Antes de entrar propiamente en el tema debemos explicar, aunque sea brevemente, qué es el puntillismo. El puntillismo es una técnica pictórica que consiste en el uso casi exclusivo, aunque en algunas ocasiones es exclusivo, de puntos para dar forma a lo que el pintor intenta representar. Esta técnica fue utilizada principalmente por el neoimpresionismo, escuela francesa de pintura que se surge después de los primeros precursores del impresionismo, Manet, Pisarro, Monet y Renoir, pero que es contemporánea de algunos seguidores de estos pintores, como Lautrec, Cézanne, Sisley, Degas, entre otros. Los principales exponentes de esta técnica son Georges Seurat (París, 2 de diciembre de 1859 – 29 de marzo de 1891) y Paul Signac (París, 11 de noviembre de 1863 – 15 de agosto de 1935), aunque algunos reconocen al primero como su fundador. El puntillismo se presenta como una técnica revolucionaria en todo sentido, primero porque rompe, al igual que el impresionismo, con el esquema de la representación mediante líneas y, después, porque va más allá de lo que el impresionismo había conseguido con la técnica de la pincelada, que en muchas ocasiones siguen siendo líneas aunque estas ya no estén tan definidas como las del canon de las escuelas anteriores. Sin embargo, la intención del que se conoce como su fundador no es el innovar solo por la innovación misma, hay una razón con más peso detrás. Seurat pensaba que el arte debía ser considerado como una ciencia; para él, lo que el arte debía hacer era representar con precisión matemática no solo la impresión que se recibía del exterior, también los colores y, más aún, las emociones que el artista sentía. El puntillismo es, precisamente, la forma de lograr esto, primero porque lo que vemos en el exterior no son líneas perfectamente definidas, desde su perspectiva lo que vemos mas bien son una suerte de interjecciones entre el un objeto y otro, y la mejor forma de plasmarlas en el lienzo es mediante puntos, que sirven para darle más vida al cuadro y para hacerlo lo más apegado a la realidad, lo más preciso. En segundo lugar, hay que decir que el puntillismo tiene una paleta de colores muy básica, nunca se encuentra en ella una combinación de los mismos, esa combinación se tiene que lograr a la hora en la que el artista acomoda los puntos en el lienzo, de tal manera que se dé la impresión de estar viendo otro color cuando en realidad solo son dos puntos, o más, superpuestos los que nos dan esa impresión. El último punto que hay que destacar para comprender la visión cientificista del arte que se encuentra tras el puntillismo, es la forma en la que se deben manejar las líneas y los puntos que se hagan. Seurat tenía la teoría de que la manera en la que pintaras determinaba la recepción que la pintura tendría, de tal modo que si pintabas hacia abajo, se lograba la impresión de tristeza y así sucesivamente. Hasta aquí hemos tratado de mostrar cuáles eran los motivos que movían a los seguidores del puntillismo para pintar de esa manera, sin embargo, no podemos cerrar esta colaboración sin antes decir que, a pesar de todas las críticas que pueda recibir un arte que pretenda guiar las representaciones de toda la gama de emociones que el ser humano es capaz de sentir en una ciencia, el puntillismo debe ser valorado como un medio de expresión que logró romper con todos los cánones de su época, haciendo con esto que las barreras artísticas de la humanidad se ampliaran, cosa nada despreciable.