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Prólogo
Una gota de lluvia cae del cielo y golpea contra el vidrio de la ventana, no con mucha
fuerza, más bien velocidad que provoca que se deslice con un zigzag hasta la parte inferior
del marco de la ventana, para perderse en el minúsculo charco de agua que se ha formado
por el desgaste de la piedra del balcón.
Otra gota de lluvia cae igualmente y recorre el mismo camino a mayor velocidad, gracias a
su hermana que ha marcado el sendero; pero, en un último instante, se separa y termina
centímetros alejada de la primera.
Así, una a una de las gotas de la lluvia va empapando el vidrio hasta que ya es imposible
ver lo que hay en el exterior; solo está la imagen borrosa, como un sueño mal recordado de
un paisaje de tonos secos y fríos, típicos de un jardín que despide con la última lluvia al
otoño para prepararse al próximo invierno.
Por la débil luz que llega de la lámpara de la mesa es que el reflejo de Alicia le devuelve
una mirada triste y pensativa. Siguiendo autómata el ritmo suicida de las gotas contra la
ventana, hábito ya formado con el paso del tiempo a causa del tedio y aburrimiento
desesperado de no querer pensar más en una idea aterradora, pero cruelmente cierta sobre
su futuro que se aplasta como un viejo big crunch universal. Tiempo y espacio ya no
importan más, pues el tiempo ya se ha agotado y el espacio de una gran mansión es
asfixiantemente pequeño para un alma de niña que no halla salida.
Ni siquiera se ha cambiado de ese pijama blanca con un moño rosa pálido adornando su
cuello. No existe más ánimo para vestir los caros ropajes que cuelgan en el enorme armario
de su pomposa habitación a media luz. Tampoco sería una buena idea, pues un cuerpo
delgado por la enfermedad no luciría algo que fue confeccionado para niñas sanas...
…lo mismo que los moños, aretes, pulseras y demás accesorios que se apilan hasta
desbordarse de sus cajitas de porcelana y plata…
-"Alicia –escuchó una voz llamarle-, está haciendo frío. ¿Quieres que te sirva algo de
chocolate caliente?"
Los ojos rojos y apagados de la aludida abandonaron la ventana y sus gotas de lluvia para
dirigirse hacia una niña, que aunque no estuviese hecha de cristal, sí podía devolverle su
propio reflejo también.
Sonrió apenas.
Alicia tomó la tacita que le era ofrecida por la niña de los cabellos rubios y observó cómo
poco a poco el líquido humeante iba espantando el frío de sus manos.
-"Tienes que cuidarte más, Ali –comentó gentilmente, sentándose a un lado suyo-. A
nuestra madre no le gustaría verte enferma."
Un asentimiento.
¿Pero qué hacía que Fate y Alicia fueran realmente dos personas distintas?
Su vida. Literalmente.
Su vida.
Una misma sangre que corría por dos ríos distintos, y así como cauces diferentes llevaba los
pensamientos en otras direcciones. Y es que si bien en uno la enfermedad hacía que el vigor
y las esperanzas fueran destilándose como vino que lleva demasiada agua, el otro cobraba
cada día mayor fuerza y luz, como una estrella nueva que ansía iluminar el espacio oscuro
con su brillo voraz, sin dejar un espacio a la oscuridad de la depresión.
Depresión que consumía a Alicia. Como un bicho ponzoñoso que absorbe la sangre de su
víctima día tras día hasta que ya no queda más, así la tristeza llenaba los ojos de la pequeña
cuya agonía no era ver su reflejo enfermo y decaído, sino mirarse en los de Fate y ser
testigo silenciosa de cómo en esos ojos, comenzaba a llover al verla a ella sufriendo.
Pero no era el dolor de la agonía filial lo que pesaba más en el corazón de la pequeña, sino
el odio encarnizado de saberse inútil ante la magia poderosa de su hermana, a quien era
incapaz de escudar y proteger como tanto añoraba hacerlo.
Cierto que Fate era fuerte, pero Alicia sabía que ella misma estaba siendo su perdición.
Estaba arrastrándola consigo…
No.
Porque Fate era lo único que valía la pena en ti, era la única parte tuya que desprendía
calidez y dulzura. Aquella que estabas perdiendo desde hace mucho…
La aludida sonrió con gentileza y recostó sus brazos sobre la mesa, acercándose a la rubia
más baja, quien acarició su cabeza mansamente.
-"Al, ya no soy una niña" –gimió dulcemente, haciendo la intención de su queja fallar
completamente.
-"Quizá, yo…"
Un relámpago brilló por la ventana mientras Alicia le daba la espalda a Fate. No quería ver
su respuesta, que ya bien conocía. Ese juego maldito que tenían hace tanto. Ese 'te quiero-te
odio' que las encadenaba una a la otra como el mar con la Luna. Moviéndose siempre
expectantes a la reacción de la otra, como si toda su vida dependiera de ello.
-"Ja, bueno… Ali –la llamó-, ¿quieres que te ayude a vestirte?" –dijo Fate más calmada.
Y hermosas.
Fate se giró hacia la pequeña, quien rodó sus ojos de forma cómica al ver la elección del
vestido, levantando sus brazos para ser despojada de su pijama y quedar en interiores.
Alicia cerró sus ojos al sentir las suaves manos de su hermana correr por sus brazos y
costados, al ir acomodando el caro vestido.
Se preguntó si acaso las manos de Fate eran así de cálidas todo el tiempo o sólo eran así
con ella. Sonrió.
Sonrió al decirse a sí misma que ese tipo de toque no era algo que una Testarossa repartiera,
claro que no. Era algo especial, y saberse especial para Fate, hacía olvidar a la pequeña
Alicia sus decaídas.
-"¿Qué te parece?" –preguntó, guiándola hacia el enorme espejo que yacía de pie dentro de
la habitación que compartían.
-"No pienses en mí –se acercó por detrás, apoyando ambas manos sobre los hombros de su
hermana-. Mira, te ves bonita ¿no crees?"
-"¿Podemos cambiar el tema?" –suspiró con tristeza.
Antes de que la menor pudiera decir algo, el sonido del abrir y cerrar de una puerta llamó la
atención de ambas. Una suave y dulce voz las llamó, por el umbral de la puerta abierta se
asomaba una mujer de sedosos cabellos negros.
Sus pupilas violetas se entrecerraron con cariño al verlas allí, juntas. Inseparables como
siempre habían sido.
-"Fate, Alicia… -soltó con ternura-… vengan. Dentro de poco comenzarán las clases y
quiero charlar con ustedes."
-"Arf –llamó sutilmente, poniendo al pequeño cachorro sobre su regazo-, ¿cómo has
estado?"
El perrito ladró de nuevo, siendo recibido por unas afectuosas palmaditas en su peluda
cabecita roja por parte de Alicia, mientras Fate se encargaba de mantenerle abrazada a ella.
-"Encontré un lugar muy confortable para ambas –sus hijas prestaron atención-, está
ubicado en la ciudad de Uminari, en Japón. Hace un clima cálido –enfatizó, volteando a
mirar como el viento vapuleaba las ramas de los árboles a través de la ventana-, creo que
les gustará."
-"Madre –intervino Fate con voz preocupada-, pero, ¿qué hay de Alicia? No podemos
arriesgarnos…"
-"Estoy bien –la interrumpió-, estoy bien, Fate. Puedo cuidarme a mí misma –se dirigió
hacia su madre-, ¿cuándo debemos partir?"
-"Las clases comenzarán en unos días, así que nos iremos mañana."
Sí, era cierto. Los hilos de su destino que les permitían maniobrar estaban prolijamente
entrelazados, cada pequeña intersección y cada escrupulosa vuelta en espiral formaban una
red de sentimientos y acciones inminentes. Poderosos.
Completos.
Se complementaban a sí mismas. Y porque una precisaba de la otra para poder tener cuerda
y lograr moverse en una danza corta y efímera de felicidad, donde todo parecía ser perfecto,
Alicia lo supo.
And I'm still waiting for the rain to fall – Y todavía espero la lluvia caer,
Pour real life down on me – Derramando la verdadera vida en mí,
'Cause I can't hold on to anything – Porque no puedo sostenerme a nada
This good enough – Que sea tan bueno como esto.
Am I good enough for you to love me too? - ¿Soy lo suficientemente buena para que me
ames también?
So take care what you ask of me – Así que ten cuidado con lo que me pidas,
'cause I can't say no – Porque no te puedo decir no...
Why are we, strangers when - ¿Por qué somos, unas desconocidas? Cuando
Why carry on without me? - ¿Por qué continuar adelante sin mí?...
Capítulo I
Celos
Difícil de creer…
Uminari, Japón.
Era verdad, el clima allí era más amigable que el que se podía ver y respirar en el Jardín del
Tiempo.
Alicia miraba sin muchas ganas las calles, donde en su mayoría, se observaban estudiantes
que caminaban aprisa hacia sus escuelas. Miró su canela uniforme marinerito,
preguntándose qué tan ridícula se vería andando en la calle así. No tardó mucho en obtener
su respuesta, cuando en una vuelta de esquina pudo ver a un grupo nutrido de estudiantes
con el mismo traje.
Probablemente estaba igual o más hastiada que ella, pensó. Sin embargo, el conjunto café
símbolo de su escuela, delineaba delicadamente las preciosas facciones de su hermana.
Seguro que los demás podían verse ridículos, y hasta ella misma tal vez, pero Fate se veía
elegante. La elegancia que siempre acompañaba a su joven gemela…
-"Cuídense mucho, ¿de acuerdo?" –dijo Precia, deteniendo el auto frente a la entrada.
Bajaron en silencio y así entraron. Las estudiantes platicaban muy animadas sobre las
actividades escolares mientras intercambiaban números telefónicos y correos electrónicos, a
la par que presumían sus nuevos muñecos de peluche que colgaban de sus mochilas al
hombro.
-"Qué simples."
Qué falsas…
Alicia aspiró el aire fresco de la mañana, antes de colgarse una sonrisa al rostro y caminar
como si fuera otra chica más del instituto. ¿Y qué más quedaba?
No quería estar ahí, por supuesto que no. No quería ver rostros de personas que le tuvieran
lástima, no quería que le dijeran que era débil. Que no debía estar allí…
-"Alicia…"
Eran las hermanas Testarossa. No en vano, hijas de Precia. Obtener un típico muñequito de
peluche no estaba en su agenda ni mucho menos.
-"Maestra, ¿podría decirnos en dónde está la oficina del Director?" –preguntó cortés Alicia
a una profesora que pasaba por ahí.
-"Oh, claro. Síganme. ¿Son las nuevas estudiantes, verdad? Am… Tes…"
-"Testarossa, sí."
Luego de ser formalmente presentadas y registradas en la oficina del Director del plantel,
las condujeron hacia su salón, que ya estaba entrando en sesión. Al abrirse la puerta, de
inmediato todas las chicas se pusieron de pie al ver a la prefecta que guiaba a las hermanas.
-"Profesora… quiero presentarle a sus nuevas alumnas. ¿Niñas?" –se dirigió a ambas
rubias.
Varios pares de ojos se posaron expectantes en las recién llegadas. Alicia, por instinto,
tomó la mano de Fate, que a su vez le correspondió con un apretón mientras ingresaban al
lugar. La profesora les saludó con una reverencia formal antes de dirigirse a su grupo.
-"Me llamo Alicia Testarossa. Muy buenos días a todos" –aparentó una amable sonrisa.
-"¡Buenos días!" –respondió el grupo en coro.
Tanto alboroto por nada, pensó. Ahora fue el turno de su hermana, que rápida y cortante
como siempre, se presentó.
El apretón en su mano le dijo a Alicia lo mucho que estresaba a su linda hermana esta clase
de situaciones. Claro que, Fate nunca había sido tan buena como ella –que no es que lo
fuera tanto- para lidiar con las personas.
Pero era más fácil para la mayor fingir sonrisas felices y engañar a medio mundo. Ya estaba
acostumbrada, porque la gente como ellas, habían sido hechas para admirar de lejos.
-"Las hermanas Testarossa son extranjeras, así que debemos mostrarles nuestra forma de
vida y cultura como buenas anfitrionas. Espero que pronto hagan muchas amigas, de lo cual
sé que se encargará la señorita Takamachi, ¿no es así?"
Ambas chicas entonces, posaron sus ojos en una niña en el medio del salón que se puso de
pie, sonriendo y saludando al estilo occidental, alto y torpe.
-"Pueden tomar asiento, chicas. De hecho, me parece que hay dos pupitres libres al lado de
la señorita Yagami."
Las sonrisas les siguieron en su corto trayecto a sus asientos. Fate iba seria, y más a causa
de la chica Takamachi, quien sonreía feliz de ser la embajadora de su grupo –cosa que se
notaba hacía a menudo-, mientras que Alicia estaba un poco más a gusto. Aunque si bien
eran jovencitas ordinarias, al menos ese ambiente le daba en qué distraerse.
-"Mucho gusto, Alicia-san –le dijo una voz tranquila y dulce, que atrajo su atención de
inmediato-. Yo soy Hayate…"
-"Um, gracias…"
-"Alicia, toma este asiento –casi rugió la voz de Fate, señalando el pupitre más distante de
Hayate- Estarás más cómoda allí."
Luego de un fugaz pero intenso intercambio de miradas, la pequeña rubia tomó el asiento
que su hermana le indicara, riendo para sus adentros. Fate había caído en el ya obviado
juego de los celos involuntarios, y como siempre, sin darse cuenta.
Una vez que las hermanas estuvieron sentadas y con sus cuadernos listos, la docente
continuó con su clase. Alicia se dio la oportunidad de mirar de reojo a su gemela, que tenía
clavada su dura mirada en el pizarrón.
-"Um… -titubeó un poco-… ustedes son unas lindas hermanas gemelas" –le interrumpió de
nuevo otra voz, la jovencita Takamachi era esta vez la responsable.
Fate había cometido un error de estrategia, error por el cual ahora quería darse un fuerte
golpe. Sus celos arrebatados habían mandado a su pobre e indefensa hermanita a sentarse
nada más y nada menos que al lado de Miss Simpatía.
-"Sí… gracias."
-"Lo sé, es que Fate hace mucho ejercicio –intervino al rescate de su hermana- Yo soy más
perezosa."
-"Soy una niña muy flaca y algo torpe –susurró con un ligero tono que su nueva compañera
no pudo identificar-, pero no me hagas caso" –y sonrió falsamente.
-"¡Oh, no! ¡No! –repitió rápido- Eres bonita y… y nadie es torpe, no… ¿quién te dijo que
eras torpe? Si alguien te insultó aquí en la escuela yo…"
Alicia rió sin advertirlo. La niña pelirroja era toda una monada.
-"Ahh… mira, qué bonita sonrisa que tienes" –le guiñó un ojo la otra, antes de volverse
riendo a su cuaderno.
La pequeña rubia se quedó estática. ¿Sonrisa? Miró su reflejo en el vidrio de los ventanales
para descubrirse sonriendo. Una sonrisa que hacía tanto que no se descubría. Momento…
¡No era falsa! ¡¿En qué instante su sonrisa dejó de ser falsa?
Apenas iban a la mitad de su día cuando Hayate Yagami mordió la goma de su lápiz,
ferozmente decidida a lograr intercambiar unas cuantas palabras –por muy pocas que
fuesen- con la linda rubia sentada al lado de Nanoha Takamachi.
Cosa que ya hubiese conseguido de no ser por un par de ojos borgoña que la observaban
fieramente. Hayate sonrió con diversión.
Dejó de reclinarse sobre su paleta para recostarse en el respaldo del pupitre, estirando
ambas manos y simulando un pequeño bostezo. Y, claro, accidentalmente, dejando caer su
lápiz cerca de los pies de Alicia Testarossa.
Accidentalmente, claro.
-"Um, veamos –la profesora acomodó sus lentes mientras revisaba la lista de los alumnos-.
Fate Testarossa, ¿puedes venir al frente y resolver el problema?"
Fate se levantó sin decir nada, dirigiéndose hacia el pizarrón y tomando el gis blanco,
empezando a garabatear letras y números.
-"Tsk, oye… -susurró, logrando captar la atención de su objetivo-… oye, preciosa Alicia-
san, ¿me puedes pasar mi lápiz?" –pidió colocando una mano al lado de su boca, tratando
de aminorar su voz.
Alicia miró hacia donde el dedo de la castaña señalaba, y allí, justo a sus pies, estaba el
lápiz que Hayate había perdido. Así que se inclinó un poco hacia abajo y lo sujetó entre sus
dedos, alargándoselo después a su dueña.
Hayate sonrió ampliamente y le guiñó un ojo. Alicia, de repente, se sintió sorprendida por
aquella acción, de nuevo.
¡STAMP!
Hayate saltó sobre su silla del susto al escuchar un golpe contra la paleta de la silla a su
lado. Cuando volteó, las pupilas escarlata de Fate la estaban fulminando mientras sus
manos parecían querer quebrar en pedazos su pobre mesa.
La menor tan sólo bufó y se sentó, ignorando las miradas curiosas del resto de la clase en
ella.
Alicia tan sólo regresó su atención a la clase, al contrario de su hermana, ella no gustaba de
espectáculos públicos. Estuviera consciente o inconsciente de estarlos llevando a cabo…
-"Ne, creo que no le agradamos mucho a Fate-san…" –le susurró Nanoha, recostándose en
su paleta para poder acercarse a su nueva amiga.
-"¿Viste cómo me miraba? ¡Viste cómo me miraba! –volvió a repetir, como si fuese lo más
grave del mundo- ¡Y yo no siquiera hice nada!"
Hayate bufó, sus dedos apretando el mango de su maleta, Nanoha caminando a su lado.
Finalmente, su amiga lanzó un suspiro y su siempre casual sonrisa retomó su lugar en sus
labios.
-"¡Alicia-san! –corrió hacia su pequeña compañerita- ¡Espera! ¿Quieres comer con Nanoha
y conmigo?"
-"Digo, ¿quieren las dos comer con nosotras?" –forzó una sonrisa.
Alicia miró a Fate, quien tan sólo desvió la vista hacia cualquier otro lado donde ese súper
alegre par no estuviese.
-"¡El placer es mío! –respondió de inmediato, ganándose una furiosa mirada rojiza- Y dime
Hayate, estamos en confianza."
Al contrario de su compañera, Nanoha sí sintió su cuerpo temblar ante los ojos fríos y
serios de Fate Testarossa. Vio a Hayate agarrar a Alicia del brazo y llevársela unos dos
pasos más adelante –cosa que le pareció todo menos seguro para su integridad física-,
quedándose ella caminando lado a lado con la menor de las hermanas.
-"Esto… espero que la escuela les parezca bien a ambas –dijo insegura-. Um, Fate-san, ¿p-
pasa algo malo?"
-"No –volteó el rostro, harta de ver a la otra castaña hablar tan confianzudamente con su
hermana gemela-. ¿Siempre es así de entrometida?"
-"Sí, ya lo noté."
Fate parpadeó, no se esperaba realmente esa pregunta. Bajó la cabeza y posó dos dedos
sobre su mentón, meditando qué decir.
-"Yo no… recuerdo muy bien el nombre… -susurró vagamente-… viajamos mucho, así que
no somos de un solo lugar, creo."
-"¡Maravilloso! –juntó sus manos en un aplauso, asustando ligeramente a Fate- Pienso que
podemos ser buenas amigas."
Y Nanoha le sonrió. Fate le miró con extrañeza, ¿amigas? ¿Para qué querría ella tener
amigas ahora? Tuvo el impulso de decir algo que derrumbara por completo las palabras
dichas por Takamachi.
Sin embargo, la inocente y gentil sonrisa se lo impidieron. Alzó los hombros, no dándole
importancia, después de todo, lo iba a dejar sólo por esa vez.
-"No tengo por qué ser cortés con un par de niñas tontas que se creen el centro del
universo."
-"Dirás, contigo…"
-"Bueno –rodó los ojos-, sólo digo que deberías congeniar un poco con los demás."
El gruñido de la otra fue el fin de la breve conversación. Alicia miró hacia la ventana, la luz
de la tarde moría en el horizonte y daba paso a un cielo estrellado y despejado. No había
lluvias pero sí un viento frío que era el preludio a un invierno más; la pequeña suspiró,
apenas bajando su mirada a su regazo.
Alicia sonrió con cansancio al recordar su primer día de clases, lleno de gente nueva y un
par de chicas que eran de lo más peculiar para ser simples humanas que vivían en una
ciudad común y corriente.
-"Fliegen" –espetó.
-"Yes, My Lady?"
-"Puedes celarme en la escuela si quieres, Fate, pero no aquí –se volvió seria hacia su
dispositivo-. Fliegen, prepárate."
-"Alright, Starting Ignition." (De acuerdo, comenzando ignición.)
El broche mágico en el regazo de Alicia, que consistía en un cuarzo cristal cuyas dos aletas
en forma de murciélago estaban hechas de diamantes, brilló intensamente.
El dispositivo inteligente se activó para dar paso a un complicado y largo arco traslúcido, el
cual la pequeña tomó con su mano enguantada de plata, cambiando sus ropas normales por
aquellas propias de combate.
Alicia Testarossa era una muy buena hechicera, y Fliegen, su compañero fiel. Juntos, tan
testarudos la una como el otro, buscando la única manera de poder resolver el problema que
aquejaba el cuerpo de la rubia desde hacía tiempo.
-"¡Alicia!"
-"Ready, My Lady. Searching new point." (Listo, mi Lady. Buscando nuevo destino.)
-"Understood." (Entendido.)
La luz brillante de color zafiro que centelleó por completo sus rostros, se desvaneció tan
pronto como cobró vida, quedando un diminuto objeto perlado en su lugar.
Una línea de colmillos se cerró sobre la pequeña figurilla, asegurándolo entre sus
mandíbulas y levantando la cara, vigilando que no hubiera ningún intruso por los
alrededores.
Dio media vuelta y corrió hacia donde dos sombras se encontraban paradas, y se detuvo
ante ellas. Una mano bajó hasta su hocico, donde abrió sus fauces para depositar el
insignificante objeto.
La otra mano pasó por detrás de sus orejas, dándole una suave caricia mientras la sombra se
arrodillaba a su altura.
El enorme perro rojo con facciones lobunas pareció hacer la mueca de una sonrisa,
dirigiendo sus orbes azules hacia la otra persona que se hallaba ahí.
La vio tomar una bocanada de aire mientras pasaba el dorso de su mano por su frente,
removiendo cualquier rastro de sudor. Fliegen, el deslumbrante arco descansaba en su
hombro; una capa con la parte exterior plateada y la interior agua-marina era ondeada por el
viento, la falda de ese mismo color pálido, entrecruzada por dos cinturones blancos.
Zapatos y guantes también de plata –estos últimos, con un diamante incrustado-, y por
último, la ropa que cubría su parte superior así como sus medias pertenecían a un verde
muy oscuro.
La niña a su lado, ligeramente más alta, vestía de manera similar. Capa negra con interior
rojo, al igual que los cinturones que marcaban su falda rosa pálido. Medias y ropa de color
oscuro, los guantes también, teniendo uno de ellos el grabado de una pirámide de oro.
La mayor sonrió de lado mientras volaban de regreso a su casa en Japón, ya era pasada la
medianoche, y aún así, no pudo evitar notar el raro contraste que sus trajes hacían.
Oro y plata.
Una vistiendo de negro, la otra brillando como un diamante, aunque en realidad, las cosas
debieran ser opuestas. Pues era Fate la más fuerte y resistente, a pesar de que a veces
demostrara lo contrario.
Regresó la vista al cielo nublado enfrente de ella, toda la ciudad oscura y oculta entre las
sombras. Y por alguna razón, no le pareció que ambas estuvieran fuera de lugar en esa
pintura.
Los dos puntos desapercibidos que podían cambiarlo absolutamente todo, porque el destino
del cual pendían, era muy caprichoso.
Y cuando el destino cortaba los hilos de sus títeres…
'Cause it's all that I've ever know – Porque es todo lo que he conocido.
I'm damaged, so how would I know? – Estoy rota, ¿cómo iba yo a saberlo?
Capítulo II
Galletas
La anciana mujer sonrió al ver entrar en sus aposentos a la famosa hechicera que tan sólo
bajó su mirada, buscando donde arrodillarse frente a la mejor sanadora en magia que
hubiera por todas las dimensiones, y la que se rumoraba conocía incluso, los secretos de la
antigua civilización perdida.
-"Sabes entonces cuál es mi pregunta."
-"Dime."
-"¡NO!"
-"No juegues conmigo, Precia Testarossa, si incluso tus hijas están buscándolas."
Aquella apretó sus manos, frustrada, cansada y abatida. La sanadora magistral cruzó las
suyas y cerró sus cansados y arrugados párpados, como si estuviese presenciando la vida de
millones de años en tan sólo unos cuantos segundos.
-"Si están todas, sí. Pero atrévete a usar unas cuantas –su voz se volvió de advertencia- y la
amargura llenará tu corazón. Estás jugando con algo más antiguo que todo lo que hayas
podido tocar y conocer."
Precia soportó un sollozo ahogado. La imagen de una niña rubia falleciendo vino a su
mente, la cual borró de inmediato. La anciana le miró atenta antes de arrojarle un libro de
magia.
-"Pero hay que hacerlo de manera correcta, cosa que no me preocupa viniendo de ti, sino…
-arqueó una ceja-… me pregunto si estarás dispuesta a cometer tales crímenes con tal de
salvarla."
-"¿Qué?"
-"Cuando una muñeca se rompe, jamás volverá a ser la misma. Podrás devolverle su forma
original, y sin embargo, los hilos que trazan su corazón nunca podrán reemplazar a los
originales..."
-"¿Estás bien? Te notas algo cansada…"
Los ojos borgoña se abrieron de inmediato, notando como un par de pupilas azules la
observaban con preocupación. Fate maldijo, debía de ser más cuidadosa.
La noche anterior se había quedado ella sola, investigando los alrededores de la ciudad por
su propia cuenta, sin mencionarle nada a su hermana. Podía sentir su cuerpo rogarle por
descanso, pero ahora no era el momento, debía soportar.
Fate vio a su hermana sonreír, nerviosa, y asentir levemente. Después se sentó a su lado,
lanzando un suspiro y volteando a verla.
Alicia alzó el ceño, dudando. Alargó su mano para darle un ligero apretón a la muñeca de
su hermana, sonriéndole gentilmente. Los ojos rojos, que casi siempre se mostraban
defensivos, se ablandaron en ese momento.
-"Fate-chan tiene una bonita sonrisa también" –susurró Nanoha, viendo a las dos hermanas.
La aludida se soltó del agarre de su gemela, borrando todo rastro de sonrisa –la cual había
sido un acto inconsciente- y retomando su pose seria. Takamachi suspiró, volviendo la vista
al frente, al parecer Fate no era una persona muy expresiva.
A la hora del receso, la menor de las hermanas vio frustrado su intento por una comida
tranquila cuando Hayate Yagami tomó –nuevamente- a Alicia del brazo, obligándola a
comer junto a ella.
Bufó molesta.
Nanoha Takamachi la vio alejarse, decidiéndose al fin a seguirla. Tenía la ligera sensación
de que si iba con su amiga, la ignoraría por estar tan ocupada en conocer a Alicia
Testarossa.
Y tenía razón.
-"Dime Ali, ¿si puedo decirte Ali, verdad? –la otra asintió- De acuerdo, entonces, ¿te
preocupa algo? Te he notado distante."
Alicia sólo le sonrió, mirando de reojo cómo Fate se alejaba de ellas. Curiosamente, una
especie de frío punzante pegó en su pecho al verla, no dejándole percibir que Hayate trataba
de acercarse.
-"Nyahaha, supongo –se rascó la cabeza nerviosa-. Um, Fate-san, creo que podemos comer
aquí."
La aludida se detuvo, dando media vuelta y mirando a Takamachi señalar una banca vacía
debajo de un árbol. La castaña rió nerviosa, pensando en qué tal vez su comentario había
molestado a la otra chica.
No obstante, la rubia no dijo nada, simplemente regresó en sus pasos para sentarse en el
lugar indicado y abrió su lonchera.
-"Es un bonito lugar –opinó, sentándose a un lado suyo-, muy fresco. ¿Te gusta el fresco,
cierto?"
-"No tengo ningún interés en el clima, Takamachi –rodó los ojos, metiendo un bocado de
pan en su boca-. ¿Qué tiene de entretenido?"
-"A mí me gusta –contestó sonriente, ignorando el mal humor de su compañera-, la
sensación de cómo roza tu piel, mandando ligeros escalofríos –rió un poco-. Pienso que es
algo agradable."
Tuvo unas enormes ganas de darse un golpe en la frente, pero se contuvo, estaban al aire
libre. Al menos, pensó, no podía ser peor que Yagami.
Nanoha tan sólo volvió a reír, sus ánimos en ningún momento siendo afectados por su
rudeza.
-"¿No crees que exageras un poco? Fate-san, sólo trato de ser tu amiga."
La rubia tomó otro sorbo de agua, para finalizar su almuerzo, y cerró la tapa de su lonchera.
Sacudió sus manos y suspiró, examinando con su vista el patio de la escuela que bien se
asemejaba a un pequeño parque.
Fate parpadeó, ¿qué había dicho? La miró con sorpresa, encontrando a su compañera con
los ojos cerrados y una sonrisa de satisfacción en sus labios, ¡pero cómo se atrevía! Frunció
el ceño, abriendo la boca para replicar cuando Nanoha la interrumpió.
-"Entonces –los ojos azules se abrieron, reflejando a la Testarossa menor en ellos-, ¿te
gustan las galletas? Mi familia tiene una pastelería, así que he aprendido a hacer todo tipo
de dulces."
La vista borgoña descendió hasta el regazo de la castaña, notando al fin que el almuerzo de
Takamachi solamente consistía en unas cuantas golosinas y galletas de chocolate, envueltas
graciosamente en un pañuelo morado con motitas blancas.
Fate hizo una mueca de disgusto, ¿acaso en su casa no le habían enseñado que no debía de
comer sólo basura?
-"Nyahaha, ¡pero amo las cosas dulces! –exclamó, como si leyese sus pensamientos- Anda,
prueba una."
-"Nu huh –negó con el dedo-, ni tú ni yo nos vamos de aquí hasta que pruebes una de mis
galletas –sonrió traviesa-, y digas que están deliciosas."
-"¿Y por qué habría yo de decir eso?" –se burló, sonando un poco divertida.
-"Porque yo sólo trato de hacerte compañía –se levantó, sacando una galleta y guardando el
resto de su almuerzo-. Y aunque yo no te agrade, sé que no puedes odiar esta galletita
también."
-"Pronto terminará el receso –la rubia sólo asintió, todavía sin atreverse a verla-. La pasé
muy bien, Fate-san, aunque casi no hayas dicho nada" –rió torpemente.
-"Mhmp –negó-, lamento haberte molestado. Espero que te agrade el chocolate –sonrió-,
aún si no te gusta, estoy segura que ni la galleta ni yo pensaremos lo mismo de ti."
Y la vio alejarse, de regreso al edificio donde se hallaba su salón. Fate se quedó unos
minutos más, sola en la banca, como si admirase la galleta en su mano, cuando en realidad
su mente vagaba más allá del simple dulce.
Tal vez, Takamachi no era tan insoportable como Hayate Yagami después de todo…
-"¿En serio?"
-"¡Claro! Me caes muy bien, Ali, y me preocupa lo qué te pasa. De verás –dudó de nuevo-,
¿te encuentras bien?"
-"¿Eh?"
La mano de Hayate tocó su hombro, dándole un apretón amistoso y una mirada llena de
preocupación.
Por mero instinto, la pequeña rubia se echó hacia atrás antes de recuperar su postura,
mirando algo enfadada a la chica. Había dos cosas que Alicia Testarossa detestaba:
Y, sobre todo, la irritante lástima y exageración que la gente solía expresarle, como si
realmente ella fuese a quebrarse en cualquier instante.
Hayate corrió pálida hacia su amiga que se desvaneció en sus brazos, a tiempo de evitar el
suelo. La rubia buscaba jalar aire en vano, su piel nívea como mármol y sus ojos en blanco
terminaron por poner en sincero pánico a la castaña, quien llamó a gritos un médico.
-"¡Auxilio! ¡Ayuda, por favor! ¡UN DOCTOR! –volteó a ver a su amiga- Aguanta Ali, ¡y-
yo me encargo!" –dijo atropelladamente, sus palabras y sus manos temblequeando sin
control.
Y su cuerpo se soltó, cual muñeca a la que le han cortado los hilos que la sostienen…
-"¡ALICIA!"
La voz tronante de Fate sacó de su estupor a Yagami, y más cuando la chica casi le arrebató
a su hermana de sus brazos.
Fate clavó sus ojos furiosos en la chica antes de darse vuelta, corriendo a toda prisa
mientras sostenía a su hermana mayor.
Sus brazos tiritaban pero no se dio el lujo de llorar, no podía y menos ahora que Alicia
estaba luchando por sobrevivir. Los murmullos, voces, gritos y personas desaparecían de su
vista; sólo importaba su hermana, su pequeña y moribunda hermana.
-"¡BARDICHE!"
-"Nanoha Takamachi."
-"Hazla pasar."
La aludida suspiró, sonriendo, mientras dejaba su tacita de té medicinal al lado del taburete
de su cama, en lo que Nanoha subía las escaleras guiada por su fiel cuidadora. La rubia
miró su reflejo en el espejo allá en la pared apostado, sus ojeras y su pálida piel hablaban de
lo mal de su estado.
Pero lo que más la delataba, eran sus ojos tristes.
El pensar en la lástima de esa chica latosa le hizo suspirar de nuevo, agotada y con el ceño
fruncido. Era algo que no soportaba, la compasión y la lástima de las demás personas,
mirándole como una pieza de arte que se ha roto y no tiene compostura.
Sola.
Con un quejido tomó un poco de aire, acomodando su pijama holgada para verse más
presentable; tal vez podría verse rota y desahuciada frente a Fate, pero nunca frente a la
ingenua Nanoha Takamachi.
-"Um… ¿Alicia-san?"
-"Pasa."
-"Gracias."
-"Bueno, no sólo yo, también Hayate-chan pero hoy tenía… deberes que hacer. Así que yo
le dije: Tengo el día libre y me puedo dar una vuelta para ir a visitar a nuestra pequeña
amiga Alicia, porque pues, ya tiene tres días sin presentarse en la escuela…"
-"Ah, ya veo."
-"¿Tienes algo para mí?" –la rubia señaló la espalda de Nanoha, quien se sonrojó al
momento por haberse olvidado de ese pequeño detalle.
-"Galletas."
-"Um, mi mamá hizo estas –explicó-. Dice que son muy nutricionales y que pueden ayudar
a…"
La chica calló al ver la mirada triste de Alicia sobre el pequeño y decorado paquete lleno
dulces.
-"Pero qué digo, tú ni las necesitas, nyahaha –rió nerviosa-. ¡Porque te vas a recuperar!"
Alicia levantó sus ojos, cansados. Cansada, ella misma también, de todo ese teatro barato y
falso.
-"¿Lo crees?"
-"Claro que no lo es, yo sé que no –dijo suavemente-. Mi mamá es una gran cocinera, así
que no dudo que te gusten las galletas, ¿por qué sí te gustan, no?"
-"Me encantan."
-"Si quieres puedo volver a traerte más cualquier día –sonrió-. Te sorprendería lo bastante
bien que te puede hacer la mordida de una galleta, nyahaha, ¡hacen milagros con uno!"
Alicia no comprendió del todo el significado de los pequeños dulces, pero honestamente
agradeció el intento de la castaña por hacerla sentir mejor. Y de algún modo, porque sus
palabras no sonaban tan artificiales.
Sino verdaderas.
Ese pensamiento hizo jadear a la pequeña rubia, dificultando su respiración tan sólo un
breve segundo. De repente, algo tomó su mano. Elevó la vista y todo lo que observó fue a
una Nanoha sonriendo.
La calidez de esa suave y alegre mano hizo dudar a Alicia sobre la crueldad y el egoísmo
que habitaba en el corazón de las personas.
La rubia bajó la mirada, avergonzada en parte por el apodo –cuyo mote de cariño había sido
solamente utilizado por Fate, hasta entonces-, y en parte por la situación en la que se
encontraba.
No pudo evitar sonreír de lado, con ironía. Podía ser tan terca y temeraria como cualquier
chica de su edad podría serlo, pero cuando se trataba de su apariencia… le costaba tanto
fingir.
-"Todos tenemos algo especial que siempre vive dentro de nosotros, aún cuando estamos en
momentos difíciles –la castaña se puso de pie, no soltándola todavía-. Y yo creo que eres
hermosa, Alicia-chan."
Alicia no supo qué decir, mirando su mano entre las de Nanoha. ¿Hacía cuanto que no
sentía así las de su hermana? No mucho, probablemente, puesto que Fate estaba muy
ocupada entre la escuela y entre las salidas de la noche.
Se estaba esforzando por ella. Una punzada de culpa golpeó su corazón, observó de reojo a
Fliegen, el broche yacía inmóvil y opaco en la mesa de al lado.
La voz de Nanoha hizo que volteara para enfocar sus ojos rojos en ella. De pronto, la vio
inclinarse para abrazarla; Alicia se quedó quieta. Congelada.
-"Guárdale unas galletas a Fate-san, ¿sí? Ella también se sentirá mejor si las come."
Alicia reaccionó, devolviendo el abrazo con torpeza y asintiendo a las palabras susurradas.
Cerró los ojos, relajando todo su cuerpo y percibiendo la sensación de que podía estar
tranquila en esos instantes.
Porque Nanoha Takamachi no era una mala persona. Simplemente, era alguien que quería
traer un poco de galletas a su vida y a la de Fate Testarossa.
-"¡Fate, rápido!"
-"¡Ya vienen!"
El aullido desesperado de Arf sólo logró ponerla más nerviosa. La rubia pasó una mano por
su frente, limpiándose el sudor y tratando de controlar su agitada respiración. Hacía
demasiado calor esa noche.
-"¡Bardiche!"
Las esferas de oro destellaron en la oscuridad, arrasando con la tierra debajo suyo y
expidiendo humo y polvo alrededor. Arf se acercó velozmente, empezando a excavar con
sus patas entre el irregular hoyo que había sido creado.
Un aullido se escuchó cerca, siguiéndole el ruido de varias voces gritando órdenes mientras
algunas luces blancas comenzaban a iluminar el cielo en su intento por hallar algo. O
alguien.
-"¡La tengo!"
Los ojos azules del familiar se abrieron rápidamente, sintiendo como una ráfaga de energía
se aproximaba a la rubia, quien permanecía flotando en el aire.
-"¡FATE!"
-"Swallow flier!"
Su dispositivo fue colocado al frente, intentando crear un campo de fuerza alrededor suyo
para protegerse. Una esfera roja se estrelló rápidamente contra el muro dorado, seguida de
otras tres.
Una luz rojiza la alumbró por completo antes de que una explosión rompiera en pedazos su
defensa.
-"¡Fate!"
-"Thunder Smasheeeer!" –gritó, observando como el rayo dorado surcaba los cielos
mientras ella caía de golpe al suelo.
Una segunda explosión se dejó ver cerca de allí. Los aullidos cesaban y las voces
empezaban a desaparecer, las luces se esfumaron también entre la oscuridad.
-"Vámonos."
-"Fate…"
Arf no dijo nada, contemplando cómo la sangre empezaba a llegar hasta su muñeca y gotear
a la tierra. Le entregó la Jewel Seed que tenía y se dedicó a seguirla, de vuelta a casa.
La rubia no volvió a decir nada en todo el camino, sintiendo cómo la comezón en su piel
comenzaba a tornarse en un aguijón doloroso mientras su vista se tornaba borrosa.
Sacudió la cabeza y continuó, enderezando su vuelo. Habían sido tres días difíciles, y hoy
también, apenas alcanzaría unas tres o cuatro horas para dormir.
La pelirroja tosió, intentando aclarar su vista. Apretó fuertemente con sus manos su
dispositivo en forma martillo, llamado Graf Eisen, y dio media vuelta, confirmando que
todo su equipo estuviese a salvo.
-"Lo siento –sus ojos azules viajaron de nuevo hacia el cielo oscuro-, se ha escapado.
¿Deberíamos mandar a los refuerzos de la base a investigar?"
-"No. Por ahora tan sólo vigilaremos, no podemos arriesgarnos a que la TSAB sea
descubierta."
Hubo un largo silencio al tiempo que las luces volvían a ser encendidas y los sonidos
revivían. Un lobo azul se acercó, olfateando el aire humeante y deteniéndose a un lado de la
pelirroja.
-"¿Lo tienes?"
La criatura asintió.
-"¿Y bien?" –la otra figura se agachó a su lado, posando una mano en su felpuda cabeza.
-"Van tras las Jewel Seeds, ama Hayate…"
Se puso de pie y se dirigió hacia todo su equipo, dictando nuevas órdenes. Estaban más
cerca que nunca de los culpables, y dentro poco, los atraparían; Hayate Yagami era una
maga muy eficaz.
Y las magas eficaces alcanzaban sus cometidos. Sólo debía de esperar, la función pronto
empezaría.
Si confundo tu sonrisa
Amigas
Alicia miraba pensativa a las dos mariposas que revoloteaban cerca de su ventana, jugando
la una con la otra a tocarse apenas y rodearse, moviendo sus alas con la gracia propia de su
especie, dejando que estas mismas, amarillas como el oro, se llenaran de más luz al ser
tocadas por el sol de mediodía que bañaba la ventana. La rubia pensó en la felicidad tan
efímera y sencilla del par de mariposas que tan sólo eran dichosas con vivir y volar.
Sus ojos se posaron en la caja de galletas que Nanoha Takamachi le trajera el día de ayer.
Una simple galleta con una sonrisa y un abrazo. Tan humano.
Y tan cálido.
Era la primera vez que las obras de una persona le sabían tan sinceras que inspiraban un
dejo de ternura.
La chica miró sus manos delgadas, finas y frágiles. Lejos se veía el día en que volviera a
sujetar con tanta firmeza a su querido Fliegen, quien esperaba paciente la recuperación de
su ama.
Miró de reojo a su madre, apurada ordenando lo poco que hubiera que ordenar en su
recámara con un silencio angustioso para ambas. Sentía y sabía que Precia estaba tocando
su límite para no llorar frente a ella. La desesperación se marcaba perfecta en los dulces
ojos de su madre.
-"Ah, mira Ali –su madre se giró con una sonrisa-. Fate olvidó guardar tu vestido."
-"No lo olvidó."
-"¿No?"
El momento fue incómodo. Su hija desvió la mirada mientras apretaba ligeramente los
bordes de la sábana roja que le cubría; contuvo un suspiro y decidió terminar con aquel
tema absurdo.
Tal vez, debería empezar a odiar todas esas baratijas costosas y primorosas que a Precia y a
Fate le encantaban verla usar
Tal vez… así se acostumbrarían a la idea de que un día ella no estaría allí para
modelarlos…
Aún sin entender, la mujer se dedicó a guardar y ordenar el resto. Alicia giró su rostro de
nuevo adonde las mariposas, que ahora disfrutaban juntas de los rayos del sol, pegadas al
vidrio de la ventana.
-"Voy a morir…"
Precia se quedó quieta con la chaqueta del uniforme de la rubia en sus manos, la cual
estrujo un poco antes de tomar aire, negando. Plantó una bonita sonrisa en su cara, porque
con cada palabra no sólo debía convencer a la rubia, sino a sí misma también.
-"No digas esas cosas, Ali. Sólo es una recaída. El viaje, la escuela, tus nuevas amigas…"
Los puños se volvieron blancos de tanta presión mientras los dientes eran apretados
fuertemente unos contra otros. Ella no tenía amigas. No tenía tiempo para gastarlo en gente
que pretendería estar a su lado en los mejores momentos.
Y que cuando en verdad les necesitase, desaparecerían como una estrella fugaz.
Sí. No había tiempo que perder, y ella no quería agregar el rechazo de otros a la pesada
carga que ya tenía encima suyo.
Sin perder tiempo, Precia corrió a la cama, abrazando a su hija con fuerza.
-"¡Tú no vas a morir! Ten paciencia, hija mía, ¡tu madre va a buscar una cura!" –exclamó
en angustia.
-"Claro que lo queda, claro que sí –Precia se limpió rápidamente sus lágrimas antes de
volver a sonreírle-. Lo que pasa es que estás enojada porque no has podido ir a la escuela y
Fate sí. Pero vas a ver que muy pronto no habrá muñequita más linda que mi Alicia."
-"Escucha, Ali, mamá tiene que irse unos días, ¿de acuerdo? Pero no te preocupes, cuando
vuelva tú vas a reponerte y nunca más te enfermarás."
-"¿A dónde irás?" –la pregunta fue hecha con delicadeza, presintiendo que aquella
despedida no podía ser buena.
-"Fate sigue buscándolas, ¿verdad? No dejen de hacerlo. Mamá las necesitará pronto. Muy
pronto..."
Con un beso en la frente de Alicia, Precia Testarossa se levantó decidida, llamando a Linith
que pronto acudió a ella.
-"¿Señora?"
Alicia le vio partir, quizá un dejo de locura atisbó en los ojos de su madre; la chica bajó su
mirada a sus manos húmedas, sintiéndose mal por las tibias lágrimas que esta llorase sin
poderlo evitar.
Entonces, la rubia recordó a las mariposas y levantó de nuevo su rostro hacia la ventana.
Se habían marchado.
-"Bien –empezó a decir el profesor, tomando asiento detrás de su escritorio-. Elijan una
pareja para trabajar en clase en lo que comienzo a repartir las hojas con sus actividades –
alzó el ceño detrás de sus anteojos y se paró, aplaudiendo y llamando la atención de todos-.
¿Qué esperan? ¿Dónde están los equipos? ¡A juntar sus bancas, ya!"
Una vez dicho esto, Hayate soltó su brazo y se dirigió a intercambiar unas cuantas palabras
con el maestro, quien tan sólo asintió, dejándole salir del salón.
Los ojos azules entonces viajaron hacia el asiento de su amiga, que ahora se hallaba vacío.
El de su derecha, estaba en las mismas condiciones, debido a que Alicia no había asistido
en esos días.
El ruido de una libreta siendo sacada de su mochila así como un bolígrafo, captó su
atención.
La castaña volteó su rostro para encontrar a una compañera suya pidiéndole ser su pareja de
trabajo. Un par de ojos rojos la miraron sin prestar atención, demasiado aburrida para tratar
siquiera de juntarse con alguien, así que sólo se dedicaba a abrir la tapa de su cuadernillo
perezosamente.
Su amiga sonrió también, aceptando sus disculpas y decidiéndose por buscar a alguien más.
"Esto es estúpido", frunció el ceño, gruñendo en su mente acerca de los métodos inútiles y
obsoletos de los cuales su 'profesor' hacía uso. "¿Por qué habría de necesitar ayuda con algo
que yo puedo hacer perfectamente sola?"
¿Pareja? ¿Acaso estaba jugando con ella? Bufó. No necesitaba la ayuda de nadie.
Cuando no escuchó respuesta alguna, una sonrisa de orgullo fue formada en sus labios.
Hasta que la pequeña sacudida de 'algo' golpeando su mesabanco la hizo volver a la
realidad.
Observó con sorpresa el asiento al frente suyo, con una castaña sonriente que ya también
empezaba a sacar sus apuntes.
-"¿Qué? –ladeó la cabeza- Yo no te escuché decirme no, así que, um, supongo que eso fue
el sí más raro que haya oído en toda mi vida, nyahaha."
Fate Testarossa entrecerró los ojos y la miró no muy amigablemente. ¿Pero qué acaso no
entendía su idioma? ¡No-quería-compañía! ¿Qué tan difícil era eso de comprender?
-"Ya sé."
-"Ya sé que no te agrado mucho –habló, desviando la mirada a cualquier otro lado-. Pero no
creo que al maestro le haga gracia que entregues esto tú sola, ¿o prefieres a alguien más
contigo?"
La rubia parpadeó dos veces, después observó al resto de su clase. Suspiró algo molesta,
ciertamente, era preferible tener a la castaña feliz a su lado que a algún otro fastidioso
compañero o compañera que no dejaría de atosigarla con torpes preguntas.
Intercambiaron sus cuadernos para comparar sus apuntes y decidir qué era lo que iban a
poner en su trabajo. La castaña pasó unas cuantas hojas, mirando las páginas repletas de
tinta con un poco de fascinación.
Continuó pasando las hojas, no dándose cuenta de que la rubia había alzado la mirada del
cuadernillo que sostenía para verla.
Fate regresó su vista hacia la libreta de Nanoha, notando que a diferencia suya, algunas
notas volaban por aquí abajo o por allá arriba, sin secuencia alguna. De cuando en cuando
encontraba uno que otro garabato que nada tenía que ver con el tema que estaba escrito.
Sonrió de lado, la castaña era un total desorden para ordenar sus notas. Aunque tenía un
modo gracioso la forma en que intentaba acomodar todo en su lugar.
-"Disculpa el desastre –se rascó la cabeza, nerviosa-, como suelo distraerme fácilmente,
tengo que anotar todo lo más rápido posible antes de que me quedé muy atrás o el profesor
me descubra, nyahaha."
La rubia no dijo nada. Era obvio que Nanoha divagaba, demasiado, para tratar de captar
todo lo que había sido dicho. No es que los renglones ignorados o las letras subiendo y
bajando como en una montaña rusa se lo dijesen…
-"Me alegra trabajar contigo, Fate-chan."
La aludida se quedó de piedra en el momento. Sus pupilas rojizas contemplaron los ojos
azules, esos que parecían temblar ligeramente, como si hubieran metido la pata.
Fate frunció el ceño y colocó ambas manos en la paleta de su pupitre, haciendo ademán de
levantarse de su lugar.
-"¿A dónde cree que va, Testarossa? –el docente inquirió, con una sonrisa que no parecía
muy divertida- Espero que no piense en irse, usted y Takamachi deben entregarme esta
tarea sino quieren deberes extra."
Mordió sus labios y apartó sus palmas de la superficie de madera, regresando a su asiento
mientras le dedicaba una fulminante mirada a la ojiazul.
Nanoha tragó saliva, ignorando las hojas del ejercicio a realizar caer sobre su mesabanco.
-"Yo le dije: No señor, el memorándum no. 398345-B/wq98 dice que ninguna autoridad
bajo circunstancias normales puede acceder al módulo AG345-1110 sin un código de
nivel…"
Los dos guardias paseaban platicando animados por los pasillos circundantes a la biblioteca
de la TSAB, donde se hallaban los mejores y únicos libros de magia que cualquier
hechicero podría imaginar. Se decía incluso que había libros especiales allí que nunca nadie
había visto.
"Voy a morir…"
-"De ninguna manera, tú no -susurró abriendo el libro que la anciana le diera-. Primero doy
mi vida antes que eso."
Una débil luz se hizo presente justo antes de que los guardias pasaran cerca de ahí. Al
doblar por una esquina, se toparon con la mismísima comandante Harlaown.
-"¡Almirante!"
-"Necesito consultar unos datos. No quiero que nadie me moleste hasta que salga,
¿entendido?"
-"Así es."
-"¡Adelante, Almirante!"
Con un saludo marcial, los guardias dejaron pasar a la falsa capitana dentro de la biblioteca.
Una vez dentro, Precia miró a la zona prohibida a través del velo de sus ahora ojos
aguamarina, abriendo una vez más su libro.
Después que hubiese finalizado la clase de historia y de que ella accidentalmente –en
verdad debía dejar de distraerse- la llamase por aquel mote cariñoso como unas diez veces,
y luego haber sobrevivido a todas esas diez veces, el enojo de Fate fue desapareciendo.
Los ojos de Nanoha la miraron con sincera preocupación mientras ella admiraba distraída el
asiento vacío que le correspondía a Alicia. Las vendas que llevaba colocadas su amiga le
habían llamado hace poco la atención, debatiéndose entre sí debía preguntar o no.
Al final, su inquietud fue más que el miedo a la reacción que pudiera tener la rubia ante su
curiosidad.
-"Fate-chan…" –insistió.
Desafortunadamente, el silencio duró poco para el gusto de la rubia, quien no tenía ganas
de andarle riñendo a la chica de la sonrisa perpetua para que parase sus comentarios.
-"Si quieres le diré a Hayate que haga los deberes de Alicia. Seguro que aceptará."
-"Hm… gracias" –soltó al aire, restándole interés al hecho de que estaban hablando de la
entrometida de Yagami.
-"¡Nya! –el repentino chillido de Takamachi la hizo saltar sobre su asiento- ¡Te ves más
bonita cuando sonríes, Fate-chan!
La joven parpadeó más que aturdida, tanto por el grito como por el abrazo que recibió de
súbito por parte de Nanoha. Sin comprender, Fate giró su cabeza, buscando la respuesta a lo
que había pasado. Su solo reflejo en la ventana le dijo que había sonreído ante las tontas
palabras de la pelirroja que le abrazaba como si fuera su osito de peluche preferido.
-"¡Basta, Takamachi! –interpuso sus manos, tratando de apartarla- ¡Dije que basta!
¡Suéltame!"
-"Nyahaha, ¡no seas tímida! –trazó una sonrisa de gato en sus labios, divertida- ¿Somos
amigas, no? Fate-chan…"
-"¡DEJA DE LLAMARME ASÍ!" –gritó fuertemente mientras cerraba los ojos, suplicando
que el resto de la clase se cansase rápidamente de observarlas…
Sintió enrojecerse de la pena, hasta que finalmente logró despegarse a la castaña de su lado.
Suspiró, todavía avergonzada, mientras algunos compañeros soltaban unas cuantas risitas.
Se cubrió el rostro con las manos, no queriendo confrontar la enorme satisfacción en la cara
de Takamachi por conseguir haberle dado un largo y vergonzoso –como ella lo había
considerado- abrazo.
Claro que, después de esa humillación, ya pensaría en cómo vengarse de Nanoha Takamchi
por su vil atrevimiento…
Terminó de abrochar los cordones de los zapatos de Alicia y levantó sus ojos hacia ella.
-"Ya estás lista."
Con suavidad, le ofreció su brazo para que la pequeña se sujetara de él mientras se ponía de
pie, para acompañarla al pequeño comedor adjunto donde cenarían. Pequeño ritual que Fate
hacía para levantar los ánimos de su hermana mayor.
-"Si haces esos pucheros, por supuesto que lo estás" –rió un poco.
Alicia sonrió a medias, apoyando su cabeza en el hombro de su hermana que le sujetó por
la cintura mientras la guiaba a su confortable silla que le estaba esperando. Arf y Linith
eran sus testigas mudas de la pequeña escena; con cuidado y atención, Fate la llevó a su
asiento, acomodando el vestido que Precia dejase fuera.
Una vez satisfecha con su labor, la Testarossa menor se dio vuelta para sentarse frente a
ella en la pequeña y redonda mesa, donde la tibia luz de un candelabro les iluminaba.
-"No, no es nada. Fue un simple descuido" –alzó los hombros, restándole importancia al
asunto.
-"Yo creo que ya te estás haciendo vieja" –agregó en tono divertido y burlón.
Fate se hizo la indignada mientras servía los platos, aunque su risa disimulada decía lo bien
que gustaba del jueguito que hacía con Alicia, quien correspondió a su sonrisa cual
cómplice de travesuras. Cenaron a gusto y con los comentarios sobrados de la escuela y la
casa, hasta que Linith les acercó la charola de postres que la menor miró con curiosidad.
-"Ah, sí. La señorita Alicia las dejó en su recámara, olvidadas, y me pareció prudente que
debían terminarlas antes de que se echen a perder" –explicó, cerrando sus ojos negros
mientras les dirigía una sonrisa a sus dos amas.
Como si fuera un objeto de experimento químico, Fate levantó uno de los dulces, mirándole
fijamente.
-"Takamachi…"
-"Sí –Alicia miró a Linith, suspirando antes de volverse a Fate-. Vino a visitarme…"
Su línea de pensamiento se vio bruscamente cortada al darse cuenta que la rubia
mordisqueaba la galleta con una mirada y sonrisa que jamás le había visto. Porque esa
expresión le estaba reservada solamente a ella.
Ella.
La muñeca de Fate.
Una nueva punzada se hizo presente en el pecho de Alicia, no pudo evitar llevarse una
mano como si con ello ese aguijonazo se desvaneciera. Entonces, algo hizo clic en su
mente.
-"…pero en fin, Linith tiene razón, es malo desperdiciar alimentos aunque vengan de
Takamachi."
-"Sí, qué bueno, porque ya veo que te gustaron –dijo algo adolorida la pequeña, volviendo a
la bandeja de postres para tomar un pastelito-. Ella dijo que te guardara algunas…"
-"¿En serio?"
La voz de Fate parecía desinteresada, pero para ella no pasó desapercibido a sus oídos el
sutil tono con que había sido expresada su pregunta.
Las pupilas borgoña, más claras que las suyas, y que parecían perder vida a cada día que
pasaba, admiraron como su hermanita menor tomaba una galleta y se la extendía a su
cachorro Arf, quien la sujetaba en su hocico y movía la cola feliz.
-"Sí, en serio…"
Sabía que aquello había sido egoísta de su parte, pero la sensación de que estaba siendo
dejada, aún si era ligeramente, de lado, la ponía triste.
Hayate Yagami acomodó el móvil en su oreja, nerviosa ante la situación que se estaba
desarrollando en las instalaciones donde todos los conocimientos del Universo se hallaban
confiscados.
Sus orbes azules estudiaron el paisaje a través de la ventana del helicóptero, donde la
imagen de un millón de árboles abría paso a un enorme edificio con una cúpula por techo.
El ruido de las hélices empezó a disminuir mientras la puerta era abierta, para dejar que la
luz disipase la oscuridad que se había encerrado en el interior del vehículo.
Vio a sus compañeros bajar. La figura de una mujer se acercó hacia ella, sus ojos cobalto
alertas y prudentes, su cabello rosa atado en una coleta. Y la mano derecha sobre la
empuñadura de su espada, cuidadosa por si algún movimiento no previsto se suscitaba.
La llamada fue cortada, interrumpiendo las réplicas de Nanoha por no tener más detalles de
lo que ocurría.
La guerrera de la espada asintió, bajando junto a su ama del transporte aéreo, el cual se
elevó en el aire nuevamente.
Si por ti me perdería.
Si confundo tus caricias
Ahora...
Capítulo IV
Identidad
De repente, un estallido en una de las barreras impuestas dejó a un lado su enfado contra su
compañera, por lo que llamó a Signum y al resto de su equipo, volando prácticamente hacia
el lugar del ataque.
-"¡Reporte de daños!"
-"¡Hay que…!"
¡BOOM!
Otra segunda explosión cortó una vez más la cordura que la castaña buscaba controlar a
toda costa. Esta vez, el ataque era mucho más agresivo...
-"Busca escapar…"
El resto del grupo se dio a la tarea de proteger a los guardias que estaban siendo
acribillados por los rayos explosivos que escapaban furiosos de la biblioteca. Serpientes
purpúreas se elevaron perforando la brillante cúpula del lugar hasta llegar a perderse en el
infinito amanecer, donde las luces cálidas ya hacían acto de presencia.
Hayate apretó sus dientes al ver cómo eran prácticamente bolos en una partida donde caían
sin poder evitar o hacer algo al respecto.
Sin embargo, ya llevaban desde la noche anterior sitiando aquel sitio. Y, de esto estaba
completamente segura, continuarían haciéndolo mientras fuese necesario.
Y lo iba a cumplir.
-"¡CORONEL, CUIDADO!"
La susodicha tuvo que prácticamente tirarse al suelo para no ser despedazada por un
enorme torbellino de magia negra que salió disparado por encima de su cabeza; Hayate
jadeó al percibir una figura pasar por entre ese cañonazo mientras se ponía de pie, dispuesta
a seguirle.
Mas el escenario no daba oportunidad alguna para ello, muchos de los guardias se
encontraban malheridos y la gran Bibilioteca Infinita ahora parecía un gigantesco queso
gruyere.
-"Diablos –masculló, girándose hacia sus guerreras que corrían a verle-. Hay que llevarlos a
la enfermería de inmediato, sellen la biblioteca y reporten al Cuartel General los daños. Hay
que tener esto bajo control."
-"No podrá ir muy lejos –le cortó a Signum-. Llamen al Almirante Chrono y reporten la
dirección del último ataque; podremos atajarle después, pero primero los heridos. ¡Vamos,
andando!
Todos asintieron.
-"¿Cómo está?"
-"¿Eh?"
Las pupilas borgoñas parpadearon con confusión sin dejar de apoyar su rostro sobre su
mano derecha, volteando a ver a la persona que le había hablado; se hallaban a medio día
de clases y desde que había llegado no hacía más que viajar muy lejos en los recónditos
resquicios de su mente.
-"Alicia –mencionó, sonriendo un poco al darse cuenta de que, en efecto, la otra no le había
prestado atención-. Estás algo ausente hoy, Fate-chan."
-"No –negó con la cabeza, despacio-, yo sólo… yo sólo…" –bajó el tono de su voz al igual
que su mirada.
La sonrisa en el rostro de Nanoha cayó entonces, sintiéndose mal por contemplar aquellas
bonitas pupilas rojas tristes. Sabía que Fate no era una persona de muchas palabras, pero lo
que sí sabía es que era muy orgullosa y autosuficiente.
Era la primera vez, desde que la había visto, que la veía así…
La rubia no diría nada, eso era seguro. Mas la mirada perdida, los puños agarrotados sobre
el pupitre, los ojos que reflejaban desesperación cada tanto y sus movimientos tensos –y
hasta forzosos, suponía-, no le habían pasado para nada desapercibidos.
Por supuesto que ella tampoco diría esto, ¿y de qué serviría si Fate iba a negárselo justo en
el primer momento en que hiciera mención alguna?
Nanoha suspiró, observando a su amiga perderse una vez más en algún rincón desconocido
para ella. Ojeó el vendaje en su brazo derecho y no pudo evitar que su preocupación se
tornara en una más insoportable.
El chillido del bolígrafo revivió incesante mientras la mano blanca se movía veloz a través
de las líneas de su libreta.
Al…
-"Permíteme."
La vio de pie, a un lado suyo, con esa misma sonrisita amable y genuina que ya no le
parecía tan molesta como antes. La castaña se sentó junto a ella, en el pupitre que había
estado vacío por la ausencia de su hermana mayor.
Tomó su libreta suavemente y sujetó su bolígrafo entre sus manos, continuando los apuntes
que el maestro en turno había dejado anotados en el pizarrón antes de retirarse.
-"Tranquila –dijo con calma-, prometo no hacer un desorden con tus notas, nyahaha.
Además –señaló sus vendajes-, si sigues escribiendo así vas a ponerte muy mal esa herida."
Fate parpadeó, contemplando la manera en que los ojos azules subían y bajaban,
observando y garabateando atentamente. No dijo nada. No se enojó ni respondió de mala
forma a las buenas intenciones de Takamachi.
-"¿Uh?"
-"Ahí, mira" –le regresó su libreta, una sonrisa traviesa en sus labios.
La mirada de Fate se posó en la parte superior del papel, arriba de las letras que la castaña
había agregado, admirando un pequeño y regordete gatito que le sonreía felizmente.
-"Cuando me toque estudiar y me distraiga con tu dibujo, espero que estés preparada para
las consecuencias."
La ojiazul hizo una mueca de disgusto –cuya gracia del gesto tan sólo logró hacer a la otra
sonreír-; la mirada zafiro se ablandó, notando el cambio de humor en su compañera.
-"¿Takamachi?"
-"¿Sí, Fate-chan?"
Y porque Fate tenía una bonita sonrisa, Nanoha se dijo a sí misma que iba a esforzarse
mucho para que esta nunca se apagase.
-"No pasa nada, Nanoha. No pudiéramos haber hecho mucho en cualquier caso. Estaban
usando parte de la Logia Perdida y era un mago muy poderoso."
-"Ya están tras sus talones, pronto podremos hacer un cerco con los cruceros apoyándonos.
Es sólo cuestión de tiempo –sus pupilas se entrecerraron con desafío-, no sabe ni lo que le
espera."
-"O tan desesperado. No se llevó ningún libro, pero fue abierta la sección prohibida; tengo
la corazonada de que sólo quería saber algo…"
El rostro serio de la Comandante pasó a ser uno de total fatiga mientras lanzaba un suspiro
y alzaba los hombros, negando con la cabeza. ¿Cómo iba ella a saber eso?
-"No tengo idea, Nanoha. Pero todo lo que tenga que ver con las Jewel Seeds y la Logia
Perdida no es bueno, lo sabes."
Hayate sonrió, poniendo una mano sobre el hombro de una compungida Takamachi.
-"Ánimo, aquí también tenemos cosas que hacer. ¿Cómo está Fate?"
A la sola mención de aquel nombre y el tono con el que fue dicho, Nanoha levantó su vista,
sonriendo pícara.
-"¿Por qué presiento que sólo me querías ver para preguntarme eso? –un manotazo cayó sus
risillas- Tranquila, sigue en cama, aunque creo que a Fate le afecta mucho que aún no se
recupere. Siento que su recaída fue muy grave esta vez –la pelirroja entrecerró sus ojos con
suspicacia-. Lo que me recuerda, ¿por qué no has ido a verla?
-"Sé que Alicia te tiene en estima –posó su mano sobre el hombro de su amiga-, pero si
dejas que el tiempo y la distancia borren eso, perderás lo que aún no has ganado."
-"Nyahaha, ¡deja de burlarte! –frunció el ceño, fingió cara molesta y le replicó en acento
estricto- Hayate-chan, mejor ve a verla. Ya."
-"Está bien, mamá Nanoha –se mofó, para casi inmediatamente hacer una mueca de
disgusto-. ¡Pero quítame de encima a Fate-No-Toques-A-Mi-Hermana-Testarossa!"
Nanoha rió con ganas, casi cayéndose de la banca donde se encontraban charlando.
-"¡Fate-chan no es así!"
Las risas de la oficial Nanoha Takamachi murieron en ese momento y su rostro palideció
por completo mientras observaba perpleja a su pareja de batallas.
-"¿De dónde sacas ideas tan absurdas? ¡Mou! –volteó la cara, tratando de evitar el contacto
visual- Yo no soy la que anda secuestrando personas para poder hablarles."
"Mago Intruso en el punto 23°7' WE, requerimos de todo el batallón listo para
interceptarlo."
-"Yo me adelantaré, esta vez tomaré las precauciones necesarias. Tú espera a que terminen
las clases, así no levantaremos tantas sospechas y podrás reunirte con nosotras al punto que
enviaré con Rein, ¿de acuerdo?
La pelirroja asintió mientras Hayate se ponía de pie, dejando su almuerzo sin terminar para
salir de la escuela rumbo al punto que Chrono había mencionado. Nanoha buscó con la
mirada a Fate, sin ubicarla.
Su oración no estaba lejos de la verdad. La rubia se hallaba en uno de los pasillos frontales
a los edificios del colegio, hablando por teléfono con el cordón a punto de romperse de la
presión ejercida por sus temblorosos dedos.
-"¡¿Por qué dejaste que se fuera? –se mantuvo callada unos segundos, oyendo lo que le
decían del otro lado- ¡Alicia no puede, demonios! ¡VOY PARA ALLÁ!"
Colgando al punto de quebrar el auricular, Fate se giró angustiada para correr a su salón y
retirarse –por las buenas o por las malas- del resto de las clases e ir por su hermana mayor,
que peligraba al salir a cazar esos tesoros malditos.
Aquellos que en vez de ayudarla, no parecían sino consumir aún más su pobre y desgastada
vida.
-"¿Por qué, Ali? ¿Por qué tienes que ser tan necia?" –arrebató las cosas de su silla y salió de
allí.
El azote en la puerta no hacía más frente que a un simple salón vacío, donde el asiento de
Alicia Testarossa se hallaba desocupado.
-"Sir, second Jewel Seed captured." (Sir, segunda Jewel Seed capturada.)
Necesitaban la tercera.
La mano enroscada en el arco que parecía de cristal aflojó su agarre unos segundos al
tiempo que la pierna de la dueña se doblaba en el asfalto y su pecho comenzaba a doler.
-"Alicia –corrió con prisa a su lado, agachándose-, Alicia, ¿estás bien? ¿Por qué no regresas
a casa? Yo puedo conseguir la última…"
-"Pero… Al…"
-"Estoy bien –se puso de pie, mirando con enfado a su hermana-. Nuestra madre no ha
regresado desde hace tres días y no quiero pensar por qué. Fliegen, calcular coordenadas."
-"Perfecto."
Su hermana menor quiso decir algo, sostenerla de la capa azul cielo que cubría su espalda y
llevarla de regreso a casa. Al lugar donde estuviera a salvo.
Pero no pudo.
Antes de que sus dedos la tocasen, una brisa fugaz bañó su rostro.
-"Negativo, señor."
-"¿Puede avistar, al menos, la Jewel Seed que ha sido despertada?
-"Mmm –su mirada azul recorrió la ciudad repleta de luces encendidas, para ahuyentar la
oscuridad, que se hallaba debajo de sus pies-, ¡Señor, la he localizado!"
Hayate tendría que perdonarla, no sólo estaba muy retrasada para dirigirse hacia el punto de
reunión, sino que a última hora uno de los generales de la TSAB la había interceptado.
La prioridad, para el Demonio Blanco de la Administración Bureau, ahora era recuperar las
3 Logias Perdidas que habían sido alteradas.
-"My Master, there are two unknown mages approaching to us. High caution, please be
alert." (Hay dos magos desconocidos acercándose. Extrema precaución, por favor esté
alerta.)
-"Entendido."
Alicia volaba rápidamente ya con la ubicación de la Jewel Seed a la vista. Su corazón latía
con un dolor espantoso, obligándola a apretarse el pecho con una mano enguantada como
consuelo.
Menos cuando su propia madre estaba desaparecida a causa suya. Menos cuando Fate
estaba comenzando a tener su propia vida, sin su muñeca, cuyos días estaban terminando
mucho más rápido de lo que la propia Alicia deseara.
Como hojas secas en un otoño cruel que ya no puede detener la inminente llegada del
invierno…
-"¡Fliegen, prepárate!"
-"Unkown magic below us, Alert! ALERT, MY LADY!" (Mago desconocido debajo
nuestro, ¡alerta! ¡ALERTA, MY LADY!)
-"¡¿Qué?"
-"¡ALICIA!"
La pequeña rubia detuvo en seco su vuelo, siendo rodeada por una esfera cristalina que la
hizo desaparecer en el acto. Sus ojos se clavaron en el suelo, buscando a través de los
recovecos de la ciudad al portador de la magia que Fliegen encontrara.
Hizo todo lo posible por apresurarse ante los gritos desesperados de su hermana, sintiendo
la presión encima de que sino se apuraba, ambas serían capturadas.
Gimiendo adolorida y desesperada, observó cómo una figura se acercaba a la Jewel Seed
escondida dentro de un bote simple de basura. Bajando un poco más, Alicia preparó su
arco, dispuesta a todo.
Por su muñeca.
La mano revestida de plata se posó enfrente del arco, como si acariciara el aire invisible.
Una luz emergió de repente mientras tomaba la forma de una flecha que parecía desprender
un fuego blanco y resplandeciente.
La tensión de la cuerda hizo un canto de cascabeles en sus oídos al tiempo que sus ojos
carmesíes se entrecerraban para enfocar su objetivo.
-"White Lightning Arrow ready, please activate command." (Flecha Relámpago Blanco
lista, por favor activar comando.)
Sus labios se separaron apenas unos centímetros, preparada para soltar la orden.
Y como obra del burlón destino, aquel callejón donde el mago tomase la Jewel Seed, allí
donde la vieja lámpara de la calle se encendió entre parpadeos, iluminando pobre pero lo
suficientemente bien para que ella contemplara a su víctima.
-"Yo…"
¿Cómo había podido? Sus párpados se cerraron con enfado y sus dedos apretaron el cordón
de su arco fuertemente.
-"¡ALICIA!"
Fliegen parpadeó varias veces, pidiendo instrucciones para realizar algún movimiento. La
mirada de Alicia se hizo para atrás, observando a su hermana gemela acercarse
rápidamente.
Bajó la vista borgoña hacia con angustia. ¿La habría visto también?
-"Alright, My lady!"
Escuchó algunas cuantas palabras de parte del mago del Bureau mientras Fate se paraba a
un lado suyo. La mano de Alicia sujetó con fuerza la de su hermana, ignorando los gemidos
de preocupación de esta última.
El cuarzo incrustado en la parte frontal del arco titiló tres veces, siendo su luz lo único que
resaltaba entre la oscuridad de la noche. Y después, el escudo de hielo se desgarró en
pedazos.
¡BOOM!
Alicia jaló con premura a Fate y se la llevó lejos de ahí. No podía perderla, no iba a
permitir que le hicieran daño a su pequeña hermanita; aún si ello le costaba la vida entera y
su identidad, la protegería.
Cada bocanada de aire congelando y quemando sus pulmones y garganta; el dispositivo
translúcido en su otra mano brillando débilmente, amenazando con desaparecer en
cualquier momento.
Nanoha Takamachi.
We used to be just like twins, so in sync – Solíamos ser como hermanas gemelas, en
perfecta sincronía
The same energy now's a dead battery – La misma energía ahora es una batería muerta
I should know that you're not gonna change – Debí haber sabido que nunca cambiarías.
You, you don't really wanna stay, no! – Tú, tú realmente no quieres quedarte, ¡no!
You, but you don't really wanna go, oh! – Tú, pero tú tampoco quieres marcharte, ¡oh!...
Capítulo V
La Jaula
La frágil rubia apretó las sábanas sin atreverse a seguir mirando a su hermana, sentada a un
lado de su cama. Se mordió un labio al sentirse como si fuera el ogro de un cuento rosa de
hadas y felicidad caído de un arcoiris.
Así que desviando su mirada, tomó aire. No podía soportar toda ese remolino de ira y
decepción que giraba brutalmente dentro de ella.
-"Como sea."
-"Te dije claramente que no debías levantarte de la cama, ahora pasarás más tiempo en ella.
Quizá conseguimos dos Jewel Seeds, pero ahora conseguir la tercera será mucho más
difícil, tuviste el tino de llamar la atención de la TSAB."
La mayor tan sólo bufó y volteó el rostro. Fate suspiró, mesándose los cabellos y tratando
de comprender la extraña actitud de su hermana.
-"Y sin nuestra madre –su voz se volvió un triste susurro- realmente estamos expuestas."
-"Una vez más, Alicia –y en este punto, la aludida supo que iba en serio al escuchar la sola
mención de su nombre-. Deja a esa niña en paz, creo que ha sido bondadosa contigo como
para que la consideres…"
-"No es eso…"
-"Sí, sí lo es –entrecerró los ojos fieramente-. Takamachi es peligrosa, y no puedo creer que
la pongas por encima mío."
-"Al, yo no la pongo por encima por tuyo –su voz empezó a ganar irritabilidad-. ¿Que
Nanoha es peligrosa? –farfulló ofendida- ¿Por qué? ¿Sólo porque tú lo dices?"
Alicia la miró con sorpresa. Pasaron unos cuantos segundos en los que Fate finalmente
asimiló lo que había dicho, cubriéndose rápidamente la boca como si hubiese soltado algo
imperdonable.
-"No es…"
-"¿Nanoha? –repitió en voz baja, sus puños temblando y apretujando las sábanas rojas que
la cubrían- ¿Desde cuándo?"
No hubo respuesta. Las pupilas borgoñas la contemplaron con confusión y cierto grado de
temor por la sensación de haber metido la pata.
-"Dime, Fate –sus puños totalmente blancos de la presión por fin aflojaron su agarre-,
¿desde cuándo… la llamas por su nombre?"
¡SLAM!
-"¡Yo sólo quiero protegerte!" –gritó, sus nudillos temblando ante el sórdido golpe que
había dado contra la cama.
Alicia suspiró, regresando su mirada resentida a Fate. Observó sus facciones duras y
confundidas, su mirada consternada pero a la vez fastidiada; vislumbró la duda que se
revoloteaba en el bello ser de porcelana que la rubia Testarossa era.
Y lo supo.
Su hermana había cambiado. No había duda. Fue como si su mirada escarlata la estuviera
acribillando, destruyendo la confianza que siempre habían cuidado juntas con tanto esmero.
Alicia jadeó al sentir una punzada aún más fuerte en su pecho con el aire queriendo
abandonar sus cansados pulmones. Pero aún así no despegó su mirada de la pelirroja que
sellaba la última Jewel Seed en su dispositivo, mientras plantaba sus pies firmemente en
aquel callejón oscuro.
No podía creer lo que sus ojos veían, Nanoha Takamachi, aquella dulzona y atontada niña
sonriente vestida con traje de maga y no cualquiera, sino que el suyo portaba el escudo de
la TSAB.
Qué tonta, ¡qué tonta había sido! ¡Las habían estado cercando desde un principio,
manejándolas a su antojo! Acercándose a ellas con esa simpática sonrisa al tiempo que de
seguro esperaba el momento perfecto para capturarlas.
Nadie iba a arrebatarle ni a Fate ni todo el trabajo que juntas habían logrado.
-"My Lady, Ice Ghost Shield is running out your powers, we must go now." (My Lady, el
Escudo de Hielo Fantasma está agotando sus poderes, debemos retirarnos ahora.)
-"Ahora no, Fliegen."
-"I'm sorry, My Lady, I ought to discard that order." (Lo lamento, My Lady, debo
desobedecer esa orden.)
Dos lágrimas cayeron de sus ojos, sus manos nerviosas moviendo la flecha hacia atrás y
estirando el hilo del arco. Su vista se nubló, imposibilitando la tarea de apuntar a su
blanco en tierra.
-"¡ALICIA!"
Nanoha se dio vuelta al aviso de Raising Heart sobre un ataque de magia no muy lejos de
donde había capturado la Logia Perdida. Apenas pudo levantar un campo de protección
cuando una lluvia de rayos cuales flechas despedidas, iluminó la ciudad como si fuera
pleno día.
Sus ojos se cerraron ante la cegadora luz y todos sus sentidos quedaron destanteados y en
una oscuridad profunda.
Voló de espaldas lo más lejos que pudo de esa intensa luz donde ella había parecido ser el
centro de ataque. Flotó torpemente sobre el aire mientras una mano sostenía su dispositivo
y la otra buscaba a ciegas hallar algo.
-"¿Se encuentra bien?" –un oficial se acercó y tomó su mano rápidamente, guiándola.
-"Han desaparecido después del ataque. La Comandante Hayate quiere comunicarse con
usted."
-"Adelante."
Nanoha aterrizó en la azotea de un edificio. La ciudad no había sufrido daño alguno. Eso
había sido un ataque para eludirla y huir fuera del alcance de los radares de la TSAB,
justo como había sucedido en la Librería Infinita.
-"¡Nanoha! –una voz tronó en sus oídos- ¿Segura que no estás malherida?"
-"¿Estás bromeando? ¡Fue mucho mejor, has capturado una Jewel Seed! Si están tras ellas
ahora no tendrán otro remedio que venir a nosotros."
-"¿Hayate-chan?"
-"Hmp –negó-, tranquila, no es tu culpa –se viró un poco a la derecha y comenzó a teclear-
. Al parecer el sospechoso abrió un portal, un crucero le ha seguido. Iremos tras él una vez
que se haya detenido –la observó de reojo-. ¿Qué pasa?"
-"Master Yagami, the power of this attack has similar patrons as the library incident." (El
poder de este ataque muestra patrones similares al del incidente en la Biblioteca.)
-"Mmm –sujetó su mentón-, entonces tenemos a un grupo de magos tras la Logia Perdida."
-"Como si pudiera."
-"Alicia…"
-"¡Porque sí! ¡Ya me cansé de esto! ¿Qué sentido ves en que discutamos?"
Los ojos de Alicia bajaron hasta encontrarse con sus dedos todavía aferrados a la punta de
sus sábanas. Podía sentir la intensa mirada de su hermana en ella.
-"Vete…"
-"Al, yo no me he…"
-"¡VETE! –gritó alzando el rostro- ¡Vete con Takamachi si lo es que tanto quieres y no
escuches mis advertencias! ¡LÁRGATE!"
Fate quiso acercar su mano hacia ella, pero ésta fue apartada bruscamente. Su mirada se
mostró dolida por aquel gesto mas no dijo nada; caminó a zancadas hasta la puerta de la
habitación y la cerró de un portazo.
No podía comprenderlo. ¿Por qué desconfiar de Nanoha cuando era Alicia quien en un
principio la había prácticamente obligado a tratarla bien?
-"No tienes derecho a enojarte conmigo, Al" –masculló entre dientes, alejándose del cuarto
y bajando las escaleras.
-"Uhm –negó suavemente-, sólo que ha estado muy callada el día de hoy."
-"¿Fate-chan? Si es una ogra fría y sin sentimientos, no entiendo por qué te sorprende" –
alzó los hombros.
-"¡Hayate!"
-"¿Qué? ¿No has visto cómo me trata? –su interlocutora frunció el ceño- Oh, vamos,
Nanoha, en serio, no sé por qué le prestas tanta atención –suspiró al ver que la aludida
regresaba su vista hacia la rubia-. ¿Sabes? Al menos podrías verme con un ojo, así puedo
fingir que en verdad me tomas en cuenta."
La pelirroja deslizó su silla hacia atrás y se puso en pie, haciendo caso omiso de la mirada
incrédula que le dirigía la castaña. Nanoha pasó de largo su asiento, el que le correspondía a
Alicia, y el de Fate, hasta alcanzar el banco de Hayate Yagami y tomar asiento en éste.
-"¿Fate-chan?" –llamó.
-"¿Um?"
Nanoha frunció el ceño, la rubia ni siquiera había volteado a verla, ni mucho menos había
cambiado la expresión seria de su rostro.
-"¿Qué haces?"
-"Sí, me es muy obvio, Fate –respondió un poco mosqueada-. ¿Quieres que platiquemos un
rato?"
-"¡OYE!"
¡SCRATCH!
El grito y el rechinar abrupto de una silla contra los mosaicos del piso llamó la atención de
todo el salón. Nanoha Takamachi se mantenía de pie, sosteniendo la libreta de la rubia en
una de sus manos, en alto y lejos del alcance de su dueña.
Fate Testarossa, por otro lado -quien era más que claro la que había causado el chillido de
la madera sobre los azulejos-, estaba igual de pie, pero ligeramente encorvada sobre su
mesa y con las palmas abiertas y firmes sobre esta última.
-"No –contestó desafiante-, no lo haré hasta que me digas cuál es tu problema conmigo."
Los cuchicheos y los susurros se extendieron rápidamente por todo el salón mientras las
protagonistas no estaban conscientes del espectáculo que estaban llevando a cabo.
-"Dámelo ya."
-"¡No! ¿Qué pasó para que me trates tan frío de repente? ¡Ni siquiera me has dirigido una
palabra en todo el día!"
-"¡Te sientas dos lugares lejos de mí, qué quieres que haga!"
-"¡DAME MI LIBRETA!"
-"¡RESPONDE MI PREGUNTA!"
¡THUMP! ¡SCRATCH!
¡CRASH!
-"¡Suelta eso!"
-"¡Oblígame!"
Los mesabancos cercanos a ellas se encontraban despilfarrados en el suelo junto con todas
las cosas que sus dueños habían dejado encima. Fate no paraba de lanzar reclamos y
reproches mientras se mantenía encima de Nanoha, esta última luchando por quitársela de
encima.
Empezaron a rodar siempre hacia la misma derecha o hacia la misma izquierda, sin avanzar
lejos del lugar donde estaban, cambiando la posición de quien se encontraba arriba y de
quien se encontraba abajo.
Los dedos de la rubia sujetaron su libreta. Fate lanzó un gruñido cuando la castaña la tomó
del brazo y la volvió a derribar de nuevo, para sentarse a horcajadas sobre ella y tratar de
inmovilizarla.
Finalmente, sus manos fueron separadas y sujetadas contra el piso, por arriba de su cabeza,
su cuerpo fue azotado también hasta sentir en su espalda el frío contacto de la loseta blanca.
Nanoha no vaciló, su vista cerúlea tan segura y determinada como lo había estado en un
principio. Su respiración agitada mientras su pecho subía y bajaba, las gotas de sudor
resbalando de su frente.
La cara de Fate totalmente sonrojada por el esfuerzo, observándola desde arriba con la
misma fiereza e intensidad de hace momentos atrás.
El agarre en sus manos se hizo más fuerte pero ella no dijo nada, tan sólo se mordió los
labios. De repente, Fate inclinó la cabeza hacia delante, dejando que sus mechones dorados
cayeran y cubrieran su cara.
-"¿Fate?"
La aludida se paró sin decir nada más. Fate no lo admitiría, pero oír a Nanoha llamarla por
su apellido en vez del acostumbrado mote cariñoso que ya se había convertido en algo
común, era en cierta forma doloroso.
Pero, después de todo, ella era quien había iniciado la pelea. Ella había empujado a Nanoha
contra los pupitres, y por consiguiente, la había derribado hacia el suelo.
-"Fate."
Una mano tomó la suya, deteniéndola. La nombrada se giró lentamente, sin embargo, no se
atrevió ni tuvo las ganas de encarar a la pelirroja.
-"Fate-chan, yo lo s…"
-"¡Takamachi Nanoha, Testarossa Fate, a mi oficina! –un grito tronó de súbito- ¡AHORA!"
Nanoha rió nerviosa mientras Fate agachaba aún más la mirada, dándose cuenta apenas del
desastre que habían hecho y de la multitud de alumnos que había formado un círculo
alrededor de ellas.
Así como del director encolerizado que les contemplaba desde la entrada del aula,
estrellando la planta de su zapato contra los azulejos una y otra vez, a punto de desbordar su
última pizca de paciencia.
'Cause you're hot and you're cold – Porque eres caliente y eres fría
You're yes and you're no – Eres un sí y un no
You're in and you're out – Estás dentro y estás fuera
You're up and you're down – Estás alegre y estás triste.
You, you don't really wanna stay, no! – Tú, tú realmente no quieres quedarte, ¡no!
You, but you don't really wanna go, oh! – Tú, pero tú tampoco quieres marcharte, ¡oh!...
Abrir y cerrar,
Volver a empezar,
Mi existencia maldita
Es clavar un dolor
Que palpita.
Mi mundo interior,
Mi ser anterior,
Insaciable y fugaz,
Se agita.
Corazones, Parte I
Las palabras fueron suaves, gentiles, apenas perceptibles y siempre con ese toque adorable
que imprimía la castaña en todo lo que hacía o decía. Y fue precisamente por esto –eso y la
cabeza baja junto a los puños agarrotados sobre su falda canela- lo que la hizo conmoverse.
Y con más razón, porque decir que tu familia se preocupa por ti, es algo natural y hasta casi
obligatorio. Pero recibir tal importancia de otra persona…
La profesora de guardia era una de las más ancianas de la escuela, así que el calor de la
tarde que bañaba las ventanas abiertas del salón de detención le proporcionaba una calidez
suficiente como para cabecear de cuando en cuando, perdida en un sueño tranquilo con sus
brazos cruzados.
El mismo gesto, ahora pacífico y desprovisto de todo miedo, con que recibió a Takamachi
Nanoha y a Testarossa Fate para cubrir su hora de castigo que el Director les había
impuesto, luego de lavar los baños, arreglar los balones, limpiar todos los pizarrones y darle
un buen sermón sobre la decencia y los buenos modales.
Y no era para menos que la venerable mujer se hubiese quedado dormida, pues el silencio
incómodo junto con el tic tac del reloj de la pared hacía más que tediosa la hora para las
jóvenes que no se miraban desde que su atareado castigo empezara; en este punto, la
situación había llegado hasta el límite de exasperación en Takamachi, quien miraba de
soslayo a la rubia con palabras en la boca que no se atrevían a salir.
Nanoha echó un vistazo a la dormida profesora que ya comenzaba a roncar apenas, y casi
enseguida, sus ojos subieron al reloj sobre aquélla.
La rubia estaba perdida en algún pensamiento sobre las vetas de la madera de su pupitre
donde se apoyaba con un codo, evidentemente fastidiada. Nanoha tomó aire y se acercó
sigilosamente a su silla, Fate arqueó una ceja al movimiento y le miró severa.
Severamente. Porque por más que rebuscase en todo su interior, no hallaba la manera de
poner en palabras lo mal que ahora se sentía. Era la primera vez que tenía que darle
explicaciones… a alguien más…
-"No quise hacerte enojar –Nanoha se mordió los labios, todavía negándose a reunir el
suficiente coraje como para alzar la vista y hallarse frente a frente al par de borgoñas
tempestuosos-, así que, podrías… um, puedes, ¿puedes perdonarme, Fate-san?"
-"¿Fate-san? –susurró tan bajo que su voz se asemejó a terciopelo- ¿Tan malo fue el
negarme a hablar contigo esta mañana?"
-"Nanoha, ¿cuál es el punto de acercarte a mí si vas a volver a dar pasos atrás cuando en
verdad estás avanzando?"
Los susurros acompasados tan característicos y arrullantes de la rubia cuyo sublime acento
no hacía más que captar la entera atención –lo cual era un gran logro, recordando lo
distraída que podía ser- de Nanoha Takamachi, le despertaron a esta última un sentimiento
revoltoso en su interior.
Era como un pequeño piquete de curiosidad que siente un niño ante un juguete que le ha
sido entregado de vuelta.
-"Pensaste mal –cortó de inmediato, con el ceño fruncido y los ojos borgoñas brillando con
desafío-. Sí, me fastidiaste; sí, me cansaste una y otra vez; sí, era increíble que no pudieras
dejarme sola ni un minuto o que me obligaras a comer una de tus dulzonas galletas…"
Ante cada nueva mención, la castaña se fue hundiendo más y más en su asiento, riendo
nerviosamente.
-"Inimaginable que tomes mis cosas sin mi permiso (espero podamos trabajar en ello) ¡o
que inclusive me gritaras en mi cara que te hiciera caso! –exclamó casi a gritos esta última
parte, teniendo cuidado de no despertar a su vigilante- Entre muchas otras cosas; claro, sin
olvidar el golpe que me diste en el estómago" –agregó, haciendo una mueca y pasando una
mano por su abdomen.
-"Tú lo provocaste."
-"Oh…"
-"¿Nanoha?"
-"¿Sí?" –le miró con cierto brillo, incomprensible para su interlocutora, al escuchar su
nombre ser pronunciado de nuevo.
La advertencia final en los ojos de Fate hizo reír divertida a la pelirroja, quien estiró sus
brazos al frente y se dejó caer sobre la paleta de su pupitre, mirando hacia delante.
Cerrando los ojos y explayando una complacida sonrisa.
-"Aja."
-"Estudiosa…"
-"Nyahaha, tienes que verla, ¡tiembla al solo oír tu nombre! –le guiñó un ojo, observándola
desde abajo- Y… mmm… bueno…"
Las pupilas escarlatas la contemplaron tan intensamente que la castaña no pudo evitar
voltear a verla. Y entonces, Fate, imitando la misma acción de hace momentos atrás, cerró
los párpados.
Era una sonrisa sencilla. Ni muy larga, ni muy corta. Pero era bonita.
-"No –negó, todavía con los ojos cerrados-. No, Nanoha. Tú eres esa persona, al menos
para mí, eres una persona maravillosa."
La otra le miró con ojos que no cabían de sorpresa, mientras un rubor traicionero subía a
sus mejillas. Iba a decir algo –si es que lo conseguía entre tanto tartamudeo- pero una tos
interrumpió el sueño placentero de la profesora y su plática.
De golpe, Nanoha se paró y volvió rápido a su lugar a dos sillas de distancia, pretendiendo
que leía con sumo esmero su volumen de la Guerra y la Paz, al igual que su mejor amiga.
-"¡No hablen, lean en silencio!" –ordenó adormilada la profesora, más por costumbre que
por otra cosa.
Ambas jóvenes se inclinaron sobre sus gruesos libros, la rubia como muestra de obediencia,
y la castaña como muestra de que no quería verle la cara a su terrible hostigadora.
La anciana mujer no tardó en volverse a quedar dormida. Así, Fate se paró de su lugar,
silenciosa y recatadamente como era en todo su hacer, y por primera vez desde que llegase
a la escuela, se permitió tomar el lugar de Alicia.
Y por primera vez, también –porque ese día era el día de los primeros intentos-, alzó una
mano que llevó a la muñeca de Nanoha, acariciando con cuidado las marcas que había
dejado la pelea de la mañana en su muñeca.
-"Gracias, Nanoha…" –susurró, con aquella sonrisa que a la pelirroja le hizo que su
corazón palpitara más veloz que el de un caballo de carreras.
Un ronquido sonoro de la profesora les sacó una risa cómplice a ambas mientras se miraban
a los ojos, resplandecientes por el sol vespertino al tiempo que sus manos se entrelazaban
discretas.
El Almirante Chrono Harlaown caminaba aprisa hacia la reunión con el resto de los
miembros del jurado de la TSAB que llevarían a cabo el juicio en contra de aquel mago
capturado en un mundo perdido, gracias al esfuerzo de las Wolkenritten que la Comandante
Hayate había enviado para no perderle la pista, puesto que su magia y control de los saltos
dimensionales rebasaba, incluso, al crucero espacial más veloz de toda la flota.
Chrono no sabía muy bien los detalles, así que cuando se cruzó con Signum no perdió
tiempo en hacerle las debidas preguntas.
-"Cautiva" –corrigió.
-"¿Es una mujer? -eso dejó perplejo al Almirante, quien echó un vistazo a sus reportes-
Entonces la información está desviada."
La mirada dura y hasta crítica de la guerrera de la espada activó todos los sensores de
alarma en el pelinegro.
La pelirrosa miró al frente, hacia el pulcro pasillo por donde caminaban a paso casi marcial.
Mantuvo el silencio unos segundos más, sopesando lo que diría a continuación.
-"De parte de Yuuno, en la Biblioteca Infinita nos llegó el reporte de que la mujer había
estado indagando en los libros de la sección prohibida, referentes a la Logia Perdida."
-"Pero no sólo eso, Almirante. La maga también tiene una fórmula antigua para revertir los
datos de las Jewels Seeds y transformar su poder en algo inimaginable."
-"¿Eh? Pero eso no es posible, sólo basta reunirlas y activar juntas su poder para obtener la
fuerza de la Logia Perdida."
-"¿QUÉ?"
Las pupilas marinas la observaron con incredulidad, Chrono no daba crédito a lo que
escuchaba. Nadie podía manipular semejante cantidad de magia, ni siquiera los mejores
magos con que contaba el Bureau podrían acercársele.
-"Sólo fue un ensayo y casi le cuesta la vida a Shamal –suspiró con pesadez-. Con las
Jewels su poder será inmensurable. Y entonces, entonces ya no podremos hacer nada…"
-"Aún así, nunca ha existido en toda la historia de la Logia Perdida algo tan poderoso o
macabro hecho con las Jewels Seeds, como esto."
-"Debo confesar que no gozo del alcance cognitivo de una Belkan –bromeó Chrono
confundido- Explícate."
Signum sonrió a medias mientras alcanzaban las enormes y bien vigiladas puertas de la sala
del jurado. Después, se detuvo mirando gravemente a Chrono Harlaown.
-"Lady Carim se comunicó con nuestra ama, al parecer no es el poder transmutativo de las
Jewels Seeds lo que deseaba esa mujer, sino invocar una fuerza mucho más omnipotente:
La entidad de la que nacieron esas piedras."
La vista cobalto permaneció quieta e impasible unos momentos, hasta que finalmente sus
ojos se entrecerraron con algo que el pelinegro no pudo identificar.
Estaba en completo desacuerdo en que Fate y Alicia estuvieran así, peleadas como
enemigas mortales, aunque daba la razón a la menor, pues el comportamiento de Alicia no
tenía fundamento alguno.
O al menos no de momento.
Sin embargo, algo en el corazón de la fiel sirvienta le decía que un peligro acechaba a la
familia, y que posiblemente, la mayor de sus preciosas muñecas sabía de qué se trataba.
-"¡Waf!"
Dieron vuelta a la esquina y la mujer notó con sorpresa que había una chica en la puerta
principal, como buscando cómo tocar o entrar. Sin duda alguna provenía del colegio de las
hermanas Testarossa, pues llevaba el mismo uniforme, a pesar de que Linith no conocía esa
escuela.
-"Um… de acuerdo…"
Caminaron a paso lento hasta llegar adonde la chica, a quien pudieron ver más bien
nerviosa y acomodándose la ropa.
-"¡Waah! –se llevó una mano al pecho, dando la vuelta de un salto- Qué susto. Bueno… -
Hayate se aclaró la garganta, cubriéndose los labios con su puño izquierdo- …yo venía a…
um…"
-"¿Sí?"
-"Qué lindo perrito, me recuerda a uno que yo tengo" –agregó rápidamente, tratando de
alivianar la tensión.
Yagami se puso como jitomate, antes de cuadrarse más que nerviosa y sintiéndose
completamente idiota. Y todavía empeorando las cosas, trató de ponerse lo más derecha
posible y dar una serie de torpes venias a modo de disculpa.
-"¡Señora Testarossa! ¡Lo siento! ¡Yo quería ver a Alicia! ¡No! ¡Digo sí! ¡Es decir, usted
sabe! ¡DEMONIOS! ¡Ahhh!"
La castaña llevó sus manos de inmediato a su boca, pateándose mentalmente por haber
dicho semejante grosería enfrente de quien ella suponía, era la madre de Alicia.
Mientras Arf gruñía un poco, Linith se echó a reir, sacando su llave para abrir el enorme
portón y dejar entrar a la chica.
-"Pasa, pasa. Es bueno ver que las chicas tienen nuevas amigas."
-"Eh, sí…" -Hayate entró aprisa, encogida de hombros y con la mirada lo más baja posible.
-"Yagami, me llamo Hayate Yagami, ¡y créame que lo haré lo mejor posible, señora
Testarossa!" –exclamó con ojos cerrados, inclinándose hacia delante.
-"Oh no, no –rió bajito, cubriéndose la boca-. Yo sólo soy cuido de las señoritas, en estos
momentos su madre no se encuentra."
Los ojos azules la miraron perplejos y perdidos, su dueña sintiéndose la idiota más grande
del mundo por hacer el ridículo enfrente de la persona equivocada.
Una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios mientras las ganas de estampar la cabeza
contra la puerta aumentaban considerablemente…
-"Señorita Yagami, adelante" –se despidió finalmente, una sonrisa divertida todavía alojada
en su rostro.
Una vez sola ante la puerta, Hayate se tomó su tiempo para controlarse y estar en forma.
Hasta que un leve jadeo a su lado llamó su atención, teniendo la ligera impresión de que el
cachorro rojizo se estaba riendo en su cara, antes de verle desaparecer escaleras abajo.
Knock. Knock.
-"¿Por qué has vuelto? –habló fuertemente- ¡No quiero hablar contigo ahora, Fate!"
El toqueteo leve de la puerta se escuchó de nuevo antes de que ésta fuera abierta y una
persona ingresara en la habitación, cerrando el umbral tras su entrada.
-"Um, lamento no ser quien esperabas –rió torpemente, pasando una mano tras sus
cabellos-. ¿Cómo te sientes, Ali?"
-"¿Yagami?"
-"Hayate –replicó sonriendo-, somos amigas, así que dejemos las formalidades de lado, ¿de
acuerdo?"
La castaña se acercó hacia la cama donde Alicia estaba acostada, descansando, y tomó
asiento en la orilla de la cama. No pudo evitar sentir cierta culpa por no haberse presentado
antes a verla, permitiendo que su mirada reflejase su tristeza.
Y por consiguiente, ofendiendo a la muñeca que detestaba ser tachada de frágil y endeble.
El ceño fruncido –tan parecido al gesto que su hermana menor solía hacer- y el tono
agresivo de la pregunta destantearon a la ojiazul por breves segundos. En ese instante,
Hayate Yagami no supo por qué.
Y aún así, a pesar del velo defensivo que la rubia estaba levantando, sus ojos azules y
levemente pintados de tristeza, pudieron encontrar el rastro de pequeñas cicatrices.
Los hilos que alguna vez le dieron movimiento y le brindaron libertad, finalmente
empezaban a mostrar su espinoso camino alrededor de su doliente corazón de porcelana.
Rompiéndolo en pedazos…
Abrir y cerrar,
Volver a empezar,
Y no ser extranjera
Es querer respirar.
De nuevo…
Y tomo fuerzas,
¡Dios!
¡Última esperanza!
I've tried many times but nothing was real – Lo he intentado tantas veces pero no es real,
Make it fade away – Haz que se vaya.
Don't break me down! – ¡No me dejes caer!
I want to believe that this is for real – Quiero creer que esto es de verdad,
Save me from my fear – Sálvame de mis miedos,
Don't tear me down! - ¡No me destroces!
Make my heart a better place – Haz que mi corazón sea un lugar mejor…
Capítulo VII
Corazones, Parte II
-"Quería verte –contestó como si fuera lo más obvio-. Incluso traje tus tareas conmigo,
¿ves? Me las he arreglado para tener la tarde libre, así que puedo quedarme a ayudarte y…"
Hayate sonrió, porque después de todo, ahora comprobaba que el carácter gruñón
probablemente ya no era sólo cosa de Fate Testarossa.
-"Dime."
Las pupilas zafiro la contemplaron fijamente, la sonrisa aún colgada en sus labios en una
mezcla entre diversión y vergüenza.
-"Sé que sonará muy estúpido e increíble, pero lo digo de todo corazón. Te extrañaba."
Alicia clavó su mirada algo sorprendida en Hayate. ¿Extrañarla? ¿Alguien que no era Fate
le extrañaba? Nuevamente, casi sin perder tiempo, frunció el ceño.
La rubia frunció su ceño, aún más, inquieta con esas palabras. Sintió que un calorcillo subía
a su rostro de un origen que no supo explicar mientras Hayate le sonreía acercándose otro
poco. Alicia respiró profundo al sentir su corazón acelerarse.
Cariño.
De alguna manera esa sencilla palabra sonaba tan cálida ahora, como un rayo de sol tibio en
un invierno helado. El invierno de su corazón desvalido.
-"E-Espera…"
Alicia parpadeó atónita cuando Hayate pasó una mano por su mejilla y oreja al acomodarle
un mechón furtivo. Miró a la castaña como quien mira a un cordero que no sabe que tiene a
un lobo hambriento encima.
-"Así está mejor. De esta manera te ves más linda… hey, ¿qué sucede?"
Yagami ladeó su rostro al ver que Alicia bajaba el suyo, ocultándolo tras sus flequillos
rubios al tiempo que sus manos se crispaban contra las sábanas finas atrapadas entre sus
dedos delgados y pálidos. Hayate conocía bien ese gesto, sus guerreras Belkan eran casi
igual cuando el orgullo no les dejaba expresar lo que sus corazones deseaban gritar.
Negó suavemente, ¿por qué la gente tenía que ser tan cabezota para decir las cosas?
Posando una mano cálida sobre el hombro de Alicia, Hayate acortó el espacio entre ellas.
-"La verdad es que te extrañé porque eres como una mariposa en mi corazón –murmuró con
voz insegura, temiendo que sus palabras pudiesen causar un efecto negativo-. Por favor, por
favor Alicia, tenme fe."
Alicia levantó sus ojos oscilantes, temblando un poco. Las palabras de la chica a su lado
taladraban su ser de manera contundente, recordándole por qué había buscado tanto su
presencia en la escuela, inclusive por sobre su hermana menor.
Dolía tanto.
Los ojos azules, bondadosos y comprensivos de Hayate le devolvieron su semblante
cansado, necesitado de apoyo. Triste.
-"Hayate…"
Mas las escasas fuerzas y el empeño de la castaña deshicieron cualquier esfuerzo por
alejarse.
-"Hace tiempo yo también estuve enferma, pero encontré personas que me ayudaron a sanar
y salir adelante. Sé lo que sientes porque yo lo sentí, sé lo que piensas porque yo lo pensé;
sé lo que dirás porque yo lo dije –la castaña se separó lo suficiente para posar un dedo sobre
sus labios, riendo suavemente-. No lo sientas, no lo pienses, no lo digas, Alicia. Son
solamente sombras que carcomerán tu corazón tierno y bonito, como el de una muñeca."
La castaña cerró los ojos y le dedicó una sonrisa, una que pareció desvanecer en un soplido
los malos humores y las terribles tristezas que habían estado aquejando al corazón de la
rubia.
-"No sólo tienes personas que se preocupan por ti, porque son tu familia –habló despacio,
imprimiendo una importancia tácita en cada frase-. También me tienes a mí."
Entonces, los labios tibios de Hayate sobre los suyos fueron su respuesta.
Una docena de guardias abrieron las puertas al entrar mientras un grupo de cuatro sujetaba
las cadenas encantadas que se unían a gruesos grilletes, los cuales rodeaban a la mujer que
caminaba con altivez a pesar de su cautiverio; manos y pies encadenados al igual que la
parte superior de sus brazos, junto con un collar que prevenía cualquier tipo de magia que
hubiera en ella.
-"¿No lo sabe, Almirante? A quien tiene aquí enfrente, ahora mismo –susurró como si fuese
un gigantesco secreto-, es a Precia Testarossa."
Chrono abrió sus ojos de par en par, jadeando por la sorpresa. La conocida maga se plantó
frente al jurado del cual era parte y le examinó a cada uno con calma, como si ella fuera el
verdugo y no la víctima.
-"Precia Testarossa, se te acusa de fraude al hacerte pasar por un oficial de la TSAB, causar
daños físicos a guardias y a un miembro de la TSAB, pero aún más, por tratar de usar las
Jewel Seeds…"
-"¿Quién dice que traté?" –tronó la voz de Precia, callando al Comandante en Jefe.
-"¿Almirante?"
-"Signum, hace unos días Hayate me informó que conoció a unas hermanas gemelas en la
escuela…"
La aludida pareció dudar por varios segundos, dividida entre la incertidumbre, el respeto a
la privacidad de su ama y su deber como oficial del Bureau.
Antes de que la guerrera Belkan pudiese responder, Precia se echó a reír, llamando la
atención de todos. No era ciertamente una sonrisa diabólica aunque si algo grotesca, mezcla
de victoria y amargura.
-"Jajajaja, tontos, ¡intentar! ¡Le dicen a Precia Testarossa que lo intentó! –entonces, su vista
violeta pasó a ser una de total desprecio- ¡Púdranse en el más negro de los hoyos!"
-"¡PRECIA TESTAROSSA, SE TE ADVIERTE POR ULTIMA VEZ…!
Chrono cortó su orden, lleno de completa frustración mientras el silencio sepulcral habló
por todos. Precia miró sus grilletes que levantó hacia el Jurado.
-"Soy culpable de obrar un milagro. Que sus almas ardan en el más cruel de los infiernos si
buscan detenerlo –un par de lágrimas corrieron por sus mejillas-. Hecho está, hecho está…"
La casi enloquecida maga desapareció por entre las puertas al tiempo que Yuuno Scrya
entraba por una más pequeña y lateral, corriendo para buscar a la líder de los Wolkenritter,
quien ya ponía orden al caos de la sala.
Chrono les alcanzó luego de que casi todos salieran escandalizados y algunos cuantos más
sumamente enfadados.
-"¡Yuuno! ¡Signum!"
-"Almirante, le decía a la Teniente que creo saber qué es lo que hizo Precia Testarossa."
-"Por lo que he visto de los videos de su captura, no fue un ensayo de invocación para las
Jewel Seeds, sino la terminación de un largo hechizo."
-"Seguramente a partir del momento en que leyó la fórmula en la Biblioteca Infinita –el
rubio les mostró una hoja con unos rayones-. La Comandante Hayate Yagami me dijo sobre
los rayos oscuros de un ataque; aunque Precia es poderosa no es capaz de descargar tal
magia, sin contar que hubo varios antes de que escapara."
Los lentes fueron acomodados mientras los ojos verdes y serios del bibliotecario les veían
con una enorme preocupación. Yuuno Scrya tragó saliva y devolvió la vista hacia el
informe entre sus manos temblorosas, tratando de ignorar su garganta seca.
-"No fueron atentados azarosos, sino la explosión de un sello que Precia rompió al
comenzar una invocación."
-"Pero nuestros detectores hubieran…"
-"Hablamos de la Logia Perdida, Almirante. No hay manera de medir ese poder. No con
esta tecnología."
-"Continúa."
-"He hecho este patrón a partir de los movimientos de escape a través de las dimensiones
donde ustedes estuvieron persiguiendo a Precia –explicaba señalando su hoja-. Tampoco
fueron azarosos o deliberados, estuvo presente en cada ruina antigua, realmente lamento no
haberlo visto a tiempo."
-"¿De qué endemoniado sello estás hablando Yuuno?" –agregó Chrono, ya completamente
exasperado.
-"El Sello de Azathoth. El Dios que vive en las Jewel Seeds –hizo una larga pausa,
temiendo que el tan sólo decir su nombre podría ser capaz de invocarlo-, y que puede
convertir lo imposible en posible..."
Por unos momentos nadie dijo nada, la tensión aumentando de súbito en el ambiente
mientras el grito de los guardias se escuchaba desaparecer a lo lejos.
-"Signum –llamó serio, volteando a verla-, comprendo tu situación, pero sólo lo diré una
vez más. Quiero los nombres de esas chicas, y los quiero ahora."
-"¡Basta!"
¡SLAP!
El golpe resonó por toda la habitación. La mano blanca y pálida permaneció todavía en el
aire mientras su dueña volteaba el rostro, los ojos cerrados y las lágrimas comenzando a
salir.
Y delante suyo, Hayate Yagami la observaba, con una mano sobre su mejilla roja y con un
montón de palabras y sentimientos atravesados en su garganta.
¿Por qué?
Las sábanas rojas se volvieron más oscuras, humedeciéndose cada vez más al tiempo que la
rubia se abrazaba a sí misma, temblando y encogiéndose en su lugar en la cama como si se
estuviese muriendo de frío.
-"Alicia, yo…"
-"¡Vete! ¡Vete! ¡Vete! –exclamó varias veces, negando violentamente y negándose a abrir
los ojos- ¡No tienes ningún derecho a estar aquí!"
La castaña quiso decir algo, arreglar las cosas, ¡no podía quedarse así! No, Alicia no podía
odiarla… ¡no podía! Hayate se mordió los labios y bajó la mirada, culpándose una y otra
vez por atreverse a hacer semejante barbaridad.
-"¡No me toques!"
Se sintió la persona más horrible del mundo al verse reflejada en tales coléricos espejos
rojos. Quiso llorar.
-"Entiendo –habló corta, tratando de hacer su voz parecer lo más fuerte posible-. Perdón..."
Se puso de pie y salió de la habitación y de la casa de Alicia. No se atrevió a decir nada más
hasta el momento en que desde lo lejos se dio la vuelta, contemplando la enorme mansión
Testarossa.
No dijo nada más, hasta el momento en que sus sollozos rompieron a través de sus dientes
y sus mejillas se sintieron mojadas de repente. Sonrió con melancolía.
-"¡Mou, Fate-chan! ¡Para! Deja de regañarme por un momento, ¿quieres? Brr –talló sus
manos-, está comenzando a hacer frío."
Nanoha tan sólo asintió, lanzando un bostezo mientras la rubia a su lado sonreía, admirando
el paisaje nocturno de la ciudad. Habían terminado realmente muy tarde con su castigo, lo
cual, le había dejado la nota mental de no pelear en clases.
-"Bueno, para empezar –ladeó la cabeza, examinando su muñeca derecha-, muerdes muy
fuerte…" –terminó en un susurro, desviando el rostro sonrojado y la mirada nerviosa.
-"Perdón por eso" –comentó, parpadeando confundida ante el tono extraño en el que lo
había dicho su amiga.
-"Nyahaha, descuida. Yo me despido aquí, mi casa queda a unas cuantas cuadras más."
-"Um, ¿Fate-chan?"
La llamada de Takamachi la hizo detenerse para dar media vuelta y esperar a que dijese lo
que tuviese que decirle. Sin embargo, no hubo ninguna palabra, sino un cálido abrazo de
despedida en su lugar, seguido de un suave beso en la mejilla.
-"Si me vuelves a hacer lo mismo lo de hoy, ¡te irá peor la próxima vez!" –amenazó entre
risas, corriendo y alejándose de su mejor amiga.
Fate Testarossa sonrió y negó con la cabeza, suspirando y apretando el agarre en su maleta.
-"¡Alicia, Alicia!"
-"¡Ya llegué!"
Ante los gritos desesperados de Linith y el aullido de Arf, la rubia arrojó su mochila a un
lado y subió rápidamente las escaleras, encontrándose con una castaña golpeteando
incesantemente la puerta del cuarto de su hermana mientras su familiar gruñía y arañaba
esta misma continuamente.
-"¡A un lado!"
No hubo respuesta.
Los golpes siguieron y el silencio se mantuvo del otro lado. La menor empezó a ponerse
frenética, llamando a su hermana y empezando a entrar en pánico al escuchar los ladridos
de Arf y los sollozos de Linith, que no ayudaban sino a aumentar su nerviosismo.
-"Sir, I'm receiving signals from Fliegen. Your sister is no longer in the house." (Sir, estoy
recibiendo señales de Fliegen. Su hermana ya no se encuentra en la casa.)
-"¡Fate, cálmate!"
-"¡No puedo calmarme, Arf! ¡Maldita sea! ¡Bardiche, Barrier Jacket, ahora!"
-"Yes, Sir."
-"¡Fate, espera!
Linith gritó lo más fuerte que pudo, siendo ignorada y no pudiendo hacer nada para evitar
que su ama abandonara el lugar de inmediato.
-"Arf…"
La voz de Linith desapareció de sus oídos en cuanto se encontró volando alto en el cielo
azul oscuro, con Bardiche en una mano. El ojo dorado en su dispositivo titiló entre la
oscuridad, confirmando la localización exacta de su hermana.
-"Sir?"
-"¡¿Dónde está?"
-"Sir, I'm detecting strange reactions of magic. And increasing." (Sir, estoy detectando
reacciones extrañas de magia. Y aumentando.)
-"A Jewel Seed has been activated. Sir? They won't make it…" (Una Jewel Seed ha sido
activada. ¿Sir? No lo lograrán…)
-"Aquí."
-"¡Eso es fantástico! –exclamó, tratando de sonar animada mientras pasaba una mano por
sus ojos, limpiando sus lágrimas- Buen trabajo, Chrono…"
-"¿Qué sucede?"
Can you still see the heart of me? – ¿Aún puedes ver mi corazón?
All my agony fades away – Toda mi agonía se desvanece,
When you hold me in your embrace – Cuando me sostienes en tu abrazo.
Make my heart a better place – Haz que mi corazón sea un lugar mejor…
En fin,
Nada particular.
Dignamente, un abrazo.
En fin,
Nada particular.
Libres
-"¡ALICIIIAAAA! ¡ALICIIIIIAAAA!"
Las estrellas titilaban débilmente. Cada ventarrón que se alzaba era peor y más
escalofriante que el anterior, y sus rugidos…
-"¡ALIIIICIA!"
Fate volaba desesperada por aquella cadena de montañas donde su hermana mayor se había
perdido; su corazón latía a mil por hora tanto por el esfuerzo como por el pensamiento de
encontrar a su gemela sin vida.
Sola.
-"¡Estúpida!"
No supo con certeza si aquel comentario arrojado al feroz viento iba dirigido hacia ella
misma o hacia la persona que estaba buscando con enorme ahínco y angustia. Sus sentidos
totalmente alarmados empezaban a desorientarla, desafiando sus límites de autocontrol al
máximo; no podía sentir su presencia por ningún lado, y eso, le atemorizaba horrores.
Débil.
-"Yes, Sir!"
La rubia descendió sobre un pico alto, jadeando pesadamente mientras se limpiaba el sudor.
Arf, quien no se había apartado de su lado desde el suelo, le siguió de inmediato con un
salto, igualmente preocupada por la pequeña y frágil muñeca que era su otra ama.
Los ojos profundos y azules, pequeños, miraron con pena a aquellos de matices de
escarlata. Se culpó a sí misma por haber sido tan descuidada, ¿qué clase de familiar era si
permitía que su dueña se pusiese en peligro sin haberlo notado siquiera?
-"Fate, lo siento…"
-"Luego hablamos de eso, Arf –le cortó bruscamente-. ¡Ahora sólo quiero encontrarla,
demonios!"
-Sir, finding signal at nine o'clock!" (Sir, ¡señal encontrada a las 9 en punto!)
Sin pensarlo ni un instante, Fate echó a volar de inmediato. Como su oscuro presentimiento
le había estado murmurando dentro de su cabeza, Alicia no estaba ni remotamente bien; la
chica se encontraba desfallecida en el suelo con su arco en mano y sus ropas de maga
maltrechas.
¡Alicia!
Y sin embargo, sujetaba aún inconsciente una diminuta gema cerúlea en su mano. Una
Jewel Seed.
Su desesperación fue más que evidente al sujetarla entre sus brazos y apenas encontrar un
hilo de aliento salir de su cansado y adolorido cuerpo. Los ojos borgoña de la joven se
humedecieron al notar cuán deplorable era el estado en que se encontraba su hermana.
Recorrió rápidamente con la vista la piel de su gemela, llena de severos cortes, arañazos y
algunas manchas de sangre que se pegaban a su traje azul y plata. El cuarzo en forma de
rombo que adornaba la parte superior de Fliegen brillaba pálidamente, su destello nítido
desvaneciéndose a cada segundo que pasaba.
Fate Testarossa se mordió los labios fuertemente y sacudió la cabeza, dispersando en el aire
los restos de las lágrimas que habían podido cavar salida de su interior.
El viento sopló fuertemente hasta lanzar otro gutural rugido, raspando las escarpadas
montañas y alborotando los cabellos dorados. Entonces, su preciosa muñeca lentamente
abrió los párpados…
-"¡Alicia! –su grito sonó desgarrado- ¡No hables! Regresaremos a casa, ¡ahora!"
-"Sir, two new signals approaching from West!" (Sir, ¡dos nuevas señales se acercan desde
el Oeste!)
-"¡No!"
Arf levantó el hocico y gruñó al sentir la poderosa presencia de otros magos en camino.
Tenían que salir rápido de allí.
-"Madre… necesita…"
Fate la sujetó fuertemente contra su pecho, analizando las posibilidades que tenían para
escapar de allí sin llamar más la atención de intrusos indeseables. Un gemido de sorpresa
escapó de sus labios cuando Alicia le empujó para ponerse de pie, tambaleante pero
orgullosa.
Exactamente igual de terca que la otra muñeca rota que tenía por gemela.
-"Soy Alicia Testarossa… -jadeó con dificultad-… y ningún… ningún mago burocrático…
"
-"¡Fliegen!"
El arco Fliegen brilló una vez más con su luz de diamantina que rodeó a Alicia, al tiempo
que ésta apuntaba en la dirección donde ya dos puntos luminosos se acercaban a toda
velocidad.
Alicia sujetó su arma con una mano mientras posaba la otra en el aire, a una pequeña
distancia considerable de su dispositivo y justo enfrente de la cuerda transparente de este
mismo.
Fate, de repente, sintió que todo pasaba en cámara lenta.
La palma derecha de su hermana creando una flecha iridiscente de la nada, ella alargando
un brazo para contenerla, el chirrido de la cuerda tensándose mientras la zaeta tomaba
impulso.
¡ALICIAAAAA DETEEEENTE!
¡BOOM!
-"Yes, Sir!"
Al caer al suelo por la fuerza del impacto, Fate se percató que lloraba al ver sus lágrimas
flotar unos segundos en el aire polvoso y lleno de escombros, levantados por el
contraataque. Rápidamente sus ojos buscaron a Alicia, cuyo rastro de nuevo había
desaparecido de su visión.
Mas la suerte le sonreía, pues su hermana aún se encontraba de pie; se hallaba metros más
lejos, con la mirada llena de furia al extender una mano en contra de una chica de trenzas
rojizas cuyo martillo gigante estaba paralizado gracias al poder de Alicia.
Graf Eisen, el Martillo de Hierro, empezó a mandar una serie de vibraciones inestables,
haciendo retroceder a su pequeña dueña mientras su escudo rojizo se partía en dos con un
sonoro crujido.
-"Precia Testarossa –llamó Chrono desde el estrado-, sabemos lo que has provocado con el
despertar de las Jewel Seeds, llamando a la catástrofe."
-"¡Lo que yo responda o deje de responder jamás, nunca ha de tener importancia en sus
podridos corazones burocráticos!"
¡PLAF!
El grito encolerizado del pelinegro juntó a sus manos azotadas firmemente sobre el estrado
atrajeron la atención de todos.
El rostro de Precia dejó entrever por un fugaz segundo la sorpresa ante el descubrimiento
del Almirante, pero rápidamente fue sustituida por la frialdad y la dureza en sus facciones.
El tribunal murmuró igualmente asombrado pero sin hacer más comentarios ante Chrono
Harlaown.
-"Eso es lo único que les importa –se mordió los labios, temblando de ira-, sus espantosos
traseros. Siempre es lo mismo..."
-"¡Silencio!"
-"¡No callaré! –le desafió- Lo que hago tiene un fin que ninguno de ustedes comprendería
ni tengo ánimos de explicar. Si acaso van a sentenciarme –apartó la mirada violeta-,
háganlo rápido, y dejen de estar agotando mi paciencia con sus palabrerías hipócritas."
La hechicera clavó sus ojos en los jueces frente a ella antes de volverse a sus carceleros, a
quienes examinó de pies a cabeza.
-"Debí matarlos cuando tuve la oportunidad, pero a pesar de eso –susurró, sintiendo cómo
era apresada-, ustedes jamás nos entenderían..."
-"¡Llévensela de aquí!"
Cuando salieron, la mujer miró en el puerto donde varios guardias se movían apresurados
de un lado para otro por toda la nave, musitando cosas sobre problemas en una dimensión
cercana.
Uminari… Japón…
Su corazón de madre dio un vuelco y un par de lágrimas cayeron furtivas de sus ojos
mientras era llevada lejos, en dirección a otro transporte. Precia se preguntó quién iba a
proteger a sus preciosas muñecas ahora que ella estaba presa.
-"Bienvenido a mi club."
-"Precia Testarossa –dudó un poco, acomodando sus finos anteojos-, no hablaba del
desastre a nivel dimensional."
-"¿Eh?"
-"Una catástrofe no quiere decir a gran escala. A veces, el peor desastre sólo reside en un
corazón…"
-"Señor –un guardia se acercó, saludando a ambos-, hemos encontrado una antigua maga a
la que la acusada visitó antes de la Biblioteca Infinita."
-"¡Sí, señor!"
Tanto el Almirante como el bibliotecario siguieron al guardia hasta la planta baja en una
cómoda sala donde la anciana mujer miraba tranquilamente el bordado que hacía sobre su
regazo, como si estuviera más en su casa que en los cuarteles generales de la TSAB.
-"Así como lo oye, Capitán –alzó la vista lentamente, sin siquiera molestarse a enfocar su
mirada en las de aquellas dos figuras del Bureau-. Ya es demasiado tarde.
-"¿Tarde… para qué?" –la voz de Chrono vibró, revelando la ansiedad que se agolpaba en
esos momentos dentro de sí.
La mujer regresó la vista de nuevo hacía las agujas e hilos con los que se encontraba
maniobrando, trazando caminos, haciendo y deshaciendo nudos de colores a su antojo.
Después de unos segundos, sonrió con una mezcla entre el enigma y la decepción. Sus dos
oscuros y profundos ojos brillaron con un sentimiento insondable.
-"Cuando las muñecas despierten a su Creador –las cuerdas se entrecruzaron una vez más, y
en esta ocasión, se tensaron al máximo-, él pedirá una…"
¡Chask!
Y al lado, colgando del borde del sofá, pendía un hilo dorado partido en dos…
-"Fliegen -musitó con fría calma-, Ultimate Celestial Arrow…" (Flecha Suprema Celestial.)
Fliegen cambió de forma para alargarse y centellear aún con más intensidad, antes de hacer
brotar de su interior el resto de las Jewel Seeds. Si bien Fate se sentía alegre de ver el
enorme poder de su hermana, su sangre se congeló al verla usar el que provenía de aquellas
piedras malditas.
Una espada fue izada en contra de la rubia, la cual se detuvo a escasos centímetros de su
trenzada cabellera. La dueña del arma gritó y mordió sus dientes, haciendo presión con
ambas manos y poniendo todas sus fuerzas en romper el sello que protegía a su enemiga.
-"Vita…"
Los dedos alrededor del mazo amarillento y rojo se movieron ansiosos, luchando por
deshacer la nulificación que lo mantenía rígido en el aire y fallando por completo.
-"¡VITA!"
Un círculo blanco rodeó a las tres por completo y casi al instante una llamarada traslúcida
serpenteó en sus contornos. El calor que se alzó fue tremendo y los dos magos del Bureau
gimieron en dolor.
Sus cuerpos y sus mentes fueron separados y desprovistos de todo movimiento. Pronto, el
calor se convirtió en un frío terrible que parecía acribillar la sangre en las venas…
-"¡ALICIA, NOOOOO!"
Clic.
La niña pelirroja jadeó atemorizada cuando Alicia tensó su arco, las llamas se dispararon
como si quisiesen tocar el cielo, y en ese preciso momento, un torbellino de luz flameante
las envolvió por completo.
-"IGNITION!"
Las sombras de los dos magos se encorvaron hacia atrás, sus bocas abriéndose en un grito
mudo y los dispositivos todavía congelados en el aire…
-"¡ALICIA!"
-"¡FATE, NO!"
¡BOOOOOM!
Fate dio por sentado la muerte segura de la pelirroja trenzada y de la pelirrosa con espada,
pero su sorpresa creció a límites insospechados cuando un campo de protección apareció de
la nada, llevándose a ambas hechiceras lejos de su alcance.
-"¿Qué demonios…?"
-"Sir, two enemies above us!" (Sir, ¡dos enemigos encima nuestro!)
La rubia menor clavó sus ojos en el cielo, donde dos magas les observaban; una de ellas
sosteniendo a la chica de trenzas en brazos, la otra sujetando a la guerrera de la espada por
la cintura.
Arf saltó de inmediato enfrente de ella, encorvándose y gruñendo fieramente hacia las
figuras desconocidas en lo alto. La luz de la luna delineando dos delicadas siluetas.
Fate frunció el ceño. Sus ojos borgoña fueron entrecerrados y sus manos se aferraron aún
más a Bardiche.
A pesar del panorama en el que se encontraban, había algo familiar en ellas dos…
-"Fate, madre está en peligro…" –la voz cansada de Alicia a su lado le sacó de su
meditación.
-"¿Qué?"
-"La han atrapado… –la pequeña rubia se tocó su corazón mientras cerraba sus párpados, y
luego, señaló al cielo-… ellos."
-"No…"
-"Fliegen –el dispositivo brilló al instante-, Triple Wind Lighting!" (¡Viento de las Tres
Luces!)
-"De una u otra manera –desvió la cara, evitando mirarla-, voy a morir, Fate."
Y el hecho de usar el poder de las joyas que estaban recolectando, le iba a dejar un
sufrimiento mucho peor que el que ya estaba pasando.
Fate lo sabía.
Porque cuando se le daba mucha cuerda a una muñeca, las energías se disparaban al
máximo…
-"Ali…"
Que si muero,
Me mates de amor…
Nada particular.
Llámala libertad…
Memories consume,
Like opening the wound,
I'm picking me apart again.
You all assume,
I'm safe here in my room
Unless I try to start again
Esta noche...
Capítulo IX
Colisión
-"Hayate…"
-"Pero…"
-"Nanoha –habló firme, mas no se atrevió a mirarla-, no estoy mejor que tú y lo sabes –
tragó fuertemente-. Tendremos que acercarnos para averiguarlo."
La aludida bajó sus ojos con pesar. Aquellas dos figuras discutiendo se parecían bastante a
las hermanas que conocieran en la escuela, Fate y Alicia. Lucían, claro, diferentes por las
ropas.
Únicas.
-"Mhmp –negó Vita, abandonando los brazos de la pelirroja y colocándose al lado de ellas-,
estoy bien. Vamos."
-"¿Signum?"
Miedo.
-"¿Nanoha?"
-"¿Uh?"
La pelirroja suspiró sin muchos ánimos, mirando a Raising Heart como si el dispositivo
pudiera darle algún consejo en esos momentos; y observando, a través de su reflejo rojizo,
el rostro triste que marcaban las facciones de la Comandante.
Una sonrisa amarga surcó los labios de Nanoha. Definitivamente, no sabía con certeza
quién de las dos sufría más.
-"Vamos a bajar."
Los brazos fueron apoyados en el barandal mientras la cabeza reposaba sobre éstos. Por
un rato, ninguna se atrevió a romper el silencio ni el silbido tranquilo de la noche; mas fue
en el momento en el que Nanoha se posó a un lado suyo, admirando el cielo estrellado, que
al fin se atrevió a hablar.
-"Besé a Alicia."
Fue un murmullo tan bajo que de no ser por la expresión pasmada de su compañera,
habría jurado que nada había salido de sus labios. Y sonrió. Sonrió con dolor.
-"La besé –repitió, la voz entrecortada como si intentase excusarse con alguien de un
pecado mortal-. No pude evitarlo, ¿sabes?"
-"Hayate…"
-"Y lo poco que había conseguido, lo mandé al traste por mis idioteces –por primera vez en
ese día, desde que regresase al cuartel general, se atrevió a enlazar miradas con
Takamachi-. Y me odia, Nanoha –un sollozó se escapó de su garganta-, me odia tanto…"
Nanoha quiso decir algo a su favor, no obstante, la figura de la castaña sobre el barandal
con su sonrisa penosa y los ojos fijos en el suelo metros abajo, mientras empezaba a llorar,
por alguna razón le arrebató las palabras de la mente.
Se sintió mal, porque sabía lo mucho que Hayate se había mortificado los días pasados por
no haber tenido la oportunidad de contactar con Alicia.
Comprendía la desesperación de estar lejos de alguien a quien quieres mucho, porque era
casi exactamente lo mismo que sentía con Fate. Y tal vez, fue por esto que percibió la
melancolía colarse en su corazón también.
-"¡FLIEGEN!"
-"Loading Command, order accepted: Triple Wind Lighting!" (Cargando Comando, orden
recibida: ¡Viento de las Tres Luces!)
Los finos dedos de la hermana mayor, resguardados por el guante de plata con el diamante
incrustado, rozaron la cuerda transparente del arco, la cual pareció vibrar unas cuantas
veces antes de crear una poderosa y gruesa espiral blanca que salió disparada hacia el cielo.
-"IGNITION!"
¡BLAST!
-"Yes, My Master!"
-"¡Nanoha!"
-"¡Vamos, vamos, vamos! –se animó a sí misma, cerrando los ojos y haciendo presión
sobre el báculo que amenazaba con resbalarse de sus manos- ¡Resiste!"
¡BOOM!
El humo y polvo levantados por el recién encuentro se fue despejando a medida que las
magas bajaban a toda velocidad, más que preparadas para atacar antes de ser atacadas de
nuevo.
Las dos hechiceras sobre la planicie rocosa tomaron sus posiciones de combate y apuntaron
sus dispositivos hacia ellas; Hayate fue la primera en abrir sus ojos como platos al divisar
en el suelo a la persona menos esperada…
Alicia Testarossa.
-"Es verdad…"
-"No puede ser –susurró, deteniendo su vuelo y quedando rezagada y suspendida en el cielo
nocturno-, es mentira, es mentira…"
Varias flechas fueron arrojadas seguidas muy de cerca por esferas eléctricas, conforme el
ataque iba ascendiendo cada vez más, ambas ofensivas se iban mezclando entre sí, hasta
formar un solo poderoso relámpago naranja eléctrico.
-"¡Cuidado! –exclamó Hayate asustada- ¡Nanoha! ¡¿Nanoha, qué estás haciendo? ¡Por
Dios, MUÉVETE DE ALLÍ!"
-"¡Rein!"
-"¡De inmediato!"
Un escudo con el símbolo del triángulo Belka surgió al instante, agrietándose a cada
segundo por la presión que el ataque combinado de las hermanas Testarossa ejercía en él.
Apenas el relámpago se desvaneció, un rayo de luz poderoso como una flecha de fuego les
pasó cerca, pero no fue así para el resto del grupo que sí se vio dañado.
-"¡Son ellas!"
Sus ojos al fin se encontraron con un par de borgoñas pálidos y otros de un color más
profundo. Alicia y Fate les esperaban, desafiantes, desde el suelo.
-"No…"
-"¿Uh?"
-"Nanoha –su voz sonó ronca, todavía embargada por la tristeza-, ¿recuerdas a la
hechicera presa en la Biblioteca?"
Su amiga tragó fuerte y se pasó una mano por sus ojos, restregándolos. Dejó salir un
suspiro, pesadamente, como si lo hubiese estado conteniendo por demasiado tiempo
aunque sólo unos cuantos minutos hubiesen pasado en realidad.
-"¿T-Testarossa?"
"Y… -la otra mano de Takamachi, puesta sobre el barandal, apretó éste fuertemente-… es
la madre de Alicia y Fate…"
Angustiosamente.
-"Pensé lo mismo."
-"Nyahaha, es decir, podría llamarse Precia Takamachi o Yagami, ¿no? –su mano
izquierda abandonó la espalda de la Comandante para cerrarse en un puño discreto- Me
gusta oír tus bromas, pero esta vez te estás pas…"
-"No es broma."
-"Basta."
-"Hayate…"
-"También me duele saberlo, Nanoha. ¿Y sabes qué más? Somos magos del Bureau –sonrió
con ironía-, es nuestro deber atraparlas y entregarlas."
-"¡Hayate!"
Otro ataque, esta vez proveniente del dispositivo de Fate les apuntó, Hayate le tuvo que
jalar para quitarla de allí. Eran buenas.
Signum, la guerrera de la espada, liberó un poderoso ventarrón rosa pálido que hizo
colisión directa contra el Plasma Smasher de Fate Testarossa. La gigantesca explosión de
humo nubló la visión de todo el campo de batalla mientras el rugido del viento se alzaba
feroz en los oídos de todas.
-"Hayate, no podemos…"
-"Nanoha, yo tampoco quiero lastimarlas pero ellas sí lo harán. ¡Van a volarnos la cabeza si
te sigues quedando como estúpida allí parada!"
-"Nanoha…"
-"¡No!"
-"¡NANOHA!"
-"¡Hayate-chan! ¡La magia del enemigo está incrementado cada vez más y más a un ritmo
alarmante!"
El viento azotó de golpe el rostro de Takamachi en su descenso, las pupilas azules llenas de
determinación y terquedad ciega que hacía todo a su alrededor carente de importancia.
-"Entonces hazlo por tu hermana menor –una sonrisa rota-, hazlo por mí."
-"Fate…"
-"¡Bardiche!"
-"Yes, Sir!"
Alicia levantó su mirada, observando a nada más y nada menos que Nanoha Takamachi en
una versión de maga de la TSAB. Quiso levantar su arco pero algo dentro de ella le decía
que no debía hacerlo.
La pequeña rubia miró el rostro preocupado y tenso de su hermana por recibir el próximo
ataque. Algo dentro de su corazón se retorció dolorosamente, porque Alicia sabía, no,
Alicia estaba segura de que Fate aún no había identificado el rostro de su enemigo.
Regresó hacia la joven Takamachi, descubriendo, igual, una cara preocupada y tensa… y
llena de una extraña ternura que alcanzaba a percibir…
-"¿Qué?"
-"Espera."
Eso fue suficiente tiempo para que Nanoha aterrizara delante de ellas. Sus ojos no eran
furiosos ni de reproche. No estaban ni remotamente cercanos al resentimiento.
La mayor quiso decir algo en el momento, pero calló al ver el cuerpo de su gemela temblar
de repente de pies a cabeza. Cualquier cosa que pudo haber dicho fue acallada al instante.
Los dedos enguantados de negro, con la figura de una pirámide dorada impresa en el dorso,
sujetaron con excesiva fuerza el báculo oscuro. Los dientes fueron apretados y los pies
fueron plantados reciamente en la montaña.
Y de alguna manera, aquella en la que sólo dos hermanas podían lograr, Alicia supo que
Nanoha había hecho lo peor que podía hacer: Mostrarse a sí misma como lo que realmente
era.
Takamachi no era de confiar. No lo era. Entonces, ¿qué sucedía? ¿Por qué había un vacío
enorme supliendo el espacio de aquella efímera felicidad?
-"Fate-chan…"
-"¿Por qué?"
Sus palabras fueron como el siseo de una cobra, advirtiendo que lo peor apenas vendría.
Alicia se extrañó ante aquel tono tan amenazante de su hermana mientras Nanoha se
estremeció en su lugar.
Los ojos de Fate eran cubiertos por sus mechones dorados. Sus puños agarrotándose cada
vez más…
-"Entonces, ¿era cierto, Alicia? –preguntó sin siquiera voltear hacia atrás-. ¿Era cierto?" –
presionó.
-"Alicia…"
La voz baja de Hayate Yagami captó de inmediato la atención de la mayor, quien retrocedió
un paso hacia atrás al verla ataviada con el logo de la TSAB. La decepción de momentos
atrás empezó a ser sustituida por una rabia creciente dentro de su corazón.
-"¡No te acerques!"
-"Fate, Alicia…"
-"¡Esto no les concierne! –cortó velozmente la mayor a Hayate- Lárguense de aquí las dos
sino quieren ser exterminadas."
-"¿Por qué? –su tono pareció una lastimera súplica- ¿Por qué hacen esto?"
-"Jamás podrás comprender nada, Takamachi –respondió Alicia con fiereza-. Vete de aquí
si aprecias tu vida."
-"¿Fate-chan? Yo no…"
-"Yes, Sir!"
Recordó esa escena donde Fate sonreía mordiendo una galleta de Nanoha con una mirada
perdida. Ahora que tenía a las dos enfrente algo hizo clic en su mente; apretó sus dientes al
dolor en su pecho que por fin tenía nombre, pero que no quiso ni pensarlo, pues también, se
sintió aliviada de una manera extraña, como siempre pasaba con todo lo que hacía la
pequeña maga blanca.
Sin quererlo, le había quitado un peso inconsciente que la frágil rubia había estado
cargando todo este tiempo desde que su cuerpo le avisase de una noticia fatal.
Sin embargo, y aquí sonrió amargamente, por fin comprendía por qué no era capaz de
culpar a Takamachi.
-"Nanoha no va a lastimarme."
Alicia abrazó a Fate con el cariño que hace tiempo había olvidado profesarle.
-"Te quiero."
-"Voy a morir, Fate. Pero tú… -murmuró en su oído, con su sonrisa rota y su corazón
dañado-… tú vas a vivir."
-"Es hora de que por fin todos sean testigos del gran poder de Azathoth, es tiempo de que
sus maravillas dejen en claro por qué no debe perturbarse su sueño –las suaves palabras
fueron interrumpidas por una carcajada burlesca y casi inaudible-. La Lost Logia, no es
para niñas… ni para muñecas..."
La figura se levantó para mirar por la ventana, donde las estrellas comenzaban a aparecer
en el horizonte; podía sentir claramente el poder de las Jewel Seeds concentrándose cada
vez más.
Muy pronto, aquel sello que mantenía al dios de las joyas enjaulado se rompería por
completo y una divinidad arcaica pero sumamente poderosa haría temblar al universo.
Los dedos realizaron un pequeño chasquido mientras una chispa se revelaba fugazmente en
aquellos ojos oscuros. Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios.
-"Breaker…" (Destruye...)
El cuarzo blanco en el arco de cristal comenzó a brillar con una luz azul pálida, producto de
las Jewel Seeds en su interior.
-"¡¿Alicia?"
El grito de espanto de Fate fue interrumpido cuando una de las gemas salió del interior de
Fliegen sólo para adherirse velozmente al ojo dorado en Bardiche, cuyo matiz dorado se
convirtió pronto en un púrpura oscuro.
-"Set up, Scythe Form –dos rayos dorados crecieron en la cabeza del artefacto-. Arc Saber
accepted, fire!" (Preparado, Forma de Guadaña. Sable tipo Arco, recibido, ¡fuego!)
El arco se alumbró por completo, apuntando por sí solo hacia delante y liberando de la nada
una cantidad de innumerables cuchillas resplandecientes cuyas puntas volaron también
hacia las oficiales del Bureau.
Alicia y Fate gritaron algo, sus voces siendo acalladas por el bramido de sus dispositivos
inteligentes.
Pronto, ambas guardianas Belka se pusieron al frente, expandiendo sus barreras prismáticas
que las cubrían por completo para recibir el ataque frontal. El impacto las hizo retroceder,
sus pies dejando cortos y semiprofundos senderos marcados en la roca.
Traición.
Los sentimientos en las dos muñecas rotas fueron reforzados en una fracción de segundo.
El odio, el rencor y la venganza acrecentándose a medida que sus manos se cerraban sobre
sus dispositivos y la fuerza en ellos se elevaba de manera desmesurada.
-"¡Fate!"
-"¡Alicia!"
-"¿Por qué?"
-"¿Por qué la besaste?" –murmuró sin ganas, contemplando el piso metros abajo desde el
techo del cuartel de la TSAB.
-"Quería hacerlo."
La suave brisa meció los cabellos de la Comandante, acariciando su rostro con delicadeza.
Nanoha Takamachi suspiró sonoramente y se recostó también sobre el barandal, la cabeza
apoyada sobre los brazos cruzados.
-"Qué envidia…"
-"Aún si te odia –una sonrisa triste surcó sus labios-, al menos tú habrás conseguido
robarle un beso."
-"Nanoha…"
-"Je, qué envidia me das, Hayate-chan."
Era hora.
Las luces en el escenario finalmente se encendían con todo su fulgor, la melodía suave y
llena de tristeza empezaba a inundar el ambiente. Finalmente, las máscaras se caían al suelo
para revelar el rostro de dos criaturas delicadas y poderosas.
Y entonces, la verdad florecía dolorosa y palpable. Debajo suyo, a la postre hacían acto de
presencia:
Clutching my cure,
I tightly lock the door,
I try to catch my breath again.
I hurt much more,
Than anytime before.
I had no options left again.
Tonight...
Buscando mi cura,
¡Que yo la alcanzaría!
Teniendo la oportunidad…
Capítulo X
Daños
Tanto Hayate como Nanoha apenas tuvieron el tiempo suficiente para esquivar el
sorpresivo ataque de la rubia -que por poco las lanzó considerables metros más allá de
ellas-, seguida de una lluvia de flechas mágicas que Alicia arrojó para rematar.
La guadaña en la que ahora Bardiche se había transformado, se balanceaba peligrosamente,
haciendo cortes en el aire a modo de advertencia. Las extensiones eléctricas parecieron
vibrar con mayor intensidad.
-"¡Traidora!"
Fue un grito lleno de rencor y dolor. Las manos blancas apretaron fuertemente el báculo
oscuro, y a medida que aquellos sentimientos oscuros afloraban, la energía mágica a su
alrededor parecía desbordar de luz.
-"¡CUIDADO!"
Apenas el grito de Hayate terminó, la imagen de Fate se convirtió en una mancha borrosa
mientras Alicia se esfumaba en la nada. Las magas del Bureau se juntaron espalda contra
espalda, sus dispositivos en las manos y los rostros volteando hacia todos lados.
-"¡Fate-chan!"
¡CLANK!
Las chispas volaron al tiempo que la guadaña asestaba un golpe directo que era repelido por
Raising Heart. Al siguiente instante, la rubia se había desvanecido por completo.
-"¡Nanoha, no…!"
¡IGNITION!
-"¡HAYATE!"
Hubo un parpadeo por parte de Fliegen en el que Alicia emergió de la nada, a unos cuantos
centímetros de la Comandante y con su flecha lista para ser disparada.
¡BLAST!
-"¡HAYATE!"
Un gigantesco rayo blanco impactó contra ella, enviándola a volar por los aires para
después aterrizar bruscamente sobre las duras rocas. En cuanto sus guardianas saltaron para
atacar, Alicia había desaparecido de nuevo de su campo de visión.
¡IGNITION!
-"¡AQUÍ VIENE!"
Ni siquiera se había levantado del suelo cuando tras otro leve parpadeo, la figura de la
hermana mayor reapareció, apuntando de nuevo.
¡CLASP!
Para cuando Hayate quitó el brazo de su rostro, pudo vislumbrar la pequeña silueta de Rein,
con los brazos abiertos y flotando en el aire, el escudo Belkan en todo su esplendor delante
de ellas.
-"¿Por qué? Alicia –rió tontamente-, ¡esa pregunta ni siquiera tiene sentido!"
-"No entiendo…"
La rubia ladeó la cabeza, observando, sentada como estada, a la persona que yacía
recostada de espaldas sobre el árbol del patio de la escuela. Las pupilas azules y oscuras
se abrieron, enfocándola con un brillo que no pudo comprender.
-"En verdad, pareces tan contenta…"
-"No te entiendo –cerró los ojos y negó la cabeza, sonriendo inconscientemente-, de verás
que no te entiendo, Hayate…"
¡¡CRASH!
-"Roger!"
La velocidad de Fate Testarossa era inigualable. En un abrir y cerrar de ojos, apenas sus
pies surcaron senderos en la tierra, incontables esferas eléctricas fueron dirigidas con un
movimiento de su mano enguantada hacia el martillo de hierro.
¡BOOOOM!
Casi al mismo tiempo una segunda explosión estalló, enviando abruptamente contra una
roca a Signum, quien sostenía su espada con la mano derecha y había intentado atacarla por
la espalda.
Fate usó su velocidad de nuevo, re-potenciada por el poder de la Jewel Seed, hasta quedar
justo enfrente de la persona que hacía que su magia hirviera más y más.
-"Fate-chan…"
-"Yo creí en ti –Bardiche fue ondeado hacia la derecha-, e inclusive pensé, tan sólo por un
momento –el filo de la hoja empezó a vibrar ferozmente, como si fueran llamas de oro-, que
eras diferente a los demás…"
Los pasos de Fate se detuvieron. Nanoha alzó la mirada, contemplando a la rubia que había
cambiado su vestimenta de combate por un atuendo más ligero y de apariencia deportiva.
Un nudo se le hizo en la garganta cuando Bardiche fue izado en el aire, señalando su cuello;
y a pesar de la poca distancia que las separaba, la pelirroja sintió el calor de su ira más
cerca que nunca.
FIRE! (¡FUEGO!)
-"No soy tímida –rebatió una voz suave-, es sólo que no le veo el caso."
Nanoha Takamachi alargó el brazo y jaló de la mano a Fate, acercándola hacia ella. Bajó
la mirada y apretó unos cuantos botones del aparato que sostenía en su palma izquierda.
Una lucecita comenzó a titilar y ella abrazó a la rubia fuertemente después de soltar su
mano.
-"Sonríe" –susurró gentil, alzando su muñeca izquierda por encima de sus cabezas.
¡Clic!
-"¿Nanoha?"
-"¿Qué opinas?"
-"Se ve… bien –murmuró, admirando la fotografía que la cámara digital había capturado-.
Me gusta."
-"A mí me gusta también –sonrió satisfecha, viendo de reojo cómo Fate trazaba una
sonrisa en sus labios mientras sus dedos delineaban lentamente sus rostros en la pantalla-.
Deberíamos hacerlo más seguido, Fate-chan…"
El rugir del viento se vio opacado por el bramido de ambas descargas de energía al hacer
colisión, dispersando una llovizna de estrellas rosas y doradas en el aire.
Por un breve momento, Nanoha Takamachi pensó que era lo más hermoso que jamás había
visto. Eran como copos de nieve.
Creadas por ellas dos.
Las palabras centellearon en el ojo de Bardiche al tiempo que la figura de su dueña parecía
haberse duplicado, triplicado y copiado a un millón de Fates iguales que danzaban
alrededor de la maga blanca.
¡CLANK! ¡CLASP!
¡SLASH!
Los golpes llegaron uno tras otro, de todas direcciones, a veces interceptados por Raising
Heart. Algunos más, destrozando de a poco su uniforme limpio del Bureau.
-"¡Fate-chan! ¡Escúchame!"
¡CLASP!
-"¡FATE! –gimió en angustia, sintiendo una rodilla caer contra el suelo- Fate, te lo ruego,
no nos hagas esto…"
Los ojos comenzaron a arderle y la visión se hizo un nubarrón confuso, tal vez eran las
lágrimas que empezaban a humedecer la tierra bajo ella.
¡CRASH!
Se dijo.
Intentó convencerse de nuevo, negando con la cabeza y cerrando los orbes zafiros. La punta
del báculo negro, entonces, abrió un agujero en su defensa…
-"High caution: Power decresing –el escudo rosa parpadeó débilmente-. Magical energy is
running out." (Alta precaución: Poder disminuyendo. Energía mágica insuficiente.)
Las esperanzas pronto se fueron quebrando una tras otra, así como las grietas que
aumentaban en la protección creada por Raising Heart.
¡CRAAAAAAAASH!
Nanoha cayó por completo al suelo, apoyándose en sus manos y rodillas mientras jadeaba
fuertemente. La esfera roja anclada a un extremo de su arma titiló lentamente, hasta que su
luz no volvió a encenderse.
Levantó la cabeza despacio, sus cabellos cobrizos y despeinados pegándose a su rostro por
el sudor. Las pupilas azules albergando una enorme tristeza e impotencia.
Se sintió inútil.
Culpable.
Una luz dorada alumbró por completo su faz mientras el dispositivo oscuro era alzado hacia
el cielo, cuatro alas eléctricas refulgiendo en todo su esplendor y opacando al sol que se
despertaba en el horizonte.
En aquel momento, Nanoha pensó que era la libélula más bella que jamás había visto…
¡CRAAASH!
-"¡Rein!"
El diminuto cuerpo del dispositivo unísono provocó un ruido sórdido cuando impactó
contra las rocas y fue a dar sobre el suelo de piedra.
Con cuidado.
Con temor.
-"Rein…"
El ruido de la flecha tensarse contra la cuerda tintineó. Hayate, por instinto, sostuvo entre
sus brazos a la desmayada Reinforce, observando con miedo las pupilas escarlatas de
Alicia.
-"Alicia –sollozó, delatando su voz el hecho de que se encontraba llorando-, ¿qué es lo que
te ha pasado?"
La cuerda terminó de tensarse y la punta de diamante de la flecha la encaró sin chistar. La
arquera, entonces, sonrió tristemente.
Y por un breve momento, pero sólo uno pequeño, sus ojos abandonaron toda frialdad para
revelar un dolor profundo.
-"White Lightning Arrow ready, my Lady." (Flecha Relámpago Blanco lista, mi Lady.)
-"Ignition." (Ignición.)
¡BOOOOOOOOOOOOOOOOM!
-"¡FATE!"
El grito de Alicia se vio sofocado en cuanto un inmenso estallido rojizo nubló la visión de
todos y acribilló fuertemente los oídos de las hermanas, obligándolas a colocar sus manos
sobre éstos y a cerrar los ojos.
La menor se vio así misma desorientada por un lapso de tiempo, olvidándose absolutamente
de la pelirroja que estaba frente a ella y que ahora había desaparecido sin dejar rastro
alguno.
Al siguiente instante en que el campo de batalla se vio despejado, Fate vio horrorizada
hacia el cielo, donde la niña del martillo le traspasaba algo de magia a Takamachi, mientras
que la que manejaba la espada hacia lo mismo con Yagami.
-"¡Fate!"
"Perdón, Alicia…"
Hayate comenzó con el canto, los cabellos ahora castaños siendo elevados por la intensidad
de todas las magias invocadas mientras sostenía a una inconsciente Rein en su otro brazo.
-"…BREAKER!" (¡DESTRUYE!)
Inmediatamente los cuatro ataques salieron disparados hacia ambas. Cuatro portentosos
rayos de colores blanco, fucsia, rojo y rosa que se fusionaron en uno solo multicolor.
La defensa de Fate pronto fue activada, encontrándose de lleno con un calor tremendamente
ardiente que la hizo retroceder. Sus pies hundiéndose en la tierra y sus oídos zumbando por
el feroz rugido del ataque.
En aquel momento, Fate Testarossa lanzó un grito de angustia que marcaría para siempre el
corazón de Nanoha Takamachi.
Sin embargo, la maga del Bureau tan sólo apretó más fuerte los ojos. Sabiendo que si
flaqueaba ahora, todo estaría perdido; no importaban las lágrimas que estaba derramando ni
los espasmos que sacudían su cuerpo.
Esta vez fueron Signum y Vita quienes entraron en acción -dejando de lado su posición al
lado de Hayate y Nanoha-, levantando campos protectores para resguardarlas.
Si bien dio resultado, a pesar de las heridas que recibieron por ello, esto las alejó aún más
de las dos hermanas que se veían lejanas a la distancia.
-"Ama Hayate –llamó Signum-, el poder del enemigo es demasiado para todos nosotros…"
-"¡Esas niñas están demasiado enojadas como para escuchar razones! –terció Vita, jadeando
un poco por el esfuerzo-. No habrá palabras válidas para ellas mientras la furia las
controle."
Nanoha apretó su báculo con aprensión, girando su rostro hacia las dos rubias. Todo su
cuerpo aullando en dolor.
-"Fate-chan…"
Una lágrima corrió por su mejilla, secándose por el viento que les rodeaba, producto de la
tormenta de arena causada por el ataque.
A pesar de saber quienes eran realmente las hermanas Testarossa, ella no sentía rencor
alguno o temor hacia ellas, sino más bien preocupación y angustia.
Estaban solas.
Y Nanoha sabía demasiado bien cómo se sentía aquello. Asimismo, estaba segura que
Hayate igual lo comprendía…
(Nada…)
(Arf me ha contado todo. Abriré un portal de inmediato para que salgan de allí.)
(Gracias…)
Fate asintió, aunque no hubiera nadie frente a ella para verlo. El tono frío de la familiar de
su madre no pasó desapercibido, sin embargo, los gimoteos de su gemela distrajeron su
atención de inmediato.
-"Ellas no lo permitirán."
Instintivamente las órbitas borgoña más oscuras voltearon hacia el cielo, distinguiendo
apenas la figura de las magas de la TSAB.
-"Sólo necesitamos un último ataque para distraerlas, Fate. Sé que puedo hacerlo."
La menor se debatió mentalmente, mas terminó aceptando. Alicia podía ser mejor a larga
distancia e invocando ataques expansivos. Asimismo, su combinación de defensa y ataque
era única.
Ella, en cambio, era la más rápida. Tenía los ataques certeros y la mejor gama de ataques
ofensivos.
Pero juntas…
Eran invencibles.
-"Hagámoslo, Alicia."
Los guantes negros se cerraron decisivos en Bardiche. La ropa negra que cubría su
abdomen oscureciéndose lenta e imperceptiblemente.
Sangre.
-"¡Nanoha! –su cara se contrajo en una mueca de dolor en cuanto quiso acercarse hacia ella,
recordándole que tenía un tobillo roto-. Agh, Nanoha, no, tú las viste… –su mirada se
ensombreció-… iban a matarnos…"
-"¡CUIDADO!"
La voz de alerta de Signum las trajo de vuelta a la realidad. Todas las miradas se enfocaron
hacia la nube de polvo que parecía estarse desvaneciendo a medida que luces blancas y
doradas robaban espacio.
-"Phalanx Shift."
-"Phalanx Shift."
Un largo y gran círculo se dibujó debajo de los pies de las hermanas Testarossa. Símbolos
encriptados y desconocidos trazándose uno sobre otro, líneas doradas y plateadas
entrelazándose para formar y deformar figuras extrañas.
-"Arukas, Krutas, Eygias. Dioses del Cielo Nocturno que brilláis sobre todo, descended a
nosotros como os guío..."
Fate cerró los ojos y llevó a Bardiche contra su pecho. Relámpagos amarillos latiguearon en
el aire.
Alicia apuntó derecho y al frente a Fliegen, cerrando sus ojos también mientras continuaba
con el canto que su hermana había iniciado.
Esta vez, relámpagos blancos se unieron a los dorados que danzaban alrededor de ambas.
Numerosas dagas transparentes brotaron y se adhirieron a las esferas vibrantes, dando la
apariencia de monumentales soles cuyos colores plata y oro se mezclaban incesantemente.
-"Photon Lancer… -Fate fue la primera en abrir los ojos-… Phalanx Shift!"
¡ROAAAAAR!
Un terremoto titánico sacudió las montañas por completo, las cuatro magas sujetaron sus
dispositivos intuitivamente.
¡CRAAAASHHHHHH!
Las pupilas de Alicia se dilataron. Sus dedos estrujaron la ropa verde oscura que cubría su
pecho. Después, un latido que se asemejó al violento golpe de un martillo atracó a su
corazón.
(Prepárense.)
(¡Linith, Alicia…!)
¡BBBOOOOOOOOOMMM!
Los gritos de Signum y Hayate, junto con los fútiles movimientos de Vita y Nanoha se
confundieron con aquella luz furiosa cuya onda expansiva le precedió, haciendo un cañón
enorme en la tierra por el impacto.
Me debería de acordar,
Debo yo recordar
Y sentirse mejor,
¡Es mejor no creer en el amor!
Así como le hago yo.
Golondrina pálida.
Y el amor... se fue;
¡Caridad, mi amor!
Canta, cántame...
Queja, quéjate;
¡Ay, Caridad!
Capítulo XI
Justicia
La rubia se dejó caer pesadamente sobre la dura roca de la cordillera donde habían ido a
parar. Miró al frágil cuerpo entre sus brazos.
Alicia agonizaba de nuevo, ni siquiera tenía idea de cómo había logrado hacer tan enorme
ataque de magia junto a ella, ganando tiempo para que se abriera el portal dimensional, el
cual usaron varias horas atrás según los cálculos de Fate.
-"Al…"
-"Déjame verla."
Linith se arrodilló junto a ella. Arf había vuelto a la Tierra a buscarla cuando el poder de las
Jewel Seeds comenzó a manipularlas.
La más chica tragó saliva. Algo en los ojos de Linith demostraba reproche.
Caminaron ya en silencio hasta el sitio donde la mujer había indicado. La menor de las
hermanas miraba de hito en hito la espalda de la familiar de su madre, sus orejas felinas y
su cola moviéndose predatoriamente.
-"¿Te das cuenta que si Arf y yo no hubiéramos conjurado el hechizo Alicia estaría muerta
ahora mismo?"
Las orejas felinas de color canela se tensaron, pensando en la sola posibilidad de haber
perdido no sólo a una, sino a ambas. Después de todo, ella era la familiar de Precia
Testarossa.
Los hombros de la rubia quisieron levantarse a modo de coraza ante las duras palabras de
Linith. Pronto terminaron en el nacimiento de un riachuelo donde había un pequeño césped
y flores, como un mini-oasis en esa cueva profunda.
El cuerpo de Alicia fue depositado en el verde follaje, la tímida luz que apenas le tocaba
por uno de los agujeros del techo dejó ver su casi marmoleado rostro.
Hubiera muerto.
Fate apretó sus ojos y se mordió fuertemente un labio, caminando hacia su gemela para
arrodillarse a su lado, mientras la castaña le sanaba en lo más que podía.
-"Las Jewel Seeds no son pelotas para jugar –los ojos oscuros la miraron enfadados-. ¡Son
armas mortales!"
-"¡Lo siento! -gimió Fate, desesperada, dejando caer su cabeza-. Es que… iba a perderla…"
–susurró.
-"Mírame."
Cuando la joven rubia lo hizo, le soltó para sentarse en una piedra cercana a ellas.
-"Su madre quiere salvar a tu hermana a toda costa. Por eso ha buscado las Jewel Seeds, lo
sabes bien."
Fate asintió.
-"Precia quiere proteger a Alicia, Fate, pero no por eso quiere que tú te arriesgues a hacer
tonterías como las que hiciste hoy, ¿comprendes? –la aludida agachó la mirada-. ¿Cómo
crees que nos sentiríamos si llegásemos a perderlas?"
Las pupilas borgoñas voltearon a verla tímidamente, como respondiendo con aquel sólo
acto.
-"Yo no…"
Fate calló. Sus ojos se llenaron de sorpresa cuando la mano de la mujer de cabellos
cobrizos posó un pañuelo sobre su abdomen, retirándolo después para enseñarle la tela
manchada de sangre.
-"La Lost Logia es muy poderosa, pero si dejas que te controle de esa manera –sumergió el
pañuelo en un charco de agua cristalina, enfrente de ella, limpiándolo-, acabarás por ser su
muñeca de trapo."
La rubia colocó sus dedos cerca de su estómago, cerrando un ojo de inmediato al sentir al
fin una punzada de dolor. ¿Cómo pudo no haberlo notado antes…?
-"No –cortó de inmediato-, no habrá próxima vez. No quiero saber que tú y Alicia están
viéndose con esas marionetas del Bureau."
-"¡¿Un descuido?"
La familiar se paró de un solo golpe y le levantó la playera negra a la rubia, dejándole ver la
marca de un largo arañazo que enrojecía su piel y la hacía sangrar.
-"¡¿Te parece que esto fue hecho por alguien del Bureau? –inquirió con el ceño frunciendo,
soltándola-. Esto no es un juego, ya deberías de saberlo."
La hija menor de Precia contempló a su hermana, totalmente asustada al pensar en que ella
solamente había recurrido al poder una Jewel Seed; en cambio, Alicia, en su deplorable
estado, había peleado con varias…
-"El poder que hay en ellas no basta para darle vida a tu hermana."
-"¿Qué?"
Por primera vez desde que Fate recordara, los ojos de Linith se oscurecieron de manera
abrumadora.
-"Su madre no quiere el poder de la Lost Logia, ella busca al dios que duerme en ellas."
Negó con la cabeza pero luego se volvió a su hermana. Alicia le miraba tranquila, ahí
tendida en el suelo como una muñeca que aún no ha salido de su estuche y que desea estar
en los brazos de su dueña.
-"¡Alicia!"
-"Al…"
El sonido de las sirenas retumbó por los pasillos mientras los gritos y órdenes no dejaban
de escucharse.
-"¡¿Qué esta pasando?"
Shamal se quedó callada en cuanto cuatro camillas pasaron frente a sus ojos, conduciendo
al escuadrón que había isalido a una misión horas antes del amanecer.
Uno de los magos de la sección de rescate le extendió una carpeta con el estado de las
pacientes en ella.
Todavía abrumada, ingresó a la enfermería y contempló absorta las heridas y las ropas
destrozadas de su Ama. A su lado estaba Nanoha, no muy lejos de su condición.
Pero lo que tensó las facciones de la doctora fue el estado en el que se encontraba Rein.
Con el cuerpo agazapado y la piel totalmente pálida y fría.
Dentro poco, Shamal descubriría que el dispositivo unísono había sufrido una parada
inminente. Para entrar a un sueño profundo…
-"Alicia…"
No pudo resistir más. Así que se dejó caer junto a ella, llorando en silencio todo lo que su
corazón había estado soportando en ese tiempo.
Arf miró a Linith, y ambas sólo quedaron en mutismo total ante el dolor que Fate estaba
dejando salir.
Había llevado a Alicia a los extremos, obligándola a liberar una tremenda cantidad de poder
que su cuerpo apenas soportaba.
Fate negó una y otra vez, maldiciendo no sólo su ineptitud, sino el haber desconfiado de las
palabras de su hermana. Debió de haberle creído. En el momento en que el nombre de
Nanoha Takamachi fue tachado de peligroso, ella debió de haber tenido fe y aceptarlo.
En vez de dudar, como lo había hecho. Dudar como una maldita cobarde…
Alicia quiso levantar un brazo, pero aún estaba muy agotada para siquiera mover un dedo.
Así que Fate le abrazó, su cuerpo todavía temblando.
Incluso dejándose pisotear moralmente con tal de mantenerla viva. Alicia se dio cuenta del
gran amor que por ella sentía; su pequeña hermana, la que debía ser protegida y no
protectora.
Dos lágrimas, delgadas y frágiles como su dueña, se unieron a las de la menor en silencio.
Por amor se habían estado dañando, y por amor estaban ahora sufriendo.
Aquello sólo aumentó la pena y la decepción de sí misma en la más joven, quien se pegó
por completo a la moribunda Alicia.
Los recuerdos confusos venían a su mente, la ira provocada por las Jewels Seeds, la
increíble ráfaga de poder que sentía dentro de sí, la sensación candente consumiéndola por
dentro…
Traicionados.
-"La verdad es que quiero vivir… -confesó Alicia-… pero ya no tengo tiempo. Quiero
correr como antes, tú y yo –suspiró, jalando un poco de aire para sus pulmones cansados-,
por un campo verde… riendo… de la mano. Tú tropezando, ¿recuerdas? –rió bajito-.
Llorabas, entonces, mientras yo limpiaba tus lágrimas…"
Por fin tuvo la fuerza -todavía temblorosa- de levantar un brazo y pasar sus delgados dedos
por la húmeda mejilla de Fate, limpiando unas cuantas gotas saladas y solitarias.
-"Me caí…"
-"Tonta."
-"No puedo correr como tú, eres más fuerte…" -Fate apretó sus dientes al recordar esas
pasadas y preciadas conversaciones infantiles.
-"Lo eres. Pero tienes miedo de serlo" –aseguró, dirigiéndole una mirada triste.
-"¿Y tú no?"
-"Sí… pero… -hizo una pausa, cambiando su expresión a una seria-… soy más fuerte que
él."
Mentiras.
Alicia sabía que estaba diciéndole mentiras a su hermana. Si en verdad hubiese sido más
fuerte, nada de aquello de estaría sucediendo.
Ni ella estaría muriendo, ni habría sido explotada atrozmente hasta el último segundo de
esa terrible batalla. No podía hacerle frente, y saber la verdad, le dolía.
Podía sentirlo.
Cada momento que peleaba y usaba el poder de las gemas, algo carcomía su corazón. Y
jamás parecía saciar su hambre.
Jamás.
Fate giró su rostro, admirando la palma de porcelana que Alicia le tendía con su débil
sonrisa enferma y a punto de quebrarse. Sintiendo el dolor renacer en su corazón, la menor
sujetó la mano que besó con fervor.
-"Ya eres fuerte, Fate. Tú eres una maga… y yo una muñeca sin cuerda…"
-"Quiero vivir –musitó, desviando la vista-, pero no a costa tuya. Prefiero la muerte antes
que hacerte daño."
-"Al…"
-"Debo hacer esto sola… ¿entiendes?" –borgoñas pálidos se cruzaron con aquellos más
oscuros.
Fate, sin poder aguantar el contacto visual, observó dolida a Linith, que se puso de pie en
aquel instante.
-"Ya has probado del poder de las Jewel Seeds y has sentido su fuerza descomunal. No
puedes controlarlas ni mucho menos a quien duerme en ellas –sus palabras sonaron como
una seca advertencia-. Es su madre quien debe hacerlo. Sólo ella y Alicia."
-"Pero…"
La menor de las Testarossa le contempló largo rato antes de asentir y levantarse, borrando
las lágrimas de su rostro con el dorso de la mano, en un movimiento brusco.
-"No –Linith llamó a Arf-, yo iré. Tú busca las últimas joyas y vuelve con Alicia, Arf las
guiará a un lugar seguro; no podemos arriesgarnos a regresar a nuestra antigua casa, ya no
es segura."
-"Resiste… –se agachó para cargarla entre sus brazos-… volveremos a correr. Eso -
murmuró suavemente, poniéndose de pie-, es una promesa de hermanas, Ali."
Alicia apenas dibujó una sonrisa en sus labios. Fate se inclinó sobre ella y plantó un beso
rápido en su frente.
Precia se paseaba nerviosa por su celda, mirando los grilletes mágicos en sus muñecas y
tobillos. Cada minuto que pasaba era un minuto perdido para Alicia.
Silencio de nuevo.
Precia no creyó lo que acababa de ocurrir.
Creyendo que se trataba de alguna trampa, salió apenas, asomando su cabeza, cautelosa. No
había ni un solo guardia en los pasillos y el resto de las celdas estaban selladas.
La poderosa maga quiso volver a su sitio, mas el pensamiento de sus hijas le hizo armarse
de valor y salir corriendo de ahí. Subió al siguiente nivel sin que nadie se atravesara en su
camino. Fue lo mismo en el próximo nivel.
Sólo bastaba el acceso principal y sería libre, sin embargo, no contaba con que aquella
extraña suerte le acompañara hasta el final.
-"¡USTED, DETÉNGASE!"
Más guardias aparecieron, pero ella, siendo quien era, los despachó enseguida. No poseía
las Jewel Seeds.
-"¡PRECIA TESTAROSSA!"
La mujer sabía que no podría atacarle con magia, así que esperó el golpe para un combate
cuerpo a cuerpo. Pero el golpe no llegó.
En cuanto hubo cumplido con su cometido, el enorme felino volteó a ver a la pelinegra,
ronroneando. Se quitó encima del mago burocrático para acercarse a ella, y en cuestión de
segundos, su tamaño se redujo.
-"Así que fuiste tú" –sonrió al ver a Linith a sus pies, con sus patas delanteras rasgando
ligeramente su gabardina oscura.
-"Mi señora, no podría abandonarla aquí" –respondió obediente, cerrando los ojos gatunos
y agachando las orejas cuando una mano acarició su cabeza.
-"Tenemos que irnos."
Linith tomó entre sus dientes la pequeña llave que colgaba de su cuello, ofreciéndole su
báculo, el cual Precia tomó ávida antes de convocarlo.
El felino asintió, saltando a los brazos de Precia y siendo recibida por ésta de inmediato.
Una burbuja púrpura las rodeó antes de que desaparecieran justo cuando llegaban los otros
guardias. El hueco hecho dejó solamente una humareda que pronto despareció.
-"No sabía que la familia Testarossa poseyera familiares tan poderosos –comentó Yuuno a
su lado, analizando los daños hechos por los ataques-. No me sorprende que los rumores
acerca de la creación de quiméricas bestias acompañantes sean ciertos…"
-"Yuuno…"
Chrono caminó hacia el cuarto de acceso donde se veía la celda abierta de Precia. La única
abierta.
-"Observa."
-"Fue abierta, pero ella no lo hizo. Estos sellos sólo se abren desde este cuarto de control."
-"Su familiar…"
-"No –cortó serio-. Veníamos persiguiéndola en cuanto ubicamos su ruta. Jamás tuvo el
tiempo de forzar la celda de su dueña."
-"¡Madre!"
-"He vuelto, y ahora yo me haré cargo de la situación –el pelinegro estuvo a punto de
replicar, cuando la mano enguantada en blanco de su progenitora se elevó al frente,
callándolo en el acto-. Nanoha-chan, Hayate-chan y sus guardianas están de vuelta."
-"No sé que pasó allí –habló fuerte, cerrando de golpe la carpeta-. Pero no pienso permitir
que vuelva a repetirse. A partir de ahora, redoblaremos la vigilancia."
"Porque no pienso permitirlo. Somos la TSAB. Y vamos a impartir la justicia a todos… por
igual."
Caridad bonita,
De novia marchita.
Cuenta, cuéntame,
Se aventurará?
¡Ay, Caridad!
Capítulo XII
Remordimientos
Takamachi… Nanoha…
Sintió la traición.
Dolió la pérdida.
-"Tengo… -susurró, cerrando los ojos y encogiendo su cuerpo un poco más, en aquella
pequeña entrada de madera sobre la que se encontraba sentada-… tengo lo que merezco,
¿cierto?"
-"Así es" –aseveró en voz baja, tragándose las lágrimas que ya subían por su garganta.
Pasó una mano por la comisura de sus ojos, diciéndose a sí misma que alguien como ella no
tenía permitido llorar. Ya no podía ser más descuidada.
No volvería a llorar.
No volvería… a confiar…
Jamás.
Fate Testarossa cerró los ojos y en una orden muda, el dispositivo inteligente Bardiche
apareció en las manos de su dueña. El báculo fue levantado al frente mientras cuatro alas
doradas y hermosas refulgían en la noche.
-"Soy el demonio que va a matarte –abrió las pupilas borgoñas, atormentadas como un mar
furioso. Y dio una sonrisa rota y empapada en melancolía-, Takamachi Nanoha…"
Precia caminaba alrededor de la enorme sala, considerando sus pocas opciones viables para
ayudar a sus hijas. Linith y Arf esperaban pacientes al lado de Alicia, quien ya descansaba
en una silla de ruedas luego de que su madre fuera por ella.
Habían abandonado su casa anterior y se habían mudado a una nueva, cuyo dueño había
sido un mago colega de Precia ya fallecido, el cual fuese un importante hombre de negocios
en la Tierra.
-"Los perros de la TSAB no van a dejarnos en paz –murmuró entre dientes, mordisqueando
sus largas uñas-. Hay que eliminarlos. No queda más opción que eso…"
-"Linith, quiero que vayas al colegio de mis hijas. Hay que darlas de baja a ambas, causas
de fuerza mayor deben ser suficientes para esos mortales tontos."
-"Sí, ama."
-"Arf, quiero que coloques las trampas mágicas alrededor de esta mansión y las conectes al
sistema de defensa que se encuentra debajo, en el sótano –ordenó, cerrando los ojos y
masajeándose las sienes con nerviosismo-. Esta vez no cometeré el mismo error."
Precia dejó su ir y venir para caminar hacia su hija, estaba más que agotada igual que sus
energías.
-"Pero... Fate…"
-"Enseguida vuelve –la interrumpió-, ya he contactado a Bardiche. Todo estará bien, mi
cielo. "
-"Mamá…"
-"Es curioso cómo a pesar de odiar tanto los hospitales continuo trabajando en algo que me
manda constantemente a ellos –la mirada oscura se posó en el techo blanco, cubierto de un
leve matiz azabache, producto de las sombras de la noche-. Me pregunto, cuántas veces irán
a reclamarme de vuelta…"
-"¿Hayate-chan?"
-"Dime, Nanoha."
Ante eso, la Comandante trazó una sonrisa llena de melancolía. Su mirada se dirigió hacia
su izquierda, en la camilla donde su amiga estaba descansando mientras le daba la espalda.
-"No –contestó simplemente-, estaba pensando, ya sabes –rió bajito-, en lo mucho que
alguien allá arriba debe de odiarnos…"
El sonido de las sábanas moverse espantó la quietud por unos escasos segundos. La
pelirroja se dio la vuelta y se sentó en la orilla de su cama, abrazando su almohada y
hundiendo la cabeza en ella ligeramente.
-"Por eso tenemos que obedecerlos –un gemido escapó de la boca de la maga blanca,
entristeciendo más los ánimos de la Comandante-. Ellos dan las órdenes, ¿sabes?"
-"Nanoha, no llores, Dios, me vas a hacer sentir peor de lo que ya me siento" –comentó
entre risas, percibiendo las lágrimas acariciar sus mejillas adoloridas.
Hayate Yagami se mantuvo callada un rato, su mente trayendo de regreso los recuerdos de
la batalla que le había dejado varias heridas, moretones y un tobillo enyesado.
-"¿Hayate?"
Se quedaron así el resto de la noche, espalda a espalda, escondiendo las miradas tristes y las
furtivas lágrimas que escapaban en un momento u otro.
En algún punto de la madrugada, el sueño, benévolo con ellas, decidió llevarse sus
memorias de este mundo por un pequeño lapso de tiempo.
-"¿Aquí es?"
-"Sí, Almirante –el dedo índice enguantado de uno de los oficiales señaló a lo alto de la
enorme hacienda-. La Mansión Testarossa."
Dos altos postes vigilando la entrada a la casa, cuya escalinata de tres peldaños conducía
hacia las dos altas puertas de roble rojo.
-"No hay nadie –cerró los párpados y sonrió con anticipación, ya se lo esperaba de
antemano-. Bien, vamos a entrar –se volteó hacia el equipo que venía con ella, empezando
a dictar órdenes-: Todo lo que sea o parezca crucial en nuestra investigación deberá ser
confiscado, ¿de acuerdo?"
-"¡Sí, Ma'am!"
-"Tengan cuidado –advirtió por último-. Estamos en la boca del lobo, y éste… aún no ha
muerto."
Todos los guardias asintieron, yendo en grupos designados para comenzar a recorrer la
casa. La Almirante Harlaown se dirigió hacia lo que parecían ser las habitaciones
principales.
Encendió las luces para buscar alguna pista que les condujera a la captura de la familia
Testarossa; sin embargo, todo el cuarto era una colección de recuerdos fotográficos y nada
más. La mujer se dedicó entonces a mirar las imágenes.
Sus ojos fueron recorriendo e inspeccionando cada una hasta que un oficial vino a ella.
-"Sigan buscando –demandó, su mirada todavía fija en las paredes decoradas-, vuelvan a
revisar."
-"Observa esta serie de fotos –Lindy las señaló-. Las hijas de Precia Testarossa a una edad
muy temprana, se ven muy saludables y felices… pero hay una laguna en estas secuencias;
y de pronto… vemos a unas hermanas sin sonrisas ni brillo en sus ojos."
El guardia ladeó la cabeza y enfocó la vista hacia donde el dedo índice de su superiora
marcaba, comprobando la veracidad de sus palabras.
-"No me pasa desapercibido que la mayor, Alicia, está sentada junto a un dispositivo
médico" –aclaró.
-"¡Señora! –el oficial se acercó-. ¡Es verdad! Pertenece a los monitores mágicos."
La mujer se quedó pensando con una mano sosteniendo su mentón, y luego volvió a
señalarlas.
-"Así es oficial –se volteó hacia su subordinado con expresión seria-, una cura para Alicia
Testarossa. De eso se trata todo este embrollo, esa mujer está buscando salvar a su hija con
las Jewel Seeds."
La Almirante Harlaown se acercó hacia una foto en especial, enmarcada un poco más alto a
la mitad de la fina pared color crema. Sus dedos enguantados en blanco repasaron la
imagen donde dos niñas pequeñas reían, una con su cabello en dos coletas mientras sostenía
en sus manos un diminuto triángulo dorado.
-"Quiere usar el poder de la Lost Logia… no –negó de inmediato-. Más aún, despertar al
dios que duerme en ellas."
-"¡Busquen en la habitación de Alicia Testarossa! –su grito tronó enseguida por todo el
lugar, sin despegar la mirada ni la piel de la fotografía al frente suyo-. Debo saber qué clase
de padecimiento sufre, es posible que ahora toda la familia se haya refugiado para
atenderle. ¡Vamos! ¡Vamos! ¡No hay tiempo que perder, señores!"
Con el sonido de todas las voces acordando sus instrucciones, finalmente sus dedos
abandonaron aquella imagen, dejando una huella impresa y libre de polvo en aquel pequeño
espacio que había tocado.
Uno que, por alguna razón, hacía que los escalofríos envolvieran su ser…
-"¡AAAAAARGHHH!"
-"Vita, cállate."
La aludida suspiró, caminando hacia Signum para tomar asiento al lado suyo antes de
responderle a la pequeña guerrera.
-"Que más quisiera poder decir que estoy de parte de Nanoha y la ama Hayate, pero lo que
sucede con Precia Testarossa y sus hijas es sumamente peligroso."
-"¡Pero ellas son las víctimas! ¿No lo ven?" –gruñó la pelirroja de nuevo.
-"Unas víctimas que quieren destruirlo todo" –apuntó Signum, cruzándose de brazos.
-"No pueden juzgarlas solamente así. Recuerden… recuerden que pasó con nosotros…"
-"Eso es distinto."
-"Por ellas es que debemos acabar con este problema" –contestó como si nada, moviendo
su brazo para comprobar su estado. Mientras Shamal se ponía de pie para guardar de una
vez sus herramientas médicas.
-"Tú todo lo quieres terminar a espadazos –le discutió Vita a Signum, parándose de
puntillas frente a ella-. Esto no es nada más un delincuente queriendo dominar un mundo,
sino las hermanas Testarossa que… bueno…"
¡TRASH!
Signum bufó al tiempo que arqueaba una ceja, de nuevo. ¿Qué acaso no era más que
evidente?
-"Es obvio" –tuvo ganas de reírse, pero se contuvo, sonriendo apenas un poco.
A lo cual Signum respondió jalando una de sus trenzas y obligándola así a que la dejase en
paz.
-"En la pelea jamás quiso atacarla, sólo se defendió. Inaudito que no lo hayan sentido."
-"Lo siento, Shamal" –arrastró las palabras, volteando el rostro encaprichadamente cuando
vio a Signum dirigirle una sonrisa de burla.
La guerrera de la espada pasó una mano por sus cabellos y se levantó de la camilla donde
había estado sentada, tomando una camiseta oscura para cubrir los vendajes que rodeaban
su pecho y parte de su abdomen.
-"Va ser realmente imposible que la ama Hayate haga algo que perjudique a esa joven" –
añadió, terminando de colocarse la prenda.
-"Ew."
-"¡Vita!"
-"Lo siento, Shamal –esta vez se disculpó en serio-. Yo siempre he querido que Hayate-
chan sea muy feliz, pero como que escogió a la persona menos indicada en el momento
menos oportuno. ¿Qué vamos a hacer?" –suspiró, poniendo los brazos detrás de su cabeza.
-"Matarlas."
Zafira, quien había ingresado al cuarto en su forma lupina, tosió para llamar la atención y
tener la palabra. Las jóvenes entonces le miraron con curiosidad.
-"Esta pelea es únicamente entre las hermanas Testarossa y nuestra ama, al lado de la
capitana Takamachi. Nadie más debe intervenir –parpadeó, la expresión su faz estoica y
tranquila como siempre-. Hacerlo empeorará la situación y lastimará no sólo a las hijas de
Precia, sino a nuestra dueña y a nuestra amiga también."
Shamal hizo una señal de silencio a ambas para seguir escuchando a Zafira, a lo cual éste
solamente asintió.
-"Las Jewel Seeds que guardan en su esencia a su dios creador –gruñó entre colmillos,
caminando hacia sus compañeras para asegurarse que sus palabras fuesen escuchadas-.
Nadie tiene la información sobre qué ocurrirá si lo despiertan, sólo suponen que trae
desgracias."
-"¡Ah, claro!" –la más pequeña golpeó su derecho contra su palma izquierda.
-"Desafortunadamente, nada más el ama Hayate es quien puede saber lo que harán las
hermanas Testarossa. Ella y Rein."
-"¡Vita!"
-"Pero tú…"
-"No me sigan –le cortó a la menor-. Shamal, ¿podrías checar el estado en el que se
encuentra Rein?"
La rubia asintió obedientemente, a pesar de que en sus ojos se mostraba cierto desconsuelo
ante la enunciación del solo nombre. Puesto que, en todo ese tiempo, el Viento Bendito
había caído en un colapso profundo.
-"¿Qué vas a hacer?" –quiso saber de repente la doctora, sintiendo la preocupación en ella
crecer.
Signum se detuvo apenas por unos cuantos segundos para responder, sin siquiera
molestarse en voltear a verlos.
Y por más doloroso que fuera aquella situación, no podía permitirse dudar ahora.
Aún cuando el precio a la entrada de la obra de dos muñecas rotas, por tal osadía, fuese
demasiado alto…
Linith se revisó por última vez su traje sastre de modo que todo estuviera encajado en su
lugar. Había que pasar por una mujer madura que venía a cancelar la matrícula de sus dos
hijas por causas de fuerza mayor.
Las envidiaba.
A pesar de sólo ser humanos tenían una dicha que a sus pequeñas niñas se les había negado.
Una libertad de la cual no habían gozado y una vida que jamás habían probado.
-"Quisiera hablar con la Directora, si me hiciera usted el favor" –Linith hizo gala de su
mejor sonrisa amable.
-"Lo siento, ella está algo ocupada. ¿Podría decirme cuál es su asunto para hacérselo llegar
en cuanto este libre?"
La castaña fue interrumpida por nadie más que Lindy Harlawon, quien al escuchar la
palabra mágica se dio vuelta para encarar a quien creyó era Precia Testarossa.
Para su sorpresa, se halló a sí misma con otra persona. Pero no por ello dejó ir su intuición,
no aún.
-"Yo también tengo dos hijas –concluyó, dándole más familiaridad al asunto-. Están
estudiando aquí –dibujó una sonrisa en su rostro, tratando de inspirar confianza-, quizá sean
las cuatro amigas."
-"Lo dudo un poco… ellas están… -hizo una pausa, empezando a sentirse incómoda con la
situación-… enfermas."
-"Por eso quería venir a darlas de baja. Tardarán en recuperarse y es mejor que comiencen
el año de nuevo."
-"¿Enfermas? Qué barbaridad... ¿ambas? –preguntó como si fuese algo normal-. Acaso
son… ¿gemelas?"
-"No, sólo son hermanas –Linith percibió algo extraño y pensó que lo mejor era salir de ahí
cuanto antes. La curiosidad de esa mujer no podía traer algo bueno, después de todo-. No
obstante, si la Directora está muy ocupada volveré luego" –le dijo a la secretaria, intentando
enmascarar la tensión en su voz.
-"Si así le parece, señora. Y creo que es una excelente idea, quizá sus hijas puedan pasar
por última vez nuestro festival anual de las muñecas."
-"Sí, lo hacemos en el parque por la noche. Es una muestra artesanal de las muñecas
Kokeshi, son típicas muestras japonesas que los templos de la ciudad nos prestan para que
las nuevas generaciones sigan conociendo esta tradición antigua."
-"Creo que es todo –Linith sonrió diplomática-. Gracias por su atención" –se despidió,
haciéndole una venia a la recepcionista.
-"Para servirle."
-"¿No dejará los nombres a la Directora?" –Lindy preguntó, cortando su momento y camino
para salir.
La familiar se volvió por última vez hacia ella, enlazando sus ojos oscuros con aquellos
tercos aguamarinos, pareciendo la más despreocupada madre sobre la faz de la tierra.
-"No hace falta si volveré. Espero encontrarla de nuevo, entonces –alargó su sonrisa
fingida-. Salúdeme a sus hijas de mi parte, seguro que tienen una mamá hermosa."
Lindy le miró salir y luego fue a buscarle. Aquella sospechosa mujer tomaba un taxi como
cualquier otra.
-"Por favor, necesito revisar los documentos de todas las alumnas" –ordenó, mostrando por
primera vez en la sala una placa de policía.
Lindy sonrió triunfal. Sería un trabajo arduo y difícil, pero si sus sospechas eran
correctas…
…Cómo duele...
bluebirds fly,
and the dream that you dare to, oh why, oh why cant I?
Capítulo XIII
Precipicio, Parte I
El olor a muerte se podía dejar sentir por todo el lugar. Los escombros estaban sepultados
por cenizas viejas y polvo de los siglos que habían dejado su paso.
Bajo la fría luz de las estrellas y las dos lunas semidestrozadas cuyos fragmentos iban
cayendo sobre el planeta en forma de meteoros, Signum cayó de rodillas pesadamente antes
de apoyar sus manos sobre sus muslos.
Ése era el único vestigio de lo que había sido el amo anterior del Libro de la Oscuridad. La
guerrera Belkan jadeó un poco, cerrando sus ojos para recuperar su temple. Como parte del
programa guardián del libro tenebroso, aún sentía toda aquella conmoción que las ruinas
gritaban, atrapadas por el silencio tétrico de aquel moribundo planeta.
El libro había tragado a su amo sin miramientos y se cerraba de nuevo en espera de ser
llamado por otra esencia con la fuerza suficiente para volver a alimentarle.
Signum miró alrededor con los ojos entrecerrados. El cráter dejado por aquella explosión de
magia no era de un tamaño espectacular pero los daños esparcidos alrededor sí que eran de
lo más horroroso.
Lo que había sido un planeta pequeño de seres pacíficos que usaban la magia en sus
cosechas lunares, ahora era sólo un pedazo de piedra muerta, cuyas lunas en trozos
mostraban la capacidad de un artilugio de la Lost Logia.
Por primera vez, la pelirrosa se daba cuenta de lo que en verdad había ocurrido.
Toda la magia que recababan no era para llenar con letras poderosas el Libro de la
Oscuridad. Esto iba más allá que el simple capricho de completar un montón de hojas sin
sentido.
En realidad, era la invocación al pedido de un deseo dirigido a esa magia antigua, un deseo
imposible de realizar de cualquier otra manera.
Un milagro.
Era un Dios.
Signum se puso de pie, mucho más serena. Acto seguido, sacó a Levantine de su funda.
-"¿Alguna duda?"
-"Adelante."
La vida misma…
Reinforce, la primera, había sacrificado su existencia para detener al dios que amenazó con
emerger del libro y cobrar la vida de Hayate Yagami. Y aún más, había conseguido detener
la llegada de aquél que habría destruido más de una simple y humana vida.
De ese ofrecimiento con el cual no sólo devolvió todo a la normalidad sino que selló para
siempre en sueño eterno al dios de la oscuridad, Reinforce dejó la llave con la magia
arcaica lista, para cuando una situación parecida volviese a ocurrir.
El Libro del cual era poseedora la Ama del Cielo Nocturno guardaba demasiados secretos,
demasiados trucos recopilados a través de innumerables eones y centurias.
Guardaba cosas que a veces solamente con tocarlas, eran capaces de devorar todo a su
alrededor. Era la pequeña y gemela Caja de Pandora.
La ojiazul saltó fuera del cráter mientras Levantine seguía compilando datos. Si su ama
estaba dispuesta a dar todo por Alicia Testarossa, y ésta a su vez igualmente estaba
dispuesta a llamar a un dios para pedirle un milagro…
-"Data base lecture, completed. Starting up Information List." (Lectura de datos completa.
Estructurando información.)
-"Enterada."
Otro nuevo meteorito cayó a la superficie del planeta, ahogándose en un mar de arena y
cenizas. Había tanto dolor impreso…
Los dioses de la Lost Logia eran increíblemente poderosos y salvajemente crueles, por eso
estaban sellados bajo intrínsecos objetos; no debían ser despertados.
Jamás.
-"Data Base ready to show up, Sir." (Estoy listo para mostrar la información.)
-"Hazlo."
Los ópalos cobalto se clavaron en la perla de Levantine mientras éste daba paso a una
pantalla púrpura con la información que había recopilado. Un gruñido bajo escapó del
pecho de Signum al tiempo que confirmaba sus sospechas.
Para cuando el dispositivo terminó, le guardó para girarse y salir a toda prisa en busca de su
ama. Nadie debía llamar al poder de las Jewel Seeds y mucho menos invocar al dios
durmiente en ellas.
La vida de Hayate Yagami dependía de ello.
Signum estaba a sólo unos cuantos metros de la nave. De inmediato, sacó su transmisor
para llamar a Vita y a los demás, tenía que advertirles que alguien había interferido con el
patrón de funcionamiento de Reinforce.
Y que, de igual manera, la concentración de las Jewel Seeds en la Tierra no había sido una
mera coincidencia…
¡THUD!
Pronto, la guerrera Belkan caía inconsciente en aquella arena gris mientras Levantine
resbalaba de sus manos. La gema purpúrea en el dispositivo titiló una y otra vez, en un
intento por enlazarse a otro artefacto guardián.
-"Para ser un programa guardián, eres bastante insolente –la espada fue alzada al tiempo
que unas enredaderas empezaban a cubrirla, absorbiendo su energía y devolviéndola a su
pequeño estado natural-. Quizá una siesta calme tus ímpetus."
La risa hueca y larga dejó eco en aquel moribundo planeta, donde una vegetación marchita
y ondulante empezaba a abrirse paso entre el suelo rocoso.
Nanoha volaba muy cerca de la superficie sin mucho ánimo. Sus ojos sin brillo apenas se
fijaban en los obstáculos que aparecían frente a ella.
Se podía decir que era más bien Raising Heart quien comandaba el vuelo y no la maga
pelirroja. El corazón no dejaba de dolerle así como su mente no podía deshacerse de aquel
recuerdo de un par de ojos borgoñas llenos de odio hacia ella.
-"Master?"
-"Es…"
-"¡Uhm! ¡Adelante!"
Suficiente con los días que estuvo encerrada en rehabilitación, ¡tenía que hacer algo!
¡Ahora!
Tenía que poner las cosas en orden y que no hubiera ya más malentendidos. Tenía que…
-"There's a signal approaching to us, my Master." (Hay una señal acercándose a nosotras.)
-"¡Entendido!"
Con la fuerza que su cuerpo podía soportar, la ojiazul voló hasta donde una chica de
cabellos rubios y capa negra arrancaba de una gigantesca roca una Jewel Seed. Ambas se
detuvieron para mirarse al mismo tiempo.
-"Fate-chan…"
Y aunque Fate Testarossa se sintió turbada por eso, el sentimiento de abandono y mentira
rápidamente opacó a su corazón.
Negando.
Fate le miraba con fría indiferencia. Y con un rápido movimiento, giró a Bardiche en
dirección de la joya azulina, torciendo una sonrisa a la pelirroja en el proceso.
-"¿Qué? ¿No vas a detenerme? –su sonrisa pronto se volvió una mueca de ira, con los
dientes crujiendo y los guantes forzando su agarre en Bardiche-. ¿A mí, una ladrona?"
Nanoha dio unos cuantos pasos hacia la rubia, alargando su mano y queriendo creer que si
tan sólo llegase a tocarla, esa maldita pesadilla desaparecería de una vez por todas.
En su intento por arreglar las cosas, ni siquiera vio venir la guadaña que propinó un fuerte
golpe a su báculo, lanzándola metros más lejos con violencia, apenas permitiéndole
permanecer en pie.
-"¡Fate!"
-"Para ti, soy Testarossa –gruñó, elevando en el aire la guadaña fosforescente-, ¡así que no
te atrevas a pronunciar mi nombre, Takamachi!"
-"¿Por… qué?"
Fate se acercó a ella despacio, sin prisas, quedándose a unos cuantos pasos de distancia.
Entonces, se arrodilló en una pierna y llevó una palma a su pecho, alzando la mirada que
reflejaba tanto al mismísimo inferno.
-"Vamos, llama a los otros perros de la TSAB –habló con voz dulce, mandando una serie
de escalofríos en el cuerpo de la otra-. Yo soy Fate Testarossa, y si no te decides rápido,
prometo que te arrepentirás, Nanoha..."
La castaña dejó salir un jadeo mudo, llevándose ambas manos a la boca y negando con la
cabeza. Las pupilas azules temblaron, observando aquellos orbes escarlata mojados de
tristeza y desesperación.
-"Es tu gran oportunidad de un ascenso –tomó la palabra de nuevo-. Serías una maga
importantísima. ¿Eso es lo que importa al fin y al cabo, no? –sus labios tiritaron y su
sonrisa vaciló-. Por eso eres una de ellos."
-"Quisiera poder decirte que te quiero y que por un pequeño tiempo de mi vida –bajó la
cabeza, ocultando su mirada tras su flequillo dorado-, pude volver a ser feliz, realmente
creer que todo estaba bien, aunque no fuera así."
-"Fate…"
-"Eres una persona insoportable, ¿sabías? –susurró entre dientes, no sabiendo si por enojo o
por miedo a que su voz se quebrase-. Lo único que te había pedido era no acercarte…"
-"¡ERA TODO LO QUE TENÍAS HACER! –interrumpió de golpe-. ¡No era nada del otro
mundo, Nanoha, nada! ¡Tú y tu maldita sonrisa de que todo va a estar bien, ¿hasta cuándo
vas a entender que esa estúpida mentira no sirve?"
Esto era el mundo real. Claro que lo sabía, Nanoha sabía que bastaba más que una
simpática sonrisa para arreglar lo que estaba mal.
Y quería decirle a Fate que podía entender su dolor y que lamentaba mucho haberle
escondido su secreto. ¡Pero jamás había querido traicionarla! Ella no habría podido
aprovecharse de su puesto para hacer algo tan terrible…
No era así. No era así, no era así, ¡Nanoha Takamachi no era así!... se repetía una y otra vez
a sí misma.
Cerrando los ojos, la pelirroja se dejó caer al piso, el polvo levantado manchando los
bordes de su fino traje blanco. Estiró su mano para tocar el rostro de Fate, sintiendo las
lágrimas empezar a brotar.
-"Je, interesante –dijo en voz baja, poniéndose de pie-. Estoy intrigada, Takamachi. Dime,
sabiendo todo esto y el dolor que me has causado, ¿qué deseas decirme ahora?" –inquirió,
su mano derecha todavía descansando sobre su pecho.
-"Nanoha –llamó con tono amargo y una sonrisa rota-, yo ya estoy lastimada."
-"Es decir –agregó, aproximándose hacia la niña al frente suyo-, que estás angustiadísima
por mi bienestar, ¿o me equivoco?"
-"Uhm…"
-"Entiendo –el báculo oscuro fue puesto por sobre la melena rubia, las cuatro alas de
libélula deslumbrando al contraste del sol-. No, miento. ¿Sabes qué? No lo entiendo, no
puedo hacerlo" –su sonrisa se alargó.
Nanoha tuvo que echarse hacia atrás cuando Bardiche rozó peligrosamente su rostro. Con la
mirada confundida, clavó sus ya llorosos ojos azules en Fate, cuyo semblante parecía hecho
de piedra dura.
-"¿Qué dijiste? –movió su arma de nuevo, fallando-. Perdona, no te escuché. Ahh -suspiró
sonoramente-, lo olvidaba, los perros como tú son los buenos mientras alguien como yo es
la mala. Y aún más, mi madre y mi hermana…"
¡SLASH!
¡CLANK!
-"¡Fate, no!"
-"¡No te atrevas a llamarme por mi nombre, mentirosa!" –rugió enfurecida, poniendo todo
su peso hacia delante para partir en dos el dispositivo rosado que le impedía llegar a la
castaña.
-"¡BARDICHE!"
-"Yes, Sir!"
La esfera roja en Raising Heart brilló una y otra vez, reflejando palabras que pedían la
atención de su dueña mientras su voz mecanizada era enmudecida por una poderosa
explosión.
En medio de aquel velo dorado, Nanoha Takamachi vislumbró la imagen de Fate lanzarse
hacia ella, su dispositivo en mano, representando el icono de la guadaña de la muerte.
Acto seguido, el grito de Fate al blandir su arma cantó en sus oídos, como la bella melodía
que escuchase el primer día que la vio…
-"MASTER!"
¡BOOOOOOOOOOOOOMMMMM!
-"Gracias –devolvió el saludo-. ¡Buenos días, chicas! ¡Vamos a comenzar con la clase!"
Luego de escuchar las mil y un lecturas de los altos mandos de la TSAB, las miradas de
reproche en las oficinas junto con las represalias de Chrono y Lindy Harlaown, sus ánimos
llegaban a un nivel muy cercano al Cero Absoluto.
Sobre todo cuando la nueva Almirante a cargo del caso Testarossa, estaba más que filosa
por llegar al fondo del asunto. La Comandante no quería ni pensar qué se le pasaría por la
cabeza a esa mujer en cuanto atrapase a Fate y Alicia.
-"¿Qué tal si pasamos lista?" –la entusiasta voz de la suplente interrumpió sus
pensamientos.
La joven castaña cerró aún más sus brazos cruzados alrededor de su cabeza, a modo de
escudo protector. Envidiaba de alguna manera a Nanoha, que andaba en busca de señales de
las hermanas Testarossa.
Mientras ella debía de quedarse aislada en esas aburridas y deprimentes cuatro paredes, sin
poder hacer nada.
-"¿Bakuyashi?"
-"Presente."
Sin la sonrisa de Nanoha y la presencia de Alicia, le era una batalla perdida estar en la
escuela. Al menos si Fate Testarossa estuviese a su lado, podría entretenerse un rato
haciéndola enfadar, como antes.
Soltó unas leves risitas, para volver a sumirse en aquel estado depresivo de inactividad
infinita.
Asistir a clases, ya ni siquiera le veía el caso. Pensó que quizá sí había sido mala idea
negarse a estar en la celda de castigo por levantar la voz en contra de un Almirante.
Después de todo, su alto rango no era excusa para ponerse a pelear como niña encabritada.
-"Tampoco es como si pudiera tachar a Alicia de una amenaza sin escrúpulos…" –expresó
en un hilo de voz.
-"¿Oromai?"
-"¡Presente!"
Y aún tenía que responderle unas cuantas cosas a sus guerreras Belkan. No podía dejarlas
así como así.
No luego de que arriesgaran su vida para salvarlas de la muerte segura. Aunque también
pensó que quizá aquello hubiese sido lo mejor; ver la expresión herida de Alicia fue como
presenciar el fin del universo.
Hayate suspiró, esperando que su nombre pronto llegara para fingirse enferma y quedarse
en casa. Era mejor así.
Ya no tenía nada que hacer en ese lugar. Nadie la esperaba a ella y ella no esperaba a nadie,
¿para qué continuar, entonces?
-"¿Takamachi?"
Muerta en vida, pensó la castaña, dándose cuenta que ella tampoco estaba muy lejos de eso.
-"¿Testarossa? Uhm… -tarareó, tratando de leer el resto del nombre al ver que el apellido
se repetía dos veces-… ¿Alicia?"
¡Track!
-"Presente."
Ante el sonido de la puerta del salón correrse y de aquella indiscutible voz, Hayate se irguió
como un rayo y se giró hacia la entrada del salón.
La rubia que permanecía en el umbral de la puerta hizo una venia a la profesora y caminó
hasta su asiento, ignorando todas las miradas sorprendidas que recaían en su figura.
A una silla de distancia –la que le pertenecía a Fate-, Alicia Testarossa ocupaba su lugar
con una actitud bastante segura y serena. Ajena a la mirada incrédula de la dueña del Libro
de la Oscuridad.
-"No –negó, fingiendo una amable sonrisa, tal y como toda Testarossa sabía hacer-, me
temo que se siente un poco… indispuesta."
Estaba escuchando a Alicia Testarossa. ¡Su Alicia Testarossa estaba en la escuela! Un balde
de agua fría le cayó de súbito.
"Recuerden, como miembros del equipo del Bureau, deben informar cualquier aparición de
la familia Testarossa de inmediato."
Las palabras serias y secas de Lindy Harlaown surcaron su mente en una fracción de
segundo.
La respiración comenzó a fallarle, como si estuviese siendo sumergida en un mar sin fin el
cual empezaba a ahogarla. La rubia ni siquiera se había volteado a verla desde que
apareciese.
Pero una muñeca rota cuya sonrisa emanaba desafío y peligro, manipulando los hilos a su
alcance con sus delgadas manos de porcelana; haciendo bailar hasta el más seguro
sentido…
way up high,
and the dream that you dare to, oh why, oh why can't I? IIII?
rumbo arriba,
y los sueños a los que te atreves, ¿oh por qué, oh por qué no puedo? ¿Por qué?
Canción: The kill, de 30 Seconds To Mars.
You say you wanted more – Tú dijiste que querías más que eso
But I'm waiting for – Pero yo sigo aquí esperando…
Capítulo XIV
Precipicio, Parte II
-"Kjj… agh…"
-"Levan… tine…"
-"Encrypted Key, down. Accesing… Password disabled. Data Base discovered." (Llave
principal, abajo. Accesando… clave deshabilitada. La base de datos ha sido descubierta.)
Otro gemido de dolor abandonó los labios de la guerrera de la espada, cuyo cuerpo se
encontraba atado a las paredes de una cueva oscura, las enredaderas alrededor suyo
apretándose cada tanto.
Una sonrisa chueca apareció en sus labios mientras la mirada oscura se posaba en la
guerrera de la TSAB que no dejaba de removerse, incómoda, suspendida del suelo y ajena a
la fuente de aquel sentimiento abrasador que empezaba a quemar sus entrañas.
-"50 %... –el dispositivo pareció ser afectado por la estática durante unos cuantos segundos-
. Blessed Wind, Reinforce, absorbing new patrons. Connection succesful." (50%... El
Viento Bendito, Reinforce, está absorbiendo los nuevos patrones. Conexión exitosa.)
-"Azatoth, aquel que vive en el Abismo -la nueva gema incrustada en la espada, parecida a
la anterior, destelló-. Yog Sothot, el que acecha en el umbral -las uñas largas apresaron la
joya azul en su palma, provocando su brillo enfurecedor-. El tiempo de su despertar está
tocando la puerta ya…"
Shari observó asustada a través de sus anteojos las numerosas pantallas de su laboratorio
que no dejaban de parpadeaban en rojo. Velozmente sus manos empezaron a volar por aquí
y por allá, tecleando botones y órdenes mientras su mirada se elevaba de cuando en cuando.
Sólo para leer el mismo mensaje una y otra vez: Error Code. The Key introduced does not
exist. (Error en el código. La clave que ha introducido no existe.)
-"¡Sí, señora!"
Pronto, el temblor en el laboratorio se hizo más palpable, amenazando con hacer perder el
equilibrio a la mecánica y a los pocos ayudantes que intentaban ayudarla a estabilizar todo.
En aquel momento, el tubo con líquido vital donde el cuerpo desnudo de Reinforce se
encontraba, retumbó fuertemente.
Los ojos azules de Shari Finieno se dirigieron hacia el gran contenedor de cristal protector
que rodeaba el refugio del pequeño dispositivo, abriéndose en impresión al contemplar las
pequeñas manitos de la peliblanca hacer fuerza contra el recipiente donde estaba encerrada.
Al siguiente segundo, todo su cuerpo se relajó y ella se sumió en un profundo sueño, otra
vez.
-"Changes have been completed. The data is ready to set" (Los cambios han sido
completados. La información está lista.)
Las pupilas oscuras observaron de reojo a Signum, quien comenzaba a toser un poco de
sangre debido a la presión de las plantas con espinas. La sombra, entonces, tomó a
Levantine del suelo y lo blandió.
Lanzó la Jewel Seed al aire e hizo que la punta de la espada le tocase. Una luz azul bañó el
lugar.
-"Signum, líder de los guerreros de las nubes. Miembro de la TSAB y sirviente de la dueña
del Libro de la Oscuridad –la gema brilló-. Usa la información que te he brindado…"
¡Track!
-"Presente."
Hayate ni siquiera se dio cuenta que, a pesar de todos los problemas que la rubia le estaba
ocasionando, ella sonreía tontamente.
Pero la castaña estaba muy perdida observando su rostro tranquilo aunque pálido como para
ponerse a pensar en otras cosas. Tanto tiempo que no sabía nada sobre su paradero…
Su cabello rubio ahora recogido en dos coletas caídas, descansando sobre sus hombros,
adornadas por dos moños azules a la altura de estos mismos. Sus manos, una sobre otra,
elegantemente posadas sobre su libro abierto, con la mirada clavada en la profesora
sustituta.
-"¡YAGAMI!"
-"¡Waaaa!"
Hayate se giró casi perdiendo el equilibrio en su muy segura silla que se tambaleó un poco
por el brusco movimiento; percatándose que todavía seguía en su aburrido salón de clases y
que la vida transcurría, con o sin ella.
La Señorita Maduri tan sólo rió mientras terminaba de pasar lista. La castaña se volvió
entonces hacia la rubia que seguía cual estatua sin moverse ni verla.
Claro que estaba segura que ella le había visto. Fingir que no, ése otro asunto muy distinto.
-"Bueno, muchachas, como saben, tendremos nuestro festival nocturno en honor a las
muñecas Kokeshi. Por favor, vamos a la sala de manualidades –indicó, abriendo la puerta
del salón-. Nuestro grupo es el encargado de elaborar los papeles decorativos para los
diferentes puestos de demostración."
-"¡Ah, lo olvidaba! –la profesora sacó entonces un bote transparente que sacudió, dejando
ver varios papelitos doblados-. Tenemos también la comisión de ser edecanes para los
padres e invitados, así que a cada una le tocará vestirse de acuerdo a un tipo de muñeca."
Las chicas aplaudieron emocionadas mientras tomaban sus cosas para ir al salón designado.
Hayate, en tanto, tomó aire.
Por fin se percataba del aura gélida que Alicia despedía, y no podía menos que
comprenderla. Alguien había mentido y no era la rubia precisamente. Si bien desde un
principio ésta se había mostrado cautelosa, ahora la situación había empeorado horrores.
Sin embargo, su enojo no estaba por completo mal infundado. Ella solamente era una chica
peleando contra todo, incluida la muerte.
Hayate no conocía los motivos de Alicia, pero estaba segura que aún sin eso, quería
permanecer a su lado. En verdad quería hacerlo…
-"Sólo si quieres terminar muerta en el canal. Mejor ni te le acerques, puede ser peligrosa."
-"¿No la ves? –cuchicheó una, señalando con la cabeza a Alicia-. Las Testarossa."
-"¿No lo sabes? ¡Ah! Tampoco habías venido. Bien, resulta que la policía entró a la casa
Testarossa y les hallaron evidencias de ser parte de los yakuza."
-"Ah, y ellas se fueron a vivir con un mafioso –comentó una más-. Dice mi papá que
también es una casa de citas."
-"¡Qué asco! ¿Será ella también una prostituta?" –se oyó el susurro en secreto.
-"¡Silencio! –gritó Yagami, con los puños temblándole y la cabeza oculta tras sus cabellos
chocolate-. ¡Si van a abrir la boca para decir estupideces, pueden comenzar por lanzarse
piedras a ustedes mismas!"
La joven castaña se apartó de inmediato, llena de repudio hacia sus compañeras, quienes se
habían quedado calladas y extrañadas ante el enfado de Hayate.
La idea de que Lindy Harlaown se estaba tomando el caso muy en serio empezaba a
preocuparle bastante. A este paso, sería cuestión de tiempo para que la Tierra le pusiera
precio a sus cabezas.
-"¡No, profesora!"
Todas corrieron a sentarse alrededor de una mesa de trabajo. Todas excepto Alicia, que se
quedó sola en una, sin que esto le importara mucho. Puso su canastilla de la cual sacó un
mandil rosa que se colocó encima, para comenzar a trabajar al tiempo que la profesora daba
las indicaciones sobre lo que había que elaborar.
Hayate gruñó para sí misma. No podía creer lo manipulable y superficial que la gente podía
llegar a ser…
-"Buenos días" –dijo, sentándose al frente de la rubia, dejando perplejas al resto de sus
compañeras.
-"¿Dónde están? ¿Dónde están? –rumió exasperada, pasando las hojas una y otra vez, con
ira-. ¡No pueden haber desaparecido!"
Lindy Harlaown chocó sus puños contra el escritorio. Había revisado el archivero de la
oficina del Director como 15 veces en esa hora transcurrida.
-"¿Habré llegado demasiado tarde, acaso?" –murmuró, pasando sus manos sobre sus
cabellos en un acto por calmarse.
Unos segundos después se paró, decidida. Iba a llegar hasta el fondo de todo aquello, de
ninguna manera se permitiría vencer como Almirante que era. Precia Testarossa, así como
sus hijas, debía ser detenida de una vez por todas.
-"¿Uh?"
Shari."
La castaña tosió un poco para sacar sus propias cosas de su canastilla y dedicarse a su
trabajo. La otra, en tanto, no levantaba la mirada hacia ella, ni aún cuando se sentó al frente
suyo.
La profesora Manduri pasó a revisarles y luego las dejó solas de nuevo. La rubia dejó sus
primeros papeles en medio de la mesa, entre ellas; Hayate le copió, apilando los propios.
-"Trabajamos bien, ¿no crees?" –intentó con una sonrisa tímida.
Aparentemente estaba muy concentrada en su labor. Los ojos de Yagami se rozaron y optó
por respetar su silencio por el largo rato que pasó, con una lentitud casi dolorosa.
Al menos se consolaba con su presencia, por muy fría que ésta fuera.
-"Ah…"
La conversación era dura, tomando en cuenta que la rubia seguía en lo suyo como si fuera
más un monólogo consigo misma que una plática entre dos personas.
-"Señorita Yagami –habló de nuevo, dejando de lado su tarea-, le agradezco que no haya
corrido a dar la alerta. Mi madre está muy angustiada al respecto –titubeó, ocultando sus
manos debajo de la mesa y arrugando la falda blanca de su uniforme-; pero yo le convencí
de que teníamos que estar en la escuela hasta que llegara la hora."
-"Sin embargo, esta breve tregua no durará –las pupilas borgoñas y pálidas se volvieron
filosas-. Si se me acerca un centímetro más, Arf me sacará de aquí… sobre su cadáver."
-"Ali… Ali…" -de pronto, sintió que las palabras se le negaban a salir para formar una
frase coherente.
-"Es irónico que lo último que hagamos sea estar en un festival de muñecas que ya nadie
aprecia, a pesar de ser increíblemente hermosas y únicas –suspiró, permitiendo a la
melancolía adueñarse de su voz mientras sus manos volvían a trabajar y su vista decaía-.
¿Sabía usted, señorita Yagami, que antiguamente se creía que las muñecas Kokeshi debían
su belleza al alma que contenían en el interior de su cuerpo de madera?"
-"Imagine, una hermosa muñeca, frágil y delicada –sonrió débilmente, empezando a cortar
el inconsistente y delgado papel de colores entre sus manos-, temiendo al fuego que pudiese
consumir su cuerpo y arrebatarle el alma que necesita para vivir. La tristeza de su existencia
–los trozos de papel china lloviendo uno tras otro sobre la mesa ante el cortar de las tijeras-,
al no poder nunca acercarse al sol por temor a morir quemada por sus rayos."
Las pupilas azules temblaron de derecha a izquierda, resistiendo su dueña las ganas de
tirarse al frente y decirle que le valía un comino lo que había sucedido los últimos días.
Gritarle que ella estaba ahí, para apoyarla, no importándole que el resto de la clase pudiera
verle o criticarle por ello.
-"Sólo contentándose con mirarle de lejos, en su caja de cristal, donde no hay risas ni
juegos, amistades… -el zas y crash de las navajas se detuvo, develando las palmas de Alicia
una fascinante figura cuyos cortes la volvían algo maravilloso al ojo humano-… o besos."
A pesar de que los latidos en su pecho aumentaban, el desconsuelo que llenaba su interior
también parecía querer desbordarse. Los finos dedos de Alicia hicieron a un lado el papel
segado, juntándolo con los otros que ambas ya tenían para motivo del festival.
-"Es usted mi sol, Señorita Yagami –mencionó con voz dulce y cautivadora-. Y yo una
muñeca de madera. Lo que usted pide es imposible para mí, sin embargo –Alicia al fin
levantó sus cansados ojos hacia la castaña, por segunda vez-, he venido a acercarme a mi
sol para sentir su calor una última vez, antes de ir a donde lo imposible, suplicando que se
me haga una niña de verdad."
Las palabras de la rubia no tenían sentido alguno para Hayate, ¿qué quería decir? ¿Por qué
tenía que irse? ¡Ella no quería verla partir! ¡Alicia no podía irse así como así!
-"Entonces, quizá me vuelva yo la luna –Alicia deslizó su silla hacia atrás y posó las manos
sobre la mesa de madera, inclinando su cuerpo hacia delante y acercando su rostro a quien
debiera ser su peor enemiga-, y mi sol pueda iluminar mi vida cada día, haciendo sonreír a
mi corazón…"
Abriendo sus ojos como platos, Hayate Yagami dejó caer las tijeras de sus manos
temblorosas, sintiendo el aliento de la otra acariciar su rostro mientras los labios de la rubia
apenas y empezaban a rozar los suyos.
Iba a decir algo, cuando el timbre que anunciaba el receso sonó y su muñeca de cristal se
alejó rápidamente.
-"Chicas, dejen sus cosas y vayan por sus almuerzos, al salir tomen uno de los papeles –
terminó la maestra suplente con un aplauso, emocionada-. ¡Será estupendo que en el receso
vean qué muñeca les tocó ser!"
Alicia dejó su mandil para retirarse.
Hayate tardó algo más en reaccionar, y cuando lo hizo, la rubia había desaparecido. No
hacía falta averiguar con quién estaba. Se acercó a la profesora que iba anotando el nombre
de las alumnas junto con su muñeca correspondiente.
-"Adelante, sí –movió la mano para indicarle que no había problema-. Son las únicas que
me faltan."
¿Únicas?
La profesora los anotó en su libreta. La castaña, entonces, aprovechó para echar un rápido
vistazo y averiguar qué era lo que Alicia vestiría.
-"¿Yagami? –susurró la maestra de repente, confundida-. ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?"
-"Mhmp –negó suavemente, pasando una mano por sus ojos y colocando otra en su pecho-,
estaba pensando, en lo mucho que han vivido todas estas muñecas…"
Los dedos cubiertos porla tela fucsia adherida a la blanca armadura estrujaron ambos
papeles, invocando una pequeña llama de fuego de la nada. Las cenizas, negras y con las
chispas rosas consumiendo los documentos pronto fueron despachadas hacia el bote de
basura.
Se sacudió las manos levemente, retirando los restos flameantes con ello.
-"¿Signum?"
Dio la media vuelta, los ojos cobalto dirigiéndose prestos hacia la figura que le observaba
desde la entrada de una de las tantas cámaras de la TSAB. Shamal respiró aliviada,
llevándose ambas manos al pecho al ver a su compañera de regreso.
A salvo.
-"¿Shamal?"
-"¿Sí?"
Las pupilas azules se entrecerraron mientras una sonrisa sardónica se formaba en sus labios.
Su cuerpo ocultando el bote de basura detrás suyo, donde los archivos escolares de Fate y
Alicia Testarossa se desvanecían en la nada.
(What if I, what if I, what if I...? – ¿Y qué si yo, qué si yo, qué si yo...?)
Capítulo XV
Máscaras
¡GROOOARRRRR!
Los ojos borgoñas buscaron rápidamente la Jewel Seed que resplandecía en la cabeza al
medio de aquella enorme bestia, cuya talla superaba fácilmente el de una mediana casa y
cuyo peso podría aplastar cuatro carros sin problema.
Tres pares de órbitas azules la enfocaron, con las pupilas negras de aguja trasmitiendo una
sensación escalofriante. Las otras dos cabezas rugieron, de nuevo.
Fate se plantó firme en la tierra y de un movimiento colocó a Bardiche detrás suyo. Tomó
impulso y saltó al ataque, dejando salir un grito que pretendía infundir miedo en su
oponente…
-¡Fate-chan, detente!
-¡BARDICHE!
-Yes, Sir!
-MASTER!
¡BOOOOOOOOOOOOOMMMMM!
¡Clank!
-¿Por qué?
El humo empezó a disiparse, mostrando bajo sus pies la figura de la maga del Bureau,
desmayada. A un lado, su dispositivo inteligente yacía también en el asfalto, en la forma de
una pequeña esfera roja atada a una delgada cadena.
Los guantes negros hicieron presión sobre Bardiche mientras su punta dorada se mantenía
rozando la piel del cuello de la joven en el suelo. Hubo un quejido. Entonces, las manos
enguantadas cambiaron de posición, reforzando su agarre desde arriba y creyendo que así
podría conseguir su objetivo.
Los brazos se alzaron en el aire y el gancho dorado y oscuro destelló de manera preciosa,
con diminutas chispas cayendo y alumbrando por breves segundo el rostro de una castaña
inconsciente.
¡CRASH!
La hija menor de Precia Testarossa cayó de rodillas y lloró, cubriéndose la cara. Las
cuatro aletas doradas de su dispositivo revolotearon antes de desaparecer, al tiempo que
las grietas alrededor del hueco que había ocasionado en la tierra empezaban a surgir.
-"¡¿Eh?"
Las letras azules emergieron del interior de la gema. Rápidamente, la guadaña se encontró
frente a frente con una barrera prismática de tintes violetas que rodeaba al dragón.
Las pupilas escarlatas se abrieron en horror mientras su memoria trabajaba a gran velocidad
para reconocer aquel ataque.
Las tres bocas oscuras parecieron sonreír. De pronto, tres estelas de fuego la envolvieron
por completo y ella gritó fuertemente; entonces, una de las cabezas emergió de entre las
llamaradas, abriendo sus fauces.
-"Oh, al parecer hubo una emergencia, hay sospechas de que alguien trata de infiltrar
nuestra base –hizo una pausa, bajando la mirada con cierto temor y jugando con sus manos-
. ¿No lo… sentiste?"
-"¿Sentir qué?"
-"Hace unos momentos, cuando Rein despertó… fue como si alguien hubiese tomado mi
alma –una mano viajó hasta su pecho-, y le hubiera arrancado un pedazo."
Los ojos de Shamal se cerraron, como si el solo decir las palabras fuesen capaces de revivir
aquella punzada misteriosa. Luego, fijó su mirada en su compañera, suplicante, queriendo
hallar una respuesta.
Shamal negó.
-"Nada en especial –se dio la vuelta, examinando con la vista todo el lugar y caminando
hasta la puerta-. Oye, Shamal, ¿quieres oír algo gracioso?"
El clic del seguro para bloquear la única salida empezó a poner nerviosa a la otra, quien tan
sólo retrocedió un paso. De repente, la pelirrosa se dio la vuelta para encararla, Levantine
colgando de su mano derecha.
-"¿Por qué? –rebatió tranquila-. Los magos de la TSAB continuaran llegando uno tras otro,
si hay heridos no deberías preocuparte –sus dedos acariciaron la empuñadura de la espada-;
los más fuertes sobrevivirán. El resto… bueno, eres doctora, ya deberías de saberlo."
Shamal caminó a grandes pasos hasta la puerta, quitando a la otra guerrera del camino y
tratando de salir de allí. Sus manos se cerraron sobre el pomo e hicieron fuerza.
La guerrera de la espada rió. Alta y tétricamente.
En aquel momento la rubia no se lo pensó dos veces y abrió la boca para pedir ayuda, hasta
que una flecha pasó al lado de su cara, quemando uno de sus caídos mechones en el
proceso.
La médica se giró, asustada, pegando su espalda contra el metal frío de la única salida que
ahora se hallaba sellada. Los ojos cobalto la miraron con diversión y locura.
La gema, ahora duplicada y alojada en los extremos del arco, bordeando la nueva zaeta
morada fosforescente, brilló con intensidad.
-"¿Signum?" –vaciló.
-"Cerca –disparó, haciendo a la otra cerrar los ojos mientras la flecha quedaba ahora al lado
izquierdo de su cabeza, desprendiendo una pequeña ola de humo-. Pero no, me temo que
me has confundido. ¡Levantine!"
-"Yes, Sir."
Las dos joyas destellaron para formar frente a la impostora una pequeña pantalla violeta,
donde la imagen de una mujer se encontraba suspendida en el aire, con los brazos abiertos.
El crujir de sus dientes al tiempo que las armaduras de sus brazos finalmente se hacían
añicos y las espinas alcanzaban a rasgar la tela debajo, encajándose en su piel.
-"Qué mal, ahora sí que le dolerá bastante –se rió, haciendo que la pantalla y la imagen en
ella desaparecieran-. ¿Qué pasa? –fingió sorpresa-. ¿No te causó gracia mi chiste, Shamal?"
-"¡Quién eres!"
-"Soy yo, Signum –extendió los brazos, imitando una de las cálidas sonrisas de la pelirrosa-
, ¿no lo ves?"
-"¡Klarer Wind!"
Los dos anillos en sus dedos no respondieron, por lo que pronunció la orden de nuevo, más
fuerte.
Aún así, el resultado fue el mismo.
En un parpadeo de ojos, la rubia vio frente a sí a Yagami Hayate, con su falda y su chaleco
negro, el cetro dorado en forma de cruz en una mano. Los cabellos cortos castaños y esos
cariñosos ojos azules…
-"Ne, Shamal, ¿así te sientes mejor? –rió suavemente, imitando perfectamente la risa de su
ama-. ¿Por qué me miras así? ¿Acaso no somos una familia?"
-"Vaya –caminó hacia ella, deteniéndose al verla apuntarla con una de sus manos, tratando
inútilmente de invocar a su dispositivo-, ¿sabes? Que la Comandante Yagami destruya la
TSAB desde dentro, parece algo irreal."
-"Pero –se relamió los labios, sonriendo con malicia y adoptando una nueva forma y voz-,
que lo haga Alicia Testarossa, no tiene precio."
Fate no podía creer lo que veía, Nanoha Takamachi con un brazo prensado por las fauces
del dragón. Una de sus cabezas con sus colmillos sangrando mientras la pelirroja lanzaba
un gemido adolorido.
Las pupilas borgoñas se abrieron en espanto al tiempo que su boca se mantenía caída de la
impresión.
-"¡¿Acaso te has vuelto loca?" –exclamó enfurecida, viendo la sangre gotear al suelo.
-"Fate…"
-"¡Suéltala!"
El dragón lanzó un bufido parecido a una risa sardónica, escupiendo a Nanoha de paso
como si solamente fuera un pedazo de hueso atorado entre sus colmillos, antes de dirigirse
hacia la rubia.
-"Has desafiado a Fate Testarossa –dijo con voz ronca, dominada por la ira-. Y no te queda
más opción que la muerte."
Un estallido sacudió la tierra y una flama gigante alcanzó el cielo, de la cual la hija menor
de la familia Testarossa se vislumbró mientras juntaba sus manos e invocaba un canto
sagrado.
La bestia elevó las tres cabezas y emitió tres remolinos gigantescos de fuego que se
fusionaron en uno solo.
-"Phalanx Shift."
Cuya furia la había hecho explotar su magia hasta el límite en un solo ataque.
Casi al mismo tiempo en que el dragón se esfumase, otro cuerpo cayó al suelo con fuerza.
¡Tin!
-"Sir, please give me an answer! SIR!" (¡Sir, por favor responda! ¡SIR!)
Zafira miró alrededor, dando un rápido vistazo al área que se encontraban patrullando antes
de volver la mirada hacia la pequeña guerrera.
-"¿Estamos a millones de años luz en tierra de nadie y esperas que lleguen a cada minuto
mensajes de la TSAB?" –preguntó secamente.
El familiar rió, negando un poco con su cabeza de lobo azul antes de seguir caminando
sobre aquellas torres de cristal. Ninguna señal de Signum o su nave. Eso sí que le
preocupaba.
Sabía que su líder por nada perdía contacto por largo tiempo, sobre todo cuando se trataba
del asunto de las Jewel Seeds.
-"A mi también, Zafira –susurró por lo bajo, no queriendo dar a conocer su preocupación-.
A mi también."
-"Regresemos a un puerto seguro. Ahí podrás tener tu tan anhelado mensaje de los cuarteles
generales."
Vita exclamó animada, pensando en que lo primero que quería hacer era oír la amable y
gentil voz de Hayate.
Zafira, en tanto, miró por última vez el sitio y se preguntó cómo era posible que una paz tan
serena como la que se respiraba en aquel lugar fuese a peligrar por un par de chiquillas que
lo único que deseaban era vivir.
Vivir…
La rubia estaba jadeando pesadamente contra una roca. Su hombro sangraba profusamente.
Aquel dragón había sido historia pero con un precio más que alto; y cuando la pelirroja
recobró el conocimiento, unos feroces ojos borgoña la acusaban de estorbar una vez más en
su camino.
Bardiche estaba semidestrozado pero aún podía salvar a su ama. Así que Fate clavó su
mirada en Nanoha, esperando.
-"Fate… chan."
-"Takamachi al habla –saludó, trazando una sonrisa en sus labios-. He localizado a Fate
Testarossa."
-"¡¿Dónde está?"
Las pupilas azules contemplaron a Fate con una tristeza profunda, y entonces, su sonrisa se
tornó agridulce.
-"La he perdido, Almirante –a pesar de lo afectada que se veía, su voz sonó firme,
sorprendiendo a la hermana de Alicia-. No se preocupe, creo que… no, ¡uhm! –afirmó-.
¡Aún puedo seguir su rastro!"
-"Muy bien, Takamachi, ¡no podía esperar menos de usted! Manténganse en contacto."
Aquélla había sido una orden, una que por ese momento, no tenía planeada seguir, a pesar
de que las consecuencias de lo que estaba haciendo podrían ser severas.
Sonriendo con la sonrisa más frágil y rota que alguna vez Nanoha Takamachi hubiera
podido tener.
-"Vete."
-"Ne, Fate-chan, no sé qué es lo que está pasando por tu mente –cerró los ojos,
aguantándose las ganas de llorar-, pero espero que todo se mejore."
Nanoha la tenía acorralada para entregarla a la TSAB, mas había elegido ayudarla a escapar
en las barbas de su propia Almirante, cuyos gritos había alcanzado a escuchar sin
problemas.
Frunciendo su ceño, activó por última vez a Bardiche para coger la Jewel Seed y así huir.
No obstante, le dedicó unas últimas palabras a la maga blanca, antes de marcharse.
-"Esto no cambia nada, ¿sabes?" –murmuró cansada.
Nanoha le sonrió con lágrimas en los ojos mientras en sus oídos retumbaban las amenazas
de Lindy Harlaown. Y muy en el fondo, se preguntó hasta cuándo podría esquivar lo
inevitable.
La farsa pronto tendría que caer, y temía con ello, su corazón se desplomase también.
Chrono jadeó, un hilillo de sangre corría por su frente, empapando su ceja, la cual limpió
con un manotazo furioso. Era una pesadilla. Todo se había vuelto un caos inimaginable.
Alicia Testarossa había surgido de la nada, atacando con fuerza descomunal los cuarteles
generales sin darles ni siquiera el tiempo de pestañear.
¡BOOM!
Las puertas de seguridad salieron volando como si fueran trocitos de papel manipulados por
el viento. Varios de los guardias terminaron noqueados ante la conmoción. Chrono apretó
su báculo, dispuesto a un encuentro cara a cara.
Una liviana y rubia figura apareció entre los escombros de polvo y cenizas, los labios
adornados por una sonrisa burlona.
Y como si fuera ajena a todo, arqueó sus dos cejas en son de sorpresa.
La falsa Alicia miró a su también falso Fliegen, convertido en arco. Luego posó sus ojos en
el joven almirante que apuntaba ya con un ataque dispuesto. Caminó como si nada
ocurriera, procurando no pisar los cuerpos inconscientes o gravemente heridos.
-"Está bien –su risa femenina retumbó por todo el lugar mientras alzaba las manos de
manera juguetona-. Me rindo, oficial."
La rubia extendió sus brazos, ofreciendo su arco. Ante el llamado del pelinegro, algunos
guardias llegaron para rodearla; Chrono se acercó cauteloso, a una mano de tomar a Fliegen
con mirada sospechosa.
-"¡Sí, señor!"
Tan ocupado estaba Chrono Harlaown observando el arresto de Alicia Testarossa, que no se
percató del sutil parpadeo del arma de cristal en su mano.
En aquel instante, la cara de la criminal se alzó con parsimonia tenebrosa, sus orbes
borgoñas, oscureciéndose de repente, se dirigieron al capitán con cinismo total. Sus labios
curvearon una perversa sonrisa.
Boom.
-"¿Almirante Harlaown?"
-"¿Almirante?"
Vita terminó la comunicación para salir corriendo hacia una de las naves cuando Zafira le
detuvo.
-"Vita, sólo Signum poseía los códigos de acceso a nuestro programa guardián, y aún más,
al Libro de la Oscuridad."
La pequeña guerrera gruñó ante el comentario, no obstante, siguió al azulado lobo que
señaló una de las mini-naves de rastreo.
-"No tanto… mientras estabas molestando a la Almirante, pedí la última lectura de la nave
de Signum."
-"¡Eres un genio!"
La combatiente Belkan balbuceó algo acerca de las bromas de mal gusto que su líder había
dejado en su lupino compañero, mientras tomaba los controles y Zafira introducía un disco
lector para seguir el rastro de Signum.
Conforme iban despegando y sobrevolando el universo oscuro y vasto, el familiar echó una
última mirada hacia la Tierra. Preguntándose si el hecho de que Shamal no hubiera
respondido a sus llamadas, era una mala señal.
Todo el lugar estaba en llamas, en ruinas o destrozado. El imponente sitio donde los
cuarteles generales de la TSAB estuvieran no era más que un monumento al peor de los
ataques que hubiera sufrido. Atajó las lágrimas de madre que trataban de escapar de sus
ojos y llamó, echando mano de la fuerza que tenía de Almirante, a un grupo de magos para
poder adentrarse entre los escombros.
Quien o quienes hubiesen perpetrado ese ataque no poseían corazón alguno, así lo decían
los cuerpos con los que se topaban a cada esquina.
Sus orbes desesperados buscaban a alguien en especial, sentía remordimiento por ello pero
su corazón latía con ímpetu suficiente para impedir cualquier pensamiento frío.
Sus pasos cada vez más apresurados la separaron de su grupo de búsqueda. Pronto estuvo
sola en un piso mucho más arriba, y aunque había llamas y escombros, no era tan
despiadado como en pisos inferiores.
Corrió hacia donde el consultorio, dispuesta a encontrarla, pero al doblar en la esquina del
corredor médico, se detuvo en seco.
Su corazón se paralizó.
El miedo y el shock sacudieron por completo su ser con una fuerza descomunal y dantesca.
Allí estaba. Precia Testarossa.
-"Precia…" –la figura, que antes había sido Alicia, sonrió cruelmente.
-"¡No te atrevas!"
La intrusa saboreó con placer las reacciones inundadas en pánico de la mujer que se atrevía
a poner todos sus planes en juego. Sus uñas violetas hicieron presión en la frágil carne,
sintiendo la rabia salir a flote al ver los problemas que ella y sus estúpido guardianes
estaban causando.
-"¿Estás dispuesta a matarme, no es cierto? Lo leo en tu corazón –presagió con orgullo-.
Ahí lo tienes, Almirante Harlaown. La respuesta a tu búsqueda y la gloria de tu persecución
al inocente mártir."
Chrono se quejó, apenas abriendo sus ojos nublados por la sangre antes de volverlos a
cerrar. Su cuerpo era una marioneta ante la magia de Precia, incapaz de defenderse a sí
mismo.
-"¡Si intentas…!"
-"¿Qué? –cortó fríamente-. ¿Ahora vienes a decirme a mí que intentarlo todo por mis hijas
no es igual a…?" –sus dedos apretaron más el cuello del joven, que escupió algo de sangre.
-"¡BASTA!"
Aquellas orbes azules que comenzaban a implorar por la vida de su hijo se abrieron de par
en par cuando Precia cambiaba de forma, como si fuera una masa deforme y sigilosa que
adquirió la figura que ella ya conocía en imágenes.
Chrono quedó atrapado en aquellos brazos. Una mano acarició sus cabellos ensangrentados
y revueltos.
-"Sé que eres una mujer muy inteligente y que tomarás mi advertencia en serio. Tu hijo va a
sobrevivir –habló con cautela, imprimiendo gravedad en cada una de sus palabras-, pero si
intentas tan siquiera pensar en ir tras la familia Testarossa, lo único que conseguirás será
una lápida más al lado de tu esposo."
Lindy sintió su estómago revolverse cuando una lengua carnosa limpió una mejilla
sangrienta de su hijo. Pero sin nada que hacer ni la oportunidad para atacar, asintió varias
veces.
La risa hueca y malvada se dejó escuchar, haciendo temblar las precarias instalaciones y el
corazón de la mujer en el suelo.
-"¡CHRONO!"
El joven cayó al tiempo que las llamas alrededor se avivaron. Lindy no tuvo más ojos que
para su hijo que perdía sangre con extrema rapidez, dejando en el olvido el resto del
edificio y sus tripulantes, que se cocían bajo el ardor de un fuego maldito.
-"Ah, lo olvidaba…"
La figura que usaba la figura de Precia se apoyó en una rodilla, al frente suyo, y sostuvo su
mentón entre sus uñas largas, acercando el rostro de su víctima hacia ella.
-"El Viento Bendito –susurró a centímetros de sus labios, deslizando los dedos por sus
mejillas, creando delgados y pequeños cortes en ellas-, me pertenece ahora."
El sonido de una de las tantas cámaras explotar mientras la humareda se liberaba como una
bomba contenida nubló la visión de Lindy por breves segundos; sus manos, sucias,
aferrándose al cuerpo de su único que hijo que no paraba de sangrar.
-"No…"
-"¡AUXILIOOOOOOOOOO!"
El grito de la Almirante fue el último sonido viviente dentro de aquella carcasa que se caía
a pedazos, siendo en otrora el imponente edificio del Bureau.
Dentro de poco, las alertas de que Alicia Testarossa había destruido parte del territorio de la
Administración se esparcirían, y la persecución por su cabeza se elevaría hasta los cielos
como si fuese un cohete.
A pesar del llanto y de las lágrimas, nadie podría decir lo contrario. Nadie podría decir que
Alicia no era una despiadada asesina.
Ni siquiera Lindy Harlaown, la única que conocía la verdad tras aquel infernal telón rojo…
y está la orilla…
… donde me ahogo...
Poema: El Leteo, de las Flores del Mal; de Charles Baudelaire.
Capítulo XVI
Danza Macabra
Lo primero que vio fue un techo blanco y pulcro con unas lámparas iluminándole,
débilmente. Parpadeó un poco antes de enfocar mejor su vista, el cuerpo le dolía y pudo
percatarse que estaba en una camilla de hospital.
Momento.
-"Caíste malherida. Debes tener más cuidado, Nanoha, forzaste tu cuerpo al máximo
mientras las heridas de tu última batalla aún no sanaban por completo."
-"Um… -bajó la mirada, observando el reciente gran parche blanco humedecido que
descansaba en su brazo izquierdo-. Lo siento."
-"Los médicos dicen que hoy podrías salir del hospital –le sonrió simpáticamente,
dirigiendo la vista hacia la nueva herida-. Yo no sé de dónde sacas tanta resistencia…"
Yuuno Scrya quiso preguntar el por qué de esa terrible marca bestial, sabiendo de antemano
que un humano no era capaz de dejar tal cicatriz. Sin embargo, se abstuvo de curiosear.
Nanoha se irguió entonces un poco, con ayuda del joven que acomodó sus almohadones
como soporte. La pelirroja miró a su alrededor, notando que no estaban en los pabellones
médicos de los cuarteles generales.
-"¿Yuuno?"
-"¿Qué sucede?"
El joven tomó aire, pasando saliva. Por su expresión, Nanoha supo que en la respuesta que
iba a recibir, no había buenas noticias.
-"Debiste verla, Fate. ¡Esa niña tonta se tragó todas las palabras de Alicia!"
-"Lo lamento mucho, señorita Fate –Linith se inclinó en son de disculpa-, pero si no
hacemos esto me temo que podríamos levantar más sospechas" –comentó con voz
preocupada, llevándose una mano al pecho.
Arf estaba más que emocionada contando cómo es que había engatusado a Hayate Yagami
durante su corta presencia en el instituto, cosa que si bien era mitad cierta, también era
mitad falsa.
La chica suspiró mirando la tela que envolvía su cuerpo al tiempo que Linith continuaba
tomando medidas. Fate había regresado más que malherida de su última incursión por otra
joya, pero la magia de su madre fue suficiente para restablecerla; y no menos si ella misma
pidió estar recuperada luego de escuchar cuán cerca estuvo la Comandante del Bureau de su
hermana mayor.
La mirada de Alicia se posó en el suelo, donde la prenda roja ocultaba sus piececillos y se
fusionaba con la alfombra borgoña.
Hayate Yagami… qué fácil había sido usar los sentimientos de la castaña en su contra.
Qué fácil, también, había sido caer en el hechizo de querer probar sus labios.
-"Deberíamos irnos ya" –dijo Fate, alzando sus brazos para que la mujer de cabellos
cobrizos pasara la tela alrededor de ellos.
-"No podemos hacer eso –ladró Arf, sentada sobre el tapete con la lengua de fuera, con sus
ojos de cachorro puestos en ambas hermana-. Faltan tres Jewel Seeds: Una que tiene en su
poder Nanoha Takamachi –comenzó a contar con sus dedos caninos- y otras dos más que
están muy cerca de aquí. Estoy segura que se activarán pronto. "
-"Se equivoca, señorita Fate –interrumpió gentilmente la castaña-. Ésa es nuestra fachada,
mientras fingen ser buenas alumnas, estarán atentas a cualquier señal."
-"¡Pero Linith –se volteó bruscamente para verla-, yo no quiero volver allí!"
-"Sí, madre."
-"Está bien –susurró la familiar, pasando sus brazos al frente para acomodar la tela y
abrazar a Fate por la cintura-, pero hay que ser fuertes. Está será la última noche que podrán
actuar como niñas normales, traten de disfrutarla, ¿sí?"
Una vez más, Alicia se quedó callada. Observaba a su hermana menor con tristeza, porque
escuchaba detrás de esa rabia y rencor una angustia tremenda.
Fate había contado poco de cómo había sido su encuentro con ese monstruoso dragón del
que apenas salió airosa, no sin la ayuda de Takamachi de por medio. Sospechosa ayuda,
dijo Fate.
Pero Alicia sabía que esa acción había mermado algo en el carácter de su hermana. Había
atacado su orgullo como maga mortal e invencible.
Y había agujereado su corazón con veneno, marchitándolo más y más a cada tortuoso
latido.
A pesar de todo, estaba luchando a muerte por ocultar que aquello le estaba afectando
demasiado, y eso le dolía a la mayor de las hermanas. Su madre y su Fate, estaban dejando
a un lado todo por salvar su vida frágil.
Después de todo, los juguetes que se mantenían al lado de una muñeca rota finalmente
empezaban a desquebrajarse también…
La chica levantó sus ojos hacia el espejo que la mujer puso frente a ella. Su traje de
princesa estaba casi listo.
-"No te preocupes, Ali. Mamá lo logrará, ya verás cómo pronto usarás mejores vestidos que
éste."
Precia asintió, contemplando cálidamente a una Fate que se removió algo apenada al sentir
todas las miradas sobre ella. Su brazo alcanzó a su hija para abrazarla también mientras
Alicia tomaba su mano para enlazar sus dedos con los de su gemela.
-"Mis dos preciosas muñecas" –murmuró Precia, mirando el reflejo que el cristal les
devolvía.
Alicia deseó con todas sus fuerzas, en aquel momento, que ese espejo no se rompiera.
Así como las esperanzas en las que su frágil corazón se empeñaba a creer. Una de ellas,
teniendo grabado el nombre de una distinguida Comandante:
Hayate Yagami.
-"¿E-Es… ahí?" –preguntó Vita con un hilo de voz, abrumada por el hostil ambiente que se
alzaba frente a ella.
-"Sí."
Zafira clavó sus ojos ante el espantoso escenario de un planeta muriendo. Esquivando los
meteoros que lanzaban aquellas dos lunas destrozadas a la superficie del planeta,
aterrizaron para salir en la búsqueda de Signum.
Vita quiso llamar de inmediato a su martillo, temerosa de lo que veía ahí, mas un suave
empujón por parte del lobo la contuvo.
-"No pensé…"
-"Tranquila, Vita."
Zafira olfateó un poco el lugar, cuyos silbidos del viento le daban un aire más espeluznante.
Débil pero consistente, detectó el aroma de la pelirrosa.
Se acercaron al cráter, observando sus alrededores. Vita saltó dentro con su dije de Graf
Eisen entre sus manos, preparada a invocarlo por cualquier cosa en lo que el lobo seguía
rastreando el sitio.
-"Vita, mírame –Zafira podía sentir el miedo en la pequeña, pues él mismo no estaba lejos
de esa situación-. Esto no ocurrirá de nuevo ni nada malo ha de pasarle a nuestra ama.
¿Entendido?"
-"Zafira…"
-"¿Entendido?"
-"Uhm."
-"¿Qué pasa?"
Sacando sus garras, el lupino se dio a la tarea de rascar con desesperación. Aún cuando la
atmósfera también le afectaba no se iba a dar el lujo de perder la cordura cuando tenía a su
lado a la más pequeña de las Wolkenritten. En poco tiempo, un pedazo de nave apareció
ante ambos que jadearon de la sorpresa.
-"Signum…"
El familiar siguió rascando con más ahínco y el aroma peculiar pronto se hizo más
consistente.
-"¿Cómo?"
-"Pero, Signum…"
Zafira le jaló con fuerza una de sus trenzas, solamente así Vita reaccionó de inmediato.
-"Mucho mejor –gruñó, ocultando una sonrisa divertida-. Ahora usa tu martillo."
-"¡Hazte a un lado entonces! –chilló, haciendo una mueca de orgullo-. ¡Esto se pondrá
movido!"
-"Fate…"
Las gotas de sudor resbalaban por su frente como cascadas inagotables, haciendo que los
mechones de cabello se le pegasen y su cabello siguiese su compás desenfrenado.
-"Fate" –insistió.
Los ojos de su hermana menor estaban furiosos pero también al borde de las lágrimas.
Alicia llegó hasta ella y la detuvo, sosteniendo sus manos enguantadas y temblorosas entre
las suyas; su corazón le decía que las cosas iban a ponerse en un tono oscuro muy pronto,
así que, por lo menos, deseaba tener algo de paz.
-"Al…"
-"Mi hermanita."
-"Al…"
-"Fate –susurró con dulzura-, siempre estás tratando de protegerme, pero, ¿quién te protege
a ti?"
La menor se quedó sin palabras y abrazó igualmente a su hermana, que sonrió a medias,
haciendo círculos en su espalda para tranquilizarla. Fate hundió el rostro en su pecho,
queriendo escapar del mundo escalofriante que la esperaba allá afuera.
Con las garras listas para partirla en dos. A ella… y a su pobre y agrietado corazón…
-"Shh –calló con sutileza-, yo sé que Nanoha Takamachi significa mucho para ti."
En ese momento, la menor trató de zafarse del abrazo, percibiendo el enojo florecer en ella
de nuevo. Mas Alicia no se lo permitió.
-"¿Ella te dejó escapar, verdad?" –inquirió, casi afirmando sus palabras mientras miraba
hacia los ventanales que dejaban colar la luz vespertina.
La otra mostró una leve sonrisa. Comprendiendo perfectamente que el orgullo de la rubia
estaba siendo puesto en juego, y que admitir una verdad de esa magnitud, no era nada fácil.
Y que, a ojos del resto, no eran más que muñecas estigmatizadas con su sonrisa deshecha.
Cual hilo que se ha salido de sus puntadas y ha arruinado un cuadro perfecto…
-"El destino es cruel a veces –declaró en tono bajo-, le gusta jugar con inocentes. Le fascina
darnos un bonito presente envuelto en oro y plata, y después, se regocija con nuestro
sufrimiento –hizo una pausa, sus pupilas pálidas brillando intensamente-, quitándolo de
nuestras manos de un solo soplido."
El siseo de dientes al pronunciar ese último nombre no pasó desapercibido por Alicia, quien
tan sólo suavizó su mirada, detectando los celos mal infundados de su gemela.
-"De eso ya no estoy tan segura. He pensado mucho, Fate –habló despacio, separándola un
poco por los hombros-. Y me doy cuenta que desde que las cuatro sabemos toda la verdad,
sólo nosotras dos hemos sido las únicas que han estado atacando. Mientras ellas se
mantienen recibiendo todo el daño."
-"No, eso no es así –negó rápido, cerrando los ojos-. ¡Arrestaron a mamá y…!"
Alicia posó un dedo sobre los labios de su hermana, callándola. Y le sonrió, acomodando
los mechones húmedos de su frente, pensativa.
-"Alicia…"
La más alta le miró por largo tiempo y bajó de pronto su cabeza. Alicia, en respuesta y en
propio consuelo, besó sus cabellos.
-"Fate, siempre te he estado pidiendo cosas, aún en silencio. Y tú siempre las has obedecido
aunque eso te costara arrancarte el corazón. Pero ya no más, Fate, ya no más…"
-"Y yo a ti."
Alicia tomó su rostro con delicadeza, como si estuviese hecho de cristal, y le obligó a
mirarle de nuevo. Aquellos ojos iguales a los suyos le devolvieron un reflejo rozado y casi
lloroso.
Como si lanzasen un grito mudo, un pedido de auxilio para el barco llamado Fate que se
hundía; y que por más que intentaba nadar, las olas parecían arrastrarla cada vez más lejos.
-"Mamá hace todo lo posible por darme una segunda oportunidad, pero a veces siento que
mi tiempo ya no puede ser prolongado más. Si pudiese encontrar un sitio donde el reloj no
marcara ningún minuto –suspiró, cual si su voz tratase de transmitir esa delgada y
quebradiza esperanza de oro que tenía guardada-, donde los días no contaran y la muerte no
existiera… ése sería mi sitio para vivir –sus ojos brillaron entonces, tristes por el mundo
que pronto abandonaría. Y lo que dejaría atrás con él-. Así que, ya no me aferraré más a
vanas esperanzas que solamente me han impedido apreciar las cosas hermosas que todavía
tengo por amar."
La nombrada la miró con profundo cariño y besó una de sus mejillas, provocando un
pequeño sonrojo por parte de Fate, quien inmediatamente la separó de sí para observarla
seria a los ojos.
No quería recibir consuelos, por mucho que los anhelara en ese momento. Pero no de esa
manera.
Quería oír la verdad.
-"Creo que siento algo –sonrió con tristeza, temiendo que sus pupilas rojas expresasen más
pena de la que ya sentía-, por Hayate Yagami. Así como tú estás enamorada de Nanoha
Takamachi."
-"¡NO! –el gritó espantó a la otra, quien la contempló con los ojos abiertos-. ¡Alicia, qué
disparates dices!"
-"Odio repetirme, Fate, ¿qué dije hace unos momentos? No voy a responder algo que tú
bien sabes."
Fate iba a replicar ante el tono sutilmente enojado de su hermana, no obstante, tan sólo
suspiró con fuerza. Tratando de controlar su ira para no romper a gritos sin sentido y
lastimar a la otra.
Alicia, en cambio, limpió con sus dedos las lágrimas de su pequeña gemela, aquéllas que
Fate se rehusaba a reconocer como suyas.
-"En verdad, te seré sincera –agregó con recato, acariciando los pómulos húmedos de la
menor-. Ya no creo que pueda salvarme, así que quiero este festival para estar con Hayate
un poco más. Por una vez quiero pensarme una joven feliz, Fate; y mi pedido como tu
hermana mayor –su agarre se volvió firme pero sin dejar de ser suave, asegurándose que
tenía toda la atención centrada en ella- es que hagas lo mismo con Nanoha. Escúchala, por
favor."
-"¡Yo no necesito…!"
-"¡Basta, Fate! –regañó, haciendo que la aludida se callase a regañadientes-. Date cuenta,
¿quieres? Esa niña es tan tonta que no sabe cómo decirte las cosas y necesita de tu ayuda.
Así como tú necesitas la de ella."
-"¡Pero…!"
-"¿O ya olvidaste la sonrisa con la que te levantabas todas las mañanas para asistir a clases?
¿Los gestos pequeños pero profundos, que hacían que tus ojos brillasen? Dime entonces
que la odias, Fate, dímelo si estás tan segura de tener la maldita razón."
La aludida quiso hacerlo, quería soltarle que Nanoha Takamachi no era más que un capítulo
pasado de su vida, así como muchos otros tantos. Y sin embargo, sabía que aquello era
mentira.
Porque, desde el primer momento en que se permitió sonreír a su lado, Fate se había
condenado hasta el último hueso de su existencia.
Y ello le dolía.
Porque ella también participaba en ese circo de muerte y de desgracias, donde la alegría
parecía haberse ido a tomar unas vacaciones.
-"Te estás quebrando por dentro, justo como yo empecé a hacerlo hace años –murmuró
Alicia, consciente del terrible torbellino por el que Fate debía de estar pasando-. Si algo
puedo hacer con este cuerpo enfermo es protegerte por última vez. Dale una oportunidad a
Nanoha, ¿sí? Si no lo haces por ti –sus palabras se tornaron una súplica-, al menos hazlo
por mí."
-"¿Y qué si muero? Dime, Fate, cuando yo ya no esté, ¿cuál será tu excusa para seguir
peleando en esta vida?"
Alicia negó con la cabeza, despacio. Después mostró una sonrisa cálida, alborotando los
cabellos rubios de su hermana con diversión y riendo sólo como ella podía hacerlo.
-"Es un futuro que puede ser verdad y lo sabes –continuó, con el mismo tono cariñoso-.
¿Qué mentira usarás para jugar a la magia y poner tu máscara de frialdad, Fate? ¿A quién
usarás como escudo para no escuchar a tu propia soledad cuando ella venga a buscarte?"
La menor apretó sus puños, pero Alicia los tomó para abrir sus dedos y besarlos con
reverencia, arropando aquellas manos cubiertas de algunos raspones con las suyas.
-"Cuando Pinocho fue en busca de la Hada Azul, sabía que probablemente nunca regresaría
con su padre. Pero aún así fue –recitó en voz baja, depositando un beso tierno en el dorso
de sus manos entrelazadas-. Porque lo más importante no era Gepetto o Pepé Grillo, sino él
mismo; y si no alcanzaba su sueño, al menos sabría que lo persiguió hasta morir. Yo voy a
ir en busca de mi Hada Azul –su sonrisa se atenuó un poco, mas sus ojos no brillaron
menos por eso-, pero tú no me puedes acompañar. Ese camino sólo es para mí."
-"Al…" –sollozó.
Y finalmente las piernas parecieron ceder y ella cayó de rodillas. Alicia le imitó,
abrazándola de nuevo con fuerza contra sí mientras escuchaba el llanto de Fate salir a la
superficie de una vez por todas.
Con las manos cubriendo su rostro y el corazón latiéndole a mil, sufriendo ante la idea de
perder a su gemelo que yacía dentro del cuerpo del otro hermoso ser de porcelana.
En el fondo, sabía que eso no era cierto. Alicia siempre estaría a su lado.
-"Gracias por dejarme ser tu muñeca, Fate –apretó el abrazó y besó una última vez sus
mechones húmedos y dorados, sintiendo a la otra temblar bajo sus brazos-. Sin embargo, ya
es hora de que toque el sol –su voz se quebró al tiempo que las lágrimas afluían también-,
aunque al final acabe quemándome por completo…"
¡CRRRASSHHHH!
Los gritos de Vita quedaron en el olvido cuando millones de enredaderas crecidas del cráter
recién excavado se abalanzaron contra ambos, alcanzando a desgarrar el vestido rojo un
poco.
La pequeña guerrera sostuvo el mini-martillo entre sus dedos, llamándolo una y otra vez en
vano. Las cosas se complicaron cuando Zafira descubrió que no podía adaptar su forma
humana ni mucho menos utilizar sus poderes.
Pronto, el planeta muerto y deslucido, impreso de dolor, se convertía en una roca gigante
con miles de brazos arbóreos y marchitos, que daban la apariencia de tener vida propia.
¡Clack!
En un abrir y cerrar de ojos, largas grietas surgieron y el frágil piso sobre el que ambos se
habían encontrado a salvo, se hizo añicos.
La luz fantasmal del espacio desapareció para ser reemplazada por un enorme agujero
negro.
-"¡VITA!"
El aullido de Zafira hizo eco mientras se aferraba con sus cuatro patas de una de las tantas
gruesas plantas, en un intento por no caer a un probable vacío sin fin. La oscuridad que le
rodeaba limitó mucho sus opciones, por lo que tuvo que agudizar su oído y sus demás
sentidos para guiarse.
Segundos después, no muy lejos, la figura de la pequeña se vislumbraba entre las sombras;
aferrándose fuertemente a otra oscilante enredadera al tiempo que su cuerpo era
bamboleado de un lado a otro, lenta y rítmicamente.
Pero la calma duró poco en cuanto un segundo temblor se dejó sentir, amenazando con
destruir todo y dejarlos enterrados vivos.
-"Ya no puede más –respondió pensativo, mirando hacia el espacio exterior que se cernía
sobre sus cabezas-. El planeta va a colapsar, si no nos movemos aprisa, nos llevará con él."
-"¡No me refería a eso, idiota! –bramó alarmada, sintiendo la impotencia hacer mella en su
interior-. ¡¿Qué rayos nos está pasando? ¡Qué le han hecho a Graf Eisen!"
La aludida guardó silencio, reticente, comprendiendo que cualquier descuido, por muy
pequeño que fuese, podría sumirlos en un sueño eterno dentro de aquel tenebroso abismo.
La pelirroja soltó un sollozo, con las mejillas enrojecidas y los ojos ardiendo en enfado
total. Sus guantes oscuros apretaron más el larguirucho tallo vegetativo, en un acto que
demostraba la profunda humillación que sentía.
Ahora, no era más que una niña. Una niña y un perro atrapados en un planeta desierto a
punto de desaparecer.
-"Vita…"
-"¿Me oíste, Zafira? –inquirió, dirigiendo su mirada firme hacia él-. ¡No pienso quedarme a
ver cómo se hace chicharrón este maldito lugar conmigo dentro!"
El otro sonrió, la pequeña tenía un buen punto. Y por esta vez, iba a darle la razón; por eso
la siguió hacia abajo, teniendo suficiente cuidado de las sacudidas que empezaban a hacerse
cada vez más frecuentes.
Los pasos de Vita al pisar tierra resonaron en sus oídos lupinos, por lo que supo que aquel
boquete sí tenía un final, uno que momento después él mismo pudo alcanzar a tocar.
Al principio pensó que estarían perdidos, puesto que debía forzar demasiado la vista para
siquiera distinguir algo, ayudándose de las paredes para seguir adelante.
Varios trozos caídos tocaron sus patas, de lo que se imaginó podrían ser restos minerales o
viejas baratijas olvidadas en aquel mundo de muerte; o al menos eso es lo que quiso pensar,
no queriendo reparar en qué era cada una de las extrañas formas con las que se topaban en
el camino.
Vita, presurosa, empujó los últimos escombros antes de correr directo hacia su líder, quien
apenas parecía mantener conciencia de sí misma.
-"¡Zafira, ayúdame!"
Con sus colmillos forcejeó por liberar a la joven pelirrosa de los amarres que la sostenían y
que ya habían aniquilado toda la armadura de su compañera, a excepción de la parte que
rodeaba su cintura y sus piernas, habiendo mantenido éstas a salvo.
Las manos de Vita sangraron ante el inútil esfuerzo por hacer que las mortales raíces le
soltaran, al igual que las mandíbulas de Zafira, que ya se teñían de rojo ante el paso de las
espinas.
La aludida abrió los párpados a duras penas, conservando por muy poco el color azul pálido
que en otrora fuese de un vivo matiz. La piel, totalmente blanca espectral, tampoco le daba
un mejor aire.
Vita sollozó.
Le lloró a Graf Eisen para que apareciera y ayudara a su camarada y amiga. Las lágrimas de
rabia y desesperación mojaron la pequeña figurilla del martllo.
Pero nuevamente, él no apareció.
La niña apretó sus dientes con todas sus fuerzas y apoyó un pie en la roca para jalar una vez
más aquellas raíces mientras Zafira hacía lo propio.
El alarido de angustia silbó a través del tenebroso túnel antes de que el silencio lo devorase
por completo. Después, el canto de la roca quebrarse inundó los tímpanos, para finalmente,
transformarse en un desplome titánico.
¡CRRAASSSHHHH!
Zafira y ella elevaron la vista mientras todo se caía a pedazos, tal y como un juego de
bloques se destroza ante el toque torpe de un bebé.
La luz blanca que emergió de súbito, se volvió tan intensa hasta que sus ojos no vieron más
allá de esa poderosa luminiscencia…
En medio de aquel caos reptante, las enredaderas toscas, espinosas y a punto de morir,
resplandecieron a la vida. Envueltas por aquella luz de fantasía, las espinas brillaron como
nunca y las rosas rojas y blancas se abrieron una tras otra.
El verde marchito latió de nuevo, con un matiz suave y jugoso, como el de un retoño recién
nacido.
Y los rugidos infernales de aquellos seres malditos se tragaban un mundo de luz para
escupir uno lleno de tinieblas en su lugar…
-"¡SIGNUM!"
El llamado de Vita la sacó del hechizo, al igual que Zafira empezaba a despertar de aquel
sopor.
Muertas.
Signum estaba malherida, pero aún más, ofendida. Sostenía tanto a Zafira como a Vita en
sus brazos, que no paraban de ser recorridos por delgadas líneas de sangre.
La luz blanca que provenía del cráter donde habían estado atrapados palideció hasta
desvanecerse para siempre. El planeta crujió, por última vez.
Sin perder tiempo, la guerrera de la espada los encaminó hacia la nave para salir de ese
lugar. Una vez dentro y con los motores girando, empezando a elevarse, Vita sonrió y
abrazó a su líder, conteniendo sus lágrimas de emoción.
-"¡Serás estúpida!" –chilló enfadada, a pesar de que su voz expresaba una dicha profunda.
-"¡Sha…!" –Vita cerró la boca entonces, desviando la vista directo hacia el familiar.
La pelirrosa posó una mano sobre su sombrero, a modo de agradecimiento. Luego observó
a Zafira, quien le sostuvo la mirada por unos segundos antes de asentir.
-"Tenemos que irnos, algo muy extraño está sucediendo en la Tierra. Todas las tropas que
habían sido enviadas al exterior fueron llamadas a un regreso de emergencia."
-"De acuerdo" –asintió, las pupilas azules contemplando el vetusto planeta estallar a lo
lejos, sólo para liberar una lluvia de chispas incandescentes que dentro poco se fundirían
con la nada.
Lindy Harlaown miraba el cielo nublado y oscuro desde la ventana del hospital. En su
regazo estaban los informes sobre el ataque a los cuarteles de la TSAB y los registros de
Nanoha Takamachi en cuanto a su persecución a Fate Testarossa, así como las novedades
del estado de salud de Shamal y el resto del equipo.
Sus ojos se rozaron y volvió su vista al cielo allá afuera. Había órdenes esperando su firma
pero se dijo que no lo haría.
Había un enemigo que ya había demostrado hasta donde podía llegar con tal de conseguir
su cometido. Lindy, por lo tanto, arrugó los papeles que sostenían sus manos, sintiendo
cierta angustia por lo que podría pasar si las hermanas completaban su tarea.
La vida de una sola niña, podría costar la vida del resto del mundo.
Sin embargo, el recordar a su hijo desangrándose no hacía más que traerle la misma
desesperación que probablemente Precia sentía al ver a su hija bailar al borde de la muerte.
Así lo decían los peritajes de la casa que encontraran.
Alicia Testarossa sufría de un cáncer terminal que ya había arrasado con su sistema
inmunológico.
Su orgullo por capturarlas había encontrado un precio alto. Y aunque Lindy ya no estaba
tan segura de que perseguir a esa familia fuera lo más justo, estaba más que consciente que
era su trabajo mantener la paz.
Dio un último vistazo antes de tirar todos los papeles al bote de basura y volver donde su
hijo. Por el momento, su mente no podía estar en otro lado sino con Chrono.
Pero en cuanto sus sentimientos se calmasen y pudiera ordenar las ideas en su cabeza, le
pondría un alto definitivo a todo. Así tuviese que salir ella misma y abarrotar las calles con
soldados.
A pesar de la amenaza encima de la vida de Chrono, Lindy Harlaown era una Almirante.
Una que no podía dejar de lado su deber ni su dignidad por los suelos.
Leteo: Del griego antiguo, "olvido". Es uno de los ríos del Hades cuyas aguas provocaban
el olvido completo.
Nepentes: Cuenta Homero al principio de la Odisea como los reyes de Esparta (Menelao
y Elena) se preparan para una fiesta; Elena coloca en el vino una potente droga que es
capaz de hacer olvidar el dolor. La droga es el Nepentes Pharmacon y es un derivado del
opio.
Cicuta:Planta tóxica de la que se extrae un veneno que recibe el mismo nombre y que era
usada por los griegos para quitarse la vida.
…sin ti…
Capítulo XVII
Serenata de Luna
El festival de las muñecas Kokeshi estaba siguiendo su curso normal y las personas
tomaban fotos a los puestos, y, por supuesto, a sus edecanes ataviadas en la mejor de las
caracterizaciones de aquellas tradicionales muñecas que reposaban en un templo, al fondo
del parque donde los visitantes les rendían tributo.
Los chicos coqueteaban con las alumnas y viceversa. Todo era una fiesta nocturna que la
luna iluminaba desde lo alto del cielo, como un testigo mudo de un momento envuelto en
una burbuja de festividad ante la inminente tragedia.
-"Hum" –la ignoró, dando una pequeña mordida a su postre mientras desviaba el rostro.
Hayate rodó los ojos, negando. Sabía perfectamente que su amiga estaba más que nerviosa,
y no era para menos, habían esperado tanto ese momento. Lo iban a convertir en un día
especial…
Sin embargo, la creciente inseguridad en la pelirroja no era una excusa para devorarse un
montón de pobres algodones inocentes.
Pronto se detuvieron ante unos padres que les pidieron un par de fotos con sus hijas
pequeñas. La pelirroja escondió su séptimo algodón de azúcar detrás de ella para sonreír
tontamente mientras Hayate se acercaba para posar.
Nanoha vestía un kimono de túnica corta y faldón largo en rosa pálido, con un juego de
tramados de flores de cerezo en tonos rosados y blancos. Sus cabellos peinados al
tradicional estilo geisha, de cuyas peinetas colgaban perlas falsas.
Hayate, por su parte, como sacerdotisa, sus túnicas eran negras y blancas con una especie
de cofia en la cabeza, símbolo de su rango religioso. Su cabello igualmente estaba recogido
en un peinado más discreto, aunque sujeto por unas diademas con forma de alas.
El festival había comenzado sin ellas, aparentemente. Sin embargo, la profesora Manduri
las tenía reportadas como presentes en sus listas.
Cierto que el parque era grande y que todas las edecanes estaban moviéndose
continuamente de un lado a otro, tratando de cubrir todo el espacio. Pero, en algún instante
tenían que verse unas a otras… ¿no?
-"Gracias, lindas."
Las jóvenes sonrieron con una reverencia. Luego de aquella foto ocasional, Nanoha siguió
comiendo su algodón.
-"¿Nervios de qué? –apartó la boca del dulce, relamiendo los rastros que habían quedado
pegados a sus labios-. Nyahaha…"
-"Podría ser… ¿cierta rubia criminal y rebelde?" –se inclinó hacia ella.
Takamachi sonrió vacilante y decidió dar otra mordida a su postre, queriendo evitarse la
molestia de tener que responder a aquella pregunta que la pondría en traje de mil varas.
Ésa y las demás que estaba segura, su amiga no perdería tiempo en bombardearle…
La castaña estaba a punto de responder a la mentira tan mala cuando sus ojos parpadearon
atónitos ante lo que veía.
Un par de inigualables princesas celestiales posaban tranquilas y serenas ante los visitantes
que pedían una que otra repetición, encantados con la presencia cautivadora que ambas
desprendían.
Fate y Alicia lucían glamorosos y largos trajes reales, de orillas doradas con velos
transparentes a modo de olanes y mantos. Sus cabellos peinados en complicados mechones
enredados adornados de diademas de oro falso, con piedras preciosas y flores colgando de
cadenillas detrás de su nuca.
Ambas mecían sus abanicos largos y de filos aterciopelados con recato y gentileza, robando
más de una sonrisa y un suspiro en el acto.
Las tomas finalmente acabaron y ellas reverenciaron graciosamente a sus visitantes antes de
seguir su camino hacia otra callecilla del parque.
-"¡Hayate…!"
-"Bueno, para empezar… ¿podrías dejar de enterrarme las uñas? Mi brazo no es de acero –
se quejó con el ceño fruncido, viendo a la otra apartarse apenada-. ¡Mucho mejor!"
-"¡Se están alejando! –exclamó angustiada, casi tirando al suelo el algodón olvidado en su
otra mano-. No podemos quedarnos así…"
Nanoha la miró confundida, optando por no preguntar de dónde había salido eso. Observó
el algodón todavía en su mano, ponderando la posibilidad de que el azúcar tal vez había
afectado a la castaña y no a ella…
-"¡H-Hayate, espera!"
La Comandante no podía creer que una figura tan frágil y delicada sería capaz de esconder
su pálido rostro de manera tan coqueta, tras un simple abanico de papel china; y que, al
mismo tiempo, pudiese tener el efecto de acabar en un parpadeo con los cuarteles generales
de la TSAB.
No la Alicia que tenía enfrente. No la princesa que veían sus ojos, a quienes todos los
demás oficiales tachaban de mortal asesina…
-"¡Hayate! ¡Hayate!" –los gritos de la maga blanca pronto captaron la atención de ambas
hermanas.
Fate señaló entonces hacia el camino al templo y Alicia sólo asintió cuando la castaña les
alcanzó.
-"Buenas noches."
Alicia sonrió de nuevo, ocultando la mitad de su rostro tras el abanico antes de girarse a su
hermana. Por un escueto segundo, la menor pareció reacia a acceder.
Mas el sentimiento se desvaneció ante el mensaje implícito en los ojos de su gemela. Ése
que le pedía confianza y le entregaba las gracias.
-"Señorita Yagami, muy buenas noches tenga también –dijo, tomando su brazo para
caminar con ella-. Me gustaría platicar con usted, si es eso posible."
La rubia sonrió de forma sutil pero sin abandonar ese toque hipnotizante que se mantenía
impregnado a ella, así como el kimono elegante con el que vestía.
Hayate se pellizcó rápidamente para ver si no estaba soñando. Fate simplemente las estaba
dejando ir. ¡Aquello era grandioso! Por lo que no sabía si ponerse a gritar de la felicidad o a
llorar de la misma…
Con una expresión que apenas contenía su alegría, se volvió hacia Nanoha, que ya le había
agarrado el paso y cuya mirada expresaba una confusión que ella misma también sentía.
La Comandante estuvo a punto de decir algo, sin embargo, el suave tirón de su princesa fue
suficiente para que caminaran lejos de ellas y del bullicio.
-"Es usted muy despistada, Señorita Yagami" –rió en voz baja, manteniendo el abanico
dorado siempre cubriendo la mitad inferior de su rostro.
-"Princesa –besó el dorso de su mano y elevó la mirada zafiro-, permítame que la guíe el
día de hoy."
El algodón de azúcar había desparecido a la velocidad de la luz, pero por desgracia, los
nervios parecían haber ido en aumento. Nanoha estrujaba su pequeño bolso redondo atado a
su cinto.
Nanoha no tentó su suerte dos veces. Así que siguió atenta hacia donde la orgullosa
princesa caminase, viendo su andar refinado desde atrás.
Las mejillas de Takamachi se incendiaron de sólo pensarlo. Todo era un caos y ella pensaba
en esas cosas. Pero no había órdenes de la TSAB y ni siquiera se había escuchado algo de
Lindy Harlaown.
El precio por la cabeza de Alicia Testarossa ya había sido anunciado, aunque todo lucía
como si nada ocurriera.
Como si alguien estuviera protegiendo a las hermanas de la ola de desgracias que pendía
sobre ellas…
-"¿Fate-chan?"
El tono ligeramente frío hizo estremecer a Takamachi, mas al siguiente instante, una
sonrisa más segura se dibujó en su rostro. Ésta era su oportunidad.
Alzó la vista para contemplar a la rubia frente a ella, con el cabello dorado cayendo a
cascadas sobre sus hombros y los primeros mechones de lado a lado, formando espirales
precisas y perfectas.
El viento agitando las hebras de oro con calma mientras la diadema de oro en su cabeza
apenas y se movía, desprendiendo el perfume a lavandas que alcanzaba a bañar el aire. El
traje rojo vino apegándose prestamente a su sofisticada figura, delineándola casi con
completa adoración.
Los ojos ligeramente delineados en negro, las mejillas espolvoreadas con un poco de rubor.
-"Fate-chan –habló con voz firme y suave, dando un paso hacia delante-, ¿pudiera este
cerezo tener la dicha de florecer con tu calor?"
La rubia agachó la cabeza de repente, dejando que los rizos al frente ocultasen su mirada y
sus pómulos sonrojados. Fue apenas un "sí", inaudible y acompañado por un leve
asentimiento.
Uno que fue más que suficiente para que Nanoha tomase su mano y la hiciese caminar esta
vez, junto a ella.
Y aunque al principio la sensación de rareza embargó a la más alta, bastó la sonrisa tan
característica de su enemiga declarada para que la calma pronto le abrigase.
El corazón de Fate saltó en un latido y ella no supo explicar por qué. Simplemente, no lo
supo…
-"Fate –llamó con gentileza, notando que el agarre en su mano empezaba a incrementarse
un poco-, ¿Fate-chan?"
-"Por favor, no se vaya todavía, princesa –dijo con timidez, sonriéndole-. ¿Acompáñeme un
rato más?"
La hija de la Luna agachó la mirada y asintió débilmente, sin muchas ganas de permitir
aquello pero también siendo incapaz de negarse.
Caminaron a través de los variados puestos que habían allí, cuyos colores hacían del
festival un arcoiris viviente. Los juegos empezaron a surgir y ellas se detuvieron en
algunos.
Y cuando el último aro que Nanoha arrojase cayese al lado del pico de la botella –al igual
que el resto- Fate no pudo evitar tratar de encubrir una risa con su palma mientras la
castaña sonreía apenada.
Inconscientemente, aferrada a la cálida mano que aún sostenía la suya, ésa que parecía
brindarle más seguridad con cada segundo que pasaba…
La frase había sido sumamente optimista, a pesar de los anteriores intentos fallidos. Hasta
que las tres pelotas pasaron muy de lejos la pequeña torrecilla casera y el dueño de la
tiendita les sonrió divertido.
-"¿Cómo puedes ser una maga del Bureau y tener tan pésimo tino?" –preguntó la rubia,
empezando a sentir el ambiente mucho más ligero que en un principio.
-"Además yo sólo quería –balanceó sus manos torpemente-, quería ganarte un premio…"
La mirada borgoña se suavizó al ver a su amiga con el rostro volteado y la vista fija en
algún desconocido punto. Una sonrisa surcó los labios de Fate, una que en aquel momento,
hizo cosquillear su corazón.
-"¿Bolitas de pulpo?"
La rubia tan sólo señaló con su mano libre hacia el puestecito que vendía la antedicha
comida, arrastrando amablemente a la ojiazul hacia allá. E interrumpiéndola en lo que sea
que hubiese querido decir.
Derrotada por los juegos y derrotada por la comida ahora. Extraña suerte la que se cargaba
encima…
Después de haber recibido su orden, ambas hicieron una venia a la mujer que les había
atendido. El bullicio de la gente y los gritos de los niños por aquí y por allá, así como la
vista de sus compañeras atendiendo a una que otra persona, pronto les recibió.
Seguían caminando tranquilamente cuando Nanoha sostuvo con su palillo la última
croqueta y se la extendió a Fate, quien la miró extrañada.
-"¿Por favor?"
-"Ahhh…"
-"Exquisito…"
Miradas apenas se cruzaron antes de que las risas de ambas escapasen de sus gargantas.
Continuaron caminando y observando todo lo que el festival había traído consigo.
Hasta que a la postre, se hallaron a sí mismas en una parte un poco retirada del gran parque
donde el evento se estaba llevando a cabo, y también, donde ninguna otra persona aparte de
ellas estaba presente.
En una fracción de segundo, un fuerte tronido se escuchó en el cielo oscuro antes de que
arañas de colores se dibujasen y millones de chispas llovieran, bailando con las estrellas
allá arriba.
-"Fate."
Fate Testarossa volteó a ver a la pelirroja que ahora se giraba hacia ella, ataviada en su
kimono de rosa pastel y flores de cerezo, tomando cariñosamente su otra mano para
entrelazarla con la suya también.
Con la sonrisa que desde el primer momento, la rubia concebía era la que la había
enganchado en un principio y la había hecho caer en aquella complicada y confusa telaraña
de emociones.
-"Fate –repitió en voz baja, sintiendo que el aire empezaba a faltarle-, me gustas… me
gustas mucho."
Y cerrando los ojos e inclinándose hacia delante, fue como la Capitana Takamachi capturó
los delicados labios de una de las criminales más buscadas en todo Japón.
Besándola…
Habían llegado a la zona del lago, donde las farolas flotantes iluminaban las apacibles
aguas que reflejaban los fuegos artificiales y las luces del festival como un cuadro de Van
Gogh.
Los destellos del agua cristalina copiando su magnífica figura, con los dos mechones
rizados que contorneaban sus mejillas cayendo delicadamente al frente.
La luna plateada, llena, coronando su figura en el lago. Los rayos transparentes dándole ese
toque maduro y confidente de una jovencita mayor.
Su Alicia.
-"Ali… -se acomodó a su lado, sonriendo-. En verdad que estás muy linda esta noche."
-"¿Es en serio?"
La rubia cerró su abanico para mirarle sin obstáculos, mostrando una sonrisa tímida y unas
mejillas sonrosadas.
-"Oh, no, yo no soy tan bonita –negó moviendo las manos-. Ni soy una princesa" –terminó
con encanto en sus palabras.
Alicia rió divertida, desplegando el abanico de oro y cubriendo parte de su cara, dejando
sólo sus dos brillantes y delineados ojos a la vista.
-"¿Tú crees que ser una princesa… –habló con dulzura, permitiendo las palabras salir en
melodías suaves y bajas-… es igual a ser hermosa y feliz?"
La otra negó, posando un delicado dedo sobre los labios de la castaña que parpadeó
confundida; sintiendo el corazón latirle tan fuerte como para partirle el pecho en dos ante el
contacto.
-"A mí no me gusta ser princesa, ¿sabes? Todos piensan que eres perfecta y que tu vida es
feliz y llena de alegrías sin fin –respondió con gentileza, dejando en su regazo su fiel
abanico y sujetando la otra mano de su acompañante, dando una suave caricia al dorso de
ambas-. Mas es todo lo contrario, no eres dueña ni siquiera de la sonrisa que adornan tus
labios entrenados, sólo para no mostrar cuánto te duele estar sola."
Pronto, la luz que retozaba en los ojos escarlatas pareció apagarse, menguando su pequeña
danza.
-"¿Cómo puedes asegurarlo?" –sus palabras más que una pregunta, parecieron un ruego
desesperado.
-"Porque… –la castaña apretó sus manos y le devolvió las tiernas caricias-… yo estoy
contigo. Y jamás permitiré que te hagan daño."
Otra risa traviesa escapó de Alicia, que sin más, se zafó de las manos de Hayate para
abrazarla, de tal modo que su cabeza quedó recostada en el pecho de una muy ruborizada
Comandante.
-"Hay algo en tus palabras que me hace creerte –murmuró, alzando la vista para chocar con
aquellos zafiros que empezaban a hacer vibrar su mundo-. Hay algo en tus brazos que me
hace sentir segura. Hay algo en tu mirada que hace sentir mi corazón vivo…"
-"Se llama amor –contestó en voz baja, con un cariño casi palpable en sus palabras-. Se
llama amor, Alicia" –repitió.
-"¿Me amas?"
Los ojos borgoñas de la rubia se clavaron en Hayate, que asintió seria antes de sonreír y
levantar una mano para acariciar la mejilla de su princesa de la Luna.
Las pupilas de Alicia se abrieron como platos al tiempo que sus mejillas rivalizaron con el
rubor que la Comandante ostentaba en su rostro. Aquellos dedos que acariciaban apenas su
mejilla se detuvieron unos instantes, cuando la mirada de ambas se cruzaron,
enganchándose en un lenguaje mudo de comprensión mutua.
Lentamente, mientras el viento mecía los cabellos rubios y castaños, las dos se acercaron
hasta que sus labios se juntaron en un tierno beso corto. Hayate abrazó contra su cuerpo a la
rubia que a su vez dejó caer su abanico al suelo al corresponderle el gesto, sonriendo
tontamente como nunca pensó hacerlo.
-"Esta princesa deja su inmortalidad en la Luna –proclamó con afecto mientras se dedicaba
a escuchar los fuertes y rápidos latidos en el corazón de Yagami-, para entregar su corazón
a la sacerdotisa que le ha amado."
Hayate sonrió de oreja a oreja, recostando su rostro en la sien de Alicia al tiempo que sus
párpados se cerraban con alegría.
-"Esta sacerdotisa deja sus hábitos, para entregar su alma a la princesa que se juega su vida
al bajar a la Tierra" –le juró, con un dulce beso en sus cabellos dorados.
Ambas se miraron unos segundos antes de reír divertidas. Todavía un poco apenadas por
tan sincera declaración.
La rubia cerró los ojos y permitió que un par de lágrimas se deslizaran por sus mejillas
rojas, tanto por el rubor como por la pena. Y separando sus labios, apenas logrando
contener sus bajos sollozos, mostró una sonrisa verdadera.
"Llévame a ese lugar. Donde las muñecas que se rompen, pueden volver a existir…"
…sin ti…
Capítulo XVIII
Eclipse
Shamal y Vita miraron con recelo a Signum, cada una en una camilla donde descansaban
luego de haber sido revisadas por el equipo médico de la TSAB y haber escuchado las
noticias sobre el colapso de los cuarteles generales a cargo de la hermana mayor de Fate.
La guerrera del lago ciertamente podía constatar las palabras de la pelirrosa, pues ella
misma había sido víctima de un engaño que casi le costó la vida y que ahora había dejado
inutilizado a sus dispositivos.
-"Lo sé –respondió en calma, dándole la espalda a la ojiazul que descansaba al lado-. ¿Pero
quién va a creernos?" –inquirió al fin.
En cuanto se hubo vestido, se quedó unos segundos allí, de pie. Observando el suelo blanco
de aquel diminuto lugar que fungía como hospital; recordando la visión de estrellas
romperse y de los gritos de un mundo que ahora yacía muerto en la oscuridad vasta del
espacio exterior.
-"No me interesa que no nos crean –susurró, contemplando con ojos temblorosos a la rubia-
, no me interesa… sino proteger a nuestra ama Hayate y a la capitana Takamachi."
-"Acabas de salir media muerta de un planeta carnívoro –bufó Vita-. ¿No te parece que
aunque seamos un programa guardián tenemos un límite para nuestras fuerzas?"
-"Signum –la doctora sujetó su mano suave pero fuertemente, en un intento por detenerla-,
no podemos hacerlo solas. No puedes hacerlo tú sola…"
La mirada suplicante de Shamal detuvo unos momentos a la líder, quien bajó su vista hacia
ella. Las pupilas cobalto admiraron aquellas borgoñas que no dejaban de bailar con miedo
ante lo que se avecinaba.
Signum sonrió. Sonrió con ironía porque sin Levantine, era como un jinete sin su caballo.
Inútil.
-"¿Signum?"
-"Puedo hacerlo –se dijo más a sí misma, en un ánimo desesperado-, puedo evitar… que la
Ama muera…"
-"Y te ayudaremos."
Bajó de su cama y trastabilló hasta ellas, alentado por el espíritu de lealtad y unión de sus
camaradas.
-"¿Qué tienes en mente?" –habló roncamente, con las vendas blancas enrolladas alrededor
de su azulado hocico.
-"Debemos encontrar a la Ama Hayate –puntualizó Singum con mirada seria, colocándose
en pie y provocando que las otras dos imitasen el acto-. No podemos usar nuestros
dispositivos… pero todavía podemos convocar hechizos."
Hayate no podía ocultar la sonrisa de oreja a oreja que adornaba su iluminado rostro. Tenía
a Alicia entre sus brazos.
Y no era sólo eso, sino que ambas habían declarado sus sentimientos mutuos, los cuales
eran totalmente correspondidos. Por unos momentos, a la castaña le pareció que su
felicidad podía ser verdadera, porque la estaba tocando en ese mismo instante.
Sin embargo, un pensamiento vino a romper con aquella burbuja que las envolvía del resto
de la noche.
Las palabras de Alicia fueron como si unas pesadas pinzas se cerrasen contra su corazón,
tratando de cercenarlo en mil y un pedazos. No supo por qué, pero el sentimiento de que
aquello no podía durar por siempre, empezaba a agobiarla.
-"Por favor –susurró, tomando su mentón y depositando un beso cariñoso en sus labios-,
por favor, Ali, se mi preciosa muñeca un poco más…"
-"Hayate…"
Las pupilas borgoña brillaron de lágrimas mientras sus manos se aferraban a los brazos
cálidos de la Comandante, queriendo hacerse a la idea de que jamás sería apartada de su
lado.
Para llorar en silencio de nuevo por el sol que jamás volvería a rozar sus tan estropeadas
alas.
-"¡Lo siento! –logró exclamar entre gemidos, hundiéndose en su pecho para ahogar su
llanto-. ¡Te he causado tantos problemas y tú sólo…! ¡Tú sólo…!"
Alicia se separó abruptamente y miró directo a aquellas pupilas azules, sus labios separados
para decir algo; no obstante, su rostro se derrumbó por completo y fueron sollozos los que
se abrieron paso a través de su garganta.
Las manos blancas se taparon la faz cubierta ligeramente de maquillaje mientras su cuerpo
empezaba a temblar. Negó con la cabeza.
-"¡Lo siento!" –volvió a decir, con la voz amortiguada por sus propias palmas.
Los brazos de la castaña la envolvieron y la atrajeron hacia ella. Hayate apartó sus manos
con delicadeza y posó sus dedos en las húmedas mejillas de su princesa, limpiando con
cuidado los rastros de lágrimas así como el delineador que se había corrido.
Y le sonrió.
-"Te quiero, Alicia –la retuvo contra sí, descansando su cabeza sobre los mechones dorados
prolijamente recogidos-. Y siempre te querré."
La aludida sollozó, sintiéndose mejor al percibir las suaves caricias en su espalda y el calor
que la protegía del frío del mundo en el que vivía todos los días.
Fue un simple murmullo, cargado de sus más profundas e intensas emociones. Y sin
embargo, también venía acompañado de un tremendo dolor; pues no podía quererla.
Alicia no podía amarla porque sería atarse un cuchillo de dos filos que acabaría por
matarlas ambas.
No una muñeca rota como ella, que estaba a punto de quebrarse por completo.
Sonrió con tristeza, aferrándose más a la cintura de Hayate, pensando en que podría
disfrutar de su sacerdotisa aunque fuese un pequeño rato más; que podía ser feliz, incluso
sabiendo que se estaba engañando a sí misma.
"Finalmente, el momento en que la cuerda deje de dar vueltas llegara, matando así mi
corazón…"
-"¡No!"
Las manos fueron colocadas sobre sus hombros, en un intento por empujarla mientras el
rostro era desviado bruscamente. Los latidos se hicieron insoportables y su mente se
asemejaba a un caos terrible.
De alguna manera, sabía que aún si decía no, también quería decir sí.
El grito de Nanoha retumbó en sus oídos mientras sus manos acunaban su cara con
delicadeza y firmeza, obligándola a encararla. En aquel instante, Fate Testarossa se
descubrió a sí misma llorando.
Con dos líneas casi imperceptibles de lágrimas bajando por sus mejillas.
La mirada de Fate se desencajó en pavor, combinado con la sensación de mil agujas
perforando su alma.
La rubia hizo lo pedido, ahora con la confusión reemplazando el sentimiento en sus irises
rojizas. Nanoha tomó aire, reuniendo fuerzas y concibiendo más seguridad en sí misma al
ver que la otra no se alejaba de su roce.
Sus dedos acariciaron las mejillas espolvoreadas con rubor, provocando un leve suspiro de
satisfacción por parte de la princesa de la luna.
Y acercó su rostro al de la joven que sostenía con cariño, besándola con fervor en los
labios. Relamió con gentileza la comisura de su boca, sintiendo una sonrisa formarse en ella
cuando las manos de la rubia sobre sus hombros perdieron toda resistencia.
Aflojándose.
Pronto, el permiso le fue cedido y su corazón pegó un salto tremendo cuando su lengua se
encontró con la de Fate, llenándole de un sabor exquisito que atontaba todos sus sentidos.
A besarla más…
El chasquido de sus labios al separarse dentro de poco se hizo oír mientras intentaban
recuperar el aire perdido, con las mejillas rematadamente sonrojadas tanto por el esfuerzo
como por la pena.
Fate estaba callada, jadeando y mirando hacia el agua calmada del lago sin moverse,
todavía con las palmas ligeramente afirmadas en sus hombros.
-"¿Fate-chan?"
-"¿Nanoha? –habló en voz baja, como si estuviera ausente del mundo-. ¿Qué es esto…?
¿Qué es esto que siento? –inquirió con consternación, elevando la vista hacia ella-. ¿Por
qué tú…?"
-"Es… -titubeó, avergonzada por lo que iba a decir-… se llama Amor" –sus mejillas se
colorearon.
-"¿Amor?"
Fate empezó a caminar en círculos. Se llevó una mano a sus labios que no hacía breves
segundos la pelirroja besara e hiciera sentir con ello una oleada de sensaciones que
nublaron su razón.
Pero había sido tan placentero… y tan cálido. Por esa fracción de tiempo, Fate se había
sentido tranquila.
Segura.
Feliz.
¿Por qué?
En cuanto Nanoha dio un paso, la rubia negó con la cabeza, haciendo sus largos cabellos
ondear contra el viento. Y mostró una sonrisa triste.
-"¿Por qué?"
-"¿Fate?"
Un dolor tangible atravesó el pecho de la maga blanca al ver a la otra continuar con la
procesión de lágrimas, como una niña perdida en algún extraño y tenebroso lugar.
-"No puedo entenderlo –se abrazó a sí misma, temblando-. No puedo entenderlo y eso me
asusta."
Un gemido escapó de su garganta. Nanoha acortó la distancia y llevó una mano a una de
sus mejillas, suavizando su mirada con ternura. Fate entrelazó sus ojos con ella, en una
muda petición de ayuda.
-"Está bien, Fate-chan, está bien –la arrulló-. Yo lloraré contigo si así lo quieres, porque no
pienso dejarte sola."
-"Nanoha… ¿por qué lastima tanto? –se llevó una mano al pecho-. Es como si me
destrozaran por dentro…"
-"Porque está latiendo, Fate. Tu corazón late de amor –sujetó su muñeca, retirándola para
posarla sobre el suyo-, como el mío por ti."
Los ojos borgoñas parpadearon otro poco antes de responder. Fate sonrió, y lo hizo como
siempre lo hacía sólo para Nanoha, pero con algo más. Sus pupilas se aguaron al tiempo
que abrazaba con fuerza a Takamachi, que no supo cómo reaccionar ante el imprevisto
gesto.
-"Eres una tonta –le lloró-. Una gran e increíble tonta, Nanoha."
-"Nyahaha, tal vez –esbozó una sonrisa, respondiendo al abrazo con gusto-, pero soy una
tonta que te quiere, Fate-chan."
La aludida recargó su mentón en el hombro de Nanoha, cerrando los párpados. Ésa era la
felicidad que su hermana le había deseado, y ahora la tenía entre sus brazos.
A pesar de que no entendía aún a su corazón por entero, así como muchas otras cosas. Pero
de algo estaba segura.
Y eso era, que quería seguir viendo el brillo en aquellos orbes azules, cada vez la miraban a
ella.
Sólo a ella.
Separándose de la pelirroja, tomó sus manos con firmeza, mirándola directamente a los
ojos. La duda por no conocer todo lo que estaba experimentando iba mezclada con un
sentimiento de anhelo y esperanza.
Como la muñeca que aún con sus costuras rotas y destacadas, es finalmente sostenida por
una mano bondadosa.
-"Nanoha… yo no sé cómo decirlo…"
-"Sólo hazlo" –apenas le contestó, sintiéndose más nerviosa a cada segundo que pasaba.
Fate bajó la vista hacia sus manos, jugando con sus dedos al acariciar los de la castaña con
lentitud, percibiendo el estremecimiento que sus toques despertaban en la otra.
Cerró los ojos por un momento y tomó aire, antes de volver a abrirlos, para dirigirlos hacia
la persona al frente.
Una niña humana que le regalara galletas y una sonrisa que ahora le robaba el corazón sin
remedio. La imagen de Alicia nubló, entonces, por unos momentos sus pensamientos
alegres.
-"Lo sé –musitó, desviando la mirada al suelo-, pero quiero ser sincera contigo."
Algo le decía que lo que Fate iba a decirle no le iba a gustar para nada. Así que sólo rogaba
por estar equivocada.
Fate miró al cielo nocturno unos momentos. El festival acababa, y con ello, su momento de
estar juntas. La hora de la verdad estaba acercándose.
-"Nanoha, sabes bien que estamos reuniendo las Jewel Seeds, pero no conoces el por qué –
la nombrada asintió despacio, poniendo toda su atención en sus palabras-. Queremos salvar
la vida de mi hermana. El dios que duerme en ellas… -hizo una pausa-… puede conceder
cualquier milagro, y nuestra madre le pedirá que resucite su cuerpo enfermo para que pueda
vivir."
Los ojos de Fate oscilaron con tristeza y angustia, reteniendo el nudo que empezaba a
formarse en su garganta al recordar la plática que ella y su gemela habían el tenido el día
anterior a ese festival.
-"Alicia –tragó fuerte-, Alicia me ha pedido que la deje ir –sonrió de lado, suspirando
después con un dejo amargo-. Pero no puedo hacerlo sin asegurarme de que las cosas
funcionarán, quiero reunirle todas las joyas y ver con mis propios ojos a ese dios. No sabes
cuánto ha sufrido mi hermana, Nanoha" –terminó con desasosiego, tratando de controlar su
respiración.
-"Sí, puede que tengas razón. Por eso es que me sincero contigo –clavó sus ópalos borgoñas
en ella-. Alicia me pidió que te escuchara… y… -bajó el tono de su voz, sintiendo sus
mejillas encenderse-… que me quedara contigo. Así lo haré Nanoha, no tengo miedo a las
represalias de la TSAB. Incluso tú misma puedes entregarme…"
-"¡Fate-chan!"
-"Tan sólo déjame ver que mi hermana se ha salvado –gimió dolida-, te lo pido."
La maga blanca sollozó un poco y abrazó por el cuello a Fate, cerrando los ojos con fuerza
y negando repetidamente. ¿Cómo podía una princesa pensar siquiera en que ella podría
traicionarla de tal modo?
Aún cuando Lindy Harlaown la tuviera aprisionada contra la pared, ella no podría
abandonar a Fate a su suerte. Se sentía morirse de tan sólo pensarlo.
-"Tienes un corazón tan noble y sincero, como los cerezos que representas –murmuró Fate,
pasando los brazos alrededor de su cintura y descansando su cabeza en el hombro de la
capitana-. Puedo pasar por la cárcel y un juicio si con ello pudiera verte después, Nanoha.
Pero déjame ver que Alicia tenga su deseo, sólo eso pido. Será mi regalo de despedida a mi
pequeña muñeca que se ha roto."
La voz suave y gentil de Fate Testarossa cantó en los oídos de Takamachi, arropándola de
una tibia sensación que empezaba a hacer que sus lágrimas cesasen.
La rubia la separó un poco para tomar su rostro entre sus manos y besarlo con ternura, tal y
como ella le había enseñado.
-"Y luego… –agregó, dedicándole una amorosa sonrisa-… podré descansar en el jardín de
los cerezos por toda la eternidad." (1)
-"¡Hayate! ¡Hayate!"
La voz de Vita captó tanto la atención de Hayate como la de Alicia. Confundida, la castaña
se volvió hacia la pequeña que corría jadeando hacia ella.
-"¡Ha despertado!"
Hayate le tomó con cuidado, examinándola. Los ojos de la pequeña Rein, que descansaba
ahora entre sus palmas, empezaron a abrirse y la Comandante le sonrió aliviada.
-"Gracias, Vita."
-"De nada. Sé que Rein y el Libro de la Oscuridad son inseparables de nuestra Ama" –le
mostró una sonrisa orgullosa.
-"Bueno, sí…"
-"¿Hayate?" –llamó Alicia, poniéndose en pie al ver a la otra caer de rodillas, sosteniéndose
el pecho con fuerza.
La Lost Logia…
El símbolo del triángulo Belka surgió debajo de la Comandante, con sus tonos morados
oscuros y los movimientos de inscripciones inteligibles reescribiéndose una y otra vez.
Los dedos, ajenos a la vista de las dos jóvenes en el piso, sacaron la Jewel Seed de entre las
ropas y la arrojaron al aire. El palpitar se escuchó como si hubiese sido amplificado miles
de veces, liberando rayos de luz azul marina que iluminaron el lugar.
El corazón de Hayate Yagami se detuvo por tres segundos, con la desgarradora sensación
de que su cuerpo estaba siendo partiendo en dos.
Los ojos de Vita se oscurecieron ante la visión de dos magas engullidas por la
desesperación, mientras una sonrisa torva se formaba en sus labios.
Continuará…
(1) Suele decirse que aquellos guerreros que al fin encuentran la paz luego de renunciar a su
espada, descansan en un campo de cerezos que equivale al Paraíso occidental.
Capítulo XIX
Tormenta
Las letras aparecieron al compás de la voz mecánica femenina, al tiempo que la luz rosa
pálida bañaba espontáneamente el rostro de Fate, quien se mantenía con la mano hecha un
puño sobre su pecho.
Vio a Nanoha sujetar la Jewel Seed que su dispositivo suspendido en el aire había
despedido, con los dedos finos y blancos cerrándose alrededor de la pequeña piedra
mientras la perla roja atada a su cuello volvía a posarse sobre ella.
-"Nanoha… -estiró su mano, sólo para detenerse milímetros antes de que sus dedos se
rozasen-… esto… ¿está bien? –elevó la vista con miedo, tratando de buscar apoyo en los
preciosos orbes azules que chocaban con los suyos-. La TSAB, yo no quisiera…"
-"Mhmp."
Después de que hubiese negado con la cabeza, la Capitana tomó la mano de Fate y depositó
la Lost Logia en ella, instándola a cerrar su puño. Le volvió a sonreír, pegando su frente
con la de la rubia y cerrando los ojos.
Fate sonrió tímidamente, percibiendo el calor subir a sus mejillas. Suspiró con ensueño
mientras una de sus manos se aferraba cariñosamente a la de Nanoha, empalmándolas y
entrelazando sus dedos.
La pelirroja alargó su sonrisa, abriendo los ojos azules que chispeaban en maravilla.
-"Gracias… gracias, Nanoha. La verdad es que todavía no sé qué hice –rió bajito, bajando
la mirada con pena- para merecer mi propio pétalo de cerezo…"
Se quedaron así unos momentos, sintiendo el aliento de la otra sobre su rostro y la calidez
de su piel; hubo un pequeño clic al tiempo en que la voz electrónica de Bardiche se dejaba
escuchar en el silencioso ambiente.
La diminuta luz dorada del dispositivo alumbró sus caras por unos cuantos segundos, hasta
que finalmente la Jewel Seed atrapada en la mano de ambas fue absorbida.
Y entonces…
¡CRRRAAAASSSH!
-"¡FATE!"
…un monumental temblor sacudió todo el parque como si fuese un barco de juguete en una
furiosa marea.
Los puestos se vinieron abajo al igual que las decoraciones frágiles de papel hechas por los
estudiantes.
Finalmente, el cielo nocturno fue abatido por un impetuoso rayo oscuro violeta, perforando
las nubes a su paso y arrojando en su ascenso delgados relámpagos hacia todas direcciones.
Fate Testarossa se aferró a los brazos de la maga que la había sostenido de perder el
equilibro y caer, permaneciendo ahora sentada junto a ella. Las pupilas borgoñas se
elevaron hasta la cima.
La visión de dos enormes alas negras desplegarse fuera de aquel túnel oscuro le recibió de
inmediato, con algunas plumas azabaches lloviendo por los cielos y rozando las estrellas.
Por alguna razón inexplicable, Fate casi podía percibir que alguien le devolvía la aguda
mirada desde allá arriba…
-"¡Hayate!"
Estrujándolo.
Los labios de Hayate se movieron en un mudo llamado. La rubia con ella la miró
confundida, preguntándose qué era lo que estaba sucediendo.
En aquel momento, la castaña sacó de su kimono negro el collar con la insignia de una cruz
dorada. Los dedos cubrieron la joyería con consternación y Hayate llamó una vez más, en
un lamento terrible.
¡REIN!
¡CLLLAAAAANKKKK!
Los tronidos del vidrio quebrarse abruptamente detonaron como si fuese un implacable
bombardeo.
-"¡REIN!"
La figura del Viento Bendito por fin se dejó ver en el cielo, con su vestimenta y sus cuatro
alas negras moviéndose sutilmente contra el viento. Los ojos rojos perforando con frialdad
los de su antigua dueña.
La gabardina azabache con retoques dorados tan similares a la barrier jacket de Yagami,
ondeando al compás de la brisa que empezaba a alzarse cada vez con más fuerza.
Una sonrisa sardónica se formó en sus labios mientras uno de sus brazos se hizo al frente,
apuntando con el índice a la Ama del Cielo Nocturno.
-"¿Hayate?"
Hayate casi cayó al suelo cuando sintió como un poderoso latido de su corazón casi le
destroza el pecho; los ojos se le nublaron mientras sus labios se separaron soltando un
gemido mudo, su faz impresa de un inmenso sufrimiento palpable.
La cruz dorada se elevó al frente suyo, con el sello del collar haciéndose trizas y volando en
un relámpago fugaz hasta el cenit.
Una vez allá, el dispositivo destelló, transformándose en un báculo dorado que fue sujetado
firmemente por la mano derecha de Reinforce, en tanto en la izquierda, el Libro de la
Oscuridad empezaba a materializarse.
-"Black… -susurró suavemente, con la silueta de Alicia y Hayate reflejándose en sus ojos
color sangre-… Impact." (Impacto oscuro.)
¡BLAST!
-"Ready for ignition! Ghost Ice Shield activated!" (¡Ignición lista! ¡Escudo de Hielo
Fantasma!)
¡RAAAASSSPPPP!
Aquel rayo oscuro que impactó con tremenda fuerza sobre el escudo mágico de Alicia, se
deshizo en varios chorros que estallaron contra el suelo y los árboles, haciéndolos añicos en
un abrir y cerrar de ojos. La mayor de las Testarossa jadeó pesadamente mientras sostenía
su diamantino Fliegen en mano.
Sin embargo, no miraba a Reinforce, sino a Hayate, a quien sostenía apenas con un brazo
tembloroso. Vita gimió al verlas, saliendo de entre los escombros de arbustos destruidos.
-"¡Hayate!"
Alicia le dejó entrar en el escudo al tiempo que la pequeña tomaba en brazos a su ama. La
peliblanca que seguía suspendida en el aire musitó algo en una lengua extraña, y abrió el
Libro de la Oscuridad una vez más.
-"V-Vita… -tartamudeó, como si un frío infernal estuviese calando sus huesos-. ¿Por qué?
¡R-Rein jamás haría algo así!"
Hayate hizo el intento por dar un paso hacia delante, trastabillando en el proceso y siendo
asida rápidamente por Alicia, que apretaba sus dientes en un intento por encontrar una
forma de sacarla de allí.
-"Vita –llamó a la pequeña-, por favor, cuida de Hayate."
La rubia se quitó su diadema de princesa, dejando libres sus cabellos que cayeron detrás de
su espalda, al tiempo que Fliegen brillaba para atar los mechones dorados en una prolija
trenza y cambiarla a sus ropas de maga.
La guerrera del martillo volvió su mirada hacia Reinforce, que levantó su báculo de nuevo.
El parque estaba hecho un caos y llamas comenzaban a levantarse hacia el cielo.
-"Lo intentaré –dirigió su arco hacia arriba, contemplando la figura del Viento Oscuro-. En
cuanto veas la oportunidad, llévate a Hayate. No voy a perder el tiempo pensando por qué
algo que es parte de ella se ha vuelto en su contra –sus dedos acariciaron sutilmente el
contorno de cristal de su dispositivo-. Su vida está en peligro… y eso me basta para pelear."
Antes de que alguna réplica fuera lanzada, el resplandor del Libro en la mano derecha de
Reinforce alumbró la noche. Su brazo derecho se deslizó por los cielos con presteza.
Un millón de puntas rojas surgieron de la nada en aquel extenso manto oscuro, aumentando
su número cada vez más conforme las letras del Libro de la Oscuridad iban brillando línea
por línea.
¡BLAASSSTT!
-"¡Ahora, Vita! –gritó entre el estampido que se precipitó hacia el suelo-. Triple Wind
Lightning, INGNITION!" (¡Viento de las Tres Luces, IGNICIÓN!)
¡BOOOOOOOOOOM!
Cientos de dagas mágicas atacaron a las tres y fueron rechazadas con fuerza por el hechizo
de Alicia, cuyo rostro palideció al instante. El poder de Reinforce iba a masacrarla antes de
que Hayate pudiese huir; cierta desesperación comenzó a nacer en su faz, así que se volvió
hacia Vita, quien asintiendo pasó un brazo de la castaña sobre sus hombros para echar a
correr.
En cosa de segundos, la barrera que había convocado momentos atrás empezó a titilar
irregularmente.
Crack…
El sonido de grietas desgastando su campo tronó en sus oídos así como la tierra que
empezaba a hundirse bajo sus zapatos plateados.
-"Aparece… lanzas… -la figura de Rein parpadeó para aparecer después justo a meros
centímetros de Alicia, quien abrió los ojos en horror-… y llénalas de sangre. "
Rein sonrió, como si hubiese leído los pensamientos de la muñeca que se rompía frente a
ella. Su sonrisa se alargó al admirar cómo el miedo se apoderaba de las facciones de Alicia
en cuanto un nuevo millón de agujas surgieron alrededor de ella.
¡Crack!
¡Crack!
¡Crack!
¡CRAAAAAASSHHHHHH!
-"¡ALICIA!"
Fate tomó a Bardiche apenas visualizó una catastrófica explosión izarse hasta el
firmamento. Nanoha le imitó de inmediato, con Raising Heart.
Aquello llamó la atención de la rubia que le miró confundida, y hasta algo inquieta,
demasiado perturbada al sentir la magia de su hermana moverse drásticamente.
-"Nano…"
-"Hmph –negó de antemano, sabiendo lo que la otra diría-. No te voy a dejar sola, Fate-
chan… no ahora."
Enseguida, la gravedad veló su rostro. Miró el cielo oscuro a lo lejos, donde una sombra
descansaba sobre un triángulo de magia; sentía claramente el poder de Alicia avanzar a sus
máximos niveles.
-"¡HAYATE!"
-"Ghost Ice Shield Regenerating deficient, my Lady. We're lossing power!" (Regeneración
del Escudo de Hielo Fantasma insuficiente. Mi Lady, ¡estamos perdiendo poder!)
Reinforce no las dejaba ir. Por cada paso que ellas daban, recibían diez ataques más. Vita
ya había sido herida en un hombro y Hayate palidecía con cada segundo que pasaba, los
ojos cerúleos perdiendo brillo alarmantemente.
-"¡NO! –exclamó con fuerza, negando y extendiendo los brazos en un intento por mantener
el maltrecho escudo todavía en pie-. ¡NO AHORA!"
-"Perdóname."
-"¡No podemos! ¡Nos tiene en su mira! –exclamó en angustia, observando la mirada altiva
que la peliblanca les devolvía desde las alturas-. ¡Hay que obstruir su campo de visión y
bloquear su rango de ataque! ¡Desde aquí no lo lograremos!"
-"Es el turno de la princesa –susurró con dulzura, las pupilas borgoñas oscilando de un lado
a otro-, de sacrificar su inmortalidad por su amada sacerdotisa."
Dio media vuelta, haciendo caso omiso de las súplicas de Hayate. Avanzó unos cuantos
pasos y desvaneció la barrera que a duras penas había sobrevivido.
-"¿Estás conmigo?"
-"Of course, my lady. I will always be." (Por supuesto, mi Lady. Siempre lo estaré.)
-"¡Adelante!"
La rubia se elevó en los aires. Reinforce le miró despectiva, aún con sus ojos clavados en
Hayate; por unos segundos pasó hacia Vita, quien le sonrió brevemente.
-"New directives accepted. White Lightning Arrow ready!" (Nuevas órdenes recibidas.
¡Flecha Relámpago Blanco lista!)
-"Fliegen…"
-"IGNITION!" (¡IGNICIÓN!)
Alicia no perdió tiempo, las flechas que disparó cayeron de lleno sobre una inmutable Rein
que esperó sus ataques sin moverse. Luego, se acercó lo suficiente hacia la ráfaga de humo
con la intención de golpearla directamente.
De repente, el firmamento negro pareció emitir un sonoro latido mientras un círculo rosa-
violeta brotaba al frente y el báculo del Viento Oscuro se transformaba en una serpiente de
fuego.
¡RASSSSPPPPP!
El ardor de algunas puntas cortarle así como la presión ejercida la hicieron soltar un
desgarrador grito.
Su oponente movió el brazo y Alicia fue lanzada cual despojo contra los árboles, que le
recibieron aumentando sus heridas y quebrándose por la violencia del impacto.
¡CRAAAACCCK!
Sangre escapó de sus labios. La respiración se le hizo pesada y una mano viajó hasta su
pecho, el sentimiento de asfixia creciendo en su interior…
-"Breaker." (Destruye.)
Las nubes oscuras se partieron, dejando ir un relámpago blanco sobre el cuerpo malherido
de la rubia, quien gritó de dolor mientras se mantenía en cuatro sobre el suelo.
¡ROOOAAAAARR!
El estruendo zumbó por todo el lugar al igual que un segundo temblor lo sacudió todo. El
Viento Oscuro levantó su báculo para detener su ataque, como admirando el daño causado
con delicia.
Alicia tosió otro poco de sangre, con su capa agujereada, la ropa chamuscada hecha jirones
y los guantes reducidos de manera que escasamente cubrían sus dedos.
A pesar de que cada movimiento parecía partirle la piel, muy en el fondo agradecía que
sólo la atacase a ella.
La persona tan especial que le había entregado su corazón, sus brazos y sus besos, no podía
terminar víctima de alguna magia oscura que no estaba teniendo ninguna misericordia para
agredirles.
-"Todavía no –gruñó entre dientes, con la mano aún aferrada al corazón-. Otro poco más,
solamente un poco más…"
-"You're bleeding, my Lady. We must stop now, enemy's force outranks us." (Mi Lady, está
sangrando. Debemos parar ahora, la fuerza del enemigo sobrepasa la nuestra.)
-"¡Fliegen! –exclamó con fuerza, apuntando el arco al cielo-. Crystal Heart!" (¡Corazón de
Cristal!)
-"IGNITION!" (¡IGNICIÓN!)
-"¡ALICIA, DETENTEEEEE!"
Fate se detuvo en seco, Nanoha casi chocó con ella. La menor de las gemelas contempló
horrorizada lo que su hermana mayor estaba a punto de hacer.
Su cuerpo tembló y su ser se llenó de un pánico profundo al ver la luz del máximo ataque
de Alicia Testarossa crecer.
Aquella invocación jamás había sido usada desde que su hermana enfermara, no sin firmar
su sentencia de muerte. La ofensiva absorbería casi todo su poder tanto mágico como físico,
con una alta probabilidad de matarla en el proceso.
-"¡ALICIAAAAAAA!"
Vita sonrió con alegría, pegando su oído a una inconsciente Hayate cuyos latidos se hacían
cada vez más lentos e inaudibles.
Puso una mano en la frente de la castaña, con los ojos azules bailoteando en malevolencia.
-"Deberías alegrarte –susurró entre risas-, tu querida muñeca está por romperse, y el sonido
de sus piezas desquebrajándose será la antesala a la entrada de mi amo."
"El día en que las estrellas serán barridas del cielo…"
El arco en conjunto con la flecha cuya punta podía compararse a la de un corazón, despidió
dos alas de un plumaje azul incandescente, como si fuese una golondrina azul tratando de
perforar el viento huracanado.
Con sus alas batiendo el cielo oscuro y su silueta incandescente bañando el firmamento.
Acercándose a una colisión mortal…
¡CLLAAASSHHHHH!
El contacto con la monumental esfera oscura envió poderosas ondas que hicieron trepidar
todo el sitio. Alicia forzó el agarre y las alas azules revolotearon con imponencia, con su
destello cegando la visión de su oponente.
¡BOOOOOOOOOM!
El choque entre ambas fuerzas provocó un feroz estallido que se extendió por todo el cielo
oscuro. Luces lóbregas y diamantinas espolvorearon las nubes que se agitaron furiosas,
como si fueran olas de un océano embravecido.
Una figura cayó del suelo, pesadamente, abandonando la estela de humo que se disparaba
en las alturas.
¡ALICIAAAAAAA!
Lindy Harlaown abrió las puertas de golpe, entrando a zancadas para mirar los monitores
que recibían las señales inestables de una magia ascendiendo a parámetros cada vez más
altos, y que pronto reventarían los controles.
-"¡Almirante! ¡Tenemos una lectura inestable de los mundos medios! ¡Se trata del
dispositivo unísono Reinforce!" –gritó uno de los ayudantes.
Los dedos apresurados y nerviosos de todo el equipo de investigación teclearon para dejar
ver en la pantalla central la imagen de la Tierra, con un enorme punto negro y violáceo en
su atmósfera.
Lindy golpeó con sus puños la mesa frente a ella.
No entendía la situación.
-"Rein."
La Almirante hizo una pausa por breves momentos, tratando de calmarse mientras
observaba con dureza los angustiados ojos azules de Shari detrás de sus anteojos.
-"¡Demonios! –se dio la media vuelta, con la gabardina azul marina ondeando al aire
mientras activaba el auricular en su oído-. ¡Preparen un escuadrón de emergencia de
inmediato! ¡Los quiero a todos directo a Uminari, AHORA!"
-"¡ALICIA!"
Fate llegó donde la pelea sólo para observar cómo su hermana caía abruptamente cual trapo
viejo al suelo. Voló hacia ella a toda velocidad y la tomó entre sus brazos, llorando al verla
con los labios en sangre y con heridas profundas en sus costados.
Fliegen descansaba a unos cuantos milímetros de su mano abierta, con el cristal al frente
roto y titilando apenas.
Los ojos moribundos de la nombrada se abrieron entre espasmos. Fate la pegó a su pecho,
pensando en qué hacer al igual que su cuerpo retorcía en desesperación.
-"F-Fate…"
-"… no…"
Fate le miró con el ceño fruncido, sin entender. Alicia tan sólo señaló el cielo con un dedo
tembloroso.
Nanoha voló directo hacia donde la pelirroja y su amiga estaban, un poco más lejos del
resto. Las manos de la Capitana se extendieron para recibir a Yagami en sus brazos…
-"¡SUELTA A HAYATE!"
Los ojos de Nanoha mostraron confusión al observar a Vita del otro lado, llegando con la
respiración entrecortada mientras el resto de los Wolkenritter se le unían.
"¿Pero cómo…?"
-"¿Entonces qui…?"
En cuanto regresó la vista al frente suyo, la Vita que sostenía a Hayate le devolvió una
sonrisa torcida. Los ópalos azules se volvieron de un matiz más oscuro mientras cuatro
esferas rojas afloraban en su mano enguantada de negro.
-"Sorpresa."
¡BOOOOM!
My wounds cry for the grave! – ¡Mis heridas lloran por una tumba!
My soul cries, for deliverance – Mi alma llora, por ser entregada.
Will I be denied? – ¿Seré yo negada?
Christ! Tourniquet! – ¡Dios! ¡Una cura!
My suicide – Mi muerte...
Helpless and left for dead – Sin esperanza y dada por muerta.
Harder to find what's right – Más difícil saber lo que bien está.
That I can see right through – Que puedo ver a través, oh sí,
All your empty lies! – ¡De todas tus mentiras vacías y más!
In this world so wrong! – ¡En este mundo que está tan mal!...
Capítulo XX
Inferno
¡BOOOOOOOOOOOM!
-"¡NANOHA!"
El cuerpo de la castaña fue expedido de súbito hacia atrás, lejos de la estela de humo que se
había formado y siendo atrapada a tiempo por Signum, que estaba todavía ataviada con los
restos de su armadura.
De la cintura para abajo, con algunas grietas visibles. Un ligero conjuro de magia rodeando
su traje de batalla al igual que el de sus camaradas.
-"¡Hayate!"
La impostora sonrió.
¡CLANK!
Las ataduras escarlatas y esmeraldas chocaron contra un escudo rojizo –la barrera de tanque
que Vita reconoció como suya-, haciéndolas rebotar al piso ruidosamente.
-"Y no sólo eso –apuntó Shamal, empujando a Vita justo a tiempo para no ser golpeadas
por otro ataque-. Los está perfeccionando…"
La pelirrosa no dijo nada, intentando hilar algún posible plan para derribar al enemigo y
recuperar a su querido Levantine. La mirada azulina atenta a los movimientos de aquella
falsa Vita, quien miró por encima de su hombro a las hermanas Testarossa.
Su próximo blanco.
-"He aquí frente a mis ojos –empezó a recitar, alzando los brazos y vista hacia el cielo
oscuro- aquellas pobres muñecas de trapo cuya existencia ha de terminar en las entrañas del
Sultán Demoníaco..."
¡CLASH!
Tres figuras saltaron de la nada, dos de ellas atacando los hombros de la usurpadora, y una
tercera interponiéndose entre aquélla y las rubias, que miraron asombradas el movimiento.
El campo que rodeaba a la Vita falsa hizo un sonido metálico al igual que su furor despedía
rayos de luces, repeliendo las dos sombras que apenas y arañaban su hechizo.
-"¡MADRE!"
Precia Testarossa levantó su báculo, el cual de inmediato hizo brotar un escudo protector.
Linith y Arf volvieron a su lado, cuidando cada una de las pequeñas hermanas con las
garras listas para atacar.
-"Sleipnir."
¡BLASSSTTTTT!
-"¡HAYATE!"
El huracán oscuro que se levantó tocó la punta de los cielos y se liberó furioso sobre todo el
parque, con las plumas negras volando por doquier como filosas cuchillas que ya cortaban
la piel una y otra vez.
Los gritos y llamados cada vez más fuertes no dejaban de ser tragados por el ruido infernal
de aquel torbellino.
Los ojos azules, casi completamente nublados, se dirigieron hacia la persona que había
sujetado su mentón; la sensación de garras rozar apenas su piel hizo que su alma temblase
mientras aquella sombra se arrodillaba al frente suyo.
-"Vas a morir –susurró cerca de su cara, con un placer profundo-. Aquella que tiene la llave
del que acecha el Umbral, deberá entregar su vida. Y él obrará para ti los más grandes
milagros que este mundo haya visto jamás…"
Un jadeo mudo salió de su boca al tiempo en que sus manos rodeaban su cuello, sintiendo
cómo los pulmones parecían cerrarse cada vez más.
-"…pero no te puedo dejar vivir –la mano derecha fue alzada y cinco filosas garras
relucieron entre el remolino oscuro-. Serán las fauces de Azatoth las que limpien el
Universo y nadie más…"
-"¡SUÉLTALA!"
-"Alicia..."
El llamado espantoso zumbó por todo el terreno cubierto por la oscuridad así como la zaeta
impactada liberaba un fulgor deslumbrante. Alicia Testarossa voló de inmediato hasta
vislumbrar la figura de la Comandante acuclillada en el suelo, sosteniéndose el pecho como
si fuera a vomitar el corazón en ese mismo instante.
¡HAYATE!
¡GROOOOARRRRR!
-"¡ALICIA!"
El aullido Arf apenas alcanzó sus oídos cuando la imagen horrorosa de un dragón apareció
entre el huracán de plumas, y su gigantesca pata escamada la azotó con tal fuerza de mil
toros.
El cuerpo de la rubia se precipitó contra el suelo y rodó varias veces. Sus pupilas borgoñas
admiraron al enorme reptil izarse por encima de aquel huracán que empezaba a
desvanecerse, con sus tres cabezas ondeando y los cuernos en cada una bañados en sangre.
-"¡Ayyyyyyy! –gimió en dolor la bestia, abriendo sus tres mandíbulas grotescas-. ¡Piedad y
misericordia, deshaz la luz y acógenos en tu manto, piedad y misericordia! ¡Mátalos,
mátalos, mátalos!"
Linith y Arf salieron rápidamente hasta donde Alicia estaba, sin embargo, dos de las
cabezas de la criatura arremetieron contra ambas; Fate fue también, siendo detenida de
inmediato por el Viento Oscuro, quien se interpuso en su camino.
-"¡BARDICHE!"
¡CLANK!
La armadura del dispositivo empezó a crujir mientras las manos enguantadas de su dueña
luchaban por mantenerle firme, en un intento por evitar el golpe que casi parecía rozarle la
cara.
-"¡FA…!"
¡THUD!
El grito de Nanoha se vio cortado cuando la sombra de un felino grande cayó encima de
ella, tirándola al suelo. No muy lejos de ambas, una segunda figura se precipitó, con el
pelaje rojizo agujereado y chorreando en sangre.
-"¡Linith! ¡Arf! –los ojos de Precia miraron enfurecidos a la inmensa criatura, cuyas bocas
estaban bañadas de rojo-. ¡No te atrevas a volver a tocar a mi familia! ¡NO TE
ATREVAS!"
¡BLAASSSTTTTTTT!
Tres cañones de fuego fueron disparados, carbonizando los árboles y la vegetación de los
alrededores. Reinforce le sonrió perversamente a Fate antes de hacerse a un lado, sólo para
dejar que el rostro perplejo de la rubia fuese iluminado por el torbellino de fuego que la
envolvió.
-"¡NOOOO!"
-"¡Ama!"
Abriéndose paso entre las llamaradas, Zafira se abalanzó para encajar los colmillos en la
cola del dragón, siendo bamboleado por los aires junto a Arf. Vita y Shamal invocaron
cadenas que sujetaron a dos de las cabezas.
Fate cayó de rodillas, jalando aire. Las grietas en Bardiche aumentando y despidiendo
humo así como la barrier jacket.
-"¡Que no está muerto lo que puede yacer eternamente –rugió con voz profunda y temible-,
y en los eones por venir aún la Muerte puede morir!"
La tierra tembló. Precia gritó algo, haciendo que su cetro resplandeciera, provocando que el
dragón soltase un chillido ensordecedor. Fue como si un rayo partiera a todos en dos…
-"¡AMA HAYATE!"
El símbolo Belka apareció debajo de sus pies y de su boca escupió sangre, todo el cuerpo
empezó a temblarle de los espasmos al igual que la piel palidecía más y más.
¡CRAAAASHHHHHH!
En cuanto Signum tocó el brazo de Hayate, una fuerte ráfaga se levantó al tiempo en que
una segunda mano sujetaba la suya. Un par de ojos furiosos la observaron y una sonrisa se
curveó.
"Loado sea en el Abismo, Azatoth, ¡alabado sea por siempre y maldecido sea este mundo!"
-"¡SHAMAL!"
Hubo una explosión de luz y un poderoso ventarrón indomable se hizo presente, alejando el
huracán oscuro. La guerrera del lago entrecerró los ojos sólo para descubrir entre la luz
cegadora que se cernía en el campo la silueta de su dueña sentada en el piso.
-"¡Shamal, ayúdame!"
Los ojos rojos se dirigieron hacia Signum, quien hacía todo lo posible por mantenerse en
pie en medio de aquella iracunda tormenta. Las manos de la médica sujetaron sus cadenas
verdes, a punto de tirársela para que la sujetase.
-"¡Shamal, acá!"
El rostro de Vita se deshizo en confusión mientras observaba a dos Signum, cada una
parada a un lado de Hayate, tratando de alcanzar a la castaña. Ambas comenzaron a soltar
llamados, las miradas cobaltos empezando a enloquecer la mente de la rubia que no sabía
qué hacer.
¡SHAMAAAAALLLL!
-"¡Fate!"
En cuanto Linith fue a su ayuda, Arf fue liberada y una lluvia de dagas rojas cubrió a la
mujer de cabellos cobrizos. Las ropas cremas de la familiar fueron rasgadas así como las
mangas de sus brazos, que protegían su rostro, tornaron en un color carmesí.
Una esfera blanca de energía nació en su palma. Lo siguiente fue una enorme explosión de
luz en el firmamento oscuro, envolviendo a ambas por completo.
¡BOOOOOOOOM!
¡LINNNIIIIIITH!
-"¡La tengo!"
Nanoha Takamachi pasó volando y atrapó a Hayate entre sus brazos. Inmediatamente, el
rostro de una de los dos Signum se contrajo en ira mientras garras salían de sus manos y un
gruñido aterrador escapaba de su garganta.
La Capitana cerró los ojos, cubriendo a Hayate. Las zarpas apenas lograron tocar su traje
blanco cuando las cadenas de los guardianes halaron al enorme animal de golpe contra la
tierra.
Las patas pesadas se posaron sobre el suelo y los ojos inyectados en sangre enfocaron a
todos los que estaban a su alrededor. La mirada demoníaca repasó a cada uno, antes de
detenerse en un pequeño destello.
Fliegen.
-"Alicia…"
Su cuerpo negro se sacudió, quebrando las cadenas y abalanzándose directo hacia la rubia
que se mantenía en pie, auxiliándose de su dispositivo. Alicia retrocedió un paso y alzó su
arco con sus temblorosos brazos.
-"¡Huye!" –Linith fue apresada por detrás, siendo su cuello sujetado por Reinforce.
El collar negro con púas blancas que rodeaba el grueso cuello de aquella forma bestial
captó su visión. Alicia cerró los ojos.
-"Ali…"
Las lágrimas inundaron los ojos de Hayate. Un fuerte grito escapó de sus labios al tiempo
en que Linith era arrojada a tierra. Reinforce movió su báculo dorado y se elevó a aún más
en el cielo; extendió los brazos al frente y su mirada se volvió fría.
¡RRRROOOOARRRRRR!
El perro rugió una vez más, apuntando la cabeza al manto oscuro, allí donde las estrellas
habían desaparecido. Antes de que Alicia tocase suelo, Signum la cachó en brazos,
quedando esta última arrodillada.
-"¡Cuidado!"
El aullido de Zafira hizo que todos voltearan hacia arriba, donde el Libro de la Oscuridad
emitía un brillo amenazador. El triángulo oscuro apareció delante de Rein, quien abrió
ambas palmas.
¡CRAAAAASSSSHHHHHH!
El escudo que los Wolkenritter habían creado pronto cedió, destruyendo la magia precaria
que habían estado utilizando. Mejor suerte no tuvo Nanoha, quien al ver su campo roto, usó
su cuerpo para proteger a su amiga.
Fue en aquel momento cuando Reinforce por fin aterrizó, caminando directo hacia una
persona en especial e ignorando los cuerpos que yacían inconscientes a su alrededor.
El fuego que su ataque había alimentado asemejaba una gran garganta que consumía todo a
su paso. Las maderas del festival perecieron ante las llamas ardientes que tocaron a la
postre el templo de las Muñecas Kokeshi; los muros y los adornos santos cayeron
lentamente conforme iban convirtiéndose en carbones. Las velas e inciensos se
desvanecieron en un parpadeo.
Pronto, las lenguas de fuego envolvieron aquellas frágiles muñecas que esperaban con una
sonrisa graciosa su destino fatal.
Sin piedad, calcinando sus finos ropajes ancestrales, arrebatándoles su belleza artesanal
cuando el fuego al fin chamuscó sus finos cabellos y salpicó de ollín los rostros infantiles e
inocentes.
La sonrisa derretida. Las caras deformes reflejándose en la mirada borgoña de Alicia, quien
contemplaba la imagen de una sacerdotisa Kokeshi morir entre el fuego del infierno.
Inservible.
Moribunda.
Como ella.
-"Alicia…" -la voz susurrante de Rein la hizo alzar la mirada, viendo la sonrisa sardónica
que le era dirigida.
Una explosión de fuego empeoró más el estado del decadente templo, de donde salió una
inmensa ave, volando hacia las alturas. Las plumas negras tocaron el cielo y sus ojos rojos,
llenos de maldad, enfocaron a la mayor de las hijas Testarossa.
-"La golondrina azul abandona el paraíso hoy –su pico largo se abrió y cerró, a pesar de que
su voz profunda parecía provenir de todos lados-. Y cae al infierno, para que Aquél que
destruye todo pueda renacer…"
-"No hay salvación, para la muñeca que ha de romperse –graznó el ave oscura-. Para ti ya
no hay salvación…"
Trembling – Temblando,
Don't you dare look at him in the eye – No te atrevas a alzar tu mirar,
As we dance with the Devil tonight! – ¡Mientras con el Diablo esta noche hacemos un vals!
No me perdonarán por lo que sé, por lo que he visto. Casi mejor, no aguantaría mucho de
todas maneras.
No podría seguir viviendo como siempre, pues sé que ahora mi mente no es la misma
después de lo ocurrido en esa ciudad misteriosa del Océano Pacífico.
Esa ciudad que los viejos escritos llaman R'Lyeh, donde habita una de las criaturas más
horribles de esta tierra.
En una cripta de esa urbe maldita construida hace eones, duerme el gran Cthulhu, el ser
de los mares. Uno de los grandes Dioses Primigenios.
Capítulo XXI
Resurrección
El viento sofocante acarició su cuerpo y atizó el ardor de sus heridas, las cenizas del fuego
esparcido a su alrededor iluminaron su rostro en un tétrico recibimiento.
A un costado suyo, metros más allá, el débil destello de Fliegen apenas y sobresalía de las
formas irregulares que las llamas hacían en el suelo ahora árido.
"No lejos de dónde vives, hay, probablemente, una puerta. Una puerta diferente a las
comunes. Esa puerta está escondida.
Pero, si te esfuerzas, quién sabe, quizá algún día des con ella.
Entrarás entonces en el vasto universo. Serás una partícula más del cosmos. Viajarás a
través del éter como un pequeño átomo.
Puede que veas a los habitantes de Yuggoth volando cerca de las estrellas. ¿Quién sabe?
Quizá veas incluso a alguno de los Dioses Exteriores, y te cruces con Azathoth, el Ciego en
el Vacío Eterno.
En ese momento ya sabrás muchas cosas. Pero aún te quedará un gran trecho. No te
desesperes. Busca ayuda entre los numerosos habitantes del mundo de los sueños, y
desconfía de los sirvientes de los Dioses.
Los gatos siempre te prestarán su ayuda, no la desdeñes. Su ejército siempre ha sido
poderoso. Algunos bosques son peligrosos, sé cauto si atraviesas alguno. En las ciudades
obtendrás información, pero ten cuidado con quién hablas.
Quizá debes hacer algún favor que otro a los Ghouls o a otros seres. No se la niegues,
ellos te recompensarán. Si te dan las buenas indicaciones, deberás atravesar el Desierto de
Ceniza. Casi imposible a pie, solicita apoyo de las criaturas voladoras. Ellas te
socorrerán.
Tu odisea pronto tocará a su fin mientras ves a los Gigantes Negros, esas deformidades de
decenas de metros de alto.
¡CRRRRAAAAASHHHHHH!
-"¡NOOOOOOOOOOO!"
Un estallido sónico sacudió todo el parque por completo y el graznido horroroso del ave
negra rebotó por todos lados, como un eco tétrico cuyo mensaje acarreaba una maldición
infernal.
El pico chueco y seco abierto en un grito ensordecedor, como si estuviese rezando a alguna
entidad desconocida.
-"¡DETENTE!"
El miedo que había obligado a esconder la mirada fue hecho a un lado por escasos
segundos, atreviéndose por fin a abrir los párpados.
"Hayate…"
-"¡Juicio, Ragnarok!"
¡KYAAAAAAAAAAJJJJJJ!
Los rayos perforaron la tierra y el desgarrador gemido del pájaro infernal retumbó en los
oídos de Hayate, con la gigantesca figura haciéndose más grande mientras batía sus alas en
dirección suya.
El símbolo Belka bajo sus pies deslumbrando con furia, mezclando el blanco y el morado
en una danza mortal, sin que ninguno dejase ganar al otro.
Un nuevo bramido…
-"¡BREAKER!" (¡DESTRUYE!)
¡BUSTEEEEEEEER!
¡BLLLLAAAAAASSSSTTTTT!
Cuando las garras amorfas rozaron los brazos de Hayate Yagami, una ráfaga poderosa salió
de entre las llamas y golpeó a la bestia en el estómago, obligándola a soltar un horrible
chillido conforme su pesado cuerpo caía sórdidamente sobre las aguas del río del templo.
Las gotas del manantial se elevaron tan alto así como las partículas rosas que volaron en el
aire, como pequeñas estrellas en la noche que se había vista desprovista de ellas.
-"¡Hayate-chan!"
-"¡BREAKER!" (¡DESTRUYE!)
-"Kjj –gruñó entre dientes-, Azatoth… devore tu alma" –siseó, como lanzando una
espantosa maldición.
Las palabras en el Tomo Maldito empezaron a relucir de principio a final, sin control, al
igual que las páginas revolotearon ferozmente de un lado a otro. El sonido del pasar de las
hojas creó un tercer y férreo huracán que azotó todo el parque de Uminari.
El torbellino se elevó hasta el cielo, haciendo un agujero en la oscuridad vasta que rodeaba
el firmamento.
-"¡DESTRUYE!"
-"¡NO! ¡Liberar Ragnarok, breaker! ¡Breaker! ¡Breaker!" –negó una y otra vez.
-"¡REIN!"
-"¡MUERE!"
-"¡HAYATEEEEEE!"
Alicia gritó. La tempestad subió a niveles críticos al tiempo en que el Viento Oscuro
soltaba el báculo dorado y encajaba ambas manos alrededor del cuello de su Ama,
aplicando presión, estrangulándola mientras su mirada escarlata ardía como las llamas que
les rodeaban.
En aquel momento, luchando por aspirar aire, oyó el grito de horror de su mejor amiga.
Estiró un brazo, queriendo alcanzar la mano de la Capitana Takamachi.
¡SPPLLAAAAASSHHHHHHH!
"¡NANOHA!"
¡KYAAAAAAAAAAJJJJJJ!
El manantial fue arrasado y una lluvia escarlata se precipitó sobre todo el campo. La figura
cadavérica de un ave bestial con sus dientes puntiagudos y deformes, bañada en sangre,
voló en cuestión de segundos hasta la pelirroja.
Las alas se desplegaron y las puntas de los huesos rompieron el plumaje brutalmente,
mostrando los podridos huesos y músculos palpitando…
¡RRROOOOOOAARRRRR!
-"¡BARDICHE!"
¡SLASH!
La estela dorada que dejó la gigantesca hoja reluciente destelló imponente en medio de toda
aquella oscuridad. Las alas ultrajadas batieron el aire y un siseo que destrozó la calma
aterradora rompió a través del tiempo y del espacio.
La dueña del arma regresó su espada al frente, mientras hiperventilaba y luchaba por seguir
en pie. El humo del fuego del dragón todavía despidiendo de sus rasgadas ropas.
Y la mirada borgoña entrecerrada en desafío. Diciéndose a sí misma –en medio del miedo y
del dolor- que le protegería hasta el final.
-"Ssssssssss…"
Los ojos se encogieron hasta solamente quedar dos cuencas profundas y oscuras que se
dirigieron hacia la rubia. El zumbido mil veces peor que el de una cobra hizo eco en todo el
lugar.
Y a pesar de que daba la apariencia de ser un lenguaje sumamente extraño así como
arcaico, el terror en el pecho de Fate la hizo comprender .una parte de sus palabras.
"Ver y oír… malditos sean… Dios mío, Dios mío… (un nombre impronunciable), ya se lo
advertí, al fin y al cabo… pequeño y humano…"
¡GRRROOOOOOAARRRRRR!
Aire.
Pulmones cerrándose.
La vista desvaneciéndose.
Frío.
Aire…
"Necesito aire…"
-"¡Tienes que morir! –exclamó, la voz cargada en desesperación, como consumida por el
pánico-. ¡Por favor, tienes que morir!"
-"5…"
Hayate Yagami alzó la mirada –cansada, triste y nublada- hasta encontrarse con aquélla que
no había visto desde hace tiempo atrás. Cuando el Libro de la Oscuridad se había salido de
control.
Y Reinforce era sólo un alma perdida, vagando en la eterna soledad al igual que sus
guardianes.
Empezó a llorar.
-"4…"
Las manos se aferraron más, cerraron más, clavaron más las uñas. Y Reinforce empezó a
llorar. Su boca se abrió, tratando de jalar aire también porque el sentimiento sofocante
comenzaba a matar sus pulmones igual.
Con cada latido menos de su dueña, el suyo moría con parejo ritmo.
La visión se volvió negra. Las figuras se distorsionaron. La luz blanca brilló. El Libro
brilló. Todo dio vueltas.
Y el aire no llegaba.
El aire no llegaba…
-"¡Por favor…!" –lloró, dejando que las lágrimas bajasen por sus mejillas.
-"3,2…"
-"No olvides…"
Hayate habló apenas, elevando sus manos y sosteniendo con meras desvanecientes fuerzas
los de la peliblanca, quien abrió los ojos húmedos en impresión.
-"No olvides… -repitió, cerrando sus párpados y liberando un jadeo doloroso-… ¡que en
este momento, yo soy tu Ama!"
El resplandor saltó con vigor, moviéndose alrededor del triángulo belka como si fuese un
fuego puro y vivo.
-"1…"
¡KYAAAAAAAAAAJJJJJJ!
-"¡FATEEEE!"
-"¡FATEEEE!"
Los relámpagos de nuevo, con ira renovada, más fuerte que nunca. Alicia sintió el temor
carcomer el alma de su hermana.
La sangre le tembló dentro de sus venas conforme el cuerpo de Hayate palidecía más y
más, en un intento mortal por utilizar sus últimas fuerzas.
Y la imagen de la bestia cadavérica rompiendo su piel para crecer asustó a sus peores
pesadillas.
¡ZASSSS!
El tiempo se detuvo.
El viento rozó su rostro y el crack destructivo de los rayos fuera de control reventó sus
oídos una y otra vez. No se movió.
No se movió de su lugar.
-"¡FATE!"
"Estoy viva…"
-"¡FATE!"
-"¡¿Linith?"
En cuanto los ojos se abrieron de golpe, el tiempo recuperó su curso y las cosas empezaron
a moverse nuevamente. La figura demoníaca aleteando en el aire, rugiendo, con el cuello
erguido hacia ella en un intento por rebanarle el cuerpo en dos.
Linith plantó los pies en la tierra, sintiéndose ser arrastrada hacia delante por la titánica
fuerza así como su cara era apaleada sin miramientos por la fuerte ventisca de las alas
hechas de huesos y músculos palpitantes.
La criatura rugió feroz. Percibiendo sus extremidades ser haladas en diferentes direcciones,
limitando sus movimientos.
Fate volteó hacia atrás suyo. Su mirada reflejó la imagen de Linith sujetando con su
hechizo el grueso plumaje del cuello, como si fuese un lazo de rodeo; Vita y Signum
haciendo esfuerzos por mantener las alas firmes, la más pequeña de ambas mordiendo sus
labios mientras sus zapatos resbalaban una y otra vez.
Después estaban Arf y Zafira, inmovilizando las patas con aquellas garras podridas y
chuecas. Ambos lobos con el cuello casi pegado al suelo, enterrando las garras en las
grietas de lo que alguna vez fuese el Bellísimo Festival de las Muñecas Kokeshi.
La rubia miró a sus alrededores, retrocediendo cuando los rayos oscuros empezaron a
precipitarse más y más; numerosos, incontables, arrasando todo a su paso y atizando a las
llamas saltar hasta el cenit.
-"¡NANOHA, ALICIA!"
Fate gritó, estirando su mano derecha –donde sólo un pedazo de tela con el símbolo de
Bardiche difícilmente se mantenía vivo-, pretendiendo alcanzarlas.
Nanoha, que había acudido para socorrer a Alicia, no hizo más que abrazar a la mayor y
cerrar los ojos. Con el amenazante tronar de una serpiente negra dirigirse sobre sus
cabezas…
¡BARRERA!
¡CRAAASHHHHHHHH!
Las pupilas zafiro contemplaron a la rubia extender los brazos mientras agachaba la cabeza
y cerraba los ojos. El símbolo esmeralda debajo de sus pies parpadeó también.
¡THUD!
Nanoha abrazó fuertemente a Alicia, rezándole a alguien allá arriba en los cielos azules y
llenos de nubes blancas que las protegiese.
-"1…"
-"Detente… ¡Detente, Rein, soy yo! ¡Hayate Yagami! –gimió en voz alta, desesperada,
sintiendo desfallecerse-. ¡Soy Hayate Yagami!"
-"¡NO!"
-"¡Y tú eres el Viento Bendito! –lloró, abriendo los ojos humedecidos por las lágrimas-.
Vuelve… ¡vuelve!"
Las súplicas de la Comandante atravesaron su mente, debilitada a cada segundo que pasaba
por las pocas energías que recibía de su dueña moribunda.
"La tristeza de ser incapaz de vivir de la manera que quieres. Yo también puedo entender
algo de eso, ¡eres igual que Signum y los otros! Has estado triste y sola por mucho
tiempo…"
"Sí…"
"Pero no olvides… ¡en este momento yo soy tu Ama! Te daré un nombre. No dejaré que
nadie más te llame 'El Libro de la Oscuridad' o el 'Tomo Maldito'. Nunca te llamaré así…"
-"Hayate…" –sollozó.
"En nombre del Ama del Cielo Nocturno, te concedo un nuevo nombre. Uno que respalde a
los otros con fuerza, que traiga suerte, y sea bendecido por el viento…"
-"¡HAYATE!"
Un nuevo escudo se mezcló con el verde, reforzándolo y avivando su fulgor. Las grietas
provocadas parecieron sanar y los relámpagos finalmente se deshicieron en el espacio.
Shamal alzó la mirada, arrodillada en el suelo como estaba, sólo para observar a Precia
Testarossa con su cetro en ambas manos al frente, sosteniéndole por las puntas.
-"¡Ponte de pie!" –espetó, con los dientes crujiendo y las manos temblando por el constante
crujir de los rayos.
La guerrera del lago asintió, levantándose y elevando los brazos de nuevo. El escudo verde-
púrpura dando una apariencia más sólida.
-"¡Fate!"
La aludida volteó hacia Alicia, quien se ponía en pie con dificultad, siendo observada por
una preocupada Nanoha.
Así que Alicia caminó y recogió a Fliegen del suelo. Fuese así, como el dañado arco de
cristal apuntó el pecho de la bestia…
El escudo fue sacudido violentamente, siendo vapuleado por las serpientes del cielo y la
ventisca inclemente, amenazando con quebrarse en pedazos en cualquier momento.
¡AAAGGGGHHHHHHH!
El grito de dolor de Rein se alzó hasta el firmamento conforme la mano de Hayate hizo el
esfuerzo por alcanzar la Jewel Seed que brillaba fervientemente en el pecho de la otra.
La Comandante sintió sus pulmones desgarrarse, con los pies tratando de tocar el suelo para
ganar tiempo, apenas pudiendo rozar sus zapatos este mismo.
-"Un poco más… resiste…"
Hayate no supo si lo aquello iba dirigido a Reinforce o a ella. Reunió lo último que le
quedaba de fuerza y empujó su cuerpo hacia delante, encerrando la Lost Logia en su puño
izquierdo.
-"¡Lo tengo!"
¡KYAAAAAAAAAAJJJJJJ!
-"¡Fate, Alicia, rápido!" –ladró Af, percibiendo sus patas hundirse entre las rocas al tiempo
que las cadenas eran azotadas con increíble fuerza.
-"¡Luz del Cielo Nocturno, ven a mi mano! Viento bendecido… -aspiró aire, sintiendo las
manos de la peliblanca aflojar su agarre-… ¡REINFORCE!"
-"Patrons estabilized. Hayate Yagami's orders recognised." (Patrones estables. Las órdenes
de Hayate Yahami han sido reconocidas.)
Los cabellos castaños cambiaron su color por uno más claro. Las plantas de sus pies
volviendo a tocar el suelo debajo suyo.
¡CLINK!
-"Rewriting data. Blessed Wind and Guardian Program restablished, protections up.
External commands, access denied." (Reescribiendo información. Programas del Viento
Oscuro y de los Guardianes reestablecidos, protecciones arriba. Comandos externos, acceso
denegado.)
El pecho de la bestia emitió una luz, acompañado por un gemido estremecedor mientras
una diminuta figura se materializaba al frente.
-"¡LEVANTINE!"
El dije resplandeció hasta extenderse a la forma de una espada larga para dirigirse
directamente a la mano de su dueña. En cuanto una de las manos de Signum se alzó por su
cabeza y sujetó la empuñadora, los cuatro guardianes fueron engullidos por el poder de la
luz también.
Sus armaduras fueron reconstruidas así como sus dispositivos finalmente aparecieron en
mano. Los triángulos belkas de colores surgieron debajo de cada uno, ondeándose y con el
matiz tan vivo como nunca antes lo había estado.
Hayate tomó suavemente con su otra mano a la pequeña Rein, que yacía inconsciente en su
palma. La mirada zafiro se entrecerró en cariño, dando un fuerte respiro mientras los ópalos
cansados parecían ir a cerrarse en cualquier instante.
¡KYAAAAAAAAAAJJJJJJ!
Tres de las cadenas se rompieron, dejando la cabeza y el ala derecha todavía atrapadas. En
aquel momento, una nueva luminiscencia alumbró su rostro grotesco.
-"FIRE!" (¡FUEGO!)
-"IGNITION!" (¡IGNICIÓN!)
Una flecha increíblemente iridiscente apareció en Fliegen, cuya forma se había estilizado y
alargado. La gran descarga de energía que liberó Bardiche fue acompañada por el torbellino
de luz llameante de su camarada, envolviéndose el uno con el otro en un baile de espirales
bicolor…
¡BLLLLAASSSSSTTTTT!
El aullido del animal fue amortiguado por el rugir del ataque que sacudió todo el lugar,
trayendo una luz cegadora que se cernió sobre todo y todos.
Y en medio de aquella cortina blanca, la mirada hueca del ave que era golpeada por la
quemante ráfaga se centró en la Ama de Cielo Nocturno, quien permanecía a duras penas
de pie.
Con los ojos cerrados. El cuerpo siendo azotado por el fuerte viento que se había levantado.
Y la sombra de una titánica figura desconocida surgiendo detrás suyo, como un sutil velo
oscuro. Con la forma indefinida de algo monstruoso cuyas extremidades parecían alargarse
en escalofriantes tentáculos.
El pico se abrió en un horror tremendo, entonces. Las alas se agitaron con miedo.
A la postre, todo había vuelto a la normalidad. Excepto por el parque destruido, con las
rocas salidas de lugar, el templo y el lugar carcomido por las flamas que todavía
sobrevivían por aquí y por allá.
Nanoha corrió hacia Alicia, para ayudarla a mantenerse en pie en el momento en que la vio
tambalearse directo al suelo.
En ese mismo instante, Hayate cayó de rodillas, siendo socorrida rápidamente por sus
guardianes; Signum la ayudó a pararse mientras la mirada preocupada de la verdadera Vita
le veía desde abajo, con las manos aferradas a la chaquetilla blanca.
-"Hayate…"
La pelirrosa, que percibió con facilidad que si no fueran por sus brazos su ama caería de
bruces, no dijo nada. Guardando un silencio cómplice.
Fate se acercó, ayudándose de Bardiche para caminar. Su vista borgoña se posó sobre la
herida en el brazo de la pelirroja, que sangraba copiosamente.
-"Um –asintió, suavizando su mirada-. Fate-chan, será mejor que tú y tu familia se vayan
ahora. La TSAB no debe tardar en llegar, nosotros nos encargaremos de cubrir…"
-"Mientes."
Precia clavó sus ojos en Nanoha, interrumpiendo la conversación con su mirada filosa y
desconfiada. Dispuesta a no perder ni a arriesgar a ninguna de sus hijas otra vez.
-"Habrás de ir a juicio por esto" –secundó Linith con voz más flexible, colocándose a un
lado de su dueña e ignorando la sangre que manchaba sus ropajes claros.
-"No me importa –negó con la cabeza-, sólo quiero que Fate se salve."
La poderosa bruja miró a sus hijas en ese momento, especialmente a Alicia –quien sin
perder tiempo se había acercado hasta Yagami, preocupada por su estado- que necesitaba
con urgencia de un hechizo sanador.
-"Váyanse, ya" –dijo Hayate en un jadeo cansado, batallando por no desmayarse ahí
mismo.
La mirada borgoña se dirigió entonces hacia ella y los labios fueron separados de
inmediato, en un gesto de duda. Mas la castaña acalló todo intento con una gentil sonrisa.
-"Váyanse ya" –repitió, a pesar de que quería permanecer al lado de la arquera de plata.
-"¡No digas lo que debemos hacer!" –gruñó Arf de inmediato, haciendo que Zafira se
colocase enfrente de la Comandante y le devolviese el ladrido-. "¡Si hubieran permitido en
un principio que Fate y Alicia consiguieran las Jewel…!"
-"Sí, ama."
Precia tomó cuidadosamente entre sus brazos a una débil Alicia, a quien sonrió
consoladoramente antes de volverse hacia a las magas con mirada dura.
-"Ustedes son magos burocráticos –declaró con voz fría-. Por mi parte, nosotras les
debemos nada..."
Y sin más, dio la media vuelta y abrió un portal por el cual las cinco desaparecieron justo a
tiempo, dejando a Nanoha y compañía solas.
Más sus podridos sirvientes, que les ayudan en sus deleznables planes de recuperar lo que
consideran suyo.
Todos esos seres vienen de lugares recónditos del Universo, y existen antes de que el
tiempo es tiempo. Y sé que hay millones...
Y todos ellos quieren este planeta, y poco les importamos nosotros, los humanos…
(1) De la Llave de Plata y el Mundo de los Sueños. Extracto del "Manuscrito Prohibido", de
Randolph Carter.
Canción: Come to me (Fantine's Death), del musical Los Miserables.
Come to me, Alice, the light is fading – Ven a mí, Alicia, el día se va.
Don't you see the evening star appearing? – ¿No ves que ya aparece la estrella vespertina?
Come to me, and rest against my shoulder – Ven a mí, y descansa sobre mi hombro;
How fast the minutes fly away and every minute colder - Que rápido vuelan los minutos,
haciéndose cada vez más fríos.
Hurry, dear, another day is dying – Anda, querida, otro día muere,
Don't you hear, the winter wind is crying? – ¿No escuchas como llora el viento invernal?
There's a darkness which comes without a warning – Hay una oscuridad que viene sin
aviso,
But I will sing you lullabies and wake you in the morning – Pero yo te cantaré canciones de
cuna y te despertaré en la mañana...
Capítulo XXII
Testamento, Parte I
-"¡No quiero saber más excusas! ¡QUIERO QUE ALCANCEN A NANOHA Y HAYATE!
¡AHORA!"
-"¡S-Sí, Almirante!"
-"¡GUARDIAS, PREPÁRANSE! –se volteó para seguir ordenando, con la cólera hirviendo
en sus venas-. ¡LA PRIORIDAD ES ATRAPAR A LAS HERMANAS TESTAROSSA!"
Lindy Harlaown clavó sus ojos en los monitores frente a ella, mientras el chirrido de los
sensores seguía disparándose sin sentido por la cantidad de magia acumulada en un punto
del planeta; lo cual, hizo temer a la Almirante que la Tierra no resistiera más y se partiera
en dos.
-"¡Adelante!"
Precia tomó cuidadosamente entre sus brazos a una débil Alicia, a quien sonrió
consoladoramente antes de volverse hacia a las magas con mirada dura.
-"Ustedes son magos burocráticos –declaró con voz fría-. Por mi parte, nosotras les
debemos nada..."
Y sin más, dio la media vuelta y abrió un portal por el cual las cinco desaparecieron justo a
tiempo, dejando a Nanoha y compañía solas.
Nadie dentro del crucero se atrevió a decir palabra alguna. La furia de aquella mujer era
más que evidente, y se hizo notar aún más al tomar su báculo y salir en zancadas
apresuradas; directo hacia donde sus guardias se apresuraban a la plataforma de descenso
para volar hacia el parque en llamas y hecho ruinas.
En tanto Nanoha como Hayate estaban apenas recuperándose, no habían ni dado un par de
pasos con la ayuda de los Wolkenritten cuando un contingente de la TSAB aterrizó frente a
ellas; un grupo se dispersó enseguida para apagar el fuego y reconstruir los escombros, otro
equipo más para revisar el perímetro y daños a terceros.
Un último grupo, de los magos más fuertes que Lindy Harlaown pudo conseguir a tiempo,
les seguían de cerca.
-"¿Pueden decirme, señoritas –la piel de su puño en el arma se volvió blanca de la presión-,
qué es lo que acaba de ocurrir aquí?"
Por el tono y modo de la pregunta, todos supieron de inmediato que sus heridas y cansancio
poco le importaban a su jefa.
-"Esto, nyahaha…"
¡CLANK!
Todos respingaron cuando Lindy dejó caer un golpe con su báculo en el ya destrozado
suelo. Con los ojos ardiéndole como si con su solo mirar las fuese a incinerar.
-"¡Nanoha, Hayate! ¡¿En qué demonios estaban pensando?"
-"Oh, claro que van a explicar muchas cosas –alzó una mano y chasqueó los dedos
enguantados de blanco-. ¡Guardias! ¡Lleven a estas sospechosas a sus celdas!"
-"¿Qué? –Hayate parpadeó perturbada-. Almirante, seguro usted no quiso decir… "
-"¡Digo lo que es correcto y a callar! –su cuerpo tembló, mas hizo el esfuerzo por controlar
su voz-. Han sido acusadas de entorpecer una investigación de la TSAB y ser cómplices de
una fuga de criminales; acaten las consecuencias de sus actos, Comandante, Capitana."
Con cuidado y miradas furtivas, Nanoha y el resto fueron llevados al crucero, donde fueron
atendidos por personal médico antes de ser recluidos en celdas de aislamiento.
La ira de Lindy no iba a menguar en tanto regresaban a los cuarteles generales, luego de
restaurar el parque a su estado más natural posible.
Sin templo de muñecas ni festival de colegio. Sólo la soledad y la tristeza de los vestigios
que rondaban el aire…
Fate y Alicia reclinaban su mentón sobre su pecho, en tanto su madre cepillaba por turnos
sus cabellos largos y rubios, con calma, en un silencio frío. La menor miró por encima del
cuello del pijama de su hermana, observando el tatuaje mágico marcado apenas por debajo
del hueco en la unión de sus omóplatos.
Era lo único que mantenía el cuerpo de su hermana de pie. Las heridas recibidas en el
parque habían terminado con los últimos resquicios de fortaleza de sus huesos y músculos;
ese tatuaje no duraría ni un día.
Mientras tanto, Linith y Arf estaban ocupadas reparando sus trajes y los dispositivos.
Igualmente en silencio como su madre, que ni una palabra había dicho desde que habían
regresado; ambas hijas ignoraban si ella sabría de sus sentimientos hacia Nanoha y Hayate.
Como nunca, temían por su opinión.
-"¿Tan mal me he comportado con ustedes que ya no pueden compartirme sus secretos?" –
la voz cargada en tristeza rompió con el pesado ambiente.
Arf, cuya forma era la de una pequeña niña pelirroja, miró por encima del hombro; no
obstante, Linith le jaló para salir de ahí en sigilosa prisa.
Alicia fue la primera en darse la vuelta hacia Precia, quien buscaba distraídamente algún
listón dentro de una caja de madera tallada para amarrar sus cabellos en coletas. Fate imitó
a su hermana casi enseguida.
-"Pero lo hicieron."
Fate se dio cuenta que su hermana bajaba su vista con desconsuelo en los ojos, así que
decidió armarse de valor por las dos.
-"Madre, ellas nos protegieron –habló con su tono siempre suave-. Por ellas estamos vivas."
-"¿Cómo están seguras que no es una trampa?" –la desconfianza rápidamente se develó
entre sus palabras.
La caja de madera cayó del taburete. Las manos de Precia estrujaron los listones carmesí,
girándose bruscamente hacia la ventana y provocando un remolino de nervios dentro del
pecho de sus hijas.
-"Myrddin" –fue lo único que dijo, y fue lo suficientemente fuerte para que ambas
escucharan.
La mujer lanzó los listones al respaldo de un sillón acojinado para volverse a sus hijas,
arrodillándose frente a ellas y tomando uno de sus hombros en un apretón ansioso.
-"Solamente quería obtener un mago perfecto que sirviera a esos perros burócratas. Igual
que a ustedes, me protegió, cuidó y prometió amor eterno –las hermanas se sonrojaron ante
eso-; y cuando yo creía que mi felicidad estaba entre mis manos…"
Los ojos de Precia se entrecerraron para no dejar escapar lágrimas. Soltó a sus dos
pequeñas muñecas y comenzó a pasearse de un lado a otro; evidentemente, era una historia
con un final trágico que no deseaba revivir del todo.
-"No entienden, hijas mías, ¿que sólo se tienen una a la otra para cuidarse de esos
engañosos conspiradores? No entienden que… -hizo una pausa, tratando de reunir aire-…
la vida es dura y tienen que ser fuertes. Van a pisotearlas en el preciso momento en que
agachen la cabeza, no deben descuidarse. No ahora –suplicó con la vista humedecida y
llena de angustia-. Tienen que comprender que es absolutamente necesario permanecer
juntas y lejos de las garras de esas magas."
¡SLAP!
Alicia jadeó, abrazando a su hermana que se sobó una mejilla adolorida. Precia se mesó los
cabellos y las abrazó a ambas, besando sus cabellos con ternura; sintiendo el corazón
achicársele con cada tic tac que liberaba el antiguo reloj de la pared.
-"No… no mis niñas, mis preciosas muñecas. Van a romperlas si dejan que entren en sus
corazones, porque no son como nosotras, no lo serán nunca –Fate y Alicia temblaron en
medio de aquel abrazo-; así no pueden entender cómo es la manera en que vemos la vida y
funciona nuestra magia. Siempre las perseguiría la culpa y el remordimiento si acaso hacen
oídos sordos a mis consejos para correr a los brazos de esas jovencitas del Bureau. Cuando
algo es diferente y más poderoso –sus párpados se cerraron con temor-, siempre será
condenado y muerto. No, hijas mías. Eso no puede ser…"
Precia besó sus frentes. Entonces, se detuvo a contemplar el rostro de Alicia; para ella más
que nadie era muy claro el tiempo de vida restante de su hija que se escurría como arena
entre los dedos.
-"Estoy orgullosa de ustedes. Son fuertes, hermosas y dignas de ser una Testarossa; por
siempre viviré en ustedes y jamás deberán sentirse solas, pues mi amor las acompañará
hasta que ya no exista nada en el Universo. Y el último suspiro de magia se haya
esfumado."
-"Shh –susurró con calma-, pronto tendrán una nueva vida. Alicia tendrá un nuevo cuerpo y
ambas serán felices de la manera en que debió ser desde el principio. Ahora, deben
prepararse, he de terminar con los preparativos y ustedes deben estar listas –acarició
cariñosamente cada cabeza antes de separarse de ellas-. La invocación comenzará en
breve."
Precia salió de la habitación, llamando a Linith y a Arf para ayudar a las chicas a vestirse.
Alicia frunció su ceño pero no dijo nada, mientras que Fate solamente suspiró mirando a su
hermana.
-"Esto te sonará estúpido, Al. Pero a pesar de todo –desvió la vista al suelo-, quiero
verlas…"
-"Y yo."
-"¡Déjense de tonterías! –gruñó Arf, entrando de súbito al cuarto-. La ama está más que
triste por… ¡Ay! ¡Linith!"
-"Tú también cierra el hocico –regañó la más alta, todavía sujetando entre sus dedos una de
las orejas esponjadas que sobresalían de la cabeza de la pequeña-. Fate, Alicia, Fliegen y
Bardiche están esperando por ustedes."
Al ver que ninguna de sus protegidas la seguía, la castaña se giró hacia ellas, cuestionando
con la mirada el por qué no empezaban a moverse.
-"Um… ¿Linith?"
-"¿No podríamos…?"
-"¿Qué cosa?"
-"Pues…" –se mordió los labios, no sabiendo cómo continuar.
-"¿Ir a… verlas?"
Los ojos como platos de Linith dijeron más de lo que su boca abierta pudiera expresar. Arf,
entonces, rió un poco, mas luego captó el mensaje y lanzó un gritito de espanto.
En menos de lo que canta un gallo, su carita asombrada pasó a ser una de total enfado.
-"¡Arf!"
-"¿Sucede algo, Linith?" –interrumpió su comentario, ladeando la cabeza para observar con
blanca duda a la mujer.
Linith las reprendió con la mirada severamente. Sin embargo, la visión de dos pares de ojos
borgoñas suplicando como quien suplica por un mendrugo de pan, pudieron más que su
actitud impasible.
Por ello, frunció el ceño y puso las manos en sus caderas, antes de suspirar y levantar un
dedo acusador.
-"Media hora, nada más. Ni un segundo, minuto, micromilésima de segundo más. Nada."
-"De nada, Ali. Ahora vamos por sus dispositivos, si regresan y su madre aún no las ve
listas, despellejará a Arf."
-"¿Y por qué solo a mí? –ladró aquélla, haciendo reír a las chicas, aunque después se acercó
a la otra familiar-. ¿Puedes hacerlo?" –murmuró curiosa.
-"A diferencia tuya, yo sí he entrenado para ello. Tomo mi deber de proteger esta familia en
serio" –sonrió de lado, a pesar de que su mirada amable le daba un toque angelical.
-"Presumida."
-"Tú preguntaste."
Sin embargo, en cuanto su mirada azul se posó sobre las dos hermanas Testarossa, no pudo
evitar dibujar una pequeña sonrisa. Después de todo, Linith tenía razón.
Odiaba aquel uniforme grisáceo de presa que le habían obligado a usar. Miró sus manos
con los grilletes hechizados y volvió su vista hacia la ventanilla reforzada. Lindy Harlaown
había cumplido su promesa. Lejos de apaciguarse, se había convertido en la encarnación de
la ira misma al escucharlas, ya en los cuarteles generales.
-"Fue tu culpa –su voz desalentada rebotó contra las paredes-, por haberle dado la Jewel
Seed a tu Alicia" –le habló a Hayate, que estaba en la celda contigua.
-"Y tú por ofrecer que podríamos contra un juicio –respondió con una risa patética,
apoyando su espalda contra los barrotes-. Además, ¿no le habías dado tu una también a
Fate? Y que el que esté libre de pecados, ¡tire la primera piedra!"
Ambas rieron un poco más fuerte, sólo un poco. Después, el silencio se instaló de nuevo
mientras la pelirroja se iba a sentar en la sencilla camilla blanca de su mazmorra.
-"Nah. Ya se le pasará."
La pelirroja suspiró, mirando el cielo estrellado por la pequeña rendija muy arriba de su
cabeza. Oraba porque ambas hermanas se hallaran en buen estado; el solo recordar los
hechos, no hace mucho ocurridos, le hacía ponerse la piel de gallina.
Cosas espantosas y más allá de todo lo que alguna vez había conocido o siquiera llegado a
imaginar. Nanoha tembló, abrazándose a sí misma.
¡FLASH!
-"¡ESO!"
Por fin, Takamachi se volvió. Ante sus atónitos ojos un portal mágico se estaba abriendo.
No necesitaba de algún dispositivo para reconocer aquella magia perteneciente a un
familiar de las Testarossa; en aquel momento, tanto Hayate como Nanoha corrieron hacia
las barras de sus celdas, atrayendo la curiosidad de los Wolkenritten, que despertaron ante
el ruido.
Una ondulante y elegante capa negra de fondo rojo hizo su aparición. Los ojos de Nanoha
brillaron de emoción cuando Bardiche apareció en su forma de guadaña, anunciando a su
ama, que enseguida pasó por el portal para encontrarla con la mirada.
La sonrisa que Fate le diera hicieron olvidar las penas a Nanoha, quien extendió sus manos
hacia ella por entre los barrotes.
-"¡Fate-chan!" –el nombre hizo eco en las paredes, en esta ocasión, con más vida.
Hayate miró expectante hacia el portal. E igual que hiciera su hermana menor, la capa
plateada de Alicia con su interior aguamarina le antecedió, justo como Fliegen, que brilló
luminosamente a la luz de la prisión.
Alicia pasó con su gracia característica, y corrió hacia la Comandante que apretó sus
enguantadas manos con alegría.
-"¿Qué crees que hacen viniendo aquí?" –a pesar de haber sido un reproche, el tono de las
palabras parecieron expresar lo contrario.
-"Alguien nos dijo que estaban en problemas y vinimos a ver. Aunque yo te hallo muy
cómoda, Hayate."
-"¿Yo? –rió bajito. Después, la castaña tocó su rostro que viera antes lacerado-. Ali, ¿cómo
es qué…?"
-"¡Fate-chan, Fate-chan…!"
-"Vamos, Nanoha –habló suavemente-. Seguro puedes hacer algo más que sólo decir mi
nombre."
-"No debes espiar. Es de mala educación" –se cruzó de brazos, con el ceño fruncido.
-"Yo no espío."
La rubia de los guardianes se levantó de la camilla donde estaba para acercarse a sus tres
compañeros, sacudiendo su falda y echando un rápido vistazo a las cuatro chicas.
"Has conseguido activar los portales durmientes en las piedras sagradas. Has hecho los
polvos mágicos que materializan a los Dioses. Has conseguido las piedras preciosas,
tienes la cimitarra que corta dimensiones, y ahora… sólo debes ofrecer el último requisito
para que tu sueño se vuelva realidad…"
La sombra delgada y alta clavó sus garras negras en la dura roca de aquel asteroide
vagabundo. La última Jewel Seed estaba ahí, esperando. Su ojo perlado –puesto que el otro
permanecía oculto tras una piel blanca en diagonal que cubría la mitad de su cara- y vacío,
como el amo a quien servía, se posó sobre la joya azul.
Y aquel ser que bailaba entre las sombras sonrió, mostrando sus dientes afilados y
amenazadores.
Era la hora.
Arf cayó del portal, limpiándose un poco su pelaje lobuno y gruñéndole a Zafira, quien de
inmediato se burló de ella. Alicia y Fate se volvieron en ese instante, soltando las manos de
Hayate y Nanoha, respectivamente.
-"¿Tan pronto?"
-"Lo siento –sonrió con tristeza Linith, bajando la mirada para pasar la mano por su vestido
y sacar el polvo de aquel lugar-. El tiempo ha terminado."
Ambas hermanas miraron a sus parejas. Mas Hayate fue la única que alcanzó la mano de
Alicia.
-"Un día… -dijo en voz baja, con los ojos destellándole de la esperanza- …encontraremos
ese lugar para nosotras."
Arf tiró de Alicia, que alcanzó a arrojar un beso al aire a la castaña. Nanoha apretó los
barrotes entre sus dedos. Fate no había querido decirle nada, sin embargo, por la mirada
atormentada que le envió, era más que evidente que algo estaba a punto de ocurrir.
-"Ten mucho cuidado, Nanoha –susurró la rubia, acercándose a ella para hablarle al oído-.
Tal vez… están más seguras aquí" –finalizó, dando un beso rápido a su mejilla.
La Capitana abrió la boca para decir algo, mas al no saber el qué exactamente, ninguna
palabra abandonó su garganta. La presión de sus dedos alrededor las barras aumentó
conforme veía a las hermanas y a los dos familiares alejarse, sin quitarles estas mismas
nunca la vista de encima.
Una luz dorada empezó a brillar en medio de aquel lugar lúgubre, y en cuestión de
segundos, todo había regresado a la normalidad.
-"Deberíamos ir con ellas..." –susurró, dándose la vuelta y dejando su espalda resbalar hasta
el suelo.
-"Si puedes vencer a toda la TSAB, te acompaño" –gruñó Hayate con frustración.
-"Hayate-chan -intervino Shamal con timidez, viendo de reojo a la pelirrosa que le devolvía
una mirada seria-. Hay algo que podemos hacer…"
Ante aquello, la pelirroja inclinó la cabeza hacia atrás para poder ver lo que ocurría,
mientras la Ama del Cielo Nocturno escuchaba atentamente.
-"¿Qué es?"
-"El Libro de la Oscuridad."
-"Nosotros comentábamos que fue extraño… -se detuvo, estudiando las miradas de cada
uno de los guardianes, que asintieron como respuesta-… cómo aquel monstruo huyó de ti,
Hayate, en cuanto retomaste el control de Rein y el Libro de la Oscuridad. No es que
menospreciemos tu poder…"
-"Ama Hayate, todos aquí concordamos que en cuanto lo hiciste, hubo un fugaz momento
en el cual una chispa de un poder aún mayor se hizo presente –los orbes cobalto de la líder
parecieron temblar por un segundo-. Justamente, fue ahí cuando el monstruo huyó."
-"¿En serio?"
-"Seguramente porque estabas a medio morir como Hayate" –respondió Vita, asomando la
cabecilla pelirroja.
-"No" –concluyó Signum, bajando la vista al suelo y apretando los puños. Vacilando si
debía decir lo que sabía, o no.
En ese momento, las puertas del pasillo se abrieron ruidosamente, el sonido de botas y
armas hablaron por sí mismos. Los guardias venían por todos para llevarlos ante los jueces
de la TSAB.
El chirrido de las cuatro alas de libélula relampaguear furiosas acompañó el frío ulular del
viento en la ciudad. Fate Testarossa posó un pie en el precipicio el gigantesco rascacielos
sobre el que se encontraba, en sus ojos reflejándose la figura diminuta de una piedra flotar
en la nada, a lo lejos.
El cuerpo esbelto, con las ocho patas como si fueran de araña y el tronco armado como un
recipiente hueco, de donde la piel se unía sólo por algunos puntos, como si fuese una
complicada telaraña; permitiendo así, entrever en el centro de lo que sería su corazón, la
Lost Logia.
Un cuello largo que terminaba en una cabeza con dos extremidades prominentes, parecidas
a un par de antenas, con un símbolo azul pintado en su frente. Las alas en su espalda al
igual que sus brazos daban la apariencia de ramas de esos árboles tétricos sacados de
historias de bosques de terror.
Y finalmente, los ojos azul claro, brillantes; y la boca que terminaba en puntas finas y
mortales, como si las mandíbulas y los dientes se mezclasen en un solo miembro.
-"Fliegen."
-"Ésta es la última, Alicia. Pronto todo volverá a ser como antes…" –murmuró la menor,
obteniendo un débil asentimiento por parte de la otra.
Las armas fueron puestas al frente mientras los zapatos blancos y plateados hacían presión
en la cornisa, para después saltar al vacío.
El monstruo abrió sus mandíbulas que parecían derretirse, emitiendo un siseo de ultratumba
al cielo.
No muy lejos de allí, sentada en otro edificio, una silueta aplaudió fervientemente; con las
garras rozándose y su dispareja sonrisa malévola disfrutando el espectáculo que estaba por
comenzar.
-"¡A CALLAR!"
El murmullo de los presentes en los palcos tomó algunos minutos para apaciguarse. El
juicio contra la Comandante Hayate Yagami y sus Wolkenritten, junto con la Capitana
Nanoha Takamachi, había llenado la estancia del Tribunal de la TSAB; cuya cabeza era
nada más y nada menos que Lindy Harlaown, acompañada de los más altos mandos del
Bureau.
Estaban en problemas.
-"Capitana Takamachi –habló el que parecía ser el fiscal-, ¿podría repetir lo que acaba de
decir?"
-"Yo permití que Fate Testarossa huyera dos veces consecutivas frente a mí" –habló con la
frente en alto.
"¡Qué sacrilegio!"
Los bisbiseos empezaron a despertar, como quien enciende fuego de un leño y termina por
quemar un bosque entero.
-¿Lo necesitaba?
-"Así es –Nanoha apretó sus dientes, inclinándose temerariamente hacia delante de la banca
desde donde estaba siendo juzgada-. Nosotros hemos estado cazando a aquellas hermanas
como si fueran lo peor de este universo, cuando lo único que han estado haciendo es buscar
la manera de salvarle la vida a Alicia Testarossa."
Hayate puso una mano sobre la de su compañera, tratando de hacer menguar el tiritar de ira
que empezaba a vapulear el cuerpo de la otra.
-"Alicia, a quien, por cierto, acusan de un crimen que es imposible lograr con la salud tan
deteriorada que tiene –su sonrisa se volvió irónica y sus ojos se entrecerraron-. Gracias a
nosotros, claro."
-"¡Ya me cansé de hacerlo, Almirante Harlaown! –el murmullo volvió a levantarse así
como la Capitana se ponía de pie bruscamente, plantando las manos sobre la madera en
cólera-. ¡¿Qué carajos hemos estado protegiendo si esas dos inocentes han buscado medidas
desesperadas, porque la TSAB cortó todas sus opciones?"
Lindy Harlaown por poco rompe el mazo que sostenía, a causa de los duros golpes dados
contra su tabla.
Después, hizo llamar a Yuuno Scrya, quien le llevó un grueso y antiguo libro que abrió en
una página ya señalada. Lentamente, sus ojos azules fríos como el hielo se posaron sobre
sus dos mejores subordinadas.
¡RROOOOOAAARRRRR!
¡CRASH!
El desplomar del concreto al entrar en contacto con aquella garra deforme se escuchó, el
humo expidiendo de la infraestructura mientras ésta caía a pedazos y la gente empezaba ya
a gritar en horror.
Contemplando la masa amorfa rugir y arañar el aire sin cesar. Los siseos de cobra llenando
el ambiente al igual que rastros de baba negra caían como pesadas gotas de lluvia.
-"Fire!" (¡Fuego!)
Las esferas eléctricas golpearon una y otra ver a la abominable criatura, creando una cortina
de humo que se alzó muy alto. Aprovechando la situación, Alicia se acercó por detrás,
estirando la mano para sujetar entre ella la Jewel Seed.
Los ojos azules se abrieron de golpe entre el velo, con las perturbadoras irises negras
moviéndose rápidamente de un lado a otro. De repente, una figura negra se hizo visible ante
la mayor de las Testarossa, sólo para ser interceptada por una garra esquelética, que la
mandó metros directo hasta el pavimento.
¡PLAAAAFF!
-"¡ALICIA!"
El destello dorado en el ojo Bardiche hizo que Fate tuviera que retroceder, volando de
espaldas; los dedos horribles de la criatura crecieron y se lanzaron hacia ella, enredando sus
brazos y piernas entre la encrucijada de ramas que sus extremidades eran.
Y al siguiente instante, Fate Testarossa era barrida por toda la ciudad como una simple lata
de refresco atada a la parte trasera de un auto.
"Id ante los hombres y buscad el camino para que Aquél que está en las vorágines del
espacio lo sepa. Nyarlathotep, poderoso mensajero, todas las cosas deben ser reveladas."
"Y Él aceptará el semblante humano, la máscara de cera y el manto que oculta; y vendrá al
mundo de los siete soles a burlarse… Nyarlathotep, gran mensajero, que trae extraña
alegría a Yuggoth a través del vacío…" (1)
"Yuggoth, el terrible planeta negro en el borde de nuestro sistema solar. El Sol no hay más
brillante que una estrella, pero los seres no necesitan la luz. Obscenamente hinchado y
oblato, su superficie llenando los cielos… y todo el tiempo pulsante, pulsante, como un
pulso atroz, corazón, latiendo, latiendo…" (2)
El libro grueso y gastado, con las hojas amarillentas, fue cerrado con un ruido sórdido. Las
manos de Lindy se posaron lado a lado, como si tuviese miedo de tan sólo tocar la negra y
encriptada carátula.
Luego de poder ganar la compostura, carraspeó y dirigió la mirada hacia las dos acusadas y
los guardianes.
Lindy asintió.
-"Soy una Almirante, Comandante Yagami. Mis acciones están premeditamente planeadas,
el puesto que tengo lo llevo con rigor y sé perfectamente por qué hago lo que hago."
-"Es mejor sacrificar a dos personas –una de sus manos se hizo un puño, apoyada encima
del atril donde se encontraba-, que tener que sacrificar el Universo entero, Capitana
Takamachi."
-"Nyarlathotep es un ser con un millón de trucos, ha sido temido y honrado durante siglos.
Ofrecerá todo lo que uno puede desear, pero serán sólo engaños. Y cuando él traiga a este
mundo a su señor Azatoth –Yuuno aspiró profundamente, echando un vistazo al negro
libro, que parecía rebosar con cada referencia a él-, cuando él lo traiga, va a matarnos a
todos."
Signum, que permanecía en silencio como sus camaradas, fijó su mirada sobre aquel libro
prohibido, percibiendo la opresión en su pecho crecer al conocer un secreto terrible.
-"Si hay algo que deben saber –continuó Yuuno, suspirando profundo-, es que las Jewel
Seeds jamás estuvieron aquí. Todo lo que ha sucedido estaba planeado en un principio;
desde la enfermedad de esa niña, hasta la dispersión de la Lost Logia en nuestro planeta."
Lindy bajó del estrado y caminó hasta donde la Comandante, agachándose frente a ella y
tomando sus manos entre las suyas.
-"Va a matarla, Hayate. Y el infierno mismo será más apetecible que lo que le hará a
ella…"
¡FATEEEEEEEE!
La figura de la rubia colgó de la garra derecha que le sujetaba de cabeza, como si fuera una
muñeca de trapo a punto de romperse bajo los miles de metros de que la esperaban abajo.
Los ojos borgoñas se abrieron con pesar, con las heridas palpitantes de sangre rodeando su
cuerpo y sus ropas. Su dispositivo descansando en el piso, muy lejos de su alcance.
¡Fliegen!
La voz de su hermana la alcanzó a los lejos, y pronto, una luz azul tocó suavemente las
órbitas borgoñas de la menor.
A pesar de no poder moverse, Fate gritó por dentro. La mirada nublada en su rostro. La
imagen de una golondrina azul renaciendo en la oscuridad, apareció entonces en el
firmamento.
La luz rápidamente la envolvió a ella y a la criatura, así como las alas azules crecían y el
graznido precioso de un ave hacía eco en toda la ciudad.
¡BLAAAAAAAAASSSTTTTT!
-"¿Qué fue eso?" –Nanoha se puso de pie, sintiendo el espanto arrastrarse sobre su espalda.
-"¡La última joya ha sido activada! –gritó Yunno, dirigiendo la vista de inmediato hacia la
Almirante-. ¡El momento del despertar está por comenzar!"
Lindy se levantó rápidamente y sujetó el libro que había dejado atrás entre sus manos;
enseguida, su voz dura de jefa regresó y empezó a dictar un sin fin de órdenes mientras
todo el cuartel se movía como un hormiguero que acababa de ser invadido.
¡BOOOOOOOOOOM!
El caos se hizo.
Shamal y Signum habían apuntado el único pero fuerte disparo de magia Belkan que
todavía les quedaba hacia donde Lindy estaba; un intento para desorientarlos, pero todavía
más para romper los candados a la magia de su Ama y Nanoha, quienes de inmediato lo
notaron y llamaron sus dispositivos y trajes de combate.
-"¡Raising Heart!"
-"¡Rein!"
La guerrera del martillo de hierro levantó sus cadenas para girarlas directo a la cabeza de
sus celadores, distraídos por Zafira, que mordía sus botas. La pelirrosa no necesitó de
Levantine para desarmar y confundir a los guardias restantes.
Hayate miró a sus Wolkenritten que les abrían paso para huir. La pequeña Rein, entonces,
se le acercó al oído.
Nanoha igual les miró y apretó su dispositivo, llamó a Hayate para salir cuanto antes.
Signum arrojó un par de guardias a las puertas que cedieron ante el peso y la fuerza; así,
salieron corriendo mientras Lindy Harlaown apenas se ponía de pie, únicamente para verles
desaparecer en medio del alboroto armado.
-"No."
-"¿Qué? Pero…"
-"¡He dado una orden y quiero que se respete! –bramó por respuesta-. Preparen los
cruceros. Todos los disponibles."
-"Hay que ayudarlas. Si no detenemos esto a tiempo, todos a bordo de este barco y todos
los seres vivos en este mundo pereceremos. Nuestra prioridad es parar a Precia Testarossa y
lo que sea que sus cómplices estén haciendo."
And I'll see her when I wake – Y que la veré cuando despierte…
(2) H.P. Lovecraft, "El que susurra en la oscuridad"; y Richard A. Lupoff, "El
descubrimiento de la Zona Ghooric-15 de marzo de 2337".
Vater Unser,
Amen.
Padre Nuestro,
Que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre.
Venga tu Reino,
Hágase tu Voluntad,
En el Cielo como en la Tierra.
Amén.
Testamento, Parte II
"Cuenta el libro forrado de piel humana y escrito en sangre, conocido como 'Libro de los
Nombres Muertos', que antes de nuestro Universo Material, existía el Eliseo; la Dimensión
Alternativa donde moran los Dioses Arquetípicos.
Y haciendo uso de sus Llaves, crearon este Universo Material, haciendo posible el dolor y
el sufrimiento.
El Eliseo es una tierra infinita en la que viven en armonía los escogidos por los Dioses, y el
camino hasta allí es largo y difícil. Sin embargo, están también los Dioses Exteriores, seres
opuestos a los primeros y que ansían destruir el Universo.
En los principios de los tiempos, Azatoth, su líder, penetró en este mundo. Una criatura
inteligente que asemejaba una concha de almeja, con su rostro peludo de ojos verdes. Con
este cuerpo, él sembró innumerables seres.
Hace unos 300 millones de años, estalló el mayor conflicto. Los Dioses Exteriores
decidieron que era hora de afrontar a los Arquetípicos.
Precia miró por última vez a sus hijas. Y miró especialmente a Alicia, cuyos ojos dejaban
correr gruesas lágrimas mientras le llamaba, arrodillada en el frío suelo, estirando su
mano hacia ella en pos de alcanzarla.
¡BOOOOOOOOMMMMM!
El cuerpo se volvió ligero y vio las cosas pasar rápidamente alrededor de ella mientras caía.
Sus ojos nublados captaron por una milésima de segundo el arco envuelto en llamas azules,
con la punta aparentando un corazón esbelto.
Un corazón de cristal.
El fuego se expandió hasta hacer implosión, provocando un poderoso huracán que sacudió
el centro de la ciudad y levantó casas y carros. El pico de la golondrina –o cresta de la
flecha- perforó al fin la garganta de la bestia.
El siseo aterrador muriendo lentamente. La baba negra resbalando a las calles y abriendo
agujeros con el poder de su ácido.
Las alas y garras enramadas se desplegaron hacia el cielo, como queriendo alcanzarlo.
Después, su cuerpo ardió en fuego negro y se desplomó en pedazos sobre el pavimento.
La bestia que había nacido del polvo, polvo volvió a ser. (2)
-"¡ALICIA!"
Con los ojos cerrados y demasiado exhausta para saber quién había gritado, Fate se
abandonó a la caída mortal que le estaba esperando ansiosa.
No obstante, antes de tocar el suelo, fue Arf, que de un salto, la salvó de destrozarse los
huesos. Sosteniéndola una vez a salvo por encima de su lomo, regresó el hocico rojo hacia
atrás para observar a Linith, que cargaba entre sus brazos a una Alicia moribunda.
-"No queda mucho tiempo –susurró la mujer, entrelazando miradas-. Si no nos damos prisa,
la señorita Alicia sucumbirá. Mira que usar semejante ataque –bajó la vista con culpa,
acariciado el rostro de a quien consideraba su propia hija-, a estas alturas deberías saber
mejor que nadie que el cuerpo se te está partiendo por dentro…"
En aquel momento, un nuevo portal se abrió, con los matices oscuros y violetas. De su
interior, fue Precia Testarossa quien salió, aproximándose hacia su familia.
-"Teníamos que cerciorarnos de los pasos del conjuro –respondió con lamento, sujetando la
mano caída de Fate-. No podemos cambiar el pasado, pero podemos ofrecerles un mejor
futuro."
La Jewel Seed flotando en medio del firmamento, alumbrando la ciudad con su luz infernal.
Los pasos hacían eco una y otra vez a través de las calles vacías y el ambiente lleno de
muerte y desesperación. El rayo de luz que nacía en algún punto de la ciudad y traspasaba
los cielos se mantenía dibujado en el fondo de sus ojos, como la única guía que tenían.
Poco les importó que la gente les viese uniformadas. Y a la gente poco le importó que ellas
escuchasen sus gritos de miedo.
Vueltas y vueltas por medio de los callejones, con los zapatos derrapándose en el piso
varias veces. Y cuando por fin llegaron al lugar, volaron hasta un enorme edificio.
Ése, en cuyo frente se hallaba Fate suspendida en al aire, con el guante negro y triángulo
dorado incrustado a solo centímetros de atrapar lo que por fin estaban a punto de terminar.
-"¡FATE-CHAN!"
¡FATE-CHAN!
El llamado zumbó por toda la ciudad hueca, atrayendo la atención de los ojos borgoñas.
Nanoha empezó a hablar desesperadamente. Fate le vio abrir y cerrar la boca una y otra
vez.
El cansancio y la distancia atrofiando sus oídos. Así que sólo le sonrió con desconsuelo y
rodeó la Jewel Seed con su mano izquierda; haciendo que el rayo de luz desapareciese en
aquel instante.
Hayate bajó de un salto entonces, siendo sus movimientos detenidos en cuanto se halló con
Arf al frente, en pose ataque mientras gruñía; y Linith detrás, con el lazo crema
incandescente apareciendo entre sus dedos.
-"¡Alicia, detente! –exclamó en angustia-. ¡Esto va a acabar mal, todo lo que ustedes están
haciendo –se volteó a verlas a cada una-, no es más que una mentira!"
-"Ojala supieras lo que se siente ver morir a tu propia familia, Yagami-san –pronunció
Linith lentamente-. Vamos a salvar a Alicia, aún si tenemos que matarla a usted. Espero nos
perdone, realmente me habría gustado tenerla con nosotras."
Ambas se abalanzaron sobre la castaña, quien se las apañó para regresar al lado de Nanoha
y sus guardianes; sólo para ser todos atacados también.
¡ZAS!
La zaeta blanca pasó rozando las ropas de Hayate, quien flotando en el aire, volteó el rostro
para encontrar a Alicia de pie, al lado de su madre. El arco extendido al frente, con sus
manos en clara pose de que ella había liberado el ataque.
-"Alicia…"
Vio los labios de ella moverse, sin emitir una sola palabra. Al comprenderlo, Hayate sintió
el corazón dolerle…
"Lo siento."
¡CLANK!
-"¡Alicia no morirá! –exclamó, la voz a punto de rompérsele del llanto-. ¡No voy a
permitirlo, Nanoha!"
-"Fate…"
El toque de sus báculos fue roto, sólo para chocarlos de nuevo y otra vez mientras volaban
el aire, con los ruidos metálicos cantando sin cesar. Nanoha siguió hablando, con el alma
muriéndose de pena al ver los ojos de Fate empezar a aguarse.
Las risas saltaron como el agua que burbujea inevitablemente así como los aplausos
aumentaban cada vez más. Su único ojo rojo, marcado por una cicatriz, brilló con
malevolencia en tanto se ponía en pie, observando todo desde la cornisa de un edificio
cercano y bien oculto entre el resto.
Se relamió los labios. El interludio estaba a punto de acabar, para dar paso por fin a la
verdadera función.
-"¡FATE!"
Alicia gritó, obligando la mirada de la aludida reflejarla a ella y a su madre, paradas encima
del techo de un rascacielos.
Su gemela alzó un brazo en el aire al tiempo en que Precia izaba su báculo y un puñado de
Jewel Seeds eran liberadas, para quedar suspendidas en el aire.
Los familiares dejaron de pelear con los guardianes, quedándose ambas partes quietas ante
lo que estaba a punto de ocurrir.
Hayate quiso volar hasta Alicia, mas se detuvo en cuanto Fliegen apuntó su pecho desde los
lejos. Los ojos azules de la Comandante temblaron con miedo, y ella empezó a suplicarle
que no lo hiciera.
-"Fate, por favor –imploró Nanoha, alargando su mano cubierta apenas por una tela negra
que circundaba sus nudillos-, entregámela."
La rubia bajó la vista hacia la Lost Logia que descansaba en la palma de su mano,
brillando; Bardiche descansando en la otra, esperando cualquier orden. Los minutos se
hicieron eternos, expectantes a la decisión que Fate Testarossa haría.
-"Podemos hacerlo juntas, encontraremos la forma de curar de Alicia –le Capitana suavizó
la mirada, estirando más la mano-. Confía en mí, Fate-chan, y prometo que todo estará
bien."
La menor de las hijas de Precia alzó la mirada, devolviendo vacilantemente la sonrisa gentil
que Nanoha le ofrecía. Fate empezó a llorar, y las lágrimas bajaron como dos ríos que
acariciaban sus mejillas sonrojadas.
Le dedicó una mirada de afecto profundo a la persona que había tocado su corazón.
-"Desearía poder creerte –su sonrisa se volvió rota y Nanoha sintió el pánico crecer en ella-.
Perdón."
Y dando la media vuelta de súbito, Fate Testarossa arrojó por los aires la piedra azul.
Hayate gritó.
A la postre, la Lost Logia cayó en la palma abierta de Alicia que había extendido su mano
por encima de su cabeza. Las Jewel Seeds palpitaron, centelleando como si estuvieran
haciendo un canto onírico.
Una oleada de calor traspasó en ese momento el cuerpo de la mayor de las hermanas. La
piedra flotando hacia donde estaba el resto.
"¡ALICIA, NO!"
-"¡FATE!"
Antes de que Hayate y Nanoha pudieran siquiera llegar a tocarlas, una barrera de magia se
expandió de la nada, dejándolas fuera a ellas y a los guardianes.
La familia Testarossa se reunió en aquel techo, con las joyas titilando peligrosa e
inestablemente. Esta vez, completas al fin.
-"Es hora."
Todas asintieron.
Incluyendo a las dos rubias que cerraban los ojos y apretaban las manos, ignorando los
gritos de temor y los puñetazos que la Capitana y la Comandante hacían a lo lejos, en un
intento por salvarlas de lo inevitable.
Alicia y Fate se abrazaron de su madre mientras Arf y Linith se arrodillaron junto a cada
chica. Un círculo de magia en color púrpura brotó del suelo, con las inscripciones furiosas
cambiando a velocidad impresionante.
(Arf, el deber de un familiar es cuidar a su familia. Debe ser lo más importante, más aún
que su vida misma, ¿entiendes lo que digo?)
El lobo rojo alzó las orejas y abrió la boca en asombro, volteando a ver discretamente a
Linith, que mantenía la cabeza gacha y los ojos cerrados.
-"Por la magia antigua que corre en mis venas –la pelinegra empezó a recitar, desplegando
los brazos-, yo te invoco mensajero negro, Nyarlathotep; y que tu divino poder nos
conduzca a tu presencia…"
¡CRRAAASSSHHHHHH!
Un grueso relámpago de magia cayó sobre todas, trayendo consigo un garrafal terremoto
que hundió casas y edificios; dejando solamente una estela de humo en su lugar, que se
disipó quietamente entre las penumbras de aquella noche vacía de estrellas.
(Te he enseñado todo lo que pude, Arf. Por eso confío en que podrás cuidar de ellas muy
bien. Por favor, cuídalas como si fueran tus hijas…)
Los ojos del familiar temblaron con zozobra al mismo instante en que admiraba las
lágrimas descender de los ojos cerrados de Linith.
Y aún con el corazón tiritando de miedo, asintió. Teniendo miedo de su misma promesa.
Fate estuvo bien a punto de soltar un grito cuando en ese desolado paraje surgió un enorme
círculo de magia frente a ellas, en el techo, uno que pulsaba en tímidas flamas negras.
Pero no era eso lo que la había hecho casi gritar, sino la figura horrenda que estaba del otro
lado del círculo mágico, ésa en que la imagen de una anciana maga se había transformado.
La misma que Arf reconoció con un chillido como aquélla a la que Precia había acudido en
un principio. Y que todo ese tiempo, había estado observándolas en secreto.
Era un monstruo sin duda. Y uno conocido, al menos en cuanto a magia oscura.
La parte superior de su cuerpo parecía sesgada por una piel blanquecina así como el brazo
derecho que alcanzaba a cubrir, terminando con garras negras y filosas. El resto del cuerpo
oscuro, lleno de ojos o ventosas que se movían como bocas aspirando un aire inexistente;
en su pecho estaba clavada una cimitarra de mango, con signos extraños.
Y su boca. De colmillos sobresalientes y filosos, igual que aquel ojo rojo que ostentaba un
brillo demoníaco.
Finalmente, estaban las puntiagudas y cortas alas que adornaban las patas grotescas y
arqueadas de aquel ser, por la parte de atrás.
Fate Testarossa hubiera gritado de no ser por el abrazo protector de su madre, quien la
empujó suavemente, al igual que su hermana mayor para apartarlas de ella.
Una a una, las piedras que habían permanecido flotando, se colocaron dentro del círculo en
una especie de rosario. La bestia caminó en pasos largos hasta allí, pisando la primera rueda
de conjuros.
Su sonrisa torcida dio escalofríos a Alicia, quien intercambió una mirada preocupada con
Fate. Aquel sello pulsó de nuevo, enviando una vehemente ráfaga de emociones teñidas de
horror.
Ambas hermanas se quedaron sin aliento, abriendo los ojos de par en par y aferrándose
cada una a un familiar, quienes permanecían inmóviles a pesar de todo.
-"Ahora –ronroneó Nyar-, hemos de convocar al Amo, el único y verdadero Amo de las
Jewel Seeds. El Creador y Destructor."
Sus garras se extendieron aún más al estirar sus patas y vociferar conjuros que las demás
apenas entendieron.
La figura alta y delgada del Caos Reptante rebosando con maldad pura y diversión malsana,
mientras veía el día final por fin iluminar sus ojos.
¡BLAAAAASSSSTTT!
Las Jewel Seeds fueron envueltas por túneles de luz que nacieron rompiendo el cemento de
las calles, abrieron un agujero en aquel edificio y quemaron las nubes, haciéndolas añicos.
Su poder fue escupido en forma de chorros de luz roja que tocaron el sello, pero también se
lanzaron hacia el vacío del espacio e incineraron todo lo que alcanzaban en su paso por la
ciudad.
Nanoha y Hayate observaron con horror la serie de explosiones que empezaron a surgir
continuamente, con los gritos despertando y el pánico engullendo toda ciudad Uminari.
Signum apretó la empuñadura de Levantine, sus ojos fijos en el suelo. Su mente hecha un
desastre, debatiéndose en encontrar la solución a aquel infierno que era traído del pasado.
No queriendo recordar las visiones que habían esfumado en la nada el planeta donde había
quedado atrapada…
Nyar habló en la lengua maldita, haciendo los signos prohibidos. Alicia y Fate se tomaron
de la mano, temerosas; Arf y Linith permanecían en guardia, la última tratando de ocultar el
sentimiento de desasosiego que se apoderaba de ella al ver de reojo a las pequeñas
Testarossa.
Fate miró el tatuaje sanador de su hermana, ése que brillaba apenas por la luz de la magia
invocada, en forma de dos alas de murciélago blancas.
El sello mágico pulsó de nuevo. Los símbolos arcaicos giraron furiosos y se combinaron
formando nuevas insignias oscuras que parecían serpientes, enroscándose unas con otras y
devorando sus cabezas y colas.
Una esfera de luz negra de considerable tamaño apareció encima de la ciudad, oscureciendo
todavía más con su sombra todo el lugar.
-"No está muerto quien puede yacer eternamente, y con el paso de los años, la misma
muerte puede morir. ¿Quién conoce el fin? Lo que ha surgido ahora puede hundirse –
chasqueó sus dientes macabros-, y lo que se ha hundido puede surgir. El Amo sueña en las
profundidades de las sombras, y sobre las vacilantes ciudades de los hombres flota la
destrucción."
Una filosa garra negra como obsidiana se elevó al frente, señalando a Precia.
Los incendios, el llanto de los niños y las personas heridas, así como algunas sin vida
saludaron con horror los ojos de la mujer con cada paso que avanzaba.
Las lágrimas amenazaron con salpicar sus ojos al tiempo en que su mano sujetaba el
medallón en su cuello; ése que llevaba guardado en su interior la foto de su hijo Chrono.
Rozó con la yema de los dedos sus rostros juveniles, como si pensara memorizarlas. Fate
tomó su mano, frunciendo su ceño en preocupación, acordándose del mal presentimiento
que sólo había ido en aumento.
Alicia miró hacia el monstruo que esperaba. Su madre pronto tapó su visión, y acarició su
cabello tiernamente.
-"Recuerdo cuando corrías de pequeña por los verdes prados, con tus mejillas rojas por la
carrera y el brillo de tus ojos llenos de felicidad. Y eras tan feliz, Alicia, hija mía –la niña
vio los ojos púrpuras destellar en llanto-. Pero el destino fue cruel contigo y te arrebató tu
salud y tu alegría. Yo quiero volver a verte así, corriendo por los verdes prados, escucharte
reír tan feliz y saber que tienes un futuro."
Dejando aquellas manos aprensivas que le sujetaban, Precia entró en el círculo, dando un
largo vistazo a toda su familia. En cuanto los pies de la mujer tocaron los emblemas
oscuros, Linith jadeó como si le estuvieran ahorcando.
Arf dejó escapar un leve chillido, renunciando a pegarse contra el suelo para enderezarse y
ver si la otra estaba bien.
-"Todo tiene un precio. No puedes pedir un favor a cambio de nada. No puedes alterar el
universo sin sacrificar algo. Aquello que has pedido –se relamió los labios, con las garras
abriéndose y cerrándose amenazadoramente-, debe ser recompensando con la misma
igualdad."
Linith se levantó del suelo, caminando hasta quedar pasos detrás de su señora.
Precia soltó su báculo, el cual fue pulverizado al caer al piso y tocar los símbolos. Los ojos
de sus hijas se abrieron como platos al comprender lo que iba a suceder; ninguna de las dos
pudo dar un pie hacia ella.
Arf inmediatamente atravesó su cuerpo grande para evitarles seguir, con los párpados
cerrados en dolor, temblándoles; las orejas aplastadas detrás de su cabeza así como la cola
apuntando al piso, negándose a voltear la cabeza hacia atrás.
Oyó las gracias de Precia, que se colocaba al fin en el centro del sello. Y escuchó las
últimas palabras que se quedarían grabadas como fuego para siempre en su memoria.
Los colmillos fueron apretados fuertemente mientras las lágrimas brotaban de sus ojos
cerrados, con el corazón destrozándole al pecho ante la verdad que acarreaba el mensaje de
Linith.
De repente, el ojo de Nyar, rojo como la sangre misma, brilló oscuramente. Los relámpagos
carmesíes se alborotaron y se dispararon de nuevo, elevando torbellinos de fuego que
rompieron los cielos y rompieron más vidas.
¡NOOOOOOOOOOO!
Hayate y Nanoha cubrieron sus bocas en horror, sintiendo la primera las piernas fallarle
para caer sobre el suelo. La Capitana tan sólo retrocedió, con Raising Heart en su mano
derecha sacudiéndose, su dueña presa de un miedo profundo.
Shamal se agachó y abrazó a Vita contra sí, que ocultaba el rostro en su pecho para no
continuar viendo.
Sólo Signum y Zafira embistieron contra la gruesa barrera que les separaba, la pelirrosa
chocando su espada en un intento por cortar una entrada, el familiar arrojando el cuerpo una
y otra vez.
¡GRRROOOOAAAARRRR!
¡SLASH!
De la boca de la madre brotó sangre, así como de su torso, que al caer en el sello hizo que
éste cobrara el mismo tono carmesí y brillara hasta parecer flamas vivientes. Haciendo uso
de la poca magia que le permitía seguir con vida, y que ya se extinguía a gran velocidad,
Precia miró por última vez a sus hijas.
Y miró especialmente a Alicia, cuyos ojos dejaban correr gruesas lágrimas mientras le
llamaba, arrodillada en el frío suelo, estirando su mano hacia ella en pos de alcanzarla.
Un latido alto frenó los sentidos de Linith, con los labios abiertos, pero el aire jamás
llegando a sus pulmones. En los ojos oscuros pronto se reflejó la imagen de dos mandíbulas
negras estirándose a todo lo que podían.
-"¡YO TE INVOCO AZATHOTH! –el cuerpo del Caos Reptante adaptó su forma de antes,
regresando al centro del círculo de magia y elevando las manos al cielo oscuro, con los
rayos rojos rugiendo furiosos por doquier-. ¡TU SIRVIENTE NYARLATHOTEP TE HA
LLAMADO!"
En cuanto el cuerpo de Precia desapareció entre cenizas blancas, la figura de Linith, que
todavía seguía cayendo, se desvaneció igualmente. Con las partículas blancas de alguna vez
existente alma rebotando en el pavimento derruido, para al siguiente instante esfumarse en
la nada.
-"¡MAMÁÁÁÁÁÁÁÁÁ!" –Alicia gritó, con los ojos inundados de un pavor que jamás
había sentido.
El dispositivo no dijo nada, y pronto su dueña se encontró mesándose los cabellos mientras
sentía que la locura empezaba a volverla loca y a hacer trizas su mente y corazón.
Las risas del mensajero oscuro poblaron todo el lugar, atrayendo olas macabras de miedo
que se instalaron en los corazones de todos.
Finalmente, la garrafal esfera oscura que se hallaba sobre la ciudad palpitó, expandiendo su
tamaño y liberando una explosión negra que cubrió todo el mundo, llevándose consigo los
rayos rojos.
Y en medio del Caos y la Destrucción, dos alas inmensas, claras y resplandecientes, así
como deformes abrazaron los cielos. Dos ojos blancos se abrieron entre el manto de
tinieblas.
Entonces retornarán Ellos, y en este Día del Gran Retorno, el ejército Primigenio, y El
Que No Puede Nombrarse vendrá desde su Trono. El espanto se multiplicará, Nyarlathotep
llevará la Palabra a todos los Primordiales y a sus esclavos,y ellos dejarán caer su mano
sobre quienquiera que se les oponga.
El Idiota Ciego, Azathoth, El Maligno, se alzará del centro del Mundo; donde todo es Caos
y Destrucción, donde Él ha blasfemado contra el Centro de Todas las Cosas, que es decir,
el Infinito.
Amen!
Vater Unser,
in Ewigkeit.
Amen.
Déjanos rezar.
(En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.)
¡El hombre es sólo una sombra sobre tu mano derecha!
¡Amén!
Padre Nuestro,
Y la Gloria,
Amén.
(3) Ouroboros. Símbolo ancestral que muestra a un gusano, serpiente o dragón engullendo
su propia cola, formando así un círculo. Expresa la unidad de todas las cosas -materiales y
espirituales- que nunca desaparecen, sino que cambian de forma perpetua, en un ciclo
eterno de destrucción y nueva creación. A veces acompañado de la inscripción griega
"Todo es uno".
Canción: Mein Herz Brennt, de Rammstein.
Os visitan de noche
demonios, espíritus, hadas negras;
salen del sótano.
Azathoth
Miles de ojos se elevaron al cielo con temor, las manos tocando los corazones y el frío
empezando a erizar su piel. Susurros mortales fueron esparcidos por el viento en medio de
aquel espeso velo de tinieblas.
Apenas las siluetas eran visibles en un mundo donde la oscuridad se cernía sobre todo y
todos.
-"No… no…"
Las pupilas marinas de Lindy Harlaown temblaron, con las voces muertas de seres
monstruosos murmurándole cosas dantescas al oído. El olor a putrefacción, sangre y polvo
se arrastró hasta su nariz.
Y allí entre sus dedos y entre las sombras, el Libro de los Muertos empezó a derramar
sangre…
¡RRRRRAAAAAAAAARRRRRRRRR!
¡CRAAAASHHHHHHH!
La Tierra se cimbró violentamente al tiempo en que un rugido infernal se alzó por los
cielos, como queriendo desgarrar el firmamento con su lamento alto y doloroso.
-"¡ALICIA!"
Los ojos de la mayor se volvieron blancos por completo mientras los labios se abrieron en
busca de aire; al siguiente instante, sus piernas se doblaron y ella cayó el suelo, las manos
plantadas firmemente en el concreto agrietado.
-"¡FATE!"
La aludida volteó de inmediato ante el grito de Nanoha, lanzando un jadeo mudo y
poniendo a Bardiche al frente de sí; temblando de pies a cabeza como un cordero asustado.
Pedazos blancos y gigantescos relucieron entre las penumbras, alumbrando la ciudad por
segundos. Poco a poco, el cuerpo largo parecido al de una víbora se dejó ver, entrecortado y
serpenteando a través de los negros edificios.
¡FATE-CHAN! ¡FATE-CHAAAAAAN!
-"Madre…"
Bardiche tembló entre sus dedos enguantados. Su dueña llamando a Precia Testarossa, en
un intento porque apareciera y pudiese esconderse detrás de ella, cobijada por su abrazo
protector.
¡RRRRRAAAAAAAAARRRRRRRRR!
-"¡FATE!"
En cuanto Arf brincó para atacar, Nyar se alejó de un salto y sus carcajadas menguaron las
esperanzas de todos. Alicia soltó un grito atronador, las primeras líneas blancas de un
círculo mágico comenzando a trazarse bajo sus pies.
¡CRASH!
-"¡AARRRRFFF!"
El rascacielos se quebró en tres partes, separando a las dos hermanas y a su familiar. Las
patas del lobo rojo resbalaron de súbito, con el pedazo de techo comenzando a inclinarse
peligrosamente al borde de un precipicio.
Las garras deslizándose como un simple patín a punto de caer y hacerse trizas…
¡FATE-CHAAAAAAAAAAAN!
¡THUD!
El grito de la rubia fue cortado de súbito cuando algo la golpeó por el estómago. Pronto, sus
brazos se pegaron a su cuerpo y una presión inmensa empezó a sofocarla.
"Alicia…"
Segundos después, las pupilas borgoñas se saciaron de espanto en cuanto dos enormes ojos
negros se hallaron frente a su cara. Huecos. Sin fondo.
Abominables…
Los gemidos de Nanoha, Hayate, Arf y de toda la gente que veía al monstruo titánico y
espeluznante murieron en sus oídos. Al cabo de unos segundos, la garganta de Fate se
cerró.
-"¡FATE!"
Las lágrimas de Alicia se hicieron abundantes mientras los nudillos de Nanoha comenzaban
a sangrar, golpe tras golpe. Las palabras de Rein saliendo una y otra vez, leyendo pasajes
del Libro de la Oscuridad al tiempo que Hayate disparaba ataques fútiles a la indestructible
barrera.
El cuerpo de Arf casi se desplomó sobre el techo que se balanceaba de un lado a otro, con
la vista nublándosele de repente y el pecho doliéndole.
-"¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH!"
-"¡ALICIA!"
El círculo debajo suyo resplandeció, con las llamas blancas bailando en el contorno de éste
e izándose hasta el cielo; las lenguas de fuego envolvieron por completo a Alicia,
quemándola por dentro mientras una cantidad poderosa de energía la consumía.
Los gritos de Hayate Yagami se volvieron cada vez más desesperados, hasta llegar a
convertirse en ruidos sordos a los oídos de la rubia.
Sus bordes adoptando una figura puntiaguda similar a las aletas de los murciélagos.
"Fate…"
Los ojos de Alicia destellaron de luz blanca, borrando las pupilas mientras sus brazos
alzaban el dispositivo entre sus manos con dificultad, como si pesase un millón de
toneladas.
El fuego a su alrededor se avivó y la sensación de las flamas cortando sus venas una por
una hasta calentar su cuerpo a temperaturas insoportables, la obligaron a liberar un segundo
lamento de agonía.
"…va a morir…"
Batalló por ponerse en pie y mantener las piernas firmes. Tomando un poco de la magia
que energizaba el hechizo y amenaza con romperla en pedazos, Alicia posó la mano a un
lado de Fliegen y creó una flecha.
El arco fue elevado entre sus temblorosas manos, apuntando a la Jewel Seed que estaba en
el centro del rosario formado. Justo en medio de su hermana y Azathoth, cuyas mandíbulas
se expandían más y más, y cuyas garras rodeaban peligrosamente a la menor.
Aproximándose.
La voz automatizada murió, con el cuarzo al frente de Fliegen tiñéndose de negro. Aún así,
Alicia estiró la flecha, el sonido del hilo tensándose.
Su mirada se estaba nublando y las imágenes parecían moverse implacablemente; así que
tratando de matar el espasmo que no abandonaba sus dedos, enfocó lo mejor que pudo.
Alicia gritó.
Y la flecha salió disparada como si fuera el último suspiro de la chica, antes de ser
consumida enteramente por aquellas llamas abismales. La zaeta dibujó entonces un arco en
el cielo, atravesando rápidamente el espacio entre Azathoth y Fate, para clavarse directo en
la Lost Logia.
¡CRACK!
¡AAAAAAWWWWWKKKKKKKK!
Era el grito furioso del Dios despierto, cuyas fauces se dirigieron hacia la perla ya rota; los
fragmentos revelando un resplandor intenso, que en medio de esa mar de oscuridad pareció
la explosión de una supernova.
Azathoth fulguró junto con la perla, mostrando por vez primera su piel blanquecina de
mármol puro, sin ninguna imperfección, tal cual lápida perfectamente pulida. No obstante,
el tamaño hizo que Nanoha y Hayate lanzaran un jadeo aterrador.
No había aún terminado de salir, apenas tenía medio cuerpo fuera y era tremendamente
gigantesco.
¡BOOOOOOOOOOOOOM!
-"¡FAAATEEEEEEE!"
Una explosión de luces azules se liberó en las alturas, escurriéndose por todos los rincones
de la tierra y cegando los ojos del mundo. Las lenguas de fuego blancas se alzaron furiosas
hasta el cielo, como cuatro pilares que buscaban perforar y derrumbar las estrellas.
Jadeando, al fin libre de las llamas que desaparecieron al igual que Azathoth, como si
hubieran sido ambos barridos por aquel poderoso torbellino. Habiendo desaparecido la
única fuente de luz, la oscuridad engulló todo otra vez.
Y en medio de las sombras, la rubia atisbó el cuerpo de su hermana menor caer. Fate
tocaría alguna parte de los techos del edificio -que se balanceaban como pirinolas- con
suerte, mas la velocidad de la caída provocaría su muerte instantánea.
Los labios de Alicia se separaron en horror. No supo cómo, pero se arrojó al cemento
bruscamente y estiró los brazos.
El tiempo se detuvo.
La cara de Fate, con los párpados totalmente cerrados y las ropas llenas de rasguños, pasó
frente a sus ojos. Los dedos de la mayor tocaron la capa roja y negra.
El edificio se meció bruscamente hacia atrás y Alicia fue halada por la fuerza de la
gravedad. La tela se deslizó en lo que pareció una tormentosa eternidad.
Y después… la perdió.
¡FAAAAAAAAATEEEEEEEEEEEE!
Todo volvió a la normalidad, los ruidos, las alarmas de los carros, las luces de la ciudad; la
barrera que separara a Nanoha de Fate se disolvió en un abrir y cerrar de ojos, dejando a la
pelirroja volar a toda prisa para capturar a la rubia sin pensárselo dos veces.
-"¡Te tengo!"
Girándose lo suficiente como para dar la espalda al duro concreto, Nanoha apretó sus ojos,
preparándose para el golpe estruendoso que vino; rompiendo el pavimento con un boquete
no muy profundo por el impacto.
Cual cámara lenta, Bardiche pasaba frente a sus ojos; su perla dorada se estrellaba con
violencia contra el asfalto, partiéndose en un millón de fragmentos.
¡CRAAAAASH!
El dispositivo rebotó por los aires y cuando por fin tocó suelo, fue el pequeño triángulo
dorado el que saludó los ojos de la Capitana, con un brillo opaco y casi muerto.
Nanoha de inmediato se puso de rodillas, jadeando al sentir uno que otro hueso roto pero
cuyo dolor no le importó siquiera. No si Bardiche había…
El rostro de la rubia totalmente pálido, con la respiración apenas audible. Las manos sin
fuerzas, con la punta de los guantes deshechos rozando la calle rota.
-"¡FATE-CHAN!"
-"¡ALICIA!"
Hayate no perdió tiempo y voló directo hacia la rubia que caía en su costado,
evidentemente exhausta, dejando a un lado a Fliegen. Las dos partes del edificio partido en
tres por fin cedieron, estrellándose fuertemente contra las calles y levantando los llantos de
los niños.
El cuerpo de Arf que permanecía desmayado descendió también, siendo jalado velozmente
hacia abajo. En un rápido movimiento, Signum voló por los aires y atrapó al lobo por la
cintura, depositándole después en el piso.
El familiar jadeó una y otra vez, con las mandíbulas abiertas y las patas tiritando. En el
momento en que la pelirrosa posó una mano sobre el pelaje rojizo, un gemido de sorpresa
escapó de sus labios.
-"¿Podría ser… -volteó hacia donde estaba Takamachi, con Bardiche en una mano y Fate
en la otra-… Testarossa?"
¡ZAAASSSSSS!
La última pieza del rascacielos se desmoronó transversalmente por la mitad, con el humo
formando una gran nube de polvo mientras las ventanas se rompían una tras otra,
asemejando una gran hilera de fichas de dominó que se derrumbaban al fin.
El romper de los cristales alarmó a todos, quienes sumergido en un reino de tinieblas no
podían siquiera ver qué era lo que estaba sucediendo.
La superficie precaria se inclinó hasta quedar en posición vertical. Alicia resbaló, y pronto,
su cuerpo dejó de tocar el pavimento frío.
Fliegen salió disparado encima de su cabeza. Y en cuanto los ojos de la rubia se cerraron,
unas garras perforaron las sombras y sujetaron el arco negro, para desaparecer después con
él.
-"¡ALICIA!"
La Comandante estiró los brazos y cachó a mitad del cuerpo casi inerte de la aludida en el
aire, escudándola cuando el edificio terminó por desplomarse detrás suyo.
La otra le miró apenas, buscando respirar un poco para tener fuerzas y articular una palabra.
Hayate negó con su cabeza de inmediato, con el miedo inundando su mirar al sentir que era
como sostener una pluma.
-"¡No! ¡Debes descansar! –exclamó angustiada, girándose hacia sus guardianes-. ¡Tenemos
que…!"
El poder que corriese en ella le había agotado, llevándose consigo cualquier ánimo por
levantarse. La rubia volteó hacia donde su hermana se hallaba, sostenida en brazos por una
preocupada Nanoha que insistía en que despertara.
Un reptil oscuro todavía serpenteaba en las calles, con el arrastrar silencioso de las víboras,
mirándolas como quien mira una presa que no está atenta al acecho que sobre ella se cierne.
De repente, la cobra se alzó imponente, con la lengua bífida sonando y aterrorizando a las
personas que le vieron surgir de cerca; los autos a su paso fueron despedidos cuando un
coletazo poderoso dio de lleno contra los edificios a su alrededor.
¡BOOOOOOOOOOOOM!
-"¡¿Qué está pasando?" –gritó Vita asustada, escuchando los gemidos de miedo inundar el
ambiente con más fuerza.
Varios rascacielos colapsaron, con el crujir de vidrios y rocas anunciando una peligrosa
caída. Signum y Vita tomaron a Hayate y Nanoha al instante, junto con las hermanas;
mientras Shamal y Zafira auxiliaron a Arf.
Por nada apenas lograron caer cerca de una construcción, resguardándose del polvo y
fragmentos de las infraestructuras destruidas, cuyos pedazos fueron despedidos por todas
partes.
-"Aún debemos enfrentar a Nyar" –observó Signum, ya más alerta-. Debe estar escondido
por ahí."
-"Ya lo haremos, Vita –Hayate abrazó a Alicia, acariciando con cuidado su rostro cansado-.
Tenemos que hacerlo."
-"Ama Hayate –le llamó Signum-, hay que dejar a las hermanas Testarossa en un lugar a
salvo, o de lo contrario no podremos pelear."
-"Nanoha, tranquila –Shamal se acercó a ella-. Déjame verla, por favor. Todo va a estar
bien."
La nombrada asintió, cediendo un poco a Fate para que Shamal la revisara. Alicia tosió un
poco, aferrándose a la chaqueta de Hayate; sus ojos que no paraban de oscilar, viraron
entonces hacia la puerta, donde Lindy Harlaown hacía su entrada.
-"¡SILENCIO! –movió el brazo en ira, fulminándola con la mirada a una Rein que regresó
para ocultarse tras Hayate-. ¡Guardias, tomen a las prisioneras!"
Las manos blancas apretaron su agarre en el báculo, observando sombras moverse detrás de
la figura de su jefa. Todos los demás se miraron confundidos, no sabían qué hacer.
Entonces, Lindy caminó con todo su orgullo directo hasta su subordinada. Le vio con la
vista altiva. La Capitana se estremeció en aquel instante, sin saber el motivo.
Nanoha abrió los ojos en terror, contemplando ahora a la cobra negra frente a ella.
-"¡CUIDADO TODOS!"
¡BLLLAAAASSSSTTTT!
Uno de los pilares que sostenía el lugar fue destruido cuando Nanoha esquivó la mordedura
ponzoñosa, dejando así a todos separados. Nyar enrolló su largo cuerpo para de un impulso
saltar directo sobre Fate; no obstante, Takamachi le salió al paso enseguida, ambos
chocando con fuerza contra una pared.
El refugio se cimbró entonces, con el polvo del techo cayendo mientras la frágil estructura
se sacudía. Los cuatro colmillos grandes de la cobra se revelaron, con las gotas de veneno
escurriendo y precipitándose en los ropajes de Nanoha.
Quemando la tela y rozando su piel. La pelirroja gimió adolorida, empujando el báculo rosa
hacia delante con todas sus fuerzas.
Hayate sin perder tiempo le ordenó a Signum rescatar a Fate, mientras ella tomaba en
brazos a Alicia, que todavía no lograba normalizar su respiración y jadeaba pesadamente.
-"Está bien, Ali –susurró, depositando un dulce beso en sus labios-. No voy a permitir que
les ponga una mano encima."
Alicia le dio un tirón débil a su capa. Hayate le miró confundida. Los ojos borgoñas de la
rubia palidecieron más, hasta que el iris negro en su mirada desapareció por completo.
-"Ya no…"
-"Mi… corazón…"
-"¡ALICIA!"
¡PLAAAAAAAFFFFFF!
La cobra abalanzó de golpe todo su cuerpo contra Nanoha, rompiendo la pared detrás de
ella y arrojándola metros más allá; después, se volvió hacia Alicia.
-"Tonta –la lengua bífida salió-, tú no puedes salvarla. Sólo mi señor puede conseguirlo –
sus ojos delgados como agujas se movieron rápidamente, enfocando a Fate-, pero debo
llevarme su pago."
Las mandíbulas se abrieron con deleite, el veneno resbalando de las hileras de dientes y
perforando el piso con su ácido.
-"¡ESTAMOS EN PELIGRO!"
Una vez más tuvieron que escapar, volando hacia un terreno abierto no muy lejos de ahí.
Mientras lo hacían, miraron hacia atrás. No es que todo estuviera cayéndose al suelo por los
ataques del servidor de Azathoth, sino que la inestable construcción era ahora sustituida por
piedras que brotaban de los escombros como enormes pilares de signos extraños.
El mensajero oscuro se erigió entre ellas, cual director de una orquesta que armonizaba
aquel caos que levantó llamas y desastre al instante. Su voz siseante hizo eco en la noche
caótica.
Alertando a la gente que abrazaba a sus familiares y veía a todos lados, encontrando
sombras y más sombras en tanto el cántico de la muerte rezaba en sus oídos.
-"Fate…"
-"Él mintió…"
-"¿Arf?"
-"Mi ama –un aullido de dolencia escapó de su garganta, las patas rascando el suelo con
fuerza-, Precia, se sacrificó como pago… Fate, él nunca dijo… él nunca dijo…"
-"Shh, comprendo."
El familiar se calló, con las orejas dobladas hacia atrás y el pecho subiendo y bajando;
luchando por encontrar el oxígeno faltante, y a la vez, no perjudicar a la menor de las
Testarossa al necesitar de su magia para sobrevivir.
El monstruo levantó una mano, moviendo sus filosos dedos en signos que fueron
acompañados por relámpagos furiosos, que alumbraron el firmamento colmado de espesos
nimbos, y que castigaron a la ciudad.
Shamal gritó algo a los demás, pero no fue escuchada por los truenos estridentes.
-"Más allá de la Puerta moran ahora los Antiguos; no en los espacios conocidos por los
hombres, sino en los rincones que hay entre ellos. Vagabundean fuera de la superficie de la
Tierra y esperan siempre el momento de Su vuelta; porque la Tierra los ha conocido y los
conocerá en el tiempo a venir."
Nanoha apretó a Fate contra sí, con miedo; en cuanto vio el vértice desviarse a tierra,
golpeando a todos sin piedad. Sus zapatos chirriaron ante el pavimento, haciendo fuerza
para no ser jalados por la gran ventisca.
-"Y los Antiguos tienen al horrible y deforme Azathoth por Su Dueño, y esperan con Él en
la negra caverna, donde roe vorazmente en el caos final; en medio del loco batir de
recónditos tambores –los labios de la gemela mayor se separaron, en un respiro
alarmante-, del discordante sonido de horribles flautas y de incesantes bramidos de ciegos
dioses idiotas, que andan arrastrando los pies y gesticulan por siempre, mas sin propósito
alguno." (1)
Los latidos del corazón casi le descuartizaron la cabeza y todo su mundo se volvió un haz
de colores confusos, hasta teñirse de negro y rojo.
-"¡ALICIAAAA!"
Hayate le sacudió apenas, inquieta. La rubia parecía haber caído en un trance, dejando de
respirar mientras su cuerpo perdía color rápidamente. Demasiado rápido para angustia de la
Comandante, que llamó a Rein, depositando en el piso el cuerpo inconsciente de Alicia.
-"¡Hayate!"
¡STOMP!
El grito de Vita le previno de ser atacada por un tentáculo salido de la nada. Rein y Hayate
lo esquivaron a tiempo. La castaña apretó sus dientes, con la muñeca preciada en sus
manos, mirando a Nyar que reía a lo lejos al tiempo que su brazo recuperaba su forma; para
hacer después saludos y signos con sus garras a las piedras erguidas.
En ese momento, él sonrió. Alzó un brazo a los cielos oscuros y de repente, justo detrás
suyo, las Jewel Seeds salieron disparador por encima de su cabeza.
Cuatro de ellas de dispusieron según la Rosa de los Vientos, con el símbolo del toro, la
serpiente, el agua y el escorpión apareciendo respectivamente en cada una. Enseguida, las
siete joyas restantes se alinearon, adoptando esta vez, la figura de un rosario con forma de
cruz.
Zafira abrió los ojos en espanto, percibiendo la tierra moverse ante sus patas así como todo
su pelaje se erizaba de golpe. Rápidamente, se dio la vuelta hacia su ama.
-"¡HAAAYAATEEEEEEEEEEE!"
Nadie se había percatado de la gigantesca sombra que se había deslizado fuera del vórtice,
y que ahora se arrastraba hacia el cuerpo de Alicia. Signum izó a Levantine, enterrando su
espada pero simplemente apuñalando el suelo en vano.
Entonces, la sombra trasmutó del piso y pasó a formar parte del plano físico, tirándose de
golpe y abriendo las mandíbulas contra Hayate.
Alzó la mirada con temor. Allá arriba, la silueta oscura se alzaba tenebrosa; y Azathoth
tomaba entre sus garras a Alicia, como la muñeca de trapo que siempre había sido.
La carcajada de Nyar ahogó todas las maldiciones, gritos y llamadas que Hayate hiciera
desde el suelo. El caos estrujando los corazones y devorando las esperanzas de todos.
El Dios miró a la rubia antes de extender un par de alas deformes, pero tan largas que
parecieron abarcar toda la ciudad, y encogerse en un diminuto punto donde desaparecieron;
solamente para brotar de nuevo entre las piedras, provocando su brillo.
-"Fate…" –murmuró Nanoha con miedo, abrazándola más fuerte, temiendo que en
cualquier momento la abominable criatura se la arrebatara también.
Alicia fue lanzada a los aires entonces, quedando suspendida entre los nubarrones que se
abrieron en un enorme boquete. La figura de aquel ser poderoso enarbolándose detrás suyo.
Chorros de rayos negros y púrpuras cayeron de aquel agujero, disparando contra Unimari
que no tuvo cómo defenderse. Azathoth abrió sus fauces. Una luz blanca rodeó el cuerpo de
la muñeca, y enfrente de ella, el arco negro apareció.
¡RRRRRAAAAAAAAARRRRRRRRR!
Lindy Harlaown, que ya había arribado al lugar, cayó de rodillas al ver a su hijo en los
aires; jadeando, aún malherido pero sosteniendo con fuerza su báculo.
-"Podrás ser un Dios –inhaló aire profundamente-, ¡pero eso no te da derecho a robar
vidas!"
-"¡CHRONO!"
Más rayos bajaron del portal, transformándose en bestias de cientos de brazos como
tentáculos, y hocicos puntiagudos que se atascaban de colmillos retorcidos al igual que sus
siete ojos de diferentes tamaños, moviéndose todos en diferentes direcciones. Se deslizaron
por las paredes y el suelo tal cuales tarántulas monstruosas, en dirección hacia donde
Nanoha y los demás trataban de reunirse de nuevo.
Azathoth ignoró a Chrono para volverse lentamente hacia Alicia, con las garras rodeándola
sin tocarla y sus alas batiéndose apenas.
Relámpagos más gruesos y peligrosos surcaron el firmamento, alumbrando todo con luces
infernales, expandiéndose más allá de la ciudad. Las nubes que habían sido jaladas por
aquel boquete dimensional dejaron escapar una lluvia tan densa como lágrimas, a forma de
un último lamento; antes de ser absorbidas por el portal oscuro cuyas tinieblas caían sin
cesar sobre Unimari.
El Caos Idiota rugió a los cielos y el mundo enteró tembló. En medio de su horroroso canto,
su fiel ejército se puso en pie y aulló también.
Nanoha apretó contra su pecho la cabeza de Fate, volteando exasperada hacia todos lados y
sin saber qué hacer. Era demasiado poder y Alicia estaba en manos del Dios Oscuro.
Bardiche ya no respondía.
El nuevo Fliegen brillaba a lo lejos, como un faro de mal presagio a través de la neblina.
De repente, Chrono aterrizó junta a ella, con una mano cerca del corazón y las vendas que
se entrecruzaban entre su pecho y brazos comenzando a sangrar del esfuerzo.
-"El alma de Azathoth mora en Yog-Sothoth, y Él llamará a los Antiguos cuando las
estrellas marquen el tiempo de Su Venida; porque Yog-Sothoth es la Puerta a través de la
cual Aquellos del Vacío volverán a entrar –las serpientes en el cielo descendieron una vez
más entre los edificios, envolviendo a la ciudad con ciclones de fuego y atizando las
súplicas y llantos de miedo-. Yog-Sothoth conoce los laberintos del tiempo, porque el
tiempo es uno para Él. Y Él conoce por dónde aparecieron los Antiguos en tiempos muy
remotos, y por donde Ellos volverán a aparecer, cuando el ciclo vuelva a empezar."
¡GRRRROOOOOAAAARRRRRR!
¡BOOOOOOOOOOOOMMMMM! ¡CRAAAAAAASSSHHHHHHHHH!
Las llamas pintaron el firmamento de rojo, las casas y los rascacielos cayeron como simples
bloques de juguete mientras las avenidas eran agujereadas sin consideración.
La sangre pronto impregnó el ambiente, acompañada del sonido del arrastrar de patas
monstruosas y bramidos estúpidos, que ya avanzaban lentamente.
-"Después del día viene la noche; los días del hombre pasarán, y Ellos reinarán donde
reinaron una vez –Chrono hizo una pausa, sintiendo la garganta secarse y el pecho dolerle
con fuerza-. Por su vileza… los conoceréis y… y su maldición mancillará la Tierra..." (1)
Nanoha le miró confundida mas Chrono asintió, tomando de nuevo su báculo para ayudarlo
a ponerse en pie y enfrentar a Nyar, que se había detenido a unos cuantos pasos de ellos.
-"Tú, Bestia –habló trabajosamente, entrecerrando un ojo-. Eres el único responsable por el
ataque a los cuarteles generales de la TSAB; eres el único culpable de mis heridas; eres el
único que ha hecho todas estas trampas para hacer caer a la familia Testarossa en tus garras,
¡y ofrecerlas como ofrenda a tu señor Azathoth!"
-"Oh, ¿qué será de mí ahora? –se burló el monstruo, siseando como siempre-. Bueno, sí
que lo soy, pero… ¿hay algo que puedas hacer en mí contra, hijo de Lindy Harlaown?
El ojo rojo del mensajero se desvió hacia la nombrada con burla, recordando lo sucedido en
los cuarteles generales; cuando la mujer se arrodilló frente a él, suplicando por
misericordia.
La Almirante apretó sus puños. Mas su mirada se llenó de terror en cuanto el Hombre
Oscuro se tiró sobre el pelinegro, adoptando en cosa de segundos la figura bestial de la
antigua quimera.
Chrono gritó, poniendo su báculo entre las mandíbulas grotescas y manchadas de sangre
seca. Nanoha apretó más fuerte a Fate, viendo los zapatos del pelinegro hundirse bajo el
quebradizo pavimento.
-"Capitán –rugió la cabeza del león, alzándose y abandonando la del cordero y el dragón
que se mantenían asidas al dispositivo-, ¡llore y suplique como todos, porque el Paraíso ha
desaparecido de la Tierra!"
¡RRRRRROOOOAAAAARRR!
¡CHRONOOOOOO!
¡CRACK! ¡SLAAAASH!
El báculo se quebró en dos y las fauces del león se cerraron sobre la carne de su hombro
con deleite. El chico gritó. Nanoha gritó también, temblando mientras abrazaba con terror a
la rubia inconsciente.
El piso cedió ante el peso y Chrono Harlaown cayó de espaldas al suelo, al tiempo en que el
batallón de la TSAB por fin regresaba a la realidad y disparaban sus lanzas contra la bestia.
La quimera lo soltó de inmediato y voló alto, batiendo las alas blancas de pájaro que salían
de su lomo. Con las dos cabezas gruñendo y la del felino en medio, escurriendo de sangre.
Azathoth rugió.
Y su llamado extendió el portal al mismo tamaño que Unimari misma. El boquete era ahora
evidente desde el espacio exterior, donde todos los cruceros del Bureau llegaban a
presenciar su poder.
Diferentes dirigentes de todos los rangos y milicias fijaron sus ojos en las pantallas de los
barcos, observando a la Tierra girar cada vez con más lentitud en tanto una mancha oscura
se expandía por encima.
Las tres cabezas del mensajero rieron, y con un aullido en común elevó sus tres cuellos al
punto donde Alicia flotaba. En aquel momento, una centella lóbrega rompió los suelos, y
limpiamente, atravesó su corazón.
-"¡!"
El arco negro al frente de su dueña brilló con una intensidad preciosa y apocalíptica,
dejando de girar al fin.
Hayate cayó de rodillas al suelo, casi jalándose los cabellos de desesperación, mientras una
de aquellas bestias de tentáculos se lanzaba contra ella.
Signum se atravesó con su espada arriba y le defendió.
El Dios Oscuro empezó a succionar el alma y magia de Alicia Testarossa con cruel calma
así como llamaba a la oscuridad que le obedeció casi al instante. Remolinos se formaron
entonces en el cielo y las tormentas eléctricas azotaron la ciudad.
Rein gimió al sentir el dolor de su ama ante lo que estaban presenciando. Un par de
lágrimas brotaron de sus ojos tiernos, en su mente naciendo involuntariamente las imágenes
del Viento Oscuro y el Festival de las Muñecas Kokeshi.
El dispositivo llevó sus pequeños manos a la cara y negó. Quería ayudar a Hayate, quería
hacerlo pero no sabía cómo.
Vita se unió a Signum para proteger a Hayate, que había caído en un estado catatónico sin
poder despegar sus ojos de Alicia, cuyo pecho ahora empezaba a ser atravesado por la garra
de Azathoth también.
La sangre rojiza resbalaba sobre aquella filosa uña blanca pálida. El Caos pareció sonreír,
con sus alas extendiéndose en gloria y su cuerpo refulgiendo de un poder que antiguamente
le hubiera sido despojado.
Los soldados del Sultán Demoníaco siguieron bajando del vórtice que había incrementado
su tamaño al igual que las tormentas aumentaban su cólera.
Shamal y Zafira defendían a una Arf desfallecida que no podía ni pararse y parecía ir a
perder la conciencia en cualquier momento; lo mismo que Chrono y Nanoha, que se
mantenían escudando con sus cuerpos a una moribunda Fate.
¡THUD!
Vita fue golpeada por un tentáculo mientras Signum arrojaba a lo lejos el cuerpo de un
monstruo, cortado en dos por Levantine.
Las llamas consumían a la ciudad mientras Nyar se elevaba al cielo, llamando en lengua
maldita a los generales del Dios Oscuro para que pasaran del otro lado del portal. Tres
pesadas figuras envueltas en neblina negra se precipitaron dentro de las piedras erigidas.
Azathoth aulló, con el arcaico poder latiendo una vez más dentro de sus venas.
Tras esas formas vinieron otro tipo de bestias cuyas alas se asemejaban a murciélagos, pero
no poseían cabeza, sino que sus fauces estaban en sus abdómenes; los cuales se ondeaban,
dejando caer una baba espesa al tiempo en que sobrevolaban por entre los edificios
destruidos y las personas que huían por sus vidas.
Sus carnosos apéndices hacían un sonido hueco al aletear, y sus chillidos eran semejantes a
los de cientos de hienas hambrientas.
La Tríada que hubiese caído momentos atrás, se sumergió entonces en el suelo, perforando
todo a su paso para succionar la tierra y tomar una forma corpórea. Una de ellas apareció
frente a Nanoha y Chrono. Ambos quedaron perplejos. Era una versión espantosa de Precia
Testarossa; con colmillos y garras, alas dentadas y una cola reptiloide que latigueaba el
suelo con fuerza.
Pero fue la tercera forma la que tenía una visión más espantosa.
Brotó del suelo, justo enfrente de Signum y Vita, que se pusieron delante de su aún
catatónica ama Hayate. Debía ser la cabeza de los tres.
Y era una burla cruel a los ojos llorosos de todos. Si Fate y Alicia fueran una sola…
No era terrible porque fuese monstruosa, sino porque era todo lo contrario. Una joven
extremadamente hermosa, cuyos larguisímos cabellos rubios se ondeaban al viento, la
lluvia portentosa que se había desatado ni siquiera le empapaba o tocaba; permitiendo que
los mechones cayeran de forma graciosa a su alrededor.
Vestía una armadura en color blanco, negro y rojo; con adornos plateados sobre un vestido
blanco de olanes vaporosos que protegían sus cabellos de tocar el suelo. Sus brazos
elegantemente cubiertos de guantes hasta arriba del codo, con plateadas protecciones en las
muñecas. Su largo y fino cuello adornado por un collar tachonado en piedras preciosas que
formaban una mariposa.
Pero lo más cruel eran sus ojos borgoñas, que carecían de un iris negro que le hubiese
conferido la característica humana. Y en su cabeza, ostentaba una diadema trenzada a sus
cabellos por listones rojizos.
Una burla.
La pelirrosa volvió su mirada a aquella hermosa mujer que estiró con gracia un brazo. Y el
arco oscuro, Fliegen, apareció en su mano.
Y justo detrás de ella, el monstruoso rostro de Azathoth se reveló, con las garras y alas
rodeándola con orgullo.
Os visitan de noche
y os roban vuestras lágrimas calientes;
esperan a que salga la luna,
y las introducen en mis venas frías.
Capítulo XXV
Interludio
"El primer Sol, el Sol del Tigre, nació en 955 a.C. Pero al final de un largo período de 676
años, el Sol y los hombres fueron devorados por los tigres.
El segundo Sol era el del viento. Él fue llevado por el viento; y todos los que vivían sobre
la tierra, y quienes se colgaban de los árboles para resistir a la tempestad, se
transformaron en monos.
Vino a continuación el tercer Sol, el sol de la Lluvia. Una lluvia de fuego se abatió sobre la
tierra, y los hombres se transformaron en pavos.
El cuarto Sol, el sol de Agua, fue destruido por las inundaciones. Todos los que vivían en
esta época se transformaron en peces; el agua recubrió todo durante 52 años.
El Señor de los Caracoles, célebre por su fuerza y su belleza, hizo un paso adelante:
-Yo seré el Sol, dijo él.
-¿Alguien más?
Silencio.
Todos miraron al Pequeño Dios Sifilítico, el más feo y desafortunado de los dioses. Y
decidieron:
-Tú.
El Señor de los Caracoles y el Pequeño Dios Sifilítico se retiraron a las montañas, que hoy
son las pirámides del Sol y de la Luna. Allá, en ayunas, meditaron. Luego, los dioses
formaron una inmensa hoguera…
Azathoth levantó su cuerpo por los cielos y lanzó un espantoso rugido desde su enorme y
gruesa garganta blanca. Nyar volteó sus tres cabezas de quimera y voló hacia él,
recuperando su antigua forma.
Se posó detrás de Alicia, mostrándole la espalda a su Señor. Y dando tres pasos hacia atrás,
su cuerpo y el del Caos, asemejando un abominable dragón, se fundieron en uno solo.
-"Alicia…"
Hayate, que se mantenía de rodillas en el suelo y con las manos todavía en su cabeza, alzó
la mirada hacia la rubia. Un rostro frío y la sonrisa diabólica de un ángel en la Tierra le
recibieron.
Y sin embargo, los ojos borgoñas desprovistos de sentimientos empezaron a llorar, con las
lágrimas bajando por sus mejillas.
El corazón del Ama del Cielo Nocturno se contrajo, y se sintió llorar también…
¡AWWWWWWWKKKKKKKKK!
Un aullido armonioso, como el canto hipnotizante de las ballenas, se dejó oír por toda la
ciudad. El Dios Oscuro se dobló y se lanzó hacia abajo, en dirección a Alicia, rodeándola
con su cuerpo largo de serpiente blanca.
Ambos brillaron.
Las once Jewel Seeds deshicieron su formación y levitaron por los aires manteniendo un
patrón circular, con su resplandor azul fundiéndose y convirtiéndose después en el corazón
de la Bestia.
El arco negro brilló, y una flecha hecha de cristal oscuro se creó entre los dedos
enguantados de blanco. La cuerda se tensó.
Las alas anómalas y puntiagudas del Caos nacieron de la espalda de Alicia, enormes y
blancas; batieron una y otra vez, hasta que sus pies renunciaron al piso, con el collar de
mariposa confeccionado por joyas, tintineando tal cascabeles santos.
Y mientras flotaba en los aires, la figura espantosa de Azathoth se dejaba ver detrás de ella
de cuando en cuando, como un colosal espíritu etéreo.
-"Hoy es el día del Gran Retorno, y en este último día, los Exteriores blandirán sus
mandíbulas y limpiarán la faz del Universo –el siseo hizo eco en toda Uminari, asustando
a todas las personas; los labios de Alicia moviéndose, pero la voz de Nyarlathothep
hablando-. Allí, donde los poros de la Tierra debían de bastar…"
Los brazos se enderezaron y la saeta oscura se cubrió de flamas negras, apuntando directo
hacia donde Lindy Harlaown se mantenía de pie, con el libro prohibido todavía entre sus
brazos.
-"…seres que sólo debían de arrastrarse –el mensajero escupió con rencor, pasando la
vista borgoña por todos los seres humanos que estaban en derredor-, han aprendido a
caminar…" (1)
¡BLAAAAAASSSSST!
-"¡MAMÁ!"
El grito de Chrono fue interrumpido cuando Arf se abalanzó de inmediato frente a la mujer,
cayendo sobre sus cuatro patas y alzando un escudo protector; que si bien se quebró en
pedazos, duró lo suficiente como para desviar el ataque.
Lindy quitó el brazo que había llevado a su cara y miró con incredulidad al lobo rojo
enfrente de ella.
-"No he olvidado lo que nos hizo, Harlaown –gruñó el familiar, entre jadeos-. Pero sus
amigos están tratando de salvar a mis amas, y eso no lo puedo pasar por alto tampoco…"
-"Nosotros somos familia –una suave voz rompió con el silencio, atrayendo las miradas de
todos-, por eso, por eso… ¡vamos a recuperar a Alicia!"
Los ojos de Nanoha se iluminaron al fin, viendo a Fate ponerse de pie y convocar de nuevo
a Bardiche, sujetándolo fuertemente con su mano derecha. La rubia le dedicó una amable
sonrisa.
-"Gracias por cuidar de mí, Nanoha –susurró con dulzura-. Lamento tener que molestarte,
¿pero pelearías junto a mí una vez más?"
-"¡Um! –asintió, poniéndose de pie también-. Éste es nuestro mundo ahora, y lo seguirá
siendo."
¡GRRRROAAAAAARRRR!
La figura de Precia se abalanzó sobre Chrono, con Nanoha cubriéndolo desde atrás;
mientras tanto Fate se abría paso para volar hasta donde su hermana estaba.
Los guantes blancos acariciaron los costados de Fliegen y varias flechas oscuras surgieron,
impulsándolas todas y liberándolas de golpe una sola vez.
La lluvia de saetas explotó por todos lados. Más y más cayeron, con Alicia acometiendo
ante todos. Y la figura de Azathoth escondida detrás, abriendo las fauces y escupiendo
según los dedos de la rubia soltaban los ataques.
El humo espeso ya tocaba los altos cielos, donde los cruceros de la TSAB no cesaban de
disparar hacia las bestias aladas que sobrevolaban por la ciudad. Magos del Bureau
peleaban uno a uno contra los monstruos raptores que atacaban a los ciudadanos, los cuales
ellos buscaban sacar cuanto antes del desastre que caía sobre ellos, a causa de las flechas
que Alicia no paraba de arrojar.
-"¿Es que nos vamos a quedar sin hacer nada, Signum?" –gritó Vita, dando un martillazo
contra una flecha.
-"Snake Form."
La líder de los Wolkenritten no se lo pensó dos veces. Se arrojó de lleno contra la hija de
Precia antes de que sus manos se deslizaran una vez más sobre el arco de cristal y
destruyera una de las naves.
-"¡DETENTE!"
Signum se sorprendió de verla ahí de pie, con los brazos extendidos y volando para evitar
que lastimase a su hermana. La cara empapada en súplica y perdón. Sin embargo, la mueca
de sorpresa se esfumó de inmediato al empujar a la rubia a un lado, y entonces…
¡BLAAAAASSSSSSTTTTTT!
¡AAAAAGGGGGHHHHHHH!
-"¡ALIIICCIIIAAAAAA!"
Los gritos de Fate fueron sofocados por el estridente remolino de poder que la flecha oscura
creó, partiendo en pedazos la armadura del brazo derecho que la guerrera de la espada había
alzado para proteger su rostro y alcanzando a destruir uno de los barcos del Bureau.
Vita gritó asustada al ver la carga de energía que envolvió el cuerpo de su compañera y la
arrojó contra el suelo agrietado, forzando un caminillo entre el asfalto.
-"¡SIGNUM! –volteó a verla, contemplando la estela de humo que salía del lugar donde
había caído-. ¡¿QUÉ RAYOS ESTÁ MAL CONTIGO, TESTAROSSA?"
La guardiana, presa de una rabia creciente, se dio la media vuelta y agitó su martillo con
fuerza directo al rostro de Fate. La otra tan sólo cerró los ojos, esperando el golpe que
jamás llegó.
-"¡BASTA! ¡No voy a permitir que armen una pelea cuando el enemigo ya nos está dando
una paliza!"
-"¿Nanoha…?"
Las pupilas borgoñas vislumbraron a la pelirroja al frente suyo, sujetando con sus manos
magulladas el mango de Graf Eisen; la tela que cubría el brazo derecho pintada de un rojo
oscuro casi por completo, con las heridas provocadas en el Festival de las Muñecas
volviéndose a abrir.
-"¿Por qué no dejaste que la detuviera, Testarossa? –interrumpió Signum, caminando hasta
ellas y mirándolas desde abajo mientras se sujetaba un hombro desnudo-. ¿Te das cuenta de
la gravedad de tus acciones, o es que no estás pensando en los demás?"
-"¡Ya basta, Vita!" –exclamó Nanoha, empujando súbitamente el martillo para hacer claro
su enfado.
Todos guardaron silencio. En esos momentos, Fate dirigió una mirada tímida a su gemela
en las alturas, lejos de ellas; ataviada como un ángel guerrero, y aún así, portando un
corazón de demonio…
-"Alicia… -susurró, con los ojos empezándole a humedecerse al igual que sentía las
mejillas arder-… ¡es lo único que me queda en la vida!" –terminó con la voz ahogada.
Nanoha se mordió los labios, permitiendo que la tristeza pernease sus ópalos zafiro. Tenía
razón. Fate tenía razón.
Si por alguna casualidad del destino Alicia perdiese la vida, ella se quedaría sola… aún con
Arf a su lado, las cosas jamás volverían a ser iguales.
-"Está bien, vamos a encontrar la manera –la ojiazul tomó su mano, apenas cubierta por los
retazos de hule negro que habían sobrevivido- de traerla de regreso. Pero, ¿entiendes que
tenemos que lastimarla para poder salvarla, Fate? ¿Lo entiendes, cierto?"
Las lágrimas en el rostro de Alicia se hicieron más profusas, con las joyas borgoñas
tornándose de un blanco brillante, precioso como diamantina. Los labios temblando cual si
todo a su alrededor fuese una tormenta de nieve insoportable.
Suaves murmullos abandonando su garganta, pero ningún sonido llegando a ser inteligible.
Los dedos cubiertos por los largos guantes blancos, haciendo cada vez más presión,
mientras su cuerpo se convulsionaba en pequeños espasmos.
¡STRAIN!
¡RROOOOOAAAAARRRRR!
PROTECTION! (¡PROTECCIÓN!)
Esta vez fue Shamal quien les salvaguardó, ayudada por Zafira. El torbellino de fuego veló
por entero la visión de los cuatro, con la barrera azul y verde empezando a concentrar todo
el calor dentro.
La guerrera del lago aspiró fuerte, percibiendo la sensación de estar dentro de un horno
colarse por su piel. De repente, las garras de la enorme pantera golpearon el cemento,
haciendo a la rubia caer de rodillas al tiempo en que el animal redoblaba su ataque.
Ahora, era como si un boquete de fuego quisiera engullirlos, siendo solamente desviado a
los lados por el campo protector. Luces rojas y amarillas se convirtieron en la única visión
al abrir los ojos ante el calor sofocante…
¡TIN!
-"¡Resiste!"
El aullido de Zafiro apenas alcanzó los oídos de su camarada, quien pronto observó con
temor su segundo péndulo ser disparado. Todo se congeló. La mirada carmesí siguiendo el
recorrido de su dispositivo, habiendo cedido por la presión del ataque.
Las llamas levantando el pavimento. Descuartizando la barrera y rodeando al lobo azul, que
lanzó un gemido agonizante mientras el dolor lo forzaba a ponerse en dos patas; con el
concreto elevándose a temperaturas altas.
¡GRRRROOOOAAAARRRRR!
¡ROOOOOOAARRRR!
¡SLASH!
¡AWWWFFFF!
Arf se atravesó de inmediato y galopó directo hacia a la bestia, obligándole a ponerse de pie
en cuanto sus mandíbulas rojas se cerraron sobre la curveada oreja negra. Linith lanzó un
chillido estridente, con los colmillos retorcidos revelándose a la vista de todos.
-"¡Klarer Wind!"
El artefacto obedeció de inmediato, con los cristales volando y haciendo arcos que se
entrelazaban una y otra vez alrededor del cuerpo de la pantera; la bestia rugió, concibiendo
todo su enorme cuerpo ser comprimido al siguiente instante.
Enseguida, trozos de hielo surgieron ante el comando de Zafira, constriñendo aún más al
monstruo.
Finalmente Lindy Harlaown invocó su báculo, apuntando la punta filosa directo al pecho de
la criatura. En sus ojos reflejándose su forma abismal así como la figura de Arf, siendo
sacudida de un lado a otro como un pedazo de trapo.
-"¡ALMIRANTE!" –llamó Shamal, siendo jalada bruscamente hacia delante, con las
cuerdas tensándose al máximo por el retorcer del animal.
"Fate… Alicia… lo que has hecho, lo que tú, Bestia, nos has hecho…"
-"¡NO TE LO PERDONARÉ!"
Los hielos se quebraron y los péndulos por fin cedieron. Los ojos oscuros de Linith se
dirigieron hacia Lindy Harlaown al tiempo en que la lanza se izaba en el aire, dando vueltas
sobre sí.
Una sonrisa torcida se formó en los dientes bestiales, y una de las garras arañó fuertemente
la figura del lobo rojo, obligándolo así a abrir el hocico para lanzar un chillido.
Arf cayó.
Y la horrible pantera expandió las mandíbulas emitiendo un feroz rugido. Los ojos de la
Almirante se llenaron de espanto.
¡GRRRROOOOAAAARRRRR!
¡SLAAAASHHHHH!
¡AAAARRRFFFF!
-"¡MUERE!"
-"¡Todavía no!"
Chrono voló rápidamente hacia atrás, de espaldas, permitiendo que los pocos soldados que
no luchaban contra el ejército de Azathoth le auxiliasen en su pelea contra Precia.
Las descargas de magia que asemejaban balas pronto colisionaron contra la mujer,
liberando una explosión inmensa de humo.
El pelinegro alzó su dispositivo, mas en cuanto la nube se hubo disipado, sólo el viento frío
y la noche oscura le recibieron. Los escalofríos recorrieron su piel y él volteó a mirar a
todos lados, desesperado.
-"¡CAPITÁN!"
Volteó de inmediato, observando una lluvia de balas de un fiel subordinado suyo rozarle el
rostro; sólo para que al momento en que Chrono siguiese su dirección, descubriese la
silueta horripilante de un ser alado tras su espalda, cuya boca tragó los disparos.
Y después, explotó en pedazos, con las alas puntiagudas y sus miembros esparciéndose por
el suelo.
-"Photon Lancer –un brillo captó su atención-. Genocide Mode." (Lanza de fotones, Modo
Genocida.)
Millones de puntitos resplandecientes resaltaron entre las nubes oscuras, empezando a
ganar furor con cada segundo. Los párpados de Chrono se entrecerraron, tratando de
distinguir que…
Los ojos del chico se abrieron en terror, desviando la vista velozmente hacia uno de los
batallones que luchaba en las calles; con el líder del escuadrón agitando su brazo hacia él.
-"Breaker." (Destruye.)
El cetro de Precia bajó, y al instante, las miles de esferas centellearon. Para después
precipitarse de golpe hacia tierra…
-"¡CAPITÁN!"
-"¡NOOOOOOOOOOO!"
El impacto fue más raudo que Chrono Harlaown, quien se detuvo a medio camino
solamente para contemplar por última vez el rostro de sus camaradas luchando; la voz
llamándolo segundos atrás quedando grabada en su memoria...
¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!
Una explosión tremenda se alzó hasta el firmamento, con el fuego rojo tocando los cielos
de nuevo y arrojando cenizas y trozos humanos y monstruosos por todos lados; como si
fuese un volcán en erupción.
Chrono murmuró algo, estupefacto. Los guantes de metal tocaron sus cabellos para después
apretarlos fuertemente, admirando las armaduras de sus soldados ser aplastadas y
carcomidas por garras deformes y horripilantes.
La sangre extendiéndose con paciencia por todos los recónditos, levantando el olor
metálico de la muerte consigo.
¡CLANK!
Bardiche chocó contra el cuarzo de Fliegen, cuyo volumen ahora ostentaba un pico filoso.
Fate gritó un par de cosas, uniendo y desuniendo ambos dispositivos.
-"Shoot!" (¡Dispara!)
Al siguiente segundo, Alicia se dio la vuelta, con tres flechas listas que contrarrestaron el
ataque de Nanoha; induciendo un estallido que fue aprovechado por las criaturas voladoras,
quienes se arremolinaron sobre la pelirroja como un enjambre de abejas furiosas.
¡SLASH!
Alicia –Azatoth o Nyarlathotep- sonrió con sorna, ascendiendo en el aire conforme las
descomunales aletas blancas se batían tranquilamente.
-"¡Levantine!"
"Está usando sus ataques… y los perfecciona con cada momento que pasa…"
Las alas carnosas se ensancharon en todo su poderío sólo para juntarse enfrente de su
dueña. Los cuernos al final de los apéndices parecieron relucir, y entonces, las aletas se
abrieron como si un resorte se hubiera activado.
¡ZAAAASSSSS!
-"¡SIGNUM!"
Una pequeña figura apareció al frente, con los brazos cruzados delante de su cara y ojos
cerrados. Machacando los dientes y emitiendo gemidos de dolor ante las agujas que
lograban traspasar el campo prismático rojo, rasgando su piel como simple tela.
-"Vita…"
-"¡Idiota! –articuló apenas-. ¡No te quedes ahí parada, agh! ¡Hayate necesita tu ayuda!"
-"¡VITA!"
¡THUD!
¡BLASSSSTTTTT!
Fate Testarossa empujó con fuerza a su hermana, logrando así que la flecha se desviase por
meros milímetros de la guerrera del martillo. Inmediatamente su ropa de combate volvió a
la normalidad, abandonando la forma sónica que le había permitido llegar a tiempo.
-"¡VE! –gritó, dándole la espalda y haciéndole frente a su hermana-. Nosotras nos
encargaremos de esto –al ver que la otra no se movía, apretó sus puños y le arrojó una
diminuta e inofensiva esfera eléctrica-. ¡Necesitamos a Hayate y lo sabes! ¡VETE!"
-"Testarossa…"
-"Vita, por favor ayuda a Nanoha –habló con voz calmada, sujetando a Bardiche y viendo a
la nombrada colocarse a su lado-. Yo me haré cargo de Alicia."
La pelirroja pareció pensarlo un poco, mas aceptó; bajando rápidamente así para socorrer a
Takamachi, cuyos enemigos mordisqueaban sus mangas y brazos en un intento por
apaciguar su hambre.
-"Alicia…"
¡CLANK!
-"Bardiche –el ojo dorado brilló-, Riot Zanber." (Espada cuerpo a cuerpo.)
-"Yes, Sir."
¡CLASH!
Los truenos zumbaron en cólera y los relámpagos oscuros y rojos se precipitaron sobre la
tierra una vez más, creando huracanes de fuego y tierra que quemaron y enterraron todo ser
a su paso.
Vivo o muerto.
-"¡NANOHA!"
¡AAAAAGGGGGHHHHH!
-"¡Graf Eisen!"
-"¡AAAAHHHHHH"
El grito de Vita alcanzó los oídos de Nanoha, así como su mirada desesperada pronto
divisaba la figura de la guerrera flotando en el aire, con el gigantesco martillo de hierro
apuntando hacia abajo.
¡STTTOOOOOMMPPPPP!
La punta girando cual taladro furioso y perforando el suelo limpiamente, con las rocas
volando y un poderoso torbellino naciendo y encendiendo una explosión que arrasó con
gran parte de los monstruos.
-"¡VITA!"
La voz de Rein la hizo voltear, con los zapatos negros tocando el piso y el cuello girándose;
solamente para hallar los tentáculos inmovilizar sus brazos mientras fauces asquerosas y
bañadas en sangre se abalanzaban sobre ella.
-"…BUSTERRRRR!" (¡…DIVINOOOOOO!)
¡BLAAAASSSSTTTTTT!
Los trozos de aquel animal cayeron sórdidamente en el asfalto, con la pelirroja absorta
viendo la sangre negra fluir y las mandíbulas hechas totalmente pedazos.
-"Vita –Nanoha puso una mano en su hombro, tratando de encontrar el aliento-, ¿estás…?"
¡GROOOOOAAARRRRRR!
Rugidos y gorgoteos estúpidos las hicieron ponerse en guardia enseguida. Las pisadas
sonoras de las bestias de tierra y aire pronto sacudieron sus corazones y cansados
pulmones. Innumerables ojos reflejando sus rostros en su interior.
Una nidada de demonios bajando por los edificios, perforando el cemento, galopando por
las calles y aleteando en los aires alrededor suyo, se alzó de repente.
-"¡ALICIA!"
¡THUD!
Los cortes arañaban las telas blancas y negras de cada una, con los dispositivos chirriando
uno contra otro así como los golpes directos impactaban el estómago de la otra.
Las ropas hechas un total desastres y la capa seccionada a la mitad, conservando solamente
la parte superior sujeta a sus hombros. La armadura de Alicia, en cambio, brillaba de
pureza.
Fliegen emitió un brillo escalofriante, con un ojo monstruoso revelándose en el interior del
cuarzo y moviendo su pupila frenéticamente hacia todos lados; Fate sintió su cuerpo
estremecerse en cuanto la mirada del dispositivo fijó su vista en ella.
-"Bloody… -la suave voz de Alicia salió, como en una burla brutal al tiempo en que el
hacha reproducía la orden en un tono ronco y gutural-… Heart." (Corazón… Sangriento.)
-"IGNITION!" (¡IGNICIÓN!)
-"SET UP!" (¡PREPARADO!)
La descomunal hoja dorada se balanceó pesadamente por los aires, como si los cortase; acto
seguido, su dueña se lanzó en picada, con las manos asidas fuertemente al mango del arma
que se inclinaba detrás suyo.
Delante de sus ojos, el increíble retrato de una inmensa ave negra nació, con su graznido
cautivador rezando a las tinieblas en el cielo mientras sus plumas lóbregas se extendían
encima de los rascacielos.
Los ojos totalmente blancos del ave, cual luz atrapada en un recipiente hueco, se enfocaron
en ella. Y blandiendo sus alas, subió con movimientos fuertes y veloces en su dirección.
Fate gritó.
Y una enorme colisión ahogó todos los sonidos del caos que se desataba sobre Uminari.
¡PPLLLLAAAAAAAAFFFFFF!
¡FATE-CHAAAAN!
La menor hizo más fuerza en su espada, cerrando los ojos y escuchando a lo lejos el grito
de Nanoha. Las luces oscuras que despedía la representación de su hermana alcanzando a
ennegrecer aún más su visión de los alrededores.
Terribles oleadas de calor y dolor reventaron los sentidos de su cuerpo así como escuchaba
la armadura negra de su dispositivo no sólo agrietarse, sino despedazarse para que el brutal
torrente creado se llevase algunos restos consigo.
(Fate…)
(Me duele…)
¡GRRRROOOOAAAARRRRR!
¡SLAAAASHHHHH!
Pero fue el rugido escabroso lo que hizo desviase la vista a las avenidas derruidas, viendo
frente a sus ojos la silueta de su familiar caer lentamente en el aire mientras dos sangrientas
mandíbulas se precipitaban sobre ella.
Por una fracción de segundo, el rostro de Fate se contrajo en miedo puro y su concentración
se vio partida en dos.
¡AAAARRRFFFF!
Una fracción de segundo, fue tiempo suficiente para que la espada se hiciera añicos, como
simple polvo de estrellas; y el pico infernal del ave perforara la barrera.
¡FATE-CHAAAAAANNNNNNN!
¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!
Signum aterrizó a un lado de Hayate, que seguía petrificada sin que Rein pudiese sacarla de
su estado anímico. La pelirrosa jadeó, tomándose un costado al sentir una herida grave
comenzar a mermar sus fuerzas.
Sosteniéndose de Levantine, miró a Vita que martilleaba la tierra para librar a Nanoha del
maldito ejército de Azathoth; mientras en los cielos, Fate y Alicia seguían disparándose la
una a la otra; el batallón de la TSAB intentando contener a las bestias y frenar su avance,
queriendo evitar más destrucción y fuego en la ciudad.
Shamal y Zafira paralizando la retorcida versión de Linith al tiempo que Arf se aferraba a
su oreja, defendiendo a una contrariada Lindy Harlaown; en tanto Chrono se las arreglaba
contra una monstruosa Precia Testarossa.
De la alguna vez gran ciudad de Japón, ya solamente estaban quedando meros escombros y
cadáveres.
Signum se dejó caer de rodillas al lado de la Comandante, no soportando más el dolor que
hacía sus piernas doblarse. La armadura en su cintura desmembrándose y desmoronándose
en el suelo, su imagen antes brillante y metálica ahora cubierta de un marrón podrido e
inservible.
Dio un puñetazo a la calle en ruinas, importándole muy poco la sangre que comenzaba a
bañar sus nudillos.
Rein, que flotaba a un lado de la aludida, la volteó a ver con angustia. Suplicando con la
mirada a su camarada que hiciese algo; si Hayate no despertaba, ella no podría utilizar los
poderes del Libro de la Oscuridad, puesto que requería de sus órdenes y permisos.
-"¡HAYATE! –gritó Signum esta vez, enfurecida hasta las venas y dejando de lado los
formalismo con su dueña-. Maldita sea, ¡¿es que acaso no ves que nos estamos rompiendo
el cuello en esto? ¡Hasta Testarossa está allá arriba peleando aún cuando está consciente
que es su propia hermana y única familia en este mundo!"
La castaña no dijo nada. Solamente se limitó a cerrar los ojos con pesar y a abrazarse a sí
misma, temblando de pies a cabezas como una niña asustada del monstruo que viene a
visitarla en la noche.
-"¿No vas a hacer nada? –su voz y sus dientes temblaron, en una mezcla de ira y dolor-.
¡¿Vas a vernos y vas a dejarnos morir así nada más?"
Las lágrimas de frustración e impotencia al fin salieron de las pupilas de la guardiana, que
agachó la cabeza y empezó a golpear el suelo una y otra vez con sus puños.
Murmurando maldiciones, recordando el planeta en el que estuvo atrapada y que ahora era
nada en el espacio exterior. Recordando los rostros de sus camaradas fallecidos, el llanto de
los niños, la suciedad y el miedo en las caras de la gente mientras la pestilencia de la
muerte encajonaba más y más la ciudad.
-"Lo siento…"
La voz baja de Signum penetró en la mente de Yagami, obligándola a llevarse las manos a
la cabeza mientras sus ojos admiraban a la princesa de blanco que relucía entre las sombras.
Ésa cuyo arco espantoso se transformaba en un hacha confeccionada para matar.
¡SLAP!
-"¡SIGNUM!"
La pesada mano de la aludida abofeteó a Hayate con tal fuerza que la hizo dar un giro y
caer al piso. Rein abrió sus ojos como platos justo en el momento que su chillido alarmado
abandonó sus labios.
¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
Transmutando la esfera que coronaba su cetro en una fina asta larga que perforó y atravesó
el costado izquierdo del pelinegro, obligándolo a soltar un lamento de agonía.
-"Signum…"
Rein gimió atemorizada al volverse con la castaña, que se irguió, sobándose una muy roja
mejilla y limpiándose un hilo de sangre de sus labios.
-"Hayate…"
-"Yo… -habló, cerrando los párpados en vergüenza y desviando el rostro-. Rein, lamento
mucho…"
-"No, está bien –la castaña sonrió, viendo a su guardiana alejarse-. Lo necesitaba."
Tomando su báculo, Hayate frunció el ceño ante todo el desastre provocado. Un crucero
evidentemente había caído así como muchos de sus colegas. La estela de humo y el rastro
de cuerpos y sangre lo evidenciaban claramente.
Y al mismo tiempo, algunas otras criaturas más tratando de devorar a los magos que
buscaban salir de la nave envuelta en llamas que había sido derribada.
-"Rein, prepárate."
-"¡Enseguida, Hayate!" –contestó obediente, fundiéndose con la Ama del Cielo Nocturno
para hacer crecer su capa blanca y cambiar la tonalidad de sus cabellos oscuros.
Precia voló por los aires en un círculo amplio y planeó tierra abajo, esquivando así la
cadena de la líder de los guardianes que había buscado atraparla, ahora jalando a Chrono
cuidadosa y rápidamente hacia ella.
Signum le atrapó y ambos se refugiaron detrás de una estatua caída. Sin perder más tiempo,
se apresuró a checar la gravedad de su herida en las costillas.
-"No puedes pelear más" –murmuró más para sí misma que para él.
Los ojos de la pelirrosa se clavaron en él, esperando que dijese algo más para ella no tener
que soltar palabras innecesarias; y que ciertamente, nadie debería de saber.
-"El Libro de la Oscuridad… el antiguo poder" –jadeó con fuerza, escupiendo sangre y
aferrándose a la armadura de la otra.
-"La última vez que lo vi un planeta entero murió" –respondió secamente, su voz
tornándose fría de repente.
Chrono señaló con su báculo a donde estaba Alicia, observando de reojo a Fate partir a
Bardiche en dos mientras la mayor era envuelta por flamas negras. La grotesca figura del
dragón estúpido apenas visible por segundos detrás de su muñeca.
Chasqueando la lengua y los colmillos sangrientos.
-"Cuando Azathoth la haya absorbido, a Alicia y las once Jewel Seeds… por completo –se
detuvo, tosiendo de nuevo. El sonido de las garras de Precia acercándose cada vez más-…
partirá este mundo. Y todos habremos de morir."
Signum se quedó en silencio, mirando callada a Hayate caminar al frente para empezar a
descargar bombas de energía sobre los monstruos que se aventaban sobre sus fieles y
heridos soldados.
-"¡Sabes que digo la verdad! –exclamó de repente, provocando que los pasos de Precia
parasen, como si ella estuviese deduciendo de dónde había venido tal grito-. ¡Tú lo
conoces!"
La guerrera Belka se deshizo de su agarre con más fuerza de la que hubiera querido, y su
mirada le fulminó con fiereza.
-"¡Sabes lo que Ellos son capaces de hacer y el precio tan terrible que exigen! ¿Quién va a
sacrificarse por ello? –espetó enfurecida, con la sangre hirviéndole y las lágrimas subiendo
una vez más por su garganta-. ¡Mira nada más lo que le han hecho a Alicia!"
-"Sólo otro Dios puede vencer a Azathoth" –musitó, sintiendo el mundo a su alrededor dar
vuelta y el rostro de Signum distorsionarse.
-"Maldito seas por tener razón, Chrono Harlaown" –farfulló entre dientes.
El chillido de la bestia cortó su alegato. Ambos se pusieron de pie listos para volver a
atacar, aunque Chorno vaciló un poco en su postura. Su frente estaba empapada de sudor y
sangre. Las caras se revolvían en un remolino perpetuo y confuso.
La ojiazul le miró de reojo y miró al monstruo que abrió sus alas y voló directo hacia ellos.
El báculo de Chrono cayó con el ruido de la madera golpeando una pared hueca, junto con
él.
-"¡AHHHHHHH!"
Con un grito de guerra, Signum y Precia pelearon cuerpo a cuerpo en el aire mientras
Levantine daba giros sinuosos en un intento por frenar a la criatura, con las llamas en sus
eslabones arrojando chispas por todos lados.
Traspasaron edificios engullidos por el fuego, cayeron al suelo y saltaron de nuevo a los
aires. El dispositivo brillaba en ira contra las garras de la bestia que pretendían alcanzar a
su dueña; a la postre, la cola reptiloide atrapó el cuello de ésta, que se debatió contra las
fauces humeantes para no ser mordida.
Precia sonrió.
¡GROOOOOOOAAAAAARRRRRRR!
Pero antes de que se elevara en el cielo, los dioses, furiosos, lo abofetearon y le pegaron
en la cara con un conejo; tanto que le retiraron su resplandor.
Fue así que el arrogante Señor de los Caracoles se volvió la Luna. Las manchas de la
Luna son las cicatrices de su castigo.
Este quinto Sol, el Sol del Movimiento, iluminó a los toltecas e iluminó a los aztecas.
(1) "Allí, donde los poros de la Tierra debían de bastar… seres que sólo debían de
arrastrarse, han aprendido a caminar." Frase muy conocida del Libro Necronomicón.
Blinded to see
the cruelty of the Beast;
here is the darkest side of me.
(Forgive me my sins!)
Capítulo XXVI
Yog-Sothoth
"Sentada tantos años en una esquina, una vieja muñeca siempre me mira.
Tenía la muñeca cara de luna y los ojitos rojos, rojos como ninguna. Sus manos de
porcelana en el vestido se posan, en su pelo ondulado revolotean las mariposas.
Tenía la muñeca los brazos rotos, la mirada ingenua y los zapatos rojos…"
-"¡DETENTE!"
-"¡ALIIICCIIIAAAAAA!"
-"¡Resiste!"
¡GRRRROOOOAAAARRRRR!
¡SLAAAASHHHHH!
¡AAAARRRFFFF!
-"¡CAPITÁN!"
¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!
-"Alicia, te quiero…"
-"¡NANOHA!"
-"IGNITION!" (¡IGNICIÓN!)
¡PPLLLLAAAAAAAAFFFFFF!
¡FATE-CHAAAAN!
(Fate…)
(Me duele…)
¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!
¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
¡GROOOOOOOAAAAAARRRRRRR!
Las lágrimas salieron copiosamente al igual que los llantos deformaban la voz de la niña
acurrucada en las sombras, asustada. Miles de imágenes reproduciéndose en su cabeza una
y otra vez, sucesos simultáneos y empalmados en una secuencia tal que terminaban por
acribillar su pobre corazón.
De repente, Fliegen apareció frente a sus ojos, girando sobre sí. En cuestión de segundos,
los cristales antes brillantes y límpidos se cubrieron de una sustancia negra; los bordes finos
y curvos se afilaron grotescamente.
El cuarzo, ahora negro, reveló un ojo monstruoso que posó su mirada diabólica en ella.
El reflejo del ojo de Fliegen le devolvía su imagen de niña, con las ropas despedazadas y el
cuerpo manchado de rojo.
La rubia se arrastró de espaldas, alejándose lo más rápido que el miedo le permitía. Hasta
que el ruido de una cuerda tensarse la detuvo, literalmente. La mirada borgoña contempló el
hilo destellar entre las sombras.
La aludida volteó el rostro hacia atrás y su ser se estremeció al ver al mensajero oscuro
arrodillada justo detrás suyo. Las largas garras de obsidiana se posaron sobre sus hombros
desnudos, arañando la piel y abriendo cortes delgados en ella.
-"¿No es maravillo mi Señor, el gran Sultán Azathoth, por haberte concedido la vida que
tanto añorabas?"
Alicia negó una y otra vez, perpleja y empapada de miedo hasta los huesos. Su mente
gritando que eso no era lo que había deseado, ¡eso no era lo que había deseado!
-"Serás su preciosa muñeca, y nadie en este mundo podrá ponerte una mano encima –
susurró en su oído, con el aliento a muerte haciendo temblar a la niña-. Aquél que se
atreva –Nyar elevó su otra mano, afilando sus garras unas con otras-, morirá junto a este
podrido mundo."
"Fate…"
-"¿Qué dices?"
"¡Fate! ¡Fate!"
-"¿Tienes miedo, Alicia? –se rió fuertemente-. Pero si apenas estamos comenzando,
¡todavía faltan países enteros que destruir! ¡Éste es sólo el principio del Fin!"
-"¡No quiero vivir así! –habló por fin, cubriéndose el rostro y llorando, llorando lágrimas de
sangre-. ¡Déjame morir!"
-"Ah, Alicia, mi pequeña Alicia… tú no vas a morir –respondió, apartando las manos de su
carita y dibujando una sonrisa perversa-. Tú que has liberado a mi Señor… serás su
esclava por siempre."
-"¡No!"
-"Y matarás una y otra vez en su nombre. ¡Matarás a todos, Alicia! ¡Serás la muñeca que
ya nadie podrá romper, porque la Muerte se los habrá devorado y el Infierno consumirá
sus almas!"
-"Gracias, pequeña niña –siseó por última vez, con su figura alejándose y desapareciendo
lentamente-, por haber sellado las Puertas del Paraíso para siempre."
Los labios de la rubia se separaron pero ningún grito escapó de su garganta. En aquel
instante, el Hombre Oscuro izó los hilos que se enredaban en sus garras y que movieron
automáticamente los brazos y piernas de Alicia.
Las crueles carcajadas resonaron entre las tinieblas mientras el titiritero sacudía las riendas
a su antojo. Azathoth rugiendo bestial a sus espaldas.
Y Alicia sujetando una vez más su trastocado dispositivo, con la imagen de Fate desfallecer
y caer rendida a gran velocidad en el interior de sus ojos; borgoñas por dentro, y blancos
luminosos a la vista de todos afuera.
¡FAAAATEEEEEEEEEE!
Ambas aterrizaron en un techo que cedió ante el impacto de la caída y bajaron varios
niveles violentamente. La pelirrosa dio una fuerte patada al vientre de Precia, quedando así
sobre ella.
¡CRRRRAAAAAASHHHHH!
¡SLAAAASHHHHH!
La lanza atravesó el costado de Arf para después perforar el pecho de la terrible pantera,
que liberó un aullido horrendo de sufrimiento. Cortando el asta en dos con sus garras,
dirigió las mandíbulas de inmediato hacia el familiar que rebotaba pesadamente contra el
asfalto.
Lindy Harlaown se tiró de inmediato sobre ella, cerrando los ojos y actuando de alguna
manera como un débil escudo humano que acabaría partido en dos por aquellas poderosas
tenazas.
El enorme martillo de Vita, cuya cresta giraba incesantemente, dio con el cuerpo enorme de
la pantera monstruosa; logrando así, que perdiera el equilibrio y se balancease a un lado.
Nanoha, mientras tanto, mantenía una barrera lo suficientemente amplia para proteger a
todos dentro y retener a las bestias afuera; que ya golpeaban, rasguñaban y mordían el
campo, haciéndolo debilitarse y parpadear algunas veces.
Aprovechando la situación, Zafira atacó con sus garras el lomo de la bestia en tanto sus
cristales de hielo surgían de las rocas para traspasarlo; Shamal se apresuró también,
invocando a Klarer Wind y arrojando los dos péndulos.
Una vez en el aire, ambos se unieron en un hechizo esmeralda que dio directo al corazón de
la criatura. Un rugido espantoso abandonó su gruesa garganta, con los colmillos humeando
ardientemente.
Todavía no creyéndose que el animal estuviese muerto, tomó una de las piedras, que
segundos después se deshizo en la helada brisa al igual que el resto.
Shamal fue donde Zafira, para después dirigirse con él hacia Arf y Lindy.
-"¿No están malheridas?" –la rubia preguntó, obviamente la duda más enfocada hacia
Lindy.
-"No, gracias."
-"¡Ja! Malnacidas bestias, ¡estúpidas! –gruñó Vita, poniéndose de pie y pateando el suelo-.
Pero ya probarán más de mi martillo."
-"Y tú probarás de mi mano –dijo Signum, apareciendo tras ella-. Recuérdame lavar tu
lengua con jabón."
-"¿En dónde?" –volvió a cuestionar, con el miedo de la madre haciendo mella en ella.
La pelirrosa señaló una dirección. La Almirante llamó enseguida a su escolta para ir con su
hijo; no sin antes enviarle una mirada de ayuda a Shamal para con el familiar y expresarle
su profunda gratitud a Signum.
La mujer se retiró. La guerrera del lago se agachó entonces al lado del lobo rojo, colocando
una mano sobre el enredado y ensangrentado pelaje. Le vio respirar apenas, y muy
tristemente se preguntó si acaso podría soportar más tiempo…
-"Ya lo sé."
La ojiazul miró los alrededores unos segundos antes de buscar a su ama, que ya se
aproximaba volando para asistir a una Nanoha en problemas.
-"Entonces, nosotros…"
Arf abrió los ojos apenas, levantando ligeramente las orejas al escuchar la conversación
entre los guardianes. Su lengua relamió el hocico, en un intento por saciar la sed que le
quemaba la garganta.
-"Perderemos esta batalla a menos que hallemos un Dios que venza a Azathoth."
-"¡¿Cómo puedes saber eso? ¡Cómo te atreves siquiera a sugerir semejante atrocidad!" –la
pelirroja se aferró a su cintura, golpeando después con sus nudillos a su líder mientras
cerraba los ojos.
Signum apretó a Levantine, sin atreverse a mirar a la pequeña guerrera. Entonces, Zafira
respondió lo que ella no había podido decir.
-"¡NANOHA, ARRIBA!"
El cuerpo de Fate atravesando las nubes como simple polvo, llenó de moretones y con
Bardiche colgando a duras penas de sus dedos; la sola visión aceleró su corazón.
-"¡FATE-CHAN!"
¡THUD!
Nanoha reprimió un quejido, sintiéndose a sí misma ser empujada hacia abajo mientras sus
brazos atrapaban a la maga. La rubia abrió los ojos cansinamente, trazando una pequeña
sonrisa cuando lo primero que vio fue el rostro de la Capitana.
Con las lágrimas saltando y chillidos que decían cosas sordas a sus oídos recibiéndole.
Enseguida, una pequeña cantidad de magia de las pocas que le restaban a Nanoha, fue
transferida al artefacto oscuro. Bardiche brilló un poco, siendo su luz dorada algo
esperanzador en medio de tanta oscuridad.
-"Entonces se lo daremos."
Fate le dio la mano a la pelirroja para apoyarse mejor. Luego, ambas miraron a Alicia, que
descendía sutilmente para caminar con extrema serenidad hacia ellas.
-"¡Raising Heart!"
-"¡Bardiche!"
Hayate estaba en los cielos con Rein, preparando un hechizo con el cual congelar a la rubia.
Las bestias voladoras y los monstruos en tierra no cesando de atacar, con los magos de la
TSAB ahora reteniéndolos al igual que los guardianes.
Sin embargo, no era suficiente, la lluvia de saetas que Alicia arrojase durante toda la batalla
no daba lugar para reponerse; y el ejército de las tinieblas seguía bajando sin parar por
medio de aquel boquete en el cielo.
La bella muñeca detuvo sus pasos, y Azathoth, cual fantasma intermitente, rugió detrás
suyo.
-"¡Alicia!"
La sonrisa rota antecedió a la silueta de Fliegen, regresando una vez más a su forma de
arco. En aquel momento, varias cuchillas de luz brotaron enfrente de la doncella del Caos,
apuntando fieramente hacia Fate y Nanoha.
Alicia sonrió.
-"Hola, Fate-chan."
Pero fue la voz burlona de Nyar la que le respondió, imitando con diversión el tono dulce
de la rubia.
¡ZAAAAASSSSSS!
-"¡Fate-chan, abajo!"
Vio a la Capitana jadear una y otra vez, con el sudor resbalando en su frente y el campo
rosa desapareciendo mientras el humo del bombardeo salía de sus desvanecientes paredes
rosas.
El cielo tronó.
Hayate al fin levantó su báculo en los aires, terminando de leer las últimas oraciones del
Libro de la Oscuridad. Los símbolos Belka brillaron bajo ella y aparecieron alrededor de
Alicia al mismo tiempo.
Un enorme campo de fuerza le rodeó antes de brillar y convertirse en una magnífica esfera
de cristal.
Fate se acercó al globo transparente, con sus dedos rozando la superficie fría. Su hermana
parecía dormir en paz.
-"¿Cuánto resistirá?"
-"No mucho –contestó la castaña a Nanoha-, Azathoth no está capturado. Pero creo que
podemos alejarla de él."
¡FFLAAAASSHHH!
Las tres magas salieron despedidas cuando la esfera estalló en pedazos, los trozos de hielo
cascabeleando como si fueran canicas.
Alicia salió de su trance bajo el frío y miró a Hayate, que fue la primera en reponerse e ir
ante ella. El brazo derecho de la rubia se extendió hacia ella como si quisiera alcanzarla,
mas la imagen etérea de Nyar apareció por detrás.
Palabras maléficas fueron susurradas al oído de la muñeca, con el mensajero mutando una
parte de sí para convertirse en una piel negra y viscosa que se adhirió al brazo de
Testarossa; formando así, una especie de armadura viviente.
Fliegen fue sostenido fuertemente en esa mano cuyas garras filosas y retorcidas le
apresaron con deleite.
Alicia hubiera querido gritarle a Hayate que la salvara, pero Nyar la estaba controlando. La
sensación de horror y exasperación al verse a sí misma transfigurada en un monstruo que
asesinaría a su hermana, sus amigos y la persona que amaba la hizo gritar por dentro.
El sirviente del Caos era el maestro titiritero, y ella la pobre muñeca que hacía bailar al
ritmo de los cánticos malditos y antiguos que alimentaban a Azathoth.
-"¡Alicia! –Fate gritó, siendo sujetada rápidamente por Nanoha-, ¡detente, por favor!"
La nombrada le miró entonces, con las pupilas blancas relucientes dejando escapar lágrimas
igual de brillantes. Los labios temblando, como si quisiesen liberar un llanto que estaba
prohibido.
Fate sintió su mundo hacerse pedazos, contemplando a su hermana convertirse en algo que
ninguna de ellas había deseado. La culpa la invadió.
Todas las veces que selló una Jewel Seed… si ella no lo hubiera hecho… si ella no hubiera
arrojado la última a las manos de Alicia…
Tal vez…
Fliegen brilló unos segundos como respuesta, y se transformó en una espada de hoja tan
larga cual lengua bífida que golpeó el suelo. La Comandante detuvo su inminente ataque
con su báculo.
-"¡Juro que voy a rescatarte! –gruñó enfurecida, esforzándose por hacer retroceder el arma-.
¡Nyar! ¡Ni todos tus trucos han de vencerme, alimaña rastrera!"
La joven guerrera dio un paso hacia delante, levantando la hoja de nuevo en pos de atacarle.
Hayate disparó primero. Para su angustiante sorpresa, la rubia no hizo nada sino recibir de
frente el rayo de luz que pasó por entre sus cabellos, rasguñando siquiera su mejilla
izquierda.
Una sonrisa maliciosa fue la burla del mensajero a la Ama del Cielo Nocturno, que jadeó
furiosa, dándose cuenta de la sucia treta. Nanoha puso una mano en su hombro, sin quitar la
vista de encima del enemigo.
-"Ya me di cuenta de ello" –masticó entre dientes, con los nudillos volviéndose blancos de
la presión en su dispositivo.
Nanoha y Fate intercambiaron una mirada al ver a la castaña guardar silencio, mientras
Alicia simplemente les daba la espalda, cambiando una vez más a Fliegen a su perfil de
arco para apuntar a otra nave de la TSAB. Magos fueron a su encuentro y los mismos
fueron arrojados por una fuerza invisible.
El silencio de la otra se extendió por unos minutos más, hasta que finalmente Yagami cayó
al suelo de rodillas, abriendo sus ojos.
Asustados.
-"Nanoha –pronunció, habiendo recuperado el aliento al fin-, cuida de Fate. Ninguna de las
dos se atreva a acercarse."
Hayate Yagami les miró seria y luego sonrió con un suspiro. Con las manos detrás de su
espalda, temblándole profusamente, y el corazón latiéndole a toda marcha.
-"Deben ir con el resto –advirtió, haciendo sonar sus palabras más graves que nunca-. Por
nada del mundo dejen que alguna bestia se acerque a mí. Necesito espacio."
-"Nanoha, luego te explico. Aléjense de aquí lo más que puedan –previno por última vez,
volteándose a ver a la dueña de Bardiche-. Fate, confía en mí. Yo salvaré a tu hermana."
-"No creí llegar a decir esto –susurró, desviando la mirada para después alzarla con
decisión-, pero dejo mi hermana a tu cuidado, Hayate. Eso sí –sonrió con dolor-, cuando
todo termine… no te atrevas a ponerle un…"
-"…dedo encima, lo sé –rió bajito, obteniendo una triste sonrisa por parte de la otra-.
Terminará, Fate-chan. Lo prometo."
Sin más, Nanoha tomó a la menor del brazo y se la llevó lejos, donde Signum y el resto se
conglomeraban para tratar de eliminar el ejército infernal que parecía no tener fin.
La dueña del Libro de la Oscuridad se elevó a los cielos tormentosos entonces. Alicia le
miró unos segundos para después volar hacia ella, como anticipando el comienzo de un
baile mortal.
Azathoth rugió detrás, y la castaña entrecerró sus ojos sencillamente, abriendo el Tomo del
Cielo Nocturno y sosteniendo su báculo en la otra mano.
Una fuerte ventisca azotó la ciudad, así como las letras antiguas se pintaban de sangre que
comenzaba a escurrirse a través de las hojas amarillentas.
Hayate soltó el Tomo para sujetarse una de sus manos con fuerza, abriendo más una herida
palpitante en ella.
-"Veamos si eres tan fuerte, Azathoth –amenazó, con la ira danzando peligrosamente en su
voz y la mirada fría fija no en la doncella, sino en el Dios y el mensajero que se ocultaban
en ella-. Nadie toca a mi Alicia… y vive para contarlo."
Su corazón latió a mil por hora, con cada bombeo retumbando fuerte y claro en su cabeza.
No estaba segura de cómo iba a conseguirlo, pero las lágrimas desesperadas de una muñeca
que apuntó con una flecha directo a su corazón, fueron el aliciente suficiente para decidirse.
Eso y las palabras que por primera vez, la verdadera Alicia pronunció.
-"Sálvame…"
Finalmente, Hayate gritó un nombre al cielo en medio de aquel caos y destrucción, con los
relámpagos y truenos sobrevolando su cabeza y estrellándose furiosos en las desoladas
calles.
Y la gota de su sangre, cayó de una vez por todas, bañando una imagen espantosa que el
Libro maldito mostraba.
"…"
El calor escapó de su cuerpo para ser reemplazado por un frío inmenso y letal; sin embargo,
aún con su alma estremeciéndose de pavor, no vaciló.
"…"
La mirada se pasó por todas las personas que le veían desde allá abajo, lentamente. Hasta
acabar en la delicada cara de porcelana que yacía al frente suyo.
"…"
Los recuerdos de sus primeros años así como de los últimos días vividos atacaron su mente
sin piedad. Y ella lloró por dentro.
"…"
"…Acepto."
-"¡HAYATE!"
A pesar de que el chillido de Rein alcanzó sus oídos, Hayate Yagami no hizo otra cosa sino
cerrar los ojos y sonreír con tristeza. Al siguiente instante, el dispositivo unísono era
despedido violentamente de su interior.
En ese instante, los cuatro guardianes sintieron el corazón partírsele en dos, perdiendo una
parte para siempre.
Alicia elevó la mirada hacia el gran remolino que se creó en el firmamento negro,
absorbiendo de golpe y desapareciendo aquellos que estaban a su alrededor como si fueran
un simple barquito de papel en medio de olas furiosas.
"La cogí entre mis dedos con mucho cariño, era princesa mía; arreglé sus bracitos, como
cuando era una niña.
As days go by, my heart grows cold! – ¡Los días pasan, mi corazón se empieza a enfriar!
I can't seem to let this all pass me by – No creo que quiera dejar esto pasar.
So take me, and let me in! – ¡Así que tómame, déjame entrar!
Don't break me! – ¡No me destroces!
El segundo gran vórtice que se había creado en los cielos lanzó miles de meteoritos rojos
que salieron expedidos a gran velocidad, sólo para estrellarse contra lo primero que tocasen
y desaparecer al mismo ritmo.
El Libro de la Oscuridad se cerró de golpe, abandonando así las manos de su dueña para
permanecer suspendido a igual altura que el de la Obra de los Nombres Muertos.
Las páginas de este último, todavía cubiertas de rojo, seguían bañándose de sangre;
delineando con extremo cuidado la figura grotesca de un ser de otro mundo.
-"Los vi –los labios temblaron ante el murmullo, como si intentase sofocar el miedo latente
en su interior-, viene para acá. ¡Viento infernal!"
La tierra se cimbró con intensidad hasta que varias grietas se abrieron paso por todo el
mundo, con las placas tectónicas desencajándose y subiendo y bajando en un rompecabezas
chueco.
Hayate Yagami elevó su cetro al firmamento oscuro, con los cabellos ahora castaños y la
ropa oscura –desprovista de cualquier accesorio blanco-, empezando a agitarse
violentamente ante la ventisca que el vórtice arrojaba.
¡CRASH!
-"¡Yog-sothoth, sálvame! –exclamó con todas sus fuerzas al cerrar sus ojos, y su grito
alcanzó los oídos de todos-. ¡El terror de los ojos ardientes!" (1)
Miles de esferas blancas parpadearon en la nada, haciéndose cada vez más visibles detrás
de la diminuta figura de la Comandante.
-"¡Alicia! –llamó, con el sonido de los rayos y las tormentas queriendo opacar su voz-.
¡Alicia, estoy aquí!"
En aquel momento, el enorme círculo brillante tembló, revelando de pronto una tenebrosa
pupila negra que se movió frenéticamente hacia todos lados.
La ciudad destruida, el ejército de Azathoth, las piedras erigidas, los magos y la gente allá
abajo pasaron frente a su ojo en cuestión de milisegundos. Después, su mirar se enfocó en
la joven guerrera al frente.
El ojo se abrió todavía más y el único iris en él se estiró cual fina aguja. En su interior, la
imagen de la pequeña Alicia, suspendida por los brazos en el aire y atada hacia un nada
inexistente por cuerdas transparentes que parecían relucir de vez en cuando, se mostró.
Poco a poco, los destellos permitieron vislumbrar el complicado tejido de una telaraña que
era del tamaño de su cuerpo; y en la cual, ella permanecía atrapada.
Gotas de su propia sangre resbalando por los hilos de seda blancos, con Nyar cubriendo su
boca y ahogando los gritos de la verdadera Alicia con sus pútridas garras.
Por fuera, la muñeca del Dios lucía resplandeciente y poderosa. El Sultán Demoníaco
rugiendo feroz detrás suyo, como una sombra fantasmal.
Porque lo que Yog-Sothoth viera o hiciera ahora, ella podía verlo y sentirlo también…
Ningún sonido abandonó la garganta –si es que la tenía- de aquel ser que tan sólo enseñaba
su titánico ojo blanco.
Pronto, una lluvia de meteoritos azotó toda la ciudad al tiempo en que el cuerpo de la Ama
del Cielo Nocturno era engullido por un huracán negro que nacía de aquel agujero en el
cenit oscuro, y que terminaba por hacer un hoyo profundo en las laceradas calles de
Uminari.
¡GRRRROOOOAAAAAARRRRRRRR!
Fliegen apuntó hacia ella, con la cuerda sonando cual campanilla al ser tensionada por la
flecha.
¡HAYAAAAAAAATEEEEEEEE!
¡PUM!
La saeta oscura atravesó limpiamente el huracán negro y éste pareció atragantarse con ella,
inflándose como un globo en ambas colas y quedando sumamente delgado en la parte de en
medio.
¡PLAF!
Un estruendo rompió el silencio. El Tomo del Cielo Nocturno había abierto su cubierta café
y estrellada, enseñando a todos las dos primeras páginas.
En ese momento, una mano recubierta por un guante color azabache salió del remolino, con
la flecha de Alicia –que permanecía siendo impulsada hacia delante- atrapada entre la
presión de sus dedos.
Un poco de fuerza fue aplicada y la saeta se quebró en dos, haciéndose añicos contra el
suelo varios metros abajo.
Con su cuerpo alto revestido de una armadura negra brillante, que se ajustaba
perfectamente a ella; los codales y las hombreras terminando en filosos picos. El cabello
marrón había aumentado su talla, llegando a rozar la mitad de su espalda.
Una capa de vidrio recubría el artilugio en la cresta. El único minutero –posicionado en las
doce- era blanco, casi transparente e invisible.
-"Esto no va a cambiar nada –los labios de Alicia se movieron, pero era la voz siseante del
mensajero la que hablaba-. Ella me pertenece…"
-"En ese caso –Hayate le miró con frialdad, apuntándole con su lanza-, me veré obligada a
quitártela."
El Caos Idiota rugió en cólera, como si la sola visión del enorme ojo detrás de Yagami
abrirse, lo hiciera hervirse de ira. La muñeca alzó la cabeza apenas, con las telarañas
estirando cada vez más sus brazos cansados y lastimados.
El sirviente, en tanto, gruñó detrás de la pequeña Alicia, con el miedo que hubiese sentido
aquel día en el Festival de las Muñecas retornando a él; como si fuera ese gran monstruo –
Yog Sothoth- el que viniese a destruir su maltrecha alma; la misma que utilizaba a su cruel
antojo, agotándola a medida que le usaba más y más.
La línea de vida de la rubia estaba extendiéndose cada vez más allá de su límite, y a ese
ritmo, sabía ella que pronto acabaría por romperse. Tan sólo lamentó que fuera Hayate
quien tuviese que verla terminar así…
¡Tin!
Alicia ahogó un grito cuando Nyar volvió a tirar de sus cuerdas demoníacas para hacerla
moverse; su brazo, que quemaba por tener aquel tejido de serpiente negra adherido, se
levantó hacia la Ama del Cielo Nocturno.
Sus labios sonrieron torcidamente mientras que sus ojos empezaron a llorar.
Ésa no era la manera que ella había querido para vivir, ni tampoco por la que su madre y
Linith se habían sacrificado.
Le susurró al oído, con los colmillos chasqueando y las zarpas abriendo trazos rojos en una
de sus mejillas.
-"¡Déjala en paz, maldita bestia!" –pronunció, observando todo tras la mirada omnisciente
del segundo Dios.
Los ojos azules de la caballera de negro se entrecerraron, y en el momento en que las yemas
de sus dedos se deslizaron por su lanza oscura, el minutero se movió.
El Libro de los Muertos se elevó hasta quedar encima del de la dueña de los Guerreros de
las Nubes; la sangre escurriéndose y siendo sus gotas ya absorbidas por las hojas de aquél
que estaba debajo.
Las letras del Tomo del Cielo Nocturno, todavía flotando en las penumbras, empezaron a
ser rescritas en un tono carmesí, con el contorno de los caracteres brillando en blanco.
Las tormentas eléctricas vociferaron y los cometas de fuego siguieron llegando, calcinando
todo a su paso y preparando el festín de los soldados del infierno.
Luces de colores iluminaron los cielos, con las fluctuaciones cambiando de tonalidad sin
parar mientras ondas surgían entre éstos; de repente, los mares empezaron a alborotarse y la
tierra comenzó a partirse lentamente.
-"¡ALICIA!"
Hayate quiso hacerla entrar en razón conforme bajaba al suelo para esquivar algunas de las
ofensivas; rápidamente se dio cuenta que las esferas blancas circulaban al frente suyo para
absorber las víboras, como un escudo que hacía que todo lo que chocase en él, se
desvaneciera en la nada.
Uno de los reptiles, sin embargo, logró alcanzarla. Abrió su boca, mostrando sus venenosos
colmillos que sisearon agonizantemente al aire cuando Hayate la cortó en dos, con las
puntas afiladas de la armadura en sus dedos.
Nuevamente, su mirada desesperada se dirigió hacia la joven en las alturas; las gigantescas
alas blancas brindándole la apariencia retorcida de un ángel.
En el interior de los orbes azules, podía verse el reflejo de la niña sacerdotisa de la luna,
respirando apenas; atrapada cual pobre mariposa ante la tarántula mortal.
La castaña cerró los ojos y apretó los puños. Entonces, Yog-Sothoth descendió al fin su
gran cuerpo desde el portal que había abierto. Su ser era como una inmensa masa negra que
no se apreciaba bien por las densas nubes que le rodearon.
No obstante, el gigantesco ojo, claro a la vista de todos así como sus esferas blancas,
estudiaba atento la batalla que se sucedía a su alrededor.
Sin esperar más tiempo, la arquera se giró para dispararle; a pesar del peligro, Hayate voló
a gran velocidad y la abrazó en el último momento, tirando de ella para alejarla del Caos y
su pútrido sirviente.
Empero, al sentir la energía agresiva de Azathoth tocarse con su propio receptáculo, Yog
emitió un alarido escalofriante.
-"¡¿Qué…?"
Cada punta de las miles de órbitas se partió, desplegándose en una especie de manos con
cuatro garras largas; y todas apuntaron de inmediato a la muñeca entre sus brazos.
Sus brazos rodearon a una rubia que veía todo sin siquiera moverse.
Después, el gran ojo del que Acecha en el Umbral latió con fuerza, las venas rojas naciendo
sobre la superficie acuosa blanca.
En menos de un segundo, todos los tentáculos les cayeron encima como una lluvia de
granizo. Era un dios poderoso, sin duda alguna.
¡GRRRROOOOAAAAAARRRRRRRR!
¡GRAAAASSSPPPPP!
-"¿Tienes miedo?"
La Comandante abrió los párpados, con todo el cuerpo trepidándole. El rostro de la rubia
permanecía cubierto por el flequillo dorado mientras sus largos mechones caían tras su
espalda, con el vestido blanco ondeando al aire.
Hayate alzó la vista, y lo que vio la sorprendió hasta el punto de robarle el aliento.
Azathoth, etéreo pero más real ahora, encajaba su titánico cuerpo entre ellas y el otro Dios,
con las mandíbulas apresando varios brazos espinosos al igual que sus zarpas y aletas
amorfas lo hacían.
Las letras en el Libro de la Oscuridad continuaron destellando, con las páginas empezando
a pasar una tras otra conforme el minutero avanzaba despacio; su tonalidad transparente
tiñéndose muy lentamente de un rojo pálido.
"…me encuentro aquí en la ciudad de México, donde una ola de ciclismos cuyos orígenes
son desconocidos, está azotando las ciudades. Los hospitales ya no dan abasto…"
"¡Un maremoto a escalas increíbles acaba de sumergir la capital de España! Los niveles
del mar están tocando sus niveles más críticos, desde aquí arriba apenas y se ve…"
"No me puedo acercar en estos momentos, pero parece que el incendio iniciado en Chile
está consumiendo los bosques a gran velo… Esperen, acabo de recibir un nuevo mensaje…
¡las llamas también han brotado en Argentina…!"
"¡En estos momentos me hallo en Kenia, lo que pueden ver detrás de mí es probablemente
el huracán más violento y peligroso en toda la histo…!"
"…las bajas temperaturas en Australia continúan cayendo cada vez más, 320 muertes han
sido reportadas apenas las primeras horas del día de hoy. La niebla lo ha cubierto todo…
¡el granizo es inmenso!"
Las televisoras y radios alrededor de todo el mundo, así como las redes de internet que
todavía servían –sin librarse de la estática-, se enfocaban ahora en las nuevas y alarmantes
noticias.
Reporteros viajaban para grabar los fenómenos naturales y los helicópteros se adentraban
en las tormentas eléctricas o neblinas, algunos regresando y otros perdiéndose para siempre.
Conforme los minutos pasaban, toda la energía que alguna vez había alimentado al mundo
se empezaba a extinguir.
-"¡Lleven a toda la gente posible a un lugar seguro! ¡Todas las tropas de vuelta a la base si
es necesario! ¡Mantengan las barricadas…!"
Lindy gritaba a todos los magos del Bureau, en un intento por arreglar el pánico que se
había cernido sobre Japón. La prioridad al presente era que todos salieran de aquel campo
de muerte, llevándose consigo a los pocos desafortunados habitantes de Unimari que aún
quedaban allí.
¡RRRRAAAAARRRR!
Las criaturas continuaban apareciendo y la destrucción no había disminuido en absoluto,
sino todo lo contrario.
Relámpagos caían al suelo, resquebrajándolo como si fuera un débil trozo de cristal fino.
Las nubes se arremolinaban sin control, escupiendo miles de cometas de fuego que
comenzaron a incendiar lo poco que quedaba en pie y a levantar de golpe las profundas
aguas del mar.
¡AAAAAAWWWWWKKKKKKKK!
La lanza de Hayate siendo acribillada por la espada de Alicia, que luchaba por intentar
quebrarla en dos.
¡AAAAAAAAHHHHHHHHH!
La voz de la hija mayor de Precia envolvió el ambiente, con una de sus hombreras volando
al aire y la piel descubierta comenzando a sangrar. El líquido escarlata se escurrió sobre su
brazo, y su armadura nívea por fin fue manchada.
Durante el descuido, la cabeza de Alicia se giró a verla rápidamente; los ojos borgoñas
adoptando un matiz mucho más oscuro y tenebroso.
¡JAB!
Hayate Yagami separó los labios en busca de aire. Luego, bajó la mirada con miedo,
contemplando la espada atravesándole un costado; las palmas de la rubia hicieron fuerza, y
el arma se clavó todavía más en ella.
Alicia llamó con todas sus fuerzas a un poder que no existía para ayudarla. Pensó en su
madre fallecida, en nombre de una esperanza falsa que aquel Caos Idiota le había pintado.
Se lamentó tanto el no haber muerto antes, el no haber desaparecido cuando tuvo la
oportunidad.
Como nunca antes, Alicia Testarossa pidió con toda su alma morir…
La castaña emitió un alarido terrible y su grito fue secundado por el poderoso bramido del
Todo-en-Uno, cuyo cuerpo borroso era atacado por unas feroces mandíbulas, mientras sus
brazos se enredaban alrededor de la garganta blanca.
Y un tercero se abrió.
-"¡ALMIRANTE!"
La aludida se volteó de inmediato, viendo bajar de uno de los cruceros que recién llegaban
a Yuuno Scrya, quien señaló al cielo cambiante de colores con gravedad.
-"¡YO NO VOY A DEJAR SOLA A HAYATE! –gruñó Vita, forcejeando con los magos
del Bureau que instaban a trasladarla a bordo de una nave-. ¡QUE ME SUELTEN,
MALDITA SEA! ¡LÁRGUENSE USTEDES SI QUIEREN!"
Zafira llegó para ayudarle, liberándola y huyendo de ahí a pesar de que los otros les
llamaban a gritos. Shamal les esperaba más adelante, con la mirada roja fija en los miles de
ojos monstruosos que les veían con hambre. Signum, que se hallaba a su lado, apretó la
empuñadura de su espada, importándole muy poco el dolor en su pierna derecha.
-"Son unos necios" –susurró la guerrera de la espada, examinando con gravedad al infinito
ejército de las tinieblas.
-"¡Vamos ya! –exclamó la pelirroja, desesperada y con Graf Eisen girando-. ¡Ella nos
necesita!"
-"Triple Deadly White Lightining." (Viento Mortal de las Tres Luces.)
-"¡!"
¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOMM!
Los pulmones de Fate se llenaron de cenizas y polvo al gritar con todas sus fuerzas el
nombre su hermana, que había arrojado un gigantesco vendaval a Hayate desde la punta de
su espada. La implosión del ataque vertiginosamente cubriendo el perímetro de los
derredores con una inmensa nube negra.
La menor de las Testarossa cayó de rodillas, tosiendo y tratando de sujetarse con sus manos
de la quebradiza avenida, en un intento por no permitir que el temblor levantado le
tumbase. Sus ojos borgoñas se posaron en Nanoha, apenas visualizándola entre las
partículas quemadas.
Pero desde donde estaba parada, con el enjambre de criaturas rodeándole, no veía ninguna
posibilidad.
-"Fate…"
Arf, a unos pasos más atrás, gimió. Esforzándose por sostener su cuerpo en sus dos patas
delanteras, llamó a su única familia una vez más. Los orbes guinda le contemplaron con
tristeza, y sin decir palabra alguna, la rubia se volteó para dictarle órdenes a su dispositivo.
-"¡FATE!"
Apenas la aludida despegó vuelo, Arf quiso seguirla, siendo de inmediato detenida no sólo
por su falta de energía mágica, sino por la barricada de monstruos que la habían cercado.
El familiar lanzó un gruñido, queriendo ahuyentarlos. Las bestias rieron como hienas ante
eso, y mirándose mutuamente, como si fuesen chiquillos a punto de cometer una travesura,
abrieron las bocas repletas de dientes y carne putrefacta para abalanzarse sobre ella.
El lobo rojo soltó un chillido al sentir la piel en su lomo ser arrancada de un tajo. Ladró
furiosa e invocó cadenas anaranjadas que lograron embestir a unos cuantos demonios; aún
así, sus ataques y sus mordidas al aire, aunadas al hecho de que sus cuartos traseros no
podían despegarse del suelo, debilitaron su defensa.
Con el pelaje rasgándose conforme las garras filosas conseguían tocarla.
Varios relámpagos rosas alcanzaron a rozar el cielo, reflejándose las luces en las pupilas
marinas del familiar, que caía pesadamente al pavimento ante el empujón de uno de los
soldados del Caos.
La mandíbula larga, situada a centímetros de su abdomen, se dejó ver ante ella. Saliva ácida
precipitándose hacia la calle y los innumerables ojos enfocándola con ansiedad.
El animal deforme lanzó un chillido horrible que hizo doler sus oídos. Arf sólo cerró los
párpados.
Signum llegó para atrapar al familiar y darla rápidamente a Zafira, para después destajar al
enemigo en dos, con su espada llameante. El aullido espeluznante de aquel ser fue lo único
que quedó de él.
Sus ojos se clavaron en Arf, a modo de regaño. Sabía lo que sufría, no necesitaba que se lo
dijeran; ella misma tenía el pecho estrujado de congoja y dolencia por no ser apta para
defender a su ama. Sin embargo, había otras peleas que hacer antes que llegar a donde
Alicia y Hayate.
Una oleada de bestias voladoras se precipitó sobre la líder de los Wolkenritten, que apenas
si pudo defender a los familiares de ser alcanzados también por aquellos voraces colmillos
que chasquearon cerca de sus hocicos. La ojiazul gruñó, haciendo desparecer su barrera y
aventándose hacia todos ellos, mandando al olvido su propia seguridad y balanceando a
Levantine para alcanzar y cortar en tantas partes como le fuese posible cuanto se le
atravesase en el camino.
La frustración por fin haciendo mella en ella.
Uno tras otro, los demonios voladores fueron golpeando el asfalto, en pedazos. La endeble
y partida armadura de Signum, estigmatizándose de vísceras y sangre putrefacta.
Las llamas consumieron todo a su alrededor mientras los gritos escapaban de la garganta de
la guerrera, cuya furia comenzaba a aumentar cual tetera silbante.
Su dispositivo destajó el aire y cuerpos grotescos bastantes veces, con los ojos cobaltos
empezando a oscurecerse a medida que los dientes eran apretados; las manchas rojas que
salpicaban a su persona, convirtiéndose en algo ajeno e inútil.
-"¡YA BASTA!"
Su mirada atormentada fija en el infierno que rugía a su alrededor y en las miles de ráfagas
sin misericordia, que allá arriba en el cielo, la doncella de blanco no paraba de lanzar a su
Ama.
Las explosiones sucediéndose una y otra vez sobre el débil techo de aquel carcomido
rascacielos, que ya comenzaba a chirriar al igual que los cristales reventaban y el hormigón
se partía y caía en trozos al suelo.
La razón y la esperanza les abandonaban de la misma manera en que ese reino de oscuridad
descendía sobre los restos de la ciudad de Unimari. La pelirrosa miró a su camarada,
jadeante, con Levantine vibrando entre sus manos.
Cólera colmaba sus ojos y corazón. Algo que una Wolkenritten nunca se permitía, era la
derrota; pues era ello, el verse en medio de una, lo que disparaba el arrebato en Signum.
Los brazos se le agitaron por los espasmos y no pudo evitar emitir un grito agudo; las
llamas en su espada, que giraban frenéticamente, creando un remolino que calcinaba a los
monstruos que se tiraban sobre ella.
Porque muy en el fondo, los Wolkenritten ya no pertenecían a la niña que tanto les había
cuidado y querido como su familia.
Y eso, era la puñalada más dolorosa que alguna vez alguien le hubiese podido asestar a
Signum.
-"¡Alicia, detente! ¡Esto no es lo que tú querías!"
Lo sabía. Fate misma sabía que aquello estaba matando a su hermana por dentro; por eso,
rogaba en el fondo de su corazón porque su hermana se esforzara por controlar sus
movimientos.
El sonido de las páginas del Libro de la Oscuridad corriéndose todavía seguía latente, así
como el del minutero que avanzaba de nuevo, con su canto infernal.
La Comandante no estaba atacándola sabiendo que Nyar dejaría que Alicia sufriera todo
daño; así que, en su lugar, se limitaba a recibir los ataques en un frustrante silencio. Ni
siquiera la rubia más chica podía soportar tal tormento, menos sabiendo que un monstruo
estaba usando a su hermana del peor modo posible.
Ése que Alicia odiaba por sobre todas las cosas, desde que enfermara.
Ser la Muñeca de alguien… Ser la marioneta que se partía muy despacio, para servir a
propósitos tan egoístas...
La amargura le recorrió cada fibra del corazón, con sus órbitas borgoñas admirando las
lágrimas cristalinas deslizarse a través de las facciones impasibles de la otra.
Mas en cuanto Fate viró hacia atrás suyo, el llanto casi le rompió la garganta y no pudo
evitar soltar a Yagami, cubriéndose la boca con ambas palmas mientras el ojo de la Puerta y
la Llave le devolvía el verdadero reflejo de su hermana.
"Mátame…"
-"¡Al…!"
La menor negó con la cabeza, no aguantando más las ganas de llorar en el instante en que
caía al suelo y estiraba un brazo hacia el espejismo de su gemela, reflejada en aquella
diabólica pupila.
Alicia no quería ser una muñeca con la cual se divirtiesen, lo sabía. Y mucho menos, una
que hicieran pedazos con gusto.
-"¡Alicia, ALICIA! –empezó a gritar asustada, con las uñas arañando el techo del
rascacielos-. ¡ALIIIICIIIAAAAAAA!"
¡AAAAAWWWWKKKKKKK! ¡BRRRAAAAAAARRRRRR!
¡CRAAAAAAASSSHHHHHH!
Ante los rugidos de ambos dioses, el grueso túnel oscuro que había bajado a la Tierra
finalmente se hizo trizas; lanzando los enormes y afilados fragmentos de cristal por todos
lados para cortar lo que sea que estuviera a su paso.
Allá, por donde entre los altos edificios, una figura inmensa y oscura surgía. Las largas
extremidades recubiertas de pelaje liso, con agujeros por todos lados, acababan en patas de
cuatro dedos, parecidas a las patas del águila.
Cuernos sumamente largos que se encorvaban, para después terminar en puntas cortantes
que apuntaban al firmamento. Miles de tentáculos se movían inquietos, adheridos a la carne
en su espalda.
Los grandes ojos cenizas y rasgados mirando al frente, hacia todos los que habitaban
aquella decadente ciudad. La neblina se formó a su alrededor, dándole un aspecto todavía
más terrorífico.
-"¿Puedes caminar?"
Shamal se puso de cuclillas al lado de Arf, viendo a ésta asentir. Los cuartos traseros
tiritaron, pero finalmente la lupina se pudo poner en pie.
En cuanto las manos de la rubia rozaron su costado para ayudarla, el lobo dejó salir un
quejido, perdiendo sus cuartos toda la fuerza de golpe y haciéndola caer de nuevo.
La guardiana se mordió los labios, observando el vientre subir y bajar. El pelaje cubierto de
heridas carnosas…
¡AUUUUUUUUUU!
Un humo azulino empezó a asentarse en las calles, dificultando la vista. Zafira se levantó
rápidamente, ignorando el moretón que comenzaba a formarse en uno de sus muslos ante
semejante embestida que había recibido.
En sus ojos rojos, la sombra de una cabra demoníaca se alzó frente a él; allí, parada encima
de un trozo de calle que apuntaba a los cielos, entre la neblina espesa.
Cantaban los cascos al chocar contra el pavimento para hacerlo polvo. El vapor en el aire
aumentando.
Los meteoritos y rayos negros y rojos cayendo a los lados, como si temiesen siquiera hacer
contacto con el nuevo ejército de monstruos que había despertado.
-"¿Qué es… ¡qué es eso!" –preguntó Nanoha, decapitando a una de las criaturas que
apareciesen primero.
Yuuno dio un paso adelante, contemplando absorto la figura del descomunal animal en el
centro de Uminari, quieto. Vigilante y sin moverse ni un solo ápice de su lugar al igual que
su mirada penetrante.
Pero en cuanto el rubio enfocó más la vista, sus ojos y manos se sacudieron, hasta el punto
en que casi las gafas resbalaron de su rostro.
-"Shub… Niggurath."
-"¿Cómo?" –preguntó la Capitana, agitando los brazos al aire para indicarle a los
ciudadanos que avanzaran hacia las naves y magos de la TSAB.
-"Shub-Niggurath –repitió, con su ser temblando por dentro-. La Cabra Negra de los Diez
Mil Retoños. Esto no debería estar pasando, ¡ella no debería estar aquí!"
-"Pero lo está –habló Signum, regresando su cadena hacia sus manos y retrocediendo hasta
ellos-. ¿Es éste otro de los Dioses de ese maldito libro?" –masculló entre dientes, con los
puños volviéndose blancos de la presión.
Vio a Hayate alzar el reloj de manera tajante, con el minutero tocando las tres y las páginas
del Libro de la Oscuridad pasándose continuamente.
Y peor fue, cuando de la espalda de la castaña advirtió emerger dos inmensas alas negras de
murciélago; puntiagudas a más no poder y con los tejidos rotos por aquí y por allá.
-"Azathoth, y Yog también… -susurró Scrya, estudiando las figuras de los dos dioses en el
cielo, para después volver la vista hacia el que seguía en la tierra-. Forman la tríada…
¡Claro! Ellos deben haberla despertado –los orbes esmeraldas se posaron sobre sus
camaradas, asegurándose de que tenía su entera atención-. ¡¿Acaso no lo ven?"
-"La Muerte –señaló Yuuno a Azathoth en el cielo rosa, negro y amarillo; rugiendo y
arrancando de golpe un tentáculo, como si fuese de juguete-, el Tiempo –esta ocasión, en
vez de señalar al Dios, se fijó en el reloj en las manos de la Comandante, cuyo tic tac seguía
impávido-, y por último…"
-"La Vida" –completó la Almirante, atisbando a lo lejos a las cabras salir del vientre de
Shub, una tras otra.
-"Pero si es La Vida –interrumpió Vita, todavía confusa-, ¿no debería de crearla entonces?"
-"Y lo hará."
La mirada de Yuuno se puso seria, escuchando los gritos y el llanto de la gente tan vivos
como cuando todo hubiese iniciado; como la primera vez en que imágenes de la Tierra
fuesen trasmitidas a través de los monitores de los cruceros de la TSAB.
-"Ella creará vida sobre la destrucción y el tiempo. Pero para poder hacerlo –los ojos verdes
se pasearon hasta el nuevo ejército que se veía cada más numeroso y cerca-, sus hijos
deberán alimentarse con nosotros..."
"Hemos perdido todas las imágenes referentes a la ciudad donde se rumora que monstruos
terribles han aparecido; aquéllos que son causantes de los disturbios dimensionales que sé,
todos en el Universo, estamos sufriendo.
De las 360 naves que han sido enviadas al Planeta 'Tierra', solamente 10 han vuelto y en
pésimas condiciones; apenas cinco soldados por crucero, la mayoría con riesgo de muerte.
Han pasado 78 horas desde que el incidente diese inicio. Hace más de siete horas que
ningún otro navío de la TSAB se ha reportado. Debido al temor de que el peligro pueda
traspasar a otros mundos y seguir los barcos, los Superiores del Bureau de Administración
Tiempo-Espacio han dado un aviso:
A partir de este momento, el planeta no administrado no. 97, conocido como Tierra, está
totalmente solo."
Fin de la transmisión.
This is just a story of a broken soul – De un alma rota, se trata esta historia.
(1) "Los vi, viene para acá. ¡Viento infernal! Cantos de horror… y alas negras… ¡Yog-
sothoth, sálvame! ¡El terror de los ojos ardientes!" El morador de las tinieblas, H. P.
Lovecraft.
La Bestia Interna
De hecho, no estaba sintiendo absolutamente nada. Sus ojos decían abrirse pero no podría
asegurarlo; simplemente flotaba y su mente exigía seguir en ese descanso involuntario.
¿Dónde estaba?
Trató de buscar en lo más recóndito de su mente, pero un hueco en blanco fue lo único que
halló. El cansancio empezó a inundar todas las venas de su cuerpo y ella sintió como si no
hubiese dormido en décadas; a pesar de eso, la sensación de que estaba olvidando algo muy
importante la obligó a mantenerse despierta.
¿Pero qué era aquello que había olvidado? ¿Realmente era tan importante?
Su boca hizo un movimiento cual si quisiera hablar, mas nada salió de su garganta. La
volvió a cerrar entonces. No valía la pena.
¿Cierto…?
-"¡ALIIIICIAAAAAAAAAA!"
Fate gritó con todas sus fuerzas, reprimiendo en vano las lágrimas que descendían por sus
mejillas. De repente, la ira y el deseo de venganza envolvieron todo su ser, demostrándolo a
través de las tormentosas pupilas borgoñas que ahora se giraban hacia su hermana, justo
detrás suyo donde debía de estar el mensajero.
-"Te equivocas –el dispositivo brilló intensamente, los flequillos rubios cubriendo la mirada
de la menor de las Testarossa-, no lo he olvidado. Así como tampoco he olvidado que
Alicia es mi hermana..."
Fate alzó el rostro, permitiendo que el implacable ventarrón le agolpase los cabellos y que
el mirar vacío y oscuro de su gemela le contemplase sin sentimiento alguno.
Apretando los dientes, flexionó ambas piernas antes de volar hacia Azathoth, cuya sombra
fantasmagórica le sonreía a lo lejos con sus gigantescos y deformes colmillos. Hubo un
ligero bramido conforme las dos fauces se separaron, como dejando salir un ligero suspiro
aterrador.
-"¡BARDICHE!"
Una onda poderosa, recubierta por miles de estelas doradas, dio directo contra la figura de
la doncella de blanco, que tuvo que escudarse el rostro tras uno de sus brazos; el vestido
límpido se agitó en el aire y la cadenilla de mariposas tintineó cual campanilla.
En el momento en que vio al inmenso ser infernal agachar la cabeza también, Fate elevó su
dispositivo, con la hoja aumentando su talla veinte veces. Sus ojos vacilaron y ella dudó si
lo que estaba haciendo era lo correcto mientras empezaba a ladear su arma.
Distinguió aquellos orbes tan parecidos a los suyos, ahora huecos, enfocarle. Vio su propio
reflejo. Sin poder soportarlo, cerró los párpados y lanzó un alarido de dolor a los cielos, que
relampaguearon feroces en respuesta.
-"¡FATE, NO!"
¡GRASP!
Súbitamente, los dientes se encajaron, con la menor observando horrorizada tanto la mueca
burlesca del Dios así como las numerosas grietas que se abrían paso a desmesurada
velocidad sobre su espada.
La idea de noquear a Alicia en un principio, se le volvió encima en cuanto el Caos Idiota la
sacudió cual pedazo de tela; la boca se abrió un poco y se clavó de tajo una última vez,
causando que Bardiche parpadease antes de que su hoja se desvaneciese en miles de cenizas
brillantes.
Entonces, la Muñeca agitó su propia espada, enviando una ráfaga portentosa que barrió a su
gemela hasta el asfalto destruido; el cuerpo ataviado en las desgarradas ropas de maga,
rodando violentamente.
Lindy apenas pudo aferrarse de un pestillo antes de que el crucero se tambaleara, como si
fuese una simple barca contra las olas de un océano furioso. Varios salieron despedidos por
los pasillos y los más afortunados solamente sufrieron los golpes de los objetos que
cayeron.
Las luces rojas de emergencia, en las pantallas y en todos lados, les bañaban entre los gritos
de auxilio y las órdenes de comando de la Almirante Harlaown.
Barco tras barco comenzaron a ceder ante los meteoros de fuego o ante las criaturas
voladoras que se aglomeraban sobre las carcasas, arrancando y deshilvanando todo en tiras
de metal.
-"¡Capitán! –exclamó uno de los magos, atacando desde la escotilla-. ¡Todavía hay gente en
la bahía! ¡Nos será imposible trasladarlos a todos si continuamos así!"
-"¡Mantengan el fuego en alto, protejan al resto de las naves a toda costa!" –respondió,
intentando guardar la calma que hacía bastante se había marchado.
Yuuno se arrastró hacia ella para también sujetarse del pestillo. En las pantallas, la imagen
de la cabra monstruosa, al igual que el de su ejército, les dejaba ver a la causante del daño a
su nave espacial.
Soldado tras soldado resbalando al pavimento y siendo devorado por las hambrientas bocas,
que ya avanzaban cada vez más cerca del puñado de gente a las orillas del mar.
Yuuno miró con desesperación a los monitores. Apenas si habían podido esquivar el ataque
de los monstruos de Azathoth para subir a bordo; sin embargo, los escudos y las fuerzas de
la TSAB bajaban alarmantemente. Nanoha, Hayate y las demás estaban al pie de aquellos
dioses apocalípticos, frente a frente, sin nada más que fe apoyándoles.
-"¡Almirante Harlaown!"
Un panel nuevo se abrió, mostrando el rostro preocupado y sangrante de uno de los altos
comandos del Bureau. Las facciones sumamente sumidas en angustia del hombre mayor, no
hicieron más que pensar que las cosas habían empeorado.
-"Almirante, todos los canales de comunicación con la base han sido cerrados de repente.
Las coordenadas de teleportación aparecen erróneas y ninguno de mis mensajes parece salir
de la atmósfera terrestre."
Las manos de Lindy sobre el tablero tiritaron conforme más explosiones se oían muy cerca
de ellos; se mordió los labios y empezó a teclear con desesperación una serie de códigos.
-"No… ¡NO!"
Los puños de la peliverde chocaron fuerte contra el teclado, las luces rojas parpadeando
todavía y los disparos ahuyentando cualquier posible silencio. El Comandante en la pantalla
comenzó a decir unas cuantas palabras, cuando de pronto, la imagen se distorsionó hasta
desaparecer de golpe.
Al siguiente segundo, las ondas supersónicas de un gran estallido hicieron que el navío a
cargo de Harlaown saliese despedido por los aires bruscamente.
Los rayos rojos surcaron el firmamento oscuro, cuyas fluctuaciones dimensionales variaban
en tonos oscuros. Las aguas del mar revolviéndose furiosamente, salpicando la bahía y
amenazando con desbordarse sobre la ciudad en cualquier momento.
Recuperando el equilibrio con esfuerzo, Yuuno vio al resto del equipo luchar para
sostenerse en pie y evitar caer al vacío. Su mente trabajó a marchas forzadas, mientras
algunas chispas de los tableros atentaban con quemar su uniforme. Tendría que haber una
forma de hacer dimitir a los dioses.
Y en una imagen borrosa, él pudo vislumbrar a las cabras grotescas que poblaban las
avenidas abajo a medida que caía.
La descarga de poder arrasó con las tres bestias que habían rodeado el cuerpo herido de la
rubia. Ante el rugido del ataque, las pupilas borgoñas se abrieron conforme la dueña se
apoyaba sobre sus codos.
La aludida estaba a punto de responder, mas al ver los hilos de sangre bañar la frente de la
castaña así como sus brazos y una de sus piernas, se contuvo. La culpa y el remordimiento
hicieron sus manos, pobremente enguantadas, volverse puños.
-"¡Bardiche!"
Preocupada, recogió el dispositivo lleno de rasgaduras del suelo. El ojo dorado alumbrando
pálidamente y algunos restos de la armadura negra descascarándose ante el contacto con su
dueña.
-"¿Bardiche-e?"
-"I'm fine, Sir. Don't worry, my duty is to protect you." (Estoy bien. No se preocupe, mi
deber es protegerla.)
Los orbes zafiros se dirigieron a la cubierta severamente dañada del artefacto negro, que
había absorbido la mayor parte del ataque. Su dueña contuvo un sollozo, lamentándose por
su compañero.
A ese ritmo, no tardaría en sobrepasar su límite y desaparecer. Si acaso iba con suerte, ella
tal vez podría salvarse cuando todo acabase.
Su mirada viajó hacia arriba entonces, allí donde Hayate intentaba hacer entrar en razón a
una Alicia que ya no lloraba ni sufría; sino que solamente actuaba para agredir.
Nanoha miró a la mayor de las Testarossa y sus ojos inevitablemente cayeron luego en su
amiga herida y desesperada. Lo entendía a la perfección. Ella misma sentía que la
frustración había hecho mella en su ánimo también; aún así, no podían estancarse en una
sola cosa.
-"¿Nanoha?"
Ésta sonrió levemente ante la expresión confundida de la otra. Acunó la faz blanca entre sus
manos y limpió cuidadosamente la suciedad impregnada sobre sus mejillas.
-"Te dije que te ayudaría y así será –habló suavemente, olvidando por escasos segundos el
caos a su alrededor-. Pero primero debemos encargarnos de poner a la gente a salvo;
solamente así podremos luchar con todo, Fate-chan."
La sonrisa de la Capitana, genuina, se hizo un poco más larga conforme se daba la vuelta;
Raising Heart desplegando aletas rosadas y luminosas que chispearon al aire, apuntando la
cresta directo hacia las bestias que se arrejuntaban frente a ellas.
Su frente estaba empapada de sudor, cenizas, rasguños e hilillos de sangre al igual que el
resto de sus camaradas, a quienes veía luchar incesantemente; empero, su mirada aún no
cedía ante la tormenta de destrucción que azotaba a Uminari.
La aludida asintió, empezando a liberar una luz pálida que consumió todo el lugar, y a los
demonios en las cercanías.
-"¡Madre, madre!"
-"¡No vengas! ¡Entra al avión y quédate allí, mamá y papá irán justo detrás de ti!"
Los truenos retumbaron en el cielo a medida que el desplomar de los barcos se precipitaba a
las aguas oscuras, con las grandes nubes de humo y fuego elevándose hasta lo alto.
-"¡Mamá!"
Los ojos azules contemplaron a la niña que no paraba de llorar, siendo detenida por su
hermana mayor de unos 7 años. A pesar de todo el escándalo que se había armado, así
como el llanto de otros infantes que estaban en la misma nave que ella, pudo escuchar
cómo su hermano intentaba captar su atención.
-"Debes hacer caso a todo lo que te digan, cuando llegues al otro lado estarás a salvo –
explicó, sellando la mochila que ahora le entregaba-. Yo subiré en el que sigue. Tienes que
ser valiente, ¿de acuerdo, Tía?"
La pequeña asintió, viendo la puerta del helicóptero cerrarse de un golpe. Las hélices del
vehículo aéreo empezaron a inundar sus tímpanos, con la figura de su hermano, ataviado en
un traje militar de mago, haciéndose cada vez más pequeña.
¡BOOOOOOOOOM!
Gritos y alaridos poblaron el avión cuando varias explosiones alrededor le hicieron perder
el equilibrio y caer; afortunadamente, antes de zambullirse en el mar, el piloto logró
regresarles al aire a tiempo.
Los patines de aterrizaje rozaron la orilla de asfalto que daba al enorme manto acuífero. En
el momento en que se despegaron, recuperando altitud, el chillido de Subaru tronó fuerte
mientras las palmas se apoyaban en la ventanilla.
Casi con la misma intensidad en que los ojos de Teana Lanster se abrieron, observando al
primer grupo de los retoños de Shub someter al escuadrón C y a los ciudadanos que
intentaban proteger.
15 grandes navíos más alcanzaron los cielos, de los cuales apenas la mitad alcanzó a cruzar
del otro lado; mientras los otros estallaban y se hundían en las aguas del mar.
A las 90 horas de iniciarse el incidente de la Tríada de los Dioses, 20 de los 360 cruceros
que habían arribado al planeta Tierra, permanecían todavía en combate.
-"¡Yuuno!"
El nombrado mantuvo su concentración, con una de sus manos abiertas apuntando al piso
para desplegar una cantidad de magia color verde que le sirvió de almohadilla,
amortiguando así su caída.
Quedó apoyado en una rodilla, abriendo lentamente los ojos para ver a la Almirante que
caía suavemente a un lado suyo.
-"No debería haber venido. Una vez que los equipos de rescate han cruzado, ya nadie
vendrá a buscarnos."
-"Éstas son mis tropas –habló firmemente, sujetando la lanza en su mano derecha-. Y he de
perecer junto a ellas si así está escrito."
Las pupilas azules de Lindy Harlaown se fijaron en las alturas, donde dos sombras
pequeñas –seguidas por dos gigantescas- se desplazaban entre las sombras y la tormenta.
¡CLANK!
Chispas volaron a medida que las armas se encontraban. Apenas se distanciaron unos
cuantos metros, Hayate hizo cambiar su dispositivo en un sable de obsidiana.
El reloj que antes había estado ubicado a la cresta, se separó por completo, desapareciendo
y reapareciendo encima del gran ojo del Tiempo. El minutero llegando a las 4 y el gas
rojizo dentro de éste, coloreando una cuarta parte.
-"¡Déjala en paz! –la voz de la Comandante hizo eco-. ¡Sal, maldito cobarde, y
enfréntame!"
Las espadas volvieron a chocar con gran estrépito mientras sus dueñas se pasaban de largo
la una a la otra. Alicia fue la primera en darse la vuelta, invocando velozmente al arco
Fliegen para disparar una lluvia de flechas negras.
-"¡Nyar! –llamó en medio de la granizada de saetas, empujando su espada hacia atrás para
preparar su ataque-. ¡Tarde o temprano tendrás que salir!"
Chirridos de metal se escucharon ante los arañazos que recibía su blanca armadura,
mientras la tela del vestido empezaba a rasgarse. De repente, una gran luz blanca la hizo
abrir los ojos.
¡BLLAAAAAAASSSTTTT!
El bombazo provocó un fuerte tronido. Una enorme estela de humo y fuego emergió de la
descarga de energía, al igual que Alicia era despedida de allí cual estrella fugaz.
El desplome de una convaleciente estructura allí cerca se dejó oír cuando una de sus tres
paredes fue derribada, al ser la ojirubí barrida hasta allí.
Jadeando, Hayate tocó suelo en tanto se sujetaba el costado herido e ignoraba las diversas
cortadas que marcaban su espalda y vientre, todavía ocultas por la empolvada armadura.
"Alicia…", cerró los párpados, tratando de sobreponerse más que al dolor físico, al
emocional. "Acuérdate de mí, acuérdate que eres mi princesa…"
Al mismo tiempo, los pasos de Alicia resonaron con eco a medida que marchaba despacio
para llegar al exterior. Se detuvo justo en la salida, agarrando la espada con su mano
derecha y apuntándola al piso; llamas púrpuras rodearon el filo entonces, y pronto, su
apariencia se había tornado en la de un hacha negra.
Los ojos de la Comandante temblaron cuando ella alzó su dispositivo, incapaces de hallar
en aquéllos muertos la inocencia y la dulzura de quien alguna vez había sido la Princesa de
la Luna.
-"Estoy aquí –la joven se relamió los labios, la voz femenina teñida de una sublime
maldad-. ¿Por qué no vienes a darme la bienvenida, Hayate?"
Antes de que pudiese siquiera pensarlo, le vio reaparecer justo enfrente suyo.
La ojiazul colocó su espada de inmediato entre ambas, contrarrestando la pesada hacha que
habría de haberle rebanado el cuello de no ser por sus rápidos reflejos. Las puntas afiladas
de Fliegen arañaron terriblemente el arma adversaria, cual si fuese una garra rompiendo
cristal fino.
Armas colisionaron una sobre otra, obligando a Hayate a retroceder cada que Alicia
avanzaba sin vacilar. Llamados, recuerdos y frases de angustia así como de esperanza
abandonaron los labios de la jinete de Yog-Sothoth; preguntándose dónde había quedado la
verdadera hija de Precia.
Arriba de ambas, donde las prolongaciones y las garras partían y desgarraban las
dimensiones, la sangre se derramaba por todos lados. Bramidos roncos inundaban el
ambiente, espantaban los corazones y aterrorizaban el Universo.
Marcas rojizas empezaban a manchar el impecable perfil del dragón del Diablo al igual que
titánicos tentáculos negros caían al asfalto, levantando temblores y desapareciendo después
en una oleada de llamas y cenizas.
En el ojo del Abridor del Camino, al igual que el de su servidora Hayate Yagami, la
majestuosa efigie de la Muñeca se reducía en realidad a una inconsciente y joven maga.
Atada de manos a la oscuridad y colgando entre las sombras, con la cabeza caída y las
facciones relajadas y ajenas a todo lo que se sucedía a su alrededor.
Para cuando se dio cuenta, se halló cortando el puro aire. Sin la Testarossa mayor cerca
suyo.
El sonido de las alas blancas desplegarse a todo lo que daban, atrajo su atención. En una
fracción de segundo, se encontró a escasos metros la figura llameante de una garrafal
golondrina negra, graznando al firmamento; con el calor de su fuego rápidamente
sofocando los sentidos de Hayate conforme se le aproximaba.
La Comandante rodó una y otra vez sobre la avenida hinchada y rota, hasta quedar
finalmente boca arriba. Todos los músculos le dolieron al intentar sentarse; pero antes de
lograrlo, la punta de Fliegen, retomando su forma de espada, se apoyó en su cuello.
La corona de espinas negras, que había resbalado de su cabeza, fue hecha pedazos por el
pie de la doncella del Caos Idiota.
-"Podría dejar que atacases solamente tú, pero no sería divertido si hago eso, ¿no crees? –
siseó la voz de Nyar-. Ahora, dónde debería empezar…"
La cresta de la hoja recorrió lentamente la piel de su yugular, de arriba abajo, con las
caricias frías mandando espasmos en todo su ser. La castaña intentó llamar a su rubia
doncella en silencio, buscando en los rincones de sus ojos algún atisbo de su presencia.
No obstante, la misma joven dormida continuaba allí.
-"Pierdes el tiempo. En este exacto instante –la espada se separó un poco, posicionándose
para el ataque-, ella no recuerda ni siquiera quién es; y mucho menos, quién eres tú."
La imagen etérea y la sonrisa torcida del mensajero la hicieron morderse los labios en
enojo. Así que le sostuvo la mirada, rencorosa y ávida de hacerle morder el polvo.
¡THUMP!
Con una maniobra rápida, Hayate usó una de sus piernas para hacer caer a la rubia;
aprovechando la situación, se puso de pie y cambió los roles.
Ahora, era el filo del arma de la Comandante la que apuntaba el cuello de Alicia. Los
dientes haciendo presión así como los dedos en la empuñadura negra.
-"¿Te atreves? –esta vez, la voz dulce de la princesa le habló-. ¿Te atreves a romper tu
promesa, solamente porque no merezco vivir?"
Las manos de la caballera oscura vacilaron al igual que sus pupilas zafiro, con el miedo
arrastrándose dentro de ellos y las lágrimas humedeciéndoles. Un quejido salió de sus
labios mientras apretaba más su agarre en el dispositivo.
-"Alicia, soy yo –murmuró en un sollozo-. Por favor, vuelve conmigo, ¡no quiero perderte
así!"
Sabía que Nyar le controlaba sin resistencia alguna. Aún así, lo peor es que veía una
oscuridad abrazarla y comenzarla a devorar; y ella no podía hacer nada.
Absolutamente nada...
Los dedos monstruosos sujetaron a Fliegen en una fracción de segundo, que liberó una
nueva explosión de luz que bloqueó la visión de la ojiazul.
"Te equivocas…", pensó, cerrando los párpados ante la ventisca al mismo tiempo que las
lágrimas resbalaban por sus mejillas.
¡SLASH!
El frío metal cercenó la protección negra sobre su abdomen, dibujando en éste una larga
cortada que ardió el doble en cuanto tocó la herida en su costado izquierdo; al intentar
defenderse, el hombro derecho recibió una cuchillada también.
Hayate se tragó el alarido de dolor, siendo arrojada lejos por el golpe del dispositivo de
Alicia. Su cuerpo chocó contra un rascacielos endeble, formando una abolladura en el muro
de concreto para luego caer sobre la acera.
Al mismo tiempo, las mandíbulas de Azathoth se abrían, con ríos de sangre fluyendo entre
su lengua y colmillos; los ojos huecos y negros del Dios contemplando con satisfacción
más tentáculos caer al suelo, carbonizándose al instante.
Yagami se puso de rodillas mientras apoyaba las palmas en el pavimento, mas antes de
ponerse en pie, la mano amorfa de Alicia Testarossa se cerró alrededor de su cuello;
afirmándola así contra la pared detrás de ella.
-"De nada te va a servir el que lo hayas invocado a él –las órbitas borgoñas se dirigieron a
Yog en los cielos, cuya especie de pescuezo era apresada por las fauces del dragón-. Vas a
perder más de lo que te imaginas, por querer jugar con los Dioses."
-"Sino me crees mira a la pequeña Alicia –rió con maldad-. Condenada a la vida infinita,
siendo el alimento del Sultán. Qué suerte que se le haya cumplido el deseo de vivir, ¿no
crees?"
-"¡Ali… cia!"
Pensó, así como siempre lo había pensado, que era la muñeca más preciosa que jamás
hubiese visto…
Los ópalos borgoñas se pasearon a todos los rincones. Se extrañó de que no había nadie
más que ella ahí; como si aquel enorme vacío le trajese una sensación vagamente familiar.
-"No puedo entenderte" –habló despacio, tratando de prestar atención a los continuos
bisbiseos.
-"¿Quién? –volteó a su derecha e izquierda, no pudiendo distinguir nada entre las sombras
fluctuantes que le rodeaban-. ¿Quién es Alicia?"
Alicia…
Acuérdate…
Acuérdate de mí…
Un terremoto pareció cimbrar el lugar. Acto seguido, fue como si varias bombas explosivas
detonasen una tras otra, relámpagos y truenos hicieron su eco mientras cantos bélicos
aullaban en medio de las palabras.
Alicia…
-"¿Alicia?" –preguntó con miedo, juntando las manos y contemplando de pronto como una
diminuta luz blanca aparecía en el horizonte, empezando a crecer cada vez más.
En cuestión de segundos, la luz bañó todo por completo. El sitio, antes negro, se cubrió de
una blancura donde los estallidos de antes, murieron en leves cuchicheos.
Soy yo.
Se giró rápidamente, encontrándose con una sombra a lo lejos. Vacilante, alzó la voz y le
preguntó por su nombre; no obstante, la figura estiró la mano muy despacio, ofreciéndole
su palma y repitiendo las mismas palabras.
¡SLASH!
En cuanto vio al ser extraño caer de rodillas, agonizando y sujetando su cuello, las pupilas
borgoñas se tiñeron de miedo puro y ella no pudo evitar correr para ayudarle. Elevó su
brazo derecho, queriendo tomar la mano que no había caído, a diferencia del resto del
cuerpo,
Susurros volvieron a brotar de todos lados, llamándola una y otra vez y diciéndole cosas sin
sentido.
Por más que avanzó hacia delante, la distancia parecía mantenerse exactamente igual. Vio
los labios moverse, diciendo palabras que no fueron vocalizadas, pero que siguieron
rebotando en la espesura blanca que le envolvía.
Soy yo.
Por primera vez, escuchó el sollozo claramente y notó las lágrimas negras caer y romperse
contra la superficie límpida. Una sonrisa rota se formó en aquel extraño ser.
Y entonces, los ojos azules, la cara blanca, los cabellos sueltos y castaños se mostraron
como en una revelación. La niña se detuvo de golpe, con los ojos bien abiertos.
Alicia le vio desaparecer. Un terror infinito se cernió sobre su corazón y un grito tremendo
escapó de su garganta, tan fuerte que casi sintió sus cuerdas vocales romperse. Cayó de
rodillas y se sostuvo la cabeza, con su respiración aumentando de volumen miles de veces.
Pronto, miles de imágenes se proyectaron en su mente, desde los primeros años de su vida,
los primeros días en Japón, los días en la escuela, las Jewel Seeds…
Azathoth.
Las pupilas llorosas de Alicia se abrieron –se abrieron por fin-, notando, por último, la cara
pálida de la Comandante; con las manos que se aferraban a su brazo deforme, perdiendo
fuerzas así como los ojos perdían su brillo.
Lágrimas descendieron, goteando el asfalto y ella sintió que todo el mundo se le venía
encima.
Hayate sonrió débilmente, contenta de poder contemplar la vista borgoña que ahora
reflejaba a su verdadera princesa.
-"¡HAAAYYAAAATEEEEEE!"
El alarido desesperado, junto al rugido de Azathoth que liberó una intensa ráfaga que lo
sacudió todo, captó la atención. Los guardianes voltearon a tiempo para ver a Hayate caer,
en lo que Alicia retrocedía con las manos en la cabeza, mesándose los largos mechones
dorados.
-"Alicia…" –susurró Fate a lo lejos, al lado de sus camaradas que luchaban por mantener al
ras a los hijos de Shub-Niggurath.
-"¡Hayate!"
Signum y Vita corrieron de inmediato, ignorando los llamado de Shamal y Zafira; sin
embargo, apenas hubieron avanzado unos metros, la gran cabra se paró en dos patas para
azotar sus cuartos delanteros contra las calles.
El temblor que le sucedió fue enorme, con los tentáculos en su espalda cortando los
edificios en dos y cerrándoles el paso a ambas guardianas.
Los ojos de Hayate, que permanecía en el suelo, se mostraron colmados de terror en cuanto
le vio apuntar su espada a su propio cuello. Las lágrimas continuaron bajando a medida que
la rubia intentaba retomar el control de su cuerpo para arrebatarse la vida.
Con ayuda de la visión de Yog-Sothoth, pudo apreciar cómo el perfil del mensajero se
hacía cada vez más nítido, cual si Alicia estuviese luchando por separarse de sus ataduras.
-"¡HAYATE!"
El grito de Fate logró viajar hasta ella a través del viento furioso. No hubo necesidad de
descifrar el significado de aquello, sabía perfectamente lo que tenía que hacer.
La castaña se limpió las lágrimas entonces y plantó los pies firmemente, se juró a sí misma
que traería a su princesa de vuelta. Aún si el precio para ello, resultaba muy alto de pagar…
¡AAAAGGGGGHHHHHHHHH!
El grito de Yagami sonó justo en el instante en que un relámpago iluminaba toda la ciudad.
Las alas negras se extendieron, permitiéndole lanzarse directo hacia el monstruo que había
engañado y utilizado a la familia Testarossa desde un principio.
-"¡NYAR!"
¡SLASH!
El único ojo rojo del servidor del Caos se abrió por completo, así como su boca repleta de
colmillos, al sentir la espada atravesarle totalmente el corazón.
El latido de la Bestia hizo un eco poderoso en todos los mundos, enviando ondas
expansivas que cimbraron cada planeta del Universo.
Conforme flotaban suspendidos en el aire, por el impulso del ataque, la sangre del
mensajero escapó de su boca a medida que Hayate retiraba de golpe la hoja que le había
clavado limpiamente. Los pies, protegidos por la armadura negra, tocaron el piso y
chirriaron en el momento en que su dueña intentó frenarse.
El cuerpo de Nyarlathotep rebotó contra el asfalto cinco veces y se deslizó sobre éste,
quedando espaldas arriba y con una mancha roja empezando a ampliarse alrededor suyo.
La Comandante rápidamente se dio la media vuelta para ir tras Alicia, que todavía se
sujetaba la cabeza y gritaba como si miles de cuchillas estuvieran enterrándose en ella. El
llanto ahora más alto, los ojos fuertemente cerrados mientras el brillo oscuro en Fliegen, la
espada, empezaba a palpitar de manera gradual.
El nombre de Alicia escapó de los labios de Hayate conforme su brazo izquierdo se alzaba,
queriendo alcanzarla; ante ello, la rubia le llamó también, con la voz inundada de pánico y
dolor.
La mano, protegida por el guante blanco sucio y ensangrentado, se extendió hacia ella.
Aquél que no tiene rostro observaba todo a lo lejos, girándose y sosteniéndose de sus
palmas y hombros temblorosos; su cuerpo de reptil mutó en miles de formas, copiando la
de Signum, la de Alicia, la de Hayate, la del dragón morado que alguna vez enviase a la
Tierra, la de la quimera, la de Precia, la de la serpiente sombría, entre muchos otros
personajes y criaturas fantásticas más.
Su ser empezó a despedir un humo purpúreo, como si se estuviese quemando en ácido; las
garras tocaron el enorme agujero en su pecho, y aún así, sonrió malévolamente.
Las risas, a la postre, se detuvieron cuando su rostro cayó pesadamente al suelo, sin vida..
A escasos centímetros de que los dedos de ambas guerreras se tocasen, el corazón de Alicia
detuvo su latir, apachurrándose de golpe como si estuviese siento extirpado por una mano
ajena. Los labios se separaron en un jadeo mudo y un círculo de fuego blanco se dibujó
bajo sus pies.
Aquellas telarañas que habían tenido atrapada a la hermana de Fate se reflejaron en los ojos
de Hayate, rompiéndose para dejar caer a su víctima en la superficie oscura que le rodeaba;
coloreándose las cuerdas de un rojo más intenso, con la figura de la joven maga siendo
súbitamente envuelta cual momia por los hilos de seda que ahogaban sus gritos.
Las alas de Azathoth se desplegaron entonces y las lenguas luminosas del hechizo se
alzaron furiosas, mandando ráfagas violentas que dieron contra Hayate y le arrojaron hasta
el otro lado de la avenida.
-"¡ALICIA!"
El bibliotecario tragó fuerte, no pudiendo despegar su mirada del Dios y la Muñeca que
eran envueltos por un inclemente ventarrón y llamas blancas.
Quo vadis?
Quo vadis?
Aprovecha la noche...
Capítulo XXVIX
Frío Resplandor
¡AAAAAAWWWWWKKKKKKKK!
¡AAAAAAAHHHHHHHH!
El aullido estruendoso y bello de Azathoth resonó junto al grito perturbador de Alicia, que
se sostenía los cabellos mientras abría y cerraba la boca una y otra vez; las llamas blancas
se alzaron y bailaron furiosas alrededor de ambos, creando poderosos vendavales que
azotaron la ciudad y partieron más edificios como si fueran hojas de papel.
Los ojos borgoñas se abrieron con un inmenso dolor escrito en ellas, el color de sus pupilas
transformándose en un matiz diamante, al igual que las centelleantes lágrimas que bajaban
abundantes por sus mejillas.
Crujidos se escucharon cuando las alas nítidas y anómalas en su espalda parecieron crecer
más y extenderse al máximo, provocando que la ropa a sus espaldas se tiñera de rojo y la
piel alrededor sangrase por el enorme esfuerzo aplicado.
¡GRRUUUUUUAAAAARRRRRR!
Las grandes mandíbulas del dragón rugieron a los cielos rojos y negros, en un canto
enloquecido y fuera de control. El cuerpo de la Muñeca fue levantado en el aire por una
fuerza invisible que hacía sus apéndices claros aletear; los brazos rodeando su estómago y
los labios siendo mordidos, como si todas las sensaciones que sus cinco sentidos captasen,
fuesen demasiado terribles para soportar.
Al poco tiempo, el bramido del ejército del Caos Idiota se alzó también. Lindy Harlaown
cayó sentada al suelo, contemplando con horror cómo la piel de los seres demoníacos se
partía en dos, como una placenta viscosa, para ser reemplazada por una de color carne.
Las venas y los músculos palpitando a la vista mientras las patas se volvían largas así como
la espina dorsal, visible a través de la semi-transparente cubierta. Los hocicos crecieron
igual, mezclándose con los colmillos puntiagudos cual si fuesen un solo órgano.
¡ALICIA!
El grito y la mirada de Hayate se dirigieron hacia el huracán inmenso que se alzaba a unos
metros de ella, pero que cuyo ventarrón lograba estremecerle los cabellos y la piel. Las
sombras de los dos seres encerrados en la llamarada del círculo de hechizos eran todavía
borrosamente visibles.
Un trueno crujió arriba de todos, justo antes de que la silueta de la rubia cayera de golpe al
asfalto derruido, sobre sus rodillas y una mano abierta en éste. Los segundos parecieron
detenerse, con el tic tac del minutero de Yog-Sothoth retumbando muy despacio en la
mente de la Comandante.
-"¡HAYATE, CUIDADO!"
La advertencia de Fate fue en vano. Alicia salió expedida hacia la aludida como si fuese un
bólido blanco; al mismo tiempo, dentro del ciclón oscuro los ojos nítidos del dragón
deforme brillaron intensos antes de abrir las fauces y abalanzarse de golpe, rompiendo de
un solo movimiento el poderoso torbellino que le había encerrado.
La espada de su dueña cortó el aire una sola vez, creando una gigantesca ráfaga que dio
violentamente contra el cuerpo de Hayate. Los codales negros de la última se agrietaron al
ser los brazos interpuestos delante suyo, y los zapatos de metal rascaron el pavimento con
altos chirridos; a pesar de sus esfuerzos por resistir el ataque, la fuerza descomunal la lanzó
sin problema alguno bastantes metros lejos, con su cuerpo rebotando varias veces.
-"¡HAYA…!"
-"¡VITA, NO TE DISTRAIG…!"
¡ZAAAAS!
Los tentáculos sujetaron el cuello de Signum justo cuando agarraban a la pelirroja por la
cintura y la mandaban a volar por los aires. El rugido de Shub-Niggurath ahogó los jadeos
de la guardiana de la espada, que mantenía las manos arriba en un intento por zafarse de la
presión aturdidora.
Las patas blancas de Zafira, que se acercaba rápidamente a su dueña, dejaron de tocar el
piso en cuanto los tentáculos se abalanzaron de golpe hacia él y le dieron en el estómago,
sacándole el aire por completo. El humo levantado, escombros y las rocas desprendidas del
cemento acompañaron al familiar en su vuelo por los aires.
Varios colmillos se aferraron entonces a los hilos de Klarer Wind, cuyos péndulos colgaron
muertos mientras Shamal intentaba liberar su dispositivo para ayudar a sus camaradas. Los
gruñidos se sucedieron y pronto, los demás caprinos se hallaron embistiendo las cabezas
contra el escudo verde que había sido levantado entre ellos y su presa.
¡AGGGGHHHKKKKKKKKK!
Los gritos de Alicia fueron sofocados por el rugido de Azathoth, que asemejaba a un grito
humano y espeluznante. La mano libre de la muñeca envolvió su propio cuello en tanto su
cuerpo se doblaba y las alas en su espalda se ensanchaban, pintándose las bases de sangre
brillante y roja.
En ese momento, el aullido de los lobos y las gárgolas monstruosas que rodeaban a Nanoha
y Fate corearon al mismo tiempo en que corrían hacia ellas.
Lentamente, el rostro amorfo y blanco de Azathoth bajó, enfocando los ojos muertos en la
guerrera del Tiempo que yacía de rodillas no muy lejos de allí. La mirada de Hayate se
quedó fija en las cuencas negras del Dios, que no demostraban sentimiento ni bondad
alguna.
Al contrario del rostro de Alicia, hecho una maraña de lágrimas, suciedad y sangre.
Los ojos vacíos del Sultán demoníaco irradiaron de un blanco cegador y sus mandíbulas se
separaron muy despacio. Hayate, ignorando los reclamos de Rein que se había mantenido
escudando a los soldados, creyó verle decirle palabras de muerte.
Una luz destelló al fondo de la garganta bestial justo cuando Alicia salió caminando al
frente, transformando su espada en el fiel arco negro; y en perfecta sincronización, el Señor
de la Muerte descargó una titánica oleada de fuego nítido conforme de la punta de Fliegen
se disparaba el mismo ataque.
Las llamas barrieron inmediatamente con todo a su paso y redujeron a la nada las
infraestructuras en su camino. La luz envolvió el sitio por entero, con los brazos elásticos
de Shub obligando a los guardianes a dejar indefensa a su ama.
La ofensiva no tardó en cubrir a esta última, atrapando después a Yuuno, Rein y Lindy; el
rostro de Fate se mostró consternado al apartar de sí a una de las bestias que rodeaban a ella
y Nanoha, los ojos borgoñas contemplando la enorme masa de poder que se dirigía a
velocidad increíble hacia ambas y consumía todo lo que tocaba.
El estrépito del hormigón y el concreto desquebrajarse ensordeció sus oídos y la luz, tan
apabullante, la obligó a darse la media vuelta y envolver entre sus brazos a una Nanoha
cansada y herida al igual que ella. Los párpados fueron cerrados con fuerza.
El aullido de los monstruos que fueron pulverizados sonó junto a ellas. Pero fue uno en
particular, el que hizo que la rubia abriese los ojos de inmediato.
-"¡AAAARRRRRFFFF!"
El círculo naranja bajo las cuatro patas del familiar, que era suspendido al aire por el
impacto del ataque, se dibujó en el interior de las pupilas escarlatas. La sombra de la cánida
apenas visible entre tanta blancura, pendiendo como un muñeco que luchaba por mantener
el escudo que protegía a su dueña.
Explosiones culminaron en todo el trayecto del torbellino de fuego níveo, una tras otra, con
el humo engullendo gran parte de Uminari. Una gigantesca avalancha de cenizas cubrió por
completo el lugar de golpe, y apenas transcurrieran 3 segundos, el estallido de un maremoto
inmenso hizo eco.
El Sultán cantó a los cielos enrojecidos y furiosos una vez más, las cuencas vacías en su
cara reluciendo agudamente entre las sombras. De repente, una explosión se alzó detrás de
él y de Alicia, rompiendo el suelo en añicos y tocando el firmamento.
Más túneles de fuego se izaron, y para terminar de derrumbar cualquier infraestructura aún
en pie, la colisión del ataque del Dios provocó que el mar de la ciudad se elevase como una
titánica pared de agua.
Las olas se precipitaron hacia abajo entonces, sobrepasando el puerto y abriéndose camino
violentamente a través de las calles destruidas. Ante las pupilas de Rein, que sostenía su
escudo en pie con esfuerzo junto a Yuuno, pasó la visión de los magos del Bureau que
estaban desprotegidos desvanecerse bajo el manto acuífero y la espuma efervescente.
Encima de la ciudadela, entre la lluvia de meteoros y rayos que traían más caos, estaba
Hayate, que se había forzado a volar de nuevo; sin embargo, la altura del tsunami le ganó
por demasía, y para cuando se dio cuenta, la sombra del garrafal fenómeno la envolvió de
pies a cabeza.
¡NOOOOOOOO!
¡AUUUUUUUUUUUU!
El llanto de Alicia, que estiraba el brazo en vano, se mezcló con los aullidos de los lobos
mutantes, que al igual que la Comandante, fueron tragados por el agua. Los brazos de la
castaña se mantuvieron al frente de su cara, con los labios mordidos y el pecho doliéndole
tanto por la presión como la falta de oxígeno.
Los tentáculos apretujaron el cuello de Signum, cuyos ojos reflejaban la figura de sus
camaradas caer de rodillas, con las explosiones de fuego surgiendo por doquier y rascando
los cielos partidos; la gran humareda de cenizas negras desapareciendo con lentitud.
La mirada negra de la cabra oscura fue lo último que vio, sonriéndole mientras asfixiaba a
los cuatro. Finalmente, la armadura de su pecho se quebró en dos y cayó pesada al asfalto;
los labios se separaron inevitablemente para permitirle a su dueña lanzar un grito de
profundo sufrimiento.
Ahogado por el mar que ya les había alcanzado. Y ahora cubría toda Uminari.
-"…y perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden…"
La tierra se cimbró violentamente, pero nadie de la multitud que se hallaba allí confinada se
movió, simplemente se sujetaron los unos a los otros mientras lloraban y repetían las
palabras del sacerdote en la plaza del frente.
Los monaguillos sacudieron las enormes campanas entonces, que sonaron como un canto
trágico al mundo que empezaba a pudrirse a gran velocidad.
-"No nos dejes caer en la tentación… –un estallido vapuleó la capilla, enviando al Padre
directo al barandal del balcón sobre el que estaba-... y líbranos del mal… -la piedra se
partió y las paredes de la catedral se inclinaron, con su chirrido anunciando la caída que
obligaba a todos los seguidores a gemir y a dispersarse como ovejas asustadas-. ¡Ten
piedad de nosotros, Señor!"
¡CCCCRAAAASSHHHHHHH!
La capilla se vino abajo, levantando humo por todas partes. Las personas que habían
conseguido escapar de quedar aplastados, abrazaron a sus niños y familias conforme ante
ellos veían gigantescas detonaciones de fuego rojo nacer, ardientes y con la forma de un
hongo.
Brotaban de la tierra agrietada y arrojaban cenizas y material ardiente por los aires. Pero no
fue hasta que de en medio de las explosiones se dejaron ver varios ojos brillantes, que la
gente comenzó a correr.
El ruido del helicóptero maniobrando entre las nubes negras y espesas se escuchaba junto a
la estática del periodista que trataba de hablar por radio. Ráfagas de viento hicieron al
vehículo oscilar cual juguete, con el piloto intentando forzar su volante al lado contrario de
donde la presión le empujaba.
-"¡Por… Santo…!"
Los ojos del conductor se posaron debajo de ellos al oír el gemido del otro, abriéndose de
inmediato y llenándose de horror y miedo. Los picos de las altas montañas se estaban
derrumbando en avalanchas, la lava de los volcanes deslizándose alrededor del pueblo que
yacía allí.
Las pisadas de aquellos lagartos bípedos y anómalos, pronto se hicieron más vertiginosas,
hasta alcanzar a los aldeanos que pedían auxilio y chillaban espantados.
Los ríos se bañaron de sangre y lava, las montañas crujieron hasta casi sepultar el sitio
totalmente.
-"¡¿Qué demonios está pasando? –exclamó desesperado el piloto, comenzando a mover los
controles-. ¡Tenemos que sal…!"
¡CRASSSSHHHHHH!
El sonido del vidrio hacerse añicos y de la estática de la radio se escuchó justo cuando uno
de los monstruos cayó sobre el transporte aéreo, atravesando el panel con un solo golpe de
sus retorcidas zarpas.
Lo último que se oyó fue el zumbido de las hélices, que salieron disparadas del techo del
helicóptero. Después, los motores traquetearon.
Por breves segundos, una implosión brillante se dejó entrever entre la oscuridad.
¡BOOOOOOOOOOOOOOOOM!
El ruido de las olas, con la cólera comenzando a filtrarse en ellas lentamente, se combinó
junto a los alaridos que el cielo gris y nublado arrojaba.
Pequeños relámpagos brillaron, con los rayos violetas y fluorescentes saltando entre nube y
nube allá arriba.
-"Capitán –mencionó el marinero a cargo del timón por sobre el sonido del agua-, parece
que estamos entrando en una tormenta."
Se abrió paso así el cabecilla del trasatlántico María entre toda su tripulación, acercándose a
la popa, desde donde se veía un manto oscuro sin final extenderse sobre ellos.
De repente, el imponente barco se tambaleó, primero despacio, hasta ondear más fuerte
conforme los segundos pasaban. Las manos del capitán se aferraron a la orilla mientras el
firmamento brillaba y los murmullos de los pasajeros comenzaban a mostrarse, así como
sus ojos asomándose por las ventanillas.
-"¡CAPITÁN!"
El grito de uno de los mozos levantó la alerta hacia una inmensa ola que se alzaba hacia
ellos. Apenas de haberla esquivado, tras una sacudida violenta, el antes pacífico mar se
transformó en una seria de remolinos y oleajes furibundos.
Las órdenes que eran desperdigadas por el grupo que corría de proa a popa se perdieron
ante el retumbar de los truenos y la música chirriante de la madera que no paraba de
mecerse de un lado a otro, cada vez amenazando más con volcarse.
Los ojos de las personas que se mantenían en la cubierta fueron iluminados cuando miles
de rayos perforaron el extenso afluente, proyectando sombras amorfas que rápidamente se
deshacían en cuanto el fenómeno desaparecía.
¡THUD!
El Capitán casi se va de cabeza al agua cuando un golpe desconocido hundió una de las
corazas laterales del María, de cuyas grietas formadas permitieron la entrada de agua a los
compartimientos primeros.
Tres golpes más se sucedieron, como si una fuerza increíble tratase de voltear el vehículo
de cabeza. Las luces parpadearon varias veces durante los próximos segundos, despertando
por completo el pánico total de la gente allí dentro.
-"¡¿Qué están haciendo? –marchó de inmediato al cuarto principal-. ¡Por qué no nos
estamos movien…!"
La voz se le fue al ver la cara enteramente pálida del encargado del sonar. Sin apartar los
ojos de este último, el mozo se dirigió a su Comandante en tanto su dedo se posaba sobre la
mancha negra que se hallaba al lado del punto brillante que eran ellos.
-"Hemos chocado c-con al-algo –el muchacho pasó saliva, desviando la vista al panel de
vidrio que mostraba al iracundo océano-. Y ese algo s-se está mo-moviendo…"
El aplastar de las aguas negras atrajo las miradas, con tentáculos enormes y rojos
sobresaliendo por todos lados y formando arcos que se desplazaban inquietos alrededor del
diminuto buque solitario.
Más rayos descendieron, y pronto, el barco fue embestido por todos lados una y otra vez,
hasta que finalmente los brazos viscosos lo cubrieron cual enredadera y lo elevaron de
súbito tan alto que se sintieron tocar la tormenta. Debajo, más criaturas con extremidades
semejantes aparecieron, con sus cuerpos e identidades como grandes manchas oscuras que
se ocultaban bajo el manto acuífero. Miles y miles de tentáculos rompiendo las olas y
danzando por los cielos, como si quisieran alcanzarlo para estrujarlo y hacerlo añicos.
-"¡Capitán!"
El Capitán Graham llegó vacilantemente hasta la popa, desde donde se aferró fuertemente
en lo que el barco se inclinaba del pico y veía a la gente resbalar y arañar el piso pulido de
madera, antes de salir volando por los aires. Azotes y gemidos llenaron sus oídos en lo que
sus finos muebles, botes e instrumentos de música eran tragados por la oscuridad que
envolvía todo allí.
El ruido del trasatlántico ser abollado se escuchó como un crujido que iba en crescendo.
Los siete tentáculos que acariciaban la coraza se detuvieron por un momento.
-"¡Capitán!"
En el interior de sus pupilas azules, Graham admiró la colosal figura desconocida que le
observaba desde metros abajo, con los ojos blancos reluciendo entre el agua. Así como los
colmillos de las mandíbulas que empezaron a abrirse.
Al siguiente segundo...
-"¡CAAAAPIIIIIITÁÁÁÁÁÁNNNNNN!"
Los brazos rojos se cerraron de golpe, reventando los cristales y las luces en un solo
chasquido, justo al mismo tiempo en que una sombra emergía de las profundidades para
partir el navío en dos con una potente y letal mordida.
FIIIIREEEEEEE! (¡FUEGOOOOOOO!)
Descargas de poder doradas salieron disparadas en un intento por alejar a las bestias que
apenas el agua había bajado, se habían lanzado a atacarlas. Nanoha se deshacía del brazo
sobre su hombro para empezar a acometer también, siempre con un ojo atento al familiar
que yacía casi inerte en el suelo.
-"¡Kyaaaa!"
-"¡Nanoha!"
Las mandíbulas de uno de los cánidos mutantes apresó el báculo rosa con vehemencia, mas
antes de intentar sacudirlo siquiera, un golpe invisible lo arrojó por los aires. Enseguida,
más ráfagas rodearon a la Capitana y al familiar, golpeando y haciendo retroceder a los
monstruos entre gruñidos y gorgoteos.
Pero no fue hasta que uno de los cuadrúpedos dio un latigazo violento con su cola llena de
púas, que la figura de Fate reapareció visible y nítida. La rubia cayó al suelo polvoriento en
un grito, presionando de inmediato el brazo derecho –ahora desprotegido por su Sonic
Form-, donde la piel se abría a lo largo en una incisión de unos 15 cm o más, y empezaba a
borbotear de sangre rápidamente.
-"Esto no es nada…"
-"¡No te muevas! –repitió autoritariamente y no le dejó ponerse en pie-. Por muy veloz que
seas ahora, el próximo golpe podría dañarte permanentemente… Así que… no te
muevas…" –suplicó, terminando en voz baja.
-"¡Pero…!"
-"Está bien –le sonrió amablemente mientras se ponía en pie-. Arf-san y Fate-chan lo han
hecho muy bien, ahora es mi turno."
Los ojos borgoñas la vieron caminar hasta el frente, donde sacudió su báculo a un lado, con
la esfera roja recobrando su brillo poco a poco. Las cabezas cadavéricas bajaron y subieron,
como la manada de lobos que analiza los movimientos a realizar para tumbar su presa
abajo.
Bramidos roncos surgieron desde sus gargantas, cuya piel reflejaba totalmente la caja de
huesos circulares que le componían.
-"Divine…"
Los ladridos sonaron de inmediato, con las patas óseas tronando contra el piso cual si
fuesen a hacerlo pedazos, y las colas espinadas dando giros amenazantes en el aire. El
aleteo de las gárgolas en el cielo se oyó también, que ya daban la vuelta para lanzarse en
picada hacia el punto brillante y rosa que rompía con la oscuridad del lugar.
-"…BUUUSSSTEEEEERRRRR!"
¡AHHHHHHHHHHH!
El grito de Signum se mezcló con el gruñido de dolor que la Diosa soltó al sentir la
repentina explosión de llamas y espinas que chocaron contra sus extremidades y piel. Los
tentáculos liberaron a los guardianes en un acto reflejo, ocasionando que los cuatro
gimiesen en un intento desesperado por recuperar el oxígeno arrebatado.
Para cuando la pelirrosa se hubo sentido preparada y se puso derecha, delante de ella se
alzó la titánica silueta de la Cabra Negra, con sus miles de brazos puntiagudos ondeando y
las bocas carnosas de su vientre machacando la nada.
El ejército de cabríos extendiéndose de punta a punta y rodeando sus grandes patas, con los
pares de ojos puestos en los sirvientes de la Ama del Cielo Nocturno.
Estaba dejando que las cosas volvieran a suceder como eones atrás, que aquellos tentáculos
y garras de siniestras pesadillas volvieran a desgarrar el bello firmamento de lo que se había
convertido en su hogar.
Estaba permitiendo que las brillantes estrellas, que tanto adoraba su ama contemplar,
explotasen una por una en pedazos…
"No."
-"¡Levantine!"
Apretando los dientes, la líder de los guerreros apoyó una malherida pierna en aquel
estómago nauseabundo para impulsarse y empezar a cortar la carne, que al abrirse, soltaba
fétidos olores de destrucción y muerte. Los brazos de la Cabra Negra, inquietos en su lomo,
se elevaron al cielo tormentoso antes de atacar a quien consideraba un mero parásito;
arrancándosela con un fuerte golpe de su vientre, chorreante de sangre viscosa y ácida, para
así arrojarla lejos de ella, furiosa por la afrenta.
-"¡SIGNUM!"
Vita corrió hacia ella lo más rápido que pudo; sin embargo, agotada como estaba, no logró
evitar tropezar con una piedra proveniente de lo que había sido seguramente un alto
rascacielos. Cayó entonces pesadamente y atrajo de inmediato la atención del ser de otro
mundo, que lanzó un gruñido de victoria antes de hacer retumbar el suelo, ya en miles de
pedazos, cuando sus pasos se dirigieron hacia la pelirroja.
Lindy Harlaown jadeó al ver la escena, su mente asimilando el hecho de que ella no tendría
tiempo de defenderse. No obstante, cuando los tentáculos puntiagudos se abalanzaron
contra la pequeña, un escudo protector le defendió apenas.
-"¡VITA, CORRE!
Lindy, que había tomado bajo su cuidado a Arf por pedido de Nanoha, llegó para ahora
hacerle frente a la temible criatura. Sus manos ensangrentadas apretaron su báculo,
recordando a su hijo Chrono; pues bestias como la que tenía enfrente eran la causa de su
desdicha.
Le habían lastimado tanto, se habían burlado de ella y hecho traicionar sus propios
principios…
Los ojos cenizas de la Señora de la Vida enfocaron al familiar tirado no muy lejos de ahí,
en el suelo, que le miraba con párpados entrecerrados y la boca anhelante de aire. Aquel
movimiento duró sólo unas milésimas de segundos, pero fue lo suficiente como para que la
Almirante supiera que tenía la vista puesta en la compañera de Fate.
-"En ese caso… -murmuró entre dientes, al ver al monstruo tomar impulso-… ¡tendrás que
pasar sobre mí!"
Ante ello, Lindy empuñó su báculo y lo azotó en el suelo con todas sus fuerzas. La ráfaga
de magia no se hizo esperar, disparando directo al hueco que Signum había abierto
anteriormente. Un cañonazo directo y que atravesó a la Diosa de un solo golpe, destellando
sobre su lomo la herida que hizo lanzar trozos de su piel hacia las nubes, debido a la fuerza
del ataque.
Vita, que era acogida más atrás por una Shamal preocupada, empezó a gritarle con
desesperación a la peliverde algo que ella no podía escuchar.
¡CRASH!
El báculo fue roto.
Lindy levantó su mirada hacia la Cabra Negra. Parpadeó al jalar aire de pronto, como si no
pudiera hacerlo más; la vista fue llenándosele de un tinte rojizo oscuro que cubrió parte de
su visión. El sonido de algo chocar contra sus cabellos y acariciarle, hizo que una de sus
manos subiese para tocarse y limpiarse lo que descubrió era sangre.
Sangraba desde que estaba peleando ahí mismo, no le cabía duda, pero la sangre que tocó
no provenía de su cabeza.
Shub bajó su hocico enorme hacia la Almirante Harlaown, mostrando sus dientes
manchados –y justo arriba de ella- en una especie de burla grotesca y cruel.
En las pupilas cobalto de Arf, que hacía un sobreesfuerzo por sostenerse de sus patas
delanteras, se veía el reflejo de uno de esos siniestros brazos filosos atravesando a la ojiazul
de la misma manera en que su ataque le había perforado su vientre. A excepción que el
monstruo con quien batallaba era un ente de otro universo.
Y uno tan fuerte, que bastó un ligero mordisco para sacar el astil de su cuerpo como si
fuese una simple astilla.
Su hocico se ladeó un poco después, mostrando esa sonrisa chueca todavía; el tentáculo en
la mujer empezó a moverse, obligándola a respingar y a retorcerse en rictus de dolor; las
entrañas eran aplastadas, rasgadas y perforadas por aquel brazo inclemente que enseguida
la levantó al aire, observándole la bestia por unos segundos como el insecto inútil que le
parecía.
Sin más, Lindy fue arrojada violentamente hacia la marea, cual si fuera la basura menos
deseada. Un arco de sangre fue su rastro en el aire antes de caer a las aguas que se tiñeron
de rojo al instante; siquiera alcanzó a escuchar el llamado de Yuuno, cuyos pasos se
aproximaban velozmente hasta la bahía.
El aullido alto y agudo que lanzó Shub-Niggurath, abriendo las dantescas mandíbulas
negras ampliamente, erizó la piel de los presentes. De un solo pisotón, terminó por hacer
trizas el báculo de la Almirante. Sus ojos malévolos se posaron en el resto entonces,
examinándolos con una tétrica lentitud mientras el cuerpo de Harlaown flotaba a lo lejos, a
merced de las olas furiosas; su rastro carmesí acompañándole y esparciéndose poco a poco
entre la furiosa espuma blanca de la superficie.
-"Tú…"
Signum se levantó de donde había sido arrojada y buscó a Levantine entre los escombros;
en ese momento, fue Vita, quien entre susurros y temblores furiosos, se lanzó contra la
criatura sin posibilidad alguna. La herida que le había costado caro a Lindy Harlaown,
apenas había sido un rasguño para la Madre de los Mil Retoños.
-"¡Levantine!"
Le divisó clavado entre dos columnas rotas, cuyas varillas de metal le habían enredado uno
con otro. La pelirrosa corrió a su dispositivo; mas no tardó en oír el grito de la pequeña
guerrera justo cuando una enorme pata de águila se precipitó sobre la espada.
¡CLASH!
La líder de los Wolkenritter resbaló para caer con fuerza sobre su espalda al tratar de
frenarse; ahogó un gemido y miró encima de ella a la Cabra Negra que vomitaba pútrida
sangre por la herida que no parecía afectarle en lo absoluto.
Absorta como estaba, ni siquiera vio venir el brazo tras ella, que le golpeó duramente en la
nuca.
Las fauces de Shub descendieron y atraparon con calma el cuerpo desvanecido de Signum,
para luego lanzarlo al aire. Su bocado antes del festín principal.
Una lengua oscura relamió el hocico negro antes de que los dos filamentos de colmillos
anómalos se revelasen, ansiosos; las pupilas cenizas siguiendo la trayectoria de la guardiana
impaciente, que ya empezaba a ser jalada abajo por la gravedad.
¡THUD!
-"¡SIGNUM!"
El golpe Graf Eisen sonó rotundo al pegarle a la bestia en el hocico para desviarle el rostro;
Vita sujetó la mano de su compañera aprisa y la aventó a cualquier otra dirección que no
fuese aquel monstruo antes de girarse y dar otro golpe certero cerca de su sien.
Signum se estrelló contra una frágil columna que amortiguó con sus restos su caída dentro
de los escombros de un edificio que apenas resistió el impacto. El martillo de acero,
mientras tanto, continuaba golpeando con todas las fuerzas que podía, perdiendo trozos de
su armazón y deformando sus orillas con cada choque asestado.
Shub aulló de nuevo y el sonido del quebrar de un escudo, a la distancia, alcanzó los oídos
de Vita al aterrizar ésta en el piso. Las crías de la Diosa pronto formaron alrededor de ella
una marea de colmillos y garras que tiraban de sus ropas y armadura. Un quejido de dolor
brotó de sus labios al sentirse halada en todas direcciones; aún así, mantuvo sus manos
aferradas a Graf Eisen.
De repente, vio a la Cabra Negra encorvarse y abrir esas colosales fauces de nuevo para
devorarla a ella; pero tan sólo consiguió pescar a uno de sus propios retoños.
-"¡NO ME SUBESTIMES, CABRA MAL ALIMENTADA!"
La guerrera más chica apareció enseguida saltando en el aire, sosteniendo el martillo que
giraba furioso con ambas palmas y detrás de su espalda, para darle el mayor impulso
posible; y así, lo descargó con todas sus energías contra una de las patas de su infernal
oponente.
Sacudió su cabeza, sintiendo la sangre que bajaba de ésta empañar su vista. Miró hacia
Shub justo en el momento en que las mandíbulas se abrían paso hacia su ser una vez más.
No teniendo mucho tiempo para reaccionar, se defendió con lo único que tenía en la mano.
Su martillo.
Una fuerza descomunal empujó contra sí y forzó a sus manos temblar tanto que los
hombros comenzaron a dolerle. Percibía el fétido olor del aliento de Shub en su rostro,
detenido apenas por Graf Eisen, que parecía un palillo de dientes entre sus colmillos. Vita
sollozó, no por temor, sino por frustración.
Era demasiado.
"¡Es demasiado…!"
Sus ojos se abrieron como platos al ver cómo una grieta emergía desde la punta, hasta el
mango de su dispositivo; tal y como si fuese un vidrio que está soportando un exorbitante
peso.
A punto de desplomarse…
Las lágrimas asomaron a su rostro y ella separó los labios en un grito que fue enmudecido
por el cerrar contundente de la boca de la Diosa.
¡BLAAAASSSSTT!
Vita sintió un tirón en su hombro pero no miró qué era, solamente se dedicó a observar con
ojos estupefactos las diminutas esquirlas rojas y metálicas que salían disparadas
bruscamente hacia todos lados. El tintineo de los retazos de quien había sido su compañero
de batallas hizo un eco espeluznante en sus oídos al rebotar contra la tierra.
Los breves segundos se le antojaron eternos entonces, mas no fue hasta que se dio cuenta
que la responsable de tal atrocidad se hacía cada vez más lejana, que parpadeó para ver a
quién le estaba halando.
Zafira.
El resto del mundo volvió a sus sentidos, y con ello, las explosiones de más escudos le
hicieron notar al fin las barreras que Shamal intentaba construir y reconstruir pobremente;
en un intento por protegerla a ella y a Signum en lo que habían estado luchando momentos
atrás.
La legión de hijos de la Diosa avanzó entonces a través del último campo protector ya roto,
con la mitad de la estampida tirándose en una poderosa avalancha sobre la rubia. El resto
siguió de largo, a quienes sin perder tiempo Zafira se dirigió a toda marcha también hasta
su encuentro.
-"¡VITA!"
Ésta se dio la media vuelta al recuperarse de la impresión, sólo para encontrar arriba de su
cabeza la gigantesca pata malherida de águila que estaba por aplastarla. Lo que pasó
después, quedó fuera de su raciocinio.
Levantine simplemente salió volando en llamas de alguna parte y se clavó en una de las
tantas bocas del estómago negro, obligándole a retroceder sus pasos; enseguida, Signum
corrió hacia ella y la jaló de golpe para apartarla del camino.
La niña rebotó contra el pavimento derruido hasta quedar panza abajo. Sus manos se
hicieron puños y ella tosió el polvo que le había llegado hasta la garganta.
¡BBRROOOAAAAARRRRRR!
El nefasto aullido de la Diosa se alzó a los cielos fluctuantes. Signum se dio la vuelta para
saltar y recuperar su espada de aquel receptáculo monstruoso, cayendo después de rodillas
al suelo.
Se puso en pie y se dirigió de nuevo hacia su enemigo, dando un brinco alto que la llevó
hasta encima de uno de esos tentáculos lóbregos. Apoyó su pie en éste y enterró pues su
arma profundamente, consiguiendo un aullido de dolor por respuesta.
Los demás apéndices que le rodeaban reaccionaron ante la punzada y empezaron a atacarla
también; la guerrera se movió lo mejor que podía sobre su oscilante piso, tratando de
esquivar las crestas que le rozaban el cuerpo, rasgando su armadura; despedazando sus
hombreras y coderas por igual.
E inclusive, juró llegar a sentir el escozor de un hueso que tronaba en su brazo derecho.
Aquel momento de debilidad la hizo perder el equilibrio así como el agarre que había
obtenido. Se encontró pronto en el suelo agreste, con las palmas apoyándose sobre rocas
ásperas y las piernas trepidándole a medida que se levantaba.
Su dispositivo colgaba de una de sus manos, que como su cabeza, chorreaba de sangre. Los
gritos de Shamal y los aullidos de Zafira, junto con la visión del brazo doblado de Signum,
hicieron que los ojos de Vita temblasen.
Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas conforme veía la mueca de dolor crecer
en el rostro de la ojiazul, que torcía su brazo para reacomodar el hueso fracturado. Jadeó la
líder de los Wolkenritter, y arrancando un trozo de la ropa dentro de su armadura, lo mordió
de un extremo mientras envolvía el otro alrededor de la zona amoratada y roja.
-"¿Por qué...? –murmuró al terminar el nudo, tosiendo luego un poco de sangre-. ¿Por
qué… -aspiró aire-… lloras, Vita?"
La aludida contempló a Shub a sólo unos metros de ella, que escupió neblinas negras como
bufándose de ella. La guerrera de la espada hizo lo mismo, escupiendo más sangre; el
flequillo que pendía delante pegándosele debido a ésta en su piel y al sudor
De un segundo a otro, los arañazos de los tentáculos contra la hoja frágil de Levantine se
despertaron otra vez, repetidamente. La pelirrosa sostuvo con fuerza la empuñadura en
tanto algunos de los brazos lograban desviarse para golpearla, tratando de hacerla caer en
vano y rompiendo algunos huesos en su lugar.
Los zapatos chirriaron al ser empujados atrás, enterrándose en la superficie terrosa. Cuando
Vita estuvo a punto de llamarla, ella soltó un grito de lucha para luego balancear su arma y
cortar las puntas de aquellos apéndices monstruosos.
Mientras apretaba los dientes y sentía la sangre oscura salpicarle el rostro, las voces de
Shamal y de Zafira azuzaron sus oídos y corazón en miedo. El tintineo que provocó el
resbalar de los péndulos de las manos de cierta doctora, hizo que Signum voltease el rostro
enseguida para encontrar a su compañera.
Y sin embargo, entre los trozos que habían sido cortados y todavía flotaban en el aire, un
tentáculo más pasó como un bólido imparable. El eco de Levantine al ser atravesado y
partido en dos, volando de los dedos de su dueña, antecedió tanto al chasquido como al
goteo de algo líquido caer.
Al siguiente segundo, los ojos cobaltos se abrieron, enfocando el cielo negro desprovisto de
estrellas arriba suyo.
¡SIIIGNNUUUUM!
Se conjugó el llamado de Shamal, junto al desplomar de una hoja rota por la mitad.
La castaña jadeó adolorida, admirando el asiento roto como si fuese de papel. Una sonrisa
amarga se formó en sus labios.
Se levantó apoyada en sus palmas, apenas sujetando su báculo. Un viento le anunció que
Alicia se lanzaba de nuevo sobre ella, así que se giró sentada en el suelo para invocar un
escudo y protegerse levemente del ataque que la hundió en la tierra, creando el impacto un
enorme boquete.
El columpio salió volando para ser destruido por la ráfaga de magia que la rubia dejó caer
encima de Yagami sin piedad. Sus ojos llorosos y borgoñas le miraban fijamente, pidiendo
terminar ya. Hayate apoyó una rodilla en el suelo y con la otra se impulsó para ponerse de
pie, rechazando los ataques.
La Muñeca se elevó en lo aires y levantó su Fliegen, que hizo descender relámpagos desde
su punta y que fueron despedidos hacia la castaña. Otro nuevo escudo blanco surgió, con
una segunda huida esta vez.
La Comandante tomó aire y juntó los dientes a medida que su vista viajaba hacia las
alturas.
No podía luchar así, debía ya enfrentarla o todo estaría perdido. Sabía que Alicia estaba
liberándose del yugo de Azathoth y que su mente estaba siendo cruelmente castigada como
su corazón, al ser el títere de la cólera del Dios ahora ciego de Caos y Destrucción.
Hayate cerró sus ojos unos momentos, recargando su frente en su báculo que se transformó
de nuevo en una espada. Acto seguido, miró a su muñeca dolida con una sonrisa.
Tras varios encontrones, las dos cayeron jadeando al suelo, no muy lejos la una de la otra;
tosiendo sangre y temblando ya del agotamiento que sus cuerpos mortales estaban
experimentando, los cuales ya no resistirían por mucho tiempo.
A ese paso, iban a morir. Y con todo lo que se proyectaba a su alrededor, el sabor de la
muerte llenaba ya sus mentes.
Se pusieron de pie de nuevo, al mismo tiempo, como si fuesen el mismo reflejo. Los
cabellos de la hija mayor de Precia flotaban en el aire enfurecido, como las olas que se
mecían a lo lejos, llevándose muertos y escombros. Los mechones de Hayate le imitaban en
la misma dirección, como deseando acompañarle en su viaje imaginario de un cuento de
hadas que se desmoronaba justo en sus propias narices.
Los gritos, aullidos, golpes y destrucción les asediaban cual torbellinos de desolación y
muerte, en dos jóvenes que seguían mirándose. Contemplándose. Era un momento para
ellas y sus mentes que no eran presas de los Dioses a quienes estaban sirviendo.
¡Crack!
Alicia y Hayate levantaron la mano que empuñaba sus espadas, relucientes y cubiertas de
sangre de la contraria.
Cerraron y abrieron los párpados, dejando a sus pies moverse y rozar apenas el piso debajo
de ellos…
¡CLASH!
Formando una X con sus espadas, ambas quedaron frente a frente. Alicia le miró y por
primera vez sus ojos fueron como los de aquella joven enferma que mirara inocente a una
Hayate que le había besado.
-"¿Te acuerdas? –tosió un poco, entre sus usuales y extrañables risas infantiles-. Me corriste
de tu casa."
La rubia quedó sorprendida de que hubiese leído sus pensamientos. Hayate rió de nueva
cuenta, tosiendo una vez más coágulos de sangre que empañaron la espada de Alicia. La
sincronía era mortal.
Las espadas se movieron al unísono en un impulso de las jóvenes sobre sus pies, como
danzantes de la muerte jugando a la vida, abriendo su propio paso…
Y ella recordó que ese día en que Hayate le besara, el sol le había parecido, luego de tanto
tiempo, una luz cálida y hermosa.
Ambas puntas de las hojas se encajaron más profundo y apuntaron al cielo tormentoso antes
de hacer un arco furioso en contra de su rival, sin encontrar esta vez dificultad al hacerlo.
Alicia abrió sus pupilas como Hayate. De nuevo formaban una X, pero ahora con sus
brazos.
Dos pequeños charcos de sangre se formaron a las espaldas de cada una, manchando el
vestido blanco y la armadura negra. Las crestas de sus armas se asomaron lentamente y
brillaron en las espaldas de las dos, chorreando de un líquido rojo que caía despacio,
asemejando los granos de arena en un reloj de sol.
Azatoth rugió alto entonces, hacia el cenit oscuro. Y Yog Sothoth también.
En aquel instante, un pequeño resplandor apareció y Yagami creyó ver por unos segundos,
frente a ella y en el cuerpo del dragón, las Jewel Seeds. Luego todo volvió a la normalidad,
cual si hubiese sido una cruel treta de su imaginación.
A pesar de ello, la dueña del Libro de la Oscuridad volvió a sonreír, rompiendo el corazón
de Alicia con las lágrimas que brotaban de sus pupilas azules; mas ésta simplemente negó.
La espada de la Comandante salió del costado de la muñeca para de inmediato tomar con
ambas manos el filo de Fliegen; y de esa manera, se atravesó su propio costado por
completo, hasta acercarse a la princesa de la luna que miró paralizada la escena.
-"Si no me hubieras corrido… -jadeó con dolor, forzando una sonrisa atrevida y con un
toque abatido-… te hubiera hecho mía, ¿sabes…?"
Alicia estalló en un aullido de lamento, con las lágrimas fluyendo abundantes por su rostro
y sus ojos totalmente horrorizados por lo que estaba presenciando. De un respingo, jaló y
soltó su hoja, que cayó con un tintineo fuera del cuerpo de Hayate.
Se tomó entonces la rubia los cabellos, que tiró como si con ello se desatara de Azathoth.
Todo su ser se tensó al punto que creyó que explotaría en ese momento; cada fibra de su
interior se ahogó en una agonía de miles de agujas que sentía deshilachaban su arruinado
corazón de muñeca.
Derribado y apresado por un terrible demonio que aún ahora rugía tenebroso, en siseos que
le recordaban que su lugar estaba bajo sus garras.
Los gritos angustiados de sus guardianes, sin embargo, hicieron que la Ama del Cielo
Nocturno apartara preocupada la vista por unos segundos; y en ese lapso en que no la veía,
Alicia recogió su espada del suelo.
-"¿Cómo?"
-"¿Qué estás haciendo? –repitió en voz baja, sus manos temblorosas bajando y alzando la
espada Fliegen-. Si no me matas…"
-"¡NO! –Hayate negó en pánico, poniendo su propia hoja de obsidiana delante como
escudo-. Yo no… ¿Cómo puedes pedirme algo así? ¡¿Alicia, cómo puedes pedirme que
mate a mi propia princesa?"
La nombrada sonrió entre lágrimas, haciendo caso omiso de las alas deformes que se
desplegaban en su espalda y la rompían dolorosamente despacio, convirtiendo la tela
postrera del vestido en un fuerte bermellón.
-"Porque esta princesa… -sus párpados se entrecerraron al mismo tiempo en que Azathoth
lanzaba un zumbido desde el fondo de su garganta-… hace mucho que dejó de pertenecer a
este mundo..."
-"¡ALICIA!"
Los intentos de Yagami por acercarse –a pesar de las malas experiencias pasadas al hacerlo,
y de la que recién se había llevado- fueron repelidos por las ráfagas de aire que el Sultán
expidió desde su colosal hocico.
Una socarrona sonrisa se dibujó en la boca retorcida del dragón, una de la cual una luz
blanca así como débil empezó a nacer.
La cara del Sultán se ladeó ligeramente, como escaneando algo más que no fuese Hayate.
De inmediato, la castaña chilló asustada y se abalanzó para evitar el infierno de fuego que
saldría de aquella monstruosa garganta.
-"¡DETEN…!"
El estrépito de las tormentas en el cielo negro y gris amortiguó el tronar del puñetazo en el
estómago que le sacó el aire a Yagami, luego de que su espada chocase con la otra en un
intento fútil por parar a la Muñeca.
Sollozos se volvieron uno solo con los susurros que Alicia soltó en el oído de la ojiazul,
antes de empujarla a un lado y lejos de sí en el aire.
-"¡Fliegen!"
-"¡HAYATE!"
El grito de Fate, firme y alto, hizo que la aludida se abstuviese de ponerse en pie para
defender a sus compañeros, a quienes iba dirigido el ataque. Vio a la hermana menor
decirle algo a Nanoha, que asentía en temor; y por una milésima de segundo, creyó ver a
Bardiche en sus dedos trepidar.
El arco negro apareció en las manos de su dueña, quien acarició el cordel con delicadeza,
provocando que ondas se formasen para crear una flecha brillante y cegadora que fue
despedida.
Al igual que el torbellino de fuego que salía de las garrafales fauces de Azathoth.
-"¡Nanoha!"
-"¡Um!"
Bastaron unos segundos para que la Capitana despejase el área de las criaturas que no
habían parado de asediarlas. En cuanto lo hubo hecho, Fate cerró los ojos y empezó a
hablar en voz baja; a medida que continuaba –y el huracán de llamas iba descendiendo-, la
luz en el ojo de Bardiche aumentaba.
El círculo dorado de hechizos apareció bajo sus pies, y Hayate Yagami abrió los ojos con
sorpresa al reconocer los miles de soles que surgieron de la nada súbitamente.
Relámpagos dorados bajaron del firmamento, chocando y enredándose con aquellos negros,
violetas y rojos.
Y entonces…
Ojos borgoñas fuertes se toparon con ojos borgoñas pálidos y apagados, a pesar de la gran
distancia. Tan sólo por una fracción de segundo, los sentimientos aglomerados emitieron un
chillido en sus cabezas tan penetrante que casi las hace desfallecer.
-"PHALANX SHIFT!"
Los soles salieron disparados, arrasando con varias hordas de monstruos que se
desvanecieron al instante; y a mitad del viaje entre las avenidas, dieron un estrepitoso
choque que arrojó chispas por doquier e hizo doler los oídos. Arf, Rein, Yuuno, Lindy y el
resto de magos observaron la segunda colisión que podría haberles arrebatado la vida.
El impacto que casi hace que ambas descargas de poder se desbordasen, culminó en una
imponente explosión que hizo temblar la ciudad y las aguas que aún descansaban en la
bahía.
Jadeando, Fate se dejó caer en una rodilla, con los brazos colgando al igual que Bardiche.
Se llevó la mano ya desnuda al pecho, apretándoselo mientras rechinaba los dientes para
soportar el dolor y el cansancio que empezaba a acalambrar su cuerpo.
Respiró profusamente.
Y no alzó la cabeza, hasta que el sonido de aleteos se escuchó por encima suyo.
Plumas negras cayeron a su lado conforme la tan distinguida golondrina que representaba a
Alicia se alzaba entre el manto de luz que todavía no desaparecía. El contraste entre
sombras y luz, así como el graznido fiero y sus pocas energías, hicieron a la menor actuar
rápido.
¡BLLLAAAAAASSSSSTTTTT!
El estallido hizo que la rubia volviese la vista arriba, donde Raising Heart y Nanoha
levantaban un escudo que parpadeaba copiosamente; tal y como parecía, fue cuestión de
tiempo para que la barrera volase en pedazos ante la presión de las garras negras del ave,
levantando así una segunda explosión que escupió humo y cenizas.
-"¡Nanoha!"
La dueña de Bardiche intentó llamarla al verla salir de la humareda, pero apenas la pelirroja
alzó su báculo y el rostro, Alicia traspasó la niebla de escombros en un santiamén para
después convertir el arco en una espada de nuevo.
El corte rompió con la oscuridad del cielo de Uminari. El filo de la hoja pasando por el
cuerpo de Takamachi se proyectó lentamente en los ojos de la hija menor de Precia, que
casi al mismo tiempo, contemplaba también a Azathoth izarse en el cielo después de que
sus mandíbulas siguieran la misma trayectoria de Fliegen.
-"¡NAANOOOHAAAAAA…!"
Los clamores de Testarossa así como su intento por avanzar fueron detenidos al ver que una
cola de púas estuvo muy cerca de abrirle la faz. Retrocedió en defensiva, viendo con
desesperación a la fila de monstruos que se aglomeraban al frente.
Y que seguían saliendo del portal de Azathoth, en forma de rayos caídos, reemplazando con
suma rapidez y facilidad a los que su Phalanx Shift había eliminado.
"Nanoha… Nanoha…"
Sonic Move! (¡Movimiento Sónico!)
"¡Nanoha!"
"¡NANOHA!"
Ataques se sucedieron una y otra vez en pánico, apuntando y moviéndose a todos lados,
tratando de abrirse un paso imposible hasta donde Nanoha había aterrizado. La sola visión
de Azathoth dar la vuelta en las alturas, en ademán de regresar a asestar un segundo golpe a
la inconsciente maga, hizo que los sentidos de Fate se inundasen en horror.
Aún cuando recuperó su normal Barrier Jacket, sus ropas ya estaban demasiado maltratadas
como para siquiera hacer la diferencia entre esa vestimenta y la del Sonic Form.
Más temprano que tarde, la ojirubí cayó sentada al suelo, con un sentimiento pesado dentro
de su estómago.
-"¡NAAAANOOOHAAAAAA!"
¡CLLLAAASSSSH!
Los colmillos afilados y chuecos –la espada Fliegen- despertaron un chirrido ensordecedor
al morder el campo plateado que las diminutas manos de Rein habían levantado para
proteger a Takamachi.
El Dios subió y dejó caer la cabeza una y otra vez –el dispositivo atacando una y otra vez-,
con sus cuchilladas, tratando de destajar la barrera mágica, haciendo eco. La pequeña
ojiazul cerró los ojos y se forzó a sí misma a tratar de reparar las grietas que se triplicaban a
cada estocada.
Cuando con un último golpe el escudo se volvió pedazos y Rein fue expedida al pavimento,
fueron los tentáculos de Yog-Sothoth los que sujetaron el cuello de su enemigo, cuyas
mandíbulas sangrientas y putrefactas habían quedado a escasos milímetros del artefacto
unísono y la Capitana.
-"Si realmente los amas –sus ojos hinchados se posaron en sus dos víctimas en el piso, en
Fate peleando a lo lejos al igual que los guardianes, y en el resto de personas que se
esforzaban por luchar; mientras su cuerpo reñía por liberarse-, deberías querer lo mejor para
ellos…"
¡GRRRROOOOARRRRR!
Con un movimiento brusco, el dragón zafó la cabeza de los tentáculos al igual que Alicia
empujaba a la castaña para guardar una distancia prudente. Las miradas de ambas se
hallaron frente a frente, con el rugido del Caos Idiota haciendo eco en los cielos y causando
que una de las manos de la Muñeca se apretujase el pecho en agonía.
Las ropas que alguna vez habían sido blancas y puras, ahora estaban cubiertas casi en su
totalidad de un tono carmesí vivo e intenso. El olor metálico de la sangre impregnándose en
su piel.
¡SIGNUM!
El tic tac del reloj en la ancha frente oscura de Yog zumbó al mismo tiempo en que uno de
los tentáculos de Shub se incrustó justo en el interior de la guerrera de la espada. Al
siguiente segundo, fue como si las voces de todos perdiesen sonido.
Solamente prevaleciendo el ruido del rasgar de huesos y piel, así como el gemido apenas
audible que la garganta de Signum luchaba por dejar salir.
Los zapatos maltratados chirriaron cuando sus piernas hicieron el ademán de perder el
equilibrio, quedando semi-arrodillada mientras se sostenía gracias a las manos que se
aferraban al apéndice que perforaba su costado derecho totalmente.
La punta del tentáculo sobresaliendo detrás suyo, con el líquido espeso y baboso de la
sangre resbalándose lentamente en este mismo.
Los jadeos de la rubia se entremezclaron con el chasquido de las mandíbulas que hacían
jirones su sombrero, botas y abrigo verde; las púas de la cola de vez en cuando alcanzando
a rozarle la piel o el rostro.
Cerca de ahí, el aullido de Zafira se escuchó al ser éste derribado al suelo por un grupo de
los hijos de Shub; en tanto, el resto avanzaba entre las avenidas, para encontrarse de frente
con los magos del Bureau, o para bordear el lago de Uminari y comenzar así a invadir las
demás capitales.
-"Maldita sea…" –murmuró Vita entre dientes, tragándose las lágrimas y forzando los
brazos para levantarse del asfalto e ignorar la sangre que resbalaba desde su cabeza.
Los restos de lo que alguna vez había sido Graf Eisen, desperdigados cual juguete roto
entre las patas gigantes de águila de la Diosa.
Vita logró arrastrarse hasta coger el báculo de su dispositivo, que acababa en un astil roto y
tosco en vez del usual martillo rojo. No muy lejos, el cuerpo de Zafira fue lanzado y dio
volteretas hasta llegar a rozar el borde de una zanja profunda que se había abierto entre las
calles; quedando así con una pata trasera y la cola flotando en el vacío.
"Somos los guerreros guardianes que nos reunimos ante la Ama del Cielo Nocturno."
Signum…
"Mientras nuestra ama exista, nuestras almas nunca se extinguirán." Shamal…
"Mientras haya vida en nuestros cuerpos, nos apoyaremos unos a los otros." Zafira…
"Siempre existiremos al lado de nuestra ama, reina del Cielo Nocturno, Yagami Hayate."
¡Vita-chan…!
Ustedes… ¡ustedes…!
-"Hayate –la voz de Alicia salió compungida, manteniendo un ojo cerrado por el dolor
mientras contemplaba las lágrimas bajar de los ojos azules de su sacerdotisa-, no puedes
abandonarles, sabes que simplemente no puedes hacerlo" –sonrió débilmente.
-"Yo… -cerró los párpados y pasó saliva, llevándose una muñeca al pecho-… realmente…
siempre quise tener una familia…"
Dos lágrimas resbalaron de sus mejillas y se perdieron entre la oscuridad del lugar al caer.
Hayate Yagami apretó los puños enguantados y se volteó lentamente a ver a Alicia sin
siquiera secarse los ojos.
-"Porque te amo, debo pedirte perdón por lo que estoy a punto de hacer."
La espada de Hayate, ubicada al frente suyo, fue izada en ese momento; su vista decidida
pero atormentada se halló con la de Alicia, cansada y afligida. Azathoth lanzó un rugido
feroz que hizo temblar las dimensiones que se abrían en el firmamento sobre las cabezas de
todos, en un desafío bestial que retaba al Dios del Tiempo y a su jinete.
Más lágrimas resbalaron de los ojos azules antes de echar un último vistazo a sus
guardianes desahuciados y a una Rein que empezaba a despertar.
-"Perdón…."
Y con ello, el tic tac del minutero que había llegado a las 5, se paró de golpe.
Quo vadis?
Quo vadis?
Aprovecha la noche...
Yatto tadoritsuketa ne
futari meguriaeta basho ni.
Toki no kakera ni umore,
hoshi ha kanata ni kie;
tooi itami no sanaka
negai kooru you de.
Juntas, tú y yo
por fin hallamos, ese real destino que tanto ha esperado.
Capítulo XXX
Blanca Redención
La Muñeca sintió que hasta sus pies parecían congelársele en lo que se le antojaban sus
últimos y martirizantes pasos; el escozor de éstos se volvía ya insoportable, con las
zapatillas blancas tanto rotas como manchadas en sangre. Su mano se levantó entonces
hacia ella, muy despacio, estirando sus dedos como si con ello deseara alcanzarle
mágicamente.
Sin embargo, su vista se nublaba por lágrimas y sangre, por desquicio y amargura, por
Azathoth… Todo ello le impedía ya volver a ver con claridad.
Su verdugo la sumergía entre sombras amorfas y grotescas que amenazaban con llevarla a
lugares inimaginablemente tétricos.
Hayate Yagami desvió la vista en dolor, entrecerrando los párpados y captando un atisbo a
lo lejos de los colores apenas visibles que caracterizaban tanto a sus amados guardianes;
sucios, cansados, exhaustos e inclusive, a punto de desfallecer ante las miles de bocas y
garras que se aferraban a sus ropas con fervor.
Dolor y melancolía bajaron por sus mejillas justo cuando el grito de Yuuno alcanzaba a sus
oídos, retrocediendo en un empujón invisible ante las embestidas interminables de los hijos
de Shub que acometían a su barrera mágica; Arf y Lindy recostadas detrás suyo, tratando de
mantener los sentidos débiles alertas, al igual que la sangre que luchaba por escurrirse fuera
de sus cuerpos.
Aullidos bestiales y explosiones de los navíos de la TSAB que alguna vez mostraron su
pintura y sus insignias, orgullosos y brillantes, se elevaron al cenit tempestuoso; ahora
malgastados, frágiles y maltrechos como los restos de una guerra cuya derrota estaba ya
escrita.
¡Hayate!
Estrellas fugaces de color rosa sobrevolaron los abismos en que Uminari se había
sumergido, como bombas que detonaban en un abrir y cerrar de ojos, iluminando aquí y
allá un segundo sí y un segundo no; el Demonio Blanco –que ya no parecía tan demoníaco
en su estado- se puso de pie, jadeante, con los moretones en el rostro apenas permitiéndole
abrir el ojo derecho.
Las pupilas de la Comandante viajaron entonces hacia Rein, que rápidamente había volado
para pasar parte de su energía mágica a cierta maga.
La misma que había gritado su nombre momentos atrás, y que ahora liberaba un manto
dorado que cubría a los perros deformes a su alrededor en una luz intensa.
Fue tan sólo un segundo, pero bastó lo suficiente para que los ojos borgoñas de Fate
Testarossa le dijesen a Hayate, que fuese lo que fuese a hacer, se apresurase.
¡AAALLIIICIIIIIIAAAAA!
La aludida lanzó un grito desgarrador al tiempo que el Caos Idiota rugía con todas sus
fuerzas, levantando fumarolas de fuego candente del subsuelo que atravesaron la ciudad
como si fuese una parrilla gigante sobre un infierno real. El coro de los nuevos torbellinos
de fuego entremezclándose con las notas altas y profundamente heridas de su gemela.
Fate no supo de donde sacó más energías –cuando la que le había sido ofrecida parecía muy
poca en esa situación- ni como volvió a infundírselas a Bardiche tan rápido. Lo único que
en verdad sabía era que debía rescatar a su hermana.
Voló con toda la velocidad que su magia pudo darle, se aferró a Bardiche con toda la furia
que su corazón tenía guardada y gritó con toda la desesperación con la que había vivido
desde que Alicia enfermara.
Alicia…
Dos espadas relucientes aparecieron en las manos ensangrentadas de Fate mientras el resto
de presentes exclamaban aterrados al verla tan pequeña y vulnerable frente a un Dios que,
al ya no poseer su guía, su ojo y su razón, sólo pensaba en acabar con todo. Ser el Caos
completo.
La tercera parte de los restantes barcos desplomándose en las calles, las dimensiones que
fluctuaban en el cielo siendo sacudidas ferozmente por portales que le abrían el paso a más
y más monstruos, reflejándose allá arriba como un espejo que proyectaba cuentos de horror;
los destellos de los ataques de Nanoha ocultando su rostro preocupado y sus palabras
asustadas; las cadenas de Arf, que se tambaleaba sobre sus cuatro patas, uniéndose a las
verdes de Yuuno Scrya en un intento por ayudar.
Vita demasiado absorta en reñirle a Signum, en llorarle que no quedara como ella en el
suelo, que siguiera luchando contra la Diosa y sus hijos; en exigirle a Shamal que Hayate
no podía quedarse sin vigilancia y que Zafira tenía que seguir cuidándolas como siempre.
Por último, un triángulo blanco apareció bajo los pies de la Ama del Cielo Nocturno, que
cerró los ojos y cerró ambas manos sobre su pecho, sintiendo el frío metal de su dispositivo
hacer contacto con ella.
-"¡Deja… -susurró entre dientes, apretando la empuñadura y ganando más y más altura-…
¡DEJA A MI HERMANA ALICIA EN PAZ!"
¡CLANK!
El choque de fuerzas lanzó a medio mundo –excepto a Hayate, que parecía estar en trance-
a considerables metros atrás, como el efecto de una bomba expansiva.
Nanoha se sujetó de Raising Heart, clavándolo en el suelo para no perder de vista a Fate, a
la cual llamaba sin resultado; a su lado, Rein flotaba en el aire mientras usaba los brazos
cruzados para protegerse el rostro.
Apretaba sus dientes al punto de lastimarse a sí misma, sangrando sus encías en tanto hacía
un esfuerzo sobrehumano para hacer avanzar las espadas dentro del cuerpo putrefacto y
titánico del dios, que agitaba los extensos lóbulos de su cabeza en su contra, latigueando y
arrancando piel, sangre y casi músculos para buscar tragársela.
Los rugidos feroces así como el vendaval que provenía de la anillada garganta blanca se
mezclaban con los gruñidos de Fate y el cuchillar de Bardiche, que poco a poco se abría
paso a través de la acorazada piel blanca. Por fuera, Alicia sujetaba las hojas doradas con
sus manos desnudas y sangrientas, en un intento por sacarlas de su pecho.
En el instante en que Fate alzó la vista para mirar a su gemela, sus ojos se humedecieron
todavía más al rozarse. Las lágrimas cayeron sobre las hojas brillantes, fundiéndose
después como estrellas mortecinas en el velo de oscuridad que engullía a Japón.
¡Crack!
"Yo no…"
"La Lost Logia es muy poderosa, pero si dejas que te controle de esa manera, acabarás por
ser su muñeca de trapo."
"Me caí…"
"Tonta."
"Fate, siempre te he estado pidiendo cosas, aún en silencio. Y tú siempre las has obedecido
aunque eso te costara arrancarte el corazón. Pero ya no más, Fate, ya no más…"
¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHH!
Se obligó a juntar los dientes y a tragarse sus gemidos conforme enterraba su arma sin
siquiera atreverse a mirar al frente.
-"¡FAAAAAATEEEEEEEEEEEE!"
Nanoha gritó con todas sus fuerzas, pero la onda expansiva ni siquiera le dejaba erguirse
para buscar apoyo y volar fuera del impacto. Su armadura se resquebrajó aún más por los
golpes recibidos de los escombros, que continuaban siendo levantados; la idea de que era
solamente una horrorizada testigo de la cruel escena, de la pelea que Fate llevaba contra
Azathoth, hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas que el viento con aroma a muerte
secaba al golpear sus mejillas.
A lo lejos, su mirada y la de todos podían ver los lóbulos asestarle la piel sin misericordia,
como tentáculos espinosos que caían una y otra vez; lacerando, arrancando retazos de ropa
y creando una lluvia de sangre…
La mayor sollozó, jadeando por la punzada que se hundía cada vez más en su pecho. El
avance de Bardiche cortando sus palmas más y más, que intentaban detenerle.
Alicia separó una de sus manos entonces, y la estiró hacia la menor, que imitó el gesto. La
sangre así como sus dedos se tocaron hasta unirse, como en los viejos tiempos; por primera
vez desde que el Caos descendiese de los cielos, sus ojos soltaron lágrimas de felicidad
mientras se sonreían mutuamente.
Los labios de ambas se movieron, despacio, la colisión del ataque enmudeciendo cualquier
palabra dicha; pero la conexión entre sus corazones, lo suficientemente fuerte como para
entenderse.
En ese momento, el crujido de la armadura y de la piel romperse fue roto por un tintineo.
Una luz azul y blanca las rodeó.
En el pecho de Azathoth, que lanzaba el canto precioso similar al de las ballenas, la imagen
de las 12 Jewel Seeds parpadearon tres veces hasta volver a ocultarse en su interior; tal y
como había sucedido antes con Hayate.
Después, las manos de las hijas de Precia se separaron de golpe y Fate sintió que su espalda
estaba por romperse si volvía a ser latigueada. La dueña de Bardiche gritó por última vez
cuando por fin un tentáculo de Azathoth le rodeó y le sacó de tajo de su cuerpo.
El crujido de sus huesos antecedió a su desmayo por dolor, ignorante de que salía expedida
por los aires en lo que el Sultán reverberaba, furioso por el agujero y los hilos se sangre que
se derramaban de él y de su Muñeca.
¡FAAATEEEEEE!
Su hermana llamó, estirando un brazo hacia ella. El Dios cerró las mandíbulas fuertemente
y volvió a abrirlas, encorvando su ser en ademán de ir tras la maga que hacía unos
momentos le había inflingido daño.
Hasta que la voz de Hayate, llamando a Alicia, detuvo al Señor y a su doncella, que se
voltearon lentamente a verla.
-"Yo soy Hayate Yagami –pronunció en calma, abriendo paulatinamente tanto los ojos
como los labios-, la Ama del Cielo Nocturno…"
Un brillo diferente inundó aquellos orbes cobalto que destellaban por los restos de humedad
en ellos; los cabellos largos empezaron a alborotarse y el símbolo Belka a sus pies empezó
a intensificar cada uno de sus signos y líneas.
-"Y también…"
-"¡Sí, Señor!"
-"¡No los dejen avanzar! ¡Recuerden que debemos proteger nuestro hogar!"
Las miles de voces y rostros de soldados y magos de todos los planetas, razas y
dimensiones emergieron en las bastantes pantallas que la TSAB se encargaba de
monitorear. Hombres y mujeres montados en barcos, tanques o aviones caza empezaban a
gritar en conjunto, con la determinación bullendo en sus sentidos en un intento por disfrazar
el pánico que comenzaba a alzarse en el mundo.
Shari Finieno observaba todo desde los cuarteles generales. Las manos temblándole a
medida que sus pupilas contemplaban en la pantalla la imagen de un gigantesco agujero en
el firmamento –ahora color rojo- abrirse en Midchilda.
Las fuerzas del Bureau se hallaban ya a las afueras de la ciudad, mirando hacia las alturas
conforme sus puños apretaban inconscientemente sus dispositivos.
Caos y destrucción, lo mismo que ya habían visto pasar en los planetas antes que el suyo.
Era sólo cuestión de tiempo para que las nubes terminasen de arremolinarse en círculos y la
tormenta eléctrica iniciase.
-"Y también… -murmuró gravemente, ignorando el ojo de Yog Sothoth que se abría
imponente detrás suyo-… la dueña de los Wolkenritter. ¡Mis Guerreros de las Nubes!"
¡CRASH!
Los truenos rugieron estruendosamente, haciendo estremecer los largos mechones castaños
cuando Hayate elevó su espada. El símbolo Belka a sus pies refulgió con un furor tan
intenso que obligó a todos a desviar la mirada; en un parpadeo, el Libro de la Oscuridad y
el Necronomicón reaparecieron justo arriba de su cabeza
Azathoth lanzó un chillido similar al de las serpientes; mitad molestia, mitad dolor.
Vio a la caballera que alguna vez poseyó la armadura negra, elevarse en el aire,
extendiendo los brazos cual súplica silenciosa a los cielos atormentados. Su indumentaria
rota y agrietada fue reconstruida entonces; y toda ella brillaba, pero su luz no era blanca,
sino rojiza. Cuando hubo separado los párpados, las pupilas se le oscurecieron un tanto al
igual que aquellos mechones ahora sangrientos.
-"Tu oponente soy yo –dijo con firmeza, balanceando su dispositivo y apuntando con este
mismo al dragón-. No lo olvides…" –entrecerró su mirar.
Azathoth rugió feroz, y tanto él como Alicia se lanzaron hacia la guerrera de fuego. Hayate
movió su espada de nuevo, y justo en el momento en que sus pies se apoyaron en la tierra
para darse impulso, el triángulo de hechizos bajo ella parpadeó para desaparecer.
Y cuando se hubo desvanecido, el repicar del minutero se escuchó tan alto así como el
latido de un corazón; al siguiente segundo, en el que las suelas de sus zapatos metálicos
abandonaban el suelo, el reloj emergió en el pecho de la Comandante. Cinco brazos
plateados y con apariencia carnosa salieron de él para aferrarse de un tirón a su pecho.
Los brazos de Nanoha resguardaron a la menor de las Testarossa de una caída fatal,
llevándola de inmediato a tierra para inspeccionar su cuerpo frágil y quebrado. La Capitana
contuvo sus lágrimas cuando vio los ojos borgoñas abrirse con dificultad; acarició sus
mejillas y sollozó, sonriéndole lo mejor que podía.
Nanoha estuvo a punto de responder cuando un estrépito se levantó a lo lejos. Sus ópalos
zafiro se desviaron entonces a la zona donde Hayate y Alicia estaban luchando, las sombras
sobre Uminari igual de densas que en un principio.
-"Estoy bien –aseguró, abrazándola contra sí mientras en su otra mano sostenía su
dispositivo-. Estoy bien porque tú estás aquí…"
¡CLANK!
Las espadas chispearon al darse de topes mientras sus dueñas se encontraban ahora frente a
frente, los pies apostados en el asfalto derruido en un intento por hacer la otra retroceder.
Parejas se notaban ahora las fuerzas, sin ninguna de las dos jinetes o de los dos Dioses
conteniéndose en sus ataques y defensas. El chirrido del filo de las hojas hizo eco una y otra
vez…
-"¡Yo soy Hayate Yagami, la Ama del Cielo Nocturno…!" –la escuchó repetir.
Levantó la cabeza lenta y torpemente, enfocando con su vista borrosa a su ama pelear. Tres
manchas de sangre se precipitaron sobre una piedra deforme que alguna vez fue la columna
de algún edificio, o eso fue lo que Signum vio al erguirse sobre sus manos, trabajosamente;
se mordió los labios y silenció sus propios quejidos cuando haló su cuerpo hacia atrás,
cayendo de rodillas en cuanto se vio libre del tentáculo que le había perforado el estómago
y que había sido su soporte.
Haló aire una y otra vez, sintiendo que en cualquier momento sus palmas resbalarían y su
cara se encontraría de frente con el rígido suelo.
Con la muerte.
La Muerte…
Ese mundo, su Mundo. La Tierra jamás iba a terminar así. Por su honor de Wolkeritter tenía
que seguir peleando. Signum se puso de pie, tambaleante; levantó su dispositivo del suelo,
quebrado en dos, y sujetó ambas partes con fuerza.
-"Y también…"
-"Y también…"
¡NNNOOOOOOOO!
La voz de Signum se alzó rota y áspera, pero más decidida que nunca.
Cuatro triángulos de hechizos surgieron bajo los cuatro guardianes al mismo tiempo en que
el Libro de la Oscuridad expedía un destello cegador y el reloj en Hayate parecía fortificar
su agarre.
Llamas blancas, como la nieve, engulleron por completo a los Wolkenritter, calcinando a
los monstruos que estaban cerca en un santiamén. Las armaduras se incendiaron enseguida,
dejando solamente la pieza interior mientras sus guantes y botas se transformaban al rojo
vivo; cada uno de los trajes se precipitó al pavimento para quebrarse de golpe y después
desaparecer en el acto.
Súbitamente, las llamas se agolparon y adhirieron a ellos, forjando sus lenguas nuevas
vestimentas brillantes y blancas, similares a las anteriores, pero con la insignia de flamas
rojas impresas.
Los dispositivos fueron absorbidos también por las lenguas de fuego, revelando después un
esplendoroso Levantine que brilló en las manos de su dueña, totalmente reparado; los restos
de Graf Eisen fueron atraídos también, creando un nuevo martillo níveo y rojo, con los
contornos más filosos que su antecesor.
La pelirrosa le devolvió la vista sorprendida igual, notando los hilillos de sangre que
resbalaban por la cabeza de la pequeña así como sus propias heridas; una de sus manos
viajó hasta su estómago, sintiendo una punzada terrible, pero sabiendo que sin importar
cuán grave estuviese, no podía desaprovechar esta oportunidad.
-"¡Signum!"
La voz de Shamal hizo que ambas volteasen, encontrándose con que Klarer Wind se había
multiplicado; los cuatro cristales blancos atravesando el aire limpiamente a una gran
velocidad así como atravesaban en una sola corrida a más de cincuenta de los hijos de
Shub, como si fuesen dagas vivientes.
Tanto los cristales como las flamas que luego se cristalizaron en puntas de hielo, derribaron
a casi a un tercio del ejército de la Diosa, cuyas masas amorfas cayeron en un agonizante
gemido antes de volverse cenizas negras.
¿Por qué…?
El ruido de la batalla en los cielos hizo que la guerrera de la espada alzase su mirada,
encontrándose por un momento con los orbes rojos de su dueña, que le sonrió antes de
volverse a la contienda.
Ama Hayate…
-"No me importa lo que haya pasado –Vita atrajo su atención-. ¡No voy a perdonarle que
haya destruido a Graf Eisen!" –gruñó en una voz todavía afectada, sosteniendo su
dispositivo con ambas manos y apuntándolo al frente.
La aludida vio a Shamal y a Zafira caminar hasta ellas, sólo para darles la espada y
asegurarse de que no serían molestadas en su batalla contra la Diosa. La vista cobalto
repasó las terribles heridas en ambos, algunas cubiertas por los ropajes pero algunas otras
todavía visibles.
Las palabras se le quedaron atoradas a la líder, no sabiendo si debía enorgullecerse por el
valor de sus camaradas o llorar porque cada paso que daban era como una estocada en el
pecho.
Su mandíbula se tensó al tiempo que se topaba con los ópalos siniestros y cenizos de la
infernal cabra. Que le comiera, que le lastimara. Que le hiciera cuanto quisiera; no la iba a
detener de cortarla en pedazos. Su dolor no era nada comparado con el dolor de su ama
Hayate, que estaba arriesgando su vida por Alicia, por sus amigos y por ellos.
-"¡LEVANTINE!"
-"Roger!"
Signum alzó su dispositivo y Levantine brilló como si fuese la primera vez que lo hacía.
Con un grito de guerra, la guerrera de la espada y la del martillo de hierro se abalanzaron
contra Shub, que les esperaba ya con los tentáculos en su espalda listos para atacar.
"Ama Hayate… gracias. Gracias por enseñarnos lo que es el calor de familia, una vez
más."
Anata to watashi,
futari de tokeai.
Yatto hontou no jibun ni nareru.
Kotae wo sagashiteru…?
El Trato
Lentamente, su ceño se fue frunciendo mientras su mirada se llenaba del odio más
enfurecido que el universo pudiese observar en un ser viviente. Sus dientes crujieron los
unos contra los otros y ella no vaciló en gritar llena de furia, ocasionando que los tentáculos
de Yog se estrellasen contra los agujeros negros violentamente.
Un huracán nació del impacto, con ninguno de los dioses retrocediendo y ambos soltando
tétricas notas de horror.
Hayate empezó a murmurar entonces, las páginas del Libro de la Oscuridad corriendo
velozmente así como el minutero, cuyo avance se había incrementado y cuyas paredes
llevaban ya un poco más de la mitad pintadas de un humo rojo.
El arco negro volvió a las manos de Alicia justo a tiempo para lanzar una poderosa
descarga negra que hizo implosión al toparse contra una plateada; la explosión de luz que
surgió alcanzó a los mismos mares, que se alborotaron con las ondas hasta causar una ligera
llovizna en toda la ciudad.
Las gotas que humedecieron los cabellos rojos y rubios no parecieron perturbar a sus
dueñas, que de inmediato volaron la una hasta la otra, encontrándose sus espadas una vez
más. Mechones dorados salieron flotando en las alturas cuando la punta roja de la hoja de la
Comandante le rozó el rostro al pasarle de largo; para cuando Yagami se dio la media
vuelta, lo primero que vio venir fue la faz de su contrincante –Alicia atacando; Azathoth
separando sus enormes mandíbulas-.
Las manos de porcelana, heridas y sucias, se aferraron a su cuello así como las puntas de
sus alas blancas se aferraron en sus hombreras hasta abrirse paso a través de la piel, acto
que Hayate imitó de inmediato; sus alas –rojas y blancas respectivamente- destrozaron la
armadura en los hombros de la otra mientras caían precipitadamente al suelo.
El impulso que la rubia imprimió, con su dispositivo colgando en forma de broche negro en
su cuello para no estorbarle, hizo que la espalda de la pelirroja fuese arrastrada por las
avenidas bruscamente. El humo se levantó al igual que el asfalto que se quebraba en dos a
lo largo de su camino recorrido; abriendo los ojos con esfuerzo, Yagami se las arregló para
tomar uno de sus brazos y arrojarla cuanto antes hacia los restos de un edificio.
No obstante, no tuvo tiempo de pensar en sus heridas, pues una estela de humo que salió
disparada hacia ella la forzó a usar su dispositivo como escudo. Nuevamente, la espada
Fliegen reaparecía, con su dueña flotando y dando estocada tras estocada, obligando a la
otra a retroceder.
Sin retardarse más, Hayate despegó vuelo bien alto y lejos de ella. Desde allá arriba,
observó las pupilas borgoñas que le miraban en una mezcla entre melancolía y rencor –este
último producto del ser que también miraba detrás suyo-. Los ojos antes azules se cerraron
en pesar, los apéndices rojos de murciélago uniéndose delante suyo para después abrirse
como un resorte, disparando miles de espinas carmesíes que ni el Dios ni la Muñeca
dudaron en salir a su encuentro.
Las agujas desgarraron aún más el vestido y los protectores de la rubia, que solamente
mostraba muecas de dolor; todo intento por defenderse siendo enteramente anulado por el
dragón que gruñía impetuosamente, sin ninguna intención de replegarse o escudarse ante la
ofensiva.
Blancas y dragonescas garras se abrieron, destazando con un solo arañazo uno de los
tentáculos del Señor del Tiempo; en el plano físico, la espada de Alicia creaba un corte que
atravesaba el vientre de la ojirubí transversalmente.
La Comandante se sostuvo la herida con una mano en tanto con la otra blandía su arma,
tratando de alcanzar el pecho de la hija mayor de Precia, queriendo así destruir las Jewel
Seeds en su interior. Sin embargo, tanto la espada como la extremidad divina fueron
detenidas por una palma y una garra que conocían a la perfección lo que la guerrera de
fuego y su Dios querían hacer.
Las cuencas negras e insondables del Caos Idiota parecieron arrugarse en cólera conforme
sus colmillos retorcidos temblaban de ira; al siguiente instante, los dos agujeros del dragón
brillaron y un torbellino de fuego blanquecino abandonó la colosal y monstruosa garganta
para golpear de lleno a su oponente.
Tanto la jinete roja como su Deidad aterrizaron a varios metros lejos. La primera rebotando
continuamente en las calles, llevándose despojos y escombros consigo; el segundo,
precipitándose sin ninguna voltereta pero con una caída bastante más pesada.
Cuando la humareda se hubo disipado y Hayate dejó de toser, dirigió la vista al firmamento
oscuro, atravesado por las tormentas eléctricas, el disturbio en las dimensiones y los túneles
de fuego. En el interior de sus ópalos rojos se reflejó la figura de Alicia, exhausta, jadeante
y con la sangre acariciando su cuerpo lastimado.
La Ama del Cielo Nocturno se apoyó sobre sus codos. No quedaba mucho tiempo.
Llevó una mano instintivamente hacia su pecho, donde el reloj descansaba y los brazos
carnosos parecían palpitar con vida. Debía liberar a su princesa cuanto antes si quería
regresarla a un mundo que todavía pudiese existir.
De alguna manera, mientras contemplaba al Sultán demoníaco que le veía tajante desde las
alturas, supo que debía pararle y destruir las gemas en su interior.
-"EXPLOSION!"
Ambos estallidos en el cuerpo de la Cabra del Bosque, hicieron que esta misma emitiese un
aullido de dolencia. Sus grandes patas de águila azotaron la tierra bajo ella, de donde Zafira
salía corriendo como un bólido para abrirse paso entre los retoños de la Creadora de la Vida
a colmillazos y arañazos.
Cerca de él se izaban los cuatro péndulos de cristal, moviéndose en una danza sutil que
sobrevolaba a los cabríos antes de apuñalarlos certeramente y dar la vuelta de regreso,
brindándole al mismo tiempo una protección a su camarada canino.
Sin dejarse intimidar por el tamaño de su enemigo, tanto Vita como Signum volvieron a
lanzar sus ataques una y otra vez, esquivando en el aire los tentáculos que luchaban por
atraparlas para triturarles los huesos. El crujido de los apéndices rozar sus armaduras
nuevas o dispositivos fue continuamente escuchado, al igual que el caer de unos cuantos
brazos monstruosos que ardieron al hacer contacto con el suelo.
Las mandíbulas de la Cabra Negra se abalanzaron hacia ellas, fallando y recibiendo esferas
rojas y cuchilladas en su lugar, de cuyas explosiones la hicieron perder la visión por
momentos. Aprovechando la oportunidad, las guerreras se lanzaron de nueva cuenta; mas
antes de ingresar a la nube de humo provocada, dos tentáculos salieron violentamente para
sujetarlas y arrojarlas hacia uno de los torbellino de fuego que rompían la tierra.
-"¡Signum! ¡Vita-chan!"
-"¡No te distraigas, Shamal!" –el ladrido de Zafira fue acompañado por una mordida que
partió en dos a una de las bestias que estaba a punto de atacar a la rubia.
El graznido de Shub hizo temblar los cielos, siguiendo después la tierra cuando sus patas
empezaron a azotar ésta sin control. Los ojos cenizas enfocaron entonces a la guerrera del
lago antes de mover la cabeza a los lados, en ademán de batir los cuernos al aire; en las
pupilas magentas de Shamal la figura de la colosal Cabra galopando hacia ella y haciendo
añicos los escombros bajo sus patas, se reflejó.
PROTECTION!
El estrépito que se escuchó cuando la Bestia chocó contra el alto escudo verde fue
estridente; las manos de la sanadora al frente y sus pies siendo lentamente arrastrados hacia
atrás con cada vez que el monstruo frotaba la cabeza hacia delante y rascaba sus cuartos en
el inconsistente pavimento. La cola de Zafira le rozó las piernas a su compañera cuando
éste lanzó un aullido que volvió a quebrar el suelo y a empalar a otro escuadrón de criaturas
infernales.
Lentamente, los tentáculos negros tocaron el campo protector hasta que uno por uno
comenzaron a traspasarlo muy despacio; aquello empezó a desesperar a la rubia que no
podía con el enorme peso que le caía encima, las palmas dándole ya una sensación de
quemazón.
Ruidos extraños e ininteligibles llegaron a sus oídos, y no fue sino al levantar la cabeza que
vio a la Diosa abrir y cerrar las fauces una y otra vez, observándole de manera tenebrosa;
como soltándole un millón de maldiciones encima, cada una más terrible, incomprensible y
tétrica que la anterior.
Después, los colmillos largos y afilados parecieron mostrarle una sonrisa chueca.
-"¡SHAMAL!"
¡CRAAAAAASSSSSH!
El aullido de Zafira fue prácticamente silenciado por el bombazo del escudo al salir
volando en pedazos. El impacto hizo perder el equilibro a la guerrera del lago, que a
medida que caía, contemplaba los tentáculos encorvarse en lo alto e ir tras ella.
Shamal gritó y cerró los ojos, cruzando los brazos sobre su cara a modo de defensa.
¡CLASH!
En el instante en que la doctora abrió los párpados y bajó uno de sus brazos, se encontró
con el cuello, la cara y las prolongaciones de la Diosa rodeados e inmovilizados por una
larga y familiar cadena; excepto que ahora el color de los eslabones era nacarado. El
dispositivo hizo un ligero apretón, exigiendo a la Señora de la Vida que reculase unos dos
metros lejos de sus compañeros.
Instintivamente, los ojos de Shamal viajaron hasta hallar el otro extremo de Levantine, que
salía de uno de los espirales de fuego. Sus orbes se abrieron todavía más al distinguir la
figura de Signum, que emergía a pasos calmados junto a una Vita enfurruñada.
-"Menos mal… -sollozó, llevándose una mano al pecho mientras se ponía en pie-. ¡Están
bien!"
-"¡Claro que estamos bien! ¿Quiénes crees que somos?" –refunfuñó la pelirroja,
aguantándose las ganas de tallarse un brazo.
-"¡Um!"
Un tironeo más bastó para que la Cabra Negra se volviese enfurecida hacia ellas. Su aullido
tronó por doquier así como la estampida que provocó al ir a su encuentro; a medio camino,
estalactitas de hielo surgieron del suelo, haciendo que la criatura ejecutase una levantada
ante el improvisto. Mientras las patas delanteras continuaban en el aire, Vita aprovechó la
abertura de ataque que Zafira había hecho para ella, y con un grito de guerra, se lanzó junto
a Graf Eisen.
El impacto hizo que la Diosa gimiera segundos antes de caer pesadamente al asfalto,
jalando las cadenas de Signum consigo y levantando una nueva estela de humo en el
proceso.
La visión, no del dragón avanzando hacia ella a pesar de los azotes que recibía y alentaban
su paso; sino de Alicia, que caminaba a marchas forzadas hacia ella sin siquiera defenderse,
hizo que sus ojos se humedeciesen.
Pero tenía que hacer esto, se repetía. Tenía que lastimarla para poder salvarla.
Un grito agónico escapó de la garganta de Alicia al sentir los piquetes en todo su cuerpo,
ocasionando con ello que las lágrimas bajasen de los párpados cerrados de Yagami.
La repentina descarga de poder que se avecinaba hacia la Muñeca, hizo a esta última
despegar vuelo sin chistar al ver que los alrededores comenzaban a congelarse. Para cuando
salió de la neblina fría y se elevó bien alto en el cielo negro y tormentoso, inhaló y exhaló
trabajosamente mientras tanto ella como Azathoth examinaban las cercanías.
El lugar se veía destrozado y sombrío, con los magos y los monstruos luchando por
doquier, con los incendios extendiéndose en la ciudad para consumir despojos y restos;
pero ni una sola pista de Hayate Yagami…
El eco del murmullo y el tic tac del minutero, un poco más rápido que en un principio,
causaron que el dragón gruñera en ira. Las mandíbulas blancas –la espada blanca- soltó
llamarada tras llamarada de fuego, sin ningún punto en específico; embravecidos incendios
que alimentaban los que ya existían se encumbraron, en un intento por dar con Yog-Sothoth
y su jinete que no se mostraban por ningún lado.
Las garras níveas se abrieron, con ganas de destazar y romper, y su garganta emitió un
bramido gutural e impetuoso al firmamento rojo, morado y negro. Cada una de las
dimensiones allá arriba transformándose en maremotos, huracanes y plagas de dientes y
garras que bañaban aquellos espejismos en sangre; sangre que parecía ir a derramarse en
Uminari, pero que jamás conseguía manchar sus tierras.
-"¡Hayate! –Alicia empezó a llorar, abrumada por todo lo que ocurría a su alrededor y por
las incontables voces y sonidos catastróficos que llegaban a sus oídos-. ¡Hayate!"
De repente, una gigantesca esfera blanca apareció detrás del Sultán, que ignorante,
continuaba mordiendo el aire y volteando la cabeza de derecha a izquierda. Despacio,
esferas brillantes y más pequeñas surgieron también, y de ellas, tentáculos cubiertos de luz
que se estiraron sin prisa ni miedo.
El círculo más grande finalmente dejó de deslumbrar, para revelar un ojo que se abría
gradualmente, mostrando una fina pupila delgada y negra. Conforme el brillo moría, el
símbolo Belka emergía delante de Yog-Sothoth.
Y emergía así, Hayate Yagami, con los brazos abiertos, los ojos cerrados, las alas plegadas
y los cabellos rojos ondeando suavemente al viento.
Alicia pegó un respingo al escuchar la voz justo detrás suyo así como el repentino abrir de
dos aletas. Sin embargo, antes de que la Muñeca y el Dios se dieran la vuelta, varios
tentáculos y dos brazos les apresaron en su lugar, impidiéndoles moverse por más que se
retorcían.
Un rugido iracundo salió de las fauces del dragón mientras Alicia gritaba, tratando de
zafarse y utilizar la espada que yacía inútil y caída en su mano derecha.
Hayate la abrazó más fuerte, pegándola hacia sí y recostando la cabeza en uno de sus
hombros para que pudiese susurrarle al oído. Sonrió tristemente al darse cuenta de que
ahora que la tenía paralizada, no podía terminar el trabajo. Si la atacaba, debía soltarla.
"Así que, no me queda otra opción, ¿cierto?", sus ojos rojos viajaron hasta abajo,
encontrándose con Nanoha atacando a los monstruos en tanto abrazaba a Fate. Al lado de
ellas aparecían ya Lindy, Arf y Yuuno; quienes junto a Rein, trataban de reforzar la
defensa.
-"¿Uh?"
(¿Hayate…?)
(Sé que estás muy herida y cansada, Fate. Pero tengo un último favor que pedirte, para
poder salvar a Alicia.)
(Necesito que ataques a Alicia con todas tus fuerzas, debe ser justo en el corazón. Es la
única manera de destruir las Jewel Seeds en el interior; yo la detendré por ti, pero debes
darte prisa.)
(Hayate, yo…)
Las pupilas borgoñas temblaron, conscientes de lo que su amiga allá arriba, a la que en un
principio había detestado tanto, le estaba pidiendo. Dos lágrimas bajaron por las mejillas de
la hija menor de Precia antes de cerrar los párpados.
Con un brazo, se separó de Nanoha y se puso de pie, trastabillando en el proceso. Jaló aire e
ignoró el llamado de la Capitana cuando sus manos sujetaron a Bardiche con fuerza, cuya
luz dorada titilaba inestablemente.
La aludida le sonrió desde arriba, con sus ojos volviendo a humedecerse y sus brazos
atrayendo más a Alicia, por seguridad y porque tenía miedo de lo que estaba a punto de
suceder.
Pasó saliva y se obligó a ser fuerte. Olió el dulce aroma que desprendían los cabellos
dorados de su princesa de la luna, aún por sobre el hedor a sangre y suciedad, y sollozó.
-"Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde" –le recitó, intentando que su voz no se
quebrase tanto.
Abajo, Fate se erguía derecha luego de casi caer al suelo. Aspiró profundamente y miró a su
dispositivo, cuya carcasa se agrietaba más con cada movimiento.
-"¿Bardiche…?" –llamó dudosa.
-"L-Let's do it-t, S-Sir. L-Let's save the y-yo-young lady Al-li-icia." (Ha-Hagámoslo, S-Sir.
Sal-Salvemos a la se-seño-ori-ta Al-li-icia.)
La voz endeble e inconsistente de Bardiche le hizo a su dueña darse cuenta del terrible
estado en el que ambos se encontraban, y de lo que el favor que Hayate le pedía podría
afectarles a los dos para siempre. Con un último sollozo, cerró y abrió los ojos decidida,
dando dos pasos vacilantes al frente.
Sus brazos temblorosos alzaron a Bardiche, que parpadeaba forzosamente. Se mordió los
labios conforme intentaba concentrar lo poco de energía que le quedaba y que surgía en la
punta de su dispositivo, como una pequeña estrella apenas visible.
Volvió a cerrar los párpados con fuerza, obligando a su cuerpo a expedir más magia a pesar
de los calambres que amenazaban con tumbarla en cualquier momento.
A lo lejos, los rugidos de Azathoth se combinaban con los de Shub-Niggurath. Las cadenas
de Signum sujetando el cuerpo de esta última en varias vueltas, así como el portal-espacio
que Shamal usaba para poder utilizar sus péndulos desde una distancia prudente.
El rozar de los eslabones y las llamas que rápidamente Levantine generó en toda la Diosa,
se entremezclaron con sus aullidos de dolor; los miles de retoños de la Cabra y los
monstruos deformes cayendo al suelo por igual ante los disparos de los magos de la TSAB
y las tres naves que a duras marchas se mantenían a flote.
En el planeta Midchilda, los soldados apostados sujetaban asustados sus lanzas al observar
la infinita e inmensa plaga de criaturas infernales que surgía del incendio causado por los
meteoros de fuego, que todavía no cesaban de caer. El sonido de sus pisadas dirigirse
inmediatamente hacia ellos, la visión lúgubre y espantosa de sus figuras amorfas,
congelando sus músculos y encogiendo sus corazones.
-"¡Ahh!"
Fate exclamó al sentir sus piernas ceder para dejarla caer. Se mordió los labios pero en
ningún momento sus rodillas tocaron la tierra rústica; para cuando su mirada se abrió, se
encontró a sí misma siendo sostenida por Nanoha.
Una mano en su cintura, y la otra cubriendo aquélla que mantenía sobre Bardiche, con
firmeza y suavidad.
-"Vamos, Fate –murmuró con cariño-. Vamos, es hora de traerla de vuelta, ¿no lo crees?"
(Hayate…)
Asintiéndolo a la joven en las alturas, levantó una vez más su dispositivo, ayudada ahora
por Nanoha. La diminuta estrella dorada en la punta del artefacto palpitó hasta crecer un
poco más, y más, y más…
Los ojos de Alicia se abrieron de golpe entonces, reconociendo al fin el poema que alguna
vez Hayate le dedicase bajo la luz plateada de la luna, en aquel lago cristalino de aquel
parque que las había reunido para confesarse su amor.
Las lágrimas brotaron abundantes en ella, demasiado confundida en ese punto como para
saber si eran de dolor, tristeza, nostalgia o alegría. En lo que había parecido mucho tiempo,
volvió a sentir la calidez que alguna vez la Comandante le había regalado tan
desinteresadamente.
Volvió a sentir, cosas que pensó jamás volvería a sentir debido a las cadenas escarlatas que
el Caos imponía en su alma, corazón y ser.
"Así te amo…"
¡AUUUUUUU!
Hacía coro el aullido de Zafira, con sus patas blancas y rojas haciendo trepidar al asfalto
roto; el pelaje claro siendo azotado por el vendaval frío a medida que se acercaba a toda
velocidad hacia Shub. Saltó y abrió garras y dientes, encajándolos y asegurándose de
mantenerse sobre la Cabra, a pesar de las sacudidas tremendas que ésta daba.
Después, vino el grito de Shamal acompañado del de Signum, que retiraba las cadenas para
devolver a Levantine a su forma de espada; mientras tanto, la guerrera del lago reforzaba el
agarre de los hilos de Klarer Wind, consiguiendo parar en gran medida los movimientos de
la Bestia.
Al mismo tiempo, Signum y Vita apoyaron los pies en la tierra antes de salir corriendo con
sus armas en mano…
"…porque no sé amar de otra manera…"
Las explosiones consumían a varias cuadrillas de monstruos. Los tres navíos que
permanecían en ataque disparando misil tras misil; en el del frente, Chrono se hallaba
parado justo en la escotilla abierta, dictando órdenes cual si las vendas y escayola
improvisadas, al igual que la sangre que manchaba su uniforme, no existiesen para él en
esos momentos.
Los dos barcos de atrás comenzando a caer lentamente, pero con el piloto y los magos
atacando aún; inclusive después de que el vehículo se precipitase sobre el suelo en una
lluvia de polvo y escombros.
El escudo creado por Rein, Yuuno, Lindy y algunos subordinados de esta última volvió a
parpadear, con los monstruos avanzando y ganándoles un poco más de terreno; los demás
magos que yacían protegidos continuaban lanzando sus ataques, derribando a uno que otro,
cargando y descargando cartuchos.
Llamando sus dispositivos, que respondían a sus palabras. Luces de todos los colores
nacieron entre las sombras, con las chispas de energía mágica brotando y desapareciendo
segundo tras segundo.
"Tan cerca…"
Alicia levantó el rostro, admirando el firmamento rojo, morado, negro y azul oscuro que
fluctuaba encima de todos. Pensó en lo hermoso que se veía, en lo bello que las chispas de
colores, mágicas, eran al reemplazar las estrellas en aquella noche de caos y destrucción.
Muy sutil, apenas perceptible, se dio cuenta de los dedos que se entrelazaban con los suyos
y la obligaban a tocarse el corazón.
El susurro de Hayate era acompañado por notas frágiles y llorosas. Las mejillas totalmente
empapadas mientras luchaba por mantener a Alicia en su lugar, ignorando la luz blanca que
comenzaba a irradiar esta última y que empezaba a quemarle horrores.
Detrás y un poco más arriba de ambas, la figura de Azathoth se recubría de llamas blancas
que causaban quemaduras en los tentáculos que le sostenían, calcinando algunos y
enviándolos al suelo; el dragón se retorcía violentamente, abriendo las fauces y mostrando
sus colmillos pútridos y repletos de sangre y carne muerta.
Y el ojo de Yog-Sothoth mirándole detrás suyo, con sus brazos apresándolo y nunca
soltándolo, a pesar de las heridas que le abría en la piel negra y lisa…
"Tan cerca…"
El grito de Fate fue rápidamente seguido por el rugido de Bardiche, que soltó una inmensa
descarga de poder dorada que lanzó algunos pedazos de su cubierta negra a los aires; la
enorme cantidad de energía casi hace a Fate y Nanoha caer.
¡AAAAAHHHHHHH!
-"EXPLOSION!"
La voz de Fate profirió el nombre de su hermana entre sollozos, acallada por el rumor
estruendoso de una nueva y garrafal implosión, que rápidamente cubrió todo el sitio con un
manto de luz que los cegó a todos.
¡CRAAAASSSHHHHH!
Los truenos retumbaron arriba de las dos, pero al igual que la explosión y los alaridos
monstruosos que las habían hecho temblar más de una vez, se fueron enmudeciendo
eventualmente.
El agarre que la había tenido inmóvil se volvía más suave, como un abrazo cariñoso pero a
la vez endeble.
Ya sin miedo, y con una sonrisa dolorosa mas agradecida, la mano de la muñeca hizo que la
suya y la de Hayate se encresparan, como si fuesen una sola garra que iba a atacar a su
propio corazón. Alicia bajó la vista, y por entre el manto de luz, vislumbró a su pequeña
hermana respirando agitadamente.
Los ojos borgoñas puestos en ella, a pesar de que la mayor sabía que Fate no era capaz de
avistarle aún.
Alicia sonrió a pesar de las lágrimas y clavó su mano –la mano de Hayate- directo en su
corazón –justo donde el ataque de su hermana ya le había atravesado-, haciendo todavía
más añicos la armadura a su alrededor; su sangre flotó en los aires y se derramó en los
vaporosos holanes blancos de su vestido.
Retiró sus palmas después, bañadas en rojo, y sacó así las doce diminutas pero venenosas
Jewel Seeds que habían ocasionado tanto daño.
-"Azathoth –repitió una última vez, con voz rasposa-, el pacto se termina aquí."
Mientras su sonrisa se ampliaba, a duras penas por el dolor, sus manos se cerraron de un
solo golpe; el chasquido de las joyas azules resquebrajándose trajo de vuelta tanto a la
Muñeca como a la Comandante todos los sonidos funestos que se suscitaban junto a ellas.
El aura que rodeaba a la hija mayor de Precia palpitó, cubriéndose de unas tinieblas
viscosas que rápidamente salieron despedidas de su cuerpo, como si ya no soportara más
ser aquella imagen imponente que el Caos Idiota le hubiese otorgado. Los hilos carmesíes
de su vida, la telaraña que había apresado a la frágil mariposa, desaparecieron por fin;
convirtiéndose en cenizas rojas que el viento se llevó consigo.
Y antes de que sus ojos se cerrasen, escuchó el último verso de la noche en que una
sacerdotisa juró protegerla y cuidarla. Amarla.
Ambos cuerpos fueron cayendo entonces y sus cabellos flotaron ante la fuerza del viento,
así como sus maltrechas y quemadas ropas lo hicieron al tocar el suelo. Unos instantes
después, la cabeza de Azathoth caía igual al pavimento, violentamente, y su cuerpo
separado de su cuello se desplomaba justo detrás de él.
Una boca que jamás se había visto se reveló, con tres filas de dientes arriba y abajo, las
cuales comenzaron a masticar los restos del Sultán demoníaco.
La Almirante, los magos y todos los presentes allí observaron absortos a los miles de
monstruos que se habían quedado congelados tras volar su escudo; apenas a unos
milímetros de haberles rebanado la cabeza y las vísceras, con las garras y las bocas abiertas
al aire… Todos completamente tiesos.
Nanoha hizo caso omiso de esto y se puso de pie, dispuesta a ir a ver cómo estaban Hayate
y Alicia. No obstante, apenas hubo dados dos pasos, escuchó el golpe de un cuerpo contra
el suelo así como el sonido de algo metálico caer.
-"¡FATE!"
La Capitana se tiró de rodillas a la tierra y sostuvo a una rubia inconsciente entre sus
brazos. Levantó a Bardiche, y casi al segundo siguiente, vio a Arf desplomarse a su lado.
Aquello no hizo sino que sus pupilas se inundasen en pánico. Si Arf estaba perdiendo
energías, eso sólo podía significar que…
La voz enfermiza y baja que vocalizó sus pensamientos llamó la atención de todos. A lo
lejos, Hayate se acercaba caminando, entre cojeos, con la armadura roja dejando caer
algunos pedazos en el camino.
El rostro sucio y manchado de sangre, al igual que el de la niña que llevaba en brazos. Los
ojos de Alicia, cansados y casi opacos, contemplaron a los allí presentes.
Signum miraba sin creerlo. Y miró al ama del Cielo Nocturno. Su preciosa ama
desgarrándose por tantas heridas, y aún así marchó hasta pasarla a ella y a sus guardianes
de largo. Vita le siguió con la mirada, queriendo correr para detenerla y obligarla a sentarse
y descansar, mas la impresión no la dejaba moverse.
Lo mismo pasó con Lindy y el resto; Chrono y sus subordinados simplemente empezando a
salir de las naves, admirando desde la entrada la guerra que se había paralizado
repentinamente y que apenas y podían creer estuviese realmente sucediendo.
Para cuando hubo llegado hasta Nanoha, Hayate se acuclilló en una rodilla, tratando de
acercar a Alicia hacia Fate. Abriendo una de sus palmas, la Comandante le entregó a la
mayor el broche que había recogido; Alicia miró con culpa a Fliegen, contemplando el
cuarzo quebrado y la aleta que se había roto al caer.
Después, su vista viajó hasta su gemela. Levantó una de sus manos para acariciar una
mejilla, ligeramente fría.
-"No le quedan suficientes fuerzas ya –repitió, viéndola con cariño y melancolía-. Ne,
¿Bardiche?"
-"¿Alicia?" –sollozó.
-"Está bien –le sonrió un poco, con esfuerzo-. Ella estará bien… Yo no puedo vivir más en
este mundo, mi cuerpo no soportará por mucho tiempo… -sus dedos acariciaron el rostro
parecido el suyo y una lágrima cálida goteó hasta las manos unidas de una convaleciente
Fate-. Pero mi hermana sí puede, sí puede y lo hará… Fliegen."
-"Yes?"
-"Gracias, Fliegen. Y perdón" –lloró.
-"That's ok, m-my be-belo-ved L-Lady." (Está bien, m-mi ama-ma-da se-señori-ita.)
-"Tengo –haló aire, sintiendo que cada vez sus pulmones jalaban menos-, tengo un último
favor que pedirte…"
-"P-Positi-tive." (En-tendi-do-o.)
Sin agregar nada más, Alicia cerró sus ojos mientras una llamarada de energía pura salía de
su pecho, como un diamante platinado que brilló con enorme fuerza, incluso opacando la
oscuridad que lo engullía todo. Su dispositivo destelló también, tan refulgente como una
estrella.
-"Goodby-bye –destelló y guardó silencio unos segundos, reuniendo fuerzas para no vacilar
en sus últimas palabras-, my friend, Bardiche." (Adió-ós, mi amigo, Bardiche.)
El triángulo se bañó entonces de una luz dorada y cálida; poco a poco, los bordes antes
hechos de oro se transformaron en una plata fina y delicada que curó cualquier rotura.
Aquel hálito de vida cubrió a Fate también, cuyos labios se torcieron en dolor a pesar de su
inconsciencia.
Dentro de ella, el linker core que estaba a punto de apagarse, pulsó fuerte; recuperando no
todavía un ritmo normal, mas sí uno estable. La esfera dorada de su ser, que se estuviese
consumiendo hacía unos segundos atrás junto con su vida, igualmente aumentó su tamaño.
Los ojos de Nanoha se llenaron de lágrimas mientras reía y abrazaba a una rubia que
recuperaba tanto su calor corporal como el sonido pasito de sus latidos y el de su
respiración. Sus dedos acariciaron los mechones leonados, temblando, casi como si tuviera
miedo de romper lo que parecía ser una ilusión para ella.
Sin embargo, su sonrisa murió cuando escuchó el toser de Alicia y vio sus puños sujetar
con fuerza los brazos de Hayate; la mirada de la Capitana contempló los labios manchados
en sangre, y siguió el recorrido hasta toparse con las gotas que se precipitaban contra el
suelo. La imagen que recibió hizo que los escalofríos le recorrieran el alma y el espíritu.
Hayate había acercado hacia sí el cuerpo de Alicia, acomodándola en sus brazos para
mecerla con suavidad a medida que le susurraba cosas que la mente de Takamachi no
lograba procesar por la impresión.
Y lloraba Yagami gruesas lágrimas de sangre y dolor. Besaba sus cabellos una y otra vez,
limpiando los manchones carmesí y frotando con desazón los diversos moretones y cortes
que sabía le había causado. Sus dedos amoratados y sangrientos recorrieron la piel blanca y
fría de porcelana; sus pupilas de fuego contemplaron los labios que empezaban a tomar un
matiz azul. Esos ojos borgoñas semiabiertos, ya casi sin brillo alguno.
Alicia le sonreía –o hacía el intento por estirar la boca-, y Nanoha no sabía si le sonreía por
amor, si le sonreía por compasión o si lo hacía por tristeza.
Las lágrimas de la Comandante cayeron en aquel rostro hermoso y casi sin vida.
Pálido.
Sonriente.
Moribundo…
Inconscientemente, Nanoha apretó contra sí a Fate, temerosa ante la idea que la persona
más importante en su vida podría morir allí y en ese momento; frente a ella, sin que pudiera
siquiera evitarlo.
Ahí, donde los miles de entrenamientos y estudios realizados acababan en la basura. Porque
no servían. Nada servía…
Ni siquiera los versos que su mejor amiga había empezado a recitar, aquellos que poco a
poco la abrumada mente de la Capitana lograba escuchar.
En aquel momento, Nanoha empezó a hiperventilar, levantando una mano hacia su amiga
mientras sentía el corazón partírsele dentro por una extraña razón.
-"Sé feliz con Fate, Nanoha. Sé que llorará por su hermana –explicó con calma,
contemplando los párpados de la rubia en sus brazos, que ya se iban cerrando-, pero debes
decirle que ella está bien. Tú no debes llorar tampoco, yo estoy bien ahora. Sí… -cerró los
ojos para volver a abrirlos y echarle un último vistazo a su vieja amiga-. Todo está bien
ahora."
-"Hayate, ¿por qué…? –un nudo se le formó en la garganta al observar la mirada húmeda
de la otra-. No… ¡Todavía podemos…!"
-"No, Nanoha –le cortó con gentileza-. Ustedes no pueden hacer nada por Alicia, y lo sabes.
Pero… -su ceño cayó en congoja-… gracias por ser mi amiga."
El cuerpo de Nanoha se estremeció por los hipos de llanto que brotaron sin control de su
pecho al oír aquellas últimas palabras. La sonrisa de Hayate creció, conmovida igual.
Nanoha no podía negar que se le veía feliz, sinceramente feliz.
Los pasos de la jinete de Yog resonaron pesados y lentos en la tierra rústica y asfalto
quebrado o derretido. Avanzando con parsimonia y con la mirada al frente, llevando
consigo una preciosa carga en sus brazos.
-"¡Ama Hayate!"
El grito de Signum, así como el de Shamal y Vita fueron ignorados cuando la nombrada
pasó en medio de sus cuatro guardianes hasta dejarlos atrás. Los ojos cobaltos de la líder de
los Wolkenritter, revestida con su blanca y nueva brillante armadura, oscilaron de terror al
ver la sangre que escurría de los innumerables rasguños que Alicia tenía en la espalda, a los
pies de su ama.
La figura de Hayate fue haciéndose más pequeña conforme sus pasos la guiaban cada vez
más lejos de todos aquellos que alguna vez se habían cruzado en su vida. Segura de que
nadie podía ver su rostro, cubierto por su flequillo, se permitió soltar unos tres sollozos al
rememorar los maravillosos momentos que había compartido con todos y cada uno de ellos.
Todos los que le miraban allá atrás, desconcertados de sus acciones y sin embargo,
preocupados a pesar de no saber lo qué estaba ocurriendo.
Una sonrisa tonta, irónica y melancólica abandonó sus labios justo al mismo tiempo en que
sus pies casi la hacen tropezar, de nuevo. Alzando la vista, se dio cuenta de lo borrosa que
se estaba tornando; la respiración aumentaba su sonido y el pecho, donde los tentáculos del
reloj palpitaban con vida, empezaba a dolerle de manera ya insoportable.
Jalando aire, sujetó a Alicia con más fuerza, observando los ojos apagados y exhaustos que
le devolvían una mirada afectuosa.
Hayate sonrió, ignorando la sangre que se escurría secretamente fuera de sus labios. El
chillido de Rein antecedió a los gemidos y jadeos de sorpresa que sobrevinieron al ver la
armadura roja agrietarse y caerse a pedazos con cada paso que la Comandante daba; las alas
rojas incendiándose de la nada, derritiéndose como tiras chamuscadas de papel.
El gran poder que le fuese otorgado finalmente estaba sobrepasando su límite y resistencia
humana.
Su cuerpo, que había sido alto y grácil en aquella vestimenta, estaba volviendo a la
normalidad tal y como lo hiciera Alicia. La barrier jacket negra aparecía paulatinamente,
hecha jirones y cubierta de manchas de polvo y sangre; las heridas graves revelándose y
tornándose quemantes ante el contacto con el aire lleno de cenizas.
El cabello largo se recortó entonces, y sus mechones y sus ojos abandonaron el color del
fuego para recobrar su tono natural.
Antes de que sus guardianes se decidieran a salir corriendo tras ella, Hayate se dio la vuelta.
Alzó la cara aún con duda, pero no con miedo; y les mostró la mejor sonrisa que pudo crear
su rostro sangrante y golpeado.
La pequeña se sobresaltó al escuchar su nombre, notando que ahora las tan familiares y
simpáticas pupilas azules recaían en ella y en los guerreros de las nubes.
(¿Hayate-chan…?)
Enseguida, una luz brotó a sus pies para revelar un círculo blanco y grande con múltiples
inscripciones y con el símbolo de un gran Ouroboros (1) impreso en el centro.
(Ustedes son la mejor familia que una niña como yo, hubiera podido desear.)
La voz telepática de la Ama del Cielo Nocturno fue trasportada a sus cuatro guardianes y al
Viento Bendito; el sentimiento profundo, amargo y fuerte con que arribó a sus mentes
terminó por derrumbar sus últimas fuerzas.
El sonido de Levantine caer al suelo y rebotar contra éste, así como las lágrimas que
descendían de los ojos de Signum, apenas y captaron la atención; pues al instante, una
gigantesca esfera blanca apareció detrás de Hayate y Alicia.
Nanoha abrazó con fuerza el cuerpo de Fate, temerosa de que la frágil condición en la que
estaba se viese afectada por la repentina y peor tormenta arriba de sus cabezas. Los cabellos
y las ropas fueron agitados sin piedad, recibiendo los presentes un frío como el que jamás
en sus vidas habían llegado a sentir.
Los brazos del reloj ubicado en el cuerpo de la última se removieron entonces, clavándose
las 5 puntas en su pecho de forma sumamente dolorosa; los labios de Yagami se juntaron
tercos, con sus dientes rechinando y su garganta ahogando el grito de agonía que luchaba
por salir de ella.
Lentamente, el artilugio se despegó de su piel, con las crestas de sus carnosos cinco
apéndices cubiertos en sangre. La Comandante se encorvó en ese momento y cayó sobre
una rodilla, usando todo su esfuerzo para no derrumbarse por completo y preservar a salvo
a la muñeca entre sus brazos.
El reloj flotó así al frente de ambas, triplicando su tamaño y mostrando el minutero casi
completamente bañado en humo rojo. El minutero ubicado entre las 11 y las 12, con su tic
tac avanzando rápidamente así como las últimas páginas del Tomo de Hayate se pasaban.
Muy despacio, el párpado negro se fue abriendo hasta revelar el ojo del Señor del Tiempo.
Y con misma velocidad, tentáculos oscuros nacieron de cada una de las incontables esferas
blancas y pequeñas; brotaron sin prisa, doblándose y retorciéndose, pero siempre sus puntas
filosas flotando en dirección de las dos magas en el círculo de hechizos.
Una Nanoha al punto del shock miró el escenario que se estaba creando, y que temía,
parecía ser el último de todos. Incluso Signum y los otros se quedaron congelados,
contemplando la respiración de su ama volviéndose más irregular con cada tic tac que
sonaba.
-"¿Qué demonios está pensando Hayate? –Vita murmuró incrédula, siendo la primera en
hablar-. ¡Por qué no se quita de ahí! ¡Si esa cosa se atreve a hacerle algo, yo voy a…! ¡Yo
voy a…!" –exclamó entre sollozos frustrados, apretando el mango de Graf Eisen.
-"Va a morir…"
El murmullo de Signum hizo que Vita y Shamal se mirasen, una en incertidumbre y otra en
negación.
-"¿Cómo…? –musitó la pelirroja-. No puede, ella no puede hacer eso; si Hayate muere
nosotras también moriremos. ¡Hayate jamás dejaría que…!"
Los orbes llorosos y desesperados de Vita observaron a Zafira, que mantenía la vista
posada en su dueña. No hallando una respuesta, buscó a Yuuno con la mirada, quien de
inmediato apartó la suya en desasosiego.
-"Nosotros… -Signum continuó, cerrando los párpados con pesar y apretando sus puños
ligeramente-. Nosotros, los Wolkenritter, desde el momento en que ese Dios exilió a Rein
del cuerpo de Hayate, hemos dejado de servir a la Ama del Cielo Nocturno; así como
cualquier nexo con ella ha sido roto permanentemente."
-"La Ama Hayate... -Zafira viró la cabeza con pesar, para explicarle a la más pequeña de
ellos-, nos ha liberado."
Los asustados ojos de Vita se dirigieron entonces hacia su ama. Había hecho lo que
ninguno de sus anteriores amos jamás se había atrevido, dar parte de su vida para liberar a
los guardianes de su ligadura para con la dueña del Libro de la Oscuridad. Hayate Yagami
daba a manos llenas los años de su juventud y resto de su mortal existencia para sus
queridos Wolkenritter.
Para su familia…
-"¡No! ¡Hayate, Hayate! –Vita se dio la media vuelta y miró hacia donde la Capitana
estaba-. ¡Nanoha, haz algo! ¡NANOHA, POR FAVOR!"
La aludida tan sólo agachó la cabeza y abrazó más fuerte a Fate, ahogando su llanto en los
cabellos de ésta. Para cuando la guerrera del martillo de hierro volvió la vista al frente, se
encontró con la mirada de Hayate en ellos.
Aún con las violentas ráfagas que le rodeaban y el escozor de sus heridas, la castaña forzó a
sus piernas a levantarla. Y cuando lo hubo hecho, les dedicó una sonrisa amable y una
negación con la cabeza a sus fieles guardianes. Se aseguró de que Alicia, que ya parecía
estar al borde del sueño eterno, estuviese lo suficientemente cerca para sentirla.
-"Hayate…" –la mano pálida y blanca tocó su mejilla izquierda, raspada y lastimada.
-"Y prometo amarte… –contestó, tomando y besando la palma que rozaba su rostro-, hasta
el último minuto de mi vida."
-"Me pregunto… -respiró apenas, sintiendo que los párpados le eran ya demasiado pesados-
… qué hice para merecerte…"
Hayate bajó la cabeza y juntó sus labios con miedo al principio, no pudiendo reprimir las
lágrimas que bajaban por su rostro y se hacían chispas brillantes ante sus pies adoloridos. El
beso se profundizó un poco, con el sabor dulce de Alicia y el sabor metálico de la sangre
entremezclándose.
Las llamas blancas y azules crepitaron enseguida, pareciendo dar un salto inquietante. Al
siguiente segundo, el minutero tocó por fin las doce con una campanada alta y funesta que
hizo eco en todo el mundo.
Al mismo tiempo, la última letra del Libro de la Oscuridad se tiñó de la sangre que escurría
del Necronomicon encima suyo; y habiéndose completado sus páginas, se cerró de un solo
golpe.
-"Time has ended. Collection: Complete." (El tiempo ha acabado. Recolección: Completa.)
Cada uno de los tentáculos dejó de moverse para estirarse rectos de súbito, apuntando todos
a una sola dirección. Los ojos de Nanoha se oscurecieron en aquel momento de espanto y
ella jaló aire queriendo gritar, mas nada salía de su garganta.
Vita quiso salir corriendo para empujarla fuera de aquel sitio, mas el toque en su hombro,
por parte de Signum, la detuvo. Los gruñidos de la más baja fueron acallados por la
tormenta que rugía feroz; la mirada de la pelirrosa oscilando, temerosa, con sus dedos
apretando el agarre en el hombro de su compañera.
Qué irónica que era la vida. Primero les arrebataba a la original Reinforce, y ahora…
Hayate les miró a todos por última vez, curveando sus labios mientras cerraba los párpados,
tal y como lo Alicia los cerraba por última vez. El agarre de las manos en las ropas de
Yagami se aflojó y su cabeza se dejó caer suavemente contra su pecho.
Y entonces…
¡CRAAAASSSSHHHHHH!
Los tentáculos se cerraron cual flor de Venus en un solo estrépito que no duró más de 3
segundos. Las páginas del Libro de la Oscuridad y del Libro de los Muertos, que fueron
atravesados por aquellas agujas, volaron sin control en el remolino de aire y llamas que se
tornó más y más furioso.
Sangre se escurrió por las aberturas donde todos los apéndices del Todo-en-Uno se unían, y
cuando las primeras gotas se precipitaron sobre el círculo de hechizos, el huracán más
grande y violento rompió con un rugido feroz la tierra y atravesó sin piedad el único vórtice
que las nubes obscurecidas habían formado.
El torbellino de sangre junto con la luz rojiza que pulsó de él, disparó a los nimbos negros
que le rodeaban a metros de distancia. Las criaturas que se hallaban en otros planetas, así
como las que ya se encontraban a unos pasos de mutilar a todo el escuadrón de la TSAB,
quedaron congeladas en el último momento.
Los soldados apostados a las afueras de Midchilda quitaron los brazos de sus rostros;
abrieron los ojos sorprendidos y contemplaron con incredulidad las mandíbulas y garras -
prácticamente encima de ellos- de los que ahora eran monstruos de piedra.
Las grietas surgieron en todos los ejércitos infernales hasta que finalmente los cuerpos de
roca se rompieron en pedazos; vórtices surgieron en los cielos de cada dimensión, con un
viento fuerte soplando y tragándose consigo los restos de aquellas masas amorfas y
escombros al paso.
Ráfagas de luz pura fueron emitidas entonces, en parpadeos que empezaron a lastimar la
vista, obligándoles a cubrirse la cara y los ojos. El temblor en la tierra, cuyo alarido les
recordó a los del Sultán demoníaco, derribó a aquellos que se hallaban de pie.
Los truenos fueron como tambores furiosos y los rayos, que disminuían a gran rapidez,
rayaron la ciudad como queriendo aferrarse a sus calles para no desaparecer. La Tierra,
antes oscura y nebulosa, comenzó a dar vueltas en sentido contrario, sacudiendo todo en su
interior de manera desbocada.
Los ríos y mares se agitaron coléricos; los ciclones, los incendios, los terremotos, los
torbellinos de fuego y los meteoros fueron absorbidos por más portales que se abrieron en
diversas partes del planeta. La gente que había sobrevivido admiró las cúpulas de las
iglesias derruidas volar sobre sus cabezas al igual que torres rotas o monumentos históricos
hechos añicos.
La sensación de que el tiempo retrocedía se cernió sobre todos, aunque ello fuese una mera
ilusión que comprenderían después; pues aquello no devolvería vidas ni tampoco
restauraría las cosas a su estado original.
Era como si de repente todo fuera a extinguirse de golpe en una luz envolvente que les
engullía de manera apabullante. Las manos viajaron hasta cubrirse los oídos; la luz liberada
chillando con tal agudeza que amenazaba romperles los tímpanos a quien se atreviera a
oírle o a dejar ciego a quien desafiara verle de frente.
El colosal manto de energía cubrió así un tercio del planeta, despertando los rumores de la
tierra y sacudiéndolo todo como el frágil cuerpo celeste que era.
De un empujón, Vita se zafó de Signum, se puso en pie y corrió lo más que pudo, hasta que
los escombros y el aire turbulento la hicieron caer a tropezones. Ignorando el llamado de
sus camaradas, el rostro infantil, sucio y lacerado se levantó, mostrando una mirada
empapada en lágrimas de infinita angustia.
Sus nudillos, terriblemente pelados, golpearon el suelo bajo ella con frustración, mientras
sus labios se separaban en un llamado que se convertiría en el último sonido que sería
escuchado en aquella tormenta de albor dorado.
¡HAAAYAAAATEEEEEEEEEE!
"Hayate. Yo soy Hayate Yagami, la dueña del Libro de la Oscuridad y del Cielo Nocturno."
"Hayate Yagami… ¿qué es lo que quieres hacer realidad? ¿Cuál es tu más íntimo
deseo?"
"Lo que yo deseo… Lo que yo deseo es proteger a la gente que quiero. Quiero el poder
para poder defender sus vidas, y también… también quiero salvarla a ella…"
"Salvar… Salvar… ¿Qué debería tomar? ¿Qué vas a ofrecerme? ¿Acaso será
esclavitud eterna…? ¿Acaso será tu propia vida...?
"…yo… Sí. Yo elijo pagarte con mi propia vida; cuando el tiempo lo pida así, seré el
sacrificio que compensará el milagro que hará mi deseo realidad."
La Ama del Cielo Nocturno abandonará todo lazo existente con cualquier ente o ser
vivo en el Universo, y jurará unir su ser a una sola presencia. Será suyo el
conocimiento y el poder divino; y sé cumpla hoy, o no se cumpla jamás su deseo, me
ofrecerá a cambio su vida cuando el reloj toque su fin."
"…Acepto." (2)
Fin.
(1) Ouroboros. Símbolo ancestral que muestra a un gusano, serpiente o dragón engullendo
su propia cola, formando así un círculo. Expresa la unidad de todas las cosas -materiales y
espirituales- que nunca desaparecen, sino que cambian de forma perpetua, en un ciclo
eterno de destrucción y nueva creación. A veces acompañado de la inscripción griega
"Todo es uno".
(2) Diálogo incompleto entre Hayate Yagami y Yog-Sothoth al final del capítulo 26, para
invocar a este último.
Muñecas Rotas
Epílogo
quiero recordarte.
Así, como antes…
Una pantalla roja apareció de repente, con la palabra alerta en ella y su brillo rojo
parpadeando una y otra vez. El brazo, cubierto por las mangas largas del uniforme azul, se
movió hacia delante para apretar el intercomunicador.
Palabras directas y demandantes fueron dichas al ritmo que los labios se separaban y se
cerraban. Para cuando hubo finalizado la comunicación y se reclinó en la silla de su oficina,
su vista se posó en el objeto que descansaba sobre la brillante superficie de su escritorio de
cedro rojo.
Los dedos blancos viajaron hasta él entonces, acariciando la portada azul del libro en el
mueble; mientras los ojos, suaves y nostálgicos, repasaban los detalles de la cruz dorada
adherida en la cubierta.
-"Disculpe –el sonido de la puerta abrirse la sacó de sus pensamientos, haciéndola adoptar
el porte profesional que le correspondía-, ¿qué se le ofrece?"
-"Al parecer alguien está causando estragos en el centro de Midchilda. Sé que acabas de
volver de una larga misión, pero ni la Teniente Signum ni la Teniente Vita están
disponibles en este momento. ¿Podrías encargarte de la situación?"
-"Gracias."
Los labios de la pequeña uniformada en azul, que aparentaba 9 años de edad en estatura y
forma, se curvearon en un gesto de simpatía.
-"El placer es mío, Enforcer Harlaown –le guiñó un ojo-. Ven, necesito que Griffith te
muestre los detalles acerca de los nuevos enemigos que…"
El ruido de la estática fue seguido por una voz que respondía con una afirmación al otro
lado de la línea que la TSAB mantenía con sus subordinados.
El traje de Enforcer fue entonces reemplazado por una Barrier Jacket de capa exterior
blanca, mientras el interior era totalmente plateado. Tenía consigo también una
indumentaria y una gabardina negra con detalles blancos, y tanto en los guantes como en
los zapatos metálicos, ostentaba un diamante incrustado. El cabello rubio, sujetado en dos
coletas, ondeaba dócil ante la fresca brisa matutina.
De repente, el ojo dorado en su dispositivo reflejó unas cuantas palabras antes de llegar al
comando "Fire"; enseguida, varias medias lunas doradas fueron disparadas al objetivo,
destrozando de un solo corte a varios de ellos.
El báculo resplandeció hasta transformarse en un arco negro con un cuarzo dorado al frente.
Las manos enguantadas de la rubia acariciaron el aire al mismo tiempo en que descendía en
veloz picada hacia las esferas metálicas.
Su cuerpo giró sobre sí mismo tres veces y ganó velocidad conforme una flecha
resplandeciente de oro se creaba entre sus dedos. Instantes después, se detuvo de golpe y
encorvándose hacia atrás, dejó que el hilo que la saeta presionaba hiciera su canto fino y
grácil.
Apenas se dio cuenta que no contaba con un bolígrafo en la mano, abrió el primer cajón del
mueble, quedándose la mano pegada al pomo y la mirada quieta en lo que había en su
interior. Despacio y con cuidado, sacó lo que buscaba; y en su mano izquierda, retiró
también los listones verdes que mantenía guardados allí.
Dejó estos últimos en la superficie de madera y los contempló con ojos entrecerrados y
cariñosos. Apartó luego la mirada de los lazos, que estaban ligeramente quemados en
algunas partes, y empezó a escribir su reporte.
A medida que el bolígrafo se movía, arañando el papel, los recuerdos de cuando tenía trece
o catorce, volvían poco a poco a su mente. Hacía unos años atrás –según le habían contado
mientras había permanecido desmayada- que Alicia había partido de ese mundo.
La búsqueda de las Jewel Seeds, junto con el sacrificio de su madre y Linith, resultó al final
en el despertar del Caos, Azathoth, y su mensajero Nyarlathothep. No obstante, conforme la
lucha avanzó, más Dioses aparecieron. La Cabra Negra de los Mil Retoños, con las bocas
en su vientre dando luz a monstruos que aplastaban y arrasaban con todo a su paso.
Y por supuesto, Yog-Sothoth, a quien recordaba Hayate había pedido auxilio. Ella jamás lo
presenció, pero fue Nanoha quien le dijo que su ataque había liberado a su hermana a lo
último; y que habían sido las últimas energías de Alicia y las de su dispositivo, las que les
habían devuelto a la vida.
Por ende, Bardiche se había recuperado lo suficiente para ser reparado después, y Arf había
recibido las fuerzas necesarias para continuar su existencia al lado de Fate.
La imagen y la risa infantil de Hayate acudieron a su mente entonces, bromista como
siempre había sido. Por boca de Rein se había enterado que sus guardianes fueron
liberados, y que los postremos vestigios del Libro de la Oscuridad habían sido transferidos
en nuevas transcripciones al libro azul que la peliplateada llevaba siempre consigo.
Ningún rastro del viejo Tomo Nocturno ni del Necronomicón habían quedado ya en sus
páginas, ni mucho menos en el planeta no administrado no. 97.
El rostro volteado y silencioso de Signum y Zafira; los sollozos que Shamal trataba de
ahogar fallidamente. Su vista jamás encontró después de ese momento, ni volvería
encontrar, a la niña que había detestado en un principio.
La que le había prometido rescatar a su hermana. Pero que al final había perdido la vida
como ella.
Los días que se sucedieron, tratando de levantar toda una vida y ciudades enteras desde los
escombros dejados, fueron extremadamente difíciles. Sin embargo, poco a poco en la
Tierra, consiguieron que aquel trago amargo fuese enterrado en el pasado como si en
absoluto hubiese ocurrido.
La cooperación del Bureau siendo extremadamente valiosa, sobretodo al alegar que eran en
parte responsables del infierno que se había alzado; empeorando solamente la situación al
haber negado el acceso de salida y entrada a ese mundo cuando más ayuda se había
necesitado.
Desde aquel entonces, Fate había entregado su vida a la TSAB. Luego de los juicios
enfrentados, ella y Arf habían hallado una nueva familia en Lindy y Chrono Harlaown. Su
relación con Nanoha, mientras tanto, había crecido a niveles que jamás creyó ver en el
transcurso de esos años.
Enforcer Fate Testarossa Harlaown, era lo que decía la placa en la entrada de su oficina y el
letrero en su escritorio. Tenía ya 19 años cumplidos.
Y aún así, de vez en cuando, creía escuchar las risas de Alicia, Precia y Linith…
-"Sí que ha pasado el tiempo" –pronunció nostálgica, colocando su nombre y firma al final
del reporte y dejando el bolígrafo a un lado.
Se recostó en el respaldo de su silla giratoria y miró nuevamente los listones verdes que
yacían allí cerca. Puso los brazos sobre el escritorio e inclinándose hacia delante, descansó
la cabeza sobre ellos.
-"Me pregunto… si acaso las dos estarán bien donde quiera que estén…"
Los ojos borgoñas admiraron los lazos por un largo rato, permitiendo a su imaginación y
dudas volar. Sin que se diese cuenta, los párpados se le fueron cerrando hasta que
finalmente cayó dormida.
Risas suaves acompañaron el sonido del líquido que la jarra dorada hacía al rellenar dos
tazas. Ojos azules e infantiles brillaron traviesos, soltando la dueña el asa de la vasija y
bebiendo con cuidado el té caliente que recién había servido.
-¿Estás bien?
Ambas figuras rieron por tercera vez, sentadas alrededor de una mesa que estaba unida a
una sombrilla que brindaba un poco de sombra. El cielo azul detrás cubierto de una
neblina que parecía hacer el paisaje borroso, permitiendo entrever apenas el jardín verde
que parecía no tener ni principio ni final.
Fate miró alrededor sin entender nada de lo que estaba observando, como si fuese una
visión macabra de algún pensamiento anhelado que su corazón anidaba desde hacía años.
Y sin embargo, era demasiado hermoso para sólo cerrar los ojos y dejarlo pasar sin al
menos vivirlo unos minutos, por mucha mentira que fuese.
Lo necesitaba...
Dio unos pasos vacilantes hacia aquella mesa distante, estirando un brazo hacia las risas
que escuchaba y cuyas figuras se definían entre la bruma. Unos largos cabellos castaños y
una cabellera rubia acomodada en una coleta suelta, que descansaba en un hombro
delicado y fino, que un vestido vaporoso en tono menta pálido dejaba ver a la tenue luz que
rodeaba el sitio, aparecieron poco a poco.
-…No… –jadeó, temblando y sin atreverse a pronunciar su nombre, por miedo a que ello
fuese a desaparecerla.
Lentamente, la joven de piel pálida pero mejillas rosadas giró su rostro para mirarle con
unos ojos borgoñas llenos de brillo y felicidad. Fate gimió sintiendo que sus rodillas iban a
fallarle y dejarle caer.
-… no…
-Sí.
La Enforcer se llevó sus manos a la boca para sofocar el sollozo que brotaba de su pecho
sin mucho éxito; y estaba por caer al pasto verde y frondoso, cuando unos brazos le
sostuvieron. Levantando su rostro, miró por sobre sus lágrimas a una joven de ojos azules
y cabellos castaños sujetos con una diadema que le sonreía, guiñando un ojo.
Como una madre ayudando a un hijo que aprende a caminar, así le guió aquella joven
hasta la mesa donde la hermosa rubia les esperaba con una sonrisa tierna. Sin dejar de
mirar a su hermana mayor, que estaba tan cerca de ella, no dudó en tomar sus manos y
besarlas con devoción, apretándolas contra su pecho. La otra rió y su risa fue como el
sonido de cientos de campanillas jubilosas para la más chica.
-Tú…
-Las necesito.
-¿Ah?
La joven señaló con su mentón las manos que Fate apresaba y que ésta soltó disculpándose
tontamente, balbuceando cosas sin sentido.
-No entiendo…
-Bueno, con Nanoha, ¿quién necesita más azúcar? –bromeó la castaña al servir la taza.
La del vestido verde menta rió divertida, cubriendo apenas sus labios finos con una mano
delicada y tersa. La dueña de Bardiche no podía creer lo que veía y mucho menos
entender. Observó a la otra chica como pidiendo una explicación, que tomó la mano de la
hermosa muñeca que se cubría, para besarla ceremoniosamente antes de hablar.
-Fue idea de mi Princesa –sonrió-. Ella dijo que quizá necesitabas esto.
-¿He muerto?
Ambas jóvenes rieron casi al punto de las lágrimas. La rubia abrazó por el cuello a la
Enforcer, depositando luego un beso en su mejilla.
-Aún no pierdes esa inocencia, Fate. Me alegra –puso una mano en su pecho-, porque así
es como he podido venir a verte.
-¿Venir a verme? –la nombrada miró a su alrededor-. ¿No querrás decir que yo vine…?
-Perdona si te resulta rudo, mas es la mejor opción –prosiguió su gemela-. Tenía que
decirte yo misma que estoy bien –su sonrisa se amplió y sus ojos brillaron un poco más-. Y
soy muy feliz.
-Pero…
-Yo espero que seas feliz, que sonrías como cuando pequeñas, porque debes seguir
adelante, Fate. Podemos hacerlo. No –negó despacio-, somos libres de hacerlo. Quiero que
vivas tan dichosa como lo soy yo ahora.
La aludida negó un poco, desconcertada aún; pues no comprendía cómo todo eso que
estaba sucediendo podía ser posible; así que la castaña le miró sonriendo, con la gentileza
que tanto la caracterizó siempre.
-No todos los caminos son los mismos, Fate –le dijo-. Ni todos los deseos se cumplen de la
misma manera. Yo pedí entregar mi cuerpo, para así mi alma vivir siempre al lado de mi
preciada Muñeca. Y aquí estamos.
Los dedos de ambas jóvenes se entrelazaron frente a la mirada anonadada de la más chica,
quien levantó su rostro al cielo, observando y reconociendo las nubes y el verde pasto de
su infancia.
-No estamos muertas, estamos vivas –le explicó Yagami-. Pero no es como tú deseas. Es
como lo deseamos nosotras.
-¿Y si…? –la menor suspiró, decidiendo abandonar su pregunta-. No te volveré a ver…
¿verdad? –sus ojos se rozaron de nuevo, pero aquella joven idéntica a sí le sonrió
acariciando su mejilla.
La aludida rió al escuchar el nombre con que Nanoha le llamaba; luego, frunció el ceño,
como captando al fin el mensaje, y levantó su faz sonriente a la chica que le asintió.
Fate sonrió más calmada, admiró su taza de té humeante aún, la cual bebió lentamente. Su
sabor preferido.
Contempló a la joven de igual edad a la suya, tan hermosa como siempre había querido
verla; sin ningún rastro de enfermedad o maldiciones en ese cuerpo delicado y gracioso.
Una muñeca perfecta en el mundo perfecto para ella.
-No tienes nada qué agradecer. Sólo tienes que vivir como hasta hoy lo has hecho, pero sin
volver a dejar el remordimiento tocar tus sueños –le susurró con afecto su gemela, dándole
un leve apretón a su mano.
-Si ustedes lo hacen sin ningún miedo, creo que yo puedo hacerlo también. Todavía no
entiendo esto, pero… -sus ojos se dirigieron hacia esos rostros juveniles e irreales-. Pero
de alguna manera sé que es lo correcto.
-¿Sabes? Ahora que estamos juntas, ya no hay nada qué temer. En este sitio, jamás
volveremos a estar solas –Hayate cerró los párpados en una mueca de tranquilidad-;
espero que puedan comprender que el final de una cosa, es sólo el comienzo de otra.
Realmente… nosotras estamos bien...
-Um. El sacrificio de una vida, puede convertirse en el sueño de dos –asintió la hermosa
rubia, volteando el rostro y mostrando una sonrisa gentil a su pequeña hermanita a medida
que su mano abandonaba despacio la suya-. ¿Entendiste, Fate?"
¿Ali… cia…?
Pasados unos segundos de confusión, volvió a mirar los listones de su hermana. Cerró los
ojos y suspiró, tomándolos entre sus manos y guardándolos en el primer cajón de su
escritorio, siempre cerca de ella.
Se puso de pie y al darse la media vuelta, sus ojos se quedaron fijos en el único cuadro que
colgaba en las paredes de su despacho. Se acercó lentamente y pasó una de sus manos en la
fotografía, sin prisas, despacio.
Al siguiente instante, la puerta de su oficina se abría y ella volteaba el rostro para ver a la
joven instructora que le observaba con el ceño fruncido y las manos puestas en la cintura.
Un gracioso mohín de molestia en sus mejillas.
-"¿Eh? ¿Almuerzo? –parpadeó, apartando la mano del retrato y mirando el reloj de pared-.
Lo siento mucho, Nanoha, estaba trabajando y de repente me quedé dormida…" –terminó
en un murmullo, agachando la vista en vergüenza.
-"Qué se le va a hacer –soltó el aire contenido, cambiando el puchero por una cara
amigable-. Ven –le ofreció la mano-, todavía nos quedan unos diez minutos."
-"Lo siento –se volvió a disculpar-. Prometo compensártelo con una lujosa cena."
-"¿En serio?"
La tranquila risa de Fate antecedió el abrazo por la espalda que le dio a Nanoha, posando
las muñecas sobre su estómago y entrelazando sus dedos. Un suave y dulce beso fue
depositado en los labios de la castaña, que se rió tontamente para después jalar a la rubia
hacia el comedor.
Escuchó atentamente los comentarios que la ojiazul le hacía acerca de los nuevos reclutas,
contándole sobre la aparición de una nueva Reliquia que habían hallado atada a una
pequeña niña de quizás unos 5 ó 6 años.
Al lado, se hallaba una niña de igual apariencia, excepto por el tono más fuerte de los ojos y
las dos coletas que diferenciaban su peinado. Detrás de ella, una Nanoha sonriente se
pegaba a su espalda y pasaba los brazos alrededor de su cuello.
Alicia y Fate, en el centro, alargaban sus brazos; sus manos encontrándose y uniéndose a
mitad del camino.
Los rostros sonrientes y los ojos brillantes de las cuatro mirando al frente, donde la cámara
que capturase el momento debió de haber estado alguna vez.
"¿Entendiste, Fate?"
sólo a ti
así, adelante.
Así… vida mía, mejor será as