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Universidad Nacional San Antonio Abad

del Cusco

Escuela Profesional de Arqueología

Curso – Iconografía prehispánica

LAS DEIDADES EN LA ICONOGRAFÍA


DE:
Sunchituyoc, Santamariana, Averías

Integrantes: - Alejandro J. Ortiz Luna (141855)

2017
INTRODUCIÓN

La finalidad de este trabajo consiste en el análisis de la iconografía de las


culturas del NOA: Sunchituyoc, Santamariana, Averías. El análisis consiste en
el estudio de las representaciones de las deidades, o si se quiere aquellos
animales cósmicos que poblaron su mitología. Como bien lo sabemos en los
andes de Sudamérica las culturas concebían el mundo de manera cíclica, sus
dioses eran los fenómenos naturales de los que no tenían una explicación
coherente, después de ellos los animales sagrados que tenían un lugar
protagónico en sus mitos y su concepción del mundo fue así que algunos de
ellos estaban relacionados a espacios sagrados, símbolo de poder o virilidad y
agua y la abundancia, algunos de ellos son: el puma (otorongo, felino), la
serpiente, el sapo, el ave (el suri, el búho, halcón) el zorro. Pues en el caso de
las culturas a analizar es el elemento ave quien cobra el mayor protagonismo
de conexión religiosa (cielo y tierra).
En la iconografía de estas sociedades es común denominador la presencia de
dos ave míticas, dioses atmosféricos y mensajeros del mundo de arriba como
son el búho, suri (Pterocnemia pennata), así como también el sapo, las serpientes
que serían considerados deidades menores, pero simbólicamente vinculados al
fenómenos de la tormenta y la lluvia. Se hablara de cada una de ellas.
Utilizaremos para el análisis bibliografía y trabajos anteriores en ámbito de
iconografía para comparar y analizar estas representaciones.
Quizá la representación de la Cruz sea lo más interesante a desarrollar puesto
que aparte de estar asociada temporal y espacialmente con el agua y la
atmósfera en estas zonas, se puede encontrar tanto en el arte de muchas otras
culturas en Sudamérica y Centroamérica, con ciertas analogías que aquí
también se explicaran. Esta concepción de la cruz como símbolo claramente
atmosférico esta incluso documentado en tiempos poscontacto en las zonas del
NOA, e incluso asociado y representado con algunos de estos dioses y deidades
menores.
La deidad Búho (Cultura Sunchituyoc-Cultura Averías)

En el caso de estas culturas, el


símbolo más representado, sería el
de la deidad búho un animal que
por la morfología de los dibujos en
los cuales resaltan en la cabeza
como unos cuernos, asociamos a
la especie llamada Bubo
virginianus, la zona que habita en
Argentina es la serranía del
Chaco-Santiagueña más al este,
lugar de ocupación cultural de
ambas culturas. A diferencia de
Santamariana cuya ocupación
cultural era en Catamarca,
Sunchituyoc y Averías están
ubicadas más al este, en Santiago
del Estero.

Lám. 1) Habitad de la especie del búho


real americano. (Fuente: BirdLife
International: Bubo virginianus. 2014)

Algunas características de este búho es que pertenece a la especie estrigiforme


de la familia de los búhos (Strigidae): Es nocturna, de plumaje rayado, aveces
llamado el búho real americano. Su habitad está representado por el área
naranja en la lámina 1.

Representaciones en la cultura Sunchituyoc:


400 años antes del desarrollo de la cultura Santamariana, ya aparece la urna
funeraria en Sunchituyoc, esta urna parece haber seguido un periodo de
desarrollo anterior, incluso desde mucho antes que Sunchituyoc, desde Aguada
(periodo medio), la urna aparece claramente relacionada al ámbito chamánico.
En Sunchituyoc adquiere un carácter más importante porque sus
representaciones no se parecen a otras en el NOA, la iconografía muestra,
dibujada sobre urnas, una deidad búho (ave mítica) única y siempre rediseñada.
Existen numerosas variaciones del ave mítica, revela un lúcido pensamiento
visual expresado con libertad creativa. Con simetría estática, de hierática
sacralidad, se muestra este dios-ave protector, develando el Ser del mito de
aquellos artistas. (C. Sondereguer, 2003) Estas son algunas representaciones de
la deidad búho o ave mítica:
Lám. 2) Habitad de la especie del búho real americano. (Fuente: BirdLife International:
Bubo virginianus. 2014)

La deidad búho es representada con una especie de cuernos que es igual a la


del bubo virginianus, por ejemplo en las alas tiende a variar las formas,
aparecen algunas formas de abstracción geométrica como elementos
escalonados, geometrismo en el arte altamente alcanzado por Averías pero que
sin duda también están presentes en Sunchituyoc, en tiempos pre-
transicionales. Los ojos también suelen representarse de manera diferente
algunas veces con puntos en medio a manera de pupila y otras veces en blanco,
esta deidad también se encuentra antropomorfizada en algunos casos. (lám. 3)
Lám. 3) La deidad Búho, algunos de los diseños más complejos se encuentran en urnas
funerarias, (arriba) El rayo y la metamorfosis del hombre y el búho. (Fuente: Manual de
Iconografía Precolombina, 2003, 2008. Iconografía y diseños indígenas Argentinos, 2006)

En una de las pocas representaciones antropomorfizadas del búho, a diferencia


de otras aparece con dos manos, y cuernos negros, pero al igual que todas está
en acción de vuelo, todas con elementos escalonados acompañando a la imagen
a manera de zigzag o combinada con la misma deidad por ejemplo en las alas.
Por su diseño estas representaciones parecen estar emprendiendo vuelo en la
oscuridad, ya que también solo vuela de noche, su naturaleza es nocturna.
Es de considerar que en su arte plástico la abstracción mental que debieron de
lograr estos artistas para representar el vuelo en la obscuridad es
impresionante.
Antes de entrar en detalle, el
vuelo de esta ave es muy
asombroso, es cazadora por
excelencia, solo vuela en la
noche, aunque en algunas
regiones de Norteamérica se
usó para la cetrería (cacería
con aves). No tenemos nada
en Sunchituyoc que nos haga
encontrar al menos una
analogía con esto. Pero aun
así debió de ser muy
importante como para poder
salir de noche a observarlo.

Lám. 4) El vuelo de un bubo


virginianus (Fuente: Nat Geo,
Sudamérica. 2001)
A raíz de esto tenemos elementos suficientes para interpretar al búho como
máxima deidad de la mitología Sunchituyoc, la cual creemos está ligada a un
culto de la obscuridad (noche) y el rayo como elemento de iniciación chamánica.
C. Sondereguer (2003) afirma que las deidades que están presentes en las urnas
de las culturas del NOA representan a la atmosfera, son animales mediadores
con la divinidad, en Sunchituyoc esta deidad aparece en urnas y elementos de
rituales funerarios que podría relacionarla al elemento de la atmosfera, como en
la cultura Santamariana los rituales funerarios evocaban a ciertas deidades
propiciatorias de agua, todas ellas asociada a aves, como por ejemplo el suri el
cual está asociado a la serpiente o el zigzag; en el caso de Sunchituyoc está
deidad también está asociada al zigzag y elementos serpentiformes, que
claramente como en las demás culturas del NOA son los símbolos del rayo.

A nivel de pucus o platos se representa también al búho, a partir de


biparticiones y cuatriparticiones de estos símbolos pero en esta época no se
tenía tanta vocación pictórica a la hora de hacer los diseños, más adelante en
el tiempo cuando Averías ocuparía también la zona de Santiago del Estero es
que se realizaran abstracciones geométricas más complejas, siendo
representado el búho ya no de manera explícita y natural sino a nivel geométrico
siendo visibles también las biparticiones y cuatriparticiones.

Lám. 5) Diseño iconográfico en plato o pucu


que muestra al ave mitificada o búho en
pares complementarios. (Fuente: Cesar
Sondereguer, Manual de Iconografía y su
análisis morfológico. 2002)

Cabe señalar que en la cultura


Sunchituyoc también se estaba dando
este fenómeno de abstracción en el
diseño, pero de una manera menos
desarrollada incipiente si se quiere.
(Lám. 6)

Lám. 6) Urna funeraria Sunchituyoc,


representando al búho y sus alas con
diseños geométricos escalonados. (Museo
Antropológico E. & D Wagner)
Representaciones en la cultura Averías:
Como ya se dijo en la cultura Averías la deidad búho siguió teniendo especial
significado mítico y lo rediseñaron con rasgos propios. Presentaron aves y
serpientes deificadas. Los ceramios de avería muestran una imaginería mítica
con singulares logros gráficos y cromáticos. Es la única de las culturas
norteñas, que muestra una incipiente vocación pictórica. Lograron abstractas
ideografías, metamorfoseando imágenes naturalistas de aves y serpientes, en
impoluta geometría lineal, textural y bicromática. Los diseños de esmerada
conceptualización, transmiten gran misticismo, efecto de la enorme Fe habida
y su alto nivel poético. (C. Sondereguer, 2003)

Lám. 7) El búho en la iconografía Averías, si bien los motivos son geométricos, los
animales están presentes. Se puede ver la diversidad geométrica de los diseños. (Diseño
Precolombino, 2008)

El búho algunas veces es representado con ojos formados por círculos


concéntricos y otras veces con los ojos cerrados. A diferencia de Sunchituyoc el
ave mítica no fue pintada en urnas y estas existían pero su producción era
mínima.
El Suri: (Cultura Santamariana)

En el caso de la cultura Santamariana


o Santa María el ñandú de Darwuin
(Pterocnemia pennata) conocido como
suri es el ser mitológico que ocupa casi
todas las representaciones en el arte
de Santamariana, en mayor número
claro está en las famosas urnas
funerarias en el arte cerámico de dicha
cultura, aquí tenemos algunas
representaciones:

Lám. 8) El suri en la iconografía Santamariana (Fuente: La geometría en la Argentina


Indígenas, 2000; Manual de Iconografía Precolombina, 2003 – Diseño Precolombino, 2008)
Esta ave corredora es representada con solo una pierna como si estuviera
parada o con dos si estuviera en movimiento, además con el pico alargado o
unido a una serpiente en zigzag, las plumas del lomo se denotan más en algunas
imágenes, dentro del espacio del lomo y el pecho se pintaron motivos
geométricos, bandas de color, puntos. En otras representaciones el suri es
pintado de negro o y en la parte del lomo algunas veces pintado de negro o
blanco aparece una cruz escalonada al medio, en estas también la serpiente
sale del pico del ave:

Lám. 9) La cruz representada en la iconografía de las urnas funerarias y discos metálicos


de la cultura Santamariana o Santa María. (Fuente: La geometría en la Argentina
Indígenas, 2000; Manual de Iconografía Precolombina, 2003 – Diseño Precolombino, 2008)

En la lámina 2 el suri no está representado como en la lámina 1 con símbolos


geométricos como bandas y puntos, sino que parece fusionarse con otro símbolo
el de la cruz escalonada, en algunas representaciones la cruz se denota más en
el centro. Estas representaciones cobran un doble valor simbólico y se
diferencian de las anteriores. En estas urnas funerarias de dos y tres cuerpos,
en ellas como ya decíamos está muy representado el suri, las cruces, signos
escalonados, lo que parece ser también las huellas de estas aves. (César
Sondereguer, 2003). Pero en estas urnas está representado algo más, un
personaje a nivel escultórico en toda la urna, el cuerpo inferior de la urna
representa el cuerpo del personaje en algunos casos con brazos. Y la cabeza o
cuellos es donde se puede ver el rostro, los ojos formados por dos
representaciones del suri con el pico alargado, o mejor dicho por la abstracción
del ave-mítica que llora, debajo se representa una boca. (Lám. 3)
Lám. 10) Urnas funerarias para bebés con simbología cósmica. (Manual de
Iconografía Precolombina, Cesar Sondereguer. 2003)
En estas urnas los los signos dibujados son metonimias. En el cuerpo:
serpientes geometrizadas En el cuello: abstracción del ave mítica con lágrimas
y dos suris --ñandú—con sendas cruces en sus cuerpos.
Arriba derecha. En el cuerpo: abajo, serpiente. Dos dameros, Dos manitos
sosteniendo un puquito –platito. En el cuello: signo serpiente; signo de la huella
del suri; serpiente y el ave mítica. Abajo derecha. En el cuerpo: cruces y manos.
En el cuello: serpientes geometrizadas y ave mítica llorando.

Si nos fijamos nuevamente en la urna aparece un personaje que está


conformado por símbolos geométricos y animales míticos como el caso del suri
pero además en una cerámica escultórica se le representa incluso con las
mismas orejas. En la mayoría solo parece una abstracción del mismo.

Los pueblos americanos han adorado a las aves como seres que viven en el aire,
en la atmósfera, por lo que han incluido a muchos pájaros en la categoría de
dioses atmosféricos y mensajeros del mundo de arriba. Es frecuente la analogía
establecida entre ave y nube, la que para los pueblos nativos se constituían en
hechos reales y no simple coincidencias. En los valles áridos del NOA el suri
(Pterocnemia pennata) es “el pájaro de la tormenta o la nube, que lleva el agua
en su seno y cuyo pico lanza el rayo” (Quiroga, 1942: 146), lo que ha quedado
refl ejado en la iconografía arqueológica, en los mitos y en el folclore. Hasta el
día de hoy el suri es el anunciador de la lluvia. Esta relación no parece casual
y debe buscarse sin dudas en la etología de este animal. La estación húmeda en
el Noroeste Argentino coincide con su período reproductivo, lo que genera
cambios en el comportamiento que son observados por la gente que le atribuye
por asociación el poder de llamar a la lluvia (Gustavo Namen, comunicación
personal, 2008). Un hecho interesante lo constituye el hallazgo de restos de
huevos de suri colocados sobre “urnas” funerarias típicas del Período Tardío del
NOA a modo de ofrendas. Numerosos contextos excavados de este tipo han
puesto en evidencia esta práctica a tal punto que el hallazgo de los mismos se
ha transformado en un indicador confiable para establecer cronología relativa
para el área (Andrés Izeta, 2008).
Durante el Período Tardío y hasta tiempos históricos es conocida la utilización
de plumas de aves y “varillas emplumadas” en ceremonias y ritos asociados a
la lluvia, el trueno y el rayo. Como la parte representa al todo, la utilización de
varillas con plumas se utilizaba como alusión a las nubes que traen la lluvia.
Así las plumas eran tenidas como efi caces amuletos para la protección de las
cosechas y contra la seca, la piedra y el granizo. Guarda relación con estas
creencias la conocida “Fiesta del Chiqui” que se realizaba hasta tiempos
históricos para conjurar la seca cuando esta se hacía prolongada en los valles
áridos del NOA. Esta festividad guarda claras reminiscencia con un antiguo
ritual prehispánico asociado a las deidades propiciatorias de la lluvia. En ella
se sacrificaban animales, “excepto el suri”, en reemplazo de víctimas humanas
mientras se batían latas a modo de “campanas” para llamar al trueno por
simpatía. Así el ave para los antiguos habitantes de Santamariana el ave mítica
o suri era la deidad mediadora con el hanan pacha y tenía como facultad el de
llamar a la lluvia y al rayo.
También en el caso de las urnas el personaje representado sería el chamán o
aquel sacerdote encargado del culto, a juzgar por las orejas en algunas
representaciones escultóricas. (Lám. 10) y los elementos o animales que lo
acompañan y constituyen se podría interpretar como la consustanciación entre
lo animal y lo humano en una metamorfosis, donde el chamán asume la
naturaleza del animal o deidad mitológica para poder comunicarse con los
dioses del mundo atmosférico.
El Sapo: (Cultura Sunchituyoc, Santamariana, Averías)

Lám 11) El sapo o batracio símbolo de lo acuático se encuentra muy en relación con el
símbolo de la cruz, pero representando tanto en Sunchituyoc, Santamariana y Averías,
(Fuente: Diseño Precolombino, 2008) El sapo de la cultura Tafi (Flechas) (periodo
temprano) (Fuente: Diseño Precolombino, C. Sondereguer. 2008)

El batracio ocupo un modesto lugar en la iconografía de estas culturas y de


otras anteriormente en el tiempo, algunas veces con cabeza triangular y dientes,
otras con el símbolo de la cruz escalonada, al igual que en las representaciones
del suri cobra un doble valor simbólico, si bien en Santamariana aparece de
manera más explícita y numerosa, se vino representando desde el formativo con
el símbolo de la cruz en su cuerpo por ejemplo en la iconografía de la cultura
Tafi. (Lám. 11)

En el NOA, como en otras regiones de la Argentina y de América, el sapo aparece


íntimamente vinculado al fenómeno de la lluvia y se le atribuye la virtud de
hacer llover por acción propia, atrayendo bajo ciertas circunstancias a las
nubes. El sapo es seguramente uno de los símbolos con que se representa a los
fenómenos de la tormenta, la lluvia misma o la piedra o granizo por ser sólidos
(Quiroga, 1942: 229). Aparece con relativa abundancia en la iconografía tanto
de los pueblos del Período Formativo como en los del Tardío, aunque la forma
en que se lo representa varía considerablemente para un momento y para otro.
Así, es frecuente encontrarlo modelado en forma de apéndices plásticos –en
forma más o menos naturalista– adosados a recipientes de cerámica, o
formando piezas completas como vasos o pequeñas vasijas en culturas como
Candelaria o Aguada. Es común en Candelaria encontrarlo modelado en bordes
de recipientes en una postura que parecería indicar que el mismo desearía
introducirse en su interior o que aquél debería ser llenado con agua. Durante el
Tardío, en cambio, se encuentra representado en forma más abstracta con un
alto grado de convencionalismo formal y compartiendo atributos con las
serpientes, principalmente, pero también con suris. Generalmente se halla
pintado y ocupando campos completos en la decoración o compartiéndolos con
otros signos considerados atmosféricos en urnas y pucos. Al igual que en el caso
del suri, es común encontrarlo con cruces pintadas sobre su lomo, lo que
refuerza la idea de su carácter acuático y lo vincula además a prácticas y
ceremonias destinadas a hacer llover o conjurar el granizo en las que es utilizado
conjuntamente con la cruz hasta la actualidad.
Así, “cuando en Calchaquí la seca se prolonga y la naturaleza comienza a
languidecer bajo la acción enervante del calor, remuévense las piedras
contiguas a las vertientes y manantiales y no bien se da con un sapo debajo de
ellas, tómase al animal (…) y se le estaquea en el suelo, con el vientre abultado
para arriba, a fin de que le abrase el sol canicular, castigándosele con un gajo
de ortiga o rupachico a fin de que precipite el cambio meteorológico. Entonces
es cuando se dice que el fetiche crucificado y castigado implora el auxilio de las
nubes, produciéndose la lluvia, con la que ya obtiene su liberación” (Quiroga,
1942: 222-223).

La cruz: (Cultura Sunchituyoc, Santamariana, Averías)


En la iconografía de las culturas del NOA es común denominador la
representación de la cruz, este símbolo se le puede encontrar desde el formativo
(Cultura Tafi), y medio (Aguada) en otras culturas siempre asociadas a aves,
serpientes y batracios. Es uno de los símbolos más recurrentes temporal y
espacialmente asociados al agua y a la atmósfera. Su utilización como símbolo
ligado a estos elementos en el continente americano es bien conocida y se
encuentra relacionado a deidades como Quetzalcoatl, Tláloc, Atticci, Viracocha,
Huayrapuca, Gucumaz, Ahulneb, Huracán, Cuculcán y Catequil, entre otros,
ya sea como su atributo, emblema o símbolo de la divinidad misma. Este
símbolo ha tenido una serie de significados en diferentes partes del continente,
dependiendo del pueblo y del momento; no obstante el común denominador ha
sido su vínculo al elemento agua. En América Central fue insignia de los dioses
del aire y figuró como un emblema acuático, representaba a las nubes que
traían a la lluvia. Símbolo acuático para los pueblos Aymaras, se volvió
astrolátrico cuando dominó lo Inca; transformándose en símbolo atmosférico
combinado de doble valor acuático y luminoso. La cruz, en términos
arqueológicos, puede denominarse símbolo atmosférico, emblema de las nubes,
de los vientos y de los fenómenos meteorológicos producidos por la acción del
sol que producen lluvia. La cruz aparece portada por los dioses del aire y los
mitos de la atmósfera, llevándola como cetro, emblema, insignia o adorno en
sus manos, pecho o en sus flotantes y sutiles vestiduras (Quiroga, 1942 cit por
Gonzáles y Carla).
En el NOA la cruz constituye un emblema sintético o símbolo figurativo de los
fenómenos atmosféricos que producen la lluvia. Este símbolo aparece
representado con gran recurrencia para culturas del Período Tardío del Noroeste
Argentino, principalmente en la alfarería funeraria de las culturas
prehispánicas del Valle de Santa María (Lám. 8). Las urnas funerarias pueden
interpretarse como una representación simbólica de la tormenta o tempestad
con todos sus atributos, donde la cruz se encuentra representada junto a otros
símbolos acuáticos y atmosféricos reafirmando su significado. Un caso
interesante de la vigencia de estos significados para tiempos pos-contacto es el
de las cruces colocadas sobre pirguas o trojes para el almacenamiento de las
cosechas y que han sido documentadas para numerosos lugares de los valles
del NOA. En este caso, las cruces se encontrarían sustituyendo a los menhires
prehispánicos como símbolos protectores de las cosechas y como elemento
propiciatorio de la lluvia. Dicho de otro modo, la cruz sobre las pirguas equivalía
a un amuleto protector confundiéndose en el espíritu del poblador el valor
cristiano con el valor pagano del símbolo (Quiroga, 1942).
La interpretación de la cruz relacionado también al principio de bipartición y
cuatripartición, en todas las culturas aparece ya sea de manera escalonada o
simple por la unión de dos bandas. Un símbolo no solo terrenal sino atmosférico
puesto que para algunos su equivalente estelar es la constelación de la cruz del
sur que también anuncia periodos de siembra a inicios de agosto, como de la
temporada seca.

Lám. 12) La cruz representada en la cultura Santamariana o Santa María. (de Iconografía
Precolombina, 2003 – Diseño Precolombino, 2008)
Lám.13) La cruz en la iconografía de la cultura
Aguada. (Fuente: La geometría en la argentina
indígena, Oscar Sardella)

Conclusiones:

Las aves míticas como el suri y el búho ocupaban un lugar importante dentro
de la cosmovisión y la mitología del NOA ambas deidades fueron consideradas
propiciatorias de lluvias, la atmosfera y fenómenos metereológicos.
Como en toda la simbología prehispánica del NOA que viene siendo estudiada
desde el siglo pasado, la metamorfosis en animales míticos viene siendo
representada y está considerada como principio cosmogónico de equilibrio y
comunión con lo natural aparte de ser relacionado como en algunos casos con
la ingestión de sustancias alucinógenas que no son ajenas a las prácticas
culturales de Sunchituyoc y Santamariana.
La cruz es el símbolo atmosférico relacionado al elemento agua y tormenta, y
está presente casi en cada cultura y periodo de desarrollo cultura que abarca
desde el formativo (lám. 11), pasando por el medio (lám. 13) hasta el tardío. (lám.
12)

El sapo y la serpiente son considerados deidades menores pero siempre como


símbolo del poder de atraer el agua.
BIBLIOGRAFÍA

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del Noroeste Argentino y su relación con los cambios paleoambientales. Anales
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– UBA. 2003

- Sondereguer, César. Diseño Precolombino: Catálogo de Iconografía. 1° Ed.


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- Taboada, Constanza; Angiorama, Carlos I.; Leiton, Diego M. y López Campeny
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- Wagner, Emilion y Duncan. La Civilización Chaco Santiagueña y sus


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