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Academia Mexicana de Psicología Jurídica y Ciencias Forenses S.

José Luis Calva Zepeda: "El Caníbal de la Guerrero"


José Luis Calva Zepeda nació en la Ciudad
de México el 20 de junio de 1969, hijo de
Esteban Calva Téllez y Elia Zepeda
Camarena. A los dos años, su padre murió en
circunstancias trágicas. Desde entonces, José
Luis fue maltratado psicológicamente por su
madre. En 1976, un episodio de abuso sexual
lo marcó. Al poco tiempo escapó de su casa y
vivió mucho tiempo en la calle, entre los
niños que utilizaban drogas y se prostituían
por unas cuantas monedas. Calva Zepeda aprendió muy pronto a odiar y despreciar
a las mujeres. Con el advenimiento de la adolescencia y el descubrimiento de su
bisexualidad, la mezcla entre atracción y desprecio hizo crisis en su psique.

Calva Zepeda consiguió estudiar hasta la educación media superior. Cuando


finalmente se casó, procreó a dos hijas. Su matrimonio duró siete años, al término de
los cuáles el divorcio se hizo necesario. Solo de nuevo, Calva Zepeda se refugió en
la escritura: realizaba poemas y cuentos que reflejaban sus estados anímicos y en los
que comunicaba su retorcida visión del mundo. En 1993, fue arrestado por portar
un arma blanca; duró preso poco tiempo. Al conocer a Juan Carlos Monroy Pérez,
inició una relación amorosa que pervivió bastante tiempo. La pasión homosexual no
apagó su atracción por las mujeres: vivía ambos mundos con desenfado y placer.
Empezó entonces a dedicarse a la actuación.

También publicó por su cuenta algunos de sus libros; de esta etapa surgieron los
títulos Instintos caníbales; Prostituyendo mi alma; Réquiem por un alma perdida;
Krish, el aprendiz de mago; Antigua; Caminando ando y La noche anterior. Escribía
además historias de terror para cine y teatro. Sus poemas los firmaba con el
pseudónimo de “El caminante”: “Algún día todos tendrán que seguir al
Caminante”, dice un fragmento de una de sus obras. Escribió diez novelas, ocho
obras de teatro y más de ochocientos poemas. Al inicio de uno de sus volúmenes
una línea indica: “Dedico estas palabras a la creación más grande del universo (que
soy yo)". En 2004, conoció a Verónica Consuelo Martínez Casarrubia, una chica con
la cual sostuvo una relación amorosa. Pero las cosas no fueron bien. La madre de
Verónica Consuelo se oponía a la relación, le decía a su hija que ese hombre “no le
convenía”. Pero ella nunca prestó oídos a los consejos maternos. Sin embargo, los
problemas destruyeron a la pareja y, ese mismo año, Calva Zepeda inició su carrera
criminal: asesinó a Verónica Consuelo y después la descuartizó. Abandonó el
cadáver desmembrado en Chimalhuacán, en el Estado de México. Allí lo encontró
la policía el 30 de abril del mismo año. Su madre, Judith Casarrubia, interpuso una
denuncia y Calva Zepeda fue desde entonces un prófugo de la justicia. Cuando se

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mudó al departamento 17 de la calle Mosqueta nº 198, en la Colonia Guerrero,


convirtió su casa en un escenario peliculesco: conservaba extraños cuchillos, libros
de brujería, veladoras y textos de terror, muchos de ellos escritos de su puño y letra.
Calva Zepeda practicaba brujería, consumía cocaína y se había vuelto un alcohólico
y fumador empedernido. En su ropero guardaba un traje de mallón con un sujetador
que, a la altura del pecho, simulaba dos pechos en aluminio; también poseía
antifaces multicolores, adecuados para las fiestas de Carnaval. Varios de sus poemas
hablaban sobre su obsesión con convertirse en madre y en un cuarto conservaba una
cuna con la ropita para bebé que su madre le obsequió, en 1997, para una de sus
nietas. Según algunas versiones no oficiales, en 2007 Calva Martínez mató y
descuartizó a una prostituta conocida como “La Jarocha” o “La Costeña”. Esta vez,
dejó el cadáver en Tlatelolco; el cuerpo fue encontrado el 9 de abril. Sin embargo, ese
crimen atribuido a Calva Zepeda aún no está comprobado. Sus vecinos aseguraban
que era tranquilo, callado, elegante y hasta “galán”. De su departamento siempre
salía con diferentes mujeres. El conserje de su edificio llegó a afirmar: “nunca se
comportó de forma extraña; es más, sabíamos que le gustaba cantar en un karaoke”.
Los colonos informaron que Calva Zepeda llevaba a su departamento mujeres de
diversas edades que contactaba en el cybercafé donde trabajaba, sobre la Avenida
Guerrero. Su relación con Alejandra Galeana Garavito duró varias semanas. La chica
de treinta años, madre soltera, estaba enamorada del hombre que le escribía poemas
y le juraba amor, sin sospechar que se trata de un psicópata. Se trataba de una joven
seria, que no socializaba mucho. Alejandra trabajaba en la Farmacia de Genéricos
ubicada en la esquina de Guerrero con Orozco y Berra. Al salir, caminaba cuatro
cuadras sobre el Eje 1 Poniente y Calva Zepeda la acompañaba. Pegada en la
computadora, Alejandra Galeana tenía la fotografía de él.

El 5 de octubre, Alejandra Galeana se fue de su casa para no regresar; dejó de


responder las llamadas que le hacía su madre, quien tampoco estaba de acuerdo con
su relación con Calva Zepeda. Esa misma noche, Calva Zepeda asesinó a su novia.
Pero esta vez fue más allá. Tras el homicidio, Calva Zepeda procedió a descuartizarla
como a Verónica Consuelo, utilizando para ello la tina del baño. Pero, no conforme
con ello, decidió guardar el cadáver en su departamento. Destazó la pierna y el brazo
derecho, le quitó la piel y la carne, y después las guardó en el refrigerador. Puso
algunos huesos en una caja de cereal. El tronco del cadáver de su novia lo guardó en
el ropero. El lunes 8 de octubre, Calva Zepeda se puso a cocinar: los ingredientes
principales eran la mano y trozos de la carne del brazo de Alejandra. Hirvió los
restos en agua un buen rato; preparó un caldo muy espeso y una vez que la carne
estaba cocida, les añadió limón como condimento. Se sirvió los trozos de carne en la
mesa de su desayunador, con más limón cortado en un platito. Pero no contaba con
que sus vecinos habían percibido el hedor del cuerpo descompuesto que procedía
de su departamento. Llamaron a la policía, que acudió a averiguar qué ocurría.
Cuando los oficiales tocaron a su puerta, Calva Zepeda supo que estaba perdido.
Los dejó entrar, pero luego trató de huir saltando desde el balcón de su

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departamento; pese a la caída aún pudo echar a correr, pero un taxi lo atropelló. La
policía lo detuvo y luego revisaron su casa: lo que encontraron los llenó de horror y
se convirtió en la noticia sensacionalista del año en México. Los paramédicos
acudieron a curarlo, pero su estado ameritaba que lo trasladaran a una clínica. Lo
llevaron al Hospital de Xoco, donde permaneció bajo custodia. Mientras estaba
internado allí, le dijo a una criminóloga: "De alguna forma agradezco que haya ido
la policía, ya que así no me causo daño ni causo daño. Ya quería que terminara este
infierno". Al escuchar por la radio la noticia de la detención, Judith Casarrubia
acudió de inmediato ante las autoridades para advertirles que se trataba del
presunto asesino de su hija, Verónica Consuelo. Los medios lo bautizaron como “El
Caníbal de la Guerrero”, en alusión a la colonia donde vivía y en la cual cometió sus
crímenes. Otros lo llamaban “El Poeta Caníbal”. Se declaró “admirador de Hannibal
Lecter”, el personaje de las novelas de Thomas Harris que luego se convirtieron en
películas. En una de las paredes de su departamento, tenía una foto de Anthony
Hopkins en el papel del famoso asesino en la película El silencio de los inocentes.
Pese a todo, él siempre negó la necrofagia, hasta el final siempre dijo que no había
comido del cuerpo de su novia, aunque, ¿qué sentido tendría entonces haber
cocinado partes del cadáver?

El 22 de octubre, la policía detuvo a su amante y presunto cómplice, Juan Carlos


Monroy Pérez. El 24 de octubre, Calva Zepeda fue trasladado al Reclusorio Oriente.
Al ser cuestionado al otro día por el Juez 21 de lo Penal, Juan Jesús Chavarría
Sánchez, sobre si rendiría su declaración preparatoria sobre los hechos de los que se
le acusaba, “El Caníbal” contestó: "Sí quisiera hablar, pero no coordino bien mis
ideas". Ante el juez afirmó ser católico, escritor y ganar hasta cuatrocientos pesos
diarios por la venta de sus textos. “No soy el monstruo que se ha dibujado, soy una
persona que cometió un error, que está arrepentida y que tiene el deseo de seguir
viviendo, no importa si me voy a quedar cincuenta años aquí encerrado", concluyó.
Su abogado fue Humberto Guerrero Plata, quien alegó que Calva Zepeda “estaba
enfermo de sus facultades mentales”. Bajo estos términos, Calva Zepeda se negó a
declarar. Además de acusarlo por los asesinatos de tres mujeres, se le levantaron
cargos por profanación de cadáveres y delito contra la paz de los muertos.
Igualmente, las autoridades buscaron relacionarlo con los feminicidios cometidos en
el área limítrofe entre el Estado de México y el Distrito Federal, donde aparecieron
decenas de mujeres mutiladas, parte de cuyos cuerpos, como piernas, brazos y
torsos, nunca fueron localizadas. En la cárcel, Calva Zepeda inició la escritura de
una nueva obra: Caníbal, el Poeta Seductor, la cual quedó inconclusa. Uno de sus
fragmentos rezaba: “Tienes frente a ti sólo dos opciones: vivir o morir. Morir es
sencillo y no es necesario dejar de respirar para hacerlo. Sin embargo, para vivir es
necesario morir”. En esta novela manuscrita, Calva Zepeda narra la historia de un
bebé recién nacido que es abandonado por su madre y rescatado por una perra
callejera. Posteriormente, el personaje es criado por un bibliotecario, quien le pone
el nombre de Dante y lo enseña a leer y escribir, inculcándole el gusto por la poesía.

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A partir de entonces, Dante comete su primer crimen, dejando en sus víctimas (todas
mujeres) un poema escrito sobre su piel. Al final de las hojas aparece una línea que
dice: "Nota: No reproducir estas hojas, protegidas por derechos de autor". En el
hospital y en la cárcel lo visitaba una joven, Dolores Mendoza (a quien otras
versiones identifican como "Juana"), su nueva novia, quien afirmó ante los medios
de comunicación: “Yo nunca conocí a ese caníbal del que hablan; sólo a un hombre
bueno”. Pero la historia del homicida tuvo un final extraño. Tras varios días de
decirle a su familia que los otros presos “querían asesinarlo y le pedían dinero”, el
11 de diciembre Calva Zepeda aparentemente se suicidó. Apareció ahorcado con un
cinturón en su celda. Su muerte ocurrió entre las 6:00 y 6:30 horas. Lo encontraron a
las 7:00, cuando se hacía el pase de lista. Esto, pese a que había órdenes de vigilarlo
las 24 horas del día. Su hermana, Claudia Calva Zepeda, declaró tras su muerte:
“Ahora yo quiero justicia para el caníbal, para ese caníbal al que tanto se acusó,
porque él no se mató... él tenía mucho ánimo y sabía que se iba a quedar cincuenta
años aquí (en la cárcel), pero no lo dejaron, lo amenazaron y le cumplieron la
amenaza". Calva Zepeda dejó dos notas póstumas. Las líneas escritas para su madre
decían: “No sé qué paso por mi vida, pero me perdí, perdí todo lo que tuve y lo que
tendría. Deje ir tus palabras de amor y aún más, tus noches en vela por cuidar de mí
ser. Mientras llorabas yo, indolente, callaba sin más. Tu consejo no servía ya para
mí, era invencible. Sin darme cuenta me rodeé de gente extraña que sólo vino a
dañarme más de lo que estaba. Hoy aquí, tras estas rejas que me aprisionan, junto al
silencio de estos fríos y largos pasillos, te digo con el corazón entre mis manos: no
me dejes de ti y, sobre todo, perdóname, mamá". Su segunda nota afirmaba: “Estoy
resuelto a irme, no soporto más el peso de mi desgracia, intenté perderme en el falso
camino y sólo conseguí hundirme más, sólo pido que se conserven mis letras, ya que
es lo único bueno que he hecho en la vida, no puedo escribir más, me voy y perdón
por el dolor tan grande que les causo”. Al funeral llegaron los familiares de las
víctimas, exigiendo ver el cadáver en el ataúd para cerciorarse de que estaba muerto.
“Queremos ver que está muerto y cerciorarnos de que no le hará más daño a nadie”,
espetaron. Su hermana, Claudia, se arrodilló ante ellos y les pidió perdón por los
crímenes de su hermano.

José Luis Calva Zepeda, “El Caníbal de la Guerrero”, fue sepultado en la Ciudad de
México el 12 de diciembre de 2007, día de la Virgen de Guadalupe, en el panteón
San Nicolás Tolentino, en Iztapalapa, a las 14:30 horas. Al sepelio asistió su hermana
Claudia, pero no su madre; tampoco fue ningún sacerdote. Sobre la tumba, cubierta
de flores, destacaba una corona que la familia colocó y que ostentaba una banda que
decía: “Poeta seductor”. Con su entierro terminó la historia de uno de los asesinos
más extraños de la historia mexicana. Su legado literario, considerado deficiente por
muchos y genial por otros, incluye una frase que podría servir como su epitafio:
“Adentrémonos en el fascinante mundo de la conducta humana y busquemos ese
toque extraño dentro de cada uno de nosotros. Sólo así llegaremos al conocimiento
de nosotros mismos”.

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Richard Tranton Chase “El Vampiro de Sacramento”

Los psiquiatras le habían mandado


medicación, al dejarla, empezó a creer
que su sangre se estaba volviendo polvo
y que requería otra más fresca para
sobrevivir. Así, se inyecta y bebe sangre
de conejo…

“A veces oigo voces por teléfono…


ignoro qué voces… amenazas. Suena el
teléfono y alguien me dice cosas
extrañas…que mi madre me envenena poco a poco y que me voy a morir. Me siento
observado... Sé que alguien me vigila…”

“…si devoré a esas personas fue porque tenía hambre y me estaba muriendo. Mi
sangre está envenenada y un ácido me corroe el hígado. Era absolutamente necesario
que bebiera sangre fresca...”

Estas declaraciones, forman parte de una entrevista psiquiátrica a Richard Tranton


Chase, un asesino diagnosticado esquizofrénico paranoide tras disparar, apuñalar,
descuartizar, y beber la sangre de seis personas en 1977, ganándose el apodo de “el
Vampiro de Sacramento”.

Desde muy joven, Chase es conocido por su conducta psicótica que alterna períodos
de apatía con otros de agresividad. Esto, según algunos psicólogos estaría debido en
gran parte a unos traumas infantiles por las constantes peleas entre su padre
alcohólico y su madre, así como el posterior divorcio de éstos.

A los 21 años, se va de casa para compartir piso con unos amigos. Allí,
continuamente drogado, empieza a obsesionarse con la idea de que una
organización criminal trata de acabar con él, hasta tal punto que clava con tablas la
puerta de su habitación, entrando y saliendo de ella por un pequeño agujero que
había hecho en el fondo de un armario de pared.

Poco tiempo después, se afeita la cabeza y acude asustado al médico alegando que
su cráneo se está deformando poco a poco y los huesos de éste le agujerean la piel.
Al mismo tiempo dice sentir que se muere porque alguien le ha robado la arteria
pulmonar, y nota que su sangre no puede circular.

Es internado en un psiquiátrico, saliendo de éste al poco tiempo, pese a la opinión


de algunos médicos que lo consideran peligroso.

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Entró a una casa, disparó en la cabeza a una pareja, a un niño y a un bebé; sodomizó
el cadáver de la mujer, le arrancó un ojo y bebió su sangre. Al ser sorprendido, huyó
con el cadáver del bebé; en casa, bebió la sangre del bebé muerto y devoró su cerebro.

Poco después cae gravemente enfermo, y los médicos tras percatarse de su obsesión
por consumir sangre, lo internan de nuevo diagnosticándole una fuerte
esquizofrenia paranoide además de conducta peligrosa.

Un año después, de nuevo en la calle, descuartiza a numerosos perros, gatos y vacas,


afín de beber su sangre y vísceras mezcladas con Coca-Cola a modo de cóctel,
estando convencido que a causa de la falta de sangre, su estómago se empieza a
pudrir, su corazón disminuye de tamaño y que los distintos órganos se desplazan
en su interior.

Fascinado por los crímenes de los asesinos Kenneth Bianchi y Angelo Buono, guarda
celosamente todos aquellos recortes de prensa que los menciona y se compra una
pistola de calibre 22 dispuesto a imitarlos.

A los 28 años, comienza una serie de crímenes disparando dos veces sin motivo
alguno sobre un desconocido, que se convertiría en la primera de sus víctimas.

Su segunda víctima, una joven de 22 años, es salvajemente asesinada a pocos metros


de su casa cuando se encontraba sacando la basura. Chase dispara tres veces sobre
ella, y mientras agoniza, le abre el vientre para arrancarle los intestinos, que esparce
cuidadosamente por el suelo. Luego, le corta el hígado, el diafragma, un pulmón y
los riñones, colocándolos encima de una cama. En un ataque de histeria apuñala
varias veces el cuerpo sin vida y tras beber su sangre, se pinta la cara con ella.
Finalmente, como toque final a su “obra”, defeca sobre la boca del cadáver y
abandona la casa, satisfecho.

Cuatro días después comete el más sangriento de sus crímenes entrando en una casa
elegida al azar y disparando a la cabeza de una pareja de 27 años, un niño de 6 años
y un bebé de 22 meses. Luego, llevándose el cuerpo de la mujer a una habitación,
sodomiza el cadáver, le arranca un ojo y bebe su sangre. Momentos más tarde, es
sorprendido en su macabra carnicería por alguien que llama a la puerta mientras
vaciaba el cráneo del niño, y huye a toda prisa llevándose el cadáver del bebé. En su
propia casa, decapita el cuerpo tras beberse la sangre y devorar el cerebro crudo. Esa
misma tarde, la policía descubre la matanza y comienza una serie de investigaciones
por toda la ciudad registrando cada rincón de la ciudad tratando de atrapar al
psicópata asesino.

En el apartamento de Richard, la Policía encuentra manchas de sangre por doquier,


huesos humanos en la cocina y el salón, órganos humanos en la nevera y un plato

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con restos de cerebro en la cama; y eso sin contar la cocina (arriba), donde hacía sus
caníbales recetas.

Cuando tres policías llaman a la puerta del vampiro no obtienen respuesta, pero
oyendo ruidos en el interior deciden vigilar el apartamento.

Poco después, Chase sale de la casa con una caja de cartón bajo el brazo, que arroja
al suelo para tratar de huir al ver a los agentes en la puerta. Su contenido se esparce
por el suelo asombrando a los policías: se trata de ropa ensangrentada y trozos de
cerebro humano…

El asesino es finalmente detenido. Al registrar su apartamento, se encuentran


además de un espantoso olor a putrefacción, manchas de sangre cubriéndolo todo,
huesos humanos en la cocina y el salón, un plato con restos de cerebro encima de la
cama y la nevera repleta de recipientes con órganos humanos y animales en el
interior.

En el juicio trata inútilmente de justificar sus macabros crímenes diciendo que unas
voces de seres extraterrestres y otras criaturas lo acosaban continuamente
obligándole a matar…

Finalmente es condenado a pena de muerte aunque su ejecución en la cámara de gas


nunca sería llevada a cabo, pues Richard se suicida pocos meses después en su celda
con una sobredosis de antidepresivos en diciembre de 1980.

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David Berkowitz “El Hijo de Sam”


La vida de este asesino serial se ha
caracterizado por ser truculenta desde su
concepción misma, inclusive algunos
misterios rodean su caso aún hoy día.
Nació en Brooklyn, Nueva York el primero
de Junio de 1953 bajo el nombre de Richard
David Falco, quien fue dado en adopción.
La madre de David de nombre Betty
Broder, estaba casada con Tony Falco quien
la abandonó después de haber procreado
con ella a una hija de nombre Cecilia.
Nunca formalizaron el divorcio por eso es que cuando Betty se relaciona con el judío
Joseph Kleinman y tiene a David este lleva el apellido Falco, sin embargo el señor
Kleinman impuso como condición para continuar el amasiato que se deshiciera del
niño. Igual que muchas mujeres que son capaces incluso de matar a sus hijos con tal
de no perder el amor de un hombre ni de quedar solas, Broder hizo los arreglos
necesarios para que su bebe fuera adoptado al nacer. Afortunadamente una buena
pareja de judíos que no podían tener hijos se hizo cargo del bebe. Ellos se llamaban
Nathan y Pearl Berkowitz quienes únicamente cambiaron el orden de los nombres
propios del niño.

La infancia de Berkowitz fue sin lugar a dudas problemática siendo hiperactivo


desde pequeño, y también notable que muy pronto perdió el interés por aprender y
los estudios. De inteligencia superior al promedio, su físico era siempre más
corpulento que los chicos de su edad, por eso siempre fue visto como un abusador
y pesado. Se sabe que era un ávido jugador de beisball, tal vez siendo ese el único
interés positivo de su juventud porque el resto se caracterizó por ser raterillo y
pirómano.

En 1967 tras varios años de luchar contra la enfermedad, muere de cáncer de seno la
señora Pearl Berkowitz. Sin embargo David no fue enterado de los detalles ni el
progreso de la enfermedad de su madre así que lo tomó doblemente por sorpresa la
desaparición de ella. Tristona y solitaria existencia le deparaba la vida a David
Berkowitz pues llevaba una relación tensa y forzada con su padre adoptivo quien en
poco tiempo se volvió a casar con una mujer que no era para nada de su agrado.
Cuando contaba con 18 años su padre se marchó con su mujer a vivir a Florida
dejándolo a su suerte.

En 1971 Berkowitz se alista en el ejército y sirve unos cuantos años. Ahí aprendió el
manejo y mantenimiento de armas y escopetas, distinguiéndose por su buena
puntería. Sirvió en Corea y los Estados Unidos pues logró escabullirse de Vietnam.

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Finalmente se salió en 1974 y comenzó la clásica letanía de la mayoría de los asesinos


seriales del mundo, adoptando empleos menores sin enfocarse a nada en particular.
Por esa época decide buscar a su madre biológica y en efecto la localiza. Durante un
corto tiempo visita a su madre y a su hermana quienes disfrutan de su presencia
pero al enterarse de los detalles escabrosos de su concepción y nacimiento poco a
poco se aleja de ellas hasta romper por completo el contacto.

Con una infancia problemática, adoptado por un hogar que muy pronto se vio
fracturado para siempre, pasando una vida solitaria y carente de dirección y
propósito y con una percepción de rechazo real o imaginario de las mujeres en contra
de Berkowitz, el escenario para el surgimiento de un asesino estaba más que puesto.
De acuerdo a sus propias declaraciones, en una fiesta conoció a unos sujetos que lo
introdujeron al culto satánico. De hecho hay mucho material al respecto ya sea
informaciones del mismo Berkowitz o de investigadores que han escudriñado el
asunto y sus conexiones con algunos otros sucesos y crímenes de los Estados Unidos.
Por otra parte investigadores importantes como Robert Ressler opinan que la gran
mayoría de estas historias no son más que eso, inventos del mismo inculpado que
utiliza para hacerse de la atención del público.

De acuerdo a la información proporcionada por Berkowitz sus dos primeros ataques


fueron con navaja. Las víctimas fueron un par de mujeres que sobrevivieron a los
ataques. Por ninguno de estos episodios fue acusado y son más de carácter
anecdótico que otra cosa.

El primer atentado serio ocurrió el 29 de Julio de 1976 cuando a eso de la 1 a.m.


Donna Lauria de 18 y Jody Valenti de 19 platicaban dentro del auto de la primera,
justo frente a su casa. Ya estaban despidiéndose cuando un sujeto se acercó al
automóvil, sacó un arma de una bolsa que traía en la mano y disparó cinco tiros.
Donna fue alcanzada en un brazo y el cuello. A pesar de que fue asistida por su
padre Mike Lauria, llegó muerta al hospital. Jody solamente recibió un balazo en la
pierna. Los vecinos informaron de la presencia de un auto color amarillo que
desapareció antes que llegara la policía. La descripción del atacante era la de un
hombre blanco de cabello rizado de alrededor de 30 años. La policía pensó que se
trató de una vendetta de la mafia, además las balas correspondían a un revolver
calibre .44 arma específicamente usado para matar personas.

Luego el 23 de Octubre de 1976 tocó el turno de ser atacada a la pareja integrada por
Carl Denaro y Rosemary Keenan. Ambos habían salido de un bar a eso de las 2.30
a.m. y habían aparcado su VW rojo en una calle solitaria de Queens cuando
Berkowitz apareció y confundió a Denaro con una mujer pues este llevaba el cabello
hasta el hombro. De los cinco tiros únicamente uno hizo blanco detrás de su cabeza.
Afortunadamente sobrevivió requiriendo una placa metálica para sustituir el hueso
perdido. La señorita Keenan resultó ilesa.

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Las siguientes personas en enfrentar la furia del asesino fueron las señoritas Donna
DeMasi y Joanne Lomino. Ambas platicaban sentadas en el pórtico de la casa de
Joanne cuando Berkowitz cruzó la calle dirigiéndose hacia ellas. Al parecer el sujeto
buscaba una dirección y así se acercó para acto seguido sacar un arma de entre sus
ropas. Apenas alcanzaron voltearse hacia la puerta de la casa cuando fueron
alcanzadas por los balazos. Ambas recibieron impactos en la espalda, sin embargo
Joanne fue quien quedó gravemente herida en la médula espinal y a la postre quedó
confinada a una silla de ruedas. Las heridas de Donna no fueron de gravedad. A
pesar de que las descripciones del asesino no concordaron entre los diferentes
testigos consultados, la policía creyó que el atacante pudo haber sido el mismo del
episodio de Lauria y Valenti.

El 29 de Enero de 1977 John Diel y Christine Freund acaban de salir de un bar a


media noche y estaban dentro de su vehículo cuando fueron sorprendidos por un
estruendo que rompió el cristal de la ventana. Al instante, Diel que no fue herido
por la detonación, vio a su novia malherida con un balazo en la cabeza. Freund
murió horas más tarde en el hospital. Aunque la policía detectó la conexión entre los
tiroteos recientes y el hecho de encontrar nuevamente balas calibre .44 el hecho de
que las descripciones del asaltante difirieran los detuvo de declarar que se tenía un
asesino serial acechando la ciudad

La siguiente en hallar su destino a manos de Berkowitz fue la señorita Virginia


Voskerichian. El 8 de Marzo de 1977 al regresar a casa se topó en la calle con
Berkowitz y al cruzarse y sin mediar palabra ni acto previo este sacó su pistola y le
disparó en la cabeza matándola instantáneamente. Este ataque sin sentido, fue unido
a la serie de anteriores episodios básicamente con la evidencia de las balas calibre
.44 Entonces la policía de Nueva York decidió armar una fuerza de tarea para atrapar
al asesino. Nombrado Operación Omega el grupo fue anunciado el 14 de Abril de
1977 y fue dirigido por el inspector Timothy J. Dowd.

El siguiente golpe ocurrió el 17 de Abril de 1977 contra otra pareja. Ellos se llamaban
Valentina Suriani y el Alexander Esau ambos muy jóvenes, de 18 y 20 años
respectivamente. La hora de su muerte los ocupaba sentados en su automóvil a las
3 de la mañana aparcados en la Av. Hutchinson River. Entonces otro auto se
emparejó al de ellos y de ahí el conductor les disparó dos veces a ambos. Ella murió
en el lugar y él poco después en el hospital. La policía que ya temía este golpe,
encontró algo nuevo esta vez. El atacante había dejado una carta en la escena del
crimen dirigida al capitán de la policía, el comandante Borelli. Ahora las autoridades
sabían que luchaban contra un psicópata peligroso, que se hacía llamar “El Hijo de
Sam” a quien los psicólogos consultados detectaron se trataba de un esquizofrénico
y paranoico.

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Psicólogos forenses analizaron acuciosamente la carta y determinaron que el tirador


era un esquizofrénico que consideraba estar poseído por una entidad demoníaca.
Asimismo se trataba de una persona extremadamente solitaria y que seguramente
tenía mucha dificultad para establecer relaciones, más que nada con las mujeres.
Publicada esta información pronto la fuerza de tarea se vio inundada de la clásica
marea de informaciones y pistas falsas que gente bien intencionada comenzó a
mandar. Curiosamente todos parecían conocer al asesino, y lo veían en algún
sospechoso vecino que siempre llegaba tarde o en algún cuñado o vecino chiflado
que gustaba de las armas.

Gracias a la carta enviada y a la publicidad obtenida Berkowitz tuvo el atrevimiento


de enviar una misiva a un famosillo columnista de periódico. Jimmy Breslin del
Daily News recibió el comunicado y quedó fascinado por las palabras del asesino.
Mientras tanto Berkowitz solía escuchar a sus compañeros de trabajo hablar del Hijo
de Sam, secretamente disfrutaba haberse convertido en una celebridad, muy temida
y odiada, pero celebridad al fin. Partes de la carta no fueron publicadas a petición
de la policía. Algunas huellas parciales fueron recuperadas que no fueron de
ninguna utilidad.

Saliendo de una discoteca llamada Elephas ubicada en Queens Judy Placido y


Salvatore Lupo se iban a su casa cuando fueron atacados dentro de su automóvil por
el Hijo de Sam. Irónicamente la muchacha hablaba con asombro del asesino que
asolaba la ciudad y cuando se dieron cuenta ya tenían su ración de plomo en el
cuerpo. Este ataque ocurrió el 26 de Junio de 1977 a las 3 de la mañana. Ella recibió
tres balazos y el únicamente uno. Para su fortuna sobrevivieron a sus heridas.
Minutos después los detectives llegaron al lugar pero no pudieron encontrar
ninguna buena pista. La narración que la pareja hizo de los hechos es realmente
notable. En primera instancia ni siquiera se dieron cuenta que habían sido baleados.
Todo fue tan rápido que solo se enteraron del cristal roto del auto. Salvatore salió
corriendo a la discoteca en busca de ayuda pensando que les estaban arrojando
piedras al carro. Por su parte Judy no grito, no sintió ningún dolor. Cuando se miró
en el espejo se dio cuenta que estaba cubierta en sangre. Al salir del auto y tratar de
correr fue cuando finalmente se colapsó.

Finalmente al cumplirse un aniversario del asalto del Hijo de Sam contra las parejas
nocturnas de Nueva York, todos esperaban un asesinato conmemorativo. Tanto la
policía como los medios estaban en la angustia total, máxime que ningún esfuerzo
de la fuerza de tarea estaba dando frutos. Pasó el día 29 de Julio sin novedad alguna
pero fue el 31 cuando la desgracia se hizo presente. Ese día en la madrugada la pareja
formada por Stacy Moscowitz y Robert Violante acababan de salir del cine y
charlaban amenamente en un automóvil estacionado en Gravesend Bay en Brooklin.
Robert sugirió caminar por el parque pero Stacy no estaba nada segura. Una vez en
la calle al besarle ella pudo ver una persona que los observaba y que al notarse

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descubierto intentaba alejarse. Asustada, la muchacha quiso irse, sin embargo


Violante insistió en permanecer más tiempo. Grave error resultó la necedad del
muchacho pues fueron atacados a balazos por Berkowitz. El recibió dos tiros en el
rostro perdiendo un ojo y el 80% de visión en el restante. Ella a pesar de recibir
atención médica de urgencia sucumbió a sus lesiones en el cráneo.

David Richard Berkowitz fue detenido el 10 de Agosto de 1977 por la policía de


Nueva York. Los detalles de cómo es que las autoridades dieron con él, resultan
harto interesantes y a continuación narraremos los pormenores más importantes.

Curiosamente la manía de escribir tonterías en una carta y enviarla a personas ha


sido el talón de Aquiles de no pocos asesinos seriales. Recordemos el caso de Albert
Fish a quien solo rastreando sus cartas pudo la policía echarle el guante encima. En
el caso del Hijo de Sam sucedió muy parecido.

Un día el ciudadano Jack Cassara que vivía en el barrio de New Rochelle recibió una
nota de un señor llamado Carr, a quien no tenía el gusto de conocer. En el sobre
venía también la foto de un perro pastor alemán. Y la carta decía:

Querido Jack, lamento enterarme que te caíste del techo de tu casa. Solo quiero
decirte que lo siento pero estoy seguro que no tardarás en sentirte mejor, saludable
y con fuerzas pero por favor ten más cuidado la próxima vez. Como vas a estar en
reposo un buen tiempo, dinos si Nann necesita algo.
Con sinceridad, Sam y Francis.

El señor Cassara ni se había caído de ningún techo ni tampoco conocía a la persona


que supuestamente le enviaba la carta. Entonces decidió contactarlo, platicaron por
teléfono sobre esta rara situación y quedaron en verse en la casa de los señores Carr
esa misma tarde. Más tarde los señores Carr informaron a los Cassara que ellos a su
vez habían recibido extrañas cartas sobre su perro llamado Harvey y de cómo un
día le habían disparado. También comentaron que un perro pastor alemán del
vecindario fue baleado recientemente. La hija del matrimonio Carr, llamada Wheat
trabajaba como oficinista en el departamento de policía del condado Yonkers y llevo
a casa a los oficiales Intervallo y Chamberlain para que investigaran. Jack Cassara
por su parte, contactó al departamento policial de New Rochelle.

Entonces Stephen, el joven hijo de Jack Cassara recordó acerca del extraño sujeto que
había rentado un cuarto en su casa a principios de 1976. Cuando se marchó ese
inquilino llamado David Berkowitz ni siquiera reclamó su depósito de $200 dólares
y cosa curiosa se quejaba mucho del perro de casa. Nann Cassara telefoneó a los Carr
quienes prometieron que Wheat pasaría esta importante información a los oficiales
de su trabajo. Y para asegurarse que la autoridad estuviera bien notificada de estos

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hallazgos también hablo a la policía de New Rochelle quienes tardaron varias


semanas en regresarle la llamada.

Sorpresivamente el detective que se comunicó con los Cassara menciono un


incidente que involucraba a un compañero suyo llamado Craig Glassman quien
resulta era vecino de David Berkowitz. Este detective había recibido una carta
anónima que hablaba de un grupo secreto de demonios cuyos miembros incluían a
Glassman, los Carr y a los Cassara. A pesar de la bizarra coincidencia el oficial le
aseguró a la señora Nann que aquello no probaba que Berkowitz fuera el Hijo de
Sam. Al fin y al cabo la policía debía enfrentar el hecho de que había gente muy loca
cuyas acciones no constituían conductas ilegales, como era el caso presente. Sin
embargo, ella no pensaba igual y estaba completamente segura que Berkowitz era el
Hijo de Sam, o sea el asesino.

Los policías Chamberlain e Intervallo no perdían el tiempo y decidieron indagar más


a pesar de que eran tareas que no les correspondían. Ingresaron el nombre en la
computadora y la base de datos arrojó interesantes datos. Como el hecho de que la
edad de Berkowitz era equiparable a la del sospechoso, lo mismo la complexión y el
color de piel y cabello. El registro establecía que Berkowitz tenía la licencia
suspendida y tenía a su nombre un Ford Galaxy.

A principios de Agosto de 1977 Chamberlain e Intervallo decidieron dar un paso


adelante e investigar a David Berkowitz. Sabían que estaban pisando terreno
reservado a los detectives de la fuerza de tarea, así que actuaron cautelosamente.
Visitaron a la señora que actualmente le rentaba al sospechoso. Ella les dijo que el
inquilino era cumplido en sus pagos y que en su solicitud había escrito que trabajaba
para la compañía de seguridad IBI. Ese solo dato era interesante pues sugería que
Berkowitz tendría buenos conocimientos sobre manejo de armas. Cuando hablaron
a IBI fueron informados que Berkowitz había dejado el empleo para irse de taxista
en Julio de 1976, mismo mes del primer asesinato atribuido al Hijo de Sam. Aquello
era más que una coincidencia. Posteriormente se comunicaron a muchas compañías
de taxi pero no tuvieron suerte para seguirle los pasos al sospechoso. Luego
compartieron con su jefe todos los datos que habían recabado. Este quedó
impresionado por la calidad de la información y les pidió que se comunicaran
cuanto antes con el detective Richard Salvesen. Este también se alegró al ver los
datos y las cartas y accedió a pasar la información a la fuerza de tarea

Pero los sucesos adquirían mucha velocidad. El 6 de Agosto la policía de Yonkers


recibió una llamada de Craig Glassman reportando un incendio en la puerta de su
departamento en la Pine 35 Street. Su vecino del piso de arriba era David Berkowitz,
por cierto. Cuando la policía llegó les explicó que súbitamente olió a quemado y
corrió a la puerta para encontrarse con un pequeño incendio. Lo más preocupante
es que habían puesto algunas balas calibre .22 que afortunadamente no alcanzaron

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a detonar. Finalmente Glassman le dio al oficial Chamberlain las cartas que había
recibido de Berkowitz cuya escritura resultó idéntica a las misivas que los Carr y los
Cassara habían recibido también. Ese mismo día el señor Sam Carr fastidiado por la
inacción de la policía acudió personalmente a las oficinas de la fuerza de tarea a
narrar nuevamente todo lo que le había ocurrido, lo de las cartas y el balazo de su
perro. Pero la policía ya estaba acostumbrada a recibir testimonios igual de
detallados y apasionados por lo que el expediente levantado quedó archivado, pero
solo unos cuantos días más…

El 8 de Agosto, Chamberlain e Intervallo se entrevistaron con el detective Salvesen


para informarle del incidente con Glassman y le mostraron las cartas que éste había
recibido. Una de esas era una confesión tal cual y decía: “Es cierto yo soy el asesino,
pero Craig, todos los asesinatos fueron bajo tus ordenes…” Salvesen prometió
informar inmediatamente a la fuerza de tarea. Para no variar, la información tardo
unos cuantos días en llegar a su destino. A su vez, los detectives investigaban las
multas impuestas a los carros que habían estado cerca de los últimos tiroteos. Todos
los tickets habían sido investigados excepto uno, el de David Berkowitz del barrio
de Yonkers. Entonces el detective Jimmy Justus se comunicó al departamento de
policía de Yonkers y hablo con Wheat Carr quien por enésima vez narró los
acontecimientos que la hacían sospechar que David Berkowitz era el asesino que
toda la policía de Nueva York buscaba. Poco después el oficial Chamberlain contactó
a Justus para decirle todo lo que sabía. Más tarde se reunieron para revisar las cartas.
Ante la montaña de pistas contra Berkowitz la policía estaba ahora más que ansiosa
por entrar en acción. Se montó un operativo de vigilancia en la calle Pine hasta que
muy entrada la noche un hombre de complexión robusta salió del edificio de
apartamentos y se dirigió al Galaxy color amarillo que estaba en la acera. Una vez
dentro del automóvil la policía le cayó encima. Con calma y siempre con una sonrisa
David Berkowitz se rindió a las autoridades. La pesadilla había terminado.

Tras la detención, el detective Joseph Coffey fue llamado a entrevistar al sospechoso,


tras la diligencia quedó perfectamente claro que David Berkowitz era el Hijo de Sam
pues en sus declaraciones había informado detalles que solo el asesino podía
conocer. Coffey declararía que al entrar al cuarto estaba poseído de ira, pero que al
salir de ahí no podía más que sentir lástima por aquel sujeto. Le había parecido “un
vegetal”.

Una vez bajo el control de la ley, se pudo conocer el universo secreto de David
Berkowitz. Un lugar plagado de oscuridad y soledad.

Atormentado por la soledad, en Noviembre de 1975 Berkowitz escribe la siguiente


carta a su padre adoptivo quien vivía ya en Florida con Mary su nueva esposa:

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“Está muy frío y melancólico acá en Nueva York pero está bien, el clima esta igual
que mi humor — melancólico. Papa, el mundo se vuelve oscuro ahora. Lo puedo
sentir cada vez más. La gente cada vez me odia más. No podrías creer lo mucho que
me detestan. Muchos de ellos quisieran matarme. Ni siquiera conozco a esa gente,
pero de todos modos me odia. La mayoría son jóvenes. Cuando voy por las calles
ellos me molestan y escupen. Las chicas me llaman feo y son las que más me
molestan. Los muchachos solo se ríen. Como sea, las cosas pronto habrán de
mejorar…”

Los psicólogos que conocieron de esta carta dicen que era tal cual un grito
desesperado de ayuda. Tras mandar la carta, Berkowitz se la vive un mes encerrado
en su casa, únicamente saliendo para conseguir comida. Para la Navidad de 1975 el
estado mental de Berkowitz ya es lamentable e informa a los doctores que lo
investigan que estaba por darse por vencido a los demonios que lo atormentaban
constantemente. Un día temprano tomó un largo cuchillo de caza y salió a la calle
en busca de una víctima. Los demonios le dirían quien era la mujer indicada. Se
dirige a Co-op City, un complejo de edificios departamentales ubicado en el Bronx
donde vivió con su padre después de la muerte de Pearl Berkowitz de 1968 a 1971.
Ahí observó salir una mujer de una recaudería y los “demonios” le ordenaron
atacarla: “Ella tiene que ser sacrificada…” fue la indicación. Apuñalo hasta en dos
ocasiones a esta dama, pero la historia no ha podido ser verificada por la policía.
Más tarde tocó turno a una muchacha de nombre Michelle Forman quien algunas
fuentes señalan recibió atención médica por heridas de cuchillo en la cabeza. Tras
este par de desplantes, los demonios de David Berkowitz quedaron aplacados.

Después de los ataques navideños, Berkowitz se muda a un cuarto rentado por la


familia Cassara. Inicialmente solicitó estancia de dos años y de acuerdo a eso, dejó
un depósito de $200 dólares, que recordemos no reclamó al abandonar el lugar.
Entra como agente de seguridad a la compañía IBI. El pastor alemán de los Cassara
era muy latoso, aullando constantemente y una vez que comenzaba, los perros
vecinos contestaban con más aullidos. En la mente trastornada de Berkowitz dentro
de los perros habitaban demonios, mismos que demandaban la sangre de jóvenes y
hermosas mujeres. Los aullidos eran constantes llamados que lo desquiciaban.
Según propias palabras “Los demonios nunca paraban. No podía dormir. Y no tenía
fuerzas para pelear. Apenas si podía manejar el auto. Regresando a casa del trabajo,
una noche casi me mato en el carro. Necesitaba algo de sueño, pero los demonios no
me daban un solo respiro…” Aguantó tres meses en la casa de los Cassaras de
quienes dijo eran demonios que lo habían engañado fingiendo en un principio ser
seres humanos para después mostrar su verdadera faceta diabólica. En esas fantasías
el señor Jack Cassara era el General Cosmo, comandante de las fuerzas diabólicas
representadas por los perros de Nueva York.

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En su nuevo domicilio de Pine Street también había perro, el labrador negro del
señor Sam Carr que terminó por convertirse en víctima de Berkowitz. Una vez
intentó terminarlo con una bomba molotov que fallo y luego le dio un tiro. El
animalito fue atendido oportunamente. En sus alucinaciones Sam Carr era un
poderoso demonio a las órdenes de Jack Cosmo y solo Dios, llegado el Armageddon,
podía terminar con ellos. De hecho cuando Berkowitz se nombra el Hijo de Sam, es
a Sam Carr a quien se refiere.

Los psicólogos de la defensa, diagnosticaron que Berkowitz padecía esquizofrenia


paranoide. La gran dificultad suya para relacionarse exacerbo su aislamiento. La
soledad fue el campo fértil para que comenzara a fantasear de modo tal que llego el
momento en que las fantasías superaron la realidad y David pobló su mundo con
demonios. Tanta tensión debía hallar una salida y esa llegó al atacar a las personas.
Por un tiempo funcionaba pero de nuevo la presión subía hasta hacer necesaria más
violencia en un típico ciclo que no termina jamás.

El Dr. Abrahamsen, psicólogo de la parte acusadora, determinó que Berkowitz a


pesar de todos los pesares, estaba en condiciones de afrontar el juicio por los
homicidios. Estaba normal como cualquier otra persona y más que nada ayudo que
el mismo acusado se declaró culpable. Cuando fue detenido lucía calmado como si
en el fondo deseara ser capturado para terminar el asedio de los “demonios…” El 12
de Junio de 1978 fue sentenciado a 6 cadenas perpetuas equivalentes a 365 años.

En Julio del 2006 le fue negada la libertad condicional sin embargo Berkowitz no
tiene deseos de salir de la cárcel porque sabe que no merece la libertad y las
autoridades tampoco creen que deba salir a la calle. Mientras tanto vive su nueva
faceta religiosa como ministro y consejero espiritual en la prisión.

Finalmente se debe mencionar que el importante investigador Robert Ressler, como


parte de sus estudios acerca del crimen sexual entrevistó hasta en tres ocasiones a
Berkowitz por allá de 1979 en la cárcel. De principio Ressler dijo que él no se tragaba
la historia de los demonios y los perros. Berkowitz tuvo que admitir que aquellas
historias locas fueron un invento suyo para curarse en salud. El día que lo
capturaran podría argumentar que estaba loco e incapaz de afrontar su juicio.
Terminó por admitir que asesinaba por venganza contra las mujeres. Acecharlas y
dispararles era motivo de excitación sexual. Muchas veces después de disparar se
masturbaba dentro de su automóvil. Y las noches en que no encontraba una víctima
propicia regresaba a los lugares de pasados ataques a revivir la fantasía. Excitándose
al ver restos de sangre aún en el suelo, o el gis con que dibujan la silueta de una
víctima, etc. Cualquier señal era motivo de regocijo para Berkowitz. Incluso tenía
ganas de asistir a los funerales de las víctimas, pero no se animó por temor a ser
identificado por la policía. Con casos como el aquí expuesto es que ahora se sabe que

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los asesinos regresan a la escena del crimen no por culpa o remordimiento sino para
revivir la experiencia y obtener gratificación sexual.

Pruebas recientes uno de los testimonios de las personas que describieron a


Berkowitz en una de las escenas, no coincide con su apariencia física. Las pruebas
demuestran que este no pudo correr -en el tiempo estimado- la distancia en la cual
se escucha el disparo y el momento en que el testigo lo ve, pues para que esto
sucediera tenía que tener el físico de un atleta profesional y como sabemos estaba
pasado de libras. Otro dato curioso que imagino les despertara el interés es que
David era gran amigo (en la adolescencia) del hijo de su vecino SAM, ambos asistían
a una secta satánica y hacían “cultos” al diablo. Además cuando apresan a
Berkowitz, al tiempo el hijo de su vecino cometía un acto de suicidio.

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John Wayne Gacy “El Payaso Asesino”


John Wayne Gacy, Jr. (17 de marzo de 1942
- 10 de mayo de 1994), conocido también
como "Pogo", "Pogo" el Payaso o "El payaso
asesino", fue un asesino en serie
estadounidense que violó y mató a 33
hombres jóvenes entre 1972 y 1978.
Veintiséis de sus víctimas fueron enterradas
en el semisótano de su propia casa, otras tres
en otros lugares de la casa, y otras cuatro fueron lanzadas a un río cercano.

Se le llamó "El payaso asesino" porque hacía servicios sociales en desfiles y fiestas
de niños vestido de payaso, se hacía llamar "Pogo el payaso", personaje que creó él
mismo.

John Wayne Gacy nació en Chicago, Illinois, fue el único varón y el segundo de tres
hijos nacidos de John Stanley Gacy (20 de junio de 1900 - 25 de diciembre de 1969),
un maquinista, y de Marion Elaine (4 de mayo de 1908 – 14 de diciembre de 1989).

Gacy era de ascendencia polaca y danesa. Cuando era niño era obeso, estaba muy
unido a sus dos hermanas y a su madre (quien afectivamente le llamaba "Johnny"),
pero era castigado frecuentemente por su padre, un alcohólico que abusaba
físicamente de la familia, y siempre pegaba a su hijo con un cinturón de cuero. A lo
largo de su infancia y adolescencia, se esforzaba por hacer sentir orgulloso a su
padre, pero rara vez su padre le aceptaba; el viejo Gacy le hacía el vacío, a menudo
le llamaba "marica", "estúpido" y "niño de mamá". A los 9 años de edad, un amigo
de la familia abusó sexualmente de él. Cuando tenía 11 años se golpeó en la frente
con un trompo, y como consecuencia se le formó un coagulo de sangre en el cerebro
que pasó desapercibido hasta la edad de 16 años, cuando comenzó a sufrir
desmayos. Su padre sospechó que esos episodios eran un esfuerzo para dar lástima
y le acusó de estar fingiendo. A Gacy se le recetó medicamentos para disolver el
coágulo. Gacy asistió a 4 colegios diferentes, pero acabó abandonando cada uno de
ellos, y nunca se graduó. A la edad de 20 años, siguiendo el consejo de su padre,
Gacy dejó su casa y se mudó a Las Vegas, Nevada, donde trabajó en una funeraria
durante tres meses antes de volver a Chicago. Sin volver al colegio, Gacy se inscribió
y se graduó en la Northwestern Business College.

Obtuvo un puesto directivo en prácticas en la Compañía de Zapatos Nunn-Bush


poco después de su graduación. En 1964, Gacy se mudó a Springfield, Illinois, para
trabajar como vendedor. Allí conoció a su compañera Marlynn Myers, y se casaron
en septiembre de 1964. Después de terminar su periodo de aprendiz, Gacy ascendió

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a encargado del departamento. Fue muy activo en organizaciones de Springfield, se


unió a Jaycees y ascendió a vice-presidente en 1965.

Desde temprana edad tuvo una difícil relación con su padre, ya que lo maltrataba,
lo golpeaba e incluso dudaba de su sexualidad. Su padre era un alcohólico que
abusaba físicamente de su madre. Esto le provocó a John un serio problema, ya que
después de un tiempo al entrar en la etapa de la adolescencia tuvo bastantes
problemas sexuales.

Trabajó por un corto período en Las Vegas. Al regresar a Illinois, Gacy acudió a una
escuela de negocios y comenzó moderadamente una exitosa carrera como vendedor
de zapatos en Springfield, Illinois, donde se convirtió en miembro de la organización
Jaycees.

Según un estudio del profesor de sociología de la Universidad de Alabama, Dennis


L. Peck, "John Wayne contrajo nupcias en 1964, y debido a sus problemas sexuales
muy rara vez conseguía una erección, y en una ocasión que la consiguió, engendro
a su hija. Aquel año también tuvo su primera experiencia homosexual". Se mudó a
Waterloo, Iowa, donde fue gerente de un restaurante de la cadena Kentucky Fried
Chicken, perteneciente a la familia de su esposa.

El primer matrimonio de Gacy terminó después de ser declarado culpable por abuso
sexual a menores en 1968. Fue sentenciado a 10 años de prisión por este crimen, pero
después de 18 meses y debido a su buen comportamiento, salió en libertad
condicional el 18 de junio de 1970. Después de abandonar la cárcel, se mudó
nuevamente a Illinois, donde ocultó su registro criminal con éxito, hasta que la
policía comenzó a investigarlo por los asesinatos posteriores.

En 1971, compró una casa en un sector anónimo de Norwood Park Township. Allí
estableció su propio negocio dedicado a la construcción, PDM Contracting. La casa
en la que residía fue demolida el 3 de mayo de 1979 y en 1982 se construyó otra en
su lugar.

Gacy se casó por segunda vez con una mujer que conoció en la secundaria y ella,
junto a sus dos hijas, se mudó con él. Se convirtió en un importante y respetado
miembro de la comunidad. Además de su show como payaso, se hizo partícipe
activo del Partido Demócrata, como voluntario para limpiar las oficinas del partido.
Finalmente se convirtió en vocal de mesa. En este puesto fue capaz de conocer, e
incluso ser fotografiado con la entonces futura Primera Dama, Rosalynn Carter. De
hecho, Carter autografió la fotografía: "Para John Gacy. Los mejores deseos."
Durante la búsqueda en la casa de Gacy, después de ser arrestado, esta foto causó
una vergüenza mayor al Servicio Secreto de los Estados Unidos, ya que en ella
aparecía John con una chapa en su solapa que mostraba una letra "S", lo que significa

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que el Servicio Secreto le había otorgado la autorización para acceder a información


clasificada.

El segundo matrimonio de Gacy terminó y su esposa se divorció de él a mediados


del año 1976. En 1977, David Daniel, que por aquel entonces tenía 28 años, declaró
que John le ofreció llevarlo a la estación de buses, pero Daniel rehusó. También dijo
que Gacy era muy insistente, llegándole a pedir siete veces e incluso ofreciéndole
marihuana. De dos víctimas que fueron reportadas como "sobrevivientes", Daniel es
el único vivo para relatar el procedimiento de John Wayne Gacy.

Ninguna sospecha recayó en Gacy, hasta el 12 de diciembre de 1978, cuando fue


investigado después de la desaparición del adolescente de 15 años, Robert Piest,
quien fue visto por última vez camino de una entrevista de trabajo con él. Un
allanamiento en casa de John reveló diversos artículos relacionados a otras
desapariciones.

El 22 de diciembre de 1978, Gacy acudió a sus abogados y confesó sus crímenes.


Declaró haber asesinado por primera vez en enero de 1972, cuando al clavar el
cuchillo en el cuerpo de un joven y ver como la sangre brotaba del cuerpo, sintió una
sensación de excitación y esto comenzó a gustarle. También confesó haber matado a
33 individuos e indicó la ubicación de 28 de los cuerpos a la policía. Estaban
enterrados en su propiedad. Las otras cuatro víctimas, dijo, las había arrojado al
cercano río Des Plaines. Al menos una de las víctimas fue recogida en la estación de
buses. Los individuos más jóvenes tenían solo catorce años y el mayor veintiuno.
Siete de las víctimas nunca fueron identificadas. Los cuerpos fueron descubiertos
desde diciembre de 1978 hasta abril de 1979, cuando la última víctima conocida fue
hallada en el río Illinois.

En 1998, mientras se realizaban reparaciones en el estacionamiento trasero de la casa


de la madre de Gacy, las autoridades encontraron restos de, al menos, cuatro
personas más.

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Ed Gein “El carnicero de Plainfield”


Aparentemente era un hombre inofensivo... pero su
personalidad ocultaba un terrible psicópata que
convirtió su granja en un matadero humano. Sus
espeluznantes crímenes proporcionaron a Hitchcock
las bases para su clásica película de terror Psicosis.

En la tarde del 8 de diciembre de 1954, un granjero de


Plainfield, en Wisconsin, entró en "la taberna de los
Hogan" a echar un trago en esa fría tarde de invierno
cuando descubre con espanto un gran reguero de
sangre que cubría las tablas de madera del suelo. La
propietaria Mary Hogan, había desaparecido.

El sheriff observó que no había señales de lucha aparentes y que la caja registradora
seguía llena, pero determinó que la mujer había sido asesinada y que su cuerpo
había sido arrastrado hasta un coche que esperaba fuera. Los informes forenses tan
sólo confirmaron las conclusiones a las que había llegado el sheriff y no arrojaron
ninguna luz sobre el caso. La desaparición de Mary era un misterio.

Aproximadamente un mes después de este suceso, el propietario del aserradero de


Wisconsin comentaba el caso con un hombre pequeño y tímido que vivía en una
granja de madera a pocos kilómetros de allí. Su nombre era Ed Gein.

Gein vivía solo desde la muerte de su madre en 1945 y se ganaba la vida haciendo
toda clase de trabajos a los vecinos de Plainfield. Fue su habilidad en este tipo de
trabajos, por la que este hombre de complexión débil, mediana edad, pelo rubio y
ojos azules empezó a ser conocido entre las gentes del lugar como una persona
trabajadora, cumplidora, fiable pero excéntrica.

El propietario del aserradero no se llevaba muy bien con Gein. Encontraba


extremadamente difícil hablar con él porque a veces éste comenzaba a reír con
nerviosismo sin motivos como un desequilibrado, o por sus comentarios
inoportunos que dejaban a la otra persona sin saber que decir.

En esta ocasión, el hombre recordó que Gein solía sentarse solo en un rincón de la
taberna mirando fijamente a la dueña del local absorto en sus pensamientos con una
jarra de cerveza, y supuso que estaba enamorado de la mujer. Le sugirió bromeando,
que si le hubiese hablado a Mary con claridad de sus sentimientos, probablemente
en ese momento estaría en su granja cocinando y esperando a que volviera en lugar
de haber desaparecido presumiblemente asesinada. Gein, con un extraño gesto puso
los ojos en blanco y le respondió con una de sus conocidas sonrisas: "No está

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desaparecida. Ahora mismo está en la granja". El hombre se encogió de hombros y


no le tomó en serio, después de todo, era el tipo de comentario que se esperaba de
él...

Nació el 27 de agosto de 1906, hijo de madre austera y fanática religiosa que


despreciaba a su débil y borracho marido. Cuando ambos discutían, que solían
hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba y pegaba a sus dos hijos.

Desde el primer momento, la vida de Ed estuvo completamente dominada por su


madre, quien se había prometido a sí misma que su hijo no sería nunca como esos
hombres lascivos, ateos y alcoholizados que veía a su alrededor. Seguía una
disciplina muy dura castigando a sus hijos, e incapaz de darles el consuelo y el amor
de una madre.

Gein no tuvo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponía ante los ojos de
esa madre una amenaza para la pureza moral de su hijo. Así durante treinta y nueve
años hasta que la mujer moría víctima de un ataque al corazón, dejando tras ella un
hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo que apenas comprendía.

La mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, Ed Gein asesinaba a la dueña de la


ferretería del pueblo, Bernice Worden, disparándole una bala con su viejo rifle de
caza del calibre 22. También en esta ocasión se llevó el cadáver en la furgoneta,
dejando el suelo del local encharcado de sangre. Pero esta vez, habría un testigo... el
libro de contabilidad. En su última anotación, figuraba el nombre de Ed Gein, a
quién habría vendido su último anticongelante.

Dos oficiales de la policía arrestaron a Gein, mientras otros dos se dirigían


inmediatamente hacia su granja con la intención de llevar a cabo un registro. Al
pasar dentro, el sheriff sintió como algo le rozaba el hombro, y al volverse se topó
con un cuerpo decapitado de mujer con un profundo agujero en el estómago que
colgaba del techo.

Después de recuperarse del shock por el horror que habían presenciado, y tras pedir
ayuda por radio, los dos hombres volvieron a la casa.

El cadáver colgaba de un gancho por el tobillo y con un alambre le habían sujetado


el otro pie a una polea. Habían rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del
abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado.

No había duda que el causante de ese terrorífico espectáculo era una persona
enferma. Era difícil de creer que un ser humano pudiera vivir allí. Por todas partes
se veían montañas de basura y desperdicios, cajas de cartón, latas vacías,

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herramientas oxidadas, excrementos, revistas pornográficas, de terror y de anatomía


humana, chicles pegados en las tazas y una dentadura sobre el mantel de la mesa...

Había varios cráneos por la cocina, algunos partidos por la mitad y empleados como
cuencos. Más tarde, en cuanto llegaron más patrullas, se descubrió en el interior
de la casa todo el horror que allí escondía. Había varios cráneos esparcidos por la
cocina, unos intactos y otros partidos por la mitad y empleados como cuencos.
Una inspección más detenida reveló que una de las sillas de la cocina estaba hecha
con piel humana, como las pantallas de las lámparas, las papeleras, las fundas de los
cuchillos e incluso alguna prenda de vestir, como un chaleco o un cinturón formado
con pezones humanos.

Entre los más atroces descubrimientos, se encontraron unas cajas con los restos
humanos pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza
amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico, una colección de nueve
máscaras de piel humana con el pelo intacto, de las cuales, cuatro colgaban en la
pared que rodeaba la cama de Gein, etc.

Había decorado el interior de su casa de madera con esas máscaras confeccionadas


con tiras de piel procedentes de auténticos rostros humanos y con los cráneos
colgados de las columnas de su cama.

La única habitación de la casa que parecía normal era una sellada con tablones en la
puerta y perfectamente ordenada... la de su madre. Desde que su madre muriera en
1945, doce años antes, la habitación había estado cerrada con clavos como un
sepulcro. Ed explicó a la policía después de su detención que después de su
fallecimiento, su madre se mantuvo en contacto con él durante más de un año,
hablándole mientras se adormecía. Dijo que había sido en esa época cuando
desarrolló su fascinación por la anatomía. Le fascinaban los reportajes sobre la
operación de cambio de sexo y se planteó el convertirse él mismo en mujer.

Gein declaró que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice
Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja
pertenecían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio. Explicó que en los
últimos años sentía de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas, y que en
algunas ocasiones incluso conocía a las víctimas en vida y se enteraba de sus muertes
leyendo los periódicos. Luego, en la noche del entierro, se dirigía al cementerio,
sacaba el cadáver y rellenaba de nuevo la tumba (eso lo pudo comprobar la policía
más tarde, cuando al exhumar las tumbas, algunas de las que Gein había dicho, se
encontraban vacías).

Muchos de los objetos domésticos y muebles que se descubrieron a raíz del arresto
de Gein, procedían de las profanaciones de tumbas. Unas veces arrastraba cadáveres

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enteros hasta su casa, otras cortaba las partes más interesantes y se las llevaba como
recuerdo.

El 30 de marzo de 1958 la casa de Gein fue arrestada, después de correrse el rumor


de que estaba destinada a convertirse en una atracción para turistas como la Casa de
los Horrores. De todas formas, su camioneta Ford sobrevivió y se vendió en una
subasta pública para ser utilizada en ferias locales con un letrero que anunciaba: ¡El
coche de Ed Gein! ¡Vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas!

En su casa guardaba varias cabezas casi intactas, además elaboraba muebles con la
piel y huesos de los cadaveres, asimismo se elaboró prendas de vestir como un
chaleco con la piel humana de sus víctimas.

Los médicos del hospital Central del Estado deciden que el asesino no está
capacitado para ir a un juicio y es internado hasta los años 68, cuando después de
un juicio que duraría una semana, se le declara culpable de dos asesinatos, pero al
aducirse su locura, es de nuevo internado.

El caso de Ed Gein es, desde un punto de vista médico, uno de los más complejos de
la criminología. Voyerismo, fetichismo, travestismo y puede que necrofilia,
integraban su personalidad.

Sin embargo, a medida que se iba conociendo su verdadera historia se hizo evidente
que esas perversiones eran meras manifestaciones de una psicosis profunda, un
trastorno mental que tenía sus raíces en la relación anormal que tenía con la madre.

Cuando los psiquiatras comenzaron a considerar las posibles razones de su


comportamiento patológico, supusieron que se trataba de un caso de "Complejo de
Edipo", que Gein estaba enamorado de su madre y que a raíz de su muerte se
obsesionó en buscar a alguien que la sustituyera, pues se encontraron extraordinario
parecido entre sus víctimas y su madre. De niño, buscaba el amor de su madre de
manera obsesiva, que le era negado una y otra vez, fue así como en su mente se
desarrolló una nueva personalidad, un Ed que odiaba a la mujer.

Gein murió por insuficiencia respiratoria el 26 de julio de 1984, tras décadas de


reclusión en una unidad psiquiátrica, donde resultó ser un paciente modelo. En la
actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su
madre...

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Theodore Robert Cowell Bundy “Ted Bundy”


Theodore "Ted" Robert Cowell Bundy (Burlington, Vermont,
24 de noviembre de 1946 - Bradford, Florida, 24 de enero de
1989) fue un asesino en serie de mujeres. Los analistas
estiman que el número de sus víctimas podría rondar las cien
mujeres, muy lejos de los números oficiales de alrededor de
treinta y seis. Fue condenado a muerte y ejecutado en la silla
eléctrica el 24 de enero de 1989.

Hijo biológico de un veterano de la fuerza aérea, a quien


nunca conoció, y de Louise Cowell, vivió sus primeros cuatro años en casa de sus
abuelos maternos. Durante este tiempo creyó que sus abuelos eran sus padres y que
su madre era su hermana mayor.

En 1950, Ted y su madre, se mudaron a Tacoma (Washington) con otros familiares.


Ahí, Louise conoció a Johnnie Culpepper Bundy, un cocinero del ejército con el que
se casó en mayo de 1951 y del que Ted posteriormente adoptó el apellido. El
matrimonio tuvo cuatro hijos, pero Ted nunca creó un lazo afectivo con el marido
de su madre.

Fue un estudiante aplicado y con buenas notas en la Universidad de Washington y


en la Universidad de Puget Sound (Tacoma) con la licenciatura en psicología.
Trabajó en varios lugares sin durar mucho tiempo en ellos.

Durante la primavera de 1967 se enamoró de Stephanie Brooks, una hermosa e


inteligente joven de familia acomodada. Stephanie fue el sueño hecho realidad de
Bundy, pero dos años después ella se graduó en Psicología y finalizó la relación por
considerar que su pareja era indiscreta y carecía de objetivos claros en la vida. Bundy
nunca superó la ruptura y se obsesionó con Stephanie manteniendo contacto a través
de cartas para, así, intentar reconquistarla.

Abandonó los estudios durante un tiempo y después regresó a la Universidad de


Washington para matricularse en Derecho. Fue considerado un estudiante brillante
y estimado entre sus profesores. Paralelamente inició una relación de 5 años con
Meg Anders (su nombre real Elizabeth Kloepfer), quien era divorciada y tenía una
hija pequeña. Sin embargo, Meg desconocía que su novio había estado saliendo con
una chica de California con la que seguía escribiéndose cartas.

Durante 1969 y 1972 todo fue bien: envió solicitudes de admisión a escuelas de
Derecho y estuvo involucrado en actividades comunitarias. Incluso obtuvo una
condecoración de la policía de Seattle por salvar a un niño de tres años de morir
ahogado. También se relacionó con figuras importantes del Partido Republicano de

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los Estados Unidos. Todo cambió en 1973, cuando se reencontró con Stephanie, con
la que mantuvo una relación que duró entre el verano e invierno de ese mismo año.
Al final, Bundy la abandonó sin que ella volviera a saber nunca más de él.

Antes de comenzar a asesinar perpetró una serie de hurtos en casas ajenas y


comercios mientras estaba ebrio.

El 4 de enero de 1974 entró en el cuarto de la universitaria Joni Lenz, de 18 años, la


golpeó con una palanca metálica y la violó con una pata de la cama. Al día siguiente,
la chica fue hallada malherida y sobrevivió con daño cerebral permanente. Bundy
contaba con 27 años.

Veintisiete días después atacó a la estudiante en Psicología de la Universidad de


Washington Lynda Ann Healy, de 21 años. Bundy entró en su dormitorio, la dejó
inconsciente con un golpe y la sacó de la escuela. Nadie notó la ausencia de la joven
hasta el día siguiente. La policía no estableció ninguna conexión entre las dos
agresiones y tampoco se hicieron mayores pruebas ni estudios de la escena del
crimen. Los restos de Lynda Ann fueron descubiertos un año después en una
montaña cercana.

Durante la primavera y verano de 1974 desaparecieron varias universitarias y


madres jóvenes. Se calcula que fueron ocho víctimas a las que atacó de noche hasta
que comenzó a hacerlo de día. La policía había iniciado una investigación y contaba
con descripciones acerca de un hombre que solicitaba ayuda a chicas que jamás
volvían a ser vistas. El individuo tenía la particularidad de ir cargado con libros y
llevar un brazo enyesado o en cabestrillo. También hubo testigos que observaron a
un hombre que solía tener "problemas" para arrancar su Volkswagen, el cual había
sido visto rondando el sitio donde desaparecieron dos de las jóvenes asesinadas.

El 9 de febrero de 1974, Carol Valenzuela, de 20 años, desapareció de Vancouver


(Canadá). Su cadáver no fue descubierto hasta el mes de octubre junto a otro cuerpo
sin identificar.

El 11 de febrero de 1974 desapareció Nancy Wilcox, de 16 años. Su cuerpo nunca fue


hallado.

El 12 de marzo de 1974 Donna Mason, de 19 años, fue vista por última vez mientras
iba a un concierto de jazz del campus.

El 17 de abril, Susan Rancourt de 18 años, caminaba por los jardines del Central
Washington State College cuando desapareció.

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Un mes más tarde desapareció Roberta Parks, de 20 años, quien había quedado con
unas amigas para tomar café. Nunca llegó. Parks se encontró con un hombre
aparentemente lesionado que le pidió ayuda para subir unas cosas a su auto. Jamás
fue vista de nuevo.

El 1 de junio de 1974, Brenda Ball, de 22 años, salió de la Taberna Flame en Burien


(Washington) después de comentar a sus amigos que iba a buscar a alguien que la
llevara a Sun City (California). La última vez que la vieron estaba hablando con un
hombre con el brazo en un cabestrillo. Diecinueve días más tarde se descubrió que
Brenda nunca llegó a su destino.

El 11 de junio de 1974 Georgann Hawkins, de 18 años, perteneciente a la fraternidad


Kappa Alpha Theta de Seattle, desapareció después de despedirse de su novio e ir a
buscar unos libros para un examen de castellano. Su compañera de habitación y la
encargada del dormitorio reportaron su desaparición a la mañana siguiente.

El 14 de julio, la universitaria Janice Ott dejó una nota a su compañera de habitación


avisándole que se iba en bicicleta al parque Lake Sammamish. Allí se le vio
conversar con un hombre que tenía el brazo enyesado y le pedía ayuda para cargar
libros en su auto. Días después volvió al mismo parque y secuestró a Denise
Naslund, la cual pasaba el día con su novio y amigos. Los restos de Janice y Denise
fueron encontrados en agosto de 1974 en el mismo lago Sammamish.

Bundy despistaba a la policía porque sabía cómo alterar su aspecto físico. Se


cambiaba el peinado, se dejaba crecer barba y bigote o se los afeitaba. También
cambió de residencia y se mudó a Midvale (Utah), donde el 30 de agosto de 1974 se
matriculó como estudiante en la Facultad de Leyes en la Universidad de Utah.

El 18 de octubre de 1974 asesinó a Melissa Smith, la hija del sheriff local. La secuestró
mientras ella iba a pasar la noche en casa de una amiga. Su cadáver fue encontrado
nueve días después en Summit Park.

El 30 de octubre desapareció Laura Aimee, de 17 años, cuando volvía de una fiesta


de Halloween. Su cadáver fue encontrado en los montes Wasatch mostrando signos
de haber sido golpeada en la cabeza con una cuña de metal y violada.

La policía inició una investigación y descubrió similitudes en el modus operandi con


algunos asesinatos ocurridos en Washington. Entre ambas comisarías elaboraron un
retrato hablado del posible aspecto que tendría el asesino.

Bundy cometió su primer error el 8 de noviembre de 1974, cuando se acercó a Carol


DaRonch en el Fashion Place Mall en Murray, Utah. Haciéndose pasar por un oficial
de policía, le informó que habían intentado robar su coche. DeRonch subió al auto

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de Bundy bajo la creencia errónea de que iban a una comisaría para presentar un
informe. Después de detener abruptamente el coche, Bundy sacó una pistola y le
esposó una muñeca. Ella luchó y consiguió apartarse antes de que Bundy pudiera
fijar el otro extremo de las esposas. Ella lo golpeó en la cara y salió corriendo.
Consiguió que un motorista que pasaba la llevara a la policía.

En la comisaría, Carol narró lo sucedido y así se obtuvo la descripción del hombre,


del vehículo y el tipo de sangre del atacante.

Esa misma noche (8 de noviembre), Debby Kent, de 17 años, desapareció del


aparcamiento del instituto Viewmont, donde había acudido junto a sus padres a ver
una obra de teatro. Los familiares, preocupados por la tardanza de Debby, llamaron
a la policía que tras una búsqueda por el estacionamiento encontraron la llave de un
par de esposas. La llave pertenecía a las esposas con las que, horas antes, se había
presentado Carol DeRonch en la estación de policía.

La directora de la obra de teatro, Jean Graham, declaró que durante la actuación un


hombre de aspecto parecido al del sospechoso le había solicitado que lo acompañara
al aparcamiento para identificar un vehículo, pero ella se había negado porque
estaba ocupada con la obra.

Casi un mes después de ocurridos los hechos, un hombre llamó a la policía para
informar de que la noche de la desaparición de Debby había visto salir
precipitadamente un Volkswagen de color claro del estacionamiento de la escuela.

El 12 de enero de 1975, Caryn Campbell, de 23 años, acompañó a su prometido, el


doctor Raymond Gadowski, a un seminario en Aspen (Colorado). Mientras
descansaban en el salón del hotel ella regresó a la habitación para buscar una revista.
El doctor Gadowski y sus hijos decidieron ir a buscarla al ver que no regresaba, pero
no la encontraron. A media mañana se dio parte a la policía de su desaparición.

Un mes después un trabajador encontró el cadáver de Caryn en un banco de nieve


a varios kilómetros del hotel. Había sido violada y brutalmente golpeada. No se
encontró evidencia alguna del atacante.

El 1 de marzo de 1975 fue descubierto un cráneo en una zona boscosa de las


montañas Taylor. Pertenecía a Brenda Ball. La policía realizó una amplia búsqueda
por los alrededores y tres días después encontraron partes de los cuerpos de Lynda
Healy, Susan Rancourt y Roberta Parks. Posteriormente se hallaron otros restos que
fueron identificados como pertenecientes a Donna Mason.

El descubrimiento de algunas de las víctimas no detuvo a Bundy.

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El 15 de marzo de ese mismo año secuestró a Julie Cunningham, de 26 años, cuando


se dirigía a una taberna en Vail (Colorado). Su cuerpo no ha sido hallado.

El 6 de abril de 1975 tras discutir con su marido, Denise Oliverson, de 25 años,


decidió ir a visitar a sus padres en Grand Junction (Colorado). Denise no regresó
aquella tarde, pero tampoco llegó a casa de sus padres. Desapareció y su cuerpo aún
no ha sido encontrado.

Nueve días más tarde, Melanie Cooley, de 18 años, desapareció cuando regresaba
del instituto. Un trabajador de caminos descubrió su cadáver el 23 de abril. La chica
había sido golpeada con una barra, sus manos atadas a la espalda mientras una
funda de almohada estaba fuertemente anudada alrededor de su cuello.

El 1 de julio de 1975, Shelley Robertson, de 24 años, decidió viajar por el país


practicando autostop. Sus amigos no se preocuparon demasiado cuando pasaron
varios días sin verla. Hubo testigos que la vieron en una gasolinera hablando con un
hombre que conducía un viejo camión. El 21 de agosto su cadáver fue descubierto
por dos estudiantes en el pozo de una mina cercana a Georgetown (Colorado).

Debido al retrato hablado del asesino, una amiga cercana de Meg Anders lo
reconoció como Ted Bundy. Meg Anders también llamó de manera anónima a la
policía sugiriendo que su novio podría tener algo que ver con las muertes. A pesar
de que se facilitaron fotos recientes de Bundy a la policía, los testigos fallaron al
hacer la correspondiente identificación. La policía desechó esa pista para enfocarse
en otros informes. La atención hacia Ted Bundy se disipó hasta algunos años más
tarde.

Bundy adoptó la estrategia de trasladarse de un estado a otro para evitar que la


policía descubriera sus patrones. Con el paso del tiempo sus ataques se volvieron
cada vez más erráticos y temerarios. Algunas de sus víctimas se convirtieron en
testigos, lo que más tarde harían posible el enjuiciamiento de Bundy.

El 16 de agosto de 1975 un patrullero detuvo un Volkswagen para comprobar su


matrícula. El sospechoso se dio a la fuga, pero fue detenido poco después. En el auto
se encontró una palanca de metal, esposas, cinta y otros objetos que dieron inicio a
una investigación a gran escala en torno a un hombre: Theodore Robert Bundy.

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