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Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales
Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales
Técnicas de investigación
en ciencias sociales.
DATOS. OBSERVACIÓN.
ENTREVISTA. CUESTIONARIO
Alain Blanchet
Profesor de la Universidad
de París
Rodolphe Ghiglione
Profesor de la Universidad
de París
Jean Massonnat
Profesor de la Universidad
de Aix-Marseille
Alain Trognon
Profesor de la Universidad
de Nancy
Introducción........................................................................................................................
¿Por qué observar en ciencias humanas y sociales?............................................................
1. Definición y problemas generales................................................................................
La observación en las ciencias humanas y sociales......................................................
La observación: vía de elaboración de los saberes.......................................................
Profundización teórica, metodológica y práctica..........................................................
2. Trayectorias de la investigación...................................................................................
Lugar de observación en las trayectorias de investigación...........................................
Opciones teóricas y metodológicas para organizar la producción de
datos..............................................................................................................................
3. Prácticas de observación y construcción de un dispositivo de estudios......................
Inventario de prácticas de investigación.......................................................................
Construcción de los encasillados o registros de observación.......................................
Introducción......................................................................................................................
1. Construcciones referenciales y encuesta...................................................................
La comunicación es un contrato.................................................................................
La co-construcción de la referencia...........................................................................
2. Objetivos: cuestionarios y método alternativo..........................................................
El cuestionado de estimación o de descripción.........................................................
Cuestionario y comprobación de hipótesis................................................................
3. Conclusiones..............................................................................................................
2
PRODUCIR DATOS
Por Alain Trognon
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Introducción
Las ciencias sociales, como las demás, no operan sobre datos brutos, sino sobre datos
producidos, elaborados. El estudio de los procesos de producción de los datos resulta pues
vital en las ciencias sociales. Pero existen varias maneras de abordarlo.
Una, la más frecuente, es la del «catálogo de métodos». Pero los catálogos presentan dos
inconvenientes dignos de consideración:
1. En primer lugar, cosifican los métodos de producción de los datos, no tanto por voluntad de
los autores como porque el género «catálogo» exige separar los métodos de los contextos
en los que son elaborados y aplicados. En la misma medida, el utilizador potencial y novel
se ve inducido a adoptar respecto de los métodos la misma actitud que ante los artículos de
un supermercado.
2. Segundo inconveniente, ligado al primero: de los procesos de producción de los datos, los
catálogos sólo devuelven la parte menos dinámica y menos inventiva.
Más concretamente es de los procesos de producción de los datos en las ciencias sociales
de lo que querríamos informar al lector, empezando por el lugar de estos procesos en la
experimentación.
Como deseábamos elaborar una obra más «formativa» que informativa, hemos juzgado
oportuno abordar la noción de procesos de producción, derivando de aquí los principales
problemas de aplicación y de interpretación. Esta interpretación guarda siempre relación con
los tipos de métodos empleados.
Abordaremos estas cuestiones de una manera predominantemente práctica, a partir de los
ejemplos reales escogidos de los trabajos de investigación, a fin de introducir los procesos de
producción más corrientemente empleados en las ciencias sociales: la observación, la en-
trevista no directiva de investigación, el cuestionario y, sobre todo, los problemas
correspondientes a su aplicación.
1. Observación y experimentación
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Tradicionalmente, y más en psicología social que en sociología, observación y
experimentación se oponen; son escasas las obras que no evocan esta distinción que ya se ha
hecho casi ritual. Es cierto que está en juego la cuestión de la cientificidad de las ciencias
sociales y, muy especialmente, de la psicología social. Podría incluso decirse que se negocia,
y hasta tal punto a veces, que experimentación y observación son las banderas tras las cuales
se entablan luchas menos valerosas, más prosaicas, por créditos y puestos, en suma, por
intereses «vulgares», al menos desde el punto de vista de la cientificidad. No hay por qué
escandalizarse; los utilizadores de las ciencias sociales, incluidos los investigadores, son
hombres y a este titulo responden a la psicología social de los grupos. Y además todas las
ciencias, incluyendo también las de la Naturaleza, muestran fenómenos análogos.
Son bien conocidos, por ejemplo, los obstáculos que los seguidores de Lavoisier alzaron en el
camino de quienes, para su desgracia, habían descubierto la química orgánica.
Y le bastaría al lector consultar cualquier obra de historia de las ciencias y de la epistemología,
sea cual fuere la problemática, para sentirse edificado.
Esta no es, sin embargo, una razón para desviarse del problema que plantea la oposición
observación/experimentación. Serge Moscovici la formula así (Moscovici, 1984, Pp. 17 y
18):
«Trabajando sobre el terreno, un poco como el clínico, el psicosociólogo trata de registrar de
manera precisa y sistemática las actividades a las que se dedican las personas en su marco
normal. Toma notas o emplea el magnetófono, el video, la película (...). En razón del escaso
número de personas o de la escasez de ocasiones para observar, no es posible extraer
conclusiones seguras. Sin embargo, las hipótesis o ideas sugeridas pueden constituir una
excelente manera de captar ciertos fenómenos en toda su complejidad.
(...) Una de las formas de observación más corrientes es, ciertamente, la encuesta. En este
marco los psicosociólogos utilizan el procedimiento de la entrevista para estudiar los
sentimientos, las preferencias, las representaciones o las acciones de las personas. Se estimula a
éstas a expresarse lo más completamente posible y se registran sus declaraciones en un
magnetófono. Estas son las encuestas por entrevista. Resulta, sin embargo, frecuente emplear un
cuestionario compuesto de preguntas de formulación precisa: “¿Qué piensa de la pena de
muerte?” “¿Tiene usted contactos con policías’?’, a las que la persona debe dar respuestas no
menos precisas, formuladas de antemano; más exactamente, elegir entre las respuestas que se les
brindan la que corresponde a su opinión.
En cambio, la experimentación trata de provocar una serie de reacciones en condiciones
determinadas de antemano. La hipótesis del experimentador es la que define a la vez estas
condiciones y la serie de las reacciones esperadas. Por tanto, y de un lado, delimita las causas, y
de otro, prevé los efectos Así, la hipótesis de Sheríf supone que la influencia del grupo será tanto
más fuerte cuanto más ambiguo resulte el objeto del juicio. En consecuencia, se presenta rá a
unos sujetos una pantalla en la que aparecen cierto número de puntos y se les pedirá que cada
uno diga en voz alta cuántos hay. Está previsto que cuanto más numerosos sean los puntos y por
tanto, más difícil e inseguro contarlos, mas se influirán mutuamente los individuos en sus
respuestas.
La investigación experimental recurre a dos factores: el que el experimentador varia
sistemáticamente —aquí el número de puntos— es denominado variable independiente, el
comportamiento resultante de la manipulación experimental —aquí la convergencia cíe los
juicios individuales— se llama variable dependiente.» (Nioscovicí, pp. 17 y 18.)
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Paradoja
de la observación
«De modo más grave el propio hechizado, cuando se dirige a un etnógrafo, supuestamente
sólo admite las teorías oficiales de la desgracia, se apresura a hablar de si mismo como suelen
hacer el médico, el maestro y el etnógrafo. Pretende tener de los hechos tan sólo un
conocimiento indirecto y lejano, Como ‘supersticiones de gentes atrasadas’, o como ‘creencias
de los antiguos’; se franquea rápidamente el paso entre antiguos y atrasados.
En un primer momento, en que la brujería es presentada como la creencia de otro, toda
información está, pues, necesariamente sobrecargada o hecha irreconocible; lo que al indígena le
importa es que quien le escuche —es decir, el etnógrafo que necesariamente participa del
lenguaje objetivista— no pueda reconocerle en lo que le enuncia. Sólo habla de la brujería a
condición de distinguirse de ella y, en consecuencia, de presentarla como una construcción
especialmente infantil, abracadabrante y ridícula» (Eavret-Saada, p. 28).
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la relación de observación se inscribe en un trato social desigual.
Veamos, por ejemplo, cómo escribe Labov (1978, Pp. 117-124) las readaptaciones
experimentadas para observar la conducta lingüística de un niño de ocho años que habla
normalmente una variedad estigmatizada del inglés: el americano negro.
«Una entrevista con un niño negro en una escuela de Nueva York, una entre centenares. El niño
penetra en una sala en donde hay un entrevistador alto, cordial y blanco; éste coloca un juguete sobre
la mesa que tiene ante él y dice: ‘Dime lo que puedas sobre esto’. (Sus restantes intervenciones
aparecen entre paréntesis.)
(12 segundos de silencio)
(¿A qué crees que se parece esto?)
(8 segundos de silencio)
Una nave espacial,
(Hum)
(13 segundos de silencio)
como uuuun... reactor,
(12 segundos de silencio)
como un avión.
(20 segundos de silencio)
(¿De qué color es?)
Naranja (dos segundos) Yyyy... blanco (2 segundos) y verde. (6 segundos de silencio)
(¿Y qué podrías hacer con esto?) (y así sucesivamente).
(...) El comportamiento verbal que acabamos de ver no es debido (...) a una falta
cualquiera de aptitud por parte del entrevistador. Procede mucho más profundamente de factores
socio-lingüisticos regulares, siempre presentes en una situación asimétrica y que actúan sobre el
adulto y sobre el niño. Lo hemos encontrado con frecuencia durante nuestro trabajo en los
ghettos. Por lo común, actuamos con chicos de edades comprendidas entre los diez y los
diecisiete años, pero cada vez que hemos querido explorar la capacidad verbal de niños de ocho
o nueve años hemos necesitado técnicas diferentes. Así comenzamos una serie de entrevistas con
los hermanos de Thunderbirds. Extraída de esa serie, es la entrevista de Clarence Robins con
León L., de ocho años, quien, respecto de temas que despiertan un vivo interés entre chicos de
más edad, formula las mismas respuestas mínimas que hemos observado anteriormente:
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C.R.: Bien, si vieses a un chico que da patadas a otro que está en el suelo, o que le pega con un
palo, ¿qué harías?
Leon: Hum...
C.R.: ¿No le dirías que tenía que luchar limpiamente?
León: No se.
C.R.: ¿Que no lo sabes’? ¿No harías nada?... ¿Eh? No te oigo.
León: No.
C.R.: ¿No has visto nunca pegar a alguien de un modo horrible?
Leon: ... No... (y así sucesivamente).»
No es cuestión del tema de la charla, porque cuando el entrevistador aborda un asunto más
neutral, León no modifica su comportamiento. Sin embargo, el entrevistador es negro, «se ha
criado en Harlem y (...) conoce bien el barrio y a los chicos que allí viven».
«De este modo decidimos emplear esta entrevista con León como una prueba para nuestro
propio conocimiento de los factores socio-lingúísticos que controlan el discurso. y en la que ahora
se presenta aportamos las siguientes modificaciones a la situación social:
1. Clarence se presenta con un paquete de patatas fritas, haciendo así de la entrevista una
ocasión para comerlas.
2. Ha traído consigo al mejor amigo de León, Gregory, de ocho años de edad.
3. Tratamos de disminuir la desproporción de estaturas, solicitando de Clarence que se
siente en el suelo (la reunión tenía lugar en la habitación de León); de un metro ochenta y
cuatro se redujo así a cosa de un metro.
4. Clarence ha introducido palabras y temas tabúes, mostrando con eran sorpresa de León
que ante nuestro micrófono se podía decir todo, sin miedo al castigo. De estos cambios se
deduce una diferencia muy clara en cuanto al volumen y al estilo del discurso.
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León: No sé el resto.
Greg.: Alá... Alá es Dios, Alá es el Dios único, Alá...
León: Alá es el hijo de Dios.
Greg.: ¿Pero puede hacer milagros?
León: No.
Greg.: Yo sé quién puede hacer milagros.
C.R.: Quién?
León: El verdadero Dios.
(...) El observador se ve ahora obligado, desde luego, a modificar del todo sus conclusiones en
cuanto a la capacidad verbal de León. El niño que hablaba mediante monosílabos, que no tenía nada
que decir respecto de nada y que no recordaba lo que había hecho el día anterior, ha desaparecido
por completo. En su lugar vemos a dos chicos que tienen tantas cosas que decir que no dejan de
interrumpirse y que aparentemente no experimentan dificultad alguna en expresarse en inglés. Hasta
tal punto, que sus discursos bastan para ofrecernos todo el abanico de los procedimientos
gramaticales que necesitamos conocer para analizar el lenguaje americano negro.»
Paradoja
de la experimentación
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«Afirmar “el tren no tuvo retraso esta mañana” no aparece, en las situaciones corrientes,
como un enunciado adaptado más que si el tren habitualmente lleva retraso: la negación se
presenta aquí como la corrección de una afirmación anterior, o habitual, o simplemente posible
(...).
Se comprende entonces (...) la dificultad especial de la negación en las tareas
experimentales habituales: para entenderla, los sujetos tienen que restablecer previamente la
afirmación que ella corrige; mientras que, en el empleo corriente del lenguaje, esta forma suele
partir del contexto» (Caron, 1983).
Pero las variables incidentes y otras parásitas son fruslerías en comparación con el «efecto
Rosenthal». Si se quiere comprender de qué se trata, es indispensable volver al propósito con
el que se lleva a cabo una situación experimental: poner a prueba una hipótesis de con-
comitancia. Para que la experiencia resulte concluyente, es necesario que la hipótesis pueda
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ser invalida; en suma, que «en juego con la naturaleza», el experimentador pueda ser
contradicho. Pero he aquí que se nos enseña que los sujetos experimentales presentarían una
tendencia a realizar las predicciones de los experimentadores sean cuales sean. Si la
afirmación fuese verdadera, ninguna investigación experimental, al menos en las ciencias
humanas y sociales, podría confirmar jamás una predicción, puesto que la confirmaría
siempre. Esto es lo que Rosenthal y sus colaboradores tratan constantemente de establecer
desde hace unos veinte años. ¿Cómo? ¡Pues con la ayuda de una experiencia! Se dispone así:
«Un investigador al que se denominará experimentador principal desea mostrar que unos
sujetos realizan automáticamente las predicciones que otros experimentadores, a quienes se
califica de experimentadores ingenuos, hacen sobre el comportamiento de los sujetos. Para ello,
el experimentador principal induce experimentalmente ciertas esperanzas entre los
experimentadores ingenuos. La variable independiente manipulada en esta experiencia se halla
constituida por las esperanzas de los experimentadores ingenuos, siendo la variable dependiente
el comportamiento de los sujetos. Si éste, permaneciendo por lo demás todas las cosas iguales,
varía en función de las esperanzas de los experimentadores ingenuos, queda establecido el
efecto de una esperanza» (Flieller y Trognon, 1985, pp. 550-555).
Es cierto que las experiencias realizadas por Rosenthal no están exentas de críticas (véase
Lemaine y Lemaine, 1969): no siempre las variables se hallan bien controladas; las tareas a
las que se invita a los sujetos experimentales les inducen quizá en exceso a calcular unas
intenciones ocultas bajo las que proclaman los experimentadores ingenuos, etc. En el mismo
sentido, Carlier y Gottesdiener (Carlier y Gottesdiener, 1975, Pp. 219-241) han mostrado que
en 19 experiencias de control, sólo 5 comportaban un efecto Rosenthal. Finalmente, la
prueba misma que proponen Rosenthal y sus colaboradores no consigue convencer: ¿Por qué
el experimentador principal no iba a inducir sus propias esperanzas de confirmar el efecto
Rosenthal? Pero si así sucede, este efecto no puede ser ya probado por la misma razón que
anteriormente. De este modo la hipótesis del efecto Rosenthal conduce a una regresión hasta
el infinito. En otros términos, engendra una paradoja (Flieller y Trognon, 1985). Estas
razones, sumadas unas a otras, no autorizan, sin embargo, a desdeñar el efecto Rosenthal’.
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Más que una complementariedad
Así fue como procedieron Labov y sus colaboradores para estudiar el lenguaje negro
americano con la esperanza de que los efectos contrastados de la aplicación de métodos
múltiples atrapasen una realidad independiente de la observación, objetiva en suma.
Los dos métodos presentan a veces un grado de complejidad tan considerable que uno se
ve inducido a dudar de la representatividad de las conductas destacadas, como Caron (1983)
al denunciar la artificiosidad de estas experiencias psico-linguísticas en donde se introducen:
«(...) operaciones que no tienen lugar en las condiciones naturales de la comunicación sino
que vienen impuestas por las condiciones de la experiencia; impedir la realización de
operaciones que, regularmente efectuadas en las condiciones naturales, no hallan en las
condiciones experimentales la posibilidad de ejercerse; disimular, por falta de atribuirse los
medios de controlarlas, unas operaciones que corresponden al tratamiento normal de los
enunciados pero que, al no estar previstas por el experimentador, se desarrollan a sus espaldas
(Caron, pp. 168-169)».
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observación no cede en nada ante la experimentación (Vcrmersch, 1984, Pp. 297-303). No es
ya la oposición entre el campo y el laboratorio lo que distingue a estas dos trayectorias. Es
posible llevar a cabo experiencias sobre el terreno, desde luego más difíciles de realizar
(Leplat, 1976, Pp. 25-30), pero la purificación del contexto no conduce de modo necesario a
la eliminación de las variables incidentes. Propiamente, experimentación y observación son
complementarias. Este es va el argumento que con mayor frecuencia se encuentra en los
textos, porque la materia de la primera es proporcionada por la segunda: «En psicología (...)
los descubrimientos no se hacen en cl laboratorio sino mediante la observación fortuita o
sistemática», escribe Paul Fraisse en un artículo titulado «En el principio fue la
observación».Pero 105 textos se muestran también discretos: porque la experimentación
contiene necesaria y orgánicamente la observación ¿qué experiencia(s) en ciencias sociales
no emplea(n) procesos de observación?
Así la idea de separar observación y experimentación, partiendo de oponerlas, se basa en
un análisis parcial. La observación se halla desde luego antes de la experimentación, pero se
encuentra también en el núcleo de ésta, porque la observación es el instrumento de acce so al
efecto que el experimentador trata de delimitar a través de la variable dependiente.
Simplemente, la observación no funciona ya por si misma; la engloba la vía experimental.
Los próximos capítulos se dedican a la exposición de los procesos de producción más a
menudo empleados en ciencias sociales, el cuestionario, la entrevista no directiva de
investigación y la observación.
Las operaciones implicadas en cada uno de estos procesos y los problemas que suscitan
son específicos. Por eso es por lo que cada uno de los procesos debe ser presentado en sí
mismo. Sin embargo, cada uno de estos procesos establece una situación de interacción entre
el observador y el observado, entre el investigador y el investigado, entre el entrevistador y
el entrevistado. Esta situación de interacción deforma más o menos unos parámetros de la
interacción «ordinaria», diferentes según los procesos considerados. En consecuencia, es una
teoría de la interacción la que permite comprender lo que sucede en estos diferentes
procesos. Los autores de los capítulos que siguen a éste lo expresan cada uno a su manera.
Son muchas las cuestiones que no han sido abordadas en esta parte introductoria y que,
sin embargo, habrían merecido serlo.
— Cuestiones epistemológicas como la del papel que desempeñan los procesos de producción
de los datos, en la objetividad o la cientificidad de las ciencias sociales;
— cuestiones morales: ¿es legítimo obtener unos datos, a veces sin que lo sepan los sujetos?;
cuestiones teóricas, por ejemplo: ¿son en principio accesibles todos los fenómenos de los
que tratan las ciencias sociales?, ¿o se hallan limitados los procesos de producción a una
determinada especie de fenómeno, los que son producidos por las estructuras modulares,
como parece sostener Fodor
(1986)?;
— cuestiones históricas (Leclere, 1979);
— y muchas otras.
Tendría que ser ya evidente que no existe un proceso de producción de los datos que no
interfiriera en el conocimiento para cuya capacitación ha sido concebido. Enunciado así,
huelgan los comentarios. Lo que importa no es tanto advertir que por medio de un proceso
de producción no se accede a una realidad original, como precisar la naturaleza de esta
interferencia. Nos parece dudoso que el producto de un proceso sea puramente un artefacto,
creado de pies a cabeza.
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Por ejemplo, la escasa creatividad de lenguaje manifestada por un niño de un ghetto negro
interrogado por un adulto blanco no está de ninguna manera causada por el proceso de producción
en cuanto tal. Labov no se equivoca. El niño adopta una conducta defensiva porque el proceso
reproduce, al menos desde su punto de vista, una «forma normal» 6 de interacción: la interacción
disimétrica de propósito evaluativo en donde todo lo que el niño dice puede virtualmente ser
utilizado en su contra. De tal modo que se llegaría incluso a afirmar que lo que se pone en tela de
juicio no es la artificialidad de la interacción producida por el proceso de observación, sino
precisamente su «naturalidad». En otros términos, la conversación del niño negro con un adulto
blanco no es ni más ni menos natural que la conversación con un compañero. Sin embargo, la
primera es en cierto sentido errónea y la segunda es correcta, ¿por qué? Si se trata de observar las
conductas lingüísticas del niño en el grupo al que pertenece, el primer procedimiento resulta
erróneo, pero no lo es si tiene como objetivo estudiar las conductas de evitación en situación
disimétrica. De este modo, si se trata de observar las conductas lingüísticas del niño en el grupo al
que pertenece, la conversación del niño negro y del adulto blanco no solicita el contexto bueno.
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OBSERVAR
Por Jean Massonnat
Introducción
Relato del interesado. Este viernes me desperté por la mañana un poco antes que de costumbre,
a las 7,30 h. Tras algunos ejercicios para desentumecer las piernas, fui a la ventana para ver el
tiempo que hacía. Me gusta saber muy pronto cómo tengo que vestirme por la mañana...
Observador 1: 7,30 h., suena el despertador; 7,40 h., baja de la cama, apoyándose en un solo
pie, titubea; 7,41 h., recorre tres veces la habitación en los dos sentidos; 7,45 h., sale de la
habitación y se dirige al balcón; 7,45 h., observa el cielo de izquierda a derecha; 7,46 h., mira el
termómetro y el barómetro.
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Lugar Posición Trayectoria Orientación Número
del cuerpo del movimiento
1. Cama Acostado Izquierda,
derecha 10
Arriba
2. Cana Sentado Se endereza Arriba
3. Dormitorio De pie Rectilinea: Cama-ventana 3
2,50
m.
4. Cuarto de De pie Rectilinea: 7 m. Dormitorio-
estar balcón
5. Cuarto de De pie Inmóvil Movimientos
estar de cabeza 3
de izquierda
a derecha
6. Cuarto de De pie Inmóvil Levanta la
estar cabeza
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corresponde a la regularidad con la que el observador aplica el procedimiento de recogida de
los datos. Si siguen siendo observados los comportamientos observables y los
acontecimientos significativos, si las manifestaciones, visibles desde el exterior y sus
fluctuaciones pueden también convertirse en medios para el estudio de problemas no
directamente perceptibles. Al obrar así, la observación se ve menos obligada a concentrarse
en las características individuales de los agentes y a interesarse más por las acciones y por
las interacciones entre los agentes observados, así como por su significación social en el
contexto en el que se producen.
Para nosotros la observación es más que una técnica o un método de recogida de datos.
Es una gestión de elaboración de los saberes. Abre el camino a una nueva concepción de la
descripción en etología y en las ciencias humanas y sociales. Esta perspectiva trata de evitar
el corte que establecen en las ciencias gran número de sociólogos (Ackermann, et al., 1985;
el observador 1, precedente), practicado en las ciencias de la naturaleza y la comprensión-
interpretación obtenida por reconstrucción del sentido en las ciencias sociales (observador 2
ó 5).
Astrofísica
Sigue siendo, en efecto, la única vía accesible, por ejemplo, para el estudio de los
desplazamientos de los astros en el cosmos, como atestigua el desarrollo por parte de los
astrofísicos de observatorios cada vez más potentes.
Etología
Etno/ogía
El recurso a la observación se impone igualmente cada vez que una diferencia de cultura
y de lengua separa la observación del observador.
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Este es, por ejemplo, el problema del etnólogo Young (1962), tratando de mostrar mediante
observación que la dureza de los ritos de iniciación de los muchachos en la vida adulta en las
sociedades distribuidas por todo el globo se halla en función de la existencia de organizaciones de
solidaridad masculina.
Psicología infantil
Los psicólogos de la primera infancia, que estudian los comportamientos sociales de los
niños muy pequeños antes del nacimiento del lenguaje, recurren igualmente a la observación
(Brazelton, 1981; Bresson, de Schonen, 1985).
Se trata, por ejemplo, de observar las actividades agonísticas y afiliativas en los grupos con un
enfoque de etología social transferida y adaptada del animal al hombre (Strayer y Trudel, 1985).
El estudio pretende a veces establecer el repertorio de comportamientos de los pequeños en sus
relaciones con objetos físicos o sociales (Gouin-Decarie y Ricard, 1985).
Finalmente, la observación de los comportamientos sociales de los niños pequeños en
guarderías se halla asociada con una experimentación ecológica (Legendre, 1985). El autor hace
variar la organización del entorno socio-físico para apreciar los efectos de tal cambio en la vida
social de los niños de 15 meses a 3 años.
Las actividades lúdicas del niño constituyen, en fin, un tema que se presta desde luego
a la observación previa de la adquisición del lenguaje, al igual que el estudio de las
conductas de los bebés puestos precozmente en contacto con el agua (Jardel-AJíes, 1980)
o incluso tras la adquisición del lenguaje.
El estudio de M. C. Hurtig, M. Hurtig y Paillard (1971) pone así en relación las formas
sociales de las actividades lúdicas de los niños de 4 a 6 años en el patio del recreo
(desocupados, actividades paralelas, formas de cooperación) con el contenido de estas
actividades (ejercicios, ficción, utilización o creación de reglas).
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LA OBSERVACION ES UN METODO ADAPTADO A
LA EVOLUCION DE LAS CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES
Desde hace algunos años la investigación europea en ciencias humanas se interesa cada
vez más por el estudio de objetos sociales complejos (relaciones entre vida laboral y vida
fuera del trabajo, la conducción de un automóvil, la adquisición de conceptos...). Se emplea
crecientemente la observación para captar las cuestiones que en la actualidad más interesan:
los modos de adquisición de los saberes, los modos de funcionamiento de los sujetos
enfrentados con unos problemas y, finalmente, los mecanismos de reestructuración de los lo-
gros en el curso de la existencia (Caron, 1983).
Desde la década de los setenta, la sociología conoce la puesta en tela de juicio del
constructivismo dominante que «trata de relacionar la acción social y el orden social con
estructuras de génesis externas, que determinan los agentes a sus espaldas» (Quére,
1985). Se advierte paralelamente el desarrollo de un llamado enfoque «etnometodológi-
co» que trata de describir y de comprender cómo los actos sociales garantizan «la
inteligibilidad, la asignabilidad (del sentido de la racionabilidad) de sus acciones» (Quéré,
1985, p. 8) y elaboran un saber sobre las estructuras sociales. Harold Garfinkel, líder de
esta corriente, propugna una práctica descriptiva de los observables, es decir, de las
operaciones, de los métodos y de las prácticas que atestiguan el conocimiento que los
agentes poseen de la vida social. El acceso al sentido se lleva a cabo por observación
directa no sistemática y también por la entrevista y el estudio de los documentos
producidos por los trabajadores.
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1. Definiciones y
problemas generales
La polisemia de la palabra va atestiguada por las once acepciones señaladas por Littré en
1877 (reeditado en 1978). Las más antiguas (siglo XV) se refieren a «la acción de
conformarse... a su palabra o a las leyes»; o también: «mantenerse en un lugar desde donde
se vigila (...), bien para transmitir informaciones, bien para formular objeciones relativas a
los objetos y a las personas observados».
La bibliografía contemporánea de ciencias humanas y sociales mantiene cinco grandes
significaciones:
La observación:
vía de elaboración de los saberes
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elaboración de saberes: ayuda a responder a unas preguntas sobre el objeto estudiado y a
analizar la manera con la que se procede para escoger estas cuestiones y elaborar una estrate-
gia. Los conocimientos permiten al observador satisfacer su curiosidad intelectual, elaborar
un saber sistemático sobre el objeto y regular sus conductas profesionales. La vía de
construcción se realiza las más de las veces por confrontación entre varios observadores, que
a su vez se hallan en relación contractual con un demandante (observado, organismo de
investigación o de producción) o con las personas que brindan el terreno de observación
(institución, agentes sociales). A diferencia de otras trayectorias de investigación que se
marginan de la dinámica social, la observación permanece muy insertada en ésta, en especial
durante su fase inicial; el observador busca él mismo la interacción con Otros compañeros
con fines de autocontrol, pero se ve también empujado a negociar con los agentes sociales,
que temen ser juzgados sin poder explicarse, unas condiciones de acceso al objeto de
estudio, unas condiciones de realización y de utilización de los resultados.
La gestión puede ser captada de manera más precisa a través de las relaciones que se
establecen en el curso de las diferentes fases de trabajo entre los cinco aspectos más
determinantes.
La observación centrada en el objeto comienza, en efecto, por iniciativa de alguien: un
investigador, una asociación, un responsable, un profesional. Estos asociados elaboran unos
proyectos en función de su puesto y de sus objetivos prioritarios pero también de su expe-
riencia pasada. El observador-investigador va a determinar un objeto de estudio, más o
menos en intersección entre su proyecto inicial y el de los demandantes. Tras algunas
secuencias de observación global, no concentradas, el observador precisará la naturaleza del
fenómeno observado y las cuestiones que se plantea. Se verá entonces inducido a delimitar la
situación observada, es decir:
— duración;
— lugar del material;
— posición de los observadores;
— modos de selección adoptados;
— relación entre observador-observado;
— técnica de anotación.
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La construcción de un saber sobre el objeto se añade a una reflexión sobre la gestión del
observador:
El sentido de las palabras en cursiva debe ser precisado para pasar a la elaboración del
dispositivo de observación. La preparación del dispositivo está, pues, determinada a la vez
por la cuestión tomada en consideración, el punto de vista del observador, que se traduce en
las definiciones que se asigna, y por la técnica de detección de las manifestaciones
observables o índices, es decir, por los signos que permiten inferir la cuestión planteada.
Los datos brutos producidos, las cuestiones planteadas fuera de tiempo, las huellas de la
actividad observadas, son después tratados en un nivel cada vez más integrado y abstracto.
Entonces se transmite a los destinatarios, y según formas adaptadas a los objetivos perse-
guidos, un informe oral o escrito.
En síntesis, la observación es un modo de elaboración de los conocimientos a partir de
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problemas directamente observables o no, con fines de cultura, de formación profesional
y de investigación. La observación sistemática se realiza a partir de un contacto directo o
filmado con las situaciones que permiten el estudio de problemas previamente
explicitados. Sólo o en grupo, el observador construye unas significaciones cada vez más
elaboradas a partir de una selección de informaciones por la vista y el oído. Las diferentes
operaciones de selección y de tratamiento movilizadas a todo lo largo del acto de
observación se ven fuertemente influidas por el grado de precisión del problema
estudiado; estas operaciones son igualmente solicitadas por los anteriores marcos de
análisis del observador, por los que se requieren directamente y finalmente por el
dispositivo construido para producir datos. Todo este trabajo se concreta en una
descripción, de alcance explicativo o comprensivo, comunicada a unos interlocutores,
según unas formas que se corresponden en parte con la relación contractual que les liga
con el observador.
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La tesis de la teoría causal recordada por Bunge (1984, p. 58) afirma que «nuestras
percepciones no son nunca ni espontáneas ni aleatorias, sino que resultan producidas
legítimamente por objetos extraperceptuales». Según la hipótesis filosófica, los hechos
objetivos preceden ontológicamente a los hechos de la experiencia, los únicos perceptibles.
Consideramos que esta tesis del «descubrimiento del sentido oculto» da cuenta de un número
limitado de leyes físicas cuya formulación es totalmente independiente de los observadores y
de las condiciones de observación (teoría de la relatividad, teoría de la gravitación...). En
ciencias humanas, las leyes establecidas son dependientes de las condiciones de observación
y a veces incluso de la elección de los indicadores. En estas condiciones, el hecho científico
no determina nuestras observaciones, se haya construido por éstas. Estas diversas
construcciones influyen después en la elaboración de varios puntos de vista sobre los
fenómenos observados. El observador experimentado es el que acepta contribuir a este ir y
venir entre lo que revela la organización de los fenómenos y los saberes anteriormente
construidos sobre ellos para elaborar nuevos saberes.
PROBLEMAS DE METODO
1° El observador interviene sin prevenir a los observados y hace de tal modo que no
sea detectable. Esta es a veces la única solución para estudiar ciertos problemas: el
soliloquio en el niño, las comunicaciones en las salas de las estaciones o en los
jardines públicos, por ejemplo.
2° El observador limita su implicación al establecimiento de un contrato de trabajo y
a la obtención de las condiciones que favorezcan al máximo su integración.
3° El observador comienza por hacerse admitir y conocer antes de intervenir. De tal
manera proceden, el etnólogo que observa los ritos culturales y el psicólogo del
trabajo.
4° El observador desea implicarse para estudiar un fenómeno a través de los cambios
que trata de provocar. La regla consiste entonces en que el guión de la
intervención resulte perfectamente explícito y que se recurra a unos observadores
totalmente exteriores.
24
¿PUEDE SER PREPARADA LA SITUACION DE OBSERVACION?
25
La vía de actuación propuesta se aplica a unas situaciones insertas en un contexto social.
Estas situaciones pueden ser escogidas en todos los campos de la vida social de trabajo y
fuera del trabajo. Según sean los intereses de los interesados, del investigador o del
observado, la investigación puede orientarse hacia diferentes tipos de cuestiones. Los trabajos
ya efectuados en los campos de la educación, de la salud y del trabajo o sobre temas
transversales permiten advertir unas perspectivas y unas focalizaciones privilegiadas. Se trata
en la mayor parte de los casos de estudios transversales, precisos y centrados sobre la
clasificación exhaustiva y sobre la enumeración de segmentos muy finos de comportamiento,
como el estudio detallado de las expresiones faciales (Léventhal y Sharp, 1965), el inventario
de los gestos (Ekman y Friesen, 1969) y el inventario de los actos pedagógicos enumerados
por Postic (1981).
La construcción de un saber está igualmente ligada a las condicio nes en las que trabaja el
observador. Estas se encuentran definidas por el conjunto de los elementos materiales y
representativos que influyen, directamente o no, en el desarrollo del acto de observación.
Entre éstos clasificamos:
— los determinantes personales y a los proyectos de los agentes; las relaciones que
mantienen entre sí y con la situación;
— y finalmente, las primeras decisiones de acción o sus primeros resultados.
Estos determinantes actúan directamente y combinándose en todas las fases de la acción.
Pero cabe pensar que ciertas familias de determinantes actúan más concretamente en ciertos
momentos. Así, se puede atribuir un papel importante al comienzo de la observación a:
Después, la recogida de los datos va sin duda más directamente influida por el contexto
institucional, por las condiciones espaciales y temporales en las que se desarrolla, por el
contrato que liga a todos los agentes, por la existencia o inexistencia de un dispositivo de
recogida sistemática de los datos. La producción reiterada de significantes se encuentra
modulada por los modos de captación privilegiados, personales o adquiridos por la educación
(alternancia de percepción global y de detalles, sensibilidades propias...). Esta producción es
también modulada por los primeros observables producidos, por la existencia o inexistencia
de regulaciones intraindividual e interindividual (modificación colectiva de lo que ha sido
realizado hasta entonces). Para terminar, el tratamiento de los observables y la elaboración
del mensaje que hay que transmitir están probablemente muy influidos
por los saberes anteriores, la elección del destinatario y el tipo de acción que se pretende
ejercer sobre él (describir, redactar un informe del trabajo exploratorio..., ).
Las condiciones de observación influyen en las posiciones teóricas y prácticas que adopta
el observador. Pueden alterar también las actitudes recíprocas entre observador y observado:
sentimiento de molestia, impresión en el observador de ser un «voyeur» o un perseguidor,
sensación de ser juzgado, desposeído de un saber o de exhibirse en cl observado. Finalmente,
estas condiciones favorecen o no la activación de sesgos generales en la selección de la
observación (Barker, 1973, citado por Michicís, 1984):
El impacto de estos efectos puede ser parcialmente reducido por la formación del
observador y por su adiestramiento en la recogida sistemática de los datos.
Las primeras operaciones cognitivas del observador van ligadas a una inicial forma de
activación del marco de referencia global del que dispone el observador (esquemas de
análisis, conocimientos, experiencias), con ocasión del primer contacto con la situación
observada. Las ideas a priori sobre esta situación y las ideas que emergen a partir de los
momentos iniciales de la observación evocan una clase de saber y de experiencia encontrada.
Esta holgada activación va a contribuir a organizar la prosecución de una observación
flotante y la concentración en algunos índices. Las percepciones precisas, añadidas a las
ideas que se hallan asociadas con la situación en su conjunto, generan en el observador una
comprensión casi inmediata. Un primer intercambio entre observadores facilita entonces la
emergencia de un campo de estudio, de una cuestión y después de un problema estudiable.
Esta concentración conduce a una activación más selectiva del marco de referencia del
observador. Entonces se movilizan concretamente unos modos de enfoque, unos saberes y
unos sistemas de juicio para formular de manera explícita el problema considerado y realizar
el inventario de los signos o índices pertinentes con objeto de proseguir el estudio.
Los trabajos de investigación de Taylor y Crocker (1981) sobre la memoria testimonian
que el esquema o «estructura cognitiva que representa un campo... y que incluye unos planes
para interpretar y recoger la información referida a este esquema» ayuda a un recuerdo más
rapido y a una fijación más estable de la información presentada. Hemos mostrado (Cassano,
Massonnat, 1982) que, al utilizar el esquema organizador de la noción de necesidad, resulta
posible obtener unos cambios relativamente estables de la representación de esta noción.
Ehrlich (1985) avanza la hipótesis más general para explicar la instalación de un marco de
referencia específicamente activado: en cuanto que el observador posee una idea más precisa
de la cuestión que explora o de las líneas generales acerca de la manera de plantearla,
existiría una constitución de una ordenación particular de conceptos, de operaciones
disponibles, momentáneamente conectados y activos. Esta activación circunstancial
organizaría una primera selección de información cuya interpretación estabilizaría o
modificaría el marco de análisis activado. Esta hipótesis nos parece compatible con la idea
de una selectividad de la toma de información, que quedaría determinada por la
superposición o la yuxtaposición de varios subsistemas activados y a los que calificaremos
de filtros. Droz (1984) habla de «filtros epistémicos», a los que añadiremos la existencia de
«filtros situacionales o socio-institucionales» y de «filtros experienciales». Los primeros
encasillados implícitos de lectura nos remiten a los conocimientos, a las maneras de formular
los problemas y a los modos de razonamiento preferenciales. Los segundos evocan unas
actitudes, unas posiciones de grupo (ética, socioeconómica, cultural...). Los últimos
conciernen a las sensibilidades adquiridas por el observador a través de sus anteriores
experiencias de vida: preferencia sensorial, relación privilegiada con los individuos y con los
objetos...
Las dos operaciones aisladas pueden producir unidades de significación distintas que se
diferencian y se completan en un contenido y en su función comunicativa. Las propiedades
de estas operaciones aparecen cuando se bloquea experimentalmente una de ellas. Se ad-
vierte entonces que el desequilibrio del funcionamiento de una u otra de estas operaciones
afecta a la comprensión del mensaje y al cuestionamiento que sigue. La ausencia de
objetivación se traduce, por ejemplo, en una codificación o en un discurso que se vuelve
delirante por falta de relación con la realidad descrita. Por el contrario, la ausencia de
subjetivación hace difícil la categorización de los elementos percibidos y muchos de éstos ya
no se hallan diferenciados (véase el observador 4, en la introducción). El funcionamiento
habitual del observador es analizable a partir de sus informes escritos. Por análisis de
contenido cabe deducir la proporción relativa de elementos que se refieren de manera
específica a una de las dos operaciones citadas o a ninguna. Esta proporción varía de un
individuo a otro respecto de una misma situación. Varía también en función de la naturaleza
de la situación: describir unos objetos fácilmente identificables o analizar la actividad
cognitiva; depende finalmente de la relación de implicación de la observación con las
situaciones halladas: fenómeno vivido penosamente o fenómeno nuevo. Las investigaciones
en curso tendrán que precisar el interés y los límites de este indicador de funcionamiento
para diferenciar los efectos específicos o conjuntos de los observadores y de las situaciones.
Para entender mejor este texto se podría reemplazar el término «error» por la idea de una
diversidad de puntos de vista marcados por transformaciones, lagunas y olvidos.
2. Trayectorias de investigación
Lugar de la observación
en las trayectorias de investigación
a) El investigador puede haber efectuado una serie de observaciones directas pero sin
una recogida sistemática de los datos y sin posibilidad de efectuaría ulteriormente
sobre una película (procedimiento 1a). En un afán de comprensión de la estructura
y de la dinámica de cada caso, el investigador trata entonces de precisar, mediante
una observación flotante, poco concentrada, la presencia o la ausencia de signos
esperados y de permanecer atento a unos acontecimientos no previsibles. A
posteriori, este mismo investigador puede aclarar ciertas regularidades de las
conductas individuales o de grupo de resolución de problemas y adelantar unas
hipótesis sobre lo que las genera.
b) La segunda práctica de investigación (1b) procede a una recogida de los datos
sistemática y previamente planificada. Los casos observados ya no son escogidos
en función de las exigencias del empleo, sino en diferentes momentos de la
formación, con diferentes consignas o diferentes disposiciones de la tarea que hay
que resolver.
TRAYECTORIA 2:
EXCLUSIVAMENTE HIPOTETICO-DEDUCTIVA (CATTEL)
La comparación de los resultados con las hipótesis permite emprender otro bucle de la
espiral. La descripción dinámica de la conducta en la situación construida se desprecia en
beneficio de una explicación de las regularidades en términos de influencia, separadas o
conjuntas, de las diferentes fuentes de variación juzgadas pertinentes. En este caso el
riesgo estriba en ver a las investigaciones engendrarse unas sobre otras sobre problemas
de segunda mano «hasta el agotamiento de la vena o hasta llegar a un callejón sin salida»
(Ketele, 1981).
TRAYECTORIA 3:
INDUCTIVO-HIPOTETICO-DEDUCTIVA
TRAYECTORIA 4:
DEDUCTIVO-INDUCTIVA (GAGNE)
La opción se refiere a la vez a la extensión del campo que será objeto de observación y
al grado de regularidad en la selección de la información.
Este es el caso de un trabajo de Bales (Heyns y Lippitt, 1950, citados por Lévy, 1972)
para estudiar las interacciones en los grupos de trabajo.
Loventhal y Sharp (1965, citados por Bickman, et al., 1977) procedieron de tal modo para
describir las expresiones faciales: se han apreciado nada menos que 18 categorías para calificar el
estado y el movimiento de la frente, de las cejas y de los párpados.
Así pues, y para observar la adquisición de nociones de física por unos estudiantes de
ciencias que trabajen en grupo, reemplazamos el estudio habitual del curso policopiado
por unos ejercicios colectivos que susciten los conceptos estudiados (Cornetti, et al.,
1983). Cada grupo filmado y observado estaba aislado en una sala, mientras que por lo
común trabajaban varios grupos en la misma habitación. A cambio, los grupos elegidos
poseían una existencia estable a lo largo del año, con sus efectivos habituales. La tarea
propuesta se asemejaba mucho a unas situaciones de test en grupo a las que se hallaban
sometidos los estudiantes de esta formación universitaria experimental.
— elegir entre todas las situaciones naturales aquellas que faciliten el estudio
considerado (Weick, 1968),
— y sobre todo reducir las ambiciones del proyecto para poder preparar la situación de
observación.
Se impone una idea: la preparación de las situaciones naturales, sin hacer desaparecer su
especificidad, resulta no sólo posible, sino deseable. Se corresponde con una delimitación
más precisa del objeto de estudio.
La presencia de un individuo externo que tome notas puede provocar reacciones y sobre
todo crear una representación de la situación entre los observados cuyo efecto sobre el objeto
estudiado resulte incontrolable. Wallon ha mostrado muy bien la influencia de la mirada del
adulto sobre la movilización y el rendimiento de los niños. Ulteriormente, algunas
investigaciones han evidenciado la existencia de un nexo, por ejemplo, entre el
desplazamiento programado de un inspector en una clase de primaria y los rendimientos de
los alumnos durante el mismo tiempo. Los niños situados en las inmediaciones del inspector,
bajo su mirada, rinden más que los niños situados a distancia. Esta dominante no debe hacer
olvidar que el miedo al control provoca en general unas reacciones opuestas de estimulación
o de inhibición, según las tareas y los sujetos. Globalmente, el grado de reactividad baja con
la edad de los niños, con una información sobre la observación y con la duración de ésta.
Pero subsiste siempre una cierta incertidumbre sobre sus efectos reales. Las exigencias
metodológicas incitan a una discreción máxima del observador y del dispositivo, llegando
incluso hasta su camuflaje total a los ojos de los observados, como los investigadores hacen
a veces con los animales y con los niños pequeños: empleo de espejos sin azogue,
observación a distancia con ayuda de prismáticos, grabación de los desplazamientos
mediante balizas eléctricas. Este principio metodológico conduce al disimulo pero se opone
a un principio deontológico que exige que ninguna investigación de la vida privada se haga
sin información a los interesados (Bickman, 1977). En este sistema de doble limitación, el
investigador no puede poseer una única regla. Se ve empujado a lograr una transacción, caso
por caso, llegando excepcionalmente al respeto de una sola de las dos reglas.
«El observador participante entra en el juego, observa pero no toca nada (...). Se
afana por estudiar, hasta en los más ínfimos detalles, las costumbres de los seres
humanos con los que se mezcla y cuida escrupulosamente de dejarlas intactas,
considerándolas como una aportación preciosa para la ciencia.»
Las opciones referidas a este parámetro conciernen a la vez al modo de recogida de los
datos y a la elección de la naturaleza del objeto observado. ¿Qué formas extremas de
ensamblajes advertimos entre estos dos aspectos?
Seguiremos la lógica de clasificación empleada por Bickman (1977, Pp. 265-285), según
el grado de estructuración empleada por el investigador y según los momentos de la
investigación.
Una serie de cuatro técnicas permite a los investigadores y a los trabajadores sociales
adquirir un conocimiento del contexto en el que van después a operar.
1. Realización de montajes de diapositivas o fotos por parte de los arquitectos para observar el
lugar en el que van a trabajar. Realización de colecciones por parte de los historiadores, los
naturalistas y los geólogos para guardar huellas de sus propias observaciones o exploraciones.
Recogida finalmente de especímenes por parte de los arqueólogos y de los geógrafos como
indicios de ciertos emplazamientos o signo de una técnica de fabricación. El conjunto
de estos objetos o de su representación resulta de una observación ocasional o sistemática,
con motivo de una exploración de emplazamientos o de la elaboración periódica de una
colección.
2. Mantenimiento de un cuaderno de a bordo o de un diario en el que se consignen con una
cierta regularidad hechos de observación e impresiones. Este cuaderno sirve en ocasiones
para asegurar el seguimiento de ciertos casos en el hospital, en la escuela o de ciertos
animales cautivos o vivos en las reservas. Las más de las veces, una lista de títulos o de temas
canaliza una observación flotante, implicada, realizada en situación natural de manera
3. seguida pero no sistemática. Según la calidad de la observación y de su análisis, estos
documentos pueden superar o no el nivel de conocimiento del entorno o de una población.
3. Actas de visitas, de trabajos prácticos de experiencia previa, de un cursillo en un laboratorio,
aportando unas observaciones enmarcadas u orientadas por preocupaciones de investigación.
Proporcionan un inventario de cuestiones estudiables y de las condiciones reales de
intervención de la investigación. Así, las actas de las reuniones de trabajo de un colectivo de
gestión en una clase o en una empresa o en un laboratorio de investigación constituyen un
material apreciable para análisis psicológicos o socioanalíticos sobre el funcionamiento de los
grupos citados. Se poseen de tal modo huellas sistemáticas de una observación narrativa,
susceptible de aportar los puntos de referencia para el estudio de la dinámica de este
colectivo.
4. Tras Lofland, Bickman (1977) evoca la observación por participación del investigador en
una situación social que será ulteriormente examinada: por ejemplo, el estudio de las tomas de
decisión en una comisión de urbanismo por parte de un sociólogo. El investigador asiste
regularmente a las reuniones de la comisión, toma notas y, con la ayuda de otras técnicas
(entrevistas), trata de responder a una lista de preguntas determinadas de antemano. Se intenta
establecer un conocimiento de los individuos, de las condiciones de trabajo, de las cuestiones
abordadas, de las estrategias colectivas empleadas... Las notas tomadas sobre la marcha deben
separar ya los hechos o declaraciones de las opiniones o impresiones, de las cuestiones
planteadas. Después de cada sesión, el observador vuelve a examinar sus notas y construye
unas fichas de observación narrativa. Serán después evaluadas en expedientes separados que
orientarán la elección del problema estudiado y su formulación inicial.
Abordamos una segunda gama de técnicas de investigación previa. Se basan en una serie
de observaciones casi sistemáticas, precisas, centradas en acontecimientos destacados, en
momentos concretos, sobre recuerdos detallados y finalmente sobre casos sistemáticamente
registrados.
«7 h. 05, los dos individuos se encuentran sobre una roca en la orilla derecha de un río que fluye en
dirección al Norte. Los adultos se acicalan mientras que sus pequeños juegan.
7 h. 09, Circum (el más joven) se levanta y se dirige hacia Pater (el de más edad), emitiendo un
gruñido de contacto. Intercambian miradas. Circum se dirige hacia el Norte. Todos los animales les
siguen: Circum, sus hembras, todos los pequeños, la hembra de Pater...».
2. Las anécdotas son empleadas por los sociólogos y los historiadores. Tienen por objeto la
descripción de episodios precisos o la comprensión de una noción por parte de un público concreto. Se
lleva a cabo la observación en un ambiente natural; es sistemática y narrativa. Concluye con el
levantamiento de un acta que es evaluada en una clasificación de los tipos de acontecimientos o de
problemas susceptibles de una profundización. Brandt (1972), citado por Bickman (1977, p. 273),
precisa los medios para reforzar la calidad de este procedimiento:
a) Tomar notas durante la observación, para redactar la anédocta lo más pronto posible después de
haberla observado.
b) Incluir en el acta los enunciados y actos esenciales de los personajes centrales.
a) Proporcionar detalles sobre las circunstancias: lugar, fecha, circunstancias precisas,
participantes y agentes.
b) Anotar las reacciones de los demás participantes o su ausencia de reacción.
c) Emplear citas directas entre comillas.
d) Respetar la cronología.
e) Describir las unidades principales de comportamiento global y las unidades secundarias
asociadas.
f) Mostrarse preciso en el vocabulario para describir los detalles importantes. No abusar de
los adjetivos ni de los adverbios.
g) Tras el acta, otro investigador toma conocimiento de la anécdota e interroga al testigo. El
conjunto es después mecanografiado.
4. Grabación íntegra, o con una selección mínima, de casos, de escenas de la vida animal o humana,
filmadas a distancia o en primer plano. El observador, que ha decidido unas formas de grabación,
retranscribe por escrito el conjunto del corpus (intercambio verbal y no verbal, comportamientos
moleculares o segmentados). Procedimos de tal suerte para analizar los modos de resolución de pro-
blemas en física por parte de unos estudiantes que trabajan en grupo (Cornetti, et al., 1983). El corpus
retranscrito comportaba el conjunto de los intercambios verbales y los gestos esenciales en relación
con la representación de conceptos en física. Retranscribimos también las intervenciones orales
simultáneas que se desarrollaron, habida cuenta de la presencia de siete personas en el grupo. Esto es
además lo que hace Bonnet (1980) al estudiar las conductas de identificación (citado de Michiels-
Phílippe, 1984, p. 247). Señala así los comportamientos de imitación de los niños:
«Jacqueline, 8 meses: mueve la hoja de una ventana como acaba de hacer su padre ante ella.
Edwige, 16 meses: abre y cierra la boca como acabo yo de hacer ante ella; deja de hacerlo en
cuanto vuelvo a hacer ese gesto.
Jess, 20 meses: presiona con un pie sobre la palanca que permite abrir un cubo de la basura, como
acabo de hacer ante él.»
Abordamos las técnicas y los métodos empleados para describir sistemáticamente unas
conductas con la ayuda de una concepción teórica antes adaptada. Ciertas técnicas sólo se
refieren a la observación, otras únicamente recurren a ésta de una manera secundaria.
La práctica de la acción-observación ilustra esta última categoría que comporta dos
métodos.
«Ler (10 años): La bola: —Esto sube en todo caso, la bola ocupa un lugar en el agua (se
lleva a cabo la experiencia y se marca el nivel, después se recupera la bola y se la corta en
siete u ocho pedazos pequeños). ¿Y así? —Eso ocupará más sitio. Oh, fíjese (los pedazos aún
no han sido echados al agua), ha crecido (parece más grande). Estos pedazos ocupan mas
espacio! ¿Por qué? —Porque los pedazos son mayores, si se quiere recomponer la bola, todos
los pedazos ya no entrarán —¿Es que no se puede rehacer la bola? —Si se aprieta bien, se
conseguirá el mismo tamaño, pero hace falta apretar bien. (Mas respecto de una bola apretada
como un salchichón Ler admite como probable la conservación.) Sube también un poco, ¿lo
mismo que la bola o no? —Aproximadamente, no hay mucha diferencia, quizá ninguna del
todo» (Piaget e Inhelder, PP. 67-68).
Las huellas son todas las formas de marcas tangibles que subsisten una vez concluida la
acción. Informan directamente sobre el resultado de la acción (trabajo escrito; dibujo; opinión
al final de la sesión; conjunto de las decisiones tomadas y grabadas durante el tra bajo), pero
también sobre las estrategias de los individuos en la acción o sus desplazamientos en un
espacio vital. El observador que desee recogerlas se ve obligado a crear las condiciones de su
aparición en la organización de la tarea o del espacio y las condiciones de su análisis en la
organización de su recogida y de su tratamiento. El ordenador puede ahora ayudar a
almacenar las sucesivas manipulaciones de los sujetos. En psicología animal, el empleo de
polvo fluorescente y la disposición de detectores radioeléctricos, que codifican directamente
las posiciones y los desplazamientos de los animales en un ambiente natural, permiten al
equipo de Bovet (1986) estudiar el lugar de lo aleatorio en los comportamientos de
exploración.
Este tipo de producción hace posible que establezcamos un importante acercamiento
entre análisis de contenido y observación. Ese nexo es doble: por un lado mostraremos
después que un observador con un encasillado trata los hechos como un especialista del
análisis de contenido ante un texto, y por otro lado el observador puede convertirse en un
especialista del análisis de su propio discurso o de los otros ¡El punto común es la actividad
de clasificación de las palabras, de las frases, de los comportamientos, en un sistema de
significación!
Los historiadores, los lingüistas y los psicólogos sociales se interesan por el análisis de
los discursos. El estudio de los archivos supone además la referencia a la historia de los
conceptos y de las prácticas. Al abordar el análisis de los documentos y archivos alcanzamos
indiscutiblemente los límites de extensión de la observación tal como la hemos definido. En
efecto, en la mayoría de los casos, el observador no asiste a la producción de estas trazas.
Tampoco es un iniciador.
1. El primer método, denominado analítico, comienza por redactar previamente una lista de
comportamientos, de actividades o de acontecimientos que pueden presentarse o no
presentarse durante el tiempo que dure la observación (ejemplo: pelearse, correr, for-
mular preguntas...).
En realidad, no advertimos unas diferencias relevantes entre los métodos. En los dos
sistemas se ha establecido un inventario de signos que poseen una significación en sí
mismos y con relación a un sistema teórico. La distinción esencial estriba en la naturaleza
de las cuestiones abordadas: inventario de signos para el primero, sistema y tentativa de
lectura de un problema para el segundo. La segunda distinción depende de la precedente:
el grado de inferencia es débil o nulo para el observador con el primer sistema, mientras
que resulta más importante en el segundo, pues habrá que comprobar cada vez la
existencia de un nexo entre lo observable directamente perceptible y la significación más
abstracta de la categoría en la que será colocado. Se trata, en resumen, de diferencias de
grado, pero no de naturaleza.
Durante mucho tiempo, por ejemplo, se ha creído que el átomo no existía, puesto que no
observable. Después, en 1951, E. W. Muller logró obtener fotografías de átomos mediante el
empleo de un nuevo microscopio. A la inversa, sucede que percibimos objetos o fenómenos,
como los objetos voladores no identificados, respecto de los cuales disponemos de una
multitud de observaciones a menudo muy detalladas y, sin embargo, estos objetos plantean
tales problemas a los científicos que se han decidido por su inexistencia.
Esto confirma el papel de las ideas en la observación en general, pero sobre todo
cuando se trata de objetos indirectamente observables. Inferimos acerca de ellos a partir
de un síntoma o de un indicio directamente perceptible (Bunge, 1984, p. 57). Para que un
observable adquiera el rango de indicio hace falta que una teoría o unos trabajos
empíricos anteriores evidencien una covariación en los cambios entre el elemento
directamente observable (indicio) y el elemento indirectamente observable (fenómeno
significado).
La lista es larga, sobre todo en ciencias humanas y sociales. Se ven implicados el nivel
de estudio de la organización de las conductas y los modos de estructuración y de
funcionamiento de las grandes funciones individuales y sociales. Contra lo que opinan los
conductistas, todo problema es observable o puede llegar a serlo a partir del momento en
que se establecen unos nexos fiables, en primer lugar con ayuda de la teorización y
después mediante trabajos empíricos entre indicios o patterns de indicios, observables, y
el objeto estudiado no directamente perceptible. En cada momento, el estado de las
investigaciones anteriores delimita la frontera entre las observaciones posibles y las
observaciones arriesgadas.
1.. Frecuencias relativas de los actos de contaminación de los jardines públicos por parte de los
viandantes. Los indicios observables son:
«Árrojar papeles, tirar colillas, caminar por donde está prohibido, arrancar plantas, escribir en los
bancos...» (observables masivos).
3. Reacciones de los participantes de un grupo de diagnóstico respecto del observador del grupo:
1. Bickman (1977, p. 278) cita una investigación que describe el comportamiento de los
alumnos en clase con categorías no definidas:
«sociable, amistoso, absorto en la tarea...» ¡En ausencia de definición, el observador no
puede hacer más que evaluar!
2. Bales (citado por Lévy, 1972) ha establecido un encasillado para el análisis extensivo de
las interacciones en los grupos centrados en una tarea. El autor define implícitamente el
grupo como un reagrupamiento de iguales que poseen objetivos comunes. La resolución
de un problema exige que los individuos contribuyan al progreso de la tarea y que pueda
constituirse el grupo, funcionar y después separarse. Esta definición se concreta del
siguiente modo en un encasillado:
Se podría desde luego discutir acerca de la gran ambición del autor al aplicar este
encasillado a todos los grupos con tarea, lo que necesita una categorización
bastante amplia. Del mismo modo, se podría señalar la gran semejanza de ciertas
categorías (2 y 3, 5 y 6) y la presencia desigual de los observables no verbales
según las categorías. Pero tenemos aquí un buen ejemplo de encasillado de amplia
pretensión descriptiva cuyo empleo en la investigación se halla considerablemente
reducido.
El proyecto del observador consiste en poner a prueba una idea, una cuestión, una hipótesis
formulada relativa a un problema no directamente perceptible. El investigador se dedica
entonces a comprobar o advertir la existencia de un nexo de tipo síntoma-causa entre
indicios observables y dimensiones internas estudiadas. Cuando se cumple esta
condición, el trabajo del observador se aproxima a la acción de recuento y de descripción
sistemática anteriormente examinada. Pero cuando no se cumple, el observador corre el
riesgo de hacer inferencias más fuertes y más frecuentes para hallar el nexo estable entre
observable y dimensión estudiada. La evolución hacia este tipo de investigación es
relativamente reciente. Corresponde a una ampliación de las perspectivas teóricas
conductistas considerablemente dominantes entre 1930 y 1960.
Los temas principales estudiados en esta perspectiva son el estudio del funcionamiento
del operador humano en su práctica y la organización de sus conductas. Los etólogos,
desde Hinde (1966), Beaugrand (1984) y Vauclair (1984) proceden igualmente a estudios
funcionales, reagrupando comportamientos sobre la base de finalidades o de con-
secuencias supuestas comunes (juego, exploración, agresión) y de modo más reciente al
estudio de la actividad cognitiva de ciertas especies animales. En esta perspectiva la
observación debe admitir el hecho de que un papel observable no posee siempre el mismo
sentido (no se refiere a la misma función) según el contexto y el momento en que sea
advertido. En consecuencia, hay que comprobar de manera regular el nexo observable-
función. Algunos ejemplos de trabajos permiten ahora ilustrar esta perspectiva
funcionalmente inductiva o deductiva (Lehner, 1979).
1. Postic (1981) lleva a cabo un estudio con una trayectoria de dominante inductiva.
Registra previamente la naturaleza y la frecuencia de los actos pedagógicos de los
profesores de ciencias en una perspectiva funcional. Establece una correspondencia
entre cada acto pedagógico y una intencionalidad dominante del enseñante. Una
definición del acto pedagógico permite deducir un encasillado:
«Es acto pedagógico toda intervención del enseñante, verbal o no verbal, que tenga como
objetivo, bien establecer la comunicación con los alumnos para transmitir el mensaje, bien
controlarla o que posea además como meta apreciar el comportamiento de los alumnos,
obtener la modificación de sus actitudes o ejercer una regulación de sus actividades» (p.
133).
«Las actividades verbales dominan entre las 19 categorías retenidas: formula una pregunta
a toda la clase, señala a un alumno, expone, hace una experiencia, pasa entre las filas, emite
un juicio... Por lo demás, tras las primeras observaciones, se establece una lista de las
intenciones dominantes por confrontación de las intenciones percibidas por el observador
con las formuladas por el enseñante. Se retiene una lista de 15 intenciones: plantear el
problema, orientar la investigación, transmitir un contenido, buscar la precisión, rectificar
los errores, estimular... El encasillado de observación se convierte en una matriz de 19
líneas (actos) y de 25 columnas (intenciones), en la que cada unidad observada se halla
colocada en la intersección de una línea y de una columna. Mediante reagrupamientos
sucesivos, el autor consigue determinar tres funciones: enmarque, información, alerta,
asociadas respectivamente a 10, 3 y 6 actos pedagógicos. Estamos lejos de la lista de
las.nueve funciones establecidas a priori por Landsheere y Bayer (1969): organización,
imposición, desarrollo, personalización, feedback positivo, feedback negativo, concreción,
afectividad positiva y afectividad negativa».
2. Vermersch (1985) se interroga sobre la manera en que un sujeto guiado por una
consigna escrita realiza la tarea demandada. Se interesa más exactamente por la
naturaleza y las dimensiones de las acciones llevadas a cabo por el sujeto en
relación con el número y el volumen de las instrucciones que le son
proporcionadas.
El autor filma sucesivamente a diez adolescentes que se disponen a elaborar una tarta de
manzana en una cocina con una consigna que supone la colocación a la izquierda de la
receta y a la derecha la de los ingredientes necesarios. Las consignas son situadas
verticalmente a 3 metros del sujeto de modo que la cámara pueda identificar a la vez los
gestos y la dirección de las miradas. El análisis de los protocolos retranscritos revela una
gran fragmentación o una atomización de las acciones de los sujetos con relación a la
división a priori funcional propuesta por la consigna. El autor se interesa por caracterizar el
procedimiento de los sujetos para compararlo con la norma propuesta: lectura de una
instrucción seguida de una o varias acciones elementales. Los resultados muestran que el
3W. de los encadenamientos de los sujetos corresponde a la lectura de una instrucción
seguida de todas las acciones necesarias. Se aprecia un 30W. de los encadenamientos como
correspondientes a la fragmentación de una instrucción en varias acciones elementales tras
una o varias lecturas. Finalmente, el 67W. de los encadenamientos corresponde a una corta
acción seguida de una lectura. Dicho de otra manera: «eche la harina en la ensaladera» se
descompone en: lectura de la instrucción, desplazamiento para recoger la ensaladera,
reanudación de la lectura antes de ir a buscar la harina... El autor se interesa después por
mostrar que esta fragmentación de la acción no se halla ligada a dificultades de
comprensión, sino a unas estrategias funcionales del neófito.
1. En el primer caso, la unidad de sentido puede limitarse a cada una de las ideas
distintas comprendidas en una intervención oral en grupo (Cornetti, et al.,
1983). A veces se toma como jalón una unidad de dirección de la comunicación
hacia una misma persona. Menez (1983), que se interesa por los efectos de la
calidad de la integración profesor-alumno y por los progresos cognitivos in-
dividuales del niño, ha construido un sistema de unidades de comunicación que
se apoya en las unidades funcionales que comportan varios intercambios en
clase. Las tres nociones de feedback, integración social y apertura permiten a
Menez concebir un sistema jerarquizado de unidades de intercambios:
2. La unidad de duración es muy utilizada. Los investigadores marcan cada 15, 30,
60 segundos, o cada pocos minutos los observables y disponen de 15 a 30
segundos para atribuirlos a una categoría. Un fenómeno que dura es entonces
señalado varias veces, a diferencia del procedimiento precedente, en donde no
se le señalaba más que una vez. ¿Se puede pasar de un sistema de codificación a
otro? Como sugiere Altmann (1974), una codificación en unidades breves
(inferiores a la duración del comportamiento más breve) permite obtener a la
vez la frecuencia de los intervalos en donde se produce el comportamiento y una
estimación bastante fiable de su duración. La dificultad de pasar a posteriori de
un sistema de codificación a otro explica que ciertos investigadores hayan
tratado de hallar una coordinación entre unidad de sentido y unidad de
duración. Postic (1981, p. 141) pide a sus observadores que codifiquen
previamente cada acto pedagógico. Pero cuando este acto se prolonga más allá
de los treinta segundos, se efectúa una segunda codificación. La duración
refuerza la importancia atribuida a la unidad de sentido.
Técnicas de muestreo
Son las técnicas que permiten en la observación directa solucionar los problemas de
focalización, a la vez que compensan, en el caso de observación larga, la imposibilidad
de registrar el fenómeno de manera exhaustiva. Altmann (1974) es el autor que ha
presentado de manera detallada y crítica todas estas técnicas. Las tres más frecuentes son:
Se controla, por ejemplo, el momento en que se llevan a cabo las observaciones (durante el
día, la semana) e Incluso el momento de la secuencia observada (comienzo o fin).
A veces se controla también la naturaleza de la tarea y la presencia de los animadores.
Se controla finalmente a los grupos o a las clases que serán tomados en consideración.
1. Todas las técnicas de tratamiento de los datos se aplican a los datos producidos
por observación según su naturaleza (cuantitativa o cualitativa) y según las
características de los problemas abordados (estudio de los efectos de factores,
estudio de la dinámica de los encadenamientos, enfoque de la organización de
las conductas). Cuanto más simple o más avanzada sea la teorización inicial,
más clara resultará la operacionalización y más podrá contentarse el observador
con tratamientos simples: frecuencias, porcentajes, cálculo de índices (Flanders,
1972).
2. La visualización resulta indispensable cuando se pretende dar cuenta de una
cronología en la acción (Cornetti, et aL, 1983) o de la dinámica de un proceso
de tratamiento como, por ejemplo, el empleado por Savoyant (1971) para
describir el proceso de tratamiento de un operador de control en la industria
química.
3. La validez es una noción aprehensible de diferentes maneras. Una primera
cuestión estriba en saber si los nexos entre categorías reflejan o no los nexos
entre las dimensiones del problema estudiado, por lo demás medidas. Nos
hemos referido a las condiciones que hay que cumplir para asegurarse del nexo
entre indicios y dimensión significada. Pero cabe también tratar de saber si las
regularidades determinadas por observación son o no artefactos de método.
Puede preguntarse por el grado de representatividad de las medidas con relación
al fenómeno estudiado en su extensión real. La medición de esta última o
validez externa es larga y costosa. También resulta lógico interesarse por las
condiciones de la construcción del dispositivo y de la recogida de los datos:
duración de la observación y buena distribución por muestreo.
4. La fiabilidad es una medida de la estabilidad de las codificaciones efectuadas
por la misma persona en diferentes momentos. El grado de familiaridad con los
instrumentos y la fatiga hacen variar este índice entre el comienzo y el final del
trabajo. Pero la fiabilidad comprueba también el grado de acuerdo entre dos
observadores que trabajan al mismo tiempo. El cálculo de los coeficientes de
correlación puede apreciar el grado de semejanza entre unos procedimientos de
medición de dos personas, en un mismo momento, o incluso el conseguido por
una persona en momentos diferentes del trabajo. Las más de las veces se estima
la fiabilidad por el grado de acuerdo entre dos observadores calculando la rela-
ción: número de acuerdos (total de acuerdos + total de desacuerdos). Este
índice varía entre O (ausencia de acuerdo) y 1 (acuerdo total). Habitualmente,
se pretende obtener una concordancia superior a 0,8. En conjunto, la fiabilidad
progresa según Bickman (1977, p. 283) con un adiestramiento suficiente, en el
empleo de categorías amplias bien definidas, con una inferencia débil de
codificación y con la utilización de un pequeño número de categorías. Sólo
queda no confundir fiabilidad o acuerdo de trabajo entre observadores con la
objetividad o garantía de verdad.
LA OBSERVACION:
UN RETO CIENTIFICO Y UN RETO DE FORMACION
NOTAS