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El aparente determinismo en El sujeto de la historia de Carlos Pereyra

Por: Jenny Victoria Acosta Vázquez


Materia: Filosofía en México
13 de junio de 2016
Modo: Ordinario

El presente trabajo se enfocará en un estudio sobre el aparente determinismo que


surge en el texto El sujeto de la historia1 de Carlos Pereyra, si es que hay tal o si,
como decimos en el título, se trata únicamente de una apariencia. Para realizar
esta investigación comenzaremos con una revisión de lo que se plantea en el texto
para pasar después al problema que nos atañe. Para tener una visión más amplia
de dicha cuestión utilizaremos el discurso Sobre el sujeto de la historia de
Sánchez Vázquez. Este discurso es pronunciado en la presentación del libro.
A partir de Los principios de ciencia nueva de Vico y su revolucionario
planteamiento, en el que, contrario a lo que Descartes decía, propone a la historia
como una ciencia posible de conocimiento científico en tanto que es creada por el
hombre, surgen debates, como el que nos atañe en este trabajo, sobre qué tanto
influye el hombre en la transformación histórica o si, en todo caso, se trata de un
simple espectador de los hechos. Es principalmente por esto último, hasta qué
punto el hombre construye o admira, hasta qué punto está determinado o no, que
este tipo de debates cobran un sentido, no solo filosófico, sino también moral, en
una sociedad, incluyendo su proceso histórico, como la nuestra, en la que no
siempre se ve del todo claro cuál de las dos opciones es la correcta.
Una vez considerado lo anterior pasaremos, ahora sí, al desarrollo de
nuestra exposición.
El primer tema que se trata en el texto es el del sujeto, ¿qué es el sujeto?
Para resolverlo se hace una revisión etimológica del verbo de la que resultan dos
definiciones: primero, sujeto es lo que se encuentra como fundamento, “[…] el

1Es necesario aclarar que tomamos como base la versión resumida del texto
completo.

1
término sujeto indica la relación de un ente con una realidad sostenida por él, o, lo
que es igual, con una realidad de alguna manera dependiente del sujeto
sustentante.” 2 La segunda definición surge de la primera y considera al sujeto
como un ente activo que posee la capacidad de cambiar su entorno, y, por esto
mismo, de decidir el rumbo que su historia ha de tomar. Según estas definiciones
podemos ver la cuestión a partir de dos preguntas, por un lado buscamos el ente
que sostiene el proceso y, por el otro, “interrogamos por una subjetividad libre, un
centro de iniciativas, autor responsable de sus actos, es decir, interrogamos por el
ente de cuya actividad el proceso histórico sería el resultado.”3
La primera pregunta deja de ser considerada como opción debido a que,
según Pereyra, se parte de la existencia de un ser a histórico y preexistente.
Continúa, por tanto, su análisis con la pregunta dos basándose en una cita de El
dieciocho Brumario de Luis Bonaparte de Marx: “los hombres hacen su propia
historia”, idea que, como demuestra Pereyra, es repetitiva en casi toda la
producción filosófica de “El moro”. Lo problemático comienza cuando nos
preguntamos sobre a quién nos referimos en específico con la palabra hombre, a)
a uno solo o b) a la masa en su conjunto, o si no es ningún de las anteriores, ¿de
quién estamos hablando? La idea a) se presenta como absurda cuando
consideramos que “los individuos no hacen la historia, no son ellos quienes
constituyen el proceso, sino el conjunto de las relaciones sociales, […] la lucha de
clases, lo que constituye el campo de posibilidades de la acción individual.”4 La
opción b) se hace a un lado porque su actuar dentro de la vida social se encuentra
determinado por el nivel alcanzado como fuerza política organizada; “[…] las
masas intervienen en la historia en función del ritmo y de los objetivos que les
impone la lucha de clases. Esto significa que las modalidades del proceso

2 Pereyra, Carlos, El sujeto de la historia, consultado en


https://marxismocritico.files.wordpress.com/2012/06/pereyra.pdf, el 7 de junio de
2016 a las 9:37 p.m. No hay que pasar por alto el hecho de que el sustento que
utiliza Pereyra para esta definición es un fragmento de los Manuscritos
económicos-filosóficos del 44 de Marx.
3 Ídem.
4 Ibíd. revisado el 8 de junio de 2016 a las 1:23 p.m.

2
histórico, condensadas durante un prolongado periodo en la lucha de clases,
determinan la acción de las masas.”5 No hay que olvidar que la masa, como clase
social, puede presentarse de dos modos distintos dependiendo del desarrollo
alcanzado, como clase en sí y clase para sí o sea, falto de consciencia política de
clase y con dicha consciencia adquirida, condición misma que le hará emprender
luchas ya no solo por intereses materiales, sino también por intereses políticos. El
problema de considerar a las clases sociales como motores de la historia se da
cuando recordamos que “no es una u otra clase social la que hace la historia sino,
por el contrario, es el proceso histórico el que instaura o elimina a las clases.”6
Por las consideraciones que se tienen para a) y para b) es que Pereyra opta
por hacer una revisión de las condiciones históricas de producción en las que se
encuentra inmerso el hombre para realizar su historia, por esto, completa la cita
del 18 Brumario, “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su
libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas
circunstancias con que se encuentran directamente […]” 7 . Estas circunstancias
que rodean al hombre, surgen como resultado del mismo proceso histórico, es
decir, no surgen de la nada, tienen su germen en la historia anterior pero, al
mismo tiempo, son germen para el cambio posterior; este ser germen no debe
entenderse como determinación, sino más bien a partir del hecho de que la
sociedad actual contiene en sí las posibilidades de las sociedades futuras. El ver
la historia como proceso supera tres barreras que, según algunos, posee la
historia y por las cuales no puede considerarse como ciencia:
[…] a) se opone al postulado metafísico implicado en la visión teleológica
[…], b) se enfrenta al planteamiento voluntarista […] porque la historia
tampoco es un desarrollo cuyo despliegue […] se deba a la voluntad libre
de quienes hacen la historia; c) elimina la aceptación ideológica de la
irremediable ininteligibilidad de la historia inherente a la idea de que esta es
una sucesión caótica de hechos […].

5 Ibíd. revisado el 8 de junio de 2016 a las 8:02 p.m.


6 Ibíd. revisado el 8 de junio de 2016 a las 8:41 p.m.
7 Ídem.

3
Mientras que si tomamos como punto de partida la visión de un proceso en la
historia, podemos explicarla desde un punto de vista científico porque puede
desentrañar la necesidad de la etapa posterior a otra.
Sobre esto último dice Pereyra:
Si el proceso es necesario en virtud de que el propio encadenamiento
complejo determina el devenir de ese proceso, no cabe plantear la
presencia de una subjetividad libre capaz de decidir por su propia voluntad
el curso a elegir. Quienes participan en el proceso […] pueden considerar
que existe una variedad de opciones y alternativas, cuya realización
dependerá del propio comportamiento, [sin embargo], el conocimiento
exhaustivo de tales determinaciones cancela esa ilusión. No existe una sola
situación histórica en la que habiendo podido desarrollarse el proceso en
uno u otro sentido, la direccionalidad realizada haya dependido de la
azarosa intervención de una subjetividad libre.8
Pereyra reconoce que la historia no podría darse sin la actividad de los hombres
pero que esta actividad es una “actividad permitida” y determinada por la
coyuntura del momento.
Desde esta posición se da un rompimiento con la dicotomía sujeto/objeto y
se muestra como inexistente porque los dos son una unidad indisoluble. De aquí
surge el planteamiento de que la historia es un proceso sin sujeto, pues su objeto
de estudio es ella misma y el sujeto que sufre el cambio es ella misma también, es
decir, no hay tal división de objeto y sujeto porque la historia viene a ocupar el
lugar de ambos. De esta afirmación Pereyra deduce que entonces tampoco hay
diferencia entre las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas ya que
“Tanto unas como otras dependen del modo de desarrollo de las relaciones
sociales. Tanto unas como otras dependen durante un amplio período histórico de
las modalidades adquiridas por la lucha de clases.”9 Pero el planteamiento de la
historia es un proceso sin sujeto, no se limita a mostrar como aparentes las

8 Ibíd. revisado el 9 de junio de 2016 a la 1:30 p.m.


9 Ibíd. revisado el 9 de junio de 2016 a la 1:35 p.m.

4
dicotomías entre sujeto/objeto y condiciones objetivas/condiciones subjetivas, de
aquí surge también la afirmación de que:
el proceso es la única fuente de significaciones o, más claramente,
condición absoluta de posibilidad de las significaciones; indica además, que
es el propio proceso, es decir, el conjunto dinámico de relaciones sociales
el que determina la eficacia posible de esas significaciones.10
Pareciera entonces que se niega toda acción política, o mejor dicho, toda acción
que busque un cambio, aparente o radical, en las condiciones de vida, ya que si el
único posible de acción es el proceso histórico, y no existen los intereses
humanos, sus condiciones subjetivas, entonces somos simples viajeros en el tren
de la historia y no tenemos posibilidad de frenarlo o acelerarlo.
Para salvar esta anulación de la acción política se acepta la lucha que
encabecen los partidos políticos, se les acepta cierto papel dentro de la escena
histórica, pero este papel está determinado por “el estado de la lucha de clases”.
Por último, Carlos Pereyra dice que a fin de cuentas, si el hombre solo puede
actuar de una sola manera según las condiciones sociales, históricas,
económicas, etcétera, y es una, y sola una, la línea de la acción, entonces no hay
errores histórico. Todos y cada uno de los actos políticos del hombre se
encuentran justificados por que ese era el único modo de actuar que tenían.
Pasemos ahora a analizar las objeciones que Adolfo Sánchez Vázquez
tiene para este postulado de la historia es un proceso sin sujeto.
Tras hacer una valoración del libro como un medio para tomar el pulso del
marxismo naciente en México, dice Sánchez Vázquez que “la historia es en cada
momento un producto, un resultado, de un proceso con sujeto, o con sujetos” 11, y
que en este sentido es necesaria y correcta la pregunta que plantea Pereyra,
¿quiénes son esos sujeto productores? ¿Se trata únicamente de productores o
debemos ver las condiciones de esos productores?

10 Ibíd. revisado el 9 de junio de 2016 a las 2:40 p.m.


11 Sánchez Vázquez, Adolfo, Sobre el sujeto de la historia, revisado en
https://es.scribd.com/doc/108857231/EL-Sujeto-de-La-Historia-Carlos-Pereyra el
11 de junio de 2016 a las 10:01 a.m.

5
En la solución que Pereyra da a estas preguntas vimos que parte de la
unidad indisoluble entre sujeto y objeto; postulado que debe seguir para no caer
en las dos posibles abstracciones del problema, es decir, o abstraer al sujeto de
todas sus condiciones objetivas y darle libre arbitrio en su comportamiento, o
abstraer todas las condiciones históricas olvidando al sujeto, de tal modo que este
no tenga voz y voto en la decisión del curso posterior de su historia, “No se trata,
por tanto, para Pereyra de negar que hay sujetos y, por tanto, que actúan, sino de
afirmar que actúan necesariamente en una relación sujeto-objeto.” 12 Con este
postulado no se niega la tesis marxista de la que partió Pereyra: “los hombres
hacen la historia pero no la hacen a su libre arbitrio”, al contrario, se reafirma, ya
que “Resulta entonces […] que esas condiciones o circunstancias producen a los
hombres que hacen la historia y que los hombres a su vez, producen esas
condiciones o circunstancias.”13
Sánchez Vázquez nota correctamente un problema que se presenta en el
texto de Pereyra. Es cierto que no podemos movernos únicamente en el plano
abstracto del sujeto cuando tratamos el problemas de la historia, simple y
sencillamente porque los actos históricos, como bien nota Pereyra, son realizados
por hombres concretos, hombres específicos o comunidades humanas específicas
que son sus acciones responden al momento histórico concreto que les toca vivir,
de un modo o de otro. “Con el sujeto hay que tener presente todo lo que existe
efectivamente. Y por ello Pereyra fija la atención en las relaciones sociales o
estructuras que existen con la misma realidad o en la misma realidad que el
sujeto” 14 , aunque es cierto que el sujeto es bien entendido por Pereyra es
importante hacer algunas menciones al respecto.
Durante el texto de Pereyra es visible la remarcación que hace en el hecho
de que la historia se presenta como unidad de sujeto y objeto, sin embargo es
también evidente que se recarga más en la importancia del objeto, es porque
Sánchez Vázquez dice que hay que preguntarse si Pereyra “[…], preocupado

12 Ibíd. revisado el 11 de junio de 2016 a las 10:13


13 Ibíd. revisado el 11 de junio de 2016 a las 10:32
14 Ibíd. revisado el 11 de junio de 2016 a las 2:38 p.m.

6
legítimamente por enfrentar al subjetivismo […] no borra en cierto modo la
distinción relativa de sujeto-objeto y acaba por caer en cierto objetivismo […].”15
Esta cuestión última se nota cuando Pereyra niega la diferencia entre condiciones
objetivas y condiciones subjetivas, misma que ya abordamos anteriormente, en la
que parece como si no fuese posible la capacidad selectiva de los agentes de la
historia, como si las condiciones subjetivas se limitaran a las condiciones
objetivas;
Pereyra sostiene con razón […] que la decisión u opción elegida [por el
sujeto] se halla determinada, ya que es resultado de la lectura que hace de
la situación objetiva, del “pasado” del agente y de influencias diversas. […]
Sin embargo […] no queda claro cuáles serían las mediaciones que
impedirían reducir la subjetividad a una parte de la situación objetiva,
salvando así al sujeto tanto del subjetivismo como del objetivismo.16

Y es que si dejamos esa delgada línea entre lo correcto y lo incorrecto, y lo


justo y los injusto, podemos caer en un problema de dimensiones morales
extraordinarias, por ejemplo, ¿cómo saber si el exterminio masivo que se realizó
en América tras su “descubrimiento” estaba determinado por la historia, de modo
tal que los españoles no tienen la culpa ya que solo respondían a un tipo de “plan
oculto de la naturaleza” o mejor dicho, de la historia?
Se trata de un problema crucial que merecería un tratamiento más amplio
ya que involucra el problema de la responsabilidad política y moral de los
agentes, y de modo especial de los dirigentes y gobernantes. […] Se trata
de la responsabilidad que contraen al decidir entre las opciones posibles ya
que la elección no se halla determinada, al menos directamente, por la
situación objetiva17.
Esta responsabilidad desaparece cuando ignoramos las condiciones subjetivas y
su relevancia en el plano histórico.

15 Ídem.
16 Ibíd. Revisado el 11 de junio de 2016 a las 2:54 p.m.
17 Ibíd. Revisado el 11 de junio de 2016 a las 3:19 p.m.

7
La solución a este problema último la da Sánchez Vázquez cuando dice:
A mi modo de ver, la respuesta hay que buscarla en la conexión entre el
desarrollo necesario de la realidad y los posibles engendrados por ella.
Antes hemos visto que agente decide entre varias opciones posibles, y en
esto radicaría su margen de libertad, libertad que no significa en modo
alguno escapar a la necesidad del desarrollo que engendra esos posibles.
La realidad […] no engendra directamente, la decisión a favor de una de la
opciones posibles. Por ello, hay que decir […] que la situación objetiva
determina las opciones posibles pero no la opción elegida.18
O sea que las condiciones subjetivas siguen jugando su papel elemental en el
desarrollo de la historia.
Hasta ahora he tratado de sintetizar la opinión de Pereyra respecto al sujeto
de la historia y la crítica de Sánchez Vázquez a la concepción dicha. Estamos
conscientes de limitantes reales que tenemos para poder realizar
satisfactoriamente el siguiente nivel de este trabajo, que es nuestra posición al
respecto de lo dicho, por ejemplo, que nos basamos en una versión resumida del
texto de Pereyra, hecho que hace que la explicación no sea tan amplia como en el
original y, al mismo tiempo, no nos permite ver en toda su amplitud el
razonamiento y argumentación en el texto, así como el hecho de que el discurso
de Sánchez Vázquez se da en la presentación del texto como libro y, por lo
mismo, no puede hacer una crítica tan abierta a las partes en las que choca con
Carlos Pereyra. Una vez hechas estas aclaraciones procederemos a dar nuestra
opinión al respecto.
De las dos opiniones que se presentan en este trabajo estamos de acuerdo
con la postura de Sánchez Vázquez, primero porque creemos que una unidad
entre el sujeto y el objeto, aún y cuando esta se da en todo momento, no quiere
decir que sea una unidad indiferenciada. Al contrario, si aceptáramos una unidad
de este tipo, tendríamos que aceptar forzosamente la supremacía de una parte
sobre la otra, ya que esa unidad indiferenciada olvida el funcionamiento de las dos
partes para el buen funcionamiento de la misma. Seríamos o completamente

18 Ibíd. Revisado el 11 de junio de 2016 a las 5:19 p.m.

8
subjetivos u objetivos pero no podríamos encontrarnos en el punto medio,
equilibrado y dialéctico de la misma. Y esto es lo que sucede con Pereyra.
Cuando manifiesta la indiferenciación entre condiciones objetivas y
condiciones subjetivas, determinando a estas últimas de acuerdo a las primeras,
se presenta una suerte de contradicción entre la actividad práctica-política y lo que
las condiciones materiales u objetivas pueden ofrecer al hombre. Pereyra trata de
salvar esta contradicción diciendo que eso no implica que la actividad política de
los partidos deba dejar de realizarse, ya que estos partidos juegan un papel
elemental en la transformación histórica, papel que se encuentra determinado por
el grado de desarrollo de la lucha de clases. Hasta este momento todo va bien, no
debemos perder de vista que toda tarea que se imponga un partido dentro del
corto, mediano o largo plazo, cae en el olvido o en la irrealización cuando no toma
en cuenta el momento determinado que le toca vivir, cuál es el grado de desarrollo
que han alcanzado los medios de producción y cómo ha repercutido este dentro
de la consciencia de las masas para que sea posible incitar a estas a un cambio
determinado, por ejemplo, si queremos que una comunidad se aparte por
completo de una nación tenemos que tomar en cuenta las capacidades de esa
comunidad para satisfacer las necesidades más elementales de su población,
satisfacción que pueda darse con la autoproducción o con la compra-venta, pero
además debemos ver si existen las condiciones subjetivas, es decir, si la gente se
encuentra dispuesta a hacer ese cambio, o si no está completamente dispuesta, al
grado de dar su vida por eso, pero no tiene inconvenientes mayores y,
dependiendo del resultado tanto de uno como de otro podemos decir qué es lo
más real a realizar de acuerdo al mismo. Estamos de acuerdo.
La cosa cambia cuando Pereyra comienza a hablar de que las condiciones
históricas determinan absolutamente las decisiones de los individuos, que las
decisiones no son tales porque ese era el único modo de actuar posible, cuando
afirma que solo en las cuestiones teóricas del cambio se puede hablar de errores
o de aciertos, de posibilidades, porque en la práctica hay uno y solo un modo de
actuar. Afirmaciones de este tipo nos hacen preguntarnos si realmente estamos
aceptando el papel de las condiciones subjetivas en el proceso histórico, si

9
realmente somos conscientes de lo que dice Marx en la Tesis VIII sobre
Feuerbach: “La vida social es esencialmente práctica”, aceptando que hay una
sociedad que actúa de acuerdo a ciertos fines. El accionar, creemos nosotros,
implica necesariamente una subjetividad que elija ese accionar, es una actividad
práctica destinada al cumplimiento de ciertos fines, mismos que no siempre se
cumplen, pero que se busca que sean cumplidos. Estos fines no tienen que ser
forzosamente revolucionarios. Accionar vendría a ser algo propio del hombre en
tanto que es la única criatura que se plantea fines conscientemente, que no se
deja llevar únicamente por el instinto.
Si tomáramos la cuestión como lo hace Pereyra, tendríamos que
preguntarnos, como bien hace ASV, si la detonación atómica de Hiroshima y
Nagasaki eran necesarias, si las invasiones que está sufriendo el pueblo árabe no
pueden ser incorrectas en tanto que no son decididas por alguien, y podríamos
seguirnos así, hay una larga lista de acciones condenables que pueden ser
justificadas a partir de una ausencia de responsabilidad del que tomó la decisión.
Sin embargo no debemos olvidar que la unidad diferenciada de objeto-sujeto
implica que hay un cambio en los dos sentidos, el sujeto cambia al objeto y el
objeto cambia al sujeto.
De acuerdo a todo lo último debemos decir que, a pesar de que las
intenciones de Pereyra no son las de negar la subjetividad en la historia
(recordemos que al principio de su texto dice que el proceso social “Está
constituido […] por actos individuales cuya realización es producto de decisiones
que se adoptan habitualmente” 19 ), cuando termina su exposición acepta la
ausencia de posibilidad electiva en el proceso.

19 Carlos Pereyra, El sujeto de la historia, consultado en


https://marxismocritico.files.wordpress.com/2012/06/pereyra.pdf, el 11 de junio de
2016 a las 9:00 p.m.

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Bibliografía

Carlos Pereyra, El sujeto de la historia, consultado en


https://marxismocritico.files.wordpress.com/2012/06/pereyra.pdf, el 11 de junio de
2016 a las 9:37 p.m.
Sánchez Vázquez, Adolfo, Sobre el sujeto de la historia, revisado en
https://es.scribd.com/doc/108857231/EL-Sujeto-de-La-Historia-Carlos-Pereyra el
11 de junio de 2016 a las 10:01 a.m.

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