, de esta manera: “El así lla-

80
Stekel: «Zur Geschichte der analytischen Bewegung», p. 540.
81
La auto-presentación de Stekel en tanto investigador de la sexualidad
da pistas sobre las circunstancias de lectura sobre la que se constituyó la
Sociedad de los Miércoles y que habrían de determinar los modos de
leer posteriores. Para llevar adelante su investigación sexológica, toda-
vía sin conocer a Freud, Stekel había organizado «una especie de en-
cuesta en la que cada uno debía informar sobre su primera experiencia
sexual» (op.cit., p. 539). Su primer estudio basado en esto «Über Coitus
im Kinderalter» en Wiener medizinisches Blatt 16 (1895), pp. 247-249,
no es, como se desprendería de su título, una confrontación teórica con
constelaciones traumáticas, sino un item más para la bibliografía de
ayuda pedagógica típica del momento.
82
Stekel: op. cit., p. 540 y ss.

Akoglaniz 59
SOÑAR CON FREUD

mado complejo de Edipo es una manifestación corriente. Sólo


el exceso lo hace un fenómeno patológico”.83
Tales prevenciones no impidieron que siguiera ocupándose
de la teoría de los sueños ni que fuera un lector entusiasta del
libro de Freud. Por oposición a Heinrich Gomperz, que había
opinado que el libro proporcionaba una información incom-
pleta sobre el psicoanálisis, Stekel, paciente crítico, considera-
ba la cura como incompleta y, por ello había preferido en cam-
bio la lectura del texto de Freud. Al publicar una serie de co-
mentarios y trabajos en la prensa que se dirigían sobre todo a
un público no especializado, Stekel se transformó en el primer
propulsor de la causa psicoanalítica. En su reseña de 1902 de
La interpretación de los sueños, hizo comprensible el método
freudiano para el público en general, dado que lo describía
como “muy simple” y lo completaba con sugerencias sobre lo
que era necesario evitar en la educación infantil. La simplici-
dad de la técnica se derivaba directamente del material –sue-
ños infantiles– en el que se patentizaría el deseo (para Stekel,
sobre todo el deseo de muerte) en su más pura estructuración.84
Por esta época, cada uno de los miembros de la Sociedad
de los Miércoles empezaba a llevar a cabo análisis de los
sueños de sus pacientes. Reitler, por ejemplo, realizaba bre-
ves análisis ya antes de 1902 en su sanatorio privado, mien-
tras que Stekel lo hizo en su consultorio hacia 1903. Poco
antes de la aparición de la segunda edición de La interpreta-
ción de los sueños, Stekel publicó su libro, Situaciones de an-
gustia nerviosa y su tratamiento, que está considerado uno

83
Stekel, op. cit. Estas declaraciones sobre el tratamiento analítico de Stekel
deben ser tomadas con cierta precaución, dado que fueron escritas
muchos años después de la terapia y de la ruptura con Freud. En ese
sentido, puede decirse que Stekel, cuando privilegia el rol del analizante
en la interpretación, tiene un partido tomado en su rememoración.
84
Wilhelm Stekel: «Traumleben und Traumdeutung», en Neues Wiener
Tagblatt, 29./30-1-1902, p. 3. Stekel opone aquí el libro de Freud al de
Sante de Sanctis, considerando los sueños de los animales analizados
por de Sanctis como el tipo primigenio de los sueños humanos.

60 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

de los primeros intentos de redactar una presentación del


método psicoanalítico a la medida de los médicos terapeu-
tas.85 Para entonces el psicoanálisis ya podía jactarse del apoyo
de una mayor difusión tanto entre especialistas como legos,
aunque cada uno de los dos grupos tenía nuevas exigencias
específicas. En lo que respecta a La interpretación de los sue-
ños, ya no eran el mayor obstáculo las hostilidades de los
médicos y la ignorancia de los pacientes. El libro (así como su
breve versión más popular titulada Sobre el sueño y La
psicopatología de la vida cotidiana) había encontrado ya, en
efecto, un número tan grande de lectores entre las dos comu-
nidades, que los primeros discípulos de Freud se vieron obli-
gados a tomar una posición en cuanto a ellos.86
También por medio de la clara descripción de Stekel, los
especialistas habrían de hacerse una idea positiva de la técni-
ca psicoanalítica:

Muchos de los fracasos de los autores que presunta-


mente se han ocupado del método freudiano, radican en
que no han entendido la técnica de la psicoterapia.87

Apoyado en numerosos casos, el libro de Stekel explicaba


la técnica especialmente en forma de diálogos entre el paciente
y el médico. Su transmisión en forma dialogada seguía la única
presentación disponible hasta ese momento del procedimiento
85
Freud escribió el prólogo para este libro, aunque agregó la indicación de
que se hacía cargo de la responsabilidad del trabajo realizado por su
discípulo, pero que su participación en el libro había sido mínima.
(Sigmund Freud: Introducción a Wilhelm Stekel: Nervöse Angstzustände
und ihre Behandlung, Berlín/Viena: Urban/Schwarzenberg, 1901, p. I).
86
De las facturas conservadas de la Editorial Franz Deuticke puede deducir-
se que la primera edición de Die Traumdeutung llegaba a 600 ejemplares;
la segunda (de 1908, pero fechada en 1909), a 1050 (Freud Collection,
Library of Congress, Washington). Una cifra mayor se presume para los
textos no editados por Deuticke, Über den Traum (1901) y la versión en
forma de libro de Psychopathologie des Alltagslebens [«Psicopatología
de la vida cotidiana»], de los que, sin embargo, no hay registros.
87
Stekel, Nervöse Angstzustände, p. 122.

Akoglaniz 61
SOÑAR CON FREUD

terapéutico freudiano que había sido el “caso Dora”, publica-


do como fragmento en 1905.88 Los médicos que conocían el
psicoanálisis sólo a través de los libros de Freud, y que a causa
de la ambigüedad de su método subsumían bajo ese concepto
general las más disparatadas prácticas terapéuticas, vieron
aparecer un manual que les brindaba las normas para la praxis
de la interpretación psicoanalítica.
En el centro de cada caso, Stekel ubicaba un sueño, del
que se derivaba un breve diálogo en el que alternaban las
interpretaciones del médico y las ocurrencias del paciente,
que permitían sacar conclusiones sobre las causas sexuales
de la patología. Para alcanzar la interpretación del sueño
enfocada por el médico, Stekel proponía una modificación de
la técnica freudiana consistente en el “desenmascaramiento”
del soñante. En el caso de que al paciente no se le ocurriera
nada sobre su sueño, entonces Stekel echaba mano a la técni-
ca asociativa según el modelo de Jung, de modo de “hacer
desenrollar la bobina por una palabra estímulo o también
según el fluir de las asociaciones libres”.89 “Desenrollando”
las asociaciones a lo largo de una cadena de palabras, debía
romperse la resistencia del soñante y resultar develado el
vergonzoso complejo de las representaciones. La herramien-
ta auxiliar debía suministrar no sólo complementos parciales
al procedimiento freudiano, sino que proponía la forma en la
que se realizaba la interpretación completa. La bobina de
asociaciones puesta en acción por el paciente se correspon-
día con otra de símbolos desarrollada por el terapeuta. Si la
interpretación llegaba a un punto muerto, podría proseguirse
88
Cf. «Bruchstück einer Hysterie-Analyse» (GW V, pp. 161-286) [«Fragmen-
to de análisis de un caso de histeria», Amorrortu, T. VII, pp. 1-108]. Este
texto había sido pensado primero como un capítulo de Die Traumdeutung
(como «Traum und Hysterie»). La forma dialogada utilizada aquí por
Freud tiene mucho en común con el método de la época, que difundía una
psicoterapia «racionalmente» moderna. Compárese el muy exitoso libro
de Paul Dubois: Les psychonévroses et leur traitement moral, París, 1904.
89
Stekel, Nervöse Angstzustände, p. 144.

62 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

a pesar de todo, gracias a una operación intuitiva que obra-


ba dentro del simbolismo sexual.
Del proyecto de conocimiento autoanalítico de La inter-
pretación de los sueños no hay aquí casi nada. El manual de
Stekel debía ser apropiado para un médico que quisiera mane-
jar el procedimiento del análisis onírico. Los ejemplos aduci-
dos, provenientes de la práctica terapéutica, eran el único ma-
terial apto para el aprendizaje, de tal modo que en ellos pudie-
ra verificarse un savoir-faire técnico para la interpretación de
los sueños. Un futuro terapeuta tendría al alcance de la mano,
con la combinación de sus propias ocurrencias, la técnica de la
asociación y el uso de la simbología, un método especializado
de fácil aprendizaje que prometía éxito terapéutico.90
Si los médicos podían ser fácilmente persuadidos por el
manual de Stekel, gracias a las indicaciones presentadas para
el tratamiento y las alusiones a una rápida cura, el grupo
más exigente de lectores haría una irrupción hasta cierto punto
molesta en el consultorio terapéutico. Los pacientes se pre-
sentaban planteando dudas para con el trabajo sobre los sue-
ños, no porque no lo aceptaran, sino porque, por el contrario,
conocían demasiado bien La interpretación de los sueños y
otros textos de Freud a partir de su lectura directa. Estos pa-
cientes soñaban e interpretaban ya bajo la influencia de la
bibliografía psicoanalítica. La lectura del libro por parte de
los pacientes, algo que al principio Freud había considerado
una condición indispensable para la confirmación de su pro-
pia teoría, se volvió un problema creciente entre los pioneros
del psicoanálisis. Así, por ejemplo, Stekel describió el caso de
un joven mecánico que vino a consultarlo ya armado de una
90
Aun cuando Freud había prologado el manual de Stekel, dándole así
cierta legitimidad, pronto le echó en cara a su autor que «en el libro los
sueños no habían sido analizados como es debido» (P I, 20-11-1907, p.
238) iniciando así una confrontación con Stekel, en la que la crítica
había sido llevada a cabo primero en privado, pero que se hizo manifies-
ta en las siguientes ediciones de La interpretación de los sueños. Cf. más
adelante nuestro Capítulo 4.

Akoglaniz 63
SOÑAR CON FREUD

larga historia clínica con su correspondiente terminología para


establecer diagnósticos a partir de la bibliografía psicoanalítica
que había consultado. El joven describía sus recuerdos infan-
tiles, mencionaba sus “deseos sexuales”, sus pensamientos
obsesivos surgidos de esos deseos y sus extraños sueños, a la
par que tenía lista la correspondiente interpretación, hablan-
do de procesos represivos y conflictos psíquicos, sin haber
antes ido nunca a ver a un psicoanalista.91
Los pacientes que se ocupaban del autoanálisis y
autodiagnóstico a partir de una lectura previa, colocaban a
Stekel ante nuevos problemas. Por cierto, con su modifica-
ción del método freudiano, el sexólogo había tendido un puente
cuya otra cabecera se apoyaba en la práctica de la lectura de
vestigios tal como la ejercían los psiquiatras suizos, quienes,
por su parte, solamente perseguían una tendencia que se ha-
bía manifestado ya en el “caso Dora”. Allí se había prestado
atención no sólo al discurso de la paciente, sino también a su
conducta. Esto sucedió cuando Freud, en el curso del trata-
miento, notó en las conductas sintomáticas de “Dora” gestos
automatizados pero azarosos o marginales. En referencia a
este caso, Freud demostró de modo ejemplar cómo el analista
puede completar, gracias a conductas sintomáticas, los sue-
ños narrados y las subsiguientes asociaciones, de manera de
arribar al armado de una “prueba por indicios” sin lagunas:

Quien tenga ojos para ver y oídos para oír, se conven-


cerá de que los mortales no pueden guardar ningún se-
creto. Cuando alguien no mueve los labios, habla con la
punta de los dedos; por todos los poros se traiciona.92
91
Cf. Stekel: Nervöse Angstzustände, op. cit., p. 183 y ss. También Freud
recibió pacientes que encontraban sus síntomas en sus libros. Aquí
debe mencionarse al «Hombre de las ratas», quien consultó a Freud
porque los lapsus relatados en Psychopathologie des Alltagslebens
[«Psicopatología de la vida cotidiana»] le recordaban los suyos propios.
92
Freud: «Bruchstück einer Hysterie-analyse» [1905], en GW V, p. 240
[«Fragmento de análisis de un caso de histeria», Amorrortu, T. VII, p. 68].

64 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

Stekel, a quien la lectura de La interpretación de los sue-


ños había llevado a encontrar una justificación teórica para
crear técnicas de desenmascaramiento criminológico,93 mo-
dificó las bases con el objetivo de garantizar una “observa-
ción sistemática” de los actos sintomáticos. Desaconsejando
el uso del diván, propuso trabajar de modo tal que analista y
paciente se hallasen los dos sentados del mismo lado y con
una hoja de papel a la vista donde se anotaran de inmediato
las ocurrencias más importantes del caso. Dado que el pa-
ciente se encontrará sentado, poseerá un mayor radio de ac-
ción, pues podría levantarse y ejecutar sus “conductas sinto-
máticas”.94 En esta escenificación teatral, Stekel hace que el
paciente le cuente un sueño, que será de crucial importancia
para el terapeuta en su postura de intérprete, pues allí empie-
zan a manifestarse las conductas de los enfermos. El primer
sueño que ha sido soñado antes de comenzar el análisis con-
tiene la clave para la neurosis y de un modo relativamente
poco deformado. Mientras que los sueños posteriores esta-
rán expuestos a la influencia de la transferencia psicoanalítica,
con la subsiguiente elaboración secundaria, el primer sueño se
presenta en cambio como un anclaje para la interpretación:

93
Según su teoría, cada niño es originariamente «un criminal universal».
El neurótico que se caracteriza por un «infantilismo psíquico» es, por lo
tanto «un niño y, como tal, un criminal en potencia». (Wilhelm Stekel:
Die Sprache des Traumes. Eine Darstellung der Symbolik und Deutung
des Traumes in ihren Beziehungen zur kranken und gesunden Seele für
Ärzte und Psychologen, Wiesbaden: Bergmann, 1911, p. 314). Todos
los juegos infantiles serían así «juegos con deseos de muerte» que espe-
cialmente se dirigirían contra los padres y hermanos. Los deseos sexua-
les servirían entonces para superar una criminalidad originaria. Para
arribar a esto, Stekel agudizó en un punto capital la explicación freudiana
de La interpretación de los sueños acerca de los sueños de muerte de un
ser querido: Freud había minimizado siempre los «impulsos hostiles de
los niños», dado que ellos no sabrían todavía lo que significaba la
«muerte» y «el morir» (Cf. EA, p. 175 [GW II/III, p. 260 y ss.]
[Amorrortu, T. IV, p. 263 y ss.]).
94
Stekel: Nervöse Angstzustände, op. cit., p. 288.

Akoglaniz 65
SOÑAR CON FREUD

Los enfermos no tienen todavía idea del modo en


que el terapeuta maneja el arte de interpretar los sueños.
Por ello, el primer sueño es claro y revela casi sin ambi-
güedades el secreto de la neurosis.95

Sin embargo, ¿qué pasaría si, a partir de lecturas previas, el


paciente ya conociera el manejo del terapeuta? En ese caso, el
primer sueño perdería su condición de garantía para su inter-
pretación. La lectura de La interpretación de los sueños había
introducido, en efecto, un proceso que alteraba los sueños de sus
lectores, pues producía una distorsión aún mayor de los pensa-
mientos asociados al sueño, a la par que reforzaba la censura
psíquica. Las publicaciones que trataban la interpretación de los
sueños llegarían a producir una retroalimentación epistémica,
que no solamente privaba a los médicos de su material más pre-
ciado, sino que también habría de dificultar la continuidad de la
cura. Con la convicción de que existían sueños que posibilita-
ban un acceso más directo a los pensamientos oníricos laten-
tes, y que, debido a ello, su contenido manifiesto sería más
valioso, la transmisión del psicoanálisis a través de publicacio-
nes se convirtió en un problema para la práctica analítica que
condujo a una aporía insoslayable: donde una vez hubo enfer-
mos imaginarios, había ahora enfermos informados.96
En la serie publicada luego en el Zentralblatt für
Psychoanalyse [Órgano Central para el Psicoanálisis] sobre
los progresos de la interpretación de los sueños, Stekel expli-
caba sus prevenciones frente a lectores que no provinieran
del campo profesional diciendo:
95
Op. cit., p. 290.
96
Por esta época, en el tratamiento psicoterapéutico de las neurosis los
enfermos imaginarios representaban un papel para nada desdeñable.
Así, el método de la «persuasión», uno de los más extendidos, practica-
do por Paul Dubois, consistía en convencer al paciente por medio de
técnicas retóricas de que su enfermedad era imaginaria. Cf. Paul Dubois:
Die Einbildung als Krankheitsursache. Grenzfragen des Nerven- und
Seelenlebens, H. 48, Wiesbaden, 1907.

66 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

Los analistas que suministran a sus pacientes una pre-


paración extra a través de lecturas se parecen a los
estrategas que con antelación hacen saber el plan de ba-
talla a sus enemigos. Por eso, yo insisto en que los enfer-
mos lean solamente ciertos escritos que los orienten de
modo superficial.97

Para ejemplificar esta idea, Stekel describe el caso de:

…un paciente que noche y día viene estudiando la bi-


bliografía psicoanalítica, supuestamente para apoyar así
la cura. Ante mis objeciones, aduce que se acuerda du-
rante la lectura de varios sucesos y que ha anotado con-
cienzudamente las ocurrencias, de modo tal que la hora
apenas alcanza. Y, sin embargo, todo fue un juego, pues
a pesar de las numerosas anotaciones y recuerdos se que-
dó siempre en la superficie.98

La preocupación por el caudal de lecturas de los pacientes


estaba fundada en una postura que comprendía el mismo pro-
ceso de leer como un elemento esencial para el surgimiento y
curación de las enfermedades neuróticas. Tal dieta anímica
se había constituido en el transcurso del siglo XIX (como se
manifiesta, por ejemplo, en los escritos del médico austríaco
Ernst von Feuchterleben en su muy leído texto de difusión
«Para una dieta del alma» [«Zur Diätetik der Seele», 1838]),
y servía de modelo para el ideal de Stekel de una “Escuela de
dieta espiritual”:

Los médicos que sean también literatos deberían con-


formar un comité para determinar qué libros propon-
drían leer a los pacientes. […] Esta biblioteca estaría en
97
Wilhelm Stekel: «Die Ausgänge der psychoanalytischen Kuren», en
Zentralblatt für Psychoanalyse 3 (1913), p. 176.
98
Op. cit., p. 176.

Akoglaniz 67
SOÑAR CON FREUD

una escala que tuviera en cuenta la capacidad de diges-


tión intelectual de los pacientes de modo gradual.99

Con tal perspectiva, el médico se reservaba el control ab-


soluto sobre la potencialidad mental de su paciente. La lectu-
ra sería dosificada en pequeñas porciones según las necesi-
dades. Las condiciones para un manejo sistemático por parte
del médico podían darse sólo durante el tratamiento aislado
de la clínica o del sanatorio. En el caso del tratamiento ambu-
latorio llevado a cabo en los consultorios psicoterapéuticos
privados, en cambio, la lectura que los pacientes realizaban
por su cuenta era en principio incontrolable.100
Las distintas formas periodísticas que complementaban
La interpretación de los sueños, libro demasiado complejo
como manual, habían sido primero instrumentos de explica-
ción y difusión, pero luego se transformaron en trabas que
los enfermos bien informados colocaban a sus médicos como
estrategias de defensa cada vez más difíciles de superar. Stekel
mismo trabajaba afanosamente en los periódicos, en su cali-
dad de colaborador, promoviendo la popularización del psi-
coanálisis en el ámbito profano y participando así en la am-
pliación de múltiples resistencias, que cada vez se podían atri-
buir menos al carácter provisorio que tenían las reglas du-
rante el desarrollo del psicoanálisis.
Stekel era especialmente vulnerable frente a la erudición
de los pacientes en su práctica psicoanalítica, ya que, al otor-
garle la jerarquía de clave para la causa de la enfermedad al
primer sueño que había soñado su enfermo antes del comien-
zo del análisis, consideraba a los sueños subsiguientes como

99
Stekel: Nervöse Angszustände, p. 285.
100
En el ámbito de los consultorios privados, los efectos de retroalimenta-
ción provenientes de los pacientes ávidos por leer y escribir sobre el tema
habían sido señalados ya como problema en el curso de la última déca-
da del siglo XIX por los propagadores de la sugestión hipnótica como
técnica de curación.

68 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

deformados por todo el proceso. Desde que La interpreta-


ción de los sueños se vendía en las librerías, los pacientes de
Freud compraban el libro para tomar una posición frente a
los materiales con los que ellos mismos servían como corro-
boración del método. “El Maestro”, entretanto, con astucia
y enorme espíritu de contradicción, como se puede deducir
de la primera edición del libro, había contado con ello por el
modo en que compartía con sus pacientes conocimientos bá-
sicos sobre su método. Mientras que Stekel resolvía el pro-
blema en el nivel de la prohibición y la regulación del mate-
rial de lectura, Freud, en cambio, desplazaba la situación al
plano de la teoría. En la segunda edición introdujo un nuevo
concepto, por el que los sueños de sus lectores y pacientes
que eran soñados como reacción a su teoría, serían denomi-
nados “sueños de contra-deseo” (Gegenwunschträume) [o
«deseo de contradecir la teoría freudiana»].
Así, la paciente Emma Eckstein no sólo había exterioriza-
do sus impresiones durante la terapia, sino que también ha-
bía salido al ruedo publicando una reseña.101 En ella mantu-
vo secreto el hecho de que conocía el método freudiano del
propio consultorio de Freud. De modo similar a lo que hacían
otros lectores no médicos, ella otorgaba al método freudiano
un rango especial, realzando el papel jugado por los soñantes
concretos como autores del relato onírico. En su reseña, Emma
Eckstein se preguntaba si no habría una contradicción en la

101
La reseña de Emma Eckstein no fue tomada en cuenta por los críticos,
puesto que la que hasta el momento vale como la más rica documenta-
ción de la recepción de la obra freudiana se la adjudicó por error a
Friedrich Eckstein (cf. Freud Without Hindsight. Reviews of His Work,
1893-1939 de Norman Kiell, Madison (CT): International Universities
Press, 1988, p. 127). Cf. Emma Eckstein: «Das Seelenleben im Traum»,
en Arbeiter-Zeitung. Morgenblatt, 21-10-1900, pp. 1-3. La reseña fue
reimpresa por Wolfgang J.A. Huber, que sólo se preocupa por dar
información biográfica en torno a su aparición. Cf. Wolfgang J.A. Huber:
«Emma Ecksteins Feuilleton zur Traumdeutung», en Jahrbuch der
Psychoanalyse 19 (1986), pp. 90-106.

Akoglaniz 69
SOÑAR CON FREUD

obra con respecto a la postulación de una norma: “¿No irá


Freud demasiado lejos al sostener que todo sueño cumple un
deseo?”.102 En la primera edición del libro, sin embargo, Freud
casi no había hecho hincapié en que fuera posible clasificar
tipos de sueños para lograr comparativamente normas gene-
rales. La obra tomó ese camino, como hemos de demostrar
en el próximo capítulo, recién bajo la presión de la investiga-
ción colectiva para crear simbologías. Lo que Freud había
esbozado era, en realidad, una psicología, que por supuesto
respetaba en el sueño su multiplicidad formal, aunque redu-
ciéndola a una única formulación. Esta concepción por la cual
todo sueño estaba motivado en un deseo, la había alcanzado
a partir de sus propios sueños, que tomaron así un carácter
modélico sobre los otros que sobrevendrían.103
En la primera edición del libro, la premisa del sueño como
cumplimiento imaginario de un deseo no tenía la magnitud
que adquirió después. La ambición, el hacer pasar ciertos
hechos por no acontecidos o la comodidad para poder seguir
durmiendo eran disparadores que se consideraban también
posibles estímulos autónomos del sueño. Contra lo que mani-
festaron inmediatamente después de la aparición de La inter-
pretación… lectores no profesionales como Alexander Freud
o Emma Eckstein, fue, por consiguiente, no la tendencia sexual
de la vida onírica, sino la universalidad que se le acordaba al
principio deseante. La protesta que originó esta teoría, tanto
en pacientes obstinados como en lectores escépticos, fue re-
gulada por Freud a partir de la segunda edición del libro,

102
Emma Eckstein, op. cit., p. 3.
103
El significado que tuvieron esos «ejemplos iniciales» para la práctica
científica de Freud ha sido rara vez señalado. Fritz Wittel, por ejemplo,
los comparó con el procedimiento de Goethe, cuando se obtiene un tipo
a partir de un caso único; cf. Fritz Wittel: Freud and His Time, N.York:
Liveright, 1931, pp. 3-46). A una conclusión semejante llega Michael
Schröter («Freud und Fließ im wissenschaftlichen Gespräch. Das
Neurasthenieprojekt von 1893», en Jahrbuch der Psychoanalyse 22
1988), pp. 141-183 (esp. p. 151 y ss).

70 Akoglaniz
LEER, ESCRIBIR, SOÑAR

bajo el concepto de “contra-deseo” (Gegenwunsch). Apenas


empezaron a aparecer pacientes que con la mejor voluntad
no podían encontrar un deseo, Freud hizo lugar al deseo de
“que yo no tenga razón” (TD, 2ª. Edición 1909, p. 113 [GW
II/III, p. 163] [Amorrortu, T. IV, p. 174]). Con el agregado
posterior del “contra-deseo”, lo que estaba haciendo Freud
era reforzar la teoría de la represión, por la que todo sueño se
caracterizaría por los mecanismos deformantes de la elabo-
ración onírica, pero al mismo tiempo se le imprimía subrepti-
ciamente una ventaja a la tendencia de considerar cualquier
forma de crítica al psicoanálisis como una resistencia.104 Re-
cién veinte años después, cuando se hallaba ocupado con los
sueños de accidentes en las neurosis traumáticas, Freud se
vio obligado a limitar la función del sueño como satisfacción
de un deseo.105 En La interpretación de los sueños estas con-
sideraciones ya no tuvieron reflejo alguno.

104
La tendencia de Freud y sus discípulos de considerar como una resisten-
cia emocional a todas las formas que significaran una crítica al psicoa-
nálisis estaba aquí ya formulada, aunque se cristalizó más tarde bajo un
esquema fijo para caracterizar al «público» en su totalidad (como una
especie de «paciente colectivo»); cf. Freud: «Eine Schwierigkeit der
Psychoanalyse» [1917] en GW XII, pp. 3-12 [«Una dificultad del psi-
coanálisis», Amorrortu, T. XVII, p. 113].
105
En «Jenseits des Lustprinzips» ([1920], en GW XIII, p.11) Freud
relativiza la función del deseo, en tanto acepta la existencia de sueños
que se escapan al principio del placer para colocarse al servicio de la
compulsión de repetición [«Más allá del principio del placer», T. XVIII,
p. 14].

Akoglaniz 71
SOÑAR CON FREUD

72 Akoglaniz
Parte II
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES
La interpretación de los sueños
como diccionario de símbolos

Cuando los reyes construyen palacios, están ocupados


los carreteros.
WILHELM STEKEL: LOS PROGRESOS DE
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS.

Akoglaniz 73
SOÑAR CON FREUD

74 Akoglaniz
Cuando a fines de 1908 apareció la segunda edición de
La interpretación de los sueños, estaba también en prepa-
ración la segunda edición de Tres ensayos sobre la teoría
sexual, y Karl Abraham le comentaba a Freud que Tres en-
sayos era:

…de todos sus escritos la obra que siempre prefería, por-


que es una extraordinaria portadora de infinidad de ideas
y, en cambio, La interpretación de los sueños es tan re-
dondeada y completa que de nuestro lado no queda nada
por hacer.106

No todos los discípulos de Freud eran de la misma opi-


nión. Muchos de los que lo rodeaban buscaban complemen-
tar esa obra en la primera época como coautores, imprimién-
dole distintos derroteros. Estos complementos tenían que ver
en primer lugar con un nuevo material que debería servir
para confirmar la teoría freudiana. En este sentido, muchos
de los agregados de la segunda edición consistieron en indi-
caciones sobre experimentos (como los tests asociativos, prac-
ticados en el Burghölzli) o confirmaciones del método y aná-

106
Abraham a Freud, carta del 23-11-1908, en Sigmund Freud/Karl
Abraham: Briefe 1907-1926, editadas por Hilda C. Abraham y Ernst
L. Freud, 2ª edición corregida, Francfort, 1980, p. 68.

Akoglaniz 75
SOÑAR CON FREUD

Índice de la cuarta edición con correcciones de Otto Rank.

76 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

lisis de sueños hechos por analistas miembros de la Asocia-


ción de los Miércoles.107
Sin embargo, a partir de 1909 los psicoanalistas contaron
con un nuevo órgano en el que podían dar a conocer el nuevo
material (antes de que se incluyera en la obra de Freud o de
que fuera allí reelaborado). Con la aparición del Jahrbuch
für psychoanalytische und psychopathologische Forschung
[Anuario para la Investigación Psicoanalítica y Psicopatoló-
gica], que primero fue editado por Freud y Bleuler y que con-
tó con Jung como jefe de redacción, se inició una nueva era
en el psicoanálisis, que puede denominarse del “saber cientí-
fico a través de las revistas”.108 A las estructuras de comuni-
cación epistolar u oral que se habían dado hasta ese momen-
to, se agregaba un medio que, por un lado, posibilitaba el
entendimiento interno entre los grupos de Viena y Zurich y,
por otro, se proyectaba hacia fuera para difundir los progre-
sos científicos del psicoanálisis. El círculo psicoanalítico, que
en un principio se presentaba como un grupo compacto, se
fue desmembrando con el correr del tiempo. Las nuevas re-
vistas fundadas por Freud en la época siguiente no conduje-
ron a una centralización y homogeneización de las corrientes
enfrentadas, sino más bien propiciaron su división.109 Entre-
tanto, por un lado, se estaba construyendo la primera red de
107
Freud observó que los trabajos de sus seguidores traen «sólo confirma-
ciones, nunca novedades» (TD, 2ª edición, 1909, p. 67). Esta observa-
ción, sin embargo, fue fuertemente modificada en la cuarta edición (TD,
4ª edición, 1914, p. 71).
108
Esta caracterización está utilizada aquí siguiendo el estudio sobre socio-
logía de la ciencia de Ludwik Fleck: Entstehung und Entwicklung einer
wissenschaftlichen Tatsache. Einführung in die Lehre vom Denkstil und
Denkkollektiv, Francfort, 1980 (1ª edición de 1935), pp. 146-164.
Fleck opone «el saber científico a través de las revistas» con el carácter
de lo pasajero y personal frente al «saber de los manuales» que constru-
yen sistemáticamente una estructura doctrinaria concluyente.
109
Para más detalles, cf. Lydia Marinelli: «Die Veröffentlichung der
Psychoanalyse. Zu den Anfängen psychoanalytischer Zeitschriften»,
en idem: Tricks der Evidenz. Zur Geschichte psychoanalytischer Me-
dien, Viena-Berlín: Turia + Kant, 2009, pp. 27-56.

Akoglaniz 77
SOÑAR CON FREUD

revistas psicoanalíticas (que no habría de verse coronada por


el éxito), y por otro, se hacían los más acuciantes cambios en
el texto de La interpretación de los sueños. El texto fundador
del psicoanálisis se encontraba en ese momento en su estadio
más vulnerable a la mayor parte de las revisiones críticas. El
imperativo del “progreso” y el activo afán de publicar por
parte de los discípulos fueron la causa de que pronto saliera
la tercera edición del libro (1911) y tres años después, la cuar-
ta (1914), ediciones en las que no sólo se incluían numerosas
referencias a otras publicaciones psicoanalíticas, sino en las
que también se citaban algunos textos o hasta pasajes ente-
ros de los colaboradores de Freud, otorgándoles un papel para
nada menor en el conjunto.110 Entre 1909 y 1914 –y en algu-
nos casos hasta más adelante todavía–, La interpretación de
los sueños se convirtió en el campo de batalla de las confron-
taciones entre el maestro y sus discípulos.
En las páginas que siguen se mostrarán estos enfrentamien-
tos en lo que respecta a la reestructuración del libro. La piedra
de toque con la que se medían los “progresos” de esta ciencia
naciente consistía para los psicoanalistas en la recopilación de
sueños y símbolos que establecerían una tipología. Esta inves-
tigación llevada a cabo colectivamente, aspiraba en primera
instancia no sólo a conseguir una mayor cohesión entre los
psicoanalistas de Viena y Zurich, sino también a desligar, en
alguna medida, La interpretación de los sueños de la figura

110
En la segunda y tercera edición se daban los agregados todavía entre
corchetes. Desde la cuarta, que contenía un nuevo apartado (e) sobre
simbología (en el Capítulo VI), además de dos apartados redactados
especialmente por Otto Rank, insertados como «Anexo», se dejaron de
lado los corchetes. La edición de 1925 de Die Traumdeutung
(Internationaler Psychoanalytischer Verlag) muestra de modo compa-
rativo cuán extensos son los agregados que se presentan entre la segun-
da y la quinta edición, dado que reproduce por primera vez la edición
original de 1899 (GS II), relegando las ampliaciones a un tomo separa-
do (GS III). Los agregados abarcan en esta edición 185 páginas frente a
las 542 del texto principal.

78 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

exclusiva de Freud. La evidencia sobre lo pertinente de inter-


pretar sueños de manera psicoanalítica habría de ser apoyada
con material nuevo e “impersonal”. A las observaciones clíni-
cas recolectadas venían ahora a agregarse crecientes testimo-
nios que no provenían de la clínica o el consultorio, sino del
dominio de la literatura, el mito o el folklore. La búsqueda de
sueños para una tipificación onírica y simbólica que primero
debía servir para consolidar la teoría freudiana y darle una
base universalista, pronto adquirió sin embargo otra dirección,
conjuntamente con otras teorías rivales que también aspira-
ban a la universalidad. En los próximos capítulos se mostrará
en múltiples ejemplos cómo los breves agregados a La inter-
pretación de los sueños se transformaron en poco tiempo en
revisiones totalizadoras. La simbología, que Freud había con-
siderado como un auxilio para la técnica, y al mismo tiempo
como un medio de persuasión complementario para las inter-
pretaciones psicoanalíticas, puso sobre el tapete en este proce-
so una serie de problemas metodológicos, teóricos y morales
que propulsó la escisión del movimiento psicoanalítico y la for-
mación de múltiples escuelas.

4. Una “oficina central para los sueños”:


la recopilación de símbolos

Podía leer los sueños de sus pacientes tan fácil y rápida-


mente como otros leen libros.
FRITZ WITTEL SOBRE WILHELM STEKEL,
LUCHANDO CON EL HOMBRE. LA HISTORIA DE UN FREUDIANO.

La búsqueda de una tipología psicoanalítica de los símbo-


los se caracterizó desde el principio por dos tendencias. Por un
lado, ese tipo de investigación era un elemento fundamental en

Akoglaniz 79
SOÑAR CON FREUD

el intento de darle forma al nuevo movimiento psicoanalítico


como un conglomerado cerrado y, por ello, las distintas pers-
pectivas epistémicas y sociales que signaban las prácticas clí-
nicas de Zurich y Viena con sus respectivas lecturas de La
interpretación de los sueños debían construir una base pensa-
da como conjunto colectivo. Este fructífero programa que se
plasmó a nivel organizativo en la fundación de revistas y en la
convocatoria a congresos internacionales, ponía en evidencia,
por otro lado, una serie de contradicciones metodológicas, teó-
ricas y morales con respecto a la primera edición del libro de
Freud, que provenían del singular posicionamiento de su autor.
En el programa para una recopilación de sueños había dos
aspectos que se oponían a esta cuestión de la singularidad. En
primer lugar, se postulaba que los símbolos oníricos existían
independientemente de los soñantes, es decir, separados de su
particular anclaje en los procesos interpretativos concretos.
En segundo lugar, se sostenía que no podía deducirse un
símbolo típico a partir de un único caso, sino tan sólo si era
repetido y frecuente, con apariciones en diferentes sitios. El
primer aspecto orientaba la técnica interpretativa hacia el
movimiento pendular de la purificación (despegue del sím-
bolo del contexto concreto de la situación psicoanalítica o
de la historia vital del paciente) y la reducción (explicación
de los acontecimientos sobre la base de símbolos descontex-
tualizados y purificados). El segundo aspecto, en cambio,
conducía a un criterio cuantitativo, que exigía la recopila-
ción de la mayor cantidad posible de material obtenido de
manera creciente de documentación extraclínica (de la his-
toria de las religiones, la antropología, el folklore, la litera-
tura y el mito), con el objeto de demostrar la universalidad
de los símbolos típicos. De ese modo, dejaba de ser evidente
que Freud jugara el papel privilegiado de factor primigenio
para validar cualquier símbolo como típico.
Dado que en La interpretación de los sueños subyacía
una simbología supra-individual, la técnica de interpreta-

80 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

ción desarrollada en la primera versión del libro en lugar


de lograr una unificación fue llevada a una disociación
contradictoria. Esta contradicción que desde una perspecti-
va inmanente del texto puede considerarse como una defor-
mación de la obra original (en tanto falsifica la intención
autoral de Freud), se manifiesta desde el aspecto sociológico
como la otra cara del intento de encontrar un programa uni-
ficador de las distintas posiciones dentro del movimiento psi-
coanalítico.111 La concepción teórica de la simbología y su
producción social aparecían así interrelacionadas. El elemento
colectivo que en la simbología abre un acceso común a una
“herencia” histórica, cultural y lingüística, ya no pertenecía
sólo a las condiciones semánticas de la constitución simbólica
de la significación. Con la modalidad de una investigación co-
munitaria de recopilación, se establecía también el proceso de
su producción histórica. Recolectando sueños se aglutinaría el
sentimiento de lo colectivo.
Para compilar el material recolectado no sólo hacían falta
numerosos informantes, sino que era necesario determinar
un lugar que funcionara como depósito y lugar de selección.
Ernest Jones hizo a Freud entonces la primera sugerencia en
ese sentido:

¿No cree que es hora de hacer realidad algo que usted


sugirió en La interpretación de los sueños: erigir una com-
pilación de sueños típicos? ¿Por qué no establecer una
oficina central bajo la dirección de Jung, a la que distin-
111
Hasta ahora pocos autores se han ocupado históricamente de esta cues-
tión. La mejor descripción histórico-crítica de la polémica en torno a la
simbología sigue siendo la obra de John Forrester: Language and the
Origins of Psychoanalysis, N.York: Columbia University Press, 1980,
pp. 63-110 [El lenguaje y los orígenes del psicoanálisis, México, Fondo
de cultura económica, 1989]. Para nuevos trabajos que busquen acen-
tuar y corregir las contradicciones teóricas, véanse Nicholas Rand/Maria
Torok: Questions à Freud. Du devenir de la psychanalyse, París:
Flammarion, 1998, pp. 19-34; y Agnes Petocz: Psychoanalysis and
Symbolism, Cambridge: Cambridge University Press, 1999.

Akoglaniz 81
SOÑAR CON FREUD

tos colaboradores remitieran breves informes sobre aná-


lisis? Después de un par de años los resultados podrían
ser retomados para el Jahrbuch. ¿No sería esto un tema
conveniente para discutir en el Congreso? Lo mismo es
aplicable en cuanto a los símbolos típicos. A menudo
me ha llamado la atención que siempre caemos sobre el
mismo simbolismo en diferentes países y que las asocia-
ciones están ya preformadas en todos, aunque las pala-
bras en las distintas lenguas difieran.112

A Jones no se le escapaba que Freud había cambiado su


postura frente a los sueños típicos en la segunda edición de su
libro. Mientras que en la primera hablaba todavía de que en
el tratamiento de los sueños típicos se veía “obstaculizado
por la azarosa situación […] de que no hubiera suficiente
cantidad en mi propia experiencia” (EA, p. 166), en la segun-
da edición, en lugar de este pasaje aparecía: “Los sueños típi-
cos de los individuos merecerían la más atenta de las investi-
gaciones” (TD, 2ª edición, 1909, p. 170). En esta segunda
versión se daba además por primera vez una lista de los sím-
bolos sexuales más típicos, “de modo de incitar a otros a una
recopilación más cuidadosa” (p. 200).
La fundación de la Asociación Psicoanalítica Internacio-
nal, en 1910 en Nuremberg, aceleró la puesta en práctica de
esa idea. Durante el Congreso de ese año se dio estatuto ofi-
cial, gracias a la moción de Stekel, al “trabajo de recopila-
ción de la simbología de los sueños y las neurosis”.113 Así
nació una comisión tripartita para la puesta en práctica de la
compilación confiada a Wilhelm Stekel en Viena, Karl
112
Jones a Freud, carta del 12-2-1910, en The Complete Correspondence of
Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, editada por Andrew
Paskauskas, Cambridge (MA): Harvard University Press, 1993, pp. 43 y
ss. [Correspondencia completa: 1908-1939, Madrid, Síntesis, 2001.]
113
Wilhelm Stekel: «Vorschläge zur Sammelforschung auf dem Gebiete der
Symbolik und der typischen Träume», en Jahrbuch für psychoanalytis-
che und psychopathologische Forschungen 2 (1910), pp. 740 y ss.

82 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Abraham en Berlín y Alphonse Maeder en Zurich. Sin em-


bargo, no se detallaba de qué manera habrían de consignarse
los sueños y luego calificarse. Sólo quedaba claro que el obje-
tivo era “echar luz sobre ejemplos convincentes y probato-
rios con símbolos oníricos hasta ahora desconocidos”.114
Como única indicación, se les daba a los futuros compiladores
el siguiente instructivo: “No podrán ser utilizados los ejem-
plos que no estén acompañados por sus interpretaciones”.115
La comisión encargada de la simbología, que tenía tres
sedes y respondía a dos corrientes diferentes (dado que Abra-
ham y Maeder integraban la línea suiza), debía transferir el
material al recientemente fundado Zentralblatt für Psychoa-
nalyse, que funcionaría como centro de archivo. El progra-
ma de esta revista ya no era obtener el reconocimiento cien-
tífico para el psicoanálisis (que había sido todavía el objetivo
del Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologis-
che Forschungen, fundado en 1909), sino que perseguía “una
meta esencialmente didáctica”, según la indicación de su re-
dactor en jefe Wilhelm Stekel.116 En los rubros “Comunica-
ciones” y “Varia” aparecieron allí de forma irregular obser-
vaciones, breves análisis y referencias tomadas de la literatu-
ra. En esos artículos, al principio no se les daba tanta impor-
tancia al análisis de símbolos oníricos típicos, sino más bien a
la compilación hecha por Freud de lapsus y conductas sinto-
máticas, que en 1904 habían aparecido en forma de libro bajo
el título de Psicopatología de la vida cotidiana.
Los psicoanalistas de Viena y Zurich se habían encontra-
do inicialmente sobre un dominio común, en el que eran tra-
tados de manera análoga el sueño y las conductas
sintomáticas. Como se explicó antes, la observación directa
de los pacientes por parte del médico ofrecía en ambos ámbi-
114
«Varia», en Zentralblatt für Psychoanalyse 1 (1910/11), p. 135.
115
Op. cit., p. 135.
116
Wilhelm Stekel: «Vorbemerkung der Schriftleitung» en Zentralblatt für
Psychoanalyse 1 (1910/11), p. I.

Akoglaniz 83
SOÑAR CON FREUD

tos clínicos un reaseguro epistémico para el volátil y poco


confiable objeto “sueño”. La persistente observación de los
pacientes a través de listas de palabras estandarizadas en el
experimento asociativo, proveía a los médicos del Burghölzli
la garantía de que existían realmente unos pocos complejos
estereotípicos que se manifestaban a través de un muestrario
limitado de “conductas simbólicas”.117 El comportamiento
visible de los enfermos se comparaba con el sueño invisible
de los sanos, y en ambos procesos (la representación deliran-
te y el sueño) se presuponían los mismos mecanismos de con-
formación simbólica.118 Esto significaba el intento de poner
un límite al ámbito de las interpretaciones, restringiéndolo al
espacio clínico. Esta limitación estaría garantizada por el ais-
lamiento del mundo exterior en que se encontraba el paciente
y el control metódico (con el experimento asociativo al que
debían someterse todos los habitantes de la clínica).
Sin embargo, a pesar de este procedimiento “exacto”,
los psiquiatras de Zurich sólo podían estar seguros de que
la interpretación fuera correcta echando mano al recurso
de la intuición y de la psicología cotidiana; es decir, gracias
a poder “observar personalmente” (lo que se evidenciaba
en el tono y los gestos del paciente) o a percibir que “la
explicación está dando en el clavo”.119 De modo similar,
Stekel, que en su consultorio brindaba a sus pacientes un
escenario para actuar sus “conductas sintomáticas”, se re-
117
Bajo este concepto se subsumían especialmente los lapsus significativos,
que se repetían durante el experimento.
118
Además de los artículos ya citados de Bleuler y Jung que utilizaban el
concepto de «conducta simbólica», cf. Alphonse Maeder: «Zur
Entstellung der Symbolik im Traum, in der Dementia praecox etc.», en
Zentralblatt für Psychoanalyse 1 (1910/11), pp. 383-389.
119
Cf. Bleuler: «Die Psychoanalyse Freuds», p. 667; así como también la
carta a Freud del 14-5-1905 en el Apéndice. De modo similar se expre-
saba Alphonse Maeder en el primer texto un poco más extenso que
presentaba Die Traumdeutung al público francés especializado («Essai
d´interprétation de quelques rêves», en Archives de psychologie 6 [1907],
pp. 354-375).

84 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

mitía a su más pura intuición de médico al traducir los sím-


bolos.120 A pesar de esto, el efecto buscado por sus publica-
ciones implicaba también mirar a su alrededor para recu-
rrir a interpretaciones intuitivas del público lego que, a pe-
sar del horror manifestado por los psiquiatras suizos, no
conocía límites ni metodológicos ni morales.
Mientras que el Jahrbuch a cargo de Jung respetaba el
imperativo de una ciencia “exacta”, el Zentralblatt, que te-
nía a Stekel como redactor principal, pasaba a ser el porta-
dor de una explosión discursiva en torno al psicoanálisis, en
la que se mezclaban rumores, chismes, juegos de interpreta-
ciones y casos de psicología cotidiana.121 Los primeros núme-
ros, que desbordaban de pequeñas notas de Stekel y de pa-
cientes sobre los lapsus, describían y al mismo tiempo ali-
mentaban una cultura popular de la interpretación, en la que
la simbología terminaba siendo una “abreviatura” manual
para análisis de sueños extensos. Hasta qué punto se había
desarrollado esa cultura instantánea de la interpretación pue-
de apreciarse en un texto enviado al Zentralblatt y recogido
allí como brillante ejemplo de análisis. Una muchacha, que se
encontraba ella misma en análisis, escucha la narración de
un sueño de otra a quien apenas conoce:

Ella soñó que su madre la estaba reprendiendo por


algo que no podía recordar. Esto la puso furiosa, y to-
mando una tijera se cortó un pezón que le mostró jubilosa
a su progenitora.

La muchacha analizó el sueño de la siguiente manera:

120
Stekel: «Nervöse Angstzustände», p. 291.
121
John Forrester ha llamado la atención de manera reiterada sobre los
efectos de esta práctica de interpretación psicoanalítica. Cf. The Seduction
of Psychoanalysis. Freud, Lacan and Derrida, Cambridge: Cambridge
University Press, 1990, pp. 49-61 y 243-259 [Seducciones del psicoa-
nálisis, México, Fondo de cultura económica, 1995].

Akoglaniz 85
SOÑAR CON FREUD

Sin salir de mi asombro, le comuniqué que le habría


de dar mi interpretación, pero a solas. Cuando llegó el
momento, con cierta vacilación le dije que quizá su sue-
ño podía significar que no quería tener hijos y por eso se
había recortado el pezón y lo había mostrado llena de
júbilo, como si dijera: “Sería en vano tener un hijo por-
que no podría darle de mamar”. Ante lo cual ella pali-
deció y tomando mis manos, expresó: “¿Por Dios, cómo
se dio cuenta?”. “¿De qué?”, le dije yo sorprendida. En-
tonces me confesó que estaba encinta y que por eso te-
mía la reacción de su madre.122

La autora de la interpretación no había mandado la carta


directamente al Zentralblatt sino a su analista, quien la remi-
tió a la revista para su publicación.
Cuando los profanos se dedicaban a interpretar los sue-
ños de otros, confirmaban la doctrina onírica. Con su propia
interpretación intuitiva, los legos ejercían así un trabajo pre-
paratorio para los analistas, que luego podrán referirse a esos
núcleos en que se halla una verdad. De esta manera, la inter-
pretación profana pasa a suministrar un material probatorio
para el trabajo psicoanalítico con los sueños, al que en ade-
lante sólo le resta desarrollarse explícitamente desde esa
matriz.123

122
Comunicado por J.Hárnik en Zentralblatt für Psychoanalyse 2 (1912),
p. 417.
123
La difusión de Die Traumdeutung a partir de lo que se oyó decir y de
rumores, era una especialidad del Zentralblatt. La revista consiguió una
colaboración de Jung en la que el psiquiatra comparaba lo que distintos
alumnos habían relatado sobre un sueño supuestamente repugnante
de otra niña cuyo tema central era el maestro. Su conclusión era que «el
rumor es el que ha analizado el sueño y ha dado su interpretación»; de
ese modo lo que le resta al psicoanalista es interpretar el rumor (Carl
Gustav Jung: «Ein Beitrag zur Psychologie des Gerüchtes», en Zentralblatt
für Psychoanalyse 1 [1910/11], p. 89).

86 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Dibujo de un “Sueño de Moloch” que fue enviado al Zentralblatt für


Psychoanalyse 2 [1912], p. 516 y que en forma de un escenario simboliza
tanto al padre como a la madre.

Akoglaniz 87
SOÑAR CON FREUD

El carácter unívoco de la transposición y la impersonali-


dad del procedimiento fomentan el nuevo medio de las publi-
caciones periódicas. En ellas no es necesario invadir la vida
personal del individuo que sueña o interpreta sus sueños, pues
estas instancias se encuentran en el espacio anónimo del tex-
to, donde terminan siendo figuras paradigmáticas.
A partir de esta práctica de presentación usada en las re-
vistas, Stekel concibió el plan de redactar una Interpretación
de los sueños de divulgación, que podría aparecer como una
especie de “diccionario de símbolos oníricos”.124 Ese libro
surgía paralelamente a la revisión para la tercera edición de
La interpretación de los sueños, y puede entenderse como un
emprendimiento que rivalizaba con el proyecto freudiano, pues
también Freud iniciaba en ese momento el giro que habría de
tomar su obra siguiendo un modelo de texto que prestara
atención ahora al papel de los símbolos oníricos. Poco des-
pués de la aparición de la segunda edición, había anunciado
en una sesión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena la nece-
sidad de ampliaciones, pues:

…la simbología onírica fija habría tenido allí muy poco


peso y él estaría ahora, en cambio, cada vez más cerca de
hacer posible un libro sobre los símbolos de los sueños,
pues se hallaría compilando material para publicar una
obra de ese tipo, de modo de establecer qué significaban
los elementos recurrentes, bajo la condición de que, cuan-
do no hubiera nada que informar, habría que presupo-
ner algo sexual. (P II, 28-4-1909, pp. 196 y ss.).

124
Stekel anunció esta idea por primera vez en una sesión de la Wiener
Psychoanalytische Vereinigung (cf. P II, 21-4-1909, p. 191). La denomi-
nación de «diccionario de símbolos oníricos» la empleó Freud en una
carta a Jung del 11-11-1909 (FJ, p. 286).
125
Sobre la existencia de estas notas ha llamado la atención Ilse Grubrich-
Simitis en su libro Zurück zu Freuds Texten. Stumme Dokumente
sprechen machen (Francfort: Fischer, 1993, p. 140 y ss.).

88 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

La recopilación de material de Freud consistía en una se-


rie de notas y formularios para encuestas, en los que se con-
signaban símbolos oníricos típicos y modelos de sueños, con
el objetivo de ampliar la lista publicada por primera vez en la
segunda edición (TD, 2ª edición, 1909, p. 200).125 “Va mucho
más lejos de lo que había pensado”, dice en la introducción a
sus observaciones en una nota sobre la simbología onírica,
en la que aparecen alineados distintos símbolos típicos: “Una
escalera es un coito tallado en la piedra. Paredes desnudas
son cuerpos varoniles. […] Pasillos estrechos que se conden-
san en una prisión: lo intrauterino”.126 En estos formularios
se hallan también breves anotaciones y análisis de los sueños
de los que se extraen los símbolos. Así, por ejemplo, el signifi-
cado de las paredes desnudas se refiere a un sueño registrado
el 24-5-1909: “N. homosex [ual] que ya ha soñado algo simi-
lar: desde la ventana desciende por la fachada de una casa”.127
Por la misma época, Freud redactaba un perfil de su propia
“característica onírica individual”, registrando la frecuencia
de distintos patrones oníricos en su propio caso.128
Mientras Freud reelaboraba las notas antes mencionadas
para incluirlas en el apartado “Sueños típicos” de la tercera
edición de La interpretación de los sueños, Stekel publicaba
su libro Die Sprache des Traumes [El lenguaje de los sueños],
en el que no se conformaba con simples listados. Partiendo
del énfasis puesto en el primer sueño que ya se ha menciona-
do antes y que contendría según su postura lo más importan-
te del conflicto psíquico, pergeñaba nuevas reglas técnicas.
Stekel aconsejaba a sus pacientes poner por escrito su primer
sueño y hacerlo llegar al médico, pues habiéndolo registrado
del modo menos distorsionado posible, se lo podría luego uti-
lizar para interpretar sus símbolos:
126
Freud: «3 Sammelbögen. 1 Traumsymbolik», fechado el 20-4-1909,
Freud Collection, Library of Congress, Washington.
127
«Zwei Tr[äume] vom Steigen», op. cit.
128
Una transcripción de este manuscrito se encuentra en Grubrich-Simitis,
op. cit., p. 144 y ss.

Akoglaniz 89
SOÑAR CON FREUD

Por ese camino se obtiene un material onírico exce-


lente, dado que nadie creería las tretas que ponen en
práctica los soñantes inteligentes para confundir al intér-
prete. Hacen un verdadero arte de la distorsión de sus
sueños, cuya descripción alguna vez alguien debería to-
marse el trabajo de resumir.129

Stekel llamaba también la atención de sus colegas sobre el


hecho de que: “…en los primeros días el enfermo les ha dicho
todo” y que, por eso, la cuestión consistía en apropiarse de su
saber oculto lo más rápido posible.130
Si al principio lo que había puesto en dificultades técni-
cas al médico durante la consulta había sido el lector “sal-
vaje”, ahora el problema pasaba de la lectura al proceso de
la escritura. Freud había anticipado en la primera edición
de La interpretación de los sueños una serie de sueños pro-
pios ya escritos que no había podido dilucidar. El hecho de
que a posteriori le había sido posible interpretarlos, se lo
explicaba por una resistencia que habría cesado, pero nun-
ca adujo que la imposibilidad naciera de un desconocimien-
to de los símbolos oníricos (EA, p. 305 [GW II/III, p. 526]).
Los consejos técnicos publicados por Stekel en el Zentralblatt
y en su libro llevaron a Freud a una delimitación y
complementación que fue encarando de modo paulatino en
breves trabajos dedicados a la técnica. El primero de estos
textos breves fue sobre el manejo de los sueños en el psicoa-
nálisis. Allí Freud consideraba que era innecesaria la exi-
gencia impuesta al paciente de “fijar por escrito cada sueño
inmediatamente después de despertar”.131 Sin embargo, con-
servó la convicción de que el primer sueño era importante,

129
Stekel: Die Sprache des Traumes, op. cit., p. 479.
130
Op. cit., p. 479.
131
Freud: «Die Handhabung der Traumdeutung in der Psychoanalyse»
[1912], en GW VIII, p. 356 [«El uso de la interpretación de los sueños
en psicoanálisis», Amorrortu, T. XII, p. 83].

90 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

aunque los pacientes no debían apresurarse a transponerlos


demasiado rápido: “Todo saber adquirido en el sueño sirve
también a su elaboración como advertencia”.132
La aparición del libro de Stekel desencadenó una serie de
críticas. Inclusive entre los psicoanalistas la obra fue recibida
de modo ambivalente. Por un lado, se le reconocían sus méri-
tos prácticos, pero por otro, en cambio, la metodología pare-
cía cuestionable. La reacción de Freud se sintetizaba de la
siguiente manera:

Stekel no ha sabido guardar los límites, en especial en


el terreno de la nueva simbología de los sueños. […] no
todos los sueños exigen la utilización de la simbología y,
por el contrario, muchos sueños se contentarían con una
pequeña dosis de ella para ser elucidados. Con la exclu-
sividad brindada a los símbolos, la interpretación de los
sueños se torna incierta y superficial (P III, 26-4-1911,
p. 225).

El lenguaje de los sueños sufrió también un fuerte rechazo


de las revistas especializadas.133 Los psicoanalistas reaccio-

132
Freud, op. cit., p. 355 [p. 82]. Si, por una parte, al paciente se le desacon-
seja fijar por escrito sus sueños, por otra parte, para el autoanálisis este
es un requisito imprescindible. Así, por ejemplo, Anna Freud, estando
en análisis con su padre, pone por escrito sola una interpretación du-
rante sus vacaciones: «En cuanto al sueño del que ya te he escrito, me
vengo ocupando mucho desde entonces. He llegado a borronear más
de doce páginas con mis ocurrencias y creo haber llegado a entenderlo
bastante bien. Si no me equivoco, tiene que ver con la escena primigenia
que me has contado. Por fin, puedo coincidir contigo en que en el caso
de los análisis oníricos, cuando se realizan a solas, deben ser fijados por
escrito» (Anna Freud a Sigmund Freud, carta del 7-8-1921, citada en
Anna Freud/Sigmund Freud: Briefwechsel 1904-1938, compilado por
Ingeborg Meyer-Palmedo, Francfort: Fischer, 2006, p. 343).
133
Cf. Dr. Friedemann: «Dr. W. Stekel, Die Sprache des Traumes» [Reseña]
en Journal für Psychologie und Neurologie 20 [1913], p. 103 y ss. Esta
revista en la que publicaban los psicoanalistas suizos había observado

Akoglaniz 91
SOÑAR CON FREUD

naron tratando de separar la investigación sobre la simbología


de la arbitrariedad de algunos intérpretes. Si bien Stekel era
reconocido por su intuición, esto se fue modificando rápida-
mente hasta llegar a ser considerado un intérprete demasia-
do subjetivo y “arbitrario”. Cuando Freud solicitaba que se
produjera con mayor energía un estudio conjunto de los sím-
bolos, había puesto toda su confianza en un círculo psicoana-
lítico para nada cerrado. Su objetivo había sido:

…en la medida en que aparezca asegurada, establecer


esa simbología (en algunos puntos todavía tan polémi-
ca, pero tan importante), a través de la recopilación de
ejemplos con fuerza de corroboración, que serían con-
fiados a alguien de nuestro núcleo para su revisión y
publicación; [y] verificar la simbología de Stekel y apun-
talarla en sus debilidades a través de la tarea conjunta.
(P III, 10-5-1911, pp. 238 y ss.)

5. Inversiones de la teoría

El enigma de la inversión de los sueños reza:


Tiene una lectura, pero también la inversa.
WILHELM STEKEL EN SU DISCUSIÓN SOBRE ADLER

Freud puso límites a la simbología no sólo para establecer


y consolidar de modo fehaciente la técnica de interpretación

ya, en ocasión de la primera de las «Colaboraciones sobre la interpreta-


ción de los sueños» en el Jahrbuch (en 1909), que «están repletas de las
más osadas interpretaciones y caprichosas construcciones. En concreto
es imposible rebatirlas, dado que habría que empezar por cuestionar
sus bases». («Sammelbericht über die psychotherapeutische Literatur
im Jahre 1909» [a cargo de Mohr], en Journal für Psychologie und
Neurologie 17 [1911], p. 254).

92 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

de los sueños, sino también para impedir las revisiones que


amenazaban su teoría. La tarea compilatoria de los discípu-
los debería traer ampliaciones a los pocos “sueños típicos”,
pero sin añadir casos que no pudieran asimilarse a su formu-
lación básica del sueño como cumplimiento de un deseo. Un
nuevo problema se presentó rápidamente, ya que surgían
ahora teorías rivales que pretendían universalidad, y que en
los sueños recopilados en forma desbordante podían encon-
trar una abierta confirmación.
En primera instancia, esta cuestión se tornó grave dentro
de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. En el caso de Stekel y
Adler, se puso pronto de manifiesto cómo hacían funcionar
su material clínico para corroborar sus teorías psicobiológicas.
Así, por ejemplo, Adler trataba de demostrar, apoyándose en
muchos análisis oníricos de su cosecha, su teoría del
“hermafroditismo psíquico”, según la cual cada neurótico se
hallaría en medio de una lucha entre sus tendencias masculi-
nas y femeninas.134 Este analista sostenía en una de sus con-
ferencias sobre el tema que:

…en los sueños juegan un papel todas estas manifestacio-


nes, tanto de lo femenino como la tendencia a un pasaje
hacia lo masculino. […] En este sentido, cada sueño da la
oportunidad de entender la tendencia de evolucionar de
ser una mujer a pasar a ser un hombre. También el sueño
ofrece el punto en el que se expresa la situación patógena,
cuando el niño ha fijado su rol sexual y, al mismo tiempo,
moviliza todas sus tendencias masculinas para poder afir-
marse en el mundo.135

134
Alfred Adler: «Zwei Träume einer Prostituierten», en Zeitschrift für
Sexualwissenschaft 1 (1908), pp. 103-106.
135
Alfred Adler: «Psychischer Hermaphroditismus», en P II, 23-2-1910,
p. 388 (La cursiva es nuestra). Esta conferencia fue publicada bajo el
título de «Der psychische Hermaphroditismus im Leben und in der
Neurose» en Fortschritte der Medizin, T. 28 (1910), pp. 486-493.

Akoglaniz 93
SOÑAR CON FREUD

De este modo, Adler estaba elevando una observación clí-


nica al rango de axioma universal, con el objetivo de produ-
cir una revisión de La interpretación de los sueños. Planteaba
abiertamente sus diferencias con el anuncio de una serie de
conferencias pensadas de modo programático sobre “Algu-
nos problemas del psicoanálisis”, en la que como conclusión
se proponía hablar de “la teoría de los sueños, con especial
consideración de la cuestión de la satisfacción de un deseo”.
En el anuncio de esa revisión, el cumplimiento de un deseo
aparecía subsumido a la tendencia del reaseguro, que para
Adler era “la más general de todas las tendencias oníricas”.136
Bajo el concepto de tendencia del reaseguro, Adler entendía
los reiterados intentos de desembarazarse del sentimiento de
inferioridad que se dan también al dormir. Mientras que Freud
ponía el acento en los aspectos infantiles del sueño, Adler
veía en él la obra de una idea ficcional conductora que com-
pensaba los sentimientos de inferioridad de base orgánica.
En su libro de 1912 Über den nervösen Charakter137 [El ca-
rácter neurótico] llevó a su máxima expresión la revisión de
la teoría de los sueños. Ahora se trataba de que todos los ele-
mentos de la doctrina onírica freudiana no eran según él más
que comparaciones que sencillamente debían interpretarse
como “la protesta masculina”. Cada expresión psíquica co-
rrespondía a una construcción imaginaria que el individuo se
colocaba ante sí como proyecto de vida. “La esencia del sue-
ño” consistía, entonces, en una “ficción”,138 que siguiendo la
tendencia del reaseguro simulaba superar la escisión bisexual.
Mediante una meticulosa sección clínica, el libro de Adler
pretendía reforzar esta tesis, reduciendo todos los sueños de
los pacientes a un solo esquema: la ficción como eje conduc-

136
Adler: «Einige Probleme der Psychoanalyse» (P III, 4-1-1911, p. 103).
137
Alfred Adler: Über den nervösen Charakter. Grundzüge einer
vergleichenden Individualpsychologie und Psychotherapie, Wiesbaden:
Bergmann, 1912, pp. 54-57.
138
Op. cit., p. 54.

94 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

tor. Las reversiones hermafroditas de Adler, que en cada sue-


ño encontraban un abajo y un arriba (un lado masculino y
uno femenino), desplazaron la mirada de las tendencias
oníricas retrospectivas hacia las prospectivas, adscribiéndo-
le así al sueño la idea de una potencialidad para resolver un
conflicto ante un problema futuro o reiterado. Con esta pos-
tura, Adler involuntariamente volvía a adherirse con intensi-
dad a las teorías tradicionales (especialmente a las de la filo-
sofía antigua), que sostenían que el sueño no se refería al
pasado sino al porvenir. Pero lo que es aún más importante:
en este pasaje el sueño perdía su condición prioritaria para la
práctica terapéutica, dado que había sido catalogado como
una versión de una ficción (determinante para la vida), pero
entre muchas otras expresiones psíquicas, dando más bien
lugar a aspectos de orientación pedagógica.
Entre los vieneses, la revisión de la doctrina psicoanalítica
de los sueños de Adler era la más profunda. Sin embargo,
Freud refutó esa pretensión universalista primero con la refe-
rencia a los sueños infantiles, que para él expresaban clara-
mente y de modo indiscutible el cumplimiento de un deseo,
con una tendencia activa excluyentemente libidinal. De ese
modo valorizaba los sueños citados en el tercer capítulo de
La interpretación de los sueños que debían servir para con-
firmar su teoría. En las discusiones que siguieron y que culmi-
naron con la salida de Adler de la Sociedad Psicoanalítica de
Viena Freud se refirió de modo reiterado a este material, afir-
mando que la interpretación de los sueños había partido de
“la comprensión de los sueños de los niños más pequeños”,139
para acentuar su dirección retrospectiva.
Stekel, que había tomado partido primero por Adler, si-
guió un derrotero similar en la polémica, afirmando que una
interpretación completa del sueño debería poner de relieve

139
Freud en la discusión conclusiva sobre Adler: «Der männliche Protest»
(P III, 22-2-1911, p. 169).

Akoglaniz 95
SOÑAR CON FREUD

su condición de “doble sexualidad”. En su libro Die Sprache


des Traumes había establecido el principio de la “bipolaridad”,
que estaría en la base de todos los fenómenos psíquicos.140 Eso
significaba abogar por la validación del contenido manifiesto
del sueño en desmedro del contenido latente. Bajo la influencia
de la concepción de Fließ sobre la bisexualidad y apoyándose
en el hermafroditismo psíquico de Adler, Stekel consideraba
cada sueño como efecto de dos corrientes contrapuestas. El
contenido manifiesto del sueño mostraría entonces dos polos,
que serían en cada ocasión el punto de partida de la dirección
de la lectura. De este modo, el contenido manifiesto del sueño
se podría leer simplemente a la inversa y la reversión podría
nuevamente volver a invertirse. Si, por ejemplo, un sueño em-
pieza con una fantasía sobre el futuro, entonces esto puede
interpretarse como una historia onírica de desarrollo del pasa-
do del soñante que se proyecta en el porvenir.
El enfrentamiento vienés entre Freud, Adler y Stekel se dio
predominantemente en el dominio clínico. Contra la técnica de
la doble lectura de cada símbolo onírico, Freud agregó de modo
febril una serie de “materiales para la doctrina de los sueños”,
que aparecerían en la tercera edición de su libro, a la que ade-
más de los sueños de sus pacientes añadió muchas observacio-
nes personales. Esta serie de sueños venía a demostrar que las
teorías biológicas a las que se refería Stekel (como la “doctrina
de los períodos” de su antiguo amigo Fließ) no eran válidas
para la vida onírica (TD, 3ª edición, 1911, pp. 121 y ss. [GW
II/III, pp. 172 y ss.], [Amorrortu, T. IV, p. 183]). En cuanto al
asunto de la reversión, en una conferencia en la Sociedad
Psicoanalítica de Viena observó, por el contrario, que habría
sueños “que uno debe revertir dos veces para llegar a com-
prenderlos” (P III, 1-3-1911, p. 176). A esto adosó ejemplos
contra la técnica interpretativa de Stekel, que fueron añadidos
en la tercera edición (cf., por ejemplo, TD, 3ª edición, 1911, p.

140
Cf. Stekel: Die Sprache des Traumes, op.cit., p. 535.

96 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

258 [GW II/III, pp. 333 y ss.], [Amorrortu, T. IV, p. 333]). La


simbología de Stekel, que había estimulado el procedimiento
interpretativo de Freud, obligaba no sólo a complementar la
doctrina psicoanalítica de los sueños en este terreno, sino desde
la tercera edición a ponerle límites cada vez más estrictos.141
Aquí Freud agregó un párrafo que refutaba como generali-
zaciones “indemostrables y desprovistas de verosimilitud” los
intentos de sus antiguos discípulos Adler y Stekel, que tenían
por objeto cambiar la formulación básica de la interpreta-
ción de los sueños afirmando que “todos los sueños deberían
ser interpretados de modo bisexual”, o que dejarían entrever
un “pasaje de la línea masculina a la femenina y viceversa”
(TD, 3ª edición, 1911, pp. 206 y ss. [GW II/III, pp. 401 y ss.],
[Amorrortu, T. V, pp. 398-9]).

6. Filología, tipografía y complejo de Edipo

Lo que es especialmente encomiable en la interpretación


freudiana de la saga de Edipo es que no agrega ningún ma-
terial nuevo, y para su comprensión no necesita ningún pre-
misa auxiliar, sino que hace evidente el sentido del mito en
los elementos dados.
OTTO RANK: MITOLOGÍA Y PSICOANÁLISIS.

Los cambios textuales en La interpretación de los sueños


emprendidos a partir de la segunda edición, no sólo se referían
141
Esta limitación se dio de modo gradual. Recién en 1925 Freud integró
en La interpretación de los sueños la formulación final, afirmando que
Stekel «ha puesto en práctica un método que desde la óptica científica es
inadmisible. Stekel encontró sus interpretaciones sobre símbolos por
vía de la intuición, gracias a una capacidad que le es propia para com-
prender los símbolos de manera directa. Un arte tal no puede tornarse
ley general, dado que sus logros escapan a toda crítica y sus resultados
no pueden tener por eso pretensión de credibilidad» (GS III, p. 67).

Akoglaniz 97
SOÑAR CON FREUD

a los conflictos en torno a la técnica y la teoría. La recopilación


de símbolos y sueños típicos implicaba también una presencia
cada vez más importante en la coparticipación de algunos miem-
bros del círculo psicoanalítico, ya que ella determinaba qué
dirección tomaría el libro con los cambios que se introducían.
Como lo demuestra la propia práctica que Freud ponía en
marcha en su impulso de compilación atestiguada en los com-
plementos agregados para la tercera edición (TD, 3ª edición,
1911, pp. 210 y ss.), esa tendencia en su ampliación léxica de la
simbología sexual coincidía con la que perseguía Stekel en la
forma de un “libro de los símbolos oníricos”. En todo caso,
había que efectuar un giro de timón para frenar el capricho
de cada intérprete individual. Los formularios para las en-
cuestas redactados por Freud (y también por otros analis-
tas), cuyos resultados eran objeto de discusión constante en
el seno de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, llenaban pre-
cisamente esa función. Ese primer intento correctivo se mo-
vía así por completo en el terreno de la propia experiencia
médica obtenida en el consultorio psicoterapéutico privado:
se consignaban los aportes de observaciones propias y de los
pacientes para determinar la frecuencia o infrecuencia de
aparición de un símbolo o de un patrón onírico.
Para salir al cruce de los conflictos dentro de la Sociedad
Psicoanalítica de Viena, a Freud le habría bastado con echar
mano tanto de su propia experiencia clínica como de sus obser-
vaciones. Sin embargo, la simbología utilizada por Stekel des-
encadenaba efectos que no podían detenerse tan fácilmente
con ese procedimiento. En su caso, la intuición clínica como
intérprete médico se presentaba como demasiado incierta para
lograr establecer un vínculo lo suficientemente sólido entre las
distintas comunidades psicoanalíticas en Viena y en Zurich.
Entre los suizos, Jung se destacaba por exigir que se “diferen-
ciara entre el verdadero psicoanálisis y el practicado por Stekel”.
El psicoanálisis era un trabajo que operaba “con un método
científico y no simplemente una cuestión de adivinanzas”, pues:

98 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Quien haya leído a Stekel, por lo general despreciará


los logros en nuestro trabajo, por no hablar de lo que
hacen otros. Stekel se mete cada vez más en la técnica de
interpretaciones diletantes, algo que puedo también aquí
observar con mayor frecuencia entre mis alumnos. Se
deja de lado el análisis para afirmar: “Esto es…”.142

Jung acusaba la impronta del ambiente experimental que


se vivía en el Burghölzli y pretendía obtener para el psicoaná-
lisis el prestigio de un método estrictamente científico. Por ello,
se manifestaba de manera explícita contra un estilo de inter-
pretación popular que se hallaba en expansión gracias a la
prédica de Stekel y de otros analistas vieneses. Para él, el aná-
lisis de los sueños debía responder a un trabajo basado en el
esfuerzo y la sistematización, reservado a un grupo esotérico
de especialistas. Inclusive si los médicos entre cuatro paredes
apelaban en sus interpretaciones a la intuición, el psicoanálisis
debía experimentar, al menos en sus proyecciones hacia el ex-
terior, fuertes limitaciones tanto en lo social como en lo
metodológico. El Jahrbuch, con la redacción de Jung, debía ser
la garantía de este proyecto.143 En este marco, el libro de Freud
debía encargarse de suministrar una introducción básica a la
técnica de la interpretación psicoanalítica. Por ello, Jung envió
a su autor un catálogo completo de sugerencias, acotando de
qué modo podían paliarse las falencias en la tercera edición
ahora en ciernes. Sobre todo, Jung incitaba a completar los
principales sueños de Freud (analizados de modo incompleto)
con aquellos tomados de los pacientes, de modo que sus discí-
pulos no dudaran sobre qué características habría de tener una
interpretación modélica por él patrocinada.144
La certeza de Freud acerca de la inalterabilidad de La
interpretación de los sueños, que todavía aparecía formula-
142
Jung a Freud, carta del 8-11-1909 (FJ, p. 433).
143
Cf. Marinelli: «Veröffentlichung der Psychoanalyse», op. cit.
144
Jung a Freud, 14-2-1911 (FJ, p. 433).

Akoglaniz 99
SOÑAR CON FREUD

da de manera manifiesta en el prólogo de la segunda edición


(TD, 2ª edición, 1909, VI [GW II/III, X]), habría de sufrir
ahora por primera vez un cimbronazo. Por un lado, se estaba
expandiendo la recopilación de simbología auspiciada por el
grupo vienés del Zentralblatt en dirección a una técnica po-
pularizada de transposición, cuyos efectos ya no podían ser
controlados; por otro lado, Jung, como portavoz del grupo
de Zurich, hacía valer sus exigencias por un control sistemá-
tico de la interpretación bajo una metodología explícita, aun-
que ello significara sacrificar completamente la estructura
del libro. En lo que Jung parecía ser inflexible era justamente
en quitarle su rango privilegiado a la experiencia autoanalítica
de Freud para con los sueños típicos, sustituyéndolos por los
sueños de los pacientes. Esto habría implicado, sin embargo,
una revisión absoluta de la forma de la obra; sobre todo si se
tomaba nota del viraje fundamental que su autor había im-
preso a su texto en el prólogo de la segunda edición, dándole
una nueva significación, aunque sin modificarlo en lo esen-
cial.145 Por una parte, Freud ya no seguía dirigiendo La inter-
pretación de los sueños a un público formado por especialis-
tas en psiquiatría o psicología, sino que ahora la había am-
pliado a un “círculo de personas cultivadas e interesadas en
el saber”. Por otra parte, en el prólogo mencionado Freud
había insertado una explicación que cambiaba fundamental-
mente el estatuto del libro:

Resultó que la obra era una porción de mi propio


autoanálisis, como reacción a la muerte de mi padre; es
decir, al acontecimiento más significativo, a la más seve-
ra pérdida en la vida de un hombre. (TD, 2ª edición,
1909, VI [GW II/III, X]).

145
La crítica epistemológica de Jung al papel jugado por el autoanálisis colo-
caba, al mismo tiempo, a la interpretación de los sueños en una serie de
problemas morales. A esto nos referiremos en nuestro Capítulo 8.

100 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Con ello se declaraba que el método y objeto del libro


ya no era el autoanálisis (como se sostenía todavía en la
primera versión): se establecía que la obra era el testimonio
de autoanálisis de su autor, aunque necesariamente incom-
pleto.
¿Qué dirección habría de tomar la conformación del texto
considerando esta situación conflictiva? Freud quería con-
servar la estructura fundamental de una obra en la que se
había presentado como el caso primigenio paradigmático del
psicoanálisis, pero también pretendía desactivar las críticas
de Jung. Resolvió este dilema, en oposición a Jung, con la
formulación paradójica de que había realizado “la doctrina
de la interpretación de los sueños basándose hasta cierto punto
en su propia persona y a través de sus propios defectos”. Al
mismo tiempo, anunciaba que:

…los desaciertos debían corregirse de otro modo. En el


prólogo ya redactado se dice que el libro no será reedita-
do, sino que deberá ser sustituido por uno nuevo e im-
personal, para el que contaré durante los próximos tres
o cuatro años con la ayuda de Otto Rank en la recopila-
ción de material. De ese modo, yo describiría el sueño
presuponiendo (o eventualmente comunicando) los re-
sultados tomados de la teoría de las neurosis, mientras
que Rank se dedicaría a las relaciones literarias y mitoló-
gicas.146

Este impulso renovado hacia la tarea de recopilación de-


bía salir al encuentro tanto de las interpretaciones de los sím-
bolos, intuitivas y desembozadas como las practicaba Stekel,
como del rigor metodológico reclamado por Jung. A las ob-
servaciones sobre pacientes obtenidas en la práctica clínica
se sumaba ahora un material fuertemente “impersonal”, que

146
Freud a Jung, 17-2-1911 (FJ, p. 436 y ss.).

Akoglaniz 101
SOÑAR CON FREUD

desplazaba la discusión hacia otro terreno: el dominio del


mito, la historia y la literatura.
En el curso de ese proceso, La interpretación de los sueños
experimentó los cambios más profundos. Dado que la deci-
sión de Freud de transformar ese texto mediante la escritura
de un libro “impersonal” no tuvo lugar,147 se expandió la re-
copilación, que fue ocupando cada vez más espacio. Un ves-
tigio del plan primitivo puede encontrarse todavía en la cuar-
ta edición de la obra, en la mención de Otto Rank como coau-
tor. Rank, quien percibía un sueldo como secretario de la
Asociación Psicoanalítica de Viena y, por ello, merece lla-
marse el primer funcionario del psicoanálisis, actuó primero
como el asesor filológico de Freud, siendo ajeno al área de la
medicina.148 También Jung y Stekel habían dejado caer con
frecuencia en sus trabajos clínicos ejemplos tomados de la
literatura y el mito. Sin embargo, Freud tenía la esperanza de
que la preparación filológica de Rank proporcionara un pro-
cedimiento de base metodológica que fuera más allá de la
simple función ilustrativa. En la situación llena de tensiones
en el momento de la caída en desgracia de los discípulos vie-
neses Adler y Stekel, que se combinaba además con la gene-
rada por el abierto enfrentamiento con los suizos (quienes
llevaban a cabo en forma creciente contra las teorías

147
Contra el anuncio de semejantes cambios ya había protestado el editor
Deuticke, según se desprende de la correspondencia entre Freud y Jung.
Freud, que al principio quería citar literalmente las críticas de Jung en su
prólogo, terminó por suavizar la formulación, al escribir: «Me atrevo a
predecir en qué otras direcciones se han de encaminar las subsiguientes
ediciones de La interpretación de los sueños, en caso de que existiera
una necesidad de tales cambios. Ellos deberían ocurrir, por una parte,
teniendo estrecha cuenta de la rica veta que ofrecen la literatura, el mito
y el uso del lengua; por otra parte, deberían tratar, mejor de lo que fue
posible hasta ahora, las relaciones del sueño con la neurosis y los distur-
bios mentales. (TD, 3ª edición, 1911, IX [GW II/III, p. XI y ss.]) [La
cursiva nos pertenece].
148
Para detalles biográficos puede consultarse la obra de E. James
Lieberman: Otto Rank. Leben und Werk, Gieben, 1997.

102 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

freudianas una crítica manifiesta, como la realizada por


Bleuler, o encubierta, como lo hacía Jung), Otto Rank se per-
filaba como uno de los alumnos más fieles y el mejor defensor
de esas enseñanzas.
La meta de semejante colaboración, que se volvía cada
vez más estrecha, era apoyar la universalidad de “los sueños
sobre la muerte de las personas queridas”, que se mencionan
por primera vez en el quinto capítulo de La interpretación de
los sueños, y que Freud quería asociar con la tragedia de Edipo.
En la primera versión del libro, Freud había relacionado esos
sueños de modo muy marginal con los textos de Sófocles,
pero sin hacerlos participar de un complejo doctrinal. Recién
ahora habría de tener este capítulo un vínculo más estrecho
con la doctrina del “complejo de Edipo”, que entretanto Freud
había elevado a la categoría de Schibbóleth [salvoconducto]
de la doctrina psicoanalítica de las neurosis.149
En esta tarea de colaboración se había llegado a una ver-
dadera compartimentación, pues Rank aportaba las confir-
maciones filológicas, mientras Freud se ocupaba de la teoría
psicoanalítica. Así, este último, en 1909, había colaborado
con un importante capítulo teórico incluido en el libro de Rank
titulado Der Mythus von der Geburt des Helden [El mito del
nacimiento del héroe], mientras que Rank recibió el privile-
gio de incluir (con su nombre) dos textos en la cuarta edición
de La interpretación de los sueños (1914), único entre los
discípulos en ser distinguido de esa manera.150
149
La suposición de que Freud habría descubierto el «complejo de Edipo»
durante su propio análisis, como suele sostenerse en una historiografía
del psicoanálisis hagiográfica, no cuenta con ningún apoyo histórico de
importancia. Nos apoyamos para esta afirmación en la descripción histó-
rica de John Forrester (Language, pp. 84-96), donde se documenta paso
a paso la gestación de los principios freudianos sobre la neurosis.
150
Después de la ruptura entre Freud y Rank, estas colaboraciones fueron
suprimidas en la primera revisión de la obra en 1925, cuando se volvió
a la versión original (GS II/III) y tampoco fueron retomadas en la octava
edición. Recién en 1995 han sido nuevamente publicadas de modo
separado en el libro de Otto Rank: Traum und Dichtung. Traum und

Akoglaniz 103
SOÑAR CON FREUD

“Los sueños de la muerte de las personas queridas” ocu-


paban por cierto una posición privilegiada entre otros rela-
tos oníricos típicos en la primera edición de La interpretación
de los sueños; sin embargo, su papel más que preponderante
lo adquirió recién en el curso de la confrontación por el papel
jugado por la sexualidad, que se entabló entre la segunda y la
tercera edición. Al principio Freud hizo hincapié en que se
trataría en ellos de sueños poco corrientes, porque “el pensa-
miento onírico que se forma por el deseo reprimido escapa a
cualquier censura para pasar a formar parte del sueño sin ser
filtrado” (EA, p. 184 [GW II/III, p. 273], [Amorrortu, T. IV,
pp. 274-5]). Esa omnipotencia sobre la censura onírica la ex-
plicaba por medio de “lo monstruoso” del deseo que se halla-
ba en su base: matar al padre y acostarse con la madre.
Con todo, no puede decirse que el sueño edípico fuera to-
davía paradigmático, ni tampoco que Freud considerara el
deseo onírico exclusivamente como un deseo sexual. La for-
mulación básica del sueño en la primera versión dejaba deli-
beradamente todavía abierta la cuestión del contenido del
deseo: “El sueño es el cumplimieno disfrazado de un deseo
suprimido, reprimido [unterdrückt, verdrängt]” (EA, p. 111
[GW II/III, p. 166], [Amorrortu, T. IV, p. 177]). En la tercera
edición Freud agregó una nota al pie que, citando a Rank,
modificaba esa formulación:

Me adelanto aquí a realizar una ampliación y modifi-


cación de esta formulación básica proveniente de Otto
Rank: “El sueño representa regularmente como cumpli-
dos deseos del momento (como regla también eróticos)
en forma velada y simbólica sobre la base y con el auxilio
Mythus. Zwei unbekannte Beiträge aus Sigmund Freuds «Traumdeu-
tung», editado por Lydia Marinelli, Viena: Turia + Kant, 1995. Apare-
cen también en el presente libro a modo de Apéndice. El texto de Freud
mencionado apareció en forma separada en 1924 bajo el título Der
Familienroman der Neurotiker, también en los Gesammelte Schriften
(GS XII); cf. nuestro Capítulo X.

104 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

de material sexual infantil reprimido” (TD, 3ª edición,


1911, p. 117 [GW II/III, p. 166], [Amorrortu, T. IV, p. 177]).

Pero con ese agregado, no sólo se ejecutaba una “amplia-


ción y modificación”, sino que se efectuaba una limitación
del contenido y el material del deseo onírico. Así, por un lado,
se constataba una regularidad en relación con el material; y,
por otro, se formulaba una regla que remitía al contenido
sexual del deseo.151
¿En qué se apoyaba para sostener una regularidad? El
autoanálisis y los sueños de los pacientes no le permitían re-
unir un material abundante. En su “característica individual
para soñar”, que Freud adjuntaba en su reelaboración del
capítulo para los sueños típicos, se encuentra la observación
de que “nunca he tenido un sueño desembozadamente edípico”
y que en su caso los sueños “de muerte de personas queridas”
no eran para nada frecuentes.152 Tampoco entre sus pacien-
tes la cuestión había dado resultado, al menos al principio, ya
que aducían no poder recordarlos. El viraje de la técnica
interpretativa en cuanto a este problema tomó dos rumbos.
Por una parte, Freud afirmaba que el sueño edípico aparecía
por lo general en forma velada o enmascarada:
151
En el texto de Rank que Freud cita aquí, el filólogo explica que la inter-
pretación psicoanalítica puede considerarse acabada cuando el deseo
sexual inconsciente sea satisfecho («Ein Traum, der sich selbst deutet»,
en Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologische
Forschungen 2 (1910), pp. 465-540). Las ampliaciones de la formula-
ción se suscitan por comparación textual de La interpretación de los
sueños entre la primera edición y la segunda. Rank parte de un agrega-
do en el que Freud ponía en duda su primera formulación: «dejar inde-
finido si las exigencias de lo sexual y de lo infantil pueden ser también
válidos para la teoría del sueño» (EA, p. 361): «Cuanto más se ocupa
uno de solucionar sueños, mejor predispuesto se está a reconocer que la
mayoría de los sueños de adultos tratan de material sexual y que son
portadores de deseos eróticos» (TD, 2ª edición, 1909, p. 197).
152
Freud: «Meine individuelle Traumcharakteristik» («Typische Träume»),
sin fecha, citado por Grubrich-Simitis: Zurück zu Freuds Texten, op.cit.,
p. 144.

Akoglaniz 105
SOÑAR CON FREUD

Puedo asegurar que los sueños de contacto sexual


enmascarado con la propia madre son mucho más fre-
cuentes que los explícitos (TD, 2ª edición, 1909, p. 198
[GW II/III, p. 403], [Amorrortu, T. IV, p. 400]).

Por otra parte, la búsqueda del motivo edípico desembozado


continuaba por la vía filológica que estaba a cargo especial-
mente de Otto Rank con el material más diverso fuera del
área clínica.
Con la segunda estrategia, se abandonaba el dominio de la
argumentación tradicional para un diagnóstico, con lo que el
analista se remitía a observaciones de su práctica profesional.
El creciente desplazamiento hacia la filología de la técnica
interpretativa debía servir para garantizar de manera renova-
da los múltiples atajos a los que echaba mano la intuición del
médico intérprete a través de “ejemplos transparentes” espe-
ciales. Así podían obrar otras estrategias representativas y
plausibles y, como lo había hecho ya Freud en la primera
edición de La interpretación de los sueños, se evidenciaba la
ampliación de nuevas técnicas e interpretaciones simbólicas.
Como ejemplo de este desarrollo que alcanza su culmina-
ción en la tercera y cuarta edición, puede compararse la in-
terpretación del sueño de una paciente que probablemente en
el libro de Freud sea la más breve, con una de las más exten-
sas de Rank, a la que se remite en el mismo texto a partir de
la tercera edición. En efecto, como agregado a algunas con-
sideraciones generales sobre la simbología sexual, hay un
sueño “en el que subrayo todo lo que debe interpretarse como
sexual” (EA, p. 234 [GW II/III, p. 352], [Amorrortu, T. IV, p.
353]), dice Freud, utilizando su análisis como confirmación
de su teoría. Estos subrayados, que dejan la marca del intér-
prete en el contenido manifiesto del sueño, aparecen en el
libro señalados con negrita (Cf. ilustración de las páginas mar-
cadas). La interpretación fragmentaria del sueño se traslada
de manera breve a la nota al pie. El lector debe contentarse

106 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

con la “claridad” de los subrayados, que actúan aquí como


grafías simbólicas. Con esa estrategia, se apunta a una co-
rrespondencia entre medios tipográficos y la cualidad simbó-
lica de la imagen, algo que ya antes se había instalado en el
texto como “referencia a su representabilidad” (cf. EA, p.
230 [GW II/III, p. 345], [Amorrortu, T. IV, p. 346]). Esta cua-
lidad gráfica del texto se pone en evidencia a simple vista en
la tipografía.153 De ese modo, Freud muestra el sueño como
un fragmento de la práctica clínica. La mirada médica, que
apunta de manera segura al diagnóstico, cobra sentido en el
texto a través de los términos marcados.154
Precisamente esta modalidad de práctica interpretativa
puesta en práctica para la primera edición, en la que Freud
develaba la simbología sexual de un sueño por una vía abre-
viada, le había servido a Stekel para su propia estrategia.
Stekel denominaba a este tipo “sueños biográficos”, porque
daban una especie de panorama sucinto sobre la biografía
completa del soñante (TD, 3ª edición, 1911, p.272, nota [GW
II/III, p. 354, nota], [Amorrortu, T. IV, p. 355]). Sin embargo,
como ya se ha demostrado, la práctica de este analista pro-
movió el desprestigio de su modo intuitivo. La traducibilidad
simbólica unívoca en forma de ecuaciones para cada sueño
hacía que necesitara tan sólo la primera frase de un sueño
153
Freud utiliza aquí un medio que Roger Chartier denomina «mise en
livre» (en oposición a «mise en texte»). El primer conjunto se compone
de una serie de figuras retóricas que al escribir el autor utiliza de modo
consciente para lograr una determinada lectura. A esto se sigue un
segundo conjunto de formas de presentación textuales que apoyan o
desautorizan al primero y que implica marcas tipográficas o ilustrativas;
cf. Roger Chartier: «Du livre au lire», en R.Chartier (comp.): Pratiques
de la lecture, París: Payot, 1993, p. 101 y ss.
154
Tanto en la reimpresión de las Gesammelte Werke [Obras reunidas] II/
III, como en la Studienausgabe [Edición de estudio], ya no se utilizan el
espaciado y la negrita, sino cursiva y espaciado, con lo que se logra otro
efecto. En La interpretación de los sueños de 1899 y su edición facsimilar
de 1999, Freud se servía de la negrita en otros casos posteriores en el
texto, pero sin darle el papel absoluto que tiene aquí como sustituto del
desarrollo de una interpretación.

Akoglaniz 107
SOÑAR CON FREUD

108 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Ilustración con dos páginas originales de La interpretación de los sueños donde


aparecen las marcas tipográficas en negrita con las respectivas notas al pie.

Akoglaniz 109
SOÑAR CON FREUD

biográfico para así dar una interpretación total del mismo (P


II, 5-1-1910, p. 345). Rank, por su parte, recorría ese camino
a instancias de Freud. En una verdadera competencia
interpretativa, que abarcaba más de 75 páginas, y apoyán-
dose en la interpretación de los símbolos sexuales de Freud,
trataba un sueño que le había contado una conocida con un
gesto no exento de humor. En este caso ya desaparece la per-
sonalidad del intérprete desde el título que preanuncia la idea
de autointerpretación. “Der Traum, der sich selbst deutet”
[“El sueño que se interpreta a sí mismo”] tiene dos partes,
siendo la segunda la interpretación de la primera. El comien-
zo muestra el fracaso de la satisfacción sexual, mientras que
el final lleva al logro de la misma, en tanto termina con una
“polución” nocturna. Si las dos partes contadas por la soñante
fueran leídas a la inversa, darían una “historia interna de la
evolución de su vida (sexual)”.155 Lo más notable en el texto
de Rank es la forma en que la historia se hace legible. No
sólo se trata de que en el intercambio de las dos partes (lo
primero y lo segundo soñado durante la noche) puede
interpretarse la totalidad de los símbolos concretos sin la
colaboración de las asociaciones libres del sujeto que sueña,
sino que en la generosa parte interpretativa se agregan aún
varias subpartes numeradas y divididas temáticamente
(“anexos oníricos” y “anexos de material”), que entran en
relación con el análisis del texto principal de modo múltiple.
La historia global de la soñante se vuelve así legible gracias
a una reconstrucción filológica que vincula diferentes ele-
mentos del texto onírico entre sí.
Las estrategias que se ponen de manifiesto en el primer ejem-
plo de Freud (que trabaja con subrayados hechos de su propia
mano) con el objetivo de hacer convincente la interpretación
abreviada y conscientemente incompleta y, de ese modo esti-
mular la mirada médica hacia la búsqueda de símbolos, apare-

155
Rank: «Ein Traum, der sich selbst deutet», op. cit., p. 523.

110 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

cen complementadas por una serie de procedimientos


verificativos casi filológicos, que gracias a una detallada ela-
boración del material disponible muestran la relación sobre la
que se basa la validez de la interpretación simbólica. Una pre-
sentación de la técnica interpretativa de tal índole significa un
alejamiento de formas descriptivas anteriores que se solían
desarrollar como un diálogo entre el médico y el paciente den-
tro de un escenario psicoanalítico. El creciente recurrir a tales
procedimientos de raíz filológica hacía hincapié, en cambio,
en la “impersonalidad” y la validez universal de la simbología
que había sido descifrada para la interpretación onírica.
En el período siguiente Freud decretó como criterio de
garantía poner también como apéndice a las interpretacio-
nes nacidas en la práctica psicoanalítica material extraclínico:
“Los símbolos oníricos que no tengan apoyo en el mito, el
cuento de hadas y los usos populares deberían ser considera-
dos dudosos” (P II, 10-11-1909, p. 281). La expansión de la
investigación psicoanalítica en esos dominios se hallaba ya
dada con los parangones establecidos en La interpretación
de los sueños con la fantasía, el sueño diurno y la literatu-
ra.156 El principio del sueño como cumplimiento de un deseo,
según lo que Freud trataba de demostrar en sus primeros tra-
bajos sobre la literatura, se podía observar no sólo en proce-
sos intrapsíquicos, sino que también obtenía su confirmación
en las producciones artísticas. En la base de los textos litera-
rios se encuentran según esta concepción motivaciones simi-
lares, como en el juego infantil, que responden a la fantasía
deseante. Sin embargo, Freud sugería que el desencadenante
para la elección del tema literario podrían ser los deseos eróti-
156
Muy influyentes en este sentido fueron los dos artículos de Freud de
1908 «Der Dichter und das Phantasieren» [«El creador literario y su
fantaseo», Amorrortu, T. IX, p. 123] y «Hysterische Phantasien und
ihre Beziehung zur Sexualität» [«Las fantasías histéricas y su relación
con la bisexualidad», Amorrortu, T. IX, p. 137] (GW VII). La serie
publicada por Freud como Schriften zur angewandten Seelenkunde hizo
todo un programa de la analogía entre fantasía y sueño.

Akoglaniz 111
SOÑAR CON FREUD

cos y ambiciosos en lugar de explicar la literatura en sí por


esas motivaciones.157
En la línea literaria abierta por Freud se alistaron algunos
miembros de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, quienes, con
todo, tomaban la literatura especialmente para interpretarla
desde el aspecto psicobiográfico, atrapados como estaban dentro
del estilo de las patografías de fines del siglo XIX, cuando los
escritores aparecían tratados como casos psiquiátricos por
analogía con los pacientes. En oposición a esta retórica litera-
ria patográfica, Rank y algunos otros analistas trabajaban no
con biografías, sino con registros de motivos simbólicos orien-
tados a la obra en cuestión. Karl Abraham había sido efectiva-
mente uno de los primeros en interesarse por el símbolo onírico
como clave para el mítico, sobre la base de una mitología com-
parada, y así abordar el mito como una fantasía sexual
distorsionada.158 Estos trabajos efectuaban una ampliación de
la validez de la teoría onírica freudiana gracias a métodos com-
parativos (especialmente sobre los modos funcionales de los
mecanismos de distorsión [Entstellung] tratados en el Capítulo
VI de La interpretación de los sueños), más allá de Freud como
persona, trascendiendo el ámbito clínico hacia todo tipo de
modalidad expresiva de la cultura. El método comparativo te-
nía a su disposición desde fines del siglo XIX un aparato de
excavación ampliamente aceptado, por el que las palabras o
los textos podían ser tratados como fósiles para suministrar
datos sobre culturas desaparecidas.159 Debido a la perspectiva
157
Para una analogía entre el juego infantil y el trabajo artístico, véase
Sarah Kofman: L´enfance de l´art. Une interprétation de l´esthétique
freudienne, París: Payot, 1970.
158
Karl Abraham: Traum und Mythus. Eine Studie zur Völkerpsychologie
(= Schriften zur angewandten Seelenkunde 4, editado por Sigmund
Freud), Leipzig-Viena, 1909.
159
El método comparativo fue elaborado en primera instancia por los
antropólogos interesados en la historia; cf. E.H.Ackerknecht: «On the
Comparative Method in Anthropology», en R.F.Spencer (ed.): Method
and Perspective in Anthropology, Minneapolis: University of Minnesota
Press, 1954, pp. 117-125.

112 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

comparativa, el camino metodológico de La interpretación de


los sueños hacia la literatura registraba un giro determinante,
pues ella dejaría de asumir allí el estatuto de ser sólo una con-
firmación cuando el material clínico por sí solo no pudiera apor-
tar una evidencia que fuera suficientemente convincente.
En El mito del nacimiento del héroe, los mitos heroicos
analizados conjuntamente por Rank y Freud recibieron un
papel especial, como en La interpretación de los sueños lo
habían recibido los sueños edípicos de muerte. Según la ley
básica de la biogenética de Haeckel, se consideraba la evolu-
ción del niño como una repetición filogenética de la evolu-
ción humana que podía leerse en los mitos. Las leyendas de
nacimiento registradas por Rank debían ser un anclaje para
la actividad de la fantasía infantil y del neurótico, según “la
novela familiar” recreada por Freud en el origen de la huma-
nidad. En ese sentido, Rank había arribado a la siguiente for-
mulación: la fantasía de eliminar a los padres verdaderos y
suplantarlos por otros de mayor rango social, “se encuentra
realizada sencillamente en los mitos con una osada inversión
de la situación verdadera”.160 La inversión de la realidad con-
siste en que en la novela familiar el hijo elimina al padre,
mientras que en el mito de exposición del hijo es el padre el
que se desembaraza del niño. Para poder establecer estas re-
laciones, Rank debía reelaborar el material de un modo espe-
cial. Para aislar un patrón narrativo forjó una “saga prome-
dio” tomando una serie de leyendas de nacimiento, de las que
todas serían derivados:

Si se mira la colorida maraña de las sagas heroicas


más diversas, se impondrán una serie de rasgos comunes
generales que permiten forjar una saga promedio de esos
elementos de base típicos. Este esquema podría equiva-
ler al esqueleto humano ideal, que con pequeñas modi-

160
Rank: Der Mythus von der Geburt der Helden, op. cit., p. 69.

Akoglaniz 113
SOÑAR CON FREUD

ficaciones reaparece siempre en las radioscopias de for-


mas que vistas desde afuera difieren unas de otras.161

Rank se servía aquí no sólo de una metáfora óptica, sino


que estaba también echando mano a medios tipográficos, para
realzar los rasgos comunes de un tipo –el esqueleto como mo-
tivo– mediante espaciados en el texto. Sólo la imagen mixta
así obtenida, en la que saltan a la vista los rasgos comunes de
diferentes textos de sagas en analogía con las fotografías su-
perpuestas de Francis Galton, será puesta en relación con las
explicaciones freudianas de la psicología de la neurosis y con
los sueños típicos de La interpretación de los sueños.162 Rank
condensó el material por él elegido según criterios de similitud,
resaltando tipográficamente para el lector de modo claro den-
tro de esa masa determinados elementos con el fin de demos-
trar una frecuencia. Un interés similar en motivos estructura-
les iba a determinar también los textos que habría de escribir
más adelante. Esto vale tanto para los agregados que pasaron
a formar parte de la cuarta edición de La interpretación de los
sueños, como también para su obra de 1912, El motivo del
incesto en la literatura y en la saga, que habría de ejemplificar
la “ubicuidad del motivo del incesto” postulada por Freud.163

161
Op. cit., p. 60 y ss.
162
Sobre la técnica de Galton con las fotografías superpuestas y sus rela-
ciones con el término freudiano de «condensación», cf. Mayer: «Galtons
Mischphotographien zu Freuds Traumfiguren», en M.Hagner (comp.):
Ecce Cortex, Gotinga: Wallstein, 1999, pp. 110-143.
163
Otto Rank: Das Inzest-Motiv in Dichtung und Sage. Grundzüge einer
Psychologie des dichterischen Schaffens, Leipzig-Viena: Deuticke, 1912,
p. 14. Este libro se colocaba estratégicamente contra Jung y sus des-
víos de la teoría sexual de Freud, que se evidenciaban en sus más
recientes trabajos sobre simbología. Contra la concepción de Jung de
que el incesto puede leerse también como un símbolo, Rank trató de
presentar al incesto como un motivo realmente determinado. Qué
poco convincente era su operativo para los suizos, se desprende de
una carta de Bleuler a Freud del 17-11-1912 en el que critica el libro
de Rank como un catálogo de falsas evidencias.

114 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

7. Teoría en el sueño: el fenómeno autosimbólico

Si alguien preguntara cómo podría el soñante percibir el


inconsciente, la teoría freudiana de los sueños le dará la
respuesta: justamente por el sueño.
HERBERT SILBERER: SOBRE LAS CATEGORÍAS SIMBÓLICAS.

Después de los intentos frustrados de Adler y Stekel, el


riesgo de una revisión de la teoría freudiana no había des-
aparecido, sobre todo si se tiene en cuenta el ingente traba-
jo que se estaba realizando para compilar símbolos. Mien-
tras que la colaboración entre Freud y Rank apuntaba a
garantizar de modo firme y a establecer sólidamente la for-
mulación del sueño como cumplimiento de un deseo y de la
simbología sexual en un marco extraclínico, la investiga-
ción acerca de los símbolos dio un nuevo viraje con las con-
tribuciones del filósofo vienés Herbert Silberer, que busca-
ba posicionarse entre las escuelas de Viena y de Zurich.164
Sus experimentos basados al principio en autoobservaciones
sobre el surgimiento de “alucinaciones hipnagógicas” (vi-
siones que aparecen entre la vigilia y el sueño) evoluciona-
ron desde una simple confirmación de uno de los procesos
oníricos descritos por Freud, para pasar luego a completar
la teoría freudiana y terminar siendo, finalmente, el punto
de partida de una concepción teórica alternativa sobre el
sueño que conquistó a varios miembros de la escuela de
Viena, pero que sobre todo resultó atractiva para el grupo
de Zurich. En las lecturas sobre La interpretación de los

164
La revisión más detallada de la obra de Silberer le corresponde a Ernest
Jones, quien en su Teoría de los símbolos de 1916 había homenajeado al
filósofo vienés, reconociéndolo como el representante más importante de
«la escuela post-freudiana» y el único que había suministrado «una cola-
boración positiva para la teoría de los símbolos». Cf. E. Jones: The Theory
of Symbolism [1916], Baltimore: Williams and Williams, 1948.

Akoglaniz 115
SOÑAR CON FREUD

sueños antes comentadas, la autoobservación del lector ve-


nía a confirmar o, a lo sumo, a intentar rebatir la teoría
freudiana. Para la psicología clínica puesta en práctica en
el Burghölzli, la teoría de Freud ofrecía ciertamente la posi-
bilidad de “anudar con algo conocido”, pero no alcanzaba
para dar pie a la creación de una nueva teoría.165 Con los
trabajos de Silberer sobre los símbolos en el sueño y las con-
tribuciones similares de la escuela de Zurich, se perfilaba
una tendencia que significaba una revisión de la formula-
ción básica del sueño como satisfacción de un deseo y podía
servir como una vía de escape que distanciara al psicoaná-
lisis del fuerte énfasis en lo sexual.
Silberer no era todavía miembro de la Sociedad Psicoa-
nalítica de Viena cuando en 1909 atrajo la atención por su
artículo publicado en el Jahrbuch, en el que informaba sobre
cómo “había accedido experimentalmente al dominio de los
sueños”, basándose exclusivamente en la introspección. Vin-
culando su trabajo a la antigua investigación sobre los sue-
ños, Silberer quería aislar el traspaso de los pensamientos a
imágenes, como se produce siempre en los sueños, de modo
de hacerlos pasibles de una “observación inmediata y exac-
ta”. Como lo demuestra el registro llevado a cabo por el filó-
sofo, su concepción de lo que era un experimento tenía poco
en común con lo que se desarrollaba en los laboratorios de
psicología desde mitad del siglo XIX.166 Silberer recurrió es-
pecialmente al método comunicado por Alfred Maury, quien
desde su sillón había comenzado a observar su “maquinismo
espiritual”. Según Maury se trata de que:

165
Bleuler: Die Psychoanalyse Freuds, op. cit., p. 690 y ss. Bleuler en su
crítica a la teoría de los sueños freudiana combinaba creencias antiguas
para explicar el cumplimiento de un deseo, como la suposición de una
«inhibición para dormir», en lugar de la censura, o la «autosugestión».
166
Para una historia socio-constructivista de la psicología experimental,
véase Kurt Danziger: Constructing the Subject. Historical Origins of
Psychological Research, Cambridge: Cambridge University Press, 1990.

116 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

…el espíritu [es] un juguete de las imágenes despertadas


por la imaginación. Las imágenes lo colman completa-
mente, llevándolo hacia donde quieren, encantándolo
como si estuviera fuera de sí, sin permitirle reflexionar
sobre lo que está haciendo en ese momento…167

Según esta interpretación del psiquismo, era necesario di-


vidir el proceso de observación entre dos personas: mientras
el primer individuo observaba la alucinación producida de
modo artificial sobre sí mismo, el segundo debía fijarla por
escrito. Sin embargo, Silberer no introdujo en sus observa-
ciones a una segunda persona, dejando por ello incompleta la
cuestión de la fijación escrita que había preocupado a la in-
vestigación experimental sobre los sueños en el siglo XIX.168
El escenario de sus pruebas era un diván sobre el que se obli-
gaba a dormitar por las tardes con el objeto de resolver un
problema filosófico. Silberer desarrollaba sus pruebas tratando
de resistirse, mediante un esfuerzo mental consciente, al can-
sancio que lo embargaba y a la incapacidad intelectual así
originada. En la lucha entre estar despierto y adormecerse
(“el estado hipnagógico”), surgía siempre una imagen incons-
ciente que lo conducía de manera simbólica a su actual situa-
ción. Los intentos constantemente frustrados de prestar aten-
ción al problema venían a su mente y:

167
Alfred Maury: Des hallucinations hypnagogiques ou des erreurs des
sens dans l´état intermédiaire entre la veille et le sommeil [Extrait des
Annales Médico-Psychologiques 11, (1848), 4]. Sobre Maury, véase
Jacqueline Carroy/Nathalie Richard (comp.): Alfred Maury, érudit et
rêveur. Les sciences de l´homme au milieu du XIXe. siècle, Rennes: Presses
universitaires de Rennes, 2007.
168
Para la investigación onírica antes y después de Freud, puede consultarse
Alexandre Métraux: «Räume der Traumforschung vor und nach
Freud», en Marinelli/Mayer (Comp.): Die Lesbarkeit der Träume, op.
cit., pp. 127-188. Para las estrategias divergentes de las imágenes en
psicoanálisis y en la investigación onírica, véase Andreas Mayer: «Das
Bildgedächtnis der Traumforschung. Bausteine zu einer historischen
Kritik», en Bildwelten des Wissens 6/1 (2008), pp. 93-107.

Akoglaniz 117
SOÑAR CON FREUD

… súbitamente cuando tenía los ojos cerrados veía como


en la imagen onírica un símbolo plástico-visual: me en-
cuentro exigiendo una información de un secretario re-
calcitrante que está inclinado sobre su escritorio y no se
inmuta ante mi insistencia. Apenas dirigiéndose a mí,
me echa una mirada desatenta y como despidiéndome.169

Esa lucha librada sobre el diván entre el elemento pasivo


del cansancio, privado de todo arbitrio, y el activo del esfuer-
zo mental, produce así:

…el fenómeno característico “autosimbólico” […], una


aparición alucinatoria, que se destaca porque hace surgir
en alguna medida de modo automático un símbolo ade-
cuado para lo pensado (o sentido) en el momento de
referencia.170

Esta técnica que transforma los pensamientos en imáge-


nes para ser observadas y controladas no aspira en principio
sino a confirmar las explicaciones freudianas sobre las “con-
sideraciones de representabilidad” que aparecen en el Capí-
tulo VI de La interpretación de los sueños, con el propósito
de hacer asequible el mecanismo puesto en juego en el traba-
jo onírico.171 La simple confirmación conlleva, sin embargo,
una nueva categorización de estos fenómenos oníricos
“autosimbólicos”, pues en el proceso de formación de los sím-
bolos se los divide en tres instancias: material, funcional y

169
Herbert Silberer: «Bericht über eine Methode, gewisse symbolische
Halluzinations-Erscheinungen hervorzurufen und zu beobachten», en
Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologische Forschungen 1
(1909), p. 514.
170
Op. cit., p. 514.
171
Freud se declaraba de modo consecuente respecto al primer artículo de
Silberer, diciendo que «su tarea está bien, pues hace asequible una parte
del trabajo onírico» (Freud a Jung, carta del 19-7-1909, FJ, p. 267)
[Freud, Correspondencia, T. III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1997, p. 60].

118 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

somática. Junto a los fenómenos materiales que Silberer define


como una representación simbólica de los contenidos mentales
(por ejemplo, un concepto o un grupo de representaciones), en
lo que sigue dedica su atención exclusivamente a los fenóme-
nos funcionales en los que “se manifiesta la situación o la
capacidad de la conciencia del individuo que reflexiona”. Los
símbolos que aquí surgen no representan un contenido y tam-
poco el estado somático del observador, sino el modo en que
“funciona la conciencia”, sobre todo en relación a los “ele-
mentos emocionales” que predominan en su psiquismo.172
Mientras que la mayoría de los suplementos a La inter-
pretación de los sueños provenientes de la recopilación sobre
símbolos y sobre sueños típicos trataba la cuestión del carác-
ter sexual de los sueños, expandiendo la formulación del cum-
plimiento del deseo hacia el mito y la literatura, Silberer se
limitó en sus numerosas y cada vez más extensas publicacio-
nes en el Jahrbuch a considerar estos temas bajo el punto de
vista de sus “fenómenos funcionales”. Si Abraham y Rank
aducían que tanto el mito como el sueño se originaban en un
deseo, Silberer, en cambio, sostenía que los personajes de los
mitos debían ser vistos como símbolos de las fuerzas psíqui-
cas mismas. De esa manera daba un paso más allá en la idea
de que los mecanismos descritos por Freud para el trabajo
onírico valían también para los textos mitológicos y litera-
rios. No sólo estarían obrando en estos últimos iguales me-
canismos, sino que además allí aparecerían “personificacio-
nes” visibles.173 La teoría onírica que devela los mecanismos
en el material, está por lo tanto siempre presente en el sueño
mismo en forma veladamente simbólica. En consecuencia,
Silberer ve los sueños, los cuentos de hadas y los mitos como
172
Op. cit., p. 517.
173
Así Silberer explica, por ejemplo, la aparición del diablo y de las figuras
demoníacas en los cuentos de hadas como «personificaciones de la vida
elemental pulsional suprimida y no sublimada». Herbert Silberer:
«Phantasie und Mythos», en Jahrbuch für psychoanalytische und
psychopathologische Forschungen 2 (1910), p. 592.

Akoglaniz 119
SOÑAR CON FREUD

antecesores directos de la teoría freudiana, que “reconocen


inconscientemente y comunican” ya en un “grado mitológi-
co del conocimiento” esa verdad que más tarde el psicoaná-
lisis ha de formular de manera científica.174
El movimiento doble que trasunta aquello que Silberer lee,
aparece como una repetición del proceso de autoanálisis de
Freud en el momento de redacción del libro en el que su teo-
ría se vuelve en definitiva objeto “ilegible” de sus propios
sueños. Paralelamente a la autoobservación, en cuya base en
principio sólo se hallan problemas filosóficos generales, está
la lectura del libro de Freud en su primera versión; ella le
permite a Silberer fijar una diferencia en la repetición y en-
contrar algo nuevo. Con su “interpretación funcional” de los
sueños propios de Freud puede hacer legible, siguiendo el pro-
pio patrón de sus autoobservaciones, la estrecha correspon-
dencia entre los sueños del Freud que se autoanaliza y la teo-
ría freudiana.175 Para ello, echa mano a un “sueño revolucio-
nario” de La interpretación de los sueños, en un momento en
el que el soñante debe pasar junto a una portera, quien final-
mente considera que “está autorizado” a “pasar por ahí” y
lo deja escapar escaleras abajo. (EA, p. 144 [GW II/III, p.
215], [Amorrortu, T. IV, pp. 222-3]). En su interpretación,
Freud aclara que no podría dar una “solución detallada” de
este pasaje porque debe “tener en cuenta la censura”, pues:

Me estoy colocando en la piel de un alto personaje de


esa época revolucionaria […] y siento que allí no podría
estar autorizado a pasar la censura. (EA, p. 147[GW II/
III, p. 219], [Amorrortu, T. IV, pp. 226-7]).

174
Herbert Silberer: «Vorläufer Freud´scher Gedanken», en Zentralblatt
für Psychoanalyse 1 (1910/11), p. 441.
175
Silberer se refiere, hasta 1912, siempre a la primera edición de La inter-
pretación de los sueños –en oposición a otros discípulos y lectores–,
ignorando así los suplementos de Rank, Stekel y otros realizados en la
segunda y tercera edición.

120 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Silberer se pregunta, entonces:

¿De qué censura se trataría? Seguramente de la censura


de prensa. Sin embargo, existe, como se sabe, también la
“censura onírica”. Obsérvese, en todo caso, la ambigüe-
dad. Habría un paralelismo en el Freud autor, que no puede
llegar a una solución detallada de la escena onírica a cau-
sa de la censura de prensa (y debe conformarse con alusio-
nes), con el Freud soñante, a quien los pensamientos
oníricos latentes que intentan expresarse o el deseo, a cau-
sa de la censura onírica, no dejan arribar en su verdadera
forma a la superficie de la conciencia, sino que deben co-
rregirlo y disfrazarse…Recién entonces la censura onírica
considera que él “está autorizado a pasar”.176

En la interpretación funcional de Silberer no sólo la censu-


ra onírica está personificada en la figura de la portera, sino
que el descenso de la escalera se toma como una representa-
ción simbólica del descenso en “la sucesión psíquica de esca-
lones”:

El descenso debería corresponder a un “camino regre-


sivo”, que es el que el deseo onírico debe recorrer, para ser
reconducido como imagen alucinatoria de la percepción.177

Silberer fue, en efecto, uno de los primeros que publicó sus


revisiones de las interpretaciones de los sueños de Freud. Con
su contribución personal a esos sueños incompletos, no sólo
estaba vinculando de modo más estrecho los ejemplos oníricos
del libro con las metáforas empleadas en sus partes teóricas,
sino que se compenetraba de tal modo con la teoría onírica que
ganaría posteriormente varias menciones elogiosas y citas de
ejemplos en los capítulos V y I de la tercera y cuarta edición de
176
Silberer: «Phantasie», op. cit., p. 555.
177
Op. cit., p. 556.

Akoglaniz 121
SOÑAR CON FREUD

La interpretación de los sueños (TD, 3ª edición, 1911, p. 35


[GW II/III, p. 156], [Amorrortu, T. IV, p. 167]; TD, 4ª edición,
1914, pp. 256 y ss. [GW II/III, pp. 360-363], [Amorrortu, T. IV,
pp. 360-364]). Jung y Bleuler, en cambio, acogieron positiva-
mente los trabajos de Silberer, porque en primer lugar se basa-
ban exclusivamente en autoobservaciones sistemáticas y por
lo general no contenían interpretaciones sexuales. Los suizos
coincidían con Silberer en el uso de una técnica que favorecía
la “introspección”, algo que en el Burghölzli era lo único que
podía suministrar material probatorio para el estudio de los
símbolos oníricos con validez general. Su “autosimbolismo”,
que se manifestaba como una simple traducción de proble-
mas teóricos del soñante que se observa a sí mismo, podía
esgrimirse en oposición al simbolismo sexual de Stekel, que
era criticado por su arbitrariedad.178 Los lectores atentos del
Jahrbuch habían notado ya tempranamente que a Silberer, a
diferencia de otros freudianos, se le escapaban por completo
en sus interpretaciones las aristas sexuales: “Es llamativo cómo
esto se opone a los sueños de Stekel. Uno se maravilla al en-
terarse de que también hay sueños no sexuales”.179 En una
serie de trabajos extensos que aparecieron en el Jahrbuch
redactados por Jung, el punto de vista de Silberer se fue acer-
cando cada vez más al de la escuela de Zurich.
En un artículo titulado “Sobre la formación simbólica”,
que apareció en el Jahrbuch en 1911 con notas al pie agrega-
das por Jung, Silberer tomaba distancia de “Freud y su es-
cuela” con la observación de que lo sexual no era lo impor-
tante en la formación simbólica:
178
En qué medida el simbolismo jugaba un papel en el sueño debía decidir-
se, sin embargo, sólo por medio de una auto-observación exacta o, en
su defecto, por casos completamente transparentes. En este sentido, las
interesantes auto-observaciones de Silberer parecían dar una pista en
esa dirección. (Cf. Friedemann: «Stekel» [Reseña], op. cit., p. 104).
179
E.Raimann: Reseña del Jahrbuch für psychoanalytische und
psychopathologische Forschungen 1 (1909), en Wiener Klinische
Wochenschrift 13 (1911), p. 457.

122 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Solamente si estuviera claro que la puesta en imagen


para construir el símbolo se activara gracias a sus co-
nexiones sexuales, se tendría la corroboración de que
todos los símbolos sacan su energía de la sexualidad.

Como evidencia de que tal suposición no surgía necesaria-


mente, Silberer introducía sus “fenómenos autosimbólicos”, pues:

…para esos fenómenos relativamente simples que, por


decirlo así, llevan consigo la explicación, la búsqueda
artificial de relaciones sexuales para quedar bien con la
teoría sería complicarse gratuitamente.180

En el terreno teórico, Silberer se estaba asociando mucho


más a la doctrina de los complejos de Jung, que veía el
condicionamiento para la formación de los símbolos en una
“falencia de la capacidad conceptual frente a los objetos o
[…] en una insuficiencia perceptiva”.181 Según se tratara de
una carencia de base intelectual o emocional (represión por
otros “complejos”), Silberer diferenciaba dos tipos. Sólo en el
primero se llegaría a una vinculación “orgánica” entre la idea
de base y la imagen elegida, pues ese tipo se apoyaría sobre
una debilidad de la percepción repartida equitativamente, y
sería característico del pensamiento mítico “primitivo”, cu-
yos símbolos muestran el conocimiento sobre el futuro vela-
damente. En un caso ideal se trataría de una introspección
directa de una representación teórico-cognitiva:

180
Herbert Silberer: «Über die Symbolbildung», en Jahrbuch für psy-
choanalytische und psychopathologische Forschungen 3 (1911), p.
668 y ss.
181
Silberer: op. cit., p. 680. El filósofo se adscribía en esto a la teoría que
Jung había presentado como anexo a la interpretación de su propio
sueño en su libro sobre la demencia precoz, y que había sido criticado
ásperamente por Freud (según se vio en nuestro Capítulo 2). Al igual
que los analistas suizos, Silberer comenzó también a combinar experi-
mentos asociativos con técnicas de ocurrencias de los pacientes.

Akoglaniz 123
SOÑAR CON FREUD

El símbolo que surge en la alucinación […] es de tal


necesidad objetiva (de validez universal o de utilidad
general), que podría figurar perfectamente en un trata-
do sobre teoría del conocimiento.182

Desde esta perspectiva, el segundo tipo (el “emocional”)


se presenta como inadecuado para la reelaboración de un
código sobre los símbolos oníricos de validez general, dado
que estaría dominado por fases disruptivas individuales o
culturales específicamente emocionales (por ejemplo, el tipo
de una determinada enfermedad). De este modo Silberer está
quitándole su rango al material clínico a favor de una bús-
queda de la verdad en el mito, la que deberá conducir al sen-
tido latente universal de la “simbología natural”. La filosofía
romántica de la naturaleza según Novalis o Schelling pare-
cería ser aquí el antecedente del psicoanálisis freudiano y ya
no la psicología clínica de Charcot o Bernheim.183
Inclusive si Silberer con sus colaboraciones que dejaban
casi siempre de lado lo sexual se acercaba cada vez más a las
tendencias de la escuela de Zurich y, sobre todo, a los más
recientes trabajos de Jung sobre el mito, la publicación de sus
autoobservaciones en este período estaba jugando un impor-
tante rol estratégico para La interpretación de los sueños.
Con esas contribuciones encontraban su verificación los ele-
mentos de la teoría onírica freudiana basados en la observa-
ción, que Bleuler y la mayoría de los otros analistas de Zurich
182
Op. cit., p. 689 y ss.
183
Silberer parece haber sido el primero en poner en relación pasajes de La
interpretación de los sueños con la obra de Schelling. Con ello estaba
abriendo una línea que habría de continuar Odo Marquard, aunque
sin nombrar a su excéntrico predecesor («Über einige Beziehungen
zwischen Ästhetik und Therapeutik in der Philosophie des neunzehnten
Jahrhunderts», en idem: Schwierigkeiten mit der Geschichtsphilosophie,
Francfort: Suhrkamp, 1973, pp. 83-106). Jens Heise hace hincapié, por
el contrario, sobre las diferencias entre la concepción romántica del
sueño y la psicoanalítica en su libro Traumdiskurse. Die Träume der
Philosophie und die Psychologie des Traums, Francfort: Fischer, 1989.

124 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

no estaban dispuestos a aceptar y que inclusive refutaban


públicamente. Como surge de la reinterpretación antes cita-
da realizada sobre el sueño de Freud, se desenmascaraba la
“censura onírica” como una simbolización observable aquí
mismo como censor (TD, 4ª edición, 1914, p. 314 [WG II/III,
p. 509], [Amorrortu, T. V, p. 500]). De todos modos, Silberer
empezó a acercarse de modo creciente a los suizos, aunque
no fuera muy convincente en su esfuerzo por establecer un
puente entre ambos bandos.184 Aparentemente, fue el poco
éxito que obtuvo con esa mediación lo que llevó a Bleuler
como colaborador del Jahrbuch a criticar severamente el texto
de Silberer. Freud, en cambio, tomó partido por Silberer:

Debo decir que el fenómeno funcional me parece


ahora asegurado, y de aquí en adelante lo tendré en cuenta
al interpretar sueños. En rigor no es más que mi “percep-
ción endopsíquica”.185

El creciente acercamiento de Silberer a Jung obligó a Freud,


sin embargo, a no hacer llegar a Jahrbuch un próximo traba-
jo del filósofo, como estaba planeado, sino a acogerlo con el
apoyo de una subvención en el Zentralblatt, bajo redacción
de Stekel. Jung trató en vano de impedir este cambio:

¿No teme que con la publicación de trabajos más


extensos en el Zentralblatt se origine una rivalidad inne-
cesaria con el Jahrbuch? Al artículo de Silberer me gusta-
ría verlo impreso en el Jahrbuch.186

El texto en cuestión, que no por casualidad empezaba con


una extensa interpretación de un deseo onírico homosexual
184
Silberer: «Über die Symbolbildung», op. cit., pp. 691-695.
185
Freud a Jung, 11-4-1911 (FJ, p. 458) [S. Freud, Correspondencia, T.
III, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997, p. 276].
186
Jung a Freud, 6-11-1911 (FJ, p. 501). Para el papel de las dos revistas
en las siguientes confrontaciones entre Freud y sus discípulos, cf.
Marinelli: «Veröffentlichung der Psychoanalyse», op. cit.

Akoglaniz 125
SOÑAR CON FREUD

reprimido, apareció finalmente, según la decisión de Freud,


en el Zentralblatt.187
Paralelamente a esta disputa entre Zurich y Viena, el “fe-
nómeno funcional” de Silberer fomentaba una especie de her-
menéutica secundaria. Luego de que Freud reconociera ese
fenómeno como una parte esencial del trabajo onírico (lo que
tuvo su eco finalmente en un largo agregado para el Capítulo
VI en la cuarta edición; (TD, 4ª edición, 1914, pp. 360-363
[GW II/III, pp. 507-510], [Amorrortu, T. V, pp. 501-505]),
trató de fijar su lectura correcta así como su empleo. Silberer,
por su parte, presentó un grupo de ejemplos publicados en
una serie de artículos que en la interpretación tenían como
objetivo solamente buscar el cumplimiento del deseo para
cubrir así el lado “material”.188 A partir de esta distribución
de tareas, muchos analistas sacaron la conclusión de que la
concepción de que el sueño cumplía un deseo era incompleta
y necesitaba una complementación. Stekel, quien entretanto
había caído en desgracia ante Freud, se aferró al “fenómeno
funcional” para retomar de ese modo sus primitivas interpre-
taciones globalmente sexuales. Así como antes había conce-
bido los símbolos sexuales bajo la forma de una simple equi-
valencia para desenmascarar a sus pacientes, desnudó ahora
en el relato onírico viejos amigos, porteras y familiares bajo
la “personificación de la neurosis”.189 Esta tendencia fue cri-
ticada por Freud como un uso que dilapidaba el concepto:

El muy interesante fenómeno funcional de Silberer


ha originado, a espaldas de su descubridor, una serie de
187
Herbert Silberer: «Von den Kategorien der Symbolik», en Zentralblatt
für Psychologie 2 (1912), pp. 177-189.
188
Herbert Silberer: «Zur Symbolbildung», en Jahrbuch fûr psychoanaly-
tische und psychopathologische Forschungen 4 (1912), p. 617.
189
Wilhelm Stekel: «Die Darstellung der Neurose im Traume», en
Zentralblatt für Psychoanalyse 3 (1912), pp. 26-31. Véase también su
«Fortschritte der Traumdeutung», en Zentralblatt für Psychoanalyse 3
(1912), pp. 154-158, donde la «claustrofobia» es explicada como una
«representación del cerebro con sus diferentes claustros».

126 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

abusos del término, en la que la antigua tendencia de la


interpretación simbólica abstracta de los sueños ha vuel-
to por sus fueros. (TD, 4ª edición, p. 362 [GW II/III,
p.509], [Amorrortu, T. V, p. 501]).

Entretanto Rank, que de modo paralelo realizaba una re-


seña en el dominio de la interpretación onírica del artículo de
Stekel “Progresos del psicoanálisis”, defendió a Silberer con-
tra el abuso que hacía el ahora caído en desgracia, precisan-
do que no se trata de que:

…sean representados como “funcionales” el psiquismo


en general o sus funciones, sino sólo determinados pro-
cesos y situaciones, a los que se les une una cierta viven-
cia o fase emocional.190

La orientación que la crítica quería imprimir con la refe-


rencia al “abuso” del término estaba claro: Silberer debía
seguir soñando con la teoría de Freud y no con la de los otros.
Con la inserción y la discusión crítica de sus trabajos en la
cuarta edición de La interpretación de los sueños y en “Para
una introducción al narcisismo”, Freud estaba trazando un
límite ante una tendencia que ya se había advertido entre los
lectores avezados en la autoobservación: el sobredimensio-
namiento de la situación actual del soñante; es decir, de ese
“complejo” que lo ocupaba en el momento del sueño y que se
reflejaba en los símbolos aparentemente de modo directo. Este
sobredimensionamiento tenía su razón de ser en una insegu-
ridad cognitiva, que la investigación simbólica debía atem-
perar. Con la interpretación funcional, parecía llegado el

190
Otto Rank: «Bericht über die Fortschritte der Psychoanalyse in den
Jahren 1909-1913» [Sección parcial «La interpretación de los sueños»],
en Jahrbuch der Psychoanalyse. Neue Folge des Jahrbuchs für
psychoanalytische und psychopathologische Forschungen 6 (1914),
p. 279.

Akoglaniz 127
SOÑAR CON FREUD

momento para los suizos pero también para Stekel y otros


analistas vieneses de que fuera posible encontrar por medio
de una clave de símbolos de validez universal un código
seguro que resolviera cada uno de los estados psíquicos pre-
valecientes en los enfermos durante la cura. Freud, quien
por su parte ya se había opuesto a esta tendencia elevando
su veto contra el hecho de tomar notas durante el análisis,
rechazó el proyecto de una fundamentación teorético-cog-
nitiva general de tal índole dentro de la técnica psicoanalíti-
ca. La observación del fenómeno funcional no muestra ob-
jetivamente algo sobre un estado psíquico en sí, sino tan
sólo sobre el efecto mismo de la observación que es conce-
bida como parte de una instancia psíquica.
Por ello, Freud homenajeó a Silberer afirmando que:

…en sus trabajos había probado la parte de la autoob-


servación –en el sentido del delirio paranoico de obser-
vación– en la formación onírica. Esta parte es incons-
tante; tal vez por eso se me pasó por alto, dado que no
juega un papel importante en mis sueños; entre los dota-
dos filosóficamente y en las personas acostumbradas a
la introspección, ella puede tornarse algo claro.191

Con ello Freud reconocía el fenómeno pero limitando, al


mismo tiempo, su universalidad tal como lo reclamaba
Silberer: los filósofos pueden ser mejores observadores de sí
mismos; sin embargo, esto no garantiza un mayor grado de
verdad en sus observaciones. Lo que el autoobservador pue-
de hacer legible no es un índice de valor general de los proce-
sos que se desarrollan en la psique, sino simplemente la mar-
cación del censor onírico, que suministra su “contribución al
contenido del sueño”: “ahora está demasiado somnoliento
como para pensar”; “ahora se despierta”. En el lugar en que
191
Freud: «Zur Einführung des Narzibmus», [1914], en GW X, p. 164
[«Introducción del narcisismo», Amorrortu, T. XIV, p. 65].

128 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

el filósofo piensa estar autoobservándose (y diciendo yo),


habla, en rigor, una tercera persona: el censor (TD, 4ª edi-
ción, 1914, p. 362 [GW II/III, p. 510]). Freud volvió a limitar
ese agregado funcional a la interpretación de su “sueño re-
volucionario” con una observación incorporada en 1914, que
deja traslucir el punto de vista del clínico a quien su propia
teoría onírica le está proveyendo el material como todo el
resto. Silberer habría pasado por alto:

…que los “procesos psíquicos en la formación onírica”


son, como todo el resto, un material del pensamiento. En
este sueño sumamente arrogante aparezco evidentemente
orgulloso de haber descubierto estos procesos (TD, 4ª edi-
ción, 1914, p. 161 [GW II/III, p. 220], [Amorrortu, T.
IV, p. 227]).

8. Análisis sin síntesis

El psicoanalista ama y odia su objeto, le envidia su liber-


tad o su fuerza, explicando esta última en base a sus propios
defectos. Sólo analiza porque él mismo consiste en partes, de
las que no resulta ninguna síntesis.
KARL KRAUS: AFORISMOS SOBRE EL PSICOANÁLISIS.

Las distintas revisiones de la doctrina onírica freudiana,


que los psicoanalistas vieneses originariamente pensaban
confirmar rubricando sus contribuciones, encontraron su cul-
minación en los desvíos protagonizados por el grupo de Zurich,
que se venían haciendo públicos y se cerraron en forma
provisoria con la escisión ocurrida en 1914. Las diferencias
hasta ese momento habían sido visibles especialmente en el
dominio de la técnica interpretativa y de la teoría onírica.
Con las revisiones provenientes de Suiza, empezaron a apa-

Akoglaniz 129
SOÑAR CON FREUD

recer, sin embargo, de manera creciente, problemas que con-


cernían al carácter del médico en su función de analista. La
problemática moral se había mantenido oculta todavía, tras
la crítica al método, según la formulaba Jung con respecto a
La interpretación de los sueños en 1911. En realidad, se ha-
bía venido mimetizando en formulaciones difusas, aunque
constantes, que apuntaban a que el psicoanálisis debería ser
completado con una síntesis.192 El impulso a una síntesis esta-
ba evidentemente motivado en la epistemología (y así lo en-
tendió Freud). La crítica apuntaba a un déficit en la presenta-
ción de los análisis oníricos, que nunca podrían ser completos
(salvo si provenían de los pacientes). Esa carencia no impli-
caba de ninguna manera, sin embargo, una simple cuestión
técnica de representación, sino esencialmente un problema
moral, que concernía a la personalidad y a la pertenencia
religiosa del soñante. Para los suizos, el hecho de que la inter-
pretación fuera incompleta implicaba poner en entredicho los
objetivos de la terapia e impedía exigir del intérprete una es-
pecial postura moral y religiosa. Eso originó un enfrentamiento
interno entre los austríacos y los suizos, por el cual los estilos
interpretativos analíticos y sintéticos dentro del psicoanálisis
fueron caratulados de forma abierta como portadores de ras-
gos “judíos” y “cristianos”.
El entramado de epistemología y moral puede ser ya leído
en la forma en que Jung buscó imponer una lectura “pura”
de La interpretación de los sueños. En 1911, Jung respondía
en el Jahrbuch a una extensa crítica al método interpretativo
psicoanalítico publicada por el psiquiatra estadounidense
Morton Prince en su revista The Journal of Abnormal
192
La apelación a una «síntesis» abarca un campo semántico amplio, que
se vinculaba especialmente con las tensiones psíquicas de Pierre Janet.
Para el significado de la psicopatología desarrollada en la Suiza francesa
(es decir, la de Théodore Flournoy y Eduard Claparède) en el momento
de la temprana recepción de Die Traumdeutung en Suiza y Francia,
véase Marcel Scheidhauer: Le rêve freudien en France 1900-1926, Pa-
rís: Navarin, 1985.

130 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Psychology.193 Prince tenía la pretensión de poner a prueba


la teoría y método freudianos sobre la base de material pro-
pio (sueños de una paciente). Con ese cometido, puso en prác-
tica una serie de métodos (sobre todo la hipnosis) para incitar
a su paciente –que sufría de una “personalidad múltiple”– a
que en distintas situaciones realizara abundantes asociacio-
nes sobre sus propios sueños.194 A diferencia de Ernest Jones,
que se había contentado con establecer que Prince no em-
pleaba la técnica psicoanalítica, Jung tomó con un propósito
didáctico el material del psiquiatra norteamericano para ana-
lizarlo en detalle siguiendo el modo freudiano: “Prince ha te-
nido la gran osadía de exponerse de tal manera que merece
nuestro agradecimiento, pues nos da (y se da) la oportunidad
de comparar públicamente las divergencias en base a su pro-
pio material, y eso reportará, desde cualquier lado que se lo
mire, una enseñanza”.195
En esa demostración didáctica, Jung reconstruía no sólo
la presumible personalidad de la paciente, sino también la
relación de transferencia con Prince, que al psiquiatra se le
habría escapado. Su incapacidad se habría originado no sólo
en una carencia técnica, sino también moral. Jung hizo hin-
capié en que una clara lectura de La interpretación de los
sueños sólo era posible si se abordaba con un alma purificada
por un “despiadado conocimiento de sí mismo”: “Hay que
repetir una y otra vez que la comprensión práctica y teórica
193
Carl Gustav Jung: «Morton Prince M.D.: ¨The Mechanism and Interpretation
of Dreams¨. Eine kritische Besprechung», en Jahrbuch für psychoanalytische
und psychopathologische Forschungen 3 (1911), pp. 309-328.
194
Morton Prince: «The Mechanism and Interpretation of Dreams» en
The Journal of Abnormal Psychology 5 (1910), pp. 139-195. Para el
antagonismo entre la concepción de Freud y la representación patológi-
ca conocida como «personalidad múltiple», véase Ian Hacking: Rewriting
the Soul. Multiple Personality and the Sciences of Memory, Princeton:
Princeton University Press, 1995, pp. 183-197.
195
Ernest Jones: «Remarks on Dr. Morton Prince´s Article: ´The Mechanism
and Interpretation of Dreams», en The Journal of Abnormal Psychology
5 (1910), pp. 328-336; Jung: «Morton Prince», op. cit., p. 314.

Akoglaniz 131
SOÑAR CON FREUD

de la psicología analítica es una función del conocimiento ana-


lítico de sí mismo. Si esto falta, el psicoanálisis se marchita”.196
En la misma época, Jung dejaba en claro cómo debían
ser los cambios que él deseaba para la tercera edición de La
interpretación de los sueños. En efecto, Freud y sus discípu-
los estaban imaginando distintas estrategias para una re-
elaboración del libro, como se dijo antes, especialmente para
llevarlo hacia una “forma más impersonal”. La crítica me-
todológica hacía suya una retórica similar, cuando le repro-
chaba a su autor esenciales “carencias”, como “el modo
incompleto en que se interpretaban los sueños paradigmáti-
cos fundamentales”, que se reflejaba en palabras del siguiente
tipo:

Yo pongo especial empeño en que mis discípulos


aprendan a comprender el sueño desde el punto de vista
de la dinámica libidinal; y, por lo tanto, nos duele com-
probar que en sus propios sueños falte lo personalmente
embarazoso. Este hecho podría subsanarse si usted colo-
cara junto al sueño de Irma un análisis típico del sueño
de un paciente, en el que fueran develados despiadada-
mente los verdaderos motivos profundos, como para que
el lector tenga idea de que el sueño no se dilapide en una
serie de determinaciones particulares (y esto suceda de
inmediato), sino que se presente como una conforma-
ción cerrada en torno a una motivación central extrema-
damente embarazosa.197

La carencia que se le reprochaba al autoanálisis debía


compensarse mediante la “objetividad” del material prove-
niente de los pacientes, dado que por razones de moral, al
autor no le sería posible descubrirse completamente frente a
sus lectores o dicho con las palabras directas de Jung: “Es
196
Jung: «Morton Prince», op. cit., p. 311.
197
Jung a Freud, carta del 14-2-1911, FJ, op. cit., p. 433.

132 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

obvio que uno no pueda quedarse desnudo, pero eso podría


remediarse recurriendo a un modelo”.198
La exigencia de Jung de una interpretación que se desen-
vuelva despiadadamente es llamativa, dado que ello concier-
ne tanto al crítico ignaro [Prince] como al autor del libro
[Freud]. Las carencias mencionadas no sólo apuntaban a las
debilidades del texto, sino también a su redactor. Freud pasó
por alto las resonancias morales, concentrándose en la cues-
tión de la síntesis acerca de la formulación expresada en La
interpretación de los sueños que consistía en que “podía su-
ministrarla de sueños de personas tales que fueran descono-
cidas para el público lector” (EA, pp. 212 y ss. [GW II/III, pp.
315 y ss.], [Amorrortu, T. IV, p. 316]). Freud afirmaba que no
podía seguir develando sus propios sueños debido a que con-
tenían indiscreciones que “no son para la gente común”: “El
lector no se merece que uno continúe desnudándose delante
de él”.199 Con “corpora vilia” de los pacientes se podía pro-
ceder, en el fondo, sin misericordia; pero, con todo, utilizar un
material de ese tipo contradecía la forma del libro, en el que
la psicología de las neurosis no se daba por sabida sino que
debía ser revelada a través del sueño.
La exigencia moral contenida en la metodología se hizo
pronto evidente en los caminos tomados por los analistas sui-
zos. El binomio antagónico análisis y síntesis, que para Freud
debía obrar de manera puramente técnica por analogía con
la química, pasó cada vez más a tener connotaciones mora-
les y religiosas. Con esta intención, los suizos exigían que el
médico después del análisis onírico condujera al paciente ha-
cia los grados superiores de la síntesis de su personalidad,
revelándole las corrientes “progresivas”. Estos virajes carac-
terizaron el “análisis” de Jung como un puro trabajo históri-
co; el análisis se movería “hacia atrás como lo hace la histo-

198
Jung a Freud, op. cit, p. 434.
199
Freud a Jung, carta del 17-2-1911, FJ, op. cit., p. 436 [Freud, Corres-
pondencia, T. III, p. 252].

Akoglaniz 133
SOÑAR CON FREUD

ria” y por ello no podría suministrar un saber de “lo que está


oculto en el pasado y lo que está oculto en el futuro”. Como
complemento del análisis dirigido hacia el pasado que reali-
zaba Freud, el terapeuta necesitaría “una síntesis psicológica
refinadamente interminable, que supiera seguir las corrien-
tes naturales de la libido”.200 Esto significaba que el intérpre-
te debía descifrar las tendencias futuras situadas en el conte-
nido latente mismo del sueño –llamado antes función
profética– y hacerlas legibles para el paciente. El significado
“prospectivo” o “teleológico” del sueño para su vida futura
le sería impenetrable al paciente “porque no ha alcanzado
todavía el grado de interpretación de capacidad consciente”:

Quiero referirme con esto a esos presentimientos poco


claros de lo futuro y que no son otra cosa que combina-
ciones finas y subliminales, cuyo valor objetivo no po-
demos percibir. Gracias a esos componentes prospectivos
del sueño se elaboran las tendencias futuras del enfermo
y, si la tarea tiene éxito, del tratamiento y de la relación
infantil de la transferencia va a surgir un individuo en
vías de curación que pasará a vivir una vida interna cui-
dadosamente preparada que él mismo se habrá elegido y
con la que llegará a identificarse después de una madura
reflexión.201

¿Qué es lo que capacitaría al intérprete para reconocer


esos “componentes prospectivos” y así conducir al paciente
hacia una vida mejor? Para los suizos, estaba fuera de toda
discusión que en principio el experimento asociativo era el
200
Carl Gustav Jung: «Wandlungen und Symbole der Libido», en Jahrbuch
für psychoanalytische und psychopathologische Forschungen 3 (1911),
p. 171 y ss., nota 2.
201
Carl Gustav Jung: «Versuch einer Darstellung der psychoanalytischen
Theorie (Neun Vorlesungen, gehalten in New York, im September
1912)», en Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologische
Forschungen 5 (1913), p. 417.

134 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

medio privilegiado para acceder “de modo directo” al incons-


ciente. En la acumulación de “conductas simbólicas” que
aparecen durante el experimento como lapsus, se hacen visi-
bles los “complejos actuales” del soñante, que suministran en
la interpretación los problemas vitales todavía irresueltos.202
Alphonse Maeder, que presidió la Asociación Psicoanalítica
de Zurich después del alejamiento de Bleuler en 1911, había
seguido esta línea durante un tiempo, y de modo aún más
explícito que el propio Jung. Como le sucedía a la mayoría de
los analistas suizos, Maeder tenía dificultades para delimitar
la función teleológica del sueño al papel de protector del dur-
miente. Vinculando las teorías presentadas por Théodore
Flournoy, Édouard Claparède y Karl Gross, Maeder traba-
jaba en una complementación de la teoría freudiana del sue-
ño como cumplimiento de un deseo. En un texto que en prin-
cipio debía servir a los lectores de la revista de psicología
especializada L´Année psychologique como presentación del
movimiento, Maeder trazó en cambio una “théorie ludique
du rêve”, en la que las fantasías, sueños y juegos convergían
en una sola y única función biológica. El sueño del adulto
representaría, por lo tanto, una “continuación y compensa-
ción del juego infantil”, que cumpliría igualmente una finali-
dad biológica.203 Este analista consideraba la fantasía que
está obrando en el sueño y en el juego –de modo similar a lo
que ya había expresado Adler en su revisión de la teoría del
sueño como satisfacción de un deseo– como un ensayo pre-
vio para los problemas que se presentarán en la vigilia y que
debería ser utilizada por lo tanto fructíferamente para la adap-
tación del individuo en su medio social y biológico. Además
202
Op. cit., p. 365 y ss.
203
Alphonse Maeder: «Sur le mouvement psychanalytique. Un point de
vue nouveau en psychologie», en L´Année psychologique 18 (1912), p.
418. Maeder parece haber sido el primero en utilizar el término «mo-
vimiento» para el grupo psicoanalítico colectivo, antes de que Freud lo
empleara en el título de uno de sus artículos («Zur Geschichte der
psychoanalytische Bewegung» [1914]).

Akoglaniz 135
SOÑAR CON FREUD

de la “función primaria” de proteger al durmiente, Maeder


postulaba una “función secundaria” que denominaba “ejer-
cicio preparatorio”. El terapeuta debe reconocer esos pro-
cesos desarrollados en el inconsciente con vista a una
autocuración y hacerlos viables para sus pacientes.204
El antagonismo entre Zurich y Viena tomó entonces un
giro en el que la afiliación confesional ocuparía un lugar cen-
tral en la discusión en torno a las distintas posturas de la
interpretación onírica. En una carta dirigida a Freud, Maeder
no dudó en establecer una conexión directa entre el estilo
científicamente desprolijo del grupo vienés y su inconfesado
“componente semítico”. Atestiguando que Freud habría re-
corrido un camino de desarrollo personal desde La interpre-
tación de los sueños hasta sus más recientes trabajos, que lo
habría llevado desde sus impulsos “subrepticiamente agresi-
vos” y “vengativos” a un tono más humano, Maeder veía que
los otros analistas vieneses permanecían atrapados en un com-
plejo paternal negativo que acusaba una impronta semítica.205
Luego de que Freud calificara su argumentación como
antisemita, Maeder se justificaba de la siguiente manera:

Comparto con Usted el convencimiento de que el Psa


no podía ser descubierto más que por un semita, y que el
espíritu semítico se corresponde muy bien con el análisis.
Por otro lado, los hechos hablan. Sin embargo, habría
que agregar algo. Creo que lo cristiano se adapta muy
bien al aspecto reconstructivo para la fase del renaci-
miento, de modo que pueda esperarse una valiosa con-
204
Alphonse Maeder: «Über die Funktion des Traumes (mit Berücksichti-
gung der Tagesträume, des Spieles usw.)», en Jahrbuch für psychoa-
nalytische und psychopathologische Forschungen 4 (1912), pp. 692-
707. Como se desprende de las cartas de Maeder a Freud, este analista
suizo estaba trabajando en un estudio de envergadura sobre los proce-
sos curativos que le envió al maestro del psicoanálisis todavía en ma-
nuscrito (cf. las cartas del 11-10-1912 y 24-10-1912 en el Apéndice).
205
Maeder a Freud, carta del 11-10-1912; véase el Apéndice.

136 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

tribución en el terreno del principio de realidad venido


de este lado. ¿No sería correcto que los semitas les hicie-
ran ver a los cristianos su “misticismo” y otros vicios,
particularidades, mientras que los cristianos señalaran a
los semitas sus errores? ¿Por qué la exclusividad?206

La idea de Maeder de que existía una complementaridad


entre la mentalidad cristiana y la judía era mucho menos si-
métrica de lo que él la presentaba, ya que presuponía una
evolución que conduciría a una mejor adaptación del movi-
miento psicoanalítico a la realidad social. La concepción de
una adaptación exitosa al mundo exterior era coherente con
la postura teleológica de los sueños, que debía demostrar la
superioridad del punto de vista “sintético” sobre el punto de
vista “analítico”. Desde esta perspectiva La interpretación
de los sueños surgía así como la obra de Freud que más nece-
sitaba una revisión, porque había estado ligada a su autor
con sus autoanálisis personales y fragmentarios, y porque,
desde la visión de los suizos, estaba en el comienzo de un
proceso colectivo de desarrollo del psicoanálisis, en tanto cien-
cia que aspiraba como tal a formulaciones objetivas. En este
contexto, Jung y Maeder atribuían a los estudios asociativos
experimentales un rango superior que al autoanálisis llevado
a cabo por alguien sentado solitariamente frente a su escrito-
rio.207 En sus conferencias dictadas en Estados Unidos en
1912, Jung fijó claramente su posición al señalar que “un
esfuerzo serio para la formación caracterológica propia” de
un psicoanalista en ciernes no debía pasar por un autoanálisis
imitando la “psicología de Münchhausen” [que se tiraba de
206
Maeder a Freud, carta del 24-10-1912; cf. Apéndice.
207
Maeder, por ejemplo, aclaró que el modo más seguro de aprender el
psicoanálisis «era someterse uno mismo a una investigación
psicoanalítica, lo que no se realizaría sin sacrificios personales. Los estu-
dios experimentales sobre la asociación de ideas, según el método de
Bleuler-Jung (de Zurich) permiten arribar a los elementos de esta técni-
ca» (Maeder: «Sur le mouvement psychanalytique», op. cit., p. 398).

Akoglaniz 137
SOÑAR CON FREUD

los pelos para elevarse en el aire], sino que era posible sólo a
través de un análisis con un psicoanalista ya formado.208 Con
este cambio desde una crítica en principio epistemológica en
la combinación entre análisis propio y ajeno en La interpre-
tación de los sueños, pasando a una exigencia moral sobre la
terapia y a un mayor control en la formación, no sólo la per-
sonalidad del intérprete en sí se convertía en un problema. El
papel de Freud como el primer y ejemplar intérprete de los
sueños se ponía también explícitamente en cuestión.209
Contra este telón de fondo, el congreso psicoanalítico
que tuvo lugar en Munich en 1913 derivó hacia un combate
entre las respectivas posturas. Para evitar un duelo abierto
entre Jung y Freud, Maeder fue elegido como representante
de la postura suiza para el tema sobre “La función del sue-
ño”, mientras que Otto Rank se presentó como portavoz de
los vieneses.210 En su comunicación principal titulada “So-
bre el problema del sueño”, Maeder desarrolló la postura
de los suizos, reinterpretando muchos de los sueños publi-
cados por Freud. Intencionalmente eligió un extenso agre-
gado a la tercera edición de La interpretación de los sue-
ños, que había sido incluido en el libro, porque “ponía a
dura prueba la teoría del cumplimiento del deseo” (TD, 3ª
edición, 1911, p. 317 [GW II/III, p. 476], [Amorrortu, T. V, p.

208
Jung: «Versuch einer Darstellung», op.cit., p. 416.
209
El análisis llevado a cabo por un analista formado, se declaró por pri-
mera vez como meta frente al autoanálisis considerado ahora insufi-
ciente. El hecho de que Jung pusiera en juego el análisis de aprendizaje
frente al autoanálisis freudiano introdujo la ruptura definitiva entre
ambos. Jung le achacó a Freud que estuviera atrapado en su propia
neurosis y tratara a sus discípulos como a sus hijos (Jung a Freud, carta
del 18-12-1912; FJ, op.cit., p. 594).
210
Véase la carta de Freud a Ferenczi (Viena, 13-5-1913), en Freud/Ferenczi:
Briefwechsel, Tomo I/II, Viena, 1993, p. 219 [Freud, Correspondencia,
T. III, p. 486]; así como la posterior descripción de los sucesos por parte
del mismo Maeder: Alphonse Maeder: «Persönliche Erinnerungen an
Freud und retrospektive Besinnung», en Schweizerische Zeitschrift für
Psychologie und ihre Anwendungen 15 (1956), p. 117.

138 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

470]). En ese lugar Freud había insertado una serie de sue-


ños autobiográficos del poeta regional austríaco Peter
Rosegger, porque con ellos aparentemente su teoría no era
aplicable. En la vida de este poeta, las cosas positivas pare-
cían haberse presentado en los momentos de vigilia, mien-
tras en sus sueños parecía perseguirlo un pasado oscuro lar-
gamente superado (en su juventud había sido aprendiz de
sastre). En su interpretación, Freud vinculó esta historia con
un sueño propio proveniente de su autoanálisis, que lo colo-
caba ante un episodio incómodo durante la época temprana
de su carrera científica, cuando trabajaba realizando análi-
sis sin muchas perspectivas en un laboratorio químico:

Mientras interpretaba uno de esos sueños, presté final-


mente atención a la palabra “análisis” que me dio la clave
para el desciframiento: desde aquellos días he llegado a
ser un “analista”, hago análisis que son muy elogiados,
aunque ahora se trate de “psico-análisis”. Entonces com-
prendí por qué en la vida diurna me sentía tan orgulloso
de los análisis, [...] el sueño me enfrenta durante la noche
a aquellos otros análisis poco gloriosos, por los que no
había motivo para sentir orgullo. Son sueños de castigo al
arribista, como los del aprendiz de sastre que se ha conver-
tido en un poeta aclamado (TD, 3ª edición, 1911, p. 319
[GW II/III, p. 479], [Amorrortu, T. V, p. 473]).

Al final de su interpretación, Freud logra a pesar de todo,


detrás de la idea de castigo, develar otra vez la satisfacción
de un deseo: y este deseo es el deseo de ser otra vez joven y
poder elegir entre muchas mujeres:

La lucha aguerrida que se revela en otras capas psí-


quicas entre la vanidad y la autocrítica había determina-
do el contenido del sueño, por cierto; sin embargo, sólo
fue el deseo por la juventud echando sus raíces más pro-
fundas el que había hecho posible el sueño (op. cit.).

Akoglaniz 139
SOÑAR CON FREUD

En su intervención, Maeder, por su parte, leyó el pasaje


completo de La interpretación de los sueños, pero quedándose
finalmente sólo con el relato del sueño de Rosegger para
reinterpretarlo, de modo de hacer valer la concepción suiza de
una teleología del sueño. Allí le pareció fundamental no el de-
seo por una lejana juventud (como había hecho Freud), sino la
“superación del orgullo del arribista y de la vanidad”. La serie
de sueños de ese poeta mostraría el desarrollo progresivo de su
proceso psíquico, que culminaría en una postura humilde. Por
ello, Maeder definió al sueño como “una expresión
autosimbólica de un momento de la evolución de la personali-
dad moral del poeta”.211 Con un golpe tangencial ambiguo,
Maeder se introdujo en el “análisis” de Freud, que los suizos
pensaban superar con la complementación de su síntesis:

La interpretación de Freud se refiere a “volver a ser


joven”, un deseo legítimo en el hombre maduro que está
envejeciendo; esta concepción contiene simplemente el lado
regresivo del fenómeno, pues tal deseo es regresivo. Pero
los sueños contienen también, sin embargo, un costado
progresivo que yo considero el más importante. En la vida
queremos algo más que anhelar el pasado. El poeta quiere
hacer todavía algo del resto de su vida.212

Con esta revisión de la teoría del sueño como satisfacción


de un deseo iba de la mano la interpretación simbólica que se
venía preparando desde hacía tiempo a través de las publica-
ciones de Jung en el Jahrbuch.
211
Alphonse Maeder: «Über das Traumproblem (nach einem am Kon-
gresse der Psychoanalytischen Vereinigung gehaltenen Vortrage, Mün-
chen, September 1913)», en Jahrbuch für psychoanalitische und psy-
chopathologische Forschungen 5 (1913), p. 672. Aquí no sólo se em-
pleaba el concepto de Silberer de lo «auto-simbólico» según la postura
suiza, sino que se lo incluía a su autor dentro de esa orientación (cf.
también p. 678 y ss.).
212
Op. cit.

140 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Análogamente a las dos funciones del sueño, Maeder pos-


tulaba también para los símbolos que allí obraban una
legibilidad retrospectiva y una prospectiva. La interpretación
sexual se ubicaba allí solamente como un estadio previo que
se refería al pasado del paciente (tendencias regresivas que
apuntaban a la sexualidad infantil), y que debían traducirse
en relación con su “conflicto actual”. La forma en que Maeder
corregía las interpretaciones simbólicas que se habían inclui-
do en la tercera edición de La interpretación de los sueños,
debía hacer evidente esa legibilidad dual:

El campo sembrado no es sólo un símbolo sexual; él


es también un símbolo del campo de su actividad [es
decir, del soñante], de su tarea vital en general. Sembrar
no significa solamente copular, sino también “hacer su
trabajo”.213

Para Freud y sus discípulos, que fueron ambos clasifica-


dos como representantes de un método de diagnóstico regre-
sivo, tales interpretaciones no eran más que regresiones a un
punto de vista preanalítico y simples traducciones de las in-
terpretaciones psicoanalíticas sobre la sexualidad con voca-
bulario intelectual. Poco antes del cierre del Jahrbuch en 1914,
el grupo vienés sacó un último número con la nueva denomi-
nación de Jahrbuch der Psychoanalyse, que ponía completa-
mente en claro para los lectores la diferencia que había surgi-
do entre las dos agrupaciones. Si Maeder había evitado es-
cribir una historia de la teoría del movimiento psicoanalítico,
porque más bien “debería escribirse una psicología íntegra
del movimiento”;214 Freud, por su parte, no vaciló en esbozar
tal psicología, no escatimando al hacerlo en ese momento el
gesto polémico con su articulo “Sobre la historia del movi-
miento psicoanalítico” publicado en ese mismo número.
213
Op. cit., p. 675 y ss.
214
Maeder: «Sur le mouvement psychanalytique», op. cit., p. 392.

Akoglaniz 141
SOÑAR CON FREUD

La mutua patologización del campo rival, que hasta ese mo-


mento se había desarrollado entre bambalinas, se tornó en-
tonces asunto público, con el agregado de volverse también
parte constitutiva de la historiografía psicoanalítica. La
complementación del psicoanálisis hacia una “síntesis”, exi-
gida también por algunos de los discípulos que seguían sien-
do fieles, fue vetada obsesivamente por el maestro durante
algún tiempo. Finalmente, Freud terminó por ser “sincero y
descortés”, motejándola de “frase vacía”.215 De la interpreta-
ción psicoanalítica que se ocupaba de la “química silábica” de
los sueños no debía surgir una “(al)quimia del alma”, que ade-
más ennobleciera a los pacientes desde el aspecto moral.216

9. La visibilidad de la represión

Cuando se le mostraba el Danubio a un niño de alrede-


dor de un año y medio, dijo: “¡Cuánta baba!”
SÁNDOR FERENCZI: PARA LA ONTOGÉNESIS DE LOS SÍMBOLOS.

La multiplicación de las teorías simbólicas reflejaba no sólo


las divergencias entre los diferentes ámbitos interpretativos;
seguía existiendo el problema de establecer una fijación per-
215
Freud [1919]: «Wege der psychoanalytischen Therapie» en GW XII, p.
185 [«Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica», Amorrortu, T. XVII,
p. 151]. Siguieron propagando la idea de un punto de vista «sintético»
entre los discípulos fieles de Freud, sobre todo Silberer y el párroco suizo
Oskar Pfister. Cf. la carta de Freud a Pfister del 9-10-1918 (Sigmund
Freud/Oskar Pfister: Briefe 1909-1939, Francfort, 1963, p. 62 y ss.).
216
Silberer fue el primero que para tal empresa descubrió la mística y la
alquimia, fomentando una interpretación que además de una forma «ana-
lítica» realizara una «anagógica» (cf. su libro Probleme der Mystik und
ihre Symbolik, Viena/Leipzig, 1914). Freud tomó distancia de esta postu-
ra en ediciones posteriores y añadidos de Die Traumdeutung de modo
claro (TD, 5ª edición, 1919, pp. 319 y ss. [GW II/III, pp. 528 y ss.],
[Amorrortu, T. V, p. 517]).

142 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

manente de la simbología, cuestión que permaneció sin resol-


ver a pesar del desmembramiento en muchas escuelas.
Los intentos de Silberer de aislar gracias a la introspección
aquellos elementos del sueño que describen procesos psíquicos
connotados emocionalmente, pusieron un límite a lo que se
había transformado en una lista confusa de ecuaciones simbó-
licas, pero agregando una nueva variable. Las respectivas téc-
nicas interpretativas se basaban en la aceptación de patrones
específicos y supraindividuales de representación que rivaliza-
ban entre sí; ya fuera por las explicaciones sobre cómo las
practicaban los suizos atenidos a la moral y a la práctica vital,
o por la autosimbología de Silberer o también por las investi-
gaciones de historia de la cultura de Rank.
Dos agregados en La interpretación de los sueños mos-
traban la línea teórica que aún seguían Freud y sus discípulos
más fieles. Al principio Freud introdujo la observación de que
la relación simbólica no era simplemente una representación
indirecta cualquiera, sino “el “vestigio y la marca” de una
identidad conformada en el pasado de los tiempos (TD, 4ª
edición, 1914, p. 261 [GW II/III, p. 357], [Amorrortu, T. V, p.
358]. La teoría simbólica así expresada apuntaba a una uni-
versalización que trascendiera la comunidad idiomática y, al
mismo tiempo, estableciera una vinculación entre la
ontogénesis y la filogénesis. Como prueba de ello, servía el
segundo añadido que había sido tomado de una publicación
humorística húngara por Sándor Ferenczi. Este analista se
había encontrado con que en los sueños de incontinencia uri-
naria de soñantes húngaros aparecían barcos [Schiffe] como
símbolos, aunque este pueblo, a diferencia de los austríacos,
no empleaba el verbo “embarcar” [schiffen] para “orinar”
[urinieren]. La que fue la primera y única puesta en imágenes
de un sueño, la comentaba Ferenczi con estas palabras:

Es un buen ejemplo para demostrar que un símbolo


no sale del idioma, sino que más bien los giros idiomáticos

Akoglaniz 143
SOÑAR CON FREUD

Tira cómica húngara que Ferenczi envió a Freud con un comentario en alemán

144 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

provienen del símbolo. En húngaro no existe ninguna ex-


presión para la incontinencia urinaria que recuerde los bar-
cos [Schiffe] y, sin embargo, el dibujante imagina el sueño
urinario lleno de barcos (cf. la ilustración y TD, 4ª edi-
ción, 1914, p. 271 [GW II/III, p. 373], [Amorrortu, T. V,
p. 373]).

La imagen que en este caso suplanta la argumentación,


trasciende la simple función ilustrativa. Apoyándose en Freud,
Ferenczi, que se ocupaba a menudo de historietas, ya había
puesto el acento en sus primeros trabajos acerca de los sue-
ños sobre la diferenciación de la simbología en soñantes indi-
viduales pero en distintas épocas.217 La diferencia del lengua-
je onírico seguía a cada momento, según sus interpretacio-
nes, la historia del desarrollo de cada individuo. Ferenczi ha-
cía pasar el hilo conductor a través de las diferentes etapas
del sujeto con la premisa de que al cuerpo le correspondía la
función de representar las imágenes del inconsciente.218 Ad-
hiriendo a la concepción de Silberer según la cual en el sueño
se produciría la percepción de los propios procesos psíquicos,
Ferenczi atribuía al cuerpo la capacidad de reflejar los esta-
dios de la psique. Sin embargo, mientras a Silberer, como filó-
sofo, le interesaba la capacidad reflexiva de los movimientos
mentales, Ferenczi en cambio, como médico, trasladaba la

217
En una conferencia de 1909 Ferenczi se refirió a La interpretación de los
sueños desde esta óptica. Cf. Sándor Ferenczi: «Die Psychoanalyse der
Träume», en idem: Populäre Vorträge über Psychoanalyse, Leipzig/Viena/
Zurich: Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 1922, pp. 41-65
inicialmente aparecido en Psychiatrische Neurologische Wochenschrift,
pp. 11-13 (1910).
218
Nos limitamos aquí a los trabajos tempranos de Ferenczi sobre el sueño
aparecidos hasta la cuarta edición de 1914, que sin embargo, en la biblio-
grafía sobre este analista húngaro que ha crecido de modo exponencial, no
encontraron mucha repercusión, contrastando con la atención que desper-
tó su teoría del trauma. La bibliografía más reciente sobre Ferenczi apare-
ce detalladamente discutida en el libro de Ruth Leys: Trauma. A Genealogy,
Chicago/Londres: University of Chicago Press, 2000, pp. 120-189.

Akoglaniz 145
SOÑAR CON FREUD

pura percepción mental e inmaterial de sí mismo al territorio


de lo materialmente corpóreo. Su preocupación por visualizar
las imágenes como las que brindan las tiras cómicas, de la
que la cuarta edición de La interpretación de los sueños se
hace eco de modo sensible, puede explicarse a partir de ese
viraje hacia la corporalidad de los procesos psíquicos.
En contraste con los experimentos consigo mismo que Sil-
berer llevaba a cabo en el diván, donde la sexualidad pasaba
a segundo plano, Ferenczi se acercaba a la fase autorreflexi-
va, pero no en situación hipnagógica sino gracias a una for-
ma determinada de sueños. Así por ejemplo, publicó en el
Zentralblatt de 1912 su informe sobre el fenómeno de los
sueños “dirigidos”, contando que un hombre había soñado
que su padre se presentaba ante una sociedad elegante pero
tremendamente mal vestido; acto seguido, el soñante se ha-
bía despertado sobresaltado para volver a dormirse nueva-
mente; en la segunda ocasión el padre aparecía ante la mis-
ma elegante sociedad pero correctamente vestido.219 Feren-
czi subrayaba el valor teórico de semejantes sueños (que ge-
neralmente tienen lugar en la madrugada, cuando se desea
seguir durmiendo), porque en ellos se manifestaría la condi-
ción autorreflexiva del principio deseante. La posibilidad de
imprimir en los sueños una dirección y un resultado, aporta-
ría una “cognición introspectiva de la tendencia de los sue-
ños hacia el cumplimiento de un deseo”.220 Frente a la “sim-
bología natural” de Silberer, que se asimilaba a una autorre-
producción del sistema cognitivo y podía conectarse con la
filosofía de la naturaleza de los románticos, Ferenczi, por su
parte, vinculaba lo simbólico con un cuerpo casi completa-
mente sexualizado. Así, Ferenczi reemplazaba el simbolismo
autorreferencial de Silberer, por una autoplasticidad, en la
que los órganos podían entenderse como objetos de deseo.

219
Sándor Ferenczi: «Über lenkbare Träume», en Zentralblatt für
Psychoanalyse 2 (1912), p. 32.
220
Op. cit., p. 31.

146 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

Poco antes de que la cuarta edición de La interpretación


de los sueños reprodujera la tira cómica húngara, Ferenczi
había esbozado un modelo ontogenético de la evolución hu-
mana en el que los deseos eran representados por medio del
propio cuerpo.221 Para el niño en sus primeros años de vida,
el cuerpo se impone no sólo como el primer objeto de su pen-
samiento, sino también como su primera forma. Relacionán-
dolas con sus propias formas corporales, comienza a identifi-
car objetos del mundo exterior con sus propios órganos –espe-
cialmente con los genitales. Un río, como en la historieta
mencionada, puede resultar análogo a un enorme chorro de
orina, o el puré de avena corresponderse con las propias he-
ces. Esas ecuaciones, que permiten que todo líquido sea equi-
valente a la orina, se originan a partir de la incapacidad in-
fantil para establecer diferencias, y pueden relacionarse con
la definición de símbolo establecida por Otto Rank y por
Hanns Sachs, también retomada por Freud. No es por azar
que aparecieran justamente en 1913 una serie de trabajos
sobre la teoría de los símbolos que servirían de base teórica
para la cuarta edición de La interpretación de los sueños.
Entre ellos merece mencionarse el primer número de la re-
cientemente fundada Internationale Zeitschrift für ärztliche
Psychoanalyse [Revista Internacional para el Psicoanálisis
Médico], en la que publicaba Ferenczi, y el libro programático
de Rank y Sachs Die Bedeutung der Psychoanalyse für die
Geisteswissenschaften [El significado del psicoanálisis para
las ciencias del espíritu]. En este libro, sus autores incluían
una formulación axiomática que entendía el símbolo como
“un modo especial de la representación indirecta”:

…que por poseer ciertas propiedades lo distinguen de


figuras cercanas, como la comparación, la metáfora, la

221
Cf. Sándor Ferenczi: «Entwicklungsstufen des Wirklichkeitssinnes», en
Internationale Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse 1 (1913), pp. 124-
138.

Akoglaniz 147
SOÑAR CON FREUD

alegoría, la alusión, y otras formas de la representación


plástica de material mental (como una especie de “rebus”
[frase que se expresa con dibujos y letras]) […] Es una
expresión gráfica sustituta que se coloca en lugar de otra
que permanece oculta.222

Esta formulación ponía por un lado el acento en el rol de lo


visual en los procesos mentales inconscientes, y, por otro lado,
permitía privilegiar el modo en que la censura psíquica recu-
rría a la imagen. Gracias a su formación en el área de la lin-
güística y la literatura, a Rank y Sachs les era posible vincular
los medios expresivos simbólicos del sueño con aquellos de la
lengua. Sin embargo, frente a las exigencias del clínico que
reclamaba claves utilizables y pasibles de formar un canon
normativo, este paso era justamente el que borraba la diferen-
cia entre las figuras retóricas y la doctrina psicoanalítica del
símbolo.223
Las perspectivas abiertas por Rank y Sachs para el psicoa-
nálisis en el terreno de la literatura ofrecían puntos de anclaje
para cuestionar teorías de la cultura y de la filosofía del len-
guaje; sin embargo, para la técnica psicoanalítica, que seguía
apostando a la combinación entre ocurrencias individuales de
un analizando (como productor) y la comprensión general del
símbolo de un analista (como intérprete), la falta de precisión
resultaba un gran obstáculo para la creación de normas de
referencia en la práctica clínica. Ferenczi intentó utilizar las
bases histórico-culturales de la simbología expuestas por los
vieneses, al ponerlas en contacto con la afectividad. En oposi-
ción a hechos puramente lingüísticos, concebía como símbolos
en sentido psicoanalítico sólo cosas y representaciones:

222
Otto Rank/Hans Sachs: Die Bedeutung der Psychoanalyse für die
Geisteswissenschaften, Wiesbaden: Bergmann, 1913, p. 11.
223
Este borramiento de la diferencia será, por otro lado, un acicate produc-
tivo para numerosos trabajos lingüísticos. Cf., entre otros, Tzvetan
Todorov: Théories du symbole, París: Seuil, 1977.

148 Akoglaniz
LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES

…caracterizadas por una investidura emocional lógi-


camente inexplicable e infundada, de las que es dado
establecer desde el punto de vista analítico que reci-
ben esa sobrecarga afectiva de la identificación incons-
ciente con otra cosa (o representación), a la que perte-
nece ese exceso afectivo. Todas las comparaciones no
son símbolos, sino sólo aquellas en las que uno de los
miembros de la ecuación es reprimido hacia el incons-
ciente.224

Dado que la identificación en la historia evolutiva del su-


jeto hecha por Ferenczi aparece pensada en primera instan-
cia como un paso en el que se equiparan los órganos con los
objetos del mundo exterior, se le atribuyen al cuerpo funcio-
nes representativas equiparables con el pensar y actuar. En el
cuerpo se materializan entonces elementos que se niegan a
aparecer en una representación mental, y terminan siendo
reprimidos. Sólo merece la denominación de simbolo aquello
que se puede relacionar con objetos del mundo exterior en el
propio cuerpo. El cuerpo estructura, de ese modo, no sólo los
comienzos del pensamiento infantil, sino que también mate-
rializa en la vida del adulto sus representaciones inconscien-
tes. Por esta vía, el cuerpo acaba por ser una matriz del in-
consciente, que no busca representaciones de los pensamien-
tos inconscientes en los estadios invisibles de la mente, sino
que los explica como lo orgánicamente visible. La transfor-
mación de formas representativas puramente psíquicas e in-
visibles en signos corporales visibles según se presentaba ya
en los trabajos previos de Ferenczi, habría de marcar en los
años posteriores un rumbo cada vez más alejado de la con-
cepción de Freud y sus seguidores vieneses. Esta contribu-
ción debe considerarse en principio un intento, acorde con la

224
Sándor Ferenczi: «Zur Ontogenese der Symbole», en Internationale
Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse 1 (1913), p. 436 y ss.

Akoglaniz 149
SOÑAR CON FREUD

escuela vienesa, de ofrecer una respuesta concluyente a la


situación en que se encontraba la doctrina de los símbolos
que, entretanto, se había vuelto caótica.
De modo alternativo, la simbología venía siendo anclada
en orígenes morales, míticos, histórico-culturales y corpora-
les, de tal modo que los caminos de retorno hacia la técnica
de la asociación libre aparecían cada vez más obstaculiza-
dos. En La interpretación de los sueños la parte sobre la
simbología onírica y los sueños típicos, que había ido crecien-
do tanto y había sido tan modificada, permaneció igualmen-
te errática en sus contradicciones según se demuestra desde
la cuarta edición en adelante, reflejando así la escisión de un
colectivo psicoanalítico en el que se ostentaban posiciones
divergentes. Los conflictos que habían estallado gracias a la
porosidad del texto freudiano no encontraron tampoco una
solución definitiva en ediciones posteriores del libro.225 Los
esfuerzos de los suizos por cubrir con un manto de moralismo
la situación analítica modelada según un aporte cognitivo sin
tapujos por Freud, pero también la práctica de Stekel de refe-
rir la interpretación del lenguaje de los sueños siempre a la
intuición médica, así como los intentos de Silberer de fundar
una teoría simbólica sobre bases teórico-cognitivas, todo ello
condujo a problemas metodológicos y teóricos que ya no aban-
donarían nunca la interpretación psicoanalítica de los sueños.

225
La confrontación final que, con todo, no arrojó ningún resultado real,
fue capitaneada por Ernest Jones en 1916, en su «Teoría simbólica». En
este texto, el principal enemigo era Silberer, quien junto con Jung, Maeder
y Stekel, fueron caratulados como representantes de la «escuela post-
psicoanalítica»; cf. Forrester: Language, op. cit., pp. 122-130.

150 Akoglaniz
Parte III
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
ENTRE EL “DOCUMENTO HISTÓRICO”
Y LOS NUEVOS LENGUAJES ONÍRICOS

Mi suposición de que este libro con sus casi veinte años de


existencia habría agotado su tarea, no se ha visto confirmada.
SIGMUND FREUD: PREFACIO A LA SEXTA EDICIÓN DE
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS (1921).

Akoglaniz 151
SOÑAR CON FREUD

152 Akoglaniz
Cuando en 1921 La interpretación de los sueños llegó a su
sexta edición, había pasado ya la época de una revisión a
fondo. También habían terminado las intervenciones del pú-
blico lector en el propio texto. La continuación de la teoría
estaba ahora a cargo de las publicaciones periódicas como
Imago y la Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, que
no tenían por qué hacerse cargo de la coherencia o densidad
de la obra de Freud.226 Tampoco obtuvieron repercusión en
el libro las modificaciones de la teoría onírica que Freud ha-
bía emprendido después de la guerra en sus colaboraciones
para las revistas, o en “Más allá del principio del placer”
(1920). La interpretación de los sueños se transformó en un
sólido monumento escrito, cuyos cambios e intervenciones
poco a poco se hicieron invisibles. Mientras que en los países
de habla alemana nuevos órganos de publicación venían a
reducir su papel, la cuestión de en qué forma habría de circu-
lar el texto cobró perentoriedad a medida que el psicoanálisis

226
Freud hizo explícita mención en las «Bemerkungen zur Theorie und
Praxis der Traumdeutung», aparecidas en la Internationale Zeitschrift
für Psychoanalyse, sobre el hecho de que la forma fija del libro le había
suscitado muchas limitaciones. De modo introductorio, dice allí: «El
azaroso hecho de que las últimas ediciones de La interpretación de los
sueños fueran realizadas con planchas de estereotipo, me obligó a po-
ner las observaciones restantes de modo independiente, que, de lo con-
trario, hubieran formado parte integrante de los cambios o hubieran
sido insertadas en el texto mismo». (GW XIII, p. 301).

Akoglaniz 153
SOÑAR CON FREUD

Prospecto para la edición de los Escritos reunidos


(1924-1925) con precios de la época de la inflación

154 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

se difundía por nuevos países pasando fronteras idiomáticas.


Después de la Primera Guerra Mundial se perfilaron dos ten-
dencias. Por un lado, a La interpretación de los sueños se le
adjudicaba claramente el carácter de un documento históri-
co; por otro, ese proceso de solidificación histórica experi-
mentaba un freno a causa de las traducciones que, por los
cambios emprendidos en él, se hacían eco de las múltiples
facetas del libro y, a la vez, debían introducirlo en otras cul-
turas.
El curso posterior que tomó la conformación del libro lle-
vaba la impronta de ese campo de tensiones. Frente a las
posiciones nacidas a partir de 1899, que habían ido dejando
en el libro cada vez mayores fisuras, se entiende la postura de
Freud que pretendía conectar la obra con una fase histórica
determinada. El marco de lectura a que daba lugar el intento
de una nueva apropiación por parte del autor arrojaba a los
márgenes la interacción entre texto, contexto y sus lectores.
Sin embargo, esto no bastó para establecer un texto canóni-
co pensado como una unidad estable. El retorno a la forma
de la primera edición profundizó aún más la brecha que se
había abierto entre los diferentes intérpretes, pero también
esa forma fue nuevamente puesta en entredicho a causa de
las nuevas traducciones que iban apareciendo.

10. El retorno de Freud como autor

¿Está usted pensando en la gran tarea de revisar


La interpretación de los sueños?
ERNEST JONES A SIGMUND FREUD, CARTA DEL 26-2-1924.

Los vestigios concretos dejados por las comunidades


interpretativas suizas y vienesas habían desaparecido o ha-
bían sido relativizados desde la cuarta edición en adelante.

Akoglaniz 155
SOÑAR CON FREUD

En qué medida los cambios que pugnaban en el libro eran


vivo documento de los debates, que entretanto podían consi-
derarse históricamente superados, o a lo sumo eran vistos
como callejones sin salida, estuvo claro en un proyecto que
salió de la Editorial Psicoanalítica Internacional, el cual con-
sistía en una reimpresión de la primera edición. Esa casa edi-
torial (Internationaler Psychoanalytischer Verlag) que había
sido fundada por Freud en 1919 y estuvo inicialmente bajo la
dirección de Rank, no sólo aseguraba la independencia co-
mercial de las publicaciones psicoanalíticas, sino que apare-
cía como la norma de lo que después de tantos cismas debía
valer para el lector no iniciado, como el psicoanálisis freudia-
no por excelencia.227 Si durante veinte años La interpreta-
ción de los sueños había llenado el cometido de posicionarse
frente a las nuevas teorías oníricas que la misma obra
promocionaba, conformándola según la evolución del propio
Freud, ahora esa tarea les competía a sus discípulos y a sus
respectivas publicaciones. Las instituciones educativas recien-
temente creadas que dotaban a la enseñanza del psicoanáli-
sis con reglas seguras vinieron a ocupar el lugar del libro,
cuya tarea se vio primariamente restringida a mostrar cómo
se interpretaban los sueños según Freud. Visto el traspaso de
esta función a un determinado grupo de autores, imbuidos de
una formación psicoanalítica que se tornaba cada vez más
reglamentada, se comprende por qué Freud estaba cada vez
más inclinado a considerar el libro como un “documento his-
tórico” (TD, 8ª edición, 1930, IX [GW II/III, XIV]) que se-
guía conservando el valor de texto fundamental para el
analista, pero que había sido superado, dado que provenía de
una época distante y todavía “bárbara”. El distanciamiento
histórico que Freud tenía in mente había sido ya fijado en la

227
Cf. Lydia Marinelli: Psyches Kanon. Zur Publikationsgeschichte rund
um den Internationalen Psychoanalytischen Verlag, Viena: Turia + Kant,
2009.

156 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

quinta edición (de 1918) que acusaba ahora más bien cam-
bios marginales, en cuyo prólogo se dice:

No he podido decidirme a realizar una modificación a


fondo de este libro, que lo hubiera puesto al nivel de nues-
tras concepciones psicoanalíticas actuales pero que habría
dañado también su particularidad histórica. Pienso, con
todo, que con sus casi veinte años de existencia, ha agota-
do su tarea (TD, 5ª edición, 1918, VIII [GW II/III, XIII]).

La Editorial Psiconanálitica Internacional reaccionó a esta


historización establecida por el propio Freud, reclamando
rápidamente los derechos de edición de Die Traumdeutung,
para poder publicar ese título como parte de las obras com-
pletas. En 1925 aparecía el libro, bajo el cuidado de Otto
Rank, Anna Freud y A. J. Storfer, como parte de los
Gesammelte Schriften [Escritos reunidos (tomos II y III)], aho-
ra por primera vez en su versión original de 1899. Las nume-
rosas modificaciones, agregados y tachaduras que habían
hecho de la obra una acumulación de textos cada vez más
compleja, obligaron a los responsables de la edición a publi-
car el texto original en un tomo y los complementos en el
siguiente. Freud había tenido al principio la idea de reelaborar
completamente la obra para una nueva edición y también de
reescribir los agregados formando un nuevo capítulo, según
se desprende de una carta:

Pienso reelaborar ese libro para las obras completas.


En el primer tomo habría de reproducirse la primera edi-
ción, los agregados posteriores los haría seguir redacta-
dos como nuevos capítulos de una segunda parte.228

228
Freud a Ferenczi, 13-9-1924, citado según Freud/Ferenczi: Briefwechsel,
Tomo III/1, 1920-1924, compilado por Ernst Falzeder und Eva Brabant,
Viena, 2003, p. 247 [S. Freud, Correspondencia, T. IV, Biblioteca Nue-
va, Madrid, 1999, p. 557].

Akoglaniz 157
SOÑAR CON FREUD

La concepción por la que Freud pretendía reapropiarse de


La interpretación de los sueños no llegó a hacerse realidad,
en gran medida a causa de la heterogeneidad de las adicio-
nes. Si el texto de la primera edición era fácil de reconstruir,
el tomo subsidiario se encontraba en cambio ante la inmensa
dificultad de dejar claramente de lado los estadios de
reelaboración. Esto en muchos casos no se pudo lograr, pues
tanto la estructura del libro, en capítulos, como así también
numerosos pasajes, se habían modificado de tal forma con
las diversas reescrituras que en el correr de las ediciones el
mismo fragmento podía aparecer ya fuera como adición o
como pasaje a excluir. En vista de esta multiplicidad de ca-
pas, la única forma textual posible hubiera sido no la del tomo
complementario sino la del palimpsesto.
Con su encuadernación en costoso cuero, la reedición,
pensada como libro-objeto, venía a reforzar el carácter de
documento histórico de la obra, negando así su primer papel
de manual del psicoanálisis. Aislado de las reformas origina-
das por las múltiples confrontaciones con los discípulos, se
erguía ahora como testimonio de un acontecimiento singu-
lar: el autoanálisis de Freud. El acento puesto por su autor en
el cierre de la obra de una vida no se daba a manera de una
síntesis final, sino de modo insoslayable en su forma “analíti-
ca”. La modificación más significativa respecto de su última
conformación se producía con la irredimible cancelación de
los dos apartados redactados por Otto Rank, con quien aho-
ra Freud había llegado a una ruptura. La desaparición de
esos contenidos fue explicada por Freud de modo parco: “Su
inclusión en una colección de mis propios textos debe estarles
naturalmente vedada” (GS III, p. 150).
Si, por un lado, esta nueva edición ponía sobre el tapete
por primera vez qué capas textuales y complementos de La
interpretación de los sueños tenían derecho a figurar en las
obras completas de Freud, la institucionalización del libro en
culturas fuera del área de la lengua alemana creaba, por otro

158 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

lado, una dificultad extra al superponerse a los intentos de


canonización editorial. ¿Cómo habría de ser la traducción de
un texto tan ligado a la figura de su autor, a su historia perso-
nal y a su idioma? Cuando se fundó la Editorial Psicoanalítica
Internacional, se esperaba que ella diera pie a publicaciones
estandarizadas de los libros en alemán, pero que también
garantizara las traducciones a otros idiomas. Sin embargo,
hacia esa época la tarea más urgente no concernía al asunto
de las traducciones. Inmediatamente después de la guerra, se
había dado ya el caso de que se planeara una edición que
implicaba la cooperación de los vieneses con una casa edito-
rial húngara, pero este proyecto finalmente no se llevó a cabo.
La breve exposición titulada “Über den Traum” (“Sobre el
sueño”) no ocasionaba al traductor demasiadas dificultades,
de modo que durante largo tiempo ese texto sirvió, cuando se
trataba de otros idiomas, como sustituto para la lectura de
Die Traumdeutung.229 La cuestión económica era, por cier-
to, uno de los elementos problemáticos dentro de un terreno
más complejo; es decir, el asunto de la traducibilidad del libro
de los sueños en el que se mezclaban aspectos metodológicos,
hermenéuticos e interculturales.

11. Traductores soñantes e intérpretes legítimos

Siempre consideré el libro como intraducible.


SIGMUND FREUD A ABRAHAM A. BRILL, 2-6-1913.

La distinción en los sueños entre su contenido manifiesto y


latente impulsó a Freud a suponer una serie de mecanismos
229
En la serie italiana de esta editorial apareció una traducción de «Über
den Traum» en 1919 y en su par polaco una realizada por la traductora
Beata Rank en 1923.

Akoglaniz 159
SOÑAR CON FREUD

de censura por los que pasa el deseo, llevándolo también a


considerar en primera instancia no las causas de los sueños,
sino su traducibilidad:

El pensamiento y el contenido de los sueños se hallan


frente a nosotros como dos representaciones del mismo tema
en dos idiomas diferentes; o mejor dicho, el contenido del
sueño se nos presenta como una transposición de los pen-
samientos oníricos expresados de otra manera. Debería-
mos aprender a distinguir sus signos y reglas sintácticas,
comparando el original y la traducción (GW II/III, p. 283).

La cuestión de la traducibilidad de los sueños obtiene aquí


una doble dimensión. En primer lugar, al vincular al sueño de
modo tan estrecho con estructuras lingüísticas y con giros
idiomáticos, no resulta aleatorio en qué lengua se esté soñan-
do. En segundo lugar, al presentar la cuestión se evidencia la
metodología de la interpretación onírica freudiana en tanto
tal, pues ella confiere a la traducción un estatus que se ubica
entre la práctica clínica, la transformación idiomática y la
tradición institucional.
Para pensar el hecho de traducir, Freud contaba con las
claras contribuciones de la filosofía del lenguaje desde la pers-
pectiva hermenéutica y de la teoría de los signos.230 Sin em-
bargo, como surge de una simple mirada sobre la primera
traducción de La interpretación de los sueños, la transforma-
ción textual se hallaba en estrecha relación con la heteroge-
neidad de su metodología. La misma colocaba a sus primeros
traductores frente a una ingente tarea, que a Freud inicial-
mente le parecía insoluble. Introducir en otra cultura un libro
tan ligado a la persona del autor (cuya historia personal e
230
El texto de Jacques Derrida «Freud et la scène de l´écriture» tuvo una
gran influencia en el debate sobre ese tema (en idem: L´Écriture et la
Différence, París, Seuil, 1967 [Derrida: La escritura y la diferencia, Bar-
celona: Anthropos, 1989]).

160 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

idioma se hallan tan unidos), pareció desde el principio una


empresa condenada al fracaso. Freud puso esto una vez más
en claro cuando observó en la tercera edición del libro que:
“Un sueño es por lo general intraducible a otros idiomas y,
por lo tanto, un libro como este está en la misma situación”
(TD, 3ª edición, p. 71). Cuando, a pesar de esta advertencia a
todos los futuros traductores, se hicieron los primeros inten-
tos de traducirlo, Freud siguió mostrándose escéptico, poniendo
en duda que una traducción inclusive literal fuera capaz de
difundir el psicoanálisis en otros países. Poco antes de la apa-
rición de la tercera edición empezaron a llegar a la sede de
Viena ofertas de traducir la obra. Así, el teniente coronel
Sutherland, un inglés residente en la India, envió una prueba
de su traducción, que no llegó a entusiasmar a Freud.231 Ante
Samuel Jankélévitch, que se dirigió a él para proponerle una
traducción al francés, Freud volvió a repetir su argumenta-
ción de por qué se seguiría oponiendo:

Por supuesto que una traducción de Die Traumdeu-


tung (cuya tercera edición está por salir) sería muy im-
portante. Este libro, que ya en alemán es difícil de leer,
me parece completamente intraducible por los relatos de
los sueños; y si surgiera una traducción –no sé cómo–,
ella terminaría probablemente por espantar a los france-
ses de toda posterior lectura. Los Studien über Hysterie,
por otro lado, están anticuados, ya que brindan una idea
insuficiente del actual estado del psicoanálisis, dada la
fecha de su escritura (1895). Mi sugerencia apuntaría a
que, en lugar de estos dos textos, se tradujera en cambio
la Psychopathologie des Alltagslebens, que es un texto
ligero y divertido. Apareció en su tercera edición en Ber-
lín en la editorial de S. Karger y tiene sólo 150 páginas.
Si usted tiene la intención de dar a conocer el psicoanáli-

231
Cf. Freud a Abraham A. Brill, carta del 26-2-1911; Freud Collection,
Library of Congress, Washington.

Akoglaniz 161
SOÑAR CON FREUD

sis en Francia, debería incluir la traducción de dos escritos


breves: “Über Psychoanalyse” es un importante escrito pro-
gramático que contiene cinco conferencias realizadas en
Estados Unidos (con 62 páginas) junto con el fundamen-
tal “Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie” (2ª edición,
1910, 86 páginas); ambos aparecieron en la casa Deutic-
ke de Viena. Los tres títulos juntos no llegan al tamaño de
Die Traumdeutung, sino justo a la cantidad de páginas de
los Studien. Yo daría mi autorización a una traducción
francesa, sólo si estos tres trabajos aparecieran de modo
simultáneo ante el público francés.232

Lo que aquí se está presentando como un futuro canon de


lecturas, revelaba también la profunda tensión que recorría
Die Traumdeutung en su condición de manual. La potenciali-
dad persuasiva en otra lengua no dependía de si la traduc-
ción seguía criterios idiomáticos exactos o si el vocabulario
se atenía al original, sino si funcionaba como método entre
soñantes/lectores que pertenecían a otra área lingüística. Así
como Freud instaba al lector escéptico a corroborar en sus
propios sueños la teoría del cumplimiento del deseo, y obliga-
ba inclusive al lector crítico, al introducir el “contradeseo”, a
tomar una posición en la que verificara su interpretación,
ahora debía el traductor seguir el mismo camino. La obstina-
ción de que los sueños freudianos no eran traducibles, obliga-
ba a transferirlos a otro idioma por otra vía. Cuando
Jankélévitch, después de desistir de su primer intento asusta-
do por la declaración de Freud, volvió otra vez a la carga en
1920, obtuvo la siguiente advertencia:

En ambos [Die Traumdeutung/Der Witz] hay tanto


que tiene que ver con los giros idiomáticos que el traduc-
tor debería ser él mismo un analista y así suplir el mate-

232
Freud a Jankélévitch, carta del 13-4-1911; Freud Collection, Library of
Congress, Washington.

162 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

rial dado por mí con uno de su propia cosecha, así como


ha sucedido en diferentes traducciones.233

Las consecuencias que de esto resultaron fueron de otro


tipo. Ya no se trataba de encontrar las correspondencias
idiomáticas adecuadas a los sueños freudianos. En estas ad-
vertencias, el autor estaba tan ligado a su procedimiento que
el traductor, armado con una metodología sin material oníri-
co directamente traducible, debía escribir el libro de nuevo
en su respectivo idioma apoyado en sus propios sueños. De
ese modo, cada traducción del libro equivaldría a una nueva
edición del autoanálisis freudiano: había que soñar de nuevo
en cada lengua.
Esta idea fue seguida en cierto sentido por Abraham Ar-
den Brill para su traducción inglesa de Die Traumdeutung,234
aunque para ello se tomó primero algunos esperables des-
víos. Tampoco Brill se había animado al comienzo a abordar
la obra magna. Con la ayuda de Freud tradujo primero Die
drei Abhandlungen zur Sexualtheorie (de 1905) y algunos
otros trabajos menores, y tuvo la virtud de llamarle la aten-
ción a su autor sobre la importancia de un establecimiento
normativo de la terminología, que para él se basaba en una
práctica regulada de la traducción. De ese modo, Brill pudo
contar con los derechos exclusivos de la edición en inglés.
Bajo la presión del creciente interés por sus trabajos en los
Estados Unidos, Freud ya había autorizado a Brill en 1908 a
ser el único traductor al inglés de sus obras, aun cuando su
lengua materna no era el inglés. Las carencias lingüísticas en
inglés de este traductor originario del Imperio Austro-Hún-

233
Freud a Jankélévitch, carta del 28-6-1920, Freud Collection, Library of
Congress, Washington.
234
Sigmund Freud: The Interpretation of Dreams, traducido por Abraham
A. Brill, Londres: George Allen & Co, 1913. Acerca de las traducciones
tempranas al ingles en general puede consultarse la obra de N. G. Hale,
Jr.: Freud and the Americans. The Beginning of the Psychoanalysis in
the United States, N.York: Oxford University Press, 1971, p. 250 y ss.

Akoglaniz 163
SOÑAR CON FREUD

garo estaban compensadas por el hecho de que Brill había


tomado clases prácticas con Freud en Zurich, y también de
que en el momento de los conflictos con los suizos lo siguió
apoyando.
Desde el principio, entonces, Brill y Freud habían trabaja-
do en la fijación de conceptos fundamentales. Freud aconse-
jaba:

Unbewubt [inconsciente] debe ser traducido como


unconscious. Unbe. Es un término que tiene su lugar en
mi vocabulario. Me vengo rompiendo la cabeza sobre
cómo traducir Zw[angs]neurose [neurosis obsesiva], pero
no llegué a ningún resultado mejor del que usted propo-
ne. Me parecía que obsession neurosis andaría bien, si se
pusiera entre paréntesis (obsessious phobies, doubts im-
pulses). En alemán se dice, por cierto, Zw[angs]vorstellung
[representación obsesiva], incluyendo todos los otros
Zw[angs]vorgänge [procesos obsesivos]. Entretanto, no
tendría nada que objetar a su compulsion neurosis con los
añadidos necesarios y debo dejarle a usted la decisión. Su
término me parece inclusive mejor.235

Al traductor no sólo le cabía ahora la transposición lin-


güística general y el trabajo con los conceptos, sino que sus
rasgos personales iban a jugar las más de las veces un papel
sobre el contexto en el que se desarrollarían de ahora en ade-
lante las lecturas de Freud. Los traductores, como el francés
Samuel Jankélévitch, podían situarse, en su condición de
marginales de la vida académica, más cerca de los círculos
literarios que de los científicos,236 mientras que Brill había
cursado seminarios psiquiátricos en el Burghölzli y atestiguaba
235
Freud a Brill, carta del 3-6-1909, Freud Collection, Library of Congress,
Washington.
236
Jankélévitch tradujo, además de a Freud, a Hegel y Benedetto Croce, y,
por su origen ruso, a Nikolai Berdiajev.

164 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

una conexión con la medicina estadounidense. La elección


recayó en Jankélévitch porque como miembro durante mu-
chos años de la redacción de la Revue philosophique poseía
buenos contactos con los medios parisinos en el área de la
psicología y la filosofía. A diferencia de lo que ocurría en el
dominio de la lengua inglesa, en el que en un principio Brill y
luego Strachey y Jones ocuparían una posición monopólica,
reinaba en Francia una situación más caótica. Maeder, por
su parte, quien había sido el primero en colocar bajo su égida
las traducciones al francés, perdió este lugar cuando se pro-
dujo la escisión con el grupo suizo.237 Jankélévitch empezó a
funcionar desde entonces como el primer traductor oficial de
Freud al francés; sin embargo, no llegó a ocupar una posición
de privilegio comparable con la de Brill. Die Traumdeutung
no la tradujo él, sino Ignace Meyerson en 1926.238
237
Maeder se había preocupado demasiado tarde en conseguir ese papel,
aunque Freud inicialmente no había estado en contra de elevarlo al rango
de curador legítimo de la edición francesa. El 2-5-1911 Freud le escribía:
«Me sería, por supuesto, más grato si la traducción estuviera bajo su con-
trol. Ahora, sin embargo, no puedo hacer otra cosa que preguntarle a
J[ankélévitch] cómo anda la cosa, después de un tiempo prudencial, y
amenazarlo con dársela a su colega, a quien pido hay que mantener entu-
siasmado todavía», Freud Collection, Library of Congress, Washington.
238
Bajo la pluma de Jankélévitch aparecieron las primeras traducciones de
Freud, todas en la casa editorial Payot. Primero se publicó Vorlesungen
zur Einführung in die Psychoanalyse (como Introduction à la psychanalyse,
1922), a la que le siguieron Psychopathologie de la vie quotidienne y
Totem et tabou. Meyerson publicó su versión de Die Traumdeutung en la
Editorial Félix Alcan, con el título La science des rêves (París, 1926), con
la idea de establecer con ese libro un estrecho contacto con las ciencias de
la psicología. Elisabeth Roudinesco reconoce los méritos lingüísticos del
traductor en su libro La bataille de cent ans. Histoire de la psychanalyse
en France (2 tomos, París: Fayard, 1986), [La batalla de cien años. His-
toria del psicoanálisis en Francia, Ed. Fundamentos, Madrid, 1988];
aunque, sin embargo, no le concede ninguna función al texto para la
recepción francesa de Freud, más allá del estrecho círculo psicoanalítico.
Más detalladamente discute la cuestión de las primeras traducciones fran-
cesas de Freud, Marcel Scheidhauer, en su libro Le rêve freudien en France
(op.cit., pp. 107-127), cuando señala que los primeros traductores no
estaban formados ni en la psiquiatría ni en la psicología.

Akoglaniz 165
SOÑAR CON FREUD

Pronto se comprobó que la técnica psicoanalítica tampo-


co estaría completa sin el conocimiento de Die Traumdeutung,
y que ningún otro libro sería su verdadero sustituto. El editor
Deuticke, por su parte, también ejercía presión para una tra-
ducción de la obra, dado que sin cesar le llegaban ofertas de
editoriales inglesas. Ante esta situación, Brill comenzó a tra-
ducirla al inglés, poco después de la publicación de la tercera
edición alemana. Su versión publicada inicialmente en 1913
era, por lo tanto, una traducción fiel de esa tercera edición. A
pesar de las dudas sobre las ventajas de una traducción lite-
ral, se ciñó a la letra, concentrándose en crear una terminolo-
gía normativa para la lengua inglesa. Sin embargo, los resul-
tados evidentemente no lo convencieron. Por una parte, su
origen centro-europeo le había granjeado la cercanía a Freud;
pero, por otra, ello resultó ser un obstáculo en su actividad
como traductor al inglés. Como era previsible, los comenta-
rios críticos no se hicieron esperar: “Esforzada pero nada
elegante”, fue la observación de Putnam. Otros comentaris-
tas le echaron en cara su distorsión de los términos funda-
mentales.239 Freud, en cambio, no hizo pública en ningún lu-
gar una crítica negativa sobre la versión de Brill e inclusive la
defendió frente a la de Jones, quien pronto sugirió la necesi-
dad de una nueva edición. Suponiendo en la figura de Brill un
nuevo discípulo y propagandista de su postura dentro de los
Estados Unidos, Freud escribió el prólogo para la versión in-
glesa y llegó tan lejos como para modificar el pasaje de la
cuarta edición de Die Traumdeutung, en el que postulaba la
intraducibilidad de la obra que, a partir de esa modificación,
rezó:

Por otro lado, el sueño depende en tan gran medida


de la expresión lingüística, que podemos acordar con
Ferenczi, cuando afirmaba que cada lengua tendría su

239
Hale hace una breve referencia a estas críticas; op. cit., p. 276.

166 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

particular lenguaje onírico. Un sueño es, por lo general,


intraducible a otras lenguas y, por eso, yo pensaba que
este libro también lo era. A pesar de todo esto, el Dr. A.
A. Brill, de Nueva York, ha logrado traducir con éxito
Die Traumdeutung, lo que dio lugar a otras traduccio-
nes (TD, 8ª edición, 1930, p. 69 [GW II/III, p. 104],
[Amorrortu, T. IV, p. 121]).

Aparte de las alabanzas públicas, Freud terminó por ex-


presar alguna tibia crítica a la versión inglesa, especialmente
porque Brill no le envió la última copia de las galeras para su
revisión.240
A pesar de los problemas lingüísticos, la versión estado-
unidense fue reeditada dos veces a lo largo de un año, sin que
mediaran correcciones; pero, sin embargo, ante la cuarta
edición alemana (de 1914) se volvió ya obsoleta. Bajo esta
nueva presión, Brill reelaboró su versión varias veces, para
decidirse finalmente por no seguir literalmente la edición ale-
mana de 1914, sino que aceptando el primer consejo de Freud,
pensó en completar el texto con material propio. En todo caso,
muchos de los ejemplos del apartado sobre simbología que
acrecentaron las ediciones alemanas entre 1911 y 1929 pro-
venían no del propio Freud, sino que eran el resultado de una
actividad de compilación colectiva, que había permitido a
diferentes discípulos una participación individual en el texto.
En su tercera edición corregida (de 1932), Brill cambió el tex-
to al extremo de ponerse a sí mismo entre los principales pro-
veedores de material, dejando de mencionar a algunos otros.
Las intervenciones de Brill, pensadas como demostración
de la dimensión universal de la simbología onírica, termina-
240
Después de que Brill se hubiera manifestado de acuerdo en traducir con
la ayuda de un colega Totem und Tabu, Freud le escribió: «Estaría muy
satisfecho si pudiera leer una copia, pues en La interpretación de los
sueños se encuentran algunos pequeños errores, que de otra manera
podrían subsanarse»; Freud Collection, Library of Congress, Washing-
ton, 22 de enero de 1924.

Akoglaniz 167
SOÑAR CON FREUD

ron siendo un nuevo viraje en la teoría. En algunos pasajes, el


traductor ilustró con material propio los sueños introduci-
dos, acortando para ello los sueños de Freud o dejando de
lado los de otros. Por añadidura puso los sueños en aquel
apartado del Capítulo VI que desde la aparición de La inter-
pretación de los sueños, en noviembre de 1899, era el sitio del
libro que más modificaciones había sufrido, o que en la pri-
mera edición nunca había existido de esa manera. Las inter-
venciones del texto original llevadas a cabo por Brill siguie-
ron entonces dos vertientes: una proveía material de corro-
boración a los procesos formales de la distorsión onírica, la
otra intentaba proporcionar una “traducción” de los símbo-
los oníricos a los soñantes estadounidenses.
En el capítulo de la elaboración del sueño, Freud había in-
vestigado el papel de la formación de palabras en los procesos
de desplazamiento y condensación. Los chistes, los lapsus y las
combinaciones de palabras lo llevaban a la conclusión de que
el trabajo de los sueños fomentaba los juegos lingüísticos que
permitieran una lectura ambigua. En relación con el “discurso
onírico” –que consistía en hablar aparentemente con sentido
durante el sueño–, señalaba las ventajas que tiene la expresión
lingüística “punto nodal de múltiples representaciones” para
el proceso del desplazamiento (GW II/III, p. 346), [Amorrortu,
T. V, p. 347], y lo había ilustrado con una lista de ejemplos, que
Brill ampliaba con un sueño más que adjudicaba a un conoci-
do: Un neoyorquino, jefe de familia, cerró su discurso de feste-
jo del Año Nuevo con la frase dirigida a su yerno: “All your
children have been a great asset, none of you a liability” [“To-
dos sus hijos han sido un gran capital; ninguno ha sido una
deuda”]. El yerno soñó la noche siguiente con este discurso,
pero junto al suegro, que se había quedado mudo, vio la pala-
bra “lie-ability” [“capacidad de mentir”].241

241
Sigmund Freud: Interpretations of Dreams, traducido por Abraham A.
Brill, 3ª edición revisada, Londres/N.York: Macmillan, 1932, p. 383.

168 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Aunque por un lado los mecanismos del trabajo del sueño


funcionaban como sustitutos y desplazamientos en distintos
idiomas, según lo muestra Brill en ese ejemplo, por otro este
traductor se topó también con dificultades en la transposi-
ción de símbolos oníricos. Si bien Freud los había descrito
como signos supraindividuales y constantes, de modo que
retornan en los más disímiles soñantes, sin embargo su iden-
tidad de significado estaría teñida con su respectiva raíz cul-
tural. La discusión sobre una limitación teórica del símbolo
en el psicoanálisis, como lo atestiguaban los ejemplos toma-
dos del mito y de la literatura, había establecido que sólo
pueden valer como “universales” aquellos signos que tuvie-
ran una apoyatura cultural. La universalidad institucionali-
zada culturalmente, develaba al mismo tiempo el otro lado
de la moneda, ya que con la extensión del dominio de la vali-
dez de la simbología onírica en el proceso de interpretación
psicoanalítica, se limitaba ella misma más y más, ya que re-
mitía constantemente a una cultura determinada, producto
de un desarrollo histórico en perpetuo cambio.
La simbología había abierto en principio una vía tangencial
cómoda para el método de la interpretación de los sueños,
pero esa vía obligaba en el caso de las traducciones a veces a
desvíos y en ocasiones también a sustituciones. Así por ejem-
plo, Brill notó que el símbolo de “rey” podía ser un elemento
del sueño alemán, pero que debía ser trasladado a la esfera
estadounidense como “presidente”.242 En Estados Unidos se
soñaría diferente del modo en que sueñan los súbditos de una
monarquía. En aquel país se soñaría más democráticamente.
Las consignas de traducción lingüísticamente universales que
daban un impulso a la simbología, no sólo se convertían des-
de ahora en un caso de fricción dentro del terreno teórico,
sino que sufrían una limitación cultural añadida, y en este
ejemplo también albergaban un tono político.

242
Op. cit., p. 336.

Akoglaniz 169
SOÑAR CON FREUD

La manera de proceder de Brill, que se basaba en las con-


signas de Freud para traducir, podía aumentar el poder de
convicción del libro en un público lector de mayor amplitud
de pensamiento, pero en este caso estimulaba la crítica de los
expertos, que con más ímpetu aún exigían una versión
filológicamente correcta. La estrecha relación entre un autor
que sueña y una teoría de los sueños pasaba a ser, en su ver-
sión, la del traductor soñante cuyos sueños eran la corrobo-
ración teórica en sentido freudiano más allá de los límites
idiomáticos, pero pagando el precio de la represión del autor
en su calidad de proveedor primario del material. Semejante
cambio de roles, por el que Freud venía a ser desplazado ha-
cia el fondo de la escena, no podía constituirse en una base
segura para una institución en formación que pretendía refe-
rirse a La interpretación de los sueños como su texto
fundacional. Entre las condiciones para una organización
estructurada de modo centralizado, era necesario también
presuponer que se soñaba de manera equivalente en todas
las lenguas. Por ello, pueden considerarse los esfuerzos de
Ernest Jones por llevar a cabo bajo su estricto control una
traducción estandarizada en inglés, que pudiera prescindir
de los sueños de los traductores respectivos y de los de su
círculo, como un intento de fijar un texto fácilmente maneja-
ble, regulado sobre criterios determinados. Dentro de estas
reglas se hallaba la exigencia de restituir a Freud como único
autor de una institución que se basaba en su persona, reuniendo
otra vez la instancia autoral con la obra. Esta resignificación
de Freud capitaneada por Jones iba de la mano con el papel
de intermediario que este analista pretendía ocupar como
representante del psicoanálisis dentro del ámbito de Inglate-
rra y Estados Unidos. Los futuros traductores deberían, se-
gún él, limitarse al papel de lectores y dejar que soñaran los
otros. La fidelidad a Freud, entendida como exactitud
filológica, conllevaba una estrategia político-científica que
decidía sobre el destino futuro de las lecturas de La interpre-

170 Akoglaniz
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

tación de los sueños. Aunque Freud siguió sosteniendo que


ingleses y estadounidenses debían continuar redactando sus
propias versiones sin dejarse amilanar por los problemas para
traducir, Jones reconoció las ventajas que surgían de ser un
intérprete autorizado.243 Ese proyecto de Jones se inició en
1920 con la fundación de The International Journal of Psycho-
Analysis en Viena, que no sólo habría de superar las barreras
idiomáticas, sino que también emprendería la tarea de acu-
ñar los conceptos para el dominio angloparlante. A la crea-
ción de la revista se agregó más tarde la publicación de una
serie en inglés y de la Standard Edition, que en materia de
edición habría de ser “más confiable que la edición alema-
na”.244 A esta altura, parecía llegada la hora de un afinado
trabajo institucional, dado que muchos términos freudianos
de La interpretación de los sueños en Inglaterra y los Estados
Unidos se iban cargando de significados diferentes según sus
intérpretes. Además, aumentaba la cantidad de lectores de la
obra, que interpretaban a Freud de acuerdo con sus necesi-
dades y, según las quejas de Jones, despojaban a los concep-
tos freudianos de su “significado intrínseco”.245 Mientras se
hacían intentos de codificar los conceptos con títulos de pro-
243
La estandarización de las traducciones de la obra de Freud llevada a
cabo por Jones y Strachey, su compañero de proyecto, alcanzó difusión
mundial; esto ha sido analizado por Riccardo Steiner en «A World
Wide Internacional Trade Mark of Genuineness. Some observations on
the history of the English translation of the work of Sigmund Freud,
focusing mainly on his technical terms», en International Review of
Psycho-Analysis 14 (1987), pp. 33-102; y en «To explain our point of
view to English readers in English words», en International Review of
Psycho-Analysis 18 (1991), pp. 351-392. Sobre las traducciones de
Freud en general, véanse Georges-Arthur Goldschmidt: Quand Freud
voit la mer. Freud et la langue allemande, París: Buchet-Chastel, 1988; y
Darius Gray Ornston (comp.): Translating Freud, New Haven/Lon-
dres: Yale University Press, 1992.
244
Ernest Jones: The Life and Work of Sigmund Freud. The Last Phase
1919-1939, op. cit., T. III, p. 37.
245
Ernest Jones: «Editorial» en The Internacional Journal of Psycho-
Analysis 1 (1920), p. 4.

Akoglaniz 171
SOÑAR CON FREUD

piedad, y mientras Jones podía documentar cierto éxito con


la versión inglesa, al menos en materia de edición, surgía una
multiplicidad de traducciones a otros idiomas que suminis-
traban las coordenadas de diferentes ámbitos de recepción,
evadiendo los esfuerzos de centralización. Cuando apareció
la octava edición alemana, existían a nivel oficial, además de
la inglesa, traducciones al francés, al sueco, al español y al
ruso. Ante la presión de estas transposiciones y de los nuevos
ámbitos de interpretación sobre los que las traducciones se
apoyaban, la calificación primera de Freud como simple “do-
cumento histórico” suena extraordinariamente modesta, cons-
tituyendo una valoración que se comprende sólo a partir del
telón de fondo de un texto cuyas modificaciones no cesaron
jamás.246 El público lector cada vez más numeroso que no
quería que sellaran sus sueños con el moho de la historia,
contradijo con vehemencia la apreciación del propio autor.

246
Una apreciación semejante se justificaba también en contra de la Stan-
dard Edition. La traducción de James Strachey presentada en 1953, que
no sólo completaba provisoriamente el original, sino que pretendía de
manera creciente suplantarla, encontró un nuevo rival en la nueva tra-
ducción de la edición de 1899, que innova con numerosos cambios de
terminología y estilo. Cf. The Interpretation of Dreams, traducido por
Joyce Crack, Oxford: Oxford University Press, 2000.

172 Akoglaniz
Parte IV
POSTSCRIPTUM
La interpretación de los sueños en la actualidad

Akoglaniz 173
SOÑAR CON FREUD

174 Akoglaniz
Quien tome hoy día en sus manos una edición cualquiera
de La interpretación de los sueños, difícilmente se dé cuenta
de su agitada historia, ya que todavía se carece de una edi-
ción histórico-crítica. La Standard Edition inglesa, que en lo
esencial sigue a la octava edición (1930), es también el fun-
damento para la mayoría de las ediciones posteriores en ale-
mán. Paralelamente, existen en inglés reediciones de la tra-
ducción de Brill, sobre la que se habló en el capítulo anterior,
dado que abría una línea propia en la historia de la recepción
del libro. El intento de mayor alcance hasta ahora por docu-
mentar los distintos estadios textuales lo representa el tomo
II de la Studienausgabe [Edición de estudio] que data de los
años 70. El mérito de la misma consiste en hacer visibles las
numerosas modificaciones del texto y en datarlas; sin embar-
go, como los propios responsables de la edición lo reconocen,
esto no pudo hacerse siempre de modo sistemático y siguien-
do criterios uniformes.247
Quien desee emprender una comparación detallada de las
múltiples ediciones, advertirá rápidamente que no todos los
agregados están correctamente fechados en esta Studienaus-
gabe. A manera de ejemplo, digamos que en el segundo capí-
247
Cf. «Introducción para la edición», SA II, p. 15. Un problema organizativo
lo representan las numerosas modificaciones de frases y cambios de lugar
de párrafos completos desde la tercera edición (1911), que no pueden
reproducirse simplemente con agregados entre corchetes.

Akoglaniz 175
SOÑAR CON FREUD

tulo, que trata el método del análisis de los sueños, Freud


insertaba en la octava edición (de 1930) la siguiente nota al
pie después de un párrafo en el que se justificaban las indis-
creciones de los ejemplos oníricos:

De todos modos, restringiendo lo expresado antes,


no quiero ocultar que casi nunca he dado a conocer la
interpretación completa de uno de mis propios sueños,
si es que la sabía. Tenía quizá razón al no confiar dema-
siado en el tacto de los lectores. (TD, 8ª edición, 1930,
p. 74 [GW II/III, p. 110], [Amorrortu, T. IV, p. 226]).

En la Studienausgabe esta nota al pie no aparece fechada


como agregado y, por ello, se lee como una parte correspon-
diente a la primera versión y no como lo que verdaderamen-
te es: un juicio que cierra la discusión que Freud había mante-
nido con Jung en 1911 sobre la cuestión de que sus propios
sueños estuvieran o no completos.248
El editing de este proyecto registra, sobre todo, los aña-
didos, mientras que deja de lado los pasajes cancelados o
marcadamente reelaborados. De esta manera el lector tie-
ne la impresión, gracias a la conformación textual alcanza-
da en la Studienausgabe, de que las diferentes ediciones del
libro a partir de 1899 han ido produciendo un desarrollo
sostenido del conocimiento, cuyo germen ya habría estado
en la primera edición. La evolución que se le adjudica a la
teoría onírica se manifestaría así de modo lineal y sin con-
tradicciones, concentrándose en general en la figura de Freud
como su autor. La pretensión de los responsables de la edi-
ción de apoyarse en las modificaciones hechas por Freud
puede parecer obvia, pero como lo demuestra la historia del
texto, no se corresponde de ninguna manera con la particu-
laridad del libro.

248
SA, II, p. 125. Cf. nuestro Capítulo 8.

176 Akoglaniz
POSTSCRIPTUM

A la luz de las transformaciones aquí registradas se torna


por el contrario evidente que el texto de La interpretación de
los sueños se halla entrecruzado por el permanente proceso
de negociación con determinados lectores, que no sólo eran
interpelados de manera implícita y en forma diferente en cada
edición; ellos co-escribían también el texto, y algunos inclusi-
ve aparecieron como coautores. Así, las dos contribuciones
de Otto Rank que figuran en la cuarta edición (“Traum und
Mythus” y “Traum und Dichtung”), y que ahora se reprodu-
cen en el Apéndice de la presente obra, son el ejemplo más
flagrante de una intervención por parte de los lectores. Al
elevar a Rank al rango de coautor, Freud no sólo recortó su
propio papel como autor único, sino que considerando lo su-
cedido anteriormente con respecto a la tarea teórica, parece-
ría que hizo un intento por llevar el libro hacia el anonimato,
reduciendo su carácter autobiográfico gracias al material
documental tomado de la literatura y de los mitos. Dentro de
una perspectiva histórica, el hecho de que Freud borrara las
huellas de esta coautoría en 1924, luego de la ruptura con
Rank, excluyendo sus textos sin la menor explicación, no le
da validez última como para restar importancia a la colabo-
ración. Para una historiografía simplemente centrada en
Freud, que ignore las particularidades sociales y epistémicas
de la formación de la teoría psicoanalítica, los textos de Rank
aparecen solamente como una impureza pasajera frente a la
idea de una versión originaria más auténtica.249 Bajo estos
auspicios, la primera edición es considerada de mayor signi-
ficación que las ediciones más tardías en las que abundan los
249
De modo coherente con esta postura, Ilse Grubrich-Simitis (Internatio-
naler Psychoanalytischer Verlag), en su carácter de responsable edito-
rial, considera la nueva edición del libro según la versión de 1899 como
una liberación «de las capas que ocultaban la conformación inicial» y
como «una reapropiación del libro por su único autor: Sigmund Freud»
(Grubrich-Simitis: «Metamorphosen der Traumdeutung», op. cit., p.
60). Todo rastro de «una interpretación ajena» es declarado en ese
proyecto una impureza ilegítima.

Akoglaniz 177
SOÑAR CON FREUD

añadidos “ajenos”. La postura que se orienta a darles un lu-


gar privilegiado a los textos primigenios [Ur-Texte] (en el mejor
de los casos redactados por la mano de Freud), aparece sin
embargo relativizada por el hecho de que, poco después de la
publicación de la obra, su autor se desprendiera del manus-
crito. Comparada con otros textos de Freud, a la versión im-
presa de Die Traumdeutung se le atribuye, entonces, una au-
toridad inusitadamente mayor.
Una reconstrucción histórica de procesos teóricos como
la que estamos desarrollando aquí, puede despertar fácilmente
el reproche de no lograr más que mostrar influencias y con-
textos que estarían ya hace tiempo superados dentro de la
historia del psicoanálisis. A esto se añade que, a causa de
numerosas divisiones que caracterizan al movimiento psicoa-
nalítico, también han surgido tradiciones historiográficas in-
dependientes que trabajan con un determinado repertorio de
autoridades; mientras que otras, rotuladas como apóstatas o
revisionistas, parecen haber agotado su papel para siempre.
Una historiografía que se considere a sí misma crítica y des-
deñe cualquier gesto de exclusión, engendra a menudo histo-
rias contrapuestas que ponen, por cierto, en entredicho la
preeminencia de Freud, pero al mismo tiempo facilitan la
irrupción de otras figuras singulares dotándolas del carácter
de mártires o héroes.
Dejando de lado las tradiciones historiográficas maniqueas,
escribir una historia de La interpretación de los sueños, con-
siderando el manejo teórico y clínico del sueño, nos deparaba
la ventaja de privilegiar al sector de lectores y autores que no
ha sido revalorizado por las versiones llevadas a cabo en las
Gesammelte Werke [Obras reunidas] y la Studienausgabe
[Edición de estudio]. Debería resultar ahora claro que la con-
tribución de ese sector no se limita de ninguna manera a las
escaramuzas teóricas y los debates que acompañaron sólo
lateralmente la génesis del movimiento psicoanalítico, así como
la teoría y técnica de interpretación de los sueños. La elabo-

178 Akoglaniz
POSTSCRIPTUM

ración de conceptos como “Gegenwunsch” [“contra-deseo”]


u otros tan centrales como el “complejo de Edipo” surgió del
enfrentamiento con públicos lectores que en su condición de
tales determinan hasta hoy, de manera sostenida, las discu-
siones dentro del psicoanálisis. Sin la colaboración de sus
pacientes, Freud no habría arribado a la culminación que re-
presenta su doctrina de la represión. Si los suizos no hubieran
desarrollado ya una doctrina sobre los complejos a la que
Freud podía echar mano, el Edipo habría seguido otras bifur-
caciones en el psicoanálisis.
La idea crucial de Freud de que el sueño no sólo no limita
el conocimiento, sino que puede cumplir una función que lo
oriente, ha cambiado también el modo de leerlo. Los anti-
guos procedimientos de la hermenéutica que se servían
jerárquicamente de un sentido predeterminado, se ven cues-
tionados por una nueva forma de lectura del sueño. Esta par-
tió de una equivalencia de todos los elementos oníricos, por
lo que no hubo prisa para repartir los roles entre protagonis-
tas y actores secundarios. La nueva forma de lectura llevaba
la impronta de los respectivos lectores, como lo demuestran
las intervenciones en el propio texto. Las diferentes voces que
aparecen registradas en las diversas versiones del libro, for-
man un catálogo para ámbitos teóricos y clínicos bifurcados
que tuvieron una participación activa en el surgimiento de la
doctrina psicoanalítica. Freud dijo una vez que era difícil:

…practicar el psicoanálisis aisladamente. Se trata de una


empresa exquisitamente social. Sería, sin embargo, mu-
cho mejor si todos rugiéramos y gritáramos juntos en
coro y al mismo ritmo, en lugar de que cada individuo
gruñera para sí en su propio recoveco.250

250
Sigmund Freud a Georg Groddeck, Viena, 21-12-1924, en Freud/
Groddeck: Briefe über das Es, editado por Margaretha Honegger,
Wiesbaden, 1974, p. 76 [Freud, Correspondencia, T. IV, Biblioteca Nueva,
Madrid, 1999, p. 569].

Akoglaniz 179
SOÑAR CON FREUD

La historia textual de La interpretación de los sueños nos


cuenta, entre otras cosas y no en última instancia, que este
libro es el resultado de una de las empresas menos individua-
les del psicoanálisis.

180 Akoglaniz
Apéndice
FUENTES PARA LA HISTORIA DE
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Nota: la barra inclinada, a modo de paréntesis, indica agregados realizados


por los mismos autores de los textos, mientras que las aclaraciones entre
corchetes corresponden a añadidos de la edición en castellano.

Akoglaniz 181
SOÑAR CON FREUD

182 Akoglaniz
DOCUMENTO 1

Alexander Freud:
La interpretación de los sueños

Alexander Freud (1866-1943), hermano menor de Sigmund


Freud, trabajaba desde 1889 en la redacción del Allgemeiner
Verkehrs-Anzeigers [Gaceta General de Tránsito], que publi-
caba semanalmente noticias sobre tarifas de ferrocarriles y
líneas navieras europeas. El desarrollo pujante de los ferroca-
rriles en las últimas dos décadas del siglo XIX había producido
una red en los sistemas de comunicación nacionales, originan-
do también un aumento exponencial de la necesidad de infor-
mación acerca de los nuevos recorridos y tarifas de transpor-
te. Este periódico sobre tarifas evolucionó bajo el imperio Aus-
tro-Húngaro hasta llegar a ser la publicación especializada
privilegiada sobre el tema. Alexander Freud tuvo a su cargo a
partir de 1899 los nuevos cursos en el área ferroviaria (de car-
ga y de tarifas) que se dictaban en la Academia de Exporta-
ción en Viena. El título de profesor con el que Alexander Freud
firmó su manuscrito había sido ya asignado, pero su efectiva
sustanciación tuvo lugar recién cinco años después.251

251
Festschrift «Professor Alexander Freud Symposium» del 22 y 23 de
abril de 1893, editado por Verein der Tarifeure /Internationaler Verband
der Tarifeure, Viena, 1993; Ernst Seidler/Alexander Freud: Die
Eisenbahntarife in ihren Beziehungen zur Handelspolitik, Leipzig:
Duncker und Humboldt, 1904.

Akoglaniz 183
SOÑAR CON FREUD

Como experto en la rama de los transportes, organizaba


los viajes de Sigmund, a quien acompañó a menudo en sus
excursiones a Italia y en su único viaje a Grecia. En La inter-
pretación de los sueños, Alexander aparece bajo la figura de
un acompañante en el sueño del Conde Thun. Ese sueño, con-
tado en diferentes pasajes, gira alrededor de un viaje en tren,
lo que le da la oportunidad a Freud de subsumir los orígenes
somáticos del sueño en los psicológicos. Se trata de una esce-
na onírica absurda como ejemplo de una identificación de
Alexander, en la que aparece como un cochero que se dirige a
la estación, pero fundiéndose con la figura del Conde Thun.
(cf. GW II/III, p. 434), [Amorrortu, T. V, pp. 431-2].
El Conde Thun [Hacer], ministro presidencial reaccio-
nario que se había hecho acreedor entre los opositores al
sobrenombre de Conde “Nichtsthun” [No Hacer Nada], con
quien también Freud se topaba en su sueño de viaje, se men-
ciona en el manuscrito de Alexander en el sueño de Emma
articulado con el proceso de identificación. También se cuen-
ta entre las figuras conocidas el oftalmólogo Leopold
Königstein, a quien los sueños de Freud hacen referencia en
más de una ocasión. Los sueños tomados como ejemplo en
el texto de Alexander Freud se basan, del mismo modo que
en La interpretación de los sueños, en gente conocida por
ambos hermanos. Esta selección y su justificación en la “Ob-
servación previa” –que parodia a la letra la de su hermano
Sigmund– evidencia que también en el círculo de los Freud
se hacían juegos con las indiscreciones de la vida privada
de sus integrantes y amigos que revelaban la osadía sustan-
cial que había significado la publicación de La interpreta-
ción de los sueños.
El manuscrito de Alexander Freud, gracias a los sueños
introducidos y analizados de modo caleidoscópico, presen-
ta una serie de objeciones que se refieren a la formulación
del sueño como el cumplimiento de un deseo. En tanto
Sigmund Freud presupone que el contenido onírico mani-

184 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

fiesto representa un cumplimiento del deseo sin tapujos que


vale sólo para los sueños infantiles o edípicos, Alexander
en cambio, pretende hacer valer el sueño del señor Münz
para otros sueños de adultos. Münz, que recibe un trata-
miento negativo en el sueño, era también el nombre del
dueño del Allgemeiner Tarif-Anzeigers, quien se oponía
obcecadamente a aceptar a Alexander Freud como socio.
Por ello, este último había tomado la pronta resolución de
ganarle a Wilhelm Fließ en la fundación de una publicación
que rivalizara con la otra (cf. FF, 27-3-1899), [S. Freud, Car-
tas a Fließ, Amorrortu, 1986, p. 381], aunque a último mo-
mento pudo ponerse de acuerdo con el empresario que res-
pondía al nombre de Moritz Münz.
Es de suponer que Alexander Freud haya presentado su
manuscrito, redactado en un estilo que oscila entre el parco
registro protocolar de un sueño y el tono satírico como pa-
rodia sobre su hermano dentro del círculo familiar, según lo
indican la fecha y algunos de los ejemplos oníricos, proba-
blemente para ser leído la noche de Fin de Año. “La inter-
pretación de los sueños” de Alexander Freud significa un
temprano testimonio de los juegos interpretativos que se
daban por fuera de los círculos de especialistas y se carac-
terizaban por una mezcla de seriedad científica con tono
satírico, y solían tener lugar en el seno de la burguesía ilus-
trada, acompañando la aparición de Die Traumdeutung. El
tiposcripto se encuentra hoy conservado en la Librería del
Congreso de Washington, como parte del Archivo Freud.

Akoglaniz 185
SOÑAR CON FREUD

“LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS”


DEL PROF. A. FREUD

“Ultra posse nemo tenetur”252

1900

OBSERVACIÓN PRELIMINAR

A fines del siglo pasado, una obra del erudito Profesor


Sigmund Freud, cuyo título es La interpretación de los sue-
ños, ha suscitado no poca atención en el mundo científico. En
el tercer apartado de su ensayo, el Dr. Freud sostiene que “el
sueño es un cumplimiento de un deseo”.
Estudiando de cerca esta hipótesis, gracias al material que
se halla a mi disposición, pude comprender sin asomo de duda
que la afirmación de mi gran colega [se refiere a su hermano
Sigmund] debe considerarse por lo menos inexacta. A partir
de numerosos sueños /chalomes/ [yiddisch por “sueños”] de
mis amigos, así como de los míos propios, me fue posible cons-
tatar que el sueño sólo es satisfacción de aquellos deseos que
no se cumplen en la vida de la vigilia. Por el contrario: los
deseos satisfechos nunca se sueñan.
El contenido onírico latente consiste sólo en material oní-
rico no satisfecho. El contenido onírico manifiesto transfor-
ma los deseos incumplidos en deseos satisfechos. Cuando en
la realidad se cumple un deseo, entonces éste queda excluido
de los pensamientos oníricos latentes. El novio feliz sueña con
su novia hasta llegar al matrimonio, es decir hasta el cumpli-
miento de su deseo.
En los sueños del marido no se repiten los sueños del no-
vio; no, al menos, respecto de la misma persona. Como lo
252
«A la imposibilidad no se puede obligar a nadie»; una premisa jurídica
originaria de la escolástica.

186 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

expresa el Dr. Freud, y como se dijo antes, yo no tuve la posi-


bilidad de elegir más que entre los sueños que no eran aptos
para mi demostración, y aquellos que yo mismo he soñado o
han soñado personas cercanas a mí. No podía renunciar a
una apreciación de los materiales mencionados en segundo
lugar, aunque eso significaba no poder dejar de mencionar
las intimidades de la vida familiar. Sólo me resta esperar que
los lectores de este trabajo se hagan cargo de mi embarazosa
situación y tengan consideración para conmigo; y, además,
que todas las personas que se sientan aludidas en los sueños
aquí publicados no le nieguen por lo menos a la vida onírica
la libertad de pensamiento.

EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

El método elegido por mí para interpretar los sueños es


esencialmente diferente de aquel del Dr. Freud. No cabe nin-
guna duda de que el psicoanálisis, aun sorteando sus eviden-
tes dificultades, no siempre conduce a los resultados busca-
dos. Por ello, yo propuse tomar el camino inverso: en primer
término construí la interpretación del sueño, de modo que los
sueños mismos se tornen significativos y transparentes.

a) Sueños de deseos desembozados


Sueño del 29-30 de diciembre de 1899: una larga serie de
habitaciones comunicadas entre sí y plenamente iluminadas.
En una de ellas me veo frente a un escritorio, ocupado en mis
tareas. Un señor mayor, a quien reconozco como un antiguo
conocido y que en el sueño denomino MUENZ [moneda], re-
corre subrepticiamente los cuartos. Además veo una gran can-
tidad de gente, cuyos rostros no puedo distinguir. Oigo cómo
el señor mayor cierra una caja metálica con el bien conocido
golpe seco, y acto seguido, le digo al amigo M. que se halla

Akoglaniz 187
SOÑAR CON FREUD

de pie junto a mí: “Que lo parta un rayo”. El amigo M. me


responde: “No se preocupe, el golpe ya lo alcanzó”. Él me
tiende al mismo tiempo la mano felicitándome y diciendo con
toda claridad: “HOFRATH” [consejero de la corte], felicita-
ción que yo contesto con la frase: “HOF U N RATH” [basura
de la corte].
Análisis: En aquella época yo solía pasar el tiempo en ha-
bitaciones bien iluminadas. Había negociado frecuentemen-
te con un señor mayor cuestiones de dinero: “GELDMÜNZE”
[monedas (de dinero)]… de ahí el nombre MUENZ [moneda].
Oigo cómo él cierra la caja con un golpe seco, que en la vida
real es su verdadera actividad. El sueño aprovecha aquí el
material preexistente sin el menor intento de distorsión. El
deseo de que sea golpeado por un rayo está acuñado [gemünzt
(amonedado)] sobre esto y por eso las significaciones extras
del nombre MUENZ. Mi amigo M., quien seguramente me
quiere expresar la mejor noticia, me comunica que el rayo ya
lo alcanzó. Aquí está revelado claramente el cumplimiento
del deseo. Él cerró la caja con un golpe; por eso, un golpe va
a alcanzarlo. El amigo M. me felicita: HOFRATH; yo contes-
to: HOFUNRATH. En esa época yo quería llegar a ser Conse-
jero de la Corte; me habría decidido a dar ese difícil paso si el
señor mayor, que el sueño denomina “Muenz”, hubiera per-
manecido con vida (es decir, si no hubiera cerrado la caja con
un golpe). Después de que se cumple el deseo –en el sueño–,
esa eventualidad queda para mí descartada. Por ese motivo,
yo le contesto a mi amigo, que intenta desearme algo agra-
dable “HOFUNRATH”; es decir, justamente lo contrario. En
este punto el sueño quiere decir: es “innecesario” [“unnötig”]
y contrabandea dentro de la palabra HOFRATH, el término
negativo UNRATH [basura], con lo que en cierto sentido quiero
significar que los mando a…, pues ya no necesito nada.
Todo el mundo estará de acuerdo en que en este sueño el
cumplimiento del deseo es evidente. El sueño satisface un de-
seo que en la realidad desgraciadamente no se cumple. Si lo

188 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

hubiera golpeado un rayo al señor que yo trato tan


desconsideradamente en el sueño, yo no habría soñado ese
sueño, puesto que, como queremos probar, se sueñan como
cumplidos aquellos sueños [sic: por “deseos”] que no son sa-
tisfechos.

B) Sueño
Un amigo, el Dr. H., reconocido abogado, me cuenta el
siguiente sueño:
H. se encuentra en la alta montaña, pero dentro de un
cuarto suficientemente confortable, por ejemplo en un refu-
gio alpino elegantemente instalado. Está vestido como un tu-
rista. La mesa está servida y él se halla cenando pero sin
sentirse saciado. La camarera aparece trayendo libros y re-
vistas puestos sobre cuencos y platos de diferentes formatos.
El servicio con textos de todo tipo no cesa. H. se asombra de
que él pueda digerir tanta cantidad de impresos. La esposa
está a su lado y le dice: “Sigue leyendo tranquilo”.
Análisis e interpretación: H. concede que se la pasa leyen-
do, mientras come, bebe y está acostado. Durante cada co-
mida toma consigo varios periódicos, libros, prospectos, ho-
rarios de viajes, etc. Su esposa trata de motivarlo a leer me-
nos y dedicarle más atención a la comida. El cumplimiento de
un deseo es también aquí evidente. Aquí está latente el deseo
de un buen día no tener que dedicarse a comer, sino solamen-
te a leer. En el sueño se favorece ese hecho con las palabras:
“¡Sigue leyendo!”.
H. se ve en el sueño sobre la cima de una montaña vestido
como turista. H. es un turista insaciable, al que su mujer fre-
na en su pasión por las montañas. El sueño también satisface
ese deseo.
Llamativa es la generosidad de este sueño; en él se conce-
de todo al mismo tiempo. Como reza el dicho popular: “El
chocolate es apetecible, el ajo también; ¡qué bueno tiene que

Akoglaniz 189
SOÑAR CON FREUD

ser chocolate con ajo!”. El sueño dice: “leer los periódicos es


bueno, hacer montañismo es bueno; ¡qué bueno debe ser leer
periódicos, escalando montañas!”.
Que este sueño sólo fue posible porque el señor H. encon-
traba un obstáculo en su mujer para leer mientras comía y
escalar el Rax, eso no hace falta probarlo.

3) El sueño de Emma
En la noche del 31 de diciembre de 1899 al primero de enero de 1900.
Es la Noche Vieja. Emma está en “KAPUZNITZ”, un lugar
que, según garantiza el sueño, es muy conocido. Ella, sin
embargo, no reconoce bien el sitio. Es atendida de un modo
excelente. Y la gente al dirigirse a ella la llama Conde Thun.
Se le ocurre que el Conde Thun es, sin embargo, llamativa-
mente alto y se da cuenta de que no está sentada bastante
recta, por lo que se queda completamente tranquila. Aquí
descubre a un miembro de la familia, quien con su mujer atien-
de al público.
Historia previa: La señorita Emma es una dama de mi
amistad de la mejor sociedad. El sueño relatado antes se dio
en la Noche Vieja de 1899 a 1900. Un gruñón miembro de la
familia [que también se llama Alexander] se venía mostran-
do insolente especialmente con las damas con sus salidas agre-
sivas, así como lo había hecho en años anteriores para la
misma ocasión. Para huir del asedio pretendidamente gracio-
so que se repetía cada año, Emma le había ocultado que otra
vez en esa oportunidad se celebraría una fiesta de Noche Vie-
ja. Contaba con develar ese secreto solamente un día antes.
Análisis: Es Noche Vieja. Emma está en KAPUZNITZ, un
sitio muy afamado, como sostiene el sueño. Como suele ha-
cerlo con frecuencia, Emma desea viajar hacia Strakonitz,
un lugar que conoce muy bien, en Bohemia. También el día
anterior esa intención se le había presentado de modo ince-
sante. Determinante para esa situación de la vigilia era, por

190 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

cierto, la perspectiva de “poder hallarse entre sus pares”. “Si


pretendo hallarme entre mis iguales, tengo que ir a la
Kapuzinergruft [La Gruta de los Capuchinos]”, se cuenta que
dice el Kaiser Josef. ¡Dado que Strakonitz es el lugar en el
que Emma puede sentirse entre sus pares, el sueño formó la
expresión KAPUZNITZ!
Ella es atendida de modo excelente y la gente la trata de
Conde Thun. La identificación aquí con el Conde Thun es
visible. El Conde es una Excelencia y tiene su sede en sus
propiedades en Bohemia. El Conde es un diplomático. Tam-
bién Emma se comportó de modo diplomático, pues se llamó
a silencio intencionalmente no dando la información acerca
de la próxima fiesta de Noche Vieja. El sueño elige al Conde
no sólo por sus posesiones en Bohemia y su título de Excelen-
cia, sino por otro motivo que se relaciona con el contenido
onírico manifiesto. El Conde Thun no era un diplomático muy
hábil. Sus proposiciones terminaban siempre siendo irreali-
zables. También esto sucede con Emma, que se ha identifica-
do con el Conde. También su diplomacia fue en vano, pues la
pasada velada de Noche Vieja con la que se cierra el sueño,
demostró que su silencio no fue el medio apropiado para
mantener lejos al individuo molesto. No [sic] se da cuenta de
que no está sentada “aufrecht” [recta, derecha], porque no
había sido “aufrichtig” [directa, honesta].
Acto seguido, descubre a un familiar de nombre Alexander
que está atendiendo a la gente. En esto hay satisfacción de un
deseo: es la venganza de una dama elegante, que ve al misó-
gino en el sueño con su mujer. El sueño cumple castigando al
individuo cargoso: Está casado. Además está sirviendo; es
decir, está domesticado. Ya no hay nada que temer por ese
lado.
Como en las novelas de los años alrededor de 1860, el
sueño tiene “final feliz”. Emma realiza el viaje para visitar
amigos y estar con “sus pares”; y como broche de oro ha
castigado al villano.

Akoglaniz 191
SOÑAR CON FREUD

4) Sueño
Llego a un vestíbulo en el que cuelgan innumerables abri-
gos. Allí encuentro sobre todo capas femeninas representa-
das (“vertreten”) en todas sus formas. No me atrevo a entrar
a la sala a causa de un defecto en mi calzado que en el sueño
me aparece muy evidente. El Dr. Königstein me tranquiliza
diciendo que no se ve nada. Oculto astutamente el defecto,
mientras digo en voz alta: “Mundus vult decipi”.253
Historia previa: El sueño se vincula con un hecho des-
agradable anterior. Sintiendo un dolor de cabeza, había ido,
sin embargo, a visitar a mi hermano, pero por los abrigos que
percibí en el vestíbulo, supe que había otros invitados y me
fui sin haber pasado (getreten) a la sala. Luego me echaron
en cara, con razón, que los huéspedes podían haber creído
que me había ido por su causa, lo que naturalmente no era el
caso.
Análisis: El sueño me conduce a una situación similar. Llego
al vestíbulo, veo que hay visitas y quiero entrar. Un defecto en
mi calzado me detiene; entre los abrigos veo especialmente
representadas (“vertreten”) capas femeninas. La palabra
“vertreten” [re-presentadas; demasiado presentadas] se liga
con el problema del calzado: “los zapatos están torcidos” (“ver-
treten”) [re-torcidos; muy usados = impresentables], es un giro
muy común. ¿Es claro por qué el sueño ha elegido justamente
esta falta de mi aspecto? Porque era entonces común decir que
salía con una “bota” [“Stiefel”] para el que hablaba tonte-
rías.254
El Dr. Königstein me asegura: “No se ve nada”. El Dr. K. es
un muy estimado amigo de la familia, especialmente de mi her-
mano Sigmund. Es oculista. Cuando dice: “No se ve nada”, es
porque realmente no se ve nada; por eso puedo irme tranquilo.

253
«El mundo quiere ser engañado».
254
Alusión a un dicho vienés de la época: «einen Stiefel daherreden» que
significaba «hablar sin sentido».

192 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Yo oculto astutamente el defecto y digo la frase latina. En


estas palabras, junto con la aparición del Dr. Königstein se
efectúa la satisfacción del deseo. El sueño introduce al Dr.
Königstein no sólo por su necesaria función de consuelo gra-
cias a su autoridad en la materia, asegurando que nadie ve
nada, sino que también –sin saberlo yo– él había sido una de
las visitas de las que yo había escapado; es decir, yo había
mostrado un defecto social. Ante él había logrado astuta-
mente ocultar mi defecto. Él mismo me aseguraba que no se
veía nada más.
Yo proclamo: “Mundus vult decipi”. También aquí el sue-
ño es multifacético. Mediante el ocultamiento del defecto
engañé al mundo. ¡Pero no sólo eso! Aquí encontramos una
fase infantil: Mi hermano mayor Sigmund, mencionado an-
tes, era llamado en su juventud, según mi recuerdo, “Mundi”.
De aquí sale lo de “Mundus”. La escena se traslada así a la
casa de mi hermano, en la que en aquella ocasión yo me ha-
bía mostrado con un “defecto social”, conduciéndome como
un niño; es decir, conduciéndome como en la época en que mi
hermano era llamado “Mundi”.

5) Sueño
A cierta dama de mis relaciones agradezco este sueño que
debido a los números que en él intervienen no deja de tener
interés.
La Señora A. juega al Tarot con su hijo, su yerno y el Dr.
M. Tiene en la mano solo cuatro Reyes y dos Jacks [Valets],
y se queja de que no le llegue el quinto Rey. Aunque se empe-
ña, pierde mucho dinero, lo que sin embargo no la aflige de-
masiado. Se hacen las once y media, mientras ella nota que
comete más errores en el juego.
Análisis: Durante el juego, la Señora A. tiene en sus ma-
nos cuatro Reyes y dos Jacks. Ese es su fuerte en el juego y en
la vida: los cuatro Reyes son sus yernos, los dos Jacks sus dos

Akoglaniz 193
SOÑAR CON FREUD

hijos. La Señora A. se lamenta de que no aparezca su quinto


Rey. ¡En realidad parece lamentarse de que no aparezca un
quinto yerno!
A pesar de sus esfuerzos, pierde mucho dinero, aunque
eso no la inmuta. ¡La Señora A. pierde dinero en el Tarot,
pero no se aflige y también comete errores en el juego! Dan
las once y media. Es hora entonces de la llegada del quinto
Rey y hora de ganar, pues por lo común se juega hasta las
dos. La cifra dos aparece distorsionada en el sueño: en princi-
pio aparece con claridad en la expresión “dos Jacks”; pero se
repite de un segundo modo, pues si se divide el número de
“cuatro Reyes”, se obtiene también dos.
No puedo dejar de notar algo más sobre este tema. No
llega a expresarse en este sueño el cumplimiento del deseo. Si
lo he tomado aquí en mi investigación a pesar de ello, es por-
que quiero demostrar dos cosas:
1. Que no todo sueño es expresión de un deseo;
2. Que un sueño puede dar lugar a interpretaciones opuestas.

31/12/1899.

194 Akoglaniz
DOCUMENTO 2

Siete cartas de Eugen Bleuler a Sigmund Freud

La carrera profesional de Eugen Bleuler (1857-1939) tiene


muchos puntos de contacto con la de su casi coetáneo Sigmund
Freud. A mediados de 1880, Bleuler emprendió también un viaje
de estudios a París, donde aparentemente se interiorizó de las
investigaciones sobre hipnosis de Charcot. Pero prosiguió sus
estudios con la tutoría de Auguste Forel, director del asilo de
alienados del Burghölzli en Zurich y defensor de Hippolyte
Bernheim, principal oponente de Charcot. En el manual de Forel
sobre hipnotismo, Bleuler figuraba como un “hipnotizador hip-
notizado”.255 En 1899 fue nombrado sucesor de Forel en el
Burghölzli, y así tuvo ocasión de aplicar no sólo la sugestión
hipnótica y los tests asociativos sino también el psicoanálisis.
Tal como se desprende de la correspondencia entre Bleuler y
Freud, ya en 1905 existía contacto entre Zurich y Viena, antes
de que C. G. Jung le enviara a este último su libro Diagnostische
Assoziationstudien, en 1906. Esta información se ignoraba
hasta ahora, ya que sólo se habían publicado (en traducción al
inglés) fragmentos de los últimos años de la correspondencia.256

255
Andreas Mayer: «Introspective Hypnotism and Freud´s Self-Analysis:
Procedures of Self-Observation in Clinical Practice», en Revue d´histoire
des sciences humaines 5, (2002), pp. 171-196,
256
Franz Alexander/Sheldon Selesnick: «Freud-Bleuler Correspondence»
en Archives of General Psychiatry 12 (1965), pp. 1-9.

Akoglaniz 195
SOÑAR CON FREUD

Las cartas de los años 1905 y 1906 que se publican aquí


por primera vez representan el comienzo de una relación epis-
tolar que se extendió a lo largo de la vida de ambos. La selec-
ción se limita a cartas que tienen que ver con el análisis de
sueños; de esta correspondencia, se conservan solamente las
cartas y anotaciones de Bleuler en la Freud Collection de la
Biblioteca del Congreso de Washington. A diferencia de Freud,
Bleuler utilizaba desde 1904 una máquina de escribir que
transportaba en sus viajes y que en caso de enfermedad tam-
bién usaba en su lecho.257
Si bien no contamos con las primeras anotaciones sobre
sueños que Bleuler envió a Freud, los temas centrales pueden
inferirse a partir de los textos enviados por separado. Mu-
chas de las asociaciones de las notas de Bleuler, desarrolladas
en una correspondencia paralela, se refieren al tema de la
sexualidad infantil, que se transformó en motivo de una con-
frontación teórica entre ambos científicos. Las anotaciones
conservadas permiten deducir por qué no era fácil para Bleuler
aplicar el método de interpretación practicado por Freud:
todos sus sueños conciernen a miembros de su familia, así
como al personal y a pacientes del Burghölzli que participa-
ban de los primeros intentos interpretativos (cf. carta 3 del
14-05-1905).
El análisis epistolar con Freud sirvió a Bleuler como punto
de partida para una crítica a la práctica psicoanalítica, que
años más tarde habría de publicar en el Jahrbuch que él y
Freud coeditaban.258 En el momento de fricción entre los gru-
pos de Viena y Zurich, Bleuler abandonó la Asociación
Psicoanalítica, pero inclusive después de la escisión y del cese
257
Eugen Bleuler: «Träume mit auf der Hand liegender Deutung», en
Münchner Medizinische Wochenschrift 60 (1913), p. 2519; J. Klaesi:
«Eugen Bleuler, 1857-1939», en Kurt Kolle (comp.): Grosse Nervenärzte,
T. I, Stuttgart: Thieme, pp. 7-15.
258
Eugen Bleuler: «Die Psychoanalyse Freuds. Verteidigung und kritische
Bemerkungen», en Jahrbuch für psychoanalytische und psychopatho-
logische Forschungen 2 (1910), pp. 623-730.

196 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

de la publicación de Jahrbuch (en 1914), siguió relacionado


con el psicoanálisis.
La transcripción de las cartas da cuenta de los errores de
tipeado, así como las tachaduras y lapsus, ya que son el ma-
terial de base para los análisis epistolares de Bleuler. Han
sido modificados los nombres de los pacientes y miembros de
la familia. Las cartas están depositadas, como ya se dijo, en
la Freud Collection (Library of Congress, Washington).

CARTA 1
Prof. Bleuler
Burghölzli
Zurich, 9-VI-05.
Al Prof. Dr. Sigmund Freud

Etimado259 Colega:
Gracias a un ataque de reuma tuve oportunidad de leer en
estos días su Teoría sexual260 & El chiste.261 Me habría gus-
tado que el primer texto fuese más detallado. De todos mo-
dos, creo que leo todo lo suyo con mucha atención. Sin em-
bargo, en este caso me siento un poco perdido. Me faltan las
pruebas que en las otras publicaciones resultaban tan con-
vincentes. La indicación de que el análisis posterior a la “neu-
rosis” daría esto & esto otro, no es suficiente para demostrar
en qué se basa realmente esa concepción, & lo que parece
realmente importante: cómo la entiende usted. Ante la caren-
cia absoluta en nuestra lengua de expresiones psicológicas
precisas, esto último sólo puede ser mostrado con ejemplos.
259
[En el original se lee Hohverehrter, en lugar de Hochverehrter] Por las razones
adoptadas arriba, los errores presentes en las cartas se han mantenido.
260
S. Freud: Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie [1905], en GW V, T. 27, pp.
33-145. [Tres ensayos de teoría sexual, Amorrortu, T. VII, pp. 109-222.]
261
S. Freud: Der Witz und seine Beziehung zum Unbewußten [1905], en
GW VI. [El chiste y su relación con lo inconciente, Amorrortu, T. VIII.]

Akoglaniz 197
SOÑAR CON FREUD

Además me falta el vínculo entre el nuevo descubrimiento y


la teleología filogenética. Para entender completamente una
cuestión como esta uno debe ser capaz de conceptuar en cier-
ta medida su conexión con el objetivo. Hasta ahora le conce-
do la razón en todo lo que dice; por lo tanto, supongo que
también tiene razón aquí, aunque me cuesta verlo.
Lo que me dio mucho placer fue su libro sobre el chiste.
Este trabajo nos hace avanzar otra vez un buen trecho. Sin
embargo, no comprendo por qué ensalza tanto al confuso
escritorzuelo Lipps.262 Si entiendo bien, su concepción del in-
consciente no aporta nada. En todo caso, me parece que no
está en absoluto a la altura de sus descubrimientos. También
su “energía” psíquica me parece demasiado confusa cuando
uno sigue su teoría dejando de lado las limitaciones obvias de
cualquier principiante.
Espero que mis objeciones no le parezcan arrogantes. Us-
ted sabe, por supuesto, que en tales circunstancias el que plan-
tea objeciones tiene más que aprender de la polémica que el
que es criticado.

Saluda atentamente con respeto


Bleuler

262
Freud cita en Der Witz und seine Beziehung zum Unbewubten [El chiste
y su relación con lo inconciente] en numerosos pasajes los trabajos del
filósofo Theodor Lipss (1851-1914), quien caracteriza al chiste como
apelación consciente de la comicidad. (Cf. Theodor Lipps: Komik und
Humor, Hamburgo/Leipzig: Voss, 1898).

198 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

CARTA 2
Prof. Bleuler
Burghölzli
Zurich, 9-X-05.
Al Prof. Dr. Sigmund Freud
Berggasse 19
Viena IX

Estimado Colega:
Si bien reconocí a la primera lectura que su Interpretación
de los Sueños era correcta, es muy raro que pueda interpretar
mis propios sueños. La mayoría de las veces sueño tan
caóticamente que me resulta imposible transcribirlo en pala-
bras & conceptos de la vigilia. Si sueño algo coherente, rara
vez encuentro la clave; tampoco mis colegas que se están en-
trenando en el asunto, y ni siquiera mi esposa, que tiene una
inclinación innata para la psicología, puede dar en la tecla.
Ante tales circunstancias, me perdonará si me dirijo direc-
tamente al maestro; naturalmente no con la esperanza de que
me resuelva todo, sino pensando en la posibilidad de que con
algunos indicios me muestre el camino para que pueda en-
contrar la solución.
Si le parece una demanda irracional e imprudente, lo en-
tenderé; en ese caso, le pediría que tenga la amabilidad de
reenviarme mis escritos sin necesidad de explicación. Caso
contrario, me sentiría muy inclinado a responder cualquier
pregunta de su parte, si bien creo que ya he escrito todo lo
que sabía, o, dicho de otra manera, lo que puedo escribir.
Los tres sue o mejor dicho los cuatro sueños son todos de
la misma noche. El orden lo había olvidado a la mañana y no
podría decirlo ni por aproximación.

Con la estima de un colega, & agradeciéndole la posible


respuesta. Su más humilde servidor
Bleuler

Akoglaniz 199
SOÑAR CON FREUD

CARTA 3
Prof. Bleuler
Burghölzli
Zurich, 14-X-05.

Honorable Colega:
Muchas gracias por el trabajo que se toma con mi inepti-
tud. A modo de shock le mando de entrada algunas observa-
ciones, aunque no las pueda utilizar hasta que yo no haya
avanzado un poco con el análisis.
No es cierto que no pueda analizar nada de mis sueños;
he podido interpretar completamente el sentido de algunos.
Con la mala suerte, sin embargo, de que la explicación que
me parece plausible es seguramente falsa, ya que se refiere
a un acontecimiento que se produjo recién después del sue-
ño. En una oportunidad expuse mi sueño ante los médicos
asistentes y ante mi esposa. Sucedió que conmigo presente
no se avanzaba para nada. Se me pidió entonces que saliera
de la habitación, & cuando regresé el sueño había sido in-
terpretado, pero no se correspondía en absoluto con lo que
yo pensaba: estaba claro que se habían mezclado los com-
plejos de mi mujer, que había llevado la voz cantante en el
análisis. Eso fue al principio. No volvimos a repetir esos
lapsus. Cuando un análisis o parte de él no está del todo
claro, según nuestra experiencia es el soñante quien debe
reconocer si la cosa es acertada o no: “¡La interpretación
dio en el clavo!”.
Naturalmente, la modalidad de tomar notas no se corres-
pondía con el análisis desarrollado. Me pareció más conve-
niente dejar librada la explicación del sueño a lo experimen-
tado durante el día. Por otro lado, debo admitir que con los
sueños con los que no puedo avanzar, sigo la dirección que
me indica el propio material.
La relación con su teoría todavía no ha encontrado la co-
yuntura apropiada. Ya sea porque está esencialmente incom-

200 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

pleta, o bien porque es incorrecta, aunque que los detalles se


puedan subsumir bellamente bajo esa concepción.
No puedo decir que para mí se encuentre solucionada la
cuestión /sexual/ que he introducido, inclusive aceptando su
explicación. El hecho de que cierta cuota de represión sexual
esté en la naturaleza de la mujer, es para mí cosa sabida des-
de siempre. Y también que es plausible que esta represión se
convierta en angustia. Pero: también entre los varones la
sexualidad se convierte en angustia. Yo mismo pasé una vez
por una melancolía in nuce, absolutamente típica, que aten-
diendo a su principio & su fin tuve que vincular con una pulsión
sexual insatisfecha; y con toda la seguridad que puede uno
inferir de un caso aislado. Pero después de todo, la fuga de la
hembra se ve también entre los animales. Tiene que provenir,
por lo tanto, de algo elemental. Möbius, como muchos otros,
sostiene que eso excita más al macho. Seguro: pero, eso no
nos acerca más a lograr una respuesta. Porque la cuestión se
centra ahora en lo siguiente: ¿por qué es eso excitante para el
macho? Esto equivale a volver a la pregunta inicial: ¿cómo
pudo darse filogenéticamente una conducta semejante? ¿Para
qué sirve esta característica de la pulsión sexual? No estoy
buscando otro mecanismo, sino que en primer lugar busco la
conexión insoslayabel insoslayable entre angustia & sexuali-
dad, & sólo en segundo lugar el mecanismo de sustitución de
lo uno por lo otro, algo que, a mi criterio, su explicación to-
davía no da cuenta del todo.
De modo que no reconozco una lucha contra la teoría,
según su explicación. Tampoco puedo encontrar en mí mis-
mo el motivo para una lucha semejante. Desde tiempo inme-
morial, tuve conciencia de que no poseía un sentimiento de
pudor innato, ni lo poseo. Aquello que se podría denominar
de ese modo es un puro producto de la educación, con sólo un
matiz dado por los sentimientos en la medida en que uno de-
pende del juicio de otra gente y a causa de ello muchas cosas
no pueden mostrarse descarnadamente. Por lo tanto, no sé

Akoglaniz 201
SOÑAR CON FREUD

hasta qué punto mi resistencia a su ensayo sobre sexualidad


(deliberadamente no lo llamo “teoría sexual”) sería una re-
sistencia emocional. Por el momento, creo que no estoy, inte-
lectualmente hablando, a la altura de ese trabajo. No pude
sacar en limpio todo lo que quiere significar. Espero que algu-
nos ejemplos ayuden. Estoy esperando ansioso la continua-
ción en la revista. ¿Qué utilidad tiene toda esa mecánica sexual
cuando no se ha llegado todavía a la pubertad?
Yo, por mi parte, nunca fui seducido en la infancia; pero
sentí muy pronto sentí con claridad mi impulso sexual y creo
percibir con mi madre esposa que mi nene de casi 3 años ya
diferencia los sexos. Ciertas caricias son posibles con la ma-
dre, no conmigo. También es cierto que últimamente, a la luz
de sus estudios, me he venido preguntando a menudo cómo
proteger a los niños de traumas sexuales. A nuestra niñera le
tengo en ese sentido absoluta confianza. La conozco bien desde
hace más de 15 años. Si algo me preocupa en cuanto a los
niños, se refiere al futuro, no al pasado. Su explicación no la
encuentro todavía segura, pero por otro lado es llamativo
que yo posea el complejo que me atribuye. (Los muchos erro-
res y las correcciones en este párrafo son síntomas de com-
plejos que reconozco en mí desde que escribo a máquina; es
decir, desde hace casi un año.)
El análisis del simple discurrir de las ideas no me resulta
para nada. Me sucede que me quedo sin poder decir nada o,
por el contrario, me pierdo irremediablemente, de modo tal
que al final sólo me resta volver al tema en cuestión con un
impulso consciente.
En los papeles adjuntos hice el intento de poner enseguida
por escrito mis pensamientos y, por lo pronto, de la manera
más completa posible, lo que no dice mucho. Quizá pueda
decirme si este método le parece inviable o cuál es mi error.
No es necesario devolverme los textos adjuntos, salvo que
surja de ellos algo que lo amerite. En el futuro mandaré estas
cosas sin poner mi nombre, así no necesitaré enviarlas certi-

202 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

ficadas. Además, voy a copiar todo lo que sea de interés para


mí, de modo que no tenga que reenviarme nada o casi nada.
Ya lo molesto bastante con mis torpezas. Sin embargo, tengo
la esperanza de que en se haya despertado en usted el interés
de iniciar a uno de sus discípulos, que después de todo no
carece de inteligencia en otras zonas, en los aspectos prácti-
cos de su doctrina. En todo caso le ruego me diga lo más
pronto posible si las explicaciones vía carta le parecen pro-
blemáticas o imposibles.
Los textos adjuntos considérelos, por favor, como funda-
mentos para una crítica de la técnica y no como material
para la interpretación de los sueños.

Con la más distinguida consideración.


Bleuler

[Texto adjunto de dos páginas mecanografiadas como agregado a la carta]

Revólver: ¿Y heredó mi temprana sexualidad? Dama ves-


tida de gris. Inglesa; tiene similitud con una inglesa (estado-
unidense), que ya me había excitado sexualmente, primero
inconscientemente al despertar, después de modo consciente
en el sueño R. Se la inculpa después de tener relaciones con el
guardián. ¿Con razón? Me va gustando menos, me pregunto
en el último tiempo, si se va poniendo más vieja o más tonta o
las dos cosas (conscientemente: Hombre negro.), carente de
sentimientos. Usted no debería publicar el sueño. Me presen-
to ante mis médicos medio desnudo y me reconocerían. Tam-
bién mi esposa. Una vez interpreté un sueño & después esta-
ba equivocado, aunque todo cerraba perfectamente. Descu-
brí que el acontecimiento que yo le señalaba tan sólo ocurrió
después del sueño. ¿En qué pienso ahora cuando pienso que
no pienso? Revólver motivación exterior: picazón en el lugar
crítico /los genitales/ Escribir a máquina. No puedo ir más

Akoglaniz 203
SOÑAR CON FREUD

rápido. Revólver. Niñera. Inglesa. Dama vestida de gris. La


señorita S = la inglesa. ¿Se lo dije a mi mujer? De a ratos creo
que no, de a ratos que sí. No sé adónde voy a llegar. ¿Se trata
de mi revólver? ¿Vaina = vagina? No sé si me pertenece a mí
o a ella. ¿El p[enis] que se siente a través de la ropa significa
niñera? Es como una iluminación. ¿Por qué se me ocurre que
es legítimo? ¿Por qué aparezco detrás del negro? Lo maté. Él
no tiene sentimientos, emociones. No se me ocurre ninguna
situación donde eso sucediera, pero es posible. Incluso creo
que sucedió. aquí me quedo trabado. ¿Por eso tengo dema-
siado poco poder sobre la niñera? No lo creo. ¿Será U /el
menor/ sustituido por E /el mayor/, sólo porque siempre me
preocupé más por E? Detención. ¿Qué significa detenerse?
¿Que algo es correcto? Pensé que el chiquito perdido estaba
en alguna parte en una plantación, en una plantación de caña
de azúcar, muerto o vivo; pero no pensé /en el sueño/ que era
mío. ¿Podría acaso el nombre de mi muchachito significar el
nombre de un chiquito cualquiera? Eso significaría simple-
mente: ¿qué hiciste con el chico? Sí entonces no: ¿dónde está
el chico? La forma: ¿qué hiciste con E? Ya me vino a la mente
en lugar de la forma correcta anterior, más fácilmente que la
correcta. El intento de seguir adelante por este camino puede
fracasar, porque yo debería fijar todo en el papel, lo cual es
imposible. Estoy haciendo, en verdad, una mala elección.
Tortuga. No la he disecado correctamente, de golpe está /
disecada/. El intestino viene en forma de abanico. Lo mismo
sucede con la interpretación del sueño. Sin embargo no creo
que sea así.

204 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

CARTA 4
Prof. Bleuler
Burghölzli
Zurich, 17-X-05.

Honorable Colega:
Acabo de releer sus “Tres ensayos”. Sigo creyendo que mi
resistencia a las deducciones individuales no es una resisten-
cia emocional. En casos similares frente a similares deduc-
ciones me comportaría de la misma manera. Lo que me sigue
faltando es el material del que usted extrae sus conclusiones.
Naturalmente me lo imagino como empresa gigantesca. No
sé, sin embargo, si usted puede imaginarse cuán pocos con-
ceptos maneja un médico corriente. Por eso a veces me resul-
ta imposible ejercer la crítica en muchos pasajes; & en el
caso de algunos detalles por el momento no puedo hacer con-
fluir sus deducciones con mi propia experiencia. Experien-
cias con los otros no tengo demasiadas. Sin embargo, conoz-
co mi propia sexualidad desde que jugaba bajo de la silla de
la niñera. En mi caso no hubo represión, algo que se adapta
muy bien a su punto de vista. Y a esto quiero agregar que no
he encontrado en mí rastros naturales ni inculcados de resis-
tencia a la sexualidad, & que mis recuerdos llegan hasta los
tres años. Así, me acuerdo perfectamente de cuando me chu-
paba el pulgar; pero las sensaciones eran muy diferentes a
las sexuales. Por lo tanto, para mí, a pesar de sus explicacio-
nes y de las de otros, no existe ninguna evidencia que chupar-
se el pulgar tenga que ver con la sexualidad y no con la pulsión
de alimento. No digo que chuparse el pulgar no implique algo
sexual, cosa que sospeché en mi infancia, pero para mí este
punto de vista el a menos incierto. Ahora bien, segura-
mente usted tiene las comprobaciones en su mente, si bien no
están en la mía. Como verá, si tuviese que objetar algo a esta
obra sería su brevedad; & me encantaría leer más sobre el
asunto. Sé muy bien hasta qué punto es una larga tarea

Akoglaniz 205
SOÑAR CON FREUD

consustanciarse con sus ideas, de modo que comprendo su


intento de hacerse entender en esta forma breve.
Mientras leía, me vino a la mente una idea sobre el signi-
ficado de la angustia en la sexualidad, que quizá también
usted puede haber tenido aunque no la expresara con aunque
no la expresara ese tipo de generalización: toda nuestra vida
está gobernada por un juego de fuerzas mediante un juego de
fuerzas contrapuestas. Lo encontramos en el campo de la
química, y también en el campo de la neurología y de la psi-
quis. La significación de este dispositivo para una refinada
dosificación o ajuste de todos los procesos posibles se hace
claro cuando uno trata de realizar movimientos muy preci-
sos sin que haya resistencia. Es imposible. También la pulsión
sexual positiva tiene su resistencia, según su explicación, en
la angustia, el displacer, etc. Si un aspecto está fuertemente
desarrollado, se puede entonces esperar que el otro también
lo esté; encontramos la misma relación en la obediencia au-
tomática & el negativismo, la obcecación & la permisividad,
bajo que bajo circunstancias normales a menudo se compor-
tan en forma paralela a su intensidad. No sé todavía si todo
puede ser explicado por esta con concepción; pero doy por
sentado que esta concepción es la suya. Debería entonces co-
incidir con lo que yo presenté como sugestibilidad negativa.263
Perdóneme usted la locuacidad; tiene varios motivos. El
más importante es que yo considero sus estudios como el fun-
damento para una correcta concepción de la psique, & por
ello es para mí muy importante entenderlas en la medida de
lo posible.

Con la más alta consideración, suyo


Bleuler
263
Eugen Bleuler: «Die negative Suggestibilität, ein physiologischer Prototyp
des Negativismus, der conträren Autosuggestion und gewisser
Zwangsideen», en Psychiatrisch-Neurologische Wochenschrift 6 (1904),
pp. 249-253; 261-263.

206 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

CARTA 5
5-XI-05.

Veremos si ahora sale algo. La última vez no resultó nada


de todo lo que quería decirle. Todo era inutilizable. O apare-
cen los nuevos complejos que no tienen nada que ver con el
sueño. ¿Qué quería decir la mota sobre los genitales? ¿Una
mancha? Lo imagino como algo similar a una mancha de
suciedad anal como la de un cuento verde referida a un alto
prelado. En ese caso significa pederastia. Yo soy tan extre-
madamente heterosexual como sea posible. Por supuesto,
cuando era adolescente me excitaba cuando contábamos
indecencias entre los muchachos, pero siempre era el pensa-
miento en el otro sexo el que producía efecto. No se pensaba
en la heterosexualidad. ¿Por qué no soy capaz de lavar la
mancha cuando miran los niños? Dejo ahora esa situación
desagradable con mis intestinos. ¿Se trata (de) una diversión
científica como la urobilina? La doctora tiene, en todo caso,
una marcada sexualidad. En realidad, me gusta por ese ras-
go. Pero no es nada que valga la pena soñar u ocultar. Ella
tampoco produce sobre mí un excitación sexual. Ahora estoy
otra vez atascado. Ya no sé qué estuve pensando. Busco equi-
vocaciones sexuales. No se me ocurre nada. Esto no es cierto;
todos cargamos algo sobre la conciencia. Hoy estuvo conmi-
go un estudiante que afirmaba que no se puede vivir en la
abstinencia. Eso es una mentira. Lo que pasa es que uno no
quiere. Uno puede excitarse a sí mismo y excitar a otros sin
copular, sin llegar demasiado lejos. Y, sin embargo, fui dema-
siado lejos, aun sin coito. (Antes del matrimonio.) Sin embar-
go no lo dañó. ¿O sí? Tengo un motivo para suponer que sí,
pero a mí. Mi paz interior. Desearía no haberlo hecho. Pausa.
El revólver en mi mano debería significar que me iba a
masturbar. Esto no coincide con la asociación hecha por us-
ted. Tampoco puedo imaginar cómo llego a eso. El revólver
en el bolsillo de ella es ya más coherente. En los últimos años

Akoglaniz 207
SOÑAR CON FREUD

de nuestro matrimonio ella me excitó bastante. Ahora la cosa


ya no me concierne. En los primeros años (unos 8) para nada;
eso es lo que yo, al menos, sé. ¿Por qué no? ¿Pueden los intes-
tinos tener algo que ver con ella? No lo puedo imaginar. Últi-
mamente tengo algunos complejos que me alteran en grado
sumo. No aparecieron en los sueños. Como de costumbre.
También en mis asociaciones aparecen sólo cosas antiguas.
¿No está esto en contradicción con la teoría freudiana, tal
como se la concibe? El principio básico es indudablemente
correcto. ¿Coinciden los detalles en todos los casos? ¿No in-
cide lo individual? Quizá los sueños que eran analizados co-
rrespondían a caracteres específicos a los cuales eso podía
aplicarse –y en el caso de otra gente se fracase, como conmi-
go. Sí, es torpe de mi parte creer en la pobreza de mis expe-
riencias. Pero también es una tontería que sólo excepcional-
mente pueda interpretar mis propios sueños. Bloqueo. Dis-
tracción por el ruido de la lluvia, pensando sobre la visita que
vendrá. Dónde podrá situarse en mi caso la resistencia, si
realmente es una resistencia –– Desde muy joven estoy acos-
tumbrado a analizarme sin problemas. Por supuesto que no
me gusta decirle a la gente todo. Es obvio. Esto no debería ser
un obstáculo para el autoanálisis & para el análisis científico
con otras personas. Creía imposible que usted pudiera depa-
rarme algo nuevo. Reacciono ante cosas inesperadas de ma-
nera consciente & inconsciente, pensando en ello lo menos
posible. Una vez que he dormido, por lo general las cosas
marchan mejor. ¿Acaso durmiendo oculto la cuestión? ¿So-
ñando? Al día siguiente los sueños tienen gran influencia so-
bre mi estado de ánimo. De manera evidente, sin embargo,
sólo lo he comprobado en el terreno de mi sexualidad. Eso lo
percibí desde la pubertad. Si había soñado con una mujer
entrada en carnes que me era indiferente, después me podía
parecer atractiva, y eso se prolongaba durante varios días.
Una vez tuve un sueño sexual con la hermana de mi esposa,
que se le parece mucho. Cas[i] durante una semana me resul-

208 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

tó más agradable que de costumbre. Poco después soñé con


una ayudante en la misma dirección. A la mañana siguiente
conservaba respecto a ella una sensación sexual, pero cuan-
do la vi en la sala todo pasó a tener un aspecto negativo.
Mientras por lo general yo no la veía con disgusto (en el sen-
tido más inocente del mundo), de golpe su visión me resultó
por algún tiempo desagradable. Y también creo [que] ella
desde entonces, después de un cuarto 3 cuartos de año me
cae peor que antes. Se me antoja vieja & odio[sa]. Por moti-
vos profesionales siempre soy amab[le] con ella. Es una bue-
na asistente. Seguro que aquí se esconde un complejo. Estoy
cometiendo más errores que de costumbre. Pero no tengo la
menor idea de qué puede haber detrás de eso. En la medida
en que no se tenga mucho entrenamiento, escribir a máquina
es un gran detector de complejos. Pero hay algo maldito en
esto, ya que se me escapan, a menos que ya los conozca.
Ay[er] leí la carta de una señora que n[o] podía soportar a su
marido & pensaba arrojarse al mar. Al hablar escribir sobre
el agua (pensando que ella no podría dejar la vida si no la
acompañaba aquel que amaba realmente), su escritura se
tornó vertical de una palabra a la [o]tra. Antes de eso su
escritura era hermosa, acost/a/da. A partir de allí su escritu-
ra no mejoró en las páginas siguientes; siguió siendo empina-
da, sin ord/e/n y despareja. En los histéricos, los complejos se
desprenden de la escritura. En la mayoría de los casos no es
correcta, por lo menos en los casos graves que nos llegan
aquí. Pero también entre no histéricos he encontrado por el
mismo camino muchos complejos. Ahora me gustaría
[c]omentar un ejemplo. Pero no se me ocurre ninguno. Olvi-
do los ejemplos si no los escribo enseguida. Eso me pas[a] con
todo. Un olvido tan generalizado no puede deberse a un olvi-
do en forma de complejo, por más que en otros casos la teo-
ría freudiana acierte. Tienen que funcionar ot[r]os mecanis-
mos. Yo n[o] quería discurrir de este modo. Me sal[ió] así.
Estas objeciones no deben naturalmente ser tomadas en se-

Akoglaniz 209
SOÑAR CON FREUD

rio. Sin embargo, me resulta obvio que no hemos llegado al


fondo de la cuestión. Deben existir otros mecanismos que los
conocidos, entre ellos también los del olvido; en mí, por ejem-
plo, la (auto-) sugetsión [sugestión] juega un papel importan-
te. En la primavera conté que estaba soñando todo el tiempo
con el Káiser alemán; nunca más desde entonces hasta ante-
ayer. También con cierta amiga, cuya casa se me aparecía
por regla general durante años cada vez que me tocaba per-
noctar en ese lugar extraño (por viaje). Y desde entonces
nunca más, aunque se dieron muchas ocasiones que antes no
hubiesen sido desaprovechadas por ese sueño recurrente.
El primer tema sexual lo elegí intenciona[l]mente, porque
usted busca algo sexual. El inicio fue el resultado de una bús-
queda consciente. El resto vino por sí solo.
Durante largo tiempo no escribí, porque además de la fal-
ta de tiempo, estuve muy ocupado con otra[s] cosas. Quizá
no sea bueno para el análisis, aunque creo que en la redac-
ción no se notó nada.
Si tan sólo supiera cómo escribir de modo ams [más] in-
consciente.

CARTA 6
Prof. Bleuler
Burghölzli
Zurich, 28-XI-05.
Al Prof. Dr. S. Freud
Berggasse, Viena

Estimado colega:
Muchas gracias por su análisis sobre la histeria.264 Todos
aquí lo devoramos con voracidad & es un logro completa-
264
S. Freud: Bruchstück einer Hysterie-Analyse [1905], GW V, pp. 161-286.
[Fragmento de análisis de un caso de histeria, Amorrortu, T. VII, pp. 1-108.]

210 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

mente brillante. Sin embargo, siempre será difícil convencer


a otra gente de lo correcto de sus ideas. Los otros no poseen
su visión, & por eso no están en condiciones de formarse un
juicio propio. El psicoanálisis no es una ciencia ni una arte-
sanía. No se puede aprender en el sentido habitual. Es un arte
con el que se nace. Sólo el que posea ese don podrá llegar a
desarrollarlo. Por ello en un tiempo prudencial el destino lo
llevará a usted a tener que vérselas con los trabajadores de la
psicología & de la medicina.
Dado que no he soñado nada que pueda reproducir, quie-
ro ahora hacerle otra pregunta. Al menos desde la pubertad,
de tanto en tanto he padecido diarrea, que aparecía mientras
dormía a la mañana temprano; se producía con fuertes cóli-
cos & la mayoría de las veces desaparecía hacia el mediodía,
con tratamiento o no. Ya hace 24 años tuve la sensación de
que tenía que ver con la sexualidad, pero nunca pude expli-
car la conexión. Parecía no existir la menor pista que condu-
jera a mi vida sexual. Los ataques, como descubrí más tarde,
se anunciaban uno o dos días antes, cuando constataba casi
con regularidad ciertos síntomas en el apetito (ya fuera un
muy buen apetito o bien una abrupta falta de apetito mien-
tras comía). También aparecía días antes cierta disposición a
la constipación. ¿Sabe usted acaso qué podría significar esto?
La diarrea crónica en la mujer significa (en la mayoría de los
casos) un rechazo a copular con su esposo.
En el caso de que mis preguntas lo incomoden, le ruego
me lo haga saber. Nadie sabe mejor que yo que en la vida hay
que ser cuidadoso con el tiempo. Si no le resultase desagra-
dable enseñarle a un discípulo deseoso de aprender, le estaré
siempre reconocido.

Con la más distinguida consideración


Bleuler

Akoglaniz 211
SOÑAR CON FREUD

CARTA 7
Prof. Bleuler
Burghölzli
Zurich, 28-I-06.

Mi más estimado Colega:


El compañerito de escuela se llamaba Karl von Muralt.
Una vez estuve sentado al lado suyo todo un mes. Entre no-
sotros dos nunca sucedió ni siquiera por al/u/siones nada re-
lacionado con lo sexual. Probablemente lo haya ayudado en
algunos detalles de nuestras tareas, como me solía ocurrir
con otros compañeros. Una vez tomó mi mano & me hizo
tocar el taco de su bota, donde había hecho insertar cuñas
para espuelas. Sentí envidia, porque él ya podía salir a cabal-
gar; también me divertía un poco la vanidad que demostraba
en eso & que la gente refinada (y, por otro lado, también
humilde) podía tener. Por lo demás, no recuerdo nada de la
juventud en lo que a él respecta. Estábamos muy separados
social y espacialmente. Él rara vez se asociaba a los riesgosos
juegos que eran mi debilidad. Tiempo después lo vi algunas
veces en fiestas sociales. En una oportunidad, me felicitó lue-
go de una conferencia en la que había atacado a nuestros
pedagogos por negligencia en la educación moral. También
lo encontré alguna vez por la calle & intercambiamos algu-
nas palabras amables pero nada profundas /en su contenido/.
Creo que realmente eso es todo lo que puedo decir de nuestra
relación.
En este último tiempo, la paciente catatónica se metía las
manos en la boca. Durante la comida es poco aseada. Tam-
bién que hace algún tiempo dejó escapar en más de una oca-
sión eructos con gran estruendo, y también en tres ocasiones
flatulencias. El meterse las manos en la boca enormemente
abierta fue la actitud desagradable de los últimos tiempos
que nos obligó a tomar medidas más estrictas & eso no sólo
a causa de los chicos, sino porque también molestaba a mi

212 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

esposa. Lo encontraba repugnante. Ella esta pa[ciente] tam-


bién se masturbaba como todos los catatónicos. Como los
chicos no la ven cuando está en la cama, no hay peligro en
este sentido.265 En cuanto al vestido azul que vi en sueños,
ella lo usa en realidad como delantal durante las comidas.
Me di cuenta de esto de manera consciente después de en-
viarle el sueño.
Muchas gracias por el informe sobre el análisis de la pa-
ranoia, que, sin embargo, deberíamos adscribirla ahora bajo
la forma de demencia precoz en el sentido de Kräpelin.266
También el estado permanente descrito por usted después
del ataque agudo lo corrobora. Según la escuela vienesa eso
sería una paranoia. Es tema de controversia si esa enferme-
dad tiene que ver con la catatonia; estoy seguro (de) que se la
debe diferenciar de la paranoia de Kräpelin, de la que en bre-
ve le enviaré en otro contexto algunas historias clínicas que
están en prensa. Justamente, según parece, tiene un gran sig-
nificado la distinción de Kräpelin para reconocer la magni-
tud de sus descubrimientos acerca de la psicosis. Sus estudios
sobre el sueño & la histeria se pueden sin más utilizar con
gran facilidad para explicar la sintomatología de la demen-
cia precoz (con sus formas paranoides), mientras que la cuesti/
ó/n de la paranoia en sentido específico temporalmente al
menos ofrece otro aspecto. Catatonia y demencia paranoide
no se diferencian en nada en cuanto a la formación simbólica
de la locura, según lo consideramos ahora.

Con colegiales saludos su humilde servidor


Bleuler

Si todavía no se ha hecho una idea de lo difuso del pensa-


miento de Lipps, le puedo recomendar la lectura del ensayo
265
La familia del Director Bleuler residía también en la clínica.
266
Emil Kräpelin: «Zur Diagnose und Prognose der Dementia praecox»,
en Allgemeine Zeitschrift für Psychiatrie 56 (1899), pp. 246-263.

Akoglaniz 213
SOÑAR CON FREUD

sobre la empatía en el segundo o tercer cuaderno de la publi-


cación Zukunft [Futuro] de este año. Me llamaría mucho la
atención que no me diera la razón después de leer dos o tres
páginas.

214 Akoglaniz
DOCUMENTO 3

Tres cartas de la correspondencia entre


Sigmund Freud y Alphonse Maeder

Alphonse Maeder (1882-1971) se familiarizó con el psi-


coanálisis de Freud en el Burghölzli, cuando este estaba bajo
la dirección de Bleuler y Jung. Publicó su primer artículo
sobre La interpretación de los sueños en Archives de
psychologie, revista dirigida por Edouard Claparède y
Théodore Flournoy.267 El mismo evidenciaba una intención
didáctica, con el propósito de darle difusión en el contexto de
la psicología y psicopatología francesas, y dar cuenta de la
teoría onírica freudiana en relación con las investigaciones
que se realizaban en la Suiza francesa. Freud y Maeder man-
tuvieron una relación epistolar desde antes de 1910,
intercambiando reflexiones sobre pacientes que trataba con-
juntamente con Ludwig Binswanger.268 Ambos discutían tam-
bién cuestiones teóricas, especialmente en cuanto al trabajo
de Freud sobre el caso Schreber. Ese intercambio estaba rela-
cionado con la investigación de recopilación de símbolos im-
pulsada por Stekel, que Freud esperaba corroborar con con-

267
Alphonse Maeder: «Essai d´interprétation de quelques rêves», en Ar-
chives de psychologie 6 (1907), pp. 354-375.
268
Sigmund Freud/Ludwig Binswanger: Briefwechsel 1908-1938 (1992),
editado por Gerhard Fichtner, Francfort: Fischer, pp. 40-47.

Akoglaniz 215
SOÑAR CON FREUD

firmaciones surgidas de la práctica clínica.269 En sus cartas,


Freud tenía una actitud positiva acerca de las reflexiones de
Maeder sobre enfermos con demencia precoz,270 aunque po-
nía algunas objeciones a los intentos de relacionar el tema
con teorías biológicas:

El acento puesto en puntos de vista biológicos lo consi-


dero prematuro. Es nuestro objetivo mantener el Psa inde-
pendiente y no sustituir la vieja base fisiológica con una
nueva. No bien hayamos avanzado, las relaciones con la
biología se han de dar por sí mismas.271

Esta disensión objetiva determinó también los términos de


la discusión sobre la función del sueño que Freud y Maeder
sostuvieron desde 1911 en adelante. Una vez que Bleuler hubo
renunciado a la presidencia de la Asociación de Zurich, Maeder
fue elegido presidente ese mismo año, y, como lo atestiguan
muchas cartas de Freud de 1911, también había intentado ha-
cerse cargo de la traducción al francés de la obra freudiana.
Las cartas aquí publicadas se limitan a la confrontación
entre Freud y Maeder sobre la función onírica, según empie-
za a percibirse a partir de 1911. Hasta ahora sólo era cono-
cida una de esas cartas (la tercera del 24-10-1911) en traduc-
ción francesa.272 Esta correspondencia muestra en qué medi-
da la discusión sobre la interpretación de los sueños estuvo
signada por la oposición entre los grupos de Viena y Zurich,
que según Maeder correspondía a la diferencia entre una

269
Cf, Freud a Ferenczi; carta del 10-10-1910, en Sigmund Freud/Sándor
Ferenczi: Briefwechsel 1908-1911, Tomo IV, op. cit., p. 315. [Corres-
pondencia 1909-1914, T. III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1997, p. 209.]
270
Alphonse Maeder: «Psychologische Untersuchungen an Dementia
praecox-Kranken» en Jahrbuch der Psychoanalyse 2, I. Mitad (1910),
pp. 185-245.
271
Freud a Maeder, Viena, 9-10-1910, Library of Congress.
272
Alphonse Maeder: «Lettres à Sigmund Freud», en Le Bloc-Notes de la
psychanalyse 8 (1988), pp. 219-226.

216 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

mentalidad “judía” y una “cristiana”. Del intercambio epis-


tolar de Freud con Abraham, Binswanger y Ferenczi se dedu-
ce que el conflicto fue intensificándose sin pausa. La respues-
ta de Freud a la carta de Maeder del 11-10-1911 no ha sido
conservada, pero el tono básico se desprende de un comenta-
rio de Freud a Ferenczi quien también había leído la carta del
analista suizo, aquí reproducida (Carta 2):
Respondí la carta de Maeder de modo tan perentorio
y sincero como me fue posible y estoy ansioso por saber
cómo la tomará. No tengo expectativas sobre posibles
concesiones o compromisos. Eso es solamente secunda-
rio. La culminación de nuestra tarea sigue siendo lo im-
portante. Por otro lado, estas luchas son buenas; lo man-
tienen a uno en forma. El éxito es siempre paralizante. La
rebelión desde todos los frentes, sin embargo, exige con-
diciones tan favorables como el temprano aislamiento.273

Como se deduce de la subsiguiente respuesta de Maeder


(Carta 3), el suizo siguió defendiendo férreamente su postu-
ra, aunque defendiéndose contra su supuesto antisemitismo.
Mientras se producía este enfrentamiento entre bambalinas,
otra discusión que tenía como base los desvíos de Maeder
con respecto a la teoría onírica determinaba los lineamientos
del último congreso que analistas suizos y vieneses efectua-
rían de modo conjunto en Munich en 1913. Un año después
Maeder, que intentaba evitar el cisma del grupo de Zurich, se
apartó del movimiento psicoanalítico internacional como re-
acción a la polémica desarrollada por Freud en el Jahrbuch
en su artículo “Zur Geschichte der psychoanalytischen
Bewegung” [“Contribución a la historia del movimiento psi-
coanalítico”]. Las cartas que aquí se presentan pertenecen a
la Freud Collection (Library of Congress, Washington).
273
Freud a Ferenczi, carta del 20-10-1912, en Sigmund Freud/Sándor
Ferenczi: Briefwechsel 1912-1914, T. I/II, op. cit., p. 134 y ss. [Corres-
pondencia 1909-1914, T. III, op. cit., p. 427.]

Akoglaniz 217
SOÑAR CON FREUD

CARTA 1
Prof. Dr. Freud,
Viena, IX
Berggasse 19
20-4-11

Querido Doctor [Maeder]:


Llegamos ahora a un entendimiento sobre la función del
sueño, aunque a mí la separación entre el proceso y el pro-
ducto todavía me parece ser lo más agudo. Los productos del
pensamiento, que se pescan así en forma de sueños (traduci-
dos al lenguaje del cumplimiento del deseo), merecen segura-
mente ser corroborados de acuerdo con los puntos de vista
que usted recalca, pero también desde otros. Representan toda
clase de estadios preliminares de los procesos mentales defi-
nitivos conducentes a la acción y sería difícil separarlos para
ubicarlos en una especie particular que no pertenezca a la
vida diurna.
No leí el artículo de Moll. Sus reseñas en el Zentralblatt
son tan brillantes que podrá hacerse cargo de esa tarea sin
ninguna duda.274 Al artículo de Hart275 lo conozco sólo por
una nota en Lancet. Él debería habérmelo mandado. De H.
Ellis salió un nuevo libro sobre los sueños,276 en el que en lo
que a mí respecta se muestra muy amable, pero sin aceptar
casi nada de lo que sostengo. No es un hombre de tomar
decisiones. Sus argumentos me parecen llamativamente flo-
jos. No quiere creer que se sueñe nada más que con cosas que
son worth while. Y luego refuta que los sueños de los neuróticos
(que son la mayoría de los que analizamos), sirvan para apli-
274
La reseña apareció como Alphonse Maeder: «Moll´s Assoziationstherapie
der sexuellen Perversionen. Zeitschrift für Psychotherapie, III, I», en
Zentralblatt für Psychoanalyse 2 (1912), pp. 40-42.
275
El artículo reseñado por Maeder se titula «Bernard Hart, Freud´s
Conception of Hysteria, in Brain, Part. CXXXXI, Vol. XXXIII, London
1911», en Zentralblatt für Psychoanalyse 2 (1912), p. 43.
276
Havelock Ellis: The World of Dreams, Londres: Constable, 1911.

218 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

car a los sanos. Por el contrario, me parece que en el sueño


claudican las diferencias entre la gente normal y los pacien-
tes nerviosos (como las medallas militares durante el baño) y
que justamente los sueños de los sanos revelan con una inimi-
table ingenuidad los secretos oníricos.
Es una pena que Ellis no haya comprendido más. Le agra-
dezco las noticias de sus pacientes. La pequeña polaca debe
sufrir una demencia precoz, pero los intentos con el <$, en
ella seguramente están justificados.
Esperamos ahora la salida del Jahrbuch, en 3 o 4 sema-
nas.

Cordialmente
Freud

CARTA 2
Zurich, 11-X-12

Querido y estimado Señor Profesor:


Muchas gracias por el envío de la separata sobre la impo-
tencia \D.277 Es un lindo trabajo expuesto de manera extraor-
dinariamente lograda. Entretanto tiene que haber recibido
usted mi manuscrito. Todavía está incompleto. Intencional-
mente dejé lagunas. ¿Tiene Ud. la impresión de que Benvenu-
to Cellini supera su homosexualidad (y) cuando se va con su
madre, incurre en el incesto, dejando así el papel asignado al
homosexual? Tiene que haber sido un homosexual activo.
Quizá se pueda reconstruir el origen, cuando se identifica
con el padre, y en tanto tal se busca y se ama a sí mismo,
buscando y amando a su propia madre como a la mujer/ (hay
277
El texto de Freud apareció en 1913 como prólogo a Maximilian Steiner:
Die psychischen Störungen der männlichen Potenz, Leipzig/Viena (GW
X, p. 451 y ss.) [Los trastornos psicóticos de la potencia masculina,
Amorrortu, T. XII, p. 369 y ss.].

Akoglaniz 219
SOÑAR CON FREUD

allí un cierto narcisismo también)/. El jovencito es para él una


mujer con pene. Se comporta como un padre con sus aprendi-
ces (consigo mismo).
El modo de describir está en parte determinado por la in-
tención de presentar ese trabajo ante el Congreso Internacio-
nal de Psicología Médica para un público de legos. Por eso la
terminología y las constantes repeticiones. Mi idea es enviar
de antemano un resumen de mi trabajo sobre la función de
los sueños, anudando otro material sobre tendencia a la
autocuración, la incubación… con el análisis de Cellini, para
publicar todo junto bajo el título de “Procesos de regulación”.
El médico francés278 de la marina se halla en intercam-
bio epistolar conmigo y está traduciendo. Le ofrecí los tra-
bajos preparatorios de mi colega Borchert, que se vio impe-
dido de continuar con la traducción de su “Doctrina de las
neurosis”. Régis debe haber incluido un resumen del \D en
su “Précis de psychiatrie”. 279 La redacción del Année
psychologique parece haberse llevado una fuerte impresión
de mi artículo en francés (aparecido allí mismo). Desde hace
2 o 3 meses espero la separata. Mi folleto sobre psicoanálisis
y pedagogía280 ha de aparecer pronto. La frase en discusión
ha sido corregida.
Y ahora algo sobre la constelación Viena-Zurich. Lo que
me llama la atención en su correspondencia y en sus conver-
saciones con el Dr. Sachs, Rank, etc., es que tenga la idea
preconcebida de que todos nosotros, a causa de los comple-
jos, nos alejaríamos de la tradición, como Adler, para colo-
carnos en un límite. Que un proceso de evolución lleve consi-
go lo subjetivo proveniente de los complejos, es obvio. El tra-

278
Samuel Jankélévitch (1896-1951) había nacido en Odessa, se recibió de
médico en París y tradujo muchos trabajos de Freud al francés; cf.
Capítulo 11.
279
Emmanuel Régis: Précis de psychiatrie, París, 4ª. Edición: O. Doin, 1909.
280
Alphonse Maeder: Psychoanalyse und Pädagogik (Berner Seminarblätter,
6. Año, Parte 10-12), 1912.

220 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

bajo sobre la libido de Jung281 está fuertemente marcado por


su constelación psíquica. También La interpretación de los
sueños. La desdichada manera que tiene Stekel de exponer
sus ideas no se debe al material, sino principalmente a lo “que
no ha podido superar”. Cuando uno compara su modo de
describir la interpretación de los sueños y el caso Dora, por
una parte, con lo escrito sobre Leonardo, y especialmente los
últimos artículos (en el Zentralblatt, sobre la impotencia),
causa asombro ver el camino del desarrollo personal (me re-
fiero, por supuesto, a la parte no evolucionada del mismo).
Lo “agresivo oculto”, lo vengativo, lo apodíctico, todo eso
ha desaparecido. El tono es libre, amable. Los /otros/ colegas
vieneses tienen otra actitud, que obra negativamente sobre
la manera de presentar el texto, y eso es una parte de la resis-
tencia que provoca en nuestros mutuos adversarios. No dudo
tampoco de que se trata principalmente de un componente
semítico no asumido.
Sin embargo, si en Jung y en nosotros (para mí) se encuen-
tran señales claras de complejos, esto no debe achacársele
tan sólo al movimiento en su conjunto. Para usted es difícil
juzgar, porque poco es /lo que ha llegado a sus oídos/ sobre
las concepciones que están desarrollándose. Todo está toda-
vía como un bebé en pañales. Tengo el convencimiento de
que se trata de un desarrollo saludable. Quiero decir con esto
que no es una escisión, sino una evolución. La dimensión de
reconstrucción es lo que sobresale, después de ser precedido
lógicamente por la etapa de análisis. Hay un cierto desplaza-
miento del punto de vista. Por ciertas razones vinculadas con
los complejos se le ha dicho al ser humano que es un criminal,
por ejemplo, sin poner el acento en el progreso que ha logra-
do. Ahora se puede ser mejor terapeuta sin pasar por alto o
callar el aspecto de lo /pseudo/criminal.

281
Carl Gustav Jung: Wandlungen und Symbole der Libido. Beiträge zur
Entwicklungsgeschichte des Denkens, Leipzig/Viena: Deuticke, 1912.

Akoglaniz 221
SOÑAR CON FREUD

Desde hace un tiempo me estoy dando cuenta de que poco


a poco vamos formando una verdadera secta. Ejercemos de-
masiado poco la crítica recíproca, y simplemente le caemos
encima al enemigo por sistema. El tono de algunas publica-
ciones carece en ese sentido de refinamiento y es, además,
peligroso. Es para dormirse parado. Cuando, por ejemplo, un
trabajo de Pfister es insípido, como la mayoría de lo que es-
cribe, se merece que se lo diga. Esto debería suceder amisto-
samente. Todo lo que hace es superficial. Lo mismo se dice de
sus sermones. [¿] No sería correcto hacerle ver esto [?] Tam-
bién se comporta de modo imprudente sin tener la menor con-
ciencia. Una parte del material en la “Crítica” de Marti (Neue
Zürcher Zeitung [Nueva Gaceta de Zurich]) tenía que ver
con él.282
El artículo sobre los sueños de Sachs en el Jahrbuch tam-
bién es un ejemplo.283 En muchos sueños se sirve sólo de las
fórmulas empleadas por Stekel e interpreta. Tales cosas no
deberían ser publicadas, o, al menos, los otros tendrían que
hacerle un llamado de atención.
Opino que deberíamos ejercer (mutuamente) una crítica
más atinada entre unos y otros, en lugar de darnos la razón
como norma, lo que está sucediendo muy a menudo.
En septiembre tuvimos aquí en mi casa como huéspedes a
Jones y Binswanger y con ellos sostuvimos una discusión so-
bre sus relaciones con Jung. Entiendo perfectamente la cues-
tión personal que usted mantiene en contra de Jung. Lo co-

282
En este diario apareció el 2-1-1912 un informe sobre la conferencia de
Max Kesselring titulada «Über die Theorie und Praxis des Wiener
Psychologen Freud», que desencadenó toda una serie de misivas polé-
micas, entre las que se encontraba una de Fritz Marti. Cf. Sigmund
Freud/Ludwig Binswanger: op.cit., p. 92. Para esta controversia, puede
consultarse el libro de Henri F. Ellenberger: Die Entdeckung des
Unbewußten, op.cit., pp. 1086-1092.
283
Hanns Sachs: «Traumdeutung und Menschenkenntnis», en Jahrbuch
für psychoanalytische und psychopathologische Forschungen 3 (1912),
pp. 568-587.

222 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

nozco personalmente desde hace bastante tiempo como para


haber experimentado algo parecido en otras circunstancias.
Tengo que contar con eso… A pesar de ello, mi relación con
él es más distante y, por eso, puedo ser más objetivo. Él me ha
ayudado a frenar mi transferencia potencial. Yo logré por
medio de la conversación una impresión clara, que usted mis-
mo, estimado Señor Profesor, en tanto analista, no ha logra-
do frente a él. En lugar [de seguirlo] hasta los límites del rei-
no, en que domina el principio de realidad, usted reaccionó
con la retirada y un tibio rechazo (su respuesta a su concepto
de incesto). Todos los otros colegas lo han admitido. Mi se-
gunda impresión fue la de que usted se coloca frente al \D de
manera extremadamente personal, o sea: como un padre. En
ciertos momentos uno siente despertar la inquietud de un pa-
dre real que se esfuerza para que el niño no crezca, que es la
forma de poseerlo completamente. Lo patriarcal asume aquí
un rasgo despótico. Siempre me impresionó ver cuán subjeti-
vo es el modo de analizar de todos nosotros. En una ciencia
tan joven como lo es nuestro \D, no puede asombrar dema-
siado que estén obrando instancias subjetivas. Es inclusive
una suerte; eso posibilita el descubrimiento de muchas cosas
por las cuales los otros sufren un escotoma. ¿No es de espe-
rar que nosotros, los suizos, marquemos nuestra concepción
del \D con una cierta impronta que contenga algo diferente
y probablemente algo nuevo? Chaque cloche son son [“Cada
campana con su sonido”], dice el determinista. Ha de pasar
mucho tiempo en el \D hasta que sea posible una postura
objetiva.
Quizá podríamos todos ser más tolerantes hasta que re-
sulte posible encontrar el camino seguro de una evolución
sostenida. Tengo la sensación de que ahora estamos siguien-
do una pista que dará sus frutos.

[Aquí se interrumpe la carta]

Akoglaniz 223
SOÑAR CON FREUD

CARTA 3

Zurich, 24 de octubre de 1912.

Querido y estimado Señor Profesor:


/A causa de circunstancias familiares me fue imposible
responder a su última carta. No lo siento, porque cierto pe-
ríodo de latencia siempre hace bien para tomar posición en
cuestiones que son emocionalmente delicadas./
Ha hecho bien en enviarme una carta sumamente clara.
Inclusive si a través de tales aclaraciones, como usted correc-
tamente supone, nada cambia, en todo caso se conoce más
exhaustivamente la posición del contrincante. Me veo obli-
gado ahora a precisar algunas cosas con más detalle.
La cuestión del trabajo con mi sueño: usted lo destruye de
cabo a rabo. Tal vez lo hice demasiado apresuradamente.
Usted sabe todavía demasiado poco al respecto. ¿No recor-
dará, por otra parte, que en la primavera de 1911 le había
mandado ya algunas notas que contenían las ideas principa-
les? En aquella ocasión mis explicaciones encontraron su apro-
bación, pues entonces me escribió que había allí materia para
un buen trabajo. Sugirió una diferenciación entre el sueño
como proceso y como producto, que yo retomé en mi trabajo
(actualmente en prensa). Usted verá en la lectura de ese tex-
to que llegué a esa opinión hereje simplemente por el psa de
los sueños y no por una banal consideración de contenido
manifiesto de los sueños. Estimo que el cumplimiento del de-
seo abarca dos aspectos: el significado compensatorio (para
lo que falta) según el principio del placer; y el ejercicio prepa-
ratorio para las soluciones posibles de los conflictos según el
principio de realidad. Este último habría de facilitar la adap-
tación del soñante (por supuesto de modo puramente incons-
ciente). Usted nos enseñó que la forma delirante debe ser to-
mada como un intento de curación; igualmente sabemos por
Ud. que las obras de arte serían tentativas de liberación del

224 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

artista mismo, a quien se le otorga una valoración humana


general. La idea me vino ya hace /4 años/ al realizar la pecu-
liar observación de que los sueños podrían representar algo
similar. Desde entonces he seguido esta idea incansablemen-
te. La analogía con el juego me llamó la atención. Usted ya
había mostrado las relaciones del juego con las fantasías diur-
nas. Me pareció que lo mismo podría decirse de los sueños.
Es la herejía contra la que usted procede en su carta de modo
tan radical. Desde el anteúltimo verano he seguido trabajan-
do en esa idea (la redacción del artículo data de mayo de
1911, para una conferencia en la Asociación ya) y me di cuen-
ta de que el sueño no logra solo esa tarea, sino que se trata de
una función general del Icc [Inconsciente]; que la elabora-
ción de los conflictos, que la búsqueda de otras soluciones
posibles está teniendo lugar siempre y que continúa manifes-
tándose a través de otras expresiones al igual que a través de
sueños. Esto me llevó a la idea de estudiar los procesos de
autocuración; elegí el ejemplo afortunado de Cellini. La lec-
tura de distintos trabajos del dominio de la biología general y
de la patología vino a fortalecerme en mi concepción. Que
todo esto deba considerarse una regresión no cabe en mi
mente. /Me resulta claro ahora que todo lo que vengo esbo-
zando aquí puede incorporarse sin problemas en el marco de
sus explicaciones, dado que se trata de un desarrollo en los
dominios del principio de realidad, que naturalmente en la
bibliografía del \D apenas ha sido tocado hasta el momento./
Y ahora sobre el antisemitismo: Antes una /confesión./ Yo
/me topé/ con el antisemitismo de cariz suave por primera
vez en mi vida hacia los 20 años. Fue durante mis estudios en
Berna. Apenas lo podrá creer, porque usted no conoce mi re-
gión /donde las circunstancias son peculiares./ El antisemitis-
mo no está enraizado en el lugar, aunque existen muchos ju-
díos en la zona que en la mayoría de los casos ocupan pues-
tos prestigiosos. Mi mejor amigo era judío. Yo frecuentaba
mucho a toda su familia y estaba presente en todas las cele-

Akoglaniz 225
SOÑAR CON FREUD

braciones familiares. En Berna frecuentaba especialmente a


estudiantes judías. Mi primer amor fue una judía. Usted sabe
de mis buenas relaciones con Binswanger. Si le he demostra-
do alguna vez algún rasgo de antisemitismo reprimido (o en
mis escritos), lo podrá juzgar usted mismo. /Considero que
esta característica personal es de la mayor importancia, por-
que usted según su experiencia no podía esperar tal cosa./
Con usted comparto el convencimiento de que el Psa no po-
día ser descubierto más que por un semita, y que el espíritu
semítico se corresponde muy bien con el análisis. Por otro
lado, los hechos hablan. Sin embargo, habría que agregar
algo. Creo que lo cristiano se adapta muy bien al aspecto
reconstructivo para la fase del renacimiento, de modo que
pueda esperarse una valiosa contribución en el terreno del
principio de realidad proveniente de ese lado. ¿No sería co-
rrecto que los semitas les hicieran ver a los cristianos su pro-
pio “misticismo” y otras degeneraciones, particularidades,
mientras que los cristianos señalaran a los semitas sus erro-
res? ¿Por qué la exclusividad?
Siempre he sostenido y lo sigo sosteniendo ahora que toda
nuestra táctica está marcada por el espíritu semítico, algo
que nos desfavorece para adaptarnos al medio, y que esto
debe ser asumido. La mayoría de los analistas, entre ellos
especialmente los colegas vieneses, han reaccionado frente
a los opositores mostrando sus complejos negativos /del
Padre/ que acusan señales claramente semíticas. /Yo le rue-
go encarecidamente no quiera suponer en esta frase una
caída de mi parte en el antisemitismo./ Inclusive la transfe-
rencia positiva del Padre revela los mismos signos. Opino
que es hora de reconocerlo, pues nuestro primer deber como
analistas /es/ entrar en la lucha con la menor cantidad posi-
ble de prejuicios. /Hasta ahora hemos sido muy poco objeti-
vos./ ¿Supongo que usted no ha de pretender sostener, que
nuestra conducta es objetiva? A pesar de eso, reconocí es-
pontáneamente que si se consideran sus últimos escritos,

226 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

querido Señor Profesor, en usted mismo se puede consta-


tar que se ha producido una gran evolución. /¡Me alegra-
ría mucho decir lo mismo de los otros!/ En este sentido, yo
tengo una mayor sensibilidad que usted frente al medio
social. Usted llama a nuestro ideario actual “pensamiento
burgués”; por mi parte encuentro que eso sería algo de lo
que no habría que avergonzarse /viendo en eso una secue-
la de la tristemente infame batalla periodística. No es tan
así./ He atravesado una experiencia para mí muy valiosa
en ese sentido. En mi artículo en francés para L´Année
psychologique, que según espero saldrá pronto, mi preocu-
pación era tratar las cuestiones de modo que los no inicia-
dos las aceptaran para discutirlas sin que despertaran en
ellos una “innecesaria” resistencia. Al parecer, según lo
que surge del muy interesante juicio de los encargados de
Redacción /que han sido hasta ahora muy desconfiados/ el
propósito ha tenido en buena medida éxito. Usted ha de
ver que yo no lo expuse ni haciendo hincapié en lo “asexual”
ni meramente en lo “consciente”. Observo ahora que al
artículo lo escribí en diciembre de 1911, 3 o 4 meses des-
pués de la polémica desatada en los periódicos. (Usted se
equivoca en su interpretación de una evolución mía para-
lela con la de Jung.) No existe ninguna relación con la ba-
talla periodística, dado que ese cambio, como ya le co-
menté por escrito, ocurrió, según lo pude constatar, en el
otoño previo a 1911. Admito sin más que esa campaña
nos ha acercado. /Colaboró para hacernos recordar nues-
tros vínculos con la generalidad./ Es cierto que el compor-
tamiento de la Asociación no fue muy diplomático en esto.
En privado, durante un evento social fui abordado por Jung
(públicamente) y acordamos corrección y morigeración,
algo que después lamenté. En Nuremberg usted nos mos-
tró de la manera más elocuente que los enemigos se resis-
ten y deben ser tratados como enfermos. Muy a menudo
olvidamos que debemos tratarlos como tales. Esto es para

Akoglaniz 227
SOÑAR CON FREUD

mí el último signo /claro/ de que cometemos errores y que


debemos hacer un esfuerzo para asumirlos.
Todavía una última observación sobre el Semitismo. Si
bien usted en sus últimos escritos lo ha superado, yo lo veo
actuando muy marcadamente en el modo en que Usted de-
fiende a sus discípulos. ¿Se dio cuenta, por ejemplo, del pasa-
je en el primer prospecto de Imago en el que el Psa se pro-
mueve como un sustituto del cristianismo (cuna)?
El psicoanálisis tiene sus raíces en la sociedad en general;
no salió de la nada. Es nuestro deber interés remitirnos a ella.
Los elementos paralelos, incompletos, es bueno ponerlos de
relieve (el juego, etc.; su observación /irónica/ acerca de mis
giros “franco-germánicos”). El contacto con el mundo exte-
rior no nos traerá más que ganancia. Necesitamos ganar más
relaciones con la realidad él. Su orgullo Su /actual postura es
un/ posicionamiento de defensa; /yo no lo considero/ conve-
niente en todos los casos. De su parte lo comprendo, pues
usted ha sufrido demasiado por los otros, aunque sin que que-
dara en su corazón una cicatriz herida. /Su orgullo es funda-
do,/ pero sus discípulos no tienen las mismas razones, /y no
tienen conciencia de ello. Ello no es ninguna ventaja de la
“mentalité des minorités”./
Usted escribe que no debemos “encarnizarnos”. Por su-
puesto que no. Yo también opino que existen otros mecanis-
mos para ejercer una influencia mutua. Tampoco yo soy
partidario de una carnicería, sino que pensé (si es que no lo
escribí) que una crítica moderada y objetiva nos llevaría
más lejos. Su expresión “encarnizarnos” me recuerda la ten-
sión que pudimos presenciar en Weimar entre Sadger y
Stekel. Opino que la discusión no debe desarrollarse en ese
tono. Otro malentendido extra lo originan las emociones.
Permítame que le diga: los trabajos de Sachs; yo escribí ex-
presamente acerca del trabajo sobre los sueños en el
Jahrbuch. Esa generalización no condice /efectivamente/
para nada con mi idea. A Rank, por ejemplo, le escribí con

228 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

sinceridad y detalladamente después de recibir el primer


cuadernillo de Imago (sobre) cuánto apreciaba su introduc-
ción conjunta con Sachs. Tampoco quiero refutar todo lo
que sostiene Stekel; sólo me gustaría que escribiera más para
nosotros f/ que para el público en general./ A Pfister usted lo
conoce /por cierto/ sólo desde cierto ángulo. El aspecto se-
reno, cuidadoso de la ciencia se le escapa. Es superficial y
/y/ muy descuidado; se adentra en regiones para las que no
está preparado. Las grandes historias dificultades se las arre-
glan otras manos; y usted ni se entera. Binswanger, con quien
está en contacto desde hace 10 años, nunca lo consideró
confiable. Por mi parte, no incluí a Pfister en el análisis, sino
/que lo hizo/ Jung. Por el contrario, cuando lo vi en la Aso-
ciación tan inquieto e inseguro, le escribí a usted hace 4
años para ponerlo sobre aviso. La seguridad de la que usted
hace gala en sus juicios, no sustituye las experiencias que
aquí tenemos oportunidad de realizar. El pobre se ha com-
portado pésimamente con la feligresía, como en todas par-
tes, mientras que otros de naturaleza más reposada como el
Pastor Keller,284 que también ha salido a romper lanzas por
el Psa, mantienen una posición más firme. /El análisis ape-
nas le sirvió a Pfister. Muchas personas me lo han dicho y
no sólo entre los analistas./ Aquí es oportuno un comentario
para entender la observación de Schnyder.285 Él es el único
discípulo de DUBOIS,286 también un suizo de habla france-
sa y, por otro lado, un alma de Dios. Para él el Psa /según su
Introducción/ es chino básico; se debate con su complejo de
“germanidad”, asegurando que los franceses con su mente
clara y distinta jamás habrán de entender las nebulosas ale-
284
Adolf Keller (1872-1963), prelado activo en Ginebra y Zurich, emigró
luego a los Estados Unidos.
285
L Schnyder publicó muchas colaboraciones sobre psiconeurosis e histe-
ria, entre ellas, en 1912, el texto «Le cas de Renta. Contribution à l’ étude
de l’ hysterie», en Archives de psychologie 12 (1912), pp. 201-262.
286
Paul-Charles Dubois (1848-1918) fue profesor de Neuropatología en
la Universidad de Berna.

Akoglaniz 229
SOÑAR CON FREUD

manas. Sobre la cuestión del incesto no tengo todavía posi-


ción tomada; lo que dice Jung no me aclara nada.
/Sobre el punto de vista de Jung en la cuestión del incesto
no tengo todavía ninguna posición. El último viernes Riklin
me habló de usted y lo hizo de manera muy serena y amisto-
sa, mostrando su reconocimiento. Me dejó muy contento./
Bueno, basta de cuestiones personales.
Cellini estuvo pensado como una parte del trabajo sobre
procesos de curación. Para mí eso fue nada más que un episo-
dio. /Usted debe entender que/ yo no lo pueda desgajar del
conjunto. Por otro lado, ese trabajo es demasiado extenso
para el Zentralblatt. A esto se agrega que aliento el más vivo
deseo publicarlo como folleto, dado que podría adecuarse muy
bien para la difusión. Querría entonces solamente volver a
rogarle que lo incluya quizás en la serie de la Gradiva.
Tal vez estaría abusando de su paciencia si reiterara mi
pedido en relación con las lagunas del trabajo (contexto de la
homosexualidad –véase mis preguntas en detalle). Le estaría
muy agradecido si pudiera darme alguna pista. El manuscri-
to todavía no está listo para imprimir.
Por último, me gustaría explicitar con toda claridad que
no creo en absoluto que en Zurich se haya superado real-
mente la cuestión en ningún sentido. Sin embargo, algunos de
nosotros tenemos conciencia de lo que hay que hacer y lo
estamos haciendo. /Esperemos que no se queden solos./
/Si usted recibió la impresión, según algunas indicaciones
que le hayan llegado, de que yo estoy dejando de lado lo sexual
y la sexualidad y el Icc [Inconsciente], esto sucedió sólo du-
rante etapas pasajeras que seguramente desencadenan difi-
cultades. Usted tomó la información que le llegó sobre esa
fase temporaria de una manera que lamento. Paulatinamen-
te va a corregir su impresión.
La transferencia positiva de los colegas vieneses con us-
ted comporta un claro carácter semítico que se documenta
en cada trabajo y que para nosotros, los suizos, es muy lla-

230 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

mativa. Yo lo observé pero no lo pude encasillar. El hecho de


que usted no se dé cuenta de nada, lo entiendo; se trata del
ambiente en que ha vivido siempre. Algunas cosas tienen que
resultarnos aquí extrañas y para usted completamente natu-
rales desde el inicio. Por favor, no vea ninguna agresividad
en estas palabras. ¡No quiero destruir nada!

Sigo siendo su más humilde servidor

Maeder

Akoglaniz 231
SOÑAR CON FREUD

DOCUMENTO 4

Otto Rank: “Sueño y poesía” y “Sueño y mito”.


Dos textos tomados de La interpretación de los sueños
de Sigmund Freud

Otto Rank (1884-1939), cuyo nombre verdadero era Otto


Rosenfeld, se había topado en su época de estudiante con La
interpretación de los sueños. Y luego, en 1906, entró en la Socie-
dad Psicológica de los Miércoles gracias a la mediación de Alfred
Adler. Freud lo instó entonces a cursar diferentes materias de
Humanidades en la Universidad de Viena. La importancia cre-
ciente que la mitología, la literatura y la historia de la cultura
ganaban como corroboración de la teoría psicoanalítica, para
Freud, pero también para Jung, exigía el asesoramiento de un
experto que no proviniera de la medicina. Freud apoyó
financieramente de modo sistemático a Rank para que se en-
cuadrara dentro de ese perfil. El procedimiento puesto en prácti-
ca por Rank, formado en filología, amplió el dominio de validez
de los conocimientos obtenidos inicialmente a nivel clínico como
para sentar los fundamentos de una antropología psicoanalítica.
Rank compiló una gran cantidad de cuestiones provenientes
del arsenal histórico-cultural, que él comprendía como formas
distorsionadas de una precisa constelación promedio.287
287
Otto Rank: Psychoanalytische Beiträge zur Mythenforschung.
Gesammelte Studien aus den Jahren 1912 bis 1914, Leipzig/Viena:
Internationaler Psychoanalytischer Verlag, 1919.

232 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Sus vinculaciones entre la filología y los procedimientos


psicoanalíticos dejaron huellas ya en la segunda edición de
La interpretación de los sueños. Muchas de las alusiones que
Freud realiza sobre textos literarios y mitológicos se deben a
Rank, cuya mencionada compilación condujo a una poste-
rior inclinación hacia lo literario que no existía originaria-
mente.
En la confrontación con la doctrina de los complejos sus-
tentada por los psiquiatras suizos, en cuyo esquema el com-
plejo de Edipo tenía una función paradigmática, los estudios
de Rank jugaron un papel decisivo. Apoyada en una base
científica, la historia de la cultura debía servir como freno a
los estudios de la simbología, que entretanto se habían des-
bordado, y a la vez oxigenar la estrecha relación de La inter-
pretación de los sueños con la figura de su autor (criticada
por Jung). Los dos textos con los que Rank se presentaba en
1914 como coautor de la cuarta edición deben considerarse
el vestigio de un plan encarado por Freud tres años antes,
que consistía en hacer al libro “menos personal”. El estilo de
esas dos contribuciones recuerda no por casualidad la forma
de un fichero. La compilación descriptiva de los pasajes cita-
dos registra no sólo analogías y derivaciones, sino que a par-
tir de los “extractos” del material Rank deducía que la am-
pliación de la fórmula del cumplimiento del deseo sostenida
ya por él en la tercera edición (TD, 3ª edición, 1911, p. 117
[GW II/III, p. 166], [Amorrortu, T. IV, p. 177]), que fijaba el
deseo a una tendencia sexual, era una ley psíquica.
Los dos trabajos permanecieron como parte del libro has-
ta la séptima edición (1922), y luego fueron eliminados de la
octava (1930) por diferencias nunca explicitadas surgidas
entre los dos coautores. La versión transcrita sigue la sépti-
ma edición que contiene todas las variantes de las correccio-
nes y, por ello, es la más extensa.

Akoglaniz 233
SOÑAR CON FREUD

“SUEÑO Y POESÍA”

Aquello no conocido por el hombre


O no pensado,
Deambula en la noche
Por el laberinto de su pecho
GOETHE

A los seres humanos les ha llamado la atención desde siem-


pre que las imágenes nocturnas de sus sueños acusaran tal
similitud con las creaciones poéticas, y que tanto los poetas
como los pensadores sintieran el atractivo del mundo onírico
en las relaciones existentes en forma, contenido y efectos.
Los presentimientos y las intuiciones surgidos en estas cir-
cunstancias, si bien no han llegado a arrojar resultados para
el conocimiento, son tan característicos para la esencia de los
dos fenómenos comparados entre sí, que vale la pena hacer
una recapitulación de esas opiniones que enriquezca el punto
de vista científico. Al investigador de los sueños le ha de inte-
resar especialmente cuál fue la valoración y comprensión que
pusieron en juego los conocedores anímicos intuitivos con
respecto a la vida onírica, de qué modo los escritores supie-
ron hacerse cargo de su conocimiento de la vida de los sue-
ños dentro de sus obras, y, por último, qué relaciones se pue-
den percibir en profundidad entre las capacidades peculiares
del “alma adormecida” y del “alma inspirada”.
Sobre todo el analista se enterará con regocijo de que los
individuos intuitivamente geniales siempre han considerado
importante al sueño. Ello estaba en puja con el juicio de la
ciencia oficial y de la mayoría de los intelectuales, pero final-
mente salía al encuentro de una sabiduría popular ancestral
que ahora recibía su confirmación desde la psicología. La
convicción de que en la vida onírica se hallaría la clave para

234 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

el conocimiento del alma humana, o sea la clave del indivi-


duo, se encuentra expresada con la mayor intensidad a dis-
tintos niveles. Así, por ejemplo, en los Diarios de Hebbel (agos-
to de 1838) se dice: “El alma humana es, por cierto, una cosa
maravillosa y el punto central de todos sus secretos está en el
sueño”. Mientras que el poeta Jean Paul, quien dedicó a sus
sueños la mayor atención y un meticuloso estudio, escribía:

Realmente algunas mentes podrían aleccionarnos más


con sus sueños que con sus ideas, algunos poetas regocijar-
nos más con sus sueños verdaderos que con sus poesías, así
como la mente más sobria no bien es llevada a un mani-
comio puede tornarse una escuela de profecías para el
mundo entero.

Y en otro pasaje hace una observación que puede verse


como la continuación de la misma idea:

Cuestión de especial asombro es para mí por qué no se


utiliza el sueño para estudiar en él el proceso de imagina-
ción involuntaria en el niño, en los animales, en los locos; e
incluso en los poetas, en los compositores y en las mujeres.

Una postura similar asume frente al sueño Ferdinand


Kürnberger:

Realmente, si los seres humanos fueran más sensibles


para observar e interpretar los refinados gestos de la natura-
leza, la vida onírica debería también captar su atención.
Tendrían así que encontrar que allí la naturaleza ya nos ha
susurrado la primera sílaba del gran enigma cuya solución
buscan con ansia como el sediento que quiere saciar su sed.

El agudo filósofo Lichtenberg, a quien le debemos las más


finas observaciones y apreciaciones sobre este tema, escribía:

Akoglaniz 235
SOÑAR CON FREUD

Repito mi consejo de soñar. Vivimos y sentimos tan bien


en el sueño como en la vigilia, y tanto un estado como el
otro forman parte de nuestra existencia. Pertenece al privi-
legio de los seres humanos el soñar y tener conciencia de
ello. Todavía no se ha hecho un uso lo suficientemente co-
rrecto de los sueños. El sueño es una vida que, unida a la
nuestra, se torna eso que llamamos Vida Humana. Los sue-
ños se van perdiendo al despertar, y no se puede decir dónde
empieza la vida onírica y la de la vigilia.

Y Nietzsche, a quien debemos reconocer como el antepa-


sado directo del psicoanálisis también en este dominio, sabe
de relaciones similares entre el sueño y la vida diurna:288

Lo que experimentamos en el sueño, dando por supues-


to que lo experimentamos de modo frecuente, pertenece en
definitiva de modo tan intenso a la entera economía de
nuestra alma como cualquiera de las cosas que hemos vivi-
do realmente: gracias a ello somos más ricos o más pobres;
tenemos más o menos necesidades; y somos conducidos al
fin y al cabo como niños de pecho en plena luz del día y en
los momentos de mayor alegría de nuestro espíritu un poco
por aquellas cosas a que nos acostumbran nuestros sueños.

El hecho de que Nietzsche tampoco retrocediera ante las


consecuencias de su postura, lo muestra el siguiente pasaje
de Aurora:

¡En todo queréis ser responsables, salvo en vuestros sue-


ños! ¡Qué miserable debilidad, qué carencia para un ánimo
que debería ser consecuente! ¡Nada os pertenece más que
vuestros sueños! ¡Nada puede considerarse más obra vues-

288
Cf. las explicaciones dadas por Freud en las primeras páginas de su
Traumdeutung, p. 4 y ss.

236 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

tra! ¡Tema, forma, duración, actores, público…en esta co-


media sois todo vosotros mismos! Y ahí justamente retro-
cedéis y os avergonzáis ante vosotros mismos; y ya Edipo,
el sabio Edipo, supo encontrar su consuelo en sus pensa-
mientos, que no pueden nada frente a lo que soñamos.289
Yo concluyo aquí que la gran mayoría de los hombres de-
bería tomar conciencia de sus más horrendos sueños. Si no
fuera así: ¡cómo se habrían explotado sus fantasmagorías
poéticas nocturnas en pro de la arrogancia humana!

De modo similar se expresa Tolstoi con respecto al sueño:

Cuando despierto, puedo engañarme a mí mismo; en


cambio, el sueño me da la exacta medida para el grado de
perfección moral que he alcanzado (Papeles póstumos,
Tomo III).

Lichtenberg, por su parte, juzga lo siguiente: “Si la gente


quisiera contar correctamente sus sueños, se podría deducir
de ellos mucho más que de lo que expresan con el rostro”.
En el mismo sentido, se expresa recientemente Gerhart
Hauptmann:

Haber investigado cada uno de los diferentes tipos y


estadios de los sueños, significaría en un sentido más pro-
fundo ser como cualquier actual conocedor del alma hu-
mana (“Immanuel Quint”).

Por otro lado, completamente psicoanalítico, por el deta-


lle con que se da la indicación, suena una entrada de los Dia-
rios de Hebbel en la que se dice:
289
Es de notar que en la postura de Nietzsche frente al complejo de Edipo,
el filósofo comete un doble error: no es Edipo quien busca consuelo en
la falta de significado de los sueños, sino su madre; y, además, Edipo no
se permite el consuelo que venga de ellos.

Akoglaniz 237
SOÑAR CON FREUD

Si un individuo pudiera decidirse a poner por escrito


todos sus sueños, sin diferencia ni consideración, con fideli-
dad y detalladamente y con el agregado de un comentario
que abarcara aquello que él mismo pudiera explicar en sus
sueños según los recuerdos de su vida y de sus lecturas, le
dejaría un inmenso presente a la humanidad. Sin embargo,
tal como es la humanidad hoy en día, ninguno osaría reali-
zarlo. Sería también algo valioso si se intentara hacerlo, aun-
que fuera calladamente pero tomándolo a pecho.

Ahora bien, los escritores reconocen no sólo el significado


de la vida onírica, sino que además pueden expresarse sobre
la esencia del sueño de modo interesante y en concreto, lo
que llamativamente se superpone con los resultados de la in-
vestigación psicoanalítica. El recurso artístico utilizado des-
de siempre en los libros en los que se interpretan sueños con-
siste en que ellos aparecen adaptados a la actividad del
soñante, y el tema es tratado en la literatura señalando a
menudo que las ideas diurnas prosiguen en el mundo de los
sueños.290 La idea de que todo individuo sueña según sus inte-
reses e inclinaciones se expresa con frecuencia en una forma
cercana al principio según el cual el sueño sería el cumpli-
miento imaginario de un deseo. Así, por ejemplo, lo encon-
tramos en Chaucer (“The Parlament of Foules”):

The wery hunter, sleeping in his bed,


To wode ayein his minde goth anoon;
The juge dremeth how his plees ben sped;
The carter dremeth, how his cartes goon;
The riche of gold; the knight fight with his foon.

290
La épica medieval en el alto-alemán, muy rica en sueños, utiliza con
predilección esta particularidad del sueño que también se encuentra en
el poeta romano Claudius, cuando sostiene: «Omnia quae sensu
volvuntur rota diurno petore sopito reddit amica quies» (Riese:
Anthologia Latina II, 1, T. II, p. 105).

238 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

The seke met he drinketh of the tonne;


The lover met he hath his lady wonne.

[El cansado cazador, durmiendo en su lecho,


Por los bosques conocidos hace errar su mente;
El juez sueña con acelerar sus procesos;
El carrero en guiar carros cuesta abajo;
El rico con el oro; el caballero en duelo con su enemigo.
El enfermo con beber del tonel;
El enamorado con la dama conquistada.]

De modo similar pinta Shakespeare la obra de la Reina


Mab en el famoso pasaje de Romeo y Julieta:
And in this state she gallops night by night
Through lover’s brains and then they dream on love;
O’er courtiers’ knees, that dream on court’sies straight,
O’er lawyers’ fingers, who straight dream on fees,
O’er ladies’ lips, who straight on kisses dream
………………
Sometimes she gallops o’er a courtier’s nose,
And then dreams he of smelling out a suit;
And sometimes comes she with a tithe-pig’s tail
Tickling a parson’s nose as a’lies asleep,
Then dreams he of another benefice. (Acto I, Escena 4)

[Y en ese estado galopa noche a noche


Por el cerebro de amantes que sueñan entonces con amores;
Sobre rodillas de cortesanos que al punto sueñan reverencias,
Por dedos de abogados que sueñan al instante con minutas,
Sobre labios de damas que con besos sueñan de inmediato.
………………
Algunas veces cabalga sobre la nariz de un palaciego,
Y entonces sueña que huele una promoción;
Y otras con el rabo de un lechón del diezmo,
Cosquillea la nariz de un párroco dormido,
Que de inmediato sueña con la próxima prebenda. (Acto I, Escena 4)]

Akoglaniz 239
SOÑAR CON FREUD

Y para traer un ejemplo de la poesía alemana citemos a


Johann Peter Uz:291

Cada uno se parece a sus sueños:


En el sueño Anacreonte hace gozosas libaciones;
Un poeta se regocija con sus rimas;
Y vuela en torno al Helicón.
Para vosotras, mónadas, entrama silogismos
Un favorito de la ontología;
Y todas las muchachas sueñan con besos:
Pues ¿qué hay más importante para ellas?

El hecho de que en épocas más ingenuas nadie retrocedie-


ra ante la pintura poética de la más grosera satisfacción sexual
a través de los sueños, puede ser ilustrado mediante la si-
guiente poesía amorosa griega (de la selección de O. Kiefer):

Curado por la flecha del bien

Estenelea, la incendiaria de ciudades, la pagada por el fuego,


Que los deseantes cubren de oro,
Un sueño de hechizo la arrojó una noche toda desnuda a mi lecho;
Hasta que llegó la luz del alba todo me concedió.
Nunca más he de arrodillarme frente a su perfidia;
Nunca más lloraré,
Pues durmiendo todo obtuve.

Como contraposición, mencionemos la farsa griega del


juez sabio, “que a una cortesana le recomendaba conten-
tarse con la retribución reflejada en el espejo, cuando ella
exigía de su amante el pago, porque él la había gozado en
su sueño” (en Friedrich von den Leyen, p. 98). Sería posible

291
Comunicación de Winterstein en Zentralblatt für Psychoanalyse II, p.
192.

240 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

citar también en esta serie la fábula del hermoso mancebo


Endimión, a quien su amada Selene, cuando él se hallaba
adormecido por el cansancio de la cacería, visitaba abra-
zándolo amorosa y tiernamente; y al mismo Endimión, a
quien su padre Zeus por sus propios ruegos le concedió que
fuera dotado de sueño eterno y eterna juventud. Esa atrac-
tiva fantasía fue poetizada por Wieland en su “Musarion”
como sueño erótico de deseo:

…………..y si Endimión,
(a quien Luna, para besarlo sin prisa,
Le otorgó bellos sueños) durante un millón
De años solares yacía siempre en dulces sueños
Y soñaba que gozaba en la mesa de los dioses
Con Júpiter, mientras amaba a las diosas.
……………
¿Dime, quién confesaría sin avergonzarse
Que deseaba ser Endimión?

No sólo el poeta es experto en la continuidad del legítimo


deseo que pasa del pensamiento diurno al del durmiente, sino
que también conoce la segunda y más significativa fuente
onírica de la vida infantil. Así dice Dryden en “The cock and
the fox” (“El gallo y el zorro”):

Sometimes forgotten things lost cast behind


Rush forward in the brain and come to mind.
The nurse’s legends are for truth received
And the man dreams but what the boy believed.

A veces cosas olvidadas hace tiempo


Se arrojan al cerebro y vienen a la mente.
Las fábulas del aya se toman por verdades
Y el hombre sueña aquello en lo que sólo el niño cree.

Akoglaniz 241
SOÑAR CON FREUD

Lenau es quien mejor ponderó ese retorno del soñante hacia


el reino de la juventud, donde domina el sueño que brinda
consuelo y cumple los deseos:

Pero es durmiendo cuando nos llevan con una mano suave


A la barca del hechizo, que en secreto zarpa de la playa,
Mientras la embarcación hacia el océano profundo,
Alentada por el sueño, conduce un timonel borracho.
Entonces no estamos solos, pues pronto se nos unen
Los caprichos de las olas indómitas
Con seres extraños, también con quienes
Hostiles lastiman nuestro rincón profundo
Y cuya visión trae horror al corazón,
Herido por el frío puñal del odio;
Nos place olvidarlos,
Para que no nos hundan en el corazón más a fondo la daga.
Luego las maldiciones de las olas nos llevan otra vez
Hacia donde despiertos jamás llegaríamos,
A las bahías más recónditas del pasado,
Donde nos reciben las esperanzas de la edad joven.
¿Pero para qué todo eso? Despertamos…esfumada
Queda la fortuna y duelen viejas heridas.
Noche insomne, tú sola eres la región
De una soledad nunca perturbada.

Por otro lado, E. T. A. Hoffmann, que también ha dispen-


sado al sueño la máxima atención, escribe en su “Kater Murr”
[“El Gato Murr”] (I, 1):

¡Siempre inexplorado queda el momento del primer


despertar antes de arribar a la plena conciencia! Si fuera
posible efectuar esto con un rápido retorno, creo que el
susto de lo sucedido nos mataría. ¿Quién no ha sentido ya
alguna vez la angustia que se sufre en los primeros instan-
tes del despertar cuando se sale de una inconsciente som-

242 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

nolencia que nos había llevado al reino profundo de los


sueños y sabemos que nos toca recordar ser nosotros mis-
mos otra vez? Sin embargo, para no embarcarme hacia
lejanos parajes, quiero decir que toda impresión psíquica
extraordinaria deja atrás en la época de su desarrollo un
germen que luego ha de florecer cuando resurja la capaci-
dad intelectual. Y así todo el dolor y todo el goce de las
horas del alba siguen viviendo en nosotros. Son esas las
dulces y anhelantes voces de los amores, que cuando nos
despiertan, creímos sólo recordar en sueños y cuyos ecos
siguen resonando dentro de nosotros en la vigilia.

Y Jean Paul busca esa regla onírica que también Hebbel


formulaba argumentando que:

Todos los sueños son quizá sólo recuerdos.// El pasado


más alejado en cuyo entramado se han tejido hechos pos-
teriores nos visita y nos excita a los soñantes más que el
vacío del día anterior.// El sueño nos retrotrae siempre a
las horas de la juventud, según la bella observación de
Herder; y eso sucede como es natural, porque la estrechez
de la juventud deja las más hondas huellas en las rocas del
recuerdo, y porque un pasado distante a menudo está más
profundamente grabado en nuestro espíritu que un lejano
futuro.

Hebbel ha presentido, por lo menos, ese problema de la


regresión en cuya base se halla un anhelo infantil, al expre-
sar:
Esos sueños que representan algo completamente nue-
vo e inclusive que traen algo fantástico son a mi juicio no
tan importantes como aquellos que extirpan todo el pre-
sente hasta la menor brizna del recuerdo, arrastrando al
ser humano a la cárcel de un estado absolutamente anti-
guo. Mientras que en los primeros se encuentran obrando

Akoglaniz 243
SOÑAR CON FREUD

capacidades en las que abrevan las artes y todo lo que más


o menos aproximadamente conduzca hacia ellas y lo que
normalmente se suele llamar fantasía; en los segundos, en
cambio, reposa una fuerza peculiar y enigmática que se
escabulle dentro de los individuos más razonables, vol-
viendo a encerrar la estatua ya esculpida en la mole del
mármol original de donde ha salido. (Diarios, 6 de agosto
de 1838).

Y también Nietzsche en Humano, demasiado humano lo


ha reconocido ampliamente:

Durmiendo y soñando pasamos por todo lo que in-


quietó a las mentes de nuestros ancestros. El sueño nos
devuelve al estadio distante de la cultura humana, po-
niendo en nuestras manos las herramientas para compren-
derla mejor.

Es muy alentador ver cómo los escritores para llegar a


verdades más profundas modifican, gracias a su osada con-
cepción de la antítesis, ciertos prejuicios recurrentes que en-
torpecían cualquier tipo de conocimiento aportado por los
sueños. Así, por ejemplo, Strindberg (en Libro del amor) in-
troduce la opinión de los teósofos, que consiste en que si se
miran las cosas desde un plano astral se ven invertidas, lo
que le sirve para afirmar que, por ello, “los sueños deben ser
interpretados de modo inverso, a través de la antífrasis, y
que en Swedenborg se hallaría una alusión a este modo per-
verso de ver las cosas”. Hebbel, por su parte, explicaba el
carácter aparentemente incomprensible de las imágenes
oníricas, sosteniendo que, a causa de esta inversión, no en-
tenderíamos el lenguaje de los sueños, al mismo tiempo que
llamaba la atención sobre las características (de) la composi-
ción onírica, constituida por elementos individuales equipa-
rables a letras. (Diarios, 1842).

244 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Sueños delirantes, alocados, que mientras soñamos, a


nosotros mismos nos parecen razonables: el alma com-
pone como un alfabeto que ella misma no comprende,
figuras demenciales, como un niño con 24 letras. Esto
no significa, sin embargo, que el alfabeto sea de por sí
absurdo.

La concepción de que el hecho de soñar nos permitiría


seguir durmiendo (algo que parecería contradecir nuestra
sensación más subjetiva, cuando nos despierta un estímulo
exterior) fue ya sostenida por Jean Paul, cuando afirmaba:

Frente a los ataques exteriores más violentos, el espíri-


tu puede responderles inventando una historia onírica que
se justifica a sí misma y los teje en su trama, pues soñando
se alarga la posibilidad de dormir.

También en Hebbel aparece invertida la superstición an-


cestral que se halla más profundamente enraizada del poder
adivinatorio del sueño, en el verdadero sentido, cuando dice:

Los antiguos querían predecir a partir de los sueños lo


que habría de acontecerle al hombre. ¡Eso era incorrecto!
Mucho mejor se puede profetizar del sueño lo que el hom-
bre hará de sí mismo.

O dicho de otro modo:

El sueño como profeta


Lo que te ha de suceder, ¿te lo dirá acaso el sueño?
Lo que haces, eso es más bien lo que te dice.

Luego de estos ejemplos no nos resultará asombroso ente-


rarnos que los individuos excepcionales, cuya vida espiritual
se halla encaminada en gran medida a la autoobservación y

Akoglaniz 245
SOÑAR CON FREUD

autodescripción, arriben a profundas convicciones cuando


comprenden los sueños. Si la constatación del vínculo de los
hechos diurnos con los vestigios llegados de la infancia es
sólo una descripción –por cierto también muy aguda– de lo
que se llama contenido onírico manifiesto, del mismo modo
algunas observaciones muy atinadas apuntan al efecto de los
factores latentes del sueño y a su correspondiente dinámica
en la vida onírica. Cuando Goethe le dice en una ocasión a
Eckermann (el 12 de mayo de 1828):

En el curso de mi vida he pasado momentos en los que


me adormecía bañado en lágrimas; pero en mis sueños
venían a mí con el fin de consolarme y alegrarme sola-
mente contornos humanos adorables, y al día siguiente
saltaba de la cama fresco y contento.

Así podemos decir que aquí se presenta junto al carácter


de deseo un nivel especial de elaboración onírica, que obra
en dirección de un cambio emocional a través de la inversión
afectiva.
De modo similar nos informa Gottfried Keller en su libro
de los sueños (Baechtold I, p. 307): “Me llama la atención
tener sueños marcadamente alegres y despreocupados en
épocas decididamente tristes”.
De manera evidente se expresa también la tendencia
onírica a satisfacer un deseo en el “Savonarola” de Lenau,
donde el protagonista después de sufrir la tortura, sueña con
las delicias del paraíso. El mismo carácter es puesto de relie-
ve por E. T. A. Hoffmann, quien acentúa además el origen
infantil de las imágenes oníricas consoladoras:

Cuando por la noche descansaba en mi duro jergón,


pobre y miserable, destruido por un trabajo agotador, en-
tonces llegaban, abanicando mi frente febril con una brisa
suave, las imágenes del sueño que vertían en mis venas

246 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

toda la felicidad del más dichoso de los instantes en el que


la eterna potencia me hacía intuir un goce celestial cuya
conciencia perduraba profundamente en mi alma. (“El
Dogo y la Dogaresa”).

La convicción aquí puesta en evidencia de una excitación


onírica que frecuentemente se opone al contenido manifiesto,
no retrocede tampoco ante la consecuencia exterior del uso
de la pesadilla, que aparece relacionada con impulsos eróti-
cos suprimidos. Así, por ejemplo, se expresa Zacharias Werner
después de una vida libertina trocada en ascetismo:

¡También en el séptimo cielo


Fue el goce mi compañero cotidiano,
Y el horror mi socio nocturno!

Ataviada con un bellísimo disfraz simbólico surge la pesa-


dilla de una muchacha en una poesía perteneciente a la co-
lección popular titulada Des Knaben Wunderhorn [El cuerno
mágico de la juventud]:

Cuando todo el día


Hice oír mi lamento,
Todavía debo continuar sufriendo.
En la noche, cuando debería dormir
Un sueño horrible
Me despierta.
Durmiendo veo la imagen
De mi amado,
Con un poderoso arco
En el que apuntan numerosas flechas
Con las que quiere sacarme
De esta vida dura.
Ante visión tan horrorosa
No puedo callar,

Akoglaniz 247
SOÑAR CON FREUD

Y grito con toda mi voz:


¡Oh, mancebo, abandona tu ira,
Y ahora mientras duermo,
No quieras usar tus armas!

Shakespeare, por su parte, en la escena ya mencionada


antes vincula las pesadillas que aparecen como sueños an-
gustiosos directamente con el acto sexual:

This is the hag, when maids lie on their backs,


That presses them, and learns them first to bear,
Making them women of good carriage.

Esta es la bruja, que cuando las doncellas duermen de espaldas,


Las oprime y les enseña por primera vez a soportar,
Haciendo de ellas mujeres dóciles.

Esto es similar a lo que hace finalmente un lírico moderno


como J. R. Becher, quien lleva la concepción psicoanalítica
de las pesadillas a sus versos de la siguiente manera (Gedichte
[Poemas], Berlín, 1912):

Los deseos que tuve durante el día,


Anhelos, que entonces no pude colmar,
Se tornan los miedos de mi noche,
Se inflaman en delirios,
De los que no puedo escapar,
Pues me rodea el fuego y las llamas,
Y en la amada veo a mi madre,
Y a mi padre presa de los perros…

La concepción dinámica aludida en esta teoría de la an-


gustia por la que lo insatisfecho y reprimido de la vida anímica
se filtra a través de los sueños, ha tenido así a menudo tam-
bién su expresión poética y cognitiva. En “Wallenstein” de

248 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Schiller la arrogante Condesa Terzky, ahogando cualquier


sombra de duda, se declara convencida de que la empresa de
su mariscal ha de verse coronada por el éxito:

Lo que angustia el pecho al despertar,


Pero fiel cierra la boca,
Durmiendo suelta su venda,
Y se anuncia en los sueños.

Que el poeta en otro pasaje completa como si siguiera la


teoría del sueño como cumplimiento imaginario del deseo:

…Los sueños,
No crean los deseos,
Sino que despiertan los que ya existían;
Pues lo que ahora la mañana ahuyenta,
Se encontraba en ti como oculto germen.

Algo similar se encuentra en las obras de autores moder-


nos cercanos al psicoanálisis, como en las de Arthur Schnitzler:

Sin embargo, los sueños son anhelos sin ímpetu,


Son deseos insolentes que la luz del día
Empuja hacia los recovecos de nuestra alma,
Haciendo que salten agazapados en la noche.
(“Der Schleier der Beatrice” [“El velo de Beatriz”]).

O como en las de Víctor Hardung:

…En el sueño,
Que engendramos como goce secreto,
Sin confesar el deseo, el miedo, la nostalgia,
Por pasiones que son desconocidas a la luz del día,
Y que son nuestras aunque las neguemos.
(“Godiva”).

Akoglaniz 249
SOÑAR CON FREUD

Ideas similares expresaron también Jean Paul y Hebbel;


este último, por ejemplo, lo dice de manera general en su
“Silvesternachttraum” [“Sueño de la Noche de Fin de Año”]:

Durmiendo se ayuda a hacer justicia a los elementos


suprimidos en la naturaleza humana, de la verdadera
naturaleza…y cuando el sueño no se acoge a la ley que
nos domina en la vida de la vigilia, cuando destroza nues-
tra medida y peso habituales y cuando echa por el suelo
todas las formas de concebir y apropiarse, esto sucede por-
que él mismo es la expresión de una ley más excelsa.

Esa ley según Jean Paul, se da en una zona que concierne


especialmente a impulsos contrarios a lo social y que son re-
primidos con esfuerzo por el hombre civilizado:

…el amplio reino espiritual de las pulsiones y de las incli-


naciones crece en la duodécima hora de los sueños, exhi-
biendo densas formas corpóreas ante nuestra mirada. Los
sueños se adentran de modo profundo y horrible en los
establos de Epicuro y de Augías construidos para noso-
tros; y en la noche vemos deambular libres las bestias sal-
vajes sepulcrales y los lobos nocturnos que durante el día
la razón mantiene bajo cadenas.

El antecedente más importante de una doctrina onírica


psicoanalítica, todavía a nivel intuitivo, puede reconocerse
en un apartado titulado “Vivencia e invención” de Aurora,
de Nietzsche, donde el sueño es reconocido como medio
alucinatorio de satisfacción de los instintos:

Quizá llamaría más la atención la crueldad del azar


(en la satisfacción del instinto), si todos los instintos se
presentaran de modo tan acuciante como el hambre, que
no se sacia con viandas imaginarias. Sin embargo, la ma-

250 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

yoría de los instintos (es decir, aquellos que caen bajo la


esfera moral), lo logran. Esto si se acepta mi suposición de
que nuestros sueños tienen el valor y el sentido de com-
pensar, hasta cierto punto, la azarosa carencia diurna de
“alimento”. Estas invenciones (del sueño) que ofrecen a
nuestros instintos… espacio y descarga –y cada uno de
nosotros ha de tener presente ejemplos palpables de esto–
son interpretaciones de nuestras excitaciones nerviosas
cuando dormimos; por supuesto se trata de interpretacio-
nes muy libres y caprichosas… El hecho de que ese texto
en general se repita con variaciones cada noche y que sea
comentado de modo tan diferente como para que la ra-
zón poética hoy y ayer se imagine tan distintas causas para
los mismos estímulos nerviosos, tiene su justificación. Se
trata de que el apuntador de este “razonamiento” es hoy
otro que el de ayer; pues hoy el uno estaba en la cresta de
la marea y ayer era el otro, cuando otro instinto buscaba
saciarse, actuar, ejercitarse, gozar, descargarse.292

Todas estas representaciones sobre la esencia de los sue-


ños, que podrían sintetizarse en una teoría onírica cercana a la
concepción psicoanalítica, en realidad son sólo ocasionales
productos de desecho de un conocimiento psíquico intuitivo,
que sirven al poeta para sus creaciones artísticas. No se ha
arribado a este saber por vías empíricas ni especulativas. La
garantía de la autenticidad e inmediatez de la experiencia está
asegurada porque en sus obras poéticas incluso los sueños en-
cuentran una utilización práctica que concuerda plenamente
con la valoración y jerarquía con que se los ha presentado.
Sobre todo llama la atención la frecuencia con la que des-
de antaño la poesía popular y la culta vienen utilizando el
sueño como descripción de estados anímicos complejos. Son
innumerables las obras de arte –epopeya, novela, drama, poe-
292
Esta concepción muestra la mayor concordancia con aquella donde
aparecen los sueños típicos.

Akoglaniz 251
SOÑAR CON FREUD

sía– en las que los sueños están entramados de manera rele-


vante en la acción y la vida psíquica de los personajes. Desde
los poemas homéricos hasta el Cantar de los Nibelungos y
las epopeyas de Milton, Klopstock, Wieland, hasta Hebbel y
Lenau, etc., por no hablar de la novelística, como en el caso
de algunas corrientes de nuestra tradición romántica, todas
estas formas cuentan entre sus recursos esenciales con las
representaciones oníricas. Es, por supuesto, ampliamente co-
nocida la devoción por el mundo onírico de Tieck, E. T. A.
Hoffmann y Jean Paul, quienes hacen soñar a sus personajes,
logrando que esos sueños entren a formar parte de manera
decisiva en el desarrollo de la trama de sus obras. Incluso en
el teatro se utilizan los recursos oníricos; si bien eso no sucede
comúnmente, en algunos casos se ajustan de manera perfec-
ta a la acción dramática, como en algunas obras famosas de
Calderón, Shakespeare, Holberg, Grillparzer, Hauptmann,
Fulda, y también en los dramaturgos modernos como
Strindberg, Paul Apel, Franz Molnar, Streicher y otros. En
algunos casos, el disfraz onírico se da también con mucho
éxito en la narrativa, como sucede en Cuento de Navidad de
Dickens o en la peculiar obra del dibujante Alfred Kubin La
otra orilla, cuya dimensión psicoanalítica fue puesta de relie-
ve por el Dr. Hanns Sachs (de Viena) en Imago (I, 1912, p.
197). Por último, hay que advertir que en la lírica también se
registra la marca más profunda de los sueños, que siempre
gozaron de gran predicamento. En especial en la poesía
amatoria de los trovadores (“Minnegesang”) y en el canto de
los artesanos (“Meistergesang”) se encuentra este embelesa-
miento por las imágenes oníricas en las que el sueño se canta-
ba a manera de patrón directo para el cumplimiento del de-
seo. Esto alcanza su culminación en algunas canciones de
Walter von der Vogelweide, que ya ha llamado la atención
de Riklin. Los innumerables poemas del poeta medieval Hans
Sachs requerirían un estudio detallado; como aproximación,
recuérdese la gozosa descripción en la que en sueños un co-

252 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

merciante imagina una brillante ganancia durante una ker-


messe aldeana justo cuando unos pícaros monos estaban des-
trozando y ensuciando todo.293 La lírica del romanticismo y
de movimientos afines (puede) mencionarse también aquí. Por
ejemplo: Heine, Chamisso, Mörike, Uhland, Annette von
Droste-Hülshoff, Keller, Hebbel, Byron (“The Dream”) en-
tre otros, han escrito poesías en forma de sueños. Entre lo
más impresionante que ha creado la lírica en tal sentido, hay
que mencionar también (están) las obras de C. F. Meyer,
Hebbel, Spitteler, y otras obras populares incluidas en El
Cuerno Mágico de la Juventud.
Especialmente interesante para el psicoanalista es el po-
der de convicción que tienen los sueños poemáticos (o que
están desarrollados en la poesía según reglas empíricas) que
se ofrecen a la mirada psicoanalítica a la manera de sueños
realmente vividos. Algunas reglas se originan efectivamente
en la investigación realizada sobre sueños poéticos, pero
como productos laterales de la tarea filológica. Así, por ejem-
plo, Mentz señala en el caso de la épica popular francesa
“cómo los sueños que una misma persona sueña en la misma
noche pertenecen siempre a la misma constelación y repre-
sentan una unidad homogénea”. También Jachde encuentra
en las baladas folklóricas angloescocesas, en las que los sue-
ños consisten en imágenes provenientes de dos secuencias
temporales continuas, que “la primera sólo indica de manera
simbólica y difusa lo que la segunda permite reconocer clara-
mente y sin velos”. Esto se refiere, como sabemos,294 espe-
cialmente a la simbología que para el poeta es un recurso
habitual. Así Ovidio en el Libro Tercero de sus Amores (5ª.
Elegía) describe en forma detallada un sueño en el que el ca-

293
Compárese junto con las obras de Hans Sachs los poemas oníricos de
Hampe y Nagele y en la lírica especialmente los poemas de Klaiber.
Véase la interesante compilación «Träume in Dichtungen» en
Kunstwart XX, p. 4.
294
Véase Die Traumdeutung, 7ª. Edición, p. 299.

Akoglaniz 253
SOÑAR CON FREUD

lor se interpreta como la llama amorosa, mientras la vaca


aparece como la amada y el toro como el soñante enamora-
do.295 Otro símbolo sexual igualmente familiar a partir de la
investigación onírica es el que utiliza Byron en su VI Canto
de Don Juan, en el que el héroe disfrazado de mujer compar-
te el campamento de Dudu, quien se despierta atemorizada
después de tener un sueño simbólicamente erótico que alude
al mito de la pérdida del paraíso.296 El hecho de que algunas
veces los poetas tuvieran clara conciencia del sentido parti-
cular de ciertos símbolos típicos lo documenta la descripción
de los misterios eleusinos de la XII Elegía romana de Goethe:

El iniciado erraba sumido en el asombro por círculos


De extrañas figuras como salidas de los sueños: allí
Se retorcían serpientes por el suelo entre cofres cerrados
Que las jóvenes portaban ricamente adornados de espigas.
………………………
………………………
Después de pasar toda clase de pruebas le fue revelado,
Lo que ocultaba el círculo sagrado en extrañas imágenes.
¿Y cuál era el secreto, sino que Deméter, la excelsa,
Se hubiese dignado a entregarse al héroe
Cuando un día a Jasón, el robusto rey de los cretenses,
Concedió el secreto oculto de su cuerpo inmortal?
¡Entonces Creta conoció la dicha! El tálamo de la diosa
Estuvo henchido de espigas, mientras en el campo se esparcía
[rica la semilla.

Aquello que un autor moderno sabe pintar de un típico


sueño de nacimiento con símbolos perfectamente correctos,
podemos ilustrarlo con un ejemplo reciente. En la tragedia de
295
Para más detalles, véase la contribución de Karl Abraham en Zentralblatt
für Psychoanalyse II, p. 160.
296
El texto aparece citado por Rosenstein y también está en la colección de
Winterstein, op.cit., p. 291 y ss.

254 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Moritz Heimann El enemigo y el hermano, una mujer joven


cuenta un sueño propio que, a su vez, es interpretado como
pasaje onírico de embarazo y parto por otra mujer mayor
que ya ha sido madre. En este caso debemos considerar este
relato como una confirmación intuitiva de la simbología del
agua (el agua del parto) y de los cofres –aquí una campana–
(el útero), tan típica en la investigación psicoanalítica:

PALADIA:
La noche pasada me vi nadar en el mar;
Y delante de mí nadaba en el surco con luz que me cegaba
Un bulto titilante: una campana
De rosada sangre que lanzaba destellos etéreos
Y parecía repicar… entonces se elevó
En forma de acantilado el agua tersa
Y la caída de la Nereida cortó férrea
Frente a mí esa forma, desgarrándola
Y yo en mi cuerpo femenino
–Vedlo– sentí la caliente punzadura del dolor.

MAGDALENA:
¿Despertaste acaso?

PALADIA:
No aún. Fui elevada
De un sueño profundo a uno más ligero
Y volví a nadar y ante mí casi
En el horizonte, pero siempre visibles, flotaban
Dos campanas, una como la otra, tierna
Pero flameantes, y surcaban ante mí
Hacia la espuma aérea infinita
De luz, hasta que desperté, agotada
Y con el asombrado dolor, que
Ahora al subir me recordó
Mi sueño y no sé qué más.

Akoglaniz 255
SOÑAR CON FREUD

MAGDALENA:
¿Dónde se situaba ese dulce dolor?
(Ella posa su mano en el pecho de Paladia)
¿Acaso sientes
También latir suavemente los tiernos pechos
Separándose de ti para acercarte al otro?
Dos son uno; y para que la cuenta concuerde,
Será (Serás??) de uno, dos: muchacha.

Desgraciadamente las investigaciones más pormenorizadas


sobre los sueños en la poesía se realizan sólo de manera aisla-
da. Cuando esto sucede, esa búsqueda arroja resultados muy
prometedores para el conocimiento poético del alma y la índo-
le de la creación artística. Es auspicioso que el primer estudio
basado en una fundamentación psicoanalítica provenga de un
historiador de la literatura, que tuvo rápidamente conciencia
de la importancia de la psicología del análisis onírico y la apro-
vechó para enriquecer su dominio. A él se le ofrecía el material
más rico posible: los sueños en la obra de Gottfried Keller, En-
rique, el verde. Por ello, nos interesa aquí traer a colación un
pequeño pasaje a modo de prueba, tomado de un opúsculo de
Ottokar Fischer que aporta de modo particular una serie de
corroboraciones a la doctrina psicoanalítica de los sueños:

Al soñante se le presenta de manera para él inconscien-


te e inesperada una buena porción del mundo de sus ideas
y también, ¿por qué no?, se le da información del conteni-
do peculiar de sus propios deseos ocultos e inconfesados.
Sólo en el sueño Heinrich se adueña de su infinita nostal-
gia, dado que en la vigilia no ha tenido tiempo de admitir
esos sentimientos. Sólo en el sueño aparece en primer pla-
no lo que durante el día estuvo oculto y desatendido: ello
se erige ahora en su verdadera forma como reproche, do-
lor o anhelo. Por supuesto, los sueños descriptivos son,
como todos los de Enrique, el verde, sueños nostálgicos.//

256 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

La novela está estructurada en torno a la relación de la


madre con su hijo. En el centro de los sueños de Heinrich
están los pensamientos dedicados a la madre y el anhelo
de verla, la preocupación por su estado y la vergüenza por
caer en semejante sensiblería. Aquí encontramos nueva-
mente la generalización que sostiene que en los sueños se
establecen ideas que en la vigilia se desechan radicalmente.
Heinrich es en verdad culpable de un procedimiento cen-
surable al no escribirle a su madre; en rigor, no quiere pen-
sar en ella, y además no tiene verdadera conciencia de sus
sentimientos en lo que a ella respecta. Sólo durmiendo se
le aclaran sus propias emociones.

Si bien puede decirse que este análisis se limita a indicar


que las leyes oníricas generales obran en los sueños poéticos
(o aquellos evaluados como tales) y a ponerlas así sobre el
tapete, la siguiente investigación se esmera en aplicar deta-
lladamente una técnica interpretativa analítica que al igual
que la anterior no ha sido emprendida por ningún trabajo
médico. Con un andamiaje teórico de peso, el Dr. Alfred
Robitsek ha mostrado en su “Análisis del sueño de Egmont”
que el sueño que el poeta adjudica a su héroe se presenta
como realmente soñado, según lo revela el análisis que mar-
cha en la dirección antes mencionada. Gracias a la separa-
ción de sus elementos y a la amalgama de las diferentes par-
tes del poema se logra mostrar:

…la vinculación entre los pensamientos de la vigilia y los


“restos diurnos”, interpretando su simbología, poniendo
en evidencia el contenido latente detrás del manifiesto y
descubriendo el carácter del cumplimiento del deseo tanto
a nivel general como particular.

Para extraer sus conclusiones el autor pudo apoyarse aquí


en una investigación paradigmática: el ya mencionado análi-

Akoglaniz 257
SOÑAR CON FREUD

sis del delirio y de los sueños en la Gradiva de W. Jensen (cf.


La interpretación de los sueños) en el que se permitió tradu-
cir las imágenes oníricas tramadas por el escritor para des-
cribir el estado de alma de su personaje a los pensamientos
que subyacen en ellas, insertando el todo en la relación del
proceso psíquico. La conclusión obtenida intuitivamente por
el escritor acerca de los mecanismos de la formación onírica
obliga a afirmar que el creador abreva para su creación en la
misma fuente que el analista con su esforzada técnica; es de-
cir, en el inconsciente.297
De nuevo nos encontramos ante un interesante problema,
el mismo del que habíamos partido: ¿cuál sería el parentesco
entre la creación poética y la producción de los sueños? Des-
de tiempos ancestrales parecería que la humanidad hubiera
tenido en cuenta esa relación; algo que los antiguos resolvían
con toda ingenuidad sosteniendo que un dios se lo había otor-
gado a algunos mortales favorecidos. Entre estos estaban los
grandes épicos Homero y Hesíodo, y lo mismo se contaba
del gran dramaturgo de los tiempos primitivos Esquilo. Tam-
poco las épocas más ilustradas podían resistirse a afirmacio-
nes semejantes, ya que los mismos poetas creían abrevar en
esas fuentes de inspiración, como sostenía por ejemplo
Píndaro.298 La creencia de que la poesía se originaba en el
sueño es “un antiguo motivo indogermánico” (Henzen), y
esto se manifiesta también en la insistente repetición de la
misma idea recurrente que aparece con los más diferentes
ropajes poéticos. Como ejemplo tenemos “La consagración
del poeta” de Hans Sachs; y en “Dedicatoria” de Goethe
297
En un poema en prosa de Jensen («Faira»), que no he podido consultar
íntegramente, se dice sobre los sueños: «A menudo es la vida un sueño
de mirada despierta, pero el sueño es la vida del alma en prisión, un
mudo heraldo divino de Wanaheim, venido del luminoso palacio al
fondo del mar, donde nada se oculta detrás de sus paredes de cristal»
(«Sonnenwende» [«Giro solar»], Berlín, 1882).
298
Cf. aquí también el relato de Beda del poeta Caedmon (Beda historia
ecclesiastica, editado por Holder, Libro IV, Cap. 24).

258 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

puede verse un último vestigio de este tema. No es casual


tampoco que Wagner ponga los siguientes versos en boca del
personaje Hans Sachs:

Amigo mío, eso es justamente la tarea del poeta:


Que interprete y tome nota de sus sueños.
Créeme, la ilusión más cierta del hombre
Se le brinda en el sueño:
Todo el arte poético y la versificación
No es más que una interpretación veraz del sueño.
¿Qué apostamos? ¿Acaso el sueño en tu mente
No te reveló que saldrás vencedor?
Los maestros cantores, Acto III.

De modo similar lo dice Hebbel en su poesía epigramática


“Sueño y poesía”:

Las imágenes oníricas y las poéticas están íntimamente


ligadas.
Ambas se suplantan mutuamente o se complementan
en silencio…

Y en algunas entradas de sus Diarios anota:

Mi idea de que sueño y poesía tienen idénticas raíces se


confirma cada día más // El estado de trance poético (¡cuán
profundamente lo siento yo mismo en este momento!) es
un estado onírico. Así deben sentirlo los otros seres. Se
prepara en el alma del artista, algo de lo que él mismo no
tiene conciencia.

Tales observaciones y confesiones no son hechos aislados


en los artistas. Tenemos noticia de que Goethe, entre otros,
se sentía impulsado a “escribir muchas de sus poesías de modo

Akoglaniz 259
SOÑAR CON FREUD

instintivo y como en trance onírico”. También Paul Heyse,


generalizando sus experiencias personales, declara en sus
recuerdos de juventud que:

Ahora se cumple por cierto la última parte de todas las


invenciones artísticas en una excitación secreta e incons-
ciente que se acerca en realidad al estado onírico.

A menudo se trata de vivencias completamente especia-


les, que concitan la constatación de estas relaciones. Los es-
critores que han prestado especial atención a sus sueños, como
Hebbel o Gottfried Keller, han notado también que existiría
cierta relación entre la producción literaria y la vida onírica.
El 6 de noviembre de 1843 Hebbel escribe desde París: “Cuan-
do componía obras poéticas, soñaba poéticamente; ahora ya
no”. Después de haber citado una serie de extraños sueños,
continúa su poesía en este tono:

Antaño yo no podía componer ninguna tragedia.


Desde que lo he logrado, ya no sueño.
¿Eran acaso los sueños quizá poesías imperfectas?
¿Es una buena poesía un sueño perfecto?

En el caso de Keller es evidente cómo achaca al personaje


que más se le parece (“Der grüne Heinrich”) una observa-
ción completamente subjetiva que había confiado antes a sus
diarios (el 15 de enero de 1848):

El día que no trabajo, la fantasía se presenta a todo


trapo mientras duermo; pero ese espectro burlón y amado
se lleva consigo sus creaciones, borrando cuidadosamente
tras de sí todas las huellas de su obra fantasmagórica (Dia-
rio, en Baechtold, I, p. 308).

Y en “Der grüne Heinrich”:

260 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Desde que la fantasía y su excepcional capacidad creativa


no me ocupaban durante el día, sus obreros se erigían por
su propia cuenta, cuando me adormecía, formando un
aquelarre onírico de aparente racionalidad y coherencia.

En otras ocasiones, en lugar de estas relaciones vicarias


entre sueño y poesía, lo que aparece es una interrelación fruc-
tífera o inclusive una identidad. Nos referimos aquí a nume-
rosos casos en los que en sueños concretos se presentan como
poéticamente valiosos versos o rimas o poemas enteros, como
en el conocido ejemplo de Coleridge “Kubla Khan”, cuya
autoría ha sido puesta en duda últimamente por Havelock
Ellis (The World of Dreams). Otras poesías ponen de relieve
algo soñado como paso hacia la creación poética, o presen-
tan los sueños descritos poéticamente. Así, por ejemplo, los
poemas de Uhland “Die Harfe” [“El arpa”] y “Die Klage”
[“El lamento”] poetizan sueños, mientras Hebbel da forma a
un sueño verdadero en su texto “Der Traum” [“El sueño”]
(uno real), lo que también llevan a cabo, entre otros, Mörike
y Keller. Algunos narradores como Stevenson, Ebers, Lynkeus
(J. Popper) admitieron haber tomado material o motivos de
sus sueños. Incluso algunas exquisitas obras artísticas proce-
den de sueños traducidos a la vida de la vigilia. La sonata
satánica de Tartini (cuya autoría es también puesta en duda
por Ellis) y algunas obras poéticas de este tenor, como
“Musiker Kreisler” [“El músico Kreisler”] de E. T. A.
Hoffmann, no servirían, sin embargo, para una corrobora-
ción de lo dicho. Es comprensible que este paralelismo entre
sueño y arte promoviera la idea de que la comprensión de
uno de los fenómenos resolvería el enigma en el otro polo de
la comparación. Especialmente durante el romanticismo, esta
cercanía parecía palpable tanto para los escritores como para
los filósofos. Ya en 1796, Tieck (en su prólogo a La tempes-
tad de Shakespeare) diseñó un programa formal para tal poé-
tica de la que merece la pena mencionar el siguiente párrafo:

Akoglaniz 261
SOÑAR CON FREUD

Shakespeare, que muy frecuentemente deja entrever


cuán familiarizado está con los más tenues impulsos del
alma humana, poseía probablemente el don de observar
sus propios sueños, cuyas vivencias iban luego a parar a
sus creaciones artísticas. El psicólogo y el poeta pueden,
sin lugar a dudas, ampliar su experiencia, investigando el
desarrollo de sus sueños.

Schopenhauer, por su parte, haciendo honor a la cosmovisión


hindú en su “idealismo onírico” extremo, sostuvo las mismas
posiciones con respecto al arte. En un pasaje de sus textos
póstumos que trata sobre la poesía (Edición Reclam, Tomo 4,
p. 391 y ss.) se dice lo siguiente:

Por ello, sostengo que la grandeza de Dante consiste en


que, mientras otros poetas poseen la verdad del mundo
verdadero, él defiende la verdad del sueño, dejándonos
ver cosas maravillosas así como las vemos en sueños, cuan-
do tejen para nosotros las mismas trampas. Parece como
si hubiera soñado cada canto durante la noche para luego
escribirlo durante el día. Tanto es lo que impresiona todo
como la verdad del sueño… Es una verdad evidente que
para valorar el verdadero genio de un auténtico poeta y
para hacerse una idea de la independencia de su obra, hay
que considerar su propio obrar poético en el sueño.// En
qué medida tales descripciones sobrepasan todo lo que
podamos imaginar intencional y reflexivamente. Cuando
uno despierta de un sueño dramático vívido y detallado,
lo primero que ocurre es que uno lo recorre y se queda
admirado de su propia genialidad. Es por ello que se pue-
de sostener que un gran poeta (por ejemplo, Shakespeare)
es un individuo que despierto puede lograr lo que los otros
realizan en el sueño.

También esta idea se encuentra en Jean Paul, cuando afirma:

262 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

La fantasía puede tender y engalanar en el sueño con


la mayor belleza sus jardines colgantes, pero en particular
a más de una mujer expulsada de los jardines a ras del
suelo. El sueño es poesía involuntaria,299 pues muestra que
el poeta trabaja con su cerebro físico más que los otros
hombres… El verdadero poeta al escribir no es el maestro
de gramática de sus personajes sino su oyente… Los ob-
serva como en un sueño como si estuvieran vivos, y los
escucha.

Y Nietzsche en su obra juvenil Die Geburt der Tragödie


aus dem Geiste der Musik [El nacimiento de la tragedia del
espíritu de la música] reconoce al sueño como fuente del arte:

Así como el filósofo se enfrenta a la realidad de la exis-


tencia, así se comporta el hombre artísticamente sensible
respecto del mundo del sueño: auscultándolo en detalle y
voluntariamente, pues a partir de esas imágenes interpreta
su propia vida, y en esos procesos se ejercita para vivir. No
sólo son las imágenes agradables y amenas las que pasan
por su comprensión, sino también las serias, borrosas, tristes
y tenebrosas, como también los obstáculos súbitos, las iro-
nías del destino, las esperas angustiosas; en suma, le pasa
ante los ojos la entera “divina comedia” de la vida, tam-
bién con su Inferno, y no lo hace como un espectáculo de
sombras, ya que vive y sufre en esas escenas… y, sin em-
bargo, no sin esa sensación volátil de que todo es aparien-
cia. Y quizás alguien se acuerde, como me sucedió a mí
mismo durante las peripecias peligrosas y temores del sue-
ño, haber proferido a los gritos dándome ánimo y con
éxito: “¡Es un sueño! ¡Y quiero seguir soñándolo!”.300 Así

299
Kant en su Antropología denomina al sueño poesía involuntaria.
300
Cf. los versos de Hebbel: «Al sueño más largo lo acompaña,/ El senti-
miento escondido,/ De que no significa nada,/ Y, sin embargo, es tan
agobiante.

Akoglaniz 263
SOÑAR CON FREUD

como se me ha referido de diferentes personas, que se ha-


llaban en condiciones de continuar con la causalidad de
un mismo sueño soñado en tres o más noches consecuti-
vas, los hechos ofrecen un claro testimonio de que nuestro
más íntimo ser, el fondo común de todos nosotros, se re-
gocija en el sueño con un sentimiento de profundo placer
y alegre necesidad.

Las similitudes entre sueño y poesía fueron estudiadas


especialmente por representantes de la estética idealista
como Vischer y Volkelt. Así, afirma el primero que “todas
las figuras que crean los grandes poetas conservan el halo
de los sueños” y “Lo que no posee carácter onírico no es
bello, ni perfecto, ni poético; en rigor no es artístico”. Re-
cientemente Artur Bonus puso el acento sobre el significado
del sueño para la comprensión de la técnica poética, al con-
siderar al sueño como el medio más favorable para enten-
der el sentido cabal de la creación artística. Artur Drews,
por su parte, llevó a cabo el intento más acabado para apre-
ciar la psicología de los procesos oníricos como explicación
de los fenómenos fundamentales de la estética, en un ensa-
yo de 1901 titulado “Das ästhetische Verhalten und der
Traum” [“El comportamiento estético y el sueño”]. Este
autor parte del problema, también muy cercano a la postu-
ra psicoanalítica,301 de la duplicidad contradictoria del
amante del arte, conectando su posición simultánea ante la
obra artística como verdad y como apariencia, con una es-
cisión real de nuestra conciencia entre una supraconciencia
y una infraconciencia que caracterizaría la vida onírica: “La
obra de arte puede sólo ejercer ese efecto sugestivo, pasan-
do por alto el dominio supraconsciente para dirigirse direc-
tamente a lo infraconsciente”. La supraconciencia caracte-

301
Cf. para este punto el trabajo firmado por Rank/Sachs titulado Die
Bedeutung der Psychoanalyse für die Geisteswissenschaften, Cap. V.

264 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

rizaría ese contenido visible, concreto y sensible de la


infraconciencia como apariencia. Por ello, el comportamien-
to estético:

…es sólo posible porque la creencia en la apariencia y la


investigación sobre su condición de aparente existen en
dos esferas de la conciencia que están separadas, para
elevarse a una unidad más elevada de la conciencia esté-
tica.// En la infraconciencia misma no se distingue lo ideal
de lo real.// Esta entera actividad simbolizante, que se
reconoce cada vez con mayor generalización como la
médula del comportamiento estético, es sólo la activi-
dad de la conciencia onírica, que consiste en crear sím-
bolos vistiendo sus propios subjetivos con una vestidura
objetiva para transformarlos en imágenes, estructuras y
procesos.// Dada esa concordancia entre el contenido de
la conciencia onírica y la apariencia estética, no pode-
mos dudar de que el comportamiento estético se origina
cuando se rompen la cadenas que atan la conciencia
onírica.// La conciencia onírica muestra un desprecio por
la inteligencia que lleva a lo infantil, lo no desarrollado,
lo rudimentario e ingenuo//[…] El comportamiento es-
tético, con su tendencia instintiva hacia la simbolización
y personificación, representa un regreso atávico pasajero
hacia la mirada infantil de la humanidad en la que cada
objeto aparece como ser viviente.

Este último punto de vista ya había sido utilizado por Du


Prel en sus investigaciones basadas en el estudio de los sue-
ños bajo el título de “Zur Psychologie der Lyrik” [“Para una
psicología de lo lírico”], que este autor trata de comprender
como “cosmovisión paleontológica”. Es digno de mencionar
que Du Prel encuentra el “proceso de condensación de una
serie de imágenes”, que ya conocemos a partir de la elabora-
ción onírica, en cualquier tipo de producción artística, consi-

Akoglaniz 265
SOÑAR CON FREUD

derándola de modo absoluto como la esencia de la intuición.302


Se basa para esto en la concepción de que:

…el pensamiento reposa sobre un procedimiento incons-


ciente, cuyo resultado final entra listo en la conciencia.
Este es particularmente el caso en la verdadera producción
artística y de modo absoluto en cada logro genial; y que
en el caso cotidiano, si aparece, se denomina en alemán
un “Einfall” [ocurrencia] y en francés un “aperçu”.

Si bien los resultados de una psicología de la obra de arte


que repose sobre el estudio de los sueños son apreciables (en
su cercanía a la concepción psicoanalítica por su considera-
ción del inconsciente), siguen siendo muy generales y care-
cen de una corroboración detallada y convincente. Sólo con
el auxilio de la comprensión analítica de la elaboración onírica
y el conocimiento del inconsciente ha sido posible trabajar
seriamente con los mundos paralelos entre sueño y poesía
que hasta ahora, en realidad, habían permanecido como sim-
ple comparación, por más acertada que fuera. Nuestra vi-
sión profundizada de los mecanismos, el sentido y el conteni-
do de las imágenes oníricas nos permiten una mayor com-
prensión del proceso que se desarrolla en la cercana creación
artística. En esto suministran un servicio precioso las así lla-
madas fantasías o sueños diurnos, como un interregno entre
el mundo del sueño y el de la poesía. Esos productos del esta-
302
A propósito de una declaración de Mozart acerca de la particularidad
de su producción, Du Prel ve «el secreto de la concepción musical en la
condensación de las representaciones acústicas (Philosophie der Mystik,
p. 89). En el último tiempo, Hans Thoma intentó también comprender
la creación pictórica como una mirada «interna» similar a la condición
onírica: «Ocurre aquí que lo que en la creación artística es denominado
lo inconsciente, es la base de magia que actúa con la condición de inexpli-
cable de la obra de arte. Tampoco el creador tiene una explicación, porque
con él ocurre que ha sido llevado en su creación por un secreto efecto de
la naturaleza, que, por más comprensible que sea la base de sus materiales
y artesanía, podía sólo suceder en un estado de trance onírico».

266 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

do de vigilia que el mismo lenguaje pone en estricta relación


durante nuestras producciones nocturnas, demuestran clara-
mente algunas cosas que en los sueños sólo pueden encontrar
una expresión distorsionada. Ellos nos informan sobre carac-
terísticas particulares de la actividad de la fantasía que el
sueño entrega después de un examen arduo y que la creación
poética dedicada al prójimo apenas permite descubrir. Aquí
hay que mencionar la postura egocéntrica de quien tiene esas
fantasías, además del carácter de cumplimiento de un deseo
de sus producciones así como su coloratura erótica. Los sue-
ños diurnos, que algunos poetas consideran como el estadio
preparatorio de sus creaciones, corresponden a sueños no
desfigurados, como hasta cierto punto los poemas correspon-
derían a sueños idealizados en diferentes direcciones. Ello nos
habilita a hacer el pasaje de retorno de la psicología del soñante
a la psicología del artista, permitiéndonos reconocer clara-
mente en ambos casos como iguales la energía pulsional in-
consciente y el contenido psíquico, de modo tal que sólo se
diferencia en puntos esenciales la forma conocida como “ela-
boración secundaria”. En rigor, al crear una obra el artista
realiza el cumplimiento de sus más secretos deseos, brindán-
dolos múltiplemente desfigurados y con vestuario simbólico.
También les posibilita satisfacción y descarga (catarsis), aun-
que sea temporalmente, a las pulsiones reprimidas en la edad
infantil que continúan obrando poderosamente en el incons-
ciente. Sin embargo, no podemos llegar a estas conclusiones
simplemente desde los sueños como proceso paralelo, sino
que, por el contrario, ciertas imágenes oníricas permitirán
mostrar esas excitaciones pulsionales que se encuentran en
todos los seres humanos, siguiendo en detalle sus transfor-
maciones hasta convertirse en obra de arte. Se trata de los
así llamados “sueños típicos”, los que nos han proporciona-
do ya conclusiones decisivas sobre ciertas fuentes psíquicas
del sueño. Así, por ejemplo, el sueño de desnudez ya amplia-
mente tratado (Véase La interpretación de los sueños) nos

Akoglaniz 267
SOÑAR CON FREUD

dio ocasión de ocuparnos de similares conformaciones de la


fantasía poética, mostrando en ellos en acción los mismos
estímulos pulsionales inhibidos por la censura psíquica.303 En
esa otra investigación discutimos el cuento de Andersen y el
episodio de Nausicaa de la Odisea, que podían ser cataloga-
dos como claros modelos de un grupo considerable de crea-
ciones fantasiosas, que se presentan bajo diversas formas de
disimulación como productos de la represión sobre el placer
infantil de mostrarse y aparecen como expresión caracterís-
tica de los sueños exhibicionistas. Motivos poéticos de raíz
mítica con predominio de un vestuario llamativo (“Monna
Vanna”), del encadenamiento (Odisea), de la distorsión cor-
poral (“Enrique, el verde”) y de la invisibilidad (“Lady
Godiva”), que encuentran el modelo en situaciones oníricas
correspondientes (defecto de vestuario, inhibición) y que se
hallan en perfecto contrapunto con ciertos síntomas neuróticos
(urticaria) o fantasías y perversiones concretas (fetichismo
de ropaje) fueron interpretados como conformaciones típicas
de excitaciones exhibicionistas reprimidas. Todas estas re-
presentaciones del motivo de la desnudez obtienen su fuerza
pulsional sobre todo de la curiosidad sexual infantil focalizada
especialmente sobre los progenitores, de modo que las exci-
taciones que tienden a una satisfacción de los goces prohibi-
dos encuentran también expresión como tendencias inhibidas,
reprimidas del Yo afianzado culturalmente. Con todo, mien-
tras el mito tiene la capacidad de representar externamente
la situación onírica correspondiente, la poesía parece tender
a una interiorización y a una mayor sutileza.
Todavía no han merecido atención los sueños típicos en
relación con la amplia gama del material poético, porque,
por un lado, no se ha estudiado en este sentido con suficiente
profundidad analítica la vida onírica; y por otro lado, porque
el material muy reelaborado de la poesía no siempre permite
303
Cf. Otto Rank: «Die Nacktheit in Sage und Dichtung», en Imago, II,
(1913).

268 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

sacar conclusiones –aunque esto suceda algunas veces. En


todo caso, es llamativo y merece ser destacado el hecho de
que los escasos intentos llevados a cabo hasta el momento (y
los que vendrán) arrojan inusitada luz sobre las fuentes eróti-
cas de la creación poética.
Este hecho se ve especialmente en el caso de los grupos que
conocemos como representantes del así llamado Complejo de
Edipo. La tragedia de Sófocles que trata del Rey Edipo, cuya
explicación psicológica ha permitido la interpretación del sue-
ño, representa una clara expresión de aquellas tendencias que
se ejercen en el niño en relación a sus progenitores, no bien este
descubre en el padre al rival que perturba la relación de amor
y cariño con su madre. Una investigación de la estructuración
de la fantasía poética apoyada sobre el principio de represión
secular de la vida psíquica de la humanidad, permite mostrar
que las representaciones más o menos veladas, distorsionadas
o borradas del mismo “Urkonflikt” (conflicto primigenio), re-
corren toda la literatura universal y siguen despertando el in-
terés de los escritores para nuevas reelaboraciones. Otto Rank,
echando mano a una gran diversidad de material, ha puesto en
evidencia el significado de las fantasías del incesto en la crea-
ción poética, pero también en la vida psíquica del poeta, esta-
bleciendo al mismo tiempo la ubicuidad del motivo incestuoso
entre los creadores más significativos de la literatura univer-
sal. Todavía resta mucho por recorrer y explicar en detalle,
especialmente lo que trata de las relaciones con el destino per-
sonal de la vida del poeta; pero también requeriría mayor in-
vestigación el problema de cómo en cada caso particular el
escritor se lanza a la composición utilizando una determinada
técnica artística.
En cuanto al tema de Hamlet, Ernst Jones le ha dedicado
un detallado estudio. Apoyado en una rica bibliografía, este
investigador trató de abordar el problema desde diferentes
ángulos, para finalmente ofrecernos su solución encontrando
una correspondencia con los análisis de los sueños típicos en

Akoglaniz 269
SOÑAR CON FREUD

la fantasía del incesto.304 Jones no ha limitado su investiga-


ción a los protagonistas del drama, sino que ha mostrado
cómo los otros personajes logran un significado psicoanalíti-
co en el marco de esa misma concepción, y en qué medida se
manifiestan como escisiones y duplicaciones de una unidad
anímica que hemos de buscar en el Yo del poeta. La objeción
que aparece de inmediato, de modo similar que en el caso de
Edipo, tiene que ver sólo con la estructuración dramática de
un material de transmisión mítica, cuyo contenido le ha lle-
gado al poeta y que ofrece ocasión favorable al psicoanálisis
para demostrar que también las creaciones de la fantasía
popular están sujetas a las mismas leyes que los logros indivi-
duales de un creador determinado; al mismo tiempo que el
creador, según sea el predominio de sus complejos, no sólo
tiene la posibilidad de elegir entre diferentes materiales, sino
que experimenta la necesidad imperiosa de darle forma al
tema y modificarlo según su propio sentir. Como lo documen-
ta la misma saga edípica, sobre la que se apoyan tantas crea-
ciones poéticas, como expresión universal de aquellas primi-
tivas excitaciones originarias llegadas de la infancia de la
humanidad, también el material de Hamlet debe entenderse
en la tradición mitológica como una reacción un tanto
distorsionada ante los mismos combates psíquicos que han
instado al poeta a servirse de esos recipientes disponibles para
almacenar sus conflictos psíquicos de análoga categoría.

304
El libro de Erich Wulfffen titulado Shakespeare’s Hamlet, ein
Sexualproblem (Berlín, 1913) debe ser dejado de lado en función de su
pobre y errónea simplificación de la teoría psicoanalítica.

270 Akoglaniz
EL SUEÑO Y EL MITO*

El sueño nos retrotrae a estados distantes


de la cultura humana, poniendo en nuestras
manos un medio para comprenderla mejor.
NIETZSCHE.

El significado del sueño para la conformación mítica y de


los cuentos de hadas ha sido reconocido y admirado desde
hace mucho tiempo por todos los investigadores. Afamados
estudiosos de la mitología como Laistner, Mannhardt, Roscher,
y últimamente también Wundt, han subrayado el papel de la
vida onírica, y especialmente de los sueños angustiosos, para
la comprensión de determinados mitos o grupos de motivos
míticos. En especial la pesadilla, con sus ricas asociaciones
con motivos mitológicos, ofreció materiales para el estudio, y
algunos de sus elementos –como la inhibición del movimien-
to, la invocación de un nombre (el grito), la tortura del inte-
rrogatorio, entre otras cosas–, parecen encontrar realmente
su expresión en los relatos míticos correspondientes. Sin em-
bargo, como esta manera de estudiar los mitos por medio del
sueño parece muy parcial y tener sus limitaciones, autores
posteriores han investigado más a fondo, y ahora continúan
con el estudio inverso: la influencia de la vida onírica en las
creaciones populares. Friedrich von den Leyen, que subrayó
la importancia de los resultados psicoanalíticos en la investi-
gación folklórica de los cuentos de hadas apenas apareció La
interpretación de los sueños, trajo a colación en sus publica-
ciones posteriores otros tipos de sueños; aunque concentrán-
dose desgraciadamente en el sentido manifiesto de las analo-
gías evidenciadas en los relatos.

* [Alle Anmerkungen entsprechen der Textfassung von 1922.]

Akoglaniz 271
SOÑAR CON FREUD

Por más interesantes que resulten estos paralelos, no po-


nen sin embargo suficientemente de relieve el significado de
la vida onírica en la formación mítica. Asumir que exista una
utilización de experiencias oníricas llamativas relacionadas
con cuentos populares no agota el tema. También en este caso
podemos decir que la investigación psicoanalítica nos condu-
ce paulatinamente, más allá de la simple descripción, hacia
las fuerzas pulsionales inconscientes más generales de la pro-
ducción tanto onírica como mítica.
Sirviéndose de una serie de ejemplos, Riklin demostró que
el “cumplimiento del deseo y la simbología en los cuentos de
hadas” se adaptan a las leyes oníricas reconocidas analítica-
mente. Jones, por su parte, pudo sentar sobre las mismas ba-
ses su teoría referente a las pesadillas mitológicas, profundi-
zándolas y enriqueciéndolas de modo tal que incluyó el con-
tenido latente de vivencias nocturnas extrañas para explicar
ciertas formas de la superstición medieval (la creencia en bru-
jas y diablos, en el lobisón y los vampiros). Abraham em-
prendió una exitosa interpretación de la saga de Prometeo,
probando que se podían aplicar con éxito las reglas de la
doctrina analítica de los sueños a la imaginación popular. Rank
pudo corroborar el valor de la interpretación psicoanalítica
de los mitos sobre la controvertida investigación simbólica,
que de ese modo salió fortalecida. Se demostró así por ejem-
plo en la obra “El mito del nacimiento del héroe” cómo la
colocación del recién nacido en una caja en el agua era una
expresión simbólica distorsionada y tendenciosa del proceso
del nacimiento que tiene su manifestación en los ya mencio-
nados sueños sobre el mismo tema. También fue coherente
tratar de establecer muchos símbolos oníricos individuales
apoyándose en la psicología popular, como, por otro lado,
utilizar los significados conocidos de los sueños para explicar
las tradiciones míticas. A la vez, por esta vía se logró una
comprensión más profunda de algunos hechos de la historia
cultural, pues a menudo el símbolo se manifestaba como ex-

272 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

presión de una identidad tomada originariamente como real.


Estas ricas relaciones de la simbología con los sueños, el mito
y la historia de la cultura pueden explicarse con un ejemplo
paradigmático. Cuando hoy encontramos que el fuego sim-
boliza en un sueño el amor, el estudio de la historia cultural
también nos enseña que a esta imagen, casi depreciada hasta
el nivel de una alegoría, se le otorgaba originariamente una
significación extraordinaria para el desarrollo de la humani-
dad. Poder producir fuego había representado realmente el
acto sexual; es decir, estaba connotado con las mismas ener-
gías libidinales y las correspondientes imágenes de la cópula.
Un ejemplo clásico ofrece en la India obtener el fuego por
rotación entre dos maderas, que allí se representa justamente
con la imagen de la cópula. Así en el Rig Veda (III 29, 1) se
dice:

Estas son las maderas para frotar. ¡Lo que engendra


está ya listo (el palo masculino para rotar [dentro de la
otra madera])! Traed a la señora de la tribu (la madera
femenina). A Agni vamos a frotar según la tradición. En
ambas varillas yace el saber de las cosas (Agni) igual al
fruto del vientre, que bellamente se inserta en las mujeres
encintas…En aquellas que han abierto las piernas, entra
con sabiduría (el palo masculino).305

Cuando el hindú enciende el fuego, declama una oración


sagrada que se posiciona frente al mito. Toma un palo dicien-
do: “Eres el sitio del nacimiento del fuego”. Luego pone enci-
ma dos briznas pequeñas: “Vosotros sois los testículos”, y
tomando de abajo la madera acostada, expresa: “Eres
Urvaci”. En ese momento unta el palo vertical con manteca,
diciendo: “Eres la fuerza”, y colocándolo sobre la madera

305
Según la traducción de L. y. Schröder en su obra Mysterium und Mimus
im Rigveda, p. 260.

Akoglaniz 273
SOÑAR CON FREUD

acostada, agrega: “Eres Pururavas”, etc. En ese momento


toma la madera yacente que posee un pequeño orificio como
representante de la diosa reproductora y el palo vertical como
genital del dios procreador. Sobre la difusión de esta repre-
sentación dice el conocido etnólogo Leo Frobenius:306

La producción del fuego por rotación de una madera


dentro de otra que se encuentra en la mayoría de los pue-
blos, representa en la India antigua el acto sexual.
Permítaseme anotar desde ya que los antiguos hindúes no
están solos en esta creencia. También los sudafricanos po-
seen la misma costumbre. La madera yacente es llamada
entre ellos “la vergüenza femenina”, mientras que el palo
vertical es “lo masculino”. Schinz en su época también lo
ha estudiado para otras tribus; y desde entonces se conoce
la extensa difusión de esta costumbre en Sudáfrica, espe-
cialmente para las tribus asentadas al Este.

Asimismo se encuentra clara alusión al significado sim-


bólico sexual de esta ceremonia en el mito prometeico del
robo del fuego, cuya implicación con la sexualidad ya fue
reconocida por el estudioso de las mitologías, Kuhn, en 1859.
Como sucede en el mito de Prometeo, también otras tradi-
ciones ponen en relación la procreación humana con el fue-
go celestial: el rayo. Así lo sostiene O. Gruppe estudiando
la saga de Semele,307 de cuyo cuerpo ardiente nace Dionisos.
Ella sería “probablemente un vestigio muy reducido en Gre-
cia del viejo tipo de leyenda, que aludía a las llamas del
fuego al que se arrojaba a la víctima”. Su nombre corres-
pondería “quizás originariamente a tabla o mesa, la made-
ra acostada para frotar (cf. según Hesych: semele trapeza)”.
En la madera blanda se enciende la chispa, y con el naci-
306
Véase: Das Zeitalter des Sonnengottes, Berlín, 1904, p. 338 y ss.
307
Véase: Griechische Mythologie und Religionsgeschichte, II, Munich,
1906, pp. 1415 y ss.

274 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

miento arde la “madre”. En la historia del nacimiento de


Alejandro Magno, ricamente adornada con mitos, se dice
que su madre Olimpia, la noche antes de la boda, soñó que
se abatía sobre ella una poderosa tempestad y que el rayo la
atravesaba inflamando su vientre; de allí salía un fuego en-
loquecido que se alejaba consumiendo todo a su paso
(Droysen: Historia de Alejandro Magno, p. 69).308 Aquí co-
rresponde mencionar la famosa fábula del mago Virgilio,
quien se venga de su amada esquiva haciendo apagar todos
los fuegos de la ciudad, de modo tal que los vecinos sólo
podrán acceder otra vez al fuego encendiéndolo en los
genitales de la mujer que aparecerá desnuda delante de to-
dos. Este mandato para producir fuego se contrapone con
otras tradiciones bajo el signo de la saga prometeica como
prohibición, como lo documenta el relato de Amor y Psique,
en el que se le prohíbe a la mujer curiosa asustar al amante
nocturno encendiendo una luz; o en el relato de Periander, a
quien su madre visitaba todas las noches como amada des-
conocida, bajo la misma prohibición.
De modo similar la madera yacente aparece en cada ho-
gar, fogón, altar, horno, lámpara, etc., como símbolo femeni-
no. Así, por ejemplo, en las misas satánicas el altar eran los
genitales expuestos de una mujer acostada. Según Herodoto
(V, 92) al griego Periander su difunta esposa Melissa le hace
llegar una profecía en la que se le dice con suma energía “que
ha puesto el pan en un horno frío”, lo que para él era una
segura señal de que “había copulado con el cadáver de su
mujer”.
Aquí es necesario mencionar junto a numerosas costum-
bres de ceremonias nupciales que se refieren al fuego, otros
relatos farsescos muy difundidos en el folklore que toman
308
De modo similar sueña Hécuba, embarazada por Paris, que parirá un
leño ardiente que habrá de incendiar toda la ciudad (Cf. la leyenda del
incendio del templo de Efeso en la noche del nacimiento de Alejandro
Magno).

Akoglaniz 275
SOÑAR CON FREUD

como tema la luz de la vida, y tratan de modo evidente la


misma simbología bajo ropaje onírico. Así, un hombre sueña
que San Pedro en el cielo le muestra su luz vital y la de su
esposa. Dado que en su lámpara queda poco aceite, trata de
sacar con un dedo algo de aceite de la lámpara de su mujer.
Eso lo repite varias veces, pero cuando se acerca San Pedro,
se encoge de miedo y entra en pánico, lo que provoca que se
despierte y se dé cuenta de que ha metido el dedo en los
genitales de su mujer y que lo ha sacudido dentro de su boca
(Anthropophyteia, VII, pp. 255 y ss.). El mismo conocimiento
y apreciación de la simbología sexual posee la anécdota del
cura que denomina los genitales de una muchacha “la luz de
la vida”: “Ah, ahora comprendo –dijo ella– por qué hoy a la
mañana mi amado metió allí su pabilo” (op. cit., VII, p. 310 y
variante en p. 323). De modo opuesto cuenta Balzac en sus
Contes drolatiques que para alejar a un cura cargoso la aman-
te del rey le decía: “Esa cosa que el rey aprecia no necesita
todavía la extrema-unción”.
La significación sexual va difundiéndose rápidamente has-
ta abarcar todos los dominios que tengan que ver con el sím-
bolo primigenio. La chimenea por la que la cigüeña deja caer
al niño se torna el símbolo femenino; mientras que el desholli-
nador será el fálico,309 un oficio al que todavía se le acuerda
ser dador de felicidad, pues la mayoría de nuestros símbolos
portadores de dicha eran originariamente símbolos de fertili-
dad, como la herradura (y la huella del caballo), la hoja de
trébol, la mandrágora. Inclusive nuestro idioma actual ha
conservado mucho de la simbología del fuego. Así hablamos
de “dar a luz”, de “la brasa del amor”, de “arder” (en senti-
do de enamorarse) y de la pasión como “fuego”.
Paralelamente a lo aquí expuesto, hallamos otros símbo-
los que pueden ser analizados según las diferentes capas de

309
El deshollinador de Bergen canta: «A la mañana la primera cosa/ Es
limpiarle a la abadesa la cosa».

276 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

utilización y de significación.310 Un símbolo especialmente


significativo para la comprensión de los sueños, de los mitos
y de los cuentos de hadas se halla en la representación de los
progenitores como reyes o, al menos, como personalidades
encumbradas. Los sueños diurnos pertenecientes a la “nove-
la familiar” de cada uno, que se hallan en la base de la ambi-
ción individual, han permitido comprender las fantasías ma-
sivas de pueblos enteros y nos han enseñado a reconocer per-
sonificaciones del Padre en los poderosos hostiles al héroe, e
imágenes de la Madre en las mujeres que se le sustraen. El
Rey y la Reina, que aparecen en casi todos los cuentos de
hadas, rara vez niegan su carácter de progenitores. El mito
del héroe se sirve de los mismos medios de representación
para expresar sin mala conciencia un sentimiento ambivalente
frente a los propios padres.
Como ejemplo vaya aquí un cuento de hadas de enorme
difusión en el que toda la trama se basa en un sueño que quizá
tenga conexión con un material onírico típico. La narración,
que se encuentra con variaciones en todas partes, según lo in-
dica Theodor Benfey (Kleine Schriften [Pequeños escritos], III),
empieza de la siguiente manera: “El Hijo sueña que ha de te-
ner un rango superior a su Padre, es decir ser Rey”. Luego el
futuro héroe (no queriendo revelar el motivo de su conducta,
es decir el sueño) se torna tan arrogante y rebelde que el padre
lo maltrata y expulsa de la casa. Más tarde, el protagonista
llega a la corte del Rey, a quien tampoco quiere revelar su
secreto (el sueño), por lo que termina siendo encarcelado y
condenado a morir de hambre. El héroe consigue sin embargo
abrir un agujero en el muro de la celda, de modo de ponerse en
contacto todas las noches con la Princesa, que se ha enamora-
do de él y lo alimenta. A través de la adivinación de enigmas
310
Cf. Rank/Sachs: Die Bedeutung der Psychoanalyse fûr die Geisteswis-
senschaften, op. cit., p. 15 y ss., donde se trata la simbología del surco.
Véase también al respecto el bello libro de Dieterich titulado Mutter
Erde (2ª edición, 1913).

Akoglaniz 277
SOÑAR CON FREUD

intrincados o la resolución de tareas difíciles (como lanzamien-


to de jabalinas) consigue ganar finalmente la mano de la Prin-
cesa y concluye matando al padre y heredando su reinado.
Esta breve reseña, hecha a partir de la suma de las variantes
más comunes con infinidad de ramificaciones en su trama,
muestra hasta el cansancio que se trata de la famosa novela
familiar del individuo ambicioso, que (en su imaginación) ele-
va a su padre al rango de Rey para luego deponerlo y ocupar
su lugar. En este pasaje, como lo demuestra la investigación
psicoanalítica en el dominio de la creación de las fantasías in-
dividuales y míticas, se halla en el fondo el deseo de posesión
de la Madre, que aquí es suplantada por una figura gemela (la
Princesa).311 Su significado maternal se halla, sin embargo, bien
apuntado en su condición de dadora de alimentos, un elemento
que proviene de la parte de la novela familiar como fragmento
de decantación del mito. El ambiente elevado no es más que
una de las ideas de grandeza, cuya función es desfigurar el
propio entorno familiar, mientras que la escisión de los perso-
najes en sus dobles, que en algunas versiones es muy amplia, se
encamina a satisfacer, sin que medie reproche alguno, los sen-
timientos encontrados que se anidan en cada individuo contra
sus progenitores.
Benfey documenta con una versión griega (p. 188) que la
historia atribuye a Esopo, el hecho de que realmente el con-
flicto con el padre por la posesión de la madre mediante el
lenguaje del inconsciente se halle en el fondo de este grupo de
cuentos folklóricos. El rey (= el padre) había amenazado a su
hijo adoptivo Ainos con la muerte, dado que este había sedu-
cido a una de las concubinas reales. Con el propósito de sal-
varse y volver a gozar del favor real, Ainos falsifica una car-

311
Un análisis detallado de esta serie de cuentos de hadas podría servir
para demostrar que las pruebas impuestas al héroe que revelan fuerza
física (arrojar la jabalina, comer y beber en demasía, correr más rápido
que lo que vuelan los pájaros) se encaminan a establecer que el competi-
dor más joven posee mayor potencia que la figura paterna.

278 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

ta que revelaría una alta traición y a primera vista habría


sido escrita por Esopo. A partir de esta evidencia, Esopo es
arrojado a la cárcel y condenado a muerte por Licurgo. En-
tretanto, el verdugo que es su amigo salva y alimenta secre-
tamente a Esopo dentro de una de las tumbas. Después el rey,
cuyo deseo es sobrepasar la fama del rey de Egipto, al reme-
morar la capacidad de Esopo para resolver pesadas tareas
con astucia, se arrepiente de la súbita condena. Esopo es con-
ducido de nuevo al palacio y ayudando a su señor contra el
rey de Egipto es rehabilitado en su antiguo cargo, que entre-
tanto había sido ocupado por el hijo. El hijo termina ahor-
cándose. Aquí tenemos la médula del conflicto entre el Padre
y el Hijo, que la fábula, a causa de la fórmula de la novela
familiar, traslada primero a un ambiente real, para volver a
colocar sobre las bases aburguesadas de la propia familia,
expresando de modo directo que el Hijo conquista a una de
las concubinas del Rey (y no a la Princesa).
El mismo conflicto paterno en ambiente real lo encontra-
mos en el drama de Calderón La vida es sueño, muy cercano
al núcleo narrado antes. En este caso, la madre sueña que al
nacer su hijo este terminará por poner el pie sobre la nuca de
su padre. Cuando la madre muere en el parto, el hijo es ence-
rrado en una prisión, donde no puede ver a nadie más que a
Clotaldo, quien le trae alimento. Más tarde el rey se arrepiente
de la severidad de su medida e intenta hacer pasar a su hijo por
una prueba para saber si merece sucederlo en el trono. El hijo
recibe una bebida narcótica y bajo sus efectos es llevado a
palacio. Al despertar es coronado como heredero del reino de
Polonia. Sin embargo, a partir de su conducta salvaje y airada
no pasa la prueba y –de nuevo narcotizado– es vuelto a su
celda. Allí despierta de un sueño, mientras murmura: “Clotaldo
ha de morir y mi padre habrá de arrodillarse a mis pies”.
Clotaldo le refiere al príncipe que todo lo que ha vivido es un
sueño. A partir de allí, el héroe sufre una introspección que lo
lleva a deponer su conducta salvaje, para terminar siendo acla-

Akoglaniz 279
SOÑAR CON FREUD

mado por el pueblo como el verdadero rey [contra el autorita-


rismo paterno]. Su padre se arrodilla finalmente ante él, a lo
que el hijo reacciona con extrema dulzura y consideración. Así
muestran los sueños que encarnan estos relatos de modo apa-
rentemente profético un futuro distante e inesperado, mientras
que en rigor son sólo expresiones simbólicas (el rey) de aque-
llos impulsos del complejo edípico, que pueden llevar en la vida
real al éxito, el poder, el prestigio y la posesión de un objeto
sexual muy estimado. El sueño nos enseña que todas las exci-
taciones y fantasías en verdad se relacionan con los progenito-
res (y en especial con la figura paterna).
También aquí la historia cultural muestra la significación
originaria real de la relación que sólo permaneció viva de
manera simbólica y que consiste en que en condiciones primi-
tivas el padre estaba dotado frente a su familia de la suma del
poder, y disponía del cuerpo y la vida de sus “súbditos”. So-
bre el origen del principio monárquico en tanto que surgido
del patriarcado dentro de la familia, se expresa el lingüista
Max Müller de la siguiente manera:

Cuando la familia empezó a perder su lugar dentro del


Estado, entonces el rey devino frente a su pueblo aquello
que había sido el esposo y padre de la casa: el señor y
protector poderoso.312 Entre las variadas relaciones para
rey y reina en sánscrito se tiene simplemente las palabras
“padre” y “madre”. GANAKA en sánscrito significa pa-
dre y viene de la raíz GAN (engendrar); también aparece
como nombre de un rey muy conocido en el Veda. Esto
equivale al antiguo término germánico CHUNING que
da en inglés king. Madre en sánscrito es GANI o GANÎ
que equivale a la forma griega gun(a), al gótico quinô, al

312
Padre proviene de una raíz PA, que no significa «engendrar», sino «pro-
teger», «sostener», «alimentar». El padre como progenitor se dice en
sánscrito GANITAR (en latín: «genitor»); en Max Müller: Essays, II,
Leipzig, 1869, p. 20 (de la edición alemana).

280 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

eslavo ÿena, y en inglés queen. “Königin” [reina] signifi-


caba, entonces, originariamente “madre” o “señora”. Y
aquí vemos otra vez cómo se desarrolló el idioma del más
antiguo Estado ario hasta que la “Bruderschaft” [frater-
nidad] de la familia llega a ser la JRATR/A [cf. bruder=
frater] del Estado.

Aún hoy persiste en la lengua este registro del monarca y


de la jerarquía eclesiástica como padre. Los Estados muy
pequeños que conservan una relación más estrecha entre los
súbditos y sus príncipes llaman a su soberano “Landesvater”
[“Padre del Pueblo”], mientras que entre las comunidades del
poderoso reino de Rusia el Emperador es denominado
“Padrecito”, un apelativo que puede observarse también en-
tre las aguerridas hordas de los hunos, cuyo jefe era Atila
(diminutivo de la forma gótica atta: “padre”). El jefe máxi-
mo de la Iglesia Católica es denominado “Santo Padre”, en
su calidad de representante en la tierra del Dios-Padre, cu-
briendo ese sentido con la palabra latina “Papa”, término
con el que también nuestros niños llaman a su progenitor.
Del mismo modo, una fase posterior de desarrollo de la
historia cultural con respecto a la cuestión paterna ha encon-
trado amplia y extendida expresión en toda una serie de cuen-
tos de hadas. Así como en la vida anímica individual se diri-
gen contra el padre impulsos airados de celos, los mismos
sentimientos aparecen en escena teniendo como centro al
hermano en tanto que rival en el cariño de la madre; en este
sentido forman una serie especial los cuentos de hermanos,
cuyo modelo más afamado se encuentra en el catálogo de
Grimm (cf. el Número 60),313 y que muestran con toda clari-

313
Los cuentos de hermanos se hallan tan extendidos y son tan importan-
tes para el estudio de los mitos que Georg Hüsing los ha declarado el
«Urtypus» (tipo primigenio) de toda formación mítica. Hartland, por
su parte, ha establecido en una obra en tres volúmenes los paralelos
entre los cuentos de hermanos bajo el título de The Legend of Perseus.

Akoglaniz 281
SOÑAR CON FREUD

dad la sustitución de una figura por la otra. El estudio com-


parado de los cuentos de hadas puesto en relación con el pun-
to de vista psicoanalítico revela una cadena cerrada de esla-
bones a partir de las versiones altamente distorsionadas en
las que un hermano se presenta como vengador del otro, has-
ta llegar a otras versiones cada vez menos desfiguradas en
las que un hermano elimina al otro para lograr poseer a su
esposa. En esta investigación se propone como novedad que
el hermano mayor hace las veces de padre para el menor y,
por lo tanto, la naturaleza sexual de la rivalidad puede soste-
nerse, sin ningún género de dudas, a partir de una serie de
tradiciones,314 en las que se representa sin tapujos la castra-
ción del rival (en algunos casos sólo aludida simbólicamente).
El análisis detallado de esta y otras tradiciones similares
permite reconocer que no todos los mitos revelan tan fácil-
mente su significado como en la ingenua fábula de Edipo,
sino que su fondo manifiesta deseos prohibidos con distorsiones
y ornatos similares a aquellos que afectan a la mayoría de
nuestros sueños. En la formación mítica encontramos meca-
nismos que conocemos de nuestros estudios de los sueños,
como la condensación, el desplazamiento emocional, la per-
sonificación de las excitaciones y su escisión o múltiple divi-
sión, además de la estratificación; y, lo que es más importan-
te, podemos demostrar las tendencias con las que son puestos
en marcha determinados mecanismos. Si se pudiera hacer
involucionar todas las distorsiones, gracias a nuestro conoci-
miento de ellas, nos encontraríamos finalmente con una rea-
lidad psíquica de las fantasías inconscientes, que persisten en
los sueños del hombre moderno tal como antaño habían do-
minado en la realidad objetiva.
La investigación psicoanalítica de los mitos que reposa
sobre una comprensión de la vida onírica trasciende el simple

314
Véanse aquí las sagas egipcias de Osiris y Bata; cf. al respecto el libro de
Rank/Sachs, op.cit., Cap. II.

282 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

punto de contacto de una simbología común. En lugar de hacer


una comparación llana entre sueño y mito, aporta más un
modo de proceder genético que permita considerar los mitos
como vestigios distorsionados de deseos fantasmáticos de
naciones enteras, como si fueran los sueños seculares de una
humanidad joven. Igual que el sueño en el plano individual,
se presenta el mito en el sentido filogenético: un fragmento de
la vida anímica infantil desaparecida en las profundidades, y
por ello significa una de las más brillantes corroboraciones
de la precisión del proceso psicoanalítico, dado que se
reencuentra con las tradiciones de la prehistoria que abrevan
en la psicología individual en todo su contenido. En especial,
se comprueba aquí que el conflicto constante de la vida psí-
quica del niño, es decir la relación ambivalente con sus pa-
dres y su familia, con todos los temas implicados (curiosidad
sexual, etc.), se halla en el centro como motivo principal de
las formaciones míticas y es contenido esencial de las tradi-
ciones en los mitos. Así, uno de los principales representantes
de la interpretación mítica astral, Eduard Stucken, llega al
extremo de sostener que todos los mitos serían mitos de crea-
ción. Vista desde el lado psicoanalítico, esta concepción se
reduciría a la curiosidad infantil por la sexualidad que rodea
los procesos de nacimiento y sus intentos de proyectarse ha-
cia lo universal, como medio para arribar a cierto conoci-
miento. En este caso particular, se encuentran los así llama-
dos mitos universales de los padres, que tienen como conteni-
do la separación violenta de los progenitores primigenios por
parte del hijo, y que parecen reflejar todos los motivos origi-
narios del complejo infantil de Edipo en sentido amplio.315
En qué medida la vida onírica ha influido sobre la forma-
ción de mitos y de qué modo sus antiguos relatores supieron
aprovechar su comprensión de los sueños, se demuestra en el

315
Cf. Rank: «Das Inzestmotiv», 1912, IX, 1; y Lorenz en Imago II, (1913),
pp. 22 y ss.

Akoglaniz 283
SOÑAR CON FREUD

hecho de que muchos sueños aparecen explicados con todo


detalle en mitos, cuentos de hadas y tradiciones antiguas, lo
que parece implicar un llamativo conocimiento de la
simbología y de las leyes oníricas esenciales.
No es casual que la mayoría de estos sueños hagan un uso
generoso de la simbología sexual. Así, en la saga de Kyros se
le adjudica a la madre del héroe un sueño durante el embara-
zo en el que ella arroja tanta agua de sí que el líquido se
convierte en una corriente que inunda toda Asia. Cuando en
la prosecución del relato los intérpretes del sueño relacionan
esa visión con el inminente parto de la criatura (y su futura
grandeza), parecen revelar una sabiduría de la estratifica-
ción simbólica sentada por el psicoanálisis, por la que según
su contenido manifiesto los sueños femeninos en que se impli-
ca a la vejiga pueden a menudo simbolizar el parto. Por otro
lado, las sagas del diluvio se adaptan también al significado
de parto en su conexión con la simbología del agua, en el
sentido de que se asocia siempre con ella una regeneración
de la estirpe humana.316
Otro ejemplo llamativo por su relación con la fórmula del
cumplimiento de un deseo, lo tomamos de la Las Etiópicas de
Heliodoro (c.18), cuando el Capitán Tíamis, quien ha rapta-
do durante el día a Cariclea y a su amante, y robado el resto
del botín, lucha con la tentación de hacer suya a la muchacha
empleando la violencia:

Después de haber descansado la mayor parte de la no-


che, se sintió acosado por sueños intranquilos que lo ron-
daban; al no poder seguir durmiendo se sintió confundi-
316
Cf. Rank: «Die Symbolschichtung im Wecktraum und ihre mythische
Bedeutung». Lo que constantemente ponen en evidencia nuestros ni-
ños, puede ejemplificarlo el sueño de una niña de alrededor de cuatro
años, comunicado por C. G. Jung (Jahrbuch für Psychoanalyse II, 1910),
donde se dice: «Esta noche soñé con el Arca de Noé y había muchos
animalitos dentro y había abajo una tapa que se abrió y de allí se caye-
ron todos los animalitos».

284 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

do ante el sentido que podía otorgarles y ya despierto


empezó a darles vueltas con el pensamiento. Luego, a la
hora en que cantan los gallos317… los dioses le enviaron
una visión en sus sueños: al visitar el templo de Isis en
Memfis, su ciudad natal, le pareció que el edificio estaba
totalmente iluminado por antorchas. Los altares y los es-
pacios de los fuegos sacros estaban llenos de los más varia-
dos animales rociados con sangre, mientras los atrios y
corredores se veían atestados de gente, que llenaba el lugar
batiendo palmas y haciendo ruido. Después de entrar en
el recinto sagrado vio venir hacia él a la Diosa, quien le
tendió a Cariclea, diciéndole: “Esta doncella, Tíamis, te la
entrego a ti. Poseyéndola no la has de poseer, sino que has
de ser injusto y matarás a los extranjeros; pero ella no
morirá”. Esa visión lo puso ante la mayor de las perpleji-
dades. Se dio vuelta hacia todas partes, buscando com-
prender el sentido, y como no pudo encontrar la respues-
ta, adaptó la solución a sus deseos. Las palabras
“Poseyéndola no la has de poseer” las interpretó como la
poseerás “como esposa y ya no como doncella”. La ex-
presión “matarás a los extranjeros” [o “matarás a la ex-
tranjera”] la refirió a la herida virginal, por la que Cariclea
no habría de morir. De este modo explicó el sueño hacien-
do que fuera su deseo quien lo interpretara. (Se ha seguido
la traducción alemana del texto griego llevado a cabo por
Franz Jacob, Stuttgart, 1837).318

Si aquí estábamos en presencia de una representación sim-


bólica de la defloración, que, sin que falte la mención de la

317
Los sueños que aparecían hacia la mañana eran considerados verdade-
ros.
318
Si bien el contenido del sueño referido aquí parece vincularse exacta-
mente con lo expuesto, no debe omitirse tampoco que evidentemente
proviene de otro contexto (su surgimiento tendría que ver con un anti-
guo oráculo), y, por lo tanto, en su origen pudo tener otro significado.

Akoglaniz 285
SOÑAR CON FREUD

sangre, está vista en su versión sádica como asesinato, en-


contramos también en sus mismos puntos de partida otro sue-
ño similar proveniente de una tradición distinta, que muestra
sin embargo el mismo deseo sexual, también rodeado de una
simbología típica. La historia está contada por Saxo
Grammaticus (edición de Holder, p. 319). Durante la noche
de bodas, Thyri ruega a su marido Gormo abstenerse de con-
tacto sexual por tres noches consecutivas. Ella no consentirá
ese contacto hasta que él no reciba en sus sueños una señal
de que el matrimonio será fértil. Bajo estas extrañas condi-
ciones, Gormo sueña lo siguiente:

Dos aves, la una más grande que la otra, descienden


sobre los genitales de su esposa (prolapsos) y con sus cuer-
pos oscilando vuelven a elevarse por los aires. Luego de
unos momentos, regresan y se asientan cada una sobre sus
manos. Pero se alejan volando nuevamente una segunda y
una tercera vez, siempre descansando brevemente para res-
taurar sus fuerzas (recreatos), hasta que finalmente la me-
nor de las aves vuelve hacia él, sin su compañera y con las
plumas ensangrentadas (pennis cruore oblitis). Atemori-
zado por esa visión, pero dormido todavía, Gormo expre-
sa su desesperación, llenando la casa con sus gritos. Sin
embargo, Thyri manifiesta su alegría por lo narrado, di-
ciendo que nunca se habría convertido en su esposa, si no
hubiese recibido la confirmación de su dicha a partir de
las imágenes de ese sueño.

En efecto, la mujer interpreta este sueño de defloración,


característico en cada detalle, con un ligero desplazamiento
hacia sus propios deseos; es decir, como señal menos indecen-
te que apunta a la bendición de fertilidad. El pájaro aparece
aquí claramente como símbolo fálico, incluso con una pecu-
liar representación de sus diferentes estadios (grande y pe-
queño); mientras que el movimiento de oscilación, así como

286 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

el ritmo de todo el sueño, hacen referencia a la cópula


avizorada en sus detalles más característicos (una segunda y
tercera vez, reforzadas por un corto descanso) que simboli-
zan una repetición deseable. El hecho de que sólo el ave pe-
queña regrese con las plumas ensangrentadas no deja lugar a
dudas de su significación. La angustia al final del sueño se
aclara sin problemas, gracias a la simbología onírica, como
la expresión de una libido insatisfecha, pues su descarga se
halla obstaculizada.319 Este mecanismo se corresponde per-
fectamente con una experiencia repetida proveniente de un
caso similar, en el que se manifiesta la angustia, ya que en
lugar de la avizorada satisfacción de la libido, la descarga se
ve entorpecida (polución nocturna). No puedo evitar relatar
aquí el sueño de una joven, en similares circunstancias, que
delata una simbología llamativamente análoga.320
Un hombre recién casado y en estado de excitación quiere
realizar el acto sexual con su esposa, pero debe postergarlo
en consideración a la inesperada aparición del período
menstrual. Después de desechar la idea no demasiado insis-
tente de calmar su apetito sexual por otros medios y que su
esposa rechazara su tibia alusión a una fellatio, ambos termi-
nan durmiéndose. Cada uno de ellos tiene entonces un sueño
que se refiere a la misma situación, y estos dos sueños soña-
dos la misma noche se entrelazan por su contenido de modo
tan cabal como si fueran el sueño de una única persona. Debo
su conocimiento no sólo a la especial franqueza de esta pare-
ja, sino también a su ignorancia de la simbología onírica y a
la posterior comunicación de los acontecimientos sexuales
previos, que habrían de posibilitar una mejor comprensión y
la verificación de la interpretación supuesta.
El sueño que tuvo la mujer, seguramente excitada
sexualmente como su marido, pero que había desestimado
319
Compárese el caso similar en un sueño relatado anteriormente en el que
la angustia nacía de la «luz de la vida», p. 371.
320
Cf. Rank: «Aktuelle Sexualregungen als Traumanlässe».

Akoglaniz 287
SOÑAR CON FREUD

recurrir a una fellatio, fue fijado por escrito por ella, a mi


pedido y con la mediación del esposo, y dice lo siguiente:

Mi marido sacó con las manos de la canaleta del teja-


do unos pichones de gorriones, que estaban todavía com-
pletamente mojados, y yo le dije que no debía hacer eso.
Con uno de ellos, que ya era más grande, me entretuve
jugando. Voló hacia mi mano, pero me picoteó un dedo
con una gran espina que era como una cola [Schwanz =
vulgar por “pene”] o como un pico, tan fuerte que tuve
que gritar: “¡Ay, no! ¡Me duele!”. Después mi esposo tomó
a uno de los pichones, diciendo: “Se lo puede comer tam-
bién”. Eso me dio repugnancia y vomité.

La claridad del lenguaje de este sueño,321 que sólo podría


resentirse si se agregara cualquier comentario, gana un inte-
rés extra cuando se conoce la correspondencia en muchos
detalles con el sueño del marido, en el que el vómito remite a
un episodio embarazoso vivido por ambos, así como la pica-
dura en el dedo parece indicar manipulaciones conjuntas o
autoeróticas en los genitales.
321
En otro sueño la misma mujer parece aludir a una tradición conocida
por ella que son los falos alados de la Antigüedad que sirve para travestir
los genitales masculinos (inclusive con los testículos) por medio de un
lenguaje ornitológico: «Me persiguieron leones y tigres y jabalíes, que
querían devorarme o entrar en contacto sexual conmigo. Huí para
salvarme. Después algunas de esas bestias estaban ya encerradas. Más
tarde me dirigí por una cuesta hacia el corral de una granja, donde vi
volar a unas aves. Pero yo tenía ya encerrado en una jaula a un bello
pajarito blanco. Lo saqué de la jaula, para mostrarlo a la gente a la que
le decía que ese pajarito era mío y que yo lo tenía enjaulado desde hacía
mucho tiempo. De los pájaros que volaban alrededor, dos se cayeron al
suelo desde el tejado. Los agarré, pero ya estaban agonizantes. Los
apreté un poco y volvieron a la vida. Crecieron soldándose juntos, pero
en ellos lo que me llama la atención son especialmente los bellos colores
de sus alas». Los últimos detalles donde se pone el acento en el creci-
miento solidario y en las alas (en oposición a los otros pájaros en su
integridad) remiten con claridad, si todavía pudiera haber una duda, a
un estereotipo sexual de ese símbolo [el pájaro].

288 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

La correspondencia es tan llamativa y detallada que las


indicaciones para una interpretación sobran. Sin embargo,
no hay que pasar por alto una distinción: este sueño, comple-
tamente análogo al primero, es soñado por la mujer, mientras
que el referido por Saxo Grammaticus proviene de un hom-
bre. Sin embargo, esta objeción pierde su supuesta importan-
cia si recordamos el ejemplo referido antes, dado que en de-
terminadas circunstancias, dos personas implicadas en la
misma situación pueden corresponderse en sus imágenes
oníricas, aunque para dejar al resguardo el pudor femenino
se adscribiera el sueño322 –de factura conjunta– a un varón.
Por la efectividad de esa tendencia de morigeración hablaría
también el hecho de que versiones más tardías (también in-
fluidas sin duda por Saxo) adjudican el sueño otra vez a la
mujer, pero cancelando para ello lo que podría considerarse

322
Cf. el sueño de Thyri deseando fertilidad, que significa una sustitución
de la exigencia sexual. No debe quedar aquí sin mencionar que la verda-
dera significación de la fertilidad encuentra en una segunda versión de la
misma leyenda una manifestación muy diferente y todavía más intere-
sante. En este segundo caso Thyri todavía no se ha casado, pero pone
como condición a su futuro marido lo siguiente: debe construir una
casa, donde antes no hubiera nada, y deben pasar tres noches en ella
prestando atención a lo que él sueñe. Él tiene entonces tres sueños, en el
que aparecen tres bueyes en cada uno, oído lo cual Thyri, entendiendo
que habrá un período de pobreza por tres años, hace llenar los graneros
para prevenirse. Henzen, que aquí alude con razón al relato bíblico del
sueño del faraón sobre las siete vacas gordas y las siete flacas, sostiene
que «en la base de ello se halla una concepción indo-germánica por la
que la fuerza de regeneración de la naturaleza se coloca preferentemente
bajo la figura del toro, mientras que la fertilidad de la tierra corresponde
a la de la vaca». (cf. en sánscrito la palabra GANS significa «vaca» y
«tierra»). Así también podría decirse que el sueño del faraón tiene en su
base un deseo por la fertilidad humana como fantasía de potencia. La
condición particular de la casa nueva en el sueño de Thyri así como del
lugar de su construcción, que podría entenderse como un verdadero
rito ceremonial (la intangibilidad del sitio, del lecho en el que nadie ha
dormido antes, de la ropa que debe hallarse intocada), parecería remitir
a la virginidad de la joven esposa. Todavía hoy domina la creencia de
que el primer sueño se verá cumplido si es soñado en un nuevo lugar.

Akoglaniz 289
SOÑAR CON FREUD

una vestidura indecente. De la investigación de Benezé to-


mamos ahora un sueño que proviene de la épica de los trova-
dores del alto alemán medio titulado “Salman und Morolf”,
en el que es difícil darse cuenta de la influencia de Saxo
Grammaticus. La esposa infiel de Salman trata de congra-
ciarse con su marido contándole lo que cree un sueño anun-
ciador de un vástago, y que consiste en que durmiendo dulce-
mente abrazada a él, dos halcones se posaron en sus manos.
De gran interés también aquí es el sueño de Krimilda (al co-
mienzo del Cantar de los Nibelungos) que corresponde ano-
tar en este contexto: Krimilda sueña con un halcón robusto,
bello y salvaje, que ella había amaestrado pero que dos águi-
las le robaron. Este sueño completamente desfigurado y pa-
sado por el tamiz racional, se acerca llamativamente en la
interpretación a su sentido original, en tanto deja de lado el
símbolo de la fertilidad, identificando el ave de modo directo
con el hombre al que la heroína espera. La condición para la
distorsión onírica está dada aquí por el rechazo sexual de la
muchacha, que conscientemente no quiere saber nada del
amor humano. De modo similar a lo que sucede en la Saga de
Volsunga (c. 25) con el sueño de Gudrun, en el que ella ve
sobre su mano un bello azor de plumaje dorado e interpreta
como la figura de un príncipe que la cortejará y al que ella
aceptará y amará. Según Mentz, en la épica popular france-
sa “los pájaros tienen un uso muy variado para anunciar en-
tre las mujeres la llegada de los vástagos. Siempre las soñantes
ven en sus sueños cómo las aves salen volando de la boca o
del estómago”. En la épica del alto alemán medio el halcón
aparece finalmente de modo frecuente como ave dadora de
dicha y salvación, lo que sería un vestigio tardío de su fun-
ción primera como símbolo del goce sexual, portador de la
bendición de procrear.
Para concluir, es digna de mención una llamativa relación
entre los sueños y la investigación mítica que sólo pudo nacer
en el seno de los estudios psicoanalíticos. Existen sueños que

290 Akoglaniz
FUENTES PARA LA HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

para representar situaciones psíquicas cotidianas se sirven


de cuentos de hadas frecuentados en la niñez. El análisis de-
muestra en estos casos una interrelación entre la razón para
la utilización individual del motivo y su significado general,
cuya dimensión mitológica no puede dejar de ser apreciada.
Los pacientes neuróticos, que mucho más que la gente no
neurótica conservan una propensión a lo primitivo, dan mu-
chas veces algunas pistas para entender el camino que han
seguido las fantasías de las masas en el momento de produc-
ción de los mitos. Así por ejemplo, nos informa Freud sobre la
historia de un joven323 que relataba una pesadilla surgida hacia
sus cinco años de edad en la que había siete lobos. El análisis
dio como resultado que el sueño se refiere al cuento del lobo
y los siete cabritos, pero que a nivel de su contenido alude al
miedo al padre; tanto este aspecto como el cuento de hadas
tienen en su base el mito de Cronos.
También aquí la concepción que ofrece el psicoanálisis
corrobora que están obrando las mismas fuerzas pulsionales
inconscientes en la producción tanto de las patologías como
de los logros a nivel social de la gente sana en sus grandes
realizaciones espirituales; y esto sucede de modo decisivo tanto
a nivel individual como en el plano de los pueblos. Por ello, el
conocimiento de un plano puede contribuir a la elucidación
del otro nivel, dado que en la vida psíquica se alcanza la di-
mensión universal de lo humano.

323
Véase también, S. Freud: «Aus der Gechichte einer infantilen Neurose»,
Sammlung kleiner Schriften zur Neurologie, 4ª. Serie, 1918.

Akoglaniz 291
SOÑAR CON FREUD

292 Akoglaniz
ÍNDICE

Nota de la traducción castellana .............................................. 7

INTRODUCCIÓN .................................................................. 9

Parte I. LEER, ESCRIBIR, SOÑAR


La interpretación de los sueños como sustituto de un manual ...... 21

1. Entre resistencia y contradicción:


lectores comunes y especialistas .................................... 26

2. Escritura inconsciente:
el análisis de los sueños por correspondencia .................. 40

3. Médicos presumidos y enfermos informados .................. 57

Parte II. LA VIA REGIA Y SUS BIFURCACIONES


La interpretación de los sueños como diccionario de símbolos ... 73

4. Una “oficina central” para los sueños:


la recopilación de símbolos .......................................... 79

5. Inversiones de la teoría ................................................ 92

6. Filología, tipografía y complejo de Edipo ...................... 97

7. Teoría en el sueño: el fenómeno autosimbólico ............. 115

8. Análisis sin síntesis ..................................................... 129

9. La visibilidad de la represión ...................................... 142

Akoglaniz 293
SOÑAR CON FREUD

Parte III. LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS


ENTRE EL “DOCUMENTO HISTÓRICO” Y
LOS NUEVOS LENGUAJES ONÍRICOS ............................. 151

10. El retorno de Freud como autor .................................. 155

11. Traductores soñantes e intérpretes legítimos ................. 159

Parte IV. POSTSCRIPTUM


La interpretación de los sueños en la actualidad ..................... 173

Apéndice. FUENTES PARA LA HISTORIA


DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS ..................... 181

1. Alexander Freud:
La interpretación de los sueños ................................ 183

2. Siete cartas de Eugen Bleuler a Sigmund Freud ............. 195

3. Tres cartas de la correspondencia entre


Sigmund Freud y Alphonse Maeder ............................. 215

4. Otto Rank: “Sueño y poesía” y “Sueño y mito”.


Dos textos tomados de La interpretación de los sueños
de Sigmund Freud ...................................................... 232

294 Akoglaniz
Akoglaniz 295
SOÑAR CON FREUD

296 Akoglaniz

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